manual del perfecto idiota latinoamericano

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Manual del perfecto idiota latinoamericano Cree que somos pobres porque ellos son ricos y viceversa, que la historia es una  exitosa conspiración de malos contra buenos en la que aquéllos siempre ganan y nosotros siempre perdemos (él  esté en todos los casos entre las pobres víctimas y los buenos perdedores), no tiene empacho en nave gar en el cyberespacio, sentirse on-line y (sin advertir la contradicción) abominar del consumismo. Cuando  habla de cultura, tremola así: "Lo que sé lo aprendí en la vida, no en los libros, y por eso mi cultur no es libresca sino vital». ¿Quién es él? Es el idiota latinoamericano. Tres escritores (latinoamericanos, por supuesto) lo citan, diseccionan, reseñan, b iografían e inmortalizan en un libro ÐManual del perfecto idiota latinoamericanoÐ que está escri  como los buenos matadores torean a los miuras: arrimando mucho el cuerpo y dejando jirone s de piel en la faena. Pero la ferocidad de la crítica que lo anima está amortiguada por las carcajadas que  salpican cada página y por una despiadada autocrítica que lleva a sus autores a incluir sus propias idiot eces en la deliciosa antología de la estupidez que, a modo de índice clausura el libro. A los tres los conozco muy bien y sus credenciales son las más respetables que pue de lucir un escribidor de nuestros días: a Plinio Apuleyo Mendoza los terroristas colombianos vinculados al narcotráfico y a la subversión lo asedian y quieren matarlo hace años por denunciarl  sin tregua en reportajes y artículos; Carlos Alberto Montaner luchó contra Batista, luego contra C astro y hace más de treinta años que lucha desde el exilio por la libertad de Cuba, y Alvaro Vargas Ll osa (mi hijo, por si acaso) tiene tres juicios pendientes en el Perú de Fujimori como «traidor a la Patria» por ndenar la estúpida guerrita fronteriza peruano-ecuatoriana. Los tres pasaron en algún momento de su j uventud por la izquierda (Alvaro dice que no, pero yo descubrí que cuando estaba en Princeton for mó parte de un grupo radical que, enfundado en boinas Che Guevara, iba a manifestar contra Reagan a l as puertas de la Casa Blanca) y los tres son ahora liberales, en esa variante desembozada y sin comple jos que es también la mía, que en algunos terrenos linda con el anarquismo y a la que el personaje de este libro Ðel idiota de marrasÐ se refiere cuando habla de «ultraliberalismo» o «fundamentalismo liberal». La idiotez que impregna este manual no es la congénita, esa naturaleza del intelec to, condición del espíritu o estado del ánimo que hechizaba a Flaubert Ðla bétise de los francesesÐ y p a cual hemos acuñado en español bellas y misteriosas metáforas, como el anatómico «tonto del culo paña y, en el Perú, ese procesionario o navegante «huevón a la vela». Esa clase de idiota despiert  afecto y la simpatía, o, a lo peor, la conmiseración, pero no el enojo ni la crítica, y, a veces hasta una secreta envidia, pues hay en los idiotas de nacimiento, en los espontáneos de la idiotez, algo que se parece a la pureza y a

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Manual del perfecto idiota latinoamericanoCree que somos pobres porque ellos son ricos y viceversa, que la historia es una exitosa conspiracin demalos contra buenos en la que aqullos siempre ganan y nosotros siempre perdemos (l est en todos loscasos entre las pobres vctimas y los buenos perdedores), no tiene empacho en navegar en el cyberespacio,sentirse on-line y (sin advertir la contradiccin) abominar del consumismo. Cuando habla de cultura,tremola as: "Lo que s lo aprend en la vida, no en los libros, y por eso mi cultura no es libresca sinovital. Quin es l? Es el idiota latinoamericano.Tres escritores (latinoamericanos, por supuesto) lo citan, diseccionan, resean, biografan einmortalizan en un libro Manual del perfecto idiota latinoamericano que est escrito como losbuenos matadores torean a los miuras: arrimando mucho el cuerpo y dejando jirones de piel en la faena.Pero la ferocidad de la crtica que lo anima est amortiguada por las carcajadas que salpican cada pgina ypor una despiadada autocrtica que lleva a sus autores a incluir sus propias idioteces en la deliciosaantologa de la estupidez que, a modo de ndice clausura el libro.A los tres los conozco muy bien y sus credenciales son las ms respetables que puede lucir unescribidor de nuestros das: a Plinio Apuleyo Mendoza los terroristas colombianos vinculados alnarcotrfico y a la subversin lo asedian y quieren matarlo hace aos por denunciarlos sin tregua enreportajes y artculos; Carlos Alberto Montaner luch contra Batista, luego contra Castro y hace ms detreinta aos que lucha desde el exilio por la libertad de Cuba, y Alvaro Vargas Llosa (mi hijo, por si acaso)tiene tres juicios pendientes en el Per de Fujimori como traidor a la Patria por condenar la estpidaguerrita fronteriza peruano-ecuatoriana. Los tres pasaron en algn momento de su juventud por laizquierda (Alvaro dice que no, pero yo descubr que cuando estaba en Princeton form parte de un gruporadical que, enfundado en boinas Che Guevara, iba a manifestar contra Reagan a las puertas de la CasaBlanca) y los tres son ahora liberales, en esa variante desembozada y sin complejos que es tambin la ma,que en algunos terrenos linda con el anarquismo y a la que el personaje de este libro el idiota demarras se refiere cuando habla de ultraliberalismo o fundamentalismo liberal.La idiotez que impregna este manual no es la congnita, esa naturaleza del intelecto, condicin delespritu o estado del nimo que hechizaba a Flaubert la btise de los franceses y para la cual hemosacuado en espaol bellas y misteriosas metforas, como el anatmico tonto del culo, en Espaa y, en elPer, ese procesionario o navegante huevn a la vela. Esa clase de idiota despierta el afecto y lasimpata, o, a lo peor, la conmiseracin, pero no el enojo ni la crtica, y, a veces, hasta una secreta envidia,pues hay en los idiotas de nacimiento, en los espontneos de la idiotez, algo que se parece a la pureza y ala inocencia, y la sospecha de que en ellos podra emboscarse nada menos que esa cosa terrible llamadapor los creyentes santidad. La idiotez que documentan estas pginas es de otra ndole. En verdad, ella noes slo latinoamericana, corre como el azogue y echa races en cualquier parte. Postiza, deliberada yelegida, se adopta conscientemente, por pereza intelectual, modorra tica y oportunismo civil. Ella esideolgica y poltica, pero, por encima de todo, frvola, pues revela una abdicacin de la facultad depensar por cuenta propia, de cotejar las palabras con los hechos que ellas pretenden describir, decuestionar la retrica que hace las veces de pensamiento. Ella es la beatera de la moda reinante, el dejarsellevar siempre por la corriente, la religin del estereotipo y el lugar comn.Nadie est exento de sucumbir en algn momento de su vida a este gnero de idiotez (yo mismoaparezco en la antologa con una cita perversa). Ella congrega al cacaseno ontolgico, como el funcionariofranquista que, en un viaje a Venezuela, defini as al rgimen que serva: El franquismo? Unsocialismo con libertad, con idioteces transentes y casi furtivas, de genialidades literarias que, depronto, en un arranque de lrica inocencia explican, como Julio Cortzar, que el Gulag fue slo unaccidente de ruta del comunismo, o, documentan, con omnisciencia matemtica, como Garca Mrquezen su reportaje sobre la guerra de las Malvinas, cuntas castraciones operan por minuto a golpes decimitarra los feroces gurkas britnicos en las huestes argentinas. Los contrasentidos de esta estirpe seperdonan con facilidad por ser breves y el aire risueo que despiden; los asfixiantes son los que seenroscan en barrocos tratados teolgicos, explicando que la opcin por la pobreza del genuinocristianismo" pasa por la lucha de clases, el centralismo democrtico, la guerrilla o el marxismo o enbodrios econmicos que, a caonazos estadsticos y con tablas comparativas de ciencia ficcin,demuestran que cada dlar contabilizado como beneficio por una empresa estadounidense o europeaconsagra el triunfo del modelo Shylock en el intercambio comercial, pues fue amasado con sangre, sudor ylgrimas tercermundistas.Hay la idiotez sociolgica y la de la ciencia histrica; la politolgica y la periodstica; la catlica y laprotestante; la de izquierda y la de derecha; la socialdemcrata, la demo-cristiana, la revolucionaria, laconservadora y ay! tambin la liberal. Todas aparecen aqu, retratadas y maltratadas sin piedadaunque, eso s, con un humor siempre sabroso y regocijante. Lo que en verdad va diseando el libro en susjocosos trece captulos y su impagable antologa es algo que aglutina y explica todas esas aberraciones,equivocaciones, deformaciones y exageraciones delirantes que se hacen pasar (el fenmeno, aunquedebilitado, an coletea) por ideas: el subdesarrollo intelectual.Es el gran mrito del libro, la seriedad que se agazapa debajo de la vena risuea en que est concebido:mostrar que todas las doctrinas que profusamente tratan de explicar realidades tan dramticas como lapobreza, los desequilibrios sociales, en algn momento de su juventud por la izquierda (Alvaro dice queno, pero yo descubr que cuando estaba en Princeton form parte de un grupo radical que, enfundado enboinas Che Guevara, iba a manifestar contra Reagan a las puertas de la Casa Blanca) y los tres son ahoraliberales, en esa variante desembozada y sin complejos que es tambin la ma, que en algunos terrenoslinda con el anarquismo y a la que el personaje de este libro el idiota de marras se refiere cuandohabla de ultraliberalismo o fundamentalismo liberal.La idiotez que impregna este manual no es la congnita, esa naturaleza del intelecto, condicin delespritu o estado del nimo que hechizaba a Flaubert la btise de los franceses y para la cual hemosacuado en espaol bellas y misteriosas metforas, como el anatmico tonto del culo, en Espaa y, en elPer, ese procesionario o navegante huevn a la vela. Esa clase de idiota despierta el afecto y lasimpata, o, a lo peor, la conmiseracin, pero no el enojo ni la crtica, y, a veces, hasta una secreta envidia,pues hay en los idiotas de nacimiento, en los espontneos de la idiotez, algo que se parece a la pureza y ala inocencia, y la sospecha de que en ellos podra emboscarse nada menos que esa cosa terrible llamadapor los creyentes santidad. La idiotez que documentan estas pginas es de otra ndole. En verdad, ella noes slo latinoamericana, corre como el azogue y echa races en cualquier parte. Postiza, deliberada yelegida, se adopta conscientemente, por pereza intelectual, modorra tica y oportunismo civil. Ella esideolgica y poltica, pero, por encima de todo, frvola, pues revela una abdicacin de la facultad depensar por cuenta propia, de cotejar las palabras con los hechos que ellas pretenden describir, decuestionar la retrica que hace las veces de pensamiento. Ella es la beatera de la moda remante, el dejarsellevar siempre por la corriente, la religin del estereotipo y el lugar comn.Nadie est exento de sucumbir en algn momento de su vida a este gnero de idiotez (yo mismoaparezco en la antologa con una cita perversa). Ella congrega al cacaseno ontolgico, como el funcionariofranquista que, en un viaje a Venezuela, defini as al rgimen que serva: El franquismo? Unsocialismo con libertad, con idioteces transentes y casi furtivas, de genialidades literarias que, depronto, en un arranque de lrica inocencia explican, como Julio Cortzar, que el Gulag fue slo unaccidente de ruta del comunismo, o, documentan, con omnisciencia matemtica, como Garca Mrquezen su reportaje sobre la guerra de las Malvinas, cuntas castraciones operan por minuto a golpes decimitarra los feroces gurkas britnicos en las huestes argentinas. Los contrasentidos de esta estirpe seperdonan con facilidad por ser breves y el aire risueo que despiden; los asfixiantes son los que seenroscan en barrocos tratados teolgicos, explicando que la opcin por la pobreza del genuinocristianismo pasa por la lucha de clases, el centralismo democrtico, la guerrilla o el marxismo o enbodrios econmicos que, a caonazos estadsticos y con tablas comparativas de ciencia ficcin,demuestran que cada dlar contabilizado como beneficio por una empresa estadounidense o europeaconsagra el triunfo del modelo Shylock en el intercambio comercial, pues fue amasado con sangre, sudor ylgrimas tercermundistas.Hay la idiotez sociolgica y la de la ciencia histrica; la politolgica y la periodstica; la catlica y laprotestante; la de izquierda y la de derecha; la social demcrata, la demo-cristiana, la revolucionaria, laconservadora y ay! tambin la liberal. Todas aparecen aqu, retratadas y maltratadas sin piedadaunque, eso s, con un humor siempre sabroso y regocijante. Lo que en verdad va diseando el libro en susjocosos trece captulos y su impagable antologa es algo que aglutina y explica todas esas aberraciones,equivocaciones, deformaciones y exageraciones delirantes que se hacen pasar (el fenmeno, aunquedebilitado, an coletea) por ideas: el subdesarrollo intelectual.Es el gran mrito del libro, la seriedad que se agazapa debajo de la vena risuea en que est concebido:mostrar que todas las doctrinas que profusamente tratan de explicar realidades tan dramticas como lapobreza, los desequilibrios sociales, la explotacin, la ineptitud para producir riqueza y crear empleo y losfracasos de las instituciones civiles y la democracia en Amrica Latina se explican, en gran parte, comoresultado de una pertinaz y generalizada actitud irresponsable, de jugar al avestruz en lo que respecta a laspropias miserias y defectos, negndose a admitirlos y por lo tanto a corregirlos y buscndosecoartadas y chivos expiatorios (el imperialismo, el neocolonialismo, las trasnacionales, los injustostrminos de intercambio, el Pentgono, la CA, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial,etctera) para sentirse siempre en la cmoda situacin de vctimas y, con toda buena conciencia,eternizarse en el error. Sin proponrselo, Mendoza, Montaner y Vargas Llosa parecen haber llegado en susinvestigaciones sobre la idiotez intelectual en Amrica Latina a la misma conclusin que el economistanorteamericano Lawrence E. Harrison, quien, en un polmico ensayo, asegur hace algunos aos que elsubdesarrollo es una enfermedad mental.Aqu aparece sobre todo como debilidad y cobarda frente a la realidad real y como una propensinneurtica a eludirla sustituyndole una realidad ficticia. No es extrao que un continente con estasinclinaciones fuera la tierra propicia del surrealismo, la belleza convulsiva del ensueo y la intuicin y ladesconfianza hacia lo racional. Y que, al mismo tiempo, proliferaran en ella las satrapas militares y losautoritarismos y fracasaran una y otra vez las tentativas de arraigar esa costumbre de los consensos y lasconcesiones recprocas, de la tolerancia y responsabilidad individual que son el sustento de la democracia.Ambas cosas parecen consecuencia de una misma causa: una incapacidad profunda para discriminar entreverdad y mentira, entre realidad y ficcin. Ello explica que Amrica Latina haya producido grandesartistas, msicos eximios, poetas y novelistas de excepcin; y pensadores tan poco terrestres, doctrinariostan faltos de hondura y tantos idelogos en entredicho perpetuo con la objetividad histrica y elpragmatismo. Y, tambin, la actitud religiosa y beata con que la lite intelectual adopt el marxismo nims ni menos que como haba hecho suya la doctrina catlica, ese catecismo del siglo xx, conrespuestas prefabricadas para todos los problemas, que exima de pensar, de cuestionar el entorno ycuestionarse a s mismo, que disolva la propia conciencia dentro de los ritornelos y cacofonas del dogma.El Manual del perfecto idiota latinoamericano pertenece a una riqusima tradicin, que tuvo susmaestros en un Pascal y un Voltaire, y que, en el mundo contemporneo, continuaron un Sartre, un Camusy un Revel: la del panfleto. ste es un texto beligerante y polmico, que carga las tintas y busca laconfrontacin intelectual, se mueve en el plano de las ideas y no de las ancdotas, usa argumentos, nodicterios ni descalificaciones personales, y contrapesa !a ligereza de la expresin, y su virulenciadialctica, con el rigor de contenido, la seriedad del anlisis y la coherencia expositiva. Por eso, aunque lorecorre el humor de arriba abajo, es el libro ms serio del mundo y, despus de leerlo, igual que en el versode Vallejo, el lector se queda pensando. Y lo asalta de pronto la tristeza.Seguiremos siempre as, creando con tanta libertad y teorizando tan servilmente? Amrica Latina estcambiando para mejor, no hay duda. Las dictaduras militares han sido reemplazadas por gobiernos civilesen casi todos los pases y una cierta resignacin con el pragmatismo democrtico parece extenderse pordoquier, en lugar de las viejas utopas revolucionarias; a tropezones y porrazos, se van aceptando cosasque hace muy poco eran tab: la internacionalizacin, los mercados, la privatizacin de la economa, lanecesidad de reducir y disciplinar a los Estados. Pero todo ello como a regaadientes, sin conviccin,porque sa es la moda y no hay otro remedio. Unas reformas hechas con ese desgano, arrastrando los piesy rezongando entre dientes contra ellas, no estn condenadas al fracaso? Cmo podran dar los frutosesperados modernidad, empleo, imperio de la ley, mejores niveles de vida, derechos humanos,libertad si no hay, apuntalando esas polticas y perfeccionndolas, una conviccin y unas ideas que lesden vida y las renueven sin tregua? Porque la paradoja de lo que ocurre en la actualidad en Amrica Latinaes que el gobierno de sus sociedades comienza a cambiar, sus economas a reformarse y sus institucionesciviles a nacer o a renacer, mientras su vida intelectual sigue en gran parte estancada, ciega y sorda a losgrandes cambios que ha experimentado la historia del mundo, inmutable en su rutina, sus mitos y susconvenciones.La sacudir este libro? La arrancar de su somnolencia grantica? Abrirn los ojos los idiotasconvocados y respondern al desafo de los tres mosqueteros del Manual con ideas y argumentoscontradictorios? Ojal. Nada hace tanta falta, para que los cambios en Amrica Latina sean duraderos,como un gran debate que d fundamento intelectual, sustento de ideas, a ese largo y sacrificado proceso demodernizacin del que resultan sociedades ms libres y ms prsperas y una vida cultural con una cuotanula o al menos escasa de idioteces y de idiotas.Pars, enero de 1996MANUAL DEL PERFECTO IDIOTA LATINOAMERICANOA la memoria de Carlos Rangel y a Jean Francois Revel, que a uno y otro lado del Atlntico hancombatido sin tregua la idiotez poltica.IRETRATO DE FAMILIAEn la formacin poltica del perfecto idiota, adems de clculos y resentimientos, han intervenido losms vanados y confusos ingredientes. En primer trmino, claro est, mucho de la vulgata marxista de sustiempos universitarios. En esa poca, algunos folletos y cartillas de un marxismo elemental lesuministraron una explicacin fcil y total del mundo y de la historia. Todo quedaba debidamenteexplicado por la lucha de clases. La historia avanzaba conforme a un libreto previo (esclavismo,feudalismo, capitalismo y socialismo, antesala de una sociedad realmente igualitaria). Los culpables de lapobreza y el atraso de nuestros pases eran dos funestos aliados: la burguesa y el imperialismo.Semejantes nociones del materialismo histrico le serviran de caldo para cocer all, ms tarde, unaextraa mezcla de tesis tercermundistas, brotes de nacionalismo y de demagogia populista, y una que otravehemente referencia al pensamiento, casi siempre caricaturalmente citado, de algn caudillo emblemticode su pas, llmese Jos Mart, Augusto Csar Sandino, Jos Carlos Maritegui, Vctor Ral Hay laTorre, Jorge Elicer Gaitn, Eloy Alfaro, Lzaro Crdenas, Emiliano Zapata, Juan Domingo Pern,Salvador Allende, cuando no el propio Simn Bolvar o el Che Guevara. Todo ello servido en bullentescazuelas retricas. El pensamiento poltico de nuestro perfecto idiota se parece a esos opulentos pucherostropicales, donde uno encuentra lo que quiera, desde garbanzos y rodajas de pltano frito hasta plumas deloro.Si a este personaje pudiramos tenderlo en el divn de un psicoanalista, descubriramos en los plieguesms ntimos de su memoria las lceras de algunos complejos y resentimientos sociales. Como la mayorparte del mundo poltico e intelectual latinoamericano, el perfecto idiota proviene de modestas clasesmedias, muy frecuentemente de origen provinciano y de alguna manera venidas a menos. Tal vez tuvo unabuelo prspero que se arruin, una madre que enviud temprano, un padre profesional, comerciante ofuncionario estrujado por las dificultades cotidianas y aorando mejores tiempos de la familia. El mediode donde proviene est casi siempre marcado por fracturas sociales, propias de un mundo ruraldesaparecido y mal asentado en las nuevas realidades urbanas.Sea que hubiese crecido en la capital o en una ciudad de provincia, su casa pudo ser una de esas que losricos desdean cuando ocupan barrios ms elegantes y modernos: la modesta quinta de un barrio medio ouna de esas viejas casas hmedas y oscuras, con patios y tiestos de flores, tejas y canales herrumbrosos,algn Sagrado Corazn en el fondo de un zagun y bombillas desnudas en cuartos y corredores, antes deque el tumultuoso desarrollo urbano lo confine en un estrecho apartamento de un edificio multifamiliar.Debieron ser compaeros de su infancia la Emulsin de Scott, el jarabe yodotnico, las novelasradiofnicas, los mambos de Prez Prado, los tangos y rancheras vengativos, los apuros de fin de mes yparientes siempre temiendo perder su empleo con un cambio de gobierno.Debajo de esa polvorienta franja social, a la que probablemente hemos pertenecido todos nosotros,estaba el pueblo, esa gran masa annima y pauprrima llenando calles y plazas de mercado y las iglesiasen la Semana Santa. Y encima, siempre arrogantes, los ricos con sus clubes, sus grandes mansiones, susmuchachas de sociedad y sus fiestas exclusivas, viendo con desdn desde la altura de sus buenos apellidosa las gentes de clase media, llamados, segn el pas, huachafos, lobos, siticos, o cualr otrotrmino despectivo.Desde luego nuestro hombre (o mujer) no adquiere ttulo de idiota por el hecho de ser en elestablecimiento social algo as como el jamn del emparedado y de buscar en el marxismo, cuandotodava padece de acn juvenil, una explicacin y un desquite. Casi todos los latinoamericanos hemossufrido el marxismo como un sarampin, de modo que lo alarmante no es tanto haber pasado por esastonteras como seguir repitindolas o, lo que es peor, creyndolas sin haberlas confrontado con larealidad. En otras palabras, lo malo no es haber sido idiota, sino continuar sindolo.Con mucha ternura podemos compartir, pues, con nuestro amigo recuerdos y experiencias comunes.Tal vez el haber pertenecido a una clula comunista o a algn grupsculo de izquierda, haber cantado laInternacional o la Bella Ciao, arrojado piedras a la polica, puesto letreros en los muros contra elgobierno, repartido hojas y volantes o haber gritado en coro, con otra multitud de idiotas en ciernes, elpueblo unido jams ser vencido. Los veinte aos son nuestra edad de la inocencia.Lo ms probable es que en medio de este sarampin, comn a tantos, a nuestro hombre lo hayasorprendido la revolucin cubana con las imgenes legendarias de los barbudos entrando en una Habanaen delirio. Y ah tendremos que la idolatra por Castro o por el Che Guevara en l no ser efmera sinoperenne. Tal idolatra, que a unos cuantos muchachos de su generacin los pudo llevar al monte y a lamuerte, se volver en nuestro perfecto idiota un tanto discreta cuando no sea ya un militante de izquierdaradical sino el diputado, senador, ex ministro o dirigente de un partido importante de su pas. Pese a ello,no dejar de batir la cola alegremente, como un perrito a la vista de un hueso, si encuentra delante suyo,con ocasin de una visita a Cuba, la mano y la presencia barbuda, exuberante y monumental del ldermximo. Y desde luego, idiota perfecto al fin y al cabo, encontrar a los peores desastres provocados porCastro una explicacin plausible. Si hay hambre en la isla, ser por culpa del cruel bloqueonorteamericano; si hay exiliados, es porque son gusanos incapaces de entender un proceso revolucionario;si hay prostitutas, no es por la penuria que vive la isla, sino por el libre derecho que ahora tienen lascubanas de disponer de su cuerpo como a bien tengan. El idiota, bien es sabido, llega a extremos sublimesde interpretacin de los hechos, con tal de no perder el bagaje ideolgico que lo acompaa desde sujuventud. No tiene otra muda de ropa.Como nuestro perfecto idiota tampoco tiene un pelo de apstol, su militancia en los grupsculos deizquierda no sobrevivir a sus tiempos de estudiante. Al salir de la universidad e iniciar su carrera poltica,buscar el amparo confortable de un partido con alguna tradicin y opciones de poder, transformando susveleidades marxistas en una honorable relacin con la Internacional Socialista o, si es de estirpeconservadora, con la llamada doctrina social de la Iglesia. Ser, para decirlo en sus propios trminos, unhombre con conciencia social. La palabra social, por cierto, le fascina. Hablar de poltica, cambio,plataforma, corriente, reivindicacin o impulso social, convencido de que esta palabra santifica todo loque hace.Del sarampin ideolgico de su juventud le quedarn algunas cosas muy firmes: ciertas impugnacionesy crticas al imperialismo, la plutocracia, las multinacionales, el Fondo Monetario y otros pulpos (puestambin del marxismo militante le quedan varias metforas zoolgicas). La burguesa probablementedejar de ser llamada por l burguesa, para ser designada como oligarqua o identificada con los ricos ocon el rtulo evanglico de los poderosos o favorecidos por la fortuna. Y, obviamente, sern suyastodas las interpretaciones tercermundistas. Si hay guerrilla en su pas, sta ser llamada comprensivamentela insurgencia armada y pedir con ella dilogos patriticos aunque mate, secuestre, robe, extorsione otorture. El perfecto idiota es tambin, conforme a la definicin de Lenin, un idiota til.A los treinta aos, nuestro personaje habr sufrido una prodigiosa transformacin. El plido estudiantede la clula o del grupsculo medio clandestino tendr ahora el aspecto robusto y la personalidad frondosay desenvuelta de un poltico profesional. Habr tragado polvo en las carreteras y sudado camisas bajo elsol ardiente de las plazas mientras abraza compadres, estrecha manos, bebe cerveza, pisco, aguardiente,ron, tequila o cualquier otro licor autctono en las cantinas de los barrios y poblaciones. Sus seguidores lollamarn jefe. Ser un orador copioso y efectista que sufre estremecimientos casi erticos a la vista de unmicrfono. Su xito residir esencialmente en su capacidad de explotar demaggicamente los problemassociales. Acaso no hay desempleo, pobreza, falta de escuelas y hospitales? Acaso no suben los precioscomo globos mientras los salarios son exiguos salarios de hambre? Y todo esto por qu?, preguntar depronto contento de or su voz, difundida por altoparlantes, llenando el mbito de una plaza. Ustedes losaben, dir. Lo sabemos todos. Porque y aqu le brotarn agresivas las venas del cuello bajo un puoamenazante la riqueza est mal distribuida, porque los ricos lo tienen todo y los pobres no tienen nada,porque a medida que crecen sus privilegios, crece tambin el hambre del pueblo. De ah que sea necesariauna autntica poltica social, de ah que el Estado deba intervenir en defensa de los desheredados, de ahque todos deban votar por los candidatos que representan, como l, las aspiraciones populares.De esta manera el perfecto idiota, cuando resuelva hacer carrera poltica, cosechar votos para hacerseelegir diputado, representante a la Cmara o senador, gobernador o alcalde. Y as, de discurso en discurso,de balcn en balcn, ir vendiendo sin mayor esfuerzo sus ideas populistas. Pues esas ideas gustan,arrancan aplausos. l har responsable de la pobreza no slo a los ricos (que todo lo tienen y nada dan),sino tambin a los injustos trminos de intercambio, a las exigencias del Fondo Monetario Internacional, alas polticas ciegamente aperturistas que nos exponen a competencias ruinosas en los mercadosinternacionales y a las ideas neoliberales.Ser, adems, un verdadero nacionalista. Dir defender la soberana nacional contra las conjuras delcapital extranjero, de esa gran banca internacional que nos endeuda para luego estrangularnos, dejndonossin inversin social. Por tal motivo, en vez de entregarle nuestras riquezas naturales a las multinacionales,l reclama el derecho soberano del pas de administrar sus propios recursos. Privatizar empresas delEstado? Jams, gritar nuestro perfecto idiota vibrante de clera. No se le puede entregar a un puado decapitalistas privados lo que es patrimonio de todo el pueblo, de la nacin entera. Eso jams, repetir con lacara ms roja que la cresta de un pavo. Y su auditorio entusiasmado dir tambin jams, y todos volvernalgo ebrios, excitados y contentos a casa, sin preguntarse cuntas veces han odo lo mismo sin que cambiepara nada su condicin. En este cuento el nico que prospera es el idiota.Prospera, en efecto. A los cuarenta aos, nuestro perfecto idiota, metido en la poltica, tendr algnprotagonismo dentro de su partido y dispondr ya, en Secretaras, Gobernaciones, Ministerios o Institutos,de unas buenas parcelas burocrticas. Ser algo muy oportuno, pues quiz sus discursos de plaza y balcnhayan comenzado a erosionarse. Lo cierto es que los pobres no habrn dejado de ser pobres, los preciosseguirn subiendo y los servicios pblicos, educativos, de transporte o sanitarios, sern tan ineficientescomo de costumbre. De-valuadas sus propuestas por su intil reiteracin, de ahora en adelante su fuerzaelectoral deber depender esencialmente de su capacidad para distribuir puestos pblicos, becas, auxilios osubsidios. Nuestro perfecto idiota es necesariamente un clientelista poltico. Tiene una clientela electoralque ha perdido quiz sus ilusiones en el gran cambio social ofrecido, pero no en la influencia de su jefe ylos pequeos beneficios que pueda retirar de ella. Algo es algo, peor es nada.Naturalmente nuestro hombre no est solo. En su partido (de alto contenido social), en el congreso y enel gobierno, lo acompaan o disputan con l cuotas de poder otros polticos del mismo corte y con unatrayectoria parecida a la suya. Y ya que ellos tambin se acercan a la administracin pblica como abejas aun plato de miel, poniendo all sus fichas polticas, muy pronto las entidades oficiales empezarn apadecer de obesidad burocrtica, de ineficiencia y laberntica tramitologa. Dentro de las empresaspblicas surgirn voraces burocracias sindicales. Nuestro perfecto idiota, que nunca deja de cazar votos,suele adular a estos sindicalistas concedindoles cuanto piden a travs de ruinosas convencionescolectivas. Es otra expresin de su conciencia social. Finalmente aqulla no es plata suya, sino plata delEstado, y la plata del Estado es de todos; es decir, de nadie.Con esta clase de manejos, no es de extraar que las empresas pblicas se vuelvan deficitarias y quepara pagar sus costosos gastos de funcionamiento se haga necesario aumentar tarifas e impuestos. Es lafactura que el idiota hace pagar por sus desvelos sociales. El incremento del gasto pblico, propio de suestado benefactor, acarrea con frecuencia un severo dficit fiscal. Y si a algn desventurado se le ocurrepedir que se liquide un monopolio tan costoso y se privatice la empresa de energa elctrica, los telfonos,los puertos o los fondos de pensiones, nuestro amigo reaccionar como picado por un alacrn. Ser unaliado de la burocracia sindical para denunciar semejante propuesta como una va hacia el capitalismosalvaje, una maniobra de los neoliberales para desconocer la noble funcin social del servicio pblico. Deesta manera tomar el partido de un sindicato contra la inmensa, silenciosa y desamparada mayora de losusuarios.En apoyo de nuestro poltico y de sus posiciones estatistas, vendrn otros perfectos idiotas a darle unamano: economistas, catedrticos, columnistas de izquierda, socilogos, antroplogos, artistas devanguardia y todos los miembros del variado abanico de grupsculos de izquierda: marxistas, trostkistas,senderistas, maostas que han pasado su vida embadurnando paredes con letreros o preparando la luchaarmada. Todos se movilizan en favor de los monopolios pblicos.La batalla por lo alto la dan los economistas de esta vasta franja donde la bobera ideolgica es reina.Este personaje puede ser un hombre de cuarenta y tantos aos, catedrtico en alguna universidad, autor dealgunos ensayos de teora poltica o econmica, tal vez con barbas y lentes, tal vez aficionado a morderuna pipa y con teoras inspiradas en Keynes y otros mentores de la social democracia, y en el padre Marxsiempre presente en alguna parte de su saber y de su corazn. El economista hablar de pronto deestructuralismo, trmino que dejar seguramente perplejo a nuestro amigo, el poltico populista, hastacuando comprenda que el economista de las barbas propone poner a funcionar sin reatos la maquinita deemitir billetes para reactivar la demanda y financiar la inversin social. Ser el feliz encuentro de dosperfectos idiotas. En mejor lenguaje, el economista impugnar las recomendaciones del Fondo Monetariopresentndolas como una nueva forma repudiable de neocolonialismo, Y sus crticas ms feroces sernreservadas para los llamados neoliberales.Dir, para jbilo del populista, que el mercado inevitablemente desarrolla iniquidades, que correspondeal Estado corregir los desequilibrios en la distribucin del ingreso y que la apertura econmica slo sirvepara incrementar ciega y vertiginosamente las importaciones, dejando en abierta desventaja a las industriasmanufactureras locales o provocando su ruina con la inevitable secuela del desempleo y el incremento delos problemas sociales.Claro, ya lo deca yo, dira el poltico populista, sumamente impresionado por el viso de erudicin queda a sus tesis el economista y por los libros bien documentados, publicados por algn fondo editorialuniversitario, que le enva. Hojendolos, encontrar cifras, indicativos, citas memorables para demostrarque el mercado no puede anular el papel justiciero del Estado. Tiene razn Alan Garca leer allcuando dice que las leyes de la gravedad no implican que el hombre renuncie a volar. (Y naturalmentelos dos perfectos idiotas, unidos en su admiracin comn ante tan brillante metfora, olvidarn decirnoscul fue el resultado concreto obtenido, durante su catastrfico gobierno, por el seor Garca con taleselucubraciones).A los cincuenta aos, despus de haber sido senador y tal vez ministro, nuestro perfecto idiotaempezar a pensar en sus opciones como candidato presidencial. El economista podra ser un magnficoministro de Hacienda suyo. Tiene a su lado, adems, nobles constitucionalistas de su mismo signo,profesores, tratadistas ilustres, perfectamente convencidos de que para resolver los problemas del pas(inseguridad, pobreza, caos administrativo, violencia o narcotrfico), lo que se necesita es una profundareforma constitucional. O una nueva Constitucin que consagre al fin nuevos y nobles derechos: elderecho a la vida, a la educacin gratuita y obligatoria, a la vivienda digna, al trabajo bien remunerado, ala lactancia, a la intimidad, a la inocencia, a la vejez tranquila, a la dicha eterna. Cuatrocientos oquinientos artculos con un nuevo ordenamiento jurdico y territorial, y el pas quedar como nuevo.Nuestro perfecto idiota es tambin un soador.Ciertamente no es un hombre de grandes disciplinas intelectuales, aunque en sus discursos hagafrecuentes citas de Neruda, Vallejo o Rubn Daro y use palabras como telrico, simbiosis, sinergia,programtico y coyuntural. Sin embargo, donde mejor resonancia encuentra para sus ideas es en el mundocultural de la izquierda, compuesto por catedrticos, indigenistas, folkloristas, socilogos, artistas devanguardia, autores de piezas y canciones de protesta y pelculas con mensaje. Con todos ellos se entiendemuy bien.Comparte sus concepciones. Cmo no podra estar de acuerdo con los ensayistas y catedrticos queexaltan los llamados valores autctonos o telricos de la cultura nacional y las manifestaciones popularesdel arte, por oposicin a los importadores o cultivadores de un arte forneo y decadente? Nuestro perfectoidiota considera con todos ellos que deben rescatarse las races indgenas de Latinoamrica siguiendo lospasos de un Maritegui o de un Haya de la Torre, cuyos libros cita. Apoya a quienes denuncian elneocolonialismo cultural y le anteponen creaciones de real contenido social {esta palabra es siempre unacobija mgica) o introducen en el arte pictrico formas y reminiscencias del arte precolombino.Probablemente nuestro idiota, congresista al fin, ha propuesto (y a veces impuesto) a travs de algunaley, decreto o resolucin, la obligacin de alternar la msica fornea (para l decadente, Beatles incluidos)con la msica criolla. De esta manera, habr enloquecido o habr estado a punto de enloquecer a susdesventurados compatriotas con cataratas de joropos, bambucos, marineras, huaynos, rancheras o cuecas.Tambin ha exigido cuotas de artistas locales en los espectculos y ha impugnado la presencia excesiva detcnicos o artistas provenientes del exterior.Por idntico escrpulo nacionalista, incrementar la creacin de grupos de artistas populares, dndolestoda suerte de subsidios, sin reparar en su calidad. Se trata de desterrar el funesto elitismo cultural,denominacin que en su espritu puede incluir las peras de Rossini, los conciertos de Bach, lasexposiciones de Pollock o de Andy Warhol, el teatro de Iones-co (o de Moliere) o las pelculas deBergman, en provecho de representaciones llenas de diatribas poltico-sociales, de truculentocostumbrismo o de deplorables localismos folklricos.Paradojas: a nuestro perfecto idiota del mundo cultural no le parece impugnable gestionar y recibirbecas o subsidios de funcionarios o universidades norteamericanas, puesto que gracias a ellas puede, desdelas entraas mismas del monstruo imperialista, denunciar en libros, ensayos y conferencias el papelneocolonialista que cumplen no slo los Chicago Boys o los economistas de Harvard, sino tambinpersonajes tales como el Pato Donald, el teniente Colombo o Alexis Carrington. En estos casos, elperfecto idiota latinoamericano se convierte en un astuto quintacolumnista que erosiona desde adentro losvalores polticos y culturales del imperio.Nuestro amigo, pues, se mueve en un vasto universo a la vez poltico, econmico y cultural, en el cualcada disciplina acude en apoyo de la otra y la idiotez se propaga prodigiosamente como expresin de unasubcultura continental, cerrndonos el camino hacia la modernidad y el desarrollo. Terico deltercermundismo, el perfecto idiota nos deja en ese Tercer Mundo de pobreza y de atraso con su vastocatlogo de dogmas entregados como verdades. Esas sublimes boberas de libre circulacin en AmricaLatina son las que este manual recoge de una vez por todas en las pginas que siguen.IIEL RBOL GENEALGICOLos latinoamericanos no estamos satisfechos con lo que somos, pero a la vez no hemos podido ponernosde acuerdo sobre qu somos, ni sobre lo que queremos ser.Del buen salvaje al buen revolucionario,Carlos Rangeluestro venerado idiota latinoamericano no es el producto de la generacin espontnea, sino laconsecuencia de una larga gestacin que casi tiene dos siglos de historia. Incluso, es posible afirmar quela existencia del idiota latinoamericano actual slo ha sido posible por el mantenimiento de un tensodebate intelectual en el que han figurado algunas de las mejores cabezas de Amrica. De ah,directamente, desciende nuestro idiota.Todo comenz en el momento en que las colonias hispanoamericanas rompieron los lazos que las unana Madrid, a principios del XIX, y en seguida los padres de la patria formularon la inevitable pregunta: porqu a nuestras repblicas que casi de inmediato entraron en un perodo de caos y empobrecimientoles va peor que a los vecinos norteamericanos de lo que en su momento fueron las Trece Colonias?En tanto que nuestros compatriotas no adquieran los talentos y las virtudes polticas que distinguen anuestros hermanos del Norte, los sistemas enteramente populares, lejos de sernos favorables, temo muchoque vengan a ser nuestra ruina. Desgraciadamente, estas cualidades parecen estar muy distantes denosotros, en el grado que se requiere; y, por el contrario, estamos dominados de los vicios que secontraen bajo la direccin de una nacin como la espaola, que slo ha sobresalido en fiereza, ambicin,venganza y codicia.Simn Bolvar. Carta a un caballero que tomaba gran inters en la causa republicana en la Amricadel Sur, (1815)La primera respuesta que aflor en casi todos los rincones del continente, tena la impronta liberal deentonces. A la Amrica Latina ya en ese momento, empez a dejar de llamarse Hispanoamrica leiba mal porque heredaba la tradicin espaola inflexible, oscurantista y dictatorial, agravada por la malainfluencia del catolicismo conservador y cmplice de aquellos tiempos revueltos. Espaa era la culpable.Un notable exponente de esa visin antiespaola fue el chileno Francisco Bilbao, formidable agitador,anticatlico y antidogmtico, cuya obra, Sociabilidad chilena, mereci la paradjica distincin de serpblicamente quemada por las autoridades civiles y religiosas de un par de pases latinoamericanosconsagrados a la piromana ideolgica.Bilbao, como buen liberal y romntico de su poca, se fue a Pars, y all particip en la estremecedorarevolucin de 1848. En la Ciudad Luz, como era de esperar, encontr el aprecio y el apoyo de losrevolucionarios liberales de entonces. Michelet y Lamennais como cuenta Zum Felde lo llamaronnuestro hijo y mantuvieron con l una copiosa correspondencia. Naturalmente, Bilbao, una vez enFrancia, reforz su conclusin de que para progresar y prosperar haba que desespaolizarse, tesis querecogi en un panfleto entonces leidsimo: El evangelio americano.De vuelta a Chile, en 1850 fund la Sociedad de la Igualdad, y dio una batalla ejemplar por la abolicinde la esclavitud. No obstante, al reencontrarse con Amrica incorpor a su anlisis otro elemento un tantocontradictorio que ms tarde recogern Domingo Faustino Sarmiento e incontables ensayistas: No slohay que desespaolizarse; tambin hay que desindianizarse, tesis que el autor de Facundo acab pordefender en su ltimo libro: Conflictos y armona de las razas en Amrica.Como queda dicho, primero en Bilbao y luego en Sarmiento ya aparece fijada la hiptesis republicanasobre nuestro fracaso relativo ms manejada en la segunda mitad del xrx: nos va mal porque, tanto por lasangre espaola, como por la sangre india, y por supuesto por la negra, nos llegan el atraso, laincapacidad para vivir libremente y, como alguna vez dijera, desesperado, Francisco de Miranda, elbochinche. El eterno bochinche latinoamericano a que son tan adictos nuestros inquietos idiotascontemporneos.A lo largo de todo el siglo xix, de una u otra forma, es sta la etiologa que la clase dirigente le asigna anuestros males, y no hay que ser demasiado sagaz para comprender que esa visin llevaba de la mano unacomprensible y creciente admiracin por el panorama prometedor y diferente que se desarrollaba en laAmrica de origen britnico. De ah que los dos pensadores ms importantes de la segunda mitad del sigloxrx, el mencionado Sarmiento y Juan Bautista Alberdi, enriquecieran el juicio de Bilbao con unaproposicin concreta: imitemos, dentro de nuestras propias peculiaridades, a los anglosajones. Imitemossu pedagoga, sus estructuras sociales, su modelo econmico, su Constitucin, y de ese milagro facsimilarsaldr una Amrica Latina vigorosa e inderrotable.Se imita a aquel en cuya superioridad o cuyo prestigio se cree. Es as como la visin de una Amricadeslatinizada por propia voluntad, sin la extorsin de la conquista, y renegada luego a imagen ysemejanza del arquetipo del Norte, flota ya, en los sueos de muchos sinceros interesados por nuestroporvenir, inspira la fruicin con que ellos formulan a cada paso los ms sugestivos paralelos, y semanifiesta por constantes propsitos de innovacin y de reforma. Tenemos nuestra nordomana. Esnecesario oponerle los lmites que la razn y el sentimiento sealan de consuno.Jos Enrique Rod, Ariel (1900)Slo que a fines de siglo esta fe en el progreso norteamericano, esta confianza en el pragmatismo y estedeslumbramiento por los xitos materiales, comenzaron a resquebrajarse, precisamente en la patria deAlberdi y de Sarmiento, cuando en 1897 Paul Groussac, prior de la intelectualidad rioplatense de entonces,public un libro de viaje, Del Plata al Nigara, en el que ya planteaba de modo tajante el enfrentamientoespiritual entre una Amrica materialista anglosajona, y otra hispana cargada por el peso tico y estticode la espiritualidad latina.Groussac no era un afrancesado, sino un francs en toda la regla. Un francs aventurero que lleg aBuenos Aires a los dieciocho aos, sin hablar una palabra de espaol, mas consigui dominar el castellanocon tal asombrosa perfeccin que se convirti en el gran dispensador de honores intelectuales de la poca.Lleg a ser director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires se deca, exageradamente, que habaledo todos los libros que en ella haba- y desde su puesto ejerci un inmenso magisterio crtico en lospases del Cono Sur.Es ms que probable que el uruguayo Jos Enrique Rod haya ledo los papeles de Groussac antes depublicar, en 1900, el que sera el ms ledo e influyente ensayo poltico de la primera mitad del siglo xx:Ariel. Un breve libro, escrito con la prosa almibarada del modernismo Rod se coga la prosa conpapel de china, asegur alguna vez Blanco Fombona y bajo la clarsima influencia de Renn,concretamente, de Calibn, drama en el que el francs, autor de la famosa Vida de Jess, utiliza losmismos smbolos que Shakespeare emple en La tempestad, y de los que luego se sirvi Rod.Qu signific, en todo caso, el famoso opsculo de Rod? En esencia, tres cosas: la superioridadnatural de la cultura humanista latina frente al pragmatismo positivista anglosajn; el fin de la influenciapositivista comtiana en Amrica Latina, y el rechazo implcito al antiespaolismo, de Sarmiento y Alberdi.Para Rod, como para la generacin arielista que le seguira, y en la que hasta Rubn Daro, mareado decisnes y de alcoholes milita entusiasmado con sus poemas antiimperialistas, no hay que rechazar laherencia de Espaa, sino asumirla como parte de un legado latino Francia, Italia, Espaa que enaltecea los hispanoamericanos.El arielismo, como es evidente, signific una bifurcacin importante en el viejo debate encaminado aencontrar el origen de las desventuras latinoamericanas, derivacin surgida exactamente en el momentopreciso para apoderarse de la imaginacin de numerosos polticos y escritores de la poca, dado que dosaos antes, en 1898, el continente de habla castellana haba visto la guerra hispano-cubano-americana conuna mezcla de admiracin, estupor y prevencin. En pocas semanas, Estados Unidos haba destruido laflota espaola, ocupaba Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, humillando a Espaa y liquidando casitotalmente su viejo imperio colonial de cuatro siglos.Estados Unidos, ante la mirada nerviosa de Amrica Latina, ya no slo era un modelo socialarquetpico, sino haba pasado a ser un activo poder internacional que competa con los ingleses en losmercados econmicos y con todas las potencias europeas en el campo militar. Estados Unidos habadejado de ser la admirada repblica para convertirse en otro imperio.Los primeros conquistadores, de mentalidad primaria, se anexaban los habitantes en calidad deesclavos. Los que vinieron despus se anexaron los territorios sin los habitantes. Los Estados Unidos,como ya hemos insinuado en precedentes captulos, han inaugurado el sistema de anexarse las riquezassin los habitantes y sin los territorios, desdeando las apariencias para llegar al hueso de la dominacinsin el peso muerto de extensiones que administrar y muchedumbres que dirigir.Manuel Ugarte, La nueva Roma (1915)Armado con esta visin geopoltica y filosfica, comenz a proliferar en nuestro continente una criaturamuy eficaz y extraordinariamente popular, a la que hoy llamaramos analista poltico: el ardienteantiimperialista. De esta especie, sin duda, el ms destacado representante fue el argentino Manuel Ugarte,un buen periodista de prosa rpida, orador capaz de exacerbar a las masas y panfletista siempre, que sedesgait intilmente tratando de explicar que l no era antiamericano sino antiimperialista. Su obra suma y compendio de artculos, charlas y conferencias, distribuida en diversos volmenes tuvo un granimpacto continental, especialmente en Centroamrica, el Caribe y Mxico, tras-' patio de los yanquis,convirtindose acaso en el primer progresista profesional de Amrica Latina.Curiosamente, la idea bsica de Ugarte, y la tarea que a s mismo se haba asignado, ms queprogresistas eran de raigambre conservadora y de inspiracin espaolista. Ugarte vea en elantipanamericanismo el imperialismo de entonces era el panamericanismo fomentado porWashington un valladar que le pondra dique a las apetencias imperiales norteamericanas, de la mismamanera que 400 aos antes la Corona espaola colocaba en el antemural de las Indias la delicadaresponsabilidad de impedir la penetracin protestante anglosajona en la Amrica hispana.Aquel rancio argumento, empaquetado como algo novedoso, sin embargo, haba experimentado unreciente revival poco antes de la aparicin de Ariel y del arielismo. En efecto, en 1898, antes (y durante) laguerra entre Washington y Madrid, no faltaron voces espaolas que pusieron al da el viejo razonamientogeopoltico de Carlos V y Felipe II: la guerra entre Espaa y Estados Unidos como en su momento labatalla librada contra los turcos en Lepanto servira para impedir, con el sacrificio de Espaa, que ladecadente Europa cayera presa de las giles garras de la nueva potencia imperial surgida al otro lado delAtlntico.Ugarte, como era predecible dada su enorme influencia, procre una buena cantidad de discpulos,incluido el pintoresco colombiano Vargas Vila, o el no menos extravagante peruano Jos Santos Chocano,pero donde su prdica dio mejores frutos fue en La Habana, ciudad en la que un sereno pensador, sobrio yserio, don Enrique Jos Varona, en 1906 public un ensayo titulado El imperialismo a la luz de lasociologa. Varona, hombre respetable donde los hubiera, plante por primera vez en el continente lahiptesis de que la creciente influencia norteamericana era la consecuencia del capitalismo en fase deexpansin, un impetuoso movimiento de bancos e industrias norteamericanas que se derramaba encascada, encontrando su terreno ms frtil en la debilidad desguarnecida de Amrica Latina. Para Varona,escptico, positivista, y por lo tanto hospitalario con ciertos mecanismos deterministas que explicaban lahistoria, el fenmeno imperialista norteamericano {Cuba estaba intervenida por Washington en elmomento de la aparicin de su folleto) era una consecuencia de la pujanza econmica de los vecinos. Elcapitalismo, sencillamente, era as. Se desbordaba.En virtud de que la inmensa mayora de los pueblos y ciudades mexicanos no son ms dueos que delterreno que pisan, sin poder mejorar en nada su condicin social ni poder dedicarse a la industria o a laagricultura, por estar monopolizados en unas cuantas manos, las sierras, montes y aguas; por esta causase expropiar, previa indemnizacin de la tercera parte de esos monopolios, a los poderosos propietariosde ellos, a fin de que los pueblos y ciudadanos de Mxico obtengan ejidos y colonias, y se mejore en todoy para todos la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos.Emiliano Zapata, Plan de Ayala (1911)El discurso incendiario de Ugarte y las reflexiones de Varona fueron el preludio de un aparatoconceptual mucho ms elaborado que discurri en dos vertientes que duraran hasta nuestros dasincrustadas en la percepcin de los activistas polticos. La primera corriente fue el nacionalismo agraristasurgido a partir de la revolucin mexicana de 1910; y la segunda, la aparicin del marxismo comoinfluencia muy directa en nuestros pensadores ms destacados, presente desde el momento mismo deltriunfo de la revolucin rusa de 1917.De la revolucin mexicana quedaron la mitologa ranchera de Pancho Villa, ms tarareada querespetada, y la tambin sugerente reivindicacin agrarista cuajada en torno a la figura borrosa y muyutilizada de Emiliano Zapata. Qued, asimismo, la Constitucin de Quertaro de 1917, con su fractura delorden liberal creado por Jurez en el siglo anterior, y el surgimiento del compromiso formal por parte deun estado que desde ese momento se responsabilizaba con la tarea de importar la felicidad y la prosperidadentre todos los ciudadanos mediante la justa redistribucin de la riqueza.Del periodo de exaltacin marxista y de esperanza en el experimento bolchevique, el ms ilustre de losrepresentantes fue, sin duda el mdico Jos Ingenieros (1877-1925). Ingenieros, argentino y siquiatra dos palabras que con el tiempo casi se convertiran en sinnimas, nunca milit en el Partido Comunista,pero dio inicio voluntaria y expresamente a la sinuosa tradicin del fellow-traveller intelectuallatinoamericano. Nunca fue miembro de partido comunista alguno, pero apoyaba todas sus causas con lapericia de un francotirador certero y fatal.Los libros de Ingenieros, bien razonados pero escritos en una prosa desdichada, durante la primeramitad del siglo estuvieron en los anaqueles de casi toda la intelligentsia latinoamericana. El hombremediocre, Las fuerzas morales, o Hacia una moral sin dogmas, se lean tanto en Buenos Aires como enQuito o Santo Domingo. Sus actividades como conferencista y polemista, su penetrante sentido del humor,y su irreverente corbata roja, no muy lejana del paraguas carmn que entonces blanda en Espaa elimprobable anarquista Azorn, lo convirtieron no slo en el vrtice del debate, sino que lo dotaron de uncierto airecillo de dandismo socialista tan atractivo que an hoy suele verse su huella trivial en algunosintelectuales latinoamericanos ms enamorados del gesto que de la sustancia.En esta poca, con la aparicin de una ideologa nueva que traduce los intereses y las aspiraciones dela masa la cual adquiere gradualmente conciencia y espritu de clase, surge una corriente o unatendencia nacional que se siente solidaria con la suerte del indio. Para esta corriente la solucin delproblema del indio es la base de un programa de renovacin o reconstruccin peruana. El problema delindio cesa de ser, como en la poca del dilogo de liberales y conservadores, un tema adjetivosecundario. Pasa a representar el Tema capital.JOS Carlos Maritegui, Regionalismo y centralismo. Siete ensayos de interpretacin de larealidad peruana (1928)Tras el magisterio de Ingenieros, la respuesta a nuestra sempiterna y acuciante indagacin por qunos va tan mal a los latinoamericanos? se desplaz de Buenos Aires a Lima, y all dos importantespensadores le dieron su particular interpretacin.Curiosamente, estos dos pensadores, ambos peruanos, Jos Carlos Maritegui y Vctor Ral Haya de laTorre, iban a encarnar, cada uno de ellos, las dos tendencias polticas que ya se apuntaban en el horizonte:de un lado, el marxismo de los bolcheviques rusos, y del otro, el nacionalismo estatizante de losmexicanos.Jos Carlos Maritegui (1895-1930) tuvo una vida corta y desgraciada. Prcticamente no conoci a supadre, y una lesin en la pierna, que lo dej cojo desde nio, se convirti ms tarde en una amputacin entoda regla, desgracia que amarg severamente los ltimos aos de su breve existencia.Fue un estudiante pobre y brillante, buen escritor casi desde la adolescencia formada por losfrailes, y quiz su nico perodo de felicidad fue el que alcanzara durante los cuatro aos que pas enEuropa, paradjica y un tanto oportunista-mente becado por su enemigo, el dictador Augusto B. Legua.En 1928 Maritegui escribi un libro titulado Siete ensayos de interpretacin de la realidad peruanaque continu fecundando durante varias dcadas a la promiscua musa de los idiotas latinoamericanos. Laobra es una mezcla de indigenismo y socialismo, aunque no estn exoneradas ciertas manifestacionesracistas antichinas y antinegras, como en su momento sealara el brillante ensayista Eugenio Chang-Rodrguez.Para Maritegui el problema indio, ms que un problema racial, ya dentro de un anlisis de inspiracinmarxista, era un conflicto que remita a la posesin de la tierra. El gamonalismo latifundista eraresponsable del atraso y la servidumbre espantosa de los indios, pero ah no terminaban los problemas delagro peruano: tambin pesaba como una lpida la subordinacin de los productores locales a lasnecesidades extranjeras. En Per slo se sembraba lo que otros coman en el exterior.Probablemente, muchas de estas ideas las buenas y las malas en realidad pertenecan a Vctor RalHaya de la Torre, ya que la primera militancia de Maritegui fue junto a su compatriota y fundador delAPRA. Pero ambos, al poco tiempo de entrar en contacto, empezaron a desplazarse hacia posicionesdivergentes. En 1929, en medio del fallido intento de crear en Lima un partido de corte marxista elPartido Socialista del Per, Maritegui plante un programa mnimo de seis puntos que luego, condiversos matices, veremos reproducido una y otra vez en prcticamente todos los pases del continente:1) Reforma agraria y expropiacin forzosa de los latifundios.2) Confiscacin de las empresas extranjeras y de las ms importantes industrias en poder de laburguesa.3) Desconocimiento y denuncia de la deuda externa.4) Creacin de milicias obrero-campesinas que sustituyan a los correspondientes ejrcitos al serviciode la burguesa.5) Jornada laboral de 8 horas.6) Creacin de soviets en municipios controlados por organizaciones obrero-campesinas.No obstante su radicalismo, este esfuerzo marxista de Maritegui no recibi el apoyo de la URSS,fundamentalmente por razones de ndole ideolgica. El escritor peruano quera construir un partidointerclasista, una alianza obrero-campesina-intelectual, parecida a la que en el siglo anterior el viejopatriarca anarquista, Manuel Gonzlez Prada, haba propuesto a sus compatriotas, mientras Mosc sloconfiaba en la labor de las vanguardias obreras, tal y como Lenin las defina.En tanto que el sistema capitalista impere en el mundo, los pueblos de Indoamrica, como todos loseconmicamente retrasados, tienen que recibir capitales extranjeros y tratar con ellos. Ya queda bienaclarado en estas pginas que el APRA se sita en el plano realista de nuestra poca y de nuestraubicacin en la historia y la geografa de la humanidad. Nuestro Tiempo y nuestro Espacio econmicosnos sealan una posicin y un camino: mientras el capitalismo subsista como sistema dominante en lospases ms avanzados, tendremos que tratar con el capitalismo.Vctor Ral Haya de la Torre, El antiimperialismo y el APRA (1928)Vctor Ral Haya de la Torre (1895-1981), nacido el mismo ao que Maritegui, pero no en Lima, sinoen Trujillo, fue un lder nato, capaz de inspirar la adhesin de prcticamente todos los sectores queconstituan el arco social del pas. Blanco y de la aristocracia empobrecida, no asustaba demasiado a laoligarqua peruana, pero, misteriosamente, tambin lograba conectar con las clases bajas, con los cholos ylos indios, de una manera que tal vez ningn poltico antes que l consiguiera hacerlo en su pas.Hay dos biografas paralelas de Haya de la Torre que se trenzan de una manera inseparable. Por un ladoest la historia de sus luchas polticas, de sus largos exilios, de sus fracasos, de sus prisiones y, por el otro,el notable recuento de su formacin intelectual. A Haya de la Torre, muy joven, le llega de lleno lainfluencia del comunismo y de la revolucin rusa de 1917, pero, al mismo tiempo, otras amistades y otraslecturas de carcter filosfico y poltico lo hicieron alejarse del comunismo y lo acercaron a posicionesque hoy llamaramos socialdemcratas, aunque l interpretaba esas ideas de otra manera lateralmentedistinta, en la que no se exclua un cierto deslumbramiento por la esttica fascista: los desfiles conantorchas, la presencia destacada en el partido de matones (bfalos), que cultivaban lo que losfalangistas espaoles llamaban la dialctica de los puos y las pistolas.Haya vivi exiliado durante las dictaduras de Legua, de Snchez Cerro, y luego en la poca de Odra,pero no perdi el tiempo en sus largusimos perodos de residencia en el exterior o de asilo en la legacincolombiana en Lima: su impresionante nmina de amigos y conocidos incluye a personas tan distintas ydistantes como Romain Rolland, Anatolio Lunasharki, Salvador de Madariaga, Toynbee o Einstein.Adems del espaol, que escriba con elegancia, domin varias lenguas el ingls, el alemn, el italiano,el francs considerndose a s mismo, tal vez con cierta razn, el pensador original que habaconseguido, desde el marxismo, superar la doctrina y plantear una nueva interpretacin de la realidadlatinoamericana.A esta conclusin lleg Haya de la Torre con una tesis poltica a la que llam Espacio-Tiempo-Historia,cruce de Marx con Einstein, pero en la que no falta la previa reflexin de Trotsky sobre Rusia. En efecto, aprincipios de siglo, Trotsky, ante la notable diversidad de grados de civilizacin que se poda encontrar enRusia desde el muy refinado San Petersburgo, hasta aldeas asiticas que apenas rebasaban elpaleoltico, concluy que en el mismo espacio ruso convivan diferentes "tiempos histricos.Haya de la Torre lleg al mismo criterio con relacin a los incas de la sierra, en contraste con la Limacostea, blanca o chola, pero muy europea. En el mismo espacio nacional peruano convivan dos tiemposhistricos, de donde dedujo que las teoras marxistas no podan aplicarse por igual a estas dos realidadestan diferentes.A partir de este punto Haya de la Torre alega que ha superado a Marx, y encuentra en la dialcticahegeliana de las negaciones una apoyatura para su aseveracin. Si Marx neg a Hegel, y Hegel a Kant,mediante la teora del Espacio-Tiempo-Historia, a la que se le aada la relatividad de Einstein aplicada ala poltica, el marxismo habra sido superado por el aprismo, sometindolo al mismo mtodo de anlisisdialctico preconizado por el autor del Manifiesto Comunista.Cmo Haya integraba a Einstein en este curioso potpourri filosfico? Sencillo: si el fsico alemnhaba puesto fin a la nocin del universo newtoniano, regido por leyes inmutables y predecibles,aadiendo una cuarta dimensin a la percepcin de la realidad, este elemento de indeterminacin eirregularidad que se introduca en la materia tambin afectaba a la poltica. Cmo hablar de leyes quegobiernan la historia, la poltica o la economa, cuando ni siquiera la fsica moderna poda acogerse a estecarcter rgido y mecanicista?A partir de su ruptura terica con el marxismo, Haya de la Torre, ya desde los aos veinte, tuvo unfortsimo encontronazo con Mosc, circunstancia que lo convertira en la bestia parda favorita de laizquierda marxista ms obediente del Kremlin. Pero, adems de sus herejas tericas, el pensador ypoltico peruano propuso otras interpretaciones de las relaciones internacionales y de la economa quesirvieron de base a todo el pensamiento socialdemcrata de lo que luego se llamara la izquierdademocrtica latinoamericana.La ms importante de sus proposiciones fue la siguiente: si en Europa el imperialismo era la ltima fasedel capitalismo, en Amrica Latina, como revelaba el anlisis Espacio-Tiempo-Historia, era la primera.Haba que pasar por una fase de construccin del capitalismo antes de pensar en demolerlo. Haba quedesarrollar a Amrica Latina con la complicidad del imperialismo y por el mismo procedimiento con quese haban desarrollado los Estados Unidos.Sin embargo, esta fase capitalista sera provisional, y estara caracterizada por impecables formasdemocrticas de gobierno, aunque se orientara por cinco inexorables planteamientos radicales expresadospor el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) en su Manifiesto de 1924:1) Accin contra todos los imperios.2) Unidad poltica de Amrica Latina.3) Nacionalizacin de tierras e industrias.4) Solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas.5) nter americanizacin del Canal de Panam.La mana de interamericanizar el Canal de Panam que ocup buena parte de la accin exterior delAPRA iba pareja con otras curiosas y un tanto atrabiliarias urgencias polticas como, por ejemplo,nacionalizar inmediatamente el oro y el vanadio. En todo caso, Haya, que nunca lleg al poder en Per, yal que su muerte, piadosamente, le impidi ver el desastre provocado por su discpulo Alan Garca, elnico presidente aprista pasado por la casa de Pizarro, fue el ms fecundo de los lderes polticos de laizquierda democrtica latinoamericana, y el APRA su creacin personal, el nico partido que lleg atener repercusiones e imitadores en todo el continente. Hubo apristas desde Argentina hasta Mxico, perocon especial profusin en Centroamrica y el Caribe. Todava, increblemente, los hay.Paul Groussac o Rod podan hacer fiorituras con el elogio del espiritualismo latinoamericano, o Hayapoda soar con nacionalizaciones, y pensar que el Estado tena una responsabilidad importante en eldesarrollo de la economa, como dijo muchas veces, pero despus del hundimiento prctico y constante detodas estas especulaciones en medio mundo, slo la idiotez ms contumaz puede continuar repitiendo loque la realidad se ha ocupado de desacreditar sin la menor misericordia.IIILA BIBLIA DEL IDIOTAEn los ltimos aos he ledo pocas cosas que me hayan conmovido tanto.Heinrich Bll, discurso en Colonia, 1976n el ltimo cuarto de siglo el idiota latinoamericano ha contado con la notable ventaja de tener a sudisposicin una especie de texto sagrado, una Biblia en la que se recogen casi todas las tonteras quecirculan en la atmsfera cultural de eso a lo que los brasileros llaman la izquierda festiva.Naturalmente, nos referimos a Las venas abiertas de Amrica Latina, libro escrito por el uruguayoEduardo Galeano a fines de 1970, cuya primera edicin en castellano apareci en 1971. Veintitrs aosms tarde octubre de 1994 la editorial Siglo XXI de Espaa publicaba la sexagsima sptima edicin,xito que demuestra fehacientemente tanto la impresionante densidad de las tribus latinoamericanasclasificables cono idiotas, como la extensin de este fenmeno fuera de las fronteras de esta cultura.En efecto: de esas sesenta y siete ediciones una buena parte son traducciones a otras lenguas, y haybastantes posibilidades de que la idea de Amrica Latina grabada en las cabecitas de muchos jveneslatinoamericanistas formados en Estados Unidos, Francia o Italia {no digamos Rusia o Cuba) haya sidomodelada por la lectura de esta pintoresca obra ayuna de orden, concierto y sentido comn.Por qu? Qu hay en este libro que miles de personas compran, muchas leen y un buen por cientoadopta como diagnstico y modelo de anlisis? Muy sencillo: Galeano quien en lo personal nos merecetodo el respeto del mundo, en una prosa rpida, lrica a veces, casi siempre efectiva, sintetiza, digiere,amalgama y mezcla a Andr Gunder Frank, Ernest Mandel, Marx, Paul Baran, Jorge Abelardo Ramos, alRal Prebisch anterior al arrepentimiento y mea culpa, a Guevara, Castro y algn otro insigne pensadorde inteligencia spera y razonamiento delirante. Por eso su obra se ha convertido en la Biblia de laizquierda. Ah est todo, vehementemente escrito, y si se le da una interpretacin lineal, fundamentalista,si se cree y suscribe lo que ah se dice, hay que salir a empuar el fusil o los ms pesimistas la sogapara ahorcarse inmediatamente.Pero qu dice, a fin de cuentas, el seor Galeano en los papeles tremendos que ha escrito?Acerqumonos a la Introduccin, dramticamente subtitulada ciento veinte millones de nios en el centrode la tormenta, y aclaremos, de paso, que todas las citas que siguen son extradas de la mencionadaedicin sexagsima sptima, impresa en Espaa en 1994 por Siglo XXI para uso y disfrute de lospeninsulares. Gente por cierto que sale bastante mal parada en la obra. Cosas del historimasoquismo,como le gusta decir a Jimnez Lo-santos.Es Amrica Latina la regin de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros das todo seha trasmutado siempre en capital europeo, o ms tarde norteamericano, y como tal se ha acumulado y seacumula en los lejanos centros de poder, (p. 2)Aunque la introduccin no comienza con esa frase, sino con otra que luego citaremos, vale la penaacercarnos primero a ese prrafo porque en esta metfora hemoflica que le da ttulo al libro hay una slidapista que nos conduce exactamente al sitio donde se origina la distorsin analtica del seor Galeano: setrata de un caso de antropomorfismo histrico-econmico. El autor se imagina que la Amrica Latina esun cuerpo inerte, desmayado entre el Atlntico y el Pacfico, cuyas vsceras y rganos vitales son sussierras feraces y sus reservas mineras, mientras Europa (primero) y Estados Unidos (despus) son unosvampiros que le chupan la sangre. Naturalmente, a partir de esta espeluznante premisa antropomrfica noes difcil deducir el destino zoolgico que nos espera a lo largo del libro: rapaces guilas americanasferozmente carroeras, pulpos multinaciones que acaparan nuestras riquezas, o ratas imperialistascmplices de cualquier inmundicia.Esa arcaica visin mitolgica Europa, una doncella raptada a lomo de un toro, los Titanessosteniendo al mundo, Rmulo y Remo alimentados por una loba maternal y pacfica, realmentepertenece al universo de la poesa o de la fbula, pero nada tiene que ver con el fenmeno delsubdesarrollo, aunque es justo aclarar que Galeano no es el primer escritor contemporneo que se hapermitido esas licencias poticas. Un notable ensayista estadounidense, que bastante hizo a mediados desiglo para sostener vivos y coleando a los idiotas latinoamericanos de entonces, alguna vez escribi queCuba la de Castro era como un gran falo a punto de penetrar en la vulva norteamericana. La vulva,claro, era el Golfo de Mxico, y no falt quien opinara que en ese lenguaje ms freudiano que obscenoyaca una valiente denuncia antiimperialista. Algo de esta ndole ocurre con Las venas abiertas deAmrica Latina. La incontenible hemorragia del ttulo comienza por arrastrar la sobriedad que el temarequiere. Veremos cmo se coagula este desafortunado espasmo literario.La divisin internacional del trabajo consiste en que unos pases se especializan en ganar y otros enperder, (p. 1)As, con esa frase rotunda, comienza el libro. Para su autor, como para los corsarios de los siglos XVI yXVII, la riqueza es un cofre que navega bajo una bandera extraa, y todo lo que hay que hacer es abordarla nave enemiga y arrebatrselo. La idea tan elemental y simple, tan evidente, de que la riqueza modernaslo se crea en la buena gestin de las actividades empresariales no le ha pasado por la mente.Lamentablemente, son muchos los idiotas latinoamericanos que comparten esta visin de suma-cero.Lo que unos tienen suponen, siempre se lo han quitado a otros. No importa que la experienciademuestre que lo que a todos conviene no es tener un vecino pobre y desesperanzado, sino todo locontrario, porque del volumen de las transacciones comerciales y de la armona internacional van adepender, no slo nuestra propia salud econmica, sino de la de nuestro vecino.Es curioso que Galeano no haya observado el caso norteamericano con menos prejuicios ideolgicos.Con qu vecino son mejores las relaciones, con el Canad rico y estable o con Mxico? Cul es lafrontera conflictiva para Estados Unidos, la que tiene al sur o la que tiene al norte? Y si el vil designionorteamericano es mantener a los otros pases especializados en perder, por qu se une a Mxico yCanad en el Tratado de Libre Comercio con el declarado propsito de que las tres naciones sebeneficien?Cualquier observador objetivo que se site en 1945, ao en que termina la Segunda Guerra Mundial yEstados Unidos es, con mucho, la nacin ms poderosa de la tierra, puede comprobar cmo, mientrasaumenta paulatinamente la riqueza global norteamericana, disminuye su podero relativo, porque otrostreinta pases ascienden vertiginosamente por la escala econmica. Nadie se especializa en perder. Todos(los que hacen bien su trabajo) se especializan en ganar. En 1945, de cada dlar que se exportaba en elmundo, cincuenta centavos eran norteamericanos; en 1995, de cada dlar que se exporta slo veintecentavos corresponden a Estados Unidos. Pero eso no quiere decir que algn chupptero se ha instalado enuna desprotegida arteria gringa y lo desangra, puesto que los estadounidenses son cada vez ms prsperos,sino que ha habido una expansin de la produccin y del comercio internacional que nos ha beneficiado atodos y ha reducido (saludablemente) la importancia relativa de Estados Unidos.La regin (Amrica Latina) sigue trabajando de sirvienta. Contina existiendo al servicio de lasnecesidades ajenas como fuente y reserva del petrleo y el hierro, el cobre y las carnes, las frutas y elcaf, las materias primas y los alimentos con destino a los pases ricos, que ganan consumindolos muchoms de lo que Amrica Latina gana producindolos, (p. 1)Este delicioso prrafo contiene dos de los disparates preferidos por el paladar del idiotalatinoamericano, aunque hay que reconocer que el primero nos roban nuestras riquezas naturales esmucho ms popular que el segundo: los pases ricos ganan ms consumiendo que Amrica Latinavendiendo. Y como la segunda parte de la proposicin luego se reitera y explica, concretmonos ahora enla primera.Vamos a ver: supongamos que los evangelios del seor Galeano se convierten en poltica oficial deAmrica Latina y se cierran las exportaciones del petrleo mexicano o venezolano, los argentinos dejan devender en el exterior carnes y trigo, los chilenos atesoran celosamente su cobre, los bolivianos su estao, ycolombianos, brasileros y ticos se niegan a negociar su caf, mientras Ecuador y Honduras hacen lomismo con el banano. Qu sucede? Al resto del mundo, desde luego, muy poco, porque toda AmricaLatina apenas realiza el ocho por ciento de las transacciones internacionales, pero para los pases al sur delRo Grande la situacin se tornara gravsima. Millones de personas quedaran sin empleo, desapareceracasi totalmente la capacidad de importacin de esas naciones y, al margen de la parlisis de los sistemasde salud por falta de medicinas, se producira una terrible hambruna por la escasez de alimentos para losanimales, fertilizantes para la tierra o repuestos para las mquinas de labranza.Incluso, si el seor Galeano o los idiotas que comparten su anlisis fueran consecuentes con elantropomorfismo que sustentan, bien pudieran llegar a la conclusin inversa: dado que Amrica Latinaimporta ms de lo que exporta, es el resto del planeta el que tiene su sistema circulatorio a merced delaguijn sanguinolento de los hispanoamericanos. De manera que sera posible montar un librocontravenoso en el que apasionadamente se acusara a los latinoamericanos de robarles las computadoras ylos aviones a los gringos, los televisores y los automviles a los japoneses, los productos qumicos y lasmaquinarias a los alemanes y as hasta el infinito. Slo que ese libro sera tan absolutamente necio como elque contradice.Son mucho ms altos los impuestos que cobran los compradores que los precios que reciben losvendedores, (p.l)Pero si el anterior razonamiento de Galeano es risible, este que le sigue pudiera figurar en la msexigente antologa de los grandes disparates econmicos.Segn Galeano y las huestes de idiotas latinoamericanos que se apuntan a sus teoras, los pases ricosganan consumindolos (los productos latinoamericanos) mucho ms de lo que Amrica Latinaproducindolos. Cmo realizan ese prodigio? Muy fcil: gravan a sus consumidores con impuestos queaparentemente enriquecen a la nacin.Evidentemente, aqu estamos ante dos ignorancias que se superponen seamos antropomrficos yprocrean una tercera. Por un lado, Galeano no es capaz de entender que si los latinoamericanos noexportan y obtienen divisas a duras penas podrn importar. Por otro, no se da cuenta de que los impuestosque pagan los consumidores de esos productos no constituyen una creacin de riqueza, sino una simpletransferencia de riqueza del bolsillo privado a la tesorera general del sector pblico, donde lo msprobable es que una buena parte sea malbaratada, como suele ocurrir con los gastos del Estado.Pero donde Galeano y sus seguidores demuestran una total ignorancia de los ms elementalesmecanismos econmicos es cuando no slo les suponen a esos impuestos un papel enriquecedor para elEstado que los asigna, sino cuando ni siquiera son capaces de descubrir que la funcin de esos gravmenesno es otra que disuadir las importaciones. Es decir, constituyen un claro intento de disminuir el flujo desangre que sale de las venas de Amrica Latina, porque, aunque el idiota latinoamericano no sea capaz deadvertirlo, nuestra tragedia no es la hemofilia de las naciones desarrolladas sino la hemofobia. No tenemossuficientes cosas que vender en el exterior. No producimos lo que debiramos en las cantidades que serandeseables.Hablar de precios justos en la actualidad [Galeano, con el propsito de criticarlo, cita a Lovey T.Oliver, coordinador de la Alianza para el Progreso en 1968] es un concepto medieval. Estamos en plenapoca de la libre comercializacin. [Y de ah concluye Galeano que:] cuanta ms libertad se otorga a losnegocios, ms crceles se hace necesario construir para quienes padecen los negocios. (p.)Aqu est en efecto la teora del precio justo y el horror al mercado. Para Galeano, lastransacciones econmicas no deberan estar sujetas al libre juego de la oferta y la demanda, sino a laasignacin de valores justos a los bienes y servicios; es decir, los precios deben ser determinados porarcanglicos funcionarios ejemplarmente dedicados a estos menesteres. Y supongo que el modelo queGaleano tiene en mente es el de la era sovitica, cuando el Comit Estatal de Precios radicado en Mosccontaba con una batera de abrumados burcratas, perfectamente diplomados por altos centrosuniversitarios, que asignaban anualmente unos quince millones de precios, decidiendo, con total precisin,el valor de una cebolla colocada en Vladivostok, de la antena de un sputnik en el espacio, o de la junta deldesage de un inodoro instalado en una aldea de los Urales, prctica que explica el desbarajuste en queculmin aquel experimento, como muy bien vaticinara Ludwig von Mises en un libro Socialismogloriosa e intilmente publicado en 1926.Es una lstima que nadie le haya aclarado al seor Galeano o a la idiotizada muchedumbre que sigueestos argumentos, que el mercado y sus precios regulados por ofertas y demandas no son una trampa paradesvalijar a nadie, sino un parco sistema de seales (el nico que existe), concebido para que los procesosproductivos puedan contar con una lgica ntima capaz de guiar racionalmente a quienes llevan a cabo ladelicada tarea de estimar los costos, fijar los precios de venta, obtener beneficios, ahorrar, invertir, yperpetuar el ciclo productivo de manera cautelosa y trabajosamente ascendente.No se da cuenta el idiota latinoamericano de que Rusia y el bloque del Este se fueron empobreciendoen la medida en que se empantanaban en el caos financiero provocado por las crecientes distorsiones deprecios arbitrariamente dispuestos por burcratas justos, que con cada decisin iban confundiendo cadavez ms al aparato productivo hasta el punto en que el costo real de las cosas y los servicios tenan poca oninguna relacin con los precios que por ellos se pagaban?Pero volvamos al esquema de razonamiento primario de Galeano y aceptemos, para entendernos, que alos colombianos hay que pagarles un precio justo por su caf, a los chilenos por su cobre, a losvenezolanos por su petrleo y a los uruguayos por su lana de oveja. No pediran entonces losnorteamericanos un precio justo por su penicilina o por sus aviones? Cul es el precio justo de unaperforadora capaz de extraer petrleo o de unos chips que han costado cientos de millones de dlares eninvestigacin y desarrollo? Y si despus de llegar a un acuerdo planetario para que todas las mercancastuvieran su precio justo, de pronto una epidemia terrible eliminara todo el caf del planeta, con laexcepcin del que se cultiva en Colombia, y comenzara la pugna mundial por adquirirlo, deberaColombia mantener el precio justo y racionar entre sus clientes la produccin, sin beneficiarse de lacoyuntura? Qu hizo Cuba, en la dcada de los setenta, cuando realizaba el ochenta por ciento de sustransacciones con el Bloque del Este, a precios justos (es decir, fijados por el Comit de Ayuda MutuaEconmica CAME), pero de pronto vio cmo el azcar pasaba de 10 a 65 centavos la libra?Mantuvo sus exportaciones de dulce a precios justos o se benefici de la escasez cobrando lo que elmercado le permita cobrar?Es tan infantil, o tan idiota, pedir precios justos como quejarse de la libertad econmica para producir yconsumir. El mercado, con sus ganadores y perdedores es importante que esto se entienda, es la nicajusticia econmica posible. Todo lo dems, como dicen los argentinos, es verso. Pura chchara de laizquierda ignorante.Nuestros sistemas de inquisidores y verdugos no slo funcionan para el mercado externo dominante;proporcionan tambin caudalosos manantiales de ganancias que fluyen de los emprstitos y lasinversiones extranjeras en los mercados internos dominados, (p. 2)Es muy probable que el seor Galeano nunca se haya puesto a pensar cul es el origen de losemprstitos. Quiz no sepa que se trata de riqueza acumulada, ahorrada en otras latitudes por el incesantetrabajo de millones de personas que produjeron ms de lo que gastaron y, consecuentemente, desean quesu esfuerzo sea compensado con beneficios.Para qu un ejecutivo de la Fiat, un tendero de Berna o un obrero calificado de la Mercedes Benz vana comprar acciones de la General Motors o a depositar sus ahorros en un banco internacional? Paraaumentar la felicidad de un pobre nio boliviano captulo que pertenece al respetable mbito de lacaridad, pero no al de las inversiones, o para obtener un rdito por su capital? De qu manualpaleocristiano se ha sacado el idiota latinoamericano que obtener utilidades por el capital que se invierte esalgo ticamente condenable y econmicamente nocivo?Una mirada un poco ms seria a este asunto demuestra que el noventa por ciento de las inversiones quese realizan en el mundo se hace entre naciones desarrolladas, porque ese caudaloso manantial deganancias que aparentemente fluye del pas receptor de la inversin al pas inversionista es mucho msrentable, seguro y predecible entre naciones prsperas, con sistemas jurdicos confiables, y en las cualeslas sociedades son hospitalarias con el dinero ajeno. Se han dado cuenta Galeano y sus aclitos que lasnaciones ms pobres de la tierra son aquellas que apenas comercian con el resto del mundo y en las quecasi nadie quiere invertir?En Estados Unidos por ejemplo los sindicatos (que no creen en las supercheras de los sistemasvenosos abiertos) piden, claman por que los japoneses construyan ah sus Toyotas y Hondas y no en elarchipilago asitico. Francia y Espaa por citar otro caso se disputaron ferozmente la creacin de unparque de diversiones que la firma Disney quera instalar en Europa, dado que esa vil penetracincultural como la pudiera llamar Ariel Dorfman, aquel escritor delirante que acus al Pato Donald deser un instrumento del imperialismo probablemente le atraera una buena cantidad de turistas. El parquepor cierto acab en el vecindario de Pars, no sin cierta suicida satisfaccin por parte de los no menosidiotas espaoles de la aturullada izquierda peninsular.El modo de produccin y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinadosdesde fuera, por su incorporacin al engranaje universal del capitalismo, (p. 2) ... A cada cual se le haasignado una funcin, siempre en beneficio del desarrollo de la metrpoli extranjera de turno, y se hahecho infinita la cadena de las dependencias sucesivas, que tienen mucho ms de dos eslabones, y que porcierto, tambin comprenden dentro de Amrica Latina la opresin de los pases pequeos por sus vecinosmayores y, fronteras adentro de cada pas, la explotacin que las grandes ciudades y los puertos ejercensobre sus fuentes interiores de vveres y mano de obra. (p. 3)El acabse. Para Galeano, de acuerdo con su evangelio vivo, las relaciones econmicas de los sereshumanos funcionan como una especie de matriushka dialctica e implacable, esas muecas rusas queguardan dentro de cada imagen otra ms pequea, y otra, y otra, hasta acabar en una diminuta e indefensafigurita de apenas algunos centmetros de tamao.Pero vale la pena detenernos en el principio de la desquiciada frase, porque ah est el pecado originaldel antropomorfismo. Dice Galeano que el modo de produccin y la estructura de clases de cada lugarhan sido determinados desde fuera. En esa palabra determinados ya hay toda una teora conspirativade la historia. A Galeano no se le puede ocurrir que la integracin de Amrica Latina en la economamundial no ha sido determinada por nadie, sino que ha ocurrido, como le ha ocurrido a Estados Unidos o aCanad, por la naturaleza misma de las cosas y de la historia, sin que nadie ni persona, ni pas, ni grupode naciones se dedique a planearlas. Qu nacin o qu personas le asignaron a Singapur, a partir de1959, el papel de emporio econmico asitico especializado en alta tecnologa de bienes y servicios? O por la otra punta qu taimado grupo de naciones condujo a Nigeria y Venezuela, dos pases dotados deinmensos recursos naturales, a la desastrosa situacin en la que hoy se encuentran? Sin embargo, qumano extraa y bondadosa coloc a los argentinos del primer cuarto del siglo xx entre los ms prsperosciudadanos del planeta? Pero como a Galeano le gustan los determinismos econmicos, acerqumonos alpropio Estados Unidos y preguntemos qu poder tremendo desplaz el centro de gravitacin econmico dela costa atlntica al Pacfico, y hoy lo traslada perceptiblemente hacia el sur. Hay tambin una invisiblemano que mueve los hilos del propio corazn del imperialismo?Se puede decir, en serio, tras la experiencia de los ltimos siglos, que la explotacin de las coloniaspor las voraces metrpolis explica el subdesarrollo de unas a expensas de las otras? Cul es el lugaractual de Espaa o Portugal, dos de los ms tenaces poderes imperiales del mundo moderno? Al despuntarel siglo, ms cerca que hoy la etapa colonial, no eran ms ricas Buenos Aires y Sao Paulo que Madrid yLisboa? No les ha ido a Espaa y a Portugal mucho mejor sin colonias que con ellas? No le fue muchomejor a Escandinavia sin colonias que a Rusia o a Turqua con las suyas? Se explica la riqueza de lapequea Holanda por las islas que dominaba en el Caribe o en Asia? Ms riqueza tiene la pequea Suizasin haber conquistado jams un palmo de territorio ajeno. Y el caso de Inglaterra, reina de los siete maresen los siglos XVIII y XIX, no fue ah suponen los Galeanos de este mundo, sobre las espaldas degurkas y cules, donde se fund el podero econmico britnico? Por supuesto que no. Alemania, queapenas tuvo colonias y las que tuvo le costaron mucho ms de lo que le proporcionaron cuandocomenzaba el siglo xx, precisamente en el cnit de la era victoriana, tena un poder econmico mayor queel ingls.Es cierto, sin embargo, que Amrica Latina como corresponde a una regin de cultura esencialmenteeuropea forma parte de un intrincado mundo capitalista al que le afecta la depresin norteamericana de1929, el descubrimiento de la penicilina o el efecto tequila del descalabro mexicano, pero esacircunstancia opera en todas direcciones y slo los bosquimanos del Amazonas o del Congo puedensustraerse a sus efectos. O qu cree Galeano que le sucedi al Primer Mundo cuando en 1973 losproductores de petrleo multiplicaron varias veces el precio del crudo?Por supuesto que los latinoamericanos formamos parte (y desgraciadamente no muy importante) delengranaje capitalista mundial. Pero, si en lugar de quejarse de algo tan inevitable como conveniente, elidiota latinoamericano se dedicara a estudiar cmo algunas naciones antes pauprrimas se han situado enel pelotn de avanzada, observara que nadie les ha impedido a Japn, a Corea del Sur o a Taiwnconvertirse en emporios econmicos. Incluso, cuando algn pas latinoamericano, como Chile, ha dado unpaso adelante, acercndose a la denominacin de tigre, esa clasificacin, lejos de cerrarle la puerta delcomercio, ha servido para que lo inviten a formar parte del Tratado de Libre Comercio (TLC) mientras lasinversiones fluyen incesantemente al pas de la loca geografa.La lluvia que irriga a los centros del poder imperialista ahoga [os vastos suburbios del sistema. Delmismo modo, y simtricamente, el bienestar de nuestras clases dominantes dominantes hacia dentro,dominadas desde fuera es la maldicin de nuestras multitudes condenadas a una vida de bestia decarga, (p.4)Quienes opinan una atrocidad de este calibre no son capaces de entender que el concepto clase noexiste, y que una sociedad se compone de millones de personas cuyo acceso a los bienes y serviciosdisponibles no se escalona en compartimientos estancos, sino en gradaciones casi imperceptibles ymviles que hacen imposible trazar la raya de esa supuesta justicia ideal que persiguen nuestrosincansables idiotas.Tomemos a Uruguay, el pas del seor Galeano, una de las naciones latinoamericanas en que la riquezaest menos mal repartida. Pero en Uruguay, claro, tambin hay ricos y pobres. Y pensemos,efectivamente, que el uruguayo rico que tiene mansin y yate en Punta del Este, ha despojado a susconciudadanos de la riqueza que ostenta, dado que son muy pocos los que pueden exhibir bienes de esanaturaleza. Una vez hecho este rencoroso clculo, pasemos a otro escaln y veremos que slo unporcentaje pequeo de uruguayos posee casa propia o incluso automvil, de donde podemos deducirlo mismo: el bienestar de los propietarios de casas o el de los auto habientes descansa en la incomodidadde los que carecen de estos bienes.Pero hasta dnde puede llegar esta cadena de verdugos y vctimas? Hasta el infinito: hay uruguayoscon aire acondicionado, lavadora y telfono. Les han robado a otros uruguayos ms pobres estascomodidades propias de los grupos medios? Los hay que de la modernidad slo poseen la luz elctrica, encontraste con algn vecino que se alumbra con kerosene, camino que nos conducira a afirmar que eluruguayo que no tiene zapatos ha sido vampirizado por un vecino, casi tan pobre como l, pero que haconseguido interponer una suela entre la planta del pie y las piedras de la calle.Se ha puesto a pensar el seor Galeano a quin le roba l su relativa comodidad de intelectual biensituado, frecuente pasajero trasatlntico? Porque si ese nivel de vida muelle y agradable es ms alto que elpromedio del de sus compatriotas, su propia lgica debera llevarlo a pensar que est hurtndole a alguienlo que disfruta y no le pertenece, actitud impropia de un honrado revolucionario permanentementeinsurgido contra los abusos de este crudelsimo mundo nuestro.La fuerza del conjunto del sistema imperialista descansa en la necesaria desigualdad de las partes quelo forman, y esa desigualdad asume magnitudes cada vez ms dramticas, (p. 4)sas son paparruchas difundidas por el pomposo nombre de la Teora de la dependencia. Haba enestas elucubraciones dos capitalismos. Uno perifrico, pobre y explotado, y otro central, rico yexplotador. Uno se alimentaba del otro. Tonteras: es probable que el seor Galeano confunda lo que lllama la necesaria desigualdad de las partes con lo que cualquier observador mejor enterado calificarade ventajas comparativas. Ventajas que determinan lo que las naciones pueden o no pueden producirexitosa y competitivamente.En realidad salvo factores domsticos de tipo cultural nada ni nadie impidi que Mxico y noJapn se hubiera convertido en fabricante de tele/radiorreceptores, despojando a los norteamericanos del,control casi total que tenan de ese rubro a principios de los aos cincuenta. Ni nada ni nadie hoyobstaculiza a los muy cultos argentinos para impedirles que se dediquen a la extraordinariamenteproductiva creacin de programas de software, industria en la que los estadounidenses se llevan la palma.No se trata como cree Galeano de que las naciones depredadoras se aprovechan de la debilidad desus vecinas para saquearlas, sino de que explotan al mximo sus propias ventajas comparativas paraofrecer al mercado los mejores bienes y servicios al mejor precio posible. Espaa por ejem-pvende suterritorio soleado, sus playas, su vieja arquitectura morisca, su romnico, sus maravillosos pueblospescadores o las pinturas de sus museos. Por mil razones __casi todas de ndole cultural los espaolesno pueden fabricar a precios competitivos maquinarias de precisin, como los suizos o los alemanes, perola experiencia y el tanteo y el error los han llevado a convertirse en los mejores anfitriones de Europa:qu hay de malo en ello?Por definicin, prcticamente casi toda comunidad vigente puede encontrar su nicho de supervivencia,pues, de lo contrario, no existira. Qu pas de Amrica descontando Canad y Estados Unidostieneel mayor nivel de vida y el ms alto ingreso del Nuevo Mundo? Bahamas: unos islotes de arena y palmadejados por la mano de Dios en el Caribe, poblados por doscientas mil personas de piel n