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MAS D’IS (PENÀGUILA, ALICANTE): ALDEAS Y RECINTOS MONUMENTALES DEL NEOLÍTICO INICIAL EN EL VALLE DEL SERPIS MAS D’IS (PENÀGUILA, ALICANTE): FARMS AND EARLY NEOLITHIC CAUSEWAYED CAMPS IN THE SERPIS VALLEY TRABAJOS DE PREHISTORIA 60, n. o 2, 2003, pp. 39 a 59 JOAN BERNABEU AUBAN (*) TERESA OROZCO KÖHLER (*) AGUSTÍN DÍEZ CASTILLO (*) MAGDALENA GÓMEZ PUCHE (*) FRANCISCO JAVIER MOLINA HERNÁNDEZ (**) RESUMEN En este trabajo presentamos los resultados de los recien- tes trabajos llevados a cabo en la aldea neolítica de Mas d’Is (Penàguila, Alicante), centrándonos en las estructuras do- cumentadas. La integración de los datos obtenidos en un contexto regional nos permiten plantear algunas reflexio- nes sobre la Arqueología social de los primeros agriculto- res, al tiempo que las dataciones radiocarbónicas permiten ir ajustando la cronología de la neolitización del Mediterrá- neo Occidental, así como el desarrollo de dicho proceso histórico. ABSTRACT In this paper, results from recent archaeological field work carried out in the Neolithic village of Mas d’Is (Penàguila, Alicante) are presented. We focus on an impor- tant set of domestic and monumental architectural structu- res. Integration of data from the site in a regional context allows us to rethink the social relations of the first farmers in the area. At the same time, radiocarbon data from our excavations show a finer chronology of the neolithization in Western Mediterranean, and what is more important to approach its historical process. Palabras clave: Neolítico Inicial. Paisaje Agrario. Espacios domésticos y monumentales. Key words: Early Neolithic. Agrarian Landscape. Domes- tic and Monumental Places. 1. INTRODUCCIÓN Los trabajos arqueológicos llevados a cabo en los últimos años ofrecen una nueva imagen de las comunidades neolíticas en el área mediterránea de la Península Ibérica. Frente a la visión tradicional, que consideraba cierta continuidad entre los luga- res de hábitat de los grupos Mesolíticos y Neolíti- cos, con una utilización preferente de las cuevas, los datos recientes permiten incorporar el desarrollo de aldeas sedentarias en las estrategias locacionales de los primeros grupos agrícolas. Las comarcas valencianas de l’Alcoià y El Comtat son un espacio clave en el desarrollo de los estudios sobre la neolitización en el mediterráneo peninsular (Fig. 1); en ellas se emplazan algunos de los yacimientos que son obligada referencia en es- tos trabajos y que han servido para establecer la secuencia regional del Neolítico: Cova de l’Or (Be- niarrés, Alicante) y Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia), lo que las convierte en el marco idóneo para profundizar en el conocimiento de este proceso histórico. Las prospecciones realizadas en esta zona por la Universitat de València desde los años 80 (Bernabeu et al. 1999a), junto con otras más recien- (*) Departament de Prehistòria i Arqueologia. Universitat de València. Avda. Blasco Ibañez, 28. 46010 - Valencia. (**) Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi «Camil Visedo». Placeta del Carbó s/n. 03801- Alcoi (Alicante). Correo electrónico: [email protected]; Teresa.Orozco@ uv.es; [email protected]; [email protected]; Im.molina @ono.com Recibido: 4-II-2003; aceptado: 7-V-2003

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MAS D’IS (PENÀGUILA, ALICANTE): ALDEAS Y RECINTOSMONUMENTALES DEL NEOLÍTICO INICIAL EN EL VALLEDEL SERPIS

MAS D’IS (PENÀGUILA, ALICANTE): FARMS AND EARLY NEOLITHIC CAUSEWAYEDCAMPS IN THE SERPIS VALLEY

TRABAJOS DE PREHISTORIA60, n.o 2, 2003, pp. 39 a 59

JOAN BERNABEU AUBAN (*)TERESA OROZCO KÖHLER (*)AGUSTÍN DÍEZ CASTILLO (*)MAGDALENA GÓMEZ PUCHE (*)FRANCISCO JAVIER MOLINA HERNÁNDEZ (**)

RESUMEN

En este trabajo presentamos los resultados de los recien-tes trabajos llevados a cabo en la aldea neolítica de Mas d’Is(Penàguila, Alicante), centrándonos en las estructuras do-cumentadas. La integración de los datos obtenidos en uncontexto regional nos permiten plantear algunas reflexio-nes sobre la Arqueología social de los primeros agriculto-res, al tiempo que las dataciones radiocarbónicas permitenir ajustando la cronología de la neolitización del Mediterrá-neo Occidental, así como el desarrollo de dicho procesohistórico.

ABSTRACT

In this paper, results from recent archaeological fieldwork carried out in the Neolithic village of Mas d’Is(Penàguila, Alicante) are presented. We focus on an impor-tant set of domestic and monumental architectural structu-res. Integration of data from the site in a regional contextallows us to rethink the social relations of the first farmersin the area. At the same time, radiocarbon data from ourexcavations show a finer chronology of the neolithizationin Western Mediterranean, and what is more important toapproach its historical process.

Palabras clave: Neolítico Inicial. Paisaje Agrario. Espaciosdomésticos y monumentales.

Key words: Early Neolithic. Agrarian Landscape. Domes-tic and Monumental Places.

1. INTRODUCCIÓN

Los trabajos arqueológicos llevados a cabo enlos últimos años ofrecen una nueva imagen de lascomunidades neolíticas en el área mediterránea dela Península Ibérica. Frente a la visión tradicional,que consideraba cierta continuidad entre los luga-res de hábitat de los grupos Mesolíticos y Neolíti-cos, con una utilización preferente de las cuevas, losdatos recientes permiten incorporar el desarrollo dealdeas sedentarias en las estrategias locacionales delos primeros grupos agrícolas.

Las comarcas valencianas de l’Alcoià y ElComtat son un espacio clave en el desarrollo de losestudios sobre la neolitización en el mediterráneopeninsular (Fig. 1); en ellas se emplazan algunos delos yacimientos que son obligada referencia en es-tos trabajos y que han servido para establecer lasecuencia regional del Neolítico: Cova de l’Or (Be-niarrés, Alicante) y Cova de la Sarsa (Bocairent,Valencia), lo que las convierte en el marco idóneopara profundizar en el conocimiento de este procesohistórico. Las prospecciones realizadas en esta zonapor la Universitat de València desde los años 80(Bernabeu et al. 1999a), junto con otras más recien-

(*) Departament de Prehistòria i Arqueologia. Universitat deValència. Avda. Blasco Ibañez, 28. 46010 - Valencia.

(**) Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi «Camil Visedo».Placeta del Carbó s/n. 03801- Alcoi (Alicante).

Correo electrónico: [email protected]; [email protected]; [email protected]; [email protected]; [email protected]

Recibido: 4-II-2003; aceptado: 7-V-2003

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(Penàguila, Alicante), sobre el que se estructuraeste trabajo. Conocido desde la segunda década delsiglo XX (Vicedo 1920-22), llegó a ocupar un pa-pel destacado en la prensa local y regional a media-dos de la década de los 40, quedando relegado al ol-vido tras la agria polémica y debate desatado apartir de la identificación de diversas falsificacio-nes de materiales prehistóricos (Ballester 1946;1949; Belda 1944; Taracena 1951).

Mas d’Is está situado en la cabecera del rioPenàguila, tributario del Serpis, eje principal deestas comarcas. Al iniciar las excavaciones, buscá-bamos obtener la imagen de una aldea correspon-diente a los primeros agricultores; la ausencia dereferentes peninsulares sobre esta clase de asenta-mientos no ayudó a formarnos una idea mediana-mente precisa de qué era lo que podíamos encon-trar. El resultado, tras cinco años de intervención(1998-2002), de desigual intensidad, ha confirmadoalgunas de nuestras suposiciones, modificado otrasy trastocado buena parte de las restantes (Bernabeuet al. 2002).

De hecho, bien pudiera decirse que los restosexhumados en Mas d’Is corresponden a algo másque una aldea agrícola, y su correcta lectura depen-derá de nuestra capacidad para incorporar a la des-cripción la información que contiene el territoriocircundante.

En efecto, el territorio inmediato donde se encla-va el yacimiento es una antigua plataforma en lacual los procesos erosivos han dado lugar a unaserie de barrancos profundos, de incisión reciente(de hecho, algunas estructuras de Mas d’Is se en-cuentran erosionadas por los barrancos, lo que co-rrobora que el proceso de incisión de los mismosdebe ser posterior a su amortización, a partir de c.4250 - 4150 cal.AC). El resultado es una serie deinterfluvios cortados por barrancos que reciben elcaracterístico nombre de Les Puntes, en una de lascuales se ubican los terrenos de Mas d’Is (Lam. I).El perfil actual, bastante llano, es el resultado de lascontinuas transformaciones agrícolas que, en últi-ma instancia, han nivelado los anteriores abancala-mientos enmascarando la paleotopografía y destru-yendo buena parte del registro más superficial.

A lo largo de las plataformas de Les Puntes sedistribuyen conjuntos de hallazgos superficialescuya cronología abarca todas las fases del Neolíti-co (Bernabeu et al.1999a). La integración de estosdatos de superficie con los obtenidos en la excava-ción resultará esencial para valorar en su justa me-dida el yacimiento.

Fig. 1. Localización de la zona de estudio y del yacimien-to de Mas d’Is.

tes realizadas por uno de nosotros (FJMH) en elmarco de un proyecto de investigación dirigidodesde la Universidad de Alicante, han sacado a laluz un importante número de estaciones arqueoló-gicas.

En algunos casos los registros superficiales, ce-rámicas impresas correspondientes a la primerafase del Neolítico en la secuencia regional (Berna-beu 1989), matizaban nuestra visión sobre el patrónde asentamiento, apuntando ya la presencia depoblados al aire libre en las primeras comunida-des agrícolas (Bernabeu et al. 1989). Uno de loscasos más destacados es el yacimiento Mas d’Is

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2. EL YACIMIENTO

El área excavada en Mas d’Is ha proporcionadorestos de estructuras y materiales que se escalonancronológicamente entre los inicios del Neolítico yla actualidad, constatándose –a través de diversasestructuras mejor o peor conservadas– que el espa-cio ocupado por el yacimiento neolítico fue objetode aprovechamiento agrícola continuado desdeentonces, como demuestra su uso constatado entiempos romanos e islámicos.

En resumen, la historia del lugar en los sectoresexcavados se ha estructurado en seis fases, algunasde ellas con subdivisiones internas. La tabla 1 resu-me esta organización, así como su cronología másprobable a partir de las dataciones obtenidas. En elpresente trabajo nos centramos en las fases VI y V,que cubren el abanico cronológico entre el Neolí-tico IA y el IIA de la secuencia regional (c. 5550-3700 cal. AC).

Dada la extensión del sitio, cercana a las 10 hec-táreas, se procedió a su división en sectores de 40× 40 m para facilitar la gestión de la excavación. Eneste trabajo nos centraremos especialmente en lasestructuras localizadas, dejando en un segundo pla-no las referencias a los materiales, aún en procesode análisis. Conviene señalar que los restos óseosson escasos, muy mal conservados y localizadostodos ellos (a excepción de algún diente) en el re-

lleno de los fosos. Este tipo de conservación dife-renciada se observa igualmente en los restos paleo-carpológicos y antracológicos; si bien las especiesdomésticas, vegetales y animales, se documentanen todas las fases. Siempre que ha sido posible, lasdataciones se han realizado sobre muestras de es-tas especies.

2.1. Las estructuras domésticas

En esta categoría se engloban diversas estructu-ras, tanto negativas como construidas, organizadasen torno a las casas. Hasta la fecha se han localizadoy excavado, en diverso grado, tres de ellas, así comovarias estructuras anexas a las mismas.

La más antigua (Casa 2) corresponde a los res-tos parciales de una estructura de postes que, ade-más de restos cerámicos, presentaba un gran molinoin situ (Lám. II). Existen dos fechas, ambas sobreHordeum, que se relacionan con esta fase. Ambasson idénticas (6600 ± 40 BP), pero una procede delos niveles del suelo alrededor del molino, mientrasque la otra procede del relleno situado inmediata-mente por encima de la Casa 1 (Tab. 2); esta última,por tanto, descontextualizada.

Tab. 1. Resumen de las fases cronoculturales documenta-das en Mas d’Is (Penàguila, Alicante).

Lám. I. Vista aérea (1994) de la cabecera del río Penàguila(Alicante), donde se encuentra el área de Les Puntes y elyacimiento Mas d’Is.

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Tab. 2. Relación de las dataciones radiocarbónicas obtenidas en Mas d’Is (Penàguila, Alicante).

La planta de esta última es la más completa delas recuperadas, presentando tendencia rectangularcon, al menos un extremo en forma absidal, y sub-divisiones internas (Fig. 2), cuya orientación gene-ral tiene una dirección E-W. Se trata de una grancasa: la parte excavada es de 10 m de largo por 3’8de ancho. Es posible que su longitud original fue-ra algo mayor, si tenemos en cuenta el pequeño foso(Foso 1) de extracción de materiales que se le aso-cia por su lado sur. Tanto su perímetro, como las

Fig. 2. Casa 1 del yacimiento de Mas d’Is. La ilustraciónmuestra la reconstrucción de la planta de la vivienda y laubicación contigua del foso 1.

Lám. II. Vista parcial de la Casa 2 del yacimiento de Masd’Is. En primer término un agujero de poste junto a un granmolino de piedra in situ.

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divisiones internas, se delimitan mediante postes.En el conjunto de éstos se han distinguido diferen-tes grupos: una serie de postes conformaría el pe-rímetro, otra serie delimitaría los espacios internosde la casa y, finalmente, en un tercer grupo se eng-loban aquellos que han sido considerados externosa la Casa 1, algunos de los cuales podrían formarparte de la misma estructura, bien como una am-pliación, bien como un doble muro o paramento.

Junto con los agujeros de poste, y en relacióncon la Casa 1, se han localizado unas estructuras dediversa morfología y disposición. Algunas han po-dido ser interpretadas como soportes de poste y ho-gares. En cambio, la funcionalidad de otras, tantopor la conservación de las mismas como por la faltade referentes con que compararlas, no puede suge-rirse mas allá del nivel de hipótesis. Tal es el casode una serie de agrupaciones de gravas y cantos demediano y pequeño tamaño que, mayoritariamentepresentan una morfología rectangular y/o trapezoi-dal. Si consideramos fiable su disposición, éstaspodrían interpretarse como restos de estructuras dedelimitación del espacio que, además de piedras, secomponían de otros materiales como barro o ele-mentos vegetales, no preservados por las particu-lares condiciones edafológicas que se dan en Masd’Is.

Las plantas obtenidas, así como la dispersión delos materiales recuperados en el interior del espa-cio delimitado por los postes, permiten diferenciaral menos dos subáreas de actividad dentro de laCasa 1. En este sentido, en la parte situada al Oes-te, en torno al extremo absidal, se concentran todaslas estructuras de gravas y cantos referidas, pero losmateriales arqueológicos son escasos. En cambio,la zona oriental no presenta estructura construidaalguna, pero si muestra una presencia moderada deútiles y lascas de sílex. Por tanto, esa diferenciaestructural también se manifiesta en las funcionesasociadas a cada uno de esos espacios.

Al exterior se han localizado otras estructurasrelacionables con la Casa 1 y de las que destacare-mos tres de ellas:

– La estructura de combustión documentada enel sector 82, a unos 23 m al norte de la casa, cuyaplanta general es de morfología rectangular (Lám.III). Se compone de una cubeta excavada en el sue-lo, de unas dimensiones medias cercanas a 2’50 ×1’50 m, y cuyas paredes se encuentran endurecidasa consecuencia de haber soportado altas tempera-turas. Rellenando la cubeta se documentó una granconcentración de cantos, muchos de ellos estallados

por el calor, y diversos paquetes de tierra marrónmuy oscura, con presencia abundante de carbones,barro cocido y materia orgánica. Se trata de unaestructura de combustión abierta, de grandes di-mensiones, donde se realiza el calentamiento debloques y cantos que, posteriormente, pueden serempleados para diversos usos culinarios o, simple-mente, para proporcionar calor.

– El Foso 1, adosado a la pared sur de la casa,tiene una longitud excavada de 10 m, que debió sermayor puesto que penetra en el sector adyacente(sector 85), y una anchura variable (0’9 - 1’5 m).Estas dimensiones y su recorrido paralelo a la pa-red, permiten plantear su interpretación como zanjade extracción de material constructivo, al estilo delas documentadas en la cultura del LBK (Coudart1998).

– Un posible horno doméstico encontrado aunos 6 m al Oeste del extremo absidal de la casa. Setrata de una pieza de barro cocido, parcialmenterota y probablemente desplazada, que formaríaparte de una estructura de combustión más comple-ja. El fragmento conservado pudo pertenecer a al-gún tipo de horno con cúpula o semicúpula, for-mando parte de las paredes o de la techumbre. Lassecciones de los hornos documentados en el yaci-miento griego de Aquilleion facilitan la reconstruc-ción (Fig. 3) de la posición que ocuparía la pieza(Winn y Daniel 1989).

No disponemos de buenas dataciones para estacasa, pero la Casa 3, localizada en el sector 52, unos250 m al NW, de planta más incompleta y materialarqueológico similar, ha proporcionado la fecha de6400 ± 40 BP (Tab. 2), fecha que parece razonableextender a la Casa 1.

En definitiva, los espacios domésticos documen-

Lám. III: Vista general de la estructura de combustión lo-calizada al exterior de la Casa 1 (sector 82).

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tados en Mas d’Is presentan unos rasgos arquitec-tónicos particulares. Las casas, construidas conpostes de madera y barro, dibujan una forma rectan-gular con un extremo absidal, lo que singulariza estaarquitectura doméstica frente a otros contextos neo-líticos europeos, tal es el caso de los inicios de lacultura del LBK, donde las construcciones única-mente presentan plantas rectangulares o trapezoida-les (Coudart 1998:26-27; Gronenborn 1999:156).Conocemos soluciones arquitectónicas similares enel neolítico final del yacimiento griego de Makriya-los, cuya segunda fase de ocupación muestra unedificio de planta absidal, dividido en dos habitacio-nes mediante un muro interno (Pappa y Manthos1999).

2.2. Los fosos

Hacia el Este del poblado se localizan una seriede fosos concéntricos de diverso tamaño y morfo-logía, excavados en las margas miocenas que con-forman el subsuelo. Todos ellos definen y delimitanun espacio singular cuya forma final (Fig. 4), sinembargo, es el resultado de intervenciones escalo-nadas a lo largo de un milenio, tal como evidencia

la secuencia de construcción y amortización de losmismos.

Los dos fosos interiores, Foso 5 y Foso 4, son losmás próximos formalmente. Se trata de fosos desección en U, de unos 12 - 14 m de anchura por unos3’5 de profundidad. Ambos debieron ser segmen-tados, aunque esta circunstancia sólo se ha docu-mentado, hasta la fecha, en el Foso 5. La erosiónreciente del barranco ha afectado a su recorrido, de

Fig. 3. Horno doméstico asociado a la Casa 1. a).- Recons-trucción hipotética de la pieza hallada. b).- Reconstrucciónde un horno doméstico del yacimiento griego de Achilleion,(Winn y Daniel, 1989: Fig 4.14).

Fig. 4. Planta general del yacimiento Mas d’Is (Penàguila,Alicante), con indicación de las estructuras y áreas excava-das (1998-2002).

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manera que únicamente se conserva una pequeñaparte de su área interior, que prácticamente ha des-aparecido. Extrapolando los datos obtenidos en laexcavación (1), podemos comparar ambos recintosen cuanto a sus medidas y volumetría:

Foso 5 Foso 4Area = 0’94 Ha Area = 2’8 HaRecorrido = 258 m Recorrido = 435 m(teniendo en cuenta su segmentación)Volumen = 8600 m3 Volumen = 14500 m3

Las fechas de sus rellenos inferiores, obtenidassobre carbón (Tab. 2), indican una cronología pro-bable de construcción de c. 5450 / 5400 cal. ACpara el Foso 5, y c. 5150 / 5100 cal. AC para Foso4, circunstancia que se ve corroborada por los ma-teriales cerámicos encontrados: cardial en Foso 5 ycerámicas incisas en Foso 4.

Sus rellenos son peculiares, formados por acu-mulaciones de material arqueológico y restos fau-nísticos discontinuas en el tiempo y, probablemen-te, en el espacio. Entre éstas, encontramos potentespaquetes de rellenos –al parecer naturales– que in-corporan algún material arqueológico disperso.Unos rasgos sedimentarios muy diferentes de laspotentes y continuas acumulaciones de restos orgá-nicos y arqueológicos presentes en otros fosos másrecientes del valle del Serpis, como los de Niuet(Bernabeu et al. 1994).

Su amortización se produce en momentos distin-tos: a fines del Neolítico IIA el Foso 5, y en momen-tos calcolíticos el Foso 4. Ello indica que durantecierto lapso de tiempo (c. 5150 - 4850 cal. AC?) am-bos debieron funcionar a la vez. Durante la fase fi-nal del Neolítico antiguo (Neolítico IC en la secuen-cia regional, c. 4850 / 4450 cal.AC) el relleno deambos fosos no registra episodios de deposición an-trópica como los documentados con anterioridad,al menos en las áreas excavadas.

El Foso 5 resulta, de este modo, contemporáneode las casas 1 y 3, que se encuentran entre 300 - 500m alejadas de su recinto. No parece, por tanto, quepueda suponerse para estas estructuras una funcióncomo delimitadores del espacio habitado ni, muchomenos, como fortificaciones.

En su parte más inferior se han documentadosendos canales estrechos de aproximadamente 1’5- 2 m de ancho por 0’5 de profundidad, que presen-taban señales de circulación o estancamiento deagua. Dado el carácter de fosos segmentados, noparece que esto pueda relacionarse con ninguna cla-se de obra hidraúlica, al estilo de las hipotetizadaspara otros sitios peninsulares con fosos (Zafra et al.1999).

En consecuencia, durante los 300 años que me-dian entre 5450 - 5150 cal. AC, se construyó enMas d’Is, algo alejado del núcleo de aldea, un re-cinto de carácter monumental, cuya función espe-cífica puede discutirse: ¿monumento funerario?,¿centro ceremonial? (Bradley 1998); pero cuyocarácter de lugar de agregación, punto central de lasaldeas dispersas por el territorio, nos parece ra-zonable.

La fisonomía de este auténtico monumento semantiene invariable entre c. 5150 / 4450 cal. AC.Las dataciones indican que, tras 300 años en los quese invierte un trabajo considerable en la excavaciónde los fosos 5 y 4, cesa toda actividad constructivaen el monumento durante un periodo de 700 años.Muy probablemente deba considerarse que tras unperiodo de utilización conjunta de ambos fosos,difícil de precisar, pudo existir un periodo de aban-dono o escasa utilización del monumento, no infe-rior a 400 años.

En 4450 cal. AC se documenta de nuevo un po-tente paquete de relleno antrópico en la parte mediade Foso 4. En paralelo con esta fecha se documen-ta en Foso 5 una superposición de estructurasde piedra, indicativas de que en estos momentosFoso 5 ya no funciona como tal, y que en su espaciose desarrollan otras actividades, aún mal documen-tadas.

Asimismo, debe situarse en este momento (4450cal. AC) la construcción de Foso 3, a juzgar por losmateriales que forman parte de su relleno. Foso 3presenta ciertas singularidades y característicasdiferentes a los anteriormente presentados pues, enrealidad se trata de dos estructuras excavadas demenor entidad. La mayor de ellas tiene una anchuracercana a los 2 m, y una profundidad aproximada de75 cm, y está asociada a una zanja también excava-da que discurre en paralelo, cuya función pudieracorresponder a una acequia o canal para conduciragua, hipótesis que puede ser factible caso de notratarse de un foso segmentado.

No tenemos evidencias de cuándo se excavóFoso 2: los materiales recuperados en los niveles de

(1) Para realizar estas estimaciones, así como las que se pre-sentan más adelante sobre la inversión de trabajo, hemos supues-to la circularidad de los recintos delimitados por los diferentesfosos (Fig. 4), actualmente erosionados por los barrancos que cor-tan la plataforma donde se encuentra Mas d’Is. Hasta la fecha,sólo hemos documentado con certeza el carácter segmentado deFoso 5.

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relleno son poco significativos, si bien suponemosque su construcción no debe estar muy alejada deestos momentos aunque la ausencia de cerámicasesgrafiadas nos hace suponer una cronología algoposterior (c. 4150 ??cal. AC). La fecha del BronceFinal obtenida en el relleno de esta estructura (Tab.2) se refiere a las unidades superiores que contienenmateriales diversos, mayoritariamente de la Edaddel Bronce, y que reflejan la colmatación definiti-va del este foso, tras un importante hiatus desde surelleno anterior.

Las zanjas efectuadas nos han permitido com-probar que su trazado es paralelo a Foso 4. Al igualque los anteriores, Foso 2 presenta sección en U,pero de dimensiones más reducidas: 7’5 m de an-chura por 1’5 m de profundidad. Estas medidashacen que Foso 2 delimite un anillo de gran exten-sión (8’5 Ha) que, no obstante, requirió menos tra-bajo en su excavación que Foso 4.

Tal como hemos referido, las cerámicas esgra-fiadas son un indicador cronológico del periodoenmarcado entre c. 4500 - 3700 cal. AC en estas tie-rras. En Mas d’Is, su presencia en los depósitos derelleno de Foso 4 y Foso 3 confirma que el granrecinto sigue formando parte del paisaje de la aldeadurante el Neolítico IIA. Aunque las casas locali-zadas y excavadas corresponden a momentos ante-riores, la presencia de este registro cerámico tam-bién en zonas exteriores a los fosos, indica unaperduración del patrón de asentamiento, que corres-ponde a un hábitat disperso, tal como detallamos enel apartado siguiente. Esta interpretación vieneavalada por la localización de otros emplazamien-tos en la zona de Les Puntes con un registro cuali-tativamente similar.

La hipótesis de trabajo que manejamos actual-mente, considera que los restos y estructuras loca-lizados en el interior de los diversos recintos que sevan ampliando a lo largo del tiempo, no correspon-den a actividades ni a espacios domésticos. Una delas prioridades para futuros trabajos es la excava-ción de las estructuras localizadas en los nivelessuperiores o tras la amortización de los fosos, conel fin de intentar una aproximación a las activida-des allí desarrolladas.

No existen en los fosos, ni prácticamente en lasuperficie de Mas d’Is materiales atribuibles amomentos posteriores al Neolítico IIA. En conse-cuencia, suponemos que el yacimiento y el monu-mento se encuentran desocupados cuando en elvalle del Serpis se desarrollan los extensos pobla-dos con silos y fosos del Neolítico IIB (a partir de

c. 3700 cal. AC), evidenciando una ocupación to-tal del territorio (Bernabeu y Pascual-Benito 1998).

3. LA FORMACIÓN DEL PAISAJEAGRARIO CARDIAL

Una de las características más notorias de la in-vestigación española sobre el Neolítico ha sido sutradicional preferencia por las cuevas como lugarde hábitat, estando ausentes del registro los pobla-dos, contrariamente a lo que cabría esperar para unsistema agrícola y ganadero consolidado.

En la última década, esta situación ha venido acambiar considerablemente, sobre todo en la pro-vincia climática mediterránea, mientras que para laeurosiberiana la documentación de los hábitatsneolíticos y posteriores es más deficiente.

En el norte y noroeste, la interpretación propues-ta por Criado (1993) parece dominar en la biblio-grafía. Según este investigador, la forma de asenta-miento no habría cambiado sustancialmente desdeel Neolítico a la cultura castreña, ya en la Edad delHierro. Durante esta larga etapa, la distribución delas manifestaciones culturales –salvo algunas ex-cepciones en la costa– evita las tierras llanas, siendoel asentamiento “invisible” debido a la precariedadde las estructuras. Ello sería consecuencia del pe-culiar sistema de explotación del suelo, consistenteen el aprovechamiento de los suelos ligeros, mejordrenados, que pueden trabajarse sin necesidad dearados ni surcos, mediante una tecnología de rozas,combinado con un amplio aprovechamiento de lospastos para las actividades ganaderas.

En la provincia climática mediterránea, el factorlimitante de las actividades agrícolas es la hume-dad, razón por la cual los primeros suelos que seocupan y explotan durante las fases iniciales de lacolonización neolítica son, justamente, los ubica-dos cerca de las corrientes de agua (ríos, barrancos)y zonas húmedas (lagunas). Como tendremos oca-sión de comprobar, sin embargo, la colonizacióninicial afecta sobre todo a las cabeceras de los va-lles; en nuestro caso, los valles del Penàguila/Cetay Barxell/Polop, ambos situados por encima de los400 - 500 m, mientras que el valle del Serpis, ejefluvial mayor de estas comarcas, parece no ocupar-se hasta más tarde (los primeros indicios puedenrelacionarse –con ciertas reservas– con el Neolíti-co IB / IC).

Uno de los ejemplos característicos de ocupa-ción del territorio durante las primeras fases de

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colonización agrícola es el presentado por Nocete(1989) para el valle alto del Guadalquivir en susfases 0 - 1 que, supuestamente corresponden a lacolonización inicial del valle, sólo que se sitúancronológicamente en c. 3700 cal.AC. Se sabe pocode los asentamientos, pero la supuesta imagen detamaño pequeño, estructuras endebles y ausenciade superposición estratigráfica, llevaron a este au-tor a establecer un modelo de agricultura itinerantey escasa capitalización, que las nuevas evidenciasen la vertiente mediterránea complican sensible-mente.

La reciente publicación (Bosch et al. 2000) deLa Draga (Girona) ha puesto claramente de mani-fiesto que la complejidad estructural de estos pri-meros hábitats es mayor de la supuesta, aún consi-derando las especiales características de un pobladolacustre, como es el caso.

Pese a las dificultades de interpretación, La Dra-ga ofrece una imagen que encaja perfectamente conuna aldea estable, cuya duración está aún por defi-nir, pero en cualquier caso no efímera. Sus estruc-turas internas, muy variadas, resultan ilustrati-vas del conjunto de actividades ligadas al trabajoagropecuario que constituían la base de la vida dia-ria. El auténtico bosque de postes que conformanlas plantas de este yacimiento impide delimitar conclaridad el perímetro de las casas, aunque sus exca-vadores aventuran la hipótesis de que fueran rectan-gulares.

El resto de los poblados catalanes antiguos–Plansallosa (Bosch et al. 1998) y Font del Ros(Bordas et al. 1996)– aportan novedades comple-mentarias, como la presencia de fosos y silos.

A pesar de los esfuerzos realizados en el ámbi-to catalán para comprender mejor la ocupación delterritorio (Bosch 1994; Mestres 1992) lo cierto esque los resultados obtenidos no permitían definirclaramente un modelo a partir del cual pudiera in-tuirse la complejidad de estos primeros grupos agrí-colas. En este sentido, los resultados alcanzadoscon la excavación de Mas d’Is, enmarcados, prime-ro en el contexto del río Penàguila, y más amplia-mente en un ámbito comarcal (Bernabeu et al.1999a) ofrecen un panorama distinto al habitual,que obliga a reconsiderar las características de losprimeros agricultores, a la vez que permiten definirel primer paisaje agrario peninsular, correspondien-te al mundo de las cerámicas cardiales y el artemacro-esquemático. En la evolución y transforma-ción de este paisaje resulta posible diferenciar va-rias etapas:

3.1. Colonización inicial (c. 5550 - 5450 cal. AC)

Quizás la fase inicial deba relacionarse con laprimera ocupación de Mas d’Is, correspondiente ala Casa 2, fechada en c. 5550 cal. AC. Hacia el fi-nal (5450) las dataciones atestiguan ocupación deotras cuevas (Or) y abrigos (Falguera); es posiblesuponer que en este momento se produce la ocupa-ción efectiva del territorio de la cuenca del río Ser-pis. Probablemente el paisaje agrario cardial quedescribiremos a continuación se encuentre ya defi-nido desde el final de esta primera etapa.

3.2. Consolidación y expansión (c. 5450 - 4850?? cal. AC)

La fase se inicia con la construcción en Mas d’Isdel primer anillo (Foso 5) monumental; sin embar-go, la fecha final resulta imprecisa.

A lo largo de esta fase parece producirse un cre-cimiento demográfico, evidenciado en el aumentoconstante de los asentamientos. La informaciónexistente permite mostrar ese incremento concre-tado en dos momentos:

– c. 5450 cal.AC, correspondiente a la primeraocupación de Mas d’Is, con la construcción del re-cinto interior (Foso 5). En estos momentos, las al-deas, en realidad puntos con cerámica cardial, ubi-cadas a su alrededor no pasarían de 5, de acuerdocon los hallazgos superficiales.

– c. 5150 cal.AC, cuando se construye el segun-do recinto (Foso 4). En estos momentos, el núme-ro de aldeas ubicadas en el valle del Penàguila(aquellas que presentan decoraciones incisas oimpresas) podría ser de 6-8, suponiendo que todasse habitaran a la vez.

La imagen que sugiere la distribución de asen-tamientos en el entorno inmediato de Mas d’Is es lade una colonización / expansión siguiendo los cur-sos fluviales. Los datos con que vamos contandopara el resto de la Península Ibérica sugieren queesta situación es una constante, con independenciade la cronología en la cual tenga lugar el proceso.Los hallazgos recientes del centro y Norte de lapenínsula, como La Velilla en Palencia (Delibes yZapatero 1996), La Calvera en Cantabria (DíezCastillo 1997), el valle de Ambrona en Soria (Kunsty Rojo 1999), Los Cascajos en Navarra (GarcíaGazólaz y Sesma 1999), o La Deseada en Madrid(Díaz-del-Río y Consuegra 1999) muestran la ge-neralización de esta clase de poblados.

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De hecho podría decirse que los asentamientoscon fosos y silos serán una constante del registrohasta la generalización de las construcciones enpiedra, perdurando hasta fechas situadas en torno a2300/2200 cal. AC, como muestra el caso de Ma-rroquíes en Jaén (Zafra et al. 1999), Arenal de laCosta en Valencia (Bernabeu 1993), o el reciente-mente excavado de Gózquez en Madrid (Diaz-del-Río 2001; este volumen).

Esta circunstancia, sin embargo, no debe hacer-nos concluir que no existieron variaciones o evolu-ción a lo largo del amplio periodo de tiempo queconforma el ciclo Neolítico. Sin salir del entornoinmediato de nuestro yacimiento, sabemos que al-gunos fosos podrían relacionarse con la delimita-ción del espacio habitado, mientras que otros noparece que se construyeran con este fin.

Algunos fosos son estrechos, de sección en V,como el referido anteriormente de Niuet (Bernabeuet al. 1994) en el mismo valle del Serpis, y exi-gieron un menor volumen de trabajo que el docu-mentado en Mas d’Is. Además, se construyeron demodo que cerraban el espacio transitable entre dosbarrancos (Fig. 5), como ocurre en Niuet y en otrocaso, no excavado, ubicado en el área de Les Pun-

tes, a 1 km de Mas d’Is y construido c. 4900 cal. AC(Fig. 6).

¿Existe una correlación entre estas variables?,¿son los fosos en V delimitadores del espacio do-méstico, mientras que los fosos en U correspondencon recintos de carácter ceremonial o social? No losabemos, pero lo que sí parece concluirse del casode Mas d’Is es que debemos abandonar la equivalen-cia fosos = delimitación del hábitat o fortificación.

Por el contrario, habría que considerar que, al-gunos de ellos al menos, pudieron ser lugares deagregación donde los segmentos o grupos socialesdispersos accederían en ciertas ocasiones y paraciertos rituales. Dada la envergadura de estos fosos,necesariamente deberemos considerar la existenciade unidades sociales organizadas regionalmente,con capacidad para movilizar y organizar el traba-jo necesario para su construcción.

Y, en estas circunstancias, no sería descabella-do pensar en la posibilidad de coexistencia de va-rias de estas unidades funcionando a la vez. Aunquelos datos son fragmentarios, y proceden de la pros-pección y hallazgos fortuitos, si levantamos la vistadesde el Penàguila hasta cubrir el conjunto de losvalles que conforman el sistema fluvial del Serpis,encontraremos una imagen sugerente.

A un nivel general, el valle aparece delimitadopor otros lugares cuya significación simbólica resul-ta asimismo evidente (Fig. 7). En unos casos, se tratade áreas de necrópolis localizadas cerca de las archi-conocidas cuevas de l’Or y de la Sarsa, analizadasen un reciente trabajo, evidenciando desde las pri-meras etapas neolíticas un proceso marcado de te-rritorialización y enraizamiento de los grupos socia-les a unos espacios geográficos (Bernabeu et al.2001a).

Al mismo tiempo, las grandes cavidades (Or ySarsa) concentran un volumen inusual de cerámi-cas simbólicas, con motivos antropomorfos más omenos esquemáticos de claros paralelos con el arterupestre, y cuyas derivaciones alcanzan el mundosimbólico. Asimismo, se localizan en ellas la ma-yoría de los brazaletes de pizarra, materia primacuyo origen debe buscarse en zonas internas deldominio bético (sureste) y que llegan a esta zona através del intercambio (Orozco 2000). La fecha5440-4690 cal.AC obtenida para Cerro Virtud (2)

Fig. 5. Planta general de Niuet (Bernabeu et al. 1994). Eltrazado de los fosos segmentados, de sección V, delimita elespacio doméstico entre dos barrancos.

(2) Las dataciones obtenidas para la ocupación neolítica deCerro Virtud (Almería) son: Fase I (Beta-101424) 6160±180 bp,5440-4690 cal. AC, sobre carbones dispersos; la más antigua de laFase II (OxA-6714) ofrece un resultado de 6030±55bp, 5120-4790 cal. AC, sobre huesos humanos (Ruiz-Taboada y Montero1999:209).

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(Ruiz-Taboada y Montero 1999), junto con los ha-llazgos correspondientes a talleres dedicados a lafabricación de brazaletes en Almería (Camalich yMartín Socas 1999), coinciden con el momento demáxima expansión del poblamiento en el valle delPenàguila.

En otros casos, se trata de la localización de cier-tos lugares de Arte Rupestre Macroesquemáticoque por su relevancia, pueden considerarse comosantuarios o lugares especiales: La Sarga y el Pla dePetracos.

Todos ellos parecen conformar un sistema de

Fig. 6. Situación de los yacimientos en el entorno geográfico de los Valles del Serpis.

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ocupación territorial donde los elementos más vi-sibles vienen definidos por una gran inversión en elaparato ideológico de estas primeras comunidadesagrícolas, de manera que:

– el espacio doméstico, los poblados, parecenrecibir escasa inversión y resultan poco visibles enel paisaje actual. Son agrupaciones de casas, proba-blemente muy espaciadas entre sí, y que puedenintegrar los pequeños huertos dedicados al cultivoformando parte de un ciclo agrícola que, en otrasocasiones, ha sido definido como “agricultura deazada” (Bernabeu 1995);

– la mayor inversión y la visibilidad recaen enestas sociedades sobre diferentes aspectos simbó-licos:

El arte macroesquemático y el binomio cuevassingulares / lugares de enterramiento parecen orga-nizarse de manera que definen y delimitan un terri-torio. Dado su carácter colectivo, podríamos con-cluir que la apropiación del paisaje que simbolizanresulta de una apropiación colectiva del territoriosocial común. En ninguno de los dos casos pareceque el trabajo social para su construcción haya sido

importante. Sin embargo, éste tiende a concentra-se en ciertos ítems mobiliares: cerámicas simbó-licas, brazaletes de pizarra procedentes del inter-cambio, que podrían ser indicadores de prestigio yrango.

Sin embargo, los monumentos de fosos como losdocumentados en Mas d’Is necesitaron de un con-siderable esfuerzo de trabajo colectivo en su cons-trucción. Por su ubicación, no cabe pensar que de-finan la apropiación por parte del grupo de unterritorio social. Avanzar hipótesis sobre su signi-ficado resulta aún aventurado, ya que éste sin dudavariaría en función de aspectos que ahora descono-cemos, como su número y distribución.

3.3. La transformación del paisaje agrariocardial

El milenio largo que transcurre entre c. 4850-3700 cal. AC se corresponde con las fases IC y IIAde la secuencia regional, y constituye, hoy por hoy,uno de los períodos de la Prehistoria Reciente peor

Fig. 7. Localización de los lugares de hábitat y yacimientos con significación simbólica en las comarcas centromeridiona-les valencianas.

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conocidos y documentados. Hasta la excavacióndel Mas d’Is y las prospecciones en la zona delPenàguila, tan sólo unas pocas secuencias en cue-va y algunos materiales descontextualizados forma-ban el conjunto del registro disponible para estemomento.

Con tan escaso bagaje en el que faltan, además,datos esenciales sobre los sistemas de subsistencia,es poco lo que puede sugerirse sobre la evoluciónposterior al mundo cardial en la región. Sin embar-go, algunos aspectos sugieren cambios importantesrespecto al mundo antiguo que, antes que otra cosa,pueden utilizarse como indicadores que permitensugerir ciertas tendencias a investigar en el futuroinmediato.

Así, por ejemplo, a partir de c. 4850 cal. AC (lafecha debe tomarse con precaución), documenta-mos un abandono o ruptura en la frecuentación delas grandes cuevas. En efecto, tanto Or como Sarsacontienen muy escasos materiales atribuibles a estemomento en sus amplias colecciones. Por otra parte,en las secuencias mejor conocidas, como Cendres,a partir de este momento, e incluso a partir de c.5000 cal. AC., se documenta un cambio en el uso dela cavidad que pasa a convertirse en lugar preferentepara la estabulación del ganado (Bernabeu et al.2001b). Con una cronología algo posterior, c. 4500cal. AC, las recientes excavaciones en la cueva deSanta Maira, Castell de Castells (Alicante), mues-tran una utilización similar (Aura et al. 2000).

El cambio en la utilización de las cuevas comorecintos funerarios debe entenderse de forma ma-tizada, dada la parquedad de la información para lasetapas que corresponden al Neolítico IC y IIA. Lospequeños satélites funerarios, que en forma de pe-queñas cuevas rodeaban a Or o Sarsa, parece que noofrecen continuidad. Sin embargo, no podemosdescartar de forma tajante una perduración de lastradiciones funerarias cardiales hasta enlazar con elV milenio cal. AC, momento en el que se generali-zarán los enterramientos colectivos en este territo-rio. En este sentido, los trabajos en curso en Covad’En Pardo (Planes, Alicante) permitirán profundi-zar en el cambio o la continuidad del mundo fune-rario neolítico. Su uso como necrópolis a lo largodel Neolítico IIA está claramente documentado, talcomo muestra la fecha y los materiales recuperados(Soler 1999); resta ahora por saber si los nivelesneolíticos subyacentes evidencian una funcionali-dad similar.

Por otra parte la secuencia de construcción delmonumento del Mas d’Is muestra un interesante

hiatus. Como se ha descrito anteriormente, entre laconstrucción de Foso 4 y la probable construcciónde los Fosos 3 y 2 transcurre un mínimo de 700 años(5150-4450 cal. AC). Es decir, mas del doble deltiempo transcurrido entre la construcción de losFosos 5 y 4. Este aspecto creemos que puede tradu-cir un cambio en el uso del monumento antiguo, ocuando menos un retroceso en la tendencia defini-da por los fosos 4 y 5.

Cuando c. 4450/4150 cal. AC aparece en su for-ma definitiva el monumento reciente, éste es dife-rente del anterior: la inversión realizada, en horasde trabajo, es mucho menor (aproximadamente lamitad) aunque la superficie delimitada por Foso 2,el más exterior, sea considerablemente mayor.

Todo ello parece sugerir que el Paisaje Agrariodefinido para el período cardial viene seguido poruna etapa de cambios notables que significaron,entre otras cosas, su disolución. Aun cuando espronto para proponer explicaciones suficientemen-te razonadas, creemos que todo ello sugiere un ho-rizonte de transformación notable respecto a loanterior. La tendencia sugerida entonces respectode un creciente desarrollo del poder social basadoen redes ideológicas, o su concentración, parecetruncarse.

En este contexto tendría sentido la propuestareciente de ubicación del Arte Levantino en la zona.Las superposiciones de Arte Levantino sobre figu-ras macroesquemáticas en La Sarga ejemplificaríanla pérdida de significado de estas últimas para losgrupos sociales, y tal vez un intento de eliminar losreferentes simbólicos anteriores. Si bien el análisisde la cronología de las manifestaciones levantinasexcede con mucho el ámbito de este trabajo, losestudios recientes sobre los paralelos en las deco-raciones cerámicas inciden en considerar el desa-rrollo de este estilo en momentos avanzados delneolítico (Martí y Juan-Cabanilles 2002). A la vistade la ruptura detectada, reflejo de una reestructura-ción en la organización social de los grupos aldea-nos, podría considerarse que la aparición del ArteLevantino en los valles del Serpis responde a lastransformaciones que acontecen ahora, represen-tando las fronteras de nuevos territorios o tal vez,un cambio en las relaciones sociales. Si éste estu-vo o no ligado a cambios en el sistema de subsisten-cia, lo desconocemos, pero la creciente especiali-zación ganadera de las cuevas parece sugerir quetales cambios pudieron también producirse.

Esta interpretación se encuentra en línea con laapuntada recientemente para el Arte Levantino en

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general (Molina et al. e.p.) donde se apuesta deci-didamente por desvincular el fenómeno del ArteLevantino del proceso de neolitización. Este asun-to, además, implica una reconsideración del papelque pudieron desempeñar los grupos mesolíticos y,más en concreto, sobre la propuesta del ModeloDual donde lo Levantino se vinculaba con la neo-litización del sustrato, que desborda con mucho lasintenciones del presente trabajo.

Esta reestructuración en los sistemas de ocu-pación y explotación del territorio culminará, trasalgo más de un milenio, en la denominada “con-quista del secano” (Bernabeu 1995), cuando vemosclaramente articulado un patrón de asentamientobien diferente: poblados de gran extensión en laszonas bajas de los valles, con silos, en los que losfosos van a ser delimitadores y frontera del recin-to habitacional. Ello va a coincidir, curiosamente,con una fase de desocupación de la aldea neolíticade Mas d’Is (a partir de c. 3700 cal. AC).

4. VALORACIÓN FINAL

No cabe duda que los resultados obtenidos en lasexcavaciones de Mas d’Is, combinados con lo quesabemos del territorio circundante, inciden directa-mente en diversos aspectos de la neolitización. Unavaloración precisa de los mismos deberá prudente-mente esperar a que los trabajos en curso finaliceny la información sea convenientemente procesada.

Con todo, algunos aspectos no pueden dejar desubrayarse; en especial aquellos que hacen referen-cia a la cronología inicial del neolítico y la posibleevaluación del modelo en liza para explicar sus ini-cios, y la arqueología social de los primeros gruposde agricultores y ganaderos.

4.1. La Cronología inicial del proceso

Desde que Ammerman y Cavalli-Sforza (1984)formularan su modelo del Frente de Avance para laneolitización del continente europeo, y Zvelebil yRowley-Conwy (1986) hicieran su propuesta indi-genista, la discusión teórica se ha mantenido en losmismos términos. En el ámbito del Mediterráneooccidental el planteamiento de Zilhão (1993) hatenido eco y se ve reflejado en contribuciones re-cientes de uno de nosotros (Bernabeu 2002).

El modelo de Colonización Marítima está basa-do, como los otros, en la firme convicción de que la

llegada del modo de vida agro-pecuario al Medite-rráneo se produce de la mano de un contingentepoblacional externo (los pioneros) que llevan conellos todo “el paquete neolítico” –cerámica, piedrapulida, agricultura cerealística, ganadería y, quizás,alguna forma de arquitectura–.

En este marco de referencia, consideramos quela aportación de las fechas radiocarbónicas obteni-das en Mas d’Is, así como en otros yacimientos deeste territorio son de gran trascendencia para ajus-tar la cronología del proceso de neolitización.

Por ahora, en Mas d’Is contamos con siete data-ciones radiocarbónicas de época neolítica (Tab. 2).Las dos fechas más antiguas provienen de sendassemillas de Hordeum vulgare de la Casa 2 (sector80) y de un relleno estratigráfico situado por enci-ma de la Casa 1 (en el mismo sector) y demuestranen una fecha temprana la ocupación de Mas d’Is,pudiendo hablar de un verdadero poblado cardial entorno a c. 5550 cal.AC en el valle del Penàguila.Estas dos fechas constituyen un hito indudable parala aparición del neolítico cardial en el interior inme-diato a la costa mediterránea española e incidenclaramente en su problemática cronológica.

No pretendemos entrar aquí en la casuística par-ticular en torno a la cronología del proceso. Esteasunto exigiría valorar con detalle cada una de lasfechaciones y sus contextos dada la presencia deevidentes alteraciones en los mismos (Bernabeu etal. 1999b; Bernabeu et al. 2001c), lo que excede loslímites e intenciones del presente trabajo. Sin em-bargo, baste señalar que sin salir de nuestro propioyacimiento, las fechas reseñadas en la tabla 2 pro-porcionan un ejemplo evidente de los problemascon que podemos encontrarnos a la hora valorar lasdataciones C14.

Para ello llamaremos la atención del lector sobretres dataciones procedentes del sector 80. Beta-162092 y Beta-162091 proceden, en realidad, de lamisma UE: el relleno superior de la Casa 1. Losnúmeros distintos con que se identifican respondea que se excavaron en años distintos. Este rellenono incorpora ningún material arqueológico que nosea neolítico, sin embargo la muestra de Triticcumproporcionó una fecha Emiral, perfectamente equi-parable a la del silo del sector 14 (Beta-155611),que está situado unos 500m más al Oeste del sector80, sin que resulte evidente cualquier explicaciónque de cuenta de este desplazamiento.

Por otra parte, resulta asimismo evidente que lafecha aparentemente fiable Beta-162092 presentaun problema similar respecto de Beta-166727.

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Ambas son idénticas, pero proceden de rellenosestratigráficos superpuestos y separados por la Casa1. Parece evidente que una de las dos no puede sercorrecta (es decir, no data lo que creemos datar), sinembargo no existen argumentos arqueológicos paradecidir cual, al menos dentro del propio yacimiento.Considerando el conjunto de la información dispo-nible, hemos supuesto como más probable queambas fechas se refieran a los momentos más anti-guos de la ocupación neolítica y, por tanto, queambas muestras procedan del relleno de la Casa 2.

Este ejemplo debiera ser suficientemente ilustra-tivo de la clase de problemas con que nos enfrenta-mos a la hora de decidir sobre la cronología de loscontextos arqueológicos. Si, como suele ser habi-tual, hubiésemos enviado a datar muestras com-puestas por agregaciones de carbones o semillas (noimporta si mediante el procedimiento estándar omediante AMS), los resultados hubieran sido distin-tos y no hubieran podido relacionarse con ningunode los contextos arqueológicos aislados en el yaci-miento. Ignorar que tales problemas existen sóloconduce a introducir más ruido en la discusión res-pecto de los orígenes de la agricultura y ganadería.

Teniendo en cuenta lo anterior, pretendemosseñalar algunas de las consideraciones que se deri-van de las dataciones obtenidas en Mas d’Is y enotros yacimientos del valle del Serpis en lo queconcierne al proceso de expansión y a la cronolo-gía inicial del neolítico. Para ello necesariamentedeberemos contextualizarlas en el marco mediterrá-neo, utilizando las series realizadas sobre muestrasde vida corta y materiales claramente relacionablescon el neolítico.

En fechas recientes (Zilhao 2001) se ha puestode relieve que las fechas obtenidas sobre carbón,aún considerándose válidas, distorsionan la clari-dad de la lectura cronológica al presentar problemasde envejecimiento difíciles de cuantificar. Es decir,no podemos cuantificar la desviación y ni siquieraestamos en condiciones de afirmar que se produz-ca en todos los casos (depende de los anillos de cre-cimiento que compongan la muestra enviada al la-boratorio). Esto complica la discusión, sobre todosi tenemos en cuenta que la mayoría de las dispo-nibles se han realizado sin analizar previamente laespecie datada y su contextualización en yacimien-to de procedencia.

Sin embargo, cuando se considera la serie defechas disponibles sobre muestras de vida corta ymateriales significativos desde el punto de vista delproceso de neolitización, como cereales o huesos de

ovicápridos, la lectura se clarifica en gran medida,y ello a pesar de lo escaso de las dataciones dispo-nibles. En la actualidad, la serie radiocarbónica deeste tipo procedente del valle del Serpis y los yaci-mientos costeros inmediatos, como la Cova de lesCendres (Bernabeu et al. 2001b), es de las máscompletas e indica con claridad que el proceso aquí,puede retrotraerse hasta c. 5600 cal.AC, conside-rando un inicio algo anterior en la costa, con respec-to a la zona de Mas d’Is.

Cuando estas fechas se ubican en el contexto delas disponibles desde el Adriático hasta Portugal(Fig. 8), se evidencian algunos aspectos que convie-ne destacar:

En primer lugar, la rapidez del proceso, algo yareiterado en otras ocasiones (Zilhão 2001; Ber-nabeu 2002). Baste sólo con señalar que entrelas dataciones disponibles para el sur de Italia y lasnuestras existe un desfase máximo de 300 años,considerando aceptable el extremo más antiguo decada datación; y apenas algo más de un siglo entrelas nuestras y las disponibles para Portugal.

Ciertamente, este aspecto parece corroborar lasprevisiones del Modelo de Colonización Marítimamás que las del Frente de Avance pero, además,plantea algun problema adicional.

Fig. 8. Diagrama mostrando los intervalos de calibración ados sigmas de las fechas radiocarbónicas realizadas sobremateriales de vida corta en el Mediterráneo occidental (se-gún Zilhao 2001, modificado).

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Efectivamente, el margen de variación entre lasdistintas dataciones es muy estrecho, de manera quebien pudiera interpretarse como signo de que la víade expansión no es única, como generalmente seviene asumiendo de forma implícita. Si en efecto lasfechas francesas e italianas reflejan la realidad, y nolas distorsiones inherentes a series escasas, enton-ces se abren serios interrogantes sobre las vías deexpansión tradicionalmente aceptadas. En este con-texto cabría valorar de nuevo las posibles aportacio-nes del Norte de África como vía complementaria.

En todo el sur de Francia no existen datacionesde vida corta comparables. Tan sólo puede utilizarsela obtenida sobre cebada del nivel inferior de Are-ne Candide, de 100 a 150 años anterior a las del Masd’Is (Binder y Maggi 2001). Recientemente (Manen2002) se han obtenido 4 fechaciones sobre carbónprocedentes de dos poblados con silos del área del’Herault. Las más antiguas de ambos sitios son muyparecidas a las de Arene Candide (Liguria): en tor-no a 5700 - 5500 cal. AC para contextos que la es-tratigrafía de Pendimoun (Binder y Maggi 2001)sitúa con anterioridad al cardial clásico francés.

Extraña en este contexto la ausencia en la Cata-lunya costera de fechas situadas alrededor de c.5700 cal. AC, marco cronológico que cabría espe-rar de aceptar una expansión Norte-Sur. Esta ausen-cia no se suple con las dataciones aragonesas, todasellas obtenidas sobre carbón, excepto las que fe-chan huesos (mucho más recientes) y, por tanto,difícilmente comparables con la serie de vida cor-ta. Tan sólo las fechas de La Draga son compara-bles, pero señalan una cronología considerable-mente más reciente de la esperada.

En conjunto, por tanto, podría considerarse queel horizonte inicial de la neolitización bascula en-tre c. 5700-5600 cal.AC para la fachada mediterrá-nea peninsular. Ciertamente, el número de fechasdisponibles es aún escaso, lo que no permite hilarfino; pese a ello resulta curioso constatar el estre-cho margen entre el Golfo de Génova y Valencia. Laausencia de dataciones comparables en Cataluña yAragón obliga a abrir un compás de espera, antes devalorar su significado exacto.

4.2. Sobre algunos aspectos de la sociedadcardial

Probablemente uno de los trabajos más influyen-tes sobre el concepto de neolítico y su aplicación ala realidad peninsular ha sido el elaborado por Vi-

cent (1990), retomado posteriormente por Díaz-del-Río (2001), así como por Zafra et al. (1999).Aunque distintos, en estos trabajos se retoma la di-ferenciación establecida por Vicent entre agricul-tores primitivos –campesinos, donde lo que carac-teriza a estos últimos en relación con los primeros,es su vinculación a la tierra, consecuencia de la in-versión como trabajo social para transformarla enMedio de Producción.

Este autor asume un modelo de expansión delNeolítico de corte indigenista, según el cual losnuevos medios técnicos se introducen en una eco-nomía cazadora-recolectora, cuya organizaciónsocial se basa en el sistema de bandas. Consecuen-temente, los primeros tiempos neolíticos no im-plicarían una economía productiva, sino la pro-gresiva transformación de los sistemas de caza yrecolección en otros de rendimiento aplazado. Estaetapa formativa se considera como una fase de acu-mulación de capital necesaria para llevar a cabo latransformación que implica la revolución neolítica,el modo de vida aldeano y el campesinado. El mo-delo aldeano surgiría de un desarrollo local, marca-do en la contraposición entre fuerzas productivas(agrícolas) y relaciones de producción (bandas).

En el reciente trabajo sobre Marroquíes Bajos,los autores retoman este mismo modelo para expli-car lo que denominan “proceso de campesiniza-ción”, si bien en este aspecto van un paso más lejos,vinculando tal proceso al desarrollo de formas deapropiación familiar de la tierra en la formación dela aldea de Marroquíes. En este caso, las relacionessociales campesinas se han transformado desde lasimple vinculación a la tierra, a su posesión efectivapor parte del grupo familiar, lo que constituye unmatiz importante.

Aun estando básicamente de acuerdo con la in-terpretación de lo que significó la Revolución Neo-lítica tal y como la describe Vicent (1990), existenalgunos puntos de divergencia con este esquemainterpretativo que trataremos de evidenciar a la vezque exponemos nuestros puntos de vista en torno ala interpretación del registro descrito anteriormente.

Una diferencia básica con su interpretación de-riva del hecho de que, bajo nuestro punto de vista,cualquier modelo que pretenda explicar el procesode neolitización debe incorporar una visión migra-cionista, sin excluir la posibilidad de neolitizacióndel sustrato mediante diferentes procesos de inte-racción (Zvelebil 2000). Los datos de Mas d’Is,contextualizados en su territorio, admiten escasasalternativas a esta hipótesis.

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Bajo este punto de vista, las transformacionesrelacionadas con la Revolución Neolítica debensuponerse realizadas desde el lugar de partida de lacolonización y, por tanto, la fase previa de “acumu-lación de capital” resulta innecesaria; o mejor, sólopuede referirse al proceso de transformación de losgrupos mesolíticos que pudieron resistir con éxitoa la colonización agrícola (Bernabeu 1999; 2002).Como consecuencia, cabría esperar que, entre no-sotros, los más antiguos horizontes cerámicosincorporasen ya el conjunto de las innovacionesneolíticas. Ahora bien, ¿qué significa todo ello enrelación con el problema que nos ocupa?; es decir,¿que clase de modelo social y económico se propo-ne para el primer neolítico peninsular y, en conse-cuencia, qué clase de registro esperaríamos encon-trar?.

Como se ha señalado en el apartado anterior, lasdataciones C-14 logradas sobre muestras de vidacorta (cereales, ovicápridos…) parecen señalar cadavez con mayor claridad una forma de expansiónacorde con el modelo de la Colonización Marítima(Zilhão 1993), más que con el del Frente de Avan-ce. Esto, además, significa no sólo admitir un cam-bio en la forma de la expansión (mucho más rápi-da y discontinua), sino que afecta también a laexplicación del fenómeno.

Diferentes investigadores (Zilhão 2001; Ozdo-gan 1995; Bernabeu 1999; 2002) vienen proponien-do que detrás de esa vertiginosa expansión debeverse un problema de excesiva concentración de“poder” en las áreas de origen y que, en consecuen-cia, la migración no sería más que una forma deresistencia social mediante la fisión. Consecuente-mente, cabría pensar que en los grupos neolíticosesta expansión comportó un paso atrás, impidien-do la evolución hacia formas crecientes de comple-jidad, y manteniendo al neolítico occidental a unnivel de organización social escasamente superioral familiar.

De nuevo los resultados de las excavaciones yprospecciones en los valles del Serpis vienen amatizar también esta consideración, ampliandohasta límites insospechados hasta hace poco, lacapacidad de organización o la complejidad de losprimeros agricultores del territorio peninsular.

Una simple ojeada a lo que supuso, en capacidadde movilización de mano de obra, la excavación delos fosos de Mas d’Is bastará para percatarnos deello. Aún admitiendo lo aproximado de estos cálcu-los, algunas propuestas indican que con la tecnolo-gía neolítica los costes de excavación podrían al-

canzar 1 m3 jornada/persona, estimando la duraciónde esta jornada entre 8-10 horas (Andersen 1997).Con estos supuestos, y con los datos de volumen detierras extraídas en los Fosos 4 y 5, se concluye quela excavación del monumento cardial de Mas d’Is,en su forma final, tuvo un coste de entre 180.000-225.000 horas/persona. Pero además, esta inversiónse realizó en 300 años, siendo la más reciente (laque corresponde a Foso 4), la más costosa (entre116.000-142.000 horas/persona). Estos cálculossuponen admitir cierta capacidad de movilizaciónde mano de obra y, en consecuencia, un nivel deorganización social institucionalizado de alcanceregional que, además, se va intensificando a lo largodel tiempo.

Todo ello, por otra parte, no se vincula a cambiosen el sistema de subsistencia. Éste ha sido definidoanteriormente por uno de nosotros como una agri-cultura de azada: un sistema agrícola de baja inver-sión y elevado rendimiento, donde se explotan lasmejores tierras, ubicadas además, cerca del hábitat(Bernabeu 1995). En este esquema, la ganaderíajuega un papel de banco de reserva y su gestión sedirige básicamente a la obtención de carne. En ta-les circunstancias parece lógico suponer que eldesarrollo monumental se encuentra vinculado auna notable capacidad de intensificación de la sub-sistencia agrícola o, dicho de otro modo, el sistemaes capaz de generar los excedentes necesarios paraacometer trabajos comunales de esta clase.

La distribución constante de las aldeas por losalrededores de Mas d’Is a lo largo de unos 600-700años, como mínimo, indica claramente que el su-puesto de la agricultura itinerante, no parece con-venir al registro.

Este panorama implica claramente una reconsi-deración del modelo social predicable de los prime-ros agricultores peninsulares. Los términos de agri-cultores primitivos - sociedades paleoagrarias, almenos tal y como han sido descritos, no parecenconvenir al escenario descrito.

Si por campesinos entendemos campesinos-pro-pietarios, tal como se describe en el caso de Marro-quíes Bajos entonces, efectivamente, nos encontra-mos ante una organización social distinta. Todos losindicadores disponibles –aunque justo es recono-cerlo, no son muchos– parecen sugerir que la pro-piedad de la tierra se configura como comunal (gru-po local o clánica). Este aspecto no puede definirse,a nuestro entender, como ausencia de vinculacióna la tierra-medio de trabajo, sino tan sólo en lo re-ferente a los sistemas de propiedad de la misma.

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En consecuencia, no parece razonable mantenera la luz de lo expuesto la existencia de una fase deacumulación primitiva, donde los agricultores noestarían vinculados a la tierra: simplemente dichavinculación se realiza de un modo distinto al queutilizan los campesinos-propietarios.

Tampoco el término igualitario parece adecuar-se a este escenario. Tal y como se ha señalado, elsistema parece generar en poco tiempo, niveles decomplejidad crecientes que indican la emergenciade niveles de organización social regionales. Eneste sentido, no ofrecería grandes problemas suinclusión dentro de las Sociedades Jerarquiza-das definidas por García Sanjuán (1999), cuyoelemento clave es su importante capacidad de in-tensificación de la producción agroganadera, queposibilita la generación y acumulación de produc-to excedente.

Desde el punto de vista de las relaciones socia-les, bien puede afirmarse siguiendo a Mann (1991)que la característica de estas sociedades de rangoses el desarrollo de relaciones estabilizadas de podercolectivo institucionalizado, no coercitivo, que nopuede desviar recursos en su propio beneficio yconvertirlos en propiedad privada. En consecuen-cia, se trata mas bien de autoridad que de poder .

El amplio margen de variación dentro de ambosconceptos, por lo demás equiparables, permite in-cluir una variada gama de grupos sociales diversos,en los que existen considerables diferencias en elgrado de complejidad y en las fuentes de desarro-llo del poder social (militar, religioso, económico..).De este modo, por ejemplo, podemos hacer unalectura de las estructuras de fosos como elementoscaracterísticos de sociedades tribales segmentarias,diseñados justamente para evitar o limitar la ten-dencia a la fisión de estos grupos.

En cualquier caso, lo que nos parece necesariodestacar es que los grupos cardiales del valle delSerpis poseen rasgos estructurales que permiten laintensificación de la producción y el aumento de lacomplejidad, si medimos ésta a través de la capa-cidad de movilización de mano de obra. Dado queeste esfuerzo se dirige exclusivamente hacia aspec-tos ideológicos –aquellos que refuerzan la cohesiónintragrupal, así como la autoridad individual– pa-rece lícito suponer que las redes sociales capaces deorganizar y coordinar son también ideológicas. Ysobre las mismas debiera basarse el desarrollosocial.

Resulta curioso constatar cómo coincidiendocon la aparición de primer neolítico en Europa oc-

cidental, aparecen grupos sociales diversos dondees posible rastrear un elemento común: todos ma-nifiestan una considerable y creciente capacidadpara organizar y movilizar mano de obra dirigi-da a la construcción de lugares especiales, comoejemplifican algunos monumentos funerarios(megalitos). Todo el esfuerzo de estos grupos pa-rece dirigido a lugares o centros separados de losespacios habitados que, en contrapartida, recibenescasa inversión y resultan, por tanto, muy poco vi-sibles.

Mas allá de los detalles y la fenomenología con-creta de cada caso, es la misma tendencia que do-cumentamos en la sociedad cardial de Mas d’Is; yen esto justamente se diferencia de los recintos defosos del III milenio documentados en la Mesetamadrileña y que se presentan en este mismo volu-men (Díaz del Río, este volumen): estos últimosparecen asociarse a los lugares de habitación, y suconstrucción exigió mucho menos trabajo que losnuestros. La asociación con los lugares de habita-ción, con independencia de su tamaño y el esfuer-zo exigido en su construcción, parece ser la carac-terística común de los recintos de fosos del IIImilenio en el sur peninsular (Nocete 2001; Berna-beu et al. 1994). Como hemos señalado, la disocia-ción entre espacios domésticos y espacios simbó-licos, estos últimos monumentales, parece ser lacaracterística de los grupos cardiales.

La excavación comunal de los monumentos cir-culares puede haber servido para enfocar, intensi-ficar, integrar, controlar y proteger la nueva iden-tidad social, de tal modo que asistimos al desarrollode un profundo sentido compartido de identidadlocal (Skeates 2000). Con este proceso de apropia-ción del paisaje los grupos neolíticos transfor-man espacios neutrales en espacios con significa-do social.

¿Representan estos recintos lugares rituales osagrados? En el caso de Mas d’Is, los datos dispo-nibles hasta la fecha no permiten ir más allá de suconsideración como lugar de carácter excepcionalpor cuanto que los fosos, aún encontrándose en lasinmediaciones, no tienen relación directa con losespacios domésticos. En este sentido, algunos au-tores señalan que el emplazamiento de monumen-tos en las cercanías de los lugares donde se realizanlas actividades cotidianas está en relación con losrituales a ellos asociados, que serán pertinentes parael devenir de los actos de los vivos, en contraste conmonumentos situados a distancia de las zonas ha-bitadas, factor éste que posibilita enfatizar, de algu-

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na manera, cierta especificidad en su carácter ritualo sagrado (Barnatt 1998).

Es pronto aún para proponer vías evolutivas ca-paces de explicar la transformación de este sistemaque poco después de la construcción del segundorecinto de Mas d’Is parece transformarse. Ahorabien, dado que esta transformación –en lo referen-te a los recintos monumentales– significa la para-lización de las actividades constructivas, pareceríalógico concluir que la vía unilineal hacia una ma-yor complejidad parece truncarse.

Si esta interpretación es correcta, entonces cabesuponer que la evolución social es discontinua, pre-senta altos y bajos (avances y retrocesos) que, en unesfuerzo de simplificación, podrían leerse como losmovimientos de resistencia a la acumulación exce-siva de poder; como la expresión arqueológica deque la evolución hacia una mayor complejidad distamucho de ser continua, y que la aparición de la es-tratificación, de forma prístina, es un hecho extra-ño que se repite en pocas ocasiones.

Finalmente, no parece razonable suponer que elcaso del Mas d’Is y de los valles del Serpis sea sin-gular. Sin duda, situaciones similares a la descrita enestas páginas deberían encontrarse en otros parajesasociados a las fases de colonización agrícola inicialen otras regiones peninsulares. No nos cabe duda deque el desarrollo de la investigación sobre los luga-res de superficie neolíticos aportará en un futuropróximo nuevas evidencias a este respecto.

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