mazower y sanchis.2005. violencia y estado en el siglo xx

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Violencia y Estado en el siglo XX Author(s): Mark Mazower and Marina Sanchis Source: Historia Social, No. 51 (2005), pp. 139-160 Published by: Fundacion Instituto de Historia Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40340934 . Accessed: 28/02/2014 17:22 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Fundacion Instituto de Historia Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Historia Social. http://www.jstor.org This content downloaded from 168.176.5.118 on Fri, 28 Feb 2014 17:22:50 PM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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  • Violencia y Estado en el siglo XXAuthor(s): Mark Mazower and Marina SanchisSource: Historia Social, No. 51 (2005), pp. 139-160Published by: Fundacion Instituto de Historia SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/40340934 .Accessed: 28/02/2014 17:22

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  • VIOLENCIA Y ESTADO EN EL SIGLO XX *

    Mark Mazower

    Hasta hace poco, se pensaba que la modernization conducia a la prosperidad, estabilidad y bienestar social. Cuando los sociologos historicos en particular trataban de explicar epi- sodios de violencia pohtica a lo largo del camino (o caminos) hacia la era moderna, sohan calificarlos como algo pasajero. Tanto Barrington Moore como Charles Tilly, por ejemplo, apuntaban al papel de la coercion y el conflicto social en la modernization, pero solo como elementos de un proceso de transition. En los liltimos tiempos, sin embargo, la vio- lencia ha ocupado el centro del escenario y el siglo xx se caracteriza cada vez mas segiin los eruditos por sus niveles de derramamiento de sangre sin precedentes. "Mas seres humanos han sido asesinados o se les ha dejado morir por decision humana que nunca antes en la historia de la humanidad", ha escrito Eric Hobsbawm. Para Isaiah Berlin, el siglo xx fue "el peor siglo de la historia". Genocidio, limpieza etnica, y la muerte de civi- les sin precedente en el numero, tanto en guerras como en actos de represion politica masi- va, han contribuido a lo que Charles Maier ha descrito como una epoca de "atrocidad moral". 1

    Para algunos, las causas tienen que encontrarse en la violencia innata del nacionalis- mo y el estado-nacion, para otros en el auge de una burocracia impersonal y unas nuevas formas de gobierno; otros culpan a la Ilustracion y sus diversos frutos ideologicos. La modernization, segun Stanley Tambiah, ha traido al mundo no solo la alfabetizacion en masa, la urbanization y el alza de los niveles de vida, sino tambien "la guerra civil en masa y un horrible derramamiento de sangre interracial e interetnico". "La limpieza etnica", declara Norman Naimark en su estudio del fenomeno, es un producto del estadio mas "avanzado" en el desarrollo del estado moderno". Segiin Omer Bartov, el Holocausto

    * Publicado originalmente en American Historical Review, Octubre 2002. Gracias a Marwa Elshakry, Lau- ra Engelstein, Mark Levene, Stephen Kotkin, Jonathan Mazower y los lectores anonimos de los primeros borra- dores de este ensayo. Sin su animo y ayuda no hubiera podido escribir este articulo. 1 Barrington Moore, Jr., Social Origins of Dictatorship and Democracy, Londres, 1966; Charles Tilly, Coercion, Capital, and European States, AD 900-1900, Londres, 1990. Comparese con Anthony Giddens, The Nation-State and Violence, Cambridge, 1985; Michael Mann, The Sources of Social Power, Londres, 1986; J.L. Talmon, The Origins of Totalitarian Democracy, Nueva York, 1970; Yves Temon, L 'etat criminel: Les genoci- des au XXe siecle, Paris, 1995; E.J. Hobsbawm, The Age of Extremes: The Short Twentieth Century, Londres, 1994, p. 12; Berlin citado por Michael Ignatieff, Isaiah Berlin: A Life, Nueva York, 1998, p. 301; Charles S. Maier, "Consigning the Twentieth Century to History: Alternative Narratives for the Modern Era", American Historical Review 105 (junio 2000), pp. 807-831, cita 812. La cuestion del numero total de victimas no me con- cieme aqui. Los problemas estadisticos parecen ser abrumadores. Los interesados en las cifras existentes pue- den empezar con el pionero pero poco fiable Gil Elliot, Twentieth Century Book of the Dead, Londres, 1972; asi como Rudolph J. Rummel, Death by Government, New Brunswick, N.J., 1994; y Barbara Harffy T.R. Gurr, "Toward an Empirical Theory of Genocides and Politicides: Identification and Measurement of Cases since 1945", International Studies Quarterly 32 (1988), pp. 359-371.

    Historia Social, n. 51, 2005, pp. 139-160. I 139

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  • fue "la culmination... de un proceso que empezo a finales del siglo xvm y todavia sigue". La burocracia omnipresente, sus impulsos panopticos y controladores de todo, a menudo mas o menos estrechamente ligada al caracter paranoico del despota individual, es ahora culpada de muchos de los males del siglo xx. 2

    Tras este cambio radical de perspectiva se encuentra una combination de desarrollos culturales, intelectuales y politicos. La tardia estimation de los intelectuales occidentales respecto al comunismo, especialmente despues de 1989, renovo el interes en las teorias del totalitarismo. Asi, en un intento de contrarrestar los estereotipos populares de "antiguos odios etnicos", que se invocaban generalmente en los aiios 90 para explicar el recrudeci- miento de la violencia global despues del final de la Guerra Fria -especialmente en los Balcanes, el Caucaso y Africa central-, muchos eruditos empezaron a enfatizar el caracter moderno y derivado del estado de la violencia en masa. La fuerza e importancia causal del comportamiento mas o menos espontaneo de la multitud, los disturbios y la violencia popular pasaron a un segundo piano al centrarse la atencion en las elites politicas y sus representantes. Sobre todo, el aumento de estudios sobre el Holocausto ha visto la Solu- tion Final -genocidio a manos de un aparato estatal muy organizado- convertida en un paradigma para comprender la violencia moderna, e incluso la vida moderna en su conjun- to. Aunque muchos estudiosos del Holocausto siguen poco dispuestos a contextualizar la violencia nazi en un marco historico comparativo mas amplio, otros estan menos inhibi- dos, e incluso muchos de los que insisten en el caracter linico del genocidio de los judios quieren declararlo un o quiza el evento definitorio del siglo xx. 3

    El efecto acumulativo de estos desarrollos ha sido el destacar el papel principal juga- do por el estado violento y la vision de la violencia en masa moderna en terminos deriva- dos de la experiencia de un numero pequeno de paradigmas europeos dominantes en la historiografia. Es sin embargo cuestionable hasta que punto estos paradigmas nos permi- ten comprender los origenes de acontecimientos tan diversos como las masacres que acompafiaron la division de la India en 1947, la violencia en la Colombia de la Guerra Fria o la expulsion de los alemanes etnicos de Europa del Este tras 1945. Antes de poder hacer esto, necesitaremos un analisis mas sutil de lo que significa el estado y que papel han

    2 Omer Bartov, Murder in Our Midst: The Holocaust, Industrial Killing, and Representation, Nueva York, 1996, pp. 67-70; Stanley J. Tambiah, Leveling Crowds: Ethnonationalist Conflicts and Collective Violence in South Asia, Berkeley, Calif., 1996, pp. 3-4; Norman M. Naimark, Fires of Hatred: Ethnic Cleansing in Twen- tieth-Century Europe, Cambridge, Mass., 2001, p. 8. 3 El aumento del interes en el Holocausto ha sido estudiado por Peter Novick, The Holocaust in American Life, Boston, 1999. Su calidad paradigmatica es apoyada por Zygmunt Bauman, Modernity and the Holocaust, Cambridge, 1989; y Omer Bartov, Mirrors of Destruction: War, Genocide, and Modern Identity (Nueva York, 2000). Respecto al tema de su caracter unico, vease, entre una bibliografia extensisima, G. Rosenfeld, "The Politics of Uniqueness: Reflections on the Recent Polemical Turn in Holocaust and Genocide Scholarship", Holocaust and Genocide Studies 13 (primavera 1999), pp. 28-62; y Alan S. Rosenbaum, ed., Is the Holocaust Unique? Perspectives in Comparative Genocide, Boulder, Colo., 1996. Comparese el juicioso comentario de Maier, "Consigning the Twentieth Century to History", pp. 812, 826-829. Es chocante, tomando un ejemplo del rechazo de los historiadores del Tercer Reich a contextualizar su tema a traves del trabajo comparativo, que una reciente coleccion de ensayos sobre la violencia nazi ("La violence nazie", numero especial de la Revue d'his- toire moderne et contemporaine 47 [abril-junio 2000] no hace una sola comparacion con otros regimenes o epi- sodios. De un modo similar, un volumen al cual he contribuido: Hannes Heer y Klaus Naumann, eds., The Ger- man Army and Genocide: Crimes against War Prisoners, Jews and other Civilians in the East, 1939-1944, Nueva York, 1999. Para un ejemplo muy reciente de un trabajo sobre las atrocidades cometidas por el ejercito aleman en la primera guerra mundial, mostrando el camino hacia un acercamiento mas contextualizado a este tema, vease John N. Home, German Atrocities, 1914: A History of Denial, New Haven, Conn., 2001. La diser- tacion pionera de Richard Cavell Fattig, sobre la evolution historica de las actitudes militares alemanas hacia los civiles, sigue sin publicarse: Fattig, "Reprisal: The German Army and the Execution of Hostages during the Second World War", Tesis doctoral, Universidad de California, San Diego, 1980. 140 |

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  • jugado diferentes agentes y diferentes formas de estado en momentos diferentes. Necesita- remos verificar hipotesis derivadas principalmente de la sociologia historica o de la filoso- fia politica frente a los hechos, escudrinar el poder de la ideologia en su contexto historico, y reintroducir el papel de la contingencia historica tanto en el tiempo -el impacto cataliti- co de las guerras, guerras civiles y otros trastornos- y el espacio -localization geopolitica, proximidad de fronteras disputadas- para comprender por que tan alto numero de civiles ha sido asesinado por agencias oficiales o semi-oficiales en el siglo xx.

    Antes que nada, debe cuestionarse hasta que punto podemos entender otros muchos episodios modernos de violencia en masa si insistimos en verlos a la sombra de la Solu- tion Final, el acontecimiento que sigue flotando historiograficamente incluso sobre los numerosos asesinatos en masa cometidos por los regimenes comunistas. 4 La cuestion aqui no es la modernidad: no hay duda que el genocidio de la comunidad judia europea no pue- de entenderse en terminos de raices atavicas y odios medievales: el antisemitismo nazi no representaba meramente un renacimiento o continuation de unas actitudes cristianas mas antiguas, sino que bebia extensamente de la ciencia racial contemporanea para su autori- dad y legitimation. Sociologicamente, los principales lideres nazis eran individuos muy cultos. La tecnologia empleada, y el estado que la desplego, podia jactarse de estar entre las mas avanzadas del mundo en esos tiempos. Sin embargo la mayoria de los demas esta- dos que han perpetrado actos de violencia masiva a lo largo del siglo pasado fueron menos eficientes, organizados de forma diferente y motivados por diferentes creencias y estrate- gias. Quiza ha llegado el momento, como intentare sugerir en este ensayo, de reconsiderar la utilidad del Holocausto como vara de medir historica para la violencia de masas moder- na, y preguntarse hasta que punto las categorias mas recientemente asociadas con el, es decir, el genocidio y la limpieza etnica, son litiles como instruments de analisis historico.

    Tomemos, para empezar, los dos casos que se aproximan mas -en escala y en inten- tion- al genocidio nazi. En 1915 y 1916, por lo menos 800.000 civiles armenios fueron asesinados a sangre fria por las fuerzas otomanas. No hay duda que las muertes fueron pla- nificadas deliberadamente y cometidas desde las mas altas instancias del estado otomano. El hecho de que las poblaciones armenias de Estambul e Izmir quedaran indemnes en su mayoria simplemente significa que el objetivo no era, como en el caso nazi respecto a los judios, la extermination total. Pero esta no es la linica diferencia entre los dos casos. El uso de categorias etnicas otomanas, no nazis, significo que algunos armenios pudieron escapar de la muerte mediante la conversion. Ademas, la estructura del estado otomano se diferenciaba mucho de la del Tercer Reich: habia un grupo dirigente en la cumbre en vez de un lider unico; sabemos bastante menos de las Teskilat-i Mahsusa que de las SS, y todavia carecemos de un analisis para saber quien ostentaba realmente el poder en Estam- bul en 1914-1915. Sobre todo, mientras que el Tercer Reich conspiraba sobre la extermi- nation de los judios en el momento algido de la supremacia alemana, en la primavera de 1915 la propia existencia del Imperio Otomano habia sido cuestionada por la victoria rusa en Sarikamis, la victoria britanica en Suez y la amenaza de la invasion de los Dardanelos por mar. Sometido a presiones extremas, cerca de su extincion inminente, el estado otoma- no no poseia nada comparable con la maquinaria asesina industrializada del Reich. 5

    4 Sintomatica del persistente poder del Holocausto como categoria historica es la polemica extension del termino en trabajos como el de Horst Moller, Der rote Holocaust und die Deutschen: Die Debatte urn das "Schwarzbuch des Kommunismus'\ Munich, 1999; y la tendencia de los nuevos estudiosos de la URSS (como se trata mas adelante) a "etnicizar" e incluso "racializar" el caracter de la represion estalinista en los anos 30 y 40. Comparese tambien con Patrick Raszelenberg, "The Khmers Rouges and the Final Solution", History and Memory 11 (otono-invierno 1999), pp. 62-93.

    5 Yves Ternon, Les Armeniens: Histoire d'un genocide, Paris, 1977; Vahakn N. Dadrian, The History of the Armenian Genocide: Ethnic Conflict from the Balkans to Anatolia to the Caucasus, Providence, R.I., 1995, | 141

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  • Mas eficiente a la hora de matar, en terminos de victimas en un lapso de tiempo, que cualquiera de los dos anteriores fue el regimen de poder hutu en Ruanda durante la prima- vera de 1994. Una vez mas, no esta claro que el modelo nazi de estado o de su predica- mento geopolitico sea muy util para entender lo que sucedio. El poder hutu, por supuesto, si que abrazo una ideologia extremista que pintaba a los tutsi como una amenaza racial; muchos hutus, como muchos alemanes del periodo de entreguerras, se veian como victi- mas de la historia y de ese modo les resulto mas facil convertir a sus enemigos en victimas tambien. Pero mas alia de este punto, es dificil encontrar un proposito para la comparacion alemana. Sociologicamente, la caracteristica principal de la sociedad ruandesa era la pre- sion sobre la tierra creada por su altisima densidad de poblacion y la vulnerabilidad de una sociedad mayormente rural respecto a las fluctuaciones en los mercados internacionales. El contexto regional era muy importante: acontecimientos en Ruanda muy unidos tanto al cambio politico en el vecino Burundi (donde en 1972 hubo masacres de hutus, recuerdos avivados por el asesinato del primer presidente hutu de Burundi cometido por el ejercito tutsi en octubre de 1993) como a la exitosa invasion del pais por el Frente Patriotico Ruan- des (dirigido por tutsis) desde la frontera con Uganda. Existia pues un contexto de extrema violencia Hutu-Tutsi en los niveles politico y militar. Lejos de dirigir el mundo, el gobier- no estaba a punto de ser expulsado del poder como consecuencia de los Acuerdos de Arus- ha. Enfrentandose a tener que hacer la transition de un gobierno unico a un gobierno de coalition, algunos extremistas del poder hutu se movilizaron en defensa de sus privilegios de un modo similar -aunque mucho mas letal- a la reaction de Slobodan Milosevic frente al final del gobierno unipartidista en Yugoslavia. He aqui un caso en que el genocidio no era tanto un signo de la fiierza de los extremistas como de su debilidad -tanto en su propio pais como en el extranjero- y un instrumento para consolidarse en el poder. El exterminio nazi tuvo lugar en un secreto casi total, por lo menos en lo que concierne al pueblo ale- man; en Ruanda, como ocurrio antes en Anatolia, fue ubicuo e inevitablemente piiblico. Y las potencias internacionales jugaron un papel mucho mas determinante que en el caso nazi, tanto en el pasado como gobiernos coloniales y en el mismo momento: Francia y los Estados Unidos efectivamente evitaron la action de la ONU en un momento en que podria haber puesto freno a las masacres. 6

    Los tres casos -el Holocausto, el asesinato masivo de los armenios otomanos y Ruan- da- cuentan como episodios de genocidio, si el termino puede tener un significado. Pero

    sobre la Teskilat, todavia existe solamente Philip Stoddard, "The Ottoman Government and the Arabs, 1911 to 1918: A Preliminary Study of the Teskilat-i Mahsusa", Tesis doctoral, Princeton University, 1963; y dos articu- los de Dadrian, "The Role of the Special Organisation in the Armenian Genocide during the First World War", en Panikos Panayi (ed.), Minorities in Wartime: National and Racial Groupings in Europe, North America and Australia during the Two World Wars, Londres, 1993, pp. 50-83; y "The Secret Young Turk-Ittihadist Confe- rence and the Decision for the World War One Genocide of the Armenians", Holocaust and Genocide Studies 7 (otono 1993). Richar G. Hovannisian, ed., Remembrance and Denial: the Case of the Armenian Genocide, Detroit, Mich., 1999, presta poca atencion al contexto otomano mas amplio. Desde este punto de vista es util Manoug Joseph Somakian, Empires in Conflict: Armenia and the Great Powers, 1895-1920, Londres, 1995; tambien en un trabajo aun no superado, W.E.D. Allen y Paul Muratoff, Caucasian Battlefields, Cambridge, 1953; para el contexto historico, vease Feroz Ahmed, "Unionist Relations with the Greek, Armenian and Jewish Communities of the Ottoman Empire, 1908-1914", en Benjamin Braude y Bernard Lewis (eds.), Christians and Jews in the Ottoman Empire, vol. 1, Nueva York, 1982, pp. 387-434. 6 Howard Adelman y Astri Suhrke (eds.), The Path of a Genocide: The Rwanda Crisis from Uganda to Zaire, New Brunswick, N.J., 1999; Philip Gourevitch, We Wish to Inform You That Tomorrow We Will Be Killed with Our Families: Stories from Rwanda, Nueva York, 1998; Gerard Prunier, The Rwanda Crisis: His- tory of a Genocide, Nueva York, 1997; Mahmood Mamdami, When Victims Become Killers: Colonialism, Nati- vism, and the Genocide in Rwanda, Princeton, N.J., 2001. Para profundizar en la politica francesa con Ruanda durante el genocidio, vease Gerard Prunier, "Operation Turquoise: A Humanitarian Escape from a Political Deadend", en Adelman y Suhrke, Path of a Genocide, pp. 281-307. 142

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  • Archivos de la NKVD. Documentation del poeta Osip Mandelstam

    genocidio es un termino esquivo para los historiadores, por varios motivos. Conforme su importancia en la legislation international crece, sus connotaciones legales empiezan a complicar su utilidad historica. La definition contemplada en la Convention de Ginebra de la ONU es al mismo tiempo demasiado limitada -tiene en cuenta la represion etnica, racial y religiosa, pero no la politica o economica- y asombrosamente abierta. La repre- sion cultural tambien cuenta en ciertas circunstancias como genocidio segiin la Conven- tion, incluso cuando nadie muere en consecuencia. Lo que importa para los legisladores no es el niimero de victimas sino la proportion de un grupo etnico que se ve afectada: en 1996, por ejemplo, cinco mineros en Brasil fiieron acusados de genocidio tras la muerte de dieciseis indios yanomami. El legislador puede centrarse en las coincidencias con Ruanda, el historiador se queda pasmado por las diferencias. Pero sobre todo, el historiador sin duda tiene que tener en cuenta la comparativa rareza del fenomeno, al menos en el sentido comun del termino. Muy pocos regimenes han intentado eliminar grupos etnicos comple- tos por medio del asesinato, y las caracterizaciones del siglo xx como "el siglo del genoci- dio" exageran la importancia de lo que en realidad es un hecho mas bien infrecuente. Si queremos explorar la violencia de masas moderna, debemos aspirar a mas. 7

    Mas comunes a lo largo del final del siglo xix y el xx, mientras los imperios se hun- dian y el nacionalismo ganaba terreno, fueron las politicas intermedias de violencia cono- cidas como "limpieza etnica" desde los anos 90: politicas caracterizadas por una combina-

    7 Acerca de los Yanomami, vease Survival International, Disinherited: Indians in Brazil, Londres, 2000, 49-53. Mark Levene, "Why is the Twentieth Century the Century of Genocide?", Journal of World History 1 1 (otoiio 2000), pp. 305-336. 143

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  • cion de masacre y expulsion, actos deliberados de terror y pillaje, humiliation social y violation en masa. Los movimientos forzados de poblaciones en si no son un sintoma de modernidad en mayor medida que las masacres; han formado parte del repertorio del dominio imperialista por lo menos desde los inicios de la era moderna. Pero igual que los asesinatos en masa, las deportaciones tambien adquirieron un nuevo caracter en el siglo xx. Y la "limpieza etnica" ha llegado a referirse en la pasada decada a una enorme varie- dad de acontecimientos, incluyendo la huida de los musulmanes del litoral del Mar Negro hacia el menguante Imperio Otomano, las guerras de los Balcanes de 1912-1913, la expul- sion de los alemanes etnicos de la Europa del Este, los palestinos de Israel en 1948, y los miembros de las "naciones cautivas" en la URSS con Josef Stalin, y tambien los aconteci- mientos durante los 90 en los Balcanes y el Caucaso. 8

    Fue en las guerras de la antigua Yugoslavia desde 1991 hasta 1999 cuando este termi- no quedo acunado. En Bosnia, en particular, la limpieza etnica tomo la forma de asaltos dirigidos contra poblaciones aisladas por una fuerza militar desproporcionada de tropas regulares, a menudo respaldadas por artilleria pesada, del Ejercito Yugoslavo del Pueblo, y unidas paramilitares irregulares asociadas a este. Estas ultimas eran conocidas por aterro- rizar a las poblaciones civiles disparando al azar a los no serbios (inicialmente, mas tarde la practica se extendio tambien al bando croata), propiciando asi la rapida huida del resto de los habitantes. A menudo, los hombres eran encarcelados en campos provisionales y las mujeres eran violadas. El resultado de esta politica -y claramente se trataba de una politi- ca- fue que miles de no serbios huyeron de sus casas en cuestion de semanas. La limpieza etnica, en este caso, vacio el pais de una muy amplia proportion de los etnicamente inde- seables, que fueron convertidos en refugiados. Al menos desde la perspectiva serbobosnia, esto era, o pronto llego a ser, el fundamento de la guerra. La violencia era necesaria para forzar a la gente a dejar sus hogares. El objetivo no era la extermination total sino su hui- da a traves de la frontera hacia los estados vecinos. Desde el punto de vista serbio, la lim- pieza etnica fue una parte integral de la construction de la nation, o, para ser mas preci- sos, del engrandecimiento de la nation.

    Como el genocidio, y de hecho el propio termino holocausto, la etiqueta "limpieza etnica" desde entonces se ha convertido en un modo de llamar la atencion y dar relevancia a varios episodios del pasado mas o menos abandonados. Sin embargo los paralelismos con el caso bosnio son a menudo menos llamativos que las diferencias, y revelan la difi- cultad de establecer una conexion directa entre la violencia organizada, la homogeneiza- cion de las poblaciones y la construction de la nation o el estado. En primer lugar, necesi- tamos establecer la intencionalidad y distinguir entre, por un lado, las deportaciones forzadas, los movimientos de refugiados impulsados por actos de terror piiblicos y delibe- rados, y por otro la huida por el panico y las migraciones mas voluntarias. Frecuentemente es dificil distinguir entre expulsion y panico, y los dos pueden estar entrelazados, como sugiere el caso de los alemanes de Prusia oriental en 1944-1945. Aunque algunos historia- dores se refieren a la huida de miles de tartaros crimeos hacia tierras otomanas por los avances rusos durante el siglo xix como "limpieza etnica", investigaciones recientes sugie- ren que esto a menudo ocurrio a pesar de los deseos de las autoridades imperiales rusas, no a causa de estos: su huida significaba la perdida de una valiosa fuerza de mano de obra

    8 Andrew Bell-Fialkoff, "A Brief History of Ethnic Cleansing", Foreign Affairs 72 (verano 1993); y Bell- Fialkoff, Ethnic Cleansing, Nueva York, 1996; Naimark, Fires of Hatred; J. Otto Pohl, Ethnic Cleansing in the USSR, 1937-1949, Nueva York, 1999. Robert M. Hayden, "Schindler's Fate: Genocide, Ethnic Cleansing, and Population Transfers", Slavic Review 55 (invierno 1996), pp. 727-748, y replicas subsiguientes, trata tanto de la hipocresia de las actitudes internacionales hacia la expulsion de los alemanes etnicos como de las propias expulsiones. Para comentarios utiles, vease Rogers Brubaker y David D. Laitin, "Ethnic and Nationalist Vio- lence", Annual Review of Sociology 24 (1998), pp. 423-452. 144 |

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  • agricola y el abandono de sus tierras. De hecho, muchos musulmanes tartaros y balcanicos huyeron cuando el control politico paso de manos musulmanas a manos cristianas porque no querian permanecer en un estado no musulman, especialmente un estado donde sus hijos quiza se vieran forzados a enrolarse en un ejercito que se podria usar contra los oto- manos. Por otra parte, la etiqueta de la limpieza etnica es mas apropiada para lo que hicie- ron los rusos con las tribus del Caucaso, donde el ejercito imperial decidio expulsar a miles de sus antiguos oponentes una vez aplastada la insurreccion shamil. No es mera coincidencia que, mientras los colonos tartaros que se instalaron en la Bulgaria otomana se llevaron bastante bien con sus vecinos, los circasianos se convirtieron en una fuente de aprovisionamiento para las tropas irregulares desplegadas a traves de los Balcanes para suprimir los levantamientos nacionalistas cristianos. 9

    Es mas crucial preguntarse, en los casos de coercion, quienes organizaron la violen- cia y como encajaron en el supuesto aparato de estado. En el caso bosnio, por ejemplo, existia una intrincada red de relaciones entre el gobierno de Serbia, el Ejercito Popular Yugoslavo y los grupos paramilitares reunidos en torno a Radovan Karadzic y otros jefes. La violencia fue tanto un modo de construir un nuevo estado, y reclamar un lugar promi- nente en el, como un modo de asegurar o expandir el poder de uno ya existente. La antro- pologa Cornelia Sorabji ha sugerido que "mas que una organizacion de tecnicas violentas especificas, [la guerra en Bosnia] sugiere la organizacion de un contexto en el cual la gen- te es capacitada para infligir cualquier tortura desorganizada que se le ocurra. El contexto si que esta organizado, sin embargo". Valdria la pena relacionar este informe sobre un estado en expansion o incipiente que anima e incita a la colaboracion y complicidad de los individuos y grupos civiles, con el analisis de Jan Gross acerca de como los regimenes totalitarios de ocupacion en las tierras occidentales fronterizas de Polonia con Lituania organizaron de modo similar un contexto en el cual la violencia podia generarse localmen- te entre 1939 y 1941. El proceso continuo cuando se restablecio el poder sovietico median- te la expulsion de los alemanes etnicos de las tierras fronterizas occidentales unos anos mas tarde (y de los ucranianos de sus tierras fronterizas orientales), ofreciendo otra vez un ejemplo del modo en que la violencia etnica formaba parte del establecimiento de un nue- vo sistema de poder estatal. Un caso analogo es el de la minoria Cham albano musulmana, expulsada del noroeste de Grecia bajo la acusacion de colaboracionismo al final de la gue- rra, una action iniciada en gran parte por fiierzas paramilitares locales y que solo fue rati- ficada despues por el sitiado estado griego en la lejana Atenas. 10

    Un rasgo comun de todos los casos mencionados es que tuvieron lugar en Europa o

    9 Justin McCarthy, Death and Exile: The Ethnic Cleansing of Ottoman Muslims, 1821-1922, Princeton, N.J., 1995; menos controvertido, Alexandra Toumarkine, Les migrations des populations musulmanes balkani- ques en Anatolie (1876-1913), Estambul, 1995; B. Glyn Williams, "Hijra and Forced Migration from 19th Cen- tury Russia to the Ottoman Empire: A Critical Analysis of the Great Crimean Tatar Emigration of 1860-1861", Cahiers du monde russe 41 (enero-marzo 2000), pp. 79-108; W. Brooks, "Russia's Conquest and Pacification of the Caucasus: Relocation Becomes a Pogrom in the Post-Crimean War Period", Nationalities Papers 23 (1995), pp. 675-686; Stephen D. Shenfield, "The Circassians: A Forgotten Genocide?", en Mark Levene and Penny Roberts, eds., The Massacre in History, Nueva York, 1999, pp. 149-163; M. Pinson, "Ottoman Colonisation of the Circassians in Rumili", Etudes balkaniques 9 (1973). Vease A. Derslid, "Imperial Russification", en John Morison (ed.), Ethnic and National Issues in Russian and East European History, Londres, 2000, capitulo 3.

    10 Cornelia Sorabji, "A Very Modern War: War and Territory in Bosnia-Hercegovina", en Robert A. Hin- de and Helen Watson, eds., War: A Cruel Necessity? The Bases of Institutionalised Violence, Londres, 1995, pp. 80-99; Jan Tomasz Gross, Neighbors: The Destruction of the Jewish Community in Jedwabne, Poland, Princeton, N.J., 2001; Tim Snyder,

    " 'To Resolve the Ukrainian Problem Once and for All': The Ethnic Clean- sing of Ukrainians in Poland, 1943-1947", Journal of Cold War Studies (primavera 1999); y T. Piotrowski, "Akcja 'Wisla': Operation 'Wisla': Operation 'Vistula', 1947: Background and Assessment", Polish Review 43, n 2 (1998), pp. 219-238. 145

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  • sus margenes, una parte del mundo donde las estructuras estatales han estado relativamen- te bien organizadas desde los primeros tiempos de la era moderna. Expulsar a los pueblos de sus tierras ha ocurrido, por supuesto, a mucha mayor escala, y forma parte de la historia del colonialismo global: dar prioridad al papel del estado en la perpetration de la violencia a gran escala ha tenido el efecto de marginalizar este tipo de violencia de asentamiento, cuyas victimas han sido normalmente pueblos indigenas que han dejado pocos registros historicos. En areas como Australia, Rusia, Africa y America, la violencia contra los nati- vos fiie perpetrada en su mayoria por colonos europeos, a veces respaldados a distancia por el poder metropolitano, pero a menudo resultado de las iniciativas locales en estas sociedades fronterizas, motivada por el deseo de los colonos por controlar la tierra, agua y otros recursos. El que esto cuente como limpieza etnica es discutible, una cuestion que depende en gran parte de los objetivos politicos de los perpetradores. Pero la violencia de asentamiento puede relacionarse con la limpieza etnica en general mas estrechamente de lo que se admite comunmente, ya que a menudo establecio actitudes y practicas para el control de los habitantes indigenas de las sociedades coloniales, las cuales llegaron a influir en el comportamiento policial y militar de los estados europeos respecto a sus pro- pias poblaciones y a las de los territorios adyacentes conquistados tambien. n

    La cuestion de como esta organizada la limpieza etnica esta estrechamente ligada a la cuestion previa de como y en que punto las politicas relevantes fueron formuladas y se lie- go a ellas. La expulsion de entre 10 y 12 millones de alemanes etnicos de Europa oriental debe verse en el contexto de los seis anos anteriores de guerra total, iniciada por un regi- men aleman que habia traido un derramamiento de sangre sin precedentes y forzado el desplazamiento de las poblaciones hacia la region. Habia unanimidad entre la mayoria de los principales actores -la Union Sovietica, sus aliados y satelites, y la opinion popular en la region- respecto a la idea de que no era posible la justicia a corto plazo y la paz regional a largo plazo sin la expulsion de los alemanes. La violencia y las violaciones en masa a manos del Ejercito Rojo aceleraron el panico que ya se habia establecido antes de la derro- ta del Reich. Pero mientras que en Europa Oriental se habian establecido las bases para la expulsion de los alemanes -una expulsion que tuvo lugar sobre todo cuando ya habia aca- bado la guerra- previo acuerdo entre los lideres nacionales e internacionales, en otros casos de expulsiones masivas que ocurrieron en la misma epoca, el cuadro es diferente.

    En la guerra por Palestina de 1948, investigaciones recientes han confirmado que la guerra de independencia de Israel fiie acompaiiada de varias masacres y la deliberada expulsion de los civiles. Estadistas sionistas como David Ben-Gurion y Chaim Weizmann habian especulado anteriormente sobre como librarse de los arabes de Palestina despues de la creation del estado judio. Sin embargo, la conexion entre estas declaraciones y las acciones que tuvieron lugar despues sobre el terreno es dificil de probar. Parece probable que la idea de expulsar a los civiles arabes en niimeros lo mas amplios posible llego en el curso de la propia guerra y fue, quiza por eso, realizada de un modo mas desorganizado y parcial que en el caso aleman. En el caso israeli, el propio estado se creo en un entorno muy cambiante en el cual los altos cargos militares se vieron capacitados para tomar deci- siones de largo alcance. 12

    11 Volvere mas adelante a la relation entre el imperio colonial y Europa en este contexto. Dirk Moses, de la Universidad de Sydney, esta trabajando sobre la violencia de frontera en las sociedades de asentamiento. Para America, vease David E. Stannard, American Holocaust: The Conquest of the New World, Nueva York, 1992. Para un ejemplo de Africa, vease Arthur Keppel-Jones, Rhodes and Rhodesia: the White Conquest of Zimba- bwe, 1884-1902, Kingston, Ont., 1983; mi agradecimiento a Mark Levene por esta referencia. 12 Sobre la idea de la expulsion, vease Nur Masalha, Expulsion of the Palestinians: The Concept of "Transfer" in Zionist Political Thought, 1882-1948, Washington, D.C., 1992; Anita Shapira, Land and Power: the Zionist Resort to Force, 1881-1948, Stanford, Calif., 1992; Eugene L. Rogan y Avi Shlaim, eds., The War for 146

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  • Todas estas ambigiiedades en torno al papel del estado como agente de la expulsion en masa se multiplican en el caso de la partition de India en 1947, donde la limpieza etni- ca -si eso file lo que realmente ocurrio- tuvo lugar en una especie de vacio politico. En terminos meramente numericos, la escala de desplazamiento solo fue superada por la expulsion de los alemanes etnicos, y ocurrio al mismo tiempo. En terminos de los que murieron, fue mucho mas sangriento y letal. Sin embargo los asesinatos comenzaron debi- do a la manifiesta incapacidad del estado colonial indio a todos los niveles para controlar la situation en areas fronterizas vitales, notablemente el Punjab. Una vez creados los nue- vos estados postcoloniales, a ambos lados de la nueva frontera, pudieron acabar con las masacres relativamente pronto, dejando una amplia poblacion musulmana en la India y una minoria hindii mas reducida al otro lado de la frontera. Aqui la violencia apenas se puede atribuir al todopoderoso estado moderno -ya sea colonial o postcolonial- aunque su causa primaria, por supuesto, fuera las politicas de partition disenadas en Nueva Delhi y Londres. 13

    Llegados a este punto, es obvio que la logica del interes de estado es insuficiente para explicar la violencia. ^Debemos buscar factores mas individualistas y subjetivos? No necesariamente: entre el nivel del estado y el del perpetrador individual esta el de los poderosos locales y regionales, cuya importancia esta siendo enfatizada por los estudiosos del comunalismo en la India asi como por los de su casi equivalente ruso, el pogrom zaris- ta. Segiin el estudio de Bengala por Joya Chatterji, por ejemplo, la "gran masacre de Cal- cuta" de 1946, que dejo al menos cinco mil muertos, "no fue una revuelta sino una guerra civil", que implico imperativos politicos y la organization de grupos de voluntarios por politicos locales y elites. El afio siguiente, ejercitos privados y organizaciones paramilita- res, como los sij jathas, que solian incluir hombres con experiencia militar adquirida en el servicio britanico, superaron a la presionada Fuerza Fronteriza de Punjab. Pero incluso un instrumentalismo a menor escala necesita tomar en cuenta los aspectos mas subjetivos y emocionales de la violencia en masa de este tipo. Si a veces la violencia servia para aterro- rizar a poblaciones y forzarlas a huir, otras veces mostraba una motivation menos racional, ya que muchas veces las masacres tenian lugar a lo largo de carreteras y lineas de ferroca- rril en las cuales las victimas eran asesinadas precisamente cuando intentaban irse de la zona. "Simplemente nos volvimos locos", recuerda un sij que participo en una masacre en un pueblo musulman durante las particiones indias. "Fuimos arrastrados por esa ola de odio", fueron las palabras de un musulman perpetrador en los mismos acontecimientos. De modo similar, Tambiah se refiere a la "violencia jubilosa", y ve las revueltas contra los tamiles en Colombo, 1983 y las revueltas anti-sij en Nueva Delhi de 1984 como epicentros de la histeria colectiva. Menos jubilosas quiza, pero las marchas nazis de la muerte desple- gaban una irracionalidad similar. Es en este punto, quizas, donde los historiadores de Europa -cuyo enfoque centrado en el estado a menudo ha ocultado un rechazo a conside- rar la idea de que ocasionalmente la gente comun goza o se enorgullece al matar- podrian aprender de los estudiosos del Asia del Sur sobre la violencia comunitaria. En el trabajo de Veena Das y Sudhir Kakar, en particular, vemos funcionar una sutil psicologia que evita

    Palestine: Rewriting the History of 1948, Cambridge, 2001; Benny Morris, The Birth of the Palestinian Refugee Problem, Cambridge, 1987; y Morris, "Operation Dani and the Palestinian Exodus from Lydda and Ramie in 1948", Middle Eastern Journal 40, n 1 (1986), pp. 82-109.

    13 S. Aiyar, '"August Anarchy': The Partition Massacres in Punjab, 1947", South Asia 28 (1995), pp. 13- 37; Ian Copland, "The Further Shores of Partition: Ethnic Cleansing in Rajasthan, 1947", Past and Present, 160 (1998), pp. 203-239; David Gilmartin, "Partition, Pakistan and South Asian History: In Search of a Narrative", Journal of Asian Studies 57, n 4 (1998), pp. 1068-1095. 147

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  • las rigideces conceptuales que encontramos en algunos conocidos ensayos sobre los perpe- tradores nazis. 14

    Sin duda porque es practicamente incuestionable que el estado sovietico ambicionaba organizar la sociedad lo mas eficazmente posible, los terminos "limpieza etnica" -y de hecho "genocidio"- han sido aplicados tambien aqui. Para algunos investigadores, estas categorias proporcionan una forma de situar la experiencia de la URSS en un contexto mucho mas amplio, ligado al Holocausto y otros aspectos del lado mas oscuro de la modernidad. Peter Holquist presenta la vigilancia politica bolchevique de entreguerras como "una subfuncion de la forma moderna de la politica", mientras que Amir Weiner ha intentado mostrar que en la Ucrania de la decada de 1940, el liderazgo sovietico estaba lle- vando hasta el extremo los elementos purificantes y violentamente exclusivistas inherentes a la "empresa estetica" de construir una "comunidad mejor, mas pura y hermosa". En tales argumentos, se discierne la influencia de Michel Foucault y su idea de la gobernabilidad asi como una vena del pensamiento antiutopico de finales del siglo xx, el cual apunta a los peligros inherentes a todos los esquemas destinados a la mejora humana y la ingenieria social. 15

    Pero aunque el caracter estatal de la violencia politica bajo los bolcheviques no puede cuestionarse facilmente, si que puede cuestionarse hasta que punto puede calificarse la violencia comunista como "etnica". La URSS si que apelo a categorias etnicas en su poli- tica y empezo las. deportaciones de miembros de grupos nacionales especificos en los afios 30. Ningiin otro estado habia trasladado -o, asi mismo, matado- a personas a tal escala. Pero la mayoria de las deportaciones no iban dirigidas contra grupos nacionales en su tota- lidad: inicialmente, fiieron disenadas para asegurar las fronteras y asi tenian una funcion cuasi militar de un estilo parecido a la politica imperial rusa en la primera guerra mundial, e incluso antes. 16

    Aunque la masiva deportation de polacos y balticos en 1940-1941 no aspiraba al des- plazamiento de naciones enteras ni mucho menos, el trato dado a los chechenos, los tata- ros de Crimea y otros si que nos acerca mucho mas al paradigma yugoslavo de la limpieza etnica. Sin embargo, sigue habiendo una diferencia importante. Las autoridades sovieticas consideraban las deportaciones como un castigo colectivo: sin embargo, no era una depor- tacion fiiera del pais, sino mas hacia el interior. Asi la frontera, tan crucial en ambos casos, tuvo una funcion muy diferente: punto de no retorno en los casos yugoslavo, aleman o pa- lestino, pero para los sovieticos, mas bien una zona neuralgica, cuya seguridad podia pre-

    14 Joya Chatterji, Bengal Divided: Hindu Communalism and Partition, 1932-1947, Cambridge, 1994, p. 232; Veena Das (ed.), Mirrors of Violence: Communities, Riots and Survivors in South Asia, Nueva Delhi, 1990, p. 25; Urvashi Butalia, The Other Side of Violence: Voices from the Partition of India, Londres, 2000, pp. 58-59; Tambiah, Leveling Crowds, vease tambien Sudhir Kakar, The Colors of Violence: Cultural Identities, Religion and Conflict, Chicago, 1996, para un estudio profundo de la psicologia de los "hombres fiiertes" en el corazon de estos brotes de violencia.

    15 Peter Holquist, " Information Is the Alpha and Omega of Our Work : Bolshevik Surveillance in Its Fan-

    European Context", Journal of Modern History 69 (septiembre 1997), pp. 415-450; Amir Winer, Making Sense of War: The Second World War and the Fate of the Bolshevik Revolution, Princeton, N.J., 2001. Mas general, vease Martin E. Malia, The Soviet Tragedy: A History of Socialism in Russia, 1917-1991, Nueva York, 1994; y James C. Scott, Seeing like a State: How Certain Schemes to Improve the Human Condition Have Failed, New Haven, Conn., 1998.

    16 Vease Eric Lohr, "Enemy Alien Policies within the Russian Empire dunng World War One , Tesis doc- toral, Harvard University, 1999; Terry Martin, "The Origins of Soviet Ethnic Cleansing", Journal of Modern History 70 (diciembre 1998), pp. 813-861; Michael Gelb, "The Western Finnic Minorities and the Origins of the Stalinist Nationalities Deportations", Nationalities Papers 24 (junio 1996), pp. 237-268; Gelb, "An Early Soviet Ethnic Deportation: The Far-Eastern Koreans", Russian Review 54 (julio 1995), pp. 389-412; Gelb, "Ethnicity during the Ezhovschchina: A Historiography", en Morison, Ethnic and National Issues in Russian and East European History, pp. 190-199. 149

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  • cisar del desplazamiento de grupos sospechosos hacia el interior lejos de posibles contac- tos con enemigos del estado: en un caso, expulsion de la comunidad politica, en el otro no.

    ^Cuenta esto como limpieza etnica? Si, segiin J. Otto Pohl, quien ve en Josef Stalin un seguidor de las tradiciones imperiales rusas mas antiguas de desplazamiento de la poblacion; si, tambien, por otras razones, para Terry Martin, quien argumenta que a mediados de los afios 30 se dio una transition de las deportaciones basadas en motivos de clase hacia los objetivos etnicos como parte del empeiio modernizador del estado. Y aun asi, hasta que punto las deportaciones revelan una dimension racial subyacente a la ideolo- gia comunista es mas dificil de probar. No hay apenas dudas sobre el cambio de una linea autonomista a una linea mas represiva con las nacionalidades en la decada de 1930. Inclu- so durante la Gran Purga, la nacionalidad no estaba entre las categorias mas importantes. Pero entre la elimination de "espias polacos" y las operaciones dirigidas contra pueblos enteros despues de 1937, cuando tanto los coreanos como los griegos del mar Negro fue- ron objetivo en masa, se produjo claramente un cambio importante en el pensamiento ofi- cial. Sin embargo, a diferencia de la limpieza etnica al estilo yugoslavo, no se trataba tanto de destruir naciones como de suprimir a "contrarrevolucionarios" en el contexto del miedo de Moscu a una guerra inminente. La necesidad que sintieron algunos eruditos contempo- raneos de demostrar una dimension racial en las politicas comunistas sovieticas parece derivarse o, al menos, reflejar el vigente poder del paradigma del Holocausto en las discu- siones sobre la violencia en masa en Europa. Sin embargo, para el observador exterior no parecer ser muy diferente desde el punto de vista etico el que Stalin consintiera, o tolerara, las muertes de millones de ucranianos durante los afios de la hambruna (principios de los afios 30) porque eran ucranianos, o porque, como parece mas probable, porque los granje- ros ucranianos tenian la Have del control del regimen sobre la production de comida: en ese sentido, la cuestion del genocidio es un pretexto para desviar la atencion, aunque importa mucho por supuesto a los nacionalistas ucranianos, ansiosos por situar su propia relation con su pasado comunista. 17

    Se tratara o no de genocidio y limpieza etnica, la URSS fue sin duda mas asesina con sus propios ciudadanos -por lo menos en tiempos de paz- que ningiin otro pais lo habia sido hasta ese momento. ^Fue acaso por su caracter totalitario? Esta pregunta incita a com- parar sus formas y niveles de violencia con los de otro gran regimen totalitario de la Euro- pa de mediados del siglo: la Alemania de Adolf Hitler. Curiosamente, si tenemos en cuen- ta la relevancia politica del tema (que animo encendidos debates intelectuales tanto en Francia como en Alemania Occidental a finales del siglo xx sobre la criminalidad compa- rada de los dos regimenes), no ha habido mucho en cuanto se refiere a una comparacion historica fundamentada. De hecho, desde el punto de vista de los niveles de represion poli- tica, los dos sistemas antes de 1940 eran bastante diferentes: la poblacion del Gulag entre las dos guerras subio a bastante mas de un millon, mientras que los campos nazis alberga- ban menos de 100.000 reclusos; tampoco podia decirse que la escala de ftisilamientos masivos durante el Gran Terror se parezca mucho a lo que relativamente seria una bagate- la, como la Noche de los Cuchillos Largos. Nada en la experiencia prebelica del III Reich fue comparable al fusilamiento de 9.000 personas por las NKVD en Vinnytsia en 1937- 1938. En terminos puramente cuantitativos, esta claro que sistema politico requeria un mayor grado de coercion para mantenerse en el poder. La guerra, sin embargo, vio reducir-

    17 Pohl, Ethnic Cleansing; Keith Sword, ed., Deportation and Exile: Poles in the Soviet Union, 1939-48, Londres, 1994; y Z. Siemeszko, "The Mass Deportations of the Polish Population to the USSR, 1940-1941", en Keith Sword, ed., The Soviet Takeover of the Polish Eastern Provinces, 1939-41, Londres, 1991, pp. 217-232. Sobre la hambruna en Ucrania, y en particular la cuestion de si cuenta o no como "genocidio", vease David R. Marples, Stalinism in the Ukraine in the 1940s, Londres, 1992, pp. 22-23. 150

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  • se la diferencia numerica rapidamente: aunque la poblacion del Gulag aumento a cerca de 2 millones, el sistema de campos nazi se expandio mucho mas rapido entre 1939 y 1944, llegando eventualmente a alcanzar una poblacion de cerca de un millon de internos. Como lo habia sido la OGPU/NKVD, las SS se transformaron en un productor industrial a gran escala. Una diferencia fue que los alemanes establecieron varios campos de exterminacion industrializados para el asesinato racial masivo que no tenia equivalentes sovieticos. Otra foe que el sistema nazi -en gran parte producto de la guerra- solo se acabo con la derrota militar. El destino del Gulag foe mas complejo: habiendosele dado una nueva vida, y ade- mas extendiendose por Europa Oriental en los ultimos aiios de Stalin (en 1953, contenia mas de 2,7 millones de prisioneros), el sistema de campos se encogio, y se concedio la amnistia a los prisioneros en el deshielo subsiguiente. 18

    ^Nos da el concepto de totalitarismo mucho apoyo para entender el auge y declive de estos dos sistemas? Probablemente no: hay demasiadas fluctuaciones, demasiadas discre- pancias: de hecho, si tuvieramos que contar con la Italia de Benito Mussolini -un pais que firmo menos de cincuenta sentencias de muerte por crimenes politicos antes de 1939- como un estado totalitario (una caracterizacion adoptada por el propio regimen en varios momentos y recientemente adoptada por algunos de sus historiadores), el valor heuristico del concepto todavia pareceria mas dudoso. Ademas, el propio totalitarismo sugiere un tipo de enfoque estructural a un fenomeno que estaba claramente muy influido por facto- res coyunturales, sobre todo, por la guerra. La misma conclusion emerge de un estudio del aiin mas cargado asunto de las muertes masivas. Intentemos dejar de lado un debate inte- lectualmente redundante a pesar de su gravedad acerca de si Hitler o Stalin foeron respon- sables de mas victimas. (Si de algo sirve, una estimation reciente sugiere que mientras que el regimen estalinista "pudo haber causado la muerte prematura de mas personas que el regimen de Hitler... [las pruebas] no muestran que matara mas gente a proposito".) La tesis del totalitarismo no ofrece una explication obvia para la escala y cronologia de las muer- tes en cada caso. Tanto para los regimenes nazi como sovietico, hubo momentos de escala- da en que la tasa de muertes subio muy rapidamente. Para los nazis, esto foe, de nuevo, la guerra, primero en otoiio de 1939 y luego, un nuevo umbral, en junio de 1941, con la inva- sion de la URSS y el comienzo de una autoproclamada "guerra de aniquilacion". Para los sovieticos, la invasion de los estados balticos y Polonia en 1939-1940 foe un momento similar, aunque no el primero: como defiende Nicholas Werth, hubo al menos cuatro ciclos de violencia, empezando en 1917 (reforzando asi la idea de que no foe solo la segunda sino tambien la primera guerra mundial la que jugo un papel clave en las normas de violencia creciente). En particular, Werth alude a la "exterminacion masiva" de los cosacos en 1919-1920 como precedente de los foturos asesinatos en masa, y argumenta que lo que los bolcheviques hicieron despues de 1920 foe extender el principio de la gue- rra civil hasta su propia sociedad. Esto me parece una idea clave que nos ayuda a com- prender por que algunos estados mataron tan prontamente. Como el antifascista italiano Carlo Rosselli apunto primero, foe una caracteristica de los estados ideologicos de media- dos del siglo xx el hecho de que facilmente borraron la frontera entre enemigos internos y externos, y asi volvieron a dibujar la linea politica divisoria dentro de sus propias socieda- des entre los considerados leales y los potencialmente mas alia de los limites. Respecto a esto, diferian totalmente de sus predecesores del siglo xix, para los cuales la deslealtad y la traicion eran dos conceptos separados. 19

    18 David Rousset, L 'univers concentrationnaire, Paris, 1946. El mejor tratamiento comparativo del prisio- nero politico en el siglo xx -un tema muy descuidado- es ahora Polymeris Voglis, Becoming a Subject: Politi- cal Prisoners during the Greek Civil War, 1945-1950, Oxford, 2001, caps. 1-2.

    19 Respecto al totalitarismo italiano, vease Alexander de Grand, "Cracks in the Facade: The Failure of Fas- 151

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  • A pesar de todo vale la pena apuntar que no todos los regimenes comunistas -o en realidad totalitarios- practican la violencia sistematica, o experimentan los mismos niveles de violencia unos que otros, como un estudio mas comparativo de la violencia indica. Los propios niimeros implicados en la tirania estatal china sobre su propio pueblo hacen som- bra incluso al caso sovietico: una poblacion prisionera en campos de casi cinco millones en 1949, subiendo hasta casi diez millones a principios de 1980; una inmensa tasa de mor- tandad -se estima que entre 20 y 43 millones- en la hambruna de 1959-1961, resultado directo del Gran Salto Adelante. Como en el caso sovietico, junto con el papel innegable de la ideologia (aqui intensificado por la rivalidad de Mao Zedong con la URSS) debe situarse el impacto de casi dos decadas de guerra, ocupacion colonial (por los japoneses) y guerra civil. Y del mismo modo que la muerte de Stalin supuso un descenso de la repre- sion, asi la muerte de Mao llevo a una nueva moderation, cuando el ejercito desarmo a la Guardia Roja. Cualquier explication de la violencia comunista debe sin duda ser capaz de incluir tanto el final como la genesis de episodios como el Terror o la Revolucion Cultural, y esto probablemente requiera explicaciones que contemplan la ideologia no tanto como un factor causal por derecho propio, sino como elemento de la lucha politica dentro del aparato del estado entre diferentes grupos y facciones, cuyos intereses dependen de la pro- motion o de la finalizacion de la violencia. 20

    El bano de sangre perpetrado por otro movimiento comunista, los khmeres rojos, y terminado por la invasion de un vecino comunista, Vietnam, puede verse de modo similar. Mientras China se alejaba del radicalismo revolucionario, quiza el experimento mas radi- cal de todos lo estaban realizando al sur de Camboya, bajo el liderazgo de Pol Pot. Su bre- ve pero increiblemente sangriento reino implico una especie de competition para demos- trar la profimdidad de su logro. "Estamos haciendo una revolucion unica", se jactaba un oficial. "Somos mucho mejores que los chinos que nos admiran. Estan intentando imitar- nos pero aiin no lo han conseguido. Somos un buen modelo para el resto del mundo." Jean-Louis Margolin resume sus logros asi: "El dinero fue abolido en una semana; la colectivizacion total se consiguio en menos de dos aiios; las distinciones sociales se supri- mieron mediante la elimination de clases enteras de propietarios, intelectuales y hombres de negocios; y el antiguo antagonismo entre areas urbanas y rurales se soluciono vaciando las ciudades en una sola semana". En solo cuatro afios, quiza un millon de personas fueron ejecutadas y otras 700.000 o mas murieron de hambre y enfermedad: algunas profesiones y algunas minorias fueron casi totalmente eliminadas. Pudo perecer la mitad de la pobla- cion de la capital. 21

    Si la muerte a esta escala es dificil de explicar, algunos factores parecen obviamente relevantes: en primer lugar, los Khmeres Rojos llegaron al poder en medio de una guerra en el pais vecino que habia salpicado a Camboya con efectos politicos y sociales catastro- ficos, incluyendo pogroms contra los vietnamitas, bombardeos americanos masivos y

    cist Totalitarianism in Italy 1935-9", European History Quarterly 21 (1991); Stephen Wheatcroft, "The Scale and Nature of German and Soviet Repression and Mass Killings, 1940-45", Europe-Asia Studies 48, n 8 (1996), pp. 1319-1353; Nicholas Werth en Stephane Courtois et al, The Black Book of Communism: Crimes, Terror, Repression, Cambridge, Mass., 1999. Sobre una comparacion entre los conceptos de traicion en los siglos xix y xx, vease Voglis, Becoming a Subject, cap. 1; y Barton L. Ingraham, Political Crime in Europe: A Comparative Study of France, Germany and England, Berkeley, Calif., 1979. 20 Jean-Louis Margolin, "China: A Long March into Night", in Courtois, Black Book of Communism, pp. 463-547; Lynn T. White, Policies of Chaos: The Organizational Causes of Violence in China 's Cultural Revolution, Princeton, N.J., 1989; Jasper Becker, Hungry Ghosts: China's Secret Famine, Londres, 1996.

    21 Jean-Louis Margolin, "Cambodia: The Country of Disconcerting Crimes", en Courtois, Black Book of Communism, pp. 575-595. 152

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  • enormes movimientos de poblacion. (Tambien hay que tener en cuenta que los Khmeres Rojos perdieron el poder una vez terminada la guerra de Vietnam.) Este tremendo influjo provocado por la guerra no acabo con la llegada de los Khmeres Rojos: por el contrario, empiezan su mandato con masacres, campanas de "reeducation", y, finalmente, la evacua- tion total de la capital, Phnom Penh. Esto fue un enorme vuelco, que provoco un torbelli- no en las instituciones tradicionales de la sociedad y facilito la extrema ingenieria social de los nuevos gobernantes del pais. Sin embargo, seguramente fue la combination de la politica interna del partido y la ideologia la que fue principalmente responsable del bano de sangre subsiguiente. La pura debilidad del Partido Comunista de Campuchea provoco purgas, masacres y cazas de brujas; estaba ademas enzarzado en una amarga lucha para afirmar su autonomia del partido vietnamita: en la parte este del pais, cerca de Vietnam, fue donde ocurrieron las peores masacres, en 1978. Al mismo tiempo, el hambre, que habia llegado a dimensiones serias en 1976, continuaba azotando al pais. Objetivos econo- micos imposibles, una pobre planificacion, el rechazo de la tecnologia y una actitud hostil hacia cualquier critica fueron los ingredientes del desastre. La deshumanizacion creada primero por la guerra y la desestabilizacion en general, y por el hambre en particular, ayu- do a erosionar las inhibiciones morales contra las matanzas indiscriminadas. El regimen pretendia, por ejemplo, debilitar la familia, a la cual consideraba una institution amena- zante, y de hecho insistia en usurpar su papel. Tambien intencionadamente incumplia las normas tradicionales de enterramiento en el tratamiento oficial de los muertos. Mientras, la sentencia de muerte era el castigo para una amplia variedad de crimenes, y un ambiente de paranoia y sospecha aseguraba su uso frecuente. Quiza esa paranoia habia estado ahi desde el principio: el himno nacional empezaba con un gran enfasis en la "roja sangre bri- llante que cubre ciudades y valles". Pero fue exagerada tanto por el caracter de su miste- 153

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  • rioso lider como por el hecho de que su movimiento tenia una base debil e insegura y usa- ba el terror para reafirmar su position. 22

    Gran parte del debate sobre la ideologia comunista se ha centrado en contestar a la pregunta de hasta que punto el socialismo podria haber sido jamas la base de un programa politico sin dar pie a un baiio de sangre masivo. Pero habia una dimension geopolitica en la ideologia tambien, que se destaca menos frecuentemente en la literatura. La Guerra Fria en particular jugo un papel importante a la hora de crear un clima de hostilidad mutua y sospecha paranoica entre y dentro de los dos grandes bloques de poder que dividian el mundo. Los anticomunistas identificaban a sus enemigos en casa como aliados de los del extranjero, y esto, como minimo, creo un lenguaje que hizo que las masacres se hicieran permisibles tambien para los lideres del mundo libre.

    A comienzos de la posguerra, mientras el papel internacional de America crecia rapi- damente, los asesinatos en masa y la represion aumentaban bajo la mirada de Washington. Esto empezo a una escala relativamente pequefia en Grecia durante su guerra civil (1947- 1949) pero paso a un nivel diferente a Centroamerica y el sudeste asiatico. En Cuba, Vene- zuela, Peru y otros lugares, las campanas antiguerrilla prosiguieron durante los afios 1950 y 1960. El impacto del estado del terror, bombardeos aereos, violaciones en masa, ejecu- ciones y masacres variaban de un pais a otro. En Bolivia, hubo relativamente pocas victi- mas; pero en Colombia, la violencia fiie responsable de cerca de 200.000 muertes. En Peru, el bombardeo de las zonas de la guerrilla en la decada de 1969 fixe el mas intenso en Sudamerica hasta la guerra de Nicaragua a finales de los 70. En Guatemala, siempre uno de los estados mas violentos de la region, el ejercito mato a cerca de 100.000 personas solo entre 1980 y 1985. 23

    El anticomunismo ofrecio un lenguaje legitimador compartido por las elites sudame- ricanas y sus patrones en Washington. Pero mas importante fue la evolution del pensa- miento militar occidental sobre la contrarrevolucion, desarrollado sobre la base de la expe- riencia durante y despues de la segunda guerra mundial y despues extendida desde el ejercito de Estados Unidos via instructors y consejeros hasta los jefes de la policia y el ejercito de los paises subordinados. Esta es un area compleja e intrincada de la historia intelectual que no ha recibido tanta atencion de los teoricos de la violencia de masas como quiza merece. Su estudio ha sido promovido por estudiosos del "terror estatal occidental", y su trabajo apunta hacia una comprension mas clara de hasta que punto las doctrinas con- trarrevolucionarias adoptadas por los autores intelectuales del ejercito de Estados Unidos fueron realmente tomadas y seguidas por sus aliados y hasta que punto estos estaban siguiendo sus propias inclinaciones. 24

    El papel del ejercito como instrumento clave de la violencia politica en el aparato del estado de la Guerra Fria, aumentado su poder por el beneplacito de Washington, resulta mas claro a la luz de los acontecimientos en Indonesia en 1965. En ningiin otro lugar es mas evidente el caracter extranamente sesgado del debate academico sobre la violencia de

    22 Vease, ademas de Margolin, David P. Chandler, The Tragedy of Cambodian History: Politics, War and Society since 1945, New Haven, Conn., 1995; Marie Alexandrine Martin, Cambodia, a Shattered Society, Ber- keley, Calif., 1994; y Ben Kiernan, The Pol Pot Regime: Race, Power, and Genocide in Cambodia under the Khmer Rouge, 1975-79, New Haven, 1996.

    23 Dirk Krujit, "Exercises in State Terrorism: The Counter-Insurgency Campaigns in Guatemala and Peru", en Kees Koonings y Dirk Krujit, eds., Societies of Fear: The Legacy of Civil War, Violence and Terror in Latin America, Londres, 1999, pp. 33-63; Timothy P. Wickham-Crowley, "Terror and Guerrilla Warfare in Latin America, 1956-1970", Comparative Studies in Society and History 32, n 2 (1990), pp. 201-237.

    24 Michael McClintock, The American Connection, vol. 2: State Terror and Popular Resistance in Guate- mala, Londres, 1985; y McClintock, "American Doctrine and Counter-Insurgency State Terror", en Alexander George, ed., Western State Terrorism, Cambridge, 1991. 154 |

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  • masas que el extraordinario abandono de este caso por parte de los historiadores, a excep- tion del pequeiio numero de especialistas en esta area. La historia, en resumen, es que un golpe de estado chapucero del PKI fue aplastado por el ejercito y una militia civil, que siguieron asesinando hasta quiza medio millon de personas en una campafia para erradicar el comunismo del pais. El papel del ejercito fue tanto organizador como permisivo. Encen- dio las emociones piiblicas exhibiendo piiblicamente los cuerpos de seis generales del ejer- cito asesinados por los conspiradores, y cuando algunos altos cargos del ejercito mostraron su aprobacion respecto a los primeros asesinatos por venganza, a mediados de octubre, solo entonces las masacres se extendieron por el pais. Mucha gente murio con la excusa de una cruzada ideologica por razones que poco o nada tenian que ver con la ideologia. Pero esto fiie quiza inevitable cuando, como lo describio un superviviente, "el ambiente de ven- ganza se extendio por todas partes" y cuando una nueva figura -el ejecutador local- sur- gio, el cual necesitaba mostrar su valor y necesidad. El mismo ejercito -con unas pocas purgas de por medio- fue responsable del derramamiento de sangre en Timor oriental des- pues de que los Portugueses se fueran una decada mas tarde, y resulta tentador ver la pri- mera masacre como un laboratorio para la violencia posterior. Un elemento crucial en Indonesia fue la actitud de Estados Unidos (y despues tambien de Australia); la memoria nada apologetica del anterior embajador de EE.UU., Marshall Green, aclara la clase de mentalidad que garantizo a los militares indonesios una libertad de action casi total. 25

    Los ejercitos no habian gozado de tanto poder en el estado totalitario unipartidista, que se fiindaba en las tradiciones burocraticas de sus predecesores imperiales como los Hohenzollern o los Romanov, precisamente estableciendo un control civil a traves del par- tido y de una poderosa policia secreta. De modo similar, en la Serbia de Milosevic, el poder del Ejercito Popular Yugoslavo fue limado por frecuentes purgas y, todavia mas importante, por la creation de canales privados alternatives para Milosevic a traves del Ministerio del Interior que le conectaban con unidades policiales y paramilitares especia- les, cuyo uso relativamente ilimitado de la violencia contra los civiles alarmo y desafio al propio ejercito. Desde este punto de vista, la Yugoslavia poscomunista, el Tercer Reich y la URSS forman un contraste llamativo con el tipo de estado pretoriano mucho mas comiin que se encuentra en muchos paises poscoloniales fuera de Europa, donde la politi- ca civil es debil y el poder se concentra en manos del aparato militar que se ve a si mismo como el guardian de los valores nacionales, especialmente alii donde las fronteras son fra- giles y las sociedades son multi-confesionales y multilingiies. 26

    Hubo, por supuesto, ejemplos previos a la guerra de tales estados incluso dentro de Europa: Polonia y Bulgaria en los afios 30, o paises donde los generales establecieron dic- taduras, como en Grecia, Rumania y la Espana de Franco, que se establecio con grandes niveles de represion despues de una amarga guerra civil (Hungria y Finlandia sufrieron guerras civiles despues de la Primera Guerra Mundial, y serian litiles para establecer una comparacion). En el periodo de la posguerra, las dictaduras militares -democracias guia- das- se hicieron mucho mas comunes y se vieron involucradas en algunos de los peores episodios de matanzas masivas. Cuando Pakistan Oriental se separo de Pakistan para for- mar Bangladesh en 1971, el ejercito pakistani mato a cientos de personas. El ejercito nige-

    25 Vease el muy litil ensayo de Robert Cribb, "The Indonesian Massacres", en Samuel Totten, William S. Parsons e Israel W. Chamy, eds., Century of Genocide: Eyewitness Accounts and Critical Views, Nueva York, 1997, pp. 236-247; y Robert Cribb, ed., The Indonesian Killings of 1965-1966: Studies from Java and Bali, Clayton, Victoria, 1990; Harold A. Crouch, The Army and Politics in Indonesia, Ithaca, N.Y., 1978; Marshall Green, Indonesia: Crisis and Transformation, 1965-1968, Washington, D.C., 1990, p. 68.

    26 Amos Perlmutter, The Military and Politics in Modern Times: On Professionals, Praetorians, and Revolutionary Soldiers, New Haven, Conn., 1977. 155

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  • riano en la Biafra secesionista, el ejercito indonesio en Timor Oriental, y los militares tur- cos en el sudeste de Anatolia: todos se vieron a si mismos como defensores de la unidad del nuevo estado frente a las fuerzas de la desintegracion y la fragmentation. En las Filipi- nas, treinta afios de lucha entre fuerzas del gobierno y el Nuevo Ejercito del Pueblo y el Frente Nacional de Liberation se cobraron por lo menos 70.000 muertes. En Argelia, entre 80.000 y 100.000 personas se estima que murieron en los afios 90, mientras el ejercito luchaba por mantener a los islamistas fiiera del poder. En estos casos, es sin duda la debili- dad de los estados en cuestion, no su fuerza -en particular, la debilidad de sus tradiciones en politica civil-, lo que ayuda a explicar la preeminencia de los militares y su aparente impunidad.

    Pero no se puede acusar de todo a los militares: como demuestran los acontecimien- tos en el sudeste de Turquia, Sri Lanka y Sudamerica, el terror tambien forma parte del repertorio de los grupos insurgentes. Los estados a menudo son debiles porque otros desa- fian su monopolio del uso de la fuerza con fines religiosos, regionales o politicos. En muchas de las insurrecciones que proliferaron en la posguerra, surgieron organizaciones guerrilleras y ejercitos insurgentes que tambien emplearon la violencia contra la poblacion civil. Stathis Kalyvas ha sugerido, en una especie de modelo de election racional de la violencia insurgente, que las guerrillas buscan utilizar el terror contra los civiles para maximizar su apoyo, especialmente cuando su influencia es debil, cuando los campesinos muestran signos de pasarse al otro bando y cuando el nivel general de violencia en los enfrentamientos militares mas amplios aumenta. Seiiala que la crueldad y las muestras publicas de poder pueden formar parte de la misma estrategia total para asegurar lealtades y frenar las deserciones, como ocurre en el ejercito. Y, aunque Kalyvas no le da mucha importancia, la ideologia revolucionaria puede ser un factor importante tambien. En Peru, por ejemplo, la violencia del estado fue igualada y eventualmente excedida por la del gru- po maoista insurgente, Sendero Luminoso. Mientras el ejercito se volvia mas sofisticado y menos crudamente violento en su acercamiento a los campesinos, los insurgentes se vol- vieron menos negociadores, hablando de un "rio de sangre" revolucionario y una "intensi- fication radical de la violencia". Hacia finales de los 80, su lider, Abimael Guzman, pro- metia "exterminar a comunidades enteras" en un esfuerzo por impedirles cooperar con las autoridades del estado. De hecho, el movimiento de Guzman parecia ir mas alia de Mao al dar un valor absoluto a la violencia como forma de purification revolucionaria. Pero tam- bien estaba compitiendo con el ejercito para demostrar al campesinado quien era el mas fiierte. La decision de concentrarse en las areas urbanas, una decision que eventualmente llevo al arresto de Guzman, fue un indicador de que el ejercito habia ganado una particular competition. 27

    Finalmente, del mismo modo que las guerras civiles rusa y china pueden verse como las semillas de una tendencia de los que gobiernan a imponer la guerra en su propia socie- dad, asi en otros lugares la violencia inherente al propio imperialismo puede haber jugado un papel en el establecimiento de las normas de la violencia de estado despues de la inde- pendencia en los estados postimperiales. En la Europa oriental post-imperial, este proceso ya habia empezado con las guerras balcanicas de 1912-1913, ramificandose despues de 1918 en complejas luchas interetnicas en Europa oriental y Asia central, asi como en los nuevos grandes conflictos militares como la guerra civil rusa, la guerra ruso-polaca, la

    27 Wickham-Crowley, "Terror and Guerrilla Warfare in Latin America", pp. 201-237; Stahis Kalyvas, "Wanton and Senseless? The Logic of Massacres in Algeria", Rationality and Society 1 1, n 3 (1999), pp. 243- 285; para una version anterior de este argumento, aplicado a la guerra civil griega, vease Kalyvas, "Red Terror: Leftist Violence during the Occupation", en Mark Mazower, ed., After the War Was Over: Reconstructing the Family, Nation, and State in Greece, 1943-1960, Princeton, N.J., 2000, pp. 142-184. 156 I

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  • guerra greco-turca y la lucha por el control en Libano y Siria. Fue esta decada -hasta 1922-1923- el catalizador del genocidio, limpieza etnica y movimientos forzosos de poblacion por primera vez en la historia. Como dice Aviel Roshwald en un trabajo de sin- tesis reciente y muy valioso, Ethnic Nationalism and the Fall of Empires, toda el area des- de los estados balticos hasta el Oriente medio constituyo un gran arco atrapado en esta dinamica de colapso imperial y luchas nacionalistas. Lo que extendio la escala de violen- cia file que la guerra tambien habia llevado a una sustancial ampliation de los poderes del estado sobre sus ciudadanos. La propaganda, el bienestar social y la ley marcial estaban entre las manifestaciones de este fenomeno, asi como la aparicion de servicios especiales y unidades paramilitares aliadas informalmente con los centros politicos de poder. Los campos de concentration, el exilio interior y los trabajos forzados para los sospechosos de subversion se emplearon desde Francia hasta la Rusia zarista. 28

    Estas politicas reflejaban el equilibrio cambiante del poder administrativo, que estaba pasando de las autoridades civiles a las militares. Poblaciones enteras eran deportadas con la excusa de que no eran de fiar: las fuerzas zaristas deportaban a las comunidades judias del Pale, temiendo sus sentimientos progermanicos; tropas habsburgo, especialmente hiin- garas, tenian como objetivo los pueblos serbios en tierras habsburgo cercanas a la frontera de Serbia, quemaban casas y mataban a algunos civiles y encarcelaban a otros. Los hom- bres griegos fueron mandados al interior a hacer trabajos forzados por las tropas otomanas en el verano de 1914. La militarization de las burocracias estatales tambien supuso un tra- tamiento mas severo contra los sospechosos de espionaje, el encarcelamiento de extranje- ros en campos especiales y la extension de la censura. Las satiras de Karl Kraus sobre la maquina de guerra habsburgo y su ineficacia letal deberian quiza leerse menos metaforica- mente que de costumbre y mas como advertencias del potencial para la violencia burocra- tica que habia sido expuesta en 1914. Donde los civiles si que resistieron frente a las fuer- zas militares de ocupacion, como en Belgica, Serbia y el este de Anatolia, por ejemplo, tuvieron lugar ejecuciones y castigos ejemplares que a menudo eran fotografiados delibe- radamente y divulgados para aumentar su poder disuasorio. Un hilo de continuidad de politica y actitud corre desde las represalias habsburgo contra los civiles eslavos en Serbia en 1915-1916 y las politicas de los comandantes de campo de la Wehrmacht alii mismo veinticinco afios despues. De esta agitation surgio no solo el estado bolchevique sino tam- bien el estado kemalista en la Turquia republicana y las nuevas estructuras estatales tan militarizadas del Oriente medio posterior al mandato. 29

    Fuera de Europa, la agonia mortal del imperio era mas prolongada y la lucha por per- manecer en el poder mas violenta: a medida que aumentaban la resistencia y la protesta, la Policia imperial desarrollaba a modo de defensa doctrinas contrarrevolucionarias propias. Los britanicos, influidos por las restricciones fiscales y por sus propias tradiciones policia- les distintivas, definieron una doctrina de "fuerza minima", aunque no siempre la mantu- vieron en Irlanda, Palestina, Iraq o Kenia. En Argelia y Madagascar, las masacres de miles de civiles acompanaron el esfiierzo frances por retener el poder. En Angola, Congo y Mozambique, las largas guerras anticolonialistas se convirtieron en guerras civiles despues de la retirada de los colonialistas belgas y Portugueses. Seria absurdo atribuir el poder de los ejercitos en la politica del Tercer Mundo enteramente a la violencia del colonialismo;

    28 Mark Levene, "Frontiers of Genocide: Jews in Eastern War Zones", en Panayi, Minorities in Wartime, pp. 83-1 18; Aviel Roshwald, Ethnic Nationalism and the Fall of the Empires: Central Europe, Russia, and the Middle East; 1914-1923, Londres, 2001; Mark Cornwall, The Undermining of Austria-Hungary: The Battle for Hearts and Minds, Basingstoke, 2000.

    29 Roshwald, Ethnic Nationalism and the Fall oj Empires; Arnold J. loynbee, lhe Western (Question in Greece and Turkey, Londres, 1922; Home, German Atrocities. 157

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  • la debilidad de la politica de partidos civiles, el impacto de la Guerra Fria y el desarrollo del comercio de armas modernas, todos deben haber jugado un papel crucial. Sin embar- go, seria erroneo para los historiadores dar por sentado el legado historico violento del imperialismo: fiieron, despues de todo, los europeos los que exportaron primero la guerra moderna por todo el globo para construir esos imperios, aunque los japoneses y otros aprendieron rapido. 30

    Y el legado de violencia tambien pudo haber contribuido a su modo en la militariza- cion de la propia Europa. Leyendo a Hannah Arendt y otros, podemos discernir la conti- nuidad en la practica de la violencia organizada entre el gobierno europeo de las colonias a finales del siglo xix y el paso posterior a la guerra total en el propio continente. Las doc- trinas militares y policiales, mas o menos imbuidas de un desprecio racista por el enemigo, emergieron en un contexto colonial que ayudaria a formar la nueva brutalidad desplegada por los ejercitos europeos contra los no combatientes en el viejo continente despues de 1914: asi los precursores de la brutalidad de la Wehrmacht contra los civiles en la Segunda Guerra Mundial se encontraron en la fuerza expedicionaria mandada para aplastar la rebe- lion de los boxers, asi como en la guerra contra los herero en el sudoeste de Africa (ahora Namibia), donde el comandante militar, Adolf von Trotha, insistia inequivocamente en

    30 David M. Anderson y David Killingray, eds., Policing and Decolonisation: Politics, Nationalism, and the Police, 1917-65, Manchester, 1992; Thomas R. Mockaitis, British Counterinsurgency, 1919-60, Basing- stoke, 1990; Alistair Home, A Savage War of Peace: Algeria, 1954-1962, Londres, 1977; Jacques Tronchon, L 'insurrection malgache de 1947: Essai d' interpretation historique, Paris, 1986. 158

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  • que "la nation debe ser aniquilada como tal". Pero seria prematuro ver tal comportamiento como una cuestion particularmente alemana antes de que se lleve a cabo una investigation mas amplia sobre el desarrollo comparativo de la tactica politica colonial entre las grandes potencias europeas. Una ventaja de tal investigation es que podria abrir una perspectiva que nos permita ligar la violencia desatada por los grandes estados en la propia Europa entre 1930 y 1950 con dos cosas: la historia previa de violencia imperialista y una historia subsiguiente global de descolonizacion y poscolonizacion violentas durante la Guerra Fria.31

    En conclusion, resulta sorprendente comprobar hasta que punto el debate sobre la violencia masiva ha sido dominado por un pequefio numero de ejemplos europeos descon- textualizados, notablemente el Holocausto y la URSS de Stalin. He intentado sugerir en este ensayo que las generalizaciones basadas en el pufiado de casos emblematicos de mediados del siglo xx pueden ser solo de una utilidad limitada a la hora de entender otros episodios en los cuales gran numero de personas han sido asesinadas, encarceladas o for- zadas a dejar sus hogares. Las formas estructurales o sistematicas de explication tienen que ser capaces de tener en cuenta la contingencia de la situation geopolitica y el impacto de las guerras. Y tanto el Holocausto como la experiencia del comunismo sovietico pue- den entenderse mejor en un contexto historico que abarque desde la era de los imperios hasta la expansion de estados independientes, mas o menos violentos, a traves del globo.

    En esta historia, la guerra es evidentemente un catalizador crucial. En casos como el del Tercer Reich, la guerra total llevo directamente a un aumento exponencial en la cruel- dad mortal de sus politicas. Esta es una importante diferencia con la Union Sovietica, que no necesito una guerra real para matar a amplios numeros de sus propios ciudadanos. Por otra parte, la experiencia de la guerra total, ya sea en 1914-1918 o en la subsiguiente gue- rra civil, sin duda tuvo un enorme impacto en el modo en que el estado sovietico miraba a sus propios ciudadanos. Y las "guerras sucias" en general, que borraban la distincion entre combatientes y civiles, ya fueran guerras civiles, operaciones de administration colonial, o mas tarde "luchas de liberation", ayudaron a generar nuevas doctrinas y practicas militares que aumentaban la disposition del estado a usar la violencia contra sus propios sujetos, ya fiiera un estado gobernado por jefes del partido comunista o por militares.

    Y quien exactamente controlaba el estado resulta ser la cuestion crucial: la Alemania de Hitler y la Rusia de Stalin -por mucho que los historiadores y los politologos hayan intentado demostrar el caracter aparentemente anarquico de sus burocracias- difieren de la mayoria de los otros paises del pasado precisamente por el relativo orden, extension y coherencia de su maquinaria estatal. Hay, en el otro extremo del espectro, ejemplos de vio- lencia masiva donde el estado esta totalmente ausente o es un simple observador. El estado, por ejemplo, estuvo a menudo virtualmente ausente en las colonias, dejando a los colonos que se enfrentaran con los pueblos indigenas por el control de la tierra y los recursos. Como

    31 Hannah Arendt, The Origins of Totalitarianism, Nueva York, 1951, caps. 6-9; tambien relevantes res- pecto a esta conexion son Wolfe W. Schmokel, Dream of Empire: German Colonialism, 1919-1945, New Haven, Conn., 1964; Sven Lindqvist, Exterminate all the Brutes, trad, de Joan Tate, Nueva York, 1996; y Michael Geyer, "The Militarization of Europe, 1914-1945", en John R. Gillis, ed., The Militarization of the Western World, New Brunswick, N.J., 1989. Sobre las repercusiones de la rebelion de los boxers, vease F. Lari- tier, "La guerre des Boxers: Une expedition internationale, 1900", Revue historique des armies 1 (1992), pp. 1 15-123; y Diana Preston, Besieged in Peking: The Story of the 1900 Boxer Rising, Londres, 1999, pp. 215-17. Suzanne Kuss, de la Universidad de Friburgo, esta trabajando sobre una comparacion del comportamiento de los soldados alemanes y britanicos durante la rebelion. Sobre los herero, vease Tilman Dedering, "A Certain Rigorous Treatment of All Parts of the Nation: The Annihilation of the Herero in German South West Africa, 1904", en Levene y Roberts, Massacre in History, pp. 205-223. G. Spraul, "Der 'Volkermord' an der Herero: Untersuchungen zu einer neuen Kontinuitatsthese", Geschichte in Wissenschaft und Unterricht 34 (1988), pp. 713-739. 159

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  • podemos ver en el caso de Norteamerica y Australia, el gran desequilibrio tecnologico entre los colonizadores europeos y sus oponentes a menudo produjo masacres o movi- mientos forzosos de poblacion, frente a los cuales el estado colonial tenia que responder, despues del acontecimiento, mediante su maquinaria judicial o administrativa. Tampoco la situacion hoy es tan diferente en algunas de las partes mas remotas e inaccesibles de Suda- merica y el sur de Asia, donde los pueblos indigenas siguen encontrandose cara a cara con la violencia en manos de pobladores y agentes de los grupos economicos. En realidad, el abandono de toda la cuestion de la violencia politica dirigida contra pueblos indigenas por parte de la mayoria de los historiadores subraya la necesidad de separarse de una vision abiertamente dominada por la idea de estado a la hora de enfocar la violencia masiva. 32

    Bastante mas comiin, y mas letal, es la situacion en la que un estado debil intenta pre- servar su existencia frente a la amenaza de la violencia organizada por insurgentes arma- dos. Aqui, ambos lados utilizan la violencia y pueden generar sus propias doctrinas o fun- damentos teoricos para justificarla. Durante la Guerra Fria, tales luchas a menudo eran descritas en terminos del conflicto cosmico mas amplio que tenia lugar entre comunismo y anticomunismo. Pero el problema de los estados debiles no ha desaparecido con el colapso del comunismo europeo o sovietico, y los altos niveles de violencia contra civiles siguen siendo un hecho cotidiano en Africa oriental, Filipinas y otros lugares.

    Aunque los acontecimientos del 1 1 de Septiembre y sus consecuencias han reforzado el miedo de las elites occidentales -miedo ya visible desde el final de la Guerra Fria- a que los futuros desafios politicos emanen no tanto de los estados establecidos como de estados desestructurados e inestables que ofrecen refugio a grupos terroristas o puede que esten secuestrados por ellos, escribir la necrologica del estado es seguramente prematuro. La guerra contra Afganistan ha sido justificada en gran medida en tales terminos. ^Es posible, pues, que estemos en el principio de una nueva era, en la cual la capacidad de cometer actos violentos a gran escala pase de los estados a los terroristas? En medio de toda la propaganda, seria quiza prudente recordar la diferencia entre la violencia y el terror: es muy posible que en Afganistan hayan muerto mas civiles a manos de las fuerzas militares aliadas con Estados Unidos en la guerra contra los talibanes que el 1 1 de Sep- tiembre en los EE.UU.; ciertamente, han muerto mas palestinos a manos de las fuerzas israelies de defensa que israelies a manos de terroristas suicidas. Los terroristas se basan en el terror, como el que se extendio -mas eficazmente que la muerte- por los ataques con antrax en los EE.UU., pero la capacidad de usar una fiierza arrolladora todavia esta en manos de los estados tecnologicamente avanzados. No necesitamos dejar por imposible al estado violento, sino comprender mejor lo que hace y como se comporta. Y para hacer esto, necesitaremos abandonar la version muy parcial y altamente eurocentrica que todavia domina el orden del dia en la historia contemporanea dedicada a dilucidar que conto en el siglo que acaba de terminar. 33

    Traduccion de Marina Sanchis

    32 Un estudio de caso en Mark Levene, "The Chittagong Hill Tracts as a Case Study in the Political Eco- nomy of Creeping Genocide", Third World Quarterly 20 (primavera 1999), pp. 339-369.

    33 Sobre la transformation del estado contemporaneo en el orden internacional, vease Philip Bobbitt, The Shield of Achilles: War, Peace and the Course oj History \ Londres, 2002. Sobre los computes de victimas israe- lies/palestinos, vease B'Tselem, Fatalities in the Al-Aqsa Intifada, Data by Month: 29 September 2000-11 August 2002, disponible en Internet en http://www.btselem.org bajo "Statistics", Monthly Tables. Sobre las victimas civiles en Afganistan, vease Marc W. Herold, A Dossier on Civilian Victims of United States' Aerial Bombing of Afghanistan (version revisada disponible en http://www.cursor.org/stories/civilian_deaths.htm); y Carl Conetta, "Operation Enduring Freedom: Why a Higher Rate of Civilian Bombing Casualties", Project on Defense Alternatives (PDA), Briefing Report 11, revisado 24 enero,