MÓDULO 1Competitividad, individualidad y cooperación en el aprendizaje

El aprendizaje cooperativo como herramienta

pedagógica

1 La práctica educativa, una opción relacional

2 Cooperación, individualidad y competitividad

3 Caracterización de la acción cooperativa

4 Delimitación del concepto de aprendizaje cooperativo

La práctica educativa, una opción relacionalCooperación, individualidad y competitividadCaracterización de la acción cooperativaDelimitación del concepto de aprendizaje cooperativo

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1 La práctica educativa, una opción relacional

Toda experiencia educativa entraña siempre una opción de relación, es decir, siempre se asume una forma de plantear la comunica-ción y el diálogo entre quienes participan. Sin embargo, sobre esta afirmación podemos plantear aquí la siguiente interrogante: ¿toda propuesta sobre la forma de relación educa-tiva es igualmente beneficiosa para el apren-dizaje? o, ¿es posible pensar en algún tipo de relación educativa cualitativamente ventajo-sa para el desarrollo del aprendizaje de nues-tros alumnos?

Vamos a reflexionar sobre las siguientes interrogantes:

• ¿En qué medida la educación es la revelación de los demás al momento de aprender?

• ¿Qué importancia tiene para el proceso educativo reconocer «al otro» como agente educativo?

• ¿Cree que el aprendizaje puede ser una propiedad de la interacción cooperativa?

• ¿En qué aspecto cree que es relevante para la pedagogía reflexionar sobre el individuo inmerso en una red de relaciones sociales?

• ¿Cree que la interacción alumno(s)-alumno(s) puede contribuir al desarrollo del aprendizaje personal en el trabajo en el aula?

• Cuando se trabaja en equipo, ¿son las partes las que apoyan el todo o, viceversa?

• ¿Cuál cree que es el valor de una visión cooperativa del aprendizaje respecto a la competición o el individualismo en el aula?

• Señale en qué otros ámbitos de actividad docente la cooperación puede dar buenos resultados.

• ¿Qué concepciones del ser humano subyacen detrás de las posturas cooperativas, individualistas y competitivas?

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Si repasamos nuestra historia escolar, ya sea como alumnos o como docentes, podemos destacar la relación profesor-alumno como una de las prácticas educativas más defendidas y acostumbradas, pero que en definitiva no es la única forma de diseñar la relación educativa.

Si esta se mantiene vigente en el aula es porque, entre otros factores, perdura en nuestras representaciones mentales sobre la relación educativa, es decir, subsiste en las formas de configuración pedagógica.

Para procurar una renovación en la práctica docente es preciso iniciar una reelaboración conceptual sobre la forma de pensar y plantear la relación entre los alumnos, punto de quiebra necesario para descubrir otros niveles de concep-ción más provechosos para el aprendizaje.

Si asumimos que la práctica educativa es una acción social, una práctica en la que cada individuo discurre, es decir, participa en una red de relaciones sociales, no podemos dejar de considerar que la forma en que pensamos y plan-teamos esta relación en el aula tenga consecuencias importantes en los resultados del aprendizaje. Se puede afirmar, según el enfoque sociocultural de Lev Vigostky, que estas relaciones no solo impulsan o limitan el aprendizaje, sino que en el fondo lo pueden explicar.

La opción relacional es un asunto clave en la comprensión y el mejoramiento del proceso de aprendizaje y, por ello, de necesaria atención.

Así, podemos distinguir la idea de error pedagógico como un error de concepción relacional.

«Los errores de mayores consecuencias en el proceso de formación no están constituidos por equi-vocaciones respecto al mundo, sino por errores sobre esa capacidad de comprensión, por errores de inteligencia social, que en el caso concreto de las acciones de formación en contextos institucionales constituyen errores pedagógicos. El error pedagógico no es, pues, un error científico, sino una equi-vocación relacional» (García Carrasco, 2001).

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Consecuentemente, un error pedagógico sería un desatino en la forma de concebir y proponer una concepción rela-cional para el aprendizaje, es decir, un error conceptual sobre la interacción.

Una de las principales fuentes de error pedagógico corresponde a un error en la forma de concebir la relación educativa.

Por lo tanto, desarrollar la pedagogía no es otra cosa que ocuparse de la opción relacional educativa, y de qué y cómo se puede favorecer o enriquecer los entornos de aprendizaje. De esto no podemos desentendernos los docentes al momento de diseñar y desarrollar actividades educativas en el contexto escolar.

Estas formas de opción relacional educativa en el aula no se limitan a la interacción profesor-alumno, es más, pueden plantearse ventajosamente como una interacción alumno-alumno; sin embargo, hay que distinguir que no todas las opciones de interacción entre alumnos pueden resultar beneficiosas para el aprendizaje, todo depende no solo de la existencia de interacción, sino especialmente de la calidad de las mismas.

Lo que venimos a proponer aquí, por ello, es una forma de concepción relacional, una herramienta pedagógica, desde dónde se puede reformular las relaciones educativas llevándolas hacia la interacción recíproca entre alumnos a través del aprendizaje cooperativo.

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Como tal, si tomamos en cuenta que la forma de plantear el carácter de la relación es el elemento que define un pro-ceso de aprendizaje, entonces, nos debemos de preguntar ahora: ¿qué cambia en una situación de aprendizaje plan-teada como interacción cooperativa de una situación convencional en el aula?

Desde la pedagogía, proponer una acción educativa es asumir y poner en marcha una serie de con-cepciones o modelos relacionales y de comunicación que admitimos como adecuados para el desa-rrollo del aprendizaje.

LECTURA RECOMENDADA

En el artículo de la profesora María José Pérez Francés se analizan las diferentes opciones relacionales en la educación.

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2 Cooperación, individualidad y competitividad

Podemos ensayar una forma de comprensión de la acción cooperativa en el aprendizaje a partir de la comparación con sus más inmediatos opuestos en educación: el aprendizaje competitivo y el aprendizaje individualista.

Se puede entender la actividad cooperativa como una acción totalmente distinta a los procedimientos mencionados que se destacan por valorar el aislamiento y la incomunicación como formas «favorables» para el trabajo escolar.

No obstante, la clave de la ventaja educativa de la cooperación entre alumnos está centrada, desde nuestra óptica, en que la cooperación aporta más beneficios para el desarrollo del aprendizaje del que podría generar una acción competitiva o solitaria.

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Para entender este aspecto, podemos partir de una situación escolar muy acostumbrada:

Un conjunto de alumnos está reunido en un aula convencional con un profesor que mantiene un comportamiento usual, por ejemplo, interroga a sus estudiantes. Aunque la apariencia de esta inten-ción dialógica insinúe lo contrario, en este hecho se puede identificar consecuencias competitivas condicionadas y reforzadas, consciente o inconscientemente, por el docente.

Frente a una pregunta planteada por el docente los alumnos en clase pueden reaccionar de distintos modos: algunos estarán ávidos en responder y, por lo tanto, de hacer evidente lo que saben fren-te a los demás; algunos dudarán y se mantendrán en silencio pero con el temor contenido; y otros prácticamente preferirán pasar inadvertidos ante el posible bochorno de no saber contestar correc-tamente y, por ello, sufrir la burla de sus compañeros o el comentario negativo sobre el nivel de sus conocimientos que puede dar el docente.

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Competencia entre alumnos

La respuesta de los alumnos está directamente articulado con la opción relacional que el docente ha establecido al instituir la competencia entre sus alumnos como directriz didáctica, en la que cada alumno desea recibir un juicio va-lorativo positivo por su intervención, pero que lamentablemente no llega a ser realidad para todos ya que siempre, bajo esta estela, existirán alumnos que se equivoquen permitiendo que otros destaquen a expensas del error de los demás.

En este caso, la posibilidad de error de un alumno se convierte en la oportunidad de éxito de otros.

Así, los alumnos se encuentran pendientes de dos circunstancias:

� Pendientes de la equivocación del compañero para que así puedan verse en ventaja comparativa.

� Pendientes de una evaluación meritoria sobre el aprendizaje que los separe de los grupos marginales.

Si además admitimos la situación evidente de que todos somos diferentes, entonces es obvio aceptar que todos concurrimos a los centros educativos con distintas capacidades y conocimientos. Sin embargo, para aquéllos que se encuentran en desventaja y experimentan cierta dificultad de aprendizaje en alguna situación concreta (por carecer de prerequisitos necesarios, por ejemplo), la situación descrita anteriormente para ciertos alumnos pasará a ser poco motivadora en el mejor de los casos, y una auténtica tribulación en la peor de las situaciones; mientras que para otros estudiantes el éxito será una cuestión más sencilla y de goce acostumbrado. La tensión relacional está servida.

Las consecuencias del planteamiento competitivo pueden ser diversas, pero siempre estarán de espaldas al aprendi-zaje para aquellos alumnos que no experimentan la recompensa gratificante del docente o de sus compañeros.

Como secuela de ello, estos grupos segregados irán generando valores y actitudes contrarias al aprendizaje y a la escue-la, creando además sus particulares motivos y espacios para así ahuyentar la mala experiencia y parchar su autoimagen deteriorada en el aula donde el éxito escolar les es negado.

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Desde la psicología educativa esto se ve así: «en un sistema competitivo solo unos pocos tienen esa oportunidad y frecuentemente esos mismos pocos, una y otra vez, pueden ser los ganadores. ¿Cuál es la actitud de los perdedores? Algunos se apartan, se retiran mentalmente otros, frustrados, se vuelven agresivos; otros hacen trampas porque, si sobresalir es lo importante, los medios son menos importantes que el fin» (Yelon y Weinstein, 1988). Frente a esta si-tuación descrita, ¿qué pasaría si se plantea la interacción entre los alumnos a través de otra forma relacional? y ¿qué cambia en una situación de aprendizaje planteada como acción cooperativa en el aula?

En la cooperación lo que cambia es el modelo (herramienta mental) de representación relacional planteada como una forma de interacción positiva entre los alumnos para asegurar, por la vía del trabajo recíproco en equipo, que los alumnos puedan estudiar, ayudarse, alentarse, evaluarse y así afianzar el aprendizaje entre ellos mismos.

Cooperación vs competitividad

A modo de ejemplo de las ventajas de la cooperación puedes visualizar una escena de la película Una mente brillante donde se expone la teoría de juegos de John Foster Nash (premio Nobel de economía 1994). En este pasaje de la película se prueba que es mejor la colaboración que la competencia, desmiti-ficando la teoría de Adam Smith sobre la eficiencia de la competencia.

Una mente maravillosa

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Cooperación entre alumnos

Imaginémonos ahora otra rutina en el aula: ¿qué hubiese sucedido si a esos alumnos, de capacidades diversas o he-terogéneas, se les hubiera planteado la misma pregunta inicial del profesor pero con la diferencia que la respuesta dependiese de una actividad conjunta en quipos de aprendizaje?

Obviamente la fisonomía de nuestro ejemplo inicial hubiese cambiado por una donde los alumnos se encuentren trabajando juntos con auxilio cooperativo, ayudándose recíprocamente a aprender todos y no a fracasar juntos.

La interacción cooperativa busca que el aprendizaje sea una experiencia de mayor alcance que el fracaso escolar.

Importancia de la colaboración

Te proponemos el siguiente video sobre la importancia de la cooperación y del trabajo en equipo:

El puente

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El aprendizaje cooperativo puede generar mejores logros personales (y sociales) que aquellas metodologías basadas en otras posturas relacionales. Es por ello que asumimos que en un equipo cooperativo hay más ganadores que en grupos constituidos bajo la organización competitiva, donde aprender es sinónimo de lucha, un estigma para la ma-yoría de alumnos que fortalecen los logros (éxito) de otros pocos a través de sus frustraciones (fracaso), mientras que en el individualismo, se priva que los alumnos nutran su desarrollo personal tomando contacto con otros de diversas capacidades, privándoles así del desarrollo de un conjunto de destrezas sociales que pueden generarse al aprender en concurrencia con otros.

El aprendizaje cooperativo encierra una opción relacional educativa planteada como interacción re-cíproca entre alumnos organizados en equipos de aprendizaje.

En resumen cada tipo de opción relacional (cooperativa, competitiva e individualista) aspira a desarrollar diversos objetivos.

� En una situación cooperativa la interacción alumno-alumno está orientada por un objetivo global que consiste en que cada integrante podrá alcanzar sus objetivos personales de formación sí, y solo si, los otros miembros del equipo logran desarrollar los suyos, esto debido a que en esta opción el retraso o el adelanto de cada uno de sus miembros del equipo interviene o influye en el progreso de todo el equipo.

� En una situación competitiva la interacción alumno-alumno está orientada por un objetivo que consiste en al-canzar una meta personal a costa del fracaso del resto de integrantes, ya que el producto de la interacción está pensada, bien como éxito personal, pero a su vez, como derrota de los otros.

� En una situación individualista no existe relación entre los objetivos personales, ni en pro ni en contra como en los casos anteriores, ya que aquí los beneficios alcanzados personalmente no mejoran los objetivos de los otros participantes en clase.

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Sistemas de enseñanza-aprendizajeCaracterística Individualista Competitivo Cooperativo

MetasPropio aprendizaje

Quedar el mejorConseguir algo

Agrado social Logro ajeno

Estructura de las metasAlcanzar metas al margen de compañeros

Alcanzar metas él y no compañeros

Alcanzar metas él y los compañeros

Atribuciones de éxitoEsfuerzo propio

Habilidad supera a los demásEsfuerzo propio

Habilidad personal Esfuerzo grupo

Compañeros No interacción Interacción negativa Interacción posiitiva

Cómo son para mí Indiferentes Rivales Colaboradores

Correlación mi meta y grupo Sin correlación Correlación negativa Correlación positiva

Recompensa Solo individual Individual y no grupal Individual y grupal

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3 Caracterización de la acción cooperativa

Ahora bien, antes de proponer un concepto sobre el aprendizaje cooperativo es importante y necesario explorar lo que se entiende por cooperación en general, para así distinguir con mayor claridad el alcance de la acción cooperati-va en la educación.

La primera referencia al término cooperación, como siempre, empieza por la acepción más pertinente al uso en nues-tra lengua (RAE), entendiéndose por cooperar:

COOPERARdel Lat. cooperāri.

Intr. Obrar juntamente con otro u otros para un mismo fin. De esta forma, la cooperación consiste en la acción y efecto de cooperar, que no es otra cosa que la operación conjunta que desarrollan las personas para alcanzar objetivos comunes a todos ellos, mientras que lo co-operativo alude a la cualidad de algo o alguien que coopera o puede cooperar en busca de una meta común.

Esta precisión nos obliga a identificar dos características en el término cooperación:

� Como una forma de interacción que es conjunta.

� Como acción que está delimitada por el compromiso común para el logro de un objetivo también conjunto.

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Es por ello que en una situación cooperativa, cualquiera que sea su variante, los individuos están implicados en ac-ciones conjuntas en las que se procura alcanzar resultados que sean provechosos para cada integrante, pero a su vez valiosos para todos; esto es, existe una correspondencia entre el objetivo conjunto y la forma de alcanzarlo como una acción también conjunta. En este sentido, la cooperación en general sería una forma de interacción conjunta, una forma de actuar y pensar, en función de una aspiración común a todos.

En una situación cooperativa los individuos procuran obtener resultados que sean beneficiosos para ellos mismos y para los demás miembros del equipo a través de una acción compartida.

Trabajo en equipo

Estos tres videos muestran de manera sencilla el gran valor de la cooperación:

Trabajo en Equipo Pingüinos, Hormigas, Cangregos

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Por otro lado, debemos indicar que la cooperación no es solamente una acción plausible a nivel educativo, o una acti-vidad humana reciente, o la única forma de interacción posible entre sujetos. La cooperación se manifiesta como una forma normal y vital de desenvolvimiento social humano.

Por ello, al hablar de la cooperación, antes de caracterizarla como método o técnica para un fin determinado, debe ser visto como una forma real de ejercicio y entendimiento del ser humano, ese modo en que se establece la intersubje-tividad como acción participativa y recíproca y que se alza como la forma más depurada de socialización.

El círculo más amplio, la forma más general de hablar acerca de la sociabilidad, es el de la intersub-jetividad, esa innata propensión humana al compromiso y a la comprensión recíproca. Parte de esta compresión es cognitiva o intelectual, parte emocional, pero, en cualquier caso, el carácter y la ex-periencia humana existen únicamente en y, a través, de las relaciones de las personas entre sí (Carri-thers, 1995).

Dentro de la extensión que el término cooperación nos otorga como práctica humana, podemos encontrar muchos ejemplos que nos recuerdan su práctica como formas ventajosas de organizar el trabajo o la producción. Sin embar-go, hay que precisar que entre el aprendizaje cooperativo y el trabajo cooperativo existen semejanzas y diferencias.

La semejanza entre el trabajo cooperativo y el aprendizaje cooperativo está en la forma de plantear la actividad como interdependencia entre sus miembros, pero a su vez, se puede identificar la diferencia en razón de la finalidad que persigue concretamente cada una de estas acciones.

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De esta forma, trabajar y aprender pueden esbozarse como actividades interpersonales recíprocas, pero la particula-ridad estaría dada por el propósito, siendo:

� Para el trabajo cooperativo: el éxito de un producto o un servicio.

� Para el aprendizaje cooperativo: el aprendizaje individual.

Como queda claro, lo que marca la diferencia es la finalidad, siendo este un tema de máxima atención en la estructuración de las actividades educativas que se proponen desarrollar tanto profesores y tutores, que no deben permitirse la desorientación de la cuestión central que es el aprendizaje. Es por eso que preferimos hablar de aprendizaje cooperativo más que de trabajo cooperativo ya que el primero hace alusión directa al aprendizaje como fin de la interacción.

La perspectiva cooperativa en educación es una forma de plantear la relación como interacción, cohesión y compromiso recíproco entre los alumnos al momento de aprender.

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4 Delimitación del concepto de aprendizaje cooperativo

Ahora bien, teniendo en cuenta el recorrido anterior y buscando especificar lo que vamos a entender por aprendizaje cooperativo, vamos a recuperar el concepto formulado por Johnson y cols. (1999) quienes lo definen de la siguiente manera:

El aprendizaje cooperativo es el empleo didáctico de grupos reducidos en los que los alumnos traba-jan juntos para maximizar su propio aprendizaje y el de los demás.

Por otro lado, Melero y Fernández (1995), detallan que bajo el término aprendizaje cooperativo nos estaríamos refi-riendo estrictamente a:

Un amplio y heterogéneo conjunto de métodos de instrucción estructurados en los que los estudian-tes trabajan juntos, en grupos o equipos, en tareas generalmente académicas. Poseen un formato de antemano de modo que el profesor sabe en todo momento cuál es el siguiente paso, que varía en función del método en particular, pero todos incluyen pequeños grupos de estudiantes (por lo ge-neral entre 4 y 6) ayudándose mutuamente a controlar una tarea o material escolares ofertados por el docente.

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Mientras que Lobato (1998), en términos genéricos, entiende al aprendizaje cooperativo como:

Un movimiento basado, por un lado, en un conjunto de principios teóricos y una modalidad de orga-nización de los grupos, según los cuales los estudiantes deben de trabajar para conseguir resultados más significativos para todos.

Aunque estas definiciones son distintas en extensión, nos suscitan los siguientes puntos comunes:

1. El aprendizaje cooperativo supone una base teórica y una opción relacional.

2. El aprendizaje cooperativo es un sistema de acción pedagógico propuesto desde la enseñanza, es decir, son pro-cedimientos que puede formular el docente en favor del aprendizaje como meta fundamental.

3. El aprendizaje cooperativo, como forma de organización didáctica, propone la interacción entre los alumnos como acción deliberada para el desarrollo del aprendizaje.

4. El aprendizaje cooperativo se organiza en equipos reducidos de alumnos (preferimos hablar de equipos más que de grupos), que deben realizar un conjunto de tareas, interactuando recíprocamente y que tienen como fin el aprendizaje de todos y cada uno de los miembros del equipo.

Si ajustamos más los aspectos descritos anteriormente, podríamos llegar a proponer nuestro concepto de la siguiente manera:

El aprendizaje cooperativo es una forma de plantear y fomentar la intersubjetividad como interac-ción recíproca entre alumnos organizados en pequeños equipos, de tal forma que al trabajar juntos, todos y cada uno de sus integrantes pueden avanzar a niveles superiores en su aprendizaje.

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De esta forma, el aprendizaje cooperativo sería una especie de unidad de comprensión pedagógica para pensar y plantear la intersubjetividad como acción provechosa para el desarrollo del aprendizaje. Esto es, una herramienta de percepción mental desde donde podemos concebir y orientar la relación educativa como interactividad recíproca.

Por lo tanto, bajo el concepto de aprendizaje cooperativo se puede buscar, organizar y promover la acción cooperati-va entre los alumnos para desarrollar metas de aprendizaje, situación que es posible a través de la interdependencia entre sus miembros en base a un fin común a todos, con mayor beneficio que el trabajo solitario o la relación com-petitiva. Para que exista una dinámica cooperativa eficiente entre los alumnos en equipo tiene que promoverse una interdependencia recíproca como condición para el desarrollo de aprendizaje.

Plantear la interdependencia en el aprendizaje cooperativo es asumir el valor de la reciprocidad entre alumnos como condición de aprendizaje.

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Ventajas de la práctica cooperativa

Según una serie de investigaciones (Johnson, Johnson y Holubec, 1999), desarrolladas en distintas latitudes del mun-do debemos indicar que la cooperación entre alumnos, comparada con los métodos competitivo e individualista, puede ser beneficiosa educativamente hablando en tres aspectos:

� A nivel de logro, es decir, de rendimiento académico.

� A nivel del desarrollo de habilidades interpersonales, es decir, de un conjunto de objetivos actitudinales orienta-dos hacia la interacción social.

� A nivel intrapersonal, es decir, en el mejoramiento de la autoestima en general.

Estos estudios corroboran que el aprendizaje cooperativo promueve:

1. Mayores esfuerzos por lograr un mejor desempeño: esto incluye un rendimiento más elevado y una mayor pro-ductividad por parte de todos los alumnos (ya sean de alto, medio o bajo rendimiento), mayor posibilidad de re-tención a largo plazo, motivación intrínseca, motivación para lograr un alto rendimiento, más tiempo dedicado a las tareas, un nivel superior de razonamiento y pensamiento crítico.

2. Relaciones más positivas entre los alumnos: esto incluye un incremento de espíritu de equipo, relaciones solida-rias y comprometidas, respaldo personal y escolar, valoración de la diversidad y cohesión.

3. Mayor salud mental: esto incluye un ajuste psicológico general, fortalecimiento del Yo, desarrollo social, integra-ción, autoestima, sentido de la propia identidad y capacidad de enfrentar la adversidad y las tensiones.

Sin embargo, todas estas ventajas son potenciales, es decir, están presentes como posibilidades en el planteamiento cooperativo y no se generan solo por el hecho de proponerlo en clase. Para lograr cierta eficacia con este procedi-miento pedagógico, el docente debe de atender diversos condicionantes para un adecuado desarrollo, así como te-ner claro que la evaluación de la interacción no debe ser apreciada únicamente por la cantidad de interacción, sino por su calidad.

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Preguntas para la reflexión X ¿Alguna vez en su relación con sus igua-

les se ha encontrado en una experiencia que confirme el dilema del prisionero?

X ¿Cree que la trampa del placer, ese me-canismo de recompensa, funciona en la actividad cooperativa?

X ¿Qué factores sociales justificarían una actitud contraria a la cooperación?

X ¿Cree que este hallazgo científico nos puede decir algo sobre la naturaleza so-cial de las relaciones humanas?

X ¿Cree que alguna de estas conclusio-nes se pueden aplicar en la actividad de aprendizaje en equipos cooperativos? ¿cómo?

X ¿Cree que los problemas relevantes so-bre el rendimiento de los alumnos se de-ban a un problema de enfoque sobre la forma de relación educativa? ¿Por qué?

Lectura obligatoria

� Dilema del Prisionero.

El dilema del prisionero muestra que dos personas pueden no cooperar incluso si ello va en contra del in-terés de ambas. Fue desarrollado originariamente por Merrill M. Flood y Melvin Dresher mientras trabajaban en RAND en 1950. Albert W. Tucker formalizó el juego con la frase sobre las recompensas penitenciarias y le dio el nombre del Dilema del prisionero.

Lectura complementariaEl aprendizaje Cooperativo como estrategia de Ense-ñanza- Aprendizaje.

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