mi libro de segundo

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Mi libro de segundo Conaliteg

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Page 1: Mi libro de segundo
Page 2: Mi libro de segundo

E S T E L I B R O E S P R O P I E D A D DE LA R E P Ú B L I C A M E X I C A N A

Para que lo use y lo conserve se entrego en forma absolu­tamente gratuita, pero con la condición de que lo cuide, a

(nombre del educando)

alumno* alumna* del . (grado)

de la (escuela)

de (población) (entidad federativa)

Ninguna persona, física o moral, podrá convertir este l ibro en ob|eto de comercio, franco o clandestino; ni lucrar con él de ningún modo; ni pedir a cambio de él —por ningún concepto— cantidad o cosa alguna,- ni l levar lo o mandarlo fuera del país, o intentar lo uno o lo otro.

La persona o personas, físicas o morales, que contravengan cualquiera de las prohibiciones o limitaciones mencionadas, que­darán sujetas a' las sanciones penales que procedan.

Comisión Nacional de ¡os Libros de Texfo Gratuitos

Tachar alumno o alumna, según el caso.

* * Indicar, además del nombre que Heve el plantel, su número de

registro (clave).

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Page 3: Mi libro de segundo

II Lee - 1

Page 4: Mi libro de segundo

Y o soy alumn de la escuela

M i nombre es

E l nombre de mi maestr__ es

É s t e es

Mi Libro de Segundo Año

Page 5: Mi libro de segundo

M I L I B R O

D E S E G U N D O A Ñ O

Page 6: Mi libro de segundo

COMISIÓN NACIONAL DE LOS LIBROS DE TEXTO GRATUITOS

DEPENDIENTE DE LA SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA

Presidente Secretario General

MARTÍN LUIS GUZMÁN JUAN HERNÁNDEZ LUNA

Vocales

ARTURO ARNÁIZ Y FREG, AGUSTÍN ARROYO CH.,

ALBERTO BARAJAS, ALFONSO CASO,

JOSÉ GOROSTIZA, GREGORIO LÓPEZ Y FUENTES.

Representantes de la opinión pública DOLORES VALDÉS VDA. DE LANZ DURET,

MANUEL BECERRA AGOSTA, RÓMULO O'FARRILL JR.,

JOSÉ GARCÍA VALSECA, MARIO SANTAELLA.

Colaboradores pedagógicos SOLEDAD ANAYA SOLÓRZANO, LUZ CORONADO,

RITA LÓPEZ DE LLERGO, AMELIA MONROY, LUZ VERA,

DIONISIA ZAMORA PALLARES, ARQUÍMEDES CABALLERO,

ANTONIO MANCILLA, ROMÁN PINA CHAN.

Page 7: Mi libro de segundo

MI LIBRO DE

SEGUNDO ANO por la profesora

PAULA GALICIA CIPRÉS

Cubierta de JORGE GONZÁLEZ CAMARENA

(Es la reproducción de un cuadro que representa a la nación mexicana avanzando al impulso de su historia y con el triple empuje —cultural, agrícola, industrial— que le da el pueblo.)

Ilustraciones y dibujos de

JUAN MADRID, ANTONIO CARDOSO, PALMIRA GARZA, ALBERTO DE TRINIDAD SOLÍS, RUBÉN CARMONA.

COMISIÓN NACIONAL DE LOS LIBROS DE TEXTO GRATUITOS DEPENDIENTE DE LA SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA - MÉXICO, D.F.

Page 8: Mi libro de segundo

Derechos reservados por los autores

Derechos reservados, sobre esta edición, por la

COMISIÓN NACIONAL DE LOS LIBROS DE T E X T O GRATUITOS DEPENDIENTE DE LA SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PUBLICA

Doctor Río de la Loza, Núm. 116, México 7, D. F.

® Diciembre de 1960

Page 9: Mi libro de segundo

L A M A Ñ A N A

Es la mañanita.

El sol entra en mi cuarto silenciosamente.

Parece que no quiere despertarme.

Duermo un poquito todavía. Pronto la luz me despertará.

¡Amigo sol, buenos días!

Has despertado a mamá y a papá.

Has despertado a los papas y mamas de otros niños.

Ellos han empezado su trabajo.

Yo también estaré listo en seguida.

7

Page 10: Mi libro de segundo

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Y A L L E G O A B R I L

El ave canta en el boscaje,

la flor revienta en el pensil,

el campo estrena nuevo traje,

¡ya llegó abril, ya llegó abril!

Las blancas mariposas

de alitas de azahar,

como almas de las rosas,

revuelan sin cesar.

Page 11: Mi libro de segundo

El chupamirto con donaire

bate su leve ala gentil

como dorada flor del aire.

¡Ya llegó abril, ya llegó abril!

Hay muchos astros en el cielo,

hay en la tierra flores mil,

salta cantando el arroyuelo,

¡ya llegó abril, ya llegó abril!

Amado Ñervo

V O C A B U L A R I O

boscaje —

revienta —

pensil —

con donaire —

bosque pequeño,

se abre.

lugar donde hay mu­

chas flores,

con gracia.

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Page 12: Mi libro de segundo

S A L U D O S

Cuando me levanto saludo a mamá y a papá.

Me gusta empezar el nuevo día y que ellos estén conmigo.

Papá y mamá me quieren y me cuidan. Trabajan para mí.

Yo también los quiero. Por eso, diariamente al despertar,

los saludo con alegría.

—¡Buenos días, papá! ¡Buenos días, mamá!

Carmela, mi hermanita, se adelanta y me dice desde su

cuarto:

—¡Buenos días, Pedrito!

Cuando paso por la cocina saludo a Manuela:

—Buenos días, Manuela.

Y ella me responde con mucha urbanidad:

—Buenos días, Pedrito. ¿Dormiste bien?

Le respondo mientras Capi, mi perro, me saluda con

sus saltos y sus juegos.

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Page 13: Mi libro de segundo

—¡Quieto, Capi \ —le digo; mas el perro sigue saltando.

Apoya en mí las patas delanteras y quiere lamerme las ma­

nos, los brazos, la cara.

Doy vueltas, llamándolo. Él salta, mueve la cola alegre­

mente; corre por el patio, ladra; vuelve; seguimos la fiesta.

Entonces se tira en el suelo con las patitas en alto, se

revuelca; yo le acaricio la cabeza y el lomo; él me deja hacer,

cerrando los ojos y moviendo la cola.

Capi nos quiere a todos, pero más a mí. Sabe que soy su

amo.

Mamá le prepara la comida y yo se la sirvo en una ca­

cerola.

Le pongo agua en una lata; agua limpia, que él bebe ha­

ciendo mucho ruido.

Los domingos lo bañamos y lo peino con un cepillo.

Si Carmela y yo nos quedamos solos en la casa, no tene­

mos miedo, porque está con nosotros el Capitán.

1 1

Page 14: Mi libro de segundo

CUENTO

Te voy a contar el cuento de un perro que tenía las ore-

jitas negras.

El perrito no tenía casa. Era un perro callejero.

Una vez se lastimó una pata; adolorido, se echó junto a

un muro para lamérsela. Pasaba por allí un médico, de co­

razón bondadoso, que amaba a los animales; se compadeció

del pobre can, lo llevó a su casa, lo curó y lo vendó.

Meses después, el médico oyó que arañaban la puerta de

su casa; acudió a abrir y se encontró con el perro que había

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Page 17: Mi libro de segundo

Carmela pone la mesa. Tiende el mantel, coloca en cada lugar los platos, las tazas y las cucharas. Trae las serville­tas y la charola con el pan.

Yo llevo agua limpia a las gallinas y les doy de comer. Algunas veces, mamá me manda a comprar algo que ne­

cesita. No me gusta hacer mandados; antes, en ocasiones, rehu­

saba hacerlos; pero papá me contó una historia, y ahora, cuando no quiero ir por lo que me encargan, la recuerdo.

Page 18: Mi libro de segundo

LA HISTORIA QUE CONTÓ P A P Á

Un domingo me mandó mi madre a comprar pan, y

yo empecé a replicar, como siempre.

Entonces mi madre llamó a mi hermana, y ella, siguien­

do mi ejemplo, se negó a obedecer.

Mi padre, que nos oía, dijo cariñosamente:

—¡No se enojen, muchachos! Hoy, como es domingo,

puedo jugar con ustedes un poco. Jugaremos a que yo soy

el hijo y ustedes los papas. ¿Qué quieren que haga?

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Page 20: Mi libro de segundo
Page 21: Mi libro de segundo

Acerco las sillas y las pongo en orden: aquí la de mamá;

en seguida la que ocupará Carmela, mi hermanita; después

la de papá. Por último traigo la mía.

Frente a mamá están la jarra con la leche y un platón con

frijoles. Mamá nos sirve a todos y cariñosamente nos invita

a desayunarnos

Carmela y yo no queremos manchar el mantel, ni hacer

ruido con la cuchara, ni desmenuzar el pan, porque nos han

enseñado a comer correctamente.

Cuando hemos terminado, nos levantamos y vamos a la­

varnos los dientes para conservarlos sanos y blancos.

V O C A B U L A R I O

sorbo — trago.

nutritivo — que alimenta.

desmenuzar — deshacer en partes pequeñas una cosa.

conservarlos — hacer que duren mucho tiempo.

1 9

Page 22: Mi libro de segundo
Page 23: Mi libro de segundo

pan de nubes con azúcar,

cuernos de luna con sal.

Todo el pueblo le decía:

—Don Domingo, ¿ya está el pan?

Don Domingo respondía:

— L o estoy poniendo a dorar.

El panadero hacía pan,

pan de dulce,

pan de sal;

rosquitas para los niños que lo veían hacer pan.

Miguel N. Lira

Page 24: Mi libro de segundo

¡QUÉ B U E N A S SON T U S MANOS!

Mamá, tus manos trabajan para mí sin descanso.

No hay cosa de las que necesito para vivir , que tus ma­

nos amorosas no ha van tocado.

Temprano me asean y me peinan; me dan el pan, la le­

che, la fruta, los alimentos de la mañana; luego ponen

en las mías la mochila, revisan si en ella están el libro, el

2 2

Page 25: Mi libro de segundo

lápiz, los cuadernos, para que no falte nada y el día sea

provechoso.

Al salir, tus manos me acarician. Yo las beso con cariño

y te hago una promesa:

—¡Mamá! ¡Voy a trabajar bien!

Oyendo mis palabras, tú sonríes.

Tus manos preparan nuestras comidas, arreglan la ropa,

ordenan toda la casa, y al llegar la noche, cuando mis ojos

se cierran vencidos por el sueño, me bendicen.

¡Qué buenas son tus manos, mamá!

2 3

Page 26: Mi libro de segundo

P O E M A A L A M A D R E

Entre tus brazos, madre, entre tus brazos

dormiré dulce sueño.

Dormiré como el viento en las palmeras,

como el cielo en el mar.

Sobre mis labios se abrirán tus besos

cuando yo duerma, cuando duerma yo;

soñaré con la espuma de las olas

acariciando el mar.

Page 27: Mi libro de segundo

Tus palabras serán en mis oídos

lento arrullo a mi sueño;

soñaré con el viento y con la brisa

cantándole a la mar.

Tus claros ojos mirarán los míos

con un dulce mirar,

y soñaré en la luna y los luceros

iluminando el mar.

Entre tus brazos, madre, entre tus brazos

aprenderé a soñar.

Antonio Acevedo Escobedo

Page 28: Mi libro de segundo

E L P E R I Ó D I C O

En las mañanas, temprano, un hombre pasa por mi calle.

Lleva un fardo atado a la reji l la de su bicicleta.

Se detiene frente a una que otra casa. Llama y dice:

—Periódico . . .

En casa, yo recibo el periódico diariamente.

Me gustan las letras grandes, las de los títulos y anuncios,

porque las puedo leer sin dificultad.

Pero, sobre todo, me agradan las historietas que el perió­

dico trae los domingos. ¡Qué divertidas son!

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Page 29: Mi libro de segundo

Mis compañeros y yo conversamos sobre las travesuras del

Pato Pascual como si fuera uno de los nuestros. Seguimos

con interés las aventuras del Ratón Miguelito, y nos dester­

nillamos de risa con el ingenio de los Supersabios.

A las personas mayores —dicen— el periódico les lleva

toda clase de noticias interesantes.

Papá me cuenta que a los pueblos pequeños llegan muy

pocos periódicos, y que éstos pasan allá de mano en mano.

Si no fuera por los periódicos, aquella gente no sabría lo

que sucede en otros lugares. Claro que ahora ayudan a in­

formarnos de todo la radio y, en las ciudades grandes, la

televisión.

V O C A B U L A R I O

fardo — bulto.

atado — amarrado.

2 7

Page 30: Mi libro de segundo

U N A N O T I C I A

Antes de marchar al trabajo, papá lee aprisa las noticias importantes.

Dice que es útil saber lo que sucede en nuestra república y en las otras partes del mundo.

Ahora ha terminado el desayuno y extiende el periódico. De pronto, levantándose, exc lama: " ¡ Q u é mala noticia!

¡Otro ciclón! Con sus l luvias torrenciales ha hecho que los

ríos se desborden . . . Los Estados de Veracruz y Oaxaca

son los que más han sufrido . . . Las ciudades de Veracruz,

Tlacotalpan, Amatitlán y Tuxtepec . . . Cerca de Tuxtepec

viven los abuelitos. ¿Qué habrá sido de ellos? . . . Ahora

mismo pido informes. Preguntaré a mis paisanos qué noti­

cias tienen."

V O C A B U L A R I O

marchar — caminar, ir. ciclón — viento temible por su fuerza, acompañado

de l luvias . desborden — se salgan del cauce sus aguas.

torrenciales — como torrentes, que son grandes avenidas de agua.

paisanos — personas que nacen en un mismo lugar o

país.

28

Page 31: Mi libro de segundo

E L M A Q U I N I S T A

Una maquinita

lograré tener;

será grande y fuerte,

¡no lo había de ser!

Rodará en los rieles,

con gran rapidez,

por tierras lejanas

que recorreré.

En ella a mi casa

feliz volveré.

Ropa de mezclilla,

la gorra de cuero;

hombre fuerte y hábil,

libre, muy entero;

el cuerpo al trabajo,

y el alma en anhelo

de un mundo mejor,

por claro y sincero . . .

Como es el Helero,

así yo he de ser.

P. G. C.

2 9

Page 32: Mi libro de segundo

E L V I A J E

Papá salió de viaje.

Espera l legar a Tuxtepec, donde le darán noticias de los

abuelitos y de sus otros parientes, pues todos viven en esa

región; sólo papá reside en la ciudad de México.

Anoche lo acompañamos a la estación del ferrocarril.

Mamá le había preparado, desde por la mañana, una ma­

leta con las cosas más útiles para el viaje. Una maleta chica,

que pudiera llevar con facilidad.

Llegamos a la estación mucho tiempo antes de la salida

del tren.

Entramos en la sala de espera, que es amplia y está bien

iluminada.

Page 33: Mi libro de segundo

Papá se colocó en una fila que había frente a la ventani­

lla donde venden los boletos, para comprar el suyo.

Mamá, Carmela y yo encontramos asiento en una banca.

Todas estaban ocupadas; había muchas personas de pie.

Las voces y risas, el ir y venir de la gente y el movimiento

de los empleados de la estación me tenían tan entretenido,

que no oí la campana cuando llamó por primera vez a los

pasajeros.

Mamá dijo:

— S i papá se retarda no logrará encontrar asiento.

Papá vino corriendo. Carmela lo apremió:

—¡Sube pronto al vagón! ¡No vas a encontrar asiento!

Papá sonrió al preguntarnos:

— ¿ Y no nos despedimos?

—¡Cómo no, papá!

Le dimos un abrazo mientras nos acariciaba. En seguida

se despidió de mamá.

Adiós, adiós, papacito!

Que tengas buen viaje!

Y que vuelvas pronto!

V O C A B U L A R I O

reside — vive, habita.

región — lugar del país.

vagón — coche de ferrocarril.

lograr — conseguir.

apremió — dio prisa.

3 1

Page 34: Mi libro de segundo

MI P A D R E

Papá fue a su pueblo a visitar a los abuelitos y a darles

ayuda. Desea que vengan a v iv i r con nosotros, para que

descansen; ya son ancianos y han trabajado mucho desde que

papá y sus hermanos eran pequeños.

Aunque papá siente gran cariño por sus padres, yo sé de

sobra que a mamá, a Carmela y a mí no nos quiere menos.

Él también trabaja todos los días, todos los meses, y con­

tinuará así algunos años, sin descansar, hasta que Carmela

y yo seamos mayores y lo ayudemos.

A veces, estando enfermo o muy fatigado, mamá le dice

3 2

Page 35: Mi libro de segundo

que se quede en casa, pero él no lo acepta. Se va al trabajo como todos los días.

Se interesa por nuestros estudios; oye las historias que le

contamos, y, en ocasiones, igual que todos los domingos, nos

lleva a pasear y juega con nosotros.

He oído cuando, de acuerdo con mamá, distribuye el di­

nero que gana. Cuentan diferentes cantidades: casa, alimen­

tos, ropa . . . Si mamá le dice que Carmela ya no tiene

zapatos, o que a mí me pidieron un libro en la escuela, no

se molesta, sino que da para comprarlos. Luego pregunta:

—¿Qué otra cosa hace falta?

Siempre que mamá no puede resolver algún problema de

la casa, ella nos dice:

—Esto lo arreglará papá

de sobra

fatigado

distribuye

problema

m m

V O C A B U L A R I O

- más que lo necesario. - cansado. - reparte.

- asunto difícil.

II Lect — 2 3 3

Page 36: Mi libro de segundo

E L C A R T E R O

Madre, estás triste porque no has recibido la carta que esperas.

A veces, si l laman a nuestra puerta, interrumpes por un mo-

Page 37: Mi libro de segundo

mentó tus labores y te quedas escuchando para saber si ha llegado el cartero.

El va por las calles con su gran valija colgada del hom­

bro; se detiene frente a algunas puertas y entrega las cartas

que lleva en la mano; coge otras de la valija, lee las direc­

ciones escritas en los sobres, y con paso rápido continúa

su labor.

Sabe los nombres de las calles y los números de las casas, y si pasa ante nuestra puerta sin l lamar es porque no trae tu carta, nuestra carta.

Mamá, no sufras más. Mira, yo he escrito una cartita; en ella he puesto lo que, según pienso, te escribiría papá.

La he escrito con cuidado, para que todas las palabras se entiendan. ¡Verás qué bonitas letras he hecho!

Quizá mañana llegue la carta que deseas. Será, como si papá viniese a platicar contigo, no con su voz, sino con sus letras, grandes, gruesas, limpias.

No estés triste; pronto traerán tu carta= Y hoy, madre, yo he sido tu cartero. Las letras de esta carta te dicen mi cariño.

V O C A B U L A R I O

llaman — golpean la puerta para que abran. labores — quehaceres, trabajos.

escuchando — oyendo.

valija — bolsa de cuero que usan los carteros. quizá — puede ser.

3 5

Page 38: Mi libro de segundo

E L R E G R E S O

Papá ha vuelto de su viaje.

Llegó cuando mi hermanita y yo dormíamos.

Entró muy quedito; pero lo sentimos, aunque no sé cómo,

y despertamos.

—Papá , ¡qué alegría que hayas regresado! ¡Cuánto te

echábamos de menos!

— Y los abuelitos, ¿por qué no han venido?

Le dimos muchos abrazos y lo besamos. É l , levantándo­

nos de la cama, nos estrechó con cariño.

— L o s abuelitos se hallan bien —nos d i j o — . Cuando se

Page 39: Mi libro de segundo

inundó Tuxtepec habían ido a Ojitlán a visitar al tío Enri­

que. Después salieron para Tierra Blanca. Fue allí donde los

vi. Quise que vinieran conmigo, pero el abuelito no aceptó.

Dice que nos visitarán más adelante.

Y luego papá nos dio una sorpresa, la mayor sorpresa de

nuestra vida. Llamó en voz alta:

—¡Martín, ven acá!

Entró un muchacho ranchero, más grande que yo. De su

cara, muy seria, muy morena, retuvo mi atención la brillan­

tez de los ojos.

En seguida, poniéndole la mano sobre el hombro, papá

dijo:

—Este es Martín. No tenía padre; su madre murió en la

inundación. Desde hoy nosotros seremos su familia. ¿Quie­

res, Martín?

Dije yo:

—Martín sí quiere; Carmela y yo también. Si él no tiene

casa ni padres, ¿por qué no ha de vivir con nosotros?

V O C A B U L A R I O

Page 40: Mi libro de segundo

R E L A T O D E P A P Á

Papá nos cuenta:

— L o s daños son muy serios. En algunos poblados casi

todas las casas quedaron destruidas.

Los caminos y puentes han desaparecido.

La gente se halla hambrienta y miserable ; perdieron

víveres, ropa, muebles, animales, herramientas.

En esas regiones casi todos son agricultores. Ahora ven

con desesperación cómo sus sementeras se pudren bajo

el lodo.

De los plantíos de maíz y de caña de azúcar, de los pla­

tanares y campos de palmeras, nada permanece en pie. Son

un destrozo.

Tuxtepec es la población que más sufrió.

Por un momento los habitantes pensaron que nadie los

ayudaría; pero no ocurrió así .

3 8

Page 41: Mi libro de segundo

De Tierra Blanca, pueblo vecino, acudieron al auxilio to­

dos los hombres. Arrancaron de las aguas a las víctimas y

se las llevaron a vivir con ellos. Al l í , en Tierra Blanca, si­

guen acogidos con cariño los habitantes de Tuxtepec. Dis­

frutan de albergue y de alimentos; a los enfermos y heridos

se les cura y atiende.

Tierra Blanca es un pueblo del Estado de Veracruz cuyo

ejemplo no debemos olvidar.

V O C A B U L A R I O

relato — historia, narración, cuento.

miserables — muy pobres.

víveres —al imentos .

regiones — partes naturales del país.

3 9

Page 42: Mi libro de segundo

E L V I E N T O

Quise saber qué son los ciclones, que tanto daño causan, y pregunté a papá. Veamos lo que él me dijo:

*-Cuando el viento sopla suavemente, mueve las hojas de los árboles.

" A veces sopla con más fuerza. Entonces levanta y hace girar en pequeños remolinos el polvo y los papeles de la la calle.

" S i aumenta su fuerza, sacude los árboles y hace caer las frutas maduras.

" Y cuando sopla con toda su furia, arranca los árboles, levanta los techos de las casas, hace volar en todas direc­ciones cuanto encuentra a su paso.

"Este viento furioso, destructor, acompañado de tempes­tades, se llama ciclón.

"Pero el viento también ayuda al hombre. "En los largos días del verano, cuando los rayos del sol,

4 0

Page 43: Mi libro de segundo

ardientes entonces, secan las plantas y hacen sufrir a la gente y a los animales, el viento trae las nubes que han de convertirse luego en lluvia refrescante.

" E l hace volar multitud de semillas, y éstas, si caen en lugar apropiado, germinan. As í , después, los ganados que cruzan el campo en busca de hierba fresca encontrarán las plantas que el viento sembró, y las aprovecharán.

"Las semillas de algunos árboles, como las del pino, tie­nen algo que se parece a un ala y que les permite volar le­jos. De ese modo, las siembra el viento.

" E l viento, además, es una fuerza; los hombres lo saben. Para aprovecharla han construido torres de hierro y les han puesto unas aspas que se parecen a los rehiletes con que jue­gan los niños. Cuando sopla el viento, las aspas se mueven y se ponen a trabajar: ayudan a subir el agua de los pozos profundos, a moler el trigo en los molinos, a aserrar madera.

" E l viento es un buen servidor."

V O C A B U L A R I O

girar — dar vueltas, moverse en círculo.

4 1

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Page 44: Mi libro de segundo

L A H U E R T A

El domingo visitamos la huerta de don Vicente.

Es una huerta muy grande y bien cultiva­da. Está plantada de manzanos.

Los manzanos son árboles de poca altura, tienen el tronco algo torcido y la copa an­cha. Da alegría verlos formar largas hileras.

Este ha sido un buen año para el manza­nar; las ramas de los árboles se doblan bajo el peso de la fruta.

Queda bastante espacio entre un árbol y otro, porque los manzanos necesitan mucho sol y se les planta separados para que no se den sombra.

Don Vicente nos dijo:

4 2

r

Page 45: Mi libro de segundo

—¡Muchachos, corten todas las manzanas que quieran! No lo tuvo que repetir. Carmela, Martín y yo corrimos a

cortarlas. Aunque están entre las hojas, las manzanas crecen con

un mismo lado expuesto s iempre al sol; ese lado se enro­jece. ¡Dulces manzanas amaril las con su mancha roja, que el sol les pinta!

Sobre el manzanar revolotean, zumbando, las abejas. — A q u í ya pasó su fiesta —dice don Vicente. —¿Cuándo es la fiesta de las abejas? —pregunta Carme­

la con curiosidad. — L a s abejas tienen su fiesta cuando los manzanos están

en flor. Entonces, todo el día vienen y van al colmenar, sa­len y regresan cargadas de néctar.

A la hora de la comida, don Vicente nos sirvió sidra he­cha con el jugo de sus manzanas. Me gusta el color dorado de la sidra y ver cómo suben en la copa las burbujas de gas. Al atardecer regresamos a casa. Algo del sol y de la verde frescura de la huerta se vinieron con nosotros en una canasta colmada de manzanas. •

di V O C A B U L A R I O

bien cultivada — bien cuidada. plantada — sembrada.

manzanar — lugar donde hay muchos manzanos. expuesto —descubierto. enrojece — s e pone rojo.

revolotean — v u e l a n dando vueltas, van y vienen. colmenar — l u g a r donde están las colmenas. colmena —espec ie de caja donde viven las abejas

y hacen sus panales. néctar — j u g o de las flores.

4 3

Page 46: Mi libro de segundo

L A S F R U T A S

L A P I N A

Por fuera, dura, con su corona verde. Por dentro, su color de sol y la miel ligera de su jugo.

Corta la pina en rebanadas. E l jugo escurre, dulce y oloroso.

¿Qué esperas? ¡A comer pina!

L O S C A P U L I N E S

En el campo cuidan los capulines para los pájaros y los niños. Cada frutita, redonda y obscura, refleja un punto de luz. Su carne, breve y verde, tiene la dulzura de nues­tro país.

4 4

Page 47: Mi libro de segundo

L A S G U A Y A B A S

Con su piel amarilla y lustrosa parecen de cera. Su ex­quisito olor nos anticipa el gusto de morderles la pulpa, que es color de rosa.

L A S T U N A S

Te maltratan con sus espinas; te halagan con la frescura

de su pulpa verde, blanca, roja.

E L Z A P O T E P R I E T O

Es un globito verde que tiene negro y suave el corazón.

breve

lustrosa

exquisito

pulpa

miagan

V O C A B U L A R I O

pequeña, que acaba pronto que tiene brillo, muy delicado y bueno, la carne de las frutas, dan gusto.

Page 48: Mi libro de segundo

C O N V E R S A C I Ó N

—Díme, Martín: cuando estabas en tu tierra, ¿qué hacías?

Martín me responde:

"¡Pchs! . . . Temprano, muy temprano, antes de las cin­

co de la mañana (porque allá, cuando el Sol está alto en el

cielo, es mejor quedarse a la sombra de los árboles o de

la casa), las mujeres y los muchachos grandes, así, como

yo, íbamos por agua al río.

"Después había que llevar los animales al campo, ir por

leña, vender en el mercado huevos y fruta . . . Muchos

días faltaba yo a la escuela: me mandaban al pueblo a dar

recados o a comprar algo que en el rancho no había.

4 6

Page 49: Mi libro de segundo

"Algunas veces, cuando la fruta estaba madura, me ocu­paba todo el día en asustar las bandadas de periquitos que iban a picotearla.

"Una señora que se llama doña Luisa me pagaba diez centavos y yo los espantaba; los periquitos volaban gritando y haciendo mucho ruido con las alas.

' ¡Si vieras qué alborotadores son! No volaban lejos; veía yo cómo se posaban todos en

otros árboles." — ¿ Y los ibas a espantar?

— N o ; aquellos árboles no eran de doña Luisa.

— ¿ Y a qué jugabas? Cuéntame de tus amigos.

"Había otros muchachos: Hilario, Roberto, Chema, Flo­

rentino . . . Formábamos dos partidos para jugar a los en­

cantados. " E n las ramas de los árboles hacíamos maromas, como

las de los cirqueros que habíamos visto en el pueblo»

"Cortábamos fruta y, si hacía mucho calor, nos bañába­mos en el río

9 9 Pasa un río muy grande cerca de mi pueblo; tú ni te imaginas cómo es ."

V O C A B U L A R I O

bandada — muchos pájaros que vuelan juntos.

se posaban — iban a parar.

4 7

Page 50: Mi libro de segundo

T R A B A J O

Martín y yo tenemos que cuidar las gallinas.

Es un trabajo fácil, pero que ha de hacerse a diario.

Primero barremos, sin llevarnos con la escoba la arena

que está en un rincón, porque en ella se bañan las gallinas.

En seguida limpiamos el ponedero, para que los huevos

Page 51: Mi libro de segundo

ne erizadas las plumas y muy roja la cresta, y cuando me acerco, por si hay huevos, me da de picotazos. Es que está clueca y quiere empollar. Entonces compramos paja y le hacemos su nido.

Mamá coloca varios huevos en una vasija con agua. Los que se van al fondo, porque están pesados, son los buenos. Los que flotan en la superficie son huevos que no sirven para empollar.

Después de veintiún días nacen los pollitos; también ayu­damos a cuidarlos.

V O C A B U L A R I O

a veces sucede, tiesas, esponjadas. calentar la gallina los huevos para que nazcan los pollitos, recipiente. se quedan sobre el agua.

suele — erizadas — empollar —

vasija — flotan —

4 9

Page 52: Mi libro de segundo

C U E N T O D E C A R M E L A

L A S T R E S M A R I P O S A S

Era una tarde de mayo, tarde calurosa.

Tres maripositas, blanca una, roja otra y otra amari l la , jugaban alegremente bajo los rayos del Sol.

De pronto el cielo se puso gris y gruesas gotas de lluvia comenzaron a caer.

Para l ibrarse del aguacero, las mariposas volaron hacia su casita, pero hallaron la puerta cerrada, y, ¡loquillas que eran!, habían perdido la l lave.

Cerca crecía un tulipán rojo con rayas doradas. Las tres mariposas se acercaron a él y le dijeron:

—Tul ipán , ¿nos permites guarecernos en tu cáliz mien­tras pasa la lluvia?

E l tulipán contestó: —Abr iga r é con mucho gusto a la mariposa roja y tam­

bién a la amarilla, pero a la blanca no. — S i nuestra hermana blanca no puede entrar —dijeron

las otras— no aceptamos tu hospitalidad. Gracias.

Seguía lloviendo copiosamente. Las mariposas volaron hasta un lirio:

— B u e n lirio, ¿serías tan amable que nos permitieras

posar en tu cáliz mientras pasa la lluvia?

El lirio dijo:

5 0

Page 53: Mi libro de segundo

— M e gustaría mucho albergar a la mariposa blanca por­que se parece a mí, pero a las otras no quiero cobijarlas.

Entonces la mariposa blanca dijo: — S i mis hermanas no pueden entrar, yo no acepto tu fa­

vor. Gracias. Y volaron juntas las tres. Desde más allá de las nubes, el Sol se había enterado de

cómo se querían las tres mariposas, y alegre volvió a bri­llar para secarles las alas.

5 1

Page 54: Mi libro de segundo

Las mariposas revolotearon entre las flores y se dirigieron a su casita, cuya puerta se había abierto al últ imo rayo del Sol .

María Valdés V O C A B U L A R I O

calurosa cáliz

hospitalidad

copiosamente posar

albergar guarecernos

de mucho calor. nombre de una parte de la flor. gusto de recibir en nuestra casa a otras personas. abundantemente. alojar. dar alojamiento. ponernos a cub ie r to de un p e l i g r o o de las inc lemenc ias del t i empo, como la l luvia .

5 2

Page 55: Mi libro de segundo

LOS A M I G O S

He leído el cuento titulado Las tres mariposas. El tulipán quería dar abrigo a la mariposa roja y a

la amarilla, pero a la blanca no. El lirio daba albergue a la mariposa blanca, y no a

las otras. Las tres mariposas prefirieron volar juntas bajo la lluvia,

aunque podían maltratárseles o rompérseles sus alitas. Ellas sabían que una mariposa con las alas rotas muere pronto; pero no quisieron separarse, porque eran amigas.

Y o también tengo amigos. Son Martín, Pepe y Luis. Si paseamos, o jugamos, o hacemos la tarea de la escuela

u otro trabajo, todo es más alegre, porque estamos juntos. A la hora de la comida pregunté a papá: —Papá, ¿tú tienes amigos? —Por supuesto. Hay que tener amigos y saber ser amigo. Y dije a Carmela: —¿Tú tienes amigas? Carmela respondió: —Todas las niñas son mis amigas. Mamá también tiene amigas. En mi casa todos tenemos

amigos. Me he quedado pensando en la frase de papá: ? ? Hay que tener amigos y saber ser amigo." Las tres mariposas sabían serlo. ¿Verdad?

V O C A B U L A R I O

albergue — lugar donde se halla abrigo

5 3

Page 56: Mi libro de segundo
Page 57: Mi libro de segundo

como ella, y repite tanto sus nombres, que me los he apren­

dido: Yolanda, Gloria, Eva, Chabela, Rosa.

A mí me complace jugar en el patio con mis amigos.

A los más los conocí el año pasado; otros son nuevos.

Me gusta trabajar en clase y obtener buenas calificaciones.

Papá revisa con cuidado mis cuadernos y mi boleta men­

sual. Si mis calificaciones son buenas, me dice: "¡Vamos

bien, Pedro!" Y no sé por qué me satisface tanto el oírlo.

También me agradan los ejercicios militares. Cuando todos

marchamos erguidos, en silencio, y el profesor cuenta . . .

"uno . . . dos . . . uno . . . dos " . . . , nuestros pasos suenan

iguales; parecemos soldados de verdad.

¡Y qué alegría me da oír la campana que nos anuncia el

recreo!

Mi maestra dice que hago travesuras.

Sí, soy travieso, pero cumplo mi tarea.

V O C A B U L A R I O

complace — agrada. me satisface — me deja contento.

Page 58: Mi libro de segundo

A L T R A B A J O

Antes de las ocho, papá, Carmela y yo sal imos de casa.

Papá es médico. Trabaja por las mañanas en un consul­

torio de. la Asistencia Pública.

Carmela y yo t rabajamos en la escuela . E l trabajo de

todos los niños está en la escuela.

Carmela estudia pr imer año. Y o estoy en segundo.

A esa hora transitan por la cal le muchas personas que ,

van al trabajo: empleados que se dir igen a las oficinas o

casas comerciales; maestros y estudiantes que se encaminan

aprisa a sus escuelas; albañiles, pintores, carpinteros, que

cpn sus herramientas van a los edificios en construcción o

a los talleres.

Mamá se queda en casa. A l l í está su trabajo.

5 6

Page 59: Mi libro de segundo

El otro día mi maestra preguntó a Luis én qué trabajaba

su mamá, y Luis dijo que en nada.

Luis cree que su mamá no trabaja porque la ve quedarse

en casa, y no ha pensado en todo lo que allí es necesario

hacer.

Cuando las personas que van a las fábricas u oficinas, y

los niños que van a la escuela, han concluido su tarea, re­

gresan a su casa a descansar; pero la mamá, que no salió

en todo el día, o casi no salió, sigue trabajando.

V O C A B U L A R I O

asistencia pública — ayuda a los pobres.

transitan — caminan.

concluido — acabado.

5 7

Page 60: Mi libro de segundo

Todos los días papá nos acompaña hasta cerca de la

escuela.

Carmela va entre los dos, porque él y yo debemos cuidarla.

Encontramos a la vendedora de flores, que lleva a la es­

palda una canasta enorme, y, al brazo, otra pequeña.

Las flores le asoman sobre la cabeza. Va cantando con

voz delgada:

— ¡Las flores, niña! ¡Los chícharos! ¡ L a nube! ¡Semilla

de nabo, pirú . . . !

Pasan vendedores, lecheros en bicicleta, señoras camino

del mercado, niños que se dirigen a la escuela.

Varios señores se han detenido frente a un puesto de

periódicos. Están leyendo los títulos. Se enteran así de las

noticias principales.

5 8

Page 61: Mi libro de segundo

Martín se entretiene con los autobuses que pasan. Sus

exclamaciones nos divierten»

— ¡ M i r a qué lleno va ese autobús! ¡Aquellas señoras ya

no pudieron subir!

Caminamos con paso rápido y conversamos hasta llegar

a la esquina donde papá se despide.

Él nos ha enseñado cómo atravesar la calle con cuidado,

a no correr por ella, a no pararnos ante la gente que vende,

grita o discute.

Podemos andar solos por las calles de la ciudad.

I

VOCABULARIO

autobuses — camiones que transportan personas.

5 9

Page 62: Mi libro de segundo

M A R T Í N

Mi profesora l lamó a Martín para hacerle algunas pre­

guntas. Erguido ante la mesa de la profesora, Martín ha

contestado Con voz clara.

La maestra le preguntó:

—¿Cómo te l lamas?

—Martín Agui lar Campos.

—¿Qué edad tienes?

—Doce años.

—¿Por qué no has adelantado en la escuela? ¿En qué te

ocupabas?

6 0

Page 63: Mi libro de segundo

—Señorita, mi mamá me necesitaba en casa y muchas veces faltaba yo a la escuela. Por eso no he podido llegar a tercer año . . .

—¿Dónde vives? —En . . . en la casa de Pedrito. Martín calla, apenado por vivir en casa ajena. La maestra comprende y, para animarlo, le dice: —Entonces estarás contento, porque Pedrito es un buen

chico. Tú no eres de aquí, ¿verdad? ¿De dónde eres? —De Oaxaca Mi maestra lo tranquiliza más con estas palabras: —Nos gusta que vengas a nuestra escuela, porque, ¿sabes?,

todos nosotros conocemos y admiramos a otro niño oaxa-qúeño. Un indito inteligente y valeroso que llegó a ser Pre­sidente de la República.

Y volviéndose al grupo, pregunta:

6 1

Page 64: Mi libro de segundo

BENITO J U Á R E Z

Esta es una historia verdadera que parece cuento. En un pueblecito oculto entre las montañas de Oaxaca

nació un niño a quien pusieron por nombre Benito. Nada les puedo contar de su cuna, ni de su casa, ni de

sus padres, pues este niño quedó huérfano antes de cumplir cinco años y vivía en casa ajena.

Un tío suyo, al verlo sin amparo, lo había recogido, y cpmo los pobres han de ganar su pan desde pequeños, Be­nito ganaba el suyo como pastor.

Así fue creciendo; hasta que un día, cansado de malos tratos, marchó a la ciudad de Oaxaca.

6 2

Page 65: Mi libro de segundo

Trabajaba allí de mozo cuando lo encontró un hombre bueno que se dispuso a protegerlo.

Aquel hombre se llamaba Antonio Salanueva. Fue él quien enseñó a Benito a hablar el español, pues el niño sólo hablaba en lengua zapoteca. También le enseñó a leer y a escribir.

Don Antonio Salanueva ayudó a Benito durante muchos años, los necesarios para verlo terminar la carrera de abogado.

Al poco tiempo, la gente de Oaxaca conocía ya a Benito y lo tenía por hombre laborioso y honrado. El pueblo lo eligió gobernador.

Al fin, Benito llegó a ser Presidente de la República. Con voluntad igual a la que había puesto en su lucha por

la vida y por aprender, defendió a nuestra patria en épocas aciagas.

México necesita hombres tan valerosos, honrados y pa­triotas como don Benito Juárez.

V O C A B U L A R I O

aciagas — penosas, tristes, difíciles.

6 3

Page 66: Mi libro de segundo

C U E N T O D E M A R T Í N

EL CONEJITO BLANCO

I

Éste era un conejito blanco que tenía una casita de palmas. Un día llegó a visitarlo la zorra. —Conejito blanco —le suplicó—, déjame entrar un mo­

mento en tu casa, que tengo frío. Y así que estuvo dentro, la zorra dispuso: —Aquí no cabemos los dos. La casa es muy chiquita. Y el conejito, llorando, tuvo que salir.

6 4

Page 67: Mi libro de segundo

I I

I I I

Por el camino tropezó con un asno. El asno le preguntó: —¿Por qué lloras, conejito blanco? — ¡Cómo no voy a llorar! Yo tenía una casita de palmas.

Dejé entrar a la zorra, y la zorra me echó fuera. —Iré yo a darle un susto a esa zorra —dijo el asno, y

corrió hasta la casita de palmas. —¡Sálgase de ahí la zorra!- —gritó dando un rebuzno

amenazador. — S i salgo te voy a comer —le replicó la zorra tranqui­

lamente. —Entonces me voy —dijo el asno, y se fue corriendo.

II Lect — 3 6 5

I

Por el camino encontró a un gato —¿Por qué lloras? —el gato le preguntó. —¡Cómo no voy a llorar! —respondió el conejito—. Yo

tenía una casita de palmas. La zorra me pidió permiso para entrar, y después, cuando estuvo dentro, me echó a la calle.

— ¡ Y o le voy a dar un susto a esa zorra! —dijo el gato hecho una furia.

Pero cuando llegó frente a la zorra, ésta le replicó tran­quilamente;

—Mira que si salgo te voy a comer. —Entonces me voy —contestó el gato, y se fue corriendo. El conejo, todo lloroso, se retiró también

Page 68: Mi libro de segundo

El conejito, todo lloroso, se retiró también.

I V

Por el camino se encontró a un gallo. El gallo le preguntó: —Conejito blanco, ¿por qué lloras?

Contestó el conejito: —¡Cómo no V O Y a llorar! Yo tenía una casita de palmas.

Permití entrar a la zorra, la zorra me echó a la calle y .aho­ra no me deja entrar a mí.

—Iré yo a darle un susto a esa zorra —dijo el gallo, y se fue a la casita de palmas.

Cuando llegó allá, se puso detrás de la casa y cantó con todas sus fuerzas:

Aquí en la mano tengo un fusil para matar a la zorra. ¡Quiquiriquí! Si no sale corriendo la mato yo aquí de un solo tiro. ¡Quiq u i r i a u i

Espantada por el rui­do que el gallo hacía con su canto, la zorra escapó mientras decía:

— Me voy corriendo

6 6

Page 69: Mi libro de segundo

¡Y salió con tanto susto, que no volvió nunca más!

Zorra tranquila, ante el que ruega; zorra atrevida, con el que llora;

/ zorra miedosa,

hablándole fuerte; fue zorra astuta, mas no fue valiente.

(Anónimo)

Page 70: Mi libro de segundo

UN CONCURSO

En la escuela hicimos un concurso. Se trataba de leer pa­labras difíciles.

Desde la víspera formamos los partidos, elegimos el capi­tán y el nombre de cada grupo.

Nosotros quisimos llamarnos Aguiluchos, y Martín fue nuestro capitán.

Andrés fue el jefe de los Gavilanes. La maestra nos repartió, impreso en hojas, el trozo que

habíamos de leer, para que lo estudiáramos en casa. Martín lee con dificultad las palabras terminadas en d;

pero las repasó con tanto entusiasmo que^ por la noche,

68

Page 71: Mi libro de segundo

cuando papá nos llamó para que hiciéramos un ensayo, pro­

nunció muy bien comunidad. Sólo tropezó en directamente y

policía.

Yo leí mal organizaciones. Esto me sucede con las pala­

bras largas cuando las quiero leer muy aprisa.

Papá dijo que debíamos estudiar más, y así lo hicimos.

El trozo que leímos fue el siguiente:

^Muchos hombres contribuyen directamente a que sea

más segura y fácil la vida de la comunidad,

"Son aquellos que pertenecen a organizaciones dedicadas

a servicios públicos: empleados de Correos y Telégrafos,

miembros del Cuerpo de Bomberos, policías y otros más."

Cuando Martín leyó frente a los Gavilanes, no cometió

un solo error. Todos gritamos: '¡Viva nuestro capitán!"

V O C A B U L A R I O

contribuyen

elegimos

comunidad

ayudan. y

escogimos.

todas las personas que viven en un mismo

pueblo, ciudad, provincia o nación.

6 9

Page 72: Mi libro de segundo

FIESTA

Las niñas de la escuela de Carmela y nosotros hicimos una fiesta.

En un jardín cercano a nuestras escuelas celebramos el Día del Árbol.

Hubo cantos, recitaciones y una representación dramática muy bonita, que mi maestra nos enseñó y ensayó.

Las profesoras nos explicaron que plantar árboles no sólo es abrir la cepa y ponerlos allí, sino, después, cuidarlos cons­

tantemente para que crezcan sa­nos y robustos.

Como número final plantamos los arbolitos que nos obsequiaron en los viveros.

Son mimosas, que pronto se en­galanarán con de­licados ramilletes

de flores perfumadas y amarillas; truenos de hojas lustrosas y obscuras, y Jacarandas que en próximas primaveras se cu­brirán de bellas flores azules.

Desde la víspera limpiamos la tierra, la aflojamos y la dejamos mullida, sin piedras ni terrones, para que las raí­ces puedan encontrar fácilmente su camino.

7 0

Page 73: Mi libro de segundo

Después de plantar los arbolitos y rellenarles sus cepas, los regamos muy bien, y en seguida colocamos en torno a cada uno de ellos estacas de madera que los protegerán du­rante su crecimiento.

V O C A B U L A R I O

cepa— hoyo que se cava para plantar un árbol. viveros — terreno donde se cultivan plantas que des­

pués se llevarán a otros lugares. engalanarán — adornarán.

lustrosas — brillantes. mullida. — suave, blanda.

7 1

Page 74: Mi libro de segundo

VIDA RETIRADA

(Fragmento)

Del monte en la ladera por mi mano plantado tengo un huerto que con la primavera, de bella flor cubierto, ya muestra en esperanza el truto cierto,

El aire el huerto orea y ofrece mil olores al sentido, los árboles menea con un manso ruido que del oro y del cetro pone olvido.

Fray Luis de León

Page 75: Mi libro de segundo

( D R A M A M I N Ü S C U L O )

P E R S O N A J E S : La T i e r r a - E l Árbo l - E l Campesino Un Pajar i to — Un Conejo

(Antes de principiar la representación se habrá dispuesto,

extendido por enfrente del árbol, un papel o cartón, pintado

de color café obscuro, donde se ocultará el niño que ha de

personificar a la Tierra, El traje de ésta será obscuro también.) /^^>

Se levanta el telón.

(El Conejo está sentado a la sombra del árbol; el Pajarito

se acerca caminando a saltitos.)

El Pajar i to : Amigo conejo, ¡muy buenos días! ¡Hoy por la mañana no te vi!

7 3

Page 76: Mi libro de segundo

Salí un poco tarde. No dormí bien, pen­

sando en tu personita.

¡Ah, sí! Te asustó el vendaval que soplaba

anoche y el ruido que hacían las hojas.

¿No es cierto?

Sí; ese ruido hace pensar en el agua que

cae. Creí que tu nido se vendría al suelo

y que tus polluelos . . .

No; no temas. Mira qué alto y lleno de

vigor es el árbol donde puse mi nido.

Cuando el viento sopla con fuerza . . .

uuuuh . . . uuuuh . . . uuuuh . . . el árbol

apenas si se estremece y protege así mi

nido. Yo lo amo.

Yo también lo quiero. (El niño que perso­

nifica al conejo da saltitos semejantes a

los de los conejos.) Después de corretear

aquí y allá buscando hierba fresca, siem­

pre vengo a descansar a la sombra del

árbol. ¡Qué bueno y hermoso es! (Parando

las orejas.) Oigo pisadas. ¡Me voy! (Corre

a esconderse.)

¡A volar! (También se va.)

(Trae un hacha en la mano. Se detiene

frente al árbol.) Necesito algunos centa­

vos . . . Cortaré este árbol y venderé la

leña en el pueblo. (Levanta el hacha como

para descargar un golpe formidable.)

Page 77: Mi libro de segundo

La T ierra ; (Rompe el cartón que la esconde, y, levan¬ tándose rápidamente, grita:) ¡Detente!

El Campesino: (Retrocede asustado; suelta el hacha.) ¡Ah!

¿Qui . . . qui . . . quién eres? ¡Perdóname!

No levanté el hacha contra ti. No te había

visto. Es que voy a cortar el árbol.

L a T i e r r a : Soy la Tierra, la Madre de todo lo que

J vive. Tuyo es este campo, ¿verdad? (Seña-l¿ lando hacia el campo con un ademán.)

K } ¿Te gusta verlo cuando las plantas que sembraste muestran ya los frutos?

E l Campes ino: Nada me gusta más en la vida. La Tierra: Pues óyeme. Si corlas este árbol y los

otros, como has hecho con todos aquéllos (hace un amplio ademán, como si señalara innumerables árboles), llegará el día en que las semillas que deposites en mi no germinen. A la tierra de tu campo, seca, estéril, se la llevará el viento

El Campesino: ¿Se la llevará? ¿Por qué? L a T i e r r a : Porque son los árboles quienes llaman a

la lluvia, y sus raíces forman el tejido que detiene la buena tierra, la vegetal. Si aquí no quedan árboles, por falta de lluvia y de buena tierra, no germinarán tus se­millas.

E l Campesino: ¿Y entonces yo?

7 5

Page 78: Mi libro de segundo

L a T i e r r a : ¿Tú? Morirás, por haber dado muerte a

los árboles. (La Tierra se sienta junto al

árbol, ocupando el menor lugar posible, y

se queda quieta.)

E l Campes ino: (Recoge el hacha. Retrocede gritando:)

¡No los cortaré más! ¡No quiero morir!

T E L Ó N

Page 79: Mi libro de segundo

LA T I E R R A

Bajo la tierra viven las raíces: las grandes raíces de los árboles, las débiles raíces de las hierbas»

En la tierra está el extenso reino de los minerales. Hay minerales blandos, como el yeso; minerales muy du­

ros, como el diamante. Hay minerales que se esconden en la roca, como la pla­

ta, el oro, el hierro. Hay minerales que forman ríos, como el agua: agua sub­

terránea, pura y clara, que no ha sido tocada ni por la luz del sol.

Hay minerales que forman, bajo la tierra, quietos lagos de color obscuro, como el petróleo.

Sobre la tierra hay montañas muy altas, bosques, desier­tos sin plantas ni agua, y llanuras cubiertas de vegetación, húmedas de arroyos y ríos.

Sobre la tierra viven los animales: animales salvajes, ani­males domésticos; animales enormes; animales muy pe­queños.

Sobre la tierra viven los hombres, que son, aunque no siempre, los amos de cuanto en ella existe.

V O C A B U L A R I O

extenso amos

muy grande, dueños.

7 7

Page 80: Mi libro de segundo

LA R A Í Z D E L R O S A L

Un día se encontraron —bajo tierra— un hilo de agua y una raíz de rosal, y se pusie­ron a platicar.

"Vecina raíz —dijo el hilo de agua—, nunca vieron mis ojos nada tan feo como tú."

La raíz, humilde, respondió: "Verdad, hermano hilo de agua, que debo

de parecer fea a tus ojos. El contacto con la tierra me ha dado este color pardo, y el mu­cho trabajo me ha deformado como se de­forman los brazos del obrero.

Page 81: Mi libro de segundo

" Y o también soy una obrera; trabajo para la parte de mi cuerpo que mira al sol. Es a ella a quien envío el líquido que me das para mantenerla fresca. Cuando tú te apartas, voy a buscar alimento en otra dirección.

"Hermano hilo de agua, cuando salgas al sol, busca la planta que soy sobre la tierra."

Y cuentan que cuando el hilo de agua salió a la luz con­vertido en arroyo, quedó mudo de admiración al contem­plar, en el mismo lugar en que estaba la .raíz, una rosa be­llísima, y prometió no volver a burlarse de las cosas feas, porque, a veces, son principio de algo bello.

Gabriela Mistral

7 9

Page 82: Mi libro de segundo

R E C U E R D O

He venido por la senda con un ramito de rosas del campo. Tras la montaña nacía la luna roja; la suave brisa del río daba frescura a la sombra; un sapo triste cantaba en su flauta melodiosa; sobre la colina había una estrella melancólica.

He venido por la senda

con un ramito de rosas.

Juan Ramón Jiménez

8 0

Page 83: Mi libro de segundo

LOS ABUELITOS

Los abuelitos han venido a México. Pasarán varios días en nuestra casa, y esto nos alegra. Mi abuelo es un ranchero alto, de mirada inteligente.

Tiene las manos ásperas. Al saludarme estrechó mi mano con tal fuerza, que la retiré vivamente. El rompió a reír con risa alegre.

Mi abuelita es seria; sólo sus ojos se sonríen cuando nos miran. Nos habla con suavidad; se ve que nos quiere.

De pie junto al abuelo, parece buscar la sombra de él para protegerse.

Yo sé que es muy buena. ¡Papá me ha contado tantas co­sas de ella!

Dice papá que los abuelitos han trabajado toda su vida, y sufrido mucho; sin embargo, no son gente triste ni enferma.

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Page 84: Mi libro de segundo

La vida en el campo los ha hecho sanos y enérgicos. El abuelito nos trajo de Oaxaca algunos regalos. A mamá le dio un juego de loza para desayuno. ¡Qué bo­

nito es! Puestas sobre la mesa, las jarras y tazas atraen la mirada por lo alegre y brillante de los colores: rojo, ama­rillo, verde, azul.

Es un regalo hermoso; mamá está encantada con él. Para nosotros el abuelo trajo silbatos de barro que figu­

ran animales; pájaros tejidos con palma de colores y ador­nados con plumas rojas y azules, y una campanita de barro negro, con sonido casi metálico, que parece que canta cuan­do suena.

Para Carmela son los pájaros y la campana. Martín y yo nos hemos repartido los silbatos.

La casa se llena de silbidos agudos y nota^ claras: íli . . • fli . . . tin , . . tin . . . tin . . .

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Page 85: Mi libro de segundo

E L BOSQUE DE CHAPULTEPEC

Ir al Bosque de Chapultepec es una de mis mayores ale­grías.

¡Qué fresco y silencioso está siempre! Siguiendo los camimtos que lo cruzan en todas direccio­

nes, encontramos, entre espesos grupos de árboles, prados florecidos o campos cubiertos de césped, donde es grato tenderse a tomar el sol.

El domingo fuimos con los abuelitos. Mi abuelo admiraba el castillo, situado en lo alto del

cerro, y se detenía a contemplar los ahuehuetes que aún que­dan. Según cuenta la leyenda, fueron plantados por orden del emperador azteca Moctezuma

La abuelita se deleitaba contemplando el lago; los gansos,

8 3

Page 86: Mi libro de segundo

los cisnes. Seguía con los ojos los botes tripulados por mu­chachas y muchachos que reían y cantaban.

Caminando, caminando, llegamos a un campo de juegos. Allí hay columpios, sube-y-bajas, toboganes.

Carmela, Martín y yo jugamos un buen rato y después lle­vamos a los abuelitos a pasear en el ferrocarril infantil.

Este ferrocarril tiene una maquinita diminuta y tres va-goncitos de techos bajos, pues son para niños; pero también las personas mayores pueden pasear en ellos. Corre el tren por una vía muy estrecha y la locomotora va silbando como si fuese de verdad.

V O C A B U L A R I O

florecidos — que están cubiertos de flores. grato — agradable-

deleitaba — gozaba. toboganes — resbaladillas.

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Page 87: Mi libro de segundo

E L PARQUE ZOOLÓGICO

Al bajar del ferrocarril, Carmela dijo: —Ven, abuelita; vamos a ver el lobo. ¡Es igual al de

Caperucita! Los abuelitos rieron y siguieron a Carmela. Entramos en

el Parque Zoológico. El Parque Zoológico de Chapultepec ocupa un campo

extenso, rodeado de tela de alambre. Anchas calzadas per­miten transitar cómodamente por él.

Los animales viven en grandes jaulas de hierro o en cuevas artificiales.

Vimos los venados, los coyotes, la cebra. Ésta nos admiró por lo extraño de su piel, rayada de negro y blanco.

Hay guacamayas, periquitos, garzas. Al verlos exclamó Martín: — ¡ Y a los conozco! ¡Y los he visto libres, no encerrados

en jaulas!

85

Page 88: Mi libro de segundo

Pero cuando llegamos a donde están el tigre y los leones, cuando vio los osos pardos y los osos blancos, unos y otros de pie sobre las piedras de sus cuevas, se quedó con la boca abierta.

A los abuelitos les divirtieron muchos los elefantes, que tomaban agua con la trompa y, para refrescarse, se la echa­ban en el lomo; contemplaron el avestruz y la llama, que tienen largo el cuello y pequeña la cabeza, y son de aire reposado.

Regresamos a casa satisfechos . . . ¡Cuántas cosas admira uno en el Bosque de Chapultepec!

V O C A B U L A R I O

parque zoológico — lugar donde podemos ver animales vivos

de diversas regiones del mundo. transitar — andar.

artificiales — hechas por los hombres.

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Page 89: Mi libro de segundo

L A S A R D I L L A S

Las ardillas figuran entre los animales más graciosos que conozco. Tienen los ojos negros y vivos, el cuerpo fino, cu­bierto de suave pelo leonado o gris, y la cola hermosa, y móvil.

Tan interesantes como su aspecto son sus costumbres. Las ardillas viven en los bosques de pinos. Se alimentan

principalmente con las semillas de estos árboles. A medida que se acerca el invierno, el trabajo de las ar­

dillas aumenta. Todo el día saltan, suben y bajan; mas en sus ires y venires nada les resulta inútil. Así acarrean rami-tas, hojas secas y musgo para hacer caliente su madriguera. Almacenan nueces, semillas, granos.

8 7

Page 90: Mi libro de segundo

Tienen las ardillas costumbre de esconder, una vez que han satisfecho su hambre, todo el alimento que encuentran. Para esto hacen en el suelo agujeritos donde depositan las provisiones, y luego los cubren con tierra, apisonándola rá­pidamente con las patitas. También utilizan como despensa los agujeros que hay en los troncos de los árboles añosos.

Cuando llega el frío del invierno y en el bosque no es fácil encontrar alimentos, las ardillas no sufren, pues tienen suficientes provisiones y recuerdan el sitio en que las han guardado.

V O C A B U L A R I O

provisiones — alimentos. apisonándolo — apretándola.

despensa — lugar donde se guardan los alimentos. añosos — que tienen muchos años.

8 8

Page 91: Mi libro de segundo

E L C U E N T O D E A B U E L I T A

P A T I T A S B L A N C A S

I

—Hija mía —dijo la oveja madre a su ovejita—, voy a salir, no me tardo; pero mientras estoy fuera de casa, ten cuidado de no abrir la puerta sino a los amigos. Recuerda que el lobo ronda por estos contornos; pudiera venir . . . Cuídate mucho. Ya sabes que la palabra convenida para abrir a los conocidos es ésta: "Miel de Obispo". Cada vez que toquen la puerta, pregunta quién es, y si no responden "Miel de Obispo", no abras.

Page 92: Mi libro de segundo

—Está bien, mamá —dijo, obediente, la ovejita. Y la madre se fue, tras de cerrar con llave la puerta.

I I

El lobo^ malo y cruel, espiaba. Corriendo, vino hacia la casa tan pronto como la oveja madre se alejó.

—Tan, tan, tan . . . Sus patas golpeaban sobre la puerta. La ovejita, prudente,

preguntó desde adentro: —¿Quién es? El lo\)o, endulzando la voz, contestó con acento suave: —"Miel de Obispo". Pero la ovejita, que, como ya se ha dicho, era muy pru­

dente, quiso cerciorarse: —Mete por el portillo una de tus patitas, y si son blancas

como las de las ovejas nuestras hermanas, te abriré.

9 0

Page 93: Mi libro de segundo

El lobo, que ya se relamía pensando en lo sabrosa que estaría la carne de la ovejita, respondió muy corrido:

—;Patitas blancas? . . . Las mías son amarillas . . . Adiós.

La ovejita quedó muy asustada. Cuando la madre volvió y supo el suceso, abrazó a

la ovejita y le dijo: — L a prudencia es una de las más hermosas cualidades.

Consérvala siempre, pues a ella debes hoy la vida.

María Enriqueta

V O C A B U L A R I O

cerciorarse — asegurarse de la verdad. muy corrido — muy avergonzado.

9 1

Page 94: Mi libro de segundo

LAS MUÑECAS

Mi abuelita ha hecho a Carmela una muñeca y un mu­ñeco de trapo.

Los ojos, la nariz, la boca y las orejas están bordados con seda, y el cabello simulado con estambre negro.

Carmela tiene otras muñecas. A las niñas les gustan mucho las muñecas.

Carmela invita a sus amigas a jugar a "la casita". Trae sus juguetes: trastos, muebles y todas sus muñecas, hasta las más feas. Algunas no tienen cabellera o carecen de un brazo; a Lulú le falta la nariz desde el día en que se cayó de la ventana al patio. A veces se la hacemos con cera de Campeche o migajón, pero se le desprende.

Hay una negrita, con el cabello pasudo, la boca muy roja y los ojos grandes. Cuando la compraron traía en las orejas hermosas arracadas doradas.

9 2

Page 95: Mi libro de segundo

Carmela suele cambiarle los aretes por otros que compra en el mercado.

Entre las más bonitas está una muñeca que mi tía Luz regaló a Carmela en un cumpleaños. Tiene muchos vestidi-tos, que con ella se guardan en una gran caja.

A Carmela le gusta mucho. Le puede cambiar de ropa que no necesita coser.

Abuelita quiere que Carmela sepa de costura. Cuando sea mayor —dice— tendrá que coser, y, para que vaya apren­diendo, la llama a que la ayude a cortar, hacer o remendar la ropa de la muñequita de trapo.

V O C A B U L A R I O

simulado — que no es verdadero. carecen — no tienen. pasudo — muy crespo.

9 3

Page 96: Mi libro de segundo

LOS ÓRGANOS DE LOS SENTIDOS

Cuando están más entretenidas cosiendo, llega Rosa, la amiga de Carmela, juega con el muñeco, lo sienta, lo hace bailar, lo examina atentamente.

El muñeco tiene overol azul y camisa blanca con rayitas cafés.

Le hicieron la camisa con el retazo que sobró de la mía. Yo también tengo puestos un overol azul y una camisa

blanca con rayitas cafés. Rosa ríe y dice: — ¡Mira, Carmela; este muñeco es Pedrito, tu hermano!

Lleva ropa igual. Estos son sus ojos, ésta su nariz. ¡Mírale

9 4

Page 97: Mi libro de segundo

la boca y las orejas! ¡Sus manos, de dedos juntos! ¡Te va a saludar!

Carmela no sabe qué decir. Calla un momento, luego responde:

—¡No importa que tengan trajes iguales! Los ojos del muñeco no ven; a él, la nariz no le sirve para oler; no tiene lengua para conocer el sabor de las cosas. Esas manos de trapo no sienten el calor ni el frío. ¿Cómo crees que un mu­ñeco sea ig.uai a Pedrito?

La abuelita la interrumpe, diciendo: —Tampoco Pedrito oye con las orejas. Oye con los oídos.

Las orejas sólo ayudan a oír. Vean a Manuela; tiene sus dos orejas y no oye, porque se ha enfermado de ios oídos.

Page 98: Mi libro de segundo

QUIÉNES NOS AYUDAN A T R A B A J A R

Los órganos de los sentidos son nuestros mejores auxi­liares.

Ellos nos ayudan a trabajar. Debes aprender a cuidarlos; así te servirán mejor. Para que tus ojos no enfermen necesitas leer y trabajar

con buena luz. La posición propia para leer es aquella que te permite

recibir la luz por encima de los hombros. Si algo se te introduce en un ojo, no te lo frotes; las lá­

grimas lo lavarán. Si esto no basta, pide ayuda para que alguna persona, con todo cuidado, haga salir el polvo o la basurita que te molesten.

Los oídos oyen mejor cuando están limpios. Aséatelos con una tela suave y limpia que te cubra la

punta de un dedo. No introduzcas en ellos nada; si te dan dolor o comezón, avisa a tu mamá; no trates de curarte solo.

V O C A B U L A R I O

auxiliares — ayudantes. propia -—debida, adecuada.

introduce —mete.

9 6

Page 99: Mi libro de segundo

OTROS SERVIDORES

La boca y la nariz son, asimismo, ayudantes nuestros.

También ellos necesitan cuidado; sobre todo, limpieza.

¿Cómo puedes asearte la boca?

Con un cepillo y un dentífrico, que utilizarás para lavarte

los dientes.

Debes mantener la boca cerrada, pues si la llevas abierta

entrará polvo en ella.

No te metas en la boca nada, salvo alimentos y bebidas.

Algunos niños llevan a ella lápices, juguetes, monedas;

pero tú no eres un niño de tan feos modales.

Todos los días debes limpiarte la nariz; utiliza para ello

un pañuelo que no esté sucio.

Nunca uses el pañuelo de otros niños ni permitas que

nadie use el tuyo.

No te introduzcas nada en la nariz. En ella tienes una

gran amiga, pues te sirve para respirar y, además, para

distinguir, por el olor, muchas cosas.

V O C A B U L A R I O . ^

y?

asimismo — también.

dentífrico — pasta especial para lavarse los dientes.

salvo — con excepción de.

modales — maneras, costumbres.

introduzcas — metas.

II Lect — 4 9 7

Page 100: Mi libro de segundo

LAS COMPRAS

Abuelito ha terminado sus compras y pronto volverá al ran­cho.

Le pregunté qué había com­prado, y él, pacientemente, me

> respondió:

—Hijito, la mayor parte del dinero que tenía la gasté en un

camioncito de carga muy usado, pero con buen motor. Allá en el campo nos servirá mucho.

También he comprado herramientas y semillas; pero todavía nos hará falta algo más, porque los hombres del campo necesitamos multitud de cosas que sólo se encuen­tran en la ciudad.

Si queremos una lámpara, un reloj, una escopeta, a la ciudad tenemos que pedirlos.

En la ciudad se encuentran las grandes fábricas de hila­dos donde se producen la manta, los percales, las cambayas y toda suerte de telas.

En ella hay muchos talleres donde multitud de obreros confeccionan la ropa que los vendedores ambulantes llevan hasta los ranchos más remotos.

En la ciudad se fabrican zapatos, herramientas, maqui­naria y todas las cosas que utilizamos para que nuestra vida y nuestro trabajo sean más cómodos o fáciles.

Cuando los campesinos estamos enfermos, necesitamos

9 8

Page 101: Mi libro de segundo

medicinas que sólo en la ciudad se preparan; .y si sentimos deseos de saber más, de estudiar, a la ciudad tenemos que pedir periódicos y libros.

Con su actividad constante, los obreros de las ciudades producen todas esas cosas en las fábricas, talleres y labo­ratorios.

V O C A B U L A R I O

toda suerte — toda clase, confeccionan — cortan y cosen la ropa.

ambulantes — que van de un lugar a otro. remotos — distantes.

elaboran — fabrican.

9 9

Page 102: Mi libro de segundo

1

E L P R I M E R O DE M A Y O

Este es el "Día de los Trabajadores". Las fábricas y los talleres no han abierto sus puertas. Las escuelas están cerradas. En sus hogares, los obreros se preparan para asistir al

desfile.

100

Page 103: Mi libro de segundo

Pronto los veremos marchar ordenadamente, llevando sus carteles y músicas por las calles de la ciudad. Y no sólo desfilarán nuestros obreros por nuestras calles; los de otros lugares de nuestro país, y los de lejanas ciudades del mun­do, pasarán hoy también bajo sus banderas.

Hace muchos años, los patrones de las fábricas podían obligar a los trabajadores a laborar hasta dieciséis horas diariamente.

Imagina a tu padre entrando al trabajo a las cinco de la mañana y saliendo de allí a las siete de la noche. ¿Compren­des lo duro de esa tarea, lo tremendo de esa fatiga?

Un día, el l 9 de mayo de 1 8 8 6 , un grupo de obreros de Chicago, ciudad de los Estados Unidos del Norte, se rebeló contra los patrones pidiendo mejores condiciones de trabajo.

Los jefes de aquellos obreros fueron perseguidos por la

policía, encarcelados y condenados a muerte.

Pero después de lucha larga y cruel, los obreros obtuvie­

ron lo que reclamaban:

"Mejores salarios" y "ocho horas de jornada al día".

Desde entonces, poco a poco, los obreros del mundo em­pezaron a disfrutar de las ventajas que habían conquistado sus compañeros de Chicago, y por eso, cada año, el l 9 de mayo celebran su triunfo.

El l 9 de mayo, "Día del Trabajo",, debe ser, igualmente, festejado por los niños. Piensen que los obreros fabrican todas las cosas útiles, y, además, que casi todos los niños son -hijos de trabajadores.

1 0 1

Page 104: Mi libro de segundo

Muchos de tus compañeros de escuela, cuando sean hombres, trabajarán en fábricas y talleres. Quizá tú mismo llegues a ser algún día un obrero útil.

V O C A B U L A R I O

tremendo — enorme, horrible. rebeló — se negó a obedecer. cruel — inhumano, brutal.

salario — sueldo. jornada — horas de trabajo por día

quizá — puede ser.

logradas — alcanzadas.

Page 105: Mi libro de segundo

. OCUPACIONES

Los obreros trabajan en las fábricas.

Los ferrocarrileros manejan los ferrocarriles, y los chofe­res conducen automóviles y camiones.

Los mineros trabajan bajo tierra extrayendo de las minas los minerales.

Los aviadores guían los aeroplanos que vuelan entre las nubes.

Los médicos estudian mucho para conocer el cuerpo humano y saber por qué enferma. Así pueden devolvernos la salud cuando la hemos perdido.

Los trabajos que hacen los arquitectos y los ingenieros son muchos y muy útiles.

Tú sabes cómo los arquitectos y los ingenieros dirigen juntos la construcción de casas, escuelas, hospitales, fábri­cas, y que los ingenieros trazan y construyen las carreteras.

Hay muchas otras profesiones: las de los artistas, las de los sabios, las de los escritores, las de los maestros.

Los maestros y las maestras llegan, jóvenes, a enseñar en la escuela, y año tras año instruyen y educan a los alum­nos que tienen frente a sí., Eso hacen y siguen haciendo con muchos niños.

Cuando se han vuelto ancianos y ya no trabajan, ocupan sus días en añorar sus labores, la alegría de las horas de recreo, los nombres de los niños buenos; pero, sobre todo, echan de menos a sus niños, a sus niñas. A veces creen oír la campana de la escuela que los llama al trabajo y se en­tristecen al pensar que ya no suena para ellos.

1 0 3

Page 106: Mi libro de segundo

LOS C A M P E S I N O S

Los obreros que trabajan en las fábricas de la ciudad no son los únicos que contribuyen a facilitarnos la vida. Una importantísima parte de nuestro bienestar depende de los campesinos.

Escuchando las conversaciones del abuelito he compren­dido cuan duro es el trabajo de los hombres del campo y cuántos productos de la tierra aprovechamos.

Abuelito me ha explicado la transformación que sufren algunos de esos productos.

1 0 4

Page 107: Mi libro de segundo

Por ejemplo: él siembra en su rancho caña de azúcar, y cuando la caña está madura la cortan y la llevan al ingenio, donde el jugo se transforma en azúcar.

El azúcar se lleva a la ciudad y allí se utiliza para fabri­car conservas de frutas, caramelos y otras golosinas, y para endulzar galletas, pasteles, chocolates, bebidas refrescantes y algunos medicamentos. Mucho del pan que todos consu­mimos tiene también azúcar.

El azúcar, alimento valioso, no debe faltar en nuestras comidas.

Los campesinos cultivan el trigo y, al cosecharlo, lo venden a las fábricas de harina, llamadas molinos.

De la harina de trigo se hacen el pan, las galletas, las pastas para sopa. Entre estas últimas figuran los ñdeos, los macarrones, los tallarines v otras.

Hay obradores especiales para fabricar las pastas de harina.

Lo mismo que el azúcar y el trigo, se industrializa el algodón.

En los algodonales, los campe­sinos recogen los capullos del al­godón. En las fábricas, el algodón se transforma, principalmente, en telas para los vestidos.

Los campesinos cuidan de los animales útiles: vacas, bueyes, ca­ballos, muías, asnos, borregos, cer­dos, gallinas.

A muchos de estos animales los

1 0 5

Page 108: Mi libro de segundo

aprovechamos en nuestra alimentación; además, obtenemos

de ellos otros materiales, como pieles, pelo, lana, pluma, que

los obreros, con sus máquinas o sus manos, utilizan y trans­

forman.

Mi abuelito, que me explicó cuántas cosas de las que

fabrican los obreros necesitan quienes viven en el campo,

también me ha enseñado cómo los obreros se benefician

con el trabajo de los campesinos.

V O C A B U L A R I O

contribuyen — ayudan.

transformación — cambio,

ingenio — fábrica donde se muele la caña y se hace

el azúcar.

lo cosechan — lo recogen.

valioso — que vale mucho.

obradores,— lugares donde se hacen ciertas labores o

donde se producen ciertos artículos.

industrializar — transformar en artículos útiles.

1 0 6

Page 109: Mi libro de segundo

LA B A N D E R A

El lunes de cada semana hacemos en la escuela una fiesta sencilla para saludar a la bandera.

Los alumnos formamos filas en el patio; el director or­dena con voz grave: "¡Firmes!", y el abanderado llega con la bandera al aire.

Todos la saludamos. En seguida, un profesor nos habla de lo que significa

nuestra enseña nacional, de su historia y de las luchas que el pueblo mexicano ha sostenido para honrarla.

Esta semana el profesor nos explicó cómo podemos los niños honrar a la bandera.

1 0 7

Page 110: Mi libro de segundo

Dijo que en todo el mundo los hombres han construido casas para vivir, muchas casas, algunas espléndidas, otras humildes: pero que cada niño quiere con todo el corazón una sola casa: aquella en que vive con sus padres y sus, hermanitos.

La casa nuestra, la que amamos sobre todas las otras, se halla en tierra mexicana, y la República Mexicana es como una casa muy grande donde vivimos todos los mexicanos.

Para que recordemos siempre nuestra casa, la tierra en que esa casa se levanta y la gente a quien queremos, está la Bandera Nacional.

La Bandera Nacional representa a la Patria Mexicana. Así como un niño que siente cariño por su casa, cuida

ésta y se esfuerza porque esté limpia y ordenada, así tam­bién puede manifestar su amor a la Patria y a la Bandera, siendo trabajador, ordenado y limpio.

Cuando el buen niño encuentra en la calle a su padre o a su madre, los saluda con alegría. Igual cosa debe hacer siempre que frente a él pase la Bandera.

Después de la plática del profesor, escuchamos algunos coros y recitaciones, y al final cantamos el Himno Nacional

¡Con cuánto entusiasmo lo cantaba Martín! El lo había aprendido en su pueblo.

Todos los niños de los pueblos y ciudades de México cantan en su escuela el Himno Nacional.

Page 111: Mi libro de segundo

HIMNO NACIONAL MEXICANO

(Fragmentos)

C O R O

Mexicanos, al grito de guerra el acero aprestad y el bridón, y retiemble en sus centros la Tierra al sonoro rugir del cañón.

I

Ciña ¡oh Patria! tus sienes de oliva de la paz el arcángel divino, que en el cielo tu eterno destino por el dedo de Dios se escribió. Mas si osare un extraño enemigo profanar con su planta tu suelo, piensa ¡oh Patria querida! que el cielo un soldado en cada hijo te dio.

Page 112: Mi libro de segundo

Mexicanos, al grito de guerra el acero aprestad y el bridón, y retiemble en sus centros la Tierra al sonoro rugir del cañón.

I I I

Como al golpe del rayo la encina se derrumba hasta el hondo torrente, la discordia vencida, impotente, a los pies del arcángel cayó. Ya no más de tus hijos la sangre se derrame en contienda de hermanos, sólo encuentre el acero en tus manos

quien tu nombre sagrado insultó.

no

Page 113: Mi libro de segundo

¡Patria! ¡Patria! Tus hijos te juran exhalar en tus aras su aliento, si el clarín con su bélico acento los convoca a lidiar con valor. Para ti las guirnaldas de oliva! Un recuerdo para ellos de gloria! Un laurel para ti de victoria! Un sepulcro para ellos de honor!

/

acero

aprestad

bridón

ciña

oliva

osare

profanar

exhalar

guirnaldas

V O C A B U L A R I O

espada, preparad, caballo brioso, rodee.

hoja del árbol que produce aceitunas,

atreviere. tratar sin respeto las cosas que deben respetarse. lanzar. coronas abiertas, de hojas y flores.

1 1 1

Page 114: Mi libro de segundo

LA B A N D E R A Bandera mía

bella bandera, te doy mi vida, mi vida entera.

Hoy que soy niño, desde la escuela, lleno de orgullo, mi canto suena.

¡Canto la imagen, clara y eterna, que sola surge de ti, bandera!

anto la vida, útil y buena, r de tantos hombres que en esta tierra por ti trabajan, piensan y sueñan

Canto la sangre noble, perfecta: la de los héroes que con tus lides tú nos recuerdas.

¡Bandera mía, alma bandera, tuya es mi vida, mi vida entera!

P. G. C.

L12

Page 115: Mi libro de segundo

E L AHORRO

El sábado mamá fue de compras y me llevó consigo. Antes de salir de casa le pedí permiso para romper mi

alcancía. Era un cochinito muy gordo; ya estaba lleno.

Lo puse en la mesa de la cocina y con un martillo le di un golpe en el lomo.

El cochinito se rompió; de él salieron todas las monedas

que durante varios meses había yo venido guardando. ¡Qué gusto me dio ver toda mi riqueza!

Había monedas de cinco centavos, de diez, de veinte; las de veinticinco no eran pocas, y las de cincuenta centavos, que mi tía me da cada vez que nos visita, se destacaban, por su tamaño, entre las demás.

1 1 3

Page 116: Mi libro de segundo

Carmela me ayudó a ponerlas ordenadamente en pilas de un peso. Después contamos: uno . . . dos . . . tres . . . cua­tro . . . Si algún día puedo hacer una alcancía grande, gran­de, ¿cuántos montones de a peso se formarán? Me alcanzará para comprar muchas cosas a mamá, a Carmela y a todos los de casa.

Por el camino iba yo muy contento, pues llevaba en el bolsillo del pantalón dinero para comprar cosas.

Al pasar por " L a Sorpresa" nos detuvimos frente al apa­rador. Los cochecitos, camiones, tanques, ametralladoras, boliches, casi no dejaban lugar para las muñecas, las cajas con juegos de té y trastos de cocina, aunque sí para las pe­lotas, las bolsas con canicas de todos colores y para otros juguetes.

Entramos. Pregunté el precio de una caja con seis avio­nes pequeños —plateados, rojos y azules—, que siempre había deseado.

No costaba mucho. Pude adquirirla.

Más adelante compré un monedero para mamá, pues el

de ella estaba ya muy usado.

De la pastelería llevamos pastelillos de crema para todos.

Al volver a casa sólo me quedaban sesenta centavos.

Con ellos compré otra alcancía.

V O C A B U L A R I O

consigo — con ella.

Page 117: Mi libro de segundo

LA LLUVIA

La mañana fue muy calurosa.

Al volver de la escuela por las calles inundadas de sol y sin la más pequeña sombra, pensaba yo en un vaso de agua clara y fría, muy fría, que apagara mi sed.

Después de la comida, mamá me permitió ir a casa de Rosa y Luis: nos habían invitado a visitarlos para que vié­ramos los conejitos que compraron el domingo.

—Va a llover. Lleven mi sombrilla —elijo mamá. —Tu sombrilla es chica —respondió Carmela— y no al­

u s

Page 118: Mi libro de segundo

canza para los tres. ¿Quieres que mejor llevemos el para­guas del abuelito?

El paraguas del abuelito es muy grande. ¡Qué bien nos cubre cuando llueve!

Vimos los conejitos de Luis. Dos son blancos; gris el otro. Los dejamos salir de la conejera y pasamos buen rato observándolos.

Luego nos pusimos a jugar. Al atardecer, grandes nubes negras velaron el cielo y un

vientecillo súbito vino a agitar las hojas de los árboles. Martín nos dijo:

— Oigan a los pájaros llamando al agua. ¡Vamonos antes

que llueva!

Nos despedimos de nues­tros amigos y nos dirigimos a casa.

A mitad del camino nos alcanzó la lluvia.

Gotas gruesas empezaron a caer. Eran pocas, pero aumentaron rápidamente. Chocaban contra los techos y las paredes de las casas, y contra el pavimento de la calle, haciendo mucho ruido.

Tratábamos de correr, pero nos lo impedía el paraguas, del que no queríamos desampararnos.

De pronto, Carmelita pisó un charco y nos mojó; Martín,

1 1 6

Page 119: Mi libro de segundo

para no hacer lo mismo, se apartó de nosotros llevándose el paraguas.

¡Cómo nos reímos! Cuando llegamos a casa nos secamos. Luego, con la cara

apoyada a los vidrios de la ventana, estuvimos viendo llover hasta que Martín nos dijo:

—Hagamos unos barquitos de papel para echarlos en aquellos arroyitos tan ligeros.que están formándose.

Los hicimos; y cuando la lluvia se calmó un poco, Mar­tín los puso en la calle para que el agua que corría se los llevara.

inundadas de sol — llenas de sol. velaron — cubrieron, ocultaron.

súbito — repentino, que no se espera.

1 1 7

Page 120: Mi libro de segundo

H I S T O R I A D E L A G U A C L A R A

Agüita abajo, saltando,

se va la piedrita negra.

(Manita de colegial

la convirtió en maromera.)

De un lado a otro del agua

ve la piedrita la hierba,

y al verla esbelta y pulida

se acuerda de que ella es fea: r ¡ A y , tengo la cara sucia!

¡Ay, tengo la cara negra!

Ay , ¡qué dirá agüita clara

de que en su casa me meta . . .! 9 5

1 1 8

Page 121: Mi libro de segundo

Agüita clara se ríe con su carcajada fresca: "No seas boba, piedrita . . . ¿Por qué me tienes vergüenza? ¿Porque eres dura y opaca y yo diáfana y ligera, transparente como el día, y tú como noche densa? ¡Qué importa ser noche o día. qué importa, piedrita negra! ¡El día enciende los ojos; pero . . . en la noche se sueña! Y blanco y negro es lo mismo para el que pinta las piedras, para el que ajusta los mares, para el que mece la tierra."

Yo escuché la voz del agua, y al oírla me dio pena, porque los hermanos hombres no tienen el alma buena, clara, como el agua clara que a todos los seres besa . . ,

Catalina Recavarren de Zizold

V O C A B U L A R I O

esbelta y pulida — alta y lustrosa,

opaca — sin brillo, que no deja pasar la NI

diáfana — clara, que deja pasar la luz.

densa — muy obscura, compacta, apretada.

1 1 9

Page 122: Mi libro de segundo

E L A G U A

En mi libro hay una recitación que dice:

La lluvia viene de la nube; la nube es de agua que sube . . .

Y eso es cierto. El sol calienta el mar, los ríos, los lagos y las fuentes,

los charcos que se forman en las calles. El calor convierte en vapor una parte del agua. El vapor sube al cielo y forma las nubes. Cuando allá arriba sopla un viento frío, el vapor se con­

vierte en agua y vuelve a bajar a la tierra en forma de lluvia. Todos los seres vivimos porque en la tierra hay agua. El agua calma nuestra sed.

1 2 0

Page 123: Mi libro de segundo

Un hombre puede vivir varios días sin comer si bebe agua. El agua le conserva la vida.

El agua nos da la salud; sin ella no podríamos asear nues­tro cuerpo, nuestra ropa, nuestro hogar.

Todos hemos visto a los animales domésticos beber el agua indispensable para su vida, y sabemos cómo los anima­les salvajes, por la noche, llegan silenciosamente a los ríos y abrevan allí.

Si tomamos un puñado de tierra y lo examinamos, sólo vemos terrones y piedrecitas, pero en ellos están escondidos los alimentos que nutren a los árboles y a las plantas. El agua disuelve esos alimentos, gracias a lo cual los vegetales pue­den utilizarlos.

El agua de las lluvias forma los ríos. Donde un río pasa cantando, los hombres levantan sus

pueblos: saben que el agua es la gran benefactora de todos los seres vivientes.

Los ríos bajan de las montañas y corren hacia el mar. Algunas veces encuentran en su camino escalones muy

altos; saltándolos para bajar, forman cascadas.

Los hombres conocen desde hace tiempo el secreto que les permite convertir en electricidad la fuerza con que cae el agua.

V O C A B U L A R I O

abrevar — beber agua los animales

disuelve — deshace.

benefactora — que hace el bien.

1 2 1

Page 124: Mi libro de segundo

LA L Á M P A R A DE ALADINO

Cuando Aladino murió, los cortesanos, para apoderarse de la Lámpara Maravillosa, registraron hasta los rincones más secretos del palacio de aquel rey.

Todo fue inútil.

La Lámpara Maravillosa, a la que estaba sometido el Genio Poderoso, había desaparecido. .

Por las calles y plazas de las viejas ciudades de China la

gente murmuraba: " ¡La Lámpara Maravillosa no parece!

¡Feliz quien logre descubrirla!"

Y al recordar que Aladino, llevado por aquel genio, po­

día viajar sin caballos ni bajeles, y que manos invisibles

1 2 2

Page 125: Mi libro de segundo

trabajaban para él fabricando lo que necesitaba, muchos hombres se dedicaron a buscarla.

Pasó el tiempo. Todos creyeron que la Lámpara Maravi­llosa se había perdido para siempre, y la olvidaron.

Mas sucedió también que, en libros vetustos, se leía esta historia maravillosa:

"Hubo una vez un Genio Poderoso capaz de dar descanso a los hombres mientras él trabajaba para ellos, capaz de ilu­minar las noches haciendo arder soles diminutos . .

Leían aquello algunos sabios y se quedaban pensativos.

—Puede suceder que la Lámpara Maravillosa no se halle nunca —decían—, o que jamás haya existido; pero nosotros encontraremos algo que ayude a los hombres tanto como pudo haberlo hecho el genio esclavo de la lámpara.

Y durante muchos años los sabios buscaron, estudiaron, trabajaron, hasta dar, por fin, con el Genio Poderoso.

1 2 3

Page 126: Mi libro de segundo

Nosotros le damos* otro nombre: lo llamamos "Elec­tricidad".

La electricidad nos permite viajar con rapidez en tranvías y ferrocarriles.

La electricidad alumbra las calles y las casas tan pronto como se pone el sol.

La electricidad lleva por el teléfono y la radio la voz hu­mana, la lleva más allá de los montes, más allá de los mares.

La electricidad mueve las máquinas de las fábricas, que así trabajan para nosotros.

La electricidad, genio poderoso, es servidora del Hombre.

cortesanos estaba sometido

murmuraban descubrirla

bajeles vetustos

V O C A B U L A R I O

- servidores del rey. estaba obligado a obedecerlo.

- decían en voz baja. - encontrarla. - barcos - antiguos, viejos.

Page 127: Mi libro de segundo

HISTORIA DE UN NIÑO POBRE

Tomás tenía ocho años.

Vivía con sus padres en una ciudad de pocos moradores. Muchas veces, acompañado de su madre, pasaba frente al

edificio de la escuela; oía las voces de los muchachos que leían en coro; con curiosidad se asomaba por la puerta, abierta siempre.

—Mamá, ¿cuándo me traes a la escuela? —preguntaba. La madre se entristecía. Tomás no iba a la escuela porque sus padres, siendo

muy pobres, no podían comprarle ropa, ni libros, ni cua­dernos.

Tomás insistía: — Mamá, ¿cuándo me llevas a la escuela? Quiero apren­

der a leer.

Una mañana la madre arregló a su hijo tan bien como pudo y lo llevó a la escuela.

125

Page 128: Mi libro de segundo

Tomás se sentía gozoso. Por fin aprendería a leer, y a es­cribir . . . Mas su felicidad sólo duró algunas semanas. La pobreza de los padres lo obligó a no asistir a la escuela.

Entonces la madre, que sabía leer, comenzó a enseñar al hijo.

Aunque Tomás aprendió muy pronto, aquel fue el único estudio que haría en su infancia, porque al ver la miseria en que vivían sus padres quiso ayudarlos y buscó trabajo.

Por el pueblo de Tomás pasaba un ferrocarril. Allí le

dieron ocupación. El tenía entonces catorce años.

Todos los días Tomás viajaba en el tren con un gran pa­quete de periódicos que vendía en las estaciones. Los perió­dicos se le agotaban rápidamente. Quienes esperaban en las últimas estaciones no alcanzaban a comprarlos.. -

Tomás ahorró algún dinero, compró una prensita muy usada; se agenció tipos viejos, y así consiguió imprimir, mientras viajaba, hojas que reproducían las noticias princi­pales de cada día.

De ese modo aumentaron sus ganancias.

1 2 6

Page 129: Mi libro de segundo

Cierta vez, esperando la llegada del tren, vio cómo el hi-jito del jefe de la estación atravesaba los rieles en el mo­mento en que una locomotora se acercaba. Tomás compren­dió el peligro: corrió, tomó en brazos al niño y logró salvarlo.

El padre, agradecido, decidió enseñar al muchacho el manejo de los aparatos telegráficos, que funcionan mediante la electricidad.

Pero Tomás no se conformó con el simple aprendizaje, quiso saber cómo estaban hechos los aparatos; qué cosa era

127

Page 130: Mi libro de segundo

la electricidad; por qué ésta hacía que los aparatos se mo­vieran.

Todo el dinero que le daban sus padres lo invirtió To­más en libros e instrumentos: libros que le explicaban la electricidad; instrumentos que le permitían construir apa­ratos que él ideaba, y de esa manera acabó dedicando toda su vida a inventar aparatos que los hombres usaran para aprovechar mejor la electricidad.

El fue quien inventó, entre otras cosas útiles, la lámpara eléctrica, que noche a noche encendemos en nuestra casa.

El nombre completo de Tomás fue éste: Tomás Alva Edison.

1 2 8

Page 131: Mi libro de segundo

LOS JUEGOS

Las niñas juegan en el patio de mi casa. Todas forman una fila; sólo Carmela queda aparte.

Anita es la primera; siguen Concha, Isabel, Rosa, Lupe y Blanca.

Anita no se mueve; en torno de ella giran las otras niñas formando un caracol. Cantan alegremente:

II Lect — 5 1 2 9

Page 132: Mi libro de segundo

Ángel de oro, fio recita del vergel que de Francia he venido por un niño portugués.

Esta no la quiero porque es perezosa; ésta me la llevo por limpia y hermosa.

Parece una rosa, parece un clavel acabado de nacer.

Cuando cantan " ésta me la llevo . . Carmela detiene a una de sus amigas, la cual sale de la fila y ase a Carmela por detrás. Desde las ramas de una higuera, Martín y yo las vemos jugar De pronto, Martín baja de un salto y me grita:

— ¡A que no me alcanzas! Corro tras él. Martín pasa y vuelve a pasar entre la fila

de las niñas. Ellas gritan y ríen, corren tras de nos­otros. Entonces Martín dice:

—Mejor juguemos todos al lobo. ¿Quieren?

V O C A B U L A R I O

1 3 0

ase coge.

Page 133: Mi libro de segundo

5 5 E L LOBO

( J u e g o )

Martín es el lobo y corre a esconderse. Los demás formamos una ronda v cantamos

Juguemos en el bosque mientras el lobo no está; si espera hasta la noche a nadie encontrará.

Luego preguntamos: —Lobo, ¿estás? El lobo responde: —No; me estoy poniendo los calcetines Seguimos cantando:

Juguemos en el bosque

mientras el lobo no está .

Page 134: Mi libro de segundo

Preguntamos: —Lobo, ¿estás? —No: rae estoy poniendo los pantalones. Varias veces más preguntamos al lobo si ya está listo,

pero él necesita ponerse la ropa, los anteojos, el sombrero, y tarda mucho.

La ronda sigue:

Juguemos en el bosque

mientras el lobo no está;

si espera haista la noche

a nadie encontrará.

—Lobo, ¿estás?

-Síííí . . . —responde el lobo, ios. Martín h

Ahora Rosita será el lobo. Todos corremos. Martín ha cogido a Rosita

jugamos un buen rato, hasta que anochece. Mamá ha encendido la luz. Las niñas se despiden. Carmela, Martín y yo las acompañamos hasta la esquina.

1 3 2

Page 135: Mi libro de segundo

ADIVINANZAS

Al volver, nos sentamos a la puerta de la casa y pla­ticamos.

Martín nos cuenta que en su pueblo había un viejecito llamado don Julián. Por las tardes, al obscurecer, le gustaba verse rodeado de muchachos a quienes divertía con adivi­nanzas y cuentos. Entre risas y conversaciones, dejaban co­rrer el tiempo hasta que las mamas empezaban a llamar a sus hijos y don Julián entraba en su casa.

—Les diré una adivinanza de las que aprendí con él —dice Martín—. A ver quién acierta lo que es.

1 3 3

Page 136: Mi libro de segundo

Verde fui, negro soy, rojo seré; convertido en cenizas me veré.

^ 9 —;Qué fácil! —exclamamos—. Es el carbón. — S í , porque cuando es árbol está verde; con la leña ha­

cen el carbón, que es negro; se pone rojo si lo queman, y, al fin, se convierte en cenizas.

—Adivinen ésta:

I i) w

Agüita salada qne hasta la reina, si tiene penas, lleva en los ojos.

— Y a sé —digo yo—, son las lágrimas, porque son sala­das, y si la reina tiene penas, también llora. A ver otra más difícil. ¿Por qué nos las propones tan fáciles?

—Para que las adivinen pronto. Ahora va una difícil:

Vuela sin alas, silba sin boca v no se ve ni se toca.

Ni Carmela ni yo la adivinamos. Voy corriendo a buscar a mamá. La encuentro sentada en su sillita. Está cosiendo.

9

—Mamá, oye esta adivinanza y dime qué es. —Es el viento, hijito.

1 3 4

Page 137: Mi libro de segundo

Se lo digo a Martín, y él responde que sí, y se levanta. Carmela y yo le pedimos:

i

1 3 5

Page 138: Mi libro de segundo

E L RAMITO BLANCO

Para ti, linda hermana, arrancaré los ramos de florecillas nuevas a los almendros blancos, en un tranquilo y triste alborear de marzo.

Los regaré con agua de los arroyos claros, los ataré con verdes junquillos del remanso.

¡Para ti, linda hermana, yo haré un ramito blanco!

Antonio Machado

1 3 6

Page 139: Mi libro de segundo

LA MONEDA PERDIDA

Era la hora de salida. Mis compañeros y yo guardábamos los útiles. Algunos lo

hacían tan apresuradamente, que sus cuadernos y lápices caían al suelo, y queriendo ser los primeros en terminar, fueron los últimos.

Cuando estuvimos listos, la maestra nos dio orden de sa­lir. Entonces Felipe dijo:

—-Señorita, traía un peso y no lo encuentro. Mamá me encargó que comprara una medicina; con ese dinero iba a pagarla.

La maestra ordenó que esperáramos y ayudó a Felipe a buscar en la mochila, entre las hojas del libro, en los cua­dernos; pero fue inútil.

Todos regresamos a nuestros asientos.

1 3 7

Page 140: Mi libro de segundo

La maestra nos elijo que ayudáramos a Felipe a buscar su dinero.

Revisamos las mochilas, los mesabancos, el piso. Alguien observó:

1 —Pienso que Felipe no trajo ese dinero. Protestó Felipe. Traía la moneda —-dijo— en el bolsillo

del pantalón; ya en clase, la había guardado en la mochila. De eso estaba seguro.

Carlos refirió cómo había visto a Vicente cuando daba una moneda al primo suyo (el de Vicente) que estudia en cuarto año.

—He ido a buscarlo —agregaba—>pero ya había salido.

Carlos suponía que Vicente había tomado el dinero, y al­gunos compañeros empezaban a creerle y a murmurar con él.

Vicente, muy pálido, lloraba explicando que había dado a su primo una rondana que encontró en la calle.

Page 141: Mi libro de segundo

LA BIBLIOTECA •

En la escuela queremos formar una biblioteca. Será útil a los pequeños y a los mayores. Los niños de

primero y segundo año encontraremos allí libros de cuentos e historietas sencillas. Los alumnos de grupos más adelan­tados encontrarán libros para estudio.

Los maestros nos han invitado a traer todos los libros que nuestros padres quieran obsequiar a la escuela.

Ahora tenemos ya algunos. Entre ellos abundan los bue­nos cuentos.

Están El Gato con Botas, La Cenicienta, El Rey del Río

de Oro, La Reina de las Nieves y otros tan bonitos como és­tos. Hay niños que en su casa no disponen de libros, y

1 3 9

Page 142: Mi libro de segundo

como les gusta mucho leer, se pasan todo el año releyendo los textos de la escuela. Algunos hasta se aprenden las lec­ciones de memoria. ¡Cómo ha de seguir esto así, habiendo tantos libros interesantes y pudiendo contribuir todos para que se compren!

Nuestros maestros organizaron, a beneficio de la biblio­teca, una función de cine que nos agradó mucho.

Pasaron varias películas: El Negrito y el Lobo, Paisajes

mexicanos, Historia del libro. En esta última vimos los libros de piedra que los hombres antiguos usaban para es­cribir con figuras que no se parecen a nuestras letras. Tam­bién nos mostró los libros hechos en el papel que los an­tiguos pobladores de México fabricaban con las fibras de la corteza de algunos árboles.

Claro que esos libros tampoco se parecen a los nuestros: no tienen cubiertas, ni lomo, ni hojas. Son columnas de piedra, o ladrillos de barro, o grandes hojas de papel que se guardaban dobladas, como se guardan hoy las piezas de tela.

La última película fue muy divertida; se llama El gallo

perezoso.

1 4 0

Page 143: Mi libro de segundo

EL GALLO PEREZOSO

Había una vez un gallo grande y otro chico. Gallo Grande quería que Gallo Chico aprendiera todo lo

que deben saber los gallos. Al llegar la media noche, Gallo Grande decía a Gallo

Chico:

—Vamos a cantar, gallito, para anunciar que mañana hará buen día:

Mientras llega el día hermoso, quiero la noche en reposo,

murmuraba el gallito, y se quedaba quieto. Al amanecer, Gallo Grande explicaba: — Gallito, vuela al suelo, colócate con firmeza, bate las

alas y canta: ^¡Quiquiriquí!", porque ya va a salir el sol.

Batir las alas enfría

y enferma al gallo en el día,

rezongaba el gallito, y no cantaba.

• 1 4 1

Page 144: Mi libro de segundo

Al mediodía, Gallo Grande, viendo las nubes que se amon­

tonaban en el cielo, aconsejaba a Gallo Chico:

—Mira esas nubes; tenemos que prevenir a los hombres

que esta noche lloverá.

Si ha de llover, que se moje

el que ande fuera de noche,

decía el gallito con mucha tranquilidad.

Una noche, Gallo Grande, alarmado, dijo:

— L a zorra anda por aquí; tenemos que asustarla. Canta

fuerte, Gallo Chico: ";Cocó cocoricó! ¡Coco cocoricó!"

1 4 2

Page 145: Mi libro de segundo

Y Gallo Grande cantó tan fuerte, que despertaron las ga­llinas, ladraron los perros y la zorra salió corriendo.

— Y tú —preguntó entonces a Gallo Chico—, ¿no tienes que ayudarme a cuidar el gallinero?

Gallo Chico, sin responder, sólo abrió un ojo, y luego lo volvió a cerrar y se quedó inmóvil.

Gallo Grande, muy enojado, cogió al Gallo Chico por la

cresta y lo echó a la calle. En la calle se quedó tirado el gallito. Cuando en el cielo brilló la primera claridad del día, la

Aurora bajó al pueblo y encontró al gallito.

1 4 3

Page 146: Mi libro de segundo

— ¡ Y a te conozco! ¡Eres muy perezoso! Como no quieres trabajar, te transformaré en un gallo de hojalata.

El campanero salió de su casa para ir al trabajo y vio en el suelo un gallo de hojalata.

—¡Qué bueno que encontré este gallo! —dijo—. Lo pon­dré en la veleta de la iglesia para que el viento lo haga gi­rar y nos diga en qué dirección sopla.

Y hablando al gallo, agregó: — ¡Alégrate! Vas a estar muy alto. Te iluminará el pri­

mer rayo del sol, y el último te pintará de rojo. Te cubrirá de gotitas claras la lluvia. ¡Alégrate! Vas a ser útil.

Lo que el gallito rehuía lo hace ahora todo el día.

V O C A B U L A R I O

rezongaba — refunfuñaba, protestaba en voz baja. rehuía — evitaba.

1 4 4

Page 147: Mi libro de segundo

LA PUNTUALIDAD

El viernes visitamos una fábrica de papel. :

Desde la víspera mi maestra nos explicó que los alumnos

impuntuales seguramente se quedarían sin asistir a la excur­

sión, pues la salida se había fijado, precisamente, para las

ocho de la mañana.

El jueves por la noche pedí a mamá que al día siguiente

me despertara muy temprano. Igual recomendación hice a

papá.

El me dijo:

—Para que estés más tranquilo, pondré el despertador

cerca de ti.

—No, papá —le contesté—. Yo soy enemigo del desper­

tador y de los otros relojes; siempre me hacen correr.

—Si no hubiera relojes —respondió mi padre—, corre­

rías más, y muchas veces inútilmente.

1 4 5

Page 148: Mi libro de segundo

Luego continuó así:

"Imagínate lo que sucedería si no hubiera relojes.

"Saldrías tranquilamente de casa para ir a la escuela, y al llegar te encontrarías con que la maestra y tus condis­cípulos habían empezado el trabajo desde mucho antes, pensando que ya era tarde.

"Al mediodía, cansado tú v con hambre, no sonaría la

campana para salir, porque el director podría imaginarse

que aún era temprano.

"Otras veces llegarías a la escuela corriendo, y resultaría

que tú y otros muchos tenían que esperar largo rato a los

demás.

"Pienso que a tu escuela asisten algunos niños que viven

en el País sin Relojes.

"Son aquellos que llegan cuando los otros han hecho va

uno o dos trabajos, y que responden al maestro, si éste les

pregunta la causa de su retardo:

146

Page 149: Mi libro de segundo

"—Creí que era temprano . . . "Son niños que interrumpen el trabajo de los demás

y les hacen perder el tiempo.

"En resumen, que el reloj nos ayuda a adquirir la cos­

tumbre, muy útil, que se llama puntualidad.

"Puntualidad quiere decir llegar a tiempo. "Llegar a tiempo al trabajo. "Llegar a tiempo a las diversiones. "Llegar a tiempo a las visitas."

V O C A B U L A R I O

excursión — visita a un lugar para estudio o recreo.

interrumpen — estorban o impiden.

resumen — breve manera de decir algo.

1 4 7

Page 150: Mi libro de segundo

UNA EXCURSIÓN

(Primera parte)

Todos esperábamos impacientes la llegada de los autobu­ses que nos llevarían a visitar la fábrica de papel.

Queríamos saber cómo se convierte la madera de los ár­boles en papel para libros.

*

Te voy a decir lo que aprendí en esa visita.

Empieza por imaginarte un bosque, un extenso y solitario bosque de oyameles, pinos o chopos.

1 4 8

Page 151: Mi libro de segundo

Cada año, durante algunas semanas, el bosque se llena

de ruidos: voces de hombres, chirriar de sierras, golpes de

árboles que caen.

A los troncos derriba­dos se les convierte en rajas chicas.

Las rajas siguen hasta

la fábrica de papel. Vimos en el patio de la

fábrica cómo apilan las rajas, sobre grandes tan­ques, donde las lavan y les quitan la corteza. Luego las rajas llegan a las máquinas, que las trituran hasta convertirlas en astillas.

La madera, triturada así, pasa a unos depósitos de acero

donde se la hierve en agua.

Hervida la madera, se convierte en pulpa.

La pulpa se mezcla con más agua y se pone en cubas

enormes que se llaman batidores.

En el batidor, la pulpa de madera parece arroz con leche.

Muy bien batida ya, la pulpa se lava cuidadosamente y queda lista para ir a la máquina que la transformará en papel.

Esta máquina es muy grande, y su funcionamiento, mara­villoso. Por un lado entra la pulpa, que todavía es madera, aunque hecha pasta; por el otro, sale convertida en una tira de papel de varios metros de ancho v de ocho kilómetros de longitud, que se enrolla alrededor de un eje llamado mandril.

1 4 9

Page 152: Mi libro de segundo

Dijo mi maestra que los chinos fueron los inventores la fabricación del papel.

VOCABULARIO

derribados— que se les ha hecho caer. trituran — despedazan.

150

Page 153: Mi libro de segundo

UNA EXCURSIÓN

(Segunda parte)

Terminada la visita a la fábrica, todos gritamos: — ¡ A comer! Llevábamos tortas de huevo, de mole, de queso, de agua­

cate; frijoles y mucha fruta. Cada uno buscó a sus amigos, y en grupos nos sentamos

a comer bajo los frondosos árboles de un jardín. Descansamos buen rato. En seguida los maestros nos per­

mitieron jugar.

1 5 1

Page 154: Mi libro de segundo

Quiénes jugábamos al burro, quiénes a las canicas, quié­nes al trompo o a la pelota.

Mi maestra nos enseñó el juego de "Los enanitos y el gigante". Te explicaré cómo es, para que también tú te di­viertas jugándolo.

Uno de los compañeros más grandes hace de gigante. Los demás son los enanos.

El gigante pone su tesoro en el suelo y, colocándose cerca, se prepara a vigilarlo.

El tesoro es un pañuelo anudado por las puntas. Todos los enanitos procuran quitar el pañuelo al gigante,

y tan pronto como alguno lo consigue, echan a correr. Siempre corriendo, irán pasándose de mano en mano el

pañuelo, mientras el gigante trata de recuperarlo.

El enanito que se des­cuide y deje que el pa­ñuelo caiga en poder del gigante, será gigante a su vez.

En este juego no hay refugios que ofrezcan descanso a los jugado­res. Además, el gigante no puede quitar por la fuerza el pañuelo, ni se permite a ningún ena­nito retener la prenda, sino que pronto ha de pasarla a otro.

~ 2

9

1 5 2

Page 155: Mi libro de segundo

Tras de jugar y retozar toda la tarde, emprendimos el regreso.

Nuestras canciones y risas eran como fiesta para la gente que transitaba por el camino.

V O C A B U L A R I O

frondosos vigilarlo

recuperarlo emprendimos

transitaban retener

refugios

con muchas ramas y hojas. cuidarlo. tenerlo otra vez. empezamos. caminaban. tener mucho tiempo. lugares a salvo de ataque o peligro.

1 5 3

Page 156: Mi libro de segundo

EL P

En el jardincito lleno de sombrean, está un pajarito

Picotea afanoso la tierra allá; a veces se queda quiet luego se esconde bajo las cando, diligente, gusanos )

Carmela y yo lo vemos d lo mejor, salimos al jardín

El pajarito no advierte ni Ahora las grandes hojas de

Carmela me dice en voz Pero él nos descubre en1

rama del árbol, inclinand< mira con inquietud.

Ü A R I L L O

lores, y que dos grandes arbole

Vivo y gracioso, va de aquí par , inclinada la cabecita a un ladc natas, y a poco reaparece, bus semillas. sde -la ventana. Para contemplai

ístra presencia y sigue comiendc un platanillo me impiden verle 3aja: "Al l í está" mees, alza el vuelo, y desde un hacia abajo el cuerpecito, no

1 5 4

Page 157: Mi libro de segundo

Espera un instante y luego asciende hasta otra rama. Desde allí abre las alas y se lanza al aire. Mi hermanita y yo seguimos con los ojos la gracia de su vuelo.

Nuestro pajarito tiene su nido en uno de los árboles del jardín.

Una mañana, al asomarme por la ventana para ver el nuevo día, lo descubrí. Posado en una rama, esponjaba su plumaje y con el pico lo alisaba. De pronto empezó a trinar, primero como para sí, después con tres o cuatro gorjeos altos y sostenidos. ¡Qué gusto me dio el oírlo y saber que casi a diario era él quien me despertaba!

Porque, imagínate: no bien despierto, todas las mañanas

murmuro en la cama: "¿Me levantaré? ¿No me levantaré?" Pero oigo el canto del pájaro y brinco al suelo.

Empieza el nuevo día; el cielo se ha teñido de rosa por el oriente; hacia el poniente, en el azul profundo, palidece la última estrella.

V O C A B U L A R I O

diligente — activo.

murmuro — digo en voz baja.

1 5 5

Page 158: Mi libro de segundo

UTILIDAD DE LOS PÁJAROS

Muchos de ustedes tienen en

macetas o en el jardín diversas

clases de plantas.

Si observan esas plantas no­

tarán que en los tallos, en las

hojas, y aun ocultos en las flo­

res, hay muchos animalitos.

Si cavan la tierra alrededor

de las plantas, pronto descu­

brirán otros.

Algunos de esos animalitos

se llaman insectos.

Hay insectos que atacan a las plantas y a los árboles.

Devoran las hojas, secan las raíces, destruyen las semi­

llas, llenan de gusanos las frutas.

Si los insectos destruyen las plantas que sembró el cam­

pesino, éste pierde su trabajo.

Por las plantas destruidas o las frutas agusanadas nadie

le dará dinero, y él será tanto más pobre.

¿Qué es lo que debe hacer en este caso el campesino?

Acabar con los insectos. »

Acabar con los insectos resulta tarea difícil, porque se

les halla en gran cantidad.

156

Page 159: Mi libro de segundo

El campesino no puede quitarlos uno por uno de cada una de sus plantas.

Pero si este trabajo no puede hacerlo el campesino, lo hacen los pájaros.

Durante todo el día los pájaros comen insectos, todos los insectos que encuentran en las plantas, aun aquellos, tan pequeñitos, que nosotros no vemos.

Todos los días de su vida los pájaros persisten en esta

labor.

Comen tantos insectos perjudiciales, que bien puede per­mitírseles que picoteen alguna fruta, que aprovechen algu­nos granos de maíz, de trigo, de avena, o que, de vez en vez, se nutran de hortalizas.

Abundan las personas que desconocen la utilidad de los pájaros. De lo contrario, se guardarían de perseguirlos.

Cada pájaro enjaulado o muerto deja con vida a millones de insectos perjudiciales.

V O C A B U L A R I O

ocultos — escondidos. cavan — remueven la tierra.

devoran — comen. hortalizas — verduras que comemos. abundan — hay muchas.

se guardarían de — no se atreverían a. persisten — hacen, sin interrupción, esa labor.

1 5 7

Page 160: Mi libro de segundo

UN MAL COMPAÑERO

La mayoría de los muchachos que formamos el grupo de segundo año nos tratamos bien y nos queremos.

El único que siempre está buscando pendencia es un chico atrabiliario a quien muchos llaman el Grandullón.

Y en verdad que se trata de un muchacho mal educado que a todos nos molesta.

Hoy, a la salida de clases, arrebató un caramelo a un niño

de primer año y lo arrojó por encima de la barda.

Martín y los mayores de mi grupo, en defensa del peque­

ño, le reclamaron y él los insultó.

Entre todos lo cogieron, y levantándolo en peso, lo lleva­

ron hasta la calle.

1 5 8

Page 161: Mi libro de segundo

Salí yo caminando despacio y me detuve en la esquina a esperar a Martín.

De pronto, alguien se arrojó sobre mí. Caí al suelo; el otro cayó también. Yo luché por desasirme; con los dientes apretados daba puñetazos.

El que así me había atacado era el Grandullón.

Uno de mis compañeros acudió en mi auxilio y el Gran­

dullón me soltó. Me levanté indignado y sudoroso, volví la

cabeza para saber quién me había defendido y vi a Martín.

Terminada la lucha caminamos en silencio hacia la casa.

Puse mi mano en el hombro de Martín y él hizo lo mismo.

Si se necesita, yo también lo defenderé, porque es mi amigo.

1 5 9

Page 162: Mi libro de segundo

LA CASA

Llegamos a casa. ¡Cuánta frescura y qué silencio! Al entrar me saludan con sus colores las flores del jardín. Todos los cuartos tienen las ventanas abiertas para que

entren por ella el aire v la luz del sol.

A esta hora la casa entera es aseo y orden. Las alcobas están arregladas. El cuarto de baño luce brillante: la toalla limpia, los pei­

nes y cepillos en su lugar. En el comedor, que un pequeño florero alegra con sus

rosas, la mesa se halla dispuesta para la comida.

1 6 0

Page 163: Mi libro de segundo

Es la casa que mis padres crearon y que sostienen para nosotros.

Es la casa, mi casa: limpia y amable como mi madre; pro­tectora y tranquila como mi padre.

Algunas veces, en la escuela o en la calle, me suceden cosas desagradables o tristes; pero no puedo quejarme ni debo llorar, porque tengo mi casa, y en mi casa tengo a mis padres.

V O C A B U L A R I O

alcobas — cuartos para dormir.

Page 164: Mi libro de segundo

E L Á L B U M

En mi clase tenemos, para presentarlo en la exposición de fin de año, un álbum de Historia.

Es un álbum grande, formado con recortes de periódicos y revistas, y con tarjetas postales y dibujos que se refieren a sucesos de la historia de México que nos interesan.

Queremos que en la exposición final nuestro álbum no quede olvidado sobre una mesa, sino que sea hojeado por los muchachos de la escuela y por los visitantes.

Para que no se rompa lo hemos hecho con papel grueso. Puede abrirse bien y las hojas se pasan fácilmente, pues

en vez de coserlas las hemos trabado con pequeñas anillas de alambre.

La cubierta es de cartón grueso, forrado de papel azul.

1 6 2

Page 165: Mi libro de segundo

Mi maestra ha dibujado en la portada una hermosa ban-, dera mexicana, tan bien hecha, que parece que el viento le

abre los pliegues que él mismo acaba de formar. Queremos que a nuestra obra no le falte nada: al pie de

las ilustraciones hemos escrito breves notas explicativas. Muchas de estas notas han sido redactadas por nosotros

en la clase de Lengua Nacional; otras las hemos copiado de los libros; algunas son las que publicaron los periódicos como pies de grabados.

Cuando terminen las clases obsequiaremos el álbum a los maestros de primer año, a fin de que lo utilicen durante el nuevo curso al enseñar a los chiquitines algunos pasajes históricos.

Te daré a conocer varias de las hojas que forman nuestro álbum.

V O C A B U L A R I O

portada — la primera página de un libro o de un álbum.

breves — pequeñas, cortas.

pies de grabados — explicaciones que aparecen debajo de

los grabados.

Page 166: Mi libro de segundo
Page 167: Mi libro de segundo

TENOCHTITLAN

En la primera hoja está la leyenda de Tenochtitlan.

Tenochtitlan era el nombre de la hov hermosa ciudad de J

México. Antes lo acentuábamos de otro modo. Decíamos Tenochtitlan.

Cuenta la leyenda que desde un lugar remoto, llamado

Chicomostoc, palabra que significa Lugar de las Siete Cue­

vas, llegaron los aztecas hasta las orillas del lago de Texcoco.

Los aztecas habían peregrinado durante muchos años, so­portando sufrimientos innumerables, guerreando contra las otras tribus a quienes hallaron en su ruta.

Nada los había detenido, pues su dios, el dios Huitzilo-

pochtli, les prometió, por boca de los sacerdotes, darles una

tierra donde se establecerían definitivamente.

"Allí donde encontremos una águila devorando una ser­

piente —habían dicho los sacerdotes— terminará nuestra

peregrinación. Allí fundaremos nuestra ciudad."

Al llegar a las orillas del lago de Texcoco, los aztecas,

perseguidos por los pobladores de las tierras cercanas, se

refugiaron entre los tulares y recorrieron los islotes en bus­

ca de sustento.

En uno de esos islotes encontraron la señal prodigiosa:

sobre un nopal el águila devoraba a la serpiente.

Principiaron entonces a construir su ciudad.

1 6 5

Page 168: Mi libro de segundo

Para extender el territorio trajeron troncos y tierra y for­

maron chinampas.

Al borde de las chinampas plantaron huejotes, árboles

resistentes que no se pudren por el exceso de agua.

Lentamente fue creciendo la ciudad. Al principio solo la componían chozas de ramas y zacate; luego tuvo casas de adobe; al fin, la embelleció un templo magnífico, y hermo­sas calzadas la unieron con la tierra firme.

V O C A B U L A R I O

lugar remoto — lugar muy lejano.

habían peregrinado — habían recorrido muchas tierras.

ruta — camino. se establecerían — se quedarían a vivir.

islotes — islas muv pequeñas. sustento — alimento.

1 6 6

Page 169: Mi libro de segundo

LOS AZTECAS

Los aztecas eran guerreros incansables. Pelearon contra pueblos numerosos; enriquecieron a sus reyes y sacerdotes con los tributos arrancados a las poblaciones que conquis­taban, y aplicaron al engrandecimiento de su ciudad el tra­bajo de los vencidos.

167

Page 170: Mi libro de segundo

Entre los aztecas había hábiles artesanos que trabajaban maravillosamente el oro v la plata; que labraban collares, orejeras, vasos, platos y multitud de otros objetos, útiles o de ornato.

Conocían el algodón, y lo hilaban para transformarlo en finas mantas, hermosas por el trazo y el color de sus dibujos.

De las plumas de los pájaros, a que daban caza en los bos­ques, tejían ropajes, tan bellos como delicados, y confeccio­naban vistosos adornos para el rey, los sacerdotes y los grandes señores.

Fabricaban, decorándolos con grecas y otras figuras, va­sijas y diversos utensilios de barro o de madera.

Inventaron un calendario que llevaba la cuenta de los días v los años.

Conocían las propiedades v virtudes de muchas plantas,

168

Page 171: Mi libro de segundo

y las utilizaban en la medicina y la industria. Así obtenían las tintas con que coloreaban el algodón.

Conservaban la historia de sus hechos y conquistas, para lo cual los consignaban con dibujos,* no con letras, en amad, papel por ellos fabricado con la albura del árbol que hoy llamamos amate.

Así vivieron durante muchos años. Así los encontraron los españoles que, capitaneados por

Hernán Cortés, llegaron a conquistar a Tenochtitlan en el año de 1 5 1 9 .

En aquel tiempo era rey de los aztecas Moctezuma Xoco-yotzin.

V O C A B U L A R I O

albura — capa blanda que se halla inmediatamente debajo

de la corteza de los árboles.

169

Page 172: Mi libro de segundo

CUAUHTÉMOC

A la muerte de Moctezuma, Cuitláhuac fue el rev. j

Era éste un jefe joven, dispuesto a la lucha. Atacó a la gente de Hernán Cortés y la obligó a huir de

la ciudad de Tenochtitlan. 1 7 0

Page 173: Mi libro de segundo

En seguida reunió su ejército, llamó a sus capitanes y los envió a combatir a los españoles. Éstos se defendieron con valor y habilidad, auxiliados por varios miles de indios, ene­migos de los aztecas, y las tropas de Cuitláhuac fueron derrotadas.

Sin acobardarse por aquello, el rey continuó organizando con sus vasallos la defensa que se proponía hacer; pero no pudo realizarla porque enfermó de viruelas y murió.

Entonces los aztecas eligieron rey a Cuauhtémoc. Cuauhtémoc quiso unir a todos los pueblos indígenas en

la lucha contra los conquistadores. •

A los caciques de los indios les advirtió que estuvieran con las armas preparadas y pelearan con bravura, pues de otro modo los españoles los vencerían y los harían esclavos.

Como sabía que la ciudad más codiciada era la suya, pre­paró a sus guerreros, construyó canoas, almacenó armas y alimentos, cada día más decidido a defender, hasta la muerte,

a Tenochtitlan. •

Sus preparativos se interrumpieron al aproximarse los es­pañoles a la ciudad y comenzar el asedio.

Los españoles, y los indios que se les habían sometido, rodearon el lago en que estaba edificada la ciudad e impi­dieron el paso de provisiones y auxilios. Cerraron las cuatro calzadas que comunicaban a Tenochtitlan con la tierra fir­me,* hicieron imposible el tránsito de las canoas.

\

Durante noventa y tres días los aztecas se defendieron heroicamente. Incontables guerreros perecieron.

Page 174: Mi libro de segundo

Privados de agua y alimentos, los niños y las mujeres morían de hambre; montones de cadáveres se veían por dondequiera; las casas y los templos habían sido destruidos.

Cuauhtémoc decidió salir de la ciudad cruzando el lago, y en la travesía cayó prisionero.

Conducido ante Cortés, le dijo: "Malinche, he hecho cuanto debía en defensa de mi ciu­

dad y mis vasallos, pero no puedo más; y pues me traen, preso y por la fuerza, ante tu persona y poder, toma ese pu­ñal que tienes en el cinto y ahora mismo mátame con él."

La palabra Cuauhtémoc quiere decir "águila que cae". Cuauhtémoc llevó con honor su nombre. Fue valeroso y

audaz como las águilas y prefirió combatir hasta lo último antes que rendirse para ser esclavo.

V O C A B U L A R I O

vasallos — hombres sometidos a la autoridad del rey. audaz — muy atrevido.

indígenas — nacidos en estas tierras. advirtió — avisó.

caciques — jefes. codiciada — vista con ambición.

asedio — sitio, rodeo. edificada — construida, levantada.

travesía — viaje. Malinche — nombre que daban los aztecas a Cortés.

cinto — cinturón.

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Page 175: Mi libro de segundo

HIDALGO

Al terminar la lucha contra los españoles, los aztecas se encontraron con su ciudad destruida y su emperador pri­sionero.

Dejaron de formar un pueblo libre para convertirse en siervos.

Durante trescientos años la tierra y el trabajo de los in­dios, así llamados desde el descubrimiento de América, produjeron riqueza y bienestar que casi fueron tan sólo para los descendientes de los conquistadores y los colonos.

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Page 176: Mi libro de segundo

Al parecer, la opresión y miseria de los indios no tenía remedio. Tampoco parecía fácil que saliera de la sumisión y la inferioridad otra parte de la población de México: la que formaban muchos descendientes de españoles, o los hi­jos de indias y españoles.

En 1 8 1 0 un anciano sacerdote, llamado Miguel Hidalgo y Costilla, pensó que el sufrimiento de los indios y todas aquellas otras cosas debían terminar.

Don Miguel Hidalgo era un hombre instruido. Desde niño había tenido inclinación por el estudio. En el Colegio de San Nicolás, de la ciudad que entonces se llamaba Vallado-lid, y hoy Morelia, se distinguió por su inteligencia y apli­cación.

Hidalgo sabía que si la gente quiere vencer a la miseria sólo tiene un medio: el trabajo.

Se puso a enseñar a los indios diversos oficios: cómo ha­cer muebles, cómo fabricar ladrillos y trastos de barro, cómo criar el gusano de seda, todo ello fuente de riqueza.

¿Pero de qué sirve a nadie ganar dinero si tiene un amo que se lo quita? ¿Cómo pueden librarse de su condición in­ferior hombres a quienes se tiene sujetos de modo que no prosperen?

Para que los hombres puedan aprovechar lo que ganan con su trabajo y su inteligencia necesitan ser hombres libres.

Así lo comprendió Hidalgo. Reunió a sus amigos, entre los cuales se contaban algu­

nos militares y dos mujeres cultas y valerosas, y les explicó la necesidad de pelear contra los dueños del país, que eran los españoles.

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Page 177: Mi libro de segundo

Todos aportaron su ayuda, pero alguien les hizo traición: dio a los españoles aviso de lo que pensaba hacer Hidalgo.

Al saber que la conspiración estaba descubierta, don Mi­guel Hidalgo mandó repicar las campanas de su parroquia en la madrugada del 1 6 de septiembre de 1 8 1 0 . Acudieron los vecinos, y cuando estuvieron reunidos, Hidalgo los in­vitó a tomar las armas y a sostener la guerra contra los españoles hasta que se lograse la independencia de México.

V O C A B U L A R I O

siervos'— hombres sometidos a otros, como los esclavos.

aportaron — dieron.

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Page 178: Mi libro de segundo

LOS NIÑOS HÉROES

Si vives en México, o si vas alguna vez a la capital, cuando corras alegremente por las calzadas del Bosque de Chapultepec acuérdate de que hace muchos años murieron allí por tu patria varios niños mexicanos.

Era el 1 3 de septiembre de 1847 . El bosque —¿lo ves tan hermoso? ¿sientes su frescura y

sus perfumes?—, este mismo Bosque de Chapultepec por donde paseas alegre, se llenó de humo de pólvora, de true­nos y estampidos de fusiles y cañones.

1 7 6

Page 179: Mi libro de segundo

Mexicanos y norteamericanos, echándose unos sobre otros,

rodaban, abrazados con furia, hasta el fondo de las zanjas y

entre el lodo y los yerbazales ensangrentados.

Xicoténcatl, jefe del Batallón de San Blas, mandaba ahí a

los mexicanos y veía, con angus­

tia, que sus soldados y oficiales

caían muertos. ¡El enemigo lle­

gaba más y más numeroso desde

todos los linderos del bosque y

estaba a punto de subir al casti-

iW. . . . Silbaban las balas por

dondecíuiera . . . No se veía ya, a

causa del humo de la pólvora.

Heroico, Xicoténcatl toma en­

tonces la bandera de su batallón,

la Bandera de San Blas, y, en­

volviéndose en ella, grita "¡Viva

México!"

Las balas lo atraviesan. Sobre

su cadáver pasan los norteamericanos y se dirigen al cerro

mientras otros trepan ya por las peñas, abrigándose con los

árboles.

Allá, en lo alto del cerro, los cadetes del Colegio Militar,

niños en su mayoría, esperan y hacen fuego también . . .

¡Van a morir peleando por su patria, peleando por México!

Llegó a lo alto una multitud de enemigos que escalaba

los muros, que derribaba las puertas, que se arrojaba

sobre los valientes defensores del recinto, maltrecho ya por

el estallido de las bombas.

177

Page 180: Mi libro de segundo

Y entonces fue cuando los cadetes niños los recibieron gritando:

"¡Viva México! ¡Viva el Colegio Militar!" Así murieron por su patria aquellos niños héroes, aque­

llos alumnos del Colegio Militar que pelearon contra los invasores. Así murieron Juan de la Barrera, Francisco Már­quez, Fernando Montes de Oca, Agustín Melgar, Vicente Suárez y Juan Escutia.

No olvides sus nombres, buen amiguito, y cuando vayas a pasear por el hermoso Bosque de Chapultepec y goces con la deliciosa frescura de los árboles, a la sombra de los altos y viejos ahuehuetes de donde cuelgan velos de blanco heno, acuérdate de que hubo un día terrible en que todo el bos­que fue sacudido por el heroísmo y la muerte de unos niños mexicanos . . .

Heriberto Frías

V O C A B U L A R I O

estampido — ruido que hacen las armas de fuego al disparar.

Page 181: Mi libro de segundo

CANCIÓN DE LAS MONTAÑAS

¡Qué hermosos son los montes del suelo en que nací! ¡Qué blancas son sus cimas que rasgan el zafir! El águila en sus crestas anídase feliz. ¡Qué bellos son los montes del suelo en que nací!

Montañas adoradas, montañas de Anahuác, gigantes centinelas que el valle custodiáis, yo quiero cual vosotras blancuras ostentar. ¡Montañas adoradas, montañas de Anahuác!

Si un día el extranjero mi patria viene a hollar, vosotras sed refugio de toda libertad; vosotras sed murallas de roca, de mi hogar, ¡Montañas de oro y nieve, montañas de Anahuác!

Amado Ñervo

Tu maestra te explicará por qué en esta poesía se pronun­cia Anahuác (A-na-huác), y no Anáhuac.

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Page 182: Mi libro de segundo

CAMARADAS

Cada día que pasa me gusta más la hora de recreo. Todos los muchachos que formamos el grupo de segundo

año somos amigos y en el recreo jugamos juntos. ¡Qué divertido es jugar así! En ocasiones, un alumno mayor quiere maltratar a uno

de nuestros compañeros; entonces acudimos todos a defen­derlo y el grandullón corre.

En la escuela saben que somos buenos camaradas; muchos dicen: "¡No provoquen a uno de segundo porque vienen todos!"

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Page 183: Mi libro de segundo

Nosotros nunca nos reunimos para maltratar a otros, pero sí sabemos defender juntos a nuestros compañeros.

No sólo en la hora de recreo sentimos la amistad que nos une. En el salón de clases, si alguien necesita papel, lápiz o pinturas, varios compañeros le ofrecen lo que pide; a ve­ces son tantos los que desean ayudar, que reímos todos.

Ahora que estamos terminando los trabajos para la expo­sición de fin de año, veo cómo el engrudo, las seguetas, los clavos y otros útiles que trae alguno de los compañeros sir­ven a otros.

En las competencias de orden y puntualidad, las cuales organizan los maestros, ganamos el primer lugar porque to­dos nos esforzamos para que nuestro grupo sea el vencedor.

Hay tres o cuatro perezosos que no se interesan por nada. Otros, en cambio, nos ayudan y animan, como Martín y Andrés.

Estos son nuestros capitanes. Todos los queremos.

¿No es ése el mejor modo de quererse? ¿trabajar juntos para el bien de cada uno y para ayudarnos unos a otros en la voluntad de llegar a ser mejores?

V O C A B U L A R I O

grandullón — muchacho muy crecido. engrudo — masa que sirve para pegar

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Page 184: Mi libro de segundo

A MI MAESTRA

Tu mano, puesta sobre mi mano, me enseña a escribir.

Pones todo tu afán en que aprenda yo a trazar bien las letras, y yo te ofrezco que con ellas no escribiré mentiras ni palabras sucias. Si hay niños que hacen eso en bancas y paredes, nunca los imitaré.

Nos narras las historias de nuestras gentes: el asombro de los primeros pobladores cuando encontraron el águila devorando a una serpiente; el valor demostrado por Cuauh­témoc y sus guerreros en los noventa y tres días que duró

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Page 185: Mi libro de segundo

la defensa de su ciudad en ruinas; el grito de Hidalgo: "¡Viva la Independencia!", que fue la voz de la libertad; la muerte de aquel héroe niño que, desde lo alto del Castillo de Chapultepec, se arrojó envuelto en la bandera de la Patria para que no la cogieran los enemigos. Tus palabras, maes­tra, encienden en nosotros el amor por el bien, el propósito de honrar a México llevando con nobleza, con valor y con generosidad el nombre de mexicanos.

Abres, maestra, un libro, y al empezar a leer es como si abrieras una ventana, ventana que nosotros no conocíamos: nos muestras así el cielo claro, el sol brillante, mariposas y pájaros, países lejanos, hombres que han sido heroicos al cumplir con su deber. Por eso nos gustan tus libros, que deseamos tener entre las manos y leer. Por eso hemos apren­dido a amarlos.

A veces dices alegremente: "¡Vamos a cantar!", y al oírte, pensamos que cantar es algo tan importante, que debemos practicarlo para vivir contentos.

Cada hora, cada día, cada semana, guías nuestra existen­cia y nos acompañas

V O C A B U L A R I O

narras — cuentas. asombro — sorpresa.

Page 186: Mi libro de segundo

CUENTO DE PRIMAVERA

La Primavera ha llegado a estos campos, mustios y pardos, y los recorre al despuntar el día.

La Primavera sonríe; su sonrisa, llena de luz, da nueva vida a la tierra.

Volando sobre el campo, la Primavera descubre un ca­pullo, oscuro y grueso, que cuelga de la rama de un árbol, y que, con la brisa matinal, se mece como si fuera una campanita.

No era nada bonito el gusano que tejió ese capullo en otoño, y que desde entonces se metió allí para dormir.

Ahora la Primavera siente compasión por el gusano, pues piensa que no ha visto la tierra engalanada con el verdor de las hojas y el variado color de las flores. Por eso va di­ciendo a las semillas:

—Semillita, buena semillita, despierta; hay que hermosear la tierra para que el gusano, ¡pobrecito!, la conozca enga­lanada y se alegre. ¿Me quieres ayudar?

—Sí , sí —responden las semillas—. Ya hemos dormido demasiado; nuestras casitas están calientes y la lluvia ligera

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Page 187: Mi libro de segundo

que tú trajiste las ha humedecido. Queremos salir; la fres­cura de la brisa nos acariciará.

Y las semillas, rompiendo su vestidura, echan hacia fuera las primeras hojitas, que son nuevas. Con ellas em­pieza el adorno de los campos.

Así, una alfombra tiñe de verde el llano y las colinas, y los perfuma.

Pero el gusano sigue durmiendo. —Si duerme más, si no rompe su capullo a tiempo,

morirá —dice la Primavera—. Arroyo, arroyito saltarín, ¿quieres ayudarme a despertar al gusano?

—Sí , te ayudaré; aunque no me gustan los gusanos, sino las libélulas y las mariposas —responde el arroyo y, ha­ciendo un gran esfuerzo, rompe el hielo que lo aprisiona aún, y sus aguas corren v cantan.

Pero el gusano sigue durmiendo. La Primavera, ansiosa, dice

a los árboles y a las plantas:

—Árbol, echa brotes nue­vos; planta, cúbrete de hojas. De este modo, los pájaros volverán y nos ayudarán a despertar al gusano.

Las plantas, la hierba y los árboles, presurosos, se visten de hojitas tiernas, y los pájaros, que habían emigrado huyendo del invierno, vuelven.

Un pajarito que todavía no sabe nada de las cosas del mundo, vuela y vuela, travieso y feliz, y así descubre el ca­pullo que cuelga de la rama del árbol.

—¿Qué será? —se pregunta, y curioso, se acerca y lo golpea con el pico: toe. toe, toe . . .

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Page 188: Mi libro de segundo

Pero en seguida, temeroso, se aleja. El gusano despierta, se mueve dentro de su estrecha

morada, se estira, y advierte que durante su largo sueño ha estrenado nuevo vestido.

¡Hay que salir para que todos vean el traje nuevo! . . . El capullo se rompe, y cuando el pajarito vuelve, lo encuen­tra vacío.

¿Quién habitaba allí? Cerca, prendida de una rama, una bellísima mariposa,

con movimientos lentos, suaves, delicados, empieza a exten­der sus alas, finas como la seda, y pronto se echa a volar.

Los pájaros, las plantas, la hierba, los árboles y el arroyo la contemplan con admiración.

—¡Qué hermosa! ¡Qué hermosa! —exclaman una y otra vez—. ¿De dónde ha venido?

—¿Nadie la conocía? —dice la Primavera-—. Es el gusa­no que estaba en el capullo oscuro y que entre todos hemos logrado despertar.

Sí, todos saben que ayudaron a sacar de su escondite aquella hermosura, y, contentos, sienten por eso honda felicidad.

(Autor anónimo)

V O C A B U L A R I O

mustios — marchitos. pardos — de color oscuro.

tiñe — da color. habían emigrado — partieron a otras tierras o lugares.

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Page 189: Mi libro de segundo

ORACIÓN AL LIBRO

¡Oh, libro, amigo mío, que embelleces mi mano: guíame por la vida, eres mi buen hermano!

Colma esta inagotable sed de saber; de tu fuente de luz dame a beber. Hazme, como tú, claro, generoso, profundo, abierto al infinito llamamiento del mundo.

De la vida, el misterio tú me harás conocer. De la ignorancia sálvame; el saber es poder. ¡Ah, guarda entre tus páginas, con humano fervor, mis horas de alegría, mis horas de dolor!

Guíame por la vida, sé mi hermano, ¡oh, libro, hermoso libro que ennobleces mi mano!

Gastón Figueira

Page 190: Mi libro de segundo

ESTE LIBRO ES PROPIEDAD DE LA REPÚBLICA MEXICANA

Para que lo use y lo conserve se entrega en forma absolu­tamente gratuita, pero con la condición de que lo cuide, a

(nombre de/ educando)

alumno* a lumna* del (grado)

de la

(escuela) * *

de (población) (entidad federativa)

Ninguna persona, física o moral, podrá convertir este libro en objeto de comercio, franco o clandestino; ni lucrar con él de ningún modo; ni pedir a cambio de él —por ningún concepto— cant idad o cosa a lguna; ni l levarlo o mandar lo fuera de! país, o intentar l o u n o o lo otro.

La persona o personas, físicas o morales, que contravengan cualquiera de las prohibiciones o limitaciones mencionadas, que­darán sujetas a las sanciones penales que procedan.

Comisión Nacional de fos Libros de Texto Gratuitos * Tachar alumno o alumna, según el caso.

* * Indicar, además del nombre que lleve el plantel, su número de registro (clave).

Page 191: Mi libro de segundo

La mañana

Ya llegó abril

Saludos f ?El Capitán"

Cuento

La familia

La historia que contó papá

El desayuno

Corrido de Domingo Arenas

¡Qué buenas son tus manos!

Poema a la madre

El periódico

Una noticia

El maquinista

El viaje

Mi padre

El cartero

El regreso

Relato de papá

El viento

ÍNDICE

Página

7 La huerta

8 Las frutas .

10 Conversación . . . . . . . . . . .

11 Trabajo

12 Las tres mariposas. Cuento.

14 Los amigos . . .

16 La escuela

18 Al trabajo

20 La calle

22 Martín

24 Benito Juárez

26 El conejito blanco. Cuento .

28 Un concurso

29 Fiesta

30 Vida retirada

32 El árbol

34 La tierra

36 La raíz del rosal

38 Recuerdo

40 Los abuelitos

Page 192: Mi libro de segundo

Página

El bosque de Chapultepec 83

El parque zoológico 85

Las ardillas 87

Patitas blancas. Cuento . . . 89

Las muñecas 92

Los órganos de los sentidos 94

Quiénes nos ayudan a traba­

jar . . . . . . 96

Otros servidores 97

Las compras 98

El primero de mayo 100

Ocupaciones 103

Los campesinos 104

La Bandera 107

Himno Nacional Mexicano. 109

La Bandera 112

(Poesía)

El ahorro 113

La lluvia 115

Historia del agua clara . . . 118

El agua 120

La lámpara de Aladino . . . 122

Historia de un niño pobre . 125

Los juegos 129

"El lobo" 131

Adivinanzas 133

El ramito blanco 136

La moneda perdida 137

La biblioteca 139

El gallo perezoso 141

La puntualidad 145

Una excursión (1* parte) . . 148

Una excursión (2* parte) . . 151

El pajarillo 154

Utilidad de los pájaros . . . 156

Un mal compañero 158

La casa 160

El álbum 162

Tenochtitlan 165

Los aztecas 167

Cuauhtémoc 170

Hidalgo 173

Los niños héroes 176

Canción de las montañas . . 179

Camaradas 180

A mi maestra 182

Cuento de Primavera 184

Oración al libro 187

Page 193: Mi libro de segundo

Esta segunda parte (845 000 ejempla­res) de la séptima edición de Mi Libro de Segundo Año, terminó de imprimir­se el día 21 de junio de 1966 en las ro­tativas de los talleres de la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gra­tuitos, situados en la calle del Doc­tor Río de la Loza, número 116, Méxi­co, D. F. Cuidaren de la edición Juan Madrid, José Rodríguez Vega y Jena­

ro de la Colina.

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