(míguez) construcción social discapacidad

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ConstruCCin soCialde la disCapaCidad 2009, Ediciones TrilceDurazno 188811200 Montevideo, Uruguaytel. y fax: (5982) 412 77 22 y 412 76 [email protected] 978-9974-32-510-4Mara Noel MguezConstruCCin soCialde la disCapaCidada MarcosContenidoprlogo................................................................................... 9introduCCin.......................................................................... 11captulo 1integraCin-exClusin soCial.................................................. 21Devenir hist rico de los conceptosintegraci n y exclusi n social ......................................... 22Discusi n te rica contempor neade los conceptos integraci n y exclusi n social ............ 31Determinaciones que atraviesanel concepto integraci n-exclusi n social ....................... 38captulo 2ConstruCCin soCial de la disCapaCidad desde los ConCeptos integraCin-exClusin soCial.................................. 49Construcci n social de la discapacidad: reconociendo algunas determinaciones que la atraviesan .................. 51Tejiendo la relaci n entre discapacidad y el par dial ctico integraci n-exclusi n social ................ 74ConClusiones.......................................................................... 79BiBliografa............................................................................ 839prlogoEl relato que se presenta a continuaci n ha sido retomado de la re-vista Dis-capaciDaD,1 publicada por la Comisi n de Gesti n Social para la Discapacidad de la Intendencia Municipal de Montevideo. Haydeeesunajovenquecuentasuexperienciaapartirdesus limitaciones, logros y potencialidades, en el marco de su inserci n laboral en la comuna.Parareferirseauntemadeterminadodebemosestarinfor-mados primero y, adem s, estar dispuestos a enfrentarnos a opiniones diferentes a la nuestra. Pero para poder hablar de ese mismo tema, se debe contar con las vivencias necesarias que nos da la experiencia.Yo decidhablar de la discapacidad, de mi discapacidad. Es f sica, ya que naccon una lesi n en la m dula espinal y me movilizo en silla de ruedas desde los quince a os. A pesar de Ias dicuIIadcs quc nc Iocvivir, dcsdc pcquc a dccidquc no me dejar a vencer sino disfrutar de lo que la vida pudiera darme, porque comprendque perder a el tiempo lamentando lo que no tendr a nunca. Y esto no iba a sucederme, porque aceptque mis piernas no caminar an nunca, pero mi cere-bro y mi coraz n slo har an, y por algo ser a no?Lo m s importante es no tener miedo a hablar de lo que sen-timos, de c mo nos sentimos; sin temor, sin prejuicios. Esto tellevatiempoypaciencia,perovalelapena.Apesarde mis limitaciones f sicas, a las que me enfrento diariamente, cuento con un trabajo que lo gancon mi esfuerzo y no por l stima.S quelomerezco,porqueparaellodeb presen-tarmeaunllamadop blicoyabiertoquesehizodesdela conuna,cspcc cancnIcparapcrsonascondiscapacidad, yrendirunapruebadeingreso.Adem sestoyestudiando psicolog a. Lo m s importante es intentarlo con la esperanza de que lo pod s lograr.1 Revista Dis-capaciDaD N 3, diciembre de 1998.10Lo que no se puede superar es la discapacidad del coraz n, esta no tiene remedio. Porque no se debe tener miedo a decir te necesito; por el contrario, hay que permanecer abierto a los dem s. Y muchas veces, la discriminaci n a la que mu-chos le temen, la hacemos nosotros mismos por no dejar que se nos acerquen.Nohayquenegarselaposibilidaddedisfrutardelamorde quienes nos rodean, de la familia, de los amigos y por quno, delamordepareja.Todoloqueunoquiererealmenteesta nuestro alcance, solo hay que atreverse a tomarlo. Porque los derechos y obligaciones que tenemos son los mismos que los de cualquier persona, y nuestros sentimientos tambi n. Solamente hay que hablar... de ellos.11introduCCinLu jotmu cn quc sc dcnu g mldu un jcn mcno cs tc/cuuntc, cnttc ottos uspcctos, potquc cs dc /u munctu cn quc cstc cs conccptuu/lzudo quc dcpcndcn /us uccloncs quc sc dcsutto//cn putu so/uclonut/o.Ximena Bar ibar, VII Congreso Nacional de Trabajo SocialEl presente trabajo es el cuerpo te rico de la investigaci n llevada adelanteparalaconcreci ndelaTesisdeMaestr aenServicio Social(conveniorealizadoentrelaFacultaddeCienciasSociales delaUniversidaddelaRep blica(FCS-UDELAR)ylaUniversidad Federal de R o de Janeiro (UFRJ)). El tema seleccionado implica la continuaci n y profundizaci n de la investigaci n sobre discapaci-dad iniciada hace m s de una d cada. Laopci nporcontinuarconestatem ticasedebi alinter s personal por hallar nuevas respuestas o posibilidades de interven-ci n; y, especialmente, al desaf o de encontrar categor as de an li-sis que sustentaran la discapacidad como objeto de investigaci n. Por tal motivo, a lo largo del presente trabajo, uno de los puntos esenciales radica en el intento por redescubrir los conceptos de in-tegraci n y de exclusi n social, categor as te ricas utilizadas fun-damentalmente para el estudio de la pobreza y la marginalidad. A su vez, como instancia de an lisis concreto de estas posibles me-diaciones para la problem tica seleccionada, se intentan plantear algunas de las repercusiones que han venido teniendo, en los lti-mos a os, las pol ticas sociales en nuestro pa s, en relaci n con la exclusi n o integraci n social de las personas con discapacidad.De esta manera, la obra consta de dos cap tulos. En la primera partedelcap tulo1seintentaestablecerunacercamientoalos conceptos de integraci n social, exclusi n social y discapacidad. Luego se elabora un estudio y reconocimiento sobre el devenir hist ricodelosconceptosdeintegraci nyexclusi nsocial(pri-12mero impl cita, luego expl citamente), desde el siglo XVIII hasta la poca actual. Se parte de concebir que el avance del capitalismo monopolista y su expansi n en el mundo occidental moderno ha legitimado una concepci n de notmu/ldud,2 en la cual quedan por fuerapersonasogruposqueformanpartedeunau/tctldudque seoponecomplementariamenteaunnosottos.Laexclusi nso-cial como determinaci n fundamental para el reconocimiento de la pobreza y marginalidad es retomada en este trabajo en tanto par dial ctico de su opuesto complementario: la integraci n social. En este sentido, poder, ciudadan a y derecho implican determinacio-nes que atraviesan ese par.Enlaprimerapartedelcap tulo2seabordaladiscapacidad desde su generalidad, construyendo socialmente este objeto de es-tudio. De esta manera se realiza un acercamiento a la tem tica a partir de concepciones y mitos, que es atravesado por categor as dean lisisqueseconsiderandeterminantes:alteridad,otredad yaccesibilidad.Enunasegundapartedeestecap tuloseinten-IaanaIizarIadiscapacidaddcsdcunaposibIcrcdcnici ndcIos conceptos de integraci n y exclusi n social, introduci ndolos como mediaciones que explican la tem tica.Sobre las diversas denominacionesEsimportantedejarplanteadasconcepcionespreestablecidas quehacenaladesignaci ndelosconceptosdeintegraci nyde exclusi n social, por un lado, y al de discapacidad, por el otro. En este sentido, se reconoce la diversidad en las denominacio-nes de integraci n o inserci n social, y en las de exclusi n social, dcsaIiaci n, dcsv o, cnIrc oIras. Para csIc Irabajo sc pIanIcan Ios I rninos dc ccIusi n sociaI c inIcgraci n sociaI cn una dcnici n anpIia, cspccicando su conccpIuaIizaci n cuando sca ncccsario. De manera semejante, para la tem tica de la discapacidad ocurre una discusi n similar: minusv lidos, inv lidos, anormales, disca-pacitados, personas con discapacidad, entre otros. Es importante utilizar el t rmino de personas con discapacidad, en tanto alude a su condici n de sujeto de derecho.2La concepci n de notmu/ldud resulta una mediaci n que atraviesa todo el trabajo.13Es necesario realizar una aclaraci n previa, tambi n, con rela-ci n a plantear los conceptos de integraci n social y de exclusi n socialcomoopuestosycomplementarios,entantoconstrucci n rec proca y dial ctica en la historia. Esta visi n reconoce su matriz hegelianadeunlduddcconttutlos,teniendoplenaconcienciade que para el caso concreto no lo ser an tal en los t rminos estrictos del autor, en tanto integraci n-exclusi n no logran un traspasado que los contiene y supera en su unidad. Sin embargo, sorteando y aclarando este aspecto, puede lograrse un rodeo pertinente para trabajarloscomoopuestoscomplementarios.As ,referirseala existencia de personas cxc/uldus implica al mismo tiempo pensar que existen personas lntcqtudus. El punto en cuesti n es que no se trata de dos rdenes de la realidad, sino de un mismo proceso. SER. Ser, puro ser sin ninguna otra determinaci n. En su inmediaci n indeterminada es igual solo a smismo, y tam-pocoesdesigualfrenteaotro;notieneningunadiferencia, ni en su interior ni hacia lo exterior. [...] Tampoco hay nada en l que uno pueda pensar, o bien este es igualmente solo unpensarvac o.Elser,loinmediatoindeterminado,esen realidad la nada, ni m s ni menos que la nada. [...] LA NADA. Nada,lapuranada;eslasimpleigualdadconsigomisma, el vac o perfecto, la ausencia de determinaci n y contenido; la indistinci n en smismo. [...] La nada es, por lo tanto, la misma determinaci n o m s bien ausencia de determinaci n, yconestoesengenerallamismacosaqueeselpuroser. [...] DEVENIR. El puro ser y la pura nada son por lo tanto la misma cosa. Lo que constituye la verdad no es ni el ser ni la nada, sino aquello que no traspasa sino que ha traspasado, vale decir, el ser (traspasado) en la nada y la nada (traspa-sada)enelser.Peroalmismotiempolaverdadnoessu indistinci n, sino el que ellos no son lo mismo, sino que son absolutamentediferentes,perosonalavezinseparadose inseparableseinmediatamentecadaunodesapareceensu opuesto. (Hegel, 1968: 75-76)Se intenta con esta concepci n dial ctica de la realidad abordar la tem tica desde una perspectiva del devenir, en tanto reconoci-miento de la superaci n (como negaci n) de las diversas categor as de an lisis en mediaciones explicativas de la discapacidad hoy d a. Por ello, ese constante (y a veces hasta engorroso) remontarse a los or genes de las categor as para reconstruirlas en su devenir hist -rico a trav s de diversas posturas te ricas es imprescindible para 14abordar su complejidad en la actualidad. M s a n, en la situaci n del par dial ctico integraci n-exclusi n social en tanto se lo inten-ta introducir como mediaci n para el an lisis de la discapacidad como objeto de estudio.Apartirdeesto,surgetambi notropuntoencuesti n.Se intentaelevarladiscapacidadaunniveldeabstracci ntalque abarque los conceptos de integraci n y de exclusi n social? Se tie-ne en cuenta que la discapacidad resulta en este estudio el objeto deinvestigaci n,entantosureconocimientoyan lisisactuales. Por otra parte, tambi n se toma en cuenta que se han incorporado como par dial ctico las otras dos categor as mencionadas. Por lo tanto, mientras se logre reconocer este par dial ctico como media-ci nconcretaparaelestudiodelobjetoseleccionadonoimplica abstraer el concepto de discapacidad, sino de concretizar el de in-tegraci n-exclusi nparaelpresenteensayoyenlascondiciones que aquse plantean.Por ltimo, la discapacidad resulta una concepci n amplia, en tanto presenta diversos or genes (innata, en evoluci n, adquirida) y tipos y formas de manifestarse (sensoriales, motoras, mentales). Para la presente investigaci n se concibe a la discapacidad en su generalidad(incluyendolosdiversostipos,formasyor genes), pucsIo quc sc rccrc a un an Iisis dc cIIa, fundancnIaIncnIc, cn laconstrucci ndemediacionesquelaatraviesenycontemplen desde un punto de vista te rico concreto.Para su estudio resulta necesario poder posicionarse desde un cierto relativismo en tanto reconocimiento de la desigualdad, tra-tando de cuestionarse constantemente si se esttomando un pun-todevistaetnocentrista(almenos,m sall delqueunomismo tiene por su lectura subjetiva de la realidad en base a su vida co-tidiana). Quimplica normal, para qui n, quconsecuencias tiene esto, c mo se introduce el tema de las costumbres, los valores, las ideas, el reconocimiento de las individualidades, etc tera. Tal como menciona Todorov, desde los moralistas del siglo XVII se reconoce la diversidad humana sobre la cual tiene especial in-ucnciaIadcsiguaIdadcisIcnIccnIrcIascosIunbrcs.3Pararse desdeunpuntodevistaexclusivamenterelativistatambi ntrae 3Declaramosb rbarosatodoslosquenosenosparecen,locualesun gran error; nada ser a m s deseable que ver que la gente se deshiciera del prejuicio... (Todorov, 1991: 25)15aparejados problemas tales como plantear una especie de ju/so ct-noccnttlsmo en el reconocimiento como v lido solo de lo diferente. Todorov plantea un ejemplo claro al respecto:Losb rbarossonquienescreenquelosotros,losquelos rodean,sonb rbaros.Todoslos hombressoniguales, pero no todos lo saben; algunos se creen superiores a los otros, y es precisamente por ello que son inferiores; en consecuencia, no Iodos Ios Lonbrcs son iguaIcs. Cono sc vc, csIa dcnici n no deja de plantear algunos problemas l gicos, puesto que el hecho de observar que ciertos pueblos se creen superiores y en realidad son inferiores, me obliga a enunciar un juicio del g nero de los que yo condeno: que los dem s son inferiores; har a falta que la comprobaci n de este tipo de inferioridades apartaraexpl citamentedeloscomportamientosalosque sc rccrc. A parIir dc aL , nada sc Ic podr a ccnsurar a csc pIanIcanicnIo, si no conIuvicra csIa f rnuIa naI. -razonar como nosotros. (Todorov, 1991: 25-26)Es decir, se termina teniendo, tambi n, una posici n etnocen-trista en el intento por relativizar todo y a todos. En lo personal, pese a los esfuerzos constantes por no caer a lo largo del ensayo en un etnocentrismo o en un relativismo, en ciertos puntos se cae en ese falso etnocentrismo antes mencionado.4 Consideraciones previasResulta necesario realizar una breve conceptualizaci n del con-textohist ricoapartirdelcualsurgeelreconocimientodeno-cionescomointegraci nyexclusi nsocialydiscapacidadcomo tem tica de an lisis, en tanto surgimiento del proyecto iluminista embanderando la raz n moderna como puntapiinicial para una nucva I gica dc rcci n. En csIc narco, notmu/ldud-unotmu/ldud, lntcqtucl n-cxc/usl n, nosottos-ottos, entre otros, comienzan a de-limitarseyreconocersecomoopuestoscomplementariosdeuna nueva racionalidad.4-Lo vcrdadcro sc dcnc ncdianIc Io nucsIro, Io cuaI no Ic inpidc vcnir arealzardeinmediatoelprestigiodelonuestro,adorn ndoloconsus lindoscolores!EluniversalismodePascalesdelaespeciem sbanal:la quc consisIc cn idcnIicar, dc nancra no cr Iica, nucsIros vaIorcs con Ios valores; dicho de otra forma, es etnocentrismo. (Todorov, 1991: 25)16Es asquc, dcsdc ncs dcI sigIo XVIII y comienzos del XIX, se gesta un cambio decisivo para la comprensi n del mundo contcmpot nco. Los impactos de la revoluci n industrial y de la Revoluci n francesa generanalteracionesenlasrelacionesdelaeconom asistemas productivosydelapol ticasurgimientodelEstado-naci n. Por un lado, la revoluci n industrial trae aparejadas la existencia de una clase trabajadora como objeto de estudio, la transformaci n de la propiedad y el surgimiento de la ciudad industrial, de las f -bricas y de la tecnolog a. Por otro lado, con la Revoluci n francesa, ocurren cambios con relaci n al centralismo del poder pol tico, al igualitarismo y a la secularizaci n, abarcando desde las relaciones personales hasta la interacci n social m s amplia. Tales aconteci-mientos se reconocen en los cambios que se ocasionan en la pro-ducci n y reproducci n de la sociedad en sus bases materiales, ascomo en el devenir del pensamiento.Es en este devenir hist rico de hechos concretos, en el marco de una sociedad dada, donde irrumpe de lleno el proyecto iluminis-Ia, basc idcoI gica-Ios ca dcI nundo nodcrno. A parIir dc csIc momento, la constituci n de una teor a social resulta un fen meno ubicable cronol gicamente en estos siglos XVIII y XIX, en la historia cuIIuraI dc OccidcnIc, d ndosc una rcci n rigurosa y sisIcn Ii-ca de lo social y en la conformaci n del mundo burgu s. Tal como menciona JosPaulo Netto (1994), la constituci n de la raz n moderna surge de un proceso generado desde el Renaci-miento que tiene su culminaci n en el Iluminismo. Y se fundamen-ta a partir de tres de sus mediaciones b sicas: el humanismo,5 el historicismo concreto6 y la raz n dial ctica.7 Este devenir encuen-tra su raz n de ser a partir de una complicada relaci n de conti-nuidad y de ruptura con las tradiciones culturales de Occidente....ujunduuodutuz omodctnulmp/lcouutccupctu odc conqulstu du /osoj u c/ sslcu (u lnc/lnu o onto/ qlcu dc um Atlst tc/cs}, uo mcsmo tcmpo cm quc tompcu com constuntcs pt ptlus uo scu tcsqutc nu tcfcx o mcdlcuu/ (u subotdlnu o du /osou u tco/oq u}. (Netto, 1994: 28)5El hombre como producto de su propia y colectiva actividad: autoconcreci n.6Car cter ontol gicamente hist rico de la realidad.7Nexo entre el pensamiento colectivo humano y la realidad, en tanto existe racionalidad entre el pensamiento y la realidad.17En csIc narco aparccc un punIo dc inci n inporIanIc cnIrc lasd cadasdelcuarentaycincuentadelsigloXVIII,ocurriendo una crisis sociocultural en la que se pone en tela de juicio el pro-yecto revolucionario de la burgues a, cuya particularidad hist rica se remontaba a la revoluci n de 1789.8 8Retomando a Carlos Marx en su 18 Brumario de Luis Bonaparte, el autor reconocetresper odosradicalesenestosa os:febrerode1848,mayode 1848 a mayo de 1849, mayo de 1849 a diciembre de 1851. Citando al autor:(febrero 1848): Todos los elementos que hab an preparado o determinado la revoluci n, la oposici n din stica, la burgues a republicana, la peque a burgues a democr tico-republicana y los obreros social-dem cratas encon-traronsupuestoprovisionalenelGobiernodeFebrero.[...]Mientrasel proletariado de Par s se deleitaba todav a en la visi n de la gran perspectiva que se hab a abierto ante l y se entregaba con toda seriedad a discusiones sobrelosproblemassociales,lasviejasfuerzasdelasociedadsehab an agrupado,reunido,vueltoens yencontradounapoyoinesperadoenla masadelanaci n,enloscampesinosylospeque osburgueses,quese precipitaron todos de golpe a la escena pol tica, despu s de caer las barre-ras de la monarqu a de Julio. (Marx, 1969: 104)(del 4 de mayo de 1848 al 28 de mayo de 1849, per odo de constituci n de la Rep blica o de la Asamblea Nacional Constituyente): La Asamblea Na-cional, que se reuniel 4 de mayo de 1848, salida de las elecciones nacio-nales, representaba a la naci n. Era una protesta viviente contra las pre-tensiones de las jornadas de febrero y hab a de reducir al rasero burgu s los resultados de la revoluci n. [...] La historia de la Asamblea Nacional Constituyente desde las jornadas de junio es la historia de la dominaci n y de la disgregaci n de la fracci n burguesa republicana [...] mientras se respetase el nombre de la libertad y solo se impidiese su aplicaci n real y efectiva por la v a legal se entiende, la existencia constitucional de la libertad permanec a ntegra, intacta, por mucho que se asesinase su exis-tencia com n y corriente. (Marx, 1969: 105-110)(del 28 de mayo de 1849 al 2 de diciembre de 1851, per odo de la Rep blica constitucional o de la Asamblea Nacional Legislativa): A la monarqu a bur-guesa de Luis Felipe solo puede suceder la Rep blica burguesa; es decir, que si en nombre del rey, hab a dominado una parte reducida de la burgue-s a, ahora dominarla totalidad de la burgues a en nombre del pueblo. [...] El proletariado de Par s contesta esta declaraci n de la Asamblea Nacional Constituyente con la insurrecci n de junio (el cual, con su derrota) pasa al fondo de la escena revolucionaria. [...] (De esta manera,) pod a cimentarse y erigirse la Rep blica burguesa [...] Si los que est n en las cimas del Estado tocan el viol n, qucosa m s natural si no que los que est n abajo bailen? Por tanto, cuando la burgues a excomulga como socialista lo que antes cnsaIzaba cono IibcraI, concsa quc su propio inIcr s Ic ordcna csquivar el peligro de su Gobierno propio, que para poder imponer la tranquilidad en el pa s tiene que impon rsela ante todo a su Parlamento burgu s, que para mantener intacto su poder social tiene que quebrantar su poder pol tico; que los individuos burgueses solo pueden seguir explotando a otras clases 18Conlasucesi ndeestoshechos,elproyectoiluministaentra en colisi n con los valores socio-pol ticos de la burgues a. De esta manera, ascomo el orden burgu s cl sico permitiel desarro-llo de la socialidad, de las condiciones pol ticas y culturales para el desarrollo de la teor a social, esta misma luego le pone frenos y obst culos para su evoluci n y aceptaci n. Para JosPaulo Netto, se evidencia la constituci n de la raz n moderna en:...suulmuncntcconttudltotlcdudccomuconstc/u ohlst -tlco-soclu/qucptoplclouusuucmctq nclu.Aconstltul oum ptocccso lmbtlcudo nu ptojundu soclu/lzu o du soclcdudc quc compottudu pc/u otdcm butqucsu: o dcscmuo/ulmcnto do cupltu/lsmo quc, cnqcndtundo os jcn mcnos cutuctct stlcos dulndusttlu/lzu ocduutbunlzu octcc/umundosubctcs ncccss tlos u um ctcccntc conto/c du nututczu, lnstuutu o pu-tumut hlst tlco-soclu/ no quu/ poss uc/ uptccndct u cspccl-cldudcs do sct soclu/. (Netto, 1994: 31)Esta raz n moderna, reconociendo la propuesta hegeliana9 en tanto las formas mediante las cuales la conciencia conoce el mun-do (intuici n,10 intelecto11 y raz n12), se matiza sem nticamente en Vctstund (raz n anal tica) y Vctnunjt (raz n dial ctica). La conjun-ci n de ambas hacen a la raz n moderna. y disfrutando apaciblemente de la propiedad, la familia, la religi n y el or-den bajo la condici n de que su clase sea condenada con las otras clases a la misma nulidad pol tica; que, para salvar la bolsa hay que renunciar a la corona... (Marx, 1969: 105-106, 135-136) 9Se reconoce la importancia de la relaci n sujeto-objeto planteada por He-gel, entantolaraz nexistenosoloenelpensamientohumanogen rico sujeto seg n la premisa kantiana, sino que tambi n lo hace en la rea-lidad objeto. Sin embargo, ahondar en este punto se piensa ampl a el tema hacia otros aspectos.10 De esta deriva un saber inmediato.11 Sin nino dc cnIcndinicnIo. Sc rccrc a Ia raz n anaI Iica, Ia cuaI sc fuc construyendo a partir de que el ser humano comienza a intentar dominar la naturaleza. Encuentra su nfasis en la v a deductiva y mediante mode-los de car cter l gico y matem tico: descomposici n de conjuntos en sus partes y eventualmente su recomposici n.12 La raz n dial ctica implica dar procesualidad a los hechos. Es en el surgi-miento y reproducci n del capitalismo que esto se reconoce, en la sociali-zaci n de la sociedad con la emergencia de la sociedad moderna. Implica ruptura y continuidad, apareciendo a partir de Hegel el concepto de nega-ci n, en tanto acci n que niega lo existente para superarlo e incorporarlo.19En consecuencia, y a partir de la crisis del proletariado de 1848, es que Netto plantea:A otdcm butqucsu, ptoplcludotu du cmcts o du tuz o modct-nu, u puttlt dc um dudo putumut dc dcscmuo/ulmcnto tctmlnu pot lncomputlbl/lzut-sc com u suu lntcqtu/ldudc: pot suu / ql-cu lmuncntc, dcbc ptosscqult cstlmu/undo o cuo/uct du tuz o unu/ tlcu (u lntc/cc o}, mus dcbc, lquu/mcntc, obstucu/lzut os dcsdobtumcntos du suu supctu o ct tlcu (u dlu/ tlcu}. (Netto, 1994: 32) El reconocimiento de la Vctnunjt como raz n dial ctica que com-pone la raz n moderna provoca la colisi n con el orden burgu s, no solo en lo que respecta al encuentro (o desencuentro) con una teor a social moderna, sino en su realidad totalizadora. Partiendo deestapremisaesquesellevaacaboestainvestigaci n,conel planteamiento de una matriz hegeliana de an lisis como proceso de abordaje te rico-metodol gico en el reconocimiento del par dia-l ctico integraci n-exclusi n social como mediaci n concreta para el estudio de la discapacidad.21captulo 1integraCin-exClusin soCialVlulmos cn unu soclcdud dondc sc cst//cqundo u/ cxttcmo dc quc no so/o /us cosus son dcscchub/cs, slno tumbl n /us pctsonus.Jorge Ferrando, Utuquug mutqlnudoEsfundamentalparacomenzarestainvestigaci npartirdelos conceptos de integraci n y de exclusi n social, reconocerlos en su dcvcnir LisI rico, pIanIcar aIgunas dcnicioncs scg n divcrsas Ico-r as,abordaralgunasdelasdeterminacionesquelosatraviesan, para luego repensarlos como categor as de an lisis e introducirlos como mediaciones para el estudio de la discapacidad.Para ello se mencionan algunos autores de corrientes te ricas quehantrabajadoestosconceptos(impl citaoexpl citamente)a trav s de los ltimos siglos, desde el surgimiento de la raz n mo-derna. Con la Sociolog a cl sica se intenta comenzar a pensar es-tosconceptos,paraluegoirincursionandoendiversasmatrices te ricas: la Escuela de Chicago (en dos posiciones diversas seg n la poca), la Sociolog a francesa, la Sociolog a norteamericana, y, naIncnIc, aIgunas posIuras acIuaIcs dcsdc Ia SocioIog a conIcn-por nea.Por otra parte, tambi n se presentan categor as de an lisis que determinan la tem tica de la integraci n y de la exclusi n social: poder,ciudadan ayderechos.Lasmismasatraviesandemodo precisoladelimitaci ndeestosconceptos,fundamentalmente, apuntando a la deconstrucci n de estas determinaciones para el an lisis de la discapacidad.Ens ntesis,alolargodeestecap tulosetrabajanconceptos concretos que permiten comenzar a iluminar te ricamente el obje-to de investigaci n del presente ensayo:22Devenir de los conceptos de integraci n social y de exclusi n social, desde diversas posturas te ricas a lo largo de la histo-ria moderna, ya sea abord ndolos impl cita o expl citamente, teniendo presente que se los reconoce como par dial ctico en tanto opuestos complementarios.Una vez que se trabaja en este sentido, se reconoce la tem ti-ca en la contemporaneidad, retomando posturas de diversas escuelas y disciplinas de los ltimos a os. Con esto se inten-ta generar el espacio propicio para plantear las categor as de an lisis que atraviesan a este par dial ctico.Estascategor asdean lisisresultan:poder,ciudadan ay derechos. Tal como se ha visto, el tema del poder se encuen-traligadoalpuntodequi ndeterminaelconceptodenor-mu/ldud,qui nesloabarcan;as comoeldeciudadan ay derechos deber a brindar la posibilidad real de ser part cipes en la construcci n de dichos conceptos, de manera de ami-norar la brecha de excluidos que cada vez resultan m s en los tiempos que corren.Devenir histrico de los conceptos integracin y exclusin socialSe parte de abordar el tema de la exclusi n social en los autores denominados c/ slcos.13 Resulta fundamental reconocer que estos escribieron en una poca en la que el contexto (proyecto iluminis-ta)implicabaencontrarse ntimamenteimbricadoconlaburgue-s a, sus ideales y su dominaci n. Sus postulados aparecen como partedeestahistoria,deestoscambios,deestasrevoluciones. Haber escrito en esa poca, expresar sus opiniones, elaborar teor a consistente es parte de su m rito; continuar siendo retomados a lo largo de los a os es lo que los hace cl sicos, m s allde compartir o no sus postulados.Enestetrabajoseplanteancuestionesmuyprecisasdeestos autores, ya que el mismo no implica el an lisis concreto de ningu-no de ellos. Son retomados como el puntapiinicial para la deli-13 Carlos Marx, Emilio Durkheim y Max Weber son los autores considerados netamente cl sicos. George Simmel es retomado como tal por algunas co-rrientes te ricas, pero no existe un consenso un nime como con los otros tres autores mencionados.23mitaci n del concepto de exclusi n social a lo largo de la historia moderna, en el marco de las sociedades capitalistas. El concepto de exclusi n social per se no aparece estudiado ex-pI ciIancnIccncsIosauIorcs.Sincnbargo,DurkLcinscrccrc a anomia y Weber reconoce formas de legitimar el poder de unos individuos sobre otros, las que plantea existen a partir de las insti-tuciones. Esto permite que se pueda arribar a una conceptualiza-ci n amplia sobre el tema en cuesti n. En el caso de Marx, resulta n s conpIcjo idcnIicar csIa Icn Iica; sin cnbargo, aI rcfcrirsc a la ideolog a burguesa por oposici n a la del proletariado, a grupos que dominan y otros dominados, se encuentra el concepto de ex-clusi n socioecon mica, a partir del cual se pensar a la exclusi n social. Durkheimplanteaconsiderarloshechossocialescomosifue-ran cosas, en tanto resulta factible reconocer en ellos propiedades quepermitendestacarlosdelcontextoenelquesecircunscriben. En esta coslcucl n de los hechos sociales resume su preocupaci n para reconocer y analizar el orden y el equilibrio, m s allde sus consideraciones a favor de la existencia de una evoluci n social. De csIa nancra, para cI auIor, Io quc srcsuIIan jas son Ias Icycs quc pcrniIcn cI dcsarroIIo dc csIa din nica. Asinisno, sc rccrc a una trama social horizontal, en tanto individuos implicados en relacio-nesdesolidaridadquepermitenlauni ndeestosentres .Plan-tea dos tipos de solidaridad: por un lado, la solidaridad mec nica o natural, que reconoce en las sociedades ttudlclonu/cs o ptlmltluus, atrav sdelacuallosindividuosseasemejanenlafunci nque cumplen en el grupo y en la identidad de sus representaciones;14 y, por cI oIro, Ia soIidaridad org nica, cspcc ca dc Ias socicdadcs no-dernas, en tanto los sujetos tienden a ocupar en la sociedad funcio-nes diversas, pero igualmente indispensables para la vida cotidiana y colectiva como consecuencia de la divisi n social del trabajo. La 14 Durkheim plantea como representaciones colectivas las que se organizan ennivelesdemoral,distinguiendoseistiposdemoralquesededicana jar para cada ciudadano cI conjunIo dc sus rcIacioncs sociaIcs. i) noraI individual, regula las relaciones de cada uno consigo mismo; ii) moral do-m stica, regula las relaciones de la persona con su grupo familiar; iii) moral profesional, regula las relaciones de un individuo con su grupo profesional; iv) moral p blica, regula las relaciones de la persona con los otros ( tica); v) moral c vica, regula las relaciones del ciudadano con el Estado; vi) moral universal, regula las relaciones de cada uno con la humanidad en su tota-lidad. (Xiberras, 1996)24evoluci n hist rica implica para Durkheim el pasaje del primer tipo de solidaridad al segundo.Para csIc auIor, Ia soIidaridad sc Iogra bajo Ia inucncia dc una conciencia colectiva sobre la naturaleza de la trama social, la cual permite que los individuos incorporen una imagen o una modeliza-ci n de la misma a partir de un conjunto de sentimientos y creen-cias comunes a una sociedad. Esta conciencia colectiva se halla en cada una de las conciencias individuales en forma de ideas, valo-res y sentimientos, que son estas aut nomas entre s . La fuerza y el grado de intensidad de esta conciencia colectiva var a seg n la fuerza o el grado de cohesi n de los individuos entre s , cohesi n queexisteatrav sdelosvalores,prohibidosoimperativossa-grados, que une a los individuos al todo social (Durkheim, 1970: 124). Lograr esta cohesi n implica densidad moral, que luego de la conciencia colectiva constituye las representaciones colectivas. A partir de este concepto y por oposici n al mismo, la anomia implica la desagregaci n de los valores y ausencia de referencias en el tejido de las relaciones humanas. Resulta de la falta de adhe-si n a los valores que se hallan en el plano de las representaciones. EsIc auIor sc rccrc aI Icna dc Ias sociopaI as (difcrcncias cnIrc lo normal y lo patol gico), lo que atribuye a la falta de solidaridad existente en las sociedades modernas. EncuanIoaIopIanIcadoporMaWcbcr,csIcauIorscrcc-realosvaloresquelessoncomunesatodoslosindividuosque integranlasociedad,entantomandatosconprobabilidadaser obedecidos o no. La diferencia con Durkheim, en este sentido, se plantea en tanto que para Weber es a trav s de estos mundutos que losindividuosaceptanladominaci n,gener ndoseunaucttlcu/l-dad en la trama social,15 mientras que para Durkheim se entiende como un proceso hotlzontu/ dentro de la trama social, a partir del cual pueden generarse situaciones concretas de no aceptaci n de las normas preestablecidas por el colectivo social, lo cual describe como anomia. Enestesentido,unadelaspreocupacionesdestacablesenla obra de Weber se centra en las razones que llevan a los individuos a aceptar la subordinaci n, por un lado, y, por el otro, la posibili-dad de contar con personas que le obedezcan y el poder potencial 15 M sall dereferirsealatramasocial,seinteresaespecialmenteporla trama pol tica, en tanto considera que esta une a los agentes sociales con la autoridad que los subordina.25de imponer su voluntad dentro de la relaci n social. Legitimando su accionar es que los individuos logran transformar la disciplina en adhesi n.16 Es asque, en la trama social de la modernidad, los sujetos legitiman su subordinaci n con relaci n a una estructura material (econom a) o espiritual (religi n), en tanto que quedar por fueradeestalegitimaci necon micaoreligiosaimplicaquedar tambi n por fuera de la legitimaci n social, gener ndose impl cita-mente relaciones de exclusi n social para aquellos que no logran tal legitimaci n.Tomando en cuenta al otro autor reconocido como cl sico, por su parte, Carlos Marx hace referencia a que:... las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada poca; o, dicho en otros t rminos, la clase que ejer-ce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a sudisposici nlosmediosparalaproducci nmaterialdis-poneconello,almismotiempo,delosmediosparalapro-ducci n espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por t rmino medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente. (Marx y Engels, 1969: 50) Retomando lo reci n expuesto y orientando la interpretaci n hacia eltemadelaexclusi nsocial,ladominaci ndeunossobreotros, incorporando pautas que responden a la realidad de los dominantes (libertad, cultura, derecho17}, debiendo ser retomadas por todos, lle-va a la exclusi n de aquellos que no se insertan adecuadamente a lo exigido por esa clase dominante. Marx en ning n momento a lo largo dcsuvasIaobrascrccrcacsIcIcnaconcrcIaocpI ciIancnIc. Es un inIcnIo dc rcci n pcrsonaI, quc sc rcconocc cono sinpIisIa ante la aprehensi n de la realidad desde el punto de vista marxista, 16 Para ello, este autor plantea la existencia de diferentes tipos de legitimidad: la tradicional, la carism tica y la legal. Estas ocurren seg n los sentimien-tos y creencias de los actores y seg n la morfolog a del grupo pol tico y su funcionamiento.17 Mas no discut is con nosotros mientras apliqu is a la abolici n de la pro-piedadburguesaelcriteriodevuestrasnocionesburguesasdelibertad, cultura, derecho, etc tera. Vuestras ideas mismas son producto de las re-lacionesdeproducci nydepropiedadburguesas,comovuestroderecho no es m s que la voluntad de vuestra clase erigida en ley; voluntad cuyo contenido estdeterminado por las condiciones materiales de existencia de vuestra clase. (Marx, 1969: 49)26pero que de alguna manera permite pensar en esta reconstrucci n hist rica del concepto de exclusi n social.Habiendo comenzado a abordar sint ticamente la forma a par-tirdelacualsereconoceelsurgimientodeplanteamientosso-ciol gicos con relaci n al concepto de exclusi n social, es que se contin aestedevenirhist ricoatrav sdealgunasescuelasde pensamiento.A partir de la primera mitad del siglo XX, en la Escuela de Chica-go, comienzan a estudiarse las posibles formas de descomposici n de la trama social, fundamentalmente, a trav s de la denominada Teor adelaEcolog aHumana.Separtedelconceptodurkheim-niano de que a mayor densidad moral se logra una mayor densi-dadsocial(yviceversa).Losautorespertenecientesaesta poca yaestateor acomounadelasorientacionesdelaEscuelade Chicago, conciben a la ciudad como un organismo natural al cual se le agregan la organizaci n material y la organizaci n moral. La interacci n de ambas organizaciones implica la adaptaci n de una a Ia oIra. La conccpci n quc susIcnIa csIa Icor a sc rccrc a quc cualquier agregado humano naturalmente se organiza material y espiritualmente,reacomod ndosecontinuamenteparamantener el equilibrio. En este sentido, se piensa la movilidad como una for-ma de organizaci n, como una manera de asimilaci n de las pau-taspreestablecidas,implicandolaconsecuenteposibilidaddela existencia de su opuesto, la desorganizaci n, ante la inestabilidad material y moral de la poblaci n.Esteconceptohacealasprimerasexplicitacionesconcretas sobrelaexistenciadepersonasqueseencuentranfueradeuna determinada forma de organizaci n, sin lograr asimilar las pautas que socialmente se hallan preestablecidas. Esta teor a no plantea como esencial develar qui n preestablece tales normas, sino m s bien las consecuencias que de ello se visualizan en el campo social. La diferencia m s notoria con relaci n a esta forma de concebir la cxc/usl n soclu/ con respecto a los recientemente mencionados au-tores cl sicos, radica precisamente en la fundamentaci n expl cita de tal problem tica.1818 M s aIIdc quc DurkLcin dcna cspcc cancnIc cI conccpIo dc anomia, es a partir de las ideas vertidas por estos te ricos de la Escuela de Chicago que se puede reconocer un paralelismo concreto entre segregaci n social y exclusi n social.27A partir de la segunda mitad del siglo XX, desde la misma Es-cuela de Chicago, surge otra corriente conocida como Interaccio-nismo simb lico, la cual incursiona sobre la tem tica de los des-v osconrelaci nalossujetosconsideradosun mlcos.Separte decategorizarformasdelsersocialdiferentes,individuosquese apartandelasnormasaceptadasypreestablecidasporlasocie-dad en su conjunto. El dcsuludo es aquel que expl cita o impl cita-mente transgrede las normas, siendo estas toda situaci n o todo comportamiento esperado por un grupo social, siendo las acciones prescritas (lo que estbien) o prohibidas (lo que estmal) en cuduqtuposoclu/-(Xiberras,1996:24).Estoste ricossustentan sus ideas en tanto conciben a las sociedades modernas como no integradoras de lo dljctcntc, de lo dcsuludo, de lo que implica el se-guimiento y acatamiento de formas de comportamiento aceptadas y dcnidas. Sunado a csIo, rcconoccn y cvidcncian Ias sancioncs que impone la sociedad no solo a los individuos considerados de hecho un mlcos, sino a individuos o grupos que son vistos como diferentes por el colectivo social. La explicitaci n del concepto de exclusi n social se encuentra, entonces, en que se trasciende como anomia del sujeto en tanto desigualdad por la conducta individual, reconociendolaproblem ticaenlasociedad,siendoestalaque en la mayor a de los casos lleva a que los individuos no compren-dan ese co/cctluo soclu/ por sus diferencias (innatas o adquiridas). AdiferenciadeDurkheim,quiennoreconoc aexpl citamentela exclusi nsocialm squeporelconceptodeanomia,estosotros autores,bas ndoseenelpensadorreci nmencionado,trascien-den sus conceptualizaciones y explicitan el concepto de exclusi n social como tal.Uno de los precursores principales de esta corriente te rica es Irving Goffman. Este autor plantea el concepto de estigma, en tan-Io rcconocinicnIo dc Ia idcnIicaci n dc Ios sujcIos quc sc LaIIan dcsuludos de dichas pautas colectivas y c mo son percibidos desde el resto de la sociedad. La idea de estigma la enfoca con relaci n aunaconcienciacolectivaqueimplicaunnosottosdiferenteal estipulado por la norma. As , se produce un quiebre entre lo que ser a el ser y el dcbct sct de esos sujetos considerados diferentes. Esto llevar a a asimilarse a un nosottos diferente que ocasione una relaci norganizadaconelrestodelasociedad,llevandoaestos sujetos a reagruparse bajo una misma identidad, la que igualmen-te lleva a la estigmatizaci n del conjunto, y entre el individuo estig-matizado y lo que de l se exige. 28En la misma poca y pa s en que desde la Escuela de Chicago apareceelInteraccionismosimb licocomocorrientedean lisis (mediados del siglo XX, en Estados Unidos) comienzan a plantearse fundamentos expl citos con relaci n a la exclusi n social (disfun-clonu/ldud,enestecaso)desdelallamadaperspectivafunciona-lista. La misma concibe a los uqtcqudos soclu/cs19 como unidades dljctcncluduslntctdcpcndlcntcsdentrodelossistemassociales, partiendo de la met fora de que estos son asemejables a los orga-nismos(analog asorg nicasoriginariasdelosevolucionistasso-ciales posdarwinianos). El uso de met foras org nicas no resulta particular de los funcionalistas (recu rdese lo anteriormente men-cionado sobre la Ecolog a Humana). Lo que los distingue es el pro-blema de la integraci n en la perspectiva de los sistemas (analog a parsoniana de sistema biol gico con sistema social).TomandocomobaseaHobbes,20Durkheim,WeberyPareto, Parsons reconoce la esencialidad de un sistema de valor y un orden normativo para que dichos agregados sociales se hallen integrados al sistema. As , el postu/udo dc/ junclonu/lsmo unluctsu/, parte de quelossistemasdebenserconsideradosaltamenteintegrados, idcnIicando Ios csIados dc anonia cono raros o IransiIorios. Por talmotivo,elnoconformismooeldesv oresultanunproblema inconcluso con relaci n a esta mentada integraci n.Uno de los autores m s destacados de esta corriente de an lisis rcsuIIa HobcrI McrIon, quicn dcsarroIIa un csqucna cIasicaIorio con relaci n a los valores y normas que son esenciales para la inte-graci n. A trav s de dos conceptos que considera fundantes de los sistemas sociales, como lo son las metas culturales y los medios institucionales, los analiza a trav s de cinco categor as de an lisis (conformidad, innovaci n, ritualismo, retraccionismo y rebeli n) en tanto las condiciones que resultan ideales para el funcionamiento deseable de las sociedades.En este sentido, se comparte la cr tica que Robert Nisbet plan-tea con relaci n a dicho fundamento, en tanto considera que las categor as de an lisis seleccionadas no se relacionan con el con-cepto de anomia durkheimniano, ya que las metas sociales y los 19 Entendidosestoscomopersonas,familias,aldeas,categor asanal ticas edad, sexo, g nero, etc tera o grupos de estatus m s amplios. (Nisbet, 1980: 424)20 En el an lisis de los sistemas sociales, no en las conclusiones de la idea-lidad de las monarqu as de este autor.29c digos de conducta son estipulados. No existir a una integraci n ntlmu entre metas y medios como fuente de desv o. El desv o apa-rece como incapacidad del sistema de: ptopotclonut /lquocs unljotmcmcntc udcquudus cnttc ptocc-dlmcntos uptobudos c ptop sltos conjcsudos. umu ncqu o ptojundu do modc/o dc lntcqtu o soclu/, pols uul u/ m dc um mctotcconhcclmcntoduptopcns oputupccutcldcntlcut usoclcdudccomoumlnstlqudotdopccudo.Dcsotqunlzu o soclu/, slm, mus unomlu c/u n o. (Nisbet, 1980: 433)A mediados del siglo XX, pero desde la Sociolog a francesa, sur-ge el inter s por encontrar alguna explicaci n a un tema que se ve-n a reconociendo en aumento: la existencia cada vez m s de indi-viduos cxc/uldos dc /u notmu oclu/. Partiendo de matrices te ricas dis miles a las de los norteamericanos, los franceses orientan sus an lisis hacia la tendencia de reagrupamiento de estos individuos excluidos, reivindicando su derecho a la desigualdad y reclamando sus propios espacios.En este sentido, se reconoce a Michel Foucault como uno de los autores que m s ha trabajado esta tem tica dentro de la Sociolo-g a franccsa. EsIc auIor sc rccrc a Ia incidcncia dcI prograna dc la Modernidad, concretamente a trav s de la civilizaci n occiden-tal,paralaracionalizaci ndenormasquegu anelaccionarde los individuos que integran las sociedades que en este programa seencuentraninsertas.Estadelimitaci nlahallafactibleconel desarrollo de las ciencias, lo que permite la circunscripci n de lo notmu/ en todos los espacios de la vida cotidiana. Resulta por opo-sici n a esta notmu/ldud que aparece la unotmu/ldud21 para aque-llossujetosquenosesubordinenydisciplinen,existiendo,asu vez, reglas de sanci n claras, preestablecidas e institucionalizadas que permiten el control social de todos los individuos que integran estas sociedades modernas.A lo largo de su carrera, Foucault se cuestiona como objeto de investigaci n el modo c mo los individuos se constituyen en suje-tos y c mo se presentan unos a otros en tanto objetos.22 Plantea tres formas de objetivaciones por las que se producir a esta trans-formaci n: el modo de investigaci n que lleva al estatus de ciencia; 21 Los conceptos de normalidad y anormalidad son tambi n concebidos como un par dial ctico en tanto opuestos y complementarios.22 Mi objetivo ha sido elaborar una historia de los diferentes modos por los cuales los seres humanos son constituidos en sujetos. (Foucault, 1996: 8)30las llamadas pr cticas divisorias, en tanto el sujeto se encuentra dividido en su interior y con los otros, proceso que lo objetiva; y, la forma c mo los individuos se transforman a smismos en su-jetos. Por lo tanto, no es el poder sino el sujeto, el tema general demiinvestigaci n(Foucault,1996:8),reconoci ndoloaestea parIir dc dos signicados. por un Iado, sujcIo a oIro por conIroI y dependencia; y, por el otro, sujeto limitado a su propia identidad, a Ia concicncia y a su propio auIoconocinicnIo. EsIos signicados resultan una forma de poder que constituye al mismo sujeto.En la medida que el siglo XX llega a sus ltimos d as, el cues-tionamiento sobre la tem tica de la exclusi n y de la integraci n socialresultacadavezmayor.Lapocacertezasobreunfuturo siglo XXI resultan est mulos para los diversos autores que estudian la realidad social contempor nea. La cnIrada cn una nucva cra n s quc cI n dc unapoca, ra-Iicando Ias consIaIacioncs dc dccadcncia y dcsconposici n del tejido social en la modernidad, pero considerando como si cI proyccIo n s naI co dc Ia nodcrnidad, dc Ia gran c-pIosi n, dc Ia dcagraci nIIina ya sc Lubicsc rcaIizado por lomenosaniveldelasrelacionessocialesatomizadasy de las representaciones colectivas desagregadas. (Xiberras, 1996: 37). Este pensamiento de car cter posmoderno invita a continuar la rcci n cn cuanIo a Io quc dicLa corricnIc apunIa sobrc Io quc se considera como notmu/. Para Schweder, existen varios aspectos dentrodeunaestructuracognitivaquenotienenunareglade l gica, ni una ley de la naturaleza que dicte lo que es apropiado o necesario creer. Penetramos en el reino de la arbitrariedad. Es un reino en el que el hombre es libre de crear su propio universo simb lico distintivo, libre de gastar tiempo en pr cticas acostumbradas y en pctjotmunccs rituales que dicen a los otros hombres de quse tratan sus invenciones simb licas. (Schweder, 1992: 90-91) Tomando en cuenta lo antedicho, plantearse la exclusi n social como objeto de estudio implicar a para esta corriente de an lisis la lnc/usl n de esta poblaci n en tanto diferenciaci n individual de cada una de las personas en relaci n de unas con las otras. O sea, no se podr a plantear la existencia de sujetos excluidos o integra-dos en lo social, ya que la particularidad de cada individuo hace a 31su notmu/ldud, la cual no es factible de ser criticada o negada por otro individuo desde su subjetividad.Seg nplanteaMartineXiberras(1996),silamodernidadge-nera la hiperescolarizaci n moral o la anomia, la posmodernidad implica el reconocimiento de esta realidad; si el tiempo de la mo-dernidadseencuentraproyectadohaciaelfuturo,eltiempode Ia posnodcrnidad nanicsIa aqucIIo dcI proyccIo rcaIizado o dcI Iicnpo naI. Considcrando cI LccLo dc una saIuraci n dc Ias rc-prcscnIacioncs coIccIivas, csIa auIora sc rccrc a un auncnIo sin I niIcsdcIosncdiosyujosdcconunicaci n,IodoIocuaIIIc-vaalaindiferenciaydesconocimientoentrelosindividuos,ala LosIiIidad y aI conicIo. As , Ios auIorcs posnodcrnos csIar an cn elcaminodeproponerunlmpusscparalograrcomprenderesta fractura en el conocimiento. Para aprehender el trayecto recorrido por el Iluminismo, se plantea la necesidad de que las sociedades occidentales logren reconocer los des rdenes y calamidades socia-Ics quc rcsuIIan Ia conIracara dcI ordcn y cI progrcso cspcc cos de esta poca. Discusin terica contemporneade los conceptos integracin y exclusin socialCadavezserecurreconmayorasiduidadalconceptodeex-clusi nsocial,yaquesecreequeporeldevenirhist ricodelas sociedades modernas, con una paulatina y nociva agudizaci n del sistema capitalista monopolista, resultan m s las personas o los gruposquequedanporfueradelallamadanotmu/ldud.Estaes dcnidaaparIirdcIaldco/oq udomlnuntc,lacualpermanecer a invisible a los actores que la viven. JosLuis Rebellato (2000: 37), poco antes de fallecer, plantea-baquelosmodelosneoliberaleshanlogradopcncttutgmo/dcut elimaginariosocial,losvalores,lavidacotidiana.M sa n:la cultura de la globalizaci n con hegemon a neoliberal estprodu-ciendo nuevas subjetividades. Retomando a Habermas, reconoc a los planteamientos de tal autor con relaci n a la colonizaci n del mundo de la vida, considerando que el sistema necesita anclarse enelmundodelavidavidacotidianaparapoderintegrarla yneutralizarla.Estoimplicalaconstrucci ndenuevassubjeti-vidades, reconociendo asimismo su contracara: la emergencia de 32nuevasputo/oq usqueafectandirectayseveramenteelconcepto de calidad de vida. Entre estas, Rebellato mencionaba: ... el terror a la exclusi n, que se expresa en la disociaci n de vivir bajo la sensaci n de lo peor miedo de quien teniendo empleopuedeperderlo,dequienhabi ndoloperdidoteme no encontrar jam s otro, miedo de quien empieza a buscar empleo sin encontrarlo, miedo a la estigmatizaci n social; elfortalecimientodenuevaspatolog asligadasalaviolen-cia como forma de rechazo de una sociedad excluyente, pero tambi n como conformaci n de una identidad autodestruc-tiva; la violencia como expresi n de la competitividad, pues se pierde el valor del otro como alteridad dialogante y se lo reemplaza por el valor del otro como alteridad amenazante. (Rebellato, 2000: 39)Para este autor, se estar a ante la presencia de un sentido co-m n legitimado, en tanto los individuos se mantengan aceptando lospar metrosdelassociedadescapitalistascomoalgonatural c innodicabIc, a Ios cuaIcs soIo Labr a quc adapIarsc. Sc cnIrc-mezcla lo que ser a un conjotmlsmo qcnctu/lzudo con un nututu/ls-mo lmpucsto, llevando a que la ldco/oq u domlnuntc aparezca como pensamiento nico y con una l gica irresistible, a saber: la l gica delcapitalsobrelavida,lal gicadel nicosistemaviablesobre laposibilidaddepensarlaalternativa.Esteautorplanteacomo uno de los puntos lgidos para que esto ocurra, lo que denomina /cnquujc dc /u q/obu/lzucl n, el cual implica una matriz de pensa-miento a partir de la cual se consolidan los h bitos, las pautas, los valores, bajo la creencia de que quien no entra en la globalizaci n, queda fuera de la historia. (Rebellato, 2000: 40)Por otra parte, Pierre Rosanvallon (desde la Sociolog a francesa contempor nea) analiza que resulta necesario considerar los pro-cesosdeexclusi nynoreferirsealosexcluidosens ,yaquela situaci n de los individuos hay que entenderla por los desfases y rupIuras por Ios quc csIos Lan pasado. EsIasIIinas sc nanics-tan como distancias y diferencias, resultando esta la caracter stica b sica (m s allde cuestiones como el ingreso, el nivel de forma-ci n, entre otros). Asimismo, argumenta que la exclusi n (social) re-suIIa una nucva nancra dc vcr Ias dicuIIadcs dc Ios individuos (o grupos) para establecer solidaridades. Concretamente, lo relaciona con el quiebre del Estado de Bienestar, a trav s de la formulaci n y ejecuci n de ciertas pol ticas sociales (que el autor considera que resultan cada vez menos, tanto las pol ticas como los impactos). 33Est claroquehoyend a[...]losocialyanopuedeapre-henderse nicamente en t rminos de riesgo. Los fen menos de exclusi n, de desempleo de larga duraci n, desgraciada-ncnIcdcncnancnudocsIadoscsIabIcs.Scpasaas dc unenfoquealeatorioycircunstancialdelosdesperfectos sociales a una visi n m s determinista, en la cual se advier-te la m s d bil reversibilidad de las situaciones de ruptura. (Rosanvallon, 1995: 27)De alguna manera, esta concepci n de solidaridad podr a recono-cerse en los planteamientos de Durkheim (tal como se ha visto), en el sentido de pensar una solidaridad mec nica o natural por la que los individuos responden a una identidad com n de sus represen-taciones, y una solidaridad org nica respondiendo a una l gica m s compleja de divisi n del trabajo entre los diversos individuos que in-tegran una sociedad, complejiz ndose en este sentido las relaciones. Rosanvallon (1995) apunta que los sujetos se relacionan en la sociedad a partir de pautas innatas y adquiridas sobre la solidari-dad.23 Relaciona el tema a los tlcsqos posibles que pueden ocurrir entre los individuos, que al pasar de lo innato a lo adquirido (desde el punto de vista que plantea el autor) lleva a una individualizaci n dc Ios sujcIos, nodic ndosc dc csIa nancra cI conccpIo dc soIida-ridad. Por tal motivo, este autor plantea que resulta imperioso re-fundar el principio mismo de solidaridad, tal como estaba concep-tualizado en el Estado de Providencia, ya que en estos momentos se estlejos de una solidaridad abarcativa para todos los individuos que componen una sociedad, sin diferenciaciones individuales. Ro-sanvallon considera imperioso comenzar a referirse expl citamente alconceptodeinserci n(enelsentidodeintegraci n)comouna manera de los individuos de conocer(se) y promover(se). Continuandoconestal neadepensamiento(ytambi ndesde la Sociolog a francesa), podr an relacionarse los planteamientos de HobcrI CasIcI sobrc Ios -dcsaIiados (dcnidos por csIc cono Ios nucuos pobtcs) a los planteamientos de Rosanvallon sobre los cam-bios en el Estado de Providencia.En este sentido, Castel (1993) plantea que uno de los ejes para conprcndcr Ia dcsaIiaci n cs cI conccrnicnIc a Ia ccIusi n con 23 EsIc auIor sc rccrc cspcc cancnIc a Ios avanccs dc Ia gcn Iica y sus con-secuencias en las relaciones sociales. De todas maneras, se puede extrapo-lar esta concepci n y relacionarla con lo mencionado sobre la solidaridad mec nica y la solidaridad org nica de Emile Durkheim.34relaci nalaintegraci n(ono)delossujetoseneltrabajo,visto este como el soporte de la estructura social. Considera que existe unaimportantecorrelaci nentreellugarocupadoenladivisi n del trabajo y la participaci n en las redes de sociabilidad y en los sistemasdeprotecci nsocialgarantizados,fundamentalmente, por el Estado y las pol ticas sociales. Otro de los ejes es el socio-relacional, entendido como los soportes de las relaciones que ase-guran una ptotcccl n uptoxlmudu (familia, vecindad, participaci n engrupos,entreotros).Losnivelesdeexistenciaydesarrollode estosdosejesllevan,obienaunazonadeintegraci n(garant a deuntrabajopermanenteyconsoportesrelacionaless lidos),a una zona de vulnerabilidad (asociada a la precariedad del trabajo y a la fragilidad relacional), a una zona de asistencia (dependencia ascgurada inIcgrada), o a una zona dc dcsaIiaci n (concicrnc no solo a la precariedad en el trabajo y en la protecci n social, a la vez que el desmoronamiento en el eje socio-relacional). CasIcIscrccrcaII rninodcsu/lucl n,entantoestadosde deprivaci n,yaqueconcibequeconceptualizarcomoexclusi n determinaestancamientocomoimposibilidaddecambios.Para csIc auIor, dcsaIiaci n inpIica rcconsIiIuir un IrayccIo, no raIi-car una ruptura. En este sentido, la perspectiva de vulnerabilidad ocupa un lugar estrat gico, ya que reducida o controlada permite laestabilidaddelaestructurasocial,seaenunasoclcdudunl-cada (dondc Iodos Ios nicnbros sc bcnccian dc Ias scguridadcs b sicas) como en una soclcdud duu/ (pocas posiciones intermedia-rias entre los ciudadanos y los que no lo son). Por ello, analiza cI Icna dc Ia cucsIi n sociaI, cnIcndi ndoIa cono Ias dicuIIadcs fundamentales sobre las que una sociedad estcohesionada e in-tenta evitar el riesgo de su quiebre. Los integrados, los vulnerables y Ios dcsaIiados pcrIcncccn a un nisno conjunIo, cuya unidad cs problem tica, y por lo cual se plantea la duda sobre el l mite de to-lerancia de una sociedad democr tica para esta invalidaci n social (cono dcsaIiaci n, cn Iugar dc ccIusi n) (CasIcI, T993). EsIa sc-r a para el autor la llamada nucuu cucstl n soclu/, la cual tambi n es reconocida como tal por Pierre Rosanvallon. Para ambos autores el problema no se halla en los individuos en s(y, por ende, en las caracter sticas individuales), sino en las condiciones que generan y dcncn Ia ccIusi n dc csIos cn una socicdad dada.Como contrapunto a esta postura, se reconoce desde varios au-tores brasile os y uruguayos (fundamentalmente provenientes de 35la UFRJ) que no se trata de una nucuu cucstl n soclu/, sino que re-sultan nuevas manifestaciones de la misma cuesti n social.Nu uctdudc, u qucst o soclu/- quc cxptcssu u conttudl o cupltu/-ttubu/ho,us/utusdcc/ussc,udcslquu/puttlclpu o nu dlsttlbul o dc tlquczu soclu/ contlnuu lnu/tctudu; o quc sc uctlcu o sutqlmcnto c u/tctu o, nu contcmpotuncldudc, dus tcjtu cs c cxptcss cs duquc/u. O quc hs o nouus mu-nljcstu cs du uc/hu qucst o soclu/-. (Monta o, 2002: 2)Estos autores se oponen a los planteamientos de la existencia de una nucuu cucstl n soclu/ en tanto ello implica que esta resulte nuevamenteexternalizadadelordensocial(aspectoconsiderado superado), limit ndola al mbito individual de cada sujeto. Por su parte, reconociendo los cambios que han sucedido en las ltimas d cadas, a partir de los cuales c/ mctcudo aparece como instancia de regulaci n y legitimaci n social,24 resulta imperante encontrarle un trato diferente a la cuesti n social, lo cual no implica que esta rcsuIIc oIra sino quc sc nanicsIc dc forna disIinIa.25Enelmarcodeestasnuevasformasderepresentaci ndelas sociedadescapitalistasmodernas,sereconocenlosplanteosde EIinar NascincnIo cuando sc rccrc a Ia ccIusi n cono un pro-ceso social de no reconocimiento del otro, de rechazo o de intole-rancia,denoreconocimientodederechosquelesonpropiosal otro. Para ello, insiste en realizar el abordaje de la exclusi n social a trav s de la ciudadan a, en el reconocimiento de que el otto es un semejante, una persona con derechos y, sobre todo, con derecho a ampliar sus derechos. Esteautorplanteaunadiferenciainteresanteparalapresen-teinvestigaci nconrelaci nalconceptodeindividuoexcluidoy de sujeto desviado. Para Nascimento (1994), el primero no necesita transgredir expl citamente una regla o norma estipulada por la ideo-24 Olquu/ltutlsmo ptomouldopc/oEstudolntctucnslonlstu|...} dcbcsct,nu tlcunco/lbctu/,combutldo;noscu/uqut,udcslquu/dudccuconcott nclu s o conccbldus como mototcs do cst mu/o c dcscnuo/ulmcnto soclu/.- (Mon-ta o, 2002: 2)25 Estaidea dela cuesti n social y susnuevasmanifestaciones ser nreto-madasenelcap tuloIIdelpresenteensayo,entantoaspectoclavepara reconocer los cambios acaecidos en las pol ticas sociales con relaci n a las reformas del Estado, concretamente analizando la experiencia de nuestro pa s. De esta manera, en este punto solo se intenta introducir apenas la tem tica, ya que es punto fundamental en su relaci n con la exclusi n so-cial.36/oq u domlnuntc para ser catalogado como tal, la exclusi n proviene desde el exterior sin que el individuo en cuesti n contribuya directa o indirectamente a que esta diferenciaci n exista. Para el segundo caso, es necesario cometer expl citamente un acto de transgresi n. Asimismo,Nascimentoreconocediversasacepcionesdelcon-ceptodeexclusi nsocialdesdeelpuntodevistasociol gico.En unaprimerainstancia,mencionaalosindividuosogruposex-cluidos socialmente desde un principio, ya fuera por el color de su piel, la religi n que profesan, sus opciones sexuales, personas con discapacidad, cnIrc oIras. Los dcnc cono grupos sociaIcs ccIui-dos que participan de la vida social en general, lo cual implica la no p rdida formal de los derechos inherentes al ser humano. Sin embargo, reconoce que estos grupos tienen formas particulares de socializaci n cuando sus diferencias no son aceptadas o toleradas. En una segunda instancia menciona a los individuos o grupos so-ciales que no se hallan integrados en el mundo del trabajo, lo cual implica una exclusi n de derechos y carencia de condiciones m ni-mas de vida, que en ciertas oportunidades afecta su inserci n so-cial. Los sujetos que se ubican en este segundo grupo se encuen-tran estigmatizados como los primeros, pero la diferencia radica en su expulsi n parcial o total del mundo de los derechos. Por ltimo, propone el concepto de nucuu cxc/usl n, que implicar a a aquellos individuos o grupos sin derecho a tener derechos, sin ser recono-cidos como semejantes dentro de la rbita de la humanidad pasan aserobjetodeexterminio(Nascimento,1994:23).Estoimplica la existencia de individuos o grupos que se encuentran excluidos socialmente sin ser su causa una distribuci n diferenciada de la riqueza(desigualdadsocioecon mica);osea,noesnecesarioser pobre para estar excluido. Nascimento plantea que estos cambios en el concepto de exclusi n social se encuentran relacionados con eltemadelasinequidadessocialesodelainjusticiasocialalo largo de la historia moderna; es decir, desde el surgimiento de las sociedades modernas (como se ha visto, entre los siglos XVII y XVIII) hasta estos d as. Un aspecto interesante, y que no aparece en las posturas an-tes mencionadas sobre la exclusi n social, resulta el an lisis que Martine Xiberras propone sobre lo que denomina dlmcnsl n slmb -/lcu de la exclusi n. La autora considera que la exclusi n implica rechazo o no aceptaci n de las desigualdades: de ideas, valores o modos de vida. Los excluidos no son solo privados materialmente, sino que carecen de las tlquczus cspltltuu/cs en tanto sus valores 37no son reconocidos en el universo simb lico. Se les rechaza y ex-cluye por no ser admisibles en los modos de vida notmu/cs, en el modelo normativo dominante de la sociedad. En este sentido, por exclusi n simb lica entiende a: ... las formas de exclusi n que no se ven, pero que se sienten, otras que se ven pero de las que ninguno habla, y formas de exclusi ncompletamenteinvisibles,dadoquenoso amos con su existencia ni existe ning n vocablo para designarla. Nos aproximamos asa los procesos de exclusi n simb lica. (Xiberras, 1996: 27)Al referirse a tlquczus cspltltuu/cs, se estapuntando a las pro-pias de la ldco/oq u domlnuntc, en tanto las personas excluidas no lograr an integrar tales tlquczus, pero tampoco les son reconocidas laspropias.Enestesentido,laldco/oq udc/domlnudonoexiste entantoexistaunaldco/oq udomlnuntcqueabarqueelmundo normativo y simb lico en una sociedad dada. Se cree que este pro-ceso resulta imperceptible desde el punto de vista de notmu/ldud impuesto por las sociedades capitalistas modernas. Esas que,sereconoce:porunlado,aquellosindividuoso grupos que integran la tan mentada notmu/ldud; por el otro, res-petandolaexistenciadeindividuosogruposdiferentesadicha norma,serespetasudiversidadysonreconocidosdentrodela integralidad de una sociedad. Al respecto, seg n plantea Belorgey, la inserci n desde esta segunda perspectiva implica un doble mo-vimiento: hacia el dljctcntc y hacia la sociedad en su conjunto, la cual se convierte en una verdadera sociedad de acogimiento para estas poblaciones. Sin embargo, cuando esto no ocurre, plantea dos riesgos de exclusi n de las pol ticas de inserci n: por un lado, para cada individuo que se encuentra siendo excluido; por el otro, para la sociedad en su conjunto, ya que implica el desgarramiento del tejido social y la p rdida de valores colectivos. (Belorgey pud Xiberras, 1996: 24)Por otra parte, J. Costa-Lascoux plantea tres t rminos simila-res pero diferentes con relaci n a la construcci n del concepto de inIcgraci nsociaI.EsIcauIorscrccrca.asiniIaci n,inscrci n e integraci n. Asimilaci n, en tanto unidad de la comunidad na-cional, consider ndolo el espacio ltimo de referencia a preservar. Inserci n, con respecto al acogimiento del excluido con derechos (primerainstanciaenelesquemadeNascimento)porsertodos miembrosdeunacomunidadnacional.Integraci n,asociadaa 38la idea durkheimniana de solidaridad org nica, apuntando a una congruencia en el respeto del espacio de los otros seg n el lugar de residencia. (Costa-Lascoux pud Xiberras, 1996) Retomando lo propuesto por dicho autor, Xiberras apunta: si sc considcra quc Ia ccIusi n rcsuIIa dc Ias dicuIIadcs dc asimilaci n, de inserci n o de integraci n, la situaci n asde-nida pcrniIc cfccIivancnIc dcnir una IisIa dc pobIacioncs diferencialmenteexcluidas.Excluidosdelacomunidadna-cional, los extranjeros. Los excluidos de la solidaridad mec -nica, todos aquellos que presentan una cierta diferencia a las normasestablecidas.Excluidosdelasolidaridadorg nica, todos aquellos que no participan o no adhieren activamente al modelo establecido. (Xiberras, 1996: 27)Como dir a Rebellato, la sociedad de la exclusi n genera una verdadera expansi n de la violencia, un nuevo mundo de lucha de todos contra todos. En esta batalla es necesario poner el foco de atenci n sobre aquellos sujetos que logran ttlunjut, los que saben y pueden cuidarse del otro, los que pueden ir contra el otro para su triunfo personal sin importar las consecuencias en el uductsutlo. (Rebellato, 2000: 35)EIdcrccLoaIafucrzascaanzaconunaprofundacrucI-dad: las operaciones de limpieza social buscan aniquilar a los indeseablesydesechables.Setratadelderechoalafuerza sostenidosobreunc lculodevidas;calcularsuponedeci-dir, anIcponcr y sacricar. |...] Vivinos cn una socicdad dcI riesgo mundial, como sostienen algunos autores. La globali-zaci n susIcnIa su podcr, Ianbi n, cn Ia csccnicaci n dc Ia amenaza.Unasociedadviolenta,competitivayautoritaria. (Rebellato, 2000: 37)Determinaciones que atraviesanel concepto integracin-exclusin socialTomandoencuentalotrabajadohastaelmomento,sereco-nocen al menos tres categor as de an lisis que se encuentran de-terminando los conceptos de integraci n y de exclusi n social, en IanIo ncdiaci n cn rcdcnici n para cI an Iisis dc Ia discapacidad. Estas son: poder, ciudadan a y derechos.Con respecto al podct, son varios los autores que han trabaja-do este concepto, desde las m s diversas disciplinas y corrientes 39te ricas.Sinembargo,paraelpresenteensayoresultanecesa-rioanalizarlodesdeunodesusestudiososm sriguroso:Michel Foucault.26 Esta opci n no implica el no reconocimiento de otros punIos dc visIa aI rcspccIo, sino Ia dccisi n por abordarIo cspcc -camente desde esta perspectiva.27 26 Ubicable dentro de los autores pertenecientes a la Sociolog a francesa de mediados del siglo XX, en realidad, resulta dif cil encasillar a este autor. Sinirm slejos,ym sall desusdiferenciaste ricas,elpropioJ rgen HabermashareconocidodeFoucaultlavoluntaddeconocimientosobre la paradoja epistemol gica en la que lo halla envuelto. Para este autor, la revoluci nestructuralistahabr aimpresionadoaFoucaulttantocomoa otrospensadoresdesugeneraci n,rescatandoesteeldiscursonegativo por cI quc L vi-SIrauss sc rccrc aI sujcIo, y asuni ndoIo cono una cr Iica a la Modernidad. Sin embargo, asume que en Mlctoj slcu dc/ podct Foucault se niega a ser encasillado en esta corriente, puesto que para l si se admite que el estructuralismo ha tenido como objeto apartar el concepto de suceso en tanto devenir hist rico de las ciencias, no veo qui n puede ser m s antiestructuralista que yo. Foucault resulta un autor cr tico del presente en el que vivi , pero que reconoce la imposibilidad de volver a modos ante-riores de entendimiento. (Habermas, 1988)27 Asumiendo, por otro lado, las discrepancias que ello pueda traer aparejado, en tanto autor que la investigadora no reconoce dentro de la matriz hege-liana. En este sentido, sin embargo, ser a interesante argumentar lo que se conparIc dcI I sofo cspa oI CarIos Icrn ndcz Liria, a sabcr. -Cuando por n Iogr banos scr csIrucIuraIisIas,I dcjaba dc scrIo o dcc a quc nunca Io Lab a sido. Si AIILusscr Iograba naIncnIc Laccr conprcndcr Ia faIIa quc la teor a del eslab n m s d bil introduc a sin remedio en el pensamiento dial ctico, Foucault no ve a allsino el minimum estrat gico que la cortedad dial ctica era capaz de masticar. Cuando ya se estaba dispuesto a recono-cer en l a un maestro del materialismo, de pronto, dec a no tener miedo de ser positivista. Si Ricoeur hablaba de una escuela de la sospecha, l de-cIaraba Labcr aprcndido a scr n s nodcsIo y ncnos sg n, dcnunciando cono rcduccionisIa Iodo inIcnIo dc Iraducir discursos nanicsIos. Cuando ya parec a seguro que toda ideolog a era la ideolog a dominante y que hab a sido un ingenuo error hablar de ideolog as proletarias, Foucault arreme-t a contra la discusi n ciencia-ideolog a y volv a a enredar el problema. Si se hablaba de revoluci n sexual, l descubr a en el sexo mismo el resultado m s abstracto de la tecnolog a con la que el poder constituye los cuerpos y los gestos. Si aprend amos a respetar el psicoan lisis, Foucault encontraba su genealog a en la pr ctica cristiana de la confesi n. Si nos inclin bamos porlahermen utica,Foucaultnospropon aestudiarlosenunciadosre-nunciando a su interpretaci n. Si pretend amos haber topado con la cien-cia,Foucaultnosdec aquenohayinterpretaci nquesesit earasde suelo. [...] En cualquier caso, Foucault no deja nadie tranquilo. Por no citar, ni siquiera pudo jam s citarse a smismo. Tampoco quiso perdonar sus propios deslices y cargcontra ellos sin pena ni duda.... (Fern ndez Liria, 1992: 10-11)40Retomando los planteos de Fern ndez Liria: Enprincipiopodr achocarquelacuesti ndelpoder,tras un siglo de literatura marxista, arranque en Foucault como si de un campo virgen se tratara. Sorprende la tosquedad y la debilidad de los adversarios, la ingenuidad de los esque-mas te ricos que hay que dejar de lado, la escasa o casi nula cisIcncia dc punIos rncs dc parIida sobrc Ios quc apoyar-se.[...]Foucaultemprendi estareelaboraci ndelateor a del poder haciendo impracticable toda soluci n de facilidad, demodoquelosesquemasquehastaelmomentohab an parecido m s agradecidos y que hab an funcionado constan-temente como modelos de soluci n a cualquier problema, se problematizaron ellos mismos y fueron de improviso despla-zados como si se tratara de las propias enfermedades que los contaminaban. (Fern ndez Liria, 1992: 14)Para Michel Foucault, el poder se encuentra caracterizado por trescualidades:suorigen,yaquepuedeprovenirtantodeapti-tudes propias del cuerpo como de instrumentos externos; su na-turaleza b sica, en tanto el poder estcaracterizado por el juego derelacionesentrelossujetos;y,susmanifestaciones,entanto resultaimportantedistinguirentrerelacionesdepoderylosre-lacionamientos comunicacionales. En este sentido, para este au-Ior, cI cjcrcicio dcI podcr inpIica Ia nodicaci n dc unas accioncs por otras a trav s del relacionamiento entre sujetos (individuales o colectivos): consiste en guiar la posibilidad de conducta y poner en orden sus efectos posibles (Foucault, 1992: 15). El poder solo existe cuando es puesto en acci n, una acci n sobre otra, ya sea en el presente o a ocurrir en el futuro. No implica la manifestaci n de un consenso, aunque esto no es excluyente para que se lleve a cabo. Se realiza en los diferentes niveles de la sociedad a trav s de mecanismos de control, coerci n o vigilancia, los que sobrepasan lasinstitucionesdelasociedad.Porestasrazones,unarelaci n de poder existe en la medida en que haya un otto sobre el que se ejerza el poder y un campo de respuestas, reacciones y resultados que respondan a dicha relaci n.IoucauII(T992)scrccrcaunaomnlptcscncludc/podct,en cuanto se produce a cada instante, en todas partes, en todas las relaciones con un otto, no siendo ni una instituci n, ni una estruc-tura, ni una potencia de la que tan solo algunos estar an dotados. EI podcr no sc cncucnIra IocaIizado cn ning n aspccIo cspcc co dc Ia csIrucIura sociaI, cjcrci ndosc a parIir dc innidad dc pun-41tos y en el juego de relaciones no igualitarias. Por este motivo, lo considcraranicadoydin nico,norcsuIIandoaIgoqucscad-quiera,comparta,conserveopierda.Para l,dondeexistepoder hay resistencia, y son los puntos de estas resistencias los que se encuentran presentes en todas partes dentro de la red del poder, hall ndose dispersos en el tiempo y en el espacio. En este sentido, el autor plantea que el poder se encuentra abo-cado a una doble subjetivaci n: desde el lado en que el poder es ejercido, es pensado como en un qtun sujcto ubso/uto que articula la prohibici n; desde el lado en el que el poder se sufre, tambi n se lo subjetiva en la medida en que es aceptada la prohibici n, en el punto en el que se acepta o rechaza el poder. Resultaenestepuntoapartirdelcualsereconocealpoder comocategor adean lisisparaelpardial cticointegraci n-ex-clusi n social, con relaci n a la existencia de relaciones no iguali-tarias que tienen como consecuencia la asimetr a en las mismas. RetomandoloplanteadoporNascimentoencuantoalaexisten-cia de una ldco/oq u domlnuntc, se reconoce el poder ya desde la concepci ndelamismay,m sa n,desdesuconcreci nyreal reconocimiento en la cotidianidad de los sujetos. As , se introduce el concepto de poder (desde el punto de vista foucaultiano) para la idcnIicaci ndcIaccIusi nsociaIprovcnicnIcdcsdccIafuera, trascendiendo la implicancia o no del sujeto para que esta ocurra.Barthy(1981)planteaqueFoucault,enMlctoj slcudc/podct, retoma sus caminos de producci n enfocando como prioridad los diferentesmomentosdesucomprensi nsobreelpoder.As ,se prcIcndciniciaIncnIcaprcLcndcrcIsignicadodcIasrcIacioncs de poder intentando no resaltar una globalidad llamada poder, sino las formas heterog neas en constante transformaci n donde el po-der se realiza en cuanto una pr ctica social. Lo que parece eviden-te en su producci n es la existencia de formas de poder diferentes delEstado,articuladasdemaneravariadayquesonindispen-sabIcs, incIusivc para su susIcnIaci n y acIuaci n ccaz. DarILy alega que no existe en la concepci n foucaultiana la idea del poder como algo que se posee o no se posee, no existiendo individuos que ejercen el poder de un lado y otros del otro. En este sentido, se en-tiende poder como algo que se ejerce, que se efect a. As , aquellos queresultan excluidos porlaldco/oq u domlnun-tc(porejemplo,laspersonascondiscapacidadentantogrupos minoritarios),tambi nexcluyenentantorelacionesdepoderde unosconotros,reconoci ndoseladial cticadelaintegraci ny 42de la exclusi n en el sentido que mientras se es excluido se puede tambi n estar integrado y a su vez excluyendo a otros y assuce-sivamente.LapropuestadeFoucaultpodr avincularsealarelaci npo-der/dominaci n y al disfraz/ilusi n, tal como lo analiza Couzens Hoy. El programa moderno tendr a su fuerza en el hecho de que el poder es percibido como ciencia, norma, hasta como la libertad misma, siendo estos solamente disfraces para que el poder se ejer-za. Foucault tendr a como objetivo (a veces pareciera que impl cito, otras expl cito) desenmascarar tal situaci n. Dicha idea, Couzens Hoy la refuerza con que tras esta noci n existen dos bienes a res-catar: la libertad y la verdad, estos con relaci n a que el hecho de negarladominaci nllevairremediablementeanegareldisfraz. Para Foucault, la idea de la verdad liberadora es una ilusi n, ya que no existe verdad que pueda ser defendida de los sistemas de poder; por el contrario, cada sistema de poder plantea su propia dcnici ndcvcrdad(CouzcnsHoy,T988).DccsIanancra,/lbc-rarse de situaciones tales como la exclusi n y la integraci n social implica tambi n una ilusi n en tanto mediaci n que es atravesada por Ia caIcgor a podcr, cn Ia cuaI, cn dcniIiva, Ia doninaci n no puede negarse. La paradoja desenmascarada por Foucault, que es planteadaporCouzensHoy,resultaconrelaci naquem sallque se viva en la teor a del antiguo poder en tanto soberan a/obe-diencia, la realidad demuestra que este deber a ser entendido en t rminos de dominaci n/sujeci n: En un sentido, la obra representada sobre ese teatro sin lu-gar cs sicnprc Ia nisna. cs aqucIIa quc indcnidancnIc rc-piten los dominadores y los dominados. Que hombres domi-nen a otros hombres, y es ascomo nace la diferenciaci n de los valores; que unas clases dominen a otras, y es ascomo nace la idea de libertad; que hombres se apropien de las co-sas que necesitan para vivir, que les impongan una duraci n quenotienen,oquelasasimilenporlafuerza...(Couzens Hoy, 1988: 17)De esta manera, se retoma el tema de que el poder no pertenece a un sujeto en especial, sino que se transforma en una maquinaria no dirigida cspcc cancnIc por un IiIuIar, n s aIIquc dcnIro dc esta existan diferencias que permitan la producci n de efectos de supremac a. Una inquietud importante que se plantea Foucault con relaci n a csIa noci n dc podcr, sc rccrc a quc podcr sc Io ascncja a sisIc-43ma de derecho. En las sociedades occidentales modernas el dere-cho ha sido el modo de acci n real b sico del poder, aunque no sea ni Ia vcrdad ni Ia jusIicaci n dc csIc, y aunquc Ia Icy y Ios cfcc-tos de la prohibici n que conlleva deban ser ubicados entre otros mecanismos jur dicos. Poder y represi n aparecen como nociones quesemanejaninadecuadamentealconfrontarlas,apuntandoa una conccpci n purancnIc jur dica dcI podcr, csIc idcnIicado a unaleyqueproh be.Tri ngulo,pues,fundamentaleldelpoder-derecho-verdad,entantoenlassociedadesoccidentalesmoder-nas, parecer a que las relaciones de poder atraviesan, determinan y constituyen el cuerpo social. Por tal motivo, considera que es en la vida donde se ejerce el poder, siendo la muerte su l mite: Iron a del dispositivo: nos hace creer que en ello reside nuestra libera-ci n. (Foucault, 1987: 194)28 C mo relacionar, pues, el poder percibido desde esta postura foucaultiana con las otras dos categor as de an lisis que se reco-noceatraviesanlosconceptosdeintegraci nydeexclusi nso-cial?Sepiensaque,estandodeacuerdoconlaconcepci nque este autor plantea con relaci n al poder, resulta en el punto donde lorelacionaalojur dicodondeaparecenaspectosqueseconci-ben necesario trascenderlos. Si esto no se lograra, resultar a casi imposibleencontrarlaspotencialidadesqueenlosconceptosde 28 M s allde todas las posibles cr ticas, la muerte de Foucault se produjo en forma tan inesperada y repentina que no se puede resistir el pensamiento de que su circunstancialidad y su brutal contingencia documentan la vida y Ias cnsc anzas dcI I sofo. |...] EsIuvc con IoucauII soIo cn T983, y IaI vez no lo entendbien. Solo puedo relatar lo que me impresion : la tensi n, quc rcsisIc Ia caIcgorizaci n f ciI, cnIrc Ia casi scrcna rcscrva cicnI ca dcI estudioso que se esforzaba por la objetividad, por una parte, y por la otra, lavitalidadpol ticadelintelectualvulnerable,subjetivamenteexcitable, moralmente sensible. (Habermas en Couzens Hoy, 1988: 119) YapuntadeEdwardSaid:CuandoBorgesdice:Sol amaravillarmede que las letras de un libro cerrado no se mezclaran y perdieran en el curso de una noche, es como si estuviera brindando a Foucault el inicio de una b squeda hist rica, para entender c mo las proposiciones adquirieron no solo su condici n social y epistemol gica, sino tambi n su densidad espe-c caconoobraIograda,conoconvcnci ndiscipIinaria,conoorIodoia fechada.[...]Loqueresultavigorizantedesuobraessuextremismoy su consIanIc vioIaci n dc Ios I niIcs y Ias rcicacioncs, cs su inquicIanIc recuerdo de lo que, a veces expl cita pero a menudo impl citamente, deja fuera, descuida, elude o desplaza. (Said pud Habermas en Couzens Hoy, 1988: 119).44ciudadan ayderechossonreconocidos,entantoconcepci ndel ser social como totalidad.Will Kymlicka y Wayne Norman (1996) explican que el concepto de ciudadan a se relaciona directamente con los derechos indivi-duales y con la idea de v nculo con una comunidad en particular. Consideran imperioso que cada vez m s se retome el concepto de ciudadan a, pero reconociendo que se puede caer en dos riesgos: por un lado, hablar de una teor a de la ciudadan a implica manejar temas tan ilimitados como las relaciones entre ciudadanos o estos con el Estado; por el otro, la confusi n que frecuentemente surge entre ciudadan a como condici n legal (pertenencia a una comu-nidad pol tica) y ciudadan a como condici n deseable (ciudadan a dependiendo de la participaci n que se tenga en la comunidad po-l tica). Pero,plant esenuevamentecomoprocesometodol gicode aprehensi n de la realidad social el devenir hist rico de la dial c-tica.Seretomacomopuntodepartidaparaladelimitaci ndel concepto de ciudadan a, al autor que se considera como el te rico de peso de la posguerra: Marshall. Este plantea la tem tica desde la posesi n de derechos, con relaci n a c mo tendr a que ser tra-tadocadamiembrodelacomunidadentantosujetoviviendoen una sociedad de iguales. Divide el tipo de derechos logrados a lo largo de la historia (en Inglaterra) en tres: los derechos c vicos, que aparecen en el siglo XVIII; los derechos pol ticos, que lo hacen en el siglo XIX; y, los derechos sociales, que son reconocidos en el siglo XX. Seg n este autor, los derechos c vicos y los derechos pol ticos fueron legitimados por y destinados a los ciudadanos de ese mo-mento:hombresblancos,due osdepropiedadesyprotestantes. Gradualmente, estos se fueron ampliando a mujeres, trabajadores, negros, discapacitados, entre otros; es decir, a aquellos individuos anteriormente excluidos del concepto de ciudadan a. Con relaci n a los derechos sociales, el autor entiende a los logrados, por ejem-plo, en la universalizaci n y gratuidad de la educaci n, de la salud, la aparici n de los seguros de desempleo.Para Marshall, la plena ciudadan a se logra en el marco de un Estado de Bienestar liberal-democr tico, ya que permite la coexis-tencia de los tres derechos reci n mencionados. El no cumplimiento de alguno de estos llevar a a la existencia de personas marginadas e incapaces de participar. Es decir, su postura estar a orientada a la combinaci n de las desigualdades originadas por el capitalismo dentro de la experiencia del Estado de Bienestar, consolidando las 45pol ticassocialesylosderechossocialescomolasherramientas fundamentales para ello.29Con el correr de los a os, este autor fue aplaudido y criticado por sus apreciaciones. En este sentido, Kymlicka y Norman reto-man algunas de las cr ticas que se le realizan a Marshall con rela-ci n a su noci n de ciudadan a: por un lado, plantean que se trata de una concepci n pasiva de ciudadan a, donde los individuos tie-nen derechos pero no responsabilidades; por el otro, implica la ne-cesidad de incorporar al concepto de ciudadan a el creciente plura-lismo social y cultural de las sociedades modernas. Estos autores retoman dos abordajes ideol gicamente opuestos que plantean sus diferencias con relaci n al concepto de ciudadan a.30Por un lado, la cr tica consctuudotu apunta a que los derechos sociales son incompatibles con las exigencias de libertad y de jus-IiciaIogradosporn riIo,sonccon nicancnIcinccicnIcsyIIc-van al cumlno dc /u sctuldumbtc. Cuando MarsLaII sc rccrc a Ios derechossocialesparaquelosm sdesfavorecidosseintegrena la sociedad y puedan ejercer efectivamente sus derechos civiles y pol ticos, esta corriente argumenta que el Estado de Bienestar ha promovidolapasividad,nomejorandolasoportunidadesdelos desfavorecidos sino creando una cultura de la dependencia. Con relaci naladependencia(entendi ndosecomopol ticassociales destinadasalosmcnosjuuotccldos),enlaactualidadsepuede percibirqueesohasucedidoenvariosaspectos;31sinembargo, el haber tenido acceso a diversos derechos ha sido lo que ha per-mitido que contingentes de individuos no hayan ca do en la total exclusi n.Por otro lado, argumentos dc uuunzudu consideran que Marshall semantieneenvigenciaentantoproponequelaspersonassolo 29 De m s estaclarar que estas apreciaciones quedan bastante cortas a la realidad contempor nea, pero de todas maneras se reconocen como v lidas en tanto puntapiinicial para la presente discusi n.30 Estos autores los denominan de nueva derecha e izquierda. Esto puede llevar a otro tipo de discusiones que no hacen al tema en cuesti n, por lo queselosretomacomoconservadoresydeavanzadaparareferirsea uno y otro respectivamente.31 Fundamentalmente, se reconoce el hecho de que, en la actualidad, con el importante y creciente recorte en las pol ticas sociales destinadas a estas poblaciones ha devenido un nivel de exclusi n social se cree que hasta ma-yor de lo esperado, en tanto desprovistos del pescado a tales individuos o grupos no se les hab a ense ado a pescar en ning n momento.46pueden ser miembros plenos y participantes de la vida social mien-tras sus necesidades de base logren ser satisfechas. Sin embargo, Ianbi n rcconoccn Ia inccacia dc nucLas insIiIucioncs csIaIaIcs y la promoci n de la pasividad y dependencia que, seg n Habermas, favorecen un retraimiento privatista de la ciudadan a y una parti-cular clientelizaci n del rol de ciudadano. (Habermas, 2008: 59)En este sentido, puede relacionarse a lo planteado por Rebella-to en tanto que el desaf o de la democracia implica no separar los derechos pol ticos (o jur dicos) y los derechos sociales, en tanto se tratadelderechodevivir.ConsidcraquccIcapiIaIisnodcncs del siglo XX se propone borrar los derechos sociales a favor del in-dividualismo. En este sentido, retoma algunas de las apreciaciones de Hayek con relaci n al Estado y el mercado, y a partir de estas posturasdecorteneoliberal,como ldenominaformulasu cr tica. Seg n lo planteado por Rebellato, Hayek (y varios de sus seguidores)concibealmercadocomolaautocoordinaci nentre acIorcsoricnIadosLaciaunnisnon,parIicndodcunprinci-piodeotdcncspont nco(losactoresnotienenintencionalidades nidesarrollanprocesosdedeliberaci nparaquedichoordense d ). Se concibe a estos actores como sumisos a las disposiciones regulatorias,lascualesalcanzanunaltogradonormativo.Estas rdeneslasconsideranabstractas,trat ndosedeunordennor-mativo, cuasi-natural, en virtud de que es resultado del desarrollo de la evoluci n cultural y social de la humanidad. La cr tica de Re-bellato a este respecto se orienta a la contradicci n que se genera entre este otdcn cspont nco g ubsttucto con relaci n al concepto y funcionamiento de la democracia. Asimismo, el autor plantea que talespontaneidadenelordendelmercadomundialesdirigido, altamente concentrado, transnacional y con un desarrollo en ex-pansi n dc Ia acIividad nancicro-cspccuIaIiva. (2000: 34)LoIIino ncncionado rccrc a un rcconocinicnIo cr Iico dc Ia realidad, la enunciaci n de una problem tica que estresultando grave,yquellevaaunaumentoalarmantedelaspersonasque son excluidas de la notmu/ldud. 32 Sin embargo, la lectura que se realizadesdeeldlscutsodomlnuntctransmitequelostemasde ciudadan a y derechos sociales est n en pleno auge, donde todos tienenderechoaparticiparenlaconcepci ndesusderechosy ciudadan a.Seintentapresentarunaimagen(utop a)departici-32Recordar lo planteado anteriormente de Nascimento.47paci n universal, donde todos cnttun. Por citar un ejemplo, desde la UNICEF sc La vcnido dcnicndo un conccpIo dc ciudadan a, cn-tendi ndola como:... el ejercicio efectivo de los derechos humanos en su globali-dad, teniendo a la base la realizaci n de los derechos pol ticos para el desarrollo de la sociedad, la realizaci n de una demo-cracia de ciudadano/as, en contraposici n a una democracia de espectadores/as, el reconocimiento de las personas como sujcIos dc dcrccLo, fundancnIo y naIidad dc Ia dcnocracia y de la sociedad civil. (G mez, 2000: 2)Desde esta postura domlnuntc, se coloca a todos los ciudadanos en condiciones de igualdad, no existiendo ciudadanos de ptlmctu nidescqundu(O ncz,2000);as conocspccicandoIaparIici-paci n activa de estos, haci ndolos (creer) sujetos de derecho. De esta manera, conciben la democracia como espacio donde se origi-na y desarrolla la ciudadan a.Enlateor ademocr tica,lanoci ndeciudadan aest an-cIada cn Ia dcnici n IcgaI dc dcrccLos y obIigacioncs quc Ia constituyen. Hay dos ejes claves de debate ideol gico, te rico y pol tico: La naturaleza de los sujetos y el contenido de los derechos. El primer eje tiene como referente la visi n libe-raI-individuaIisIa, con propucsIas signicaIivas quc apunIan a revisar la relaci n entre el sujeto individual y los derechos coIccIivos.EIscgundoscrccrcasicisIcndcrccLos-uni-versalesyaelucidarlarelaci nentrederechoshumanos, civiles,pol ticos,econ micos-socialesycolectivos.(Jelin, 1987: 27) Dentro de esta misma perspectiva, se plantea que los derechos humanospuedenserconsideradoscomounproyectohist rico, pol tico, ticoypedag gico,orientadosalaconstrucci ndeuna nueva cultura pol tica. En el fondo, esten juego, de manera vaga y confusa, una rcdcnici n dcI ciudadano ncdianIc cI dcspIazanicnIo dc Ios I niIcs sicnprc uidos cnIrc Io poI Iico y Io no poI Iico, cnIrc loprivadoylop blico.Enestaperspectiva,lareformadel Estado es, por sobre todo, tambi n una reforma del ciudada-no. [...] Es necesario, pues, buscar la identidad entre la idea liberal de libertad y su necesaria proyecci n dentro del pro-ceso participativo para lograr la cohesi n social alrededor de un estado construido con base ciudadana, vale decir, asen-tado sobre el fen meno moderno de la sociedad civil. (G mez, 2000: 5-7)48Enestesentido,G mezplanteaqueformarciudadan aen, desdeyparalademocraciaimplicacontarconespaciosyopor-tunidades que promuevan y permitan aprender la concepci n de democracia y ciudadan a, conocer los deberes y derechos que so-cialmente se han acumulado como legado cultural. Esto permiti-r a el surgimiento de un nuevo sujeto desde el plano simb lico y tico, con sentido de identidad y pertenencia a la comunidad. Sinembargo,dehecho,cu ntodeestosucede?Cu ninvo-lucradosseencuentranlosindividuosentalesconstrucciones? Resulta m s hip crita el sistema a n, haciendo creer a los indivi-duos que son sujetos de derecho y por ende part cipes en la cons-trucci n de ciudadan a, cuando en realidad terminan ajenos a la toma de sus propias decisiones, puesto que ciudadanos de estas sociedadescapitalistasmodernas,contin anpreestablecidaspor el mandato del mercado y su incidencia directa en el accionar del Estado.A tcspostus ncccssldudcs socluls dclxu dc sct umu tcspon-subl/ldudc dc todos (nu conttlbul o compu/s tlu do nunclu-mcnto cstutu/, lnsttumcnto dc tu/ tcspostu} c um dltclto do cl-dud o, c pussu uqotu, sob uqldc nco/lbctu/, u sct umu op o do uo/unt tlo quc ujudu o pt xlmo, c um n o-dltclto do pottu-dot dc cutcclmcntos, o cldud o-po