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PROGRAMA Nº71 Mocha Dick

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P R O G R A M A N º 7 1

Mocha Dick

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programa nº 71 Mocha DickEste programa es concebido como una iniciativa de mediación en el marco del Programa de Formación de Audiencias del Teatro UC. Queda prohibida su reproducción total o parcial sin la autorización expresa del Teatro UC.

estrenada el 27 de abril de 2019 en teatro uc

de Compañía La Mona Ilustre · dirección Miguel Breganteelenco Isidora Robeson · Paula Barraza · Mercedes MujicaDiego Hinojosa · Alex Acevedo · Nicolás Ruiz

reseña Un joven mapuche trata de rescatar a un gran cachalote blanco de la cacería de un grupo de temerarios balleneros, embarcándose en un viaje de final incierto. Basada en la exitosa novela gráfica de Francisco Ortega y Gonzalo Martínez, este es el relato de una odisea que mezcla mitología y hechos históricos. Traición, codicia y sobrevivencia en una obra que nos enfrenta a nuestros miedos más profundos.

coproducción

Mocha Dick

Proyecto Financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, Fondart Regional, Convocatoria 2018.

composición musical Camilo Salinasdiseño escenografía, vestuario y utilería Katiuska Valenzuela realización de utilería Amanda Basaez, Nicole Salgado y Juan Diego Rivasrealización escenográfica Equipo Teatro UC asesoría técnica de elementos de diseño Eduardo Jiménez y Guido Reyes diseño de iluminación Miguel Bregante y José Luis Cifuentes asesoría dramatúrgica Andrés Kalawskicomunicaciones Fogata Culturafotografías programa Rod Pintoproducción José Luis Cifuentes

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editorial | Andrés Kalawski, director artístico Teatro UC

Ahora nos parecen frágiles. Las vemos por televisión varadas en la arena; vemos sus huesos majestuosos en el museo, sobre nuestras cabezas; azules en un fondo azul, el símbolo del peligro que corre toda la vida en el planeta por nuestra culpa, pero no siempre fue así. Hasta hace muy poco (en términos históricos) ballenas y cachalotes eran el misterio y el peligro, la fuerza incomprensible de lo natural. Antes del petróleo, la grasa de las ballenas fue el lubricante que permitió la revolución industrial. Es siempre la misma historia, los objetos brillantes, las innovaciones y las ofertas nos hacen olvidar que la economía se sostiene sobre el trabajo agotador y peligroso de hombres y mujeres que no disfrutan de esos beneficios.

Los cuentos de esas personas que vivían siempre en riesgo fascinaron la imaginación de muchas generaciones. El mar es infinito como las historias y pide relatos grandes como las ballenas: necesitamos héroes, muertes, traiciones y nobleza en gran escala. Para hablar de estas cosas profundas y gigantes se usaban las novelas largas, los cuadros con movimiento y las canciones. Esa tradición de abrirnos a un mundo enorme y peligroso la rescata la compañía La Mona Ilustre. El desafío es hacer entrar el mar en el escenario o, mejor todavía, una ballena

entera en nuestro cerebro. Hay una inocencia en esta historia que tiene una larga tradición. No solo es la del narrador de Moby Dick, sino también la de Mampato, de los ingenieros que pueblan las novelas de Julio Verne y de los protagonistas de la novela gráfica Mocha Dick, que es el punto de partida de este espectáculo. Esa inocencia que tiene su lado más peligroso en la ingenuidad y su mejor cara en la capacidad de maravillarse es la que se necesita para subirse a un barco y lanzarse a la aventura.

El prestigio rígido de la tragedia en el teatro ha tendido a considerar poco digna la aventura. Se nos olvida que Teseo mataba monstruos antes de gobernar mal, y que lo mismo hacían Edipo y Hércules. Al cortar la historia de esa manera hay un peligro, dejamos de entender a los personajes, los juzgamos mal en su ambición. Es importante restituirle al teatro el mundo de las aventuras, el enfrentamiento con los monstruos del mar y los del interior de nosotros mismos. La aventura también es trabajo, trabajo de verdad, físico, extenuante. Esta obra nos reclama el respeto por la historia completa de las personas, por las aventuras gigantes y por el esfuerzo invisible que sostiene todos los relatos

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En busca de nuestra ballena blanca Por Francisco Ortega

Extracto del epílogo de la novela gráfica Mocha Dick: La leyenda de la ballena blanca, de Francisco Ortega y Gonzalo Martínez, publicada en 2016 por Editorial Planeta.

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La leyenda de Mocha Dick

Mocha Dick fue un macho de ballena de esperma, o cachalote, afectado de albinismo que, según las crónicas balleneras de inicios del siglo XIX, era avistado con frecuencia por los balleneros norteamericanos e ingleses que recalaban en el puerto de Talcahuano. Decían que nadaba alrededor de la isla Mocha, por lo cual los pescadores le dieron el nombre de Mocha Dick.

Lo blanco en la Mocha no era inusual, tampoco su tamaño, ligeramente mayor que el común de los cachalotes. Lo que hacía especial al monstruo de la isla sureña era su particular “sentido del humor”. Mocha no escapaba como otras ballenas, sino que enfrentaba a sus cazadores y, usando su frente de ariete y su gran mandíbula, despedazaba botes y dejaba mal parados barcos de todos los tamaños. Su cuerpo viejo y lleno de marcas y cicatrices estaba cubierto por arpones de quienes habían intentado apresarla, detalle que le atribuyó características sobrenaturales. Los balleneros de Nantucket y Nueva Bedford decían que era inmortal, que a veces se aparecía en dos partes al mismo tiempo, que era una especie de dios marino enviado para castigar los abusos de los capitanes cometidos en altamar.

Supersticiones que no andaban tan perdidas. La Mocha tiene un curioso origen que se remonta al mito mapuche sobre los Trempulcahue, cuatro criaturas sobrenaturales. El relato ancestral sostiene que la isla Mocha sería el lugar de descanso del alma de los grandes guerreros, que hacia allá serían llevados los cadáveres en su tránsito hacia el otro mundo. Los lafquenches — mapuches costinos — solían empujar a sus muertos hacia la

isla recostándolos en pequeñas canoas, a la espera de que cuatro machis que habitaban el lugar salieran a recibirlos. La más vieja de las machis se convertía en la abuela de todas las ballenas, una enorme criatura albina que se encargaba de empujar al muerto al inframundo. Los balleneros del siglo XIX insistían en que su Mocha Dick era una divinidad; para nuestro pueblo ancestral en verdad lo era.

¿Mito o verdad? En el año 2009 una excavación en la isla Mocha descubrió muchos huesos humanos cubiertos en trajes ceremoniales mapuches. ¿Cómo llegaron allí desde la costa? Ya saben, la ballena blanca es chilena.

Los mitos se convierten en leyendas y las leyendas en escritos. Quiso la casualidad que en 1839, un marino y periodista neoyorquino llamado Jeremiah Reynolds escuchara la leyenda de Mocha Dick y escribiera su historia en el periódico norteamericano The Knikerbocker, crónica que llegó años después a las manos de Herman Melville. La ballena blanca se hizo universal, pero el mito era, en su origen, chileno, aunque muy pocos lo supieran. Había que traerlo de vuelta, no como un falso chauvinismo, sino como una manera de dar a conocer un episodio oculto de nuestra historia, de nuestras tradiciones y nuestro folklore. Moby Dick o Mocha Dick es tan chilena como la cueca o el copihue, y si no estaba en nuestro escudo debía estarlo en … una novela gráfica.

La novela gráfica

Si todo parte con una pregunta, la que nos hicimos con Gonzalo Martínez fue: ¿cómo Jeremiah Reynolds conoció la historia de Mocha Dick? Los datos dicen que la escuchó en Valparaíso de parte

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de tripulantes del ballenero Dauphin. De hecho, eso es lo que aparece en su relato. Pero por qué no reimaginar este gatillante, por qué no partir de esa excusa para contar una nueva historia, usar la ficción para dar forma a la recopilación de tradiciones e historias realmente sucedidas en las costas chilenas en la década de 1820.

El año 2010, junto a Gonzalo Martínez, publicamos una pequeña primera versión de Mocha Dick, que apareció en la antología de historietas Blanco Experimental, un cómic de doce páginas que ese mismo año se convirtió en un guion de ciento cincuenta para novela gráfica. Una historia de iniciación, un joven ballenero norteamericano que busca su lugar en el mundo, un mapuche embarcado en Talcahuano, el fantasma de la ballena blanca, mitos lafquenches mezclados con un relato de aventura. Si la ballena blanca regresaba a Chile, qué mejor que hacerlo para los lectores más jóvenes; si hace treinta años un cabro chico se maravilló

con el dato de que el más famoso de los monstruos marinos de la literatura era chileno, lo más sensato era hacer lo mismo.

Mocha Dick: la leyenda de la ballena blanca, fue un trabajo de dos años. Desde la investigación bibliográfica y los apuntes de historia que llevaron al primer guion, hasta los meses que Gonzalo Martínez invitrtió dando forma al cuento de Caleb Hienam, quinceañero nativo de Nantucket que conoce a bordo del ballenero Dauphin a un joven mapuche llamado Aliro Leftraru, que sueña con ser arponero, aunque su destino será muy distinto cuando la nave recoja a los supervivientes del hundido Essex y la leyenda del Trempulcahue se haga realidad ante sus ojos.

Es verdad que todos tenemos un monstruo marino que perseguir. Yo tuve la suerte de que Gonzalo Martínez me ayudara a capturar el mío

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“Una gesta épica teatral”

Por Marcela Rivera O.

Así es como el director de la compañía La Mona Ilustre define Mocha Dick.

Miguel Bregante ¿Cómo es que deciden hacer una versión teatral inspirada en la novela gráfica Mocha Dick, de los chilenos Francisco Ortega y Gonzalo Martínez?

Bueno, nos llega la propuesta de Andrés Kalawski y creo que él sabe muy bien a quién propone qué. Él lee este cómic que está plagado de imágenes y luego viene a motivarme hablándome de eso; de ver en el escenario mar, espuma, barcos, épica, sangre, arpones, ballenas, lo cual tiene un olor a difícil importante. ¡O sea, ya es difícil conseguir esa épica en el cine, pues imagina en el teatro! Él me deja la inquietud y luego nosotros lo leemos y rápidamente nos volvemos locos. Nos parece interesante porque el cómic, la novela gráfica, habla de una aventura, y es tan difícil de hacer que es en sí una aventura montarla en el teatro. Eso nos hace mucho sentido.

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Y en la aventura que ha sido el proceso de creación, ¿cuál ha sido la mayor dificultad?

Lo más difícil ha sido discernir y separar cuál de todas las propuestas buenas que surgen a diario al interior de la compañía es aquella que nos representa más dentro de este relato. Cuál es la que representa más al montaje, porque una vez que vamos cuajando algunas imágenes y armando algunos cuadros, la obra empieza a tomar rumbo propio. Hay que tratar no solamente de escuchar las propuestas del elenco, sino también la del rumbo que lleva el barco. Y siempre está el miedo de si habremos dejado algún camino que era mejor. Pero la verdad es que hemos tratado de escoger la propuesta que más nos incomodaba en casi todo momento, porque entiendo que había que empujar justamente eso, la aventura.

Si comparas este montaje con otros de La Mona Ilustre, ¿asumieron algún riesgo diferente en esta puesta en escena?

Sí, lo primero es que decidimos escuchar nuestras ganas de construir estas imágenes evocadoras y grandes, que nos traen la belleza y la inmensidad del mar y todo su universo. Al decidir tomar ese riesgo descartamos la dramaturgia de texto casi completamente. La narración que tiene una imagen de ese calibre y la construcción de esa imagen ha sido una de las decisiones más osadas que hemos tomado. No tener que narrar, sino tener que construir y lograr que esa construcción y esas dificultades hablen por nosotros fue olvidarnos del puerto seguro y dejar que el mar suceda. Hemos asumido la narración de las imágenes. Por ejemplo, la escena en que dos personas se encuentran por primera vez y se comunican a través de sus violines, fue pensar: bueno, pero esto no se va a entender, pero dijimos bueno tratemos, tomemos el riesgo, y veamos si funciona. Hemos intentado meternos en aguas lo más misteriosas posibles para

mantener vivo el espíritu de creación. La creación era la respuesta a la pregunta para qué queremos hacer esto.

Y como director, ¿eso te presentó algún reto nuevo?

El desafío es que uno como director tiende a orientar y ordenar. Permitir que las cosas sucedieran de acuerdo a los ritmos, las mareas y los vientos que nos venían empujando, ese fue un desafío, callar la necesidad de orden.

Respecto a la historia detrás del relato de Mocha Dick, ¿qué fue lo que más les atrajo como compañía?

Esta historia nos habla fundamentalmente de nuestros miedos: miedo a lo incierto, a lo lejano, a lanzarse y navegar rumbo a lo desconocido. Y nos habla de la aventura como una especie de antídoto para abordar esos miedos. En el fondo los miedos van a seguir estando ahí, los monstruos van a seguir en el mar, pero nos subimos a un barco que es apenas una cáscara de nuez y navegamos entre ellos. Pienso que el miedo es un tema actual: miedo a equivocarnos, a hacerlo mal, a tener un mal estreno, también el miedo a lo diferente, a lo desconocido: la ballena blanca; el mapuche que habla extraño; la mujer dentro de un mundo de hombres marinos. Por eso considero que este relato es también una oda anti racista, integradora e inclusiva.

¿Por qué esta es una obra que no solo es para niños y jóvenes, sino también para adultos?

Curiosamente siento que el niño, entendiéndolo como el de antes de la adolescencia, tiene o muestra bastante menos miedos de los que tiene un adulto. De alguna manera nos vamos rigidizando como adultos. En la adolescencia van apareciendo todos esos fantasmas, porque

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La Mona Ilustre lleva 11 años contando historias a través del teatro con objetos y marionetas. Los peces no vuelan, Juan Salvador Tramoya y La Niña de Canterville, estrenada en Teatro UC en 2015, son sólo algunos de sus trabajos.

no sé quién soy, no sé hacia dónde voy, no estoy de acuerdo con lo que he oído, pero tampoco tengo una opinión propia completamente formada. Pero como adulto el miedo es un motor o también un freno monumental. Entonces el espíritu de la aventura, del nuevo lenguaje, del nuevo mundo, es una premisa interesante y debatible para cualquier adulto por mayor que sea. El instalar el tema del miedo y del afrontar ese miedo es contingente, incluso a nivel de sociedades, gobernantes y de relaciones entre países. Por esto este trabajo será muy interesante para los mayores también.

¿Será entonces Mocha Dick una obra para todo tipo de públicos?

Sí. La conjunción de la temática del miedo, el género de aventuras y la construcción de imágenes narradoras nos ayudan a ampliar el espectro de públicos que pueden disfrutar del espectáculo. A mí me parece importante instalar en este montaje y en esta compañía la impronta de la creación, más allá del uso de un determinado estilo o técnica, es decir, aquí lo que hemos hecho ha sido crear y nos

hemos preocupado de eso, y ese riesgo debería verse, y ojalá disfrutarse, a nivel escénico. Tomar una novela gráfica, un cómic, un relato ágil y convincente que hasta el día de hoy leemos niños y adultos, y sacarla adelante con imágenes implica creación, y eso es lo que hace atractiva esta obra.

¿Cuál será el resultado en escena para el público que asista a una función?

Cuando vengan a ver Mocha Dick verán una gesta épica teatral: un espectáculo lleno de imágenes marinas, hechas por un grupo de comediantes que intentó que estas fueran lo más grandilocuentes posible, porque tuvo el encargo de contar algo grande: una historia de ballenas. Sí, van a ver la ballena, el mar, el barco navegando, la lluvia, la tempestad, la crueldad de los marineros, la sangre, el racismo, la dureza y el miedo, por eso es que hablo de una gesta épica. También verán la aventura de un adolescente que quiere buscar como todos y todas su lugar en el mundo, en este caso es tratar de salvar a la ballena blanca, pero podría ser cualquier otra cosa, la aventura de vivir es también una gesta épica

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La inspiración

El mundo de referentes que tuvimos en mente para la obra fue diverso, incluyendo pinturas, películas e ilustraciones, pero también elementos más realistas. Para crear la ballena, por ejemplo, hicimos un trabajo exhaustivo de investigación, pero también de observación y que incluyó, entre otras cosas, ver cómo se mueve un cachalote y la forma de su cuerpo. Y es que La Mona Ilustre resuelve después de probar varias posibilidades. Trabajar con ellos y con Miguel es, de alguna manera, buscar todas las posibilidades que la escena te advierta, cuál es la mejor en términos de durabilidad, de lo que funciona con las escenas y de lo que funciona con los actores y los personajes. Las posibilidades de referentes son muchos, pero todo se rige por lo que pasa en el escenario. Ha habido momentos muy ciegos, de no tener una claridad tan visual de lo que quieres, pero sí creo que metodológicamente hay cierta claridad en el camino. No podría decir el resultado final, porque eso lo vamos a ver en el estreno, pero creo que hemos acotado todo muy bien para que el camino nos lleve hacia ese lugar.

Los vestuarios son de la época en que se desarrolla la historia, 1820 a 1850; son marineros. También hemos ido buscando cómo rescatar el imaginario mapuche sin caer en el cliché. Hay en Aliro, el protagonista mapuche de la obra, un trabajo para mostrar en él su esencia mapuche sin convertirlo en la misma representación de siempre.

Elementos escenográficos

Todo tiene un estudio técnico, desde el largo que tiene que tener, hasta el cómo se verá en escena y el peso, por ejemplo. Tomamos una decisión y ésta fue que

Por Katiuska Valenzuela,diseño escenografía, vestuario y utilería Mocha Dick

Boceto de diseño del personaje Aliro.

Grandes detalles

la obra sea, principalmente, de madera. Todo nos ha llevado a construcciones de madera. Para diferenciar el mundo de los marineros del mundo marino optamos por un material como el mimbre y la rafia, que son más nobles. Son dos elementos que comulgan muy bien y que son muy parecidos en escena, pero que se trabajan de manera muy distinta.

Dimensiones

La Mona Ilustre desarrolla en sus montajes un trabajo cinematográfico de planos. Al momento de montar y crear imágenes el grupo ya piensa en primeros planos, planos máster y planos medios. Eso implica un trabajo a escala del diseño y nos ha permitido tomar decisiones desde escalas muy pequeñas a escalas muy grandes. Lo novedoso de esta manera de trabajar es que las imágenes que se construyen permiten cubrir las distintas dimensiones en que el espectador podrá mirar la obra

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Diego Hinojosa

“En La Mona Ilustre trabajamos mucho desde la narrativa de los espacios, contamos las cosas de una manera bien espacial, movemos mucho la escenografía y los objetos. Es bien cinematográfico. Y como Mocha Dick es un cómic, se entendía que nosotros podíamos darle movimiento espacial a esta historieta”.

Isidora Robeson

“En un comienzo queríamos probar diferentes lenguajes y así lo hicimos. En el proceso nos hemos encontrado cosas que a uno le dan miedo, lo que se relaciona bastante con los temas de la obra. Por ejemplo, actuar, tocar violín, después hacer una escena en silencio, hacer a un mosquito y luego seguir cantando, ha sido desafiante y vienen los miedos, las frustraciones. La forma de abordar este trabajo ha sido más bien lanzarse a la aventura”.

¡Todos a bordo!

Por Ignacia Goycoolea

El elenco de Mocha Dick nos cuenta sobre sus propios monstruos y miedos durante el proceso creativo.

Paula Barraza

“Un primer hito en el proceso fue definir temas fundamentales. El miedo a lo desconocido, lo gigante, lo raro, es un tema importante en el cómic y en la obra. La manera en que uno por defensa, por protección ante el miedo a lo distinto, tiende a discriminar, a aplastar al otro. La discriminación es algo que se trata harto en la historia”.

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Alex Acevedo

“Algunos de los actores nuevos fuimos al workshop “Crear en imágenes” que impartió La Mona Ilustre en 2018, en el que trabajamos una forma de crear desde el hacer, no desde el hablar, sino que probando las cosas. Tirarse a la piscina, atreverse a probar diferentes formas de contar historias. Luego nos invitaron a los ensayos abiertos, donde vimos las primeras imágenes que la compañía había trabajado para Mocha Dick y, finalmente, nos llamaron a sumarnos al elenco tras una audición”.

Mercedes Mujica

“Subirse a este barco ha sido conocer una metodología nueva de trabajo. Nos sumamos a una compañía que lleva muchos años desarrollando un lenguaje muy específico y que tiene su manera de trabajar. Nos hemos querido sumar desde el respeto, desde el escucharnos, dejar la teoría de lado y probar todo en la práctica”.

Nicolás Ruiz

“Quisiera que el público viajase con nosotros y que de alguna manera esa experiencia los lleve a entender esta historia más allá de lo racional. Que experimenten las sensaciones de los lugares a los que estamos viajando con ellos”.

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Mocha Dick: Entre el mito y la realidadPor Jhoann Canto H.,

Coordinador y curador del área de zoología de vertebrados del Museo Nacional de Historia Natural.

Artículo publicado en sitio web del Museo Nacional de Historia Natural www.mnhn.cl

Los mitos muchas veces pueden contarnos historias de algo que parece inverosímil. En la mayoría de los casos pueden resultar ser sólo historias que se van agrandando con el paso del tiempo. Pero otras veces contienen trazos de verdad que la ciencia comienza a develar. Moby Dick es uno de ellos. Esta historia se hace conocida, en todo el mundo, en base a la novela de Herman Melville escrita en 1851 titulada Moby Dick. Esta novela surge de un breve artículo escrito por el periodista Jeremiah Reynolds, quien en 1829 se encontraba realizado una expedición al Polo Sur y en su periplo por esa parte del planeta visita la isla Mocha donde conoce el relato de un cachalote albino que habita en las aguas cercanas de la isla. Según la información de la época este cachalote llegaba a los 24 metros de longitud y poseía una extraordinaria fuerza. Habría sobrevivido muchas décadas a intentos de caza. Se le hace responsable del hundimiento, en 1820, de un barco de 238 toneladas llamado Essex. En 1839 Reynolds publicó una nota en una revista de Nueva York llamada The Knickerbocker. Tras leerla Melville se inspira y escribiría su famosa novela.

Qué dice la ciencia de esta especie

Mocha Dick o Moby Dick es una especie de cachalote conocido con el nombre

científ ico Physeter catodon (otros especialistas utilizan el nombre Physeter macrocephalus). Es un gran odontoceto que pertenece a la familia Physeteridae. La literatura científica señala que los machos pueden alcanzar hasta los 19 metros de longitud y llegar a pesar unas 70 toneladas. Son grandes buceadores llegando a descender unos 3.000 metros y contener la respiración hasta poco más de dos horas. Muchos estudios indican que sobrepasan los 70 años de vida. Esta especie habita en todos los océanos del planeta. Estimaciones señalan que antes de la actividad ballenera su población alcanzaba el 1.100.000 de individuos. Hoy los especialistas indican que podrían quedar unos 100.000 ejemplares.

¿Pero cuál es la realidad del mito?

No sabemos que tanto puede llegar a vivir esta especie. Usualmente la forma de estimar la edad es mediante el conteo de las capas que se conservan en los dientes. Por lo que se depende de los ejemplares que varan. Asimismo, el tamaño máximo reportado es resultado de las estadísticas obtenidas de las antiguas operaciones balleneras y de los ejemplares que varan. Esto quiere decir que perfectamente la longevidad puede ser más amplia de lo que conocemos y la longitud también

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La última sesión de FreudDe Mark St. GermainDirección Marcelo Alonso

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Jorge Washington 26, Plaza Ñuñoa

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Decano Facultad de Artes Luis Prato

Director Escuela de Teatro Alexei Vergara

Directora Ejecutiva Teatro UC Verónica Tapia

Director Artístico Teatro UC Andrés Kalawski

Productor Ejecutivo David Meneses · Productora Artística (s) Paula Pavez Comunicaciones y Marketing Marcela Rivera · Educación y Mediación Ignacia Goycoolea · Diseño Gráfico Florencia Aguilera · Administrador de Sala y Gestión de Públicos Nelson Álvarez · Operador Técnico Pablo Jorquera Realizadores Escenográficos Eduardo Gallagher, Claudio Viedma, Alejandro Núñez · Sonido Marco Díaz · Iluminación Juan Carlos Araya, Pablo Sáez · Realización Vestuario Sergio Aravena · Boletería Viviana González, Lucía Castillo · Encargado de Promoción y Ventas Mario Contreras, Raúl Pacheco · Asistente de Administración Francisco Jorquera · Asistente de Servicio Ana Cid, Leslie Salazar · Administración

y Finanzas Luis Coloma · Secretaria de Dirección Alejandra Salazar

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