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MÓDULO III ÁMBITO LENGUA TEMA 1 LA COMUNICACIÓN
Antonio Gómez Jiménez
MÓDULO III ÁMBITO LENGUA TEMA 1 LA COMUNICACIÓN
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MÓDULO III ÁMBITO LENGUA TEMA 2 EL TEXTO
Antonio Gómez Jiménez
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MÓDULO III ÁMBITO LENGUA TEMA 3 La Morfología
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Antonio Gómez Jiménez
ROMANTICISMO
El Romanticismo fue un movimiento artístico, literario e ideológico que se produjo en la
primera mitad del siglo XIX. Fue una ruptura con el normativismo neoclásico y su principio
básico fue la libertad de creación.
El Romanticismo español duró relativamente poco. Suelen señalarse los años 1835 (estreno
de Don Álvaro del Duque de Rivas) como fecha de inicio, y 1849 (estreno de la obra de José
Zorrilla Traidor, inconfeso y mártir) como fecha fin.
Características
· La vuelta a la Edad Media con la revitalización de la poesía caballeresca y feudal.
· Anticlasicismo.
· Exaltación de la fantasía, el exotismo, los países lejanos e incluso lugares imaginarios.
· El idealismo y los sentimientos apasionados.
· Huida del normativismo neoclásico.
· Temas principalmente amorosos, religiosos y sobre la vida y la muerte.
La lírica romántica española comienza con la publicación de las poesías de Zorrilla, en 1837, y
termina sobre el año 1850. Entre estos años se publican las obras líricas de los autores más
reconocidos, como son Espronceda, Zorrilla o el Duque de Rivas.
El Romanticismo continúa en dos líneas, una más intimista (Bécquer y Rosalía de Castro
principalmente) y otra con elementos más tópicos.
En cuanto a la forma, el romanticismo supuso un cambio de léxico, de imágenes poéticas y,
sobre todo, de métrica. El léxico romántico está relacionado con las actitudes propias de la
época, como son el pesimismo, la melancolía, la frustración...
Los temas tratados son principalmente el amor y la religión, y se da una gran importancia a lo
narrativo, como las leyendas y los romances, que ocupan un lugar importante en el
movimiento romántico tanto si parten de elementos históricos como fantásticos.
Espronceda
José de Espronceda Delgado nació el 25 de marzo de 1808 en Almendralejo (Badajoz). En el
año 1842 muere Espronceda a la edad de 34 años.
Toda su obra poética, ha sido dividida en tres secciones: El poema épico; las poesías líricas; sus
obras dramáticas. Entre las poesías líricas destacan "Canto a Teresa", intercalado en "A Jarifa
en una orgía"; "El Diablo Mundo"; "El verdugo"; "El mendigo"; "El sol"; "La Canción del Pirata";
el gran poema "El Estudiante de Salamanca"; etc.. Por último, el grupo de sus obras
dramáticas, entre las que figuran "Blanca de Borbón", "Ni el tío ni el sobrino", "Amor venga sus
agravios".
Bécquer
Bécquer nació el 17 de febrero de 1836 en Sevilla y murió en septiembre de 1870. Su padre
era un célebre pintor del costumbrismo sevillano que murió cuando Gustado Adolfo tenía nada
menos que cinco años; Con nueve años quedó huérfano también de madre y salió del colegio
para ser acogido por su madrina de bautismo. Cuando tuvo los diecisiete años dejó a su
madrina y a la buena posición que ésta le proporcionaba para hacer un viaje a Madrid en busca
de fortuna a través de las letras que se le daba con facilidad. Cierto tiempo después encuentra
una plaza libre en la redacción de "El Contemporáneo" y fue entonces cuando escribió la
mayoría de sus leyendas y las "Cartas desde mi celda"
Como legado para la literatura española, Gustavo Adolfo Bécquer dejó sus "Rimas" que nos
deja ver lo melancólico y atormentado de su vida; en el género de las leyendas escribió la
célebre "Maese Pérez el Organista", "Los ojos verdes", "Las hojas secas" y "La rosa de pasión"
entre varias otras. Escribió esbozos y ensayos como "La mujer de piedra", "La noche de
difuntos", "Un Drama" y "El aderezo de esmeraldas" entre una variedad similar a la de sus
leyendas.
LIII
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!
José Zorrilla
Dramaturgo y poeta español más destacado del romanticismo español nacido en Valladolid
en 1817. Fue un escritor muy prolífico, publicó cuarenta obras.
En 1848 con solo treinta y un años fue elegido miembro de la Real Academia Española.
Su enorme obra poética comenzó en 1837 con Poesías, le siguió Los Cantos del Trovador
(1840), Recuerdos y Fantasías (1844), La Azucena Silvestre (1845) y El Cantar del Romero
(1886); pero Zorrilla destacó más como autor dramaturgo.
Mantuvo los esquemas teatrales del siglo de Oro español con lo que consiguió a favor del
público. Algunas de sus obras fueron El Puñal del Godo (1843), Don Juan Tenorio (1844), Más
Vale Llegar a Tiempo que Rondar un Año (1845), entre otras.
Rosalía de Castro
Salvo una breve estancia castellana en Madrid, donde conoce a Manuel Murguía quien será
su marido, toda su existencia transcurre en Galicia.
Tuvo seis hijos, aunque en su matrimonio no pareció ser feliz. Tenía una salud delicada por lo
que vivió en Galicia desde 1874, y murió en 1885 en Padrón, La Coruña.
En 1857 publicó su primer libro poético, La Flor, al que siguieron Cantares Gallegos (1863) y
Follas Novas, los cuales estaban escritos en gallego. En 1884 fue publicada En Las Orillas Del
Sar, considerada su obra principal.
Sus poemas suponen en punto de partida de la lírica moderna, ya que rompen con las formas
métricas de su tiempo.
Rosalía de Castro también es autora de novelas narrativas como La Hija del Mar (1859), de
carácter folletinesco; Flavio (1861), ensayo de novela que trata de la imposibilidad del amor; y
Ruinas (1866).
La segunda mitad del siglo XIX
Es importante conocer la situación histórica y cultural de España en la segunda mitad del siglo
XIX.
Situación de España.
Situación histórica Situación socio-cultural
- La burguesía, formada por
grandes empresarios y
terratenientes, es la clase dominante del país. Se instalan
en el poder y se vuelven
conservadores y moderados.
- Los progresistas, integrados por pequeños empresarios, artesanos y militares de baja
graduación, se enfrentan al
conservadurismo y a los
privilegios de los ricos.
- El proletariado, clase a la que
pertenecen los obreros y
campesinos, intenta defender sus
intereses; socialismo y anarquismo se enfrentan al
sistema político dominante. La
caída de Isabel II en 1868 abre el camino hacia un gobierno
republicano.
- El positivismo, corriente filosófica que
surge tras los avances técnicos y
científicos, propone la observación rigurosa y la experimentación como
únicos métodos para llegar al
conocimiento de la realidad. Se desechan
las corrientes románticas en las que predominaba el sentimiento y la
imaginación. Surge el realismo literario
que pretende reflejar la realidad tal y como es.
- El evolucionismo es un nuevo método experimental sobre las leyes de la
herencia y la evolución de las especies. Este método pretende explicar el
comportamiento del hombre. Los
escritores naturalistas reflejan estas
corrientes en sus obras.
Situación literaria
Los cambios sociales y las nuevas corrientes ideológicas que surgen en esta
segunda mitad del siglo XIX influyen en la producción literaria. La fantasía y la subjetividad del
Romanticismo, así como la expresión libre de sus sentimientos más íntimos
son sustituidos por todo aquello que rodea al hombre. El Realismo y el Naturalismo sustituyen al Romanticismo.
El Realismo
Este movimiento literario aparece en la segunda mitad del siglo XIX, como consecuencia de las
circunstancias sociales de la época: la consolidación de la burguesía como clase dominante, la
industrialización, el crecimiento urbano y la aparición del proletariado.
Las características básicas del Realismo literario son:
Eliminación de todo aspecto subjetivo, hechos fantásticos o sentimientos que
se alejen de lo real.
Análisis riguroso de la realidad. El escritor nos ofrece un retrato riguroso de
lo que observa.
Los problemas de la existencia humana, componen el tema fundamental de la novela realista; ésa es la consecuencia del sumo interés por la descripción del
carácter, temperamento y conducta de los personajes.
Surge un tipo de novela en la que se analizan minuciosamente las motivaciones de los personajes y las costumbres.
El novelista denuncia los defectos y males que afectan a la sociedad y ofrece al
lector soluciones para detenerlos. Cada autor, según sus ideas, muestra lo que
para él es un mal de la sociedad.
El Naturalismo
El Naturalismo surge como una derivación del Realismo, que tenía como objetivo explicar los
comportamientos del ser humano. El novelista del Naturalismo pretende interpretar la
vida mediante la descripción del entorno social y descubrir las leyes que rigen la conducta
humana.
Los escritores naturalistas representan a sus personajes en situaciones extremas de pobreza y
marginación, y les gustaba describir los ambientes más bajos y sórdidos con el fin de poner al descubierto las lacras de la sociedad. La descripción de estos ambientes interesaba en la medida
que permitía observar cómo influye un medio hostil sobre la forma de ser de los personajes y
cuáles son la reacciones del ser humano en condiciones de vida adversas.
Novelistas del Realismo y el Naturalismo
En esta época, la novela es el género literario preferido. Novelistas importantísimos reflejan los profundos cambios sociales en sus obras. No diferenciaremos autores del Realismo y del
Naturalismo ya que todos participaron en ambas corrientes por simple evolución.
Juan Valera
Nació en Cabra (Córdoba) en 1824, hijo de una familia noble. Estudió Derecho e ingresó en el
cuerpo diplomático, desempeñando diferentes misiones en varios países europeos y americanos.
Fue miembro de la Real Academia Española. Comenzó a escribir cuando ya tenía cincuenta
años. Murió en Madrid en 1905.
Fue un hombre culto y refinado, de espíritu equilibrado y libre. Su inteligencia y fino sentido
estético se manifiestan en su labor como crítico y en su estilo correcto, fluido y elegante;
aunque, a veces, adolece de vigor y calor humano.
Su primera obra fue Pepita Jiménez en la que un joven seminarista conoce a una mujer con la
que su padre, que es viudo, piensa casarse. El joven va enamorándose poco a poco de ella y, tras
largas luchas interiores entre su vocación religiosa y su amor, triunfa el último.
También escribió El Comendador Mendoza, Doña Luz, y una de sus mejores
novelas, Juanita la Larga, cuando tenía setenta años.
Juanita la Larga (Juan Valera)
Como de costumbre, jugaba al tute con la madre; como de costumbre, hablaba con Juanita en conversación general, y Juanita hablaba igualmente y
le oía muy atenta manifestándose finísima amiga suya y hasta su
admiradora; pero, como de costumbre también, las miradas ardientes y los
mal reprimidos suspiros de don Paco pasaban sin ser notados y eran machacar en hierro frío, o hacían un efecto muy contrario al que don Paco
deseaba poniendo a Juanita seria y de mal humor, turbando su franca alegría
y refrenando sus expansiones amistosas.
De esta suerte, poco venturosa y triunfante para don Paco, se pasaron
algunos días y llegaron los últimos del mes de julio.
Hacía un calor insufrible. Durante el día los pajaritos se asaban en el aire
cuando no hallaban sombra en que guarecerse. Durante la noche refrescaba
bastante. En el claro y sereno cielo resplandecían la luna y multitud de
estrellas, que, en vez de envolverlo en un manto negro, lo teñían de azul con
luminosos rasgos de plata y refulgentes bordados de oro.
Ambas Juanas no recibían a don Paco en la sala, sino en el patio, donde se
gozaba de mucha frescura y olía a los dompedros, que daban su más rico
olor por la noche, a la albahaca y a la hierba Luisa, que había en no pocos arriates y macetas, y a los jazmines y a las rosas de enredadera, que en
Andalucía llaman de pitiminí, y que trepaban por las rejas de las ventanas,
en los cuartos del primer piso, donde dormían Juanita y su madre.
En aquel sitio, tan encantador como modesto, era recibido don Paco.
Todavía allí, a la luz de un bruñido velón de Lucena, de refulgente azófar, se jugaba al tute en una mesilla portátil, pero no con la persistencia que bajo
techado. Otras distracciones, casi siempre gastronómicas, suplían la falta de
juego. Juana, que era tan industriosa, solía hacer helado en una pequeña cantimplora que tenía; pero con más frecuencia se entretenían comiendo ora
piñones, ora almendras y garbanzos tostados, ora flores de maíz, que Juanita
tenía la habilidad de hacer saltar muy bien en la sartén, y ora altramuces y, a
veces, hasta palmitos cuando los arrieros los traían de la provincia de Málaga, porque en la de Córdoba no se crían.
Benito Pérez Galdós
Nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1843. Se fue muy joven a Madrid donde estudió Derecho. En la capital pasó la mayor parte de su vida dedicándose fundamentalmente a escribir.
Murió en Madrid en 1920. Galdós fue un hombre sin prejuicios, abierto a toda idea de progreso
y, al mismo tiempo, amaba intensamente a su patria. Vivió de forma tan comprometida con su
época que escribió sus obras con la intención de encontrar la raíz de los problemas y explicarlo todo a los demás. Galdós fue un extraordinario narrador, aunque también escribió numerosas
obras teatrales.
La producción literaria de Galdóa es enorme. Sólo su narrativa consta de más de setenta
volúmenes, clasificados por él mismo en: Episodios Nacionales, Novelas de la primera época
y Novelas contemporáneas.
Episodios Nacionales. En estas obras, Galdós pretende ofrecer una visión, en
forma novelada, de la historia de España del siglo XIX. Consta de cinco series
de diez tomos cada una, salvo la última que quedó interrumpida. Los episodios
históricos mejor logrados fueron: Trafalgar, El dos de Mayo, Gerona,
Zaragoza. Novelas de la primera época. Todas ellas tienen características comunes:
tratan problemas políticos y religiosos, profundizan en el estudio psicológico de
los personajes y sobre la contradicción entre lo tradicional y lo liberal. Doña
Perfecta, La Fontana de Oro, Gloria... Novelas contemporáneas. La mayoría de estas novelas tienen como eje central
de su temática la ciudad de Madrid, sus gentes, sus calles y sus
barrios. Fortunata y Jacinta, La desheredada, Miau, Tristana,
Misericordia...
Trafalgar (Benito Pérez Galdós)
Entre los soldados vi algunos que sentían el malestar del mareo, y se
agarraban a los obenques para no caer. Verdad es que había gente muy decidida, especialmente en la clase de voluntarios; pero por lo común todos
eran de leva, obedecían las órdenes como de mala gana, y estoy seguro de
que no tenían el más leve sentimiento de patriotismo. No les hizo dignos del combate más que el combate mismo, como advertí después. A pesar del
distinto temple moral de aquellos hombres, creo que en los solemnes
momentos que precedieron al primer cañonazo la idea de Dios estaba en todas las cabezas.
Por lo que a mí toca, en toda la vida ha experimentado mi alma sensaciones iguales a las de aquel momento. A pesar de mis pocos años, me hallaba en
disposición de comprender la gravedad del suceso, y por primera vez,
después que existía, altas concepciones, elevadas imágenes y generosos pensamientos ocuparon mi mente. La persuasión de la victoria estaba tan
arraigada en mi ánimo, que me inspiraban cierta lástima los ingleses, y los
admiraba al verlos buscar con tanto afán una muerte segura.
Por primera vez entonces percibí con completa claridad la idea de la patria, y mi corazón respondió a ella con espontáneos sentimientos, nuevos hasta
aquel momento en mi alma. Hasta entonces la patria se me representaba en
las personas que gobernaban la nación, tales como el rey y su célebre
ministro, a quienes no consideraba con igual respeto. Como yo no sabía más historia que la que aprendía en la Caleta, para mí era de ley que debía uno
entusiasmarse al oír que los españoles habían matado muchos moros
primero, y gran pacotilla de ingleses y franceses después. Me representaba, pues, a mi país como muy valiente; pero el valor que yo concebía era tan
parecido a la barbarie como un huevo a otro huevo. Con tales pensamientos,
el patriotismo no era para mí más que el orgullo de pertenecer a aquella
casta de matadores de moros.
Leopoldo Alas "Clarín"
Nació en Zamora en 1852, de familia asturiana. Estudió Leyes en Oviedo y se doctoró en
Madrid. Fue catedrático de las facultades de Derecho de Zaragoza y Oviedo. Fue un hombre culto, de sólida formación universitaria y aguda capacidad crítica que hizo que fuese temido y
respetado.
Escribió una novela muy extensa que está considerada como una de las obras fundamentales del
Realismo español: La Regenta, en la que Clarín hace un análisis minucioso y detallado del
ambiente hipócrita y corrompido de Vetusta, ciudad donde se desarrolla la acción y que puede
ser Oviedo. Satiriza a sus personajes que, bajo apariencias honradas, esconden la hipocresía y la
maldad.
Clarín también destacó como uno de los mejores escritores de cuentos de su época, en los que
analiza el comportamiento de personas malvadas y llenas de hipocresía. Entre ellos destaca ¡Adiós, cordera! En este cuento se nos narran las peripecias de tres amigos felices e
inseparables: Rosa, Pinín y Cordera. Dos hermanos gemelos y su vaca Cordera que son felices
en las montañas asturianas alejados de los peligros del mundo. Sólo un palo del telégrafo y un tren que pasa de vez en cuando son indicios de ese mundo. Pero un día ese mundo se llevará
primero a la Cordera y luego a Pinín. Rosa se quedará sola con su dolor y sus recuerdos.
¡Adiós, Cordera! (Leopoldo Alas "Clarín")
Desde aquel día en que adivinaron el peligro, Pinín y Rosa no sosegaron. A media semana se personó el mayordomo en el corral de Antón. Era otro
aldeano de la misma parroquia, de malas pulgas, cruel con los caseros
atrasados. Antón, que no admitía reprimendas, se puso lívido ante las
amenazas del desahucio.
El amo no esperaba más. Bueno, vendería la vaca a vil precio, por una
merienda. Había que pagar o quedarse en la calle.
El sábado inmediato acompañó al Humedal Pinín a su padre. El niño miraba
con horror a los contratistas de carne, que eran los tiranos del mercado.
La Cordera fue comprada en su justo precio por un rematante de Castilla. Se le hizo una señal en la piel y volvió a su establo de Puao, ya vendida, ajena,
tañendo tristemente la esquila. Detrás caminaba Antón de Chinta, taciturno,
y Pinín, con ojos como puños. Rosa, al saber la venta, se abrazó al testuz de
la Cordera, que inclinaba la cabeza a las caricias como al yugo. (...)
El viernes, al oscurecer, fue la despedida. Vino un encargado del rematante de Castilla por la res. Pagó; bebieron un trago Antón y el comisionado, y se
sacó a la quintana la Cordera. Antón había apurado la botella estaba
exaltado; el peso del dinero en el bolsillo le animaba también. Quería aturdirse. Hablaba mucho, alababa las excelencias de la vaca. El otro
sonreía, porque las alabanzas de Antón eran impertinentes. ¿Que daba la res
tanto y tantos xarros de leche? ¿Que era noble en el yugo, fuerte con la
carga? ¿Y qué, si dentro de pocos días había de estar reducida a chuletas y otros bocados suculentos? Antón no quería imaginar esto; se la figuraba
viva, trabajando, sirviendo a otro labrador, olvidada de él y de sus hijos,
pero viva, feliz... Pinín y Rosa, sentados sobre el montón de cucho, recuerdo para ellos sentimental de laCordera y de los propios afanes, unidos por las
manos, miraban al enemigo con ojos de espanto. En el supremo instante se
arrojaron sobre su amiga; besos, abrazos: hubo de todo. No podían separarse de ella. Antón, agotada de pronto la excitación del vino, cayó como en un
marasmo; cruzó los brazos, y entró en el corral oscuro.
Los hijos siguieron un buen trecho por la calleja, de altos setos, el triste
grupo del indiferente comisionado y la Cordera, que iba de mala gana con
un desconocido y a tales horas. Por fin hubo que separarse. Antón
malhumorado, clamaba desde casa:
-¡Bah, bah, neños, acá vos digo; basta de pamemes! -así gritaba de lejos el
padre, con voz de lágrimas.
Caía la noche; por la calleja oscura, que hacían casi negra los altos setos,
formando casi bóveda, se perdió el bulto de la Cordera, que parecía negra de
lejos. Después no quedaba de ella más que el tintánpausado de la esquila,
desvanecido con la distancia, entre los chirridos melancólicos de cigarras
infinitas.
¡Adíós, Cordera! -gritaba Rosa deshecha en llanto-.
¡Adiós, Cordera de mío alma!
-¡Adiós, Cordera! -repetía Pinín, no más sereno.
-Adiós -contestó por último, a su modo, la esquila perdiéndose su lamento
triste, resignado, entre los demás sonidos de la noche de julio en la aldea...