molino del rey

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¿Dónde estar el parque, señor Anaya? Si hubiera parque, usted no estaría aquí. Para el 19 y 20 de agosto ya habían llegado a las afueras de la Ciudad de México. En Churubusco, el General Pedro María Anaya y su ejército los enfrentaron con valor, pero se quedaron sin balas. México podía enfrentar esta invasión, pero el país estaba dividido en grupos que querían el poder y los ricos no quisieron prestar dinero para armamento de defensa. ¿Ya escucharon que los norteamericanos están cerca? Sí, nuestro ejército quiere que lo apoyemos con dinero. Pero ese no es nuestro problema, que lo arreglen ellos. Así comenzó la llamada “Invasión Norteamericana”. El ejército extranjero fue comandado por el General Winfield Scott y tenía como objetivo llegar a la Ciudad de México. En marzo de 1847, los estadounidenses entraron a México por la frontera norte y desde el mar atacaron Veracruz. ¡Auxilio! El 14 de septiembre, el enemigo logró llegar al Centro de la Ciudad y subió su bandera en el asta de la Plaza Mayor. Alta California Nuevo México Texas Santa Anna renunció a la presidencia el día 16 de septiembre. A cambio de la paz, los norteamericanos exigieron que México les vendiera Texas, Nuevo México y Alta California. ¡Pero Señor Presidente, si lo hacemos de ese modo vamos a perder! Dicen que nomás nos está viendo desde lejos, pero nosotros debemos pelear. ¡Dénse por vencidos! ¡Malditos! Pero como no llegaron los refuerzos por culpa de Santa Anna, el enemigo se reagrupó y obligó al General Echegaray a retirarse. El entonces presidente de México, Antonio López de Santa Anna, trató de impedirlo, pero Estados Unidos apoyaba a los texanos. Los norteamericanos eran tan poderosos y ambiciosos que no se conformaron con Texas e invadieron nuestro país en 1846. El pueblo de México se enfrentó a los invasores con piedras, pero éstos respondieron asesinando a familias enteras. ¡Regrésense por donde vinieron! ¡Lárguense a su país! ¡General Bravo, uno de los cadetes se acaba de tirar del Castillo con nuestra bandera enredada! Era Juan Escutia, a sus 13 años murió como un héroe. Se sacrificó para que el enemigo no tomara la bandera. El 12 y 13 de septiembre los invasores llegaron al Castillo de Chapultepec, que en ese entonces era el Colegio Militar. Los jóvenes cadetes que estudiaban ahí lucharon valerosamente contra el enemigo. En 1836 algunos norteamericanos salieron de Estados Unidos y ocuparon California, Nuevo México y Texas, que en ese entonces pertenecían a nuestro país. Tiempo después los texanos se independizaron. Santa Anna no envió a tiempo las balas necesarias y esto les dio ventaja a los norteamericanos. Para el 7 de septiembre, Santa Anna encargó al General Juan Álvarez defender el Molino del Rey porque el ejército enemigo ya estaba cerca. Pongo 4 mil soldados a su mando, pero quiero que duerman en diferentes lugares. Santa Anna ordenó que esos soldados pasaran la noche en distintos puntos, lo que debilitó la estrategia de defensa. ¡No me replique! ¡Yo sé lo que hago! Estados Unidos decidió aprovechar esta situación para quitarle territorio a México. Así, México perdió más de la mitad de su territorio por el egoísmo y falta de unión que había entre los mexicanos. Por eso es importante conocer nuestra historia, para no repetir los errores que nos costaron tan caro. El 8 de septiembre los norteamericanos llegaron muy temprano al Molino del Rey, pues creían que los mexicanos fabricaban ahí sus armas. ¿Por qué no están peleando los soldados de Juan Álvarez? ¡No sé, pero dispárale al enemigo! Las malas decisiones de Santa Anna dejaron en desven- taja a nuestro ejército, que aún así peleó con valor. En la Casa Mata, que estaba frente al Molino del Rey, había muchos mexicanos que le dispararon al enemigo desde las azoteas, causándole una gran cantidad de bajas. Muchos de los cadetes eran niños. Ni Santa Anna ni los refuerzos aparecieron; sólo el Coronel Xicoténcatl apoyó, pero murió junto con sus hombres defendiendo el Castillo. ¡Gringo miserable! ¡¿Dónde está Santa Anna?! De todas formas el enemigo se apoderó de ambos lugares, aunque perdió cerca de 800 hombres... Santa Anna llegó cuando ya todo había terminado. El General Miguel Echegaray y sus soldados llegaron al Molino para apoyar a sus compañeros y sorprendieron al ejército enemigo.

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Historieta sobre la Batalla de Molino del Rey

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Page 1: Molino Del Rey

¿Dónde estar el parque, señor Anaya?

Si hubiera parque, usted no estaría aquí.

Para el 19 y 20 de agosto ya habían llegado a las afueras de la Ciudad de México. En Churubusco, el General Pedro María Anaya y su ejército los enfrentaron con valor, pero se quedaron sin balas.

México podía enfrentar esta invasión, pero el país estaba dividido en grupos que querían el poder y los ricos no quisieron prestar dinero para armamento de defensa.

¿Ya escucharon que los norteamericanos están cerca?

Sí, nuestro ejército quiere que lo apoyemos con dinero.

Pero ese no es nuestro problema, que lo arreglen ellos.

Así comenzó la llamada “Invasión Norteamericana”. El ejército extranjero fue comandado por el General Winfield Scott y tenía como objetivo llegar a la Ciudad de México.

En marzo de 1847, los estadounidenses entraron a México por la frontera norte y desde el mar atacaron Veracruz.

¡Auxilio!

El 14 de septiembre, el enemigo logró llegar al Centro de la Ciudad y subió su bandera en el asta de la Plaza Mayor.

Alta California

Nuevo México

Texas

Santa Anna renunció a la presidencia el día 16 de septiembre. A cambio de la paz, los norteamericanos exigieron que México les vendiera Texas, Nuevo México y Alta California.

¡Pero Señor Presidente, si lo hacemos de ese modo vamos a perder!

Dicen que nomás nos está viendo desde lejos, pero nosotros debemos pelear.

¡Dénse por vencidos! ¡Malditos!

Pero como no llegaron los refuerzos por culpa de Santa Anna, el enemigo se reagrupó y obligó al General Echegaray a retirarse.

El entonces presidente de México, Antonio López de Santa Anna, trató de impedirlo, pero Estados Unidos apoyaba a los texanos.

Los norteamericanos eran tan poderosos y ambiciosos que no se conformaron con Texas e invadieron nuestro país en 1846.

El pueblo de México se enfrentó a los invasores con piedras, pero éstos respondieron asesinando a familias enteras.

¡Regrésense por donde vinieron!

¡Lárguense a su país!

¡General Bravo, uno de los cadetes se acaba de tirar del Castillo con nuestra bandera enredada!

Era Juan Escutia, a sus 13 años murió como un héroe. Se sacrificó para que el enemigo no tomara la bandera.

El 12 y 13 de septiembre los invasores llegaron al Castillo de Chapultepec, que en ese entonces era el Colegio Militar. Los jóvenes cadetes que estudiaban ahí lucharon valerosamente contra el enemigo.

En 1836 algunos norteamericanos salieron de Estados Unidos y ocuparon California, Nuevo México y Texas, que en ese entonces pertenecían a nuestro país. Tiempo después los texanos se independizaron.

Santa Anna no envió a tiempo las balas necesarias y esto les dio ventaja a los norteamericanos.

Para el 7 de septiembre, Santa Anna encargó al General Juan Álvarez defender el Molino del Rey porque el ejército enemigo ya estaba cerca.

Pongo 4 mil soldados a su mando, pero quiero que duerman en diferentes lugares.

Santa Anna ordenó que esos soldados pasaran la noche en distintos puntos, lo que debilitó la estrategia de defensa.

¡No me replique! ¡Yo sé lo que hago!

Estados Unidos decidió aprovechar esta situación para quitarle territorio a México.

Así, México perdió más de la mitad de su territorio por el egoísmo y falta de unión que había entre los mexicanos. Por eso es importante conocer nuestra historia, para no repetir los errores que nos costaron tan caro.

El 8 de septiembre los norteamericanos llegaron muy temprano al Molino del Rey, pues creían que los mexicanos fabricaban ahí sus armas.

¿Por qué no están peleando los soldados de Juan Álvarez?

¡No sé, pero dispárale al enemigo!

Las malas decisiones de Santa Anna dejaron en desven-taja a nuestro ejército, que aún así peleó con valor.

En la Casa Mata, que estaba frente al Molino del Rey, había muchos mexicanos que le dispararon al enemigo desde las azoteas, causándole una gran cantidad de bajas.

Muchos de los cadetes eran niños. Ni Santa Anna ni los refuerzos aparecieron; sólo el Coronel Xicoténcatl apoyó, pero murió junto con sus hombres defendiendo el Castillo.

¡Gringo miserable!

¡¿Dónde está Santa Anna?!

De todas formas el enemigo se apoderó de ambos lugares, aunque perdió cerca de 800 hombres... Santa Anna llegó cuando ya todo había terminado.

El General Miguel Echegaray y sus soldados llegaron al Molino para apoyar a sus compañeros y sorprendieron al ejército enemigo.