montevideo: catálogo

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MONTEVIDEO Sebastián Santana Camargo

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Catálogo de la exposición (sin la intervención personalizada en tapa, obviamente). Si gusta descargar e imprimir el archivo, quedo a las órdenes para realizar la ilustración de portada correspondiente.

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M O N T E V I D E OS e b a s t i á n S a n t a n a C a m a r g o

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La mosca Dermatobia hominis es un parásito cu-yas larvas se alimentan del huésped, depauperándolo sin llegar a matarlo hasta su egreso desde el mismo. La llaman mosca de la muerte, aunque generalmente no es ése el desenlace.

Sebastián Santana desarrolla una serie de imágenes descriptivas de un proceso de mutación zoomórfica, que parte de una ilustración destinada a un libro de medicina y concluye, luego de una secuencia de siete dibujos, en un díptero humanoide tan inquietante como su modelo entomológico. Los hábitos parasitarios de este insecto lo vinculan a los seres vivos, pero también a diversos me-dios físicos sobre el común denominador de la suciedad, la corrupción y la muerte. La mosca yace sobre Monte-video: una situación que afecta a ambos polos, siendo el insecto un parásito de seres victimizados, afeccionado a lo corrupto, simbolizado por la ciudad. “Inútil decir más, nombrar alcanza” (Idea Vilariño).

No se trata de un retorno marcando distancias tem-porales insalvables, ni siquiera del alejamiento de quien se ve privado de su existencia ad libitum para enfren-tarse a la realidad transformada. Es el exilio en su propio entorno: Montevideo. En la década del 40` Albert Camus publica “El extranjero”: un abúlico personaje devenido antihéroe en una ciudad donde no se reconoce, habitan-te de la ausencia e inmigrante inmóvil como lo será su émulo montevideano. Su espacio le es foráneo: ajeno a sí mismo, a su medio y a la sociedad cuya hipócrita mo-ral no lo comprende. La existencia como un absurdo ca-rente de objetivo lleva al individuo a distanciarse de sí mismo y del mundo con indiferencia. La infancia, patria inefable del hombre según Rilke, tampoco implica raíces para el exiliado de ninguna parte, ahogado en el vacío de la estructura social, despojado de valores y certezas. El agotamiento y la falta de expectativas generan una exis-tencia monocorde en el sujeto montevideano – víctima de dermatobia hominis, en quien el parásito ha encontra-do campo fértil para multiplicación – quien asume como destino la incursión periódica del quasi mortal vividor

que, aventado o eliminado, volverá indefinidamente a depositar sus larvas inmateriales y absurdas.

En texto que describe el ritornello de su vínculo con la mosca, Santana confirma la orientación de sus obse-siones, cuya expresión se complementa con otros escritos destinados a suscribir imágenes cargadas de significados tan genéricos y escépticos como el que acompaña a esta muestra. Reza un fragmento de otro de sus textos: “El show que montan es la sección de clowns y malabaristas del circo (…). Fuera del espectáculo, los actores tienen un segundo papel, el de inmigrantes culturales, de mane-ra que el espectáculo nunca se termina mientras existan espectadores (con espectadores me refiero a individuos ajenos a la lógica y realidad que plantea el espectáculo)”.

Los conceptos de exilio e inmigración se reiteran aun para el insecto, que a pesar de las condiciones en que fi-naliza cada encuentro con el huésped, parece volver al lugar donde desea reconocerse, sin lograr el asentimiento de su víctima. Casi podría hablarse de tránsito perpetuo en busca de lo imposible, puesto que, expulsados del mundo, algunos individuos procuran vanamente inmigra-ciones insensatas con consecuente abandono del proyec-to, en tanto otros renuncian a toda acción entregándose a una pasividad que los convierte en desterrados del mundo y de la vida: “Ya no tengo / no quiero / tener ya más pre-guntas / ya no tengo / no quiero / tener ya más respues-tas. / Tendría que sentarme en un banquito / y esperar que termine.” Idea Vilariño.

El importante rol del breve texto escrito por Santana para su serie podría inclinar la orientación de la propues-ta hacia el concepto como prima ratio de la muestra, sin embargo los caracteres formales de los dibujos imponen la fuerza de la imagen como valor por sí mismo. La esté-tica tiene un sitio destacado en la serie, considerando que tanto el texto como los dibujos fueron concebidos con especial cuidado. Sobre el esquema de la ilustración cien-tífica se superponen las versiones del díptero progresiva-mente humano que el artista traza con un objetivo crítico.

Los caracteres antropológicos masculinos o femeninos van surgiendo en forma paulatina: ojos, nariz, manos, pies, color de la piel, etc. alcanzando instancias en especial agresivas o específicas, como dientes, genitales. El ani-mal descripto es físicamente repulsivo, violento, versión homónima a la del homo homini lupus. Sin embargo las configuraciones apuntan alternativa o simultáneamente a la ornamentación femenina – coquetería en el uso de velos-alas en pos de la belleza – o énfasis de los caracte-res primarios masculinos – vello profuso, resolución más gruesa del detalle de manos y pies – culminando en una repugnante coloración rosa fuerte de la piel.

El trazado de los dibujos, luego coloreados a manera de relleno, oscila entre la delicada resolución de las alas del díptero como superficies sutiles e ingrávidas ofi-ciando a la manera de exquisitas trasparencias en franca oposición al carácter grotesco del planteo y el empleo de gruesas líneas de contorno y espesos trazos negros para representación de “pelos”. Como criterio general de apli-cación a sus dibujos, Santana intenta producir enfático rechazo hacia íconos cuyos devaneos parecen aspirar a la seducción o a despertar la más decidida de repulsión en el contemplador: imágenes de gran porte, colores emplea-dos – rosa pálido de contornos violáceos, amarillo ver-doso, gris, negro – dimensión y multiplicación de los ojos – humanos gigantescos, diminutos múltiples. A pesar de una estética por momentos rayana en lo brutal, Santana encara la aplicación de luces y sombras a las moscas, de hecho simbólicamente flotantes sobre el mapa de Mon-tevideo, técnica que genera volúmenes en cada sección del cuerpo, dividido en cabeza, tórax y patas. El punto de inflexión entre cabeza y tórax finge angostarse como cin-tura en la medida en que la imagen se torna más o menos femenina. En algún caso la cabeza parece emitir una o va-rias lenguas: “(…) yo he chupado tu vida con mi trompa in-munda” (Baudelaire), quizá una nueva forma de parasitar a sus víctimas mediante el empleo de la palabra.

Dice Santana: “Se trata de un tipo de mosca particu-lar, que no sabría identificar más que como se ve: grande,

gorda, lenta, silenciosa, parda y de ojos rojos”; “bicho per-petuo, efímero, molesto, de presencia absoluta”. Amplio es el espectro de posibilidades interpretativas que abarca la descripción del parásito, tanto, que trasciende el tiem-po vigente y el espacio de Montevideo, aunque el enfoque ocasional contemple ésta su calidad de victimario local. Tan importante como el carácter y el rol del parásito es el de la víctima parasitada, individuo pensante que su-fre un proceso de anonadamiento, de narcosis de razón, sentimientos y sensaciones, desencadenante de su exilio, su carácter de nowhere man: el hombre desterrado que deambula sin destino, ignorando aun su origen. Quizá por momentos el huésped recupere su capacidad de reacción combativa, para perderla ante un nuevo embate.

La imagen de la mosca posada sobre el mapa de Mon-tevideo es la expresión de una postura altamente crítica, en tanto su devenir es claramente humano y sus impli-cancias asimiladas al insecto son las de un parásito “de presencia absoluta”, generador de estados de inopia sin expectativa de evasión. Sebastián Santana, artista de am-plia actividad en el campo de la ilustración y del diseño de afiches, ha desarrollado como tal una especial capacidad de reflexión simbólica, diestro en resolver una idea desti-nada al lenguaje del cartel, con fuerte poder de atracción y con la contundencia necesaria a su objetivo comunica-cional, que recuerda el potencial crítico del cuadro poli-focal “Arena asombrada -Parábola silvestre” de Espínola Gómez. El manejo de proporciones, colores, grosor de lí-nea, mutaciones, son elementos decisivos al objetivo de Santana, de hecho muy diferente al de Espínola, conside-rando que su serie parece condenar por igual al parásito y al huésped.

Una acerba invectiva contra un Montevideo contem-poráneo que no es sino la imagen especular del mundo contemporáneo.

María E. Yuguero

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Inútil decir más. Nombrar alcanza.

Idea Vilariño

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Ministro de Transporte y Obras PúblicasSr. Enrique Pintado

SubsecretarioIng. Pablo GentaDirector General

Dra. Viviana Repetto

Curaduría y textoMaría E. Yuguero

Asistente de curaduríaGabriel Sosa Silva

RRPP Complejo CulturalSilvia Barbero

Realización de montajeDepartamento de Coordinación de Mantenimiento Edilicio

Fotografía de obras y diseño gráficoSebastián Santana

Fotografía en página opuestaEugenia Sotelo

Tipografía Rambla, © Martín Sommaruga

AgradecimientosEugenia Sotelo, Amelia López, Rafael Massa, Gabriela Iribarren, Ismael Moreno, Sergio López, Gabriel Peveroni, Pilar González,

Fidel Sclavo, Sala C. F. Sáez, Gustavo Manfredi, Martín Sommaruga.

A quienes han sido, son y serán exiliados.

Sebastián Santana (La Plata, Argentina, 1977) es ilustrador, diseñador gráfico, artista plástico y fotógrafo. Trabaja para editoriales, teatro, cine, música, eventos culturales y académicos y organizaciones sociales de defensa de derechos humanos tanto en Uruguay como en el exterior. Desarrolla una

carrera plástica personal a través de obras comprendidas en series. Desde 1984 reside en Montevideo, Uruguay.

[email protected]

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M O N T E V I D E Opermanecerá en exhibición en la Sala C. F. Sáez del MTOP, Rincón 575 P. B.,

tel. 2915 7933 / 20015 (Montevideo, Uruguay), entre el 10 de mayo y el 7 de junio de 2013, de lunes a viernes de 9:30 a 18.00 h.

www.mtop.gub.uy/[email protected]

sala de arte“Carlos Federico Sáez”