mosquera - estética y marxismo

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ESTÉTICA Y MARXISMO* GERARDO MOSQUERA "Esta antología es hija de su tiempo", dice Adolfo Sánchez Vázquez al inicio del libro. Por varias razones podríamos afirmar también que es hija de la Revolución cubana. La antología se termina en 1969 y aparece al año siguiente, en plena ebullición del pensamiento estéti- co de su autor. A pesar de que en el segundo lustro de los cincuentas ha- bía hecho su tesis de grado y publicado un texto sobre problemas estéticos, la reflexión que va a caracterizarlo arranca a inicios de los sesentas y establece una ruptura con sus ideas iniciales, propias del dogmatismo imperante en la teoría y la práctica marxistas. Su primer fruto es el ensayo "Las ideas estéticas en los Manuscritos económico-  f i l o s ó f cos de Marx", publicado en 1961, y reproducido en Cuba al año siguiente.' Sánchez Vázquez ha explicado que además del xx Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1956, donde se hizo una crítica interna del stalinismo, fue sobre todo la Revolución cubana el acontecimiento que lo condujo a "romper con aquel marxismo cerra- do e intentar practicar un marxismo fiel a los principios del verdade- ro Marx, que es un marxismo crítico de todo lo existente, como decía Marx, y crítico también de sí mismo". 2  Los sucesos en Cuba introdu- * Texto que se incluiría como prefacio a la edición cubana de  Est ética y m ar x ism o, de Adolfo Sánchez Vázquez que no llegó a publicarse. ' A. Sánchez Vázquez, "Las ideas estéticas en los  Manuscritos eco nóm ico- f i de Marx", en  Di a no ia . México, FCE, 1961, pp. 236-258; Casa de la s A méricas, año 2, núms. 13-14. La Habana, 1962. 2 Julio Valle-Castillo y Luis Rocha Urtecho, "Adolfo Sánchez Vázquez. Entrevista en Nicaragua", en Nue vo A manecer Cu ltu r a l, su pl . de El Nuev o Diar io. Managua, 8 de mayo de 1983, incluido como apéndice en A. Sánchez Vázquez,  Ens ayo s sob re arte y marxismo. México, Grijalbo, 1984, p. 200. 391

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  • ESTTICA Y MARXISMO*

    GERARDO MOSQUERA

    "Esta antologa es hija de su tiempo", dice Adolfo Snchez Vzquezal inicio del libro. Por varias razones podramos afirmar tambin quees hija de la Revolucin cubana. La antologa se termina en 1969 yaparece al ao siguiente, en plena ebullicin del pensamiento estti-co de su autor. A pesar de que en el segundo lustro de los cincuentas ha-ba hecho su tesis de grado y publicado un texto sobre problemasestticos, la reflexin que va a caracterizarlo arranca a inicios de lossesentas y establece una ruptura con sus ideas iniciales, propias deldogmatismo imperante en la teora y la prctica marxistas. Su primerfruto es el ensayo "Las ideas estticas en los Manuscritos econmico-filosf cos de Marx", publicado en 1961, y reproducido en Cuba al aosiguiente.'

    Snchez Vzquez ha explicado que adems del xx Congreso delPartido Comunista de la Unin Sovitica en 1956, donde se hizo unacrtica interna del stalinismo, fue sobre todo la Revolucin cubana elacontecimiento que lo condujo a "romper con aquel marxismo cerra-do e intentar practicar un marxismo fiel a los principios del verdade-ro Marx, que es un marxismo crtico de todo lo existente, como decaMarx, y crtico tambin de s mismo". 2 Los sucesos en Cuba introdu-

    * Texto que se incluira como prefacio a la edicin cubana de Esttica y marxismo,de Adolfo Snchez Vzquez que no lleg a publicarse.

    ' A. Snchez Vzquez, "Las ideas estticas en los Manuscritos econmico-fide Marx", en Dianoia. Mxico, FCE, 1961, pp. 236-258; Casa de las Amricas, ao 2,nms. 13-14. La Habana, 1962.

    2 Julio Valle-Castillo y Luis Rocha Urtecho, "Adolfo Snchez Vzquez. Entrevistaen Nicaragua", en Nuevo Amanecer Cultural, supl. de El Nuevo Diario. Managua, 8 demayo de 1983, incluido como apndice en A. Snchez Vzquez, Ensayos sobre arte ymarxismo. Mxico, Grijalbo, 1984, p. 200.

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    jeron por sorpresa una prctica nueva, abrieron vas diferentes einspiraron en buena medida la utopa de los sesentas, que, si norevolucion al mundo, s lo cambi en muchos aspectos. Para elpensador hispanomexicano nuestra Revolucin signific

    [...] toda una experiencia nueva, una manera nueva de aplicar princi-pios ya conocidos y de hacer una nueva realidad, una revolucin concaractersticas propias. Y esto me llev a la conclusin de que haba queromper con el clich, con la camisa de fuerza en la que el marxismodogmtico estaba encerrado. Particularmente este intento de llevar almarxismo por esa direccin, lo realic sobre todo en el terreno de laesttica.'

    No es casual el peso que concede enEstticay marxismo a textos queexpresan las ideas sobre el arte y la literatura en Cuba.

    El pensamiento esttico de Snchez Vzquez, y por ende esta antolo-ga, son hijos de la Revolucin cubana tanto por una inspiracin di-recta como por ser hijos de su tiempo, una poca modulada en buenamedida por la Revolucin. Pero tambin porque el pensador encon-tr en Cuba una prueba de sus ideas en la prctica y un dilogo destas con la realidad, mutuamente enriquecedor. En sentido inverso,Snchez Vzquez represent una respuesta y orientacin en el planoterico a una poltica y una praxis cultural que contradecan lo esta-blecido por el marxismo oficial en los llamados pases socialistas.

    El socialismo surgi en Cuba desde dentro, y era visto como un de-sarrollo de la historia revolucionaria del pas, en la que participabauna trayectoria de cultura liberal, de vanguardia, identificada con elmodernismo desde los aos veintes. Aqu se garantizaba la libertadartstica, no se implantaba estilo oficial alguno, se mantena la tradi-cin nacional, se estimulaban los vanguardismos y, en fin, no se pro-duca un corte cultural: la Revolucin significaba una evolucin, nouna ruptura. Todo esto se haca, como la propia Revolucin, de modonatural, sin consultar manuales. En la teora marxista asequible en-tonces no exista texto alguno apto para sustentar e iluminar estaprctica espontnea. Y Snchez Vzquez lo proporcion. No se ha

    3 A. Snchez Vzquez, Ensayos sobre arte y marxismo, pp. 200-201.

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    destacado suficientemente la importancia de Las ideas estticas deMarx, publicado en Cuba en 1965, que junto con La necesidad del ar-te, de Ernst Fischer, aparecido el ao anterior, fueron dos obras clavepara el debate ideolgico-cultural y la actitud hacia el arte y la culturaen los aos de fuego de la Revolucin cubana.

    Pero adems Snchez Vzquez mantena un contacto frecuentecon la Isla. En febrero de 1964 pronunci una conferencia en La Ha-bana, reproducida de inmediato. 4

    Produjo un gran impacto en todala intelectualidad que se abra al marxismo pero se preocupaba por lavisin dogmtica y coercitiva de la esttica este-europea. 5

    En 1965 ydespus en 1968 aparecieron ensayos de importancia, 6

    y en 1971 unasignificativa introduccin de Brecht como "esttico del placer". 7 Elpensador se mantuvo visitando Cuba durante toda la dcada, parti-cipando en jurados y congresos, incluido el famoso Congreso Cultu-ral de La Habana en 1968. No poco de su efectividad en el procesoideolgico vena de la capacidad para llegar a un pblico ms ampliosin ceder rigor, en virtud de su fluido ordenamiento de las ideas, suclaridad de exposicin, la sobria elegancia de su estilo y su buen cas-tellano. Esto lo agradecemos todos, pero en particular los estudiantesy los no especialistas.

    4 A. Snchez Vzquez, "Estticaymarxismo", en Unin, aoifi, nm. 1. La Habana,enero-marzo, 1964, pp. 8-23.

    5 Como ejemplo de las inquietudes de entonces ver Roberto Fernndez Retamar,"Hacia una esttica marxista", en Unin, ao ni, nm. 1, enero-marzo, 1964, pp. 5-7, que introdujo una seccin de ese nmero de la revista dedicada al tema, con textosde Snchez Vzquez, Aragon, Garaudy, Fischer, Della Volpe y Lukcs; "Necesidad deun enfoque marxista del arte", en Unin, ao iii, nm. 4, octubre-diciembre, 1964,pp. 149-153. En aquellos aos Unin dedicaba espacio en casi todos sus nmeros alos problemas de esttica y marxismo.

    6 A. Snchez Vzquez, "El marxismo contemporneo y el arte", en Casa de lasAmricas, ao 5, nm. 32, septiembre-octubre, 1965, pp. 27-41; "Hacia un conceptoabierto del arte", en Unin, ao vi, nm. 2, 1968, que fue la primera versin de unode sus ensayos fundamentales, "La definicin del arte"; "Vanguardia artstica y van-guardia poltica", en Casa de las Amricas, ao 8, nm. 47, marzo-abril, 1968, pp. 112-115.

    'A. Snchez Vzquez, "Notas sobre Brecht, terico esttico del placer", enSantia-go, nm. 4. Santiago de Cuba, septiembre, 1971, pp. 145-152. Las notas presentabanuna seleccin de textos del escritor alemn.

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    Por desgracia, la relacin viva entre Snchez Vzquez y la Revolu-cin cubana se interrumpi en el empalme de los aos sesentas ysetentas, cuando se fue produciendo un cambio en la poltica culturalcubana, que se defini por completo en el Congreso de Educaciny Cultura de 1971. Este cambio trajo un mayor control estatal sobrela cultura, una seudovaloracin poltica de lo artstico, una proclama-cin superficial de la identidad nacional y, en general, un dogmatismode corte sovitico en la cultura. Aunque no se implant un estilo ofi-cial ni se persigui a los artistas y escritores, muchos fueron margina-dos de la vida cultural, mientras florecan la mediocridad y el opor-tunismo, y moran movimientos culturales de gran fuerza, como lacartelstica y el cine. Esta situacin se extendi hasta principios de losochentas, cuando fue consolidndose una reapertura cultural, im-pulsada por la presin de los artistas plsticos jvenes y la poltica delMinisterio de Cultura, fundado a fines de 1976. No obstante, los da-os y deformaciones de aquella prctica cultural han llegado hastahoy, y algunos parecen irreversibles.

    Aquella dcada oscura fue una formacin teratolgica del cambiode poltica de la Revolucin cubana a inicios de los setentas, tras elfracaso de la utopa econmica y los movimientos guerrilleros enAmrica Latina. Aunque el socialismo cubano , conserv su persona-lidad y autonoma, abandon la heterodoxia para entrar en la rbitasovitica. Se produjo una muy necesaria reorganizacin institucio-nal, econmica y poltica del pas, realista y guiada por principiosracionales, pero se experiment una influencia demasiado fuerte dela Unin Sovitica del "estancamiento", que brind un cuantiosoapoyo econmico junto con ciertos modelos y mentalidades nefastosen s mismos y en su aplicacin a la realidad cubana, sobre todo enla actividad intelectual. En los documentos de la poca se hablaba deuna vuelta al estudio del marxismo, cuando en realidad lo que sellev a cabo fue su congelacin en la preceptiva sovitica. Desapare-ci el pensamiento crtico y tambin la revista que llevaba ese nom-bre uno de los ms importantes espacios de reflexin revoluciona-ria en espaol-, los autores oficiales soviticos invadieron las publi-caciones, y en la universidad el marxismo se convirti en una esco-lstica aburrida.

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    Por supuesto, Snchez Vzquez fue "parametrado", como se decaentnces a los artistas que eran apartados por no cumplir determi-nados "parmetros" ideolgicos y morales. La segunda edicin cu-bana de Las ideas estticas de Marx, aparecida en 1977 debido a losaos de demora en las editoriales, fue su canto del cisne. Por parado-ja, en la Unin Sovitica y otros pases socialistas, desde fines de losaos cincuentas avanzaban ideas renovadoras en la esttica marxista,que haban influido en el filsofo hispanomexicano y slo comenza-ron a ser conocidas en Cuba como parte de la lucha aperturista deinicios de los ochentas. Y es que en la dcada oscura se adoptaron lasposiciones ms oficialistas y conservadoras en este campo, y hasta sepropugn algo el realismo socialista. Snchez Vzquez volvi a apa-recer tmidamente en los ochentas, pero an encontr escollos unaseleccin de su obra esttica preparada por Desiderio Navarro, yquizs ya no se publique debido a la actual situacin de las ediciones.La importancia de la vida y obra del maestro, y su solidaridadjobianacon nuestra revolucin, fueron reconocidas definitivamente en 1988,cuando se le otorg la orden Hayde Santamara.

    Este abocetado recuento intenta explicar por qu esta Antologa,"hija de su tiempo", se publica en Cuba fuera de su tiempo, ms deveinte aos despus de su primera edicin y a casi diez de la ltima.$Histrica en su momento, ahora tiene ms bien el valor de historiaque de pensamiento vivo. Pero esta hija de la Revolucin cubanapuede dar en Cuba su segunda batalla. Fue tan profundo el hundi-miento en el dogmatismo durante la dcada oscura, que tengo la es-peranza de que Esttica y marximo ayudar a barrer estereotipos quetodava subsisten hoy, cuando ya son otros problemas los que se dis-cuten en el mundo. Por lo menos s contribuir a la crtica sin amba-ges del stalinismo que, a las puertas del nuevo milenio, an no ha sidohecha definitivamente entre nosotros.

    El valor de la antologa en su poca resulta incalculable. Fue laprimera recopilacin de ese tipo en ver la luz, uno de los pocos ca-sos en que el espaol adelant al ingls, al francs, al alemn o al ita-

    8 Esttica y marxismo ha tenido cinco ediciones en Mxico: 1970, 1975, 1978, 1980y 1983, todas en Ediciones Era.

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    liano en el mundo editorial; 9 puso en nuestro idioma materiales de

    inters; present una estructura muy amplia y cuidadosa, que tocabade modo sistemtico toda la gama de aspectos de importancia... Perolo ms notable fue su contribucin a brindar una perspectiva diferen-te de la esttica marxista cuando predominaba, y ms an en nuestralengua, la concepcin dogmtico-sovitica. Porque aun cuando en ellibro tienen voz distintas posiciones histricas, ste se inclina a unavisin acorde con los puntos de vista del autor. Su "Introduccingeneral" resulta adems un texto imprescindible, que expone y ana-liza en forma prstina los distintos problemas alrededor de la estticay el marxismo en su poca, y presenta la apertura uno de cuyos msdestacados protagonistas fue Snchez Vzquez.

    El filsofo hispanomexicano form parte de una direccin reno-vadora en la esttica. marxista, opuesta tanto al sociologismo y alideologismo como al gnoseologismo que los haba enfrentado. Estaltima orientacin era la predominante entonces, y aunque habaroto la limitacin del arte a la ideologa y la superestructura, limitabasu especificidad y opacaba el papel de lo esttico. Lo peor era que ser-va de sustento terico a la doctrina del realismo socialista comonico arte vlido para el marxismo, y a su imposicin en la prcticacomo un estilo cannico, tomado del arte de academia y el realismodecimonnico. El gnoseologismo reduca el arte a la teora del ref le-jo, interpretndolo como un pensamiento por imgenes y valorn-dolo por sus facultades cognoscitivas, normadas por una tipologi-zacin literariocntrica.

    Como consecuencia del "deshielo" que sigui al xx Congreso delPartido Comunista de la Unin Sovitica, en el segundo lustro de loscincuentas tuvo lugar en lauRSS la "ofensiva esttica % , 1que cuestional gnoseologismo y su trasposicin al campo esttico de la episte-mologa marxista, soslayando la especificidad de ese campo. Este

    9 Son posteriores Barel Lang y Forest Williams, comps., Marxism and art: writingsin aesthetics and criticism. Nueva York, David McKay, 1972, y la superheterodoxa deMaynar Solomon, comp., Marxism and art: classic and contemporary essays. NuevaYork, Knopf, 1973, que incluye a Bretton, W. E. B. Dobois, Malraux y Morris.

    ' La esttica sovitica posterior al gnoseologismo es analizada por V. Taslov en"Diez aos del problema de 'lo esttico' (1956-1966)", en Vctor Ivanov, comp.,Problemas de la teora del arte. La Habana, Arte y Literatura, 1980, t. II, pp. 306-384.

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    movimiento puso nfasis en lo especfico de la apropiacin estticay extendi la reflexin mucho ms all del arte, para abarcar toda larealidad. Su principal fundamento marxista no es la relacin baseeconmica-superestructura (como en el sociologismo) o la teora delconocimiento del materialismo dialctico (como en el gnoseologismo),sino algunas ideas de los Manuscritos econmicofilosficos de Marx,que no fueron publicados hasta 1932. Me refiero al concepto de pra-xis como trabajo creador, mediante el cual el hombre plasma susesencias humanas universales. Estas ideas fueron desarrolladas enparticular por los pensadores que defendan la concepcin "laboral"o "prctico-productiva" de lo esttico, con quienes coincidan enbuena medida los "socilogos" llamados as por considerar lo est-tico como una relacin del hombre social con lo exterior a l, posturacontraria a la de los "naturalistas", que lo consideraban una propie-dad objetiva de la naturaleza.

    La categora bsica de esta lnea de pensamiento es la creacin,opuesta al reflejo, que haba sido la del gnoseologismo. Aquella cate-gora define una praxis que transforma lo existente generando unanueva realidad mediante el despliegue y objetivacin de riquezas hu-manas esenciales. Cuando se aplica este concepto al arte, de hechose rebaja la nocin de reflejo, de conocimiento, de objetividad (jerar-quizadora del realismo), en favor de otra activa, productiva, quedestaca el papel del sujeto individual y social. Esto ofrece un marcoms amplio para la valoracin del arte moderno, condenado por elgnoseologismo en virtud de su carcter "no realista", cuestin porotro lado discutible en muchos casos.

    Las nuevas concepciones desarrolladas en la Unitr Sovitica eranacompaadas por otras ideas renovadoras en los llamados pases so-cialistas, y la esttica marxista asimilaba el instrumental metodolgicode la semitica que experimentaba un gran desarrollo en Estonia,la teora de la informacin y otras ciencias que contribuan a unconocimiento ms diversificado del arte. Pero todo esto permanecarestringido en su poca a la Europa del Este y sus lenguas, donde, ade-ms, lo nuevo no era asimilado ni promovido oficialmente. La buro-cracia ideolgico-cultural mantena, traduca y divulgaba las doctri-nas superadas, y este conservadurismo es lo que llegaba a AmricaLatina.

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    Tal limitacin haca quejarse ajos Antonio Portuondo del escasodesarrollo de la esttica marxista, y saludar la aparicin del primerensayo de Snchez Vzquez.'' Pero lo ms grave es que aquellosdinosaurios venidos del hielo con sus condenas al "modernismo" ysu pontificacin del realismo socialista, tenan muy escasa posibili-dad de accin en un mbito donde el "modernismo" era revolucio-nario en lo artstico, lo poltico y lo social, y afincaba la identidad denuestras culturas. En Amrica Latina los crticos marxistas sentanuna contradiccin entre el arte de vanguardia que defendan y laplataforma terica suministrada por el marxismo. En realidad care-can de una esttica que sirviera de base a sus juicios.

    Vemos la importancia del pensamiento de Snchez Vzquez y loque signific la aparicin de una antologa que sistematizaba lasreflexiones marxistas sobre todas las cuestiones principales acercadel arte y la esttica. Pero el filsofo hispanomexicano no slo desa-rroll de manera propia en nuestro orbe e idioma el marco tericoabierto por Boriev, Burov, Pazhitnov, Stolovich y otros estticos de laURSS. 12 Su reflexin eludi un desenvolvimiento lgico de la con-cepcin "prctico-productiva" de lo esttico que conduce a negar laespecificidad del arte, disuelta en una creatividad generalizada en eltrabajo, la vida cotidiana y, en fin, en toda actividad del ser humano.Este desarrollo ingenuo provena de la insuficiente particularizacindel arte que puede obtenerse en el cuadro de esta concepcin, y laconsecuente tendencia a una esttica de la creacin en general. Y esque para Snchez Vzquez lo primordial es aplicar la nueva concep-cin para valorar el arte contemporneo desde una plataformamarxista. La "ofensiva esttica" se caracteriz por una reflexindemasiado abstracta, especulativa, a la que inclinaba su misma con-

    "Jos Antonio Portuondo, "Esttica y revolucin", en Esttica y revolucin. LaHabana, Unin, 1983, pp. 10-11.

    12 Sobre las ideas estticas de Snchez Vzquez puede consultarse GiuseppePrestipino, La controversia esttica en el marxismo. Mxico, Grijalbo, 1980; GerardoMosquera, "Snchez Vzquez: marxismo y arte abstracto", en juliana Gonzlez, CarlosPereyra y Gabriel Vargas Lozano, eds., Praxis yfilosofa. Ensayos en homenaje a AdolfoSnchez Vzquez. Mxico, Grijalbo, 1985, pp. 231-252; Temas, nm. 9. La Habana,1986, pp. 23-37; Jorge de la Fuente, "Praxis, ideologa y arte en Adolfo SnchezVzquez", en Temas, nm. 15, 1988, pp. 53-65.

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    dicin, y de la cual el maestro hispanomexicano no escap del todo,a pesar de moverse en el sentido contrario. Pero Snchez Vzquez esel nico que aprovech las posibilidades del nuevo marco tericopara interpretar y valorar el arte y la literatura de vanguardia refi-rindolos a Marx.

    Mientras los nuevos estticos de la Unin Sovitica soslayaban lacomprensin del "modernismo", o an lo continuaban atacando co-mo en los viejos tiempos, o un homlogo occidental como RogerGaraudy lo valoraba pidiendo crdito a la teora del realismo en vezde hacerlo desde la categora de creacin, 13 Snchez Vzquez se di-riga en directo a lidiar con la realidad cultural de su tiempo, apar-tndose del filosofar escolstico. No digo que se convirtiera en uncrtico de arte, pues su trabajo transcurre en el nivel de reflexin msgeneral. Pero su esttica no flota en el aire ni se encierra en una cam-pana de laboratorio: est en contacto ntimo con la realidad y buscaactuar sobre ella. Esto, que deba ser premisa de todo marxista, seconvirti en excepcin. El marxismo devino con frecuencia un idea-lismo travesti que intentaba mirar a la tierra con los pies en el cielo,cuando no una religin fundamentalista dictada por mesas todopo-derosos, o un cajn de recetas decimonnicas. La esttica fue uno delos terrenos donde esto result ms grave. Snchez Vzquez reunauna "ortodoxia" y claridad en los principios, un sentido de realidad-y una soltura mental para responder a las complejidades de aqulla.Y su personalidad como esttico se define por una teora construidadesde la praxis y para ella. Si en la "vieja guardia" hubiera habidomuchos como l, la historia del socialismo sera diferente.

    Aparte de la importancia histrica de su publicacin y enfoque, desu amplitud y sistematicidad, la antologa de Snchez Vzquez poseeotros valores paradigmticos. Uno de ellos lo indica el ttulo mismo:Esttica y marxismo, no Esttica marxista. Esto expresa de entrada unaposicin de principios abierta: se va a discutir y analizar no a decre-tar. Prevalece el criterio de presentar un ndice amplio de autores eideas que parten o se encuentran en relacin con Marx y Engels, sin"extender patentes de pureza" marxista. No se persigue la formulacinde una esttica como construccin cerrada, sino una visin de dife-

    " Vese Roger Garaudy, "Realismo sin riberas".

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    rentes puntos de vista tericos de raigambre marxista o vinculadoscon el marxismo, sobre los diversos problemas planteados por el artey la esttica. Aunque existe un discurso conductor, que evita unarecopilacin tipo gua de telfonos, se trata precisamente de un dis-curso aperturista. La amplitud y pluralismo de la seleccin contribu-y a la flexibilidad mental en sectores de formacin "ortodoxa", y leda cierto frescor.

    Ya mencion lo pormenorizado de la estructura. En este sentidocabe destacar las introducciones escritas por el antologador al co-mienzo de cada captulo, que presentan el tema y resumen con pre-cisin y en ocasiones comentan los textos seleccionados. Adems desu utilidad informativa y de sntesis alrededor de cada una de lasproblemticas abordadas en los diferentes captulos, constituyen unasuerte de desarrollos especficos de la introduccin general, queparticularizan las posiciones e ideas en ella presentadas. Tambinresulta valiosa la extensa bibliografa temtica al final del libro.

    Si el propio autor puntualiz mucho en el prlogo que se trata deuna "obra de circunstancias", su utilidad hoy ser como monumentohistrico, y por el excelente panorama de textos clsicos que pone ennuestras manos, por su estructuracin de problemas y por la im-prescindible "Introduccin general". Ms all el libro ya no es el quefue. Insisto en advertir al lector que est muy lejos de tener en susmanos una visin del estado actual del tema abordado, y debe estaratento cuando el antologador presenta la situacin de algn aspecto,pues corresponde a 1969, ao hasta cuando tienen vigencia las bio-grafas de los autores.

    Pero no es slo el tiempo transcurrido desde la recopilacin, sinoque la perestroika est en el medio! Mucho ms all del surgimientode nuevos tericos o de la traduccin y difusin de otros, es la nuevapoca la que envejece a la antologa. La crtica radical a la prctica delsocialismo a partir del XXVII Congreso del Partido Comunista de laUnin Sovitica en 1984, los cambios que se produjeron y las crisisque brotaron desde dentro, exigen del marxismo un autoanlisis muyprofundo, al que no escapan los problemas estticos. Es urgente unacrtica marxista del marxismo, cuya paradjica ausencia fue una se-al no atendida de su antimarxismo en la prctica, que condujo alestado de cosas actual. Una de las comprensiones fundamentales de

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    la conciencia del fin del milenio es la imposibilidad de someter lacomplejidad de lo que existe a la cuadrcula de los monismos y las to-talizaciones. Marx y Engels no lo hacan, y el primero se negaba a ser"marxista" 14

    porque rechazaba los intentos de convertir sus investiga-ciones en un sistema, cosa que ni l ni Engels intentaron ni desearon,a pesar de ser alemanes.

    Hoy resulta imprescindible un replanteo de muchas cuestionesdesde la fuente misma y, sobre todo, un retomar la perspectiva huma-nista y desalienante del marxismo, cuya negacin consciente o in-consciente lo ha desvirtuado. En esto la cuestin cultural, dejada delado en la prctica, tendr que ser entendida como fundamental, tanimportante como la cuestin econmica. La transformacin de lasociedad y del ser humano fue identificada con el desarrollismo eco-nmico, 15

    mientras la cultura slo era abordada como entrenamien-to, propaganda o poltica. Pero no hay revolucin verdadera sin re-volucin en la cultura. Esto lo saba muy bien el Che, pero an noes comprendido en toda su envergadura. De ah que una presenta-cin actual de los problemas de la esttica y el marxismo tendra queplantearse a partir de los desafos que se alzan a la problemticaespiritual en la revolucin y el socialismo, y estara conformada enbuena medida por las cuestiones que se discuten ahora, en la nuevasituacin crtica que atraviesa el socialismo, y en sus implicacionespara la teora.

    . Snchez Vzquez viene haciendo la crtica del llamado socialismoreal desde la poca de esta antologa. No es casual que sea uno de lospocos que est contribuyendo a un replanteo terico del marxismosin abandonarlo ni disolverlo, 16

    y es una de las pocas voces que en el

    " Federico Engels, "Carta a Konrad Schmidt", en Carlos Marx y F. Engels, Obrasescogidas. Mosc, Progreso, p. 714.

    15 Ver una exposicin de esta cuestin en Ricardo Cetrulo, "El socialismo real noquebr la racionalidad capitalista", en Brecha. Montevideo, 3 de agosto de 1990, pp.18-19.

    '6 Cf. A. Snchez Vzquez, "Del Octubre ruso a la perestroika", en Memoria. Boletn

    del CEMOS, vol. II, mm. 17. Mxico, noviembre-diciembre, 1987, pp. 201-210; "La cues-tin del poder en Marx", en Sistema 92. Revista de Ciencias Sociales. Madrid, septiem-bre, 1989, pp. 3-17; "Democracia, revolucin y socialismo", en Socialismo. Revista deTeora y Poltica, ao 1, nms. 3-4. Mxico, octubre-diciembre, 1989, pp. 13-24.

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    terreno de la reflexin mantiene las banderas del socialismo connuevas ideas y proposiciones de un marxismo renovado, verdadera-mente marxista. Incluso su obra poltica ha adquirido actualidad alcalor de los acontecimientos." Por supuesto, su pensamiento estticoevolucion desde los tiempos de la antologa, que pertenece a larbita de Las ideas estticas de Marx. Esta evolucin no es fruto de loscambios a los que me he referido; viene como un proceso internode su pensamiento, cuya brjula, tan sorprendentemente juvenil ysensible a las exigencias de la contemporaneidad, lo aleja de la espe-culacin abstracta, lo hace valerse cada vez ms de la semitica, yencaminarse fuera del eurocentrismo. 18 Su contribucin definitivaser una Esttica en tres tomos en la cual trabaja, el primero de loscuales aparecer prximamente.

    Como parte del replanteo general necesario hoy en da, una anto-loga de esttica y marxismo tendra que incluir captulos sobre aspec-tos de gran actualidad, ausentes en este libro. Por ejemplo, resulta-ra imprescindible uno sobre esttica, arte, culturas y antropologa(que considerara a autores como Rasheed Araeen, Boris Bernstein,Homi Bhabba, James Clifford, Jacques Maquet...), para discutir losproblemas de la comunicacin y la axiologa entre culturas diversas,y la particularidad del arte y de lo esttico dentro de cada una. Se tratade una discusin crucial tanto por el descuido del marxismo hacia lotnico que tan graves problemas ha arrojado en la prctica, comopor la crtica a su teleologismo evolucionista, que, en virtud del co-nocimiento aportado por la etnologa, deber ceder ante un con-cepto menos totalizador y eurocntrico de la historia. Otro captulotendra que referirse en especfico a la discusin sobre la moderni-dad y la posmodernidad (Jrgen Habermas, Frederic Jameson...).Debera haber otro ms sobre arte y recepcin, terreno donde los

    "Releer A. Snchez Vzquez, Del socialismo cientfico al socialismo utpico. Mxico,Era, 1975, publicado por primera vez en Crtica de la utopa. Mxico, UNAM, 1971;Ensayos marxistas sobre historia y poltica. Mxico, Ocano, 1985.

    18 Cf. A. Snchez Vzquez, La pintura como lenguaje. Monterrey N. L., UANL, 1974;"Marx y la esttica", "De la posibilidad e imposibilidad de definir el arte", "Sociali-zacin de la creacin o muerte del arte", "De la crtica de arte a la crtica del arte",todos en su Ensayos sobre arte y marxismo.

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    crticos marxistas alemanes y polacos han realizado contribucionesnotables. Resultara conveniente tambin un captulo particular so-bre arte, lenguaje y comunicacin (Escuela de Tartu, el propio Sn-chez Vzquez...).

    Es enorme el nmero de autores que habra que considerar parauna antologa hecha hoy, y que no figuran en sta, de Mijail Bajtina Pierre Bourdieu, de Noam Chomsky a Terry Eagleton, de Juan Achaajean Baudrillard, de Hal Foster a Yuri Boriev, de Mario Perniola aMirko Lauer, de Giuseppe Prestipino a Nicos Hadjinicolaou, de Hen-ryk Markiewicz a Nstor Garca Canclini... Basta echar un vistazo a losndices de la revista Criterios para tener una idea, sobre todo en lo querespecta a lo escrito en lenguas eslavas.

    Hasta cierto punto Esttica y marxismo podra ser complementadaen algo en Cuba con varias publicaciones existentes. En primer lugar,con el colosal trabajo de seleccin, traduccin y difusin realiza-do por Disiderio Navarro en Gaceta de Cuba, 19 el Boletn de la Subseccinde Crtica e Investigaciones Literarias de la UNEAC40 y Criterios, algunosde cuyos textos de teora literaria fueron recogidos en dos volme-nes. 21

    Las publicaciones peridicas han dado a conocer textos de in-ters, algunos de autores cubanos. Hay selecciones acuciosas de laobra de los "clsicos" 22 Se cuenta tambin con varias recopilaciones,como los cuatro tomos de Problemas de la teora de arte, ss La estticamarxista-leninista,R4 La esttica marxista-leninista y la creacin artstica,25las tres de autores soviticos los ttulos son suficientes para expresarel dogmatismo, exclusivismo y pedantera que llevan a considerar loconstruido por ellos como la esttica marxista, La lucha de las ideas

    19 Ver los nmeros 100, 105, 107, 110, 111, 112, 114, 115, 116 y 120.Y0 Ver los nmeros 1, 2, 4, 5 y 7.s' Desiderio Navarro, selec. y trad., Textos y contextos i y ii. La Habana, Arte y

    Literatura, 1986 y 1989.21 C. Marx y F. Engels, Sobre la literatura y el arte. Selec. de Jean Frville, prl. de

    Mijail Lifschitz. La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1972; Vladimir Ilich Lenin,La literatura y el arte. La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1974.

    11 Vctor Ivanov, selec. y prl., Problemas de la teora del arte, t. 1, II, my iv. La Haba-na, Arte y Literatura, 1980, 1985 y 1989, respectivamente.

    '4 j la direccin de M. F. Ovsiannikov, La Habana, Arte y Literatura, 1986.11 Mosc, Progreso, 1980.

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    en la esttica,26 Esttica. Seleccin de lecturas, 27 y Revolucin, letras, arte,28este ltimo con materiales de autores cubanos. Tambin se han pu-blicado o distribuido libros de diversos autores.29

    Es necesario sealar algunas limitaciones de Fsttica y marxismo ensu propia poca. Aunque fue muy valioso divulgar textos de autoresde la Europa del Este, algunos traducidos del ruso por el propioSnchez Vzquez y otros tomados de traducciones publicadas en esospases o en Occidente, lo cierto es que, al desconocer el autor el restode las lenguas eslavas, se constrea de entrada la posibilidad de una

    % La Habana, Arte y Literatura, 1980.Y' Jorge de la Fuente, comp., Esttica. Seleccin de lecturas. La Habana, Pueblo y

    Educacin, 1987.28 La Habana, Letras Cubanas, 1980.2 Entre ellos, Mirta Aguirre, Los caminos poticos del lenguaje. La Habana, Letras

    Cubanas, 1979; Mijail M. Bajtin, Problemas literarios y estticos. La Habana, Arte'yLiteratura, 1986; Bertolt Brecht, El arte y la poltica. La Habana, Arte y Literatura,1985; A. Egrov, Problemas de la esttica. Mosc, Progreso, 1978; Robert Escarpit,Sociologa de la literatura. La Habana, Instituto del Libro, 1970; Lucila Fernndez yAgustn Fernndez, Poltica y esttica de la poca moderna. La Habana, Ciencias Socia-les, 1974; Roger Garaudy, De un realismo sin riberas (Picasso, Saintjohn Pene, Kafka).La Habana, Unin,1964; Arnold Hauser, Introduccin a la historia del arte. La Habana,Instituto del Libro, 1969; Mijail Jrpchenko, La personalidad del escritor. La Haba-na, Arte y Literatura, 1984; Moisei S. Kagan, Lecciones de esttica marxista. La Habana,Arte y Literatura, 1984; Mijail Lifschits, Karl Marx y la esttica. La Habana, Arte yLiteratura, 1976; Georg Lukcs ,Prolegmenos a una esttica marxista. (Sobre la categorade la particularidad). La Habana, Edicin Revolucionaria, 1966; Anatoli V. Linacharski,Sobre cultura, arte y literatura, selec. y prl. de Desiderio Navarro. La Habana, Arte yLiteratura, 1981; Rosa Luxemburgo, Escritos sobre arte y literatura, selec. y eplogo deManen M. Karalov. La Habana, Arte y Literatura, 1981; Juan Marinello, Creacin yrevolucin. La Habana, Unin,1973; Gerardo Mosquera, El diserto se defini en Octubre;Desiderio Navarro, Cultura y marxismo. Problemas y polmicas. La Habana, LetrasCubanas, 1986; L. I. Novikova, Esttica y tcnica Alternativa o integracin? La Habana,Arte y Literatura, 1986; Jos Antonio Portuondo, Orden del da. La Habana, Unin,1979; Mara Poumier, Para una fundamentacin marxista-leninista de la teora del realis-mo; el ejemplo deJos Mart. La Habana, Departamento de Actividades Culturales dela Universidad de La Habana, 1978; Carlos Rafael Rodrguez, Problemas del arte en larevolucin. La Habana, Letras Cubanas, 1979; Yuri I. Surovtsev, En el laberinto delrevisionismo. Ernst Fischer. su ideologa y su esttica. La Habana, Arte y Literatura, 1976;George D. Thomson, Marxismo y poesa. La Habana, Instituto del Libro,1969; Galva-no della Volpe, Crtica del gusto. La Habana, Arte y Literatura, 1978.

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    visin completa. Sobre todo si tenemos en cuenta que, segn he-mos visto, los pensadores que ofrecan alternativas al dogmatismooficial eran, en general, los menos traducidos y divulgados.

    Si nos planteamos una crtica a Esttica y marxismo en su propiomomento histrico, resalta de inmediato la no inclusin de la Escuelade Frnkfort, yen primer lugar de Walter Benjamin. Sin l y sin Theo-dor Adorno y el Essay on liberation de Herbert Marcuse antologadopor Snchez Vzquez en otra parte--, 3

    quedan fuera del libro pers-pectivas de importancia. Choca la ausencia de los alemanes occiden-tales cuando se ha dicho que en la antigua Repblica Federal Alema-na se produjo una "reunin del marxismo y el modernismo"," lo cualha sido tambin un objetivo de la esttica de Snchez Vzquez. Otraausencia notable es la de Raymond Williams, y quizs las de AlexeiGan o Nikolai Tarabukin (como ejemplos de la teorizacin de losvanguardistas rusos sobre arte y revolucin), de Todor Pavlv (comoejemplo de la teora del reflejo) y de Moisei S. Kagan. Lamento enparticular la de Jos Carlos Maritegui, cuyo breve ensayo "Arte,revolucin y decadencia" es quizs la primera defensa general mar-xista del arte y la literatura modernos (1926), anterior en siete aosa la de Karel Teige. Esta defensa vena siendo hecha por el peruanodesde el comienzo mismo de la dcada de los veintes, en comentariossobre obras, autores y tendencias, 32 lo cual constituye un caso nicoen un pensador marxista, y sealaba un horizonte que, por desgraciapara el marxismo, qued trunco.

    Mirko Lauer ha hecho otros reparos a la seleccin de SnchezVzquez, desde su posicin de construir una esttica marxista a partirdel mtodo empleado por Marx para analizar la economa, es decir,como una teora social del arte. Seala su "marcado nfasis en auto-res y textos especulativos y europeos, y una desatencin (acaso com-prensible hace ms de un decenio) [se refiere al momento en que

    A. Snchez Vzquez, comp., Textos de esttica y teora del arte. Mxico, UNAM,1987.

    " George Lichtheim, From Marx to Hegel. Londres, 1971, p. 130."Verlas recopilacionesJos Carlos Maritegui, El artistaysu oca. Lima, Amauta,

    1959; J. C. Maritegui, Ensayos litemrias. La Habana, Arte y Literatura, 1980; J. C.Maritegui, Obras. La Habana, Casa de las Amricas, 1982. 2 u.

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    apareci la antologa. G. M.] a las investigaciones culturales marxis-tas de base emprica y a los incipientes esfuerzos del Tercer Mundoen esta rea cientfica ".33

    Estimo, sin embargo, que el antologador hizo un movimiento enese sentido notable para su poca y su formacin de ndole filosfica,en el cual avanz despus.

    Ojal Esttica y marxismo sirva en la prctica para abrir el caminohacia la publicacin en Cuba de la obra esttica de Adolfo SnchezVzquez y, lo que sera ms importante, de su obra filosfica, M

    hastaahora excluida.35 Un libro fundamental como Filosofa de la praxis,que tambin es nuestro aunque lo hayamos ignorado, nos vendramuy bien. El maestro tiene mucho que hacer an entre nosotros.

    n Rita Eder y Mirko Lauer, Teora social del arte. Bibliografa comentada. Mxico,UNAM, 1986, p. 291.

    "A. Snchez Vzquez, Filosofa de la praxis. Mxico, Grijalbo,1980 (la. ed., 1967);Filosofa y economa en el joven Marx. Mxico, Grijalbo, 1982; Ciencia y revolucin.Mxico, Ocano, 1983.

    35 Hasta donde s, slo se han publicado unos escasos artculos, como A. SnchezVzquez, "Praxis y violencia", en Casa de las Amricas, ao 7, nm. 41, marzo-abril,1967, pp. 5-16; "El punto de vista de la prctica en la filosofa", en Casa de las Am-ricas, aoxvi, nm. 100, enero-febrero, 1977, pp. 8-17; "El marxismo en Amrica La-tina", en Casa de las Amricas, ao xxx, nm. 178, enero-febrero, 1990, pp. 3-14;Temas, nm. 20, 1990, pp. 13-26.