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1 Mujeres del campo Doña Paula: un salto al vacío Jorge Estrella Instituto Estatal de las Mujeres · Nuevo León Noviembre de 2006

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  • 1

    Mujeres del campo

    Doña Paula: un salto al vacío

    Jorge Estrella

    Instituto Estatal de las Mujeres · Nuevo LeónNoviembre de 2006

  • 2

    Mujeres del campoDoña Paula: un salto al vacío

    Primera edición, noviembre de 2006

    Derechos reservados conforme a la Ley por:

    © Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León

    Morelos 877 Ote., Barrio Antiguo,Tels.: (01 81) 2020 9773 al 76 y 8345 7771Monterrey, N.L., 64000

    Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o transmitida, mediante ningún sistema o método,electrónico o mecánico (incluyendo el fotocopiado, la grabación o cualquier sistema de recuperación yalmacenamiento de información), sin consentimiento por escrito de la institución responsable de la edición.

    Impreso en México. Printed in México

  • CONSEJO DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA

    Elizabeth AguilarPresidenta

    Anaeli S. de A. de MárquezVicepresidenta

    Graciela Jaime

    Jorge Estrella

    Juan Gómez Jayme

    Luis Manuel Garza

    Manuel Pérez Ramos

    María de la Luz Molina

    Teresa Almaguer

    Úrsula W. de Bolaños

    JUNTA DE GOBIERNO

    Lic. José Natividad González ParásGobernador Constitucional del Estado

    Sra. Cristina Maiz de González ParásInvitada especial

    Lic. Rogelio Cerda PérezSecretario General de Gobierno

    Comisario Jefe Antonio Garza GarcíaSecretario de Seguridad Pública

    Lic. Luis Carlos Treviño BerchelmannProcurador General de Justicia

    Lic. Rubén Martínez DondéSecretario de Finanzas y Tesorero General

    Profra. María Yolanda Blanco GarcíaSecretaria de Educación

    Dr. Gilberto Montiel AmorosoSecretario de Salud

    Ing. Alejandro Páez AragónSecretario de Desarrollo Económico

    Lic. Alejandra Rangel HinojosaPresidenta del Consejo de Desarrollo Social

    Profra. Gabriela del Carmen Calles GonzálezDirectora General DIF Nuevo León

    INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES · NUEVO LEÓN

    María Elena Chapa H.Presidenta Ejecutiva

    María del Refugio ÁvilaSecretaria Ejecutiva

    Dipna Ruth De CosDirectora de Administración y Planeación

    María del Consuelo ChapaDirectora Operativa de Programas

  • Mujeres del campo

    Doña Paula: un salto al vacío

    1

  • Índice

    Mensaje del GobernadorPresentación

    Introducción

    Capítulo I. Más allá de lo ordinarioRepetir lo aprendidoA la orilla del lagoMi hogar: un refugio

    Reflexiones

    Capítulo II. Todo final es un comienzoEmpatíaCongruencia

    Reflexiones

    Capítulo III. Día de MuertosJugando en el espacio/tiempo

    Reflexiones

    Capítulo IV. Bienvenido a MonterreyVerano Más allá de películas y libros El contexto antes del primer encuentro El primer encuentro Reflexiones

    911

    19

    2728314245

    51587682

    9191109

    113113117121124127

  • Capítulo V. Argentina, 1976Culpable28 de noviembre de 1976Reflexiones

    Capítulo VI. La noche de San JuanReflexiones

    Capítulo VII. La recurrencia de las pesadillasUna televisión en el desierto Algo acerca del silencioLa ‘forma de ser’La nieblaAtrapado por el ‘conocimiento ordinario’ Reflexiones

    Capítulo VIII. Reflexión final

    GlosarioBibliografía

    133135141171

    177

    191195197199202211214

    225

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    188

  • Mensaje del Gobernador

    Todos los derechos para todas las mujeres es una estrategia del Plan Estatalde Desarrollo. Las mujeres nuevoleonesas, por lo general, son creadoras de culturaen su ámbito geográfico, ya sea que vivan en las ciudades o en el campo; igual sucedeen la vida doméstica, transmiten lenguaje, normas y actitudes a sus hijas e hijos. Ellasy sus parejas construyen las familias en el Estado.

    Podemos afirmar que hay mujeres sabias, plenas de experiencias, que compartenen su entorno formas diferentes de ver la vida. Una de ellas es Doña Paula, eje de estelibro que presenta el Instituto Estatal de las Mujeres.

    El ejercicio de los derechos y las obligaciones se dirigen a todas las mujeressin discriminación alguna. Nuestra tarea es aplicar políticas públicas que permitanlograr la igualdad y la equidad de género. ¡Enhorabuena!

    Lic. José Natividad González ParásGobernador Constitucional del Estado

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  • Presentación

    Como toda actividad sustantiva que realiza el Instituto Estatal de las Mujeres

    de Nuevo León, la publicación del libro Mujeres del campo. Doña Paula: un salto alvacío fue consultada, en reunión ordinaria, al Consejo de Participación Ciudadana.El autor, Jorge Estrella, es consejero activo 2006-2007 de este organismo. Fueaprobado previa lectura y se compartió con la Junta de gobierno bajo las premisasde: a) ser una obra interesante para hombres y mujeres; b) Doña Paula era una mujercampesina con sabiduría que remite a los orígenes de nuestra tierra, y c) el Institutono había publicado ninguna otra obra de un autor masculino; lo que tenemos sonreferentes de contenido, pero no la autoría en su construcción.

    La consejera Anaeli Sánchez de Aparicio de Márquez elaboró un comentarioescrito que presenta el contenido del libro, y que transcribo:

    “Quedé gratamente sorprendida del contenido, al margen de los temassecundarios que me son de profundo interés, pude observar un texto que le da granvalor a las mujeres a través de sus sólidos y espléndidos personajes femeninos y sobretodo, las presenta como seres íntegros y empoderados, lo que resulta en un homenajea nuestro género.

    Aunque este libro podría considerarse una novela por su alto contenido deficción, la historia que relata Jorge Estrella es verídica y los personajes son reales, loque le da un doble valor: el literario y el testimonial. El manejo de elementos maravillososy aparentemente mágicos en la construcción del mundo narrativo hace atractiva sulectura. La magia es parte de los grandes estimulantes para satisfacer las muchasincógnitas de nosotros los humanos, de ahí que la ciudad de Monterrey tenga el primerlugar en ventas de libros esotéricos, según estudios realizados.

    En nuestra sociedad es común ver que muchos individuos buscan soluciones‘mágicas’ a sus conflictos internos como externos. Sin embargo, el mundo de Estrellalejos de postular soluciones fáciles y ‘mágicas’ a nuestras búsquedas existenciales,

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  • ofrece una amplio y diverso panorama de teorías y caminos basados tanto enautoridades del Desarrollo Humano, como en la experiencia vivencial y transformadorade fuentes alternas de conocimientos, donde las mujeres son una pieza clave comoportadoras de sabiduría filosófica y pragmática. Nos lleva de la mano como Virgilioconduce a Dante, a conocer su mundo interno en el cual las mujeres son enaltecidaspues les reconoce su esencial participación de su crecimiento espiritual y emocional.

    En un mundo fracturado, las mujeres sin lazos de sangre devienen en guíaspara restablecer el equilibrio y funcionar propiciamente en el mundo. Nos presentaa dos grandes mujeres: una italiana, de Sicilia, Giovanna, que vive en Argentina yotra mexicana, nuevoleonesa, Doña Paula. Giovanna es un personaje clave, quienayuda al protagonista, alter ego de Jorge, a enfrentarse con él mismo, aresponsabilizarse de sus actos y a tomar una decisión basada en una realidad, quevenía postergando durante varios años.

    La otra mujer es Doña Paula, la protagonista de esta obra. Una personacampesina analfabeta, aparentemente ignorante. No obstante, aun sin saber leer niescribir, Doña Paula, con sencillez y total convicción de sus creencias, conduce a Jorgea la reflexión y la introspección, a practicar lo aprendido y estudiado de sus diferentesmaestros, humanistas, filósofos y místicos reconocidos. La teoría deja de ser tal, yano está convencido de lo que él creía porque grandes humanistas así lo establecieron.El personaje de Jorge se transforma y ahora es. Ha podido volver el conocimientoexperiencia, integrarlo en su ser, y esa mujer es la que se muestra como su mejor ymás grande maestra.

    Doña Paula es una mujer de edad avanzada, quien vive en un rancho dondeuna de sus actividades es criar marranos. Vive con sus hijos, nuera y nietos. Es buscaday reconocida como curandera, tal vez más curandera del alma que del cuerpo físico.Ella es un modelo de la mujer independiente, quien sabe asumir sus roles con valentíay orgullo, de la mujer que dejó de ser esclava para convertirse en reina de su propioimperio. Se hizo cargo de sus hijos cuando falleció su esposo y los niños eran pequeños.Su rol de madre lo interpretó con naturalidad, formando a sus hijos con disciplina ycon amor, por lo que era muy respetada y admirada por ellos. Nunca manipuló a sufamilia haciéndose víctima de sus circunstancias, por el contrario, se enfrentó yresolvió sus problemas y los de todos. Su sabiduría es realmente una gran incógnita,sus métodos terapéuticos no eran nada ortodoxos, su trato aparentemente frío y aveces agresivo estaba envuelto de un silencioso calor lleno de amor. Es un personajemuy desconcertante; no obstante, lo que ella practica lo hace con una gran fe en Diosy sus resultados eran positivos.

    Doña Paula encarna los valores de la Mujer-Diosa, la que ofrece seguridad yprotección y tiene la fortaleza y la convicción de armonizar la vida humana con sufuente primigenia: la naturaleza. Con ella se evidencia el predominio de una culturamatriarcal enmascarada por la cultura patriarcal y que obliga a preguntarnos ¿quién

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  • enseña a la mujer a ser sumisa?, ¿quién enseña al hombre a ser macho?, ¿quiéntransmite de generación en generación los paradigmas socioculturales que determinannuestras conductas y roles? Tradicionalmente las mujeres hemos sido las portadorasde los valores culturales y sociales y responsables de formar y educar a los hijos,mujeres y hombres. Sin embargo, Doña Paula encarna a una mujer que, lejos de repetirlos patrones de dominación de la cultura androcéntrica, es canal para que un hombrepueda contactarse con su ser interior, con su lado afectivo; reconstruir su identidadsobre otras bases y reconciliarse con él mismo y con el mundo.

    Es así que Mujeres del campo. Doña Paula: un salto al vacío no sólo estádirigido a las mujeres, no es sólo un llamado de auto análisis y auto responsabilidada nuestro género, sino también es un texto dirigido a los hombres. En estos momentoshistóricos en los que, al igual que nosotras, el género masculino está en búsqueda denuevos modelos que le permitan disfrutar plenamente su masculinidad y relacionarseen términos equitativos con las mujeres en sus vidas, la historia de Jorge es un saltoque resulta en cuántico y pudiese ser de inspiración y hasta terapéutico para laspersonas lectoras”.

    Para el Instituto Estatal de las Mujeres es un gran gusto compartir con ustedesel proceso de crecimiento de un ser humano conducido por Doña Paula. Este es unlibro de aliento de un tipo de relación humana amistosa, libre y nutritiva.

    Lic. María Elena Chapa H.Presidenta Ejecutiva del Instituto Estatal

    de las Mujeres de Nuevo León

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  • A mis hijos, Ulises Ramiro y Aníbal Jerónimo:

    He tratado, muchas veces, de plasmar en palabras aquello que sientemi alma al pensar en ustedes, no hay palabras que puedanabarcar el profundo amor y respeto que despiertan en mí.No me queda más que retornar a las expresiones simples,

    pronunciadas tantas veces y que, sin embargo, lejos de gastarse, emergen con mayor intensidad inundando mi corazón

    con la emoción más hermosa que he sentido en toda mi vida.

    Los amo, los extraño, los admiro.

    Jorge Estrella

    Profesor universitario, periodista y publicista nacido en Córdoba, Argentina. Estudió laLicenciatura en Ciencias de la Información en la Universidad Nacional de Córdoba, realizó unposgrado en Organización y Métodos y participó en el Programa de Graduados Latinoamericanosen la Universidad de Navarra, España, donde realizó su tesis sobre “La función educativa dela imagen”. En México estudió la Maestría en Desarrollo Humano y la licenciatura en Psicología,continuando su formación académica en la Maestría en Psicoanálisis en un programasemipresencial administrado por la Universidad de Barcelona, España.

    Ha sido profesor del Diplomado Historia de las Religiones, y de Mercadotecnia en el InstitutoTecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM); catedrático de ComunicaciónInterpersonal en el Diplomado y Maestría de Desarrollo Humano en la UniversidadIberoamericana, extensión Monterrey y Saltillo, y de Consultoría en Comunicación en laUniversidad de Monterrey.

    En la actualidad dirige Sinapsis Empresarial, S.A. de C.V., empresa consultora en diferentescompetencias laborales; es profesor en la Universidad Iberoamericana y miembro cofundadordel Círculo de Estudios de Masculinidades, A.C. Es integrante del Consejo de ParticipaciónCiudadana, periodo 2006 - 2007, del Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León.

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  • Reconocimientos

    Al Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León (IEMNL).

    A las y los miembros del Consejo de Participación Ciudadana 2006-2007 del IEMNL.

    A Guadalupe Elósegui, Coordinadora de Investigación del IEMNL.

    A Rosilú Marrufo, entrañable amiga.

    A Mona, Nabor y Verónica, hija, yerno y nieta de Doña Paula.

    A los habitantes del ejido de Sabanillas, en García, Nuevo León.

    Y a todos los seres humanos que he ido encontrando en el camino, que me hacenvivir las palabras de mi madrina: “La gente cree que estoy solo, pero no estoy solo”.

    El autor

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  • Mujeres del campo

    Doña Paula: un salto al vacío

    1

  • D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

    Introducción

    Al decir aprendizaje significativo, pienso en una forma de aprendizaje que es más queuna acumulación de hechos. Es una manera de aprender que señala una diferencia—en la conducta del individuo, en sus actividades futuras, en sus actitudes y en supersonalidad—; es un aprendizaje penetrante que no consiste en un simple aumentodel caudal de conocimientos, sino que se entreteje con cada aspecto de su existencia.

    Rogers, C., 1996: 247

    La libertad asusta, y a pesar de esto el ser humano la busca, aspira a ella. En su intentopor lograrla muchos empeñan su vida, otros se dedican a investigar y a trabajararduamente para alcanzarla y, los más, llegan al final del recorrido con los mismostalentos con que emprendieron el viaje.

    Aunque parezca demasiado obvio, creo que si nos decidimos a re-significar “algo” esporque anteriormente ese “algo” tuvo, al menos para nosotros, una significacióndeterminada. Ésta surgió como consecuencia de una vivencia y de toda una experienciacondicionante. Ante un acontecimiento o hecho vivido, sacamos conclusiones quedejamos como válidas en algunas ocasiones, o como cosas a resolver en otras; tal vez,porque en ese momento nos fuera útil esa interpretación o porque los elementos conque contábamos no nos permitían realizar un encuadre diferente. Sin embargo,algunos de esos significados, frutos de nuestra evaluación, han quedado sin seractualizados de acuerdo a las nuevas demandas de nuestro ser. En un mundopermanentemente cambiante, necesitamos ir adecuándonos a las propuestas que vansurgiendo, esto podemos hacerlo con una mayor armonía si no existen cosascristalizadas que nos impidan adaptarnos a estos cambios, o más aún, a ser nosotrosmismos los agentes propositivos de esos cambios.

    “Re-significar” es actualizar las experiencias de vida para que nos permitan,a la luz de nuevos elementos o de diferentes encuadres, potencializar nuestro ser ydesarrollarnos en una mayor plenitud.

    Un encuentro significativo produce algo más que “un simple aumento en elcaudal de los conocimientos”. Ni siquiera se puede decir que produce un aumento,también pudiera ser válido el decir que, en ocasiones, provoca una disminución dealgo, tal vez del ego, y que esta merma brinda una nueva perspectiva para ver nuestroentorno.

    En todo encuentro significativo hay una transformación. Algo sucede, algoimportante pasa en la vida que hace que la visión de la existencia sufra una lectura

    Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s19

  • diferente. ¿Mejor?, ¿peor? No sería agradable empezar con juicios de valor, preferiríaque se abrieran al relato.

    ¿No es acaso la historia personal un relato? ¿Se puede aseverar que estanarración, con el correr del tiempo, no siga transformándose en un sinnúmero dehistorias? ¿Tendremos la capacidad de seguirnos descubriendo como un “yo” en todosestos pasajes? Quizás sea bueno recordar que el relato no sólo transforma a quien lonarra, sino también a quien lo escucha.

    El encuentro con Doña Paula me permitió “darme cuenta” de la capacidadde la mente para tejer historias y también de la posibilidad de transformar esashistorias para darles un significado diferente, para comprender que el narrador tieney adquiere poder, o lo pierde, a través del relato.

    Curiosamente estas historias tenían siempre un mismo protagonista y sinembargo, dependiendo de el, la / las y los interlocutores el relato sufría modificaciones.Doña Paula dejaba al descubierto mi capacidad histriónica y la búsqueda de aceptacióna través de mi narración, pero, a la vez, recalcaba cómo el discurso me encadenabaa una visión sesgada de lo que ella llamaba “realidad”. Al dejarme como narrador decuentos en descubierto, me brindaba la posibilidad de recuperar el poder sobre mipropia historia y descubrir nuevos significados, de recrearla y enriquecerla.

    Un narrador tenía que ser impecable, sin importar el juicio de valor acercade si estuvo bien o mal lo acontecido. Lo que cobraba realmente importancia era lacapacidad de hacerse cargo del relato sin identificarse con él, ya que esto nos privaríade la posibilidad de seguirlo desarrollando y perfeccionando. Un relato estácontinuamente sufriendo cambios, se mantiene vivo e invita al narrador a una continuaactualización de sí mismo, para realizar una sinergia que continuamente enriquecea ambos.

    El narrador, para Doña Paula, era lo narrado. Si tenía la posibilidad demodificar mi relato tenía, por lo tanto, la oportunidad de transformar mi existenciay si podía ver esto, no me quedaba otra alternativa que hacerme responsable de todolo acontecido.

    Cuando le compartía a Doña Paula la idea del Desarrollo Humano en loconcerniente a las posibilidades que éste brindaba para la realización de las personasy de los procesos graduales que facilitaban este desarrollo, la percibía confundida,como si no supiera de qué estaba hablando. A ella le gustaban los conceptos, pero noaceptaba la idea del desarrollo a través del tiempo ni que éste debía incluir un ayery un mañana. Permanentemente me invitaba a vivir “este” instante y a desconfiar detodo lo que se buscara explicar utilizando como excusa al tiempo, tanto por lo quesucedió o por lo que mi mente me sugería que iba a suceder. Todo intento de justificarse

    M u j e r e s d e l c a m p o

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  • D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

    por el pasado o por el futuro era para ella una especulación malsana, un querercontrolar lo incontrolado, predecir lo impredecible, una barrera más para alcanzarla verdadera libertad.

    Recuerdo mis réplicas y la invitación que le hacía para que viera y contemplarala naturaleza, de cómo se daban las cosas y se desarrollaban a través del tiempo lasplantas, las aves y todo lo que nos rodeaba. Su respuesta no se dejaba esperar: “Nometa lo de afuera adentro, porque así estamos perdidos. Lo que vale allí afuera nosirve en una cabeza libre”.

    Cierto día, emocionado por una lectura que compartimos algunos compañerosacerca de “la persona del mañana” a la que hace referencia Carl Rogers, fui al ejidoen el que vivía Doña Paula, me senté cerca de ella, tomé el libro en mis manos yempecé a leerle:

    ¿Quién será capaz de vivir en ese mundo tan extraño? Creo que serán los quetengan una mente y un espíritu joven, que generalmente significa los quetambién tienen un cuerpo joven…

    Y continué con “Las cualidades de la persona del mañana”. Pasé a describirlas,siguiendo el libro y tratando de obviar las palabras complicadas o de explicarlas. DoñaPaula me escuchaba atentamente.

    1. Sinceridad...; 2. Deseo de autenticidad…; 3. Escepticismo en cuanto a la ciencia ya la tecnología…; 4. Aspiración a la totalidad…; 5. El deseo de la intimidad…; 6. Personasproceso…; 7.Cariño…; 8. Actitud hacia la naturaleza…; 9. Anti-institucionales…; 10.La autoridad interna…; 11. Las cosas materiales carecen de importancia…; 12. El anhelode lo espiritual… Al finalizar este punto seguía otro: ¿Podrá sobrevivir la persona delmañana?

    Rogers, C., 1995: 186-187

    Hice una pausa y miré a Doña Paula. Ella se levantó en silencio, se dirigió alfogón, tomó un tizón ardiendo y encendió su cigarro. Le pregunté: “¿Qué le parece,Doña Paula?”. Me respondió: “Me parece que usted todavía no se ha dado cuenta queel mañana es hoy”. Cerré el libro y me sentí muy tonto.

    ¿Podríamos aseverar que lo que percibimos es la realidad? Doña Paula meintroducía en una “realidad” para mí desconocida, en un mundo en que las descripcionesde los libros no eran suficientes para abordarlo, en el que mis conceptos me impedíanver con claridad los acontecimientos cotidianos, como si la experiencia de vida estuvieracondicionada por todo mi bagaje cultural. Me acordé de ese personaje que utilizanlos sufíes para transmitir el conocimiento: el Mulá Nasrudin, cuando responde a lainterrogación acerca de la diferencia existente entre un intelectual y alguien que nunca

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  • leyó nada, dice: “La diferencia es la misma que existe entre un burro que no llevanada en su lomo y otro que lleva un par de alforjas cargadas de libros”.

    En un comienzo pensaba que Doña Paula estaba, premeditadamente,intentando una y otra vez desbaratar el mundo como yo lo percibía. Ahora sé que noestaba equivocado. Ella sabía que la percepción era condicionante de todo eso queyo llamaba, con mucha soberbia “mi experiencia”, y que me llevaba a ordenar elmundo de una manera excluyente de seres o cosas, que por mi incapacidad decontenerlos eran dejados afuera. En ese dejar afuera, en ese enjuiciamiento quemarginaba a “otros”, estaba mi incapacidad de trabajar sobre mis partes oscuras,sobre esa sombra también negada y excluida. Esto limitaba mi posibilidad de autoconocerme y, por lo tanto, restringía mi libertad. Estaba encadenado a mis propiosprejuicios. Por esto tal vez, Doña Paula nunca me daba la razón, siempre descubríauna nueva forma de percibir lo que para mí era obvio, y en este cambio incluía a losque, a mi parecer, estaban equivocados.

    Esta otra forma de conocer la “realidad” le permitía estar permanentereconstruyendo y reinventando su entorno, a la vez que enriqueciéndose en un mundoen constante cambio. Por ello difícilmente se oponía a otras perspectivas, al contrario,se divertía con ellas y acompañaba a su interlocutor en ver nuevas posibilidades.

    En una recopilación de artículos que realizó Paul Watzlawick titulada La realidadinventada, diversos autores sostienen que la realidad no es más que una construcción,una invención, que surge del modo en que cada observador ve el mundo, pero creemosque nuestra visión es la realidad, y por tanto, nos oponemos a otros que no concuerdancon nuestra manera de captarla, pensando que se equivocan o lo hacen con malaintención.

    Klurlan, H., 1999: 206

    Tal vez, si pudiéramos tener la capacidad de aceptar que nuestra percepcióny construcción de lo que llamamos realidad corresponde a la respuesta de nuestrosintroyectos transformados en paradigmas, seríamos más humildes y tolerantes a laspropuestas de los demás, considerándolos no “de más” sino vitales para nuestraexistencia y desarrollo personal.

    El Desarrollo Humano nos permite a través de la empatía, de esa capacidadde ponernos en el lugar del otro “como si” fuéramos el otro, comprender que existendiferentes maneras de percibir lo que llamamos la Realidad o la Verdad. Este “comosi“ nos permite mantenernos en un punto equidistante entre la simple simpatía y laidentificación, lo que nos posibilita comprometernos sin enajenarnos con unaexperiencia que no nos pertenece, pero a la vez ampliar nuestro encuadre y nuestrapercepción del mundo.

    M u j e r e s d e l c a m p o

    Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s22

  • D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

    Cada persona tiene su propio punto de vista sobre lo que sucede en sus relaciones.Llamamos “historia” a estas explicaciones para enfatizar el hecho de que nuestrospuntos de vista no constituyen “la Verdad”. Todos recurrimos a historias que explicanlo que nos pasa. La mayoría de nosotros nos vemos afectados por historias que creemossobre nosotros mismos, sobre otras personas y sobre las relaciones que mantenemoscon ellas. Pero nos olvidamos que son sólo historias que hemos inventado. Entonces,terminamos creyendo que esa es la verdad (…).

    Klurlan, H., 1999: 207

    Debo de confesar que cuando leí a Carlos Castaneda, su famoso libro Lasenseñanzas de Don Juan y sus demás publicaciones, no dejaba de maravillarme delo que consideraba una frondosa imaginación y una gran capacidad para expresar susideas. Sin embargo, debo aclarar que nunca, hasta conocer personalmente a DoñaPaula, le atribuí a sus relatos la credibilidad de que éstos hubieran surgido de laexperimentación directa. Para mí, sus libros se limitaban a especulaciones, muy bienhechas por cierto, y que para fundamentarlas había creado un personaje, Don Juan,a quien atribuía poderes especiales para desestructurar su percepción de la realidad.

    Tuvo que aparecer Doña Paula para posibilitarme reinventar mi historia, paradejar de evaluar “otra” historia como creíble o increíble, al fin y al cabo, tal como noscomparte Carlos Castaneda, lo que llamamos “realidad” está compuesto por la“descripción”, que desde nuestra más temprana infancia nos relatan los adultos, yque termina superponiéndose y reemplazando nuestra percepción inicial y lo queempezamos a acumular como resultado de “nuestra experiencia personal”. Ambas,“descripción de la realidad” y “experiencia personal”, estructuran el mundo de talmanera que cualquier nueva idea o forma original de percepción que quieramanifestarse, tiene que luchar contra este cúmulo cristalizado de conocimientos.(Castaneda, Carlos, 1997).

    Al decir de Confucio: «La experiencia le sirve al hombre como ir por un caminooscuro con una linterna alumbrando hacia atrás», o el conocido dicho popular: Laexperiencia es un peine que te da la vida cuando ya estás calvo, nos refiere, de unau otra manera, que el conocimiento adquirido en el pasado, al que llamamos experiencia,no es de gran utilidad. En el mundo de Doña Paula, el enjuiciamiento a los seres o alas cosas negaba la realidad de su continua transformación. El juicio es pretendercreer que todo lo que nos rodea no cambia, y uno juzga por lo aprendido en el pasado:“Jorge, ¿para qué voy a juzgar si al rato ya no va a ser el mismo, y tampoco yo voy aser la misma? Mejor que Diosito nos ayude y nos vamos en paz, ¿no le parece?”. Otrasveces me decía: “Si nuestro Señor Jesús Cristo no juzga, ¿quién soy yo para hacerlo?”.

    En ese mundo que era vivido en una concatenación de hechos que se sucedíanvertiginosamente, quedé atrapado por mucho tiempo. Un tiempo que se estructurabay se hacía añicos según el conocimiento que me quería transmitir Doña Paula.

    Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s23

  • M u j e r e s d e l c a m p o

    Al finalizar estas reflexiones, quiero compartirles que decidí iniciar cadacapítulo de este libro con un hexagrama del I Ching, el libro de los cambios. Cadauno de ellos fue obtenido al arrojar al azar tres monedas chinas y fui, de maneragradual, construyendo cada símbolo. En cuanto al contenido del hexagrama, es decir,qué parte transcribir, fue elegido según mi propia convicción e interés.

    Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s24

  • Capítulo I

    Más allá de lo ordinario

  • D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

    Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s27

    Capítulo I

    Más allá de lo ordinario

    1. Ch’ien. Lo Creativo

    Arriba: Kien, Lo Creativo, El CieloAbajo: Kien, Lo Creativo, El Cielo

    El signo se compone de seis trazos no partidos. Los trazos no partidos correspondena la protoenergía o energía primaria, luminosa, fuerte, espiritual, activa. El signo estotal y uniformemente fuerte en su naturaleza. Puesto que no lo afecta ningunadebilidad, en sí mismo, de acuerdo con su cualidad intrínseca, representa la fuerza,la energía. Su imagen en el cielo. La fuerza, la energía, se representa como entidad nocondicionada por determinadas circunstancias especiales. Se la concibe, por lo tanto,como movimiento. Debe considerarse como fundamento de este movimiento el tiempo.Así pues, el signo involucra también el poder del tiempo y el poder de la perseveranciaen el tiempo, de la duración.

    En la exégesis del signo ha de tenerse en cuenta, constantemente, una dobleinterpretación. La macrocósmica y la que corresponde a la acción en el mundo humano.Con respecto al acontecer universal, se expresa en el signo la fuerte acción creativade la divinidad. Aplicado el signo al mundo humano, denota la acción creadora delsanto y del sabio, el gobernante y conductor de los hombres, que merced a su fuerzadespierta y desarrolla en estos últimos su esencia más elevada.

    El Dictamen

    Lo Creativo obra elevado,propiciado por la perseverancia.

    De acuerdo con su sentido primitivo, los atributos aparecen agrupados por pares. Parael que obtiene este oráculo, ello significa que el logro será otorgado desde lasprofundidades primordiales del acontecer universal, y que todo dependerá de quesólo mediante la perseverancia en lo recto busque su propia dicha y la de los demás.

    Ya antiguamente fueron objeto de meditación estas cuatro cualidades intrínsecas enrazón de sus significaciones específicas. La palabra china que se reproduce por “elevado”significa “cabeza, origen, grande”. Por eso en la explicación de Kung Tsé se lee: “Grandeen verdad es la fuerza original de lo Creativo, todos los seres le deben su comienzo.Y todo el cielo está compenetrado de esta fuerza”. Esta primera cualidad traspasa, porotra parte, a las otras tres.

    El comienzo de todas las cosas reside todavía, por así decirlo, en el más allá, en formade ideas que aún deben llegar a realizarse. Pero en lo creativo reside también la fuerza

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    destinada a dar forma a estas imágenes primarias de las ideas. Es lo que quedaseñalado con la palabra “logro”, “éxito”. Este proceso se ve representado por mediode una imagen de la naturaleza. “Pasan las nubes y actúa la lluvia y todos los seresindividuales penetran como una corriente en las formas que les son propias.”Transferidas al terreno humano, estas cualidades muestran al grande hombre encamino hacia el gran éxito: “Al contemplar con plena claridad las causas y los efectos,él consuma en tiempo justo las seis etapas y asciende en tiempo justo por estos seispeldaños como sobre seis dragones, elevándose al cielo”. Los seis peldaños son lasseis posiciones individuales del signo, que más adelante se representan bajo la imagendel dragón. Como camino hacia el logro aparece aquí el reconocimiento y la realizacióndel sentido del universo que, en cuanto ley perenne y a través de fines y comienzos,origina todos los fenómenos condicionados por el tiempo. De este modo toda etapa,alcanzándose, se convierte a la vez en preparatoria para la siguiente, y así el tiempoya no constituye un obstáculo, sino el medio para la realización de lo posible.

    I Ching. El libro de los cambios, 1995: 79-80

    Repetir lo aprendido

    Salté por el techo, ya me habían quitado la llave del portón que yo hice poner; entrépor la ventana que daba al patio trasero, ya sabía cómo abrirla y me senté en una delas camas. Los dos dormían, aparentemente ajenos a todo. Ulises se destapabasudoroso, mientras que Aníbal se tapaba toda la cabeza y sólo dejaba un huequitopor donde respiraba plácidamente. Aquellos dos pelirrojos de ojos celestes eran mishijos, y en ese instante no comprendía porqué me arrancaban de mi casa, porquéahora tenía horarios de visitas, porqué tenía que tocar el timbre, porqué no podíarecibir todas las noches el beso de mis hijos antes de acostarme, y así podía seguircon una interminable lista de porqués, todos inútiles. Con el tiempo comprenderíaque la respuesta no estaba en la pregunta, a lo mejor, tal vez, se encontraba en elaprendizaje, o mejor dicho, en el condicionamiento que recibí durante los primerosseis años de mi vida. Ahora, todo lo que antes no tenía importancia adquiría unsignificado superlativo.

    Salí por donde entré: como un ladrón, por la ventana. Lleno de tribulaciones,de pensamientos oscuros, no había nada de claridad, lo único que me repetía es:“Tienes que sobrevivir”. Ni siquiera sabía de dónde provenía esa voz, profunda,abismal, distante y sin embargo, tan mía, tan extraña y a la vez tan reconocida.

    Se mezclaban las imágenes, confundía a mis hijos conmigo mismo, los papelesde mi padre se barajaban con los míos, a decir verdad todo se fusionaba en mí y sihubiera tenido que definirme en una sola palabra, ésta sería: confusión.

    En cuanto a las escenas de los últimos días, no sabía si había sido yo elprotagonista, o si mi padre había encarnado en mí para repetir otra vez la mismahistoria. La que vivió un niño de seis años y que desde entonces había deambulado

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    por la vida hasta encontrarse con 31 años, los cuales no sabía cómo se instalaron ensu cuerpo ¿Qué había pasado? Si yo estaba tomado del pasamanos de una escalerade granito, un pasamanos de hierro negro, frío. Mi madre le gritaba enloquecida a mipadre; lo empujaba, lo jaloneaba, le aventaba todo lo que iba encontrando a su paso.Él cogió su saco gris que estaba colgado de una silla en la sala. Yo los seguía, atónito,no sabía qué hacer, era un vacío total, me convertí en un zombi detrás de esas dossiluetas que se golpeaban y se gritaban. Mi madre agarró una escoba y empezó agolpear a mi padre, él se defendía. De repente yo tenía 31 años y el palo de escoba seestrellaba en mi ceja y un chorro de sangre brotaba cubriéndome el rostro y deslizándosepor mi camisa celeste; una línea espesa, roja, dibujaba imágenes absurdas. Pero noera yo… no, esta no es mi realidad, ése era mi padre, ¿qué hago yo aquí?, ¿qué hagoen este cuerpo de un hombre, si yo soy sólo un niño que está tomado de la barandade la escalera cuando mi padre es empujado fuera de nuestra casa? La que lloraba ygritaba era mi esposa… ¿Alguien me puede explicar qué pasa, qué está pasando? Mimadre cogió mi mano y salió corriendo detrás de mi padre, en su estado alterado nose daba cuenta de que me iba casi arrastrando. “¡Vete! ¡Vete! No quiero volver a verte”.¿Qué hace mi esposa aquí?, no puedo entenderlo. ¿Por qué me echa? ¿Qué hice?¡Dios! ¿Qué hice?

    Ahora me iba como mi padre, sólo con lo puesto, sin casa, sin hijos, sin familia,sin nada. Me sentía tan confundido como se debió haber sentido él. ¿A dónde ir? Noimporta, hacia cualquier lado. ¿Qué voy a hacer? Tampoco importa.

    Durante muchos días anduve merodeando las inmediaciones de mi casa. Nodormía, no comía. Recuerdo que por las noches de insomnio me dirigía a esos baresen los que se daban cita los personajes nocturnos: taxistas trasnochados, prostitutasal acecho, uno que otro travesti, y a lo mejor alguno como yo; alguno que hubieraperdido a su esposa y a sus hijos y que por las noches deambulaba confundido, tratandode encontrarse.

    En mi mente apareció la idea de pedir ayuda. La verdad es que no sé cómosurgió, ya llevaba cerca de tres meses en esa suerte de abandono. Esta idea empezóa crecer y se tornó una necesidad, así que empecé a averiguar quién podía ayudarme.Me quedaban claras dos cosas: la primera, que solo no iba a poder salir del estado enel que me encontraba, o que me resultaría muy difícil; y la segunda, que no queríaestar mucho tiempo en ese infierno. Sin embargo, el factor detonante fue habermeencontrado con un amigo, el cual, coincidentemente, había estado casado hasta hacíatres años con una de las compañeras con las que compartía el departamento mi esposacuando la conocí. Me invitó a tomar un café y como lo vi muy dispuesto a escucharme,abrí mi corazón y dejé que todos mis miedos afloraran como un torbellino.

    Cuál sería mi sorpresa cuando mi amigo se echa a llorar y empieza a contarmesu propia desgracia al haberse alejado de su esposa y de su pequeña hija. En esepreciso instante me asaltó un gran pánico. Si él hacía tres años que se había separado

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    y todavía estaba pegado en ese sufrimiento, yo tenía la certeza de que no iba a tolerarvivirme de la manera como lo estaba haciendo por más de un par de meses, así queredoblé mis esfuerzos por encontrar a alguien que me inspirara confianza para poderentregarme a una terapia que me facilitara el proceso de salir, cuanto antes y lo másíntegro posible, de esa situación.

    Al fin alguien me recomendó a una persona, por cuyos antecedentes estabaseguro de que algo iba a poder hacer con “mi caso”. Me dijeron que era una psicólogamedio bruja que había tratado con éxito a mucha gente, pero que era muy difícilconseguir un turno para ser atendido. Pero, como sucede en las ciudades relativamentepequeñas, una amiga de mi madre era a su vez conocida del sobrino de esta enigmáticamujer, y por intermedio de él me pudieron conseguir una cita.

    Una persona pequeña de estatura, de pelo blanco, muy corto, gruesos anteojosy vestido largo abrió la puerta, me miró de arriba abajo y dijo: "Usted debe ser Jorge…mucho gusto, yo soy Giovanna. Adelante".

    A pesar de su dominio del castellano no había perdido su acento siciliano.Tomó asiento en una butaca con sus piernas muy juntas, las manos sobre el regazoy con una sonrisa me dijo: "Usted dirá, Jorge".

    Empecé a platicar, y por supuesto, como es habitual en esas circunstancias,la culpa la tiene cualquiera menos uno, y si pienso que ahora, al relatar hablo de“uno”, recuerdo aquel consejo oportuno que me dejó en descubierto: “Uno es ninguno”,así que, retomando… en esa época cualquiera podía tener la culpa, menos yo. Deentrada me ubiqué con relativa comodidad en el papel del mártir y, para completarel cuadro, puse a mi ex esposa en el papel del verdugo.

    En el transcurso de mis reproches la mencionaba una y otra vez: su incapacidadpara comprenderme, su mala conducta como esposa, su insensibilidad para con sushijos, etc., etc. De repente, Giovanna se pone de pie y levanta el almohadón de subutaca, lo vuelve a acomodar, mira debajo de una mesita baja, detrás de una macetay como me pareció curiosa su actitud, le dije: "Disculpe, Giovanna, ¿se le perdióalgo?”, a lo que me respondió: "No, pero por un momento creí que su ex-esposaestaba con nosotros, ya que lo único que usted ha hecho es hablar de ella. Sin embargo,acabo de constatar que los únicos que estamos aquí somos usted y yo. Como yo yasoy demasiado vieja y no creo que a usted le interese hablar de mí, creo que la únicaalternativa es hablar de usted, hablar de Jorge, así que empecemos de nuevo. Usteddirá, Jorge”.

    Por un momento, después de haber visto todo ese despliegue de histrionismo,y de sentir que ahora, tal vez, por primera vez, sentía todos los faros apuntándomea mí, frente a esa primera invitación a hacerme responsable de mis actos, enmudecí.

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    Estuve así un buen rato. Mi mente funcionaba de una manera totalmente aceleraday no lograba recomponer el libreto que me había aprendido de memoria con tantasrepeticiones. Amigos, parientes y cuantos hubieren querido escuchar mi versión delos hechos tuvieron que soportar mi auto justificación, como si a alguien le interesara,del porqué de lo acontecido y de mi propia desgracia provocada, por supuesto, pormi despiadada esposa. De todas maneras, yo había construido una simpática y estúpidarecreación de lo que llamaba realidad, en la cual yo tenía razón y mi esposa estabacompletamente equivocada.

    Interrumpió mis desvaríos: "Mire, Jorge, vamos a hacer lo siguiente: si esque usted quiere realmente que yo lo ayude, usted se olvida en este mismo instantede su esposa; se va al campo, bien lejos, tal vez a una montaña, se lleva una bolsa delimones y no come absolutamente nada, sólo se toma el jugo de los limones y bebeabundante agua. Se queda todo el tiempo que pueda y camina muchas horas, despuésregresa y hablamos”. Se puso de pie, en un claro mensaje de que la comunicaciónhabía terminado.

    Me levanté sin mirarla, me sentía como el libretista al que le acaban de tirardelante de él la obra que sentía maestra. Me subí a mi camioneta y anduve deambulandopor la ciudad. Sí, no se equivocan, no pasé una, sino un montón de veces por la puertade mi casa; hasta me asomé temeroso por las ventanas intentando ver a alguno demis hijos. Estaba confundido, la única receta que tenía eran las palabras de Giovannay se me hacía muy duro cumplirla. Trataba de pensar en una terapia alternativa, peroya había estado, mi ansiedad no la hubiera tolerado. Me dirigí a un parque, rodeadode enormes árboles, estacioné el carro en un callejón oscuro, coloqué las manos sobreel volante y me puse a llorar. No sé cuánto tiempo estuve en esa posición, lo querecuerdo es que mi camisa se iba empapando y que mi cuerpo se mecía por lasconvulsiones del llanto. No tenía una mejor opción, tal vez si era obediente ocurriríaun milagro. Encendí el motor y me dirigí a las montañas. Capilla del Monte quedabaa 108 kilómetros de Córdoba, llegaría de noche. ¿Y después? El después empezabaa dejar de existir en mi mente, todo era aquí y ahora, todo era esta inmediata inspiración,lo que vendría no podía pensarlo. Mi vida, el proyecto de mi vida, lo que alguna vezcreí que sería la puerta de mi felicidad ya no existía: ahora partía con rumbo inciertoa un lugar del cual no estaba seguro de regresar.

    A la orilla del lago

    Caminé cerca de 12 kilómetros por las sierras, oscurecía rápidamente y el camino sedesdibujaba con las sombras. Sin embargo, y a pesar de lo inhóspito del lugar, nohabía en mi alma cabida para nada que no fuera mi auto conmiseración. En eseinstante nada me importaba, al contrario, hasta un accidente lo percibía como unabendición. Quería llamar la atención aun dando lástima.

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    Mi único equipaje era un pequeño bulto con un par de mantas para pasar lasnoches y una bolsita con limones; iba deseoso de cumplir con lo indicado por Giovanna,con la esperanza de que ocurriera un acto de magia o un milagro. La noche se terminóde cerrar y ya era imposible continuar. Debajo de unos árboles frondosos al lado deun arroyo, tiré mi atado de mantas, las extendí y haciendo caso omiso a cualquierriesgo de posibles animales o insectos, me recosté sin poder conciliar el sueño peroobservando a través de las copas de los árboles el fondo estrellado del cielo. Así estuvehasta el amanecer, escuchando los miles de ruidos del campo: el agua del arroyopasando entre las piedras, el viento entre el follaje, el croar de las ranas, los grillos,los pájaros nocturnos. Con el pasar del tiempo fueron mudando unos sonidos porotros y junto con los ruidos también fue cambiando el paisaje. El cielo pasó desdeuna profunda oscuridad matizada con los dibujos de las estrellas a un tenue naranjaque se fue convirtiendo en un azul suave y diáfano; recordé una canción popular demi provincia de Córdoba: “Hay que andar y hay que andar para comprender que nohay cielo como el cordobés...”.

    Me acerqué al arroyo de aguas cristalinas y sumergí las manos y el rostro, elagua estaba helada. Cogí mis escasas pertenencias y reanudé la marcha, todavíafaltaban muchos kilómetros por recorrer.

    Hacía tiempo que no transitaba por esos parajes, sin embargo, retenía lasimágenes con bastante nitidez, sabía que al finalizar esa cuesta iban a aparecer eldique y la casa que sirviera de refugio a los que lo construyeron. Sentía que las fuerzasme flaqueaban, habían sido demasiadas emociones. Llegué con el último aliento, merecosté en el fresco de la galería de piedra y así me quedé dormitando y ensoñando.No sé cuánto tiempo transcurrió… horas, minutos. Me levanté y me acerqué a la orilladel dique. Pero he de platicarles un poco de ese curioso espejo de agua que se encuentraa unos mil 700 metros de altura. El dique “Los alazanes” fue construido a mediadosdel siglo XX, es un pequeño espejo de agua que sirve para abastecer del preciadolíquido al poblado de Capilla del Monte. Todo el material utilizado para su construcciónfue acarreado a lomo de mula. Se sembraron truchas en los arroyos que en éldesembocan y no es muy visitado, ya que su único acceso es caminando a través delas sierras por caminos sinuosos y muy empinados. A excepción de algunos fanáticosde la pesca con señuelo, única forma permitida en la región, casi nadie llega. En esaépoca del año mi privacidad era total. No sé si esto era bueno o malo.

    De repente me asaltó la pregunta de qué estaba haciendo allí, sin comida, sinotra ropa que la que traía puesta. Sólo estaba cumpliendo con la recomendación deGiovanna. No, no sólo con eso, estaba aferrándome a una posibilidad ¿De qué?, nolo sabía, pero algo tenía que hacer, algo que me generara la esperanza que, de repente,todo volvería a ser como antaño. Ni siquiera podía darme cuenta de que no habíatenido la capacidad de cristalizar ese sueño, ese sueño de contar con esa familiaarquetípica que nunca tuve, tal vez por eso era tan idealizada, tal vez por eso la

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    realidad en torno a este tema me generaba tanta violencia. Mi sueño: papá, mamá ehijos, viviendo en armonía.

    Me acerqué al espejo de agua, se podía ver el fondo y las nubes reflejadas enél como submarinos o enormes monstruos reptantes sobre las plantas acuáticas. Devez en cuando una trucha atravesaba raudamente el lago. Empecé a cumplir con laconsigna que recibiera: caminar, caminar y caminar. Cada tanto me sumergía desnudoen las frías aguas del arroyo, dejaba que mi cuerpo se secara al sol y retomaba lacaminata. Para el atardecer no sé cuántos kilómetros llevaba recorridos, la mayoríaen círculos, de esa manera, estaba seguro de no perderme. Más que por temor, erapor no quedarme sin la provisión de limones, los había dejado en el refugio y mehabía comprometido a hacer esa dieta rigurosa, no iba a fallar. Si la cumplía al pie dela letra quizás todo se convertiría en mi sueño. Regresaría a mi casa, y ahora sí,reinarían la armonía y el amor. No comprendía que estaba atrapado en lo que se llamael “círculo de la violencia”, tal como se lo escuchara decir a Jorge Corsi, famosopsicólogo argentino, quien aborda este tema, y que romper este círculo me demandaríamucho más tiempo del que mis ingenuos deseos me hacían vislumbrar.

    ¿Cuántos días estuve en el refugio de piedras?, creo que entre siete y ocho.En esos días mi mente deambulaba extrañada por parajes ignotos, distantes, los cualesse asemejaban a sueños y pesadillas más que a la realidad. A decir verdad, no podríacontar toda esa porción de historia; una parte del tiempo me la pasaba alucinando,entre un reloj y un espacio inexistente, y la otra parte, sollozando, implorando, rezando,a veces en silencio, a veces a los gritos ¡Por qué! ¡Por qué! El eco me respondía lamisma letanía…así se fueron agotando las horas.

    El último día, casi desfalleciendo entre las largas caminatas que duraban todoel día desde el amanecer hasta el atardecer, y la estrictísima dieta, sólo limones y unpar de jarros de agua cogidos del arroyo, sumados al estrés y la angustia que no cesaba,decidí regresar. Esta decisión me produjo una sensación grata, la primera queexperimentaba en muchos días. Tenía fe en que todo se iba a solucionar, como otrasveces había pasado. Emprendí el regreso, me sentía como flotando en el aire, afiebrado,quemado por el sol intenso, sin fuerzas, pero así y todo, no me detuve ni un momento.

    Llegué a “La Toma”, así se llamaba el paraje en el que una hermosa olla naturalrepleta de agua cristalina, de aproximadamente unos tres o cuatro metros deprofundidad, me aguardaba con su hermosa caída de agua. Sin pensarlo un segundo,tiré a un lado mi atado de mantas y, vestido como iba, me sumergí en el helado espejo.Fue como recibir un fuerte shock. Mi cuerpo, sudado y caliente después de unas sietehoras de intensa marcha, se puso en contacto con las gélidas aguas de vertiente. Lapiel me ardía, pude aguantar sólo unos minutos y cuando salí el aire frío multiplicóla sensación gélida. Sin embargo, me reanimó muchísimo, tanto como para decidirmi regreso inmediato a la ciudad de Córdoba.

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    Mi camioneta me aguardaba a escasos metros del lugar donde tomé el baño,pero mi ropa chorreaba agua. Me la quité y me quedé en calzones, había dejado enel asiento trasero una sudadera, ya que cuando emprendí la marcha no hacía frío, asíque ahora me venía como anillo al dedo. No obstante, encendí la calefacción, no pormucho tiempo, ya que al empezar a bajar desde lo alto de la sierra el aire comenzóa templarse.

    Fueron pasando los pueblos y desde lejos divisé las luces de mi ciudad; lleguéa la casa de unos amigos que me habían asilado momentáneamente hasta queencontrara un lugar donde vivir. Todavía no había buscado nada, ya que la sola ideame provocaba mucha angustia, estaba seguro de que todo se iba a arreglar. Me vestícon unos pantalones y una camisa que había comprado recientemente, y sin importarmela hora o si ella pudiese estar ocupada, me fui a ver a Giovanna.

    Toqué el timbre y en el acto ella apareció con una dulce sonrisa. Abrió lapuerta de rejas y se hizo a un costado para permitirme el paso. Había un sillón enfrentede otro, parecía que me hubiera estado aguardando. Caí pesadamente, como si medesmoronara. Ella tomó asiento con mucha delicadeza, y ahora sí, sin perder lasonrisa me preguntó:

    — ¿Cómo le fue, Jorge?

    — Me siento afiebrado, cansado, no sé qué pensar. No he dejado de caminarpor entre las sierras, horas, días. No tengo ningún otro deseo que no sea elvolver a mi casa, estar con mi esposa, con mis hijos…

    — Perdone, Jorge, ¿sería tan amable de recordarme, cuál dijo que era susueño más importante, el primer día que vino a verme? Ese sueño que,según usted, lo viene acompañando desde hace muchos años.

    — Trascender— respondí con seguridad.

    — Fíjese qué curioso, Jorge. Yo escucho que usted dice que su sueño másimportante es trascender, ¿estoy en lo cierto?

    — Sí.

    — Sin embargo, cuando la vida le quita de encima todo eso que usted seempecina en llamar “mis” cosas: mi casa, mi esposa, mis hijos, mi trabajo,y todas esas otras “cosas”, usted, en vez de salir corriendo a esa cima que leaguarda y que representa su más ferviente anhelo, se pone a llorar y quiereempezar a recoger todo lo que ya está desparramado. Bueno, Jorge, ahora lerecomiendo que se vaya otros tres días al campo, pero no busque sierras ni

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    montañas, busque el llano y camine sin parar de la mañana hasta el atardecer,y cuando llegue la hora del ocaso, rece.

    Al ver mi cara de sorpresa, reiteró:

    —Sí, escuchó bien, rece, a ver si rezando y caminando se le disminuye esasoberbia que le impide ver más allá de sus narices—. Y sin agregar una palabramás, se levantó del sillón y se dirigió hacia la puerta.

    Me alejé tan sólo sollozando un buenas noches. Volví a mi camioneta y enfiléde nuevo para el campo, sólo que ahora debería ser un campo llano, así que tomérumbo al sur, hacia la llanura pampeana. Otros tres días, para colmo empezó a caeresa lluvia que en España la conocen como calabobos y en Buenos Aires le dicen garúa.Es una llovizna finita que se va metiendo entre las ropas y te va empapando hasta loshuesos. Ni la lluvia me impidió realizar mis caminatas. Al llegar la noche me estiraba,todo dolorido, sobre el asiento posterior de la camioneta y dormitaba. Estaba comoembriagado, recuerdo la sensación: un sabor fuerte en la boca, un olor rancio que loasociaba al miedo y la cabeza embotada de tantos pensamientos. Pero no hay fechaque no se llegue, así que al tercer día me encontré, peor que antes, volviendo a tocarel timbre de la que estaba empezando a percibir como la bruja de Hansel y Gretel; sinembargo, había algo que me inspiraba confianza, tal vez la misma confianza que leproduce a un náufrago encontrarse sólo un ancla hundiéndose en el medio del océano,por lo que se aferra a ella como a su única salvación.

    De nuevo la sonriente y chaparra viejecita abriéndome la puerta; de nuevolos sillones esperándome; de nuevo mi cuerpo, más afiebrado que hacía unos días,desplomándose sobre los mullidos cojines y otra vez la misma pregunta:

    — ¿Cómo le fue, Jorge?

    Esta vez me tardé en responder. Es más, ni siquiera levanté la vista cuando le dije:

    — No doy más, quiero volver a mi casa, quiero pedirle perdón a mi mujer, quiero estar con mis hijos. ¿Puede usted entender eso?

    — Yo lo puedo entender. ¿Podrá su esposa entenderlo? Si el pájaro escapade la jaula, ¿usted cree que es tan tonto para que regrese?

    — Voy a regresar a mi casa.

    — Está bien, inténtelo y regrese para platicarme cómo le fue.

    Mi casa no estaba muy distante de donde vivía Giovanna, así que en menosde diez minutos estaba estacionando mi carro en la puerta de la cochera. No me

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    alcancé a bajar y ya mi esposa estaba tras la ventana enrejada de la sala diciéndome:

    — Tienes un minuto para subir a tu auto y regresar por donde viniste o llamoa la policía.

    — Pero… vengo a hablar contigo…

    — No tengo nada de qué hablar. ¡Lárgate!

    Quedó el eco del ventanazo flotando en el aire. Me aferré a las rejas de lacochera y me solté a llorar en silencio. Di media vuelta y de nuevo me dirigí a casade Giovanna, no sabía a que otro lugar ir. Aparte, tenía una incapacidad total deaceptar esta realidad, la cual percibía como un condenarme a la orfandad, es más,como un despiadado abandono. No en vano, con el tiempo, la psicóloga con quientomé terapia le puso un nombre a ese sentimiento: “síndrome de abandono”. Ahorasí, no quedaba ninguna duda de que Giovanna me estaba esperando, aparte me lodijo:

    — Jorge, no se tardó mucho, y no pierda el tiempo contándome cómo le fueporque yo ya lo sé, además no podía ser de otra manera.

    — ¿Y ahora, qué hago?

    — Mañana por la mañana temprano va, busca un abogado, e inicia laseparación y el divorcio.

    Fue como un mazo asestándome con violencia en la cabeza: divorcio,separación. Si a eso le había estado huyendo por diez años. Ahora, por más quehubiera corrido ya me alcanzó, me alcanzó la misma historia de mis padres. Ahoramis hijos pasarían lo mismo que yo. No, no podía ser, tenía que haber otra solución.No hice nada; a los tres días recibí un citatorio de un abogado. Mi esposa estabapidiéndome el divorcio. Accedí, no sin antes intentar un par de veces más dialogarcon ella, inútilmente, por cierto.

    — Así fue, Doña Paula, a lo mejor me olvido de algunas cosas, pero esto eslo que recuerdo. Me encantaría que un día pudiera conocer a Giovanna.

    — En lo que respecta a esa señora, estoy segura de que un día la conoceré,y no sólo la conoceré, además la reconoceré porque entendí su palabra y haycosas “de verdad”. En cuanto a lo que usted recuerda, eso es lo importante,y nosotros trabajamos con lo importante. Lo otro lo dejamos por la paz. Mire,Jorge, estoy viendo que usted mira todo separado…Y antes que me pregunte,yo le voy a decir qué es eso de estar mirando todo separado ¿Todo esto queme platica pasó hace muchos años?

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    — Sí, como seis o siete años.

    — Entonces, ¿para qué lo sigue cargando?

    — Doña Paula, no sé. No tengo idea, es como si formara parte de mí.

    — Ya veo, se le metió en todo el cuerpo y lo está envenenando.

    — ¿Y qué hago?

    — Nada, usted quiere resolver todo haciendo algo, no tiene que hacer nada; sólo darse cuenta que no tiene que hacer nada, y que ese no hacer nada también es no hacer de burro, cargando las cosas que ya no están.

    — ¿Cómo es eso de estar separado?

    — Así, mire: Este pan, ¿lo ve?, está unido; ahora, si yo lo jalo de una de laspuntas para un lado y la otra punta para el otro, mire lo que pasa. Se convierteen dos pedazos. ¿Es este el mismo pan que hace un rato? No, usted no mediga nada, escuche mis preguntas, pero no son para que las responda comoloro enjaulado, es más, no son para que me las responda de ninguna manera.Usted ya debe entender que existen muchas clases de preguntas, de todo tipo.Algunas “son” para que uno dé razón de las cosas, otras “son” para llevárselasen silencio hasta que hagan su propio trabajo, otras preguntas “son” paradestrabar la mente y nunca llegar a las respuestas, porque no la tienen.

    A cada “son” mi madrina le ponía un énfasis especial, como si recitara unareceta de cocina en la que fuera vital recalcar sus componentes. Y continuó:

    — La pregunta no es para dividir a la persona, la pregunta es para unir a lapersona, para hacer que la mente se centre en toda su atención y no ande deun lado para otro. Pero la vida de la pregunta la crea el hombre de conocimiento,el que sabe qué quiere lograr con esa pregunta, no con otra, sino con ésa.Puede ser como un dardo, fuerte y poderoso, a través de la pregunta correctase puede lograr la acción, el movimiento de la mente para “agarrar” las cosasy sus derivados. Por eso no se apure, escuche la pregunta y después vemos.

    — Creo que comprendo, Doña Paula.

    — Dígame madrina hasta que conozca mi nombre “efectivo”, al fin y al caboyo lo bauticé con el agua sagrada del Río Jordán, la misma con la quebautizaron a nuestro Señor Jesucristo. Ya le platiqué de la señora que fue aTierra Santa, ¿no?

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    — Sí, ya me platicó, pero para mí usted es mucho más que una madrina. Para mí, en esta parte de mi vida, usted es la persona que me está acompañandoa comprender cuál es el sentido de todo este deambular.

    — Bueno, le decía que usted está separado y voy a batallar mucho en tratarde unirlo si usted no me echa una mano.

    — Y ¿qué puedo hacer?

    — ¡Órale con el hacer! Cuántas veces le tengo que decir que no hay que hacernada, ¿cómo va a hacer algo si ya está todo hecho? ¿Se cree que le resultófácil a Diosito hacer todo, para que usted meta la mano? Nada de eso. Ahoraverá la explicación que le damos a esta separación. Fíjese, a usted le contaronun montón de cuentos, ¿se acuerda de alguno?

    Sé que había en esa aseveración un doble significado: por un lado se referíaa mi credulidad respecto a las lecturas compartidas junto a los “lectores” o al tiempoinvertido con ellos en nuestras pláticas, y por otro lado, efectivamente, se refería alhecho que, de niño, mi madre nos narraba algunos cuentos a mis hermanas y a mí.

    — Recuerdo un cuento que solía contar mi mamá. Venía en un libro que sellamaba Corazón, y éste, en particular, era “De los Apeninos a los Andes”.

    — ¿Y de qué se acuerda de ese cuento?

    — Bueno, la verdad que de muy poco; se trataba de un niño que había perdidoa su mamá y salía a buscarla. También recuerdo que pasaba por un montónde peripecias recorriendo muchos países hasta reencontrarse con ella. Recuerdoque era muy triste y que con mis hermanas llorábamos cada vez que nos locontaba.

    —Tantos cuentos que escuchó, que al final uno lo atrapó.

    — ¿Y cuál cuento es ese que me atrapó, madrina?

    — El propio, su propio cuento, ese cuento que se cuenta cada vez que puedey que lo hace llorar, que lo hace sentirse triste y dar vueltas y vueltas sobrecada asunto.

    — Pero si no es cuento, es como yo viví las cosas que sucedieron.

    — Por eso mismo, es como “usted” vivió las cosas, pero las cosas tienen supropio movimiento, las cosas cumplen con su destino y usted no puede andarordenándolas de aquí para allá. Las cosas son las cosas, y me voy a cansar de

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    decirle que por más que usted haga muchas historias y cuente muchos cuentos,eso no quiere decir que “agarra” las cosas en un tanto. No tiene las cosas porefectivas, por lo que son, usted le pone otros nombres y así se pierde de lomejor.

    — Por favor, madrina, explíqueme lo de la separación. ¿Cómo es eso del pany de que yo estoy separado en dos mitades?

    — Yo no dije en dos mitades, a decir verdad, está separado en un montón demitades. Un pedazo por aquí, mire, más o menos por aquí, otro por allá y másallá otro, y hasta estoy segura que debe estar todo el camino regado de pedazossuyos. ¿Sabe por qué?

    — No, la verdad no sé por qué pude haber dejado pedazos míos por todoslados.

    — Porque su cabezota no para, su mente no encuentra reposo, a una aficiónpor una cosa sigue una afición por otra, y así nunca va a estar en un tanto conlo importante. Lo importante sólo se “agarra” en el silencio.

    — ¿Cuándo uno empieza a dividirse?

    — Uno es ninguno. Yo le puedo decir cuándo usted empezó a dividirse. Ustedempezó a dividirse cuando se dio cuenta de que podía ser diferente a lo queera. La mayoría se divide por lo mismo, algunos no; algunos nos dividimospara aprender más rápido, pero no le puedo explicar eso ahora.

    — Madrina, ¿cómo me dividí?

    — Todos nacemos como una pieza entera, así como este bastón no tieneningún nudo ni está pegado o atado, pero cuando empezamos a mirar losnombres de las cosas y a utilizar esos nombres y meterlos en nuestra cabezaempezamos a tejer historias que no son efectivas frente a lo importante. Ustedcarga con todo lo que los demás quieren que usted sea. Ahora llora porquese separó, mañana se lamenta porque no tiene dinero, pasado porque un hijose fue de su casa, y anda uno rodando. Como dice la canción: “una piedra enel camino me enseñó que mi destino era rodar y rodar…” ¿La escuchó? Bueno,así es la vida de la mayoría de la gente que viene por aquí a consultarme sobreun asunto y otro asunto. Siempre su mente está poniéndole afición con lo quepudo ser y no pudo, con lo que le hubiera gustado a mamá, con lo que lehubiera gustado a papá, con lo que a usted le hubiera gustado para sus hijos.Y así, uno trata de disfrazarse como si fuera todo eso que no es. Y se da airede “importoso” (de importante o engreído). Es un gatito y quiere gruñir comoun león, y para colmo de desgracias, cada vez que gruñe escucha que es un

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    gatito y confía en que los demás no se den cuenta de que usted es un gatitolleno de miedos. Todos le escuchan, pero al gatito, no al león ¿Cómo van aescuchar al león, si no existe? El león está sólo en su cabezota. Entonces,siempre está esforzándose inútilmente para parecer un león y descuida algatito. Hasta que el león se come al gatito y ya no hay posibilidades. Porqueel gatito es lo real, con el gatito se puede hacer algo, con el león no podemoshacer nada porque no es real. Así es como se separa, se divide. Despuésaparece el águila, el gorrión, la serpiente y el gusano, y cada vez se divide enmás partes, y luego viene el lío: si le pasa algo y alguno que sepa lo quiereajustar, no sabe por dónde empezar.

    — Madrina, ¿me dice que yo me separo por no aceptar lo que realmente soy?

    — No sólo es no aceptar lo que es, además es querer mostrarse de otra forma,así se complica mucho más la cosa. Porque si a usted no le gusta como es,bueno, ni modo, así le tocó y ya, usted sigue caminando y en el camino puedensuceder cosas. Pero, si usted vive mintiendo que es otra cosa, ¿cómo va allegarse a conocer, si ni siquiera se acepta? Piense, Jorge, ¿se puede conocerlo que uno está negando? ¿Puede saber acerca de la realidad de algo cuandotodo lo que encuentra se lo pone encima para esconderse? Se pone difícil,¿no? Si a mí viene alguien a verme yo me doy cuenta, antes de que ponga unpie, a qué viene. Sin embargo, cuando le pregunto ¿qué la trae por aquí?, aveces me responde: “Aquí nomás, sin asunto”. Entonces ahí nomás las agarroen el aire y le digo: ¿Sabe qué?, ahorita mismo se me va de aquí, porque yono tengo tiempo que perder con gente sin asunto. Entonces cambia la cosa,ya me dice: “No, ¿sabe qué, Doña Paulita?, es que tengo a mi hijito en el‘bote’”. Entonces, ahora sí podemos hacer algo. ¿Entiende, Jorge? Con lamentira no se puede ni empezar a trabajar. Y la mayoría de la gente se formade la mentira, de no querer aceptar lo que son, por eso es que se separa enun montón de pedazos, y mientras la cabezota trata de juntarlos para que losdemás no se den cuenta que están mintiendo, más se vuelve torpe la cabeza,porque no le encuentra sentido; y sin embargo, allí está todo el día dándolevueltas al trapiche, dice que para hacer miel y lo único que hace es acumularpenas. ¿Cómo ve? Por eso yo le digo que no cargue con todas esas cosas,porque mientras más cosas carga, más se separa, más pedazos suyos haydesparramados por todos lados. Así está difícil parar la cabezota, y la mentese va a atormentar más hasta que la vida se haga insoportable.

    — Madrina, ¿a usted le parece que por agradar a otras personas, como a mimadre o a mi padre, yo dejé de ser yo para convertirme en un montón depedazos, esperando satisfacer las expectativas de otros?

    — No, no me parece, estoy segura de que usted está separado porque yo loestoy viendo, y no estoy ciega para no verlo. Ya le dije, puedo decirle por

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    dónde andan sus pedazos, pero no ganaría nada: al rato estarían de nuevodispersos por todos lados. Menos mal que hoy tengo la medicina efectiva.Vamos a intentar el parar un poco la mente. Para eso tenemos que concentrarlos pensamientos en un punto de la cabeza, para que todo el resto se sosiegue.Veamos. Siéntese en esta silla, córrala aquí, más cerca del fogón, porque tengoque calentar la medicina. Ponemos un poco de aceite de abeto, ceniza y unode esos chicles blancos; ahora lo mezclamos bien mezclado, lo calentamospara que se derrita. Tome, mastique bien este chicle, lo vamos a poner alúltimo. Y ahora, déjeme que busque un pedacito de papel o de lienzo blanco.

    — Madrina, aquí ya tengo el chicle bien masticado.

    — A ver. Ahora lo pongo en esta cazuelita junto con lo otro y vuelvo a mezclarbien. Arrímese y baje tantito la cabeza porque si no, no veo bien.

    Doña Paula hizo con sus dedos una pequeña bolita con la mezcla entibiaday me la pegó justo en la coronilla, luego la aplastó con sus dedos contra mi cabeza yle asentó el pedacito de papel blanco sobre la sustancia resinosa. Me lo toqué paracerciorarme de que no se me iba a desprender fácilmente y cuando sentí que estababien asegurado bajé los brazos y me retiré del fogón. Oí la voz de Doña Paula:

    — Bien, ahí se lo deja… se le va a caer dentro de como un mes.

    — Madrina, ¿para qué es esto?

    — Ya le dije, es para que todo el ruido de la mente se concentre en un puntoentonces la mente deja de estar atormentada por tantas historias. Así puedeseguir cada uno de sus cuentos y ver dónde está la raíz. Una vez queencontramos la raíz de las cosas nos damos cuenta de sus derivados. Laarrancamos y seguimos podando todas las derivaciones que echó, hasta quelo poco que queda se va secando y ya no le tenemos que poner ninguna afición.

    — ¿Podemos hablar más de esta separación?

    — ¿Para qué? Si ahora usted va a experimentar sin hablar de que la mentese puede quedar más tranquila con esta medicina, es bien efectiva. Si no llegaa funcionar, siempre tendremos el cuarto ese de abajo para dejarlo una noche,y ahí sí que está peor. Busque alguno de esos libros suyos a ver si encuentraalgo de la separación de la mente, a ver si consigue otro remedio y me comparte.

    — Le prometo que así lo haré, madrina.

    — Usted no ande prometiendo nada ni a nadie. ¿Qué es eso de andarprometiendo?, usted haga lo que pueda y si no se puede, no se puede. En

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    cuanto a toda esa historia que me contó, de su papá y de su mamá y todo eso,me entristeció por el niño, pero ahora le digo al hombre que no se la crea,que así no fueron las cosas, fueron muy diferentes… pero bueno, así lasacomodó porque de algo le sirvió.

    — No entiendo bien.

    — Ya entenderá, algún día entenderá. Y ahora mejor se va porque se vienela tormenta y me parece que esta vez va a estar bien recia, si crece el arroyoya no se va a poder regresar. Váyase tranquilo y me le manda muchos saludosa sus muchachitos.

    — La bendición, madrina.

    Con su bendición y su imagen recortada sobre el umbral de la puerta, medespedí desde el carro. Las primeras gotas se estrellaron contra el parabrisas. Alcruzar el arroyo seco éste traía un hilo de agua, tenía que apurarme, en el otro recodotendría que volver a cruzarlo, pues si venía lloviendo desde el sur era muy probableque empezara a bajar agua de las montañas y eso era muy peligroso. Agudicé el oídoy aceleré. En el otro cruce ya el agua bajaba con fuerza, pero me sentí confiado paraatravesarlo y no tuve ningún problema. Cogí el camino paralelo a la vía del tren yenfilé para mi casa en Monterrey. El camino recibiendo la lluvia, en ese lugar desértico,era realmente una bendición. Bajé los vidrios y dejé que el agua y el olor a tierramojada se deslizaran por las ventanas. Lamenté tener que volverlas a cerrar porqueel agua se metía copiosamente y mojaba el tapizado. Entre luces de carros, sorteandoenormes charcos llegué a mi casa. No había nadie. Sobre la mesa una pequeña nota:“Papi: nos fuimos con Aníbal a comer sushi, enseguida regresamos. Ulises”.

    Mi hogar: un refugio

    Subí al cuarto en el que había montado mi improvisada biblioteca; los libros eran misamigos, no los podía dejar por el simple hecho de sentirme solo. Aparte, había tomadopor rutina que, cada vez que mi madrina sacaba un tema nuevo, tenía que ponermea investigar como rata de librería, a ver si encontraba algún material que reforzarao aclarara lo que ella platicaba. Todavía no me resultaba fácil seguir una conversaciónfluida, ella usaba expresiones que no me eran familiares. Así que, si encontraba algoparecido y en un lenguaje más accesible, podía reordenar con un poco más de claridadmis ideas.

    Comencé mi pesquisa. Este libro es nuevo, me lo regaló la esposa de un amigoa la que le encanta: Osho, me voy a fijar en el índice a ver si tiene algo interesante.Aquí dice algo que tal vez esté relacionado con lo último que me dijo mi madrina: “Lavíctima”. Al menos algo así entendí que me había tratado de decir en torno a mihistoria y a la separación que ésta me producía. Al libro lo había leído hacía tiempo,

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    de hecho estaba como acostumbro, todo subrayado, así que me limité a leer esas partesresaltadas en amarillo:

    ¿Por qué no te conoces a ti mismo? (…) Y el error es que se ha creado dentro de tiuna división. Has perdido tu integridad.

    (…) siempre estás interesado en el ideal “cómo deberías ser”, olvidándote de quiéneres.

    Tu lenguaje se ha convertido en un idioma de deber y convenir mientras que larealidad sólo consiste en ser.

    La rosa no intenta convertirse en una flor de loto, y la flor de loto nunca intentaconvertirse en una rosa. Por tanto, no están neuróticas.Deber y ser son enemigos.

    (…) Y cuando no hay ningún ideal, te encuentras con la realidad. Entonces tus ojosestán aquí y ahora, están presentes en lo que eres. Desaparece la división, la separación.Eres uno. Por eso eres incapaz de conocerte. ¿Cómo te vas a conocer si no te aceptas?

    El dolor psicológico existe porque estás dividido. El dolor significa separación y lafelicidad significa no-separación. La alegría no es una meta, es un derivado. Es laconsecuencia natural de la unidad, de la unión.

    Osho, 2000: 23-25

    No podía decir a ciencia cierta si era a esto a lo que se refería mi madrinacuando me decía que estaba separado; de lo que no me podía quedar ninguna dudaera que me vivía al menos en dos estadios muy diferentes. El primero, se caracterizabapor un esfuerzo continuo por estar aquí y ahora; el segundo, por los recuerdos quesurgían en mi mente, de un tiempo que llamo pasado.

    La lucha que se producía entre estos dos espacios me generaba ansiedad, caside manera permanente, por la tensión, no sólo psicológica, sino también física yemocional. A veces, hasta me impedía conciliar el sueño o estar atento a una plática,por más interesante que ésta fuera. Había aprendido a detectar algunas cosas opalabras que actuaban como disparadores de mi mente. Cuando algunos de estosdetonantes irrumpían en mi vida, me llevaban a esos recuerdos y me hundían en unmar complejo de especulaciones y sensaciones. Éstas me generaban angustia, corajey otros sentimientos, los cuales bloqueaban cualquier intento de relajación o de fluiren la circunstancia en la que me encontraba. Las manifestaciones físicas eran unsudor profuso de las manos y axilas, respiración agitada, tensión muscular, sobre todoen la espalda; psicológicamente me ganaba una confusión, algo así como unembotamiento general de todos los sentidos, que me impedía eslabonar un pensamientoprofundo, comprometido. Eran más las ganas de salir corriendo, que las de enfrentar

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    una situación que desde todos los ángulos me enajenaba. Había logrado detectarestas dos fuerzas encontradas, pero me sentía impotente para que la confrontacióncesara; al contrario, mientras más trataba de eludir a una de las fuerzas, parecía quelas alimentaba y se volvían más intensas, sólo aminoraban cuando física, emocionalo psicológicamente quedaba exhausto, ahí me entregaba al proceso de fluir o,simplemente, a observar la contienda.

    Tenía la esperanza de que mi madrina pudiera explicarme el origen de estasdos fuerzas. ¿De dónde provenían? ¿Qué las causaba? Siguiendo el consejo de mimadrina quise dejar las preguntas en el aire. Releí la oración que me regaló un amigoque practicaba Kung Fu:

    Credo de un guerrero

    Carezco de padres: la tierra y el cielo serán mis padres.Carezco de hogar: la conciencia será mi hogar.Carezco de vida y muerte: el ritmo de la respiración será mi vida y mi muerte.Carezco de fuerza divina: la honestidad será mi fuerza divina.Carezco de riqueza: la comprensión será mi riqueza.Carezco de secretos mágicos: el carácter será mi secreto mágico.Carezco de cuerpo: la resistencia será mi cuerpo.Carezco de ojos: el destello del rayo será mis ojosCarezco de oídos: la sensibilidad será mis oídos.Carezco de miembros: la presteza será mis miembros.Carezco de estrategia: lo no oscurecido por el pensamiento será mi estrategia.Carezco de proyectos: tomar la ocasión al vuelo será mi proyecto.Carezco de milagros: la acción correcta será mi milagro.Carezco de principios: la capacidad de adaptación a las circunstanciasserá mi principio.Carezco de táctica: la vacuidad y la plenitud será mi táctica.Carezco de amigos: el espíritu será mi amigo.Carezco de talento: la agudeza será mi talento.Carezco de enemigos: el descuido será mi enemigo.Carezco de armadura: la benevolencia y la virtud serán mi armadura.Carezco de castillo: el espíritu inmutable será mi castillo.Carezco de espada: la ausencia de interés propio será mi espada.

    Samurai (anónimo) siglo XIV

    Así me sentía, lleno de carencias y sin la fuerza moral de este guerrero samurai;el releer este credo me brindaba la fuerza para confiar en mi propio proceso. Tambiénlas carencias son un buen comienzo. Tal vez algún día pudiera aceptar la renuncia alo externo y que lo interior brillara con esa misma fuerza, por lo pronto sabía quetenía que trabajar en mí mismo, en esa separatividad que sufría, pero cuyas causas

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    me eran desconocidas. Escuché el ruido de la cerradura de la puerta, seguro eran mishijos que regresaban de cenar. Dejé los libros y los recuerdos. Bajé a recibirlos y mesenté en la sala. Los escuché, los observé y me descubrí en sus gestos, en sus palabras,en sus risas. Simplemente escuché y descubrí más de mí que si hubiera dado ciendiscursos.

    Reflexiones

    Muchas veces consideré que había encontrado en Doña Paula a la madre que habíadejado en Argentina; en torno a ella había restablecido un vínculo afectivo que mehacía sentir seguro. Estaba convencido de que podía contar con ella. Sin embargo,sus métodos no ortodoxos hacían que mi mente estuviera permanentemente alerta,no podía especular con ella, siempre me dejaba en descubierto, y al hacerlo me sentíadesnudo, es más, me sentía como un verdadero tonto. El bucear entre mis apuntesde maestría, entre los libros o el intentar platicar con alguno de los pocos amigos conque contaba mitigaba mi ansiedad, pero no me liberaba de la necesidad de ir “másallá”, eso era lo que yo sentía que me prometía Doña Paula. Para mí cobraba vida elmundo mágico de tantos autores que me han cautivado, un mundo cuyo caminoiniciaba en el panteón de Villa de García y se extendía hasta Sabanillas, un caminoque nunca transitaba el mismo Jorge que salía de Monterrey, por eso era un caminosin retorno. Mi madrina me brindaba una manera muy original de darme cuenta cómorespondía a constructos cristalizados de manera arbitraria, y de cómo estoscondicionantes me impedían ver una realidad “viva”, por lo tanto cambiante, llena deposibilidades. Cuando lograba conectarme con la idea del cambio, a la que me instabami madrina, la ansiedad, alentada en gran medida por todos mis sentimientos deculpa, desaparecía. El mundo se transformaba en algo sin límites, sin definiciones,en el cual todo era factible. Era tan amplio este concepto, que estoy seguro de que sino lo hubiera abordado de su mano me hubiera producido un miedo espantoso, pueslos márgenes se desdibujaban de tal manera que aquello, aparentemente absurdo,estallaba en infinitas posibilidades.

    Cuando recapitulo sobre los conceptos de Carl Rogers acerca de lo que élllamó aprendizaje significativo, observo que punto por punto era conocidointuitivamente por Doña Paula. Digo intuitivamente porque no sé de qué otra manerallamarlo, dada su condición de analfabeta en un medio sumamente rudimentario; nonecesito argumentar acerca de su potencialidad natural hacia el aprendizaje, tal vezno el aprendizaje convencional, pero sí un aprendizaje tan significativo que le posibilitó,junto a su supervivencia, su desarrollo integral como persona comprometida consigomisma y con los demás. Doña Paula no enseñaba absolutamente nada, por el contrario,me hacía recordar el diálogo de Zaratustra con el viejo que se encuentra en el bosque,quien le sugiere que no se dirija al valle a dar su conocimiento a los hombres, sinomás bien que les quite algo, ya que su carga es demasiado excesiva. Ella aventabaalguna historia o invitaba a realizar un recorrido, y a través de su acompañamiento,no sólo con la palabra sino con todo su cuerpo, con toda su emoción, exigía reflexionar

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    acerca de lo que cada uno veía. El permanente juego de cambiar los encuadresperceptuales o referenciales invitaba a buscar respuestas más allá de las consabidasy estereotipadas, a transformarse en creativo, a recrear los propios espacios y areelaborar la propia historia de vida.

    Tal vez sus métodos poco ortodoxos pudieran hacer creer a los escépticos quesus resultados no eran totalmente efectivos; sin embargo, la certeza, su fe en lasabiduría organísmica y su entrega al proceso de expansión del ser interno, a laarmonía de la naturaleza y a las fuerzas que convergen en ésta para facilitar losprocesos de desarrollo la llevaban a vivir, como ella misma decía, “en manos de laProvidencia”. La educación humanista no es una realidad hasta que no se transformaen un aprendizaje significativo. Doña Paula se vivía tan en contacto con su concienciay con los movimientos naturales de ésta, que resultaría sorprendente —al evaluar losconceptos de experiencia cumbre o de personas trascendidas, ya no hablemos depersonas realizadas, citadas por Abraham Maslow—, darnos cuenta de que vivía enun estado expansivo, más allá del tiempo y de las limitaciones de los sentidos ordinarios.Recordar a mi querido amigo y maestro José Gómez del Campo, al compartirnos susaprendizajes y sus propias vivencias en la búsqueda de la congruencia, la empatía,la asertividad y la aceptación incondicional, me hace constatar que el conocimientoes uno, no importa cuál sea la fuente en la que se abreve, pero, sin lugar a dudas, escoincidente.

    La educación humanista. Hipótesis de Rogers sobre el aprendizaje significativo:

    1. El ser humano posee una potencialidad natural para el aprendizaje.

    2. El aprendizaje significativo tiene lugar cuando el estudiante percibe el tema deestudio como importante para sus propios objetivos, su supervivencia y su desarrollo.

    3. La enseñanza es una actividad sobrevalorada y relativamente pocoimportante. El aprendizaje es la actividad más importante y no suficientementevalorada.

    4. No se puede enseñar directamente a otra persona, sólo se puede facilitar suaprendizaje.

    5. El tipo de aprendizaje que implica un cambio en la organización del self esamenazador y existe la tendencia a rechazarlo.

    6. Los aprendizajes amenazantes para el self se perciben y asimilan con mayorfacilidad si las amenazas externas son reducidas.

    7. Cuando no existe una amenaza al self, la experiencia se percibe de otra maneray resulta más fácil el aprendizaje.

    8. La mayor parte del aprendizaje significativo se logra mediante la práctica.

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    9. El aprendizaje significativo se facilita cuando el alumno participa de maneraresponsable en el proceso de aprendizaje.

    10. El aprendizaje auto iniciado que abarca la totalidad de la persona (suafectividad y su intelecto) es más perdurable y profundo.

    11. La independencia, la creatividad y la confianza en sí mismo se facilitan si laautoevaluación y la autocrítica son básicas y la evaluación de los demás es relegadaa segundo término.

    12. El aprendizaje social más útil en el mundo moderno es el aprendizaje del procesodel aprendizaje, que significa adquirir una continua actitud de apertura frente a lasexperiencias e incorporar al self al proceso de cambio.

    Objetivos del aprendizaje significativo:

    Ayudar a los estudiantes a convertirse en personas que:

    ß Sean capaces de tener iniciativas propias para la acción, y de ser responsables de sus acciones.

    ß Puedan elegir y auto dirigirse inteligentemente.

    ß Aprendan críticamente y tengan capacidad de evaluar las contribuciones de los demás.

    ß Tengan conocimientos relevantes para la resolución de problemas.

    ß Sean capaces de adaptarse flexible e inteligentemente a situaciones problemáticas nuevas.

    ß Utilicen sus experiencias en forma libre y creadora.

    ß Cooperen eficazmente con los demás en diversas actividades.

    ß Trabaj