musica, danza e identidad garifuna

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Música, danza e identidad de la comunidad garífuna de Livingston, Guatemala La vida espiritual como epicentro performático. Prof. Augusto Perez Guarnieri Cátedra Libre de Estudios Afroargentinos y Afroamericanos 1 (Director Lic.Norberto Pablo Cirio) UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA [email protected] Introducción Durante el siguiente apartado estaremos dando a conocer algunos avances de la investigación iniciada en 2008 en referencia a la música de la comunidad garífuna de Livingston, Guatemala. La música forma parte esencial de la vida de la comunidad. Se trata de un canal expresivo que desde sus orígenes está directamente relacionado, entre otras cuestiones, con la espiritualidad, constituyéndose en el medio de comunicación entre los integrantes de la comunidad, sus ancestros y sus deidades. Al estar presente en los principales cultos ancestrales, la trascendencia y significación de la música para la sociedad es de una necesidad vital. Más allá de algunos aspectos analíticos concretos, como ser la organización de los ensambles de percusión, cantos y la danzas a partir de lo que denominamos clave garífuna- que serán desarrollados en otras instancias debido a que son objetos de particular interés musicológico- intentaremos durante el presente texto, describir y comprender la relación entre la música y la construcción de la identidad desde la perspectiva de la narratividad como categoría epistemológica. Para ello describiremos la etnogénesis garífuna, su vida espiritual, sus principales manifestaciones musicales, sus instrumentos y sus danzas, tomando al ritual yorumein como estudio de caso para dar a conocer una interpretación simbólica de los tambores que puede ser aplicada a la música objeto de este estudio en general. 1 Trabajo realizado en el marco de la colaboración solicitada a ésta cátedra por el Ministerio de Cultura y Deportes, Subdirección de Diversidad Cultural, Departamento de Investigaciones socioculturales, Guatemala.

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Música, Danza E Identidad Garifuna

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Page 1: Musica, Danza e Identidad Garifuna

Música, danza e identidad de la comunidad garífuna de Livingston, Guatemala

La vida espiritual como epicentro performático.

Prof. Augusto Perez Guarnieri

Cátedra Libre de Estudios Afroargentinos y Afroamericanos1

(Director Lic.Norberto Pablo Cirio)

UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA

[email protected]

Introducción

Durante el siguiente apartado estaremos dando a conocer algunos avances de la

investigación iniciada en 2008 en referencia a la música de la comunidad garífuna de

Livingston, Guatemala.

La música forma parte esencial de la vida de la comunidad. Se trata de un canal expresivo

que desde sus orígenes está directamente relacionado, entre otras cuestiones, con la

espiritualidad, constituyéndose en el medio de comunicación entre los integrantes de la

comunidad, sus ancestros y sus deidades. Al estar presente en los principales cultos

ancestrales, la trascendencia y significación de la música para la sociedad es de una

necesidad vital.

Más allá de algunos aspectos analíticos concretos, como ser la organización de los

ensambles de percusión, cantos y la danzas a partir de lo que denominamos clave

garífuna- que serán desarrollados en otras instancias debido a que son objetos de

particular interés musicológico- intentaremos durante el presente texto, describir y

comprender la relación entre la música y la construcción de la identidad desde la

perspectiva de la narratividad como categoría epistemológica. Para ello describiremos la

etnogénesis garífuna, su vida espiritual, sus principales manifestaciones musicales, sus

instrumentos y sus danzas, tomando al ritual yorumein como estudio de caso para dar a

conocer una interpretación simbólica de los tambores que puede ser aplicada a la música

objeto de este estudio en general.

1 Trabajo realizado en el marco de la colaboración solicitada a ésta cátedra por el Ministerio de Cultura y

Deportes, Subdirección de Diversidad Cultural, Departamento de Investigaciones socioculturales,

Guatemala.

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Fundamentación – Marco teórico

Si bien existe la necesidad de un análisis sistemático de los toques relevados y del estudio

de las condiciones físicas o materiales de la producción del sonido, el objetivo del

presente es el de dar cuenta de las condiciones sociales e históricas de su invocación e

interpretación y evitar de este modo lo que advierte Steven Feld (2001), en sus estudios

sobre los tambores de Papúa-Nueva Guinea, respecto de la carencia general de atención

al análisis cultural del toque de tambor y su simbolismo:

“Actualmente, los tambores de Papúa-Nueva Guinea suelen ser presentados

mediante su ubicación ideológica en dos contextos, uno antropológico, el otro

musical. El primero consiste en la reducción social del sonido a su fuente visual. Las

colecciones de museos de todo el mundo incluyen tambores procedentes de Papúa-

Nueva Guinea. Los libros y catálogos de “arte primitivo” están repletos de sus

imágenes, las cuales celebran la forma, la talla, la pátina y la decoración, a menudo

con sobreabundancia de epítetos sobre sus delicadísimas líneas, brillantes colores e

intrincados diseños. ¿Cuál es la consecuencia de eso para el sonido? De tales

exhibiciones visuales ¿qué aprendemos en cuanto a la vida social del tambor y su

sonido durante la ejecución? Desgraciadamente, casi nada. […] El sonido de los

tambores se ha vuelto secundario respecto a su fuente, éstos son más que nada

objetos para nuestra contemplación visual […] Los escritores de revisiones

generales, artículos y notas de grabación han asumido una suerte de minimalismo

en lo concerniente al significado de los sonidos del tambor.” (Feld, 2001: 332-333)

Para abordar la simbología cultural de la música garífuna tomaremos el concepto de

narratividad, en tanto categoría epistemológica para dar cuenta de la relación entre

música y construcción de la identidad. En ese sentido, nos referiremos a la identidad como

un proceso, como un devenir, como una construcción individual-social permanente; y a la

música como la actividad cultural que proporciona las herramientas necesarias para

construir las narrativas que nos vinculen con nuestra elección identitaria (Pelinski: 2000)

Este concepto, trabajado extensamente por Simon Frith, está basado en dos premisas:

1) La identidad es móvil, un proceso y no una cosa, un devenir y no un ser.

2) La mejor manera de entender nuestra experiencia de la música –de la composición musical y de la escucha musical- es verla como una experiencia de este yo en construcción. La música, como la identidad, es a la vez una interpretación y una historia, describe lo social en lo individual y lo individual en lo social, la mente en el cuerpo y el cuerpo en la mente; la identidad, como la música, es una cuestión de ética y estética. (Frith, 2003: 184)

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De esta manera, tal como Cirio (2009) aplica éstos conceptos de Frith al colectivo identitario afroargentino “la identidad como representación imaginaria […] proporciona el placer de proyectar cómo quisiéramos ser, ayuda a construir nuestro yo; por otro lado, la identidad como sentimiento real, como el hacer o escuchar música, nos brinda el placer de afirmarnos en lo que deseamos ser.”(Cirio, 2009:73). Es en este proceso que la música se vincula fuertemente con la construcción de la identidad, ya que se constituye en una herramienta indispensable para la autodeterminación individual y colectiva, “ayuda a (de)mostrarnos quiénes somos y quiénes queremos ser” (Cirio, op. cit). No nos referimos entonces a un fenómeno estético, ni mucho menos artístico en el sentido occidental del término. Tampoco haremos una “apología de la fascinación”- al decir de Feld2- pese a encontrarnos con un fenómeno musical por demás complejo, interesante, amplio, vivo y rico en tradición, que incluye una particular forma de organización rítmica de la que daremos cuenta más adelante. Simplemente intentaremos entender la expresión musical garífuna desde la narratividad, ya que

“… no es que los grupos sociales coinciden en valores que luego se expresan en sus actividades culturales (el supuesto de los modelos de homología), sino que sólo consiguen reconocerse a sí mismos como grupos (como una organización particular de intereses individuales y sociales, de mismidad y diferencia) por medio de la actividad cultural, por medio del juicio estético. Hacer música no es una forma de

expresar ideas; es una forma de vivirlas.” (Frith, op.cit.:187, el destacado es nuestro)

El objetivo de nuestro trabajo, en tanto relacionar la música y la construcción identitaria

garífuna, no puede circunscribirse a una mera descripción de los elementos técnicos

destacables en los toques de tambor y cantos, sino que se fundamenta en el

conocimiento de la vida social-espiritual de la comunidad y en cómo la música adquiere un

rol trascendental en la vida de las personas, motivo por el cual seguidamente

intentaremos describir los aspectos identitarios fundacionales y fundamentales del grupo

sujeto de estudio.

Identidad garífuna

Cuando analizamos la construcción identitaria garífuna encontramos una identidad

cultural transnacional mestiza que involucra asentamientos poblacionales a lo largo de

todo el Golfo de Honduras3. Como grupo social afrodescendiente, poseen experiencias

2 “La fascinación colonial y generalizada de Occidente con el virtuosismo técnico, ya sea solista o en conjunto

(el rasgo musical que alinea el “genio musical” de las poblaciones exóticas con el europeo), y la simultánea

fascinación con complejidades rítmicas y métricas desconocidas en las tradiciones occidentales (marca

incontestable de “otredad”)” (Feld, op.cit: 333)

3 Al respecto, Arrivillaga Cortes en “La Población Garífuna Migrante” (2009) incluye actualmente a los

Estados Unidos de América, donde se encuentra el mayor asentamiento y referencia a la movilidad de este

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históricas comunes, con una ancestralidad colectiva, con una cultura compartida (Hall:

1999), que es lo que les da sentido de unicidad. Pero a la vez, se trata de una cultura que,

de acuerdo a sus geografías e historias, continúan desarrollando particularidades y

construyen su futuro en un marco social que no sólo los emparenta desde el pasado, sino

que, más allá de las diferencias, claramente se perciben como “otros”. Ya que la

experiencia colonial allí los ha colocado y la construcción de las Naciones en las que

geográficamente se encuentran, aún se los hace notar.

En el caso de los garífuna de Guatemala, debemos decir que la sociedad envolvente en

general desconoce su historia y se le aplican los clichés o estereotipos que sobre la cultura

negra afroamericana se han instalado a lo largo de todo el continente, vinculadas con una

visión pintoresca, caribeña, un tanto exótica que tiende hacia la extranjerización e

invisibilización de los mismos, desoyendo sus reclamos al tiempo que idealizan su

bienestar bucólico. Son considerados por la sociedad hegemónica como “los negros de la

costa”, se duda respecto de su nacionalidad guatemalteca y se desconoce qué idioma

hablan.

Como dijimos, esta marginalidad a la que hacemos referencia se ha expresado también en una histórica falta de atención a necesidades básicas por parte de los organismos gubernamentales, que no han atendido a ciertas urgencias como la salud, la infraestructura y la educación en general, negándose de esta manera la igualdad de oportunidades y el reconocimiento de esta cultura como parte constitutiva de la identidad guatemalteca.

Las representaciones identitarias garífunas, como la música que en este trabajo intentamos describir y analizar, no solo expresan los actos de resistencia colectivos e individuales que permitieron a los grupos afroamericanos en general escapar al destino fatal impuesto por la colonización y la trata esclavista, sino que permiten destacar la enorme capacidad de estos grupos para reorganizarse, restablecer comunidades, reformular y reinterpretar su sentido de la identidad en ese contexto. Todo este proceso demuestra que no son meros sobrevivientes de un diluído pasado en el África, sino que representan la transferencia e integración de la cultura africana en América (Lovejoy: 2007).

Más allá de la transnacionalidad garífuna, existen particularidades y también la expresa

necesidad de ser reconocidos como guatemaltecos, lo que puede evidenciarse en uno de pueblo como un rasgo distintivo. A la vez, explica el asentamiento en los Estados Unidos de América como la

búsqueda del “sueño americano” en términos de única salida a la situación de marginalidad social actual de

los garífunas y referencia las siguientes cifras que expresan su peso demográfico: Poblaciones de 98,000

habitantes en Honduras; 14,061 en Belice, 45,000 en Guatemala; 500 en Nicaragua y 120,000. A partir de

estas cifras y su distribución, el autor expresa el concepto transnacional de la ciudadanía garífuna.

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los tantos registros de audio de este trabajo: el Himno Nacional a Guatemala en idioma

garífuna, lo que constituyó la primera grabación que los informantes manifestaron

necesidad de realizar (Casa de la Cultura Garífuna: Enero 2010). Fue en ese acto en el que,

más allá del maravilloso acervo cultural ancestral que luego fuimos registrando, el grupo

se reconoce como tal: garífunas de Guatemala y no nos resulta casual que ellos hayan

elegido empezar por allí, ya que los une una militancia por el reconocimiento como a

tantas comunidades afrodescendientes en nuestro continente:

“…Acá ya vinieron muchas veces. Nos grabaron y ni siquiera nos dieron las gracias. Después andan vendiendo nuestros discos. La otra vez […] nos prometieron que nos iban a grabar el himno y todavía ni vinieron. […]

–¿El himno? ¿Qué himno? –le pregunté intrigado.

–El himno a Guatemala pero en nuestro idioma garífuna –contestó levantando los hombros con orgullo, y en un movimiento se incorporó y proclamó: ¡Porque nosotros también somos guatemaltecos! “ (Elvira Alvarez en Perez Guarnieri, 2011:95)

El registro, es una interpretación del Himno Nacional a Guatemala (J.J. Palma –R. Alvarez

Ovalle), cuya letra fue traducida por los propios intérpretes al garífuna –a excepción de

ello- mantiene la estructura formal y melódica originales.

Durante el relevamiento, hemos registrado expresiones musicales de diversas

agrupaciones y contextos -muchas de las cuales han sido recientemente publicadas en

“Ubafu: El legado de los abuelos garífunas” (Perez Guarnieri: 2011), pero más allá de esa

diversidad que será objeto de estudios de largo plazo, intentamos en esta primera

publicación solicitada por el Ministerio de Cultura y Deportes de la República de

Guatemala, brindar el marco teórico e ideológico a partir del cual trabajamos. En ese

sentido, y tal como hemos desarrollado, fundamentamos nuestra investigación en el

complejo identitario de la comunidad, motivo por el cual hemos decido describir la

ceremonia yorumein, que se presenta como una repetición simbólica de la cosmogonía

garífuna a partir de la cual podremos comprender la relación unívoca identidad-

espiritualidad-música.

Yorumein

Dentro del complejo identitario descripto, la comunidad busca el reconocimiento y la

valoración como grupo social, anclándose orgullosamente en una etnogénesis

relacionada con el mestizaje entre arawakos y africanos en la Isla de San Vicente

(Yorumein). Una historia que circula todo el tiempo entre los habitantes de Livingston

relacionada con una palabra: Ubou, que “significa país, república… mundo”, según Luis “el

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Chino” Baltazar, ejecutante de wadabague y bugudura dentro del Proyecto de

Salvaguarda. Al respecto, otros informantes nos han aclarado que dicha palabra significa

en realidad “país”, pero, como tantas otras palabras de la lengua garífuna –que

recordemos es una lengua de tradición oral- no posee una traducción directa y

consensuada por todos los integrantes de la comunidad4. Pero lo más interesante para

nuestro trabajo, es justamente la representación simbólica que cada garífuna posee

respecto de su ubicación geográfica. Una representación que, tal como se exhibe en el

mural de Blanca Franzuá (ver foto 1), incluye la historia de su pueblo.

“En ese mapa se veía África, las Antillas Menores, la Isla de Roatán (Honduras) y

Centroamérica. Desde el Golfo de Guinea (África), una línea de puntos se había trazado

hacia Yorumein (La Isla de San Vicente, Antillas Menores), continuaba hacia Roatán y

terminaba en Livingston, que estaba destacado en vivas letras. Sobre esa misma línea se

dibujaban barcos de velas blancas y era la imagen que utilizaba Doña Blanca para contar

el origen de los garífunas a los turistas. Tomaba una lámpara de aceite con su mano e

iluminaba ese pasaje iconográfico:

En 1635, nuestros ancestros venían como esclavos en un barco desde el

África. Cuando estaban llegando a América se rebelaron, tomaron el mando

del barco y llegaron Yorumein. Allí fueron recibidos por los arawakos, que

eran los habitantes de la isla y fueron mezclándose, peleando contra el

hombre blanco. Luego de muchos años de lucha, lamentablemente los

ingleses nos expulsaron de nuestra Isla de San Vicente y así los abuelos se

fueron dispersando desde Roatán hacia Belice, Guatemala, Honduras y

Nicaragua. Y seguimos luchando....”(Perez Guarnieri, op.cit: 31)

Así relata Blanca Franzuá la etnogénesis garífuna, una historia que es transmitida

cotidianamente y con orgullo dentro de la comunidad. Una historia que, como tantas

otras a lo largo de América, representa el brutal encuentro entre africanos, americanos y

4De acuerdo al diccionario Garifuna on line, Ubou significa País y Obou significa mundo.

www.garifunainstitute.com consultado en enero 2012. Debemos aclarar que dicho diccionario se ha

realizado fuera de Livingston y que hemos comprobado diferencias dialécticas entre el idioma practicado

por los garífunas de Livingston y las propuestas allí expuestas. Seguramente con el trabajo de la comunidad

con especialistas lingüistas podría realizarse un diccionario garífuna-guatemalteco.

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europeos, el mestizaje, la resistencia y la lucha de estos pueblos por su reconocimiento y

valorización. Tal como se observa en el citado mural, se trata de un dibujo en el que el

mapa no se restringe a marcar límites territoriales. Donde el sentido de pertenencia es

mucho más que líneas. Donde el mapa describe otra geografía, una geografía que

representa un espacio emotivo. Donde el país es el epicentro de una historia cuyo

conocimiento y valoración se vive y se transmite cotidianamente. Allí es donde el

concepto de “Ubou” cobra ese sentido amplio, como en la (in)definición citada

precedentemente: “país, república… mundo.”

El relato, se transmite con orgullo a través de la oralidad y se evoca principalmente en el

yorumein, una ceremonia que se realiza en las playas de Livingston, en el que los garífunas

celebran la llegada de los ancestros a tierras guatemaltecas.

Durante este ritual, que se celebra los 26 de noviembre (Día Nacional del Garífuna

Guatemalteco, Decreto Legislativo Nº 83/96) y también como inicio de las ceremonias

chugu y dugu, la comunidad se acerca a las playas de Livingston (generalmente Playa del

barrio San José y Playa de la Capitanía ) donde dicho evento se inicia al amanecer del

citado día.

En ese momento se disponen pequeñas embarcaciones que salen antes del alba,

decoradas con hojas de palma y banderas con los colores emblemáticos para los garífuna

(blanco, amarillo y negro), navegadas por personas ataviadas con trajes típicos, La misión

de estas embarcaciones es la de realizar la pesca que luego será cocinada y servida

durante la ceremonia, aunque también la de recoger las almas de los ancestros “que

quedaron en el mar”. Este primer momento del ritual, es quizás una de las

representaciones simbólicas más emotivas de nexo con la ancestralidad. Una instancia en

la que se homenajea a todos aquellos antepasados que murieron en la(s) travesía(s)

intermedia(s)5 y cuyas almas se “recogen” del mar para ser llevadas al templo donde serán

evocadas, invocadas y ofrendadas.

A medida que despunta el sol puede observarse como agitan sus banderas y se acercan a

la costa, donde un nutrido grupo los espera. Las barcas llegan a las playas, los navegantes

se abrazan con las personas que los reciben con los garaones retumbando el ritmo

hüngün-hüngü y comienza la procesión, en la que van caminando y cantando las canciones

tradicionales del yorumein (registro aún en proceso).

5 Aplicamos aquí el plural ya que no solo nos referimos al traumático traslado entre África y América para el

caso de los barcos negreros, sino que en el caso garífuna también corresponde incluir la deportación de los

sobrevivientes de las guerras desde Yorumein hacia Roatán (Honduras), y luego la llegada de Marcos

Sanchez Diaz en su bergantín con162 garífunas a tierras Guatemaltecas (Ver Arrivillaga Cortes:2005)

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Esta procesión multitudinaria –a diferencia de los cultos chugu y dugu- reviste carácter

festivo y público, por lo que todos los habitantes de Livingston y sus ocasionales visitantes

también tienen la oportunidad de conocer y apreciar estos particulares cantos.

Cómo habíamos señalado, la procesión se inicia en diferentes playas, desde dónde se

conforman grupos que luego -camino al centro del pueblo- se van cruzando y

amalgamando. La duración de la caminata varía en duración e intensidad. Los garaones

van marcando el paso e incluso van haciendo paradas para concentrar la energía. Es

frecuente escuchar:

-¡Viva Garinagu! (Viva el pueblo garífuna) VA ESPACIO DESPUÉS DEL GUIÓN

-¡Viva Marcos Sánchez Díaz! (Fundador de Livingston, ahari –espíritu protector-)

A pesar del calor de la mañana caribeña, los garaones no dejan de retumbar. Los grupos

comienzan a unirse y a cobrar más fuerza, entonces -luego de caminar por la calle

principal- se dirigen hacia la iglesia católica Nuestra Señora del Rosario. Allí se da un

fenómeno que tiene que ver con la relación sincrética entre la espiritualidad garífuna y el

culto católico. Mientras desde la iglesia redoblan las campanas y abren las puertas de par

en par, el grupo principal se concentra unos metros antes hasta formar un bloque, una

unidad. Allí están, hombres y mujeres de todos los segmentos etarios, concentrados en el

canto que han decidido interpretar. Entonces, cuando sienten que están lo

suficientemente cohesionados, entran a la iglesia, sin dejar de cantar y retumbar

garaones, sisiras y buguduras. Parece una irrupción, una invasión garífuna. La satisfacción,

la alegría y las ganas de ocupar ese espacio se percibe en sus rostros. Llevan las almas de

los ancestros y los tambores. Posan sus banderas ante el altar católico, como una ofrenda,

aunque con una gestualidad que evidencia también la necesidad de reivindicación,

valoración y respeto.

Permanecen allí unos cinco minutos y luego emprenden la retirada, sin dejar de cantar y

tocar. Al salir de la iglesia, el grupo continúa la procesión por unos metros y seguidamente

comienzan a formarse subgrupos de amigos y familiares que se nuclean en casas, bares y

esquinas, donde continúan festejando con danzas como punta, wanaragua y parranda.

Durante estos festejos se comparten frescos, cervezas y otras bebidas que acompañan la

danza durante horas en el día del garífuna. En el caso del ritual yorumein para el inicio del

chugu y del dugu, la procesión llega al dabuyaba –templo- donde se procede a la

celebración del culto a los ancestros de acuerdo a una liturgia instruída por los líderes

espirituales, que forma parte de la vida espiritual comunitaria.

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Pero para explicar mejor esta relación sincrética, citamos a nuestro principal informante

en relación a la espiritualidad, Juan Carlos Sanchez, quien desempeña un liderazgo

espiritual dentro de la comunidad como ounagülei –mensajero de los ancestros- que en

orden jerárquico corresponde al rango siguiente al del buyei –sacerdote mayor-:

“- Bueno, tú sabes. Para estar en paz con la iglesia católica que es la madre de la

imagen de Cristo se llevan estas imágenes al templo garífuna. Está Cristo, San

Martín de Porres, San Miguel Arcángel y otras imágenes más. Están allí dentro,

porque nosotros creemos en un Dios, creemos que estas imágenes representan la

fuerza de un espíritu santo, distribuido en energía en esos entes. No podemos

desechar estos símbolos de fuerza de la iglesia católica dentro de nuestro templo.

Lo otro que nos hace tener una armonía con la iglesia católica teniendo estas

imágenes es que ellos creen que los ángeles caídos son los espíritus de nuestros

ancestros. Entonces, para que estén contentos, tenemos las imágenes allí. Para

demostrarles que no estamos tratando con ángeles caídos. Esto no es sólo acá en

Livingston, esto viene desde África. Fíjate lo que pasa en Cuba o en Haití. Hay

ceremonias donde tú ves imágenes católicas pero en realidad la ceremonia no lo

es. Hay ciertas imágenes de magnitud como la del Cristo que no pueden estar

dentro del templo, porque merecen un lugar especial. Por eso se le hace su capilla

fuera, para que todos vayan a orar allá. Dentro del templo nosotros utilizamos

algunas cosas que la iglesia católica no entiende, entonces no puede vivir esa

imagen dentro, porque lo que ellos creen que es el Espíritu Santo no puede estar

allí. Y no es porque nosotros no creamos en Cristo. Nosotros creemos en Dios

como la máxima fuerza.

–¿Y qué pasa en la iglesia dónde actualmente se hacen misas católicas en idioma

garífuna y con tambores?

––Aún no hemos logrado llegar a algunos acuerdos. La iglesia no va a decir: “Vayan

a hacer el Chugu, es libre, porque es de Dios”. Eso todavía es un problema. Ellos

quieren terminar con lo que es lo nuestro, es la misma catolización. Van a estar

contentos con que todos vayan al dabuyaba o a la iglesia y hagan las ceremonias

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como lo hacen los católicos: no licor, no espíritus. Eso es un problema. Como en el

templo que se hizo hace unos años en los Siete Altares, un lugar sagrado donde

habitó el buyei más importante, Don Agustín Baltazar. Pero ni mencionaron su

nombre. Lo llamaron Liglisi, que en garífuna quiere decir iglesia. Nosotros no

tenemos iglesias, tenemos dabuyabas, templos. Y esas cosas ocurren porque para

muchos es bonito que el obispo venga y te estreche la mano, y te sientes grande

porque te saludó. Pero eso no va conmigo. Yo puedo ponerme cara a cara con el

Presidente de la República y yo soy yo y él es él. Yo soy un líder espiritual. No tengo

que doblegarme por tu rango. Lo siento mucho. Templo es templo, se queda así.

Tú eres presidente u obispo, te quedas así. Pero hay gente que no tiene esa

formación para decir “Lo siento, obispo, esto no es una iglesia, es un templo y se

queda así”. (Juan Carlos Sanchez, citado por Perez Guarnieri, 2011:150)

Vida espiritual

La vida de la sociedad tradicional garífuna es esencialmente espiritual. La comunidad se

agrupa en asociaciones o templos -dabuyaba- en los que existen diferentes jerarquías y

funciones, pero con el objetivo común de rendir culto a los ancestros y de esta manera

sostener el equilibrio y la armonía del mundo. Estos cultos básicamente son el chugu y el

dugu, los cuales difieren en términos de duración:

“…son ceremonias que nos permiten unirnos y armonizar nuestro espíritu

con la naturaleza y los ancestros. En el caso del Chugu, la ofrece una familia para

obtener indicaciones sobre la necesidad de sus antepasados. A diferencia del

Dugu, que dura de una a dos semanas, el Chugu puede durar entre dos horas y

hasta dos días…” (Juan Carlos Sanchez, citado por Perez Guarnieri, op.cit.:135)

Estas ceremonias se basan en la invocación de los espíritus, para que se hagan presentes y

puedan entrar en diálogo con los allí presentes, dar respuestas, señales, consejos y

pedidos que contribuyan al bienestar de la comunidad. Son prácticas que a la vez modelan

la identidad espiritual individual y colectiva, funcionando como una instancia de

transmisión generacional de creencias y valores.

“..Nuestro culto a los ancestros representa nuestra fe en la vida después de la vida. Creemos en un cambio corporal físico que nos permite revivir, volviendo a retoñar. Un cambio que da fruto. Igual que cuando nace un niño nos preguntaríamos “¿En dónde estuvo los nueve meses antes de nacer?”. Luego sale,

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se le recibe con un par de nalgadas y así pasa al otro lado de la vida. Es lo mismo al morir, alguien nos recibe del otro lado: parientes y amigos. Esto nos llena de esperanza y es una herencia africana y amerindia que proviene de la naturaleza. Es un conocimiento que se ramifica y se preserva de generación en generación como las raíces de los árboles, gracias a las enseñanzas que nos dejaron nuestros abuelos y abuelas” (Juan Carlos Sanchez, citado por Perez Guarnieri, op.cit:126)

Es a partir de la permanente referencia a la relación entre espiritualidad y naturaleza, que

el concepto de “complementariedad cultural” a través del cual se explican las dinámicas

de los mestizajes entre grupos africanos y americanos, basadas en la similitudes que

ambos grupos evidenciaban respecto de prácticas tradicionales como las agrícolas,

culturales y funerarias, entre otras (Ibarra: 2007) cobra aún más significatividad. Desde

una perspectiva nativa, queda claramente planteado:

“La espiritualidad nació en la tierra. El aire va y viene, la lluvia cae, corre y sube en

cielo infinito y en lluvia que vuelve a caer. Los rayos del sol nacen y desvanecen en

un día de vida, el principio y el fin de las cosas. Así se da también la vida después de

la vida y representa el espíritu ancestral garífuna.[…]Ese es el mismo sol. Esta

espiritualidad que manejan los indígenas es la misma que se utiliza desde los

primeros años. Todo este aprendizaje viene de la tierra. Vayas a dónde vayas es la

misma tierra que encuentras, el mismo sol, y de ahí es que se aprende. Lo que

tenían los indígenas y lo que traían los africanos vienen de lo mismo, de la misma

tierra, del mismo sol. (Juan Carlos Sanchez, citado por Perez Guarnieri, op.cit.: 147-

148)

La música de los tambores, los cantos gayuza y las danzas resultan trascendentales para

lograr la comunicación con los espíritus. El ritmo, mayormente ejecutado por los garaones

durante las ceremonias es el hüngülendu, que es acompañado por un toque particular de

sisiras y, junto con los cantos gayuza, concentran la energía de los ancestrales6 y de los

creyentes en el centro del templo, repitiéndose durante horas, intensificándose hasta

recibir la señal de los abuelos indicando que la música, los colores, los olores, las comidas,

las bebidas y las ofrendas son bien recibidas. Es entonces que los ancestrales comienzan a

manifestarse, a través de la posesión de los cuerpo de “los elegidos” -personas creyentes

que poseen esa función a quienes frecuentemente se les presentan los abuelos en

sueños y a través de quienes se transmiten mensajes, como ser el pedido o la necesidad

de realizar una ceremonia-. “Durante los rituales la persona entra en un tipo de diálogo

6 Esta categorización no solo incluye a los ancestros como antepasados directos y conocidos sino que

también refiere a los antepasados negroafricanos fallecidos que resultan ser potencialmente parientes.

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solemne entre el espíritu y la persona. La llamada de un espíritu cambia la dimensión y la

dinámica del espacio. Este cambio incluye la expresión de emociones fuertes, le revelación

de información oculta y la transformación del ser humano”(Ellis, 2009: 48, traducción

propia).

Esta figura de “los elegidos” no se circunscribe únicamente a quienes serán poseídos

durante las ceremonias, sino que se aplica también a los músicos. Pero no se trata de “ser

elegido” por una cuestión de talento o destreza con un instrumento, sino que se trata de

reunir una serie de actitudes y aptitudes que sean del agrado de los ancestros para ocupar

ese rol protagónico en las ceremonias. Al respecto, Juan Carlos Sanchez relata la

importancia de los cantos gayuza y nos brinda una interesante explicación de su origen:

“A principios de los tiempos, en las eras de sabiduría, hubo una selección de animales que representan ese sexto sentido. Dentro de ese grupo siempre estuvo el gallo. Un animal que es líder en su área. Un animal que es sabio. Un animal que puede anunciar el tiempo. Jesucristo en sus tiempos también puso el gallo como ejemplo: “Antes que cante el gallo tres veces tú ya me habrás negado”. El gallo anunciaba el tiempo y Jesucristo sabía esto porque él estudio mucho sobre espiritismo. Tenía una preparación, yo conozco bien esa historia. Jesucristo sabía mucho de espiritismo. El gallo juega un papel importante dentro del grupo de animales que representa la sabiduría. De ahí también dentro de la historia de Cristo, cuando nació la mama de Cristo, ella fue colocada en un lugar sagrado en donde había sólo mujeres puras que no habían tenido vida íntima. Y estas mujeres cantaban a esta niña. Cantaban. Todas esas enseñanzas y conocimientos de canto y que el canto es lo que arma una vía para entrar en el camino astral, para llegar hasta el supremo ser, que es el creador, se viene manteniendo de generación en generación como parte esencial para llegar a la iluminación. El canto. Aparte de que el gallo canta, viene hasta nuestra espiritualidad un grupo de mujeres que van a cantar y que se van a llamar ga-yu-za. Viene de la propia naturaleza. Gayu en garífuna significa gallo. Y el gallo canta y anuncia. Son elegidos. Los ancestros eligen a la persona según su capacidad, por su voz, su fuerza espiritual y por ser aguerrida, no tener miedo a nada. Antes era así. Es un cargo muy especial, muy fuerte, porque es la llave para entrar al mundo de lo desconocido: con cantos. (Juan Carlos Sanchez, citado por Perez Guarnieri, op.cit.: 148-149)

Como puede inferirse, existe una relación directa entre música y religiosidad, en el sentido

de ser la música la herramienta esencial que permite realizar el culto a los ancestros, que

se basa en la invocación y el posterior diálogo entre los seres humanos vivos y sus

ancestros, algunos de destacada jerarquía -como el caso de Marcos Sánchez Díaz,

fundador del pueblo, quien posee la categoría de ahari (espíritu protector)- y también los

familiares directos. Todos estos ancestros, referidos como “los abuelos”, son invocados a

Page 13: Musica, Danza e Identidad Garifuna

través de los toques de tambor, los cantos y la danza que han dejado como legado junto

con otras enseñanzas como las actividades agrícolas y pesqueras.

Si bien existen otro tipo de manifestaciones fuera del contexto ritual, el marco

performático de estas músicas es eminentemente religioso y por más que se

descontextualicen, evidencian una ancestralidad de la que difícilmente puedan

despojarse, al ser ritmos, cantos y movimientos transmitidos de manera oral de

generación en generación. Tal como refieren los propios practicantes:

“Es el legado de los abuelos, la enseñanza que nos dejan para que nosotros a su vez lo

enseñemos a nuestros hijos y mantener viva nuestra cultura” (Xiomara Noralez, f.o)

“ Es como recordar lo que vivieron nuestros ancestros, lo que vivieron aquellas personas

que vivieron en la esclavitud porque ya nosotros ya no fuimos esclavos, entonces es como

recordar ese pasado teniendo presente la vivencia de la gente antigua, de nuestra etnia

antigua que estuvieron en la esclavitud, vivieron muchas precariedades, por ser como eran

[…] solo es como un recordatorio, entonces se baila se sigue bailando como para seguir

dándole vida a esa historia como recordatorio, porque la gente de ahora tenga presente

de lo que pasó y lo que tuvieron que pasar por nosotros para que la cultura no se perdiera,

es para salvaguardarlo siempre después de lo superado.(Blanca Franzuá, f.o)

A través de la práctica de esta música, se experiencia el potencial comunitario, la cohesión

y la transmisión de la memoria colectiva. Durante las performances, se corporizan tareas

y tradiciones ancestrales que pueden ser descriptas de acuerdo a los distintos tipos de

danza que nuestros informantes relatan y que pasaremos a detallar luego de una

descripción general de la música y sus instrumentos.

Música garífuna

Tal como puede deducirse del apartado precedente, la música de los garífunas de

Livingston, representa mucho más que una organización de sonidos con determinadas

características que podríamos intentar transcribir y ejecutar, sino que representa el

impacto que el proceso de colonización tiene en la conformación de la identidad de este

grupo social, a nivel espiritual, económico, cultural, histórico y a la vez, permite entender

cómo esta identidad se modela y se proyecta transgeneracionalmente.

El garaón -tambor garífuna- como emblema identitario fundamental en las performances

de la comunidad, expresa una historia que da cuenta tanto de guerra como de paz, de

esclavitud como de libertad, de mares como de ríos, de muerte como de vida, de centro

como de periferia, de conquistados como de conquistadores, de vencedores como de

vencidos, de marginalidad como de esperanza, de África como de América.

Page 14: Musica, Danza e Identidad Garifuna

En apariencia, silenciada más allá de la memoria por el poder de la experiencia de la

esclavitud, el África estaba presente, de hecho, en todas partes: en la vida cotidiana y en

las costumbres de las barracas de los esclavos; en las lenguas y patois de las plantaciones;

en nombres y palabras, algunas veces desconectadas de sus taxonomías; en las

estructuras sintácticas secretas a través de las cuales se producían otras lenguas; en las

historias y cuentos contados a los niños; en las prácticas religiosas y en las creencias de la

vida espiritual; en las artes, oficios, música y ritmos de la sociedad durante la esclavitud y

después de la emancipación. El África, el significante que no pudo ser representado

directamente en la esclavitud, permaneció, y aún permanece, como la “presencia” inefable

e inexpresada en la cultura del Caribe. Está “escondida” detrás de cada inflexión verbal, de

cada giro narrativo de la vida cultural del Caribe. Éste es el código secreto con el que todo

texto occidental fue “releído”. Es el bajo profundo de todos los ritmos y movimientos

corporales. Esta era, y es. El “África” que “está vivita y coleando en la diáspora” (Hall,

1999: 139)

Esta continuidad de ciertas costumbres africanas en América, como la socialidad y el

espíritu cooperativo que nuclea a todos los integrantes de la comunidad garífuna, puede

apreciarse en una música que, al igual que otras manifestaciones culturales tradicionales

posee como características la Funcionalidad, ya que la música forma parte de la vida,

acompañando labores y eventos sociales de la comunidad. Por ello, en las performances

generalmente encontramos cantos, danzas, vestidos, colores, aromas y comidas que

varían de acuerdo a contextos sociales o religiosos; Socialidad: La vida es esencialmente

social. Se privilegia la relación con el otro y con la naturaleza. Todos los integrantes de la

comunidad participan del hecho musical de una u otra manera, tocando, cantando,

danzando, cocinando, preparando el vestuario, etc. Asimismo, los instrumentos están al

alcance de todos y es común ver a los niños practicar sobre latas de pintura o de leche,

incluso también existen tambores más pequeños que se construyen con la finalidad de ser

vendidos a los turistas y son utilizados por los niños. La música expresa esa socialidad a

partir de la suma de funciones rítmicas en el ensamble de percusión, el canto colectivo y la

danza; Religiosidad: Los géneros musicales garífunas están originados y directamente

emparentados con el culto a los ancestros y a distintas deidades que de acuerdo a sus

creencias se veneran. Se observan cultos sincréticos como el chugu y el dugu. También es

común observar dentro de la misa católica la práctica de cantos garífunas acompañados

por tambores; Oralidad: Se trata de músicas que se transmiten oralmente de generación

en generación y que no han sido concebidas para ser escritas. La enseñanza de los cantos

y los toques de tambor se produce por oralidad e imitación.

Los instrumentos musicales

Page 15: Musica, Danza e Identidad Garifuna

La música garífuna está basada en los toques para tambor, caparazones de tortuga,

maracas y canto que, a su vez, determinan el género dancístico correspondiente. En el

marco del relevamiento realizado con los informantes del Proyecto de Salvaguarda,

también se incluyeron entrevistas y registro de grabaciones del género parranda con

guitarra y percusión, se incluyen algunas consideraciones más adelante

Para ordenar nuestra exposición, realizaremos a continuación una descripción de los

instrumentos:

Garaón primera: Membranófono construido con tronco ahuecado en una pieza (madera

de caoba, san juan o palma). Parche de cuero de venado con bordonas de alambre, aro de

madera, sistema de tensión armado con sogas y puntas de madera que tensionan el aro

con un sistema de torniquete. Función: improvisación.

Garaón segunda7: Mismas características que las descriptas para el garaón primera, pero

con una mayor dimensión, bordonas de soga y por ende un sonido mucho más grave.

Función: clave y base.

Sisiras o maracas: Ideófonos construidos con calabazas de unos 25 cm de diámetro

rellenas de semillas, con mangos o empuñaduras de madera, generalmente unidas de a

pares mediante un hilo. Función: clave y base.

Illacu: Ideófonos realizados con pequeños caracoles marinos cosidos a una tela que los

bailarines colocan alrededor de sus pantorrillas. (utilizados en el wanaragua) Función:

base e improvisación.

Bugudura o tortuga: Ideófono. Se utiliza el caparazón de la tortuga sin modificaciones ni

agregados, generando un sonido agudo similar al producido por las claves, cáscaras y jam

blocks. Generalmente se las cuelgan a la cintura mediante sogas. Función: clave.

Wadabague o trompa de caracol: Aerófono. Se trata de una especie de caracol marino al

que se le corta la punta, que funciona como embocadura por la que se sopla,

obteniéndose sonidos estridentes y de distintas alturas. Función: llamada.

El sonido que producen los garaones se destaca por la potencia y el alcance generados por

su gran tamaño y por las bordonas, que hacen que puedan ser audibles desde grandes

distancias. Son construidos por algunos hombres en Livingston, aunque son pocas las

personas que practican el oficio, motivo por el cual muchos garaones son traídos desde

Honduras y/o Belice. Dentro de nuestro trabajo, hemos entrevistado a Iocario Kipula

7 La utilización del femenino “primera” y “segunda” para indicar el tipo de garaón, es un término emic.

Page 16: Musica, Danza e Identidad Garifuna

Noralez, quien sería de acuerdo a las referencias de la comunidad, uno de los pocos

abuelos vivos que mantiene la tradición de construcción de garaones. Durante nuestros

encuentros, Kipula nos reveló algunos detalles de la construcción. El árbol más buscado

para ahuecar su tronco y darle el cuerpo al tambor es el de caoba, aunque también se

utilizan el san juan y la palma. El parche es de cuero de venado, el aro se construye con

una rama de bejuco o baragade a la que, humedecida, se le da la forma del casco del

tambor y los pines utilizados para tensionar también son de caoba.

Exceptuando los tambores utilizados para los rituales chugu y dugu que revisten un

carácter especial, ya que son traspasados generacionalmente, los garaones circulan por el

pueblo y no son de práctica exclusivamente masculina. De esta manera, nos referimos a

los tambores como instrumentos sociales, que están al alcance de todos quienes los

quieran utilizar, fomentándose de esta manera la transmisión y la enseñanza de los

ritmos.

Organización

Estos toques se realizan con un ensamble de percusión que responde a la lógica de los ensambles africanos y afroamericanos, en el sentido de establecerse claramente las funciones clave, base e improvisación (Perez Guarnieri, 2007: 58). Las mismas se diferencian de la siguiente manera:

• Clave o línea de tiempo: diseño fijo. Elemento organizador, síntesis del total estructural, guía, referente inmediato.

• Base: Ritmos cíclicos-repetitivos que sirven de base para la improvisación.

• Solista: Improvisa sobre las demás funciones. Generalmente emparentado con la danza o el canto.

• Llamada: Frases/motivos utilizadas como señales a cargo de una u otra función que anuncia cambios en la estructura de módulos rítmicos (cambios de tempo, de dinámicas, inicio/fin, etc).

La lógica de esta organización se relaciona con la funcionalidad de los toques. Es decir, se toca para los ancestros, para la danza, para curar. Por ese motivo aparece la función “base”, como un sostén de lo que ocurre en contextos rituales, procesionales y/o festivos en los que la danza posee un protagonismo destacado. La relación entre el garaón primera y los pasos de la danza es directa y unívoca, siendo el cuerpo de quien baile frente al tambor, el que genera el fraseo.

El garaón segunda es el tambor encargado de iniciar generalmente los toques, acompañado por el wadabague que, con largas notas, anuncia el comienzo de la danza, que se va completando a medida en el que se suman las buguduras y los cantos.

Page 17: Musica, Danza e Identidad Garifuna

Como mencionamos, resulta destacable observar en estos toques la organización rítmica

negroafricana tradicional, no solo en términos de la distribución de roles y funciones en el

ensamble de percusión, en los que se evidencian las funciones de clave, base e

improvisación (Perez Guarnieri: 2007), sino en las rítmicas resultantes, organizadas en

formas lineales y multilineales estructuradas a partir del uso de una clave o línea de

tiempo (Nketia, 1974: 125-128).

La externalización de esta línea de tiempo no ser exclusivamente sonora ni continua, ya que existen otras maneras de externalización, observables en los pasos de la danza, en la gestualidad y dinámica de los propios músicos. Fue justamente a partir de la observación en campo de esto último, que encontramos en las performances de la música garífuna la presencia de una clave particular, que denominaremos clave garífuna.

Se trata de una línea de tiempo compuesta por tres eventos sonoros o movimientos cuya interrelación varía permanentemente entre lo que desde una concepción tradicional del ritmo denominaríamos una métrica binaria (un 2/4, que daría lugar a la denominada “Clave 3:3:2”) y una métrica ternaria (un 6/8, que daría lugar al llamado “3 contra 2”).

Clave binaria (3:3:2) Clave ternaria (3 contra 2)

99 991..1 9..1. 91.1 9.1. Estas variaciones no están pre-establecidas ni pautadas y se producen espontáneamente, de acuerdo a la relación dialógica que se genera entre quienes intervienen en las performances (tamboreros, cantantes, danzantes).

La clave garífuna es una línea rítmica guía sobre la cual se estructuran los toques de tambor, sonajas, caparazones de tortuga, voces y danzas. Puede ser externalizada por los instrumentos y/o puede ser identificada tanto en los movimientos de los músicos al ejecutar el instrumento como en el paso de la danza de quienes participen.

Clave 3:3:2 Clave garífuna8

9 99 991..1 9..1. 92.4 9.2. La clave está presente todo el tiempo, fluye a través de pies y manos, se danza, se escucha

en los instrumentos pero por sobre todas las cosas se siente, se percibe. El garaón

8 Hemos decidido utilizar esta simbología como una manera de diferenciarla de la clave 3:3:2, expresando el

concepto de aleatoriedad desde lo gráfico, aunque aún no queda definida cuál será la mejor manera de

graficar esta nueva clave, lo que será motivo de próximas indagaciones.

Page 18: Musica, Danza e Identidad Garifuna

segunda (el tambor grave) materializa la función base y también evidencia esta clave. No

sólo estructura y guía todo el toque, sino que generalmente es el tambor que da inicio,

que llama, que anticipa el ritmo que se va a tocar y al tempo al cual se ejecutará. El peso

que tiene este tambor base es realmente importante, debiendo el músico a cargo

destacarse por su potencia y precisión, ya que no se trata de ensambles de percusión

múltiples con duplicación de tambores, sino que mayormente se observa un instrumento

de cada uno de los mencionados, en formato de trío-cuarteto (garaon primera, garaon

segunda, sisiras y bugudura).

El garaón primera, más pequeño y con una afinación de mayor tensión en relación al

garaón segunda, lo que genera un sonido más agudo y destacable, lleva adelante la

función de improvisación, estableciendo generalmente una relación dialógica con la

danza.

A diferencia de otras claves o líneas de tiempo presentes en muchas rítmicas afroamericanas, que estructuran el movimiento rítmico a partir de la externalización de una línea guía fija o invariable en términos métricos, la clave garífuna posee las siguientes características.

Abierta: Considerando que no existen planes preconcebidos para la ejecución de los esquemas rítmicos, la clave fluye de acuerdo a la interacción entre instrumentos-voces-danza. Es abierta, en tanto permeable a variar de acuerdo a la interacción entre instrumentos-voces-danza.

Flexible: La estructura interna de la línea de tiempo no se sujeta a normas estrictas. Es susceptible a cambios y variaciones en las relaciones temporales de sus elementos constitutivos, de acuerdo a las situaciones performáticas que se desarrollen.

Dinámica: La apertura de la clave, su diseño flexible, genera una línea de tiempo dinámica, en la que sus elementos constitutivos se encuentran en constante variación.

Estas características de la clave garífuna, generan un entramado rítmico resultante sumamente complejo y diverso, en el que encontramos ritmos cruzados, hemiolas y variación de puntos de inicio, lo que genera una multiplicidad de perspectivas y percepciones rítmicas que están siendo procesadas como núcleo central del aspecto musicológico de la presente investigación

La clave garífuna como expresión del mestizaje

De acuerdo a mi experiencia como músico e investigador, esta característica flexible y

dinámica de la clave garífuna puede percibirse en la mayoría de los géneros

afroamericanos en los que, quizás a partir de la lectoescritura métrica y divulgación

académica de los mismos, exista hoy un conocimiento limitado por las rúbricas

occidentales.

Page 19: Musica, Danza e Identidad Garifuna

Al respecto, cito a Serge Gruzinzky (2007) quien fundamentando la necesidad de hablar

del pensamiento mestizo, critica aquellas aproximaciones dualistas y maniqueas que, por

ejemplo, reducen la historia de la conquista de América a un enfrentamiento entre

buenos indios y malos europeos, petrificando y empobreciendo la realidad al eliminar

todo tipo de elementos que desempeñan papeles determinantes como los intercambios y

los cruces entre un mundo y otro. Esta interpretación pareciera establecer dos bloques de

pensamiento, pero considerando la complejidad y la dinámica de la frontera, resulta

interesante comprobar la transitoriedad y aleatoriedad de la misma, más aún en el intento

por distinguir los grupos poblacionales resultantes de la mezcla entre europeos,

aborígenes y africanos (cuadros de castas) que fue claramente un esfuerzo fallido en ese

sentido. (Gruzinski, 2007: 58-59)

En esa línea de pensamiento dualista, la diversidad musical americana también fue motivo

de estandarización y metrización, ya que en el relevamiento de ciertos géneros musicales

como el que tratamos, la complejidad que nos presentan estos ritmos es reducida a una

rítmica binaria o ternaria, lo que en muchas ocasiones termina prescribiendo y limitando

la audición. (Ver “Transcripción” y nota al pie Nº 1 en Anexo I).

Lo que sucede en la clave garífuna, es que se percibe claramente esa permeabilidad y

flexibilidad de la frontera entre las rítmicas binarias y ternarias. De la misma manera en la

que el paso de un color a otro ofrece gradaciones de una complejidad indescriptible

(Gleick, en Gruzinzky, op.cit: 58), la superposición de ritmos dan como resultante formas

rítmicas variables, complejas y dinámicas que no pueden ser analizadas con parámetros

como “pie, pulso, acento, división, subdivisión, metro o compás”, ya que los mismos no

responden a esta tradición musical en la que los toques de tambor se transmiten

oralmente y que también desde su didáctica propician la variabilidad:

“Yo aprendí a tocar con un viejo que me enseño el toque del garaon segundo y luego el del

primero. Después yo lo miraba y lo imitaba… Y después empecé a inventar mis cosas…

cada vez más. Ahora me lo cruzo y me dice que lo he superado…” (Estuardo “Buho”

Caballeros f.o)

Así es como cada tamborero tiene sus propias marcas personales en sus toques, e incluso

su propia perspectiva.

Gruzinsky caracteriza el pensamiento mestizo como esencialmente dinámico. Para ello,

reflexiona respecto de la herencia positivista por la cual el pensamiento occidental posee

una “visión del tiempo centrada en la linealidad “y “cómo los historiadores han tendido a

leer las épocas pasadas como fruto del movimiento lineal, de una evolución, cuando no de

una progresión o un progreso; como si cada nueva etapa pudiese desarrollar unas fuerzas

Page 20: Musica, Danza e Identidad Garifuna

que las etapas anteriores habrían contenido en germen.” Lo que destaca entonces, es

cómo “los mestizajes rompen la linealidad. Surgen en la América del siglo XVI en la

confluencia de temporalidades distintas –la del Occidente cristiano y la de los mundos

amerindios-, las ponen brutalmente en contacto y las montan unas sobre otras. Aquí, la

metáfora del encadenamiento, la sucesión o la sustitución en la que se apuntala la

interpretación evolucionista pierde toda viabilidad, pues el tiempo de los vencedores no

solamente no reemplaza automáticamente al de los vencidos, sino que también pueden

coexistir durante siglos […] A la idea de un tiempo lineal la acompaña de ordinario la

convicción de que existe un orden de las cosas […] No sorprende, por tanto, que la

complejidad y la movilidad de las mezclas o el choque de temporalidades evoquen una

imagen del desorden.” (Gruzinzky, op.cit.: 69-69)

Esta ruptura de la linealidad de los mestizajes, genera una dinámica compleja, de

permanente cambio y movimiento. Para ejemplificarla, el mencionado autor elige

caracterizarla con el modelo de la nube:

[…] Pero lo que predomina en la naturaleza y en nuestro medio es la nube, una forma

desesperadamente compleja, vaga, cambiante, fluctuante y siempre en movimiento. Los

mestizajes pertenecen a este orden de realidad […] El modelo de la nube supone que toda

realidad entraña, por un lado, una parte irreconocible y, por otro, una dosis de

incertidumbre y aleatoriedad.” (Gruzinski, op.cit.: 70)

Los garinagu, como grupo social excepcionalmente mestizo, representa esta dinámica y la

expresa con claridad en sus artes performáticas. La clave garífuna posee estas

características de imprevisibilidad y aleatoriedad. El modelo de la nube aplica

perfectamente en la caracterización de la clave garífuna, pues como hemos apuntado, la

espontaneidad, apertura y fluctuación presente en los toques de tambor, sonajas y

caparazón de tortuga desafían toda forma de metrización musical tradicional y nos obliga

a los estudiosos a desestructurarnos, a buscar e indagar nuevas formas de analizar estas

músicas.

Danzas

En este relevamiento inicial, daremos cuenta de las principales manifestaciones dancísticas de la comunidad, que se realizan sobre esquemas rítmicos sostenidos con un ensamble de garaones, sisiras y bugudura y que pueden resumirse de la siguiente manera:

Hüngühüngü: Se trata de la danza con la que se abren las ceremonias y las presentaciones festivas y no-rituales. Basada en un ritmo ternario, de tempo lento, se utiliza en las procesiones como el yorumein y el paso principal es un balanceo constante entre ambos pies.

Page 21: Musica, Danza e Identidad Garifuna

Wanaragua9: Danza cuyos orígenes nos remontan a la isla de San Vicente –terruño primigenio de la etnia garífuna- donde de acuerdo al saber popular, los hombres garífunas, inquietados por los permanentes ataques y molestias del hombre blanco sobre sus mujeres, crearon esta danza en la que se disfrazaban de mujeres, con vestidos, máscaras y pelucas, con el objetivo de engañar a los soldados ingleses que, al acercarse desprevenidos, eran sorprendidos y reducidos por los garífunas. La danza evidencia movimientos de gran destreza y agilidad, basados en un paso principal, consistente en un juego permanente de balanceo rápido binario entre el talón y la punta del pie, a partir del cual luego el bailarín entra y sale de acuerdo a su destreza y habilidad, se exterioriza auditivamente a través del illacu.

Los pies del bailarín se mueven simétricamente balanceándose entre punta y talón, en un

movimiento binario, sobre la base ternaria sostenida por el garaón segunda y comienza a

realizar todo tipo de movimientos que dictan al tamborero qué tocar, generándose un

diálogo en el que el tambor debe seguir los pasos del bailarín.

Chumba: Es una danza en la que las mujeres van realizando gestualidades vinculadas con las tareas cotidianas (La realización del cazabe, la cocina, etc). De acuerdo a nuestros informantes, existe la denominación Sambey para referirse a la danza que, con el mismo esquema rítmico, practican los hombres, realizando tareas de agricultura, pesca y cotejo de la mujer.

Parranda: Este género es de los más alegres y de acuerdo a nuestras indagaciones, en sus orígenes se utilizaba para distintos festejos. A partir de su esquema rítmico y su funcionalidad festiva se genera un sub-género que es “parranda con guitarra” que se interpreta con guitarra acompañada por una pequeña percusión (sisiras o claves). La función del parrandero, es llevar alegría a los hogares y generalmente se interpreta en diciembre y principios de año.

Punta: Sin dudas es la danza más popular y conocida de la tradición garífuna. En su esquema rítmico surge claramente la clave garífuna a partir del patrón sostenido por el garaón segunda que varía en intensidad y velocidad a medida que la danza dicta el fraseo del garaón primera. Para comprender un poco más acerca de este género, resulta pertinente citar la explicación de Juan Carlos Sanchez:

“Según cuentan los abuelos, en los inicios, en la isla de San Vicente, en nuestra Yorumein, había dos sectores, clase alta y clase baja. La clase alta oprimía a la clase baja, y en uno de los tantos enfrentamientos entre ellos logran aniquilar al líder de la clase alta. Cuando este señor estaba en su ataúd, el otro sector festejó porque este había muerto. Fiesta, con cantos, porque se habían liberado de aquel yugo, ¿entiendes? Fiesta. Entonces los hombres palmeaban –bate sus palmas– y

9 Este género también es conocido bajo la denominación “Yancunú”, que sería su denominación en idioma

español.

Page 22: Musica, Danza e Identidad Garifuna

las mujeres –bate otro ritmo–. Hazlo –entonces los dos estuvimos palmeando aquel ritmo ancestral, reviviendo la historia con la que Juan Carlos demostraba nuevamente su sabiduría- Ahí nace el punta, en Yorumein. Cuando los abuelos llegan a Honduras, continúa viva. También se hacía en los velorios y esa tradición continúa hasta nuestros días. El cambio que hubo es que ya no se toca por felicidad porque alguien murió, sino para acompañar a este espíritu y aceptar su ida al otro mundo. Entonces, a los nueve días hay punta para que ese espíritu entre al otro mundo. Esto es influencia católica. Los católicos trataban de entrar en la comunidad para vencerlos, ya que los garífunas eran muy buenos guerreros... En los años sesenta, según cuenta un abuelo, en Honduras apareció un señor en un velorio y dijo “Yo creo que va a ser bueno tocar unos tambores”. Entonces se puso a tocar el punta con unas congas. Cuenta el abuelo que hubo mucho problema ese día; por el ruido, por el licor, por la gente que no podía dormir y todo eso. Hubo mucho pleito en ese velorio. Bueno, de ahí se vino el tambor. Muchas personas que ahora son muy mayores en Honduras cuentan que lograron ver tocar el punta con tinas viejas o cajas para hacer el sonido en lugar de las palmas. Aquí en Livingston yo llegué a escuchar el punta tocado con palmas y con tambores. Esa es la historia del punta, que es el nombre español del ritmo que nuestros abuelos llamaban Landan o Bangidi. […] Pero hay otra versión que habla sobre el punta como una descripción del baile, que se hace con la punta de los pies. Se baila con la palma del pie abajo, pegadito a la tierra y los dedos como platicando, como queriendo agarrar algo. Ese es el punta, un ritmo que se ha querido comercializar, como algo que se baila con movimientos obscenos. Pero el punta es algo espiritual. No es un juguete.”(Perez Guarnieri, 2011: 131-132)

Nos parece apropiado destacar nuevamente en esta instancia y considerando los conceptos mencionados, la permanente relación espiritualidad-música-danza. En ese sentido, tanto el sonido de los tambores como el lenguaje del cuerpo, representan una acción comunicativa que define la identidad y que deben ser analizados dentro del contexto de la narratividad. Funcionalidad que destacan nuestros informantes:

“Hasta donde yo sé, todas estas danzas son acompañadas de rituales. No se hacen delante de la gente, sino allá atrás. Se prepara un ritual para luego ir a eso. No es sólo ir a bailar y ya. Es algo sagrado, muy importante […] Todas nuestras danzas traen algo para curar. Para curar a la comunidad. Eso es hasta donde yo sé. No es simplemente decir “bailemos chumba o parranda”. ¡Parranda! ¡Mira la parranda! “Quiero hablar contigo, tú no me escuchas... Agarro mi guitarra y canto para que tú escuches lo que tengo para decir”. ¡Eso es comunicación!” (Perez Guarnieri, 2011:132)

“…cuando nosotros danzamos, por ejemplo en los templos, tenemos una entrega total porque la mayoría de nosotros -que somos creyentes- cuando estamos dentro del templo […], tenemos los ojos cerrados ¿Por qué? Porque en ese momento estamos como viendo a nuestros ancestros. O sea, es como una cura, entras con una cosa así, con una tension… y salís bien aliviada, pues yo por mi parte me he sentido así como soy buen creyente… la danza eso es lo que significa para mí la danza. (Renata Morales, f.o)

Page 23: Musica, Danza e Identidad Garifuna

Aún quedan muchos datos relevados y por relevar en referencia a otras danzas como el Palo de mayo, Pia manadi, entre otras. Se incluyen como Anexo I, los esquemas rítmicos correspondientes a los géneros dancísticos tratados.

Cantos

Como hemos mencionado, las performances de la comunidad incluyen el toque de

tambores, la danza y los cantos. Si bien el canto colectivo se practica acompañando

diversos contextos rituales, festivos y domésticos, nos centraremos para nuestro trabajo

en los cantos gayuza, de origen ritual, que es practicado mayormente por las mujeres

“elegidas” para tal fin. Estas mujeres, poseen la misión de participar en los cultos chugu y

dugu, y también la de transmitir su sabiduría (ver “Vida espiritual”). Durante las

performances registradas, hemos presenciado esta función pedagógica gayuza y podemos

destacar la búsqueda permanente de la expresividad idiomática, la que es priorizada por

sobre la afinación o entonación. Esto no quiere decir que no exista una afinación

determinada, sino que las correcciones están directamente vinculadas con el idioma, con

“hacerse entender”. Nuevamente aquí encontramos esa funcionalidad más ética que

estética de la música, que la podemos resumir en una experiencia de campo, en la cual,

destinando un buen tiempo a indagar respecto de la metodología de aprendizaje de los

instrumentos y los cantos, Elvira Álvarez nos ha dado ha dado una clara lección:

“Intentaba yo aprender uno de estos cantos y, debido a la dificultad que me

presentaba el idioma garífuna, separaba la melodía de la letra y la reproducía en

un ejercicio de imitación que me proponía Doña Elvira. Ella meneaba la cabeza y

una y otra vez me deletreaba las palabras garífunas, hasta que enfáticamente

cuando yo seguía tarareando la canción me dijo: “Sin idioma no hay canción”

(Perez Guarnieri, 2010: notas de campo)

Este hincapié en el idioma, pone de manifiesto la funcionalidad de estos cantos y la

manera en la que se transmiten nos remite también a ciertas características de otras

músicas tradicionales:

[…] en las culturas africanas tradicionales la teoría implícita en la práctica

raramente se explica. Los errores se señalan y se corrigen tocando o cantando de la

forma correcta para que la persona que se ha equivocado haga los ajustes

necesarios del mismo modo que los errores gramaticales y de cualquier otra índole

en el lenguaje hablado son corregidos sin recurrir a explicaciones de la teoría

correspondiente. Los músicos determinan si su afinación es la correcta tocando

frases u obras enteras como prueba […] (Nketia: 1997, 23)

Page 24: Musica, Danza e Identidad Garifuna

Las mujeres gayuza, en tanto personas con una actividad y una responsabilidad primaria

en la vida espiritual de la comunidad, refieren al idioma como un rasgo identitario de los

más importantes y representativos que debe salvaguardarse. Al respecto, la preocupación

es permanente:

“Nosotros estamos aquí tratando de rescatar lo nuestro, porque se está perdiendo.

Ya hay mucho niño que no quiere hablar garífuna, quiere hablar español … eso

estamos tratando de rescatar” (Elvira Alvarez, f.o)

Así explican la necesidad de fortalecer sus tradiciones ante una realidad en la que las

nuevas generaciones, atraídas por modelos culturales foráneos y sintiendo la marginación

impuesta por la sociedad hegemónica envolvente, se sitúan -a decir de Frantz Fanon-

frente al lenguaje originario, con la convicción de que en la medida en que asimile valores

culturales metropolitanos –básicamente los norteamericanos en el caso de los jóvenes de

Livingston- se podrá alejar de la selva (Fanon, 1972: 22)

Esta amenaza, es una preocupación permanente para la gente mayor y en nuestro

relevamiento lo hemos registrado en diversos ámbitos, como en el escolar, donde desde

hace algún tiempo los programas oficiales incluyen contenidos de idioma garífuna, pero

aún no puede concretarse una integración seria y de largo plazo que asegure la

continuidad de la lengua.

“Nosotros tenemos un grave problema aquí. El año pasado nos dieron un montón de libros en garífuna. ¡Pero yo no sé garífuna! ¿Qué voy a hacer con todos esos libros? Y los niños saben hablar garífuna pero no pueden leerlo. Aquí nos tendrían que enviar un maestro garífuna que hable y escriba en su idioma –me explicaba Karina, docente en la escuela de varones. (Perez Guarnieri, 2011: 67)

A su vez, los maestros expresan esta amenaza con claridad cuando evocan casos de niños

y jóvenes con sus objetivos fuera de la vida en la comunidad:

“Nosotros tenemos el problema de que aquí entre la etnia garífuna hay muchos padres que se van a Estados Unidos, entonces normalmente las niñas viven con sus tías o abuelitas y eso les crea un problema emocional. Hay niños que ni se preocupan por estudiar porque están pendientes de que se van a ir, de sus papeles. “Es que ya tengo mi pasaporte. Es que ya tengo mi papelería. Es que ya vino la primera cita”. Y así pasan el ciclo escolar y no se preocupan por el estudio. Porque están pensando que ya les va a venir la cita de la embajada porque se van a ir. Y así pasan muchos niños toda la primaria. Es complicada la desintegración familiar –agregaba la maestra Agnes. (Perez Guarnieri, op.cit: 68)

Desde nuestro trabajo con la comunidad, entendemos y precisamos que esta

preocupación por la pérdida del idioma, no debe circunscribirse al lenguaje hablado, ya

Page 25: Musica, Danza e Identidad Garifuna

que cada performance es, en sí misma, un canal comunicativo alternativo al verbal y por

ende una forma de preservar la tradición idiomática.

“Sí, efectivamente, el lenguaje es el origen de nuestra autoconciencia y de la construcción de nuestro sentimiento de identidad, es necesario ensanchar el concepto de lenguaje verbal, racional, lógico y discursivo, para incluir en él denotaciones que incluyan la comunicación por el movimiento, la conversación del gesto físico, el diálogo de la audición sonora, y toda suerte de dispositivos corporales que definen nuestra identidad.” (Pelinsky, 2000: 173)

Por ello, es importante en ese sentido la continuidad del trabajo que los portadores culturales del Proyecto de Salvaguarda con sede en la Casa de la cultura garífuna de Livingston-Izabal, realizan con niños y jóvenes en la creación de espacios para la práctica y la enseñanza de los géneros musicales y dancísticos tradicionales, quedando aún pendiente la integración del área de canto y construcción de instrumentos musicales10.

En esta primera etapa del trabajo hemos hecho un grabado en audio de canciones

tradicionales gayuza, con la transcripción de su letra en garífuna y su correspondiente

traducción al castellano, con el objetivo de colaborar en la tarea de salvaguarda solicitada

por nuestros informantes.

Los cantos, algunos utilizados en ceremonias, otros en contextos sociales diversos,

poseen una voz solista y un coro que responde permanentemente, mediante frases de

variadas duraciones y articulaciones. Resulta llamativo observar la dinámica mediante la

cual se llevan adelante estas performances, en las que los cantantes se ubican en una

misma fila o en semicírculo y siquiera se miran. Tampoco existen señas ni gestos

perceptibles desde el afuera. La coordinación de las entradas y salidas, está intrínseca en

el aprendizaje ancestral y en el esquema rítmico sostenido por el ensamble de garaones,

sisiras y buguduras.

“Mientras ensayaban algunos cantos gayuza sin tambores, en semicírculo y con la

mirada en el horizonte, no pude dejar de preguntarles cómo hacían para coordinar,

siendo que no solamente no se miraban sino que en ese momento tampoco había

ningún instrumento de percusión acompañando. “¡Ah! Es que todos nos

imaginamos que los tambores están sonando” –contestó Cosme Noralez.” (Perez

Guarnieri, 2010: Notas de campo)

Las canciones a las cuales tuvimos acceso reflejan a través de sus letras una sensibilidad

social importante y comprometedora. Es frecuente encontrar en las mismas temáticas

10

Proyecto de Escuela de Cultura Garífuna presentado por el autor en 2010.

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como la pobreza, la enfermedad, la muerte, las migraciones, las actividades agrícolas y

cotidianas, entre otras.

Como Anexo II, incluimos transcripciones de algunos de los registros realizados, para

apreciar las letras correspondientes.

Algunas conclusiones

Tal como desarrollamos en otros ítems de nuestro trabajo, el ensamble de garaones,

sisiras y bugudura posee características rítmicas particulares, como ser una interrelación

de todos los instrumentos con una clave o línea de tiempo abierta, flexible y dinámica,

que denominamos clave garífuna que, a diferencia de otras claves, no puede

circunscribirse a las rúbricas occidentales conocidas como “sudivisiones binarias o

ternarias”, sino que fluctúan todo el tiempo y quizás sea ésta la representación simbólica

inconsciente más interesante de la música garífuna: Un grupo étnico que comparte

tradiciones, costumbres y un lenguaje distintivo, con una etnogénesis cimarrona mestiza

expresa a través de sus tambores una rítmica particularmente dinámica, movediza,

impredecible y distintiva.

Todo esto genera un sentido de comunidad muy poderoso que los cohesiona, los

contiene, los abraza. Utilizamos aquí el término “abrazo” desde una perspectiva nativa, ya

que es la acción a la que siempre refieren los practicantes del culto:

“Sí. Es un abrazo fuerte y sincero. Uno se entrega de corazón a los ancestros.” (Erick Arzú,

f.o)

Ese abrazo es mucho más que una demostración de afecto. Simboliza la conexión

transgeneracional , la unidad “pasado, presente y futuro” propulsada desde el toque de

tambor, que en las ceremonias chugu y dugu se realiza con un trío de tambores garaón-

segunda, que representan justamente esa unidad “abuelo, padre, nieto” mientras tocan el

hüngülendu un ritmo ritual de tempo muy lento que, acompañado por el toque de las

sisiras, conforman la base sobre la cual las mujeres gayuza invocan a los ancestros para el

encuentro, para el diálogo, “para el abrazo con los abuelos”.

De esta manera, la música construye una experiencia solo comprensible para quienes se

asumen como garífunas, para quienes forman parte de esa identidad en la que la memoria

colectiva se ejercita, se transmite y se erige como una necesidad vital, ya que es la

sustanciación de estos rituales la que mantiene la armonía y el balance entre dios, el

cosmos y los ancestros.

Page 27: Musica, Danza e Identidad Garifuna

Ahora bien, las danzas también se practican fuera de su contexto ritual y forman parte de

la cotidaneidad del pueblo. Pero es importante destacar que más allá de su contexto,

estas performances están atravesadas fuertemente por el legado ancestral, la evocación y

la veneración de ese conocimiento propiamente garífuna que los enorgullece, que los une,

que los identifica.

Los toques de garaón, sisiras y bugudura sumados al canto y la danza son las herramientas

expresivas a través de las cuales los garífuna se comunican entre sí y con los ancestros.

Estas músicas constituyen una acción vital de cohesión entre los habitantes de la

comunidad, entre ellos y sus ancestros, entre todos ellos y la historia. Durante estas

performances, no sólo se recuerda, se reivindica se evoca y se invoca a los ancestros, sino

que también se educa a las nuevas generaciones en los valores comunitarios y en la

necesidad de mantener vivas las tradiciones.

Se trata de performances en las que la ancestralidad se evidencia a través del canto, la

danza y el lenguaje de los tambores, que es transmitido de manera oral, lo que hace que

sean músicas en permanente práctica y renovación, de la misma manera en el que la

identidad es proceso, es devenir, es construcción individual y social. Por todo ello,

creemos que el marco teórico aquí presentado, que intenta explicar la identidad musical

garífuna desde la narratividad como categoría epistemológica más adecuada para dar

cuenta de la relación entre música e identidad, nos permitirá continuar desarrollando el

trabajo de clasificación, sistematización y análisis del patrimonio cultural relevado.

A tal efecto, esperamos poder continuar colaborando con el Proyecto de Salvaguarda,

agradeciendo la confianza y el tiempo brindado por nuestros informantes, con el

compromiso y la convicción de estar realizando una tarea sin precedentes en el área y

sumamente necesaria para la reivindicación y visibilización de los garífunas de Guatemala.

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