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JOVEN es Resumen Propongo tomar en consideración la metáfora del reloj, que nos servirá para interpretar los mecanismos utilizados en distintos lugares y momentos para medir el acceso a la vida adulta. En la medida en que las edades son estadios biográficos culturalmente construidos, que presuponen fronteras más o menos laxas y formas más o menos institucionalizadas de paso entre los diversos estadios, podemos considerar al reloj como un marcador social de estas fronteras y de estos pasos. Desde esta perspectiva, la evolución histórica del reloj puede servirnos para ilustrar la evolución histórica del ciclo vital (y de manera más específica, la evolución histórica de la relación entre juventud y sociedad). Abstract In order to construe various mechanisms used in different places and moments to measure access to adult life, I suggest the metaphor of the clock. Insofar as different ages are culturally created biographical stages implying somewhat loose borders and institutionalized forms of passage from one stage to another, we may consider the clock as a social bookplate between these borders and these forms. Seen from this standpoint, the clock’s historical evolution can be used as an illustration of the historical evolution of the life cycle. More specifically, it can serve to illustrate the historical evolution of the relationship between the society and youth. (*) Profesor de antropología e historia de la juventud en la Universidad de Lleida (Cataluña, España). [email protected] Ventana Central: Aportes a la investigación en juventud Autor: Carles Feixa Título: Del reloj de arena al reloj digital JOVEN es, Revista de Estudios sobre Juventud Edición: año 7, núm. 19 México, D.F., julio-diciembre 2003 pp. 6-27. Del reloj de arena al reloj digital SOBRE LAS TEMPORALIDADES JUVENILES CARLES FEIXA ( *) Como las hojas de los árboles nacen y mueren, así pasan en el hombre las edades: unas hojas tumban por el suelo los vientos fríos de otoño y otras cría la selva cuando florece, y ufanas crecen en el aliento vital de la primavera; y las generaciones de los hombres así son: ésta crece, aquélla muere Homero, La Ilíada.

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Resumen

Propongo tomar en consideración lametáfora del reloj, que nos servirá parainterpretar los mecanismos utilizados endistintos lugares y momentos paramedir el acceso a la vida adulta. En lamedida en que las edades son estadiosbiográficos culturalmente construidos,que presuponen fronteras más o menoslaxas y formas más o menosinstitucionalizadas de paso entre losdiversos estadios, podemos considerar alreloj como un marcador social de estasfronteras y de estos pasos. Desde estaperspectiva, la evolución histórica delreloj puede servirnos para ilustrar laevolución histórica del ciclo vital (y demanera más específica, la evoluciónhistórica de la relación entre juventud ysociedad).

Abstract

In order to construe various mechanismsused in different places and moments tomeasure access to adult life, I suggestthe metaphor of the clock. Insofar asdifferent ages are culturally createdbiographical stages implying somewhatloose borders and institutionalizedforms of passage from one stage toanother, we may consider the clock as asocial bookplate between these bordersand these forms. Seen from thisstandpoint, the clock’s historicalevolution can be used as an illustrationof the historical evolution of the lifecycle. More specifically, it can serve toillustrate the historical evolution of therelationship between the society andyouth.

(*) Profesor deantropología ehistoria de lajuventud en laUniversidad deLleida (Cataluña,España)[email protected]

Ventana Central: Aportes a la investigación en juventudAutor: Carles FeixaTítulo: Del reloj de arena al reloj digitalJOVENes, Revista de Estudios sobre JuventudEdición: año 7, núm. 19México, D.F., julio-diciembre 2003pp. 6-27.

Del reloj de arenaal reloj digital

SOBRE LAS TEMPORALIDADES JUVENILES

CARLES FEIXA( *)

Como las hojasde los árboles nacen y mueren,

así pasan en el hombre las edades: unas hojas tumban por el suelo

los vientos fríos de otoño y otras críala selva cuando florece, y ufanas crecen

en el aliento vital de la primavera;y las generaciones de los hombresasí son: ésta crece, aquélla muere

Homero, La Ilíada.

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Este ensayo propone un viaje en el tiempo de los jóvenes, queevoca la odisea en el espacio con que 2001 de Kubrik fascinóa muchos adolescentes de mi generación. Pues las edades dela vida son, como en tiempos de Homero, estaciones en lahistoria de la humanidad, pero también metáforas del cambio

social. La odisea empieza con un viaje a los orígenes de la juventud, a partirde la metáfora del reloj. Sigue analizando la evolución de tres tipos desistemas cronológicos –el reloj de arena, el analógico y el digital– que seponen en relación con los tres modelos alternativos de transición a la vidaadulta. Y acaba con un retorno al futuro y sugiriendo algunas paradojas delmodelo de juventud emergente a inicios del siglo XXI, que proponemosbautizar con el nombre de Generación @. El viaje acaba con un epílogosobre la construcción juvenil del tiempo.1

I. LA CONSTRUCCIÓN TEMPORAL DE LO JUVENIL

Todo sucede como si la ritualización de las interacciones [sociales] tuviera como efectoparadójico ofrecer toda su eficacia social al tiempo, nunca tan activo como en aquellosmomentos en que no pasa nada, sólo el tiempo: “El tiempo, se dice, trabaja para él”.2

La música es un reloj que, para mucha gente, se suele parar: igual que en las novelaspolicíacas puede identificarse la hora del crimen por el reloj parado de la víctima, elreloj parado de la memoria musical de una persona adulta permite datar con total

exactitud el momento en que esta persona se hizo adulta.3

La historia de la construcción cultural de la biografía, es decir, de las formasmediante las cuales cada sociedad organiza el ciclo vital y las relacionesentre las generaciones, no se puede abordar utilizando el lenguajeacadémico habitual, pues remite a términos, concepciones y valoresconnotados semántica y profundamente cambiantes en el espacio y eltiempo. Quizá sea más oportuno reflexionar sobre este proceso mediante eluso de metáforas, que nos invitan a mirar la realidad a partir decomparaciones e imágenes en movimiento (basándose en una película enproceso de montaje más que en fotos fijas).

Propongo tomar en consideración la metáfora del reloj, que nos servirápara interpretar los mecanismos utilizados en distintos lugares y momentospara medir el acceso a la vida adulta. En la medida en que las edades son

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1 Este texto se basa en diversos cursos y conferencias impartidas en Europa y América Latina enlos últimos años. La primera parte desarrolla algunas metáforas expuestas en mi libro El relojde arena (Causa Joven, Centro de Investigación y Estudios sobre Juventud, México, 1998). Laparte central fue inicialmente presentada en la II Reunión Nacional de Investigadores sobreJuventud (México, diciembre, 1998). La última sección forma parte de una investigacióninédita del Consorci Infància i Món Urbà de Barcelona sobre “Consumo cultural y nuevastecnologías”. La primera versión en castellano apareció en un artículo con el título“Generación @. La juventud en la era digital”, publicado por la revista colombiana Nómadas(Fundación Universidad Central, Bogotá, 2000). El presente texto se basa en la versiónactualizada publicada en catalán por el Observatorio Catalán de la Juventud con el títuloGeneració @. La joventut al segle XXI (Barcelona, 2001). Quiero agradecer a mis cuatesmexicanos sus comentarios y su apoyo a lo largo de estos años, en particular a Maritza, JoséAntonio, Rossana, José Manuel, Alfredo, Laura, Gabriel, Pablo y Baco.

2 P. Bourdieu, “L’action du temps”, en Le sens pratique, Les Editions du Minuit, París, 1980.3 E. Gil Calvo, Los depredadores audiovisuales, Tecnos, Madrid, 1985.

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estadios biográficos culturalmente construidos, que presuponenfronteras más o menos laxas y formas más o menos institucionalizadasde paso entre los diversos estadios, podemos considerar al reloj comoun marcador social de estas fronteras y de estos pasos. Desde estaperspectiva, la evolución histórica del reloj puede servirnos para ilustrarla evolución histórica del ciclo vital (y de manera más específica, laevolución histórica de la relación entre juventud y sociedad).4

La mayor parte de los sistemas cronológicos conocidos han sido denaturaleza religiosa o mitológica, aunque desde hace siglos se conocendiversos procedimientos para medir el paso de los años, las estaciones,los días y las horas. Cuando miramos nuestro reloj de pulsera, lo queobservamos es una versión condensada –metafórica– de la historia dela civilización: la división del día en 24 horas procede del antiguo Egipto(donde se inventó el reloj de sol); la división de la hora en 60 minutos,del sistema matemático sexagesimal de los antiguos mesopotámicos; laesfera y las manecillas movidas por un complejo mecanismo interno

surgieron en la Europa medieval, se perfeccionaron en la épocamoderna y se difundieron masivamente con la industrializacióngracias a relojeros estadunidenses y suizos; los circuitoselectrónicos en los que se basan los relojes actuales (de cuarzo,atómicos o digitales) se aplicaron en la segunda mitad del sigloXX, popularizándose gracias a las marcas japonesas. De igualmanera, cuando observamos el comportamiento de los jóvenesde hoy, vemos entremezclados ritmos biológicos y socialespresentes en toda la especie (la pubertad, el matrimonio), ritosde paso institucionalizados por las civilizaciones antiguas (lamayoría de edad, la milicia), espacios festivos surgidos en la

sociedad rural europea (el carnaval), tiempos de formación y de ocioproducto de la industrialización (la escuela, los massmedia), y espaciosde ocio surgidos con la posmodernidad (los videojuegos, la músicatechno).

Propongo tomar en consideración a tres de estos relojes –el dearena, el analógico y el digital– como símbolos de otras tantasmodalidades culturales. El primero se basa en una concepción natural ocíclica del tiempo, dominante en las sociedades preindustriales. Elsegundo se sustenta en una concepción lineal o progresiva del tiempo,dominante en las sociedades industriales. El tercero se fundamenta enuna concepción virtual o relativa del tiempo, emergente con lasociedad postindustrial. Estos tres tipos de reloj pueden ponerse enrelación con tres formas distintas de construcción social de la biografía.En un ensayo clásico, Margared Mead5 propuso una tipología sobre las○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

4 El término “reloj” proviene del catalán medieval (relotge) que a su vez lo adaptó dellatín (horologium). El resumen que he hecho de la historia de esta máquina del tiempoes, naturalmente, muy esquemático. La bibliografía sobre el tema es muy amplia, peropodemos remitir a dos obras extraordinarias por su lucidez y carácter divulgativo: C. M.Cipolla, Las máquinas del tiempo y de la guerra, Crítica, Barcelona, 1999 [1981]; J. E.Barnett, El péndulo del tiempo. De los relojes de sol a los atómicos, Península,Barcelona, 2000 [1998].

5 M. Mead, Cultura y compromiso. El mensaje a la nueva generación, Granica, Barcelona,1977 [1970].

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formas culturales a partir de las modalidades de transmisióngeneracional: las culturas posfigurativas, correspondientes a lassociedades primitivas y a pequeños reductos religiosos o ideológicos,serían aquellas en las que “los niños aprenden primordialmente de susmayores”, siendo el tiempo repetitivo y el cambio social lento; lasculturas cofigurativas, correspondientes a las grandes civilizacionesestatales, serían aquellas en las que “tanto los niños como los adultosaprenden de sus coetáneos”, siendo el tiempo más abierto y el cambiosocial acelerado; y las culturas prefigurativas, que según Mead estabanemergiendo en los años sesenta del siglo XX, serían aquellas en las que“los adultos también aprenden de los niños” y “los jóvenes asumenuna nueva autoridad mediante su captación prefigurativa del futuroaún desconocido”.6

El esquema seudoevolucionista de Mead, por supuesto, essimplificador en exceso, pero puede servirnos para reflexionar sobre lametáfora del reloj. Desde esta perspectiva, en las culturasposfigurativas, como en el reloj de arena, prevaldría una visión circulardel ciclo vital, según la cual cada generación reproduciría loscontenidos culturales de la anterior; en las culturas cofigurativas, comoen el reloj analógico, prevaldría una visión lineal, según la cual cadageneración instauraría un nuevo tipo de contenidos culturales; lasculturas prefigurativas, finalmente, como el reloj digital, instauraríanuna visión virtual de las relaciones generacionales, según la cual seinvertirían las conexiones entre las edades y se colapsarían los rígidosesquemas de separación biográfica. Si el reloj simboliza en cada caso lamedida del tiempo biográfico, podemos considerar a los grados deedad como una metáfora del cambio social. Es decir: las formasmediante las cuales cada sociedad conceptualiza las fronteras y lospasos entre las distintas edades son un indicio para reflexionar sobre lastransformaciones de sus formas de vida y valores básicos. 7

Las “culturas juveniles” pueden analizarse desde dosperspectivas complementarias: en el plano de lascondiciones sociales, entendidas como el conjuntode derechos y obligaciones que definen laidentidad de cada individuo en el seno de unaestructura social determinada, las culturasjuveniles se construyen con materialesprovenientes de las identidades generacionales,de género, clase, etnia y territorio. En el plano delas imágenes culturales, entendidas como el○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

6 Tras redactar una primera versión de este ensayo, he tenido ocasión de deleitarme conla lectura del último trabajo de Manuel Castells (La era de la información. La sociedadred, Alianza, vol. I, Madrid, 1999 [1996]), en cuyo primer volumen dedica todo unapartado a las transformaciones en la concepción del tiempo, del todo convergentescon las metáforas sobre el reloj utilizadas en este texto. En particular, utilizaré susnociones de “tiempo atemporal” y de “cultura de la virtualidad real”, elaboradas paradar cuenta de la progresiva relatividad del tiempo en la sociedad informacional.

7 Cuando este ensayo ya estaba acabado, he tenido ocasión de visitar la magníficaexposición sobre Arte y tiempo del centro Georges Pompidou al CCBB, que documentacon textos, objetos e imágenes la historia del reloj que presento a continuación (véaseVVAA, Art i temps, CCBB, Barcelona, 2000).

Las formas mediante

las cuales cada

sociedad

conceptualiza las

fronteras y los pasos

entre las distintas

edades son un

indicio para

reflexionar sobre las

transformaciones de

sus formas de vida y

valores básicos

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conjunto de atributos ideológicos y simbólicos asignados y/oapropiados para cada individuo, las culturas juveniles se traducen enestilos más o menos visibles, que integran elementos materiales e

inmateriales heterogéneos, que puedentraducirse en formas de comunicación, usos delcuerpo, prácticas culturales y actividadesfocales. Las condiciones sociales se configuran apartir de una interacción básica entre culturahegemónica y culturas parentales. La culturahegemónica refleja la distribución del podercultural a escala de la sociedad más amplia. Las

culturas parentales pueden considerarse como lasgrandes redes culturales, definidas fundamentalmente por

identidades étnicas y de clase, en el seno de las cuales sedesarrollan las culturas de edad, que constituyen subconjuntos.Refieren las normas de conducta y valores vigentes en el medio socialde origen de cada individuo. Pero no se limitan a la relación directaentre “padres” e “hijos”, sino a un conjunto más amplio deinteracciones cotidianas entre miembros de generaciones diferentes, enel seno de la familia, el vecindario, la escuela local, las redes deamistad, las entidades asociativas, etc. Las imágenes culturales seconfiguran a partir de una interacción básica entre macroculturas ymicroculturas. Las macroculturas refieren las grandes instancias socialesque forman/informan a los individuos en cada sociedad. Lasmicroculturas refieren las pequeñas unidades sociales que filtran,seleccionan y perciben las formas y contenidos de esta formación/información, como las asociaciones voluntarias y las redes de amistad.La medida del tiempo, en cada reloj, expresa la conexión entrecondiciones sociales e imágenes culturales, y se traduce en distintasmodalidades de tránsito (las fronteras y los pasos entre las distintascategorías de edad). Ello remite a tres tipos de rituales, que marcansimbólicamente estos tránsitos: los ritos de paso, fundamentales en lassociedades premodernas, basadas en un mecanismo de reproducciónsocial; los que pueden denominarse ritos de cuerda, fundamentales enlas sociedades modernas, basadas en un mecanismo de “transiciónsocial”; y los que pueden denominarse ritos de holosección,fundamentales en las sociedades posmodernas, basadas en unmecanismo que puede denominarse “nomadismo social”.8

Resumiré a continuación estas tres metáforas a partir de tres tiposde relojes que he escogido para nuestra odisea en el tiempo de lajuventud. En cada caso empezaré analizando el mecanismo defuncionamiento del reloj, su proceso de difusión social e histórica, y sus

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8 Para una explicación más detallada de estos conceptos teóricos, vid: C. Feixa, Lajoventut com a metàfora. Sobre les cultures juvenils, Generalitat de Catalunya,Barcelona 1993; C. Feixa, El reloj de arena..., op. cit. El concepto rito de paso fuepropuesto por Van Gennep en un ensayo clásico, publicado originalmente el 1909. Elconcepto rito de cuerda se inspira en aquellas películas que, como Tiempos Modernos,de Chaplin, han retratado el maquinismo industrial. El concepto rito de holosección,finalmente, se inspira en la serie televisiva Star Trek, que ha generado una auténticasubcultura juvenil (los trekkies).

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Figura 1EL RELOJ DE ARENA

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implicaciones en las representaciones sociales del tiempo y en lasimágenes culturales sobre la edad. Asimismo, sugeriré algunasanalogías con las condiciones sociales y las imágenes culturales de lajuventud, y acabaré aplicando la metáfora a una representación gráficade los relojes respectivos, que nos ayudarán a reflexionar sobre lascomplejas relaciones entre juventud y tiempo.9

II. EL RELOJ DE ARENA

Las clepsidras de arena aparecieron más bien tarde.Fueron ampliamente usadas a bordo de las naves

para medir la duración del servicio de guardiade los marineros y la velocidad de las naves .10

Las culturas preindustriales utilizaron diversos instrumentos para medirel paso del tiempo: relojes de agua, de sol, de arena. En todos los casosse trata de herramientas que utilizan formas de energía naturales ycuyo grado de precisión es escaso y depende tanto de las condicionesdel medio ambiente como de la óptica del observador. No hay nadamuy preciso con respecto a estas unidades, por lo que lo esencial no estanto calcular con exactitud los años y las horas, sino ser capaz deprever la periódica repetición de las estaciones y ciclos temporales. Elreloj de arena se basa en una concepción natural del tiempo (la ley dela gravedad que permite que la arena vaya filtrándose y la fuerzahumana que da la vuelta al reloj una vez que la arena ha pasado deltodo). Como el reloj solar, su mecanismo remite a la naturaleza cíclicadel tiempo, simbolizada en la sucesión día-noche, sol-sombra, arriba-abajo. Pero mientras el reloj solar era utilizado para medir ciclos diariosy estacionales, el reloj de arena servía para medir lapsos cortos (lashoras canónicas, el tiempo de cocción).

El reloj de arena puede servir pues para representar la visión cíclicadel ciclo vital, basado en la rueda de las generaciones, cada una de lascuales repite ad infinitum el comportamiento de la anterior. Según laterminología de Mead, los hijos aprenden de sus padres y abuelos, queconstituyen el único referente de autoridad, y repiten de maneraposfigurativa, y con escasas modificaciones, las fases vitales, ritos depaso y condiciones biográficas por las que pasaron sus padres. Se tratadel tipo de construcción cultural de las edades, vigente en la mayorparte de sociedades tribales, estatales y campesinas que han existido alo largo de la historia de la humanidad. En nuestra sociedad, esta

9 La socióloga Amparo Lasén acaba de publicar un sugerente estudio sobre lastemporalidades juveniles, titulado precisamente A contratiempo. Un estudio de lastemporalidades juveniles (CIS, Madrid, 2000), que se basa en entrevistas de profundidadrealizadas a jóvenes de Madrid y París, en la cual propone el concepto de “arritmia”como una de las características esenciales de la moderna vivencia del tiempo. Cabedestacar también la obra del sociólogo italiano Alessandro Cavalli, Il tempo dei giovani(II Mulino, Milán, 1985) y la investigación de Josune Aguinaga y Domingo Comas sobrelas trayectorias temporales de los jóvenes españoles (Cambios de hábito en el uso deltiempo: trayectorias temporales de los jóvenes españoles, Injuve, Madrid, 1997).

10 C. M. Cipolla, op. cit.

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modalidad de transmisión generacional persiste en aquellasinstituciones, como la escuela, el ejército, las iglesias o el mundolaboral, en las que las estructuras de autoridad están muy asentadas, yen las que la edad o veteranía sigue siendo uno de los pilares del podery del saber. El predominio del pasado corresponde a un grado muyprecario de mercantilización de la economía, por lo que la juventud (enla medida en que este estadio se reconozca socialmente) no sólo tieneuna nula presencia en el consumo cultural (pues no hay feed-backentre oferta y demanda), sino que tiene una escasa contribución a lainnovación cultural (que es socialmente reprimida).

Si nos fijamos en la figura 1, podemos considerar que cadaindividuo pone en movimiento su reloj de arena a partir de una serie decondiciones sociales de partida relativamente rígidas, determinadas porsu origen: la edad, el sexo, el rango, el linaje y el lugar de nacimiento yresidencia (aunque los granos de arena sean de distinto color, cuandose mezclan parecen idénticos). Estas marcas se transmiten a partir detres grandes instancias sociales (la familia, la comunidad y lasestructuras de poder), que median en las relaciones más o menosconflictivas entre la cultura parental (las formas de vida y valoresvigentes en el medio social de origen) y la cultura hegemónica (lasformas de vida y valores propuestos como modelo dominante enaquellas sociedades en las que se establece un acceso desigual al podery a los recursos). Todos estos elementos convergen de manera naturalen el momento del rito de paso, que suele coincidir con la pubertadfísica o social y acostumbra a marcar el tránsito hacia la condiciónadulta (ésta suele estar limitada a los varones, e incluso a losprovenientes de determinados rangos sociales). Tras el rito de paso,una especie de segundo nacimiento en el que el individuo ha deatravesar por una fase de separación y otra de integración, se incorporaen la sociedad con un nuevo status laboral, matrimonial, reproductivo,político y festivo. El consumo cultural de los jóvenes se limita a esteúltimo espacio, el lúdico, pues es el único en que se les permite unprotagonismo no mediatizado (la fiesta del carnaval en la Europa rural,o las celebraciones asociadas al sistema de cargos en América Latina,serían ejemplos de estas rupturas cíclicas del orden generacional). Lossistemas de rol-status correspondientes a cada edad se legitiman yjustifican mediante una serie de imágenes culturales, expresadas en lossistemas mítico-rituales, e interiorizadas mediante una serie de ámbitosmacroculturales (es decir, vigentes a escala de toda la sociedad yexpresadas normalmente a través de la religión) y microculturales(presentes en ámbitos sociales más reducidos y expresadosnormalmente a través de los grupos de iguales, como sucede en lossistemas de clases de edad en determinadas sociedades primitivas).Cuando el ciclo acaba, se da la vuelta al reloj de arena, para que lasimágenes culturales puedan de nuevo verterse sobre las condicionessociales y se completa la rueda genealógica de las generaciones. Encualquier caso, se acostumbra efectuar todo el proceso en el seno deun espacio local (tribal, rural, municipal), y conlleva una concepción

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“orgánica” de la edad, que equipara a cada colectivo generacional conuna parte del cuerpo humano (y que proscribe, por tanto, una rígidaseparación de los status sociales según la edad, el sexo y el rango). Setrata, en definitiva, de una visión “orgánica” de la juventud, quefunciona como un mecanismo de “reproducción social”.

III. EL RELOJ ANALÓGICO

No fue el motor de vapor sino el reloj la máquina decisivade la era industrial moderna 11

Aunque el reloj mecánico había sido inventado en el siglo XIII porartesanos europeos anónimos, durante mucho tiempo se limitó apresidir campanarios y torres de edificios públicos. Se trataba de laprimera máquina totalmente automática, obra de reputados artesanos,cuyo complicado engranaje fue ejemplo para otras máquinas. La basedel mecanismo es un péndulo, que se debe alimentar constantemente:funciona mientras se le da cuerda y se para cuando la cuerda se acaba.Su expansión ha de ponerse con relación al nacimiento de la nuevacivilización urbana (del tiempo de las catedrales al tiempo de losmercaderes).12 Pero fue hasta el siglo XIX, una vez que la Revoluciónindustrial había triunfado, cuando su uso empezó a extenderse: el relojbarato, de pulsera, aparece en Suiza en 1865 y en América en 1880: suuso se va extendiendo a todos los sectores sociales, siendo un símbolode modernidad (todavía hoy algunos ritos de paso –cómo la comunióno la confirmación– se marcan con el regalo de un reloj, que conviertesimbólicamente al individuo en un ser adulto). Con el surgimiento delcapitalismo industrial, empezó a difundirse una concepción lineal oprogresiva del tiempo, que requería técnicas para medirlo, cada vezmás precisas y universales, instrumentos que permitieran sincronizarcon precisión las actividades de la gente, señales auditivas y visualesque marcaran el comienzo o el fin de una actividad.

El reloj mecánico o analógico (por fundarse en un sistema numéricocontinuo, no binario) se basa en una concepción lineal del tiempo,característica de la civilización industrial o moderna. Su funcionamientosurge de un artilugio mecánico: es preciso darle cuerda periódicamentepara que no se pare. Si no se para de alimentarlo, el tiempo fluyesiempre adelante, de la misma forma que la sociedad progresa. Elfuturo remplaza al presente. Si trasladamos esta concepción a lasucesión de las generaciones, observamos que cada una de éstas aspiraa vivir mejor que la anterior y a no reproducir sus contenidos culturales.Esta sucesión de las generaciones expresa el proceso de cambio socialmás o menos acelerado, pero también conlleva la emergencia de la○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

11 J. E. Barnett, op. cit.12 Jacques Le Goff (“Au moyen âge, temps du marchand et temps de l’ehlise”, Annales

ESC, 1960) dedicó un ensayo clásico al tema, distinguiendo el tiempo de la Iglesia(dominado por una concepción cíclica y espiritual del tiempo) y el tiempo de losmercaderes (que prefiguraba una concepción secular, regular, predecible y abstraída delo que sucediese).

El consumo cultural

de los jóvenes se

limita a este último

espacio, el lúdico,

pues es el único en

que se les permite

un protagonismo no

mediatizado

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brecha y del conflicto generacional: educados según concepcionesdistintas del tiempo, los grupos de edad tienen expectativas diferentesrespecto al pasado y al futuro. Según la terminología de Mead, los hijosaprenden sobre todo de sus coetáneos, que constituyen un nuevoreferente de autoridad, e innovan de manera cofigurativa, conconstantes modificaciones, las fases vitales, ritos de paso y condicionesbiográficas por las que atravesaron sus padres. En nuestra sociedad,esta modalidad de transmisión generacional persiste en aquellasinstituciones, como el tiempo libre, las asociaciones juveniles y elmercado, en las que las estructuras de autoridad están repartidas, y enlas que la jerarquía de edad se difumina, pero la edad como un todosigue siendo un referente de clasificación social. Así como el relojmecánico liberó al tiempo de su relación con los ritmos de lanaturaleza, e hizo de él algo abstracto y autónomo, un ente en símismo, podríamos también suponer que la invención de la juventudcomo nueva categoría de edad, con tendencia a la autonomía y a lacreación de un mundo propio, supuso la consolidación del carácterartificial de las divisiones basadas en la edad.

Si nos fijamos en la figura 2, el funcionamiento del reloj analógicose basa en darle cuerda, manual o mecánicamente: ello simboliza elproceso de inserción social, mediante el cual el individuo se socializaocupando una serie de nuevos roles y status sociales, por los que vaprogresando por una serie de estadios vitales (infancia, juventud, edadadulta, vejez), que normalmente corresponden a otros tantos rolessociales (juego, educación, trabajo-familia, retiro). Las condicionessociales constituyen el mecanismo interno, normalmente invisible. Lasrígidas separaciones de la sociedad preindustrial, basadas en elnacimiento, se van difuminando, pero no desaparecen: la noción mássocial de generación sustituye a la más biológica de edad; el génerocomo construcción cultural sustituye al sexo; la clase basada en laposición en el sistema productivo (que permite los ascensos ydescensos sociales) sustituye al sistema de rangos más rígido; la nociónpolítica de etnicidad remplaza al linaje basado en el sistema deparentesco y el Estado-nación sustituye al espacio local como lugar deconvivencia. Mientras la familia (cada vez más nuclear) y el vecindario(cada vez más urbanizado) siguen configurando las culturas parentales(cada vez más heterogéneas, a partir de divisiones fundamentadas enla noción de clase), la cultura hegemónica se expresa en la escuela (lagran invención moderna asociada al sistema de edad) y en el trabajoindustrial (como mecanismo de asignación de roles sociales), aunquebasa su prevalencia en la distribución del poder económico y políticoque converge en el mercado y en el Estado (ya sea autoritario odemocrático).

Las imágenes culturales expresan los cambios sociales que fluyencon el paso de las horas que marcan las manecillas del reloj. Éstasponen de manifiesto la ruptura del monolitismo cultural prevalecienteen las culturas posfigurativas, con la aparición de códigos segregadossegún los grupos de edad: las diferencias en el lenguaje (verbal y no

El reloj mecánico o

analógico (por

fundarse en un

sistema numérico

continuo, no binario)

se basa en una

concepción lineal del

tiempo,

característica de la

civilización

industrial o moderna

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EL RELOJ ANALÓGICOFigura 2

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verbal), la estética (o la moda), la ética (o los sistemas de valores), lasproducciones culturales (progresivamente mercantilizadas) y lasactividades focales (progresivamente centradas en la sociedad del ocio),van creando las condiciones no sólo para la “invención” de nuevascategorías de edad (como la adolescencia y la jubilación) sino para laemergencia de “culturas” basadas en la edad (el ejemplo másemblemático sería la emergencia de la cultura juvenil tras la SegundaGuerra Mundial). Estas culturas de edad tienen dos ámbitos deexpresión: las llamadas “macroculturas” (redes culturales de ámbitogeneral o universal, como los medios de comunicación y el mercado delocio) y las “microculturas” (redes culturales localizadas, como el grupode pares, las asociaciones juveniles y las tribus urbanas). Se trata, endefinitiva, de una visión “mecánica” de la juventud, que funciona amanera de “metáfora” del cambio social (incluyendo la aparición debrechas y conflictos entre las generaciones).

IV. EL RELOJ DIGITAL

En un reloj digital no hay ni una pieza móvil. No se ve nada,sólo una pequeña batería, una pequeña cápsula con el cristal

de cuarzo, un pequeño circuito electrónico.13

El reloj digital (que se sustenta en un sistema binario de cálculomatemático, que funciona a base de dígitos) se hace posible gracias aldescubrimiento de que era posible transferir las vibraciones regularesdel cristal de cuarzo a las manecillas del reloj (en 1928), aunque sudifusión es fruto de los avances en la informática desde mediados delsiglo XX. Se trata en esencia de un microchip, cuya energía proviene deunas pilas o de la corriente eléctrica. Los chips, que se han idominiaturizando, están pensados para medir el tiempo con granprecisión (mientras la frecuencia de la corriente alterna era de unos 50ciclos por segundo, la del microchip es de unos 300 millones). Mientrasel reloj de arena calculaba aproximadamente los minutos, y el relojanalógico los segundos y décimas, el reloj digital permite establecercon enorme precisión las centésimas, milésimas, etc. Su uso se difundeen el último cuarto del siglo, cuando los japoneses inventan el relojdigital de pulsera, abaratando sus costos y difundiéndolo por todo elplaneta. De manera progresiva, el reloj digital se extiende a todo tipode aparatos electrónicos, rigiendo su funcionamiento interno:televisores, radios, electrodomésticos, temporizadores, sistemas deseguridad, etc. Con la aparición de los ordenadores personales, laconcepción del tiempo en que se basa se generaliza. En los últimosaños, los relojes digitales se transforman y personalizan, difundiendouna “filosofía de la desaceleración”, basada en una concepción menos

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13 J. E. Barnett, op. cit.

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agitada y más plural del tiempo: surgen relojes para el disfrute, relojesde diseño, relojes ecológicos (que incorporan condensadores en lugarde pilas), etcétera.14

De alguna manera, el reloj digital “traduce” en la vida cotidiana alas revolucionarias concepciones sobre el tiempo implícitas en la teoríade la relatividad de Einstein. Con la emergencia de la posmodernidad,la medida del tiempo se hace mucho más precisa y ubicua (los relojesestán omnipresentes en cualquier rincón de nuestra vida cotidiana),pero al mismo tiempo mucho más relativa, descentrada y ambivalente(el tiempo depende del contexto espacial desde el que se calcula, notiene un único organismo que lo regule y puede estar en función de laperspectiva de diversos observadores). Una de las características deltiempo digital es que permite reprogramar constantemente el inicio,final, duración y ritmo de una determinada actividad: se crea unauténtico tiempo “virtual”, cuya “realidad” depende del ámbito en elque se produce. Los videojuegos, por ejemplo, generan unaespacialidad y temporalidad propias, que condicionan la percepciónsocial de los actores. El ejemplo máximo de esta noción virtual deltiempo sería el llamado “efecto 2000”: el hecho de que el cálculo delos años fuera hasta mediados de esta década del siglo XX de sólo doscifras, amenazó el funcionamiento de los llamados “sistemasincrustados”. Lo que preparó el terreno a lo que podría llamarse“milenarismo virtual”.15

El reloj digital es el símbolo emblemático de la civilizaciónpostindustrial o posmoderna, basada en una concepción del tiempoque podría calificarse de “virtual”. Según la terminología de Mead, sonlos padres los que empiezan a aprender de sus hijos, que constituyenun nuevo referente de autoridad, y dislocan de manera posfigurativalas fases y condiciones biográficas que definen el ciclo vital,suprimiendo la mayor parte de ritos de paso que las dividen. En nuestrasociedad, esta modalidad de transmisión generacional se expresa,sobre todo, en aquellas instituciones como los medios de comunicaciónde masas, las nuevas tecnologías de la información, los nuevosmovimientos sociales y las formas de diversión digitales, en las que lasestructuras de autoridad se colapsan, y en las que las edades seconvierten en referentes simbólicos cambiantes y sujetos a constantesretroalimentaciones. Asimismo, el tiempo se desnacionaliza y pasa a sercada vez más global: mientras el transporte aéreo remplaza al trencomo agencia de unificación horaria, las redes electrónicas digitales de

Los relojes digitales

se transforman y

personalizan,

difundiendo una

“filosofía de la

desaceleración”,

basada en una

concepción menos

agitada y más plural

del tiempo

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

14 Quizá no sea casual el hecho de que la actual IBM nació a principios de siglo XX comouna compañía especializada en fabricar relojes de fichar. De hecho, la sociedadmoderna se mantiene en pie gracias a una tecnología electrónica que establece lascomunicaciones mediante señales sincronizadas con una precisión de milmillonésimasde segundo (J. E. Barnett, op. cit.).

15 Internet se llenó entonces de mensajes seudoapocalípticos. En un correo electrónicoque recibí a fines de 1999, con el encabezado “Información sobre el efecto 2000”, sepuede leer: “Los sistemas incrustados son aquellos sistemas en los cuales una o variaspartes de los mismos están formadas por microprocesadores. Normalmente, operan,controlan protegen o monitorizan procesos vitales. Cualquier dispositivo que muestre oprocese fechas o valores temporales es susceptible de estar afectado por el llamado‘Efecto 2000’” (e-mail, 13-9-99).

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alcance universal (televisivas o telefónicas) contribuyen a la sensaciónde que todos vivimos el mismo tiempo y de que todo sucede en tiemporeal (como en las videoconferencias o los chats). Desde el punto devista simbólico, la concepción digital del tiempo tiene su máximaexpresión en una serie de artilugios lúdicos –videojuegos, juegos derealidad virtual, simuladores, holografías, etc.– omnipresentes en losordenadores domésticos y en sus múltiples sucedáneos. Todos estosaparatos crean tiempos simultáneos, pero no continuos (es decir, creanuna “simultaneidad” completamente artificial). No existe ni el pasadoni el futuro, sino únicamente el presente.16

Si nos fijamos en la figura 3, podemos representar el reloj digitalmediante la imagen del ordenador personal, uno de los instrumentosque previsiblemente dominarán la sociedad posmoderna y que sebasan en el funcionamiento del microchip (también hubiéramos podidoescoger el teléfono móvil o cualquier otro instrumento electrónicopresente en nuestra vida cotidiana). Las condiciones socialesconstituyen el “disco duro” del ordenador: su miniaturización einvisibilización no implican, ni mucho menos, su desaparición: lasdiferencias entre las personas y los grupos se han ampliado, aunquesean más sutiles e imperceptibles, al desaparecer muchos de los signosexternos que las expresaban. Por ejemplo, las diferenciasgeneracionales ya no se traducen en formas de vestir o de hablardiferentes: hay adultos que visten como jóvenes, y niños quecomparten los gustos estéticos o intelectuales de los adolescentes. Aldesaparecer los grandes acontecimientos históricos que marcaban laidentidad generacional (de las guerras mundiales a mayo del 68) lasgeneraciones se “destemporalizan”, creándose “no tiempos”equivalentes a los “no lugares”:17 auténticos “limbos sociales” quepueden ser una estación hacia ninguna parte. Las clases sociales sedesclasan: ya no dependen sólo de la riqueza o del poder, sino sobretodo del capital cultural18 que acostumbra a ser invisible. Con la lentapero irreversible emancipación femenina, con la emergencia demovimientos gays y lesbianas, los géneros se hacen transexuales,favoreciendo el proceso de travestimiento físico y simbólico (desde elpunto de vista de las edades, ello implica una revolucionaria implosiónde las fronteras entre la masculinidad y la feminidad en el tránsito haciala edad adulta o a la ancianidad). Con la crisis del Estado-nación, lasetnicidades se creolizan, favoreciendo las mezclas (pero también, porsupuesto, las xenofobias y los conflictos). Finalmente, con laemergencia del espacio “global” y del “ciberespacio”, los territorios se○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

El reloj digital es el

símbolo emblemático

de la civilización

postindustrial o

posmoderna, basada

en una concepción

del tiempo que

podría calificarse de

“virtual”

16 Los hologramas, por ejemplo, son una pura construcción matemática: una manera dehacer estable no que es inestable, un momento de orden dentro del caos. Debo estasobservaciones a la matemática mexicana Linda Suárez, quien me sugirió que todo loque se expone en este apartado debería ponerse en relación con la teoría del caos. Unejemplo perfecto de lo que quiero explicar es la llamada holosección de la naveEnterprise (de la serie televisiva Star Trek), en la que los tripulantes de esta naveespacial pueden divertirse viajando virtualmente a tiempos y espacios lejanos (gracias auna realidad puramente “holográfica” aunque en algún episodio amenaza conconvertirse en real).

17 M. Augé, Los no-lugares. Lugares del anonimato, Gedisa, Barcelona, 1993.18 P. Bourdieu, op. cit.

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Figura 3EL RELOJ DIGITAL

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“desespacializan”, reduciéndose la influencia del medio geográfico deorigen en la configuración de las identidades sociales. En definitiva, lascondiciones sociales pasan de ser “estructuras” a “redes” muy dúctiles,que se interconectan en el disco duro configurando el “habitus”cambiante de los actores. Éste se apoya en la creciente complejidad delas culturas hegemónicas (los llamados “hiperpoderes”) y las culturasparentales (los “telehogares” en los que las figuras paterna y maternadelegan progresivamente sus funciones).

Gracias a la memoria RAM (la historia social inserta en cada historiade vida), las condiciones sociales se conectan con las imágenesculturales, que constituyen el “disco blando” (lo que se ve en lapantalla del ordenador). Se trata de un auténtico ciberespacio, que serecrea constantemente mediante una serie de programas que cualquierordenador tiene: el tratamiento de textos que permite elaborardiscursos en lenguajes babélicos, facilitando la emergencia del “tiempode las tribus”;19 las bases de datos que sugieren la concentración de lainformación por parte de auténticos imperios (multinacionales de laeconomía y la política) que superan los límites impuestos por losEstados; hojas de cálculo que permiten los flujos materiales y simbólicosa escala planetaria; los videojuegos que recrean realidades virtuales através de la combinación de hologramas, músicas y nuevas drogas(como en el caso de los raves de la cultura techno); y los navegadoresque generan comunidades virtuales que sólo existen en la red. Estasimágenes culturales progresivamente fragmentadas de los grupos deedad se traducen en un sistema macrocultural que abarca todo elplaneta (cuya imagen más precisa sería internet) y en múltiples sistemasmicroculturales, ya no limitados a un lugar específico, que vinculan aactores unidos por gustos muy diferentes (las redes intranet). Hay treselementos de esta metáfora que conviene resaltar. En primer lugar, elpequeño reloj que está en la base derecha de la pantalla es lo que rigeel funcionamiento de todo el sistema: su funcionamiento o colapso (porejemplo a consecuencia del efecto 2000) condiciona la totalidad deoperaciones de todos los sujetos sociales, en el marco del sistema. Ensegundo lugar, esta temporalidad no es constante, sino que está sujetaal “inicio” y “suspensión” de cada programa, que constituye unadecisión del actor y de su entorno social (ello permite, por ejemplo, quela entrada o salida de la juventud no sea un proceso unívoco). En tercerlugar, para acceder a la red es preciso tener una “clave de acceso” quemarca la inclusión o exclusión del sistema (ello genera una sociedadprogresivamente dual, en la que un sector importante de la poblaciónni siquiera puede acceder al sistema de ascenso por los roles sociales ygeneracionales). Se trata, en definitiva, de una visión “virtual” de laedad, que fomenta el “nomadismo” social,20 es decir, el constantetránsito e intercambio de los roles y status generacionales.

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

19 M. Maffesoli, El tiempo de las tribus, Icària, Barcelona, 1990.20 M. Maffesoli, Du nomadisme. Vagavondages inciatiques, Livraire Generale, Française,

París, 1997.

Gracias a la memoria

RAM (la historia social

inserta en cada

historia de vida), las

condiciones sociales

se conectan con las

imágenes culturales,

que constituyen el

“disco blando” (lo

que se ve en la

pantalla del

ordenador

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Así pues, la energía social que predomina en el reloj digital setraduce simbólicamente en los llamados rituales de holosección, queson esas ceremonias generacionales –como los juegos de realidadvirtual, los juegos de rol, los contratos basura, las raves o las nuevasviolencias juveniles– que sirven para representar el carácter anárquico,autárquico y a menudo virtual de las transiciones a la vida adulta. Enestos rituales predomina una concepción del tiempo digital (pendular,irregular, discontinuo) que se despliega en un espacio global(transnacional, ciberespacial, pero no necesariamente universal). Segúnla terminología de Mead, son los padres los que empiezan a aprenderde sus hijos, que constituyen un nuevo referente de autoridad, ydislocan la manera posfigurativa, las fases y condiciones biográficasque definen el ciclo vital, suprimiendo o desplazando la mayor parte derituales de paso que las dividen. Se trata en definitiva, de una visión“virtual” de la edad, que fomenta el nomadismo social, es decir, elconstante tránsito e intercambio de los roles y estatutosgeneracionales.21

V. LA CONSTRUCCIÓN JUVENIL DEL TIEMPO

P: ¿Cómo ve el panorama?R: Como una lucha y una disputa entre un reloj

que chequea el horario de ingreso de los empleadosde una empresa, que es el reloj de Fox, y el nuestro,

que es un reloj de arena. La disputa es entre que nosotrosnos acomodemos a ese reloj de chequeo y Fox se acomode

al reloj de arena. No va a ser ni lo uno ni lo otro. Tenemos queentender,

él y nosotros, que tenemos que construir otro reloj de comúnacuerdo...

[El País, 25 de marzo de 2001]

Cuando este texto ya estaba en prensa, tuve laocasión de leer la magnífica entrevista queGabriel García Márquez le hizo alsubcomandante Marcos, poco después deque éste entró triunfante al Zócalo, –la

plaza central de la ciudad de México.Unas frases del líder zapatista –

considerado por el mismo ManuelCastells como uno de los primeros

movimientos sociales de la erade la información– me llamóparticularmente la atención. Ala pregunta del escritor

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21 La holosección es una sala que hay en la nave espacial Entreprise, de la serie televisivaStar Trek, donde los miembros de la tripulación pueden ir a divertirse con juegos derealidad virtual, que se basan en hologramas que reproducen escenografías de espaciosy tiempos pasados o imaginarios, aunque en algún episodio amenace en convertirse enreales.

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colombiano sobre las perspectivas de las negociaciones de paz enChiapas, Marcos respondía comparando el reloj de arena del tiempoindígena con el reloj mecánico del tiempo del poder. Cuando GarcíaMárquez le preguntó a Marcos por qué llevaba una linterna, unsofisticado aparato de comunicaciones y un reloj en cada mano, surespuesta fue clarividente: “Con un reloj llegué a la selva (Lacandona) yel otro es de cuando empezó el alto al fuego. Cuando las dos horascoincidan significa que se acabó el zapatismo como ejército y que sigueotra etapa, otro reloj y otro tiempo”. Sería difícil encontrar un ejemplomejor de la convivencia –a veces, armónica, a veces conflictiva– entrediversas temporalidades en la sociedad posmoderna.

No sólo el tiempo construye socialmente lo juvenil; también lajuventud construye socialmente el tiempo, en la medida en quemodela, readapta y proyecta nuevas modalidades de vivencia temporal.En este ensayo hemos utilizado libremente estas sugerencias parareflexionar sobre la cultura juvenil y sus transformaciones en el fin demilenio. Debemos precisar que el modelo propuesto no debeinterpretarse como un esquema evolutivo, sino como una metáforatransversal para interpretar la complejidad contemporánea con relacióna las concepciones del tiempo. Desde esta perspectiva, puede servirpara analizar las interconexiones e hibridaciones entre diversasmodalidades del ciclo vital que se solapan en distintas instituciones deuna misma sociedad, o en distintos escenarios de una misma biografía.En cada lugar y momento coexisten diferentes concepciones deltiempo: no se trata sólo de que mientras los abuelos viven todavía conel reloj de arena y los padres con el analógico, los hijos experimentencon el digital; si no de que los mismos jóvenes viven a caballo de lostres relojes: según la institución en la que se encuentren, el momentode su vida o sus propios gustos personales, pueden jugar con uno uotro (pues ya se sabe que la vida es juego, y de lo que se trata no estanto de ganar, como de participar). En nuestra sociedad, por ejemplo,el tiempo del reloj sigue teniendo fuerza en esas instituciones, como laescuela, el ejército, las iglesias o las profesiones más tradicionales, enque las estructuras de autoridad están muy asentadas, y en que la edado veteranía sigue siendo uno de los pilares del poder y del saber. Elreloj mecánico domina en esas instituciones, como el tiempo libre, lasasociaciones juveniles y el mercado, en que las estructuras de autoridadestán repartidas, y en que la jerarquía de edad se difumina, pero laadscripción generacional sigue siendo un referente de clasificaciónsocial. El reloj digital, finalmente, se expresa sobre todo en esasinstituciones, como los medios de comunicación de masas, las nuevastecnologías de la información y las formas de diversión digitales, enque las estructuras de autoridad se colapsan, y en que las edadessurgen como referentes simbólicos cambiantes y sujetos a constantesretroalimentaciones.22

22 De la misma manera que los jóvenes actuales conjugan las nuevas temporalidadesarticulando los tres relojes, los miembros de otras sociedades también tienen quecomponerlas con diferentes experiencias temporales. Véase al respecto las aportacionesclásicas de Norbert Elias (Sobre el tiempo, FCE, México, 1997 [1984]) y la lectura que esteautor hace de Amparo Lasén (op. cit.).

No sólo el tiempo

construye

socialmente lo

juvenil; también la

juventud construye

socialmente el

tiempo, en la medida

en que modela,

readapta y proyecta

nuevas modalidades

de vivencia temporal

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Para retomar la metáfora desde otra perspectiva –esta vezcinematográfica–, propongo distinguir tres grandes modelos osíndromes que corresponderían a tres tipos diferentes de narracionessobre la juventud –de “relatos juveniles”. El primer modelo, elsíndrome de Tarzán, inventado por Rousseau a finales del siglo XVIII, yperduró hasta mediados del siglo XX. Según este modelo, eladolescente sería el buen salvaje que inevitablemente se tiene quecivilizar, un ser que contiene todos los potenciales de la especiehumana, pero que aún no ha desarrollado porque se mantiene puro eincorrupto. Frente a la edad adulta manifiesta el mismo desconciertoque Tarzán hacia la civilización, una mezcla de fascinación y miedo. ¿Sedebe mantener al adolescente aislado en su selva infantil, o se debeintegrar en la civilización adulta? Las rápidas transiciones del juego altrabajo, la temprana inserción profesional y matrimonial, laparticipación en rituales de paso como el servicio militar, serían rasgoscaracterísticos de un modelo de adolescencia basado en una inserción“orgánica” en la sociedad. Se trata de un relato de juventud –de unaodisea textual– que narra el paso de la cultura oral a la cultura escrita,a la galaxia Guttenberg.

El segundo modelo, el síndrome de Peter Pan, fue inventado por losfelices teenagers de posguerra, fue hegemónico en la segunda mitaddel siglo XX, gracias en buena parte al potencial de la sociedad deconsumo y del capitalismo maduro. Según este modelo, el adolescentesería el nuevo sujeto revolucionario –o el nuevo héroe consumista– quese rebela contra la sociedad adulta y se resiste a formar parte de la suestructura: es mejor ser –o parecer– joven que mayor. Las lentastransiciones frente a la edad adulta, el proceso acelerado deescolarización, la creación de microsociedades adolescentes –tanto enla educación como en el ocio–, el aumento de la capacidad adquisitivade los jóvenes, la desaparición de los rituales de paso hacia la edadadulta, la emergencia de “tribus” y subculturas juveniles, serían losrasgos característicos de un modelo de inserción “mecánica” en lasociedad. Se trata de un relato de juventud –de una odisea contextual–que narra el paso de la cultura escrita a la cultura visual, –a la galaxiaMcLuhan.23

El tercer modelo, finalmente, que se basa en el que podríamosllamar el síndrome de Blade Runner, emerge en este siglo y estállamado a surgir como hegemónico en la sociedad futura. Como losreplicantes de las películas de Ridley Scott, los adolescentes son seresartificiales, medio robots y medio humanos, escindidos entre laobediencia a los adultos que los han engendrado y a la voluntad deemanciparse. Como no tienen memoria, no pueden tener conciencia, ypor eso no son plenamente libres para construir su futuro. En cambio○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

23 Enrique Gil Calvo (“La invención de la edad”, El País, 1999) mantiene que locaracterístico del siglo XX es precisamente la invención de las edades, y en particular lainvención de la juventud, es decir, el alargamiento de las etapas biográficas comoconsecuencia del aumento de la esperanza de vida, que tiene como a subproductocolateral la emergencia de la cultura juvenil centrada en el cine, la música, la moda y eldeporte.

Las rápidas

transiciones del

juego al trabajo, la

temprana inserción

profesional y

matrimonial, la

participación en

rituales de paso

como el servicio

militar, serían rasgos

característicos de un

modelo de

adolescencia basado

en una inserción

“orgánica” en la

sociedad

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han estado programados para utilizar todas las potencialidades de lasnuevas tecnologías, y por eso son los mejor preparados para adaptarsea los cambios, para afrontar el futuro sin los prejuicios de susprogenitores. Su rebelión está condenada al fracaso: sólo puedenprotagonizar revueltas episódicas y estériles, esperando adquirir algúndía la conciencia que los hará mayores. Como los replicantes, losadolescentes tienen todo el mundo a su alcance, pero no son amos desus destinos. Y como Blade Runner, los adultos vacilan entre lafascinación de la juventud y la necesidad de exterminar la raíz decualquier desviación de la norma. El resultado es un modelo híbrido yambivalente de adolescencia, a caballo entre una crecienteinfantilización social, que se traduce en dependencia económica y enfalta de espacios de responsabilización, y una creciente madurezintelectual, que se expresa en el acceso a las nuevas tecnologías de lacomunicación, a las nuevas corrientes estéticas e ideológicas, etc. Lastransiciones discontinuas hacia la edad adulta, la infantilización socialde los adolescentes, el retraso permanente en el acceso al trabajo y ala residencia, la emergencia de mundos artificiales como lascomunidades de internautas, la configuración de redes adolescentes aescala planetaria, serían los rasgos característicos de un modelo deinserción “virtual” en la sociedad. Conviene recordar, sin embargo,que los tres modelos no se han de entender como tipos contrapuestosde un modelo evolutivo, sino como modalidades de interacción entreadolescentes y sociedades que pueden convivir en un mismo espacio-tiempo, al de diferentes instituciones que condicionen la vida de losjóvenes. Se trata de un relato de juventud –de una odiseahipertextual– que narra el paso de la cultura visual a la culturamultimedia, a la galaxia internet.24

Si la última generación del siglo XX fue bautizada con el término“generación X”, propongo bautizar a los jóvenes que transitan al sigloXXI como a la generación @. Huelga decir que las generaciones no sonestructuras compactas, sino sólo referentes simbólicos que identificanvagamente a los agentes socializados en unas mismas coordenadastemporales. Desde esta perspectiva, el término pretende expresar trestendencias de cambio que intervienen en este proceso: en primerlugar, el acceso universal –aunque no necesariamente general– a lasnuevas tecnologías de información y comunicación; en segundo lugar,la erosión de las fronteras tradicionales entre los sexos y los géneros; yen tercer lugar, el proceso de globalización cultural que conllevanecesariamente nuevas formas de exclusión social a escala planetaria.El símbolo @ es utilizado por muchos jóvenes en su escritura cotidianapara significar el género neutro, como identificador de su correoelectrónico personal, y como referente espacio-temporal de suvinculación a un espacio global (vía chats por internet, viajes porinterrail, o audiciones por la MTV). Al bautizar a los jóvenes de hoy

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24 Sobre las comunidades juveniles virtuales en el ciberespacio, véase S. Balardini, “Jóvenese identidad en el ciberespacio”, Nómadas, núm. 12, Bogotá, 2000, pp. 100-111.

Si la última generación

del siglo XX fue

bautizada con el

término “generación X”,

propongo bautizar a los

jóvenes que transitan al

siglo XXI como a la

generación @

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26como “generación @”, no pretendo postular la hegemonía absolutadel reloj digital (o de la concepción virtual del tiempo). Si ello no estátodavía claro en Europa, mucho menos lo está a escala universal,donde las desigualdades sociales, geográficas y generacionales no sólono desaparecen, sino que a menudo se refuerzan con el actual procesode globalización (lo que puede explicar el papel activo de los jóvenes enlos movimientos antiglobalizadores, como se demostró en Seattle). Loque pretendo resaltar, a la manera de Mead, es el papel central que enesta transformación tienen las concepciones del tiempo de los jóvenes,como signo y metáfora de nuevas modalidades de consumo cultural.Estamos experimentando un momento de tránsito fundamental en lasconcepciones del tiempo, similar al que vivieron los primerostrabajadores fabriles cuya vida empezó a regirse por el reloj. Elconsumo de bienes audiovisuales –en particular el protagonizado porjóvenes– es seguramente el sector del mercado que más claramenterefleja estas tendencias de cambio. Tendencias todavía difusas,ambiguas y contradictorias, pero en las que quizá podemos verexpuestas, como en los relojes deformes que pintó Dalí, esbozos detiempos futuros.25

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25 Las aportaciones de los juvenólogos mexicanos al debate sobre la cultura juvenilpresentan numerosos paralelismos con lo discutido hasta aquí. Remito a las obras de C.Acevedo, Estudios sobre el ciclo vital, INAH, México, 1986; J. M. Valenzuela, ¡A la bravaese”! Cholos, punks, chavos bandas, El Colegio de la Frontera norte, Tijuana, 1988; R.Reguillo, Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanta, Norma, BuenosAires, 1999; M. Urteaga, Por los territorios del rock. Identidades juveniles y rockmexicano, Causa Joven-CIEJ, Culturas Populares, México, 1998; L. Hernández, “El argotde los jóvenes. Violencia verbal y corrección lingüística”, JOVENes, Revista de Estudiossobre Juventud, nueva época, año 3, núm. 8, SEP-IMJ/CIEJ, México, enero-junio 1999, pp.96-107; A. Nateras, “El tianguis del Chopo como espacio espacio público”, Ciudades,México, 1996; G. Medina (ed.), Aproximaciones a la diversidad juvenil, ColMex, México,2000; entre otros.

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