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8/19/2019 MYE. ESTOY AQUI.pdf

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MiniFic “Estoy aquí” por AdRi_HC

Las grandes ventanas del salón dejaban entrar la brisa de aquella mañana de verano

donde el calor comenzaba a sofocar a cada persona en la capital. Un clima seco y

raudo que animaba a las familias con niños a ir hasta el parque acuático más cercano

en cuanto disponían de unas horas libres para ello.

Habían entrado en el mes de agosto, aquel mes donde la mayoría de los trabajadores

encontraban aquel mes de vacaciones tan ansiado durante el año. Aquellos días donde

encontraban el descanso y la distracción junto a los que, como ellos, no podían borrar

la sonrisa por pensar que aun quedaba un mes por delante.

Sin embargo en aquella casa el ambiente vacacional era distinto. Una pareja, un

matrimonio, dos vidas unidas desde el día en que sus miradas cómplices dijeron que

no podían brillar lejos de la otra, años de convivencia, amigos en común, la idea clara

de todos en que aquella, era la pareja más bonita y feliz que jamás habían conocido,

pero tras una pequeña sombra que sólo ellas veían, las miradas se cambiaron porsaludos fríos, besos de compromiso.

Prácticamente envuelta por el sudor de su cuerpo, se incorporó con dificultad mientras

aún mantenía los ojos cerrados a causa de su pesadez física, su malestar, y aquella

falta de sueño que la perseguía ya varias noches. Miró a su lado encontrando la parte

vacía, se colocó un fino camisón sobre su cuerpo desnudo y fue hasta la cocina

buscando a su mujer.

-Hola -dejó un beso en su espalda y fue hasta la cafetera- ¿Descafeinado?

-Claro… yo compré soluble para mí.

-¿Has dormido? Yo he pasado una noche horrible con este calor -se sentó con su taza y

miró a quien aún permanecía de espaldas.

-Apenas, estuve más pendiente de tus vueltas

-Perdona… quizás deba dormir en la otra habitación-habló con un tono cansado,

mezclado con el dolor de aquel cometario y la frialdad que de nuevo llenaba aquel día.

-No digas tonterías, me refería a que estaba preocupada, Esther -fue hasta ella

dándole un beso en la frente para compartir juntas el desayuno- ¿Quieres que te de

ahora un bañito?

E: Me vendría bien, sí. ¿Te bañas conmigo?

-Claro.

Dejó la taza a un lado y sin decir una palabra se levantó de su asiento dejándola sola.

No recordaba el último día que fue distinto a aquel; en momentos como ese recordabacómo antes hubieran estado riendo, dando aquellas tostadas entre besos y caricias, y




cómo desde hacia unas semanas, ni si quiera repetía aquel gesto que tanta vida le

daba.

-Ya está -le ofreció su mano- ¿Vamos?

En silencio, cogió aquella mano estrechándola con la suya, caminando tras ellamientras veía la luz del baño iluminar el pasillo. Una vez dentro se estremeció al sentir

aquellas manos tan conocidas ayudarla a desprenderse de su camisón, quedándose

después en igual de condiciones. Entrando primero en la bañera cogió de nuevo su

mano para ayudarla a entrar, haciéndola quedar después entre sus piernas mientras

lentamente la humedecía con la esponja.

E: Mañana tenemos revisión con la ginecóloga.

-¿A qué hora es?

E: A las diez -acarició su pierna siguiendo el rumbo de aquella mano sobre su vientre.

-¿Tu madre vendrá después?

E: No lo sé, después la llamo si quieres.

Mientras se dejaba llevar por la comodidad, dejó a sus recuerdos inundar su mente,

sonriendo sin control al casi poder escuchar aquellas voces…

Caminaba por el pasillo de pediatría mientras leía el informe que le habían entregado

de aquel nuevo ingreso, rumbo a farmacia para coger los medicamentos allí

mencionados, cuando una mano tomaba su cintura y la hacía detenerse y elevar la

vista.

-¿Qué tal dormiste?

E: Bien, bien, -sonreía ampliamente- la verdad que muy bien. ¿Y tú?

-Genial, no podía dejar de recordar la cena… lo pasé muy bien.

E: Y… y yo, hac ía tiempo que no pasaba un rato como el de anoche -bajó la vista con

timidez.

-Si quieres esta tarde podíamos ir a dar una vuelta, salgo a las seis.

E: Eh... bueno la verdad es que he quedado con…

-No te preocupes…otra vez será.

E: Claro, si quieres mañana pues, yo lo tengo libre y …




-Viene alguien a la ciudad y me temo que me tendrá todo el día acaparada, lo siento.

E: Bueno, de todos modos trabajamos en el mismo sitio, seguro que encontramos

ocasión.

-Eso espero.

Observando cómo se marchaba por aquel pasillo suspiró nerviosa mientras abrazaba el

historial sobre su pecho y sonriendo se dirigía de nuevo hasta el ascensor.

-¿Tu qué opinas?

E: Perdona… no… no te escuché.

-Da igual… no tenía importancia.

El ruido en el agua la hizo sentir como se levantaba tras ella, tomándola por los brazosayudándola y ahora a ella. Suspiró mientras cerraba los ojos y sentía como la secaba

despacio. Bajó la vista, observando a la mujer que tanto había cambiado su vida, era

ella, su mujer, su amiga, su compañera.

E: ¿Crees que esta noche podríamos cenar fuera?

-¿Quieres que cenemos fuera? -se incorporó quedando frente a ella mientras con

calma miraba su rostro.

E: Me apetece salir contigo.

-Pues saldremos -quedando tras ella tomo el peine y comenzó a desenredar su pelo-

¿Qué te apetece? ¿Chino… italiano…? Podemos ir donde Fermín, hace tiempo que no

vamos.

E: Donde Fermín está bien, seguro que se alegra de vernos.

-Claro que sí.

Dejó un beso en su hombro y salió de allí, frente al espejo una Esther intentabaencontrar su rostro en aquel espejo empañado, descubriendo apenas sus ojos en aquel

reflejo. Escuchó como la puerta del dormitorio se cerraba y dolida de nuevo colocó la

mano sobre ese húmedo cristal dejando la marca de sus dedos en un brusco

movimiento, viendo ahora sus lágrimas, con claridad.

En el coche miraba por la ventanilla cómo la gente aprovechaba aquellas horas de

oscuridad para pasear y disfrutar de la agradable temperatura lejos del calor del sol.

Tras aparcar, caminaban por las dos primeras calles que había que recorrer antes de

llegar a esa plaza tan conocida para ambas, donde unas mesas colocadas y ordenadas




en la calle daban cobijo a parejas que como ellas, habían decidido disfrutar de una

cena al aire libre.

F: ¿Pero a quien tenemos aquí? -salía tras la barra con los brazos abiertos- Las dos

mujeres más maravillosas de este país.

E: No exageres Fermín. -recibía un beso en la mejilla del hombre.

F: No exagero cariño… y tu cascarrabias ¿Cómo está?

E: Pues ya la ves, tan guapa como siempre -sonreía mirando a su mujer mientras era

abrazada con cariño.

-Así da gusto… ¿Qué tal? ¿Cómo estáis?

F: Pues bien hija, bien… dando de comer a estos hambrientos, tengo una mesa

preparada para vosotras, venir conmigo.

-¿Pero… como…?

F: Tu maravillosa mujer me llamó para que os prepara una mesa.

Sonriendo, ambas caminaron junto a aquel hombre que tan bien las conocía, un

hombre que ya siendo abuelo llevaba una vida tal y como lo había hecho en los últimos

veinte años desde que llegara a la capital con el sueño de hacer crecer su negocio

junto a su mujer y su hijo, un hombre de buen corazón que siempre había tratado a

esas dos mujeres con todo su cariño y respeto.

-Gracias Fermín.

F: A mandar… mira, ahí está mi Rosa... ¡Rosa! ¡Rosa! ¿Mira quien está aquí? ¡Maca y

Esther!

Al escuchar aquella alegría en sus palabras Esther sonreía mientras Rosa se acercaba

hasta ellas besando primero a su mujer, acercándose después a ella con calma para

darle un abrazo.

R: ¿Cómo estás?

E: Pues… ya ves, más gorda cada día…-tocó su tripa-… pero bien, gracias a Dios bien.

R: Estás preciosa -tras acariciar su barriga miró a Maca que las observaba- Y tú no

podrás decir lo contrario ¿eh?

M: En absoluto Rosa, está más guapa cada día.

Mientras la mujer hablaba con Esther, Maca no podía evitar fijar sus ojos en ella, en su

ya más que evidente embarazo, en como su ojos brillaban al hablar de la que sería




aquella hija tan deseada, como deseaba verla ya corretear por la casa, y sus ojos

producto de su emoción se llenaban de lagrimas por los recuerdos.

M: ¿Me disculpáis un momento?

E: ¿Estás bien?

M: Si…no te preocupes, voy un segundo al baño.

Frente al espejo dejaba su rostro ocultarse por sus hombros mientras no podía

reprimir aquellas lágrimas, culpándose a sí misma. Se gritaba en silencio cambiar todo,

devolver lo que tantas veces prometió, lo que tanto quiso ofrecerle a la mujer que

estuvo dispuesta a formar una familia con ella.

En el gabinete se encontraba echada en el sofá y leía un artículo bastante interesante

sobre infecciones infantiles mientras comía un sándwich que aquella mañana se había

preparado en casa con la idea de no salir del hospital para nada. Escuchó la puerta

abrirse y girándose descubrió como Esther entraba distraída.

M: Ey…-sonrió incorporándose.

E: Hola Maca.

M: ¿Cómo estás? No... ayer no viniste y te estuve buscando.

E: Pedí el día libre…necesitaba pensar y… creí que viniendo no haría más que liar las

cosas.

M: Siento lo del otro día, me deje llevar y… no debí besarte lo siento.

E: No, no… -cerró los ojos un segundo-… no me molestaste solo que… me pillaste por

sorpresa y no supe cómo reaccionar.

M: ¿No te molestó? -sonrió sin poder evitarlo mientras se acercaba a ella.

E: No.

M: Entonces… ¿te… gustó?

E: Maca yo… -caminando hacia atrás quedo junto a la pared mientras veía como Maca

se acercaba mas y mas a ella-…no sé si…

M:Hagamos una cosa -sin mirar más que a sus ojos buscó sus manos entrelazándolas

con las suyas mientras tomaba aire para hablar- V oy a hacerlo de nuevo y… si crees

que no es lo correcto lo dejaré.




Despacio y sintiendo como su corazón comenzaba a bombear sangre a velocidad más

que rápida, quedo en silencio. Sin soltar sus manos respiró por última vez sobre sus

labios para después dejar aquel primer saludo que hizo que la enfermera cerrase los

ojos, sonrió al verla y acarició su nariz con la suya, despacio volvió hasta esos labios

que la esperaban, tomándolos entre los suyos con delicadeza, humedeciendo concalma aquella piel rosada que poco a poco buscaba su contacto.

M: ¿Y bien?

Poco a poco abría los ojos encontrándose con el rostro sereno de Maca que se

pellizcaba su labio inferior esperando la respuesta, suspiró sintiendo el estado de su

estomago a causa de los nervios, y sin pensar rodeo su cuello con sus brazos

acercándose nuevamente a ella.

E: ¿Estás bien Maca? -entró al baño buscándola.

M: ¿Eh? Sí, sí … ya salgo -sonrió mientras se secaba las manos y se giraba hacia ella-

¿Has pedido ya? Yo estoy hambrienta.

E: Maca -se giró de nuevo- ¿Seguro estas bien?

M: De verdad Esther, venga vamos… que tú tienes que comer ya o la enana se te

quejara.

E: Claro.

La dejó pasar frente a ella mientras sus pies aun permanecían donde mismo había

quedado, de nuevo aquella lejanía, de nuevo aquellos silencio, todo y cuanto hacia que

momentos como el anterior se desvaneciesen con tan solo una mirada distante, una

contestación fría.

En el salón, Esther terminaba de mirar su bolso viendo que lo llevaba todo y esperaba

a que la pediatra apareciera para ir a la clínica. Suspiró viendo la hora y se asomó

escuchando como los pasos llegaban hasta ella.

E: ¿Estas ya?

M: Si, vamos… se nos ha hecho un poco tarde -abrió la puerta.

E: Yo estaba lista hace ya rato -espetó mientras entraba al ascensor- Sabias que la

tenemos a la diez.

M: Si quieres te dejo ahora un bate que llevo en el maletero y me das hasta que creas

que es suficiente -se cruzó de brazos mirando al techo.




E: Que tú estés de mal humor otra vez no es culpa mía.

M: Que tú estés igual de agradable tampoco mía… así que será cuestión de que

aguantemos ¿No? -la miró enfadada abriendo ya la puerta.

En el coche ambas permanecían en silencio, Esther mirando a través del cristalmientras Maca resoplaba en cada semáforo y lanzaba palabras de enfado a quien se

atrevía a adelantarla mientras miraba el reloj viendo que llegaban tarde.

E: No corras tanto, por favor.

M: Podemos llegar más tarde si quieres ¿Eh? Total, la culpa sigue siendo mía ¿No? -casi

frenó de golpe frente a la puerta de la clínica saliendo y dando un portazo.

En la sala de espera varios matrimonios permanecían esperando al igual que ellas.

Esther tenía sus manos unidas mientras miraba el anillo en su dedo corazón, y dejabasu mente en blanco, Maca por su parte leía una de las revistas que había sobre la mesa

y esperaba en silencio.

-Esther García.

Sin mirarse se levantaron caminando junto a la enfermera hasta la consulta, dentro

una mujer de mediana edad permanecía en su mesa mientras escribía en uno de los

informes hasta que escuchó la puerta abrirse levantando su vista y ofreciendo una

sonrisa.

-Hola, Esther.

E: Hola Alicia…-dejó el bolso en una de las sillas y fue hasta la camilla.

A: Hola Maca… ¿Cómo vamos?

M: Tirando…-sonrió forzadamente mientras se quedaba a un lado.

A: Bueno, quítate la blusa que miremos como anda esta pequeña ¿Habéis pensado ya

en el nombre?

E: Sí.

M: No.

Ambas se miraron a la vez que Alicia extrañada fruncía el ceño y se colocaba junto a

Esther que con la mirada perdida parecía ignorar sus movimientos. Maca se colocó al

otro lado de la camilla y miraba como disponía todo y comenzaba a echarle el gel en la

tripa.




Las tres mujeres miraban el monitor, una silueta clara se formaba en la pantalla

mientras Alicia miraba cada parte con absoluta concentración, al igual que Maca que a

la vez que emocionaba miraba como todo lo que el eco grafo mostraba eran buenas

noticias.

A: Pues esta maravillosamente… como veis está todo bien.

Ambas miraban emocionadas a su hija, la enfermera sonreía con lágrimas en sus ojos

cuando sintió la mano de Maca estrecharse junto a la suya, y mirándola vio como esta,

de igual manera que ella sonreía mientras el brillo de sus ojos era únicamente para

ella.

Sin decir una sola palabra se acercaron hasta unir sus rostros y fundirse en un beso que

ambas necesitaban, dejando todo lo que las dañaba muy lejos de allí. Mirándose y

demostrándose lo que tantas veces habían vivido, Alicia viendo aquella imagen decidiósalir un instante dejándolas a solas.

M: Te quiero muchísimo ¿lo sabes no? -la miraba emocionada con el rostro aun entre

sus manos.

E: Yo a ti también Maca.

Momentos de flaqueza, de miedo y temores que alejan la sonrisa en una mañana que

da la bienvenida a un día más en el calendario, y que luchan contra las ilusiones

creando lo que hacen duros momentos que deberían ser felices.

Sentadas en el sofá se permitían estar tranquilas, Esther reposaba sobre las piernas de

la pediatra mientras esta acariciaba su barriga y ambas veían la televisión, quizás el

miedo de las palabras las hacía permanecer en silencio salvaguardando aquella calma

que habían conseguido, pero rompiendo aquel momento el sonido del timbre las hizo

mirarse y que Maca acudiera a la puerta.

M: ¿Pero…?

-¡Buenas! ¡Buenas!

Una mujer de mediana estatura, morena, y con una sonrisa de lo más contagiosa entró

al salón acompañada por una segunda mujer, ambas portaban bolsas de plástico que

dejaron sobre la mesa mientras Esther sorprendida se levantaba a saludarlas.

E: ¿Qué hacéis aquí?

L: Pues que hace tiempo que no vemos a la gordita -hablaba cariñosamente mientras

iba hacia ella y dejaba un beso en su barriga.

M: ¿Pero y esto…? -miraba las bolsas sobre la mesa.




C: Como sabemos que os chifla la comida china hemos decidido cenar con vosotras.

E: Gracias chicas.

C: Vente conmigo a la cocina y lo preparamos nosotras -cogió las bolsas y tomando la

mano de la pediatra la llevó hasta la cocina.

En el salón Esther miraba a su compañera mientras había colocado los pies sobre el

apoyo del sillón y Maca junto a Cruz preparaban todo para cenar.

L: ¿Cómo estáis?

E: La verdad no lo sé… igual nos gritamos que…

---

M: Que la necesito cerca o ella me busca… no sé.

C: Una mala racha Maca, les pasa a todas las parejas

---

E: Ya Laura, pero nosotras no éramos así, no somos así, nosotras…

L: Vosotras sois dos personas que como todo el mundo pasa por malos momentos, y

tenéis orgullo y no habláis las cosas.

---

M: Antes lo hablábamos todo… cualquier cosa, nos pasábamos la noche abrazadas

conversando, y ahora no somos capaces de decir una palabra sin estropearlo.

C: ¿Has pensado en ir a hacer un viajecito? No sé… a la sierra a pasar unos días.

M: El embarazo está muy avanzado Cruz, no sería prudente…

---

E: A mí me encantaría, estar las dos solas, en cualquier sitio… pero si en nuestra propia

casa nos f alta espacio Laura… no encuentro como arreglar esto

L: No tienes por qué arreglarlo Esther, eso es lo que algunas parejas no entienden,

tenéis que dejar que las cosas vuelvan a ser como antes, ayudar si… hablando,

pensando las cosas antes pero… no podéis forzar nada.

---




M: En la clínica ha sido precioso… como siempre, pero…. Hemos llegado aquí y yo por

lo menos tenía miedo de hablar y…

C: ¿Qué tal la niña?

---

E: Ahora te saco la foto, a Maca se le caía la baba… está perfecta.

L: Me alegro mucho.

---

M: No veo el momento de tenerla con nosotras… a veces sueño con que cuando este

ella nosotras volveremos a ser las mismas.

C: No te preocupes venga…-acariciaba su brazo- Vamos con ellas.

En el salón las cuatro reían mientras recordaban alguna que otra anécdota del hospital,

haciendo a Esther quejarse de sus continuos viajes al baño por las risas que le

contagiaban cada cinco minutos. En un momento de calma comenzaron con el postre y

ya con una conversación más calmada.

C: Bueno… y ¿Qué? ¿Cuando sales de cuentas oficialmente?

E: El diecisiete.

C: Aún estarás de vacaciones…-miró a la pediatra-… luego coges esos días que te debo

y otro mesecito en casa con tus niñas.

M: Sí.

Poco más de una hora después ambas amigas se marchaban mientras Esther se

levantaba del sofá y la pediatra las despedía en la puerta, al retroceder y llegar de

nuevo al salón observo como la enfermera intentaba apañárselas para agacharse yrecoger aquello que aun permanecía en le mesa.

M: Esther no…-habló con calma-… no hagas esfuerzos… ve a la cama anda, que yo

recojo esto.

E: No me cuesta nada Maca, no soy una inútil.

M: No digo que lo seas, pero debes descansar, venga anda… ve a la cama, yo voy ahora

mismo.

Dejó un beso en su pelo y tomando algunos platos caminó rumbo a la cocina mientrascon resignación su mujer iba al dormitorio. Con una camisola se acostó en su lado de la




cama mirando al techo, haciendo una mueca con su rostro mientras mordía su labio

quizás inquieta, o solamente incomoda a expensas de que llegase la pediatra.

M: ¿Aun estas despierta?

E: Hace mucho calor… es insoportable.

M: ¿Quieres que te traiga agua? ¿Zumo?

E: No gracias… aunque si puedes abre un poco la ventana anda… que entre algo de

fresquito.

M: Pues ponte en el otro lado, no sea que te constipes y la liemos.

Mientras accedía a las palabras de Maca y se acomodaba en el otro extremo,

observaba como despacio la pediatra se despojaba de aquel pantalón corto y su

camiseta, quedando con su prenda interior mientras caminaba hacia el lado que ella

había dejado libre segundos antes.

Apagó la luz de la mesilla y dándole la espalda parecía prepararse para dormir. Esther

al ver aquel gesto volvió a sentir la soledad, la pena embriagada de silencio que le

recordaba cómo había dejado escapar poco a poco aquel hilo que las unía.

E: ¿Cuándo perdimos la ilusión, Maca? ¿Cuándo deje que te alejaras?

Cerró los ojos dejando caer aquellas temblorosas lágrimas dibujando sobre su piel un

camino que acabó dejándolas precipitarse sobre las sabanas. Las secó encontrando de

nuevo la respiración justo al mismo tiempo que un brazo la rodeaba y un beso cortaba

el camino de una segunda lagrima.

M: Lo siento

Ya por la tarde Esther descansaba en el salón mientras su cuñada su lado le contaba las

últimas novedades de aquel verano con la familia. Llevaban un rato esperando a que

Maca apareciese, cosa que extrañaba tanto a su hermana como a su mujer.

E: No sé que le puede haber pasado… ella no llega tan tarde, y tampoco me ha dicho

que tuviera que hacer nada.

-¿Estáis bien?

E: No lo sé Natalia… no hemos discutido como para llegar a esto, no ha pasado nada

por lo que… pero hay una tensión que nunca había vivido con ella.

N: Deberías hablar, Maca tiene una manera bastante personal de afrontar las cosas,seguro que si la sentases y…




E: Ya, ya… pero es que cada vez que digo algo es como si reaccionase, me abraza, me

pide perdón por algo que ni ella sabe y se queda en silencio… y a mi todo esto me está

sobrepasando.

N: Quizá cuando nazca la niña todo se calme, y volváis a ser las de antes.

E: Ojalá.

En aquel breve silencio la puerta se abría dando señal de que la pediatra había llegado,

ambas se miraron y Natalia se puso en pie para recibir a su hermana que nada más

entrar se sorprendió de verla allí y sonriendo fue hasta ella.

M: No me dijiste que vendrías.

N: Bueno, de eso se tratan las sorpresas ¿no?

M: Ya mujer pero habría venido antes… seguro que llevas aquí un buen rato.

Aquel comentario hizo reaccionar a la enfermera, que dolida se levantó de allí en

silencio marchándose dejando a las dos hermanas solas. Natalia miró a su hermana

pequeña que extrañada se giró viendo a su mujer desaparecer de allí.

M: ¿Qué he dicho?

N: ¿Qué te pasa Maca? Nunca has sido así, y muchísimo menos con Esther.

M: No sé de qué me hablas.

Esquivó su cuerpo y fue hasta el sofá, abrió la bolsa que hasta ese momento había

llevado en su mano y sacó un libro aun precintado, lo desenvolvió y abrió la tapa

mientras su hermana aun seguía con la mirada puesta en ella sorprendida por aquella

reacción.

E: Voy a ver a mi madre -apareció con su bolso en el salón- ¿Te quedas a cenar Natalia?

N: Eh… si no tenéis otro plan claro, me encantaría.

E: En esta casa no hay planes… en un rato vengo.

M: ¿Vas sola? -se levantó preocupada.

E: ¿Cómo sino? Estoy prácticamente sola todo el día.

Se miraron unos segundos en los que Esther mostraba reproche, Maca lo recibía

sabiendo que tenía razón, y Natalia con dolor por ver a esas dos personas que tanto

quería con aquella rivalidad suspiró rompiendo el silencio, haciendo reaccionar a la

enfermera que bajando la mirada al suelo se acercaba hasta la puerta saliendo

después sin apenas hacer ruido.




N: Maca… siéntate, tu y yo vamos a hablar.

M: Natalia por favor.

N: He dicho que te sientes… -la miró con dureza mientras se cruzaba de brazos

esperando-… ¿se puede saber qué narices te pasa?

M: A mí no me pasa nada.

N: Pues entonces explícame porque he estado aquí más de dos horas con tu mujer,

que aparte de estar embarazadísima estaba sola mientras tu estas de vacaciones y

tendrías que estar vigilándola, ¿Dónde está tu responsabilidad?

M: ¿Puedes dejar de atacarme por favor? No sabes de lo que estás hablando así que

no tienes derecho a juzgarme, ni tu ni nadie.

N: En eso te equivocas… hoy he visto a un matrimonio que nada tiene que ver con el

que era, hay kilómetros entre vosotras…

M: No todo siempre es bonito… ni maravilloso…

N: Claro que no, es imposible…-se acercó a ella cogiendo su mano haciendo que esta la

mirase-… pero yo recuerdo a una jovencita que luchaba siempre por lo que más

quería, que no se dejaba vencer por nada si lo que había al final merecía la pena… una

mujer valiente y luchadora que conseguía todo lo que se proponía.

M: Yo no puedo luchar contra todo Natalia… y esto…

N: ¿Qué pasa por tu cabeza Maca?

M: No se si soy lo que Esther se merece.

N: Pero…

M: La quiero Natalia… la quiero muchísimo, pero faltan cosas… faltan detalles,miradas, cosas que eran nuestras ¿Sabes? Y no sé porque… ya no están.

Conforme había ido terminando sus palabras sintió que aquel miedo ahogado que se

agolpaba en su pecho y apretaba cada vez más, haciendo que en aquel último aliento

rompiera a llorar cayendo en los brazos de su hermana que sintiendo su dolor la mecía

en silencio.

N: Tienes que luchar Maca… no puedes esconderte en ese miedo, no puedes si no

quieres darte cuenta después de que has perdido lo que merecía la pena en tu vida.




Mientras caminaba buscando la sombra que dejaban los arboles de aquel jardín,

intentaba olvidar aquel comentario que tanto le había dolido. Miró hacia los columpios

al escuchar unas risas que le hicieron sonreír al ver a dos niñas jugar y llamarse con

ilusión, acarició su abultada barriga y decidió descansar en un banco cercano.

Nada mas hacerlo sintió sus piernas descansar de aquel peso que ya impedía en ella

dar esas largas caminatas que tanto le gustaban, esas que casi cada día antes realizaba

junto a la pediatra.

L: Ey… ya estas aquí…-saludaba a su llegada-…

E: Hola… gracias por venir.

L: Tranquila, me apetecía salir un poco, estaba aburridísima en casa, Carlos aun no

tiene vacaciones y paso el día prácticamente sola.

E: Ya somos dos -sonrió con tristeza llevado la vista de nuevo a las niñas.

L: ¿Cómo estás?

E: Bien, bien… me apetecía dar un paseo, y me da miedo estar sola.

L: ¿Y Maca?

E: Esta en casa, su hermana llegó hace unas horas y… bueno, quería de jarlas hablar.

L: ¿Seguís igual?

E: No sé qué pasa, así que no te puedo decir como estamos -encogió sus hombros.

L: ¿Te apetece tomar un helado? Aquí detrás hay una heladería genial que…

E: Me iré de casa cuando nazca la niña.

L: ¿Cómo?

E: No puedo verla llegar e ignorarme, me duele dormir con ella y sentirla lejos, me

duele no poder hacer nada por hacerla feliz

L: Pero no puedes hacer eso Esther… tenéis que hablar, tenéis que intentar arreglarlo.

E: Quizás solamente hemos perdido lo que un día nos unió, la quiero Laura, eso no ha

cambiado, y sé que ella me quiere a mí , pero eso no basta… no tenemos ilusión.

L: Esther… ¿Estás segura?

E: Seguramente me arrepentiré toda la vida, pero puede que… no sé… seamos más

felices.




Mientras se clavaban aquellas palabras en su corazón y las lágrimas recorrían sus

mejillas, sentía el abrazo de Laura darle el pequeño apoyo que necesitaba, pero como

si su rostro se convirtiera en terror se separó de ella.

L: ¿Qué ocurre?

En la casa de la pareja Maca caminaba de un lado a otro, había llamado a casa deEncarna pero esta le había dicho que Esther no había ido por allí, y tampoco le habíadicho que esa fuera su intención, nerviosa llamó a su móvil, escuchando aquellamelodía tan familiar en el dormitorio, estaba realmente preocupada y así se mostraba.

N: Maca tranquilízate… estará dando un paseo, no te preocupes.

M:Le quedan días para salir de cuentas Natalia, es imposible que este tranquila, yencima se deja el móvil aquí…-justo en aquel momento el teléfono de la casa sonabahaciendo que corriese hasta él-…¿Si?

L: ¿Maca?

M: Dime, Laura.

L: Tienes que venir al hospital, Esther ha roto aguas.

M: ¿Cómo? ¿Pero como…? ¿Está bien?

L: Tienes que venir… no tardes.

Con su hermana justo al lado conducía todo lo rápido que podía por las principalescalles de la capital, gritaba y giraba casi sin avisar creando enfados por donde pasaba.El tono de Laura la había dejado muerta de miedo, temía que algo le hubiera pasado asu mujer o al bebe. Al llegar a la puerta de urgencias aparcó como bien pudo y saliócorriendo junto a Natalia.

M: ¿Teresa dónde está Esther?

T: Esta en quirófano con Cruz…

Terminó de escuchar las palabras de su compañera y corrió cuanto pudo, llegó a lapuerta del quirófano y vio a Laura fuera esperando, caminado de un lado a otronerviosa.

M: ¿Cómo esta? ¿Y la niña? -la cogió por los hombros mientras hablaba bastantenerviosa.

L: Esta con Cruz… ha habido alguna complicación.




M: ¿Qué…? ¿Qué complicación?

L: Parece que hay desplazamiento placentario.

M: Joder…

Derrumbada se dejó caer pegada a la pared, llevando las manos a su rostro mientrasaquel llanto que hasta ahora había estado superado por el miedo ahora débil ydesprotegida nada podía hacer por mantenerse entera.

N: Maca… seguro que todo sale bien.

M: ¿Y si no es así? ¿Eh? Son mi hija y mi mujer las que están ahí dentro Natalia… ¡Mimujer!

Casi con las últimas fuerzas que tenía en aquel momento dio un grito de rabia yfrustración que dejo ver a quien había con ella cual era su estado. Su hermana searrodilló junto a ella abrazándola, consolándola, sabiendo que por mucho que ellahiciera, solo que aquella puerta se abriera y ambas estuvieran bien, sería lo único quelevantaría a su hermana de su dolor.

Sentada en aquella silla fría, fría como permanecía todo su cuerpo, no apartaba la

mirada de aquella puerta, en un acto de arrebato quiso entrar, pero no la dejaron.

Como si de su propia tortura se tratase, recordaba cada uno de aquellos días sombríosque habían adornado su vida junto a Esther, se recriminaba cada gesto impropio de

ella, cada te quiero que no le había dicho presa del temor y las dudas.

Intentaba imaginar cómo salía la camilla con su mujer y su hija, Esther sonriendo,

mientras en sus brazos una preciosa niña descansaba tranquila, imagen que hacía

temblar su corazón, haciendo que las lágrimas saliesen de nuevo.

L: ¿Quieres que te traiga algo de la cafetería?

M: No, gracias…

L: Tienes que tomar algo Maca… ya que te pasaras toda la noche despierta.

N: Te puedo traer una tila seguro que te sienta bien.

M: No necesito ninguna tila… sólo necesito que esa maldita puerta se abra.

L: No deben tardar Maca… no te preocupes.

Unos minutos más tarde la puerta se abría lentamente dando paso a Cruz, que con el

gesto relajado y sin dar señal de ningún tipo, se quitaba el gorro doblándololentamente mientras caminaba hacia ella.




M: Cruz… ¿Cómo está? -con temor, temblando, y temiendo una contestación negativa

la miraba con desesperación esperando su respuesta.

C: Hemos tenido alguna complicación, ahora mismo están con ella, pero tranquila está

bien…

M: ¿Y Esther?

C: Ha tenido una hemorragia… y… tenemos que esperar, la van a llevar a la UCI, si

vienes conmigo podemos ver a la niña.

M: No -negó llorando mientras daba dos pasos atrás- Quiero ver a Esther.

C: Tienes que esperarte Maca, cuando hayan pasado unas horas podremos tener un

diagnóstico, ahora mismo sólo podemos esperar.

Acompañada por su hermana, fueron tras Cruz hasta pediatría, las hizo esperar en la

puerta mientras ella entraba a ver como había ido la evolución de la niña, mientras

tanto fuera Maca tenia la mirada perdida tras la ventana, pensando y rogando que

Esther se pusiera bien, sintiendo la rabia de no haberla podido ver aun, iba a comenzar

a llorar de nuevo cuando unos pasos tras ella la hicieron girar.

Frente a ella Cruz sonreía con la pequeña en los brazos, esas lágrimas que había

querido retener caían ahora tímidas mientras aquel peso pasaba a sus brazos. Sequedó observando su rostro, y una sonrisa que no pudo controlar salió de sus labios

cuando esta poco a poco abría los ojos posándolos en ella.

Se quedó por unos segundos sin saber qué hacer, ambas se miraban presentándose en

silencio. Natalia que miraba la escena emocionada caminó hasta ella mirando a la

pequeña.

N: ¿Quieres un babero mami?

M: Es preciosa.

N: Sí que es guapa sí -sonriendo acercó su mano y acarició su mano despacio- Que

suave está.

C: Ha pesado poco más de tres kilos… y está perfectamente Maca… tienes una hija muy

sana.

M: Y su madre aun no la ha visto.

C: ¿Cómo se llamará? -sonrió intentando no hacer atención a aquel último comentario.

M: No lo sé… Esther tiene algo pensado pero no me lo ha dicho.




N: ¿Una sorpresa?

M: No, es que ni para eso he estado a su lado…toma… -dejó de nuevo a la niña en los

brazos de Cruz.

N: ¿Dónde vas?

M: A dar una vuelta.

Sin más se giró y exagerando el sonido de sus botas a cada paso dejó a ambas mujeres

allí mirando cómo se marchaba. Natalia cerró los ojos sorprendida por aquel gesto de

su hermana y se giró a mirar a la cirujana.

N: No esperaba que hiciera esto, la verdad…

Minutos más tarde en la cafetería las tres mujeres tomaban un café mientras

esperaban una posible reacción de Esther que aun inconsciente. Permanecían en

silencio hasta que Laura decidió decir lo que la había dejado helada tan solo unas horas

antes.

L: ¿Crees que arreglaran su situación?

N: Yo espero que sí, nunca antes había visto a mi hermana de esta manera.

L: ¿Dónde ha ido?

C: Q uería dar una vuelta… quizá le venga bien, esta bajo mucha presión.

L: Esther me dijo que cuando diera a luz se iría a casa de su madre.

Las dos levantaron la vista mirando a la residente con incredulidad, Natalia fue la

primera que hizo amago por decir algo pero el rostro de Laura había cambiado, se

levantaba lentamente mirando algo con atención.

L: Maca yo…

L: Lo siento, no… no sabía que estabas ahí.

M: ¿Eso te dijo? -cogiendo fuerzas se mantuvo serena esperando su respuesta.

L: Estaba mal Maca… seguro que ni lo pensó.

N: Maca… escúchame…-se detuvo frente a ella buscando su mirada-…son cosas que se

dicen cuando estas dolida. ¿Recuerdas lo que me dijiste tú? ¿Eh? ¿Acaso lo piensas

ahora?




La pediatra perdida en sus pensamientos miraba a cada una de sus compañeras fijando

después su mirada en su hermana, mecánicamente las lagrimas que ella no quería

dejar salir caían por si solas en un rostro endurecido que no mostraba dolor alguno. En

aquel momento una enfermera se acercaba a ellas rompiendo aquel silencio.

Enf: Esther acaba de despertar.

Dejando a un lado aquel instante se giró mirando a Cruz, esta se levantaba con prisa e

iba hacia la habitación de la enfermera. Una vez dentro hizo esperar a todos fuera

mientras ella observaba las primeras reacciones y el estado de Esther. Minutos más

tarde abría de nuevo la puerta.

C: ¿Quieres entrar?

M: ¿Puedo?

C: Está bastante aturdida… pero ha dicho tu nombre.

Despacio, y con temor, fue caminando bajo la mirada de los que allí se encontraban,

Cruz esperó junto a la puerta sosteniendo su pomo hasta que la pediatra entró del

todo, cerrándola después con cuidado. Allí postrada en la cama una Esther con el

rostro pálido y con sus constantes reflejados en un monitor permanecía con los ojos

cerrados.

M: Hola -sonrió mientras se acercaba a ella- ¿Cómo estás?

E: No sé… siento que apenas tengo fuerzas para moverme -hablaba bastante flojo

mientras intentaba abrir los ojos.

Encontrándose con su mirada aguantó aquella sonrisa mientras se sentaba a un lado y

acariciaba su pelo colocándolo bien. Gesto que hizo cerrar los ojos de nuevo a la

enfermera que apreciaba el olor de su mujer contrastando con aquel aroma a hospital.

E: ¿Cómo está la niña?

M: Muy bien… es preciosa, cuando salga le pediré a Cruz que la traigan ¿Vale? -laenfermera asentía con dificultad- Me has dado un buen susto.

E: No sé qué pasó… de repente estaba tan bien, hablando con Laura cuando…

Escuchando sus propias palabras recordó lo que exactamente dijo en aquella

conversación, viendo como al buscar los ojos de Maca esta rehuía su mirada

centrándola en el suelo con un rostro triste, uno que le dolía en silencio.

E: ¿Te lo ha dicho, verdad?




Había decido marcharse en aquel momento, evitando así enfrentarse a sus palabras.

Desde el pasillo habían visto como se alejaba sin decir una palabra, cosa que las hizo

preocuparse y entrar a ver a Esther mientras Natalia iba en busca de su hermana.

C: ¿Qué ha pasado?

E: Laura ¿le has dicho a Maca lo que te dije en el parque?

L: Yo…-miró a Cruz preocupada-… lo dije en la cafetería y ella llego en aquel momento,

lo siento.

Sentada en la escalera de la salida del hospital, el temblor se adueñaba de su cuerpo, y

la imagen de Esther saliendo de casa la torturaba en su mente.

N: Maca… ¿estás bien?

M: Si ha pensado eso es porque lo quiere así … Esther no haría algo así por un enfado.

N: No seas así, las dos estáis pasando por un mal momento, estáis agobiadas, y decís

las cosas con dolor… Sube, preséntale a vuestra hija y habla con ella Maca, por favor.

M: No puedo.

En: Maca hija -apareció ante ellas sofocada- ¿Cómo esta Esther?

M: Encarna...-se levantó sorprendida- Está en la habitación, ya esta despierta.

En: ¿Y mi nieta?

M: Bien, bien…-miró a su hermana zanjando aquella conversación- Venga conmigo.

En pediatría, Maca permanecía tras el cristal con Encarna viendo a la pequeña, viendo

la cara emocionada de su suegra decidió entrar saludando antes a la enfermera

cogiendo después a su hija en brazos, mientras salía no podía dejar de mirarla con una

sonrisa.

M: Aquí está tu nieta.

En: Que guapa es.

M: Tan guapa con su madre…-sonrió mirando a Encarna- Vamos con su hija, esta

pequeña tiene que conocer a su mami.

Sorprendiendo a las que allí había, la puerta de la habitación de Esther se abría dando

paso a Encarna y tras ella a Maca con la niña en los brazos, todas miraron hacia allí

sonriendo al ver la cara de la pediatra, mientras Esther emocionada intentaba

incorporarse viendo cómo iba hasta ella.

M: Mira a quien tengo aquí.




Despacio dejaba el bebe en sus brazos mientras intentaba no llorar, Esther miraba el

rostro de su hija por primera vez, buscando después los ojos de la pediatra, que

emocionada no la miraba a ella.

M: ¿Cómo la vas a llamar?

Todas miraron como Maca lanzaba aquella pregunta de un modo extraño, Esther se

giró impactada, mientras sus compañeras preocupadas no sabían que depararía aquel

momento. Maca levantó su rostro sin reflejar ningún sentimiento de ilusión mientras

Esther arrugaba su barbilla sabiendo porque tenía aquella mirada.

E: Lucia.

N: Como nuestra abuela -acarició el brazo de su hermana que tras sentirlo se giró

marchándose de allí.

Habían pasado las horas justas para que volviese a anochecer, en la habitación del

hospital, Natalia permanecía durmiendo en el sillón. Había insistido al ver que su

hermana no regresaba, mientras Esther en la cama miraba a la pequeña, tranquila,

durmiendo, sin poder darse cuenta del caos que sufrían ahora en sus vidas.

Con cuidado y sintiendo el dolor en su cuerpo, movió sus piernas hasta quedar fuera

de la cama, levantándose despacio y caminando de igual forma hasta la pequeña. Se

inclinó lo suficiente para cogerla y ya en sus brazos sintió el calor de mantenerla sobre

su pecho.

E: Hola mi vida…

N: Mmm…-abrió los ojos al escucharla- Esther -se levantó rápidamente- ¿Qué haces

levantada?

E: No puedo dormir.

N: Estás convaleciente… no puedes ir levantándote sola.

E: Está bien.

De nuevo fue a dejar a Lucia, que aun dormida no se había dado cuenta de nada. Con

la ayuda de Natalia subió de nuevo a la cama y tras arroparla se sentó de nuevo en el

sillón pero ahora erguida y observándola.

N: ¿En qué piensas?

E: Me pregunto dónde estará Maca.




En una de las calles más concurridas por el número de bares que la ocupaban, en uno

de todos ellos, donde la gente se agolpaba bailando y bebiendo, en la barra, sentada,

con un vaso entre las manos, sin apreciar el alto volumen de la música, ahí se

encontraba Maca, queriendo evadirse de todo aquel mundo que no hacía otra cosa

que ponerle la zancadilla.

-Hola.

Alzó la mirada descubriendo a una joven, algo más que ella, de pelo claro, ojos oscuros

y una sonrisa en sus labios, se fijó en cada uno de sus rasgos y de nuevo mirando su

vaso podía sentir como no se marchaba.

M: Hola.

-Estas muy sola ¿no?

M: Tal y como quiero.

-A nadie le gusta estar solo, no te creo -se apoyó de lado mientras continuaba

mirándola.

M: No tienes ni idea de lo que estás diciendo.

-Déjame invitarte a otra copa.

Giró su rostro de nuevo, viendo a aquella chica, estaba segura de lo que intentaba,

había pasado por situaciones como esa. Sonrió recordando las veces en las que había

salido siendo soltera, y como desde hacía unos años toda su vida era Esther, todo

había cambiado desde que la conoció.

-¿Qué me dices?

En la habitación Esther doblaba la ropa de la pequeña mientras su madre que había

vuelto aquella mañana se dedicaba a mimar a la pequeña junto a su cuñada. Había

pasado toda la noche pensando en Maca, y en como estaría.

En: ¿Estás segura hija?

E: Sí, mamá. Por lo menos unos días, ahora mismo soy incapaz.

N: Esther, nunca te he pedido nada, no me he metido entre vosotras, pero creo que

deberíais hablar.

E: ¿Crees que no lo sé? ¿Qué no lo quiero? Pero ahora mismo es imposible, esto es lo

mejor.




En aquel momento la puerta de la habitación se abrió dando paso a una Maca

arreglada y guapa como solo ella lograba. Unos simples vaqueros, una camiseta de

tirantes blanca que no se ajustaba a su torso, y su pelo ligeramente ondulado, hicieron

que los ojos de la enfermera se posasen en su mujer sin remedio mientras esta se

dedicaba a ir directamente hasta su hija.

M: Aquí está mi princesita -la tomó de los brazos de su hermana mientras esta la

miraba incrédula- Pero que guapa es mi niña ¿A que sí? -besaba su cuello con cuidado-

Hola Encarna.

En: Hola hija.

M: Tengo el coche abajo, las llevo a casa.

En: Eh…

E: Maca, me voy a casa de mi madre con…

M: De eso nada, os llevaré a casa, yo ya he cogido mi ropa y me iré a un hotel, no te

preocupes, mi niña tiene su propia a habitación ¿eh? -le hablaba a la niña con una

sonrisa.

N: Maca…

M: ¿Sólo tienes esto no? -miró a la enfermera mientras asentía en silencio- Bien, pues

yo lo llevo.

Cogió aquella pequeña bolsa infantil dejándola colgar de su hombro, caminando hacia

la puerta para salir de allí. En el ascensor mientras todas la miraban, ella simplemente

se dedicaba a hacer carantoñas a su hija, que con curiosidad no apartaba la vista de su

madre.

Después de acomodarla en el asiento infantil abrió la otra puerta para que Esther

subiera junto a ella ayudándole a hacerlo. Unos minutos después entraban en la casa e

iba directamente a dejar a la niña en su cuna, cuando salió ya portaba un macuto al

hombro.

M: Bueno pues… me marcho, espero que no te moleste que venga a verla.

E: Maca yo…

M: He puesto sabanas en la otra habitación por que supongo que se quedará Encarna.

En: Gracias.

M: Si hay algún problema no dude en llamarme, vendré enseguida, ¿Vamos? -se giró

para hablar a su hermana.




N: Claro.

M: Hasta luego.

En silencio bajaban de nuevo en el ascensor, Natalia buscando las palabras perfectas

para no herir a su hermana, pero a la vez, hacerle entender que aquello que estabaconsintiendo era una locura. Al llegar a la calle de igual manera la pediatra fue hasta el

coche, tomando asiento a la vez que su hermana.

N: ¿Por qué lo has hecho?

Mirando al frente cogía el volante con fuerza, intentando respirar, perdiendo su vista

todo lo lejos que podía, mientras sentía que su cuerpo poco a poco iba encogiéndose,

sus hombros antes rectos y tensos iban curvándose junto a su pecho a la vez que su

cuerpo se inclinaba hasta pegar la frente en el volante y comenzar a llorar sin control.

N: Ey… Maca no -la rodeó con sus brazos sintiendo como prácticamente su hermana se

aferraba a ella con uñas y dientes- Cariño, por favor…

M: Me siento tan culpable.

En la cocina, Encarna preparaba una taza de tila para su hija, que sentada aun en el

sillón parecía no reaccionar a lo que minutos antes había ocurrido en aquella casa.

Reproduciendo la escena una vez tras otra, veía de nuevo como había esquivado sumirada, solo se había dirigido a ella para referirse a la niña, y todo lo había hecho sin

hablar con ella, pero al igual ella había tomado la decisión de mudarse con su madre

sin confesárselo a su mujer.

Al escuchar el chasquido de la taza contra la mesa levantó la vista y descubrió a su

madre, que lentamente se sentaba a su lado y comenzaba a acariciar su pelo. Se dejó

caer en su hombro descubriendo como necesitaba ese abrazo.

E: ¿Qué hemos hecho mal, mamá?

En: Todos los matrimonios pasan por cosas así mi vida… se pasa por baches y lo

valiente esta en levantarte y seguir

E: Yo no puedo seguir sin ella.

En: Nadie dice que lo quieras así.

E: Yo sólo quería estar unos días pensando… poder respirar sin esta tensión que nos

ahoga a las dos.




En: ¿Sabes qué? Una vez tu padre y yo discutimos, creo que esa fue la única vez…-

sonrió recordándolo-Aunque guardándonos el respeto, siempre nos contestábamos

con tirantez, y una noche en la que nos dijimos unas palabras más fuertes que otras, se

fue. Pasé toda la noche preocupada, caminando por la casa, acercándome a tu cuna

mientras dormías. Me quede dormida en el sofá, cuando abrí los ojos ya era de día.

E: ¿No había vuelto?

En: Estaba abrazado a mi cintura y nos había cubierto con una manta -la enfermera

sonrió- ¿Te digo de lo que me di cuenta aquella noche? Los que conocen el amor,

como nosotros… como vosotras… se creen que todo es felicidad, sonrisas y caricias…

Pero el amor está mientras te apoyas en la persona que más quieres en su peor

momento, cuando crees ahogarte y quien mismo crees que lo produce te da el aliento

para mirar sus ojos y ver que toda tu vida está junto a esa persona. Que cuando menos

fuerza creéis tener, es cuando tenéis que abrazaros y sosteneros mutuamente. El amortambién es sufrimiento hija, un sufrimiento compartido por el que hay que luchar y

conseguir esas sonrisas que te dan el aliento.

E: Sé que le he fallado mama. Le prometí estar a su lado siempre y en estos meses nos

hemos distanciado, y las dos lo hemos permitido.

En: Déjala llorar cariño, llora tú todo lo que necesites. Y cuando sientas que tu corazón

está listo, búscala, el suyo seguramente estará llamándote.

Natalia miraba por la ventana mientras la pediatra dormía extasiada abrazada a la

almohada, había pasado horas llorando sin consuelo, repitiendo una y otra vez cuanta

culpa tenia, cuánto dolor sentía. Se había sentido terriblemente impotente, frustrada

por solo poder ser su paño de lágrimas, cuando lo que realmente quería era disipar su

dolor.

Se giró contemplándola, convencida de cuanto quería a su mujer, y no podía imaginar

cómo sería aquella presión que sabía tenía.

Recogió la ropa que le había quitado antes de ayudarla a colocarse algo más cómodo y

fue hasta ese mismo macuto con el que había salido de su propia casa. Se sorprendió

al ver un marco en su interior, lo sacó despacio descubriendo una foto de ella junto

Esther, y la recordaba por que ella misma la había echado la navidad anterior, cuando

ambas habían ido a pasar unos días a jerez. Sonrientes, felices por aquel embarazo. Y

como si hubiera llenado la habitación con aquel mismo recuerdo, su hermana se movió

en la cama abriendo los ojos lentamente mirándola.

N: Hola, pequeña -sonrió sentándose a su lado- ¿Estás mejor?




M: Me duele mucho la cabeza.

N: Tengo alguna pastilla en el bolso -fue hasta él sacando una de ellas y cogiendo un

botellín de agua de la nevera fue de nuevo hasta la cama- Has dormido un rato.

M: Lo necesitaba.

N: Anoche no dormite nada ¿no? ¿Dónde estuviste?

M: En un bar.

N: ¿En un bar? ¿Toda la noche? -preguntó sorprendida.

M: Sí, necesitaba… necesitaba estar aislada de mi vida… de todo.

N: Bueno.

M: Conocí a alguien.

N: ¿Cómo que conociste a alguien? ¿Una mujer? -su hermana asentía con seriedad-

Pero Maca cómo…

M: Apareció de la nada con una sonrisa… insistió en invitarme a una copa y...

N: No quiero escucharlo Maca… lo siento.

N: No quiero escucharlo Maca, lo siento.

M: ¿Puedes dejar de pensar tonterías? -la miró enfadada- Le dije que no, me disculpé y

me marché. Estuve andando todo el resto de la noche, sabiendo que por mucho que

esto terminase tal está… nunca más podría tocar a ninguna mujer.

N: Perdona… yo creí que…

M: Lo pensé ¿sabes? Se me pasó por la cabeza. Si pudiese haberme abofeteado yo

misma lo hubiera hecho. Me dolía el corazón, escuchar las palabras de Laura me hizoesconderme en un dolor que nunca antes había sentido. Por muy mal que

estuviéramos nunca había pensando en marcharme, en dejarla, jamás… Sería como

matarme a mí misma y saber que Esther… que quería marcharse de casa con la niña…

me destrozó.

N: Creo que la entiendo, Maca. Estoy segura que la razón por la que lo dijo no es

porque ya no te quiera, sino porque quizás creyó que unos días solas, sin la presión en

la presencia de la otra os calmaría.

M: Lo sé… ahora lo sé.




N: ¿Entonces piensas volver?

M: Tendré que esperar a que ella lo quiera así.

N: Vamos a hacer una cosa. Voy a pedir la cena al servicio de habitaciones, tengo el

portátil, podemos echarnos aquí las dos a hincharnos a comer mientras vemos una peli¿Qué te parece?

M: Me encantaría.

N: Venga -fue hasta el teléfono- ¿Qué quieres?

M: Me da igual, comeré más bien poco. Tengo el estomago cerrado.

N: Ais… quejica eres.

Mientras abrazaba de nuevo la almohada escuchaba a su hermana pedir todo cuantose le ocurría, no podía evitar sonreír al ver como pedía de todo, y tristemente recordó

de nuevo a Esther, esas tardes de invierno tapadas en el sofá, pidiendo comida china y

viendo una película sin querer despegarse una de la otra.

M: Esther…

N: Bueno, pues ya está, lo suben en un rato.

M: Natalia.

N: Dime…-se giró a mirarla.

M: Gracias.

En el amanecer de otro día Esther permanecía mirando por la ventana. Había pasado

una mala noche y prefería estar un ratito así. Sin querer admitirlo esperaba escuchar

las llaves abrir la puerta, ver a Maca cruzarla, había pasado horas y horas pensando en

si realmente se estaba equivocando, pero ya estaba hecho y no podía hacer otra cosa.

En: ¿Qué haces levantada?

E: Necesitaba estar un rato así, he pasado mala noche.

En: ¿Y por qué no me has llamado? Hubiera hecho algo.

E: ¿El qué, mamá? ¿Preocuparte? -arqueó una ceja mirándola.

En: No, llamar a tu mujer, eso hubiera hecho.




E: Mamá, por favor. Tienes el desayuno hecho en la cocina yo ya me he tomado la

medicación, voy a ver a la niña.

En: Ais -la miraba mientras se marchaba- Estas dos no saben lo que hacen.

Minutos después sonaba el timbre y una apresurada Esther corría hacia la puerta,borrando su sonrisa al ver que se trataba de Laura. Después de ver a la niña salieron de

nuevo al salón para hablar con calma y que Esther se echase en el sofá para estar más

cómoda.

L: ¿Entonces? ¿Vais a hablar? Creo que esto se os está escapando de las manos Esther.

E: No lo sé Laura, no lo sé. Voy a darle de comer a la niña, ahora vengo.

L: Tranquila -una vez se marchó miró a Encarna- ¿Cómo ha pasado la noche?

En: Regular, pero no me llamó y me lo ha dicho esta mañana -en aquel momento el

ruido de las llaves las hacia reaccionar y mirarse, tras un par de segundos después la

pediatra llegaba hasta el salón.

M: Hola -las miró a ambas- Hola, Laura.

L: Hola.

En: ¿Has desayunado hija?

M: Sí, sí, no se preocupe, Encarna ¿Dónde está Esther?

En: Dándole de comer a la niña.

M: ¿Cómo está?

En: Parece que ha pasado mala noche, pero no me lo quiso decir.

M: Siempre tan cabezota… Bueno, voy a ver a la niña.

En: Claro, hija.

Despacio, fue recorriendo el pasillo hasta la habitación que habían acomodado para

ella. Sin haber llegado aún escuchaba la voz de Esther cantando una nana. Sonrió al

recordar como ya le contaba aquella misma canción antes de que naciera. Llegó hasta

la puerta y despacio se asomó viéndola después en la mecedora que había al lado de la

cuna dando el pecho a Lucia.

Apoyada en el marco de la puerta no podía dejar de mirarla, la tímida luz de aquella

mañana entraba por la ventana acentuando aquel color beige de las paredes.




M: Hola -la enfermera cesaba su canto para mirarla.

E: Hola.

M: No tienes por qué parar, sabes que me gusta esa canción.

E: Está acabando ya -sonrió de nuevo mirando a la niña.

Con algo de timidez fue recorriendo con pasos silenciosos el camino hasta la

enfermera, se colocó detrás de aquella mecedora viendo a su hija totalmente relajada

mientras comía. Respiró aquel aroma, la mezcla del olor de su mujer con el de la

pequeña, algo que la hizo relajarse como no esperaba.

M: Que tranquilita esta.

E: Nos ha salido buena, no la he escuchado llorar aún. Es una angelito.

Viendo que no quería mas la retiró de su pecho cubriéndose después, se levantó con

cuidado y fue con ella hasta la cuna, mientras una Maca conmovida por lo que había

visto la miraba en silencio. Una vez tranquila se acercó hasta ella mirándola,

apoyándose en el borde para contemplarla mejor.

M: Se parece tanto a ti -habló en un susurró mientras seguía mirando a la pequeña-

Cuando la vi por primera vez pensé en la suerte que tenia de teneros a las dos, y

mírame ahora.

E: Maca…

M: No te preocupes, estoy algo sensible -sonrió mientras continuaba sin mirarla- Le he

comprado unas cosas, si eso esta tarde las traigo, si no te molesta.

E: Claro que no.

M: Tu madre me ha dicho que has pasado mala noche.

E: No es nada, estaba más incómoda que otra cosa.

M: ¿Te molestan los puntos?

E: No.

M: ¿Entonces?

E: No estoy acostumbrada a dormir sin ti.

Bajó la mirada con tristeza, haciendo que a Maca se le agolpase todo en el pecho.

Suspiró y rodeando la cuna caminó hacia la puerta.

M: Tengo que irme, he quedado con mi hermana, esta tarde vengo ¿Vale?




E: Está bien.

N: ¿Y te has marchado? ¿Tú estás loca? Macarena, por dios.

M: No quiero que se arrepienta ¿Y si ha sido un momento de debilidad? No quiero que

después de unos días nos encontremos con lo mismo.

N: Mira que lo hacéis difícil. Tú amargada, lejos de tu hija y de tu mujer, ella te dice eso

y te deja irte… Si es que esto no es normal -se frotaba la frente mientras cerraba los

ojos.

M: Esta tarde iré a llevarle a la niña lo que le he comprado, podrías venir y la ves.

N: Vale ¿Cómo está ella?

M: Yo la he visto bien, igual de preciosa -sonrió con orgullo- Qué guapa es.

N: Mira la mama como se le cae la baba.

M: No es para menos, estaría todo el día mirándola sin hacer nada más.

N: Y en cambio estas aquí.

M: Natalia… ya.

En la casa de la pareja Esther volvía de despedir a Laura y se sentaba de nuevo en el

sofá, su madre la miraba en todo momento mientras ella no se había dado cuenta.

Encendió el televisor y se puso a cambiar de canal viendo que nada le llamaba la

atención y la volvió a apagar.

En: ¿Vendrá esta tarde?

E: ¿Quién?

En: Pues Maca hija ¿Quién va a ser? -se cruzó de brazos mientras se acomodaba y

seguía mirándola.

E: Me ha dicho que si, que le traería unas cosas a la niña.

En: Pues entonces iré a darme una vuelta, a ver si estando solas entráis en razón y

arregláis las cosas.

E: Mamá por favor, no tienes por qué irte a ningún sitio, no digas tonterías, además no

sé a qué hora va a venir.

En: Aprovecho y voy a la peluquería, que llevo días queriendo ir.




E: Mamá…

En: Esta decidido hija, así que cállate y pon la tele.

M: Toma, coge esta caja y yo llevo las bolsas.

N: No, lleva tú la caja y yo las bolsas.

M: ¿Y eso por qué? Pesa menos la caja Natalia, anda coge tu eso.

N: Que no -cogía rápidamente las bolsas intentando no poner la mueca que casi sale

de su rostro al sentir lo que estas pesaban- ¿Ves? Si puedo.

M: Joder, cuando te pones así eres peor que mama, y mira que ya es decir.

N: Venga, venga. Menos quejarse y para dentro.

Poniendo los ojos en blanco cerró el coche y siguió a su hermana que ya sostenía la

puerta después de abrirla. Montaron en el ascensor y segundos después llegaban al

piso de su casa.

M: Toca el timbre.

N: Voy -antes de tocar dejo las bolsas colgando de la puerta- Que te vaya bien

hermanita -sin previo aviso salió corriendo escaleras abajo después de llamar a lapuerta dejando a su hermana girándose sorprendida.

M: ¡Natalia! -aún mirando hacia donde su hermana corría segundos antes escuchó la

puerta abrirse- Ho… hola.

E: ¿Por qué gritas?

M: Mi hermana ha salido corriendo.

E: Vaya, parece que se han puesto de acuerdo…-cogió la bolsas.

M: ¡Che! Suelta eso que pesa -dejó la caja en el suelo- Ya lo muevo yo.

E: ¿Pero qué has comprado? Si lo teníamos todo ya.

M: Juguetes, y una de esas lamparitas que no me dejaste comprar aquella tarde.

E: Sabía que tarde o temprano lo harías.

M: Bueno, vamos a ver a mi princesita.

Sonriente fue con las bolsas hasta el dormitorio de la niña, nada más entrar escuchó unbalbuceo que provenía de la cuna. Aprovechando que estaba despierta la cogió en




brazos con cuidado, sonriéndole y haciéndole cosquillas en el cuello con delicadeza,

gesto que la niña contestaba despertándose aun más y poniendo gesto de asombro.

M: ¿Y tu madre?

E: Eso te decía antes, que se han puesto de acuerdo, mi madre ha decidió desaparecere ir a la peluquería.

M: Vaya.

E: Sin duda quieren que estemos a solas.

Una hora más tarde, y habiendo pasado el todo aquel tiempo volando para ellas, la

niña necesitaba comer y dormir, y así lo dejaba mostrar con sus bostezos. Sonriendo la

pediatra caminaba con la niña seguida por Esther que fue directa a la mecedora de

nuevo, cogiendo después a la niña.

E: Es una comilona -despejaba su pecho colocando allí a la niña.

M: Pues como tú -se sentó frente a ella- Si te incomodó me marcho ¿eh?

E: ¿Por qué ibas a incomodarme?

M: No sé.

E: Pues no lo haces, ya te lo digo yo.

M: Te echo de menos -casi sin pensarlo soltó aquel suspiró de su corazón

sorprendiendo a la enfermera-Perdona.

E: Yo también.

M: Llevo un día lejos de ti y estoy muerta de miedo.

E: ¿Qué nos pasó?

M: No lo sé -se levantó arrodillándose frente a ella- Te mentiría si te dijera que no tuve

dudas en algún momento, si te dijera que creí que algo se había muerto entre

nosotras.

E: Yo también lo he creído.

Cuando sintió que la niña había terminado la retiró de su cuerpo y se levantó

obligando a la pediatra levantarse, la colocó en su cuna y tardó unos segundos en

darse la vuelta mientras acariciaba la cabeza de su hija. Frente a frente no decían una

sola palabra, quizás buscaban eso que tenían tan grabado en sus mentes, esos




recuerdos y ecos de todos esos años juntas. Cuando las voces necesitaban salir el

timbre de la casa sonó rompiendo aquella magia.

E: Voy…

M: Si claro.

Una vez la enfermera se hubo marchado se dejó caer sentándose y llevándose las

manos al rostro, conteniendo así todos sus sentimientos, escuchó la voz de Cruz en el

pasillo y se froto los ojos quitando aquella húmeda huella de su temor dibujando

después una sonrisa.

C: Hey.

M: Hola, Cruz

C: ¿Cómo está la pequeña?

E: Se acaba de dormir, le he dado el pecho y se ha quedado tranquila -sonrió mirando a

la cirujana- ¿Te apetece un café?

C: Pues sí, llevo un día horroroso.

E: ¿Te quedas? -miró a la pediatra que parecía absorta en sus pensamientos.

Pasada prácticamente una hora, hablaban de una manera distendida, Cruz les

explicaba como Vilches aquella mañana se había metido en una discusión matrimonial

llevándose casi, un golpe por parte del marido. En aquel momento ambas parecían

haber dejado un punto y seguido en la conversación que su compañera había

interrumpido sin saberlo.

M: Por cierto, he hablado con mi madre, y vendrá este fin de semana.

E: me llamó hace un rato -sus miradas se cruzaron descubriendo una vez más como

otro detalle como ese les hacía daño a ambas.

M: Vale.

C: Oye y -habló queriendo romper aquel momento- los chicos quieren venir a verla,

¿haréis una fiestecita o algo?

E: No sé, no se me había ocurrido.

C: Podíamos preparar una merendola y así sería solo un ratito y te dejamos descansar.

M: Estaría bien.




C: Claro, así fardáis de hija jejejeje.

De nuevo la puerta hacia acto de presencia durante aquella conversación, la enfermera

miró a su mujer que, suspirando al saber que aquel día tampoco podrían hablar como

debieran, se levantó antes que ella y caminó hacia la puerta.

M: Hola, Encarna.

En: Hola, hija -nada más entrar dejó un beso en su mejilla y la miró esperando

encontrar algo en sus ojos.

M: Cruz está en el salón con Esther.

En: Vaya -acarició el hombro de su nuera y fue hasta el salón- Buenas tardes.

C: Hola Encarna, que guapa está.

En: Qué va mujer, a mi edad...-sonrió con timidez se sentó junto a su hija- ¿Cómo

estás?

E: Bien, mamá. Estábamos hablando de hacer una merienda para que vengan a ver a

Lucia.

M: Bueno, voy a… a marcharme… necesitas descansar. -se levantó con pesadez

mientras las tres mujeres la miraban.

C: Y yo, que Vilches está con los niños y no me fio.

M: ¿Puedo llamarte luego? -se dirigió a la enfermera con calma.

E: Claro.

Miraba el móvil entre sus manos, Natalia acababa de entrar en el baño a darse una

ducha y pensó que ese sería el mejor momento. Se pinzaba el labio nerviosa, casi

riéndose de sí misma al verse en tal estado. Era su mujer, y sentía vergüenza, timidez,incluso miedo. Se levantó con decisión y salió de la habitación encaminándose hasta el

ventanal que había frente a los ascensores. Miró de nuevo el móvil y con más decisión

que la vez anterior comenzó a marcar uno por uno cada número, esperó escuchando

los tonos hasta que en el tercero contestaba a su llamada.

E: Hola.

M: Hola… ¿Cómo estás?

E: Bien, bien. Mi madre acaba de irse a la cama, y me apetecía ver una película aquí en

el sofá ¿Y tú?




M: Pues íbamos a bajar a cenar ahora, mi hermana está dándose una ducha.

E: ¿Estas en la habitación?

M: Eh… no, en realidad no, estoy en el pasillo.

Llevo la pista al suelo y miró sus zapatos mientras con la punta de sus botas marcaba

una línea en la oscura moqueta.

M: ¿Qué vamos a hacer al final con lo de… de la fiesta de la niña?

E: He pensado que podíamos hacerla el fin de semana, cuando tus padres estén aquí.

M: Me parece bien, he hablado hace un rato con mi madre, cogerán el ave por la

mañana, así que para la hora de comer ya habrán llegado.

E: Podemos comer todos juntos ¿no?

M: Sí, sí -había comenzado a caminar hacia el pasillo girándose después volviendo de

nuevo- Esther yo…

E: ¿Sí?

M: Me hubiera gustado seguir hablando antes.

E: Ya, y a mí.

M: Si, si te encuentras bien mañana había pensado que… podríamos dar un paseo, te

haría bien y… te puedo invitar a desayunar… Pero bueno que si no lo ves bien o no

quieres pues…

E: Sí que quiero, me encantaría.

M: ¿Sí?

E: Sí.

M: Bien pues…-se giró nerviosa mirando a una pareja que caminaba hacia losascensores- pues mañana voy para allá.

E: Vale, te estaremos esperando.

M: Hasta mañana.

E: Hasta mañana, Maca.

M: Que descanses, y dale un beso a la niña de mi parte.

E: Se lo daré, buenas noches.




M: Buenas noches.

Aún era temprano, pero los ojos de la pediatra permanecían abiertos fijados en la

ventana de aquella habitación de hotel. Poco a poco los colores de aquel día habíanido tomando protagonismo iluminando la estancia, estaba nerviosa y así lo reflejaba su

cuerpo que no le había dado tregua en toda la noche manteniéndola despierta.

Sintió el cuerpo de su hermana moverse, y segundos después levantarse, ella no se

movió, había mirado el móvil minutos antes y aun no podía ir a su casa, quería esperar

al menos un par de horas mas y darle tiempo a Esther. Se abrazaba a la almohada con

una sonrisa cuando escuchó un ruido aparatoso proveniente del baño, donde Natalia

había entrado segundos antes y preocupada se levantó corriendo hasta allí.

M: ¿Natalia estás bien?

N: Joder… -permanecía en el suelo dolorida.

M: ¿Para qué coño entras a oscuras? -se agachó junto a ella- ¿Dónde te has dado?

N: Creo que me he torcido el tobillo Maca, me duele mucho. -casi lloraba.

M: A ver, déjame que…-puso las manos en su tobillo sintiendo algo que no le había

gustado- Joder, no es un esguince, te lo has roto Natalia.

N: ¿Qué? -preguntó asustada- Maca, me duele mucho.

M: Vamos, levántate, hay que ir al hospital.

N: Pero, tú tienes que…-se agarraba su hermana levantándose bastante dolorida-

Esther…

M: Eso puede esperar.

N: No, Maca no.

M: Natalia, deja de comportarte como una niña, te has roto un hueso, hay que hacer

radiografía y ver que sea limpia, haz el favor de hacerme caso.

Un rato después Natalia había sido llevada a rayos junto a Laura que tenía guardia

aquel día y caminando de un lado a otro del pasillo sabía que tenía que avisar a Esther.

E: Dime, Maca.

M: Esther, verás es que… ha ocurrido algo.

E: ¿Algo de qué? -su voz sonó extrañada.




M: Mi hermana ha tenido un accidente en el baño esta mañana y está en rayos con

Laura, se ha fracturado el tobillo en una caída de lo más absurda.

E: ¿Pero está bien?

M: Como una niña llorando porque le duele.

E: ¿Q ieres que… quieres que vaya?

M: No, no… No te preocupes, por lo que hemos visto de primeras solo necesitara que

se lo inmovilicen, lo que si es que quizás sería mejor tenerla en casa.

E: Claro.

M: Luego vamos para allá ¿vale?

E: Está bien, prepararé con mi madre algo para comer.

M: Esther, que siento… siento no haber podido ir .

E: No te preocupes -sonrió- Tenemos muchas ocasiones para ir a desayunar junto a

nuestra hija.

La puerta del ascensor se abría dando paso a una Natalia sujetada por muletas

mientras su hermana le abría la puerta, en el interior de la casa la enfermera miraba laescena dándoles paso.

E: ¿Cómo estás?

N: bien jodida… voy a denunciar al hotel por la mala colocación de los muebles del

baño.

E: Jajajaja

M: Lleva así toda la mañana, y la culpa la tiene ella por entrar a oscuras.

E: Pues yo sé de una que tiene esa misma costumbre -la miró enarcando una ceja y

haciendo sonreír a su cuñada- La habitación está preparada.

M: ¿Y tu madre? -se giró sorprendida.

E: Ha decidido irse, le he contado lo ocurrido e insistió en que sería un estorbo.

M: No si… no se puede negar que sois madre e hija -volvió a caminar hacia la

habitación ayudando a su hermana.

E: ¿Qué has dicho?




N: Q ue no se…

M: Nada, nada…-recriminó a su hermana con la mirada haciendo reír a esta.

N: Jajajaja

E: ¿Y ahora de qué te ríes tú?

N: Nada, aquí la Wilson, que tiene un humor muy bueno.

E: Anda que estáis buenas las dos.

M: Te ayudo a ponerte algo cómodo y salimos al salón ¿Vale?

N: Sí por favor. Quiero tirar este pantalón y no verlo más sufrir -miraba como habían

tenido que cortar por un lateral de la tela- Madre mía, doscientos euros de pantalón.

E: La próxima vez piénsalo y ve al más barato.

Salió de allí dejando a su mujer con una sonrisa mientras Natalia seguía mirando aquel

pantalón que le había destrozado su corta vida. Vestida de chándal salía de nuevo con

sus muletas y llegaba hasta el sofá donde Esther le acomodaba unos almohadones.

N: No es por menos preciar nada eh, pero me volveré con papá y mamá.

M: ¿Y eso?

N: Cariño, allí tengo a Carmen, y no molesto a nadie.

E: Aquí no molestas, no digas tonterías.

M: Bueno, esta señorita necesita comer para tomarse su medicación.

E: Vamos a la cocina, lo tengo todo hecho.

Comieron entre risas, recordando antiguas batallitas de ambas hermanas. Lejos de

parecer lo que las dos esperaban, parecían más bien un grupo de amigas que pasaba la

tarde riendo y bebiendo cómodamente.

La pediatra fue en busca de su hija, la que recibió innumerables muestra de cariño

estirada sobre las piernas de su madre, que ensimismada con ella parecía cambiar de

tal manera que la enfermera la miraba en silencio encontrando de nuevo la imagen

que tantas veces había adorado en silencio.

N: Yo estoy muy cansada, debería irme a la cama.




M: Venga, vamos se levantó para ir de nuevo junto a ella- Esta noche si te molesta me

llamas ¿Eh? No te calles que esto duele.

N: ¿No me digas?

M: Venga, venga, que eres una quejica, luego me dices a mí.

Una vez en el dormitorio despojó la cama de la colcha y colocando un cojín en los pies

de esta la ayudo a colocar el pie de manera que no le molestase para dormir.

M: ¿Estás bien así?

N: Deja eso y ve a hablar con ella.

M: ¿Cómo?

N: Que vayas a tu habitación y hables con ella -la pediatra bajó la vista mientras seguíacolocando todo bien para ella- No me hagas darte con la muleta en el culo, Maca.

M: Me estoy tomando un segundo ¿Puedo?

N: Claro -dejo pasar un momento- ¿Ya?

M: Eres imposible, de verdad… Imposible.

N: Sí pero a mí me ha costado un tobillo, así que ahora ve y haz que merezca la pena.

M: Buenas noches -dejó un beso en su frente y salió de allí respirando mientras

buscaba su valentía.

Despacio, recorrió los escasos pasos que llevaban a su dormitorio, la puerta

permanecía entornada y se veía con claridad la luz que salía de ella, tocó lo justo para

que la enfermera sintiera su presencia y entró descubriendo con el torso desnudo

antes de colocarse una camiseta, pudiendo ver como aun su barriga dejaba rastro de

aquel parto.

M: Hola ¿Te vas a acostar ya?

E: Sí, es un poco tarde ya.

M: Bueno, pues… buenas noches -sonrió.

E: Buenas noches.

Sentada en el sofá, permanecía ahora a oscuras en el salón, abrazada a sus piernas

flexionadas. Una botella de vino ya medio vacía y una copa junto a ella dejaban vercomo había pasado las horas de aquella misma manera.




Se levantó y fue hasta la puerta, cerrándola con cuidado de no hacer ruido, volvió de

nuevo al sofá y tomando el mando del equipo de música hizo sonar el disco que había

ya dentro, encontrando una canción que ya conocía, y le hacía empequeñecerse en

aquel sofá.

Dio un gran trago de su copa mientras miraba a su alrededor. La pequeña iluminación

del equipo hacía que pudiera ver de manera tenue el mueble, y en él algunas de las

fotos que ella misma había colocado. Encontrarse en su casa, con aquel aroma con el

que había aprendido a vivir, y no quería dejar de hacerlo, sintiendo a su hija a escasos

metros de ella, sabiendo a Esther dormida en su cama, con aquel lado vacio, el vacio

de sus abrazos, el vacio de sus besos, consiguió desmoronarla de nuevo.

Envuelta en el dolor, flexionó de nuevo sus piernas hundiendo el rostro después en

ellas, dejando que aquel torrente de lagrimas que necesitaban salir vieran la libertad,

no pudiendo ver así como la puerta se abría en aquel momento, haciendo que los ojosque no había podido cerrarse en todas aquellas horas se posaran en ella sintiendo la

frustración de verla de aquella manera.

Despacio caminó hasta ella, viendo como no percibía su presencia, se detuvo a escasos

centímetros de aquellas lágrimas que tanto quería detener, y sin querer que siguiera

sin saber que estaba junto a ella acarició su pelo sorprendiéndola y haciendo que su

rostro se dejase ver enrojecido por las lágrimas.

Verla allí, frente a ella la hizo perder el control de aquel último resquicio de fuerza que

la mantenía, se abrazo con desesperación a su cintura, llorando como hasta ahora no

lo había hecho, sintiéndose pequeña, débil, recibiendo aquel abrazo que tanto

necesitaba sentir.

M: Lo siento, lo siento tanto.

E: Ssshh… no llores Maca, por favor -la hizo separarse lo justo para poder sentarse a su

lado- No llores -limpió sus lagrimas sintiendo aquella mirada puesta en ella.

M: Slo quiero arreglar esto, sólo… quiero arreglar lo que dejé romperse un día.

E: ¿Por qué no lo hacemos las dos, uhm? -acarició su mejilla- No tienes que cargar con

todo tu sola Maca, somos dos. Dos para sufrir si hay que hacerlo, dos para reír siempre

que se pueda. Dos para mantener esta familia.

Despacio, tomó aquel rostro entre sus manos, ese que tantas veces había besado, ese

porque el abría los ojos con una sonrisa cada mañana sabiendo que estaba a su lado. Y

era tal como necesitaba sentirla, tal y como había rogado mientras lloraba en silencio

antes de ser descubierta. Se acercó sin llegar a rozarla, solo para sentirla de nuevo,

revivir ese segundo donde ambas respiraban de la otra.




M: Esther…

Temblando como si fuera aquel primer beso improvisado, acortó la distancia que las

separaba sintiendo el calor en sus labios, aquel sabor que tanto había extrañado,

aquella sensación de plenitud rodeándola con sus brazos, ocultándose después en su

cuello, ese cobijo que tantas veces la había resguardado de sus miedos.

De nuevo la enfermera la hacía separarse lo justo para poder ponerse en pie,

mirándola en todo momento mientras le tendía su mano y segundos después unidas

de aquella manera caminaban en silencio hasta la habitación, cerrando la puerta tras

de si para comenzar a caminar de nuevo juntas.

DOS DÍAS DESPUÉS

Casi a la hora comer la puerta se abría dejando pasar unas voces que hicieron sonreír a

la enfermera, que tomando a Lucia en sus brazos salió recibirles para presentar a la

pequeña princesa de la casa, que bastante despierta miraba todo a su alrededor.

-Esther, hija ¿Cómo estás? -le daba dos besos y seguido miraba la niña.

E: Bien Rosario, aunque no tanto como tú.

R: Qué tonterías dices -sonrió feliz- Déjame a mi nieta anda.

M: Mamá, no la marees mucho que nos conocemos. Papá, acércate que no muerde

¿Eh?

E: Hola, .Pedro -le dio dos besos viendo como este se había quedado parado junto a

ellas.

R: Mira, Pedro, que guapa es…-su marido se acercaba con cuidado.

E: ¿Quieres cogerla? -miró a su suegro con cariño.

P: No sé si…

Despacio, su mujer fue dejando a la niña en sus brazos, mientras esta había empezado

a balbucear haciendo sonreír a las tres mujeres. Su abuelo la miraba en silencio

mientras la niña se callaba y lo miraba también.

M: Parece que le has caído bien.

P: Es preciosa -sonrió dándole un beso en la frente- Hola pequeña.




Una frente a la otra. se miraron sonrientes y felices al ver aquella escena, sin dejar de

hacerlo durante unos segundos que en silencio el mundo volvía a detenerse para ellas

dos mientras Rosario alegre por ellas dos miraba aquel gesto sin interrumpirlo.

Después de comer las visitas iban llegando una a una, entre los abuelos y ellas mismas

iban recibiéndolos en la puerta dejando algún que otro regalo para la niña en la

entrada mientras en la habitación las parejas y compañeros del hospital entraban para

ver a la pequeña lucia, que realmente tranquila por tanto rostro desconocido hacia las

gracias de todos.

L: Qué lista es, como mira la tía.

E: Se queda con vuestras caras para saber si llorar cuando os vuelva a ver.

L: Jajaja serás…

C: Pues aquí con el gruñón bien que ha sonreído, no sé como lo hace.

V: Porque yo a las mujeres las llevo locas, cariño, parece mentira que no lo sepas ya.

C: Oye ¿Y Maca?

La enfermera miró a su alrededor y no la vio entre sus compañeros, frunció el ceño y

decidió ir a buscarla. Pasó por el dormitorio de la niña pero no estaba allí, así que

recurriendo a su última opción. Entró en su dormitorio, sorprendiéndose al ver una

rosa en medio de su cama, esta permanecía sobre un papel plegado y sonriendo seacercó tomando primero la flor para olerla mientras cogía aquella carta.

Todo este tiempo junto a ti aun me parece tan corto con todo el que quiero pasar a tu

lado… Levanto cada día a tu lado agradeciendo poder seguir haciéndolo. Hace tan solo

unos días mi corazón sonrío de nuevo frente a ti, me envolviste en tus brazos y sentí la

calma que encontré en tus ojos el día que me enamoré.

Sé que pasaremos la vida juntas, que nada ni nadie puede romper esto, que yo te

quiero más que a mi propia vida, y puedo decir con seguridad que recibo ese mismo

sentimiento.

Has hecho cumplir todos mis sueños, hemos formado una familia que no cambiaría por

nada. Has hecho de mi una persona mejor y completa. Veo ese brillo en tus ojos

haciéndome sentir cerca de ti, tal y como un día me atrapó a tu lado. Conquistaste mi

corazón, mi alma, haciendo más grande este amor. Aposté por ti un día sin marcar en

el calendario, no me equivoqué, lo sé y me lo haces ver cada momento a tu lado.

Entonces, ahora y durante toda mi vida estaré aquí, estoy aquí, a tu lado, recibiendo

tus caricias, suspirando en tu pecho, susurrándote cuanto te quiero, sintiendo comocada segundo me das fuerzas para continuar, admirando ese poder en ti.




Marcaste mi rumbo, y hoy lo sigo a tu lado, teniendo claro en mi mente que eres la

razón por la que levantar cada mañana y dormir tranquila cada noche. Ya te di mi

corazón, y lo tomaste entre tus manos, te di mi calma, y la proteges junto a ti, firmaste

el poder sobre mi vida, y la llevas de la mano.

Y precisamente ahora que todo está en calma, que la vida sigue su curso tal y como la

hemos construido a nuestro alrededor, ahora cuando después de tentar al futuro no

nos equivocamos, ahora cuando sé que mi vida es tal como soñé, que tu eres la dueña

de cada centímetro de mi, sé que es por ti que estoy aquí, y es donde seguiré mientras

me dejes.

Te quiero…

Emocionada limpió sus lagrimas y sin soltar la carta salió de allí de nuevo hasta el

salón, nada más cruzar la puerta volvió a buscarla con la mirada, al final junto a laterraza la vio, apoyada en la pared mientras la miraba después de haberla descubierto.

Sin esperar un segundo fue hasta ella, tomando su rostro nada mas quedar frente a

frente, besándola como su corazón gritaba que necesitaba, recibiendo los aplausos de

todo aquel que permanecía junto a ellas en aquel salón.

E: No voy a permitir nunca que te vayas de mi lado, nunca.

M: No hay otro lugar donde quiera estar.

FIN

Solo para ti –Camila

Eres todo lo que pedía

Lo que mi alma vacía

Quería sentir...

Eres lo que tanto esperaba

Lo que en sueños buscaba

Y que en ti descubrí.

Tu has llegado a encender

Cada parte de mi alma

Cada espacio de mi ser

Ya no tengo corazón

Ni ojos para nadie

Solo para ti...




Eres el amor de mi vida

El destino lo sabía

Y hoy te puso ante mí

Y cada vez que miro al pasado

Es que entiendo que a tu ladoSiempre pertenecí...

Tu has llegado a encender

Cada parte de mi alma

Cada espacio de mi ser

Ya no tengo corazón

Ni ojos para nadie

Solo para ti...(x3)

Esto es de verdad

Lo puedo sentir

Se que mi lugar

Es junto a ti...

Eres todo lo que pedía

Lo que no conocía

y que en ti descubrí...

mye. estoy aqui.pdf

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