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María Zambrano Arquitectura de nuestro tiempo Ningún arte define más lo social que la arquitectura. Arte social entre todos, sin posibilidad alguna de evasión, ni de ensueño. Mas que ninguno ligado a “la voluntad del poderío”, y una de sus expresiones más directas. Todo cambio de régimen o todo régimen político que se afirma, necesita de un estilo propio, en piedra, mármol o ladrillo. Los conquistadores imperiales —Roma, España— se apresuraron a llenarlas de esas marcas de poder con cierta furia que a veces desplegaron en ellas mayor esfuerzo y majestad que en la casa propia. Aun no he logrado ver en Italia acueducto como el de Segovia edificado bajo el imperio de Augusto; ni en España creo que existan levantada por manos españolas fortificaciones como las de Cartagena de Indias. Porque la arquitectura responde a las necesidades de la vida civilizada y a la voluntad de poder; todo poder que irrumpe trae su arquitectura y aunque existan ya edificios consagrados por el uso y que andan muy lejos del estado de ruina, ha de levantar los suyos, los suyos propios. Y ese poder nuevo que irrumpe tiene sus propias necesidades. Castillos había en España y palacios del renacimiento, cuando 1

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Arquitectura de nuestro tiempo

Mara Zambrano

Arquitectura de nuestro tiempo

Ningn arte define ms lo social que la arquitectura. Arte social entre todos, sin posibilidad alguna de evasin, ni de ensueo. Mas que ninguno ligado a la voluntad del podero, y una de sus expresiones ms directas. Todo cambio de rgimen o todo rgimen poltico que se afirma, necesita de un estilo propio, en piedra, mrmol o ladrillo. Los conquistadores imperiales Roma, Espaa se apresuraron a llenarlas de esas marcas de poder con cierta furia que a veces desplegaron en ellas mayor esfuerzo y majestad que en la casa propia. Aun no he logrado ver en Italia acueducto como el de Segovia edificado bajo el imperio de Augusto; ni en Espaa creo que existan levantada por manos espaolas fortificaciones como las de Cartagena de Indias.

Porque la arquitectura responde a las necesidades de la vida civilizada y a la voluntad de poder; todo poder que irrumpe trae su arquitectura y aunque existan ya edificios consagrados por el uso y que andan muy lejos del estado de ruina, ha de levantar los suyos, los suyos propios.

Y ese poder nuevo que irrumpe tiene sus propias necesidades. Castillos haba en Espaa y palacios del renacimiento, cuando a Nuestro Seor Felipe II le vino la idea de levantar la fbrica del Monasterio, palacio tumba de El Escorial. Monumento, recuerdo perenne de una hazaa, sepultura de reyes, smbolo de la realidad del poder en el centro mismo de la Espaa que era entonces centro del mundo. El Escorial como significacin recuerda ciertos Palacios templos de la China antigua edificados sobre un lugar que entendan sus sacerdotes ser el ombligo del mundo. En Roma, en la cima del Palatino un antiqusimo pozo etrusco resiste aun al tiempo con sus paredes de ladrillo; es tambin dicen un Onfalos, o un Mundus, centro por donde se comunican los vivos con los muertos. Porque la voluntad que se afirma en el poder reclama tambin a los muertos.

Y ahora... En la poca moderna, tras de la arquitectura imperial y monrquica del absolutismo monrquico naci la arquitectura burguesa del siglo xix. La vida de la familia la haba inspirado; pues no se olvide que es la familia y no el individuo lo que realmente se afirma en la burguesa, lo que reclama el poder y lo obtuvo en lo posible. No el ancestro cuyo remoto origen hace alusin a algo mitolgico siempre; no la estirpe fundada en una hazaa y en ttulos de nobleza y las riquezas adjuntas, sino la familia como tal, la familia clula de la sociedad. Familia ha habido siempre, pero no ha existido, en verdad, con fuerza tanta y por s mismo, por ser familia sin ms hasta la poca que podemos llamar burguesa.

Su huella, la huella de la familia est escrita en las edificaciones del siglo xix. Casas de pisos de apartamentos pero no muchos para que fuese la habitacin de las familias; es decir, para que la familia que las habitaba no ingresase en la multitud, iglesias pequeas, paseos y parques para que las familias pudiesen ir a recrearse. Y aun en las mismas devociones religiosas se abren paso con bro creciente la devocin a la Sagrada familia, cuya imagen se multiplica en mil cuadros, en mil cromos.

Vase pues, como un simple examen de la arquitectura nos da ya un esquema de una historia de la Sociedad, de la evolucin social. Quiz la pintura pudiera algo, quiz el teatro; la msica... menos que ninguna de las artes por ser lrica pura, por ser tambin matemtica, aunque en verdad no hay arte que del todo quede libre del sino social, digamos del poder reinante,

Y ahora se quiera o no, es la masa o son las masas mltiples por esencia quienes ejercen el poder, lo ejercen, aunque no lo ejerzan directamente. Pues, claro est que los que gobiernan son siempre un grupo. Mas bien se trate de un grupo de hombres elegidos democrticamente o de un dictador, es en nombre de la masa o de las masas como ejerce su poder; es su nombre y en su nombre se justifica, a ellas hace apelacin y aun no se puede negar que algunas dictaduras, que nos han espantado, llegaron a ser por manos de las masas, tradas por ellas, pues como las masas son mltiples.

Y es que est an por hacer el examen total de lo que significa y trae y pide la masa. El Libro de Ortega y Gasset escrito en 1927 es un genial diagnstico de nuestro tiempo, pero habra el mismo descubridor de las masas de seguirlas estudiando, de proseguir el descubrimiento de ese nuevo continente, su exploracin y hasta su escudriamiento.

Tena que surgir la arquitectura propia de las masas, inspirada por ellas, regida por sus necesidades.

Hace ya tiempo hubo de surgir all donde primero comenzaron a florecer. Se suele explicar la existencia de los rascacielos de la ciudad de New York por el poco espacio de la isla de Manhattan. Pero se hubieran levantado esas gigantescas catedrales en otra poca? No hubiera sido necesario y ya vemos como despus en ciudades no insulares, se edificaban con no menos mpetu.Porque la masa necesita, ante todo, de grandes espacios que la contenga. No sera igual muchos edificios pequeos? Salta a la vista que no; pues lo que define a un poder es la unidad, la unidad de la masa se rompera, no aparecera visible fragmentada. Son las inmensas oficinas de una sola compaa; las distintas dependencias de un solo Banco o de una asociacin bancaria; es el Estadio que ha de contener a una inmensa multitud... Y as suceden fenmenos tan curiosos como ste de Roma: en las Termas de Caracalla hechas en el momento de mayor auge de las masas imperiales, tienen lugar hoy representaciones de pera a las que pueden asistir diez mil espectadores ahora; cuando se inaugur en 1938 bajo el auspicio de Mussolini tena cabida para veinte mil; el escenario tiene mil quinientos metros cuadrados, intil decir que es el mayor del mundo. Pero es que las Termas de Caracalla tenan salones donde podran baarse o secarse a la vez quince mil personas. Estas grandiosas ruinas han tenido que esperar tantos siglos para volver de nuevo a prestar servicio; cabe imaginar una pera representada all en el siglo pasado? Ni antes siquiera de la primera Guerra mundial? No, por razones que por obvias no precisan ser expuestas.

Y el nimo se encuentra vacilante en estos espectculos de la pera en las Termas de la Edad Imperial. Vacilante ante el anacronismo de un gnero romntico que evoca palcos forrados de terciopelo y ramos de violetas, billetes amorosos y furtivas miradas cruzadas al pasar, perlas y rasos en el tocador de las damas a quienes esperaba su land a la puerta... y ante el sincronismo perfecto de las masas de hoy con aquella arquitectura. Y aun quedan espacios y bloques en pie para dar cobijo a otros espectculos; una gigantesca pantalla tridimensional podra instalarse, campos de deportes o de entrenamientos, quien sabe que astronmicos laboratorios... pues todo se hace grande cuando el planeta se va haciendo pequeo.

Confrontan ahora las ciudades de la vieja Europa, llenas ya de la arquitectura individualista del Renacimiento, de la burguesa del diecinueve, el problema de hacer nuevos edificios para las masas reinantes. Grandes casas de apartamento, esto es necesidad, terrible necesidad cuando millares de seres gimen sin techo o apiados en lgubres chamizos. Podran edificarse muchas casas, de ese tipo de los barrios obreros que ya a principios de siglo comenzaron a poblar los suburbios de las ciudades de la Europa central. Pero, de nuevo la masa impone su unidad, su fisonoma, sin olvidar consideraciones de orden prctico y econmico.

Ha dado mucho que hablar el edificio realizado por el clebre arquitecto Le Corbusier, en su ciudad natal de Marsella. Y por primera vez cuenten que quien esto escribe no ha recorrido, ni mucho menos el mundo entero la impresin neta de lo clsico ha surgido. No da impresin de pesantez, sino de armona. Su enorme masa queda encuadrada y aligerada por la lnea sutil que la recorta en el cielo destacndola entre los rboles. Los colores suaves sabiamente combinados dan impresin de sosiego; lejos parece el ajetreo de la urbe moderna el lugar es una amplia avenida sombreada de altos rboles. Sugiere no el amontonamiento de seres humanos que tropiezan entre s, a cada paso que dan, sino al contrario, un ancho espacio organizado, viviente; un lugar en suma, habitable hecho a la medida humana. Y esta es la increble hazaa; lograr la medida humana en un edificio que puede albergar tres mil inquilinos.

Pues arte es el logro de la realizacin de lo contrario. La masa que se libra de su propia pesantez. La multitud que no se aglomera en un espacio, sino que se ordena en l; arte es orden; ordenacin ante todo del espacio y del tiempo. Sin esa ordenacin la vida humana deja de serlo y se vuelve angustiosa, bestial o simplemente imposible.Y as, la segunda maravillosa sorpresa de la arquitectura de estos tiempos; la recin inaugurada Stazione Termine de Roma. El problema aqu se complica, pues se trata, adems, de resolver todos los problemas funcionales, de afrontar la vencidad de la arquitectura clsica. Riesgo inevitable en esta Ciudad centro del antiguo clasicismo. En este caso, son las Termas de Diocleciano, hoy Museo Nacional de Roma, con quien ha de vrselas la moderna Estacin Terminal. Y justo es decir, con alegra, que ha logrado el poder vrselas sin sonrojo, quiero decir sin que acudan los deseos de verla demolida. Bien al contrario: el parangn puede sostenerse.

Los medios? Tcnicamente no lo s; slo un avezado arquitecto podra descubrirlo, descubrir la frmula de los materiales que la integran, de los clculos que la sostienen... Estilsticamente yo dira que son muy parejos a los del edificio de Le Corbusier en Marsella; ligereza, armona,... msica. Aqu ms patente, ms audible, diramos. El inmenso pabelln de ingreso se levanta casi enteramente de cristal; sostenido por vetas metlicas de una lnea pura y neta,... clsica. Da la impresin de lo ms difcil en arquitectura; del movimiento, y por ello est emparentado ms que con lo propiamente clsico lo barroco. Mas los clsicos tuvieron tambin que apelar al movimiento para poder hacer soportable la enormidad de las masas. Las lneas interiores recuerdan a la de algunos aviones ultramodernos, a las de alguna estructura de algn Observatorio Astronmico y a las... del mar. Algo de los pliegues con que el ocano marca su masa de agua como sometindola al nmero, a la medida..., pues cuanto ms se tiene en masa, ms es necesario, para hallar la belleza o simplemente lo humano, someterse a la medida.

Los muros que continan esta cristalina arquitectura, ya de material opaco, sin copiar los muros clsicos armonizan con ellos... y se piensa al verlo as realizado: era natural! Era natural s que en una poca en que vuelven a regir las masas se encuentren soluciones que armonicen con las de aquella otra lejana en que las masas, la multitud, apareci, por primera vez que sepamos, sobre la superficie de nuestro mundo histrico.

Y una esperanza se desprende de estas dos maravillas arquitectnicas. Estar al nacer aquello que las masas necesitan; su alimento y su conjuro pues toda la realidad viviente necesita ser conjurada? La inteligencia que ofrezca a la masa el remedio digno de su necesidad; pues las necesidades humanas han de ser satisfechas en dignidad. La caracterstica de todo lo que es masa es la pesantez, la opacidad, la falta de aire y de ritmo... Si la inteligencia supiera ofrecerle la superacin de su espontnea condicin inerte, algo ligero, transparente, musical... Pues solo la msica doma a lo que hay de oscuro, de inerte en lo que vive; solo una naciente armona puede conjurar la rebelin.

Roma, julio 1953

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