mz pirandello

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María Zambrano Pirandello desde Roma El mundo de Pirandello Poeta, creador en el grado más alto que sólo aquel que ha logrado tener un mundo propio; un mundo propio y real. Personajes, acontecimientos y hasta paisajes y una cierta atmósfera que encontramos en la vida real y que sin la sombra esclarecedora de su “autor”, pasarían ante nuestra mirada sin dejar huella o dejan tan sólo una equívoca impresión, de algo incomprendido, como pasan tantos gestos y tantos rostros que todavía no han encontrado su autor. Pues a la vida no le basta con estar ahí, con vivir; sino que necesita, para ser real enteramente, lo que se llama “existir”; destacarse del resto con sus caracteres propios, definirse en plenitud. Y para que esto se logre hace falta una conciencia que recoja al personaje que vaga errante por la ciudad, oprimido bajo el peso de su vida no vista por nadie. De todas las angustias que oprimen al hombre, una de las más asfixiantes es la que proviene de no sentirse visto ni oído. Porque el ser visto es requisito indispensable de verse a sí mismo. Nos vemos en otro y sólo cuando alguien ha recogido nuestra historia, la 1

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Arquitectura de nuestro tiempo

Mara Zambrano

Pirandello desde Roma

El mundo de Pirandello

Poeta, creador en el grado ms alto que slo aquel que ha logrado tener un mundo propio; un mundo propio y real. Personajes, acontecimientos y hasta paisajes y una cierta atmsfera que encontramos en la vida real y que sin la sombra esclarecedora de su autor, pasaran ante nuestra mirada sin dejar huella o dejan tan slo una equvoca impresin, de algo incomprendido, como pasan tantos gestos y tantos rostros que todava no han encontrado su autor. Pues a la vida no le basta con estar ah, con vivir; sino que necesita, para ser real enteramente, lo que se llama existir; destacarse del resto con sus caracteres propios, definirse en plenitud.

Y para que esto se logre hace falta una conciencia que recoja al personaje que vaga errante por la ciudad, oprimido bajo el peso de su vida no vista por nadie. De todas las angustias que oprimen al hombre, una de las ms asfixiantes es la que proviene de no sentirse visto ni odo. Porque el ser visto es requisito indispensable de verse a s mismo. Nos vemos en otro y slo cuando alguien ha recogido nuestra historia, la historia de nuestras penas, de nuestro contento, nos sabemos a nosotros mismos. Cmo conocerse si no nos conoce nadie?

Y cmo conocer lo que nos rodea, la vida cotidiana que pasa tangente a nuestro lado, o que penetra en la nuestra, con slo nuestros menguados medios imaginativos? Se miente ms de la cuenta por falta de fantasa, tambin la verdad se inventa, deca el poeta Antonio Machado.

Los grandes inventores de la verdad de la vida son los poetas que tienen categora de autores. Los que nos hacen decir: parece un personaje de... o ese conflicto parece sacado de un drama o de una novela de...

Venimos as a captar la realidad de la vida bajo una especie de categoras; la obra de los autores en grado mximo, opera en nuestra mente como esquemas fundamentales que nos hacen posible la captacin de la realidad ms vital, la de los conflictos que nos rodean y las de nuestros propios conflictos.

De la lista innumerable de autores que llenan las pginas de los tratados de Historia Literaria, slo algunos alcanzan esta universalidad de ser modos de conocimiento; cifra y expresin de una poca, a veces de un pueblo entero de por siempre o, ms modestamente, de un momento de la historia de una sociedad. Dos caractersticas se destacan de la obra de estos autores mximos: la impasibilidad, ese gnero de presencia constante en que, como deca Flaubert quien pareci aprenderlo en Cervantes, el autor, se encuentra en todas partes, sin aparecer en ninguna; en vez de tropezarnos con el autor, entramos en su mundo como en una realidad viviente ms clara que la que nos rodea.

La otra caracterstica de estas obras verdaderamente clsicas, es que por grande que sea la familiaridad que con ellas tengamos y hasta el conocimiento analtico que de ellas se haya hecho, siempre subsiste en su fondo algo de misterio, como en realidad sucede. Los personajes por definidos que estn no son nunca esquemticos, nunca son conceptos fijos; parece que cambian y fluyen; que en ellos se de el misterio de la respiracin, smbolo de lo viviente.

As es Cervantes y no Caldern a pesar de su grandeza, intensidad y claridad el autor entre todos de la vida espaola. Todo en el mundo de Cervantes respira. Y Don Quijote es mucho ms el protagonista de La vida es sueo, que Segismundo el razonador. Sus razones, en cambio, son vlidas, tienen ms vida que el mismo personaje. Caldern debi de ser un filsofo.

Tienen la virtud estos autores de dejar intacto el misterio de sus criaturas y hacerlas al propio tiempo universales. Cifras de la vida ms entraables y asequibles a los hombres todos, supervivientes a travs de todas las pocas. No se entra a formar parte de esa categora por mayores mritos literarios; no se trata de ser un escritor afortunado, sino de ser o no ser.

Luigi Pirandello es, sin duda, un clsico, uno de estos autores de un mundo al par propio y universal. La comprobacin se tiene cuando se vive un tanto la vida del pueblo italiano y especialmente cuando se siente transcurrir la vida cotidiana de esta ciudad, donde padeci tantos aos, donde escribi la mayor parte, sino todas sus obras, Roma. Siciliano de la ciudad de Agrigento, coterrneo, pues, del filsofo ms trgico de la antigedad, Empdocles, expresa no slo en sus obras dramticas, sino en sus cuentos en nmero de trescientos sesenta el sentido trgico de la vida.

Era, en Roma, profesor de griego en un Liceo, y ese su oficio era el nico contacto que mantuvo con el mundo exterior, durante muchos aos. De las clases volva diariamente a recluirse en el infierno domstico, donde una Musa enloquecida le celaba sustrayndole al mundo de los vivos. Cumpli en este modo el requisito al parecer indispensable, de todo poeta trgico: el descenso a los infiernos.

Y en este infierno domstico fue visitado por sus personajes, por los famosos seis en busca de autor que le persiguieron y que l hubo de trasladar a la escena con su vida propia de personajes a medias nacidos, que piden nacer gimiendo; su llanto y su temblor, que son los del nacimiento; el llanto con que todos los humanos entran en la vida, como si todos viniramos con una gran congoja, por una congoja pura, anterior a la palabra y no expresable del todo por ella. Y por eso, cuando, al fin, tenemos palabra, no podemos recordarla. Como si al nacer a la vida consciente dejsemos encerrados en el mundo de las entraas, que es tambin el de los sueos, todo un mundo condenado al silencio.

Al autor trgico se le entreabren las puertas de este mundo subterrneo, subanmico y subconsciente. Tiene el poder de adivinarle bajo la mscara que protege y oprime a cada uno de los hombres. Siente el clamor de esa realidad secuestrada. Y el mismo tiene que prestarse a la exigencia de esa realidad que quiere despertarse.

El hombre que camina a solas, desconocido para los dems y para s mismo, es el protagonista de todas las obras de Pirandello, sean en la Tragedia tal vez la nica tragedia lograda de la literatura moderna Seis Personajes en Busca de Autor, sea en los dramas y comedias, o en los relatos y en esa su nica novela tan extraordinaria por tantos ttulos, El difunto Matas Pascal.

El arte de Pirandelo desenvuelve incansablemente esta tragedia de todos y de cada uno que es la soledad; la soledad del que no logra existir enteramente. De aquel que se sabe tan slo porque se duele; este hombre que es el protagonista, el hroe, el que ocupa el lugar de aquel que sala a la escena griega alzado sobre el coturno y que es ahora, en el mundo actual, en este nuestro mundo, Luomo cualunque, el hombre de la calle, uno sin ms.

Es la grandeza del autor trgico Pirandello; haber visto y dibujado el hroe trgico en el hombre que va por la calle, sumergido al parecer en su tarea, en sus modestas preocupaciones. Haber dado acogida a los personajes de la fbula, de la eterna fbula de la tragedia de ser hombre nada ms que hombre, es decir, ser a medias nacido,

Unamuno y Pirandello

Hay extraas coincidencias que encuentran su explicacin a la luz de la Teora de las Generaciones que ha formulado Ortega y Gasset. Unamuno y Pirandello pertenecen a la misma generacin; los dos, aunque en diversa escala, han sido profesores de Griego; es lo nico que los aproxima. Y los que creen en la raza o en el clima ambiente, nada podran aportar que explique la profunda coincidencia de estos dos autores, su descubrimiento comn realizado a tanta distancia. Porque Unamuno es hombre del norte, no slo del norte de Espaa, sino por su espritu y estilo del norte de Europa. Pirandello es del extremo sur, de esa isla del Mediterrneo, tierra seca y desgastada por el viento del frica y por el mar de reflejos innumerables: Sicilia.

Unamuno se alz contra la Filosofa, pero como todos los que tal hacen acaban siendo filsofos, si no lo son ya de antes. Mientras Pirandello no se ocup en polemizar contra nada, ni tampoco fue esa conciencia vida, implacable de su patria que fue Don Miguel para Espaa. La personalidad de Unamuno es ms compleja, mltiple, siendo una. l, l mismo es un personaje que se va expresando a travs de su propia obra y por eso un solo gnero literario no le basta; pues se trata de existir, de existir l y con l... Espaa, y los espaoles, las criaturas que a su sombra de autor van a acogerse, y... el mundo todo.

Pirandello no parece ganado por ese hambre de existir; olvidado de s mismo, recluido en su infierno domstico slo existe para recoger la voz de los mltiples personajes que llamaban a su puerta. Cuentan que un da, agobiado por la multitud de personajes que le visitaban, con la pretensin de ser escuchados por l y despus llevados a la luz pblica, hubo de colgar un cartelito a la puerta de su despacho, que deca aproximadamente as: Se ruega a los personajes de todas edades, sexos y condicin, que tengan la paciencia de aguardar a que les llegue su turno y de dejar mientras tanto tranquilo al autor.

Y todos los personajes llegaban con una misma cuita, bajo distinto aspecto: el equvoco que parece darse siempre en toda existencia individual... en toda. En la tragedia clsica suele constituir la mdula del argumento un equvoco; Edipo, que cae en lo que quiere evitar y que siendo inocente ha venido a ser el ms culpable de los hombres. Pero, en aquellos tiempos tal equvoco pareca ser slo el destino de los seres extraordinarios. A lo menos, polticamente.

La Filosofa fue descubriendo lentamente al hombre en su ambigua condicin. Mas fue solamente San Pablo quien dijo: No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero hago. Las Tragedias de Pirandello parecen modularse sobre este equvoco trgico, a veces por propio yerro ms que culpa, a veces por culpa ajena. El protagonista es siempre un inocente enredado en el equvoco de su propia inocencia que es ignorancia; en la inconsciencia ajena, en alguna pasin indomeable y, la suprema originalidad, en el tiempo.

El simple transcurrir del tiempo desmiente el que se quera ser, el que se fue en algn momento, el que se ha credo ser, Pirandello apura esta tragedia, este equvoco que adviene simplemente de que vivimos sometidos al tiempo. Junto con otro equvoco el que proviene de aquel que somos, cruzndose con el que los dems nos creen ser y... hacen ser a veces. Por eso cada uno, sin ser hroe extraordinario, con ser slo un hombre, est solo en el fondo de s mismo, condenado a perpetua soledad.

Unamuno en forma ms intensa y esquemtica ms filosfica diramos realiza el mismo descubrimiento. En el Prlogo de Tres Novelas Ejemplares habla del Juan que soy, del que creo ser y del Juan que soy para el otro. Y de ah que El otro, la existencia del otro sea el tema obsesionante de Unamuno. Mas, en ltimo trmino, este otro ms all del prjimo es Dios, el eterno solitario que ha de crear sus criaturas.

No se advierte en Pirandello esta llamada ltima, esta exigencia desesperada que Unamuno levanta, una y otra vez, a Dios para que exista. Porque, Seor, si t existieras existira yo tambin de veras. Pero esa soledad clama por una suprema compaa y el equvoco perpetuo en que se mueven sus personajes, que son, nada ms, que el hombre de todos los das, clama tambin por ser despejado.

Los dos, Unamuno y Pirandello, descubrieron al mismo tiempo, la independencia del personaje respecto a su autor. Hacia 1924 se estrenaron los Seis personajes. Por los mismos aos sali a luz Niebla Nivola, segn la llam de Unamuno. Hay una diferencia: que a Pirandello le piden sus personajes existir, y a Unamuno, el protagonista de Niebla, le pide cuentas por haberlo llevado a la existencia. Las dos actitudes que definen al hombre, las dos al mismo tiempo. Pues quin no desespera de haber nacido, al mismo tiempo, que quiere nacer, nacer del todo y para siempre?

Una pena que los nacionalismos rijan en literatura, aun en esta Europa que dice querer ser una. Entre los dos, Pirandello y Unamuno, haran un autor, uno solo equivalente y digno de mirar cara a cara a los grandes trgicos de la antigedad.

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