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Revista Doble Vínculo ISNN 0718-7815, Año 2 - Nº2 1

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Revista Doble Vínculo ISNN 0718-7815, Año 2 - Nº2 1 Revista Doble Vínculo ISNN 0718-7815, Año 2 - Nº2 2 Revista Doble Vínculo ISNN 0718-7815, Año 2 - Nº2 3 Revista Doble Vínculo ISNN 0718-7815, Año 2 - Nº2 4

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El proyecto de la revista Doble Vínculo nace el año 2007 y es concretado el año 2009 ante la urgencia de generar espacios colectivos de

reflexión y exposición de trabajos sociológicos realizados por estudiantes del Instituto de Sociología de la Universidad Católica de Chile.

Se trata de un espacio autónomo, gestionado por estudiantes interesados en indagar las distintas dimensiones y transformaciones de la

realidad contemporánea de Chile, Latinoamérica y el Mundo, desde un trabajo riguroso y crítico que pueda utilizar las distintas

herramientas del análisis sociológico.

Las opiniones expresadas en los artículos son las de los propios autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de la Revista

Doble Vínculo.

Para fomentar la reflexión, discusión y difusión, los artículos están disponibles de forma gratuita en la página web de la organización

(www.cesouc.cl/doblevinculo).

Publicación de los estudiantes de sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile ISSN 0718 – 7815 (electrónica) ISSN 0718 – 7750 (impresa) Diseño de portada y contraportada: Marcela Seguel Fotografía portada: Juan Pablo Ramírez

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Revista Doble Vínculo

Réplicas Sociales: hacia una sociología del desastre

Nº2 Año 2

Director Comité Editorial Pedro Seguel

Comité Editorial

Sebastián Fischer Rodrigo González Rodolfo Martinic Julián Moraga

Francisco Olivos Nicolás Rodríguez Francisco Salinas

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INDICE

Presentación 9

Editorial 11

DEBATE PRINCIPAL:

El significado de lo propio en tiempos de catástrofe

Sebastián Lemp, Javier Traslaviña y Patricio Velasco

17

Máquinas Responsables: Desarmando incertidumbre a través de la democracia

Colombina Schaeffer y Leonardo Valenzuela

35

Operativo Maule UC: Diagnóstico social de las comunas Curepto y Hualañé pos terremoto 27 de febrero 2010

Francisco Gatica y Ariel Rosales

53

Terremoto en la ciudad: Entrevista a Gonzálo Cáceres

Nicolás Rodríguez y Pedro Seguel

73

OTROS ARTÍCULOS:

Creyentes, familias y extraños: el caso de una Iglesia Católica en de inmigrantes mexicanos en Berkeley-California.

Daniela Urbina

85

25 de Março: The Political economy of the counterfiets

Calla Hummel

101

Política y democracia conteporánea: algunos contrapuntos sociológicos

Malik Fermovic

123

El enfoque interaccional en Latinoamérica

Nicolás Bonnefoy

141

BOOKS REVIEWS:

Después del nihilismo: de Nietzsche a Foucault [Reseña]

Francisco Salinas

157

La aceptabilidad del riesgo según las ciencias sociales. [Reseña] Juan Pablo Gonnet

158

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Presentación

La revista Doble Vínculo nace ante la necesidad de generar espacios colectivos de reflexión y exposición de trabajos sociológicos realizados por estudiantes del Instituto de sociología de la Universidad Católica, ISUC. Esto, complementado con la inclusión de trabajos de profesores e investigadores del mismo Instituto, o bien de otras instituciones.

Se trata de un espacio autónomo, gestionado por estudiantes interesados en indagar las distintas dimensiones y transformaciones de la realidad contemporánea de Chile, Latinoamérica y el Mundo, desde un trabajo riguroso y crítico que pueda utilizar las distintas herramientas del análisis sociológico. De este modo, se trata de la gestión de una Revista académica de carácter anual que inicia con una convocatoria abierta de artículos durante el primer semestre, y cerrando con un lanzamiento oficial. Con una lógica de continuum se desarrollan diversas actividades íntimamente relacionadas en pos del fomento de un ―espacio educativo‖, en base a 3 principios:

Espacio académico: Un trabajo comprometido con el desarrollo académico de los estudiantes y la disciplina. No sólo a modo de reproducción de los saberes, sino con un espíritu crítico y constructivo del quehacer sociológico. Además, el desarrollo académico tiene también una dimensión técnica (de habilidades). En este sentido nos parece relevante fomentar en el estudiantado, el ejercicio de publicar, corregir e investigar a través de este espacio.

Espacio orientado a la interdisciplinariedad y trabajo interuniversitario: Si bien el foco está puesto en la sociología, se comprende la importancia de desarrollar reflexiones y trabajo junto con otras disciplinas, además de otras universidades fuera de la PUC.

Espacio de encuentro: Concibe el desarrollo del conocimiento e ideas como un trabajo colectivo y no como meramente individual. Como oportunidad al encuentro con la diversidad de opinión y el aumento de las redes estudiantiles. Es un encuentro entre estudiantes y académicos, orientado a fortalecer los lazos de la ―comunidad‖ educativa en su conjunto.

El 2011 el proyecto cumpliría su 3er año de desarrollo, contando con 5 publicaciones (tres revistas anuales y dos semestrales) en total, a finales del 2010; además hemos realizado 4 conferencias (incluidas 1 seminario y 1 Jornada) y cuenta con el sitio web: http://doblevinculo.wordpress.com

Objetivo general:

Fomentar un espacio de discusión y difusión de artículos académicos producidos por estudiantes, especialmente de la UC, en el ámbito de las ciencias sociales y, en particular, de la sociología.

Objetivos específicos:

1. Abrir un espacio en el estudiantado para publicar y compartir sus investigaciones.

2. Gestionar instancias de reflexión interdisciplinar e interuniversitarias.

3. Gestionar instancias de investigación estudiantil y producción de conocimiento.

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Editorial

Esta reflexión no es sobre el terremoto per se, es -más bien- sobre el desastre, el cual es un fenómeno

que debe ser comprendido en términos sociales. Hechos ―naturales‖ como los sismos -entre otros- tienen una

importancia vital y una compleja interpretación físico-geológica, pero no podemos olvidar que ocurren en

contextos sociales particulares y quienes los manufacturamos en tanto desastrosos somos los actores

involucrados. La tierra siempre se ha movido y lo seguirá haciendo. Cambia su forma, acomoda sus piezas, pero

somos nosotros quienes al concebirla como hogar consideramos su destrucción de modo afectivo.

Sin embargo, ¿Para qué estudiar el fenómeno? Al parecer la interpretación de sus impactos en la

sociedad parece ser fácil y de carácter universal. El dolor, la destrucción y la resiliencia parecen gobernar toda la

reflexión, sin necesidad de ir más allá. A pesar de ello, consideramos que queda mucho tramo por recorrer.

Interpretaciones y prácticas muy heterogéneas son parte de lo desastroso, tal como se puede apreciar

en las citas de más abajo. En este sentido, el desastre puede manifestarse como un castigo divino en respuesta

a la conducta humana, como la evidencia de una pobre preparación en la gestión técnica de crisis y de la

incompetencia de los liderazgos, como el desarme y desarticulación de las normas sociales, como el

florecimiento de patrones de convivencia diferentes y, entre otras perspectivas, como gestor de incertidumbre

frente a una fuerza que nos parece inexplicable y externa.

Del mismo modo que el desastre se conjuga con múltiples hechos ―naturales‖, además contextos

espaciales y sociales particulares; también el desastre es parte de una historia y no responde meramente a una

coyuntura. Es parte de una historia, en tanto puede marcar la biografía individual y social frente a situaciones

límite. ¿Cuándo se esfuma el desastre o el riesgo? Es algo más bien por investigar, que sin dudas tendrá una

relación con la efímera situación de emergencia, pero probablemente su explicación la trascenderá en tiempo.

Mucho es lo que se llama a explicar y estudiar respecto a este complejo fenómeno, consideramos que

las ciencias sociales deben estar a la altura. Es por ello que dedicamos este número para la elaboración de una

sociología -en diálogo a otras ciencias- que apunte hacia el desastre. Tarea que no responde sólo a una

motivación coyuntural, a pesar de ser despertada por los últimos sucesos. Se trata de una tarea más amplia con

perspectiva histórica de cómo nuestra misma sociedad se constituye en convivencia con lo desastroso.

A través de un riguroso trabajo anual de selección y corrección de artículos, estamos conformes de

contar en este número con artículos que abarcaran diversas aristas del fenómeno:

En “El significado de lo propio en tiempos de catástrofe” los autores nos muestran el terremoto afecta

nuestra materialidad, en tanto lo inhabitable y destruido es parte de significados personales y comunitarios.

Por otra parte, ―Operativo Maule UC: Diagnóstico social de las comunas Curepto y Hualañé post

terremoto 27 de febrero 2010” sintetiza un esfuerzo coordinado por el Instituto de Trabajo Social de la UC en las

comunas afectadas. Una evidencia de cómo las ciencias sociales pueden aportar desde la gestión de políticas

para enfrentar la crisis, indicando la envergadura del impacto y criticando las intervenciones realizadas en su

momento. Del mismo modo, dicho esfuerzo nos da alarmas sobre la inamovilidad de institutos como el de

Sociología en pos de generar un aporte coordinado a la coyuntura nacional.

Otra interesante, y menos benevolente, interpretación sobre el desastre es la entregada por el profesor

Gonzalo Cáceres en su entrevista. Donde se indaga sobre el complejo escenario de los saqueos en el Gran

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Concepción y de cómo queda en evidencia una sociedad que no queríamos ver en nuestro país. A pesar de ello,

desde su análisis histórico y urbano, queda demostrado como lo emergente si bien es nuevo y sorprendente,

traía consigo una larga historia de nuestra manera de convivir en nuestras ciudades.

Tanto el artículo ―Máquinas Responsables: Desarmando Incertidumbres a través de la Democracia” junto

con el Book Review “La aceptabilidad del riesgo según las ciencias sociales” nos muestran como el riesgo y la

incertidumbre se incorporan al tejido social, como otra dimensión de la catástrofe.

El número se complementa con trabajos que abordan otras dimensiones sociales:“Creyentes, familias y

extraños: el caso de una Iglesia Católica de inmigrantes mexicanos en Berkley-California” que analiza la relación

existente entre la religión y la formación de lazos sociales entre los inmigrantes, “25 de Março: The political

economy of policing a Street Market” que estudia el comercio informal en Brasil, “Política y Democracia

contemporánea: Algunos contrapuntos sociológicos” que trata sobre el debate teórico en Sociología Política en

los últimos años, “El enfoque interaccional en Latinoamérica” que aborda la posibilidad de hacer sociología

latinoamericana desde el interaccionismo simbólico; finalmente, se incluye un book review del libro filosófico-

sociológico “Después del Nihilismo” de Martín Hopenhayn.

Finalmente es necesario agradecer a quienes colaboraron directa o indirectamente con el dossier

número 2 de la Revista Doble Vínculo. En primer lugar a nuestros académicos correctores del Instituto de

Sociología: Catalina Allende, Soledad Herrera, Nicolás Somma, Maureen Neckelmann, Eduardo Galáz, Luz

Cereceda, Guillermo Wormald, Piergiorgio Di Gimianini y Eduardo Bascuñan. En segundo lugar, a Juan Pablo

Ramírez por el material fotográfico presente en esta edición. En Tercer, a Marcela Seguel por el diseño de la

Portada y Contraportada. Y en cuarto lugar, a los profesores Manuel Tironi del Instituto de Sociología de nuestra

Universidad y Marcelo Arnold Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile por

participar en el evento de lanzamiento de la convocatoria.

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Imágenes del desastre

Fotografía de Juan Pablo Ramírez (2010)

Puerto Montt está temblando / con un encono profundo / es un acabo de mundo / lo que yo estoy presenciando / a Dios le voy

preguntando / con voz que es como un bramido / por qué mandó este castigo / responde con elocuencia / se me acabó la

paciencia / y hay que limpiar este trigo.

"Puerto Montt está temblando" Canción inspirada en el terremoto de 1960. Violeta Parra

“No se puede predecir un terremoto, pero se puede prever donde la amenaza está instalada”

Entrevista al sismólogo Jaime Campos en CNN abril 2010

“Se comentaba que inmediatamente después del primer terremoto, la ciudad se había repletado de mujeres que habían

encontrado la muerte ante los ojos de los hombres; se relataba cómo los monjes, con el crucifijo en la mano, habían corrido

gritando que el mundo llegaba a su fin; cómo un grupo de guardias a quienes se les conminó a evacuar una Iglesia por orden

del Virrey, habían respondido que ya no había Virrey en Chile” Novela sobre el terremoto de 1647 en Chile.

“Terremoto en Santiago” (1814) Heinrich Von Kleist

“Me ha ayudado gente que jamás pensaba que me iba a ayudar. Sí, uno de repente recibe ayuda de gente que no se la

imagina. Ahora con lo que pasó se vieron corazones, porque antes se veían solamente caras, se vieron corazones” Mujer de

Pelluhue en focus group posterremoto.

“La reconstrucción como una oportunidad de integración” (2010) CIS UTPCH

¿Cosas extrañas y misteriosas, son los terremotos, no? Damos por sentado que la tierra bajo nuestros pies es sólida y fija.

Podemos incluso hablar de que la gente está "en la tierra" o que tiene los pies bien plantados sobre la tierra. Pero de repente

un día vemos que no es cierto. La tierra, las rocas, que se supone son sólidas, de un giro repentino se vuelven tan blandas

como el líquido. Lo he escuchado en las noticias: “Licuefacción” lo llaman. Thailand en After the Quake. (2002). Haruki Murakami. Traducción propia.

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Debate Principal

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El significado de lo propio en tiempos de catástrofe

Sebastián Lemp, Javier Traslaviña & Patricio Velasco1

Abstract

La investigación aborda la problemática asociada a la resignificación del espacio

habitado tras el terremoto de febrero de 2010, desde una aproximación de corte etnográfico

y a través de la realización de tres estudios de casos de familias cuyos inmuebles fueron

declarados inhabitables –dos de ellos en diversos sectores de Santiago y un tercero en la

séptima región. El estudio se aproxima a la problemática de la inhabitabilidad del hogar

desde la perspectiva del extended self y las significaciones que se construyen sobre los

diversos objetos constitutivos de la cotidianeidad. Se postula que el terremoto no sólo alteró

las condiciones materiales de habitabilidad de los damnificados sino que igualmente incidió

en diversos aspectos de su vida, lo anterior igualmente mediado por diferenciales de

vulnerabilidad de los afectados. Se rescata la importancia al reconocimiento de la

experiencia subjetiva y familiar del terremoto como una manera de orientar potenciales

políticas de ayuda a los afectados.

Palabras clave: Extended self, resignificación, rutina, terremoto, vulnerabilidad.

1 Sebastián Lemp es sociólogo de la PUC y Magister© en Sociología de la misma universidad. Javier Traslaviña es diseñador de la PUC; DESS (Master) Design et Conception Produits, Université de Technologie de Compiegne, Francia; Master en Comportamiento del Consumidor, UAI; Magister© en Sociología PUC y docente de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la UAI. Patricio Velasco es sociólogo de la PUC, Magister© en Sociología de la misma universidad e instructor adjunto del Instituto de Sociología de la PUC.

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Introducción

El presente texto se orienta hacia la

comprensión de las formas en que los afectados

realizan la distinción entre la propiedad de un bien y

la apropiación significativa del mismo –sea un bien

mueble o inmueble-, sobre todo cuando aquellas

concepciones se ven tensionadas por un evento de

la magnitud del sismo sufrido el 27 de febrero. La

aproximación al problema es de corte etnográfico, a

través de estudios de casos, habiendo desarrollado

trabajo de campo en la comuna de Ñuñoa en

Santiago y Molina, en la séptima región, durante los

meses de mayo y junio del presente año.

Nuestro principal foco de atención fueron

aquellos casos donde la recomendación técnica

sentenció la inhabitabilidad del hogar de los

afectados y en las formas en que los afectados

abordaron aquella ―mudanza forzada‖ que, aun

cuando temporal en algunos casos, contempla una

reordenación del hábitat cotidiano y los bienes que

lo componen –consideramos aquí desde el propio

―soporte‖ de la vivienda, el terreno, como la

edificación e inclusive los bienes muebles que la

conforman.

De este modo, el terremoto es considerado

como un elemento disruptivo de la cotidianeidad y, a

partir de ello, como un evento que problematiza las

atribuciones y representaciones estabilizadas sobre

bienes particulares, tensionando con ello no sólo los

límites de la propiedad ante el desastre sino,

igualmente, las formas de apropiación de los bienes

en cuestión.

Durante el transcurso de la investigación,

sin embargo, tomamos razón de la forma en que el

terremoto incidió en las vidas de los afectados más

allá de nuestro interés inicial. A partir de lo anterior

fue necesario realizar una serie de modificaciones

en el foco de la investigación y sus implicancias a fin

de dar cabida en ella a aquellos elementos que

emergieron de la realización del trabajo en terreno.

Como un modo de facilitar el proceso de

observación y enriquecer el trabajo, nos enfocamos

en un trabajo de terreno que se realizó tanto en

Santiago (Ñuñoa) como en el ámbito rural (Molina)

considerando que un criterio relevante de

comparación se relaciona con la forma en que se

articula el entramado de significaciones en entornos

diversos no sólo geográficamente, sino

considerando igualmente un punto de vista histórico

vinculado con la noción de patrimonio en ambos

contextos.

Los resultados obtenidos, esperamos, pueden servir

como insumo hacia la problematización de las

aproximaciones de la ayuda hacia quienes padecen

los efectos del desastre -¿es efectivamente la mejor

solucionar forzar la demolición de un hogar, por

mucho que los criterios técnicos la avalen, sin

considerar las implicancias simbólicas de ello hacia

los afectados? Se espera que respuestas hacia la

pregunta anterior generen las condiciones de

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posibilidad de un diálogo, operando como ―vasos

comunicantes‖ entre la racionalidad (o

irracionalidad) de los afectados y las respuestas y

soluciones que, formal e informalmente, la sociedad

intenta otorgar.

A nivel teórico, por otro lado, se considera

como un aporte valioso la consideración respecto a

los vínculos entre los afectados y sus bienes,

considerando las representaciones sobre éstos, así

como las eventuales valoraciones y potencial

categorización de los bienes tras el desastre.

El objetivo general de la investigación

consiste en explorar los significados y las

representaciones, individuales y/o compartidas de

los sujetos respecto a la apropiación de sus bienes

(materiales, muebles e inmuebles) luego de la

catástrofe provocada por el terremoto del 27 de

Febrero del 2010, tanto en una zona urbana como

en una zona rural de Chile. Específicamente, la

propuesta considerará explorar tanto las

valoraciones que manifiesten los sujetos tanto en el

ámbito discursivo como práctico, respecto a sus

bienes, como al modo en que los sujetos significan

la ayuda material recibida, principalmente la

solución habitacional y sus consecuencias, así como

la vivencia de la posible ausencia de ésta. Además,

se espera indagar en las representaciones y

significados ex-ante de los sujetos respecto a la

apropiación de los bienes muebles e inmuebles, así

como indagar en las representaciones y significados

ex-post de los sujetos respecto a la apropiación de

los bienes muebles e inmuebles.

Presentación de los casos y consideraciones

metodológicas2

Se eligieron tres casos de estudio, dos de ellos en la

ciudad de Santiago –La Villa Olímpica y el Edificio

Los Cerezos- y un tercero en la comuna de Molina

en la séptima región. La aproximación a los casos

comenzó, generalmente, a través de una entrevista

que ulteriormente fue complementada por

conversaciones de orden más informal y, cuando

fue posible, una mayor imbricación en las lógicas

domésticas de los informantes. De este modo se

privilegió la generación de un vínculo que

trascendiera al mero discurso de los participantes de

la investigación, intentando acompañarlos en parte

de sus rutinas cotidianas dentro de los espacios que

ellos –habiendo sido damnificados por el terremoto-

actualmente habitan.

Villa Olímpica

En la Villa Olímpica nos contactamos con

una familia de cuatro integrantes, ambos padres

(Roberto y Andrea) con una edad cercana a los 35

años, la hija mayor de 10 años, y un hijo varón de 2

años. Ellos habitaban uno de los históricos edificios

2 Los nombres de los participantes en la investigación han sido cambiados en pos del resguardo de su identidad.

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de la Villa, aquellos que se remontan a los años

60‘s. Nos cuentan los padres (con los que

conversamos por separado), que ellos llegaron a la

Villa Olímpica el año 2006, después de haber

estado viviendo en el segundo piso de la casa de los

padres de Andrea.

El terremoto cambia esta situación de

manera temporal por 4 meses, momento en el que

fueron alojados en el hogar de las monjas a la

espera de que la Municipalidad reparase las

barandas de su edificio y además que el maestro

que contactaron reparara su propio departamento.

Edificio Los Cerezos

En el Edificio Los Cerezos de la comuna de

Ñuñoa tuvimos acceso a entrevistar a dos

informantes claves. Nuestra primera informante es

una mujer joven de 32 años, de profesión sicóloga,

soltera y sin hijos que al momento del terremoto y

luego de vivir durante 2 años fuera de la casa de

sus padres y compartiendo arriendo con amigas,

había comprado un departamento en este edificio

hacía apenas 3 meses. Hoy este edificio se

encuentra declarado inhabitable por la municipalidad

por lo que el futuro de la inversión realizada por esta

profesional, hasta ahora, se encuentra en un estado

de incerteza que cambió sus condiciones de vida de

manera bastante radical.

Hoy nuestra informante volvió al hogar

paterno a la espera de una solución para el

departamento que abandonó el 27 de febrero.

Molina

La familia Muñoz Vargas vivía en una casa

comprendida en el denominado ―caso histórico‖ de

la ciudad de Molina en la séptima región; es una

casa-esquina, de adobe, que resultó con daños

serios tras el terremoto del 27 de febrero. Tras

haber vivido algunos años en Santiago la familia

retorno en 1985 a la casa de Molina, donde nacen

sus dos hijos (hoy el mayor estudia en Santiago

mientras el menor es oficial de la marina y vive en la

quinta región).

Tras el terremoto Javiera y José (los padres) han

configurado una vivienda de emergencia

considerando como centro el antiguo quincho de su

casa, que hace ahora las veces de cocina y living-

comedor, tal pieza central es comunicada -a través

de un pasillo construido a partir de elementos

recuperados de la casa por demoler- con lo que hoy

constituye su dormitorio: una mediagua que

recibieron como una donación los primeros días de

Marzo.

Elaboración y re-elaboración conceptual

Para el desarrollo de la investigación fue

necesario realizar una primera aproximación teórico-

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conceptual anterior al trabajo de campo para poder

definir y acotar de alguna manera los conceptos

relevantes de la investigación. A partir de lo anterior

es que rescatamos la noción de apropiación,

vinculada con las percepciones y representaciones

de quienes significan los bienes, así como también

el concepto de ayuda puede tener una nueva

interpretación desde una perspectiva social dado

que las necesidades son ciertamente distintas

dependiendo del contexto geográfico y el ―contexto

social‖. Contar con un grado de subjetividad se hace

necesario para el entendimiento de lo social en el

contexto de una catástrofe, también lo es para

explorar las valoraciones sobre los bienes y todas

las distinciones que sobre ellos se pueden hacer. Se

trata entonces de no sólo limitar el análisis de un

evento de este tipo a la cuantificación de lo perdido

sino que más bien de dimensionar las

consecuencias que una pérdida material significa

para las personas en un contexto social.

Una vez comenzado el trabajo en terreno

propiamente tal y a medida que fuimos recopilando

las impresiones de los participantes, se fue

desarrollando un fructífero diálogo entre los

conceptos presentados más arriba y los resultados

preliminares del terreno. Finalmente a partir de la

naturaleza de los hallazgos etnográficos que

obtuvimos bajo el esquema antes descrito, tanto en

una dimensión Rural (Molina) como en una

dimensión urbana (Ñuñoa), la descripción y análisis

de los resultados está organizada en este informe

en tres secciones separadas, aunque claramente

interrelacionadas: a) Rutina Forma de Vida -Planes

b) Ciclo Vital y c) Extended Self.

Rutina-Forma de Vida-Planes

La contingencia del terremoto trae consigo

la necesidad de buscar una solución lo más rápido

posible para el problema habitacional. En nuestro

caso de la Villa Olímpica, Roberto busca un lugar

para que él y su familia pudiesen mudarse de

manera temporal hasta que pudiesen volver a

habitar su departamento, lo que no ha sido

precisamente fácil, tal como lo señala Roberto:

―colapsado el sistema de arrendamiento. Muchas

trabas, de parte de las corredoras. Llegábamos 20

personas a ver un depto. De esas 20 un ingeniero,

un doctor, un arquitecto, los demás no quedábamos

en la lista, porque el depto. se lo arrendaban a quien

tuviese más poder adquisitivo.‖

Haber encontrado alojamiento con las

hermanas de la Asunción les permitió a Roberto y

Andrea permanecer relativamente cerca de su

departamento y ahorrarse el pago un arriendo, si

bien a las hermanas les pagan gastos de agua, gas

y luz. La familia que vivía en la Villa Olímpica, tiene

que mudarse momentáneamente a la población que

se encuentra al otro lado de la calle Carlos Dittborn,

y eso no es una decisión neutral en tanto es un

lugar catalogado como peligroso.

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En el caso del Edificio de los Cerezos, su

condición de ―inhabitable‖ ha implicado para nuestra

informante, Carolina, un cambio en su rutina y forma

de vida. Luego de haber vivido durante varios años

fuera de la casa de sus padres y de haber logrado

un cierto ―grado‖ de independencia, ha tenido que

trasladar parte de las cosas que equipaban su

departamento a la misma casa desde de donde

había salido hace unos años. El haber vuelto a vivir

con sus padres, aún teniendo una buena relación

con ellos y pese a tener mayores facilidades por el

hecho de ser soltera (según sus propias palabras)

constituye un cambio relevante en sus proyecciones

personales pues pasa a depender nuevamente de la

ayuda y ritmo de vida de sus padres lo cual es visto

como un retroceso para sus planes originales.

Tanto en el caso de la Villa Olímpica como

en el caso de Los Cerezos, podemos observar que

salir de la casa y vivir bajo el techo de un ―otro‖ es

complejo. De hecho, primero debe producirse un

reconocimiento por parte del afectado de que no

será posible poder seguir sosteniendo la vida

independiente y que por lo tanto es necesario pedir

ayuda, como nos dice Andrea: ―Se extraña la casa,

aquí no es lo mismo, si bien estamos con las

hermanas, súper agradecidos y todo, uno igual

extraña sus cosas. (…) después del terremoto ya

nunca más fue tu rutina como fue antiguamente, (…)

no estai en tu casa… entonces no… hay que regirse

por otras normas po’‖.

En Molina, observamos que probablemente

la mayor tensión existente en la familia Muñoz

Vargas tiene relación con el espacio vital. Desde el

momento en que finaliza el terremoto Javiera, la

dueña de casa, asume que en adelante no podrán

contar con la casa en que habitaban. Cuando recibió

la mediagua sintió que había sido ―realmente un

milagro‖. Aquella construcción hoy conforma el

dormitorio de su nuevo hogar; hoy compuesto por la

―cabaña‖ (forma en la que se refieren a la mediagua

no azarosamente), el antiguo quincho de la casa

que es hoy la cocina y sala de estar del nuevo hogar

y un pasillo que conecta ambos espacios construido

mediante el reciclaje de materiales del inmueble

declarado inhabitable.

De ahí que la principal problemática refiera

a la imposibilidad de ofrecer con certeza la

bienvenida a invitados y visitas en el hogar: la

antigua casa equipada bastaba para que trece

personas pudieran pasar la noche, realidad reducida

hoy día a una sola habitación. Lo anterior no es

menor considerando que la relativa soledad del

matrimonio en Molina, se compensaba

anteriormente con la certeza que podían llegar los

hijos y sus amigos, con lo que se renovaba el

vínculo familiar periódicamente.

Por otro lado, el terremoto también tuvo una

clara consecuencia sobre los proyectos a futuro.

Para Carolina el sentimiento es de ―retroceso‖,

mientras que para Roberto y Andrea es más bien de

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estancamiento: ―Habían planes poh… Andrea iba

volver a trabajar, luego… después del terremoto

todo esto se va para abajo, estos planes, porque

tienes que ver qué es lo que va a pasar. Si bien hay

pérdidas tangibles, hay cosas intangibles que las

perdí igual, proyectos, sueños, no sé poh. Seguir

tratando de avanzar…. Con esto te vei 100%

estancado, nada más es lo mismo.‖

Javiera está plenamente consciente de que

―nada volverá a ser lo mismo‖. La propia distribución

de los tiempos del día hoy se haya principalmente

referida hacia la reconstrucción del hogar. Ella volvió

a trabajar unas semanas tras el terremoto en el

Registro Electoral –donde había trabajado

anteriormente- mientras que José en estas fechas

enfrenta la etapa de cosecha de sus cultivos. Esto

ha significado dos cosas para los Muñoz Vargas:

por un lado, y en razón de sus ocupaciones, no

pueden estar pendientes todo el día de la casa mas,

por otro, deben dedicar cada tiempo libre disponible

a ver cómo seguir realizando los arreglos que les

permitan hacer de su vivienda temporaria su hogar.

En el caso de Carolina, su rutina hasta

antes del terremoto se encontraba determinada por

el trabajo y sus propios proyectos personales,

situación que se ve relativizada por el terremoto en

tanto implica un cambio en sus propias valoraciones

respecto del trabajo, así como por el hecho de tener

que estar permanentemente preocupada de resolver

aquellos aspectos relativos al seguro del

departamento. Otro punto importante para Carolina

es tratar de obtener avances respecto de la postura

de la constructora, que se compromete a reparar el

edificio, hecho evidentemente rechazado por ella y

la mayoría de los vecinos, quienes han perdido la

confianza en la estructura del edificio y que apuntan

a recuperar lo más posible de su inversión.

La ―nueva rutina‖ emerge, de esta manera,

como la confluencia de las antiguas preocupaciones

con aquellas que se arrastran desde el terremoto,

desplazando anteriores espacios y tornando así

prácticamente cada momento de sus días en uno

donde existe un problema por resolver. Sin

encontrarse ―desamparados‖, ya que en los casos

que analizamos todos se encuentran en menor o

mayor medida en condiciones de poder solucionar

sus problemas de manera autónoma, las grandes

dificultadas y frustraciones a las que se enfrentan

nos hacen estar conscientes de su estado de

vulnerabilidad.

Es en este sentido que observamos cómo la

autoidentificación que hacen los Muñoz Vargas con

la ―clase media‖, en tanto esforzados en la

manutención de su hogar y preocupados del mismo,

se ve desafiada por la urgencia de la demolición de

la centenaria casa de adobe que era el lugar donde

se concentraban la mayoría de sus aspiraciones

como familia. ―Nunca hemos pedido nada –señala

Javiera-, no sabemos cómo pedir y ahora que

necesitamos ayuda nos vienen a ofrecer comida y

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refrigeradores. No necesitamos eso. Necesitamos

materiales de construcción, pero uno no va andar

recibiendo cosas que no le sirven sólo porque las

están regalando. Yo podría vender el refrigerador y

comprar materiales pero eso no sería correcto‖; la

clase media que nunca había tenido que pedir

ayuda, que confiaba en sus propios recursos y en su

fortaleza es un ideario que aparece radicalmente

cuestionado tras el terremoto. Como nos recalca

Roberto: ―Yo soy un damnificado. Quizás con un

poco más de ingreso, con algo más de regalías,

pero soy un damnificado igual (…) Yo más o menos

cachaba que la prioridad de la municipalidad es la

gente de menores ingresos, y un montón de gente

queda fuera de eso, esto de las fichas CAS, no

están al alcance mío.‖

Vemos entonces cómo en nuestros casos de

estudio se genera una sensación de abandono y de

desconfianza, principalmente por parte del Estado

en el caso de Molina y de la Villa Olímpica, quienes

no ―coinciden‖ con la tipología de damnificado o de

familia vulnerable que maneja la institucionalidad,

mientras que en el caso del edificio Los Cerezos

observamos cómo el hecho de que la constructora

no quiera devolver parte de la inversión genera una

sensación de engaño y burla, además de la de

abandono, como se observa en el video que edita la

comunidad y en general en todo el blog que esta

comunidad construye para efectos de

comunicaciones internas

(http://www.edificioloscerezos.cl).

Además de la rutina y la forma de vida,

encontramos que otra dimensión relevante para

describir y analizar la situación en la que se

encuentran estas familias es la que se refiere a su

ciclo vital.

Ciclo vital

Durante la realización del trabajo en terreno

una categoría de relevancia de análisis, que

emergió a partir de las conversaciones con nuestros

informantes, refería hacia los diversos tipos de

inseguridades y preocupaciones que emergían

como efecto del terremoto y que se asociaban, de

un modo u otro, con el ―momento vital‖ en el que se

encuentran quienes participaron en la investigación.

Fue de esta forma cómo, sin querer nosotros

pretenderlo, identificamos que un elemento

relevante de análisis era la comprensión de los

actores sobre el terremoto y la forma en que éste

incidió en el ciclo vital en el que se encontraban.

Fuimos capaces de identificar, sobre la base

de las conversaciones con los informantes, la forma

en que ellos comprendían los avatares relacionados

con el sismo en referencia hacia las condiciones

determinantes de reestructuración de su vida

cotidiana en razón de los diversos vínculos

familiares existentes, relacionados, por cierto, con

aquellos momentos vitales identificados.

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De esta manera se generó una abstracción de los

casos estudiados hacia la configuración de

conceptos referidos al grado de dependencia o

independencia individual en razón de los lazos

familiares –y la importancia vinculada con la

garantía de ciertas seguridades vitales. Para

Carolina, por ejemplo, es interesante destacar que

uno de los principales aspectos revelados en la

conversación fue el hecho que la relación con los

padres ha sido siempre el vínculo más estable que

ha sido mantenido durante el proceso previo y post

terremoto. No obstante, es más bien el círculo de

amigos quienes fueron los primeros en asistirla a

petición de ella. Esta parece ser una manera o un

camino para mantener vigente esa relación de

independencia ―aparente‖ pues a partir de este

evento se podría formular la pregunta relativa a

hasta qué punto esta era un tema logrado o no en

virtud de lo acaecido el 27 de Febrero, tal como ella

lo señaló en referencia a la vuelta al hogar paternal:

―tampoco pretendo quedarme mucho tiempo en la

casa de mis papás….pero yo creo que un par de

meses regaloneando me ha hecho súper bien. Igual

ellos se fueron de vacaciones hace un par de

semanas y no les dije nada…pero igual los extrañe‖.

La vuelta al hogar paterno, de esta manera, emerge

como una decisión no completamente libre pero

que, sin embargo, no es valorada derechamente

como un ―retroceso‖ en la vía de la independencia.

La reconfiguración del vínculo paternal pareciera ser

significada como una vuelta hacia espacios de

seguridad garantizada mientras que, por su parte,

ella busca sacar provecho de las amistades en

vistas de la recuperación de objetos desde su

(inhabitable) departamento.

Distinto es el caso del matrimonio de

Roberto y Andrea en la Villa Olímpica; tener dos

hijos pequeños de los que ellos son totalmente

responsables es la primera preocupación que

tienen como pareja y el principal motivo que los

empuja y guía en sus decisiones como familia, tanto

antes como después del terremoto. Alojar en casa

de los padres de Andrea ya no es posible como lo

fue en el pasado cuando sólo eran ellos dos, ahora

tienen hijos y han construido una vida autónoma. En

este sentido, es claro porqué para Roberto el

terremoto aparece como un imprevisto tan potente,

que lo hace cuestionarse en su rol de padre de

familia, tal como él nos señala ―lo que más me hacía

orgulloso de mi mismo, era tener una casa para mi

familia, me sentía bien como hombre, como jefe de

hogar, como esposo, como padre, me sentía muy

bien. Ahora todo eso se veía en el suelo. Ahora es

cómo fui tan tonto como para comprarme un edificio

tan viejo, tan usado, ¿me entiendes? Fue lo

contrario, de un momento a otro, pasas de sentirte

súper bien a sentirte súper mal. Te empiezas a

cuestionar, que tienes mala suerte. Me sentí mal, de

sentir que tenía mi familia protegida, después del

terremoto no era así‖.

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Ante la catástrofe de abandonar la casa,

Roberto y Andrea apuntan a que los hijos se vean lo

menos afectados posible. La responsabilidad viva

que tienen para con sus hijos los impulsa a buscar

fórmulas efectivas que logren ‗minimizar los daños‘

del terremoto. Estos daños están claramente teñidos

de materialidad, pero lo que echan de menos los

hijos no es el hogar como ―cosa‖, si lo que éste

significaba en sus vidas, las rutinas que se

sostenían en torno a su pieza y el parque de la Villa

Olímpica donde jugaban en las tardes: ―uno como

adulto, como grande, no necesitas tanto, pero

cuando hay niños de por medio, todo es 100%

distinto. Tienes que tomar muchas más providencias

del caso, estar mucho más pendiente de ellos, ir a

buscarles los cuadernos, un atlas, un monito

regalón, me entendí… (…) La idea es tratar que la

rutina de los niños no se afecte tanto, que la niña no

pierda sus clases‖.

Tener un hogar propio en el caso de esta

familia es una condición para permitir que los hijos

puedan vivir y crecer con seguridad, y cuando este

hogar se pierde emerge un sentimiento de fracaso

muy fuerte en Roberto, en tanto el departamento en

la Villa Olímpica se correspondía casi uno a uno con

todas las expectativas que tenía para su vida

familiar. Surge con fuerza que lo que se pierde no

es sólo la ―casa‖, si no el ―hogar‖, y si bien la casa

se puede reemplazar, el hogar puede quedar en

entredicho. Es por esto que la decisión por una casa

u otra no es neutral, en tanto el hogar se construye

en y con ella. Es principalmente la pérdida del hogar

y no tanto así de la casa lo que provoca frustración

e incertidumbre.

De esta manera se muestra cómo para

Roberto y Andrea la pérdida del hogar no se vincula

sólo con la materialidad del espacio vital sino,

igualmente, con la mantención de aquel vínculo que

han de garantizar ante sus hijos. La fuerte relación

de dependencia de ellos hacia sus padres determina

claramente lo que ha significado para ellos la

experiencia del terremoto y cómo han debido

enfrentar sus potenciales soluciones.

Para los Muñoz Vargas en Molina la

situación es diversa. Javiera y José llevan 26 años

de matrimonio y mientras el alumbramiento de su

hijo mayor se realizó días tras el terremoto de 1985

hoy ven como sus dos hijos no sólo se hayan ya

fuera del hogar familiar sino que las posibilidades de

volver a conformar su casa pensando en ellos

cuatro como familia se tornan cada vez más

difíciles. Javiera contaba cómo ella esperaba que

sus nietos anduvieran corriendo por los pasillos de

la antigua casa, que llegasen sus hijos con sus

respectivas familias para las festividades, ―pasar un

18 de Septiembre todos acá, hacer un buen asado

en el quincho‖: hoy todas aquellas imágenes

aparecen corroídas. Lo importante hoy para Javiera

y José es tener un techo que los cobije, pero saben

que por mucho de que tengan la suerte de lograr

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aquello con relativa facilidad deben, igualmente,

garantizar un espacio para que, aun cuando sus

hijos ya no viven en Molina, puedan seguir contando

con que también esa es su casa. ―Apenas armamos

la cabaña tuvimos que ver una forma para que no

sólo nosotros pudiésemos vivir ahí sino que además

tuvimos que hacer caber el camarote para los niños,

para que sepan que siguen teniendo su cama (…)

ha sido bien complicado igual cuando hemos estado

los cuatro, nos chocamos y nos encontramos a cada

rato, además que están todas las cosas tiradas.

Pero no podemos pensar sólo en nosotros dos‖

comenta Javiera sobre las dificultades que ha

reportado el adaptar un espacio considerablemente

más pequeño ya para ellos, atendiendo a la

necesidad de incluir a sus hijos.

La premura por ofrecer un espacio de

acogida a sus hijos dice relación con el momento

vital que los Muñoz Vargas están viviendo. El

terremoto colapsa aquella estructura que permitía

garantizar la posibilidad de una presencia de los

hijos en el hogar y hoy, en la nueva casa, es

necesario realizar considerables sacrificios por

mantener aquella opción pues es ahí donde se

juegua la mantención del vínculo familiar. Del mismo

modo tanto José como Javiera ya no enfrentan la

reconstrucción de su hogar desde la misma

perspectiva en la que abordaban el continuo

mejoramiento de la antigua casa. ―No estamos

dispuesto a pasar los 25 años siguientes intentando

rearmar todo de nuevo, creo que ahora tenemos

que preocuparnos menos de la casa y dedicarnos a

hacer otras cosas, viajar por ejemplo. Al final ya

sabemos que con este asunto de la casa ya nada

será como era, entonces no le veo mucho asunto en

gastar tanta plata y energía en eso‖ indica Javiera

con bastante escozor. El terremoto, de esta forma,

emerge como un evento que es problematizado

desde el la perspectiva que los años otorgan para

José y Javiera; los hijos ya han sido educados y se

encuentran fuera del hogar mientras, ellos han de

afrontar la realidad de reconfigurar su espacio solos.

Hoy ya saben que un nuevo evento puede volver a

derrumbar su trabajo y la prioridad trasunta

entonces desde las ―cosas‖ a la experiencia.

En los tres casos considerados es posible tomar

razón de cómo el momento en el ciclo vital de

nuestros informantes es relevante a la hora de

enfrentar la experiencia del terremoto y la ulterior

reconfiguración de sus vidas. La independencia, si

bien no elegida mas ―disfrutada‖ por Carolina, se

contrapone directamente a aquella dependencia que

Roberto y Andrea viven en Ñuñoa en relación a sus

hijos, mientras la independencia relativa de José y

Javiera se juega en garantizar un espacio para la

ausente presencia de sus hijos, en busca de

mantener el vínculo de filiación mediante la inclusión

en su hogar.

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Extended Self

A partir del trabajo etnográfico desarrollado y del

concepto de Extended Self propuesto como marco

para la observación nos parece relevante destacar

la múltiples dimensiones que este tiene y

especialmente el que no está limitado sólo a los

objetos materiales o a las posesiones personales

sino que este tiene una perspectiva mucho más

amplia y referida a los lugares, las posesiones o

bienes comunes e incluso a la personas (Belck,

1988).

Es así que en el caso de la familia en

Molina, no son sólo los aspectos relativos a las

posesiones de objetos lo relevante de ser observado

sino que también aquello relativo al espacio que

cobijaba la familia y el cual se ha reconfigurado,

pues ya no es sólo la imposibilidad de recibir visitas

sino igualmente la pregunta por qué hacer con todas

aquellas cosas que anteriormente permitían que la

casa familiar fuese un punto de encuentro. Piezas

donde se hallan, unos sobre otros, hasta seis

colchones, camas desarmadas, closets llenos de

ropa de cama que se encuentra hoy a la intemperie

forman parte del panorama que, poco a poco,

comienzan a reconfigurar los Muñoz Vargas. En

medio del desorden y de las dificultades propia de la

reconstrucción José nos cuenta cómo, pese a todo

(e incluso contando con que son propietarios de un

departamento en Santiago) no podría dejar Molina,

―yo en Santiago me vuelvo loco –nos dice- me doy

dos vueltas por el departamento y salgo, e incluso

cuando salgo me desespera un poco que esté todo

lleno de edificios. Incluso acá que el espacio es

grande, o era más grande antes de lo del terremoto,

por último uno tiene el patio o agarro mis cosas no

más y me voy al campo‖. La casa de los Muñoz

Vargas se ubica a cuatro cuadras de la plaza de

Molina, en pleno ―casco histórico‖, en razón de ello

el Municipio ha demorado la demolición de las casas

intentando resguardar el patrimonio arquitectónico

mas esto ha significado igualmente un problema

para los Muñoz Vargas: ellos están conscientes del

valor de su inmueble mas igualmente requieren un

espacio habitable, además que la idea de ser

considerados ―piezas de museo‖ (como lo señala

José) no les parece particularmente atractiva.

Para el caso de nuestra informante del

edificio Los Cerezos en Ñuñoa el haber perdido una

parte importante de sus posesiones, genera una

suerte de autoevaluación respecto de su realidad lo

cual además es comparado con el entorno más

inmediato de sus vecinos, dado que la siente distinta

o menos compleja que el resto de sus vecinos pues

dentro de lo ―permanente‖ que puede ser el comprar

un departamento hay una especie de estado

intermedio o de transición por el momento personal

en el cual se encuentra nuestra informante y a partir

de lo cual su realidad se ve forzada a ―mejorar‖ a

partir del terremoto: ―igual yo creo que es como

importante lo del terremoto para mi pues hasta

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antes de eso yo estaba trabajando mucho….igual

llegó un punto en el cual incluso me dio por comprar

todo de nuevo…no sé…que la mesa….que las

cortinas. Y luego de esto te das cuenta que no es

tan importante…de hecho yo ya renuncié a las

jornadas extras…ahora me digo que si para estas

cortinas arruinadas o mojadas trabajé no sé cuantas

horas por que son no sé de qué tela…o las sábanas

de no sé de cuantos hilos que las usamos para

desalojar mi departamento y las arrastrábamos por

los pasillos…al final uno dice ¿para qué tan caras‖.

De la misma manera, para nuestra

informante en Molina, una de sus primeras

afirmaciones, una vez que los muebles y objetos

fueron llevados hasta el patio de la casa y ésta

quedó abandonada fue, tal como señaló su hijo

menor: ―si al final no perdimos tanto, la casa no

más‖. La afirmación sentó precedente sobre un

problema que en ese momento no emergió de la

forma en que hoy lo hace. Efectivamente habían

logrado rescatar la gran mayoría de sus muebles,

ropas, artefactos e incluso objetos de decoración

más el espacio que anteriormente contenía todos

ellos objetos ya no era confiable: no podían ser

guardados en la casa. Todos aquellos objetos que

con tanta dedicación habían llegado a conformar el

espacio vital de los Muñoz Vargas hoy se

encuentran tan desalojados como ellos mismos.

Nuestros hallazgos nos permiten decir que

el patrimonio, contiene un aspecto fundamental que

es la forma de vida o la manera en que esa vida,

esa situación particular de cada familia, contiene

aspectos materiales, físicos y otros sociales,

relacionales. ―El sentido de lo propio‖, entonces,

incluye los elementos del hogar y también la propia

elección de cómo vivir en ese hogar, e incluso la

capacidad de planificar y de organizarse en pos de

nuevas formas de vivir también son parte de la

propia identidad de las personas, por lo que cuando

el terremoto afecta las ―circunstancias de vida‖,

también daña directamente la de significar estas

circunstancias de vida y la propia intimidad personal.

Así, al recurrir al concepto de ―guerra‖ para

describir la situación inmediatamente posterior al

terremoto, nos parece que Roberto, nuestro

informante en la Villa Olímpica, apunta a la

desorientación general, la incomunicación y el

preguntarse y cuestionarse asuntos que antes no

hubiera sido necesario/posible: ―Lunes, martes,

miércoles, ni luz, ni agua, ni gas. De hecho,

recuerdo que el martes, para prepararme un

sándwich, bajé a buscar una botella con agua, me

lavé las manos, recién allí pude hacer el sándwich...

El agua es vital, el agua es vital… Uno se siente

como en la guerra, no tienes nada… hay harto

escombro en el piso, uno se siente como en la

guerra… desolado‖.

Es posible decir que después del terremoto

―todo‖ se lee desde las tensiones materiales y

simbólicas que éste provocó, sobre todo en términos

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de resignificación del espacio de vida y los

elementos que componen el mismo. En algunos

casos hay consecuencias personales más

evidentes, que develan el estrés que sufren las

personas. En el caso específico de Roberto: ―De

hecho volví a fumar, estuve tres años sin fumar,

después del terremoto volví a fumar con la misma

intensidad que lo hacía antes de dejarlo, una

cajetilla diaria al tiro. Esos son efectos… eh

palpables al tiro. En la mañana después del

terremoto me pegué unas fumadas así, luego

cuando cachamos que nos teníamos que ir, ahí

empecé a fumar de nuevo‖.

Existe una dimensión de pena y tristeza por

la pérdida de cosas que fueron de uno, cosas y

también la forma de vida que se ve de algún modo

desafiada y cuestionada por un desastre natural.

―Tuvimos sus lagrimones –señala Rodrigo- que uno

tiene mala suerte, que porque te pasan estas cosas

siempre a ti, aunque no es así, tú igual lo sentí. En

la Teletón que hicieron, yo me emocioné, porque me

sentí parte de ese grupo… a mi me sirvió como para

ver que hay gente que lo perdió todo, incluso vida

de seres queridos… igual no es menor el hecho de

salir de tu casa.‖ La identidad del sujeto se disemina

y se sostiene en hábitos y prácticas conformadas en

torno a elementos sólidos y objetivos que reflejan

aquellas decisiones y opciones tomadas en vistas

de configurar lo que el individuo considera su

memoria y discurso de sí mismo. La tristeza y la

nostalgia respecto de las cosas que eran parte de la

vida del sujeto, sin embargo se ven resignificadas

en lo que es recuperable y lo que irrecuperable. La

pérdida del hogar, de las cosas, eventualmente se

pueden reemplazar, es la propia vida y aquellas de

los seres queridos lo que puede aparece como

radicalmente irrecuperable.

Conclusiones: ¿Quiénes somos ante el

“Desastre Natural”?

Siguiendo a Christian Kuhlicke, a luz de

nuestro trabajo en terreno coincidimos en que

―Natural disasters are not natural per se and they

are by no means accidental, they are rather

characteristic for the place and/or society in which

they occur‖ (Kuhlicke 2007: 26) En este sentido,

queremos postular que la catástrofe trasparenta la

desigualdad social y nos fuerza a reflexionar, como

sociedad, respecto a las condiciones de vida de

nuestros ciudadanos.

La pérdida material que implica el daño

estructural grave del hogar es el aspecto más

sobresaliente y básico del desafío que aparece

antes los sujetos afectados por el terremoto. Sin

embargo, aquellas dimensiones cualitativo-

simbólicas que se ven remecidas por la catástrofe

nos invitan a detenernos un momento y reconsiderar

si acaso la pérdida material no es sino apenas el

inicio de una serie de eventos que componen un

todo más complejo. La vida que los individuos

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buscan para sí, los múltiples significados con que

tejen el sentido de sus vidas, pueden hundirse y

perderse junto con aquellas cosas y artefactos que

las personas han acumulado en sus hogares y que

también han hecho parte de su entender holístico de

sus propias circunstancias sociales.

De este modo, las gradientes de

vulnerabilidad social observables una vez

acontecida la catástrofe, no son sino un reflejo del

―riesgo‖ desigualmente distribuido en la sociedad

antes del terremoto. Siguiendo a Fernando Briones

Gamboa, este riesgo es la probabilidad de

ocurrencia de daño a partir de la interacción entre

factores físicos (como el terremoto) y factores

sociales (niveles de urbanización por ejemplo)

(Gamboa 2007: 84). Si bien estamos conscientes de

que la fuerza del terremoto nos afectó a todos,

también creemos en la legitimidad de la singularidad

con que cada cual vive esta catástrofe y también

creemos que existen aspectos de esta singularidad

que deben ser tomados en cuenta por las políticas

orientadas al auxilio y a la restauración pues,

siguiendo a Belk, "besides the more direct loss of

self when personal possessions are lost to theft or

casualty, the vulnerability revealed in such losses

may damage the sense of self derived from the

attachments to home or neigborhood" (Belk 1988:

143).

En este sentido, la sociedad hoy da cuenta

de diversas expresiones e individualidades que

deben ser atendidas por los agentes institucionales

para poner los énfasis requeridos en aspectos no

sólo materiales, pues cada cual tiene el derecho a

que la ayuda puesta a disposición tenga un

significado particular para sí mismo. La forma de

vida de los individuos y sus familias es construida

evolutiva y proyectivamente a partir de un cambiante

ciclo vital, y además esta forma de vida se

encuentra enraizada y apropiada por el individuo en

un ―self extendido‖ en las ramificaciones de sentido

contenidas en su hogar y en su memoria, desde la

comprensión de que ―if possessions are viewed as

part of self, it follows that an unintentional loss of

possessions should be regarded as a loss or

lessening of self‖ (Belk 1998: 142). La ayuda puede

entonces tomar diversas formas, en el caso de las

familias que vemos aquí, si bien su vulnerabilidad

social no se concentra en el desamparo en que los

dejó la catástrofe, su situación no es menos digna

de ser considerada. El auxilio y apoyo social no

puede estar supeditado a ciertos ―mínimos‖

cuantitativos (como una ficha CAS): todo criterio de

ordenamiento y clasificación es elaborado

arbitrariamente, y quedar fuera de su ámbito de

acción convierte al damnificado en alguien

prácticamente invisible para la institucionalidad

vigente o, de la forma en que señala Lollar, al

describir la violencia de ver cómo sus enseres

significativos son reducidos a una planilla de datos

(Lollar 2010).

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Como sostiene Olson, las estructuras

sociales hacen que algunos sujetos están más

expuestos que otros, en el sentido que su habilidad

para reaccionar ante una catástrofe se ve

claramente disminuida de antemano: ―These

societal constraints actually serve to amplify the

impact of a disaster on these groups, such that a

human-caused dimension of disaster becomes

unavoidably clear.‖ (Olson 2007: 116). En este

sentido, como los niveles de vulnerabilidad social

son un producto social, la sociedad no puede ser

insensible a ella. Cualquier individuo tiene el

derecho de elegir y de recibir el tipo de ayuda que

necesita, en tanto la solidaridad a nivel colectivo no

debiese ser un acto social teñido de una

singularidad que libre al benefactor de toda

consideración respecto del beneficiario so pretexto

de un acto libre y gratuito: la solidaridad es ingrata si

no consigue responder de manera efectiva a las

carencias del necesitado. Un individuo debe

legítimamente recibir respuestas por parte de la

sociedad, no solamente en tiempos de catástrofe, y

sobre todo, nunca pierde su dignidad y su derecho a

recibir respuesta.

Del mismo modo en que la solidaridad y sus

formas debe ser problematizada en razón de los

niveles de vulnerabilidad de las personas debe ser

igualmente contemplado el nivel de certeza con el

que los sistemas expertos han de actuar en estas

circunstancias. Si el desastre natural opera como un

elemento disruptivo que devela desigualdades y

diversos grados de vulnerabilidad no menor es lo

que sucede con el tipo y nivel de certeza que los

―expertos‖ entregan sobre decisiones relevantes

para los afectados. Nuestros informantes señalaban

cómo la falta de información certera era un

componente relevante de sus complicaciones que

se añadían al propio trauma del terremoto; las

contradicciones entre los juicios de arquitectos,

ingenieros, encargados municipales, entre otros,

eran objeto de especial crítica por parte de nuestros

informantes. La falta de certezas en un contexto de

incertidumbre, por parte de quienes debieran

entregarlas, se vuelve particularmente compleja

para los afectados.

Otro aspecto relevante dice relación con las

conceptualizaciones sobre el daño. Mientras tanto

en la discusión pública, como en el ámbito técnico,

el concepto central refería al ―daño estructural‖

constatamos la forma en que ello no se condice con

los reales efectos del terremoto y su incidencia en

las víctimas. Siguiendo a Bourdieu, quien señala

que ―el sentido objetivado en cosas o lugares del

espacio no se entrega completamente sino a través

de las prácticas estructuradas de acuerdo con los

mismos esquemas que se organizan respecto a

ellos (y viceversa)‖ (Bourdieu 2007: 421), de forma

tal que sería errado comprender que la mera

carencia del ―continente‖ de aquellas prácticas

estructuradas tensiona las mismas; la propia

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problematización sobre el espacio y las cosas las

tensiona de por sí. Lo anterior se reafirma en la

postura de Lollar respecto a la pérdida del hogar,

considerando que ―my sense of home was shaped

by mi interatcions with the external reality of the

home and my internal experience of its meaning (…)

The loss created a profound disruption of identity for

me, leading to significant disorientation and

confusion in normal functioning‖ (Lollar 2010: 270).

A partir de lo anterior se puede

problematizar la centralidad de la noción de ―daño

estructural‖, que parece poner velo sobre otro tipo

de problemáticas igualmente relevantes para la

constitución de la cotidianeidad de los actores; y que

sería necesario, por tanto, enfocar la prevención y el

resguardo ante catástrofes, igualmente, hacia

aquellos ámbitos. A este respecto una buena

política podría estar referida hacia una masificación

de la práctica de securitización de ámbitos

relevantes para las personas, mediante incentivos

tales como subsidios, sin embargo, y tal como lo

señaló José en Molina existen problemáticas

asociadas a ello: ―yo tenía un seguro, que era

recaro, y a mediados del año pasado los chiquillos

(sus hijos) me mostraron que la tontera no cubría

daños por terremotos porque esta era una casa

de adobe y que si quería cobertura tenía que pagar

mucho más‖.

Finalmente a partir del análisis de las

realidades de los participantes en nuestra

investigación aparece como relevante la forma en

que diversos capitales resultan de mayor utilidad

para el enfrentamiento de este tipo de situaciones

de emergencia. Así, por ejemplo, mientras en el

caso de Roberto y Andrea en la Villa Olímpica ellos

no contaban con mayores redes sociales ni capital

cultural al perder su casa, y sus cosas, perdieron

prácticamente todo con lo que contaban: casi la

totalidad de su riqueza y capital estaba en esa

propiedad, una vez que ésta se muestra vulnerable

emerge igualmente la vulnerabilidad de su situación.

Por otro lado, tanto en el caso de los Muñoz Vargas

como en el caso de Carolina en Ñuñoa ellos

contaban con un capital social y cultural

considerable, más ―flexible‖, que ayuda a

sobrepasar la emergencia mediante la ayuda

gestionada por sus redes o a través de la

reorientación de sus esfuerzos que no se hallan en

demasía limitados en un set de bienes que

componen su riqueza.

Se promueve, en este punto, el

fortalecimiento de las redes sociales, sean estas

locales o de otro orden, en pos de configurar un

capital disponible de ser utilizado antes este tipo de

emergencias. Algo que permita poder ser

capitalizado y que no se destruya en medio del

vaivén del terremoto; articulaciones y vinculaciones

entre actores en pos de la mutua cooperación y

apoyo.

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34

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Máquinas Responsables:

Desarmando incertidumbres a través de la democracia

Colombina Schaeffer & Leonardo Valenzuela*

Abstract

Este artículo reflexiona sobre el fenómeno de las incertidumbres en las

decisiones públicas. Planteamos que un Estado democrático debe ser capaz

de dotarse de herramientas que le permitan hacerles frente, facilitando la

participación efectiva de los posibles afectados por las decisiones.

Señalamos que la ciencia debe ser un actor relevante en la toma de

decisiones, pero por su carácter limitado, no debe tener un carácter

conclusivo. La precautoriedad debe ser un principio fundamental de todo

Estado democrático para proteger a quienes se encuentran más vulnerables

frente a la incertidumbre de las decisiones. Exponemos el caso de las

represas de Aysén y de los mineros sepultados en la Mina San José, como

ejemplos de la necesidad del principio de precautoriedad para fortalecer la

democracia.

Palabras claves: Incertidumbre, Democracia, Precautoriedad, Toma de

Decisiones, HidroAysén, Mina San José

* Colombina Schaeffer es socióloga de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Coordinadora Ejecutiva del Observatorio Parlamentario Ciudadano del Programa Chile Sustentable y Directora de VerDeseo. Leonardo Valenzuela es Sociólogo de la Pontifica Universidad Católica de Chile y Magíster© en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente del Instituto de Estudio Urbanos y Territoriales UC.

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Máquinas Políticas: el Estado como una

Tecnología para la Toma de Decisiones

A lo largo de la historia los colectivos

humanos se han organizado y agrupado de muy

diversas formas. La vida en conjunto ha llevado

aparejada diversas tecnologías que han permitido

lidiar con la organización, distribución y ejercicio del

poder, estableciéndose diversos esquemas de

relación entre los gobernantes y los gobernados. En

este sentido, es posible comprender al Estado

moderno como un ensamblaje particular de

tecnologías que han sido organizadas para hacer

frente al desafío de organizar, distribuir y ejercer el

poder. Ensamblajes que si bien no son homogéneos,

si es posible señalar que han compartido el objetivo

de controlar y estabilizar ciertas formas de vida en

común.

El Estado moderno ha tenido distintas

interpretaciones. La de Hobbes, por ejemplo, lo

entiende como un monstruo ensamblado a partir de la

unificación de las voluntades, el Leviatán, al cual

todos los súbditos cederían su capacidad de ejercer

violencia con el fin de asegurar que el ―hombre dejará

de ser un lobo para el hombre‖ (Hobbes, 2006). Al

Leviatán se le entrega el monopolio de la violencia

legítima, con miras a que la administre y posibilite la

convivencia pacífica de todos los súbditos. Este

Leviatán estaría limitado, sin embargo, por un

conjunto de reglas y procedimientos, que le pondrían

límites a su accionar y establecería algo fundamental

para el mundo moderno: las reglas del juego.

Si bien podemos observar diferentes

interpretaciones para entender al Estado, entenderlo

como una máquina política, como una tecnología, nos

parece de suma relevancia y utilidad. Es necesario

comprender al Estado como una máquina de

administración del poder, que se cierne sobre la base

de una serie de procedimientos y prácticas, de

materialidades e inmaterialidades, que van tejiendo

un red sólida y más o menos duradera de

administración, la cual ha ido dando en importante

medida, forma y contenido a lo que llamamos

sociedad3.

El Estado toma decisiones en base a una

serie de prácticas y procedimientos que cruzarán los

diversos ámbitos que, en la visión moderna, se

encontrarían separados (Economía, Ciencia, Religión,

etc.). Sin embargo, basta mirar un poco más de cerca

y seguir el paso de algunas de las tecnologías que

forman parte del Estado, para darnos cuenta de que

todas esas grandes unidades de sentido y disciplina

se encuentran íntimamente entretejidas. Mediciones,

sentimientos, normas e instrumentos se cruzan y

colisionan en cada rincón de la administración

pública, regulados apenas por un conjunto de frágiles

intermediarios que buscan darnos la tranquilidad de

que lo que ―debe‖ ser separado, se mantendrá

separado, tal como ocurre con el delicado y nebuloso

tránsito entre la técnica y la política (Latour, 2004).

En este artículo nos preocuparemos en

particular de aquellas decisiones del Estado que son

puestas en el plano de la verdad científica.

3 Comprendiendo de este modo a la sociedad como un resultado de las acciones y no como una explicación para ellas (Latour, 2005).

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Revisaremos decisiones públicas que se apoyan en la

intervención y el juicio de expertos, con el fin de

resolver asuntos que se caracterizan por la

incertidumbre asociada a sus consecuencias.

Decisiones que si bien podrían tener consecuencias

amplias en términos de potenciales afectados, han

sido tecnificadas a través de la elaboración de

estrechos y cerrados mecanismos de resolución

experta.

Pensamos que los desafíos de lo que más

abajo se describe como ―sociedad del riesgo‖,

requieren, para garantizar la gobernabilidad, el

respeto de los derechos de todos los ciudadanos y la

calidad de vida de la población, de abrir las

discusiones y democratizarlas. La aplicación del

principio precautorio puede ser un mecanismo

interesante para lidiar con conflictos que se harán

cada vez más frecuentes y cuestionarán en su

esencia misma el ejercicio y control del poder por

parte de las autoridades.

Ciencia, Verdad y Poder

El Estado moderno ha intentando separar

nítidamente sus decisiones políticas de sus

decisiones técnicas. En este sentido, se ha

pretendido que la ciencia y los científicos sean los

agentes que de modo objetivo entregarán los caminos

posibles, libres de toda influencia no científica y con

plena neutralidad (Latour, 1992). En base a este

mapa del mundo, las autoridades políticas tomarán

las mejores decisiones en función de las prioridades e

intereses políticos que representan4. Así, el rol de la

ciencia ha sido y sigue siendo, fundamental, ya que

se le ha atribuido la posibilidad de zanjar discusiones

y cerrar campos de disputa, alcanzando juicios

objetivos y verdaderos sobre los cuales pronunciarse.

Shapin y Schaffer (2006) han mostrado cómo

la ciencia moderna ha producido siempre verdad en

torno a un entramado de observación, testificación,

legitimidad y confianza. Desde Boyle la ciencia tomó

la forma de un tribunal, donde los hombres de ciencia

enjuician la verdad de los hechos a través de

experimentos, pudiendo de ese modo dejarse muy en

claro que son los científicos quienes acuerdan la

verdad de la ciencia a través de procedimientos

definidos y aceptados por ellos mismos. Esto último

es abordado también por Callon (2007), quien

describe cómo los economistas dan forma y hacen

operar a los mercados a través de sus propias

invenciones, contraviniendo la idea del orden

espontáneo de los mismos. Ni la verdad científica

existe con independencia de los científicos, ni los

mercados lo hacen con independencia de los

economistas.

El vínculo profundo que pesa sobre quienes

dan forma y funcionamiento a las disciplinas, resulta

continuamente obviado. Los científicos hacen como si

la verdad de las ciencias fuese la verdad del mundo,

así como los economistas hacen como si el mercado

y sus leyes fuesen realidades absolutas. En un plano

cotidiano se sigue operando en función de principios

4 Detrás de este razonamiento encontramos el argumento de Max Weber en El Científico y el Político.

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que ligan ciencia y verdad5, manteniendo la confianza

en los malabares que los expertos realizan con sus

objetos. Esto último resulta problemático, puesto que

a las disciplinas expertas se les asignan privilegios

excepcionales, particularmente su exclusión de la

sanción democrática (Latour, 2004), ya que se asume

que no habría nada que discutir respecto a sus

mecanismos y productos.

Sin embargo, cada vez es más frecuente que

los expertos se encuentren en el ojo del huracán,

debido a la proliferación de controversias frente a

asuntos que desbordan ampliamente el ámbito del

laboratorio y los cálculos. Organismos genéticamente

modificados (OGM´s), Cambio Climático o energía

nuclear son asuntos que pocas personas estarían

dispuestas a dejar simplemente en las manos de los

expertos, y muy por el contrario, se han convertido en

cuestiones donde se demanda activamente la

participación de no expertos que podrían ser

eventualmente afectados.

5 Pensemos, para el caso chileno, en la aprobación de proyectos con impacto ambiental en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA). Como argumento a las críticas de quienes se oponen a determinados proyectos, las autoridades que han aprobado un proyecto aluden a las decisiones de carácter técnico detrás de las votaciones registradas por las Comisiones Regionales de Medio Ambiente (COREMAS). Por otro lado, los opositores suelen invocar la toma de decisiones más bien políticas (y por ende no técnicas) al interior de estos organismos, demandando la toma de decisiones realmente técnicas. Sin embargo, al mismo tiempo, se demandan criterios de ordenamiento territorial que necesariamente conllevarían decisiones políticas al final del día. Además, la demanda por participación ciudadana es de por sí una demanda por participación política que va más allá de los criterios técnicos. La red tejida se torna tan compleja, que es difícil lograr distinguir entre lo netamente técnico y lo netamente político (si es que es posible tal cosa).

Viviendo en un Mundo Incierto: Riesgos e

Incertidumbre

Nos parece posible señalar que una de las

principales amenazas a las certezas de la ciencia y la

tecnología provino de su mismo operar. Como señaló

Ulrich Beck en la Sociedad del Riesgo (1992), la

modernidad trae consigo sociedades cada vez más

reflexivas sobre sí mismas. Esta posibilidad de

reflexividad, así como la escala de los ―experimentos

humanos‖, trajeron consigo la conciencia paulatina de

que nuestras sociedades, en vez de acercarse cada

vez más a la certeza y la verdad, han resultado cada

vez más inciertas y riesgosas. Por otro lado, la

supuesta separación entre naturaleza y cultura ha

permitido la proliferación de híbridos (Latour, 2007),

puesto que en el movimiento de separar ambas

esferas se movilizaron fuerzas de la naturaleza que

los así llamados pre-modernos no se atrevieron a

separar. La ciencia moderna de ese modo ha

pretendido explicar fenómenos híbridos sólo en la

clave de la naturaleza, pero se ha visto sobrepasada

por ―monstruos‖ que movilizan tanto las fuerzas de la

naturaleza, como de la sociedad, borrando las

distinciones.

De acuerdo a Beck (1992), en la sociedad

moderna la conciencia de la propia responsabilidad

en la creación de los riesgos es cada vez más

importante. Esta ―sociedad del riesgo‖ se caracteriza

por la toma de conciencia por parte de amplios

segmentos de la población de cómo la ciencia y la

tecnología, a la vez que fuentes de solución a los

problemas humanos y de control de la naturaleza, son

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la fuente misma de los riesgos a los que la humanidad

se ve expuesta.

Beck pronostica que los conflictos sociales en

el siglo XXI se relacionarán no ya con la distribución

de recursos, sino que con la distribución de riesgos, la

que a su vez establecerá nuevas líneas de

estructuración de la sociedad. Por otro lado, existirá

una creciente desconfianza en las instituciones, ya

que ellas mismas con su lógica y forma de operar

(incapaz de hacerse cargo de la incertidumbre) van

creando y recreando los problemas. La cuantificación

de los riesgos y la producción misma de ellos es

según Beck una suerte de producción específica de la

naturaleza por parte de la sociedad, sin embargo,

apoyándonos en observaciones específicas de la

Teoría del Actor Red (Latour, 2007), nos parece que

la cuantificación de los riesgos o la definición de las

incertidumbres corresponden al modo como nuestros

colectivos sociotécnicos producen la sociedad misma.

Los riesgos, la incertidumbre y nuestros grados de

tolerancia forman parte de nuestras muy específicas

preferencias a la hora de dar forma a lo que

buscamos o somos capaces de constituir como vida

en conjunto.

Hoy en día cada vez somos más conscientes

de nuestra influencia sobre la naturaleza y la

distinción entre lo tecnológico y lo natural, entre

sociedad y naturaleza, se vuelve cada vez más

borrosa, al manipular fuerzas que alcanzan escalas

globales (pensemos en la bomba nuclear, por

ejemplo). Las tecnologías que la humanidad es

actualmente capaz de movilizar son capaces de

plegar las dimensiones del mundo (espacio, tiempo,

etc.) e incluso llegar a destruirlo, al haber alcanzado

la humanidad misma la capacidad de actuar como

una fuerza capaz de modificar a gran escala las

fuerzas de la naturaleza (Serres, 2004). Cuestiones

como huracanes y aluviones (hace algunos años

totalmente atribuibles a las fuerzas incontrolables de

la naturaleza) están empezando a ser vistas como

producto del calentamiento global, es decir, causados

por el hombre (dado que el consenso respecto a las

causas del calentamiento global está cada vez más

extendido).

Ahora bien, lo anterior va más allá de

reflexiones teóricas. Los Estados y las autoridades

gubernamentales se ven cada día más de cierta

forma ―superadas‖ (y sorprendidas) por este nuevo

tipo de actores o híbridos, incontrolables y además

inciertos. ¿Cómo lidiamos con la posibilidad de que el

humo que producen las fábricas de nuestro país, pero

también el de todos nuestros vecinos, termine por

subir la temperatura de todo el planeta, derrita los

glaciares y termine por acabar con el agua potable

para la población? ¿Debemos instalar o no plantas

nucleares y confiar en que el sistema para enterrar los

desechos nucleares será suficientemente seguro?

¿Qué hacemos con los grupos organizados de

agricultores que ven amenazada la trazabilidad de

sus plantaciones, cuando bajo ellas se encuentran

enterrados tales desechos y nadie es capaz de

asegurarnos con 100% de certeza que éstos no

conllevan ningún peligro? ¿Podemos asegurar con

toda tranquilidad a los vecinos de una manzana que

la antena de celulares instalada encima de sus

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cabezas no tiene nada que ver con la repetina

aparición de migrañas en la población?

En el caso de Chile, si bien con mayor intensidad en

años recientes, estos problemas se hacen cada vez

más patentes. En menos de un año (2010) un

terremoto de dimensiones épicas deja al descubierto

la precaria infraestructura de un Estado que ha

soportado varias décadas de desmantelamiento, la

estrategia energética completa ha sido puesta en tela

de juicio por una gran colonia de pingüinos de

Humboldt y 33 mineros sufrieron las consecuencias

de una serie de incompetencias burocráticas a 700

metros de profundidad, enterrados bajo miles de

toneladas de roca.

La Cuestión Medioambiental

Quizás nos llame la atención que muchos de los

temas arriba utilizados para ilustrar los distintos

argumentos tienen algo en común: la alusión a lo que

hemos denominamos, en general, medio ambiente.

Una suma de eventos que concurren más allá de

nuestras posibilidades ciertas de subjetivación, pero

que sin embargo podemos reconocer aconteciendo

justo allí donde se producen nuestras condiciones de

vida. Como veremos a continuación esto no es

ninguna casualidad.

El tema del medio ambiente como esfera

relevante de atención política, económica, social y

cultural hunde sus raíces en los años 1960. Es en

esos años cuando surgen de variados ámbitos

importantes cuestionamientos y temores relativos al

modelo de desarrollo y crecimiento seguido por los

países occidentales (y en muchos casos emulado por

los no occidentales). Lo anterior se relaciona con un

fuerte crecimiento y desarrollo en los países

industrializados, ya que por esos años comienzan a

hacerse evidentes las consecuencias de las acciones

del hombre sobre la naturaleza. Temas como la

contaminación de las aguas, la lluvia ácida y sus

efectos sobre los bosques, la pérdida de suelo fértil y

de biodiversidad, entre otros, llamaron la atención no

sólo de un grupo de científicos expertos en el tema,

sino que generaron preocupación en importantes

sectores de la población, al menos de los países

desarrollados. Este proceso se vio acentuado por el

aumento de conocimiento e información disponible

sobre el tema, ya no sólo en el ámbito estrictamente

científico, sino que también para la población general.

El caso específico de los países menos desarrollados

es, sin embargo, distinto. Podemos señalar que allí la

cuestión ambiental no fue en los 1960 ni tampoco

posteriormente un tema central de interés público.

Recién a principios de los años 1990 comenzaron a

alzarse voces de alerta en todo el mundo frente al

preocupante estado del medio ambiente (avalado por

varios informes científicos de diversa índole).

Ahora bien, es importante entender que de

cierta forma este movimiento de poner al medio

ambiente como la fuente de los riesgos e

incertidumbres fue un movimiento que terminó por

mantener y estabilizar la separación entre sociedad y

medio ambiente, entre naturaleza y cultura. Así, esta

idea de una cuestión medioambiental, que hace

referencia a un entorno de límites difusos que se

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localiza ―allá afuera‖ y se encuentra al borde del

colapso, traslada nuevamente el problema a algo

ajeno y distinto de las sociedades, de los hombres y

mujeres.

El medio ambiente se ha convertido así en

una entidad de la cual hacerse cargo, un problema

equivalente a la pobreza u otros persistentes de las

políticas públicas. Resultan comunes posiciones

como las que llaman a proteger, cuidar o respetar el

medio ambiente, como si se tratara de un individuo en

posición de desventaja, u otras que contraponen

crecimiento económico con medio ambiente, como si

el primero fuese por completo independiente del

segundo. El concepto mismo de medio ambiente ha

sido exitoso como medio para visibilizar una serie de

problemáticas relacionadas con el deterioro de la

calidad de una serie de elementos no humanos del

mundo, muchos de los cuales tienen directa relación

sobre el deterioro de la calidad de la vida humana.

Una vez que los problemas se han

visibilizado, el desafío que se configura es el de

encontrar su origen y solución. Volver la mirada hacia

las formas de producción y reproducción de la

humanidad, es una clave apropiada para entender de

modo más amplio el problema del medio ambiente.

Sostener el ensamblaje de lo que hoy consideramos

una vida humana digna requiere de una importante

movilización y consumo de recursos materiales, los

cuales no están disponibles en cantidades suficientes

en el planeta como para satisfacer los requerimientos

de toda la población. Hoy en día, solucionar el

problema ambiental implica un cuestionamiento

amplio a los medios que han sido empleados como

piezas del engranaje del desarrollo, al mismo tiempo

que un énfasis en lograr las mejores condiciones de

vida posibles invirtiendo la menor cantidad de

recursos, es decir, garantizando el sustento del

desarrollo, avanzando hacia un desarrollo

sustentable.

Revisitando la Democracia

Como señalamos con anterioridad, la tesis de

la ―sociedad del riesgo‖ refiere a que lo observado en

las sociedades occidentales contemporáneas es la

emergencia de ―una política preocupada más bien de

la interpretación y distribución de los «males» sociales

y ecológicos que de los «bienes»‖ (Barry, 1999). Es

decir, la tesis refiere a la distribución de los riesgos y

los costos del desarrollo socioeconómico6.

Ahora bien, la tesis de Beck no es solo

descriptiva, sino que también prescriptiva, ya que

propone formas de lidiar con estos cambios. La

propuesta de Beck se relaciona de manera importante

con la idea de modernidad reflexiva y con la

redefinición del progreso. De acuerdo al autor, lo que

se requiere hoy es un nuevo tipo de modernidad. La

idea de ―modernidad reflexiva‖ implica una sociedad

que vuelve sobre sus acciones, desarrollo e

instituciones; en este sentido, se puede entender

como una forma de aprendizaje social.

6 ―Estos «riesgos», «males» o «peligros» son los efectos colaterales (costos) de un «camino de desarrollo» particular, o de un tipo de modernización que caracteriza a las sociedades modernas. Básicamente, su punto [el de Beck] es que los costos de la modernización están empezando a superar a los beneficios‖ (Barry, 1999).

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De acuerdo a la definición clásica de

progreso, éste se comprende como cambio social

legítimo, pero sin implicar necesariamente con

legitimación política, y fuertemente asociado al

crecimiento económico (Beck, 1992; en Barry, 1999).

Esta concepción clásica del progreso está dando

paso a una redefinición de éste como ―progreso

social‖, el cual es definido por Beck como una ―auto

crítica institucionalizada (reflexividad) y un aumento

de las oportunidades para los individuos de ser

conscientes y de deliberar, además de enjuiciar

democráticamente los principios de la modernización,

y no sólo ciertas políticas específicas asociadas con

ella‖ (Barry, 1999).

Podemos observar entonces cómo Beck

establece una clara conexión entre la tesis de la

sociedad del riesgo, la modernidad reflexiva y la

democracia. Para el autor, la ―sociedad del riesgo‖

supone también oportunidades para formas nuevas

de responsabilidad democrática e innovación

institucional, incluso nuevas formas de cohesión

social. La modernidad reflexiva pone en el centro del

debate público la pregunta por cómo queremos vivir;

por nuestras prioridades como sociedad. A través de

un proceso social regulado democráticamente es

como podemos expresar estas preferencias. Una

sociedad estaría así más cerca de un control

democrático y popular, así como de la

responsabilidad institucional.

Es interesante subrayar aquí el diagnóstico

que hace el autor de la democracia actual como una

―democracia truncada‖, en la cual ―las preguntas

relativas al cambio tecnológico de la sociedad se

mantienen fuera del alcance de la toma de decisiones

político-parlamentarias‖ (Barry, 1999). A juicio del

autor, los problemas medioambientales llaman a

incrementar los niveles de democracia, no a

disminuirlos. Las sociedades deben participar como

un todo en la toma de decisiones relativas a la ciencia

y la tecnología. Esta idea se basa en un principio

clásico relativo a la democracia: que quienes serán

afectados por las decisiones debe tener derecho a

opinar sobre ellas. Así, las incertidumbres frente a la

cuantificación de los riesgos medioambientales no

deben ser tratadas simplemente como cuestiones

técnicas a ser consideradas por los expertos7. Al

contrario, dado el componente moral de dichas

decisiones (ya que incluyen incluso a futuras

generaciones), estos riesgos deben ser debatidos y

resueltos por la sociedad en su conjunto. Así, ―la

«sociedad del riesgo» requiere de la extensión de la

democracia para lidiar con, y posiblemente prevenir a

tiempo riesgos medioambientales‖ (Barry 1999),

avanzando en la resolución más acuciosa posible de

las incertidumbres.

En este sentido, la democracia es una forma

de gobierno que dada sus características estaría

mejor ―equipada‖ para lidiar con los desafíos antes

mencionados8. La democracia tendría así ciertas

7 Esta clase de problemáticas exige la innovación política a través de nuevos arreglos institucionales, que en lugar de mantener separados los componentes científicos y políticos de la toma de decisiones, los junten a través de instancias lo más horizontales posibles. 8 Dos autores, Robert Paehlke (1996; en Reyes, 2003) y Robert Dahl (1971, 1989, 1998; en Reyes, 2003) desarrollan potentes argumentos a favor de la democracia como la forma más efectiva de alcanzar el desarrollo sustentable, ―[ellos] develan un asunto central en la defensa de la democracia (...): la complejidad y la dimensión ética de los temas ambientales hacen la visión de quienes se ven más afectados por este tipo

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características propias que permitirían lidiar mejor con

los desafíos medioambientales. Es importante señalar

aquí que si bien la relación entre democracia y

desarrollo sustentable ha sido testeada tanto de forma

teórica como empírica, el argumento de Francisca

Reyes (2003) va más allá y toma el concepto de

democracia deliberativa como central y como una

forma de gobierno que podría ser más efectiva a la

hora de alcanzar el desarrollo sustentable, ya que

supera muchas de las falencias que la democracia

tiene (y ha tenido) en la protección del medio

ambiente, las cuales no son menores. La democracia

deliberativa tiene varias características centrales, una

de ellas (muy relacionada con el argumento de Jürgen

Habermas) es que puede transformar más que

simplemente agregar preferencias9.

La Ineludible Relevancia del Principio

Precautorio

Con el objeto de lidiar con los problemas

asociados a las incertidumbres crecientes de la vida

en común de un modo democrático, el Estado debería

adoptar en la arquitectura de sus tecnologías de

decisión el principio precautorio. Este principio, a

de problemas un imperativo de ser incluida en el proceso de toma de decisión. De lo anterior se sigue que las soluciones dictatoriales no son moral ni técnicamente las mejores formas para lidiar con estos problemas‖ (Reyes, 2003). 9 ―Democracia deliberativa implica que ciudadanos iguales (...) hacen mucho más que simplemente votar. Ellos escuchan ideas y argumentos, se involucran en un proceso de deliberación, y eventualmente cambian sus opciones y creencias iniciales. Este poder transformador de la deliberación pública es fundamental para alcanzar la sustentabilidad, ya que implica la existencia de dos valores clave: el reconocimiento de la capacidad humana de auto-corrección y, más importante, la capacidad única de aprender‖ (Reyes, 2003).

grandes rasgos, incluye: i) la toma de acciones que

permitan prevenir o evitar los males asociados a

decisiones frente a las cuales la ciencia resulta

incierta; ii) trasladar el peso de las responsabilidades

a los proponentes de una acción que posea

potenciales daños negativos, iii) la evaluación de

alternativas al proyecto, y iv) una toma de decisiones

transparente y democrática (Tickner & Ketelsen,

2001).

Actualmente, si bien existen normativas que

abordan la protección de la salud y la vida de las

personas, además de otros factores como la calidad

ambiental, la incertidumbre frente a los resultados de

las ciencias se ha vuelto un aliado de los tomadores

de decisiones. En lugar de abstenerse de tomar

decisiones o actuar con medidas precautorias, se ha

procedido a decidir y avanzar exponiendo a aquellos

que eventualmente podrían ser afectados sin que ni

siquiera se enteren. Bajo la idea de proteger la

iniciativa individual, o debido a las presiones

corporativas, económicas o políticas, las normas son

superadas por la incertidumbre.

Allí donde causa y efecto han sido identificados,

ya sea en términos de la actividad concreta que se

busque llevar a cabo, o de las acciones que la

comunidad es más o menos capaz de llevar a cabo

en relación a un proyecto10, usualmente nos

encontramos con ejercicios explícitos de

precautoriedad. Sin embargo, cuando esta relación no

es tan clara, no se suele dar la posibilidad de que los

potenciales afectados sean informados sobre las

10 Por ejemplo, disponibilidad de recursos para emprender acciones legales en contra de empresas o del gobierno que busca llevar a cabo una acción.

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amenazas que se ciernen sobre ellos, y de ese modo

organizar acciones políticas o legales en contra de las

medidas. Las acciones suelen surgir cuando ya se ha

pasado de amenazados a víctimas, con el daño ya

materializado, y los responsables de las acciones

acuden a los tribunales con el argumento de la

incertidumbre bajo el brazo.

Las asimetrías de información facilitan la

vulneración permanente de los derechos de quienes

están menos informados sobre los efectos de

acciones de terceros sobre sus propias vidas. El

principio de precautoriedad apunta a que si existen

fundadas sospechas de que la acción de un actor

afectará a otro, se deben tomar acciones para

proteger al actor amenazado (Sunstein, 2010). Por lo

anterior, es necesario que las ciencias y los procesos

de tomas de decisión se transparenten, con el

objetivo de que se mantenga una rendición de

cuentas permanente respecto de los efectos

potenciales de las acciones de gobiernos o empresas.

Puesto que nadie es más apto para decidir

los riesgos aceptables más que los propios posibles

afectados (Tickner & Ketelsen, 2001), se vuelve

fundamental que sean ellos mismos quienes puedan

participar de la definición de tales estándares. Las

elites que pretenden actuar en representación del

interés público, no garantizan la representación de

todos los intereses del público, y en general resultan

fácilmente cooptables por grandes intereses

corporativos (Ibíd.). Por ello, es necesario que toda

decisión potencialmente peligrosa sea abordada con

la presencia y participación democrática efectiva de

todas las partes eventualmente interesadas.

Chile en la Mira: Casos de Estudio

Energía para la Democracia: El caso de

HidroAysén

En la Undécima Región de Aysén, la empresa

HidroAysén (de ENDESA y Colbún) proyecta construir

cinco represas. El proyecto consiste en construir dos

represas en el río Baker (el más caudaloso de Chile),

y tres en el río Pascua, para generar un total de 2.750

MW. También contempla construir una línea de alta

tensión de más de 2.000 kilómetros, que atravesaría

siete regiones del país, para llevar la energía, en

corriente continua, a Santiago.

El proyecto ha enfrentado la oposición de

organizaciones ciudadanas y ambientalistas

regionales y nacionales, de empresarios turísticos de

la región, y ciudadanos de la región y el país. Estas

organizaciones se encuentran organizadas en el

Consejo de Defensa de la Patagonia (CDP), que

agrupa a más de 50 agrupaciones, y que coordina las

acciones de la campaña ―Patagonia Sin Represas‖. El

CDP ha realizado una intensa campaña11 de

11 La campaña ha incluido insertos de prensa en los principales diarios del país, utilización masiva e intensiva de los medios que las nuevas tecnologías de la información ponen a disposición de las personas (páginas Web, blogs, redes sociales como Facebook, Twitter, etc.), realización de estudios avalados por científicos reconocidos para demostrar las razones de oposición a las centrales hidroeléctricas, una campaña de sensibilización a la opinión pública respecto del tema, relaciones públicas y lobby que incluyen incluso viajes a Italia para presionar a los accionistas de ENEL (controladora de ENDESA), entre otras acciones y actividades. Esta campaña ha implicado que en general en Chile, aunque sobre todo en Santiago, donde hay más acceso a información y una mayor diversidad de medios de comunicación, como aquellos basados en Internet, las personas

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oposición a estos proyectos a nivel nacional e

internacional.

Hemos decidido introducir esta controversia en

este artículo, ya que ha sido una de las campañas

ambientalistas más importantes en el país, sobre todo

por la notoriedad mediática lograda y una extensa red

de coordinación nacional e internacional. La campaña

ha contado con importantes recursos12, lo que ha

permitido, hasta cierto punto, equilibrar la balanza en

el sentido de las demandas de grupos ambientalistas

y ciudadanos.

En general y de manera superficial, la

controversia se puede resumir entre quienes señalan

que este proyecto es necesario, ya que como país

necesitamos la energía para crecer económicamente,

y crecer para desarrollarnos como país; señalando

que los impactos ambientales han sido considerados

por la empresa, que éstos se mitigarán y serán, por

así decirlo, ―soportables‖, si los sopesamos con los

beneficios. Se añade también que el proyecto no va

en contra ni es incompatible con el desarrollo

sustentable y la vocación de zona turística que se le

quiere dar a la zona. Finalmente, se establece que el

proyecto se ajustará a la normativa existente, por

ende, debiese ser aprobado, ya que estamos ante

una decisión netamente técnica.

Por otro lado están quienes se oponen al

proyecto, señalando que es una falacia señalar que

estén informadas o conozcan la existencia de esta controversia. Es interesante constatar, por ejemplo, que en encuestas recientes (IPSOS, Fundación Futuro, CERC) se da cuenta de que entre un 53 y un 57% de los chilenos rechaza fuertemente tales iniciativas. 12 Es importante destacar aquí que en general en Chile la sociedad civil organizada es muy débil y una constante es la falta de recursos de todo tipo (económicos, humanos, etc.).

las represas pueden ser consideradas energías

limpias o renovables, ya que impactan fuertemente

los ecosistemas, y no sólo de la cuenca inundada,

sino que de todo el borde costero. Además de los

impactos sobre la flora y fauna y el ecosistema en

general, se señala como relevante el lugar en el que

se ubicará el proyecto: la Patagonia. Una zona aún

prístina y no muy intervenida, que tendría una

vocación de desarrollo distinta, basada en el turismo y

el uso sustentable de los recursos naturales. A juicio

de los opositores, estamos hablando de intervenir uno

de los pocos lugares menos humanamente

intervenidos del plantea, con grandes reservas de

agua que según ellos debiesen gestionarse

públicamente y no estar en manos de unos pocos

privados que concentran tanto la propiedad de las

aguas como la generación eléctrica del país.

Ahora bien, es importante ahondar un poco más

en esta gruesa distinción entre quienes apoyan y

quienes se oponen al proyecto, ya que la red de

actores involucrados es bastante más compleja. En

este sentido, y con miras a poder organizar la

información de la mejor manera posible, es posible

plantear que a grandes rasgos existen tres actores

involucrados en esta controversia. Cabe señalar aquí

también que los tres se mueven en cuatro niveles

distintos: local, regional, nacional e internacional.

1) Ciudadanía y sociedad civil organizada: Dentro de

este grupo encontramos desde la ciudadanía en

general, tanto informada como no informada,

involucrada como no involucrada (cabe destacar aquí

a Douglas Tompkins, como una persona que ha sido

ícono de oposición al proyecto con una imagen

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bastante controversial), hasta los ciudadanos

opositores al proyecto agrupados en organizaciones

ambientalistas (ONGs como Ecosistemas, Chile

Ambiente, etc.), indígenas (por ejemplo los Jóvenes

Tehuelches) religiosas (una figura importante ha sido

el obispo católico de Aysén, Luis Infanti), y de

empresarios locales o regionales ligados al turismo u

otro tipo de emprendimientos, por lo general no

compatibles con proyectos hidroeléctricos de gran

escala. Algunas organizaciones y personas

pertenecen a las comunas concretas a intervenir, a la

Región de Aysén o a otras regiones del país, así

como organizaciones no gubernamentales ubicadas

en Santiago, que trabajan en todo chile, como

también a organizaciones internacionales que se han

sumado a la causa. Cabe señalar aquí que dado el

―paraguas‖ que ha logrado proveer la campaña

―Patagonia Sin Represas‖ y el CDP, el actor opositor

al proyecto ha logrado posicionarse como uno solo,

entendido por lo general como la ciudadanía

organizada (aunque también la ciudadanía ―en

general‖) en contra del proyecto. Sin embargo, a nivel

local y regional, el proyecto genera muchas más

controversias al interior de este actor que en

apariencia es uno y está cohesionado, existiendo

muchas personas a favor del proyecto e incluso

conflictos al interior de la comunidad por éste.

2) Gobierno: este actor es bastante complejo y sólo con

fines analíticos es posible distinguirlo aquí como un

actor, ya que sus ramificaciones y complejidades son

variadas. Así, tenemos desde el gobierno local

(municipios), hasta el gobierno central (ministros, el

presidente, etc.), pasando por la COREMA Aysén que

debe tomar la decisión (en base al voto del

intendente, los Secretarios Ministeriales Regionales

(SEREMIS) y los consejeros regionales) y los

parlamentarios por la zona y en general. El entramado

se complejiza si consideramos que hay alcaldes y

concejales a favor y en contra del proyecto, y que si

bien el intendente actúa a nivel regional, al igual que

los SEREMIS, por lo general recibirá desde Santiago

la decisión de cómo votar (al menos eso denuncian

quienes se oponen al proyecto, y en la práctica se

observa que cuando hay disidentes en las votaciones

por lo general unánimes, corresponden a los

consejeros regionales). En esta controversia incluso

ha intervenido el Ministro de Energía (de este

gobierno como del anterior) para dar una suerte de

apoyo a esta iniciativa13, pudiéndose entender que la

posición del gobierno central ha tendido a ser (no

oficialmente por supuesto) la de apoyo a este

proyecto.

3) Empresa: si bien en apariencia un actor más sencillo,

ya que quien está detrás de este proyecto es la

empresa HidroAysén S.A., el entramado es bastante

más complejo. HidroAysén nace de la asociación

entre la transnacional ENDESA y la chilena Colbún.

ENDESA era en un comienzo propiedad mayoritaria

de capitales españoles, pero ahora está controlada

por capitales estatales italianos, específicamente

ENEL. Así las cosas, los opositores al proyecto han

13 Ver noticia "Es necesario que la matriz eléctrica cuente con proyectos como HidroAysén", publicada el día 25 de octubre del 2010 en el diario La Tercera. Disponible en (fuente consultada el 27 de octubre del 2010): http://diario.latercera.com/2010/10/25/01/contenido/negocios/10-42702-9-es-necesario-que-la-matriz-electrica-cuente-con-proyectos-como-hidroaysen.shtml.

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utilizado estrategias como ir directamente a las juntas

de accionistas de ENEL, en Italia, para darles a

conocer los problemas que un proyecto del

conglomerado está ocasionando en un país como

Chile, o a hablar con instituciones financieras

pertenecientes a la Unión Europea para que evalúen

si están dispuestos a financiar un proyecto como este.

En este punto es necesario destacar, sin

embargo, que detrás de esta controversia

encontramos una cuestión mucho más profunda que

la simple protección de un lugar prístino o de ciertos

ecosistemas. Si bien quizás mediáticamente ha

primado una suerte de oposición entre la naturaleza

prístina y el crecimiento económico (encarnado en la

necesidad de energía), detrás del fuerte

cuestionamiento que ha suscitado este mega

proyecto hidroeléctrico se encuentra la demanda por

un debate democrático, es decir político y no

netamente técnico, respecto de la energía en nuestro

país. La pregunta de fondo es cómo pensamos, de

aquí a 10, 20, 30 o incluso 50 años, abastecernos de

energía. Es más, si hurgamos un poco más nos

encontramos con la pregunta por la necesidad misma

de energía.

Revisar una y otra vez los argumentos técnicos

no lleva a mucho en este caso, ya que hay de sobra

para sostener las dos posiciones (sí o no a las

represas). En ese sentido, un logro (no podemos

saber si intencionado) de la campaña ―Patagonia Sin

Represas‖ ha sido el de, a través de la misma técnica,

desarticular al ―enemigo‖ en esos mismos términos.

HidroAysén presenta un estudio donde predice la

demanda de energía del país para los próximos 20

años para justificar la necesidad de las represas, y la

campaña de oposición al proyecto presenta otro,

llevado a cabo por científicos de la Universidad de

Chile que demuestra exactamente lo contrario14.

HidroAysén presenta un Estudio de Impacto

Ambiental (EIA) de más de 10.000 páginas con miles

y miles de datos técnicos, y la campaña junta más de

3.000 observaciones a éste. Así, una y otra vez, la

misma legitimidad técnica15 entra en cuestión,

viéndose obligados los mismos expertos a entrar en

terrenos a los que acostumbran ingresar, pero no

explícita ni públicamente.

14 Ver, por ejemplo, el estudio ―¿Se necesitan represas en la Patagonia? Un análisis del futuro energético chileno‖ de Stephen F. Hall y Asociados, Roberto Román, Felipe Cuevas, Pablo Sánchez. Universidad de Chile, Junio de 2009. También el ―Estudio Aporte potencial de: Energías Renovables No Convencionales y Eficiencia Energética a la Matriz Eléctrica, 2008 - 2025‖ del Programa de Estudios e Investigaciones en Energía del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile y el Núcleo Milenio de Electrónica Industrial y Mecatrónica, del Centro de Innovación en Energía de la Universidad Técnica Federico Santa María. 15 Es interesante mencionar aquí el uso de la misma lógica económica, catalogada muchas veces de ―economicista‖ por quienes se oponen a este tipo de proyectos, para contrarrestar los argumentos a favor del proyecto HidroAysén. En este

sentido, en una exposición ante la Comisión de Turismo de la Cámara de Diputados, miembros del CDP señalaron que la pérdida económica, sólo para Aysén, se estimó, en base a un estudio de la Universidad de Chile, sobre los 40 millones de dólares al año, con pérdidas además de más de 4.000 empleos permanentes por menor turismo, comercio y trasporte. También se expuso sobre el impacto económico al patrimonio ambiental por el daño al valor del paisaje. Este estudio fue realizado por la investigadora de la Universidad de California, Keri Prince, que señala que la pérdida patrimonial por las represas alcanza a un monto de entre 840 y 945 millones de dólares, y por los tendidos a un valor de 2.940 millones de dólares, evaluados a través de metodologías de valoración contingente. Lo anterior implica, de acuerdo a lo señalado por el CDP, que el valor económico de la externalidad negativa que dicho proyecto le dejaría al país está por sobre los 3.880 millones de dólares sólo considerando el componente paisaje.

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En este sentido, se ha recurrido, por ejemplo, a

cuestionar las intenciones detrás de la campaña

―Patagonia Sin Represas‖, dado que los fondos con

los que opera serían internacionales, específicamente

provenientes del empresario norteamericano radicado

en Chile, Douglas Tompkins. Por su parte, quienes se

oponen al proyecto han entrado a cuestionar el propio

modelo de desarrollo chileno, su sustentabilidad,

apertura democrática, así como los intereses ocultos

detrás de ciertas autoridades políticas, a quienes se

las acusa de tráfico de influencias.

En este sentido, es incluso posible llegar a

preguntarse de qué conflicto estamos hablando y cuál

sería su naturaleza. ¿Estamos o no ante un problema

técnico? ¿Cómo separar esta maraña técnico, político

e incluso religiosa (se habla incluso de que la

Patagonia sería un lugar sagrado)? ¿Es necesario

separarla? ¿Qué hace la autoridad? ¿Cómo decide?

¿Quién decide o debiese decidir?

El conflicto ilustra bastante bien los límites de

nuestra institucionalidad y la necesidad de repensarla

a la luz de este tipo de controversias que irán cada

vez más en aumento en Chile y el mundo. En Chile

las autoridades y empresarios se muestran perplejos

ante esta ola de reclamos y demandas en apariencia

súbitas, que no dan tregua y exigen, cada vez más,

participación en la toma de decisiones.

El modelo de decisión que ofrece la

institucionalidad actual obliga a creer en expertos

pagados por los mismos interesados en que un

proyecto se lleve a cabo, generando incentivos claros

para la deseabilidad y obtención de ciertos

resultados16. Esta situación permite desconfiar de la

ciencia que realizan estos científicos y llama la

atención sobre la necesidad de que esta ciencia sea

producida de modo democrático.

Dada la magnitud de obras como la de

HidroAysén y los amplios grados de incertidumbre

frente a sus efectos, resulta evidente la necesidad de

arreglos institucionales más adecuados. Destruir y

sacrificar de modo permanente importantes

extensiones de territorio nacional debe ser parte de

un debate más amplio, donde se facilite la

participación de quienes se sientan afectados de

modo simétrico y no bajo las actuales condiciones

ofrecidas por la institucionalidad ambiental de la Ley

19.300. Democracia, más que la mera confianza en

las intenciones de un representante, debe ser la

posibilidad activa para poder representar los propios

intereses cuando éstos se ven amenazados.

La Sangre y la Mina

Mientras se redactan estas líneas 33 trabajadores

mineros acaban de ser rescatados luego de pasar

casi 70 días enterrados a 700 metros de profundidad

bajo miles de toneladas de roca, donde estuvieron

esperando por la intervención de profesionales y

máquinas altamente especializados que debían lograr

devolverles su libertad. Determinar cómo llegó a

ocurrir tal situación aún puede parecer apresurado,

sin embargo, es un ejercicio provechoso reflexionar

16 Cabe señalar aquí que los Estudios de Impacto Ambiental (EIA) son realizados por la empresa o persona interesada en llevar a cabo un proyecto. No sólo lo financia el interesado, sino que decide quién y cómo se lleva a cabo. Luego, la autoridad ambiental evalúa ese estudio, muchas veces sin contar con información propia (ni la capacidad para producirla) para contrarrestar los datos.

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en torno a los límites de la incertidumbre en un caso

como este.

El 5 de agosto de 2010 se produjo un derrumbe

en la mina San José, de propiedad de la Compañía

Minera San Esteban. Esta mina se encuentra a

aproximadamente 45 kilómetros de la ciudad de

Copiapó en la Tercera Región de Chile. Este

derrumbe dejó atrapados a 33 trabajadores mineros,

de quienes no se tuvo noticia durante 17 días, hasta

que luego de algunos intentos fallidos se lograra

establecer contacto con ellos a través de la

perforación realizada por una sonda. Más allá del

evidente sufrimiento humano asociado a la tragedia

ocurrida en la mina, sus consecuencias más

inmediatas han sido la visibilización de una serie de

organismos burocráticos (SERNAGEOMIN, Dirección

del Trabajo, etc.) y sus intrincadas redes de

competencias, cuestión que ha abierto una

controversia más amplia respecto a los costos que la

explotación minera efectivamente tiene bajo la actual

infraestructura regulatoria y quiénes son los que

efectivamente deben cubrir esos costos.

Para quienes trabajaban en la mina San José, el

derrumbe no fue una sorpresa y más bien se trató de

la confirmación de sus temores. Ya desde el año 2003

se tenían registros de acciones orientadas hacia el

cierre de este proyecto minero, por las condiciones de

inseguridad que se empezaban a hacer evidentes con

frecuentes derrumbes de roca. Estos derrumbes

tuvieron importantes costos de vidas humanas y de

lesiones graves para los trabajadores, sin embargo, la

mina seguía con su funcionamiento, evidenciando

que tales eventos son parte de los costos de la

explotación minera. Aún más, esta mina fue cerrada

en el año 2007 luego de un grave accidente con

resultado de muerte, pero a los pocos meses

consiguió su reapertura gracias a un controvertido

procedimiento administrativo.

Basta con considerar las dimensiones de las

maquinarias y de las rocas involucradas en el trabajo

minero, versus las dimensiones de un ser humano,

para comprender que mínimos errores de maniobra

pueden desembocar en accidentes de resultado fatal.

Cascos o zapatos de seguridad parecen juguetes

frente a los riesgos que los trabajadores mineros

deben enfrentar. De este modo, la actividad minera

opera produciendo minerales, desechos y muertes,

los dos últimos vendrían a ocupar el rol de

externalidades.

La externalidad, según Callon (1998), sería la

identificación de un interés que resulta excluido de un

sistema. De este modo se considera que un accidente

es una externalidad que busca ser mitigada o

remediada a través de regulaciones. En Chile, estas

regulaciones provienen de legislaciones que se

distribuyen en diferentes organismos (Ministerios de

Salud, Trabajo, Minería, etc.). De este modo, los

intereses se diluyen aún más, así como las

responsabilidades. Esto queda en evidencia con las

palabras del Secretario Regional Ministerial de Salud,

quien autorizó la reapertura de esta mina en 2008, al

ser consultado por sus responsabilidades en el

accidente: ―están mezclando las cosas: el accidente

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del 5 de agosto es un problema de derrumbe, no es

un problema sanitario‖17.

Los dueños de la mina San José se han

defendido señalando que un accidente como el que

ocurrió no podía ser previsto, basándose para ello en

las mediciones que su empresa habría realizado. Sin

embargo, cuesta reconocer los límites de certeza de

tales decisiones, cuestión en la cual se basan estos

personajes para delegar sus responsabilidades, las

cuales son finalmente situadas en la mina. Para los

dueños de la mina la responsabilidad de lo que

ocurrió recae en la mina, la cual se habría

comportado de un modo diferente al cual ellos

habrían esperado. En este juicio naturaleza y técnica

se entremezclan dando forma a un problema que

tiene un poco de ambos, pero más patentemente deja

en claro que la confianza en la técnica no libra de

sufrir las consecuencias de los movimientos de la

naturaleza.

Los dueños de la mina culpan a una mina ―que

hizo oídos sordos‖ de los comportamientos que para

ella prescribían los expertos, mientras los

representantes de las diferentes reparticiones

públicas llaman a no mezclar responsabilidades y

competencias. Todos buscan poner las

responsabilidades en el ámbito de la incertidumbre,

de modo que tales responsabilidades sean diluidas.

Sin embargo, sabemos que la incertidumbre es un

asunto que es posible manejar y en este caso se ha

favorecido una distribución de riesgos que perjudica a

quienes están bajo tierra y a otros que han fallecido,

17 Recuperado en http://www.lanacion.cl/ex-seremi-justifica-su-actuacion-en-mina-san-jose/noticias/2010-08-31/092718.html

sufrido accidentes y/o enfermedades ocupacionales

derivadas de la actividad minera.

Practicar la minería tiene riesgos asociados que

pueden ser más o menos controlados, sin embargo,

resulta evidente que esos riesgos deberían ser

explicitados como costos reales de la producción para

poder discutir respecto a su deseabilidad. El

crecimiento económico tiene costos que deben ser

presentados a la sanción democrática si queremos

evitar situaciones como este derrumbe que no es más

que el símbolo de mecanismos de producción de

valor bastante más amplios y extendidos a otras

actividades económicas.

Este caso permite ilustrar el tema de la

incertidumbre y los riesgos, y analizarlo a la luz de

una posible aplicación del principio precautorio. Una

pregunta relevante para la futura regulación de la

actividad minera debiese ir enfocada a establecer

estándares que permitan prevenir o evitar los males

asociados a decisiones, frente a las cuales la ciencia

resulta incierta, a trasladar el peso de las

responsabilidades a los proponentes de una acción

que posea potenciales efectos negativos, y a una

toma de decisiones transparente y democrática. Es

posible evitar que la trágica historia de la mina San

José no vuelva a repetirse.

Conclusiones

No existen formas únicas para organizar la toma

de decisiones públicas, pero es posible estabilizar

ciertas formas por su deseabilidad, frente a la

organización más amplia de los colectivos humanos.

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Un Estado democrático debe tener algo más que un

sistema electoral creíble, puesto que hay mucha

evidencia de que la administración pública a través de

elites facilita la intervención por parte de intereses

políticos o económicos que no necesariamente

resultan representativos de mayorías.

Lograr a través del Estado arreglos

institucionales que faciliten la participación en la toma

de decisiones de los posibles afectados por tales

decisiones, ha de ser una obligación para la

democracia. La creciente conciencia de los límites de

la ciencia es un argumento a favor de esta medida,

puesto que la ciencia no ofrece una salida libre de

arbitrariedades debido a sus amplios márgenes de

incertidumbre. Esto es aún más claro en los casos

donde la dimensión de los fenómenos alcanza

dimensiones de proporciones globales.

En el caso chileno observamos que tanto en la

generación de electricidad como en la regulación de

las condiciones laborales se pone en juego la

efectividad del Estado como agente capaz de

garantizar su definición democrática. En ambos casos

está en juego la distribución de bienes y males, los

cuales pueden resultar muy asimétricamente

asignados sin la participación amplia de los agentes

interesados, bajo arreglos que permitan su

participación efectiva.

Dado que los riesgos e incertidumbres son

producidos al mismo tiempo que se produce la

sociedad misma, la apertura a cuestionar sus

métodos es un paso fundamental para poder

administrar tales riesgos e incertidumbres. Si bien por

las dimensiones que ha alcanzado la humanidad se

hace prácticamente imposible vivir libres de

incertidumbres, claramente existen las herramientas

para poder decidir informadamente con cuáles

estamos efectivamente dispuestos a vivir y hasta

cierto punto cómo esperamos que nuestras redes

sociotécnicas se comporten frente a ellas.

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Operativo Maule UC:

Diagnóstico social de las comunas Curepto y Hualañé pos terremoto 27 de febrero

2010

Francisco Gatica18

Ariel Rosales19

Resumen

La forma regular de proceder luego de ocurrido un desastre, involucra acciones orientadas a satisfacer las necesidades inmediatas de la población sin necesariamente considerarse las intervenciones futuras en ella. La desconexión entre las intervenciones inmediatas y las de mediano y largo plazo, conducen a malgastar los recursos económicos y humanos, sin mencionar lo perjudicial para la población misma. En este sentido, resulta necesaria una intervención que no desconozca la relación entre los distintos momentos, es decir, la consideración del continuum emergencia-desarrollo en la intervención post desastre, para no verse afectado por dichas consecuencias. Bajo esta lógica, el Operativo Maule UC operó en el diagnóstico realizado, donde el equipo metodológico social construyó los índices de emergencia y de potencial de desarrollo.

Este trabajo se centra en la revisión del procedimiento y de los resultados obtenidos de ambos índices, los cuales indican que en las distintas localidades diagnosticadas, existe una alta potencialidad de desarrollo sobre todo en los sectores más vulnerables. Por otra parte, esto se hace posible de ver gracias a la geo-referencia que permite visualizar los lugares exactos con mayor potencialidad y vulnerabilidad – y su inversa – adelantándose a una intervención con miras a la perfección.

Palabras claves: intervención en desastre, trabajo social en desastre, diagnóstico social, desarrollo comunitario, políticas públicas.

18 Trabajador Social, Licenciado en Trabajo Social 2010. Pontificia Universidad Católica de Chile 19 Licenciado en Trabajo Social, magister© en trabajo Social, licenciado© en Filosofía Pontificia Universidad Católica de Chile.

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Introducción

De forma regular, la manera de proceder

luego de un desastre involucra acciones orientadas

a satisfacción de necesidades que se suponen

inmediatas como alimentación y cuidados médicos,

sin embargo la acción de muchos organismos frente

a los desastres no reflexiona acerca de las

condiciones que en un mediano plazo puedan

presentar las poblaciones afectadas. Una revisión

preliminar del estado del arte nos sugiere que, si

bien, en un primer momento la asistencia de los

grupos afectados se torna prioritaria, es sólo

sustentable si se sigue con acciones que

mantengan y promuevan los recursos sociales con

los que los individuos y las familias cuentan. Se trata

de compatibilizar la supervivencia inmediata con la

futura, es decir, se busca conjugar la satisfacción de

las necesidades aquí y ahora con estrategias de

desarrollo sustentables en el tiempo. Es en este

sentido que conceptualmente los índices de nivel de

emergencia social y de potencialidad para el

desarrollo creados en este trabajo, se inscriben en

el continuum emergencia-desarrollo (Pérez, 2005).

Sin embargo, corresponde advertir que los índices

aquí presentados no cuentan – paradojalmente en el

caso de Chile, país de desastres recurrentes – con

un instrumental ad hoc a situaciones de emergencia

social derivadas de eventos catastróficos; es decir,

el diagnóstico realizado (con el eventual instrumento

de medición creado para esta ocasión) corresponde

a una primera versión de la intervención en

desastres bajo la lógica que propone Pérez.

Las estrategias de superación de catástrofes

pueden ser muy variadas, dependen del contexto y

de las capacidades de las personas, familias y

comunidades locales. Sin embargo, se consideran

como fundamentales, concurrentemente con

estrategias de intervención directa acordes a la

condición de emergencia social en que se

encuentran sujetos vulnerados post desastre,

estrategias paliativas de minimización de riegos a

mediano y largo plazo, el establecimiento y el

refuerzo de redes sociales formales y tradicionales

articuladas en el marco de un plan de desarrollo

local (Woung y Leung 2008, Miranda et. al. 2010)

Se espera que a partir de la información generada

sobre la base de estos índices sea posible

establecer orientaciones para, en un primer

momento, focalizar la entrega de la ayuda de

emergencia y, seguidamente, para llevar a cabo

acciones desde ya articuladas con lógicas y

acciones que apunten al horizonte del desarrollo de

las comunidades afectadas.

Intervención en desastre

Realizando un primer acercamiento a los

desastres, es necesario concebir las implicancias

naturales, materiales y sociales que tienen. El

paradigma físico-naturalista – que concibe a los

desastres como eventos temporales y

territorialmente segregados, en los cuales la causa

principal se adjudica a procesos físico naturales

(Hewitt en García y García, 2006; Miranda et. Al.

2010) – no resulta el más apropiado para analizar

tales situaciones, sino más bien, es necesario

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visualizarlo desde un enfoque que combine tanto lo

físico naturalista, como lo social. De esta manera,

Lavell (en García y García 2006) sostiene que ―un

desastre es tanto producto como resultado de

procesos sociales, histórica y territorialmente

circunscritos y conformados‖.

Al presenciar un desastre, además de las

incidencias netamente naturales (como terremotos,

huracanes, aluviones, etc.), este afecta al orden

social y a sus estructuras, interfiriendo en las pautas

de conducta cotidianas, en donde diversos actores

adquieren un rol diferente al establecido. Así, no es

puramente la amenaza natural la que produce el

desastre, sino el factor social contextual del

desastre: ―aún cuando se trate de amenazas

propiamente naturales, en su concreción como

eventos destructores factuales habrá siempre una

mediación humana‖ (Campos, 2003: 2).

Por otra parte, no todos los desastres se

toman de igual manera; no conducen a la misma

tragedia, y dependerá en gran porcentaje del

contexto en el cual ocurre. En este sentido, además,

dentro de un contexto determinado existen

importantes elementos diferenciadores entre las

diversas situaciones de emergencia, que se

distinguen por su magnitud de impacto, tanto en lo

social como en lo natural, es decir, tanto por el

número de personas afectadas como la extensión

geográfica y por la gravedad de sus consecuencias.

Uno de los efectos de ciertos desastres naturales es

la ruptura del mundo cotidiano, de lo dado por

supuesto, de los cimientos normativos y simbólicos

sobre los cuales se desarrolla la vida grupal (Fouce

y Sánchez: 2002; Miranda et al: 2010).

Frente al suceso de un desastre de

implicancias naturales y sociales, múltiples son los

factores inmediatos que aparecen en acción. Por

una parte, se encuentra el Estado como principal

actor – como gobierno nacional o local, según el

nivel de descentralización alcanzado y comprendido

– el cual se presenta con la responsabilidad u

obligación directa de dirigir prácticas paliativas con

la intención de mitigar los daños percibidos (Pérez,

2005). Por otra parte, se encuentra la sociedad civil

y el mercado, que frente a una situación de

emergencia, introducen también a su vez, ciertas

medidas voluntarias con la misma finalidad que el

Estado, aunque la forma muchas veces varía.

Una vez canalizada la ayuda de la sociedad

civil y el Estado proveniente de diversas fuentes

(Wong & Leung, 2008), muchas veces nos

encontramos con prácticas poco profesionales que

dificultan, al final de cuentas, todo el proceso de

emergencia y desarrollo a realizar que de por sí

debe estar ligado. Si bien se integran líneas

interesantes para la sobrevivencia y abastecimiento

de la población afectada, las buenas intenciones

provocadas por un estado de ansiedad severa en la

sociedad, generan efectos hasta negativos en el

proceso de intervención. Desafortunadamente, esta

falta de entendimiento sobre el proceso de

reconstrucción social y comunitaria puede conllevar

a la focalización de recursos limitados en prácticas

menos efectivas – o incluso negativas – luego de un

desastre (Yoon, 2006). Por ejemplo, en un estudio

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Revista Doble Vínculo

ISNN 0718-7815, Año 2 - Nº2

56

realizado luego de la inundación en Buffalo Creek

en la primera mitad de la década del ‘90 en los

Estados Unidos, los planes inapropiados de refugio

y de casas de acogida conllevaron a la destrucción

de las redes informales causando más daños

psicológicos a los sobrevivientes que la misma

inundación (Riad y Norris, 1996, en Yoon 2006). En

este sentido, no todos los tipos de ayuda son

considerables como medidas paliativas efectivas en

la intervención post catástrofe o desastre, pues los

resultados de las intervenciones pueden no

contribuir en nada, o bien, influir de manera

negativa. (Miranda, et. al. 2010)

Por otra parte, resulta de extremada

importancia vincular las prácticas de lo inmediato,

con el mediano y largo plazo. La gestión de

desastres abarca varios tipos de intervención, con

objetivos diferenciados, con un peso y protagonismo

diferente, según la etapa en que se encuentre

(Pérez, 2005). Considerando a Pérez (2005), las

etapas de intervención no sólo se contemplan una

vez ocurrido el desastre, sino que además deben

considerar lo temporalmente previo a él, como lo

son las intervenciones dirigidas a la prevención y a

la preparación (para luego pasar a la mitigación).

Continuando con esta línea, la sociedad civil

como actor dentro de la gestión de desastres, debe

adscribirse bajo los mismos parámetros. La

sociedad civil adquiere un rol fundamental ya que se

presenta activamente en la dinámica social, por lo

menos en el contexto latinoamericano, el cual se

caracteriza por tener un Estado liberal y con una

fuerte privatización (o tendencia hacia ella), lo que

por ende se traduce en un Estado reducido en sus

funciones (Arocena, 1998) y con una escasa

capacidad de hacer frente a desastres que implican

una intervención para la reconstrucción. En esta

situación, la sociedad civil ha adquirido un rol

protagónico en los últimos años, con el constante

crecimiento del tercer sector articulado con el

Estado y el mercado. Particularmente en la gestión

de desastres, la sociedad civil no se presenta como

un obstáculo directamente para la gestión del

gobierno, sin embargo puede caer en los mismos

errores, según el planteamiento basado en Pérez

(esto no en perjuicio de la sociedad civil, sino del

que interviene, siendo incluso hasta el Estado). En

este sentido, sobre todo en el contexto

latinoamericano, los gobiernos, nacionales o locales,

suelen afrontar una escasez de medios materiales y

técnicos, por lo que requieren de ayuda de la

cooperación internacional para el desarrollo (Pérez,

2005), o bien una articulación con la sociedad civil

(Wong y Leung, 2008).

De esta manera, en la articulación de la

emergencia con el desarrollo, el diagnóstico social

adquiere un papel fundamental, pues permitirá

conocer con mayor claridad y exactitud la incidencia

de la catástrofe en un lugar determinado.

Construcción de los índices

Descripción del Operativo Maule UC, comunas

de Curepto y Hualañé. Marzo 2010.

Con el objetivo de apoyar a las comunidades de

Curepto y Hualañé tras los daños ocasionados por

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el terremoto del 27 de febrero pasado, un equipo

multidisciplinario conformado por más de 100

estudiantes, 25 profesores y 30 profesionales de la

UC, coordinados por el Centro de Políticas Públicas,

trabajaron durante diez días en dichas localidades.

La ayuda brindada por los profesionales UC se vio

plasmada en la elaboración de un proyecto de

reconstrucción de los daños ocasionados por el

terremoto donde se plantearon los siguientes

objetivos: 1) Generar y sistematizar información

relevante para la toma de decisiones en la

reconstrucción comunal, 2) Identificar las

potencialidades de las personas y familias para

superar la situación de emergencia, 3) Realizar

intervención directa focalizada en los grupos

vulnerables y 4) Apoyar en la atención de salud

hospitalaria y rural.

De esta manera (y luego de 10 días de trabajo), la

primera etapa del operativo Curepto-Hualañé

concluyó el pasado 14 de marzo con la entrega del

diagnóstico, propuestas y recomendaciones, tanto

para el proceso de emergencia, como para el plan

posterior de reconstrucción de tales comunas. Las

áreas abordadas por el equipo fueron Vivienda,

Salud y Social: El objetivo del diagnóstico de

vivienda era la identificación de los daños físicos en

viviendas y construcciones con valor histórico

generados como consecuencia del terremoto, para

lo cual se hizo uso de la ficha técnica de daños

MINVU más una ficha diseñada por los

profesionales UC; por su parte, el diagnóstico social

tenía como objetivo la identificación del estado de

afectación de las familias, sus recursos y activos

como consecuencia del terremoto, y la intervención

directa focalizada en grupos vulnerables. Para esto,

la Escuela de Trabajo Social, en base a una revisión

bibliográfica, creó una ficha social de emergencia la

cual fue aplicada a las familias de ambas

comunas20. Para la aplicación de ambas fichas se

contó con duplas técnico-sociales, compuestas por

arquitectos o constructores civiles y un trabajador

social, de manera de garantizar un diagnóstico lo

más completo posible de cada una de las familias,

un trabajo eficiente y la posibilidad de cruzar estos

datos, además de que cada familia contara con

ambos diagnósticos. Así, y con la ayuda de

profesionales provenientes de la Escuela de

Geografía, fue posible la construcción de

cartografías de las localidades y la geo-

referenciación de los datos obtenidos. El total de

fichas aplicadas en Curepto fue de 1089 y en

Hualañé de 1391, pretendiendo de abarcar a la

población de manera censal.

Tal como se mencionó anteriormente, el objetivo de

este operativo era el de generar y sistematizar

información relevante para la toma de decisiones en

la reconstrucción comunal. En concordancia con lo

que plantea el estado del arte sobre el foco de las

intervenciones en contextos de emergencia social,

con los datos recabados fue posible la creación de

20 Cabe destacar, y como se mencionaba más arriba, que frente a la inexistencia de una forma de diagnosticar bajo la lógica del continuum de emergencia-desarrollo, este trabajo se presenta como una primera versión de una intervención planteada bajo esta lógica. Así, los índices creados para este diagnóstico, articulan estos dos momentos, respondiendo al estado de emergencia, y a su posterior desarrollo. Por otra parte, pensando en el contexto en el cual se realizaría el diagnóstico, la ficha social antes de ser aplicada fue presentada a los respectivos municipios para su aprobación.

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un índice de nivel de emergencia social y uno de

potencialidad para el desarrollo, a través de los

cuales no sólo se dio cuenta de la problemática

situación de las familias y de sus necesidades más

urgentes, sino también de las potencialidades,

capacidades, capital social y recursos (materiales y

económicos) con los que estas contaban, además

de la posibilidad (y necesidad) de considerarlas

para formular acciones a mediano y largo plazo que

ayudaran a la reconstrucción de las localidades. De

esta forma, los datos obtenidos en cada uno de los

índices fueron agrupados en las categorías de bajo,

medio y alto, para poder focalizar en la geo-

referenciación los niveles de emergencia y

desarrollo de las distintas localidades.

Definiciones nominales

Con los siguientes índices se pretende observar

simultáneamente la población en situación de

emergencia social y el potencial de desarrollo que

presenten los individuos y las familias que habitan

en las distintas localidades, con la finalidad de

responder a la lógica de emergencia-desarrollo.

El Índice de Emergencia Social está destinado a

identificar a los grupos familiares vulnerables, y a los

miembros de las familias que viven en mayor riesgo

tales como niños y niñas, adultos mayores,

personas discapacitadas, madres adolescentes,

mujeres jefas de hogar y embarazadas. El índice de

emergencia social identificará las situaciones

desfavorecedoras de estados de vulnerabilidad y

desprotección de las familias. Estos estados

requieren de una respuesta inmediata para paliar en

lo posible los efectos de la situación sobrevenida,

proporcionando respuestas sociales que favorezcan

el reestablecimiento de la normalidad que ha sido

dañada o perdida a partir de la situación de

desastre.

El Índice de Potencial de desarrollo21 está

asociado a la identificación de las potencialidades

de las familias, tales como los recursos materiales,

económicos, sociales y humanos que puedan ser

utilizados para el mejoramiento de la calidad de vida

de éstas.

Definiciones operacionales

1. Índice de emergencia social

Las variables a utilizar en la medición del índice de

emergencia social se dividen en cinco dimensiones:

(i) habitabilidad; (ii); (iii) salud y grupos vulnerables;

(iv) recursos financieros; y (v) recursos sociales. La

habitabilidad, corresponde a una dimensión que

observa las condiciones de la vivienda luego del

terremoto, es decir, si cuenta con los servicios, el

equipamiento necesario y los riesgos de habitar en

ella. El número de personas afectadas corresponde

a la cantidad de integrantes que se vieron afectadas

en función de la condición de viviendas inhabitables,

21 El potencial de desarrollo se vincula a un concepto amplio de desarrollo, entendido este como una situación múltiple que abarca aspectos sociales-relacionales, personales (habilidades y capacidades) y económicos (ingresos). El desarrollo es una condición social, en la cual las necesidades auténticas de la población se satisfacen con el uso racional y sostenible de recursos disponibles.

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lo que pretende cuantificar cuántas personas han

sido afectadas por el terremoto en la localidad. La

tercera dimensión corresponde al estado de salud

de las familias tanto previa como posteriormente al

terremoto, además de las personas vulnerables que

existen en las familias. En cuarto lugar se considera

el ahorro de las familias. Finalmente, la quinta

dimensión refiere a la existencia de redes sociales

de apoyo básico y el capital humano existente al

interior de cada familia.

Así, las dimensiones del Índice de Emergencia

Social son:

Habitabilidad: se entiende como la relación

entre la presencia de equipamiento básico

(Alojamiento y alimentación), y la condición de

la vivienda en términos estructurales.

Población afectada: Corresponde al número

de personas afectadas en función del la

condición de viviendas derribadas o

inhabitables.

Salud y grupos vulnerables: Refiere a la

presencia tanto de personas con un mayor

grado de vulnerabilidad (embarazadas, adultos

mayores, niños, discapacitados y personas con

enfermedades crónicas), como de personas con

problemas de salud anterior y posterior al

terremoto.

Recursos financieros: Corresponde a los

ahorros en términos monetarios de las familias.

Recursos Sociales: Corresponden al capital

social y capital humano presente en las

familias. Mide la colaboración social entre las

diferentes redes de apoyo, y el uso de las

capacidades presentes en el grupo familiar para

la reconstrucción. Esta dimensión se compone

de dos subdimensiones:

o Capital humano: se entenderá como la

existencia de mano de obra disponible

al interior de la familia para reconstruir o

reparar los daños sufridos.

o Capital Social: se entiende como la

existencia de redes de apoyo básico

(parientes, amigos, etc.) y la presencia

de redes formales e informales

preexistentes (iglesia, junta de vecinos,

hospital, etc.).

Dada la combinación de las variables presentadas,

se establecen tres niveles de emergencia social:

1. Alta: Se define como la condición

donde las familias se encuentran con su

vivienda derribada, sin equipamiento

para la alimentación, con la presencia

de más de un individuo vulnerable al

interior del grupo familiar, baja

presencia de mano de obra cercana

para posibles reparaciones y la

inexistencia de redes de apoyo.

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Tabla 1.- Operacionalización Índice de Emergencia Social

Concepto Variables Dimensión

Índice de Emergencia Social

Habitabilidad Equipamiento

Condición de la vivienda

Numero de Población afectada por familia

Salud y grupos vulnerables Grupos vulnerables

Personas con problemas de salud

Recursos financieros

Recurso Social

Capital Humano

Capital Social

2. Media: se refiere a la situación donde las

familias se encuentran con su vivienda

dañada (reparable), con una pequeña parte

de los servicios habilitados, con menos de la

mitad del equipamiento de alimentación y

con la presencia de al menos un individuo

vulnerable dentro del grupo familiar. Este

grado de prioridad incluye la no presencia

de mano de obra cercana y la baja

presencia de redes de apoyo.

3. Baja: hace referencia a la situación en

donde la vivienda de las familias no ha

sufrido daños, cuando los servicio de esta

están habilitados, pudiendo contar o no con

equipamiento de alimentación, con la

ausencia de individuos vulnerables y con la

existencia de redes de apoyo.

2. Índice de potencial de desarrollo

Para medir el potencial de desarrollo se han

considerado variables asociadas a recursos

disponibles de las familias (apoyo de

organizaciones, vehículos, comunicaciones,

etc.); al capital humano presente en las

familias (habilidades u oficios); al capital

social presente en las mismas (relaciones

con instituciones/organizaciones lo que

permite detectar las redes sociales para el

desarrollo a corto plazo); y a la voluntad de

permanencia en la localidad, donde se

pretende observar la voluntad de

permanecer en el lugar de residencia

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después de la catástrofe con el objeto de

develar un grado de apego o pertenencia

con el lugar, y con ello establecer focos de

intervenciones sustentables.

Así, las dimensiones del Índice de Potencial

de Desarrollo son:

Capital Humano: Capacidad de

generación de ingresos que deriva de

las competencias laborales de los

integrantes de la familia en edad de

trabajar y de la actividad laboral del jefe

de hogar, es decir, conocer en que

población hay posibilidades para la

generación de recursos.

Capital social: Relación dentro de las

localidades entre las familias y diversas

organizaciones e instituciones de

servicios básicos como educación,

vivienda, salud, etc. Al mismo tiempo

refiere a la presencia de apoyos

cercanos hacia la familia. Se pretende

identificar el grado de relaciones

existentes entre las familias y algunas

instituciones (tanto formales como

cercanas) de cada localidad.

Disponibilidad de recursos: refiere a

la capacidad de las familias para

reparar o reconstruir su vivienda y/o

comunicarse con su entorno. Está

compuesto por dos dimensiones:

o Recursos materiales

disponibles para reparar o

reconstruir la vivienda

(materiales y herramientas de

construcción) y/o para la

generación de ingresos.

o Recursos comunicacionales

disponibles para la información

y posible generación de

ingresos.

Voluntad de permanencia:

Corresponde al grado de apego o de

pertenencia con el lugar de residencia,

considerando los daños causados por la

catástrofe.

Se explora, por tanto, la sociabilidad de un

conjunto humano y aquellos aspectos que

permiten que prospere la colaboración y el

uso, por parte de las familias, de las

oportunidades que surgen en estas

relaciones sociales. Una sociabilidad

entendida como la capacidad para realizar

trabajo conjunto, la de colaborar y llevar a

cabo la acción colectiva. Además permite

observar la presencia de redes, en cuanto

mide el grado de relación entre las familias y

las instituciones (formales y no formales).

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Tabla 2.- Operacionalización potencial de desarrollo

Concepto Dimensión Subdimensión

Índice de Potencial de Desarrollo

Capital humano Capacidad de generar ingresos

Actividad laboral (del jefe de hogar)

Capital social

Disponibilidad de recursos Recurso Material Disponible

Recursos comunicacionales

Voluntad de permanencia

Dada la combinación de las variables se

establecen tres niveles de potencial: alto,

medio y bajo.

1. Alto: Presencia de capacidad para

generar ingresos y actividad laboral del jefe

de hogar, presencia de redes (formales e

informales), disponibilidad de recursos

materiales y comunicacionales y existencia

de voluntad de permanencia en la localidad.

2. Medio: Presencia de capacidad para

generar ingresos e inactividad laboral del

jefe de hogar, presencia de redes (formales

e informales), no disponibilidad de recursos

materiales y comunicacionales y existencia

de voluntad de quedarse en la localidad.

3. Bajo: Ausencia de capacidad para

generar ingresos e inactividad laboral del

jefe de hogar, ausencia de redes (formales

e informales), no disponibilidad de recursos

materiales y comunicacionales y no

existencia de voluntad de quedarse en la

localidad.

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Presentación de los resultados

Al finalizar el operativo se logró aplicar la ficha social a 1.947 familias en las dos comunas, diagnosticando a

cada una de ellas y construyendo una base de datos la cual fue presentada a cada municipio. Por otra parte, se

logró levantar un mapeo con los resultados de los índices para cada localidad, para así identificar cada uno de

los casos en su lugar de residencia. Este segundo aspecto resultó muy favorable como insumo para las

intervenciones futuras ligadas al desarrollo, ya que permite saber con exactitud el panorama local. De esta

manera, los resultados obtenidos se presentan en el siguiente orden: primero, desde un análisis estadístico

general y segundo, el mapeo obtenido en cada localidad22.

Los resultados del los índices fueron los siguientes:

Tabla 3.- Índice de Emergencia Social

Frecuencia Porcentaje Porcentaje Válido

Bajo 659 33,3 47,9

Medio 675 34,7 49,9

Alto 30 1,5 2,2

Total 1354 69,5 100

Perdidos 593 30,5

Total 1947 100

Fuente: Elaboración propia

Considerando la categorización de la sección anterior de ambos índices, al observar la tabla nº1 se

evidencia que la mayoría, corresponde a la emergencia media con un 49,9% del porcentaje válido. A su vez,

sólo el 2,2% presenta una emergencia de nivel alto, al igual como se presentan en el gráfico.

El 30,5% de los datos perdidos (missing) se debe, mayoritariamente, a que en el momento de pasar por los

predios para aplicar la ficha, no se encontraba nadie en el lugar disponible para responder.

22 Este segundo producto, hubiese sido imposible de conseguir sin el trabajo conjunto con el equipo técnico encargado de

la ficha de infraestructura, y el equipo de geografía encargado de geo-refrerenciar la información.

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Tabla Nº4 Índice de Potencial de Desarrollo

Frecuencia Porcentaje Porcentaje Válido

Bajo 131 6,7 9,4

Medio 797 40,9 57

Alto 471 24,2 33,7

Total 1399 71,9 100

Perdidos 548 28,1

Total 1947 100

Fuente: Elaboración propia

Por otra parte, en la tabla nº2, en cuanto al potencial de desarrollo también el nivel medio consiguió la

mayoría. No obstante, a diferencia del Indice de Emergencia Social, un porcentaje muy pequeño presenta un

potencial bajo de desarrollo, por lo que nos encontramos frente a un indicador favorable para la reconstrucción,

ya que por ejemplo, muchos habitantes de las localidades pretenden quedarse en el lugar pese a lo ocurrido.

Ahora, si desagregamos por sectores, se puede visualizar los resultados de los índices de la siguiente forma:

Tabla Nº3: Tabla de contingencia, Sector versus Índice de Emergencia Social

Sector Índice de Emergencia Social Total

Bajo Medio Alto

Curepto 47,9% 48,8% 3,3% 100,0%

Gualleco 46,8% 52,1% 1,1% 100,0%

Hualañe 47,7% 50,7% 1,6% 100,0%

La Huerta 53,2% 46,8% 100,0%

Tabunco 40,5% 59,5% 100,0%

El Molino 71,4% 28,6% 100,0%

Total 48,0% 49,8% 2,2% 100,0%

Fuente: Elaboración propia

Al observar la tabla nº3, considerando la emergencia social, sólo se evidencia una diferencia

significativa entre las localidades de El Molino y La Huerta con respecto al resto, pues, el índice de emergencia

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fue más bajo en ellas. Por otra parte, Tabunco se visualiza como un sector con un nivel medio preponderante,

casi llegando al 60%

Por otro lado, respecto del potencial de desarrollo, se visualiza la misma tendencia en todas las

localidades: una mayoría clara en el nivel medio, y un 30% aproximado en el nivel alto.

Fuente: Elaboración propia

A pesar de que no se visualizan diferencias significativas entre las localidades (tabla nº4) respecto a los

resultados de los índices, lo que se buscaba corresponde a la focalización de los lugares más afectados,

independiente de los resultados mirados en términos generales. De esta manera, el trabajo con el equipo de

Infraestructura y con el equipo de Geografía, permitió determinar los lugares de mayor emergencia y de mayor

potencialidad.

Índices geo-referenciados23

Para el caso de la localidad de Curepto (diagramas 1 y 2) no existe a simple vista una correlación entre

ambos índices. Por otro lado, es posible divisar que el nivel de emergencia social Alto se dispersa a lo largo de

todo el predio urbano. En este caso, la información presentada al municipio es de gran relevancia ya que al ser

una localidad de mayor tamaño, es difícil divisar a priori los lugares donde se debe focalizar la información.

23 Para efectos de esta publicación, sólo se mostrará el resultado de las localidades de la comuna de Curepto.

Tabla Nº4: Tabla de contingencia, Sector versus Índice

Potencial de Desarrollo

Sector Índice de Potencial de Desarrollo Total

Bajo Medio Alto

Curepto 7,9% 58,5% 33,6% 100,0%

Gualleco 11,2% 51,0% 37,8% 100,0%

Hualañe 10,1% 55,3% 34,6% 100,0%

La Huerta 9,2% 55,2% 35,6% 100,0%

Tabunco 23,1% 61,5% 15,4% 100,0%

El Molino 85,7% 14,3% 100,0%

Total 9,4% 56,8% 33,8% 100,0%

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Diagrama Nº1: Índice de Emergencia Social Geo-referenciado de Curepto

Fuente: Equipo Geografía Operativo

Maule UC 2010

En el diagrama Nº1 se

puede observar los lugares

directamente afectados según

la emergencia social. De esta

forma, para futuras

intervenciones se puede

focalizar la intervención a los

lugares que se designan

prioritarios por el índice. La

gran cantidad de predios en

blanco, refieren a sectores en

que no se pudo cruzar la

información entre el equipo de

infraestructura y el equipo

social, produciéndose una

cantidad significativa de datos

perdidos. Lo mismo se observa

en el diagrama Nº2.

En el diagrama 2, sin embargo,

se observa que la mayoría de

la localidad presenta un nivel medio o alto de potencial de desarrollo, lo que también es significativo para la

reconstrucción post terremoto. Si bien se posee la información de todo el sector que atraviesa a la localidad,

gran parte de la información no pudo ser geo-referenciada debido a los distintos intereses de los equipos.

Por una parte, el equipo de infraestructura consideraba fundamental diagnosticar todo el sector histórico de

Curepto (columna del mapa), mientras que el equipo social consideraba fundamental diagnosticar a toda la

comuna. Por problemas de factibilidad técnica en la cobertura de la localidad, no se pudo obtener la

información geo-referenciada de todo Curepto, dejando la periferia de la ciudad sin información específica

del lugar.

Diagrama Nº2: Índice de Potencial de desarrollo Geo-referenciado de Curepto

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Fuente: Equipo Geografía Operativo

Maule UC 2010

En el diagrama Nº2, se observa

que la mayoría de la localidad

presenta un nivel medio o alto de

potencial de desarrollo, lo que

también es significativo para la

reconstrucción post terremoto. Si

bien se posee la información de

todo el sector que atraviesa a la

localidad, gran parte de la

información no pudo ser geo-

referenciada debido a los distintos

intereses de los equipos. Por una

parte, el equipo de infraestructura

consideraba fundamental

diagnosticar todo el sector

histórico de Curepto (columna del

mapa) mientras que el equipo

social consideraba fundamental

diagnosticar a toda la comuna.

Por problemas de factibilidad técnica en la cobertura de la localidad, no se pudo obtener la información geo-

referenciada de todo Curepto, dejando la periferia de la ciudad sin información específica del lugar.

La localidad de Tabunco fue posible cubrirla satisfactoriamente, obteniendo la información geo-referenciada del

100% del predio urbano, tal como se puede visualizar en los diagramas 4 y 5.

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Diagrama Nº4 y Nº5: Índice de Emergencia Social e Índice de Potencial de desarrollo Geo-referenciados

de Tabunco

Fuente: Equipo Geografía Operativo Maule UC 2010

En los diagramas 4 y 5 es posible observar

que los lugares con un alto nivel de emergencia

social presentan a su vez un alto potencial de

desarrollo. Este aspecto debe ser considerado por

el Municipio u otras instituciones al momento de

intervenir, ya que justamente al focalizar la

intervención en aquellos sectores donde la

emergencia es mayor se encuentra una mayor

complejidad en la reconstrucción, ya que poseen

como factor positivo el potencial de desarrollo, lo

que permite establecer la hipótesis de que

probablemente son familias que tienen algún

recurso humano predominante, o bien quieren

permanecer en la localidad a pesar de lo ocurrido.

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Diagrama Nº6: Índice de Emergencia Social Geo-

referenciado de Gualleco

Fuente: Equipo Geografía Operativo Maule UC 2010

En los diagramas 6 y 7 se pueden observar los

resultados de ambos índices de la localidad de

Gualleco. Si bien se observa que el nivel de emergencia

principalmente es bajo en todo el predio urbano

(diagrama nº6), a su vez se visualiza que el potencial de

desarrollo (diagrama nº7) ostenta también un nivel bajo

en la mayoría de los lugares.

Diagrama Nº7: Índice de Potencial de

desarrollo Geo-referenciado de Gualleco

Fuente: Equipo Geografía Operativo Maule UC 2010

Conclusiones finales

Dos aspectos fundamentales se rescatan

luego de realizado este diagnóstico post terremoto

en la zona sur del país. Por un lado, la

importancia del continuum emergencia-desarrollo

– su integración en el diagnóstico social con la

finalidad de contribuir a acciones paliativas

inmediatas y acciones para la reconstrucción –, y

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70

por otro lado, incorporación de la geo-referenciación para focalizar la intervención.

Respecto al primer punto, como bien se

mencionó en la primera parte de este escrito, la

articulación entre la emergencia y el desarrollo

como intervenciones continuas e interrelacionadas,

no sólo contribuye a la maximización de los

recursos, sino que también contribuye a la

planificación de las prácticas a seguir en materia de

la intervención, actuando de manera responsable

(independientemente del organismo que lo esté

efectuando) para evitar acciones que pueden

resultar perjudiciales. En este sentido, es necesario

evadir las instancias de ansiedad en donde prima la

tendencia de actuar rápidamente en el punto álgido

del desastre, sin poseer una información precisa de

la situación (Pérez, 2005). Así, la generación de

este diagnóstico corresponde a una primera versión

de una intervención planificada bajo esta lógica, ya

que se consideran los aspectos inmediatos a

considerar en una intervención en la emergencia,

como también aquellos aspectos futuros para la

reconstrucción.

Por otra parte, también el trabajo geo-

referenciado se transformó en una técnica muy útil

para la intervención inmediata (emergencia) y, a la

vez, un insumo fundamental para la intervención a

mediano y largo plazo (desarrollo). La posibilidad

que entrega esta técnica es ventajosa en la medida

que pueden ser identificados los casos

específicamente en su ubicación. De esta manera,

la geo-referenciación permite focalizar los recursos

(escasos por lo demás) logrando su maximización.

Referencias Bibliográficas

Arocena, José 1998. ―Discutiendo lo local, coordenadas del

debate‖ Cuadernos del CLAEH, Nº 41, Montevideo.

Campos, A. 2003. ―Educación y prevención de desastres‖.

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Otros Artículos

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Terremoto en la ciudad:

Entrevista a Gonzalo Cáceres Nicolás Rodríguez & Pedro Seguel24

El profesor Cáceres es Licenciado en Historia (1995) y Magister en Desarrollo Urbano por la

Pontificia Universidad Católica de Chile (2003). Actualmente, se desempeña como académico e

investigador del Instituto de Estudios Urbanos UC, además de participar como investigador

asociado en el proyecto de Anillos Urbanos, enfocado a investigaciones sobre la integración y

cohesión social en Chile. En el marco de este proyecto, el profesor está desarrollando una reflexión

en torno a la significación social del mega sismo de febrero del 2010, aportando desde una

perspectiva urbana e histórica. Parte de ésta se ve plasmada en su artículo – escrito junto con

Rodrigo Millán- ―Crisis Urbana sin terremoto social: los saqueos bicentenarios del 2010‖ y que

espera culminar en la publicación de un libro el 2011.

La entrevista se enfoca principalmente en la relación entre las ciencias sociales y el desastre,

con énfasis en el modo en que el terremoto se inserta dentro la ciudad. Es decir, inserta en un

espacio socialmente construido a partir de estrategias políticas y prácticas sociales particulares,

que dan cuenta de una historia que se venía gestando a nivel comunal, regional y nacional. El

profesor, enfocándose en los sucesos ocurridos en el Gran Concepción pos 27-F, señala que lo

que se desenmascara después de adentrarse en el fenómeno de los saqueos es una sociedad la

cual no queríamos ver. Sociedad que se nos hace presente, ineludible y que requiere de

interpretaciones menos benevolentes y superficiales por parte de los cientistas sociales.

24 Nicolás Rodríguez y Pedro Seguel son estudiantes de sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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El terremoto del 27 de febrero en el centro sur de Chile fue un estimulo natural que generó una respuesta desde los más variados ámbitos académicos, abriendo un campo para preguntas de naturaleza científico-social que contribuyen a una reflexión en torno al desastre. Sin embargo, existe una sensación de que las ciencias sociales en Chile no actuaron en el escenario inmediato de la catástrofe, sino que “llegan tarde”. E: ¿Cómo ve usted que es abordada la temática del "desastre” desde las ciencias sociales y cuál es su importancia? GC: Me gustaría partir ratificando el binomio frondosa investigación internacional-leve pesquisa local. Durante las últimas décadas, la producción internacional ha sido pródiga en preguntas sobre la causalidad de los desastres lo mismo que en el análisis de sus consecuencias. Hay muchos episodios contemporáneos que han sido monitoreados y analizados exhaustivamente y episodios más antiguos que también han suscitado revisitación. Todo lo anterior no nos ahorra el diagnóstico sobre la producción local y la comprensión de lo que entiendo es el nudo de la entrevista: los efectos urbanos y sociales del megasismo del 27 de Febrero (27F).

Llama la atención que existan tan pocos trabajos exhaustivos a más de un semestre de ocurrido el siniestro. Antes de esbozar dos ideas sobre un paréntesis que a mí me parece inconfortable, es importante reconocer las aportaciones de Manuel Tironi, una de las cuales apareció a poco de producirse el ciclo de saqueos. En una órbita diferente, más recostada en los dilemas político-institucionales que entumecen al último gobierno concertacionista, sobresalen las aportaciones de Huidobro, Herrera y Mansuy; Claudio Fuentes y Robert Funk.

Sin perjuicio de las excepciones, en Chile la contrapartida investigativa frente a la multidimensionalidad de la catástrofe, ha sido tan

delgada como lábil la respuesta estatal al desafío de la reconstrucción. Así como impresiona un gobierno sin plan también impacta el silencio –relativo- de las ciencias sociales sobre el Post 27 de Febrero (P27F). ¿Cómo explicar el desinterés frente a la magnitud de los procesos que se desatan apenas comienza la emergencia? Adelanto dos conjeturas, siendo la primera más, y la segunda menos, evidente.

A mi juicio resulta insoslayable relacionar el centralismo con las preferencias intelectuales de los investigadores. La naturalización del centralismo está tan extendida que por lo general se soslayan sus consecuencias. En este caso, la hiperconcentración de capital humano avanzado influye en los recortes territoriales y temáticos de lo que se prefiere investigar. Dicho directamente: ―Las provincias‖ y los fenómenos que ahí se verifican, suelen ser menos atractivos para los pesquisadores que los que ocurren en lo que llamo el Santiago expandido. Del mismo modo que los fenómenos que allí se verifican parecieran ser más complejos y universalizables que los que ocurren fuera del Gran Santiago.

En segundo término, y tras años de normalidad, de ―pax concertacionista‖, la sociedad desorganizada es una erupción que con seguridad intimida. En el pasado había una incipiente tradición en estudios sobre la desarticulación social (sociológicos, psicológicos y hasta periodísticos), pero ahora esa reflexión está consagrada a grupos específicos; nunca más respecto de la totalidad. Cuando el conjunto de la sociedad se desentrama, aunque sea circunstancialmente, la nueva realidad es atractiva, pero también perturbadora. Sin perjuicio del estropicio que la catástrofe incluye, lo nuevo desacomoda y las explicaciones que comienzan a circular hacen de la superficialidad una religión. En cualquier caso, sin perjuicio de inhibiciones analíticas, me parece claro el desinterés de las Ciencias Sociales frente a fenómenos tan relevantes como la espiral de

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saqueos que asolan el sistema de ciudades en las provincias de Concepción y Arauco.

Decir que los sucesos del Gran Concepción, haciendo foco, como mínimo corresponden a un experimento social a cielo abierto, me parece que es la mejor invitación a participar de un debate intelectual tan necesario como pluridisciplinar. E ¿Cómo aborda la temática del desastre desde su rol de cientista social? GC: El Gran Concepción vive casi sin Estado y casi sin mercado por varios días y en algunas localidades adyacentes y no tan adyacentes, por algo así como una semana. Sería exagerado sostener que se vaporiza la presencia articuladora de Estado-Mercado, pero su retranqueo es evidente para los residentes y visitantes. El dinero, como equivalente monetario, pierde relevancia por 60 horas y quizás más. Para un país donde el Estado es representado como una entidad ubicua, su dilución, aunque se trate de un parpadeo, es otro terremoto. Puesto de un cierto modo, lo que intenta analizar Concepción 66 horas: conjeturas de una crisis urbana, es qué ocurre cuando esa figura paterna y materna se desvanece y en su reemplazo la muchedumbre avanza por los costados, pero también por el frente.

Suspendido el mercado, su fuerza articuladora desaparece lo mismo que su función de regulación de la convivencia pacífica. Sin mercado, la muchedumbre domina y no es raro que el pánico se haga presente. Esa secuencia de imágenes domina en el relato de los ciudadanos, muchos de los cuales se identifican con la figura de la víctima. E: Por otro lado, se podría decir que estos fenómenos que ocurren cada 25 años, utilizando el caso del terremoto, causan interés de acuerdo a como van sucediendo. GC: Por una parte, existe un trabajo académico

sobre desastres que antecede a cualquier evento singular y que viene obteniendo creciente espesor teórico. Por otra parte, el Estado moderno suele dotarse de una cierta institucionalidad para enfrentar las catástrofes de un modo curativo, pero también preventivo. El problema es orquestar ambas trayectorias para que no se produzca un cortocircuito entre constructores de conocimiento y tomadores de decisiones. Si hacemos foco, advertiremos que inclusive en localidades donde existen planes de contingencia, su ejecución es voluble. Peor es el panorama cuando se supone que existen planes, se hace alarde y se construye una idea de eficacia. No por nada la ciudadanía que sufre el 8,8 tenía altísimas expectativas respecto de una institucionalidad que se suponía experta. Las conclusiones de la Comisión Investigadora en el Parlamento son inequívocas sobre las enormes debilidades de la ONEMI, lo mismo que respecto de otras reparticiones públicas inclusive Presidencia. E: No sólo existe un desinterés por estudiar estos fenómenos en profundidad sino también no hay interés por tomar los estudios ya existentes. GC: Las catástrofes suelen afectar a toda clase de Estados, también a los aparentemente fuertes. Los más competentes, probablemente los que mejor aprendieron de sus errores, son capaces de convertir las catástrofes en emergencias. En todo caso, los acontecimientos de Kobe, Nueva Orleans o L‘Aquila son buenos recordatorios de ciudades ubicadas en economías avanzadas que sufren vigorosamente, pese a la existencia de una cultura preventiva.

E: Por otro lado, en su reflexión sobre el terremoto se refiere a que “la coyuntura inaugurada pos 27-f tiene una explicación social, política y urbana antes que “natural”. ¿A qué se debe este

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énfasis de colocar lo social antes a lo natural? GC: Nos interesa polemizar con Silvia Aguilera y su compilación, El Terremoto social del Bicentenario (Santiago: LOM, 2010). Como se sabe, el libro es un compendio de opiniones tamizadas, mayormente, por las noticias que circulaban en Santiago a través de los medios convencionales y, en menor medida, por lo que ahora se llama nuevos medios. Es un texto de contingencia y por lo tanto provisto de argumentos de alta volatilidad. La ausencia de investigación exhaustiva es evidente y los errores no forzados, muchos. Otra característica de los articulistas es su falta de conocimiento respecto al área amagada y que, la mayoría de ellos, desconocen en su siniestralidad. Hay excepciones, pero lo que domina es un tipo de texto que rezuma Santiago-centrismo.

Yendo al nudo, las diferencias arrancan desde el mismo título. A nuestro juicio, Terremoto social no es una categoría productiva; antes bien, es un llamado de atención o una especie de constatación de la ruina. Los articulistas rehúyen la palabra crisis y jamás la conjugan con algún fenómeno urbano de los que se verifican cuando las muchedumbres predominan. O sea, desconocen en su verdadera magnitud los acontecimientos que se suceden sábado, domingo y parte del lunes.

Por otra parte, es muy sintomático que en sus relatos casi no exista diálogo con la literatura que reflexiona sobre la turba, el pánico o a la violencia. Forzando el argumento, el guión de la mayoría de los trabajos gira en torno a la idea que los saqueos fueron o una acción preventiva (ante la segura incompetencia del Estado penetrado por el neoliberalismo) o, luego de producidos, una suerte de gran oportunidad para la redistribución. Nuestra visión, que venimos elaborando con Rodrigo Millán, es diferente y el libro de marras será el espacio en que la desarrollaremos detalladamente.

Una tercera diferencia es que la mayoría de los articulistas desestiman un efecto clave: ―la dependencia del camino‖ (path dependency). Como

se sabe, el cuasi cataclismo detona fenómenos nuevos, pero también devela pulsiones anteriores. Entre las principales omisiones de los artículos, está la despreocupación hacia las causas del saqueo y el papel de las bandas delictivas que industrializan el pillaje hasta rozar límites difícilmente imaginables. La industria del delito, bien asentada en el Gran Concepción, es otra de las grandes omisiones.

Otra de sus limitaciones es la desestimación que realizan respecto a los medios. La Televisión siempre es importante y su papel capital, pero la radio puede serlo mucho más en la zona donde los acontecimientos se están verificando. El extraordinario papel jugado por la Radio Bío-Bío, controversial pero esencial, es enteramente desestimado.

En contrapartida, nuestro ángulo va a entender la post catástrofe como un fenómeno multidimensional y concurrencial. Por ejemplo, y mientras en el libro de Lom se subestiman a los participantes de los saqueos, nosotros sospechamos que la cifra se empina por sobre los 50.000 individuos aunque podría llegar perfectamente a las 100.000 personas. O sea, estamos hablando de algo así como el 10% del total de habitantes de la segunda aglomeración más populosa del país. La postergada, pero masiva militarización cobra cierto sentido de las proporciones, si las cifras de efectivos movilizados se ajustan a la virulencia de los acontecimientos. E: A partir de lo anterior, el énfasis de colocar lo social antes que lo natural se debe a la desorganización social provocada por la catástrofe en la zona. GC: En la literatura internacional hace bastante tiempo ya se habla de las catástrofes como hechos sociales, en la medida en que el fenómeno natural pone en entredicho las capacidades de planificación, gestión y coordinación de las instituciones

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Con la pregunta de alguna manera volvemos a la interrogante fundante de Concepción 66 horas. A saber: ¿Cómo funciona una sociedad urbana sin Estado y sin mercado? Originalmente nosotros creíamos que el Estado recomponía su imperio, pero luego nos dimos cuenta que hubo momentos de entero extravío (en la Provincia de Arauco no hubo autoridad civil debido a la ausencia del gobernador por más de una semana). Salvo desempeños aislados, el gobierno de la catástrofe es un conjunto casi vacío hasta el lunes al mediodía. Demasiado tiempo para un país que una década atrás se presentaba como el jaguar de América Latina. E: Después del terremoto emergieron diversos fenómenos, entre los cuales destacan por su impacto los saqueos –principalmente- en el Gran Concepción. ¿Es posible interpretarlos como fenómenos urbanos, sin recurrir a la explicación “natural” o de la “guerra de todos contra todos” en el sentido hobbesiano? GC: Esto es algo que está ausente en el libro de LOM, pero que está muy presente en toda la argumentación de Javier Auyero. Nos parece que La zona gris es lo mejor que se ha escrito hasta ahora sobre el poder de las muchedumbres y su manipulación por parte de ―los punteros‖ en la argentina postmenemista. Lamentablemente, nadie, teniendo en vista el P27F, ha intentado una comparación con la espiral beligerante de la Argentina del interior durante la década de los noventa o con los sucesos del 2001. En verdad, impresiona como un trabajo tan sugestivo haya gozado de una desestimación, al menos en Chile, transversal.

Por otra parte, Randall Collins levanta la idea de moral de fin de semana que también podríamos comprender bajo la idea de moral vacacional. Para Concepción 66 horas, ambas son observaciones clave para entender el primer ciclo

de turbas y cuya activación acontece tan pronto se produce el mega-sismo. Continuidad pero también cambio respecto del primer ciclo, es lo que acontece durante las horas siguientes. Con todo, la idea de bohemia peligrosa y juventud antisistema no son suficientes para entender el arranque de los saqueos, su veloz masividad y, lo más importante de todo, su temprano pluriclasismo. Aunque los primeros saqueadores pudieron haber provenido de una constelación similar a la de los barristas de choque de los clubes de fútbol, la mayoría son personas ordinarias sin antecedentes delictuales.

En este punto me parece clave recordar dos episodios clave durante la noche del viernes a sábado y que nos hablan de la insolidaridad prevaleciente. Uno nos los proporcionó un testigo de la situación (Eric Aedo, ex Gobernador de la Provincia de Concepción) y el otro figura muy destacadamente en un reportaje realizado por la revista Nos sobre el 27F.

Debido al desplome del principal cabezal del puente Llacolén, se derrumban varios vehículos particulares. Todavía dentro de sus autos, esas personas, en vez de ser socorridas, son asaltadas. Con seguridad alguien prestó ayuda, pero la postal es temible. A diferencia de la mirada benevolente hacia el ciclo de violencia que se inaugura inmediatamente después de concluido el sismo, las aguafuertes del delito emergen desde muy temprano.

Existe otro episodio ejemplificador. Los primeros tres carabineros que llegaron a socorrer a las víctimas del desplome del Alto Río, lo hicieron en motocicleta. Era de noche y la ciudad estaba oscurecida debido al desplome del sistema eléctrico. Dos de ellos trepan hacia el edificio abatido, mientras el tercero se dedica a iluminar la faena. Hasta ahí no hay nada singular, pero el relato de un carabinero incluye una revelación. El tercer uniformado además de operar un foco, se queda cuidando las motos. ¿Cuidar una motocicleta de

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carabineros cuando acaba de derrumbarse en un edificio y el cielo está lleno de voces suplicantes de socorro? En Chile no es frecuente que los carabineros cuiden su material rodante. Los vehículos de los uniformados, vamos a ponerlos así, se cuidan solos. Pero a las 0500 am del sábado y a 300 metros del puente Llacolén, el trío de uniformados sabía que dejar las motos desatendidas era una temeridad.

Un tercer episodio, devenido en constante, es la ausencia de información. Por lo general, ocurrida una catástrofe las personas entienden que existe un sistema de información que se comienza a articular e incluso, dada la calamidad, existe cierta indulgencia sobre su precariedad. El problema es que nada de eso ocurre en Concepción. Muy rápidamente, en especial las personas que habían vivido desastres anteriores, percibieron que casi no existía una capacidad de respuesta oficial (estatal, regional, provincial o local), por minúscula que fuera. Ante el vacío de respuesta (con excepción de lo que consiguen hacer bomberos, Carabineros y la Policía de Investigaciones), comenzó a circular el argumento, entre cínico, acomodaticio y autojustificatorio, del robo como acción preventiva. El defecto del argumento, es que, salvo excepciones, no existían necesidades básicas insatisfechas. Si contabilizamos a todas las personas heridas, enfermas o convalecientes, no son más de 2.000 en todo Concepción. Por lo tanto, la enorme mayoría tenía elementos para organizar la distribución equitativa de agua (existen muchísimos cursos y cuerpos de agua). Lamentablemente, hay muy pocas buenas prácticas que contabilizar. E: Usted nos describió lo que sucedió en Concepción, es posible encontrar diferencias en torno al fenómeno del saqueo entre una gran ciudad como Concepción, con asentamientos urbanos más pequeños como es Dichato o las comunas costeras de la séptima región.

GC: Existen diferencias, incluso hasta dentro de una misma zona, pero hay un eje común y es que a partir de un cierto momento, en especial domingo-lunes, la retracción del Estado es tan evidente, que la concurrencia de los perpetradores convierte el saqueo en un acto de masas. Aprovecho para volver sobre la industria delictiva que me parece una hebra clave. Es imposible pensar que un fenómeno de estas características no seduzca a los delincuentes profesionales, que como en todo lugar, pueden alterar el curso de los acontecimientos. Concepción P27F es un ejemplo de su influencia. Imagínense, los santiaguinos viven con una televisión que sobre-representa el crimen. Por un momento, póngase en la situación de una ciudad donde no hay sistemas de seguridad funcionando de ninguna índole y donde el Estado está casi completamente ausente. Como se ha insinuado, la industria del delito se vuelca al saqueo cuando éste se masifica, pero probablemente se masifica cuando algunos grupos delictivos manipulan a la población para generar pillajes distractivos mientras son robados más de 15 cajeros automáticos lo mismo que bodegas de grandes tiendas.

También me interesa destacar que no existe un modelo único de saqueo aunque el modus operandi se extiende como reguero de pólvora. Cada saqueo requiere una explicación ad-hoc, porque los grupos de saqueadores son diferentes y sus motivaciones a veces, levemente distintas. Desde un punto de vista urbano, la microfísica del saqueo es relevante pero sus efectos homogenizadores. Concluida, la furia las tiendas saqueadas parecen haber sido vandalizadas por una fuerza única y conclusiva.

En todo caso, existe una geografía del saqueo que está por ser explorada y cuyo estudio es clave. Con seguridad requiere mucha investigación empírica porque causas similares no decantan, necesariamente, en consecuencias iguales. Hay manzanas donde algunas tiendas son robadas la noche del viernes y otras, recién el domingo o del lunes son saqueadas.

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Según nuestra pesquisa, existe un momento durante el domingo en que ya no había que desplazarse por la ciudad para ver los saqueadores en acción. Los saqueadores estaban en toda la ciudad ya no, preferentemente, en su periferia. En el caso del centro, no había más que abrir la ventana del Comando de Operaciones Terrestres del Ejército –en pleno centro de la ciudad- y ver a varios grupos de entre 50 a 300 personas desplazarse en busca de los comercios que estuvieran disponibles.

El lunes, cuando el saqueo se ha transformado en un tópico, existe la convicción que los mismos ya se extendieron a la propiedad privada residencial. Aunque venía creciendo a cada momento, la ciudad y sus alrededores se embriagan de un gran miedo. Se naturaliza la imagen que una turba va a venir por tí y por tus hijos y el incendio de La Polar parece corroborar la idea. Son momentos de pánico aunque es difícil representarlo con palabras. A continuación, los carros blindados se deslocalizan y la población, la mayoría estupefacta e indignada, los aplaude sin ningún remordimiento. El despliegue había comenzado desde más temprano, y las fotografías del inicio de la tarde del lunes, muestran el copamiento militar de todos los puntos clave de la ciudad. E: Metodológicamente hablando, ¿cómo se puede abordar un fenómeno como el saqueo? GC: Más que en la metodología, mi respuesta va a recostarse sobre los materiales con los que hemos venido trabajando. En primer lugar y hasta un cierto momento, las personas que viven estos acontecimientos enervantes están muy interesadas en entregar su versión, pero su testimonio es el de un traumatizado. Dado que se trata de un registro peculiar, su tratamiento también debe ser especial y eso coloca desafíos analíticos de primer nivel al investigador. En segundo lugar, Auyero, en La zona gris, debe lidiar con un efecto de saturación que debería producirse, pero nunca llega. Una lectura de su texto me hace suponer que los deponentes

orales siempre van a tener un detalle nuevo que revelar cuando son testigos de acontecimientos inquietantes y donde grandes colectivos participan. Por lo bajo, la intensidad de los acontecimientos revierte el efecto de saturación extendiendo su límite por delante del relato de cualquier evento ordinario. Además, pareciera como si cada entrevistado atesorara una gran clave interpretativa, por la misma excepcionalidad del hecho que está viviendo.

Por otra parte y a diferencia del blackout neoyorkino de fines de los setentas, los sucesos de Concepción son hiper abundantes en imágenes. En Internet todavía es posible formarse una idea aproximada del ritmo del saqueo gracias a los videos que se registraron desde teléfonos o videocámaras personales. Es un material fundamental cuyo análisis abre puertas insospechadas. E: Me imagino que es algo muy contrastable con la información de los relatos, con lo que podría ser la recreación de aquellas situaciones… GC: Los ―falsos recuerdos‖ son más populares de lo que imaginaríamos, y su influencia contundente cuando se trata episodios muy estresantes. Como se sabe, las personas manufacturan todo el tiempo su pasado.

Si tomamos los dos extremos de nuestros entrevistados. Tenemos que, por el lado de los perpetradores, la necesidad de una auto-representación positiva predomina, lo que explica que los participantes minimicen su accionar.

Por otra parte, algunas autoridades que protagonizan en enfrentamiento de los acontecimientos, tienen bastante conciencia que pueden llegar a ser procesados jurídicamente (varios están siendo investigados). La figura omnisciente del tribunal, con seguridad explica la moderación que inunda los relatos.

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Ambos por razones similares y a veces por causas diferentes, participan activamente en la construcción de falsos recuerdos.

E: Retomando de lo que tu señalas

respecto del centralismo, junto con esto de la desaparición del Estado y el Mercado. ¿Consideras que se podrían apreciar diferencias en situaciones similares si comparáramos entre países con Estados más fuertes o más débiles? Pensando que la presencia/ausencia habitual de un Estado, repercutiría a como es su desaparición. CG: Samuel Martland hizo un estudio de caso sobre el Valparaíso después de 1906. Es un trabajo donde pasa revista a la ciudad pre y post terremoto. Además de comprobar la inexistencia de un plan, concluye que las autoridades locales estuvieron dispuestas a ejercer sus cargos más allá, inclusive, de sus propias atribuciones. No cabe ninguna duda que el Intendente de Valparaíso oficia como si fuera un Presidente, y lo hace sin esperar, vamos a decirlo así, que la ONEMI -inexistente en esa época- etiquete la realidad como catástrofe. Su diagnóstico de la situación, Valparaíso era una ciudad comprensible con una cantidad limitada de golpes de vista, está muy influido por la experiencia de los motines de 1903 E: Hoy habría expectativas más altas, en relación a lo que fue Valparaíso en 1906. GC: Efectivamente. En Valparaíso el Intendente sobrevive al Terremoto y adopta un conjunto de decisiones. A él le interesa, por lo bajo, asegurar alimentación (se incautan masivamente alimentos) y seguridad. Hay fusilamientos sumarios aunque, según Martland, todos con Tribunales ad hoc.

100 años más tarde, había personas que pensaban en un despliegue de ayuda visible, cuando mucho, a 24 horas de los acontecimientos. La población no sabía que el Aeropuerto Carriel Sur estaba operativo, pero suponía que el domingo, en

el extremo, sería el primer día de la normalización. La realidad era completamente diferente aunque una parte de los tomadores de decisión tenían claro que era necesario movilizar rápidamente el oxidado engranaje del Estado.

Cuando Bachéele llega a la zona, Piñera ya estaba en Concepción. Ambos arriban el sábado después del mediodía aunque descoordinadamente. En el caso de la Presidenta saliente, fue un error haberse marchado sin establecer el gobierno en la zona amagada y sin haber comprometido, más allá de cualquier leguleyada, el más rápido y mayor despliegue militar de tiempos de paz. También me imagino la frustración del Presidente electo por haber quedado fuera del equipo que evaluaba y tomaba decisiones. E: En este proceso de recomposición que tú señalas, ¿qué rol cumple el comercio o Mercado en la rearticulación de las relaciones sociales? GC: Nuestra estructura de comercio –macro, meso y micro- ha cambiado desde los ´60 hasta hoy. Los grandes del negocio conviven con una enorme cantidad de operadores medianos y pequeños. Todos tienen una fuerte penetración, pero los terceros están en todas partes. Su principal problema es que no tienen una línea logística que les permita sobrevivir a una caída en los eslabones de aprovisionamiento. Los tres son perjudicados por los saqueos, pero es mucho más impactante lo que ocurre con los operadores grandes y pequeños. La mala noticia es que no hemos encontrado ningún caso de saqueo con el propósito posterior de redistribución organizada. E: ¿Pero había una redistribución a modo de feria libre? CG: Los saqueadores acaparan y revenden. No hay tal redistribución cooperativa.

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E: Junto con señalar que se pone en tensión la idea de Mercado y la de Estado, me imagino que sería posible referirse a la idea de “clases sociales”. ¿Cómo caracterizaría usted la convivencia entre clases sociales en dicha situación? GC: No estoy en condiciones de responder esa pregunta, pero me formulo una similar. ¿Puede desarrollarse una espiral de saqueos en ciudades con baja segregación? La respuesta es sí. Mucho más si el desdén respecto a futuras sanciones está muy extendido, al punto de coagular en una suerte de impunidad anticipatoria. En ciudades con alta segregación el saqueo no suele ser un evento esporádico. Ahí hay una diferencia. La dinámica interna del saqueo está pendiente de ser aclarada. Lo mismo sus vínculos con los estereotipos de clase. Cuando entrevistas a perpetradores, víctimas o testigos, los de más capacidad de pago le adjudican el inicio del proceso a los de menor y viceversa. Quizás nunca dilucidaremos la responsabilidad del inicio, lo que sí sabemos, es que cuando ya aparece la luz del sol pareciera que se desnudan las lógicas sociales y el saqueo se vuelve rápidamente plurisocial. La existencia de infraestructura operativa lo hace posible, lo mismo que su ―industrialización‖. Por ―industrialización‖ quiero decir el aparecimiento de grupos organizados de personas que saquean con

el apoyo de vehículos de grandes dimensiones, contando con la colaboración de ―cuadrillas‖ y que lo hacen siguiendo una rutina predefinida. E: Ya finalizando. Con la idea de que se puede generar orden a partir del desorden, ¿Consideraría que emergen nuevos patrones destacables de convivencia entre los distintos grupos sociales? ¿Podrían ser sustentables o son más bien relaciones sujetas a una condición de emergencia? GS: Podríamos sostener que salvo para las personas que provienen de la ―industria delictiva‖, para todos los demás el saqueo constituye un evento traumático. Saquear comercios es legalmente sancionable, pero dudo que sea socialmente reprochable. Hay muchas razones para anestesiar las culpas y desresponsabilizarse. Visto desde cierto ángulo, la sociedad que aflora es una con fuertes dosis de insolidaridad y desresponsabilización. En varios sentidos, los sucesos del P27F son una comprobación del debilitamiento de la esfera pública aunque nunca como durante esos días, más personas ocuparon, hasta podríamos decir se ―apropiaron‖, del espacio público. E: Muchas gracias profesor.

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Creyentes, Familias y Extraños:

El caso de una Iglesia Católica de inmigrantes Mexicanos en Berkeley-California

Daniela Urbina Julio25 La importancia que ha adquirido la Iglesia católica como una institución de acogida y en defensa de los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos, es sin duda una de las novedades que ha implicado este fenómeno migratorio. El presente artículo, explora el rol que tiene la Iglesia católica para los inmigrantes mexicanos en la construcción de capital social, participación comunitaria y solidaridad entre sus feligreses. Para ello se condujeron una serie de entrevistas y observaciones participantes en la iglesia “Saint Joseph the Worker” ubicada en Berkeley-California, caracterizada por su cantidad de fieles y sacerdotes mexicanos. Los resultados arrojan un papel ambiguo del rol de la Iglesia, en tanto sus asistentes comparten un profundo sentido de comunidad, pero no se observa la generación de capital social ni formas de participación entre éstos. El argumento central de este artículo estriba en que las estructuras de escaza sociabilidad y baja confianza que los inmigrantes traen desde su país de origen, junto a la existencia de ciertos fundamentos del credo católico que refuerzan una predisposición negativa hacia el extraño, gestan una situación de escaza participación y nula construcción de capital social entre los feligreses mexicanos. Palabras Claves: migración, capital social, iglesia católica, inmigrantes mexicanos

25 Estudiante de sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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Introducción

El año 2008 el ―Pew Research Center‖

evidenció la existencia de 12.7 millones de

inmigrantes mexicanos que viven en los Estados

Unidos (Pew Research Center, 2009). Esta cifra

refleja cuán importante es el fenómeno de la

migración en dicho país. Ciertamente, no sólo ha

significado que la economía estadounidense cuente

con una mano de obra a menor costo, o que la clase

media alta pueda acceder a trabajadoras domésticas,

sino que también ha implicado el establecimiento de

nuevas formas culturales y el fortalecimiento de

ciertas instituciones olvidadas, como la Iglesia

Católica. La re-emergencia de la doctrina católica,

sobre todo en áreas urbanas, como un actor social

relevante, es una de las sorpresas que ha implicado

este fenómeno migratorio. Sin duda, los inmigrantes

mexicanos han sido los principales responsables de

atraer el catolicismo a los Estados Unidos, pues un

72% de los 12.7 millones de mexicanos que residen

en este país, se identifican como católicos (Pew

Research Center, 2009). Además, algunos

investigadores argumentan que los inmigrantes se

vuelven más religiosos una vez que se establecen en

su país de destino (Ed. Hondagneu-Sotelo, 2006). En

suma, no es responsable ignorar las consecuencias y

efectos que el catolicismo ejerce en la población

mexicana en EE.UU, pues esta iglesia corresponde a

una de las principales instituciones de recepción y

apoyo de inmigrantes en su nuevo entorno.

Bajo este escenario, debemos hacernos

ciertas preguntas: ¿Cuál es el principal rol de la

Iglesia Católica para los inmigrantes mexicanos en los

EE.UU? ¿Esta institución les provee capital social y

nuevas redes, o simplemente les entrega apoyo

espiritual? Más importante aún, ¿Es la Iglesia Católica

un espacio que proporciona un sentido de comunidad

y solidaridad entre los compatriotas mexicanos?

En relación a estas interrogantes, la literatura

se encuentra dividida. Mientras, existe evidencia

empírica que sustenta el argumento de que participar

en una Iglesia Católica provee altos niveles de capital

social26 y solidaridad entre sus miembros, también

hay datos académicos que indican que esta religión

no provee el espacio para la construcción de lazos

comunales y de apoyo entre los inmigrantes (Ed.

Hondagneu-Sotelo, 2006). Por tanto, es de verdadera

importancia conocer las implicancias tangibles que la

Iglesia Católica tiene es estas materias. Esto último,

sobre todo en la formulación de políticas públicas,

dado que la construcción de capital social y

participación comunitarias son las principales

herramientas que los inmigrantes poseen para sortear

los difíciles escenarios que deben enfrentar en su

nueva sociedad.

El presente artículo examina el rol de la

iglesia ―Saint Joseph the Worker‖, localizada en

Berkeley-California, en la construcción de capital

social y participación comunitaria entre sus feligreses

mexicanos. Más aún, lo que se intenta comprender

es el rol que la Iglesia Católica cumple en la vida de

los inmigrantes mexicanos. A diferencia de las

posiciones encontradas en la literatura, los resultados

de esta investigación expresan una situación

ambigua: A pesar de que los feligreses de esta Iglesia

26 Este concepto será revisado en la próxima

sección del artículo

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insisten en que se sienten parte de una comunidad

que los acoge, no hay evidencia que indique la

existencia de capital social o lazos fuertes entre éstos.

El argumento de este artículo es que este es un

escenario paradojal, que se basa en que ciertas

estructuras sociales de la sociedad mexicana, como

su baja confianza social, son reproducidas en los

EE.UU, y que al mismo tiempo son reforzadas por los

fundamentos religiosos del catolicismo.

Sobre el capital social y sus implicancias

Esta investigación se sustenta en el concepto

de capital social y su relación con los lazos

comunitarios. Ambos términos son ampliamente

usados en los estudios sobre el tema, por lo que se

estima conveniente cierta clarificación de ambos

conceptos.

La primera sistematización del término

―capital social‖ fue elaborada por el sociólogo francés

Pierre Bourdieu. Sin embargo, fue el norteamericano

James Coleman quién logró instalarlo en la discusión

en las ciencias sociales, y sobre todo en la sociología

Norteamericana (Portes, 1998). Básicamente, este

autor determina al capital social como definido por su

función: ―No es una entidad singular, sino que es una

variedad de distintas entidades que comparten dos

características: todas ellas consisten en algún

aspecto de la estructura social, y ellas facilitan ciertas

acciones de los individuos que están dentro de la

estructura‖ (Coleman, 1990, pág. 302). Según esto, el

capital social es creado entre un grupo de personas y

es utilizado para lograr objetivos individuales, el cual

no sería posible sin la participación de la comunidad.

Son las estructuras de cooperación, solidaridad y

participación entre los miembros de una comunidad

quienes gestan este valioso recurso. Por otro lado,

según Adler y Kwon (2002), los beneficios que implica

el capital social podrían ser fragmentados en tres

puntos: Primero, el incremento de los recursos y

fuentes de información, luego el aumento del poder e

influencia de una organización particular, y por último,

la ampliación de los niveles de solidaridad dentro de

un grupo (Adler & Kwon, 2002).

Desde esta perspectiva, la participación y

cooperación que puede ser gestada entre los

feligreses Mexicanos es clave en términos de

integración y adaptación de los inmigrantes en su

nueva realidad. Esto especialmente en la situación de

vulnerabilidad y aislamiento en que los inmigrantes

usualmente se encuentran cuando arriban a un país

extranjero.

Dos líneas de Investigación

Como se mencionó anteriormente, la cuestión

sobre la construcción de capital social y lazos de

cooperación entre las comunidades religiosas de

inmigrantes, está dividida en dos partes de literatura.

Por un lado, existen una serie de estudios de caso

que sustentan que los grupos religiosos son una

poderosa fuente de motivación para la gestación de

lazos comunales y participación; y por tanto, de

capital social. Russel Jeung en su artículo ― Faith-

based, multi-ethnic tenant organizing‖ (2006),

presenta evidencia empírica argumentando que la

Iglesia Católica provee un espacio para crear

participación comunitaria y lazos cooperativos, esto

sustentándose en sus observaciones de la interacción

entre inmigrantes mexicanos y camboyanos (Jeung,

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2006). El aporte de esta investigación estriba en que

demuestra que las comunidades religiosas católicas

contribuyen a la articulación de capital social tipo

―puente‖, al evidenciar que inmigrantes mexicanos y

camboyanos se acercan y cooperan entre sí por una

misma causa. En esta misma línea, Joseph Palacios

en su estudio sobre comunidades de fe en Oakland-

California, argumenta que aquellos inmigrantes que

se incorporan a congregaciones religiosas obtienen

aptitudes cívicas para la vida pública y la participación

con otros (Palacios, 2006). Estas capacidades son

aprendidas colectivamente dentro de la comunidad

religiosa. En este sentido, el punto de esta línea de

argumentación, es que es el espacio comunitario

provisto por la religión, lo que posibilita la oportunidad

de formarse en términos cívicos y participativos,

creando capital social y cooperación entre los

inmigrantes.

No obstante, existen otra serie de

investigaciones cuya línea argumentativa radica

justamente en lo contrario, es decir, el pertenecer a

una Iglesia Católica no implica la creación de

cooperación y capital social entre sus miembros.

Bajo esta hipótesis, el estudio conducido por Luisa

Feline (2008) explica la razón por la cual algunos

inmigrantes Latinoamericanos en los EE.UU deciden

convertirse del Catolicismo al Protestantismo. Esta

autora sostiene que la Iglesia Católica no provee un

espacio de construcción de identidad y participación

cívica de los feligreses, de manera que éstos optan

por volcarse a una doctrina religiosa que si promueva

estos valores, como es el caso del Protestantismo

(Feline, 2008). En este sentido Feline comparte el

análisis de Andrew Greeley, connotado sociólogo de

la religión, cuya visión de la institución Católica es que

ésta falla en la provisión de comunidad y apoyo a los

feligreses hispano-americanos (Greely, 1995). El

trabajo de Pauline Cheong (2006) va aún más lejos

en esta dirección. Su argumento es que dado que los

barrios de inmigrantes experimentan altos niveles de

criminalidad, se gesta un sentimiento de desconfianza

y competencia por ciertos recursos escasos entre sus

habitantes, de forma que se hace imposible el poder

participar de organizaciones cívicas o crear una

comunidad cohesionada (Cheong, 2006) Ahora bien,

dado que la mayoría de las Iglesias Católicas de

inmigrantes se localizan en estos barrios, ésta

institución estaría imposibilitada de posicionarse como

un espacio que promueve los cooperación entre sus

feligreses (Cheong, 2006). Sin duda, este estudio

presupone una visión sumamente economicista y

reduccionista del fenómeno de la inmigración,

basando su análisis en el supuesto de poder medir

los recursos disponibles en un barrio y de que se trata

de actores racionales que toman decisiones en base

al interés personal.

Éstas son las dos direcciones contrapuestas

de la literatura sobre la formación de capital social y

participación en inmigrantes Católicos. Sin embargo,

ninguna de estas dos líneas argumentativas explica la

evidencia encontrada en la Iglesia ―Saint Joseph the

Worker‖. Esto pues las observaciones y entrevistas

realizadas indican la existencia de una sensación de

comunidad entre los fieles Mexicanos, esto como una

forma de pertenecer y sentirse en ―casa‖. No

obstante, todos los informantes revelan que los

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niveles de cooperación y participación entre los

feligreses de esta Iglesia es muy bajo, de manera que

no se está gestando capital social. En este sentido, lo

que se encontró en este caso fue la formación de

una comunidad sin la generación de solidaridad y

lazos de cooperación entre sus miembros. En lo que

sigue de este artículo, se desarrollará el argumento

de que la existencia de esta situación ambigua en la

Iglesia ―Saint Joseph the Worker‖, es el resultado de

la reproducción de ciertas estructuras sociales de la

sociedad Mexicana, que son reforzadas por las

creencias y prácticas Católicas entre sus fieles en los

EE.UU.

Contexto

Inmigración Mexicana en los Estados Unidos

La primera ola migratoria de mexicanos hacia

los Estados Unidos se dio lugar entre el periodo de la

Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión. El

objetivo de estos primeros inmigrantes era conseguir

trabajo en las áreas de la agricultura, la minería y la

construcción de ferrocarriles (Hondagneu-Sotelo,

1994). Durante este periodo, la inmigración fue una

consecuencia de la escasez de mano de obra

producto de la guerra, lo que impulsó un gran

programa de contratación de hombres Mexicanos

(Hondagneu-Sotelo, 1994). Posteriormente, con el

desarrollo de la Gran Depresión se dio lugar a

políticas de limitación y deportación de inmigrantes

por el gobierno de los EE.UU (Durand, Massey, &

Zenteno, 2001). Sin embargo, la segunda Guerra

Mundial implicó un regreso de los trabajadores

Mexicanos como el resultado de una política

gubernamental denominada ―programa bracero‖. Éste

era un acuerdo laboral entre el gobierno Mexicano y

el Estadounidense diseñado para solucionar la falta

de mano de obra en la agricultura producto de la

Guerra, y fue efectivo hasta 1964.

En relación a las tendencias migratorias

contemporáneas, entre 1960 y 1980,

aproximadamente 1 millón de mexicanos inmigraron

legalmente a los EE.UU (Hondagneu-Sotelo, 1994).

Esta última ola migratoria de trabajadores, se

caracteriza por estar localizada en empleos de tipo

urbano: ―Tanto los inmigrantes mexicanos legales

como los ilegales hoy se emplean en la construcción,

en fábricas de manufactura, en refinerías, en

restaurantes, hoteles y tiendas‖ (Hondagneu-Sotelo,

1994). Ahora bien, la investigación de Duran, Massey

y Zenteno (2001), indica que los inmigrantes

Mexicanos provienen fundamentalmente de tres

estados: Guanajuato, Jalisco y Michoacán; ésta es

una tendencia observada desde la década de 1920.

No obstante, este estudio detecta ciertas diferencias

en los patrones migratorios actuales. Primero, existe

una tendencia a que la emigración se encuentre cada

vez más bifurcada entre los pueblos pequeños y las

grandes urbes, y además, que ésta sea cada vez

menos selectiva en términos educativos (Durand,

Massey, & Zenteno, 2001).

Saint Joseph the Worker Church

La Iglesia de ―Saint Joseph the Worker‖ es

una pequeña congregación localizada en la ciudad de

Berkeley-California. Esta institución establece como

su misión: ―El constituirse como un espacio que recibe

a personas de variados orígenes, acogiéndolos en el

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camino de la fe, y sirviendo al prójimo a través de la

educación, la justicia social y el servicio a los pobres‖

(Documento de difusión de la SJW). Según uno de los

sacerdotes de esta Iglesia, el padre Miguel Crispín, el

primer grupo de inmigrantes que atendió esta

parroquia fue durante la década de los 40‘. Luego, en

el año 1971 el consejo de la Iglesia concordó en

realizar una misa en español cada domingo para la

comunidad latina. Como resultado de esto, una gran

cantidad de feligreses Latinoamericanos fueron

atraídos a este establecimiento, constituyéndose

como un centro de reunión, especialmente para los

refugiados de Centroamérica y los trabajadores

Mexicanos; tal como el padre Miguel Crispín lo

expresa: ―Era aquí donde los inmigrantes se sentían

aceptados y bien recibidos‖. En el presente, esta

parroquia sigue estando compuesta principalmente

por feligreses Centroamericanos y Mexicanos,

específicamente aquellos que provienen de pueblos

pequeños.

Metodología

Para responder la pregunta de investigación

se condujeron entrevistas semi-estructuradas con

feligreses Mexicanos de la Iglesia ―Saint Joseph the

Worker‖, y además se realizaron reiteradas

observaciones participantes durante y después de la

misa del domingo en dicha parroquia. Ahora bien,

para poder acceder los informantes se atendió

alrededor de un mes a la misa dominical en español,

en la cual se conocieron a líderes comunitarios y

sacerdotes que nos presentaron a potenciales

entrevistados. Además, se asistió a un centro

educacional para inmigrantes, llamado LEO center, el

cual fue creado por la congregación de La Salle. Este

establecimiento es dirigido por uno de los sacerdotes

de la iglesia SJW, y su principal objetivo es dar clases

de inglés como una segunda lengua a inmigrantes. Si

bien esta institución no es parte de la Iglesia

estudiada, una gran cantidad de sus feligreses

atienden a estas lecciones de inglés, por lo que

representó un recurso importante para acceder a los

informantes.

La muestra de este estudio corresponde a

dos mujeres Mexicanas que han participado en

actividades comunitarias organizadas por la Iglesia

SJW, a un hombre Mexicano que ha atendido a esta

parroquia por más de 16 años, y a dos sacerdotes

que presiden la misa dominical en español, y por

tanto, tienen estrecha relación con la comunidad de

inmigrantes. Todos los feligreses entrevistados son

primera generación de inmigrantes y provienen de

pequeños pueblos cerca del área de Jalisco y

Guanajuato. El principal criterio de selección de los

informantes fue que fuesen actores participativos de

la Iglesia SJW, es decir, que participasen de la misa

dominical y las actividades organizadas por esta

institución religiosa.

Entre las limitaciones de esta investigación, sin duda,

se encuentra lo restringida que es la muestra de

informantes. Ciertamente, este estudio no pretende

que las conclusiones extraídas de cinco entrevistas,

sean representativas de la realidad de los inmigrantes

Mexicanos y su relación con la Catolicidad. No

obstante, se cree existe un ―trade off‖ en esta materia,

pues si bien este estudio de caso cuenta con una

muestra limitada, en él se realizó un trabajo de

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observación participante previo bastante arduo, el

cual permitió en gran medida el poder acceder y

entender con profundidad las dinámicas sociales bajo

el catolicismo y su relación con la gestación de capital

social y solidaridad entre los inmigrantes.

Resultados

Cada Domingo

―Si bueno, tuvimos grandes problemas

económicos, estábamos muy preocupados y la Iglesia

nos ayudó mucho. Yo siento que si uno está en

problemas o sufriendo es el lugar en el cual uno

puede aprender a rezar, y eso me ha ayudado

muchísimo para seguir adelante.‖ Esta es la

respuesta de Ana, una inmigrante mexicana, quién ha

vivido en EE.UU por más de quince años, cuando se

le preguntó por el rol que tuvo su Iglesia durante su

instalación en este país. Su testimonio establece

claramente que para ella el rol de la Iglesia SJW

durante estos momentos fue el proveerle apoyo

espiritual y consejo. Ahora bien, la experiencia de Ana

no está lejos del resto de los feligreses entrevistados.

Por ejemplo, Carolina relata que la principal razón por

la cual ella se acercó con más fuerza a la Iglesia tras

haber emigrado fue porque se sentía sola: ―Yo acepto

que ahora estoy más cerca de Dios porque me siento

sola y necesito estar cerca de alguien. Dios es la

única verdad y lo único que realmente vale algo, sin él

la vida se torna muy pesada‖. En este sentido, el

asistir a misa en la Iglesia SJW le entrega a Carolina

el consuelo espiritual que le permite lidiar con la

aislamiento que implica la inmigración. En suma,

todos los entrevistados establecen que el rol

fundamental que la Iglesia ocupa en sus vidas,

especialmente durante los primeros momentos de su

inmigración, es la provisión de apoyo emocional y

espiritual.

Sin embargo, parte de la literatura hace

hincapié en el nuevo rol que tiene la Iglesia Católica

como una institución que crean redes de apoyo, sobre

todo en términos de recursos materiales para los

nuevos inmigrantes (Ed. Hondagneu-Sotelo, 2006).

Esta perspectiva argumenta que la contribución que la

Iglesia puede hacer para los inmigrantes es

proveerles con asistencia legal, ayuda financiera y

clases de inglés. En contraposición a esto, las

observaciones realizadas en la Iglesia SJW indican

que la contribución más importante de esta institución,

desde la perspectiva de los propios inmigrantes, es la

entrega de soporte espiritual y emocional cada

domingo en la misa. En relación a esto Carlos dice:

―El hecho de reunirse cada Domingo, ya es un apoyo

moral, juntos nos congregamos para celebrar cosas

positivas o para darle apoyo al otro en un funeral.

Cuando hay una misa en español la gente empieza a

acostumbrarse a la otra, uno empieza a habituarse a

pertenecer a una comunidad‖. Esta cita refleja

nuevamente la importancia que los feligreses le

otorgan al soporte moral y espiritual de su iglesia, sin

haber recibido nunca una ayuda material de ésta. De

hecho, el sacerdote Noé explica que en la actualidad

su Iglesia ya no tiene los recursos para proveer

programas legales o de educación a sus feligreses

inmigrantes. En relación a esto, él subraya la

importancia de dar una misa dominical en español,

como un ritual simbólico que comunica que la Iglesia

está abierta a las necesidades religiosas de los

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inmigrantes en los EE.UU. ―Cuando la Iglesia abre

sus puertas celebrando una misa en español, da un

poderoso mensaje que dice: ¡Bienvenidos a la

Iglesia¡‖.

Por consiguiente, el principal rol de la iglesia SJW,

desde la perspectiva de los inmigrantes, está

relacionado a la necesidad de contar con un apoyo

espiritual y moral en su nuevo país. La importancia de

ver a la misma gente cada domingo en la misa y

conectarse con Dios, reemplaza su sentimiento de

soledad y aislamiento. Esto es logrado especialmente

porque la Iglesia provee una sensación de ―sentirse

en casa‖; un sentimiento que todos los entrevistados

expresan en sus discursos.

“Sentirse en casa”

Una de las categorías que emergió con

mayor fuerza en los discursos de los entrevistados fue

la sensación de sentirse más cerca de su hogar y de

su tierra natal cuando asisten a la Iglesia. Como

Carlos, quién reside en los EE.UU hace dieciséis

años, expresa: ―Cuando voy a la Iglesia me siento

mejor, no sé…me siento más relajado, como más en

casa. Es tan lindo ir a la misa en español, si voy a una

en inglés siento que no es lo mío‖. Ciertamente, esta

sentimiento de estar más cerca de sus hogares se ve

reflejado en una serie de prácticas dentro de la propia

Iglesia, las que refuerzan esta sensación entre sus

feligreses. En relación a esto, se argumenta que es

la Iglesia Católica y las prácticas que ésta involucra,

la principal remesa que los inmigrantes mexicanos

introducen en su nuevo país, al reproducir una serie

de dinámicas sociales provenientes de su nación de

origen.

En las observaciones y entrevistas realizadas

se encontró tres tipos de dinámicas sociales en la

Iglesia SJW que refuerzan el fenómeno de ―sentirse

en casa‖, experimentados por los feligreses. Primero,

esta institución tiene un rol central en la resolución de

conflictos entre las familias y parejas; cada vez que

existe algún problema de este tipo, la solución recae

en el consejo del sacerdote. En el caso de Ana, ella

tuvo muchos problemas con su marido durante los

primeros años de matrimonio, pero cada vez que

tenían algún conflicto ella obligaba a su cónyuge a ir a

la Iglesia y hablar con el padre: ―Ellos nos

aconsejaban en cómo yo y mi marido nos podríamos

acercar. Ellos sabían cómo ayudarte‖. En este

sentido, ambos sacerdotes entrevistados, explican

que si en la cultura Norteamericana es el psicólogo

quien ayuda a la gente a solucionar sus asuntos, en

la cultura Mexicana siempre es el cura: ―¿Los

mexicanos? Ellos consultan todo con el sacerdote‖

(entrevista Padre Noé). Asimismo, Carlos enuncia

cuán importante fue el apoyo del padre Miguel

Crispin cuando sus padres murieron en los EE.UU: ―El

me apoyó muchísimo cuando murieron mis padres. Él

realmente me ayudó…mis dos padres murieron acá y

el estuvo muy presente en mi familia después de que

fallecieron‖.

El rol fundamental que tiene la Iglesia en la

solución de conflictos familiares es un asunto que

proviene directamente de la tradición Católica,

especialmente en pequeños pueblos mexicanos, en

los cuales muchas veces la única autoridad efectiva

era el sacerdote. En relación a esto, el segundo

elemento que reproduce la sensación de ―estar en

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casa‖ es la centralidad y protagonismo que adquiere

el sacerdote para los feligreses. Las observaciones

efectuadas durante la misa dominical indicaron la

existencia de una ―divinización‖ de los sacerdotes;

divinización como un concepto que ilustra la gran

admiración y adoración que tienen los feligreses hacia

el padre de la parroquia. Esto se observa en los

tumultos de gente que tras la misa se acumulan

alrededor del sacerdote, intentando

desesperadamente saludarlo o hablar con él, además

de dirigirse a él besando su mano, una práctica que

devela gran admiración y devoción. Como el padre

Crispín expresa: ―Existe una gran atención en el

sacerdote que muchas veces es incómoda,

especialmente cuando lo gente intenta besarte en la

mano, cómo se hacía antes‖. Este sacerdote cree que

gran parte del protagonismo y divinización de los

religiosos está basada en la experiencia de las

comunidades rurales en México, donde la única

autoridad capaz de solucionar conflictos era el

sacerdote local.

Por último, la posición central de la virgen en

las procesiones y festividades religiosas de la Iglesia

SJW refuerza las dinámicas culturales propiamente

Mexicanas, como lo es el culto mariano. La

importancia de las celebraciones para la ―Virgen de

Guadalupe‖, como también la existencia de ―Vírgenes

peregrinas‖ son ejemplos de estas dinámicas. Este

último caso es el más ilustrativo pues consiste en que

las familias radicadas en Berkeley traen a las

vírgenes de sus Iglesias locales en México por un

determinado periodo de tiempo.

En suma, el argumento de este artículo es

que estas tres dinámicas sociales descritas, son los

medios mediante los cuales el sentimiento de

―sentirse en casa‖ es recreado en la Iglesia SJW. Al

ser performadas, algunas de las normas culturales y

sociales básicas del background de estos inmigrantes

es reproducido. Estos elementos claves de su cultura,

más el apoyo espiritual que los feligreses reciben de

su práctica religiosa, gestan esta sensación de estar

más cerca del hogar cuando se encuentran en la

Iglesia SJW. Más importante aún, las tradiciones

sociales que se expuso en esta sección no

experimentan ningún tipo de renegociación una vez

que son reproducidas en el contexto Norteamericano,

siendo piezas puras de la tradición religiosa de

México.

¿Qué pasa con la comunidad?

Dado que la Iglesia SJW provee de apoyo

moral y espiritual a sus feligreses mexicanos, y

además gesta un sentimiento de ―estar en casa‖ en

estos últimos, lógicamente se pensaría que esta

comunidad de inmigrantes goza de altos niveles de

participación y capital social. El asunto en esta

investigación resultó ser más complicado que eso.

Por un lado, los entrevistados revelan un gran

sentido de pertenencia a una comunidad. Todos ellos

se referían a la existencia de una ―comunidad

mexicana‖ en la Iglesia SJW, pero la diferencia radica

en la noción que tienen los inmigrantes sobre este

concepto. Para estos feligreses el sentirse parte de

una comunidad se basa en la idea de ser familiar al

otro, en el hecho de que todos han estado asistiendo

a la misa en español por muchos años y que en el

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fondo se han acostumbrado a ver al otro. Cuando se

le pregunta a Carlos si se siente parte de una

comunidad en la Iglesia SJW el responde: ―Si, porque

allí la gente es cálida, yo ya los he visto por

años…ellos ya son familiares para mí‖. Respuestas

similares a esta emergen en los discursos de los

distintos informantes, revelando una concepción de

comunidad un tanto diferente. Esto pues en la

literatura existe la noción de que la formación de una

comunidad presupone la presencia de cooperación

entre sus miembros, comprendiendo a ambos

fenómenos como correlacionados (Hondagneu-

Sotelo, 1994) (Palacios, 2006) (Feline, 2008). Sin

embargo, en las observaciones y entrevistas

realizadas en este caso, el sentimiento de pertenecer

a una comunidad no coexiste con altos niveles de

cooperación y participación entre sus miembros. Por

ejemplo, cuando se intentó indagar en el tipo de

ayuda que Carlos recibía de su comunidad, su réplica

fue la siguiente: ―No, no. Yo creo que de hecho no

nos ayudamos en la forma que deberíamos, los

inmigrantes Mexicanos no somos muy unidos‖. El

discurso de este entrevistado demuestra que si bien

el se siente parte de una comunidad, como se expuso

anteriormente, esta percepción viene acompañada

con la sensación de una falta de solidaridad y

participación entre sus miembros. Siguiendo esta

tendencia, el padre Noé reconoce: ―Hay algo muy

particular en la comunidad mexicana. Hay algunas

personas que ayudan a los miembros de su familia,

pero hay otros que simplemente no ayudan a nadie, al

contrario, ellos dicen: Nosotros lo hicimos solos, nadie

nos ayudó, ahora tienen que arreglárselas solos. Yo

estoy seguro que ese tipo de gente existe dentro y

fuera de la Iglesia‖. El argumento del padre Noé, es

que la falta de cooperación es una característica de la

comunidad mexicana, y de hecho, si alguna ayuda es

provista es únicamente a los familiares.

Por tanto, no se encuentra evidencia de altos

niveles de solidaridad o fuertes lazos de cooperación

entre los feligreses Mexicanos de esta Iglesia. Esta

conclusión es apoyada por el bajo número de

asociaciones dentro de esta institución, existiendo

solo una, la preparación de la fiesta de la Virgen de

Guadalupe, contando con solo diez miembros. Los

entrevistados elaboraron distintas explicaciones para

esta situación, argumentando que los mexicanos eran

egoístas y están alienados en sus trabajos: ―Creo que

necesitamos ser más abiertos. Lo que pasa es que el

ser humano es muy egoísta y sólo piensa en sus

problemas‖ (Carolina). No obstante, todos mis

informantes concuerdan que si bien la Iglesia SJW

hace algunos intentos de incentivar la participación y

cooperación entre sus feligreses, estos intentos son

en vano sin la voluntad de las personas: ―Si porque la

Iglesia quiere que nos unamos, pero eso no depende

de la Iglesia, depende de la gente‖ (Carlos).

En definitiva, existe una contradicción entre

los discursos y las prácticas reveladas por los

feligreses mexicanos, pues si bien se perciben como

parte de una comunidad, no desarrollan altos niveles

de cooperación ni de capital social. Como se

argumentará en la próxima sección de este artículo, la

razón por la cual esta contradicción emerge en la

Iglesia SJW se sustenta en dos procesos. El primero,

consiste en los bajos niveles de confianza social que

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los inmigrantes mexicanos trasladan desde su país de

origen; siendo el segundo proceso, la reproducción de

estos elementos por los preceptos religiosos del

catolicismo.

Discusión

A continuación se presentan los dos factores

explicativos que integran el argumento que versa

sobre la contradicción encontrada entre los feligreses

mexicanos de la Iglesia SJW.

La primera parte del argumento radica en

ciertas peculiaridades propias del país de origen de

estos inmigrantes. Uno de los elementos básicos que

provee la capacidad de desarrollar niveles de

cooperación y participación entre personas diferentes,

es su habilidad de confiar en el otro, y especialmente

en confiar en individuos que no se conocen

personalmente. De esta manera, el contar con altos

niveles de confianza social es fundamental para

construir una comunidad sana con altos niveles de

participación y formación de capital social (Cheong,

2006). Si observamos los indicadores de confianza

social en México, el escenario no es muy positivo

para la gestación de lazos cooperativos y

participación comunitaria. Como el reporte del PNUD

indica, en México, una mayoría significativa de la

población considera que la gente que la rodea no es

confiable, mientras solo un 20% cree que lo son

(PNUD, 2004). Asimismo, la investigación de Knack y

Keefer (1997) concluye que, el coeficiente de Gini,

está fuertemente asociado con los niveles de

confianza social y cooperación cívica (Knack &

Keefer, 1997). Ahora bien, el coeficiente de Gini de

México, es de un 48.1%, donde el 100% significa

absoluta inequidad (PNUD, 2007). En este sentido,

México es una sociedad altamente desigual, y en

consecuencia, sus niveles de confianza social y de

cooperación con extraños son bastante bajos.

Según estos indicadores macro, las

estructuras sociales Mexicanas no son compatibles

con la creación de altos niveles de capital social entre

su población, al contar con bajos niveles de confianza

social y ser una sociedad altamente inequitativa. En

este sentido, se plantea que la falta de solidaridad y

participación entre los feligreses de la Iglesia SJW

está relacionada con la reproducción de estos bajos

niveles de confianza social, propios de la sociedad

Mexicana, en los EE.UU. Esto último inhabilita la

creación de lazos sociales y de cooperación entre los

individuos que no pertenecen al mismo circulo

próximo, como lo es la familia o los amigos del pueblo

de origen.

Sin embargo, ¿cómo esto explicaría el

escenario encontrado en la Iglesia SJW? El

argumento es el siguiente. Entre las distintas

nacionalidades de los feligreses que conviven en esta

Iglesia, existe otro nivel de fragmentación étnica

dentro de los fieles mexicanos. Dentro de éstos existe

una serie de divisiones de acuerdo a cuál pueblo

pertenecían en México. De esta manera, lo que se

propone es que el sentirse parte de una comunidad

por parte de estos feligreses está altamente

relacionado con el hecho de que esta Iglesia emerge

como un espacio de reunión con la familia y los

―compadres‖ del pueblo de origen. De hecho, los

entrevistados se refieren a la existencia de una mayor

cooperación y solidaridad entre familiares y los

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miembros de una misma villa. Ahora bien, si se trata

de personas que no pertenecen a este círculo

cercano las organizaciones de ayuda o cooperación

no se gestan: ―En sí misma la comunidad mexicana

no es muy unida. Como te dije, ellos no ayudan a los

que están recién llegando acá. Lo que yo he visto es

que si esta persona viene del mismo pueblo o villa

que otras personas de la Iglesia, entre ellos se

ayudan y organizan, pero si viene de otra parte de

México, pues no lo hacen‖ (Carlos). Tal como el

testimonio de Carlos lo indica, los fieles que provienen

del mismo pueblo en México si se prestan auxilio y

forman lazos sociales fuertes. Por ejemplo, tres de los

entrevistados, Ana, Carlos y Carolina, consiguieron su

primer trabajo en los Estados Unidos a través de sus

familiares o algún amigo de la familia. Estos hallazgos

se encuentran en perfecta concordancia con las

conclusiones del PNUD sobre confianza y capital

social en México, recién citados. Evidentemente, al

existir una reproducción de los bajos niveles de

confianza social propios del contexto Mexicano, la

cooperación y participación entre feligreses que no

son parte del mismo círculo próximo es escaza. Al no

confiar en aquellas personas que no provienen de su

entorno conocido, familiares y amigos, la construcción

de capital social tipo puente (Putnam, 2000), es decir,

la creación de lazos sociales entre grupos

heterogéneos, es escaza.

En suma, la contradicción encontrada entre

los fieles mexicanos de la Iglesia SJW, es

parcialmente explicada por la falta de confianza

social característica de su país de origen, lo que les

inhibe la posibilidad de construir lazos de solidaridad y

organizarse fuera del ámbito de lo familiar.

Ciertamente, la gran cantidad de inmigrantes

mexicanos que provienen de pueblos rurales en esta

Iglesia, es una pieza fundamental para gestar esta

situación de poca participación. Como existen grupos

de individuos que se conocen y son familiares, dado

que provienen del mismo pueblo de origen, entre

éstos existen lazos fuertes de cooperación y ayuda.

No obstante, como no todos los feligreses mexicanos

comparten entre sí redes familiares o de viejas

amistades, la confianza social necesitada para

motivar la participación y la asociación entre ellos no

está presente, creándose así esta percepción de la

comunidad mexicana como un grupo de personas que

se reúnen cada Domingo, pero que no comparten

lazos fuertes ni se organizan entre sí.

La segunda parte de la explicación propuesta,

subyace en los fundamentos religiosos del

catolicismo. En este sentido, siguiendo el

planteamiento elaborado por los sociólogos Cousiño

y Valenzuela (2000), lo que se argumenta es que los

niveles de baja confianza social entre estos individuos

tiene un cimiento religioso. De esta manera, las

configuraciones de la fe católica modelan de una

forma particular las interacciones entre los fieles.

Cousiño y Valenzuela (2000), en su artículo

titulado ―Sociabilidad y Asociatividad: un ensayo de

sociología comparada‖, encontraron que ciertos

países católicos desarrollan niveles de confianza

social y participación más bajos en comparación con

las naciones de cuño protestante (Cousiño &

Valenzuela, 2000). Su explicación de este fenómeno

reside en la peculiaridad del lazo católico entre el fiel

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y Dios. El catolicismo está basado en una divinidad

que es cercana y conocida, y que actualiza su

presencia en el mundo constantemente. El punto de

estos autores, es que este lazo personal y cercano

que se tiene con Dios indica una preferencia de

construir relaciones sociales con aquello que es

conocido y familiar. Al contrario, la religión protestante

está basada en la existencia de un Dios invisible y

distante, al que sólo se puede acceder mediante la fe

(Cousiño & Valenzuela, 2000). Esta experiencia

constante de confiar ciegamente motiva la habilidad

entre sus fieles de entregarse a lo desconocido.

Basándonos en la naturaleza de esta conexión

espiritual con la divinidad, la religión católica haría un

hincapié en las relaciones próximas y familiares,

mientras el protestantismo no le daría tanta

importancia a los lazos familiares, y motivaría el

relacionarse con desconocidos. De esta manera,

estas diferencias explicarían los mayores niveles de

confianza social entre los fieles protestantes y la

escaza asociatividad entre los feligreses de la Iglesia

Católica.

Por tanto, se plantea que la centralidad de la

familia dentro de las creencias Católicas es

fundamental para reforzar los bajos niveles de

confianza social de la sociedad mexicana en

particular. En el caso de la Iglesia SJW la naturaleza

de la doctrina católica fortalece la prominencia de

permanecer entre personas conocidas, reproduciendo

los bajos niveles de confianza social que los

feligreses mexicanos traen desde su país de origen.

En este sentido, la falta de solidaridad entre los fieles

que no provienen del mismo pueblo o villa estaría

estructuralmente explicada por la baja confianza

social que éstos trasladan desde México, y que es

reforzada en los EE.UU por el acento que el

catolicismo realiza en las relaciones familiares y

cercanas.

Conclusiones

En la Iglesia ―Saint Joseph the Worker‖ se

encontró la siguiente situación: los feligreses

Mexicanos se sentían parte de una comunidad,

basándose en el sensación de encontrarse en un

espacio conocido y familiar. Sin embargo, este

sentimiento de pertenecer a una comunidad no

produce lazos sociales de cooperación ni

participación entre sus miembros. La explicación de

este fenómeno reside en dos elementos: Las

estructuras de sociabilidad y baja confianza social que

los inmigrantes mexicanos transportan desde su país

de origen, y la reproducción de estas características

en los EE.UU por los fundamentos religiosos del

catolicismo. Dado que una gran mayoría de los

feligreses provienen de pequeños pueblos en México,

se gesta una importante fragmentación dentro de la

comunidad de fieles. Los bajos niveles de confianza

social existentes en México, al ser sustentados por

los feligreses de la Iglesia SJW, inhiben la creación de

capital social de puente entre los miembros de

distintos pueblos. Además, los principios del

Catolicismo y su acento en los lazos familiares y

cercanos, refuerzan esta predisposición hacia una

baja participación y poca confianza entre los fieles

mexicanos en los EE.UU. Ahora bien, aunque éstos

no gocen de altos niveles de cooperación ni

asociatividad, los feligreses de la Iglesia SJW siguen

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experimentando la sensación de ser partes de una

comunidad. Se argumenta que esto es resultado de

tres factores: la apropiación de la Iglesia como un

espacio de reunión con la familia y viejos amigos, el

apoyo espiritual y emocional que los fieles reciben de

la religión, y la reproducción de ciertas dinámicas

sociales tradicionales de México en esta institución.

De esta manera, el sentirse parte de una comunidad

para estos inmigrantes está basado en la experiencia

de relaciones próximas y familiares, y no de participar

o cooperar con otros feligreses mexicanos que no

sean parte de su círculo cercano.

Finalmente, el caso de la Iglesia Saint Joseph

the Worker refleja el rol ambiguo de la Iglesia Católica

en la construcción de capital social y redes de apoyo

entre los inmigrantes. En este sentido, es importante

cuestionar el papel que el Catolicismo tiene en la

integración de los inmigrantes mexicanos en su nueva

sociedad. De acuerdo a los resultados de esta

investigación, la Iglesia católica parece no incentivar

la formación de capital social o participación entre sus

feligreses, lo que inhibe la existencia de mejores vías

de integración de los inmigrantes en los EE.UU. Por

esto, emerge como fundamental el observar en

futuras investigaciones, de qué manera el Catolicismo

modela la asimilación de los inmigrantes

Latinoamericanos en la cultura estadounidense.

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25 de Março:

The Political Economy of Counterfeits

Calla Hummel27

Abstract

This article addresses the political economy of informal economic activity stemming from

globalization and economic restructuring through a qualitative study of the dynamics and

debates around the 25 de Março market in São Paulo, Brazil. I contribute to a growing

body of work asserting that informal activity is not a vestige of underdevelopment but

systemically present in contemporary global capitalism, citing the evidence and lines of

reasoning employed by scholars such as Carolyn Nordstrom, Janet MacGaffey, Remy

Bazenguissa, Moises Naim and Leslie Beloque, as well as my own work. In light of this

body of research, I discuss material collected through three months of fieldwork on 25 de

Março and use theories of consumption developed by Arjun Appadurai to argue that media

categorizing the informal as underdeveloped and dangerous serves to police the status

quo of consumption.

27 BA en Estudios Latino Americanos y BA en Estudios Internacionales (mención en Economía Política) de la Universidad de Washintong

(Seattle, Estados Unidos).

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Introduction

On every corner of São Paulo‘s busy 25 de

Março street, young and middle-aged men hawk

pirated media and counterfeit designer goods from

portable display boards. Hundreds of thousands of

street vendors work selling unauthorized consumer

goods in São Paulo, constituting the last local link in

a global supply chain—defined as the steps

between making a product and selling it to the

finally user— that furnishes products outside of

regulated and recorded channels. Street vendors

occupy an interesting contradiction: as salesmen of

American-designed, Chinese-made goods, they are

a sign of São Paulo‘s insertion into a fast-paced

and highly-specialized global economy. Yet the

extralegal28 character of the work and wares

renders them invisible once the observer turns from

the street to macroeconomic statistics, where the

vendors are officially recorded as unemployed. Not

only are they unprotected by state labor laws, they

are frequently targeted by the police during the city

government‘s regulation-or-eradication campaigns,

known as ―blitzes‖, and charged with selling imports

without proper documentation. Aside from the

Brazilian state, other entities such as trade groups,

the US government, and national media all have a

stake in controlling extralegal revenue, which

threatens to disrupt the status quo embedded in the 28 For a thorough discussion on terminology, see Gerxhani

(2004) and the literature reviews of Nordstrom (2008),

MacGaffey and Bazenguissa-Ganga (2000), Beloque (2007),

and Sanchez (2009). To describe economic activities I will use

both ―informal‖, because it is the most common, and

―extralegal‖, because it is my prefered term in the context of

Latin America. To describe products I use ―counterfeit‖ and

―unauthorized‖.

official economic structure29. In order to deter

possible customers and justify harsher regulation of

street vending, such entities produce and

disseminate information in educational campaigns

that cast informal work as threatening to the social

fabric.

This paper explores the dynamics of 25

de Março in order to illuminate larger discussions

on the organization of contemporary markets and

the role of the state in regulating them, particularly

with regards to what is known as the ―informal

economy‖ or the ―informal sector‖. Through the

literature review, I argue that post-Fordian

manufacturing and the subsequent increase in

subcontracting provide conditions for the

expansion of unauthorized consumer goods

production, rendering 25 de Março a direct

consequence of contemporary capitalism and not

an anomaly of underdevelopment. In my analysis

of media produced about informal activity in São

Paulo, I argue that such media reinforces

consumption hierarchies and justifies police

intervention by casting informal activity as a

dangerous anomaly of underdevelopment.

Literature Review

Saskia Sassen posits that one of the

pervasive features of current global system is the

universalization of a range of economic standards

(Sassen 2002), and MacGaffey and Bazenguissa-

Ganga (2000) note that their implementation makes

it possible for people, goods, and services to move

29 Both De Soto (1989) and Appadurai (1986) address this at great length.

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quickly and often. There is a growing body of work

asserting that extralegal economic activity is

inherently part of this global economic structure,

and not an anomaly of underdevelopment in need

of help becoming modern, as many politicians and

World Bank reports argue. Scholars assert that

these informal activities will not disappear with

economic growth and cannot be eradicated

because such market forms are innovations and

coping mechanisms developed in response to

market incentives (Beloque 2007, Nordstrom 2008,

MacGaffey and Bazenguissa-Ganga 2000, Naim

2006).

Work asserting the centrality of informally-

generated capital in the international economy

directly challenges older formulations of informality.

Academics and researchers from the 1960s to the

1980s focused on ―black markets‖ and ―the

underground economy‖ which were conceived of as

separate spheres of economic interactions, clearly

distinct from legal markets. The 1990s brought a

deeper understanding of informality, as a plethora

of new research was published about post-Soviet

transitions30 and the consequences of neoliberalism

in Latin America (De Soto 1990) and Africa

(MacGaffey 1991). Research on the diverse

experiences of economic transition exploded older,

rigid concepts of the market and legality. A number

of studies revealed actors that participated in formal

and informal economic activity according to market

30 Based on a collection of articles in the 1980s and 1990s, see Humphrey (2002), Kosals (1999) and Sik and Wallace (1999).

conditions, and large firms that incorporated

informal capital and legal channels into their

operations (MacGaffey 1991; Nordstrom 2004; Frye

2006).

New theories of informality are developing

partly in response to a growing body of research

and data that allows for deeper analysis but also in

response to new forms of informality and deeper

global integration. Moises Naim (2003) asserts in

Illicit: How Copycats, Traffickers and Smugglers are

Hijacking the Global Economy, based on ten years

of research, that the phenomenon of informal

activity changed profoundly in the 1990s with global

financial deregulation and advances in

communication technology. Naim acknowledges

that informal markets and actors have existed for

centuries if not longer (see Hauser 2008, Curtin

1986 and Abu-Lughod 1991 for detailed studies on

historical markets), but argues that informal firms

and actors have moved away from the cartel model

of product specialization coupled with rigid social

and geographical control and embraced global

business best practices that favor flexible networks

and professional specializations in logistics,

transportation, production and sales as opposed to

products. Hence, major cocaine seizures today are

found in containers along with counterfeit designer

bags and DVDs, as well as legitimate cargo, aboard

legal cargo ships belonging to respectable shipping

companies.

Focusing on the development of informality

in Latin America, Ramos Schiffer (2002) tracks the

rapid rise of workers reporting ―autonomous

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employment‖ in São Paulo during deregulation and

monetary stabilization in the 1990s. Similar to

statistics used by Perreira and Jiménez (1998) in

Bolivia, ―autonomous employment‖ generally

indicates self-employed individuals who do not

report their earnings, and the size of the

classification soared in urban areas like São Paulo

and La Paz in the economically volatile 1980s and

1990s. However, when the economy recovered,

different kinds of job opportunities left large

segments of the population without formal

employment; Ramos Schiffer estimates that since

then, extralegal arrangements account for the

majority of new jobs created. Ramos Schiffer and

Beloque‘s findings suggest that many workers who

lost their jobs during the 1980s found less-stable

extralegal work in services attending to those who

formally benefitted from structural adjustment.

The instability generated by the process of

deverticalization provides the perfect conditions for

a rise in extralegal production. Gerxhani addresses

the debate on factors of growth in the informal

economy, citing Lubell in saying that when formal

opportunities decrease, informal activities sustain

those technically out of work, but that when the

formal expands, it brings with it a demand for

informal goods and services (Gerxhani 2004, 277).

Pereira and Jiménez observed this effect in Bolivia

as a result of structural adjustment reforms: the

reforms caused huge short-term jumps in urban

unemployment, which caused the unemployed to

turn to informal work. As the economy cautiously

recovered in the late 1980s, there was a rise in

informal small businesses due to larger businesses

subcontracting instead of hiring new employees

(Pereira and Jiménez 1998: 22). This observation

could be cautiously generalized to most Latin

American countries that underwent structural

adjustment reforms, considering that De Soto

(1989) and Beloque (2007) observed similar

dynamics in Peru and Brazil, respectively, despite

all three countries‘ very distinct experiences with

economic reforms.

Curiously, Gerxhani‘s (2004) otherwise

thorough literature review on characteristics of

informal activities does not discuss the conditions

for the reduction of informal activity. Beloque

asserts that informal economic activity has been

part of industrial capitalism since industry‘s

inception and hence will persist, citing piecework

and small subcontractors that were involved in

factory production throughout the Industrial

Revolution (Beloque 2007: 81-98). She analyzes

other forms of disposable subcontracting that are

becoming more common in Brazil, and notes that all

seven study participants in the informal services

category had been laid off from larger firms

(Beloque 2007: 140). Other scholars have

documented the continuation of unreported

piecework and other forms of low-wage, feminized

subcontracting that accompany industry and new

technology, from maquilas on the Mexican border to

take-home piece work that supplies the high-tech

industries of California‘s Silicon Valley (Ong 2003:

229-249).

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Manufacturing and the factory system

changed drastically during the financial deregulation

of the 1980s. Prior to the 1980s, Taylorism and the

Fordian method reigned in manufacturing,

segmenting production into distinct, timed actions

on an assembly line and consolidating supply

chains so as to exercise direct control over as many

factors of production as possible. One of the

outcomes of financial deregulation was a

reconsideration of supply chain management, which

caused corporations to downsize firms and sell off

holdings, specializing in a set of functions and

contracting out for the rest – deverticalization.31

This process has led to greatly increased flexibility

for many firms on one hand, and severe instability

for those deemed nonessential on the other (Task

Force 2008), which has led to a rise in extralegal

economic activity (Beloque 2007).

Brazil has an interesting and complicated

position in these processes. As a large and wealthy

country – the world‘s 10th largest economy and 6th

in population – its leadership often sits at the table

with the US, EU, and other industrial powers.

Successive administrations have come to

legitimately demand this position (Vizentini 2005),

yet Brazil is often labeled an ―emerging‖ economy

and was not exempt from the financial crises of the

1980s, which stemmed from financialization. The

country took IMF loans and agreed to structural

adjustment reforms, but the government argued

31 Much contracting consists of transfers/orders to semi-

autonomous foreign affiliates (Sassen 2002; Lacerda 2004).

against shock therapy and succeeded in both

gradual reform and keeping many financial

regulations (Carvalho 2009). These negotiations

extend to city policy, especially in cosmopolitan and

investment-conscious São Paulo. The city has done

a lot to attract FDI, often conducting clean-up32

campaigns and cutting social programs to allow for

corporate tax breaks (Ramos Schiffer 2002), hence,

as FDI and median income have increased, social

disparities have become more pronounced

(Caldeira 2000; Ramos Schiffer 2002).

Most manufacturing is now contracted by a

corporate office who offers a short-term contract to

the lowest bidding factory owner. Producer‘s costs

cannot go above the amount written into the

contract and MNCs still try to exercise the control

that they had over factories in the vertical chain by

leveraging unequal bargaining power in contracts

(Task Force 2008). However, through

deverticalization, the MNC renounced most of its

control over the factory space and its internal

practices, providing actors within the factory the

flexibility to respond to market dis/incentives in their

own ways33.

When factories and other small businesses

operate contract to contract, managers do whatever

possible to maintain their competitiveness and

increase their profit margins. One strategy may be

32 ―Clean-up‖ is not by any means restricted to trash collection,

but includes social clean-ups, like bulldozing favelas, killing

street children, and arresting unlicensed vendors (Caldeira

2000).

33 For better or worse, this situation is also widely accepted as

the root cause of most labor violations.

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to produce unauthorized units on the side and sell

them informally; Wang and Zhu documented the

rise of this practice as a direct result of American

firms lowering the amount paid to factories per unit

in video equipment contracts (2003: 109). Factories

sold extra, unauthorized equipment on the side and

began exporting copies to neighboring countries.

Scholars have described similar processes

in other countries. Muñoz (2009) reveals that the

best products sold at Bolivian markets are not

imitations, but unauthorized copies bought directly

from a licensed factory. An agent will offer factory‘s

manager cash upfront for a small unreported

shipment of sunglasses, chocolate, or watches, and

then send them to a distributor in La Paz. This

manager may produce extra product afterhours;

requisition a batch below quality standards or –as

Nordstrom documented in Angola– cause a box to

―fall off the truck.‖ (Nordstrom 2004: 214). It is a

small step to conjecture that 25 de Março‘s higher-

quality counterfeit imports come from similar

situations.

Nordstrom‘s recent work extends the

intertwining of in/formal activities to shipping routes

and global trade networks. Through traveling along

shipping routes, Nordstrom demonstrates how the

expectation of immediacy slights the checks in

place to ensure compliance with regulations

(Nordstrom 2008), providing incentives for firms and

actors to smuggle, under declare, or otherwise

engage in extralegal practices. When shipping

containers are opened, most do not contain what

their paperwork states. This is true at the UK, where

the head of customs says smuggled cigarettes

cheat the state of more money than drugs, and

Brazil, where millions of dollars worth of counterfeit

designer products are found in the place of

construction materials (Globo 2009). In this world

economy, everything and everyone utilizes

extralegal channels.

Despite the ubiquity of informal practices,

there is a global campaign –headed mostly by the

US government34 and a number of MNCs35– to

combat IPR violations of technology,

pharmaceuticals, entertainment, clothing and

accessories. The campaign champions a specific

reading of IPR that preserves these entities‘ regime

of social and economic value by constructing

conceptions of extralegal economic activity as

separate and perverse markets. The high-profile

target is China (though the government has actually

aggressively prosecuted –by WTO order and its

own volition– a number of violators, especially in

the entertainment industry36), but India, Brazil,

Russia and others are challenged as well, as

detailed in the US Trade Representative‘s Watch

List (Office of the United States Trade

Representative 2010). One of the key pieces in this

campaign –especially in Brazil– is the production of

knowledge about IPR violators and the effect of IPR

34 The US Trade Representative‘s office is extremely active in

this realm, and The State Department has a list of priorities for

diplomatic missions; one of these is protecting IPR, and it is

one of the goals listed on the embassy‘s website for Brazil.

35 MNCs either form trade groups, such as the MPAA, or sue

specific establishments in national courts, such as the Nike

case against Shopping 25 administration.

36 See Wang and Zhu 2003.

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violations on the social fabric (Ministério da Justiça

2009).

NGOs and IOs such as the World Bank and

the IMF frequently partner with or encourage

governments to regularize extralegal economic

activity. Bringing informal arrangements into formal

structures is widely viewed as positive by

development experts, though empirical studies

show that this is debatable. The key assumptions

behind these ideas are that modern states are the

ideal protectors of property and that regularizing

economic activity unleashes growth potential and

increases public revenue. This holds in

microeconomic text books, but on the ground the

causality is not clear. First, states are not impartial

protectors; many informal institutions are just as

trustworthy (Rodrik 2006), many officials will simply

embezzle extra revenue (Nordstrom 2004) and

many states work primarily for the benefit of a

particular group, and may sabotage others

(Roitman 2005). Secondly, regularization may or

may not open opportunities for growth. For

example, De Soto suggested a number of

measures to formalize arrangements in order to

make formal capital more accessible, including

deeding unregistered housing (De Soto 2000). This

suggestion has been picked up by many

governments and development agencies - Brazil

has a number of such programs - with abysmal to

mediocre results. Kuyucu has found that new deeds

are generally sold to developers and communities

are broken up as residents move to poorer areas.

People engage in and continue informal

arrangements for a wide variety of reasons, and

bringing such activities inside a state-regulated

juridical structure does not address all of these

choices and may run counter to some.

Methodology

The information discussed and analyzed in

this article was gathered through three months of

fieldwork in São Paulo. While in São Paulo, I visited

25 de Março on a weekly basis, taking notes and

photographs and talking with vendors about the

source of their merchandise as well as their

opinions and experiences with the city‘s regulation

campaigns. During this time, I also gathered news

articles from Globo about informal commerce on 25

de Março and government publications about

regulation campaigns. This information was

supplemented by interviews with Brazilian

academics familiar with the urban informal

economy.

In this article, I attempt to organize my data

so as to provide an accurate picture of the market‘s

organization and actors. After describing the

market, the buyers and sellers that populate it, the

merchandise available and how it gets to market, I

analyze the official production of knowledge about

25 de Março through an examination of two anti-

piracy publications that were circulated in São

Paulo. I then question how such publications work

to justify eradication policies and police actions

targeting vendors.

The fieldwork was conducted at the end of

a year (July 2008 to June 2009) spent at the

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Economics Department of Pontificia Universidade

Católica of São Paulo. My work benefited greatly

from the advice and oversight of three academics

associated with the department: Leslie Beloque,

Carlos Eduardo Carvalho, and Osmar Sanchez.

The fieldwork was funded by a scholarship from the

Mary Gates Endowment at the University of

Washington, Seattle, while the year abroad was

paid for by a Boren scholarship from the National

Security Education Program. During July and

August 2009, I analyzed field data and publications

with the help of the Summer Institute on the Arts

and Humanities at the University of Washington.

This article developed out of a paper produced and

presented at the institute.

Data

The Market

25 de Março street runs over an old river

bed in the center of São Paulo, down a steep hill

from the cathedral in front of the São Bento metro

stop. It is the center of Brazil‘s mass consumption,

recording an average 400,000 shoppers a day.

Daily trade generates millions of dollars, but most of

the goods, cash, and other resources that pass

through the market are unrecorded in official

statistics.

The actual street is five blocks long and

lined with stores, small malls, and street vendors.

Side streets carry the shopping out for another two

to three blocks on either side. The larger, nicer

stores on the main street give way to smaller

stores, delis, and services on the side streets,

which are periodically clogged by street vendors

(known as ambulantes or camelôs) running from

police.

The street itself is lined with wholesale

stores (atacados) and crowded, informal malls

(known as vitrines, galerias or shoppings). The

atacados sell mostly costume jewelry, cloth, and

accessories. Presumably, these stores are

registered, licensed, pay taxes and social security,

and are owned by Brazilians. Store owners, from

elsewhere in Brazil and South America make semi-

annual trips to buy their stock at the atacados and

vitrines (Globo 2009). The malls consist of small

numbered stalls packed in next to each other in

maze-like rows. The vitrines sell almost exclusively

counterfeit luxury consumer goods. The most

popular vitrine –Shopping 25– is housed in an old

building with four floors of stalls and features stalls

that primarily specialize in sunglasses, beauty

products, bags, watches, clothing, undergarments,

CDs/DVDs and software, electronics, toys and

accessories. There are 5-25 different stores of each

category and all sell imitations of varying quality;

the stalls vary in quality as well, with the cheapest

being a display wall between plywood dividers on

the fourth floor and the nicest a small shop with

mirrors and glass display shelves on the first floor.

Outside of the malls, hundreds of street

vendors sell from boxes, carts, tarps, and display

boards. There is much more diversity in the

products offered on the street than in the malls and

each vendor has a specialty. A non-exhaustive list

of the most common products available includes

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peanuts, wooden utensils, sunglasses, hats, cell

phone accessories, CDs, scarves, gum, and

perfume. Though vendors run the gamut of age,

race, nationality, and gender, 40-50% is 20-35 year-

old black Brazilian men, though young Bolivians are

increasingly dominating the scarf and hat trades.

These observations are drawn from field notes, as

there is no published source that documents the

demographic information of street vendors.

Different nationalities have different

specialties, and the Chinese, Japanese, and

Korean vendors constitute trade Diasporas whose

characteristics MacGaffey and Bazenguissa-Ganga

(2000) and Venkatesh (2006) discuss. The

authoritative work on trade Diasporas is Philip

Curtin‘s Cross-Cultural Trade in World History

(1984), a painstakingly thorough study tracing

trading communities with international linkages from

2000 B.C. through to the beginning of the Industrial

Revolution. Curtin makes a clear distinction

between economic networks held together in part

by language and ethnicity and ethnic enclaves

supported by trade and built over generations.

While such distinctions can still be made,

technological advances in transportation and

communication have blurred lines and made clear

definitions impossible, as MacGaffey and

Bazenguissa‘s work with the Congolese community

in Paris clearly demonstrates. However, modern

Diasporas are still formed and maintained through

trading; members often participate in informal credit

unions and rely on the community for other informal

financial services (MacGaffey and Bazenguissa-

Ganga 2000, 12-16; Venkatesh 2006, 97-98).

Interestingly, none of the trade diasporas

present on 25 de Março participate regularly in

street vending, though Koreans and Chinese are an

important part of a street vendor‘s supply chain.

Given the data available on the community support

–provided by trade Diasporas around the world– I

suspect that ethnic networks provide members with

the start-up capital to get a more permanent indoor

stall.37 Bolivians and lusophone Africans form loose

networks which provide some support but are not

as well-established or have as many services

available to members as the Diasporas.

IBGE and Globo estimate that hundreds of

thousands of people are involved in the trade

networks that supply the 25 de Março area with

products and consumers. A recent article reported

revenues from the feirinha da madrugada —a

wholesale market where the small-scale vendors of

25 de Março buy most of their goods— at around

$1 billion reais annually, stating that São Paulo has

overtaken Paraguay‘s Ciudad del Este as the

number one supply center for Brazilians‘ counterfeit

products (Globo 2009). In fact, the 25 de Março

businesses have turned their former retail

competitor into a link in their global supply chains.

The scope of this study does not include a

full description of the supply chains for 25 de Março

vendors, though newspaper articles and academics

37 This is often a more desired option than street vending, due

to its relative safety, comfort, and client potential (De Soto

1989; Beloque 2007; Venkatesh 2006).

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working in the area offer some reliable conjectures.

25 de Março‘s supply chains are global and similar

in structure to formal firms‘ supply chains. Top

quality counterfeits may actually be made in the

same factory as the authorized products they copy

(though afterhours) and transported along the same

shipping lines (though with falsified or inaccurate

documents), as Naim demonstrates in a 2008

National Geographic documentary. Sources show

that there is some supply chain overlap across

product categories, but there is no information on

how extensive the crossover is.

Naim‘s study details several supply chains

which are likely similar to those associated with 25

de Março: a factory in rural China resembling any

other factory in the area produces unauthorized

copies and sells them to wholesalers in port cities

on the coast. The factory could produce authorized

products some of the time and unauthorized copies

afterhours, or could have hired an industrial

designer to take apart an authentic product and

give the factory a pattern with which to produce

copies. The wholesalers in turn sometimes export

to contacts in other countries, to exporters in China

and to organized crime networks who either have

contacts requesting counterfeits or who hope to

hide traditional black market products (drugs, guns,

diamonds, money etc) in goods that appear more

benign. Counterfeits are generally exported in some

of the ubiquitous metal containers on legitimate

ships, where they are mixed in with containers

carrying registered and completely legal goods as

well as legal goods reported on paper to be a

related product that carries lower tariffs, or to be of

a smaller quantity so as to dodge taxes, which

Nordstrom documented to be a common business

practice the world over (Nordstrom 2008). When

counterfeit goods reach port, the container is sent

to the importer, who may be an independent import

specialist or part of a larger organization. The

importer in turn sells the products to a wholesaler,

who then distributes to smaller vendors, who pass

the goods onto everyday consumers.

With regards to what is known about the

supply chains associated with 25 de Março, Law

Kim Chong, a Chinese-Brazilian businessman

frequently cast as the contraband kingpin, owns

considerable real estate in the 25 de Março area

and has an import business which has been linked

to the feirinha da madrugada. However, many

smaller businesses are involved in his operations

(Globo 2007), and vendors stated that they

sometimes import their own wares. It is probable

that the Chinese trade diaspora in São Paulo

operates similarly to that described by MacGaffey

and Bazenguissa-Ganga (2000: 84-87): Chinese

import through diaspora networks, but stock stores

that cater to other immigrant groups as well (a

pattern also documented by Bonus 2000: 81), often

partnering with traders of other ethnicities to

distribute the products at other sites.

One report stated that police had

confiscated 500,000 products that did not have

proof of purchase at the feirinha de madrugada in

25 de Março, including bags, clothes, DVDs, CDs,

and electronics. The feirinha de madrugada is a

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wholesale market held between 3am and 7am,

which small vendors use to restock. Police sources

revealed that most of the clothing and bags were

made in a small town in neighboring Paraná state

and embellished with designer logos, while the

electronics were from China, which police believe

are smuggled through Paraguay (Globo 2009).

Naim documented a huge market in southern China

specializing in counterfeit designer logos that were

shipped around the world to be attached to bags,

furniture, jewelry and any number of other products

in factories in other countries (National Geographic,

2008). Embellishing in factories separate from

those where apparel is made is a common practice

in the formal global apparel industry (Task Force

2008).

The Media

Given the international character of São

Paulo‘s informal economy, there are many

individuals and institutions serving different

interests that are working to produce knowledge

about different kinds of informal activity.

Governments, trade groups, and mass media are

the most prolific and have the most power in

producing and distributing knowledge. The US and

Brazilian federal governments, especially through

the US Trade Representative and the Conselho

Nacional de Combate à Pirataria (CNCP), produce

extensive education material, as well as legislation

and other policy. Some state and city governments

have less prolific local committees and many police

task forces, though such groups carry out policy

more than they publish38. Trade groups often pay

for research, and then distribute the findings and

use them to support lobbyists39. This study will

examine two educational publications that were

produced by trade groups partnering with CNCP

and circulated in São Paulo, and connect the

messages from that media to policing efforts by

local and federal government entities.

The first is a study sponsored by the

American Chamber of Commerce, the U.S.-Brazil

Business Council and Time Warner. The goal of the

study was to register attitudes towards counterfeits

in São Paulo and measure the products and value

associated with counterfeits in the city. The study

uses survey results from an IBOPE poll of a small

random sample (602 interviews) of São Paulo

households.

The study found that 9% of participants

frequently buy counterfeit goods, while 24% buy

sometimes and 66% rarely or never. CDs were by

far the most popular counterfeit, while clothes, toys,

DVDs and games were also common. While a solid

majority of those interviewed rarely or never bought

counterfeits, a majority also agreed with statements

such as ―Brands have high profits and are not

seriously hurt by piracy‖ (54%) and ―Piracy creates

jobs in poor countries, while brands create jobs only

38 Some material at the federal level indicates tension and

non-totalizing dynamics between federal and local

governments. Despite federal attempts to nationalize anti-

piracy campaigns, only three states have formed state organs

to deal with the issue, of which São Paulo is one.

39 Direct lobbying is against federal law in Brazil, but there are

many, many ways that commercial interests get around this.

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in rich ones‖ (65%), indicating acceptance of

counterfeits in the economy, even when the

respondent does not personally consume them

(when specifically asked about buying CDs, 52%

stated that they do not and would not buy

counterfeit CDs).

Unsurprisingly, the study found that

consumption breaks down along class lines, with

the wealthy purchasing few counterfeits, while 20%

of the middle and lower-middle class and 15% of

the working poor bought counterfeits within the past

year. The last section of the study goes on to

estimate how much money was spent on

counterfeits and then calculate lost profits and taxes

from that, a problematic calculation that I will

address in the next section. The IBOPE study

concludes that consumption of counterfeits is

prevalent in São Paulo, and that most Paulistanos

accept counterfeits as part of the retail market and

a cheap alternative to authentic goods (though the

lower rates of counterfeit consumption amongst the

wealthy indicate a preference for authentic goods

when financially possible, as discussed in the

following section).

The second publication is an anti-piracy

booklet by the Associação de Distribuidores e

Importadores de Perfumes, Cosméticas e Similares

(ADIPEC), published in conjunction with two

government anti-piracy committees, and addresses

and challenges attitudes towards counterfeits

identified in the IBOPE report, emphasizing

morality, public health risks, tax evasion, and even

―the threat to sustainable development‖40 inherent in

buying unauthorized products. The booklet begins

with statements on a rapidly changing world, but

departs from the economic globalization discourse

by citing a breakdown of moral values that permits

the expansion of both the supply and demand for

counterfeits. The main message of the introduction

is that counterfeits are dangerous to society in

innumerous economic and social ways.

The following sections of the booklet set out

a series of definitions emphasizing the illegality and

criminality of counterfeit products by making a case

for why ―pirate‖ and ―contraband‖ are more

appropriate terms than ―counterfeit,‖ ―copy,‖ or

―falsification.‖ In explaining terminology with strong

criminal connotations, ADIPEC explicitly ties

counterfeits and the people that produce, move and

sell them to traditionally-conceived criminal

organizations. The booklet briefly conjures the

image of seaborne pirates carrying stolen goods

and other contraband, likens counterfeiters to

modern pirates and then ties the production and

sale of counterfeits to illicit goods such as drugs

and arms.

The next two sections of the pamphlet

detail the health risks of counterfeit perfume and

cosmetics, and how to tell an authentic product

from a fake one. The health risks of counterfeit

40 My translation of ―…acarretam no cumprimento de

desenvolvimento sustentável…‖ The full sentence is: ―O

resultado destes fatores quando somados, acarretam no

comprometimento do desenvolvimento sustentável, assim

entendido como sendo – o desenvolvimento que atende as

necessidades do presente, sem comprometer a possibilidade

de satisfação de necessidades das gerações futuras‖

(ADIPEC 2007: 2).

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cosmetics are real, considering that quality control

for the chemicals that make up the products is

practically non-existent, as Naim (2006) details.

Furthermore, counterfeit cosmetic producers do not

have the same need for a strong reputation

amongst vendors as counterfeit pharmaceutical

producers, eliminating part of the vendor quality

control that Nordstrom found in Angola. The anti-

piracy labeling on official products, however, has

been easily reproduced by counterfeiters for years,

as a 2004 Globo report detailed.

The final section outlines anti-piracy

activities, which are essentially a reiteration of law

enforcement measures, and calls for the consumer

to report unauthorized copies and vendors to the

police, before closing with a statement on

ADIPEC‘s support and cooperation with the Federal

Police, Highway Patrol, municipal police and anti-

piracy committees. This kind of rhetoric serves to

justify hard-line police tactics directed at both

informal vendors and consumers. When this line of

reasoning is distributed widely, it attempts to

condition a populace to accept these categories

and the actions they entail.

Interestingly, this trade group publication

touches only briefly on the economic impact and

dynamics of counterfeits. When economics are

addressed, ADIPEC talks only about tax evasion

and price cutting, and omits any discussion of lost

profits to ADIPEC members. Furthermore, while the

booklet cites tax evasion as another reason not to

buy counterfeits, the authors dedicated a

subsection to distinguishing between descaminho

(or tax evasion through underreporting legal

imports) and contrabando, dealing in illegal imports.

The booklet casts descaminho as minor white collar

crime and importing counterfeits as dangerous

international smuggling. This differentiation seems

a little suspect, given the widespread tax dodging

by legitimate import businesses that Nordstrom

documented.

ADIPEC is much more interested in tying

counterfeits to Brazilian (and international) criminal

networks than publicly analyzing the effects of

counterfeits on the cosmetics industry or even

informing the consumer about safety. Three

sections primarily discuss the criminal side of

counterfeits while one section addresses consumer

safety and only the odd sentence mentions the

economic impact of counterfeits on the industry or

the government. By tying counterfeits to criminal

networks, ADIPEC is attempting to cast counterfeits

as dirty and morally wrong, a criminal thing that

should be feared and avoided by individuals and

taken care of by law enforcement. There is real

power and profit in succeeding at this campaign; as

Caldeira‘s work shows, once a person or area is

perceived as criminal, wealthy and middle class

Brazilians go to great lengths to avoid contact and

are not overly concerned with the tactics that law

enforcement employs (Caldeira 2000).

Law Enforcement

Governments of all types and sizes try to

regulate extralegal economic activities. Chinese

agents conducted factory raids until most CD/DVD

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copying had moved to Malaysia, Parisian police

frequently raid streets where Congolese women sell

undeclared imports without a license, and São

Paulo police do the same while targeting different

nationalities. Hence, São Paulo city government

policies are not particularly new, but they are

devised and enforced in ways that are specific to

São Paulo (and in some cases specific to a single

street or neighborhood). These policies do not

necessarily work; in fact, despite record

confiscations, the consumption of counterfeit goods

is increasing (Conselho Nacional de Combate à

Pirataria 2009).

To provide a brief overview, the

confiscation of street vendors‘ wares –which I refer

to as ―eradication‖– is common all over Brazil, but

most visible in São Paulo and Rio. Police are

supposed to confiscate wares if the vendor cannot

provide a receipt proving legitimate purchase. The

vendor then has the opportunity to verbally defend,

but if this is found insufficient, their wares are

destroyed, they may be fined and/or arrested and

criminal charges may be brought against the

vendor. However, proper procedure is not always

followed.

City governments also try to work with

street vendors to bring them inside the regulatory

structure. Camelôdromes are markets housed

inside a government-constructed building and are

designed to transfer street vendors off the street

and into a sanctioned space. Such projects do

indeed benefit many vendors by giving them a

permanent place of business and removing the

dangers of selling on the street41. On one hand,

indoor markets are a concession of state funds and

space, though in return vendors must pay rent and

taxes42. On the other hand, state agents determine

who can sell and what can be sold within the

camelôdromes; counterfeit goods are categorically

rejected and those who continue to sell on the

street face increased police harassment. Another

policy is to license street vendors. Vendors must

pay taxes and prove the legitimacy of their wares;

hence, the threat of confiscation and criminal

proceedings is replaced by the threat of having

one‘s license revoked.

One example of the futility of eradication

campaigns and the fragility of licensing policies is

the 100 Days Campaign, which spanned a hundred

days, from April to July 2009, in which no street

vendors – including the licensed ones - were

allowed to sell on 25 de Março, and the feirinha de

madrugada was not allowed to operate (Globo

2009). The intervention was justified by an upswing

in robberies in the area and was a blatant show of

force: police cleared vendors from the area, parked

mobile units on every block, and stationed close to

a hundred officers along the street (Globo 2009).

The mandate, however, was only for 25 de Março

41 De Soto (1989) notes that this is a huge step for many

vendors in Lima, and a place inside a public market

constitutes a career goal for many.

42 It should not be assumed that street vendors do not have

overhead. The traders that MacGaffey and Bazenguissa-

Ganga reported that street vendors had no overhead (87), but

De Soto reports that vendors, neighbors, and police had

developed a system of informal use fees and agreements that

left vendors responsible for considerable overhead (67-75).

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street, so all street commerce simply moved to the

side streets.

Discussion

MacGaffey and Bazenguissa-Ganga

discuss issues of il/legality extensively in their study

of Congolese traders in Paris, and their findings

offer up two explanations that could apply to the

incomplete information on the structure of the 25 de

Março networks. First, traders are taking great risks

in revealing business practices and many chose not

to, no matter the precautions (though many of their

informants spoke out in order to counter the state‘s

and media‘s designations of traders as

undocumented, informal, underground, etc;

MacGaffey and Bazenguissa-Ganga 2000: 25-27).

The other possibility is that supply chains and trade

networks are constantly changing and in flux in

order to meet the demands of the contemporary

market, and no one may know at a given time what

constitutes the supply chain of a particular product

in a particular place. This is the flexibility offered by

post-Fordian manufacturing.

Sanchez suggests that supply chains

change with the product, but can overlap. He

agreed with the claim that many counterfeits come

from China, added that Paraguay is an

understudied midway point, but said that a number

of goods are produced in Brazil as well. Sanchez

distinguished between imports and national

products in the following way: the Chinese products

(electronics, brand name accessories) and other

foreign imports involve a very complex transnational

network that most likely mirrors Sony and Gucci‘s

corporate supply chains. The difference is that the

businessmen supplying 25 de Março cater to a

mass market that demands low prices, hence such

importers and wholesalers increase their profit

margins by not declaring goods or reporting income

and employees. Contesting government allegations

that Brazilian organized crime launders money

through informal businesses, Sanchez conjectured

that Brazilian drug cartels would not launder

through the more complex import system because it

is complicated to enter the chain and not a quick-

and-easy turnaround (contrary to the widely-held

idea that informal networks are easy to enter, also

disputed by Venkatesh (2006)). He posited that it is

more likely that Brazilian organized criminal

networks launder profits through local production,

because those businesses can be quickly set up by

associates. Sousa and Ferreira (2004) found a

number of neighborhood businesses set up for such

purposes in Rio de Janeiro and Venkatesh (2006)

found a number of neighborhood businesses in

Chicago that took drug money as legitimate

tender43.

Government entities produce anti-pirating

media and policy based on beliefs that counterfeits

and the informal economy deprive the government

of taxes, generate unemployment, damage legal

43 The distinction between licit and illicit informal activity is one

that Beloque, MacGaffey and Banzenguissa-Ganga,

Venkatesh, and Nordstrom all make and problematize.

Venkatesh has a particularly good discussion on this

(Venkatesh 2006: 28-92).

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businesses‘ profits, threaten consumer safety, and

are organized by international mafias (Conselho

Nacional de Combate à Pirataria 2009)44. The

material produced by the federal government

through CNCP is extensive and totalizing, and

focused on three principles: ―education, repression,

and economics‖45; manifested in information

campaigns aimed at consumers, as well as policing

measures, and analyzing supply, demand, and

pricing (Conselho Nacional de Combate à Pirataria

2009: 6). While the government‘s interest in

minimizing tax evasion is obvious and well-studied,

many of CNCP‘s claims go beyond what could be

reasonably construed to be addressing tax evasion.

Along with CNCP, US government departments,

IOs, and trade groups‘ reports frequently state that

IPR violations damage profits (some extend this to

say that it seriously threatens FDI) and generate

unemployment, but partner primarily with the

business community to put out studies and

publications and rarely with independent

researchers or informal workers.

Public health concerns are cited by some

trade groups for certain products (perfume,

medicine, car parts, and sunglasses), as ADIPEC‘s

44 This is shortened and somewhat watered down version of

the ―7 Pecados Capitais de Pirataria‖ (The Seven Deadly Sins

of Piracy) found on the Pirataria Tô Fora! campaign‘s website.

The full version is as follows (each is accompanied by a

cartoon, generally showing a sinister vendor and a consumer

being cheated): 1. Gerar desemprego. 2. Sonegar impostos.

3. Prejudicar o economia nacional. 4. Enganar o consumidor e

afetar sua saúde. 5. Roubar ideias e invenções. 6. Practicar

concorrência desleal. 7. Alimentar o crime organizado.

45 This is my literal translation from ―a repressiva, a educativa

e a econômica‖.

publication demonstrated, and also by Procon46.

Nordstrom (2004; 2008) challenges widely held

beliefs about counterfeit pharmaceuticals, by

arguing that unlicensed factories must make safe

and effective products if they are to stay in

business, and hence are not categorically public

health concerns, while on the other hand registered

MNCs often dump medications banned in

industrialized nations on poorer markets, and hence

are not categorically safe. Her findings could apply

to production in other sectors, rendering the public

health concerns somewhat trumped up.

Furthermore, considering the extreme price

differentiations between un/authorized products,

explicitly targeting low income young people by

promoting ―buy original‖ campaigns in venues like

São Paulo‘s public schools is a bit perverse, and

epitomizes Appadurai‘s observation of fashion as

the contemporary form of sumptuary laws in terms

of creating exclusivity.

Similarly, the IBOPE report concludes that

consumption of counterfeits is widespread and

varies by demographics and products. It

generalizes these findings to the national population

to estimate the ―impact of piracy on industry‖ and

taxes (IBOPE 2005). These findings do not hold

according to basic economic theory. Those buying

counterfeits would not necessarily buy authentic

versions if counterfeits were not available (no

similar question was asked). Most consumers of

46 The Brazilian equivalent of the Consumer Product Safety

Commission, who, by the way, has raised enough concerns

about fully licensed and reported products to make the safety

concerns self-righteously raised by MNCs a little suspect.

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counterfeit products in this survey are in classes C,

D, & E (60%) and simply do not have enough

income to buy even one authentic product47. For

example, a pair of recently released Nike shoes can

easily cost R$500, the equivalent of one monthly

minimum wage, or one half to one fourth an

individual in class C‘s monthly income and more

than a person in class E‘s monthly income.. Even

consumers in the A & B brackets may choose not to

buy authentic products or buy rarely. Because of

the extreme price differential, counterfeit goods may

be catering to a different market than authentic

ones, and threatening designer profits only as much

as the Class A market overlaps48. Hence, such

statistics are not realistic measures of the impact on

MNC profits, yet in the name of economic growth

they serve to bolster campaigns that justify the

policing and criminalization of sectors of the

population. Considering that these actions cannot

be attributed to pure economic interest, I suggest

that this information attempts to police the social

47 Brazilian income is figured in monthly wages and social

class is commonly determined in terms of minimum wages

earned per month (aka, R$500 = one minimum wage; middle

class = 4-12 minimum wages). These designations are known

as Classes A, B, C, D, & E and are generally divided as such

(and occasionally subdivided): A = more than 12 minimum

wages a month, B = 4-12, C = 2-4, D = 1-2, E = less than 1.

48 Note that this is the case for designer products, harking

back to Appadurai‘s observations on fashion, and may not

apply for other industries. This is probably not true for the

audio-visual industry, which has seen extreme declines in

profits directly attributable to advances in technology.

However in Brazil‘s case, it may be only the A, B, and C

classes that have affected this industry, since authorized CDs

and other media (at R$30-80 a unit) may still be out of the

price range of D and E incomes.

exclusivity demarcated by the consumption of brand

name products.

The organized crime charge is complicated

and appears to be exaggerated. Organized crime is

mentioned in all of the CNCP‘s publications and

most of its articles; even going as far as to say that

―The crime of piracy is an activity financed by

organized international mafias‖49. Another article

begins to disambiguate: CNCP considers the

networks that supply counterfeit products to be

international organized crime, since they are

technically trafficking contraband across borders

(Camargo 2006). These networks may overlap with

the groups more commonly conceived of as

organized crime, such as drug cartels, and,

according to the government, these allegations

justify harsh anti-counterfeit measures across the

board (Camargo 2006; Sousa and Ferreira 2004).

Characterizing IPR violators as members of

organized crime jives with new criminal prosecution

approaches recommended in 2009 by the US Trade

Representative (Office of the United States Trade

Representative 2009: 3) and justifies increased

policing efforts across Brazil.

The majority of the individuals involved in

what the São Paulo city government deems the

informal sector are those in classes C, D, & E and

49 My translation from ―O crime de pirataria é uma atividade

financiada por grandes grupos de máfias internacionais

organizadas, que trazem para o Brasil os mais diversos tipos

de mercadorias‖ (Conselho Nacional de Combate à Pirataria

2009).

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foreigners50. Be aware that this is a particular

construction of what is considered informal and thus

subjected to regulation attempts; Nordstrom

demonstrated that all firms in some way cross

regulation bounds, and Brazilian firms are no

exception. Businesses run by and serving A & B

classes are audited and prosecuted for violations,

but on a case-by-case basis; whereas ―popular

commerce‖ is categorically targeted through blitzes,

raids, and vitrine closures (see the difference

between luxury good importers in Globo 2009o and

vitrine importers in Globo 2009f). The vendors

caught in these sweeps live almost exclusively in

the periphery, and hence are part of a population to

which the state is constantly trying to prove

legitimacy, usually by asserting that it has a

monopoly on legitimate violence (Caldeira 2000,

Sousa and Ferreira 2004).

Foreigners have a much less defined and

studied relationship with the Brazilian state, but

most involved in 25 de Março seem to embody a

liminality similar to that discussed by Salazar-

Parrenas in Servants of Globalization: they are not

protected by their own state but have few rights

protected by the Brazilian state, who seems to use

them as scapegoats, strawmen, and potential

sources of revenue at different turns (Salazar-

Parreñas 2001). Hence, prosecuting these types of

IPR violations is a relatively easy way for local

governments and business groups to (literally)

police the status quo while projecting a positive and

50 IBGE divides Brazilian society into classes A, B, C, D, & E.

See footnote 19 for an explanation of what these mean

numerically.

responsible image to investors and foreign

governments that can be used for future leverage.

The knowledge produced by government entities,

trade groups, and mass media pave the way for law

enforcement by constructing a concept of extralegal

economic activity that is separate and dangerous;

an anomaly or vestige of underdevelopment that

must be controlled in order to preserve the social

fabric and develop the national economy.

I conclude that the production of knowledge

by the Brazilian government serves bureaucratic

interests in combating tax evasion and selectively

supporting U.S. initiatives. In doing so, it

necessarily adopts the neoclassic view of economic

growth that these partners espouse, partnering with

MNCs to preserve their interests and keep Brazil

attractive – by neoclassic standards - for FDI51.

These interests are cast in such a way as to justify

continued policing of public space and the

criminalization of those who violate the terms of

economic and social inclusion as set out by the

Brazilian elite52.

Conclusion

My research joins a growing body of work

demonstrating that informal economic activity is not

an anomaly or vestige of underdevelopment, but

part of contemporary markets. On a

51 Rodrik contests the necessity of such measures in making a

place attractive for FDI, citing the experience of China, who is

only just starting to combat IPR violations but has enjoyed

astronomical FDI for the past 20 years (Rodrik 2006: 20-21).

52 See Caldeira 2000 for a discussion on public space,

policing, and social inclusion in São Paulo.

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macroeconomic scale, informal activity occurs in

response to market forces that make working

outside of the rules profitable, while for many

individuals, informal work is a coping mechanism in

the face of massive economic restructuring. 25 de

Março illustrates these phenomena in that, as a

street market, it is much less a throwback to

peasant markets of São Paulo‘s agricultural past

and much more a symbol of the high-volume

demand for global consumer products that São

Paulo‘s status as a megalopolis brings.

In addressing these trends, I join a growing

number of scholars that over the past twenty years

have moved away from concepts of the informal as

a separate sphere of activity—a black market, a

parallel economy—and acknowledged the informal

as inseparable from the global economy. Naim‘s

work on counterfeit production and capital,

Nordstrom‘s work on war economics and smuggling

and Frye‘s work on transition economies all show

how every firm uses both formal and informal

methods. Due to this inseparability, the study of the

informal must move away from criminology and

towards detailed, social science analysis.

However, old assumptions about the

negative effects of informal activity, stemming from

criminological studies of black markets and cartels,

are still used to formulate policy today. While some

notions about the effects of the informal still hold

true—tax evasion is a serious and very real issue,

and labor laws are frequently ignored amongst

informal workers and counterfeiters—others are

questionable. While international organized crime

utilizes informal channels, many of those involved in

informal activity are guilty only of copyright violation

and tax evasion. Yet, through campaigns such as

ADIPEC‘s and some of the U.S. Trade

Representative‘s attempted reforms, wholesalers

and vendors of counterfeits are cast in the same

light as cocaine traffickers. The U.S. promotes

stringent punishments for IPR violators explicitly as

a determent mechanism to protect U.S.-based

corporations‘ profits (USTR 2010). Others, such as

ADIPEC, use moralistic arguments and fear to draw

lines between the responsible consumer and the

criminal ―pirate‖ and then encourage tough law

enforcement as a means of literally policing the

status quo of consumption.

Existing studies suggest the need for

further research into the influences and

mechanisms of informal economic activity. In

particular, it is known that informal activity

generates billions of dollars —25 de Março alone

generates millions every day— but extremely little

research focuses on where that money goes and

how it influences local economies. This gap is

striking in the face of a plethora of research on the

influence of formal FDI.

Secondly, government and business

publications bemoan declining profits and threaten

to cut jobs, attributing financial straits to

counterfeiters and other IPR violators. Some

research has been done tracking the scope and

growth of jobs and money generated through

informal activity (see the work of Ramos Schiffer as

well as Perreira and Jimenez‘s cited earlier), but no

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projects have attempted to compare formal sector

losses with informal growth.

Similarly, I am skeptical of the numbers that

businesses come up with regarding profits lost to

IPR violations. Most seem to estimate the sales of

counterfeiters and label the amount as lost profits

(see the IBOPE report). While this method may be

appropriate for calculating damages in a lawsuit, it

is faulty for economic analysis purposes. I suspect

that counterfeiters‘ and brands‘ markets overlap

considerably less than lost profit statistics suggest,

and that if counterfeits were not available, many

consumers would opt for local brands or non-

branded products instead of coughing up two to ten

times the price of a counterfeit in order to buy an

authentic product. However, there is no data to

support or refute this conjecture, hence further

research is needed into market overlap and

consumer choices regarding counterfeits.

To conclude, the spectacular rise of

informal economic activity that financial

deregulation enabled has had sweeping effects on

international trade, intellectual property rights

regimes and job markets. 25 de Março is just one of

dozens of sites around the world in which these

processes can be observed and analyzed.

Continuing study of such sites is paramount to

understanding the impact that informal economic

activity has on individuals‘ lives, livelihood and

consumption habits, as well as global informal

capital‘s impact on international trade and national

economies.

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Política y democracia contemporánea:

Algunos contrapuntos sociológicos

Malik Fercovic53

Resumen

El presente ensayo busca describir y problematizar el debate contemporáneo sobre el

estado actual y el alcance de la política, así como el rol que le compete a la democracia y

a su ejercicio en el seno de la sociedad actual. Se trata de poner en diálogo diversas

miradas sobre la política y la democracia actual, o más precisamente, de llevar a cabo el

entrecruzamiento de dichas miradas con la finalidad de no sólo reproducir una polémica

exclusivamente teórica, sino de ensayar además su viabilidad práctica por medio de la

confrontación de sus premisas con la experiencia. Así, se propone describir, a partir de la

propuesta luhmanniana, las características, el funcionamiento y el alcance del sistema

político y de la democracia moderna en el contexto de una sociedad funcionalmente

diferenciada , para luego revisar algunas de sus deficiencias teóricas y prácticas. En lo

sucesivo, se analizará la propuesta habermasiana sobre la democracia deliberativa,

problematizando luego las aportaciones y argumentos vinculados a dicho enfoque,

recurriendo a los argumentos del propio Luhmann, Hannah Arendt, Chantal Mouffe y

Pierre Bourdieu . Finalmente, se pretende evaluar los aportes teóricos de las diversas

perspectivas sobre la política y la democracia moderna revisados con el propósito de

considerarlos dentro de la discusión en términos de su viabilidad práctica y construcción

efectiva.

Palabras claves: Política, democracia, legitimidad, sistema de dominación.

53 Estudiante de pregrado de sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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―La política es lo que interrumpe el juego de las

identidades sociológicas.‖

Jacques Rancière54

“Una política realmente democrática debe darse los

medios de escapar a la alternativa de la arrogancia

tecnocrática que pretende hacer la felicidad de los

hombres pese a ellos, por una parte, y, por otra, la

dimisión demagógica que acepta, sin una mínima

modificación, la sanción de la demanda, ya se

manifieste a través de las encuestas de mercado,

las mediciones de audiencia o las cotas de

popularidad.”

Pierre Bourdieu55

Introducción

Desde Aristóteles, en la antigüedad clásica, la

política ha ocupado una posición central en la

comprensión de la sociedad. Bien sabemos que

Aristóteles observaba en la preeminencia de la política

la singularidad de la sociedad antigua; ésta se

expresaba a través de la inclinación natural del ser

humano para vivir en comunidad, instancia que hacía

posible, en último término, que la vida moral buena de

los ciudadanos pudiera llevarse a cabo. Así, cuando los

clásicos del pensamiento político empleaban el término

politeia, usualmente lo hacían para designar las

diferentes formas que podía adoptar dicha noción en la

práctica, esto es, la discusión en torno diversos modos

de gobierno, tales como la monarquía, la oligarquía, la

democracia, etc., y cómo éstos se hacían viables en el

marco de la polis. La polis constituía a la vez el

54 En francés el original: « La politique est ce qui interrompt le jeu des identités sociologiques » (Rancière, 2009 : 243). 55 Bourdieu (1999: 557).

espacio propicio a la convivencia prudente,

virtuosa, orientada al bien común, así como el lugar

para la lucha contra la irracionalidad y la tiranía. Es

por ello que se ha subrayado constantemente el hecho

de que para los griegos no existía diferencia alguna

entre política y sociedad (Hellmann, 2004).

Sin embargo, conviene notar que, como la ha

advertido Giorgio Agamben, le herencia clásica ha

legado al mismo tiempo sus ambigüedades respecto a

la comprensión de la política, particularmente en lo

concerniente a la relación entre la articulación de ésta y

el concepto y la práctica de la democracia. De acuerdo

con Agamben, la noción de democracia reviste en

efecto una gran imprecisión, ya que remite

simultáneamente al derecho público y a la practica

administrativa; designa, pues, tanto una forma de

legitimación del poder como las modalidades de su

ejercicio. Desde este punto de vista, el sistema político

occidental deriva de la imbricación de dos elementos

heterogéneos asociados a la noción de democracia:

una racionalidad político-jurídica y otra económica-

gubernamental. Ambas han operado recíprocamente,

legitimándose y dándose consistencia mutua: la

primera en tanto que forma de constitución, y la

segunda en la medida que es un modo de practicar el

gobierno (Agamben 2009).

Ahora bien, es significativo observar que la

influencia del pensamiento político clásico ha

repercutido mucho más allá de su tiempo. Desde

múltiples perspectivas, sus ideas— y por ende también

las anfibologías que la acompañan— han sido

actualizadas como referente insoslayable para la

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comprensión de la sociedad en diversos momentos

históricos: desde el estudio de la sociedad de la Edad

Media hasta la actualidad, donde siguen siendo

empleados en contextos donde hace mucho tiempo los

comportamientos sociales se han transformado

profundamente. Entretanto, la filosofía política moderna

fundada por Hobbes desvinculó la filosofía política de

la moral, sin por ello resolver ni de forma definitiva

ni consistente el problema heredado por los

clásicos (Habermas 1999). Con Hobbes se produce

en efecto un quiebre con la perspectiva política

clásica, reduciendo la cuestión política por medio

de un planteamiento de carácter técnico centrado

ya no en la vida buena sino en la pregunta por la

posibilidad de la vida. Como sabemos, su

respuesta erige al Estado como la institución sobre

la cual descansa la conservación de la vida frente a

la amenaza siempre latente de la guerra de todos

contra todos. Sólo así la dominación del Leviatán,

derivada de una visón que sitúa al miedo y al deseo

como constantes antropológicas, se instaura en

nombre de la paz.

En tanto heredera de este debate no resuelto,

parte de la sociología contemporánea, vinculada a la

producción teórica de Niklas Luhmann, en un esfuerzo

por replantear los términos de la discusión, ha buscado

comprender la política y la democracia bajo un nuevo

prisma analítico. Para Luhmann, la frecuente

persistencia con la cual se sigue definiendo la sociedad

moderna como sociedad política, es decir, como una

sociedad en la cual la política ocupa el centro de la

comprensión de lo social, es el resultado de un

procedimiento analítico totalmente inapropiado. Desde

su punto de vista ya no se puede seguir hablando de

un lugar preponderante de la política, ya que la

sociedad moderna se caracteriza, ante todo, por ser un

orden crecientemente complejo y funcionalmente

diferenciado, que está compuesto por una multiplicidad

de sistemas de funciones con atribuciones de carácter

universal, los cuales exigen tanto una posición única

como una función específica (Luhmann 2007).

En este marco general, el objetivo del

presente ensayo busca describir y problematizar el

debate contemporáneo sobre el estado actual y el

alcance de la política, así como el rol que le compete

a la democracia y a su ejercicio en el seno de la

sociedad moderna. En esta oportunidad se trata de

poner en diálogo diversas miradas sobre la política y la

democracia actual, o más precisamente, de llevar a

cabo el entrecruzamiento de dichas miradas con la

finalidad de no sólo reproducir una polémica

exclusivamente teórica, sino de ensayar además su

viabilidad práctica por medio de la confrontación de

sus premisas con la experiencia. Así, y en primer

término, se propone describir, a partir de la propuesta

luhmanniana, las características, el funcionamiento y el

alcance del sistema político y de la democracia

moderna en el contexto de una sociedad

funcionalmente diferenciada (II), para luego revisar sus

principales deficiencias teóricas y prácticas (III). En lo

sucesivo, se analizará la propuesta habermasiana

sobre la democracia deliberativa (IV), problematizando

posteriormente las aportaciones y argumentos

vinculados a dicho enfoque, recurriendo a los

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argumentos del propio Luhmann, Hannah Arendt,

Chantal Mouffe y Pierre Bourdieu (V). Finalmente, se

pretende evaluar los aportes teóricos de las diversas

perspectivas sobre la política y la democracia moderna

revisados —sean de tipo sistémico o racional-

normativo— con el propósito de considerarlos dentro

de la discusión en torno a la praxis política y

democrática (VI). En cualquier caso, no se busca

intentar dar respuestas o soluciones definitivas a los

temas tratados, sino, más bien, renovar el debate bajo

nuevas consideraciones y perspectivas.

Luhmann: la autorregulación radical de la política

Como bien sabemos, Luhmann describe la

sociedad moderna por una profunda crisis de

racionalidad, expresada en un déficit estructural de

integración social, derivada de expansiones sistémicas

incontrolables en sus consecuencias; específicamente

de los riesgos del desarrollo científico-tecnológico y

económico (Luhmann 2007). El proceso de

diferenciación funcional con el que la sociología

luhmanniana describe la constitución de la sociedad

moderna implica en efecto un fuerte descentramiento

en sus modos de integración, puesto que el rasgo

distintivo de la sociedad contemporánea es el que la

define como un orden emergente56 al interior de un

56 El pensamiento emergentista luhmanniano remite fundamentalmente a la complejidad de las estructuras sistémicas y a las formas de individualidad que adquieren una mayor autonomía en la determinación de sus propios estados. Por lo mismo, a la vez, requieren de los rendimientos de otras esferas e individuos. La emergencia proviene de esta complejidad del mundo (Mascareño 2008).

mundo contingente. El procedimiento social de la

diferenciación funcional se caracteriza por la

emergencia evolutiva de estructuras y semánticas

altamente especializadas que, en respuesta a la

creciente complejidad que va adquiriendo la realidad

social, se abocan a orientar las operaciones de los

múltiples plexos de sentido que caracterizan al orden

social contemporáneo. En este contexto, ninguna de

las distintas esferas o constelaciones sociales parece

tener la capacidad de control del todo social. Un orden

social funcionalmente diferenciado en sistemas

autónomos como son la política, el derecho, la ciencia,

la economía, etc., exige reconocer el problema de

representar la unidad de la sociedad ante la

incapacidad de un sistema de integrar la totalidad

social, dado que cada sistema sólo opera con su

respectiva lógica parcial (economía-escasez, ciencia-

verdad, política-poder, etc.) (Luhmann 1993). De

acuerdo con Luhmann, la dimensión integradora de las

sociedades avanzadas radicaría, más bien, en la

recíproca indiferencia entre los sistemas, condición

necesaria para realizar sus funciones, lo cual abre

múltiples posibilidades de coordinación por indiferencia

entre los mismos (Ibídem).

En consecuencia, Luhmann concibe la política

en la sociedad moderna solamente como un sistema

funcional entre otros. La distinción sistema/entorno, al

igual que en los demás sistemas sociales, define al

sistema político como una entidad constituida por

elementos relacionados entre sí y en relación de

interacción con el entorno. El punto de partida del

análisis político de Luhmann es la comprensión de que

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el sistema político se constituye como un proceso

autopoiético autorreferencial, es decir, que sólo es

sensible a la resonancia ―en el marco de sus propias

secuencias‖ (Torres 2004). La formación del sistema

político implica un cambio en el modo de

observación. La sistematización de la política

requiere dejar de lado la perspectiva interna de los

actores involucrados; sólo la política puede

observarse a sí misma a través de sus propios

parámetros y coordenadas. Esto quiere decir que

Luhmann escoge, como problema inicial, no la

fundamentación de normas y opiniones a través de la

constitución de una praxis racional —como es el caso

de Habermas—, sino el hecho de que los sistemas

complejos se encuentran, en un mundo contingente,

esto es, que podría ser de otro modo, orientado según

criterios de selectividad para mantener su reproducción

autopoiética en su constante diferenciación con un

entorno complejo. Pero el punto de arranque

luhmanniano también significa, sobre todo, que sólo

puede hacerse política factible; y las condiciones de

factibilidad tienen que fijarse en el propio sistema

político (Von Beyme 1994). Ahora bien, la especificidad

de este sistema lo constituye su posibilidad de generar

poder político, es decir, de transmitir en forma

codificada y generalizada simbólicamente, decisiones

vinculantes (Luhmann 1993).

La comunicación, por su parte, debe

comprenderse como la unidad elemental de

autoconstitución de sistemas en general, y del sistema

político en particular. El principio de autoproducción

que guía la lógica operativa autorreferencial del

sistema político hace que todo lo que ocurre en el

sistema aparezca como generado y controlado

interiormente. De este modo Luhmann, al redefinir los

elementos de control que han caracterizado

históricamente al sistema político —y que han

marcado su propensión a ser desbordado por

exigencias tanto propias como ajenas— como meras

comunicaciones, delimita la función de aquellos, los

que deberán ahora adecuarse a la circularidad interna

del sistema (Ibídem). Como ocurre en los demás

sistemas, la comunicación del sistema político se lleva

a cabo a través de un código de disposición binaria,

que en este caso se produce con la centralización

estatal del poder, y debe limitarse al plano de la política

institucionalizada (Torres 2004). En este marco, el

medio para llevar a cabo las decisiones políticas es el

poder, entendido como medio de comunicación

simbólicamente generalizado que transmite las

decisiones que se han tomado y que deben ser

ejecutadas. ―El poder depende de la capacidad de

ponderar varias alternativas y de seleccionar una de

ellas por medio de la decisión; la contingencia no

desaparece con la decisión que se toma y el empleo

de la violencia restringe la disposición voluntaria de

Ego a cooperar, así como también las posibilidades de

decidir‖ (Hellmann 2004: 50).

Luhmann distingue diferentes subsistemas

políticos que cumplen funciones específicas para la

ejecución del poder. En un nivel superior, denominado

administración —que también incluye a la justicia y al

parlamento—; en el segundo nivel, el de los partidos

políticos y grupos de interés; y en un tercer nivel, se

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encuentra el público. La función del subsistema de

partidos consiste en producir legitimidad, garantizando

la disponibilidad del público a aceptar las decisiones

vinculantes que toma la administración. Los partidos

políticos son las estructuras selectivas que reducen la

complejidad del entorno y permiten a la administración

pública tomar decisiones atendiendo a las demandas

en constante cambio del público o la opinión pública

(Torres 2004). 57

57

Como bien sabemos, en las esferas de la legitimidad

democrática, la “opinión pública” juega una función

clave, puesto que esta noción penetra la totalidad de la

esfera política.Resulta interesante entonces notar desde ya las posiciones que caracterizan el debate en torno al concepto de opinión pública. Para Luhmann la opinión pública cumple una función política, pero distinta a la otorgada por Jürgen Hebermas. La opinión pública es la estructura temática de la comunicación pública, en la medida que es esta estructura común de sentido la que permite el funcionamiento de los subsistemas políticos (y no una acción intersubjetiva que se constituye en el marco del mundo de la vida, de la cual nos habla Habermas). Se convierte así en la base de la democracia, pero no por una valoración ética, sino por razones pragmáticas, en la medida que permite una interconexión entre las personas, compartiendo así ciertos temas básicos (ya que en caso contrario, la estructura social carecería de sentido). En la percepción luhmanniana los medios de comunicación y el Parlamento cumplen el papel de ser simplificadores de la complejidad (Torres 2004). Por su parte, los escritos políticos de Pierre Bourdieu dan cuenta de cómo el concepto de opinión pública es más bien el resultado de una construcción estadística (un artefacto) que de una realidad sociológica propiamente tal. En efecto, el ―campo político‖ que se ha constituido en las sociedades diferenciadas, asociado por Bourdieu a un mercado electoral, queda constituido por los ―representantes‖, ocupando una posición dominante, y una masa de agentes sociales marcadamente jerarquizados, de los cuales los especialistas de sondeos obtienen ―sus demandas‖ para adaptarlas a la oferta electoral (Bourdieu 1970, 1981). ―Los progresos de la ―tecnología social‖, en efecto, son tales que en cierto sentido se conoce demasiado bien la demanda aparente, actual o fácil de actualizar. Pero si la ciencia social puede recordar los límites de una técnica que, como el sondeo, simple medio al servicio de todos los fines posibles, amenaza con convertirse en el instrumento ciego de una forma racionalizada de demagogia, no puede combatir por sí sola la inclinación de los políticos a dar satisfacción a la demanda superficial para asegurarse el éxito, haciendo de la política una forma apenas disfrazada del marketing (Bourdieu 1999:557-558).

Ahora bien, resulta interesante notar que las

premisas en las que se asienta la perspectiva teórica

de Luhmann sobre la política, proponen nuevas

definiciones y atribuciones a la democracia, la

legitimidad y la participación. La democracia es definida

a partir de la distinción gobierno/oposición como la

forma de mantener la complejidad a pesar de la

actividad decisional constante, conservando un ámbito

selectivo lo más amplio posible para decisiones

siempre nuevas y diferentes. En las sociedades

modernas la democracia significa la reversibilidad de

las prestaciones selectivas del proceso decisional, es

decir, la conservación de la complejidad no obstante la

actividad decisional que reduce o rechaza el abanico

de posibilidades del presente. ―La democracia aparece

entonces como alta complejidad potencial que se

presenta en la forma de conflictos que deben

absorberse por medio de la selección de mecanismos

de eficiencia‖ (Hellmann 2004: 49). Otro aspecto

importante en la argumentación luhmanniana sobre la

política es el que considera que la democracia no

implica la participación de todos en los procesos

políticos decisionales, puesto que las decisiones

políticas son procesos selectivos que niegan otras

posibilidades. La legitimación en las sociedades

complejas no se basa en convicciones participantes

sobre la validez de los valores en que se fundan las

decisiones vinculantes —como lo piensa Habermas—;

en las sociedades modernas y diferenciadas la

legitimación se basa en un procedimiento que sostiene

la disposición a aceptar y en la suposición de tal

disposición a aceptar. En otras palabras, se trata de

una disponibilidad generalizada a recibir decisiones

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indeterminadas desde el punto de vista de su

contenido (Mascareño 2009).

Los límites del enfoque sistémico

Desde la misma vertiente sistémica, Helmut

Willke (2006) ha manifestado ciertos reparos a la

interpretación luhmaniana sobre la política y la

democracia. Sin poner en cuestión la matriz conceptual

del enfoque sistémico, su comprensión de la

democracia moderna supone no sólo entenderla como

principio de dominación política —posición tan bien

representada por Hobbes desde los comienzos de la

filosofía política moderna, así como por Weber, en la

sociología clásica—, sino también en referencia a un

problema más general, que dice relación con la

capacidad del modelo democrático para orientar y

coordinar socialmente sistemas complejos. Asimismo,

la opción de Willke puede entenderse también

como una reacción a la célebre sentencia

luhmanniana según la cual para sobrevivir basta la

evolución (Luhmann 1991). En este caso, se trata

de una preocupación contra-fáctica que tiene su

origen en consideraciones más bien éticas que

propiamente teóricas; refiere, en lo esencial, a los

posibles efectos negativos que podría tener la

pura deriva evolutiva de sistemas sociales

operativamente clausurados y su contingencia

sobre los individuos (Mascareño 2006). 58

58 La preocupación de Willke se ancla en la tradición de la reflexión sociológica clásica que nace a partir de la verificación de las consecuencias negativas que el proceso de racionalización de las estructuras sociales tiene para la vida de los individuos, y que fuera problematizado ya por la

Ahora bien, para Willke, el problema de la

democracia, en tanto principio de orientación política,

radica en que el propio sistema político no puede guiar

a la sociedad desde su cima, dada la imposibilidad de

encontrar en la actualidad un principio de orientación

válido para la sociedad en su conjunto. La democracia

contemporánea está en competencia con diversas

formas de orientación en principio equivalentes,

aunque con lógicas diferenciadas. Otros sistemas

funcionales —como la economía, la ciencia, y los

medios de comunicación de masas—ponen en tela de

juicio constantemente las prerrogativas del sistema

político. Con todo, Willke considera que la intervención

es posible, en tanto tenga sentido para las propiedades

autónomas del sistema en el cual se busca incidir —a

diferencia de Luhmann quien enfatiza en la

imposibilidad de intervención de un sistema autónomo

desde su entorno. En otras palabras, Willke cree en la

posibilidad de la democracia y su función política en el

escenario global actual, en términos de la mediación—

y no ya de planificación o regulación— entre múltiples

redes y formas híbridas de democracia y jerarquía, en

el marco de relaciones internacionales que adquieren

su forma en la multipolaridad de la realidad social

contemporánea (Willke 2006). 59

primera generación de la Escuela de Frankfurt bajo la formula de la irracionalidad de la racionalización. 59 Así, por ejemplo, las acciones concertadas, comisiones, mesas

redondas, asociaciones de naturaleza diversa, son descritas y designadas como las instancias que superan y reemplazan de forma descentralizada, las prácticas que antes cumplía el Estado, y al mismo tiempo constituyen posibilidades de orientación social en sociedades complejas, a través de los sistemas de deliberación como solución a cuestiones legitimatorias. Willke ha tratado dar una así respuesta alternativa a la propuesta política de Luhmann, que

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Desde una mirada evaluativa de la teoría

política, Klaus von Beyme ha subrayado, en su Teoría

Política del siglo XX: de la modernidad a la

postmodernidad (1994), la importancia de tomar

conciencia de los límites que comporta la aproximación

sistémica para la comprensión del sistema político y la

democracia. Es relevante notar, en primer término, las

objeciones que se han planteado contra la imagen

maniquea del mundo propia del esquematismo binario.

Von Beyme destaca que el esquema binario del código

político no parece rendir analíticamente en todos los

espacios de decisión política. “En la ciencia política

moderna ya no existe la decisión por antonomasia, a la

que pudiera atribuirse una u otra propiedad. Las

decisiones se desarrollan en diversos campos

políticos‖ (Von Beyme 1994: 230). 60 La realidad se ha

obstinado en demostrar, en efecto, que los problemas

de un sistema político anclado territorialmente no se

manifiestan tan sólo a nivel global, sino también al

interior de las mismas fronteras de los Estado-nación.

Las demandas de los grupos indígenas por mayor

autonomía, los grupos políticos o movimientos sociales

lo acerca en ciertos puntos, como veremos, al enfoque habermasiano de la democracia deliberativa. 60 Von Beyme subraya el caso las decisiones distributivas

que se toman en los estados modernos, las que no pueden esquematizarse binariamente. Más aún, llama la atención sobre las dificultades que conlleva reivindicar el código binario del sistema político en los subsistemas del mismo. Si bien es cierto que el código parece apropiado para describir las lógicas operativas del poder legislativo—en el nivel de la administración— y en el subsistema de los partidos políticos y grupos de interés —al menos en el ámbito de la democracia partidista—, no ocurre lo mismo para el público, donde la idea de código “no puede tomar pie, porque de lo contrario las estrategias de polarización amenazan al sistema mediante ―radicalizaciones sin referencias‖ (Ibíd.:231).

que controlan territorios al interior de las ciudades, los

bolsones de miseria que derivan de la precarización y

la exclusión sistemática de segmentos cada vez

mayores de trabajadores poco calificados y de los

nuevos parias estigmatizados (Wacquant 2007), que

dan forma a dinámicas operativas propias y peticiones

difíciles de satisfacer con políticas sectoriales, son sólo

algunos de los múltiples ejemplos que se pueden dar

sobre las dificultades y antagonismos a los que se

enfrentan los estados nacionales y sus democracias en

la actualidad61. En tal medida, a diferencia de la

perspectiva sistémica, Von Beyme considera que casi

todos los demás enfoques políticos buscan

conocimientos que permitan mejorar la acción política,

puesto que ―todo enfoque, en último término, es

juzgado de acuerdo con su rendimiento y según mejore

la capacidad de acción de la política, que se considera

escasa‖ (Von Beyme 1994: 225).

Por otro lado, si bien desde un punto de

vista teórico el enfoque sistémico presenta el

61 Dentro de las causas que explican el crecimiento de estos fenómenos es posible discernir en un nivel macro profundos cambios estructurales que derivan tanto de razones económicas como político-ideológicas.. Para Loïc Wacquant, en efecto, los años de reestructuración económica llevados a cabo desde la década de los 80 hasta el presente, que marcaron la transición del Estado-Providencia al actual Estado-neoliberal, tuvieron considerables consecuencias para las clases medias y la clase obrera urbana, aumentando la desigualdad y generalizando la inseguridad social,. Sus efectos han sido principalmente el aumento de la pobreza y la informalización de la economía, vinculado a un proceso de exclusión social de una gran parte de la población, así como el correlativo y creciente tratamiento punitivo de la miseria (Wacquant: 1999). Así, el aumento de la violencia y manifestaciones urbanas ―lejos de ser la expresión irracional de una incivilidad impenitente o de un atavismo patológico, (…) constituyen una reacción (socio) lógica a una violencia estructural masiva desencadenada por una serie de transformaciones económicas y políticas que se refuerzan mutuamente‖ (Wacquant, 2006: 40).

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control externo a través de la política como una

alternativa que no es viable en las sociedades

altamente complejas, en el plano empírico, no

obstante, los éxitos del control estatal parecen

considerables. Probablemente el ejemplo que

mejor exhibe con contundencia la importancia

actual de la intervención del sistema político en

otras subesferas de la sociedad, es el salvataje

económico que realizó el Estado estadounidense

en 2008 para contrarrestar la crisis del sistema

financiero, que amenazaba con generar un

cataclismo económico global de proporciones y

efectos tan insospechados como heterorreferentes.

En efecto, como nos recuerda Frédéric Lordon

(2008), previendo las secuelas de una crisis

sistémica de imprevisibles consecuencias que se

extiende bajo nuevas modalidades hasta el

presente — basta pensar en la crisis fiscal que

azota a Grecia y que amenaza con desestabilizar a

la Unión Europea en su conjunto—, las autoridades

estadounidenses del momento recurrieron a los

recursos públicos, es decir, a los que aportan los

contribuyentes, para socorrer a las bancos en

quiebra, desechando así momentáneamente el

dogma ultraliberal que otorga la solución de todos

los problemas del mercado a la mano invisible de

Adam Smith — y cuyo fundamento último no se

encuentra más que en el laisser-faire capitalista.

Ahora bien, en lo esencial, lo que la crisis puso en

jaque fue el corazón mismo del funcionamiento de

la economía monetaria, esto es, la circulación del

dinero, en tanto mecanismo central de la

autonomización y autorregulación del sistema

económico. Este caso pone de manifiesto la

vigencia que siguen teniendo las decisiones

propiamente políticas, en particular la de los

Estados-nacionales, que de este modo inciden en

los procesos sistémicos globales, apelando a la

soberanía que les es propia, su jerarquía y control,

aun en un contexto mundial complejo y altamente

diferenciado que ha hecho crecientemente inocua o

problemática su intervención. Como señala Von

Beyme: ―el control político sigue siendo el punto de

referencia central de toda ciencia política‖ (Ibidem).

Parece ser que, en definitiva, el sistema político es

en sí mismo tan complejo —dada las demandas y

conflictos que debe enfrentar simultáneamente

tanto a nivel nacional como en el escenario global

actual— que no parece adecuado describir su

funcionamiento ni sus alcances a partir de un

código binario.

La democracia deliberativa: la alternativa

habermasiana.

Uno de los aspectos centrales de la crítica de

Jürgen Habermas a las concepciones políticas de

Luhmann se dirige a la tesis de este autor que afirma

que la administración, esto es, el gobierno y su aparato

técnico-burocrático, posee competencia general en

todos los problemas públicos pendientes de la

sociedad, y que esta capacidad se funda en el

conocimiento científico (Habermas 1994). Ahora bien,

sin establecer distinción alguna entre praxis y técnica,

Luhmann considera en efecto que la administración

puede desarrollar estas posibilidades si se independiza

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de la política y se fusiona con la ciencia, es decir, si se

convierte en una burocracia que basa sus decisiones y

la legitimidad de ellas en el conocimiento científico.

Asimismo, y como ya se indicó, Luhmann sostiene que

la participación intensa y amplia sería disfuncional

porque retrasaría los procesos decisorios que deben

realizarse en plazos establecidos, lo que conllevaría a

la frustración generalizada puesto que los procesos de

toma de decisiones implican la exclusión de

posibilidades.

Sin embargo, la tesis de orientación

tecnocrática que da forma a la visión luhmanniana

de las democracias contemporáneas se funda en

supuestos cuestionables. Por un lado, siguiendo los

argumentos de Hannah Arendt, podría decirse que

dicha visión reactualiza los riesgos que conlleva el

vaciamiento del espacio público. Se trata, ante

todo, del vaciamiento de aquel espacio que hace

posible la creación o el resguardo del poder político

a partir de las condiciones sociales por medio de

las cuales los miembros de una sociedad pueden

llegar a entenderse y a intercambiar puntos de vista

sobre todas las cosas que les son comunes. Es por

ello que el ―poder es siempre un poder potencial y

no una intercambiable, mensurable y confiable

entidad como la fuerza [física]. Mientras que ésta

es la cualidad natural de un individuo visto en

aislamiento, el poder surge entre los seres

humanos cuando actúan juntos y desaparece en el

momento en que se dispersan‖ (Arendt 1998: 222).

Para Arendt, el tamaño de esta Koiné —el espacio

de lo común— depende de las prácticas corrientes

y del resultado de la comunicación sobre ellas. El

vacío de la política priva de sustancia a la

comunicación política, al tiempo que convierte a la

praxis política en la mera administración de lo

social (Arendt 2006).

Por otro lado, atendiendo a la crítica

habermasiana, parece cuestionable la existencia de un

saber científico-tecnológico como base para

comprender la política moderna (Habermas 1993). En

contraposición a Luhmann, Habermas busca promover

una forma de racionalidad normativa. Como bien

sabemos, uno de los principales argumentos

contenidos en su Teoría de la Acción Comunicativa

consiste en que es posible, gracias a procedimientos

apropiados de deliberación, alcanzar formas de

acuerdo que satisfagan tanto la racionalidad —

entendida como defensa de los derechos

individuales— como la legitimidad democrática del

sistema político —tal como es encarnada por la

soberanía popular (Habermas, 1987). De este modo

Habermas asegura un fuerte vínculo entre la

democracia y el liberalismo. De ahí que considerar—

como hace Luhmann— que, de un lado, las decisiones

políticas tiene carácter técnico y que, por ende, existe

en cada caso una opción que es la más adecuada; y,

de otro, que existe una minoría de tecnócratas, los

cuales poseen en forma exclusiva el conocimiento

científico-técnico necesario para conocer dichas

opciones, constituye para Habermas una tesis política

elitista, puesto que supone que hay una sola elite que

está facultada para gobernar, y la mayoría sólo debe

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acatar las decisiones de esa minoría62. Al contrario,

Habermas enfatiza la posibilidad de fundar la autoridad

y la legitimidad por medio de ciertas formas de

razonamiento público, que incorporen y expresen la

racionalidad normativa que comporta su concepto de

racionalidad comunicativa. Para ello, Habermas se

atiene a un enfoque estrictamente procedimental que,

en el marco de la situación ideal del habla, no antepone

demarcaciones al alcance ni al contenido de la

deliberación, reinterpretando la soberanía popular en

términos intersubjetivos y redefiniéndola como un

poder fundado por medios comunicacionales

(Habermas 1987).

Precisamente debido a que Habermas es

plenamente consciente de la creciente complejidad y

diferenciación social y cultural de las sociedades

democráticas contemporáneas, es que pone de relieve

de un modo especial en su argumentación el problema

62 A este respecto, resulta pertinente recordar, como hace

Bourdieu, la inexistencia de una frontera infranqueable entre ciencia y política, entre epistemología y poder: ―los conflictos epistemológicos son siempre, inseparablemente conflictos políticos: es por eso que una investigación sobre el poder en el campo científico podría comprender sólo cuestiones de tipo epistemológico‖ (Bourdieu, 2008:15). Más aún, desde la perspectiva de Bourdieu, la pretendida búsqueda de neutralidad valorativa con la que se busca revestir al discurso científico no es más que una ficción. ―La idea de una ciencia neutra es una ficción, y es una ficción interesada, que permite considerar científica una forma neutralizada y eufemística (y por lo tanto particularmente eficaz simbólicamente porque es particularmente desconocible) de la representación dominante del mundo social. Actualizando los mecanismos sociales que aseguran el mantenimiento del orden establecido y cuya eficacia propiamente simbólica es el desconocimiento de su lógica y sus efectos, fundamento de un reconocimiento sutilmente extorsivo, la ciencia social toma necesariamente partido en la lucha política (Ibíd.: 47-48; último destacado propio).

de la participación y la legitimidad de los sistemas

políticos modernos. Desde el punto de vista de la teoría

de la acción comunicativa, los problemas de

legitimación que se suscitan en las democracias

actuales deben analizarse con referencia a la

corroboración discursiva de las pretensiones de validez

normativas. La legitimidad política es el resultado de

procesos activos de formación de consensos de que

dicho sistema político es justo y conveniente, y no

consiste en la mera aprobación pasiva de una legalidad

fundada en la legitimación por procedimiento, que

ejerce una minoría gobernante. Habermas sostiene

que los procedimientos por sí solos no pueden producir

legitimación, sino que requieren ser legitimados. Las

instancias legislativas —indica— ―son parte de un

sistema de poder que tiene que estar legitimado en

total si es que la legalidad pura ha de ser considerada

signo de legitimidad‖ (Habermas 1994: 123). En

consecuencia, la mera legalidad procedimental no

puede garantizar a largo plazo la lealtad de los

ciudadanos a un sistema político democrático. Si la

construcción de la legitimidad política no puede ser

sino el producto constante de procesos comunicativos

racionales en el espacio público, con mayor razón las

principales decisiones políticas deben ser producidas

por dichos procesos participativos, que se orientan

según la lógica universalista de la acción comunicativa.

Así Habermas se propone, a través de una teoría

política normativa, comprender la democracia

atendiendo a su dimensión moral, de tal modo que

permita asegurar un consenso social que brinde

legitimidad al funcionamiento de las sociedades

modernas.

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¿Viabilidad práctica de la teoría?

―La ciencia informa sobre los medios; ella no dice

nada sobre los fines. Pero desde que hablamos de

democracia los fines están claramente planteados :

hay que trabajar a universalisar, es decir, a

democratizar las condiciones económicas y

culturales del acceso a la opinión pública‖.

Pierre Bourdieu63

Llegados a este punto, resulta interesante

notar que la propia alternativa habermasiana, que

reivindica las posibilidades actuales de la democracia

deliberativa, así como sus implicancias y aspiraciones

universales, presenta diversos puntos débiles tanto en

términos de su consistencia como de sus viabilidad

práctica. A continuación, entonces, se buscará mostrar

las dificultades asociadas a dicho enfoque no

exclusivamente desde un punto de vista teórico-lógico,

sino, sobre todo, en su confrontación con la experiencia

de la práctica política y democrática de los mismos

actores que se espera que la lleven a cabo.

En primer lugar, y para hacer justicia con el

punto de vista teórico sistémico en su polémica con

Habermas, puede ponerse en tela de juicio la

noción de consenso, aspecto central en la

propuesta política habermasiana. Como sabemos,

desde la perspectiva sistémica, la sociedad es

mejor entendida cuando se la analiza a través de

63 En francés el original: « La science informe sur les moyens ; elle ne dit rien sur les fins. Mais dès que l'on parle de démocratie, les fins sont clairement posées : il faut travailler à universaliser, c'est-à-dire à démocratiser, les conditions économiques et culturelles de l'accès à l'opinion politique » (Bourdieu 1996).

la comunicación. A partir del teorema de la doble

contingencia elaborado por Luhmann se establecen

las condiciones para una reflexión emergentista de

la comunicación, puesto que se desplaza el foco de

interés desde la transmisión de información hacia la

coordinación de selectividades (Luhmann 1991).

Para Luhmann, en efecto, la comunicación debe

estudiarse como un proceso selectivo de tres cifras:

la información, una conducta de notificación y la

comprensión. La unidad de la comunicación sólo

emerge como tal cuando se efectúa la tercera cifra;

o, dicho de otro modo, sólo cuando alguien

comprende podemos hablar propiamente de

comunicación. Dentro de las variadas

consecuencias que se pueden extraer de esta

concepción de la comunicación, destaca aquella

según la cual la comunicación no se orienta

necesariamente al entendimiento intersubjetivo de

los hablantes –como lo supone Habermas. El éxito

del proceso comunicativo, no sólo puede culminar

en el consenso, sino también—y más aún en

sociedades complejas y funcionalmente

diferenciadas— probabiliza el desacuerdo o

disenso de las perspectivas de los participantes. En

este esquema analítico, la improbabilidad de la

comunicación implica considerar tanto el consenso

como el disenso como fuentes de emergencia de lo

social, y no atribuir al primero un status superior

como fundamento especial de cohesión social o de

legitimidad. De ahí que la democracia pueda ser

entendida como la expresión de la contingencia al

interior del sistema político, es decir, como la

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institucionalización de la diferencia y la posibilidad

de la reversibilidad en las decisiones que se toman.

Desde una perspectiva deconstructivista, Chantal

Mouffe ha interpretado la propuesta teórica de

Habermas como parte fundamental del espíritu de

nuestra época que es identificable por su obstinación

en negar el conflicto como un aspecto esencial de toda

política democrática (Mouffe 1999, 2003). Mouffe,

quien estima que la democracia se constituye a través

de la tensión entre sus dos componentes principales —

libertad e igualdad—, pone en entredicho la propuesta

de Habermas que busca fundar la adhesión a la

democracia liberal en un tipo de acuerdo racional que

excluya la posibilidad de impugnación u oposición.

Mouffe considera que la alternativa habermasiana no

es plausible pues el ámbito de la política no es un

terreno neutral que pueda aislarse del pluralismo de los

valores propio de las sociedades modernas; la política

no es un terreno en el cual puedan formularse

soluciones racionales universales que no excluyan

otras visiones o alternativas, sino que es un espacio

que sólo puede estabilizarse temporalmente mediante

negociaciones pragmáticas entre fuerzas políticas. Así,

en lo esencial, la perspectiva racionalista de Habermas

brinda una respuesta insatisfactoria al problema de la

lealtad hacia las instituciones democráticas en las

sociedades modernas —aspecto que el propio

Habermas buscaba solucionar. El problema de la

democracia no se resuelve apelando a la justificación o

argumentación racional que aseguren ciertos acuerdos

entre sus miembros, sino a la ―disponibilidad de formas

democráticas de individualidad y subjetividad”( Mouffe

2003). Al privilegiar la racionalidad, el enfoque

deliberativo y universalista soslaya el papel crucial que

juegan las pasiones y los afectos en el ejercicio de los

valores y de la práctica democrática.64

Finalmente, y desde un punto de vista de su

viabilidad práctica, la democracia deliberativa en su

versión universalista se confronta a una serie de

dificultades. En este sentido, la fuente de

problematicidad de la propuesta habermasiana está

asociada, como destaca Pierre Bourdieu, a la

reducción, o más precisamente, la despolitización

de las relaciones sociales que comporta su teoría

en una doble dimensión. Por un lado, Habermas

reduce las relaciones de fuerza política a meras

relaciones de comunicación, desconociendo así los

poderosos efectos no sólo de la coerción física—

que despliega el Estado bajo múltiples formas e

instituciones, reclamándose el derecho a ejercer la

fuerza pública—, sino, sobre todo, de las relaciones

de poder simbólicas y de violencia simbólica que

informan la práctica discursiva. Toda forma de

dominación posee siempre una dimensión

simbólica vinculada a los actos de obediencia o de

sumisión, es decir, a los actos de conocimiento y

reconocimiento que comparten tanto los

dominantes como los dominados bajo la forma de

64 Mouffe, en oposición a Habermas, propone considerar la política

democrática como una forma de pluralismo agonístico, concepto que pone de relieve a su juicio el problema crucial en la política democrática moderna, esto es, el problema de cómo transformar el antagonismo en agonismo. El objetivo de una política democrática radical y plural consiste, pues, en proporcionar el marco en el cual la naturaleza conflictiva y antagónica del pluralismo de los valores pueda adoptar la forma de una confrontación agonística entre adversarios —esto es, entre un enemigo legítimo que comparte la adhesión a los principios ético políticos de la libertad y la igualdad— en lugar de manifestarse como una lucha antagónica entre enemigos.

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esquemas de percepción, apreciación y acción, y

que se despliegan en cada agente como

estructuras cognitivas capaces de adaptarse y

aplicarse de modos diferentes a la realidad

objetiva del mundo social. En el caso de los

dominados, la imposición de estas estructuras

cognitivas que, ajustados a las clasificaciones

objetivas, generan una suerte de reconocimiento

del orden social por medio del desconocimiento de

la arbitrariedad de sus fundamentos.65

Por otro lado, y aún más importante,

Habermas pasa por alto las condiciones sociales

de posibilidad que deben cumplirse para hacer

practicable el despliegue de la acción comunicativa,

tanto a nivel intersubjetivo como a nivel de la esfera

pública. En una opción que Bourdieu califica como

la consecuencia de la disposición propiamente

escolástica que da forma a las producciones

intelectuales, históricamente asociadas a la

constitución de un determinado universo social

(campo científico) — y en la medida que dicha

disposición ignora los límites del pensamiento, así

como las condiciones que hacen posible el ejercicio

65 En efecto, para Bourdieu, la correspondencia que él constata en los agentes sociales entre las estructuras sociales y las estructuras cognitivas (las disposiciones y representaciones que el orden social produce en los agentes) constituye la clave explicativa de lo que él denomina la ―paradoja de la doxa‖, esta suerte de adhesión originaria e implícita al statu quo. Es por ello que toda ruptura política debe partir como una ruptura cognitiva, esto es, como una transformación de la visón dóxica sobre el mundo. De ahí que se refuerce nuevamente la importancia que tienen las luchas que se dan al interior de las ciencias consagradas al estudio del mundo social. La ciencia y sus efectos de teoría— derivados del efecto de imposición de los esquemas de visión y división que lleva a cabo toda explicitación teórica—, modifican la representación del mundo, posibilitando así la transformación de las prácticas sociales derivadas y más congruentes con aquella representación modificada.

de la raison savante —, la proposición teórica

habermasiana traspasa los límites de una experiencia

social supeditada a una posición social de privilegio,

inevitablemente parcial y local. En otras palabras, el

hecho de no considerar las condiciones de acceso

a la esfera política, así como sus diversos factores

de discriminación deja simplemente de lado las

condiciones económicas y sociales que deben

reunirse para acceder al discurso público que nos

propone Habermas. Sin embargo, la experiencia se

obstina en demostrar, en efecto, que factores como

el sexo, la educación o el nivel de ingresos, entre

otros, juegan un papel determinante en la exclusión

de la esfera pública. En particular, el rol que cumple

la institución escolar es central, ya que constituye la

instancia que es capaz de otorgar un

reconocimiento universal de la cultura y la lengua

oficial, pero que sin embargo distribuye de forma

muy desigual el capital simbólico asociado al éxito

académico (Bourdieu y Passeron, 1966). Y este

último es, no obstante, la base fundamental que

hace posible que el efecto derivado de la

combinación de capital cultural y económico que

permite a los individuos la elaboración y la puesta

en práctica de la opinión política, y que brinda así el

acceso a la esfera pública según su definición

legitima, es decir, como un discurso

suficientemente articulado y general sobre el

mundo.

Así, la apuesta habermasiana, impregnada

de la doxa democrática (el respeto de los derechos

humano, tolerancia, igualdad, etc.), resulta de la

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ilusión típicamente intelectualista que busca

reconocer a todos el derecho a la opinión política

sin brindar les medios indispensables que hacen

posible la realización concreta de dicho derecho

universal. Con ello, los defensores de un

universalismo abstracto, que apelan y enfatizan las

exigencias y procedimientos formales de la

democracia, se arriesgan a terminar por justificar el

orden establecido, con todas las desigualdades en

términos de oportunidades y de poder que ello

conlleva, al disociar las condiciones sociales —

escasas y, por ende, siempre privilegiadas— de su

realización; al no reconocer, en suma, los límites

asociados a la práctica política y democrática que

impone cada sociedad a sus miembros.

Cierre

El debate actual sobre los alcances y límites

del sistema político y la democracia contemporánea, en

la medida que se refiere a sus actuales posibilidades

de orientación y coordinación social, así como a su

realización y viabilidad práctica al interior de cada

Estado, pone de manifiesto el problema de la

complejidad del orden social moderno al que deben

enfrentar los diferentes enfoques revisados. Sus

propuestas han replanteado en nuevos términos el

antiguo problema asociado a la ambigüedad

constitutiva del concepto y de la práctica democrática—

del cual nos habla Agamben—, complementando en

grados y formas diferentes los elementos

heterogéneos vinculados a la noción de democracia,

esto es, tanto como forma de constitución que como

técnica de gobierno, tanto como forma de legitimación

del poder como de las modalidades de su ejercicio.

Las proposiciones políticas asociadas a la

perspectiva sistémica, si bien destacan, a partir de

consideraciones teóricas, la complejidad de la sociedad

actual, se exponen constantemente a reducir la política

a lo que Jacques Rancière (2005) ha llamado su

lógica policial, esto es, la lógica de dominación que

estructura la comunidad política bajo la forma de

gestión de los asuntos comunes en términos de

distribución de funciones y puestos, de

competencias y partes. En otras palabras, el

reconocimiento de la complejidad de la sociedad

contemporánea no justifica la transformación de la

práctica política y democrática en la mera

administración de lo social. A su vez, la insistencia

en la noción de contingencia o en las ventajas

analíticas de la comunicación, que en principio

parecieran brindar una apertura indefinida de

posibilidades susceptibles de actualización al

sistema político, tienden a desconocer, como nos

recuerda Bourdieu, que las paradojas asociadas a

la contingencia, derivadas de la propensión

típicamente escolástica, se plantean principalmente

al observador y no a los individuos que orientan y

comprometen su acción política de acuerdo a un

sentido práctico, adquirido por medio del efecto de

la incorporación de las estructuras sociales que

inculcan en ellos estructuras evaluativas y

cognitivas bajo la forma de disposiciones (Bourdieu

1997: capítulo 6) . Asimismo, cabe constatar, que en

contraposición a las consignas propias del enfoque

sistémico, que preconizan — al menos en su versión

luhmaniana— las ventajas del laisser-faire y la deriva

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evolutiva de los sistemas sociales66, la regulación o

intervención siguen siendo aún una alternativa que

confirma su eficacia y vigencia. ―El estado-nación,

destaca Mascareño, se ha mantenido por dos siglos

aportando unidad en la diferencia, algunas veces con

más violencia de la que nos gustaría aceptar, pero en

otros con alta legitimidad democrática‖ (2009: 12).

Por otro lado, si bien Habermas acierta en

advertir que la democracia no es solamente una

institución procedimental, es decir, una mera forma

para llegar al consenso o para tomar decisiones,

sino que es además normativa, soslaya los efectos

de la violencia simbólica que siempre están ligados

a la práctica discursiva. Como bien sabemos, los

sistemas políticos dan mayormente un manejo a los

conflictos donde el Estado recurre habitualmente al

66 A este respecto, habría que recordar las palabras de Von Wright, quien califica tanto de irresponsable como de paralizante ―un optimismo que piense que se puede tranquilamente dejar que la evolución continúe, en gran parte como antes, con la certeza de que más investigación, una nueva técnica y el libre juego de las fuerzas del mercado colocarán finalmente todo en el lugar adecuado‖ (citado en Bouveresse, 2010). O, para plantearlo en términos bourdianos: ―nada es menos inocente que el laisser-faire: si es verdad que la mayoría de los mecanismos económicos y sociales que están en el origen de los sufrimientos más crueles, en especial los que regulan el mercado laboral y el mercado escolar, son difíciles de frenar o modificar, lo cierto es que toda política que no aproveche plenamente las posibilidades, por reducidas que sean, que se ofrecen a la acción, y que la ciencia puede ayudar a descubrir, puede considerarse culpable de no asistencia a una persona en peligro‖ (Bourdieu, 1999: 559). Reivindicando las conquistas que la ciencia social y su empleo al servicio de la legitima búsqueda de los hombres de atribuir sus pesares y sufrimientos a determinantes fundamentalmente económicos y sociales, Bourdieu nos libra así de toda desesperanza o fatalismo asociado a la complejidad del orden social: ―lo que el mundo social ha hecho, el mundo social, armado de este saber, puede deshacerlo‖ (Ibid).

empleo de la violencia física. Con todo, Habermas aún

cree en la posibilidad y en el impulso de derechos

cosmopolitas que afirmen la autodeterminación, la

inclusión, la igualdad y equidad de los ciudadanos a

través de la conformación de un sistema con varios

niveles políticos al interior de los estados nacionales

(Habermas 2006). Sin embargo, su universalismo

abstracto y racionalista, además desestimar la

dimensión conflictiva y antagónica que es inherente

a la práctica política y a la esfera pública, reivindica

el derecho universal a la opinión y diálogo

ciudadano, pero ignorando la importancia de los

medios — capital cultural y económico

fundamentalmente— que permiten su realización y

puesta en práctica. Así, su teoría se arriesga a

convertirse en aquello que Bourdieu ha

denominado una sociodicea epistemocrática, es

decir, en una justificación de la sociedad y del statu

quo, a partir de la posición privilegiada que está

vinculada a las esferas de producción intelectual y

su visión parcial del mundo.

De este modo, si es fundamental admitir

que, de un lado, la democracia es un ―sistema

perpetuamente inacabado‖ (Dussel 2006: 63), y

denunciar consecuentemente los riesgos

permanentemente asociados a la fetichización del

poder a los que se expone todo sistema político —

en la medida que toda estructura de dominación

tiende a auto-fundamentar su propia voluntad

dominante—, resulta igualmente indispensable, de

otro, repensar los medios reales y efectivos a

través de los cuales se hace viable la práctica

política, como una forma genuinamente

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democrática al alcance de todos los ciudadanos;

una alternativa democrática que, como sostiene Mouffe

o Rancière, no escamotee la cuestión del conflicto y la

exclusión que es propia de lo político y que, como nos

enseña la historia social, reconozca que toda praxis se

construye y se reivindica, más allá de las declaraciones

de principios o de buena voluntad, por medio de las

luchas y negociaciones pragmáticas entre fuerzas

políticas que intervienen en el espacio de lo común.

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El enfoque interaccional en Latinoamérica

Nicolás Bonnefoy Valdés67

Resumen

Cuando un sociólogo latinoamericano investiga su sociedad, suele ajustarse a dos

formas de observación teórica: una visión macrosociológica que entiende al mundo

desde instituciones mayores o en preceptos como clase, religión y raza; o bien,

postulados postmodernos que explican el contexto latinoamericano desde la alteridad.

Este artículo es una presentación al enfoque interaccional en cuanto alternativa desde

donde examinar las particularidades de América Latina. Se introduce a las

microsociologías como una manera de enfrentar la producción de conocimientos,

definiendo conceptos y escuelas. Se expone la situación en la que se originaron y la

situación de la sociología durante los años sesenta, entendiendo las razones

ideológicas y sociohistóricas para la predominancia de ciertas teorías. Se hace una

revisión de la situación actual, en donde las teorías de la dependencia han perdido

influencia y la explicación de particularidades depende de la alteridad que ofrece la

postmodernidad. Por último, se exponen dos áreas donde la investigación se

beneficiaría de un enfoque basada en las relaciones e interacciones: i) la ciudadanía,

que en Latinoamérica se ha ejercido desde el colectivo; y ii) el trabajo y consumo, con

un enfoque distinto a la vocación como realización personal y al actor como alguien que

ejerce elecciones racionales.

Palabras Claves: Microsociología, Interacción, América Latina, Funcionalismo, Actores.

67 Licenciado en Sociología de la Universidad Diego Portales y Minor en Cultura Contemporánea de la misma institución.

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Introducción

Las microsociologías son un área de la sociología

que pone el énfasis en las interacciones de los

sujetos para comprender la creación de sentido y

normatividad dentro del encuadre social; surgen

como una respuesta a los enfoques funcional-

estructuralistas y pueden entenderse como

antecesores a los movimientos contracultural que

verían los países norteamericanos y europeos (y un

tanto después, latinoamericanos) durante la década

de los sesenta. Sin embargo, estos enfoques nunca

tuvieron demasiada popularidad en Latinoamérica,

donde las teorías de la dependencia dominaron el

panorama académico. Aun hoy en día, es escaso el

tratamiento interaccional en la investigación

sociológica.

Este artículo tiene por objetivo presentar

las posibilidades que abriría un enfoque

interaccional para el estudio de contextos

latinoamericanos. Se busca motivar a académicos

e investigadores (tanto realizados como en

entrenamiento) para tomar estas herramientas

usualmente olvidadas por los enfoques más

orientados a la estructura como moldeador primario

del carácter social. Se hipotetiza que la

construcción de una realidad social por medio de

las interacciones puede ser muy fructífero en un

contexto donde, como han mostrado

numerosamente algunos sociólogos, el sujeto se

encuentra más alienado del marco normativo

imperante, siendo en muchos casos una imposición

por parte de ciertos grupos más que una

asimilación sin conflictos.

La argumentación bajará al plano de lo

concreto usando dos campos o mundos como

hipotéticos casos de estudio: en el campo de la

asociatividad, se discute el uso histórico del

colectivismo por sobre el agente ciudadano (cuya

mera existencia es discutible) para ejercer acción

política; en el campo del trabajo y el consumo, se

explora respecto a cómo la falta de una Beruf –o

vocación weberiana– hacia el oficio, sumado al

carácter fatalista que se le suele otorgar a la

necesidad por trabajar, otorga características

definitorias para el trabajo y consumo.

La exposición de casos y ejemplos tiene un

carácter más exploratorio debido a la mencionada

falta de investigaciones que hagan uso del

interaccionismo como marco teórico principal para

comprender la acción social; esto debido a que no

se espera tanto la muestra de resultados empíricos

como el incitar a los investigadores de hoy y

mañana para que lleguen a apreciar esta forma de

ver al mundo en sus propios términos.

Antecedentes

―Microsociología‖ es el término que refiere al

conjunto de perspectivas sociológicas que se

ocupa de las relaciones sociales a un nivel

reducido, en oposición a las teorías funcionalistas y

marxistas (o ―macro‖) que estudian la sociedad en

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su totalidad. Tomando como base –en distintas

gradaciones– la fenomenología, plantean que la

comprensión de situaciones depende de la relación

entre los fenómenos y la conciencia individual. Por

tanto, el estudio microsociológico depende de la

interpretación de fenómenos, estudiando la vida

social como experiencias.

Hablar de microsociología como

movimiento unificado puede ser un error de

conceptualización. Ya el interaccionismo simbólico,

una de las escuelas más importantes cuando se

suele hablar de microsociología, se desprende de

toda posibilidad de categorización: Persona,

espíritu y sociedad sería publicado (póstumamente)

en 1934, casi 30 años antes que la consolidación

de la microsociología en la escena académica e

incluso antes que el nombre de Talcott Parsons se

convirtiera en sinónimo de sociología. El término

mismo no sería acuñado por su autor, George

Herbert Mead, sino que por su seguidor Herbert

Blumer en 1937. Durante esos años de bajo perfil,

el interaccionismo simbólico crearía dos escuelas:

la de Chicago, más cualitativa y fiel a los objetivos

de Mead, y la de Iowa, más cuantitativa y orientada

a la correlación de variables (Coté y Levine 2000).

Pero como con todas las complejidades propias de

la vida real, se hace necesaria una simplificación

para permitir su estudio.

Siguiendo esta aclaración, se hace posible

decir que las microsociologías como movimiento se

consolidan durante los años sesenta. Las razones

se originan en la situación del momento: el dominio

intelectual de las teorías funcionalistas y marxistas,

que trataban la relación del individuo como

derivado de la sociedad. Para los funcionalistas,

significaba una fuerte lealtad hacia el marco

normativo de su sociedad; para los marxistas,

significaba las consecuencias negativas de la

cohesión que fuerza la supraestructura. Las teorías

microsociológicas postulan que la vida social

consiste en más que la dependencia para con el

cuerpo social, estas teorías no representan la

realidad en su complejo y caótico esplendor. Las

teorías más conocidas son:

a) Dramaturgia: Ideada por Erving

Goffman, argumenta que las acciones humanas

dependen de tiempos, lugares y audiencias. Los

fenómenos sociales serían análogos al teatro,

donde la manipulación de factores lleva a una

representación creíble.

b) Interaccionismo Simbólico: se origina

con Mead pero evolucionaría con distintos autores,

postula que la realidad social debe ser entendida

desde una perspectiva nominalista y, por tanto,

requiere de una constante negociación para

mantener las adecuadas definiciones situacionales.

c) Fenomenología social: Es el trabajo de

Berger y Luckmann, explora las dialécticas entre la

realidad física y el mundo nominalista en que los

humanos viven. La influencia fenomenológica es

directa al plantear la importancia de la

interpretación y la objetivación.

d) Etnometodología: producto de los

estudios de Harold Garfinkel, se basa en el

supuesto de que todos los seres humanos tienen

un sentido práctico con el cual interpretan las

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normas sociales vigentes, adaptándose a

particularismos.

e) Teoría del intercambio social:

popularizada por George C. Homans, describe la

estabilidad social (o la falta de ella) como un logro

de análisis subjetivo de costo-beneficio que utilizan

las personas para establecer relaciones.

Estas teorías cuestionan qué tan efectivas

son los postulados de corte macrosociológico para

comprender la realidad. Sin embargo, esta ruptura

no sería reconocida hasta años después, en medio

del vigor del postmodernismo. Mucho menos para

el caso de Latinoamérica, donde la escena

intelectual tomó un camino distinto a través de las

teorías de la dependencia.

Conocimientos, contextos y tomar una tercera

opción

Para alguien no tan adepto a las discusiones

abstractas, el debate sobre la elección de una u

otra teoría le parecerán habladurías. Esta opinión

está lejos de ser recomendada. Cada enfoque

teórico reconoce una visión del mundo diferente y

cada postulado implica una concepción de los

participantes en eso llamado sociedad.

Las ciencias sociales, en su pretensión de

objetividad, aboga por la creación de un

conocimiento que pretende separarse de los juicios

de valor y las preconcepciones; siendo que, desde

un punto de vista humano, es imposible separar lo

estable (logos) de lo contingente (doxa) (Habermas

1999). Respecto a las divisiones ontológicas,

Habermas establece cuatro tipos de acción que

están presentes en la producción sociológica

contemporánea (Habermas 2001): a) acción

teleológica, b) acción regulada por normas, c)

acción dramatúrgica y d) acción comunicativa. Lo

ontológico de las dos primeras –que son, como

cualquiera puede ver, las visiones dominantes en la

práctica sociológica– es que presuponen la

existencia de dos mundos, uno objetivo y el otro

social. En el caso de una acción teleológica, ni

siquiera el mundo social es reconocido; se trata de

una relación unidireccional del actor con lo objetivo.

En estos modelos, un tercer mundo que contiene

los elementos de subjetividad no tiene cabida. Sólo

desde una concepción dramatúrgica o

comunicacional están los tres mundos presentes.

Presuponer una acción teleológica implica hacer

desaparecer o esconder lo subjetivo detrás de un

actor, y acomodar sus acciones a una lista de lo

válido e invalido.

¿Qué implica esto en el marco histórico de

la sociología? Significa revisar esta historia bajo

una dimensión política, más que simples posturas

con las que se está en acuerdo o desacuerdo.

Como se planteó en las definiciones, lo

microsociológico surge en medio de un pleito entre,

por un lado, las teorías estructuralistas-normativas

de la mano de una explosión en el desarrollo

metodológico y, por el otro, un estructuralismo del

conflicto heredero del marxismo y la teoría crítica.

En un sentido ontológico, el esquema AGIL y sus

derivados son baluartes del modo de vida

norteamericano: el rol predominante de la

economía para una sociedad funcional; el actor

socializado y operante dentro de las normas, pero

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libre de jerarquías y normas coercitivas que lo

presionen.

Las teorías del conflicto, por otro lado,

vienen a exponer el contraargumento para lo

funcional-estructural. Ontológicamente, es más

clara su posición política como forma de

contestación frente a los fenómenos de la guerra.

Frente a la pregunta por el orden social, describe

las imperfecciones del sistema capitalista y

democrático como fundado en la inequidad de

posiciones sociales. Sus representantes, desde

Max Gluckman hasta Ralf Dahrendorf, fueron

fuertemente influenciados por el pensamiento de

Marx: en ellos es que los problemas de la

dominación y su consecuente respuesta en la

revolución, que sería posible mediante la adopción

de ideologías socialistas. El conflicto es oposición

al estado de cosas imperante, una alternativa al

conformismo funcionalista y sus implicaciones

infortunadas de desigualdad y dominación. Una

consecuencia de esta posición fue la falta de

homogeneidad –similar a cómo políticamente el

socialismo no era un bloque homogéneo –de sus

autores. Por un lado, nombres como Gluckman y

Dahrendorf no resuenan tanto como debería, por el

otro, complica lo que se entiende como teoría del

conflicto: ¿se incluyen a los Gramsci, a los Wright

Mills?

Más allá de las diferencias en términos

ontológicos, se puede visibilizar que el éxito del

estructural-funcionalismo depende de un contexto

sociohistórico. Discutir la política detrás puede

dejarse abierto a la interpretación, pero un hecho

más tangible es la necesidad de certidumbre en

sociedad para aceptar la viabilidad del estructural-

funcionalismo. Como ha notado Jeffrey Alexander

(1992), el éxito de la teoría parsoniana se entiende

como situacional: un escenario de postguerra en

donde Norteamérica ha triunfado por sobre los

efectos de la Gran Depresión y pasa por una

década libre de conflictos, mientras que el mundo

europeo se recupera de la guerra y los intelectuales

emigran en masa a Estados Unidos. La teoría de

sistemas (y la teoría general de la acción) eran

posibles porque se desenvolvían en un país que

parecía no tener conflictos: ―Parsons implícitamente

había asociado su nueva teoría con un desenlace

positivo para la sociedad de posguerra; si se

dudaba de este desenlace, también se dudaría de

la precisión de su teoría‖ (Alexander 1992: 101).

Con el resurgimiento de conflictos de clases y, más

aún, raciales (fue en 1955 cuando Rosa Parks se

negó a dejarle el asiento a un pasajero blanco),

además de la recuperación europea visible en el

logro del Estado de Bienestar, el carácter inmóvil

del estructuralismo deja que desear. Los

postulados de Parsons pierden gran parte de su

validez si no se cuenta con el axioma: ―el modelo

de socialización norteamericano es el más

propenso a la prosperidad‖68.

La microsociología como unidad funciona

como otro tipo de crítica. Políticamente, no es un

movimiento que presenta ideales opuestos al

68 Probablemente el caso más visible de esto sea ―Familia,

socialización e interacción‖, en donde Parsons hace el vínculo

entre la familia nuclear aislada, la división de roles en el hogar

y la fortuna económica.

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estructural-funcionalismo, ni se reconoce como su

rival; más bien, se crea al interior de la sociología

dominante, con todos sus conceptos interiorizados

hasta el hastío, y se plantea como alternativa más

no como reemplazo. Son las rebeliones de

sociólogos que no buscar trascender la teoría

parsoniana, porque son desde un principio

antiparsonianos. Si esta historia suena familiar, es

porque su descripción calza con cierto término

acuñado por entonces: es la palabra contracultural

la que se estaba pensando. La microsociología

puede entenderse como contracultura a los

teoremas dominantes. No es una oposición como la

que se da entre capitalismo y marxismo, sino que

es una alternativa de escape a las preguntas por el

orden donde se reemplazan los cómo por los por

qué. No es casualidad que la pregunta que

comparten varios de estos autores sea por la

situación de normalidad en un contexto de

individuos diversos con motivaciones discordante69.

Frente al mundo determinista que postulan las dos

oposiciones vigentes, encuentra una tercera opción

en el rescate de los individuos como aquellos que

producen coherencia y sentido en la sociedad. No

es poco lo que se comparte con otros movimientos

que surgirían al mismo tiempo: la microsociología

tiene mucho sentido contextual cuando se la ubica

junto a beatniks y hippies70.

69 Reveladora es la introducción a Frame Analysis, opus

magnus de Erving Goffman (1986). En ella, el autor aborda la

pregunta sobre la relevancia de lo microsocial, la sociología

basada en la subjetividad de las experiencias, y admite que

su labor es secundaria frente a las preguntas nucleares de la

sociología. 70 Un caso extremo es Garfinkel, cuya biografía tiene una cantidad desconcertante de paralelismos con los hijos de las flores que escaparían de sus suburbios: Estudiante de

Y en La respuesta latinoamericana, ¿qué

debería ser el tema de interés primario? Las teorías

de la dependencia nacen como un diálogo en

respuesta al estructuralismo imperante y a la

posterior discusión con los teóricos del conflicto,

con los que comparte la influencia marxista y

weberiana y que toma como precedente, pero que

no quiere ser una mera réplica de lo que ellos

dictan. El origen de las teorías de la dependencia

es irremediablemente contestatario, pues nace en

medio de las luchas entre los bloques capitalistas y

soviéticos por el dominio ideológico en el

continente latinoamericano. En un sentido similar a

las microsociologías, es una afirmación de

independencia ideológica por parte de los

intelectuales latinoamericanos.

La sociología post-Muro

Una vez declaradas las relaciones entre formas de

adquirir conocimiento e interés, habría que

introducirse en el centro del asunto: qué teorías se

están usando ahora en Latinoamérica, y con qué

fines.

La realidad es que el pensamiento

universalista sigue vigente y dominante a la hora de

producir conocimiento social en Latinoamérica.

Como una muestra, el trabajo de Pinilla Godoy,

Manríquez, Vargas e Ihnen (2009) es un estudio

exhaustivo donde se investiga la presencia de

autores latinoamericanos, a partir de una muestra

Parsons, abandonaría a su maestro para iniciar escuela al otro lado del país y se rebelaría contra la uniformidad del actor parsoniano. Las descripciones de los estudios metodológicos no estarían fuera de lugar en una biografía de Allan Kaprov.

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de 348 memorias de titulación en de las carreras de

Antropología Social y Sociología en la Universidad

de Chile, publicadas entre 1988 y 2007.

De la información obtenida es notable que,

si bien es cierto que los autores autodefinidos como

funcionalistas han sido relegados a un plano menor

(descartando la visión estructural-funcionalista de la

producción académica), la mayor parte de los

exponentes continuán siendo autores europeos que

trabajan con una sociología que se aborda desde la

estructura. Notable es el primer puesto indiscutible

de Pierre Bourdieu, que utiliza una concepción

marxista de estructura, pero que sigue siendo

estructura al fin y al cabo. Más problemático aun es

el hecho de que Bourdieu siempre trabajó desde su

propio campo: la sociedad francesa de mediados

de los setenta en adelante.

Por otro lado, por lo menos en el caso

chileno –el objeto de estudio– los representantes

de teorías de la dependencia son notorios por su

ausencia. Después de los europeos, son los

mismos chilenos quienes son los más citados en

las memorias. Una explicación consiste en que que

los debates de la teoría de dependencia no logran

romper con el paradigma original estructuralista

(Fredes y Cifuentes 2009). En el dualismo existente

entre el centro y la periferia, son todavía las

estructuras mayores las que determinan el

quehacer de los individuos y comunidades. Postula

una alternativa al pensamiento eurpeo y

norteamericano, pero a la vez continúa siendo

reduccionista a nivel de agencia. Pero al debilitarse

la politización detrás de cada teoría con la caida del

dualismo capitalismo/socialismo, las dependencias

pierden su particularidad de teoría hecha por y para

latinoamericanos. Por otra parte, las teorías

postmodernas aparecen como una alternativa más

interesante y atractiva para contrarrestar el dominio

de la estructura por sobre el individuo. Sobre esto

se hablará más adelante.

La producción intelectual latinoamericana

se funda en el principio de alteridad, pensandose

desde el principio como una excepción a la regla.

Consecuentemente, si un joven con los ojos

puestos en el futuro académico escribe una

memoria usando a Bourdieu como pilar teórico, es

dudoso que lo haga con la intención conciente de

ejercer una dominación intelectual y eliminar la

oportunidad de una visión latinoamericana del

mundo; más bien, recurre a Bourdieu porque su

teoría de campos culturales resulta de fácil

implementación, puede ser aplicado a cualquier

área de la vida cotidiana y es dificil de ser refutado

en el plano del debate.

Esto tiene también un lado peligroso:

cuando la aplicación de teoría se convierte en un

rellenado de matrices. El problema con la

apropiación de postulados externos no tiene tanto

que ver con el monopolio de conocimiento (aunque

no se niega esa discusión; simplemente no es

materia de este artículo), sino con su aplicación en

el terreno latinoamericano. Las criticas a teorías

universalistas suelen atacar a los productores en

primer lugar (Follari 2000), pero quizás sea tiempo

de reflexionar sobre el rol que tienen los

mediadores entre una teoría europea o

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norteamericana y una realidad latinoamericana: los

investigadores que la están aplicando a diario, y

que obvian o fingen ceguera frente a las

variaciones de una sociedad a otra.

La cuestión postmoderna: ¿Mismos

problemas?

Hace falta reservar un espacio para discutir el

marcado interés que muestra un no despreciable

sector de la población académica en Latinoamérica

hacia las teorías postmodernas.

Los nuevos acádemicos buscan en el

postmodernismo una alternativa a las concepciones

y definiciones impuestas por el sistema ideológico

primermundista, un sistema que no imponga los

baluartes racionalistas y que realce el carácter

subjetivo de una cultura distinta (Follari 2000). Con

la utilización de conceptos como relativismo,

alteridad y hegemonía, se abren las oportunidades

para estudiar una realidad distinta a la descrita por

estructuralistas y funcionalistas. Pero esto sólo trae

la consecuencia de que se reemplazan unos

términos con otros. Por mucho rechazo a las

grandes narrativas que exista, el postmodernismo

sigue siendo una tradición nacida exclusivamente

en esos mismos países; resultado directo de la

convivencia con esas denominaciones modernistas

que tanto se desprecian.

Por poner un ejemplo un tanto radical, el

postmodernismo anclado en estudios de

performance de Diana Taylor propone un estudio

de las performances en el contexto de las culturas

latinoamericanas. En Translating Performance

(2002) aborda el problema de que no existe la

difuminación del concepto Performance en estos

países, lo que traería confusión al nuevo

estudiante. La solución, aparentemente, es adoptar

una terminología que refleje lo local; para ello

plantea el uso de la palabra Ollín (―movimiento‖ en

Nahualt) o Areíto (canción-danza, antiguo dialecto

del Caribe) como sinómino de performance en

América Latina.

Concluye la autora:

Mi propuesta es que actuemos desde esa premisa

-que no nos comprendemos mutuamente- y

reconozcamos que cada esfuerzo en esa dirección

necesita dirigirse en contra de nociones de acceso

fácil, de descifrabilidad, y traductibilidad. Este

obstáculo desafía no sólo a los hablantes de

español o portugués que se enfrentan a una

palabra extranjera, sino a los angloparlantes que

creían que comprendían lo que significaba

‗performance‘ (Taylor 2002: 50).

Excepto que el Nahuatl es, para la mayoría

de los individuos latinoamericanos, tan extranjero

como el inglés o el francés, y no tiene diferencia

real respecto a performance en que es un término

impuesto por una estadounidense para el uso

universal de un sector reducido de la escena

intelectual.

En términos de subjetivización, se puede

pensar en términos de escalas, donde el

estructuralismo es el nadir, la fenomenología es un

punto medio, y el postmodernismo se alza glorioso

en el cénit de lo subjetivo. El problema con adoptar

teorías postmodernas reside en que nunca hubo un

proceso de adaptación, siendo las microsociologías

(y en particular Erving Goffman) el pavimentado de

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la ruta que saldó en los estudios de subjetivización.

Ignorando al intermediario, los acádemicos

latinoamericanos pasan de una serie de

definiciones a otra71. Lo que los enfoques

interaccionales pueden ofrecer (y, en general,

cualquier escuela fenomenológica) es la

observación de hechos presentes para la creación

de teorías ad hoc, una posibilidad ausente en la

mayoría de las corrientes sociológicas72.

Por un enfoque interaccional

A continuación se describen las ventajas y los

aportes que podría traer la microsociología al

estudio de la realidad latinoamericana. Se utiliza el

nombre interaccional para distinguir entre las

teorías microsociológicas que se basan en el

carácter de la performance, de los que se enfocan

en la acción comunicativa o la acción racional

individual. Con esto se busca acotar los terminos

que se manejan, con la intención de realizar un

desarrollo más óptimo y específico.

Dimensión política: El No-ciudadano

La idea de sociedad civilizada, cuando se

trata en las ciencias sociales, suele presuponer que

una sociedad es constituida de ciudadanos

71 Algunos autores han visto como un corpus teórico

demasiado orientado hacia el relativismo y los subjetivismos

pueden inducir en un discurso etnocentrista. Por ejemplo, ver

Larraín (1996).

72 Y esto es sin adentrarse en el tema de las deficiencias

metodológicas –o, en casos extremos, la escasez de

metodología– que darían para un libro entero.

(Giddens 1995; 1997). El concepto de ciudadano

requiere del concepto de individuo y es a partir de

las limitaciones que la definición otorga que es

posible hacer categorizaciones sociológicas (por

ejemplo, definir lo que se entiende por esfera

pública y espera privada). Pero en la investigación

de contextos latinoamericanos, partir dando estos

conceptos por hechos puede ser problemático.

Para empezar, habría que definir qué es lo

que se entiende por individuo. La concepción

moderna puede verse desde Descartes, quien

separa al individuo-sujeto del mundo-objeto. La

concepción de individuo como individualista es

visible en la obra de John Locke, donde el individuo

se encuentra, en su nacimiento, en una situación

de tabula rasa; una tabla en blanco que será escrita

por la educación y la experiencia. Esta visión está

sujeta a la concepción de individuo como

receptáculo de derechos y deberes, como miembro

de una sociedad. En Locke se encuentra que el

individuo puede consolidarse como tal debido a la

propiedad privada: en la separación entre lo que

pertenece a todos y lo que pertenece a él, surge la

alteridad entre un Yo y los elementos propios, y

otro y los elementos suyos.

El individuo como concepto toma fuerza

durante la Ilustración, donde se refuerza la idea de

una unidad con derechos y deberes, que participa

en la vía pública pero también se relega a lo

privado. Surge la noción del individuo ciudadano:

aquel que ejerce acción en el universo político y

social, que asume las responsabilidades del

contrato entre persona y sociedad. Y mientras que

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la democracia y el mercado se masifican, nace la

necesidad de constituirse como individuo para

defenderse de los posibles ataques al ámbito

privado; ya sea por el daño a la propiedad y a los

bienes, o bien por amenazas que pudieran destituir

a la persona de su capacidad para ejercer

derechos y deberes. Como consecuencia, se crean

los Derechos Universales del hombre, que apuntan

precisamente a proteger de los posibles daños

hacia el carácter individual.

Estas afirmaciones sobre lo que constituye

un individuo manifiestan los orígenes claramente

europeos del concepto. Lo que deja al aire la

cuestión de cuándo, precisamente, Latinoamérica

pasa a ser parte de esta historia. La respuesta es

que no hay con certeza un momento definido. Es

decir, las nociones de individuo no son el producto

de una evolución centenaria respecto a lo que se

entiende por hombre. Más bien, los conceptos son

exportados del mundo europeo (y después del

norteamericano) hacia las colonias; usualmente

una interpolación injustificada de definiciones

(Larraín 1996). Partiendo desde la constitución del

pueblo, donde no existía una distinción entre el yo y

los otros; más bien, nunca fue una distinción que

aceptara al otro como par. La alteridad siempre era

hacia otro inferior o superior, criollos y mestizos

(Morandé 1985).

No existe tampoco una responsabilidad

para con el mundo. El sistema estatal, la

democracia y el mercado, son todas fuerzas

externas y ajenas al universo comprendido para el

latinoamericano (ver Sorj y Martuccelli 2008).

Nunca se llevo a cabo el proceso de racionalización

que justificara la razón de ser de estos modelos;

nunca se hicieron las discusiones filosóficas que

acordaran la necesidad de esto. En cuanto al

pueblo, nunca fue poseedor de una esfera privada

y nunca firmó el contrato social: como resultado, les

fueron impuestos todos los deberes de un

ciudadano, pero sin ninguno de los derechos. Ni

siquiera podía jactarse de llamarse ciudadano en el

sentido de pertenecer a la ciudad: esta era una

dimensión donde se ejercía el trabajo, mientras que

la vida cotidiana se hacía en lugares apartados de

la esfera pública (Larraín 1996; Salazar y Pinto

1999). La evolución de los pueblos

latinoamericanos estaría marcada por un estar

afuera, de no pertenecer. Privados de la propiedad,

de la educación y la participación, resulta extraño

hablar de verdaderos individuos.

La cuestión por una sociología así debería

replantearse seriamente el ámbito de estudio al que

se quiere orientar. De no ser así, se avistan

problemas en el horizonte. No es posible entender

la relación entre sujeto y estructura como un

diálogo (Fredes y Cifuentes 2009). Más bien, debe

tenerse en cuenta que la relación del sujeto con la

estructura es informal, y que usualmente se realiza

en mediación con otros normativos y significativos.

―El problema latinoamericano residiría en que hay

más de un marco normativo vigente, asimismo a

que los individuos suelen no poseer los recursos y

condiciones necesarias para integrarse a los

sectores modernizados‖ (Ibíd.: 3 - 4). Igualmente,

sólo en relación con ellos puede captarse la

potencialidad para agencia: de allí tenemos la

voluminosa historia del colectivismo como vía

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alternativa a esta no-ciudadanía: partidos políticos,

movimientos obreros, sindicatos (ampliamente

documentado en Salazar y Pinto 1999). La acción

política, históricamente para Chile y Latinoamérica,

se ve como un ejercicio de asociatividad por

encima de una acción individual frente a los

poderes de Estado y Mercado; es esta

asociatividad la que ha conseguido la mayor parte

de los progresos en materias de derechos

humanos73 (Drake 2003). Hasta hoy, la presión por

mantener el rol de los colectivos es de peso

(Gutiérrez 2005; Soto y Hormazábal 2009).

Siguiendo está lógica, los estudios con un enfoque

interaccional serían los que posean mayores

probabilidades de captar la relación sujeto-

estructura.

Dimensión del trabajo y consumo: pugna de

racionalidades

Con La ética protestante y el espíritu del

capitalismo (2003), Max Weber popularizó el

concepto de Berufung o Vocation, cuyas

connotaciones son inexistentes en la lengua

española. En los idiomas protestantes, el

significado implica inspiración con que Dios llama a

algún estado; la idea subyacente es que los

cristianos sostienen que Dios ha creado a cada

hombre con talentos y capacidades orientados a un

73 Una cuestión sumamente hipotética es la posibilidad de que

la agencia colectivista destaca por haber generado mayores

progresos para el sujeto latinoamericano que la agencia

individualista de europeos y norteamericanos. Esto

dependería de la situación relativa en que unos y otros se

encontrasen.

propósito específico y a un estilo de vida

determinado. Esto se da en el protestantismo,

donde responder a esta llamada implica responder

a la misión asignada para la vida. Al contrario, la

concepción católica del trabajo se entiende como

fatalista, como una carga que llevar y que cumplir;

un castigo asignado a los hombres al ser exiliados

del paraíso.

Esta distinción es importante porque define

cómo se concibe el trabajo en distintas culturas:

aún cuando se hayan dado los procesos de

secularización en estas sociedades, vocation sigue

siendo una parte vital, cuyo significado implica una

inclinación a cualquier estado, profesión o carrera.

En este contexto, el trabajo es un ejercicio

altamente personalizado, necesariamente

vinculado a una decisión propia y, por tanto,

elemento primordial dentro de la forjación del sí

mismo. Naturalmente, una concepción así llevó a

los sociologos norteamericanos y europeos a

privilegiar el estudio del trabajo bajo estas

premisas: que es importante para el desarrollo

personal y comunitario, que es determinado (o al

menos influenciado) por tendencias individuales, y

que su ejecución implica un adoctrinamiento o

conformismo para con las instituciones. Lo que se

postula aquí es que quizás esta concepción nunca

haya sido la adecuada para el contexto

latinoamericano.

De partida, en Latinoamérica las visiones

sobre lo que conforman el trabajo distan bastante

de la vocation; empero, estas distinciones son más

comunes en historiadores que en sociólogos, y no

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se representan en el uso práctico. Una alternativa

bastante conocida es la interpretación esencialista

de Pedró Morandé (1985), donde la síntesis de las

culturas españolas e indígenas produjo una

sociedad orientada al sacrificio como pilar de la

cultura latinoamericana, orientada al ritual por

sobre la lógica. Después de las independencias, el

sacrificio pasa a ser un ritual individual pero que

todos comparten; el sacrificio corresponde a la

acumulación, al ahorro y también al consumo.

Trabajar, asimismo, no es una elección sino una

obligación-imposición.

Esto es comunmente interpretado como las

corrientes irracionalistas (Larraín 1996), donde los

miembros de estas otras culturas eran personas

con poca inteligencia y capacidad. La razón se

transforma en una forma de racismo. Entonces

ocurre una distinción entre la elite, que adopta los

modos racionales, y el pueblo que continúa siendo

ritualista o irracional. ―El criollo se autodefine por

una síntesis en el plano del "logos", el mestizo por

la síntesis en el plano del rito […] La formación de

los estados nacionales, la ruptura de la unidad

latinoamericana, el triunfo del positivismo y en

nuestro siglo el neomodernismo iluminista del

desarrollismo son fenómenos que se explican por

la síntesis criolla en el plano de la palabra‖

(Morandé 1985: 240).

Lo que lleva a la necesidad de estudiar el

trabajo y el consumo dentro del marco de

interacciones entre trabajadores, así como entre

niveles de jerarquías. Para ser concretos, en el

caso chileno puede verse en temas como la

dependencia hacia el otro como significativo en la

vida personal, o el asimilar al jefe como figura

paternal/patronal (Rodríguez, Majluf, Abarca y

Nureya 1999). También se debe tener en cuenta la

―flexibilidad laboral‖ (Gutiérrez 2005); es decir, que

no es omnipresente una división parsoniana

absoluta entre los temas de familia y trabajo, como

opuestos incompatibles. Hoy en día sigue siendo

muy presente en la predominancia del trabajo

informal, las relaciones tipo familia que se crean y

de las redes informales.

La distinción entre quienes no poseen ―el

espiritu‖ y quienes sí está presente hasta hoy en

día. Por ejemplo, el estudio de Joel Stillerman

Gender, Class and Generational Contexts for

Consumption in Contemporary Chile (2004)

demuestra que las antiguas virtudes del ahorro se

ven replanteadas en el uso de créditos: los

miembros de las clases más acomodadas limitan

su uso de créditos, bajo la premisa de que son las

facultades para el autocontrol y el rechazo a la

compra frívola las que permiten una vida sin

endeudamientos; las clases bajas, por otro lado,

recurren al crédito para paliar su propia

vulnerabilidad económica y obtener las

necesidades básicas.

El estudio de Van Bavel and Sell-Trujillo

Understandings of Consumerism in Chile (2003)

profundiza en esta diferencia desde las

racionalidades implícitas: quienes han sido

educados bajo los preceptos del rational choice

viven creyendo en que su bienestar es resultado de

la inteligencia y la educación, mientras que las

clases bajas fracasarían y se endeudarían por la

irracionalidad de sus actos de compra. Como

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demuestra el estudio, las clases bajas practican el

consumo hasta el endeudamiento para

desmarcarse de la clasificación de ser pobre, para

obtener respeto y para cultivar un sentido de

identidad y autoestima. Se descubrió que existía

una conciencia de las ventajas del ahorrar, pero

que practicarla se les hace imposible.

Por último, habría que mencionar que se

suele atacar a la sociedad neoliberal como

corruptora de los movimientos sociales de antaño,

como el final del espíritu colectivo y el inicio de una

vida egoísta y de retraimiento; el nuevo individuo

latinoamericano estaría solo, desprovisto de

movimientos sociales por los que defenderse frente

a las formas de dominación. Pero un estudio a nivel

de las interacciones debería explorar la otra cara

de la moneda: la capacidad de una sociedad de

mercado para generar agencia. Como se vio con

Locke, un requisito para la conceptualización del

individuo fue la idea de propiedad privada: los

objetos propios forman el mundo propio, creando la

separación entre lo público y lo privado:

La posibilidad de que uno mismo se perciba como

individuo se ha convertido en algo potencialmente

disponible a la sociedad en su conjunto: la

producción y el consumo de masas, la

generalización de sistemas de la información, así

como la extensión de los derechos sociales,

proporcionan a cada individuo en particular los

recursos que le posibilitan percibirse como un ser

social diferenciado. Dispone de un excedente de

recursos personales que puede invertir en

reflexionar sobre sí mismo y en construirse una

identidad autónoma (Melucci 2001: 76-77).

Dentro de todo, no es impensable imaginar

este escenario para el contexto latinoamericano.

Las reglas del mercado le son impuestas al sujeto;

empero, no existen intermediarios como en el juego

de la política. Cada compra es un voto, cada

decisión es una oportunidad para expresar una

preferencia. Siguiendo las reglas de un mercado

competitivo, incluso puede convertirse en su propio

representante, compitiendo con los grandes. El

sujeto, empoderado por los artificios del consumo,

obtiene inadvertidamente herramientas por las que

constituirse como individuo de una vez por todas.

Los movimientos sociales dependían del espíritu

colectivo, como una aceptación de lo imposible de

ser individuo, buscando la fuerza inaccesible por

medio de la unidad masificada. Su final bien podría

significar el volver a empezar esta búsqueda por la

formación de individuos agentes, que dependen de

sí mismos y de sus soportes para atravesar con

éxito lo cotidiano.

Estudiar a nivel del individuo se percibe

como un salto teórico necesario para comprender

las vidas de los sujetos después del movimiento

social. También cabe la pregunta de si este

individualismo sería superior o inferior al

desempeño colectivista de antaño.

Conclusiones

Los enfoques interaccionales permitirían entender

la construcción de sentido como una triple relación

entre uno, los otros (significativos y normativos) y la

estructura mayor. Frente a enfoques funcionalistas

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y estructuralistas, entregan una riqueza de datos

única y una atención a las particularidades,

evitando la imposición de categorías. Frente a

enfoques postmodernos, entregan información

fundamentada y enmarcada en fenómenos

observables. Decidirse con una corriente específica

aparece como un desafío en una época donde el

sentido de consecuencias ideológicas no es lo que

era antes, y por tanto no existen lealtades

decidoras hacia una u otra teoría. En este

escenario, el sociólogo debe aprovechar la libertad

para resolver su rumbo teórico.

Las microsociologías recuerdan que lo más

importante en sociología es la fidelidad con que se

interpretan las realidades personales. No se

pretende descubrir grandes axiomas universales

reduccionistas; al contrario, se abraza la

complejidad de lo situacional para examinar el

carácter humano. Como dijo George C. Homans

(1970): ―A veces pienso que las ciencias sociales

son criticadas como ciencias porque fallan al tratar

de hacer lo que una respetable ciencia física

hubiera siquiera intentado‖ (94). Tampoco se está

obligando a destituir un enfoque por otro: se

pueden trabajar a niveles complementarios. Repito

la observación de Goffman del análisis del

enmarcamiento (1986) como un nivel secundario,

que no aborda los temas nucleares de la sociedad.

Las teorías postmodernas, usadas sin

mayores consideraciones, acaban siendo una

repetición de los errores de antaño, asignando

categorías que tengan poco significado en un

contexto real, las mismas razones por las que se

criticaron las grandes teorías en primer lugar. Un

estudio que se enfoque en lo interaccional debe

iniciarse desde cero, con el mínimo de bagaje

académico de por medio, descubriendo realidades

a medida que se acerca a las personas. Será

posible entonces dejar que el sujeto

latinoamericano hable por sí mismo en lugar de

introducirle palabras en la boca.

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Después del nihilismo: de Nietzsche a Foucault

[Reseña]

Martín Hopenhayn, 2005 (Primera ed. de 1997),

Santiago: Editorial Andrés Bello

Francisco Salinas Lemus74

Las páginas escritas por el filósofo chileno-

argentino Martín Hopenhayn en su libro “Después

del nihilismo: de Nietzsche a Foucault” nos

introducen de lleno en una comprensión de nuestra

sociedad desde una semántica posmoderna. El

libro se pregunta por el sujeto, respecto a aquel

que es interpelado bajo dicho concepto y sobre la

carga histórica y filosófica que le acompaña. Pero

va más allá, cuestionándose respecto a lo que

emerge tras la dilución de su objeto trascendental.

En general, Hopenhayn se pregunta respecto a qué

buscaban los grandes relatos de la modernidad y

cómo se da su caída, vale decir, su interrogación

irrumpe de lleno en el tópico lo que queda tras las

―múltiples muertes de Dios‖. Pero, más en

concreto, su interés concierne a lo que ocurre con

un sujeto que aparentemente no tiene de donde

afirmarse tras la caída de los valores supremos de

la cultura occidental y de sus ulteriores epifanías,

visibles en hechos históricos tales como las guerras

mundiales o la caída del muro de Berlín.

Estas son la clase de problemáticas que el

autor desarrolla a lo largo de todo su libro, escrito

con gran prosa y de manera sumamente didáctica y

entretenida. Para ello evoca lo que él denomina su

―caja de herramientas‖ que, como filósofo,

corresponde a los autores con los que discute y/o

simpatiza para construir su propio aporte al

conocimiento. Este libro puede comprenderse tanto

como una introducción al pensamiento nietzschiano

y sus principales seguidores, como una reflexión

profunda sobre nuestra sociedad actual y,

74 Estudiante de sociología de la Pontificia Universidad

Católica de Chile y minor en filosofía de la misma institución.

particularmente, respecto al ser humano que se ve

obligado a vivir en ella.

Una de las mayores riquezas del libro

refiere al rigor conceptual con el que se desarrollan

los postulados de Nietzsche y sus sucesores.

Muchas veces lo postulado por esta clase de

pensamiento ha sido despectivamente

caracterizado como ―poético‖ por el mundo

académico, esto debido a que tendría más bien un

valor como estética que como reflexión crítica. No

obstante, en la sistematización que hace

Hopenhayn se busca mostrar que también puede

comprenderse esta perspectiva como algo rico en

ambos sentidos. Se trata de un entramado

conceptual que tiene un gran campo de

significados a explorar –muchos de ellos

vivenciales- y, allí radica su relevancia. Es que la

escritura de aforismos que aluden a imágenes

contingentes también se nutre de pensamientos

fuertes: la gaya ciencia, lo apolíneo y lo dionisiaco,

la genealogía, la voluntad de poderío, el olvido y el

nihilismo, son algunos de estos elementos que, si

bien pueden ser analizados en el pensamiento,

interpelan directamente al ser humano al que

refieren, a aquel que los vivencia y desarrolla en su

experiencia social y mundana.

Hopenhayn explora la ciencia, el arte, la

racionalización, la crítica, el simbolismo, el olvido,

el (sin) sentido y -por supuesto- la voluntad desde

una perspectiva sustentada en el pensamiento de

Nietzsche. Así el lector se va sumergiendo por los

doce capítulos que propone el libro, pero lo más

interesante es que entre ellos irrumpen dos

Opúsculos que resaltan de sobremanera por su

agudeza. El primero, hace una interpretación del

clásico pasaje ―Las tres transformaciones‖ de Así

habló Zaratustra, el segundo, ve cómo el

pensamiento nietzschiano invierte lo postulado en

el mito de la caverna de Platón. En ambos

episodios se ve el surgir del sujeto que interpreta

desde una perspectiva en la cual se va

estructurando privadamente a la par con un

desenvolvimiento de una voluntad que irrumpe

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como el olvido de un niño que, más allá de la

crítica, busca generarse autopoiéticamente. El

autor plantea la posibilidad de una síntesis entre el

extremo de perderse en lo trascendental y el

enclaustrarse al interior de la caverna. Nuestra

condición actual sería la de aquel que está en

tensión entre sumergirse en las grandes

estructuras y a su vez ser la fuente de sí mismo.

Mejor queda dicho en palabras del propio autor:

―En el umbral de la caverna, atascadas en la

entrada y en la salida –que es el mismo

umbral-, habitan la felicidad y la desgracia.

Miramos hacia afuera y deseamos el acceso

a las verdades universales que nos

dispensen de pensarnos y justificarnos, y

que nos auguren una inmortalidad apacible.

Miramos hacia adentro y queremos ser

singulares e irrepetibles‖ (pp. 140-141).

La invitación es a que el lector revise este

libro y se envuelva en sus temáticas y argumentos.

Así también es una invitación a interpretar una

interpretación de la verdad que -como bien dice el

autor parafraseando a Nietzsche- no busca

establecerse como verdad de la interpretación. Más

bien se trata de aquel que busca emanciparse en la

jovialidad creativa a la que lleva la hermenéutica

del texto. Es una invitación al diálogo con un

discurso y reflexionar en torno los matices

conceptuales propuestos por él, pero por sobre

todo, a sentirse interpelado como un habitante de

una realidad social que se hace eco en reflexiones

como la propuesta por Hopenhayn.

Es difícil encontrar ensayistas de calidad

en nuestro continente hoy en día, particularmente,

en nuestro país y en un ámbito en que la filosofía

coquetea con lo sociológico. Pero Martín

Hopenhayn se afirma como uno de los pocos con el

desplante para generar una obra de gran calidad y

punto de paso obligado para todo aquel con interés

en nuestra sociedad actual y aquello que queda

con sentido en ella. La propuesta del autor:

después del nihilismo el único fundamento que

queda vigente es la libertad creadora del sujeto

como punto de arranque emancipador. Esté el

lector de acuerdo o en desacuerdo con ello, lo

comprenda o no, le recomiendo plenamente la

lectura de este libro; sólo en la experiencia lectora

se irán zanjando las incógnitas y expectativas que

pudiera haber causado el presente escrito en su

persona.

La aceptabilidad del riesgo según las ciencias

sociales. [Reseña]

Mary Douglas (1996). Buenos Aires: Editorial

Paidós.

Juan Pablo Gonnet75.

La temática del riesgo ha sido materia de

profunda reflexión en las últimas obras de Mary

Douglas. La categoría de riesgo es para la autora

no tanto un indicador del estado del mundo, como

un indicador de la sociedad que observa a ese

mundo. Siguiendo la línea durkhemiana de Las

Formas Elementales de la Vida Religiosa, Douglas

considera que las categorías con las que

pensamos el mundo son categorías sociales, es

decir, conceptos que tienen un sustento en la

organización social que les da origen. El hecho de

que sean eficientes en la descripción del mundo es

prueba irremediable de su carácter social. Para

Douglas, el riesgo es claramente una de esas

categorías. En La aceptabilidad del Riesgo según

las ciencias sociales la autora desarrolla una

propuesta de sociología y antropología cognitiva

para el análisis del riesgo, o sea, un intento por

reconocer los fundamentos sociales de este modo

particular de definición del mundo. Esta propuesta

lleva a la necesidad de que la sociología evite

preguntarse por la realidad de los riesgos, y más

bien se enfoque en la interrogación acerca de los

modos en que se tematiza y se describe el riesgo al

interior de la sociedad.

75 Licenciado en Sociología de la Universidad Siglo 21 Córdoba y Magister© en Antropología Social en Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.

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Douglas parte del supuesto de que toda

sociedad enfrenta peligros. No obstante, distintas

sociedades prestan atención a distintos peligros, y

distintas sociedades perciben y describen peligros

de manera diferente. Es aquí donde las categorías

cognitivas juegan un papel central. No existen

juicios empíricos sobre situaciones problemáticas.

Las descripciones de los peligros que afectan a la

sociedad se hacen desde un orden social que nos

brinda un lenguaje desde el cual hablar de esto.

Este lenguaje es un medio fundamental para

controlar las incertidumbres y dar un orden a la

experiencia. Para Douglas, el riesgo es la categoría

conceptual distintiva de nuestras sociedades para

observar procesos críticos. El lenguaje del riesgo

es el dispositivo a partir del cual los distintos grupos

sociales describen peligros.

Es por esto que es un error pensar en la

percepción del riesgo como un fenómeno

individual. El riesgo es una construcción social que

afecta la percepción de la realidad. Nos brinda

determinada información y nos oculta otra; protege

determinados valores y las formas institucionales

que los acompañan. De aquí se desprende la

necesidad de vincular la percepción del riesgo con

una teoría cultural. ―Ninguna forma de conocimiento

tiene el privilegio de verse libre de las pasiones

culturales contemporáneas‖ (21). Todo peligro,

desastre, crisis o situación problemática debe

pensarse en relación a la organización social que la

describe. Los valores involucrados en esa

descripción son valores de las instituciones

involucradas en su evaluación.

La observación de riesgos es una

observación social y por lo tanto, moral. Douglas

plantea que no es posible pensar en una teoría del

conocimiento con independencia de una teoría de

la justicia. No existe una teoría del mundo no

mediada por la organización social a la que

pertenecemos. Esto se hace particularmente visible

cuando se discute acerca de la aceptabilidad de los

riesgos. Dicha discusión, implica un proceso

evaluativo y por consiguiente, convenciones

sociales, tipos de sociedad deseada, un sistema

ético, etc. Douglas observa que ni siquiera la

ciencia ha podido escapar a esto. Los análisis

sobre el riesgo que la ciencia produce hablan de

causas, probabilidades y estimaciones, no

obstante, ésta es incapaz de argumentar

objetivamente acerca de los criterios que definen lo

aceptable y lo riesgoso. Y cuando intenta hacer

esto, entra en el terreno cultural. Es decir, se

convierte en una institución que aplica sus valores

a la observación de la realidad.

Douglas considera que el pensamiento

científico ha estado caracterizado por tres

aproximaciones al riesgo que son cuestionables. La

aproximación técnica que concibe al riesgo como

algo susceptible de ser calculado, medido, contado

y graficado. Frente a estas mediciones se dice que

es posible categorizar a los riesgos y definir su

aceptabilidad-peligrosidad. La aproximación

ecológica que define al peligro y al riesgo como una

variable independiente que influye, afecta y

destruye otros ámbitos. Finalmente, la

aproximación de la ciencia cognitiva que utiliza el

modelo del agente racional. Es decir, la idea de un

sujeto que responde a la información sobre los

riesgos y actúa en consecuencia con el objeto de

maximizar su bienestar y buscar un orden. Para

Douglas, todos estos planteos, que se han

institucionalizado en las ciencias sociales, olvidan

la dimensión social y cultural en el análisis del

riesgo. Los riesgos están incrustados en la vida

social; por ello, todo diagnóstico sobre ellos es

necesariamente un diagnóstico cultural.

La percepción del riesgo no es un proceso

cognitivo-objetivo-universal y tampoco es un

proceso cognitivo-subjetivo-individual. La

percepción es un proceso cognitivo social que se

vincula con las instituciones aprendidas

culturalmente. Douglas plantea que cuando

hablamos de riesgos se desencadenan procesos

de atribución de responsabilidad, de probabilidad,

de causalidad, de orden, de culpa, etc., que

responden a un entorno social que refuerza y

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selecciona los contenidos de estos procedimientos.

Las actitudes ante el riesgo tienen de este modo,

una naturaleza social. ―La experiencia que los

seres humanos tienen de su entorno es mediada

por las categorías conceptuales elaboradas durante

la interacción social…‖ (68). Douglas menciona que

un huracán o un terremoto son considerados

―desastres naturales‖, éstos son eventos

incuestionables, pero ―desastres‖ es una categoría

cultural que interviene en la interpretación del

evento. Así, Douglas remarca que no puede haber

un estudio serio sobre los riesgos si no se da

cuenta de los procesos sociales que influyen en la

percepción. Una cita es ilustrativa de este punto:

―La atención humana se guía por el interés en

sobrevivir. Pero para los humanos la supervivencia

incluye el tipo humano de comunicación y ello

implica el establecimiento de categorías

conceptuales para el discurso público‖ (71).

En cuanto a la historia conceptual del

riesgo, Douglas reconoce su origen en el siglo XVII

y XVIII en la estadística y las matemáticas. El

riesgo se vincula aquí a la posibilidad de desarrollar

inferencias y sacar conclusiones aceptables

asumiendo riesgos en los procedimientos de

cálculo. En el siglo XIX, la idea de riesgo se va a

trasladar a la economía de la empresa y al análisis

de la probabilidad de obtener ganancias a partir de

determinadas decisiones. En este ámbito, el riesgo

es una dimensión incorporada en las decisiones

económicas acerca de la utilidad esperada. El

riesgo está asociado a un efecto positivo, la

probabilidad de obtener ganancias. En estas dos

primeras instancias, el riesgo no posee una

impronta negativa, es un medio para tomar

decisiones que son consideradas beneficiosas.

Douglas observa que es recién a mediados del

siglo XX cuando el concepto de riesgo se comienza

a vincular con la idea de peligro. La razón de esto

radica en que la idea de riesgo trae aparejado un

―aura‖ de cientificidad (dada su relación histórica

con la probabilidad y el cálculo objetivo) que la

categoría de peligro no posee. El riesgo es una

categoría cultural que hace al peligro materia de

cuantificación, evaluación objetiva y predicción.

Esto ha llevado, según Douglas, a que olvidemos

las raíces culturales vinculadas a la interpretación

del peligro.

El hecho de que los riesgos sean

percibidos como naturales y objetivos explica, para

la autora, que los riesgos sean asuntos políticos. La

naturalización de su existencia implica un esfuerzo

por legitimar explicaciones y ejercer presión en las

explicaciones del infortunio. La naturalización de

los riesgos se produce en el contexto de procesos

de institucionalización que definen determinadas

expectativas y así, dan apoyo y estabilidad al

régimen social. Esto da cuenta del hecho de que

incluso peligros totalmente novedosos puedan ser

tratados, reconocidos y comprendidos. A pesar de

la utilización del riesgo como técnica de coacción,

ésta no se encuentra incorporada en el discurso

acerca del riesgo. ―Hacerlo exigiría una hipótesis de

que los riesgos reconocidos ejercen funciones de

mantenimiento del sistema (…) [aquí] el sistema

sería la unidad social que utiliza los peligros

provenientes de la naturaleza para asegurar la

sumisión de sus propios miembros‖ (97). De esta

manera, Douglas rompe con la discontinuidad

cultura/naturaleza; en el riesgo, la distinción misma

es una distinción culturalmente situada. La cultura

es el principio codificador por el que se conocen los

peligros (109).

A pesar de esto, Douglas no plantea que la

cultura y las instituciones sean meras cegadoras de

riesgos ―reales‖, más bien, son fundamentales para

tratar con ellos. Los entornos institucionales

constituyen métodos para simplificar selecciones

complejas, constituyen estrategias de seguridad

que hacen justificables a nuestras decisiones. La

sociedad y las instituciones economizan esfuerzos

(cognitivos y operativos), facilitando el tratamiento

rápido de los problemas. Así, el hecho de que la

experiencia del riesgo sea una experiencia

profundamente acoplada a la sociedad no

constituye una limitación, más bien es su condición

de posibilidad.

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De lo dicho hasta aquí se deduce la

imposibilidad de estudiar al riesgo desde la

perspectiva de los individuos. La mayoría de los

riesgos de nuestras sociedades son imperceptibles

para los individuos. Para estudiar el riesgo es

necesario prestarle atención a las instituciones que

los perciben. Las instituciones procesan decisiones

y definen una racionalidad específica con la cual

definir al riesgo. Según la institución que observe

tendremos distintos formas de atribución de

responsabilidad y culpabilidad, distintas tipos de

juicios y distintas explicaciones acerca del riesgo.

En este sentido, Douglas es categórica y establece

que estas descripciones institucionales del riesgo

tienen la función latente de reafirmar esas mismas

instituciones (sociabilidad de los miembros,

incremento de la solidaridad, definición de fronteras

sociales, mantención de sistemas de status, etc.).

―Las instituciones utilizan el riesgo para controlar

las incertidumbres respecto de la conducta

humana, para reforzar normas y para facilitar la

coordinación‖ (143).

En relación a la pregunta por cuáles son

estas instituciones que median las interpretaciones

del riesgo, Douglas menciona que todavía no existe

una tipología adecuada que de cuenta del grado de

diferenciación social de la sociedad

contemporánea. A pesar de esto, Douglas propone

tres formas institucionales que son típicas de la

modernidad: Burocracia (Jerarquía), Mercado

(Individualismo) y Voluntarismo (asociativismo).

Estas tres instituciones implican tres modos

distintos de decidir y problematizar el riesgo. La

burocracia es un modo de entender al mundo

desde valores jerárquicos y desde reglas

procedimentales. Esto lleva a que estas

instituciones no sean proclives a la identificación de

riesgos. El respeto por lo que siempre ha sido,

limita la incorporación de nuevas informaciones.

Cuando los riesgos aparecen estos se definen

como controlables y manejables de acuerdo a los

medios y prácticas usuales. En cuanto al mercado,

éste responde a una visión individualista de la

sociedad. Las decisiones se toman desde la

perspectiva de la teoría de la utilidad y de los

costos marginales. En el mercado lo central es la

optimización del beneficio. Los riesgos que se

desprenden de este marco institucional tienen que

ver con todos aquellas situaciones que afectan al

sistema de intercambio y a la autonomía de sus

miembros. Douglas considera que estas dos

instituciones son poco propensas a la identificación

de riesgos, sus lógicas hacen que se orienten

demasiado hacia sus procesos internos, dejando

de lado circunstancias externas. Es por esto que la

autora no discute demasiado estos modelos; no

son ámbitos en donde el riesgo sea una

preocupación permanente.

Douglas presta mucho más atención al

voluntarismo.76 Es posible que esto tenga que ver

con la emergencia en los últimos años de distintos

tipos de organizaciones dedicadas al tratamiento

del riesgo que funcionan con independencia del

mercado y de la burocracia. Douglas considera que

este tipo de organizaciones son mucho más

proclives a identificar riesgos que las otras dos

instituciones. Las asociaciones voluntarias son

organizaciones que están atravesadas por

problemas de solidaridad y de mantención del

grupo. Siguiendo la teoría de la acción colectiva de

Olson, Douglas considera que estas asociaciones

se caracterizan por constantes problemas

organizativos. Al no utilizar ni mecanismos de

orden jerárquico, ni mecanismos de mercado para

controlar a sus miembros, estas organizaciones

son altamente inestables. En este punto, Douglas

encuentra la exclusiva capacidad de estas

organizaciones para hablar de riesgos. Estas

organizaciones ―…utilizan el riesgo para resolver

problemas de lealtad de sus seguidores; en cada

caso, la respuesta al infortunio es incorporada a la

estructura institucional y utilizada para resolver

76 En otro trabajo Douglas habla de Clan, Secta, Instituciones de frontera (border). Véase Risk and Culture, Mary Douglas y Aaron Wildavski, 1983, University of California Press, Los Angeles.

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diversos problemas organizativos‖ (149). Las ideas

de ―conspiración cósmica‖ o las ―estrategias de

denuncia‖ son características de un modo

institucional que necesita de la magnificación de un

peligro externo para su auto-organización

(reproducción). De esta manera, Douglas muestra

que los riesgos sociales están directamente ligados

a los modos de organización social. Este análisis le

permite a la autora demostrar la pertinencia de

pensar los modos institucionales para poder

investigar y analizar las percepciones del riesgo.

Para finalizar, podemos decir que el trabajo

de Douglas restituye el proyecto durkhemiano

consistente en analizar la vinculación entre formas

de pensamiento y organización social. Si un modo

de pensamiento se vuelve pertinente y efectivo

para pensar la sociedad, es porque en su

constitución han actuado las fuerzas de lo social.

Douglas nos brinda la oportunidad de pensar al

riesgo, la crisis, la catástrofe y el desastre no como

meras descripciones del mundo sino como ideas

significativas que nos hacemos del mundo para

ordenar nuestra experiencia y reproducir nuestras

instituciones. Las descripciones del mundo tienen

más que ver con el observador que con lo

observado. El estudio del riesgo es el estudio de

las instituciones que lo tematizan.

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