n01 completo
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Primer número de la revista Hábitat y SociedadTRANSCRIPT
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Promueve
Comisión Académica del Máster Propio en Gestión Social del Hábitat. Universidad de Sevilla
Apoyan
Grupos de investigación:
ADICI: Aula Digital de la Ciudad. HUM810. Responsable: Esteban de Manuel Jerez
AREA: Análisis Regional: Economía Andaluza. SEJ217. Responsable: Manuel Delgado Cabeza
CESPYD: Grupo de Investigación Coalición para el Estudio del Poder, la Salud y la Diversidad. HUM873.
Responsable: Manuel García Ramírez
DIE: Didáctica e Investigación Escolar. HUM319. Responsable: Rafael Porlán Ariza
GDRU: Grupo Geografía y Desarrollo Regional y Urbano. HUM177. Responsable: Rocío Silva Pérez
GIEST: Grupo de Investigación Estructuras y Sistemas Territoriales. HUM396. Responsable: Juan Francisco
Ojeda Rivera
GISAP: Grupo de Investigación Social y Acción Participativa. SEJ218. Responsable: Javier Escalera Reyes
Grupo Ecología de Sistemas Agrarios, Ganaderos y Forestales. RNM318. Responsable: Rocío Fernández
Alés
Maquetación y edición electrónica
Covadonga Varela Castejón
Imagen gráfica
Alejandro González
Sede científica y Redacción de Hábitat y Sociedad
Máster Propio en Gestión Social del Hábitat, Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad de Sevilla. Avda.
Reina Mercedes, nº 2. 41013 Sevilla. E-mail: [email protected]
Publica
Máster Propio en Gestión Social del Hábitat. Universidad de Sevilla
I.S.S.N.: 2173-125X
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Estructura editorial
Director
Esteban de Manuel Jerez, Universidad de Sevilla, Dr. Arquitecto
Secretarios
Nicolás de Alba Fernández, Universidad de Sevilla, Dr. en Pedagogía
Antonio García García, Universidad Pablo de Olavide, Dr. en Geografía
Comité Editorial
Esteban de Manuel Jerez, Universidad de Sevilla, Dr. Arquitecto
Juan Francisco Ojeda Rivera, Universidad Pablo de Olavide, Dr. en Geografía
Luis Andrés Zambrana, Universidad de Sevilla, Economista
Francisco F. García Pérez, Universidad de Sevilla, Dr. en Pedagogía
Vicente Manzano Arrondo, Universidad de Sevilla, Dr. en Psicología
Fernando Sancho Royo, Universidad de Sevilla, Dr. en Biología
Víctor Fernández Salinas, Universidad de Sevilla, Dr. en Geografía
Javier Escalera Reyes, Universidad Pablo de Olavide, Dr. en Antropología
Pedro Lorenzo Gálligo, Universidad Politécnica de Cataluña, Dr. Arquitecto
Consejo Asesor
François Audigier, Université de Genève, Suiza, Dr. investigador en Didáctica de las Ciencias Sociales
Horacio Capel Sáez, Universidad de Barcelona, Dr. en Geografía
Jaume Carbonell Sebarroja, Universidad de Vic, Barcelona, Director de Cuadernos de Pedagogía
Josefina Cruz Villalón, Universidad de Sevilla, Dra. en Geografía
Ramón Fernández Durán, Ecologistas en Acción, Dr. Ingeniero de Caminos
Carlos González Lobo, Universidad Nacional Autónoma de México, Dr. Arquitecto
Jaime López de Asiaín, Universidad de Sevilla, Dr. Arquitecto
Enrique Ortiz, Ex-presidente de Habitat International Coalition, México, Arquitecto
Víctor Saúl Pelli, Universidad Nacional del Nordeste, Argentina, Arquitecto
Víctor Pérez Escolano, Universidad de Sevilla, Dr. Arquitecto
Rafael Porlán Ariza, Universidad de Sevilla, Dr. en Ciencias de la Educación
Rocío Silva Pérez, Universidad de Sevilla, Dra. en Geografía
Ana Sugranyes, Secretaria General de Coalición Nacional para el Hábitat, Chile, Arquitecta
Francesco Tonucci, Investigador del Istituto di Psicologia del Consiglio Nazionale delle Ricerche, Roma
Florencio Zoido Naranjo, Universidad de Sevilla, Dr. en Geografía
Consejo de Redacción
Doraci Alves Lopes, Pontificia Universidad Católica de Campinas, Brasil, Dra. en Sociología
Nicolás de Alba Fernández, Universidad de Sevilla, Dr. en Pedagogía
Vicente J. Díaz García, Hábitat y Desarrollo, Las Palmas de Gran Canaria, Arquitecto
Antonio García García, Universidad Pablo de Olavide, Dr. en Geografía
José Mª López Medina, Universidad de Sevilla, Arquitecto
Marina Lora Chapela, Becaria del Máster en Gestión Social del Hábitat, Arquitecta
Alberto Matarán Ruiz, Universidad de Granada, Dr. en Ciencias Ambientales
Antonio Melo Montero, Universidad de Sevilla, Arquitecto
Luis Morales Carballo, Biólogo consultor, Sevilla
María Bernabela Pelli, Universidad Nacional del Nordeste, Argentina
Darinka Czischke, European Social Housing Observatory, Bruselas, Dra. en Sociología
Francisco José Torres Gutiérrez, Universidad Pablo de Olavide, Dr. en Geografía
Covadonga Varela Castejón, Becaria del Máster en Gestión Social del Hábitat, Arquitecta
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Comité Científico
Federico Aguilera Klink, Universidad de La Laguna, Dr. en Economía
Julio Alguacil Gómez, Universidad Carlos III de Madrid, Dr. en Sociología
Chantal Aspe, Université de Provence, Francia, Socióloga
Beatrice Borghi, Università di Bologna, Italia, Dra. en Historia
Antonio Cano Orellana, Universidad de Sevilla, Dr. en Economía
Inmaculada Caravaca Barroso, Universidad de Sevilla, Dra. en Geografía
Sergio Claudino, Universidade de Lisboa, Portugal, Dr. en Geografía.
Fernando Conde Gutiérrez del Álamo, CIMOP, S.A., Madrid, Sociólogo
Manuel Delgado Cabeza, Universidad de Sevilla, Dr. en Economía
Pablo Diáñez Rubio, Universidad de Sevilla, Dr. Arquitecto
Mariana Enet, Universidad Nacional del Nordeste, Argentina
Eduardo García Díaz, Universidad de Sevilla, Dr. en Ciencias de la Educación
Luz Marina García Herrera, Universidad de La Laguna, Dra. en Geografía
Manuel García Ramírez, Universidad de Sevilla, Dr. en Psicología
Carlos Gabriel García Vázquez, Universidad de Sevilla, Dr. Arquitecto
Philippe Haeberli, Université de Genève, Suiza, Dr. en Ciencias de la Educación
Jesús Leal Maldonado, Universidad Complutense, Dr. en Sociología
Rafael Lucas Ruiz, Universidad de Sevilla, Dr. Arquitecto
Ricardo Marqués Sillero, Universidad de Sevilla, Dr. en Ciencias Químicas
Carolina Márquez Guerrero, Universidad de Sevilla, Dra. en Economía
Jaume Martínez Bonafé, Universidad de Valencia, Dr. en Pedagogía
Rosendo Mesías, Coordinador GTM/PDHL de La Habana Vieja, Cuba
Josep Mª Montaner Martorell, Universidad Politécnica de Cataluña, Dr. Arquitecto
Manuel Montañés Serrano, Universidad de Valladolid, Dr. en Sociología
José Mora Galiana, Universidad Pablo de Olavide, Dr. en Filosofía
Leandro del Moral Ituarte, Universidad de Sevilla, Dr. en Geografía
José Ramón Moreno García, Universidad de Sevilla, Arquitecto
Zaída Muxí Martínez, Universidad Politécnica de Barcelona, Dra. Arquitecta
Onofre Rullán Salamanca, Universidad de las Islas Baleares, Dr. en Geografía
Fernando Sabaté Bel, Universidad de La Laguna, Dr. en Geografía
Julián Salas Serrano, Universidad Politécnica de Madrid, Dr. Ingeniero
Domingo Sánchez Fuentes, Universidad de Sevilla, Dr. Arquitecto
Rubén Sepúlveda, Universidad de Chile, Dr. Arquitecto
María Fernanda Pita López, Universidad de Sevilla, Dra. en Geografía
Xosé Manuel Souto González, Profesor de Secundaria, Universidad de Valencia, Dr. en Geografía
Raúl Vallés, Universidad de la República, Montevideo, Arquitecto
Isabela Velázquez Valoria, GEA 21, Madrid, Arquitecta
Carlos Verdaguer Viana-Cárdenas, Universidad Politécnica de Madrid, Arquitecto
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Nº 1, noviembre de 2010: Producción y Gestión Social del Hábitat
Coordinadores: Esteban de Manuel Jerez y Francisco F. García Pérez
PRESENTACIÓN DEL NÚMERO p. 7-10
ARTÍCULOS MONOGRÁFICOS
Construyendo triángulos para la gestión social del hábitat. Esteban de Manuel Jerez p. 13-37
La gestión de la producción social del hábitat. Victor Saúl Pelli p. 39-54
Derecho a la ciudad, producción social y gestión participativa del hábitat. La promoción
de iniciativas comunitarias incluyentes en la Ciudad de México. Enrique Ortiz p. 55-70
El derecho de la ciudad. Praxis de la utopía. Ana Sugranyes p. 71-79
OTROS ARTÍCULOS
Metodologías participativas para la gestión social del hábitat. Jose María López Medina p. 83-103
A produção e gestão da habitação de interesse social: estudo de caso no Brasil. Glacir
Teresinha Fricke; Jane Tassinari Fantinelli; Rosana Soares Bertocco Parisi p. 105-120
Reflexiones sobre la enseñanza y la investigación tecnológica para la vivienda de las ma-
yorías. Julián Salas p. 121-131
Algumas experiências acadêmicas em habitação de interesse social na região sudeste do
Brasil: regularização fundiária em municípios entre as regiões metropolitanas de Campi-
nas e São Paulo. Glacir Teresinha Fricke; Jairo Bastidas; Sergio Quaglia p. 133-149
LED (Libros, Eventos, Debates)
XVI Encuentro de la Red Universitaria Latinoamericana de Cátedras de Vivienda
(ULACAV). Montevideo, 2010. Sharon Recalde; Marta Solanas; Raúl Vallés p. 153-160
Objetivos y alcances de los Relatores Especiales sobre la vivienda adecuada de Nacio-
nes Unidas. Roberto Goycoolea Prado; Paz Núñez Martí p. 161-167
Las “tomas” de tierras y el problema de la vivienda en Latinoamérica. Antonio Melo p. 169-173
Jornadas de Arquitectura y Cooperación al Desarrollo. Esteban de Manuel Jerez; Ma-
nuel J. Martín Hernández p. 175-179
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EVALUADORES DEL NÚMERO 1. NOVIEMBRE 2010.
PRODUCCIÓN Y GESTIÓN SOCIAL DEL HÁBITAT
Nicolás de Alba Fernández, Universidad de Sevilla, Dr. en Pedagogía
Doraci Alves Lopes, Pontificia Universidad Católica de Campinas, Brasil, Dra. en Sociología
Antonio Cano Orellana, Universidad de Sevilla, Dr. en Economía
Luis Castro Nogueira, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Dr. en Filosofía
Sergio Claudino, Universidade de Lisboa, Portugal, Dr. en Geografía.
Fernando Conde Gutiérrez del Álamo, CIMOP, S.A., Madrid, Sociólogo
Mariana Enet, Universidad Nacional del Nordeste, Argentina
Javier Escalera Reyes, Universidad Pablo de Olavide, Dr. en Antropología
Francisco F. García Pérez, Universidad de Sevilla, Dr. en Pedagogía
Rafael Lucas Ruiz, Universidad de Sevilla, Dr. Arquitecto
Esteban de Manuel Jerez, Universidad de Sevilla, Dr. Arquitecto
Antonio Melo Montero, Universidad de Sevilla, Arquitecto
Juan Francisco Ojeda Rivera, Universidad Pablo de Olavide, Dr. en Geografía
Luisa Saavedra Jiménez, Trabajadora Social, Experto universitario en Metodologías participativas y ciudadanía.
Rubén Sepúlveda, Universidad de Chile, Dr. Arquitecto
Xosé Manuel Souto González, Profesor de Secundaria, Universidad de Valencia, Dr. en Geografía
Isabela Velázquez Valoria, GEA 21, Madrid, Arquitecta
Carlos Verdaguer Viana-Cárdenas, Universidad Politécnica de Madrid, Arquitecto
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Número 1 Noviembre 2010: Producción y Gestión Social del Hábitat
Coordinadores
Esteban de Manuel Jerez; Francisco F. Gracía Pérez
Presentación del número 1
Esteban de Manuel Jerez
Escuela Técnica Superior de Arquitectura. Universidad de Sevilla
Con este primer número, que tiene por tema monográfico la Producción y la Gestión Social del Hábitat, nace
el proyecto de la Revista Hábitat y Sociedad con el propósito de impulsar la creación de un ámbito interdis-
ciplinar desde el que abordar de forma compleja la relación entre la sociedad humana y su hábitat. La inter-
acción del ser humano con su entorno está transformando de forma acelerada la geosfera y la biosfera,
produciendo alteraciones climáticas y agotamiento de recursos. Al mismo tiempo, el acelerado proceso de
urbanización iniciado con la industrialización y las desigualdades sociales exacerbadas por este proceso es-
tán generando tensiones de diverso orden, presiones migratorias del campo a la ciudad y de los países peri-
féricos a los centrales. La globalización económica, con la absoluta primacía de la dimensión financiera, de
naturaleza especulativa, sobre la economía y la sociedad, está provocando así mismo fuertes dualizaciones
sociales y territoriales. Con esta revista queremos contribuir a impulsar la difusión de artículos científicos
que aborden líneas de investigación y acción transformadoras en relación con estas problemáticas, de vital
importancia para el devenir de nuestra sociedad.
El paradigma de la producción y gestión social del hábitat se propone como modelo que viene a tratar de
equilibrar el desorden introducido por un mercado inmobiliario orientado a producir viviendas como objeto de
inversión antes que destinadas a cubrir una necesidad humana fundamental. La promoción de viviendas por
el mercado deja a éstas fuera del alcance de la mayor parte de la población. La promoción pública de vi-
vienda resulta insuficiente para atender a la demanda no satisfecha por el mercado y desde los años ochen-
ta, con el predominio de las políticas neoliberales, ha retrocedido hasta casi ser anecdótica. Ante esta situa-
ción, la población de los países en vías de industrialización resuelve por sí misma su necesidad de vivienda
generando fenómenos como los asentamientos humanos informales en las periferias de las ciudades. En
los países industrializados, que ya vivieron este fenómeno, emergen movimientos de protesta, como el es-
pañol “V de Vivienda”, que denuncian que la vivienda es un derecho antes que una inversión especulativa,
los movimientos okupas o nuevas iniciativas sociales que promueven viviendas cooperativas con un fuerte
componente comunitario y autogestionario.
El paradigma de la Producción y Gestión Social del Hábitat surge en América Latina, para caracterizar estos
fenómenos autogestionarios informales, que generan soluciones insatisfactorias, y darles soporte técnico y
político. De este modo, se pretende generar soluciones más satisfactorias convirtiendo lo que es percibido
como problema, la informalidad, en parte de la solución. Aprovechando las capacidades de la población, a
través de su implicación activa en todo el proceso de producción y gestión, con nuevas políticas que apoyan
la autogestión, regulándola, dándole soporte técnico y facilitando el acceso al crédito, se generan soluciones
progresivamente más adecuadas. Este paradigma adquiere actualidad ahora en Europa, poniendo el énfa-
sis más en la gestión que en la producción, para tratar de afrontar situaciones complejas desde el punto de
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vista social y habitacional, particularmente las derivadas de la gestión de los barrios producidos por las polí-
ticas sociales de vivienda de los años 50 a 70, de corte asistencialista y con un fuerte componente de se-
gregación social, así como para promover la iniciativa social en la solución del problema de la vivienda e in-
troducir principios de democracia participativa en el planeamiento urbano y territorial.
Este primer número aborda, a través de varios artículos, un acercamiento conceptual a estos temas a través
de aportaciones teóricas, metodológicas y de la presentación de casos.
La revista se abre –en su apartado monográfico- con un primer artículo de su director, Esteban de Manuel
Jerez, “Construyendo triángulos para la gestión social del hábitat”, en el que, apoyándose en el paradigma
del pensamiento complejo, aborda la definición de los conceptos de hábitat, hábitat social, producción y ges-
tión social del hábitat, así como del modo en que estos temas pueden ser abordados desde la universidad
desde una perspectiva compleja, en la que interaccionan investigación, acción y educación, todas ellas en el
marco de un proyecto transformador.
A continuación, con carácter excepcional, aparecen dos textos procedentes de conferencias relevantes, pa-
ra cuya publicación hemos solicitado autorización a sus autores, que son autoridades de referencia interna-
cional como auténticos impulsores y constructores de este paradigma: Víctor S. Pelli y Enrique Ortiz. La
conferencia del arquitecto Víctor Pelli, “La gestión de la producción social del hábitat”, nuestro segundo ar-
tículo, se enmarca en el acto de apertura del Máster Propio en Gestión Social del Hábitat de la Universidad
de Sevilla. Acto con el que la comisión académica de este curso, promotora a su vez de esta revista, quiso
rendir homenaje a la trayectoria profesional, investigadora y teórica de este autor, que viene inspirando a
varias generaciones de profesionales del hábitat del ámbito latinoamericano. En su conferencia magistral,
Víctor Pelli funda los cimientos de la formación especializada en la producción y gestión social del hábitat,
introduciendo los conceptos clave y las estrategias que han de ser desarrolladas en la misma.
En tercer lugar publicamos la conferencia que impartió el arquitecto mexicano Enrique Ortiz en la Conferen-
cia Internacional Sobre Urbanización y Desarrollo Comunitario en China en la Globalización. El autor, que
durante tantos años fuera presidente de Habitat International Coalition (H.I.C.), es maestro reconocido de
todos los que con él han desarrollado este campo de acción y reflexión durante más de cuatro décadas. En
su conferencia aborda los tres temas estratégicos desarrollados por los movimientos sociales urbanos: el
derecho a la ciudad, la producción social del hábitat y la gestión participativa del hábitat. Apoyándose en un
amplio estudio de más de cuarenta experiencias latinoamericanas, propone una matriz para sistematizar el
análisis de iniciativas de producción y gestión social del hábitat. El artículo incluye las fichas de tres casos
que son referencia internacional: la cooperativa de vivienda Unión de Palo Alto en México D.F., la primera
que registra en esta ciudad la propiedad a nombre de la cooperativa y establece un contrato de uso con los
cooperativistas; la experiencia de producción y gestión social integral del barrio de Cananea en Iztapalapa,
también en México D.F.; y la tercera, que describe el conjunto habitacional El Capulín en Naucalpán de Juá-
rez, Estado de México, en la que destaca la relación entre gestión social y mejoramiento ambiental.
Ana Sugranyes, secretaria general de H.I.C., firma un artículo complementario del anterior “El derecho a la
ciudad: Praxis de la utopía”. Desarrolla el concepto de “derecho a la ciudad”, desde su construcción en
Francia, a final de la década de los 60, por el filósofo y sociólogo francés Henri Lefebvre, hasta su desarrollo
en la década de los 90, para articular propuestas políticas para el hábitat alternativas a la que se estaban
imponiendo desde el neoliberalismo en toda América Latina y el resto del mundo. Formula este derecho tal
y como se concretó en la Carta por el Derecho a la Ciudad promovida por H.I.C. y da cuenta de los logros
de los movimientos sociales ciudadanos que han promovido este derecho consiguiendo que sea incluido en
la Constitución de Ecuador, el Estatuto de la Ciudad, de Brasil, y la Carta por el Derecho a la Ciudad, del
Distrito Federal de México.
El artículo de José María López Medina, “Metodologías participativas para la gestión social del hábitat”, ini-
cia la sección dedicada a otros artículos –que, en el caso de este primer número, completan el tratamiento
de la temática central- realizando un recorrido a través de las aproximaciones y confluencias, que se han
producido en este ámbito, de propuestas procedentes de la arquitectura y las ciencias sociales hasta confi-
gurar un rico panorama de metodologías de producción y gestión social del hábitat. Metodologías que han
ido asumiendo la Investigación Acción Participativa como paradigma de construcción de conocimiento y
transformación de la realidad que permite diseñar y gestionar procesos en los que intervienen técnicos de
diferentes disciplinas junto con los habitantes y los responsables de los diferentes sectores de la administra-
ción implicados. El artículo presenta una taxonomía de diferentes propuestas de diseño participativo y ter-
mina relacionando las recientes aportaciones del sociólogo español Manuel Montañés y la arquitecta argen-
tina Mariana Enet.
El artículo firmado por las profesoras T. Fricke, J. T. Fantinelli y R. Soares, de la P.U.C. de Campinas (Bra-
sil), “A produção e gestão da habitação de interesse social: estudo de caso no Brasil”, describe una expe-
riencia de colaboración entre la universidad y una asociación civil, Proyecto Esperanza y Vida, en Saô José
de Rio Pardo, en Saô Paulo, para la producción de una vivienda de interés social diseñada con criterios bio-
climáticos y tecnologías solares.
Julián Salas, que dirige la Cátedra UNESCO de Habitabilidad Básica de la Universidad Politécnica de Ma-
drid, aborda en su artículo “Reflexiones sobre la enseñanza y la investigación tecnológica para la vivienda
de las mayorías”, la necesidad de plantear un paradigma de enseñanza de la arquitectura, como del resto
de las ciencias, que responda a las necesidades insatisfechas de vivienda adecuada para la mayoría de la
población mundial. Lo hace desde la constatación de que el paradigma dominante de enseñanza ofrece so-
luciones que no son aplicables a los contextos de precariedad económica y social. Desde esta constatación
aborda una reflexión sobre la investigación de las tecnologías posibles para dar respuesta a las necesida-
des habitacionales en contextos de precariedad, y desde aquí recupera los principios que inspiraron el pro-
grama de cooperación iberoamericana HABITED de CYTED que el propio autor fundara hace veinte años.
El artículo, firmado por la profesora T. Fricke, junto con J. Bastidas y S. Quaglia, titulado “Algumas ex-
periências acadêmicas em habitação de interesse social na região sudeste do Brasil: regularização fundiária
em municípios entre as regiões metropolitanas de Campinas e São Paulo”, presenta dos casos de asesoría
técnica interdisciplinar, realizados por la Universidad de Saô Francisco, en materia de regularización parce-
laria y que fueron llevados a cabo en los municipios de Itatiba y Amparo. Estos trabajos se enmarcan en las
posibilidades procedimentales contempladas por el Estatuto de la Ciudad y del Programa Nacional de Apo-
yo a la Regularización Parcelaria Sostenible. Estas interesantes experiencias muestran cómo es posible ar-
ticular la función social de la universidad a través de proyectos de extensión universitaria, mediante acuer-
dos con las administraciones públicas municipales y las entidades vecinales que son las beneficiarias últi-
mas de la intervención y que juegan un rol protagonista en todo el proceso. Esto ha permitido crear contex-
tos de investigación y aprendizaje para profesores y estudiantes del área de arquitectura y urbanismo, dere-
cho y pedagogía, al tiempo que se ha obtenido un beneficio social indudable.
La revista concluye con la sección L.E.D. (Lecturas, Eventos, Debates), en la que en cada número daremos
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cuenta, a través de artículos breves, de nuevas aportaciones bibliográficas de interés, eventos relacionados
con la temática de la revista y temas objeto de debate.
En la primera de las referencias, el equipo de la Unidad Permanente de Vivienda de la Facultad de Arquitec-
tura de la Universidad de la República, de Uruguay, dirigido por el arquitecto Raúl Vallés, como coorganiza-
dor del XVI Encuentro de la Red Latinoamericana de Cátedras de Vivienda (ULACAV), elabora un artículo
que firman el propio profesor Vallés y las investigadoras S. Recalde y M. Solanas, en el que presentan los
objetivos de esta red universitaria y, particularmente, los de su último encuentro celebrado en Montevideo
del 7 al 9 de octubre de 2010, que ha tenido como tema monográfico “La Innovación Académica en la For-
mación para la Gestión Social del Hábitat”.
Los profesores de la Universidad de Alcalá de Henares R. Goycoolea y P. Núñez, haciéndose eco de la no-
ticia de la renovación de la arquitecta brasileña Raquel Rolnik como Relatora Especial de Naciones Unidas
sobre una Vivienda Adecuada, elaboran un interesante artículo en el que comentan el trabajo realizado por
estas relatorías, desde su instauración en el año 2000, a través de sus informes anuales y sus misiones es-
peciales a los países en los que se presentan denuncias de incumplimiento de estos derechos, entre ellos
España en 2006.
En la tercera de las reseñas, Antonio Melo presenta la publicación del último libro coordinado por Julián Sa-
las, Las “tomas” de tierras urbanas en Latinoamérica hoy, ¿problema o solución?, editado por la Secretaría
General Técnica del Ministerio de Vivienda de España, y realizado por encargo de este ministerio a la Cáte-
dra UNESCO de Habitabilidad Básica de la Universidad Politécnica de Madrid. El libro cuenta con un capítu-
lo introductorio que elabora un marco teórico para entender el fenómeno de las tomas de tierras, compuesto
a partir de una selección de textos. Posteriormente se elabora un cuadro del presente de las “tomas”, reali-
zado a partir de las encuestas cumplimentadas por 38 organismos de 20 países, que describe los diferentes
tipos, programas y ayudas que se plantean para dar respuesta a este fenómeno. El tercer capítulo presenta
tres casos muy diferentes: la toma de tierras guiada de Alto Trujillo (Perú), la mejora “casa a casa” y “caso a
caso” llevada a cabo en cuatrocientas viviendas precarias en Ciudad Sandino (Nicaragua) y la toma y desa-
lojo del campamento Peñalolén en Santiago de Chile.
Este apartado se cierra con el artículo firmado por los profesores Manuel J. Martín y Esteban de Manuel so-
bre las “Jornadas de Arquitectura y Cooperación al Desarrollo” organizadas en la Escuela Técnica Superior
de Arquitectura de Sevilla los días 21 y 22 de octubre de 2010. Estas jornadas se han propuesto apoyar la
creación de espacios de colaboración entre las Escuelas de Arquitectura, las agencias de cooperación y las
ONG del sector del hábitat. Con ello se pretende impulsar la función social de la universidad en relación al
derecho a la vivienda y el hábitat adecuado, a través de la cooperación al desarrollo en esta materia. Con la
participación de expertos nacionales e internacionales y la presentación de comunicaciones, las jornadas
han abordado en primer lugar los principales retos que los problemas del hábitat plantean a la cooperación
al desarrollo y las respuestas que desde las Escuelas de Arquitectura, en colaboración con la sociedad civil
organizada y las administraciones públicas, se pueden dar a los mismos desde la docencia, la investigación
y la extensión universitaria.
ARTÍCULOS MONOGRÁFICOS
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Construyendo triángulos para la gestión social del hábitat
Esteban de Manuel Jerez
Resumen
Queremos plantear unas herramientas conceptuales que nos permitan mejorar tanto la comprensión de los fenómenos
del hábitat como de los procesos encaminados a su producción y gestión social. Para ello nos situamos en la tradición
del pensamiento complejo y desde ella integraremos las aportaciones realizadas por teóricos del hábitat social y de la
producción social del hábitat. Proponemos una serie de triángulos conceptuales construidos sobre relaciones dialógicas
y recursivas entre los elementos que lo componen. Con ellos nos acercamos a la comprensión compleja del hábitat, del
hábitat social, de la producción y gestión social del hábitat, y de la función de la universidad en relación con los tópicos
anteriores. Por último aplicamos estos conceptos a la interpretación de varios casos en los que hemos participado direc-
tamente.
Palabras clave
Hábitat; Producción social del hábitat; Urbs-Civitas-Polis; Gaia; Participación ciudadana; Complejidad.
Abstract : Constructing triangles for social management of habitat
We set out some conceptual tools that will improve both the understanding of the phenomena of habitat and the pro-
cesses leading to its production and social management. To this end, we position ourselves in the tradition of complex
thought, and from this point we will integrate the contributions made by theoreticians of the social habitat and of the so-
cial production of habitat. We propose a series of conceptual triangles built on dialogical and recursive relationships bet-
ween the elements of which it is composed. With these triangles, we approach complex understanding of the habitat, of
the social habitat, of the social production and management of habitat, and of the role of the university in relation with the
aforementioned topics. Lastly, we apply these concepts to the interpretation of various cases in which we participated
directly.
Key words
Habitat; Social Production of Habitat; Urbs-Civitas-Polis; Gaia; Citizen Participation; Complexity.
Recibido: 23/09/2010; aceptado: 04/11/2010
Profesor Titular de Universidad. Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA), Universidad de Sevilla. Avda. Reina Mercedes, nº
2. 41013 Sevilla. E-mail: [email protected].
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Hacia una perspectiva compleja del
hábitat
Morin define la complejidad como "el tejido de
eventos, acciones, interacciones, retroacciones,
determinaciones, azares, que constituyen nuestro
mundo fenoménico" (Morin, 1990, p. 35). Frente a
la complejidad el pensamiento trata de encontrar
elementos de orden y de certidumbre, de quitar
ambigüedad, clarificar, distinguir, jerarquizar. Pero,
como advierte este autor, tales operaciones corren
el riesgo de producir ceguera si eliminan los otros
caracteres de lo complejo. El pensamiento com-
plejo aparece allí donde el pensamiento simplifica-
dor falla pero integra todo aquello que pone orden,
claridad, distinción y precisión en el conocimiento.
Aspira a la multidimensionalidad, a la articulación
entre dominios disciplinarios quebrados por el
pensamiento disgregador.
Existe complejidad cuando hay un tejido interde-
pendiente, interactivo entre las partes y el todo. Y
esto ocurre con casi cualquier situación natural y
cultural. Morin alerta, de que "los conocimientos
divididos no sirven más que para utilizaciones téc-
nicas. No llegan a conjugarse para alimentar un
pensamiento que pueda considerar la situación
humana, en el seno de la vida, sobre la tierra, en
el mundo y que pueda hacer frente a los grandes
desafíos de nuestro tiempo. No llegamos a inte-
grar nuestros conocimientos en orden a conducir
nuestras vidas" (Morin, 2000, p. 13).
Postula la posibilidad y la necesidad de la unidad
de la ciencia: la física, la biología y la antropología.
Una unidad no reduccionista, capaz de integrar las
alternativas clásicas de unidad-diversidad, azar-
necesidad, cantidad-cualidad, sujeto-objeto, ho-
lismo-reduccionismo. Una unidad compleja que
enlaza el pensamiento analítico-reduccionista y el
pensamiento global de modo dialéctico. Para ello
es preciso adoptar una perspectiva transdisciplina-
ria.
Morin propone tres macroconceptos o principios
en los que nos vamos a apoyar para aproximarnos
al hábitat de forma compleja:
1. El principio dialógico, que nos permite mantener
la dualidad en el seno de la unidad. Asocia dos
términos a la vez complementarios y antagonistas.
2. El principio de recursividad organizacional. Un
proceso recursivo es aquel en el cual los produc-
tos y los efectos son, al mismo tiempo, causas y
productores de aquello que los produce. La idea
recursiva rompe la linealidad causa-efecto, pro-
ducto-productor, estructura-superestructura, por-
que todo lo que es producido “reentra” sobre aque-
llo que lo ha producido en un ciclo en sí mismo au-
to-constitutivo, auto-organizador y auto-productor.
3. El principio hologramático, que establece que
no sólo la parte está en el todo, sino que el todo
está en la parte. Podemos enriquecer el conoci-
miento de las partes por el todo y del todo por las
partes, en un mismo movimiento productor de co-
nocimientos. Este principio nos permite relacionar
un subsistema con un sistema mayor que lo inclu-
ye.
Apoyándonos en estos tres principios vamos a
construir triángulos relacionales que iremos pro-
poniendo para comprender el hábitat, el hábitat
social, la producción social del hábitat y la relación
universidad-sociedad-hábitat.
GAIA, el triángulo del hábitat
El hábitat como sistema complejo está llamado a
constituirse en una macrodisciplina o transdiscipli-
na, tanto por la diversidad de disciplinas implica-
das en su estudio como por la trascendencia que
tiene para el ser humano llegar a gestionarlo con
conocimiento y sabiduría. El camino hacia esta
construcción transdisciplinaria pasa por establecer
relaciones de complementariedad entre disciplinas
que centran su atención en cada una de las partes
en las que es posible descomponer este objeto de
conocimiento.
Para construir el triángulo de análisis complejo del
hábitat nos apoyamos en la “hipótesis Gaia” del
biólogo James Lovelock. Este autor nos aporta
una perspectiva compleja de la relación entre el
medio físico, el biológico y el antropológico. Gaia
es el planeta vivo. La vida ha sido posible por unas
condiciones físico-químicas de partida, que a su
vez han sido modificadas por la aparición de la vi-
da. De modo que la vida desde su aparición ha ido
transformando su propio hábitat. A su vez estas
transformaciones han propiciado la aparición de
formas de vida crecientemente más complejas
hasta la aparición del ser humano. El triángulo de
GAIA está formado por las interacciones entre el
medio físico-químico planetario, los seres vivos
que componen la biosfera y el orden antropológico
que, como subsistema de la biosfera, introduce
una dimensión cultural. Proponemos este triángulo
(Figura 1) para el análisis complejo de la relación
entre la acción del ser humano, la biosfera y el
medio físico planetario.
Figura 1: Gaia, el triángulo del hábitat. Fuente: Elaboración propia.
Hoy sabemos que el hombre está produciendo
transformaciones de enorme alcance sobre el
planeta vivo que afectan a la composición de la
atmósfera. El incremento de la proporción de CO2
en la atmósfera está induciendo artificialmente un
calentamiento global que a su vez puede ser pre-
cursor de una glaciación provocada por la altera-
ción de la corriente del Golfo. La acción del hom-
bre sobre el hábitat está destruyendo hábitats na-
turales de numerosas especies llevándolas a la
extinción y poniendo en riesgo amplias zonas ha-
bitadas del planeta. Los litorales, los grandes del-
tas fluviales, archipiélagos enteros del pacífico, se
ven amenazados ante la subida del nivel del mar
originado por la fusión del hielo de los polos. Están
despareciendo en el Himalaya glaciares básicos
para el sostenimiento de millones de seres huma-
nos en el Tíbet. Se aprecia un recrudecimiento de
fenómenos naturales devastadores como los ci-
clones y huracanes. Hoy, el nivel de conciencia
social que se tiene sobre estos riesgos no se co-
rresponde con las acciones encaminadas a corre-
girlas, probablemente por esa ceguera que denun-
cia Edgar Morin (2000 y 2002). La gestión global
del hábitat es uno de los retos del siglo XXI y va a
precisar conocimiento, voluntad y gestión valiente
y eficaz. La cuestión es si seremos capaces de re-
cuperar un equilibrio con la naturaleza. Ello implica
necesariamente una drástica disminución de nues-
tra huella ecológica. Y para ello la ecoeficiencia es
condición necesaria pero no suficiente. Es precisa
una nueva cultura. La cultura del consumismo es
incompatible con un planeta finito. Hoy emerge el
concepto de decrecimiento socialmente sostenible
para expresar este cambio (Manzano, 2006; Mar-
tínez Alier, 2008).
El triángulo del hábitat social: URBS,
CIVITAS, POLIS
Williams Morris nos dejó una definición de arqui-
tectura tan amplia que podemos considerarla co-
mo una definición de hábitat que incluye, además,
una llamada hacia la necesidad de su gestión so-
cial. El hábitat humano se genera por la interac-
ción entre el hombre y el medio para satisfacer sus
necesidades de cobijo, de sustento y simbólicas.
En su definición está implícita la necesidad de que
la sociedad asuma, como en la polis griega, la
{ }
responsabilidad sobre las transformaciones en el
hábitat. Podemos considerar en este sentido a
Williams Morris un predecesor de los teóricos de la
producción social del hábitat y del ecologismo pla-
netario.
La definición más completa y compleja de hábitat
social que conocemos la debemos al arquitecto
argentino Víctor Pelli. Este investigador entiende el
hábitat social como un sistema de situaciones físi-
cas, sociales, económicas, jurídicas, políticas y
simbólicas que están interrelacionadas, de forma
que un cambio en una de ellas afecta a las demás.
Como tal sistema forma parte a su vez de un sis-
tema mayor con el que interacciona. Estas dimen-
siones del hábitat que propone Pelli podemos
agruparlas en las tres dimensiones que propone
Horacio Capel, extrapolándolas, y que están en las
raíces etimológicas de la ciudad: la URBS, la CI-
VITAS y la POLIS.
La URBS se refiere a la dimensión física, formal,
del hábitat. La arquitectura, el urbanismo, la geo-
grafía y la ecología urbana son las disciplinas que
se ocupan, fundamentalmente de nuestro medio
físico y natural, de la forma de la ciudad y de la or-
denación del territorio. La CIVITAS es la raíz de la
civilización. Nos remite a la sociedad que da ori-
gen a la URBS y que expresa a través de ella su
cultura, sus valores, su organización económica.
De la civitas se ocupan disciplinas como la histo-
ria, la economía, la antropología, la sociología y la
filosofía. La POLIS nos remite a la dimensión or-
ganizativa y administrativa de la vida en la ciudad
y en el territorio, a cómo se toman las decisiones
sobre el mismo, a quiénes las toman, cómo se dis-
tribuye el poder. Debemos el concepto a los grie-
gos y lo asociamos al nacimiento de la democracia
de los ciudadanos, de aquellos que participaban
en la asamblea para hacerse responsables de las
decisiones sobre los asuntos colectivos. Es el ám-
bito de la gestión. Para los griegos de la época de
Pericles esta tarea era tomada muy en serio hasta
el punto de calificar como idiotas a aquellos que se
desentendían de la POLIS, de participar en las
asambleas para tratar los asuntos colectivos. De
su estudio se ocupan disciplinas como el derecho,
la politología, la filosofía política y la sociología.
Estas tres dimensiones, de la ciudad que enten-
demos válidas para el hábitat social, sea rural o
urbano, se relacionan entre sí de modo dialógico y
recursivo. Son complementarias y cualquier trans-
formación en una de ellas es causa de transfor-
maciones en las otras. Con ellas construimos el
triángulo del hábitat social (Figura 2).
Figura 2: El triángulo del hábitat Social. Fuente: Elabora-ción propia.
Una transformación de la URBS, de la forma física
de los asentamientos humanos y del territorio,
puede inducir o ser inducida por un cambio de la
CIVITAS. Un cambio en la CIVITAS debido a un
incremento poblacional, a un cambio en los modos
de vida, en las necesidades sociales sentidas, en
los valores, en las dinámicas económicas produc-
tivas o de inversión o en las necesidades simbóli-
cas tiene su reflejo en un cambio en la URBS que
crece y se transforma para adaptarse a estas ne-
cesidades y estos cambios. Pero también tratarán
de expresarse mediante nuevas prioridades orga-
nizacionales en la POLIS, por conflictos de interés
que deberán dilucidarse, por correlaciones de
fuerza para conducir los cambios en una u otra di-
rección y que podrán inducir cambios en el orden
jurídico que regula las transformaciones en la
URBS. Determinadas formas de los asentamientos
humanos y de la ordenación del territorio favore-
cen la aparición de actividades económicas, de
oportunidades de interacción social, de mayor
auto-organización. Las relaciones entre estos pa-
res de conceptos que articulan este triángulo son
claramente recursivas y dialógicas. De modo que
quien quiera producir una transformación en el há-
bitat social puede iniciar la transformación en
cualquiera de estas dimensiones e inducir cambios
en las otras. Este es uno de los grandes potencia-
les que tiene la acción sobre el hábitat.
Ahora bien, si hoy tuviéramos que destacar una de
estas dimensiones, sin duda nos decantaríamos
por la polis. Es preciso reconstruir la polis para re-
cuperar la urbs (De Manuel, 2007). Para ello hace
falta que nuestra civitas valorice la responsabilidad
de todos hacia nuestro hábitat. Es preciso actuali-
zar la polis griega. Es preciso que todos nos sin-
tamos ciudadanos responsables de la polis, que
dediquemos tiempo, conocimiento y acción enér-
gica al reto de recuperar el equilibrio perdido en la
urbs. La polis actual, en los países democráticos,
está tecnocratizada. Esto aleja a los ciudadanos
de ella y deja el juego de toma de decisiones al
arbitrio de promotores inmobiliarios, propietarios
del suelo y responsables de las políticas urbanas y
de ordenación del territorio. Y en este juego pri-
man los intereses económicos particulares. Es ne-
cesaria la participación ciudadana para conseguir
que las decisiones que se toman sobre el hábitat
se realicen pensando en los intereses de la mayo-
ría de conseguir lugares más habitables, más ac-
cesibles, más bellos, más identitarios, más armó-
nicos con la naturaleza, más respetuosos del pa-
trimonio material e inmaterial, menos segregados,
más complejos física, funcional y socialmente,
más vivos. La participación ciudadana surge hoy
como una necesidad. Y es esta participación la
que da sentido a la expresión gestión social del
hábitat: las decisiones sobre el hábitat son res-
ponsabilidad de todos los habitantes. Como decía
William Morris, son intereses demasiado vitales
como para dejarlos en manos de una minoría.
El triángulo de la producción y gestión
del hábitat (polis): Políticos, técnicos y
ciudadanos
“Por producción social del hábitat entendemos to-
dos aquellos procesos generadores de espacios
habitables, componentes urbanos y viviendas, que
se realizan bajo el control de autoproductores y
otros agentes sociales que operan sin fines lucrati-
vos. Parte de la conceptualización de la vivienda y
el hábitat como proceso y no como producto termi-
nado; como producto social y cultural y no como
mercancía; como acto de habitar y no como mero
objeto de intercambio. Se da tanto en el ámbito ru-
ral como en el urbano e implica diferentes niveles
de participación social en las diversas fases del
proceso habitacional: planeación, construcción,
distribución, uso” (Ortiz, 2008, p. 31).
A los procesos en los que la sociedad en su con-
junto y los usuarios en particular adquieren un rol
protagonista en la producción del hábitat les lla-
mamos, siguiendo a Enrique Ortiz, “producción
social del hábitat”. A nivel mundial la mayor parte
de la población es autoproductora de su propio
hábitat, con mucha frecuencia, al margen de la re-
gulación del estado y sin asistencia técnica. Lo es
por necesidad. El mercado ofrece productos fuera
de su alcance económico y el estado no suple es-
tas carencias de forma suficiente. El concepto de
producción social del hábitat surge en este contex-
to y es acuñado por técnicos que se acercan al es-
tudio del fenómeno de la autoproducción de vi-
viendas, tratan de acompañarlos técnicamente y
teorizan a partir de estas experiencias. Se implican
en el desarrollo de tecnologías constructivas y so-
ciales apropiadas a estos procesos y apropiables
por los autoproductores. Así mismo se implican en
el análisis crítico de las políticas de hábitat y pos-
{ }
tulan políticas de apoyo a la autoproducción. En
nuestro contexto, si bien hemos tenido una gran
tradición de autoconstrucción, este fenómeno em-
pieza a ser marginal. Sin embargo emergen inicia-
tivas sociales que reclaman un protagonismo de la
sociedad en la toma de decisiones sobre el hábi-
tat, tanto en las políticas urbanas como de vivien-
da, como en el desarrollo de planes y proyectos.
En la medida en que el énfasis se ubica en la toma
de decisiones durante el proceso y se reclaman
espacios de participación, aplicamos a estos pro-
cesos el concepto de gestión social del hábitat.
Por Gestión Social del Hábitat entendemos, pues,
todos los procesos tendentes a la producción o
transformación del hábitat existente en los que la
iniciativa social tiene un papel activo en la toma de
decisiones.
En la producción y gestión social del hábitat po-
demos diferenciar tres grupos de actores entre los
que podemos encontrar relaciones dialógicas y re-
cursivas (Figura 3).
En primer lugar señalamos a los responsables po-
líticos de la administración pública en los diferen-
tes escalones, desde el ámbito local, regional, es-
tatal o supra estatal. A ellos corresponde aprobar y
desarrollar programas de hábitat en sus diferentes
escalas: vivienda, urbanismo y ordenación del te-
rritorio. Así mismo les corresponde tomar decisio-
nes sobre el modelo de desarrollo económico, po-
líticas sociales y culturales, sobre energía, movili-
dad y transporte. Son los responsables de velar
por el interés público.
En segundo lugar destacamos a los técnicos res-
ponsables de asesorar, diseñar y gestionar esos
programas y proyectos, al servicio de la adminis-
tración o de otros actores (promotores privados o
iniciativa social).
En tercer lugar destacamos al conjunto de los ciu-
dadanos como usuarios demandantes de necesi-
dades en materia de hábitat, como promotores o
como autogestores.
Figura 3: El triángulo de la Gestión Social del Hábitat. Fuente: Elaboración propia.
Las relaciones entre estos tres grupos de actores
son frecuentemente conflictivas por defender in-
tereses o perspectivas enfrentados y tratarse de
grupos con diferente grado de poder de decisión.
En el modelo de producción del hábitat en el que
el mercado es protagonista los usuarios pasan a
tener condición de meros clientes y usuarios. Las
decisiones sobre el modelo de ordenación territo-
rial las toman los gobiernos teniendo como interlo-
cutores principales a los promotores inmobiliarios.
Con ellos llegan a acuerdos de clasificación y cali-
ficación del suelo que son recogidos en planes y
programas. Los técnicos desarrollan y dan forma
al hábitat siguiendo las instrucciones de quiénes
toman las decisiones.
El modelo de gestión social del hábitat pretende
que sea la sociedad en su conjunto quien tome las
principales decisiones sobre los modelos de orga-
nización de los asentamientos humanos y el terri-
torio. Ello implica un avance hacia formas de de-
mocracia participativa en la que se recupere la
condición de ciudadanía (Encina et al., 2003). Este
modelo pretende crear espacios en los que las de-
cisiones se tomen conjuntamente entre adminis-
tración, técnicos y ciudadanos de forma equitativa.
Políticos, técnicos y ciudadanos están llamados a
construir el triángulo equilátero de la gestión social
del hábitat, para lo cual han de compartir la volun-
tad de hacerlo y estar dispuestos a iniciar un pro-
ceso de aprendizaje, dado que se trata de una in-
novación que requiere aprender a gestionar la in-
tersectorialidad y la interdisciplinariedad.
De cómo sea la naturaleza de las relaciones que
se establecen entre estos actores, así como del rol
que juega cada uno de ellos, se desprenden dife-
rentes modelos de gestión social del hábitat, que
se corresponden con diferentes formas de pensar
y organizar la polis.
En la escala de ordenación del territorio y de plani-
ficación urbanística, en las sociedades de merca-
do, en el triángulo de la gestión del hábitat, en el
vértice ciudadano, el papel protagónico lo tienen
aquellos que tienen un interés económico directo,
en calidad de propietarios del suelo o de promoto-
res inmobiliarios. Sin embargo, existen movimien-
tos sociales que demandan participación en la to-
ma de decisiones sobre el hábitat en sus distintos
niveles, desde los que se movilizan para conseguir
declarar como protegidos determinados espacios
de elevado valor natural o para cambiar el trazado
de una gran infraestructura viaria o de transportes,
una central de producción energética, o una presa,
a quienes demandan poder decidir sobre el mode-
lo urbanístico a escala municipal o de barrio. Estos
grupos sociales entran en conflicto con los promo-
tores de aquellas iniciativas sobre el hábitat que
consideran lesivas para el medio ambiente o para
el interés general. Y con frecuencia se encuentran
con que estas iniciativas privadas cuentan con un
fuerte respaldo político. Por tanto construir estos
triángulos requiere un difícil proceso, y es aún más
difícil si desde la administración pública no se tie-
ne el convencimiento de que ello es necesario pa-
ra mejorar la calidad de la toma de decisiones y su
respaldo democrático. El triángulo de la produc-
ción y gestión social del hábitat se constituye
cuando se crean espacios de participación y con-
certación entre los diferentes actores, políticos,
técnicos y ciudadanos en el proceso de elabora-
ción de un plan o un proyecto de hábitat, de modo
que la sociedad adquiere protagonismo real en la
toma de decisiones.
En la escala de la producción de vivienda hoy po-
demos distinguir tres modelos. El primero es el de
promoción privada. En este modelo en el vértice
ciudadano del triángulo se diferencian dos actores
que juegan diferentes roles. De un lado el promo-
tor inmobiliario y de otro el usuario. El promotor
adquiere suelo, contrata técnicos que diseñan un
plan y/o un proyecto, lo presenta a la aprobación
de la administración para obtener las correspon-
dientes autorizaciones y licencias, contrata a una
empresa constructora y vende la vivienda como un
producto de consumo. El promotor se relaciona de
forma dialógica con el usuario demandante de vi-
vienda. Sus intereses son complementarios y an-
tagónicos simultáneamente. El promotor necesita
al comprador consumidor y éste a su vez al pro-
motor que le ofrece la vivienda como producto. En
este modelo el estado se limita a regular el merca-
do, establecer las reglas de juego de la promoción
de vivienda, conceder ayudas, en su caso a pro-
motores o compradores. Los potenciales deman-
dantes de vivienda por este sistema deben procu-
rarse los recursos financieros necesarios para
comprar la vivienda, normalmente mediante crédi-
to hipotecario. La forma de organización social en
las sociedades industriales, y, en particular, la
forma de organizar el reparto de los recursos, de-
ja, como decíamos, a un porcentaje elevado de la
población mundial fuera de la posibilidad de ac-
ceder a una vivienda promovida por el mercado.
Esta dinámica se ha visto enormemente potencia-
da en las últimas décadas en las que la produc-
ción de vivienda se ha orientado más a satisfacer
la demanda de objetos de inversión que a la de-
manda de viviendas para vivir.
Ante esta situación en las sociedades industriales
con modelo de estado de bienestar, éste adquiere
el rol de promotor público para producir viviendas
sociales destinadas a aquellos que por sus ingre-
{ }
sos no pueden acceder a una vivienda de merca-
do. Surge así la promoción pública de vivienda,
muy importante tras la segunda guerra mundial,
incluso en regímenes como el franquista, y raquíti-
ca a partir de los ochenta, con el predominio de las
políticas neoliberales.
Existen varios modelos a través de los cuales el
Estado puede jugar el rol de ayuda a los deman-
dantes de viviendas, desde la promoción pública
directa a los programas de ayuda para la rehabili-
tación o la promoción cooperativa de viviendas.
Cada uno de estos modelos corresponde a una
visión política diferente de la sociedad.
En el modelo de promoción directa es el Estado el
que se procura el suelo, contrata a los técnicos y
empresas constructoras y establece un sistema
por el cual los potenciales demandantes de vivien-
das pueden llegar a ser adjudicatarios de las mis-
mas. Surgen así los polígonos de vivienda o barri-
das sociales, normalmente en la periferia de las
ciudades, donde el suelo es más barato, segre-
gando a la población de más bajos recursos. El
acceso por parte de los ciudadanos a las viviendas
públicas puede ser en propiedad o en régimen de
alquiler. En el primer caso ha sido frecuente recu-
rrir a la fórmula de venta diferida, con periodos de
hasta cincuenta años. Hoy empezamos a percibir
los problemas de esta fórmula que hace que ba-
rrios enteros pasen a propiedad de personas muy
mayores, ya inactivas económicamente, y que han
de hacer frente al mantenimiento de edificios que
han quedado obsoletos. Ambos modelos de pro-
moción pública tienen en común que asignan un
rol pasivo a los usuarios. Y como consecuencia de
ello se genera una cultura de dependencia, de
asistencia, que pervierte las relaciones entre ciu-
dadanos y administración.
En los modelos de apoyo a la autopromoción o
autoconstrucción, el Estado favorece un rol activo
de los demandantes de vivienda. La administra-
ción puede apoyar al autopromotor de diferentes
maneras. El autopromotor, ya sea individual o co-
lectivo, puede acceder a un suelo de titularidad
pública, en régimen de cesión de uso o de propie-
dad, puede conseguir ayudas financieras o sub-
venciones a fondo perdido y puede obtener apoyo
técnico a cargo del estado. El autopromotor con-
trata ayuda para la construcción o actúa como
autoconstructor.
Un tercer rol del estado, que ha sido la vía mayori-
tariamente empleada en España en las últimas
décadas, es la de apoyo al mercado de la vivienda
a través de las fórmulas de viviendas protegidas o
de precio tasado. Esta vía ha permitido a promoto-
res privados acceder a suelos públicos en condi-
ciones ventajosas para promover y vender vivien-
das con un precio limitado. Esta fórmula impide a
los compradores la venta en el mercado libre en el
plazo de 10 años. Pero transcurridos éstos, las vi-
viendas entran de nuevo en el juego del mercado,
con lo que el patrimonio público del suelo acaba
siendo transferido a manos privadas y facilita pro-
cesos especulativos diferidos.
El tercer modelo de producción del hábitat es la
autopromoción, que puede incluir o no la auto-
construcción. Si el autopromotor tiene recursos, su
rol consiste en sustituir al promotor privado. Pro-
motor y usuario coinciden y entonces el modelo,
en lo demás, no difiere, salvo por su escala, del
referido para la promoción privada. Si no los tiene,
puede acogerse a algún programa público de ayu-
das.
Cuando las ayudas del Estado no existen o no son
suficientes, y el mercado no ofrece viviendas ac-
cesibles para una parte mayor o menor de la po-
blación, ésta resuelve por sí misma el acceso a la
vivienda por sistemas denominados informales por
estar al margen del mercado o del estado. El
triángulo de actores se reduce a un solo vértice,
generalmente. Es la autopromoción y autocons-
trucción espontánea, de iniciativa individual u or-
ganizada colectivamente, mediante compra de
suelos baratos, normalmente sin servicios urba-
nos, o mediante ocupación ilegal del suelo (Salas,
2010). Es un sistema de producción y gestión so-
cial del hábitat en el que normalmente no intervie-
nen los técnicos y que puede tener diferentes cla-
ses de insuficiencias como solución habitacional.
Este modo de producción es mayoritario en gran-
des áreas de América Latina, África y Asia. Y es el
que ha producido casi la mitad de lo construido en
Sevilla en el siglo XX.
Estos mismos modelos pueden aplicarse en rela-
ción con la ordenación del territorio o la ordena-
ción urbana. Podemos encontrar ejemplos de
construcción de triángulos equiláteros entre ciuda-
danos, técnicos y responsables de las políticas
públicas en todas las escalas. Pero la escala de
barrio parece la más adecuada para la articulación
de procesos de participación ciudadana. En un ba-
rrio convergen urbs, civitas y polis a una escala
humana, donde las relaciones sociales son de
proximidad y conocimiento. Y desde esta escala
se puede iniciar un debate sobre escalas mayores.
El triángulo de las funciones de la
universidad en la producción y gestión
social del hábitat
¿Qué rol puede jugar la universidad en la produc-
ción y gestión social del hábitat? La respuesta a la
pregunta dependerá del concepto de universidad y
de su función social que se tenga. Compartimos
con la UNESCO e importantes autores del pensa-
miento crítico (Morin, 2002; Sousa Santos, 2010;
Manzano, en prensa) la perspectiva de que la Uni-
versidad está llamada a jugar una función de lide-
razgo en las transformaciones sociales necesarias
para afrontar los retos del presente, entre los que
los del hábitat ocupan un lugar relevante. En la
tensión en la que se debate la educación entre la
función adaptativa y la transformadora, optamos
por la segunda, a través de estrategias que rom-
pan el círculo vicioso mediante el cual la educa-
ción reproduce la sociedad en la que se inserta su
acción en lugar de contribuir a cambiarla.1
Estas acciones transformadoras desde la universi-
dad en relación al hábitat y su producción social
precisan combinar dos líneas de acción. En primer
lugar, la necesaria revolución epistemológica que
supone la construcción de un ámbito interdiscipli-
nario y transdisciplinario en torno al hábitat. La
universidad tiene que reorganizar el conocimiento,
reordenar el pensamiento, para comprender y pla-
nificar estrategias de acción en un mundo comple-
jo. Ello implicará una reorganización de las áreas
de conocimiento en torno a núcleos organizadores
sistémicos como el hábitat y la emergencia de ta-
lleres universitarios dedicados a estas problemáti-
cas complejas e interdisciplinares.
Y en segundo lugar requiere una perspectiva tam-
bién compleja de las funciones de la universidad,
para lo cual proponemos la construcción de un
triángulo de interacciones entre investigación, edu-
cación y extensión universitaria para impulsar su
función transformadora.2
De esta manera es posible interrelacionar la fun-
ción de la universidad como formadora de los téc-
nicos y profesionales del hábitat con la función de
construcción de conocimiento complejo, transdis-
ciplinario, y la capacidad de hacer ambas cosas
insertándose en procesos de producción y gestión
1 Hoy la universidad se ve sometida a una presión sobreadap-
tativa que impulsa a conformar la enseñanza y la investigación a las demandas económicas, técnicas y administrativas del momento. La construcción de la sociedad del conocimiento, entendida en clave economicista, que está detrás de la crea-ción del Espacio Europeo de Educación Superior, presiona a la universidad para incorporarse a la cultura empresarial e impul-sar la transferencia de conocimiento hacia las empresas en aras de aumentar su competitividad. Morin utiliza el concepto de recursividad y el de holograma para comprender la compleja relación que se produce entre universidad y sociedad, así como entre cambio estructural y cambio personal, o, en su terminolo-gía, reforma del espíritu y reforma de la institución. Frente a esta situación, Morin propugna la acción rompedora de grupos ubicados en los márgenes de la academia como estrategia pa-ra romper el círculo vicioso por el cual la educación contribuye a reproducir la sociedad tal y como es en lugar de contribuir a transformarla. 2 Tanto Edgar Morin como la UNESCO coinciden en la necesi-
dad de una revolución epistemólogica, o del pensamiento, que impulse una reorganización de las áreas de conocimiento, hoy excesivamente estancas, en el sentido de construcción de ám-bitos de interdisciplinariedad y transdisciplinariedad.
{ }
social del hábitat a través de la extensión universi-
taria (Figura 4).
Figura 4: El triángulo de la función transformadora de la Universidad. Fuente: Elaboración propia.
Investigación, Educación y Extensión pueden
constituir tres vértices de un triángulo complejo en
la medida en que las relaciones entre estas tres
funciones son dialógicas y recursivas. De este
modo es posible implicar a la universidad como
actor relevante en los procesos de estudio e inter-
vención sobre el hábitat. Y es posible hacerlo de
forma compleja mediante la interacción de estas
tres dimensiones. Ante una misma demanda de
asesoría técnica que llegue a la Universidad en
relación con una situación de hábitat, ésta puede
responder diseñando acciones en las que se cons-
truye conocimiento implicando a los técnicos y pro-
fesionales en formación, llevando esa demanda de
una situación real al aula y tomándola como opor-
tunidad pedagógica, y en el marco de un convenio
de colaboración con los actores sociales y las ad-
ministraciones implicadas en la situación, de modo
que se creen espacios de participación para la to-
ma concertada de decisiones sobre la situación de
hábitat que ha generado la demanda de asesoría.
Esto, desde nuestra experiencia, es posible hacer-
lo tanto en los cursos de grado como, de forma
particularmente intensa, en los de postgrado. De
este modo los equipos de profesores y estudiantes
implicados, junto con el resto de actores, pueden
verse inmersos en procesos en los que simultá-
neamente se investiga, se aprende y se transfor-
ma una realidad de hábitat.
Las tres grandes olas de cambio sobre
el hábitat
Estos triángulos de análisis necesitan complemen-
tarse con una perspectiva temporal. La producción
social del hábitat es fundamentalmente de carácter
procesual, dinámica, y en el transcurso del tiempo
las relaciones que se establecen entre las dimen-
siones del hábitat y entre los actores van transfor-
mándose a medida que se van produciendo accio-
nes e interacciones.
Por otra parte es preciso tener una perspectiva
histórica amplia que nos permita entender los
grandes procesos globales que han influido en la
producción social del hábitat así como anticipar los
cambios que son deseables y posibles. Para ello
nos resulta muy sugerente utilizar la metáfora que
nos propone el sociólogo Alvin Toffler para enten-
der las tres grandes olas de cambio que sintetizan
la evolución de la humanidad. Podemos obtener
tres imágenes que nos muestran con claridad la
evolución en el modo de habitar que cada ola ha
introducido. Antes de la primera gran ola de cam-
bio, la que introdujo la agricultura, el hábitat de las
sociedades de cazadores recolectores práctica-
mente no alteraba el entorno natural del que obte-
nía lo necesario para vivir. Sin embargo ya identifi-
camos unas primeras acciones transformadoras
emprendidas por las sociedades humanas para
procurarse cobijo, bien aprovechando cuevas, bien
construyendo chozas. Unas y otras satisfacían las
necesidades de esas sociedades. Y en unas y
otras apreciamos ya la introducción de acciones
simbólicas: las pinturas rupestres, las decoracio-
nes de las construcciones, por elementales que
sean, buscan satisfacer desde muy temprano este
tipo de necesidad. Pero la agricultura propicia la
aparición de civilización urbana, la construcción de
asentamientos en emplazamientos estables que
irán complejizándose y darán lugar a las ciudades.
La agricultura y las ciudades representan un pri-
mer salto significativo en el impacto del hábitat
humano sobre el medio.
La ciudad es la cuna de la urbs, de la civitas y de
la polis. La civilización agrícola nos aporta los fun-
damentos del urbanismo, del diseño de ciudades,
de la civilización sustentada en la escritura y la
transmisión, por este medio, del conocimiento, y,
con él, de la economía y el comercio, de una cre-
ciente complejidad social y cultural, del surgimien-
to de la historia. Y nos aporta también el surgi-
miento de la polis, de la organización para decidir
en común sobre los asuntos colectivos, dando ori-
gen a las tiranías y a la democracia. La civilización
agrícola propició una primera red de ciudades, re-
lacionadas por rutas comerciales marítimas y de
caminos. El hábitat empieza a adquirir una com-
plejidad y un impacto sobre el territorio cada vez
más apreciable. La expresión simbólica empieza a
dejar construcciones con una huella perdurable
desde las megalíticas a las pirámides y los tem-
plos. Y ello empieza a requerir el surgimiento de
profesionales especialistas capaces de dar res-
puesta a necesidades crecientemente complejas.
La organización política se expresa a través de las
ciudades estado, los imperios, los estados nacio-
nales... Pero durante mucho tiempo la arquitectura
será fundamentalmente arquitectura popular. Los
arquitectos sólo construyen para el príncipe, la
iglesia y los ricos mercaderes. La ciudad de la civi-
lización agrícola es una ciudad compleja desde el
punto de vista de las actividades que en ella se
producen y de su composición social. Las activi-
dades residenciales, artesanales, comerciales y
simbólicas, comparten el espacio. El palacio del
noble y el del rico mercader conviven con las vi-
viendas de las clases populares.
La segunda ola de cambio, la introduce la Revolu-
ción Industrial. El hábitat humano se transforma
desde entonces de forma acelerada y dramática
comenzándose un proceso urbanizador desenfre-
nado con movimientos migratorios del campo a la
ciudad (Fernández Durán, 2006). Si a principios
del siglo XIX sólo el 3% de la población mundial
vivía en ciudades, a finales del XX la población ur-
bana alcanzaba el 50%. En este proceso surgen
las megaciudades, las metrópolis con millones de
habitantes. El cambio es tan rápido que los esta-
dos carecen de capacidad para controlar el proce-
so urbanizador. Surge el urbanismo como ciencia
preocupada por resolver los problemas de insalu-
bridad de las ciudades, tugurizadas en sus
núcleos históricos y con periferias donde se haci-
naban los obreros que requiere la nueva actividad
industrial. El urbanismo del movimiento moderno
en arquitectura, de base racionalista, preconiza la
separación de funciones en la ciudad en lugares
para el trabajo, lugares para residir y lugares para
el ocio, conectados por redes de infraestructuras.
Esto dio lugar a la simplificación de la ciudad, a la
segregación funcional (Hall, 1996). Paralelamente
se produce la segregación social de la población
sobre el territorio en función de su nivel de renta.
El siglo XX es el siglo también de la producción
masiva de vivienda de iniciativa pública, de los
grandes conjuntos residenciales, que tratan de dar
respuesta a la demanda de vivienda obrera que no
podía ser atendida por el mercado.
A escala planetaria, los países que lideran la in-
dustrialización toman el conjunto del planeta como
fuente de recursos materiales, de absorción de
sus desechos y como mercado para sus produc-
tos. La industrialización es posible por la aplica-
ción masiva de las energías fósiles, primero el
carbón y luego el petróleo, tanto para la fabrica-
ción de productos como para la movilidad de per-
sonas y mercancías que se expande exponen-
cialmente. Y la extracción de estos recursos junto
con las materias primas que requiere la industria
textil y de fabricación de maquinarias y útiles de
todo tipo empieza a enfrentar a la humanidad con
{ }
los límites del planeta que le da sustento. La civi-
lización industrial altera el clima, agota los recur-
sos, disminuye drásticamente la superficie forestal,
genera enormes desigualdades sociales, produce
movimientos poblacionales masivos, y con ellos la
aparición del hábitat informal, al margen de planifi-
cación, de la acción del mercado y del estado.
La tercera gran ola de cambio la introduce la Re-
volución de la Información que da inicio a la socie-
dad del conocimiento. Estamos en transición hacia
la misma y es pronto para observar sus implica-
ciones en el hábitat, detectándose tendencias con-
tradictorias. El acceso a la información y la comu-
nicación favorecen una organización territorial en
red descentralizada. Pero, al constituirse como
principal materia prima de las actividades econó-
micas más pujantes, está demostrando un enorme
poder de acentuación de las desigualdades, con
sus plasmaciones territoriales.
Se produce una deslocalización de las industrias
de los países centrales hacia la periferia y comien-
za la transformación de estos paisajes incorporán-
dolos a actividades productivas intensivas en co-
nocimiento, al sector del ocio o residencial. El pro-
ceso de globalización económica se caracteriza
por situar al sector de inversión financiera al frente
de la economía (Stiglitz, 2002; Sampedro, 2002;
George, 2010; Morin, 2010; Díaz-Salazar, 2002).
Una red de “ciudades mundo” gobierna la econo-
mía desde sus citys de Londres, Nueva York, To-
kio, Frankfurt... Los núcleos históricos de las ciu-
dades se recuperan y se reciclan como escenarios
simbólicos propicios para la industria del turismo
cultural produciéndose procesos de gentrificación
que expulsan a los sectores populares. El modelo
de urbanismo anglosajón se impone, con los ba-
rrios residenciales suburbanos y los macrocentros
comerciales. La ciudad se hace difusa expandién-
dose por el territorio. Las costas de los países cá-
lidos se urbanizan de forma masiva para satisfacer
el turismo de masas. El acceso a la información y
las comunicaciones desde cualquier punto de la
geografía, en los países centrales, posibilita una
incipiente recuperación del hábitat rural con un tí-
mido, aún, movimiento inverso de la ciudad hacia
el campo por parte de artesanos, artistas, intelec-
tuales, productores de agricultura y ganadería eco-
lógicas…
Estas tres olas de cambio son de onda larga, de
modo que hoy vivimos en un mundo en el que
persisten pequeñas sociedades de cazadores re-
colectores, sociedades agrícolas en retroceso, so-
ciedades industriales relocalizándose y emergen-
tes sociedades del conocimiento, con sus respec-
tivas formas de habitar, muchas veces en conflic-
to. El hábitat de las sociedades cazadoras recolec-
toras de las selvas tropicales se ve amenazado
por las transformaciones introducidas en el hábitat
para poner estas selvas en explotación agrícola o
ganadera o para extraer sus recursos energéticos
y minerales para la sociedad industrial. La socie-
dad del conocimiento, por su parte, reivindica la
conservación de estos enclaves de selva por su
función de regulación del clima y mantenimiento
de la diversidad genética, materia prima funda-
mental de las actividades económicas emergentes
de la sociedad del conocimiento.
Los conflictos y desigualdades de la sociedad en
transición a la sociedad del conocimiento provocan
desplazamientos masivos de poblaciones refugia-
das y de emigrantes económicos. La libertad de
movimiento de capitales que demanda la econo-
mía de la sociedad de la información coexiste con
limitaciones a la movilidad de mercancías y con
fronteras fuertemente protegidas al libre movimien-
to de personas. Grandes áreas de la geografía
mundial parecen haber perdido interés desde el
punto de vista de la “economía mundo” y sus po-
blaciones quedan abandonadas a su suerte. Son
tiempos convulsos, de cambio, en los que la polis
se muestra débil para conducir el destino de la
humanidad.
¿Qué está pasando con el hábitat?
Este marco de referencia que proponemos lo ve-
nimos utilizando en procesos de reflexión-acción
en el aula con los alumnos de grado y postgrado,
en materias específicas de hábitat o como trans-
versal en otras, en procesos de educación, cons-
trucción de conocimiento y extensión universitaria.
En ellos combinamos la inmersión de los alumnos
en contextos reales con procesos de producción o
transformación social del hábitat en marcha. La
perspectiva compleja nos permite relacionar el
contexto local con los procesos globales, aprender
colaborando con asociaciones vecinales y entida-
des públicas. Nuestro ámbito geográfico de estu-
dio e intervención se centra en el área metropoli-
tana de Sevilla y en Marruecos, a través de pro-
yectos de cooperación al desarrollo en hábitat. De
estas experiencias extraemos sintéticamente al-
gunos casos que hemos tenido oportunidad de es-
tudiar y en los que hemos podido intervenir en di-
ferentes niveles que nos muestran un mosaico de
situaciones diversas que nos ilustran sobre qué
está ocurriendo con el hábitat. Los narramos, en
primera instancia, en un estilo literario, próximo al
relato, para facilitar la inserción en el contexto del
lector. Posteriormente aplicamos sintéticamente
los triángulos analíticos que hemos presentado en
la primera parte del artículo.
Bienvenidos a Sunny Hills3 Así reza el cartel publicitario de una malograda
promoción urbanística del litoral andaluz. Ubicada
en el término municipal de Torrox, entre el núcleo
de Torrox Costa y Nerja, unas colinas áridas do-
minan la larga playa del Peñoncillo, quizá la
menos agraciada en varias decenas de kilómetros
a la redonda. Desde estas colinas se puede ob-
servar la tensión entre el uso agrícola de los llanos
y los barrancos y la promoción inmobiliaria del lito-
3 Este relato viene sugerido por el impacto que me produjo
pasear este verano, veinte años después, por las colinas del Peñoncillo, cuando empezaba a escribir este artículo.
ral. El clima mediterráneo subtropical permite una
agricultura singular en Europa, a base de aguaca-
tes, chirimoyas, mangos… que, aun retrocediendo
ante el avance del Tsunami Urbanizador, se resis-
te a desaparecer (Figura 5).
Figura 5: Cultivos subtropicales entre urbanizaciones. Fo-tografía del autor.
En esta playa, alejada del núcleo turístico munici-
pal, hace treinta años se construyó una urbaniza-
ción de vivienda colectiva con piscina y pista de
tenis, habitada mayoritariamente por turistas ale-
manes e ingleses. Durante muchos años era el
único núcleo urbanizado del Peñoncillo situado en
la ladera de una colina. En los últimos años Torrox
se ha extendido apoyándose en la carretera para-
lela a la playa y, en vísperas del estallido de la
burbuja inmobiliaria, se acometió un vastísimo
programa urbanizador de estas colinas.
Sunny Hills está urbanizado y deshabitado. El pa-
norama hoy es desolador: promociones congela-
das en plena construcción, el monte convertido en
parcelas por vender, algunas casas aisladas que
llegaron a construirse y que no se venden, alguna
vivienda habitada aislada, muy aislada. Los sínto-
mas de deterioro de la urbanización son evidentes.
Un trazado viario mal adaptado a la topografía su-
fre los efectos de los corrimientos de tierras. Des-
de los meandros de este viario se divisan caminos
peatonales sin paseantes, grúas arrumbadas junto
a estructuras sin terminar, barrancos vacíos ser-
penteados por calles asfaltadas e iluminadas (Fi-
gura 6).
{ }
Figura 6: Urbanización sin edificar y en estado abandona-do. Fotografía del autor.
El caso de Sunny Hills nos ilustra sobre los efectos
del urbanismo salvaje de la última década en Es-
paña. Casi la mitad de lo que se ha construido en
Europa lo ha sido en este país. Todo suelo no pa-
recía tener mejor destino que urbanizarse. Todo lo
que se construía se vendía en planos y pasaba de
mano en mano. Hasta que se detuvo la música y
nos dejó un paisaje de casas vacías con el cartel
de (NO) SE VENDE, de urbanizaciones con las
calles terminadas para ofrecer parcelas que ven-
der. Despilfarro de recursos materiales, paisajísti-
cos y financieros. Paro masivo. Simultáneamente
más de la mitad de las familias españolas encuen-
tran problemas para acceder a una vivienda. La
ley de la oferta y la demanda no ha estado dirigida
a satisfacer la necesidad de viviendas para vivir. El
mercado ha mostrado su ceguera, con la colabo-
ración activa y/o pasiva de técnicos y responsa-
bles públicos de urbanismo en todos los niveles de
la administración. El stock de más de un millón de
casas de reciente promoción sin vender está si-
tuado donde no se necesitan para vivir, allí donde
las inversiones resultaban más atractivas, en el
litoral y en las coronas metropolitanas de las ciu-
dades. Esta CIVITAS de nuevos ricos y adorado-
res del becerro de oro ha producido una URBS
muy simple, monocultivo de viviendas, absoluta-
mente dependientes de los desplazamientos en
coche para aprovisionarse en los centros comer-
ciales de lo preciso. El territorio se ha visto invadi-
do por una amalgama caótica de urbanizaciones,
infraestructuras viarias poco articuladas por las
que es difícil orientarse, en las que se suceden
promociones clónicas de viviendas, rotondas y
centros comerciales. Difícilmente podrán llegar a
ser barrios alguna vez, por su excesiva simplifica-
ción y segregación de usos, y es casi imposible
que aquí emerja una POLIS dada la dificultad de
encontrar espacios públicos de convivencia (Figu-
ra 7). En ellos es difícil y, cuando menos, aburrido
pasear. El triángulo de actores que produce este
hábitat está formado por los promotores inmobilia-
rios, los políticos locales, que ven en este modo de
urbanización una forma de financiar sus adminis-
traciones locales a corto plazo, y los técnicos de
las promotoras privadas y de las administraciones
que redactan y aprueban los proyectos. Los ciu-
dadanos quedan reducidos a la categoría de con-
sumidores.
Figura 7: El triángulo del hábitat social de las urbanizacio-nes extensivas del litoral. Fotografía del autor.
El Informe Auken sobre el impacto de la urbaniza-
ción extensiva en España en los derechos indivi-
duales de los ciudadanos europeos, el medio am-
biente y la aplicación del Derecho comunitario po-
ne de manifiesto que esta situación ha sido posible
por una cadena de complicidades.
“El gran saqueo material de todos esos años, ge-
nerador de enormes fortunas y de daños irrepara-
bles, no habría sido posible si, paralelamente, no
hubiéramos incurrido en el gran saqueo de las
conciencias al que ahora denominamos „falta de
valores, ‟novorriquismo‟ y cosas semejantes, pero
que en los años opulentos, o que creíamos opulen-
tos, estableció una férrea cadena de complicidades
entre estafadores y futuros estafados, vinculados
unos con otros por el sueño del dinero -sueño, lue-
go, pesadilla para las víctimas- y por la confusión
entre bienestar y beneficio” (Argullol,R. 2009)
Ah! Veamos el caso del área metropolitana de Sevilla,
que se ha consolidado en las últimas tres décadas
sin que haya sido posible aprobar un planeamiento
que la organice, pese a que se han redactado pla-
nes para la misma en los ochenta y los noventa.
¿Por qué? De nuevo nos enfrentamos a la debili-
dad de la POLIS. No ha habido voluntad política.
Los ayuntamientos se financian fundamentalmente
a través del urbanismo, mediante convenios, li-
cencias, etc. Todos los municipios del área metro-
politana han competido entre sí por atraer a su
término las inversiones urbanizadoras. Para ello
toda norma reguladora de rango supramunicipal
es un obstáculo. Los alcaldes han tenido más po-
der que la Consejería de Obras Públicas, respon-
sable de elaborar dicho plan. El resultado es que
se ha construido mucha urbanización y poca ciu-
dad.
La URBS resultante es un territorio desestructura-
do. Una sucesión de urbanizaciones colgadas del
viario local preexistente. La CIVITAS rural se ha
visto transformada por un aluvión de nuevos habi-
tantes urbanitas que han venido al Aljarafe com-
prando el sueño de una casa propia adosada, con
jardín, a cinco minutos de Sevilla en urbanización
con piscina (Figura 8). Los carteles de las promo-
ciones venden un arquetipo de casa andaluza con
teja árabe. Sobre un fondo de viviendas clónicas
un cartel reza: “diferénciate" (si puedes, que añadi-
ría el autor de la foto).
Figura 8: Proceso urbanizador del Aljarafe, en el Área Me-tropolitana de Sevilla. Fotografías de Luis A. Zambrana.
Estos nuevos habitantes han establecido en gene-
ral muy pocos vínculos con los pueblos en los que
se ubican sus urbanizaciones. Su trabajo está en
Sevilla, las compras y el ocio se reparten entre la
ciudad y los grandes centros comerciales ubicados
en los nudos de las autovías. Buena parte de ellos
no se empadronan o tardan en hacerlo, por lo que
ni siquiera votan a sus alcaldes. El territorio de las
metrópolis se compone de vías con rotondas, ur-
banizaciones, polígonos industriales y centros co-
merciales. Es casi imposible recorrerlas a pie o en
bicicleta. Las redes de transporte público no han
sido previstas. Y la dependencia de una ciudad a
la que hay que acceder y de la que hay que salir
por tres únicos puentes acaba convirtiendo el sue-
ño en pesadilla: atrapados en los atascos para ir y
volver del trabajo (Figura 9).
Figura 9: El sueño embotellado. Elaboración propia. Foto-grafías de Luis Andrés Zambrana y del autor.
{ }
Utilizando el tiempo libre en conducir para aprovi-
sionarse, para llevar a los hijos a las urbanizacio-
nes de sus amigos, a Sevilla, a las actividades ex-
traescolares… al cabo de unos años, se ha visto
que este modelo no funciona y empieza a producir
el movimiento de retorno a la ciudad por parte de
aquellos que pueden.
En este contexto parece difícil que surja una
POLIS. Sin embargo, donde hay problemas de
hábitat surgen grupos dispuestos a organizarse
para afrontarlos. La plataforma Ah! (“Aljarafe habi-
table”) aglutina a activistas que demandan partici-
pación ciudadana para poner orden en el territorio.
Asociaciones ecologistas y de defensa del patri-
monio han tomado la iniciativa para proteger es-
pacios de gran valor paisajístico, como la propia
cornisa, proponiendo la creación de un parque ar-
queológico paisajístico que permita conocer y di-
vulgar los importantes yacimientos dolménicos de
los primeros asentamientos humanos sobre estas
tierras de Sevilla (Figura 10).
Figura 10: Visita guiada al territorio dolménico donde la iniciativa social promueve el Parque Arqueológico y paisa-jístico del Aljarafe (Sevilla). Elaboración propia. Fotogra-fías del autor.
Otra iniciativa ciudadana ha promovido la recupe-
ración del cauce del Río Pudio como espacio ver-
de público articulador del Aljarafe. Por su parte la
Asociación de Empresarios del Aljarafe, viendo
que las disfuncionalidades de este territorio afec-
tan negativamente a las actividades productivas
de sus asociados, tras financiar la realización de
un informe urbanístico que fue presentado como el
libro blanco del Aljarafe, acabó solicitando a la
administración una moratoria urbanística. Empre-
sarios, nuevos vecinos que han visto frustrado su
sueño de un lugar para vivir, ecologistas, universi-
tarios, han creado una emergente polis ciudada-
nista antagónica de los intereses especulativos
respaldados por las autoridades municipales ante
la pasividad de la administración autonómica. En
Sanlúcar La Mayor tuvimos la oportunidad de ase-
sorar a un joven equipo de gobierno municipal que
había ganado las elecciones tras liderar la oposi-
ción a un salvaje plan municipal. Su consigna era
hacer un planeamiento sostenible y participativo.
En las mesas de participación surgió la propuesta
de mantener el carácter rural de este municipio del
segundo cinturón del Aljarafe, limitando los desa-
rrollos urbanísticos a lo necesario para el creci-
miento vegetativo de la población y para asentar
actividades productivas (Figura 11).
Figura 11: Construcción del triángulo de la gestión social del hábitat en la elaboración del Plan General de Sanlúcar La Mayor (Sevilla). Elaboración propia. Fotografías de Ste-fania Scamardi.
La crisis ha cogido al Aljarafe con más suelo en
promoción, a medio construir o construido vacío
del que el mercado de la vivienda, orientado a la
inversión financiera, es capaz de absorber. La falta
de planificación ha llevado a una superoferta que
se ha podido mantener mientras el espejismo es-
peculativo no se ha roto. Hoy ya no es posible. Pe-
ro mientras no se haga una lectura autocrítica, por
parte de las administraciones, de lo ocurrido y de
su responsabilidad, difícilmente será posible ima-
ginar un escenario en el que la “nopolis” o “antipo-
lis” actual pueda llegar a ser una ciudad compleja,
donde los ciudadanos puedan vivir, trabajar, dis-
frutar su tiempo de ocio y moverse de forma sos-
tenible, paseando a pie o en bici hasta la parada
del transporte público. Para ello habrá que crear
espacios de participación y alentar las iniciativas
que en esta dirección surjan del movimiento ciu-
dadano.
Urban pa los ricos, desalojo pa los pobres
Mientras esto ha ocurrido en los suburbios de cla-
se media de las ciudades, los centros históricos se
han visto atacados por procesos de gentrificación
(Figura 12). Los inversores han comprendido que
el valor simbólico de estas áreas les presta gran-
des oportunidades para obtener beneficios eco-
nómicos.
Figura 12: Gentrificación en el Norte del Casco Antiguo de Sevilla. Elaboración propia. Fotografías del autor.
Áreas olvidadas de la ciudad, como el Norte del
Casco Antiguo de Sevilla, que en los años noventa
fuera escenario de un Plan Urban europeo de re-
cuperación de zonas con necesidad de transfor-
mación física y social, han sido escenario privile-
giado de estos procesos. La administración públi-
ca local, con financiación europea, ha invertido
grandes cantidades en remozar la urbs, dotando a
las calles de nuevas infraestructuras, repavimen-
tándolas, mejorando los espacios públicos. Pero
no ha habido la previsión, ni el interés, de hacer un
plan municipal de vivienda de forma simultánea.
Como trasfondo de estas intervenciones subyacía
la errónea idea de que para recuperar la ciudad
histórica bastaba con conservar los edificios, o, al
menos, la fachada de los edificios. Ello ha dado
lugar por doquier a una ciudad museificada donde
la mejora de la urbs ha ido de la mano de la
desecación de la civitas. Es muy expresiva en este
sentido la cita que extraemos de dos antropólogos
que han estudiado en su libro La ciudad silenciada
el casco antiguo norte de la ciudad:
“El casco antiguo trasunta la historia de una ciudad
y, en cierto modo, encierra su especificidad, resu-
me la sociedad que la habita, la cultura que la dife-
rencia. Él conjuga y sintetiza la ciudad toda. Desde
nuestro punto de vista, no es tanto su monumenta-
lidad como el tejido social que lo ocupa y le da
sentido, lo que le otorga valor; protegerlo implica
salvaguardar sus edificios, pero también los espa-
cios y usos sociales que le dan vida.” (Cantero,
Escalera et al., 1999).
El área de San Luis-Alameda arrojaba al inicio del
Plan Urban, en 1994, unas cifras cuantitativamen-
te alarmantes. Casi la mitad de las parcelas esta-
ban ocupadas por edificios en ruina o eran sola-
res. En estas circunstancias, en las que el capital
privado inversor no tenía interés por el barrio, hu-
biera sido fácil y económico conseguir un gran pa-
trimonio municipal de vivienda y suelo.
No se hizo así. De este modo la inversión en es-
pacio público sirvió como llamada al capital priva-
do para entrar en el barrio. Y empezaron a llegar
las inmobiliarias y con ellas los “asustaviejas” en-
cargados de hacer realidad su sueño de inmue-
bles libres de vecinos. “Se compran edificios con
vecinos dentro” se podía leer en algunos carteles.
La liberalización del alquiler de vivienda decretada
por el gobierno nacional, eliminando derechos que
protegían a los inquilinos, facilitó la tarea. Aun así
se precisaba de una colaboración activa, en mu-
{ }
chas ocasiones, por parte de la administración lo-
cal, para declarar en ruina las casas de vecinos y
proceder a desalojarlas, tal y como ocurrió en la
calle Palacios Malaver, donde pude asistir aseso-
rando técnicamente a los vecinos desalojados. Los
vecinos acamparon a la puerta de su casa exi-
giendo soluciones pero perdieron sus derechos.
Donde hay un problema la gente se organiza y re-
construye la POLIS. Este y otros casos hicieron
surgir respuestas ciudadanas. Se creó la “Liga de
Inquilinos La Corriente” para asesorar, con asis-
tencia técnica, a los vecinos amenazados de desa-
lojo. El barrio, que ya fuera reducto de la resisten-
cia al levantamiento franquista, sigue siendo con-
siderado el barrio rojo de la ciudad. Activistas jó-
venes se han unido a los vecinos para salvar la
Casa del Pumarejo y crear un centro social auto-
gestionado desde el que presta sus servicios de
asesoramiento la Liga La Corriente (Figura 13).
Figura 13: Activismo ciudadano en el Centro Social de la Casa del Pumarejo (Sevilla). Elaboración propia. Fotogra-fías del autor.
Durante más de diez años el barrio ha presencia-
do acciones de activistas creativos que han orga-
nizado "vía crucis" por los edificios del barrio va-
ciados de vecinos por la especulación. En las fa-
chadas, las estaciones se ilustraban con poesías
alusivas. Una pintada callejera expresa cómo es
percibido por los vecinos activistas la acción públi-
ca: "URBAN PA LOS RICOS, DESALOJO PA LOS
POBRES".
Figura 14: Visita guiada a los corralones artesanales del barrio de San Luis organizada por la Plataforma de Artesa-nos del Casco Antiguo (Sevilla). Fotografía del autor.
Los artesanos que trabajaban en los corralones
del barrio, que han sufrido igualmente las presio-
nes inmobiliarias, se han organizado en la
P.A.C.A. (Plataforma de Artesanos del Casco
Antiguo) (Figura 14). Desde la Universidad hemos
colaborado con esta plataforma a través de la
asignatura Hábitat y Desarrollo, construyendo así
el triángulo de la función transformadora de la uni-
versidad. Los alumnos prepararon un informe para
solicitar la declaración de los corralones como
Bienes de Interés Cultural Etnográfico, en colabo-
ración con el profesor Javier Hérnandez Ramírez,
del Departamento de Antropología Social. Así
mismo juntos organizamos una mesa redonda en
la Escuela de Arquitectura, en la que construimos
un triángulo con los actores implicados en la toma
de decisiones sobre el futuro de los artesanos en
el barrio. Estuvieron presentes el delegado de
urbanismo, el director de la Oficina del Plan de
Sevilla, la portavoz de la P.A.C.A. y expertos uni-
versitarios en patrimonio industrial. En la mesa se
llegó a principios de acuerdo y compromisos políti-
cos para garantizar la continuidad de los corralo-
nes artesanales (Figura 15).
Figura 15: Construcción del triángulo de la Gestión Social del Hábitat y de la Universidad transformadora para apoyar el derecho a permanecer en el centro de los artesanos. Elaboración propia. Fotografías del autor.
Una polis está emergiendo allí donde el mercado
está produciendo un cambio en la civitas, desalo-
jando a los vecinos originarios y sustituyéndolos
por profesionales, estudiantes que comparten
pisos, personas solas o en pareja que ocupan los
minúsculos apartamentos que son la oferta domi-
nante. Y estas situaciones de conflicto son propi-
cias para la colaboración entre universidad y mo-
vimientos sociales y para que la universidad me-
die, construyendo un triángulo, con las administra-
ciones públicas responsables. La respuesta de las
administraciones local y autonómica al problema
de pérdida de población original, y por tanto, de
identidad, del barrio, ha venido a través de la de-
claración de un Área de Rehabilitación Integral
que permite diseñar un programa de actuación en
el que, mediante acuerdos con los propietarios de
inmuebles y ayudas públicas, se está llegando a
rehabilitar casas de vecinos con el compromiso de
mantener los contratos de alquiler. Es una iniciati-
va de interés pero que ha tenido escaso éxito por
haberse emprendido tarde y en plena burbuja in-
mobiliaria. Muchos propietarios han encontrado
tentadoras ofertas de compra que han considera-
do más atractivas que el programa. Ante un mer-
cado desaforado la capacidad reguladora de la
administración se ha visto muy limitada.
Nosotros También Somos Sevilla En los márgenes de la ciudad, allá dónde el mer-
cado inmobiliario carece todavía de intereses, en-
contramos los llamados polígonos de vivienda so-
cial promovidos en la década de los setenta. De
esta POLIS, promoción pública directa de carácter
sectorial (sólo se actúa desde la política de vivien-
da) y asistencialista (los demandantes de vivienda
juegan un rol pasivo) surge en Sevilla un nuevo
tipo de URBS, los Polígonos de Viviendas en la
periferia que siguen las directrices de los C.I.A.M.
Los mayores son Polígono Norte y Polígono Sur,
que han tenido evoluciones bien diferentes. Polí-
gono Sur se ha convertido en un gigantesco gueto,
aislado físicamente de la ciudad, donde viven
50.000 personas (Torres, 2005). Se trata de un
conglomerado de cinco barriadas de vivienda co-
lectiva en régimen de alquiler o de propiedad dife-
rida. El estado proporcionó viviendas a las clases
sociales más necesitadas, procedentes de corra-
les de vecinos de Triana, San Bernardo, de barria-
das de autoconstrucción precarias y de asenta-
mientos chabolistas. Las promociones más dete-
rioradas han sido las de régimen de alquiler públi-
co. Se trata de la barriada Martínez Montañés, co-
nocida en la ciudad como “Las Vegas” o, más di-
fusamente, como “Las Tres Mil”. Urbanísticamente
el barrio responde a los criterios los CIAM, con
conjuntos de bloques sobre pilotes y amplios es-
pacios libres. La primera promoción, de 1978, está
compuesta por 624 viviendas construidas con pan-
tallas de hormigón y losas prefabricadas para el
forjado. Las viviendas resultan amplias y bien dis-
tribuidas, para los estándares sociales. Los co-
mercios se debían concentrar en manzanas desti-
nadas a este único fin.
Sin embargo falló la gestión. La administración se
desentendió. Nunca se preocupó en las primeras
décadas de cobrar el alquiler ni de llevar un regis-
tro de los vecinos que realmente ocupaban las vi-
viendas. El impacto en la CIVITAS de esta POLIS
{ }
paternalista, por una parte, y desresponsabilizada,
por otro, ha sido demoledor (Figura 16).
Figura 16: El triángulo del hábitat social en Polígono Sur. Elaboración propia. Fotografía del autor.
El barrio tiene un fuerte porcentaje de población
de etnia gitana, con formas de habitar propias,
muy apegadas al suelo y a la cultura de la fogata.
Ha sido duramente castigado por el paro y la dro-
ga en la década de los ochenta. Este detererioro
social rápidamente se plasma en el aspecto físico
del barrio, la URBS. Los espacios libres se convir-
tieron en espacios de nadie, inseguros e insalu-
bres. Se produjo un proceso de chabolismo verti-
cal. Empezó el círculo vicioso de la exclusión so-
cial (Figura 17).
Figura 17: Círculo vicioso del hábitat social en Polígono Sur. Elaboración propia. Fotografía del autor.
El deterioro de la situación social, con altas tasas
de desempleo, delinquencia, tráfico y consumo de
drogas, absentismo escolar, etc, genera un clima
de inseguridad ciudadana. Comienza la construc-
ción del estigma de “Las Tres Mil”. Los servicios
urbanos empiezan a dejar el barrio. La línea de
autobuses urbanos, tras una serie de agresiones a
los conductores, decide interrumpir el servicio.
Tampoco llega el reparto de correos, la policía, ni
el servicio de limpieza pública. Los vecinos han
denunciado la situación a través de sus asociacio-
nes. Cuando la situación de deterioro empezó a
ser alarmante las distintas administraciones secto-
riales emprendieron iniciativas aisladas, de Asun-
tos Sociales, urbanísticas... con presupuestos ele-
vados que no han dado resultados.
Para romper este círculo vicioso, se rearma la
POLIS por iniciativa ciudadana. Las asociaciones
vecinales se agrupan en la plataforma vecinal
"Nosotros también somos Sevilla" que reclamó
una estrategia global de intervención, intersectorial
y participativa, con una autoridad única responsa-
ble de todas las intervenciones de las diferentes
administraciones sectoriales. La situación llegó a
alcanzar tal impacto en la opinión pública que se
creó en el imaginario político la convicción de que
era necesario actuar de forma excepcional ante un
problema que se conceptualizaba, erróneamente,
como tal.
La Empresa Pública del Suelo de Andalucía recibe
el encargo de comenzar las obras de regulariza-
ción de la tenencia de las viviendas, apoyo e im-
pulso a la creación y funcionamiento de las comu-
nidades vecinales e inicio de las obras de rehabili-
tación de los edificios. Seguidamente, por acuerdo
entre la administración estatal, la autonómica y
municipal se constituye la Autoridad Única para el
Plan Integral de Polígono Sur, y se nombra a Je-
sús Maeztu comisionado. Se pone en marcha una
oficina técnica para coordinar el plan integral diri-
gida por Montserrat Rosa que pone en marcha un
proceso participativo para el diagnóstico y la re-
dacción del Plan Integral para Polígono Sur, con
cuatro ejes de intervención: urbanismo y convi-
vencia; salud comunitaria, intervención socioedu-
cativa y familiar, inserción sociolaboral; e iniciativa
económica (Comisionado para Polígono Sur,
2004).
Figura 18: Construcción del triángulo de la Gestión social del Hábitat en el Plan Integral de Polígono Sur. Elaboración propia. Fotografías de S.U.R.C.O. y de los alumnos del Máster en Gestión Social del Hábitat.
Este Plan Integral está construyendo el triángulo
de la Gestión Social del Hábitat (Figura 18) crean-
do espacios de participación para los vecinos en
diversos escalones: desde la comunidad de usua-
rios de viviendas en los bloques, la constitución de
intercomunidades para gestionar espacios comu-
nes entre bloques y las comisiones de barrio. Así
mismo están construyendo espacios de colabora-
ción entre técnicos de las distintas áreas. Juntos,
vecinos, técnicos y responsables de la administra-
ción han hecho el diagnóstico y el documento de
estrategias del Plan Integral. Hoy se está actuando
simultáneamente en la rehabilitación de las vivien-
das (con la consultoría de S.U.R.C.O.), en pro-
gramas de empleo y activación económica, en
educación, salud y acompañamiento social. Hoy la
falta de presupuesto, provocada por las presiones
financieras del F.M.I. y el Banco Central Europeo
sobre el gobierno español, arrojan enormes incer-
tidumbres sobre el final de este proceso que em-
pezaba a ser una referencia internacional de bue-
na práctica sobre el hábitat.
Aprendiendo de Larache: nosotros tam-bién somos medina
Figura 19: El triángulo del hábitat social en Jnane Aztout, Larache (Marruecos). Elaboración propia. Fotografías del autor.
Mientras tanto, al sur del Estrecho de Gibraltar, en
Larache, ciudad de la costa atlántica de Marrue-
cos, en las últimas décadas se está produciendo
un intenso proceso de migración desde el campo a
la ciudad y desde la ciudad hacia Europa (CIVI-
TAS). Esto ha dado lugar a un cinturón de bidonvi-
lles que rodean las ciudades consolidadas
(URBS). El estado marroquí lanzó en 2004 el Plan
Villes Sans Bidonvilles con el objetivo de declarar
las ciudades libres de chabolas en 2008 (POLIS).
Al tiempo, el boom inmobiliario especulativo (CIVI-
TAS) ha llegado a la ciudad, que carece de plan
de ordenación urbana (POLIS). Uno de estos
bidonvilles, Jnane Aztout (Figura 19), de más de
ochenta años de antigüedad, ubicado como un
arrabal de la Medina, en la colina que domina el
puerto pesquero (URBS), se vio amenazado por
estos procesos especulativos (CIVITAS). (De Ma-
nuel, 2009; Ojeda y De Manuel, 2009)
En este contexto, por indicación del arquitecto
Youssef El Mrabet, asesor marroquí del programa
de cooperación de la Consejería de Vivienda de la
Junta de Andalucía en Larache, coordinado por el
arquitecto Francisco Torres, el grupo de investiga-
ción ADICI y la ONG universitaria Arquitectura y
Compromiso Social entran en contacto con los ve-
{ }
cinos del barrio y establecemos un acuerdo de
asesoría técnica con dichos vecinos para el diag-
nóstico de la situación inicial y la elaboración de
una estrategia de consolidación urbana y social
para el barrio. En este momento, julio de 2005,
comienza un proyecto de investigación-acción par-
ticipativa con implicación docente mediante un
proyecto de innovación educativa, a través del Au-
la de Arquitectura “Arquitectura, ciudad y desarro-
llo”.
Figura 20: El triángulo de la función transformadora de la universidad en Jnane Aztout, Larache (Marruecos). Elabo-ración propia. Fotografías de Stefania Scamardi.
De este modo, partiendo de una demanda social,
se inicia un proceso que pone en juego el triángulo
de la función transformadora de la universidad (Fi-
gura 20). Las universidades públicas de Sevilla, a
través de dos grupos de investigación, ADICI de
arquitectura y GIEST de geografía, y la ONG uni-
versitaria Arquitectura y Compromiso Social vie-
nen desarrollando un proyecto integral de investi-
gación, educación y transformación social, en co-
laboración con la widadiyat del barrio (la asocia-
ción vecinal) y la Delegación del Ministerio del Há-
bitat en Larache. Dicha acción, que se enmarca en
el Plan Nacional Villes Sans Bidonvilles y que ha
conseguido fondos complementarios de la coope-
ración española, se planteó como una aseso-ría
de acompañamiento técnico y social. En ella se
han implicado grupos de profesores y estudiantes
del primer curso de arquitectura de Sevilla.
Los estudiantes de este taller integral de arquitec-
tura han realizado levantamientos de todas las vi-
viendas del barrio. El grupo de investigación de
geografía realizó un análisis territorial y paisajísti-
co, organizó un censo y el levantamiento de los
datos socioeconómicos de las familias. Con toda
esta información se elaboró un diagnóstico y una
estrategia de intervención en el barrio que apostó
por su transformación evolutiva partiendo del de-
recho de todos los vecinos a permanecer en el ba-
rrio.
Los vecinos, pescadores en su mayoría, están
plenamente insertados en la ciudad e identificados
con el lugar en el que viven y están muy organiza-
dos y cohesionados para defender sus derechos.
Esta organización más el conocimiento construido
conjuntamente sobre su realidad y la estrategia de
colaboración consiguiente, más el respaldo institu-
cional de la universidad, permitió a los vecinos que
se les reconociera como interlocutores ante las au-
toridades marroquíes e ir ganando progresivamen-
te el respaldo de sus autoridades a un proyecto
que ha sido asumido por éstas como una acción
piloto de transformación urbana participativa.
Figura 21: El triángulo de la gestión social del hábitat en Jnane Aztout, Larache (Marruecos). Elaboración propia. Fotografías del autor y Stefania Scamardi.
La clave en este proceso ha sido la construcción
del triángulo de la gestión social del hábitat (Figura
21). Los vecinos, de estar aislados y verse despro-
tegidos y amenazados han pasado a ser actores
sentados en la mesa junto con los técnicos y las
autoridades políticas.
Hoy el barrio de chabolas está en pleno proceso
de construcción y urbanización. La urbs ha cam-
biado conservando la sabiduría de la vivienda po-
pular que siempre tuvo el barrio. La civitas, punto
fuerte de este barrio en inicio por su rica cultura
popular, también se ha transformado. En palabras
del presidente de la widadiyat, el objetivo no era
sólo acabar con las chabolas como hecho físico.
Era preciso eliminar las chabolas de la mente. Y la
polis se ha fortalecido. Los vecinos están más or-
ganizados y han tomado la iniciativa en la gestión
de los temas que quedan pendientes: negociar
con la empresa suministradora el abastecimiento
de agua al barrio y completar la urbanización del
espacio público. Ha sido una experiencia en la que
hemos aprendido todos los que en ella hemos par-
ticipado: estudiantes, profesores, vecinos y res-
ponsables de las instituciones marroquíes que li-
deran el Plan Villes Sans Bidonvilles.
Conclusiones
Afrontar problemas globales y complejos como los
del hábitat requiere una reforma del pensamiento y
nuevas estrategias de gestión. Es un tema de co-
nocimiento y de acción, científico y político. Es
preciso reconsiderar la relación de la sociedad con
su hábitat para llegar a un equilibrio entre natura y
cultura. Esto requiere algo más que información,
algo más que conocimiento, requiere sabiduría y
voluntad firme. El hábitat está llamado a convertir-
se en un campo de conocimiento transdisciplinario
y de acción intersectorial. Y la universidad, como
ámbito de construcción de conocimiento y de for-
mación de profesionales del hábitat, tiene en este
campo una oportunidad de poner a prueba la in-
teracción de sus funciones en colaboración con los
agentes sociales y las administraciones públicas
que tienen responsabilidad sobre el mismo.
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Cita del artículo:
DE MANUEL JEREZ Esteban. Construyendo triángulos
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{ y }
www.habitatysociedad.us.es
La gestión de la producción social del hábitat
Víctor Saúl Pelli
Resumen
Construir abordajes adecuados para la gestión de la producción social del hábitat pasa por reconocer la naturaleza
compleja del hábitat social en tanto sistema de situaciones en interacción con otros sistemas. Pasa igualmente por
asumir la complejidad de sus procesos de producción, fuertemente determinados en su concepción, desarrollo y resul-
tados por la mayor o menor presencia de cada uno de los grupos de actores afectados y sus respectivos paradigmas
culturales. En este contexto la cuestión de la formación de los técnicos emerge como un vector fundamental de cara al
acierto en el enfoque de la producción del hábitat, cuyo nivel de complejidad puede exigir un tránsito no sólo desde la
actuación unidisciplinar a la transdisciplinar, sino hacia una gestión de naturaleza transectorial. Ello implica construir
modelos de gestión participativa y concertada que nos remiten, más allá del plano técnico y político, a un nuevo e inelu-
dible grado de conciencia sobre las implicaciones sociales y ambientales de la producción del hábitat.
Palabras clave
Producción social del hábitat; Gestión de procesos; Acción pública; Transectorialidad; Participación; Concertación; For-
mación; Actores técnicos.
Abstract : Management of social production of habitat
The construction of adequate approaches for the management of social production of habitat depends upon recognition
of the complex nature of social habitat as being a system of situations in interaction with other systems and with other
situations. It equally depends upon the acceptance of the complexity of their production processes, which are largely de-
termined in the design, development and results by the degree of presence of each group of actors involved and their
respective cultural paradigms. In this context, the question of technician training emerges as a fundamental vector with a
view to the skill and commitment of every actor in the approach of production of habitat, whose level of complexity can
demand a transfer not only from uni-disciplinary action into trans-disciplinary action, but also towards management of a
trans-sectorial nature. This implies constructing models of participative and harmonized management which refer us,
beyond the technical and political level, to a new and inescapable degree of awareness about social and environmental
implications of production of habitat.
Key words
Social Production of Habitat; Processes Management; Public Action; Transectoriality; Participation; Conciliation; Train-
ing; Technical Actors.
Recibido: 13/09/2010; aceptado: 15/10/2010
El texto de este artículo ha sido elaborado a partir de la transcripción de la conferencia inaugural del Máster en Gestión Social del
Hábitat. Universidad de Sevilla, 12 de marzo de 2008.
Universidad Nacional del Nordeste (Argentina). Director del Instituto de Investigación y Desarrollo en Vivienda (IIDVI) y de la cátedra
Gestión y Desarrollo de la Vivienda Popular. E-mail: [email protected].
{ }
Hacia una perspectiva compleja del
hábitat
Buenas tardes.
Voy a empezar con algunas aclaraciones sobre el
proceso de elaboración de esta conferencia.
Inicialmente decidí encararla en torno a un tema
específico, que se expresa en su título, y que en
rigor se refiere a sólo una de las líneas temáticas
del Máster que se está iniciando.
Pero por detrás de este título inicial, en una diser-
tación ubicada en el punto de partida de lo que se
anuncia como un intenso trabajo académico de
preparación profesional, se hacía inevitable ir deli-
neando simultáneamente el perfil del técnico apto
para ocuparse del tema, y algunas consignas cla-
ve para su formación. Por detrás del título inicial,
entonces, va a estar asomando este segundo
enunciado, que no es subtítulo, sino título de una
franja paralela de reflexión.
La cuestión de la formación del técnico
para la producción social del hábitat
Una segunda aclaración se refiere a la modalidad
adoptada para este recorrido. Se hacía difícil, en
particular desde mis distancias, allí en Argentina,
ubicar con suficiente claridad, aun con los datos
precisos que me hacía llegar el Director del
Máster, el perfil de la audiencia receptora de esta
conferencia, y calibrar en consecuencia el carácter
y tono de los argumentos a desarrollar. Más allá
de que podía suponer que iba a encontrarme aquí
con la mayoría de los alumnos del Máster y que,
en atención a ese dato, la conferencia debería te-
ner un cierto sesgo didáctico. Sin olvidarme, por
otro lado, de que también tendríamos aquí a inte-
grantes del cuerpo docente y a otras personas
igualmente calificadas.
Opté entonces por organizar las cosas en torno a
un conjunto de nociones que supuse que podía
dar por conocidas y transitadas en un espectro su-
ficientemente amplio de niveles y modos de for-
mación intelectual y profesional, tomar esas no-
ciones como soporte e ir acompañándolas de una
trama de comentarios que, en rigor, serán la esen-
cia de esta exposición. Estos comentarios no se-
rán explícitos en la mayoría de los casos; se van a
expresar, por lo menos, de cuatro formas. Una de
ellas será la selección misma de esas nociones de
base “conocidas por todos”, y su organización; és-
ta es por sí misma un comentario, y además cons-
tituye la estructura de esta conferencia.
Una segunda clase de comentarios serán los
ejemplos e ilustraciones que se intercalan, que por
cierto estarán lejos de ser neutros, si es que eso
es posible, e introducirán un determinado sesgo
de observación del objeto del que se está hablan-
do. Son algo más que ejemplos ilustrativos.
En tercer lugar algunos comentarios serán sólo
preguntas que haré y me hago sobre las nociones
que se irán exponiendo, preguntas que, también,
estarán formuladas desde una particular forma de
ver las cosas, pero aun así abrirán un horizonte de
posibles respuestas suficientemente amplio como
para hacer lugar a la posición propia de cada uno
de los que las escuchan. Suelo pensar, adhiriendo
a una modalidad antigua y siempre vigente de co-
municación y docencia, que las preguntas en torno
a un tema pueden ser más movilizadoras de la
atención y de la creatividad del oyente que las
afirmaciones que en forma taxativa pueda hacer la
persona que está hablando.
Y una cuarta forma de hacer comentarios, será, en
fin, la de expresarlos en forma directa como tales,
en el acompañamiento verbal de las proyecciones.
Y en esta versión escrita.
También me pareció conveniente aclarar que a lo
largo de la conferencia se irán señalando caminos
de exploración en temas y en campos laterales.
Serán ventanas abiertas, indicadores de ruta para
un esfuerzo de profundización que, si queremos
dar a esta disertación una extensión razonable y
una línea de intención suficientemente clara, que-
dará a cargo de aquellos entre los presentes que
se interesen en hacerlo, si es que no lo han hecho
ya.
La caracterización del hábitat social
(Las nociones “conocidas por todos”)
Las funciones La producción del hábitat social, entendida como
la generación de nuevas situaciones, físicas o re-
lacionales, mediante la construcción, transforma-
ción o eliminación de objetos físicos -edificios, pie-
zas de infraestructura, conjuntos edilicios, ciuda-
des, fracciones territoriales, redes- y/o de objetos
relacionales –sistemas de servicios, leyes, códigos
y normas de ordenamiento y categorización-, es
encarada, en la forma todavía predominante de
entender las cosas, con la consigna de asegurar,
en las nuevas situaciones a producir, el cumpli-
miento de funciones específicas, como las que se
listan a continuación, u otras equivalentes, en be-
neficio de un determinado usuario, o de un sector
social, o de la sociedad en su conjunto; con fre-
cuencia, también en beneficio del promotor de la
acción.
El hábitat social entendido como:
Estructura de protección;
Soporte;
Herramienta;
Escenario de vida;
Expresión de identidad;
Bien de cambio;
Patrimonio;
Pueden agregarse otras y/o sustituirse estas.
La naturaleza El hábitat social presenta, sin embargo, rasgos en
su naturaleza que determinan los modos, los re-
caudos y los límites para el cumplimiento de aque-
llas funciones; y condicionan también, consecuen-
temente, las estrategias y procesos de producción.
He seleccionado cuatro de estos rasgos, fuerte-
mente representativos:
1. El hábitat social entendido como un sistema de
situaciones: físicas, sociales, simbólicas, jurídicas,
políticas, económicas, ambientales; interrelacio-
nadas, interactuantes y coactuantes.
Esta apreciación del hábitat social como sistema y
no como mera agregación de piezas implica que
cualquier acto de producción, eliminación o con-
servación de una parte o componente del hábitat
modifica el equilibrio, el funcionamiento y la cali-
dad de todo el conjunto y afecta los de otros com-
ponentes, existentes o futuros.
Algunos fenómenos de formación urbana, típicos
en la región latinoamericana, son ejemplos expre-
sivos del juego de causa-efecto entre las produc-
ciones puntuales de elementos “funcionales” y la
salud del conjunto:
Los “barrios cerrados” y “country clubs” para
sectores con alto poder adquisitivo;
Los asentamientos urbanos irregulares e ilega-
les de sectores sociales con mínimo poder ad-
quisitivo y mínima inclusión social;
Los “shopping centers” en la periferia de las
ciudades;
Los desarrollos turísticos en conflicto con el
crecimiento orgánico del sector de hábitat en
que se instalan;
Los conjuntos habitacionales, de gestión públi-
ca o privada, levantados allí donde hubo un te-
rreno disponible, en ciudades sin plan de desa-
rrollo.
Encarados como objetos a producir, su promotor
busca, en los modos convencionales de gestación
y producción, que estos “fragmentos de hábitat”
cumplan las funciones convencionales, como las
que se listaron al comienzo, con poca y en algu-
nos casos ninguna atención a los efectos que
pueda tener la presencia y la actividad de estos
productos sobre el sistema general que las nuevas
situaciones van a pasar a integrar; a menos que la
{ }
atención a ese tipo de efectos sea impuesta por
las normas institucionales. Efectos que, en los ca-
sos que se enumeran aquí, casi sin excepción,
suelen ser nocivos y desestructurantes, más allá
de la evaluación de las razones que justifican su
producción y de la toma de posición que cada ac-
tor social adopta sobre estas razones y sobre el
hecho mismo y su utilidad.
2. El sistema-hábitat, entendido como una parte o
un subsistema dentro de sistemas mayores.
Una alteración de nuestro sistema-hábitat, como
puede ser la producción de cualquier nueva situa-
ción, modifica, a su vez, a los sistemas mayores, a
las relaciones con ellos, a los otros subsistemas
componentes de esos sistemas mayores y a las
relaciones con ellos (también, a la inversa, signifi-
ca que las modificaciones y alteraciones en los
sistemas mayores y en los otros subsistemas plan-
tean nuevos retos a la producción de nuevas si-
tuaciones en el hábitat social).
El hábitat social, en este juego, vive de, y en, un
intenso intercambio con el subsistema natural, y
está sujeto a sus alteraciones. Muchas de ellas,
como es tan notorio hoy, son a su vez consecuen-
cias de los avances en la producción del hábitat
social y sus componentes, entendiendo que la
mayoría de estos componentes no son situaciones
y objetos inertes sino mecanismos de consumo y
desgaste de elementos y de estructuras naturales,
y de expulsión de residuos y energía sobre el am-
biente natural. Esta interacción es probablemente
uno de los fenómenos globales más señalados y
puestos en evidencia en nuestro tiempo, por lo
que, sin dejar de resaltar su relevancia y prioridad,
no me extenderé en este punto.
3. El hábitat social entendido como señal o marca
en el tiempo. Hacia el pasado, como testimonio,
memoria y registro de la vida en la historia de la
sociedad que lo ocupó y de la que lo ocupa; en al-
gunos casos severo condicionante de lo que se
piensa hacer hoy. Y hacia el futuro, como estruc-
tura modeladora de la vida y de la organización
social por venir, condición presente, consciente o
inconsciente, en toda acción de modificación del
hábitat.
La producción de una situación nueva en el hábi-
tat, supone, por un lado, una evaluación de lo exis-
tente, y también una decisión de realzar, negar,
minimizar, ignorar o transformar su valor; o com-
partirlo -un ejemplo muy elocuente, es la implanta-
ción del palacio de Carlos V en la Alhambra. Y por
otro, una intención de incidir en los pasos futuros
de conformación no solo del hábitat futuro sino
también de la sociedad futura.
Cuando la modificación del hábitat social es ges-
tionada por los propios habitantes, puede leerse
como un acto de opción por un determinado pa-
trón de vida y expresión de una determinada acti-
tud frente a la estructura de la sociedad. Esto, no
sólo a través del producto concreto de la modifica-
ción sino también a través de la forma de llevarla
adelante, es decir, a través del proceso de pro-
ducción de la nueva situación de hábitat, como se
verá más adelante.
Puede tratarse de simple alineamiento –lo hago
así porque así es lo que se hace siempre, y ade-
más es como lo hacen los vecinos- y de acepta-
ción y afirmación del estado de cosas vigente o
pueden ser intentos de innovación y cambio. Un
ejemplo al límite son los propuestas habitacionales
de las comunidades hippies estadounidenses de
los años ’60, estrechamente identificadas con pro-
puestas de nuevas formas de vida y, en definitiva,
con nuevas escalas de valores (Figura 1).
Figura 1: Viviendas en cúpulas geodésicas, en “Drop City”, Colorado, Estados Unidos, 1965. Foto: Clark Richert.
La modificación del hábitat, en cuanto acto de
aporte al modelado de la sociedad futura, puede
ser también consecuencia de una acción de pura
supervivencia, por fuera del sistema jurídico y
normativo vigente, frente a la ausencia de otras
opciones realmente accesibles dentro del plazo de
una vida, por gente que en ocasiones extremas
expresa ese particular poder de que dispone quien
no tiene nada que perder (Figura 2).
Figura 2: Fragmento de la primera plana del diario Norte de la ciudad de Resistencia, en la Provincia del Chaco, Argen-tina, en su edición del 12 de febrero de 2008, en los días y en la ciudad en que se estaba preparando esta conferencia.
En el caso reflejado en la figura la acción específi-
ca sobre el hábitat mediante la ocupación de te-
rrenos fue simultánea y en alguna medida coordi-
nada con otras acciones de protesta y reivindica-
ción ciudadana, poco espontáneas en este caso, y
no del todo desvinculadas de una apreciación
consciente de las oportunidades “tácticas” brinda-
das por el proceso de elección de Gobernador en
la Provincia del Chaco, que se definía en esos
días.
En América Latina y en otras regiones periféricas
la ocupación ilegal de terrenos por familias en si-
tuación de pobreza para construir sus viviendas,
va acompañada de una evaluación política de la
factibilidad de una expulsión, evaluación hecha por
los ocupantes, por los propietarios y por la fuerza
pública, con conciencia de que en muchos casos
la mera expulsión es políticamente dificultosa o
costosa, o impracticable, más allá de lo estableci-
do por las normas legales.
La producción de nuevas situaciones de hábitat
como acción política puede ser operada desde los
poderes del Estado, desde la sociedad en su con-
junto, desde alguno de sus sectores, o desde un
actor individual, por dentro o por fuera del sistema
legal vigente.
La acción del Barón Haussmann en el París de fi-
nes del siglo XIX (Figura 3) es una de las referen-
cias emblemáticas de la producción del hábitat
como acción política desde los poderes del Esta-
do, en la que es tan evidente (y explicitada) la eva-
luación hecha sobre lo preexistente (social y espa-
cial) como la intención de organizar de una mane-
ra determinada el espacio urbano y la estructura
social del futuro.
Figura 3: El París del Barón Haussmann.
Lo que sigue es una digresión, no tanto en su te-
ma, que es una extensión de lo que venimos vien-
do, como en el relativamente mayor espacio que
{ }
se dedica aquí a la faz política de cualquier inter-
vención sobre el hábitat social y, sobre todo, la in-
cidencia que tiene este aspecto en el planteo de la
estrategia de trabajo para esa intervención y del
escenario de formación del técnico para este tra-
bajo.
Figura 4: El asentamiento irregular Villa 31, en Buenos Aires. Aproximadamente 3.000 familias en situación de pobreza y en condición de ocupantes irregulares de terrenos del Estado, en un proceso de alrededor de 60 años. 15 hectáreas, aproxima-damente, en medio de una de las zonas de mayor valor inmobiliario de la ciudad. Foto y datos del diario Clarín, Argentina, 2007. Las cifras y el perfil físico se han incrementado considerablemente desde entonces.
Como casi todas las otras “villas” de la América
latina, la Villa 31 de Buenos Aires (Figura 4) es
una situación urbana y social, abierta e irresuelta,
que a criterio de los actores sociales involucrados
o interesados, incluidos los habitantes, cada uno
con su propia visión de las cosas y sus propios in-
tereses, debe ser regularizada, es decir integrada
al sistema urbano, transaccional y legal vigente.
La discusión, real o latente, entre todos estos acto-
res, es sobre cómo se entiende lo que sucede ahí,
y lo que le sucede a la ciudad como efecto de eso
que sucede ahí, y cómo, consecuentemente, se
entiende lo que se puede considerar regulariza-
ción. Según la visión de cada uno de esos actores
acerca de cómo deben ser las cosas, la Villa (utili-
zada aquí como ejemplo de la generalidad de los
asentamientos latinoamericanos) puede ser vista
como:
Una anomalía urbana que debe ser eliminada,
o neutralizada;
Un terreno incomparable para un desarrollo in-
mobiliario, que convendría limpiar de ocupan-
tes;
Un escondrijo de maleantes, una amenaza que
requiere intervención policial;
Un campo propicio para desarrollar operacio-
nes proselitistas;
Un ámbito apto para servir como base operati-
va para el tráfico ilegal;
Una concentración de gente en situación crítica
que requiere apoyo y contención;
Un embrión de nuevo barrio que necesita asis-
tencia para consolidarse e integrarse al conjun-
to urbano;
Una evidencia de políticas habitacionales
erradas o insuficientes;
Un emergente de una estructura social brutal e
inequitativa;
Un acto político de rebeldía y de presión popu-
lar;
Un modo típico e imparable de conformación
de la ciudad latinoamericana;
El resultado de distintas combinaciones de los
anteriores.
Cada una de estas formas de entender lo que está
pasando, me permito reiterar, conduce a muy dife-
rentes caminos de acción y a muy diferentes solu-
ciones, con diferentes consecuencias, en el hábitat
general y en la sociedad.
Este listado de reacciones y posturas frente a un
fenómeno singular, irregular pero típico y predomi-
nante en Latinoamérica, es una expresión del en-
trecruzamiento entre los datos objetivos del caso y
los encuadres ideológicos de los actores involu-
crados.
Aquí es importante advertir que este mecanismo
también está presente, de manera generalmente
menos visible y difícil de detectar, y un poco más
acotada por las normativas vigentes, en las situa-
ciones más formales y legales de producción del
hábitat.
El caso, así presentado, puede dar lugar a pregun-
tas como las siguientes, un anticipo de aproxima-
ción al perfil del técnico, que se desarrollará más
adelante, hacia el final de la conferencia:
¿Qué papel le cabe al técnico en este escena-
rio de tan diversos significados, interpretacio-
nes e intencionalidades?: al diagnosticar; al
trazar una política; al diseñar un programa; al
planificar una acción; al trabajar con la gente.
¿A qué clase de técnico?
¿Un mismo técnico es apto para encarar un
trabajo con cualquiera de estas interpretacio-
nes?
¿Es necesario (o es conveniente, y para quién)
que este técnico tenga madurada una postura
personal ante estas opciones?
¿Qué debe saber hacer?
¿Qué debe saber ver?
¿Cómo debe ser su formación?
Lo retomamos, entonces, hacia el final de la confe-
rencia. Volvamos a la secuencia de caracteriza-
ción de la naturaleza del hábitat social.
4. El hábitat social entendido como estructura
coherente con los paradigmas culturales de una
determinada sociedad, o de un determinado grupo
social, y funcional a su propia versión de las
necesidades humanas.
El hábitat social no es un texto de lectura univer-
sal. En cada caso representa y es funcional a valo-
res propios de la cultura que lo produce y ocupa, a
los modos que esa cultura ha desarrollado para
relacionarse con su ambiente natural, e incluso al
estado de situación de esa cultura en un determi-
nado período: florecimiento, bonanza, decadencia,
confusión, catástrofe, violación, crisis. Podemos
leer una ciudad, o un fragmento de hábitat, desde
esta óptica.
Figura 5: Componente del hábitat residencial de los wichí (o matacos), en el nordeste argentino (provincia de Formo-sa), hasta fines del siglo XIX.
En el caso de los wichí (Figura 5), “una «banda»
se conceptualizaba como familia aunque superara
el centenar de personas… la totalidad del espacio
que utilizaba y por el que circulaba a lo largo del
ciclo anual… ese territorio era en definitiva una
gran vivienda que una enorme familia utilizaba
completamente en un período largo de tiempo”
(Braunstein, 1998). Ese espacio era su ámbito de
caza y de recolección de alimentos y de medica-
mentos. Y también el de procesamiento de sus re-
siduos. El ámbito productivo era coincidente con el
ámbito doméstico.
{ }
La choza se abandonaba en cada desplazamiento
dentro del ciclo anual de migración. Al volver al
mismo lugar, un año después, había sido biológi-
camente absorbida por el medio natural, que pro-
veía material nuevo para las nuevas construccio-
nes. La propiedad del terreno y de la construcción
solo se entendía como apropiación circunstancial,
mientras se estaba asentado allí. No había cerra-
duras ni puertas: la protección y la seguridad des-
cansaban en la capacidad defensiva del habitante,
más que en su hábitat y, en mayor medida y, fren-
te a otros niveles de agresión, quedaban a cargo
de la organización social.
La choza, como componente de un sistema amplio
de hábitat doméstico, era satisfactoria y funcional
a los códigos de sus habitantes y de la sociedad
que estos integraban. Los que la habitaban no
eran “pobres” ni este concepto existía en esa cul-
tura. Un cobijo más sólido, más amplio y “mejor
equipado” que éste, pero desvinculado de su sis-
tema original de hábitat y de producción, y sin lle-
gar a estar plenamente inserto en el sistema de
hábitat y de producción de la organización social
circunstancialmente contenedora, resulta, en la
ciudad moderna-occidental, miserable y un testi-
monio de exclusión. 1
Aun si se acepta que la asimilación de los pueblos
originarios a la cultura conquistadora es inevitable
e irreversible (lo que, como sea, es materia de dis-
cusión, y un tema caliente desde hace 500 años
en Latinoamérica), las enormes dificultades, para
ellos, de entender y vivir -y en algunos casos
aceptar- esta transición, merecen ser contempla-
das, además de con respeto humano y con sabi-
1 Sobre este punto interesa observar que en la fotografía se
dejan ver elementos (una rejilla para cama, una silla) que no corresponden a la cultura wichí sino a la cultura que en ese momento, fines del siglo XIX, los está desplazando, extermi-nando y/o sometiendo. Estos dos elementos mudos bastan para ilustrar la pérdida de sentido y la precariedad de la choza, una vez que ha sido desconectada de su sistema económico, social y cultural de sostén y depositada como una reliquia, o un botín, o a lo sumo como un accesorio nostálgico, en un ámbito físico del que se ha apropiado la cultura invasora.
duría, con visión política en el diseño y en la ges-
tión, tanto del hábitat como del proceso de pro-
ducción, adecuados a estas circunstancias.
En las situaciones de contacto entre culturas (con-
quista, evangelización, cooperación, ayuda, des-
cubrimiento, fusión, aproximación, intercambio,
comercio, etc.), cuando la solución habitacional es
un instrumento y un capítulo de ese contacto, se
presenta el desafío, para cada uno de los protago-
nistas, y en particular para los que cuentan con
mayor poder, de reconocer y respetar las formas
de vida del otro como otra cultura, con su propia
escala de valores. Lo que es útil, bello, desecha-
ble, desagradable, ofensivo, sagrado, en una cul-
tura, puede no serlo en la otra (aunque no son in-
frecuentes, tampoco, las situaciones de fascina-
ción cruzada). La versión más usual de ayuda en
la solución de necesidades habitacionales, entre
culturas distintas, aun en los casos de mejor dis-
posición para brindarla, consiste en identificar las
formas de vida de la gente “ayudada” como lasti-
mosas situaciones de degradación, y en “resolver”
las carencias de los “ayudados” con soluciones de
hábitat propias de la cultura que está brindando la
“ayuda”. Sin la debida actitud de apertura hacia
diferentes escalas de valores, y la debida tarea de
diálogo y negociación entre las dos culturas que
entran en contacto a través de, entre otras cosas,
la donación, muchas veces inconsulta, de piezas
de hábitat, la vivienda, pensada quizá como solu-
ción (por ejemplo en los casos de cooperación in-
ternacional), termina sumándose a la lista de pro-
blemas.
Aquí se hace necesario subrayar, en una referen-
cia a las preguntas de hace un momento, que el
técnico, en el trabajo de producción de situaciones
habitacionales para o con culturas diferentes de la
suya, aparte de su capacitación específica, y de
una imprescindible afinidad con la intencionalidad
de la operación, necesita un especial adiestra-
miento, o un don, más bien las dos cosas, para
observar, escuchar, dialogar, entender y respetar,
desde antes de trazar una línea. Y mientras la va
trazando. Parecería que esto debe ser parte de su
adiestramiento.
Lo que ocurre, con relación a este tema, en la acción pública de vivienda en nuestra sociedad actual Este escenario se reproduce de manera más difícil
de verificar, pero más frecuente, entre sectores de
una misma estructura social, en gran parte de las
acciones públicas de vivienda que transfieren las
pautas habitacionales en particular y culturales en
general, de los sectores a cargo de las decisiones
(funcionarios, profesionales) a los sectores “bene-
ficiarios”, que cultivan sus propias versiones de
esas pautas, que tendrán dificultad y requerirán
tiempo y buen trato para adecuarse a las que les
impone su nuevo hábitat y que carecen de canales
para introducir sus criterios en la gestación de la
casa en la que van a vivir.
El valor propio de los procesos de producción del hábitat Más allá de los cuatro enfoques de la naturaleza
del hábitat social revisados hasta aquí, una de las
líneas de intención de esta conferencia, puesta de
manifiesto en su título y en varias acotaciones
posteriores, es dirigir la atención también hacia los
procesos mismos de producción del hábitat, y ha-
cia el valor propio con que cuentan como factores
de modificación del sistema hábitat social y de los
sistemas que lo incluyen, en particular el sistema
social.
La diversidad de las formas de producción del há-
bitat residencial que coexisten en los países peri-
féricos adscriptos a la economía de mercado, en-
tre los que se cuenta la casi totalidad de los lati-
noamericanos, es un ejemplo.
Las tres formas de producción del hábitat
residencial en América Latina y los diversos
modelos de proceso de producción
Desde un esquema teórico básico, en el juego del
mercado hay una sola forma de acceso a bienes y
a servicios: su adquisición, en distintas modalida-
des pero siempre dentro de las redes de un com-
plejo mecanismo, que en casi todos los casos in-
cluye el sistema monetario; el sistema normativo:
leyes, normas, reglamentos; el manejo de instru-
mentos de comunicación, como el lenguaje escri-
to; y otros elementos de un andamiaje indispensa-
ble, del que en teoría se supone que es accesible
a todos los ciudadanos.
En los países periféricos un importante porcentaje
de la población no tiene en los hechos acceso a
estos elementos, de los que el más evidente es el
dinero, aunque en rigor el problema no está, como
sabemos, en la carencia de dinero, sino en la ca-
rencia de situación social y adecuación cultural
que le permitan obtenerlo.
Esta situación da origen a un sistema paralelo de
acceso a bienes y servicios, entre ellos los que
conforman la vivienda, por fuera del mercado le-
galmente organizado, pero dentro del ámbito de la
misma sociedad. Este sistema irregular es la forma
concreta de acceso de los sectores en situación
de pobreza a algún tipo de solución habitacional
-posibilidad que no les brinda el mercado regular-,
aunque en una situación de insuficiencia esencial
para alcanzar los estándares que la sociedad oc-
cidental-moderna-urbana tiene establecidos para
considerar digna a una vivienda.
Lo concreto es que la ciudad latinoamericana se
va construyendo por estas dos vías, coexistentes
dentro de un mismo ámbito. Sectores de ciudad
“reglamentaria” coexistiendo con sectores de
ciudad “no reglamentaria”. 2 No puede caber duda
de que esta coexistencia se expresa en un estado
de fricción, tensión, inequidad, insalubridad e in-
seguridad a la vista, dañino y degradante no solo
2 O, más crudamente, aunque con una quizá excesiva
simplificación de las cosas, “la ciudad legal y la ciudad ilegal”, como es el título del libro de J.E. Hardoy y D. Satterhwaite.
{ }
para un sector en especial sino para el conjunto
social. Cuando esta situación es percibida como
problema a resolver, la sociedad en su conjunto se
ve ante la necesidad, o la exigencia, de dar alguna
respuesta. Una de las respuestas es la de no dar
respuesta, no involucrarse –si alguien tiene pro-
blemas, que los resuelva por su cuenta, dentro de
la ley-; si bien esta puede ser la postura íntima de
numerosos sectores, particularmente los que
cuentan con mayor poder, los hechos muestran
que, en América Latina, es insostenible.
En el caso, que se corresponde con la situación
real de nuestros países y con sus marcos institu-
cionales, de que la sociedad decida involucrarse
en la resolución de esta situación, se pone en
marcha un nuevo tipo de acción de producción
social del hábitat. Este “tercer tipo” de acción está,
como las otras dos, y como cualquier otro “tipo” de
acción de producción del hábitat, sujeto a los dic-
tados de la postura política-ideológica de los res-
ponsables de las acciones. La figura siguiente (Fi-
gura 6) intenta sintetizar esta situación.
Figura 6: Vías de producción de la vivienda popular en regiones periféricas con economía de mercado. Cada una de estas op-ciones genera prácticas diferentes de producción y de gestión, correspondientes a diferentes patrones ideológicos de rela-ción social y a diferentes proyectos de sociedad, prácticas inductoras de diferentes pautas de relacionamiento en los actores participantes, en particular en los habitantes.
Puede darse que los objetos resultantes del pro-
ceso de producción: las viviendas, los conjuntos
habitacionales, las situaciones espaciales, las
normas de uso, sean similares, a veces iguales,
entre uno y otro criterio de producción.
Pero los modos de producción por sí mismos tie-
nen capacidad de introducir muy diferentes patro-
nes de relación social entre los personajes involu-
crados y, según el modelo adoptado, actuar como
experiencias educativas, de ejercitación en una
forma equitativa de actuación social o como re-
afirmaciones de un patrón de subordinación o so-
metimiento.
Las decisiones, las acciones, la tarea técnica,
y el Técnico, en este escenario
Los cuatro enfoques de caracterización de la natu-
raleza del hábitat social presentados hasta aquí
(como sistema de situaciones interdependientes e
interactivas; como subsistema, coexistente e inter-
relacionado con otros subsistemas dentro de sis-
temas mayores; como registro, testimonio y pre-
sencia del desarrollo pasado de la sociedad y
factor determinante de su desarrollo futuro; y como
expresión e instrumento de un sistema cultural y
de su proceso de desarrollo), junto con el señala-
miento del valor propio de los procesos de produc-
ción (como factor autónomo de generación de
transformaciones), dibujan el escenario desde el
que en esta conferencia se va a considerar la
tarea de gestión (Figura 7).
Figura 7: Los cuatro enfoques de caracterización de la na-turaleza del hábitat social y los procesos de producción.
La expansión de la conciencia pública del hábitat
social como sistema vivo y como subsistema den-
tro de sistemas mayores, y consecuentemente de
los efectos de cualquier alteración en un punto del
sistema sobre todo este andamiaje, genera de-
manda de nuevas estrategias para las acciones de
producción, nuevas estrategias que a su vez impli-
can modificaciones en las reglas de juego del tra-
bajo técnico.
Este estado de conciencia descubre horizontes de
mayor complejidad, tanto en la conformación de
los problemas a abordar como en la producción de
decisiones y de acciones.
La secuencia recogida en los Cuadros siguientes
es una aproximación a las manifestaciones, en la
práctica, de este proceso de ampliación del hori-
zonte de referencia para la producción de hábitat,
con la consecuente densificación de su compleji-
dad.
Los dos primeros cuadros (Cuadros 1 y 2) repre-
sentan, esquemáticamente, los niveles progresi-
vos de complejidad y los modos de abordaje en la
práctica convencional, centrada en las funciones
de los objetos tangibles o intangibles que se busca
producir y en una concepción de corto alcance y
reduccionista de la complejidad de los problemas
a resolver. En el primero se está suponiendo una
conciencia mínima de ese grado de complejidad y
un nivel precario de capacidad de respuesta; en el
segundo se supone un grado más avanzado de
conciencia de la complejidad de los casos a abor-
dar, y un primer nivel de perfeccionamiento de la
respuesta técnico-conceptual. El tercer cuadro
(Cuadro 3) representa, con similar criterio de sín-
tesis -lo que inevitablemente obliga a dejar fuera
acotaciones que serían claves en un análisis más
afinado-, los modos de abordaje que derivan de un
reconocimiento pleno de los datos de naturaleza
sistémica del hábitat y de sus efectos de compleji-
zación del desarrollo de nuevas iniciativas de pro-
ducción del hábitat social, y también de la adop-
ción, o puesta en evidencia, de un determinado
marco teórico ideológico para la acción. Todo esto
con la consiguiente adecuación de las estrategias
de trabajo.
a) La producción convencional de situaciones
elementales de hábitat social.
Esta forma básica de abordaje es típica de organi-
zaciones relativamente elementales de gestión
pública o privada (Cuadro 1).
Cuadro 1: Producción convencional de situaciones ele-mentales de hábitat social.
{ }
En esta situación los problemas de producción del
hábitat son resueltos predominantemente según el
criterio del promotor -jefe municipal, empresario,
propietario- y el de sus técnicos todoterreno, si
cuenta con ellos y si acude a ellos. Es el caso de
una parte considerable de las acciones privadas,
regulares o irregulares, de producción de nuevas
situaciones de hábitat.
b) La producción convencional de situaciones
de hábitat social, con apertura a su
complejidad técnica y conceptual.
El abordaje, para la producción de nuevas situa-
ciones de hábitat, de problemas de mayor comple-
jidad y mayor diversidad de componentes requie-
re, correlativamente, equipos de mayor diversidad
disciplinar para identificar, definir y resolver esos
problemas (Cuadro 2).
Cuadro 2: Producción convencional de situaciones de há-bitat social, con apertura a su complejidad.
En esta forma de abordaje el incremento en la di-
versidad de disciplinas que intervienen en el dise-
ño y en la gestión suele limitarse a una agregación
de profesiones, en el mejor de los casos bajo una
coordinación operativa elemental (Figura 8).
Figura 8: Distintos niveles de agrupamiento de disciplinas en respuesta a un problema o a un propósito determinado.
La opción explícita por un marco conceptual-
ideológico como basamento para la adopción
de una estructura de abordaje adecuada
En el enfoque todavía convencional de trabajo, al
que corresponden los dos cuadros precedentes,
cualquier acto de transformación del hábitat res-
ponde a dos originadores directos de definiciones
y decisiones: el actor social responsable de la
acción y de sus productos, por un lado, y por otro
los organismos encargados de imponer la concep-
ción pública de los compromisos existentes entre
la producción de nuevos componentes del hábitat
y el conjunto, o sistema, en el que se enmarcan, y
de poner límites y regular las acciones de produc-
ción. A su vez, en las decisiones del actor social
responsable juegan dos componentes: el propósito
funcional específico que se busca satisfacer con la
acción, por un lado, y por otro su adhesión a una
determinada escala de valores.
Es difícil, quizá imposible, concebir un proyecto de
producción del hábitat social, deliberado o maqui-
nal, que no sea funcional a un determinado mode-
lo de sociedad y de evolución de esa sociedad,
modelo que pone marco y orienta la concepción
del proyecto en sus objetivos y metas, en su me-
todología, en el perfil técnico de sus ejecutores y
en las particulares formas de su práctica.
Y aquí cabe aclarar que en coherencia con estas
proposiciones, también para esta exposición se
consideró indispensable explicitar el modelo-
marco de evolución social que nutre su intenciona-
lidad y su desarrollo, al menos con algunos de sus
rasgos más significativos:
“Un modelo de desarrollo orientado a encaminar a
la sociedad hacia un estado de distribución equita-
tiva, tanto de la riqueza económica e intelectual
como del poder de decisión; hacia la construcción
igualitaria de capacidad de protagonismo ciuda-
dano mediante la evolución de la capacidad de
movimiento y gestión social de la gente en déficit;
y hacia una relación, hoy muy lejana, de mutuo en-
riquecimiento con el ambiente natural”.
Enunciado que, en definitiva, sólo pone en valor
consignas instaladas en las Constituciones de
numerosos países del área latinoamericana, y
también en la enunciación del concepto de Desa-
rrollo Humano propuesto por el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
La gestión participativa y concertada
El modelo-marco que se evoca sucintamente en
este enunciado requiere un ajuste sustancial de
enfoques, métodos e instrumentos para la tarea de
producción del hábitat, en relación con los esque-
mas convencionales. Quizá la más significativa,
representativa y transformadora de las nuevas
consignas de trabajo que derivan de este cambio,
es la de gestión participativa y concertada, es
decir la gestión de la producción del hábitat me-
diante mecanismos de trabajo por consenso y/o
acuerdo, instancias de convergencia de todos los
principales actores involucrados, principalmente
los habitantes, mecanismos aceptados y adopta-
dos como única fuente admitida de decisiones
conceptuales sobre las acciones a emprender.
Con esta consigna el trabajo unidisciplinario y el
trabajo pluridisciplinario -éste, en sus formas más
evolucionadas, de trabajo interdisciplinario o
transdisciplinario-, que se desarrollan en el nivel
técnico-profesional, pasan a ser plurisectoriales
-intersectoriales o transectoriales-, es decir, un
trabajo conjunto entre todos los niveles sociales e
institucionales involucrados.3
La adopción de esta consigna asume, frente al
panorama generalizado de gestión de la produc-
ción del hábitat social, la magnitud de un cambio
de paradigma de concepción y de acción, e impli-
ca fuertes modificaciones en las estructuras de
generación de iniciativas y de abordaje de proble-
mas, como se representan en el Cuadro 3.
3 Aquí se emplea el término sector en su acepción de franja o
segmento social: habitantes, organizaciones gubernamentales, organizaciones no gubernamentales, empresas, gremios, etc.
{ }
Cuadro 3: La producción de situaciones de hábitat social mediante una estructura de abordaje adecuada a una conciencia amplia de la complejidad de los cambios.
El papel del técnico
Retomo aquí, refiriéndolas a este planteo, las pre-
guntas planteadas al final de la presentación del
caso de la Villa 31:
¿Qué papel le cabe al técnico en este escena-
rio de tan diversos significados, interpretacio-
nes e intencionalidades?: al diagnosticar; al
trazar una política; al diseñar un programa; al
planificar una acción; al trabajar con la gente.
¿A qué clase de técnico?
¿Un mismo técnico es apto para encarar un
trabajo con cualquiera de estas interpretacio-
nes?
¿Es necesario (o es conveniente, y para quién)
que este técnico tenga madurada una postura
personal ante estas opciones?
¿Qué debe saber hacer?
¿Qué debe saber ver?
¿Cómo debe ser su formación?
O ¿En base a qué proyecto pedagógico se
forma este técnico?
La formación del técnico
Estas preguntas, como un corolario del recorrido
que hemos hecho hasta aquí, están revelando par-
ticulares necesidades de formación, referidas tanto
a los contenidos y métodos de trabajo profesional,
como a las formas de aprendizaje.
Una vez más, esta es una puerta a un amplio
mundo de conocimiento del que deberé limitarme
a apuntar una dirección de exploración, sintetizada
en los cuadros recogidos en la Figura 9.
Figura 9: La construcción de un espacio para el aprendizaje de la gestión. Transectoriales
{ }
El compromiso
Estos esquemas hablan de especiales requeri-
mientos metodológicos e instrumentales, y de
complicaciones logísticas no despreciables, pero
también representan una apertura indispensable,
una vez que se acepta y se absorbe el nivel de
conciencia a que ha arribado hoy la humanidad
sobre los efectos y significados de la producción
de cada nueva situación de hábitat.
La producción del hábitat tiene firmemente conso-
lidada, desde largo tiempo atrás, como ha sido se-
ñalado en varios momentos de esta conferencia,
su condición de tema técnico, y también su condi-
ción de tema político. Quizá no sea exagerado, a
la luz de los datos del presente, y pensando en la
formación del técnico a cargo, pretender consoli-
darla también como un tema de conciencia. Con-
ciencia del verdadero lugar donde están los límites
últimos de cada acción de producción del hábitat
social, y de la posibilidad de incidir –para bien o
para mal- en la evolución, de signo positivo o de
signo negativo, de los sistemas propios, en espe-
cial el sistema social, y de los otros sistemas co-
existentes, en especial el sistema natural. Tam-
bién, en última instancia, de la estructura global.
Este nuevo grado de conciencia está, a su vez, in-
duciendo cambios cada vez menos eludibles en
los repertorios técnicos y en las lecturas políticas
de la producción del hábitat. El técnico, ahora, se
encuentra frente al desafío de adecuarse a este
panorama, complejo, diverso, inestable, exigente y
fascinante y de saber moverse en él con plena
idoneidad y con auténticas ganas de hacerlo.
Bien, al Máster que se inicia: buena travesía, bue-
nos frutos, y renovación constante.
Muchas gracias.
Referencias
BRAUNSTEIN, José. La vivienda tradicional. In
AGUILAR, F.; BRAUNSTEIN, J.; GONDAR, R.;
SEGHESO, S. Forma y función de las viviendas
de comunidades indígenas wichí de la localidad
de Las Lomitas. Informe de investigación. For-
mosa, Argentina, 1998.
HARDOY, Jorge E. y SATTERHWAITE, David. La
ciudad legal y la ciudad ilegal. Buenos Aires:
Grupo Editor Latinoamericano, 1987.
Cita del artículo
PELLI, Víctor S. La gestión de la producción social del
hábitat. Hábitat y Sociedad, 2010, nº 1, p. 39-54.
<www.habitatysociedad.us.es>.
{ y }
www.habitatysociedad.us.es
Derecho a la ciudad, producción social y gestión participativa del hábitat. La pro-
moción de iniciativas comunitarias incluyentes en la Ciudad de México
Enrique Ortiz
Resumen
Se realiza un primer acercamiento al contexto global, donde palabras como dominación, explotación o depredación con-
fluyen en el cuestionamiento de la viabilidad misma del mundo que estamos construyendo (crisis financiera, ambiental,
energética, alimentaria, etc.). En segundo lugar, en el contexto regional latinoamericano, se plantean tres temas estraté-
gicos: el derecho a la ciudad, la producción social del hábitat y la gestión participativa del hábitat. Se presenta por un
lado la experiencia integradora que están llevando a cabo diferentes organizaciones del movimiento urbano popular
consistente, entre otras cosas, en la elaboración y suscripción de la Carta de la Ciudad de México por el Derecho a la
Ciudad. Por otro lado se muestran tres experiencias concretas ―La Cooperativa Unión de Palo Alto, Barrio Cananea y
Conjunto Autogestionario El Capulín― dedicadas desde hace mas de tres décadas a la producción y la gestión partici-
pativa del hábitat en el Estado de México. Son tres referentes históricos para la instauración de un sistema público de
apoyo a la producción social y a la gestión participativa del hábitat, que además ponga el acento en sistematizar, con las
nuevas herramientas de las que disponemos, los procesos de gestión de los organismos públicos para hacerlos capa-
ces de administrar con eficacia la complejidad.
Palabras clave
Producción social del hábitat; Gestión social del hábitat; Derecho a la ciudad; Participación ciudadana.
Abstract: Right to the city, social production and participative management of habitat. The
promotion of inclusive community initiatives in Mexico City
An approach to the global context is first taken, where words such as domination, exploitation and predation converge in
the questioning of the very viability of the world we are building (financial crisis, environmental crisis, energy crisis, food
crisis, etc). In the second place, in the regional Latin American context, three strategic issues are considered: the right to
the city, the social production of habitat, and the participatory management of habitat. On one hand, there is the experi-
ence of integration which is being implemented by organizations of popular urban movement consisting of, among other
things, the preparation and signing of the Mexico City Charter for the Right to the City. On the other hand, three specific
experiences are shown: the Cooperative Union of Palo Alto, Barrio Cananea, and the Self-Governing Group El Capulin,
which have been dedicated to the production and participative management of habitat for more than three decades in the
State of Mexico. These are three historical references for the establishment of a public system of support for the social
production and participative management of habitat, which also pays attention to systematizing, with the new tools at our
disposal, the processes of management of public institutions to enable them to manage complexity effectively.
Key words
Social Production of Habitat; Social Management of Habitat; Right to the City; Citizen Participation.
Recibido: 13/09/2010; aceptado: 15/10/2010
El texto de este artículo corresponde a la transcripción de la conferencia internacional –con el mismo título- sobre urbanización y
desarrollo comunitario en China en la globalización (Shangai, China, junio de 2009).
Arquitecto. Miembro y ex presidente de Coalición Internacional para el Hábitat (HIC). E-mail: [email protected].
{ }
Contexto global
Estamos inmersos en un tiempo de cambios pro-
fundos en las ideas, la tecnología, el modo de pro-
ducción de los bienes materiales y las formas de
relacionarse y de comunicarse.
Tiempo contradictorio y paradójico en el que las
tendencias a la acumulación y la concentración del
poder económico y el imperio global de las gran-
des corporaciones incentivan nuevas respuestas
sociales, tecnológicas, productivas, espirituales,
políticas y artísticas surgidas desde los lugares y
la gente.
Por un lado se consolidan nuevas formas de do-
minación más abstractas y lejanas, que cuestionan
la soberanía de los Estados y que impulsan proce-
sos de crecimiento que se hacen a costa de la de-
predación de la naturaleza y de la explotación ex-
trema de la gente.
Procesos acelerados, tanto por el desorden mone-
tario causado por la falta de valor real de la ma-
yor parte del dinero con el que se especula glo-
balmente a gran escala, a costa de las economías
más débiles, como por otros factores que conflu-
yen en las múltiples situaciones críticas que hoy
ponen en cuestionamiento la viabilidad misma del
mundo que estamos construyendo: crisis financie-
ra, que impacta ya gravemente en muchos cam-
pos de la economía global; crisis ambiental; crisis
energética; crisis alimentaria; crisis del agua; crisis
de producción (se producen y mercantilizan masi-
vamente bienes superfluos y se cancelan posibili-
dades a la producción social de bienes básicos);
crisis de valores (competencia e individualismo
versus complementación y solidaridad). Conjunto
de situaciones que se potencian entre sí hasta ge-
nerar lo que hoy puede considerarse una profunda
crisis civilizatoria. Pareciéramos estar inmersos en
un proceso suicida impulsado por un modelo in-
viable y sin futuro.
Por otro lado emergen iniciativas sociales muy vi-
gorosas que tienden a recolocar al ser humano y
la naturaleza al centro de nuestra ética, semillas
de un nuevo proceso civilizatorio y de una cultura
a la vez universal y respetuosa de la diversidad. Procesos que conciben al mundo como espacio y
patrimonio de todos y a nosotros, los seres huma-
nos, como especie, entes sociales y personas en
devenir que se perciben como sujetos activos y
responsables en la construcción de una nueva so-
ciedad en armonía con la naturaleza.
Esta nueva conciencia emergente, sustentada en
múltiples experiencias innovadoras y transforma-
doras y en procesos crecientes de articulación de
los afectados, se enfrenta a cuatro situaciones de-
rivadas del proceso de globalización económica
conducido por grandes intereses transnacionales,
el capital financiero y sus aliados en los gobiernos
y los medios de comunicación.
1. El empobrecimiento creciente de grandes ma-
sas de la población mundial, acompañado del
despojo y destrucción de sus recursos: económi-
cos, naturales y culturales. Hechos que están
atrás del abandono del campo y de las migracio-
nes masivas de impacto internacional.
2. La exclusión:
Económica: la desposesión y la pobreza extre-
ma;
Social: la negación de los derechos económi-
cos (al trabajo digno y bien remunerado) y so-
ciales (a la alimentación, la salud, la vivienda y
la educación de calidad);
Política: la imposibilidad de incidir en las deci-
siones que nos afectan; la imposibilidad de par-
ticipar y de ejercer los derechos ciudadanos;
Cultural: la homogeneización impuesta como
proyecto de dominación y mercadeo que des-
truye las culturas y formas de vida locales;
Psicológica: la pérdida de la autoestima.
3. La expropiación de los haberes y saberes de los
pueblos:
De sus excedentes económicos;
De los recursos existentes en sus territorios: el
agua, la biodiversidad, los bosques y los recur-
sos minerales y energéticos;
De sus conocimientos y habilidades tecnológi-
cas.
4. La destrucción de los colectivos mediante
normas y prácticas que:
Individualizan los problemas y las soluciones;
Dividen a las comunidades;
Destruyen las prácticas comunitarias;
Atacan y buscan subordinar a los sindicatos,
las organizaciones sociales, las cooperativas y
los movimientos sociales a los intereses eco-
nómicos y políticos de los poderosos.
En todos estos impactos juega un papel importan-
te la manipulación ideológica y cultural. En conse-
cuencia, y en la lucha por defender sus derechos,
sus raíces, su ser mismo, los pueblos deben incluir
la cultura como uno de los ámbitos estratégicos de
acción, de resistencia y de construcción de alter-
nativas.
En esta lucha del siglo XXI, jugará un papel rele-
vante la construcción de una nueva cultura basada
en:
El reconocimiento y respeto de la diversidad
cultural;
La superación del aislamiento y la fragmenta-
ción (capaz de articular actores y solidaridades
y de actuar desde sus raíces locales y en sus
alcances globales);
El manejo de lo cotidiano a partir del reconoci-
miento de la complejidad como nuevo paradig-
ma.
Una nueva cultura capaz de actuar con eficacia
contra la depredación de la naturaleza y la pérdida
de soberanía social al impulsar niveles más altos
de conciencia ecológica y de participación organi-
zada en la democratización de la gestión pública.
Contexto regional
Los efectos del proceso de globalización económi-
ca y de las políticas neoliberales, que han promo-
vido con eficacia los organismos financieros multi-
laterales y otros agentes vinculados a grandes in-
tereses económicos transnacionales, han tenido
un fuerte impacto en los procesos migratorios, la
urbanización, la estructura y el crecimiento desor-
denado de las ciudades latinoamericanas.
La desregulación que redujo los controles y el pa-
pel de los organismos públicos que intervienen en
la planeación y en diversas tareas del desarrollo
urbano; la privatización de todos los insumos y
procesos productivos del hábitat; la consecuente
subordinación de los derechos sociales a los in-
tereses y derechos mercantiles del capital inmobi-
liario y del financiero internacional; la fragmenta-
ción de las políticas públicas y la focalización de
los apoyos estatales; el deterioro planificado de los
salarios y de su capacidad adquisitiva; la cancela-
ción de apoyos estatales a los enormes esfuerzos
de los sectores populares por acceder a un lugar
adecuado donde vivir y autoproducir su vivienda;
la individualización de los problemas y de las solu-
ciones que frena la producción social organizada y
no lucrativa del hábitat… son expresiones de este
impacto y constituyen factores que han llevado a
concebir la vivienda como mercancía y las ciuda-
des como paraíso para la especulación inmobilia-
ria.
El surgimiento reciente de regímenes de gobierno
situados en el variopinto espectro de la izquierda
latinoamericana ha llevado a cuestionar estos he-
chos y, en casos muy relevantes, a plantear op-
ciones y generar instrumentos que rescatan len-
tamente el papel regulador del Estado y que abren
posibilidades a la participación organizada de la
sociedad en la gestión del desarrollo urbano.
Temas estratégicos en la experiencia re-
ciente latinoamericana
Ante las tendencias, impactos y retos que genera
la globalización económica son muchos los colec-
tivos (redes, movimientos sociales, foros perma-
nentes) que se plantean, tanto a nivel local como
{ }
nacional o internacional, la necesidad urgente de
poner en marcha experiencias transformadoras
capaces de cimentar un cambio profundo que con-
tribuya a construir un mundo para todos.
Desde esta perspectiva y con base en una larga
experiencia de más de 40 años en el desarrollo de
proyectos comunitarios de producción y gestión
participativa del hábitat popular, se vienen impul-
sando en la región latinoamericana tres temas que
se articulan entre sí para abrir nuevos cauces
transformadores a la producción, gestión, uso y
disfrute del hábitat humano:
- El derecho a la ciudad;
- La producción social del hábitat;
- La gestión participativa del hábitat.
El derecho a la ciudad Este nuevo derecho concibe a la ciudad como un
sistema complejo que incluye tanto el ámbito pro-
piamente urbano como su entorno rural. Se plan-
tea como un derecho colectivo y persigue como
objetivo una ciudad incluyente, solidaria, equitati-
va, participativa, productiva, sustentable, habitable
y disfrutable para todos.
El derecho a la ciudad se construye a partir de los
siguientes fundamentos estratégicos:
- Ejercicio pleno de la ciudadanía. Es la realización
de todos los derechos humanos y libertades fun-
damentales sin discriminación alguna, aseguran-
do la dignidad y el bienestar colectivo, en condi-
ciones de igualdad, equidad y justicia. Todas las
personas tienen derecho de encontrar en la ciu-
dad las condiciones necesarias para su realiza-
ción económica, cultural, social y ecológica.
- Función social de la ciudad, de la tierra y de la
propiedad. Se refiere principalmente a la distri-
bución y la regulación del uso del territorio y el
usufructo equitativo de los bienes, servicios y
oportunidades que la ciudad ofrece, priorizando
el interés público definido colectivamente.
- Gestión democrática de la ciudad. Implica la par-
ticipación ciudadana en todos los espacios y has-
ta el más alto nivel (decisión, control, cogestión)
tanto en la formulación, implementación, segui-
miento y evaluación de las políticas públicas co-
mo en la planeación, presupuestación y control
de los procesos urbanos.
- Producción democrática de la ciudad y en la ciu-
dad. Busca rescatar y fortalecer la capacidad
productiva y la inserción de sus habitantes en la
economía urbana, en especial de los sectores
populares, fomentando la producción social del
hábitat y el desarrollo de actividades económicas
solidarias y capaces de consolidar un hábitat
productivo.
- Manejo sustentable y responsable de los recur-
sos naturales, patrimoniales y energéticos de la
ciudad y su entorno. Persigue el uso socialmente
responsable de los recursos. Implica el disfrute
de todas las personas, comunidades o pueblos
de un ambiente sano que les permita desarrollar-
se en igualdad de condiciones y busca garantizar
que el desarrollo urbano no se realice a costa de
las áreas rurales, de áreas de reserva ecológica,
de otras ciudades y de las futuras generaciones.
- Disfrute democrático y equitativo de la ciudad. Busca el fortalecimiento de la convivencia social
y el rescate, ampliación y mejoramiento de la
función cultural, lúdica y recreativa del espacio
público.
La producción social del hábitat Por producción social del hábitat entendemos to-
dos aquellos procesos generadores de espacios
habitables, componentes urbanos y viviendas que
se realizan bajo el control de autoproductores y
otros agentes sociales que operan sin fines de lu-
cro. Promueve las capacidades autogestivas y de
decisión de los participantes y da prioridad al va-
lor de uso por encima del valor mercantil de las
construcciones y espacios que genera.1
1 A partir de su promulgación en 2006 la Ley de Vivienda de
México reconoce la producción social de vivienda en estos tér-minos.
Aquellas modalidades que se apoyan en procesos
autogestionarios colectivos, por implicar capacita-
ción, participación responsable, organización y so-
lidaridad activa de los pobladores, contribuyen a:
- fortalecer las prácticas comunitarias, el ejercicio
directo de la democracia, la autoestima de los
participantes y una convivencia social más vigo-
rosa;
- acrecentar la capacidad de gestión de los pobla-
dores organizados y su control sobre los proce-
sos productivos del hábitat;
- derramar recursos en la comunidad en que se
desarrollan las acciones contribuyendo a poten-
ciar la economía de los participantes, de la co-
munidad en que se ubican y de los sectores po-
pulares en su conjunto.
Al situar al ser humano, individual y colectivo, al
centro de sus estrategias, su método de trabajo y
sus acciones, pone en marcha procesos innovado-
res de profundo contenido e impacto transforma-
dor.
Al centrar las políticas de hábitat y los procesos de
planeación, diseño y producción habitacional en la
gente y no en el dinero, contiene el potencial de
hacer de la vivienda y de los asentamientos rura-
les y barrios populares productos socio-culturales
que reconocen tanto la diversidad y la riqueza
creativa y de vida de las comunidades como el va-
lor de respetar las trazas urbanas históricas, for-
mas de vida, aspiraciones y sueños de los grupos
sociales implicados.
Gestión participativa del hábitat La experiencia social y participativa de un colecti-
vo en la producción de su hábitat abre amplias po-
sibilidades para mantener y profundizar la organi-
zación comunitaria durante la fase de uso del con-
junto habitacional o del asentamiento construido.
Por gestión participativa del hábitat entendemos la
acción consciente y responsable de la comunidad
organizada en la administración, mantenimiento,
uso y mejoramiento de los espacios públicos y de
los equipamientos colectivos. Implica la interacción
corresponsable con los organismos públicos en-
cargados de proporcionar los servicios y una am-
plia participación en las decisiones referentes a la
planeación y ejecución de nuevos proyectos y ac-
tividades destinadas a mantener y mejorar la cali-
dad de vida del colectivo.
Contempla también la formación permanente de
sus integrantes, la organización de actividades cul-
turales y deportivas, el desarrollo y administración
de proyectos productivos y ambientales, la realiza-
ción conjunta de actividades colectivas que garan-
ticen la convivencia, la seguridad y el desarrollo
personal y comunitario de todos los integrantes de
la comunidad y su vinculación solidaria y activa
con otras comunidades y con su entorno social.
Hacia una experiencia integradora en Mé-
xico
En la Ciudad de México, por iniciativa de organi-
zaciones del movimiento urbano popular, venimos
perfilando y promoviendo ante el gobierno de la
ciudad varias iniciativas que buscan por un lado la
elaboración y suscripción de la Carta de la Ciudad
de México por el Derecho a la Ciudad y por otro la
realización de un programa demostrativo de pro-
ducción y de gestión social del hábitat.
Ambas iniciativas están articuladas y se impulsan
y negocian en forma paralela, contando con la ac-
ción promotora de varios actores:
Integrantes de las organizaciones urbanas po-
pulares;
Funcionarios del gobierno de la Ciudad;
Organizaciones civiles de apoyo técnico;
La oficina para América Latina de la Coalición
Internacional para el Hábitat.
Y, adicionalmente, en el caso de la Carta:
La Comisión de Derechos Humanos del Distrito
Federal (ombudsman capitalino);
{ }
El espacio de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales (red civil autónoma de derechos
humanos).
El gobierno de la ciudad reconoce ambas propues-
tas como iniciativas de la sociedad civil organizada
y las apoya activamente en diversas formas.
Tanto el proyecto de la Carta como el de produc-
ción y gestión social del hábitat tienen como pro-
pósito último contribuir, mediante procesos y prác-
ticas sociales, alternativos a la lógica del lucro, a la
construcción de condiciones en las que prive la so-
lidaridad, la justicia, la democracia ejercida desde
la base popular y la interacción sustentable con la
naturaleza.
La Carta de la Ciudad de México por el De-
recho a la Ciudad
El proyecto que se viene conformando y debatien-
do concibe a la ciudad y su entorno rural como un
sistema complejo en el que todas sus partes están
correlacionadas: los factores socio-culturales, los
económico-laborales y los físico-ambientales.
No se limita a considerar la ciudad como un espa-
cio físico a planificar con propósitos económicos
modernizante para hacerla competitiva globalmen-
te; se parte de un nuevo paradigma centrado en
las personas y comunidades diversas que habi-
tan su territorio y en la viabilidad ecológica y eco-
nómica de ese conglomerado en el corto y largo
plazos.
Busca estimular la participación activa de la socie-
dad organizada en el mejoramiento de sus condi-
ciones de vida y en la activación de los cambios
que es necesario impulsar para construir una ciu-
dad justa, viable y disfrutable para todos.
Se trata de cambios que desde el corto plazo me-
joren la vida de los habitantes de la ciudad, prin-
cipalmente la de los más débiles y vulnerables, y
que no pongan en riesgo la calidad de vida de las
generaciones futuras, lo que necesariamente im-
plica un uso más racional y una mejor distribución
social de los recursos.
La siguiente matriz (Figura 1) sintetiza estos pro-
pósitos al correlacionar el perfil de la ciudad que
queremos con los fundamentos estratégicos del
derecho a la ciudad esbozados más arriba.
Los renglones de la matriz expresan las aspiracio-
nes sociales, las columnas, los campos de inter-
vención pública y acción social organizada que es
necesario activar para concretarlas.
Los nodos de la matriz identifican los cruces estra-
tégicos a considerar en la formulación de los pla-
nes y programas y aquellos que definen campos
de intervención complementarios o de apoyo.
También implican la interacción dialéctica entre la
sociedad organizada y los poderes públicos. Inter-
acción necesaria para garantizar la apropiación
social de los procesos de cambio y su conducción
corresponsable entre ciudadanía y gobierno.
En la matriz, en tanto expresión del derecho a la
ciudad como sistema complejo, podemos colocar
cualquier tema o actividad que tenga un impacto
territorial para encontrar sus correlaciones con
otros campos de actividad y con la ciudad en su
conjunto.
De hecho la matriz puede verse como un holo-
grama en el que su observación desde cualquier
ángulo nos conduce a visualizar su correlación con
el conjunto.
En la formulación de la Carta de la Ciudad de Mé-
xico por el Derecho a la Ciudad hemos optado por
ordenar su parte sustantiva a partir de la ciudad
que queremos, esto es, de los renglones. Así al
cruzar con la primera columna (Ejercicio pleno de
la ciudadanía), cada aspiración social se traduce
en derechos (existentes y por conquistar), para
después avanzar, en las demás columnas, en la
identificación de las acciones que es necesario
implementar, en diversos campos de la gestión
urbana, para viabilizar su ejercicio y garantizar
progresivamente su cumplimiento.
Figura 1: El Derecho a la ciudad, un derecho complejo. Fuente: Elaboración propia.
La carta no se concibe como un programa, sino
como una guía de navegación a largo plazo. En
ella se incluyen compromisos de los diversos acto-
res para avanzar en su implementación. Se espera
que sea firmada este año por el gobierno de la
ciudad y los demás actores y que se le dé peso de
ley para impulsarla.
El Proyecto Comunitario de producción y
gestión social del hábitat
En forma paralela pero articulada por los mismos
actores que promueven la carta, se trabaja en el
diseño y gestión ante las autoridades de la ciudad
de un proyecto que busca aplicar los contenidos
del Derecho a la Ciudad a un conjunto de iniciati-
vas comunitarias encaminadas a la producción y
gestión de unidades habitacionales en la Ciudad.
El proyecto se plantea como un proceso de conte-
nido transformador que tiene como objetivos:
Integrar procesos organizativos y formativos de
alto nivel participativo;
Coadyuvar a construir organización social y
ciudadana;
Contribuir a la gestión democrática de la ciu-
dad y al manejo sustentable de los recursos
económicos y ambientales;
Mejorar la calidad de vida y la convivencia so-
cial tanto a lo interno de los conjuntos habita-
cionales como en su entorno;
Fortalecer la economía barrial y la de los parti-
cipantes;
Generar una nueva cultura solidaria y de apoyo
mutuo;
Rescatar el sentido de pertenencia e identidad
social.
Frente a las tendencias que se plantean al inicio
de este texto, el proyecto se propone fortalecer la
capacidad productiva y de gestión de los sectores
populares para que sean capaces de enfrentar con
mayor eficacia el embate de los grandes intereses
económicos e inmobiliarios que pretenden expro-
piar sus saberes, frenar sus iniciativas autónomas
e incluso desalojarlos (Figura 2).
Para alcanzar estos objetivos, el proyecto se
estructura en torno a propuestas alternativas a las
tendencias que hoy se imponen desde los centros
de poder corporativo que operan la globalización
económica.
{ }
Frente a las tendencias a: El proyecto plantea:
La exclusión social El desarrollo de procesos incluyentes que reconozcan e
incorporen la pluralidad e impidan la discriminación
La competencia a ultranza La solidaridad y la ayuda mutua
El individualismo y la destrucción de los colectivos La prevalencia de la organización, la comunidad y lo co-
lectivo
La homogeneización y el reduccionismo El respeto y el fomento a la diversidad cultural y de op-
ciones que de ella se derivan
El control autoritario y la imposición de formas de convi-
vencia urbana La gestión participativa y democrática del hábitat
La pasividad y la dependencia que generan las políticas
compensatorias de la pobreza
La inserción informada, productiva y responsable de los
pobladores en la planeación, producción y gestión de su
hábitat
La producción mercantil de la ciudad y de la vivienda La producción y la gestión social no lucrativa de la vi-
vienda y el hábitat
La apropiación individual o corporativa privada del suelo y
otros bienes comunes
La apropiación, uso y gestión colectiva del suelo, de los
espacios públicos y de otros bienes comunes
El consumismo hegemónico y la mercantilización de todos
los satisfactores humanos
La producción, distribución y consumo basado en princi-
pios económicos solidarios
El deterioro ambiental y la depredación de la naturaleza La sustentabilidad ambiental, el uso responsable de los
recursos y la interacción respetuosa con la naturaleza
El manejo sectorizado y especializado de los componentes
del hábitat por los gobiernos o la empresa privada
La gestión integral del hábitat por y desde la comunidad
organizada en vinculación con programas públicos mu-
tuamente aceptados
La imposición de modelos de intervención tecnocráticos y
de prototipos únicos
La planeación y el diseño participativo de opciones ade-
cuadas a circunstancias y procesos sociales específicos
Figura 2: Alternativas que caracterizan al Proyecto Comunitario de Inclusión en la Ciudad. Fuente: Elaboración propia.
En base a estos lineamientos y a los fundamentos
estratégicos de la Carta por el Derecho a la Ciu-
dad, se formuló un documento que detalla las ca-
racterísticas del proyecto, las acciones necesarias
para concretarlo y los compromisos que asumen
las personas, las familias y las organizaciones in-
teresadas en ser parte de esta iniciativa algunas
con más de 2.000 participantes.
Más de veinte organizaciones sociales están invo-
lucradas a este proceso estudiando y debatiendo
el documento, organizando su ahorro y sus comi-
siones de trabajo, conociendo a fondo sus condi-
ciones, posibilidades y capacidades y negociando
con las autoridades su acceso a suelo adecuado y
a los apoyos necesarios para realizar sus respec-
tivos proyectos.
Algunos referentes históricos de la propuesta Estos lineamientos se fundamentan en múltiples
experiencias concretas ya realizadas en América
Latina y particularmente en México. Experiencias
complejas que hemos venido registrando y siste-
matizando,2 y que incluyen varios de los compo-
nentes y lineamientos mencionados. En los Cua-
dros recogidos como anexos se presenta una sín-
2 Con motivo del Foro Universal de las Culturas y del Foro Ur-
bano Mundial, realizados en Barcelona, en 2004, HIC reunió y sistematizó 45 casos regionales de producción y gestión social del hábitat y publicó un libro en el que se presenta este trabajo y fichas de otras regiones del planeta (Ortiz, E. y Zárate, L. De la marginación a la ciudadanía. Barcelona: Hábitat Internacio-nal Coalition / Forum Barcelona, 2004).
tesis de tres de estos casos.
El primero de ellos, la Cooperativa Unión de Palo
Alto, constituye un caso emblemático de lucha por
el derecho a la Ciudad y el primer proyecto de
producción y gestión social de un conjunto habita-
cional cooperativo en la Ciudad de México. Por la
situación económica precaria de esta comunidad y
por la falta de instrumentos financieros programá-
ticos y administrativos adecuados a esta forma de
producción, se trata de un conjunto que se desa-
rrolló en forma progresiva durante varios años.
Esta y otras experiencias rurales y urbanas que
se realizaron a finales de los años 60 y la primera
mitad de los años 70, fueron referente importante
en la formulación de las políticas, estrategias e
instrumentos que se integraron en el primer Pro-
grama Nacional de Vivienda decretado en 1979.
Una de las decisiones importantes que se deriva-
ron de este Programa fue la creación del Fondo
Nacional de Habitaciones Populares (FONHAPO),
organismo encargado de financiar la vivienda de
los sectores de más bajos ingresos del país, inclu-
yendo en forma prioritaria a los autoproductores
organizados.
El segundo y tercer casos, Cananea y el Capulín,
desarrollados varios años más tarde, contaron ya
con apoyos y financiamientos institucionales, lo
que facilitó y acortó en mucho, pese a su comple-
jidad, los tiempos de realización de estos conjun-
tos.
Se trata en los tres casos de proyectos entre los
20 y 35 años de existencia que, a pesar de múlti-
ples problemas que han debido enfrentar para
desarrollarse en un ambiente hostil, se mantienen
organizados y en constante proceso de mejora-
miento. Estas y muchas otras experiencias mues-
tran la validez del planteamiento y el interés que
hoy moviliza a muchas organizaciones sociales y
otros actores a reivindicar la producción social del
hábitat como un sistema que cuente con los ins-
trumentos y apoyos financieros y técnicos necesa-
rios para desarrollarse.
Hoy buscamos que estas experiencias puntuales,
muchas de ellas premiadas por diversos organis-
mos como “mejores prácticas”, sirvan como refe-
rente para impulsar, conjuntamente con los movi-
mientos sociales urbanos y otros actores opuestos
a las políticas mercantiles y homogeneizantes del
neoliberalismo, no solo la realización de este pro-
yecto demostrativo sino la instauración de un sis-
tema público de apoyo a la producción social y a la
gestión participativa del hábitat.
Consideraciones finales
La magnitud de las carencias sociales y la urgen-
cia de dar soluciones a corto plazo son considera-
ciones que orientan las decisiones mercantiles y
políticas hacia soluciones tecnocráticas, general-
mente masivas y repetitivas, que buscan la efi-
ciencia y que ignoran los factores sociales y cultu-
rales que dan sentido, diversidad y condiciones de
convivencia a nuestras ciudades.
¿Cómo resolver las contradicciones que impiden
que la producción y la gestión participativa del há-
bitat rural y urbano formen parte de las políticas
de desarrollo urbano y regional?
¿Cómo acotar los tiempos y darle escala a esta
forma de producción y de gestión del hábitat?
No es ciertamente haciendo más de lo mismo, im-
poniendo modelos cerrados de intervención ni re-
produciendo masivamente unos cuantos prototipos
y grandes conjuntos de casas o departamentos.
Los caminos para abrir cauce a esta nueva forma
de producción y gestión del hábitat rural y urbano,
darle escala y eficacia, pasan por:
Reconocer el enorme potencial que esta forma
de producción y gestión social del hábitat tiene
en la construcción de ciudadanía activa y res-
ponsable, de una economía popular más fuer-
te, de condiciones ambientales más sanas y
viables a largo plazo, de ciudades incluyentes,
seguras, habitables y disfrutables.
{ }
Diseñar y operar un sistema articulado de ins-
trumentos de apoyo, jurídicos, financieros, ad-
ministrativos, de inducción y de fomento orga-
nizativo y tecnológico que faciliten su desarro-
llo.
Impulsar un sistema abierto y flexible de opcio-
nes programáticas que permitan responder a la
diversidad de condiciones, iniciativas y formas
organizativas de la población participante.
Operar un sistema permanente de formación y
capacitación de los diversos actores involucra-
dos, dando atención prioritaria a los aspectos
socio-organizativos y a la construcción de una
nueva cultura cimentada en la solidaridad, la
confianza y la ayuda mutua.
Generar mecanismos participativos de planea-
ción, seguimiento y evaluación que permitan
acumular experiencia y retroalimentar los pro-
cesos.
Abrir espacios de interlocución y gestión co-
rresponsable Estado-sociedad organizada, pa-
ra facilitar y revisar permanentemente la aplica-
ción de las políticas y la operación de los pro-
gramas.
La implementación de estos y otros instrumentos
y espacios participativos permitirá que el gran
desafío cuantitativo a resolver no dependa solo de
la producción masiva de grandes unidades habita-
cionales homogéneas sino de la multiplicación de
iniciativas sociales urbanas y habitacionales muy
diversas.
El reto es no sistematizar los productos (viviendas,
conjuntos, equipamientos, trazos urbanos) sino los
procesos de gestión de los organismos públicos
para hacerlos capaces de administrar con eficacia
la complejidad. Tenemos hoy las herramientas
necesarias para hacerlo.
Ciudades y pueblos rurales más habitables y sus-
tentables, una mayor diversidad de propuestas ur-
banas y arquitectónicas, procesos participativos
más vigorosos y propositivos, comunidades mejor
organizadas, mayores oportunidades de conviven-
cia social y de fortalecimiento comunitario en lo
formativo, lo económico y lo cultural y cambios es-
tratégicos en las políticas públicas son algunos de
los resultados que es posible esperar de estos
procesos.
Cita del artículo:
ORTIZ Enrique. Derecho a la ciudad, producción social
y gestión participativa del hábitat. La promoción de ini-
ciativas comunitarias incluyentes en la Ciudad de Méxi-
co. Hábitat y Sociedad, 2010, nº 1, p. 55-70.
<www.habitatysociedad.us.es>.
Anexos: Cuadros
Cuadro 1. Cooperativa de Vivienda “Unión de Palo Alto”
Ubicación: Km. 14.5 de la carretera México-Toluca. Cuajimalpa, Distrito Federal.
Antecedentes
La comunidad de Palo Alto se origina en la explotación de unas minas de arena en la periferia de la Ciudad
de México, por un grupo de migrantes del campo. Además de los bajos salarios que percibían, eran obliga-
dos a arrendar un pedazo de tierra para construir con sus propios medios, viviendas provisionales, mismas
que en caso de dejar el trabajo pasaban a ser propiedad del dueño de las minas.
A principios de los años 70, al terminarse la explotación de las minas (35 años después de haberse inicia-
do), la zona de Palo Alto quedó rodeada por asentamientos residenciales de lujo y el dueño trató de erradi-
car a sus antiguos trabajadores, con miras a cambiar el uso del suelo, aprovechando la magnifica ubicación
de los terrenos de Palo Alto.
Es entonces que los vecinos se organizan e inician una larga lucha para no ser expulsados a zonas periféri-
cas más alejadas y menos habitables.
Tamaño de la población participante y beneficiaria
Doscientas treinta y siete familias fueron las originarias de la cooperativa, la cual actualmente cuenta con
aproximadamente 2.500 habitantes.
Aspectos innovadores
En lo socio-organizativo, Palo Alto fue la primera cooperativa de vivienda registrada en el DF, la primera en
plantearse la propiedad cooperativa (la propiedad del conjunto habitacional es de la cooperativa, la cual es-
tablece un contrato de uso con sus socios) y la primera en plantear un concepto integral de los diferentes
aspectos que constituyen un asentamiento humano.
Componentes del programa o proyecto (breve caracterización de cómo se articulan). Viviendas, servicios y equipamientos
El primer paso fue resolver la amenaza de desalojo y adquirir la tierra. Las viviendas se construyeron por
razones estratégicas antes que los servicios y equipamientos. Una vez construida la primera fase de vivien-
das, se fueron introduciendo poco a poco las redes de alcantarillado y de agua potable, pavimento de las
calles y la electricidad.
Ya consolidado el asentamiento, se construyó una cancha de fútbol, una biblioteca, la capilla de la colonia,
se gestionó la construcción de una escuela ubicada en la cercanía, una lechería, una unidad de planifica-
ción familiar, un consultorio médico (el cual por falta de presupuesto de la delegación ahora funciona sólo
como dispensario), juegos infantiles y además una casa se destinó para funcionar como jardín de niños.
También se construyó una bodega para la cooperativa, el salón de asambleas, la tortillería, la tienda, la ex-
tinta productora de tabiques y recientemente se construyó con la colaboración del actual Gobierno del Distri-
to Federal un salón de usos múltiples, un área de cómputo con acceso a Internet para los jóvenes y un gim-
nasio.
Además se reservó un área para construir departamentos para los hijos de los socios, una parte de este
proyecto ya fue construida y está habitada.
{ }
Aspectos sociales y culturales
La participación de los habitantes ha sido muy importante, y en particular de las mujeres, quienes a lo largo
del proceso siempre han sido muy participativas, incluso son ellas las que más asisten a las asambleas.
En los aspectos educativos se han realizado campañas internas de alfabetización, se participa en los pro-
blemas de escolarización de los niños y adolescentes y se realiza un trabajo permanente de educación
cooperativa. Asimismo, se han organizado en distintos momentos grupos de teatro con miembros de la co-
munidad, que han representado momentos importantes de su historia para fortalecer su identidad entre las
nuevas generaciones.
En el campo de la salud, se ha trabajado tanto en la atención directa como en la prevención a través de
campañas de mejoramiento ambiental, higiene y nutrición.
Por decisión de la asamblea se organizó una comisión juvenil que trabaja con los varios cientos de jóvenes
y adolescentes de la comunidad.
Fortalecimiento económico de los participantes y/o sustentabilidad ecológica
Durante el proceso se han creado distintas actividades y empresas generadoras de ingresos, entre ellas
una tienda de la cooperativa, una tortillería y, durante la construcción, una productora de tabiques y un taller
de herrería para la construcción de las casas. Las ganancias se aplican a obras de beneficio común de la
cooperativa; además de generar empleos para algunos miembros de ésta.
En la fase de construcción los habitantes eran contratados para realizar tareas de albañilería, electricidad,
plomería, herrería y otros oficios, recibiendo un sueldo por su trabajo.
Contribución al desarrollo urbano
Esta experiencia, además de articularse en distintos proyectos de desarrollo y mejoramiento urbano orques-
tados por las autoridades de la ciudad, constituye un caso paradigmático de la lucha por el Derecho a la
Ciudad.
Logros y principales lecciones aprendidas Principales impactos
La organización cooperativa ha demostrado ser un instrumento eficaz para el logro de resultados concretos
tanto para el propio grupo como para el impulso de esta forma de enfocar la acción habitacional en el país.
Algunos de los logros más significativos han sido:
- El abaratamiento de los costos de producción de su vivienda, al permitirles adquirir la tierra más barata,
comprar en forma masiva sus materiales, producir componentes de sus viviendas, racionalizar su cons-
trucción y realizar diversas tareas relacionadas con la gestión y administración de los proyectos y las
obras.
- Reforzamiento de la economía del grupo al generarse fuentes internas de trabajo.
- Superación de problemas sociales arrastrados por varias décadas: analfabetismo, insalubridad, alcoholis-
mo, pasivismo, desintegración familiar.
- Canalización de asesoría técnica, vinculada directamente a la cooperativa en los campos social, financie-
ro, arquitectónico, urbanístico, administrativo y contable, lo que ha permitido un manejo creciente de cono-
cimientos técnicos en estos campos por los propios cooperativistas.
Cuadro 2. Cananea: Producción y gestión social de un barrio
Ubicación: Predio El Molino, Iztapalapa, México D.F., México. Breve descripción del caso
Experiencia orientada a mejorar las condiciones de vida de familias de escasos recursos a través de pro-
gramas de autoproducción de vivienda, abasto, salud, nutrición y de actividades educativas, ecológicas,
culturales, deportivas, infantiles y juveniles, principalmente con las mujeres de la comunidad.
Antecedentes
A principios de 1983, cuatro grupos de solicitantes se organizan a partir de la necesidad común de vi-
vienda digna, para responder a la oferta de Fonhapo para desarrollar un conjunto de 2.000 viviendas,
mediante procesos de producción social organizada, en el predio El Molino, propiedad de este organis-
mo.
Uno de los grupos participantes se conformó legalmente como Unión de Colonos, Inquilinos y Solicitan-
tes de Vivienda (UCISV-Libertad A.C.). Sus integrantes fomentaron el ahorro para pagar el enganche del
terreno e iniciaron la gestión de un crédito con el Fondo Nacional de Habitaciones Populares (FONHA-
PO), para financiar la adquisición de una parte del predio y la autoproducción de 1.087 viviendas.
Tamaño de la población participante y beneficiada
En forma directa, las 1.087 familias integradas al proyecto Cananea. Otras 1.000 familias en los restantes
tres grupos participantes y miles de habitantes en el entorno del Predio El Molino que no contaban con
servicios ni urbanización.
Aspectos innovadores
El proyecto maneja innovaciones principalmente en lo socio-organizativo y en lo tecnológico. Destaca la
articulación que se da entre gestión social, producción del hábitat, mejoramiento ambiental y fortaleci-
miento económico.
Componentes del proyecto (breve descripción de cómo se articulan) El proyecto incluye, en cuanto al hábitat, adecuaciones del suelo, construcción de vivienda progresiva
(primera etapa 54 m2 y otro tanto previsto para crecimiento futuro), urbanización, saneamiento alternativo
y espacios recreativos, culturales, educativos y productivos.
En cuanto al componente social, se alcanzó un alto nivel de participación, organización y autonomía del
grupo. Desde el inicio, la comunidad ejerció el control del proceso y tomó las decisiones; administró los
recursos provenientes tanto de aportaciones externas y de crédito como de la movilización de diversos
activos de la propia comunidad; realizó la negociación con los demás actores y definió sus planes de ac-
ción.
Además, participó organizadamente en la formación de sus miembros y en la autoconstrucción de sus
viviendas, con recursos y trabajo en la adecuación del terreno, en la urbanización y en la habilitación de
espacios públicos. Posteriormente ha venido gestionando escuelas, iglesias, mercados, deportivos, bi-
blioteca, centros culturales, cocinas populares y estancias infantiles.
De esta manera, se instalaron y desarrollaron proyectos de vivienda para más de mil familias que hoy
cuentan con una vivienda digna, comedores y desayunadores comunitarios, centros de desarrollo infantil,
{ }
manejados por madres de familia de la misma comunidad, espacios de atención a la salud y de capacita-
ción de promotoras en salud alternativa. Recientemente (2008) esta y las otras 3 organizaciones que ha-
bitan en El Molino han habilitado cuatro áreas comunitarias baldías para el cultivo de hortalizas, contribu-
yendo así a mejorar la alimentación y la economía de las familias participantes y las condiciones ambien-
tales de la zona.
A partir de experiencias como ésta, la organización social replicó este proyecto en otros lugares donde
ha desarrollado proyectos de educación abierta en primaria y secundaria para personas que trabajan. Ha
instalado bibliotecas comunitarias con espacios de trabajo con niños, jóvenes y adultos, en donde ade-
más de la consulta bibliográfica se les ayuda y orienta en las tareas. Además, hoy cuenta con espacios
culturales donde se promueven actividades de danza, baile de salón, rescate de costumbres culturales
de la comunidad; talleres de serigrafía, mimbre, cestería, chocolate artístico, arte con semillas, así como
de prevención de SIDA y contra las adicciones, sexualidad, autoestima, defensoría de los derechos de
los niños y los jóvenes, etc.
Han construido parques ecológicos y rescatado áreas verdes en diferentes colonias, instalando canchas
deportivas y áreas de juegos infantiles. También han promovido talleres para reciclar y reutilizar
desechos de plástico, papel y vidrio.
Aspectos organizativos
La organización opera bajo la forma legal de Asociación Civil, con asambleas por manzana que se reú-
nen cada ocho días y por sección cada mes, donde se deciden las soluciones a los problemas y se in-
forma a las comisiones de Organización, Finanzas, Técnica, Cultura y Prensa, Ecología, Honor y Justi-
cia, Mujeres, Abasto y Salud.
Las decisiones se toman, según el tipo de asunto, por consenso o por votación, para dar agilidad y legi-
timidad a los procesos. La asamblea conduce y da seguimiento a los procesos y analiza las cuentas que
rinden los responsables de cada actividad.
Logros y principales lecciones aprendidas Para las mujeres fue una experiencia nueva, fue un triunfo y un logro personal y colectivo.
Los resultados del proyecto han tenido impacto en otras experiencias y tienen un alto potencial para
promover cambios en las políticas públicas.
La inserción de esta experiencia innovadora en la zona, ahora muy poblada, y el hecho de estar junto
con otras organizaciones fraternas en el predio, tiene una gran significación urbana, al constituirse en
una experiencia de alto impacto en temas como la producción social del hábitat, la gestión democrática
de la ciudad y la sustentabilidad ambiental y económica en comunidades de bajo ingreso.
Cuadro 3. Conjunto Autogestionario El Capulín
Ubicación: Naucalpan de Juárez, Estado de México, México.
Antecedentes:
Un grupo de obreros, empleados, artesanos y comerciantes ambulantes de bajos ingresos integraron, en
1988, la sección Tierra y Libertad de la Unión de Colonos, Inquilinos y Solicitantes de Vivienda Libertad
(UCISV-Libertad), organización social que para esas fechas había promovido varios proyectos habitaciona-
les.
UCISV-Libertad recurrió al Fondo Nacional de Habitaciones Populares (FONHAPO) para gestionar un te-
rreno de su propiedad denominado “El Capulín” y crédito para adquirirlo, urbanizarlo y para la edificación de
163 viviendas.
Tamaño de la población participante y beneficiaria:
En forma directa, 163 familias, alrededor de 1.000 habitantes; indirectamente miles de habitantes en el en-
torno de El Capulín y aguas abajo del arroyo que limita el predio en uno de sus lados.
Aspectos innovadores
El proyecto maneja innovaciones principalmente en lo socio-organizativo y en lo tecnológico. Destaca la ar-
ticulación que se da entre gestión social, producción del hábitat, mejoramiento ambiental y fortalecimiento
económico.
Componentes del proyecto (breve descripción de cómo se articulan) El proyecto incluyó, en cuanto al hábitat, adquisición y adecuación del suelo, construcción de vivienda pro-
gresiva (primera etapa 53 m2 y otro tanto previsto para crecimiento futuro), urbanización, saneamiento al-
ternativo y espacios productivos.
Se estableció inicialmente una escuela primaria autogestionada para 420 alumnos (12 grupos), construi-
da provisionalmente por la comunidad. Desde noviembre de 2005 cuentan con un nuevo edificio de 14 au-
las, laboratorio, biblioteca y aula de cómputo. Cuentan también con espacios adaptados para atención de
preescolares y un club de la tercera edad, y reserva para áreas verdes, salón comunal y capilla.
En cuanto al componente social, se han alcanzado altos niveles de participación, organización y autono-
mía del grupo. Desde sus primeros pasos la comunidad ejerce el control del proceso y de las decisiones;
administra los recursos provenientes tanto de aportaciones externas y de crédito como de la movilización de
diversos activos de la propia comunidad; realiza la negociación con los demás actores y define sus planes
de acción.
Aunque por restricciones del organismo financiero se le impidió participar en tareas de autoconstrucción
de sus viviendas, la comunidad participó organizada y activamente con recursos y trabajo en la adecuación
de su terreno y la construcción de los muros de contención, la infraestructura alimentadora de agua al con-
junto, las redes que alimentan la planta de tratamiento, la propia planta y el invernadero, las guarniciones y
aceras del conjunto y la escuela provisional.
En el proceso participativo destaca el papel de las mujeres como principales conductoras del proceso, de
la larga lucha para hacerlo posible y del proyecto productivo.
Dos componentes articulados dentro del proyecto son el ecológico y el económico. La planta de trata-
{ }
miento de aguas grises y negras permite obtener al final de un proceso de descomposición anaeróbica y de
filtraje biofísico aguas para riego. Esto llevó a construir y operar un invernadero que la comunidad destinó al
cultivo comercial de flores, generando además excedentes económicos para la organización, un empleo en
el mantenimiento de la planta y 20 potenciales en los cultivos. Existen cisternas individuales captadoras de
agua pluvial en las viviendas que apoyan la operación de la planta y ahorran costos.
En cuanto a su impacto urbano, además de la contribución a la sustentabilidad ambiental de la zona, el
proyecto incluyó la donación de un espacio para la escuela y para equipamiento deportivo que atiende ne-
cesidades barriales y constituye un ejemplo de alto impacto visual y organizativo en su entorno.
El componente aglutinador de esta experiencia son los procesos de capacitación, organización y gestión
participativa del conjunto de componentes y procesos.
Aspectos organizativos
La organización opera bajo la forma legal de asociación civil, se estructura a nivel vecinal por cuadras y ac-
túa en base a comisiones permanentes como las de abasto, técnica, ecológica, finanzas, salud, educación,
cultura, deporte, prensa y propaganda, política, honor y justicia, archivo.
Se organizan también brigadas que integran personas de las diferentes comisiones. Ambas informan de
sus actividades a la comunidad cada 8 días en asambleas que se realizan desde hace 20 años los domin-
gos.
Las decisiones se toman, según el tipo de asunto, por consenso o por votación para dar agilidad y legitimi-
dad a los procesos. La asamblea conduce y da seguimiento a los procesos y recibe y analiza las cuentas
que rinden los responsables de cada actividad.
La comunidad ha movilizado diversos recursos sociales y financieros: ahorro, mano de obra, materiales y la
gestión. Obtuvo fondos públicos para el financiamiento del conjunto habitacional y, para la construcción de
la planta, recurrió a una combinación de recursos de crédito y a fondo perdido tanto federales como estata-
les y municipales.
Logros y principales lecciones aprendidas Además de haberse producido las 163 viviendas y de construir y de manejar la escuela primaria, se cuenta
a la fecha con la planta de tratamiento, el invernadero y otros equipamientos operando.
La planta, además de proteger el medio ambiente, ya que no utiliza químicos, protege el manto freático, re-
cupera recursos utilizados en el cultivo, utiliza poco espacio (160 m2) y no gasta energía.
Se ha dado un alto impacto en la vida de las mujeres participantes en el proceso (este caso fue escogido
para su registro en un video internacional presentado en Hábitat II).
La comunidad ha crecido mucho, no sólo por haber logrado sus objetivos habitacionales sino por el desa-
rrollo de su capacidad negociadora y de gestión de un barrio y de un sistema de manejo de agua. Se forta-
lece la economía de la comunidad y se desarrolla la conciencia ecológica del grupo y se abren con ello
nuevas perspectivas.
{ y }
www.habitatysociedad.us.es
El derecho a la ciudad. Praxis de la utopía
Ana Sugranyes
Resumen
El derecho a la ciudad fue formulado en defensa de los chabolistas en Francia a finales de los años 60. A partir de los
años 90, organizaciones civiles y foros internacionales en América Latina han retomado los valores de este derecho co-
lectivo emergente para construir una propuesta de cambio y alternativa a las condiciones de vida urbana generadas por
las políticas neoliberales. El derecho a la ciudad propicia el ejercicio pleno de la ciudadanía y de todos los derechos hu-
manos, la producción y gestión social del hábitat, la gestión democrática de la ciudad, a través de la participación de la
sociedad de forma directa; propugna la función social de la propiedad y de la ciudad, donde predomine el bien común
sobre el derecho individual de propiedad, lo que implica el uso socialmente justo y ambientalmente sustentable del es-
pacio urbano. Ahora este derecho está incorporado en la Constitución de Ecuador, el Estatuto de la Ciudad en Brasil y
la Carta por el Derecho a la Ciudad en el Distrito Federal de México. Es una bandera política del “buen vivir” en ciu-
dades de todo el mundo.
Palabras clave
Derechos colectivos; Derechos humanos; Participación ciudadana; Función Social de la Ciudad; Función Social de la
propiedad; Desarrollo sustentable.
Abstract: The Right to the City. Praxis of utopia
The Right to the City was formulated in defence of the slum dwellers’ claims in France at the end of the 1960s. Since the
1990s, many Latin American civil organizations and international forums have resumed the struggle for these emerging
collective rights in order to construct a proposal for change and an alternative to the current urban conditions created by
neoliberal policies. The Right to the City is based on the full recognition of citizenship and of human rights, the social
production and management of habitat, the democratic management of the city by means of the direct participation of
civil organizations. It advocates the social function of ownership of the city, where public wealth prevails over individual
property rights, which implies the urban space is to be used with social justice in a sustainable environment. Nowadays
this right is included in the new Constitution of Ecuador, the City Statute in Brazil, and the Charter for the Right to the City
in Mexico Federal District. It is one of the “well being” political banners in many cities all over the world.
Key words
Collective Rights; Human Rights; Citizen Participation; Social Function of the City; Social Function of Ownership; Sus-
tainable Development.
Recibido: 13/09/2010; aceptado: 4/11/2010
Artículo basado en documentos de Ana Sugranyes y Charlotte Mathivet (vid. Sugranyes y Mathivet, 2010).
Datos de contacto: Ana Sugranyes, PhD General Secretary, Habitat International Coalition (HIC). Bueras 142, Of. 22. 8320135 San-
tiago, Chile. E-mail: [email protected].
{ }
En América Latina, en los Estados Unidos y, de
forma dispersa en otras partes del mundo, el dere-
cho a la ciudad es ahora una propuesta política de
cambio y alternativa a las condiciones de vida ur-
bana creadas por las políticas neoliberales. Según
Purcell (2009), “el derecho a la ciudad de Lefebvre
implica reinventar radicalmente las relaciones so-
ciales del capitalismo y la estructura espacial de la
ciudad”.1 Es así como Lefebvre (1968, 3ª ed. 2009,
p. 108) afirmaba que “el derecho a la ciudad no
puede concebirse como el simple derecho de visi-
ta o de regreso a las ciudades tradicionales. Pue-
de formularse solamente como derecho a la vida
urbana, transformada, renovada”.2
Esta reformulación de la vida urbana propone ma-
yor equidad, donde la mayoría de los habitantes
logren ser felices y solidarios, generando y redis-
tribuyendo los beneficios de la ciudad para todas y
todos. Somos conscientes de los desafíos de esta
aspiración de justicia social; algunos la llaman
quimera o ilusión. Nosotros la llamamos utopía in-
dispensable para otro mundo posible.
En esta gran tarea de (re)inventar condiciones del
“buen vivir”, o “Sumak Kawsay”3 –como lo recla-
man los indígenas andinos– es imprescindible
construir estrategias globales para crear otra ciu-
dad y otras relaciones humanas. Los movimientos
sociales, como dijo Harvey (2009), juegan en eso
un importante papel a través de sus luchas coti-
dianas por una sociedad más igualitaria, y especí-
ficamente por una ciudad más justa.
Génesis y evolución de este derecho
colectivo
Recordemos el contexto histórico de la aparición
1 Cita original en francés: «Le droit à la ville de Lefebvre im-
plique de réinventer radicalement les relations sociales du capi-talisme et la structure spatiale de la ville». 2 Cita original en francés: «Le droit à la ville ne peut se conce-
voir comme un simple droit de visite ou de retour vers les villes traditionnelles. Il ne peut se formuler que comme droit à la vie urbaine, transformée, renouvelée». 3 “Sumak Kawsay es quichua ecuatoriano y expresa la idea de
una vida no mejor, ni mejor que la de otros, ni en continuo des-vivir por mejorarla, sino simplemente buena” (Tortosa, 2009).
del derecho a la ciudad, concepto, idea, programa
(y no solo eslogan) definido en el libro Le droit à la
ville,4 del filósofo y sociólogo francés Henri
Le-febvre en 1968. Es la relación entre la pobreza
urbana, la formulación intelectual crítica contra el
sistema y el movimiento social de 1968 lo que re-
troalimenta el derecho a la ciudad formulado por
Lefebvre.
Mirando a los diversos actores, y dentro de ellos a
los movimientos sociales que reivindican el dere-
cho a la ciudad en sus luchas, creemos que este
derecho sigue teniendo una importancia en la vi-
gencia del pensamiento de Lefebvre y de los que
han continuado con el tema después de él. Esta
vigencia y persistencia en el tiempo aparecen co-
mo su gran fuerza. Si bien en 1968 ha sido
Lefebvre5 con sus escritos y debates en las aulas
sobre el derecho a la ciudad quien alimentó el mo-
vimiento estudiantil hacia la subversión y la rebel-
día contra el orden establecido, hoy son los movi-
mientos sociales con la bandera del derecho a la
ciudad quienes se empoderan en sus luchas con-
tra los efectos del sistema neoliberal, como la pri-
vatización de los espacios públicos, el uso mer-
cantil de la ciudad, la predominancia de industrias
y espacios mercantiles o la fragmentación del es-
pacio urbano marcando nuevas barreras entre po-
bres y ricos.
Cuarenta y dos años después de la primera formu-
lación del derecho a la ciudad es sorprendente
que esta idea siga en pie y convoque a los movi-
mientos sociales, académicos, organizaciones de
la sociedad civil, tan heterogéneas, y en diferentes
partes del mundo. Ni tan sorprendente, ya que las
estrategias populares para luchar contra la lógica
de la globalización mercantil actúan desde lo local
con la perspectiva global del derecho a la ciudad.
Además del debate académico sobre el sentido
4 Vid. Lefebvre, 1968, Préface de R. Hess, S. Deulceux y G.
Weigand. 5 Y los situacionistas, entre otros. Para este debate entre
situacionistas y Lefebvre, vid. Simay, 2009.
político del derecho a la ciudad y de los aportes
legales para llegar a justicializar este derecho co-
lectivo emergente, también es importante articular
las luchas, describiéndolas en función de cada
contexto local, con una mirada global para generar
nexos, crear redes, y definir alianzas.
Según Jordi Borja (2000), “el desarrollo y legitima-
ción de los derechos ciudadanos dependerá de un
triple proceso: i) cultural, de hegemonía de los va-
lores que están en la base de estos derechos y
explicitación de los mismos; ii) social, de moviliza-
ción ciudadana para conseguir su legalización y la
creación de mecanismos y procedimientos que los
hagan efectivos; iii) político-institucional para for-
malizarlos, consolidarlos y desarrollar las políticas
para hacerlos efectivos”.
El mismo autor afirma que los actores principales y
emergentes de este proceso no son las estructu-
ras políticas tradicionales de poder (estado y parti-
dos políticos) sino grupos sociales, a veces muy
heterogéneos.
Desde hace veinte años, la Coalición Internacional
del Hábitat (HIC, de su sigla en inglés6) está invo-
lucrada en este triple proceso, acompañando a
movimientos y grupos sociales de diferente índole.
Hemos recogido muchas propuestas y experien-
cias que ilustran la diversidad de estos actores en
la construcción del derecho a la ciudad, a través
de conquistas, derrotas y rearticulaciones (en
otras palabras: aciertos, errores y recomposicio-
nes de fuerzas). Buscamos documentar estrate-
gias políticas que emanan de esta diversidad de
actores y que buscan incluir este enfoque de dere-
cho colectivo en las instancias de toma de deci-
sión. Es difícil mirar y entender los cambios, las
rebeliones y las propuestas que surgen de los ba-
rrios y territorios. Cada una de estas expresiones
corresponde a problemas distintos, de marginali-
dad, de delincuencia, de segregación, de auto-
construcción mal asistida, de estigmatización de la
6 Para más información, ver el sitio <http://www.hic-net.org/>.
pobreza. Frente a estas realidades, tenemos que
difundir nuevas miradas, que entiendan las singu-
laridades locales, respeten la diversidad y recha-
cen los efectos perversos que conllevan las imá-
genes negativas creadas por el asistencialismo y
el discurso mediático.
Como lo afirma el autor uruguayo Raúl Zibechi
(2007, p. 8), “quienes estamos comprometidos con
la causa de la emancipación y de los movimientos
sociales, necesitamos promover reflexiones, análi-
sis y formulaciones teóricas que reconozcan y
aborden estas “sociedades otras”, que las ciencias
sociales del sistema tienen dificultad para visibili-
zar”. Y agrega que es por esto que “estamos ne-
cesitados de pensamiento e ideas anclados en
esas sociedades diferentes, no solo comprometi-
dos con ellas sino formando parte de ellas” (ibíd.).
Para entender las distintas facetas de estrategias
y experiencias, cabe resaltar cuatro enfoques: las
luchas populares contra la marginalización y los
desalojos; las iniciativas populares de empodera-
miento; la implementación del derecho a la ciudad
a través del marco legal; la planificación y políticas
públicas.
Estas estrategias están estrechamente articuladas
entre ellas y tienen una lógica de continuidad en el
tiempo desde la resistencia contra las violaciones
del derecho a la ciudad a las acciones hacia su
implementación. De esta manera, gracias a estas
iniciativas populares de luchas sociales sostenidas
durante décadas se ha logrado en varios países la
incorporación del derecho a la ciudad en los mar-
cos constitucionales y normativos como ya se ha
logrado en Brasil, Ecuador, Bolivia y en la ciudad
de México, pioneros en este gran desafío.
A menudo las políticas públicas y la planificación
urbana se evidencian contrarias al derecho a la
ciudad y al buen vivir, acelerando y profundizando
los efectos negativos de la globalización mercantil.
A su vez, pueden ser instrumentos que generan
procesos de cambios, revirtiendo situaciones de
{ }
desigualdad e injusticia.
La diversidad de actores involucrados para alcan-
zar cambios es el reflejo de esta misma voluntad
que expresaba Zibechi de dar a conocer las ideas
y las prácticas de los movimientos sociales, siem-
pre y cuando mantengamos el respeto a estos
movimientos, sin caer en el error de hablar en
nombre de ellos. Otro desafío es el de acompañar
a estos movimientos aportando las capacidades y
los conocimientos respectivos. Conscientes de es-
tos retos, se expresa la diversidad de caminos
emancipatorios hacia la efectividad del derecho a
la ciudad y la construcción de otra ciudad.
Es fundamental reconocer y sacar partido de esta
diversidad de pensar el derecho a la ciudad y de
actuar para implementarlo. Esto pasa por la articu-
lación y retroalimentación entre los actores así
como entre la teoría y la acción. El respeto de los
procesos sociales, a través de una autocrítica
permanente y una vigilancia de posibles usurpa-
ciones del propósito inicial del derecho a la ciudad,
puede evitar la tergiversación del discurso sobre
este derecho.
Muchos cambios se han dado en el mundo entre
la aparición del derecho a la ciudad en las aulas
del profesor Lefebvre y las formas actuales de
reivindicaciones de los movimientos sociales ur-
banos. El sociólogo estaba convencido de que el
agente de cambio, la única clase social que podía
lograr efectivamente una transformación de la so-
ciedad y entonces de la ciudad, de implementar el
derecho a la ciudad, era el proletariado encabeza-
do por la clase obrera. Así afirmaba (ob. cit., p.
108) que “solo la clase obrera puede ser el agente,
portador, o soporte social de esta realización”.7 En
2010, el escenario se ve diferente pues la clase
obrera en el mundo globalizado neoliberal terciari-
zado se ha visto relegada a un segundo plano, sin
el papel político que había tenido antes. Por eso,
7 Cita original en francés: «Seule la clase ouvrière peut devenir
l’agent, porteur, ou support social de cette réalisation».
movimientos sociales, organizaciones, intelectua-
les, militantes y activistas muy diversos, pero to-
dos buscando el cambio social, se reivindican co-
mo colectivo movilizado del movimiento por el de-
recho a la ciudad y ya no como parte de la clase
obrera. Uno de los cambios más relevantes que se
han dado en estas últimas décadas es el recono-
cimiento del rol de la mujer dentro de estos proce-
sos. Asimismo, es de suma importancia reconocer
la discriminación adicional hacia la mujer en el es-
pacio público a la hora de construir ciudades más
equitativas.
También es importante destacar el rol que el es-
pacio del Foro Social Mundial (FSM) ha facilitado
para los movimientos sociales y para su articula-
ción en expresiones globales en torno a diferentes
derechos emergentes colectivos en el mundo, en-
tre ellos la marcha mundial de las mujeres, la so-
beranía alimentaria, los pueblos indígenas, los
afrodescendientes, los inmigrantes y ahora el de-
recho a la ciudad. Efectivamente, el FSM desde
hace diez años ha facilitado estrategias globales
para que diferentes movimientos se conozcan, in-
tercambien, aprendan y reanalicen su propia expe-
riencia a la luz de lo discernido en otros movimien-
tos. Esto ha llevado a movimientos y redes a for-
mular Cartas, Declaraciones y Agendas para se-
guir con la lucha por el derecho a la ciudad.
Los avances hacia el derecho a la ciudad enfren-
tan ahora un momento decisivo. La ONU, que no
se caracteriza particularmente por su apoyo a las
luchas sociales, internalizó el derecho a la ciudad,
en la convocatoria del Foro Urbano Mundial 5
(FUM), en Río de Janeiro8. Ante este gran desafío,
HIC colocó en esta feria urbana institucional y em-
presarial el rol de la sociedad civil que viene sur-
giendo desde hace décadas. Si la ONU ha incor-
porado el derecho a la ciudad en el FUM 5 es por-
que Brasil es el país en donde movimientos y or-
8 World Urban Forum 5: The Right to the City-Bridging the Ur-
ban Divide. Rio de Janeiro, Brasil, 22 al 26 de marzo de 2010: <http://www.unhabitat.org/categories.asp?catid=584>.
ganizaciones sociales están construyendo este de-
recho desde hace más de veinte años. Sin embar-
go, esta oficialización del derecho a la ciudad tam-
bién conlleva peligros de instrumentalización de
estas luchas y del tema, que, por la diversidad de
sus estrategias y de actores, puede resultar fácil
de vaciar de su contenido de transformación de la
ciudad y del sistema que la rige. En esta perspec-
tiva, la preparación del Foro Social Urbano, orga-
nizado por primera vez en Río a la par del espacio
institucional del FUM, ha marcado un hito impor-
tante en estos esfuerzos de construir un movi-
miento global por el derecho a la ciudad desde los
movimientos sociales.
Para entender y apoderarse del
derecho a la ciudad9 El derecho a la ciudad no es una propuesta nueva.
Como se ha dicho, el término se difundió con
Henri Lefebvre analizando el impacto negativo su-
frido por las ciudades en los países de economía
capitalista, con la conversión de la ciudad en una
mercancía al servicio exclusivo de los intereses de
la acumulación del capital.
Como contrapropuesta a este fenómeno, Lefebvre
construye una propuesta política que parte de la
ciudad para reivindicar la posibilidad de que la
gente volviera a ser dueña de la ciudad. Frente a
los efectos causados por el neoliberalismo, se
propone una nueva perspectiva política: la ciudad
ha sido tomada por los intereses del capital y así
ha dejado de pertenecer a la gente; a través del
derecho a la ciudad, Lefebvre aboga por “rescatar
el hombre como elemento principal, protagonista
de la ciudad que él mismo ha construido”. El dere-
cho a la ciudad es entonces restaurar el sentido de
ciudad, instaurar la posibilidad del “buen vivir” para
todos y hacer de la ciudad “el escenario de en-
cuentro para la construcción de la vida colectiva”.
Asimismo, la vida colectiva se puede construir so-
9 Vid. en Mathivet, 2010, p. 23.
bre la base de la idea de la ciudad como producto
cultural, colectivo y, en consecuencia, político. La
ciudad, como lo analiza Jordi Borja (2003), es un
espacio político, donde es posible la expresión de
voluntades colectivas, es espacio para la solidari-
dad, pero también para el conflicto. El derecho a la
ciudad es la posibilidad de construir una ciudad en
la que se pueda vivir dignamente, reconocerse
como parte de ella, y donde se posibilite la distri-
bución equitativa de diferentes tipos de recursos:
trabajo, salud, educación, vivienda y recursos sim-
bólicos, como memoria, participación y acceso a la
información.
El derecho a la ciudad es “el derecho de toda per-
sona a crear ciudades que respondan a las nece-
sidades humanas”. Todo el mundo debería tener
los mismos derechos para construir los diferentes
tipos de ciudades que queremos. El derecho a la
ciudad, como lo ha recalcado David Harvey (2009)
–basándose en Lefebvre- durante el Foro Urbano
Mundial en Belém, “no es simplemente el derecho
a lo que ya está en la ciudad, sino el derecho a
transformar la ciudad en algo radicalmente distin-
to”.
La reivindicación de la posibilidad necesaria de
crear otra ciudad se basa en los derechos huma-
nos, y más precisamente en los Derechos Econó-
micos, Sociales y Culturales (DESC). El fenómeno
de la ciudad es analizado y pensado en función de
la ciudadanía y del espacio público, con una visión
integral e interdependiente de los derechos huma-
nos, para lograr la meta de recuperar la ciudad pa-
ra todos sus habitantes. Cabe aclarar que el dere-
cho a la ciudad no es un derecho más: es el dere-
cho a hacer cumplir los derechos ya formalmente
suscritos por los Estados en tratados internaciona-
les e instrumentalizados en el marco legal y nor-
mativo de los países. Por eso el derecho a la ciu-
dad se basa en una dinámica de procesos y de
conquistas, en las cuales los movimientos sociales
son el motor garante de su cumplimiento.
{ }
La Carta Mundial por el Derecho a la
Ciudad
Un paso fundamental en la construcción del dere-
cho a la ciudad ha sido la elaboración de la Carta
Mundial por el Derecho a la Ciudad10
articulada
por Habitat International Coalition (HIC).
Un conjunto de movimientos populares, organiza-
ciones no gubernamentales, asociaciones profe-
sionales, foros y redes nacionales e internaciona-
les de la sociedad civil, comprometidas con las lu-
chas sociales por ciudades justas, democráticas,
humanas y sustentables, construyeron una Carta
Mundial por el Derecho a la Ciudad que busca re-
coger los compromisos y medidas que deben ser
asumidos por la sociedad civil, los gobiernos loca-
les y nacionales, parlamentarios y organismos in-
ternacionales para que todas las personas vivan
con dignidad en las ciudades.
El proceso que dio pie a esta iniciativa se inició
dentro de las actividades preparatorias de la II
Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre
Medio Ambiente que bajo el título de "Cumbre de
la Tierra” se realizó en Río de Janeiro, Brasil, en
1992. El Foro Nacional por la Reforma Urbana
(FNRU) de Brasil, la Coalición Internacional para
el Hábitat (HIC) y el Frente Continental de Organi-
zaciones Comunales (FCOC) conjuntaron esfuer-
zos para redactar y suscribir en esa ocasión el
Tratado sobre Urbanización “Por ciudades, villas y
poblados justos, democráticos y sustentables”.
Como parte del proceso preparatorio de la Cumbre
de la Tierra, varios miembros de HIC organizamos
ese mismo año, en Túnez, el Foro Internacional
sobre Medio Ambiente, Pobreza y Derecho a la
Ciudad, en el que, por primera vez, delegados de
nuestra Coalición provenientes de diversas regio-
nes del mundo debatimos sobre el tema. Unos
años más tarde, en octubre de 1995, HIC participó
en el encuentro “Hacia la Ciudad de la Solidaridad
10 Puede verse en
<http://www.hic-net.org/document.php?pid=2423>.
y la Ciudadanía”, convocado por la UNESCO. Este
evento abrió de hecho la participación de esta ins-
tancia internacional en el tema de los derechos ur-
banos. Ese mismo año las organizaciones brasile-
ñas promovían la Carta de Derechos Humanos en
la Ciudad, antecedente civil del Estatuto de la Ciu-
dad, que promulgaría años más tarde el gobierno
de Brasil.
Otro hito importante en el camino que condujo ha-
cia la iniciativa de formular una Carta Mundial por
el Derecho a la Ciudad lo constituyó la Primera
Asamblea Mundial de Pobladores, realizada en
México en el año 2000, en la que participaron al-
rededor de 300 delegados de organizaciones y
movimientos sociales de 35 países. Bajo el lema
“Repensando la ciudad desde la gente”, se debatió
en torno a la concepción de un ideal colectivo que
diera base a propuestas orientadas a la construc-
ción de ciudades democráticas, incluyentes, edu-
cadoras, habitables, sustentables, productivas y
seguras. Un año después, ya en el marco del pri-
mer Foro Social Mundial (2001), se abriría el pro-
ceso conducente a la formulación de la Carta. A
partir de entonces, y en ocasión de los encuentros
anuales del Foro Social Mundial y de otros foros
sociales regionales, se ha venido trabajando sobre
los contenidos y las estrategias de difusión y pro-
moción de la Carta.
En forma paralela a estas iniciativas de la socie-
dad civil, algunos gobiernos, tanto a nivel regional,
como nacional y local, han venido generando ins-
trumentos jurídicos que buscan normar los dere-
chos humanos en el contexto urbano. Destacan,
entre los más avanzados a nivel internacional, la
Carta Europea de Salvaguarda de los Derechos
Humanos en la Ciudad, firmada hasta ahora por
más de 400 ciudades, el Estatuto de la Ciudad de
Brasil, decretado en julio de 2001; y, a escala lo-
cal, la Carta de Montreal y la Carta de la Ciudad
de México por el derecho a la ciudad. Cabe desta-
car también la inclusión reciente del derecho a la
ciudad en las constituciones de Ecuador y de Boli-
via.
Las dimensiones y los componentes
del derecho a la ciudad
El derecho a la ciudad es:
- el derecho a un hábitat que facilite el tejido de las
relaciones sociales;
- el derecho a sentirse parte de la ciudad (sentido
de cohesión social y construcción colectiva);
- el derecho a vivir dignamente en la ciudad;
- el derecho a la convivencia;
- el derecho al gobierno de la ciudad;
- el derecho a la igualdad de derechos.
Según la Carta Mundial del Derecho a la Ciudad,
este nuevo derecho es un derecho colectivo de los
habitantes de las urbes, basado en sus usos y
costumbres, en especial de los grupos vulnerables
y desfavorecidos, para que se les confiera legiti-
midad de acción y de organización hacia la libre
autodeterminación y un nivel de vida adecuado.
Se realiza el derecho a la ciudad cuando hay:
- ejercicio pleno de la ciudadanía y gestión demo-
crática de la ciudad;
- función social de la ciudad y de la propiedad ur-
bana;
- igualdad, no discriminación;
- protección especial de grupos y personas en si-
tuación de vulnerabilidad;
- compromiso social del sector privado;
- impulso de la economía solidaria y políticas im-
positivas progresivas;
- planificación y gestión social de la ciudad;
- producción social del hábitat;
- desarrollo urbano equitativo y sustentable;
- derecho a la información pública;
- libertad e integridad;
- participación política;
- derecho a la justicia;
- derecho a la seguridad pública y a la convivencia
pacífica, solidaria y multicultural;
- derecho al agua, al acceso y suministro de servi-
cios públicos domiciliarios y urbanos;
- derecho al transporte público y la movilidad ur-
bana;
- derecho a la vivienda;
- derecho al trabajo;
- derecho a un medio ambiente sano y sostenible.
En resumen, la Carta Mundial por el Derecho a la
Ciudad basa su propuesta en tres ejes fundamen-
tales:
- El ejercicio pleno de la ciudadanía, es decir el
ejercicio de todos los derechos humanos, que
aseguran el bienestar colectivo de los habitantes
y que promueven la producción y gestión social
del hábitat.
- La gestión democrática de la ciudad, a través de
la participación de la sociedad de forma directa y
activa en el planeamiento y gobierno de las ciu-
dades, fortaleciendo las administraciones públi-
cas a escala local, así como las organizaciones
sociales.
- La función social de la propiedad y de la ciudad,
donde predomine el bien común sobre el dere-
cho individual de propiedad, lo que implica el uso
socialmente justo y ambientalmente sustentable
del espacio urbano.
Según Borja, el derecho a la ciudad es una res-
puesta estratégica, un paradigma frente a la ex-
clusión social y a la segregación espacial genera-
das por el neoliberalismo. Es una reivindicación
para que la gente vuelva a ser dueña de la ciudad
y es un escenario de encuentro para la construc-
ción de la vida colectiva.
Las estrategias de conquista del
derecho a la ciudad
Basándose en la constatación de que actualmente
se han creado “ciudades sin ciudadanos”, el dere-
cho a la ciudad es la bandera de lucha para quie-
nes han perdido el derecho a tener un espacio
digno para desarrollarse. El derecho a la ciudad
contiene muchos derechos, lo que lo vuelve muy
difícil de exigir e implementar.
{ }
Para conquistar el derecho a la ciudad, es necesa-
rio primero difundir el concepto y la propuesta de
cambio, articular los procesos de movilización so-
cial e incidir en la formulación de políticas públi-
cas. Este proceso se ha desarrollado de manera
amplia en varios países de América Latina, sobre
todo en Brasil, México y Ecuador. El derecho a la
ciudad no es una propuesta que solamente haya
tenido resonancia en esta región; tiene un carácter
claramente global. Existen docenas de situaciones
y experiencias, documentadas en distintos países
del mundo, que demuestran el derecho a la ciu-
dad, hacia “otra ciudad posible”.
El alcance de este desafío implica cambios estruc-
turales profundos en los patrones de producción,
consumo y en las formas de apropiación del terri-
torio y de los recursos naturales. El derecho a la
ciudad se refiere a la “búsqueda de soluciones
contra los efectos negativos de la globalización, la
privatización, la escasez de los recursos naturales,
el aumento de la pobreza mundial, la fragilidad
ambiental y sus consecuencias para la supervi-
vencia de la humanidad y del planeta” (HIC-AL,
2006).
Tomando en cuenta la crisis global que vivimos
hoy día, que se concretó a raíz de la crisis del
mercado inmobiliario en las ciudades cunas del
modelo fordiano, Harvey (2009) afirma que “si esta
crisis es fundamentalmente una crisis de urbani-
zación, entonces, la solución ha de ser en el mar-
co de la urbanización, y ahí es donde la lucha por
el derecho a la ciudad es fundamental, puesto que
tenemos la oportunidad de hacer algo diferente”.
Sí, existen alternativas al desarrollo urbano basa-
do en la mercantilización, la privatización, el dete-
rioro de los vínculos sociales. El derecho a la ciu-
dad es una herramienta, una propuesta para lograr
la construcción de ciudades diferentes en donde
todos puedan tener un lugar para vivir en dignidad.
Habitat International Coalition (HIC) es parte de
esta historia y de esta propuesta. Con sus enfo-
ques de derecho a la vivienda adecuada y a la tie-
rra, de producción (gestión) social del hábitat y de
justicia social, HIC acompaña procesos y articula
el intercambio de experiencias y análisis, que con-
templan el derecho a la ciudad como una bandera
de lucha y una propuesta política de cambio.
Referencias
BORJA, Jordi. Los desafíos del territorio y los de-
rechos de la ciudadanía. La factoría, 2000, nº 10.
<http://www.revistalafactoria.eu/articulo.php?id=1
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BORJA, Jordi. La ciudad conquistada. Barcelona:
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<http://www.hic-
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el 15 de agosto de 2010).
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2006. <http://www.hic-
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HARVEY, David. El Derecho a la Ciudad como al-
ternativa al neoliberalismo. Información resumida
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1978).
MATHIVET, Charlotte. El derecho a la ciudad: cla-
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ciudad posible”. In SUGRANYES, Ana y MATHI-
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PURCELL, Mark. Le Droit à la ville et les mouve-
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2009/1, nº 63 (Droit de cité), p. 40-60.
SIMAY, Philippe. Une autre ville pour une autre
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SUGRANYES, Ana y MATHIVET, Charlotte (eds.).
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<http://www.rebelion.org/noticias/2009/8/90660.p
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VELÁSQUEZ, Fabio (ed.). Conversaciones sobre
el derecho a la ciudad. Bogotá: Gente Nueva
Editorial, 2007.
ZIBECHI, Raúl. Dispersar el poder. Los movimien-
tos como poderes antiestatales. Santiago de Chi-
le: Editorial Quimantú, 2007.
Cita del artículo:
SUGRANYES Ana. El derecho a la ciudad. Praxis de la
utopía. Hábitat y Sociedad, 2010, nº 1, p. 71-79.
<www.us.es.habitatysociedad.es>.
OTROS ARTÍCULOS
{ y }
www.habitatysociedad.us.es
Metodologías participativas para la gestión social del hábitat
José María López Medina
Resumen
A partir de los años 60 del pasado siglo ha ido tomando cuerpo la perspectiva participativa como paradigma de análisis
y transformación de la realidad. En el terreno de la conformación del hábitat, los primeros intentos de plantear una ar-
quitectura de corte participativo han ido evolucionando hacia enfoques interdisciplinares e intersectoriales. Ello ha des-
embocado en la noción de “Producción y Gestión Social del Hábitat” (PGSH), de origen latinoamericano, como paradig-
ma emergente para intervenir en el hábitat desde una perspectiva compleja a través de procesos de participación y con-
certación entre actores. La construcción de un sistema de PGSH requiere dotarse de instrumentos metodológicos adec-
uados con su eje en la gestión de procesos participativos, una tarea que está siendo objeto de elaboración, en la que
confluyen el campo de las ciencias sociales y el de la producción del hábitat.
Palabras clave
Metodologías participativas; Participación; Hábitat; Gestión social del habitat.
Abstract : Participative methodologies for social management of habitat
From the 60s onwards, the participative perspective has embodied the paradigm of reality analysis and transformation.
The first attempts at creating participative architecture in the field of habitat conformation, have evolved towards interdis-
ciplinary and intersectorial approaches. These have resulted in the notion of “Social Production and Management of Hab-
itat”, originating in Latin America, as an emerging paradigm that intervenes in the habitat from a complex perspective
through participative and social agreement processes between actors. This system requires dedication to adequate
methodological tools and must be focused on participative process management; a new field where social sciences and
production of habitat converge.
Key words
Participative Methodology; Participation; Habitat; Social Management of Habitat.
Recibido: 13/09/2010; aceptado: 11/10/2010
Arquitecto. Investigador del grupo ADICI (HUM-810). Datos de contacto: Surco Arquitectura SLP. C/ Honda de San Andrés, 26, 2º.
18010, Granada. E-mail: [email protected].
{ }
Presentación
Una de las bases del marco teórico del Máster en
Gestión Social del Hábitat de la Universidad de
Sevilla es el triángulo de la interacción de las tres
dimensiones del hábitat (De Manuel y otros, 2009,
p. 3):
“la URBS o configuración de la realidad física, de
la que se han ocupado tradicionalmente los urba-
nistas; la CIVITAS o marco social, económico y
cultural, civilizatorio en una palabra, al que clási-
camente se han dedicado las ciencias sociales; y
la POLIS o marco político, referido a las relaciones
de poder que se establecen entre los actores que
intervienen en la ciudad, políticos, técnicos y ciu-
dadanos (…). Estas tres realidades se interrelacio-
nan y configuran el hábitat, de modo que cualquier
acción o transformación sobre una de estas di-
mensiones genera cambios en las otras”.
Intervenir sobre una realidad compleja de dimen-
siones interrelacionadas requiere una interrelación
análoga entre campos de conocimiento. En ese
sentido la vinculación entre el hábitat y la sociedad
como apuesta investigadora se sitúa, en parte, en
la confluencia de las ciencias sociales y las disci-
plinas que inciden sobre la transformación del há-
bitat. Especialmente pertinente resulta la aplica-
ción de la investigación participativa como pers-
pectiva metodológica en los procesos de produc-
ción y gestión del hábitat, un territorio fronterizo
que sigue en construcción.
Desde ese ángulo, nos ha parecido oportuno
aprovechar la aparición de dos publicaciones rela-
tivamente recientes (Enet et al., 2008; Montañés
Serrano, 2009) para ensayar una serie de reflexio-
nes al respecto de dicha confluencia de saberes,
ya que, si bien los trabajos de Manuel Montañés y
Mariana Enet proceden de ámbitos geográficos,
culturales y académicos distintos, presentan zonas
comunes que se inscriben dentro de nuestro cam-
po de interés. Conviene señalar también que
nuestra reflexión se centrará en la esfera iberoa-
mericana.
Lo que aquí englobamos bajo la consideración de
metodologías participativas para la gestión social
del hábitat comprende una serie de métodos y
técnicas que provienen fundamentalmente de dos
grandes fuentes disciplinares. En unos casos,
emanan del mundo de la investigación social y son
válidas para cualquier objeto de estudio. En otros
casos provendrán de desarrollos teórico-prácticos
generados desde grupos de investigación relacio-
nados con el hábitat, normalmente con la arquitec-
tura como disciplina inicial, pero en relación cada
vez más estrecha con otras disciplinas y combi-
nando técnicas propias con otras tomadas de las
ciencias sociales.
Es grato observar, en ese sentido, que al menos
en algunos círculos profesionales y académicos se
está produciendo cierta confluencia de miradas y
prácticas en torno al paradigma de la complejidad,
que empieza a desplazar al reduccionismo impe-
rante en las últimas décadas.
El enfoque participativo en las ciencias
sociales y en la producción del hábitat
Una interesante y reciente aportación teórica al es-
tudio de las fronteras entre arquitectura y ciencias
sociales y, en particular, entre producción de vi-
vienda y participación, es la tesis doctoral del ar-
quitecto Vicente J. Díaz García, Participación ciu-
dadana y vivienda (2008). Para acometer el esta-
do de la cuestión V.J. Díaz propone un esquema
tridimensional donde sitúa las distintas aproxima-
ciones teóricas o prácticas que, desde la arquitec-
tura y las ciencias sociales, se han producido a la
vivienda y a la participación ciudadana (ob.cit.,
p. 21-47).
Tomando como base su exploración, hemos ex-
traído las referencias que contienen el vector de la
participación desde un ángulo metodológico para
esbozar, de forma incompleta y apresurada, algu-
nas de las corrientes de investigación-acción del
ámbito iberoamericano que nos pueden ser útiles
como fuentes metodológicas y que al menos nos
servirán para encuadrar los contextos profesiona-
les de las dos publicaciones que motivan esta re-
flexión.
1. La tradición latinoamericana vinculada a la pro-
ducción del hábitat.
Sería ingenuo pretender reseñar en pocas líneas
siquiera una porción representativa de los grupos
que han contribuido a construir conocimiento en
materia de hábitat y participación en todo el conti-
nente. Por citar sólo algunos ejemplos, podemos
mencionar los trabajos del IIDVi de V. Pelli en Re-
sistencia, E. Ortiz en México, el CEVE de H. Berre-
tta en Córdoba, Fundasal en El Salvador o todo el
caudal de la experiencia cooperativista uruguaya.
Hay que destacar el papel que han jugado las re-
des de expertos como contribución al intercambio
y crecimiento de conocimiento y propuestas, como
el subprograma Habyted de la red CYTED, ideado
e impulsado por J. Salas y, en particular al tema
que nos ocupa, su red temática XIV.F sobre tecno-
logías sociales. O la Coalición Internacional para
el Hábitat (HIC-AL), que desde el periodo de E.
Ortiz vino a consolidar la noción de Producción
Social del Hábitat, hoy convertida en un aglutinan-
te conceptual de todo ese universo de investiga-
ción-acción.
2. En España, distintos grupos o redes de investi-
gación-acción vinculados a la universidad con
práctica profesional en participación y hábitat.
En Madrid existe un terreno fértil para esta temáti-
ca en círculos ligados a la universidad, donde ca-
be distinguir dos paradigmas. Desde el paradigma
de la complejidad y el desarrollo sostenible, existe
una red de docentes, profesionales e investigado-
res donde confluyen la escuela urbanística de C.
Verdaguer, I. Velázquez, A. Hernández Aja y otros
muchos, con la escuela sociológica de T. R. Villa-
sante, M. Montañés, J. Alguacil, etc. ya implicada
en las experiencias democráticas más tempranas
como la remodelación de barrios de Madrid en los
primeros 80. Y desde el paradigma del desarrollo
humano y vinculada a la tradición latinoamericana,
destaca la rama de la Habitabilidad Básica centra-
da en la cooperación al desarrollo, impulsada por
J. Salas y F. Colavidas, como otra posible fuente
metodológica.
En Barcelona, desde un ángulo centrado en las
ciencias sociales, cabe citar a O. Rebollo y H. Ca-
pel y los grupos promotores de la revista Scripta
Nova y el Máster en Metodologías Participativas
para el Desarrollo Local. Y desde un ángulo más
urbanístico-habitacional, el Laboratorio de la vi-
vienda del s. XXI, con J. Mª Montaner y Z. Muxí.
En Sevilla hay que mencionar el equipo multidisci-
plinar del Máster en Gestión Social del Hábitat de
la Universidad de Sevilla, dirigido por E. de Ma-
nuel, con vocación de investigación-acción, en el
que se inscribe el presente trabajo. Y en la Univer-
sidad Pablo de Olavide, el Grupo de Investigación
Social y Acción Participativa y el curso experto en
investigación participativa que coordinaron M. Ro-
sa y J. Encina, que contribuyeron a crear cierta
escuela en Andalucía.
Por último, aunque nos hayamos limitado a rese-
ñar algunos grupos del mundo académico, fuera
del ámbito universitario también habría que seña-
lar un buen número de procesos autogestionarios
vinculados al hábitat que suponen una importante
fuente de conocimiento al respecto del tema que
nos ocupa. En la Biblioteca Ciudades para un Fu-
turo más Sostenible (CF+S)1 puede encontrarse
abundante información sobre buenas prácticas en
sostenibilidad urbana.
Orígenes de la investigación participativa y aportes metodológicos recientes El campo de las metodologías participativas surge
de la confluencia de varias corrientes de pensa-
miento y acción, de las que aquí no pretendemos
dar cuenta de forma exhaustiva. En el libro que
luego pasaremos a comentar, Metodología y téc-
1 <http://habitat.aq.upm.es/>.
{ }
nica participativa (2009), Manuel Montañés esboza
un breve recorrido por algunos antecedentes de la
investigación participada (p. 40-43) comenzando
por Kurt Lewin, a quien se debe el término “action-
research”; cuyo enfoque supuso la ruptura de la
distinción entre producción y aplicación de cono-
cimiento, con el acento en el equipo de investiga-
dores pero aún no en la población “objeto” de in-
vestigación. Éste constituirá, posteriormente, el
auténtico salto epistemológico. En Francia encon-
tramos los trabajos de Henri Desroche y Charles
Delorme, que adoptan el término “recherche-
action”, en un enfoque que trata de proporcionar a
los actores la información resultante de la investi-
gación para su autogestión de cara a la formula-
ción de propuestas de acción. A lo largo de los
años 80 y 90 se desarrolla la corriente latinoameri-
cana de la investigación participativa, que, bajo la
influencia de Paulo Freire y el enfoque marxista
del conocimiento (situado al servicio de la clase
que lo produce), se trata de una perspectiva mili-
tante por la mejora de las condiciones de vida de
los sectores desfavorecidos. Destacan especial-
mente los trabajos del sociólogo colombiano Or-
lando Fals Borda, que propone cuatro pasos para
la investigación: investigación colectiva, recupera-
ción histórica, puesta en valor de la cultura popular
y comunicación multivocal. En España será Palo-
ma López de Ceballos quien popularice el término
de “IAP” a partir de la publicación de Un método
para la investigación acción participativa, con los
Grupos de IAP (GIAP) en la base del proceso
asumiendo el protagonismo en la formulación de
propuestas. En 1985 el antropólogo Greenwood ya
había realizado en nuestro país una investigación
participativa con los trabajadores de la factoría
Fagor, y en 1998 desarrolló otra experiencia de
investigación participada en un pueblo de Castilla-
La Mancha, formando a un grupo de personas en
investigación-acción, que luego conformaron el
grupo dinamizador de un proceso comunitario. Pa-
ralelamente, el antropólogo español Andrés Mon-
tes del Castillo llevó a cabo un estudio antropoló-
gico en una comunidad andina ecuatoriana apli-
cando la investigación participada, observando
cómo este proceder rompía la dicotomía observa-
dor-observado, factor al cual atribuía la obtención
de una información mayor y mejor recopilada.
Javier Encina ha señalado que la IAP nace de un
enfoque transversal a la sociología, la antropolo-
gía, la pedagogía y la historia. El contacto del en-
foque de Freire con la revisión crítica de la socio-
logía de O. Fals Borda (que tiene en España a
Jesús Ibáñez, Tomás Rodríguez Villasante y el
Colectivo IOE) y la revisión crítica de la antropolo-
gía de Carlos Brandâo dio pie a la celebración del
1er
congreso de IAP en Cartagena de Indias en
1977 (Encina et al., 2007, p. 373).
A partir de los trabajos de Jesús Ibáñez (1986, p.
57-98) las metodologías participativas se han con-
figurado como una tercera perspectiva (dialéctica)
respecto a las concepciones clásicas de la investi-
gación social (distributiva y estructural). La pers-
pectiva distributiva está basada en el paradigma
positivista y caracterizada por el empleo de técni-
cas cuantitativas (estudia hechos objetivos, indivi-
duos, elementos); la perspectiva estructural, basa-
da en el paradigma etnográfico, pone el acento en
el uso de técnicas cualitativas (estudia relaciones,
opiniones, elementos simbólicos), y la perspectiva
dialéctica tiene su modelo metodológico caracte-
rístico en la investigación-acción participativa y su
técnica de referencia en la asamblea (estudia sis-
temas y se implica en procesos de cambio). Este
tercer paradigma responde a un enfoque democra-
tizador en la gestión del conocimiento, mediante
procesos en los que los técnicos e investigadores
son actores junto con otros agentes sociales.2
2 T. R. Villasante (1993) propuso una cuarta, la perspectiva
práxica, que estudiaría los procesos complejos de discusión- acción con acento en la capacidad programática del lenguaje.
Junto a estas perspectivas de análisis de la reali-
dad, cabe distinguir distintos niveles de investiga-
ción que se expresan de forma distinta en cada
una de ellas. El nivel epistemológico define las fi-
nalidades de la investigación (para qué, para quié-
nes). El nivel metodológico, en cambio, organiza
un conjunto de técnicas y las orienta en un deter-
minado sentido. La utilización que hacemos de
esa metodología podrá variar en función del nivel
epistemológico. Al nivel tecnológico corresponde,
por último, establecer las técnicas que se utilizan
en cada momento de la investigación.
En este punto resulta clarificador el cuadro elabo-
rado por Tomás Alberich (2002, p. 67) a partir de
las propuestas de Jesús Ibáñez, Colectivo IOE y
T. R. Villasante, que relaciona los distintos niveles
y perspectivas de la investigación social (Cuadro
1).
NIVELES
TECNOLÓGICO
Cómo y con qué se hace
METODOLÓGICO
Por qué y cómo se investiga
EPISTEMOLÓGICO
Para qué, para quién
PE
RS
PE
CT
IVA
S
DIS
TR
IBU
TIV
A
Pregunta-respuesta
Técnicas CUANTITATIVAS
Función referencial del lenguaje
Análisis estadístico
Estudia los elementos de la red
Conocimiento descriptivo
Lo investigado como objeti-
vo
Para producir un conoci-
miento censal, estadístico,
que quiere ser objetivo
ES
TR
UC
TU
RA
L
Conversación
Técnicas CUALITATIVAS
Función estructural del lenguaje
Análisis del discurso
Produce un conocimiento de la
estructura de la red
Conocimiento explicativo
Lo investigado como objeto
(al que se le pide que “ha-
ble”)
Para conocer opiniones,
sentimientos, conocimiento
subjetivo
DIA
LÉ
CT
ICA
Asamblea
IAP
Función pragmática del lenguaje
Construye la red
Conocimiento propositivo e impli-
cativo para el investigador
Lo investigado como sujeto
(libera el decir y el hacer)
Para transformar y demo-
cratizar
Cuadro 1: Perspectivas y niveles de la investigación social. Fuente: T. Alberich (2002).
Más allá de esta distinción canónica de las pers-
pectivas de investigación, Tomás R. Villasante ha
propuesto una serie de saltos epistemológicos pa-
ra distinguir los últimos avances en metodologías
participativas, que recoge bajo la denominación de
socio-praxis (Villasante, 2006), incorporando apor-
taciones del ecofeminismo, la cibernética de se-
gundo orden o el paradigma de la complejidad. En
el siguiente cuadro (Cuadro 2) sintetiza los que
considera los aportes metodológicos más recien-
tes distinguiendo entre procesos de ciclo corto,
medio y largo.
{ }
Ciclos y
ámbitos Ciclo corto Ciclo medio Ciclo largo
Rupturas Socio-análisis institucio-
nal
Investigación acción participati-
va
Procesos con praxis trans-
formadora
Enfoques Sistemas complejos y
transducción Redes y conjuntos de acción
Tetralemas y enfoques
emergentes
Métodos Pautas y grupos operati-
vos
Visualización de recursos y
sustentabilidad
Coordinación y priorización
de satisfactores
Movimientos Educación popular y re-
versiones
Redes de iniciativas democráti-
cas
Ideas-fuerza de los foros
sociales
Cuadro 2: Metodologías en que se basan las nuevas propuestas participativas. Fuente: T.R. Villasante (2006).
Una aproximación a la arquitectura desde la investigación social Debemos comenzar preguntándonos hasta qué
punto serían comparables el rol del investigador
social en una investigación participada y el rol del
arquitecto en una intervención participativa sobre
el hábitat. Desde la perspectiva profesional, en
ambos casos se trata de situaciones en que un
conocimiento experto hace uso de una metodolo-
gía para ceder terreno al conocimiento vivencial de
la población en la tarea de construir, juntos, las
preguntas y las respuestas. En el primer caso, la
respuesta es la dirección del cambio social y, en el
segundo, un proyecto de transformación espacial.
Hasta ahí llevamos la comparación.
Dentro de la arquitectura, la tradición investigadora
se sitúa en las áreas histórico-artística y científico-
técnica. Pero la arquitectura aún carece de un
acercamiento de la misma profundidad al mundo
de la investigación científico-social. Esto refleja el
hecho de que los paradigmas predominantes de
ejercicio profesional se han decantado por los vér-
tices técnico y artístico, lo cual, tal como señalan
Romero y Mesías citando a Weber y Pyatock, “son
las dos caras de una misma moneda, ya que re-
presentan un enfoque positivista de cómo pensar y
concebir el diseño arquitectónico” (2004, p. 55).
Esta laguna resulta paradójica, cuando el cometi-
do de los arquitectos se ubica en un campo de co-
nocimiento aplicado, ya que es una investigación
para la acción, en este caso para la transforma-
ción espacial de un entorno social. Resulta enton-
ces llamativo que los arquitectos no nos hayamos
aproximado de una forma más clara a la investiga-
ción social para dotarnos de instrumentos que nos
puedan ser útiles en una misión que es esencial-
mente transformadora.
A continuación volvemos a reproducir el anterior
cuadro de T. Alberich, insertando una cuarta co-
lumna que propone una interpretación a partir de
varios ejemplos de modos de producción del hábi-
tat (Cuadro 3). Se realiza el ejercicio de adscribir
cada uno de ellos a la perspectiva de investigación
que parecería resultarle más próxima y referir a la
producción de vivienda las preguntas: ¿para qué,
para quién?, ¿cómo? y ¿con qué?
NIVELES
TECNOLÓGICO
Cómo y con qué
METODOLÓGICO
Por qué y cómo
EPISTEMOLÓGICO
Para qué, para quién
Ejemplos de modos de producción de vivienda
PE
RS
PE
CT
IVA
S
DIS
TR
IBU
TIV
A
Técnicas
CUANTITATIVAS
Análisis estadístico
Conocimiento descrip-tivo
Lo investigado como objetivo
Para producir un co-nocimiento que quiere ser objetivo
Enfoque dominante: La vivienda como
mercancía o como servicio
Sondeos, estudios de mercado. Fuentes estadísticas, en-cuestas, vivienda mínima
El arquitecto recopila información cuantitati-va y diseña soluciones estándar conforme a situaciones “tipo”
Para el capital especu-lativo. Para el benefi-cio empresarial Para los consumidores
Producción de vi-vienda en serie de promoción privada
Para responder a la demanda de vivienda social e impulsar el sector construcción
Promoción de vi-vienda pública
ES
TR
UC
TU
RA
L
Técnicas
CUALITATIVAS
Función estructural del lenguaje
Análisis del discurso
Conocimiento explica-tivo
Lo investigado como objeto.
Para producir conoci-miento subjetivo
Enfoque dominante:
La vivienda como objeto/
satisfactor simple
Conversaciones sobre re-presentaciones gráficas en planos y perspectivas y posterior trabajo de la-boratorio del arquitecto.
El cliente-promotor expone sus demandas y el arquitecto las in-terpreta y propone respuestas en ciclos sucesivos de prueba-error
Para generar una vi-vienda a medida, y/o una imagen de marca Para el cliente privado
Ejercicio tradicional de la profesión de arquitecto
Para generar un pro-ducto de diseño. Para el autor
La vivienda de autor para clases medias- altas
Para mejorar el parque residencial existente Para los usuarios
Programas públicos de rehabilitación
DIA
LÉ
CT
ICA
Técnicas
PARTICIPATIVAS
Función pragmática del lenguaje
Conocimiento proposi-tivo e implicativo para el investigador
Lo investigado como sujeto
Para transformar y democratizar
Enfoque dominante:
La vivienda entendi-da como proceso/
satisfactor sinérgico
Asambleas, talleres de creatividad, sociogra-mas…
Se construye el cono-cimiento entre técni-cos y habitantes me-diante metodologías participativas
Para mejorar las con-diciones de vida aso-ciadas al hábitat Para los ciudadanos
Producción Social del Hábitat Ejemplo: el coopera-tivismo uruguayo
Cuadro 3: Hipótesis de interpretación de los niveles y perspectivas de investigación aplicados a la producción del hábitat. Fuente: Elaboración propia a partir de T. Alberich (2002).
Lejos de pretender una clasificación totalizadora,
este ejercicio tan sólo quiere ilustrar a través de
algunos ejemplos cómo la práctica profesional
más extendida de los arquitectos ha tendido a
apoyarse en el paradigma positivista o en el enfo-
que cualitativo. La construcción de una perspecti-
va dialéctica ha sido formulada pero no suficien-
temente desarrollada. Veamos algunos de sus an-
tecedentes.
De la arquitectura participativa a la
Producción Social del Hábitat
Antecedentes: los pioneros de la “arqui-
{ }
tectura participativa” Las primeras aproximaciones a un enfoque parti-
cipativo en los países centrales se encuentran en
los trabajos de algunos arquitectos de los años 60.
Vicente J. Díaz propone un esquema piramidal pa-
ra caracterizar las distintas versiones que se pro-
pusieron en esta época de lo que se ha dado en
denominar arquitectura participativa (Díaz, 2008,
p. 137-238).
El primer escalón enfrenta dos posturas ideológi-
camente opuestas. Las megaestructuras, teoriza-
das por Reyner Banham, parten de la premisa de
eliminar los suburbios autoconstruidos y basan la
propuesta de participación en la mera elección en-
tre soluciones habitacionales prefijadas, cuya
construcción en algunos casos la población se en-
carga de completar. En el otro extremo, John Tur-
ner aboga por un sistema abierto en el que los
usuarios pudieran elegir entre diversas opciones a
lo largo de todo el proceso de producción (Rome-
ro, 2004).
Tomando elementos de la antropología, las mate-
máticas y la incipiente computación, Christopher
Alexander genera un método para identificar pa-
trones espaciales o constructivos con la intención
de ponerlo a disposición de los usuarios para que
puedan hacerse cargo del diseño desde la macro
hasta la micro escala. La participación consistiría
en la selección de patrones previamente identifi-
cados por el arquitecto. Por el contrario, Van Eyck
o Hertzberger no tratan de involucrar a los usua-
rios en el diseño sino en el uso, tratando de gene-
rar espacios de una elevada flexibilidad y capaci-
dad de transformación y apropiación.
En otro apartado aparece Nicholas Habraken con
su sistema de soportes y unidades separables, un
método que permite al arquitecto generar diseños
en los que la construcción llega solo hasta un pun-
to (construcción de soportes: estructura, instala-
ciones…) y la concluye el usuario (particiones es-
paciales). Aquí la participación tiene lugar en las
fases de construcción y diseño dentro de un marco
de decisiones ideado por el arquitecto.
También son clásicos los trabajos de Lucien Kroll
y Giancarlo Di Carlo. El conjunto residencial
Matteotti (Di Carlo) es una decidida incorporación
de los usuarios al proceso de diseño apoyándose
en técnicas de las ciencias sociales como entrevis-
tas y grupos de discusión. Kroll, por su parte, in-
trodujo una participación personalizada y “humani-
zadora” en lentos procesos de rehabilitación de
periferias urbanas deprimidas e incorpora la idea
de una arquitectura potencial a completar por los
usuarios, similar a la de Habraken.
Por último tendríamos a Ralph Erskine, que inte-
gra varios de los planteamientos anteriores. Su
obra emblemática es el conjunto Byker Wall, don-
de instaló una oficina técnica en la que trabajó con
la población decisiones de ubicación, tipo de vi-
vienda, diseño y opciones de construcción.
Veamos dónde ponen el acento participativo estas
primeras experiencias. Partiendo de un esquema
elemental del ciclo de producción habitacional re-
sumido en diseño, construcción y uso, el esquema
de la Figura1 indica en qué momentos se propicia
la toma de decisiones del usuario sobre su vivien-
da.
Figura 1: Tramos participativos en las propuestas pioneras de arquitectura participativa. Fuente: Elaboración propia a partir de V.J. Díaz (2008).
Aun cuando algunas de estas propuestas procuran
involucrar al usuario en todo el proceso, hay que
señalar que prácticamente en todos los casos aún
se manejaba un concepto de participación limita-
do, en el que las decisiones del habitante se da-
ban, antes o después, en un marco controlado por
el arquitecto. Se trata de propuestas muy intere-
santes en su contexto pero, a juicio de Víctor Pelli,
“con escasa o ninguna utilidad para el desarrollo
de estrategias equitativas de vivienda social en
sociedades como las latinoamericanas” (Pelli,
2006, p. 138).
El diseño participativo Desde la perspectiva que interesa a esta reflexión
debemos interpretar que cada uno de los arquitec-
tos citados utilizaba, si no un método, al menos
una orientación metodológica con mayor o menor
grado de sistematización.
No obstante según algunos autores las elabora-
ciones que revisten con más claridad el carácter
de propuesta metodológica serían el Lenguaje de
Patrones de Christopher Alexander y el Sistema
de Soportes de Nicholas Habraken. Para comple-
tar el recorrido por los métodos de diseño partici-
pativo tomaremos como base el trabajo de Rome-
ro y Mesías (2004) para añadir dos aportaciones
posteriores a la década de los 60: el método por
Generación de Opciones, desarrollado por los es-
tadounidenses Hanno Weber y Michael Pyatock, y
el Método del arquitecto argentino Rodolfo Livings-
ton.
El Método Livingston proviene de una extensa ex-
periencia en reformas de viviendas unifamiliares
para sectores de clase media, si bien puede adap-
tarse a otras situaciones3. El método organiza en
una hoja de ruta una serie de encuentros entre el
arquitecto y la familia, algunos de ellos en forma
de dinámicas o juegos, destinados a deslindar la
demanda inicial (formulada como satisfactor) de
las genuinas necesidades y aspiraciones del clien-
te y, a partir de ahí, ofrecerle variantes de solución
que respondan a su caso particular. De ese modo
enfrenta al cliente con su propio discurso y no con
el del arquitecto, que se convierte en catalizador
del proceso. De ahí que se haya dicho que este
método está emparentado con técnicas de la psi-
cología.
3 De hecho ha sido aplicado a escala de política habitacional
en Cuba y posteriormente en Uruguay, creando cuerpos de “arquitectos de la comunidad” que asisten a los sectores populares autoproductores de vivienda.
{ }
El método por Generación de Opciones no tiene
un campo de aplicación tan específico. De hecho
es aplicable a procesos más complejos, en térmi-
nos de actores y decisiones, trascendiendo la acti-
vidad del diseño arquitectónico. Al igual que en Li-
vingston, el programa (las necesidades) se definen
colectivamente en la etapa de construcción de cri-
terios. La segunda etapa corresponde al desarrollo
de opciones, que incorpora técnicas de investiga-
ción social como talleres, lluvia de ideas, etc. y
después trata de visualizar en matrices las distin-
tas combinaciones de solución. Cuando la matriz
se refiera a opciones de diseño las casillas pueden
ser esquemas, perspectivas, etc. Pero el método
también permite trabajar otros aspectos de la pro-
ducción habitacional (organizativos, económicos,
etc.).
Limitándonos a los cuatro métodos referidos, ce-
rraremos el apartado del diseño participativo inten-
tando retratar su naturaleza metodológica desde el
ángulo de la investigación social, a partir de los ro-
les de investigador e investigado, que extrapola-
remos a los de arquitecto y usuario (Cuadro 4).
Métodos de diseño
Perspectiva
predominante
Soport
es
Patr
ones
Liv
ingsto
n
Opcio
nes
Cuantitativa
Cualitativa
Dialéctica
Cuadro 4: Ubicación de métodos de diseño participativo en las perspectivas de investigación social. Fuente: Elabora-ción propia.
Obviamente cada uno de estos métodos es com-
binable con otros y es susceptible de verse enri-
quecido incorporando técnicas propias de otras
perspectivas. Pero para trazar esta tabla hemos
tomado el criterio de asignar el enfoque dialéctico
a los métodos más netamente instalados en una
estrategia dialógica entre técnicos y usuarios, en
cuyo contexto se construyen tanto las preguntas
como las respuestas. Ambos métodos recorren, en
su esencia, el proceso de diseño participativo des-
crito por Bela Pelli4 (Cuadro 5).
Momentos Productos
1. Tareas previas
Criterios de diseño 2. Definición de necesidades y prioridades, condicionantes y recursos disponibles
3. Diseño primeras propuestas Alternativas de dise-ño 4. Alternativas posibles
5. Revisión de alternativas i y ii Diseño definitivo
6. Aprobación diseño definitivo
7. Documentación técnica Documentación pa-ra ser aprobada
Cuadro 5: Momentos y productos del proceso de diseño participativo. Fuente: Bela Pelli (2006).
En cambio, el método de Patrones incorpora al
usuario en la toma de decisiones en un momento
posterior, seleccionando entre los patrones espa-
ciales previamente identificados por el arquitecto
en un trabajo cercano a la etnografía. Y el sistema
de Soportes plantea construir un edificio inacaba-
do para que lo termine el usuario, con lo cual po-
dría diferir su capacidad de decisión hasta ese
momento y cabría incluso aplicarse en promocio-
nes de vivienda en que no se conozca a los futu-
ros usuarios, lo cual abre un campo de aplicación
interesante pero escapa al tema que nos ocupa.
Hacia la gestión de procesos Retomando la lectura histórica, las experiencias de
los años 60 abrieron campos de teoría y práctica
que en la década siguiente fueron siendo olvida-
dos por la cultura oficial en los países centrales,
progresivamente invadida por el dominio del for-
malismo postmoderno, ligado a la difusión del
pensamiento neoliberal a partir de los 80. Pero en
regiones periféricas y especialmente en Latinoa-
4 Bela Pelli. El diseño participativo en la gestión urbana.
Presentación el 18.10.06 en el Máster en Gestión Social del Hábitat, Universidad de Sevilla.
mérica estos frentes de investigación fueron conti-
nuados por numerosos equipos técnicos y organi-
zaciones autónomas o institucionales.
Apoyadas en la idea de concebir la vivienda como
proceso, nacen en los 70 las políticas “no conven-
cionales” de vivienda, basadas en investigaciones
que buscaban incorporar al usuario en el proceso
de producción. Algunas de las primeras propues-
tas limitan la participación del usuario a la fase de
ejecución de la vivienda, como el sistema de lote
con servicios, la vivienda crecedera en sus diver-
sas versiones, sistemas de prefabricación popular,
etc. Estaríamos hablando de estrategias no tanto
de apoyo a como apoyadas en la capacidad popu-
lar de construir. Pero al mismo tiempo nacen plan-
teamientos más genuinos de asistencia a la auto-
producción espontánea del hábitat, que no son
ajenos, por cierto, a las corrientes de pensamiento
que han configurado la investigación social partici-
pativa.5
En unos y otros casos las tecnologías constructi-
vas cobraron un protagonismo elevado en el dise-
ño de la vivienda en tanto debían ser no sólo
apropiadas en términos económicos, ecológicos y
culturales sino también fácilmente apropiables por
parte de los autoconstructores. Y ello condujo a
proyectos y políticas habitacionales en función de
estrategias de transferencia tecnológica.
Pero en paralelo al desarrollo de tecnologías físi-
cas o constructivas, los profesionales del hábitat
fueron incorporando tecnologías sociales que in-
cluyen las metodologías participativas. En la difu-
sión y elaboración colectiva de todo este cuerpo
de conocimiento cabe destacar el papel que ha ju-
5 Como señala Víctor S. Pelli, “comenzaron también a tomar
forma propuestas fuertemente influidas por hallazgos en otros campos de trabajo y reflexión, como el de la educación popular, el de la promoción comunitaria, el de la promoción de la salud, o el de la extensión agropecuaria, que reconocen la necesidad de replantear el criterio de acción social (en nuestro caso, el de acción habitacional) sumando al aporte de recursos financieros y técnicos dentro de procesos de resolución de necesidades la cesión (o restitución) de espacios de poder a los propios habitantes para que puedan hacerse cargo de los procesos (…)“ (Pelli, 2006).
gado en el ámbito iberoamericano el subprograma
HABYTED de la red CYTED, que dedica su red
temática XIV.F Técnicas Sociales a la Producción
Social del Hábitat (2002-2005).
En palabras de Walter Kruk, “se trata entonces de
considerar la tecnología de la «producción de ob-
jetos sociales» (por ejemplo cooperativas de auto-
construcción por ayuda mutua) y de «procesos so-
ciales» (asunción de los derechos de la comuni-
dad y lucha por el acceso al poder de decisión
ambiental), además de la «producción de objetos
físicos» (diseño de viviendas e infraestructura) y
de «procesos físicos» (sistemas constructivos,
etc.)” (Kruk, 2001, p. 112). Pedro Lorenzo comple-
tará el esquema señalando las cuatro áreas tecno-
lógicas de la producción de la ciudad: técnicas de
gestión, sociales, constructivas y económicas (Lo-
renzo, 2005, p. 383). Esta visión de la producción
del hábitat pone de manifiesto cómo se ha ido con-
figurando y asumiendo una perspectiva compleja
del concepto de vivienda.
Pelli resume de algún modo su trayectoria profe-
sional en la frase: “empecé diseñando objetos y
terminé diseñando procesos”. Esta imagen ilustra
el desplazamiento que han experimentado la acti-
vidad y el rol de los arquitectos hacia paradigmas
multidisciplinares y complejos de abordaje de los
problemas de hábitat. Con más precisión, Pelli se-
ñala dos “triples saltos” epistemológicos: por un
lado, cómo ha pasado del diseño de objetos al di-
seño de procesos y de ahí a la gestión de proce-
sos. Y por otro, el tránsito del enfoque disciplinar
al transdisciplinar y por último al enfoque transec-
torial (entre sectores técnicos, políticos y ciudada-
nos). Ambos saltos están relacionados: para los
arquitectos, el tránsito de los métodos de diseño
participativo al diseño metodológico de procesos
de PGSH complejos y con múltiples actores no es
otro que el paso de la disciplina a la transdiscipli-
na. Estamos hablando entonces de gestión parti-
cipativa de procesos intersectoriales, lo cual termi-
{ }
na de dibujar el escenario de la propuesta de Ma-
riana Enet, que después pasaremos a comentar.
Es en este contexto en el que hoy encontramos
revisiones complejas del concepto de diseño parti-
cipativo que lo sitúan como un momento en el cur-
so de procesos de participación y concertación en-
tre actores. Podemos destacar en este sentido los
trabajos de G. Romero, R. Mesías, la propia M.
Enet o Bela Pelli en el IIDVi, una de las institucio-
nes con más recorrido en la sistematización de
procesos participativos y modelos de gestión, de
donde tomamos el siguiente esquema (Figura 2).
Figura 2: El diseño arquitectónico como parte de un proceso participativo y concertado. Fuente: Pelli (2006).
Vemos entonces cómo ha habido líneas de inves-
tigación-acción, con origen disciplinar en la arqui-
tectura y el urbanismo, que han evolucionado ha-
cia estrategias interdisciplinares para abordar pro-
cesos complejos e intersectoriales de intervención
sobre el hábitat. Estos procesos persiguen objeti-
vos relativos a la organización espacial y funcional
de ámbitos urbanos en vías de transformación, en-
tendiendo la vivienda como parte del entramado
sociocultural y económico, e implican la asignación
de actividades y recursos y la construcción partici-
pada de las decisiones que conduzcan a los obje-
tivos deseados. Es decir, se trata de procesos de
transformación física y social que, si bien tienen su
eje en el hábitat, son muy próximos en los niveles
epistemológico, metodológico y tecnológico a la
investigación participada de las ciencias sociales.
La configuración de esta línea de pensamiento y
acción cristaliza hace más de una década en el
concepto de Producción Social del Hábitat, que
debemos al ámbito latinoamericano.
Emergencia de las políticas de Producción y Gestión Social del Hábitat En el plano político, según explica M. Enet, la PSH
surge después de sucederse distintas formas de
producción habitacional en Latinoamérica. El pri-
mero sería el concepto histórico comunitario o
modelo pre-capitalista, en el que yacía un concep-
to complejo de la vivienda, progresiva y vinculada
al entorno sociocultural. Al implantarse la concep-
ción de la vivienda mercantilizada y ante el exiguo
alcance de las primeras políticas de vivienda ter-
minada o “llave en mano”, amplios sectores de
población sin capacidad adquisitiva recurrieron a
autoproducir su vivienda como estrategia de su-
pervivencia, ya sea de manera formal o informal.
Esta capacidad de autoproducción fue después
utilizada en políticas de vivienda de forma simplis-
ta y parcial en las primeras propuestas de vivienda
progresiva, pero con el acento puesto no en el
proceso de acceso a la vivienda en términos com-
plejos sino en el futurible crecimiento del objeto-
vivienda (pre-vivienda o lote con servicios y sus
variantes) y como estrategia de reducción de gas-
tos. En los años 80 y 90 se sostuvieron políticas
de promoción, que prestaron apoyo técnico a los
autoproductores de vivienda con cierto éxito, pero
sólo como respuesta física y con escasa repercu-
sión. Julián Salas (2005, p. 91) esquematiza la
evolución de las generaciones de políticas en la
siguiente serie: “Dar vivienda a los pobres” (años
60); Puesta en práctica de políticas no convencio-
nales de vivienda (70); Políticas de tolerancia
permisiva con los procesos informales en materia
de hábitat (80); Nuevas estrategias facilitadoras
para el acceso a viviendas dignas para todos
(1996, Hábitat II).
Sin embargo, en la actual manifestación del pro-
blema, la vivienda y el hábitat están muy vincula-
dos a otros factores de precariedad (empleo, sa-
lud, educación…), y la mayoría de los sectores so-
ciales excluidos requiere de enfoques integrados
que aborden todas las dimensiones de la exclu-
sión. En respuesta a esta situación se formula, con
vocación de enfoque sistémico, el concepto de
Producción Social del Hábitat, promovido por la
rama latinoamericana de HIC (Habitat Internacio-
nal Coalition). Desde su formulación inicial -se
viene empleando el término desde los años 70- ha
habido varias interpretaciones de la PSH, que
varían en función del rol adoptado en el proceso
por los autoproductores, los grupos técnicos de
apoyo y las instancias gubernamentales (Romero,
ob. cit.) En palabras de Ortiz, por PSH:
“entendemos todos aquellos procesos generadores
de espacios habitables, componentes urbanos y
viviendas, que se realizan bajo el control de auto-
productores y otros agentes sociales que operan
sin fines lucrativos” (Ortiz, 2002).
Contempla modalidades desde las más netamente
autogestionarias, individual u organizada, hasta
las promovidas por cooperativas, por ONGs u or-
ganizaciones similares.
La PSH aspira a constituir un tercer sistema de
producción del hábitat que ha demostrado su ca-
pacidad de generar soluciones viables donde no
alcanza el sistema de producción privada –que
atiende a sujetos individuales de crédito- ni el sis-
tema de producción pública –hoy en claro retroce-
so (Ortiz, 2007).
En los últimos años se ha ampliado el alcance o la
precisión del término y tiende a hablarse de “Pro-
ducción y Gestión Social del Hábitat”, tal como se
tituló un encuentro nacional en México a finales de
2007. Ciertamente esta perspectiva teoriza la in-
tervención sobre el hábitat desde un enfoque
complejo que resulta conceptualmente generaliza-
ble a otras latitudes y realidades socioeconómicas,
institucionales y culturales.
En ese sentido el predominio histórico de la idea
de “producción” se debe al fenómeno urbanizador
espontáneo del ámbito latinoamericano. Pero en
los países centrales, donde no existen sectores
masivos de pobreza estructural ni existe tal impul-
so de autoproducción habitacional, el uso especu-
lativo financiero de la vivienda ha hecho que el sis-
tema de producción privada haya experimentado
una verdadera hipertrofia en los últimos lustros,
reduciendo progresivamente el papel del sistema
de producción pública y contribuyendo a margina-
lizar las experiencias de producción social (por
ejemplo el extinto programa de autoconstrucción
de la Junta de Andalucía o el modelo cooperativo).
En definitiva, la construcción correlativa de una mi-
rada compleja sobre el hábitat en nuestro entorno
requiere asumir el paradigma conceptual y meto-
dológico de PGSH, por naturaleza adaptativo y
contextual, pero desplazando el acento hacia la
gestión, lo que nos permite ubicarlo en nuestras
claves de intervención, donde cobrará un mayor
protagonismo la articulación intersectorial de polí-
{ }
ticas para intervenir en sectores como la rehabili-
tación de barriadas y centros históricos, los ámbi-
tos urbanos marginados, el urbanismo participati-
vo, la promoción de fórmulas cooperativas, etc. En
todos estos ámbitos existe, en nuestro continente,
todo un caudal teórico-práctico llamado a sentar
las bases de la versión europea de la Producción y
Gestión Social del Hábitat.
La necesidad de adquirir herramientas
metodológicas
Tal como sostiene Enrique Ortiz, para hacer ope-
rativo el enfoque de la PGSH es preciso crear e
incorporar herramientas metodológicas que resul-
ten adecuadas a sus fines y sean susceptibles de
generalizarse en forma de políticas. Ello implica
dotarnos del repertorio instrumental de la investi-
gación participada aplicado al hábitat.
Es conveniente aclarar que ello comporta, como
primer paso, reubicar el rol de los técnicos que
manejan saberes especializados en estos proce-
sos. Teniendo la PGSH su eje metodológico en la
participación intersectorial, los técnicos debemos
desarrollar tanto las aptitudes como las actitudes
adecuadas a este paradigma de actuación. Ambas
cuestiones están interrelacionadas desde el mo-
mento en que los instrumentos metodológicos,
como veíamos en el cuadro de Alberich, se deben
a una determinada orientación epistemológica, ya
que ésta influye en el rol que deben asumir los ac-
tores técnicos e institucionales en estos procesos.
El manejo correcto de las herramientas adecuadas
pasa entonces por un cambio de actitud que no
responde tanto (o no sólo) a motivos éticos como
a una cuestión de coherencia metodológica. Víctor
Pelli es una de las voces que ha abordado este
tema con más elocuencia. Tal como expresa en
uno de sus textos, “en el modelo participativo la
consigna de elaboración de decisiones comparti-
das y consensuadas diluye la especificidad de los
campos de competencia: (…) es necesario que
cada actor (…) admita la necesidad de que cada
uno de los otros actores tenga injerencia en todos
los niveles de decisión y responsabilidad: injeren-
cia del habitante y de los profesionales sociales,
por ejemplo, en la elaboración de los diseños de
arquitectura (…)” (Pelli, 2006, p. 75). Este es de
hecho, como veremos enseguida, el principio me-
todológico propuesto por Montañés cuando se re-
fiere a que todos los grupos participantes puedan
observar la observación de todos los grupos, in-
cluida la del grupo investigador.
Hecho este apunte entraríamos en la cuestión de
las aptitudes o capacidades, que concierne al ma-
nejo de metodologías adecuadas en procesos de
gestión social del hábitat. Es este un campo que
se encuentra en construcción y recibe con enorme
interés las aportaciones de Manuel Montañés y
Mariana Enet.
“Metodología y técnica participativa” de Manuel Montañés Manuel Montañés Serrano, uno de los autores de
referencia de nuestro país en materia de investi-
gación participativa, nos ofrece herramientas para
abordar una estrategia de investigación participati-
va de manera integral: desde su singular concep-
ción de la participación, pasando por su funda-
mentación teórica y metodológica, hasta un reper-
torio de técnicas encuadradas en el enfoque me-
todológico propuesto.
Montañés reivindica la denominación de investiga-
ción participativa bajo una determinada forma de
entenderla y ponerla en práctica. En la cita inicial
del libro, Jesús Ibáñez reflexiona sobre la natura-
leza de la técnica y sugiere: “En vez de someter al
objeto a juegos de pregunta/respuesta, conversar
con él”. Desde este momento ya aparece la idea
de la conversación, que será el eje metodológico
de la propuesta de Montañés como llave de la
creatividad social.
El libro se organiza en cuatro capítulos. El primero
comienza explorando las relaciones entre ontolo-
gía, ideología, epistemología, teoría y metodolo-
gía, y defiende una perspectiva práxica de la pro-
ducción de conocimiento, dimensión a la que, sos-
tiene el autor, quedan supeditadas las anteriores
toda vez que se ven modificadas por ésta.
Partiendo de la idea de que producimos la realidad
al observarla, existirán tantas realidades “objetiva-
das” como sujetos observadores. Pero, además de
observar la realidad, las personas tenemos la ca-
pacidad antropológica de “vernos viendo”. Esta fa-
cultad es la reflexividad, que será uno de los pila-
res que justifican la estrategia metodológica pro-
puesta. Las múltiples realidades objetivadas que
existen no pueden nunca ser equivalentes, pero
en virtud de la reflexividad pueden ser compatibili-
zadas. Para saber si la realidad que produce un
investigador es compatible con la del grupo social
del que dice dar cuenta, tiene que conversar con
él “en un proceso de toma de decisiones que afec-
ten a sus vidas”, la del grupo y la del investigador.
Esto implica romper la distinción clásica entre
ciencia social teórica y aplicada. Pero además el
principio científico que legitima la investigación ya
no descansa en la objetividad, sino en la reflexivi-
dad compatibilizada. Esto nos lleva a reconocer
que la legitimidad científica de una investigación
social pasa a recaer en el modo de proceder, es
decir, en tanto hayan participado o no en la pro-
ducción de conocimiento de la realidad construida
todos los sistemas observadores que puedan ver-
se afectados por las acciones que de ella se deri-
ven. Esto desplaza el paradigma participativo de la
demanda ética a la exigencia científica.
Antes enunciábamos los antecedentes de la inves-
tigación participada que recoge el autor, no tanto
con un afán historicista como con la intención de
identificar orientaciones con que la IAP se ha lle-
vado a la práctica: en todos los casos, el grupo in-
vestigador trata de propiciar que un grupo de po-
blación no académico se convierta en sujeto de la
investigación. Pero todos parten de una alteridad
-entre el científico social y la realidad grupal- que
Montañés propone sustituir por múltiples alterida-
des, ya que “todos somos otros de otros”. Aquí re-
side uno de los aportes más significativos de la
propuesta: la estrategia participativa debe propi-
ciar que todas las realidades grupales puedan par-
ticipar en la producción de conocimiento sociocul-
tural, de manera que todas puedan observar la
observación de todas, incluida la del grupo investi-
gador.
El segundo capítulo expone la fundamentación
teórica-metodológica de la estrategia a seguir para
la producción de conocimiento sociocultural. Mon-
tañés apuesta por una participación conversacio-
nal. La materia prima objeto de interpretación será
fundamentalmente discursiva, porque es el len-
guaje el dispositivo más potente de que dispone-
mos para compatibilizar sentidos.
En cualquier caso, para que dicha compatibiliza-
ción de realidades socioculturales se produzca, es
necesario “propiciar una reflexividad de segundo
orden”, es decir, que permita pensar sobre lo ya
pensado. Ello permitirá abrir nuevos interrogantes,
de manera que la producción participada de cono-
cimiento “se encuentra en un inacabamiento per-
manente”, que nos remite a la noción de estrategia
(abierta) frente al programa (cerrado) (Morin,
2002, p. 80).
La estrategia a seguir dibuja una espiral en la que
se habrá de cubrir cuatro fases en ciclos sucesi-
vos: conversación inicial, conversaciones en las
redes, dialógica informativa y conversación pro-
yectiva.
Como punto de partida propone recurrir a una
muestra estructural, realizada en función de la
zona y el objeto de estudio, que tienda a la satura-
ción discursiva. El análisis de discursos servirá pa-
ra comprobar hasta qué punto la muestra es com-
patibilizada y permitirá identificar realidades grupa-
les emergentes. Sabremos si la interpretación de
lo dicho es correcta en las siguientes fases, en
{ }
tanto resulte útil para continuar propiciando con-
versaciones y construyendo nuevas realidades
compatibilizadas. Para ello se procede a hacer de-
voluciones, en las que se aconseja emplear sopor-
tes complementarios al informe escrito, como los
audiovisuales. La construcción de nuevas catego-
rías generará identificaciones grupales, que tras-
cienden la suma de los individuos. M. Rosa y J.
Encina se refieren a ello como saltar de lo indivi-
dual a lo colectivo (Rosa y Encina, 2005, p. 52).
Ello requiere propiciar reflexiones de segundo or-
den. A continuación, a partir de una matriz proyec-
tiva, se ha de elaborar el Plan de acción, mediante
técnicas implicativas y conversacionales que pro-
picien un itinerario decisional.
El tercer capítulo pormenoriza cómo se ha de pro-
ceder en el proceso investigador: identificar de
dónde se parte, cuál es el síntoma inicial; el para
qué y para quién de la investigación, que estarán
interrelacionados; quiénes y en qué participarán;
delimitar en dónde se realizará y mostrar sus ca-
racterísticas como material para el debate; qué se
someterá a estudio (apartado que merecerá men-
ción aparte); con qué técnicas se procederá; qué
estructura organizativa se adoptará; a dónde se
acudirá, a qué fuentes primarias y secundarias;
con qué recursos se contará y cuánto tiempo se
dedicará.
Respecto a qué se someterá a estudio, además de
mencionar las aproximaciones distributivas de la
investigación social clásica, el autor se detiene a
exponer con detalle cómo proceder a la interpreta-
ción de discursos, una de sus áreas de especiali-
dad, ofreciendo una serie de orientaciones meto-
dológicas, así como una pormenorizada explica-
ción del cuadro sémico como instrumento para
identificar las distintas posiciones discursivas
sobre un objeto de estudio.
Por último, un cuarto capítulo se destina a organi-
zar y describir un abanico de técnicas que, sin pre-
tender ser exhaustivo, constituye un compendio
bastante completo de los instrumentos más recu-
rrentes en la investigación participada. Éstas se
presentan clasificadas en función de su finalidad
dentro del proceso: técnicas dinamizadoras, do-
cumentales, distributivas, estructurales, técnicas
implicativas y reflexivas y técnicas conversaciona-
les.
Al poner el acento en el rigor metodológico de una
estrategia de corte conversacional, la obra consi-
gue desgranar con profundidad teórica y profusión
de ejemplos cómo diseñar y desarrollar una inves-
tigación participada apoyada en muestras discur-
sivas y especialmente cómo proceder a la produc-
ción y análisis de discursos. En su globalidad, hay
que destacar la utilidad y el rigor de la propuesta
como guía metodológica y técnica para quien se
disponga a abordar una investigación participada.
“Herramientas para pensar y crear en co-lectivo en programas intersectoriales de hábitat” de Mariana Enet Esta publicación es el resultado de una investiga-
ción colectiva dirigida por la arquitecta argentina
Mariana Enet, en un equipo que completan el ar-
quitecto mexicano Gustavo Romero y la psicóloga
cubana Rosa Olivera.
En su introducción, Georgina Sandoval se refiere a
esta obra como un “texto/manual”. En este senti-
do, así como en el enfoque teórico y epistemológi-
co, presenta elementos en común con el texto co-
mentado de Manuel Montañés. Pero mientras éste
se sitúa en el ámbito académico o disciplinar de la
investigación social (y probablemente docente,
con el telón de fondo del máster de cuya dirección
forma parte), la propuesta de Mariana Enet tiene
un cariz más político y un contexto de aplicación
específico: el hábitat latinoamericano.
Su trabajo constituye un aporte a la construcción
de un sistema de Producción Social del Hábitat
capaz de configurarse como respuesta de escala
masiva al problema habitacional latinoamericano
en toda su complejidad. La operatividad de la PSH
requiere de un conjunto de instrumentos, en pala-
bras de Enrique Ortiz, “capaz de fomentar la ac-
ción convergente de diversas disciplinas, sectores
de la administración pública y actores sociales”.
Su acento inicial se sitúa en la necesidad de inno-
var métodos y técnicas de evaluación desde un
enfoque participativo integral, que se concreta en
la propuesta de un Sistema integrado de Diagnós-
tico + Planificación + Monitoreo + Evaluación +
Comunicación.
El marco conceptual de la investigación parte de la
observación de que es muy difícil encontrar insti-
tuciones o profesionales que realicen metódica-
mente una evaluación y planificación de sus ac-
ciones, lo cual resulta inaceptable. El título del
epígrafe central de este capítulo viene a expresar
la motivación de este trabajo: Las transformacio-
nes claves en las políticas de producción social del
hábitat requieren innovaciones en los métodos y
técnicas de evaluación, comunicación y toma de
decisiones. Comienza señalando la necesidad de
aprender a “desmirar” para mirar la realidad de
otra manera y se pregunta por qué fallan las políti-
cas que se vienen poniendo en práctica para res-
ponder al problema del hábitat. Hoy ya se habla de
construir una PSH con la gente, pero aún debe-
mos enfrentar la traducción de esta formulación
retórica en nuevos enfoques metodológicos capa-
ces de producir nuevas políticas. Ello exige pre-
viamente una descentralización efectiva de com-
petencias y recursos hacia lo local. Pero esa ges-
tión local participativa e intersectorial requiere dis-
poner de las herramientas metodológicas adecua-
das.
La propuesta tiene sus referentes teóricos en el
análisis estructural, la visión sistémica y el enfoque
dialógico como marco para repensar el hábitat y
sus estrategias de cambio. En ese marco, la auto-
ra converge, en otros términos, con la argumenta-
ción de Manuel Montañés, al afirmar que “toda ex-
plicación de un hecho es conflictiva”, de manera
que todo individuo percibe y explica la realidad
desde “un patrón cognitivo, sesgado por emocio-
nes y determinado por intereses”, lo cual implica la
necesidad de incorporar metodologías participati-
vas.
Con una intención particularmente didáctica, a par-
tir de su experiencia la autora aborda “los diez mi-
tos más comunes que frenan la participación”,
desgranando los prejuicios que se esconden de-
trás de cada uno de ellos y proponiendo cambios
de visión.
Enet propone un método abierto, flexible y adapta-
tivo para la evaluación “en proceso” de programas
y proyectos de hábitat, esto es, inserta dentro de
un sistema de tecnologías que incluyen el
diagnóstico, la planificación y la comunicación. Se
trata de una tecnología en interacción con otras
dentro de un sistema integrado.
Este enfoque ha de entenderse en el contexto de
la evolución de los métodos de evaluación de pro-
yectos de hábitat, en la que cabe identificar tres
generaciones. La primera generación se desarrolla
en las décadas del 50/70 y se atribuye a las eva-
luaciones de corte cuantitativo realizadas por los
gobiernos sobre las primeras políticas de vivienda;
es una evaluación de resultados ex post. La se-
gunda puede ubicarse en los años 80 y supone
una reacción por parte de las ONG al reduccio-
nismo de las evaluaciones gubernamentales; se
basa en enfoques cualitativos contando con la po-
blación afectada pero no con las instituciones; son
evaluaciones puntuales a lo largo del proceso. La
tercera generación comprende desde los años 90
hasta la actualidad y se centra en el enfoque de la
PSH; es una evaluación continua para la gestión
estratégica. Las nuevas generaciones apuestan
por integrar elementos metodológicos de otras
ramas de la ciencia para crear métodos propios y
tienden a ampliar la participación no sólo a distin-
tas disciplinas científicas y a la población afectada
sino también a los sectores implicados y su articu-
{ }
lación.
La propuesta metodológico-técnica de Enet es
contextual, de manera que las herramientas se
crean colectivamente en el mismo proceso de
transferencia en cada caso concreto. En ese sen-
tido no se ofrece una receta lineal basada en eta-
pas cerradas, sino “pistas” metodológicas basadas
en momentos abiertos interrelacionados, para que
cada grupo construya sus propias herramientas.
Se opera por ciclos de profundización de cinco
momentos: aproximación, enfoque, diseño, prueba
y ajuste, y utilización de resultados “evolucionando
hacia mecanismos cada vez más apropiados y
apropiables”. De ese modo se propone un modelo
de proceso que avanza en forma de espiral, con
sucesivas aplicaciones del sistema integrado de
herramientas propuesto. Definido el enfoque con
todas las instancias posibles de la institución pro-
motora, el momento de diseño se organiza a su
vez en fases de diagnóstico, planificación, monito-
reo-evaluación y comunicación, que interactúan de
forma sistémica. Al diagnóstico inicial sigue una
profundización en temas estratégicos, tal como
opera la investigación participada. A continuación
se propone como instrumento para una planifica-
ción participada e interactoral el método de Marco
Lógico, ampliamente difundido por las agencias de
cooperación, por su cualidad de visualizar la vincu-
lación entre planificación estratégica y programáti-
ca. Después se definirían participativamente los
indicadores de metas, productos, resultados e im-
pacto para utilizarlos, no como dispositivos de eva-
luación final, sino como instrumentos de ruta para
la rectificación estratégica del proceso. El momen-
to de diseño concluye con la fase de comunica-
ción, donde destaca el empleo de técnicas visua-
les en papelógrafo. El cuarto momento, de prueba
y ajuste, permite hacer emerger desajustes entre
lo planificado y su puesta en práctica. Y concluye
el ciclo con la utilización de resultados o consoli-
dación en el empleo del método.
Resulta interesante y esclarecedor el cuarto capí-
tulo, dedicado al relato de cuatro casos de aplica-
ción del método, que revela la adaptabilidad a si-
tuaciones de muy diversa naturaleza: desde distin-
tos tipos de programas y proyectos (habitaciona-
les, planes integrales barriales, planes de em-
pleo…) hasta proyectos de distinta escala, pasan-
do por variables como el momento de aplicación
(al final del proyecto, al principio o en curso), el ti-
po de financiación, el modelo de gestión o el al-
cance de la aplicación del método en el desarrollo
del proyecto (parcial o total).
El quinto capítulo recoge unas conclusiones fina-
les de entre las cuales recogemos la intencionali-
dad de una propuesta que, más que ofrecer un
método entendido como receta, subraya su carác-
ter de transferencia, en tanto aspira a incrementar
capacidades para la construcción colectiva de sus
“herramientas para pensar y crear en colectivo”.
Observaciones finales
A pesar de su distinta procedencia no son escasas
las coincidencias entre ambos planteamientos,
que de hecho comparten algunas fuentes teóricas.
Por caminos diferentes, desde un plano científico y
otro político, ambos confluyen en la necesidad ine-
ludible de construir estrategias participadas: mien-
tras que Montañés justifica la necesidad de que
una investigación social sea participada como
premisa de rigor científico, Enet plantea que la
participación es el único enfoque metodológico
posible para construir políticas habitacionales sol-
ventes.
Si tratásemos de caracterizar ambos enfoques con
ayuda de la propuesta de Villasante (Cuadro 3)
sobre las metodologías de las nuevas propuestas
participativas, la posición de Montañés, aun parti-
cipando de varios de sus ángulos, podría acercar-
se a los Procesos con praxis transformadora, que
sitúan la praxis como eje de procesos para la
transformación social en ciclos de acción-reflexión-
acción, mientras que la propuesta de Enet se
aproxima más a la Coordinación y priorización de
satisfactores, influida por las Planificaciones Estra-
tégicas Situacionales de Carlos Matus y el desa-
rrollo a escala humana de Max Neef y Elizalde.
Nos parece oportuno señalar algunas coinciden-
cias que nos permiten trazar una serie de rasgos
metodológicos que caracterizan la naturaleza de
estos procesos, rasgos que la IAP viene dibujando
desde hace tiempo, lo que da cuenta de la paulati-
na confluencia de enfoques a que hacíamos refe-
rencia en la introducción.
Como premisa, el rigor metodológico debe enten-
derse aquí bajo la noción de método que Monta-
ñés y Villasante (2002, p. 8) toman de Edgar Mo-
rin, según la cual el método es “lo que enseña a
aprender” (Morin, 1986, p. 35). Por método enten-
demos la orientación intencionada de un conjunto
de técnicas, pero esto no implica que el método
sea cerrado ni que su aplicación sea mecánica; al
contrario, el método participativo es abierto y su
aplicación es estratégica y no programática, tal
como explican tanto Montañés como Enet.
Presenta además una estructura cíclica, aunque la
composición de los ciclos se concreta de formas
diferentes según el enfoque de la propuesta. Des-
de el punto de vista de la profundización en la re-
flexividad Montañés propone el ciclo <conversa-
ción inicial, conversaciones en las redes, dialógica
informativa y conversación proyectiva>. Enet, to-
mando como punto de partida la evaluación de
proyectos construye el ciclo <diagnóstico, planifi-
cación, monitoreo y evaluación, comunicación>,
que se repite en ciclo inicial, ciclo de ajustes y ci-
clo de desarrollo colectivo. Se pueden encontrar
esquemas similares en otros autores. En todos los
casos son ciclos que profundizan en complejiza-
ción de análisis y propuestas y en la apropiación
del proceso por parte de la gente. Como proceso
cíclico y abierto se asocia a la figura de la espiral,
imagen a la que recurren numerosos autores para
describir los procesos participados.
Por último, no cerraremos esta reflexión sin aludir
al nivel tecnológico. A este respecto existen multi-
tud de técnicas a disposición de estos procesos,
algunas nativas de la investigación social y asumi-
das por equipos pluridisciplinares y otras más cer-
canas a la arquitectura, de las que puede encon-
trarse una buena selección en Wates (2006), en
las que cobra relevancia la expresión gráfica6. “Las
técnicas tienen que ser fácilmente manejables y
aprehensibles por la gente que participa en los en-
cuentros. Tienen que estar construidas con una
intención de transferencia de tecnología social”
(Martín, 2008). En general las técnicas de partici-
pación no deben entenderse y emplearse como
instrumentos cerrados sino de forma creativa y al
servicio de la investigación según su orientación
metodológica. En ese sentido la imagen de las
técnicas quizá no sería tanto la de una caja de he-
rramientas como la de un conjunto de ingredien-
tes, de manera que pueden combinarse, adaptar-
se o construirse expresamente para una situación
específica según el oficio del investigador. Así co-
mo Montañés las organiza según su finalidad en
dinamizadoras, documentales, distributivas, es-
tructurales, implicativas-reflexivas y conversacio-
nales, Enet las introduce de forma transversal a la
descripción de los pasos de su propuesta técnica
en coherencia con el método propuesto.
Ambas publicaciones suponen, en definitiva, apor-
taciones de notable interés a la construcción de
las herramientas que requieren los modelos de
gestión del hábitat de una sociedad en crisis, cre-
cientemente compleja y necesitada de nuevas es-
trategias de intervención.
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Cita del artículo
LÓPEZ MEDINA, José Mª. Metodologías participativas
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2010, nº 1, p. 83-103. <www.habitatysociedad.us.es>.
{ y }
www.habitatysociedad.us.es
A produção e gestão da habitação de interesse social: estudo de caso
no Brasil
Glacir Teresinha Fricke
Jane Tassinari Fantinelli
Rosana Soares Bertocco Parisi
Resumo
Este trabalho apresenta uma experiência brasileira de produção e gestão de unidade habitacional de interesse social
com enfoque em sustentabilidade e gestão participativa de universidade e comunidade. Está localizada na área rural de
São José do Rio Pardo, no Estado de São Paulo, Brasil e teve a parceria com a entidade Projeto Esperança e Vida que
trata de dependentes químicos (PEVI), além do apoio financeiro para o desenvolvimento do projeto, feita por um banco
brasileiro. Nela foi construída uma unidade em mutirão com materiais e tecnologias não convencionais. A inserção de
estratégias bioclimáticas e tecnologias solares na habitação mostram o compromisso da universidade com a concepção,
produção e também com a gestão de projetos que privilegiem a melhoria da qualidade de vida das populações pobres e
a sua integração social.
Palavras chave
Produção e gestão da habitação social; Sustentabilidade; Materiais e técnologias não convencionais.
Resumen: La producción y gestión de viviendas sociales: estudio de caso en Brasil
Este artículo presenta una experiencia brasileña de producción y gestión de una unidad de vivienda de interés social
con enfoque en la sostenibilidad y la gestión participativa entre universidad y comunidad. Esta unidad está situada en
una zona rural de São José do Rio Pardo, en São Paulo, Brasil, y se produjo a partir de la asociación de la entidad Pro-
yecto Esperanza y Vida, que se encarga de la recuperación de dependientes químicos (PEVI), además del apoyo finan-
ciero para el desarrollo del proyecto por parte de un banco brasileño. Por un esfuerzo conjunto se construyó la vivienda
con materiales y tecnologías no convencionales. La integración de estrategias bioclimáticas y tecnologías solares en la
vivienda muestran el compromiso de la universidad con la concepción, la producción y también con la gestión de pro-
yectos que primen la mejora de calidad de vida de las poblaciones pobres y su integración social.
Palabras clave
Producción y gestión de viviendas de interés social; Sostenibilidad; Materiales y tecnologías no convencionales.
Recibido: 20/09/2010; aceptado: 10/10/2010
Datos de contacto: Glacir Teresinha Fricke. Curso de Arquitetura e Urbanismo. Universidade São Francisco – Itatiba, SP / Pontifícia
Universidade Católica PUCMinas – Poços de Caldas, MG. E-mail: [email protected]. Datos de contacto: Jane Tassinari Fantinelli. Curso de Arquitetura e Urbanismo. Universidade São Francisco – Itatiba, SP / Núcleo
Interdisciplinar de Planejamento Energético – NIPE Universidade Estadual de Campinas – Campinas. E-mail: [email protected]. Datos de contacto: Rosana Soares Bertocco Parisi. Curso de Arquitetura e Urbanismo. Pontifícia Universidade Católica PUCMinas
– Poços de Caldas, MG. E-mail: [email protected].
{ }
Abstract: The production and management of social housing: a case study in Brazil
This paper presents a Brazilian experience in the production and management of a social housing unit with a focus on
sustainability and participatory management between members of university and of community. This unit is located in a
rural area of São José do Rio Pardo, in São Paulo, Brazil, and was produced under partnership with the “Esperança e
Vida” (Hope and Life) Project (PEVI) which takes on the recuperation of chemical dependents, together with financial
support for the development of the project on the part of a Brazilian bank. A house was built as a joint effort with uncon-
ventional materials and technologies. The integration of bioclimatic strategy and solar technology in housing shows the
University's commitment to the design, production and also to the management of projects that place value on the im-
provement of the quality of life of the poor and their social integration.
Key words
Production and Management of Social Housing; Sustainability; Non-convenctional Materials and Technologies.
Introdução e Justificativa
Segundo dados da ONU, as previsões mundiais,
em 2007, apontavam para um maior número de
pessoas vivendo nas cidades do que no campo.
Portanto, a demanda por recursos e serviços au-
mentaria sensivelmente.
No Brasil, os dados do Instituto Brasileiro de Geo-
grafia e Estatística–IBGE (IBGE, 2007) mostram
que mais de 80% da população mora nas cidades.
Os levantamentos realizados pelo Ministério das
Cidades (Brasil, 2005) indicam que o déficit habi-
tacional brasileiro atinge 8,0 milhões de domicílios.
Em dados percentuais são as regiões Nordeste e
Sudeste que concentram a maior parte do déficit,
com incidência de 39,4% e 32,4%, respectivamen-
te. Aos índices apresentados deve-se acrescentar
que cerca de 12 milhões de domicílios são caren-
tes de infra-estrutura, e além de que, cerca de
84% do déficit habitacional está concentrado nas
famílias com renda mensal de até três salários mí-
nimos, equivalente à U$ 889,56. Os dados estatís-
ticos apresentados pelo Ministério das Cidades fo-
ram produzidos a partir da pesquisa Déficit Habi-
tacional no Brasil – Municípios selecionados e mi-
crorregiões geográficas, feita em parceria com a
Fundação João Pinheiro, de Minas Gerais. O méri-
to de tal pesquisa consiste não apenas na sua
abrangência, mas, sobretudo na questão metodo-
lógica que, dentro do conceito mais amplo de ne-
cessidades habitacionais, trabalha com uma dis-
tinção básica entre dois segmentos: o déficit habi-
tacional e a inadequação de moradias (Brasil,
2005).
A questão habitacional no Brasil, principalmente
no que tange às classes menos favorecidas, apre-
senta-se como uma das grandes preocupações
por parte dos governos federal, estadual e munici-
pal. Há então que se buscar formas para a solu-
ção desse problema, já que é o expressivo contin-
gente da classe trabalhadora que carece de habi-
tações dignas: pessoas que ocupam a maior par-
cela dos empregos na agricultura, no setor de
abastecimento, distribuição e comércio, indústria e
construção civil, ou seja, nos setores produtivos do
país. Há nas três esferas de poder, o consenso de
que uma das maneiras para se minimizar o pro-
blema é o investimento maciço na produção e ges-
tão de habitações de interesse social -HIS (Fricke,
2006).
Porém, até hoje o maior contingente da população
de baixa renda constrói por conta própria, sem o
acompanhamento de um profissional da área da
construção civil, muitas vezes por falta de capitali-
zação e de acesso ao crédito para financiamento
habitacional. Como resultado disso, a produção é
de edificações sem qualidade construtiva, em te-
rrenos que, via de regra, são inadequados às
construções. A situação existente pode ser altera-
da através da aprovação da Lei n° 11.888, sancio-
nada pelo Presidente da República do Brasil, em
24 de dezembro de 2008 (Brasil, 2008), na qual
está assegurada às famílias de baixa renda a as-
sistência técnica pública e gratuita para o projeto e
a construção de habitação de interesse social.
Nesse sentido, os profissionais da área da cons-
trução civil darão a sua contribuição para a popu-
lação mais carente para produzir moradias mais
adequadas.
Diante desse cenário, diversas pesquisas, projetos
e experiências vêm sendo realizados a fim de co-
laborar com a redução do déficit habitacional e, ao
mesmo tempo, o dos impactos ambientais gerados
pelas construções convencionais, caracterizadas
pelo consumo excessivo de recursos naturais
(desde água, areia, até enormes quantidades de
madeira, etc), pela demanda por matéria-prima in-
dustrializada (como cimento, telhas de fibro-
cimento, argamassas, tintas, etc) e pela geração
de resíduos (provenientes do desperdício de mate-
riais), além de privilegiarem a gestão da produção
de tais habitações. No setor da construção civil
vem ocorrendo uma crescente difusão de concei-
tos e princípios sustentáveis, que por vezes pro-
movem o retorno às formas de construção antigas
e a combinação de utilização de materiais e tecno-
logias contemporâneas com materiais de reuso e
métodos construtivos não-convencionais (Parisi et
al., 2007)
No que diz respeito ao processo de gestão, as
parcerias interinstitucionais e público-privadas vêm
se mostrando como promissoras. Por esta razão,
o presente trabalho aborda um estudo de caso im-
plantado no município de São José do Rio Pardo,
Estado de São Paulo, Brasil, o Projeto CRESCER.
São apresentadas alternativas viáveis e possíveis
para a disseminação do conceito de habitação
digna.
Projeto CRESCER
O projeto CRESCER –Construir e REsgatar com
Sustentabilidade a Cidadania E a Reinserção So-
cial- está implantado em um sítio na área rural de
São José do Rio Pardo, SP. É propriedade da co-
munidade terapêutica denominada Projeto Espe-
rança e Vida (PEVI), que realiza o tratamento para
homens portadores de dependência química (dro-
gas e álcool).
O projeto foi desenvolvido entre agosto de 2007 e
julho de 2010 e contou com os recursos financei-
ros do Instituto HSBC Solidariedade, uma ONG
vinculada a uma instituição bancária brasileira que
fomenta projetos sociais e educacionais. Dentre as
atividades realizadas no CRESCER constam a
implantação de uma olaria para a produção de
Bloco de Terra Compactada –BTC’s- (Barbosa,
2002a e 2002b) e adobes, além da construção de
uma Casa de Apoio, habitada pelos homens em
tratamento no PEVI.
Seu projeto arquitetônico foi concebido como uma
unidade de habitação de interesse social e rece-
beu a denominação de “Casa de Apoio” já que,
durante o dia, serve de apoio ao projeto
CRESCER, abrigando simultaneamente, o escritó-
rio para a comercialização do material produzido
na olaria e, também, como moradia dos referidos
dependentes químicos em tratamento e para os
que prestam serviços de apoio à mencionada co-
munidade terapêutica.
Um dos pressupostos iniciais para a construção da
Casa de Apoio foi sua localização: um lugar visível
e de fácil acesso, na entrada do sítio do PEVI
(Figura 1). A intenção foi a de dar visibilidade aos
blocos de terra produzidos pela comunidade de
internos, promovendo a sua divulgação.
{ }
Figura 1: Localização da Casa do Projeto CRESCER ao lado da entrada do Projeto PEVI e bem próxima do leito da rodovia SP-207. Fonte: Adaptado de www.wikipedia.com.pt; www.googlemap.com e Parisi, R. e Baptistela, J.E., 2010.
O projeto CRESCER compreendeu três etapas
principais. A primeira tratou da proposta do proje-
to arquitetônico, desenvolvida em conjunto com a
comunidade terapêutica em tratamento. A segun-
da, paralelamente com a primeira, tratou da sensi-
bilização das equipes das universidades, formada
por professores e alunos das instituições parcei-
ras, bem como a comunidade terapêutica, para a
produção dos adobes e BTC’s. A terceira parte do
projeto contemplou a execução da obra e toda a
infraestrutura para o funcionamento da Casa de
Apoio, com ênfase na sustentabilidade ambiental.
Finalizando é apresentado todo o processo da
construção e o ciclo de sustentabilidade ambiental
adotado nesse projeto.
O projeto da Casa de Apoio A Casa de Apoio, inicialmente projetada com
56,00m² foi construída com a ampliação prevista
de mais 35,00m², perfazendo um total de 91,00m²,
distribuídos em 3 dormitórios, 1 banheiro, 1 sala e
cozinha conjugadas, uma varanda de recep-ção e
uma varanda de serviços. Nas imagens da Figura
2 observa-se o projeto arquitetônico inicialmente
proposto, e o construído, assim como a simulação
em maquete eletrônica das duas propostas.
Na Figura 3 são vistas as maquetes eletrônicas
das etapas de construção e o ciclo sustentável
projetado para o Projeto CRESCER.
Figura 2: As duas plantas e perspectivas da Casa de Apoio do projeto CRESCER, respectivamente, sem ampliação e com am-pliação. Notar na moradia ampliada os dois dormitórios de dimensões iguais, o contíguo à varanda frontal e o contíguo a va-randa de fundo. Fonte: GEAHAS, 2009.
Figura 3: Etapas da Construção e Ciclo de construção sustentável. Fonte: Luz, T., 2010.
Implantação da Construção da Casa de Apoio Para a execução da obra foram planejadas diver-
sas etapas:
- A primeira tratou da produção dos tijolos –
adobes e BTC’s- que seriam utilizados na cons-
trução da Casa de Apoio;
- Durante a etapa seguinte foi realizada a execu-
ção da obra –desde a fundação até os acaba-
mentos;
- Por fim, foram implantados os sistemas de tra-
tamento de esgoto alternativo (tratamento por
evapotranspiração) e o aquecimento da água pa-
ra o chuveiro através de um sistema de aqueci-
mento solar (SAS), o sistema de irrigação por go-
{ }
tejamento no teto verde, além do reaproveita-
mento da água de chuva.
Para o sucesso da gestão e produção comparti-
lhada foi necessário o envolvimento das pessoas
em tratamento na comunidade terapêutica durante
o processo de produção dos adobes e BTC’s para
a execução da edificação. Para tanto foram reali-
zadas oficinas e gincanas de sensibilização, que
objetivaram mostrar a importância da produção do
maior número de peças em curto espaço de tempo
a fim de viabilizar mais rapidamente a construção
da denominada Casa de Apoio.
O controle técnico e a produção dos ado-bes e BTC’s A qualidade do material produzido foi verificada
quinzenalmente, com o envio de lotes de peças ao
Laboratório de Mecânica de Solos da Universida-
de São Francisco, parceira do projeto para a reali-
zação de ensaios laboratoriais. Tanto na produção
dos tijolos, quanto na elaboração dos ensaios fo-
ram observadas as Normas Brasileiras NBR 8491
(ABNT, 1984) e NBR 8492 (ABNT, 1984), que
dizem respeito à fabricação de tijolos maciços de
solo- cimento (BTC’s) e aos métodos de ensaio e
determinação da resistência à compressão e da
absorção da água desses tijolos.
A PUC-Minas, campus de Poços de Caldas, uma
das universidades parceira, cedeu ao PEVI, em
regime de empréstimo, uma prensa alemã para a
produção dos BTC’s. Assim, durante a primeira
etapa, com o funcionamento das duas prensas
manuais, a prensa adquirida pelo Projeto
CRESCER e a pertencente à PUC-Minas, os par-
ticipantes chegaram a produzir 1.300 unidades de
BTC’s por dia (Figura 4).
Ao mesmo tempo, a produção dos adobes aconte-
cia lentamente: cerca de 100 a 200 tijolos por dia.
Ficou evidente a resistência dos participantes para
a produção dos adobes, já que o processo era
manual, individual, demorado e mais desgastante
que a produção dos BTC’s prensados. Com isso, a
Casa de Apoio, que teria um dos dormitórios er-
guido com a utilização de adobes, empregou ape-
nas os blocos prensados. Os adobes produzidos
foram posteriormente utilizados no balcão divisor
dos ambientes de estar e cozinha da habitação,
servindo de amostra do processo realizado e,
também para possíveis encomendas
Quando a produção de BTC’s atingiu a marca das
10 mil unidades as obras da Casa de Apoio foram
efetivamente iniciadas. Durante a etapa de pro-
dução dos tijolos e da construção da Casa de
Apoio percebeu-se que a rotatividade de residen-
tes no PEVI dificultava o processo de construção.
A mencionada rotatividade é decorrente do fato de
que alguns residentes abandonam o tratamento da
dependência química, além daqueles que con-
cluem o mesmo. Tal fato provocava a substituição
dos responsáveis pela equipe de execução dos
tijolos, resultando na morosidade da sua produ-
ção. Observou-se que, para os novos participan-
tes da comunidade terapêutica, houve uma menor
motivação em função da falta de conhecimento
das vantagens e benefícios para o meio ambiente
do processo de fabricação dos adobes e BTC’s
em relação aos tradicionais tijolos queimados.
Figura 4: Etapas do processo de fabricação dos adobes e blocos de terra compactada. Fonte: GEAHAS, 2007.
Execução da obra No que diz respeito à execução da obra, o pro-
blema da rotatividade de residentes do PEVI pas-
sou a retardar o processo de construção, tornando
necessária a contratação de mão-de-obra especia-
lizada. Constatou-se que as pessoas em tratamen-
to permaneciam pouco tempo na obra para apren-
derem sobre o processo construtivo da Casa de
Apoio. O tempo disponibilizado era de apenas
duas horas no período da manhã e uma hora no
período da tarde, o que fazia com que não se
comprometessem com o processo de construção
da edificação.
O principal motivo para o curto período dedicado à
construção pode ser atribuído às outras atividades
e responsabilidades que os mesmos possuem na
comunidade terapêutica. Ainda que houvesse ofi-
cinas mensais temáticas para a sensibilização
desses residentes, com a participação de alunos
das universidades parceiras nesta etapa do proje-
to, o número de homens efetivamente envolvidos,
não ultrapassava um terço dos membros da co-
munidade terapêutica, ou seja, de 9 a 10 homens.
A Figura 5 mostra as imagens do início da cons-
trução da unidade de moradia denominada “Casa
de Apoio”, onde foram empregados tijolos cerâmi-
cos queimados e uma parte tijolos provenientes de
demolições já que a utilização dos BTC’s, não é
recomendada para alicerces, pois, por não serem
queimados, se tornam suscetíveis à umidade.
Figura 5: O gabarito, a concretagem da sapata corrida e o assentamento da alvenaria armada empregando os BTC’s. Fonte: Parisi, 2008.
Por se tratar de uma unidade de habitação insta-
lada em uma comunidade terapêutica, houve a
possibilidade de se implantar um projeto inserido
dentro dos princípios de ciclo de construção sus-
tentável (Cimino, 2003). Assim, a cobertura previu
a implantação de um teto verde, integrada à um
sistema de captação de água de chuva, apoiados
sobre dois corpos de lajes executadas em concre-
to, devidamente impermeabilizadas. Em sua exe-
cução utilizou-se a laje de concreto leve com o
emprego de EPS (poliestireno) num dos dormitó-
rios e no outro dormitório foi usada a lajota
cerâmica, no lugar do EPS para proceder às ava-
lia-ções térmicas da unidade habitacional, antes
da colocação do teto verde vivo.
Através das avaliações de desempenho térmico
dos dois sistemas de cobertura presentes nesta
habitação, realizadas no período de 25 de maio à
{ }
10 de dezembro de 2009, foi possível observar
preliminarmente o sistema de cobertura proposto
ainda sem o teto verde.
Com a colocação do acabamento do telhado com
teto verde vivo está previsto um novo monitora-
mente no mesmo período climático para a avalia-
ção e comparação da redução da carga térmica e
da temperatura no interior da edificação.
Na cobertura outra particularidade executada diz
respeito ao forro. Uma vez que o telhado com-
preenderia lajes inclinadas e independentes, op-
tou-se por não colocar um forro horizontal como
habitualmente se emprega nas moradias do Brasil.
Com isso, os “pés direitos” mais altos deram maior
amplitude aos cômodos, acompanhando a incli-
nação de 28% dos dois corpos de laje.
Outra decisão importante ocorrida na obra foi a
construção do tanque para tratamento de esgotos
(especificamente das águas cinzas e negras) atra-
vés do sistema de evapotranspiração. A Casa de
Apoio está situada na zona rural e, caso não hou-
vesse sido implantado o sistema de tratamento, tal
esgoto correria “a céu aberto” em vala comum até
desaguar no rio Fartura, que corre próximo do lo-
cal. Observam-se nas imagens (Figura 6) a seguir
as etapas de construção do tanque e seus detal-
hes construtivos.
Figura 6: O tanque de evapotranspiração para o tratamento do esgoto da Casa de Apoio (1-saída do esgoto; 2-espaço vazio para anaeróbica; 3-entulho; 4-brita; 5-cascalho e areia; 6-pneus; 7-concreto) e os detalhes construtivos do mesmo. Fonte: GEAHAS, 2009 e Luz, T., 2010.
Com a cobertura implantada, foram realizados os
trabalhos para a confecção dos acabamentos da
construção (Figura 7). Internamente, a habitação
recebeu chapisco e massa grossa convencionais,
conservando-se na sala uma parede com BTC’s
aparentes. As aberturas colocadas na construção
(vitrôs, janelas e portas), bem como azulejos,
louças de banheiro e pia da cozinha foram prove-
nientes de demolições. Optou-se por deixar as ins-
talações elétricas aparentes para evitar geração
de resíduos com cortes nas paredes.
Em seguida, foi iniciada a atividade para a pintura
da edificação com tintas produzidas à base de te-
rra, através das técnicas disseminadas por Car-
valho (2007), cujo processo cativou os residentes
do PEVI e os acadêmicos das universidades par-
ceiras. A unidade de habitação foi pintada em re-
gime de mutirão, com extensiva participação de
residentes e voluntários do PEVI, além dos pro-
fessores e alunos das universidades.
Figura 7: A execução das esquadrias, colocação da rede hidráulica e pintura da moradia. Fonte: GEAHAS, 2009.
Com tal atividade, restaria para finalizar a cons-
trução a execução do sistema de proteção da co-
bertura, o telhado verde vivo e, em seguida, insta-
lação do sistema de captação de energia solar
(Figura 8). No que diz respeito à cobertura, preli-
minarmente foram estabelecidos contatos com o
fornecedor de resina impermeabilizante fabricada
a partir do óleo de mamona (Ricinus communis,
L.) que seria utilizada para a impermeabilização
das lajes e preparação da mesma para a coloca-
ção de cobertura verde leve, a exemplo da empre-
gada na edificação construída no campus da USP
em São Carlos, SP. No entanto, não foi possível
utilizar a resina em função do seu alto custo.
Figura 8: Processo de construção do teto verde: impermeabilização, colocação da terra e plantio da cobertura vegetal. Fonte: GEAHAS, 2009.
Outros esforços foram empreendidos no sentido
de viabilizar a cobertura verde leve, agregando-se
à mesma um caráter diferencial que garantisse o
comportamento pleno do sistema adotado e a
possibilidade do reaproveitamento das águas de
chuva. Foi adotado, portanto, um sistema de im-
permeabilização utilizando uma manta vinílica de
8mm, com solda nas emendas (Figura 8). A finali-
zação da proteção da cobertura e instalação do
telhado verde foi realizada com a participação de
acadêmicos da PUC-Minas e residentes do PEVI,
quando foram também concluídos os serviços de
pintura da unidade.
A obra como referência alternativa e
sustentável
A Casa de Apoio foi concluída e entregue à comu-
nidade no dia 05 de junho de 2010 (Figura 9). A
inauguração contou com a presença de todos os
envolvidos no projeto, bem como as autoridades
locais e regionais.
{ }
Figura 9: Imagens da Casa de apoio, após a sua conclusão. Fonte: GEAHAS, 2010.
Destacam-se no processo, os esforços para que a
construção da Casa de Apoio fosse realizada
dentro daquilo que se preconiza como ciclo de
construção sustentável (Satler, 2003), conforme a
Agenda 21 para a Construção Sustentável (CIB,
1999). Procurou-se empregar desde a gestão do
projeto arquitetônico até a finalização da obra ma-
teriais que gerassem menores impactos ao meio
ambiente, buscando-se a combinação das tecno-
logias à base de terra com sistemas industrializa-
dos e de baixo consumo energético e baixo impac-
to ambiental. O custo desta unidade por metro
quadrado chegou a R$ 416,85 (reais) ou U$
225,35 (dólares), no qual estão embutidos, além
dos gastos relativos à produção da habitação, os
custos para a instalação dos equipamentos que
fornecem o abastecimento de água, a captação e
o tratamento de esgoto e rede de energia elétrica
já que a edificação foi implantada no sítio onde
não havia as mencionadas redes de abastecimen-
to.
Ocorreram dificuldades durante o processo de
planejamento e projeto desta habitação, porém,
houve também ganhos para que a Casa de Apoio
do Projeto CRESCER se transformasse em re-
ferência, não só para os residentes do PEVI, mas
também para a região onde está implantada.
A unidade de habitação vem atraindo a atenção de
diversos segmentos, de clubes de serviços e
membros da sociedade que, sensibilizados pela
causa em benefício da comunidade, reconhecem
a importância das práticas sustentáveis que se
consolidaram dentro da entidade. Representantes
da Prefeitura Municipal de Poços de Caldas, cida-
de localizada à 62 km, estiveram no local e se
convenceram em implantar projeto e processo de
gestão semelhante naquele municipio (Figura 10).
Com a experiência do projeto CRESCER, a idéia
de que uma construção com terra é feia ou é des-
tinada aos pobres vem sendo desmistificada na
região onde esta edificação está implantada.
Figura 10: Alunos das universidades envolvidas e comunidade terapêutica participantes do Projeto Crescer no início e na conclusão da obra. Na imagem do centro a identidade visual criada pelos alunos. Fonte: GEAHAS, 2009 e 2010.
Avaliação Energética da Casa de Apoio
A utilização das fontes de energia e os usos finais
na moradia estão associados, além dos preços
dos energéticos e dos equipamentos criados para
o seu uso, a fatores como as necessidades bási-
cas de energia da família, os níveis de renda, os
padrões sócio-culturais e a diversidade climática.
Também são importantes o tamanho da família
e/ou número de usuários, os hábitos de consumo
e as características de suas habitações.
A inserção do sistema de iluminação de alta efi-
ciência energética e de sistemas de aquecimento
solar de água nas unidades habitacionais demons-
tra uma nova forma de tratar a habitação de in-
teresse social no Brasil. Nelas se inclui, além do
conforto, o benefício proporcionado pela economia
feita na conta de energia, cujo excedente pode ser
usado em outros investimentos para a melhoria da
qualidade de vida. As edificações projetadas sob a
luz de pressupostos sustentáveis pretendem de-
monstrar que também as parcelas menos favore-
cidas da população têm o direito e o privilégio da
conquista de uma moradia construída com quali-
dade e conforto ambiental.
O sistema de iluminação Para o sistema de iluminação do Projeto CRES-
CER foi adotado o uso de lâmpadas fluorescentes
compactas de 15 W, colocadas em cada cómodo.
A experiência de pintura com tinta de terra natural
nas paredes internas da moradia mostrou-se inefi-
ciente quanto ao nível de iluminância necessária
(NB 5313), embora o teto seja branco. Está previs-
to, portanto, o clareamento da pintura das mesmas
para a obtenção da melhoria do conforto visual.
O Quadro 1 a seguir mostra os equipamentos
eletroeletrônicos existentes na moradia e a baixa
potência dos mesmos. O refrigerador, no entanto,
por ser antigo (doado) e possuir uma tecnologia
ultrapassada é um alto consumidor de eletricidade.
No Brasil, os programas governamentais de troca
de refrigeradores antigos, por novos e eficientes,
estão voltados prioritariamente para conjuntos ha-
bitacionais e não para entidades assistenciais,
como é o caso da Casa de Apoio do Projeto
CRESCER.
* Luminária fluorescente compacta nas sala/cozinha, 3 dormitórios, 1 sanitário, área de serviço e varanda. Fonte: Projeto CRESCER
Quadro 1: Iluminação e Equipamentos existentes na Casa de Apoio. CRESCER.
item Equipamentos Quantidade Potência (W)
a Iluminação* 10 unidades x 15W 1500
c Televisor 2“ LCD 1 100
d Ferro 1 1000
e Ventilador 2 100
f Radio 1 50
g Tanquinho 1 300
h Chuveiro 1 4500
i Refrigerador (antigo) 1 200
j Fogão 4 bocas 1 gás
l Bomba d’água 1 1CV
{ }
O sistema de aquecimento termossolar Para o aquecimento de água foi definido que os
coletores solares atenderiam somente ao banho. A
tecnologia adotada foi a de coletores fechados, fa-
bricados pela indústria brasileira, regulamentos e
etiquetados pelo Instituto Nacional de Metrologia e
Qualidade Industrial (INMETRO). Foram projeta-
dos para serem instalados na cobertura da edifi-
cação. Para isto a casa foi posicionada na direção
Norte.
Na Casa de Apoio uma palestra da universidade
introduziu os principais conceitos e benefícios da
racionalização do uso da energia (comportamento
de uso de equipamentos elétricos). No uso da
energia solar para o aquecimento de água sanitá-
ria, os enfoques principais se concentraram nos
cuidados para o funcionamento e manutenção da
tecnologia, como a limpeza dos coletores solares.
A escada de ferro construída junto à edificação vi-
sou dar acessibilidade aos reservatórios de água
(fria e quente), ao sistema termossolar e aos cui-
dados com o teto verde. Tais eventos podem ser
observados na Figura 11 a seguir.
Figura 11: Uma das coordenadoras do Projeto CRESCER em curso de capacitação para uso e manutenção da tecnologia solar e a escada de acesso ao sistema. Fonte: GEAHS, 2009.
Os estudos foram realizados para o dimensiona-
mento do sistema termossolar no atendimento de
uma demanda de 6 pessoas.
As negociações mantidas com o fabricante de
equipamentos termossolares (doação) permitiram
a colocação de duas placas coletoras de 1m x
1,30m, com as seguintes características: peso de
23kg cada; material da superfície absorvedora em
alumínio; vidro de 3mm; produção média de ener-
gia por coletor de 106 kWh/mês; eficiência energé-
tica média de 58,8 %; Classificação A no Progra-
ma Brasileiro de Etiquetagem e Selo PROCEL de
Eficiência Energética). As placas foram assentes
sobre uma estrutura de ferro afastadas 20 cm da
cobertura verde do telhado, ficando com uma in-
clinação total de 26° (latitude do local 21° mais
5°).
O reservatório de água quente possui uma capa-
cidade de 200 litros, constituído em aço inox, iso-
lamento de poliuretano e perda específica de
energia de 0,17 kWh/mês/l. Seu fabricante partici-
pa do programa de etiquetagem do INMETRO.
Os reservatórios de água fria e quente foram insta-
lados na torre projetada e construída junto à co-
bertura verde. O suprimento de água é feito atra-
vés de poço artesiano situado em cota superior à
20m da unidade construída. O armazenamento da
água fria foi feito em reservatório de 1000 litros
(caixa d’água em PVC). O da água quente em re-
servatório de 200 litros, sem resistência elétrica
(Figuras 12 e 13).
Figura 12: Coletor solar instalado na cobertura, com ângulo superior à latitude do local, e a torre construída para o reservató-rio térmico e o de água fria. Fonte: GEAHS, 2010.
Figura 13: As placas solares foram fixadas sobre um suporte metálico no teto verde e a escada metálica, para a acessibilidade à manutenção, foi colocada na face esquerda do prédio. Fotos: GEAHAS, 2010.
Para um banho diário de 8 minutos, com um con-
sumo mínimo diário de água de 6,6 l/min (NBR
15.569) o valor obtido para a Casa de Apoio foi de
264 litros diários, e o consumo anual de água
quente foi de 7920 litros.
A radiação mensal obtida na simulação, para a
orientação Norte e inclinação do coletor solar de
26°, foi de 1824,02 kWh/m², como mostra o Qua-
dro 2 a seguir.
Quadro 2: Insolação total em horas por mês e temperatura ambiente (°C) mensal em São José de Rio Pardo; e radiação total incidente no coletor solar para orientação Norte e inclinação de 26° obtidos pelo Dimensol 1.1. Fotos: Os autores, 2010.
A redução do consumo de eletricidade A produção anual de energia do coletor solar doa-
do pelo fabricante é de 106 kWh/mês por placa.
Isto significa que o ganho de energia em um ano é
de 2.544 kWh (2 placas x 12 meses x106 kWh). A
radiação anual incidente em W/m², observada na
Figura 14, mostra que é no mês de junho (inverno)
{ }
o menor valor, de 500 W/m², representando 7,65%
do total incidido. Os meses de dezembro e feverei-
ro também apresentam uma radiação menor em
função da alta precipitação de chuvas, caracterís-
tica nesta data na região. No mês de março, no
entanto, a radiação é a mais elevada, de 600
W/m².
Figura 14: Radiação anual total incidente em W/m², no plano de inclinado calculado para a cidade de São José do Rio Pardo, com latitude de 21°, simulado no Programa Dimensol 1.1.
Como estratégia para aumentar a economia de
energia da moradia, o controle de acionamento da
resistência elétrica do chuveiro é feito manualmen-
te através de uma chave de comando instalada no
quadro de distribuição elétrica (estudos realizados
em 2000 em experiência piloto do MME-
Eletrobrás-PROCEL, com instalação de sistemas
termossolares em 100 unidades de habitação de
interesse social em Contagem, MG (Fantinelli,
2006) mostraram que a economia de energia elé-
trica é maior quando o usuário faz o controle de
acionamento da resistência elétrica no próprio
chuveiro. O aquecimento da água no boiller mos-
trou-se antieconômico para o morador)
Figura 15: Simulação realizada com o Programa Dimensol 1.1 para a obtenção da economia de energia na Casa de Apoio do Projeto CRESCER.
A economia de energia elétrica obtida com a subs-
tituição do uso do chuveiro elétrico pela água
quente das duas placas solares na Casa de Apoio
pode ser visto na Figura 15. São nos meses de
maio, junho e julho os maiores consumo de ener-
gia. No entanto, a economia com a substituição da
eletricidade pelo aquecimento solar se mantém ao
longo do ano. A economia no mês de junho é de
62,2% (inverno brasileiro), no mês de julho é de
65% e no de agosto de 70,3% (consumo de eletri-
cidade de 175kWh sem solar e de 52kWh com
solar).
Através desta experiência foi possível constatar
que a inserção de estratégias bioclimáticas e tec-
nologias solares na habitação mostram o com-
promisso das universidades parceiras com a con-
cepção, produção e também com a gestão de pro-
jetos que privilegiem a melhoria da qualidade de
vida das populações pobres e a sua integração
social.
Considerações Finais
Ao buscar um caminho alternativo para a produ-
ção e gestão da habitação de interesse social foi
apresentada proposta implantada no Brasil, de-
monstrando que produção de habitação envolven-
do grupos distintos da sociedade é possível e re-
quer a disposição e comprometimento contínuos
dos envolvidos. Ainda que os interesses sejam di-
versos, o fim último deve ser a produção e a quali-
dade da moradia. A valorização e o engajamento
dos futuros moradores estão diretamente relacio-
nados à dignidade que o processo de conquista e
participação possibilitam. O emprego da terra na
fabricação dos tijolos ecológicos e das tintas,
assim como de materiais alternativos e reaprovei-
tados representam a quebra dos tabus relativos à
qualidade da habitação. O enfrentamento dos pro-
blemas, a busca de soluções e a participação as-
seguram aos envolvidos durante o processo de
produção da habitação que a solidez e a qualidade
são possíveis de serem conquistadas mesmo
quando se substituem os materiais convencionais
por materiais e tecnologias não convencionais e
sustentáveis. Aponta-se ainda a questão relativa
ao consumo energético. A escolha dos materiais,
a orientação da edificação em relação ao norte, a
tipologia e forma do projeto, a execução do teto
verde, o aproveitamento da água da chuva para
irrigação do teto verde e o tratamento de esgoto
por sistema alternativo, são fatores determinantes
para a geração de economia em relação a um sis-
tema convencional. O projeto representa a muda-
nça de conceito em relação aos requisitos energé-
ticos que tradicionalmente têm sido empregados
no Brasil, seja em relação à substituição de lâm-
padas incandescentes por lâmpadas eficientes
(compactas) e a substituição de chuveiros elétri-
cos por coletores termossolares para o aqueci-
mento da água sanitária, com notável redução no
consumo de eletricidade. Mesmo quando se ob-
serva que tenha ocorrido o emprego de tintas com
terra com uma baixa reflexão a edificação de-
monstrou desempenho satisfatório. A análise de
todo o processo infere que é possível através de
ações conjuntas desenvolver a gestão da produ-
ção da habitação de interesse social com baixo
consumo de energia e menor impacto ambiental.
Quando se envolvem parceiros diversos em um
mesmo projeto, é recomendável que não se dis-
tancie de objetivos como os da capacitação,
aprendizado, resgate de cidadania e a dissemi-
nação de tecnologias, características desejáveis
no trabalho ora apresentado.
Referências
ASSOCIAÇÃO BRASILEIRA DE NORMAS TÉC-
NICAS. NBR 8491. Tijolo Maciço de Solo Cimen-
to. Especificação. Rio de Janeiro: Cópia impres-
sa, 1984.
ASSOCIAÇÃO BRASILEIRA DE NORMAS TÉC-
{ }
NICAS. NBR 8492. Tijolo Maciço de Solo Cimen-
to. Determinação da Resistência à Compressão
e da Absorção da Água. Método de Ensaio. Rio
de Janeiro: Cópia impressa, 1985.
BARBOSA, Normando P. Transferência e aper-
feiçoamento de tecnologia com tijolos prensados
de terra crua em comunidades carentes. Coleção
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Cita del artículo
FRICKE, Glacir T.; FANTINELLI, Jane T.; PARISI, Ro-
sana S.B. A produção e gestão da habitação de interes-
se social: estudo de caso no Brasil. Hábitat y Sociedad,
2010, nº 1, p. 109-120. <www.habitatysociedad.us.es>.
{ y }
www. habitatysociedad.us.es
Reflexiones sobre la enseñanza y la investigación tecnológica para la
vivienda de las mayorías
Julián Salas
Resumen
El trabajo pretende un acercamiento inicial a los contenidos y formas de abordar la enseñanza de la arquitectura y la
edificación desde el primer mundo, para paliar las necesidades de las “mayorías”, o lo que es equivalente, los peligros
de la enseñanza desde los enfoques de las “minorías” cuando se intentan transferir a los países en desarrollo. El autor
aborda algunos aspectos cruciales de la tecnología pertinente en sus aplicaciones a los problemas del hábitat de “los sin
vivienda”, propugnando que dicha tecnología: debe comprometerse con la “necesidad”; precisa de investigación especí-
fica para la resolución de problemas acuciantes (“investigación-acción”); y debe permitir la libre utilización de sus resul-
tados. Finaliza el trabajo comentando algunos aspectos del Subprograma CYTED XIV: Tecnologías para viviendas de
interés social, aún válidos, según el autor, pese a los lustros transcurridos desde su inicio.
Palabras clave
Vivienda de bajo coste; Investigación-acción; Tecnología apropiable; Docencia apropiada; Transferencia de resultados.
Abstract: Think on the education and the technological investigation for the hou-
sing of the majorities
This paper aims to bring together the contents and forms of approaching the teaching of architecture and construction
from the point of view of the first world, to mitigate the needs of the “majority”; or what is equivalent, the dangers of
teaching from the point of view of the “minorities” when they try to transfer their approach to the developing countries.
The author tackles some crucial aspects on the application of technology to the habitat issues of the “homeless”, propo-
sing that this technology: must be committed with the “necessity”; requires specific research for urgent problems’ solution
(“research-action”); and must allow freely use of its results. He finalises its work commenting some aspects of the
CYTED XIV Subprogram: Technologies for social interest housing, still applicable in spite of the time passed since it
started.
Key words
Low cost housing; Action-Research; Appropriable Technology; Appropriate Teaching; Results Transfer.
Recibido 23/09/2010; aceptado: 29/11/2010
Ingeniero industrial, Director de la Cátedra UNESCO en Habitabilidad Básica de la Universidad Politécnica de Madrid, Escuela Técni-
ca Superior de Arquitectura. E-mail: [email protected].
{ }
Por una enseñanza de la arquitectura
para la humanidad
La arquitectura dominante, la que se enseña en
nuestras escuelas y facultades del llamado Primer
Mundo, se conforma a partir de fenómenos obser-
vados en países “desarrollados” que cuantitativa-
mente constituyen el “caso particular”, por lo que
resulta intrínsecamente inaplicable al “caso gene-
ral”, si realmente se pretenden paliar necesidades
fundamentales de la humanidad, que son prepon-
derantes en los países “subdesarrollados”.
El axioma anterior sintetiza el alegato que sigue en
pro de una enseñanza diferenciada, así como de
la necesidad de generar y difundir conocimientos
desde el “caso general” para las necesidades
cosmopolitas. No es plausible la consecución de
principios y leyes aplicables a todos y en todo
lugar, por no ser legítimo construir una teoría ge-
neral sobre casos particulares.
Hacemos nuestra una premisa que, por obvia, no
necesita defensa: son muchos más los habitantes
en países catalogados como subdesarrollados que
en los desarrollados. Son más los que ni se bene-
fician ni gozan de la arquitectura que los que habi-
tan viviendas en las que hayan intervenido –aun
en la forma más elemental imaginable– profesio-
nales de la arquitectura. Naciones Unidas para el
Hábitat recuerda que: “Hoy, por cada habitante del
mundo desarrollado que vive en ciudades, dos lo
hacen en ciudades del Tercer Mundo, y para el
año 2030 esta proporción se duplicará, será de
cuatro a uno”.
Que la arquitectura dominante se gesta y pretende
dar respuestas al “caso particular”, no cabe duda.
También el urbanismo, la construcción, las estruc-
turas, las instalaciones... conforman sus propues-
tas desde el “caso particular”. Que éstas no se
aplican al “caso general”, puede palparse en la
realidad formal y espacial de las periferias y ba-
rrios marginales del Tercer Mundo, que cobijan a
más de la mitad de la humanidad. Por ello, gran
parte de los profesionales de la arquitectura no se
reconocen en este tipo de soluciones habitaciona-
les. Las califican de “indignas”, para dejar claro
que no son resultado de su profesión y ven en
ellas la razón del “problema” en lugar de las semi-
llas de la “solución”.
¿Imaginan como materia académica unos “Princi-
pios de Astronomía” que únicamente tratasen de
la Tierra o incluso sólo del sistema solar? La evi-
dencia material y espacial invalida extrapolar del
“caso particular” al “caso general”. Ocurre al ense-
ñar economía, ingeniería, medicina, agricultura... y
lamentablemente no son legión los profesionales
verdaderamente conscientes de las barreras que
el origen occidental–desarrollado impone a su
ciencia, técnica o profesión.
Jorge Hardoy, en su trabajo Repensando la Ciu-
dad del Tercer Mundo, afirmaba:
“A pesar de que en la actualidad el mundo cuenta
con más profesionales arquitectos, planificadores e
ingenieros capacitados para trabajar en áreas ur-
banas que nunca antes en la historia, esos profe-
sionales tienen poca o ninguna repercusión en el
mejoramiento de las condiciones de los grupos de
menores ingresos” (Hardoy, 1985).
Esos profesionales y los colegios o instituciones
que los representan –también en el Tercer Mundo,
lo que es más preocupante- se muestran renuen-
tes a enfrentarse a sus nuevos roles. Existen ta-
reas fundamentales, que asumen en parte los
nuevos profesionales en el sector informal, en ins-
tituciones de la sociedad civil organizada o de
cooperación para el desarrollo, consistentes en
asesorar y trabajar con grupos populares; son los
otros profesionales a los que el sector informal re-
conoce como actores importantes de dinamización
de la construcción y el desarrollo de la ciudad.
Por otra parte, los gobiernos locales requieren con
insistencia administradores y planificadores urba-
nos con capacidad para trabajar y negociar con la
sociedad organizada, comprometidos en “la cons-
trucción de abajo hacia arriba”. Se tiene constan-
cia de lo mucho que, en Latinoamérica especial-
mente, han realizado en las últimas décadas los
profesionales involucrados en las organizaciones
sociales: han diseñado viviendas, caminos, calles
y áreas de juego; han instalado agua potable,
energía eléctrica y alcantarillado; han revitalizado
barrios; han hecho frente a las emergencias por
terremotos, inundaciones, ciclones...; han articula-
do respuestas durante graves crisis económicas y
conflictos armados; han impartido cursos y propor-
cionado formación profesional; han formulado pro-
puestas y estudios de desarrollo; han ofrecido ha-
bitabilidad básica a los invasores de terrenos; han
apoyado el tejido productivo barrial; han planteado
y difundido problemas y soluciones factibles para
la ciudad; han creado espacios de diálogo y nego-
ciación con las administraciones públicas; han di-
señado y ejecutado proyectos sociales con finan-
ciación nacional, internacional y multilateral...
De la toma de conciencia de la situación que se
comenta, a actuar en consecuencia, hasta sumer-
girse en un proceso de “desaprendizaje de la pro-
fesión”, en el que se afanó John F. Turner al en-
contrarse de frentón con la realidad de las invasio-
nes de tierras por autoconstructores peruanos en
la década de los sesenta, media un largo trecho
rico en matices. Pese a la radicalidad de las pro-
puestas de Turner, nos sigue pareciendo reco-
mendable en este contexto la lectura de su obra,
aunque nos encontremos más cerca de Víctor Pelli
cuando afirma que:
“(...) si bien puede ser discutible si es o no Arqui-
tectura lo que se construye y lo que se hace para
resolver la pobreza habitacional, de lo que no hay
duda es de que en este trabajo –en el caso gene-
ral- hacen falta arquitectos” (Pelli).
Arquitectos que trabajen para paliar las necesida-
des más perentorias que sintetizamos como “habi-
tabilidad básica”, capaz de colmar las carencias
esenciales de cobijo que tenemos todas las per-
sonas, lo que constituye el eje vertebrador de la
formación que impartimos en la Escuela de Arqui-
tectura de Madrid1.
Si el lector ha llegado hasta aquí, perdonará el si-
lencio sobre nuestra fuente inspiradora. Leyendo a
Dudley Seers, director del Instituto de Estudios
para el Desarrollo de Sussex, Inglaterra, nos im-
pactó su trabajo The Limitations of the Special
Case en el que afirma:
“(…) la economía dominante, enseñada en las uni-
versidades, se construye a partir de fenómenos
observados en los países «desarrollados» (los que
constituyen precisamente el «caso particular»), por
lo que, en consecuencia, es inaplicable al caso ge-
neral, el de los países «subdesarrollados»” (Seers,
1963).
La crítica de Seers ponía en cuestión demasiadas
cosas para que fuesen atendidas todas, pese a
que lo que implícitamente proponía hace cinco dé-
cadas no era otra cosa que darle carta de natura-
leza a una nueva disciplina: la “Economía del
Desarrollo”, una apostasía académica entonces y
una disciplina curricular clásica hoy.
Por una tecnología comprometida con
la necesidad
La industrialización “posible” de la vivienda lati-
noamericana (Salas, 2000), que pretendió ser una
reflexión, documentada y realizada sobre el te-
rreno, aspiraba a transferir ideas y soluciones del
Norte al Sur y fundamentalmente del Sur al Sur,
defendiendo, que para afrontar soluciones de vi-
vienda de muy bajo presupuesto en Latinoamérica
hay que evitar que la inteligencia y la voluntad se
ahoguen en océanos de datos y teorías que expli-
can demasiado y que esclarecen tanto como apri-
sionan en algún estrecho corsé interpretativo.
Creímos que describir herramientas y realizacio-
nes eficaces podría revelarse como un ejercicio
sinérgico de interés. Nos vimos abocados a este
recurso, en parte, ya que las teorías sobre la in-
1 Cursos de Especialización de la Universidad Politécnica de Madrid (ETSAM) en Cooperación para el Desarrollo de Asentamientos Humanos en el Tercer Mundo, que se encuentran en su XIV edición: <http://www.cuhab-upm.es/>.
{ }
dustrialización de la vivienda posible ni abundan,
ni han abierto caminos fructíferos en los últimos
tiempos. Frente a resultados insatisfactorios de
sus estrategias, en ocasiones desastrosas, los
técnicos hemos esgrimido coartadas que van des-
de el carácter impredecible de la realidad a la su-
puesta o real pusilanimidad de los políticos, que,
en opinión de los técnicos, se asustan ante dosis
prescritas de remedios, naturalmente amargos.
En el ámbito de las técnicas constructivas para la
vivienda de interés social, Latinoamérica vive un
gran parón, una especie de calma chicha en la
aportación de ideas, alternativas, soluciones tan-
gibles…; una especie de boicot de ofertas para
una demanda gigantesca, solvente pero de bajo
poder adquisitivo. Decía cantando Mercedes Sosa
que no corren buenos tiempos para la poesía;
tampoco para la prosa, añadiríamos nosotros. En
esta atonía generalizada de la que sólo emergen
algunos profesionales e instituciones singulares,
sólo: el convencimiento obstinado que proporciona
el contacto in situ con la magnitud; el dramatismo
de la necesidad; el haber palpado encomiables re-
sultados de “industrialización posible” y conocido
fracasos de soluciones tecnológicas que no repeti-
ríamos, hicieron que nos mantuviésemos perseve-
rantes en el empeño de alumbrar el trabajo men-
cionado (Salas, 2000), que pretendía ofrecer tec-
nologías libres –en el sentido de no estar hipote-
cadas por patentes- y comprometidas con la nece-
sidad.
La propuesta que sostenemos en La industrializa-
ción “posible” de la vivienda latinoamericana coin-
cide en parte, sólo en parte, con Ugo Pipitone
cuando afirma:
“El subdesarrollo es un castillo que no se rinde an-
te un largo asedio, sino sólo por asalto; o sea, en
tiempos históricos restringidos. Obviamente, 40 ó
50 años pueden parecer mucho tiempo en la vida
de un individuo; en la historia de las naciones es,
generalmente, poco más que un parpadeo”
(Pipitone, 1999).
Nuestra matización a esta reflexión consistiría en
que para estos supuestos 40 ó 50 años, mientras
que el Tercer Mundo recorre el largo, tortuoso e
incierto camino tecnológico hasta el hipotético
asalto a la “industrialización sutil” (Salas, 1997), no
vislumbramos nada tan útil y tangible, con todas
nuestras dudas, como la “industrialización posi-
ble”. En un contexto de necesidades vitales abru-
madoras optamos por ser contemporáneos antes
que modernos.
CYTED2: investigación tecnológica pa-
ra la vivienda de los “sin vivienda”
Vigencia de una propuesta de hace cinco lustros… Durante 1986, y siguiendo la metodología del Pro-
grama Ciencia y Tecnología para el Desarrollo
(CYTED, 1987), se elaboró el documento de ba-
ses del Subprograma XIV: Tecnologías para Vi-
viendas de Interés Social, tras visitar 86 centros de
investigación-acción de 14 países latinoamerica-
nos, realizar 173 entrevistas documentadas y re-
coger la reseña de 254 áreas temáticas de investi-
gación. Finalmente, se estructuró la propuesta (ver
Figura 1) en forma de cuatro tomos y un total de
1.200 páginas con los siguientes capítulos:
- Introducción y acotaciones a la tecnología para
viviendas de interés social.
- Datos y aportaciones relevantes sobre el tema.
- Reseña de instituciones y proyectos vigentes
en Latinoamérica.
- Propuesta de estructuración del Subprograma
CYTED XIV: Tecnologías para viviendas de in-
terés social.
2 Nos referiremos en todo momento al Programa CYTED, en lo
que podíamos denominar Primera Época –entre su creación en 1985 y 1995- en la que no se camuflaba o escondía la “D” del desarrollo, ya que, de ser su objetivo baluarte la aplicabilidad de sus resultados al “desarrollo” de Latinoamérica, ha pasado a considerar este objetivo como un lastre para la consecución de pretender resultados “competitivos y de excelencia internacio-nal”.
Figura 1: Portada del Informe de Estructuración del Sub-programa CYTED. XIV: Tecnologías para viviendas de inte-rés social. El documento finalizaba con un capítulo de pro-
puestas, que más adelante reproduciremos
textualmente –ya que pese a los lustros transcurri-
dos entendemos que prevalece gran parte de su
interés. Las conclusiones de ese arduo trabajo se
ordenaron en forma de los siguientes apartados:
a. Justificación de una prioridad previa;
b. Propuesta de elaboración de dos estudios de
apoyo al Subprograma XIV;
c. Estructuración del Subprograma: siete proyec-
tos de investigación.
Una prioridad previa Los centros de investigación y desarrollo y, más
ampliamente, el conjunto de la infraestructura de
I+D que se ocupan en Iberoamérica de tareas re-
lacionadas con "tecnología para vivienda de inte-
rés social" muestran, en general, una gran debili-
dad estructural, concluíamos entonces, y nos
aventuramos a pensar que se han deteriorado aún
más hoy. Por otra parte, los escasos recursos
económicos destinados a apoyar actividades cien-
tífico-tecnológicas en estos temas no cuentan, sal-
vo excepciones, con programas financiados que
racionalicen el esfuerzo y coadyuven a resolver la
gravísima problemática de vivienda existente.
Coincidiendo con la recomendación –que era si-
multánea en el momento de la propuesta- de la
Cuarta Conferencia General de ONUDI "(…) el for-
talecimiento de las capacidades tecnológicas es
requisito para la adquisición y la aplicación de tec-
nología importada y para el desarrollo de tecnolo-
gía del país"-, se propuso y ratificaríamos hoy co-
mo prioridad global, la necesidad de: “crear, con-
solidar y/o reforzar las capacidades científicas y
tecnológicas existentes en tecnología para vivien-
das de interés social, ya que se estima como una
tarea de la más alta prioridad”.
Dos propuesta de estudios de apoyo al Subprograma CYTED XIV La temática del Subprograma presenta una serie
de particularidades que se trataron de poner de
manifiesto en el documento al que nos estamos
refiriendo. En base a las características e implica-
ciones socioeconómicas del tema, se proponía
acometer el estudio y elaboración de los siguien-
tes trabajos aplicados, de apoyo al Subprograma
XIV, que nos siguen pareciendo urgentes:
- Diseño de nuevas fórmulas y/o adecuación de
los sistemas de financiación de viviendas de
interés social a las particularidades constructi-
vas del Área: autoconstrucción, ayuda-mutua,
sitio-servicios, asentamientos espontáneos,
otras.
- Programa para la formación de profesionales a
todos los niveles en la especialidad de tecno-
logías para viviendas de interés social y asen-
tamientos populares (programa que hoy expli-
citaríamos como enseñanza a varios niveles
para la dotación de “Habitabilidad Básica” y
para la “Mejora de Tugurios”).
Siete proyectos de investigación-acción La propuesta final de estructuración del Subpro-
{ }
grama XIV se concretó en la recomendación de
abordar la puesta en funcionamiento paulatino de
siete proyectos, que, en opinión del autor, cum-
plían en forma simultánea dos características: ser
social y económicamente necesarios; contar en el
Área con masa crítica de personal y conocimientos
suficientes y la posibilidad fundada de obtener re-
cursos para su desarrollo.
Los proyectos seleccionados fueron:
XIV.A. Tecnologías para la construcción a base de
madera: caracterización de maderas; optimación
de su empleo (durabilidad y pirorresistencia); solu-
ciones constructivas a base de componentes de
madera.
XIV.B. Elementos, componentes y sistemas cons-
tructivos para su empleo en viviendas crecederas
y/o mejorables mediante autoconstrucción o ayuda
mutua: en situación urbana, en el ámbito rural.
XIV.C. Tecnologías para la construcción a base de
tierra: optimización del empleo de tierra (resisten-
cia, comportamiento ante la humedad, tratamiento
de paramentos, etc.). Soluciones específicas cons-
tructivas y estructurales para su utilización en zo-
nas con alta sismicidad potencial.
XIV.D. Desarrollo, experimentación y evaluación
de tecnologías apropiadas para la mejora y conso-
lidación de asentamientos populares espontáneos.
Construcción y valorización de soluciones habita-
cionales y servicios comunitarios.
XIV.E. Desarrollo de acuerdos de compatibiliza-
ción, coordinación y de prestaciones funcionales
de elementos, subsistemas y sistemas constructi-
vos, para viviendas de interés social, mediante
tecnología libre a base de elementos prefabrica-
dos y utilizando la capacidad instalada en el área.
XIV.F. Soluciones de cubiertas a base de elemen-
tos ligeros realizados prioritariamente mediante
materiales y/o subproductos locales capaces de
sustituir las placas usuales (asbesto-cemento o
zinc).
XIV.G. Optimización de procesos de producción y
de empleo del cemento portland. Caracterización
tecnológica de adiciones y de hormigones a base
de cementos con adiciones.
(Propuestas elaboradas en diciembre de 1986).
En el Subprograma Tecnologías para viviendas de
interés social en Latinoamérica participaron 112
grupos de 17 países y fue en opinión de la CEPAL
“(…) el mayor esfuerzo de investigación-acción
jamás realizado en materia de hábitat popular en
América Latina y el Caribe”.
Transferencia de tecnología en el sec-
tor del hábitat popular
Acotaciones a la tecnología pertinente
El tema merece algunas acotaciones previas que
se estiman pertinentes sobre qué entender por
tecnología en este contexto. Sin entrar en mayores
matizaciones, ofrecemos como definición de tec-
nología la propuesta por Ortega y Gasset:
“La técnica es el esfuerzo para ahorrar esfuerzo.
Aquello a lo que dedicamos el esfuerzo a inventar
y ejecutar un plan para: asegurar la satisfacción de
las necesidades elementales; lograrlo con el míni-
mo esfuerzo; crear objetos que no hay en la natu-
raleza y caminar con ella –con la técnica- hacía la
vida buena y la emancipación humana”. Y termina-
ba Ortega ratificando que la técnica “[…] debe de
estar siempre al servicio de lo propiamente hu-
mano” (Ortega y Gasset, 1952).
La definición anterior se materializa cabalmente, a
modo de ejemplo, en los aportes del trabajo
desarrollado durante décadas por el colombiano
Álvaro Ortega, aunando de forma magistral tecno-
logía y función social de la arquitectura, y que per-
sonalmente concretaría en el legado universal de
las placas de techo “gran onda, teja canaleta o ca-
nalonda”, resultado de su trabajo de tesis doctoral
en Harvard (1945) con Walter Gropius. Trabajos
recogidos en el libro Alvaro Ortega. Prearquitectu-
ras del bienestar (Ortega, 1998), injustamente ig-
norado en Latinoamérica (véanse Figuras 2 y 3).
Figura 2: Portada del libro sobre la obra de A. Ortega, edi-tado por la Colección SOMOS–SUR de la Editorial Escala de Colombia (1998).
Figura 3: Ilustraciones en el libro mencionado (de A. Orte-ga), de los principios que inspiraron el trabajo para incre-mentar el canto de la sección transversal de las placas al objeto de eliminar la estructura portante en las viviendas de muy bajo coste.
Igualmente notables nos parecen las aportaciones
del arquitecto brasileño João Filgueiras Lima,
“Lelé” (Salas, 2000), generoso en tenacidad y ge-
nio creador, que llegó a construir más de doscien-
tas escuelas prefabricadas en Río de Janeiro por
año entre 1984 y 1988 y que recientemente “pro-
ducía” hospitales bellos y funcionales en el Centro
de Tecnología da Rede SARAH de Salvador de
Bahía. Esta auténtica fábrica de vanguardia, con
capacidad para construir anualmente hospitales
para recibir hasta cuatrocientas nuevas camas,
empresa difícilmente concebible en el Primer
Mundo y aún más impensable en las coordenadas
de Brasil.
El concepto de transferencia en este ámbi-to Existen multitud de definiciones de lo que es o no
transferencia tecnológica; su bondad depende del
contexto y circunstancias en las que han de utili-
zarse. El ámbito al que se circunscribe este trabajo
es nítido: el hábitat popular en su acepción más
amplia, abarcando, en cualquier caso, tanto los
productos (físicos, tangibles) como los procesos
utilizados para su consecución (organizativos, so-
ciales, de formación…), así como la transferencia
y difusión de procesos innovadores y/o de los pro-
ductos imprescindibles.
No entendemos la tecnología como la define el
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Es-
pañola: “(…) conjunto de conocimientos propios de
un oficio mecánico o arte industrial”. Tampoco nos
identificamos con los que la consideran como con-
junto de máquinas, herramientas o equipos mate-
riales -lo que llamaríamos hoy hardware-, pese a
las connotaciones de prestigio, modernidad y pro-
greso que suele concitar este posicionamiento en
el sector de producción de viviendas. Valoramos
muy positivamente como tecnología del hábitat
popular, aspectos de organización de obra, planifi-
cación integral, racionalización de procesos, pro-
gramación de suministros... aspectos blandos de
la tecnología, que en su conjunto se acerca a lo
que se entiende como software, para los que pre-
ferimos acuñar un nuevo barbarismo: “ordware”.
El “ordware” no es otra cosa que la materialización
del orden en lo general y en lo particular, en lo
grande y en los detalles. El orden como fuente de
racionalización de tareas, minimización de
desechos, coordinación de oficios… No es una
meta fácil en el mundo de la construcción. Para
que el personal y los equipos funcionen al uní-
sono, hay que poner los medios y no desfallecer.
Se necesitan: puestos de trabajo estables, forma-
ción profesional continua, órdenes escritas y pre-
cisas, salarios dignos... Asignamos una gran im-
{ }
portancia al “ordware” en los procesos de raciona-
lización del hábitat por la escasa inversión mone-
taria que requiere en relación a la altísima rentabi-
lidad que puede obtenerse de su aplicación. El
“ordware” nos parece un primer paso obligado pa-
ra alcanzar y transitar por la industrialización posi-
ble (Salas, 2000).
Como síntesis de lo anterior, y sin llegar a formu-
larla como definición cerrada, entendemos por
tecnología habitacional la “combinación de proce-
sos, materiales, equipos y conocimientos destina-
dos a la producción de viviendas”.
Aceptamos, sin entusiasmo, la expresión transfe-
rencia tecnológica. Estaríamos más conformes
con denominarla pura y llanamente: compra-venta
de tecnología. En cualquier caso, el mercado de
tecnologías nace de la desigualdad existente entre
los que la poseen respecto de los que no la tienen.
La transferencia surge mayoritariamente de las di-
ferencias entre países desarrollados y subdesarro-
llados. Proponemos diferenciar entre transferencia
vertical de tecnología, cuando el trasvase se hace
desde el ámbito de la teoría al de la práctica (de la
universidad, centro de investigación… a la empre-
sa) y transferencia horizontal, cuando se realiza
entre diferentes sectores productivos, diferentes
países, o, incluso, entre empresas del mismo
sector.
Nos parece plenamente vigente en los sectores de
producción del hábitat en su sentido más amplio
(planeamiento urbano, habitabilidad básica, vi-
vienda, producción de materiales y componentes,
transporte, servicios...) el concepto de código ge-
nético de las tecnologías, en el sentido que lo
acuñó K. Reddy al afirmar:
“que toda opción tecnológica parece disponer de
un código genético, de tal forma que cuando en
condiciones favorables consigue implantarse dicha
tecnología en un nuevo medio, tiende a reproducir
las condiciones socioculturales en las que se ges-
tó” (Reddy, 1978).
Rechazamos la denominación tecnología apropia-
da por equívoca y conceptualmente nociva. No
conocemos tecnología alguna que, en forma gené-
rica y a priori, merezca tal calificativo. Ninguna
tecnología merece tal denominación si antes no se
ha contrastado su validez e idoneidad en un de-
terminado contexto. En el sector del hábitat popu-
lar en Latinoamérica, se ha abusado del empleo
de esta denominación. La concurrencia de algunas
características consideradas emblemáticas (el
empleo intensivo de materiales autóctonos; la utili-
zación de mano de obra semi-voluntaria o
sub-remunerada; la participación activa de los
usuarios...) ha sido, en no pocos casos, razón su-
ficiente para adjudicarle la categoría de “apropia-
da” a una tecnología, marginando otros criterios de
gran importancia (relación costo/calidad; durabili-
dad de lo ejecutado; minimización del desperdicio
de materiales; facilidad de apropiación; posibilidad
de utilización en escalas diversas, etc.).
La necesaria búsqueda de otros materiales y otras aplicaciones Si nos referimos al material más cosmopolita y
emblemático de la edificación, el cemento, hay
que dejar claro que su consumidor mayoritario es
el llamado sector informal. La Associaçâo Brasileira
de Cimento Portland (ABCP, 2007) asegura que
desde 1990 hasta 2006 el consumo de cemento en
Brasil ha sido siempre superior en el sector informal
–al que llaman sector formiga- que en el formal.
Cemex, por su parte, anunciaba en México, en
2007, que:
“(…) la empresa ratifica su compromiso con la au-
toconstrucción lanzando al mercado su nuevo pro-
ducto «Cemento Tolteca» en bolsas de 25 kilo-
gramos. Ello hay que enmarcarlo en el reconoci-
miento del crecimiento del consumo informal de
cemento que actualmente supera el 55% del mer-
cado cementero del país” (Cemex, 2007).
Su Director General, Dimitri Papalexopoulos, Ge-
rente General de “Cementos Titán”, en la reunión
internacional de la CEMENT en el año 2008, afir-
maba:
“[…] No hay nada que hacer, la producción de ce-
mento siempre supondrá emisiones de dióxido de
carbono. No se pueden cambiar las leyes de la
química, no podemos esperar cambios espectacu-
lares en la disminución de las emisiones. Las com-
pañías productoras estamos nerviosas ante las re-
gulaciones futuras” (Papalexopoulos, 2008).
Tienen sobradas razones para estarlo.
La crucial importancia del consumo de materiales
básicos de construcción por los “sin vivienda”
queda implícita en los siguientes datos: a los 2.220
millones de toneladas de producción mundial de
cemento en 2005, China aportó 1.000 MTn, India
130 MTn y Estados Unidos 99 MTn.
En forma muy concisa y como conclusiones de
trabajos realizados en la “Cátedra UNESCO”
(Salas y Oteiza, 2008) puede afirmarse que:
La repercusión porcentual del capítulo “Cons-
trucción” en el precio final de la vivienda es
mayor cuanto menor es su presupuesto.
La repercusión porcentual del capítulo “Materia-
les” en el total de la “Construcción” aumenta
cuanto menor es el presupuesto total y el nivel
de desarrollo del país en el que se realice, lle-
gando a valores extremadamente dispares:
13,32% en el sector formal de los países desa-
rrollados; 31,55% en el sector formal de Lati-
noamérica; y 49,00% en el sector informal del
Tercer Mundo (Ver Figura 4).
33,33%26,33%
15%
33,33% 52,59% 70%
33,33% 31,08%15%
0%
20%
40%
60%
80%
100%
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OTROS GASTOS (costes f inancieros, honorarios, difusión, beneficios promotora)
CONSTRUCCIÓN
SUELO URBANIZADO
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Figura 4: Ejercicio de aproximación a la cuantificación de la repercusión del coste de construcción en el precio final de lo construido en tres supuestos muy diferentes. Fuente: Salas y Oteiza (2008).
Durante la segunda mitad del pasado siglo, y aún
hoy, los procesos de industrialización y las cre-
cientes posibilidades de comercio y transporte in-
ternacional han permitido que algunos componen-
tes, y en especial las placas de asbesto-cemento y
las de zinc, se generalizasen de forma masiva en
{ }
todas las latitudes. Estos componentes de origen
industrial, fáciles de transportar, manejar, colocar y
sustituir -lo cual no es poco- tienen, además, una
alta apreciación social entre los sin recursos, como
símbolo de acceso a nuevas formas de cobijo.
Desde nuestras coordenadas puede resultar inad-
misible para muchos, pero la chapa de zinc, pese
a sus graves puntos débiles, que los tiene, sigue
siendo una excelente solución de techos elemen-
tales.
En este contexto, resulta ejemplarizante la “cana-
leta” o placa “gran-onda” ya aludida anteriormente,
ya que mediante el diseño de su sección transver-
sal se consiguió triplicar su inercia respecto de la
placa “onda normal”, y por ende, aumentar consi-
derablemente su capacidad resistente a flexión. La
canaleta, que vuela entre apoyos siete metros con
un canto de tan sólo 30 cms. se desarrolló pen-
sando en la vivienda de los “sin recursos”, tratando
de conseguir un elemento universal de manejo
manual, que consiguiese de forma simultánea cu-
brir luces amplias con elementos de mercado de
manejo manual.
Para estimular y mejorar el desarrollo del sector
“informal” de materiales de construcción, ONUDI
(1995) proponía hace tres lustros, entre otras, las
recomendaciones que siguen y que en su momen-
to comentamos en Materiales de Construcción
(Salas, 1995):
- Reconocer la importancia de la producción de
elementos y materiales de construcción del
sector “informal” y prestar pleno apoyo a los
proyectos encaminados al desarrollo de este
sector.
- Facilitar, en proyectos de construcción estata-
les, el empleo de materiales de construcción
producidos por el sector no estructurado.
- Alentar la aceptación y, en su caso, la elabora-
ción de normas y especificaciones que permi-
tan el empleo de materiales y elementos pro-
ducidos por el sector “informal” y englobar sis-
temáticamente estos materiales y elementos
en las reglamentaciones de construcción me-
diante el concepto de niveles de exigencia.
- Reforzar los vínculos entre las actividades de
investigación competitiva de ámbito nacional o
internacional con necesidades específicas del
sector no estructurado.
- Ayudar a difundir y formular normas y especifi-
caciones para materiales locales.
Pese a los muchos años transcurridos, los autores
estiman vigentes en plenitud las recomendaciones
de ONUDI, y consideran plausible concitar el de-
bate y la reflexión entre investigadores y técnicos
del sector sobre los grandes retos que ha de
afrontar la industria de materiales básicos de edifi-
cación ante las ingentes necesidades actuales.
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<www.habitatysociedad.us.es>.
y }
www.habitatysociedad.us.es
Algumas experiências acadêmicas em habitação de interesse social na
região sudeste do Brasil: regularização fundiária em municípios entre
as regiões metropolitanas de Campinas e São Paulo
Glacir Teresinha Fricke
Jairo Bastidas
Sergio Quaglia
Resumo
O déficit habitacional brasileiro é de mais de 8 milhões de moradias, cifra alarmante para um pais em desenvolvimento.
Estudou-se Itatiba e Amparo, localizadas entre Campinas e São Paulo. Este trabalho apresenta o relato de duas ex-
periências desenvolvidas pelo CEUr (Universidade São Francisco): O "Projeto Casa e o “Projeto HabitAmparo”. Estas
intervenções possibilitam vários esclarecimentos: evidenciam os descompassos dos processos e convertem-se em ali-
cerces conceituais para sua aplicação em contextos análogos. Inferiu-se uma metodologia que subsidia os processos
de regularização fundiária e melhoramento de habitação. Concluiu-se, que, a atuação das prefeituras e a participação
comunitária são decisivas na solução de problemas associados às questões de Habitação. Por outra parte, os estudos
revelam o impacto das ferramentas advindas do Estatuto da Cidade. Também, não é possível negligenciar o marco
criado para a elaboração do Plano Nacional de Habitação, que proporciona subsídios prospectivos para a abordagem
criteriosa desta seara do conhecimento.
Palavras chave
Regularização fundiária; Segregação espacial; Interdisciplinaridade; Habitação.
Resumen: Algunas experiencias académicas en materia de vivienda social en el
sureste de Brasil: regularización del suelo en los municipios entre las regiones me-
tropolitana de Campinas y São Paulo
El déficit habitacional en Brasil es de más de 8 millones de viviendas, una cifra alarmante para un país en desarrollo. Se
estudiaron Itatiba y Amparo, ubicadas entre Campinas y São Paulo. Este trabajo presenta la historia de dos experiên-
cias llevadas a cabo por el CEUR (Universidad San Francisco): El "Proyecto Casa” y el “Proyecto HabitAmparo". Estas
intervenciones permiten varias aclaraciones: evidencian los desajustes de los procesos y se convierten en bases con-
ceptuales para su aplicación en situaciones similares. Se estructuró una metodología que sustenta los procesos de re-
gularización del suelo y mejoramiento de viviendas. Se concluye que las acciones de los gobiernos locales y la partici-
pación comunitaria son cruciales en la solución de problemas relacionados con asuntos de vivienda. Por otro lado, los
estudios muestran el impacto de las herramientas provenientes del Estatuto de la Ciudad. Además, no podemos pasar
por alto el marco de referencia creado para la Elaboración del Plan Nacional de Vivienda, que proporciona apoyo pros-
pectivo para el enfoque riguroso de esta línea de conocimiento.
Palabras clave
Regularización del suelo; Segregación espacial; Interdisciplinaridad; Vivienda.
Recibido 20/09/2010; aceptado: 24/10/2010
Datos de contacto: Glacir Teresinha Fricke. Curso de Arquitetura e Urbanismo. Universidade São Francisco – Itatiba, SP / Pontifícia
Universidade Católica PUCMinas – Poços de Caldas, MG. E-mail: [email protected]. Datos de contacto: Jairo Bastidas, Universidade de Brasília – UnB, Brasil / Universidade São Francisco – Itatiba. Rua Alexandre Ro-
drigues Barbosa Nº. 45. Bairro Centro. Itatiba, SP, Brazil. CEP 06140-000. E-mail: [email protected]. Datos de contacto: Sergio Quaglia. Universidade São Francisco – USF, Brasil. Rua Alexandre Rodrigues Barbosa No. 45. Bairro
Centro. Itatiba, SP, Brazil. CEP 06140-000.E-mail: [email protected].
{ }
Abstract: Some academic experiences in social housing in southeastern Brazil: land
regularization in the metropolitan areas between cities of Campinas and São Paulo
The housing deficit in Brazil is of more than 8 million homes, an alarming figure for a developing country. We studied
Itatiba and Amparo, located between Campinas and São Paulo, Brazil. This work presents the story of two experiments
carried out by CEUR (São Francisco University): The "House” Project and the "HabitAmparo” Project. These interven-
tions lead to various explanations by showing the disproportion of the processes which are converted into conceptual
foundations for application in similar situations. A methodology is structured that underpins the process of regularization
and improvement of housing. It is concluded that actions of local governments and community participation are crucial in
solving problems associated with housing issues. On the other hand, the studies show the impact of the tools originating
from the City Statute. Furthermore, we should not overlook the point of reference created with the drafting of the National
Housing Plan, which provides subsidies for the strict approach of this line of research.
Key words
Agrarian Regularization; Spatial Segregation; Interdisciplinarity; Social Housing.
Introdução
Em pleno começo do século XXI o Brasil é um dos
países que paulatinamente está se afastando do
grupo das nações subdesenvolvidas. Mas este ró-
tulo não significa necessariamente que o território
brasileiro esteja norteado pelas condições desen-
volvimentistas do primeiro mundo. De modo con-
traposto, o solo descoberto pelos lusitanos ainda
está imerso num contexto de infindáveis desigual-
dades em diferentes áreas, que representam obs-
curas incertezas para sua população. Dentre es-
sas um dos assuntos estruturais é o que diz res-
peito à questão habitacional.
Este trabalho versa sobre a prioridade que repre-
senta este quesito, em especial, sobre a regulari-
zação fundiária. Para melhor entendimento das
informações relatadas, o presente trabalho está
dividido em 4 partes. Na primeira parte foi elabo-
rado um sucinto arcabouço teórico que pretende
corroborar a pertinência da temática de assuntos
associados à habitação de interesse social. No
item dois são explanados os contextos dos muni-
cípios de Itatiba e Amparo e seus assentamentos
objetos de estudo. No item três são citados os
procedimentos metodológicos, as análises e os
resultados nos quais a intervenção foi alicerçada.
No item quatro são aduzidas as principais conver-
gências e divergências encontradas nas as-
sessorias interdisciplinares dos dois processos
analisados. Na parte final, à guisa de conclusão,
frisaram-se algumas considerações que sintetizam
a importância das discussões sobre habitação no
território brasileiro.
O quadro da irregularidade e o direito à
moradia
A cidade é um espaço onde comparecem múlti-
plas realidades, caracterizadas por marcantes de-
sigualdades e contrastes. Na atualidade, estas
nuances não estão necessariamente atreladas à
dimensão ou escala dos assentamentos urbanos,
podendo ser encontradas tanto em regiões metro-
politanas quanto em cidades de menor porte (Bas-
tidas, 2003).
Segundo o IBGE, atualmente, no território brasilei-
ro mais de 80% da população se concentra nos
núcleos urbanos. O crescimento acelerado e de-
sordenado das cidades deixa em evidência um
dos mais graves problemas de habitação das últi-
mas décadas. Este quadro não é apenas fruto das
incipientes políticas habitacionais, mas também da
falta de opções satisfatórias e accessíveis do mer-
cado imobiliário (Maricato, 1996; Alfonsin, 1997).
Destarte, as pessoas são obrigadas a conviver em
situação de exclusão espacial e precariedade so-
cial. Em resposta a estas assertivas a população
mais carente tem sido pressionada a apelar a
vários mecanismos que forneçam soluções reais
de moradia e reivindiquem a verdadeira função
social da terra.2
Segundo o Banco Mundial 70% das unidades ha-
bitacionais que são produzidas nos países sub-
desenvolvidos são ilegais. Alfonsin (2006) afirma
que entre 30 a 50% das propriedades no território
brasileiro ocupam de forma irregular o espaço ur-
bano. Diante do cenário de crise generalizada de
moradia, existe uma proliferação de diferentes
maneiras de ocupação irregular. As formas de ile-
galidade mais comuns dizem respeito a acesso ao
solo e construção informal de moradia (Fernandes,
1998). As circunstancias elencadas contradizem o
artigo 6 da Constituição da República Federativa
do Brasil que contempla o direito à moradia digna3
como direito social.
No intuito de evitar o crescimento deste panorama
muitos municípios incentivam programas relativa-
mente recentes visando a regularização de assen-
tamentos precários e irregulares. Cronologicamen-
te, este movimento iniciou-se quando na década
de 1990 vários municípios organizaram programas
de regularização fundiária, mas seu grande equí-
voco foi carecer da devida estruturação, isto é,
não estiveram ancorados a uma lei federal de de-
senvolvimento urbano (Rolnik, 1997). Abordada
deste modo, os efeitos foram insubstanciais e
pouco alentadores.
Mas nos últimos anos pela intermediação do Esta-
tuto da Cidade (Lei nº 10.257 de 2001) esta si-
2 É preciso enfatizar que alguns indivíduos dos setores da
sociedade que ostentam maiores recursos econômicos, também se valem de meios igualmente irregulares para a ocupação do solo urbano. 3 A definição de moradia digna abrange: instalações sanitárias
adequadas para a habitabilidade atendidas por serviços públicos essenciais como: água potável, esgoto, energia, iluminação, coleta de lixo, pavimentação, transporte e com acesso a equipamentos sociais básicos de interesse coletivo.
tuação mudou. O Estatuto mune aos municípios
de um instrumental para implementar uma política
urbana (Rolnik, 2004). Antes de caracterizá-lo vale
a pena salientar que para a legislação brasileira,
amparada na noção civilista do direito de proprie-
dade individual e irrestrito, unicamente o registro
do imóvel em cartório é constitutivo de proprieda-
de (Fernandes, 2002; Rolnik, 2004).
Os instrumentos que o Estatuto da Cidade criou
para resolver problemas advindos da irregularida-
de fundiária no Brasil são: a) usucapião especial
de imóvel urbano (individual ou coletiva); b) con-
cessão de direito real de uso (individual ou coleti-
va); c) zonas especiais de interesse social; d) con-
cessão especial de uso para fins de moradia (indi-
vidual ou coletiva) (Fernandes, 2002). Em maior
ou menor grau, todas estas medidas induzem o
desenvolvimento urbano.
No contexto atual, perante o crescimento dos qua-
dros de ilegalidade no espaço urbano, o poder pú-
blico dos municípios tem se inclinado por aderir a
três modos de Regularização Fundiária: a) como
regularização jurídica dos lotes; b) como urbani-
zação do assentamento c) como regularização ur-
banística. Acredita-se que esta última forma talvez
seja a mais eficiente e abrangente para atingir re-
sultados, pois fornece maiores possibilidades na
hora de adequar as áreas ilegalmente ocupadas
com a legislação urbanística e pondera, ao mesmo
tempo, a necessidade de que a legislação seja
mais condescendente a fim de buscar uma melhor
interação na cidade (Alfonsin, 2006).
Por outra parte, o Ministério das Cidades alerta
que para viabilizar a reposta à moradia popular é
indispensável pensar também no entendimento do
problema habitacional a partir do “déficit
habitacional e a inadequação de moradias”. Deste
ponto de vista, estas feições nos fornecem
subsídios no sentido de que é prioritário observar
ao déficit por reposição e melhoria do estoque de
moradias, pois neste cenário estão inscritas
{ }
muitas das moradias em condições de
precariedade no Brasil (Pereira et al., apud
Ministério das cidades, 2005) Assim, este último
parágrafo elucida a outra vertente do problema.
Contexto geral
Pelo geral, a resposta ao problema de moradia ou
melhoramento dos assentamentos existentes
apenas está subscrita às grandes áreas urbanas,
especialmente, as regiões metropolitanas. Isto é
decorrência que possuem diretrizes de planeja-
mento e execução de políticas. Este panorama
pouco tem se transformado nos anos recentes.
Entretanto, a aprovação do Estatuto da Cidade
(Lei nº 10.257 de 2001) simultaneamente ao Pro-
grama Nacional de Apoio à Regularização Fundi-
ária Sustentável desenvolvido em 2003 são apon-
tados como uma das estratégias a serem adota-
das para a viabilização do combate ao déficit habi-
tacional. Esta operacionalização permite a partici-
pação de cursos, faculdades, universidades ou
mesmo associações de classe que atuam na área
do urbanismo como prestadores de assistência
técnica acessível e de qualidade (Fernandes, in
Fernandes e Alfonsin, 2004).
O projeto CASA –Itatiba- e HABITAMPARO –
Amparo-, objetos de estudo deste artigo, se aco-
plam nesse contexto para possibilitar que os mo-
radores do assentamento San Francisco e do Ja-
guari, respectivamente, possam evadir a insegu-
rança que produz a ilegalidade e informalidade. As
parcerias foram, estabelecidas entre as Prefeituras
dessas duas cidades e a Universidade São Fran-
cisco.
É preciso salientar que, em função da abordagem
inédita deste trabalho, são precárias as fontes bi-
bliográficas extensas. Esclarecidos estes pontos
preliminares, nos próximos itens nos debruçare-
mos diante dos assuntos relativos às intervenções
em si. A apresentação do trabalho obedecerá a
uma descrição, segundo a cronologia das atua-
ções em cada lugar, isto é, primeiro Itatiba e na
seqüência Amparo. De modo posterior, tentou-se
articular as questões relevantes da realidade ana-
lisada dos assentamentos. Em primeiro lugar, será
fornecido um quadro geral dos municípios e a ca-
racterização morfológica dos bairros analisados.
Os municípios de Itatiba e Amparo Itatiba é um dos 19 municípios que integram a
Região Metropolitana de Campinas –cuja área te-
rritorial ocupa 3.348 km², o que corresponde a
0,04% da superfície brasileira e a 1,3% do territó-
rio paulista (Figura 1). Segundo os dados do Cen-
so de 2000 do IBGE, a população de tal Região
compreende 2,3 milhões de habitantes, o equiva-
lente a 1,40% da população nacional e a 6,3% da
estadual. O município conta, atualmente, com cer-
ca de 100 mil habitantes. O município possui uma
área de 325 km² e representa 0,13% da área do
Estado de São Paulo. É possível afirmar que tem
uma área urbana pequena, diferente de outros
municípios da região, sendo 26,12 km², menor que
10% e uma área rural de 298,88 km². Está dividido
em 79 bairros, sendo que desses 18 são conside-
rados loteamentos irregulares ou clandestinos.
Amparo é um dos 645 municípios do Estado de
São Paulo (Figura 1). O município pertence à mi-
croregião que leva o mesmo nome, que por sua
vez está inserida na mesorregião de Campinas.
Na atualidade é um dos 11 municípios paulistas
considerados Estância Hidromineral. Segundo da-
dos censitários de 2000 (IBGE), a cidade de Am-
paro abriga uma população de 60.404 habitantes,
sendo que 43.157 (aproximadamente 72%) moram
na área urbana.
A organização administrativa desta cidade abran-
ge 60 bairros totalmente constituídos e distribuídos
nos seus 446.009 km2 de área. Em 1999, Amparo
possuía 23 loteamentos irregulares, cifra que au-
mentou para 36 loteamentos em 2006. Calcula-se
que, atualmente, cerca de 8000 imóveis estão em
situação de irregularidade. Nessas áreas vivem
em condições precárias aproximadamente mais de
10.000 pessoas. Observe-se que a cobertura dos
serviços públicos prestados pelas concessionárias
atinge apenas 60 % dos domicílios.
Os municípios arrolados têm a particularidade de
possuir um tamanho de população similares. Iden-
tifica-se que sofrem dos processos de informalida-
de e ilegalidade, referidos nos parágrafos prece-
dentes, e tem como denominador comum uma lo-
calização estratégica. Isto é, ficam distanciados a
escassos quilômetros das regiões metropolitanas
de São Paulo e Campinas. Por esta condição, a
área destes municípios é passível de ser vista
também como alternativa de subsidio para a solu-
ção de moradia de áreas em expansão.
Figura 1: Localização das cidades de Itatiba e Amparo. <http://phyzweb.hypermart.net/amparo/amparop4.htm>. (Accesado 28/08/2010).
Os loteamentos O bairro San Francisco, objeto de estudo do proje-
to CASA, foi implantado numa área intermediária
entre o centro e as regiões perimetrais da cidade
de Itatiba (Figura 2). Esta posição privilegiada
permite inferir a facilidade de acesso e desloca-
mento de seus moradores aos diferentes equipa-
mentos e infra-estrutura quase completa da cida-
de.
Figura 2: Vista do bairro San Francisco, Itatiba, SP, Brasil. Fonte: Arquivo Prefeitura de Itatiba.
O assentamento Jaguari, analisado pelo projeto
HABITAMPARO, está localizado a uma distância
de 23,50 km do centro da cidade de Amparo (Figu-
ra 3). Sua paradoxal localização (próximo ao mu-
nicípio de Morungaba) suscita uma série de impli-
cações, pois sugere a utilização dessa localidade
especialmente para o acesso de serviços públicos
como: saúde, educação, comércio, cultura, recrea-
ção, lazer, etc.
Figura 3: Aerofoto do bairro Jaguary, Amparo, SP, Brasil. Fonte: Arquivo Prefeitura de Itatiba.
Grosso modo, a evolução urbana dos bairros
mencionados obedece à efetivação da ocupação
antes de sua consolidação e aprovação junto às
Prefeituras. Paralelamente, evidenciaram-se ven-
das irregulares e contínuas dos lotes. Algumas até
hoje são motivo de discórdia. Esta dinâmica da
{ }
ocupação, caminhando nos limiares entre o apa-
rentemente legal e o ilegal sugere um curso, ao
mesmo tempo, atípico e irreversível. Os problemas
se agravaram quando a variável abandono e des-
caso administrativo tomaram conta na decada dos
80.
Caracterização espacial dos bairros San Francisco e Jaguari Para uma descrição mais ponderada da situação
atual dos assentamentos apelamos à metodologia
das categorias morfológicas estruturais de Trieb e
Schmidt (1980), citados por Kohlsdorf (1996). Op-
tou-se por utilizar apenas uma das seis categorias,
condizentes com os objetivos propostos, a saber:
a) Categoria planta baixa: a estrutura interna do
espaço construído.
Planta Baixa (Itatiba / San Francisco): Tipo de
malha. A malha urbana conformada por 29
quarteirões parte de um princípio de organização
orgânica, o traçado foi rebatido num lote com for-
ma acidentada e de grande declividade (Figura 4).
Possui atributos como: assimetria, medidas aleató-
rias, predominância de linhas curvas com poucos
elementos de composição. Esta estrutura se as-
semelha tangencialmente às tradicionais configu-
rações de favela no Brasil. Tipo de parcelamento.
A subdivisão interna dos quarteirões é balizada
pela clássica divisão racionalista, sendo que com-
parecem múltiplas medidas de lotes. Relação de
cheios e vazios. Há predominância de áreas ocu-
padas ao invés de áreas livres: públicas (ruas) e
particulares (pátios), isto é, a taxa de ocupação é
alta. A maioria das casas oscila entre térrea e dois
pavimentos.
Figura 4: Planta urbana do bairro San Francisco, Itatiba. Fonte: Elaboração própria.
Planta Baixa (Amparo/Jaguari): Tipo de malha. O
traçado com 15 quarteirões obedece a princípios
racionalistas, a malha está implantada num lote
que possui forma irregular, onde se evidencia sua
formação a partir de leis geométricas primárias
(Figura 5). Possui constantes atributos como: si-
metria, paralelismo, predominância de linhas retas
e poucos elementos de composição. Estas feições
denotam que no empreendimento houve certo tipo
de planejamento, diferente de algumas favelas
que obedecem a princípios irregulares e labirínti-
cos. Tipo de parcelamento. A subdivisão dos
quarteirões é com formas regulares, sendo que os
modelos mórficos predominantes são os lotes de
dimen-sões 12x25m e 6x25m. Relação de cheios
e vazios. Neste quesito, verifica-se a predominân-
cia de áreas livres: públicas (ruas) e particulares
(pátios) sobre as áreas ocupadas pelas edifica-
ções (taxa de ocupação baixa). A maioria das
construções é térrea, situação que favorece a
sensação de permeabilidade e as condições de
luminosidade.
Figura 5: Planta urbana do bairro Jaguari, Amparo. Fonte: Elaboração própria.
{ }
Referidos estes aspectos é necessário mencionar
que a principal discrepância dos objetos de análise
corresponde a sua escala urbana e quantidade de
propriedades. O bairro San Francisco quase quin-
tuplica ao loteamento de Amparo, isto é, o primeiro
possui 1.745 e o segundo 342. Esta condição aca-
rretou maiores dificuldades por questões opera-
cionais, em especial, no que diz respeito ao inves-
timento de tempo nos levantamentos e materiali-
zação das informações.
Metodologia
Optou-se pela execução dos projetos CASA e
HABITAMPARO em várias etapas metodológicas
que, a sua vez, se converteram em princípios nor-
teadores destas experiências: a) aproximação;
b) levantamentos socioeconômicos e arquitetôni-
cos; c) tramitação jurídica d) implementação de
programas sócio-educativos.
Etapa de aproximação A formalização das parcerias entre a prefeitura de
Itatiba, a FINEP4, bem como a parceria junto à
prefeitura de Amparo, ambas com a Universidade
São Francisco foi possível no período compreen-
dido entre 2004 e 2007, respectivamente. No pro-
jeto CASA, com duração de dois anos, participa-
ram os cursos de Arquitetura e de Direito do Câm-
pus de Itatiba. Já o projeto HABITAMPARO, que
registrou uma vigência de três anos contou, além
dos cursos de Arquitetura e Urbanismo e Direito,
com a participação do Curso de Pedagogia, para o
desenvolvimento dos Projetos Sociais.
Uma vez consolidadas as circunstâncias adminis-
trativas do acordo e definido o caráter das inter-
venções pactuou-se de modo unânime que era
4 “A FINEP atua em consonância com a política do Ministério
da Ciência e Tecnologia (MCT), em estreita articulação com o Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico (CNPq). Enquanto o CNPq apóia prioritariamente pessoas físicas, por meio de bolsas e auxílios, a FINEP apóia ações de CT&I de instituições públicas e privadas”. <http://www.finep.gov.br/o_que_e_a_finep/formas_atuacao.asp?codSessaoOqueeFINEP=3>. (Acessado 28/08/2010).
impreterível o envolvimento da comunidade bene-
ficiada, ao longo de todo o processo. A participa-
ção comunitária é fundamental, pois legitima os
compromissos assumidos e, ao mesmo tempo, es-
tabelece regras e prazos para o cumprimento das
metas traçadas.
Etapa de Levantamentos O trabalho de campo foi acertado de modo perió-
dico. Metodologicamente apelou-se a um reco-
nhecimento visual preliminar do parcelamento com
o objetivo de conferir alguns dados indiretos (gráfi-
cos e escritos) para, de maneira posterior, coletar
as informações individualizadas das unidades re-
sidenciais e dos lotes.
Esta fase do trabalho teve duas atividades princi-
pais: a) o levantamento de questões cadastrais
sobre a população residente; e b) o levantamento
arquitetônico do assentamento. A primeira ação
subsidiou-se numa entrevista semi-estruturada
com tópicos diferenciados e respostas pontuais,
acertada com a Prefeitura, direcionada ao levan-
tamento de dados quantitativos e diversos elemen-
tos relativos à habitabilidade das unidades familia-
res. Adicionalmente, recolheu-se a documentação
para comprovação da propriedade de cada imóvel.
A atividade de levantamento arquitetônico foi reali-
zada de maneira tradicional, isto é, apelando à
medição das casas e, imediatamente, transferindo
as informações para desenhos em papel sulfite.
Esta atividade subsidiou-se também em registros
fotográficos. Visando a mensuração e agilização
de trabalhos posteriores os dados coletados foram
sistematizados em bases de dados e programas
de desenho por computador. As plantas arqui-
tetônicas digitalizadas de cada propriedade foi um
dos produtos entregue à comunidade.
Etapa de tramitação jurídica Para a regularização fundiária do loteamento a
ocorrência desta fase é posterior à fase de levan-
tamentos. Nesta etapa, o projeto analisa a docu-
mentação e, se necessário, solicita outras infor-
mações adicionais que facilitem o processo de le-
galização junto ao Poder Judiciário. Criou-se o “kit
judicial” que será o material que permitiu a judicia-
lização. Destarte, baseados em uma avaliação cri-
teriosa dos moradores e do local decidiu-se pela
elaboração de uma proposta de aplicação de um
ou vários dos instrumentos criados para a regula-
rização fundiária.
Etapa de implementação de programas sócio-educativos As necessidades derivaram das questões detecta-
das nos questionários, assim como das solicita-
ções específicas das Prefeituras e das constata-
ções da equipe técnica na área de estudo. Os
programas abrangem formações que possibilitam
o desenvolvimento individual (geração de renda,
educação) e coletivo (ambiental) dos atores do
projeto. Entretanto, um passo precedente é a con-
solidação e/ou fortalecimento da organização co-
munitária.
É necessário mencionar que a coordenação de to-
das as fases foi realizada pelas equipes Técnicas
Administrativas das Prefeituras dos municípios de
Itatiba e Amparo, os professores5 e técnicos
6 da
Universidade São Francisco. Os levantamentos
foram executados pelos estagiários7 dos cursos
5 Além dos autores também participaram os seguintes
docentes: Andrea Buchidid Loewen, Cláudia Maria Lima Ribeiro, Renata Baesso Pereira, Miriam de Lourdes Noronha Motta Melo, Armando Lopes Moreno Junior, Alencar de Melo Junior, Erci Belgini, Maria de Fátima Luknajenko e Camila d’Ottaviano. 6 Os técnicos envolvidos foram: Alexandre Torricelli, Marcus
Massak, Priscila Meireles e André Penteado Tramontin. 7 Participaram os seguintes discentes: Alan Nascimento Neto,
Christiane Arruda Rolfsen, Daniel Maciel, Danilo Araes Franco Lima, Dirceu da Silva Daiera, Emily Campolongo Ordine, Fernanda Aparecida de Souza, Iara Franco Rizzi, Jussara Theodoro da Silva, Karina Vedovello da Costa, Leandro Aparecido Melo NunesMara Rúbia Golo Ferreira, Fabiana Matuoka, Mônica Pires Farinha, Silvia Oliveira Ledo, Érica Viviane Messias, Guilherme Sichler Suzan, Marília Toledo, Murilo Soldeira Silva, Renata Matsumoto Bárbara Oriani, Bianca Atique, Marília Toledo, Bárbara Puccineli e Maria Guadalupe Àlvarez Zavalla (curso de Arquitetura e Urbanismo); Anie Elise Bello Fallani e Sandra Eli Aparecida Gritti (curso de Direito); Patrícia Príncepe, Renata de Godoy Torso, Tatiana Moura Garcia Paulo, Laís Jaqueta Bernardes, Lívia Simões e Solange Aparecida Marcondes do Amaral (curso de
mencionados.
As assessorias interdisciplinares
Em geral, todo processo de regularização fundiária
e melhoramento de habitação está permeado por
prazos dilatados e relativamente onerosos
(Bastidas, 2003). Nossa intervenção não se afas-
tou destas determinantes, pois grande maioria das
propriedades foram levantadas em Itatiba e Ampa-
ro e fornecidos os projetos de melhoras construti-
vas em Itatiba. Porém, em função de diversos en-
traves, a totalidade não foi atingida.
A seguir, apresentam-se os dados levantados e
analisados que permitem a compreensão dos es-
tágios atuais de cada uma das fases arroladas.
Destarte, organizaram-se as informações na
mesma seqüência dos três eixos estruturadores
desta intervenção sendo nomeadas a partir deste
momento como assessorias: urbanística, jurídica e
sócio-educativa.
Assessoria urbanística Para os projetos CASA e HABITAMPARO esta
fase teve dois momentos concomitantemente
desenvolvidos, a saber: a) o levantamento dos da-
dos demográficos, socioeconômicos e de proprie-
dade dos imóveis; e b) o levantamento arquitetôni-
co das residências e dos lotes localizados na área
de estudo. A maioria das situações que se preten-
de explicitar está baseada na interpretação das
percepções do cotidiano dos moradores recolhidas
em forma de depoimentos pontuais (entrevistas) e
da mensuração dos dados e avaliações das ca-
sas.
Quanto ao levantamento dos dados demográficos,
o primeiro item abordado diz respeito às cidades
de origem. Verifica-se que os lugares de pro-
cedência das pessoas componentes dos núcleos
familiares são heterogêneos. Os assentamentos
possem uma grande parte de migrantes dos esta-
Pedagogia).
{ }
dos de Minas Gerais e São Paulo, especialmente,
das cidades contíguas aos municípios de Itatiba e
Amparo como: Morungaba, Atibaia, Bragança
Paulista, Jundiaí e Pedreira. Como circunstância
paradoxal conferiu-se que no Bairro Jaguari de
Amparo são poucas as pessoas nascidas no mu-
nicípio.
Em contradição à peculiar ocupação dos assen-
tamentos subnormais por populações predominan-
temente infantis, nestes casos ressaltamos que
são majoritárias as faixas etárias dos indivíduos
com idade acima dos 12 anos. Estas representam
praticamente o 50% da população total dos lotea-
mentos. A menor concentração de pessoas encon-
tra-se na faixa das pessoas acima de 60 anos.
Em relação à atividade econômica da população
ativa, a maioria dos chefes de família possui
vínculo empregatício com registro em carteira e o
desenvolvimento de outras atividades como per-
tencentes ao mercado de autônomos, “bicos”, etc.
Há uma parcela pequena de moradores que rece-
be aposentadoria. Para a época dos levantamen-
tos existia uma taxa de desemprego em São Paulo
que oscilava entre 5,0% a 7,0% e outra. Nos as-
sentamentos está taxa era um pouco maior em
vista da baixa escolaridade dos moradores.
Dentro dos assentamentos foi identificado um
leque copioso de ofícios e profissões inseridas
sempre nos diversos setores da economia primá-
ria. Cabe salientar que, os empregos associados a
atividades como: agricultura, construção, comércio
e iniciativas públicas e privadas, a maioria destes
(aproximadamente 65%) estão concentrados em
Itatiba e Morungaba. A renda mensal familiar osci-
la entre 1,5 a 2,0 salários mínimos legais vigentes.
Tratando-se de um assentamento irregular, esta
última situação não pode ser catalogada como atí-
pica, pois, em muitas ocasiões foi revelada a ren-
da coletiva do núcleo. Isto é, a somatória dos salá-
rios dos integrantes da família.
Por outra parte, quanto ao levantamento arqui-
tetônico podem ser apresentadas as seguintes
considerações. Por motivos procedimentais os as-
sentamentos de Itatiba e Amparo foram divididos
em 29 e 13 quarteirões de acordo com nomencla-
tura alfabética e a subdivisão interna foi numérica.
Este procedimento precedeu a visitação das resi-
dências e permitiu conferir in loco os levantamen-
tos topográficos fornecidos pelas Prefeituras.
O número de lotes que consta no cadastro da Pre-
feitura de Itatiba é de 1745 no bairro San Francis-
co, já no Bairro Jaguari de Amparo existem 342
propriedades. No San Francisco apenas o 7,5%
dos lotes estão vazios, que demonstra uma si-
tuação de consolidação e alta densidade. O qua-
dro do Jaguari mostra um esvaziamento do lotes
quase três vezes maior. Em ambos os casos, os
loteamentos estavam submetidos a um processo
paulatino de desmembramento espacial da pro-
priedade. Isto é, as unidades não conservam seu
tamanho inicial prejudicando ainda mais suas des-
favoráveis condições originais.
Por outra parte, em Itatiba o bairro San Francisco
é provido de infra-estrutura completa: rede de
água e esgoto, iluminação, ruas asfaltadas, coleta
de lixo, transporte urbano e equipamentos tais
como escola, posto de saúde, centro comunitário.
A situação é diferente no bairro Jaguari, onde
comparecem a maioria dos problemas das favelas,
especialmente no que diz respeito à cobertura de
serviços públicos e infra-estrutura. A incipiência
material das casas e de poucas áreas de lazer; ou
quando existem não tem manutenção, são regis-
tradas nos dois assentamentos estudados. Uni-
camente em casos rarefeitos existem condições
extremas de adversa habitabilidade e confinamen-
to de pessoas.
Nos bairros, o espaço que permite a interação so-
cial é a rua. A inexistência de um sistema articula-
do de espaços públicos (parques, praças e
calçadas) com atributos que favoreçam a inte-
gração dos moradores somada à tênue definição
dos limites reais dos lotes com relação aos es-
paços públicos possibilitou a “privatização” paula-
tina de algumas áreas do loteamento. Os casos
mais destacados surgem nas esquinas e em seto-
res adjacentes às áreas de preservação (rio). Esta
situação evidencia até que ponto o direito indivi-
dual fragilizou o direito coletivo.
Os dois assentamentos são predominantemente
residenciais, sendo que também são identificáveis
outros tipos de usos e funções de forma dissemi-
nada e esporádica. Entre estes prevalecem, em
ordem decrescente de hierarquia, as propriedades
com os seguintes usos: comercial, religioso, edu-
cativo e atendimento social e de saúde. Do ponto
de vista morfológico, no loteamento identificaram-
se vários tipos de configurações as mais freqüen-
tes são as casas térreas e construções de um
andar.
Em função da grande quantia de edificações no
bairro San Francisco foi feito um recorte
quantitativo, isto é, tomou-se uma amostra de 75
casas. Este obedeceu ao interesse por participar e
teve certa aleatoriedade. A abordagem das
avaliações das unidades habitacionais do San
Francisco foi alicerçada na avaliação pós-
ocupação (Abiko; Ornstein, 2002) Esta esteve
baseada em certos atributos que foram
contemplados na entrevista: a) morfologia,
distribuição e dimensionamento das casas; b)
condições higiênicas dos espaços; c) conforto
ambiental (térmico, luminoso e acústico); d)
instalações e equipamentos instalados; e e)
matérias e características técnico construtivas.
Além disso, foram adotados alguns critérios de
classificação das habitações. Quanto ao seu grau
de habitabilidade para verificar as deficiências nos
itens mais importantes da construção e definir se a
construção era: precária, insatisfatória ou
suficiente. Evidenciou-se que o 64% pertence ao
grupo mais frágil, na seqüência o 20% estão
alocadas no patamar de insatisfatórias e o
privilegiado 12% reúne as suficientes. Também foi
feita uma categorização, associada à desoneração
de impostos, com relação às áreas construídas
para determinar a sistematização em três faixas:
até 70 m2 (74,67% de edificações), entre 70 e 90
m2 (13,33% de edificações) e acima de 90 m
2.
Pelo diagnóstico de habitabilidade das edificações
constatou-se que, grande parte das moradias do
projeto CASA tem problemas em vários dos itens
analisados. A priori, a principal questão esteve re-
lacionada a que as edificações encontram-se im-
plantadas em lotes com declividade acentuada e
as soluções dos proprietários, com estruturas mal
dimensionadas, não foram as adequadas. No pro-
jeto HABITAMPARO está abordagem da habitabi-
lidade, por questões operacionais, foi tangencial-
mente abordada.
Finalmente, nesta etapa de assessoria urbanística,
foram desenvolvidas questões referidas a:
a) correção e atualização de informações dos le-
vantamentos, dados cadastrais e atualização do
levantamento fotográfico; b) elaboração dos me-
moriais descritivos e propostas de urbanização do
projeto visando a melhoria da infra-estrutura do
bairro e adequação do loteamento à legislação vi-
gente (considerando também a destinação de
áreas livres, institucionais e de lazer); e c) elabo-
ração do projeto para a preservação das APAS
(áreas de proteção ambiental), APP’S (áreas de
preservação permanente), recuperação da mata
ciliar existente no loteamento e proposta de um
parque linear como intervenção paisagísticas. O
item c apenas vale para o projeto HABITAMPARO,
pois no bairro San Francisco não existe proximi-
dade com um tipo de cenário similar para salva-
guardar.
Assessoria jurídica Esta etapa esteve atrelada à assessoria urbana,
portanto, subsidiou-se no processamento da das
informações coletadas. No projeto CASA, o grau
de aprofundamento desta experiência esteve mais
{ }
focada em questões de escopo instrumental. Da
amostragem de 74 edificações observou-se que
55 edificações tinham registro; sendo que em
30,90 % ainda permanecia em nome da empresa
loteadora e em 69,1% constava de terceiros adqui-
rentes. Embora, em nenhum dos casos tenha sido
constatada averbação de construção, todos os lo-
tes tiveram implantada uma edificação. Observou-
se uma enorme heterogeneidade de situações
dominiais dos atuais ocupantes dos imóveis,
que não podem ser desconsideradas, devendo
se admitir como comprovação da propriedade
não unicamente a certidão de propriedade, mas
também as diversas formas documentais portadas
pelos ocupantes.
No projeto HABITAMPARO foi recolhida a docu-
mentação de mais da metade dos imóveis do
bairro e determinadas várias classificações que
subsidiariam a parte da legalização das proprieda-
des. Verificou-se que até 65% possuem título de
propriedade sem vinculo com documento original
emitido pelo loteador, 35% tem o titulo referido
com vínculo e o restante tem um título emitido em
nome do titular pelo loteador original. Com relação
ao tamanho da propriedade 55% possuem área de
até 250 m2 e 45% área maior que essa cifra. Apli-
cando a variável tempo de posse, o quadro revela
que o 50% exerce a posse mansa e pacífica há
mais de 10 anos, 19% exercem a posse entre 5 a
10 anos, 26% exercem a posse há menos de 5
anos e 5% não estavam em situação indefinida,
pois o não era possível possuir o tempo de exer-
cício de posse definido baseado nos documentos
apresentados.
O cruzamento dos anteriores dados permitiu iden-
tificar que tipo de usucapião individual era possível
utilizar nos processos perante a justiça (Cy-
mbalista; Rolnik, 1997). Inferiu-se que 60% das
propriedades estão inscritas na usucapião urbano,
pois tem lotes menores que 250 m2. Quase um
terço está amparado pela usucapião extraordinário
em decorrência da posse a mais de 15 anos e que
o usucapião ordinário seria aplicável no resto dos
casos, já que ostentam escrituras de parte ideal
acordada.
A condução das ações de caráter individual foi
viabilizada pela criação de um “kit judicial”. Esta
pasta de documentos entregues à Prefeitura reú-
ne: 1. Caracterização do Possuidor e do Imóvel; 2.
Cópias dos Documentos Coletados; 3. Histórico do
Loteamento; 4. Carta de Anuência da Prefeitura do
Município de Amparo; 5. Cartas de Anuência dos
Confrontantes; 6. Memorial Descritivo do Lote; 7.
Planta Cadastral do Lote; 8. Cópia da Lei Munici-
pal Nº 3.321/2007 - Instituição da Zona Especial
de Interesse Social – Zeis da NUP Do Jaguary
(NUP-6A); 9. Cópia da Art nº
92221220080343537/2008 (CREA 060177512-0)
e Art Nº 92221220080367320/2008 (CREA
5060726538).
No processo foram detectados certos descompas-
sos, que não são sui generis, devido às várias difi-
culdades advindas da natureza do trabalho de ex-
tensão. Se, por uma parte, durante a execução a
receptividade e os resultados parciais foram satis-
fatórios, não é possível negligenciar que prazos
mais dilatados interferiram diretamente nas tarefas
planejadas. Mas, por serem questões pontuais
não serão elencadas, apenas resta afirmar que em
todas as circunstancias cada problema teve a pre-
visão de uma ação para mediar na solução ou
equacionamento.
É importante enfatizar que a regularização fundi-
ária e o melhoramento de habitações têm desdo-
bramentos imprevisíveis e irrestritos. Assim, os
números descritos apresentam informações fun-
damentais para as futuras ações administrativas
e legislativas a serem desenvolvidas pelas Pre-
feituras, visando a aproximação à cidadania. En-
tretanto, cabe refletir se, por exemplo, as famílias
que não foram contempladas pelos projetos CASA
e HABITAMPARO, em função de questões pon-
tuais, e as prefeituras permitirão a continuidade do
processo de regularização fundiária? Além disso,
é inadiável a criação de instrumentos práticos para
garantir a permanência da comunidade para que
não sejam preteridos pela especulação imobiliária.
Assessoria Sócio-educativa Acredita-se que esta fase permitirá a concretiza-
ção do projeto de legalização nos planos sociais,
educativos, ambientais, etc. No quesito da escola-
ridade do núcleo familiar detecta-se que tanto no
bairro San Francisco, quanto no Jaguari pelo me-
nos um terço da população possui o primeiro grau
incompleto. Nesta ordem de idéias, as pessoas
que tem como formação final o segundo grau re-
presentam menos de um quarto da população. A
taxa media de analfabetismo das duas comunida-
des é relativamente baixa (aproximadamente
4,5%), se comparada à média do Brasil que em
2009 estava em 9,8%.
No caso do bairro San Francisco, em função do
contingente populacional (8000 pessoas) foram
propostas duas ações. Um curso de capacitação
do Canteiro-Escola que teve como finalidade a
qualificação de mão-de-obra, visando fornecer aos
moradores os conhecimentos necessários para
aplicar melhorias da própria moradia. Este curso
esteve composto de dois níveis: a) Básico (Módulo
1): formação geral esteve estruturado numa re-
visão de matemática aplicada à construção civil e
um mini-curso sobre o planejamento da economia
familiar; e b) Profissional (Módulos de 2 a 6): que
propendeu pela formação profissionalizante em
atividades que envolvem os fundamentos da cons-
trução civil. Esta parte envolveu diversas especia-
lidades, a saber: leitura de plantas, fundação, exe-
cução de alvenaria, execução de telhados, exe-
cução de reboco, assentamento de azulejos e
pisos, execução das instalações elétricas, hidráuli-
cas e esgotamento sanitário. O Curso, desenvolvi-
do em módulos, teve boa acolhida e previu a en-
trega de um certificado de conclusão ao aluno que
completou o módulo básico e um módulo profis-
sionalizante.
A outra ação prevista foi o assessoramento técni-
co para formação de uma cooperativa dos mora-
dores do bairro. A cooperativa visa criar condições
de organização entre os moradores (mutirões, a
obtenção de financiamento para a aquisição de
material empregado nas obras, etc.). Além disso,
será possível uma capacitação nos diversos ní-
veis, articulando uma organização social de tra-
balho dos componentes da cooperativa. A primeira
obra neste sentido foi a promoção de reuniões
com moradores interessados.
De modo análogo, no Bairro Jaguari (990 habitan-
tes) adiantou-se a articulação de ações que procu-
raram: o trabalho junto à Associação de Morado-
res e a qualificação da comunidade.
O robustecimento da Associação de Moradores
previu dissímeis etapas. Em primeiro lugar verifi-
cou-se a situação de regularidade e identificação
da necessidade de viabilizar para sua regulariza-
ção. Foram criadas comissões de trabalho, para o
acompanhamento do processo. O diagnóstico des-
ta circunstância terminou na regularização da
Associação perante os órgãos públicos e cartório.
A partir deste ponto, alavancou-se a efetiva parti-
cipação dos moradores na associação e nos pro-
cessos de sua representação (foram delineadas
as diretrizes para a realização da Assembléia para
eleição, aprovação de novo estatuto, julgamento
das contas das diretorias, etc.), em fim envolvi-
mento nos processos sucessórios e administrati-
vos da Associação. Este passo foi crucial porque
também subsidiou o encaminhamento de ações
junto aos órgãos competentes e a resposta da de-
fensoria pública sobre sua participação no patrocí-
nio dos processos individuais de regularização
fundiária encaminhados.
Algumas ações que conjugam a organização co-
munitária e educação foram esboçadas. Destaca-
se a educação não-formal direcionada a organi-
{ }
zações sociais que fornece procedimentos para a
coleta das memórias dos moradores do Jaguarí.
Simultaneamente salientou-se a formação de mul-
tiplicadores para a implementação do programa
“Direitos e Deveres”, com a finalidade de que as
atividades da associação possam acontecer de
forma constante e democrática.
Por outra parte, com escopo educativo-ambiental
foram implementadas diversas oficinas de: reci-
clagem, pintura, informática, etc. (Figura 6). Estas
foram ministradas pelos estagiários e/ou professo-
res. O público que freqüentou estas atividades foi
geralmente a população infantil do bairro Jaguari e
áreas adjacentes. As aulas tiveram o intuito de ca-
racterizar alternativas de geração de renda e edu-
ca-ção ambiental, direta ou indireta, para as pes-
soas do bairro.
Na educação ambiental foram implementadas as
seguintes ações: a) Reciclagem do lixo; b) Oficina
de mosaico a partir do lixo recolhido; c) Oficina de
fabricação de tinta à base de terra. As três oficinas
partem do principio de aproveitar o material usado
originário do próprio local, isto é, o bairro Jaguari.
Os trabalhos desenvolvidos pelos alunos foram
executados nas instalações da Associação de Mo-
radores.
Figura 6a: Resultado das atividades desenvolvidas nas oficinas. Fonte: Arquivo CEUr (Universidade São Francisco).
Figura 6b: Resultado das atividades desenvolvidas nas oficinas. Fonte: Arquivo CEUr (Universidade São Francisco).
Quanto às oficinas para capacitação de moradores
foi ministrado um curso de inclusão digital. A Uni-
versidade São Francisco viabilizou a parte operati-
va desta oficina, pois doou alguns computadores e
equipamentos. A organização do material para
este mini-curso foi formatada como um curso bási-
co em informática. É importante salientar que, em
face da finalização do projeto alguns moradores,
se dispuseram a dar continuidade ao processo de
inclusão digital para os próximos interessados.
Tradicionalmente, a assessoria sócio-educativa
tem uma complexidade expressiva e certa defasa-
gem com relação às outras assessorias. Mas é
considerada essencial neste tipo de projetos de
extensão, pois os processos de regularização fun-
diária e melhoria das edificações, entendidos co-
mo propostas que trazem segurança da posse da
terra e habitabilidade, não procuram apenas sua
concretização material, mas a criação de um con-
junto de estratégias de desenvolvimento e inde-
pendência.
Nos assentamentos, objeto de estudo desta inter-
venção, é possível elucidar que foi fundamental a
participação das comunidades envolvidas, em es-
pecial Amparo, pois são as principalmente afeta-
das e auferirão os benefícios e as obrigações junto
à sociedade. Quando as comunidades conhecem
e se integram aos processos, como primeiras in-
teressadas, além de saber as limitações de um re-
lativamente longo e entravado processo judicial
constroem elos para a plausível articulação de
ações que propendam pela melhoria de qualidade
de vida em outras áreas.
O projeto CASA prezou no sentido de prover regu-
larização tanto construtiva, quanto fundiária. A
concretização da transferência legal da titularidade
dos lotes amplia a obtenção de prerrogativas e in-
corporação de direitos de cidadão. Embora o pro-
jeto tenha planejado objetivos ambiciosos, este
não conseguiu sua efetivação total, isto é, a entre-
ga da documentação para obter a titularidade do
imóvel. Nesse caso, as principais circunstâncias
que obstaram os objetivos foram: a) a falta de in-
teresse do governo de Itatiba em firmar outras
parcerias junto aos órgãos pertinentes para finali-
zar o processo legal; b) o incipiente envolvimento
da comunidade nas reuniões e a inexistência de
uma Associação de Moradores organizada e mobi-
lizada.
O projeto HABITAMPARO obteve avanços signifi-
cativos em relação ao projeto CASA. Uma das ex-
plicações para este ocorrência surge a partir da
ampliação da equipe técnica, pois além dos cursos
de Arquitetura e Urbanismo e Direito, a inclusão
da Pedagogia proveu um maior grau de compro-
misso da comunidade, identificação e apropriação
do trabalho executado. A totalidade dos produtos
foi entregue individualmente a cada morador e à
Prefeitura Municipal de Amparo para que sejam
encaminhados ao Poder Judiciário. A estreita re-
lação comunidade/Universidade possibilitou a
constante troca de informações. Esta foi decanta-
da pela constante fiscalização da comunidade e
da Prefeitura, através de reuniões periódicas entre
todos os atores submersos no processo.
Os resultados obtidos permitem inferir uma meto-
dologia que subsidia conceitualmente os proces-
sos de regularização fundiária e melhoramento de
habitação social. No Brasil, a questão habitacional
está atrelada à questão fundiária, pois é impossí-
vel mencionar uma sem mencionar a outra e vice-
versa. Em hipótese, o problema da falta de mora-
dia seria resolvido considerando conjuntamente
estas variáveis.
Para encerrar o tópico das consultorias interdisci-
plinares é importante asseverar que apelando a
todos os tipos de assessorias explanadas para a
regularização fundiária dos assentamentos e
melhoramento das edificações, as cidades de Ita-
tiba e Amparo viabilizaram a recomposição da
malha urbana. Preliminarmente, estes instrumen-
tos possibilitaram a circunscrição de ocupações de
unidades habitacionais que não são compatíveis
com áreas de preservação, de mananciais, de uso
comum do povo e áreas de risco. Mas, parte des-
sa discussão será ampliada no item derradeiro
deste texto.
Considerações finais
Não obstante as cidades menores não sofram das
dificuldades dos grandes centros urbanos, nestes
conglomerados também comparecem múltiplas
nuances que representam entraves no seu desen-
volvimento. Entretanto, não são apenas de nature-
za física, mas também tem escopo governamental.
Na prática, isto significa falta de diretrizes institu-
cionais capazes de nortear seu progresso8. A
atuação da Universidade São Francisco que deli-
neou as parcerias que resultaram nos projetos de
extensão CASA e HABITAMPARO tentaram rever-
tem essa lógica e reergueram as balizas para
melhorar a qualidade de vida dos moradores dos
bairros analisados.
Vale a pena salientar que o tipo de precariedade,
especialmente construtiva9, encontrada em Itatiba
8 Este problemática se considerada isolada do contexto não
teria graves repercussões, mas quando vista à luz de incerte-zas operacionais e financeiras, atreladas à dimensão dos mu-nicípios ganha proporções incomensuráveis. 9 Importante acrescentar que a questão habitacional no Brasil
apresenta deficiências não apenas no que toca a políticas habi-tacionais efetivas, mas também em relação à oferta de tecno-logias. Nesta área ainda impera o processo artesanal de cons-trução, de qualidade questionável e custos altos. Verifica-se também que o desperdício é atestado pela quantidade de ma-
{ }
e Amparo difere da pobreza de São Paulo e
Campinas10
. Alguns estudos urbanos e demográfi-
cos recentes apontam que o crescimento das
grandes cidades também esta sendo dissolvido
não apenas nas áreas metropolitanas, mas em
áreas adjacentes. Nesta assertiva radica a im-
portância dos pequenos núcleos urbanos para
responder ao problema habitacional e de regulari-
zação fundiária.
Em síntese, a análise explanada dos dois projetos
revela que existem certos descompassos que me-
recem uma elucidação mais aprimorada. Surge a
inquietação de porque, sendo dois projetos que
possuem o mesmo escopo e finalidades
semelhantes um dos supracitados mostrou resul-
tados mais expressivos. Para esclarecer este pon-
to é necessário apelar a esclarecimentos em três
direções: a Interdisciplinaridade, a consolidação
da relação com a comunidade e as parcerias inte-
rinstitucionais.
As parcerias interinstitucionais entre as Prefeituras
de Itatiba e Amparo e a Universidade São Francis-
co (CEUr) mostram a função social das entidades
educativas. Acredita-se que deste prisma, o con-
hecimento não fica restrito ao ambiente universitá-
rio, mas serve para alavancar processos de trans-
formação no intuito de permitir a inclusão sócio-
espacial, isto é, recuperar o autêntico direito da
cidade para todos. Mas, ao mesmo tempo, não é
possível negligenciar a atuação dos governos lo-
cais e a participação dos habitantes dos assenta-
mentos. Todos conjugados são fatores peremptó-
rios na solução de problemas associados às ques-
tões de Habitação de Interesse Social no Brasil.
Grosso modo, a regularização fundiária não pode
téria-prima que sai da obra sob forma de entulho, chegando a representar o 30% na execução. 10
Trata-se de um gênero de escassez de recursos menos
concentrado, pois nas cidades que ostentam maior densidade os contrastes resultam mais gritantes. Mas, esta afirmação não significa a negação das outras feições identificadas em assentamentos subnormais. De modo contraposto, é possível afirmar que, no sentido da segregação sócio-espacial, estamos lidando com nuances análogas.
receber o peso de ser considerada uma política
habitacional. Isto, porque uma aceitação implícita
da sociedade deste tipo de ações, além de gerar
precedentes desvirtuados, permite o robusteci-
mento da criação de um círculo vicioso. No âmbito
brasileiro também se deve focar a atenção em que
qualquer forma de legalização obriga paralelamen-
te à articulação de ações com as outras políticas
sociais e urbanas locais e regionais como:
melhorias na unidade habitacional, espaço publi-
co, dotação de postos de saúde, educação cultura
e esportes, canalização de córregos, complemen-
tação de redes infra-estrutura, programas de ge-
ração de emprego e renda, etc. Na mesma pers-
pectiva dessas últimas ações deve ser possível
propiciar pela disseminação das informações con-
cernentes à legislação, a capacitação de lidera-
nças e a consolidação de organizações comunitá-
rias.
Finalmente, ressaltemos que mesmo tendo con-
hecimento de que qualquer investimento de recur-
sos das administrações municipais, estaduais ou
federais é precedido por um processo de legali-
zação dos assentamentos, esse não pode ser pa-
liativo, nem fruto de interesses políticos. Os pro-
gramas implementados, sobretudo, devem ser
coerentes com a Constituição brasileira com a fi-
nalidade de garantir os direitos fundamentais dos
cidadãos, em especial, o direito à moradia.
Referências
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Urbana e Avaliação Pós-Ocupação (APO) da
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KOHLSDORF, Maria E. A apreensão da forma da
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MARICATO, Erminia. Metrópole na periferia do
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ROLNIK, Raquel, et al. Plano Diretor participativo.
Guia para elaboração pelos municípios e cida-
dãos. Brasília: Ministério das Cidades, 2004.
Cita del artículo
FRICKE, Glacir T.; BASTIDAS, Jairo; QUAGLIA, Sergio.
Algumas experiências acadêmicas em habitação de in-
teresse social na região sudeste do Brasil: regularização
fundiária em municípios entre as regiões metropolitanas
de Campinas e São Paulo. Hábitat y Sociedad, 2010, nº
1, p. 133-149. <www.habitatysociedad.us.es>.
LED (Libros, Eventos, Debates)
{ y }
www.habitatysociedad.us.es
XVI Encuentro de la Red Universitaria Latinoamericana de Cátedras de
Vivienda (ULACAV). Montevideo, 2010
Sharon Recalde
Marta Solanas Domínguez
Raúl Vallés
Resumen
La Red Universitaria Latinoamericana de Cátedras de Vivienda reúne a docentes y estudiantes de diversos países de la
región interesados en potenciar su accionar a través de la reflexión sobre temas comunes, tendiendo a mejorar la for-
mación en la producción y gestión social del hábitat en diversas carreras. Con este fin, anualmente se realizan encuen-
tros de cátedras de vivienda, oportunidad en que se debate sobre temas específicos previamente determinados. El pre-
sente informe ilustra sobre las actividades, contenidos y conclusiones del XVI Encuentro realizado en Montevideo, Uru-
guay, en octubre de 2010, la Innovación Académica en la Formación para la Gestión Social del Hábitat.
Palabras clave
Innovación académica; Formación; Gestión social del hábitat.
Abstract : XVI Meeting of the Latin American University Network of Housing
Departments. Montevideo | 2010
The "Latin American University Network of Housing Departments" gathers together lecturers and students from a variety
of countries of the region interested in enhancing their actions through reflection on common issues, and tend to improve
training in social production and management of habitat in diverse university courses. To this end, the "Latin American
University Network of Housing Departments" meets annually, this occasion being an excellent opportunity to debate pre-
viously determined specific issues. The following report illustrates the activities, contents and conclusions of the "XVI
Meeting of the Latin American University Network of Housing Departments " held in Montevideo, Uruguay, in October
2010, titled Academic Innovation in Training for Social Management of Habitat.
Key Words
Academic Innovation; Training; Social Management of Habitat.
Mg. Arq. Planificación Urbana y Territorial en países en desarrollo. Universidad de la República (UDELAR). Facultad de Arquitectura (FARQ). Uruguay. Unidad Permanente de Vivienda (UPV). Red de Asentamientos Humanos Hábitat y Vivienda (REAHVI). Datos de contacto: Br. Artigas 1031. Montevideo. E-mail: [email protected]. Mg. Arq. Gestión Social del Hábitat. Universidad de la República. Facultad de Arquitectura. Uruguay. Unidad Permanente de Vivien-da. Datos de contacto: Br. Artigas 1031. Montevideo. E-mail: [email protected]. Arq. Universidad de la República. Facultad de Arquitectura. Uruguay. Unidad Permanente de Vivienda. Datos de contacto: Br. Arti-gas 1031. Montevideo. E-mail: [email protected].
{ }
Red ULACAV
Esta Red está integrada por académicos latinoa-
mericanos que abordan en forma permanente la
producción y gestión social del hábitat de manera
interdisciplinaria, a través de actividades de do-
cencia, investigación y extensión, llevadas a cabo
desde cátedras de grado y posgrado, institutos,
centros de investigación, secretarías y otras de-
pendencias universitarias.
Se entiende la vivienda y el hábitat como el lugar
que cobija espacialmente al ser humano y permite
la estructuración física, psíquica y social de su
entorno y ser personal. Sin embargo, se constata
que grandes sectores de la sociedad mundial ca-
recen de viviendas adecuadas, observándose el
desarrollo creciente de graves conflictos deriva-
dos de la crisis habitacional, especialmente en los
segmentos de mayor precariedad y vulnerabili-
dad.
Muchos académicos de Latinoamérica sostienen
que el mejor aporte para superar efectivamente el
problema radica en capacitar al máximo en este
tema a jóvenes generaciones que transitan por la
universidad en su trayectoria hacia la adquisición
de títulos profesionales. Por lo antedicho en el
1er
Encuentro de la Red en 1995, se asumió el
compromiso de impulsar en las universidades el
estudio y preparación sobre estos temas y pro-
blemas.
Por lo tanto es intención de esta Red facilitar a
sus miembros el conocimiento de los cursos de
acción exitosos que con mayor o menor eficacia
llevan a cabo los actores sociales de la gestión
habitacional en Latinoamérica para la resolución
de las problemáticas antes señaladas, contribu-
yendo al conocimiento y libre ejercicio de los de-
rechos a la ciudad y la vivienda por parte de todos
los ciudadanos sin discriminación social alguna.
Se busca intensificar en los ámbitos universitarios
las actividades de enseñanza, investigación y
extensión en vivienda y hábitat social.
La Red ULACAV, entonces, es un ámbito para
discutir lo que se está haciendo, en la función
específica de docencia en Vivienda (contenidos,
metodologías, instrumentos utilizados). Es una
instancia de acción colectiva de gestión para ins-
talar el tema del Hábitat social en la Universidad
en un esfuerzo de convencer a los otros sobre el
interés de la temática de Vivienda. Es un ámbito
para intercambiar información y experiencias so-
bre otras actividades relacionadas con el tema del
Hábitat social (investigaciones, trabajo de campo,
extensión, etc.) en relación a la enseñanza.
Encuentro Montevideo, 2010
Los días 7, 8 y 9 de octubre de 2010 se desarrolló
en la Facultad de Arquitectura de la Universidad
de la República (UDELAR) el XVI Encuentro de la
Red Universitaria Latinoamericana de Cátedras
de Vivienda, organizado por la Unidad Permanen-
te de Vivienda de la Facultad de Arquitectura y la
Red de Asentamientos Humanos, Hábitat y Vi-
vienda de la UDELAR. En esta oportunidad el
tema del Encuentro fue la Innovación Académica
en la Formación para la Gestión Social del Hábi-
tat.
Se propuso reflexionar a partir de experiencias
innovadoras en la formación académica de grado
y posgrado, propuestas y aportes teóricos para
enriquecer la mirada sobre los procesos de ges-
tión social del hábitat partiendo de considerar es-
tos procesos necesariamente interdisciplinarios,
evolutivos, participativos, concertados e inciertos.
Se adoptó el concepto “innovación académica”
sustituyendo a “innovación pedagógica”, porque
la primera involucra a la segunda, tratando de no
dejar de lado otros componentes que hacen a la
formación de estudiantes, en una relación de en-
señanza-aprendizaje en el ámbito universitario,
que implica las tres funciones tradicionales de
enseñanza, investigación y extensión. No se bus-
caron necesariamente innovaciones absolutas en
la temática, pero sí originales en cuanto a su apli-
cación a la realidad académica y a los procesos
participativos de toma de decisiones para la Ges-
tión Habitacional, que contribuyen a dar cuenta de
nuevas realidades o nuevas aproximaciones a
viejas realidades.
Apertura del Encuentro. En la imagen: Arq. Raúl Vallés.
UPV-FARQ-UDELAR; Arq. Jorge Di Paula. REAHVI-
UDELAR; Arq. Gustavo Scheps. Decano FARQ-UDELAR;
Arq. Marta Giró. Secretaria General ULACAV.
A partir de esta premisa se definió abordar el
tema, en primera instancia, desde dos líneas:
- Aula en contexto real, haciendo referencia a
experiencias realizadas en relación con el me-
dio.
- Aula en contexto virtual, como alternativa al aula
tradicional, a través del uso de las Tecnologías
de la Información y Comunicación (TICs).
Participaron a través de las ponencias presenta-
das representantes de universidades de Argenti-
na, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, España, Méxi-
co y Uruguay. Estuvieron presentes durante el
encuentro, compartiendo las actividades, docen-
tes y estudiantes de Argentina, Brasil, Chile, Es-
paña, Paraguay y Uruguay.
El Encuentro se estructuró en un bloque expositi-
vo, que tuvo como objetivo lanzar temas para el
debate, actividad principal del mismo. Fueron
ofrecidas dos conferencias en relación a las lí-
neas propuestas.
La primera conferencia, “La enseñanza de la ges-
tión social del hábitat. Experiencias de innovación
educativa”, impartida por el Dr. Arq. Esteban de
Manuel Jerez (España), planteó un enfoque con-
ceptual y pedagógico sobre el que se sustentan
las experiencias de trabajo concreto llevadas a
cabo durante el proceso de varios cursos, que
describió. Realizó reflexiones sobre el concepto
de innovación, de educación (educación proble-
matizadora y pensamiento complejo) y sobre la
formación de profesionales que tendrán un rol en
los procesos de producción social del hábitat,
proponiendo que deberán adquirir una perspecti-
va compleja del hábitat y una mirada “poliética”
con responsabilidad social.
Las experiencias descriptas fueron las siguientes:
- Introducción de contenidos transversales de
hábitat y gestión social del hábitat en asig-
naturas gráficas, desde 1996.
- Taller integral de arquitectura: El Aula “Arqui-
tectura, ciudad y desarrollo”. Desde 1999.
- Asignatura electiva “Hábitat y Desarrollo”, des-
de 2004.
- Aprendiendo de Larache. Seminario-talleres,
2005-06 y 2006-07.
- Máster en Gestión Social del Hábitat, desde
2008.
La segunda conferencia tuvo como título “El uso
de las TICs en el proceso de conocimiento” y fue
impartida por la Dra. Cristina Contera (UDELAR,
Uruguay). Esta conferencia desarrolló el tema de
la innovación académica necesaria en el contexto
actual del conocimiento y el aporte posible de las
TICs a los procesos de innovación. Disertó sobre
la sociedad de la información, la sociedad del co-
nocimiento y sobre las sociedades del aprendiza-
je para reflexionar luego sobre las “Comunidades
virtuales de aprendizaje e innovación educativa”.
{ }
Planteó la necesidad de realizar una innovación
crítica a través de la revisión de los supuestos
educativos actuales, incorporando a partir de ahí
cambios radicales no sólo en las modalidades de
enseñanza sino, y sobre todo, en la vida cotidiana
de los estudiantes, en los métodos de enseñanza,
en la concepción y diseño curricular, en los recur-
sos educativos, en la evaluación de los aprendi-
zajes. Planteó que la innovación no es la incorpo-
ración ni el uso per se de las TICs, sino determi-
nados usos de estas tecnologías, lo que genera
dinámicas de innovación, información y mejora de
la enseñanza y el aprendizaje. Recomienda partir
del reconocimiento de su potencial educativo co-
mo facilitadores de nuevas formas de concebir la
producción y la distribución de saberes, de ges-
tionar el conocimiento.
Conferencia del Dr. Arq. Esteban de Manuel Jerez
La innovación deseable parte de concebir mode-
los de formación híbridos o mixtos, de proponer
innovaciones no sólo en lo instrumental sino
también en lo cultural y político, de perturbar las
mentes y las estructuras que limitan e imposibili-
tan. En este sentido la interinstitucionalidad y la
interdisciplina favorecen el escenario innovador;
por tanto la Red ULACAV es un ámbito fértil para
la gestación de una comunidad virtual de aprendi-
zaje.
Otros insumos para la reflexión aportados fueron
la Síntesis de las Ponencias presentadas a este
encuentro y el Informe sobre el Primer Encuentro
Virtual de Aulas en contexto.
La Síntesis de Ponencias pretendió capitalizar los
aportes de cada una de ellas, además de esta-
blecer las temáticas recurrentes e innovaciones
presentadas. Un enfoque pedagógico fue expues-
to en algunas de las ponencias, en algunos casos
como tema central y en otros como fundamenta-
ción de experiencias concretas. Se presentaron
experiencias de cursos aislados, articulación de
cursos (de grado y posgrado) y carreras comple-
tas. La mayoría de las experiencias descritas tie-
nen que ver con trabajos de campo en contextos
de precariedad, lo que llamamos aula en contexto
real. En estos casos se busca contrastar la teoría
con la realidad, vincular el discurso con la acción
y actuar sobre la realidad. Otros temas abordados
en menor medida son la relación de la enseñanza
con la investigación y la interdisciplina. Se planteó
innovación también a través de propuestas de
abordaje de nuevas temáticas. El uso de las TICs
en los procesos de formación fue abordado de
manera marginal, valorándose la propuesta de
crear un espacio de formación permanente y for-
talecer la Red ULACAV facilitando el intercambio
continuo y no sólo durante los encuentros anua-
les.
El Encuentro Virtual de Aulas en contexto fue una
propuesta de trabajo en un nuevo espacio de in-
tercambio utilizando la Plataforma EVA (Espacio
Virtual de Aprendizaje de UDELAR), realizado
previamente al encuentro en Montevideo, con la
idea de experimentar el uso de las TICs, con la
participación de los siguientes cursos y faculta-
des:
- Taller Libre de Proyecto Social (TLPS). Facultad
de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Universi-
dad de Buenos Aires.
- Gestión y Desarrollo de la Vivienda Popular.
Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo,
Universidad del Nordeste, Argentina.
- Taller Vivienda Social y Ciudad. La Vivienda
Social en contextos de precariedad: una apro-
ximación al caso de Santa Rosa de Lima, Santa
Fe. Facultad de Arquitectura, Universidad del Li-
toral, Argentina.
- Viviendo al Margen. El espacio público en con-
textos de precariedad. Curso Interáreas y Ex-
tensión. Facultad de Arquitectura, Universidad
de la República, Uruguay.
- Proyecto de Extensión Arquitectura y Comuni-
dad y Cátedra de Proyecto Arquitectónico-
Vivienda de interés social. Curso de Arqui-
tectura y Urbanismo. Universidade Feevale, No-
vo Hamburgo (RS), Brasil.
- Máster en Gestión Social del Hábitat. Universi-
dad de Sevilla, España.
Durante su presentación se describió la propuesta
y los resultados obtenidos además de plantear
interrogantes respecto al proceso desarrollado.
El objetivo del Encuentro Virtual fue poner en
práctica una experiencia novedosa al mismo
tiempo que compartir, durante los meses previos
al Encuentro, diferentes instancias en los cursos
que participaban de la misma y de esta forma:
coordinar algunos objetivos de trabajo, realizar
actividades comunes, compartir los resultados de
los procesos y los propios procesos de enseñan-
za-aprendizaje.
Los productos que se obtuvieron son: fichas in-
formativas de cada curso que participó, materia-
les aportados por cada uno de ellos, una plata-
forma común de trabajo en funcionamiento y un
trabajo en red en marcha.
Por otro lado, a partir de esta experiencia piloto
surgieron múltiples interrogantes, especialmente
dirigidos al futuro, cuya respuesta contribuirá a
potenciar el trabajo ya realizado y fortalecer la
Red ULACAV. Se trata de cuestionamientos téc-
nicos, sobre herramientas virtuales a utilizar, y
también pedagógicos, relativos a los contenidos y
actividades o tareas a realizar en conjunto por
parte de los distintos integrantes de la iniciativa
con el reto que esto significa. En respuesta a al-
gunos de estos cuestionamientos, luego del En-
cuentro, un grupo de estudiantes tomó la ini-
ciativa de continuar con el intercambio de acti-
vidades a través de un grupo virtual en Facebook.
A partir de todos estos disparadores se desarro-
llaron los Talleres de Estudiantes y Docentes.
Los estudiantes comenzando a debatir
En el Taller de Estudiantes se realizó la pre-
sentación de las diversas experiencias de trabajo
de cada grupo asistente, en plenario. Esta activi-
dad fue compartida por docentes y estudiantes de
la Universidade Feevale de Novo Hamburgo, Bra-
sil, conectados a través de video conferencia. Se
propuso la utilización de esta herramienta como
forma de experimentar los beneficios del uso de
las TICs en el trabajo en red.
Luego se discutió en grupos sobre los dos ejes
propuestos. Se recogieron los aportes en un ple-
nario, realizándose un resumen de las principales
{ }
ideas. La discusión de los estudiantes se centró
en la reflexión sobre las experiencias de trabajo
en campo, considerando los aportes de esta rela-
ción con la población a su proceso de formación.
En esta instancia se expresó que el trabajo en
contexto real permite una percepción directa y
sensible y en consecuencia un aprendizaje más
real, objetivo y comprometido. Un profesional que
trabaja en contexto real deberá actuar con res-
ponsabilidad ciudadana, de una forma ética, y
deberá contar con la capacidad de enfrentar lo
incierto y reconocer a los otros actores. Un do-
cente deberá reunir estas características y tener
experiencia de trabajo directo, facilitar el inter-
cambio entre estudiantes y la sociedad y fomentar
el trabajo interdisciplinario y no sólo multidiscipli-
nario.
En cuanto al Aula en contexto virtual, se reflexio-
nó respecto a las posibilidades de intercambio de
información y de experiencias que genera, así
como la oportunidad de sistematizar producciones
diversas, el conocimiento de contextos diferentes.
Este intercambio permite, además de aproximar-
se a la construcción colectiva de conocimiento y
su socialización, repensar el propio trabajo.
Se concluyó que el compromiso institucional,
académico, social y político es necesario desde
una perspectiva de derecho socio-habitacional-
ambiental. Se debe enfocar desde una mirada
sistémica, en todos los niveles de la enseñanza y
con la participación del Estado, por ende con ca-
pacidad de negociación, transformación e interac-
ción. Se propone instalar fuertemente el paradig-
ma de producción social del hábitat en las univer-
sidades y generar espacios de actuación que in-
tegren enseñanza, extensión e investigación, utili-
zando herramientas que estén al alcance de toda
la sociedad.
La pauta de discusión para el Taller de Docentes
se centró también en Aula en contexto real y Aula
en contexto virtual. Se pueden resumir los aportes
realizados en relación a los aspectos que se co-
mentan a continuación.
Se plantea el marco desde el cual parte la inno-
vación, incorporando: comunidades de aprendiza-
je, una perspectiva ético-política, el marco de los
derechos humanos, una visión crítica y compleja,
considerando siempre el contexto actual latinoa-
mericano de transformaciones estructurales.
Se propone avanzar en la innovación desde tres
dimensiones: definición del objeto, metodologías
específicas y transferencia de conocimiento bidi-
reccional con los pobladores.
La producción social del conocimiento es necesa-
ria para el abordaje de la producción social del
hábitat; por tanto ámbitos para la innovación se-
rán: organizaciones sociales, organismos públi-
cos, distintos niveles de la escolarización, orga-
nismos gremiales de profesionales.
Algunas acciones propuestas para lograr innovar
fueron: realizar alianzas con distintos actores,
construir vínculos y gestión calificantes, desarro-
llar una “ecología de saberes”, tomar conciencia
del papel auxiliar del técnico en los procesos par-
ticipativos, comprometer a los actores competen-
tes en los procesos, desarrollar programas de
responsabilidad social universitaria, potenciar la
inteligencia emocional, sacar la temática de la
producción social del hábitat de la marginalidad
académica para favorecer la articulación y diálogo
con otros ámbitos.
Se propusieron metodologías concretas para fo-
mentar la innovación, entre las cuales se conside-
raron: incorporar instrumentos híbridos de apren-
dizaje presencial, virtual y real; estimular la pre-
sencia de estudiantes en las diferentes institucio-
nes y organizaciones sociales y empresariales
vinculadas; desarrollar aprendizaje a través de la
construcción de aprendizaje significativo y de
grupos de trabajo; promover el aprendizaje en
procesos de extensión universitaria, aprendizaje y
servicios; invertir el proceso de aprendizaje: trans-
formar y luego reflexionar; construir los problemas
y soluciones con la comunidad; avanzar en la
acreditación de cursos interdisciplinarios; aplicar
las TICs a nuevos enfoques pedagógicos y para-
digmas del aprendizaje; promover la plataforma
Moodle; potenciar la relación virtual de las cáte-
dras.
Para finalizar las actividades se realizó un taller
conjunto de docentes y estudiantes donde se
compartieron las conclusiones de ambas instan-
cias.
Debate de docentes. Fuente: Servicio de Medios Audiovisuales. FARQ-UDELAR
Complementando las actividades específicas del
Encuentro se realizó previamente al comienzo
oficial del mismo la actividad Vivienda y Ciudad:
un recorrido por Montevideo, visitando Cooperati-
vas de Vivienda con la participación de los docen-
tes y estudiantes participantes. Esta experiencia
es un referente internacional sobre procesos de
gestión social del hábitat y por tanto es de espe-
cial interés de los visitantes extranjeros. El reco-
rrido incluyó experiencias de cooperativas de
ayuda mutua y ahorro previo de distintas épocas
y el intercambio de impresiones con sus usuarios.
La Asamblea de la Red tuvo dos sesiones para la
definición de aspectos administrativos y estatuta-
rios, planificación de actividades futuras y com-
promisos de participación de los integrantes, con
el fin de promover un permanente y más profundo
intercambio entre las cátedras e iniciar acciones
hacia el Encuentro XVII.
Para los próximos Encuentros se estableció que
las sedes serán la Universidad Austral de Valdivia
(Chile) en 2011 y la Universidad Católica de Cór-
doba (Argentina) en 2012. El eje temático para el
Encuentro XVII de Valdivia será: “Estrategias de
inserción y ampliación de la temática en los currí-
cula desde una perspectiva interdisciplinaria”.
Son muchos los retos que desde nuestras Uni-
versidades enfrentamos a la hora de contribuir a
dar solución a la problemática habitacional. Oca-
siones de intercambio y debate, como la que fue
relatada, potencian el aporte que cada una en su
ámbito puede realizar. La Red ULACAV, en la
medida en que vea fortalecido su accionar, gene-
rará ámbitos permanentes de formación para los
futuros profesionales que participen en los proce-
sos de gestión social del hábitat. Este es uno de
los desafíos asumidos, que deberá estar susten-
tado en una revisión de los supuestos educativos
actuales, de los modelos de enseñanza pertinen-
tes para la formación de los profesionales idóneos
{ }
para desempeñarse en la comunidad.
Nota sobre fuentes de información
Para el punto “Red ULACAV” se tomaron
contenidos de la página web:
<www.redulacav.org>.
Sobre lo discutido en el taller de estudiantes
se tomaron conceptos del resumen elabora-
do por Joaquín Deon, estudiante del Semina-
rio de Trabajo Social y Hábitat, Escuela de
Trabajo Social, Carrera de Geografía. Uni-
versidad Nacional de Córdoba, Argentina.
Sobre lo discutido en el Taller de Docentes
se tomaron conceptos de los apuntes de los
Arquitectos Marta Giró (Universidad del Nor-
deste, Argentina) y Jorge Di Paula (REAHVI,
UDELAR, Uruguay).
Además de los Arquitectos Recalde, Solanas
y Vallés, el Comité Organizador del XVI En-
cuentro de la Red ULACAV estuvo confor-
mado por los Arquitectos María del Huerto
Delgado y Jorge Di Paula.
Información complementaria, sobre la red y
anteriores Encuentros pueden ser consulta-
dos en: <www.redulacav.org>.
Cita del artículo
RECALDE, Sharon; SOLANAS, Marta; VALLÉS, Raúl.
XVI Encuentro de la Red Universitaria Latinoamericana
de Cátedras de Vivienda (ULACAV). Montevideo, 2010.
Hábitat y Sociedad, 2010, nº 1, p. 153-160.
<www. habitatysociedad.us.es>.
{ y }
www.habitatysociedad.us.es
Objetivos y alcances de los Relatores Especiales sobre la vivienda ade-
cuada de Naciones Unidas
Roberto Goycoolea Prado
Paz Núñez Martí
Resumen
El 24/09/2010 Naciones Unidas prorrogó por tres años el mandato de Raquel Rolnik, “Relatora Especial sobre una vi-
vienda adecuada como elemento integrante del derecho a un nivel de vida adecuado y sobre el derecho de no discrimi-
nación a este respecto”. Ningún periódico de mayor tirada español recogió la noticia. Tienen razón, difícilmente la conti-
nuidad o cese de un miembro de un organismo internacional es algo destacable. Pero tampoco hicieron ninguna men-
ción al contenido de su último informe, pese a tratar un tema que nos incumbe: la dramática situación habitacional de los
más de 200 millones de migrantes en el mundo. Algo similar ocurrió con los anteriores informes. Es una oportunidad
desaprovechada, pues son documentos básicos para lograr entender qué sucede hoy con el hábitat. Ante este desco-
nocimiento o desinterés, el objetivo de este artículo es dar a conocer los objetivos y alcances de la señalada Relatoría
Especial.
Palabras clave
Derecho a la vivienda; Derechos humanos; Relator especial; Discriminación habitacional; Naciones Unidas; Consejo de
Derechos Humanos; Miloon Kothari; Raquel Rolnik.
Abstract : Aims and scopes of the Special Rapporteurs of United Nations on
suitable housing
On 24/09/2010, United Nations extended, by three years, the mandate of Raquel Rolnik, “Special Rapporteur on ade-
quate housing as an integral component of the right to an adequate standard of living, and on the right to non-
discrimination in this context”. None of the main Spanish newspapers picked up the news. Not surprising, since the con-
tinuation or termination of the contract of an officer of an international organization is hardly remarkable. However, no
mention of the content of her latest report was made, despite dealing with an issue that concerns us: the dramatic
housing situation of more than 200 million migrants worldwide. Something similar happened with the earlier reports. It is
unfortunate that this happens, because they are basic documents towards attaining the understanding current habitat.
Given this ignorance and disinterest, the aim of this paper is to present the objectives and scope of the aforementioned
Special Rapporteur.
Key Words
Right to Housing; Human Rights; Special Rapporteur; Housing Discrimination; United Nations; Human Rights Council;
Miloon Kothari; Raquel Rolnik.
Datos de contacto: Roberto Goycoolea Prado, Escuela Técnica Superior de Arquitectura y Geodesia, Universidad de Alcalá. C/ Santa Úrsula 8. 20801 Alcalá de Henares, Madrid. E-mail: [email protected]. Datos de contacto: Paz Núñez Martí, Escuela Técnica Superior de Arquitectura y Geodesia, Universidad de Alcalá. C/ Santa Úrsula 8; 20801 Alcalá de Henares, Madrid. E-mail: [email protected].
{ }
Introducción1
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU2
creó en 2000 la “Relatoría Especial sobre una vi-
vienda adecuada como elemento integrante del
derecho a un nivel de vida adecuado y sobre el
derecho de no discriminación a este respecto”. Su
función es examinar, monitorear, aconsejar e in-
formar sobre la situación del derecho a la vivienda
en el mundo, así como promover asistencia y
cooperación a los Gobiernos para garantizar mejo-
res condiciones de la vivienda y estimular el diálo-
go con las demás dependencias de la ONU y otras
organizaciones internacionales con el mismo fin.
Los relatores forman parte de los llamados “Pro-
cedimientos Especiales” del Consejo de Derechos
Humanos, que reúne mecanismos adoptados por
el Consejo para monitorear determinados temas o
países. Hoy hay 30 relatorías temáticas y 8 para
países específicos. Estos expertos no representan
a sus países, al ser su independencia esencial
para desarrollar el mandato de forma libre. Tam-
poco forman parte de la estructura asalariada de
las Naciones Unidas y tienen un mandato de tres
años, con la posibilidad de una única reelección.
El trabajo del relator no es remunerado, pero reci-
be apoyo en materia de recursos humanos, logísti-
cos y asistencia para investigaciones por parte del
Alto Comisionado para los Derechos Humanos,
con sede en Ginebra.
1 Información tomada principalmente del portal oficial de la
Relatoría Especial para una vivienda adecuada… <http://www.derechoalavivienda.info/es/por-dentro/o-que-faz-a-relatoria/>. 2 El Consejo de Derechos Humanos sustituye desde 5/03/2006,
como parte del proceso de reformas de la ONU emprendido por Koffi Annan, a la Comisión de Derechos Humanos, establecida en 1946, desacreditada repetidamente por diferentes delega-ciones que denunciaron que estaba sesgada a favor de los intereses estratégicos de Estados Unidos. El Consejo cuenta con 47 miembros independientes con nombramientos trianua-les que actúan supervisando la aplicación del Pacto Internacio-nal de Derechos Civiles y Políticos por sus Estados Partes. Fija “las normas por las que se rige la conducta de los Estados, pero también actúa como foro en el que todos los países, gran-des o pequeños, los grupos no gubernamentales y los defenso-res de los derechos humanos de todo el mundo pueden expre-sar sus inquietudes”. <http://www2.ohchr.org/spanish/bodies/chr/index.htm>.
Las principales actividades de la Relatoría Espe-
cial para el Derecho a una Vivienda Adecuada
son: a) recibir informaciones sobre casos específi-
cos de violaciones del derecho a la vivienda; b)
pedir aclaraciones a los gobiernos, por medio de
apelaciones urgentes y cartas de alegaciones; c)
hacer misiones oficiales en los países para inves-
tigar la situación del derecho a la vivienda; d) pre-
sentar un informe anual al Consejo de Derechos
Humanos de ONU, en Ginebra, y otro a la Asam-
blea General en Nueva York, que aborden temas
específicos o relaten las misiones realizadas.
Aunque el trabajo de la Relatoría Especial no se
limita exclusivamente a la elaboración de los in-
formes anuales indicados en el último punto del
párrafo anterior, al realizar también documentos
específicos para apoyar a quienes trabajan en la
consecución del Derecho a la vivienda,3 son éstos
los que presentan mayor interés informativo y
práctico.
El objetivo de las notas que siguen es dar un pa-
norama general del trabajo realizado por la Relato-
ría Especial, considerando que el conjunto de sus
informes otorga uno de los panoramas globales
más completos tanto de la situación jurídica del
Derecho a la vivienda como de su cumplimiento.
Los Relatores Especiales
Hasta el momento la ONU ha nombrado dos Rela-
tores para dirigir la Relatoría Especial sobre una
vivienda adecuada. Para no generar suspicacia
sobre la orientación y objetivos de su trabajo, el
Consejo de Derechos Humanos ha procurado,
como en el caso de sus homólogos de otras áreas,
buscar expertos en la materia que centren su ejer-
3 Por ejemplo, cabe mencionar la guía “¿Cómo actuar en pro-
yectos que involucren desalojos forzosos?”, Guía que, por un lado, “resume lo que las normas internacionales determinan sobre desalojos forzosos provocados por proyectos públicos y privados de infraestructura y urbanización” y, por otro, contiene orientaciones e indicaciones a todos los involucrados, con el fin de que “tales proyectos sean desarrollados de acuerdo al dere-cho a la vivienda adecuada de las comunidades por ellos afec-tadas”. Documento disponible en: <http://issuu.com/unhousing/docs/guia_espanol>.
cicio principalmente en el ámbito académico. En la
Relatoría Especial que nos ocupa, los dos profe-
sionales que han ocupado el cargo cumplen con
este requisito, compartiendo además el ser arqui-
tectos y, aunque suponemos que esto es más
anecdótico que una condición, el haber realizado
estudios de postgrado en Estados Unidos.
El primer Relator Especial fue el indio Miloon
Kothari. Su mandato fue establecido inicialmente
por la Comisión de Derechos Humanos en abril de
2000. Cuando el Consejo de Derechos Humanos
sustituyó a la Comisión (2006), el mandato fue
confirmado y prorrogado hasta fines de 2008.
Kothari es un arquitecto con amplia experiencia en
el área del derecho a la vivienda y a la tierra y tra-
baja activamente en distintos frentes para promo-
ver la realización de los derechos económicos,
sociales y culturales. Kothari se formó en el Institu-
to Pratt de la Universidad de Columbia (Nueva
York) y en la Universidad Maharaja Sayajurao (Ba-
roda, India), y ha trabajado como profesor invitado
en diversas universidades e instituciones.
El segundo y actual Relator Especial es Raquel
Rolnik. Inició su mandato en mayo del 2008. “Re-
conociendo con aprecio” la labor realizada por la
Relatora Especial en su primer mandato, el Conse-
jo de Derechos Humanos de Naciones Unidas de-
cidió, el pasado 24 de septiembre de 2010, prorro-
gar su mandato por un periodo de tres años (NU
A/HRC/15/L.13). Rolnik es arquitecta y urbanista
con más de 30 años de experiencia en planea-
miento y gestión urbanística, trabajando activa-
mente en la implementación y evaluación de polí-
ticas públicas de vivienda y urbanismo. Es profe-
sora de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo
de la Universidad de São Paulo, autora de diver-
sos libros y artículos sobre temas relacionados con
la ciudad y aporta su experiencia gubernamental
como directora de la Secretaría de Planeamiento
de la ciudad de São Paulo y Secretaría Nacional
de los Programas Urbanos del Ministerio de las
Ciudades. También ha sido colaboradora en orga-
nizaciones civiles tales como el Instituto Polis.
Informes
Los informes anuales de los Relatores Especiales
constituyen la parte fundamental y más visible del
mandato encomendado por la ONU y son de dos
tipos: a) “enfoques” (aproximaciones o informes
generales), donde se analiza una situación especí-
fica respecto al derecho a la vivienda a escala
mundial, y b) “misiones”, en los que se informa del
resultado de la visita realizada por el Relator Es-
pecial a un país específico para estudiar el grado
de cumplimiento de los acuerdos internacionales
sobre el acceso a una vivienda adecuada.
a. Los informes generales surgen a propuesta de
los Relatores Especiales, con la aprobación del
Consejo, o a propuesta del propio Consejo, como
el mandato realizado en 2002 a M. Kothari para
que preparase un estudio sobre la vivienda ade-
cuada y la mujer. En diciembre de 2007 el Conse-
jo, teniendo en cuenta los estudios realizados has-
ta ese momento, definió con mayor claridad las
tareas encomendadas a los Relatores Especiales.
La petición es pertinente porque resume las tareas
que de uno u otro modo conciernen a cualquier
estado, institución y persona que esté implicada
en el mejoramiento de las condiciones de la habi-
tabilidad mundial:
- Promover la plena efectividad del derecho a una
vivienda adecuada como parte del derecho a un
nivel de vida adecuado.
- Identificar las mejores prácticas, así como los
problemas y obstáculos a la plena efectividad del
derecho a una vivienda adecuada, y determinar
las deficiencias de protección a ese respecto.
- Hacer especial hincapié en las soluciones prácti-
cas en relación con el ejercicio efectivo de los
derechos relacionados con el mandato.
- Aplicar una perspectiva de género, incluso de-
terminando los elementos de vulnerabilidad es-
{ }
pecíficos del género en relación con el derecho a
una vivienda adecuada y a la tierra.
- Facilitar el suministro de asistencia técnica.
- Trabajar en estrecha cooperación con otros ór-
ganos dedicados a la consecución del Derecho a
la vivienda, evitando toda duplicación innecesa-
ria.
De uno u otro modo, todos los informes generales
hasta ahora presentados –diez- abordan estos
puntos, tanto de manera general como desde en-
foques específicos. El conjunto de los temas hasta
ahora tratados por los Relatores Especiales, reco-
gidos en el Cuadro adjunto (Cuadro 1) muestran la
voluntad de la ONU de estudiar el derecho a la
vivienda desde diversas perspectivas. Como per-
sonas interesadas en los temas habitacionales
estos informes son documentos a tener en consi-
deración, ya que resumen de manera clara y sinté-
tica lo que está sucediendo a nivel mundial en la
materia que nos ocupa. Pese a todas las razona-
bles consideraciones y matizaciones que se pue-
dan hacer a los documentos surgidos de los orga-
nismos internacionales –especialmente la necesi-
dad que tienen los autores de mantener enfoques
y discursos “políticamente correctos”– entendemos
que los Relatores Especiales han logrado mante-
ner la independencia que se les supone, presen-
tando sus resultados sin maquillajes. De ahí que
animamos a consultarlos.4
b. El otro tipo de informe que desarrollan los Rela-
tores Especiales son los que resumen los resulta-
dos de sus “misiones” a países específicos. Por lo
general estos estudios surgen de denuncias sobre
violaciones del derecho a una vivienda adecuada.5
4 Los informes están disponibles en la página oficial del Alto
Comisionado para los Derechos Humanos de ONU: <http://ap.ohchr.org/Documents>; pero es más sencillo acceder desde el apartado ¿Qué hace la relatoría?/Informes, en la pá-gina Web “La vivienda es un derecho humano” de la Relato-ría Especial sobre una vivienda adecuada: <http://www.derechoalavivienda.info/>. 5 Bajo el mandato de R. Rolnik se han articulados procedimien-
tos sencillos para efectuar estas denuncias, que incluso pueden ser enviadas a título particular: <http://www.derechoalavivienda.info/es/contacto/como-fazer-
Una vez que es conocedora de una denuncia, la
Relatoría entra en contacto con el gobierno del
país implicado. Dependiendo de la respuesta, el
Relator Especial envía la solicitud de misión al
Consejo para realizar un estudio sobre el país en
cuestión. En todos los casos, la misión debe ser
aprobada por el país visitado; lo que no siempre
ocurre o se hace con reticencia, como ocurrió en la
visita del Relator Especial a España en 2006.6
Las repercusiones efectivas de estos informes de-
penden mucho de la voluntad política, ya que no
siempre se reconocen las conclusiones ni aplican
las recomendaciones aportadas. Pero, indepen-
dientemente de sus resultados, lo que sí han teni-
do todos estos informes es una importante reper-
cusión mediática en los países en los que se reali-
zan, al dar una visión general del problema de la
vivienda, y suelen poner en entredicho o matizar
las proclamas oficiales. Sin ir tan lejos, esto ocurrió
con el informe sobre España. El Gobierno, más
que tomar nota de la situación descrita por M.
Kothari (A/63/275), se dedicó a defender las bon-
dades de su política habitacional. El tiempo, sin
embargo, le ha dado la razón al experto de ONU.
Entre otros problemas observó “que factores eco-
nómicos y financieros, entre los que cabe mencio-
nar la especulación generalizada, han tenido efec-
tos negativos en el derecho a una vivienda ade-
cuada en España. Lo elevado de los precios y la
falta de parques de vivienda pública, en particular
de viviendas de alquiler, han afectado a grandes
sectores de la población”. También señaló que
“uno de los elementos más significativos de la polí-
tica de vivienda de España, en comparación con la
de otros países de la Unión Europea, es la priori-
dad que se ha asignado en los últimos decenios al
modelo de la propiedad de la vivienda mediante
distintos instrumentos, tales como la política impo-
uma-denuncia/>. 6 Según informó Observatori DESC, el Gobierno español tardó
más de dos años en aceptar la visita en misión oficial de M. Kothari: <www.descweb.com>.
sitiva y los planes de vivienda pública”. Ante ello el
Relator Especial recomienda reflexionar “seria-
mente sobre el funcionamiento del mercado, el
modelo de propiedad de la vivienda y su posible
efecto negativo en las posibilidades de vivienda
económica, y será preciso que el Estado interven-
ga en el mercado”.
El último informe de la actual Relatora Especial
(presentado el 09/08/2010) profundiza aún más en
el tema, pero esta vez a escala global. Se centra
en la identificación de los sectores de la población
excluidos socialmente por temas de vivienda y
realiza un llamamiento para su protección. En con-
creto, los fuertes flujos migratorios que se están
produciendo en la actualidad acentúan el incum-
plimiento de este derecho y propone una serie de
recomendaciones sobre la manera de garantizar y
mejorar el disfrute por los migrantes del derecho a
la vivienda.
AÑO “ENFOQUES” “MISIONES”
2001 Definición del mandato y objetivos
2002 Discriminación y efectos de la globalización Territorios palestinos ocupados; Rumanía; México
2003 Agua; Mujeres Perú; Afganistán
2004 Desalojos forzados Kenia; Brasil
2005 Población sin techo; Mujeres Camboya; Irán
2006 Mujeres Australia; Líbano e Israel; España
2007 Orientaciones sobre desalojos África del Sur; Canadá
2008 Visión del primer mandato. Justicia y áreas de trabajo del 2º mandato
2009 Crisis financiera; Cambio climático Maldivas; Afganistán, México, Perú y Rumanía (Segui-miento)
2010 Efecto de los grandes eventos en la consecución del derecho a la vivienda
EEUU; Kenia, Brasil y Camboya (Seguimiento)
Cuadro1: Informes de los Relatores Especiales sobre una Vivienda Adecuada. Fuente: ONU, Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos.
Consideraciones finales
No es este el lugar para realizar un estudio deta-
llado de los distintos informes de los Relatores
Especiales sobre de la situación mundial sobre el
acceso a una vivienda adecuada en el mundo.
Cabe señalar, eso sí, que el panorama descrito
es realmente preocupante. En síntesis, pese a los
avances detectados en algunos países o regio-
nes, el derecho a la vivienda lejos está de ser un
derecho efectivo; es más, para grandes colectivos
de la humanidad, especialmente los social, eco-
nómica y jurídicamente más vulnerables -esos
2.000 millones de pobres, mayoritariamente muje-
res, que viven con menos de 2€ al día, los mi-
grantes, los desalojados o desplazados por catás-
trofes o la especulación inmobiliaria…-, el dere-
cho a la vivienda adecuada es hoy por hoy pura
entelequia.
Ante ello, cabe hacer una valoración de los objeti-
vos y alcances de la labor realizada por los Rela-
tores Especiales sobre una vivienda adecuada.
Ciertamente, no es una pregunta sencilla, tanto
por su alcance como por las muchas áreas en
que se desenvuelven los Relatores Especiales.
Pese a ello, consideramos que es posible expo-
ner cuatro consideraciones generales que de al-
gún modo responderían la pregunta planteada.
a. De manera bastante generalizada la labor de
los Relatores Especiales ha sido internacional-
{ }
mente reconocida o, cuando menos, sus informes
suelen estar presentes de manera positiva en las
relaciones documentales de expertos e institucio-
nes dedicadas al mejoramiento del hábitat. Por su
propia orientación, estos informes se utilizan so-
bre todo para mostrar la problemática habitacional
mundial y para contextualizar las situaciones loca-
les. Por otra parte, las matizaciones que los Go-
biernos de los países estudiados suelen hacer de
las conclusiones de los Relatores Especiales
muestran que realmente se tratan los asuntos
más sensibles de las políticas habitacionales; lo
cual, en sí, constituye un mérito de los Relatores
Especiales y de la forma de elegirlos. Esto no
significa que no haya críticas. Estas apuntan so-
bre todo a la difícil (para algunos nula) transposi-
ción que tienen sus recomendaciones a las legis-
laciones particulares y al cumplimiento efectivo de
las mismas.
b. El hecho de que los Relatores dependan del
Consejo de Derechos Humanos y no de alguna
institución que actúe en la construcción efectiva
del hábitat, como podría ser el Centro para los
Asentamientos Humanos de la propia ONU –UN-
HABITAT-, condiciona y orienta la mirada así co-
mo los objetivos de los estudios e informes, cen-
trados sobre todo en cuestiones jurídicas más
que en análisis del estado “material” de los asen-
tamientos humanos. Esto explicaría también por
qué las recomendaciones suelen centrarse en
aspectos legales más que urbanos o arquitectóni-
cos. Lo cual no supone un demérito para el traba-
jo de los Relatores Especiales, pues diversos or-
ganismos -como la Coalición Internacional del
Hábitat, la Asamblea de los Pueblos o la propia
ONU- han puesto de manifiesto la importancia de
la seguridad jurídica como uno de los elementos
esenciales de la habitabilidad básica.
c. La visión de Naciones Unidas sobre el Derecho
a la vivienda ha ido cambiando desde su conside-
ración como un derecho autónomo a incluirlo en
una mirada más comprensiva donde este derecho
aparece como elemento fundamental de los De-
rechos Humanos. Es decir, se ha tomado con-
ciencia de que el cumplimiento del Derecho a la
vivienda –proporcionar a cada ser humano una
vivienda adecuada– no es suficiente para tener
una vida digna. El cambio en la denominación de
las Relatorías Especiales no deja duda sobre esta
reorientación conceptual. En 1993 la Comisión de
Derechos Humanos designó a Rajindar Sachar
como Relator Especial sobre el fomento de la rea-
lización del derecho a una vivienda adecuada.7
En cambio la Relatoría Especial creada en 2000
considera el Derecho a la vivienda como “elemen-
to integrante”, pero no exclusivo, del Derecho a
un nivel de vida adecuado. Cabe señalar que este
cambio de perspectiva en la concepción del papel
de la vivienda en la consecución de una vida ade-
cuada, también lo ha asumido Naciones Unidas
en las recomendaciones sobre el enfoque de las
políticas habitacionales realizadas por UN-
HABITAT. Desde su fundación en 1978 ha pasa-
do de exigir que las políticas habitacionales se
centren en la eliminación de los tugurios, propor-
cionando cobijos dignos, a recomendar que las
políticas habitacionales se aborden desde la
perspectiva del Derecho a la ciudad con la finali-
dad de lograr ciudades más justas y habitables.8
De hecho, existe un interés por parte de la Rela-
toría en visibilizar los problemas contemporáneos,
realizando informes pertinentes al momento histó-
rico en el que se encuentre el derecho a la vivien-
da.
d. La conclusión más evidente y comprometedora
de los distintos informes de los Relatores Espe-
ciales la expresó con claridad R. Sachar, respon-
7 Por la profundidad en que se abordan los temas tratados y
sobre todo por estar escritos en un lenguaje directo y claro, poco común en los documentos internacionales, resulta ins-tructivo detenerse en este informe: <http://daccessddsny.un.org/doc/UNDOC/GEN/G93/140/91/PDF/G9314091.pdf?OpenElement>. 8 Para un panorama general del tema, vid. Núñez Martí y
Goycoolea Prado, 2010.
sable de la Relatoría sobre Vivienda anterior a la
actual que nos ocupa. En su informe de 1993 se-
ñala9: “Pese a que existe una amplia base legal
en apoyo del derecho a la vivienda, como se de-
mostrará en este informe, y a pesar del acuerdo
general entre los especialistas en derechos hu-
manos en el sentido de que las condiciones de
vivienda y de vida siguen empeorando en todo el
mundo, es una realidad que el derecho a la vi-
vienda y las atribuciones que este derecho impli-
ca siguen teniendo sólo un interés marginal y
constituyen un aspecto en gran parte inexplorado
de los derechos humanos”. De ahí que el propio
R. Sachar -como también lo harán los posteriores
Relatores Espaciales - se plantease como uno de
los principales objetivos de su mandato “demos-
trar, sobre la base de la información disponible, la
necesidad urgente de una acción por parte de
todo el sistema de las Naciones Unidas–es decir,
de todos los países que la integran – en relación
con el derecho a la vivienda”. Aquí, como bien
sabemos, queda mucho por hacer.
9 R. Sachar fue Relator Especial de la Subcomisión de Pre-
vención de Discriminaciones y Protección a las Minorías de la Comisión de Derechos Humanos de ONU. El informe de 1993 llevaba por título “Realización de los derechos económicos, sociales y culturales”: <http://www.unhchr.ch/Huridocda/Huridoca.nsf/0/5ff5958d8d3a3ccb80256766004e082c?Opendocument>.
Referencias
NÚÑEZ MARTÍ, Paz y GOYCOOLEA PRADO,
Roberto. Cambios de paradigmas en la forma
de intervenir en los asentamientos humanos de
UN-HABITAT. De “la vivienda es mi derecho” a
“ciudades armoniosas”. Jornadas de Arquitectu-
ra y Cooperación al Desarrollo. Sevilla: Univer-
sidad de Sevilla, 2010, p. 49-58.
Cita del artículo
GOYCOOLEA PRADO, Roberto; NÚÑEZ MARTÍ, Paz.
Objetivos y alcances de los Relatores Especiales sobre
la vivienda adecuada de Naciones Unidas. Hábitat y
Sociedad, 2010, nº 1, p. 161-167.
<www.habitatysociedad.us.es>.
{ y }
www.habitatysociedad.us.es
169
Las “tomas” de tierras y el problema de la vivienda en Latinoamérica
Antonio Melo
Resumen
Se trata de un trabajo que recoge de forma detallada las muy diversas realidades bajo las que se produce y
materializa el complejo fenómeno de las “tomas” de tierras en Latinoamérica. El libro comienza con una re-
copilación de textos de Nora Clichevsky, Edésio Fernandes y Mike Davis que componen las bases concep-
tuales de este informe. Se ofrece una visión del presente de las “tomas” a través del análisis de los datos
obtenidos mediante una encuesta de veinte preguntas, realizada a diferentes organismos pertenecientes a
18 países latinoamericanos; así como mediante la inclusión de tres casos de estudio: el programa de “ocu-
pación guiada” de Alto Trujillo (Perú), la mejora “caso a caso y casa a casa” de cuatrocientas viviendas pre-
carias en Ciudad Sandino (Nicaragua) y la “toma” y desalojo del “Campamento Peñalolén” en Santiago de
Chile. El informe concluye con una serie de comentarios, deducciones, conclusiones y tres anexos con in-
formación pormenorizada sobre el tema en estudio: bibliografía, vocabulario específico, valores sobre la si-
tuación de la población tugurizada y centros de análisis sobre asentamientos informales.
Palabras clave
Toma de Tierras; Asentamientos informales; Desalojos; Regularización; Consolidación urbana.
Abstract: Land “seizures” and the housing problem in Latin America
This work sets out in detail the very diverse realities under which it produces and embodies the complex
phenomenon of land "seizures" in Latin America. The book begins with a collection of texts by Nora Cliche-
vsky, Edesio Fernandes and Mike Davis which makes up the conceptual basis of this report. A current vision
of “seizures” is offered through analysis of data obtained by means of a 20-question survey, conducted in dif-
ferent organizations belonging to 18 Latin American countries; as well as by the inclusion of three case stu-
dies: the program of "guided occupation" of Alto Trujillo (Peru), the improvement "case by case, house by
house" of four hundred shacks in Ciudad Sandino (Nicaragua) and the "seizure" and the eviction of " Peñalo-
lén Camp" in Santiago de Chile. The report concludes with a series of comments, deductions, conclusions
and three appendices with detailed information on the subject of study: bibligraphy, specific vocabulary, and
values on the status of the slum population and centres of analysis on informal settlements.
Key words
Land Seizures; Informal Settlements; Eviction; Regularization; Urban Consolidation.
Profesor de Construcciones Arquitectónicas II. Datos de contacto: Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Edificación, Universidad
de Sevilla. Avda. Reina Mercedes, 4A, 41012 Sevilla. E-mail: [email protected].
{ }
SALAS, Julián (director). Las “tomas” de tierras urbanas en Latinoamérica hoy ¿problema o solución? Madrid: Secretaría General Técnica del Ministerio de Vivienda, España, Centro de Publicaciones, 2010. 246 p.
Nos encontramos ante un informe encargado por
el Ministerio de Vivienda español a la Cátedra
UNESCO de Habitabilidad Básica en la Universi-
dad Politécnica de Madrid (ETSAM). Dicho informe
es el resultado de un intenso trabajo en equipo di-
rigido por el Dr. Julián Salas Serrano, investigador
experto en cooperación y gran conocedor de la
realidad latinoamericana (ha sido Coordinador In-
ternacional del Subprograma CYTED "Tecnologías
para viviendas de interés social en Latinoaméri-
ca"). También cabe destacar que es autor de cinco
libros, entre ellos, Contra el Hambre de Vivienda:
soluciones tecnológicas latinoamericanas (Bogotá:
Escala, 1993) y La Industrialización Posible de la
Vivienda en Latinoamérica (Bogotá: Escala, 2000),
así como de más de un centenar de artículos y
trabajos científicos.
Este trabajo recoge de forma diferenciada las muy
diversas realidades bajo las que se produce y ma-
terializa el complejo fenómeno de las “tomas” de
tierras en Latinoamérica. Se estructura en cuatro
capítulos: 1. Recopilación de textos sobre el pasa-
do reciente de las “tomas” en Latinoamérica; 2. El
presente de las “tomas”; 3. Tres casos, tres aspec-
tos de “tomas” en Perú, Nicaragua y Chile; 4. Co-
mentarios, deducciones y conclusiones. Al final del
informe se incluyen tres anexos: Anexo I, Informa-
ción complementaria sobre las “tomas” de tierras
en América Latina; Anexo II, Glosario de términos
y expresiones relacionados con las “tomas”; Anexo
III, “Tomas” y tugurios, problemas universales en
franco crecimiento.
El libro comienza con un capítulo donde se recopi-
lan los textos que componen las bases conceptua-
les de este informe. La profesora argentina e in-
vestigadora del CONICET Nora Clichevsky aporta
su visión sobre el submercado ilegal de la tierra,
las formas de acceso al suelo y sobre los aspectos
cuantitativos del hábitat popular en América Lati-
na. Del abogado, investigador y urbanista brasile-
ño Edésio Fernandes se reproducen algunos tex-
tos sobre la regularización de la tenencia de las
tierras tras las “tomas”, incluyéndose un interesan-
te cuadro resumen con los aciertos y desaciertos
en los procesos de regularización de las “tomas”.
Del sociólogo y teórico urbano estadounidense Mi-
ke Davis, autor de Planeta de Ciudades Miseria
(Madrid: Ediciones Akal, 2007), se incluyen algu-
nas partes de dicho libro. El capítulo primero de
esta publicación concluye con unos textos extraí-
dos del Informe Mundial sobre Asentamientos
Humanos de 2003, The Challenge of Slums (Lon-
don: Earthscan Publications Ltd., 2003).
En el segundo capítulo se ofrece una visión del
presente de las “tomas” a través de la transcrip-
ción y análisis de los datos obtenidos mediante
una encuesta de 20 preguntas, realizada a diferen-
tes organismos (38 respuestas en total) pertene-
cientes a 18 países. Cabe destacar la información
aportada sobre legislación y programas de ayuda
para regularización o consolidación de asenta-
mientos informales. En la encuesta se planteaban
siete opciones posibles ante las “tomas”: expulsio-
nes, desalojos, tolerancia, reconocimiento, regula-
rización, consolidación e integración urbana de los
sectores informales. El informe aporta un intere-
sante análisis de los datos obtenidos: la regulari-
zación suma más del 30,52% de las respuestas y
sólo cuatro países (Costa Rica, Ecuador, El Sal-
vador y Venezuela) no la consideran; el 17,87%
corresponde a la opción de la integración urbana
de los sectores informales; los desalojos constitu-
yen el 8,42% de las contestaciones, y en lo refe-
rente a las expulsiones es destacable que figura
en última posición con un 4,21%. De los datos
aportados por las encuestas cabría afirmar que los
organismos responsables de los temas de vivien-
da se inclinan fuertemente y de manera positiva
hacia el reconocimiento de la realidad como pro-
blema y solución de las “tomas”, ya que si se su-
ma regularización, integración y consolidación se
llega al 66,26% del total.
En el capítulo tres se incluye el estudio detallado
de tres casos: el programa de “ocupación guiada”
de Alto Trujillo (Perú), la mejora “caso a caso y ca-
sa a casa” de cuatrocientas viviendas precarias en
Ciudad Sandino (Nicaragua) y la “toma” y desalojo
del “Campamento Peñalolén” en Santiago de Chi-
le.
El primer caso se ubica en Trujillo, una ciudad de
la costa norte de Perú, con una población aproxi-
mada de 804.000 habitantes en el área metropoli-
tana. La gran demanda de vivienda por parte de la
población con menos recursos está incrementada
por la fuerte migración procedente del interior del
departamento y desde otras regiones del norte.
Esta demanda no puede ser atendida por la débil
gestión local, lo que hace que las invasiones de
tierras se incrementen. Ante esta situación se
desarrolla el Plan de Ocupación Guiada de Alto
Trujillo habilitando tierras en este sector situado a
unos 7 kilómetros del centro de la ciudad. Se otor-
ga un título de propiedad con la condición de vivir
permanentemente en el barrio y cooperar en las
obras de consolidación, incluyendo la construcción
de la vivienda. Una vez adjudicada la parcela se
organiza la población para el acondicionamiento
viario y la construcción de letrinas y pozos de
agua. A partir de ahí, y dependiendo de la capaci-
dad económica de la familia, se consolida y desa-
rrolla progresivamente la construcción de la vi-
vienda con ayudas institucionales cuando esto es
posible. En definitiva, el objetivo prioritario consiste
en adelantarse, en la medida de lo posible, a las
“tomas” espontáneas excluyendo terrenos no ade-
cuados y reservando el espacio suficiente para los
equipamientos.
El segundo ejemplo consiste en la mejora “caso a
caso y casa a casa” de cuatrocientas viviendas
precarias en Ciudad Sandino (Nicaragua). Esta lo-
calidad se ubica en el extremo oeste de la capital
de Nicaragua, a unos 12 kilómetros, y contaba en
mayo de 2001 con 23.000 familias asentadas. Con
este trabajo se busca aportar criterios que permi-
tan realizar de la forma más objetiva posible la se-
lección de beneficiarios para el mejoramiento habi-
tacional mediante donaciones externas. Se parte
de la siguiente premisa: la “pobreza es heterogé-
nea” aunque los barrios o tugurios parezcan ser
“homogéneamente pobres”. Con este enfoque del
problema quedan descartadas las soluciones idén-
ticas para cualquier situación por su nula capaci-
dad de respuesta válida y útil a una situación real
de pobreza. La metodología para distribuir las
ayudas pasó por determinar en primer lugar el es-
tado general del parque habitacional de ciudad
Sandino, analizando: el estado físico de las vivien-
das, el grado medio de hacinamiento, la dotación
de servicios de infraestructura y las áreas vulnera-
bles por restricciones físicas (fallas sísmicas,
zonas inundables, áreas de actividad volcánica,
paso de cables de alta tensión). Se realizó un es-
tudio de la legalidad de las parcelas y se creó un
Comité de Selección y Seguimiento del Proyecto.
El proceso de selección se efectuó en cuatro fa-
ses: difusión e información, valoración de la preca-
riedad, evaluación del tipo “pasa o no pasa” y eva-
luación técnica personalizada.
El tercer y último caso aportado es la descripción y
las enseñanzas de la “toma” y desalojo del Cam-
pamento Peñalolén en Santiago de Chile. Puede
leerse en el libro que esta toma “realizada el 5 de
julio de 1999 por más de 10.000 personas organi-
zadas que ocuparon un terreno de 23,45 has. fue
un hecho de gran repercusión, que el autor ha se-
guido de forma directa desde su inicio, durante el
proceso de consolidación del «campamento»
(1999-2003): fases de negociación, desalojo y
traslado (abril de 2006), hasta su actual transfor-
mación en lo que será el «Parque Comunal de
Peñalolén», en fase de ejecución (2008)” (Salas,
{ }
2010, p. 190). De este caso se estudia y expone,
desde el estado del arte en la materia y el análisis
de la toma hasta las fases finales de desalojo,
realojo y nuevo uso del terreno. Resultan muy in-
teresantes en el apartado sobre las conclusiones y
enseñanzas algunos de los aspectos que destaca
el autor: “la celeridad con la que se autodotaron
los pobladores de habitabilidad básica”, así como
el proceso de evolución de “una solución habita-
cional autoconstruida a una vivienda ejecutada”
(Salas, 2010, p. 204). Se puede considerar como
inédito en Latinoamérica el proceso que se dio en
el desalojo del Campamento Peñalolén, denomi-
nado por el autor del informe como la “autodes-
trucción” por la propia familia autoconstructora, al
objetivo de recuperar partes, instalaciones, etc. del
cobijo para un posterior segundo uso o una posi-
ble venta.
El capítulo cuatro se divide en tres apartados:
Comentarios, Deducciones y Conclusiones. Entre
los comentarios se encuentra la consideración de
que las “tomas” constituyen el inicio de lo que pos-
teriormente serán los asentamientos irregulares,
que en Latinoamérica albergan al 31,9% de la po-
blación, con lo que se deduce que es una realidad
compleja que forma parte tanto del problema como
de la solución. Resulta muy interesante la afirma-
ción que los redactores del informe hacen en el
punto 7 de los comentarios: “la historia y desarrollo
de las «tomas» de tierras, su situación actual y la
evolución de las políticas y programas de los dife-
rentes gobiernos hacia ellas, ponen de manifiesto
que la única fuerza capaz de proporcionar aloja-
miento a los más necesitados, a la escala que es
necesaria, está en manos de los propios afecta-
dos. La administración pública no tiene, actual-
mente, capacidad ni recursos para dotar a todos
los pobladores necesitados de Latinoamérica de
alojamiento digno y de las mínimas condiciones de
habitabilidad solamente a base de programas de
vivienda. Para conseguirlo, es imprescindible con-
tar con la participación de los necesitados”. Otro
aspecto reseñable es la constatación de la apari-
ción reciente de todo un conjunto de normativas
en relación con los asentamientos precarios y las
“tomas” en la práctica totalidad de los países. Se
destaca lo variable del porcentaje de zonas tuguri-
zadas en los países estudiados en el presente in-
forme, desde el 80,9% en Nicaragua hasta el 2%
en Cuba, pasando por el 36,6% de Brasil o el
8,6% de Chile. Puede concluirse de este trabajo
que ante las “tomas” siempre aparecen tres nive-
les de actuación: municipal, federal y estatal. Los
municipios no suelen contar con atribuciones para
regularizar, pero juegan un papel esencial junto a
las autoridades federales o estatales en materia
de gestión y en los acercamientos a la población.
Por último, desde la Cátedra UNESCO y el ICHaB
se propone que se preste especial atención a las
dos primeras etapas del proceso de “tomas”: elec-
ción del suelo y parcelación, por ser el germen bá-
sico para la posterior regularización o integración
urbana de los sectores informales.
El informe concluye, como se ha dicho, con tres
anexos. El Anexo I contiene información detallada
por países sobre: centros dedicados al estudio de
los asentamientos informales, páginas web reco-
mendadas por los autores de las fichas de países,
referencias bibliográficas recientes sobre el tema
estudiado y reseñas de textos recomendados por
los autores del informe. Especialmente interesan-
te, por lo clarificador para quienes no estén fami-
liarizados con el vocabulario que se utiliza, es el
Anexo II: “Glosario de términos y expresiones re-
lacionados con las «tomas»”. En concreto, si bus-
camos el término “toma”, nos encontramos que no
es utilizado con el significado que recoge el Dic-
cionario de la Real Academia Española. En el úl-
timo Anexo, “«Tomas» y tugurios, problemas uni-
versales en franco crecimiento”, se incluyen varias
tablas con los valores de la población tugurizada a
nivel mundial. Se puede ver que el valor aproxi-
mado de la inversión necesaria per cápita para
mejorar las zonas de vivienda precaria en Lati-
noamérica y el Caribe en el periodo comprendido
entre 2005 y 2020 sería de 1.200 USD Las inver-
siones de mayor cuantía serían para los capítulos
de la construcción de vivienda básica (472 USD) y
la provisión de infraestructuras de red (235 USD);
para compra y transmisión del suelo se estiman
unos 34 USD y por último para planificación y su-
pervisión y para la generación de capacidad 339
USD. Con este último dato se puede deducir la
importancia de las primeras etapas de las “tomas”
y de la participación de los pobladores en la solu-
ción de sus propios problemas.
Cita del artículo
MELO, Antonio. Las “tomas” de tierras y el problema de
la vivienda en Latinoamérica. Hábitat y Sociedad, nº 1,
noviembre de 2010, p. 169-173.
<www.habitatysociedad.us.es>.
{ y }
www.habitatysociedad.us.es
Jornadas de Arquitectura y Cooperación al Desarrollo
Esteban de Manuel Jerez
Manuel J. Martín Hernández
Resumen
La Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla ha organizado unas jornadas internacionales sobre Arquitectura
y Cooperación al Desarrollo los días 21 y 22 de octubre de 2010. En ellas se han dado cita personas de referencia na-
cional e internacional pertenecientes a las agencias de cooperación española y andaluza, de la Dirección General de
Arquitectura de la Junta de Andalucía, del mundo universitario y de las ONG del sector del hábitat. Las Jornadas han
servido para crear de una red de Escuelas de Arquitectura españolas que tendrá por objetivo impulsar la cooperación
internacional al desarrollo desde la universidad, en investigación, docencia y extensión universitaria, a través de la parti-
cipación en proyectos sobre el terreno, en colaboración con las agencias de cooperación y las ONG.
Palabras clave
Hábitat; Cooperación; Desarrollo; Arquitectura; Formación e investigación.
Abstract: Conference on Architecture and Development Cooperation
The School of Architecture of Seville held an international conference on Architecture and Development Cooperation on
21 and 22 October, 2010. Members of national and international renown were invited from Andalusian and Spanish co-
operation agencies, from the Department of Architecture of the Junta de Andalucía, from academia, and from NGO of the
habitat sector. The conference helped create a network of Spanish Schools of Architecture whose aim is to promote in-
ternational development cooperation from the university, in research, teaching and continuing university education
through participation in field projects in collaboration with cooperation agencies and NGO.
Key words
Habitat; Cooperation; Development; Architecture; Training and Research.
Profesor Titular de Universidad. Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA), Universidad de Sevilla. Avda. Reina Mercedes, nº 2. 41013 Sevilla. E-mail: [email protected]. Datos de contacto: Escuela de Arquitectura de Las Palmas. Campus de Tafira. 35017 Las Palmas de Gran Canaria. E-mail: [email protected].
{ }
En el mundo actual más de mil millones de perso-
nas viven en condiciones precarias, en tugurios,
favelas, bidonvilles… en viviendas deficientes, sin
acceso a servicios básicos como el agua o la elec-
tricidad, en condiciones de extrema vulnerabilidad
ante movimientos sísmicos o fenómenos atmosfé-
ricos. Naciones Unidas, a través de la comisión
UN-HABITAT, quiere hacer frente a estos retos y
dedica la primera semana de octubre a reflexionar
sobre el estado de la cuestión y sensibilizar a la
población para conseguir la voluntad política ne-
cesaria para dar solución a estos problemas. Tras
dos conferencias Mundiales del Hábitat (Vancou-
ver 1976, Estambul 1996) y numerosos encuen-
tros y conferencias nacionales, podemos concluir
que, pese a ciertos avances, la magnitud del pro-
blema sigue siendo enorme y la voluntad política
para afrontarlo aún débil. Los objetivos de milenio
se plantean como meta reducir en cien millones
los mil millones de habitantes que viven en chabo-
las. Es un paso claramente insuficiente.
Ante este contexto, ¿qué respuestas podemos dar
a estos retos sociales desde la arquitectura, y más
específicamente, desde las escuelas de arquitec-
tura?
Entendemos que como universitarios y profesiona-
les estas cuestiones no sólo no deben sernos aje-
nas sino que deberían tener un lugar prioritario en-
tre nuestras preocupaciones. La universidad,
consciente de que debe estar atenta a las necesi-
dades sociales de su tiempo, empieza en los últi-
mos años a abrir un hueco a la cooperación inter-
nacional al desarrollo y a crear estructuras ade-
cuadas para ello, de modo que pueda aprovechar-
se su potencial de construcción de conocimiento,
educación y transferencia en este campo. En el
dominio de la arquitectura, como en otros, surgen
líneas de investigación, docencia y transferencia
de conocimiento vinculadas a la cooperación in-
ternacional al desarrollo. Así encontramos que la
Junta de Andalucía fue pionera en nuestro país al
crear en 1988 su programa de cooperación inter-
nacional desde la Dirección General de Arquitectu-
ra. Posteriormente el Ministerio de Asuntos Exte-
riores impulsó en 1992 el Programa CYTED
(Ciencia y Tecnología para el Desarrollo), dentro
del cual se insertó el programa XIV de vivienda de
interés social, que impulsó la creación de redes de
cooperación y programas de investigación lati-
noamericanos en este campo. En paralelo en
América Latina surgieron redes educativas como
ULACAV (Unión Latinoamericana de Cátedras de
Vivienda), que en octubre pasado celebró su XVI
Edición en Montevideo, en las que se impulsa la
introducción de asignaturas de grado y de post-
grado, interdisciplinares, vinculadas a la produc-
ción social del hábitat, en las que se han venido
formando arquitectos y trabajadores sociales para
especializarse en esta materia. Por otra parte se
han constituido redes sociales de ONGs de profe-
sionales y entidades cívicas, articuladas en torno a
HIC (Coalición Internacional del Hábitat), que han
tenido por objeto la lucha por el derecho a la vi-
vienda y a la ciudad. Todo esto nos habla de un
panorama en el que arquitectos y otros profesiona-
les vienen desde los años 70 trabajando en de-
sarrollar conceptos, métodos, marcos teóricos y
estrategias de acción desde los que abordar el de-
recho a la vivienda y a la ciudad. Uno de los con-
ceptos desarrollados es el de la necesidad de
adecuar las tecnologías al contexto (tecnologías
apropiadas) y las necesidades de los habitantes,
que en gran proporción son autoconstructores
(tecnologías apropiables). A este esfuerzo se su-
man iniciativas de cooperación impulsadas por las
Agencias Especializadas en Cooperación (AECID,
AACID…), administraciones autonómicas, provin-
ciales y locales, con programas pioneros como el
impulsado por la Consejería de Obras Públicas y
Vivienda, y multitud de ONG especializadas, como
fundación CEAR, Arquitectos Sin Fronteras, Arqui-
tectura y Compromiso Social, Ingeniería Sin Fron-
teras, etc.
Con estos antecedentes, y conocedores de que en
varias Escuelas de Arquitectura españolas están
surgiendo iniciativas paralelas para introducir la
cooperación al desarrollo en la docencia, la inves-
tigación y la extensión universitaria, la Escuela
Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, con el
decidido apoyo de la Junta de Andalucía, ha orga-
nizado durante los días 21 y 22 de octubre de
2010, unas “Jornadas de Arquitectura y Coopera-
ción al Desarrollo” con el objetivo de, entre otros,
reunir a una serie de personas interesadas prove-
nientes del ámbito universitario, de administracio-
nes públicas o de organizaciones de la sociedad
civil, para escuchar sus experiencias y debatir sus
ideas en torno a la cooperación al desarrollo en
materia de arquitectura y hábitat. Se trataba así de
provocar un encuentro entre escuelas de arquitec-
tura, agencias de cooperación internacional y or-
ganizaciones no gubernamentales con vistas a la
colaboración entre ellas para afrontar los retos del
hábitat en el presente, todo ello a lo largo de los
cuatro módulos en que se dividieron las jornadas.
El primer módulo, “Retos del hábitat: La coopera-
ción al desarrollo como respuesta”, fijó el marco de
los debates, a partir de las intervenciones de Ma-
nuel Iglesias-Caruncho y Ana Sugranyes. Algunas
de las conclusiones que podríamos reseñar giran
en torno a la insistencia en que el protagonista de
todo el proceso deba ser siempre el país en desa-
rrollo receptor de las ayudas, pues no solo conoce
sus necesidades sino también sus aspiraciones;
en ese sentido se procurará la eficacia de la
cooperación buscando su convergencia y cohe-
rencia con otras políticas internas y externas de
desarrollo. Es importante además realizar distin-
ciones entre los países beneficiarios de ayudas,
cuantificando debidamente sus límites y enten-
diendo las relaciones que deberían existir entre la
eficacia de dichas ayudas y los problemas de go-
bernanza, evitando sobre todo donaciones desti-
nadas a intereses ajenos al propio desarrollo.
Por otro lado, si los retos a que se refiere el título
de este primer debate implicaran una gestión so-
cial del hábitat, esto significaría realizar lecturas de
la realidad desde la complejidad que suponen las
múltiples miradas políticas, civiles o económicas
{ }
realizadas desde los pueblos protagonistas de es-
tos procesos, destinadas a redefinir la gestión co-
lectiva del territorio o el derecho a la ciudad, como
modos de canalizar y administrar de una forma
más efectiva las ayudas y su propio desarrollo.
En el segundo módulo, y a partir de las reflexiones
de Luis González Tamarit, se leyeron una serie de
comunicaciones en torno a diversas “experiencias
en cooperación sobre el terreno”. Se hizo así evi-
dente el modo como la cooperación internacional
abarca un amplio abanico de actividades que van
de la acción concreta en la producción de nuevos
hábitats a la intervención sobre el patrimonio (en-
tendiendo este concepto en su acepción más am-
plia como todo lo construido y no solo lo histórico-
artístico), pasando por procesos de formación y
difusión, fomento y gestión de los múltiples proce-
sos a que dan lugar estas experiencias. Los invi-
tados a la mesa redonda posterior fueron convo-
cados para tratar de la posible colaboración entre
Agencias de Cooperación, Universidades y ONG.
Como conclusión, y ante la hipótesis de normar o
reglamentar dicha colaboración, el encendido de-
bate derivó a que el encuentro –si se produjera–
se desarrollara del modo más natural posible, sin
imposiciones que desactivaran procesos de por sí
complejos y a veces desazonadores.
El tercer módulo giró en torno a la “formación para
la cooperación al desarrollo en hábitat y arquitec-
tura”, siendo Pedro Lorenzo Gálligo quien estable-
ció en su conferencia-marco las diversas estrate-
gias de una doble formación, tanto para el hábitat
como para la cooperación al desarrollo. Enten-
diendo el hábitat, por tanto, como motor de desa-
rrollo, su producción social autogestionada impli-
caría la necesaria formación no solo de quienes
cooperan sino también de quienes reciben las
ayudas, una preparación, por lo tanto, de técnicos,
administradores y usuarios, capacitados así para
la gestión, la organización o la resolución tecnoló-
gica y económica de los problemas del hábitat. En
cualquier caso, como se insistió más de una vez,
no se aprendería a cooperar sin cooperar.
Planteando temas como la necesidad de aprender
a trabajar con el otro, o que el sur y el norte no son
realidades que se puedan abordar desde las mis-
mas estrategias, se hablaba aquí de un nuevo pa-
radigma al que las escuelas de arquitectura espa-
ñolas no están acostumbradas. Dicho paradigma
tiene que ver con el trabajo en situaciones comple-
jas donde hay que aprender, sobre todo, a diseñar
procesos, y no tanto productos. Este fue el tema
de discusión en algunas comunicaciones y en la
posterior mesa redonda, donde se destacó la ne-
cesidad de, al menos, “abrir una puerta” en la Uni-
versidad a la sensibilización en estos temas, y,
decididamente, de la conveniencia de una deter-
minada profesionalización de postgrado para los
técnicos interesados en estos procesos. En ese
sentido, y ante la realidad de que en algunas es-
cuelas de arquitectura se intenta, no sin cierta
oposición, desarrollar trabajos de curso e incluso
de fin de carrera en torno al hábitat y el desarrollo
o a la arquitectura como proceso, es por lo que se
llegó a proponer una gestión unitaria de estos te-
mas para todas las escuelas interesadas y el fo-
mento de una red específica de colaboración.
El cuarto módulo sirvió para preguntarnos acerca
de la “investigación socialmente necesaria en ma-
teria de hábitat”, siendo Julián Salas Serrano
quién realizó las reflexiones necesarias a partir de
su experiencia en la coordinación del subprograma
“Vivienda de Interés Social” dentro del Programa
CYTED. Nos expuso así las múltiples tecnologías
de alta cualidad arquitectónica que nos permiten
apuntar hasta qué punto es importante para noso-
tros aprender a aprender de lo que se hace en
otros lugares, desde desarrollos de investigación-
acción que llamaríamos también cooperación
sur-sur, y evitando de paso cierto colonialismo que
Sugranyes llegó a apreciar en algunas interven-
ciones a lo largo de las Jornadas.
Por ello, se insistió en que la investigación debería
ser multidisciplinar y colectiva, interviniendo todas
las partes en la misma red a que se aludió hablan-
do de la formación. Desgraciadamente, hubo coin-
cidencia en la mesa redonda final en que, en rela-
ción con la pregunta de “¿qué investigación es ne-
cesaria para impulsar el desarrollo de los asenta-
mientos humanos?”, los temas posibles no se in-
cluían aún en los catálogos de temas prioritarios o
de excelencia. En cualquier caso, y a pesar de to-
do, se trataría de adaptar las metodologías de in-
vestigación en estos campos a los procedimientos
normales en cualquier centro de I+D, solicitando
que los temas propios sean incluidos en aquellos
catálogos de prioridad. No hay que olvidar tampo-
co, como no se dejó de insistir, que durante los
procesos de investigación estaremos también
aprendiendo tecnologías, recursos e instrumentos
capaces de ser aplicados aquí.
Como conclusión final deberíamos volver a la me-
sa redonda con que se cerraba el primer módulo
de las Jornadas y recordar su título: “¿Por qué, pa-
ra qué y cómo cooperar en materia de hábitat y
arquitectura?” La respuesta a la tercera pregunta
se fue contestando a lo largo de las conferencias,
comunicaciones y debates de los módulos restan-
tes. Pero a la vista de lo tratado en las Jornadas,
la mejor respuesta a las dos primeras seguramen-
te sería: para aprender nosotros mismos a habitar.
La principal implicación de estas jornadas ha sido
el fortalecimiento de vínculos entre profesores, in-
vestigadores y grupos de cooperación al desarrollo
de las Escuelas de Arquitectura de Las Palmas de
Gran Canaria, Madrid, Barcelona, La Coruña, Va-
lladolid, San Sebastián, Valencia y Sevilla. Un pri-
mer objetivo de esta red va a ser impulsar la crea-
ción de tribunales específicos de Proyectos de Fin
de Carrera que aborden la temática de la Coope-
ración al Desarrollo, en el ámbito local e interna-
cional. Un segundo objetivo será la organización
en las Palmas de Gran Canarias de un congreso
internacional sobre esta materia.
Referencias
OBITER. Actos y Eventos de la Escuela Técnica
Superior de Arquitectura. Universidad de Sevilla.
<http://obiter.us.es/index.php?option=com_seyret
&Itemid=2&catid=40>.
Cita del artículo:
DE MANUEL JEREZ, Esteban y MARTÍN HERNÁNDEZ,
Manuel J. Jornadas de Arquitectura y Cooperación al
Desarrollo. Hábitat y Sociedad, 2010, nº 1, p. 175-179.
<www.habitatysociedad.us.es>.