narcotráfico

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Esquema de la política antinarcóticos norteamericana No existe relación más nociva ni más estrecha que la establece un drogadicto y el expendedor de alcaloides. Dicha vinculación está mediada por el intercambio comercial y, por tanto, por las reglas del mercado, lo que sugiere que todas las dinámicas al interior de esta heredan las taras y las virtudes del comercio convencional. Al referirme a drogadicto o consumidor no aludo, necesariamente, a una persona particular sino que puedo referirme a un grupo de personas o, incluso, a un conglomerado de naciones. Estados Unidos y Latinoamérica tienen, por ejemplo, este tipo de vinculación: Latinoamérica produce y comercializa Cocaína, en tanto que Estados Unidos la consume. Y dado que este nexo, como dije anteriormente, hereda las características del mercado tenemos una compleja red de personas interesadas en que el negocio sobreviva a los embates jurídicos, policivos, climáticos y de todo orden. La erradicación de drogas es, en ese orden de ideas, una lucha contra el negocio más rentable del mundo y, por tanto, la guerra contra una multinacional que genera, además de miles de empleos, ganancias extraordinarias a productores, intermediarios, y trasportadores.

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estudios del Narcotráfico en Latinoamérica

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Esquema de la política antinarcóticos norteamericana

No existe relación más nociva ni más estrecha que la establece un drogadicto y el expendedor de alcaloides. Dicha vinculación está mediada por el intercambio comercial y, por tanto, por las reglas del mercado, lo que sugiere que todas las dinámicas al interior de esta heredan las taras y las virtudes del comercio convencional.

Al referirme a drogadicto o consumidor no aludo, necesariamente, a una persona particular sino que puedo referirme a un grupo de personas o, incluso, a un conglomerado de naciones. Estados Unidos y Latinoamérica tienen, por ejemplo, este tipo de vinculación: Latinoamérica produce y comercializa Cocaína, en tanto que Estados Unidos la consume. Y dado que este nexo, como dije anteriormente, hereda las características del mercado tenemos una compleja red de personas interesadas en que el negocio sobreviva a los embates jurídicos, policivos, climáticos y de todo orden.

La erradicación de drogas es, en ese orden de ideas, una lucha contra el negocio más rentable del mundo y, por tanto, la guerra contra una multinacional que genera, además de miles de empleos, ganancias extraordinarias a productores, intermediarios, y trasportadores.

Imagine por un momento que le comisionan para exterminar la droga de Estados Unidos. Quizás lo primero que usted haría será sacar de las calles los estupefacientes. Para ello adopta dos medidas: aumentar los efectivos en la policía y vigilar los puertos y las fronteras para que no entre la droga por ellos (sería una tontería, pensaría usted, eliminar la droga de las calles y dejar que esta vuelva a entrar al país). Pero, como dije atrás, usted está luchando contra un grupo de empresarios y

comerciantes que no quieren perder las jugosas ganancias. Estos señores, que viven en función del negocio, deciden contratar mexicanos que vuelen a pocos metros altura en avionetas; sobornan policías y agentes portuarios; y, lo que es peor aún, asesina a todos aquellos que no acepten el pago o que, simplemente, estorben. Al poco tiempo usted se da cuenta que su estrategia es infructuosa dado que el gasto en seguridad se multiplica exponencialmente y los resultados han sido guerras entre mafias, inseguridad, corrupción de los estamentos públicos. Decide, por tanto, cambiar de estrategia: ahora, se dice usted, atacaré la raíz del problema: les daré millones de dólares y ayuda militar a los países productores de cocaína para que sean ellos los encargados de extirpar este problema (además serán ellos los que pondrán la cuota de sangre). Se frota las manos y deja escapar una sonrisa de satisfacción.

Pues bien, esa es la política que, a partir de los años ochenta, ha llevado los Estados Unidos. ¿Las medidas tomadas por el gobierno de los Estados Unidos, se preguntará, han disminuido el tráfico de drogas en dicho país?

Téngase en cuenta, antes de responder este interrogante, que a lo largo de la historia los gobiernos han luchado contra los vicios sin obtener los resultados deseados. Las luchas contra los vicios estimulan, además, cambios operativos que, al mismo tiempo que perpetúan el vicio por vía de la prohibición, generan tres mutaciones en las operaciones: cambiar los lugares de producción, reducir y descentralizar las operaciones y, la irrupción de mafias.

La primera de ellas se evidenció tanto en los Estados Unidos en el periodo de prohibición del alcohol como en la industria de drogas ilegales de Asia oriental. En la primera de ellas vemos a las grandes productoras de alcohol trasladando sus empresas a Canadá e

introduciendo, desde este país, millones litros de alcohol para la demanda interna. Sabemos, en el segundo caso que hace muchos años, la mayor parte de la producción de drogas, especialmente anfetamina, se generó en el centro de Tailandia. Debido a las fuertes medidas de seguridad en la zona, la industria de la droga cambió la distribución de sus productos a otras regiones de Tailandia, Laos y Birmania, un área que también es conocida como el “Triángulo de Oro”.

La segunda acredita su existencia, asimismo, en Asia oriental. Los traficantes de droga en esa parte del mundo han recurrido, en efecto, a operaciones de menor escala, las cuales son temporales y más difíciles de detectar por la policía. Estos ajustes incluyen menores costos de puesta en marcha, y de ese modo se minimizan pérdidas cuando las operaciones tienen que ser reubicadas en respuesta a los cambios en las actividades de seguridad.

La aparición del crimen organizado durante la “ley seca” demuestra claramente la tercera consecuencia. Se hizo evidente, en efecto, por medio de una conexión deliberada entre las bandas de las grandes ciudades que buscaba facilitar el contrabando y distribuir alcohol. La más famosa de estas bandas organizadas fue la liderada por Al Capone en Chicago. Mientras la demanda de alcohol durante la “Ley Seca” se mantuvo sólida, Capone no sólo prosperó con su industria de contrabando, sino que expandió su empresa e incluyó otros vicios tales como el juego y la prostitución. Los homicidios también aumentaron como consecuencia del contrabando y la competencia entre banda. En Asia oriental la industria del comercio de drogas en Asia está entremezclada, asimismo, con otras actividades criminales como, por ejemplo, el tráfico de armas y personas, el lavado de dinero, la violencia política y el terrorismo.

Con el fin de continuar agrupando elementos teóricos para responder la respuesta examinemos rápidamente política antidroga de los Estados Unidos en la Región Andina.

La política antidroga de este país se inició en 1989 con la denominada Iniciativa Andina (administración de Bush padre). Esta iniciativa marcó una nueva tendencia en la política antidroga ya que a partir de ese momento casi toda la ayuda antinarcóticos se suministró en forma de ayuda militar. Esta consistió en un paquete de ayuda de US$ 2,2 mil millones durante cinco años a Colombia, Bolivia y Perú, con el único objeto de combatir la producción de drogas. Después de tres años el plan fue declarado, sin embargo, un fracaso en lo concerniente al objetivo de reducir la oferta de cocaína que ingresaba a Estados Unidos. La ineficacia de esta iniciativa motivó que la administración Clinton disminuyera el monto de financiamiento suministrado a la región andina. Dicha reducción originó un ataque violento de críticas por parte de varios miembros del Congreso estadounidense, quienes condenaron a la administración por tomar una postura pasiva en la “guerra contra las drogas”. Dadas las demandas internas de los legisladores estadounidenses y las presiones externas por parte de los gobiernos de los países andinos para continuar con el enorme financiamiento, no llevó mucho tiempo para que la política antidroga de EE.UU. tomara nuevamente una postura proactiva. En enero de 2000, la administración Clinton anunció un paquete sin precedentes de US$ 1,6 mil millones para financiar el llamado Plan Colombia. Aunque la mayor parte de los fondos se reservó para combatir la producción de drogas en Colombia, parte de este financiamiento también se destinó a los esfuerzos antinarcóticos en Bolivia y Perú. En 2001, inmediatamente después del Plan Colombia, la administración Bush (2001-actualidad) presentó la Iniciativa Regional Andina. Este programa busca enfrentar la enorme

producción de cocaína en Colombia así como sus efectos secundarios en Bolivia, Perú y otros países vecinos. La iniciativa incluyó más de $ 600 millones en 2001 y más de $700 millones en 2003. (Moisés y Reales).

A pesar que las inyecciones de capital han sido, como se puedo ver, abundantes los resultados no han sido los esperados ya que los tres países de la Región Andina han tenido resultados sombríos en todos los campos.

A Bolivia, por ejemplo, la erradicación de cultivos de coca le ha costado a la economía del país cerca de $ 500 millones al año. Las estrategias alternativas para el desarrollo económico destinado a reembolsar la pérdida de la economía nacional, así como a compensar a los agricultores de coca por la pérdida de sus ingresos, han tenido poco éxito. Como si lo anterior fuera poco, los funcionarios gubernamentales de Bolivia han enfrentado fuertes movilizaciones de los agricultores de coca, quienes ven amenazados sus derechos por las continuas políticas de erradicación de cultivos.

Colombia es, como todos sabemos, un caso muy especial en los la política norteamericana: recibe más dinero que Perú y Bolivia juntos con resultados más pobres. En efecto es producto de tres factores: el “efecto globo”, la reubicación de los productores y la violencia política de la guerrilla y los paramilitares.

El efecto globo, se refiere, en primer lugar, “al aumento no intencionado de la producción de drogas en un área como consecuencia de la reducción de dicha producción en otra(s) área(s)”1. En editorial de El tiempo del 7 de marzo de 2006 se afirma que no obstante que “Se

1 Moisés y Reales: Violencia política,.. (Pág.32).

fumigaron 138.775 hectáreas de coca y 1.624 de amapola, y se erradicaron manualmente otras 31.285 de coca y casi 500 de amapola. Se decomisaron 223 toneladas métricas de cocaína y base de coca. La Policía Antinarcóticos destruyó 107 laboratorios de procesamiento de cocaína y casi 800 de pasta base. La interdicción aérea llevó a la destrucción de dos avionetas, la captura de cinco y el decomiso de cuatro toneladas de cocaína. Los activos decomisados aumentaron en 500 por ciento. Se capturó a 275 narcos. Y se llegó al récord de 304 extraditados”, Colombia, “por primera vez desde el año 2000 el cultivo aumentó 3 por ciento en la región andina (158.000 hectáreas en Colombia, Perú y Bolivia)”2. Estos datos, fuera del contexto de los países andinos, parecerían inverosímiles. Pero si tenemos en cuenta que en el momento en el que los esfuerzos antinarcóticos estadounidenses se centraron en la erradicación de cultivos ilícitos en Bolivia y Perú, la industria de la droga reestructuró sus operaciones y terminó generando la multiplicación de dichos cultivos en distintas zonas de Colombia como la Sierra Nevada de Santa Marta y el Pacífico. De esa forma, tanto la producción como la elaboración de la cocaína se concentró en un sólo país como se observa en la siguiente gráfica3.

2 El Tiempo: Marzo 7 de 2006. (http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1939602#).

3 Fuentes: Para el período 1980-1986 los datos fueron tomados de los informes USGAO. Para el período1987-2002 los datos fueron tomados de los informes INCSR.

A lo anterior hay que agregarle el hecho- paradójico, por demás- que la eliminación de los carteles de Cali y Medellín no se reflejó en una disminución en los niveles de producción, elaboración y tráfico de estupefacientes. Por el contrario, la industria de la droga en Colombia empezó a expandirse más y se volvió indiscutiblemente más efectiva.

El segundo factor ha ocasionado que los narcotraficantes (particularmente los tres grupos “narcoterroristas”) desplacen forzosamente a aquellos agricultores que se rehúsan a que sus tierras sean empleadas para aumentarla cantidad de cultivos ilícitos. De allí que más de dos millones de colombianos que habitaban en las zonas rurales del país ahora vivan en la dramática situación social y económica que caracteriza al desplazamiento forzado.

El último y quizás más importante obstáculo que afecta los esfuerzos de erradicación de los cultivos de coca en Colombia es la violencia política de origen guerrillero y paramilitar. Cabe destacar que dicha violencia implica ataques con potencialidad y capacidad destructora en contra de la estabilidad del régimen político o del aparato institucional. En el caso colombiano, además de los asesinatos selectivos, las amenazas de muerte y las masacres causadas por motivos políticos, las leyes tipifican la rebelión, sedición o asonada como actos de violencia política (delitos) que son penalizados con varios años de cárcel.

Este complejo panorama territorial se suma a la preocupación principal y/o prioridad del gobierno de Estados Unidos en relación con el caso colombiano, que sigue siendo la sustitución de los cultivos ilícitos y la militarización casi total de la lucha contra el narcoterrorismo. No en vano, Colombia sigue siendo el receptor mundial con mayor cantidad de militares entrenados por personal estadounidense4. Los resultados que esta estrategia ofrece, particularmente en lo concerniente a la erradicación de cultivos de coca, permiten concluir que la política antidroga de EE.UU. en Colombia no ha sido efectiva. De hecho, la evidencia demuestra que el negocio de la coca sigue más vigente que nunca, al igual que la violencia política que lo sostiene. Esto se debe a que tanto guerrilleros como paramilitares saben muy bien que la violencia política aumenta los niveles de desplazamiento forzado y en consecuencia facilita el control de las tierras propicias para cultivos ilícitos, sin importar lo que el gobierno estadounidense diga o haga al respecto. Por ello, cuando los grupos “narcoterroristas” necesitan “trasladar” sus cultivos de coca debido a las fumigaciones (auspiciadas por el gobierno norteamericano y apoyadas por los últimos gobiernos colombianos) o por las operaciones militares de la fuerza pública en una

4 Moisés y Reales: Violencia política,.. (Pág.36).

zona, sólo recrudecen la violencia política en otras regiones, perpetuando así el aumento de los cultivos ilícitos y el tráfico de drogas.

Lo anterior quiere decir que, el esfuerzo realizado por los gobiernos norteamericanos para erradicar la droga ha tenido efectos parciales en Perú y Bolivia, este se ha neutralizado por el progresivo incremento de los cultivos y de la producción en Colombia. Este país, además de haber sido víctima del “efecto globo” las condiciones políticas y económicas incide en la persistencia del negocio del narcotráfico.

Si examinamos detenidamente las condiciones esbozadas en las líneas precedentes encontraremos que coinciden, punto a punto, con los cambios operativos descritos al inicio del ensayo, demuestra que el camino asumido por los gobiernos norteamericanos no atiende las evidencias históricas y estadísticas que muestran que continuar por este sendero conducirá a la indefinida producción de droga o, como sucedió a mediados de los treinta, a la legalización de los estupefacientes. Lo anterior muestra, además, que el costo de la lucha contra las drogas se concreta en los países andinos en pobreza, violencia política y corrupción.

Bibliografía

Arce, Moisés y Reales, Leonardo: Violencia política, asistencia militar de los Estados Unidos y producción de coca en los andes centrales. Revista de Ciencia Política. (Santiago). Vol. 26. Número 1. 2006.

Jácome, Mauricio: la (in) seguridad en los países andinos. Aldea Mundo. Año 8, número 6.

García-Bustos, Martha Luz: Los focos de la mafia de la cocaína en Colombia. Nueva Sociedad. Número 121. Septiembre-octubre, 1992.

Pablo G. Dreyfus: Cuando el remedio es peor que la enfermedad: reflexiones y advertencias sobre la militarización de la represión del tráfico ilícito de drogas en América del Sur. Revista Fuerzas Armadas y Sociedad. Año 18, número 3-4.

Esquema de la política antinarcóticos norteamericana

Presentado por:

Diego Niño

Jenni Mahecha

Universidad Nacional de Colombia

Bogotá, 5 de diciembre de 2008