navegar en uruguay #4
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La revista náutica de Uruguay con contenido técnico, de actualidad, notas de interés periodístico, deportivo, boat tests, humor, y mucho más....TRANSCRIPT
Navegar I 1
Enero 2015 - Nº4
Crucero Regal Fun En otoño se realizó el sexto Crucero Regal
Descubriendo CroaciaNavegamos por la espectacular Costa Dalmata
Madurez sobre la tablaBeatriz y Mónica salieron a navegar después de los 40
con Julio Bocca
Navegando un
Dufour 380
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Foto: Manlio Ferrari
bitácora03 Editorial
06 Dufour 380 Grand Large: Un barco a pedir de Bocca
18 Navegando por la Costa Dálmata de Croacia
24 Crucero Regal Fun
32 Emergencias a bordo
34 Madurez sobre la tabla
staffDirectores
Álvaro Bermúdez - Manlio Ferrari
Producción Periodística
ArtePerdigón Diseño
ColaboradoresFabián Werner, Ignacio Guani, Tomás López.
Navegar en Uruguay es editada por Navegar S.R.L., inscripta en el Registro de Educación y Cultura
(ley Nro 16.099) 18131
Navegar es una marca registrada en Uruguay (DNPI).
Las opiniones expuestas en los artículos son de en-tera responsabilidad de los autores. Las fotografías son propiedad de Navegar S.R.L. o en algunos ca-
sos de los responsables de los artículos publicados.
DirecciónFco. Muñoz 3147 Apt 101
Webwww.navegar.com.uy
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editorial
Alvaro BermúdezDirector
Editar la revista Navegar ha sido una experiencia muy grata, a través de la cual intentamos hacer
un aporte periodístico apuntado a difundir la náutica y el aprendizaje de las artes marineras.
Lamentablemente, no hemos logrado el equilibro comercial que la revista necesitaba para cubrir
su presupuesto, por lo cual no se seguirá imprimiendo.
A modo de despedida, compartimos con ustedes en esta edición digital, la Revista Navegar nro 4.
En adelante, seguiremos intentando contagiar nuestra pasión por este deporte y estilo de vida, y
compartiendo nuestra experiencia, a través de la página web de Bermúdez Náutica, www.nautica.
com.uy, y otros medios digitales e impresos, ya que el objetivo de aportar nuestro grano de arena
sigue tan vivo como siempre.
Cordialmente,
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Dufour 380 GRAND LARGE:
de BoccaUn barco a pedir
Es un amante del mar, al cual considera “una necesidad” en su vida cotidiana. Navegó por varios mares, y aunque es evidente que disfruta del espacio abierto, su vida profesional la construyó en escenarios cerrados, bajo la atenta mirada de los miles y miles de personas que durante años disfrutaron de verlo bailar. Julio Bocca es uno de los bailarines más reconocidos en la historia del Ballet. Respetado y admi-rado por los conocedores, logra despertar el entusiasmo de cualquier neófito en un arte al que insiste en convertir en una actividad más popular y masiva.
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del Sodre (…) Se fueron dando las cosas por
suerte muy bien. Y ya instalado. Igual mi idea
es siempre irme un poquito más a la tranquili-
dad. Mi idea es poder buscar casa para este
lado”, señala en alusión al este del país.
Asegura que le gusta, y “mucho”, la playa de
Chihuahua. “Una vez pasé vacaciones en La
Pedrera. Tiene unas playas muy lindas. Una
vez fui a Punta del Diablo. Tiene lugares ma-
ravillosos Uruguay y totalmente diferentes. Y
lo que más me gusta es esa cosa de playas
vírgenes, de mantener esa naturaleza que hace
que uno lo pueda disfrutar mejor. No encontrar
tanta gente para mí es muy importante”, ase-
guró entre risas.
Y es que, buscada o no, la fama lo persigue,
de la mano de su talento arriba y abajo de los
escenarios.
Julio Bocca ha logrado hacer del ballet una
actividad obligatoria en el calendario cultural
uruguayo. Y eso lo logró no solo por sus cono-
Los escenarios del mundo seguro extrañan sus pasos y la elegancia que desplegó durante décadas de arduo trabajo y férrea disciplina. Pero al ballet, no lo dejó. Eligió instalarse en Montevideo, donde dirige la compañía del Sodre. Su decisión tiene que ver con una forma de vida tranquila que persigue luego de años de viajar por el mundo entero. Y también, tiene que ver con su pasión por el mar.
Navegar invitó a Julio Bocca a probar el recién llegado velero, y aprovechó -¿cómo no hacerlo?- para conocer algo más de este argentino al que, sin duda, los uruguayos han adoptado.
“Una de las cosas que me impulsó más fue la
tranquilidad. Y también el contacto con el agua.
Para mí el contacto con el agua es muy impor-
tante. Es una necesidad. Caminar por la Ram-
bla o estar mirando el agua (...) me da mucha
tranquilidad, me da energía, me pone bien”,
explica Bocca a bordo del velero en el puerto
de Punta del Este.
“Llegué porque necesitaba estar en un lugar
tranquilo y después se fueron dando las cosas.
Conocí a mi pareja, el ofrecimiento de trabajo
La venida a Uruguay
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cimientos y experiencia, sino y particularmen-
te, por una disciplina de trabajo que para él
es clave.
“Desde el comienzo fue todo (desafío) porque
fue como haber hecho una nueva compañía. La
compañía casi no existía, no estaba. Fue volver
a montar una nueva compañía. El desafío de
poder trabajar en el sistema que a mí me gusta.
Con la libertad y el apoyo que por suerte tuve
y seguimos teniendo. Tener libertad de poder
programar. Ya tenemos programado hasta fines
de 2015. Hemos hecho grandes producciones.
El público viene y siempre tenemos agotado…
El Lago (de los Cisnes) fueron 20.000 entra-
das. Cosas impensables”, dice orgulloso.
Veinte mil entradas para un espectáculo de ba-
llet. Es una cifra difícil de asimilar, y digna de
aplaudir. Y como Navegar nació con el objetivo
de difundir la Náutica, de hacer de esta acti-
vidad una más popular en un país con costas
maravillosas, la pregunta a Bocca era ineludi-
ble: ¿cuál es el secreto para convertir el ballet
en Uruguay en algo tan popular como llegó a
serlo hoy en día?
“Acá lo que fue clave fue informar a la gente. Publi-
cidad. Yo me preocupo porque salga en todos los
periódicos un aviso. Que en las paradas de colec-
tivo (ómnibus) esté un aviso. A veces en los colec-
tivos que esté el aviso. Hacer entrevistas. Tener in-
formación hacia la gente. Y eso ayuda muchísimo
para que la gente esté informada y que sepa lo que
se está haciendo y también que esté acostumbra-
da. Que se acostumbrara a sacar las entradas con
anticipación. Se fue acostumbrando porque si no
lo hacían se iban agotando las entradas”.
Al momento de la prueba del barco, en el mes
de setiembre, iban 5.600 entradas vendidas
para un espectáculo que tendría lugar a partir
del 5 de diciembre.
“Cuando transmitís una forma de trabajo y la
respetás, eso también ayuda. Nosotros nunca
cancelamos una función. Saben que se dice
tal día y se empieza tal día. Poco a poco va
teniendo confianza en lo que va pasando. En-
tonces bueno, (el público) se larga a tener una
entrada ahora para diciembre. Eso creo que es
muy importante: el informar en general lo que
se está por hacer. Eso a mí me ayudó muchísi-
mo. Empezamos a incorporar Facebook, twit-
ter, que a mí me cuesta. Eso yo no lo manejo
porque no tengo idea y no me gusta. Pero si
no era muy difícil también que la gente llegara
a ver”, resumió
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apoya muchísimo lo que estamos haciendo”,
sostuvo.
Y al bailarín, le gana el director.
“A mí me fascina que haya otra compañía en la
región. Que bailarines jóvenes tengan la posibi-
lidad de trabajar donde les gusta dentro de la
región. Ahora hay otra compañía más, clásica.
Siempre hay más compañías contemporáneas,
pero clásicas, de repertorio, es muy difícil. Te-
nés la municipal de Rio, la de Chile, el Colón
como grandes compañías y después nada más.
Ahora está también la de Uruguay, la del Ballet
Nacional del Sodre, que en una época ya era
dentro de la región una de las más importan-
tes, y ahora volvió a estar dentro de las mejores
compañías de la región”, explica.
“Pasaron un montón de cosas de volver a ge-
nerar”, rememora Bocca al repasar su trabajo
al frente del ballet del Sodre y su apuesta a la
gente del país.
“Los telones de El Lago (de los Cisnes) se pin-
taron todos acá. Todos los años (se hace) un
concurso internacional (para) que venga gente
de diferentes países. Que la compañía salga
de gira nacional, que nunca lo hizo. (La com-
pañía) lo hacía así muy puntualmente pero no
así como nosotros todos los años. Salir afuera
(...) y poco a poco subir el nivel de trabajo y de
calidad, que una compañía lo necesita. Fue-
ron muchas cosas que se hicieron. Y faltan
muchas más para hacer. Pero creo que fue un
cambio y eso el público lo ve y por eso tam-
bién nos responde de esa forma. El público
Nueva vida para una compañía
- ¿Si tuvieras un barco cómo le pondrías de nombre?
(Si tuviera un barco) le pon-dría “Nando”, en honor a mi abuelo. A él le gustaban los barcos y le gustaba el agua. Era amante de todo lo que era la náutica. Yo lo disfruto mucho. (...) Tiene algo mági-co conmigo el agua”.
- ¿Cómo te llevás con el mar?
- “Siempre de chico iba al mar. Con mis abue-
los y mi familia. A mí el mar me provoca paz,
libertad, tranquilidad, me provoca estar en el
mar. Es como una necesidad. Es difícil con
palabras, pero es lo que uno va sintiendo o
necesitando. Es como hoy. Como que me re-
lajé. Toda la tensión que tenía, del trabajo, de
todo, como que en un segundo (desapareció).
Es rara la sensación, porque es placentera…
Es como una necesidad de estar, de estar en
contacto, de verlo, de mirarlo, de estar. No hay
en sí una palabra”.
- ¿Habías navegado antes? ¿A motor,
a vela?
“A motor sí. La mayoría de veces. Como siempre de
vacaciones de chico las hacía en Mar de Ajó, que
no tenemos nada, eran playa todo el tiempo. Y des-
pués cuando empecé a trabajar, a viajar, siempre
alquilaba un barco en el Caribe, y la mayor parte ha
sido siempre en el Caribe. Pero también he hecho
vacaciones en Grecia, he navegado en Turquía. (...)
Y acá en Punta del Este.
A vela es la primera vez. Sin motor. Sin escuchar
nada. Ese placer que se tiene de no escuchar
nada simplemente el ruido del agua. Nos tocó un
día perfecto.”
- ¿Cómo fue esa primera sensación de ir
a vela entonces?
Era como deslizarse. Una cosa que nunca pude
hacer y que siempre tuve ganas, que no tiene
nada que ver con el agua, es patinaje artístico
sobre hielo. (...) Por el deslizarse. Es una super-
ficie plana que va, que te da esa cosa... que te da
como un masaje. Me imagino que la sensación
(del patinaje) debe ser como la que tuve ahí” en
el velero.
- ¿Cuál fue tu impresión del barco?
“Me resultó cómodo. Siempre fui a los yates por
una cuestión de comodidad, de confort. Apenas
me fui a la escalera me resultó como muy cómo-
do, muy manejable y al mismo tiempo tiene un
diseño, una línea muy pura. Me gustó la estética.
No soy un experto. Aparte también es una estéti-
ca muy moderna y también es muy simple, no es
nada rebuscado, y es cálido al mismo tiempo. No
es una estética fría”.
- ¿Encontrás alguna similitud de navegar
a vela con el ballet?
“(Exige) un control del cuerpo. La sensación que
me dio es que el velero es como un cuerpo. Tenés
que ir acomodándote tu equilibrio, y tenés que ir
buscando ese equilibrio para poder navegar. No
tenemos la sensación de deslizarse. Nosotros
tenemos la sensación de volar, del salto, de sos-
tenerse en el aire. Es muy difícil tener esa sensa-
ción, pero sí la sensación del control del cuerpo.
(...) Sentía que si tenía que ir a la derecha, auto-
máticamente mi cuerpo tiende a corregirlo”.
Julio Bocca tomó el timón del “Windseeker” du-
rante largo rato en un espectacular sábado de
primavera. Instintivamente se adaptó al barco y
comprendió las señales que el mar y el viento le
enviaban. Tal como hizo con el público uruguayo,
para llevar al ballet del Sodre al éxito regional que
indiscutiblemente es hoy en día.
Su relación con el mar
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Foto: Nacho Guani
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En un día casi veraniego a principios de
setiembre, Navegar probó el nuevo Dufour
380 Grand Large, recién llegado de Francia.
Como siempre, a bordo estaba un invitado
especial para la ocasión: en este caso, Julio
Bocca, quien vino acompañado por María
Noel Riccetto y sus respectivas parejas.
El “Windseeker” aguardaba para la prueba de
navegación en la marina 3 del Puerto de Punta
del Este. La armonía de sus líneas lo hace in-
confundible, mostrando la prioridad que otorga
a la estética el estudio de Umberto Felci. No
falta ninguna de las tendencias actuales de
diseño que aparecían en la edición Nro 2 de
Navegar: francobordo alto, proa recta, manga
generosa en popa, doble timonera y espejo re-
batible que se convierte en plataforma de baño.
Sin embargo en Dufour, estas características ya
presentes en todos los diseños modernos, se
conjugan con una fineza y una elegancia que lo
destacan del resto.
El abordaje se hizo por popa, y de inmediato se
encuentra un cockpit muy amplio, con la sen-
sación de estar en un barco de bastante mayor
eslora, con la protección de un gran bimini y
chubasquera en un color beige muy poco visto
fuera de la marca.
Las timoneras tienen a mano todo lo necesario
para controlar el barco, con el instrumental dis-
cretamente empotrado, los molinetes de genoa,
el comando del motor, compás y buena visión
y acceso al GPS/plotter que descansa bajo la
mesa de teka del cockpit. Desde allí se extrae y
pivota hacia la timonera de estribor o la de ba-
bor. Entre ambas, hay un lugar específico para
la balsa salvavidas. En la tapa se estiban las
puertas de acceso a la cabina. En esta versión
de dos camarotes, el pañol principal es gigan-
tesco, aprovechando casi todo el volumen de lo
que sería el tercer camarote de la otra versión
disponible.
El interior de este Dufour combina la calidez y
elegancia clásica de la madera rojiza, con un
diseño moderno, limpio y con abundancia de luz
Boat Test
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natural. Las ventanas del casco están a la altu-
ra exacta para gozar de la mejor vista sentado
en el salón, un privilegio que hasta hace pocos
años no se conocía en los veleros.
Abrir placares, y levantar pisos de la sentina, es
una buena manera de comprobar, a bordo del
Dufour 380, el gusto por el detalle y calidad de
terminaciones de este astillero.
La bodega es generosa, y los depósitos de re-
siduos organizados para clasificarlos. La alace-
na presenta recipientes plásticos a medida, y
numerosas sorpresas más. La gran heladera,
la cocina y los lugares de estiba, hacen muy
atractivo este modelo para la vida a bordo en
largas vacaciones y cruceros. Y el baño en esta
versión, realmente impresiona por su tamaño y
comodidad, especialmente en el duchero.
Al zarpar no tomó mucho tiempo darse a las
maniobras ya que el entusiasmo por aprovechar
un día magnífico para navegar era grande. El
“Windseeker” mostró su buena maniobrabili-
dad a motor al salir de la marina, y la potencia
del Volvo Penta de 40 hp. El “saildrive” llevó el
barco sin vibraciones y con muy bajo nivel de
ruido hasta la Isla Gorriti. Allí, mientras el gru-
po esperaba que levantara algo de viento, fue
sencillo comprobar una vez más la comodidad
del cockpit con sushi y champagne, disfrutando
también de conocer un poco más a los célebres
invitados.
Por suerte la brisa no faltó a la cita, y el D380
zarpó de Gorriti estrenando el spinnaker asimé-
trico, amurado en un botalón retráctil. El timón
se mostró siempre muy sensible y equilibrado
y la trasluchada resultó muy sencilla. Luego
probamos el enrollador de asimétrico Selden,
un invento genial que permite enrollar el spi al-
rededor de un cabo anti torsión, desde el tope
hacia abajo, tirando de un cabo sin fin desde
la seguridad del cockpit, dejando la maniobra
de arriado e izado para hacerla en puerto, sin
apuro alguno.
En la ceñida con tan poco viento (unos 6 nudos)
la mayoría de los veleros de cruceros apenas se
arrastran, pero el Dufour 380 se disfruta como
un barco de regata, por su performance y por lo
agradable que resulta de timonear.
Tanto en las piernas que navegamos de spi,
como al regresar ciñendo, Navegar pidió a Julio
que probara a timonear. Y la sorpresa fue gran-
de: se lo vio acompañando los borneos como si
hubiera navegado a vela toda su vida, combi-
nando sin duda alguna su gran sensibilidad, con
la agilidad y balance óptimos del Dufour 380.
Navegar agradece muy especialmente
a Horacio García Terra y a su esposa
Florencia, por permitirnos estrenar con
ellos el “Windseeker” y por acompañarnos
también en la prueba.
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Características Dufour 380 GRAND LARGE Length overall.......................................
Eslora de casco....................................
Eslora de línea de flotación..................
Manga...................................................
Desplazamiento....................................
Calado...................................................
Superficie vélica..................................
Capacidad de agua...............................
Capacidad de carburante.....................
Motor.....................................................
Certificación CE....................................
380 L
200 L
30 cv
Catgoría A
11.19 m
10.9 m
9.89 m
3.85 m
Quillote corto = 7160kg Quillote largo = 7060kg
Quillote corto = 1.90 m Quillote largo = 1.60 m
Mayor = 31m2 Genoa 140% = 35m2 Spi = 90 m2
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Croa
cia
NAVEGANDO POR LA COSTA DÁLMATA DE
Probablemente fue al desembarcar lue-
go de la increíble experiencia en la costa
mediterránea de Turquía (ver nota en revista
Navegar #2) que comenzamos a planificar
en dónde sería la siguiente aventura. Y la
elección, que a la postre demostró ser todo
un acierto, fue Croacia.
Usaríamos la misma compañía de chárter,
que nos había brindado un servicio de primera
calidad, profesional y amigable, y el mismo
tipo de barco: un catamarán de 40 pies con
capacidad máxima para 10 personas, que ya
había probado ser muy confortable para las
dos familias viajeras.
Y casi sin darnos cuenta, ya nos encon-
trábamos en el puerto deportivo de la ciudad
de Dubrovnik, listos para recibir el barco y el
briefing, ansiosos por comenzar nuestra se-
mana de chárter.
Esta vez, ya conocíamos al detalle los
aspectos técnicos del catamarán, de nombre
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“Mitsou”. Igualmente, pudimos comprobar su
impecable estado, aspecto y confort. Por lo
tanto, el briefing o charla preliminar se con-
centró en el itinerario sugerido y las reco-
mendaciones de posibles puntos de fondeo y
paseo en la zona.
Una vez aprovisionados en el super-
mercado ubicado dentro del puerto de-
portivo, y alistado el barco para zarpar a
la mañana siguiente, partimos a conocer
Dubrovnik.
Esta pequeña y encantadora ciudad es co-
nocida como la “Perla del Adriático”, y dentro
del programa de hermanamiento de ciudades,
esta hermanada entre otras, con nuestra Punta
del Este.
No imaginamos encontrarnos con un lugar
tan espectacular. Dubrovnik impresiona con sus
murallas rodeando el casco antiguo peatonal,
declarado Patrimonio de la Humanidad. Es un
placer caminarla y perderse por ese entramado
de callejuelas medievales, apreciando su arqui-
tectura, sus palacios de aspecto veneciano y su
ambiente descontracturado. Disfrutar una cena
en uno de sus innumerables restaurantes con
mesas al aire libre es una delicia.
A la mañana siguiente estábamos descan-
sados y listos para zarpar. Rápidamente nos
encontrábamos navegando por el mar Adriá-
tico, a través de la llamada costa Dalmata.
Esta zona montañosa y poblada por rocas y
pinos cae a pique sobre un agua de color azul
intenso. Está compuesta por una serie de is-
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las alargadas, cuya vegetación es exuberante
y combina paisajes fascinantes con pueblos
encantadores.
Pronto llegó el momento del primer cha-
puzón y paseo en los stand-up paddle boards,
tiempo de comprobar el progreso en las acro-
bacias, especialmente de los chicos.
Durante los siguientes días, la mañana comen-
zaba con un buen desayuno, seguido de acti-
vidades acuáticas y navegación hacia nuestro
siguiente destino.
La zona se caracteriza por contar con innu-
merables sitios para fondear, tan privados y es-
pectaculares como se quiera. Luego de un buen
almuerzo y descanso, parte de la diversión con-
sistía en explorar la zona, escalar las desafian-
tes rocas hasta encontrar vistas únicas y por
supuesto, disfrutar del mar. Luego, era hora de
continuar la navegación hacia la zona de fondeo
para la tarde. Las alternativas son generalmente
pequeñas marinas pertenecientes a restauran-
tes, que a cambio de una reserva para cenar
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ofrecen su lugar, o bien la tranquilidad de un
fondeo más alejado, para disfrutar el silencio de
la noche y las estrellas.
El itinerario sugerido nos llevó a lugares in-
creíbles. Uno de los que vale la pena resaltar es
la isla de Mjlet, donde alquilamos bicicletas para
pasear entre bosques de pinos y lagos, y donde
vimos ruinas romanas del siglo II.
Mención aparte merece la mágica ciudad fortifi-
cada de Korcula, también conocida como “Little
Dubrovnik”, lugar donde nació Marco Polo.
Y así, entre navegadas, chapuzones, pa-
seos, cenas y estrellas, la semana se fue en un
abrir y cerrar de ojos. Ya estábamos de vuelta
en la base de Dubrovnik, con la satisfacción de
una semana de chárter increíble, y listos para
contar esta historia.
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Crucero REGAL FUN
La propuesta en estos cruceros, organizados por Bermúdez Náutica, es mostrar a sus clientes de lanchas y cruceros Regal otra forma de disfrutar sus embarcaciones, aprovechando el encanto de los ríos uruguayos, fue-ra de la temporada estival. Este año incorporaron un ingrediente más al programa, con dos animadores profe-sionales que le dieron un toque más lúdico, y garantizaron la diversión lue-go de cada puesta de sol.
Navegar I 25
Durante el pasado otoño se realizó el sexto Crucero Regal, aprovechando lo que fue probablemente el último fin de
semana de calor antes del invierno.
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El primer destino de esta edición fue el
arroyo Cufré, luego de una larga navegada para
los que partieron de Punta del Este, y un paseíto
menos exigente para los que se sumaron desde
Marina Santa Lucía. Allí la gente del Yacht Club,
junto al equipo de tierra del crucero, esperaban
a las tripulaciones con una picada de quesos y
fiambres de la zona, ensaladas y unos exquisi-
tos corderos a las brasas. Las embarcaciones
zarparon luego río arriba, en un recorrido de va-
rios kilómetros, que cautiva por lo silvestre de la
costa, y el colorido reflejo del atardecer en sus
aguas calmas.
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Esa primera noche el alojamiento fue en la
Estancia Don Joaquín, donde empezó la com-
petencia entre embarcaciones, con distintas
actividades pensadas para todas las edades.
Absolutamente todos los participantes se en-
gancharon con las propuestas, que variaron
desde concursos de cultura general y conoci-
mientos náuticos, hasta un partido de Frisbee
nocturno, con disco con leds y pulseras fluores-
centes incluidas.
A la mañana siguiente, el grupo navegó
hasta Bocas del Rosario, donde los esperaba
el almuerzo preparado por Angelito y su familia,
los “locatarios” de este hermoso puerto natural.
La navegada de la tarde hacia Riachuelo fue la
ocasión de probar la potencia de los motores y
de lucirse a máxima velocidad, gracias a la cal-
ma chicha, alcanzando las Regal más rápidas
unos 48 nudos. Antes de ingresar al arroyo, los
fanáticos del wakeboard “estriraron” el verano
aprovechando el agua planchada frente a las
playas de Riachuelo.
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Regal 46 Sport Coupe .............................................“Gran Bacán”
Regal 35 Sport Coupe .............................................“Chi.Lit”
Regal 28 Express ....................................................“Cruz del Sur”
Regal 27 Fasdeck ...................................................“Mosquito Blue”
Regal 27 Fasdeck ...................................................“Maroma”
Regal 2700 .............................................................“Serena”
Regal 2500 .............................................................“Motilon”
Embarcaciones participantes
Una vez amarrados en el embarcadero de
yates, río arriba, las tripulaciones se traslada-
ron al hotel Days Inn de Colonia, donde conti-
nuaron las competencias, juegos y concursos,
que luego de un reñido final, entre poker y ping
pong, coronó a la tripulación de la Regal 2500
“Motilon”, que se llevó los aplausos y un GPS de
recuerdo.
El domingo, nuevamente con excelentes
condiciones de navegación, se hizo el regreso
sin escalas, cada barco a su puerto base, Mari-
na Santa Lucía, Balleneros y Punta del Este.
Crucero REGAL FUN
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32 I
Identificando posibles escenarios, Navegar pone en la mesa de navegación un tema muy am-plio para el cual esperamos las consultas de nuestros lectores y así abordar los tópicos más votados en nuestra próxima edición.
Todos reaccionamos diferente frente a las
emergencias. Algunos tienden a quedar parali-
zados, otros a pedir ayuda, otros a ayudar, otros
se iluminan y gozan de una lucidez o una fuerza
sobrehumana. Pero más allá de la naturaleza
de cada uno, prever las circunstancias adversas
a las que nos podríamos enfrentar, y sus mejo-
res soluciones, nos ayudan a todos a reaccionar
de la mejor manera posible. Eso nos hará sentir
más seguros, y evitará dudas que nos podrían
hacer perder tiempo valioso o tomar decisiones
equivocadas.
Lógicamente, lo mejor es que las emergen-
cias no lleguen a suceder. La gran mayoría de
ellas, si no todas, podrían se evitadas revisando
previamente todos los sistemas de a bordo y
planificando los viajes para evitar condiciones
climáticas adversas. Pero en la práctica, tarde
o temprano tendremos que enfrentarnos a si-
tuaciones de emergencia, y seguramente cuan-
do menos se lo espere. Y cuando esto suceda,
necesitaremos reaccionar en forma rápida, sin
titubeos, y sabiendo lo que hacer. Para eso,
nada mejor que haber previsto la posible situa-
ción, imaginado su solución y entonces no hay
más que seguir el libreto ya preparado.
Por ejemplo, si navegamos en un velero a motor
por un canal angosto y se apaga el motor, un
capitán poco previsor, seguramente tenga la
mayor arriada y la funda puesta, mientras que
otro más cauto, o nutrido por sus millas de ex-
periencia, lleve la mayor izada, y una vela de
proa lista para izar, o enrollada, haciendo de la
emergencia una simple anécdota.
Nada más agradable para la tripulación y los
invitados, que contar con un capitán democrá-
tico, tolerante, servicial y que sea un gran anfi-
trión. Pero cuando hay una emergencia, lo que
se requiere de él es que reaccione rápidamente,
sepa lo que hacer, indique a cada tripulante
como debe ayudar y que al mismo tiempo con-
tagie calma y tranquilidad.
Detallar cada una de las posibles emergencias,
en los distintos tipos de barco, y sus mejores
soluciones, sería demasiado extenso para tra-
tarlas en una sola edición de Navegar, por lo
cual limitaremos este artículo a crear conscien-
cia sobre la importancia de estar preparado.
A continuación, listaremos las emergencias más
comunes, para que cada capitán las considere y
planifique su reacción frente a ellas. Y en caso de
dudar sobre la solución más adecuada, invitamos
a los lectores a consultar a Navegar, vía email
([email protected]), y con gusto le responde-
remos con nuestros consejos y sugerencias.
EMERGENCIAS
a bordoTextos: Alvaro Bermúdez
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• Alarma en motor • Se apaga el motor (o los motores) • No alcanza el combustible para llegar a puerto • El motor no arranca • Se enreda un cabo en la hélice • Ancla garreando con costa a sotavento • Varadura • Temporal
EMERGENCIAS COMUNES A VELA Y MOTOR
• Hombre al agua • Fuego • Mucha agua en la sentina • Emergencias médicas • Posible hundimiento: abandono del barco • Rotura de timón • Rotura en jarcia • Rotura de mástil
Tampoco es raro que dos o más de estas emer-
gencias se encadenen, complicando mucho
más la situación. A veces esto es la conse-
cuencia de una mala resolución de la emergen-
cia primaria, y otras veces una consecuencia
inevitable.
Estar preparado, conocer al “enemigo”, en este
caso las posibles emergencias, es una respon-
sabilidad que debe asumir todo capitán. No
significa ser pesimista ni fatalista, pero tener
consciencia de que las cosas pasan, y vivirlas
cada tanto en la imaginación, cambian total-
mente el resultado cuando nos toca vivirlas en
la realidad. Uno siente que está preparado para
afrontar la adversidad y que sabrá cómo supe-
rar los obstáculos. Eso nos dará la seguridad
y la confianza para disfrutar plenamente de
la navegación deportiva, y a la vez proteger a
quienes navegan con nosotros, que suelen ser
nuestros seres más queridos.
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Equilibrio, estabilidad, potencia en brazos
y piernas, resistencia. Estas son algunas de las
características que deben tener quienes decidan
practicar windsurf, uno de los deportes náuticos
más técnicos. Por esa razón, cualquiera que se
acerque a la costa y vea las velas surcando el
Río de la Plata a gran velocidad podría pensar
que es una disciplina exclusiva para personas jó-
venes y atléticas. Sin embargo, en Uruguay hay
gente que desmiente esa idea, se calza su traje
de neopreno y sale sin complejos a desafiar el
viento a bordo de una tabla.
Beatriz y Mónica salieron a navegar después de los 40
Madurez sobre la tabla
Fue a mediados de los años 30 cuando
el pionero del surf Tom Blake tuvo la idea
de insertar un aparejo en su tabla, luego
de un buen rato de “remar” en busca de
olas para surfear. Llamó a su invento “sai-
ling surfboard”, pero la ocurrencia no tuvo
aceptación hasta 30 años después. Fue
Newman Darby a mediados de los 60 quien
diseñó en Pennsylvania la primera tabla a
vela y junto a su hermano Ken decidieron
crear una empresa que comercializara los
nuevos equipos.
Desde aquellos primeros días del wind-
surf hasta hoy el deporte progresó muchísimo
y hasta se ha convertido en disciplina olímpi-
ca. Quizás por eso persiste la idea de que es
un deporte de alta exigencia, destinado sólo a
personas jóvenes con un entrenamiento físico
exigente. Pero eso no es del todo cierto.
Del consultorio a la tabla
A los 50 años Beatriz Gatti estaba dedicada
a su trabajo como odontóloga, a terminar un
posgrado universitario y a acompañar los es-
Textos: Fabián Werner / Fotos: Tomás López
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tudios de sus tres hijos adolescentes. Durante
un caluroso verano a finales de los 90 decidió
cambiar la rutina y en lugar de estudiar en su
apartamento decidió agarrar una reposera y su
montón de apuntes para leer al aire libre, en la
cercana playa Malvín de Montevideo. Después
de algunos minutos de lectura, levantó la vista
hacia el mar y vio una vela en el horizonte.
Aquel paisaje le despertó la curiosidad y
se arrimó a uno de los profesores para pregun-
tarle si daba clases de windsurf. “¿Querés ave-
riguar para tu hijo?”, le preguntó el instructor,
sin sospechar que en realidad la interesada en
tomar clases era Beatriz. Por timidez ella con-
testó que sí y el profesor le dijo que lo trajera al
día siguiente a las 11 de la mañana.
A ella le gustaba el agua desde chica,
cuando acompañaba a su padre a pescar en
la playa La Mulata, aunque le tenía “cierto te-
mor”. Empezó a nadar a los 15 años junto a su
hermana gemela en la Asociación Cristiana de
Jóvenes y recién allí empezó a ganar confianza.
Dejando de lado aquellos temores, y sin
comentar nada en su casa, Beatriz se presen-
tó al día siguiente a la hora convenida para la
primera clase de windsurf de su vida. Marcelo,
el instructor, le preguntó por su hijo y ella le
contestó que estaba en el interior y si ella podía
tomar la clase en su lugar para no perderla.
“Me miró de arriba abajo y me dijo ‘yo
no sé si usted podrá’, y yo le dije ‘y bueno,
con tal de probar’. Y ese día me di cuenta
que tenía bastante estabilidad y así em-
pecé”, recuerda Beatriz. Como el profesor
“era bastante faltador”, ese verano la nueva
alumna apenas pudo tomar cinco o seis cla-
ses, pero fueron suficientes para conquistar
una nueva fanática.
Un día de viento y olas Al invierno siguiente María Eugenia, la hija
menor de Beatriz, había cumplido 15 años y
el regalo había sido un viaje a Estados Unidos.
Desde Miami la llamó para contarle que había
una oferta de equipos de neopreno a un precio
mucho menor que en Uruguay y le preguntó si
no quería aprovechar la oportunidad para tener
su primer equipo.
Era un traje con cierre al frente, más ade-
cuado para buceo, pero a Beatriz le calzó como
un guante. Así que con los primeros calores de
octubre se dispuso a retomar sus clases, pero
las semanas pasaban sin que el profesor apare-
ciera. Una tarde de diciembre, aburrida por una
nueva desilusión, decidió seguir en la bicicleta
hasta el Puerto del Buceo para comprar pescado
y cuando llegó a la playita vio unas banderas que
decían “Escuela de Windsurf”, dos gomones,
tres tablas y dos profesores, Marcos y Tomás.
“Ahí salí el primer día. Yo me subía por un
lado de la tabla y me caía por el otro, era un
día de viento y olas. Pero como estaba estre-
nando mi traje nuevo no me importaba, estaba
chocha”, relata.
Por aquellos días no había más de veinte
velas en la costa de Montevideo, y todos eran
“unos capos”, recuerda Beatriz. Después de
varias clases y con un dominio bastante mayor
de la tabla y la vela, aceptó una invitación de
Tomás para asistir a una regata en Piriápolis.
“Allá llegué yo, solita en el ómnibus. Y lo que
vi me encantó. Estaban todos los amigos de
ellos, los clubes de Paysandú, de Colonia, de
Salto. Se juntaban más de veinte tablas y los
chicos del Nautilus. Y por suerte había dos
chicas también”.
Pasó el primer verano entre tablas y velas,
y así llegó la invitación del Yacht Club para que
empezara a salir desde allí, lo cual le permitió
practicar con mucha más regularidad. El paso
de los meses y la participación en algunas re-
gatas sirvieron para que Beatriz consolidara su
gusto por la tabla pero también para despertar
un espíritu competitivo que desconocía.
Su primera tabla propia fue una Bic con
una vela 6.8. “Gracias a las regatas que se
hacían cada mes y medio o dos meses pude
conocer el interior, que conocía muy poco. Yo
me quedaba en hoteles y los muchachos en
los clubes, pero ellos me iban a buscar y me
llevaban al lugar donde fuera la regata”.
Una de las alegrías de la vida El deporte náutico no sólo se convirtió en una
pasión para Beatriz. También la ayudó a su-
perar momentos difíciles de su vida, como la
etapa de recuperación del síndrome de Gui-
llain Barré, un trastorno autoinmunitario que
genera –entre otras dificultades– debilidad
o la pérdida de la función muscular. Sin em-
bargo, el ejercicio en los años anteriores le
había dado la posibilidad de tener una mayor
resistencia al avance de la enfermedad y a sus
consecuencias.
Incluso la visita de su instructor de vela
durante su convalecencia, a instancias de sus
hijos, también fue un elemento importante de
la recuperación. “Ellos sabían que yo moría por
el windsurf y las regatas”, dice Beatriz. Ni dos
meses de recuperación habían pasado cuando
volvió al Yacht a buscar su Starboard Rio –una
tabla que había comprado poco tiempo antes
de la enfermedad– y volvió a salir al Río de la
Plata.
“Todo eso me lo dio el deporte de los 50 años
en adelante. Por eso digo que todo el que pue-
da hacerlo, que lo haga, porque es fabuloso.
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Navegar I 37
Hasta el 2007 aproveché el windsurf, fue una de
las alegrías de mi vida. Y después me sirvió para
rehabilitarme de la enfermedad”, cuenta hoy en
uno de los salones del club que la recibe hace
más de diez años.
Beatriz no es la única que comenzó a dis-
frutar del windsurf siendo adulta. Hoy muchas
de sus salidas las comparte con Mónica, quien
también descubrió este deporte náutico gracias
a sus hijos.
Sensación de libertadMaría Clara tenía 10 años y Juan Manuel 7.
Mónica Rodríguez, su madre, decidió llevarlos a
practicar Optimist en el club Nautilus después
de la invitación de Rodrigo, el profesor. Con el
paso de las clases de sus hijos Mónica le fue
agarrando el gusto a la tabla, pero nunca ha-
bía subido a una, por lo que logró reunir el valor
suficiente para pedirle al instructor que le diera
unas clases también a ella. Tenía 40 años y a
pesar del escepticismo inicial el profesor aceptó
el desafío.
“Empecé a probar y a probar y la verdad que
me encantó. He probado con barcos grandes,
tipo J24, y no me gusta tanto como la tabla”,
cuenta Mónica, 10 años después de la primera
experiencia, que se dio sin haber tenido ningu-
na relación anterior con el mar. “Iba a nadar y
me encanta la playa pero nunca había tenido un
vínculo deportivo con el agua. Al llevar todos los
fines de semana a mis hijos para que naveguen
en Optimist me empecé a interesar”, recuerda.
Las primeras salidas fueron con una ta-
bla de la escuela y una vela chica, pero ahora
Mónica ya utiliza una 5.8 durante todo el año.
Para ella la vela es una pasión pero prefiere no
meterse en competencias. Disfruta de navegar
bordeando de la costa y cerca de otros aficiona-
dos como ella que puedan ayudarla en caso de
cansancio u algún otro inconveniente.
“Lo que más me gusta es estar en el mar
y depender de mí misma. (…) La sensación de
libertad que tenés en el mar sobre la tabla es
mucho mayor, todo depende de vos, tomes las
decisiones que tomes estás ‘gobernando el bar-
co’. A mí me encanta porque te desenchufás, es
como depurador, además de lo bueno que es el
ejercicio”, cuenta Mónica.
A ella siempre le gustó el deporte, andar en
bicicleta y pasar por el gimnasio, pero cuando
empezó con el windsurf adaptó sus ejercicios
para fortalecer algunos músculos necesarios
para disfrutar más de la tabla, sobre todo a par-
tir del uso de una vela más grande. “Yo con la
vela chica no tenía tanta exigencia de fuerza y
no me preocupaba pero después que empecé a
hacer más fuerza el cambio es brutal”.
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De espaldas al mar Al igual que Beatriz, Mónica lamenta
que los montevideanos vivan “de espaldas
al mar” y no disfruten la costa para prac-
ticar más deportes náuticos. “Hay una idea
de que es un deporte muy caro, pero en
otras partes del mundo es mucho más caro
que acá. Si vos vas a hacer un deporte es
caro todo, si caminás los championes para
eso son caros y si andás en bicicleta mucho
más”, reflexiona.
El problema, señala Mónica, es que la
gente “le tiene miedo al agua porque acá no
se enseña a los chicos a nadar. En algunos
lugares ahora los jóvenes aprenden a nadar
Beatriz y Mónica asistieron al mundial de windsurf de la clase Formula Expe-rience, que tuvo lugar en la laguna de Araruama, en el Estado de Rio de Ja-neiro, entre el 14 y el 17 de noviembre. Beatriz (URU 55) compitió en la catego-ría Grand Master mientras que Mónica (URU 61) lo hizo en Master. En la tabla general Beatriz calificó en el lugar 59 y Mónica en el 65.
El uruguayo mejor calificado fue Gui-llermo Ahlig (URU 7) quien compitió en la categoría Senior y quedó en el undé-cimo lugar y luego Federico Vanni (URU 26) se ubicó en el lugar 33.
El campeón mundial de la categoría Se-nior masculino fue el argentino Gonzalo Costa Hoevel, segundo se ubicó el bra-sileño Paulo dos Reis y tercero el espa-ñol Pablo Ania.
Entre las mujeres la campeona mundial Senior fue la argentina Jazmen López, mientras que las brasileñas Patricia Freitas y Bruna Mello se ubicaron se-gunda y tercera respectivamente.
en los colegios pero en la mayoría no van
y no aprenden, a pesar de que es algo tan
importante con las playas que hay”, lamenta.
También considera que en los clubes
náuticos no hay una política para adultos,
que les permita combinar sus rutinas labo-
rales con el deporte. “Por ejemplo en verano,
que es la época que más podrías navegar,
tenés clases tres veces por semana pero son
a la 1 de la tarde y yo trabajo. Y después los
fines de semana no hay. El resto del año sólo
hay los fines de semana, lo cual está bueno,
pero si en invierno llueve tres fines de sema-
na seguidos o te agarra alguna enfermedad
perdés el ritmo”, sostiene.
Mónica reconoce que debido a la falta de
adultos que practiquen deportes náuticos no es
posible que los clubes destinen recursos para
ellos, por lo que resulta difícil que la situación
cambie. “No somos un proyecto para los clu-
bes, no hay 100 adultos que salgan a navegar
entonces no hay una política para que la gente
como yo salga a navegar. Otro tipo de cosas sí
hay, si tenés tu velero es diferente, pero de la
otra manera no es posible”.
Más allá de estos inconvenientes, ella
piensa seguir saliendo todo el año. “Yo pienso
seguir y dedicarle cada vez más tiempo. Seguir
navegando por muchos años y mejorar”, anun-
cia con entusiasmo.
Mundial en Rio
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