no será fácil

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No será fácil Estamos ante una situación de emergencia nacional, pero los españoles la vemos como esos jubilados que se entretienen mirando cómo desescombra y comentando la maniobra del operario, para criticarlo. Uno trabaja y 10 miran. Dicho de otra manera en el Consejo de Ministros se nos anuncian tiempos de sangre, sudor, lágrimas y esfuerzo, y los que pueden huyen de vacaciones, incluidos los que plegaron las pancartas de una huelga general que sólo sirvió para que los sindicatos se justificaran, la izquierda hiciera caja política y la imagen de España fuera vapuleada en los periódicos extranjeros, haciendo de la anécdota y los incidentes aislados, fotos de portada y exagerados titulares. No tenemos arreglo. Somos discutidores, peleones, rebeldes de boquilla, bocazas de bar y oficina, intolerantes cuando alguien disiente. Este estúpido arquetipo se forjó durante siglos y cada cierto tiempo alguna mente perversa, con poder, lo realimenta. Sí, en España es necesario tener dos bandos permanentemente enfrentados, como si fuera una fatalidad. Y en ello se esmeran unos más que otros. Ahora gobierna la derecha. Tiene una situación económica desesperada heredada del equipo socialista más mediocre que jamás haya gobernado nuestro país. Los juniors de Zapatero han sido relevados por los seniors de Rajoy, que llegaban cotizados a la política y pueden encontrar trabajo y dinero en el sector privado en cuanto dejen sus carteras ministeriales. Tienen la mayoría absoluta de las urnas para llevar adelante un plan de saneamiento económico y la obligación de aguantar el tirón de las críticas interesadas de quienes buscan como objetivo quitarles del poder en el menor tiempo posible.

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No será fácil

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Page 1: No será fácil

No será fácil Estamos ante una situación de emergencia nacional, pero los españoles la vemos como esos jubilados que se entretienen mirando cómo desescombra y comentando la maniobra del operario, para criticarlo. Uno trabaja y 10 miran. Dicho de otra manera en el Consejo de Ministros se nos anuncian tiempos de sangre, sudor, lágrimas y esfuerzo, y los que pueden huyen de vacaciones, incluidos los que plegaron las pancartas de una huelga general que sólo sirvió para que los sindicatos se justificaran, la izquierda hiciera caja política y la imagen de España fuera vapuleada en los periódicos extranjeros, haciendo de la anécdota y los incidentes aislados, fotos de portada y exagerados titulares.

No tenemos arreglo. Somos discutidores, peleones, rebeldes de boquilla, bocazas de bar y oficina, intolerantes cuando alguien disiente. Este estúpido arquetipo se forjó durante siglos y cada cierto tiempo alguna mente perversa, con poder, lo realimenta. Sí, en España es necesario tener dos bandos permanentemente enfrentados, como si fuera una fatalidad. Y en ello se esmeran unos más que otros.

Ahora gobierna la derecha. Tiene una situación económica desesperada heredada del equipo socialista más mediocre que jamás haya gobernado nuestro país. Los juniors de Zapatero han sido relevados por los seniors de Rajoy, que llegaban cotizados a la política y pueden encontrar trabajo y dinero en el sector privado en cuanto dejen sus carteras ministeriales. Tienen la mayoría absoluta de las urnas para llevar adelante un plan de saneamiento económico y la obligación de aguantar el tirón de las críticas interesadas de quienes buscan como objetivo quitarles del poder en el menor tiempo posible.

No será fácil. Nadie dijo que fuese a serlo. Ni siquiera contárselo a los ciudadanos. Los medios de comunicación de la izquierda se encargan de las descalificaciones y la crítica con acierto en sus objetivos y apareciendo como adalides de la libertad repartiendo estopa con la naturalidad de quien se cree poseedor de la verdad absoluta y sin posibilidad de equivocarse. Los malos, los que están en el error, siempre son los otros, a los que se les descalifica sin el menor pudor, muchas veces desde la mentira interesada y obscena. Aquí la izquierda es sectaria, agitadora y hace caja en euros mientras que la derecha se pierde en gilipolleces mirándose a su ombligo. Y sí, como todos, es redondo.

ERNESTO SÁENZ DE BURUAGA

EL Mundo31/03/2012