novela historica

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La novela histórica como máscara. Análisis de la novelística de José Luis Sampedro Carmen Díaz de Alda Heikkilá, Universidad de Tampere El florecimiento actual de la literatura histórica no por evidente ha dejado de sorprender a los críticos. 1 La enorme difusión en nuestro país de las novelas de M.Yourcenar, Robert Graves, Amin Maalouf o Umberto Eco ha contribuido sin duda a un mayor desarrollo y proyección de la narrativa histórica, pero conviene también apuntar algunas razones intrínsecas que explicarían el auge actual de la Historia como materia narrativa. Por una parte el hastío de la novela realista y de la novela social. En 1987 Eslava Galán ganaba el premio Planeta con En busca del Unicornio, novela ambientada en el siglo XV; desde entonces varios de los premios otorgados por esta editorial han recaído en narraciones de tipo histórico, como fue el caso de No digas que fue un sueño de Terenci Moix o El manuscrito carmesí de Antonio Gala. Es significativo este cambio de orientación, pues en las novelas que se presentaban a este tipo de certámenes dominaban hasta hace poco temas relacionados con la guerra civil o la postguerra. Por otra parte, hay un cansancio y agotamiento de la novela experimental que ha llevado indefectiblemente a una nueva narratividad en novela, y en poesía a una nueva sentimentalidad. El lector medio - no olvidemos que la novela no nació con vocación minoritaria - cansado de una oferta excesivamente culturalista, 'intelectual', o experimental, en la que la materia narrada tenía una presencia mínima, ha recuperado el gusto por la aventura y la evasión, volviendo así a lo que el género fue en sus orígenes. Este renovado interés por la aventura, indicativo de un nuevo romanticismo, coincide también con la elevación del nivel cultural de los lectores. El lector, en esta época de saturación informativa - apenas si podemos leer, no ya asimilar, una mínima parte de la información que se nos suministra - agradece que se le ofrezcan de manera atractiva hechos fundamentados en la historia, aparentemente distantes de su circunstancia vital; la novela histórica supone la entronización del pasado sobre la cotidianeidad, porque en ese pasado está lo fascinante, lo esotérico, lo maravilloso, todo aquello que nos aleja de nuestra realidad. Un pasado no sólo 'refugio de lectores', porque también el autor, cansado de su propio tiempo, busca en épocas remotas un sentido a la realidad actual. Y sobre todo ello planea una cierta incapacidad creadora, hecho reconocido por los mismos novelistas. Podríamos citar decenas de obras

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José Luis Sampedro La novela histórica

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  • La novela histrica como mscara.Anlisis de la novelstica deJos Luis Sampedro

    Carmen Daz de Alda Heikkil, Universidad de Tampere

    El florecimiento actual de la literatura histrica no por evidente ha dejadode sorprender a los crticos.1 La enorme difusin en nuestro pas de lasnovelas de M.Yourcenar, Robert Graves, Amin Maalouf o Umberto Ecoha contribuido sin duda a un mayor desarrollo y proyeccin de la narrativahistrica, pero conviene tambin apuntar algunas razones intrnsecas queexplicaran el auge actual de la Historia como materia narrativa. Poruna parte el hasto de la novela realista y de la novela social. En 1987Eslava Galn ganaba el premio Planeta con En busca del Unicornio,novela ambientada en el siglo XV; desde entonces varios de los premiosotorgados por esta editorial han recado en narraciones de tipo histrico,como fue el caso de No digas que fue un sueo de Terenci Moix o Elmanuscrito carmes de Antonio Gala. Es significativo este cambio deorientacin, pues en las novelas que se presentaban a este tipo decertmenes dominaban hasta hace poco temas relacionados con la guerracivil o la postguerra. Por otra parte, hay un cansancio y agotamiento dela novela experimental que ha llevado indefectiblemente a una nuevanarratividad en novela, y en poesa a una nueva sentimentalidad. Ellector medio - no olvidemos que la novela no naci con vocacinminoritaria - cansado de una oferta excesivamente culturalista,'intelectual', o experimental, en la que la materia narrada tena unapresencia mnima, ha recuperado el gusto por la aventura y la evasin,volviendo as a lo que el gnero fue en sus orgenes. Este renovado interspor la aventura, indicativo de un nuevo romanticismo, coincide tambincon la elevacin del nivel cultural de los lectores. El lector, en esta pocade saturacin informativa - apenas si podemos leer, no ya asimilar, unamnima parte de la informacin que se nos suministra - agradece que sele ofrezcan de manera atractiva hechos fundamentados en la historia,aparentemente distantes de su circunstancia vital; la novela histricasupone la entronizacin del pasado sobre la cotidianeidad, porque enese pasado est lo fascinante, lo esotrico, lo maravilloso, todo aquelloque nos aleja de nuestra realidad. Un pasado no slo 'refugio de lectores',porque tambin el autor, cansado de su propio tiempo, busca en pocasremotas un sentido a la realidad actual.

    Y sobre todo ello planea una cierta incapacidad creadora, hechoreconocido por los mismos novelistas. Podramos citar decenas de obras

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    muy bien escritas pero carentes de imaginacin o, por lo menos, deimaginacin 'argumentaP; la historia como materia narrativa nos ofreceun enorme caudal de personajes y acontecimientos susceptibles de serrevividos, cuya realidad supera con mucho algunas ficciones novelsticas.Ahora bien, es menester definir los lmites entre ficcin y realidad,preguntarse si el lector ha de adentrarse en el terreno del historiador odel fillogo buscando lo que en la novela hay de verdadero - porinverosmil que parezca - o si ha de procurar lo que hay de ficticio aunqueparezca real. Parece poco probable que un cuerno de unicornio destinadoa potenciar la virilidad del rey Enrique IV repose en su tumba, y resultacuestionable la veracidad de las 'apostillas', notas aclaratorias oadvertencias al lector que aparecen en gran parte de estas novelas. Puedeque estas ltimas queden fuera del texto, que sean un recurso literariotendente a difuminar las fronteras entre ficcin y realidad; puede tambinque la novela sea una fuente de documentacin histrica. Estas y tantasotras cuestiones nos llevaran a retomar el controvertido tema de qu esla novela histrica y su grado de dependencia con la historia, aspectoque, por interesante y debatido que sea, no nos proponemos analizaraqu. Sin embargo s queremos constatar un hecho que parece deextraordinaria significacin: junto al auge de la novela histrica estamosasistiendo a un creciente e inesperado inters por la Historia misma, a unautntico fervor histrico.2 El triunfo de la narrativa histrica se basa enuna comunidad de intereses que comparten el escritor y el lector: la aficinpor la Historia y el amor a la novela. No es infrecuente el caso de novelistashistoriadores (Eslava Galn, N.Rouland), arquelogos (Vandemberg) ofillogos (A.Prieto).

    Este repentino y generalizado inters por la historia, qu funcin yqu valor tiene en la actualidad? La lcida reflexin que el gran humanistaHernn Nez, 'El Pinciano', hiciese a comienzos del siglo XVI en elprlogo a la Historia de Bohemia de Eneas Silvio Piccolomini sigueteniendo total validez: la historia - apostilla citando a Cicern - 'estestigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra dela vida y mensajera de la antigedad'.'

    Este concepto de la historia como magister vitae, que tuvo en elromanticismo un florecimiento sin precedentes - el pasado no slo comofuente de conocimiento sino tambin como forma de interpretar elpresente - sigue vigente en muchas de las novelas actuales de ambientacinhistrica.4 Pero nos encontramos tambin con otra interesante orientacin:la novela como va de conocimiento de seres individuales, muy enconsonancia con el signo existencial de nuestra poca, que alienta tambinel creciente inters por las biografas, las memorias y el gnero epistolar.Los autores existenciales, 'con claro sentido humanista, quieren enfrentarfiguras ejemplares en otros momentos histricos con nuestro presente,para que el lector deduzca la similitud o el contraste'.5 En ocasionesresponde a la situacin vital del novelista, que trata de encontrar en el

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    pasado un sentido a su existencia actual, y se 'disfraza' o 'disfraza' sucontexto vital; pero tambin puede trascender su mbito propio parallevarnos a una reflexin sobre el tiempo, en el que presente y pasado seautoiluminan y se nos revelan con una nueva luz. Muy significativa alrespecto es la cita con que inicia Sampedro su ltima novela Real Sitio:'Lo que es, ya fue; lo que ser, ya sucedi'(Eclesiasts, III, 15).

    Cmo aproximarnos a una caracterizacin abarcadora de lamultiplicidad de aspectos, prioridades, personajes, tratamiento histrico,intencionalidad o formas de conocimiento que se contienen en la novelahistrica?.6 En un intento provisional de definicin diramos que seentiende por novela histrica la que intenta la reconstruccin histricade una poca, un personaje o un episodio situados en el pasado; y sintraicionarlos, trascenderlos en un universo de ficcin.7 Ficciones en prosaque 'pretenden recrear episodios y personajes del mundo antiguo, ya seainsertando en un marco histrico una peripecia aventurera, con figurasdesconocidas o marginales de la historia autntica, o bien aquellas obrasque tratan de manera personal y novelesca de alguna gran figurahistrica'.8

    Tanto si predomina la novela de espacio o la novela personaje, lareconstruccin histrica ha de hacerse con la mayor fidelidad posible,sin detrimento de que la verdad de lo relatado, para que constituyamateria novelesca, haya de aliarse con la ficcin. Es por tanto un gnerohbrido, ya que junto al respeto por lo histrico participa de todas lascaractersticas de tipo estructural que tiene la novela. Como deca HernnNez, 'no es necesaria una estricta y rigurosa sujeccin a los aconteceres',pero s mantener una cierta fidelidad al principio aristotlico deverosimilitud. La clave est, en palabras de Tirso de Molina, en 'esasarquitecturas del ingenio fingidas' levantadas sobre un punto de verdad;9en el equilibrio entre los elementos ficticios y los histricos, en la justaproporcin, pues sin falsear esencialmente la historia ni el perfil de lospersonajes histricos conocidos, ha de primar siempre el carcter ficcional.De lo contrario no estaramos hablando de novela. Hay ocasiones enque la novela desborda la historia, la sobrevive. Sender defenda su novelaImn afirmando la superioridad del texto literario sobre el 'documentohistrico': el famoso 'expediente Picaso' desapareci, pero la novelaregistr los hechos que lo motivaron. El autor aragons cita como ejemploa Bernal Daz del Castillo, quien 'a los ochenta y tantos aos escribe loque vio a los veinticinco en La conquista de la Nueva Espaa. Hay erroresde detalle, de fechas y de personas, pero nunca se ha descrito una epopeyacon mayor elocuencia y eficacia histrica, precisamente por su exactitudal crear una realidad de impresiones visuales, emociones y apreciacin yvaloracin de hechos con dimensin social'. A esa crnica de Bernal -aade - 'tienen que acudir todos los historiadores para dar su significacinviva y trascendente a los informes del archivo de Indias sobre aquellacampaa y sobre la figura de su caudillo Corts'.10

  • La novelstica de } . L. Sampedro 75Hablar de novela histrica es algo genrico e impreciso, porque tras

    una ancdota situada en tiempos pasados se ocultan actitudes y propsitosmuy diferentes. El autor puede limitarse a reconstruir una poca, perotambin puede 'establecer relaciones con el presente de tipo poltico,religioso, cultural, econmico, etc. Saltando a travs de los siglos, lanovela... se carga de connotaciones, mensajes y resonancias absolutamentenuevas que le atribuyen una dimensin insospechada'.11 La novela deLourdes Ortz sobre Urraca, reina de Len y Castilla, trasciende lopuramente histrico para convertirse en la representacin del feminismoactual; es una proyeccin de su intimismo y una meditacin sobre lasoledad y la muerte. En El embajador, escrita al uso de las crnicasrenacentistas, Antonio Prieto recrea la figura de Diego Hurtado deMendoza, poeta y humanista, en una clara fusin mtica entre el autor yel personaje; fusin tambin de los tiempos del relato y actualizacin deuna poca histrica, la de Siena, Venecia, Roma, ciudades revividas en lanovela en un tiempo de esplendor irrepetible, y al mismo tiemposublimacin del presente vivido por el escritor, profesor universitarioenamorado del mundo renacentista.12 Tambin Eslava Galn recurre a lacrnica en En busca del unicornio; el estilo reproduce el lenguaje del sigloXV y, para mayor verosimilitud, se cierra con el acto de exhumacin delcadver de Enrique IV Juan de Olid - el protagonista de esta narracinde sabor arcaico, humorstica y entraable - no fue un gran personaje dela historia, si bien es real y aparece citado en las crnicas. En 1994 elpremio Ateneo de Sevilla recay en otra novela del mismo autor, Elcomedido hidalgo, que recrea la Sevilla del siglo XVII y es un homenaje aCervantes. En El mdico de Noah Gordon o Los pilares de la tierra deFollett, los personajes histricos ms relevantes desempean un papelsecundario; en el primer caso ni Avicena ni la Europa del siglo XI ni elesplendor de la antigua Persia son los elementos determinantes de lanovela; lo importante es el viaje inicitico de un personaje de ficcin y elnacimiento de la medicina moderna; el bestseller de Follet gira en tornoa la construccin de una catedral, con el magnfico trasfondo de laInglaterra del siglo XII (interesante recordar aqu a Saramago y suMemorial del convento). En Bomarzo, de Mujica Lanez, hay unpredominio del elemento esteticista. El autor se proyecta en su personaje,el jorobado duque de Bomarzo, y en su deseo de vivir una vidaestticamente perfecta; o si queremos, en su bsqueda de la inmortalidad.Un sepulcro en el cielo, obra del rumano Vintila Horia - otro exponentede la fusin mtica - es una parbola en torno al Greco y el Toledo delsiglo XVI, que se constituye en profunda reflexin sobre el destierro, elarte, la religin, y el humanismo paganizante en pugna con el espritucristiano. Tenemos adems las superposiciones temporales de La ruta deFlandes (Claude Simn), Real Sitio (J.L.Sampedro) y El nombre de larosa de Umberto Eco, que se vale de la novela histrica para escribirsobre el nominalismo. Y as podramos hablar de otras muchas, pero

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    valgan las citadas como constatacin de una abrumadora y riqusimapluralidad.13 Porque formas, figuras y tiempo configuran en la novelahistrica un espacio narrativo en el que el mundo vivido por el escritorse proyecta en las figuras de la historia como mscaras de s mismo, yaque la mirada al pasado no es, en muchos casos, ms que una mscarade la realidad presente.

    Mscara es un trmino que utilizo con toda intencin por seresencialmente polismico. La mscara es una figura que representa un rostroreal o imaginario con el que una persona puede cubrirse la cara para no serreconocida, tomar el aspecto de otra o practicar ciertas actividades escnicaso rituales (RAE). Pretexto o disfraz de la realidad, artificio desfigurativo, lamscara tiene como connotacin - negativa si se quiere - el propsito delque se enmascara o enmascara de ocultarse o de ocultar algo, de disfrazarlo.Pero no siempre es sa la intencin del autor de novela histrica; latransubstanciacin del presente al pasado o viceversa no es necesariamenteni ocultacin ni engao, puede ser tambin iluminacin; puede serextraordinariamente reveladora, porque el que elige un disfraz en realidadse est descubriendo: 'nuestra manera de proyectarnos hacia el exterior -dice J.L.Sampedro - es tan reveladora de nuestra personalidad como eldisfraz adoptado para el baile de mscaras que, por el mero hecho de haberloelegido, descubre nuestras secretas fantasas mejor que la aparienciahabitual'.14 Tenemos mscaras sucesivas, mscaras que coexisten; 'no s -escriba Terenci Moix - si elegir la que esconde al escritor o, mejor an, a lossueos que configuran su personalidad. Y desde luego a sus frustraciones:lo que no fue, lo que no tuvo, el lugar donde no naci. No niego que mehubiera gustado desarrollarme en una Florencia civilizada, asimilar unacultura de ms alta inspiracin, pasar ratos charlando de androginismofilosfico con Pico della Mirndola, tomar caf con el joven Massaccio yhacer el amor con las mil fachadas dictadas por un gran humanismoprivilegiado'; pero, sigue diciendo, 'nac en el siglo que vio apagarse lasms altas luces del espritu, y crec con todos los sueos rotos, como mispersonajes de ficcin'.15

    De las ocho novelas publicadas hasta hoy por Sampedro, voy adetenerme en el ciclo Los crculos del tiempo. En nota del autor quefigura al final de Real Sitio leemos:

    Cuando hace treinta aos comenc a escribir mi novela Octubre,Octubre ignoraba que era slo la primera de una triloga. Tampocome di cuenta mientras construa la segunda parte, titulada La viejasirena ... Pero ya adentrado en este Real Sitio descubr, sinpremeditacin ninguna, que despus de haber presentado los oscuroslaberintos de la iniciacin y las asumidas certezas de la madurez, estabaaqu cerrando el trptico con la vital aceptacin del ocaso. Y en elmismo instante tambin se me ocurri el ttulo comn para esas tresetapas: Los Crculos del Tiempo.

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    Este supuesto ciclo es ms simblico que argumental. Octubre, Octubrees una novela casi de adolescencia porque es de indefinicin; los personajesprincipales son inseguros, dudan hasta de su propio sexo. En cambio, Lavieja sirena es una novela de plenitud; todos los personajes saben lo queson y estn bien instalados en su realidad. Dentro de esta parbolabiolgica Real Sitio sera la novela del ocaso, pero al mismo tiempo elpunto del que parti, el escenario de su infancia, la vuelta a los orgenes.lLa alternancia de voces en las tres novelas, ms que un recurso estilsticoes una necesidad expresiva; la primera persona resulta inevitable paraque el autor pueda contar verosmilmente los pensamientos de suspersonajes. Octubre, Octubre es una novela mundo, trabajadsima -Sampedro escribi cuatro versiones hasta su redaccin definitiva -'Penlope, tejiendo y destejiendo cuatro veces el mismo tapiz con losmismos hilos'.17 Aparte de la complejidad tcnica y narrativa, y de lamultiplicidad de hallazgos expresivos, la novela tiene un soporte tericoy filosfico apabullante que no invalidan algunos anacronismosintencionados. No esconde el autor sus devociones ni sus fuentes: losmsticos y los sufes, San Juan y Rum; Ibn'Arab, Raimundo Lulio y lasfilosofas orientales. No es, desde luego, una obra de lectura fcil, ni defcil clasificacin; es una novela inslita que se sale de la tradicinaceptada. Manuel Alvar, autor de uno de los ms lcidos comentarios aeste libro, observaba su originalidad y su absoluta modernidad; hay unriguroso entramado de relaciones que da unidad al libro, 'novela entendidacomo un universo de saberes que acompaa los pasos de cada personaje'y que 'acta sobre el lector en funcin de la pluralidad de estilos con quese manifiesta'.18 No es una narracin histrica pero ha de mencionarseaqu porque constituye por voluntad o por intuicin del escritor elprimero de sus 'crculos del tiempo'.

    La vieja sirena, novela de trasfondo mitolgico, es una recreacinhistrica de la Alejandra del siglo III de nuestra era; escrita en bellsimaprosa lrica, la obra es un prodigio de sabidura y erudicin asimilada; elautor ha realizado un enorme esfuerzo de documentacin. No se nosescapan las fuentes clsicas que subyacen en la obra (algunos epigramaspueden rastrearse en la Antologa Palatina), ni tampoco la abundantebibliografa consultada sobre la poca del Motn de Aranjuez en RealSitio; en la misma lnea de Marguerite Yourcenar, que en nota final a susMemorias de Adriano proporciona al lector una relacin de los principalestextos en los que fundamenta su obra, Jos Luis Sampedro, en losapndices que cierran sus dos novelas histricas, nos aclara qu personajesexistieron y cules no, cules han sido sus fuentes, de dnde tomdeterminados episodios, la procedencia histrica de algunos que nospudieran parecer inverosmiles. Dibuja mapas, aporta tablas cronolgicas:respeta los hechos de la historia de la misma manera que lo hara unhistoriador riguroso, pero es particularmente cuidadoso con lointrahistrico, con los usos, las costumbres y los detalles de la vida

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    cotidiana que reconstruye. Dentro de ese armazn argumental colocaunos personajes imaginarios que son los que van a servir como cauce desu propia subjetividad: donde el autor est es sobre todo en los personajesde ficcin, que son los que le conceden mayor libertad, pero tambin laeleccin de los personajes histricos y la eleccin de poca son reveladoras.Porque tras la mscara de la historia parece tambin que el novelistagana en objetividad, o en distanciamiento de s mismo.

    No resulta difcil adivinar por qu sita La vieja sirena en el mundoalejandrino, ltimo reducto de la cultura griega en Egipto, sofocada entredos grandes imperios, el persa y el romano. Metfora y mscara de nuestraEuropa finisecular; Sampedro est convencido de que nos encontramos enlos epgonos de una civilizacin.19 Pese a moverse en escenarios y culturastan distintos, los personajes y las situaciones no se diluyen: antes bien seintensifican, y esa intensidad no va en detrimento de la interioridad, niviceversa. El autor va mucho ms all del postulado flaubertiano: 'MadameBovary soy yo'. El est en todos sus personajes, los construye con sumocuidado, escribe sus biografas completas. Todos, hasta los ms insignificantes,ms tarde o ms temprano tendrn voz; todos son importantes, comotambin lo son los objetos y las cosas, que parecen estar sometidos a unadinmica de predestinacin. Como el perfume de la anforilla que encuentraGlauka en el fondo del mar y que servir mucho ms tarde para perfumarel cuerpo exnime de Ahram, la trivialidad aparente de un hecho casual sedemostrar esencial, porque en su concepto cclico del tiempo existe unaarmona que incluye la razn ltima de toda existencia.

    La vieja sirena se apoya en la dialctica entre dos personajes: Ahram elNavegante, apasionado por la poltica y el poder; y Glauka, que renunciaa su inmortalidad de sirena a cambio de la vida y el amor. Los dioses, nosdice, no pueden vivir el amor de los humanos, aunque se emparejen y seacoplen. Sin la muerte al fondo, sin el tiempo en los huesos, el amor estrivial. Entre estos dos personajes el filsofo Krito representa la vozintelectual y reflexiva de la novela; es el contrapunto al carcter prcticode Ahram. Y para estar prximo a Ahram ha de estarlo tambin deGlauka, de forma que el autor ha de crear un hecho vital que justifiquesu presencia: ni la filosofa ni la palabra - a no ser como instrumento dedominio - cuentan en la escala de valores del armador; el juicio de Samosen el que Krito le salva la vida gracias a su elocuencia, ligar para siempresus destinos. Krito, personaje fascinante y de extraordinaria complejidad,va creciendo en la novela hasta el desenlace final; la ambigedad sexualque encontramos en varios personajes - Krito, Clea o la propia sirena -enlaza con la conocida idea de Jung de que en todo hombre hay unanima femenina y en toda mujer un animus masculino, idea que no eraextraa al mundo alejandrino. Sampedro, sin embargo, la utiliza tambincon otros propsitos: tanto en La vieja sirena como en Real Sitio le sirveal autor para que sus personajes se muevan ms fcilmente de un tiempoa otro; no olvidemos la recurrencia en sus obras del tema de la

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    reencarnacin. En su androginia Krito es la reencarnacin del mito de'Piresias. En algn lugar observ Manuel Alvar que son los investigadores,no los novelistas, quienes se empearon en reducir las edades a una sola.Los creadores dan verosimilitud, y con eso basta.

    Real Sitio representa la narratividad de toda la teora desarrollada enOctubre, Octubre: la historia como pretexto para una afirmacin de lasideas del autor sobre el tiempo como ciclo que se repite. La eleccin deespacio est justificada biogrficamente, pues fue Aranjuez el escenarioen que transcurri su adolescencia: 'quizs toda esta novela ha brotadode m para transubstanciar la nostalgia de ese paraso'.20 La estructura dela novela se fundamenta en la alternancia de dos tiempos: el de 1930,vivido por el escritor en su juventud y protagonizado por Marta, unajoven bibliotecaria; y el de 1807, inmediatamente anterior al 'Motn deAranjuez'. En las dos historias hay dos ambientes: el de la Villa y el dePalacio. Sin embargo, no es un doble relato relacionado por un mismoespacio y por dos fechas que tienen en comn ser la antesala de dosrevoluciones ('estaremos en un momento paralelo al de 1808?', sepregunta Saignac, el joven hispanista francs, en 1930); ciertamente sepodra leer as, pero entonces sera otra novela. Porque en Real Sitio,todos los enigmas que crea el autor en la historia ms reciente el lectorlos va a encontrar resueltos en el pasado, y lo interesante es precisamentela interrelacin de esos dos tiempos; Marta se va viendo identificada conla historia del pasado que est dentro de esa biblioteca hasta hacerlovivido y real. La introduccin de determinados elementos, como lacampanilla de plata en forma de sirena, el retrato de don Alonso, elabanico, los vestidos, una gua de Viena de 1893, son hilos invisibles queunen una historia con otra y que permiten al autor jugar con laspermanencias. Continuidad temporal que se da tambin en los personajes,ya que cada uno de ellos se refleja en la existencia de todos los dems, enorigen o final de otra identidad. De ah la fusin de las dos protagonistasMalvina (1807) y Marta (1930). Aparentemente es la estructura binariadel texto la que nos traslada de un tiempo a otro, pero hay tambintodo un sistema de signos que Sampedro utiliza sabiamente: la roca, lacaverna, la puerta, el agua y la torre son smbolos que tienen unaconnotacin especial en relacin con su concepto del tiempo y lareencarnacin. Esencial en este sentido es la figura de Janos, un guardanocturno de palacio a quien nadie ha conseguido ver; es el encargado dehacer recordar a Marta sus vidas anteriores como Bettina y Malvina.

    -El tiempo no es el espacio - se atreve a objetar Marta, aunque leduela enfrentarse a tanta conviccin.- Uno y otro son meras manifestaciones de lo Absoluto, abarcante deltodo. El tiempo es la eternidad en movimiento, la carne de esaeternidad que engloba todos los tiempos...Y la prueba eres t,volviendo. Y yo, ya preparado...21

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    Gran parte del misterio de Janos - y quizs lo ms interesante delpersonaje - estriba en la asociacin que puede establecerse entre l, JuanFernndez (el Hngaro) y Jean d'Orbans (el caballero d'Eon). Cada vezque Janos atraviesa la puerta de la biblioteca pasamos a otra poca, otrombito, otra dimensin. Evidentemente se trata de una misma personaque vamos conociendo en sus distintas reencarnaciones. Tres personajesque son uno - incluso conservan el nombre a travs de sus diferentesvidas - y que han vivido tres fases de una historia de amor con la mismamujer: el destiempo con Malvina (la portuguesa), el desencuentro conBettina (la austraca) y finalmente el encuentro con Marta la bibliotecaria.

    Todava quisiera apuntar algunas ideas acerca del caballero d'Eon ysu funcin narrativa. De su existencia real sabemos muy poco: fue unespa francs, capitn de Dragones, al que por razones desconocidas -probablemente relacionadas con el espionaje - Luis XVI oblig a vestirsey a vivir como mujer; algunas fuentes le suponen sin mucho fundamentoamante de la zarina Isabel, pero esto no parece siquiera verosmil. En lanarracin de 1807 d'Eon (o Jean d'Orbans) es primo y amante de lacondesa Malvina, que nos dice haber asistido en la corte junto con suamigo el Aposentador Real don Alonso, a 'la toma de cors' de d'Eon.En el relato de 1930, Sampedro - que ha investigado seriamente alpersonaje - se transmuta en don Ernesto, historiador interesado como len la vida del caballero d'Eon, para lo que requiere la colaboracin deMarta la bibliotecaria. Es decir, que son los personajes ficticios de lanovela (Malvina, don Ernesto y don Alonso) los que 'prueban' la veracidadde un personaje histrico.

    En las tres ltimas novelas de Sampedro, la transubstanciacin detiempos y personajes se hace constante: por ejemplo, en Real Sitio reaparecedoa Flora, que haba muerto en Octubre, Octubre. El escritor nos dalas pautas de asociacin a travs de la coincidencia de unas iniciales,otras veces nombres; las ms, pequeos objetos de apariencia irrelevante.De tal manera que el lector llega a descubrir, no sin deleite, los lazos deunin entre diferentes tiempos y personajes. El tiempo en Sampedro esalgo ms que una idea recurrente: el tiempo es la vida. Esa es su filosofay la tesis global de las dos novelas: la importancia de la vida y el valordel sentimiento y de las emociones por encima de la razn; el razonamientovendr, si acaso, a poner en prctica el propsito de esas emociones, aracionalizarlas. Por eso su concepto de los crculos del tiempo guardaestrecha conexin con el ciclo csmico de la reencarnacin y latransmigracin de las almas, con la existencia de otra vida posible, temaque ya est en los pitagricos y en las filosofas orientales de las que elnovelista se manifiesta buen conocedor. Prximo tambin a la teora deleterno retorno de Nietzsche, y del tiempo invertido unamuniano, delinfinito a cero y no al revs. Nos dice Unamuno a travs de sus personajesque no quiere vivir eternamente sino vivir otra vez lo que ha vivido; es laangustia de que el yo se diluya en el tiempo, en la nada, y la forma de

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    luchar contra la nada es la idea de que todo se repite, el 'me esforzar porcreer' unamuniano: 'Haran falta ms vidas cuando se tiene el mundoen la cabeza! ... Dagumpah cree que las hay, que nos continuamos despusde morir'.22

    La crtica coincide en sealar la abundancia de personajes positivos enlas obras de Sampedro, su intenso humanismo, la fuerza del sentimientoy el amor. Posiblemente el autor necesite creer en ese otro tiempo, al queen vida no le es posible ya volver 'porque al tiempo no se le da la vueltacomo al mundo'. Por eso ha hecho todo lo posible por 'acabar creyendo,como Janos, en los Crculos del tiempo, con la esperanza de que, cuandome llegue la hora del salto definitivo, pueda ir al reencuentro de aquellosotros jardines que siguen floreciendo, invisiblemente, concntricos a losactuales'.23

    NOTAS1 Ma Pilar Palomo, por ejemplo, identifica una cincuentena de ttulos

    significativos aparecidos entre 1975 y 1988; vase su artculo 'La novelahistrica en la narrativa espaola actual', en A.A.VV, Narrativa espaolaactual (Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1990), pp.73-89. En la ltima dcada, excepto a Cela y Delibes, el tema histrico hatentado a prcticamente todos los novelistas; es el caso del recin fallecidoJuan Benet, un escritor experimental, y su novela El caballero de Sajonia(1991), sobre la figura de Lutero.

    2 Recurdense las numerosas monografas histricas de carcter divulgativo

    - como los de la coleccin 'Seleccin de la Historia', de Planeta, o'Grandes xitos de la Novela Histrica', de Salvat - y las biografas yotras obras sobre personajes histricos - como Elizabeth de Angeles Caso,de 1994, sobre la vida de la Emperatriz Siss, con ms de 15 edicionesvendidas en un ao. Ms sorprendente an es que uno de los mayoresxitos de ventas en 1994 fuese la Breve Historia de Espaa de F.Garca deCortzar y J.M.Gonzlez Vesga. A destacar tambin el inters despertadopor obras revisionistas como Las falsificaciones de la Historia de J.CaroBaroja, Mentiras histricas comnmente credas de J.L.Vila San Juan(Barcelon: Planeta, 1992) o Grandes mentiras de la Historia de PedroVoltes (Madrid: Espasa-Calpe, 1995).

    ' Cito a travs de Ma Dolores de Ass, 'La novela histrica: dos ejemplosde la funcin de la historia en la narrativa actual', en Haciendo historia:Homenaje al Prof. Carlos Seco (Madrid: Universidad Complutense, 1989),pp. 705-24.

    4 En el romanticismo espaol, adems de la influencia extraordinaria de

    las novelas de Scott, las causas determinantes del auge del gnero fueronesencialmente intrnsecas a la situacin del pas; la novela histricaespaola no fue slo una novela de evasin, sino tambin de compromisopoltico. Guillermo Zellers destac la afirmacin anti-francesa suscitada

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    por la Guerra de Independencia y el deseo de contrarrestar los efectos delneoclasicismo francs con el fin de restablecer la supremaca del talentonacional; vase La novela histrica en Espaa 1828-1850 (Instituto delas Espaas de los EE.UU., 1938).

    ' Ma Dolores de Ass, Ultima hora de la novela en Espaa (Madrid: Eudema,1992), p.280.

    6 Para una aproximacin crtica al gnero vanse entre otros los estudios

    de Amado Alonso, Ensayo sobre la novela histrica (Madrid, 1984[Buenos Aires, 1942]); Manuel Alvar, 'De novela histrica', Blanco yNegro, 5.III.1989 y 12.111.1989; AA.W, La novela histrica. Teora ycomentarios (Pamplona: Universidad de Navarra, 1995); C.Garca Gual,'La novela histrica: tipologa', Leer, 33 (1990), 25-29; Georg Lukacs,La novela histrica (Mxico: Era, 1966); E. Montero Cartelle y Ma CruzHerrero Ingelmo, De Virgilio a Umberto Eco (La novela histrica latinacontempornea) (Huelva: Ediciones del Orto, 1994); Norbert Rouland,'Por una nueva novela histrica', en su apndice a Laureles de ceniza(Barcelona: Edhasa, 1990); Ramn J. Sender, 'El valor de la novelahistrica', en Historia 16, ao 1, 2 (junio 1976).

    7 Evidentemente muchas de las novelas que hoy consideramos histricas

    no lo eran en el momento de su aparicin. Ese fue el caso de Imn(1930). Muchos aos ms tarde su autor, que fue testigo de los hechos -la guerra de Marruecos y el desastre del ejrcito espaol en Annual en1921 - todava se refera a ella como novela testimonio, en la que 'puedehaber, y hay de hecho, una leccin til para los pueblos'.

    8 C.Garca Gual, 'La novela histrica de griegos y romanos', en el Boletn

    Informativo Fundacin Juan March, junio-julio 1994, 33-37.9 Defensa de la libertad del tratamiento histrico incluida por Tirso en Los

    cigarrales de Toledo (1621) y recogida por Ma Pilar Palomo, 'La novelahistrica'.

    10 Sender, 'El valor de la novela histrica', p. 141.

    11 Montero Cartelle y Herrero Ingelmo, De Virgilio a Umberto Eco, p.9.

    12 Interesante al respecto es el estudio del mismo autor sobre 'La fusin

    mtica', incluido en su Ensayo semiolgico de sistemas literarios(Barcelona: Planeta, 1972).

    13 Predominan los personajes o la ambientacin de la historia antigua, la

    poca medieval, el Renacimiento o la indagacin en contextos culturalesdiversos. En Espaa, como ya sucediera en el XIX, la Guerra deIndependencia y el gobierno de Fernando VII han dado lugar a un sinfnde ttulos en los ltimos aos: Fernndez Santos, Cabrera (1981); JosEsteban, El himno de Riego (1984) y La Espaa peregrina (1988);J.A.Vallejo Njera, Yo, el Rey (1985) y Yo el intruso (1987); AntonioGabriel y Galn, El bobo ilustrado (1986); Juan Van Halen, Secretamemoria del hermano Leviatn, etc.

    14 J.L.Sampedro, Desde la frontera, discurso de ingreso en la Real Academia

    Espaola de la Lengua, 2 de junio de 1991. Vase tambin Luis Albertode Cuenca, El hroe y sus mscaras (Madrid: Mondadori, 1991).

    15 Terenci Moix, 'Adis a las mscaras', El Pas Semanal, 19.VI. 1994.

  • La novelstica de J. L. Sampedro 8316

    Sampedro ha situado en Aranjuez otras narraciones, por ejemplo su novelaEl ro que nos lleva. Y en los aos 40 ya proyectaba escribir Real Sitio,pero desisti, porque, segn sus declaraciones, le faltaba unidad. Y porquetard en comprender que no se poda escribir una novela sobre Aranjuezsin tener en cuenta el siglo XVIII.

    17 Octubre, Octubre, p. 203.

    18 Manuel Alvar, Blanco y Negro, 31.111.91.

    19 Vase su discurso de ingreso en la Real Academia Espaola de la Lengua.

    20 Real Sitio, p. 588.

    21 Real Sitio, p. 137.

    22 La vieja sirena, p. 462.

    2i 'Nota del Autor', en La vieja sirena, p. 588.

    CampoTexto: AIH. Actas XII (1995). Actas XII. AIH. La novela histrica como mscara ... CARMEN DAZ DE ALDA HEIKKIL.