nuevas evidencias de la presencia milita

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  • 8/18/2019 Nuevas Evidencias de La Presencia Milita

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    14530: 145-165. 2011, ISSN: 0211-8653 |

     Nuevas evidencias de la presencia militar romana en el extremo occidental de la Cordillera Cantábrica.

    Nuevas evidencias de la presencia militar romana enel extremo occidental de la Cordillera Cantábrica.

     New evidence of Roman army presence in the western extremeof the Cantabrian Mountains

    A NDRÉS MENÉNDEZ BLANCOBecario FICYT, Área de Historia Medieval, Universidad de Oviedo

    DAVID GONZÁLEZ ÁLVAREZBecario FPU, Departamento de Prehistoria, UCM

    VALENTÍN ÁLVAREZ MARTÍNEZContratado FICYT, Área de Prehistoria, Universidad de Oviedo

    JESÚS IGNACIO JIMÉNEZ CHAPARROInvestigador contratado, Área de Arqueología, Universidad de Oviedo

    Recibido o 15 de Setembro de 2010Aceptado o 2 de Febreiro de 2011

    RESUMENEn este trabajo se presentan dos nuevos yacimien-tos arqueológicos del extremo occidental de la Cor-dillera Cantábrica, en la conuencia de los límites

     provinciales de Asturias, León y Galicia. Sus carac-terísticas nos permiten reconocerlos como castra

    aestiva o campamentos temporales construidos porlas tropas en el transcurso de sus movimientos decampaña. Su localización nos llevan a plantear queestos yacimientos podrían ser evidencias arqueoló-gicas del Bellum Asturicum en un territorio conside-rado hasta ahora como periferia del conicto por la

    mayoría de autores.

    PALABRAS CLAVEEjército romano. Arqueología militar romana.Guerras Cántabras. Romanización. Campamentoromano.

    ABSTRACT In this paper we present two new archaeological sites in the western limit of the Cantabrian Moun-tains, in the convergence of the borders of Asturias, León and Galicia. Their features allow us to re-cognize these as castra aestiva or marching campsbuilt by a troop during campaign movements. Dueto their location it is possible to think that these sites could be some archaeological evidences ofthe Bellum Asturicum in a territory considered the periphery of the conict by most of the authors.

    KEYWORDS Roman Army. Roman military archaeology. Can-tabrian Wars. Romanization. Roman marchingcamp.

    1. CONTEXTO HISTÓRICO.A nales del siglo I a.C. Augusto tomó el po-der de la República romana desplegando una

    estrategia política y militar encaminada a for-talecer la posición de Roma y la suya propia.Augusto acumularía progresivamente multitudde cargos y atribuciones dentro de la estructu-ra de poder republicana a la vez que su fortunay su red clientelar se ampliaban notablemente.Sobre esta base política y de prestigio acaba-ría siendo nombrado emperador de Roma en

    el año 27 a.C. Por aquel entonces la Penín-sula Ibérica estaba controlada administrativay políticamente por Roma, excepto la franjacentral y occidental de la cornisa cantábrica,donde los autores grecolatinos situaban a loscántabros y astures. Como parte de su estra-tegia personal, Augusto decidiría desplegar enla zona todo el poderío militar romano paracompletar la conquista de Hispania dos siglosdespués del desembarco de Cneo Escipión enAmpurias. El objetivo de Augusto era doble:

     por un lado obtener una victoria que aumenta-se su prestigio frente al Senado y el pueblo ro-

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    LEZ FERNÁNDEZ, 1996; MORILLO, 2003).El caso de Herrera de Pisuerga aún es muy

    discutido por la falta de trazas constructivasvinculables a un campamento romano, comolas líneas defensivas del vallum con fosos, ta-ludes, empalizadas… (vid . PERALTA, 2002b:52-53), aunque, tras el nal del  Bellum Can-

    trabicum, albergaría a la Legio IIII Macedoni-ca (PÉREZ GONZÁLEZ, 1996).

    Aparte de estos ejemplos ya conocidos, másrecientemente se han identicado nuevas lo-calizaciones relacionables con las GuerrasCántabras que han ampliado la nómina de ta-les yacimientos. En Sasamón (Burgos), se handocumentado un conjunto de estructuras conal menos dos recintos campamentales clarosy otro posible. Uno de ellos podría correspon-

    derse con la base de operaciones establecida por el propio Augusto en Segisama al acudir personalmente al frente en el año 26 a.C.,según recogen autores como Floro u Orosio

    (DIDIERJEAN y ABÁSOLO, 2007: 418-419;DIDIERJEAN, 2008: 109-112). Castromuza(Calzadilla de la Cueza, Palencia) es un ya-cimiento interesante que, además de mostrarocupaciones prerromanas, romanas y medie-vales, cuenta con los restos de lo que pareceser un pequeño campamento de marcha de

    forma triangular y con la supercie necesa-ria para albergar una legión (DIDIERJEAN,2008: 97-101); de su importancia como puntoclave en las comunicaciones de la zona nos ha- bla su probable correspondencia con la mansio viaria de Viminacium (DIDIERJEAN y ABÁ-SOLO, 2007: 425-426). En las inmediacionesde Huerga de Frailes (León), hemos recono-cido hace poco un nuevo recinto campamen-tal de unas 11,5 ha del que, a la vista de suscaracterísticas formales, no podemos más queaventurar su posible funcionamiento entre la

    época augustea y mediados del siglo II d.C.(MENÉNDEZ BLANCO et al., 2011).

    Otros enclaves situados en este ámbito me-seteño que podrían haber jugado algún papel

    táctico en las operaciones bélicas serían loscampamentos de Valdemeda (León) (SÁN-CHEZ-PALENCIA, 1986; FERNÁNDEZ-POSSE y SÁNCHEZ-PALENCIA, 1988:149-150) y Castrucarbón1 (León) (LOEWIN-

    1 A lo largo de este artículo usaremos la toponimia tra-

    dicional siempre que tengamos conocimiento de ella.Aplicamos, según corresponda, las normas ortográcas

    SOHN, 1965). Aún así el primero ha sido vin-culado con la exploración y puesta en explota-ción del paisaje minero de la zona de Cabreiramientras que el segundo se correspondería concampamentos de prácticas construidos en eltranscurso de maniobras militares efectuadasen tiempos de paz. Existen múltiples paralelos

    de estos entrenamientos entre los que destacanlos numerosos ejemplos de Gales (DAVIES,1968; DAVIES y JONES, 2002: 836-838).Los recintos de Castrucarbón habrían sido le-vantados por soldados de la  Legio X Gemina (CARRETERO, 2000: 26) o bien del  Ala II

     Flavia –que sucesivamente ocuparon el cerca-no establecimiento campamental de Rosinosde Vidriales– a modo de ejercicios prácticosde la castrametación tan denitoria de las es-

    trategias y tácticas bélicas del ejército romano(GILLIVER, 1999: 63).

    Las pruebas arqueológicas de la contienda enla mitad occidental del teatro de operacionesde las Guerras Cántabras han permanecidoocultas a los ojos de los investigadores hastala primera década del s.XXI. El reconocimien-to de los restos de El Picu Curriel.los (L.lena-Ayer, Asturias) como un establecimiento mili-tar romano (CAMINO et al., 2001) supuso un primer hito, aunque las evidencias fueron so-

     breinterpretadas hasta proponerse la existenciade un campo de batalla entre legionarios y uni-dades de astures (CAMINO et al., 2005). Estotuvo que ser matizado posteriormente ante larotundidad de las dataciones obtenidas en lassupuestas defensas de las comunidades indíge-nas, nalmente altomedievales (CAMINO etal., 2007a). El campamento romano de El PicuCurriel.los ha sido datado, por hallazgos ma-teriales bien contextualizados, en el transcursode las Guerras Cántabras. Se han identicado

    dos horizontes sucesivos de ocupación corres-

     pondientes, quizás, con el establecimiento decuerpos legionarios en distintas campañas esti-vales. Queda clara su relación con las ofensivascomandadas por el legado Publio Carisio sobrela Asturia transmontana y con el trazado de lavía de La Carisa (CAMINO et al., 2007b).

    del gallego o el asturleonés. Los topónimos popularesno coincidentes con las formas ociales o usadas en la

    documentación ocial son Castrucarbón (of.: Castrocal- bón), Cabreira (La Cabrera) Perceira (of.: Pelliceira enAsturias y Peliceira en Galicia), Arandoxo (of.: Aran-

    dojo), Ayande (of.: Allande), Valouta (of.: Balouta) y OBierzo (El Bierzo).

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    También se ha propuesto la naturaleza militarromana de El Castiel.lu de Val.láu (Cangasdel Narcea, Asturias) (FANJUL, 2007), yaci-

    miento anteriormente catalogado como cas-tro (GONZÁLEZ, 1966; SIERRA, 2007). Sulocalización en la ruta natural que desciendehacia el valle del Narcea desde el puerto deL.leitariegos y los rasgos estructurales de susdefensas parecen responder a las característi-cas de un campamento. Pese a ello, su formairregular y su pequeño tamaño –para hallarsesin relación espacial con otro establecimientode mayores dimensiones– nos hacen mantener-nos cautos en su consideración y expectantes

    ante nuevos datos que ayuden a claricar suinterpretación.

    Al mismo tiempo, en las sierras del Surocci-dente asturiano era detectado un nuevo recin-to campamental romano en Moyapán (Ayan-de, Asturias) (GONZÁLEZ y MENÉNDEZ,2007). El yacimiento estuvo a punto de ser des-truido por la construcción de un parque eólico(GONZÁLEZ ÁLVAREZ, 2010; ZARDAÍN yGRAÑA, 2010) aunque nalmente el proyectofue modicado. Suponemos que esto se debió

    a unos resultados positivos, aún inéditos, enlos sondeos arqueológicos realizados en sus

    defensas. La futura publicación de dicha in-tervención nos permitirá completar el conoci-miento que tenemos sobre este yacimiento. Las

    características formales del recinto de Moya- pán responden a las técnicas de castrametaciónmilitar romana. No obstante, sin descartar porel momento su contextualización en los episo-dios del Bellum Asturicum, existen argumentosmás sólidos para relacionar la función de estecampamento con la puesta en explotación y lavigilancia del espectacular complejo de mine-ría aurífera que desplegaron los romanos enla zona al término de la conquista (GonzálezÁlvarez et al., 2008). En este proceso, el per-

    sonal militar o de la administración imperialtendría una presencia importante (DOMER-GUE, 1990: 391-400), como se ha constatadoarqueológicamente en el occidente asturiano(VILLA, 2005; VILLA et al., 2006).

    Vemos cómo, poco a poco, ha ido surgiendoun nuevo y sugerente panorama arqueológi-co que nos ayudará a complementar nuestroconocimiento de unos hechos históricos que,hasta ahora, sólo se habían analizado desde lasescasas, escuetas e interesadas fuentes escritas

    de los conquistadores. El progresivo reconoci-miento y documentación de los campamentos

    Figura 2: Mapa de la zona en la que se emplazan A Granda das Xarras y A Recacha.

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    romanos de campaña en los abruptos espacioscantábricos de montaña ha sido posible gra-cias al empeño y esfuerzo puestos en escena por distintos equipos investigadores (Fig.1).Ese bagaje de trabajos previos posibilitó quenuevos investigadores supiésemos qué buscar  y dónde hacerlo, para ampliar la nómina deenclaves de estas características. Por todo ello,nos congratula poder presentar en este trabajolos yacimientos de A Granda das Xarras y  A

     Recacha. Ambos sitios pueden ser tomados enconsideración, como veremos más adelante,en una más amplia lectura arqueológica de laconquista romana del norte peninsular, pues sucaracterización como campamentos romanosy su contextualización en el transcurso de lasGuerras Cántabras parece la opción más segu-

    ra de todas las posibles. Distan entre si 1.700m en línea recta y se reparten caprichosamenteentre las actuales provincias de Asturias, Leóny Lugo y los respectivos municipios de Ibias,Candín y Navia de Suarna. El descubrimientodel yacimiento de A Granda das Xarras se pro-dujo a través de la observación de fotografíaaérea mientras que el recinto de A Recacha fuedivisado en nuestra primera visita a la zona.

    3. EL CONTEXTO GEOGRÁFICO DE

    LOS YACIMIENTOS.3.1. Entorno paisajístico.El escenario en el que se asientan ambos ya-cimientos es un espacio de alta montaña quesupera en todo momento los 1.200 metros dealtitud. Se encuentran en la divisoria de lascuencas de los ríos Ibias (Asturias) y Valouta(León), ambos tributarios del Navia (Fig.2).Se trata de un paso natural entre uno y otroterritorio a través de los puertos de A Boca daGrade (1.327 m) y A Silvela (1.468 m). Estos

    dos pasos de montaña son las cotas máximasde dos rutas que unen el valle asturiano deIbias con el valle leonés de Valouta, que cons-tituye un espacio de tránsito entre la depresiónde O Bierzo y La Meseta por El Porto de An-cares (1.669 m). Si tradicionalmente esta víaha sido utilizada para intercomunicar las dosáreas geográcas, su carácter de camino his-tórico aparece documentado desde al menos els.XVIII. En el mapa de Tomás López (1777),a pesar de su imprecisión, se observa el traza-

    do de un camino que cruza el límite provincialascendiendo desde Arandoxo y continúa por la

    falda de Penamarela. Ya en s.XIX se aprecia eltrayecto de manera más denida en el plano de

    Francisco Coello (1870), siguiendo el mismoitinerario que la pista actual. En consecuencia,nos encontramos ante una zona cómoda paracircular a través del extremo occidental dela Cordillera Cantábrica, transitando en todomomento a través de las altas cuerdas de sie-rras. Esta observación resulta muy interesante para la contextualización de los yacimientosde A Granda das Xarras y A Recacha, pues sulocalización muestra claros paralelos con lassituaciones de otros campamentos como ElPicu Curriel.los (Asturias), relacionado conla vía romana de La Carisa (CAMINO et al.,2007b); o los casos conocidos en más detalleentre Burgos, Palencia y Cantabria (PERAL-

    TA, 2002a, 2006).

    3.2. Tradición oral.Con la atención a la memoria oral del entornocircundante hemos tratado de completar lasinformaciones que pudimos observar sobre elterreno, además de intentar documentar –sinéxito– si los vecinos del entorno recordaban larecuperación de restos materiales relacionadoscon ambos recintos. Resulta un hecho dignode mención cómo en la tradición local se con-

    serva la percepción de que los recintos fueronconstruidos por los romanos, tal y como nosaseguraba un vecino de la aldea de Perceira2,algo que también se recoge, a su vez, en elInventario de Xacementos de la SubdirecciónXeral de Patrimonio Cultural de la Xunta deGalicia (LÓPEZ MARCOS  et al., s.f.). Esaalusión a los romanos, al igual que las más co-munes en otros casos a los moros o mouros, nodebe entenderse como una adscripción crono-lógica o cultural precisa o como una herenciainformativa directa. Responde más bien a laidenticación de unos elementos materiales

     –en este caso arqueológicos– con un tiempoy una sociedad alejados de la cotidianeidadcampesina que construye y maneja tales rela-tos, que han de ser comprendidos en su propiocontexto vital –el de la sociedad campesinatradicional–, mejor que como pervivencias ocontinuidades históricas.

    2 Jaime, de Casa d’Auría, al que agradecemos su ayudaaportando información sobre el territorio.

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    3.3. Toponimia.El nombre de A Granda das Xarras resulta es- pecialmente llamativo. El término  granda  sereere a un espacio de monte bajo, pobre, pero

    generalmente aprovechable para la ganadería.La segunda forma es más sugerente ya que lameción a xarras –jarras– puede estar hablán-donos de restos arqueológicos hallados porlos vecinos y reinterpretados de acuerdo consu realidad material cotidiana, algo que pare-ce ser habitual cuando la sociedad campesinatradicional entra en contacto con vestigios ar-queológicos (ÁLVAREZ PEÑA, 2007; GON-ZÁLEZ ÁLVAREZ, 2008). Parece poco pro- bable que los restos hallados fuesen cerámicosy en número suciente para dar este nombre al

    lugar, de tomar su consideración como campa-

    mento de campaña, ya que son materiales ex-traños en este tipo de yacimientos (PERALTA,2002b: 51). No obstante, y si asumimos esta posible explicación para el topónimo, es pro- bable que la naturaleza de los hallazgos fuesediferente y la narración que dio origen a dichadenominación sufriese modicaciones. Estos

    cambios se relacionan con el dinamismo de latransmisión oral del folklore, ya que el narra-dor puede cambiar localizaciones o datos con-

    cretos para dotar de cercanía y actualidad sucontenido narrativo (DAMM, 2005: 77-78).

    Los demás topónimos de la zona, a partir de lainformación de la que disponemos hasta aho-ra procedente de encuestas orales realizadas

    en la parroquia de Perceira, tienen un caráctermeramente descriptivo de la orografía –  Pena-marela,  A Boca da Grade, Os Lamazáis, OsCovos…– y los aprovechamientos del paisaje – Os Siaróis,  A Eira,  A Siara Pequena…–. Elnombre del campamento de menor tamaño,  A

     Recacha, se encuentra dentro del primer grupo,siendo sinónimo de loma. Se escapa de esosdos grupos la cercana A Pena el Tesouro, querecuerda a los numerosos ejemplos de leyendasde tesoros vinculadas a yacimientos (GONZÁ-LEZ REBOREDO, 1971; APARICIO, 1999;SUÁREZ, 2001), aunque no parece tener nin-guna relación con los objetos del presente es-tudio ni tiene relatos o creencias asociadas quehayamos podido recuperar.

    4. LAS EVIDENCIAS.Los dos asentamientos que presentamos di-eren notablemente entre sí en cuanto a for -ma y tamaño. Sus rasgos constructivos y sucontextualización geoestratégica nos llevan a

    Figura 3: Imagen de A Granda das Xarras procedente de la Ortofoto 1:5.000 del Principado de Asturias.

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     plantear su consideración más probable comocastra aestiva o campamentos temporales decampaña que, como hemos visto, dejan hue-llas muy sutiles limitadas generalmente a lasremociones del terreno para la excavación ylevantamiento de las defensas. A continua-ción, pasamos a describirlos de forma indivi-dualizada y pormenorizada.

    4.1. A Granda das Xarras.Sus coordenadas son 42º 54’ 42’’ N – 6º 48’52’’ O. Administrativamente el yacimientoestá dividido entre Asturias y León y los mu-nicipios de Ibias y Candín respectivamente. Seubica en la divisoria de aguas de la sierra, enun llano con una suave pendiente que asciendehacia el Este hasta alcanzar la cota máxima de1.371 m. Las características topográcas de

    esta situación permiten el desarrollo de una planta que responde a los esquemas más co-nocidos para los campamentos de campaña deépoca altoimperial, con forma rectangular yesquinas curvas (Fig.3).

    La espesura de la vegetación impide realizaruna lectura adecuada de las huellas visibles ensupercie, de las que detectamos únicamente

    la línea defensiva. Consta de un talud – agger  –

     perceptible en todo el perímetro y al menos unfoso –  fossa – parcialmente colmatado y bienvisible en la cara sureste (Fig.4). En la caranoroeste no se advierte la presencia del foso,quizás por una colmatación total o por habersido considerado innecesario. En ese tramo elagger   presenta una mayor envergadura y susfunciones defensivas se ven aumentadas por la posición sobre el arranque de la pendiente, másacusada en este lado. En el resto de tramos, eltalud se levantaría con sedimientos proceden-tes de la excavación del foso incrementando laefectividad de éste. En la cara sureste se intuyeuna interrupción de la línea de defensa que in-terpretamos como un acceso, sin que se pueda

    conrmar la existencia de clavicula o titulum.La efectividad de las obras defensivas de loscampamentos de campaña como éste, protegi-dos por un foso –  fossa – y un talud – agger  –,se completaba con una empalizada de made-ra – vallum –, con líneas de estacas ramicadas – cervoli – que los soldados recogían durante lamarcha, y con los  pila muraria, unos elemen-tos de madera prefabricados que los legiona-rios portaban consigo y que podían combinarsehasta conformar abrojos (GILLIVER, 1993b)

    (Fig.5).

    Figura 4: Vista general de A Granda das Xarras desde As Campas de Penamarela.

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    En el interior del recinto no hemos detectadoestructuras de habitación, algo habitual en estetipo de establecimientos dado su carácter tem- poral. Tampoco se han documentado materia-les muebles de ningún tipo3. La presencia deagua es abundante en toda la zona, tanto dentrocomo fuera del recinto, dando como resultadolagunas y pequeños pozos naturales que po-drían cubrir parcialmente las necesidades de latropa (vid . ROTH, 1999: 119-123). Esto cum- ple con uno de los principales preceptos queestablecen los tratadistas latinos en la elecciónde la ubicación para los campamentos de cam- paña (GILLIVER, 1999: 71).

    Las características formales del recinto deA Granda das Xarras pueden ser tomadas en

    3 Sin embargo sí se han localizado en una zona próxi-ma materiales militares romanos descontextualizadosdicilmente explicables sin la presencia de estos esta-

     blecimientos. Estos son concretamente un fragmento de pilum y una punta de lanza (Ron, 2000: chas 92 y 56).

    consideración, ante la ausencia de informacio-nes más reveladoras, como soporte de una va-loración cronológica de este campamento. Suforma rectangular y las esquinas redondeadascon doble curva indicarían su construcción enun abanico temporal entre la época cesariana –tras las reformas del ejército emprendidas por Mario y César– y mediados del siglo IId.C. (JOHNSON, 1983: 41; REDDÉ, 1996;PERALTA, 2002b: 64-66). De documentarse puertas en clavícula esta valoración cronoló-gica podría verse ligeramente reforzada ( sen-

     su LENOIR, 1977: 716-722; REDDÉ, 1995;JONES, 2009: 17-22), pero lo intrincado de lavegetación y las afecciones parciales que hasufrido el enclave nos han impedido reconocersu existencia. Únicamente tenemos una lige-ra sospecha de que en el tercio occidental dellado sur del recinto pueda atisbarse una claví-cula interna, en la entrada antes mencionada.

    Figura 5: Reconstrucción de las defensas habituales de un castra aestiva (Gilliver, 1993b: 52).

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    Las dimensiones del recinto son de aproxima-damente 305 x 185 m y encierran una super-cie interior de unas 5,5 ha. Tomando estos

    datos como referencia, podríamos realizarestimaciones del contingente de soldados que podría llegar a albergar, aunque tales aproxi-maciones suelen moverse en un rango de varia- bilidad demasiado amplio (vid . HARMAND,1967: 126-128; PEYRE, 1978: 214-215; LEBOHEC, 1990: 171-172; RICHARDSON,2002; DAVIES, 2009). La media de super-cie propuesta para poder alojar a una legiónal completo se mueve entre 17 y 28 ha (LEBOHEC, 1990: 171-172), 18 y 25 ha (MORI-LLO, 2009: 243), o 20 y 25 ha (CARRETE-RO, 2000: 24). Por lo tanto, podemos pensarque este yacimiento daría cabida a alguna uni-

    dad auxiliar o bien a una vexillatio compuesta por unas pocas cohortes.

    4.2. A Recacha.Sus coordenadas son 42º 54’ 55’’ N – 6º 50’13’’ O. Está dentro de los límites administra-tivos del municipio lucense de Navia de Suar-na. El inventario arqueológico de este concejohace una descripción somera de una cerca querodea un aterrazamiento en la cumbre de ARecacha, sin hacer ningún otro tipo de valo-

    ración del yacimiento e incluyéndolo en el in-

    ventario municipal bajo la categoría de indicio (LÓPEZ MARCOS et al., s.f.).

    El recinto se emplaza en un espolón que sedesprende al suroeste de la sierra, alcanzandouna cota máxima de 1.264 m (Fig.6). Se deli-

    mita una estructura de unos 150 m de longitudmáxima en el eje NE-SO y 60 m como máxi-mo en el eje NO-SE. Un talud perimetral re- presenta la principal evidencia del yacimiento,encerrando una supercie aproximada de 0,7

    ha. Su composición es terrera y tiene una al-tura variable que llega hasta 1 m de altura enla cara noreste del recinto, que se correspondecon su lado más vulnerable por mirar hacia el punto de unión entre el espolón y la sierra.

    El yacimiento de A Recacha muestra algunos

    rasgos que rompen con las formas canónicasconocidas para los recintos militares romanos,a pesar de lo cual creemos que ofrece cierta se-guridad como para considerarlo un estableci-miento militar de campaña. En planta (Fig.7),el recinto dibuja un perímetro irregular adap-tado a la topografía del terreno que mantieneen lo posible trazados rectos y esquinas curvas(Fig.8), de acuerdo con los preceptos cons-tructivos de los castra aestiva. Próximo a laesquina norte existe una discontinuidad que se puede interpretar como un acceso. Éste tampo-

    Figura 6: Vista general del espolón de A Recacha desde el Noreste.

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     Nuevas evidencias de la presencia militar romana en el extremo occidental de la Cordillera Cantábrica.

    co se adaptaría a los estándares conocidos para

    otros campamentos hispanos de este momento puesto que, a pesar de la buena conservaciónde sus obras perimetrales, no se documentanclaviculae o tituli. No obstante, en otras pro-vincias romanas donde este tipo de yacimien-tos son mejor conocidos, como  Britannia,encontramos numerosos ejemplos de campa-mentos de campaña altoimperiales con puertasen las que sólo se identican aberturas sim- ples en la línea exterior del recinto (JONES,2009). No hay ningún indicio de fosos u otro

    tipo de estructuras defensivas, si exceptuamos

    el lado noreste, donde sí se aprecia el rastro deun pequeño foso pegado al exterior del recintoenmascarado por la vegetación.

    A partir de estas irregularidades pueden valo-rarse otras referencias interpretativas –crono-lógicas o funcionales– para este yacimiento,como castros, forticaciones medievales o

    encerraderos de ganado, aunque todas ellasson analogías bastante forzadas a la luz de larealidad arqueológica que documentamos enA Recacha. Vemos además que la ausencia de

    aquellos elementos estandarizados propios de

    los campamentos romanos no es ajeno a otros

    yacimientos estudiados de la misma naturale-za. Por otro lado, los restos conservados man-tienen unos paralelos evidentes con A Grandadas Xarras y otros campamentos temporalesque nos inclinan a pensar en una obra de fac-tura romana. La orografía del terreno y las pe-queñas dimensiones del cerro sobre el que seasienta no favorecieron el desarrollo de los es-quemas campamentales canónicos y por tanto

     pueden justicarse todas esas excepciones. A

    este respecto, los tratadistas romanos recogen perfectamente las pautas a seguir en la cons-

    trucción de los campamentos de campaña,destacando el texto, atribuido a Hyginio, demunitionibus castrorum (GILLIVER, 1993a). No obstante, es habitual comprobar arqueo-lógicamente cómo estos preceptos no fueronsiempre tomados en consideración ante dis-tintos condicionantes o eventualidades, comolos que pueden tenerse en cuenta respecto ala abrupta localización del castra minora de ARecacha (GILLIVER, 1999: 75).

    Las evidencias estructurales del interior del

    recinto trazan el contorno de algún tipo de

    Figura 7: Imagen de A Recacha procedente de la Ortofoto 1:5.000 del Principado de Asturias.

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    obra difícilmente interpretable, posiblementela base para asentar una estructura de materia-les efímeros. No descartamos que responda al proceso de ruina de una cabaña u otra estructu-ra ganadera de cronología moderna.

    4.3. Estado de conservación.El espacio ocupado por los dos yacimientosfue usado principalmente como área de pastos para el ganado del pueblo de Perceira –espe-cialmente ovino y caprino– hasta el abandono progresivo de estas actividades en la segundamitad del s.XX. Esta transformación de losaprovechamientos tradicionales del monteconllevó la desaparición de las praderas de AGranda das Xarras y su entorno en favor delmatorral dominante hoy en día. En el caso de

    A Recacha, su uso ganadero debió de ser me-nos común, restringido quizá a algunos prados

     próximos, como  El Prao el Corzo. Según losvecinos, el entorno se aprovechó tradicional-mente para la recogida de broza, actividad dela cual quedan como principal testimonio lasrodaduras de los carros que ascendían hasta lalínea de defensa del yacimiento.

    Sólo hemos tenido noticias de la roturaciónde algunas áreas de monte como Os Siaróis,cercano a A Granda das Xarras, dentro del

     período de máxima expansión de los cultivos

    durante el s.XX. Junto al recinto de A Re-cacha, el topónimo A Eira parece indicar elcultivo de cereal en ese lugar, lo que podríahaber afectado a la supercie del yacimiento

    debido a la remoción de tierras para el sem- brado. Esta eventual, aunque puntual, activi-dad agraria podría haber afectado los posiblesniveles arqueológicos de los yacimientos, quesufrirían procesos posdeposicionales relacio-nados con la acción de azadas, layas o aradosligeros empleados en tales faenas. A pesar detodo, los campamentos romanos de campa-ña suelen presentar una exigua o inexistenteestratigrafía, por lo que las intervenciones enyacimientos de este tipo poco más que pue-den recuperar elementos materiales aislados –principalmente metálicos–, desvinculados

    con horizontes deposicionales continuos y quecasi aoran en supercie, como han puesto en

    claro las investigaciones llevadas a cabo enotros campamentos de la cornisa cantábrica(PERALTA, 2002b: 52). Por lo tanto, creemosque los yacimientos de A Granda das Xarrasy A Recacha han llegado hasta nuestros díasen un buen estado de conservación. Esto losconvierte en yacimientos verdaderamente pro- picios para realizar intervenciones arqueoló-gicas intensivas que nos permitan recuperargran parte de la información que pueden, consuerte, ofrecer a los investigadores.

    Figura 8: Vista de las defensas de A Recacha desde el Este.

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     No obstante, sí que se han producido interven-ciones recientes que han afectado a la conser-vación de los yacimientos. Así por ejemplo seha instalado una alambrada sujeta por postesde madera que atraviesa el campamento de AGranda das Xarras. Del mismo modo, es pro- bable que puedan producirse nuevas amena-zas, como la construcción de pistas forestales,cortafuegos, o la instalación de nuevos par-ques eólicos u otras obras semejantes, todasellas habituales en las sierras de ese territorio.Por todo ello, es conveniente la protección deestos enclaves mediante su inclusión en los in-ventarios arqueológicos regionales, según pre-veen las correspondientes leyes autonómicasen materia de Patrimonio cultural.

    5. DISCUSIÓN GEOESTRATÉGICA.Para plantear hipótesis preliminares sobre es-tos yacimientos es necesario realizar un estu-dio basado en la viabilidad que tendrían comoelementos de carácter militar. Su proximidad,suponiendo que ambos sean establecimientosmilitares romanos, nos lleva a sopesar cues-tiones como su sincronía o la recurrencia dia-crónica en la ocupación de este área por partedel ejército imperial. Para acercarnos a este problema partiremos de la utilización de una

    serie de conceptos empleados habitualmenteen los estudios espaciales de visibilidad con eln de avanzar hacia posibles soluciones que,

    en cualquier caso, sólo podrán encontrar res- puestas más concluyentes a través de trabajosde campo más profundos.

    Al realizar este trabajo somos conscientes delempleo de conceptos teóricos y propuestas prácticas que toman realidades captadas de lageografía actual para combinarlas con elemen-tos constructivos de carácter histórico. Busca-

    mos con ello generar un modelo que combineesa estructura arqueológica y su interaccióncon el medio en época histórica. A pesar deello, y ante la imposibilidad de llevar a cabootro tipo de actividades arqueológicas, esteanálisis nos permitirá hacer algunas valoracio-nes que en un futuro deberán ser contrastadascon otras metodologías arqueológicas.

    La realidad arqueológica recogida en los tra- bajos de prospección que nos precedieron enla zona nos ha obligado a renunciar a la uti-

    lización de las denominadas “visibilidades delargo alcance”, debido a la inexistencia de otro

    tipo de estructuras ocupacionales documenta-das en un radio de 5 km. Por ello recurrimosal concepto de “visibilidad efectiva”, que porconvención suele considerar que un ser huma-no es reconocible sobre el terreno a una distan-cia máxima de 2.000 m (MITCHAM, 2002:

    74) siempre y cuando existan una condiciones –meteorológicas, orográcas…– óptimas.

    En primer lugar se ha generado un mapa decuencas visuales4 para cada estructura. Así, lavisibilidad de A Granda das Xarras muestra laexistencia de una cuenca divisible en dos sec-tores (periférico y perimetral) en función dela distancia a la que se encuentran del recintocampamental. El periférico se sitúa entre el lí-mite de la “visibilidad efectiva” y las zonas demayor alcance de la visibilidad teórica. En él

    se ve una clara unidireccionalidad de la cuen-ca visual que sigue un patrón Norte-Sur. Deeste modo, son distinguibles las laderas Sur yla plataforma más elevada de A Serra de Bor-de y, por otro lado, la cara umbría de la ori-lla contraria del río Valouta. Estos espacios, afalta de otros elementos de estudio, no puedenser considerados como signicativos en este

    momento. La visibilidad perimetral hace re-ferencia al entorno más inmediato del campa-mento. Desde él se controlan visualmente losaccesos más cercanos al recinto así como los principales puntos de vulnerabilidad. Tanto aloriente como al occidente de la estructura seencuentran las principales zonas de paso. Sonel collado de A Silvela –situado al este y ejede comunicación con el valle de Tormaleo– yAs Campas de Penamarela –en dirección con-traria, otro paso natural que permite enlazar laruta caminera por la llanada en la que se asien-ta la estructura campamental–. Un itinerariocomo éste, siguiendo las altas cuerdas de lassierras, responde a la perfección al modelo de

    avance propio del ejército romano en tiempos

    4 Para la realización de estas cuencas visuales hemos op-tado por la utilización de un modelo digital del terrenocon un pixel de 25 m (MDT25 del Instituto Geográco

     Nacional). También se han usado los siguientes paráme-tros en relación con los puntos de vista y la supercie

    visible: altura de los puntos vistos (1,5 m); radio máxi-mo de visibilidad de 5 Km y 2 Km para la visibilidadefectiva; ángulo máximo superior de vista (60º sobre lahorizontal) y ángulo máximo inferior de vista (75º bajo lahorizontal ). Se han distribuido diversos puntos de vistaen la supercie de cada uno de l os yacimientos, tanto en

    los lugares más altos como en los perímetros, para obte-ner un análisis más realista.

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    de guerra y coincide con los trazados preferen-tes sobre los que se construían las vías romanas(CHEVALLIER, 1997; MORENO GALLO,2004).

    Desde un punto de vista geoestratégico consi-

    deramos las dos zonas mencionadas como las principales vías de penetración hacia la ver-tiente septentrional de la Cordillera Cantábrica para un contingente enemigo. La ladera escar- pada y el valle angosto, al sur y al norte respec-tivamente de A Granda das Xarras, no seríanzonas propicias para lanzar un ataque ofensivohacia el campamento, ya que se haría desde un posición de clara desventaja. Todo lo contrarioocurre con otros sectores como A Silvela, cuyodominio visual sería, por tanto, una clave fun-damental para la defensa del recinto.

    En cuanto a la visibilidad de A Recacha, su posición en un pequeño espolón emplazadosobre el río Valouta le conere unas caracte-rísticas que favorecen su uso como punto deobservación. La cuenca visual relacionada conel sector periférico desde este enclave es muylimitada, pues si bien de manera teórica se di-visan las laderas de las sierras vecinas lucensesy leonesas, en realidad este dominio no permitela percepción de estructuras constructivas ni,menos aún, de personas. Es de mayor interés

    el análisis del sector perimetral. A diferenciade lo que ocurre con A Granda das Xarras,las zonas situadas en el entorno más cercanose encuentran fueran de la cuenca de visibili-dad. Las condiciones del emplazamiento y laorografía del espolón impiden que la mayoríade sus laderas sean reconocibles. Sin embargo,resulta fundamental el control que ejerce sobrela ladera occidental de la sierra de Penamarela, preeminencia que marca el límite de la “visibi-lidad efectiva” por el norte. Esto le posibilitaobservar todo el tramo de la ruta que discurrea media ladera desde el paso denominado ABoca da Grade hasta enlazar con la ladera estede As Campas de Penamarela. A su vez, el ra-dio de visión inverso divisa la zona de cima yel escarpado tercio superior de las laderas de lamargen contraria del valle.

    Una vez analizadas por separado las cuencasvisuales de los dos recintos es preciso repasaruna serie de cuestiones extraídas de este exa-men.

    Las estructuras identicadas en A Recacha parecen conrmar una preferencia por la uti-

    lización del enclave como atalaya de control,más que como recinto forticado, valiéndose

    de un emplazamiento que domina el caminoque discurre a media ladera.

    Muy diferente resulta el estudio centrado en

    el campamento de A Granda das Xarras. Éste parece mantener un control efectivo de la zonamás cercana, lo que le permite dominar los principales puntos del eje de comunicacionesque discurre en este entorno y minimizar elriesgo de las zonas más propicias para el avan-ce de un potencial enemigo. La elección de esteespacio parece que se realizó siguiendo dos ra-zones. Una claramente funcional basada en laselección de la única zona llana de esta sierra

    con las dimensiones sucientes para acoger un

    recinto de este tamaño. La otra está vinculadacon la propia táctica bélica romana. Si bien lamaquinaría militar romana era numérica, or-ganizativa y tecnológicamente muy superiora los pueblos indígenas del ámbito occidentalcantábrico, los presupuestos tácticos dictados por los tratadistas latinos fueron seguidos demanera estricta en todos los casos. El espacioelegido cumple una serie de consideracionesde carácter estratégico que permiten a grandesrasgos someter bajo su inuencia las principa-les zonas de movilidad y accesibilidad en las

    cercanías de la estructura militar.A tenor de todo lo hasta aquí expuesto y ba-sándonos en tres argumentos: el distinto tipode emplazamiento, su aparente distinta funcio-nalidad y, sobre todo, la inexistencia de unavisibilidad directa entre ellos, hacen pensaren la utilización de las dos estructuras de unmodo diacrónico en el tiempo. A Granda dasXarras podría responder, como defendemos eneste trabajo, a un castra aestiva de avance enlos primeros momentos de dominio romano y

    en probable relación con el Bellum Asturicum.A Recacha sería un puesto de control militardestinado a vigilar el paso de montaña en un período no necesariamente bélico. Además,sus características formales no estandarizadasno permiten acotar con tanta precisión sus co-ordenadas temporales de construcción y uso.Sólo unos estudios arqueológicos más profun-dos podrán conrmar o desestimar estas hipó-tesis iniciales.

    La anterior interpretación parece la más acor-

    de si analizamos por separado las dos estructu-

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    ras y sus cuencas de visibilidad. No obstante,creemos que puede existir una interpretacióncomún para ambos yacimientos. Para ello, es

     preciso combinar sus cuencas de visibilidad yrealizar el análisis del conjunto (Fig.9).

    Anteriormente señalamos que la posición delcampamento de A Granda das Xarras presen-taba, a grandes rasgos, una buena ubicacióndefensiva. Sin embargo, un análisis porme-norizado de su sistema defensivo evidencia laexistencia de un espacio vulnerable por faltade visibilidad sobre la dorsal de la sierra dePenamarela que en dirección Norte-Sur des-ciende hacia el fondo del valle del río Valouta.

    Este accidente geográco propicia que a unos

    500 metros del campamento exista un amplio punto ciego situado sobre la zona de desplie-gue de las tropas romanas. El control de este

    espacio es de indudable interés para asegurarla integridad del campamento ante un eventualasalto. La falta de visibilidad de esta zona des-de A Granda das Xarras favorecería el posibleacantonamiento en la línea de cumbre de uncontingente enemigo en la desenlada que ob-tendría la ventaja estratégica que conere la al-tura y el factor sorpresa. La existencia de esteobstáculo natural puede explicar la creaciónde un pequeño recinto en el cercano espolónde A Recacha. Su misión sería, en un primer

    momento, asegurar la zona desprotegida de laladera oeste de Penamarela, pudiendo advertir

    Figura 9: Visibilidades individualizadas y superpuestas de los recintos. Sombreada en oscuro la cuenca visual efectivade A Recacha y en claro la de A Granda das Xarras.

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     por señales o por el envío de mensajeros de la presencia de una fuerza hostil en el paso demontaña. En segundo lugar, convertiría esteespacio y el destacamento allí alojado en uncontingente armado de refuerzo encargado de batir una probable retirada del enemigo anteun asalto frustrado. Su ubicación sería portanto complementaria, funcionando el primeryacimiento como enclave principal y A Re-cacha como establecimiento secundario quecomplementaría la visibilidad de aquél. Seríauna situación similar a la que encontramos enel conjunto formado por los campamentos deEl Cantón y Cildá (PERALTA, 1999).

    La interpretación poliorcética del conjuntotraería consigo la necesidad de valorar la nece-sidad del control romano de este espacio. Nocabe duda de que la ejecución en un mismomomento de estas dos obras de forticación, a loque debemos añadir la supuesta planicación

    estratégica de la defensa común, permite intuir

    que el establecimiento de A Granda das Xarrastendría una misión mucho más duradera en eltiempo que un mero campamento de marcha.Por ello, podemos plantear como hipótesis queambos campamentos cumpliesen una funciónde control de esta ruta de montaña para ase-gurar el tránsito de tropas y el transporte de

    suministros. Esto era necesario para mantenerlas líneas de abastecimiento de los cuerpos mi-litares que se encontraban en el frente, aspectofundamental para el éxito de las operacionesen territorio hostil (ROTH, 1999: 157). Coneste objetivo, los convoyes con provisiones para las tropas iban escoltados y seguían itine-rarios custodiados por establecimientos mili-tares de vigilancia (ROTH, 1999: 283-284).

    6. A GRANDA DAS XARRAS Y A RECA-

    CHA EN EL ÁMBITO NOROCCIDEN-TAL DE LA PENÍNSULA IBÉRICA.Hasta ahora algunos de los enclaves más próximos a A Granda das Xarras y A Reca-cha se habían relacionado con las actividadesmineras del occidente asturleonés, como Val-demeda (SÁNCHEZ-PALENCIA, 1986), Mo-yapán (GONZÁLEZ ÁLVAREZ et al., 2008:236) o San Isidro (VILLA, 2007: 38-39). Ennuestro caso de estudio ya vimos que se apre-cia un claro interés por controlar dos pasos demontaña y que esto invita a pensar en un con-texto bélico que obligaría a reforzar la vigilan-

    cia de las vías naturales en un territorio hostil,tal y como indican los tratadistas latinos y seobserva en la ubicación de numerosos campa-mentos de marcha (JOHNSON, 1983: 36-37;GILLIVER, 1999: 72). Esto no solo hace in-viable pensar en una relación con la minería,sino que estos recintos pueden servir de base para reinterpretar otros ya conocidos.

    Es interesante observar la similitud de A Gran-da das Xarras con el campamento leonés deValdemeda. Su forma, su disposición construc-tiva y sus dimensiones son muy semejantes, locual nos podría indicar que ambos estableci-mientos militares compartiesen cronología y/ofunción. Desafortunadamente, el yacimientode Valdemeda no es sucientemente conoci-do. Fue detectado mediante fotografías aéreasantiguas pero en el momento de su descubri-miento ya había sido arrasado por una refores-tación (SÁNCHEZ-PALENCIA, 1986). Esteenclave se ha vinculado a las labores de puestaen explotación de las minas auríferas de Ca- breira (SÁNCHEZ-PALENCIA et al., 2006),aunque también se ha apuntando que muestralos rasgos típicos de un castra aestiva  en eltranscurso de un conicto (PERALTA, 2002b:52). Esta valoración cobra peso si introduci-mos el referente de La Poza en la comparación,

    ya que este yacimiento cántabro, en el que sesuperponen dos campamentos temporales decampaña de forma y dimensiones equivalentesa los de A Granda das Xarras o Valdemeda, hade ser contemplado en el contexto armado del

     Bellum Cantabricum (CEPEDA, 2006). Si tra-tamos de comparar los contextos geográcos

    de estos yacimientos, vemos cómo el entornode A Granda das Xarras no sobresale como un paisaje minero romano de cierta importancia.Sólo se documentan algunas cortas mineras en

    el fondo de valle del río Ibias. Por su parte,La Poza se encuentra muy lejos de las mine-ralizaciones de oro más cercanas. Además, yahemos visto cómo los campamentos de A Re-cacha y A Granda das Xarras controlan estra-tégicamente una vía de comunicaciones.

     No es inverosímil, a la vista de todo lo anterior,relacionar la función de los dos campamentosobjeto de nuestro estudio con alguna acción bélica llevada a cabo en el Noroeste penin-sular. La opción que más se ajusta dentro de

    los acontecimientos narrados por los autoresromanos y por los datos arqueológicos dispo-

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     Nuevas evidencias de la presencia militar romana en el extremo occidental de la Cordillera Cantábrica.

    nibles serían, como hemos señalado desde un principio, las operaciones de conquista del áreaastur-cántabra desarrolladas entre los años 29y 19 a.C. Esta observación, y el paralelo de LaPoza, nos lleva a su vez a reconsiderar el mar-co de comprensión para el campamento leonésde Valdemeda que, como ya se ha apuntado(PERALTA, 2002b: 52), podría incorporarsea la nómina de campamentos de campaña encontextos bélicos de la conquista romana del Noroeste peninsular.

    Si nos remitimos a las fuentes escritas, encon-tramos tan sólo un episodio referido por Oro-sio ( Historiarum, VI, 21, 6-9), en el que se nosdice que “ Antistio y Firmio [Furnio] sometie-ron en singulares y duros combates las partesmás alejadas de Gallaecia, las cuales, sem-

    bradas de montañas y bosques, terminan en elOcéano. Asediaron (…) el Monte Medulio, que

     se levantaba sobre el río Miño” (en FERNÁN-DEZ OCHOA y MORILLO, 1999: 34-35).En este pasaje se citan campañas militares enterritorio de Gallaecia, mencionando inclusoal río Miño. No obstante, debemos tener encuenta que el autor escribe su obra en épocatardía (siglos IV-V d.C.), cuando el términoGallaecia se reere a una entidad administra-tiva de mayor extensión que la coetánea a las

    Guerras Cántabras. Por este motivo, algunosautores sitúan estos hechos en el ámbito cán-tabro del siglo I a.C. (PERALTA, 2009: 252-253). No obstante, la mención al río Miño –que

     podría igualmente referirse a su auente el río

    Sil–localizaría estos acontecimientos en tornoal actual territorio de O Bierzo (FERNÁNDEZOCHOA y MORILLO, 1999: 35).

    A pesar de la parquedad descriptiva del textoy las dudas que pueda ofrecer su interpreta-ción, es interesante la alusión al desarrollo de

    actividades bélicas en las cuencas del Miñoy el Sil, próximas al territorio que aquí nosocupa. Este texto aporta algunos argumentosdesde las fuentes escritas a favor de la exis-tencia de acciones armadas durante las Gue-rras Cántabras en el extremo occidental de laCordillera Cantábrica. Sin embargo, las únicas

    referencias arqueológicas a asentamientos mi-litares romanos en el ámbito galaico son, si ex-ceptuamos A Granda das Xarras y A Recacha,los castra stativa  de Cidadela (CAAMAÑO

    y FERNÁNDEZ, 2006) y Baños de Bande(RODRÍGUEZ COLMENERO, 2006), que se

    corresponden con un momento posterior a laconquista romana del Noroeste.

    Los paralelos más cercanos en cuanto a ca-racterísticas formales y función son, como yahemos mencionado, los campamentos cán-

    tabros de La Poza (CEPEDA, 2006), El Cincho(GARCÍA ALONSO, 2006), Cildá y Campo delas Cercas (PERALTA, 2002a). Todos ellos sonel producto de un avance del ejército desde elinterior peninsular hacia la cornisa cantábricaatravesando los puertos más aptos y avanzan-do por las sierras, según la estrategia habitual

    de marcha del ejército romano. Esto se reeja

     perfectamente sobre el terreno, con la existen-cia de sucesiones de campamentos de marcha aintervalos regulares en distintos teatros bélicosdel ejército romano, con paralelos en Escocia(ST JOSEPH, 1951, 1969, 1973, 1977) o losAlpes (STEFAN, 1997). En el avance romanosobre el sector central de la Cordillera Cantá- brica se reproduciría tal esquema (PERALTA,2002a, 2006, 2009), que también parece intuir-se en la contextualización geoestratégica de ElPicu Curriel.los (CAMINO et al., 2007b). Eneste caso y aún sin poseer información segura

    sobre el camino seguido por las tropas, lo más probable es contemplar un avance del ejércitoromano hacia el Norte desde el llano leonés por

    la vía de La Carisa, quizás tras la capitulacióndel oppidum de Lancia (Villasabariego, León)referida por las fuentes.

    En nuestro caso no disponemos de los datossucientes para hablar de la ruta en la que se

     podrían insertar los enclaves en caso de res- ponder a dichos parámetros. El avance podríahaberse efectuado desde O Bierzo o Galicia,en dirección a la costa cantábrica. En este sen-tido, se viene proponiendo una fundación mi-litar para la ciudad de Lugo (FERRER, 1996;

    RODRÍGUEZ COLMENERO, 2002) que lle-va a plantear a algunos autores un avance endirección Oeste-Este (FERNÁNDEZ OCHOAy MORILLO, 1999: 41). A Granda das Xarrasy A Recacha podrían enmarcarse en ese con-texto, pero la falta de una conrmación ar -queológica concluyente del origen militar deesta ciudad durante el Bellum Asturicum obli-ga a contemplar esta posibilidad con la máxi-ma prudencia. Es cierto que las sierras planasque se extienden hacia el Oeste de la zona deestudio son los caminos más aptos, aunquetanto hacia la depresión berciana como hacia

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    el Norte se disponen rutas igualmente transita- bles. Hacia el Este, al contrario, nos encontra-mos con la aspereza de las altas montañas de laCordillera Cantábrica, por lo que esta opciónsería la única a descartar con seguridad. Tam- bién cabe la posibilidad de un ascenso por lassierras de la actual Asturias hacia el sur paraadentrarse en el área del Sil, considerada con-ictiva por la historiografía. Para zanjar esta

    discusión sería necesario contar con nuevaslocalizaciones de castra aestiva que tracen lostrayectos seguidos por el ejército.

    7. CONCLUSIONESEs preciso comenzar este último apartado de

    conclusiones insistiendo que, para que nuestra propuesta interpretativa –basada en la fotoin-terpretación y la prospección supercial– pu-diera conrmarse denitivamente sería pre-ciso realizar excavaciones arqueológicas quedocumentasen en detalle las estructuras delos recintos y los posibles restos materialesasociados. A pesar de esto, las evidencias queaportamos y su correspondencia y contrasta-ción con la bibliografía consultada nos permi-ten concluir que hay sucientes argumentos

     para considerar los yacimientos de A Grandadas Xarras y A Recacha como campamentos

    romanos, así como relacionarlos con las ope-raciones armadas desarrolladas por el ejércitoromano durante las Guerras Cántabras. El re-cinto de A Granda das Xarras, con un formatocanónico para los castra aestiva de la época ycon una extensión de 5,5 ha, funcionaría comocampamento principal. Por su lado, el enclavede A Recacha, de menores dimensiones y conuna forma adaptada a la orografía del terreno,sería un castra minora, en caso de que fueracontrastada la sincronía funcional de los dosestablecimientos. Ambos yacimientos contro-larían visualmente un importante espacio parael tránsito entre las dos vertientes de la Cordi-llera Cantábrica.

    Los investigadores han insistido frecuente-mente en que los campamentos de campañason unas estructuras difíciles de localizar (MO-RILLO, 2008: 89-90, 2009: 241). Su construc-ción, ocupación y abandono en un breve lapsode tiempo dejan pocas evidencias arqueológi-cas, que se suelen reducir a las obras defensivas –rápidamente amortizadas– y a escasos mate-riales que se pierden o abandonan, como ele-

    mentos metálicos inservibles, tachuelas de lassandalias de la soldadesca o piquetas y clavijasde las tiendas de cuero en las que pernoctabala tropa (PERALTA, 2002b: 71-73). A tenor deestas premisas es comprensible que los campa-mentos temporales romanos hayan sido difícil-mente perceptibles para la academia hasta hace pocos años. No obstante, este retraso tambiéndebe relacionarse con la ausencia de búsquedas

    sistemáticas de este tipo de enclaves y, por otra parte, con el hecho de que los castra stativa ha-yan focalizado la atención de los arqueólogosy se obviasen las tradiciones investigadoras deotras partes de Europa, que habían logrado do-cumentar numerosos ejemplos de castra aesti-va desde comienzos del s.XX.

    A pesar de todo, hemos podido comprobarcómo la documentación de estos enclaves esuna tarea relativamente cómoda y sencilla,que en gran parte puede realizarse utilizandolas herramientas informáticas que existen anuestra disposición. Así, a través de Internet,los visores cartográos del SigPac y el IGN o

    el software gratuito de Google Earth (MYERS,2010), pueden ser la principales plataformascon las que realizar prospecciones telemáti-cas. De hecho, nuestra propia experiencia nosha mostrado cómo los campamentos romanos

    son, pese a la fragilidad de sus evidencias, unode los tipos de yacimiento más fáciles de re-conocer a través de tales herramientas, por sugran tamaño y sus formas características. Estasobservaciones cobran ciertos tintes dramáticossi tenemos en cuenta el grave riesgo de afec-ción, e incluso destrucción, que corren estetipo de yacimientos. La proliferación de par-ques eólicos, líneas eléctricas o pistas foresta-les constituyen riesgos siempre presentes paralos campamentos romanos de campaña que, a buen seguro, quedan por descubrir a lo largo yancho de la Cordillera Cantábrica. Ante estassituaciones de riesgo, no basta con conar en

    la ecacia de los estudios arqueológicos aso-ciados a los informes de impacto ambiental detales obras, ya que las prospecciones terrestresconvencionales no son el método más efecti-vo para localizar dichas estructuras. Como he-mos recalcado a lo largo de este trabajo, susevidencias –pequeños fosos y parapetos terre-ros– pueden ser fácilmente confundidas conconstrucciones modernas de uso agropecuario.

    Encontramos un claro ejemplo de esta proble-

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     Nuevas evidencias de la presencia militar romana en el extremo occidental de la Cordillera Cantábrica.

    mática en la construcción de un parque eólicoen Ayande (GONZÁLEZ ÁLVAREZ, 2010;ZARDAÍN y GRAÑA, 2010), donde, por suer-te, la correcta identicación del campamento

    de Moyapán (GONZÁLEZ y MENÉNDEZ,2007) tuvo lugar pocos días antes del cierre del plazo de alegaciones a dicho proyecto. Por lotanto, es necesaria la puesta en marcha de pro-gramas investigadores sistemáticos que tratende documentar los recintos campamentales delnorte peninsular, para que, de forma preventi-va, podamos garantizar su conservación y pos-terior investigación.

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