nunca esnifes al anochecer

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Un planeta hosco y siniestro donde reinan dos estrellas. Unas razas peculiares y animales mortíferos. Una venganza cruel. Y una amistad extraordinaria.

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Page 1: NUNCA ESNIFES AL ANOCHECER

Marco Montero Nunca esnifes al anochecer

© Copyright 2015

Todos los derechos reservados

¡NUNCAPágina 1

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Marco Montero Nunca esnifes al anochecer

ESNIFES

AL

ANOCHECER!

Marco Montero

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Observaciones

Especies y razas:

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Humanos – raza superior; sexo: hembra/macho; edad mediana: 73 años

Nivel de evolución e inteligencia: 3,5 (propensos a matarse mutuamente, utilizan un 10% de su capacidad cerebral)

Planeta de origen: TIERRA

Xibogs – raza superior; sexo: tri-sexos/hermafroditas; edad mediana 157 años; provistos de tres ojos y de tres manos; altamente sociables

Nivel de evolución e inteligencia: 5,5 (propensos a matarse mutuamente, utilizan unos 25-26% de su capacidad cerebral; alto desarrollo de telepatía; tienen cerebro dividido en las zonas: diurna/nocturna)

Planeta de origen: PROTOR

Kuxs – raza superior; sexo: hembra/macho; edad mediana 96 años; medianamente sociables

Nivel de evolución e inteligencia: 4,5 (propensos a matarse mutuamente, utilizan unos 17-19% de su capacidad cerebral; bajo desarrollo de telepatía)

subordinados de los XibogsPlaneta de origen: JUXUP

Centinelas – especie superior baja; sexo: hembra/macho, edad mediana: 67 años; viven en grupos, estructura social baja

Nivel de evolución e inteligencia: 3 (propensos a proteger y matar; instinto de conservación bajo; utilizan unos 6-8% de su capacidad cerebral)

subordinados de los Xibogs y los Kuxs

Planeta de origen: desconocid

Trutors – raza superior; sexo: hembra/macho; edad mediana: 187 años; altamente sociables

Nivel de evolución e inteligencia: 6 (propensos a sacrificarse, propensos a matar; utilizan unos 28-30% de su capacidad cerebral; muy alto desarrollo de telepatía, alto desarrollo de la capacidad de la manipulación mental)

Planeta de origen: ORIXBU/ luna -XO

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Mixs – humanos perfeccionados y transformados debido a la mezcla de su ADN con la artificial (propensos a matar; fáciles de ser controlados mentalmente a corta y larga distancia; instinto de conservación: bajo; desarrollo de telepatía: mediano/??); edad mediana: desconocida.

Nivel de evolución e inteligencia: estimada entre 3,5- ?? (puede desarrollarse)

Planeta de origen: TIERRA/RHOD

*

Partículas temporales:

Puesta del Maar (de día) = 19-22 horas terrestres

Salida del Maar (de noche) = 9 – 11 horas terrestres

Puesta de la Xar (de día) = 13-14 horas terrestres

Salida de la Xar (de noche) = 8-10 horas terrestres

Orbita de Rhod = 378,4 días terrestres

Puesta del Lix (de día) = 23-25 horas terrestres

Salida del Lix (de noche) = 12- 14 horas terrestres

Orbita de Orixbu = 438,6 días terrestres

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Nunca esnifes al anochecer

(La Tierra-2011)

Se abrió la puerta y entró Tonny. Un tipo bastante alto, un poco cachas con su típico peinado para atrás untado con mucha gomina barata.

“Hola, tronco” saludó a Josh. “¿Cómo estamos hoy?”

“¿Todo me va bien. Lo tienes, tío?” le preguntó algo nervioso Josh. Tonny era su mejor y probablemente el único verdadero amigo que tenía.

“Tranqui, tronco. Lo tengo aquí.” dijo Tonny y golpeteó su bolsillo de la camiseta negra que llevaba puesta como siempre un poco desaliñada. “Pero por los pelos pues mi madre ayer estuvo husmeando en mi cuatro casi una hora. No sé qué mosca le ha picado últimamente. Seguramente tiene la regla. Siempre se pone bastante pesada en este periodo de rojo. Anteayer casi le pegué una hostia por

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haberme prohibido salir con Julia. La pelirroja con la que estuve el miércoles en el cine.”

“¿Te refieres a la que tiene las berzas tan turgentes y el culo bastante follable?“ dijo Josh riéndose.

“Sí, esa. Pero ojo, eh, estás hablando de mi follamigita. “le respondió Tonny también riéndose a mandíbula abierta. “Pero se acabó la cháchara, tío, vamos a coger un pedal que flipas. Este material es de los mejores que hay en el mercado escolar. Recuerdas que te conté el otro día que lo había probado Jack, el tío de segundo que siempre lleva esa horrible chaqueta al estilo maricón con un cigarrillo metido en la boca pero nunca encendido. “

“Sí, claro es un gilipollas que sólo sabe pavonearse por los pasillos y molestar a los empollones raquíticos y escuálidos. Creo que no tiene cojones de enfrentarse con alguien de su tamaño.“ Josh se sentó en una butaca algo destartalada y polvorienta y puso las piernas encima la mesa.

“Pues ese tío, lo compró hace dos semanas y me dijo que había estado más de tres horas en trance y no sabía que estaba pasando. Se había despertado en un parque en la otra parte de la ciudad totalmente sucio y empapado con su pis.” dijo Tonny algo serio y algo divertido al mismo tiempo.

“Es un mentiroso de mierda. Y tú lo sabes muy bien. No creo que te dijera la verdad menos lo del pis. Eso sí que creo. Según yo, lo más probable que hubiera pasado fue que él se había colocado en ese parque y luego se quedó dormido hasta mearse encima.” terminó Josh un poco disgustado por esta imaginación.

“Ya lo sé, tronco.“ dijo Tonny. ” Pero se rumorea que este material es realmente una bomba. Y he conseguido 5 gramos.“ Miró su reloj. Eran casi las ocho de la tarde y fuera ya se empezaba a oscurecer. Tuvo que regresar a casa antes de las once si no quería que su madre se pusiera medio loca y llamara a la pasma. Y luego tendría que vérselas con su padrastro y eso sería lo malo. Él era un hijoputa que le maltrataba cuando podía. Por supuesto, no podía decir nada a su madre sobre eso puesto que se llevaba bastante mal con ella desde el último escándalo en la escuela cuando dijo a su maestra que se fuera a la mierda después de haberle dejado suspenso por el examen de historia.

Su padre murió hace tres años en un accidente de coche. La culpa la tenía la botella pues a su padre le gustaba un montón mamar y conducir. Se chocó contra un árbol a velocidad casi a cien por hora. Los bomberos literalmente tuvieron que raspar su cara del salpicadero. Una pasada. Tres semanas después del funeral su madre decidió mudarse a Harbly. Tonny protestaba mucho pero eso no le sirvió para nada. Tenía por entonces 14 años. Luego vino Roger, su padrastro. Tonny no sabía lo que era que su madre veía de este tipo.

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Pero lo que sabía era que a Roger le gustaban las torturas. Muchas veces cuando su madre no estaba en casa le castigaba de unas maneras, bueno, muy raras. Tonny recordó que un día cuando se regresó a casa de la escuela, su padrastro de pronto, lo cogió del hombro y lo ató con un cinturón, que normalmente llevaba puesto en su pantalón vaquero, a la tubería del radiador del comedor y lo dejó así más de una hora. Luego vino, abrió la cremallera y lo meó.

“Ahora limpia esta mierda y lárgate de aquí ya que se me está revolviendo el estómago sólo viendo tu puta cara y no me apetece vomitar.” le dijo con desdén.

Pero en ese momento, estaba con Josh. De forma que sacó la bolsita de su bolsillo y la puso en la mesa. Josh la abrió despacio. El polvo era algo amarilloso.

“Joder, tío “dijo Josh. “ ¿Estás seguro de que esta mierda está limpia? No me gusta nada el color. Parece como si estuviera cortada con el polvo para cocinar. No tengo ganas de despertarme en un hospital medio retrasado con la baba cayéndome por la barba.”

“Que tenga un color de mierda no quiere decir que sea una mierda. Cálmate, tronco.“ le respondió Tonny. Sin embargo, se notaba en su voz un rasgo de desconfianza. El tipo que le vendió la mercancía era legal pero nunca se sabe.

“Dame un trapo que hay que limpiar la mesa. No quiero esnifar los restos de los cuerpos secos de las cucarachas y de las moscas que hay aquí por todas las partes. ¿Por cierto, ya has escuchado que va a venir a nuestra clase una tía nueva? Así que quizás, por fin, puedas meterla en algún agujero y no quitarte cada mañana los gayumbos manchados por haber soñado con nuestra maestra.” estalló Tonny en carcajadas.

“¡Cierra el pico, cabrón! Si no fuera por Julia tendrías que hacerte una manuela diariamente, me parece.“ replicó Josh.

“Hey, dónde están tus modales, tronco malo, era una broma, joder. No te mosquees como un repipi. Me la suda si te gusta más la mano diestra que los chochitos. Acaso no has escuchado lo que se dice sobre ti a tus espaldas?” continuó Tonny un poco malévolamente.

“¿De qué coño me estás hablando? Que yo sepa, no se dice nada sobre mí a mis espaldas. Deja de fastidiarme ya, memo.“ espetó Josh ya bastante cabreado.

“Vale, vale. ¿Parece que hoy has dormido un poquito mal, no? Bueno, vamos tío, no puedo quedarme hasta las tantas ya sabes cómo son las cosas entre mí y mi padrastro. Me la tiene jurada y no quiero que me haga otra de sus aberraciones.“ terminó Tonny y separó hábilmente un pequeño montón del polvo en dos finas líneas. Luego enrolló un trozo de papel que le había pasado Josh.

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“¿Estás listo para dejarte lanzar hasta las estrellas, colega?” le preguntó Tonny.

“Para eso, siempre, ya me conoces.” rió Josh y se agachó un poco para poder esnifar mejor y añadió:

“¡A la de tres!”

Cuando el polvo voló por los orificios nasales de Tonny y aterrizó en su cerebro, él sintió como le comenzaba a latir el corazón. Las pupilas se le dilataron casi inmediatamente y luego, como siempre, vino un momento cuando se hundió en una especie de laguna…

… Y se despertó en el desierto. O por lo menos eso pensó al principio por la abundancia de arena y por el calor tremendo y abrasador que sentía. Miró alrededor pero no vio a Josh en ninguna parte. Intentó llamarle pero no podía abrir la boca. No la podía abrir porque simplemente no la tenía. Tampoco no tenía manos, ni piernas sólo una clase de tentáculos fofos y malolientes y algo que parecía como un cuerpo amorfo verdusco cubierto por escamas parcialmente mezcladas con unas cerdas grisáceas y algo afiladas.

´¿Qué, joder, me está pasando?´ procuró preguntarse. Pero su atrofiado cerebro no era capaz de descifrar la pregunta. Se le borraron sucesivamente todos los pensamientos, los recuerdos y las reflexiones sobre su vida humana y sólo se quedó una única – alimentarse.

El ser, que antes se llamaba Tonny y era un chico de casi 17 años, comenzó a arrastrarse por la superficie árida utilizando sus tentáculos como una clase de palanca y olfateando las diferencias finas de los olores a su alrededor que podrían significar la presencia de una forma viva, aunque casi seguro inferior, que podría ser comestible. El aire era un poco denso pero él no lo respiraba sino recibía de él sólo el metano a través de los poros especiales que tenía en su cuerpo. Tampoco no le faltaba el agua. Por ahora.

Tonny levantó su cabeza extraña y si hubiera tenido la vista tan eficaz y nítida como el olfato habría podido distinguir en el firmamento nocturno tres lunas alineadas que gravitaban alrededor del planeta RHOD, donde ahora se hallaba.

Josh no se despertó. Simplemente escuchó un disparo de un arma muy sofisticado y luego su cuerpo se cayó sin vida alguna en la tierra negra que estaba esparcida por un acantilado rocoso sobre el mar negro en alguna parte bastante alejada del sistema solar. Se encontraba en la nebulosa GROCH 30 mil millones a años luz de la Tierra y no más a 60 kilómetros de su antiguo amigo Tonny que ahora trataba de alcanzar su primera presa en este triste e implacable mundo.

*

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Planeta Rhod

(bajo la estrella el Maar)

Rhod era un planeta bastante joven que se encontraba en el sistema binar al extremo círculo de la constelación LIRA. Tenía la órbita muy eclíptica que provocaba significativos cambios de clima. El fuerte campo gravitatorio de las tres lunas influía aún más la inestabilidad del planeta. La atmósfera compuesta mayormente de metano, de neón, de nitrógeno y de escasos rasgos de oxígeno permitía la vida de las formas muy extraordinarias con las cualidades incomparables con los animales que vivían en la Tierra.

Ser-Tonny se paró esperando silenciosamente. Sus ventosas cefálicas percibieron una ligera vibración a la izquierda a unos 5 metros de distancia. Olfateó y analizó el olor. Se acercaba un run-tan. Se trataba de una forma mono-celular de tamaño aproximadamente de una pelota de futbol. Tonny esperó seis segundos más y luego arrojó velozmente su ponzoñoso tentáculo. El extremo puntiagudo del tentáculo penetró fácilmente en la membrana celular del run-tan. Acto seguido, Tonny inyectó la dosis exacta del veneno directamente en su núcleo y le paralizó. La toxina funcionaba muy similarmente como el veneno de las arañas terrestres. Tonny estaba ávido y succionó rápida y totalmente el run-tan, su líquido viscoso le estalló en su órgano que funcionaba cómo el estómago y al mismo tiempo como alguna mezcla entre los pulmones y las branquias que permitían percibir y fraccionar metano. Pero Tonny necesitaba más comida ya que medía casi dos metros y media de longitud. Había que desplazarse más cerca del mar negro. Por allí había un montón de

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humroides pero también hun-coys. Una forma superior bastante curiosa que podía adaptarse a las temperaturas entre -50ºC hasta casi 65ºC, vivir en líquido o en arena sin que se asfixiase o ahogase. A pesar de que su cuerpo estaba lleno de capas protectoras de una especie de grasa, era muy liso y flexible. Hun-coys eran peligrosos pero no presentaban obstáculo ninguno para Tonny. Él era el predador que tocaba casi la cima de la cadena alimenticia de las zonas diurnas. Cazar, matar y descansar eran sus intereses únicos en este mundo tan extraño.

*

Cuartel C-16

(zona 6-diurna, peligrosidad:7)

“¿Qué ha sido este ser?” preguntó Lorm, el teniente del cuartel 16 a su subordinado Poex. “Se parece bastante al otro que matamos hace siete puestas del Maar. En la zona 5-nocturna”

El Maar era uno de las dos estrellas que calentaban implacablemente este planeta. La otra se llamaba la Xar. Era mucho más pequeña y sólo calentaba las zonas 8-15 debido a la inclinación del eje del planeta.

“De momento no tenemos las informaciones completas. Estamos esperando los resultados del laboratorio. Hace una cuarta parte de la puesta del Maar han comenzado con la autopsia del ser y ahora se está terminando el análisis de los órganos y del líquido rojo poco viscoso que tenía dentro. Según lo que hemos descubierto hasta ahora parece que se trata de una forma multicelular que utiliza el oxígeno y parcialmente el nitrógeno que le mantiene vivo. No es capaz de sobrevivir bajo las condiciones contemporáneos de nuestro planeta más de un minuto. Luego muere de asfixia combinada con la tremenda diferencia de la presión entre la parte exterior e interior de su cuerpo. No está segura la forma de la proliferación ni la reproducción de este ser. Es muy probable que no se trate de la manera que se llama la división celular. Sin embargo, hay que esperar la información detallada.“ terminó Poex.

“Vale, cuando obtengas el informe completo del laboratorio conéctate con mi mente diurna y mándame el archivo. ¿Por cierto, como es la situación en la zona 6-nocturna?” preguntó algo pensativo el teniente.

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Poex encendió un mini-ordenador que tenía implantado en su brazo central, lo miró detenidamente y luego dijo:

“Lluvia ácida clase 3 en el perímetro aproximadamente 35º, densidad de gotas 6, descomposición molecular dentro de la séptima cuarta de la puesta, la vibración de la tierra F, la probabilidad de la penetración de la lluvia en la zona 6-diurna un 16.3% en cuadrante 3. “

“¡Joder!” dijo disgustadamente Lorm. “Prepara la posible evacuación de esta parte de la zona 6-diurna, llama a los cuarteles 15 y 14 y pregunta cómo es la situación por allí. Me temo que vamos a tener un gran marrón. A la mierda con este planeta. Ya tengo ganas de regresar al Protor. Ahora puedes irte, tengo que recapacitar la situación.“ Lorm se acercó al ventanal de titano y se hundió en sus reflexiones.

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Tonny

(cerca de la zona6)

Tonny se acercaba al mar negro.

A la novena cuarta parte de la puesta cruzó el nivel de la zona 6-diurna y entró en los territorios más peligrosos del planeta. Su reducido cerebro notó el cambio súbito de la superficie. Ahora era más árido, apestoso y como si estuviera más muerto, pero eso no importó en ese momento. Tuvo que continuar. Estaba a punto de consumir casi toda la energía que había acumulado del run-tan. Para poder enfrentarse a los hun-coys debería encontrar alguna otra fuente de energía. Más nutritiva y más rica. Sus sentidos agudos escaneaban detenidamente el terreno. Nada, salvo una ligera vibración proveniente a unos 24 metros a la derecha. Eso podría ser un humroid. Una clase de molusco multicelular de tamaña mediano provisto de dos pinzas y de una coraza blanda. Suficiente como para reparar la energía que necesitaba para la lucha. Su amorfo y fofo cuerpo cambió de color y de su forma original. El camuflaje tenía muy desarrollado y muy sofisticado. Se inmovilizó y enfrió sus órganos casi a -5ºC.

El humroid que tenía la piel ignífuga y resistente al ácido escudriñaba las pierdas ígneas y parcialmente desechas por el azufre y buscaba un rasgo de las algas espinosas, pero no tenía suerte. Se alejó bastante de su zona habitual y estaba muy exhausto. Había caminado casi 5 y cuatro puestas del Maar sin comer.

Tonny se preparó. El humriod dio un paso más y luego su piel, aunque era bastante dura y gruesa, fue atravesada por un tentáculo mortífero de Tonny. El veneno actuó en seguida y paralizó al humroid. Tonny recobró el funcionamiento normal de su cuerpo y le comenzó a succionar. Sintió como la energía corría a través de su cuerpo y lo llenaba y lo serenaba.

/

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Anochecía y eso era malo. Tonny se hallaba muy cerca de la zona 6-nocturna y aunque ahora estaba lleno de energía, los bichos y las formas inferiores que vivían allá lo matarían en seguida. Debería encontrar un refugio dónde se quedara hasta que saliera el Maar nuevamente. Pero aquí en la zona6-diurna fronteriza no había nada, sólo la planicie seca e infecta. El cerebro atrofiado de Tonny analizó la situación y decidió camuflarse en el sitio dónde estaba. No quería perder ni un por ciento de la energía.

Zona 6 fronteriza–nocturna,

peligrosidad: máxima

(bajo la lluvia acida)

Los escarabajos luminiscentes acechaban en la oscuridad amoratada. La lluvia ácida que caía mayor parte del tiempo en esa zona no les hacía ningún daño. Sus cuerpos mutados y provistos de las capas especialmente resistentes les protegían bien. Tenían cinco patas de forma bulbosa cubiertas de una especie de púas pequeñas que les permitían andar sobre el terreno desolado y devastado. Eran carnívoros y muy peligrosos. Sus dientes ponzoñosos y afilados les proporcionaban una ventaja letal. Y eran muchos, miles de manadas de esos repugnantes insectos que merodeaban todo el rato en búsqueda de la comida. Pero ellos no eran las únicas formas que vivían en la zona-nocturna.

El Maar ya se había puesto. La temperatura bajó a unos -25ºC, de momento, y seguía bajando. Los escarabajos se acercaron a la frontera, habían percibido un cambio ligero de la temperatura y eso seguramente significaba la presencia de una forma viva. Se prepararon cruzar la línea entre las dos zonas y atacar.

El hun-hun también tenía hambre. Era un tipo de gusano gigantesco que vivía debajo de la tierra. Su cuerpo medía aproximadamente 3 metros y era blindado por unas placas rígidas de su piel muerta lo cual le convertía en un monstruo mortífero. Las dos bocas redondas contenían tres hileras de dientes muy duros para poder machacar los élitros reforzados de los escarabajos. Encima de los nueve ojos abultados le crecía un órgano especial que funcionaba como un detector de tejido orgánico.

La lluvia arreció. Las gotas grandes y algo viscosas azotaban implacablemente la zona-nocturna. Para empeorar aún más la situación el viento aproximaba los nubarrones peligrosamente a la zona diurna. Había que actuar y empezar con la evacuación.

El hun-hun emergió de la tierra y cobró velocidad. Se dirigió hacía Tonny.

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Cuartel C-16

(zona 6-diurna, peligrosidad:7)

Lorm estaba bastante excitado. Hace un rato recibió el archivo completo del laboratorio que le había mandado Poex a su mente diurna. Ahora podía leer y observar todos los detalles. Y eran muy interesantes y prometedores. Según el informe parecía que el ser, que habían matado en la zona 5-nocturna, dónde normalmente no podía entrar nadie desprovisto de un traje de uxaronium, provenía de la parte más joven del universo en dónde las galaxias aún se estaban formando. El material en el que se constituía su esqueleto contenía calcio. Y calcio podía matar mayor parte de los bichos e infra-seres que vivían en este planeta piojoso y terminar así su trabajo aquí. Era imprescindible que se preparase la fabricación. Pero primero había que solucionar el marrón con la lluvia.

Lorm llamó con su mente a Poex:

“¿Cómo está la situación en el cuadrante 3?” le preguntó algo alterado. Poex vaciló un poco y luego respondió:

“No muy buena, señor. Las nubes ya han sobrepasado la frontera. Hace ocho novenas de la salida del Maar hemos comenzado con la evacuación. Pero todo se complica por la oscuridad y también….” Poex vaciló otra vez y luego continuó: “ …se ha notado la presencia de un hun-hun de tamaño R.”

“¡Joder!” exclamó irritadamente Lorm. “Cómo, joder es posible que no se tomaron las precauciones a tiempo. ¿Qué hicieron las Centinelas? ¿Por qué no le dispararon? ¿Qué, joder está pasando aquí últimamente? Matad a ese puto bicho y continuad con la evacuación. Yo tengo otras cosas mucho más importantes que solucionar.” terminó Lorm y desconectó la transmisión.

Necesitaba pensar y también hablar con Crogg, el jefe de los laboratorios en la zona 2 –diurna pero todo ese jaleo le desconcentraba. El hun-hun podía causar un montón de bajas imprevistas y eso Lorm no lo podía permitir. Aunque se trataba sólo de los Kuxs, una raza superior-baja. Sin embargo, y por otro lado, ellos eran los únicos que podían sobrevivir en estas zonas inestables cerca de las áreas nocturnas y vigilarlas. (Lorm no calculaba las

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Centinelas, para él eran muy raquíticas y débiles y él, simplemente, nos las consideraba como una raza superior.)

*

La frontera diurna/nocturna

( zona 6 )

Tonny congeló su cuerpo hasta -47ºC que era el máximo que podía alcanzar. Sin embargo, eso no bastaba pues a su alrededor la temperatura bajó ya a -56ºC. Disminuyó la circulación del líquidos corporales a un 95,4%. Su capa exterior de piel se endureció el triple. A continuación, incrustó los cuatro ojos provistos de los parpados laterales, frontales y transversales dentro de su redonda cabeza, cambió el color de negruzco y esperó. En este estado podía permanecer media salida del Maar. Luego tendría que malgastar la energía acumulada. Y eso no quería.

La tierra comenzó a resonar y a vibrar. Los escarabajos se pararon en seco y ahora parecían como unas piedras opacas y muy ásperas esparcidas por la superficie mojada. El hun-hun saltó y atacó. Tonny se preparó.

De pronto, sonó un disparo estridente seguido de otros cuatro. El hun-hun cayó muerto a menos de un metro de Tonny. Los escarabajos se esfumaron hacia las partes más profundas de la zona nocturna. Para hoy se acabó la cacería. Pero la lluvia seguía. Los charcos densos de ácido intentaban penetrarse en la arcilla.

“Buena puntería Fogg.” comentó Theax, uno de las Centinelas jóvenes, y luego añadió: ”Parece que este hun-hun se ha vuelto loco. No veo nada de que haya podido devorar.”

“Mira ahí, lo ves.” enseñó Fogg con un dedo deformado y hendido hacia un montón grisáceo. “Apostaría un cun-coy que ahí hay un ceflopoid. Hace más de cincuenta puestas que vi el último. Pensaba que se habían emigrado a la zona 1. Parece que este se ha perdido.” terminó riendo.

“¿Entonces, qué hacemos con él? ¿Le mataremos?” preguntó Theax. Era nuevo. Vino hace trece puestas del planeta RX6 que colindaba con Rhod. Y era un poco tupido como todas las Centinelas.

“Qué va, lo dejaremos vivir, no presenta ningún peligro para nosotros. Y sobre todo hay que ahorrar la munición. Nunca se sabe que mierda te sorprenderá de la zona-nocturna. Y si no tienes el arma bien cargada estarás totalmente jodido y acabarás, si tienes mucha suerte, en el estómago de un tun-cay o en el caso contrario te desgarrarán lentamente los escarabajos-luciérnaga.“ dijo Fogg, uno

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de los Kuxs, y golpeó suavemente el bulto que crecía de la chepa prominente de Theax.

“¿Qué es el tun-cay, nunca he escuchado ese nombre?” preguntó algo sobrecogido Theax.

“Una clase de anfibio con dieciséis colas y dos cabezas opuestas. Mide un poco menos que este hun-hun, pero te puedo asegurar de que cuando ataca, nunca falla. Y ni tendrás tiempo de cagarte en tus propios calzoncillos, si llevas algunos.” terminó Fogg. A continuación, dio media vuelta y se fue.

Theax lo estaba observando totalmente confundido. No sabía si le tomaba el pelo o no.

*

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Zona 2

( puesto de avanzada 10, peligrosidad:3 )

Poo Crogg estaba en el almacén controlando las provisiones de mercurio y de vanadio que utilizaban para la producción de las armas especiales para matar a los bichos en las zonas nocturnas cuando se conectó Lorm con él.

“Saludos Poo. ¿Como te van las cosas por allá? le preguntó Lorm. Eran buenos amigos casi todo el tiempo que trabajaban en este puto planeta. Y Crogg en seguida le notó, en la vibración de su voz, algo alterado, sin embargo, exaltado.

“¡Una mierda!” respondió “Cómo seguramente sabes muy bien, tenemos aquí una tormenta eléctrica bastante fuerte que no parece dejar de rugir durante un buen rato. Así que, sé breve. ¿Qué necesitas? “terminó y envió una imagen del cielo plateado y lleno de nubarrones a la mente diurna de Lorm.

“Menudo ambiente para un picnic.” bromeó Lorm y continuó ya seriamente: “Hace casi ocho puestas que matamos a un ser muy peculiar en la zona 5-noctura. Acabo de ver el informe del laboratorio y agárrate, ese ser tenía el cuerpo compuesto de algún tipo de refuerzos de esqueleto en forma de varas oblongas y rellenas del líquido que contenían rasgos considerables del calcio. Extrajimos 128,3 gramos en total. “

“¡No me jodas!“ le interrumpió Crogg. “Mándame ahora mismo el archivo y dime de dónde salió este ser. ¿Espero que sepas qué podría significar esto, no? Qué, por fin, podríamos darles a los hijos de puta de los bichos una patada tan potente que les mandaría hasta el otro lado del universo desde dónde ya no nos van a molestar nunca jamás.” gritó Crogg.

“Cálmate Poo, cálmate. Hay que pensarlo bien. Este ser proviene de la constelación que llamamos VARAH.”

“Varah!! ¿Bromeas, no? Varah está en la opuesta parte del universo dónde aún se forman las galaxias, así que explícame, qué coño hacía este ser aquí en esta mierda de planeta y sobre todo en la zona-nocturna. ¿Y cómo ha podido llegar?” Crogg estaba demasiado excitado, tuvo que tranquilizarse para poder continuar la conexión con Lorm. Era muy difícil mantener la sintonización entre dos mentes a la distancia de casi 800 km bajo las emociones tensas y exaltadas.

Lorm quiso responder pero de pronto, su mente nocturna fue anegada por una borrosa imagen que le había mandado Poex. Lorm no podía verla bien porque la parte nocturna no permitía recibir las

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imágenes. Servía exclusivamente para almacenar los recuerdos y los sentimientos y limpiarlos o borrarlo si era necesario (una lavadora de la subconsciencia podría decirse). Si se utilizaba la mente-diurna para comunicarse con otra persona, la otra, nocturna, funcionaba cómo un tipo de correo electrónico con la memoria muy limitada. Lorm sólo podía ver una mancha verde-gris que muy probable fuera el cuerpo de un hun-hun y luego dos frases cortas y casi sin sentido que decían: ´ Hun muerto. Evacuación seguir´. Bien. Un marrón menos.

“Mira Poo, no tengo ni puta idea de cómo ha llegado hasta aquí. Pero eso ahora mismo no importa. “dijo Lorm y continuó: “ Lo qué me interesa es cuando puedes comenzar con la producción del calcio. Te enviaré lo que extrajimos y quiero que estimes aproximadamente el tiempo que vas a necesitar para preparar una tonelada.”

“¡Una tonelada! ¡Joder, tío! Primero tengo que hacer algunas pruebas de la composición del calcio y todo ese rollo y luego te digo algo, vale.” explicó Crogg y quería aducir algo más, pero en ese momento, se rompió el ventanal lateral del almacén y una ráfaga fuerte del viento hizo caer varias cajas llenas de todo tipo de sustancias en polvo o viscosas que se mezclaron en el suelo y algunas comenzaron reaccionar entre sí mismas.

“¡Mierda! Oye, hablaremos más tarde, vale. Ahora tengo que solucionar esto, joder” gritó Crogg, envió la imagen del tinglado a Lorm y se desconectó. A continuación, cogió rápidamente el extintor que estaba colgado en la pared al lado de la puerta y abrió la válvula. El suelo se llenó de una espuma de color naranja clara y el aire comenzó a oler a glutrex, una mezcla de neutralizador y hidro-ox.

/

Lorm miró los paneles que controlaban cuadrantes individuales. El chivato, (así apodaba a los pilotos rojos de emergencia), parpadeaba como loco. Y como no, se trataba de la zona6-nocturna, cuadrante F cerca de las ciénagas movedizas.

“¡Poex! Averigua que cojones pasa en el cuadrante F e infórmame cuanto antes.” ordenó Lorm y se desconectó. Estaba furioso.

“¡¡A la mierda con todo este planeta!!” chilló y golpeó con el puño izquierdo la mesa.

*

Zona 6 – nocturna

(cerca de las ciénagas movedizas)

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Aquí, cerca de las ciénagas movedizas la vida era casi imposible. Los concentrados vapores sulfurosos rezumaban constantemente del líquido espeso que contenían charcos estancados acumulados por las lluvias ácidas que eran bastante frecuentes en esta zona. Sin embargo, también aquí se podían encontrar algunas formas orgánicas. Las formas muy feas, deformes y horriblemente mutadas. Vivían mayormente debajo de la tierra mojada o en el lodo de las ciénagas. Se trataba de una clase de sanguijuelas llamadas tun-tun de tamaño de 20 a 35 cm con los extremos bifurcados y terminados por dos bocas independientes. Una llena de dientes muy finos que servía para triturar la carne succionada por la otra. Y, por supuesto, los escarabajos que infestaban todas las zonas nocturnas y se adaptaban fácilmente a cualquier ambiente. La temperatura variaba entre -7ºC a +45ºC. El hecho de que fuera tan moderada era gracias a los vapores calientes de azufre que funcionaban como un invernadero.

Chispeaba. Las nubes grandes y grises flotaban muy por debajo. Estaban llenas de veneno que sembraban dónde tocaban la arcilla. Reinaba relativamente silencio interrumpido sólo por los movimientos vagos de las tun-tuns que producían burbujas apagadas por la densidad del líquido. La oscuridad estaba a un 55%, se acercaba otra vez la puesta del Maar. Sin embargo, si alguien con la piel resistente a toda esta mierda que contenía el aire, el agua y la tierra hubiera podido observar detenidamente los élitros de los escarabajos seguramente se habría dado cuenta de que vibraban muy insólitamente. Y también habría notado en el ambiente cierta presencia de la descarga electroestática. No obstante, no existía tal persona, así que la brecha espacio-temporal, que se abrió a unos 35 metros de la ciénaga más profunda, escupió una masa algo arrugada de vagos rasgos humanos y se cerró de nuevo, estaba completamente desapercibida.

La cosa que ahora se estaba retorciendo en la arcilla morada y gritaba de dolor, se llamaba Randolf. Hace cinco minutos y 24 segundos fue un chico convencionalmente guapo de 23 años que con su novia Linda estaban probando el polvo que había dado la muerte a Josh y había trasformado a Tonny en un ceflopoid. Durante el paso por la brecha su cuerpo había comenzado la transmutación a un tun-kay pero por la poca cualidad del polvo, que habían esnifado, esa paró a un 57%. Suficiente tiempo para desarrollar el órgano que permitía percibir metano pero no suficiente para sobrevivir más de cinco cuatros partes de la puesta bajo las condiciones del planeta. El cerebro ya parcialmente atrofiado intentaba terminar la transformación celular descomponiendo el tejido humano. Randolf agonizaba, medio consciente. Por sus orificios nasales y auriculares le brotaba sangre mezclada con el líquido coagulado del tun-kay. El ojo izquierdo imploró debido a la diferencia extrema entre la presión exterior que era tres veces más grande que la que estaba dentro del cuerpo de Randolf. Las piernas habían desaparecido totalmente y se

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habían reemplazado por una forma cilíndrica terminada en algo parecido a la cabeza. Randolf gritaba y gritaba sin cesar.

Los escarabajos se acercaban. La presencia de algo vivo les excitaba y el olor de sangre atraía más manadas que ocupaban terrenos más lejanos. El primero penetró al tórax de Randolf y empezó a arrancar su tejido. No mucho tardaron otros. Cuando uno de ellos atravesó con los dientes la laringe, cesaron los gritos. La muerte vino lentamente y fue muy cruel.

Linda tuvo más potra, si se podía hablar de suerte en ese caso. La brecha la arrojó directamente a la ciénaga. Su sangre, igual que la de Josh, contenía 3,8% más de hierro que la de Randolf o de Tonny. Sin embargo, esta ligera diferencia bastaba para parar totalmente la trasformación para su comienzo. Así que fue la asfixia que la salvó de la muerte aún más terrible en comparación con su novio. El primer tun-tun succionó su mejilla 6 segundos después de que la vida abandonara para siempre el cuerpo de Linda.

El festín sangriento que se celebraba tanto al lado de la ciénaga como dentro terminó en media puesta. La lluvia ácida cobró nuevamente la fuerza como si quisiera lavar los pocos despojos de Randolf y disimular tal su muy efímera presencia en Rhod.

*

El mar negro

( zona X-neutro, peligrosidad: 4)

Tonny llegó a la costa rocosa del mar negro. A veces lo llamaban el mar moreno debido al color de las algas que lo cubrían en su mayor parte. El traslado le costó un 55% de la energía total y tenía mucha hambre. Ya desde lejos podía percibir los olores penetrantes de los

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humroides que merodeaban por las piedras deshechas en búsqueda de las escasas formas mono-celulares.

A pesar de sus cuatro ojos abultados la vista de Tonny, como la de todos los ceflopoides, era muy débil. Podía distinguir sólo unas manchas desdibujadas. Pero disponía de otras armas mortíferas. El olfato lo tenía desarrollado mejor que todos los depredadores de las zonas diurnas y junto con el órgano que servía para analizar la distancia y el perímetro lo convertía en una máquina que casi nunca fallaba cuando atacaba. Pero, por supuesto, para eso se necesitaba bastante energía.

El mar bramaba, las olas pesadas chocaban contra las rocas ígneas y echaban más humroides. Tonny, estaba quieto. Analizaba la posibilidad del ataque. Se acercaban dos humroides de tamaño mediano por la izquierda. Sus pinzas enormes tenían alzadas sobre las triangulares cabezas como si quisieran rendir un homenaje a un monarca. Tonny estaba a punto de lanzar su tentáculo prolongado y penetrar el cuerpo del humroid más cercano cuando de repente, apareció un pajaroid, que tenía la envergadura casi de 4 metros, agarró hábilmente con sus enormes garras a los dos humroides y se fue. Los pajaroides cazaban sólo ocasionalmente en la costa puesto que los vapores ácidos que constantemente salían de la superficie del mar les causaban daños considerables en sus cuatros alas. Uno de los humroides intentó pinzar la garra del pajaroid pero falló. Él lo arrojó bruscamente contra un saliente, probablemente de esquisto, y lo mató sin reducir su velocidad.

Tonny tuvo que escanear otra vez el terreno. A la distancia de 15 metros había otros dos humroides, esta vez más pequeños. Reptó lentamente hacia ellos. El viento cobraba la potencia. Se avecinaba una de las tormentas eléctricas. Tonny tuvo que actuar rápidamente si no quería quedarse sin comida y con el nivel de energía muy baja. Lanzó el tentáculo prolongado y falló. La ráfaga fuerte desvió levemente el ángulo de incidencia y el tentáculo chocó contra una piedra. El humroid respondió contraatacando. Su pinza acanalada y muy afilada cortó fácilmente 8 centímetros del tejido de Tonny. El trozo de carne desapareció en su boca. El dolor fue tremendo. Tonny quitó el tentáculo dañado y lanzó otro. Esta vez dio en el blanco. El humroid se estremeció en un espasmo mortal y cayó muerto. El otro humroid empezó a alejarse desde el alcance de Tonny. Y la huida le causó la muerte. El tercer tentáculo secundario del ceflopoid penetró fácilmente su coraza blanda. La excesiva dosis de veneno le mató en 6 segundos.

Tonny ansiosamente succionaba los dos humroides a la vez. Necesitaba energía y mucha. Tuvo que parar rápidamente la pérdida del líquido corporal que brotaba de la herida. Así que, congeló la parte del tentáculo dónde estaba la lesión. El viento arreciaba y las nubes que estaban pendidos por encima del mar se acercaban

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peligrosamente. Pronto vendría la lluvia. Había que ponerse a cubierto. Pero antes había que cazar más.

El radar de Tonny escudriñó nuevamente la zona. Otro humroid estaba a unos 30 metros a la derecha. Tonny accionó los músculos y disminuyó su olor. El humroid no notaba peligro ninguno, estaba comiéndose un mono-celular. El sistema de defensa lo tenía bastante atrofiado. Prácticamente no lo necesitaba ya que vivía en el mar dónde no tenía muchos enemigos y salía sólo por poco tiempo para alimentarse. Los tentáculos de Tonny hicieron el trabajo sucio y Tonny llenó sus depósitos con valiosa energía. De pronto, las primeras gotas tocaron su cuerpo, picaban. A unos cien metros había un boquete en la roca. Allí podía esconderse y esperar hasta que terminara la lluvia. Y reposar y curar sus heridas. La parte del tentáculo que había perdido por culpa de la pinza del humroid le crecería, por supuesto, pero eso duraría tres puestas del Maar como mínimo.

La llovizna ligera se convirtió en lluvia. Tonny comenzó a reptar hacia el refugio. Los humroides se estaban regresando al mar.

/

En la zona – nocturna cerca de las ciénagas la lluvia cesó, sin embargo, empezó el fin de la vida orgánica en este planeta. Los escarabajos y las sanguijuelas que habían devorado a Randolf y Linda enfermaron. Su ADN se había mezclado con la humana y eso había provocado una infección. Primero afectaría al cerebro y luego causaría la mutación celular.

*

La frontera diurna/nocturna

( zona6 –cuadrante 3 )

Poex estaba en el cobertizo blindado cerca de la frontera diurna/nocturna zona 6. La evacuación transcurría bien. Hasta ahora ha habido sólo tres Kuxs con quemaduras graves y ocho con escaldaduras ligeras. La lluvia cesó hacía la séptima parte de la puesta, pero como minino otra cuarta parte no se podía salir puesto que la tierra estaría llena de charcos de ácido.

Poex estaba hablando con una Centinela cerca del hun-hun que habían matado detrás de la frontera cuando de sopetón, en su mente

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estalló Lorm ordenándole que averiguara inmediatamente la situación en el cuadrante F. Poex a veces tenía muchas ganas de mandar a su superior a tomar por culo. Lorm se comportaba bien con Poex la mayor parte del tiempo pero cuando se jodía algo, que gracias a dios no ocurría con tanta frecuencia, se ponía bastante borde y nervioso y gritaba.

Lorm y Poex, como casi todos los habitantes de Rhod salvo los Kuxs y un puñado de las Centinelas, eran los Xibogs. Una raza superior lejanamente parecidos a los humanos. Tenían cinco extremidades. Dos que servían para andar y trepar ya que eran provistas de las ventosas adhesivas y de muy pequeños ganchos especiales que les ayudaban a mantener el equilibrio prácticamente en cualquier superficie e inclinación del terreno. Y tres manos con ocho dedos prolongados también provistos de las ventosas adhesivas pero aparte de eso, sus yemas eran cubiertas de bultitos duros, muy parecidos a verrugas, que servían para identificar la estructura interior de la materia que tocaban. Crecían mayormente hasta dos metros y medio. No tenían cuello sino un tipo de bulto grueso terminado en una cabeza algo cuadrada. Su extraordinario auto-regenerativo sistema celular les proporcionaba larga vida. Sin embargo, tenían una gran desventaja pues cualquier virus podía causarles la muerte prematura y muy dolorosa. Era bastante curioso que sus cuerpos tan sofisticados no tuvieran medias de defensa contra los virus. Por eso se ponían a veces las mascarillas faciales y se inyectaban un compuesto para reforzar su débil sistema inmune.

Poex encendió el sonar que tenía implantado en el tercer brazo y comenzó a escanear el cuadrante F. No notó ninguna anomalía. Apretó un botón para hacer la exploración más profunda especializada para la presencia de las formas orgánicas y de las oscilaciones de temperatura, pero tampoco nada anormal. Probó con la luz infrarroja y con los rayos uva. Nada. Todos los números mostraban datos normales. Se conectó con Lorm y le dijo que no había indicado ninguna divergencia en el cuadrante F, ni en los contiguos.

“Vale, entonces fue un error. Parece que estos trastos prehistóricos y desgastados ya comienzan a chochear” eso era su forma de bromear. “¿Cuando nos van a mandar los ordenadores nuevos, joder? ¿Bueno, que tal la evacuación?” preguntó Lorm, ya un poco relajado.

“Todo bien, varias quemaduras como siempre, nada que no pudiera solucionar. Hace poco dejó de llover. Espero que no haya problemas inesperados. Te informaré cuando se seque el terreno. “contestó Poex.

“Bien.“ dijo Lorm y se desconectó.

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Poex estaba pensativo. De repente, le asaltó una sensación rara y opresiva. Algo iba mal. Pero él no sabía de qué se trataba. Había que mantener la guardia. Se rascó ausentemente la cabeza debajo de un saliente que era la oreja y apagó el sonar.

*

Zona 9

( bajo la estrella Xar, peligrosidad: mínima )

La vida bajo la estrella Xar era muy diferente que la que era bajo el Maar. Los cambios de clima no eran tan frecuentes ni tan fuertes. Las temperaturas se mantenían moderadas y fluctuaban entre -40ºC hasta +45ºC. No había zonas nocturnas ni diurnas por que la puesta y la salida de la Xar se cambiaban más rápido que del Maar. Los sistemas frontales y las corrientes de aire prohibían formar las nubes llenas de ácido que caían con tanta frecuencia en las zonas 1-7 y 16-23. Ocasionalmente se podían encontrar en la tierra seca y pedregosa algunos tipos de plantas comestibles. Por allá vivían tanto los Xibogs como los Kuxs. Las formas orgánicas eran numerosas y se veían por

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todas las partes. Los Xibogs los cazaban y mandaban su carne a las zonas diurnas dónde reinaba el Maar.

Broky estaba haciendo su ronda rutinaria vigilando el perímetro C de la zona 9. Era un Xibog relativamente joven de 44 orbitas. Cuando salió la Xar se tomó una pastilla llamada QQ. Era un estimulante que le aumentaba el nivel de nor-adrenalina. La hormona que le excitaba y le provocaba las alucinaciones sexuales bastante vivaces. Su trabajo como vigilante era muy aburrido ya que casi nunca ocurría nada interesante en esta zona salvo sus “pajas” rápidas en el sofá raído y algo descosido que tenía en su cobertizo.

Los Xibogs eran tri-sexos y su acoplamiento era bastante complicado. Sin embargo, uno de los tres órganos de reproducción que tenían era muy parecido al pene con la diferencia que este no se endurecía sino que se llenaba con un flujo transparente y claro que se expulsaba a través de un tubo cilíndrico con el extremo romo y así provocaba orgasmo. Cuanto más se apretaba más fuerte era el orgasmo.

Ahora Broky caminaba por una senda llena de grava suave que flanqueaba la valla de aleación de molibdeno de 3 metros de altura. Su mente estaba hundida en las imágenes perversas y por eso, no se dio cuenta de la súbita descarga electroestática que se originó a su alrededor. La brecha espacio-temporal se abrió a unos 8 metros a su derecha y escupió otra víctima humana que había probado el polvo.

Broky sacado bruscamente de sus obscenidades desenfundó el arma, que funcionaba en la base de la fusión de metano, disparó hacía el ser humano y le dio a su cabeza. Los sesos mezclados con la sangre se esparcieron por doquier. Varias gotas alcanzaron la arrugada piel de Broky y la mancharon. Broky las limpió descuidadamente con su tercer brazo y miró el cadáver.

“¿Qué coño ha sido esto?” se preguntó en voz alta, temblante a sí mismo y luego añadió aturdidamente:

“¡Hay que joderse!”

Los efectos de QQ menguaban. El nivel de nor-adrenalina se estabilizaba. Hubo que informar al superior de la situación antes de que ocurriera alguna otra mierda. De modo que, se conectó con Jorr, el comandante mayor de la zona 9.

/

A veces el destino es muy veleidoso e influye nuestras vidas de maneras muy raras y erráticas como, por ejemplo, ahora en el caso de Broky. Una gota de sangre humana se quedó en su piel por culpa de su somera limpieza. Y por desgracia, se hallaba muy cerca de un tajo que Broky se había hecho hace una séptima de la salida de la Xar cuando cerraba el almacén. Y aún estaba fresca. Broky no se había

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fijado en la herida pues QQ ya había trabajado en él por entonces. No duraría mucho y el ADN de Broky se infectaría de manera igual cómo se había infectado el ADN de los escarabajos.

*

Zona 2

( puesto de avanzada 10, peligrosidad:3 )

El calcio llegó hace sexta parte de la puesta. Lorm lo mandó en un recipiente herméticamente cerrado por el teletransportador. Crogg le estaba haciendo las pruebas. Puso aproximadamente un gramo del calcio dentro de una probeta ancha, hecha de un cristal especial y lo mezcló con la extracción del tejido de un tun-kay. El resultado fue asombroso. El tejido reaccionó inmediatamente. Primero se quemó y se endureció casi hasta como la dureza de un granito. Luego, dentro de 4 segundos imploró y prácticamente se evaporizó.

“Acojonante. Eso sí que te eriza los pelos de la cabeza.” dijo Crogg a su asistente Hutx. Grogy Hutx trabajaba para Crogg más de tres orbitas. Tenía bastante experiencia con la medicina molecular y había inventado una manera que permitía agilizar el crecimiento de las células de los clones. La organización para la que por entonces había trabajado no quería que la información se filtrara fuera de las paredes del laboratorio. Pero Hutx exaltado por el éxito había hablado con un

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amigo suyo. Y el amigo lo había traicionado. Había vendido la información a la competencia por un pastón y por el billete al planeta en la zona neutra. La organización había interrogado a Hutx y lo había mandado a Rhod bajo la tutela de Crogg.

“Una pasada. No había visto nada parecido desde que experimentaba con las células de mutanoides. Pero sugiero que hagamos otras pruebas con el tejido de los escarabajos. Su ADN es ligeramente diferente a la de los tun-kays y a las otras formas orgánicas que viven en este planeta. Y podría fallar y si no reacciona con los escarabajos estaremos más que jodidos” comentó Hutx.

“Tienes razón.” Crogg se dio media vuelta y abrió un mini-congelador, después, sacó un tubo oblongo, desenroscó el tapón de goma y añadió: “Aquí hay tres muestras de los cuerpos de estos bichos. Pero cuidado son muy frágiles. “

Hutx cogió una pinza acanalada de plata y sacó lentamente un frasco desde el tubo. La etiqueta pequeña que estaba pegada en el cristal ponía: X3. Acto seguido, colocó el frasco en la mesa en el portaprobetas.

“¿X3 son los que cambian la forma, no Poo?” preguntó.

“Correcto. Ahora vamos a ver qué pasará cuando se mezcle su tejido con el calcio. Y reza, tío” dijo Crogg. Acto seguido, acercó una cucharita especialmente estrecha y encorvada y vertió un poco del calcio dentro del frasco.

Al principio no ocurrió nada. Pasaron 30 segundos. El calcio que tocaba el tejido comenzó a cambiar de color de blanco a amarillo y luego a morado. De repente, penetró dentro del tejido siseando y dejando tras de sí un pequeño agujero. Apestaba una barbaridad.

“Bueno, no está nada mal.” susurró Crogg algo risueño, sin embargo, totalmente concentrado. “Saca otro frasco.“ ordenó a Hutx.

La reacción con la muestra X2 era casi la misma con la diferencia de que esa vez se necesitaba doble de tiempo para crear el agujero. El olor era aún más acre.

“Bien.” dijo Crogg.

Ahora faltaba el último frasco que ponía: X1. Ese era el más importante puesto que se trataba de la clase de los escarabajos-luciérnaga. Agresivos insectos que prácticamente infestaban todo el planeta con increíble abundancia. Provenían de las zonas nocturnas más profundas.

´¡Qué no falle, demonios!´ pensó Crogg un poco desesperadamente. ´¡Qué no falle!´ Y vertió un poco más de un gramo del calcio dentro del frasco. Sus ocho dedos temblaban. Pasaron 300 segundos. El calcio se quedó intacto en la superficie del

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tejido oscuro, sin reacción ninguna. En el laboratorio reinaba silencio. Al cabo de un rato, lo interrumpió Crogg:

“¡Me cago en la leche! Creo que tenemos un problema muy jodido. Parece que estos bichos son bastante resistentes y eso significa que tendremos que examinar y analizar su ADN y hacer varias comparaciones con los tipos X2 y X3 y también con la del tun-kay. Y vamos a necesitar tiempo. Estimo como mínimo una puesta, incluso más. ¡Lorm se pondrá bastante exasperado y cabreado, me imagino, joder!“ terminó enfadadamente Crogg. Respiró hondo a través de la mascarilla y luego adujó:

“Prepara todo lo necesario para el análisis. Comenzamos en cuanto hable con él.”

Crogg se fue a su despacho. Tuvo que pensar. Lorm era su amigo pero en ese caso se trataba de otra cosa. Entendía muy bien que Lorm estaba bajo una presión tensa y acumulada por la causa de estar en este planeta de mierda ya tanto tiempo. Ahora cuando, por fin, podrían acabar con todo eso y regresar a casa le iba a decir que el calcio quizás no funcionara respecto a los escarabajos-luciérnaga. Las otras formas como hun-huns, tun-kays o humroides se podrían eliminar más o menos fácilmente fabricando suficiente cantidad del calcio pero lo que más importaba en ese momento, era la exterminación de los escarabajos.

Crogg cerró sus tres ojos e inició la conexión.

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Zona 9

(bajo la estrella Xar, peligrosidad: mínima)

Las ordenes que le había dado Jorr, su superior, eran cortas y claras: ´Asegurar el perímetro y esperar cuando llegue el grupo especial.´

Broky se acercó al cadáver. Cuando estaba observando los restos sangrientos de la cabeza del ser esparcidos por la senda, de repente, salieron desde un agujero de tamaño no más de cinco centímetros cuatro escarabajos y rápidamente se dirigieron hacia el cuerpo. Broky mató tres de ellos. El último tuvo más potra, logró agarrar un trozo de la carne de la extremidad derecha del ser, que probablemente era un brazo, y desapareció en el otro agujero más cercano antes de que la bala pudiera acabar con su vida. Broky frunció el ceño. La presencia de los escarabajos era muy rara en esta zona.

´Bichos condenados. Cada vez hay más manadas y son más feas y más grandes´ pensó algo disgustado y se rascó el tajo. Así que, con sus dedos ásperos metió dentro varias partículas de la sangre humana seca, que antes se habían quedado alrededor de la herida.

Broky no se dio cuenta. En el horizonte apareció un aerodeslizador en forma de una gota prolongada provisto de cuatro almohaditas. Se acercaba el grupo especial. ´Menos mal´ se dijo Broky y luego adujó: ´ Por fin, puedo largarme de aquí.´

El aerodeslizador aterrizó a unos 50 metros a la izquierda en la parte de la tierra más dura. Se abrió la puerta corrediza y bajaron

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cinco Xibogs que llevaban unas cajas visiblemente pesadas acompañados con dos Kuxs. El último que bajó, era el teniente Cludd. Vestido con el uniforme negro y muy ceñido. En seguida, comenzó a escupir sus órdenes. Los Xibog pusieron las cajas en el suelo y las abrieron. A continuación, sacaron algunos tipos de redes de acero y un recipiente bastante parecido a una nevera portátil. Mientras se aproximaban al cuerpo el teniente se giró, encaminó hacia Broky y le preguntó:

“Necesito que me repita que ha pasado aquí. Especialmente lo de la brecha.“ La cara del teniente estaba escondida debajo de una mascarilla mucho más avanzada que la que llevaba Broky.

´Este cabrón sí que tiene miedo de la infección´ pensó Broky y dijo en voz alta:

“Pues, como siempre, hice mi ronda rutinaria cuando de sopetón, apareció esa brecha desde la que cayó este ser extraño. Le disparé y le maté. Sabe, tengo que vigilar esta zona y según mi opinión este ser podía significar un peligro muy grave. Y luego, me conecté con el comandante Jorr. Eso es todo.“ terminó. Tenía tantas ganas de esfumarse, ya! Otra vez se rascó el tajo y lo abrió un poco más. El líquido corporal que había salido de ello, tocó el resto de la sangre seca y la absorbió.

Cludd lo estaba mirando. “¡Bueno, ahora quiero que me digas la verdad! Yo no soy Jorr. Puede que él se trague todas estas chorradas que le digáis vosotros vigilantes. ¡Pero yo no! Llevo aquí bastantes orbitas como para fijarme si alguien quiere tomarme el pelo o no. Veo en tus putas pupilas claros rasgos de QQ. Si no quieres que te eche de aquí o que no te ocurra algún tipo de accidente feo, comienza a cantar” le ordenó con desdén Cludd, pero en ese momento, gritó uno de los Xibog:

“Teniente, mejor si puede venir. Creo que tiene que ver esto.” en su voz se notaba la preocupación y el miedo.

Cludd giró furiosamente la cabeza hacia el Xibog y espetó:

“¡¡Voy!!” Pero luego de nuevo clavó la mirada adusta a Broky. Él mantenía el silencio. Temblaba. No sabía cómo iba a continuar la cosa. Dijo al teniente la verdad, no hubo nada más. ¿O sí? Vaciló. Su cerebro dividido en dos secciones, vibraba. Intentó rebobinar la escena con la brecha. Pero no podía concentrarse, otra vez le picaba la piel. La rascó frenéticamente. ´¡Joder, para colmo he pillado una alergia!´

“¡¡Teniente, señor, tiene que venir!!” la voz del Xibog era aún más apremiante. Los otros Xibog también parecían asustados.

Cludd apretó los dedos en puños y dijo entre dientes:

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“¡Retírate pero luego hablaremos y te aconsejo que esta vez vomites la verdad!” Y se fue.

Broky no tenía ni el menor deseo de esperar a que Cludd cambiara su opinión y continuara con el interrogatorio y por eso, se escabulló rápidamente.

*

Cuartel C-16

( zona 6-diurna, peligrosidad:7)

Bew Lorm estaba sentado en una silla de cristal opaco en su despacho. Estaba enfrascado en sus pensamientos más profundos. La parte nocturna de su mente limpiaba su subconsciencia. Este proceso era cierta forma de soñar. Los Xibogs tenían en la espalda dos bultos pequeños parecidos a jorobas y uno más grande que sustituía al cuello. Se trataba de unos tipos de depósitos o nudos en dónde se acumulaba energía. Lorm pensaba en su hogar. Lo añoraba mucho. Sus planicies llenas de plantas perennes que crecían hasta 6 metros de altura y olían a polen, el agua verde en los lagos siempre tan fresca y tibia. El aire limpio que uno podía respirar sin problemas y no filtrarlo a través de una mascarilla asquerosa que era imprescindible cuando uno quería vivir en Rhod, sin infectarse, y que se llenaba constantemente de salivas viscosas. Añoraba el clima moderado prácticamente sin cambios. Hasta las lluvias le gustaban.

La limpieza estaba completa a un 80% cuando se conectó Crogg con él. Lorm se levantó, atravesó su gran despacho y se quedó mirando durante unos segundos por el ventanal que ofrecía una triste vista a la tierra devastada y al cielo grisáceo. Se sentía algo nostálgico.

“¿Bew, estás aquí?” le preguntó Crogg. En su voz se notaba la preocupación.

“Sí, estoy aquí, tranquilo.” respondió al cabo de un rato, Lorm.

“Es que, no he podido establecer bien la conexión. A veces falla si hay tormentas. Pero eso tú lo sabes mejor que cualquier otro, me imagino” dijo Crogg. Sin embargo, la preocupación permanecía en su voz.

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“¿Qué tienes?”

“Pues, noticias buenas pero también malas. ¿Cuál de ellas quieres escuchar primero?“ respondió. Lorm se quedó callado lo que no era muy común en él. Y dejó a Crogg que continuara:

“Bueno, la buena es que el calcio reacciona sorprendentemente bien con las formas superiores. Las comprime casi inmediatamente y luego las descompone en partículas. Creo que bastará unos 500 o 600 kg para la exterminación. Pero hay que hacer más análisis, por supuesto. Respecto a los escarabajos. Los tipos X3 y X2 reaccionan más o menos bien. El calcio causa la perforación de su tejido. Aunque el tipo X2 necesita el doble de tiempo en comparación con X3. Pero eso podemos agilizarlo si incrementamos su concentración, creo. El problema es, que el tipo X1 no demuestra reacción ninguna. Según mi opinión habrá que crear una derivación de la estructura interior del calcio. Hutx ya ha comenzado con las preparaciones del análisis de ADN de X1. Cuando obtengamos el resultado te informaré.” terminó Crogg.

Lorm tosió y dijo: “¿Cuánto tiempo vas a necesitar?”

“Sobre una puesta y pico, estimo. La fabricación no será especialmente difícil. Creo que te puedo mandar algo ya después de la salida para que lo pruebes. No obstante, lo que me preocupa es que tengamos que hacer las comparaciones detalladas de ADNS y descifrar lo que diferencia a estos cabrones X1 de los otros tipos. Y eso sí que será una putada. Menos mal que tengo a Hutx, él es un genio de lo que se refiere a la genética” parecía que Crogg quería añadir algo más pero al final no lo hizo.

Lorm le pilló por sorpresa preguntándole: “¿Piensas que ganaremos?” De repente, su voz fue muy apagada como si tuviera miedo.

Crogg vaciló y dijo: “Sí, claro hombre, estoy seguro. Les daremos a estos hijos de puta una buena paliza.” terminó pero después adujó: “¿Bew, te pasa algo?”

Lorm respondió en seguida. “Nada, sólo ha sido una pregunta” a pesar de que el tono de su voz era firme, Crogg sabía que algo le rondaba por la cabeza.

*

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Zona 9

(bajo la estrella Xar, peligrosidad: mínima)

“Mire.” dijo a Cludd uno de los Xibog señalando al tórax del humano. “Parece que dentro está algo vivo e intenta salir.”

Cludd se acercó un poco más al cuerpo, preparado para dispar en cualquier momento, y observó los movimientos raros dentro del abdomen del ser. A través de la piel fina se podía escuchar el ruido que hacía la cosa o lo que fuera. Era obvio que intentaba liberarse. Cludd sacó un cuchillo largo y dijo:

“Voy a abrir las tripas de este ser y quiero que estéis todos bastante atentos. No pienso convertirme hoy en un bocado alienígena. “ Al terminar se arrodilló al lado del cuerpo. De repente, la cosa que estaba dentro dejó de moverse. Cludd titubeó un rato y luego hundió el cuchillo en la tez justo por debajo de la caja torácica. La punta penetró fácilmente dentro. Comenzó a cortar lentamente el tejido hacia abajo. Apareció un chorro denso de un líquido rojo. La cosa seguía sin movimiento alguno. Quizá esperando saltar y devorar.

Los Xibogs se acercaron más apuntando al cadáver. Cludd respiraba rápidamente a través de la mascarilla y continuaba cortando la piel hasta que chocó contra algo duro. Probablemente un reforzamiento corporal, pensó. Luego sacó el cuchillo del abdomen con su tercera mano y lo puso al lado en la tierra.

“Vale.” dijo. “Traedme las tenazas grandes. Quiero ver qué mierda se está escondiendo dentro.”

Uno de los Xibog, que se llamaba Guw, caminó hacia el aerodeslizador y entró dentro en búsqueda de la herramienta. Cludd observaba el ser. No temblaba, era bastante duro después de tantas orbitas que estaba al mando de este grupo especial. Guw se regresó y le pasó las tenazas de poliuretano endurecido. Él las cogió y las

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metió en el corte. Después vaciló un poco. La cosa que estaba dentro hizo un leve movimiento y otra vez se quedó quieta. Acechaba.

Cludd cambió la postura para alejarse un poco más del cuerpo. La precaución era una de sus reglas férreas. Aflojó la presión sobre las tenazas y el ser aprovechó la probablemente única posibilidad de atacar. Abrió desde dentro el tórax y saltó.

Cludd reaccionó instantáneamente. Cayó al costado izquierdo desenfundando el arma al mismo tiempo. El bicho que se asemejaba lejanamente a un feto deformado de un hun-hun o quizás tun-kay aterrizó al lado de Guw y le mordió profundamente en la pantorrilla. Guw soltó un grito agudo de dolor e intentó deshacerse del bicho. Sonaron varios disparos. Dos de las balas dieron en la pierna de Guw. Las otras se hundieron en el cuerpo mutado del bicho.

“¡Matadlo! ¡Joder, matadlo, me está mordiendo!” chillaba Guw. Cludd se levantó y pisó con su bota pesada de acero el cuerpo del feto que se estaba retorciendo mientras seguía con los dientes clavados en la pantorrilla de Guw, el cual no cesaba de gritar.

“¡Calla la puta boca! Ya está muerto.“ le ordenó severamente Cludd, luego giró la cabeza y continuó:

“Pragg, Tush, quitadle esta mierda de la pierna.”

Guw respiraba rápidamente. La herida le picaba y le daba punzadas. El líquido transparente ya había comenzado a crear un charco pequeño en la tierra. Tush cogió la mandíbula del feto y procuró abrirla más. Esta se resistía. Pragg le ayudó y juntos sacaron los dientes. Uno de ellos se rompió y se quedó dentro. Guw paró de gritar pero temblaba y sudaba. Estaba a punto de desmayarse.

“Llevadle al aerodeslizador, parad la pérdida del jugo y dadle algún tipo de tranquilizante” dijo Cludd a los dos Kuxs. Después dio media vuelta y continuó dando órdenes a los Xibogs:

“Ahora quiero que recojáis el resto de esto” ensañó al feto “y que limpiéis bien la zona. Quemad la tierra alrededor del perímetro de 20 metros. Y que quede claro que hasta que yo no lo permita no se hablará de esto. La transgresión de esta orden significará el billete directo a uno de los planetas de la clase 6. Y sólo para recordaros, los planetas de clase 6 son menudas fosas de séptico llenas de bichos mucho más asquerosos, fuertes y peligrosos de las que ocupan Rhod y preparados para desgarrar a cualquiera que perturbe su territorio. Por curiosidad la mortandad de los soldados en estos planetas varia entre un 80-85%. “

Cludd sabía que tendría que informar a Jorr cuando regresara al cuartel y explicarle cómo cojones había podido pasar que un ser alienígena había entrado en su zona y había lesionado gravemente a

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uno de sus soldados especiales. Y eso le fastidiaba ya que Jorr no era exactamente su amigo preferido.

/

Una vez dentro Guw se calmó. Los Kuxs lo tumbaron en una camilla acolchada y le inyectaron Trozen-150. Un sedante fuerte que también funcionaba cómo desinfectante. A continuación, sacaron el diente roto que ya se había hundido casi 2 cm dentro de su tejido y congelaron la herida. Guw bajo la influencia rápida del medicamento entró en su zona-nocturna y se quedó parcialmente inconsciente. El ADN humana había comenzado a descomponer y modificar el suyo. Y el resultado final podía ser muy inescrutable.

La puerta movediza del aerodeslizador se abrió y entró Pragg. Al lado de los asientos traseros tenían guardados cuatro lanzallamas. Pragg cogió dos y se marchó. Los Kuxs se quedaron con Guw.

Tush con la ayuda de otro Xibog, que se llamaba Ruy, metieron el despojos en un saco de aluminio, lo cerraron y lo pusieron en una caja redonda. Cludd observaba pensativamente el terreno, se preparaba en lo que iba a decir a Jorr. A poca distancia de un agujero se asomó una cabeza del escarabajo. Cludd sin ningún interés lo mató con un tiro. Pragg y otros dos Xibogs abrieron fuego. Las llamas ardientes calcinaron la arcilla y la dejaron negra y apestosa.

“Vale” dijo Cludd cuando acabaron.

“Cargad el bicho a la nave y nos esfumaremos de aquí. Se está oscureciendo.”

/

Los rasgos de ADN humana por entonces ya había alcanzado el cerebro de Guw. Y trabajaban con él. El feto que le había infectado era el fruto que había dejado en el útero de Julia su amigo Jim. Los dos eran yonquis. Jim había comprado el polvo a un tipo flaco con la cara escondida dentro de una capucha raída de color negro-gris. Julia lo había probado cinco minutos después de que Jim se fuera a una cita con otro camello. El resultado era el siguiente: el cuerpo de Julia gracias a su embarazo no se había podido transformar completamente. Sin embargo, el polvo afectó directamente al niño y le convirtió, a pesar de su diminuto tamaño, en un monstruo capaz de matar a un tun-kay. Y su sangre era muy contagiosa.

*

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El mar negro

( zona X-neutro, peligrosidad: 4 )

Jim había probado el polvo dos horas después de la muerte de Julia y se despertó en la costa del mar negro no muy lejos de la zona de los humroides, transformado en un tun-kay. No tenía dieciséis colas cómo había dicho Fogg a Theax en la frontera diurna-nocturna para asustarle sino siete. Lo de las cabezas opuestas era verdad. Pero este anfibio era un cachorro que medía no más de un metro veinte de longitud.

/

Anochecía, la lluvia cesó hace una cuarta parte de la puesta. Jim que ahora veía el mundo a través de seis ojos situados en las laterales de las dos cabezas tuvo miedo.

Tonny recuperó sus funciones vitales. Lo bueno era que la herida ya se le había cubierto de costra. Lo malo era que sin el tentáculo prolongado no podía enfrentarse a los hun-coys sin arriesgarse de sufrir lesiones mucho más graves. Tuvo que conformarse con los humroides. Por lo menos por ahora.

Tonny salió del refugio y se dirigió más profundo a la costa. Su olfato percibió un nuevo olor en la distancia a unos 120 metros. Él lo analizó. Podría tratarse de una forma superior. La leve vibración que emitía la piel del ser insinuaba que tenía miedo. Más probable que fuera un cachorro. Tonny inició el movimiento de su cuerpo y reptó hacia Jim.

Jim divisó que algo grande se estaba acercando. Lo primero que se le pasó por su rudimentario cerebro era la idea de esconderse y esperar hasta que desapareciera el peligro. Pero en su derredor había sólo mar y costa llena de piedras. Había que prepararse para la lucha.

Tony cobró velocidad. Ya se hallaba a unos diez metros de su presa. Jim se giró un poco a la derecha y accionó sus colas provistas de pequeños pinchos. Tony endureció su escamoso cuerpo y lanzó dos de sus tres tentáculos secundarios hacia Jim. Uno de ellos le dio directamente al tórax y Jim rugió, el dolor era tremendo. Acto seguido, balanceó y trató de accionar las colas otra vez. Pero el veneno fuerte de Tonny comenzó a paralizar su sistema nervioso. La vista se le nubló, sus músculos se debilitaron y Jim cayó a su costado derecho. Tonny lanzó tercer tentáculo y penetró fácilmente su tejido craneal. Jim se inmovilizó. Su visita corta del planeta Rhod llegó a su fin.

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Mientras Tonny se alimentaba del líquido corporal del tun-kay/Jim su ADN se mezclaba con el de Jim. Pronto empezarían los cambios y nadie sabría que daños biológicos podrían causar.

*

Zona 6 – nocturna

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( la vida de los escarabajos )

Supongamos que existiera alguna manera que nos permitiera ver dentro del cerebro de los escarabajos los cuales se habían contagiado devorando el cuerpo de Randolf. Podríamos observar cómo se transformarían sus ADNs y se crearían nuevas, mutadas y muy resistentes. Podríamos también observar cómo se cambiarían sus estructuras moleculares y cómo crecería su tejido.

/

Los primeros cambios perjudicaron gravemente los receptores que sirvieron para distinguir su propia especie de modo que, los escarabajos enfermos atacaron sus hermanos en la colmena natal. Eso ocurrió hacía una séptima parte de la puesta del Maar.

Muchos escarabajos murieron, pero también muchos salieron sólo dañados pero infectados. A medida de que se desarrollaba la mutación, nació una nueva prioridad. La procreación y la conservación de la raza. Así que los escarabajos mutados literalmente empezaron a violar a las hembras para aumentar su colonia mortífera.

Hace una novena parte de la puesta, los escarabajos-mutantes iniciaron la invasión a las colmenas contiguas. Por entonces, el crecimiento celular ya había deformado sus cuerpos reforzados a unos 38% y aceleraba. El cerebro que anteriormente estaba muy atrofiado sin capacidad de pensar colectivamente ni planear, ahora trabajaba de manera parecida a animales superiores con la inteligencia alta.

La zona 6 – nocturna es geográficamente una franja que mide unos 25 kilómetros de ancho y 180 kilómetros de longitud. Las colmenas están sembradas casi con regularidad cada quinientos metros y forman una red. No hay territorios en sí mismo pero la variedad variopinta de los escarabajos forma regiones según el olor especifico de cada subespecie. Se estima que cada colmena contiene más o menos cuatro miles de escarabajos. Las colmenas subterráneas alcanzan la profundidad de un metro y medio pero están repletas de una multitud compleja de pasadizos y espacios abiertos con nidos dónde nacen escarabajos nuevos o dónde descansan. Tienen dos o hasta cuatro salidas. La vida de un escarabajo nunca supera dos orbitas del Maar, pero durante este relativamente corto periodo son capaces de parir cuatro o cinco veces.

Hace una quinta séptima de la puesta, los escarabajos-mutantes ya habían logrado invadir cinco colmenas contiguas de forma que el contagio se comenzó a expandir exponencialmente. La colmena más

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lejana, que habían infectado, se hallaba no a más de dos kilómetros de la zona 6 – diurna.

Dentro de media puesta el crecimiento celular alcanzará su fin. Y por entonces los cuerpos de los escarabajos enfermos se aumentarán 3,5 veces más que su original. Tendrán tamaño aproximadamente 40 cm. Su capacidad de pensar se desarrollará hasta el nivel de un niño de cinco años. Muy pronto comenzarán a atacar a los seres superiores que habitaban las zonas nocturnas y después a los Xibogs. Y a cada ser que ataquen y sobreviva se convertirá en la misma máquina de matar.

*

Tonny

( un vistazo dentro de su cabeza)

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Tonny estaba sufriendo alucinaciones extrañas que anegaban su cerebro comprimido. Veía imágenes que no podía interpretar bien, como si fueran sueños, sueños humanos o quizás pensamientos o fragmentos de alguna memoria. Vio una chica joven desnuda sólo con las bragas blancas tumbada en un sofá desteñido fumando un porro; la imagen se cambió y ahora veía un banco en un parque que daba a un lago; después vino otro cambio, las jeringas esparcidas por todo el suelo, varias personas sentadas con expresiones vidriosas. Esa experiencia era igual que si alguien hojease las páginas de un álbum.

Tonny sentía dentro de su cabeza una presión fuerte que intentaba inflarla quizá hasta reventarla. Conforme succionaba el cuerpo moribundo del tun-kay/Jim las imágenes se cambiaban con más rapidez.

A continuación, sacó de un tirón los dos tentáculos secundarios y se cayó al costado izquierdo. Las punzadas implacablemente mortificaban su cabeza e incrementaban así el dolor. Sin embrago, en algún lugar escondido profundamente en su cerebro, en la parte que no se había transformado totalmente, permanecían los restos del tejido humano. Y desde allí vino la comprensión. Cruel y afligida al mismo tiempo. Él había sido antes como los seres que había visto en las imágenes. Había vivido en un planeta maravilloso, había amado y había disfrutado de la viva. Y luego algo le había cambiado.

Al cabo de un rato, los pensamientos se borraron y nuevamente asumió el mando el cerebro atrofiado del ceflopoid.

*

Broky

Broky estaba en su casa, sentado en un sillón. La herida le picaba una barbaridad y a su alrededor se había formado una mancha oscura. ´Seguramente una inflamación o algo por el estilo´ pensó Broky malhumoradamente y la rascó furiosamente. También le empezó a doler la cabeza. ´Maldita sea, tengo que tomar Xoirox o Kiarr y también limpiar la dichosa herida y desinfectarla´. Se levantó y se fue a la habitación contigua. En la pared al lado de un armario

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grande había sujetada una caja de hierro que contenía los medicamentos básicos. Él la abrió, escudriñó durante un momento los frascos y cogió uno que ponía Kiarr. Sacó dos pastillas oblongas de color verde y se las tragó en seco. Luego se agachó y abrió el armario. Dentro tenía guardadas las botellas con líquido esterilizado. Cogió una, la puso en la mesa y la desenroscó. Inmediatamente se desprendió el olor acre por toda la habitación. Broky arrugó la nariz, eso odiaba. Buscó algún retal limpio y lo encontró en un cajón después de hurgar en él durante un rato. Inclinó un poco la botella y mojó la tela. En seguida, se coloró a azul oscuro. Aplicó la tela en la herida, el picor fue fuerte. Dejó efectuar el desinfectante y miró a través de la ventana sucia. Al horizonte se veían unas montañas de basalto que se alzaban sobre un paisaje desolado y triste.

Poco a poco sus pensamientos se deslizaban a Cludd. A ese hijo de puta presuntuoso que le había amenazado con que le echarían del trabajo. De repente, se le apoderó una ola potente de ira y él se vio abalanzándose sobre este cabrón y estrangulándolo, mirando sus enrojecidos ojos. Este rencor era algo nuevo para él, algo que quizás estuviera durmiendo desde hace mucho tiempo dentro de él y ahora, por fin, se había despertado.

/

Una vez terminada la limpieza de la herida, Broky arrojó el retal al suelo y se fue al salón. Quería sentarse y colocarse. Necesitaba QQ. El dolor de la cabeza menguó. Parecía que Kiarr ya había comenzado a hacer efecto, también el picor cesó. Se sentó en la silla y cogió tres pastillas de QQ que estaban en una bolsita pequeña sobre la mesita. Aplastó dos y esnifó el polvo. Al cabo de un rato, aplastó también la tercera y repitió el proceso. Después, se incorporó y fue entonces, cuando un calambre fuerte le entumeció el tórax seguido casi inmediatamente por otro, esta vez en su cabeza. Una mezcla de imágenes locas le volaron velozmente enfrente de sus ojos. Eso no tenía nada que ver con el efecto de QQ. De pronto, le entró miedo, las tres manos le sudaban. Intentaba calmarse, pero no lo logró, y para colmo, se empezó a estremecer. Las convulsiones sacudieron frenéticamente su cuerpo. Apretó el respaldo de la silla con intención de amortiguar el temblor. No sirvió para nada. Sabía que iba a perder la conciencia. Desde su boca caía una baba espesa y amarillosa. Otras imágenes fantasmagóricas perforaron su mente: Alguna forma erguida con cuatro extremidades caminaba por una senda con la superficie negra, esa superficie se movía. En el horizonte brillaba una estrella anaranjada. Otra imagen: Una habitación vacía mugrienta y hundida en las sombras que se acercaban hacia él. Desde muy lejos pudo oír una voz apagada y algo ronca. No entendió lo que decía por que hablaba un idioma que nunca antes lo había escuchado. Sin embargo, le parecía conocido.

A continuación, perdió la consciencia. Durante este estado salieron en la piel de su cuerpo varias erupciones. Sus ojos lagrimeaban, las

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células cerebrales se transformaban y se mutaban. Cuando otra vez recuperó la consciencia las convulsiones cesaron. Pero regresó el dolor de la cabeza.

´¿Joder, que me está pasando?´ se preguntó. Y alguien que albergaba por sus adentros le respondió:

´Te estás muriendo. Tu ADN se está descomponiendo pero tranqui, tío, antes de que la palmes, tienes que hacer algo. Un trabajito más´. Una punzada penetró en su sien. Broky gritó, no pudo evitarlo. La voz le replicó irónicamente:

´¿Eres un poco marica, no te parece?´

Eso no es real. Intentó convencerse Broky. ´Estoy sentado en la puta silla o dónde sea, colocado hasta el culo, y esto es una puta alucinación, nada más.´ Otra punzada le disparó, esta vez, en la frente, regresó también el picor. Broky se comenzó a rascar. Luego se fijó en las otras erupciones y la voz del intruso interior le aconsejó:

´¿Déjalas, tío, estás acabado así que, por qué preocuparse por un pequeño eccema?´

“¡Cállate de una puta vez y lárgate de mí cabeza!” gritó Broky sin darse cuenta de que hablaba en voz alta. Sin embargo, la voz no se calló. Charlaba y charlaba.

/

Más tarde otra vez perdió la consciencia y cuando se despertó ya no era Broky. El ADN humana mezclada con la de Xibog había finalizado su cambio.

*

La frontera diurna/nocturna , zona6

( después de la lluvia )

Los charcos ya se habían secado. Sin embargo, el cielo seguía encapotado amenazando con la lluvia inminente. Los Kuxs heridos se hallaban en la parte trasera del cobertizo tumbados en unas camillas provisionales. Les habían aplicado las vendas impregnadas de una crema espesa que contenía la extracción de Tulipro, una planta perenne especialmente cultivada para la curación de las quemaduras de ácido.

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Poex estaba nuevamente escaneando los cuadrantes particulares de la zona nocturna. El presentimiento que se le había anidado en su cerebro lo inquietaba. Ahora miraba la peculiar actividad de los escarabajos. Se agrupaban y se unían con otras colmenas, o por lo menos eso parecía según las manchas rojas que mostraban las desviaciones de temperatura. Por supuesto, Poex en ese momento, aún no sabía nada de la mutación, ni de los ataques. Eso vendría más tarde. Cuando vinieran las primeras bajas.

Sus pensamientos interrumpió uno de los Kuxs que comenzó a gritar al otro que le dejara en paz y no se metiera en los asuntos que no le incumbían. El otro, que se llamaba Goff y que era el subteniente, le respondió también con la voz bastante alta que le daba igual si el asunto le incumbía o no, pero que no le apetecía escuchar todo el tiempo la misma perorata y le advirtió que se fuera a freír espárragos. El primero, llamado Flux, le corrigió que a freír espárragos se iría él y muy pronto. Acto seguido, se embistió a él y le comenzó a dar puñetazos en su cabeza cuadrada.

“¡¡Ya basta!!” gritó Poex y agarró ancho hombro de Flux y lo tiró hacia atrás. Flux se cayó al suelo. Goff se incorporó y rugiendo intentaba alcanzar otra vez a Flux para vengarse. Poex lo paró con su mano derecha y le dijo a su cara enrojecida de furor:

“Aléjate de él y cálmate si no quieres que te lleve al agujero, sea cual sea tu rango. Y lo mismo vale también para ti.“ Poex giró la cabeza y miró hacia Flux. Estos altercados o peleas pasaban con frecuencia después de las lluvias acidas. Los Kuxs eran muy sensibles a los cambios de acidez que siempre se condensaba en el aire y que les causaba la exasperación y a menudo la furia y la agresividad.

“Ya se puede salir.” continuó Poex. “De forma que, quiero que todos escrutéis detenidamente la frontera y que estéis muy pendientes especialmente con los movimientos de los escarabajos. He notado algo raro, pero puede que se trate sólo de algún comportamiento relacionado con la reproducción. También quiero que las cuatro Centinelas vigilen los puntos lindantes con las zonas 4 y 5. Y quiero informes cada tercera parte de la puesta. ¿Queda claro?”

Le respondieron varios gruñidos nerviosos. A continuación, uno de las Centinelas abrió la puerta del cobertizo y salió. Una ráfaga álgida metió dentro una nube de polvo grueso mezclado con arena rojiza. Poex miró de nuevo el monitor que tenía implantado en su tercer brazo. No cabía duda, los escarabajos creaban grupos grandes y se acercaban a la frontera. Había que informar a Lorm porque las cosas se podían poner bastante feas.

Poex apagó el monitor y salió afuera. Estaba a punto de comenzar la conexión mental con su superior cuando de repente, percibió una vibración electrostática a su derecha. Giró la cabeza para ver que estaba pasando y fue entonces, cuando se desgarró el espacio y

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apareció una brecha. Poex, en ese momento, pudo sentir la presencia del otro mundo e incluso pudo oír un sonido estridente, seguramente proveniente de un tipo de claxon. Dio media vuelta, la brecha se abrió aún más y escupió un fardo orgánico y lleno de baba pegajosa. El fardo se estaba retorciendo espasmódicamente, aumentaba su tamaño y poco a poco cobraba la forma que Poex conocía muy bien.

Alguien lanzó un grito de pavor. El viento arreció y metió más polvo dentro del cobertizo. Acto seguido, salió desde él Goff frotándose la mejilla. Luego miró hacia izquierda y sus ojos se agrandaron cuando se fijó en la cosa que se agitaba y se sacudía a medida que crecía.

Poex cogió el arma, la brecha se cerró. El bicho que comenzaba a parecerse a un hun-hun saltó. Poex disparó y al mismo tiempo intento esquivarlo pero reaccionó demasiado tarde y el ser le clavó los dientes puntiagudos en el brazo. Luego lanzó una de sus extremidades deformas y le cortó la piel abdominal. El flujo amarilloso salpicó la tierra agrietada y algunas gotas mancharon el uniforme de Goff, que se hallaba, en ese instante, a dos metros de distancia. Sonaron otros dos disparos. Probablemente dieran en el blanco pero el bicho seguía atacando a Poex y otra de sus extremidades le causó una herida grave en la cabeza, fue su ojo izquierdo que explotó y comenzó a correr por su mejilla. Poex gritó y se cayó al suelo. Su cuerpo estaba lleno del líquido corporal que ahora perdía con abundancia. Goff sacó un cuchillo grande que tenía en la vaina atada alrededor de la pierna derecha y trató de cortar una extremidad del bicho. La criatura repugnante soltó el brazo de Poex moribundo y saltó hacia Goff. Sonaron otros tres disparos. Dos de ellos le perforaron la cabeza al bicho y el tercer internó dentro de su boca. Sin embargo, antes de morir, el bicho originó con una de sus garras reforzadas una herida bastante profunda en la mano izquierda de Goff.

Llegaron otros Kuxs, pero de sopetón, el ambiente empezó a vibrar nuevamente y esta vez se abrieron dos brechas al mismo tiempo y en el campo en frente del cobertizo echaron dos similares fardos más. Los Kuxs inmediatamente abrieron fuego. Las balas especiales hicieron sonar el aire denso y perforaron los bichos. Sin embargo, uno de ellos lo más grande logró escaparse y cruzar la frontera nocturna. Dio varios pasos más y su medio trasformado y pesado cuerpo se desplomó cerca de una de las colmenas de los escarabajos que vivían a la frontera. Eran más pequeños pero mortíferos igualmente cómo sus hermanos que ocupaban las zonas más interiores. Los escarabajos salieron de los tres agujeros y atacaron a su presa. Sus pequeños y ponzoñosos dientes empezaron a arrancar la carne del ser.

Goff entró corriendo en el cobertizo. En la parte trasera, dónde se encontraban las camillas ocupadas por los Kuxs con escaldaduras, había garrafas con golletes anchos de líquido esterilizado. Rápidamente abrió una de ellas y hundió su mano herida hasta el

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fondo. El dolor era ardiente. Cuando el desinfectante tocó la piel abierta de Goff, él aulló, era como si le golpeasen con un martillo grande e incandescente. Desde afuera sonaron otros varios disparos y luego alguien gritó algo que Goff no pudo descifrar.

Uno de los Kuxs que estaba tumbado en la camilla más cercana de Goff le preguntó que qué había pasado pero Goff en vez de responderle cogió una venda, que estaba doblaba en una silla y se envolvió la herida. Luego tosió, escupió un salivazo verdusco y muy espeso en el suelo de acero y regresó al campo. Había que tranquilizar la situación e informar a Lorm. El brazo le temblaba pero el picor menguó un poco.

Goff observó el terreno y vio satisfactoriamente que los tres bichos estaban muertos. Uno en la zona prohibida pero eso daba igual porque los escarabajos se encargarían de su despojos. Lo jodido era, que Poex probablemente estaba muerto o lo estaría muy pronto. Goff encaminó hacia él. Tres Kuxs que le rodeaban, intentaban parar la pérdida del flujo, pero fue en vano. Las convulsiones que daba su cuerpo advertían que se acercaba su fin.

“¡Mierda!” siseó Goff en voz apagada y miró hacia el cielo. Los nubarrones grandes llenas de ácido no se movían. Respiró hondo. De repente, la mano derecha de Poex agarró el uniforme de uno de los Kuxs y aunque era imposible le comenzó a hablar:

“Habrán más, he visto de dónde vienen, habrán muchos y nos matarán. Cuidado con los…..” pero no terminó la frase, sus dos restantes ojos cambiaron el color a negro y se cerraron. Poex murió. La guerra nació. Más allá tras la frontera el festín continuaba.

*

Guw

Guw se hallaba en una sala grande iluminada por varias bombillas potentes que desprendían una luz amarilla-verdoso. A su alrededor estaban cuatro Xibogs de batas azules provistas de un velcro muy sofisticado y descongelaban su herida para poder insertar dentro de la pantorrilla un aparato que renovaba el tejido lesionado.

Después de haber trasladado a Guw a la enfermería, Cludd se alejó a su despacho. No pudo quitarse de la cabeza la conversación con Broky. Estaba seguro de que él le había ocultado algo importante. Pero primero tuvo que preparar el informe y enviarlo a Jorr. La situación era bastante delicada. Así que, se sentó en una silla de hierro y encendió el portátil que tenía en su brazo central.

El efecto de Trozen-150 ya se había pasado pero Guw permanecía en un estado parecido al coma. Soñaba hundido

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profundamente en la parte nocturna de su mente. Se encontraba en un sitio cerrado, elástico y lleno de un tipo de flujo poco viscoso. Se sentía muy opresivo, indefenso y enrollado en sí. Sus diminutas extremidades flotaban enfrente de sus ojos y a veces chocaban contra su también muy pequeño cuerpo. Dentro del espacio sonaba una voz, pero esa voz resonaba, igual que si alguien hablara dentro de un recipiente hueco y de hojalata, y hacía vibrar el flujo. También le parecía que todo a su alrededor se estaba moviendo como si se tratase de un paso, lento y regular. Intentó incorporarse, pero la membrana flexible no le permitía hacer casi ningún movimiento. De repente, su mente anegaron unas imágenes muy angustiadas y molestas. Él vio una figura, hembra, con el abdomen abultado riéndose. Vio como cogía una cuchara sucia de una mesa llena de trozos de papel. También se fijó en un bulto arrugado y empapado de un líquido rojo, compresa - esta palabra emergió de la nada y comenzó a palpitar en su cerebro. No sabía que significaba pero le asqueaba. La hembra abrió una bolsita transparente y vertió un poco del polvo que estaba dentro en la cuchara. La imagen cambió. Guw sentía un vértigo. Una de sus extremidades chocó contra su cara. Ahora la hembra tenía en la mano una jeringa que parecía usada varias veces e intentaba inyectarse alguna droga.

¡Peligro! ¡Peligro! ¡Quiere matarte! ¡Peligro! ¡Defiéndete! Este pensamiento se incrustó en su mente como un clavo afilado. Guw empezó a empujar con sus pequeñas manos contra los lados. Logró ensancharlos un poco pero luego, la presión de la membrana los comprimió otra vez a su forma original. Acto seguido, acudió desesperación y terror.

Ruddy, uno de los Xibog que miraba el monitor que controlaba las funciones vitales de Guw notó una anomalía extraña en la curva que medía el cerebro. Quiso advertir de ello a otros pero en ese momento, el cuerpo de Guw se arqueó y comenzó a temblarse. Huyt y Brew que acabaron de abrir la herida apretaron sus piernas con fuerza y Brew gritó:

“Rápido, aplicarle Yluip 50”. Durk, el cuarto de los Xibog, dio media vuelta y corrió hacia una estantería repleta de frascos y tubos. Cogió un ámpula y la metió en una pistola especial. A continuación, inyectó el suero en el pecho de Guw. Los temblores cesaron, pero el monitor indicaba las anomalías cerebrales incluso con más deflexión.

Guw se agitaba. Ahora la imagen en su mente mostraba una señal roja grande con las letras ardientes escritas en ella que decían: ¡MÁTALOS! Y también oía un chillido estridente de un silbato que provenía de alguna parte desde afuera. Yluip 50 agilizó la transformación celular de su ADN. Guw abrió los ojos y vio cuatro enemigos que procuraban asesinarlo. Acumuló todas las fuerzas que podía y tiró con las piernas. Brew y Huyt fueron arrojados a los lados. Guw se sentó y cogió de la mesa una herramienta lejanamente parecida a un bisturí, después, atacó a Durk y le cortó profundamente

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en la mejilla. Él gritó, otro corte le abrió el pecho y dejó salir un órgano oscuro. Durk se desplomó al suelo. Guw miró hacia la derecha y tiró el cuchillo, la hoja dio directamente en la cabeza de Brew. Éste chocó contra otra mesa llena de vendas, la volcó y cayó de bruces en una camilla baja hecha de titano. Se pudo oír un chasquido seco como se rompieron sus dos columnas vertebrales.

“¡¡Me cago en la leche, detenlo, joder!!” gritó Huyt a voz en cuello a Ruddy. Aún seguía tumbado en el suelo pues la caída le dislocó el tobillo. Guw continuó con la matanza. Los enemigos debían ser eliminados. Cogió otra herramienta de la mesa, era un serrucho de 25 cm. Acto seguido, se embistió rápidamente a Ruddy. Él se vio arrojado hacia atrás y al mismo tiempo sintió como los dientes afilados del serrucho desgarraban la piel tiesa en su bulto de cuello. El líquido corporal primero brotó de la herida y luego empezó a salpicar a la cara furiosa y loca de Guw conforme él seguía cortando.

Huyt intentó huir arrastrándose a cuatro patas. Su mano derecha se resbaló sobre el líquido corporal de Durk que ya había creado un charco amarillado oscuro alrededor de su cuerpo. Guw se volvió hacia él. De pronto, una punzada fuerte amartilló su cabeza. Las imágenes regresaron y ahora mostraban la hembra de pie en frente de un espejo grande. Sus uñas sucias se hundían poco a poco dentro de su panza tratando de alcanzar el útero dónde llevaba el feto. Así lo llamaba: el feto maligno. Y este feto ahora era Guw. Y ella lo quería matar, deshacerse de ese cargo de su novio que le había metido en esta mierda de droga. Todo eso pudo leer Guw en la mente de la hembra puesto que estaban conectados por un cordón umbilical.

Las uñas penetraron dentro del abdomen de la hembra y el líquido rojo comenzó a manar en hilos hacia su órgano de reproducción. Guw sintió la presión y el dolor. La piel del útero reventó y las manos de la hembra apretaron el feto/Guw. La imagen desapareció. El dolor no. Guw enfocó la vista hacia Huyt que ya casi había alcanzado la puerta. Luego, miró otra vez la mesa y cogió unas tijeras serradas de cromo. Huyt comenzó a gritar:

“¡Socorro! ¡Socorro que alguien me ayude!” pero la enfermería estaba vacía, todos parecían estar en otras partes del puesto avanzado. Guw se acercaba. Desde debajo Huyt podía ver cómo crecía su sombra. Después, su mirada se desvió hacia las tijeras abiertas y él vio cómo las cuchillas letales comenzaban a bajar. Trató de alzar dos de sus tres manos para protegerse pero sus movimientos eran muy lentos. Las puntas de las tijeras se hundieron profundamente en dos de sus dilatados ojos. Él más bien agonizó que gritó de dolor. Afortunadamente, el fin vino pronto.

Guw se quedó un rato inmóvil. La transformación de su ADN ya había alcanzado un 88%. Ahora los pensamientos de Xibog se mezclaban con los humanos con más rapidez y él no podía distinguir entre ellos. El cerebro le pulsaba como si creciera y se contrajera al

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mismo tiempo. Había que encontrar un sitio donde pudiera esconderse y esperar hasta que se finalizara el cambio celular. Sacó las tijeras de los ojos muertos de Huyt y salió de la sala. Al fondo del pasillo corto había una escalera que conducía abajo a la planta subterránea que se usaba exclusivamente cómo el depósito de cadáveres. Guw inició el camino y fue entonces, cuando le invadió una ola fuerte de náuseas y él tuvo que detenerse y vomitar. El flujo que había salido de sus entrañas era morado hasta casi negro y apestaba. Someramente se limpió con una mano la boca y continuó hacia la escalera. El dolor de la cabeza se intensificó. Guw tuvo que apoyarse en las paredes para evitar la caída. Respiraba hondo. Su pierna herida le picaba y expulsaba un pus muy espeso y blanco.

Por fin, tocó la barandilla de la escalera y bajó. Caminó tambaleándose unos doce pasos y luego entró en una habitación cuadrada y llena de camillas estrechas y bajas. Se tumbó en una de las que estaban más atrás y se cubrió con una manta lisa y fría. A continuación, cerró sus tres ojos e intentó calmarse, intentó entrar en la zona nocturna. Pero el dolor de la cabeza era tan intensivo que no le permitía este lujo. Las tijeras se le cayeron de la mano, él se agachó un poco para cogerlos. Otra punzada le incrustó otro clavo dentro de su tejido cerebral. Él gimió silenciosamente y se apretó las sienes. En ese momento, deseó su muerte.

Afuera casi oscurecía. Guw miró las tijeras y de repente, perdió el resto de la cordura que quizás aún quedaba en algún lugar de su subconsciencia. Se agachó a la derecha y cayó de la camilla. La caída le abrió más la herida y el pus salpicó el suelo. Ya daba igual. Todo daba igual. Se incorporó un poco y agarró el metal gélido de las tijeras. Durante un rato observó la punta. Sonría. Cuando la Xar tocó el horizonte, Guw terminó su vida.

/

Poco tiempo después de la muerte de Guw se abrió la puerta corrediza y entró Parky. Era el asistente mayor de la enfermería. Silbaba. Cuando vio la masacre dentro de la sala se le congeló la boca en un “O”. Al cabo de un rato, se espabiló un poco y encendió la alarma. Su sonido chillante llenó la enfermería. Parky dio cinco pasos más y luego se agachó y empezó a vomitar en la camilla dónde antes había estado tumbado Guw.

*

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Goff y Lorm

Lorm estaba sentado en su sillón favorito de hierro y cuero de Morm, un mamífero que a veces se podía ver en las zonas donde reinaba la estrella Xar. Miraba el informe que le había mandado Crogg. La producción del calcio iba bien. Crogg le comunicó que dentro de una tercera parte de la puesta le iba a mandar el primer aerodeslizador con unos 300 kg. También le dijo que habían fabricado unas cápsulas especiales con el detonador que llevaban dentro aproximadamente 800g del calcio y que permitían dispersarlo a unos cien hasta ciento cincuenta metros a su alrededor. Eso era bastante bueno.

Lorm cerró el archivo con el informe y abrió el otro con los resultados del laboratorio. Eso le interesaba más. Pero antes de comenzar a leer levantó la cabeza y miró a través del ventanal, el cielo seguía encapotado, los nubarrones grises y grandes se acumulaban cerca de la frontera. Lorm frunció el ceño e hizo clic a un botón del portátil que tenía en su brazo central. Apareció una pantalla virtual de 20 cm -los resultados del laboratorio. No eran buenos, como esperaba. Los escarabajos del tipo X1 no mostraban reacción ninguna al calcio. Según el análisis de sus ADNs, que había hecho Hutx, se diferenciaban de los tipos X2 y X3 en un cromosoma X a cada 43 y en dos cromosomas V muy peculiares y típicos para las formas inferiores que podían descomponer metano. Eso era el problema por qué el

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calcio no reaccionaba con sus tejidos. Para poder matarlos había que crear una derivación del calcio y hacer varias pruebas. Pero todo eso requería mucho tiempo. Y Lorm no quería esperar. Quería largarse de este planeta y retirarse.

/

Goff miró su brazo izquierdo. La herida le dolía un montón. A su alrededor se había creado una mancha amoratada y oscura. El líquido esterilizado paró la pérdida del flujo pero había que congelarla y luego someterse al tratamiento del crecimiento tisular. Pero primero tenía que solucionar este marrón. Era el segundo que normalmente asumía el mando si Poex no estaba.

Goff se acercó a los Kuxs, que ahora estaban agrupados cerca del cuerpo de Poex y dijo:

“Que nadie haga nada. Primero tengo que hablar con Lorm y explicarle que ha pasado. Quiero que las Centinelas se desplieguen y formen un círculo, vigilando por si aparece otra brecha. No quiero tener más muertos. Basta por hoy. Tukky ve a buscar una manta y tapa el cuerpo del comandante.” terminó Goff y se fue al cobertizo. Se sentó en una silla, apoyó la cabeza e intentó conectarse con Lorm.

Los Kuxs no tenían desarrollados tanto los receptores para emitir los pensamientos como los Xibogs y a menudo la conexión fallaba y se podían recibir sólo imágenes borrosas. Uno tenía que estar bastante tranquilo y en un lugar oportuno. Goff cerró los ojos y comenzó a concentrarse.

/

Lorm recapacitaba las posibilidades como se podría agilizar la exterminación de los escarabajos sin poder utilizar el calcio cuando Goff, por fin, logró establecer con él el contacto.

“¿Qué pasa?” preguntó Lorm algo malhumorado.

“Bueno, jefe, tenemos un problema bastante malo y jodido. Se produjeron algunas anomalías espacio-temporales cerca del cobertizo en el cuadrante 3. Y se crearon tres brechas independientes desde las que ..iero.. . ichos.” las interferencias interrumpieron la conexión.

“¡Repite! No he oído bien las últimas palabras.” dijo Lorm. Pero de repente, no quería oír nada. Tuvo un presentimiento de que al escuchar lo que iba a decir Goff lo cambiaría todo.

Goff mandó unas imágenes a la mente diurna de Lorm, mostraban los fardos y también el cuerpo muerto de Poex. Luego trató de establecer de nuevo la comunicación:

“Uno de los bichos atacó al teniente Poex y le causó heridas graves en el brazo, en el abdomen y en el ojo. La última fue mortal. Los

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bichos hemos matado. Sin embargo, uno de ellos se escapó y después de haber sido acribillado a balas murió tras la frontera nocturna. Los escar….s… se..” aparecieron otras interferencias y la conexión se perdió por completo.

Lorm se levantó, era un tipo bastante duro, pero la pérdida de su mejor comandante y amigo le afectó profundamente.

´¡Maldita sea! ¡Mierda! ¡Joder!´ gritó en sus adentros. La situación comenzó a irse de las manos. Esperó si Goff lograría conectarse otra vez. Al principio no percibió nada pero luego de repente, emergió en su mente una imagen rara. Pudo distinguir en ella un edificio no muy grande, parcialmente desconchado y provisto de ventanas pequeñas y de unos artefactos cuadrados pegados en la pared exterior. Dentro del artefacto se veían las aspas sucias y oxidadas. En frente del edificio estaban algunos tipos de vehículos antiguos de cuatro ruedas negras. De uno de ellos bajaba un ser parecido a…

“¡No me jodas!” dijo Lorm en voz alta. El ser, aunque era más pequeño y casi con seguridad un cachorro, se parecía bastante al que habían matado hace nueve puestas cerca del mar negro. ´Como, coño, ha podido enviarme Goff esta imagen si ni siquiera sabía de la existencia de ese ser. ´

Lorm dio media vuelta y salió rápidamente de su despacho. Se dirigió por un pasillo largo cuyas paredes estaban compuestas de placas de vidrio y reforzadas con hilos de titano. Al final del pasillo giró a la izquierda. Allí había una escalera estrecha y empinada que terminaba con una contrapuerta de acero. Bajó, tecleó su código personal y entró en un hangar dónde estaban aparcados los aerodeslizadores. El suyo se hallaba a la opuesta parte del hangar algo a la derecha. Cuando atravesaba la pista de aterrizaje controlaba si el arma que llevaba, estaba bien cargada. En ese momento, no dudó que lo iba a necesitar. Este asunto empezaba a apestar y mucho.

Alcanzó el aerodeslizador de color azul desteñido. Apretó un botón que servía para abrir la puerta corrediza y desapareció dentro. Se sentó en una silla acolchada en frente del panel de control y arrancó los motores protónicos. Acto seguido, se encendieron los monitores y Lorm programó el rumbo al cuadrante 3.

/

Goff se inclinó y vomitó sobre sus botas.

“¡Mierda!” siseó molestamente. La cabeza le daba vueltas y se sentía mareado. La conexión mental no era posible en este estado. Además le comenzaron a hormiguear los dedos de las manos y también la herida le dolía, le picaba y le daba punzadas. Apoyó la cabeza contra la pared y trató de calmar las vísceras. Su mente por un rato entró en la zona nocturna y Goff vio la misma imagen del

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edificio desconchado que de alguna manera había enviado su cerebro a la mente de Lorm. Sin embargo, la imagen se borró en seguida. Desde una de las camillas escuchó una voz ronca y silenciosa:

“ ¿Está usted bien?” era uno de los Kuxs con quemaduras que se llamaba Rutt.

“Sí, sólo me duele la cabeza.” respondió Goff y se levantó. Quería salir de allí. Se sentía opresivo y algo irritado, pero luego vaciló un rato y al final, atravesó la habitación hasta los barriles con el líquido esterilizado y metió el brazo dañado otra vez dentro de uno de ellos. El alivió era considerable pero no por mucho tiempo. Su mirada se encontró con la de Rutt. Un prurito súbito de dispararle de pronto, emergió en su cerebro. Él sacó la mano del barril, cogió un retal verde que estaba echado en una silla pequeña y se envolvió la herida. La compulsión de matar desvaneció. Por ahora.

*

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Tonny

(los cambios)

La superficie del mar lodoso reflejaba los brillantes rayos del Maar poniéndose. Sin embargo, en el horizonte ya se podían divisar los primeros nubarrones grisáceos que se acercaban lentamente. El viento casi no soplaba como si esperase a escondidas para poder pillar por sorpresa a los que subestimaban su fuerza. Los humroides divagaban por la costa, escudriñando las últimas algas antes de regresar al mar.

Tonny volvió otra vez a la cueva. Eso pasó hace una tercera parte de la puesta. Después de alimentarse de tun-kay/ Jim, comenzó a sufrir las alucinaciones extrañas y se sentía debilitado y algo mareado sin poder manejar bien su cuerpo. Decidió refugiarse hasta que se le pasase el malestar. Durante ese periodo se cambiaba su sistema linfático y se transformaba su ADN.

Las primeras diferencias acudieron ya al cabo de la quinta parte de la puesta y afectaron principalmente las capacidades desarrolladas del camuflaje. Antes podía congelar su cuerpo hasta – 48ºC, ahora según su nueva y perfeccionada versión podía alcanzar hasta una temperatura de -60ºC. También se mejoró la gama de los colores que podían cambiar sus escamas dorsales según el ambiente a su alrededor. Eso eran las ventajas. La mayor desventaja era que había sufrido los daños graves en el órgano que permitía endurecer la piel, y la disposición para reducir su olor corporal también menguó considerablemente. En esa fase del cambio sus tentáculos secundarios temblaban y las imágenes perforaban incesablemente su cerebro rudimentario.

Hacia una cuarta parte de la puesta entró en un estado parecido al coma. Su cerebro comenzó a crecer y las neuronas se multiplicaban exponencialmente. Debajo del hemisferio izquierdo cerebral se había creado un encéfalo adicional del tamaño aproximadamente de 5 cm en el perímetro que incrementó asombrosamente su inteligencia. Ahora era capaz de reflexionar, planear y controlar independientemente las funciones individuales de sus órganos. Eso era algo realmente extraordinario.

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Cuando otra vez emergió del estado del coma, empezaron los últimos cambios. El extremo de su tentáculo mayor que había sufrido un corte originado por el humroid se comprimió y atrofió. Lo reemplazó un tejido nuevo y creó un músculo separado a dos como si se tratase de una pinza prolongada provista de una capa dura y parcialmente afilada. Esta perfección le facilitaría considerablemente la lucha.

Pero todo eso ya había pasado. Ahora Tonny tenía la mente completamente despejada. Los temblores cesaron y él se sentía más vital pero también muy hambriento. La trasformación consumó un 65% de su energía total. Así que se acercó a la boca de la cueva y observó, con su poca vista (que, por desgracia, no se le había mejorado), la costa. Un pajaroid estaba aterrizando en picado. Antes de chocar contra la superficie pedregosa incorporó su cuerpo y cogió en sus garras grandes uno de los humroides. A continuación, lo arrojó violentamente contra un bloque que sobresalía de la tierra. El humroid dañado gravemente, arrastraba tras sí sus entrañas, que estaban salidas por fuera, e intentaba huir. El pajaroid se acercó a él y comenzó a desgarrar su coraza con su pico negro y largo.

Tonny contemplaba esta escena pensativamente. Primero habría que procrearse y asegurar la sobrevivencia de su nueva raza. No obstante, aquí en la costa no había ningún ceflopoid. De forma que, habría que crear un ejército que le protegería cuando buscara la hembra o cuando luchara. Tonny reflexionó un rato si podía inyectar su veneno dentro de las formas que vivían en la costa y cambiarlas de alguna manera que le permitiera manejarlas. Habría que capturar uno y probarlo. Pero antes habría que alimentarse.

Los nubarrones ya se habían acercado visiblemente al mar. Sin embargo, el viento aún seguía moderado y acechaba igual que la lluvia. Tonny salió de la cueva. Al verlo, el pajaroid se volvió velozmente y abrió sus alas grandes. Hubo un momento en que los dos se miraron. Luego el pajaroid dio un alazo y atacó a Tonny. Él lanzó su perfeccionado tentáculo y la pinza rasgó profundamente la piel del cuello del pajaroid, él graznó altamente y trató de picar al enemigo. Pero falló y otra lanzada de Tonny le cortó la cabeza. El cuerpo decapitado del pajaroid cayó pesadamente en una piedra puntiaguda. Tonny accionó su tentáculo secundario y comenzó a succionar la presa.

Los humroides despejaron el campo de la batalla. El Maar tocaba ya la superficie del mar y las olas vagamente chocaban la orilla. Tonny sacó el tentáculo del pecho del pajaroid, miró la costa y examinó las posibilidades de capturar uno de los humroides. A unos veinticinco metros no muy lejos de la cueva se hallaban dos de ellos de tamaño mediano. Tonny cambió el color y disminuyó su olor corporal como podía. Sabía que eso no era suficiente pero ahora, por lo menos, podía planear el ataque.

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´Primero hay que alejarlos del agua y luego separar y capturar uno o quizás pudiera con los dos a la vez,´ pensó. A continuación, inició el movimiento y reptó lentamente hacia los humroides. Los rodeó y se situó entre ellos y el mar. Tuvo que actuar rápido puesto que se oscurecía y su vista comenzaba a empeorarse fatalmente. Se acercó hasta la distancia de cinco metros. Uno de los humroides percibió el peligro e intentó escaparse. Tonny encorvó el músculo de su cuerpo, saltó hacia delante y cortó la distancia a dos metros. En ese momento, pareció como una serpiente gruesa atacando a su presa. Acto seguido, lanzó su tentáculo secundario derecho hacia el humroid que trataba de huir. Le dio en su blanda coraza y la penetró, pero no muy profundo, después inyectó el veneno y lo paralizó. El humroid no tenía ni la menor posibilidad de salvarse. Al mismo tiempo, el tentáculo secundario izquierdo de Tonny atacó al otro humroid. Éste era más joven y sin experiencias de combatir. El veneno hizo su trabajo.

Tonny estaba contento. De pronto, sonó un trueno ruidoso de poca distancia y como la respuesta una ráfaga gélida azotó la costa. Se avecinaba una tormenta eléctrica y, por supuesto, la lluvia. También la grande y azulada esfera del Maar desapreció debajo del horizonte. Tonny casi no veía nada. Gracia a sus sensores que detectaban el perímetro a su alrededor arrastró poco a poco los dos humroides dentro de la cueva. Nada más entrar empezó a llover. Las gotas densas y ácidas caían intensamente en la orilla y mojaban los humroides que no tenían tiempo de regresar al mar negro a tiempo.

Tonny internó más profundo en la cueva. Sacó los tentáculos de los inmóviles humroides y les movió un poco a la derecha, más cerca de la pared. El efecto del veneno desaparecería dentro de poco, luego habría que vigilarlos y si no sucedía el cambio ninguno, matarlos. Obstruyó la boca de la cueva y redujo el ritmo biológico de sus órganos. No podía permitirse dormir, sin embargo, su nivel de la energía tocaba casi un 95%. Hasta ahora todo iba bien.

´Observa, recapacita y acecha´ rodeaba por su cabeza. Tonny cerró los ojos. Uno de los humroides pese al veneno paralizante los abrió.

*

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Zona 9

( después de la puesta de la Xar )

Aterrizaron. Cludd dijo a Pragg y Tush que llevaran la caja con el bicho al laboratorio, que estaba detrás del bloque C, y que tuvieran mucho cuidado con el contenido, después se fue. Eso fue lo mejor, porque a menudo los soldados no podían soportar su comportamiento arrogante y se ponían nerviosos.

Los Xibogs levantaron la caja. No pesaba mucho, ya que la gravedad en Rhod era más floja que en la Tierra, y bajaron del aerodeslizador. Soplaba una ligera brisa poniente. En el cielo se podían observar tres lunas alineadas que daban el aspecto mágico a este planeta tan lúgubre y tétrico.

“¿Qué piensas de este bicho, Han?” preguntó Tush a Pragg. Los dos se conocían de mucho tiempo. Eran los primeros que habían llegado a Rhod, ya hacía seis orbitas. Les habían dicho que se trataba de una misión militar, que consistía en examinar las condiciones del planeta y asegurar las zonas que se iban a usar para los experimentos biológicos. Más tarde habían descubierto que no era exactamente así. Ese sitió servía cómo un laboratorio especializado para el desarrollo de los clones reforzados que podían absorber el metano. Soldados azules así les llamaban por el color azul del metano. El problema eran las numerosas manadas de los escarabajos y otras formas superiores que al principio atacaban con frecuencia los soldados. Luego se tomaron precauciones, claro, y se crearon las zonas diurnas y nocturnas. Pero era sólo la cuestión del tiempo cuando se jodería algo. Y ese bicho podría ser el comienzo.

“No tengo ni puta idea. Pero quiero deshacerme de esta porquería cuanto antes, cerrarme en mi cubil y quizás tomarme una o dos pastillas de QQ para despejarme la chola.” terminó Pragg y escupió un salivazo grumoso a la grava que estaba esparcida por doquier.

Giraron a la izquierda y encaminaron a la puerta del laboratorio. Allí había un bordillo no muy alto. Tush no se fijó en él, estaba pensando en lo que había ocurrido esa tarde y tropezó. Acto seguido, la caja se le deslizó de las manos y él, gracias a la inercia, la sobrevoló y aterrizó en el suelo. Se cortó la palma de la mano derecha con una piedra afilada. Apareció un chorro del flujo corporal.

“¡Joder!” maldijo Tush.

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“¿Estás bien, tío?” le preguntó algo divertido Pragg. “Parecías como si vieras una joya y no querías que te la robase nadie. “

“Muy gracioso.” dijo Tush. A continuación, se incorporó, se limpió su palma en el uniforme y luego añadió mohínamente:

“Vamos, necesito desinfectarme el tajo. No tengo ganas de que se me meta dentro alguna de las mierdas que están dentro de esta caja.”

Entraron por la puerta mayor del laboratorio. El amplio recinto era iluminado por diez focos potentes que regularmente parpadeaban.

“Joder, como pueden trabajar con esta maldita luz. Yo me volvería majara dentro de una puesta.“ dijo en voz baja Pragg atravesando la sala.

“Yo pensaba que ya estabas majara, trabajando aquí.“ replicó irónicamente Tush.

/

Apareció un tipo esbelto y feo metido en una bata verde.

“¿Es el bicho? Ya me ha informado Cludd que lo vais a traer. Dejadlo en la sala 3, por favor. Está detrás de esta contrapuesta a la derecha. Luego podéis iros. Ya me encargaré yo de eso.“ dijo con una voz ronca. A continuación, apretó un botón en el portátil en su brazo central. Sonó un zumbido apagado y la contrapuerta se abrió. Pasaron por un pasillo corto y entraron en la sala 3. Allí estaban otros tres Xibogs también vestidos en batas verdes.

“¡Poned la caja en esa mesa y abridla!“ les ordenó uno de ellos. Ese era más bajo que el esbelto y feo y cojeaba un poco.

Pragg y Tush levantaron la caja. Tush sacó la llave triangular y la metió en una de las dos cerraduras que estaban en la parte delantera de ella. Lo mismo hizo Pragg. Cuando abrieron la tapa, Tush rozó ligeramente el canto de arriba de la caja. El corte abierto se contagió con unas escasas partículas medio secas del feto que se habían quedado allí. Él no se dio cuenta porque, en ese momento, empezó a chillar la sirena.

/

Cludd sentado cómodamente en un sillón negro repasaba el informe. Odiaba profundamente a Jorr. Gracias a él ahora tenía que pudrirse en este foso séptico de mierda de Rhod lleno de toda la porquería posible que apestaba a miles de kilómetros en vez de estar al mando de una misión tranquila e interesante en la galaxia Librus. Sobre todo, había aparecido ese puto bicho que complicaba aún más la situación. Cambió la página del parte y comenzó a leer. No obstante, sus pensamientos se deslizaban cada vez más a Broky.

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´¿Qué me has ocultado, hijo de puta? ¿Qué sabes de esto? Parece que tendré que dar un paseíto y hablar contigo un poco´. Abrió el cajón, tocó el desintegrador y sonrió. ´Esto sí que te soltará la lengua. No lo dudes.´ Sus ojos miraron otra vez el informe. En ese momento, sonó la sirena.

Cludd dio un salto.

“¡Maldita sea!” dijo entre dientes y se levantó. Cogió el desintegrador y apresuradamente salió de su despacho. Giró a la derecha, pasó por el pasillo cuyas paredes estaban decoradas por un tipo de cuadros rombos que presentaban paisajes salvajes evidentemente provenientes de otros mundos, y entró en un vestíbulo. Afuera reinaba la noche. El viento seguía moderado pero al mirar el cielo nocturno uno podía avistar que dos de las lunas ya habían cubierto las nubes.

Cludd abrió la puerta y salió del edificio. Sus zapatillas pesadas de cuero con fibras de hierro machacaban la grava negra y la hacían crujir, sonaba como una agonía mortal de un can-toy mutado. Se dirigió hacia la enfermería. Desde lejos podía ver que se acercaban corriendo otros Xibogs. Aceleró el paso. Por la cabeza le rodeaban los pensamientos sobre Guw. ´Seguramente todo este jaleo tiene que ver algo con él´. Entró en la enfermería. En la sala había doce o catorce Xibog y cinco Kuxs, todos agrupados alrededor de la puerta abierta de par en par de la sala de operaciones.

“Dejadme pasar.” ordenó severamente y con sus grandes manos empujaba a los soldados a los lados. Luego internó en la sala. Su mirada se clavó en los cadáveres y él observó durante un rato la escena de la masacre. Uno de los Kuxs quiso informarle de la situación pero Cludd levantó un dedo la de la mano izquierda y le calló. La brutalidad con la que habían sido matados los médicos le inquietaba. Eso era el trabajo de un pirado recién salido de una mazmorra subterránea después de varias orbitas de tortura, y no de un soldado gravemente lesionado. Sin embargo, Guw no estaba en la habitación. Cludd dio media vuelta y gritó directamente a la cara de un Xibog joven:

“Quiero que registréis detenidamente este edificio y también los contiguos. Quiero que me traigáis este hijo de puta que ha hecho esto. ¿Y quiero que alguien con un poco de inteligencia, si hay aquí alguien así, me diga, dónde coño está Guw? ¡Y apagad esta maldita sirena de una puta vez, joder! “

Los soldados se empezaron a dispersar. Nadie tuvo ganas de oponerse al teniente. Cludd echó otro vistazo a los cadáveres y luego se fijó en las pisadas borrosas en el flujo corporal que se dirigían hacia fuera y las siguió. En el pasillo había un montón de vómitos recién secados. Cludd reflexionó:

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´¿A dónde te has metido, amigo?´ después miró hacia delante y vio una escalera. ´Claro, so hijo de puta, te has escondido en la morgue. Pues muy bien.´ Tocó el desintegrador y encaminó hacia la escalera. Bajó. El sonido de la sirena se apagó. ¡Por fin!

El teniente se acercó sigilosamente a la puerta. Desde arriba se escuchaban los pasos rápidos de los soldados, correteando y gritando:

“Aquí no hay nada /Voy a la sala C /Ruddy, echa un vistazo allá”.

Cludd no les prestaba atención ninguna, se concentraba. Calma y cabeza despejada, eso era su lema. A continuación, sacó el desintegrador y abrió con una patada fuerte la puerta gruesa de la morgue. Una sola bombilla tenue alumbraba la habitación. Cludd con el arma apuntado irrumpió dentro. El cuerpo muerto de Guw estaba tendido en la parte trasera con las tijeras incrustadas en sus ojos. Cludd tosió, luego miró alrededor, guardó el arma y se conectó con Pragg. Le dijo lo que quería que hiciera. Pragg afirmó. Cludd terminó la conexión. Acto seguido, salió del depósito de cadáveres, subió la escalera y paró a uno de los Xibog. Le ordenó que recogiera el despojos de Guw y que las quemara fuera del complejo. Cuando el soldado preguntó porque había que llevar el cuerpo tan lejos, Cludd le miró gélidamente y le advirtió que cerrase su maldito pico, cumpliera sus órdenes que le había dado y luego que se fuera a tomar por culo. También le dijo gritando que él tenía otras cosas mucho más importantes que perder el tiempo con un come mocos de mierda. A continuación, apartó de un empujón al soldado aturdido y se fue. Su único propósito, en ese momento, era coger un aerodeslizador e ir a visitar a ese parásito de Broky.

/

A unos tres kilómetros y medio de la base militar había un cobertizo bajo unido con un almacén químico. Dentro del cobertizo había tres habitaciones no muy grandes pero bastante desordenadas y sucias. En la primera, que se podía denominar como la sala de estar, si alguien tuviera suficiente imaginación, en el sofá verde oscuro, raído y descosido estaba tumbado Broky. Tenía los ojos cerrados y sonreía. Su sonrisa parecía como la de una mueca fea de una careta horripilante.

Hace poco se apagó la sirena proveniente del bloque C. Pero eso le importaba un pito. Broky ahora estaba hundido profundamente en su mente y escuchaba al Rey Negro. Así llamó el originador de la voz que le hablaba incesablemente dentro de su cabeza y le decía cosas muy inquietantes, sin embargo, y por otro lado, también muy interesantes. Por ejemplo, le había dicho que pronto vendría el teniente Cludd y habría que convertirlo en uno de los nuestros. Le había dicho cómo tendría que hacerlo y también le había revelado que a la salida de la Xar se reuniría con él el otro de los nuestros.

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Broky visualizaba el Rey Negro cómo un macho grande vestido con una armadura reforzada de titano, de ojos azules que brillaban y daban miedo y autoridad suprema. Quería ser su esclavo. Eso le excitaba y le ponía. Sus pensamientos se deslizaban a la zona de su cerebro dónde guardaba sus fantasías sexuales y depravadas.

“¡Ahora no hay tiempo para estas cochinadas tuyas! ¡Hay que prepararse! ¡Cludd ya está llegando! Y una cosa más, si lo cagas el amigo que se va a reunir contigo, se encargará de que tus entrañas vean la luz del día.” dijo el Rey Negro severamente.

Broky se levantó. Entró en la habitación trasera de su cubil dónde tenía guardadas las armas y cogió un cuchillo con la hoja afilada por ambos extremos, lo metió cuidosamente tras el cinturón de sus pantalones negros de cuero y lo cubrió con la camiseta para que no se viera. Luego regresó a la sala de estar, abrió un cajón y desde él sacó una jeringa y una aguja larga. Las dos cosas puso en la mesilla baja al lado del sofá. Después se sentó en la silla y esperaba. Otra vez sonreía.

/

Cuanto más se acercaba Cludd al cobertizo de Broky más furioso se ponía. El aerodeslizador volaba a toda velocidad. Ya se podía distinguir el techo brillante del almacén. Cludd giró a la derecha y aterrizó. Al apagar los motores tocó su arma, le tranquilizaba la empuñadura rígida y gélida. A continuación, desbloqueó la puerta corrediza y bajó, la puerta se cerró automáticamente tras él. En el cielo se podían divisar dos de las lunas, sus rayos iluminaban tenuemente la senda de arcilla mezclada con arena roja que daba al cobertizo.

Broky se levantó de la silla, totalmente calmado.

´Vamos a divertirnos un poco amigo´ se dijo para sus adentros. Acto seguido, sonaron tres fuertes golpes en la puerta. ´Así que estamos un poco enfadaditos´, rió. La voz del Rey Negro estaba callada como si no quisiera ensuciarse las manos con este asunto. Broky esperó un instante y luego activó la cerradura de la puerta. Cludd la empujó y más bien irrumpió dentro que entró.

“¿Hola teniente, qué le trae por aquí a estas horas tan tardes? ¿No puede dormir o busca a alguien que le pueda leer un cuento de hadas?” le dijo jovialmente Broky.

Cludd le penetró con su severa mirada y luego respondió despacio:

“Tú sabes muy bien, yonqui, porque estoy aquí. Así que vamos directamente al grano. No quiero quedarme mucho tiempo en este apestado agujero de mierda. Me da asco igual que tú. Por eso, te lo preguntaré sólo una vez. ¿Qué sabes de ese bicho?”

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“¿Así que seguimos tan amable como siempre, verdad teniente?” le replicó sonriendo Broky. “Porque no se relaja un poco, no se sienta y no tomamos una copa de Bizz.” Bizz era un tipo de efervescente que tenía efecto más o menos igual que alcohol. “Francamente no sé qué más quiere que le diga. Apareció la brecha, cayó el bicho, le disparé y luego llamé a Jorr. Eso es todo. No hay nada que ocultar” terminó Broky.

La cara de Cludd enrojeció un poco y él se acercó más al centro de la habitación, después sacó el desintegrador y también sonrió. Pero esa sonrisa era tan fría que casi podría causar las congelaciones en la cara de Broky.

“Sabía que contigo no se puede hablar por las buenas, hijo de puta.” dijo. Le irritaba y al mismo tiempo inquietaba el hecho de que Broky seguía mirándolo como si se tratase de un pasmarote. No vio ni miedo, ni respecto, sólo desdén y quizás compasión. ´Seguramente va ciego, este puto yonqui.´ Y eso le enfurecía aún más. Le apuntó con el arma: “¿Comienza a cantar, capullo, o prefieres que te desintegre, por ejemplo, tu mano derecha?”

Broky se aproximó un poco más a él y respondió:

“Vamos teniente, yo no le tengo miedo ninguno. No puede intimidarme con este jueguecito” señaló con un dedo el arma. Después dio otro paso más y siguió hablando: “Y si le digo que sí, que sé una cosa que le podría interesar. Y quizás más que interesar incluso le podría ….” sin terminar la frase Broky se abalanzó sobre Cludd y al mismo tiempo sacó el cuchillo. Cludd apretó el gatillo del desintegrador. Salió un rayo verde y dio al armario que estaba al fondo de la habitación. Apareció un agujero negro y humeante.

“Tiene muy mala puntería, teniente. “ dijo Broky. Acto seguido, movió velozmente su mano central y le apuñaló debajo del esternón. Cludd gimió y trató de deshacerse de él. Era bastante grande y fuerte. Broky le dio otra puñalada casi al mismo sitio. Tenía que ser bastante precavido y no dañarle gravemente. No quería mosquear al Rey.

Cludd se tambaleó, el arma se le cayó de la mano diestra. Broky sacó el cuchillo y hundió su rodilla en uno de los órganos de reproducción de Cludd. Él aulló de dolor y se le debilitaron las piernas. Acto seguido, se cayó contra el suelo. Sonó un golpe seco debido al uniforme acolchado del teniente. Broky se encorvó y le apretó fuertemente el bulto de cuello. Allí había un punto que paralizaba los Xibogs. Cludd dejó de moverse. Broky se levantó, apartó de una patada el desintegrador y se acercó a la mesilla. A continuación, cogió la jeringa, puso la aguja en la punta y la clavó en una de las tres venas de su brazo izquierdo. Observando el cuerpo de Cludd rellenó la jeringa con su flujo corporal. De repente, sonó en su cerebro la voz dominante del Rey :

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“¡Buen trabajo, muchacho! Ahora termínalo rápido antes de que se despierte.” Broky sacó lentamente la jeringa de su vena y encaminó hacia el cuerpo del teniente. Se arrodilló cerca de su cabeza y le inyectó la aguja dentro del lagrimal de su ojo central. El líquido desapareció en su cabeza.

Broky se levantó, quiso rodear el cuerpo de Cludd cuando de pronto, una secuencia de imágenes fantasmagóricas entorpeció su mente. Se vio huyendo a través de una planicie devastada y llena de hierbajos con pinchos largos y venenosos. Entre ellos pudo discernir gusanos grandes. Se retorcían, abrían y cerraban sus pequeñas bocas y lo observaban. Esa escena era tan espeluznante que apenas evitó vomitar. Continuó corriendo. En el horizonte relampagueó. Broky miró el cielo. Un trozo de carne podrida y pegajosa le cayó en la cara. Él lanzó un gritó. Luego las imágenes desaparecieron. Broky respirando profundamente intentó concentrarse. De alguna manera sabía que estas escenas terribles formaban el proceso final del cambio de su ADN. Pero eran tan vivas y tan repugnantes que uno podría volverse loco.

Al cabo de un rato, ya un poco más despejado, cogió las piernas del teniente y comenzó a arrastrar su cuerpo inmóvil hacia el sofá. Pesaba bastante. Dejó caer las piernas justo al lado de la mesa. El suelo resonó. Ahora vendría la parte más difícil, había que levantar el cuerpo y tumbarlo en el sofá. Pero primero había que atar bien las extremidades. El estado de inconsciencia no duraría mucho. Broky entró en la habitación contigua, durante un instante rebuscó en ella y después regresó con un rollo de alambre flexible. Acto seguido, ató fuertemente las piernas y las tres manos de Cludd y se situó detrás de su cabeza. Luego lo cogió por debajo de sus axilas y lo levantó. Tuvo que apoyarse contra el respaldo del sofá para que sus brazos funcionaran como una palanca. Y al final, logró recostar la parte superior del cuerpo del teniente sobre el sofá. Se levantó e hizo lo mismo con las piernas. “Bien” dijo con voz alta sin darse cuenta que hablaba. Se incorporó, cogió otra vez el rollo de alambre y ligó el torso de Cludd a los pies del sofá. Después, totalmente exhausto, se desplomó en la silla. Ahora había que esperar y vigilar. Los cambios vendrían pronto.

Broky cerró los ojos, el Rey Negro empezó a hablar.

/

Pragg intentaba conectarse con Tush pero por algún motivo la conexión fallaba.

“¡¡Joder!!” maldijo. Cludd le había dicho que había que recoger otra vez el bicho, llevarlo en la planicie, que estaba a unos seis kilómetros de la base y quemarlo allí. También le había dicho que se trataba de una operación secreta. Pragg no era tan estúpido como para preguntarle porque hay que quemarlo, ni porque hay que quemarlo

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tan lejos. Conocía bastante bien al teniente. Y varias veces discutieron fuertemente. Lo que le molestó fue que tuvo que hacerlo él sólo. Tush estaba ´fuera de servicio´. Esto era una expresión que a menudo usaban los soldados cuando se desconectaban para hacer sus cositas.

Pragg reflexionó sobre llamar a Limby, pero luego lo descartó. Limby era su buen amigo pero no sabía mantener la boca cerrada como Tush y lo último que Pragg deseaba, era escuchar los gritos de Cludd y secarse posteriormente sus salivas de la cara después de que él averiguara que Limby se habría ido de la lengua.

Así que Pragg regresó al laboratorio. El tipo esbelto y feo le intentó prohibir entrar. Pragg sacó el arma. El tipo esbelto y feo cambió de opinión. Pragg pasó por la contrapuerta y entró en la sala dónde habían dejado la caja con el bicho. Dentro había tres Xibogs metidos en las batas verdes. El bicho lo tenían puesto en una mesa ovalada de algún tipo de aleación con el tórax abierto en canal. Pragg lo miró y se le revolvió el órgano que servía para descomponer el alimento. Luego dijo escuetamente:

“Tengo que llevármelo. Órdenes de Cludd. “

Uno de los Xibogs que llevaba puestos unos guantes transparentes y llenas de manchas de un flujo rojo parcialmente coagulado trató de protestar. Pragg sacó otra vez el arma y dijo:

“Bueno señores, se acabó la fiesta, poned el bicho dentro de la caja. Y daos prisa, no tenemos toda la noche. Luego uno de vosotros, me da igual quien, me va a ayudar a llevarlo al aerodeslizador.“ En ese momento, escuchó detrás de sí unos pasos que se acercaban sigilosamente. Se volvió rápidamente. Era el tipo esbelto y feo. Pragg le apuntó con el arma. El tipo se paró y empezó a balbucear algo ininteligible. Pragg le respondió:

“Muy bien, así que tenemos al ganador de la lotería. Me alegro de que seas tú quien me va a ayudar. ¡Coge la caja y vamos!” El tipo masculló de nuevo algo ininteligible y Pragg le respondió con el cañón del arma.

Sacaron la caja del laboratorio. El asistente del individuo que llevaba guantes transparentes gritó nerviosamente a Pragg que iba a hablar con Jorr ahora mismo para que se enterase de eso. Pragg le replicó que hablara con quien quisiera y luego añadió que se fuera a la mierda. Estaba harto de todo eso y quería ya tumbarse en su cama y desconectar, estar ¨fuera de servicio.¨

Una vez metido el bicho dentro del aerodeslizador Pragg aconsejó al tipo esbelto y feo que se largara y que procurara mantenerse a distancia bastante grande de él. Acto seguido, cerró la puerta corrediza sin esperar hasta que el tipo le contestara con otro de sus

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balbuceos y después arrancó los motores. Estaba totalmente cabreado.

La nave salió pitando de la base militar hacia la planicie. La temperatura exterior ya había bajado a -35ºC y sobre todo comenzaba a caer niebla de metano. Los faros potentes del aerodeslizador permitían la visibilidad no de más de quince metros. ´Estupendo´ pensó Pragg. Y para empeorar aún más la situación, el bicho apestaba un mogollón.

La nave se inclinó y giró levemente a la derecha. La planicie estaba a unos dos kilómetros más adelante. De sopetón, se encendió un piloto rojo que indicaba una avería del motor izquierdo.

“¡¡No me jodas, joder!! “ gritó Pragg y golpeó furiosamente el panel de control. El piloto parpadeó y después se apagó. Afuera la niebla raleó un poco y la visibilidad se incrementó a casi cincuenta metros. Al cabo de un rato, desapareció completamente. Sin embargo, el termómetro marcaba -37ºC. Pragg aceleró más. Los motores protónicos acompasadamente palpitaban como si fueran un gran corazón de un monstruo férreo.

El aerodeslizador entró en la planicie y aterrizó. Pragg sacó de un armario vertical empotrado, que estaba al lado de la ventanilla lateral, un uniforme térmico y se lo puso. Acto seguido, desbloqueó la puerta. Esta se abrió con un sonido pareció a una rueda justamente reventada, sssss… Después empujó la caja hacia la plataforma de descenso y la dejó deslizarse a la tierra endurecida. A continuación, dio media vuelta, regresó al punto de control y apagó los motores. Luego cogió el lanzallamas y bajó de la nave. El aire gélido empañó en seguida el cristal de su casco. Él miró la caja y le propinó una buena patada. Esta se movió, pero sólo un poco. Pragg escupió una de sus palabrotas habituales y comenzó a tirarla más a la planicie.

Cuando estaba a unos treinta metros del aerodeslizador el ambiente a su alrededor empezó a vibrar. Al principio, muy ligeramente de manera que Pragg prácticamente ni se dio cuenta y continuaba tirando la caja. La superficie pedregosa dificultaba considerablemente la fricción. Pragg se incorporó y se arqueó para aliviarse un poco la espalda. La vibración se intensificó y fue entonces, cuando se abrió a unos ocho metros a su derecha una brecha. A continuación, se ensanchó y desde ella salió un ser. Pragg en primer momento pensó que se trataba de un Xibog. Pero cuando la brecha desapareció, él vio la cara prolongada y muy cicatrizada y tres manos algo encorvadas. El ser se parecía más bien a una criatura mitológica recién emergida de una ciénaga.

Pragg retrocedió preguntando:

“¿Quién coño eres? “

El ser le respondió igualmente:

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“¿Quién coño eres?” Luego lanzó una mezcla entre rugido y aullido y atacó a Pragg. Sus dos manos provistas de garras le agarraron los hombros, la tercera le desgarró el uniforme y arrancó uno de sus órganos de reproducción. Pragg chilló. El dolor era increíble. La criatura arrojó el órgano contra un bloque que sobresalía de la tierra y acto seguido, le dislocó los dos hombros. Pragg se desmayó. El ser abrió la boca y le mordió en el bulto de cuello. El líquido corporal salpicó su paladar. El ser lo tragó.

Las tres lunas otra vez brillaban. En la planicie se oía el viento. Venía desde la zona 8. El ser empujó la caja con el bicho dentro del aerodeslizador. Al entrar silbaba. Luego inclinó un poco la cabeza como si escuchara algo.

La puerta corrediza se cerró y los motores protónicos se arrancaron. El cuerpo maltrecho de Pragg se empezó a congelar. En el cobertizo a unos 25 kilómetros de allí Broky sonrió. La llegada de su nuevo amigo se aproximaba.

/

Poco después de que sonara la sirena, a Tush se le derrumbaron totalmente las secuencias cronológicas del tiempo. Sólo recordaba algunos fragmentos cortos, a veces borrosos y a veces confusos.

Regresó con Pragg a la enfermería. Vio la masacre que, muy probable, hizo Guw. Cludd quería que registrasen el edificio y las zonas contiguas. Luego se separó de Pragg y subió a la primera planta. Por entonces, todo iba más o menos bien. Ligeramente le dolía la cabeza y también le comenzó a escocer un poco el tajo. Le acompañaba otro Xibog más joven que se llamaba Truky. Era alto, escuálido y un poco cagaprisas. Cuando exploraban las habitaciones se paró la sirena. Después entraron en una sala de preparaciones provista de dos mesas largas en forma de T. Él quería desinfectarse la raspadura, así que miró dentro de un aparador de vidrio. A continuación, cogió un frasco con gollete ancho y lo vertió por encima del tajo. En ese momento, le anegó primera de las lagunas de la negrura…

… y él se despertó. No sabía cuánto tiempo había pasado. Ahora se encontraba en otra habitación estrecha y repleta de estanterías aseguradas con un tipo de cerrojos que se abrían con una llave magnética. Seguramente un almacén de compuestos químicos. La iluminaban cinco focos de luz azulada. Truky había desaparecido. Tush se rascó la palma herida que le empezó a picar y la miró someramente. A su alrededor se había creado una mancha morada y oscura. Eso no le gustaba para nada.

Salió del almacén, pasó por el pasillo y se fijó en los letreros que estaban escritos en las paredes, decían: PLANTA 2. Encontró la escalera y bajó. Podía distinguir los ecos de las voces de los soldados pero no vio a nadie. El dolor de la cabeza se intensificó y ahora se

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alternaba con punzadas. Se paró por un momento y fue entonces, cuando vino la segunda ola de la negrura.

Cuando se despertó, estaba sentado en el suelo, temblaba y tenía mucho frío. La cabeza le resonaba literalmente como si tuviera dentro un martillo romo que le golpeaba el cráneo. Se inclinó a un lado y vomitó. El sitio dónde se hallaba era oscuro. Se levantó buscando a tientas la puerta. Al cabo de un rato, la encontró y la abrió. Daba a la parte trasera de la enfermería.

´¿Joder, que me está pasando ?´ se preguntó. Nadie le respondió. Por ahora.

Al fondo del corto pasadizo vio una escalera. Se dirigió lentamente hacia ella. La cabeza le daba vueltas. El temblor menguó y luego lo sustituyó un hormigueo. ´Necesito ir a casa, ahora mismo´, este pensamiento parpadeaba apremiante en su mente. Otra arcada le hizo parar y él vomitó. Los jugos gástricos le irritaron el esófago. Se limpió la boca con la mano herida. La mancha oscura que tenía en ella desapareció, el picor no. Alcanzó más bien tambaleando que caminando la escalera. Y luego nuevamente todo se cubrió con un telón espeso y negro.

Al recuperar la conciencia notó algo raro. La postura de su cuerpo era retorcida. Le dolía la pierna derecha. Intentó incorporase. Entendió que probablemente se había caído de la escalera. Una imagen extraña emergió enfrente de sus ojos. Vio claramente una foto vieja de una ciudad desconocida arrasada y quemada. En las calles había montones de cuerpos. Todos estaban negros y calcinados. La imagen desvaneció. Poco a poco se levantó apoyándose sobre la barandilla de titano. Notó que le empezó a fallar la vista. La confusión y la desorientación total lo aturdían.

De repente, oyó una voz conocida proveniente de alguna parte de arriba y luego los pasos ligeros. Alguien le llamaba por su nombre. Lo estaban buscando. Había que mandar mentalmente una señal de su localización. Sin embargo, de algún motivo la comunicación no funcionaba. Ahora se dio cuenta de que no funcionaba desde que se había apagado la sirena. Lanzó un grito flojo:

“¡Hey, estoy aquí, abajo!” y escuchó. Los pasos se estaban acercando. O quizás su imaginación le proporcionaba este consuelo reconfortante. Lanzó otro gritó, no sonó muy altamente. Acto seguido, se rascó la palma.

“Joder, tío, aquí estás. Te estoy buscando ya un buen rato. ¿Qué te ha pasado?” Era Truky. Ahora bajaba apresuradamente por la escalera hacia él. Después vino otra laguna acompañada con la nada.

Durante ese período de ausencia notaba que estaba pasando algo muy feo. Y luego abrió los ojos. Aún se encontraba debajo de la escalera. Con la diferencia, que esta vez de pie. La noción de tiempo

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dejó de existir para él completamente. Ahora sentía algo pegajoso en sus manos y también que los pantalones de su uniforme estaban mojados. Bajó la vista y se desplomó en el último escalón, justo al lado del cuerpo muerto de Truky. Y fue entonces, cuando por primera vez comenzó a oír la voz extraña que afloró dentro de su cabeza. Esta voz le dijo que había matado a su amigo que le quería ayudar, que su amigo le había suplicado agonizando que le dejara vivir, y que él sólo se había reído de él y luego que le había rematado a patadas.

Tush se tapó los oído pero eso, por supuesto, no servía para nada. La voz hablaba y hablaba. Más tarde le salvó otra laguna. El cambio de su ADN culminaba.

Ahora estaba tumbado en su cama. La última vez cuando se emergió de la negrura después de nadar entre las olas tenebrosas de la locura se vio caminando hacia su casa. Su cabeza estaba a punto de estallar. En sus manos, que habían matado hace poco, aún se estaba secando el líquido corporal de su víctima. Tuvo que pararse varias veces y reprimir vómitos. Las alucinaciones descabelladas le atacaban incesablemente el cerebro. Casi al borde de desmayo entró en su cubil. Al cerrar la puerta se le aflojaron las piernas. Arrastrándose por el suelo lleno de arcilla y restos de la comida logró llegar hasta la cama. Se subió a ella. Por primera vez en su vida pensó seriamente en el suicido. Tocó el cuchillo que tenía guardado en la vaina. Hubo un momento de silencio. La muerte vestida en su túnica teatral levitaba ávidamente encima de su cama. Luego la voz del intruso interior intervino:

“Bueno, antes de que te rajes cobardemente tu pescuezo abultado y acabes así con tu efímera y diminuta vida. Tienes que reunirte con alguien. Así que escúchame ahora atentamente” el intruso continuaba explicándole que había que hacer. Las palabras se desvanecieron fluidamente a siguiente de las lagunas. Esa vez Tush no tenía miedo de despertarse. Ya no era Xibog.

La temperatura exterior subió a -9ºC, se aproximaba la salida de la Xar. La brisa fresca soplaba desde oeste. Tush se levantó de la cama. La transformación de su ADN se había terminado. Ahora se sentía mucho mejor. El dolor, que antes amortizaba su cabeza, se había ido. Los pensamientos se despejaron. Su cuerpo nuevo y perfeccionado rebosaba de energía vital. Él abrió la puerta y salió afuera. Miró precavidamente a su derredor si no había nadie quien pudiera presentar algún tipo de peligro. Pero el recinto estaba vacío. Echó a correr. El intruso le dijo que no podía usar el aerodeslizador que eso podría despertar sospechas. A Tush le daba igual. De repente, le encantaban las carreras.

*

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Lorm

Lorm despegó y cobró velocidad. El cuadrante 3 se hallaba a unos 35 kilómetros del cuartel C-16. Bajo las buenas condiciones del tiempo se podía cubrir esta distancia en la séptima cuarta parte de la salida del Maar (eso equivalía exactamente a 2 horas terrestres). El problema fue que las condiciones del tiempo no eran buenas, para nada. Varias capas de nubes azul-grisáceas flotaban con rapidez por el cielo totalmente encapotado, soplaba un viento fresco que de vez en cuando creaba unos pequeños torbellinos. En el horizonte relampagueó repetidamente y los rayos alumbraron el paraje árido y devastado. Lorm consideraba el regreso a la base. Hasta ahora había recorrido sólo 6 kilómetros, pero la situación era bastante seria de modo que al final decidió continuar. Desgraciadamente eso fue un error muy grave que más tarde se arrepentiría.

Lorm apretó un botón en el panel de control, apareció una pantalla rómbica que indicaba el nivel de energía de las baterías protónicas. Lorm frunció el ceño, el número que marcaba era el 25%, suficiente para ida y vuelta, por supuesto, sin embrago, si ocurriera algo imprevisto podía meterse en un gran marrón. Apretó otros dos botones verdes, la pantalla se cambió y ahora se mostraba el rendimiento de los motores principales, estos, por lo menos, funcionaban bien. Lorm giró la cabeza y miró a través de la ventana lateral. Las primeras gotas empezaron a bailar por el cristal reforzado. Lorm incrementó la velocidad. Ahora estaba volando a ciento ochenta metros por encima de la tierra, subió a dos cientos cincuenta. Se acercaban las estribaciones que dividían la zona 6 a dos partes prácticamente idénticas respecto a sus extensiones. Otra cosa era el relieve de la superficie, las zonas anteriores de las estribaciones eran planas y llanas, en contrario, las zonas posteriores eran bastante desiguales y agrietadas. Lorm sospechaba que antes

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estas zonas habían sufrido drásticos cambios climáticos que produjeron el levantamiento del terreno. Quizá se tratase de un volcán subterráneo o un terremoto.

El chivato que indicaba la avería del motor suplementario le arrancó de sus pensamientos. El aerodeslizador se inclinó levemente hacia la izquierda, luego, después de dar varios tumbos, se incorporó nuevamente. La lluvia arreció igual que el viento, la visibilidad se empeoró notablemente, y la situación se comenzó a poner peligrosa. Lorm redujo la velocidad y descendió un poco. De sopetón, una ráfaga fuerte atacó al parabrisas. La nave dio otro tumbo, acto seguido, se ladeó hacia delante y bajó a ochenta y ocho metros. El radar que controlaba la altitud empezó a silbar. Lorm intentó estabilizar el equilibrio de la nave, pero otra racha de viento lo impidió. Las estribaciones se aproximaban cada vez más. Había que aterrizar forzosamente.

Lorm cogió el volante semicircular y lo empujó hacia abajo. El morro del aerodeslizador se inclinó al 30º, el ángulo de descenso era muy grande. Lorm lo sabía, por supuesto, pero tuvo que actuar rápidamente.

Se encendió otro chivato y a continuación, el motor principal derecho falló. La nave se volvió inmanejable y se precipitó hacia la tierra. Lorm podía ver como se cambiaban velozmente los números que marcaban la altitud 70 metros, 60 metros, 45 metros… Agarró fuertemente el volante y lo desvió bruscamente hacia la izquierda. La lluvia se convirtió en un chaparrón, los hilos densos del ácido diluido azotaban implacablemente el casco de la nave. Lorm logró menguar un poco el ángulo de la inclinación al 20º, pero eso no bastaba. Se abrochó el cinturón de seguridad ancho y se preparó para el choque. Los rayos amoratados y ramificados cruzaban el cielo y creaban en él un espectáculo magnífico si uno tuviera tiempo para admirarlo, por supuesto. No obstante, eso no fue el caso de Lorm pues en frente de sus tres ojos negros transcurría una cosa absolutamente diferente. No tan magnífica, se parecía más bien a una de las películas de terror que tanto les gusta a los desequilibrados y perturbados terrícolas.

El morro del aerodeslizador chocó contra la tierra y la inercia restante lo empujó hacia la peña baja que se alzaba delante. Lorm podía divisar como se acercaba a un saliente agudo que descollaba de la pared rocosa a unos tres metros de altura. Accionó los frenos secundarios pero sin reacción ninguna. El impacto fue inminente. La lluvia seguía cayendo con abundancia, ya se habían empezado a crear las charcas extensas.

El choque era duro, toda la potencia cinética se acumuló en la parte frontal de la nave y la deformó. Primero, el casco se abolló, luego se rompió y causó dos fisuras largas. Lorm se golpeó fuertemente la frente contra el panel de control y perdió la conciencia. El cinturón de seguridad se aflojó automáticamente y dejó

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caer su cuerpo inerte. Un bloque del tamaño de casi un metro se desprendió de la parte de arriba de la roca y aplastó el techo fortalecido del aerodeslizador, el parabrisas se agrietó, el bloque se quedó un rato inmóvil y luego se deslizó por la superficie lisa del casco y se hundió profundamente en el barro que cubría la tierra. Después se hizo un silencio interrumpido sólo por la lluvia y por el viento.

/

Lorm recobró la consciencia. Le dolía la cabeza atrozmente, se le hizo en la frente un chichón grande. También no podía mover el hombro izquierdo, lo tenía dislocado. Atenazó los dientes y trató de ponérselo en su sitio, una punzada tremenda le disparó en el brazo. Tiró otra vez con la mano y lanzó un grito tenue cuando la articulación encajó en el acetábulo. ´Bien. Hay que mantener la calma. Primero averiguar los daños de la nave y luego intentar conectarse con la base´ Se levantó pesadamente del suelo. Lo primero que notó era la oscuridad. Tuvo que estar inconsciente durante bastante tiempo. Eso no fue muy bueno.

La lluvia cesó, pero el viento seguía soplando y en la distancia aún caían numerosos rayos. La temperatura exterior bajó a unos -55ºC y las charcas de metano se congelaron. Lorm probó la conexión. Nada, –fuera de servicio-, por supuesto. Su estado mental estaba muy desconcentrado y además las estribaciones hacían la sombra de la señal. Había que esperar la salida del Maar y subir en un sitio más alto. Miró el panel de control y apretó el botón de emergencia. La tenue luz roja iluminó el espacio. El aerodeslizador estaba inclinado a la izquierda y Lorm vio que a través de la fisura más baja del casco se había filtrado un poco de agua ácida. Intentó encender el ordenador de bordo. Pero fue en vano, estaba muerto igual que el paraje a su alrededor. Se sentó en el asiento, que gracias al ángulo oblicuo de la nave, era muy incómodo y después cerró los ojos. Reflexionaba y calculaba las posibilidades de la supervivencia. Sabía muy bien que las cosas se podrían poner bastante feas si volviera, por ejemplo, la lluvia y lo atrapara aquí o si vinieran algunas de las formas superiores en busca de la presa fácil y decidieran comérselo. Claro que tenía su arma, pero eso era la solución sólo a corto plazo.

Transcurrió un tiempo, durante ese período Lorm estaba hundido en su parte nocturna. El dolor de la cabeza había mejorado, no mucho, pero bastaba para aliviarse un poco. Meditaba sobre su vida, era ya viejo y se sentía cansado y desgastado como una rueda dental herrumbrosa y mellada echada en una chatarrería olvidada. Súbitamente afloró a su mente un nombre, y ese nombre era Tribón Flegg, su enemigo de los viejos tiempos. Le extrañó que se había acordado de él después de tantas orbitas, sin embargo, de repente, se le apoderó una compulsión inevitable, de que pronto se encontraría con él y que quizás todo eso, que ahora estaba

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ocurriendo en este planeta, de alguna manera, tuviera que ver algo con él.

*

Xo

( uno de los meses del planeta Orixbu)

El Xo era una de las cinco pequeñas lunas que gravitaban alrededor del planeta Orixbu a unos 4 años luz de Rhod. Lorm tenía razón, Tribón Flegg estaba pringado en este sucio asunto de Rhod hasta su poligonal cabeza. Era un Trutor, una especie superior con la red social muy desarrollada al borde de la extinción que buscaba desesperadamente cualquier forma de mantener su raza. Hace poco los Trutors vivían en Orixbu, pero luego vino un meteorito del tamaño de 230 metros y chocó contra un volcán apagado, que se hallaba en la parte norte del planeta. Su impacto fatal levantó una capa densa de polvo y opacó los rayos de la estrella Lix, alrededor de la que giraban. Al cabo de dos órbitas murió prácticamente toda la vegetación y los Trutors, que por entonces sufrían bastante de hambre, decidieron refugiarse en el Xo. El mayor problema fue que las naves podían recoger sólo un 12% de su numerosa población. Ellos aceptaron este cruel sacrificio y eligieron varios grupos que consideraban como los más fuertes e inteligentes para poder crear una nueva sociedad en el Xo. Por supuesto, también se escaparon los que tenían sus propias naves y un poco de sesos y no querían morir lentamente bajo el cielo oscuro, comiéndose entre sí mismo.

A las tres orbitas descubrieron que las condiciones en el Xo eran tan malas que era casi imposible procrearse. Y en ese momento, intervino Tribón Flegg y propuso a la cámara del imperio un proyecto sofisticado aunque demasiado arriesgado con cierta posibilidad de éxito. Al principio dudaron y barrieron su propuesta de la mesa con la sugerencia de que hiciera algunos cambios y redujese los riesgos. Flegg se esforzó y al cabo de la mitad de la órbita, cuando la situación estaba más tensa, presentó un plan nuevo. Bueno, en esencia, se trataba prácticamente del mismo como el de antes pero ahora estaba envuelto en los números y análisis científicos, así que, al final, lo consiguió imponer. Le dieron luz verde sin darse cuenta de que en realidad todo eso era una tapadera bien pensada que encubría la venganza de Flegg contra su enemigo jurado Lorm y contra su raza.

Flegg profundamente odiaba a los Xibogs, pero sobre todo a Lorm. Cuando aún vivía en el Orixbu y tenía su propia tropa de soldados

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especialmente amaestrados para matar al enemigo, recibió una orden. Según esa orden había que desplazarse al Orb, un planeta bastante hosco, de clase C en la constelación Gama XP, y examinar las posibilidades de la exploración del beryllium, el material que Trutors necesitaban para desarrollar el crecimiento de sus células cerebrales y que no podían encontrar en su planeta. Se trataba de una operación bastante delicada y peligrosa y por eso eligieron a Flegg. Al comienzo todo iba bien, descubrieron un yacimiento muy rico en el beryllium, cogieron las muestras y las analizaron. Los resultados salieron perfectos de manera que prepararon depósitos grandes y los rellenaron hasta la tapa. La cosa se jodió en el momento cuando comenzaron a trasladar el beryllium a las naves. La culpa la tenía, desde luego, ese mamón de mierda de Lorm quien acudió con su flota de naves reforzadas y les robó todo ese material valioso. Los Trutors combatieron, claro, pero contra la superioridad aplastante de Xibogs no tenían ni la menor posibilidad. Lorm mató a todos los soldados de la tropa de Flegg, salvo Flegg, por supuesto. Lo hizo para joderle y humillarle. No obstante, antes de mandarle al Orixbu, en una cápsula pequeña, dónde Flegg tenía que apiñarse en un asiento incómodo, y beber su propio líquido, que en la Tierra se conocía como orina, Lorm le obligó a mirar como torturaba sus soldados (que eran en mayor parte también sus amigos) y les dejaba morir lentamente agonizando e implorando que les disparasen.

Las raíces gruesas de rencor y de resentimiento se incrustaban cada vez más dentro del cerebro de Flegg y poco a poco comenzaban a crecer a medida de que perecían sus soldados. Cuando murió el último, que sobre todo era su hermano menor, Flegg juró a Lorm venganza. Lorm se rió de él y para demostrarle su soberanía le escupió en la cara. Flegg no se limpió la saliva, se quedó impasible, mirándole.

Después de regresar al Orixbu, descubrió que Lorm había vendido el beryllium robado al emperador para el que él trabajaba, por 25 toneladas de utraxium, un material muy valioso que se utilizaba como energía para los desintegradores y después de refinarlo también como líquido de las baterías con larga duración para los motores protónicos de los aerodeslizadores y cohetes espaciales. Aparte de ese sórdido negocio Lorm, probablemente por capricho, denigró y mancilló el nombre de Flegg diciendo, que por su culpa murieron todos los soldados debido a una explosión súbita que había provocado el derrumbe del yacimiento y cuando él, Lorm, intentaba salvarlos, Flegg se esfumó en una de las cápsulas que utilizaban para situaciones de emergencia.

Flegg perdió todos sus privilegios, lo interrogaron casi ocho puestas del Lix y luego lo metieron en un trullo subterráneo que apestaba a carroñas de los punkis (un tipo de roedores muy parecidos a ratas terrestres con las bocas llenas de dientes afilados) que compartían

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durante seis terribles e interminables órbitas la mazmorra junto con él.

Cuando salió le interesaba sólo una cosa. La venganza y el cadáver de Lorm pudriéndose bajo sus pies. Así que poco a poco urdía sus planes.

Con un puñado de amigos que le quedaba y que le aún consideraban inocente robaron dos depósitos de beryllium de los almacenes del imperio. Contrataron nueve científicos suficientemente locos como para asentar a participar en un proyecto descabellado cuyo resultado debería ser la fabricación de un compuesto que permitiese teletransportar las formas poli-celulares desintegrando sus moléculas y mezclando su ADN con una nueva, especialmente modificada. Flegg pretendía formar un ejército de soldados que obedecieran totalmente sus órdenes.

Desde luego que al principio hubo un montón de fracasos, con frecuencia muy feos. Para sus repugnantes experimentos utilizaban las formas primitivas que tenían la estructura molecular sencilla. Las secuaces de Flegg las cazaban en las estepas salvajes de la parte del sur del planeta, pero esos no daban el resultado deseado y había que buscar en otros sitios, afuera del Orixbu. Y el tiempo pasaba.

Flegg, cuya obsesión por Lorm se profundizaba cada vez más, se ponía muy nervioso, padecía de arrebatos de furia frecuentes, gritaba y maltrataba a los científicos y también a sus amigos. Su trastorno se convirtió en una enfermedad grave y su comportamiento se volvió insoportable. Dos de los científicos intentaron abandonar a Flegg. Él les capturó y en frente de los siete restantes les mató. Luego se cerró en su despacho y se drogó.

A pesar de su estado mental, seguía rastreando infatigablemente las pistas de Lorm. Sabía absolutamente todo sobre él, hasta tomaba notas sobre su evacuación. Tenía un archivo tan detallado y amplio que abarcaba casi toda la capacidad de su ordenador. Deseaba que Lorm hiciera un error, rezaba por eso. Luego vino el meteorito y todo se acabó. Flegg recopiló todos los resultados del proyecto y se recluyó. Durante dos órbitas nadie sabía dónde estaba. Cuando empezaron a despegar las naves hacia el Xo, Flegg apareció de la nada, mató uno de los científicos elegidos y disfrazado se coló dentro de una de ellas. Nadie se fijó.

Transcurrieron dos órbitas y medio, Flegg comenzó a trabajar nuevamente para el imperio. Su comportamiento era ejemplar y él poco a poco recuperó otra vez la confianza que había perdido. Luego presentó su proyecto que pudiera solucionar la procreación de los Trutors y lo impuso. Acto seguido, pidió un grupo de especialistas en genética y lo recibió. Ahora disponía de quince científicos y las más modernas máquinas que se encontraban en el Xo. Su venganza se acercaba. Pero había que ser paciente.

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Transcurrieron otras dos orbitas y los resultados empezaron a dar los primeros frutos. Flegg presentó a la cámara del imperio un suero que permitía la procreación afuera del útero y ganó su confianza total. Como el jefe nuevo de la cámara formó otro equipo de científicos y les dio otro encargo. Lo que le realmente importaba, la fabricación del compuesto que permitía cambiar el ADN, crear un ejército de las máquinas para matar sin remordimientos ni arrepentimientos y acabar así con Lorm.

Sabía que hacía seis órbitas Lorm aceptó una misión en Rhod, tenía que averiguar las condiciones del planeta y preparar el terreno para unos experimentos de los clones que llamaban soldados azules, pero Flegg también sabía que eso era mentira, que, por fin, alguien, que se merecía un galardón, había engañado a ese cabrón de mierda. Al descubrir esta información se reía tanto que comenzó a toser y casi se atragantó. Cuando se relajó gritó en voz a cuello:

“¡Así que, al final, también alguien se ha limpiado el culo contigo, grandísimo hijo de puta!” Acto seguido, se sentó contentamente en el sofá en su despacho y se drogó.

Después de otra media órbita de fracasos, vino finalmente un éxito. Tres de los científicos lograron crear un ADN de mutación que era capaz de descomponer y transformar ADN de complejas formas celulares. Se hicieron varias pruebas y resultaron muy prometedoras. Como milagro, a la otra cuarta parte de la órbita otro de los científicos descubrió que en las partes jóvenes del universo dónde se aún formaban las galaxias existían algunas formas que, según él, podían resolver el problema de la obediencia de los productos resultantes. Así entró en la ecuación la Tierra. Se teletransportaron dos de los especialistas disfrazados a la Tierra (les llamaban distribuidores) para coger muestras y para observar el comportamiento de esa especia y encontrar alguna forma de cómo aplicar el ADN de mutación dentro de la suya.

Se probaron varias posibilidades desde inyectarla en las venas hasta mezclarla con agua, pero no funcionaba ninguna. Luego, más bien por pura casualidad, uno de los especialistas encontró un yonqui y le mezcló la droga que esnifaba con el ADN de mutación. El resultado fue asombroso: el cuerpo de yonqui reaccionó y su ADN se trasformó. Su estructura celular se cambió a una forma que remotamente parecía a un Trutor-humano, sobrevivió una quinta parte de la puesta de la estrella que esos seres locales llamaban Sol. Así entró en la ecuación el polvo. El resto era sólo cuestión de pruebas y de combinaciones.

Mientras los científicos perfeccionaban el polvo, Flegg les dijo que quería probar los efectos en un planeta prácticamente muerto que se llamaba Rhod. Nadie preguntó por qué. Los científicos modificaron el ADN de mutación según las coordenadas de Rhod, y Flegg comenzó a

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divisar en la distancia una clara silueta del cruel fin de Lorm y de todos los otros que habitaban con él en ese planeta.

A medida de que se infectaban uno por uno los humanos, Flegg intentaba conectarse mentalmente con ellos, pero siempre fallaba. Eso le devastaba psíquicamente y le hundía otra vez dentro del estado de obsesión y de trastorno profundo como antes. Los científicos empezaron a notar los cambios significantes de su conducta y afloraron las primeras preocupaciones. Luego se infectó Broky y la conexión, por fin, se creó. Flegg podía entrar en su cabeza y manejarlo. Le gustaba que Broky le consideraba el Rey Negro. Eso le incrementaba la autoestima.

Al mismo tiempo se terminaron las últimas modificaciones del ADN de mutación y al abrir la brecha los científicos mandaron a Rhod un ser que finalmente cumplió todos los requisitos. Flegg le ordenó matar a Pragg y apoderarse del feto. Quería vincular todos los infectados y comenzar la fase 2. Formar un ejército y machacar a Lorm.

/

Flegg no podía entrar en los cerebros atrofiados o poco desarrollados de las formas animales inferiores o superiores, sólo podía manejar a los Xibogs transformados, a los Kuxs transformados (si no había interferencias) y por supuesto, a los nuevos y perfeccionados seres que comenzó a llamar los Mixs (mezclados). El primero de ellos ya se estaba aproximando al cobertizo de Broky.

Flegg tampoco sabía nada de las mutaciones horribles y mortíferas de los escarabajos o las sanguijuelas (tun-tuns) provocados por el contacto directo con los humanos infectados y las consecuencias que podrían conllevar. Sin embargo, si lo hubiese sabido se habría alegrado aún más.

*

Tonny y humroid

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( vínculo )

El humroid estaba observando al captor que se había situado en la boca de la cueva y que ahora tenía los ojos cerrados. Sin embargo, el humroid sabía que no estaba durmiendo, sino que acechaba. Si quería atacarlo, tenía que ser muy precavido y muy rápido. El captor era grande y fuerte.

Los humroides, por supuesto, no conocían ni el miedo, ni la angustia, ni el arrepentimiento, ni similares sentimientos, tenían desarrollados, igual que todas las otras formas animales que vivían en Rhod, sólo los instintos de conservación, alimentación y procreación. Pero sí, que conocían el dolor y la agonía.

Hacia la quinta parte de la salida del Maar después de infectarse, el humroid comenzó a sentir ligeros hormigueos dentro de sus extremidades. Por entonces, ya se había disipado mayormente el efecto del veneno que le paralizaba.

Hacia cuarta parte de la salida acudieron las primeras olas de dolor. Al principio, sólo apagadas pero a medida de que se agilizaba y se profundizaba la transformación de su ADN el dolor graduaba. El cuerpo del humroid empezó a temblar, su mente invadió una secuencia de imágenes borrosas y raras que se cambiaban con rapidez. Sin embargo, su cerebro rudimentario no podía descifrarlas. Después vinieron las punzadas que se clavaron implacablemente dentro de su cabeza. El humroid lanzó varios chillidos agudos y silbantes. Luego su tórax se arqueó y se oyó un crujido seco de su coraza blanda. Acto seguido, el humroid devolvió el resto de la comida que había tragado antes del contagio y también se evacuó. Su transformación avanzaba. El temblor se convirtió en convulsiones. Al borde de la muerte el humroid se cayó sobre su costado izquierdo y se quedó inmóvil. Sus ojos vidriosos y vacíos miraban hacia Tonny. La transformación se terminó. El segundo humroid murió durante la primera fase del cambio. Sus órganos simplemente explotaron dentro de su abdomen. Era bastante joven y aún no tenía plenamente desarrolladas las funciones vitales.

Tonny contemplaba ese proceso de la transmutación completamente enfrascado y cavilaba. Había que intuir el instante frágil cuando se rompiera la barrera mental del humroid e intentar establecer la conexión. También pensaba que era muy importante hacerlo inmediatamente después de la finalización de la transformación.

Tonny vio como el humroid se cayó de costado. El momento crucial se aproximaba. Disminuyó sus funciones secundarias al 25% y envió gran dosis de la energía dentro de su cerebro adicional, que le había crecido hace poco. El resultado era asombroso. Tonny podía sentir

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como empezaban a vibrar sus neuro-receptores, el estado en que entró se acercaba bastante a una meditación profunda. Se concentró y trató de sintonizarse con la frecuencia mental del humroid. Al principio no percibió nada, no logró tocarle, era como si las ondas, que Tonny había emitido, chocaran contra una pared imaginaria y elástica y luego rebotaran. El humroid no se movía. Tonny lanzó otra onda, esta vez más fuerte y más nítida. El cuerpo del humroid dio un calambre ligero y él penetró la barrera. A continuación, internó dentro de su cerebro. Era muy primitivo y fácil de manejar. Pero antes de que desapareciera esa conexión inestable, había que crear el vínculo. Así que, Tonny hurgó en los sesos del humroid y encontró lo que buscaba, un centro diminuto que controlaba los movimientos. Acto seguido, se concentró y mandó virtualmente la primera orden:

“¡Incorpórate!” El humroid se movió un poco procurando levantarse, después se paró. Había que intensificar la fuerza del toque y eso significaba enviar más energía al cerebro adicional, ahora su nivel energético estaba al 51%.

Tonny expidió otra dosis de la energía, el nivel bajó al 43%, las vibraciones de los neuro-receptores se incrementaron y él lanzó nuevamente la misma orden:

“¡INCORPÓRATE!!” El humroid comenzó a levantarse lentamente. Una vez erguido se quedó inmóvil. Tonny le dio otro mandato:

“¡DA UN PASO!” El humroid obedeció.

“¡LEVANTA LAS PINZAS!” El humroid obedeció.

“¡AHORA BAJA LAS PINZAS Y DA OTRA PASO ADELANTE!” Esta vez el humroid vaciló durante un rato, su cerebro rudimentario intentaba descifrar la doble orden, luego bajó las pinzas y se acercó un poco hacia Tonny. La dominación era cada vez más fácil.

La lluvia cesó y se escuchaba el bramido regular del mar. La salida del Maar se aproximaba.

Tonny sabía que si ahora aflojase la intensidad del vínculo, el humroid le atacaría. Tenía que averiguar hasta qué punto se podía debilitar este hilo frágil y sutil que les unía. De forma que empezó a mitigar sucesivamente la conexión mental entre ellos, observando detenidamente el humroid. Primero redujo la tensión de las ondas al 80% y mandó la orden:

“¡LAVANTA LAS PINZAS!” El humroid obedeció. Al 65%, el resultado era lo mismo. Hacia 45% Tonny comenzó a sentir como el vínculo entre ellos se ponía inestable. El humroid luchaba contra su esclavitud. Tonny aumentó la tensión al 55%. El humriod se relajó y se puso otra vez impasible e inerte, esperando dócilmente las órdenes. El nivel de la energía de Tonny bajó a unos 35%. Él tenía que alimentarse porque si el nivel se decreciera aún más, seguramente

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se causaría la rotura total del vínculo y luego vendría la lucha mortal. Tonny se acercó al humroid, lanzó un tentáculo secundario e inyectó el veneno paralizante en su tórax. Eso le daba tiempo suficiente para cazar.

Los primeros rayos matinales ya tocaban la costa. Tonny salió de la cueva. Los humroides aún estaban escondidos en el mar. Tonny se tranquilizó y escaneó la zona. A la distancia de no más de cincuenta metros se aproximaba un can-toy. Seguramente se había desviado y alejado bastante de su región habitual. Tonny cambió el color de su escamosa piel y menguó un poco el olor. No se movía, los can-toys eran muy tímidos y huidizos y también muy listos. Las piedras aún estaban mojadas debido a la lluvia nocturna pero la brisa fresca las secaba rápidamente.

El can-toy se acercaba lentamente olfateando la superficie en la búsqueda de algún gusano u otros insectos pequeños. No era muy grande, los can-toys normalmente crecían hasta unos 40 cm. La distancia entre ellos se acortó a 15 metros. Tonny se preparó. De repente, apareció en el cielo una sombra grande, un pajaroid se antojó desayunar. Tonny accionó el músculo de movimiento y dio un salto. A continuación, dos de sus tentáculos secundarios apuñalaron la piel gruesa del can-toy. El pajaroid cobró velocidad, no quería perder su manjar y atacó a Tonny. El prolongado y perfeccionado tentáculo rozó su abdomen. Él se giró bruscamente a la derecha. Tonny aprovechó ese momento, sacó los dos tentáculos secundarios del cuerpo paralizado del can-toy y cambió su posición. El pajaroid se preparó para el siguiente ataque. Sus patas provistas de seis altamente peligrosas garras intentaban coger la pinza de Tonny pero falló y él le cortó una pata. El pajaroid dio un chillido agudo, picoteó a Tonny en su costado y le causó una herida superficial. Tonny arrojó otra vez el tentáculo y la pinza abrió en canal el pecho del pajaroid, sus entrañas se cayeron a las piedras. El pajaroid gritó de dolor y agitó enloquecidamente sus alas en esfuerzo improductivo de despegar. El veneno de Tonny lo impidió. El pajaroid se desplomó agonizando. Tonny comenzó a alimentarse. La poca distancia entre las dos presas le permitía succionarlas al mismo tiempo.

Mientras se saciaba, reflexionaba:

“Si pudiera capturar a un pajaroid y cambiarlo, igual que al humroid, podría tener un esclavo mucho más eficaz y capaz de observar el terreno desde arriba y avisarme así con antelación contra los peligros eventuales. Tendré que probarlo.” El nivel de su inteligencia se había mejorado aún más puesto que su cerebro adicional seguía creciendo.

El viento arreció. Sin embargo, en el firmamento no había nubarrones. Se avecinaba una mañana maravillosa. Por lo menos, en ese momento.

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Tonny sacó los tentáculos secundarios e inició el camino hacia la cueva. Tuvo que continuar con en amaestramiento del humroid. Entró. El cuerpo del humroid vibraba, la pequeña dosis del veneno que le paralizaba, se había disipado casi por completo. Tonny estableció la conexión. El vínculo se creó fácilmente. El humroid abrió sus ojos y Tonny le ordenó mentalmente:

“¡Acércate!” Luego, a propósito, bajó la intensidad del contacto hasta un 35%. El humroid trató de atacarle. Tonny emitió una onda corta y la orientó hacia su centro del dolor. El humroid dio un grito silbante y se paró en seco. Tonny repitió el mandato y otra vez aflojó el vínculo. El humroid vaciló pero dentro de unos segundos asaltó a Tonny de nuevo. Esta vez el dolor era muy estridente, el humroid sintió como se le comprimió su cerebro, se paró y miró a Tonny. En ese momento, nació en sus adentros un sentimiento que antes no conocía: la furia.

Tonny continuó dándole órdenes y el humroid comprendió poco a poco que el captor se convirtió en su amo.

/

Transcurrió quinta parte de la puesta. Ahora Tonny podía manejar y controlar al humroid sólo con una parte de su cerebro adicional, mientras que con la restante podía pensar: El humroid tenía que alimentarse, pero Tonny quería que la comida significara la recompensa para él, así que le habló mentalmente, en vez de darle órdenes:

“Te dejo alimentarte, si te mantienes manso.” El humroid emitió una vibración apagada que se podía considerar como afirmación. Tonny se apartó de la boca de la cueva y lo dejó salir:

“Hay un can-toy muerto. ¡Come y regresa!” El humroid obedeció. Tonny lo observaba.

Los otros humroides ya habían salido del mar. El viento amainó, sin embrago, en el horizonte se comenzaban a formar las primeras nubes de hoy.

La siguiente fase del plan de Tonny era capturar cinco humroides más. De manera que esperó cuando regresara su humroid/esclavo y salió afuera diciéndole mentalmente:

“¡VIGILA Y ESPERA. LUEGO HABRÁ MÁS COMIDA!”.

A la derecha de la costa había un grupo de tres humroides, dos de ellos eran bastante maduros, el tercero era joven, ese no servía. Tonny se acercó sigilosamente detrás de ellos, sus músculos movían su cuerpo tubular por la superficie áspera. A la distancia de unos 25 metros el humroid que estaba más cerca del mar levantó la cabeza y divisó a Tonny. Acto seguido, inició la retirada pero era muy lento.

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Tonny se aproximó velozmente y le paralizó. Los otros dos humroides empezaron a correr. Tonny lanzó el tercer tentáculo secundario y rozó la coraza blanda del segundo, que era el maduro. Éste hizo una maniobra y continuó huyendo. Tonny levantó la parte frontal de su cuerpo y al mismo tiempo arrojó el tentáculo prolongado, la pinza agarró la coraza. Después se acercó más e inyectó la toxina en su pecho. El humroid se quedó inmóvil.

Ahora le esperaba la verdadera faena. Tenía que desplazarlos a la cueva.

/

Una vez dentro, Tonny situó los cuerpos de los humroides inertes a la izquierda. Luego tocó la mente del esclavo averiguando un posible peligro, no notó nada.

“¡VIGILA Y ESPERA, LUEGO HABRÁ MÁS COMIDA!” le ordenó otra vez y salió. Tuvo suerte. No muy lejos había otro grupo de los humroides, esta vez más numeroso. No tardó mucho en capturar los tres que faltaban para tener los cinco. Eran grandes y Tonny tenía que desplazarlos dentro del refugio complicadamente pero también con rapidez. El Maar casi tocaba el punto más alto del cielo y las piedras esparcidas por la costa empezaban a abrasar.

Cuando terminó, su nivel de energía bajó al 78%. Ahora necesitaba descansar, reflexionar y más tarde de nuevo cazar.

*

Zona 2

(Número Dos)

La fabricación del calcio era pan comido. Ya habían mandado a Lorm los primeros 200 kg. El problema era, hacer su derivación. La culpa la tenía la estructura molecular del material porque era bastante compleja y no reaccionaba prácticamente con ningún otro elemento. Crogg y Hutx sabían que el compuesto final debía ser alcalino, pero no podían lograrlo de ninguna manera, es decir se encontraban en un punto totalmente muerto.

Ahora Crogg estaba probando la reacción con el thalium. Fundió a fuego lento el calcio. En seguida, se empezó a desprender un hedor tremendo y él tenía que ponerse una mascarilla protectora. Después cogió una pipeta mediana y la llenó casi hasta el medio con el calcio líquido. A continuación, aproximó su mano derecha al cristal del

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microscopio, enfocó la lente y dejó caer una gota del calcio en el thalium. Durante un rato observó la reacción. Pero no ocurrió nada de forma que, añadió otra gota. El thalium se coloró a verde oscuro, sin embargo, seguía inerte. Crogg se incorporó, respiró hondo y se rascó la cabeza.

“¡Joder!” dijo en voz alta. Encaminó hacia el ordenador que estaba en su mesa cuadrada al lado de la ventana e hizo clic en un botón que marcaba KP (iniciar). Apareció el archivo del ADN de los escarabajos de tipo X1 y él contempló durante largo tiempo el esquema. Luego se levantó, quería probar la reacción del thalium a alta temperatura aunque sabía que seguramente no tendría éxito ninguno. De repente, un pensamiento inquietante le pasó por la cabeza. Él se sentó otra vez en la silla y abrió el otro archivo que le habían mandado del laboratorio de la zona 6 hace tiempo y que contenía el informe detallado del ser alienígena que había matado Lorm en la zona 5–diurna. La página mostraba su estructura molecular, la miró someramente. Nada interesante. Cambió a la página que exponía el modelo de su ADN, lo comparó con el de los escarabajos de tipo X1.

“No puede ser, verdad.” susurró sorprendentemente y nuevamente miró los esquemas, esta vez más detenidamente. No cabía duda, eran casi idénticas, salvo el cromosoma V. Se respaldó contra la silla y reflexionó:

´Como era posible que los escarabajos, que eran las formas animales inferiores y el ser, que revelaba ciertas señales de inteligencia, podrían tener la estructura de ADN casi idéntica. El cromosoma V, aunque era muy peculiar, prácticamente no significaba nada en este caso ya que se trataba de una mutación del cromosoma Y que influía el funcionamiento de los órganos que servían para la descomposición del metano.´ Crogg se levantó rápidamente y llamó a Hutx.

/

El recinto donde uno podía encontrar el laboratorio y los almacenes de la zona 2, era bastante amplio y se extendía hacia norte. Lo iluminaban 26 focos grandes y muy potentes que daban la luz azul clara. Pero ahora, por supuesto, estaban apagados. Era de día.

Hutx estaba en la parte trasera del almacén químico buscando un disolvente especial para lavar los bidones que se iban a rellenar con el calcio. La producción iba bien, ya tenían preparados otros 200 kg. Entró en una fila larga con estanterías altas y anchas por los dos lados mirando los letreros que ponían las pegatinas de los recipientes. Estaba enfrascado y pensativo. No podía quitarse de la cabeza la dificultad de la derivación del calcio. No tenían nada y el tiempo

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pasaba volando. Giró a otra fila. Al fondo se encontraban apilados los barriles grandes. Al verlos apresuró el paso. En el suelo había una mancha oscura de un líquido espeso y grasado que se había derramado debido a la tapa que llevaba mal puesta. Hutx sin fijarse la pisó y se resbaló. Acto seguido, se cayó y se magulló la pierna y el brazo izquierdo.

“¡MIERDA!” siseó entre los dientes frotándose la pantorrilla. En el almacén hacía mucho calor. La ventilación no funcionaba bien y a menudo fallaba. Hutx intentó levantarse pero se resbaló otra vez, cayó de nuevo y se golpeó contra el hombro.

“¡¡Estupendo!!” gimoteó dolorosa y furiosamente. Todo el uniforme lo tenía totalmente pringado.

Afuera no muy lejos del almacén el aire comenzó a vibrar levemente. El viento fresco soplaba moderadamente y los rayos del Maar acariciaban la tierra árida. En el cielo se podía distinguir una bandada de pajaroides. La vibración intensificó y se creó un campo electroestático. Después se desgarró el espacio y apareció una brecha que al principio era muy fina. Las descargas electroestáticas cesaron, la fisura de la brecha se ensanchó y en el suelo cayó el Mix número dos. Nadie se dio cuenta.

Hutx, ahora por fin en pie, se limpiaba su uniforme con un trapo que había encontrado en una de las estanterías. La pierna le dolía muchísimo y no le permitía andar bien. Arrojó el trapo al suelo y miró su ordenador que tenía implantado en su brazo central. Probó encenderlo pero la mini pantalla se quedó negra. Apretó un botón rojo al lado de la pantalla que decía RXT (reset) y esperó un momento, pero no ocurrió nada.

“¡Estupendo!” dijo por segunda vez y se dirigió al fondo de la fila.

El Mix número 2 se levantó. La amarillosa piel que cubría su deformada cara reflejaba el brillo del Maar. No tenía cicatrices tan profundas, ni tan numerosas en comparación con su predecesor número uno, sin embargo, lo desfiguraban bastante. Dentro de su cabeza hablaba Flegg y le daba órdenes. Y esas órdenes le gustaban. Número dos, miró a su alrededor y vio que el almacén químico estaba en la parte opuesta del recinto algo a la derecha. Comenzó a desplazarse tranquilamente hacia allí. Su paso remotamente recordaba el movimiento de un robot oxidado.

Hutx se paró enfrente de los barriles y cogió uno que estaba más arriba, pesaba un montón y él casi no podía arreglárselas. El brazo no le dolía tanto pero el hombro y la pierna sí. Dividió el peso del barril entre sus tres manos y lo puso en el suelo. Después desenroscó el tapón de goma endurecida y olió el compuesto. El hedor era acre y penetrante. Él asintió con la cabeza, cerró otra vez el barril y bajó dos más.

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´Esto será suficiente, creo ´ pensó. Ahora tenía que sacarlos fuera. Para ello echó un vistazo tras la pared pero no vio ninguna carretilla. Así que trató de conectarse con Crogg para decirle que mandara alguien que le ayudara. Pero en ese momento, se abrió la puerta de hierro del almacén y alguien entró. Hutx volvió la cabeza a esa dirección y le llamó:

“Hey, seas quien seas, estoy aquí atrás y necesito que me eches una mano.” Sin embargo, el desconocido no le respondió nada, sólo se escuchaba el eco de los pasos lentos y regulares. Hutx dio media vuelta. La luz dentro del almacén era tenue y cuando en el extremo de la fila emergió la figura del Mix, Hutx lo tenía por uno de los Xibog y le gritó:

“¡Aquí, date prisa, joder! Que tengo que regresar al laboratorio.” El desconocido se acercó más. Ahora Hutx podía divisar su cara cicatrizada y exclamó:

“¿¿Quién coño eres??” En su voz se podía discernir leve atisbo de inquietud y quizá de miedo. En vez de responder, el desconocido echó a correr. Hutx trató de hacer lo mismo pero se golpeó contra uno de los barriles que antes había bajado y cayó en la estantería. Una punzada fuerte le estalló en el otro hombro. Luego le cogieron tres manos grandes y le apretaron el bulto de cuello. Hutx se desmayó.

Número dos, le cacheó y encontró una navaja pequeña que llevaba en el bolsillo trasero de sus pantalones, la sacó y se remangó la camiseta. Luego hundió la punta del cuchillo dentro de su vena y se cortó. El líquido corporal en seguida comenzó a brotar de la herida. Mix se agachó, abrió la boca de Hutx y dejó que el flujo chorreaba dentro.

Una nube no muy grande opacó el Maar que ya había traspasado su punto culminante y nuevamente se declinaba al horizonte. El viento amainó. Prácticamente reinaba silencio.

Número dos cerró la navaja y se la guardó en la camiseta. Luego se sentó al lado del cuerpo de Hutx y observaba la transmutación que vendría pronto.

/

Flegg estaba de buen humor, todo iba bien. Se levantó y traspasó su despacho. Después abrió un armario pequeño y sacó una bolsita transparente. Dentro tenía escondida su droga. Se ensalivó un dedo y lo metió en la bolsita, el polvo rojizo se pegó en la piel. Acto seguido, se metió el dedo en su boca y frotó la yema por sus encías. Este proceso repitió varias veces. El efecto de la droga acudió pronto. Flegg sentía como si se le estallase una granada imaginaria en el cerebro y como los pensamientos cobraban nitidez y fluidez. Después se hundió en un sueño parecido a delirium y empezó a hablar. Y sus palabras descabelladas salieron de la boca de Mix número 2:

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“Te voy a decir una cosa amigo mío, antes de que enfermes. ¿Sabes cómo uno se siente cuando está balanceándose en el borde frágil de un precipicio insondable mirando hacia abajo directamente en los fauces del abismo que toca el fondo del mismísimo averno y luego una fuerza espiritual te inclina hasta el punto crucial del equilibrio y tú piensas que, por supuesto, no te puede ocurrir nada, que, por supuesto, se trata de un sueño, aunque bastante jodido, y después una mano de alguien desconocido o quizás de una persona que tú consideras ser tu amigo te empuja? ¿No? Pues escucha atentamente. Primero empezarás a luchar contra la gravedad. Pero te puedo asegurar, amigo mío, que no tendrás ni la más mínima posibilidad de ganar. Puedes casi oír cuando se rompa la barrera entre la vida y la muerte, puedes oler el hedor insoportable de la huesuda, y luego te esperará la interminable, sin embargo, y de algún modo también excitante caída libre, durante la que puedes o bien tranquilamente disfrutar del vuelo viendo las imágenes de tu pobre y ridícula vida o morir de miedo o de locura y despertarte en el infierno…..”

Flegg se hundía paulatinamente en las nubes de la droga y cuanto más profundo se encontraba más descabellada era su arenga:

“ ….y cuando se acerca el suelo, da igual si es de arena, piedras o arcilla, dentro de tus sesos te esperará sigilosamente una voz burlona que te diga: ¨Bienvenido, bienvenido al paraíso ardiente dónde tu alma se carbonizará y otra vez renacerá y así sucesivamente durante muchísimo tiempo, porque lo que hace la tortura tan jodida e inaguantable es la repetición ´ y tú no puedes hacer nada, sólo mirar impasiblemente y quizás tengas un poco de tiempo de cerrar los ojos antes de estallarte contra la superficie…..” Flegg se empezó a reír y continuó:

“Sabes, amigo mío, que allí abajo tienen una caldera grande, creo que hecha de hierro o de alguna aleación, pero eso no importa. Casi la puedo ver, casi la puedo tocar, siento el calor enorme….” Flegg hizo una pausa corta y gimió, luego siguió farfullando:

“ …. y dentro de la caldera hay cuerpos negros, negros y retorcidos, pero viven, se mueven y hablan, dicen cosas raras, cosas de crímenes, de traiciones, de tristezas, de torturas y tú no puedes alejarte. Tus manos se pegarán en la parte exterior de la caldera y las voces chacharearán y chacharearán. Y luego levantarás la cabeza y allá arriba, muy arriba entreverás un punto brillante pero infinitamente remoto, y tú querrás tocarlo, desearás volar, salir pitando y sumergirte dentro de esta luz celeste. Sabes que allá no hay caldera, ni hedor que te ahogue, ni el azufre que te cause escozor en tus ojos dilatados. Allá hay paz, allá hay serenidad, allá habrá redención.”

Flegg entró en un estado de trance y la conexión con Número Dos se perdió. La droga se apoderó totalmente de su alma y lo llevó muy lejos de la realidad.

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/

Número Dos abrió los ojos. La pérdida del vínculo con su Amo no le importaba, sabía que el Amo necesitaba descansar. Miró a Hutx, su cuerpo temblaba levemente, la transformación había comenzado. Número Dos rió y otra vez cerró los ojos. Esperaba.

/

“¡¡HUTX!! ¡Ven aquí! ¿Dónde coño estás?” gritó por quinta vez Crogg enfadadamente e intentó conectarse con él, pero fue en vano.

´¡Joder! ¿Qué está ocurriendo?¨ farfulló y salió del laboratorio. La puerta mayor dio un portazo ruidoso y el eco de ese sonido interrumpió el silencio que, en ese momento, reinaba en el recinto. Fuera hacía calor. Crogg que era muy propenso a sudar se limpió con una mano la frente llena de gotas y miró el cielo, las nubes blancas flotaban vagamente por encima de su cabeza. Si para hoy se avecinaba alguna lluvia, en ese instante, era bastante lejos.

Mix abrió sus ojos amarillos, se acercaba su presa. Flegg le había dicho que capturase a Crogg y antes de convertirlo en uno de los nuestros que sacase de él todas las informaciones sobre Lorm y sobre el proyecto que hacían. Aunque el proyecto no interesaba tanto a Flegg como las cosas íntimas que pudiera saber Crogg respecto a Lorm.

La grava negra crujía debajo de las zapatillas de Crogg, que ahora caminaba hacia el almacén químico. Mandó a Hutx hace un montón de tiempo para que preparase el disolvente y lo trajera al edificio B dónde se limpiaban los bidones, y ya debería haber regresado. La puerta del almacén estaba entreabierta.

´Bien. Hutx seguramente estará dentro echando una siestita o bebiendo Bizz.´ pensó Crogg y apresuró el paso. El crujido de la grava se convirtió en un gemido atormentado.

De la boca de Hutx salió un flujo verde y comenzó a correr por su bulto de cuello. Mix se agachó y cambió la posición de su cuerpo. No quería que su futuro cómplice se atragantase con sus propios vómitos. Luego se levantó, se acercó un poco más a la entrada y se escondió detrás de una de las estanterías altas. Quería pillar por sorpresa a su presa.

Cuando Crogg llegó al almacén con intensión internar dentro, de repente, le invadió un presentimiento fuerte: algo iba mal. En el ambiente se podía oler una emboscada, una trampa sucia que alguien le había tendido. Titubeó y después sacó el arma que siempre tenía guardada detrás del cinturón de sus pantalones raídos. Acto seguido, empujó silenciosamente con el cañón la puerta y entró.

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Número Dos intuyó la vacilación de Crogg. Esa sutil vibración era casi tangible y él sonrió un poco. Las cosas se comenzaron a poner interesantes.

´Vamos cabroncete. No tengas miedo. Cuando te unas a nosotros verás cómo te va a gustar la vida.´ Se asomó levemente a la fila y divisó la figura fornida de Crogg que ahora estaba a unos cinco metros de la primera estantería y no se movía.

Crogg se fijó en la sombra de alguien que se agazapaba detrás de la estantería y se paró. Pensó un rato y luego dio tres pasos más. De pronto, se le había ocurrido un plan. Bajó el arma y gritó:

“Hey, tú sal de allí.” Nada. “¡Vamos, no seas cagao!” Otra vez nada. La sombra se quedaba inmóvil y parecía como una estatua de cera. “Bueno, así que tendremos que acortar ligeramente la distancia entre nosotros dos. Eso quizás te haga más valiente, aunque lo dudo mucho. Los cobardes cómo tú nunca se atreverán a confrontarse con alguien de su tamaño, siempre se quedarán escondidos debajo de la falda temblando y balbuceando…….”

Eso ya bastó. Mix rugió enfurecido y salió de su escondite. Eso era exactamente lo que Crogg esperaba. Agarró con la mano izquierda y la mano central la columna de la estantería, tiró fuertemente de ella y la volcó mientras disparaba con la mano derecha, (a veces era bastante ventajoso tener tres extremidades). Una de las balas dio al hombro de Mix, las otras desaparecieron por alguna parte trasera del almacén. Número Dos chilló de dolor pero también de sorpresa. Trató de apartarse a un lado pero la rapidez con la que se derribó la estantería, no le dio tiempo. Los bidones y los recipientes llenos de varias suspensiones químicas se le cayeron sobre su deformada cabeza y sobre su parcialmente humano cuerpo y literalmente le enterraron debajo de ellos. Algunos tapones se aflojaron y los compuestos se vertieron. Crogg disparó tres veces más. Mix gritó, esta vez sólo de dolor. Una de las balas le dio en el pecho y le abrió un agujo de 3 cm. Su líquido corporal azulado comenzó a manar y mezclarse con los compuestos.

“¡Ya tienes suficiente, cabrón de mierda!” se escuchó vocear Crogg “¡O vamos a continuar con el baile!” Mix no le respondió, se estaba muriendo. Crogg bajó el arma y se secó la frente. Luego rodeó la estantería derrumbada y entró más adentro del almacén. Otra ola del presentimiento le anegó la mente: ´¡Hutx necesita ayuda! ´

Número Dos respiraba descompasadamente. La herida en el pecho era muy grave. Ya había perdido bastante cantidad de su líquido corporal y sabía que eso significaba el fin. Un chorro de una solución ácida y agresiva se lentamente acercaba a su cara aplastada por el peso de los bidones y cuando tocó su piel, Número Dos perdió conciencia. La solución comenzó a corroer su tejido. Más tarde, por fin, le liberó la guadaña.

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Crogg encontró a Hutx. Su cuerpo se retorcía, daba convulsiones y temblaba. Llamó a los médicos y después se conectó con Lorm, pero él estaba fuera de servicio. Crogg frunció el ceño, eso era algo muy raro. Lorm siempre estaba on-line.

/

Hacía mucho tiempo estalló en la constelación BRX 785 una supernova y comprimió su núcleo férreo debido a su peso extremo directamente al agujero negro. La enorme energía restante arrojó la materia estrellar sobrante a una distancia de miles de años luz. A continuación, se formaron ondas gravitatorias que se empezaron a extender por el espacio frío. Por desgracia, el planeta Orixbu se hallaba en su camino. Y hace una puesta del Lix las primeras olas entraron en el campo gravitatorio del Xo.

*

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Goff y Lorm

( preámbulos )

Las cuatro Centinelas se situaron a lo largo de la frontera diurna/nocturna vigilando y observando cómo los escarabajos terminaban su espeluznante festín. El firmamento estaba completamente encapotado, los nubarrones gordos lánguidamente flotaban por él augurando la lluvia inminente. La luz menguaba pues la noche ya casi llamaba a la puerta.

Lorm no apareció, tampoco se había conectado más con Goff, y eso le gustaba. Goff no tenía ganas de verlo, ni de hablar con él, es decir, que no tenía ganas de hablar con nadie. Tenía sus propios problemas, su estado de salud se empeoró mucho. Estaba tumbado en una de las camillas bajas evitando las arcadas que le invadían cada dos por tres e intentando al mismo tiempo parar las vueltas rápidas que le daba su cabeza. Por ahora no le molestaba ninguna voz ya que Flegg aún estaba nadando en el río salvaje de la droga. Tampoco su cuerpo temblaba, sólo los ojos le escocían y tenía la parte interior de la boca muy seca como si las salivas cogieron un día libre. Se rascó la mano herida y se fijó en que comenzaba a supurar. Gruñó un poco y se levantó lentamente. No quería provocar el mareo. Traspasó la habitación y encontró una venda más o menos limpia. Luego la metió en una de las garrafas que contenían desinfectante y esperó hasta que se mojara. De repente, unos pensamientos siniestros se insinuaron dentro de su mente:

“Se está preparando un levantamiento y tú serás el primero a quien maten. Te odian, todos los que están aquí te aborrecen desde el primer día que llegaste en Rhod. Se burlan de ti a tus espaldas y tú no lo sabes. Piensas que tienes autoridad, pero eres sólo una mierda pinchada en un palo en sus ojos falsos. Ahora mismo están agrupados allá afuera urdiendo sus planes malvados y cuando salgas alguien arrojará un cuchillo o apretará el gatillo y acabará contigo. A no ser que tú les pilles por sorpresa antes y les muestres lo contrario. ¿Reflexiona sobre esto o quieres que tu despojos se conviertan en un bocado para los que viven en la zona nocturna? Acaso no sientes que ahora tienes más poder, más fuerza? ¡Esclavízalos! ¡Tortúralos! ¡Deja que sufran! ¡¡CONTAGÍALOS!! Y luego observa cómo se cambian.” Goff sacó la venda de la garrafa, la escurrió impasiblemente y la puso

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en la herida. Acto seguido, miró cómo el desinfectante coloraba su piel. Meditaba, cavilaba y planeaba. El mareo y las vueltas cesaron.Goff se acercó a la mesa y cogió una herramienta parecida a un destornillador. Los pensamientos regresaron:

“¡Muy bien. Hazlo! Demuéstrales quién manda aquí. Oblígales que se arrodillen enfrente de ti, que agachen sus orgullosas cabezas y reconozcan que tú eres el Rey, que te rindan un homenaje y te sirvan como vasallos. ¿Y si no obedecen? ¡MÁTALOS! Y después arrastra sus cadáveres tras la frontera y deja que se pudran mientras los bichos estén devorando su carne.” Goff asintió con la cabeza, sonrió y luego dijo en voz alta:

“Tienes mucha razón.”

Uno de los tres Kuxs que estaban tumbados en las camillas le preguntó:

“¿Quien tiene razón, subteniente?” Goff le miró y aún sonriendo se aproximó a su cama. Acto seguido, le tapó con una mano la boca para evitar que gritara y hundió la punta roma del destornillador en su ojo derecho, el acero penetró dentro con facilidad. El globo ocular explotó y varias gotas salpicaron el uniforme de Goff. Kux se comenzó a agitar forcejeando pero Goff sacó el destornillador, lo incrustó dentro de su otro ojo y terminó así con su resistencia. Los otros dos Kuxs empezaron a gritar. Goff sacó el arma y dijo:

“Seguid berreando y lo último que veréis en el final de sus putas vidas será este cañón.” Los gritos cesaron. Goff continuó hablando:

“Bien, ahora os voy a poner una inyección y si escucho un ruido más alto que un pedo, degustáis el sabor férreo de las balas. ¿Me he explicado bien?” Los Kuxs no respondieron, guardaron silencio.

Goff tomó una jeringa que estaba en una mesita redonda al lado de la cama de la primera víctima de la matanza de hoy y se quitó la venda. A continuación, metió la aguja dentro de la herida y comenzó a rellenar el tubo de la jeringa con su líquido corporal, era viscoso y oscuro. Uno de los Kuxs, saltó de la cama e intentó huir. Goff le disparó en la pantorrilla. Kux lanzó un grito agudo y luego se calló, temblando. Goff dijo:

“¡Sube a la cama y no juegues a ser el puto héroe!”

Los nubarrones se agruparon encima de la zona frontera y las primeras ráfagas del viento gélido atacaron la tierra. El Maar ya se había puesto y la luz desvaneció casi por completo. Las Centinelas cambiaron sus posiciones. Los escarabajos desaparecieron en sus colmenas subterráneas. Un grupo de cinco Kuxs recogió los restos de los seres que habían entrado por las brechas y se reunieron con otros para darles palique y esperar las siguientes órdenes, pero Goff estaba en el cobertizo, probablemente descansando o hablando con Lorm. En

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un momento, se escuchó desde dentro un sonido parecido a un tiro apagado y luego un grito. No obstante, nadie quería entrar, nadie quería saber que había pasado, nadie quería discutir con el subteniente, en eso tenían razón los pensamientos de Goff, casi todos lo odiaban.

Goff pinchó la aguja dentro del cuello de Kux y apretó el pistón, el líquido lentamente desapareció dentro. Kux se resignó y se quedó tranquilo. Parecía imposible pero el líquido corporal de Goff funcionaba como un sedante fuerte. El subteniente dio media vuelta y se acercó al que antes le había agujereado la pantorrilla con un tiro.

“Chitón” susurró pastosamente y le inyectó el resto de su líquido.

“¡Bien! ¡Vas muy bien!” de sopetón, le elogiaron los pensamientos “¿Pero ahora me interesa que vas a hacer con el resto de ellos, con los traidores? ¿También les vas a amenazar con esta jeringa ridícula o vas a coger un arma de verdad y cargártelos como un hombre digno de ser un monarca? Y te digo una cosa, me gustaría verlos ardiendo, me gustaría ver las llamas infernales lamiendo sus raquíticos cuerpos y oírlos implorar deshechamente que termines con ellos. ¿Qué me dices tú?”

Goff no dijo nada, simplemente encaminó hacia la habitación contigua y cogió un lanzallamas. Eso le parecía una idea maravillosa.

“Vamos a encender las luces e iluminar esta noche oscura.” exclamó jovialmente y salió del cobertizo.

El viento soplaba desde el norte y las primeras gotas de la lluvia ácida cayeron en su uniforme. Los Kuxs estaban tras el cobertizo todos apiñados juntos como gusanos. Goff encendió el arma y lo apoyó contra su hombro. Uno de las Centinelas le divisó y le gritó:

“Señor, deberíamos ponernos a cubierto. Otra vez empieza a llover.” Goff le miró, luego bajó el lanzallamas y abrió fuego respondiéndole:

“¿Tienes miedo de agua? ¿Y que tal un poco de calor?” Las llamas cubrieron completamente la cara y el pecho de la Centinela sin darle tiempo de chillar. Goff aflojó el gatillo y se giró a la izquierda. Después apuntó el arma contra los Kuxs.

Sólo dos de ellos desenfundaron y sólo uno disparó. La única bala de esa noche pasó velozmente por encima de la cabeza de Goff y se incrustó dentro de un mástil de titano. Luego vino el ardor, las llamas, los gritos y la muerte, pero antes de la muerte vino el dolor, las quemaduras y el terror.

Goff, que por entonces había perdido hasta la última miga de su cordura, había carbonizado 17 Kuxs. El hedor a chamusquina era atroz y se desprendía por todas partes. Goff apagó el lanzallamas y miró un montón de cadáveres calcinados (si hubiera vivido en la

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Tierra esta vista le recordaría las imágenes terribles de los campos de concentración). Pero él, en ese momento, estaba totalmente ido y ensimismado escuchando sólo sus pensamientos:

“ ….. Y se había levantado un Rey y todos se habían agachado y todos le habían aclamado pues había conquistado el trono y se había puesto la corona. Y luego había gozado del poder…´ Una punzada tremenda de dolor atravesó súbitamente las sienes de Goff. Él sujetó el arma y se apretó con sus palmas la cabeza. El dolor disipó, los pensamientos volviero.

“A pesar de que sus manos estaban empapadas y manchadas de la sangre de los caídos e inocentes víctimas de su ira insaciable se sentía feliz, le gustaba matar, le gustaba sembrar pavor……….”

Goff quería seguir escuchando, hundiéndose más y más dentro de sus aberraciones y sus perversiones que ahora se anidaban dentro de su cerebro, pero el trabajo aún no se había acabado, faltaban tres Centinelas más y Goff quería capturarlos y esclavizarlos. Se inclinó y cogió el arma. La lluvia se intensificó y las gotas grandes e impetuosas le comenzaron a picar, pero eso, en ese instante, no tenía importancia ninguna. Miró alrededor, las Centinelas desaparecieron.

“ ¿Queréis jugar al escondite, chiquillos, bueno porque no? En este día tan soleado no me sorprende nada” gritó Goff y se echó a reír. La risa se parecía a un lunático pervertido. El viento le metió más gotas ácidas en la cara. Goff entró en el cobertizo. Sabía muy bien que tarde o temprano las Centinelas vendrían. Sus cuerpos no eran tan resistentes a la lluvia como los de Kuxs, y el único refugio en esta zona era aquí dentro. Echó un somero vistazo a los infectados, seguían tumbados en las camillas con ojos cerrados, sus extremidades se levemente sacudían, la transformación había empezado con sus reformas drásticas.

/

Transcurrió un rato, no muy largo y la puerta del cobertizo se abrió, entraron dos de las tres restantes Centinelas completamente mojados y con quemaduras feas por toda la piel. El más joven dijo con voz casi audible:

”Por favor, no nos mate. Haremos todo lo que diga, pero no nos mate.”

Goff, que ahora estaba sentado en una silla grande jugando con el destornillador, el mismo con que había matado el primer Kux, respondió plácidamente:

“Bienvenido a casa, chicos. ¿Y el tercero, dónde está?”

“Huyó.” susurró el más joven.

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“Bueno, seamos sinceros, va a tener una muerte bastante jodida. Eso os puedo decir con absoluta certeza. Pero qué más da, no, vosotros vivís.” Luego escupió una flema verde y espesa al suelo y continuó:

“No obstante, os veo un pelín tensos. Por qué no os sentáis aquí al lado mío. Tenemos que charlar un poco.“ Las Centinelas se acercaron indecisamente a la mesa y se sentaron. Todo el rato se estaban rascando las quemaduras y Goff podía ver que algunas de ellas se habían abierto y expulsaban un flujo blanco y muy claro. De forma que arrugó la nariz y lo comentó:

“Ya lo sé que esto tiene que picar una barbaridad, pero cuando acabemos y vosotros os reuniréis conmigo todo se arreglará. ¿Hay que tener un poco de confianza, no? Mirad, chicos os voy a explicar cuál será el siguiente plan. Ahora os voy a aplicar unos 15 mililitros de mi especial y valioso líquido corporal y luego os dejaré atender vuestras heriditas. Será coser y cantar. ¿De acuerdo?”

No hubo respuesta. Las dos Centinelas le miraron aturdidamente.

Goff repitió la pregunta, esta vez con la voz más alta y más severa:

“¿¿DE ACUERDO?? No sabía que la lluvia os causara también la sordera aparte de las escaldaduras.” Las Centinelas asentaron lentamente con la cabeza.

“Bién.” dijo Goff. Acto seguido, cogió la jeringa que tenía preparada al lado del lanzallamas, se la metió dentro de la herida y miró al más joven.

“Tú serás el primero, quédate quieto y mi arma hará lo mismo, muévete y no tendrás que preocuparte más de tus lesiones. ¿Me has entendido?” La Centinela afirmó.

/

La lluvia se convirtió en un chaparrón, relampagueaba y el viento arreciaba. La última Centinela logró trascurrir 1 kilómetro y 123 metros antes de caer muerto en un charco poco profundo. Por entonces, su piel ya se había cubierto de unas grandes y dolorosas ampollas. Más tarde lo encontrarían los escarabajos.

/

Goff esperó cuando las Centinelas se desinfectaran las quemaduras y luego les dijo que se tumbasen en las camillas al lado de los dos Kuxs. Quería verlos todos juntos, su nueva pequeña familia. Obedecieron. Un trueno ruidoso hizo sonar todo el cobertizo. Acto seguido, relampagueó. Goff de pie miraba a través de la ventana. Las tormentas le encantaban, le llenaban de energía y le sosegaban. Se sentía fuerte y poderoso. De manera que, abrió su mente y escuchaba. A veces en este estado, semejante a meditación, podía

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captar algunos rasgos de pensamientos nítidos de otras personas a larga distancia.

/

La temperatura exterior bajó a – 57,4ºC, la noche había entrado en su última cuarta parte. El firmamento se comenzaba a despejar y poco a poco se podían distinguir en ello las primeras estrellas. Lorm estaba temblando, sufría de frío. El uniforme que llevaba puesto no era térmico y por eso casi no le calentaba. El casco del aerodeslizador tenía un grosor de sólo 12 cm y además a través de dos fisuras causadas por el impacto entraba dentro el aire gélido desde afuera. La luz roja de emergencia se apagó hace poco y Lorm se encontraba en la oscuridad casi total. El chichón le dolía y comenzaba a supurar, y cuando él lo apretó expulsaba un flujo espeso y pegajoso. También el hombro dislocado se le había hinchado y para colmo necesitaba segregar. Ese proceso tan común si uno se hallaba bajo condiciones normales no presentaba dificultad ninguna, pero ahí con la rasca tan rigurosa que hacía, significaba una tarea más que chunga.

Como sabíamos los Xibogs tenían tres órganos de reproducción y si necesitaban segregar tenían que desnudarse de cintura a abajo y sentarse. Los residuos líquidos (orina) se expulsaban mediante dos de ellos (el tercero tenía uso muy distinto). Ese proceso duraba aproximadamente una octava séptima parte de la salida (o sea unos 20 minutos terrestres). Nada grave se podía decir, claro, sin embargo, si la temperatura interior dentro de la nave marcaba – 25,5ºC eso sí que cambiaba un poco la situación y la convertía en un problema bastante grande.

Lorm intentó calmar el temblor y se levantó. La inclinación de la nave no le permitía erguirse completamente. Él tenía que apoyarse contra las paredes y el techo, usando alternativamente sus tres manos y así desplazarse a la parte trasera del aerodeslizador dónde estaba la habitación de segregación. Por su frente le corrían gotas de sudor gélido, probablemente también tenía fiebre.

´Más tarde tengo que mirar los medicamentos que hay aquí e intentar bajar la calentura si quiero salir de esta mierda más o menos bien.´ pensó Lorm.

/

Las estribaciones estaban llenas de cuevas. Una de ellas habitaba un tun-cay. El ruido del impacto de la nave le había despertado. El tun-cay se arrastró más profundo en la cueva y se escondió en un rincón, esperaba. No quería ser descubierto.

Transcurrió algo de tiempo. Seguía lloviendo. La cosa (aerodeslizador) que estaba afuera no se movía. El tun-cay salió de su escondite y sigilosamente se acercó a la boca de la cueva. Luego se paró y comenzó a escanear el terreno. Al cabo un rato, captó una

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ligera diferencia de la temperatura que provenía desde dentro de la cosa. Algo vivo acechaba allá. El tun-cay calculaba las posibilidades. Su cerebro primitivo, que pesaba 1,1 kg, llegó a esta conclusión: El ser que está dentro no puede salir por la lluvia. Es peligroso. El tun-cay decidió esperar.

Transcurrió más tiempo, la lluvia cesó. El tun-cay escaneó de nuevo el terreno. El ser dentro de la cosa dormía, su temperatura corporal lo indicaba. El tun-cay llegó a otra conclusión: Está herido y por eso no sale. Se podría cazar. El tun-cay decidió esperar más.

Aún era de noche pero quedaba ya poco para amanecer.

/

Lorm se acercó a la habitación de segregación y abrió la puerta. La pared interior estaba abollada y abajo se podía ver una fisura no muy grande. Entró dentro. Debido a poca luz no se fijó en el charco congelado que se había creado en el suelo y se resbaló. Acto seguido, se golpeó fuertemente la nuca y se desplomó.

Cuando cobró la conciencia, los primeros rayos del Maar ya estaban haciendo cosquillas al casco del aerodeslizador. Lo primero que notó era el dolor pulsativo en la cabeza, lo segundo era la humedad en sus pantalones, no hacía falta indagar la razón porque estaban mojados.

´Tengo que tomar una medicina. Tengo que conectarme con alguien. Y tengo que salir de aquí.´ Se levantó pesadamente. Su órgano de digestión dio un brinco y Lorm vomitó. Luego se limpió la boca con una mano y apoyándose contra las paredes se fue a la búsqueda del botiquín.

El tun-cay se asomó a la cueva, la cosa estaba a unos 50 metros a la derecha y el ser estaba dentro. Ahora se movía pero muy lentamente, se escuchaba el ruido de sus pasos. El tun-kay salió de la cueva y empezó a arrastrarse hacia la nave. La superficie estaba bastante lodosa y dificultaba su movimiento.

Hurgando entre los frascos Lorm encontró Kiarr. Tragó tres pastillas en seco y se regresó a la sala de mandos. Ahora con la luz diurna podía ver los daños considerables que la colisión había causado dentro de la nave: la ventana frontal estaba agrieta y amenazaba con romperse en cada momento, el monitor de un ordenador se había estallado y encima la puerta corrediza estaba totalmente destrozada, para poder salir había que utilizar la escotilla de emergencia que estaba en el techo justo al lado de un pequeño ventilador. Lorm se acercó a ella y probó girar con la rueda que la abría, pero esta se atascó después de dar tres vueltas.

“¡Maldita sea, joder!” maldijo en voz baja y miró a su alrededor. En la pared había un extintor colgado de dos ganchos. Lo descolgó y

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golpeó con él la escotilla. Nada, la posición de la escotilla seguía igual. La golpeó con más fuerza. El resultado era el mismo. De repente, un arrebato de furia se apoderó de él.

El tun-cay podía escuchar los golpes fuertes y rápidos y luego los gritos frenéticos del ser, y se paró en seco. Ahora se hallaba a unos cinco metros de la cosa. Había que esconderse por si el ser lograba salir. Era necesario cogerle desprevenido y atacar rápidamente. El tun-cay se acercó hasta el casco álgido de la cosa y se quedó allí. El ángulo de la inclinación de la nave no permitiría al ser que le viera.

Lorm dejó de gritar y arrojó el extintor a un lado. Le dolían las manos debido a los golpes enloquecidos. No obstante, la escotilla se aflojó un poco. Así que dio media vuelta y se alejó al pasillito. Después cogió una barra de hierro que servía como palanca en situaciones de emergencia, metió un extremo de ella dentro de la ranura de la escotilla y la apretó hacia abajo. La escotilla crujió y la ranura se abrió un poco más. Lorm repitió el proceso. La escotilla, por fin, se soltó y chocó contra el casco del aerodeslizador. El aire fresco entró dentro. La temperatura exterior había subido ya a + 2ºC. El Maar brillaba y el viento estaba moderado. Lorm sujetó con la mano central y la derecha los cantos de la escotilla y pasó por ella. Gracias a sus ventosos dedos, eso era bastante fácil.

El tun-cay se encogió y se preparó.

Una vez liberado, Lorm se sentía mejor. Se incorporó y observó el paisaje muerto. Luego desvió la vista y vio el morro de la nave incrustado en el saliente de la roca.

“Vaya aterrizaje.” dijo y se empezó a reír, simplemente no podía evitarlo. Cuando se tranquilizó un poco, se sentó en el casco y reflexionó:

´Podría saltar de la parte frontal del aerodeslizador a la parte arriba del saliente y después trepar un poco más alto. Aquí hay un bloque plano desde dónde podría probar la conexión.´ Se puso en pie y fue entonces, cuando el tun-cay atacó. Tres de sus siete colas se lanzaron desde debajo y azotaron el casco sólo a uno 5 cm del tobillo de Lorm. Él se giró bruscamente y desenfundó. Pero el arma no estaba en la vaina. Tenía que haberlo perdido antes, en alguna parte dentro de la nave. El tun-cay salió de su escondite y arrojó otra vez las colas. Sus dos cabezas daban rugidos furiosos. Una de las colas hostigó la pantorrilla de Lorm. El dolor picante estalló en su pierna y él saltó torpemente a través de la escotilla dentro del aerodeslizador. Acto seguido, se golpeó contra la silla y por un momento se quedó inmóvil. Después se incorporó y comenzó a buscar el arma. Durante un rato, que le parecía interminable, lo encontró echado en un rincón y lo tomó. Luego nuevamente pasó por la escotilla y miró alrededor. Pero el tun-cay no estaba.

“¿Dónde estás, cabrón? ¡Sal que te vea!” gritó.

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La respuesta vino desde detrás. Tres colas aparecieron velozmente y flagelaron su espalda. El lanzó un grito y disparó. La bala se hundió en un charco.

“¡Sal, JODER! No tengo todo el puto día para jugar contigo.” Esta vez las colas aparecieron desde la derecha. Lorm los esquivó. Luego se inclinó un poco, apretó el gatillo y otra vez falló. El tun-cay era rápido. Lorm fue corriendo a la parte frontal de la nave y saltó hacia el saliente. A continuación, se sujetó fuertemente con las manos central y derecha y se flexionó hacia arriba, jadeaba. El tun-cay se escondió tras el casco, era bastante listo. Lorm se sentó con el arma en la mano izquierda esperando.

El Maar ya comenzaba a calentar el aire. La temperatura subió a +11,5 ºC y el viento seguía moderado. Lorm probó la conexión:

“Aquí Lorm, he tenido un accidente y necesito ayuda, mis coordenadas son 578-285, cuadrante 6.” Emitió varias veces el mensaje pero sin respuesta ninguna. Había que subir aún más alto y eso era peligroso.

/

Sin embargo, Goff este mensaje captó. Aún estaba de pie con la vista clavada en la ventana pero totalmente ensimismado como si estuviera dormido sin la noción de la realidad. Los pensamientos malvados que habían nacido en su cabeza, después de su transmutación, crecían y le susurraban cosas que le irritaban e inquietaban, le incitaban y le instigaban:

“Hasta ahora has capturado sólo cuatro raquíticos y enfermos vasallos, pero ser EL REY de verdad, significa tener muchos siervos y dominarlos. Manipular con ellos igual que si fueran las fichas del ajedrez y decidir si van a morir o vivir. AHORA tienes la oportunidad. Lorm está en apuros. ¡Ve a por él, encuentra su punto débil y MÁTALO! Apodérate del mando, y luego te obedecerán, todos los que se ríen de ti, todos los Xibogs que menosprecian tu raza.”

Goff miró las camillas, los cuerpos de Kuxs dejaron de temblar hace poco. El color de sus caras se aclaró a matiz grisáceo. La transformación había entrado en su fase final. A las dos Centinelas les pasaba una cosa completamente diferente: las convulsiones zarandeaban incesablemente sus músculos flácidos, de las bocas les caían las salivas en hilos abundantes y también a través de los ojos se filtraba un flujo transparente. Sobre todo, comenzaban a apestar y ese hedor era insoportable.

“¡Deshazte de ellos! ¿Acaso no ves que no te servirán para nada? Y creo que tampoco les podrás manejar, son tan frágiles y tan inestables que quizás el cambio les cause daños cerebrales tan profundos e irreparables que, al final, se volverán contra ti y cuando menos te lo esperes te traicionarán, te apuñalarán enfrente de todos

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y dejarán que mueras lentamente. Y luego invitarán a los escarabajos para que te devoren. ¿Sabías que los escarabajos son sus secuaces? ¿Sus amigos íntimos? ¿No? Pues así es y ahora se está preparando algo grande. Ya lo puedo oler desde lejos, casi lo puedo tocar, veo tu perdición………”

“¡¡CÁLLATE YA!!” gritó Goff. La cabeza le dolía y de repente, tenía ganas de vomitar y vomitar hasta que se acercase el fin.

“¡Pues MÁTA A LORM y te dejaré!”

Una ráfaga leve acarició el cobertizo. Goff se apoyó contra la pared y respiró hondo, ya no quería escuchar más sus pensamientos. De pronto, le daban miedo. Al incorporarse otra ráfaga de viento sacudió el tejado. Después vino una laguna negra y omnipresente y lo absorbió: Él sintió como el suelo se rompía debajo de sus pies y como se hundía en un pantano lleno de lodo verde y ponzoñoso. Unas manos enormes le agarraron violentamente por los tobillos y empezaron a tirarle hacia abajo para sumergirle más profundo. La respiración se convirtió en algo muy difícil, un peso grande le comprimió atrozmente el pecho. Las manos intensificaron la fuerza y Goff comenzó a gritar. El barro le entró en la boca y después a través de su faringe dentro del tórax. Se estaba ahogando. El esfínter se le aflojó, pero Goff no lo notaba…….me estoy muriendo….

……….tic-tac/tic-tac (el reloj del destino intervino)……….

… su cuerpo dio una sacudida y Goff se despertó. Por supuesto, no estaba dentro de ninguna ciénaga, eso era sólo el producto fantasmagórico de su mente trastornada. Se encontraba afuera del cobertizo arrastrando uno de las Centinelas (el más joven) hacia la frontera. No sabía la razón porqué lo estaba haciendo, simplemente le parecía que eso era lo correcto. Dio varios pasos más y dejó caer la Centinela cuyas extremidades temblaban y daban calambres espasmódicos a la tierra, luego voceó hacia la zona nocturna:

“¡Venid! Vuestro amigo ya está aquí. Podéis charlar un poco. Seguramente tenéis un montón de cosas que discutir y cuando terminéis, ¡clavad vuestros venenosos dientes dentro de su carne infectada y comedle!” Goff lanzó un aullido y luego soltó una carcajada loca. Su demencia tocó el clímax. Todos los pasadizos y rincones de su cordura se habían derrumbado. Si antes existía algo bueno dentro de él ahora se pudría debajo de las capas gruesas de la insania, de la ruindad y de la alevosía.

… y renació el Rey NEGRO desde la cuna de la peste…

En ese momento, el cuerpo de la Centinela se arqueó bruscamente hacia atrás y se empezó a desgarrar en dos. Aparecieron las entrañas conforme se abría su pecho. La Centinela chillaba y chillaba. Goff estaba mirando esa horrible escena completamente impasible. Luego

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dio media vuelta y se alejó. Los pensamientos continuaban carcomiéndole:

“¿Lo has visto? No valen para nada, hay que levantar el puño y decir: ¡Se acabó! Allí te espera el reino, sólo tienes que destronar al monarca y asumir el cetro.” Goff pasó al lado del montón de Xibogs carbonizados sin alzar la vista, sin darse cuenta. Se dirigió al aerodeslizador, con el que había llegado Poex cuando aún podía disfrutar de su vida, y abrió la puerta corrediza. No giró la cabeza para dar una última mirada, ni para despedirse, ¡no! Simplemente entró, se sentó en la sala de mandos y encendió los motores protónicos. La nave despegó sigilosamente. Goff aceleró y programó rumbo hacia las estribaciones y hacia Lorm.

/

Lorm metió tres dedos de su mano derecha en una pequeña cavidad y se empujó. Con su pierna derecha encontró una prominencia y la pisó, esperaba que aguantase su peso. Luego miró hacia arriba, cambió el agarre y sujetó otra piedra que sobresalía de la roca. El sudor le corría por la cara. El Maar brillaba implacablemente y la temperatura subió a +29,3ºC. Lorm buscó otro agujero dónde se podía asir. Ya faltaba poco, el bloque plano estaba a unos cinco metros sobre su cabeza.

Ahora venía la parte más difícil porque allí la superficie de la peña era casi lisa. Lorm estiró la mano central y pegó su ventosa palma en la pared, lo mismo hizo con la mano derecha. Acto seguido, se empujó y durante un par de segundos pendía en el espacio libre colgando sólo de sus dos extremidades. Luego chocó contra la roca y pisó un saliente. Faltaban dos metros. El sudor le picaba en los ojos. Él cambió otra vez la posición de los brazos y dio un pequeño salto. Los dedos alcanzaron el bloque plano y encontraron una oquedad. Contuvo la respiración y con toda fuerza se flexionó hacia arriba. Hubo un momento, cuando la gravedad ganaba pero después su peso la superó. Ahora con la mitad del cuerpo tumbado en el bloque, un pinchazo le penetró el hombro izquierdo que antes se le había dislocado. Él lanzó un grito y aflojó un poco el brazo derecho. A continuación, sus zapatillas se resbalaron por el basalto y él estaba a punto de caerse.

El tun-cay salió de su escondite y lo miró, preparado para atacarle en el momento de su caída. De pronto, una sombra grande opacó el Maar. Se acercaba un pajaroid. Lorm lo divisó de reojo:

´¡No me jodas, que voy a morir desgarrado por este puto bicho!´ Gritó para sus adentros y a pesar del dolor tremendo tensó los músculos y comenzó a arrastrarse nuevamente por el bloque. El pajaroid cobró velocidad. Lorm intentó apoyarse con la rodilla derecha contra la roca pero el ángulo aún era muy grande de modo que, se empujó más y fue entonces, cuando se le dislocó otra vez su

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hombro. El dolor era indescriptible. Lorm dio un chillido agudo pero seguía arrastrándose. Las alas enormes del pajaroid agitaron el aire. El tun-cay abajo rugió. Lorm inclinó la cabeza justo a tiempo para esquivar un picotazo. El pajaroid chocó contra la piedra y graznó. Lorm vociferó:

“¡JODETÉÉÉ, HIJO DE PUTA!” y dio el último empujón. El hombro torcido crujió feamente. Al borde del desmayo Lorm sacó el arma y disparó. El pecho del pajaroid literalmente explotó, varias gotas de su líquido corporal salpicaron el uniforme y la mejilla de Lorm. Acto seguido, el bicho se precipitó hacia abajo y se hundió en un charco. Lorm se desplomó en el bloque. El arma se le cayó de la mano y se quedó a unos 10 cm del canto de la prominencia.

Abajo el tun-kay empezó su banquete.

/

Transcurrió algo de tiempo, pero no mucho y Lorm abrió los ojos. Al principio no sabía que estaba pasando, ni dónde se hallaba. Sin embargo, el dolor del hombro izquierdo se lo recordó cruelmente. Procuró sentarse. Cuando estiraba las piernas, empujó el arma un poco más cerca al canto. No se dio cuenta. Luego se respaldó contra la pared de la roca y se limpió la cara, transpiraba una barbaridad.

´Tengo que encajar otra vez este puto hombro´ se dijo y cerró los ojos.

El tun-kay continuaba devorando el cuerpo grande del pajaroid. Una de sus cabezas desgarraba la carne y la trituraba despiadadamente mientras que la otra succionaba el líquido corporal del bicho. Cuando terminó se retiró a la cueva a descansar y acechar. El ser seguía allí arriba y el tun-kay sabía que, tarde o temprano, tenía que bajar.

Lorm se sujetó cuidosamente el brazo dislocado y atenazó los dientes. Luego tiró de él hacia arriba y gritó de dolor. La articulación del hombro encajó en el acetábulo, pero no muy bien. Los rayos del Maar abrasaban el semblante de Lorm. Él dio otro tirón. Esta vez se escuchó un sonido semejante a plum. Los huesos se ajustaron y el dolor se disipó un poco, pero seguía disparando agujas por todo su cuerpo. Lorm cambió la posición de sus pies y la punta de su zapatilla izquierda tocó el arma. Esta se giró y se paró con el cañón sobresaliente del bloque, su equilibrio balanceaba completamente al filo de la suerte. Lorm no se dio cuenta, estaba apoyado contra la pared y trataba de calmarse:

´La conexión, manda el puto mensaje y nos piraremos.´ Se concentró:

“Aquí comandante Lorm. He tenido un accidente y necesito ayuda. Mis coordenadas son 578-285, cuadrante 6. Repito, aquí comandante

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Lorm. He tenido un acidente y necesito ayuda. Mis coordenadas son 578-285, cuadrante 6. Si alguien me escucha, responded.”

Nada, silencio total, ni siguiera se oían atisbos de las interferencias. Lorm cerró los ojos. La frustración y la desesperación empezaban a anegarle, pero también la ira y la rabia. Estaba metido en un lio increíblemente jodido: el aerodeslizador destrozado, el hombro dislocado e hinchado, un chichón grande en la frente que supuraba, la fiebre, y por supuesto, no había que olvidarse de los pantalones mojados. Además, en algún sitio de abajo le estaba esperando un puto bicho para convertirle en su puta merienda. Pero lo que realmente le cabreaba era el hecho de que no podía establecer el contacto. Se levantó muy pesadamente y miró hacia la planicie. El órgano que funcionaba como el corazón le latía frenéticamente, el viento secaba su sudor. Lorm bajó la vista y, por fin, se fijó en el arma. Se agachó y la cogió. De alguna manera eso fue la última gota que desbordó el vaso y desencadenó su cólera. Lorm abrió la mente y comenzó a vociferar:

“¿DÓNDE COÑO ESTÁIS TODOS? ¿CUANTO TIEMPO TENGO QUE PUDRIRME EN ESTE PUTO BLOQUE DE MIERDA Y ESPERAR A QUE ALGUIEN SE DIGNE DE PASAR POR AQUÍ Y RECOJERME? MIS COORDENADAS SON 578-285, 578-285. ¡LO HABÉIS OIDO YA CLARAMENTE! ¡¡¡ASÍ QUE, CONTESTADME DE UNA PUTA VEZ!!!!”

/

El mensaje intensificado por la rabia que había emitido Lorm se disparó como una bala y rebotó contra las estribaciones. Acto seguido, se extendió por el espacio libre y finalmente encontró su receptor.

Rash y Durby se estaban regresando de su viaje rutinario. Eran dos Xibog jóvenes que vigilaban y proveían los cuadrantes 4 y 5 con los víveres. El aerodeslizador que conducían era de carga especialmente adaptado para desplazar grandes cajas con alimentos y barriles con líquido. En el momento, cuando Lorm medio loco transmitió el mensaje, pasaban por encima de una planicie a distancia de unos doce kilómetros y le respondieron. A continuación, cambiaron el rumbo y se dirigieron hacia las estribaciones.

*

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Zonas nocturnas

( la danza de los escarabajos y las sanguijuelas )

El contagio entre los escarabajos se extendía peligrosamente rápido. La transmutación gracias a su simple sistema molecular duraba medianamente una tercera parte de la puesta del Maar. Hasta ahora enfermaron 16 colmenas y se formaron dos grandes manadas. Cada una de ellas contenía aproximadamente seis mil escarabajos transformados que se dirigían hacia los puntos fronterizos de las zonas 5/6 y de las zonas 4/6. Unos 15% de los escarabajos murieron durante la fase del cambio. Sus reforzados cuerpos o bien explotaron o falló su sistema de la descomposición del metano. Otros casi 15% habían sido desgarrados y devorados por sus hermanos ávidos. Se intensificó el acoplamiento y las hembras embarazadas se agruparon en los centros de cada de las dos manadas para ser protegidas contra el ataque eventual. A medida que crecía el número de los escarabajos contagiados se comenzó a crear un vínculo sensible entre ellos que les permitía unir sus primitivas mentes en una central y actuar sincronizadamente cómo un individuo. También se desarrolló extraordinariamente su pensamiento colectivo y se incrementó su fiereza. Los primeros escarabajos, que se habían contagiado cerca de las ciénagas movedizas crecieron hasta el tamaño de 40 cm, los demás variaban entre 20-35 cm.

Los escarabajos se desplazaban exclusivamente durante la noche. Si se topaban durante su traslado con otras formas vivas las mataban. Primero se alimentaban las hembras y luego los demás. Durante el día descansaban escondidos debajo de la tierra, sólo dejaban un grupo pequeño de ellos que vigilaran la zona de descanso.

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Su inteligencia demostraba los rasgos de los animales superiores altamente avanzados en la evolución.

El propósito de alcanzar los puntos fronterizos era evidente. Los escarabajos querían penetrar dentro de las zonas diurnas y saciar su avidez de matar. Sabían que en estas zonas vivían otros seres. No obstante, también sabían que estos seres eran extremadamente peligrosos, pero ellos confiaban en su gran numerosidad. Para conservar su raza necesitaban mucha comida y en las zonas nocturnas escaseaba.

Ahora las dos manadas unidas por el vínculo mental se hallaban a unos dos kilómetros de las fronteras diurna/nocturnas cerca de los puntos que colindaban con las zonas 4/6 y 5/6. Descansaban y esperaban cuando se oscureciera para poder cruzarlas y atacar.

Respecto a los escarabajos había que mencionar un hecho que mostraban el nivel alto que había logrado su inteligencia. El embarazo de las hembras transformadas duraba una puesta y cuatro más o menos, así que las que habían sido violadas cómo las primeras necesitaban ya poner los huevos. Por eso había que encontrar una manera de hacerlo para que las larvas recién nacidas tuvieran permanente suministro de alimentos. Y los escarabajos lo solucionaron. Mataron a los hun-huns, que habían descubierto durante su camino, y dejaron que las hembras pusieran los huevos dentro de sus cuerpos muertos. Los hun-huns eran suficientemente grandes como para mantener las larvas vivas y permitir que, por lo menos, un 65% de ellas se puparan y se convirtiesen en los escarabajos adultos. Los ataques contra los hun-huns se hacían muy organizadamente. Claro que había bajas, pero esas se redujeron drásticamente debido a la integridad de los escarabajos.

/

En lo que se refiere a las sanguijuelas (tun-tuns) infectadas, la transmutación transcurría más lentamente en comparación con los escarabajos pero algunos aspectos tenía muy violentos e inescrutables.

La primera fase había comenzado al cabo de una cuarta parte de la salida del Maar después del contagio y había influido directamente a los centros cerebrales que servían para discernir su propia especie. Por lo tanto, las tun-tuns se habían dividido en dos grupos, las que atacaban y las que se defendían. Las luchas habían sido cruentas pero rápidas. El porcentaje de la mortandad se estimaba a unos 40%. Después vino la fase dos - la transformación de los órganos y el crecimiento.

Durante esta fase los cuerpos ovalados de las sanguijuelas se retorcían y tenían convulsiones enormes, se agrandaban y se comprimían. Las que eran más jóvenes y no tenían plenamente desarrolladas las funciones vitales morían sufriendo graves daños de

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su sistema de digestión de modo que, los jugos que servían para la descomposición de la comida las envenenaban desde dentro. Esta fase exigió la perdida de otros 15% más. Las restantes 45% que sobrevivieron, entraron en la tercera y última fase de su transmutación. Por entonces, ya se había incrementado su tamaño a 30 cm (o sea 1,75 veces más que el tamaño original). Esa última fase presentaba el desarrollo de la vista y de la detección térmica.

Ahora eran capaces de ver nítidamente a la distancia de 5 kilómetros, la detección térmica además perfeccionaba su vista nocturna. Las tun-tuns no se unían con el vínculo mental como los escarabajos, sus poli-celulares cerebros no lo permitían. Sin embargo, después de la trasformación había nacido dentro de ellos una nueva necesidad que les obligaba a salir de su zona que normalmente habitaban y a desplazarse hacia las zonas diurnas. Esa necesidad se llamaba: la depredación incondicionada y eso sí, que las unía a todas.

Hacia el amanecer las sanguijuelas iniciaron el desplazamiento, el olor de los escarabajos las volvía locas.

Ahora cuando el Maar casi tocaba su punto culminante, su manada de casi 190 de ellas, se encontraba a unos 8 kilómetros de la manada de los escarabajos que se dirigía al punto fronterizo 4/6. Los rayos del Maar implacablemente abrasaban la tierra y las tun-tuns se tuvieron que esconder.

Se aproximaba una colmena subterránea abandonada, que hace no mucho servía cómo la madriguera de los tipos X2. Las sanguijuelas se refugiaron allí esperando a que bajara la temperatura y a que pudieran otra vez empezar el desplazamiento.

/

En la zona 6 frontera, que limitaba con el cuadrante 3, los escarabajos también pasaban por la transformación. Debido a que se infectaron hace poco, se encontraban en la fase uno. Sin embargo, algunos de los que eran muy maduros ya habían entrado en la fase dos – el crecimiento.

Cerca de su colmena, tenía el nido un hun-hun. Era un macho solitario y hambriento. Las vibraciones corporales de los 853 escarabajos causaban regulares oscilaciones subterráneas que le irritaban y ponían muy furioso. El hun-hun, a pesar del calor que hacía afuera, salió del nido y comenzó a reptar hacia la colmena. Su cuerpo tubular se movía rápidamente por la superficie árida. El viento soplaba a su favor y él no tardaba mucho en alcanzar la colmena.

Cuanto más se acercaba más enfurecido se sentía puesto que incrementaban las oscilaciones. También se podía escuchar los sonidos secos que producían los élitros de los escarabajos.

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El hun-hun se paró por un momento para reflexionar acerca de la estrategia de su ataque y luego se hundió dentro de la colmena. Sus dientes empezaron a destrozar los cuerpos de los escarabajos. Mató 286 de ellos y totalmente saciado se regresó a su nido sin saber que muy pronto se terminaría su vida que antes conocía. La enorme dosis del ADN contagiada agilizaría radicalmente su cambio y le causaría daños irreversibles.

Los restantes 567 escarabajos continuaban con su transmutación.

/

Cuando se ponga el Maar la danza de los escarabajos y las sanguijuelas entrará en escena y el ocaso del planeta Rhod se aproximará.

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Zona 9, después de la salida de la Xar

(la mañana)

Después de ese muy agradable encontronazo con Cludd y después de que él le dijese que llevase el cadáver de Guw fuera de la base y lo quemase y luego que se fuera a tomar por culo, Gris se conectó con Alby. Los dos eran jóvenes y los dos eran buenos amigos. Llegaron a Rhod hace una órbita y cuarto, después de haber sido elegidos como los mejores de la división ALFA y los dos sabían que ese trabajo era una mierda.

Ahora se hallaban en la morgue recogiendo el despojos de Guw. Los dos llevaban puestos guantes especiales y se habían cambiado las mascarillas por las que se utilizaban normalmente en los casos del contacto directo con alguien muerto. No querían arriesgar el contagio.

“¡Joder tío, que asco!” dijo Alby con aversión indicando con un dedo corto el cuerpo de Guw. “Tenemos que mirar dónde están guardados los sacos para poder meterlo dentro y sacarlo de aquí por la escalera.” tosió y luego añadió:

“¿Cludd te la tiene jurada o simplemente has estado en mal lugar en mal tiempo?”

“Lo segundo.” respondió Gris y se fue en la búsqueda de los sacos. Los encontró en la habitación contigua en una caja grande que estaba apoyada contra la pared y cogió dos. Luego lo pensó mejor y cogió dos más.

Al regresar, Alby ya había limpiado con los trapos la mancha del líquido corporal de Guw que se comenzaba a secar.

“Tenemos que envolverlo en algo, tío. No quiero tener ningún percance imprevisto cuando lo vayamos a llevar a la nave. Creo que allí tienen mantas.” Alby señaló al armario que estaba al lado de los depósitos verticales y empotrados para los cadáveres. Gris asintió con la cabeza y se dirigió hacia allá. La bombilla, que daba luz tenue, parpadeó dos veces y luego se estabilizó nuevamente. Desde arriba, se escuchaban los pasos apresurados de los soldados. Gris abrió la puerta de vidrio del aparador y miró dentro. Abajo había un montón de mantas negras plegadas. Se agachó y cogió dos. Luego se incorporó, regresó a Alby y le dijo:

“Bueno, vamos a terminar con esta mierda. Los muertos me ponen de los nervios. Oye Vikky (ese era el nombre de pila de Alby), estaba

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pensado que antes de quemar el cuerpo podíamos pasar por el cobertizo de Broky y beber un par de botellas de Bizz. Ya hace dos puestas que no le vi. ¿Qué te parece?”

“Suena bien.” replicó Alby. “¡Ahora sujeta esto!” le pasó una manta. “¡Despliégala! Hay que colocar el cadáver en el centro. Después lo enrollaremos y lo meteremos en los sacos.”

Tardaron una barbaridad. Guw pesaba un montón y los dos sudaban. Una vez tenido el cuerpo dentro ataron los sacos con una cinta verde para que no se aflojasen o abrieran durante el traslado al aerodeslizador. A continuación, empezaron a empujar el bulto hacia la puerta. Los sacos hacían un ruido estrepitoso que daba escalofrió. Al alcanzar la escalera se incorporaron y descansaron un poco. No hablaron, sabían que ahora les esperaría lo más jodido; subir el cadáver hacia arriba.

Alby se situó en el segundo escalón y levantó el bulto. Gris hizo lo mismo al otro extremo y lentamente empezaron a arrastrar el cuerpo de Guw por la escalera. Cuando estaban en mitad del tramo, uno de los sacos se desgarró.

“¡Me cago en la leche, tío, porque tiene que tocarnos siempre la china a nosotros dos!” dijo algo disgustado Alby.

“Piensa en Bizz.” respondió Gris y empujó el bulto con más fuerza. Alby no lo esperaba y se balanceó. Acto seguido, se le deslizó el saco que golpeó contra el escalón y se desgarró un poco más.

“¡Joder ten cuidado, tío!” replicó enfadadamente Alby .

“Lo siento.” se disculpó Gris.

Por fin, alcanzaron el pasillo de la planta baja, los dos jadeaban como un can-toy furioso. De repente, se asomó a una de las salas de operación un soldado. Alby le llamó y le pidió que les ayudara a llevar el cadáver al aerodeslizador. Entonces el soldado se acercó, pero en su cara se notaba claramente que no le gustaba nada hacerlo. Traspasaron el pasillo y luego salieron por la puerta mayor afuera. Entre los tres el peso de Guw ya no presentaba tan problema.

Una nave más pequeña, que utilizaban los médicos para distribuir medicamentos por la base, estaba aparcada al lado de la enfermería. Ellos giraron a la derecha y se dirigieron hacia ella. El viento agitaba los sacos.

“Bueno chicos, aguantad, yo abro la puerta.” dijo Alby. Después apretó un botón verde y desbloqueó la cerradura. Se escuchó un sssss silencioso cuando la puerta corrediza empezó a moverse.

Depositaron el bulto dentro de la nave. El soldado que les había echado una mano se esfumó rápidamente, contento de que no le pidiesen que les acompañase a quemarlo.

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“Mira a ver si hay dentro algún lanzallamas.” dijo Alby intentando arreglar el saco roto. Gris echó un vistazo en un armario estrecho. Tuvieron suerte, dentro había un lanzallamas y un desintegrador. Él se giró hacia Alby y sonrió.

“Perfecto.” asentó Vikky con la cabeza. Luego se levantó, se acercó al panel de control y arrancó los motores. Despegaron y tomaron el rumbo al cobertizo de Broky sin saber que el destino les había preparado algo absolutamente distinto que beberse un par de botellas de Bizz.

/

Mix número uno también se dirigía al cobertizo. El amo le había dado las instrucciones: llevar el feto al cubil de Broky, extraer de él tejido infectado y contagiar los víveres de la base. También le dijo que había que atrapar más Xibogs y convertirlos en los nuestros.

Mix ahora volaba sobre la planicie resquebrajada y llena de piedras de marga a unos 8 kilómetros de su destino. El termómetro indicaba la temperatura exterior – 13,5ºC, se acercaba el amanecer. Apretó un botón marrón en el teclado del ordenador de bordo y la pantalla se iluminó. En ese momento, mostraba la altitud de 98 metros. Mix se sentó y se apoyó contra el respaldo acolchado. De pronto, le asaltó un dolor tremendo en las sienes. La vista se le desdibujó y los ojos comenzaron a lagrimear fuertemente. Casi a tientas cogió el volante semicircular y redujo la velocidad y la altitud. El dolor seguía atacándole y parecía intensificarse. Él empujó el volante más abajo y la nave aterrizó precipitadamente dando varios golpecitos contra la tierra pedregosa. Luego se paró, el motor protónico ronroneaba acompasadamente. Mix se desplomó en la silla oprimiéndose la cabeza. Las imágenes raras que eran efecto secundario y bastante desagradable de la transmutación empezaron a anegar su mente: vio algún tipo de insectos alados y deformados bulléndose en un charco con agua estancada y luego una zapatilla grande machacándolos; vio una habitación oscura con una lámpara vieja columpiándose lentamente en un gancho oxidado que iluminaba las paredes decoradas por unos dibujos feos que presentaban disecciones de algunas formas vivas y tan espeluznantes que verlas más de cincos segundos a uno le suscitaba náuseas; vio un pez con tres cabezas llenas de lenguas negras y con aletas rotas flotando entre las plantas babosas y venenosas que le trataban de cazar; luego vio una secuencia rápida de algunas caras desconocidas, arrugadas y carcomidas por las enfermedades y cuando la imagen se cambió otra vez, Mix se hundió en la negrura.

Cuando se emergió de ella, aún era la noche, pero en el horizonte ya se podían discernir los primeros rayos de la Xar. Mix se agachó y vomitó a lado de la silla. Luego se quedó un instante en esa posición y cerró los ojos. El dolor se había mudado de las sienes a la frente pero menguaba. Al cabo un rato, se enderezó y cogió con la mano

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central y la mano izquierda el volante, con la mano derecha apretó un botón azul y el aerodeslizador comenzó a despegar. Mix cobró velocidad y continuó hacia el cobertizo de Broky.

/

El aerodeslizador con los soldados jóvenes dentro abandonó la base y giró levemente a la izquierda. Conducía Alby. Gris estaba de pie en frente de la ventana lateral y observaba el firmamento, le gustaba el alba. Luego miró a Alby y dijo:

“¿Tienes alguna idea, tío, porqué Guw mató a todas estas personas? ¿Qué mosca le ha picado, joder? Es que no lo entiendo. Le conocía un poco y me parecía un tío legal, sabes. Y ahora esto.”

Al cabo de un rato, Alby le respondió:

“Yo creo que es por Rhod. Este planeta tiene algo malo en sí. Lo puedes sentir y a veces cambia a las personas. Y simplemente Guw no soportó la tensión y se le cruzarían los cables. Ya sabes, el bicho, la herida y todo esto juntos.” Alby se encogió de hombros y luego añadió:

“No sé, a veces pienso ir al cuadrante 2, robar uno de los cohetes espaciales, que están aparcados allá en el hangar, y esfumarme de aquí. Pero luego lo recapacito y ya sabes…”

Ahora pasaban por encima de una llanura. Alby inclinó un poco el volante a la derecha, ya se podía distinguir a distancia los contornos del cobertizo de Broky.

/

El dolor de la frente disminuyó y luego desapareció por completo. Mix aceleró y giró a la izquierda. Los faros del aerodeslizador alumbraron la llanura. El destino se acercaba. Apretó un botón azul y activó el radar. En la pantalla apareció un círculo que indicaba el perímetro de 2 kilómetros. Mix podía ver que a la distancia de 950 m se hallaba otra nave.

“Muy bien.” dijo con voz alta y sonrió.

“¿Hey tío, mira, ves esas luces? ¿Es otra nave y se dirige a nosotros, qué raro, no?” dijo Alby y redujo la velocidad a 55 kilómetros por hora. Luego bajó a altitud de 70 metros mientras el otro aerodeslizador continuaba acercándose y parecía que aceleraba.

Mix calculó la velocidad y el ángulo de la inclinación y luego se preparó para el choque. Agarró el volante con las tres manos y miró el ordenador. La distancia entre las dos naves era ahora 226 metros y se estaba acortando rápidamente.

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“¿Pero qué está haciendo este gilipollas? ¿Acaso no nos ve, o qué?” gritó Alby y desvió bruscamente el volante hacia la derecha. El otro aerodeslizador hizo lo mismo. La distancia se acortó a 50 metros, luego a 30 metros. Alby intentó bajar más la altitud pero ya no le daba tiempo. El morro de la otra nave chocó contra el lado izquierdo. El casco se abolló, luego se desgarró y el morro penetró dentro. Alby se vio arrojado contra el panel de control. Su cabeza se golpeó fuertemente contra el ordenador de bordo, se pudo oír un crujido igual que si se rompiera una rama seca. Gris se dio contra la pared y perdió la conciencia.

Cuando la nave de Mix rompió el casco del otro aerodeslizador, él accionó los frenos. La nave dio un brinco y su morro se liberó. Mix aflojó los frenos. A continuación, apretó el volante hacia abajo y aterrizó. La otra nave dio varios tumbos. Luego se cayó y se estalló contra la tierra a unos 70 metros más a la derecha. Un rato después, explotó uno de sus motores secundarios. Mix desbloqueó la puerta corrediza y salió afuera, sonreía.

/

Gris poco a poco recobró la conciencia. La colisión lo había tirado al pasillito cerca de la habitación de segregación. Lentamente abrió los ojos. La máscara se le había quitado de la cara y ahora estaba colgada debajo de su bulto de cuello, una de sus correas que le sujetaban estaba rota. Gris intentó sentarse. Le dolía la cabeza y también la rodilla izquierda. La miró y vio que se había cortado. Se apoyó contra la pared y respiró hondo. Acto seguido, comenzó a toser. El pasillito estaba lleno de humo y en la parte trasera de la nave se veían llamas. Gris se empezó a arrastrar hacia la sala de mandos.

“¿Hey Vikky, dónde estás? Tenemos que salir de aquí ahora mismo. ¡VIKKY! ¿Tío, me escuchas? ¿Vik…?” la voz se le congeló en la garganta.

Vikky estaba tumbado en el suelo en frente del panel de control. La posición de su cuerpo estaba raramente torcida y no se movía. Gris se acercó hacia él y le sacudió por los hombros. La cabeza de su amigo se inclinó flácidamente a la derecha, desde la boca se le caía el líquido corporal.

“¡Vikky, joder, despierta! Tenemos que salir. ¡La nave está ardiendo! ¡VIKKY, VAMOS DESPIERTA, TÍO!” pero Alby seguía inmóvil. Gris quería sacudirle otra vez pero en ese momento, se escuchó como alguien trataba de abrir la puerta corrediza. Gris dio media vuelta y se aproximó a ella. A continuación, apretó el botón que la desbloqueaba pero la puerta se quedó cerrada.

“¡Está atascada! Hay que probar la escotilla de emergencia.” gritó. Pero nadie le respondió, sólo se oían los pasos que rodeaban la nave.

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Gris, aún bastante aturdido, se regresó a Alby y susurró desesperadamente:

“¡Joder, tío, deja de hacer tonterías y despierta, POR FAVOR! ¡Tenemos que largarnos de aquí!” Nada, Alby sequía inerte. Alby estaba muerto.

La rueda de la escotilla comenzó a girar. Luego se paró y la escotilla se abrió chirriando. Gris miró hacia ella. Y fue entonces, cuando un ser, que se parecía remotamente a un Xibog, se asomó a ella y con sus tres manos grandes y deformadas le agarró la cabeza y un hombro y le sacó afuera de la nave. Él se cayó en la tierra. El ser se acercó rápidamente a él y le dio un puñetazo en la sien. La vista de Gris se oscureció, luego se ennegreció por completo y él perdió nuevamente la conciencia. Mix le contempló durante un rato y después emitió mentalmente el mensaje hacia el cobertizo:

“¡Tú – (BRO-KY), que estás dentro del cubil, sal. Necesito ayuda!”

/

Broky estaba medio sentado medio tumbado en la cama hundido en el mundo donde gobernaba el Rey Negro escuchando sus palabras avasalladoras. El Rey le decía que cuando acabara todo eso que él, Broky, se convertiría en su consejero principal y podría gozar de la riqueza y del poder durante el resto de su vida (sin mencionar, por supuesto, cuánto tiempo duraría esa vida). Luego le mandó en su mente unas imágenes de un palacio lujoso y Broky podía verse sentado en un sillón ostentoso al lado del trono del Rey. Podía ver los siervos arrodillados enfrente de él y casi podía sentir como el Rey le ponía su mano derecha en su hombro y agachaba un poco su cabeza. Después las imágenes desaparecieron. El Rey Negro se ausentó y Broky abrió los ojos. Estaba decepcionado pero también contento. Miró hacia Cludd que seguía atado en el sofá, su cuerpo ya había dejado de temblar y sólo de vez en cuando le daba un calambre. La transformación casi había terminado.

Broky se levantó y en ese momento, se oyó desde no muy lejos un estallido apagado. Sonaba como si se entrechocaran dos chapas de hierro. Él se acercó apresuradamente a la ventana y vio dos aerodeslizadores: uno que se estaba chocando contra el suelo y el otro que aterrizaba. A continuación, explotó un motor. Broky caviló:

´Quizás mi nuevo amigo haya tenido una compañía imprevista.´ y decidió esperar. Luego se alejó en la habitación contigua y cogió un arma, era un desintegrador. Se lo metió tras su cinturón y regresó a la sala de estar. Mejor estar preparado que ser pillado por sorpresa. Acto seguido, estalló en su cabeza como una granada, el mensaje de Mix:

“¡Tú – (BRO-KY), que estás dentro del cubil, sal. Necesito ayuda!”

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Broky gritó de dolor, se tapó los oídos y espetó mentalmente:

“¡Joder no tan fuerte! ¡Casi me has volado los sesos!” Después preguntó: “¿Te manda el Rey Negro para que te reúnas conmigo?”

El otro replicó:

“No conozco al Rey Negro. Me envía mi Amo.” la conexión se interrumpió. Broky vaciló por un instante: ´Uno tiene que ser precavido.´ A continuación, palpó su arma, se aproximó al sofá y controló si los alambres que sujetaban al teniente Cludd estaban bien atados. Uno de ellos se había aflojado. Broky lo apretó otra vez. Después se puso una chaqueta negra de licra y salió afuera.

/

Cuando se cerró la puerta del cobertizo, los ojos de Cludd se abrieron. La transmutación había alcanzado el 85%, pero Broky le había inyectado una dosis muy débil y ese error había causado una derivación de ella. Cludd no escuchaba voces dominantes ni del Rey Negro, ni del Amo, tampoco sufría alucinaciones descabelladas. Los cambios afectaron sólo los centros del comportamiento y profundizaron su agresividad. Cludd deseaba la venganza. Estaba totalmente furioso y anhelaba agarrar el bulto de cuello de Broky y estrangularle lentamente. Le volvía loco que este capullo de mierda, este yonqui le hubiese atrapado y le hubiese contagiado con alguna de sus jodidas drogas. Urdiendo sus planes de la revancha Cludd esperaba su oportunidad.

Y esa llegó cuando sonó desde afuera una explosión y alguien envió a Broky un mensaje. Cludd podía captar con su mente algunos fragmentos de su conversación. Le daba igual que decían, lo más importante era que Broky tenía que irse a ayudar al otro.

Ahora, por fin, estaba sólo. Pero tenía que actuar muy rápido, porque no sabía de cuánto tiempo disponía. Los alambres estaban atados bastante fuertemente. Sin embargo, Cludd no era ningún novato, tenía mucha experiencia y era listo.

El material del sofá era blando de forma que él apretó las manos contra las almohadas. El alambre que ligaba sus muñecas se deformó y luego se aflojó un poco, pero la mano aún no la podía sacar. Cludd intensificó la fuerza de la presión y el alambre se aflojó un poco más. Esta vez consiguió liberar la mano derecha. A continuación, desató los restantes alambres y se sentó. Le dolía la herida que le había hecho Broky en el esternón y también le empezaba a doler la cabeza a los lados.

Al cabo un rato, se levantó y se acercó a la ventana. Vio que Broky ayudaba al otro a desplazar un bulto hacia el aerodeslizador. No podía descifrar a esa distancia que exactamente era ese bulto, aunque tampoco le interesaba. Sólo le importaba que dispusiera más tiempo

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del que estaba pensando. Se dio media vuelta y se dirigió a la habitación contigua. Necesitaba un arma y ese yonqui de mierda seguramente guardaba alguno allá. No se fijó en que su propio desintegrador estaba tirado y olvidado en un rincón de la sala.

/

La temperatura ya había subido a – 7ºC, soplaba un brisa fresca y el horizonte se iluminaba por los primeros rayos de la Xar. Broky se dirigía al sitio de la colisión. El otro estaba agachado sobre el cuerpo de Xibog y tenía remangada la camisa en la mano izquierda. Broky vio que había sacado un cuchillo y que se cortaba el brazo. También vio que abría la boca de Xibog y dejaba caer su líquido corporal dentro. Sonrió y pensó:

´Ya eres nuestro, amigo´ y apresuró el paso.

Mix se levantó y dio media vuelta. Al ver su cara, Broky se paró en seco. Su mano se bajó automáticamente hacia el cinturón.

“Tranquiló amigo. Y ni se te ocurra sacar el arma.” dijo Mix con voz ronca.

“Lo siento. Es que me han asustado un poco tus cicatrices, pensaba que eras un Xibog.” respondió Broky y quería aducir algo más pero Mix le calló con un gesto severo. Después enseñó al cuerpo de Xibog y dijo:

“Cógele por los pies, tenemos que meterlo en la nave antes de que comience la trasformación. Luego habrá más tiempo para charlar.”

Trasladaron a Xibog dentro de la nave y lo pusieron al lado de una caja. Broky preguntó a Mix que había dentro de ella, él le respondió que pronto lo descubriría. A continuación, arrancó los motores y despegaron.

Cuando aterrizaban al lado del cobertizo, Broky someramente miró a través de la ventana lateral del aerodeslizador y divisó a distancia de un kilómetro una figura solitaria que iba corriendo hacia ellos. Sin embargo, si uno tuviera la vista mejor que él podría fijarse en que la figura más bien cojeaba con intención de correr.

/

El tramo entre la casa de Tush y el cobertizo de Broky era cuatro kilómetros y cuarto, que no era distancia tan grande, podría decirse. No obstante, a Tush le costó superarla un poco más tiempo de lo que al principio había pensado.

El primer problema vino cuando llegó a la llanura. La superficie pisada y reforzada que estaba en la base se cambió a ardua y llena de baches y piedras esparcidas por doquier. Debido a que aún estaba oscuro, su zapatilla izquierda tropezó con un cuarzo saliente. La

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inercia intervino y Tush se cayó de bruces, se raspó dos brazos y se dislocó parcialmente el tobillo.

El segundo problema vino cuando quiso levantarse. Evitando no pisar con el tobillo herido, trasladó todo el peso de su cuerpo a la mano central. Esta se resbaló y Tush se golpeó la nuca contra el mismo cuarzo con que había tropezado antes. Hubo un momento de negrura, de ausencia total y luego de vómitos.

Cuando, por fin, logró incorporarse, los primeros rayos de la Xar ya comenzaban a acariciar el cielo. Más bien cojeando que corriendo seguía adelante. Puesto que se acercaba al cobertizo de la dirección opuesta no podía ver la colisión de las naves, pero sí que podía oír la explosión del motor.

Ahora faltaba menos de un kilómetro. Tush se paró jadeando. El tobillo le pulsaba y ya se le había hinchado ligeramente. De pronto, empezó a hablar en su mente el intruso y Tush se perdió en sus palabras. Cuando Broky y Mix aterrizaban, él sin darse cuenta y totalmente ensimismado inició otra vez el camino hacia su destino.

/

Mix apagó los motores del aerodeslizador y dijo:

“Busca un cordón o algo con lo que podamos atar a este.” señaló a Xibog. Broky se alejó al pasillito y abrió un armario estrecho. Hurgó en él durante un rato y al final encontró un carrete con una cuerda gruesa. Después se regresó y se lo pasó a Mix. Él lo cogió y comenzó a ligar los pies de Gris. Broky lo observaba. Desde tan cerca su cara, gracias a sus numerosas cicatrices, parecía aún más horrible. Este tipo no le gustaba nada, hasta descubrió que le tenía un poco de miedo.

/

Tush llegó al cobertizo.

Cludd se preparó. El arma apuntaba a la puerta.

Y esta se abrió. Cludd apretó el gatillo. La bala abandonó el cañón y con la velocidad de 390 km/s penetró dentro del costado de Tush. Él dio un chillido y se desplomó. Cludd disparó otra vez pero falló. La segunda bala voló fuera del cobertizo y desapareció en la planicie. Cludd bajó el arma y empezó a dirigirse hacia Tush pensando que se trataba de Broky. Su ira y su rabia culminaban y le entorpecían completamente el razonamiento. Cludd sólo quería pisar a este gusano de mierda, hacerle sufrir y luego matarlo.

/

“Sujeta bien sus manos.” ordenó Mix. Broky tomó los brazos de Gris y los apretó juntos. Mix los ató fuertemente. Luego se guardó el

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carrete en su bolsillo. En ese momento, sonó un disparo y alguien gritó. Acto seguido, sonó otro disparo. Broky dio un respingo y dijo:

“¿Joder, qué ha sido eso?” Mix sin responder cerró los ojos y mandó una imagen a la mente de Broky. Él asintió, sacó el desintegrador y salió de la nave. Mix lo siguió.

Una vez afuera de separaron. Broky se acercó a la puerta mayor dónde ahora se hallaba el cuerpo herido de Tush y se paró. Mix rodeó el cobertizo y entró por la puerta trasera. Broky esperaba su mensaje.

/

Cludd se aproximó a Tush. Al principio no podía ver su cara puesto que él la tenía girada hacia el suelo y le dio una patada. Tush no se movía. Cludd se agachó y le cogió por los escasos pelos que le crecían en la cabeza y le miró a los ojos. Luego frunció el ceño perplejamente y espetó:

“¿Quien coño eres?”

/

Mix traspasó sigilosamente la habitación que colindaba con la sala de estar, desde allí podía ver como el atacador se inclinaba sobre su víctima. Después sacó lentamente el cuchillo que tenía metido en el cinturón de los pantalones y entró en la sala. En ese momento, el atacador preguntó a la víctima quien coño era. Mix llegó al sofá y mandó el mensaje a la mente de Broky:

“¡¡AHORA!!”

Broky oprimió el desintegrador e irrumpió en el cobertizo. Cludd tenía tiempo sólo para levantar la vista y luego le golpeó una empuñadura dura del arma. Él perdió el conocimiento y se cayó al lado de Tush.

Mix sacó con la mano izquierda el carrete del bolsillo, lo echó a Broky y le ordenó:

“¡Rápido, maniátale!” Broky envolvió la cuerda alrededor de las muñecas de Cludd y la anudó. Luego giró la cabeza, miró al otro y lo reconoció. Era Tush y estaba perdiendo con abundancia el líquido corporal a través del agujero que le había causado la bala. Broky se incorporó y corrió a la mesita que estaba al lado de su cama. Abrió un cajón y sacó una venda. Mix mientras arrastraba el cuerpo de Cludd hacia el sofá diciendo:

“Tú encárgate del lesionado. Yo me ocupo de este cabrón.” Acto seguido, apoyó la cabeza de Cludd contra el sofá y clavó la punta del cuchillo en su palma. Broky regresó corriendo a Tush. Le puso la venda en la herida y la apretó fuertemente. Esperó varios segundos y luego se levantó de nuevo, había que congelarla. Se alejó a la otra

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habitación donde tenía guardado el gas. Mix después de haber instilado su jugo corporal en la boca de Cludd lo puso de nuevo en el sofá y luego se sentó. Había que aguardar hasta que se equilibrase su transmutación que se había desviado debido a la débil dosis que Broky le había aplicado.

Al encontrar el gas, Broky volvió rápidamente. A continuación, congeló la perforación de Tush. Cuando el agujero se cerró y se paró la pérdida del líquido, Broky arrastró su cuerpo a la cama y dijo:

“Me vas a echar una mano o te quedarás sentado mirándome.” Mix se levantó y se acercó a Broky. Los dos juntos colocaron a Tush en la cama.

“¿Y ahora qué?” preguntó Broky.

“Vamos a trasladar el otro Xibog de la nave y también tenemos que traer la caja.” replicó Mix y al cabo de un rato, adujo: “Nos espera un montón de trabajo.”

/

El comandante Jorr estaba sentado en un sillón giratorio, negro y acolchado. Le gustaban las cosas de lujo. Llevaba en Rhod ya seis órbitas. Vino un poco más tarde que Lorm, lo mandaron para que lo vigilara.

La organización, para la que los dos trabajan, había encargado a Lorm un trabajo que consistía en limpiar las zonas del planeta para poder iniciar el supuesto proyecto que llamaban soldados azules, por lo menos así se lo habían comentado. Pero la verdad era un poco diferente. Lorm estaba viejo y acabado. La organización se quería deshacer de él y sustituirlo por alguien más joven y eficaz. Buscaban una manera delicada y Rhod era la solución ideal. Así que la organización vino con el cuento sobre los clones que debían reemplazar a los soldados y con que necesitaban a una persona con mucha experiencia y bastante dura. Al final convencieron a Lorm. Luego enviaron a Jorr para que cubriera la verdad.

El proyecto soldados azules, en realidad, presentaba la investigación clandestina de la posible adaptación de los Xibogs a las condiciones extremas. Es decir, la organización pretendía desarrollar un suero que sirviera para cambiar por completo el sistema inmune de los Xibogs y evitar así el factor que les debilitaba. Nadie debía saber nada sobre ese proyecto salvo Jorr y un puñado de científicos. Los laboratorios se construyeron en la zona 9 (la más moderada de todo el planeta) en el cuadrante 0 que, por supuesto, no figuraba en ningún mapa. Jorr tenía que informar con regularidad a la organización sobre los resultados y cubrir las exigencias de los científicos.

Al principio todo iba bien. Pero luego se complicaron las cosas por los escarabajos. Hubo un par de ataques feos y cinco científicos

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murieron. La organización tuvo que mandar a otros. La cosa se desequilibró y existió el peligro de que se descubriera la verdad. La organización se esforzó mucho y lo arregló, de modo no justamente limpio.

Hace dos orbitas la situación se estabilizó. El cuadrante 0 estaba situado en un valle parcialmente circuncidado por montañas. Jorr ordenó quemar las zonas contiguas y mantenerlas alcalinas, eso era la única solución que prohibía la penetración de los escarabajos. Los ataques se eliminaron. Jorr se tranquilizó y siguió con su trabajo rutinario: cada tres puestas visitar el laboratorio y cada cinco hacer el informe, mientras vigilaba a Lorm. Por supuesto, también se encargaba de los asuntos de la base militar pero por allá tenía a Cludd y ese arreglaba casi todas las cosas.

No obstante, ahora parecía que allí había un problema y GRANDE. Eso comenzó hace una puesta y medio cuando se conectó con él Broky y le informó de la brecha y del ser. Jorr mandó a Cludd para que lo averiguara. Esperaba obtener el informe dentro de una cuarta parte de la puesta y cuando Cludd no le mandó nada, Jorr intentó conectarse con él pero fue en vano. Cludd estaba fuera de servicio. Así que probó conectarse otra vez con Broky con el mismo resultado - fuera de servicio. Hace quinta parte de la puesta probó la conexión con Pragg (que era más o menos la mano derecha de Cludd) y tampoco no lo logró, parecía que todo el mundo estaba de vacaciones.

Esta mañana nuevamente trató de establecer el contacto, pero sin éxito.

´Maldita sea, tendré que desplazarme hasta allí e indagar personalmente qué cojones está pasando.´ Lo que más le irritaba y ponía malhumorado era el hecho de que hoy había que también llevar las provisiones al laboratorio junto con las sustancias químicas que habían pedido los científicos.

Se levantó del sillón y se dirigió al hangar. El aerodeslizador de carga estaba aparcado en la zona C. Jorr desbloqueó la puerta corrediza y subió. Luego arrancó los motores protónicos y despegó. Primero tenía que pasar por el almacén de alimentos y después recoger los bidones y garrafas de los compuestos. Eso le tomaría un poco de tiempo y él estimaba que a eso de medio día o quizás un poco antes pudiera llegar al laboratorio. Y desde el laboratorio a la base eran unos 85 km más.

/

Primero ataron a Cludd al sofá con el resto de la cuerda y también con el alambre, no querían arriesgar su otra escapada. Después se fueron a la nave.

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Gris seguía tumbado al lado de la caja. En su boca y a su alrededor tenía espuma, la transformación ya había comenzado. Le trasladaron al cobertizo y le tumbaron en el suelo al lado de la cama. Luego regresaron para recoger la caja.

Tush recuperó la conciencia. Le dolía y picaba el abdomen en el sitio dónde había penetrado la bala dentro. No obstante, Broky congeló bien la herida y gracias a una cualidad peculiar que tenía el tejido de Xibogs, el músculo era capaz de expulsar la bala fuera del cuerpo en menos de media puesta.

Mix y Broky abrieron la caja, sacaron el feto y lo pusieron en la mesa. Tush se reunió con ellos.

“Bueno” dijo Mix “las órdenes del amo son las siguientes: extraer todo el tejido posible de este bicho y contagiar los víveres de la base, de modo que habrá que preparar una solución o una sustancia que se pueda inyectar dentro de la comida y también que se pueda mezclar con la bebida sin que provoque intoxicaciones o semejantes cosas antes de que empiece la transmutación.”

“En el almacén tenemos UB12. Creo que eso podría servir. Es un compuesto neutral sin sabor y prácticamente sin olor, además no daña los organismos. Se utiliza para diluir los líquidos alcalinos o ácidos y hacerlos menos fuertes. Allá hay también garrafas vacías que podemos usar para rellenarlas con el preparado. ¿Cuántos litros estimas que necesitaremos?” dijo Broky y miró a Mix.

“¿Depende de cuántos Xibogs hay en la base?” él respondió preguntando.

“Pues, no tengo ni idea. Me imagino que serán unos 30 o 35, por ahí.” contestó con duda Broky.

“48, si resto a nosotros dos, a los que murieron en la enfermería y al teniente Cludd.” intervino Tush. Los dos lo miraron.

“¿Cómo lo sabes con tanta exactitud?” preguntó Broky a Tush y él replicó:

“Llevo haciendo estas estadísticas de censo más de dos órbitas para Jorr. No sé para qué necesita estos números, pero tengo que, bueno, tenía que informarle sobre eso cada treinta puestas.” Tush se encogió de hombros.

Mix asintió lentamente con la cabeza y luego dijo:

“Está bien. Broky y yo iremos al almacén. Tú regresa a la sala y vigila al otro Xibog. Y especialmente a Cludd. No quiero que haya más problemas con este cabrón hasta que se le estabilice el proceso de la transformación.”

Broky y Mix se alejaron.

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Tush volvió a la sala. Primero quiso poner el cuerpo temblando de Gris en la cama, pero pesaba mucho y él no quería que se le abriera otra vez la lesión, así que le dejó en el suelo dónde estaba y le cubrió con una manta. Luego se sentó en la silla. Su mirada se extravió en el rincón cerca de la puerta, allá se encontraba un desintegrador. Tush se levantó y lo cogió.

/

Cludd tenía un sueño, volaba por encima del mar negro. Su cuerpo que ahora tomaba la forma de un dragón se reflejaba en la superficie. Él veía su grande cabeza y sentía como se le calentaba la garganta. Acto seguido, escupió llamas anaranjadas y ardientes y rugió. Sentía poder y fuerza. De pronto, el sueño cambió. Ahora se encontraba en el cobertizo sucio de Broky. Estaba atado de nuevo en este desgastado y apestado sofá. Sus extremidades temblaban, los ojos le escocían y sudaba….

tic-tac/tic-tac

……. lentamente entreabrió sus parpados y divisó a Tush.

No, eso no era ningún sueño, ni pesadilla, eso era la puta realidad. Le capturaron otra vez y luego le hicieron algo feo. Es decir, lo hizo EL OTRO con la cara desfigurada y este hijo de puta de Broky le ayudó.

A pesar de la dosis de Mix, la rabia y la ira de Cludd no se habían desvanecido. Más bien se habían profundizado. Ahora, mientras miraba a Tush que sujetaba su desintegrador en la mano, se le ocurrió un plan. Su transformación desviada alcanzó el clímax.

Y Cludd empezó a hablar en la mente de Tush:

“¿Te gusta este arma, verdad? Claro que sí, uno se pone bastante tranquilo acariciando su empuñadura gélida. ¿Y qué tal usarla? ¿Probar cómo sabe la muerte y el poder? ¿Qué me dices, amigo? … Te preguntaré una cosa. ¿Tú confías en estos dos que te han dejado aquí sin qué tú hayas tenido alguna oportunidad de protestar y se fueron al almacén? ¿Les confías de verdad? ¿Les conoces? ¿Conoces a ese tipo con la cara llena de cicatrices? ¿Acaso no se te ha ocurrido qué podrían urdir los planes malvados contra ti? ¿Acaso no ves que han hecho conmigo? ¿Quieres acabar tumbado a mi lado? ¿No? Mátales pues, o si no tienes cojones afloja esta cuerda y déjame a mí hacer ese trabajo sucio. ¡YO les mataré! ¡Les mataré por TI! ¡Les mataré por nosotros! ¡¡LES MATARÉ!!! ¡¡ Afloja la cuerda!!........... “

Cludd seguía hablando y Tush escuchaba su voz avasalladora.

/

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¿Matar? Qué palabra tan poderosa. Qué palabra tan excitante, tan SEDUCTORA. Tush nunca había matado, a pesar de ser un soldado. Pero ahora apretando el arma y escuchando la voz que se le hundía dentro de su mente y dentro de su subconsciencia, que le hipnotizaba, le ordenaba y le incitaba….

………. mátales, afloja la cuerda, mátales, afloja la cuerda……………

… al final, sucumbió a la tentación. A contuniación, levantó lentamente la cabeza y miró hacia el sofá. No vio al teniente Cludd, ni la habitación. No vio nada. Sus ojos eran vacíos y dóciles. Él estaba perdido en un estado onírico. Acarició el arma y la besó en el cañón. La voz seguía hablando. Tush se acercó al sofá y se agachó. Después otra vez acarició el arma.

“Aflojar la cuerda. Matar.” susurró. Acto seguido, tocó la cuerda.

Cludd se estaba concentrando. Su plan era fácil: cuando Tush le liberara, primero se apoderaría del desintegrador y luego comenzaría con la matanza y con la venganza.

/

Mix cogió el recipiente que ponía UB12 y lo desenroscó. No notó ningún olor y eso era bueno. Luego metió un dedo dentro del bidón, lo mojó y lo lamió. El líquido tenía sabor muy insípido. Él asintió con la cabeza y dijo:

“Eso servirá. ¿Cuántos litros hay aquí?”

“6 bidones de 15 litros cada uno.” respondió Broky.

“Suficiente. Vamos a….” pero Mix no terminó la frase. De sopetón, captó con su mente una onda. Oyó una voz. No pudo distinguir que estaba diciendo, pero sabía quién lo estaba diciendo. Se levantó rápidamente y salió del almacén. Broky no tuvo ni tiempo reaccionar.

/

Tush aflojó la cuerda que ligaba el tórax de Cludd.

Él se preparó. Perspiraba. Su órgano que funcionaba como corazón latía frenéticamente.

Mix se paró. No pudo permitirse perder ni un segundo más. Se concentró y emitió un impulso fuerte a la mente del atacador.

Cludd gritó de dolor. Era como si estallara en su cabeza una explosión y arrasara sus sesos. Su cuerpo dio un calambre y luego comenzó a temblar. El vínculo entre él y Tush se rompió. Tush se paró en seco. El desintegrador se le cayó de su mano derecha. Al chocar contra el suelo se disparó hacia la puerta y abrió en ella un agujero de 20 cm.

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Mix emitió otro impulso, esta vez más potente y echó a correr. Cludd lanzó un grito y a pesar de que su espalda estaba atada firmemente, se arqueó. Luego se quedó inmóvil, sólo se escuchaba su respiración agitada. Tush, aún bastante entorpecido, retrocedió tres pasos. Después se le debilitaron las rodillas y él se desplomó en la silla.

Nada más ver como Mix había desaparecido detrás del cobertizo, Broky se dirigió a la puerta trasera. Entró y pasó rápidamente por la habitación. Mix irrumpió en la sala de estar y sacó el cuchillo. En ese momento, empezó a chillar Gris. Su cuerpo vibraba y a través de los ojos le caían lágrimas espesas.

/

La Xar ya calentaba la tierra. La temperatura subió a + 19,5ºC. El cielo estaba despejado y soplaba una brisa fresca, se esperaba un día maravilloso.

Mix se aproximó al sofá y levantó el cuchillo preparado para solucionar definitivamente ese marrón con Cludd.

“¡¡NO!! ¡Lo vamos a necesitar, joder!” vociferó Broky que mientras también había llegado.

“¡Está inestable, desequilibrado y peligroso!” replicó Mix y acto seguido, clavó el cuchillo en el esternón de Cludd. Luego lo sacó y lo clavó repetidamente en su bulto de cuello. Cludd agonizó. Su líquido corporal manaba y brotaba por doquier. Mix se incorporó, se volvió impetuosamente hacia Broky y dijo:

“¡Y cómo osas gritarme, gusano de mierda!” A continuación, lanzó un impulso mental directamente dentro del centro cerebral de dolor de Broky. Él chilló. Sus tres manos se alzaron y oprimieron la cabeza:

“¡¡PARA!!” gimió.

“Creo que no te he escuchado bien. ¿Qué has dicho?” dijo Mix furiosamente.

“¡Que pares, joder!” Otro impulso le penetró el cráneo. Poco a poco se le borraba la vista y él estuvo a punto de caerse.

“Parece que no me has entendido bien. ¡YO soy el que manda aquí! Quiero que lo asumas. Quiero que a partir de ahora hagas exactamente lo que yo te diga y si no, pues muere. Y lo mismo vale también para ti.” Mix miró a Tush. Pero él seguía sentado en la silla, su estado de aturdimiento no se había cambiado nada.

/

Transcurrió algo de tiempo y la situación, más o menos, se tranquilizó. Cludd murió. Tush y Broky lo sacaron del cobertizo y lo quemaron en la planicie. Mix guardó su desintegrador en el pantalón.

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Luego los tres fueron al almacén, trajeron los bidones del UB12 y un par de garrafas. Mix empezó a extraer el tejido del feto y Broky con Tush lo trituraron con martillos. Después lo metieron en las garrafas y las rellenaron con UB12. Mix estimó el tiempo de la lixiviación a una cuarta parte de la puesta.

Al medio día se despertó Gris. La transmutación le causó daños irreversibles en los órganos de reproducción, pero eso bajo dadas condiciones no importaba. Lo que importaba era el rencor que se había enraizado dentro de Broky y también cierta reserva en la conducta de Tush, desde que Mix asumió el mando se había puesto muy taciturno.

Gris se reunió con ellos poco después de medio día. Cargaron los bidones en los dos aerodeslizadores que estaban allí y regresaron a la sala de estar. Mix quería hablar con ellos respecto al siguiente plan y también quería crear un vínculo especial entre ellos cuatro que les proporcionara compartir sus pensamientos. Ese vínculo era imprescindible si querían tener éxito.

Luego cargaron las armas que tenía Broky en el cobertizo, dos lanzallamas, tres rifles especiales que permitían dispersar las balas y un desintegrador. Tush y Gris cogieron el aerodeslizador de Cludd y Mix y Broky el aerodeslizador de Pragg.

Despegaron casi al mismo tiempo que Jorr aterrizó en el cuadrante 0 al lado del laboratorio.

*

Tonny y pajaroid

Tonny descansaba y soñaba, pero ese sueño era muy real. Casi se parecía a unos recuerdos, los que había perdido un montón de años luz atrás. En el sueño tenía piernas y corría por una pradera que olía a mil flores. La hierba alta le hacía cosquillas en sus pantorrillas y él se sentía feliz puesto que era un niño. Luego el sueño fluidamente pasó a otro. En ese estaba tumbado en una cama; en su cama, en su

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habitación. Era más mayor y estaba enamorado de una chica. Sentía como le dolía el corazón. Ese sentimiento era muy bonito y le llenaba por completo. De repente, la imagen estalló como un globo. Ahora estaba sentado en un vehículo. Lo conducía su padre. Tonny podía ver la botella de whiskey abierta y metida entre sus piernas. Su padre estaba borracho y la velocidad del coche era muy rápida. Tonny divisó en la distancia unos faros que se aproximaban y quiso advertirle del peligro pero no pudo hablar, otra vez se había convertido en un ceflopoid. El sueño desvaneció pero Tonny pudo escuchar cómo se chocaron los coches, el sonido chirriante fue horrible. Tonny se despertó, sus ojos lagrimeaban.

/

La transformación de los humroides transcurrió rápidamente. Sin embargo, uno de ellos, murió. Sus entrañas se reventaron. Tonny sacó su cuerpo muerto a la costa y lo dejó echado cerca de la cueva como cebo para los pajaroides. Luego regresó dentro. El Maar calentaba implacablemente la orilla y las piedras candentes no permitían quedarse fuera durante largo tiempo. Además, Tonny tenía otras cosas que hacer. Había que comenzar a crear el vínculo mental entre él y los cuatro humroides que habían sobrevivido al cambio de su ADN. Tonny tapó la boca de la cueva con su cuerpo tubular y emitió las primeras ondas virtuales. Acto seguido, las bifurcó para poder alcanzar las mentes de los cuatro humroides a la vez. Las ondas chocaron contra sus membranas y las rompieron con facilidad. Tonny descubrió una cosa bastante interesante: cuántas más mentes se unían más simple era la penetración y más estable era el vínculo.

A continuación, emitió las órdenes virtuales y los humroides obedecieron. Sobre todo, no hacía falta manejar a cada uno particularmente, ellos actuaban como un ejército mecanizado y conectado con un cable. Tonny probó aflojar la intensidad del vínculo hasta casi el 35%. Los humroides no mostraban señales de rebeldía, ni agresividad. Bajó al 25%. Nada de ataques, ni de cambios de su comportamiento. Lo que fortalecía el vínculo era el número de las mentes y eso era muy bueno. Tonny calculó que si pudiera capturas unos cincuenta u ochenta de ellos, el vínculo sería tan fuerte que sólo bastaría con concentrarse parcialmente.

De pronto, el ambiente comenzó a vibrar. Las descargas electroestáticas hacían levantar los escasos pelos en las corazas de los humroides. Tonny se giró y fue entonces, cuando se abrió una brecha no más de 10 metros de la cueva. Tonny podía oír un bullicio apagado que provenía desde ella, desde la otra parte de la realidad, y luego apareció un ser alto con cinco extremidades. Al cabo de un rato, la brecha se cerró y la vibración cesó. El ser se incorporó y miró hacia el mar. Tonny internó más dentro de la cueva, su inteligencia desarrollada le aconsejó que se quedara en silencio. El ser era muy peligroso.

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Mix número tres desvió la vista hacia los humroides que divagaban por la costa. No le importaba el calor, no sentía dolor ninguno. El tercer prototipo era aún más mejorado que los dos anteriores. Le habían quemado los centros de sensibilidad. Sin embargo, tenía hambre y quería carne cruda. Se aproximó lentamente a un grupo de tres humriodes y se paró contemplándolos. Después se agachó velozmente y agarró a uno de ellos. El humroid le atacó con las pinzas y le desgarró la piel del brazo. Mix, sin darse cuenta, le apretó fuertemente la coraza y le mató. Luego abrió su cuerpo con los dedos y dejó caer las vísceras dentro de su boca, masticaba altamente. Cuando terminó, arrojó el resto del humriod a un lado.

Tonny reflexionaba: ´Si el ser descubre el refugio y entra dentro habrá que actuar muy rápidamente y atacarle todos juntos.´ De modo que intensificó la conexión mental y se preparó.

Mix eructó largamente y dio media vuelta. Sus ojos se fijaron en el humroid muerto que antes había tendido Tonny como cebo para los pajaroides. Luego miró la cueva. Era obvio que dentro vivía algo que cazaba en esta zona litoral. Mix consideraba el hecho de matarlo. Le excitaba la idea de encarcelarlo dentro de su cubil y torturarlo. En su cara deformada apareció una sonrisa fea y él inició el camino.

Tonny sabía que el ser contemplaba la cueva, casi podía tocar su mente. De sopetón, se le ocurrió una cosa que quizás pudiera funcionar y ahuyentarle. Se concentró y entrelazó el vínculo entre todos los cinco humroides. Luego acumuló la energía mental y lanzó un mensaje al ser:

“¡LÁRGATE DE AGUÍ O MUERES!” La potente voz de Tonny literalmente explotó en la cabeza de Mix. Él se paró en seco. Una ráfaga impetuosa se pasó corriendo por la costa.

“¡SOMOS MUCHOS Y TENEMOS HAMBRE! ¡LÁRGATE DE AQUÍ!”

Mix no se movía, cavilaba: ´O bien era verdad lo que dice el habitante de la cueva o estaba sólo y mentía para intimidarme.´ Otra ráfaga de viento atacó la orilla. Un humroid grande se acercó a Mix. Éste le dio una patada. El humroid voló casi dos metros y aterrizó en un bloque liso, su coraza se rompió. Mix tomó la decisión: abandonar la costa y dirigirse a la tierra adentro. Acto seguido, emitió la respuesta mental:

“ACEPTO.”

Tonny se relajó.

/

A la segunda mitad de la puesta vino el pajaroid y era grande. Aterrizó cerca de la cueva y se acercó al cuerpo muerto del humroid. Lo miró con su ovalada cabeza y luego le dio varios picotazos. Tonny

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lo observaba y analizaba el ataque. Necesitaba capturarle vivo. Así que se concentró y mandó una orden virtual al cerebro de uno de los humroides/esclavos:

“¡ASÓMATE!” El humroid obedeció. Tonny se preparó para la embestida.

El pajaroid divisó al humroid/esclavo y se volvió ágilmente. Después dio un aletazo y arremetió contra él. El humroid se paró esperando los mandados del captor.

“¡RETÍRATE!” emitió Tonny. Luego saltó y al mismo tiempo, lanzó dos de sus tres tentáculos secundarios. El pajaroid intentó esquivarlos pero su peso y la inercia no le daban prácticamente ninguna posibilidad de conseguirlo. El primer tentáculo penetró su pecho y Tonny inyectó dentro de su tejido el veneno paralizante. El secundo rozó el ala. El pajariod se giró bruscamente, balanceó un poco pero logró liberarse. Tonny dio otro salto, accionó la pinza y agarró su pata. El pajaroid empezó a picotearle. Tonny arrojó otra vez los tentáculos secundarios. Uno dio al lado derecho del pajariod, otro a su tórax y el tercero se hundió en la arena de la costa. Al cabo de un rato, durante el transcurso que el pajaroid trataba de liberarse, la toxina, por fin, hizo efecto y el bicharraco se cayó sobre su costado. Tonny sacó los tentáculos. El pajaroid se quedó inmóvil pero no por mucho tiempo. Había que desplazarlo dentro de la cueva cuanto antes.

Las nubes se acercaron y ensombrecieron el Maar. El viento arreció un poco. Las olas bramaban y mojaban regularmente la orilla.

Tonny intensificó el vínculo. Necesitaba a todos los humroides/esclavos para ayudarle a mover al pajaroid. Éstos salieron y se situaron tras el cuerpo del bicharraco. Tonny le agarrotó una pata con su pinza y penetró levemente las alas con sus tentáculos secundarios. Después ordenó:

“¡EMPUJAD CON FUERZA!” Los humroides dieron media vuelta, apoyaron sus corazas blandas contra el pecho del pajaroid y empezaron a empujar. Tonny, al mismo tiempo, comenzó a tirar. La superficie llena de arena y de piedras dificultaba considerablemente la fricción. El cuerpo del pajaroid se movió medio metro y luego se paró.

“¡OTRA VEZ, MÁS FUERTE!” ordenó Tonny mentalmente. Recorrieron otro medio metro. Después el cuerpo chocó contra una piedra que sobresalía de la tierra y se atascó. Tonny aflojó la pata del pajaroid y sacó los tentáculos secundarios. Había que levantar el costado derecho del bicharraco y luego tirar. De forma que se situó enfrente del pajaroid y con la ayuda de sus tres tentáculos secundarios levantó su cuerpo, pesaba una barbaridad:

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“¡EMPUJAD YA!” ordenó. Los humroides obedecieron, y lograron moverlo. Tonny intensificó la fuerza y levantó el costado un poco más. Los humroides empujaron otra vez y, por fin, lo desatascaron. Tonny cambió de nuevo su posición.

/

Tardaron casi sexta parte de la puesta para trasladarlo completamente dentro de la cueva. Tonny estaba exhausto igual que los humroides. Había que descansar, alimentarse y luego vigilar al pajaroid.

/

Anochecía. El cielo se había nublado por completo y se aproximaba otra de las tormentas nocturnas. Tonny había cazado tres humroides jóvenes. Ahora con la energía a tope se sentía mejor. El cuerpo del pajaroid daba calambres, su transformación se había iniciado. Tonny sabía que durante la noche le esperaba un trabajo muy duro. Amaestrar al pajaroid seguramente no sería tan fácil como manejar a los humroides. Había que actuar con mucho cuidado.

Los humroides/esclavos estaban tumbados en la parte trasera de la cueva. Había llegado la hora cuando Tonny tenía que decidir si arriesgar y dejarlos regresar al mar ordenándolos que contagiaran a otros humroides o esperar hasta mañana y así fortalecer más el vínculo. Tonny cavilaba:

´La conexión a corta distancia era bastante estable. ¿Pero que pasará a distancia mediana o incluso a distancia larga y sobre todo, dentro del líquido que contenía el mar? Pero, por otro lado, si la cosa se pone fea con el pajariod y durante la noche hay ataques, los humroides muy probable sufran daños graves o mueran.´ Tonny decidió arriesgar:

“¡Regresad al mar! ¡Contagiad a otros y volved cuando se haga la luz!” Los humroides abandonaron el refugio y desaparecieron en las olas. Tonny les controlaba mentalmente. En ese momento, todo iba bien, aunque al entrar en el líquido lodoso del mar se habían producido algunas interferencias. Sin embargo, el vínculo se mantenía suficientemente firme. Tonny obstruyó la boca de la cueva y contempló al pajaroid.

*

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Crogg y Hutx

Vinieron cuatro médicos y ayudaron a Crogg a desplazar el cuerpo temblante de Hutx al laboratorio. Crogg le aplicó Lithium300 directamente en el pecho y también Tropen. Al cabo de un rato, las convulsiones se menguaron, pero Hutx seguía en estado de coma. Crogg les dijo a los médicos que trajeran el cuerpo del ser a la sala de autopsia y también que tuvieran bastante cuidado. Los médicos regresaron con mala gana al almacén. Primero, levantaron la estantería que pesaba unos 120kg y después comenzaron a recoger los bidones y recipientes. Uno de ellos, el más joven, pisó, por error, un charco de ácido. La disolución le corroyó la suela de la zapatilla y le quemó feamente la planta del pie. El médico tuvo que abrir rápidamente un bidón que contenía compuesto alcalino y neutralizar la herida. Luego se alejó a la enfermería. Mientras, los otros tres médicos intentaron sacar el cuerpo de Mix, que, por entonces, ya estaba bastante deformado por el contacto directo con las sustancias agresivas, y ponerlo en la camilla. Cuando lo levantaron, se le arrancó el brazo izquierdo. Dos médicos vomitaron. El tercero lo logró reprimir. Después de limpiarse las bocas continuaron, aún más mohínos.

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Una vez que tuvieron el cuerpo de Mix en la camilla, lo trasladaron a la sala de autopsia. Crogg les estaba esperando, mientras trataba de conectarse con Lorm, pero él seguía fuera de servicio. Crogg se rascó su oreja pequeña y arrugada, eso no le gustaba nada. Seguramente le había pasado algo grave.

La situación con Hutx estaba igual: sin convulsiones pero en coma.

Los médicos colocaron el cuerpo en la mesa grande. Crogg les dijo que iba a necesitar uno de ellos para que le ayudase con la disección. Pero nadie se ofreció voluntariamente así que Crogg eligió a Fordy que según su opinión era el mejor. A continuación, se vistió una bata verde especial y también se puso los guantes de poliuretano. Fordy hizo lo mismo. Los otros dos médicos abandonaron apresuradamente la sala.

“Vale, vamos a abrir a esta porquería.” dijo pensativamente Crogg. Acto seguido, cogió una radial de tamaño mediano y la encendió. El ruido agudo que hacía la herramienta desbordó completamente el silencio que reinaba en la sala de autopsia. Crogg empezó a cortar el esternón de Mix. Los dientes afilados del disco de titano penetraron fácilmente dentro y destrozaron los huesos. Crogg apagó la radial, se giró a la derecha y cogió de la mesa de vidrio unas tenazas que tenían las puntas ligeramente encorvadas. Con ayuda de Fordy abrieron el tórax. Crogg miró dentro y dijo:

“¿Has visto alguna vez semejantes órganos? No se parecen nada a los nuestros.” enseñó con su más largo dedo los pulmones. Luego los sacó, los observó detenidamente por todos los lados y después preguntó a Fordy:

“¿Para qué piensas que podría servir esto?”

Él respondió:

“Yo apostaría que éste órgano funcionaba para mantener la respiración. ¿Ves estos numerosos canales que están por toda su superficie? Seguramente por allí fluía el aire, pero evidentemente no era metano.”

“Sí, tienes razón, quizás descomponía nitrógeno o helio u otro gas ligero.” Crogg puso los pulmones en un recipiente y continuó con la disección. Sacó el corazón y luego el hígado y los puso cuidosamente en un bol.

Fordy se agachó un poco más sobre el cuerpo de Mix y tocó el estómago:

“Este es bastante parecido a nuestro órgano que descompone alimentos. Mira este tubo que conduce hasta la faringe. Estoy convencido de que servía para mover la comida triturada desde la boca hasta dentro de la panza.” Crogg asintió con la cabeza.

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Luego sacaron intestinos y riñones. Cuando terminaron era un poco más de medio día. El Maar calentaba la tierra y soplaba una brisa fresca. Fordy se lavó las tres manos, se las secó con una lona triangular y preguntó a Crogg:

“¿Vas a hacer el análisis del líquido corporal? ¿Te has fijado que color tenía?.”

“Sí, me he fijado. ¿Muy extraño, no crees? ” respondió él y después adujo:

“¿Quieres asistir?”

Fordy cerró el grifo y contestó:

“Claro, tengo curiosidad por saber más de este bicho.”

/

Lithium300 provocó un auténtico desastre con la transmutación de Hutx. Primero, la agilizó asombrosamente lo que causó daños serios y graves en sus órganos de descomposición de metano y de digestión y luego la paró en unos 75%. Tropen influyó al cerebro, disminuyó el instinto de conservación, reprimió los básicos sentimientos y fortaleció el anhelo de fiereza y violencia.

Durante casi todo ese tiempo Hutx sufría alucinaciones atroces y terribles que le enloquecían y borraban sucesivamente la cordura y la capacidad de razonar y pensar. En una de las pesadillas estaba sentado en una silla grande de hierro llena de clavos herrumbrosos que se incrustaban poco a poco dentro de su cuerpo. Él no se podía mover. Los grilletes que apretaban sus manos y sus pies lo impedían. Tampoco veía nada puesto que tenía los ojos envueltos con un jirón mohoso. Sin embargo, podía oír las risotadas malvadas que provenían desde la izquierda. Le irritaban y enfurecían. Luego vino una laguna muy corta y después comenzó a hablar alguien en su mente. Su voz era ronca y apagada. Hutx le suplicó que hiciera algo, que le liberara. Pero la voz seguía hablando sin hacerle caso.

Más tarde, cuando Crogg y Fordy terminaban la autopsia, las alucinaciones cesaron y acudió el dolor y los calambres. El órgano de descomposición de metano comenzó a fallar y Hutx se estaba asfixiando. Su cara cambió el color a morada y luego a parda oscura.

Al cabo de un rato, se puso otra vez en marcha el proceso de su transformación. Cuando Hutx alcanzó un 90%, el órgano de descomposición de metano se sustituyó por otro, híbrido que cumplía más o menos la misma función. Hutx emergió del estado de coma y abrió los ojos. Tenía sólo un propósito: escaparse de allí y empezar a matar.

Se sentó lentamente y miró alrededor. La habitación donde se hallaba, era una de las que se utilizaban en los casos de emergencia.

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Al lado de su cama había un aparato alto y provisto de dos ordenadores. Hutx no recordaba para que servían, estas informaciones junto con muchas otras se habían eliminado de su memoria.

Bajó de la cama y se acercó a la puerta. Luego titubeó durante un instante, y se regresó nuevamente al aparato. Uno de los ordenadores estaba encendido y él podía ver una curva irregular que transcurría por la pantalla. No le interesaba en absoluto su significado y por eso giró la cabeza y miró hacia la mesa de al lado del aparato. Allí estaba una herramienta de aleación endurecida y muy parecida a un martillo. Hutx sonrió y la cogió, pesaba mucho. Después se volvió y quiso ir otra vez hacia la puerta. Pero de repente, sonaron desde afuera unos pasos rápidos que se aproximaban. Hutx agarró firmemente el martillo y se agazapó detrás de la cama.

/

Jurry, uno de los asistentes jóvenes que llevaba en Rhod ya tres órbitas, salió de su despacho. Había visto por uno de los monitores que estaban conectados con las cámaras que vigilaban las salas de emergencia que Hutx estaba sentado. Llamó mentalmente a Crogg y se lo dijo. Él le ordenó que fuera a controlarle y después que le informase sobre su estado de salud. En su voz se podía discernir un atisbo de alegría.

Ahora Jurry caminaba por el pasillo estrecho. Hacía calor y a través de los ventanales grandes los rayos del Maar alumbraban el suelo azul. Jurry se sentía contento. Era uno de los pocos a quienes les gustaba trabajar en Rhod. Giró a la derecha y apresuró un poco el paso. La sala de emergencia estaba al fondo del pasillo. Jurry comenzó a silbar.

/

Hutx oyó el silbido. La frecuencia de ese tono le ponía completamente furioso y él apretó más el martillo. El relieve del mango se le clavó dentro de la palma. Él no lo notó, estaba mirando fijamente la manivela de la puerta. La hipnotizaba. El silbido cesó, la manivela se movió y la puerta se abrió. Jurry entró.

Lo primero, que vio era la cama vacía. Lo segundo, y al mismo tiempo lo último de su vida, era el martillo que giraba en el aire y se aproximaba velozmente hacia él. Intentó esquivarlo pero sólo logró girar la cabeza levemente a la derecha, así que el martillo le dio en la sien en vez de en la frente. Jurry lanzó un apagado uf, se desmayó y chocó contra la pared. Acto seguido, su cuerpo se deslizó en el suelo y se quedó inmóvil. Hutx saltó desde debajo de la cama y cogió el martillo que se había caído cerca de la puerta después de dar en el blanco. Su órgano que funcionaba como corazón latía desenfrenadamente y en su cerebro parpadeaba sólo una única palabra: MATAR.

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El martillo subía y bajaba, bajaba y subía y la cara de Jurry se cambiaba gradualmente en una masa mezclada de carne, sesos y tejido. Al cabo de un rato, que parecía casi infinito, por fin, Hutx paró. Su frente estaba llena de sudor y él jadeaba profundamente. El martillo estaba sucio. Hutx lo miró. Luego frunció el ceño, lo acercó a la nariz y lo olfateó. Después lo bajó un poco, sacó la lengua y lo lamió. El sabor era amargo pero a él le parecía dulce y le gustaba.

Cuando terminó la cata se levantó y salió de la sala de emergencia. No se dignó ni a cerrar la puerta. Lo que le pasaba por la cabeza, en ese instante, era la visión de más cadáveres, más carne triturada y más sesos esparcidos por doquier. Se dirigió al fondo del pasillo. Empezó a dolerle la cabeza. Él la tocó con una mano y luego escupió ausentemente una flema viscosa y verde. Esa aterrizó en la pared y comenzó a correr lentamente hacia el suelo.

Por el cielo voló un pajaroid contemplando la tierra. De pronto, su vista refinada captó un movimiento detrás del laboratorio. Pegó las alas más cerca del cuerpo y descendió en picado. El can-toy que se había atrevido a aproximarse al recinto no se dio cuenta del peligro inminente y continuaba escudriñando un trozo de comida que alguien había echado allí. El pajaroid cobró velocidad y atacó.

Al mismo tiempo que el bicharraco comenzó a saciar su hambre, Hutx entró en una sala de operaciones. Allí había tres médicos. Uno de ellos era el que había recogido el despojos de Mix. Hutx rugió y acto seguido se abalanzó sobre el que estaba más cerca de la puerta. El martillo otra vez entró en escena y empezó a trabajar. Golpeaba y machacaba. Otro médico (no el que había recogido el despojos) tomó un bisturí y atacó a Hutx. Él dio media vuelta y literalmente destrozo su pómulo. El médico gritó de dolor y se tapó la mejilla con la mano central, el bisturí se le cayó y tintineó al chocar contra el suelo. Hutx de nuevo levantó el martillo y le golpeó fuertemente en el cráneo. Se escuchó un sonido hueco y después se abrió un enorme agujero en la cabeza del médico. Él se desplomó. Hutx le miró, durante un rato, con sus enloquecidos y rojos ojos y después le pisó la cara. El cerebro salpicó su zapatilla. En ese momento, se hizo sonar la alarma.

Hutx aulló, soltó el martillo y se oprimió los oídos. La alarma le ensordecía y le producía un dolor estridente y palpitante. Por su nariz comenzó a brotar su líquido corporal. El tercer médico que había encendido la sirena aprovechó ese momento de debilidad y arrojó un bisturí dentado que se utilizaba para cortar los tejidos de las piernas, y le dio al pecho. A continuación, cogió una silla de hierro y varias veces le golpeó la cabeza. Hutx se tambaleó pero seguía de pie. Así que el médico le empujó fuertemente. Hutx perdió el equilibrio y se cayó. Una de sus dos columnas vertebrales se rompió. Hutx chilló y quiso atacar al maltratador pero no podía moverse. La alarma se apagó. El médico tomó el martillo que estaba tirado al lado del cuerpo masacrado de su amigo y remató a Hutx. Luego se empezó a reír histéricamente. Y cuando vinieron los vigilantes aún seguía riéndose.

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/

Crogg extrajo una muestra del líquido corporal coagulado de Mix y lo puso en el cristal del microscopio. Después enfocó la lente:

“Qué interesante.” dijo, al cabo de un instante.

“El líquido contiene glóbulos rojos, por eso el color tan oscuro. Este ser seguramente respiraba a base de descomposición del oxígeno. Lo que es realmente extraordinario es que hay también glóbulos azules iguales que tenemos nosotros para poder descomponer el metano. No lo entiendo, es como si alguien le..” pero no terminó la frase, estaba pensativo. Al cabo de un instante, añadió:

“Míralo y dime qué opinas tú.” Fordy se acercó al microscopio y durante un rato contempló la muestra. Luego dijo con voz apagada:

“Joder, esto parece como una mutación de dos estructuras de ADN absolutamente diferentes. Pero eso es imposible.” levantó la cabeza y la volvió hacia Crogg.

“Efectivamente, pienso lo mismo. Este ser es un puto mutante. Pero lo que me preocupa es que esta mutación es artificial. Que no se trata de un proceso desarrollado naturalmente para adoptarse a unas condiciones específicas en un lugar limitado y peculiar durante largo tiempo como suele ocurrir en estos casos cuando una especie de repente, debe enfrentarse a unos cambios radicales. Si entiendes lo que te quiero decir.”

Fordy asintió dudosamente con la cabeza y preguntó:

“¿Insinúas que es un experimento científico?”

Crogg respondió seriamente:

“Me temo que más bien es un arma biológico.” En ese momento, se conectó con él Jurry y le comentó lo de Hutx. Crogg se alegró un poco pero en su cerebro las incertidumbres oscuras echaron raíces profundas y le comenzaron a carcomer:

“Vamos a examinar el tejido.” dijo y cogió una pinza encorvada. A continuación, se regresó al cuerpo de Mix. Fordy le siguió silenciosamente.

Una vez arrancado el trozo del tejido, Crogg lo metió en etanol. Luego se alejó a una estantería y tomó un frasco que ponía estabilizador YC. Volvió y echó tres gotas dentro de la solución. La reacción era rápida, el tejido ennegreció y luego se comprimió. Crogg echó dos gotas más y el tejido comenzó a cambiarse.

“Joder, creo qué tenemos un marrón bastante jodido.” dijo y luego miró a Fordy. Él estaba muy pálido.

“¿Dime en qué estás pensando?”

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Fordy respondió ausentemente:

“Espero que no sea contagioso.” Crogg quiso responder algo pero el sonido de la alarma le enmudeció.

/

Cuando Crogg y Fordy vinieron corriendo a la sala de operaciones, tres vigilantes ya estaban colocando el segundo cadáver en una lona blanca de polimer. El médico que había matado a Hutx desapareció, los vigilantes no se dieron cuenta.

La mirada de Crogg se clavó en el cuerpo muerto de su asistente y en seguida, le anegaron varios sentimientos a la vez. Sin embargo, lo que destacaba y superaba a todos ellos era el miedo. Crogg miró a Fordy y luego dijo:

“Llevad ahora mismo los cadáveres a la sala de autopsia. Y quiero que todos los que los han tocado vayan con nosotros. Hay que hacerles algunas pruebas. ”

“¿Señor, eso es necesario? Dentro de poco termina mi turno y quiero descansar y, ya sabe, apagarme.” preguntó el vigilante más alto. Crogg le penetró con una mirada gélida y respondió:

“¡Si usted no quiere parecer dentro de poco como estos que acaba de poner en esta lona cállese y váyase cagando leches a la sala de autopsia!” El vigilante abrió la boca pero luego tragó en seco y comenzó a levantar el cuerpo de Hutx.

/

Trasladaron los cadáveres a la sala de autopsia y los pusieron en las mesas. Crogg ordenó a Fordy que sacara de cada uno de los vigilantes una muestra de su líquido corporal. El más alto otra vez protestó. Crogg le calló con un ademán brusco. Luego cogió una jeringa mediana y se dirigió a la mesa dónde estaba el cuerpo de Hutx. Pinchó la aguja hueca dentro de una de sus tres venas que tenía en el bulto de cuello y accionó el pistón. El líquido rellenó el pequeño depósito, era oscuro. Crogg sacó la aguja y se acercó al microscopio. Cambió el cristal por uno nuevo y vertió un poco del líquido en él. Después enfocó la lente.

Afuera el viento arreciaba, pero el cielo seguía despejado. La temperatura había subido a +35,7ºC. El Maar se comenzó a declinar, pero aún le faltaba mucho para ponerse.

Crogg frunció el ceño, lo que estaba viendo no le gustaba nada. La muestra se parecía bastante a la del ser que había matado en el almacén. Cambió la distinción del microscopio y miró otra vez dentro del tubo. Al cabo de un rato, levantó la cabeza y llamó a Fordy. Éste se aproximó rápidamente, en su mano izquierda sujetaba las probetas con las muestras de los vigilantes. Crogg le dio señal con la

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cabeza. Fordy enfocó la lente y Crogg podía ver como cambiaba el color de su piel a macilento.

“Ya lo sé, estamos jodidos.” dijo apagadamente cuando Fordy alzó la vista.

“Ahora dame las muestras de los vigilantes.” Fordy le pasó las probetas una por una. Crogg cambiando los cristales las miró. Las dos primeras eran buenas, por lo menos Crogg no había notado ninguna distinción o anomalía en ellas, la última no.

“Mira esta.” dijo a Fordy. Éste se agachó y consultó el microscopio. Los glóbulos azules se dividían y formaban los rojos. Era asombroso con qué rapidez ocurría ese proceso. Fordy dijo:

“¿Qué hacemos?”

Crogg le preguntó con la voz baja:

“¿De quién es esta muestra?” Fordy contestó también con voz baja:

“Del respondón más alto.” Crogg asintió con la cabeza como si quisiera mencionar: Claro, hay que joderse y luego dijo:

“Vosotros dos podéis iros. Usted se queda. Necesitamos hacer más pruebas.”

“¿Cómo que necesitáis hacer más pruebas? ¿Qué cojones pasa con mi líquido?” espetó el más alto enfadadamente. Los dos vigilantes se alejaron. En cuanto se cerró la puerta tras ellos, Crogg se aproximó al vigilante alto y le ordenó:

“Quiero ver sus manos.”

“¿Y eso porqué?” replicó enojadamente el larguirucho.

“Vamos, muéstreme las manos, por favor.” insistió Crogg. El vigilante con mala gana las levantó. Crogg las miró:

“Ahora las palmas.” El vigilante giró las manos y Crogg se fijó en un pequeño tajo que tenía en la muñeca central, parecía reciente.

“¿Cuando se hizo esta herida?”

“¿Qué herida?” dijo el larguirucho.

“Esta que tiene aquí en la muñeca.” dijo Crogg y señaló con el dedo el tajo. El vigilante lo miró y luego respondió:

“Pues de verdad, no lo sé. Ni me di cuenta de que me había cortado, ¿porqué? ¿Qué coño os pasa? ¿Me pueden dar alguna explicación?” vociferó.

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“¡¡Porque al tocar el cuerpo del asistente Hutx, muy probablemente se haya contagiado de algo que le va a causar una muerte bastante jodida!! ” dijo severamente Crogg que ya estaba alterado de cojones.

“¿Qué? ¿Que me he contagiado? ¿Pero que chorrada es esa? Mira “doctorito”, estoy bien, vale, así qué déjame terminar tranquilamente mi turno y descansar. He tenido un día de mierda, de modo que olvidemos este pequeño malentendido, ¿ok?”

“Usted no va a ir a ninguna parte y si su cabeza no puede asimilar lo que le estoy diciendo se lo voy a repetir otra vez. Su líquido corporal demuestra ciertas señales de estar invadido por un virus o una bacteria ajena o una sustancia artificial que le está cambiando su ADN. Y yo no voy a permitir que usted se merodee por el laboratorio y divulgue esta infección desconocida y altamente peligrosa. Tendrá que acompañarnos a la sala de cuarentena.” terminó Crogg y se volvió hacia Fordy que durante toda la conversación estaba callado, y le dijo:

“Vamos a llevar a este señor a la sala número siete y … “ pero en ese momento, el larguirucho se abalanzó sobre Crogg e intentó darle un puñetazo. Éste lo esquivó y le hundió su rodilla derecha en el abdomen. Acto seguido, le golpeó fuertemente con el codo en la nuca. El vigilante se cayó al suelo y chocó la frente contra una losa de granito. Crogg se incorporó, le miró y dijo:

“¡Espero que con eso tengas suficiente, hijo de puta!”

/

Encerraron al vigilante alto en la sala 7 de cuarentena y le inyectaron biolitix para estabilizarlo. La sala 7 era una habitación de tres metros por cuatro con una cama sencilla, una mesa y un ordenador empotrado en la pared. Lo más interesante era su sofisticada climatización que consistía en cinco especiales ventiladores con tres capas de filtración y con un aparato para reciclar el aire interior.

Crogg regresó a su despacho, se tomó un Bizz y luego se tumbó en un sofá ancho. Estaba hecho polvo y quería descansar por lo menos un rato, le esperaba un montón de cosas para hacer y para pensar. Pero antes de cerrar los ojos probó otra vez la conexión con Lorm. Y él, por fin, le respondió.

/

El tercer médico que había matado a Hutx no se contagió, simplemente se volvió loco. Cuando vinieron los vigilantes, se esfumó sigilosamente de la sala de operaciones. Divagó un rato por el recinto y luego regresó a su casa. Se sentó en un sillón y quinta parte de la puesta estuvo mirando la pared opuesta. Durante ese tiempo se rascaba el antebrazo. Después se levantó, se dirigió a un cajón donde

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guardaba los utensilios para preparar la comida. Lo abrió y cogió un cuchillo. Acto seguido, se cortó dos dedos de su mano izquierda. No sentía dolor ninguno. Los dedos se cayeron al suelo. El médico los miró. Luego se puso a cuatro patas y los olfateó. Al final, se los comió y los masticó. Más tarde, se vendó la herida. Y cuando el Maar se declinó casi al horizonte, se acercó su arma a la sien y se disparó. Su líquido corporal salpicó la ventana y dejó allí una mancha amarillosa.

*

Flegg

( la excitación )

El efecto de la droga se disipó y Flegg se emergió de un sueño largo y fantasmagórico. Como siempre no recordaba mucho y estaba

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bastante desorientado. Abrió los ojos y miró alrededor. Se encontraba en su despacho tumbado debajo de la mesa en una alfombra roja. Por la ventana grande incidían dentro los rayos del Lix. Según la posición de él, era medio día. Flegg se levantó lentamente y se apoyó contra la mesa. Le dolía un poco la cabeza, pero eso era normal. Miró a través de la ventana, el cielo despejado le tranquilizaba. Al cabo de un rato, se incorporó y encaminó a una vitrina de cristal relieve y sacó una botella de Burk. La desenroscó y se bebió un trago. El líquido que era puro extracto de una planta parecida al cactus le estalló en la garganta. Flegg enroscó la botella, la volvió a su sitio y se dirigió al sillón. Después se sentó y cerró los ojos. El silencio en el despacho era casi absoluto. El dolor de la cabeza menguó, pero acudió el temblor de las manos. Flegg odiaba las reverberaciones de la droga.

Al cabo de un instante, abrió los ojos otra vez y probó la conexión con los Mixs y con los que estaban infectados. Había que averiguar cómo se habían desarrollado las cosas en Rhod. El contacto con Número Uno se estableció en seguida. Él estaba al mando y se dirigía a la base militar. Flegg se alegró. Al contrario, la conexión con Número Dos falló totalmente. Flegg intentaba establecerla pero fue en vano. De manera que frunció el ceño, abrió aún más su mente y durante un rato consiguió tocar la de Goff.

Goff era un Kux y por eso el vínculo era muy inestable y la conexión tenía muchas interferencias. Sin embargo, y a pesar de que el vínculo entre ellos dos se mantuvo sólo por un corto tiempo, Flegg obtuvo una información que le excitó más que cualquier droga: Goff se aproximaba a Lorm con intención profunda de matarle.

Flegg se levantó del sillón y se dirigió nuevamente a la vitrina. Luego sacó la botella de Burk y se dio otro buen trago. El líquido ardiente le recorrió rápidamente por la faringe y aterrizó en el estómago. Con la botella en la mano Flegg volvió al sillón. Por entonces, ya había comenzado a notar un poco el efecto del alcohol:

´Quizás sea pronto para celebrar.´ pensó, pero luego descartó esa duda de la mente y se vertió más Burk en su boca.

Más tarde, ya en estado de embriaguez avanzada, trató de conectarse de nuevo con Goff, pero lo que logró era dolor de cabeza y sensación de vértigo. Así que entró en la mente de Mix número uno y le empezó a hablar.

/

Cuando el Lix se empezó a declinar otra vez al horizonte, las ondas gravitatorias que había provocado la explosión tremenda de la supernova en la constelación BRX 785, penetraron en la atmosfera del Xo. Los científicos notaron las primeras anomalías 257 segundos después. Querían informar sobre ello a Flegg pero éste estaba cerrado en su despacho y fuera de servicio.

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Lorm y Goff

(el clímax)

Lorm pisó un saliente oblicuo y cambió el agarre. Luego asió una prominencia, se empujó y dio un pequeño salto. La mano derecha encontró una oquedad y la sujetó. El descenso era más difícil que subir arriba. Lorm tenía que utilizar sólo sus dos manos puesto que no quería arriesgarse a dislocarse el hombro izquierdo por tercera vez.

Ahora estaba a unos 40 metros sobre el casco del aerodeslizador. Jadeaba y sudaba. El Maar implacablemente calentaba la roca y él

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tenía mucha sed. Miró hacia abajo y vio otro saliente, esta vez a unos dos metros a la derecha. Se estrechó y pegó la mano central en la pared de la peña. Luego sacó la mano derecha de la oquedad y la pegó al lado de la central. A continuación, flexionó las rodillas y se pendió. La superficie de la roca era muy lisa. Él tenía que despegar la mano central y bajarla. Así que apoyó las zapatillas contra la pared de basalto y la soltó. Ahora literalmente estaba colgado de sólo un brazo. Buscó un sitio plano y pegó otra vez la palma de la mano central a la peña. Después dio un brinco. La suela chocó contra el saliente y se resbaló. Acto seguido, las ventosas de la mano central se aflojaron y Lorm se vio cayendo. Miró rápidamente alrededor y se fijó en una prominencia. A continuación, estrechó el brazo e intentó sujetarse.

El tun-cay estaba escuchando como el ser bajaba. Se asomó a la cueva para averiguar la situación y calcuar las posibilidades del ataque, pero el ser aún estaba bastante alto. De forma que se escondió de nuevo esperando la mejor oportunidad.

Lorm logró agarrar la prominencia y cambió la posición de la mano derecha. Ahora podía colocar bien los pies. El sudor le corría por toda la cara y le entraba en la boca. El sabor era salado y amargo. El hombro lesionado le daba punzadas irregulares. Él miró hacia la izquierda y divisó un agujero poco profundo. De repente, una ráfaga impetuosa se apoyó fuertemente contra su espalda y le desequilibró por un momento. Lorm se apretó contra la pared de la roca todo lo que podía y se tranquilizó, ya quedaban menos de 30 metros. Al cabo de un rato, continuó con el descenso.

/

Cuando el ser se aproximó casi al casco de la nave, el tun-cay salió de la cueva. Sigilosamente se arrastró hacia la parte trasera de ella y se escondió detrás del motor principal.

Lorm dio un salto y, por fin, aterrizó en la parte frontal del aerodeslizador. Se sentó pesadamente en la superficie grisácea y se apoyó contra la roca. Luego cerró los parpados laterales de sus tres ojos y se limpió el sudor de la enfrente y de las mejillas. Necesitaba tomar un poco de aliento.

El tun-cay aprovechó ese instante de la desatención del ser y se acercó rápidamente. A continuación, lanzó cuatro de sus siete colas y le dio en el pecho. Lorm gritó de dolor y trató de levantarse. Las colas le azotaron otra vez. Él tambaleó y por un rato estuvo a punto de caerse, pero después recuperó el equilibrillo y desenfundó. El tun-cay se encogió y se apretó más contra el casco. Lorm con pasos apresurados se dirigió hacia la escotilla. El tun-cay esperó. Lorm alcanzó la escotilla, bajó por ella y desapareció dentro de la nave.

Lo primero que notó era el calor y el aire seco. La temperatura en la sala de mandos subió a +41ºC lo que le aumentó aún más la necesitabad de beber. Así que encaminó al pasillito y abrió el armario

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empotrado. Luego se agachó y tomó una garrafa de 3 litros llena de un líquido transparente. La desenroscó y se dio varios tragos. El líquido era tibio y tenía sabor levemente dulce. Lorm guardó la garrafa y regresó a la sala de control. Se sentó en la silla y otra vez se limpió la frente. Esperaba que el aerodeslizador que le había respondido no tardara mucho.

/

Al abandonar el cuadrante 3, el embalse de la demencia de Goff primero se desbordó y luego se derrumbó por completo. El río nefasto y maligno de la locura inundó despiadadamente todos los pasadizos de su cordura y un telón negro, grueso y apestoso cubrió su razonamiento y después lo ahogó.

Los motores protónicos del aerodeslizador monótonamente ronroneaban. Goff estaba sentado en una silla acolchada enfrente de la ventana frontal. Sus manos agarraban el volante semicircular. Aunque parecía que contemplaba el paisaje, sus ojos estaban totalmente idos y vacíos. Se podía distinguir en ellos un abismo profundo. Dentro de su cabeza hablaban los pensamientos. Lo carcomían y lo corroían gradualmente:

“El brillo de la gloria desvanecerá y caerá en el olvido. El cetro oxidará, el trono se derrotará y luego acudirá la pobreza, la putrefacción y la peste. El Rey Negro morirá y su despojos serán echados como el alimento para los depredadores. Los lamentos de sus siervos se acallarán y se convertirán en los recuerdos pésimos que se encerrarán dentro de un tiempo en un arcón en algún lugar de sus mentes y las llaves de las cerraduras se perderán ………. “ Goff no quería seguir escuchando ese sermón. Lo irritaba, lo deprimía y lo abatía. Intentaba enmudecer la voz de sus pensamientos pero fue en balde.

….. “y Lorm escupirá tu cadáver y hará un brindis para celebrar tu óbito. Y después comenzará a distinguir tu raza, porque eso es lo que él realmente quiere, arrastrar y desolar tus hermanos y hermanas y quemar tu hogar. Pisar y machacar el sitio donde nacisteis y limpiar el universo de esta porquería de vuestra especie. Pues en sus ojos no sois más que unos parásitos patéticos, unos piojos chupópteros que……… “ Goff empezó a gritar. Ya no podía soportarlo más. Se tapó los oídos, pero eso no servía para nada, los pensamientos ululaban y murmuraban sin cesar.

El aerodeslizador se aproximaba a las estribaciones. En el radar se veían ya las primeras montañas. Faltaban menos de 5 kilómetros. Los rayos del Maar se reflejaban en el casco de la nave. En ese momento, Goff notó que alguien, que se llamaba (¿¿Flegg??), entró en su mente y trató de hurgar en ella. Al cabo de un rato, desapareció. Goff alzó la cabeza y miró el panel de control. Luego se levantó, se alejó por el pasillito y abrió el armario empotrado. Rebuscó ausentemente dentro

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de él durante un instante, hasta que encontró un rifle pequeño de fotones. Lo cogió y se lo metió en el bolsillo de sus pantalones. Luego se quedó mirando el suelo rascándose furiosamente una mancha roja que se le había creado en el cuello. Después cerró de un tirón la puerta del armario y se regresó a la sala de mandos.

De repente, se encendió el piloto que indicaba la baja potencia de las baterías. Goff lo destrozó con su codo izquierdo. El odio, el rencor y la desesperación maligna se apoderaron de él. Toda su vida se fue al garete y él, de alguna manera, sentía que la cabrona de la muerte le rodeaba muy de cerca.

“¡Pero antes de que me llevase consigo, te mataré!” dijo con voz alta.

El aerodeslizador se aproximó a menos de un kilómetro de la nave naufragada de Lorm.

/

Lorm escuchó los motores, se asomó a la escotilla y miró hacia el norte, pero no vio nada. Luego volvió la cabeza hacia el sur y divisó los contornos de un aerodeslizador. Frunció el ceño. Dos cosas no cuadraban. Primero, la dirección desde la que se aproximaba la nave. Era contraria de la que habían mencionado los vigilantes, los cuadrantes 4 y 5 estaban al norte. Y segundo, el aerodeslizador que vio pertenecía al difunto comandante Poex. Él reconoció dos franjas amarillas que estaban pintadas en el morro.

Goff giró el volante levemente a la izquierda y rodeó la roca. Luego redujo la velocidad y aterrizó unos 200 metros de la nave de Lorm. Los pensamientos dejaron de charlar como si supieran que llegó el momento crítico. Goff apagó los motores. Las aspas del rotor dieron unas cuantas vueltas más y luego se pararon. A continuación, se hizo un silencio. Goff desbloqueó la puerta corrediza y bajó.

El tun-cay percibió la presencia de otro ser y decidió esconderse detrás del aerodeslizador. No quería arriesgar. Quería esperar y aprovechar el momento oportuno.

´¿Goff? ¿Qué hace él aquí?´ pensó Lorm. Después se flexionó y salió fuera de la escotilla. Goff levantó la mano y dijo:

“Hola comandante, he recibido su mensaje que está en apuros y he venido a rescatarle.” Luego sonrió. Esa sonrisa falsa parecía más bien como una mueca fea y de alguna manera, también burlona. Lorm vaciló y controló si llevaba el arma, estaba en su sitio tras el cinturón. Goff estaba caminando hacia la nave naufragada. Cuando se aproximó a unos setenta metros de ella, se paró. Lorm se incorporó y replicó:

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“Bueno, cómo puede ver, he tenido un pequeño encontronazo con esta roca. Pero me interesa qué pasó en el cuadrante 3” Goff dio un par de pasos más mientras metía su mano derecha en el bolsillo. Acto seguido, agarró el rifle de fotones y contestó:

“En el cuadrante 3 está todo de puta madre. Pero tú, hijo de puta, estarás pronto bastante jodido. Y eso te lo puedo prometer.” Al terminar esta frase, sacó rápidamente la mano del bolsillo y disparó sin apuntar. Lorm divisó el movimiento y se agachó. El rayo de fotones penetró fácilmente el casco y causó en él un agujero de 30 centímetros. El aerodeslizador se estremeció y Lorm perdió el equilibrio. A continuación, se cayó, se deslizó por la superficie lisa y terminó en la tierra. Goff se echó a reír:

“¿Vaya, vaya que torpeza, no? Me extraña que siquiera pudiera conducir este trasto hasta aquí.”

Lorm, sin comentar este sarcasmo, cambió su posición y sacó el arma. Luego apuntó y disparó. Pero falló. Goff respondió igualmente. El rayo de fotones pasó no más de 10 centímetros de la cabeza de Lorm. Él se inclinó y disparó de nuevo. Esta vez dio a la pierna derecha de Goff. Éste gritó de dolor y de sorpresa y luego se cayó de rodillas. Lorm se enderezó y continuó disparando. La bala penetró dentro del hombro de Goff. Él chilló y apretó el gatillo. Los rayos destrozaron el motor secundario derecho de la nave de Lorm.

El tun-cay seguía escondido. No le gustaba ese ruido estridente.

Lorm disparó por tercera vez y rozó la mejilla de Goff. El rifle de fotones se le cayó de su mano y él se tapó la cara. Perdía mucho líquido corporal y su cuerpo temblaba. También sufría mucho dolor, el más fuerte provenía del hombro. La vista se le ponía alternativamente borrosa y nítida, su estado era crítico. Sin embargo, en ese momento, ocurrió una cosa bastante interesante. Su mente trastornada se despejó totalmente y durante ese corto tiempo, antes de entrar en el coma y luego cruzar el umbral de la muerte, se hizo extremadamente sensible.

/

La borrachera de Flegg ya se había desarrollado considerablemente. Él estaba sentado en el sillón y la botella de Burk estaba casi vacía. Canturreaba imaginándose las maneras de la muerte de Lorm. Deseaba que Goff le torturase y le obligase a hacer cosas que le humillasen y le deshonrasen y luego que le matase LENTAMENTE. Su mano derecha se levantó vagamente y él se bebió el resto del alcohol. Luego se respaldó, cerró los ojos y probó la conexión mental más bien al azar. Y gracias a esta sensibilidad extraordinaria y momentánea de Goff, la estableció. Sin embargo, lo que percibió, le enfureció máximamente. Le hizo literalmente temblar de rabia. El nivel de la embriaguez se le bajó rápidamente. Él intentó ordenar a Goff que cogiera el arma y disparase a Lorm, pero Goff no

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reaccionaba, se estaba muriendo. Así que Flegg consiguió sólo liberar su ira a través de su boca:

“¿Te acuerdas de mi? ¿Te recuerdas como jodiste mi vida? ¿No? ¿Me lo imaginaba, ya que a los mamones como tú les importa una mierda las vidas de los demás, verdad? Pero antes de que este inútil la palme, déjame que te cuente una historia sobre un tal Flegg que antaño tenía mucha influencia y mucho respeto y por tu culpa la perdió. Y lo perdió todo. Le metieron en un agujero apestado y le dejaron allá encerrado casi ocho interminables puestas sólo con la compañía de punkies. Pero he regresado….” en ese momento, se oyó como se aproximaba el otro aerodeslizador. Según el ruido grave de los motores se trataba de una nave de carga. Lorm dio media vuelta. El aerodeslizador ahora pasaba cerca de las estribaciones. Lorm emitió el mensaje virtual a Durby y él lo afirmó.

“ …… y te aseguro que tu cuerpo se pudrirá en este planeta….. “ Flegg continuaba hablando pero la conexión se perdió. Goff entró en coma. La pérdida de su líquido corporal era fatal. Flegg dio un puñetazo en el respaldo del sillón y se arrancó piel de dos dedos. Acto seguido, arrojó furiosamente la botella de Burk contra la pared. Ésta explotó y los trozos de cristal de desparramaron por doquier. Flegg empezó a gritar:

“¡Esto no puede ser verdad, joder! Ese capullo, ese hijo de puta asqueroso.¡¡ Que te den por culo, cabrón!! ¡Pero ya verás, ya te enterarás como se saborea la revancha!” A continuación, salió pitando de su despacho y se dirigió a los laboratorios.

/

El tun-cay se movió y se acercó a la parte trasera de la nave. Desde ahí podía ver que uno de los dos seres estaba tumbado en la tierra y gravemente herido. Notaba el olor de la muerte inminente. El otro estaba mirando hacia arriba. El tun-cay sabía que se estaba aproximando la otra cosa y decidió que ahora tenía una única oportunidad de atacar. Así que esperó un momento. El ser bajó la cabeza y se volvió. El tun-cay salió y cobró velocidad.

Lorm no se dio cuenta del peligro que venía de atrás. Estaba contemplando el cuerpo moribundo de Goff enfrascado por completo en sí y pensando en las palabras de Flegg.

Durby apretó el volante y empezó a aterrizar. La velocidad se redujo a 35 km/h. Rash miró por la ventana lateral y se fijó en el tun-cay. Acto seguido, vociferó:

“¡Mira! ¡¡Le va a matar!!” y traspasó corriendo la pequeña sala de mandos. Después tecleó rápidamente el código numérico y desbloqueó la puerta corrediza de la nave. Durby giró la cabeza y gritó:

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“¿Pero qué coño haces?” Rash no le prestaba atención. No había tiempo. Se asomó afuera agarrándose a la manivela, desenfundó su arma y disparó. La bala se perdió a unos dos metros del tun-cay.

“¡Gira a la izquierda, joder!” ordenó a Durby. Él le estaba miraba con la boca abierta.

“¡HAZ LO QUE TE DIGA O LE MATARÁ!” Durby mecánicamente inclinó el volante. La nave pesada se ladeó un poco. Rash disparó de nuevo.

Lorm también apretó el gatillo de su arma. El primer disparo de Rash le despertó de sus pensamientos y le hizo a girar la cabeza, el tun-cay ya estaba muy cerca. Lorm dio varios pasos atrás. La bala abandonó el cañón de su arma prácticamente en el mismo tiempo que la de Rash y las dos dieron en el blanco. El tun-cay rugió agudamente y se cayó. A continuación, intentó lanzar sus colas, pero la inercia levantó la parte trasera de su cuerpo y él dio vuelta de campana.

Durby apretó el volante del aerodeslizador más hacia abajo y aterrizó. Lorm observaba el tun-cay preparado para disparar otra vez, pero él estaba muerto igual que Goff. El Maar se declinó un poco más al horizonte. Ahora soplaba una brisa fresca y en el firmamento se formaban las primeras nubes que más tarde, cuando asumiría el mando la noche, traerían la lluvia y la tormenta eléctrica.

/

Se abrió la puerta corrediza del aerodeslizador y bajó Rash. Durby apagó los motores y lo siguió. Rash preguntó a Lorm: “

“¿Está usted bien, señor?”

“Estoy perfectamente,” respondió él firmemente y luego preguntó:

“¿Tenéis algún lanzallamas?”

“Sí, señor, dos “contestó Rash.

“¡Traedlos! Hay que quemar esta porquería.” Lorm señaló a tun-cay y después añadió:

“El cuerpo de Goff cargaremos en vuestra nave y lo llevaremos al laboratorio. Quiero saber que le ha pasado. Aquí no cuadran muchas cosas.” Luego dio media vuelta e inició el camino hacia el aerodeslizador de Goff. A continuación, entró dentro y echó una ojeada por el pasillo y por la parte trasera, pero no vio nada raro. Se acercó al panel de control y lo encendió. En seguida, comenzó a parpadear el chivato que marcaba el nivel de las baterías, indicaba 9%. Lorm bajó y vociferó hacia Rash:

“¿Tenéis algunas baterías de repuesto?”

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Rash volvió la cabeza y replicó: “Lo siento, pero no. Aunque las tuviéramos no servirían para nada. Las naves de cargo utilizar más grandes y con otra potencia.”

“Bueno, entonces tengo que regresar con vosotros. Pero primero, hay que hacer un rodeo más y visitar el cuadrante 3. Creo que pronto vamos a tener problemas graves.” terminó Lorm algo pensativo y volvió a la nave de Goff.

/

Rash y Durby quemaron el cuerpo de tun-cay y trasladaron el cadáver de Goff dentro del aerodeslizador. Al subirlo por la plataforma de carga se resbaló Rash y se cayó sobre el pecho de Goff. Su líquido corporal le manchó el uniforme. Rash maldiciendo se levantó. Acto seguido, metieron el cuerpo dentro y lo colocaron en la parte trasera donde estaban las garrafas vacías. Lorm mientras registró la nave de Goff y encontró un lanzallamas y un desintegrador, los cogió y bajó.

La temperatura seguía alta pero las nubes se formaban cada vez más grandes y más oscuras.

Lorm miró al tun-cay carbonizado y apresuró el paso. Quería ya largarse de ese lugar donde había pasado una noche de mierda. Subió al aerodeslizador de carga y bloqueó la puerta corrediza. Luego entró en la sala de mandos y preguntó:

“¿Tenéis aquí TROPEN u otro calmante? Se me ha dislocado dos veces el hombro y me duele como mil demonios.” Rash le llevó al pasillito y abrió uno de dos armarios reforzados que estaban allí. Rebuscó dentro durante un rato y después sacó Tripil 250, se lo pasó a Lorm. Él lo miró y asintió con la cabeza. Durby encendió los motores y programó el rumbo al cuadrante 3. Despegaron. Lorm regresó a la sala de mandos y se sentó en una de las cuatro sillas que estaba por allí. Luego se aplicó Tripil. La nave, a pesar de su peso enorme, cobró velocidad rápidamente. Lorm se relajó un poco.

Abandonaron las estribaciones y entraron en la llanura. En el momento cuando pasaban por encima de una zona llena de basalto rojizo, Crogg se conectó con Lorm. No hablaron mucho tiempo pero las informaciones que Crogg le dijo eran más que inquietantes. Lorm se desconectó y reflexionó. Había que pensar mucho y no cagar nada. Las cosas empezaban a apestar y bastante.

Hasta el cuadrante 3 quedaban 7 kilómetros de modo que Lorm estableció la conexión con Jorr. Necesitaba discutir ese asunto con alguien.

/

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En el cobertizo en el cuadrante 3 ocurrían cosas muy feas. Los dos Kuxs, ya transformados, torturaban a la Centinela. En sus mentes también hablaban los pensamientos igual como lo hacían en la mente de Goff, cuando aún vivía, y les incitaban a hacer cosas horribles. La Centinela estaba tumbado en una de las camillas. Su cuerpo dejó de temblar hacía poco pero la transmutación aún seguía en proceso. Las Centinelas eran muy frágiles y también, en ciertos modos, muy sensibles y, por supuesto, los Kuxs lo sabían.

El Kux más alto cogió un cuchillo que tenía guardado en su vaina de cuero del can-toy que había matado personalmente hace una órbita y cortó un dedo de la mano izquierda de la Centinela. El dedo se cayó en el suelo. La Centinela lanzó un grito de dolor y trató de levantarse con intensión de escapar. El otro Kux, más bajo, le tumbó de nuevo con un puñetazo y dijo con una voz ronca y burlona:

“Estate quieto, animalito. Aún no hemos acabado contigo. ¡Y para de gritar como una hembra salida!” El más alto se agachó y tomó el dedo caído. Acto seguido, lo acercó a la boca de la Centinela y le mandó:

“¡Ábre el morro y come! Ya sé que te gusta. Veo en tus ojos como lo quieres lamer y masticar.” La Centinela giró la cabeza a un lado. El otro Kux la sujetó firmemente. El más alto comenzó a meterle el dedo a través de sus labios agrietados dentro de su boca. La Centinela forcejeó, pero fue en vano. Otro puñetazo le debilitó.

Una ráfaga se apoyó contra la ventana y los marcos crujieron. El más alto intesificó la presión y el dedo desapareció en la boca de la Centinela.

“¡Ahora masca y trágalo!” La Centinela le estaba mirando con sus ojos dilatados y luego se negó. El más bajo dijo:

“Dáme el cuchillo. Yo le enseñaré como uno tiene que comportarse cuando está hablando con una raza superior.” El más alto se lo pasó. El más bajo lo agarró y a continuación, cortó la oreja derecha de la Centinela. Él chilló. El dedo se le metió en la faringe y se atascó. Después se empezó a ahogar. El más alto le levantó un poco y luego le golpeó fuertemente la espalda. El dedo salió de la boca de la Centinela y aterrizó al lado de la zapatilla ajada del más bajo. Éste se agachó y lo cogió:

“¿Joder, que desperdicio, hijo de puta, así se trata la comida? ¿Hm? ¡Responde!” Pero la Centinela estaba tosiendo y tenía la cara morada. El más bajo la agarrotó por los pocos pelos y le sacudió bruscamente la cabeza. El líquido corporal que manaba de la lesión salpicó su uniforme.

“¡Joder, tu asqueroso jugo me ha manchado mi uniforme de gala!” dijo jovialmente. Acto seguido, el más alto le pegó a la Centinela una hostia y luego hundió su rodilla en su órgano de reproducción. Él

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aulló. El dolor era estridente e insoportable. En ese instante, deseó perder la conciencia. Sin embargo, no tuvo suerte.

Otra ráfaga chocó contra la ventana e hizo tintinear el vidrio reforzado. El más bajo metió nuevamente el dedo, que ahora estaba sucio por la arena esparcida por el suelo, dentro de la boca de la Centinela y dijo:

“Tienes la última oportunidad de comértelo. Si no lo haces te cortaré el brazo y luego la pierna.” Al cabo de un rato, la Centinela comenzó a masticar lentamente. Sin embargo, en ese momento, se escuchó desde afuera el ruido del aerodeslizador y lo salvó de esa asquerosidad.

El más alto dijo:

“No me jodas que se está regresando este cabrón de mierda de Goff. Tengo muchas ganas de rajarle el cuello incluso más que jugar con este títere.” El más bajo asintió con la cabeza y su mirada se deslizó de nuevo a la Centinela. Después rió y siseó:

“Parece que tenemos que hacer una pausa imprevista en este espectáculo maravilloso pero no te preocupes cuando acabemos con nuestro amigo volveremos y seguiremos jugando.”

Los Kuxs se aproximaron a la ventana y el más bajo dijo:

“Pero esta nave es de carga. Esta no será de Goff. A no ser que la haya cambiado.”

“Hay que prepararse.” dijo el otro y después asió un varilla de hierro que estaba apoyada contra la pared al lado de la ventana y golpeó con ella el craneo de la Centinela. Éste, por fin, perdió la conciencia. El Kux se agachó, cogió la oreja cortada y la limpió. Luego la olfateó y se la guardó, por una razón desconocida, en su bolsillo de los pantalones.

/

Lorm se desconectó. Jorr no había dicho muchas cosas, parecía que tenía sus propios problemas. El aerodeslizador volaba por encima de la tierra agrieatada y resquebrajada. Nadie hablaba, se aproximaban al cuadrante 3. Lorm se levantó y se dirigió a la ventana lateral. Miró el cielo que ya estaba lleno de nubes lánguidas y pesadas y se rascó la mejilla. Durby redujo la velocidad y giró el volante levemente a la izquierda, ya se podían distinguir los techos brillantes del cobertizo. Lorm observaba el paisaje, su frente se fruncía cada momento más. Durby bajó a la altitud de 50 metros y dijo:

“Señor, mire este montón, parece como....” pero la voz se le rompió en la garganta. Lorm se acercó a la ventana frontal. En ese momento, el aerodeslizador entró en el recinto del cuadrante 3.

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“…. parece como si fueran cadáveres calcinados.” terminó Lorm. “Aterriza detrás del cobertizo pero deja los motores en marcha.” Durby apretó el volante y la nave comenzó a bajar.

/

El Kux más alto cogió el cuchillo y se escondió en la parte trasera del cobertizo. El más bajo sacó un arma y se ocupó de la puerta principal. El aerodeslizador aterrizó y a continuación, se desbloqueó la puerta corrediza. El más alto podía oír que los motores seguían en marcha y apretó más el mango del cuchillo. Jadeaba y esperaba.

“Sacad las armas y tened mucho cuidado.” dijo Lorm. Después bajaron. Lorm mandó mentalmente una orden a Rash y Durby:

“¡Vosotros registrad la parte delantera! Yo entraré por la puerta trasera. ¿No disparad sin cabeza, entendido?” afirmaron y se alejaron. Lorm alzó el arma y se dirigió al cobertizo.

El más alto escuchó cómo se acercaban los pasos, pero sólo de un intruso.

´Así que os habéis separado. Pues muy bien ´ pensó y levantó la mano con el cuchillo.

Lorm giró a la derecha y vio el montón de Kuxs carbonizados. Aún se notaba el olor fuerte a chamusquina. Esa vista no le mejoró nada su humor. Luego miró la puerta trasera, el silencio que reinaba no le gustaba. Después de tantos años en ejército eso siempre significaba una emboscada. De manera que se aproximó más y dio una patada fuerte a la puerta. Esa se abrió y golpeó la pared interior. Él, al mismo momento, saltó a la izquierda y se escondió.

Luego las cosas ocurrieron muy de prisa. El más alto salió disparado hacia adelante. Lorm apretó el gatillo y la bala penetró dentro de su abdomen. Kux lanzó un chillido agudo y tiró el cuchillo. La punta de aleación templada se clavó profundamente en la pared del cobertizo. Pasó sólo 3 centímetros de la oreja izquierda de Lorm. A continuación, Kux se desplomó. Lorm abrió fuego de nuevo y le dio en la frente. Desde la parte delantera sonó un disparo seguido de una caída pesada, de un grito y de otro disparo.

/

Durby y Rash alcanzaron la parte delantera del cobertizo. También a ellos les extrañaba el silencio. Rash señaló a la puerta e hizo un gesto con los dedos. Durby asintió con la cabeza y se apartó un poco a la derecha. Rash alzó su arma y tocó la manivela. En ese momento, se oyó un disparo y luego Rash se vio arrojado hacia atrás aterrizando en la tierra. En su pecho apareció un agujero de 25 centímetros. Su cabeza cuadrada se golpeó contra un bloque y se rompió. Los sesos

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salpicaron por doquier igual que su líquido corporal. Durby bajó velozmente el arma y disparó dentro del cobertizo. Gritaba.

El Kux más bajo se agachó y la bala de Durby pasó por encima de su cabeza. Acto seguido, se asomó rápidamente y respondió igualmente. Durby sintió un dolor picante en el costado, pero no le prestó atención ninguna, apuntó y disparó de nuevo. El más bajo trató de esquivar la bala, sin embargo, no tuvo tiempo y esa se le hundió en la pierna y le arrancó gran trozo de su carne. Kux siseó de dolor y bajó la vista para averiguar la herida. Eso fue su error fatal y mortal. Durby abrió fuego nuevamente y la cabeza de Kux explotó. Unas pocas gotas de su líquido corporal ensuciaron la cara de Durby.

Lorm entró apresuradamente en el cobertizo. La luz dentro era bastante tenue. Traspasó corriendo la habitación trasera sin percatarse del cadáver de Kux que Goff había matado antes con el destornillador, y pasó por otra habitación.

También Durby internó dentro. Kux estaba tumbado en el suelo y muerto. Durby desvió la vista hacia la mesa, allí estaba el cuerpo maltrecho de la Centinela. Quería aproximarse a él, pero fue entonces, cuando irrumpió Lorm. Durby automáticamente levantó el arma. Lorm se agachó y dijo:

“Tranquilo, soy yo.”

/

El viento arrecía y cobraba fuerza, las ráfagas impetuosas auguraban la lluvia inminente. También se había bajado la temperatura, el termómetro dentro del aerodeslizador marcaba +23.7 ºC. Lorm estaba sentado en la silla acolchada en la sala de mandos y conducía. Durby se aplicó la segunda dosis de Tripil 250 y descansaba. La lesión le dolía un montón y ademán empezó a sentir punzadas regulares en la cabeza.

Después de matar a los Kuxs, Lorm disparó a la Centinela diciendo que no quería arriesgar el contagio sin dar más explicaciones a Durby. Él tampoco preguntó. Luego se regresaron a la nave. Durby se inyectó Tripil y se congeló la herida. Lorm cogió una lona verde y un lanzallamas y salió fuera. Durby se vendó el costado y después se unió con él. Envolvieron el cuerpo muerto de Rash y lo desplazaron dentro del aerodeslizador. A continuación, Lorm quemó los Kuxs, por un momento pensó que habría sido mejor prender también el cobertizo pero luego descartó esa idea. Despegaron.

Ahora la nave pasaba por la llanura. Lorm se conectó otra vez con Jorr. Al principio había interferencias pero luego la conversación se estabilizó. Después de escuchar atentamente lo que había pasado, Jorr le dijo que quería saber los resultados del laboratorio y se desconectó. Durby se alejó a la parte trasera de la nave, necesitaba segregar y tumbarse. Las gotas del líquido corporal del Kux más bajo

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ya se habían secado en su cara y los poros de su piel las absorbieron dentro.

/

Mix número 3 abandonó la costa y se dirigió a la planicie. Tenía instrucciones de su Amo. Sin embargo, su Amo ahora estaba bastante irritado, algo se había jodido. A Mix le daba igual de que se trataba, su cerebro reparado y parcialmente limpiado servía sólo para las necesidades básicas como para alimentarse o recibir las órdenes. Su destino era la zona 6 diurna y encontrar a Lorm. El Amo le dijo que hubiera que matarle. Y eso le gustaba.

*

Flegg

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(la rabia)

Flegg medio borracho pasaba por el pasillo de vidrio opaco y se dirigía al ascensor. La furia le agitaba, crecía dentro de él y cobraba potencia. Goff había fallado y ese hijo de puta de Lorm seguía vivo. También no se podía establecer la conexión con Mix número 2. Flegg alcanzó el ascensor y apretó un botón azul, esperó un rato hasta que se abriera la puerta y luego entró. El ascensor era muy estrecho e improvisto de dos luces especiales que iluminaban el espacio y le daban una sensación rara y un poco temerosa. Flegg dijo el número de la planta y una voz mecánica le respondió. Acto seguido, los servomotores se activaron y la cabina comenzó a bajar con una velocidad asombrosa. Los laboratorios estaban 3 plantas debajo de la tierra. El ascensor se paró y la puerta se abrió. Flegg bajó y giró a la izquierda. Su estado de embriaguez menguó, su ira, en contrario, incrementó. Pasó por el pasillo corto y entró en la sala mayor. Al fondo de ella había cinco contrapuertas. Él encaminó hacia la primera.

Dentro del laboratorio 1 había cuatro científicos agrupados alrededor de una pantalla virtual. Cuando Flegg entró, ellos alzaron las cabezas y le saludaron. Flegg levantó rápidamente la mano derecha y dijo:

“Quiero que comencéis con la fase 2, ahora mismo. Programad las coordenadas de las zonas 2, 4, 5 y 9 y abrid todas las brechas posibles. Al respecto de la zona 6 quiero que intentéis abrir una brecha doble y mandar allí un grupo entero de Mixs.” su voz un poco vibraba.

El científico que estaba más cerca de la puerta le respondió:

“Hay un problema, señor, esta mañana nuestro aparato para medir las oscilaciones ha recibido una anomalía en nuestra atmósfera. Lo hemos analizado y se trata de las ondas gravitatorias provenientes de una explosión de una supernova. La frecuencia de las ondas varia y eso causa las perturbaciones e interferencias graves en los mecanismos sensibles a la transmisión de datos. “

Flegg lo interrumpió:

“¿Y eso que significa exactamente?” En su tono ya se notaba considerablemente el enfado.

El científico continuó:

“Eso significa que en este momento no es recomendable abrir las brechas. Eso podría provocar un error espacio-temporal que más probable desviaría el eje del planeta de recepción, en este caso de Rhod, y las consecuencias serían fatales: cambio de la órbita del

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planeta, acercamiento o alejamiento de las estrellas maternas y luego muerte o bien en llamas o la congelación total.”

Flegg le estaba mirando. Luego sonrió y dijo:

“¿Bueno, pero eso es sólo una teoría no? ¡Así que empezad con la fase 2, YA!” para acentuar sus palabras enrolló los dedos de su mano derecha y golpeó con el puño la mesa.

Otro científico, el que estaba más a la derecha replicó:

“Señor, con todo el respeto, tampoco podemos calcular con exactitud las coordenadas. Si lo hacemos, las ondas gravitatorias alterarán o estropearán totalmente el programa de navegación y las brechas se abrirán al azar en cualquier sitio del planeta. También no se puede asegurar de que los Mixs sobrevivan porque el tiempo de la apertura se deformará.”

El corazón de Flegg latía con rapidez y su vista se puso borrosa.

“Me importa una mierda si va a fallar algo. Yo quiero que empecéis con la fase 2. ¡¡AHORA MISMO!! No me apetece escuchar todo el rato vuestras quejas que no se puede hacer esto u otro. Encended los putos ordenadores, avisad a los distribuidores por allá y moved vuestros culos gordos!”

En ese momento, se podía ver como las caras de los científicos palidecían. Nadie de ellos respondió, sólo miraban a Flegg. Éste ya rojo de ira golpeó otra vez con el puño la mesa y vociferó:

“¿No me habéis escuchado? A trabajar, dentro de una quinta parte de la puesta quiero el informe detallado.” Al terminar la frase se dio media vuelta, se dirigió a la contrapuerta y la abrió.

Estaba a punto de salir del laboratorio cuando de pronto, uno de los científicos, el que estaba más a la izquierda, susurró:

“¡Capullo!” Flegg lo entreoyó, se giró bruscamente y sacó su arma. Acto seguido, apretó el disparador. La bala penetró en el ojo izquierdo del autor del insulto y su líquido corporal salpicó al científico que estaba a su lado. Flegg guardó el arma en su cinturón y dijo:

“¿Alguien más quiere decir algo o, por fin, vais a poneos en marcha?” Sus palabras hicieron eco en el laboratorio. Los científicos aturdidos no eran capaces de reaccionar de manera ninguna. Flegg salió precipitadamente de la habitación y se encaminó a su despacho. Necesitaba su droga para aplacar el rencor.

/

Más tarde, cuando los científicos desplazaron el cuerpo muerto de su compañero a la sala de depósitos y limpiaron el laboratorio, comenzaron con la fase 2. Se conectaron con los dos distribuidores en

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la Tierra y les dieron las instrucciones. Acto seguido, programaron las coordenadas, aunque sabían que iban a fallar. A eso de la media noche, los ordenadores emitieron los primeros datos respecto a las posiciones de las brechas y las ondas gravitatorias las alteraron. El planeta Rhod estaba al borde de su ocaso.

*

Zona 9, después de la salida de la Xar

(la tarde)

Los dos aerodeslizadores aterrizaron al lado del almacén de víveres que se hallaba en la parte sur de la base militar. Los cuatro infectados bajaron y se reunieron durante un rato. Mix número uno les dijo el plan. Luego sacaron las armas e internaron dentro.

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El almacén era amplio y estaba dividido en varias secciones según el tipo de comestibles. Mix y Broky giraron hacia la parte derecha, Gris y Tush a la parte izquierda. Las luces que alumbraban las hileras estaban apagadas. En la parte trasera del almacén trabajaban tres Xibogs, ponían las garrafas pesadas de la bebida en una estantería grande y las etiquetaban. Otros dos Xibogs estaban más a la derecha, en la sección de alimentos dioxidados. Mix y Broky pasaron por una hilera estrecha y llena de recipientes redondos parecidos a unos botes. Dentro de ellos se conservaba la carne. Los dos sujetaban el desintegrador con la mano central. Broky se paró, cogió uno de los recipientes y quería leer que ponía en el marbete. Pero Mix lo vio y le vociferó en su mente:

“¡Deja esto! ¡Tenemos trabajo!” Broky lanzó un grito corto y acto seguido, soltó el bote. Éste se cayó al suelo y produjo un ruido seco. Luego se comenzó a girar. Mix lo paró con su zapatilla. A continuación, apretó el bulto de cuello de Broky y le siseó en la cara:

“¡Un fallo más como este y te volaré los sesos!” En ese momento, sonó la voz de uno de los Xibogs que estaban en la sección de alimentos dioxidados:

“¿Hay alguien allí?” Mix y Broky esperaron un rato y después continuaron. Giraron a la izquierda y vieron una sombra al final del pasillo. Mix hizo una señal con la mano y Broky asintió.

Gris y Tush pasaron por las hileras más rápido, a la izquierda estaban los sectores con los víveres en polvo o granulados. Tush señaló al fondo, desde allí se podía escuchar el ruido y los golpes apagados. Se aproximaron al final de la última hilera y Gris se asomó. Uno de los tres Xibogs estaba pegando una etiqueta en un bidón que contenía líquido verde, los otros dos estaban más atrás apilando las garrafas. Gris se escondió de nuevo y mentalmente dijo a Tush:

“Yo me encargaré de los dos que están atrás.”

“Vale” respondió Gris y luego añadió: “No olvides que por lo menos uno tenemos que dejar vivo.” Tush meneó la cabeza.

/

Alcanzaron casi el final del pasillo inadvertidamente. Luego uno de los dos Xibogs se volvió y los vio. A continuación, Mix abrió fuego y el brazo derecho del Xibog desapareció. Él empezó a chillar tratando de sujetar la parte del brazo que le faltaba. El otro Xibog vino corriendo. Broky le golpeó con la empuñadura del desintegrador y el Xibog se desplomó. Mix disparó de nuevo y el primer Xibog perdió media pierna, otro disparo le causó un agujero grande en el pecho, sus gritos cesaron.

La situación en el fondo del almacén era un poco diferente y no tan rápida. Tush y Gris salieron juntos. Tush apretó el gatillo pero falló. No

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tenía desintegrador como Broky o Mix así que la bala chocó contra la columna de la estantería y se rebotó. Gris también disparó y dio al hombro del Xibog que estaba más cerca. Él gritó y sacó su arma pequeña. Acto seguido, abrió fuego. La bala rompible rozó la cara de Tush. Él respondió con otro disparo y esta vez dio en su ojo central. El líquido corporal mezclado con el globo ocular salpicó los bidones de la estantería. Los otros dos Xibogs se abalanzaron sobre Gris. Él intentó nuevamente abrir fuego pero no tuvo suficiente tiempo y se armó una buena entre los Xibogs sanos y los infectados. Fue bastante interesante contemplar tantas manos forcejeando. Al final, ganaron los infectados pero lo pagaron con una oreja desgarrada, un montón de moratones y tres dientes rotos.

Ahora los dos Xibogs estaban tumbados en el suelo. Gris que le faltaban dos de los dientes, les estaba atando juntos con una brida especial que había cogido de la estantería. Tush se limpiaba la herida de la cara y también de la oreja.

/

Cuando comenzó el tiroteo en la parte trasera del almacén, Mix estaba agachado sobre el Xibog desplomado y tenía la camisa remangada. Su líquido corporal goteaba dentro de su boca. Broky se alejó a ayudar a Gris y Tush. Mix guardó el cuchillo y miró el cuerpo de Xibog. Luego lo pensó mejor y lo sacó otra vez, en su cara apareció una mueca rara y muy fea. El filo del cuchillo cortó el abdomen de Xibog. No mucho pero suficiente para que brotaba el jugo. Al verlo Mix bajó la cabeza y lo lamió. Luego apretó un poco más el corte y dejó salir más jugo. El sabor le gustaba.

Gris golpeó a los dos atados Xibogs con la empuñadura de su arma para inmovilizarles. A continuación, dijo a Tush que se acercara y les contagiara. Tush lo hizo. Después llegó Broky y dijo:

“Veo que todo está bien. He oído bastantes disparos aquí.”

Tush le respondió: “Sí, estos cabrones se defendieron mejor que lo que pensamos. ¿Dónde está el raro?”

“Está con el otro Xibog, contagiándolo.“ contestó Broky.

/

Más tarde, trasladaron los Xibogs contagiados a una habitación no muy grande en la parte trasera del almacén. Les tumbaron en el suelo y después se regresaron a los aerodeslizadores. Aparecieron dos Xibogs más que habían oído los disparos. Mix les dijo que le siguieran al almacén. Una vez dentro disparó en la cabeza del más joven e infectó al otro. Broky y Gris le desplazaron a la habitación. Después agruparon los tres cuerpos muertos de Xibogs en un rincón y Tush los carbonizó con un lanzallamas.

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Mix comenzó a descargar los bidones con el tejido del feto de las naves. Gris y Broky los llevaron dentro del almacén. Mix los abrió y controló la sustancia, que estaba perfecta. Después empezaron a mezclarla con la bebida. Eso les ocupó algo de tiempo durante el que no hablaban casi nada. Cuando tenían contagiados más de 30 garrafas, apareció otro Xibog que vigilaba esa zona. Mix se encargó de él. Luego lo arrastró hasta una hilera lejana para que los otros no vieran que iba a hacer con él. Acto seguido, le cortó la piel de la pierna y probó su líquido, tenía sabor un poco amargo.

Después de infectar la bebida, Broky y Mix volvieron al aerodeslizador. Tush y Gris se quedaron para vigilar a los contagiados, por entonces ya habían empezado las primeras señales de sus transmutaciones: las convulsiones, los temblores y la espuma espesa y algo oscura alrededor de sus bocas. A Broky y Mix les esperaba la fase dos: capturar a los médicos y apoderarse del laboratorio.

La Xar ya se declinó a su última cuarta parte del día.

/

Jorr descargó los víveres y las sustancias químicas en el almacén del cuadrante 0, después entró en los laboratorios. Quería hablar con Axty que era el jefe de los científicos. Le encontró en la sala roja donde se testaba la resistencia contra los virus. Axty estaba estudiando un esquema de alguna estructura molecular, al ver a Jorr se levantó y le saludó. Luego charlaron un rato y Axty le informó sobre los resultados de las últimas pruebas. Jorr le dijo que le mandara, como siempre, el archivo en su parte cerebral diurna, después se fue. Quería controlar si los otros sectores del laboratorio estaban bien.

Más tarde, entró en el despacho de Axty y se tomó un Bizz. Axty no estaba, hacía su ronda rutinaria. Jorr echó el bote de Bizz en un cubo de aluminio y se levantó. En ese momento, se conectó con él por primera vez Lorm. Jorr lo estaba escuchando, su frente se fruncía cada vez más. Cuando Lorm se desconectó, Jorr salió del despacho pensativo y preocupado y se dirigió al almacén. Al pasar por el recinto se conectó con él uno de los asistentes que trabajaba en la base militar. Le dijo que había intentado establecer el contacto con él antes, durante la noche, pero por algún motivo no podía. Le informó sobre el bicho y también sobre la orden rara del teniente Cludd de llevárselo otra vez sin dejar que se hiciera la disección. Jorr le preguntó dónde estaba el teniente ahora y él le contestó que no le había visto desde la tarde de ayer. Jorr se desconectó. Después regresó al despacho de Axty y se bebió otro Bizz, necesitaba pensar. Ocurrían cosas muy extrañas y Jorr no quería problemas, y menos ahora, cuando, por fin, la situación estaba tranquila.

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Cuando Jorr se terminaba el tercer Bizz entró Axty y le preguntó que pasaba. Jorr le respondió que no lo sabía exactamente pero que algo feo se aproximaba. Luego se despidieron. Jorr cargó las garrafas vacías y despegó. Por entonces la Xar ya había entrado en su última cuarta parte.

Ahora los motores del aerodeslizador rítmicamente ronroneaban. Jorr sentado en la silla de la sala de mandos reflexionaba observando ausentemente el paisaje que pasaba por debajo de la nave, no se le ocurría nada que podía explicar estos acontecimientos recientes y además le comenzó a doler la cabeza. De manera que encendió el autopiloto, se levantó y encaminó al pasillito. A la derecha en la pared estaba colgado un botiquín pequeño. Jorr lo abrió y se tomó dos pastillas de Kiarr. Cuando enroscaba el frasco, Lorm le llamó mentalmente por segunda vez y le comentó que había sucedido en el cuadrante 3. Esta información sólo empeoró su jaqueca. Él se regresó a la sala de mandos y miró a través de la ventanilla lateral, en el horizonte se veían las nubes grisáceas.

”¡Joder!” dijo en voz alta y se sentó.

/

Mix y Broky aterrizaron detrás del laboratorio, tenían que estar máximamente precavidos. Broky sabía que en la base militar trabajaban en total 12 médicos y 4 asistentes y se lo dijo a Mix. Él asintió con la cabeza. Acto seguido, bajaron de la nave y se dirigieron a la puerta trasera. Soplaba una brisa fresca del sur, pero la temperatura seguía alta, + 28,5ºC.

Broky se arregló el pantalón y sacó el arma. Mix abrió silenciosamente la puerta y entraron a un pasillo angosto, sin ventanas y poco iluminado. La puerta se cerró tras ellos con un click. Mix miró alrededor, las paredes estaban pintadas de color verde claro. Luego señaló hacia la escalera que estaba al fondo del pasillo y dijo:

“¡Vamos!”

Iniciaron el camino. Mix, por fin, podía concentrarse. Su Amo se ausentó hace poco, pero antes estaba hablando en su mente casi sin parar y le decía cosas muy raras. Parecía que estaba debajo de la influencia de alguna droga. Mix estaba totalmente agobiado e irritado de su perorata pero, por supuesto, no podía decirle nada de modo que escuchaba y escuchaba.

Alcanzaron la escalera, subieron apresuradamente arriba y giraron a la izquierda. Allá había tres contrapuertas que daban a las salas de pruebas. Se acercaron a la primera. A través de una redonda ventana podían echar una mirada dentro, estaba vacía. Pasaron a la otra parte del pasillo y miraron a la segunda, dos médicos y un asistente rodeaban una mesa en la que tenían puesto el cuerpo muerto de un

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can-toy. El asistente le estaba inyectando algo dentro de su cráneo. Al terminar el cuerpo de can-toy dio un calambre y de nuevo se puso inmóvil.

´¿Qué coño están haciendo?´ se preguntó Broky pero de pronto, Mix comenzó a hablar en su mente:

“Necesito que el doctor más gordo sobreviva. A los otros los quiero ver muertos. Yo abriré la puerta y tú dispararás. Si lo cagas, te sacaré el ojo central. ¿Queda claro?“ Broky le miró sin responder. La ira se apoderaba de él. Mix entrecerró los parpados y de repente, una punzada estridente penetró el centro cerebral de dolor de Broky. Éste se tapó la boca para evitar el grito y luego asintió vehemente con la cabeza.

“¡Bien!” dijo Mix y a continuación, abrió la contrapuerta.

Los dos médicos tenían tiempo de levantar la cabeza para ver quién entraba, el asistente no. El desintegrador le borró la vista junto con la mitad de la cara, su cuerpo muerto se cayó sobre la mesa y la volcó. El médico más flaco empezó a lanzar chillidos desarmónicos. Broky le apuntó y apretó repetidamente el gatillo. Gran parte de su pecho desapareció y en el lugar donde antes estaba la carne se creó un agujero grande, a través de él se podía ver la opuesta parte de la sala. Mix se abalanzó sobre el más gordo y le apretó su bulto de cuello, pero no lo suficientemente fuerte y el médico le empujó. Mix se chocó contra la mesa volcada y se cayó. El médico cogió una pinza con puntas acanaladas y se giró con intención de clavársela en su cara. En ese momento, Broky disparó de nuevo. El rayo rozó el muslo del médico y perforó una silla de hierro que estaba apoyada contra la pared. El médico lanzó un grito, soltó la pinza y se sujetó la pierna. Mix le dio una patada fuerte en la pantorrilla. Después se incorporó velozmente y le empujó. El médico se tambaleó, perdió el equilibrillo y se cayó. Broky se acercó y le asió las manos. Mix puso su rodilla izquierda en el pecho de él y otra vez le apretó su bulto de cuello. El médico perdió la conciencia. Mix le observó durante un rato más y luego se levantó y dijo:

“Bien, ya me encargaré yo de él. Tú ve a mirar si no se acerca alguien más y también comprueba la tercera sala.” Broky le quería replicar algo pero luego cambió de opinión, dio media vuelta y salió de la sala. El pasillo estaba vacío, sin embargo, Broky podía escuchar los pasos rápidos que se estaban aproximando.

Cuando se cerró la puerta tras Broky, Mix se agachó y sacó el cuchillo. La hoja pulida reflejaba su cara deformada. Él clavó la punta en su palma central y la cortó un poco. Acto seguido, dejó gotear el líquido corporal en la boca del médico. Mientras estaba contemplando cómo se creaban las gotas, una avidez súbita se apoderó de él. Mix acercó el cuchillo al brazo derecho del médico. El filo fácilmente penetró en la piel y casi en seguida apareció un claro jugo. Mix lo

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estuvo mirando fijamente durante un instante, parecía como si estuviera hundido en un tipo de hipnosis. Luego cerró los ojos y lo comenzó a lamer apretando más y más la herida. El sabor amargo le excitaba y le tranquilizaba al mismo tiempo. Y él quería más. De manera que, hundió la hoja del cuchillo más profundo dentro del tajo. El jugo empezó a manar con más abundancia. Mix lo olió. Su cuerpo vibraba. Al cabo de un rato, su oblonga lengua continuó con la obscenidad. Después levantó la cabeza, la avidez había sido apagada, por ahora. Mix se incorporó y limpió el cuchillo. Luego se lo guardó detrás de su cinturón y se dirigió hacia la puerta.

Broky miró a través de la ventanilla redonda de la contrapuerta de la tercera sala, estaba vacía, pero las luces estaban encendidas y en la mesa cuadrada se veía otro cuerpo de can-toy. A diferencia del que se hallaba en la sala dos, ese tenía cortadas todas sus extremidades.

´Qué extraño.´ pensó Broky. Los pasos se oían más cerca. Broky se apartó de la ventanilla y se escondió detrás de una de las columnas de acero que sostenían el techo vigilando la esquina. Los pasos hacían un eco muy raro que de algún modo le irritaba su mente. Al cabo de un instante, apareció otro médico, era el esbelto y feo (Si en ese momento, Pragg estuviera al lado de Broky y no tumbado muerto en la planicie seguramente le habría reconocido). Broky esperó hasta que se acercara un poco más. Luego se asomó y apretó el gatillo del desintegrador. Al mismo tiempo, se abrió la puerta y salió Mix. Mitad del brazo derecho del médico desapareció, pero parecía que él no se dio cuenta puesto que continuaba caminando hacia Broky diciendo:

“¿Quiénes son ustedes? ¿Y qué demonios hacen aquí?”

Mix respondió: “¡Mátale, joder!”

Broky disparó nuevamente y la frente del médico, que ya estaba casi a cinco metros de él, explotó. Los sesos salpicaron la pared y la columna. Acto seguido, comenzó a brotar de su agujero craneal el líquido corporal y lo que quedaba de su cuerpo se desplomó en el suelo. Mix lo rodeó sin prestarle atención ninguna. Broky le siguió silenciosamente.

Giraron a la izquierda y desaparecieron detrás de la esquina. En la sala dos el cuerpo muerto de can-toy de repente, dio otro calambre.

/

Gris escupió una flema espesa y entró en la habitación donde estaban tumbados los cinco Xibogs infectados. Se sentó en una silla y puso su arma en la mesa, estaba sólo. Tush se alejó hace poco, necesitaba segregar.

Uno de los Xibogs contagiados era adicto a QQ, incluso más que Broky. En el momento cuando el ADN de Mix se había mezclado con el suyo, corría por sus venas la dosis de casi 450mg de esa droga y

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eso había influido considerablemente la velocidad del cambio. Al exterior de su cuerpo no presentaba síntomas visibles, sin embargo, dentro de él pasaban cosas muy drásticas. El Xibog sufría las alucinaciones tremendas que le dañaban sistemáticamente el cerebro y le deformaban su carácter. El órgano de respiración se había aumentado 1,5 veces, su sistema linfático se atrofió y el órgano de reproducción perdió por completo su funcionamiento. El Xibog alcanzó un 80% de la transfiguración durante un tiempo asombrosamente corto.

Gris se columpió en la silla y se comenzó a hurgar la oreja. Al cabo de un rato, sacó de ella un moco seco de color pardo y lo observó detenidamente durante un instante. Luego le dio un capirotazo. El moco voló y aterrizó cerca de la cara del Xibog/yonqui. Éste entreabrió los ojos y divisó al maltratador, al que le había causado todo ese padecimiento y todo ese dolor. Después, otra vez los cerró, cavilaba y reflexionaba. Quería matar al maltratador, huir y esconderse. Y quizás más tarde suicidarse.

Tush se quitó el pantalón y se sentó en el retretor. Estaba en la habitación que servía para segregar. Apretó un poco la pelvis. Al cabo de un momento, el flujo oscuro empezó a salir a través de sus dos órganos de reproducción y cayó dentro del recipiente ancho. Al principio, ese proceso le molestaba un poco ya que le picaba. Tush apoyó la cabeza con la mano derecha y respiró hondo, se sentía mal. Le dolía el costado donde le había pinchado Cludd y también un poco el tobillo. Se rascó la nariz, el flujo seguía saliendo lentamente de su vejiga.

El Xibog/yonqui entreabrió de nuevo los ojos. Esperaba la oportunidad. Sus músculos se tensaban y relajaban. El maltratador continuaba columpiándose en la silla jugando con su arma. Xibog se movió levemente y se acercó más hacia él. Éste no se dio cuenta y seguía girando el cañón del rifle. Xibog se apoyó contra un codo y se arrastró un poco más. Ahora estaba a casi medio metro de la pata de la silla. Gris cogió la empuñadura de su arma y la acarició. Xibog se paró. De sopetón, desde afuera sonó un graznido grave de un parajoid. Gris alzó la cabeza. En ese momento, Xibog velozmente lanzó su mano central, agarró la pata de la silla, la tiró y la derribó. Gris se vio cayendo hacia atrás y agitó las manos. El arma salió por los aires y pegó con la pared. Acto seguido, la silla chocó contra el suelo y Gris se golpeó fuertemente la nuca. Xibog se incorporó y le dio una patada en el bulto de cuello y otra en el pecho. Luego se acercó al arma, la tomó y se volvió. Gris le estaba mirando con sus ojos dilatados y de pronto, empezó a vomitar. Xibog le dejó terminar esa acción y después le disparó dos veces en la sien.

Al escuchar los tiros Tush dio un respingo. A continuación, se levantó y el flujo le mojó un poco el pantalón. Tush maldijo. Después se arregló la ropa, sacó el arma y salió apresuradamente de la habitación de segregación.

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Mix y Broky ahora pasaban por el pasillo, al fondo se hallaba un ascensor de carga. Entraron y subieron a la primera planta, el ascensor se abrió y ellos bajaron. El pasillo en la primera planta era de vidrio adhesivo. En la parte derecha había dos puertas grandes. Estas no tenían ventanillas sino estaban provistas de unas pantallas raras en forma de rombo. Las pantallas estaban apagadas. Mix se aproximó a la primera puerta apretando el desintegrador en la mano izquierda e hizo una señal con la cabeza a Broky. Acto seguido, irrumpió dentro. Broky le siguió. La amplia habitación estaba vacía salvo dos mesas ovaladas y una estantería de hierro colgada en la pared.

“Vamos a la otra.” dijo Mix y salió con Broky a la zaga. La Xar ya se había declinado bastante al horizonte y la luz comenzó a ponerse más tenue, también la temperatura bajó un poco y ahora marcaba, +15ºC.

Entraron en la otra habitación que era aún más grande que la primera y provista de armarios bajos y llenos de frascos y cajas cerradas de titano. Broky tenía curiosidad de abrir una, pero Mix le dijo que no había tiempo para esas tonterías. Salieron y continuaron andando por el pasillo. Luego giraron a la izquierda. Más a la derecha, estaba entreabierta una contrapuerta gruesa. Mix la señaló con un dedo feo y Broky asintió, sin embargo, dentro de él seguía creciendo la ira. No le gustaba nada ser un peón y escuchar las órdenes de este ser desfigurado. No le gustaba la humillación, la odiaba. Le odiaba a él. También extrañaba la voz del Rey Negro, necesitaba que le exhortara, que le animara. Incluso intentaba llamarle varias veces durante el día pero fue en balde.

Se aproximaron sigilosamente a la contrapuerta, desde dentro no se oía ruido ninguno. Mix se rascó la nuca ausentemente y entró. El asistente que había avisado a Jorr esa misma mañana estaba agachado sobre un aparato que analizaba estructuras celulares. Broky levantó el arma y estaba a punto de dispararle pero Mix le paró y dijo:

“¡No, le quiero vivo!” El asistente alzó la cabeza, parecía que no había oído lo que Mix acabó de decir y empezó a vociferar:

“¿Pero qué coño hacéis aquí? ¡Esta es la planta restringida para los soldados y bajad las armas, joder!” Mix sin responder echó a correr hacia él. Broky le siguió andando. El asistente cogió un matraz lleno de algún compuesto claro y se lo echó a la cara. Mix lanzó un chillido grave mezclado con un rugido y se tapó los ojos. El compuesto le quemaba y en su piel empezaron a aparecer ampollas grandes. Broky disparó y el rayo desintegró dos dedos de la mano central del asistente. En ese instante, entró apresuradamente en la sala un médico corpulento. Broky se volvió bruscamente hacia la contrapuerta y apretó de nuevo el gatillo. El desintegrador produjo un

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agujero grande en el hombro del médico. Éste literalmente aulló de dolor y se desplomó, sus 140kg hicieron resonar el suelo. Las ampollas en la cara de Mix explotaron pero en seguida se crearon otras aún más grandes y muy feas, sus globos oculares se secaron y luego se agrietaron. Mix chocó contra la mesa donde estaba puesto el aparato para el análisis celular y se cayó. El asistente, ahora sin dos dedos pero aún bastante vivaz, tomó otro matraz y lo echó contra Broky, sin embargo, su puntería falló fatalmente. Él respondió abriendo fuego y en el costado izquierdo del asistente se creó un semicírculo de casi 15 cm. Éste dio tres pasos más y se desmayó.

Mix agonizaba, las ampollas se reventaban y se creaban otras con más afluencia y le corroían y carcomían gradualmente la cara. Broky se aproximó a él, cogió una silla y se sentó observándole. Por fin, podía plenamente saciar su rencor contra él. Mix se retorcía en el suelo y gimoteaba. Broky sonrió y dijo:

“Cómo te gusta esto, so hijo de puta”. Acto seguido, acarició la empuñadura de su desintegrador y fue entonces, cuando de sopetón, sintió cómo se rompió el vínculo entre él y Gris. Broky emitió un mensaje mental a Tush:

“¿¿Qué pasa??”

Pero no hubo respuesta.

/

Al ver el aerodeslizador destrozado cerca del cobertizo de Broky, las arrugas en la frente de Jorr se profundizaron visiblemente. Él apretó el volante hacia abajo, la velocidad se redujo y el morro de la nave se inclinó. Acto seguido, comenzó a aterrizar, las almohaditas levantaron el polvo y luego se posaron en la arcilla seca. La puerta corrediza se desbloqueó y Jorr bajó.

El cobertizo de Broky se encontraba por su camino así que él había decidido visitarle primero y hablar con él. Pero ahora veía que la situación estaba aún más grave de lo que pensaba. Se acercó a los restos de la nave. El motor secundario aún humeaba. Jorr miró alrededor pero no vio ningún cuerpo de manera que rodeó el casco abollado. Este aerodeslizador era más pequeño y se utilizaba exclusivamente para repartir los medicamentos o a veces la bebida a corta distancia. Jorr caviló por un instante intentando imaginarse que había pasado aquí pero no se le ocurría nada constructivo.

Al cabo de un rato, dio media vuelta y se dirigió al cobertizo. Soplaba una brisa fresca y en el firmamento ya se podían distinguir dos de las tres lunas que gravitaban alrededor de Rhod. Jorr alcanzó el cobertizo, la puerta estaba entreabierta y se veía en ella un agujero grande. La marca típica de un desintegrador. Jorr sacó el rifle de fotones y entró. La habitación estaba muy desordenada y sus ojos avezados le dijeron que allí hubo recientemente una pelea o quizás

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varias. En las patas del sofá había atado un alambre y el resto de él estaba tirado en el suelo junto con una maraña del cordel grueso. Jorr pasó a la otra habitación. Allí en la mesa se encontraban el despojos de algo que parecía como una forma muy deformada y probablemente superior. Jorr se aproximó un poco hacia ella y vio que alguien la había arrancado casi todo el tejido. Las arrugas en su frente se convirtieron en las abismas.

´Es el bicho de que me había informado Broky´. De repente, le vino a la cabeza. ´¿Pero qué coño hace aquí?´ No hubo respuesta.

Jorr se apartó de la mesa, encaminó a la puerta y entró en la habitación trasera. El armario estaba abierto igual que los cajones. Jorr infirió que allí se guardaban las armas. Eso le gustó aún menos. Levantó la cabeza y miró a través de la ventana, desde allí se veía el almacén químico. Se rascó la mejilla, la mano en la que sujetaba el rifle le sudaba. Luego miró otra vez el armario y pensativamente se dirigió a la puerta trasera. A continuación, salió afuera del cobertizo. El viento le atacó la cara y le hizo parpadear. Jorr apresuró los pasos.

El almacén químico también estaba abierto y con la luz dentro encendida. Jorr levantó el arma y sigilosamente se aproximó a la puerta. Acto seguido, se asomó y miró dentro, pero no vio a nadie. El almacén estaba vacío. Jorr lentamente interno. El silencio interrumpía sólo el ruido que hacían las bombillas oblongas. En el suelo había un montón de huellas. Jorr las estuvo estudiando durante un instante y dedujo que por lo menos dos personas habían arrastrado por él algo pesado. Los bidones o las garrafas quizás. Jorr tosió y guardó el arma. Luego registró el resto del almacén pero no encontró nada que le pudiera decir algo más concreto, de manera que, salió y se regresó al aerodeslizador. Después arrancó los motores y despegó.

El cuerpo calcinado de Cludd igual que el cuerpo de Andy dentro de la nave destrozada pasaron desapercibidos.

/

Con el rifle en la mano Tush pasaba por las hileras mirando alrededor y aproximándose a la parte trasera del almacén. El Xibog se escondió detrás de la última estantería y se agazapó esperando al otro maltratador. Sus dedos retorcidos vibraban y de vez en cuando su cuerpo dio un calambre, pero él no prestaba atención a ello, se concentraba.

Tush giró a la izquierda y llamó a Gris mentalmente pero sabía que no le iba a contestar. Igual que Broky, también había percibido el momento de la rotura del vínculo entre ellos. La luz dentro del almacén estaba tenue. Tush llegó a la última hilera. Su mano central apuntaba el arma hacia delante.

Xibog escuchó los pasos y se preparó, jadeaba un poco. El órgano que funcionaba como el corazón le latía rápido, quizás demasiado

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rápido. Él apretó el arma y se levantó con la intención de asomarse y disparar, pero en ese momento, se le rompió una de las venas mayores que tenía en su bulto de cuello. El líquido corporal anegó inmediatamente la carne y penetró en la cabeza. Luego se abrió paso hasta los vasos oculares y le borró la vista. Acto seguido, entró en el cerebro y le causó una hemorragia fatal. Xibog se desplomó hacia adelante.

Tush disparó pero la bala se incrustó en uno de los soportes que sostenían las estanterías y creó en su superficie un hoyo profundo. Disparó de nuevo y esta vez, dio al pecho de Xibog. Su cuerpo comenzó a temblar y a continuación, le explotó casi al mismo tiempo el ojo central y derecho y él lanzó un grito grave y largo. Después se quedó inmóvil. La muerte vino dentro de 200 segundos exactos.

Tush se acercó a él y apartó el arma con su zapatilla. El rifle se deslizó por el suelo y chocó contra el otro soporte. Tush se agachó y lo cogió. Y fue entonces, cuando se rompió el vínculo que le unía con Mix.

/

Broky se cansó de Mix que estaba agonizando en el suelo y le disparó tres veces en tres varios sitios: en la cabeza, ya parcialmente carcomida por el compuesto agresivo, en el abdomen y en el órgano de reproducción. Mix murió. El vínculo que les unía se rompió totalmente. Broky salió de la sala e intentó conectarse de nuevo con Tush. Esta vez, la conexión se estabilizó casi en seguida. Hablaron un rato. Broky le dijo que le esperase en el almacén y que vigilase a los Xibogs. Tush afirmó. Broky se desconectó y bajó a la planta baja. A continuación, entró en la sala dos. El médico gordo estaba tumbado en el suelo, su cuerpo temblaba y sus extremidades daban convulsiones. Broky le abrió la boca con el cañón de su desintegrador y apretó dos veces el gatillo. La cabeza del médico se separó del bulto de cuello que se había envaporizado casi por completo. Broky la dio una patada fuerte. La cabeza voló y chocó contra la pared. Acto seguido, se rompió en dos. Broky estalló en carcajadas y salió alegremente de la sala. Pasó por el pasillo angosto, giró a la derecha y se dirigió a la puerta trasera.

Ya se empezaba a oscurecer. Él miró el firmamento donde brillaban miles de estrellas remotas y después inició el camino hacia el almacén. La ira que había nacido dentro de él se desvanecía poco a poco. La muerte de Mix le aplacaba y sosegaba. De repente, se sentía libre y fuerte.

Un Xibog-soldado apareció desde detrás de la esquina y le saludó. Broky le respondió sonriendo y le dejó pasar. Luego se volvió y, por capricho, le disparó. El Xibog anduvo cinco pasos más antes de caerse redondo. La sonrisa de Broky se ensanchó un poco más y él comenzó a silbar.

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Después de terminar la conexión con Broky, Tush se apoyó contra la mesa. A su derecha estaba el cadáver de Gris, pero él no le prestaba ninguna atención. El fallecimiento de su cómplice no le causaba ni tristeza, ni pesar, ni pena. Él simplemente observaba los Xibogs que temblaban y esperaba a Broky.

De pronto, escuchó como alguien entraba en el almacén y transmitió un mensaje corto a la mente de Broky:

“¿Eres tú?” Él le contestó que sí. Tush salió de la habitación y cuando Broky se emergió de la última hilera le preguntó:

“¿Qué vamos a hacer ahora?”

Broky, aún con la sonrisa pegada en su cara, le replicó: “Acabar con esta base militar y luego esfumarnos de aquí.”

/

Jorr contemplaba el recinto de la base a través de la ventana frontal de su aerodeslizador. Lo que más le extrañaba era que todo parecía normal: vio un grupo de tres soldados charlando en frente de un edificio, otros dos caminado hacia la enfermería, también vio que un médico estaba cargando una caja no muy grande en una nave pequeña. Nada que daba señales algunas de algo raro o de alguna situación inusual. Su inquietud se incrementó.

Pasó por el recinto y aterrizó detrás de la enfermería. Antes de desbloquear la puerta corrediza entró en el pasillito y cogió de un armario empotrado una daga ancha y se la guardó tras su cinturón al lado del rifle. Luego regresó a la sala de mandos, tecleó el código personal y la puerta corrediza se abrió. Jorr bajó y se dirigió al despacho de Cludd.

La Xar se había puesto. Las lámparas con las bombillas de xenón iluminaban la base. La temperatura bajó a -1ºC y la noche, por fin, cogió la batuta.

/

Mix número 3, y en ese momento el único que quedaba vivo en el planeta Rhod, tenía hambre. Ahora se hallaba en la planicie que se extendía entre el mar negro y la zona 6 diurna. El Maar se declinaba y pronto vendría la oscuridad, había que cazar y saciar el estómago. Mix observaba el paisaje. En esas localidades vivían principalmente can-toys, pero a veces uno podía encontrarse con cun-coys que eran un poco más grandes que can-toys (sus parientes lejanos podría decirse). Mix no conocía ni uno, ni otro de ellos puesto que su presencia en Rhod hasta ahora duraba menos que mitad de la puesta.

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Detrás de un conjunto de bloques de marga se movía algo, se veían una cabeza llena de púas y ojeras puntiagudas, era un cun-coys joven en búsqueda de gusanos. Mix lo divisó y comenzó a aproximarse a él. Éste levantó la cabeza y olfateó. Tenía la nariz muy sensible a los olores ajenos, sin embargo, y por desgracia para él, el viento fresco soplaba desde la zona 6 de manera que, Mix podía acortar la distancia entre ellos hasta sólo diez metros cuando, por fin, el cun-coy percibió su olor. Acto seguido, dio un salto con intensión de huir pero Mix era más rápido, lo agarró con su mano derecha y lo levantó. A continuación, desgarró con sus dedos provistos de uñas duras su tórax y empezó a comerse sus entrañas. El cun-coy se retorcía y rugía, al cabo de un rato, su corazón, por fin, se paró y él murió. Mix succionó su líquido corporal, luego engulló la carne y escupió las púas que se le metieron en la boca. Una vez terminado su festín, arrojó lo que quedaba del cun-coy a un bloque más cercano, eructó e inició otra vez el camino hacia la zona 6. El Amo seguía ausente.

*

Los escarabajos

(invasión nocturna)

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El telón de la noche cubrió definitivamente las zonas 3 hasta 7. Las nubes pesadas lentamente flotaban por el firmamento. El viento se calmó casi por completo como si augurara la llegada de una tormenta terrible.

Los escarabajos penetraron en las zonas 4 y 5 poco después de la puesta del Maar. Los primeros que habían notado su presencia eran las Centinelas, pero eso también era lo último que vieron en su vida. Los escarabajos destrozaron, desgarraron y devoraron sus cuerpos igual que si estuvieran hechos de papel, luego avanzaron hacía el recinto.

En la zona 5 fronteriza vivían 37 Kuxs. El recinto consistía en tres cobertizos amplios y un almacén. En el momento de la invasión de los escarabajos, 8 Kuxs estaban en el almacén arreglando los víveres, 25 de ellos estaban descansando en el cobertizo B y 4 vigilaban el recinto en el norte y el oeste. Los escarabajos vinieron desde el sur y atacaron primero el almacén. Los Kuxs intentaban dispararlos pero contra la supremacía aplastante no tenían ni la menor posibilidad. El almacén se llenó de gritos, de tiros y de sonidos silbantes que producían los élitros. La masacre no duró mucho tiempo, los dientes afilados de los escarabajos despedazaron los cuerpos de los Kuxs rápida y fácilmente. Uno de ellos, procuró trepar por la estantería con esfuerzo, para salvarse la vida, pero los escarabajos impulsados por la avidez de devorar, crearon en un periquete una montaña con sus propios cuerpos. Los que estaban más arriba saltaron y les mordieron las piernas y los muslos. Kux aguantó un rato más y después se rindió y se soltó, la muerte le vino pronto.

Luego los escarabajos se dirigieron al cobertizo B. Durante su desplazamiento mataron dos vigilantes, ellos no tuvieron ni tiempo para lanzar un chillido. El cobertizo B tenía la puerta reforzada de titano mezclado con un tipo de aleación que podía aguantar los golpes fuertes que le daban las numerosas cabezas de los escarabajos, sin embargo, las ventanas no. Los cristales se rompieron y la plaga de las maquinas mutadas para matar irrumpieron dentro como un huracán. Los Kuxs desenfundaron y abrieron fuego, el tiroteo les protegió durante 400 segundos exactos, luego se les terminaron las balas y los escarabajos comenzaron con su baile. Tres de los Kuxs lograron escapar a la habitación trasera y cogieron los lanzallamas. El cobertizo se cambió a un horno incandescente y mortífero. Las llamas quemaban y carbonizaban los cuerpos duros de los escarabajos pero también abrazaban a los Kuxs que estaban heridos, medio muertos o a los que aún forcejeaban. El aire apestaba y se llenaba de dióxido de carbono. Cuando se consumó el combustible de los lanzallamas, tres cuartos del cobertizo ya se habían quedado reducidos a cenizas.

En la zona 5 murieron 153 escarabajos, 36 Kuxs y 4 Centinelas. De casualidad se salvó un Kux, era uno de los dos que vigilaban la parte

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norte del recinto. Al escuchar el tiroteo echó a correr, quería coger un atajo a través de la llanura, se cayó en un hoyo profundo y los escarabajos le pasaron por alto.

/

La situación en la zona 4 transcurría muy semejante, con la diferencia que la zona 4 fronteriza era un poco más pequeña que la zona 5. Por allí vivía 28 Kuxs y 3 Centinelas. Los escarabajos penetraron en la zona diurna como una onda a presión y la arrasaron por completo, no sobrevivió nadie. Hubieron varias muertes feas, como por ejemplo: un Kux que trepó por el tejado de uno de los dos cobertizos que estaban allí, se sentó al lado de un tragaluz y observaba la lucha cruenta que tenía lugar abajo. Cuando cambiaba la posición de su cuerpo se le resbaló la pierna derecha, él se deslizó al borde del tejado y se precipit. Acto seguido, las zapatillas se le atascaron debajo de una armadura que reforzaba el tejado a lo largo de su perímetro, su cuerpo se giró 180º y él se quedó pendido boca abajo a la altura de 2 metros por encima de la tierra. Los escarabajos empezaron a agruparse y a saltar, poco a poco le arrancaron casi toda la carne de su cara y de sus hombros; otro Kux se escondió detrás de un ventilador grande, las aspas que giraban rápidamente atraparon un extremo de su uniforme y le tiraron de su mano izquierda adentro. A continuación, se la cortaron. Kux dio varios gritos agudos e intentaba taparse el muñón. Los escarabajos le atacaron y acabaron con su sufrimiento.

A la mitad de la noche comenzó a chispear y al poco tiempo la lluvia se intensificó. Vino una tormenta eléctrica, los relámpagos iluminaban el recinto y mostraban los cuerpos hechos pedazos. Ese panorama parecía como una escena terrible de un apocalipsis bíblico.

/

El hun-hun de la zona 6 nocturna se despertó, su trasformación había culminado, salió de su madriguera subterránea y se dirigió a la frontera. Los escarabajos ya la habían cruzado, pero por allí no había nadie vivo, toda la comida estaba quemada y ellos divagaban y merodeaban por el recinto prácticamente sin destino. El hun-hun cobró velocidad, la trasformación le creó unos bultos grandes en su cuerpo y también en la cabeza, y como se movía, los bultos se abrían y el pus salpicaba con abundancia. El hun-hun no sentía dolor, sólo una ligera molestia. La transmutación también le había cambiado algunos órganos y aumentó su tamaño a 1,3 veces más grande que el original. El hun-hun cruzó la línea y reptó velozmente hacia el recinto.

Los escarabajos percibieron su presencia y se prepararon para el ataque. El hun-hun entró en el recinto y empezó a machacarlos. La lucha no duró mucho tiempo, pero durante ella él mató a 83 de ellos, luego cayó muerto debido a los numerosos mordiscos y la enorme pérdida de su líquido corporal. Los escarabajos se lo comieron y

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dejaron sólo los dientes y el vello que tenía en la piel. Después continuaron vagando por el área.

/

Al anochecer las sanguijuelas (tun-tuns ) se acercaron a un kilómetro del grupo de los escarabajos, luego se pararon a esperar. Cuando los escarabajos penetraron en la zona 4 diurna, ellas iniciaron el camino y se situaron justo en la frontera. Su instinto las aconsejó a hacerlo así, sabían que allá transcurriría la lucha.

Más tarde, comenzó a llover y la lucha se terminó. Las sanguijuelas emprendieron el camino. Irrumpieron en el recinto y se encontraron con un enemigo mucho más grande que ellas. Los escarabajos las atacaron, su agresividad y avidez los convertiría en unas maquinas indestructibles. Las sanguijuelas mataron sólo a 36 de ellos. Siete de ellas se escaparon a la planicie, pero los escarabajos las alcanzaron y las desgarraron a mordiscos.

La noche avanzó en su última parte. Los escarabajos tanto en la zona 4 como en la zona 5 abandonaron los recintos y se dirigieron a las llanuras, planicies y la tierra seca.

*

Tonny

(adiós el mar negro)

Era la noche, la oscuridad se extendía furtivamente por toda la costa, de cuando en cuando se veían en el firmamento las estrellas pero los nubarrones las cubrían en su mayor parte, la tormenta nocturna no tardaría mucho.

Tonny entró nuevamente en estado onírico. La transformación del pajaroid de momento transcurría tranquilamente, su pecho y las alas vibraban y por su pico corría una espuma amarillosa que creaba en la arcilla un charco pequeño. Tonny tenía los ojos cerrados, su

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desarrollado cerebro adicional se conectó con su subconsciencia y evocó en su mente otros recuerdos de su vida anterior. Él se vio sentado en una habitación llena de mesas (pupitres) y sillas, en la pared frontal había una pizarra negra, alguien había escrito algo en ella. Tonny no podía descifrar que era, pero sabía que la habitación servía para la educación. De repente, se apoderó de él un sentimiento muy fuerte, era la añoranza, deseaba ser otra vez niño y revivir todas aquellas experiencias maravillosas, anhelaba ser de nuevo humano. La imagen se cambió y Tonny ahora estaba en un parque, era verano. Él apoyado en un abeto ancho abría un álbum que llevaba bajo el brazo. En la primera foto salía una mujer (¿¿su madre??) apuesta y joven abrazando a un bebé, su vestido azul oscuro perfectamente conjugaba con su piel clara. Tonny la miró durante un rato y empezó a llorar, el viento sopló y las páginas se agitaron y comenzaron a moverse. En frente de sus ojos pasaban rápidamente las caras y los lugares que antaño él conocía y el cuaderno reflejaba. De pronto, el viento cesó y el álbum se quedó abierto por la última hoja, allí había una foto muy rara que no cuadraba en absoluto con las demás. En esa foto había un animal muy raro, la forma de su cuerpo era tubular y tenía tres tentáculos que crecían de su pecho y uno más largo provisto de una pinza que salía de su lomo. El paisaje era también bastante extraño y muy siniestro, el animal se hallaba en una costa árida sembrada por los guijarros, la superficie del mar era muy oscura y las olas parecían muy pesadas.

¡Esto es la realidad, este animal/ser soy YO! Tonny abrió los ojos, estaba confuso, triste y enfadado al mismo tiempo. ¨Tengo que largarme de aquí. Tengo que abandonar este planeta e intentar regresas a mi hogar.´ Aunque sabía que eso era imposible, aquella idea lo serenó y le animó.

/

Los problemas con el pajaroid comenzaron a eso de la media noche, sus convulsiones cesaron y él entornó los ojos. Tonny lo observaba detenidamente, no quería arriesgar peligro alguno ya que el pajaroid era muy grande y podía causarle daños fatales. Afuera de la cueva soplaba un viento fuerte y en el aire se notaba la presencia del ácido, la lluvia era inminente. Tonny se alejó un poco más de la boca de la cueva y fue entonces, cuando le atacó el pajaroid por primera vez, su pico afilado y largo le rozó el costado derecho. Tonny se apartó un poco y lanzó dos de sus tres tentáculos secundarios, uno le dio en el ala izquierda del pajaroid y el otro en su tórax. Acto seguido, la toxina paralizante de Tonny empezó a fluir dentro de su cuerpo. El pajaroid se inmovilizó, pero sólo por un momento. La transmutación había creado la inmunidad contra el veneno. Tonny trató de estabilizar el vínculo mental entre ellos, pero para eso aún era muy pronto, la transformación no alcanzó más del 35%.

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Había que pensar otra manera de manejarle y Tonny no tenía mucho tiempo, el bicharraco se comenzaba a mover de nuevo. Así que lanzó el tentáculo mayor, sujetó su cuello y lo apretó con fuerza. El pajaroid dejó de moverse y Tonny inyectó más toxina dentro de su cuerpo, pero no aflojó la pinza. El pajaroid se puso inerte. Tonny se acerco más a él y con la parte trasera de su cuerpo pegó sus alas a la tierra, el pajaroid lo miraba y Tonny podía distinguir en sus pupilas dilatadas la ira y la furia.

Pasó algo del tiempo, el pajaroid procuraba liberarse de su aferramiento, sin embargo, Tonny lo asía firmemente. La lluvia atacó la costa, al principio era muy ligera pero luego se cambió a un chaparrón. Las gotas espesas y grandes implacablemente azotaban las piedras y la tierra y creaban en ellas charcos. Tonny repetidamente emitía sus mensajes dentro de la mente del pajaroid. Hubo un momento muy corto cuando la alcanzó y la tocó, pero percibió sólo un caos total como si estuviera atrapado en un remolino.

El pajaroid continuaba luchando, se retorcía y tiraba de las alas frenéticamente por todos lados, casi logró sacar una de ellas, pero Tonny apretó más la pinza y el pajaroid comenzó a asfixiarse, sus ojos se abultaron y se enrojecieron. Tonny siguió oprimiéndolo hasta el punto que su órgano que servía como el corazón estuvo a punto de explotar, luego aflojó la pinza y procuró ordenarle mentalmente que parase. El pajaroid se tranquilizó un poco pero cuando recuperó otra vez el aliento, empezó a sacudirse. Tonny apretó nuevamente la pinza, esta vez le dejó sin aire más tiempo, luego lanzó el tentáculo secundario e inyectó otra dosis de su toxina directamente dentro de su cabeza, el pajaroid se inmovilizó. Tonny soltó la pinza, se podía escuchar como el aire entraba por la nariz del bicharraco.

Pasó más tiempo, la lluvia amainó y luego cesó por completo. El viento seguía soplando con fuerza pero las nubes se disiparon y se podía ver en el cielo las tres lunas alineadas, su brillo se reflejaba en los charcos que comenzaban a congelarse. Era interesante que a pesar de las temperaturas tan bajas el ácido se mantenía líquido tanto tiempo.

/

Gracias a la sobredosis de la toxina de Tonny la transmutación del pajaroid avanzó considerablemente y ahora alcanzaba ya casi el 75%. Tonny seguía pegando sus alas al suelo con su cuerpo, pero bajó la pinza, tenía que probar de nuevo la conexión virtual entre ellos. Se concentró, mandó la energía a su cerebro adicional y le transmitió un mensaje. Las pupilas del pajaroid se estrecharon y Tonny, por fin, penetró definitivamente dentro de su mente. Era muy peculiar, Tonny percibió algo que se podía llamar pensamientos básicos. Los cerebros de los humroides eran rudimentarios y por eso no eran capases de pensar en absoluto, sólo alimentarse, reproducirse y defenderse, sin embargo, parecía que el pajaroid sí que podía

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reflexionar. Tonny escarbó en sus centros cerebrales y encontró uno que guardaba fragmentos de los recuerdos y de la memoria, era asombrosamente desarrollada. Durante todo ese rato el pajaroid lo estaba contemplando. Tonny intentó establecer el vínculo entre ellos, pero éste aún se desestabilizaba y fluctuaba, había que esperar un poco más tiempo.

La noche entró en su última tercera parte. A unos cincuenta metros de la cueva el aire comenzó a vibrar y se producían descargas electroestáticas. Al cabo de un momento, se abrió una brecha y escupió a un Mix, no era el número cuatro sino el número diez, la fase dos ya se había iniciado. Mix se levantó, los errores de la transmisión que habían provocado las ondas gravitatorias le deformaron la mano central y dañaron su sistema de digestión, también causaron algunos cambios en el proceso del mezclamiento de los ADNs. Mix miró a su alrededor e inició el caminó hacia la cueva, pero en ese momento, se abrió otra brecha, a menos de veinte metros de él, y desde ella salió otro Mix, éste tenía cuatro manos y era un poco más alto que el primero.

Tonny notó la presencia de ellos, sus órganos ultra-sensibles le dieron todas las informaciones que necesitaba saber: eran dos, eran peligrosos y estaban muy cerca. Tonny miró al pajaroid. A continuación, internó en su mente y le habló:

“Ahora tenemos que colaborar. Si no, ellos nos matarán.” No sabía si el pajaroid entendería el mensaje o si ni siquiera lo escucharía. Su destino dependería de ello. Los pasos se aproximaban. Tonny se movió y liberó las alas del pajaroid. Las cartas ya estaban echadas sobre la mesa y existían sólo dos posibilidades: o bien le atacaría el bicharraco antes de que lo hicieran los otros seres o se uniría a él y lucharían juntos. Los pasos se pararon. Tonny se volvió y se preparó. El pajaroid seguía inmóvil. Hubo un instante de silencio absoluto y después uno de los seres empezó a hablar:

“¿Hey tú, qué es este lugar? ¿Dónde estamos? ¿Qué está pasando aquí? No entiendo nada.” dijo el número diez. El otro, que tenía cuatro manos no le respondió nada. Acto seguido, se agachó, cogió varias piedras que estaban esparcidas por todas las partes y las empezó a arrojar contra él. Le dio en la cabeza, en el pecho y en la pierna derecha, número diez gritó y dijo:

“¿Pero, qué coño haces? ¡Para! ¿Te he preguntado qué que es este lugar?” El cuatro-manos echó a correr. Cuando estaba a tres metros del número diez, saltó, estrechó dos manos centrales y le agarró. A continuación, lo derribó sobre la superficie rocosa y mojada y empezó a golpearlo rugiendo. El número diez trataba de esquivar los puños, pero el apretón y el peso enorme del otro se lo impedía.

Tonny escuchaba como los seres luchaban y se relajó un poco. En ese momento, el pajaroid levantó las alas y giró rápidamente la

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cabeza a la derecha. Tonny se movió y lanzó dos tentáculos secundarios pero falló. Acto seguido, el pajaroid le atacó con su pico afilado y le desgarró ligeramente la piel del lado izquierdo de su cuerpo. Tonny lanzó el tentáculo prolongado y le sujetó su cuello. Luego con toda fuerza le vociferó en su mente:

”¡¡¡PARA O TE MATARÉ!!!” El pajaroid dio un sonido silbante y bajó las alas. Tonny le oprimió la tráquea, entró en su cerebro, encontró el centro del dolor y emitió su onda mental hacia ello. El pajaroid graznó varias veces. Tonny emitió otra onda. El pajaroid se desplomó. Tonny aflojó la pinza y le ordenó:

“¡OBEDECE!” El cuerpo del pajaroid dio dos calambres.

Afuera la lucha continuaba. El cuatro-manos, ahora machacaba la cara del Mix número diez con una piedra grande, su cara parecía como una masa espesa y mezclada con carne triturada. Al cabo de un rato, el cuatro-manos, por fin, arrojó la piedra al suelo, ésa rebotó y se deslizó por la superficie congelada de un charco. El cuatro-manos se incorporó un poco. Acto seguido, sujetó firmemente la cabeza del número diez con dos de sus manos y tiró de ella fuertemente hacia arriba, se oyó un chasquido seco. Él lo repitió otra vez con más fuerza, la cabeza se apartó parcialmente del cuello. El tercer tirón la separó totalmente, el líquido corporal salpicó afuera como si fuera un río pequeño y empezó a correr hacia el mar. El cuatro-manos arrojó la cabeza a un lado, se agachó y hundió su boca dentro del cuello de Mix. Luego arrancó un trozo de su carne y se lo comió. El mar negro bramaba, las olas pesadas chocaban contra la orilla, pronto saldría el Maar y vendrían los humroides.

Tonny observaba al pajaroid pero al mismo tiempo estaba al loro de los seres que estaban afuera. Allí, la lucha se terminó. Tonny estaba casi seguro de que uno de ellos habría muerto. Eso era buena noticia. Se acercó más a la boca de la cueva y se asomó, vio como el ser que tenía seis extremidades se estaba alimentando del cuerpo del otro.

El sabor de la carne incrementó la agresividad y la depredación del Mix. Éste tomó una piedra afilada y golpeó con ella varias veces el pecho del número diez, su esternón se rompió y se creó en él un agujero. Mix tiró la piedra tras de sí y metió sus manos centrales dentro del agujero y comenzó a estirar de los lados. Al cabo de un rato, se oyó un crujido fuerte y el esternón se abrió. Mix vio los órganos internos y empezó a salivar con abundancia. A continuación, arrancó el corazón deformado, se lo metió en la boca y lo masticó, era muy sabroso. Lo tragó, escupió un grumo coagulado y luego le arrancó los pulmones.

Tonny internó en la cueva. El pajaroid estaba tumbado con los ojos abiertos, su transmutación alcanzaba ya el 95%. Tonny se aproximó un poco más a él y otra vez entró en su mente, había que crear el

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vínculo y fortalecerlo cuanto antes pues el tiempo avanzaba. Tonny no sabía que haría el ser y quería estar preparado, desde afuera se escuchaba el sonido de la devoración. De repente, se le ocurrió una cosa que podría funcionar. Tocó con sus ondas virtuales el centro de control del pajaroid y lo conectó con su cerebro, el pajaroid dio otro calambre. Tonny comenzó a reprogramar su sistema de pensamiento, había que insertar dentro de su subconsciencia un error (un virus) que le hiciera obedecer a Tonny.

Mix arrojó el resto de los pulmones y eructó largamente. Luego se levantó y se limpió con el dorso de la mano izquierda la boca. El horizonte se hizo más claro, se acercaba la salida del Maar. Mix miró hacia la cueva, después desvió la vista hacia la costa y la planicie e inició el camino. Andaba despacio pues su estomago estaba lleno de manjares.

En cuanto el ser se alejó del refugio, Tonny se tranquilizó. Ahora, por fin, podía concentrarse plenamente en el vínculo. El pajaroid seguía inerte. Tonny finalizó su reprogramación y acto seguido, le mandó una orden mental:

“¡LEVANTA LA CABEZA!” El pajaroid lo miró durante un instante pero después obedeció. Tonny continuaba dándole otros mandatos sencillos y al mismo tiempo aflojaba la concentración, el vínculo se estabilizó.

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Pasó algo de tiempo, los rayos del Maar empezaron a alumbrar la superficie grisácea del mar. Vino la hora de la verdad y de los humroides. A eso de la mitad de la noche Tonny perdió definitivamente la conexión con ellos, pensando que o bien se hubieran alejado bastante de la orilla o hubieran entrado en estado de descanso. Ahora esperaba a que aparecieran o no, mientras amaestraba al pajaroid. Necesitaba que fuera totalmente sumiso y dócil, ya que pretendía abandonar la costa fuera cual fuera el resultado de los humroides. Necesitaba algunos ojos buenos.

Tonny salió de la cueva y ordenó mentalmente al pajaroid que hiciera lo mismo. Una vez que el vínculo se había equilibrado y consolidado su manejo era muy fácil. El pajaroid se arrastró afuera y se incorporó, era realmente grande. Tonny le ordenó que volara. El pajaroid extendió sus alas y subió volando, después rodeó dos veces la orilla y aterrizó al lado de Tonny. Él quería darle otro mandato pero fue entonces, cuando su cerebro literalmente se inundó de numerosas ondas que emitían los humroides que comenzaron a conectarse sucesivamente con su mente y crearon así una red ramificada y entrelazada. Los ojos de Tonny se dilataron, él trató de contrapesar este súbito ataque mental pero no lo logró. Acto seguido, por entre las olas empezaron a salir los primeros de ellos y la red se intensificó igual que la presión dentro del cerebro de Tonny.

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El pajaroid se puso inquieto y empezó a dar alazos. Tonny al borde de estallar desde dentro de su cabeza, lanzó mediante su cerebro adicional una contra-onda hacia las mentes de los humroides, el resultado era asombroso, la presión cesó inmediatamente y el vínculo se compactó. Ahora Tonny podía leer y tocarlos como si fueran sus propios pensamientos. El pajaroid se relajó y bajó de nuevo las alas.

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Cuando el Maar ya había salido por completo, los humroides infectados y plenamente transformados se agruparon alrededor de Tonny, eran 68 en total, un número realmente sorprendente. Tonny los estaba contemplando satisfechamente, luego miró por última vez al mar negro y emitió la orden virtual. El pequeño ejército inició su marcha como si fueran un único cuerpo. Después, Tonny entró en la mente del pajaroid y le dijo:

“Vuela, busca cosas de hierro grandes que también pueden volar e infórmame.” El pajaroid aleteó y desapareció en el firmamento. Tonny probó la conexión con sus ojos, funcionaba perfectamente y él por primera vez como ceflopoid podía ver nítidamente.

Más tarde, cuando Tonny y los humroides entraron en la planicie y se dirigieron a la zona 6 diurna, se abrieron dos brechas más en la zona neutra. Sin embargo, las ondas gravitatorias desviaron sus coordenadas por encima la superficie del mar negro y los dos Mixs que salieron de ellas, se ahogaron y después se hundieron en las profundidades oscuras del líquido ácido que lo llenaba, sin darse cuenta de que sus vidas como mutantes sólo durarían 56 segundos.

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Las brechas

Flegg abrió el armario de su despacho donde guardaba la droga y cogió la bolsita pequeña, miró el polvo y luego se ensalivó su dedo índice y lo metió dentro, el polvo se pegó suavemente en su yema. Flegg lo sacó y se lo acercó a la boca. Después vaciló un poco, encaminó hacia el sofá y se sentó. Estaba furioso, nervioso pero también desesperado. La conexión con Mix número 1 se había perdido totalmente y cuando intentaba contactarse con el número 3 había tantas interferencias que no logró establecer el vínculo. Sobre la media noche, obtuvo el informe de los científicos que decía que la fase 2 se había puesto en marcha pero que las coordenadas se desviaban y además parecía que las transformaciones de los Mixs se perturbaban y se mutaban de manera incontrolable, también se había perdido la conexión con los distribuidores en la Tierra.

Flegg miró el polvo amarillento que poco a poco se caía al suelo desde su dedo, pues le temblaban las manos. Necesitaba la droga, la necesitaba más que nunca. Tenía que calmar y sosegar su mente turbulenta y reflexionar.

Al cabo de un rato, acercó el dedo a sus encías y restregó lentamente el polvo por ellas, luego cerró los ojos. El efecto de la droga acudió casi en seguida y anegó su cerebro. Flegg se sumergió en las olas de la locura y empezó a nadar entre ellas. Más tarde, vinieron los sueños raros, las alucinaciones terribles y los pensamientos siniestros que le comenzaron a imponer una idea totalmente descabellada y él la sucumbió.

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Durante la noche la transformación del vigilante alto culminó. Crogg le observaba mediante una cámara tridimensional que estaba instalada en la sala 7 de cuarentena, el proceso del cambio lo

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fascinaba. Al amanecer entró en su despacho Fordy. Hablaron durante un rato sobre lo que había que hacer y también sobre unos esquemas de ADN, luego se alejó. Cuando los primeros rayos de la Xar aparecieron por encima de las montañas que se extendían en el horizonte de la zona 2 comenzaron los problemas y la situación se fue totalmente al carajo.

Crogg estaba sentado en su despacho, bebía un Bizz y comparaba los resultados de la autopsia del ser con los del vigilante alto. Su frente se fruncía y la piel suave que tenía alrededor de su ojo central se arrugaba feamente. Crogg cambió la página del archivo y alzó ausentemente la cabeza, por un momento su mirada se fijó en el monitor que mostraba la sala 7, el vigilante alto frenéticamente golpeaba con sus tres manos la pared frontal de cristal. Crogg enfocó las lentes de la cámara tridimensional y ahora podía ver claramente que en su cara se notaban visibles rasgos de miedo. Se levantó de la silla y salió pitando de su despacho. Al correr por el pasillo se conectó con Fordy y le comentó escuetamente lo que estaba pasando, Fordy dijo sólo una palabra:

“¡Voy!”.

Los dos llegaron a la sala 7 casi al mismo tiempo. El arrebato del larguirucho continuaba, el vigilante daba puñetazos fuertes contra el vidrio que oscilaba mientras vociferaba:

“ ¡Ya vienen! ¡Ya vienen! ¡Dejadme salir, hijos de puta!” Crogg lo trató de calmar pero fue en balde.

De repente, el aire en el pasillo comenzó a vibrar y llenarse con cargas electroestáticas. Crogg miró a Fordy y dijo:

“¿Lo notas? ¿Qué es esto?” Fordy quería responder que sí que lo notaba pero en ese momento, se desgarró el espacio y entre ellos dos se abrió una brecha. Fordy empezó a retroceder. Crogg se quedó inmóvil. En la sala 7 el vigilante bajó las manos. Pasaron 8 segundos, la brecha se ensanchó un poco más y en el pasillo cayó Mix número trece, el error gravitatorio le causó una cicatriz larga que se extendía por toda su cara y desde la que salía un pus negro y espeso. Las piernas de Fordy se pararon, estaba completamente patidifuso. Mix número trece se incorporó, echó un rugido grave y se embistió a él. Fordy retrocedió dos pasos más y luego chocó contra la pared. Las manos de Mix le agarraron por la cabeza y con un tirón le rompieron sus dos columnas vertebrales, su cuerpo inerte se desplomó en el suelo y él murió. Crogg empezó a correr. Mix rápidamente dio media vuelta, estrechó la mano derecha y quería cogerlo, pero en ese instante, ocurrió una cosa muy rara, de sopetón, el espacio entre ellos se abrió y Mix hundió el brazo dentro de la brecha. Acto seguido, lanzó un grito, el brazo se separó de su cuerpo en el punto donde se tocaban las dos realidades, después la brecha se ensanchó más y rompió el cristal de la sala número 7, al pasillo salió otro Mix. Éste era

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un poco más bajo que el primero pero tenía la tercera mano mucho más larga. Crogg volvió la cabeza y vio como los dos Mixs comenzaban a luchar, el nuevo le dio un puñetazo fuerte en la cara del número trece, éste se tambaleó. Crogg giró otra vez la cabeza hacia adelante y seguía huyendo, no quería perder la ventaja.

Por encima de los laboratorios pasaron volando tres pajaroides, uno de ellos graznó como si quisiera saludar a alguien allá abajo, luego se alejaron velozmente hacia la planicie, su destino eran las montañas. Crogg alcanzó la escalera, bajó, pasó corriendo por el pasillo estrecho y poco iluminado, giró a la derecha y entró en una habitación pequeña. A continuación, cerró la puerta tras sí con un portazo y la bloqueó con una palanca de hierro que estaba apoyada contra la pared. Una vez dentro encendió la bombilla oblonga, la habitación sin ventanas se alumbró tenuemente, era el almacén de toxinas. Crogg se limpió la frente, otra vez sudaba. Después se sentó desplomado al suelo y apoyó la cabeza contra un aparador, jadeaba y su cuerpo temblaba.

´Aquí, por lo menos, estaré a salvo.´ pensó, sin embargo, se equivocaría.

El nuevo Mix mató al número trece, le abrió la cabeza al arrojarlo contra una columna de titano. Acto seguido, dio media vuelta y vio que los cristales de la sala 7 estaban esparcidos por doquier pero la sala estaba vacía, el vigilante alto logró esfumarse. El nuevo Mix olfateó y percibió dos olores distintos, el primero pertenecía al prisionero (vigilante) y el segundo al carcelero (Crogg). Mix decidió perseguir el del carcelero.

Afuera del recinto se abrieron otras dos brechas, una de ellas detrás del laboratorio y la otra dentro del almacén donde murió Hutx. El puesto avanzado 10 de la zona 2 diurna se convirtió en un lugar con alta peligrosidad.

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Lorm aterrizó en el hangar del Cuartel C-16 un poco antes de la media noche, llamó a tres soldados y les dijo que trasladaran el cuerpo muerto de Goff al laboratorio. Luego se alejó a su despacho y se tumbó en el sofá, necesitaba descansar y recuperarse. Su hombro dislocado se estabilizó pero aún le daba de vez en cuando punzadas, además, dentro de la cabeza tenía un caos total, las marañas de sus pensamientos remolinaban y perturbaban incesablemente todos los rincones de su mente. Lorm cerró los ojos y casi en seguida entró en la zona nocturna, el cerebro comenzó con la limpieza de su subconsciencia.

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La transmutación de Durby se desarrollaba lentamente puesto que el contagio no había entrado directamente en contacto con su líquido

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corporal sino que se había absorbido mediante su piel. Durante el vuelo, le empezó a doler la cabeza y también sentía hormigueos en las manos. Cuando el aerodeslizador pasaba por la llanura y se aproximaba al Cuartel 16-C, le entraron arcadas y Durby vomitó repetidamente entre sus rodillas. Después se limpió la boca, su mirada se desvió hacia el pringue que devolvió, tenía color pardo oscuro, eso no le gustaba en absoluto. Luego se levantó y apoyándose contra las paredes se acercó a la sala de control. Lorm conducía ensimismado y casi no le prestaba atención. De modo que se sentó en una de las 4 sillas que estaban por allá e intentaba calmar su órgano de descomposición y también las vueltas que le daba la cabeza.

Al aterrizar, entraron tres soldados y envolvieron en una lona verde el cuerpo muerto de Goff. Lorm bajó y se alejó. Durby se quedó un rato más sentado. Uno de los soldados le preguntó si se encontraba bien, él le contestó que sí, que sólo le dolía un poco la barriga. Cuando se fueron, él se levantó y se dirigió a la puerta corrediza.

Ahora estaba en su habitación, se había tomado ya cuatro Kiarrs pero no le ayudaron mucho, la jaqueca invadía su frente y sienes y poco a poco se extendía también hasta la nuca. Durby vomitó dos veces más, luego se desplomó en su cama, le empezaron a temblar las manos. Más tarde, vinieron las primeras alucinaciones y cuando el Maar apareció nuevamente en el horizonte, Durby perdió la conciencia.

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Al amanecer saltó la alarma. Lorm se emergió de la zona nocturna con un respingo. La limpieza de su subconsciencia era muy profunda y él estaba confuso, pero ese desconcierto era normal, el cerebro tenía que reiniciarse de nuevo. El sonido de la alarma chillaba y chillaba. Lorm se incorporó y en ese momento, irrumpió en su despacho uno de los soldados, estaba muy nervioso y jadeaba rápidamente. El rifle de fotones sujetaba en su mano central.

“Señor, señor, tenemos un problema. ¡No sé como explicarlo pero parece que nos ha atacado alguna especie de seres de otra dimensión!”

“¿Qué?” dijo Lorm y luego continuó: “Tranquilízate y dime que ha pasado, pero habla despacio.” El sonido agudo de la alarma, por fin, se paró. El soldado giró la cabeza hacia atrás, sus manos seguían temblando, el cañón de su arma se movía arriba y abajo. Luego miró otra vez a Lorm y comenzó a hablar:

“Estaba afuera del hangar, señor, cuando de repente, cerca de mí, se abrió el espacio y desde esta fisura dimensional, no sé como describirlo mejor, salió un ser muy parecido a nosotros pero sólo con dos ojos y el tercer brazo lo tenía muy corto y los dedos los tenía unidos, juntos, como si estuvieran cubiertos de una membrana o algo

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por el estilo. Le disparé y le di en la cabeza, después me fui corriendo al hangar.” El soldado tosió y siguió hablando:

“Luego escuché que alguien gritaba en el pasillo y me dirigí hacia allá, pero de pronto, apareció Persy tambaleándose, tenía una herida fea en el pecho y también en la pierna, yo quería…” pero en ese instante, se lanzó nuevamente la alarma. El soldado dio un respingo y casi apretó el gatillo del rifle del susto. Lorm se fue apresuradamente a su mesa, abrió el cajón que estaba debajo de la tabla y sacó un desintegrador grande con doble cañón. A continuación, se encaminó a la puerta y salió afuera diciendo:

“¡Vamos, hay que devolver las cosas de mi zona a la normalidad!”

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Eran más de la media noche y Jorr aún estaba en el despacho de Cludd. En el suelo, estaban tirados tres botes de Bizz vacíos, el cuarto lo tenía abierto y lo sujetaba con su mano izquierda. La razón porque se quedó tanto tiempo allí y porque se le olvidó casi por completo el propósito de su visita fue un archivo que había encontrado en el escritorio del ordenador de Cludd. Ese archivo se llamaba XXX y contenía cosas tan chocantes que Jorr al principio no podía creer lo que veía. En una de las carpetas estaban todos los informes que Jorr había mandado a la organización sobre el proyecto soldados azules. Jorr no sabía cómo coño había podido Cludd conseguirlos. Otra carpeta mostraba los resultados específicos de las pruebas que hacían los científicos en el cuadrante 0 y contenía detalles que incluso Jorr no estaba al tanto. Según ellos, ya existía un suero que daba deseados efectos acerca del sistema inmune de los Xibogs. Jorr bebió otro trago de Bizz y abrió la carpeta que se llamaba fracasado. Lo que vio le dejó sin respiración, dentro de la carpeta estaban las información sobre él, hojas y hojas llenas de partes y reportes sobre sus misiones militares, sobre su vida privada, sobre sus amigos, absolutamente todo. Incluso encontró los resultados médicos sobre su salud y un gráfico que enseñaba una curva irregular de sus ondas cerebrales. Jorr ni siquiera recordaba cuando se había hecho aquell examen.

Afuera ululó el viento y una ráfaga impetuosa chocó contra la ventana del despacho. Jorr se respaldó y miró hacía la pared opuesta donde estaba colgado un dibujo raro que presentaba una escena abstracta de una maquina oxidada situada en el campo de tulipros. Luego se frotó la cara y susurró:

“¡So hijo de puta!” Acto seguido, encendió un botón negro en su mini-ordenador que tenía implantado en su brazo central y comenzó a copiar el archivo. Cuando terminó, borró el archivo XXX del ordenador de Cludd y se levantó, anhelaba más que cualquier cosa que ahora entrase ese cabrón de mierda. Pero su deseo quedó incumplido.

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Jorr abrió la puerta y salió del despacho. Se hallaba casi al final del pasillo cuando de pronto, comenzó a notar una vibración y descargas electroestáticas a su alrededor. A continuación, se desgarró el espacio, se abrió la brecha y escupió hacía los azulejos morados otro Mix, éste era número 5. Jorr reaccionó instantáneamente, desenfundó su arma y disparó, la bala rozó la sien de Mix. Éste se incorporó y contraatacó. Jorr se vio arrojado contra la pared y se golpeó la cabeza. Mix le apretó el bulto de cuello con dos de sus tres manos y empezó a estrangularle, sus uñas duras le rasgaron la piel. Jorr apretó de nuevo el gatillo y la bala se hundió en el abdomen del Mix. Disparó dos veces más y las manos que le oprimían el bulto se aflojaron y Mix se cayó en el suelo. Su cuerpo dio varios calambres, luego salió de su boca un sonido grave y largo y Mix número 5 murió.

Jorr guardó el arma y se limpió su bulto de cuello, desde los rasguños que le había hecho Mix, brotaban hilos finos de su líquido corporal. Él sin saber que se acababa de contagiar y muy fuertemente se dirigió hacia afuera. Su cordura sana duraría sólo poco tiempo, después vendría la locura que lo cubriría con su nube desde la que no habría escapatoria ninguna.

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En las dos primeras terceras partes de la noche no había ocurrido nada interesante. Broky y Tush estaban en la habitación del almacén totalmente aburridos, no apareció nadie más para distraerles y ellos tampoco hablaban mucho. Los cuerpos de los Xibogs infectados temblaban y a veces les daban convulsiones, a dos de ellos les corría lentamente una espuma espesa de su boca. Desde afuera, se escuchaba sólo el ruido que hacía el viento y de vez en cuando un graznido solitario de un pajaroid nocturno.

Broky apoyado contra la pared se estaba rascando el brazo con el cañón de su desintegrador, intentaba llamar al Rey Negro, añoraba su voz y cosas que le decía, pero el Rey Negro seguía ausente. Tush se levantó de la silla, se acercó a los Xibogs y los contempló largamente. De pronto, uno de ellos se sentó, abrió los ojos y dijo con voz ronca y grave:

“¡¡Ya vienen, preparad el recibimiento para el Monarca!!” Luego se tumbó nuevamente. Tush se volvió hacia Broky y dijo:

“Está totalmente chiflado.” Broky dejó de rascarse el brazo y guardó el arma. En ese momento, comenzó a vibrar el aire, la puerta de la habitación se cerró con un portazo y antes de que Broky o Tush pudieran decir cualquier cosa se abrió una brecha grande y dividió la pared del almacén en dos. Después se hizo un torbellino y levantó las pelusas del suelo. A continuación, salió el Mix número 6, su cara estaba llena de úlceras supurantes y del abdomen le pendía una pierna atrofiada. Tush y Broky desenfundaron casi al mismo tiempo. Acto seguido, se derrumbó la pared opuesta de la habitación y los

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cristales se esparcieron por todas partes. La brecha se empezó a cerrar y el torbellino arreció. Broky disparó. Tush hizo lo mismo. Sin embargo, los dos fallaron, las trayectorias de la bala del rifle y del rayo del desintegrador se desviaron debido al error en la realidad que había causado la brecha.

Mix número 6 echó a correr hacía ellos, de su boca salía un gruñido salvaje. La brecha se cerró definitivamente. Tush disparó de nuevo y la bala rasgó el costado de Mix. Éste lanzó un aullido y saltó hacia Broky. Él trató de apartarse pero tropezó con un ladrillo de basalto y se cayó al suelo. Mix aterrizó a un metro de su lado. Tush se abalanzó sobre él y empezaron a pelear.

Nadie de ellos se fijó que el aire vibraba nuevamente. Los cuerpos infectados de Xibogs se retorcían y daban calambres fuertes. La segunda brecha se abrió a dos metros detrás de Broky. Él giró bruscamente la cabeza y vio a través de ella un paisaje verde. Luego aparecieron tres manos grandes, le cogieron por la cabeza y le empezaron a tirar hacia la brecha. Broky gritaba procurando liberarse de ellas pero fue en balde, su cuerpo se vio arrastrado por el suelo. Al cruzar el límite de las dos realidades, le explotó la cabeza. La brecha se comenzó a cerrar otra vez. Mix número 7 que estaba dentro de ella dio un brinco pero la brecha se cerró muy pronto y le cortó sus piernas en mitad. Éste se desplomó chillando, los ladrillos que estaban a su alrededor se mancharon en seguida con su líquido corporal, su vida se terminó en 28 segundos.

La pelea entre Tush y Mix número 6 continuaba. Mix se soltó del apretamiento de Tush y cogió un ladrillo. A continuación, golpeó varias veces su cara. Tush dejó de moverse. Mix le golpeó tres veces más y luego se incorporó. Los cuerpos de Xibogs seguían dando convulsiones. Mix se agachó, tomó el rifle de Tush que durante la lucha se le había caído, los apuntó y los mató uno a uno de un tiro al pecho. Acto seguido, se guardó el arma y salió de la habitación.

Otro pajaroid nocturno solitario pasó por encima del recinto, se estaba regresando a su nido pues en el horizonte ya se podían distinguir los primero rayos de la Xar.

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Los motores del aerodeslizador arrancaron, las almohadas se despegaron de la arcilla y la nave se levantó lentamente. Jorr apretó el volante semicircular y lo subió un poco, el aerodeslizador se inclinó y luego cobró velocidad. Jorr programó el rumbo: el cuadrante 0 y encendió el autopiloto. Después se dirigió al pasillito donde estaba el botiquín, necesitaba tratarse las heridas en el bulto de cuello. Rebuscó dentro de él durante un rato y encontró Tropen 250 , lo sacó y se lo aplicó. Después cogió el frasco de Kiarr y se tomó 3 pastillas. La cabeza le dolía increíblemente y le daba vueltas rápidas.

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A pesar de su malestar Jorr estaba máximamente enfadado. La traición de Cludd y de los científicos lo enfurecía. Él estaba completamente convencido de que Cludd no estaba en la base militar sino en el cuadrante 0. Incluso pensaba que Cludd estaba allí escondido y riéndose de él cuando él, como un tonto, descargaba los víveres y los compuestos que le habían pedido estos mamones de los científicos. Sin embargo, lo que le cabreaba lo más de todo era el hecho de que también Axty estaba involucrado con este asunto sucio. Él lo consideraba como un buen amigo pero ahora veía la verdad y la verdad era cruel: él, Jorr, igual que Lorm, era sólo otro peón apartado del juego de la organización.

El aerodeslizador entró en la llanura. Jorr apagó el autopiloto y cogió el volante. Su órgano que funcionaba como el corazón le latía rápidamente. Apretó un botón en el ordenador de bordo y la pantalla visualizó el rendimiento de los motores, luego apretó otro botón y apareció el radar. Jorr lo miró, la nave dio un ligero bandazo y después se estabilizó de nuevo. Jorr se sentó en la silla y fue entonces, cuando le entraron las arcadas repentinas. Él vomitó sobre sus pantalones, la masa tibia le comenzó a correr por las perneras hacia abajo. Jorr escupió un salivazo, se limpió la boca y dijo:

“Mierda!”

La nave dio otro bandazo. Jorr quería levantarse pero una punzada fuerte le penetró las sienes. Gritó de dolor y se las oprimió con sus manos, otra arcada le atacó el órgano de descomposición, esta vez por lo menos tuvo tiempo de girar la cabeza y vomitar al suelo. Le ardía la garganta. Había que aterrizar y tranquilizarse. Así que cogió el volante y lo apretó hacia abajo, el morro del aerodeslizador se inclinó.

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´Cazar y jalar´ estas dos palabras se anidaron profundamente en el cerebro enfermo de Mix número 3. Durante la noche pasó por la planicie y entró en un valle. A pesar de las temperaturas bajas no sufría mucho de frío, su mecanismo de defensa estaba bien desarrollado.

Al amanecer, se aproximó al recinto del Cuartel C-16. Necesitaba alimentarse y luego quizás descansar. El paraje cerca del recinto estaba seco, agrietado y lleno de bloques grandes de cuarzos mezclados con esquisto, por allí vivían can-toys. Pero ahora no se veía ninguno, era muy pronto y ellos estaban escondidos en sus madrigueras. Mix subió a un bloque y miró alrededor, su estómago deformado hizo varios sonidos parecidos a un gruuum-gruuum, Mix no les prestó atención. En el cielo, en la distancia, apareció un pajaroid, era de los tipos nocturnos que tenían la piel más gruesa y una capa especial de grasa que les protegía contra el frío. Mix bajó del bloque y cogió una piedra afilada.

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Las alas negras del pajaroid planeaban majestuosamente por el firmamento. Se regresaba a su nido. Sus ojos avezados percibieron un movimiento abajo en la tierra y su pequeño, sin embargo, eficiente cerebro de un depredador calcularon las posibilidades del ataque. Pero la presa era bastante grande de forma que el pajaroid decidió continuar volando.

Cuando el bicharraco giró a la izquierda y se comenzó a alejar, Mix número 3 arrojó furiosamente la piedra contra un bloque y aulló. La piedra se rompió y un trozo de ella aterrizó al lado de su zapatilla. De repente, se asomó a un agujero a unos diez metros a la derecha una cabeza peluda, era un cachorro de un can-toy, el ruido lo despertó y la curiosidad lo llevaría a su muerte rápida.

Mix notó el movimiento y se escondió detrás de un bloque. El can-toy salió afuera y empezó a olfatear la tierra, poco a poco se aproximaba hacia Mix. Él se agachó y cogió sigilosamente otra piedra. El can-toy se paró y levantó la cabeza, el viento le agitaba los pelos de su lomo. La avidez de Mix le impulsó y él arremetió fieramente contra su presa. El can-toy echó a correr pero las manos de Mix le agarraron firmemente el cuerpo y él le volvió bruscamente la cabeza a un lado, su columna vertebral se rompió. Acto seguido, Mix abrió su pecho y devoró sus entrañas.

/

Había pasado ya casi la quinta parte de la puesta del Maar y Tonny con su artillería avanzaban por la planicie árida. Las nubes grandes vagamente flotaban por el firmamento y creaban así la protección para que los rayos del Maar no calentaran tanto la tierra. El pajaroid regresó hacía poco y trajo las informaciones que Tonny necesitaba saber; no muy lejos de ahí más al oeste había un complejo dónde se estacionaban los cohetes espaciales, el pajaroid le llamaba ruidores (probablemente por que hacían demasiado ruido al despegar). En las imágenes que el pajaroid había emitido a la mente de Tonny se podía ver tres hangares (?) circundados mediante una valla. También se fijó en que dentro del recinto había varios seres con cinco extremidades que probablemente vigilaban esa zona. Tonny ordenó al pajaroid que les indicara el rumbo exacto y que les guiara. El pajaroid graznó y luego dio dos alazos lentos, sus enormes alas de color pardo volaron con elegancia por el firmamento y provocaba así la sensación de que se trataba de un fénix mítico.

El ejército de Tonny viró a la derecha y continuó con su marcha. Cuando abandonaron la costa Tonny cazó dos veces y mató a dos can-toys, necesitaba alimentarse y llenar a tope su nivel de energía. Los humroides no comían, simplemente andaban uniformemente como unos robots programados.

La superficie de la tierra ahora cambiaba a pedregosa lo cual ayudaba a Tonny a cobrar más velocidad ya que la resistencia de

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fricción de su cuerpo se redujo. Tonny se concentró, entró en la mente del pajaroid y rebuscó en ella, al cabo de un rato, encontró la información sobre la distancia entre ellos y el recinto, la calculó y estimó que iban a necesitar más o menos otra quinta parte de la puesta para llegar hasta allí. Y eso era bueno.

Los humroides giraron un poco más a la derecha y seguían andando. En ese instante, el aire a su alrededor comenzaba a vibrar, las descargas electroestáticas alzaban sus pelos que tenían en las corazas. Tonny se paró. Los humroides hicieron lo mismo. También el pajaroid frenó su vuelo. La vibración intensificó y detrás de ellos se abrió una brecha. Cuando se ensanchaba creó un remolino y levantó el polvo y las piedras pequeñas que estaban esparcidas en las inmediaciones de ella. Tonny dio media vuelta y con sus ojos débiles vio, como se cayó desde ella un ser que era casi idéntico a los que habían aparecido en la costa del mar negro cuando aún se refugia allí en la cueva. El ser se empezó a incorporar, su cara estaba desfigurada por numerosas y profundas cicatrices y también por los granos amarillentos que se reventaban según el ser movía sus músculos faciales. En la frente tenía una cuenca vacía, el ojo que debería haberse formado allí dentro simplemente faltaba. Tonny fortaleció máximamente la conexión y envió una orden virtual:

“¡MATADLE!” Todos los humroides se volvieron a la vez y atacaron a Mix número quince, también el pajaroid comenzó a descender en picado, pero Tonny le paró mentalmente ya que él era muy valioso aún.

Mix número quince lanzó un rugido largo y horrible y echó a correr contra los humroides. La lucha no duró mucho tiempo. Primero, los humroides le derribaron al suelo, él intentaba destrozar sus corazas blandas con sus manos provistos de unas uñas extrañas pero sólo consiguió matar a dos de ellos. Acto seguido, le empezaron a perforar decenas de dientes, le arrancaban la carne y el tejido. Mix se retorcía y daba chillidos alternando entre agudos y graves, cuando un humroid penetró su tráquea los gritos cesaron. Tonny observaba la lucha constantemente, su plan funcionaba y su esfuerzo no había sido en vano.

Mix número quince, por fin, murió. El pajaroid rodeaba lentamente el campo de batalla y contemplaba como los humroides desgarraban su cuerpo deformado. Después Tonny mandó otra orden mental:

“¡Ya basta! ¡Hay que continuar el camino!” Los humroides formaron de nuevo la agrupación original e iniciaron la marcha. Los restos del cuerpo muerto de Mix se quedaron olvidados detrás de ellos.

En ese momento, les faltaba por recorrer 9,5 kilómetros para alcanzar el recinto donde estaban los cohetes espaciales.

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Por supuesto, las brechas se estaban abriendo también en las zonas más lejanas y yermas y escupían a los Mixs a unos parajes bizarros.

Poco después del amanecer se desgarró el espacio en la zona 23 y desde ella salió Mix número ocho. Éste no tenía casi ningún error de la mutación, que causaban las ondas gravitarías, salvo un órgano adicional que se le había formado dentro de su estómago.

En la zona 23 reinaba el Maar pero las condiciones climáticas gracias a la inclinación del eje del planeta estaban muy moderadas y comparables con las que estaban en las zonas donde brillaba la Xar. Sin embargo, aquí no vivía nadie: ni los Xibogs, ni los Kuxs, ni las Centinelas ya que esta zona era muy remota, elevada y bastante rocosa y no permitía construir los cimientos de los cobertizos.

Lo que hacía realmente interesante a esta zona era la presencia de una planta muy peculiar que se llamaba cactusirio. Esta planta crecía exclusivamente en las rocas de marga y alcanzaba el tamaño de casi 30 metros, sus vástagos gruesos estaban provistos de púas que contenían una neurotóxica fuerte que paralizaba formas orgánicas y les producía la muerte muy dolorosa y lenta. Su peculiaridad era su mecanismo de defensa, la planta era capaz de lanzas las lianas finas y largas que le crecían por todas sus partes y atrapar así al intruso que se acercara a su proximidad. Luego le oprimían y le apretaban firmemente hacia las púas venenosas de modo que el intruso se pinchaba con ellas y moría encima de ella. La planta después aprovechaba su cuerpo que se descomponía lentamente y se nutría de su tejido.

Mix número ocho tuvo mala suerte, la brecha se abrió justamente al lado de un cactusirio grande, las lianas se lanzaron incluso antes de que la brecha se cerrara y él se diera cuenta de que dentro de poco se convertiría en otra de sus víctimas. Mix procuraba separar y romper las lianas pero sus fibras orgánicas eran muy resistentes, se incrustaban en sus manos y le cortaban. La presión de ellas aumentó y Mix se vio cayendo. A continuación, su cuerpo y cara se espetó con las púas y la toxina penetró dentro de su líquido corporal. La paralización vino pronto, igual que el dolor y los espasmos.

/

Crogg escuchó cómo se acercaban unos pasos. Sabía quién era, el ser que había salido de la fisura. ¡Le encontró!

Crogg se apoyó contra la puerta. Los pasos se pararon. Hubo un momento de silencio que interrumpía sólo la respiración alterada y después el ser comenzó a golpear la puerta. Crogg dio un respingo. Dentro del almacén pequeño los golpes sonaban como las explosiones de un fulminato. La palanca que bloqueaba la puerta se inclinó, luego se movió y estuvo a punto de deslizarse. Crogg la cogió e intentó arreglarla. Los golpes cesaron por un instante pero luego

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empezaron otra vez. Crogg se tapó los oídos, la cabeza le daba vueltas. Los golpes pararon de nuevo.

Ahora Crogg podía oír como el ser rugía y pensó: ´Esto no está bien, estoy totalmente jodido.´ Después sonó un disparo y una bala atravesó la puerta a 15 centímetros del hombro de Crogg. Él se apartó rápidamente y se escondió al lado de un armario. Sonaron otros dos disparos y la puerta se estremeció. La primera bala se clavó en la pared y creó en ella un hoyo profundo, la segunda rompió un frasco en la vitrina, la toxina que estaba dentro se desprendió por la habitación y empezó a irritar la garganta de Crogg. Él tosió. Luego se arrancó un jirón de su bata y se tapó la boca y la nariz, se arrepentía de no haberse puesto la mascarilla. El ser rugió nuevamente y los golpes regresaron a resonar.

Pasó algo de tiempo, no mucho, pero para Crogg se trató de una eternidad. El ser, por fin, dejó de golpear la puerta y disparó una vez más, la bala hizo añicos otro frasco, pero ese estaba por suerte vacío. Crogg apartó el retal de la cara y probó a respirar, la toxina ya se había disipado pero aún se notaba en el aire su olor acre. Se sentó de cuclillas y fue entonces, cuando le estalló en su cabeza una voz potente y le dijo:

“¡Sal! ” Él gritó de dolor. La voz repitió la orden con más potencia:

“¡¡SAL!!!” Las lágrimas espesas aparecieron en sus ojos. Al cabo de un instante, empezó a notar algo raro dentro su cerebro, algo se había roto. Acto seguido, una mano virtual le oprimió el centro cerebral del control motriz y él dio un calambre, su cuerpo se levantó y él encaminó a la vitrina. Luego la abrió y cogió un frasco que ponía dehidroclor, sus dedos comenzaron a desenroscar lenta y torpemente la tapa. Él intentaba parar esa acción pero fue en vano, el ser le había bloqueado completamente la movilidad. Ahora veía como su mano derecha que sujetaba el frasco se alzaba y se aproximaba a su boca. Con todo su esfuerzo logró lanzar una contra-onda mental hacia el ser, la presión en su cerebro se aflojó por un momento, pero luego regresó con más potencia, sobre todo un pitido agudo se hizo sonar dentro de su cabeza. Él gritó. Desde afuera el ser rió.

El frasco se empezó a inclinar y la toxina entró en la boca de Crogg, picaba atrozmente y perforaba su lengua. Después pasó por la faringe y aterrizó en su órgano de descomposición. La mano virtual desapareció y Crogg se cayó al suelo. Acto seguido, su cuerpo se comenzó a retorcer y arquear. Al borde de la agonía y la muerte Crogg emitió un mensaje. No sabía si, para quien era destinado, lo recibiría pues en ese momento, la puerta del otro mundo se abrió y él cruzó su umbral oscuro.

/

Entraron en el ascensor y Lorm apretó un botón. La puerta se cerró rápidamente, los servomotores se activaron y la cabina se movió. El

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soldado seguía temblando pero se notaba que ya estaba un poco más calmado. Lorm agarró la empuñadura del desintegrador con doble cañón. La cabina se paró. Lorm levantó el arma y se preparó para disparar. El soldado hizo lo mismo. La puerta se abrió. El pasillo estaba vació. Lorm hizo una señal con su mano central y después salieron. Pasaron apresuradamente por el pasillo y luego giraron a la izquierda, al fondo estaba una escalera que daba al hangar. Se acercaron a ella. Al bajarla se oyeron dos disparos y luego un grito. Al cabo de un rato, sonó otro disparo. Lorm se paró en mitad de la escalera. El soldado le casi chocó desde detrás.

Lorm alzó el desintegrador y otra vez empezó a bajar. El soldado lo siguió. Alcanzaron casi el final de la escalera cuando de sopetón, un soldado herido irrumpió dentro. Lorm apretó el gatillo y la mitad de su cabeza se volatilizó. El torso del soldado dio dos pasos más y después se desplomó. Lorm lo miró con su cara de piedra y luego dijo entre dientes:

“ ¡Joder!”.

Rodearon el cuerpo y entraron en el hangar. Dentro había cinco aerodeslizadores, dos de carga y tres más pequeños que se utilizaban para las grandes distancias. Al lado de uno de carga había dos soldados de pie y uno tumbado en el suelo. Lorm se dirigió hacia ellos. De repente, uno de los dos soldados dio una patada al que estaba tumbado en el suelo. El otro le pisó el pecho. Lorm se acercó más y vio que no se trataba de un Xibog. El ser tenía tres manos pero aquí terminaba toda la semejanza con ellos, su cara estaba muy desfigurada y las piernas las tenía llenas de unos bultos feos y medio abiertos.

“¿Qué ha pasado aquí?” preguntó Lorm. Pero antes de recibir la respuesta el aire empezó a vibrar. El soldado que le seguía gritó:

“¡Cuidado con la fisura!” y a continuación, comenzó a disparar a su alrededor.

“¡Para, joder! ¿Quieres matarnos a todos?” vociferó Lorm. Pero en ese momento, se abrió al lado del aerodeslizador una brecha grande y desde ella salieron dos Mix (número 17 y 18). Lorm abrió fuego. El doble rayo se hundió al pecho de número 17 y le causó un agujero de casi 20 centímetros. Éste, a pesar de su herida enorme, atacó a uno de los dos soldados, le agarró el brazo y tiró de él fuertemente, el brazo se rompió. Acto seguido, se desmayó rugiendo. El otro Mix, número 18, dio un salto. Lorm apretó otra vez el gatillo. El soldado que le acompañaba hizo lo mismo. La bala rozó el cuello de Mix y el rayo le desintegró el brazo derecho. También disparó uno de los dos soldados, el otro se sujetaba su brazo central que ahora tenía un ángulo muy raro.

Número 18, se tambaleó pero seguía de pie, las armas retumbaron nuevamente y él se cayó redondo. Al chocar contra el suelo se le

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reventaron casi todas las úlceras que adoraban su cara, el pus salpicó y manchó los pantalones de Lorm y del soldado herido. Luego se hizo un momento de silencio casi absoluto.

Lorm se guardó el desintegrador y fue entonces, cuando recibió mentalmente el mensaje que le había mandado Crogg moribundo. Logró descifrar sólo una parte de él pero lo más importante:

´¡¡Esfúmate de Rhod, ahora mismo pero SOLO!!” Lorm sin decir palabra ninguna se alejó de los soldados. Oyó que ellos le decían algo, pero él no les prestaba atención. Crogg había muerto. Lorm lo sabía con certeza, y le había enviado este mensaje antes de perecer para advertirle.

De manera que encaminó a la nave más cercana y desbloqueó la puerta. El aire comenzó a vibrar nuevamente y las descargas electroestáticas por un momento alteraron el movimiento de la puerta corrediza. Lorm subió. Cuando arrancaba los motores protónicos otra brecha se abrió justo al lado del motor principal. Lorm cogió el volante y lo tiró levemente hacia arriba, la nave empezó a ascender. A través de la ventanilla lateral Lorm vio como de la brecha salió otro ser. Éste era más grande que los primeros dos, desde su cabeza deformada crecía otra más pequeña y atrofiada.

Lorm aceleró y abandonó el hangar. Luego programó el rumbo hacia el cuadrante 9. Este era el único sitio con los cohetes espaciales en la zona 6 diurna, se encontraba en el este, no muy lejos del mar negro. El ordenador de bordo calculó la distancia: 248 km y después estimó el tiempo de vuelo: aproximadamente tercera parte de la puerta del Maar.

Abajo la lucha contra los Mixs continuaba.

/

La droga sabía cómo turbar, alterar y desequilibrar el cerebro de Flegg, conocía sus puntos débiles y los aprovechaba. Cada dosis que él se metía en su cuerpo le acercaba más al precipicio de la insania y le ocasionaba daños psíquicos que se hundían indeleblemente dentro de su trastorno e inundaban los recovecos y los pasadizos de su mente con pensamientos perversos y descabellados.

Ahora flotando en el océano oscuro que se extendía a miles y miles de kilómetros a su alrededor Flegg gozaba de los frutos ponzoñosos y malvados que la droga le imponía para ofuscar su cordura y derribar finalmente el muro ilusorio que aún le sostenía entrelazado con el mundo exterior.

La excitación y la libido, estas eran las dos percepciones que llenaban su mente. Su órgano de reproducción se puso más ancho y se preparó para la copulación. Él levitaba rodeado de fantasías oníricas en el estado de la delicia máxima. La música sacra y

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avasalladora sonaba apagadamente desde lejos y completaba así la sensación de felicidad, de anhelo y de pasión ardiente. Flegg totalmente sucumbido a las falsas imaginaciones y escenas que le astutamente proporcionaba la droga desconectó su subconsciencia de la realidad y se sumergió a las profundidades de la locura. Al tocar el fondo de ella, las imágenes se empezaron a cambiar, la sensación de beatitud se desvaneció y disipó y la sustituyó la confusión y más tarde el odio. Flegg vio la cara de Lorm, vio cómo se ensanchaba su boca en una mueca burlona y luego escuchó su voz:

“Mírate bien amigo mío, estás acabado. Tu vida miserable te pudre vivo. Tienes sólo tu droga y tu ridícula revancha que nunca terminarás. Todos tus planes pésimos han fracasado igual que tú. Los científicos te tienen miedo pero sólo porque te consideran pirado y cuando no les vigilas urden y traman ideas como deshacerse de ti para siempre. Así que, por favor, deja de mentirte y de pensar que eres ALQUIEN IMPORTANTE cuando los dos sabemos muy bien que, en realidad, no eres más que un cero a la izquierda prescindible e ignorado por todos. O demuéstrame que lo que te estoy diciendo es solamente un montón de patrañas estúpidas y atrévete a venir a mí y luchar conmigo como un hombre digno de su nombre, cara a cara, porque yo sé que eso es lo que tú realmente deseas. ¿O me equivoco?........ “

La voz imaginaria de Lorm seguía hablando y burlándose de Flegg, pero él ya no le hacía caso, la droga ganó y Flegg, por fin, alcanzó el borde del abismo de su propia alienación, el filamento fino que le vinculaba con la realidad se rompió y él se empezó a caer. Las fauces del diablo se saciaron y en la cabeza demente de Flegg nació una idea desatinada. Él abrió los ojos y se levantó, no se fijó que desde su nariz corría un hilo de su líquido corporal, se dirigió a la puerta. Luego pasó por el pasillo y subió al ascensor, los servomotores se activaron y la cabina comenzó a bajar. De repente, en alguna parte de su cerebro estalló en carcajadas la voz de Lorm.

/

La Xar ya casi tocaba su punto culminante cuando Jorr recuperó la conciencia. No se percató de que poco después de aterrizar en la llanura entró en la laguna. Su transmutación transcurrió rápidamente e intensificó y profundizó considerablemente su deseo de matar a Cludd y a los otros traidores de científicos en el cuadrante 0.

Jorr bajó la cabeza y miró su uniforme, en ella había restos secos de sus vómitos y debajo de sus pies tenía una mancha oscura. Se limpió el uniforme someramente con su manga derecha y se respaldó. Se quedó así durante un rato. Luego empezó a notar que su vejiga estaba llena, necesitaba segregar. Reflexionó sobre eso diez segundos y después decidió no perder más tiempo. A continuación, arrancó los motores protónicos y despegó. Cuando el aerodeslizador pasaba por encima de la planicie sus pantalones comenzaron a

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mojarse pero él no prestaba ninguna atención a eso, estaba perdido en sus pensamientos.

La nave cobró la velocidad máxima y se dirigía al norte. Jorr con los ojos vacíos y locos observaba mediante la ventana frontal el paisaje desecado y agrietado que pasaba velozmente por debajo. Las nubes se agrupaban en el firmamento y creaban en él imágenes fantasmagóricas. El aerodeslizador se inclinó levemente a la izquierda y entró en el valle, ya faltaban menos de 10 kilómetros para el destino.

Jorr abrió la boca y escupió una flema espesa y llena de grumos verdes, luego eructó y empezó a canturrear, en su cara se anidó una mueca retorcida y se quedó allí hasta que la nave aterrizó al lado de los laboratorios en el cuadrante 0.

Jorr apagó los motores y se levantó, sus pantalones empapados se pegaron a sus piernas. Él se rascó el codo izquierdo y sacó su arma. Desde afuera alguien gritó algo. Jorr se acercó a la puerta corrediza y la desbloqueó, pero antes de que ella terminara su movimiento ya habían salido del cañón de su rifle los primeros rayos de fotones.

La matanza era rápida y absoluta. Conforme Jorr pasaba por el recinto y los laboratorios, disparaba y mataba a todos los que se topaban por su camino. Los gritos y los chillidos sonaban por todas partes y espantaban a las formas superiores que, por desgracia, vivían en las proximidades de esa zona. Dentro de Jorr la ira graduaba y deformaba aún más su rabia. Cludd no estaba en ninguna parte y cuando Jorr irrumpió en el despacho de Axty y le habló sobre su traición y la conspiración, él descaradamente le respondió que se equivocaba y para colmo negó que siquiera conociera a Cludd. Jorr le disparó tres veces en la cabeza y después salió afuera.

Cuando la Xar comenzó a declinarse otra vez al horizonte, en el cuadrante 0 quedaba vivo sólo Jorr y luego un científico llamado Trippy que se había escondido en una fosa séptica que servía para los residuos sólidos. Jorr se regresó al despacho de Axty y hurgó en su ordenador. No encontró ningún archivo XXX como en el ordenador de Cludd, sino una carpeta sin título que contenía las órdenes directas de la organización para utilizar a soldados jóvenes como sujetos experimentales para las pruebas del suero. Jorr destrozó el ordenador con un tiro y comenzó a golpear con los puños la mesa. Su transformación le dañó y le debilitó la pared del órgano de digestión y cuando Jorr quería golpear por décima vez la tabla de la mesa, se reventó. A continuación, el jugo ácido se derramó dentro de su cavidad abdominal y le envenenó. Jorr se cayó en el suelo sujetándose la barriga, su cuerpo empezó a retorcerse de dolor. Cuando el jugo penetró dentro del órgano de respiración, Jorr perdió la conciencia, su garganta se comprimió y él se asfixió.

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La Xar se declinó un poco más hacia el horizonte. La tapa de la fosa séptica se abrió y salió Trippy. Al enterarse de que todos los que habitaban del cuadrante 0 habían muerto, se volvió loco. Cogió los cadáveres y los apiló en un montón en el centro del recinto. Luego entró en el almacén químico, tomó una garrafa de combustible, la arrastró hasta los cuerpos y vertió su contenido en el suelo, después se mojó también su uniforme con él y prendió fuego. Un pajaroid solitario en ese momento, pasaba por encima de esta zona y vio con sus ojos pardos como el cielo se llenaba de llamas azuladas. Acto seguido, dio varios alazos y se alejó hacia el valle. Era la hora de cazar.

/

“¡Parad!” ordenó Tonny y los humroides dejaron de moverse. Ahora se encontraban a menos de un kilómetro del recinto donde estaban los cohetes espaciales. Tonny entró en la mente del pajaroid. Necesitaba saber cuántos seres había dentro. El pajaroid dio varias vueltas alrededor del recinto y Tonny estudiaba las imágenes que le enviaba a su cerebro. Contó cuatro en total, luego se desconectó.

Durante el resto del camino no había ocurrido nada interesante salvo otra brecha que se abrió al sur de ellos cuando abandonaron la planicie. El ser con cinco extremidades que salió de ella no les prestó atención ninguna y se dirigió en dirección contraria. Cuando el terreno se cambió y las piedras sustituyeron la arcilla roja, Tonny cazó y mató a un cun-coy pequeño, los humroides no daban señales de tener ni hambre, ni sed y avanzaban monótonamente hacia adelante como robots programados.

El Maar alcanzó su punto culminante. Las nubes vagamente flotaban por el cielo y mantenían la tierra bajo la sombra. La brisa fresca soplaba desde el mar y enfriaba aún más el aire. Tonny estaba pensando, primero, había que deshacerse de los que vigilaban el área y luego penetrar dentro. De pronto, se le ocurrió una posibilidad que podría funcionar. Esa idea era unificar más el vínculo con los humroides, aprovechar su potencia y entrar en las mentes de los vigilantes, igual como lo había hecho cuando el ser apareció en la costa.

Tonny se concentró, envió una dosis grande a su cerebro adicional que por entonces, ya había aumentado su tamaño a un limón pequeño y comenzó a fortalecer el vínculo. Los humroides igual que el pajaroid empezaron a temblar, el aire se puso más denso y luego invadieron la mente tensa de Tonny varias ondas potentes de alta frecuencia. Él las rebotó y las lanzó hacia el recinto, al mismo tiempo procuró tocar los centros cerebrales de los vigilantes y establecer con ellos la conexión. Durante un instante, no ocurrió nada y él quería repetir el proceso pero después, se rompieron las barreras mentales y él internó dentro. Los cerebros de los vigilantes eran muy complejos.

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Tonny escarbó en ellos y encontró lo que buscaba: el centro de control. Acto seguido, mandó una orden virtual:

“¡Tirad las armas y agrupaos en el centro del área!” Luego esperó un momento y envió otro mandato, esta vez al pajaroid:

“¡Vuela y observa!” El pajaroid aleteó y rodeó los hangares. Tonny podía ver que el plan funcionaba. Los cuatro vigilantes crearon un grupo y se situaron a la mitad del recinto. Tonny pudo distinguir la vaciedad en sus ojos a medida que el pajaroid descendía. Y eso era muy bueno.

De forma que aflojó ligeramente la conexión y ordenó a los humroides que iniciaran de nuevo la marcha. Centenas de pies se pusieron en marcha y levantaron un poco el polvo de la tierra. El desplazamiento no duró mucho tiempo, mientras ello, Tonny impuso a los vigilantes que retiraran una parte de la valla para que ellos pudieran internar sin problemas. Los vigilantes obedecieron.

Una vez dentro del recinto Tonny colocó las guardas, que consistían en cuatro grupos de humroides por ocho de cada uno, alrededor de las vallas y con el resto de ellos encaminó a los hangares. Allí había ocho cohetes grandes y tres más pequeños. Tonny entró nuevamente en los cerebros de los vigilantes y les preguntó:

“¿Quién de vosotros sabe manejar estos COHE-TES?” Al cabo de un rato, obtuvo una respuesta:

“Yo.” Era el vigilante más alto. Tonny lo miró y después hizo otra pregunta:

“¿Qué COHE-TE es el más eficaz?” El más alto señaló a uno de los grandes que estaban a la derecha y contestó:

“Este.” Tonny reflexionó sobre eso por un momento y luego ordenó:

“¡Destruid TODOS los demás!”

/

Mix número 3 se escondía detrás de la pared sur del cobertizo en el bloque A. Necesitaba un arma de fuego y luego encontrar a Lorm. Por todas partes se escuchaban gritos y también de vez en cuando disparos. Mix se acercó a la esquina y se asomó, un soldado flaco se dirigió hacia su dirección. Mix se escondió de nuevo. En el momento, cuando el soldado apareció, él le cogió por la cabeza con la mano derecha y le tapó la boca. Acto seguido, le arrebató su rifle. El soldado intentó liberarse pero Mix le agarraba fuertemente. Sonaron otros dos disparos y luego alguien chilló. El aire vibraba y se notaban en él las descargas electroestáticas.

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Mix alzó la mano izquierda y apretó el bulto de cuello del soldado y le preguntó:

“ ¿Dónde está Lorm?” después aflojó la presión.

El soldado tosió y respondió temblando: “No lo sé.”

Mix le oprimió nuevamente y le siseó en su cara: “¡Para de mentir!”

El soldado comenzó a asfixiarse. Mix soltó de nuevo su bulto. El soldado respiró hondo y luego contestó:

“No le he visto desde anteayer. Digo la verdad.” Mix rápidamente bajó su mano derecha y le cogió un dedo, después lo tiró hacia atrás y lo rompió. El soldado lanzó un grito ronco. Mix le dijo furiosamente:

“¡Pues averígualo o continuaré!”

El soldado respondió: “Vale, vale, pero, por favor, no me haga más daño.” Mix le soltó y levantó el arma. El soldado trató de conectarse mentalmente con alguno de los otros Xibogs que estaban en el Cuadrante 16-C, sin embargo, debido a su estado de angustia y alteración no podía lograrlo. Mix le estaba observando, sus ojos negros y vacios aún empeoraban su nerviosidad.

Sonó otro disparo y luego un rugido grave. El soldado giró la cabeza hacia atrás. Mix le cogió otro dedo y lo empezó a encorvar. El soldado dio un chillido y después se calló. Mix espetó:

“¡Date prisa!” El miedo metió una dosis grande de noradrenalina en el cerebro del soldado y le abrió totalmente su mente. La conexión se estabilizó, el soldado tuvo suerte pues tocó la mente de un Xibog que conocía la respuesta.

“Se fue en un aerodeslizador.” dijo el soldado.

“¿A DÓNDE?” gritó Mix y dobló más el dedo del soldado, se oyó un crujido feo. El soldado aulló de dolor y luego contestó roncamente:

“El teniente no ha mencionado su destino pero todas las naves tienen integrado un sistema de seguimiento para localizarlas. Y las posiciones se pueden ver en los ordenadores de bordo o en los radares.”

Mix aflojó su dedo y dijo: “Entonces, vamos. Llévame dónde están los otros aerodeslizadores” y para acentuar sus palabras golpeó con la empuñadura del rifle el hombro del soldado.

Durante el desplazamiento Mix mató a dos Xibog-soldados que desgraciadamente se cruzaron en su camino y al entrar en el hangar a otros dos. Alcanzaron la nave que estaba más a la izquierda. Mix ordenó a su rehén que desbloqueara la puerta, él tecleó su código personal sin decir ni pío. Subieron y la puerta corrediza se cerró automáticamente detrás de ellos.

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“Arranca, despega y busca a Lorm!” dijo Mix. El soldado apretó un botón rojo, los motores protónicos comenzaron a girar lenta y rítmicamente y la nave subió. El soldado encendió el ordenador de bordo y activó el icono que ponía: Localizador . Al cabo de un rato operando, volvió la cabeza hacia Mix y le informó:

“La nave del teniente se halla a 43 kilómetros al este.”

/

Era casi la media puesta. Lorm estaba en el pasillito y registraba el botiquín. Buscaba Kiarr u otro analgésico, otra vez le empezó a doler el hombro y la hinchazón que se había creado en el sitio de la dislocación y se puso más dura. Al cabo de un instante, encontró Lipim, abrió la tapa y cojió sacudiendo dos ampollas del frasco, tenían un color verde. Se las tragó en seco y después encaminó a la sala de control.

Ahora el aerodeslizador pasaba por encima de la llanura árida y se aproximaba al cuadrante 9. Lorm miró la pantalla que indicaba la distancia: al cuadrante 9 faltaban 6,9 kilómetros. Redujo un poco la velocidad y fue entonces, cuando de repente, se encendieron todos los pilotos de emergencia en el cuadro de mandos. Lorm golpeó fuertemente el panel, sin embargo, los pilotos seguían parpadeando. Además, el aire empezó a vibrar.

´¿Qué coño está pasando?´ se preguntó y a continuación, bajó la altitud. En ese momento, ocurrió un fenómeno muy curioso, la brecha se abrió justo al lado del motor derecho principal de la nave y lo destrozó. Acto seguido, se produjo un torbellino levógiro que primero cambió el ángulo de la inclinación y luego empujó la nave hacia la derecha. La pérdida del motor principal suscitó el descenso rápido. Lorm intentó apretar el volante semicircular y equilibrar el aerodeslizador, pero fue en vano. El morro chocó contra la tierra, se deslizó por ella y gracias a la inercia se desplazó otros 238 metros antes de pararse definitivamente. Lorm se vio arrojado a la pared opuesta, se golpeó la espalda y se mordió la lengua. A continuación, aterrizó sentado en el suelo, su arma se le cayó desde el cinturón y se disparó, la bala perforó un bidón de titano que contenía un líquido azulado y se hundió en su fondo.

La brecha escupió el Mix número 38 pero se cerró muy rápido y cortó su cuerpo a la mitad. Su parte de arriba se cayó y se estalló contra un bloque de basalto.

Lorm algo aturdido cogió el arma, se la guardó de nuevo detrás del cinturón y se levantó pesadamente. Cuando se estaba incorporando la espalda le dio varias punzadas y Lorm siseó. Luego se dirigió a la puerta corrediza y la probó a desbloquear. Sonó un largo sssssss, después la puerta se movió un poco y se abrió medio metro. Lorm pasó por la abertura.

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Una vez afuera miró la nave, el morro estaba completamente abollado y las placas se desprendían a lo largo de la parte derecha del casco. Lorm escupió y el salivazo espeso manchó un cuarzo. Luego se rascó la oreja derecha e inició el camino hacia el cuadrante 9. Más que nunca deseaba ya estar dentro del cohete espacial, arrancar sus ocho positro-turbo propulsores y abandonar la estratosfera de Rhod.

/

Los cohetes fueron destruidos. Los vigilantes trabajaban rápida y silenciosamente. El más alto que sabía conducir se alejó al almacén. Tonny le mandó allá, no quería que viera cómo morirían sus amigos. Según él esa experiencia podría alterar hasta romper el vínculo sutil que se había creado entre ellos dos. El ser tenía el cerebro muy desarrollado y complejo y Tonny no quería arriesgar nada.

Cuando el más alto se fue, Tonny ordenó a los humroides que mataran a los demás. No había mucho sufrimiento, sus dientes puntiagudos acabaron con las vidas de los vigilantes en un periquete. Sin embargo, Tonny no lo vio, estaba ya dentro del cohete.

Ya habíamos dicho una vez en esta historia siniestra que los caminos del destino eran muy veleidosos y aleves y a veces desviaban nuestras vidas en los rincones oscuros y desesperados. Que quizás se tratara de alguien con el poder absoluto que simplemente movía las fichas en el tablero de ajedrez de la eternidad y si nos les caíamos bien solamente nos derribaban y luego observaban nuestra perdición. En fin, para Tonny el tiempo de abandonar el planeta Rhod aún no había llegado.

Cuando el vigilante más alto entró en el almacén, una brecha grande se abrió justamente en el punto donde se encontraba sin darle posibilidad, aunque mínima, de salvarse. Su cuerpo fue literalmente dividido en dos: la mitad derecha de él desapareció dentro de la brecha y se desintegró durante 3 nanosegundos, la parte izquierda se desplomó en el suelo del almacén y salpicó los azulejos de marga. Acto seguido, la brecha se cerró y aprisionó así el Mix número 42, que estaba a punto de salir, en una cavidad espacio-temporal sin ofrecerle oportunidad de regresar a uno u otra de las dos realidades que le rodeaban.

Tonny sintió la rotura súbita del vínculo. El retroceso de onda mental le originó un dolor estridente en su cerebro adicional. Si hubiera tenido la boca podría ahora lanzar un alarido y desahogarse pero no la tenía de forma que esperó sigilosamente hasta que el dolor se le pasara. Después vino la frustración, la decepción y la angustia. Su plan de escaparse, y quizás un día volver a su hogar, se había desvanecido para siempre. Y lo que era aún más cruel fue el hecho de que sólo se necesitaba arrancar esa máquina voladora y despegar.

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En ese momento, graznó dos veces el pajaroid. Tonny se espabiló un poco y entró en su mente. El pajaroid dio varios alazos y se alejó del recinto. Ahora Tonny podía ver las imágenes del paisaje árido y seco que circundaba el área. El pajaroid se alejó más y de repente, Tonny divisó mediante su vista nítida una forma(?) que se movía abajo en la tierra. Acto seguido, envió una orden a la mente del pajaroid:

“¡Acércate más!” El pajaroid obedeció. El balancín de la báscula del azar cambió su posición y Tonny vio un ser que era casi idéntico a los vigilantes dirigiéndose hacia el recinto. Trató de internar en su cerebro pero el ser aún estaba muy lejos. Tonny se relajó y a continuación, emitió un mandato virtual a las mentes de los humroides:

“¡Id y proteged al ser! ¡Matad a todos los que intenten hacerle daño! ¡Y traedle aquí!“

/

Los escarabajos avanzaban por la planicie y se aproximaban a las montañas que se extendían en el oeste de la zona 5. El Maar ya se había comenzado a declinar nuevamente al horizonte cuando se abrió en su camino la única brecha y escupió al Mix número 43. Sin embargo, éste sobrevivió sólo 33 segundos, luego su cuerpo simplemente estalló. El error que originaron las ondas gravitatorias impidió terminar su transmutación y además le deformaron de manera muy fea. La piel del Mix número 43 se desgarró y se despegó de la mayor parte de su cuerpo y sus órganos internos le crecieron fuera de la cavidad abdominal. Él estaba sufriendo increíblemente de dolor antes de explotar. Los escarabajos devoraron los escasos restos de su carne y de su tejido que se habían dispersado por doquier y luego continuaron su camino.

La penúltima brecha se abrió en la zona 1 en un valle donde tenían su coto de caza las manadas de ceflopoides. Mix número 47, que salió de ella, era el último que tenía el privilegio de atravesarla. Antes de que tuviera tiempo alguno de orientarse en el ambiente nuevo, se lanzaron tres tentáculos secundarios desde detrás de un bloque y penetraron fácilmente su piel. Acto seguido, la toxina comenzó a correr por su líquido corporal y lo paralizó. Apareció un ceflopoid grande y después dos más. Sus tentáculos prolongados empezaron a succionar su presa. Mix número 47 murió pronto.

Una vez acabado el banquete los ceflopoides se alejaron y proseguían con su caza rutinaria de los can-toys.

/

Los científicos miraban a Flegg con perplejidad y confusión total sin ser capaces de decir cualquier cosa. Él espetó nerviosamente:

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“¡Manos a la obra, señores! Quiero que aparejéis todo lo necesario para poder transportarme a Rhod. Programad las coordenadas de la zona 6 y preparad la dosis exacta del polvo. “

Los científicos lo seguían mirando. Al cabo de un rato, uno de ellos se atrevió a hablar:

“¿Está seguro que quiere hacer esto? Hemos perdido la conexión con los distribuidores y ahora las brechas se abrían incontrolablemente por todas las partes del planeta. Además, las ondas gravitatorias han aumentado su actividad durante la última quinta parte de la puesta y provocan incluso más errores que antes. Y también hay otra cosa que debería saber ….” Pero no terminó la frase, el disparo ruidoso le calló para siempre. La bala rompible penetró su cabeza y explotó en su cerebro. El científico se cayó al suelo y al chocar los azulejos duros se le rompió el cráneo.

Flegg apuntó con el arma a los otros y les dijo: “¿Alguien más me va a decir que no es posible lo que yo quiero, porque a mí me da igual continuar matandoos?” Nadie respondió así que, se puso en marcha su plan descabellado.

Flegg ahora estaba sentado en una de las cinco sillas que estaban en el laboratorio 1. Los científicos reprogramaron el punto del origen de la brecha, después disolvieron 155mg del polvo en un compuesto especial y esta mezcla inyectaron dentro de la vena de Flegg, al mismo tiempo abrieron la brecha. Flegg se vio succionado hacia adelante y luego desapareció en ella. La brecha lo escupió en la planicie a unos 3 kilómetros del cuadrante 9 en la zona 6 diurna. Otra vez intervino el juego sucio del destino.

Sin embargo, ocurrió también otra cosa que al final causaría el ocaso irreversible de Rhod. Junto con Flegg pasaron a este planeta también las ondas gravitatorias. La fisura espacio-temporal las multiplicó exponencialmente y cambió sus oscilaciones. Ellas, durante un tiempo asombrosamente corto, atravesaron toda la corteza terrestre, chocaron contra el núcleo líquido del planeta y alteraron gravemente su estabilidad. Acto seguido, se rebotaron en ello y mandaron hacia Xo un eco de frecuencia. Los ordenadores en el laboratorio 1 explotaron y la fase dos se terminó definitivamente. Entre los científicos se empezó a cundir el pánico. El aire vibraba y se ponía muy denso. Después la brecha se cerró y perturbó la realidad.

Flegg se incorporó. La transmutación le transformó los órganos de respiración y le reforzó los huesos. También se mejoró su ya bien desarrollada capacidad de telepatía. Flegg miró alrededor y vio el paraje devastado y seco. A continuación, respiró el metano y sus reformados órganos lo desfragmentaron sin problemas. Flegg se concentró y escaneó el área, su mente extraordinariamente sensible tocó la de Lorm. En ese momento, estaban alejados a 1,5 kilómetro

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de sí. Flegg inició el camino. En su cara se extendió una sonrisa espelúznante. La sonrisa de la venganza final.

/

Otra piedra puntiaguda le rasgó la piel de la mano derecha. La velocidad era muy rápida. Lo arrastraban por una tierra pedregosa y rasposa. El saco de arpillera que tenía atado en la cabeza le asfixiaba.

De sopetón, el terreno cambió y Durby empezó a sentir debajo de su cuerpo maltrecho arena. Luego entró en un líquido espeso. La velocidad se redujo un poco y el saco mojado se le pegó en la cara. Acto seguido, comenzó a presionar en su pecho un peso enorme. Se ahogaba, sus músculos se le debilitaban y él perdía lentamente la conciencia. En ese momento, vino otro cambio y él se despertó en una cama perforada de hierro. Cuando abrió sus ojos pardos, vio que desde su cuerpo desnudo salían unos alambres negros y torcidos que terminaban en una máquina rara que estaba apoyada contra la pared de una sala estrecha. La manejaban cuatro seres muy feos, tenían la cabeza oblonga y desde la boca les asomaba un tubo flexible que se movía a todos lados. Durby les intentó gritar pero no podía hacer ni un sonido. Uno de ellos apretó un botón de la máquina. A continuación, todo se oscureció y Durby se hundió en un poso insondable.

Su transmutación culminaba, sin embargo, el proceso era muy paulatino y le suscitaba las alucinaciones horripilantes. El Maar entró en su tercera cuarta parte. Durby estaba tumbado en el suelo de su habitación y temblaba. La vista vacía la tenía clavada al techo y parecía como si observara detenidamente el revoque desconchado que lo cubría. Su órgano que funcionaba como corazón latía alteradamente.

Durby parpadeó, luego giró la cabeza a la derecha y vio su silla destartalada. Procuró levantarse, la cabeza le daba vueltas y le dolía la frente y las sienes. Al cabo de un instante, logró sentarse. Después vinieron las arcadas y él vomitó a un lado. Contra la ventana se apoyó una ventolera y la hizo crujir. Durby se limpió la boca y se incorporó. Luego encaminó al armario donde guardaba los medicamentos. Lo abrió y sacó un frasco con Kiarr. A continuación, le invadió la negrura y él se desmayó en el suelo.

Esta vez no tenía alucinaciones, esta vez le visitó la locura y mató todos los restos de su cordura. Además, la frecuencia de las ondas gravitatorias alterada por la fisura que atravesaban sistemáticamente el planeta, le dañó su psiquismo frágil y lo desequilibró totalmente. La transmutación le impuso la solución más fácil: suicidarse.

Cuando Durby recobró la conciencia, cogió el cuchillo largo que tenía guardado debajo de la almohada y se rajó el bulto de cuello. No fue el único quien se suicidaría ese apocalíptico día del planeta Rhod.

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*

Lorm y Flegg

(el combate final)

Un pajaroid grande que ahora pasaba lentamente por encima de la cabeza de Lorm dio dos graznidos roncos. Lorm lo miró. El pajaroid viró a la izquierda, dio otro graznido más y se empezó a alejar. Lorm bajó la vista. El Maar se asomó por un momento a las nubes y le acarició su cara. Las zapatillas hacían crujir la arena mezclada con la arcilla seca que cubría toda la superficie de la tierra y dejaban en ella huellas suaves. El cuadrante 9 se aproximaba.

Lorm apresuró el paso. Estaba pensando en Protor, en su hogar que, como esperaba, vería pronto. Los recuerdos de los paisajes verdes y limpios, praderas exuberantes y lluvias sin ácido afloraban por los recovecos de su subconsciencia. Una racha de la brisa fresca le pasó por el semblante. Luego las imágenes de su planeta natal desaparecieron y él de repente, sintió como una mano virtual tocó su mente, hurgó en ella por un instante y después se retiró de nuevo. Lorm se paró y frunció el ceño, eso no le gustaba. Miró detenidamente a su alrededor, pero no se veía nada salvo los

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contornos del cuadrante 9. A continuación, volvió la cabeza hacia el oeste y divisó en la distancia una silueta flaca que se movía rápidamente en su dirección. Lorm bajó la mano y sacó el arma. Sonó otro graznido, el pajaroid regresó. Ahora volaba muy por debajo.

/

La sonrisa espeluznante de Flegg se ensanchó y creó en su cara arrugas profundas. No cabía duda, la figura que veía en la distancia era Lorm y estaba solo. La locura, la avidez y la revancha le anegaron, llenaron cada centímetro de su cuerpo y le impulsaron. Flegg echó a correr, su corazón le latía velozmente. En ese momento, pasó volando por encima de su cabeza un bicharraco raro y enorme, daba alazos lentos. Flegg lo miró, luego lanzó mentalmente una onda corta y el bicharraco graznó de dolor. Acto seguido, se inclinó un poco y giró a la derecha. Flegg bajó la vista y continuó corriendo. La distancia entre él y su rival se acortó a menos de medio kilómetro.

/

Mediante las imágenes, que el pajaroid le transmitía a su cerebro, Tonny vio como se abrió una fisura al oeste del recinto. Desde ella salió otro ser. Éste era más flaco que él, que ahora se estaba aproximando por la planicie. Tonny probó entrar en su mente, pero logró sólo acercarse a ella, el ser la tenía protegida por un muro mental. Sin embargo, y a pesar de no haber tenido contacto directo con él, Tonny percibió como el ser desprendía las ondas de ira y de violencia, era muy peligroso. Tonny lo comenzó a llamar el hibridor.

Había que movilizar los humroides para que protegieran al otro. Tonny se concentró y mandó las órdenes virtuales. Los humroides apresuraron el paso.

/

Lorm casi no le reconoció. Había pasado ya mucho tiempo y la cara de Flegg se borró casi por completo de su memoria. Lorm levantó el arma y su dedo comenzó a apretar el disparador, pero en ese instante, Flegg habló en su mente:

“¡De eso nada, amigo!” A continuación, la mano derecha de Lorm se torció y luego arrojó el desintegrador con doble cañón al suelo. Flegg le clavó la mirada y dijo:

“¿Crees que he estado esperando y preparando todo esto tanto tiempo sólo para que tú ahora me dispares con tu arma ridícula? Qué ingenuo eres. He venido aquí a este planeta piojoso para hacerte sufrir, para ver como al borde de la muerte te arrastras por la tierra y con tu cara maltrecha me imploras que acabe contigo y te mate. Quiero que te sientas igual como yo me sentía tantas orbitas encerrado en la mazmorra apestada, humillado y desairado. Quiero que pruebes el sabor amargo de la perdición y del repudio. Y quiero

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que tu cadáver se pudra debajo de mis pies y después te escupiré en la cara como lo hiciste tú cuando mataste a mis amigos y a mi hermano.” Flegg dio un paso adelante y entrecerró los parpados. Lorm gritó de dolor, la mano virtual oprimió su cerebro y empezó a estrujarlo.

“¿Duele verdad?” continuó Flegg: “Pero eso no es nada en comparación con que voy a hacer contigo. ¡Ahora arrodíllate y agáchate! Quiero oír de tu boca falsa que te arrepientes y lastimas de haberme hecho esas cosas asquerosas. Quiero ver el miedo en tus ojos y sentir el temblor de tus manos.” Lorm lo observaba sin reacción ninguna.

“¡HAZLO!” gritó Flegg y emitió otra onda a la mente de Lorm. A él se le retorció la cara y se le debilitaron las rodillas.

“¡Eso es!” dijo Flegg. “Y ahora lame mis zapatillas y saborea la mugre y la suciedad de la sumisión. ¡Rinde un homenaje a tu Amo y perdónate!”

Pero Lorm no se movía. Flegg levantó la zapatilla izquierda y la acercó hacia su boca. Luego lanzó otra onda. Lorm gritó, la mano virtual se hundió aún más dentro de sus sesos. A continuación, sacó su oblonga lengua y tocó con ella el cuero agrietado de la zapatilla de Flegg.

“Oh, sí, gusano, lame y disfruta de tu degradación.” Flegg le contemplaba. Eso le excitaba muchísimo hasta sentía que su órgano de reproducción se estaba poniendo más ancho. Su mano virtual que apretaba el cerebro de Lorm se aflojó….

/

…. y él aprovechó el fallo de su enemigo y contraatacó. Sus tres manos velozmente cogieron las piernas de Flegg, y tiraron de ellas. Flegg pillado por sorpresa se cayó hacia atrás y se golpeó la nuca. Por un momento muy corto se ennegreció su mente, pero después las nubes se disiparon y él comenzó a forcejear.

Lorm le agarró la mano izquierda y la torció hacia atrás, sonó un crujido seco. Flegg chilló, cogió con la otra mano su bulto de cuello y lo oprimió. Lorm le respondió con un puñetazo fuerte en la nariz, el líquido corporal salpicó de ella. Flegg intensificó la presión. Lorm se comenzó a asfixiar. Acto seguido, se giró bruscamente a la derecha y logró liberarse. A continuación, dio otro puñetazo en la cara de Flegg. Él rugió, internó en la mente de Lorm y atacó directamente su centro de dolor. Lorm aulló y se cogió con dos manos la cabeza. Flegg le empujó. Lorm se cayó en la tierra, su desintegrador se hallaba a dos metros a su derecha. En ese momento, apareció el pajaroid y graznó varias veces, sus alas negras se movían lentamente. Flegg alzó la cabeza con la intención de lanzar una onda a su cerebro y matarlo. Lorm divisó su arma y se arrastró hacia él. Después, estrechó la mano

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central, lo cogió, apuntó a Flegg y disparó. Los rayos que salieron de los dos cañones rozaron su hombro y dejaron en él una lesión poco profunda. Flegg gritó de dolor. La ira y el rencor alcanzaron el punto culminante y él asaltó nuevamente la mente de Lorm.

/

El dolor era estridente, le perforaba y le penetraba hasta el último nervio. Lorm atenazó los dientes, en sus ojos aparecieron las lágrimas espesas y empezaron a correr por sus mejillas sucias de arcilla. El desintegrador se le cayó de la mano. Él volvió la cabeza y vio que Flegg se estaba incorporando, desde su brazo le fluían varios hilos de su líquido corporal. Luego sintió una patada en su pecho y después Flegg vociferó:

“¡Ya basta! ¿Acaso no lo entiendes? ¡TÚ NO PUEDES GANAR! Eres débil, cobarde y patético.” Flegg pisó el arma de Lorm, lo apartó y continuó:

“Nunca has jugado limpio, pero ahora eres viejo y acabado. Mírate bien, pareces como uno de los punkies con los que pasé casi ocho orbitas debajo de la tierra. La organización te mandó aquí a este planeta de mierda sólo para deshacerse de ti, basura a la basura. Hasta me das pena. No entiendo que alguien tan malvado y tan miserable como tú haya podido sobrevivir tanto tiempo” Flegg hizo una pausa y luego prosiguió:

“Sin embargo, quizás sepa porque, puede que ellos quisieran que te carcomiera lentamente tu propia conciencia y te obligara a suicidarte. Pero yo creo que se equivocaron porque no te conocían como yo.” En ese momento, sonó un ruido de los motores protónicos. Flegg levantó la cabeza y vio un aerodeslizador que se aproximaba desde norte.

/

A través de la ventana frontal Mix número 3 vio dos cosas; primero, a su Amo luchando contra su enemigo jurado, el Amo ganaba ya que su adversario se retorcía debajo de sus pies, en la tierra, eso era lo bueno; sin embargo, la segunda cosa que vio ya no era tan buena, desde oeste se aproximaba una manada de formas inferiores. Mix las reconoció, eran las que vivían en la costa del mar negro.

“¡Aterriza detrás de ellos!” ordenó a su rehén que estaba conduciendo y señaló hacia Flegg y Lorm. “Tenemos que bloquear el camino.” El soldado giró el volante semicircular a la izquierda y redujo la velocidad. Él también reconoció a Lorm, ya desde lejos. Pero lo que le extrañaba eran los humroides, porque ellos se quedaban exclusivamente en la costa. El soldado apretó el volante hacia abajo y la nave comenzó a bajar.

Durante todo el trayecto Mix manejaba su centro de control y a veces, por puro capricho, también le irritaba el centro de dolor y le

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hacía sufrir. Pero el soldado esperaba su oportunidad y ahora quizás viniera.

“¿Hey, qué está haciendo este bicharraco?” vociferó de pronto, Mix. El soldado volvió la cabeza hacia la ventana lateral y vio a un pajaroid grande que volaba velozmente contra ellos. Intentó esquivarlo pero fue muy tarde. El pajaroid chocó con su pico largo y duro contra la ventana frontal y la rompió. Acto seguido, una de sus cuatro alas se metió dentro de las aspas del motor principal derecho y lo bloqueó por un momento. El aerodeslizador dio un bandazo y luego se inclinó hacia la derecha. El pajaroid sacó el pico de un tirón y trató de liberar su ala. Al cabo de un instante, lo consiguió pero el ala estaba totalmente destrozada. El soldado agarró el volante con intención de equilibrar la posición de la nave pero el ángulo era ya muy abrupto y la tierra se acercaba rápidamente.

Mix maldijo algo ininteligible y luego sintió que el vínculo entre su rehén y él se rompió. Procuró establecerlo de nuevo pero fue entonces, cuando el pajaroid atacó por segunda vez y penetró con su pico la ventana lateral. La nave se inclinó aún más y acto seguido, chocó contra el suelo y se estalló. Los tres murieron prácticamente a la vez. Un trozo de la placa desgarrada del casco fue arrojado por la explosión y se clavó profundamente en la arcilla rojiza a quince metros del sitio donde estaban Flegg y Lorm.

Los humroides aumentaron su tempo y se prepararon para el ataque.

/

Las imágenes desaparecieron y Tonny perdió tanto la vista como el contacto con el pajaroid.

Antes había visto a través de sus ojos que se acercaba el cohete pequeño, pero no tenía tiempo averiguar quién estaba dentro. La situación era muy grave, el hibridor ganaba y los humroides aún estaban lejos. De modo que, ordenó al pajaroid que atacara el cohete.

Ahora, cuando el pajaroid estaba muerto, sólo quedaba esperar si los humroides llegaban a tiempo y matarían al hibridor antes de que él matara al otro. Pero Tonny no quería rendirse tan fácilmente así que, se concentró, envió una dosis grande de energía a su cerebro adicional y emitió un mensaje virtual.

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Cuando Flegg levantó la cabeza y observó el aerodeslizador, Lorm se arrastró un poco más hacia el desintegrador. Los sesos le dolían y le daban punzadas, sentía como la mano virtual fuerte de Flegg los oprimía. La nave pasó por encima de ellos y giró a la izquierda. Luego apareció el pajaroid.

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Flegg seguía mirando hacia arriba. Lorm se acercó aún más al arma, quedaba sólo un metro. Después Flegg bajó la vista e intensificó el apretón mental diciendo:

“No me lo puedo creer, que sigues siendo un cabrón hasta el final” A continuación, apartó nuevamente el desintegrador de una patada. Éste se alejó a tres metros más del alcance de Lorm. Flegg sonrió y continuó hablando:

“¿Seguramente estás pesando porque no lo cojo y simplemente no te disparo, verdad? Pues te respondo. Esto me gusta más, jugar contigo, verte como te esfuerzas impotentemente a salvar tu culo, aunque sabes que es en vano. O realmente…….” En ese momento, la nave chocó contra la tierra y explotó. Flegg dio media vuelta y aflojó su mano virtual. Lorm se apoyó contra su codo y saltó. Acto seguido, estrechó su mano central y agarró la empuñadura de su arma. Lo alzó y apuntó a Flegg. Pero antes de que pudiera abrir fuego estalló en su mente una voz potente:

“¡¡HUYE!! ¡¡YO DETENGO AL HIBRIDOR!!”

/

Flegg también escuchó el mensaje y gritó virtualmente:

“¿QUIÉN ERES?” Pero luego le penetraron dos rayos gruesos y le causaron dos agujeros grandes en el pecho. Flegg lanzó un largo aaahh y se desplomó en la tierra seca. Lorm sentado le contemplaba. La mano que le oprimía su cerebro desapareció. Lorm se apoyó contra una piedra grande y se levantó. En ese instante, los humroides rodearon el aerodeslizador naufragado y se dirigieron apresuradamente hacia él. Lorm empezó a dispararlos y a la vez, echó a correr. Mató tres de ellos, pero los humroides seguían caminando sin darse cuenta de que sus hermanos acababan de morir. Lorm con la cabeza girada hacia atrás y corriendo los miraba. Luego, disparó dos veces más, pero falló en los dos casos. Los humroides alcanzaron el cuerpo moribundo de Flegg y se pararon. A continuación, lo comenzaron a desgarrar.

/

Tonny percibió como se aflojó un poco el vínculo entre él y los humroides. Eso significaba sólo una cosa, que algunos de ellos habían muerto. Intentó tocar sus mentes para averiguar qué estaba pasando y encontró en sus cerebros rudimentarios sólo una palabra: la devoración. Luego se concentró más y emitió otro mensaje virtual al ser:

“¿Tú, EXTRA-ÑO, vives? Puedo ayudarte. Ellos me obedecen.” Pero no hubo respuesta pues en ese momento, la tierra dio un temblor potente. El cohete espacial se inclinó un poco y luego se equilibró nuevamente. Las ondas gravitatorias penetraron la parte líquida del

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núcleo del planeta y chocaron contra el grano sólido. La sacudida provocó un error sísmico. Tonny se pegó más al casco interior del cohete e intentó mandar otra vez el mensaje mental:

“¿EXTRA-ÑO, vives? ¡Respóndeme! Hay un cohete y podemos escapar.” Nada, la tierra dio otro temblor y una de las naves pequeñas que estaban en la parte frontal del hangar se cayó al suelo. Tonny estaba desesperado, no quería morir así. Envió más energía a su cerebro adicional y literalmente gritó:

“¡¡¡RESPÓNDEME!!! ¡¡¡SI VIVES!!!” Su nivel de energía bajó a un 69%. Al cabo de un rato, por fin, recibió la respuesta:

“¡Sí, vivo! ¿Pero NO grites y dime quién eres?”.

/

Lorm alejándose de los humroides, trataba de mirar hacia adelante y atrás al mismo tiempo, pero ellos se quedaron parados alrededor del cuerpo muerto de Flegg. Su órgano que funcionaba como el corazón le latía frenéticamente y su cerebro aún estaba conmovido por el ataque de la mano virtual de Flegg. Así que, el primer mensaje de Tonny no lo oyó. Luego se sacudió la tierra y él se cayó al suelo. A un metro por su lado derecho apareció una grieta fina en la superficie. Lorm se levantó y comenzó a correr nuevamente. El cuadrante 9 estaba a menos de medio kilómetro de él.

El Maar se escondió detrás de una nube grisácea como si tuviera miedo de algo malo y fue entonces, cuando vino el segundo temblor. Ése no era tan fuerte como el primero y Lorm logró mantenerse de pie y seguir corriendo. Aparecieron dos grietas más y se extendieron por toda la planicie. Acto seguido, resonó en su cerebro el segundo mensaje de Tonny, sonaba como un eco de algo que se había rebotado en una pared sólida y remota:

“¿EXTRA-ÑO, vives? ¡Respóndeme! Hay un cohete y podemos escapar.” Lorm se paró en seco y se volvió, los humroides seguían agrupados en la distancia, miró hacia el recinto, pero no vio a nadie.

El tercer mensaje casi le voló los sesos. Él gritó y apretó dos de sus manos contra las sienes y luego contestó:

“¡Sí, vivo! ¿Pero NO grites y dime quién eres?”.

/

Tonny se relajó y respondió mentalmente:

“Soy Tonny. ¿El hibridor está muerto?”

“No sé quién es el hibridor, pero si te refieres a Flegg, él sí que está muerto.” dijo Lorm que en ese momento ya había llegado a las vallas del cuadrante 9. Después giró a la izquierda y se dirigió al portón.

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“¿Estoy en un cohete espacial. Lo sabes manejar?” le preguntó Tonny.

Lorm sin contestar, se aproximó al portón. Acto seguido, tecleó su código personal. Parpadeó una luz blanca que estaba en el panel numérico y el portón se abrió sigilosamente. Lorm entró en el recinto. La tierra se sacudió dos veces más. Lorm se sujetó de la valla. De repente, se oyó un ruido como si se rompiera algo duro. A continuación, se abrió una grieta de casi cuarenta centímetros al lado de Lorm. Él comenzó a correr.

El tercer cohete grande se inclinó y luego se comenzó a caer, su morro romo rozó el casco del cohete que estaba a su derecha y lo derribó. El hangar se llenó del ruido férreo cuando los dos cohetes chocaron contra el suelo. La tierra se sacudió nuevamente y Tonny gritó mentalmente:

“¡DEPRISA!”.

Lorm pasó corriendo por el centro del recinto, el temblor fuerte le desequilibró, él se tambaleó y estuvo a punto de caerse pero agitó las manos y se mantuvo de pie. En su cerebro estalló el alarido de Tonny: ( “¡DEPRISA!” ) Lorm dio el último giro y entró apresuradamente en el hangar. Tres cohetes estaban derrumbados y destruidos en el suelo. Lorm miró alrededor y vio más a la derecha un cohete con la puerta corrediza abierta, sin pensar se dirigió hacia ella.

Cuando subía por la plataforma ladeada, la tierra empezó a romperse. Lorm saltó dentro y bloqueó la puerta, se oyó un ssss entrecortado. Después el cohete comenzó a vibrar. Lorm dio media vuelta e internó en la sala de mandos, ésta tenía el tamaño casi triple en comparación con las que estaban en los aerodeslizadores. A continuación, apretó un botón hexagonal rojo que salía del panel y tres más en el ordenador de bordo. Los ocho positro-turbo propulsores de alta potencia se arrancaron y sus aspas hechas de aleación templada empezaron a girar. La tierra se sacudió una vez más y el cohete se inclinó peligrosamente a la izquierda. Lorm cogió el doble volante y lo arrimó hacia arriba. Los propulsores aumentaron la fuerza ascensional y el cohete despegó. Lorm programó la trayectoria y se sentó en la silla. La nave espacial aceleró y él podía ver a través de una ventana lateral que la superficie, en donde hace un instante estuvo el hangar, se hundió dentro de una grieta ancha.

Luego se respaldó, se limpió su frente sudada y dijo:

“¡Joder, por los pelos!”

/

Cuando el cohete abandonó el hangar, el vínculo entre los humroides y Tonny se debilitó considerablemente. Ellos se quedaron inmóviles al lado de los pocos restos que dejaron de Flegg (los

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huesos, los dientes, las uñas y varios trozos pequeños de su piel). La tierra temblaba y se crearon en ella grietas y fisuras. Los humroides no las prestaban ninguna atención.

Cuando el cohete penetró en la troposfera del planeta, el vínculo se rompió definitivamente. Sus cerebros primitivos y transformados de repente, no tuvieron ningún propósito, ni recibieron ninguna orden, de modo que se volvieron contra sí mismo y comenzaron a matarse.

Los últimos tres que sobrevivieron, iniciaron el camino hacia el norte de la planicie. Su muerte vino pronto. Después de un temblor intenso se abrió debajo de sus pies la tierra y ellos desaparecieron en sus entrañas.

*

El planeta Rhod

(parte I. – los terremotos)

Un poco antes de la mitad de la tarde las ondas gravitatorias penetraron dentro del sub-núcleo sólido del planeta Rhod y lo hicieron

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oscilar. Luego lo entrelazaron y cambiaron su rotación lenta. Al alejarse de él, a través de la corteza terrestre, provocaron un desplazamiento grande de las placas tectónicas.

El primer terremoto se produjo en la zona neutra. Dos grandes placas que estaban apoyadas contra sí por millones de años se entrechocaron y originaron así una secuencia de ondas sísmicas fuertes. El fondo del mar negro se agrietó y después se abrió. Los temblores enormes levantaron una ola potente del líquido ácido y la arrojaron a lo largo de la superficie del mar hacia la costa de la zona neutra y consecuentemente a la zona 6. La ola que medía casi 46 metros arrasó y devastó completamente unos 186 kilómetros cuadrados y definitivamente sepultó la playa, la planicie y al final también el cuadrante 9 por debajo de centenas de toneladas de lodo mezclado con arena, arcilla y piedras. Todos los humroides, que no se habían contagiado, murieron literalmente destrozados por la presión y el peso del líquido.

Más tarde, la ola disminuyó y empezó a retirarse nuevamente hacia atrás. Más del 30% del líquido fue absorbido por la tierra seca. El resto o bien creó unas charcas amplias o fluyó otra vez al mar. Por entonces, las ondas gravitatorias se comenzaron a regresar al núcleo del planeta. Al chocarlo, suscitaron dos terremotos más.

/

El vigilante alto que se había escapado de la sala 7 de cuarentena se escondía en una habitación pequeña y poco iluminada que se hallaba en la parte trasera del almacén. A pesar de que la transmutación le menguó considerablemente sus sentimientos básicos, tenía miedo. La situación en la zona 2 diurna se fue totalmente de las manos y las cosas se pusieron muy feas.

Los seres que habían atravesado las brechas sembraban la muerte por doquier. Primero mataron todos los médicos, los asistentes y los soldados que se encontraban en el recinto. Los desgarraron y luego se los comieron. El vigilante vio como uno de ellos había arrancado fácilmente dos brazos de un soldado fornido y después los devoró. El soldado gritaba y gritaba. El ser le observó durante un rato masticando el resto de su carne y luego le agarró la cabeza y con un tirón le rompió sus dos columnas vertebrales. El cuerpo del soldado se desplomó al suelo.

Cuando no quedaba ya nadie a quien matar, los seres se volvieron contra sí y empezaron a luchar. Por todo el recinto sonaban los rugidos graves y los alaridos de furia y de dolor. A media tarde, terminó la última pelea. Sobrevivió sólo uno de ellos. Éste tenía cuatro manos. Dos de ellas le crecían de su pecho abultado y otras dos desde su espalda, su cara estaba llena de úlceras y abscesos supurantes y entre sus piernas le pendía un tubo hendido.

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Ahora merodeaba por los laboratorios y los registraba. También entró en el almacén. El vigilante oyó como pasaba por las hileras y tiraba los recipientes que contenían compuestos químicos al suelo. Él se pegó a la pared y temblaba. Al cabo de un rato, el ser se alejó, probablemente para dar otra vuelta por el recinto.

El Maar se declinó más al horizonte. El vigilante estaba sentado en el suelo. Hace poco le empezaron a picar los ojos y también apareció un eccema en el dorso de su mano central, él se lo rascó ausentemente. Luego se abrió nuevamente la puerta del almacén y el ser internó. Esta vez se dirigió directamente hacia la habitación donde se escondía el vigilante. Éste se apartó de la pared y se quedó inmóvil en el centro. El ser se paró en frente de la puerta. Hubo un momento de silencio y luego el ser rugió y comenzó a golpearla. El vigilante seguía inerte. Sus ojos lagrimeaban y empeoraban así el escozor. La puerta se sacudía bajo sus puños. El vigilante sabía que no aguantaría mucho tiempo y se desplazó más hacia la derecha. En ese momento, la tierra dio tres temblores fuertes. Las paredes se resquebrajaron y desde el techo se cayeron varios trozos de revoque. El ser dejó de golpear. El vigilante podía escuchar su respiración entrecortada y ronca. A continuación, la tierra se sacudió nuevamente, y en el suelo de la habitación apareció una grieta fina. El vigilante la miró aturdidamente. De pronto, la grieta se ensanchó casi a dos metros. El vigilante perdió el equilibrio y se precipitó dentro de ella. Las paredes se derrumbaron ruidosamente y el techo las siguió en un periquete. Acto seguido, la grieta se empezó a extender velozmente hacia el norte y Mix número 28 terminó rugiendo en sus fauces. La tierra dio otros tres temblores y el almacén se derribó por completo.

/

Nadie lo sabía pero debajo de casi toda la zona 9 a unos 35 metros estaba un yacimiento enorme de fusforidium, un gas inestable, volátil y agresivo. El tercer terremoto que tenía su epicentro en la planicie no más de 25 kilómetros del cobertizo de Broky, originó una grieta ancha que se empezó a extender hacia el sur-oeste. Los temblores fuertes movieron el sustrato que protegía la tierra contra el gas, y lo estropearon de modo que, el fusforidium comenzó a salir a la superficie. El aire se llenó rápidamente con sus partículas y el viento lo esparció por toda la zona.

Cuando el gas llegó a la base militar, Mix número 6, que por entonces ya había matado a 2 soldados y a un médico, estaba en la enfermería torturando a un asistente. Éste atado en una mesa ovalada gritaba y gemía de dolor. Su mano derecha carecía de tres dedos que estaban tirados en el suelo. Mix los había cortado con un serrucho pequeño que se utilizaba para abrir las partes torácicas. Las partículas del gas agresivo volaban dentro de la enfermería a través de un ventanal abierto y tanto el asistente como Mix empezaban a toser. Al principio sólo un poco, pero a medida que respiraban el aire

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enrarecido, sus gargantas se irritaban más y más. La transmutación de Mix agilizó la intoxicación y él comenzó a vomitar, el serrucho se le cayó al suelo. Más tarde se unió a él también el asistente.

La tierra se sacudió varias veces más y la grieta se dividió en dos. El fusforidium siseando ahora subía con más abundancia. Los 33 Xibogs que quedaban en la base militar se comenzaron a asfixiar. El gas descomponía sus órganos de respiración y corroía las membranas mucosas y las faringes. Los vómitos fuertes empeoraban aún más sus estados críticos. Sin embargo, la muerte no venía.

El primero que tuvo suerte y la huesuda lo liberó del sufrimiento fue Mix número 6, su garganta se comprimió y el aire venenoso, que se había quedado dentro, le infló los pulmones. Acto seguido, se rompieron sus paredes elásticas y ellos explotaron.

Hubo también varios suicidios. Sobre todo disparos. Dos soldados se degollaron y uno se tragó un corrosivo. El penúltimo Xibog, que quedaba vivo, se arrastró a un aerodeslizador, y al cabo de un rato que para él era casi infinito, logró desbloquear la puerta corrediza. Luego subió tambaleandose y cogió un lanzallamas. La vista le falló y el órgano que funcionaba como el corazón dio tres latidos descompasados. El soldado medio inconciente apretó el disparador y abrió fuego. El gas volátil se inflamó y estalló casi al mismo tiempo. La base militar fue arrastrada totalmente en menos de 600 segundos. Después, el fuego entró en la grieta y encendió el yacimiento subterráneo. La zona 9 desapareció de la superficie del planeta Rhod.

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El Maar tocó el horizonte, los escarabajos alcanzaron casi las montañas. La frecuencia de las ondas gravitatorias que pasaban por el planeta perturbó fatalmente el vínculo mental entre ellos. Estas interferencias, cada vez más frecuentes, comenzaron a desequilibrar su fragilidad psíquica y los trastornaron de modo que, predominó su agresividad sobre la colectividad. En pocas palabras, los escarabajos simplemente empezaron a atacarse mutuamente.

Al caer la noche los últimos hilos de su vínculo se rompieron por completo.

La lucha cruenta duró casi media salida del Maar y sus cuerpos reforzados fueron desgarrados por sus dientes afilados. Al final, sobrevivieron sólo 128 de ellos. Algunos se escondieron en las numerosas cuevas y algunos se alejaron a la planicie. Luego vinieron los temblores y las sacudidas.

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Ya casi amanecía. Los nubarrones pesados cubrieron totalmente el firmamento y la lluvia ácida empezó a azotar la tierra agrietada. En el Cuadrante C-16 en la zona 6 el combate entre los Xibogs y los Mixs

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terminó ya hace mucho. La última pelea transcurrió cuando se puso el Maar. Los Xibogs mataron 9 de ellos, o sea a todos menos uno que se escapó a la planicie. Pero el precio que pagaron por eso, era muy alto: 19 bajas.

En ese momento, quedaban sólo tres soldados y todos se refugíaron en una habitación blindada detrás del bloque A. Nadie hablaba, estaban aturdidos, asustados y exhaustos.

Los aerodeslizadores no funcionaban, las ondas gravitatorias crearon un campo magnético incoherente que impedía arrancar los motores protónicos. La lluvia arreció y también el viento cobró velocidad.

De repente, uno de los soldados susurró:

“ ¿Qué vamos a hacer?”

Al cabo de un rato, le respondió otro:

“Esperar.”

Su destino llegó a la primera hora de la madrugada. Tres placas tectónicas que se extendían a través las zonas 4 hasta casi 7 se entrechocaron fuertemente. La energía potencial que se liberó por la fricción hizo vibrar la corteza terrestre, el terremoto que se desencadenó con posterioridad era realmente masivo e increíblemente devastó totalmente el terreno entero. Los soldados murieron enterrados debajo de los escombros de basalto y de marga. La lluvia continuaba cayendo sin cesar como si supiera que seria su última oportunidad de zurrar la tierra.

Lorm y Tonny

( que amistad tan extraña )

El cohete espacial abandonó el planeta Rhod y entró en la vaciedad del universo. Sus ocho positro-turbo propulsores se apagaron, y a continuación, los suplieron automáticamente seis motores protónicos. Lorm programó la trayectoria de su destino y el cohete inició su camino hacia su hogar, el planeta Protor. A través del ventanal frontal grande se veía la oscuridad densa interrumpida sólo por el brillo tenue que emitían las estrellas remotas. Lorm se levantó y encaminó a la opuesta parte de la sala de mandos, luego salió a un pasillito estrecho y dijo:

“¿Tonny?”

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Durante el despegue Tonny estaba pegado a la pared en la parte trasera de la nave. El casco vibraba y los propulsores hacían un ruido tremendo. También subió un poco la temperatura interior.

Cuando, por fin, pasaron por la atmósfera y entraron en el espacio abierto, Tonny se relajó. Dentro de él se mezclaban sentimientos de alegría, de confusión, de miedo y de frustración: de alegría porque acababa de abandonar Rhod; de confusión porque se rompió el vínculo con los humroides y lo sustituyó un hueco vacio y extraño que le anubló la mente; de miedo porque el ser que ahora conducía el cohete podría ser peligroso; y por último de frustración por si todo su esfuerzo era en balde.

Luego escuchó su nombre y decidió arriesgar. No tenía otra opción.

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“Estoy aquí atrás, pero no soy como tú.“ respondió Tonny mentalmente.

“¿A qué te refieres?” preguntó también mentalmente Lorm.

“Ya lo verás.” contestó Tonny, y empezó a arrastrarse hacia el pasillo.

Lorm oyó como se aproximaba algo pesado, como reptaba por el suelo y bajó la mano derecha cerca de su cinturón donde guardaba su rifle. Después apareció Tonny. Lorm le miró aturdidamente y al cabo de un rato, cuando trataba de asimilar lo que estaba viendo, dijo:

“¿Eres un ceflopoid?”

Tonny contestó:

“Mi cuerpo es de ceflopoid, si así es como se llama esta forma, pero aquí dentro soy Tonny.”

“Explícate mejor” dijo Lorm, su mano seguía cerca del arma.

“Es difícil explicarlo. He perdido casi todos los recuerdos de mi vida anterior. Sólo sé que mi hogar está muy lejos de aquí pero no sé lo que me ha llegado a pasar. A veces me invaden unas imágenes raras que son muy personales como si se tratara de algo que he perdido.” terminó Tonny y después añadió:

“No me temas. No quiero hacerte daño, sólo quiero volver a mi casa.” Lorm seguía observándole, sin embargo, su mano derecha se aflojó.

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De vez en cuando las relaciones amistosas son muy extrañas o peculiares dado las condiciones inusuales o poco comunes. Y los

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vínculos que se crean pueden durar una eternidad o pueden ser quebrantados en un periquete. Existen personas que tienen como amigo un perro, un gato o por ejemplo una araña, existen asesinos que aman a sus víctimas o rehenes que adoran a sus secuestradores, existen depredadores fieros y crueles que se dejan cuidar por sus presas y no llegan a matarlas. Así mismo, si uno cierra los ojos y se pondría a pensar, aceptaría que no somos los únicos que habitan y viven en este universo tan extraordinario y excepcional, las posibilidades de tener estas relaciones se multiplicarían casi por infinito.

Lorm y Tonny estaban ahora en la sala de mandos. No hablaban. Lorm apoyado contra el panel de control miraba el ordenador de bordo. Rhod ya había quedado lejos detrás de ellos y se veía sólo como un punto pulsante y escondido entre las estrellas. Lorm apretó sucesivamente cuatro botones negros y los motores protónicos aceleraron.

“Cuánto tiempo durará el viaje a tu planeta.” preguntó, de repente, Tonny.

Lorm le respondió: “Unas 28 puestas si todo va bien.”

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Pasaron 3 puestas. El cohete espacial entró a la constelación GAMMA. Tonny y Lorm, estaban en la sala de descanso y comían. Lorm abrió una lata de carne triturada de can-toy y se la pasó a Tonny. Éste metió dentro uno de sus tentáculos secundarios y succionó rápidamente el contenido. Después alzó su cabeza y miró a Lorm con sus cuatro ojos. Él se encogió de hombros. Luego esbozó en su cara una sonrisa y él dijo:

“ Ya lo sé que es poco, pero tenemos que ahorrar las provisiones.”

Tonny quería responder algo pero en ese momento, comenzó a sonar la alarma y acto seguido, una voz mecánica avisó:

“¡ALERTA! ¡ALERTA! SE HA DETECTADO UN ENJAMBRE DE ASTEROIDES EN EL VECTOR ALFA. SE ADVIERTE ACTIVAR EL ESCUDO DE PROTECCIÓN. REPITO, SE HA DETECTADO UN ENJAMBRE DE ASTEROIDES EN EL VECTOR ALFA. SE ADVIERTE ACTIVAR EL ESCUDO DE PROTECCIÓN” Lorm se levantó apresuradamente y salió pitando a la sala de mandos. Tonny le siguió reptando.

Al llegar, Lorm encendió el radar, en seguida apareció una pantalla grande en la pared lateral y él vio varios asteroides de menor tamaño aproximándose velozmente desde la izquierda. Se aproximó al panel de control y activó el sistema de protección. Los escudos comenzaron a salir de las ranuras del casco. Lorm volvió su mirada nuevamente al radar y cogió el volante. Dos asteroides alcanzaron la nave y la

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chocaron. El cohete se sacudió y dio un bandazo. Lorm apretando el volante lo giró bruscamente a la izquierda. Otro asteroide rozó el escudo.

Tonny entró en la sala de mandos. Sonaron tres impactos más desde la parte lateral y la parte trasera. La nave dio varios tumbos. Tonny se vio arrojado hacia la pared y se golpeó su costado derecho. De pronto, saltó nueva alarma:

“¡ALERTA! ¡ALERTA! ROTURA DEL ESCUDO. AMENAZA: PELIGRO DE POSIBLES DAÑOS DEL CASCO.”

Lorm apretó dos botones en el ordenador de bordo y vociferó:

“¡Agárrate, mi amigo extraño! ¡Vamos a pirrarnos de aquí!” A continuación, los motores protónicos se cambiaron a potencia máxima y el cohete cobró una velocidad asombrosa.

Sonaban los impactos pequeños y más grandes por todas partes. El casco vibraba y la alarma gritaba. Lorm estaba manejando el volante frenéticamente. Tonny pegado a la pared y acojonado totalmente, de sopetón, rió mentalmente. Lorm se unió a él.

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Pasó una puesta más. Los daños del cohete no eran graves, pero se habían estropeado dos escudos laterales. Lorm y Tonny estaba en la sala de mandos. Lorm verificaba el nivel energético y también el rendimiento de los motores. Afortunadamente, todos los datos estaban bien.

Más tarde, cuando descansaban Lorm preguntó a Tonny mentalmente:

“¿Te gustaría vivir en mi planeta?”

Tonny reflexionó sobre eso largo tiempo y luego contestó:

“Durante un tiempo sí.”

*

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El planeta Rhod

(parte II. – el ocaso)

La destrucción del planeta Rhod tenía dos etapas.

La primera duró aproximadamente dos puestas y media. Las ondas gravitatorias con la combinación de los terremotos enormes gradualmente alternaban el núcleo del planeta y su corteza terrestre hasta el punto que, por fin, se empezó a resquebrajar el sub-núcleo sólido de hierro. Por entonces, ya se habían creado en la superficie 18 grietas grandes y muy profundas que se extendían prácticamente por todas las zonas. Las montañas se comenzaban a hundir debito a su peso enorme y a la inestabilidad del substrato. El eje del planeta se inclinó y se desvió. La gravedad cumulativa de las tres lunas alineadas levantó el nivel del mar negro a 23 metros. Luego vinieron dos erupciones de los volcanes subterráneos. La lava comenzó a penetrar hacia dentro y aumentó así la temperatura de la corteza.

Después se rompió totalmente el sub-núcleo sólido y se puso en marcha la etapa dos. El planeta se comenzó a desgarrar en cinco enormes partes. Al principio la gravedad las mantenía juntas pero la rotación del eje del planeta se aumentó increíblemente, superó esta fuerza y las alejó de sí.

Toda la vida en Rhod se terminó. El último que sobrevivió era un hun-hun que se escondió debajo de la tierra en una madriguera. Cuando se le acabó la poca reserva de aire que tenía allí dentro, murió de asfixia.

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*

La promesa

Viajaban ya 11 puestas hablando, comiendo y descansando. El vínculo amistoso que se había creado entre ellos se fortalecía más cada kilómetro que se aproximaban a Protor.

Ahora estaban en la sala de mandos. Lorm de pie observando una nebulosa que se extendía en frente de ellos, era maravillosa. Tonny estaba a su lado ensimismado, nostálgico y afligido. Lorm sentía su tristeza y angustia y le preguntó mentalmente:

“¿Piensas en tu hogar, verdad?”

Tonny le respondió: “Sí, mucho.”

Lorm le tocó la cabeza y dijo:

“Cuando lleguemos a Protor te ayudaré a encontrar alguna manera para que regreses a tu casa. Te lo prometo.”

Tonny le acarició el brazo con uno de sus tentáculos secundarios y luego susurró conmovidamente:

“Gracias, amigo.”

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·FIN·

EPÍLOGOSPOSIBLES

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La historia se ha acabado con un final pasable, un poco aburrido pero aceptable, podría decirse. Pero ¿porque no hacer un experimento y no convertirnos, durante un rato, en los dioses y jugar con el destino de los protagonistas un poco más?:

Por ejemplo, hacer un final feliz:

El planeta Protor se aproximaba. Los motores protónicos redujeron su potencia y Lorm programó las coordenadas del lugar de aterrizaje. Luego se sentó en la silla y se abrochó el cinturón de seguridad. Tonny estaba apoyado contra la pared.

Lorm le preguntó: “¿Estás preparado, amigo?”

Y Tonny le respondió: “Sí.”

El cohete espacial entró en la atmósfera del planeta y comenzó su descenso. El casco vibraba y se calentaba. Tonny tenía que utilizar sus tentáculos secundarios para sujetarse.

Al final, la nave aterrizó, la puerta se abrió y Lorm y Tonny bajaron.

O que tal un final para los que no tengan mucha fantasía y no crean en las cosas que acababan de leer:

Tonny se emergió después de estar casi 6 horas hundido en trance de la droga. Estaba totalmente confundido y desorientado. Miró con perplejidad a su alrededor. La cabeza le dolía y daba vueltas, su cerebro aún anublado no podía asimilar lo que estaba pasando. Él se encontraba sentado en un sillón desteñido y raído en el cobertizo. Josh se reía a su lado. Tonny giró lentamente la cabeza hacia él y dijo:

“Joder, tío, este material es realmente una pasada. He tenido un sueño que te cagas.”

Pero nosotros podríamos ir aún más lejos y hacer un final realmente interesante:

Flegg se emergió después de estar casi media puesta de Lix hundido en trance de la droga. Estaba totalmente confundido y desorientado, pero también furioso. Había visto su muerte y también había visto que este cabrón de mierda de Lorm había sobrevivido. Se levantó pesadamente del sofá. La cabeza le dolía mogollón. Acto seguido, se acercó a la vitrina, la abrió y cogió una botella de Burk. La desenroscó y se dio un buen trago. El alcohol

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le estalló en la garganta. Flegg regresó la botella otra vez a la vitrina y se dirigió a la puerta de su despacho. Había que pensar en un plan nuevo y más eficaz. La visión que acababa de tener la consideraba como una advertencia.

No obstante, existen también los finales infelices como, por ejemplo, dejar que un destello de rayos gama penetre el cohete espacial y mate a los protagonistas directamente u origine alguna avería grave en los motores y meta así a Tonny y Lorm en una situación desesperada y sin posibilidad alguna de salvarse.

Hasta podríamos ir más lejos; y dejaríamos morir a Tonny y a Lorm en el cohete espacial en algún lugar oscuro del universo y luego despertaríamos a Flegg de esta visión observando que haría. ¿Como asimilaría el hecho de que si muriera Lorm él también tendría que morir?.

O podríamos prolongar la historia hasta el punto cuando Lorm con un puñado de científicos descubrirían alguna manera de trasformar a Tonny nuevamente a humano y mandarlo a la Tierra.

¿O que tal si se despertara de la visión que podría tener Flegg o del supuesto sueño de Tonny por ejemplo, Lorm o Broky o incluso Cludd? ¿Que pasaría?

Yo digo: “Siempre hay una elección.”

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AGRADECIMIENTO

Y

NOTA DE AUTOR

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Ante todo quisiera darle las gracias a mi pareja por su paciencia inmensa por su gran ayuda y apoyo que me ha dado durante todo este trabajo del libro. Sin él no hubiera podido escribirlo.

Quisiera también disculparme por todos los errores y todas las discordancias que pudieran aparecer en la historia. Pretendía sólo contar una fantasía aunque, en algunos momentos, un poco morbosa y fuerte que distrajera a mis lectores y les dejara olvidarse por unos momentos de los problemas diarios.

Espero que les haya gustado.

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