oigan: si encienden las estrellas le besa la mano … idioma de los tranvías? el hombre, a veces,...

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"Oigan: si encienden las estrellas es porque alguien las necesita, verdad?, es que alguien desea que estén, es que alguien llama perlas a esas escupitinas. Resollando tormentas de polvo del mediodía penetra hasta Dios, teme haber llegado tarde, llora. Le besa la mano carniseca, implora que pongan sin falta una estrella, jura que no soportará este tormento inestelar, y luego anda preocupado, aunque aparenta calma. Dice a alguien: Ahora no estás mal, eh? A que ya no tienes miedo? Oigan si encienden las estrellas es porque alguien las necesita, verdad? Es indispensable que todas las noches sobre los tejados arda aunque sea una sola estrella." Oigan Vladimir Mayokovsky Vladimir Mayakovsky Lilichka " El humo del tabaco resquemó el aire, el cuarto, un capítulo en el infierno kruchonijiano, ¿te acuerdas? Tras esa ventana por vez primera acaricié, frenético, tus manos. Hoy estás con el corazón acorazado, otro día más y me expulsarás abrumándome de injurias, en la turbia antesala no acierta con la manga la mano quebrada de temblor. Huiré, arrojaré el cuerpo a las calles, arisco, enloqueceré tajado de desesperación. ¿Para qué eso? Querida, piadosa, déjame decirte adiós, aunque no quieras es mi amor lastre que arrastrarás adónde vayas, deja que llore en el último grito el amargor del desaire, el buey cansado de trabajar va y se tumba en las aguas frías, para mí no hay otro mar que tu amor, y tu amor no concede descanso, si quiere calma el elefante agotado se acuesta majestuoso en la arena encendida, para mí no hay otro sol que tu amor,

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Page 1: Oigan: si encienden las estrellas Le besa la mano … idioma de los tranvías? El hombre, a veces, apenas sale del cascarón ... La cima de los árboles y el bosque. Graznan los cuervos

"Oigan: si encienden las estrellas

es porque alguien las necesita, verdad?,

es que alguien desea que estén,

es que alguien llama perlas a esas escupitinas.

Resollando tormentas de polvo

del mediodía penetra hasta Dios,

teme haber llegado tarde, llora.

Le besa la mano carniseca,

implora que pongan sin falta una estrella,

jura que no soportará este tormento inestelar,

y luego anda preocupado,

aunque aparenta calma.

Dice a alguien:

Ahora no estás mal, eh?

A que ya no tienes miedo?

Oigan si encienden las estrellas

es porque alguien las necesita, verdad?

Es indispensable que todas las noches sobre los tejados

arda aunque sea una sola estrella."

Oigan

Vladimir Mayokovsky

Vladimir Mayakovsky

Lilichka

" El humo del tabaco resquemó el aire, el cuarto,

un capítulo en el infierno kruchonijiano, ¿te acuerdas?

Tras esa ventana por vez primera acaricié, frenético, tus manos.

Hoy estás con el corazón acorazado, otro día más

y me expulsarás abrumándome de injurias,

en la turbia antesala no acierta con la manga

la mano quebrada de temblor.

Huiré, arrojaré el cuerpo a las calles, arisco,

enloqueceré tajado de desesperación. ¿Para qué eso?

Querida, piadosa, déjame decirte adiós,

aunque no quieras es mi amor lastre que arrastrarás adónde vayas,

deja que llore en el último grito el amargor del desaire,

el buey cansado de trabajar va y se tumba en las aguas frías,

para mí no hay otro mar que tu amor,

y tu amor no concede descanso,

si quiere calma el elefante agotado

se acuesta majestuoso en la arena encendida,

para mí no hay otro sol que tu amor,

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y no sé dónde estás, ni con quién.

Si atormentaran así a un poeta, él, por dinero,

cambiaría a su amada y la fama,

pero a mí no me alegra otro sonido

que el sonido de tu nombre entrañable,

no me arrojaré al patio, no beberé veneno

ni podré apretar el gatillo en la sien,

en mí aparte de tu mirada, no manda el filo de las navajas.

Olvidarás mañana que te coroné,

que abrasé en el amor el alma florida,

y el carnaval agitado de los días vanos

aventará las páginas de mis libros,

las hojas secas de mis palabras

¿harán detenerte y respirar con ansiedad?

Déjame que con mi última ternura alfombre tus pasos que se van. "

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ADOLESCENTE

La juventud tiene mil ocupaciones.

Estudiamos gramática hasta atontarnos.

A mí,

me echaron del quinto año,

y fui a apolillar las cárceles de Moscú.

En nuestro pequeño mundo doméstico,

para las camas aparecen poetas de pelo rizado.

¿Qué saben estos líricos anémicos?

A mí, pues,

me enseñaron a amar en la cárcel.

¿Qué vale comparado con esto,

la tristeza del bosque de Boulogne?

¿Qué vale comparado con esto,

los suspiros ante un paisaje de mar?

Yo, pues,

me enamoré de la ventanilla de la cámara 103,

de la "oficina de pompas fúnebres".

Hay gente que mira al sol todos los días

y se enorgullece.

"No valen mucho sus rayos" -dicen.

Pero yo,

entonces,

por un rayito de sol amarillo,

reflejado sobre mi pared,

hubiera dado todo en el mundo.

MI UNIVERSIDAD

¿Sabe francés,

restar,

multiplicar?

Declina maravillosamente!

¡Que decline!

Pero oiga,

¿acaso usted podría cantar a dúo,

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con los edificios?

¿Usted acaso comprende

el idioma de los tranvías?

El hombre, a veces,

apenas sale del cascarón

y ya lleva libros bajo el brazo,

y cuadernos escritos.

Yo,

aprendí el alfabeto en los letreros,

hojeando páginas de estaño y hierro.

Los maestros,

toman la tierra,

la descarnan,

la destrozan,

y enseñan:

-Toda ella

no es más que un globo pequeño, redondo.

Pero yo,

con los codos aprendí geografía.

No en vano he dormido tanto sobre la tierra.

Los historiadores se atormentan con

/importantes preguntas:

-¿Era o no era roja la barba de Barbarroja?

¡Que sea!

No me gusta meterme en las mentiras con

/telaraña.

Yo conozco de Moscú, cualquiera de sus

/historias.

Hablan de Dobroliubov (para que lo odien)

pero su apellido está en contra,

protesta la familia.

Yo,

desde niño

aprendí a odiar a los gordos,

a los que se venden por una comida.

Se sientan,

charlan,

y para gustarle a la dama,

hacen sonar sus pobres ideas

con sus frentes llenas de monedas.

Yo,

dialogaba sólo con los edificios,

y las tomas de agua eran mis interlocutoras.

Con la ventana del oído atento escuchando,

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los techos oían lo que les arrojaba al oído.

Y luego,

de noche,

sobre una cosa

o la otra

nos pasábamos charlando,

moviendo la "sin hueso".

AMO

COMÚNMENTE ES ASI

El amor le es dado a cualquiera

pero...

entre el empleo,

el dinero y demás,

día tras día,

endurece el subsuelo del corazón.

Sobre el corazón llevamos el cuerpo,

sobre el cuerpo la camisa,

pero esto es poco.

Sólo el idiota,

maneja puños

y el pecho lo cubre de almidón.

De viejos se arrepienten.

La mujer se maquilla.

El hombre hace ejercicios con sistema Müller,

pero ya es tarde.

La piel multiplica sus arrugas.

El amor florece,

florece,

y después se deshoja.

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ASCENSION

Yo soy poeta.

Enseñad a los niños que el sol se levanta

/detrás de los pilares del Este.

En el tálamo de amor aparece la cabeza

/querida con sus pocos pelitos.

Lancé a lo alto una flecha de desafío.

¡Quítate esa sonrisa!

Mi corazón busca el balazo, y la garganta

/delira con una navaja.

Es la pesadilla deshilvanada del demonio,

en la que crece mi angustia.

Me persigue,

me atrae con su abismo el agua del mar.

Me arrojaría también desde cualquier techo.

Las nieves me rodean.

Las nieves me cubren,

crecen, hacen espuma, caen,

de nuevo en el hielo cae una esmeralda

/escarchada.

Tiembla mi alma.

Entre los hielos está ella aprisionada,

y no puede salir.

Así embrujado,

iré caminando por las orillas del Neva.

Doy un paso,

y nuevamente estoy en el mismo lugar.

Corro,

pero es en vano.

De pronto me encontré ante un edificio.

Se alzó detrás de las ventanas de hielo,

en un amanecer redondo.

Allá voy.

Maulló un gato.

Arde la luz nocturna,

de la farmacia de turno.

Toco el timbre.

¡Boticario!

¡Boticario!

Esperé colgado de mis propios hombros.

Crecieron,se turbaron mis pensamientos,

crecieron enredados,

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como cuernos de ciervos.

Manché el piso de llanto.

Me hinqué de rodillas,

llorando mi paraíso perdido.

¡Boticario!

¡Boticario!

¡Boticario!

¡Déme de beber algo!

Cómo puedo hacer,

para beberme hasta el fin la angustia del

/corazón.

¡Habrá en el cielo virgen, infinito,

o en el Sahara delirante,

o en un desierto enloquecido,

habrá un asilo para celosos?

Detrás de los frascos y las probetas,

hay tantos secretos.

Tú conoces la más alta justicia.

¡Boticario!

Ayúdame para que sin dolor,

emigre mi alma al cielo.

Me extiende un frasco,

veo un cráneo.

"Veneno"

debajo dos huesos cruzados.

¿A quién se lo da?

Si yo soy inmortal,

tu huésped es extraordinario.

Los ojos ya no ven.

Estoy mudo,

cierro la puerta detrás de él,

y bien,

¿qué hacer ahora?

¡No faltaba más,

con un veneno perecer intoxicado!

Una turbia suposición

cruzó la mente del tonto boticario.

En las ventanas, los curiosos.

Se oyen voces.

Y de pronto,

asciendo a los aires,

pasando los mostradores.

El techo se abre solo, sin dificultad.

Chillidos.

Ruido.

¡Sobre la casa hay uno colgado!

Ya estoy sobre la casa. ¡Paso!

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Veo la iglesia al atardecer,

la cruz iluminada. ¡Paso!

La cima de los árboles y el bosque.

Graznan los cuervos. ¡Paso!

¡Estudiantes!

Todo lo que aprendimos es un cuento.

Y también todo lo que enseñamos.

La Física, la Química y la Astronomía son un

/cuento.

Si se me antoja volar,

vuelo por las nubes.

Y voy a todas partes,

y puedo estar donde quiero,

asombrando la rutina de todas las baladas

/poéticas.

Cantad ahora al nuevo demonio con alas,

de abrigo americano,

y brillo en sus zapatos amarillos.

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Conversación con el inspector fiscal sobre poesía

Ciudadano inspector:

perdone la molestia...

Gracias...

no se preocupe...

estoy bien de pie...

vengo a tratar

de un asunto

delicado:

el sitio

del poeta

en las filas obreras.

Junto a

los que tienen

tiendas y fincas

ha sido gravado

y debo pagar.

Usted

me exige

quinientos por semestre

y veinticinco

por no declarar.

Mi trabajo

es semejante

a cualquier otro.

Mire

mis perdidas,

los gastos

de mi producción

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y cuánto se invierte

en los materiales.

Usted,

por supuesto,

no sabe qué es una “rima

Si la primera línea

pongamos

acaba en

“atún”

entonces

en la tercera repitiendo las sílabas,

ponemos

algo así como

“tacatún”.

Empleando su lenguaje

la rima

es un cheque.

Cóbrese el verso alternado-

dice la disposición.

Y buscas

la calderilla de sufijos y flexiones

en la caja exigua

de las declinaciones

y conjugaciones.

Intentas meter

una palabra

en la estrofa

y como no entre

las fuerzas y se rompe.

Ciudadano inspector:

le doy mi palabra,

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el poeta

paga caras las palabras.

Empleando nuestro lenguaje,

la rima

es un barril.

Un barril de dinamita

la estrofa es la mecha.

Se consume la estrofa,

estalla la rima

y la ciudad

vuela

como un verso.

¿Dónde encontrar,

a qué precio,

rimas

que maten al primer estallido?

Quizá

sólo queden

unas cinco rimas

sin estrenar

en Venezuela.

Y me lanzo a viajar

haga frío o calor.

Me lanzo

trabado por anticipos y préstamos.

Ciudadano

tenga en cuenta el billete es de trasbordo.

-La poesiía

toda-

es un viaje a los desconocido.

La poesía

es como la extracción del radio.

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Un gramo de producto

por un año de trabajos.

Por una palabra

transformas

miles de toneladas

de mineral verbal

Pero, ¡qué abrasador

es el calor de esas palabras

comparadas

con el chisporroteo

de la palabra cruda!

Esas palabras

mueven

millones de corazones

durante milenios.

Claro

hay poetas de calidad distinta.

Algún poeta

con destreza de manos

saca

como el malabarista

el verso de la boca,

de la propia

y de la ajena.

¿Y para qué hablar

de los castrados líricos?

Pone un verso

ajeno

y es feliz.

Es

otro robo y despilfarro

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entre los despilfarro que azotan el país.

Estos

versos y odas

de ahora

que son aplaudidos

a rabiar

pasarán

a la historia

como gastos accesorios

sobre lo hecho

por nosotros

por dos o tres.

Consumes

una arroba de sal

y fumas un centenar de cigarrillos

hasta

extraer

la palabra preciosa

de las profundidades artesanas

de la humanidad.

Por eso baje

la suma del impuesto.

Quite

de la imposición

la rueda de un cero.

Uno noventa

cien cigarrillos,

uno sesenta

la arroba de sal.

En una encuesta

hay un cúmulo de preguntas:

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¿Ha viajado

o no ha viajado?

Y si

en los últimos 15 años

reventé

una docena de Pegasos,

¿qué?

Usted

-`póngase en mi caso-

pregunta por criados

y bienes-

¿Y

si soy

caudillo popular

y a la vez

criado del pueblo

La clase

se expresa

con nuestras palabras

somos proletarios,

propulsores de la pluma.

La máquina

del alma

con los años se desgasta.

Te dicen:

-estás pasado,

fuera.

Cada vez amas menos

te arriesgas menos,

y el embate

del tiempo

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golpea mi frente.

Llega

el más terrible de los desgastes-

el desgaste

del corazón y del alma.

Y cuando

este sol

cerdo cebado,

se levante

sobre el futuro

sin pobres ni tullidos-

yo

ya

estaré podrido

muerto en la cuneta,

junto

a una decena

de mis colegas.

Haga

mi balance mortuorio,

afirmo

seguro que no miento:

en medio

de los actuales

bribones y pelotilleros

seré

el único

con deudas impagables.

Nuestro deber

es tronar

como sirena de bronce

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entre la neblina de filisteos

entre el bullir de tormentas.

El poeta

siempre

es deudor del universo,

paga por el dolor

intereses

y multas.

Soy

deudor

de los lampiones de Broadway,

de vosotros

cielos de Bagdadi,

del ejercito rojo

de los cerezos de Japón_

de todo

sobre lo que

no tuve tiempo de escribir.

Al cabo

¿ Para qué

necesito este jaleo?

¿Para disparar rimas

y enfurecer el ritmo?

La palabra del poeta

es un resurrección

su inmortalidad

ciudadano burócrata.

Dentro de siglos,

en el marco de la cuartilla

cogerán el verso

y resucitarán el tiempo.

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Y surgirá

este día

con inspectores fiscales

con brillo de asombros

y hedor a tinta.

Usted, habitante convencido

del presente,

saque en el Comisariado de Caminos

un billete para la eternidad

calcule

el efecto de mis versos

y reparta

mis ganancias

en trescientos años.

Pero la fuerza del poeta

no sólo está

en que le recuerden a usted

y les de un respingo.

No.

Hoy también

la rima del poeta

es caricia

y lema

bayoneta

y látigo.

Ciudadano inspector,

pagaré cinco,

quitando los ceros

detrás.

Yo,

por derecho,

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reclamo un hueco

en las filas

de los obreros y campesinos

más pobres.

Y si

ustedes se imaginan

que mi trabajo

consiste en utilizar

palabras ajenas,

aquí tienen

camaradas

mi estilográfica

y escriban

ustedes

si quieren.

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LA FLAUTA ESPINAZO

Por todas

las que me gustaron o me gustan,

guardadas como imagen guardados en la cueva del alma,

igual que la copa de vino en un brindis,

alzaré mi cráneo colmado de versos.

Pienso más y más

si no sería mejor poner

un punto con bala a mi final.

Hoy,

por si acaso,

doy un concierto de despedida.

¡Memoria!

Junta en la sala de la frente

los turnos incontables, mis amores.

Trasiega la risa de un ojo a otro,

adorna la noche con sartas de pasadas bodas.

Que nadie olvide esta noche:

hoy tocaré la flauta

en mi propio espinazo.

1

Las lenguas de las calles aplasto con los pasos

¿Adónde ir, consumiendo este infierno?

¿Qué celeste Hoffmann

te inventó, maldita?

A la borrasca del gozo las calles le quedan estrechas.

Del día festivo salen y salen, acicalados todos.

Yo pienso.

Pensamientos, coágulos,

malsanos, espesos, me escurren del cráneo.

Yo,

obrador de todo lo festivo,

yo no tengo con quien ir a celebrar.

Ahora mismo me caeré de espaldas,

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me saltarán los sesos en las piedras del Nevski.

He blasfemado, sí,

voceado que no hay Dios;

pero Dios, de las honduras infernales sacó

a la que estremecería las montañas

subió y ordenó:

¡Quiérela!

Dios está contento.

Bajo el cielo, en un candil,

un hombre agotado , se apaga.

Dios se frota las manitas.

Piensa Dios:

-¡Ya veras, Vladímir!

A él, sí, a él,

para que no adivinase quién eras,

se le ocurrió darte marido de verdad

y en el piano poner humanas notas.

Si alguien se deslizara de pronto a la puerta de la alcoba,

si hiciera el signo de la cruz sobre la colcha y

tú y él,

lo sé:

olería a lana quemada,

como azufre humearía la carne del diablo.

Pero en vez de eso, hasta que fue mañana,

de horror, que te llevaban a quererte,

anduve errante,

y gritos en líneas tallaba,

joyero loco a medias ya.

¡Jugar con los naipes!

¡Con vino

enjuagarte el gaznate al corazón devuelto en un

¡No me haces falta!

¡No quiero!

Da igual;

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que pronto me iré al carajo.

Si es verdad que existes tú,

Dios,

Dios mío;

si la alfombra de estrellas por ti fue tejida;

si este dolor

multiplicado cada día

es la tortura que mandas, Señor,

cuélgate la cadena de juez.

Espera mi visita.

Soy puntual,

no tardo nada.

¡Escucha,

supremo inquisidor!

Me sellaré la boca;

ni un grito escapará de mis labios mordidos.

Átame a cometas como a colas caballunas,

y que me arrastren

desgarrándome entre los dientes de las estrellas.

O sí no,:

cuando mi alma se vaya

pasmón enfurruñado,

alza la Vía Láctea como una horca,

préndeme y cuélgame: delincuente.

Haz lo que quieras.

Si quieres, descuartízame.

Yo mismo a ti, justiciero, las manos te lavaré.

Pero

-¿me oyes?-

¡llévate a la maldita esa

que has hecho mi amada!

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Las lenguas de las calles aplasto con los pasos

¿Adónde ir, consumiendo este infierno?

¿Qué celeste Hoffmann

te inventó, maldita?

2

El cielo,

olvidando su azul entre los humos,

las nubes, prófugas en jirones,

amanecen en mi último amor,

animado como el rubor de un tísico.

Gustoso acallaré el rugido

de la multitud,

olvidados hogar y bienestar.

¡Escuchad!

¡Salid de las trincheras!

ya seguiréis luchando.

Aun si

revolcándose en sangre, como un Baco,

cunde la batalla ebria,

aun entonces no están gastadas las palabras del amor.

Queridos alemanes!

Yo sé

que está en vuestros labios

la Gretchen de Goethe.

El francés

sonriendo muere en la bayoneta,

el aviador también sonríe y se desploma

si recuerdan

en el beso la boca

tuya, Traviata.

.

Mas no estoy para esa pulpa de carne rosada

que siglos han mascado.

¡ Rendíos Hoy a nuestros pies!

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A ti te canto,

pintada,

pelirroja.

Tal vez de estos días,

dolorosos, como filos de bayonetas,

cuando a los siglos les blanqueen las barbas,

sólo quedaremos

y yo,

lanzado tras de ti de ciudad en ciudad.

Esposada más allá del mar,

te ocultas en la madriguera de la noche,

mis besos te llegaran entre las nieblas de Londres

en los labios lucientes de los faroles.

En el ardor del desierto,

donde acechan leones extenderás caravanas

y tú,

bajo el polvo que levanta el viento

sentirás mi quemante mejilla de Sahara.

Envainada la risa en la boca

mirarás:

-¡Qué gran torero!

Y yo de pronto

te lanzaré al tendido los celos

desde el ojo moribundo del toro.

Si te lleva al puente tu paso perdido

y piensas

que el río es hermoso,

seré yo,

que bajo el puente, disfrazado de Sena,

te llamo

con una mueca de dientes cariados.

EN el fuego de caballos trotones quemaras con otro

la Strelka, el Sokol'niki:

yo, desde arriba, encaramado

seré como la luna atormentadora, impaciente y desnuda.

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Soy fuerte;

me necesitan

para mandarme:

-¡Muere en la guerra!

Lo último será

tu nombre

cuajado en el labio deshecho por la bala.

¿Acabaré en un trono?

¿En Santa Elena?

Montando las oleadas de la vida en tormenta

soy, igual aspirante

al dominio del mundo

y

al grillete.

Me tocará ser zar:

tu perfil

en el oro soleado de mis monedas

ordenaré a mi pueblo:

-¡Estampadla!

Pero allá,

donde el mundo se disuelve en tundra,

donde con el viento norte trafica con el río,

en la cadena rgrabaré un nombre: ¡Lilia!

para besarlo en la tiniebla del presidio.

¡Escuchen pues, los que olvidan que el cielo es azul,

erizados

como fieras!

Éste, acaso,

es el amor último del mundo,

amaneciendo como el carmín de un tísico.

3

Page 25: Oigan: si encienden las estrellas Le besa la mano … idioma de los tranvías? El hombre, a veces, apenas sale del cascarón ... La cima de los árboles y el bosque. Graznan los cuervos

Olvidaré año, el día, la fecha.

Me encerraré a solas con este papel.

¡Nace con sufrimiento de palabras lúcidas,

magia más que humana!

Hoy llegué de visita;

sentí

algo mal en la casa.

Y qué ocultabas en tu vestido de seda.

Olía a incienso en el aire.

-¿ Estás contenta?

Tú, frío:

---”Mucho”.

El muro de la razón turbada se derrumba,

y yo, ardiendo en fiebre, acumulando angustia.

Escucha,

da igual:

no ocultarás un cadáver

-¡atroz palabra, lava en la cabeza!-

Da igual:

cada músculo tuyo

como por una bocina

lo clama:

¡muerta, muerta, muerta!

No;

contesta.

¡No mientas!

(¿Cómo irme así?)

los agujeros de dos tumbas

abren los ojos en tu rostro.

Escucha,

Las tumbas se ahondan.

No llega allí la luz.

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Sin duda

caeré desde el cadalso de los días.

He tendido mi alma como una soga sobre el precipicio,

con malabarismos de palabras me he columpiado en ella.

Lo sé,

a él lo ha gastado ya el amor.

Adivino tedio en tantos indicios.

Vuelve a ser joven en mi alma,

presenta el corazón a la fiesta del cuerpo.

Lo sé,

cada quien paga por mujer.

Qué importa

si mientras tanto,

en vez de la elegancia parisiense,

te vistiera con humo de tabaco.

El amor mío,

como un apóstol de aquellos tiempos,

lo llevaré por miles y miles de caminos.

Los siglos te conceden la corona

y en la corona mis palabras,

arco iris de espasmos.

Como los elefantes con juegos de quintales

remataron el triunfo de Pirro,

yo a paso de genio devasté tu cerebro.

Para nada.

No pude arrancarte..

¡Alégrate,

alégrate!

¡Acabaste conmigo!

Ahora

con tanta tristeza.

Correría al río

a meter en el agua la cabeza y su mueca.

Me diste los labios:

qué cruel con ellos.

Al tocarlos sentí frío

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como si pusiera mi beso penitente

en un monasterio labrado en roca helada.

Sonaron

puertas.

Entró él,

calado de regocijo callejero.

Yo,

partido en dos por mi queja,

le grité:

-¡Está bien!

¡Me voy!

¡Está bien!

Tuya quedará.

Cósele con trapos,

tímidas alas entre sedas: que engorden.

Cuida, no se te vaya.

Como piedra al cuello,

cuélgale a tu esposa un collar de perlas.

¡Oh, aquella

noche!

Apreté la desesperación, más y más.

Con los lamentos míos, con mi risa,

el hocico del cuarto en se torció de miedo.

Y la visión surgía, imagen de ti arrebatada,

con los ojos la encendías en la alfombra,

cual si soñara algún nuevo Byalik

a la radiante reina del Sión hebreo..

Torturado,

ante aquella a la que me rendí

caí de rodillas.

El rey Alberto,

todas sus ciudades

era, comparado conmigo, un obsequiado.

Dórense al sol flores y hierbas!

¡Primavera en las vidas de tantos elementos!

Yo sólo quiero un veneno

beber y beber versos.

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Ladrona del corazón,

todo te lo llevaste,

atormentaste mi alma en delirio;

recibe este regalo, amiga,

tal vez nunca imaginaré más nada.

Pintad de fiesta la fecha de hoy.

¡Crea,

magia o crucifixión!

Miradme:

con clavos de palabras

clavado al papel estoy.

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EL POETA OBRERO

Gritan al poeta:

“quisiéramos verte al torno.

¿Los versos?

¡Bobadas!

Eso es para no dar el callo”

Tal vez

para nosotros

el trabajo

es la tarea mas afín.

Yo también soy fábrica,

aunque sin chimeneas,

pero quizá

sin ellas

se pasa peor.

Sé--

odiáis la palabrería.

Talar el alcornoque es vuestro quehacer.

¿Y nosotros?

¿No somos ebanistas'

Transformamos el alcornoque de las cabezas humanas.

Sin duda,

pescar es cosa distinguida.

Sacar la red

y en ellas el pescado.

Pero el trabajo del poeta es más delicado:

pesca a gentes, que no a peces.

Enorme trabajo arder ante el horno,

el rojo hierro templar.

¿pero quién

nos tilda de holgazanes?

Con la lima de la lengua desbastamos los cerebros.

¿quién es mas-- poeta

o el perito

que al hombre el bien material?

Iguales.

El corazón es otro motor.

El alma es otro ingenio.

Somos parejos.

Compañeros, dentro de la masa obreras.

Proletarios de cuerpo u alma.

Sólo juntos

hermosearemos el mundo

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y lo impulsaremos con himnos.

Pondremos un dique a los chorros verbales,

¡A la obra!

El trabajo es vivo y nuevo.

Y los oradores ociosos--

¡AL molino!

¡Con los molineros!

A girar las muelas con el torrente de las palabras.

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Jamás comprenderéis

por qué yo,

tranquilo,

entre el vendaval de burlas.

Llevo en un plato el alma

al festín de los años futuros.

Por el carrillo rasposo de las calles,

resbalando como lágrima inútil,

yo,

quizá sea

el último poeta.

¿Habéis visto?

En las avenidas pedregosas

se contonea

la cara listada de la abulia ahorcada,

y sobre la cerviz espumajosa

de los ríos veloces

retuercen los puentes sus brazos de hierro.

El cielo llora

desconsolado,

sonoro;

una nubecilla

una mueca en la comisura de los labios

parece una mujer que esperaba un niño

y Dios le dio un idiota tuerto.

Con dedos rollizos, cubierto de vello rojo,

el sol acarició con la insistencia del tábano

vuestras almas fueron esclavizadas a besos.

Yo, intrépido,

mantuve en los siglos el odio a los rayos de día;

con el alma tensa, como nervios de cable,

soy

el rey de las lámparas.

Vengan a mí

los que rasgaron el silencio,

los aullaron

cuando el dogal del mediodía apretó,

les mostraré,

con palabras

sencillas,. Como un mugido,

nuestras nuevas almas,

zumbantes,

como arcos de lámparas.

Apenas toque con los dedos vuestra cabeza

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os crecerán los labios

para enormes besos

y una lengua

afín a todos los pueblos.

Yo, con el lama renqueante,

me retiraré a mi trono

con agujeros de estrellas en las bóvedas gastadas.

Me acostaré

luminoso

con ropas hechas de indolencia

sobre el blando lecho de estiércol legítimo

y silencioso,

besando las rodillas de las traviesas

me abrazará por el cuello la rueda de un tren.