Orígenes de la Catedral de Murcia

En el lugar que ocupaba una antigua mezquita árabe comienza a construirse la Catedral de Murcia en el año 1394.

Ya desde 1266, con la conquista de la ciudad llevada a cabo por Jaime I, esta vieja aljama mayor queda consagrada como Catedral de la ciudad. Será derribada hacia el año 1320 por el obispo D. Pedro Peñaranda para iniciar la construcción de una nueva iglesia que no conseguirá terminar. De este modo, la primera piedra del templo tal y como lo conocemos ahora no será colocada hasta el 22 de enero de 1394, siendo obispo Fernando de Pedrosa. Sin embargo, no se consagrará hasta el 1467, es decir, que sólo desde entonces será capaz de albergar los oficios litúrgicos necesarios.

Hemos de hablar por tanto de un estilo gótico tardío en la estructura de la construcción. Pero a pesar de pertenecer a este momento del gótico, no podemos clasificarlo, pues no encontramos en ella formas complicadas como las que se asemejan al fuego, tan características de este estilo de finales del siglo XV. Esto se debe a que las circunstancias económicas del momento no permitían afrontar presupuestos elevados. Por esta razón la parte estructural nada tiene de notable, produciendo una sensación de austera sencillez e imperfección formal; aunque de notables proporciones.

Mucho más tarde, en el siglo XVII, cuando Murcia estaba en una cumbre de prosperidad económica, se levantó la magnífica portada. Para llevar a cabo esta obra, una de las más suntuosas de España y acaso la primera entre las análogas del barroco, el Cabildo encomendó primero el proyecto al ingeniero Sebastián Feringán, quien trazó la planta; pero el definitivo director de ésta fue el valenciano Jaime Bort, maestro mayor de arquitectura de la ciudad de Cuenca. En 1732 se comienza a derribar la antigua fachada y la realización de la nueva se prolongará desde 1737 hasta 1754. Colaboraron con Jaime Bort Miliá, entre otros, Manuel Bergaz, José Campos, Juan e Gea y José López. Los materiales empleados se extrajeron de las canteras de la Tinaja, Abanilla, Bonanza y Carrascoy. Su estilo artístico es muy variado debido a que fue terminada en el siglo XVIII.

Interior de la Catedral

Observando su planta podemos apreciar las siguientes características:

- La Catedral está dividida en tres naves.- Responde a un esquema de cruz latina aunque su transepto no se acusa en planta

debido a la adición de obras posteriores.- Posee girola y capillas absidiales, a la vez que capillas laterales entre contrafuertes

o estribos, muy típico del gótico levantino.

Respecto a su alzado cabe destacar la utilización en su estructura de pilares compuestos, capiteles con motivos de cardinas y arcos ojivales- en muchas ocasiones asimétricos o doblados-. Encontramos además gran cantidad de bóvedas estrelladas o trapezoidales y una gran cúpula sobre pechinas en el trascoro cuya esbeltez contrasta con la pobreza de los góticos laterales, enriquecida por la luz de unas sencillas vidrieras. Está formada por una combinación de mármoles en blanco y negro, y actúa como el cimborrio que se echa de menos en el transepto, al igual que sucede en la Catedral de Barcelona.

Los arcos de las capillas hornacinas son conopiales y están adornadas con cardinas, destacándose las imágenes de piedra sobre ménsulas y bajo doseletes cresteados.

La nave principal es considerablemente más alta que las dos laterales siguiendo las características del gótico castellano de origen francés.

Aunque hablemos de una estructura de gran sobriedad, los añadidos posteriores- que van desde el gótico flamígero hasta el rococó- la embellecerán muy considerablemente.

Las vidrieras que encontramos en ella no son las originales, sino que pertenecen a remodelaciones posteriores de los siglos XIX y XX (varias de estas diversas remodelaciones se deben en gran parte al incendio que arrasó el coro y la capilla mayor con su retablo en 1856).

Capilla de la Inmaculada

En el trascoro de la Catedral se encuentra la capilla de la Inmaculada, siendo una de las primeras erigidas a la advocación de la Virgen Inmaculada en un momento de pleno fervor mariano. Fue encargada por el obispo franciscano Fray Francisco Antonio Trexo y por Sanz de Panigua entre los años 1620 y 1628.

Corresponde a un barroco mesurado de clara influencia escurialense. En el retablo se distinguen varios cuerpos en sentido vertical, divididos por grandes pilares flanqueda por pilares adosados de mármol negro que cobija la imagen de la Virgen, tallada en madera y bien policromada con incrustaciones de pedrería. El fondo del cornisón está decorado con pinturas de tipo decorativo geométrico a base de negro y dorado. En el centro del frontón partido hay un pequeño cuadro de la Santa Faz de Ribera y en la parte superior un friso de mármol negro con la inscripción “Deiparae Virgini”.

Las pilastras apoyan sobre unos cuerpos tronco-piramidales invertidos con efecto atectóncio relacionados con los estípites, muy típicos del barroco español, adornados con racimos de fruta. Cuatro grandes pilastras recorren todo el lienzo de la pared y dividen la composición en cuerpos simétricos, donde se encuentran los escudos del

Obispo Trexo, los relicarios y los bustos de San Pedro y San Pablo en sus correspondientes hornacinas. Se abren dos puertas a los lados para facilitar el acceso al órgano cerrando el recinto una reja con el escudo de Trexo en ambos lados.

La imagen de la Inmaculada que preside la capilla aparece en la típica actitud de introvertida expresión y manos juntas. Ocupa el centro de la aureola solar con doce estrellas sobre la cabeza y la luna bajo sus pies, rodeada de varios querubines.

Aunque tradicionalmente se había firmado la procedencia italiana de esta imagen, el empaque de una dama noble española de la corte de los Austrias, de sus ropas y e la carencia de pruebas documentales que confirmen esta procedencia italiana, hacen que hablemos de una inmaculada procedente de España.

Destaca esta capilla por la riqueza y virtuosidad de sus mármoles preciosos, no ofrece semejanza alguna con las restantes iglesias y monumentos de Murcia.

Capilla de Gil Rodríguez Junterón

Es una de las mejores obras de la Catedral, un logro impresionante. Fundada en 1515 y costeada por D. Gil Rodríguez de Junterón, Arcediano de Lorca, que desempeñó importantes cargos en la Curia Romana en tiempos de Julio II. Fue terminada en 1529 la parte arquitectónica, bajo la dirección de Jerónimo Quijano quizá sobre los planos de Jacobo Florentino.

Pertenece al típico renacimiento español sin renunciar por ello a importantes influencias italiana. Tras un acceso rectangular, tiene un recinto de planta elíptica con una riquísima decoración en relieves, verdadera joya del plateresco. Un arco de medio punto con una inscripción en latín y las armas de julio II sobre su clave, está soportado por dos columnas jónicas de mármol blanco.

El primer recinto cuadrangular está formado por simples y lisos muros con un cornisón del que nacen dos grandes conchas decorativas. Unas gradas de mármol con balaustradas laterales dan acceso al presbiterio, de forma absidial. Sobre las cuatro pechinas descansa el cimborrio, coronado por la linterna con huecos circulares y cristaleras policromadas con el escudo del Obispo D. Tomás Bryán y Livermore.

Dos arcos de medio punto cierran el retablo de supuesta procedencia italiana y de admirable ejecución. Dentro se afirma una bóveda totalmente labrada con grutescos, tutti, mascarones, bichas, escudos, jarrones, bustos, animales fantásticos, armaduras de guerreros y otros elementos de rica talla decorativa. Terminan de conseguir esta gran belleza y monumentalidad los muros curvilíneos del ábside con sus dieciséis columnas de fustes retorcidos por estrías helicoidales y bellos capiteles con las estatuas de Isaías y San Juan Bautista y las doce Sibilas-en una mezcla de lo religioso y lo pagano, tan característico del Renacimiento- obra de Pedro Monte en 1592.

Gil Rodríguez de Junterón hizo traer un sarcófago romano para su enterramiento ya que había desarrollado un exquisito gusto por la cultura romana tras su estancia en la capital italiana. Pero al ser una obra pagana no podía estar a la vista, así que no se descubrió hasta mucho después, aproximadamente hasta mediados de los noventa.

Esta Capilla goza de gran fama debido a la singularidad de su promotor, la calidad de los relieves y la cubierta conocida como “Bóveda de Murcia”.

Capilla de los Vélez

Es la más espléndida e interesante de la Catedral y una de las creaciones más originales y fastuosas del gótico final español. Este excepcional monumento representa el alarde de poder de la nobleza de la época, cuyos miembros rivalizaban entre sí para obtener las mejores capillas.

Su construcción comenzó en 1490 siendo fundada por D. Juan de Chacón, mayordomo de Isabel la Católica, señor de Charrubias de Monte, de la familia de los Faxardos, adelantado de Murcia y señor de Cartagena, y siendo concluida por su hijo D. Pedro Fajardo, primer marqués de los Vélez y adelantado de Murcia, el día 15 de Octubre de 1507.

La fachada interior, frente a la girola, presenta una portada de tres arcos, calada y provista de rejas. Tiene agudos gabletes de perfil movido y en los pilares escudos dentro de clípeos ya renacentistas y temas floridos.

Los tramos unidos a la puerta difieren entre sí, destacando en ellos una moldura muy acusada bajo la cual aparece una decoración de cardinas trepanadas, hojas enroscadas y putti, recorridos por un tronco arbóreo de trazado ondulante en el que se advierten piñas y granadas. Podría decirse que hay un intento de separar cada zona de la capilla. De tal forma es esto visible que los tramos antes reseñados se presentan cortados por molduras en su nivel bajo por un friso saliente de cardinas en el nivel medio, y por un tercero donde se coloca un triforio cegado de pequeños arcos muy apuntados en la derecha y más anchos y con posibilidad de ser recorridos por dentro en la zona de la izquierda. Los doseletes son altísimos, no guardando proporción con los nichos bajos.

El retablo, de gran riqueza decorativa y heráldica, lollena un gran lienzo de escaso valor de Francisco García (1607), y sobre él un crucifijo de piedra bajo un arco tribulado sobre un fondo de minuciosos relieves.

La decoración figurativa es muy variada: elementos animalísticos (grifos, leones, perros, ciervos, animales devorando seres humanos, representación del demonio), ángeles tenantes, Cristo, Virgen y la Magdalena y, por último, decoración vegetal de cardinas, piñas y granadas, algunas con talla a trépano. La zona de los arcosolios (dos a cada lado del altar) rompe con su altura la uniformidad de los tramos anteriores, dando una sucesión en altura que ocasiona distintos niveles. La decoración se sintetiza en tubos de órgano que delimitan un espacio cuadrado por pináculos de cardinas enroscadas, dando la impresión de bolas y un nivel de almenas al que sigue el triforio. Por último, en un intento de salvar la uniformidad, se colocan los escudos de la familia. El friso epigráfico es una forma más de insistir en la propiedad de la capilla. Corona toda la obra una gran bóveda estrellada.

El autor es desconocido, aunque se cree que podría ser del maestro Pérez López. Además, esta obra quedó inconclusa debido a la negativa de su promotor de ser enterrado allí tras el traslado del corazón de Alfonso X el Sabio.

Capilla del Socorro

También conocida como capilla de los Dávalos, alberga en su interior un importante retablo con columnas salomónicas. Podemos apreciar en ella también una bóveda de crucería, pero lo más destacable serán las obras escultóricas que alberga en estos momentos en su interior.

Las famosas obras corresponderán ambas a la imaginería barroca y al mismo autor, Francisco Salzillo.

En primer lugar, encontramos en el retablo la “Virgen del Socorro”, virgen que vence al demonio con el niño en brazos y la presencia de unos angelitos.

Pero la que destaque principalmente quizá sea el “San Jerónimo penitente”, única obra firmada por el autor, procedente del Monasterio de los Jerónimos y que representa todo un prodigio de escultura en la captación de detalles anatómicos- en este caso de la vejez- y en cuanto al realismo conseguido. En la obra, encontramos el santo penitente retirado en el desierto, simbolizado por un león y con un libro, “la Vulgata”. Se trata de una obra maravillosa que invita a la meditación y el recogimiento.

Sacristía

Es uno de los lugares más curiosos. Corresponde con el cuerpo bajo de la torre y posee una ornamentación muy lograda.

De estilo renacentista, tiene una portada bellísima, de prodigioso detallismo de grutescos del primer renacimiento (1500-1530/35, plateresco). La temática de los relieves es muy variada: vegetales, tutti, genios alados, guirnaldas, monedas… Pero sobre todo, llama la atención la estructura de esta fachada que intenta asemejar un arco de triunfo, haciendo así referencia a la Antigüedad clásica. En la parte más alta podemos encontrar como balaustres a la Fe- que porta en su mano el símbolo de la eucaristía-, la Esperanza y la Caridad.

En el interior, el italiano Jacobo florentino realiza un estupendo juego de cajonería de relieves en madera de gran calidad.

Coro

En el caso de la catedral de Murcia, como en casi todas, el emplazamiento del Coro impide la visión general de la nave central y resta grandiosidad al templo. Esta dificultad está agravada por la considerable altura de la Capilla de la Inmaculada y por el órgano, cuyas agujas llegan casi a la bóveda y por los muros laterales del gótico flamígero, que también restan visión y amplitud a la nave central.

Las bóvedas que cubren el recinto del Coro, como todas las de la Catedral, son de tracería gótica. Su construcción termina en 1462 al finalizar el episcopado de D. Diego Comontes. Sobre los grandes pilares con haces de columnas y los capiteles de tipo vegetal se elevan las bóvedas, cuyos nervios se unen en el centro y como adorno tiene un florón en las claves. Por los lados de las naves laterales cierra el coro un ancho muro de poca elevación perteneciente al gótico florido. Es una obra de finales del XV o principios del XVI y está coronado con cardinas.

En el año 1961 se levantó el viejo piso del Coro y en las excavaciones realizadas se halló un sarcófago, cerrado con una tapa muy interesante y artística. Es de piedra arenisca, de 1,85 x 0,55, con una imagen cuyo relieve alcanza una altura de 0,20. Se trata de un Obispo joven con ornamentos pontificales finísimamente labrados. Evoca obras francesas, catalanas y levantinas del siglo XIV. Se cree que pertenece al Obispo D. Pedro Martínez de Peñarada, que dispuso ser sepultado en el Coro de la Catedral.

Por documentos consta que desde el año 1465 la Catedral disponía de un órgano para las solemnidades religiosas. En 1512 el Cabildo compró un órgano grande instalado por el maestro Antonio Ramírez que permaneció en el Coro hasta finales del siglo XVII. Tras el incendio de la Catedral, en febrero de 1854, el obispo D. Mariano barrio Hernández quiso adquirir un nuevo órgano de gran calidad. El órgano actual, de la casa Meklin Schutz y Cía, constructora de órganos en Alemania, se inauguró el 8 de julio de 1855. A pesar de las necesidades de su reparación y actualización imprescindibles, sigue siendo considerado uno de los mejores órganos de España.

Capilla Mayor

Se debe fechar antes del año 1412, en tiempos del Obispo Don Pablo de Santa María (1402-1415), puesto que la construcción del templo se inició por la cabecea y la girola. Se cubre con bóvedas nervadas y está separada de la nave central por una espléndida reja gótica ejecutada por Antón de Viveros a finales del siglo XV. El retablo actual, neogótico, es obra de Mariano Pescador, realizado a finales el siglo sustituyó al primer retablo gótico. Las puertas laterales fueron mandadas hacer por el obispo Don Antonio de Trejo en 1623. En el lado del Evangelio se conservan en una urna las entrañas de Alfonso X el Sabio, mandadas a Murcia el 5 de agosto de 1525 por el emperador de Carlos I. En 1592 el rey Felipe II envió algunas reliquias, que fueron ampliadas en el siglo XVII con las de San Fulgencio y Santos de Cartagena. Cabe destacar también las lámparas y el frontal del altar, todo ello de plata.

Exterior de la Catedral

Capilla de Gil Rodríguez JunterónSiguiendo el exterior de la catedral por el lado meridional, encontramos el ábside de la

capilla de Junterón, de planta ovalada con un muro apilastrado de orden dórico, y un ático con medallón y cestería plateresca. En el centro del cornisón encontramos un frontón triangular con arco de medio punto y una concha en labra que conserva el busto del papa Julio II, protector del promotor de la capilla. El friso, de elegancia acorde con su riqueza, está compartido por animales fabulosos, alternado con medallones y bustos no identificados. Entre las pilastras centrales hay cuatro carteles con esta inscripción: “DE JUNTERON ES”. El cornisón superior con crestería plateresca está rematado por una estatuta femenina, de medio cuerpo, rodeada de geniecillos con ornamentación de flores y frutas. La obra parece pertenecer a Jerónimo Quijano.

Capilla de los Vélez

Se cree que esta capilla es un cuerpo adosado a la fábrica general en el espacio que ocupaban en la girola dos viejas capillas sin valor. Situada en el tramo sureste de la Catedral, interrumpe la girola, marcando claramente su presencia y sobresaliendo por el exterior. Su anónimo autor logró una perfecta armonización del diseño, basado en el juego geométrico de las bóvedas y en no romper la alternancia de espacios adyacentes. La capilla se subordina al plan geométrico que en planta le venía dado, siendo éste el único lazo que le une con la arquitectura circundante porque, en lo demás, se aleja notablemente de ella.

Concebida ésta como un espacio poligonal, que había de romper el muro de cierre del deambulatorio o girola, su proyección exterior, marcada tanto en planta como en altura, le hacía sobrepasar -como hemos dicho-  el límite impuesto por la Catedral y, por tanto, adentrarse en el ámbito ciudadano, con la consiguiente invasión del terreno público destinado al paso. Esto motivó una queja por parte de los ciudadanos y el envío de un escrito al Concejo para protestar. La capilla es de planta poligonal muy acusada por los contrafuertes labrados con la típica decoración de la época de los Reyes Católicos. Sus

muros están adornados con los escudos de los Chacones y los Fajardos, flanqueado el central por dos salvajes tenantes. El escudo de los Fajardos son tres tallos con sendos montículos sobre agua.

Una nota de mayor singularidad y popularidad la constituye el lindo artificio de la cadena, que en la parte superior corre y rodea la construcción de eslabones de piedra casi extensos. En la parte alta se abren lucernas pareadas para iluminar el interior.

Puerta de los Apóstoles

Se atribuye esta obra, aunque con poco fundamento, al maestro Alonso Gil, que en 1440 era maestro de las obras de la catedral, siendo más probable que interviniera en la misma D. Diego Sánchez Almazán, maestro principal de las obras.

Pertenece al gótico florido dentro del estilo y aunque no es de relevante mérito, conserva cierta suntuosidad en su arco conopial- que bien puede recordarnos al de la Cartuja de Miraflores-, conjugando armónicamente los cuatro apóstoles sobre los pilares del zócalo con ángeles músicos y bienaventurados en las arquivoltas concéntricas. Todo el conjunto está a la vez decorado por cardinas, florones, arcos ciegos y figuras entre doseletes y ménsulas.

Debió tener esta portada un parteluz que la dividía en dos. En el imafronte hay un rico rosetón flamígero, que ilumina el interior del crucero. A la clave del arco se le añadió en el reinado de Isabel II un escudo de la Reina, que mandó poner el cabildo como

testimonio de agradecimiento a los donativos de la Soberana, entre los que ocupa un lugar preferente el coro, con motivo del incendio de 1854.

Portada de las Cadenas

Esta preciosa portada está compuesta por dos cuerpos. El inferior es de estilo renacentista de comienzos del siglo XVI, obra atribuida a Juan de León. Su puerta es de arco de medio punto abocinado de arquivoltas con ángeles, que sostienen coronas alternándose con una serie de clípeos con bustos de reyes, reinas, papas, leones, castillos… En la clave hay dos ángeles, que sostienen un escudo con la cruz y el cáliz. A esta puerta se añadió en el siglo XVII un arco con la clave decorada y el emblema del Cabildo bajo una corona. En las enjutas, dentro de sendos clípeos de orla vegetal, se ven los bustos de San Pedro y San pablo. La cornisa es de rica talla de ovas y frutos y hojarasca renacentistas con friso de guirnaldas y elegantes balaustradas. La última parte responde a un estilo barroco y destaca en ella el frontón partido con la cruz que lo culmina en la mitad.

Desgraciadamente todo este maravilloso conjunto, y especialmente los ricos relieves que se encuentran tallados en la parte inferior, están sufriendo un rápido proceso de desintegración debido al llamado “mal de piedra”.

Torre

Todos sabemos que se trata sin duda del monumento más famoso de la ciudad, verdadero símbolo de ésta y una de las primeras manifestaciones de la arquitectura renacentista en España.

La torre de la catedral de Murcia es un interesante ejemplo de construcción prolongada, con oportuna conjunción de estilos distintos. Se comenzó de 1521, según el proyecto de un arquitecto italiano muy poco conocido llamado Francisco Florentino, que ya al año siguiente fue sustituido al frente de la obra por Jacobo Florentino, artista que había venido de Italia con Pedro Machuca y cuya actividad es conocida en Granada. A estos dos maestros debe corresponder el primer cuerpo, de planta cuadrada, muy decorado, rico y fastuoso, con grutescos y candelieri, donde se establece un sistema muy seguido posteriormente, con pilastras corintias pareadas en los extremos, recubiertas

aquí de grutescos y con hornacinas de diversos tipos en los espacios intermedios; en el amplio panel central, una ventana germinada con rico enmarque y, como remate, un friso con su cornisa, sobre la que arranca el segundo cuerpo. Este es ya obra del español Jerónimo Quijano, a partir de 1526, y e él se sigue el mismo esquema, pero adaptado a su época, con pilastras jónicas estriadas, más sobrias; en cambio, es mucho más rico el doble ventanal del centro. En 1546 se interrumpieron las obras y aparece que este segundo cuerpo de J. Quijano quedó completado. Ya en el siglo XVII, en un brillante momento para la ciudad de Murcia, se planteó la necesidad de terminar la torre, tarea en que intervinieron Juan de Gea y José López, a quienes corresponderá el sector que comprende los cuatro templos angulares y el cuerpo de campanas. El cuarto cuerpo está formado por cuatro llamados en Murcia "conjuratorios", porque desde ellos se conjuraban las tormentas con el Lignum Crucis. Asimismo aparecen las estatuas de los cuatro santos cartageneros: San Fulgencio, San Isidoro, San Leandro y Santa Florentina. El quinto cuerpo o linterna está perforado por cinco vanos de medio punto en sus frentes, que pese a sus detalles barrocos concuerdan aceptablemente con los cuerpos bajos. Para el remate, con cuerpo ochavado y elevada cúpula de corte neoclásico, se siguió una traza proporcionada por Ventura Rodríguez en 1782 y ejecutada por un arquitecto local que le dio fin en 1791.

Presenta numerosísimos problemas de conservación, derivados no sólo del alto número de campanas, sólo superado por Sevilla, sino de las diversas intervenciones, que han reducido el conjunto a una masa uniforme de bronces, que apenas pueden tocar. . Hoy en día alberga las famosas 25 campanas de la catedral, todas del siglo XVII y XVIII y todas con nombre: la campana de los Conjuros, La Catalana, la campana de la Oración, la Fuensanta, la Concepción, la Segundilla, la mayor o Agueda-martillo que es la campana principal, etc. Han servido para anunciar las tremendas riadas del río Segura, guerras, celebraciones y festividades. Sólo una campana es anterior al resto (siglo XIV), la Mora, y se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Murcia.

La torre mide 90 metros de la altura y 95 contando con la veleta. La subida a esta por 18 rampas cómodas, como en la Giralda. A la terminación de estas en escalera de caracol se puede llegar hasta el capulín. La torre es un gran cuadrado macizo en el que se han reservado unos cuerpos centrales, también cuadrados, para utilizarlos de dependencias catedralicias como la sacristía, el archivo catedralicio, una rica y variada biblioteca y como reloj.

Fachada Principal

En el siglo XVII la antigua fachada acusa la falta de firmeza, precisamente por sentirse el imafronte afectado por las continuas riadas y los frecuentes terremotos. El Cabildo, preocupado por la situación creada, pide informes a peritos distintos, que discrepan entre sí. Fray Antonio de San José y Ferigan aconsejan la demolición total alo que se opone el maestro alarife, pedro Ruiz Almagro, que estima que puede conservarse lo hecho y reforzar los cimientos. Finalmente, en 1732, se decide derribar la antigua portada y se procedió a trazar planes para la nueva, cuya construcción se prolongará desde 1737 hasta 1754.

El primer cuerpo de la fachada se levantó hacia mediados del siglo XVII, bajo la dirección de Jerónimo Quijano. Tenía tres grandes vanos separados por columnas de orden corintio, obra que continuó Juan Rodríguez a la muerte de Quijano, y a quien se debió el parteluz que dividía la puerta. La terminación del imafronte se debió a Alonso de Rueda y a Juan de Cabrera.

Aunque se ha dicho que Jeringan hizo un proyecto de la nueva fachada, lo cierto es que él mismo puso en la dirección de la obra a Jaime Bort Miliá y que el Cabildo llamó a este, procedente de Cuenca.

La lentitud de las obras obedecía a los contratos que Bot aceptaba fuera de las obras de la fachda y , sobre todo, a la abundancia y variedad de elementos decorativos que había introducido en el proyecto. Jaime Bort abandona sus compromisos y toma las riendas de la obra un discípulo suyo, Pedro Fernández que consigue terminar el imafronte el mismo año en que muere su maestro.

La contraportada resalta por los altares de jaspe rojo a ambos lados de la Puerta del Perdón, rematada por un gran relieve, la Presetación de la Virgen, y dos interesantes cuadros de Mateo Gilarte. La decoración de la media naranja se debe a Manuel Bergaz en colaboración con Juan de Gea y Pedro Navarro. Las monumentales puertas fueron hechas por Pedro Raimundo y José Muñoz.

La portada de la Catedral ha sido clasificada como un poema sinfónico de la región cristina y cabe decir que viene a ser una exaltación triunfal de las glorias de la iglesia de Cartagena. Es sin dudad un gran retablo en el que la escultura no es ornamento de la arquitectura sino que la arquitectura presta ambiente a los relieve y a las estatuas.

Esta fachada es un buen ejemplo de la estética barroca en su apogeo, que juega deliberadamente saliente y entrantes que intensifiquen el contrate entre claros y sombras y las sinuosas curvas de los trazos arquitectónicos y escultóricos buscan sensación de animación.

Tiene dos cuerpos, divididos por grandes columnas uniéndose los laterales al central por medio de unas grandes volutas, rematándose la calle central con una gran moldura curva que, a modo de frontón, forma un casquete de bóveda con el grupo escultórico de la Asunción de Nuestra Señora.

Sobre la totalidad campea un emblema del Cabildo. Coronaba la fachada una gigantesca estatua de Santiago Matamoros que fue retirada en 1803 a causa de su pesada mole, que ofrecía un gran peligro. La cruz que la sustituyó fue derribada por un terremoto en 1829.

En las tres calles, que componen la fachada, dividida por pares de columnas de fuste estriado de orden corintio y compuesto respectivamente, se abren las tres puertas, que corresponden a las tres naves del interior del templo. La fachada de la catedral se inicia con la puerta principal o la Puerta del Perdón para el acceso de personajes reales está enmarcada por un baquetón acodado y una guarnición de mármol azul y jaspe rojizo.

Ascendiendo por la fachada nos encontramos con el motivo principal de este espacio: el Triunfo de la Virgen. La Virgen aparece coronada, sentada en un trono en un espacio celestial sobre una nube con ángeles a sus pies; lleva al Niño en brazos. Flanquean a la Reina del Cielo los arcángeles san Miguel y san Gabriel, el primero pisando un dragón y el segundo con azucenas en las manos. Sobre el grupo se presenta Dios Padre y el Espíritu Santo en forma de paloma. A los pies del grupo hay dos niños-alegorías de la Virgen como “Puerta del Cielo” y “Espejo de Justicia”.

Sobre las columnas que enmarcan la puerta sobre la que se encuentra todo el grupo anterior podemos ver san Rafael y al Ángel de la Guarda acompañando a Tobías y a su alma.

Completando el grupo mariano están unas pequeñas representaciones de los padres de la Virgen, san Joaquín y santa Ana y dos pequeños medallones de Cristo y la Virgen. También hay dos grandes altorrelieves de la Anunciación y la Inmaculada.

Sobre el grupo del Triunfo de la Virgen hay una gran ventana a cuyos lados podemos contemplar a san Patricio, patrón de la ciudad y a san Petronio de Bolonia.Rematando la ventana vemos la Cruz de Caravaca portada por dos ángeles en vuelo, tal y como la vio el rey moro de Caravaca. A izquierda y derecha de la cruz, dos alegorías de la Justicia y la Prudencia.

Coronan la gran hornacina que es el pasillo central de la fachada catedralicia, un altorelieve con la Asunción de la Virgen y un gran jarrón con azucenas, símbolo del Cabildo catedralicio.

A ambos lados de la puerta principal de la catedral, la Puerta del Perdón, y entre columnas están representadas las imágenes de los cuatro santos de Cartagena: a la izquierda san Leandro y san Fulgencio y a la derecha san Isidoro y santa Florentina.

En línea vertical con las anteriores figuras y ya ocupando el segundo cuerpo de la fachada, tenemos a san Fernando con una maqueta de la ciudad de Murcia en su mano y san Hermenegildo.

La fachada de la catedral tiene dos puertas más pequeñas. A la izquierda, la Puerta del Cabildo, coronada por la figura de san Juan Bautista y dos alegorías de la Fe y la Esperanza y a la derecha la Puerta del Concejo con san José en lo alto y la Caridad y la Oración a sus lados.

En unas hornacinas en los estribos circulares que cierran la fachada aparecen las imágenes de santo Tomás de Aquino y santa teresa de Jesús.Sobre los dos estribos circulares citados anteriormente, podemos contemplar a san Pedro y san Pablo, flanqueando todo el conjunto del imafronte.Coronando el segundo cuerpo vemos las imágenes de cuatro santos ligados de una u otra manera a la iglesia de Cartagena: san Poncio Porcario, san Basileo, san Liciniano y san Ginés de la Jara.

La Catedral de Murcia

Esther Moreno Lacárcel Curso: 2º Bachiller F Profesor: José Antímo

Mírasete Gómez 2006/2007

Índice:

1. Introducción: Orígenes de la Catedral de Murcia

2. Interior de la Catedral

- Principales características arquitectónicas- Capilla de la Inmaculada- Capilla de Gil Rodríguez Junterón- Capilla de los Vélez- Capilla del Socorro- Sacristía- Coro- Capilla Mayor

3. Exterior de la Catedral

- Capilla de Gil Rodríguez Junterón- Capilla de los Vélez- Puerta de los Apóstoles- Portada de las Cadenas- Torre- Fachada Principal

4. Bibliografía

Bibliografía:

Guía histórico-artística de la Catedral y su museo (Murcia)/Sucesores de Nogués/Arturo Roldán Prieto/1973

La Catedral de Murcia/Cristóbal Belda y Carlos Moisés García/2006

La Catedral de Murcia: VI Centenario/Real Academia Alfonso X el Sabio/ Juan Torres Fondes/1994

Enciclopedia Microsoft Encarta/2003

La Fachada de la Catedral de Murcia/ Elías Hernández Albaladejo/Murcia 1990

Apuntes de clase

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