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INSTITUTO DE FORMACIÓN DOCENTE DOMINGO SAVIO PROFESORADO EN EGB3 Y POLIMODAL EN FILOSFIA CÁTEDRA DE ANTROPOLOGÍA G. K. Chesterton ORTODOXIA 1

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Resumen de la obra "Ortodoxia" de G.K. Chesterton

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INSTITUTO DE FORMACIN DOCENTE DOMINGO SAVIO

PROFESORADO EN EGB3 Y POLIMODAL EN FILOSFIA

CTEDRA DE ANTROPOLOGA

G. K. Chesterton

ORTODOXIAProfesora: Lic. Patricia Perez

Alumno: Angelo Nieles I. Introduccin en Defensa de Todo el Resto

El propsito de este libro no es ms que definir y exponer (de un modo personal, caprichoso y mediante un conjunto de cuadros mentales y no deducciones estrictas) mi filosofa. No es que quiera decir que es ma; yo no la he inventado: Dios y la humanidad la hicieron y ella me hizo a m.

Demostrar que una filosofa es cierta es una empresa ms que exagerada. Por eso me propongo limitarme a una solo senda de argumentos: Establecer los artculos de mi fe, respondiendo a esta necesidad del espritu humano de mezclar lo familiar y lo desconocido. Tambin es preciso fijar lo que ha de quedar fuera de disputa: hablar aqu como de cosa recibida y normal de la certeza de nuestra aspiracin a una vida activa o imaginativa, rica de poticas curiosidades. Convendrn conmigo en que necesitamos de esta existencia de romanticismo prctico, de esta sutil combinacin entre lo indefinible y lo cierto. Que necesitamos considerar el mundo de tal suerte que podamos fundir la idea del asombro con la idea del bienestar.

Sucede a veces que uno busca verdades, pero instintivamente solo va tras las ms extraordinarias. Yo soy uno de esos hombres que descubri un da lo que ya estaba descubierto haca siglos. Por eso este libro canta mis aventuras en la prosecucin de lo obvio. Porque quise adelantarme a la hora de la verdad, y solo descubr que andaba yo atrasado unos mil ochocientos aos. Quise ensayar alguna hereja por mi cuenta y, al darle los ltimos toques, me encontr con que mi hereja era la ortodoxia. Los ensayos que aqu se desarrollan slo se proponen exponer cmo la teologa cristiana central es la mejor fuente de energa y de tica sana.

II. El manitico

Los que creen de veras en s mismos estn en los asilos lunticos. Si usted consultara su experiencia de los negocios humanos reconocera que el creer en s mismo es uno de los sntomas ms inequvocos de la degeneracin. La plena confianza en s mismo, aparte de ser un pecado, es tambin una debilidad: es una creencia histrica y supersticiosa. Ahora bien, si un hombre no debe creer e s mismo, en qu debe creer?

Comencemos esta investigacin por un hecho prctico: el pecado. Los ms grandes santos y los mayores escpticos escogen igualmente el pecado positivo como base de sus argumentaciones. En cambio, a los telogos de nuevo cuo les parece una solucin ms racional la negacin de esta realidad. Hay gente que habla de la insana como de algo que por s mismo tuviera la fatal virtud de atraernos. Pero con un segundo de meditacin nos damos cuenta de que si alguna seduccin hay en la enfermedad, es siempre en la enfermedad ajena. Para el enfermo, nada hay ms prosaico que su propia enfermedad, porque no hay nada ms real que ella. Aquello que es extraordinario slo afecta al hombre ordinario; al hombre extraordinario lo deja impvido. Es por eso que las gentes ordinarias tienen abundantes motivos de excitacin, mientras que las extravagantes siempre estn quejndose de la vaciedad de la vida.

Es preciso romper con un prejuicio tan enorme como corriente: la fantasa nunca arrastra a la locura; lo que arrastra a la locura es precisamente la razn. Y el hecho es bastante fcil de explicar: la poesa es saludable porque flota holgadamente sobre un mar infinito; mientras que la razn, tratando de cruzar ese mar, lo hace finito; y el resultado es el agotamiento mental. Aceptarlo todo es un ejercicio y robustece; entenderlo todo es una coercin, y fatiga. El poeta no pide ms que tocar el cielo con su frente. Pero el lgico se empea en meterse el cielo en la cabeza, hasta que la cabeza estalla.

El hombre feliz es el que hace mayor nmero de cosas intiles. Porque el enfermo no puede gastar en ociosidades sus pobres fuerzas. Los locos son los que nunca podrn entender ese sinnmero de pequeos actos descuidados e inmotivados que hacemos los cuerdos. Porque los locos suelen ver demasiada causalidad en todas las cosas: tiende a ver un significado oculto en todas nuestras ociosidades. La caracterstica de estas gentes es un espantoso don de relacionar entre s las cosas que parecan mas distintas. Loco no es el que ha perdido la razn, sino el que lo ha perdido todo, todo menos la razn.

Las explicaciones que de un loco son siempre completas, satisfactorias, pero sabemos bien que estos soadores se engaan. Si queremos explicar sus errores en trminos precisos, no hallamos los trminos tan pronto como lo esperbamos. Su entendimiento gravita dentro de una rvita circular perfecta, pero estrecha. Podemos decir que el sntoma ms claro e inequvoco de la locura es una combinacin de la plenitud lgica y la contraccin espiritual: la teora que propone un luntico basta siempre para explicar una multitud de cosas, pero nunca las explica con bastante amplitud. Para curar un loco es necesario que el pobre hombre deja de pensar. El loco se encuentra como metido en una clara y aseada prisin, la prisin de una idea; y toda su sensibilidad parece concentrada en un solo punto doloroso.

Si me detengo en la descripcin del manaco es porque me parece descubrir en l muchos rasgos que tambin descubro en los ms de los escritores contemporneos. En ellos encuentro aquella combinacin caracterstica de una racionalidad expansiva y agotadora con un sentido comn contrado y msero. Se apoderan de una minscula explicacin parcial y la llevan demasiado lejos.

Examinemos el caso del materialismo. Como sistema explicativo ofrece una simplicidad realmente insana. McCabe, por ejemplo: su cosmos podr ser tan completo en cada uno de sus remaches y engranajes, pero todava se queda corto en presencia de nuestro mundo. Si el cosmos del materialista es el verdadero, no tiene gran cosa de cosmos.

Debemos tener presente que la filosofa materialista, sea o no verdadera, es mucho ms limitada que cualquier religin. Claro es que toda idea de inteleccin tiene que ser limitada. Pero el materialismo es ms limitado que el espiritualismo. Ambos tienen restricciones, pero uno la tiene ms absoluta que el otro. El cristiano es libre para admitir que haya en el universo una dosis considerable de orden preestablecido y de desarrollo inevitable en los sucesos; pero el materialismo no puede admitir en su mquina intachable ni la ms ligera mancha de espiritualidad o milagro. Nuestro argumento contra las conclusiones principales del materialismo es que, correctas o falsas, acaban gradualmente con las fuerzas del hombre: la bondad, la esperanza, el valor, la poesa, la iniciativa. Es absurdo que te jactes de ir adelantado por la senda de la libertad, cuando el libre pensamiento no hace ms que aniquilar tu libre albedro.

Esto es aplicable tambin al extremo opuesto de la lgica especulativa. Hay otro linaje de escpticos que es mucho ms temible, y es el de aquel para quien todo se reduce a su propio yo. Este no duda de la existencia de ngeles; pero duda de que existan hombres. Y al igual que los anteriores, tenemos que habrnosla con una teora perfecta, pero con una prctica deficiente. Un hombre puede figurarse que vive en perpetuo sueo; pero evidentemente es imposible probarle que est despierto. El que no puede confiar en sus sentidos y el que slo en sus sentidos puede confiar, resultan locos de la misma locura; pero su insana no puede probarse por errores de su razonamiento, sino por la equivocacin de conjunto que revela su vida. La locura es la razn arrancada de sus raigambres vitales, la razn que opera en el vaco. El hombre que comienza a pensar sin los principios elementales adecuados, se enloquecer.

El resto del libro se consagrar a definir cul sea ese buen comienzo. Pero, entre tanto, ya es posible adelantar de un modo general y prctico que el misticismo es el secreto de la cordura. Mientras haya misterio, habr salud. El hombre comn siempre es curdo porque se ha consentido la libertad suficiente para dudar de sus dioses; pero siempre se ha dejado libertad para volver a creer en ellos. Ve a la vez dos cuadros, y por eso ve mejor. Y este equilibrio de contradicciones aparentes es precisamente la base de la salud humana.

III. El suicidio del pensamiento

La sociedad tpica de nuestro da tiene un gran corazn... pero no tiene el corazn en su sitio. La gente de hoy no es perversa, sino que es demasiado buena. Est llena de absurdas virtudes supervivientes. Los hombres de ciencia se preocupan por establecer su verdad, pero sucede que su verdad luego resulta despiadada. Algunos acaban por ser un enemigo de la especie humana, a fuerza de querer ser tan humanitarios. Pero el caso ms patente de conflicto entre la verdad y la piedad es el que ofrece la dislocacin de la humildad. El hombre, para ensanchar las posibilidades de la vida humana, procur empequeecerse. Hoy hasta las fbricas soberbias y las altas ciudades, son creaciones de la humildad. Pero que se entienda bien. Lo que yo rechazo es cierta humildad que parece andar fuera de su sitio. La modestia se ha alejado del rgano de la ambicin, y ahora parece aplicarse al de la conviccin. El hombre est hecho para dudar de s mismo, no para dudar de la verdad, y hoy se han invertido los trminos. Afirman su propio yo y dudan de la Revelacin Divina.

Y lo que hace la nueva humildad es desconfiar de nuestros propsitos, con lo que tendemos a no hacer nada. Se ve gente por todas parte que ponen en duda el valor de sus propias opiniones que equivale a no tener opiniones. Y no es que con esto queremos atacar la autoridad legtima de la razn. Ms bien queremos defenderla. La humanidad moderna est en verdad pugnada con la razn. El peligro es que la inteligencia humana es, por naturaleza, capaz de destruirse a s misma.

Dicen que la gente sensata desiste de la religin porque parece ofrecer un enigma sin salida. Pero lo peor es que no se han dado cuenta de que hay un enigma en la religin. No ven nada de extraordinario en ella. Es ocioso discutir la alternativa de la razn y la fe: la razn es, por s mismo, artculo de fe. Hasta donde hemos perdido la creencia, hemos perdido la razn. Ambas tienen la misma condicin autoritaria y primaria. Ambas constituyen mtodos de prueba que, a su vez, no admiten ser probados. Y en el acto de aniquilar la idea de la autoridad divina damos al traste con aquella autoridad humana que nos hace decir que dos y dos son cuatro. Y para que no se diga que esta afirmacin es arbitraria, veamos las principales doctrinas contemporneas en que se descubre este efecto suspensivo del pensamiento.

El evolucionismo: esta teora no acaba con la religin; acaba con el racionalismo. Slo deja vivo el perenne flujo del todo y de la nada. Y esto ataca la razn: ya no se puede pensar si no hay cosas en qu pensar, si no se est separada del objeto en que se piensa. No existo, luego nada puedo pensar.

Desde el punto opuesto, Mr. H. G. Wells insiste en que cada objeto es nico en s mismo, y que no hay categoras posibles de objetos. Pero como pensar es relacionar unas cosas con otras, al ser imposible las relaciones resultara imposible pensar.

Parecida a la anterior es aquella falsa interpretacin de la teora del progreso, segn la cual en lugar de pasar por las pruebas del perfeccionamiento, las alteramos a voluntad. Pero si el modelo cambia cmo podra hablarse de mejora, que supone siempre un ideal, un modelo? Nietzsche dijo que los hombres haban tenido alguna vez por bueno lo que hoy tenemos por malo; siendo as, cmo hablar de progreso o retroceso?. Pero verdad es que un hombre puede cambiar su ideal; pero en su calidad de ideal, aun el mismo cambio es inmutable. Es imposible admitir una alteracin fundamental en los ideales primeros.

Concluimos la enumeracin de teoras envenenadas con el pragmatismo. La aplicacin extrema de semejante mtodo llevara al aniquilamiento de toda verdad. Ellos dicen que la verdad objetiva y aparente no es toda la verdad: hay una necesidad absoluta de creer en las cosas que son necesarias a la mente humana. Pero yo sostengo que una de estas necesidades es, precisamente, le creencia en la verdad objetiva.

Terminada la anterior enumeracin, diremos todava una palabra. Cierto grupo de pensadores ha logrado ver bien que la razn destruye; pero en cambio, dicen, la voluntad crea. La ltima potestad de la vida est en la voluntad y no en la razn. Pero as como la absoluta libertad mental pone en duda los poderes dela mente, as la teora de la voluntad exclusiva acaba por obstruir la voluntad. Todo acto de voluntad lo es de propia limitacin. Desear la accin es desear una limitacin. En este sentido, todo acto es un sacrificio: es una seleccin y una exclusin. Y considerando este aspecto negativo o limitado de la voluntad comprendemos mejor lo absurdo de esos discursos de los anarquistas voluntaristas. Entrar en el terreno de los hechos es entrar en el mundo de los lmites. Las cosas pueden emanciparse a ciertas leyes accidentales, pero no pueden escapar a las leyes de su naturaleza. .

IV La tica del pas de los elfos

Al contrario de como me pronosticaban, de mis ideales no he perdido uno slo, y mi fe en los estmulos superiores es la misma de siempre. Lo que he perdido por completo es la escasa y pueril confianza que pude tener en la poltica prctica. La fantasa sigue mereciendo mi confianza: es siempre un hecho positivo. Lo que ha menudo resulta fraude es la realidad.

Creo en la democracia, en el paradigma elemental de una especie humana que se gobernase a si misma. Quisiera detenerme a explicar cmo entiendo yo los principios de la democracia. Segn mi sentir, se encierran en dos proposiciones: primero, que las cosas comunes a todos los hombres son ms importantes que las privativas de cualquier hombre en particular. Y segundo, que el instinto o anhelo poltico es una de esas cosas que pertenecen al patrimonio comn.

El gobierno es como todas aquellas cosas que conviene que cada uno haga por s mismo, an cuando le salga un poco mal. Conviene a la especie humana el que los hombres sepan desempear estas funciones universales, y una de ellas es la funcin de gobernar. Hay que dejar que los hombres ordinarios y comunes desempeen por s mismos las funciones de mayor trascendencia: en esto consiste la democracia.

Y esta democracia no se opone a la tradicin en absoluto. Ms bien, la tradicin no es ms que la democracia proyectada en el tiempo. Aceptar la tradicin es conceder derecho de voto a la ms oscura de las clases sociales: la de nuestros antepasados. La tradicin se rehsa a someterse a la oligarqua de aquellos que, slo por casualidad, andan todava por la tierra. La tradicin niega que se quede excluido de los derechos humanos generales por el accidente de la muerte. Me es de todo punto imposible separar estas dos ideas: democracia y tradicin. Me parece evidente que son una sola y misma idea.

La tendencia dominante en mi vida ha sido la de la democracia, y en consecuencia, la de la tradicin. Siempre me sent ms inclinado a dar crdito a los caprichos de la gente que mira la vida desde adentro, que a creer en las ms lcidas demostraciones de los que miran la vida desde afuera. Dicho esto, desarrollar tres o cuatro ideas fundamentales que he descubierto por mi cuenta.

Mi primera y ltima filosofa la aprend en la edad de la crianza. Aquello en lo que ms crea entonces y que creo ahora, son en los cuentos de hadas. Su reino no es ms que el luminoso reino del sentido comn. No toca a la tierra juzgar el cielo, pero s al cielo juzgar la tierra. Quiero hablar ac del espritu conjunto de las leyes del jardn de los elfos; de la interpretacin de la vida que brota el arrullo de los cuentos de hada.

Lo primero que diremos es que hay cierta serie de hechos que se suceden de un modo razonable, y en el pas de los sueos, donde vivimos las criaturas ms razonables del mundo, admitimos plenamente esta ley de razn, de necesidad. Pero al sacar la cabeza fuera del seto de los elfos, advert que los sabios hablaban de todos los hechos cotidianos como si fuesen todos racionales e inevitables.

Otro gran principio de la filosofa fantstica es el que llamar: la Doctrina del Gozo Condicional. Conforme a la tica de los elfos, toda virtud depende de un S. Todas las cosas enormes y delicadas que se nos conceden dependen de una sola y diminuta cosa que se nos prohbe. Las hadas prefieren a la gente cndida como yo, gente que se asombra fcilmente y cree siempre en lo que le dicen. Este es el procedimiento de los cuentos de hadas, y seguramente que no es una frmula de anarqua o siquiera de libertad, aunque comparndola con sus tiranas modernas, puedan los hombres llamarla libertad. El brillo del vidrio que en todos los cuentos de hadas encontramos, expresa que la felicidad es brillante, pero tan quebradiza como esa materia que con tanta facilidad se rompe en manos de la criada o del gato. Y este vino a ser mi sentimiento general del mundo: la vida es tan brillante como el diamante, pero tan quebradiza como la vidriera.

Pero ser quebradizo no es lo mismo que ser perecedero: con no golpearlo, hay vidrio para mil aos. Y tal me pareci la felicidad del hombre. Toda ella dependa de no hacer algo que se pude hacer a cada instante y que, en general, ni siquiera se entiende por qu se ha dejar de hacer. La parte prohibida tiene derecho a ser tan extravagante como la concesin. Y en esta filosofa que llamo la del hada madrina, podemos ver que la condicin de la existencia no es en s ms extravagante de lo que es ya la existencia.

Al sumergirme en la atmsfera mental del mundo contemporneo, me cost convencerme de que era el mundo el que se equivocaba, no mi niera. El pensamiento moderno choc contra mis dos convicciones de los cuentos de hadas, a saber: que este mundo es una cosa admirable y extravagante; que pudiera ser de otro modo, pero tal como es, es delicioso. Y que ante tan deliciosas extravagancias bien podemos resolver ser humildes, y pasar por las limitaciones que la suerte nos imponga a cambio de tan extraordinarias liberalidades. Las gentes modernas slo hablan del fatalismo cientfico, donde todo sucede como tena que suceder. El filsofo de mis cuento de hadas se complace en pensar que la hoja es verde por lo mismo que pudo haber sido escarlata. A l cada fenmeno le parece una creacin nueva; tiene el sentimiento instintivo de que las cosas acaban de nacer cada vez que las contemplamos. Pero la actitud del determinista del siglo XIX es totalmente contraria: nada a sucedido realmente desde el principio del mundo.

El materialismo que domina la mente moderna, se funda sobre una hiptesis que resulta falsa. Se supone generalmente que todo lo que se repite est tan muerto como el mecanismo de un reloj. Los hombres se inclinan a creer que la variacin en las cosas humanas nos les viene de la vida, sino de la distensin de la fuerza que las anima. Los movimientos del hombre cambian cuando aparece el menor elemento de fatiga. Pero si su vida y la alegra que lo anima nunca se fatigase, sus movimientos seran siempre regulares: aun los apresuramientos y xtasis de su vida tendran entonces la rigidez de la muerte. Es posible que el sol salga todas las maanas porque no secansa de salir: su rutina puede venirle, no de la escasez de vida, sino de superabundancia vital. Los nios se la pasan jugando al mismo juego por horas, y no es por falta de vida, sino exceso. Ellos no se cansan. Y pareciera que tampoco Dios lo hace: tal vez l le vuelve a decir al sol todas las maanas: Que lo haga otra vez!. La repeticin en la naturaleza bien puede no ser una simple coincidencia, sino algo como el bis que se pide a los actores del teatro. Siempre haba yo sentido de un modo vago que los fenmenos eran milagros. Pero ahora los juzgo milagrosos por una razn ms esencial: por ser voluntarios. Son actos reiterados de una voluntad que los produce. El poder mgico que ocultaba el mundo me revel que tambin ocultaba algn mago.

Tambin mi segunda creencia recibi un golpe. Spencer populariz esa despreciable teora de que nuestro sistema solar deba imponerse a los dogmas espirituales del hombre. Por qu ha de someter un hombre su dignidad al sistema solar y no, por ejemplo, a una ballena? Spencer insistir que, por algn extrao modo, el universo astronmico nos ha conquistado. Hizo de la mente humana algo como una pequea nacionalidad. Y sus funestas influencias se reflejan todava en escritores cientficos contemporneos. En el pas de las hadas tenamos una ley verdadera, que poda ser violada justamente por ser ley. Pero la maquinaria de esta nueva prisin csmica es algo que no puede ser violado, ya que nosotros mismos somos piezas mecnicas. O no podemos ejecutar un acto o estamos condenados a ejecutarlo. No nos dable tener la firmeza de cumplir las leyes, ni la travesura de violarlas.

V. La bandera del mundo

Una nia dijo: optimista es el que te mira a los ojos, y pesimista es el que te mira a los pies. Hay un error fundamental en la alternativa del pesimista y el optimista; una presuncin de que el hombre anda por la tierra criticndola como quien critica casas que busca para alquilar. El hombre pertenece a este mundo an antes de poder empezar a preguntarse si es lindo pertenecer a l. Tiene una lealtad por una causa antes de tener cualquier admiracin por ella. Es la combinacin de lo atractivo y lo extrao, sabor primordial de la existencia, que slo explican los cuentos de hadas. Siempre me pareci y me sigue pareciendo que nuestra actitud hacia la vida se puede expresar mejor en trminos de una especie de lealtad militar que en trminos de crtica y aprobacin. Mi aceptacin del universo no es optimismo: es ms parecido a patriotismo. Es una cuestin de lealtad previa, anterior a todo examen o crtica.

El pecado del pesimista no consiste sino en que no ama lo que pretende corregir; carece de aquella primaria y sobrenatural lealtad para las cosas. Y el pecado del optimista? Evidentemente estriba en que, defendiendo el honor del mundo, se ve en el caso de defender lo indefendible. Dijimos que tiene que haber una lealtad primaria para con la vida. La pregunta es: debera ser una lealtad natural o sobrenatural?, racional o irracional? Ahora bien, lo extraordinario es que el mal optimismo es decir, la dbil defensa de cualquier cosa viene junto con el optimismo racional. El optimismo racional conduce a la parlisis; es el optimismo irracional el que conduce a la reforma. Slo el patriota mstico se atreve a las reformas. El descuido egosta es propio de los que tienen alguna razn pedantesca para su patriotismo.

Quizs la instancia ms cotidiana de esta cuestin se d en el caso de las mujeres y su extraa y slida lealtad. Cierta gente estpida implant la idea de que, desde el momento en que obviamente las mujeres apoyan a los suyos contra lo que venga, las mujeres son ciegas y no se dan cuenta de nada. Esta gente difcilmente haya conocido a una mujer en absoluto. Porque las mismas mujeres que estn dispuestas a defender a sus hombres contra viento y marea, son casi morbosamente conscientes de la debilidad de sus argumentos. Cuando un hombre tiene un amigo, lo aprecia y lo deja ser tal cual es. En cambio, su esposa lo ama y constantemente est tratando de convertirlo en otra persona. Las mujeres que son profundamente msticas en sus creencias, resultan tambin profundamente cnicas en su crtica. El amor no es ciego; eso es lo ltimo que puede ser. El amor es un vnculo, y mientras ms fuerte sea el vnculo, menos ciego es.

Antes de llevar a cabo cualquier reforma universal deberamos hacerle un juramento de lealtad al universo. Una persona tiene que estar interesada en la vida para poder desinteresarse de las opiniones sobre ella. Se me dir que una persona racional aceptar al mundo como algo en el que se mezclan lo bueno y lo malo. Pero sta es exactamente la actitud que considero equivocada. Para nuestros enormes proyectos de fe y de revolucin, lo que necesitamos no es la fra aceptacin del mundo como un compromiso, sino alguna forma en que podamos odiarlo y amarlo de todo corazn. No nos sirve que la alegra y la rabia se anulen mutuamente para producir un vulgar compromiso; lo que necesitamos es un entusiasmo ms feroz y una insatisfaccin ms feroz todava.

He puesto todas estas cosas, no en su madura secuencia lgica, sino tal como me vinieron. Y mi opinin se robusteci con un accidente fortuito: el hecho de que gracias a Ibsen empez a germinar la idea de que el suicidio era hermoso. Respecto de esto me encontr en una posicin hostil a todos los que se llamaban liberales y humanos. No es tan slo que el suicidio es pecado; es EL pecado. Es la maldad ltima y absoluta; es la negativa jurarle lealtad a la vida. El hombre que mata a un hombre, mata a un hombre. El hombre que se mata a si mismo, mata a todos los hombres. Por lo que a l concierne, borra a todo el resto del mundo. Y no existe ni la ms pequea criatura en el cosmos para la cual su muerte no sea una injuria.

Aproximadamente por la misma poca le que algn librepensador deca que el suicidio era igual al martirio. La manifiesta falacia de esto me ayud a clarificar la cuestin. Es obvio que el suicidio es lo opuesto del martirio. Un mrtir es una persona que se preocupa tanto por algo externo a l que se olvida de su propia vida personal. Un suicida es alguien que se preocupa tan poco por cualquier cosa externa a l que quiere ponerle fin a todo. Y despus record el raro hecho de que la cristiandad haya manifestado tener esta extraa crueldad para con el suicida, y a la vez haya manifestado un exaltado entusiasmo por el mrtir.

sta fue la primera de una larga serie de enigmas con los que el cristianismo entr en la discusin. Y junto con l apareci la peculiaridad de que la actitud cristiana para con el mrtir y el suicida no fue lo que tan frecuentemente afirman las morales modernas. El sentimiento cristiano estaba furiosamente a favor de uno y furiosamente en contra del otro: estas dos cosas, que parecan tan semejantes, estaban en los extremos opuestos del cielo y del infierno. Y despus record la acusacin que se le haca al cristianismo: estaba siendo acusado de ser, al mismo tiempo, demasiado optimista en cuanto al universo y demasiado pesimista en cuanto al mundo. Ante esa coincidencia, de repente me detuve.

En la controversia moderna ha surgido el hbito imbcil de decir que tal o cual credo puede ser sostenido en una poca pero no en otra. Lo que un hombre puede creer depende de su filosofa, no de su reloj. Por lo tanto, cuando tratamos cualquier respuesta histrica, la cuestin no es la de establecer si fue dada en nuestra poca sino si fue dada en respuesta a nuestra pregunta. Los cristianos tibios alegan ellos que lo admirable del Cristianismo est en haber sido el primero en predicar la moderacin, la intimidad, la sinceridad. Pero en realidad, lo ms noble del Cristianismo est en haber sido la primera predicacin del Cristianismo. Su peculiaridad consisti en ser peculiar, y la simpleza y la sinceridad no son peculiares sino ideales evidentes de toda la humanidad. El cristianismo fue la respuesta a un acertijo, no la ltima obviedad pronunciada despus de una larga conversacin.

Le una vez en un semanario que si al Cristianismo lo despojamos de la armadura de su dogma resultaba no ser nada ms que la doctrina cuquera de la Luz Interior. Ahora bien, yo dira ms bien que el cristianismo vino al mundo especialmente para destruir la doctrina de la Luz Interior: eso estara mucho ms cerca de la verdad. De todas las religiones horribles, la ms horrible de todas es la del culto al dios interior. Que Jones deba adorar al dios en su interior termina resultando en que Jones deber adorar a Jones. Dejen que Jones adore al sol o a la luna; dejen que Jones adore a los gatos o a los cocodrilos, pero no al dios interior. El cristianismo vino al mundo en primer lugar para afirmar violentamente que el ser humano no tena que mirar slo hacia su interior sino tambin hacia afuera, para percibir con asombro y con entusiasmo una compaa divina y a un capitn divino. Lo nico divertido en ser cristiano fue que el hombre ya no se quedaba a solas con la Luz Interior sino que, definitivamente, reconoca una luz externa, brillante como el sol, clara como la luna, terrible como un ejrcito con banderas.

De cualquier modo, sera mejor que Jones no adorase al sol ni a la luna. Porque si lo hace, habr una tendencia en l de imitarlos. La naturaleza tiene algunos aspectos que la experiencia y el pecado no tardan en descubrir. La nica objecin a la Religin Natural es que, de algn modo, siempre termina siendo antinatural. Por la maana un hombre ama a la Naturaleza por su inocencia y por su cordialidad; y por la noche, si todava la ama, lo har por su oscuridad y su crueldad. La naturaleza fsica no debe convertirse en objeto de obediencia; debe ser disfrutada, no adorada. Ante este dilema que se desarroll en el mundo antiguo y que no es ms que el mismo que el nuestro apareci de repente el cristianismo ofreciendo una respuesta singular. Fue la respuesta entonces y creo que sigue siendo la respuesta hoy. Esta, en suma, fue que separ a Dios del cosmos. Esa trascendencia y esa diferenciacin de la deidad, que algunos cristianos hoy quisieran quitar del cristianismo, fue realmente la nica razn por la que se quera ser cristiano. Fue lo ms esencial de la respuesta cristiana al triste pesimista y al optimista ms triste todava.

El principal principio filosfico del cristianismo fue que este divorcio en el divino acto de la creacin semejante al que separa al poeta del poema corresponda a la verdadera descripcin del acto mediante el cual la energa absoluta hizo al mundo. De acuerdo con la mayora de los filsofos, Dios, al hacer al mundo, lo esclaviz. De acuerdo con el cristianismo, al hacerlo, lo liber. Dios escribi, no tanto un poema sino ms bien una obra de teatro; una obra que plane perfecta pero que, necesariamente, qued encomendada a actores y a escengrafos humanos que, desde entonces, la han convertido en un gran desbarajuste. Dentro de este sistema se poda combatir a todas las fuerzas de la existencia sin desertar la bandera de la existencia.

Y despus vino una experiencia imposible de describir. Fue como si, desde mi nacimiento, hubiera estado chapuceando con dos enormes e inmanejables mquinas de diferentes formas y sin conexin aparente: el mundo y la tradicin cristiana. En la mquina del mundo descubr que es posible amar al mundo sin confiar en l. En la teologa cristiana encontr al fin este principio fundamental: Dios es un ente personal y ha creado un mundo distinto de su propia personalidad. As descubr que no me engaaba yo cuando senta que las rosas eran rojas por alguna suerte de eleccin: era la eleccin divina. Mi intuicin de que la felicidad penda del loco hilo de una condicin realmente tena sentido una vez que todo se haba dicho: tena el sentido de la doctrina de la Cada. Pero ms all de esto, lo ms importante era que eso inverta por entero la razn para el optimismo. Y, en el instante en que la inversin se produjo, la sensacin fue como la del repentino alivio que se siente cuando un hueso es vuelto a poner en su lugar. Me di cuenta de que todo el optimismo de la poca haba resultado falso y descorazonador porque constantemente estaba tratando de demostrar que encajamos en este mundo. El optimismo cristiano est basado sobre el hecho de que no encajamos en el mundo.VI. Las Paradojas del CristianismoLa ms abundante fuente de errores de este mundo est en que las cosas son casi casi razonables, sin llegar a serlo completamente. El mejor criterio para comprobar la existencia de la perspicacia o la inspiracin, es verificando si resultamos capaz de adivinar estas sorpresas ocultas. Y esto es lo que acontece con el Cristianismo. Acierta acerca de las cosas, pero tambin falla dnde las cosas tambin fallan. Es simple acerca de la verdad simple, pero se vuelve obstinado en relacin con la verdad sutil. Mi propsito en este captulo es mostrar que cuando sentimos que hay algo paradjico en la teologa cristiana, por lo general hallaremos que hay algo paradjico tambin en la verdad.

Resulta que mientras ms complicada sea la coincidencia, menos merece el nombre de coincidencia. Una vez que cree, el creyente est orgulloso de la complejidad de su credo. Es muy difcil para un hombre defender cualquier cosa de la que est completamente convencido. Toda conviccin profunda va acompaada de cierta desesperacin: es tan enorme la fe que el hacerla andar se toma mucho tiempo. En lo personal, hubo una poca en mi vida en la que todo lo que hasta ese momento haba escuchado sobre la teologa cristiana me alejaba de ella. Fui pagano a la edad de doce aos y un completo agnstico a los diecisis. Conserv, por cierto, una nebulosa reverencia por una deidad csmica y un gran inters histrico por el Fundador del cristianismo; pero lo consider conscientemente como un hombre. Le la literatura cientfica y escptica de mi tiempo, toda ella, y nunca le ni una lnea de apologtica cristiana. Sin embargo, fueron Huxley y Herbert Spencer quienes me trajeron de regreso a la ortodoxia teolgica. Fueron ellos quienes sembraron en mi mente las primeras tremendas dudas sobre la duda. Me encontr en un estado desesperante. Mientras lea y relea los comentarios no-cristianos o anticristianos sobre la fe, una leve y atroz impresin creci en mi mente: la de que el cristianismo tena que ser de lo ms extraordinario. Porque no era tan slo que el cristianismo adoleca de los ms flagrantes defectos sino que, aparentemente, tena el talento mstico de combinar defectos que parecan inconsistentes entre si.

He aqu un ejemplo. Me pareci que haba un argumento slido contra el cristianismo en la acusacin de que, en todo lo llamado cristiano, hay algo tmido y poco viril. Cuando lea esto lo crea. Pero volte la pgina de mi manual agnstico y mi cerebro qued dado vuelta. Ahora se me deca que tena que odiar al cristianismo, no porque haba peleado poco sino porque haba peleado demasiado. Haba empezado por enojarme con el cristiano porque nunca se enfureca. Y ahora me pedan que me enojase con l porque su furia haba sido la cosa ms enorme y horrible en la historia de la humanidad.

Y voy a exponer otro ejemplo, que implica una objecin positiva contra la fe cristiana: la que semejante religin no es ms que una de tantas religiones. El cristianismo podra decirse es una cosa confinada a cierta clase de gente. Me sent inclinado hacia la doctrina frecuentemente predicada en las Sociedades ticas: aquella que sostiene que existe una gran iglesia inconsciente de toda la humanidad fundada en la omnipresencia de la conciencia humana. Se afirmaba all que los credos dividan a los hombres pero al

menos la moral los una. El espritu pod a buscar en los pases ms remotos, y siempre seguira encontrando un esencial sentido comn tico. Estaba profundamente enojado con el cristianismo por sugerir (supona yo) que pocas e imperios enteros haban carecido por completo de esta luz de justicia y razn. Pero despus encontr algo sorprendente. Encontr que la misma gente que deca que la humanidad constitua una sola iglesia, desde Platn hasta Emerson, era la misma gente que deca que la moralidad ha cambiado por completo y que lo que estaba bien en una poca, estaba mal en la otra. En aqul momento llegu a la conclusin de que, si el cristianismo combinaba todos esos horrores amenazadores, esa cosa tena que ser muy rara y nica. Si exista realmente esta masa de locas contradicciones que lea y escuchaba, si este mal exista, tena que haber en l algo bastante supremo y nico. Por eso llegu a la conclusin de que deba suponer al Cristinaismo cado, no digamos del cielo, sino de los mismos infiernos. Realmente, si Jess de Nazaret no fue el Cristo, tendra que haber sido el

Anticristo.

Pero encontr de sbito en mi mente nuevas explicaciones. Vena suponiendo que el Cristianismo se trataba de un extrao sujeto. Pero pens que an es posible otra salida al problema: puede que se trate de un sujeto normal. Y con este supuesto revis todos los casos y encontr que, por ahora, la llave calzaba. El hecho que Swinburne estuviese irritado con los cristianos se poda explicar fcilmente. Las restricciones de los cristianos lo entristecan porque l era ms hedonista de lo que cualquier persona sana poda llegar a ser. La fe de los cristianos lo enfureca porque l era ms pesimista de lo que una persona sana puede llegar a ser. Sin embargo, pens que no poda ser del todo cierto que el cristianismo simplemente se hallase en el trmino medio. Haba en l realmente un elemento de nfasis que justificaba la crtica superficial de los secularistas. El cristianismo poda ser sabio, pero no era tan slo mundanamente sabio.

En este punto de mi especulacin, se abri la parte ms difcil e interesante del proceso mental, y comenc a rastrear esta idea a tientas a travs de todos los enormes pensamientos de nuestra teologa. La idea era aquella que haba bosquejado en lo referente al optimista y al pesimista: no queremos una amalgama o un compromiso, sino ambas cosas en toda su energa; amor y furia, ardientes ambos. Aqu slo rastrear sus relaciones con la tica: Todo hombre normal es capaz de entender que la normalidad es una manera de equilibrio. Por ms ideas vagas que digan los modernos, la gran obviedad del justo medio de Aristteles sigue siendo vlida para todos los hombres pensantes: todos tenemos que mantenernos en equilibrio. Pero lo verdaderamente

interesante est en la pregunta de cmo es posible hacerlo. se fue el problema que el paganismo trat de resolver, y se fue el problema que el cristianismo resolvi, y de una manera muy curiosa. El paganismo declar que la virtud resida en el equilibrio; el cristianismo declar que resida en el conflicto: en la colisin de dos pasiones aparentemente opuestas. Y me parece que esta duplicidad pasional es la solucin

cristiana de todos los problemas ticos. Una mezcla de dos cosas implica la disolucin de las dos cosas; ninguna est presente con la plenitud de su vigor. El orgullo moderado y apropiado no eleva el corazn como un toque de trompetas. A s mismo, la tmida modestia racional no limpia el alma con fuego hacindola clara como un cristal. No lo hace mirar hacia arriba para ver maravillas; porque Alicia tiene que hacerse pequea si es que quiere ser la Alicia del Pas de las Maravillas. De esta manera, la tmida modestia racional pierde tanto la poesa de ser orgullosa como la poesa de ser humilde. Lo que el cristianismo busc con sus raros mtodos fue rescatar

ambas poesas. Separ las dos ideas y las exager a ambas. En cierto sentido el Hombre sera ms arrogante que nunca antes; en otro sentido el hombre sera ms humilde que nunca antes. El cristianismo sostuvo as una idea de la dignidad del hombre que slo poda expresarse mediante coronas radiantes como el sol. Y sin embargo, al mismo tiempo, era capaz de contener una idea de la abyecta pequeez del hombre que slo poda ser expresada, mediante el ayuno y una fantstica sumisin. Tomen otro caso: la complicada cuestin que la caridad. La caridad es una paradoja, al igual que la modestia y el coraje. Expresada lisa y llanamente, la caridad significa una de dos cosas: o bien el perdn de lo imperdonable, o bien el amor a personas imposibles de amar. El cristianismo intervino en esto del mismo modo en que ya vimos. Sorprendentemente separ una cosa de la otra. Separ al crimen del criminal: al criminal debemos perdonarlo, al crimen no lo debemos perdonar en absoluto. De pronto haba espacio para que el enojo y el amor corriesen en libertad.

Es un paradoja cristiana lo de las pasiones paralelas. Admitido el dogma primitivo de la guerra entre el principio divino y el diablico, su optimismo y su pesimismo pueden, bajo forma de poesa, dejarse correr libremente a manera de cataratas. Ambas pasiones corren libremente, porque se las supo dejar en cause propio, y se les consinti chocar entre s con cierta artstica violencia. Como regla general, el Cristianismo a procurado mantener dos colores coexistentes, pero siempre puros. Puede el len echarse junto al cordero y, a pesar de ello, mantener su regia ferocidad? se es el problema que encar la Iglesia.

se es el milagro que realiz. Esto es lo que yo llamo adivinar las excentricidades ocultas de la vida. El gran logro de la tica cristiana fue este descubrimiento de un nuevo equilibrio. Es como una enorme e irregular roca romntica que, a pesar de oscilar al menor toque, poda quedar sobre su trono por miles de aos porque sus exageradas prominencias se equilibraban mutuamente. Esto nos explica el punto que tan inexplicable parece a todos los criterios de la historia cristina: las monstruosas guerras por pequeeces teolgicas. Fueron cuestiones por tan slo una pulgada; pero una pulgada lo es todo cuando uno est manteniendo el equilibrio. El ms pequeo error en la doctrina, poda causar un enorme dao a la felicidad humana.VII. La eterna revolucin

Qu significa eso de mejorar las cosas? Los intentos de la mayora de los modernos en expresar una respuesta a esto, son altamente nebulosos. Algunos recurren simplemente al reloj: hablan como si el mero paso del tiempo produjera alguna clase de superioridad; emplean displicentemente la frase aquella de que la moral humana nunca est al da. Otras ambiguas personas modernas se refugian en metforas materiales; de hecho, sta es la marca distintiva principal de las ambiguas personas modernas. Al no atreverse a definir su doctrina de lo bueno, utilizan giros idiomticos sin pizca de vergenza. Dicho sea de paso, sta es casi toda la debilidad de Nietzsche. Nadie negar que fue un pensador potico y sugestivo. Pero se dice que fue fuerte y audaz y, en realidad, fue todo lo contrario. Nunca present su pensamiento en palabras sencillas e ingeniosas, como s lo hicieron Aristteles, Calvino y hasta Carlos Marx, temerarios del pensamiento. Nietzsche siempre le escap a la pregunta con una metfora como un alegre poeta menor.

Tambin estn los que recurren a la pura aceptacin y a quedarse sentados. La naturaleza ya har algo algn da. Nadie sabe qu y nadie sabe cundo. No tenemos ninguna razn para actuar y tampoco para no actuar.

Por ltimo, hay una cuarta clase de personas que toman cualquier cosa que se les ocurre desear y afirman que se es el fin ltimo de la evolucin. Y stas son las nicas personas sensatas. La nica forma sana de proceder con la palabra evolucin es trabajando por el objetivo que se quiere conquistas y llamar a eso evolucin. La nica forma en que el progreso puede tener un sentido inteligible es teniendo una visin definida y tratando de hacer que el mundo sea como esa visin. Ya habamos dicho que para transformar este mundo hay que estar enamorados de l. Ahora tenemos que agregar que tambin tenemos que encariarnos con otro mundo real o imaginario a fin de tener algo hacia dnde cambiar.

En lo personal, prefiero utilizar la palabra reforma, en vez de evolucin o progreso. Porque reforma implica forma. Implica que estamos tratando de darle forma al mundo segn una imagen particular; de convertirlo en algo que ya estamos viendo mentalmente.La reforma es una metfora para hombres razonables y decididos.

Cmo hay que hacer para que una institucin se conserve ilesa? Dejad que los credos se desvanezcan; porque mientras ms confusa sea la vida de la mente, tanto ms a solas quedar la maquinaria de la materia. En trminos generales podemos decir que el librepensamiento es la mejor de todas las salvaguardas contra la libertad. Ensenle a un esclavo a preocuparse por si desea ser libre y ya no se liberar. El hombre que vemos todos los das el trabajador de la fbrica del seor Gradgrind est demasiado preocupado mentalmente como para creer en la libertad. A l se lo mantiene quieto con literatura revolucionaria. Del choque de todas las filosofas una sola cosa se salva: la fbrica. Los jvenes, si siempre cambian su propsito, si ningn ideal dura lo bastante, nunca tendrn tiempo de transformar su medio. Por eso, lo primero que le pedimos al ideal que ha de gobernar nuestro progreso, es la fijeza. Y no slo para gobernar, tambin para sublevarse hacen falta leyes estrictas: un ideal fijo es condicin para toda clase de revoluciones.

Ni bien termin de escribir lo que antecede, me preci escuchar: Mi ideal, por fin, est establecido; puesto que fue establecido antes de la fundacin del mundo. Mi visin de la perfeccin es garantizadamente inalterable, porque se llama Edn. Para el ortodoxo siempre puede haber una revolucin, porque una revolucin es una restauracin. El hombre ha tenido concubinas desde que las vacas han tenido cuernos: y an as no son parte de l si son pecaminosas. Alzo mi leyenda prehistrica para desafiar toda tu historia. Tu visin no es meramente un juego: es un hecho. Hice una pausa para tomar nota de esta nueva coincidencia del cristianismo, pero segu adelante.Y llegu con esto a la conclusin de que si se admite que hay un progreso natural, semejante progreso tendr que ser muy elemental y sencillo. Porque es posible que la naturaleza se vuelva azul de por s, mediante un proceso impersonal. Pero lo que no es posible es que la naturaleza est pintando un cuadro con acabados matices y exquisitos colores, a menos que en la naturaleza haya un ente personal.

Volvamos a nuestro tema; conviene que insistamos: si en la Naturaleza existe una mera tendencia hacia la mejora impersonal, presumiblemente debera ser una tendencia simple hacia algn xito simple. La proporcin no puede ser una tendencia. O bien es algo accidental, o bien es un diseo. Yo creo que todo el secreto est en que se debe ser lo suficientemente humilde como para asombrarse y lo suficientemente soberbio como para desafiar. De modo que nuestra actitud para con el gigante del mundo tiene que ser una proporcin particular, una proporcin exactamente correcta. Para ser bueno o feliz no basta combinar algunas cualidades. La felicidad perfecta de los hombres sobre la tierra no ser algo chato y slido como la satisfaccin de los animales. Ser un equilibrio exacto e inestable.Esta es la segunda condicin que exigimos para el ideal de progreso. Primero, ha de ser fijo; segundo, ha de ser complejo, de tal manera que slo puede ser fruto de un mente personal. Slo una mente lograra adecuar las proporciones de ese compuesto en que consiste la felicidad. Pero hay una tercera cuestin que, ha mi parecer, es indispensable para alcanzar la Utopa, el progreso: y es que an en la Utopa conviene vivir alerta, a riesgo de que caigamos de ella como camos del Edn. Se dice que una de las razones para ser progresista es que las cosas tienden a mejorar naturalmente. Pero la nica razn real para ser progresista es que las cosas tienden naturalmente a empeorar. No slo la corrupcin de las cosas es el mejor argumento para ser progresista; tambin es el nico argumento contra ser conservador. Si realmente quieren mantener algo blanco, cada tanto tendrn que pintarlo de nuevo; esto es: constantemente tendrn que tener una revolucin.

Al llegar a este punto sent que, por fin, estaba de parte del revolucionario. Pero tambin me percat de que estaba de parte del ortodoxo. Y o otra vez la voz de Cristianismo: Siempre sostuve que los seres humanos son, por naturaleza, reincidentes; caen en el mal, especialmente los seres humanos felices. A esta eterna revolucin, a esta desconfianza mantenida por siglos, vosotros la llamis la doctrina del progreso. Si fuerais filsofos la llamarais, como la llamo yo: la doctrina del pecado original.

Realmente cuando me detuve a pensar en ello el cristianismo resultaba ser lo nico que nos quedaba con derecho real a cuestionar el poder de los bien educados. Me divierte terriblemente observar la manera en que los ms serios socialistas estn diligentemente poniendo los cimientos para la aristocracia, explayndose inspidamente sobre la evidente incapacidad de los pobres para gobernar. El argumento comn es bastante obvio: la clase acomodada debera ser nuestra vanguardia en Utopa.

Creo que slo la Iglesia cristiana puede ofrecer una objecin racional a la confianza absoluta en los ricos. Porque, como mnimo, las palabras de Cristo es ms fcil que pase un camello por el ojo de una cerradura, a que un rico entre en el Reino de los Cielos, significan que no es demasiado probable que un rico sea moralmente confiable. El cristianismo, an entibiado, es lo suficientemente ardiente como para hacer hervir a toda la sociedad moderna hasta disolverla. Porque todo el mundo moderno est absolutamente basado sobre el supuesto, no de que los ricos son necesarios (lo cual sera sostenible), sino que son confiables, lo cual, para un cristiano, no es sostenible.

Hay una buena cantidad de produccin periodstica publicada al efecto de demostrar que el cristianismo est emparentado con la democracia. Pero en realidad, el verdadero nivel en el cual el cristianismo y la democracia coinciden se encuentra a mucha mayor profundidad de lo que se cree. Si nuestra fe ha de hacer algn comentario en absoluto sobre el gobierno, su comentario debe ser que debe gobernar la persona que no piensa que puede gobernar.

Una de las cien refutaciones posibles a la superficial y perversa interpretacin moderna del concepto de fuerza en la fuerza perfecta hay una especie de ligereza, algo etreo que puede mantenerse en el aire. Pero en cambio, los reyes, en su pesado oro y los orgullosos en sus mantos de prpura se hundirn hacia abajo por su propia naturaleza, porque el orgullo no puede alcanzar la levedad o la levitacin. El orgullo es arrastre descendente hacia una fcil solemnidad. Hay una especie de seriedad egosta en la que uno se puede establecer o caer; pero hay un alegre altruismo al que hay que alcanzar o ascender. La seriedad no es una virtud. Sera una hereja, pero una hereja mucho ms sensata, decir que la seriedad es un vicio. Es que la solemnidad nos viene naturalmente, pero la risa es un salto acrobtico. En lo que a m respecta nunca pude admitir una utopa que no me dejase la libertad que yo ms estimo: la de obligarme. La anarqua completa no slo impide toda disciplina o fidelidad, sino que imposibilita todo capricho. No valdra la pena comprometerse en una apuesta, si la apuesta no importase una obligacin. Y, en ltimo trmino, pedira que se me haga cumplir el contrato, que se tomen en serio mis juramentos y mis compromisos. VIII El Romance de la OrtodoxiaUna confusin carente de sentido ha surgido en conexin con la palabra liberal. Con frecuencia se insina que todos los liberales deben ser librepensadores porque tienen que amar todas las cosas libres. La cosa es un mero accidente lingstico. La palabra designa a una persona que, habiendo pensado por si

mismo, ha llegado a una clase especial de conclusiones: el origen material de los fenmenos. Y esta idea no es liberal; ms an: es tipicamente antiliberal. Por eso, en las breves pginas que siguen, me propongo sealar el hecho de que cada una de las cuestiones sobre las que tanto insisten los liberalizadores de la teologa, si fuesen aplicadas a la prctica social, tendra un efecto definitivamente antiliberal.

Examinemos las principales innovaciones de la nueva teologa de la iglesia modernista. Tomar primero el ejemplo ms obvio: el caso de los milagros. Por alguna extraordinaria razn existe la nocin fija de que es ms liberal descreer de los milagros que creer en ellos. Y esto no es porque los milagros, segn nuestra experiencia, no pueden ser credos. No es porque no ocurren milagros. Esta nocin de la libertad de negar los milagros no tiene nada que ver con las pruebas que existen a favor o en contra de ellos; es tan solo un residuo caduco, no de la teora del libre pensamiento, sino del dogma materialista.

Ahora bien: hasta donde cabe relacionar la idea de libertad con esta disputa de los milagros, es evidente que dicha idea ms bien sirve para defenderlos. El progreso, en el nico sentido tolerable de esta palabra, consiste en el gobierno de la materia por la mente; y el milagro no es ms que el sbito control de la materia por la mente. La Iglesia Catlica crey que tanto el hombre como Dios tenan una suerte de libertad espiritual. El calvinismo le quit esa libertad al hombre pero se la dej a Dios. El materialismo cientfico maniata al Creador mismo, encadena a Dios. Y todos los que contribuyen a este proceso se llaman telogos liberales.

El segundo ejemplo puede encontrarse en la cuestin del pantesmo, que muchas veces resulta ser budismo. La opinin del liberalismo barato dice que las religiones difieren en ritos y en formas, pero son iguales en lo que ensean. Y eso es falso; incluso opuesto a los hechos. Las religiones no difieren demasiado en los ritos y en las formas; difieren mucho en lo que ensean. Precisamente la dificultad de

los credos consiste en que no sin iguales. Casi todas las grandes religiones operan segn los mismos mtodos externos: sacerdotes, escrituras, altares. Todas convienen en los mtodos de enseanza, pero difieren en la enseanza misma.

Hace poco la seora Besant anunci que en el mundo haba una sola religin; que todos los credos eran tan slo perversiones de la misma. Es la doctrina de que, en realidad, todos somos una sola persona; que no hay paredes de individualidad reales entre un hombre y el otro. No se nos invita a amar al prjimo, sino a confundirnos con l. Pero yo no quiero amar a mi prjimo porque mi prjimo sea yo mismo, sino precisamente porque no es yo. Si hay verdaderas individualidades en el mundo, tienen que ser individualidades no egostas. Es justamente aqu dnde el budismo est del lado del pantesmo moderno y de la inmanencia. Y justamente aqu es dnde el cristianismo est del lado de la humanidad, la libertad y el amor. El amor desea personalidad; por consiguiente, desea divisin. Hay un abismo intelectual que divide al Budismo del Cristianismo: para el budista la personalidad significa la cada del hombre; mientras que para el cristiano significa el propsito de Dios, el ncleo esencial de toda su idea csmica.

Para el Cristianismo ortodoxo, esta separacin entre Dios y el hombre es sagrada porque es eterna. Para que un hombre pueda amar a Dios es necesario, no slo que exista un Dios a ser amado, sino tambin un hombre que lo ame.

Otra vez, por lo tanto, nos encontramos con que, en la medida en que buscamos la democracia, tenemos mucha mayor probabilidad de hallarla en la antigua teologa que en la nueva. Si queremos una revolucin, tenemos que adherir a la ortodoxia. Insistiendo en que Dios est dentro del hombre, un hombre siempre se queda dentro de si mismo. Al insistir en que Dios est fuera del hombre, el hombre se ha trascendido a si mismo.

Estaremos en el mismo caso si tomamos cualquier otra doctrina que hoy se considera anticuada. Lo mismo sucede, por ejemplo, con la profunda cuestin de la Trinidad. No hay nada de liberal en lo ms mnimo, ni nada emparentado con una reforma, en la propuesta del monotesmo puro. El dios que se limita a ser simplemente una terrible unidad no es tan slo un rey, sino un rey oriental. Es que la religin occidental siempre ha sentido agudamente la idea de que no es bueno que el hombre est solo. Si este amor por una complejidad viviente ha de ser nuestro punto de referencia, pues entonces es mucho ms sano tener una religin trinitaria que otra unitaria. Lo mismo sucede en relacin con esa difcil cuestin del peligro en que se encuentra el alma. La esperanza es imperativa para todas las almas, y es bastante sostenible que su salvacin es inevitable. Pero que sea sostenible no quiere decir que sea favorable a la actividad o al progreso.

Para la moral cristiana, es perverso decir que un hombre est condenado. Pero es estrictamente religioso y filosfico decir que es condenable. Todo el cristianismo est enfocado sobre el hombre parado en la encrucijada. Una persona, tomar este camino o el otro?. sta es la nica cuestin en la que hay que pensar. Pensar acerca de eras geolgicas es bastante fcil; cualquiera puede especular con ellas. Lo realmente terrible es el instante. Nuestra literatura se ha dedicado tanto a la lucha y nuestra teologa se ha ocupado tanto del infierno porque nuestra religin ha sentido intensamente el instante. Si una historia es apasionante, lo es porque tiene un elemento volitivo muy fuerte. Y si la cristiandad se ha destacado en la narrativa novelesca, es precisamente porque ha insistido sobre el libre albedro teolgico: este constituye la mejor objecin al torrente de charlatanera moderna que quiere tratar los crmenes como otras tantas enfermedades. Si lo que deseamos es hacer andar bien el mundo, no ocultemos que anda mal, insistamos en ello.

Este ultimo principio conserva su eficacia si se le aplica a los modernos intentos de explicar la divinidad del Cristo. Si aceptamos que haya tal divinidad, convengamos en que es una divinidad terriblemente revolucionaria. Que un hombre bueno puede quedar con la espalda contra la pared no es ms que algo que ya sabemos; pero que Dios pueda quedar con la espalda contra la pared es un alarde para todos los revolucionarios de aqu a la eternidad. En la terrible historia de la Pasin, el autor de todas las cosas no slo sufri la agona, sino tambin la duda. Est escrito que No tentars al Seor, tu Dios. No; pero el Seor, tu Dios, puede tentarse a Si mismo; y parecera ser que fue esto lo que sucedi en Getseman. Y ahora dejemos que los revolucionarios elijan un credo de todos los credos y un dios de todos los dioses. No hallarn a otro dios que tambin se haya rebelado.

Estas podran ser las cuestiones esenciales de la antigua ortodoxia, cuyo mrito principal es que constituye la fuente natural de toda revolucin y reforma; y cuyo principal defecto es que constituye obviamente tan slo una afirmacin abstracta. Su principal ventaja consiste en ser la ms inquieta y viril de las teologas. Su principal desventaja est, simplemente, en que es una teologa.

Siempre se la podr acusar de que, por su naturaleza, es arbitraria y est en el aire. Pero no est a tanta altura como para que grandes arqueros no se pasen toda una vida tirndole flechas. IX La autoridad y el aventurero

Hasta aqu el argumento de que la ortodoxia no es tan slo la nica guardiana segura de la moralidad y el orden como se afirma con frecuencia sino que tambin es la guardiana lgica de la libertad, la innovacin y el avance. Y as llegamos a la cuestin crucial que realmente cierra a todo el asunto. Un agnstico razonable, si por casualidad ha estado de acuerdo conmigo hasta aqu,

y ha visto claramente el ncleo de sentido comn en la mdula de la ortodoxia cristiana, puede volverse y decime: Por qu no tomar el ncleo y dejar la mdula? Por qu no puede usted tomar lo que es bueno en el cristianismo, lo que se puede comprender, y no abandona todo el resto, todos los dogmas absolutos que por su propia naturaleza resultan incomprensibles?

La primera respuesta sera decir simplemente que soy un racionalista. En trminos puramente intelectuales, creo en el cristianismo por la misma razn por la que un agnstico inteligente descree del cristianismo: basndome en la evidencia. Pero la evidencia, tanto en mi caso como en el del agnstico inteligente, no est realmente en sta o en aquella supuesta demostracin; est en la enorme acumulacin de pequeos pero unvocos detalles. Pero en lo que a m respecta, cuando considero las teoras anti-cristianas, todas me parecen falsas. Aqu van unos ejemplos.

Ms de un hombre moderno, sensato, debe haber abandonado el cristianismo bajo la presin de tres convicciones convergentes como por ejemplo las siguientes: primero, que los seres humanos, despus de todo, son muy parecidos a los animales y constituyen tan slo una variedad del reino animal. Segundo, que la religin primigenia surgi por miedo e ignorancia. Y tercero, que los sacerdotes han devastado a las sociedades con amarguras y oscurantismos. Tres argumentos diferentes entre s, todos lgicos y legtimos. Lo nico que se les puede objetar es que los tres son falsos. Si dejamos de mirar los libros escritos acerca del hombre y los animales, si empezamos a observar a los animales y a los hombres, podremos ver que lo sorprendente en el hombre y el animal, no es lo similares que parecen sino lo diferentes que son. Esa diferencia es la que justamente necesita explicacin. Que el hombre y el animal son similares es, en cierto sentido, una obviedad. Pero que, siendo similares, sean tan increblemente diferentes, eso es lo asombroso y lo enigmtico. Esta primera razn del materialismo es un motivo para lo opuesto. Exactamente all dnde termina la biologa es que comienza toda religin.

Pasara lo mismo si examinara el segundo de los tres argumentos racionalistas; el argumento segn el cual todo lo que llamamos divino comenz con algn oscurantismo y en el terror. Cuando intent examinar los fundamentos de esta idea moderna, simplemente encontr que no haba ninguno. La ciencia no sabe nada en absoluto del hombre prehistrico por la excelente razn de que es prehistrico. Y sera lo mismo si tomramos el tercer ejemplo al azar, el de la opinin que los sacerdotes oscurecen y amargan al mundo. Miro al mundo y simplemente descubro que no lo hacen. Aquellos pases de Europa que todava estn influenciados por sacerdotes son exactamente los pases dnde todava se canta y se baila. La doctrina y la disciplina catlicas pueden ser paredes; pero son paredes de un campo de juegos. El cristianismo es el nico marco que ha preservado el placer del paganismo.

De este modo, estos tres hechos concretos hechos que hacen a un agnstico resultan totalmente invertidos desde este punto de vista. En todo caso, hay una explicacin que satisface a las tres cuestiones: la teora de que dos veces el orden natural fue interrumpido por alguna explosin o revelacin. La primera vez, el Cielo vino a la tierra con un sello llamado la imagen de Dios mediante la cual el hombre tom el comando de la Naturaleza; y la siguiente vez el Cielo vino a salvar a la humanidad en la tremenda figura de un hombre. Esto explicara por qu la enorme mayora de los hombres siempre miran hacia el pasado; y por qu el nico rincn en dnde tiene sentido mirar hacia adelante es en el pequeo continente en dnde Cristo tiene Su Iglesia.

He ofrecido una trada. Por si eso parece una base demasiado estrecha, puedo ofrecer en el acto otra ms. Est esa clase de pensamientos que, en combinacin, dan la impresin de que el cristianismo es una cosa dbil y enfermiza. Por ejemplo: que Jess era una criatura angelical; que el Cristianismo naci y se desarroll en pocas de oscuridad e ignorancia, y que la Iglesia quiere volvernos a ella; que la gente muy religiosa es dbil, poco prctica, y siempre atrasada. Cuando las analic en forma independiente, hall, no que las conclusiones no eran filosficas, sino simplemente que los hechos no eran hechos. Fui y le el Nuevo Testamento, y al que encontr all no fue en lo ms mnimo una persona peinada con la raya al medio, sino a un ser extraordinario con labios de trueno y acciones de recia decisin. Las descripciones utilizadas acerca de Cristo han sido y quizs sabiamente dulces y sumisas. Pero las descripciones utilizadas por Cristo son bastante curiosamente gigantescas; estn llenas de camellos que pasan por ojos de agujas y montaas lanzadas al mar. Moralmente es igual de terrible; se llam a si mismo una espada exterminadora y le dijo a las personas que adquirieran espadas aunque para ello tuviesen que vender sus tnicas.

Sigo en orden y tomo el segundo ejemplo: la idea de que el cristianismo pertenece a la Edad Oscura. Me puse a leer un poco de historia, y all encontr que el cristianismo, lejos de pertenecer a la Edad Oscura, fue el nico camino a travs de la Edad Oscura que no estaba a oscuras. Si alguien, quienquiera sea, dice que la fe surgi de la ignorancia y la barbarie, la respuesta es simple: no surgi as. Surgi en la civilizacin del Mediterrneo en el pleno verano del Imperio Romano. Cmo podemos decir que la Iglesia desea retrotraernos a las Eras Oscuras? La Iglesia fue lo nico que consigui sacarnos de ellas.

A esta segunda trinidad de objeciones le he agregado un tercer ejemplo cualquiera, tomado de personas que tienen ciertas opiniones respecto de los irlandeses: un caso particular de esas afirmaciones de hechos que resultan ser falsos. Constantemente se nos dice de los irlandeses que no son prcticos. Pero, si por un momento nos abstenemos de considerar lo que se dice de ellos y consideramos lo que se hace respecto de ellos, lo que veremos es que los irlandeses no slo son prcticos sino bastante embarazosamente exitosos. Analizando este y muchos casos, llegu a la misma conclusin: el escptico estaba bastante en lo cierto en eso de seguir a los hechos; slo que no haba considerado a los hechos. El escptico es demasiado crdulo; cree en los diarios y hasta en las enciclopedias.

El escptico promedio quera saber cmo explicaba yo la nota pusilnime en los Evangelios, la conexin del credo con el oscurantismo medieval, y la poca habilidad poltica de los cristianos celtas. Pero lo que termin preguntando, y hacindolo con una seriedad equivalente a urgencia, fue: Qu es esta incomparable energa que puede morir con una civilizacin moribunda y sin embargo la obliga a resucitar de entre los muertos; esta energa que en ltima instancia puede inflamar a un campesinado en bancarrota con una fe tan inquebrantable en la justicia que termina obteniendo lo que pide mientras otros se van con las manos vacas? Hay una respuesta. La respuesta consiste en decir que esta energa proviene realmente de fuera del mundo. Difcilmente sea una exageracin decir que, en el cristianismo histrico, hay una especie de vida sobrenatural. Porque nuestra civilizacin debi haber muerto, de acuerdo con toda probabilidad sociolgica, en el Ragnark del fin de Roma. Justo en el momento en que Europa estuvo a punto de unirse a Babilonia, algo entr en su cuerpo. Y desde entonces, Europa ha tenido una vida extraa, anda a los sobresaltos.

Me he extendido en tradas de dudas como las mencionadas a fin de poder transmitir mi argumento principal: que mi caso a favor del cristianismo es racional; pero no es simple. Constituye una acumulacin de hechos variados, que apuntan hacia el mismo lado. Pero entre ellos, hay una cuestin lo suficientemente slida y separada como para ser tratada en forma breve, pero por si misma. Me refiero a la ocurrencia objetiva de lo sobrenatural. Cualquiera que lo desee puede, por lo tanto, decir que mi creencia en Dios es meramente mstica. Pero mi creencia en que han sucedido milagros en la historia humana no es una creencia mstica en absoluto; creo en ellos basndome sobre evidencias humanas. Quienes no creen en milagros los niegan (en forma acertada o equivocada) porque tienen una doctrina en contra de ellos. La actitud abierta, obvia y democrtica es creerle a una anciana vendedora de manzanas cuando brinda testimonio de un milagro, de la misma manera en que le creemos a una anciana vendedora de manzanas cuando brinda testimonio sobre un homicidio. El que los rechaza, su actitud puede significar slo una de dos cosas. Rechaza la historia que se le cuenta porque: o bien porque desmerece a quien la cuenta; o bien porque desmerece la historia. Somos nosotros, los cristianos, los que aceptamos toda evidencia concreta. Son ustedes los racionalistas los que rechazan la evidencia concreta, vindose obligados a hacerlo por el credo que sostienen.

Existe otro argumento que el descredo podra utilizar racionalmente en contra de los milagros: podra decir que en muchas historias milagrosas existi una suerte de preparacin espiritual y aceptacin previa. Es posible que as sea, pero, si es as cmo podramos verificarlo? Si la fe es una de las condiciones, a quienes no tienen fe les corresponde el ms saludable de los derechos a rerse. Pero no tienen derecho a juzgar. Es tan contrario a la ciencia como contrario a la filosofa sorprenderse de que, en una atmsfera hostil, ciertas simpatas extraordinarias no se producen. Es como si dijera que no puedo establecer si haba neblina porque el aire no estaba lo suficientemente claro para verla. Como deduccin de sentido comn, yo concluyo que los milagros ocurren. Estoy forzado a hacerlo por toda una conspiracin de hechos: por el hecho de que las personas que encuentran elfos o ngeles no son los msticos ni los soadores enfermizos sino los pescadores, los campesinos, y todas las personas que son, a la vez, rsticas y cautas; por el hecho de que todos conocemos personas que brindan testimonio sobre incidentes espirituales sin ser espiritualistas.

Ya he dicho lo suficiente para mostrar que, en la arena comn de la apologtica, tengo una base para creer. En los testimonios experimentales puros si se toman democrticamente y sin desprecio hay evidencia de que, primero, los milagros ocurren y, segundo, de que los milagros ms nobles pertenecen a nuestra tradicin. Pero no pretender que esta corta discusin sea mi real razn para aceptar todo el cristianismo. Tengo otro motivo ms slido y central de aceptarlo: es que la Iglesia Cristiana, en su relacin prctica con mi alma, es una maestra viviente y no una maestra muerta. No slo y por cierto me ense ayer sino que, casi seguramente, me ensear maana. La persona que vive en contacto con lo que cree que es una Iglesia viviente es una persona siempre est esperando ver alguna verdad que no ha visto nunca antes. Hay solamente un ejemplo paralelo con esta condicin. Cuando una madre le dijo a su hijo que las abejas picaban y que el perfume de las rosas es dulce, l no consider tomar slo lo mejor de su filosofa. Ni siquiera puso en duda lo que deca. Le crey a su madre porque pudo comprobar que era una fuente viviente de hechos concretos, alguien que realmente saba ms que usted. Recuerdo claramente el hecho psicolgico concreto de que, la vez que estuve ms lleno de entusiasmo y de aventura, fue justamente cuando ms estuve bajo la autoridad de una mujer. Exactamente porque las hormigas picaban cuando mi madre me dijo que picaran, porque la nieve vena en invierno, tal como ella me lo haba dicho. Justamente por eso, todo el mundo fue para m un pas de hadas con cosas maravillosas que se cumplan.

As, desde que acept al cristianismo como una madre y no simplemente como un ejemplo al azar, volv a encontrar a Europa y al mundo ms similar al maravilloso mundo de hadas; otra vez puedo considerarlo todo con la ignorancia y la expectativa de los duendes. sta es, por lo tanto, mi conclusin; mi razn para aceptar la religin y no tan slo las verdades desperdigadas y seculares tomadas de la religin. Lo hago porque la religin no me ha dicho meramente sta o aquella verdad sino que ha demostrado ser una instancia que dice verdades. Todas las dems filosofas dicen cosas que evidentemente parecen verdades; slo esta filosofa ha dicho una y otra vez lo que no parece ser cierto pero que, sin embargo, lo es. Es el nico credo que convence an sin ser atractivo; y resulta estar en lo cierto, como mi madre en el jardn.

Con todo, este universo cristiano ms extenso y fabuloso tiene una caracterstica final que resulta difcil expresar. No obstante, como conclusin de todo el tema, intentar expresarlo. En realidad, la principal paradoja del cristianismo es que la condicin habitual del hombre no es su condicin cuerda o sensata; que lo normal es, en si mismo, una anomala. sa es la filosofa ntima de la Cada. Qu es el hombre?... Sabe Dios!. Y qu significa la Cada? Podramos responder con completa sinceridad: Significa que sea yo lo que sea, no soy yo mismo. Esta es la principal paradoja de nuestra religin; algo que nunca hemos conocido en un sentido completo, no slo es mejor que nosotros mismos sino que hasta nos es ms natural que nosotros mismos. Y realmente no hay prueba de esto, excepto la meramente experimental.

He conocido la emancipacin mental slo desde que conoc la ortodoxia. Y, en conclusin, tiene una aplicacin especial a la idea ltima de la alegra. Se dice que el paganismo es una religin alegre y el cristianismo una religin triste. En realidad, todo lo humano tiene que tener tanto la alegra como la tristeza; lo nico que interesa es la forma en que las dos cosas se equilibran. Y lo realmente interesante es que el pagano fue tanto ms alegre mientras ms se aproximaba a la tierra, pero cada vez ms triste mientras ms se aproximaba a los cielos. Cuando el pagano considera al ncleo mismo del cosmos, se queda fro. Es profundamente cierto que el mundo antiguo fue ms moderno que el cristiano. El nexo en comn es que tanto los antiguos como los modernos se han sentido mal en relacin con la existencia, en relacin con el todo, mientras que los medievales eran felices al menos en su relacin con ese todo. Concedo de buena gana que los paganos, al igual que los modernos, slo se sentan mal respecto del todo y eran bastante divertidos en su relacin con todo lo dems. Y concedo que los cristianos de la Edad Media estaban en paz con el todo y en guerra con todo lo dems. Pero si la cuestin gira alrededor del principal pivote del cosmos, pues entonces haba mayor dicha en las sangrientas calles de Florencia que en el teatro de Atenas.

La masa de los seres humanos ha sido forzada a ser feliz con las pequeas cosas pero triste con las grandes. Sin embargo y presento mi ltimo dogma en tono de desafo no es propio del hombre ser as. El ser humano es ms autntico, es ms humano, cuando la alegra es lo fundamental en l y la tristeza tan slo lo superficial. La melancola debera ser tan slo un interludio inocente; el elogio, la alabanza, debera ser la pulsacin permanente del alma. La alegra debera ser expansiva; pero, para el agnstico, tiene que contraerse y aferrarse a un rincn del mundo. La tristeza debera ser concentrada; pero, para el agnstico, su desolacin se extiende a travs de una eternidad inimaginable. Esto es lo que yo llamo haber nacido al revs. Del escptico realmente se puede decir que se encuentra cabeza abajo ya que sus pies estn bailando un xtasis intil en el aire mientras su cerebro se encuentra en el abismo. El cristianismo satisface de pronto y perfectamente el ancestral anhelo del hombre de estar parado como corresponde; y lo satisface en forma suprema haciendo que, mediante su credo, la alegra se convierta en algo gigantescamente grande mientras la tristeza se hace algo especial y pequeo.

La alegra, que fue la pequea publicidad del pagano, es el gigantesco secreto del cristiano. Y, al cerrar este catico libro, vuelvo a abrir ese extrao pequeo libro del cual provino todo el cristianismo. La tremenda figura que llena el Evangelio supera en cualquier aspecto, a todos los pensadores por ms grandes que hayan sido. Su tristeza fue natural, casi casual. l nunca ocult sus lgrimas. Las mostr claramente en Su rostro descubierto, y visibles a plena luz del da. Y sin embargo, ocult algo. Los superhombres solemnes y los diplomticos imperiales se enorgullecen de contener la ira. l nunca contuvo la Suya. Arroj muebles por las escalinatas de entrada al templo y pregunt a las personas cmo esperaban escapar a la condena del infierno. Y, sin embargo, se contuvo en algo. Lo digo con reverencia: hubo en esa devastadora personalidad una tendencia que tiene que ser llamada timidez. Hubo algo que cubri constantemente con repentino silencio o impetuoso aislamiento. Hubo algo que fue demasiado grande como para que Dios nos lo mostrara cuando camin sobre la tierra; y a veces me he imaginado que se algo fue su alegra.Fin.PAGE 21