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Todo lo que soñaste en una sola publicación. "El periodismo que queremos para el Racing que soñamos"

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“Un sueño”. Esa fue seguramente la respuesta de mi-llones y millones de almas a la inabarcable pregunta de cómo se siente uno cuando alcanza un estado parecido a la felicidad. Quizá los sueños sean esa felicidad que nos nubla los ojos para que realmente no podamos tomar di-mensión de lo que estamos viviendo, o quizá sea demasia-da pretensión ponerle un nombre a los sentimientos de los segundos posteriores a gritar campeón y describirlo como tal sea la manera más simple. Al día siguiente, esas millones y millones de almas alrededor de todo el mundo, seguramente despertaron con la sonrisa más grande que cualquiera podría imagi-nar, y revivieron para sus adentros lo que fue la conquista de las estrellas la noche anterior: La número 17 en el fir-mamento de la historia de Racing Club a nivel local. Al-guno más osado o más valiente, se enfrentó mano a mano con la pasión y escribió un cuento. Un cuento en el que el reloj no avanza, donde no existe el tiempo y todo lo que el ser humano hincha de Racing quiere es perdurar ese instante. Un cuento don-de tampoco exista la muerte y todo sea vida. Donde el abuelo, padre o tío que nos transmitió esta pasión y ya no está, pueda fundirse en un abrazo y festejar ese campeo-nato esquivo. Donde la memoria sea eterna y atesore ese momento con un hermano, un hijo o un amigo. Un cuento donde los Príncipes sean Reyes y los viejos fantasmas no se atrevan a acercarse a nuestros corazones. Escribimos un cuento donde somos, por fin, protago-nistas. Y lo publicamos para perpetuarlo en la eternidad como ese libro que resiste el paso del tiempo. Porque así lo vivimos y así lo contamos, como un sueño o como un cuento de fútbol que escribimos mientras soñábamos dar la vuelta olímpica en Avellaneda.

Staff de Paladar Académico

Directores propietarios:Leandro Marinovich-Cristhian Flores. Redacción:Anabel Villar-Lautaro Negri-Brian Aizenberg-Ramiro Cué Barberena. Diseño:Marcos Barragán-Leandro Marinovich

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Directores propietarios:Leandro Marinovich-Cristhian Flores. Redacción:Anabel Villar-Lautaro Negri-Brian Aizenberg-Ramiro Cué Barberena. Diseño:Marcos Barragán-Leandro Marinovich

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No todo gran artista ni todo genio nace y muere siendo gran artista y siendo genio. Probablemente, todos vivieron sus primeros y no tan primeros años siendo simples mundanos hasta que se descubrieron en esa condición que los elevó más o menos efímeramente al recuerdo eterno de sus obras. Posible-mente Cortázar escribió mucho y abolló, producto de la frustración, otros tantos borradores antes de ser Cortázar; imaginó y olvidó muchos capítulos antes de Rayuela o de las aventuras de sus Cronopios y sus Famas. Casi con seguridad, Miguel Ángel talló y rompió para volver a tallar y volver a romper mil piedras antes de regalarle el David a la posteridad. Ni Cortázar ni Miguel Ángel se conocieron entre sí, ni se conocieron a sí mismos hasta ese instante en que descubrieron su genialidad. El lateral derecho pasó sin suerte por clubes del Oeste y del Sur, y pasó de ser el lateral derecho a ser el volante por ese carril, para volver a ser lateral y volver a reinventarse como número 8 antes de encontrarse como genio, por lo menos por un rato. Aquella noche de agosto y en el nido de los Halcones de camisetas verdes y amarillas, la contienda parecía cerrada bajo siete llaves. Hasta que apareció él. No una, no dos, sino tres veces esculpió jugadas o inventó versos para que otros se llenaran la boca de gol. Él tendría que esperar para eso, pero esa noche comenzó a descubrirse Ricardo Gastón Díaz.

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La primera vez que el niño de algún pueblo de Córdoba sintió que jugaba en un estadio lleno fue en un sueño. En los sueños todos soñamos con hacer goles memorables, y el niño de algún pueblo de Córdoba soñó que hacía un gol de cabeza en un partido del barrio, con sus amigos, y que los presentes gritaban tanto o más que los 174.000 espectadores en el gol de Friaça, el primero y único gol de Brasil en la final de 1950. Y él se sentía feliz. La segunda vez que, ya adulto, sintió que estaba jugando en un estadio lleno no era un sueño pero se parecía, pues su modesto Pirata condenaba al descenso a River Plate ante un mundo de gente, y aunque ese partido no hizo goles y reinó la tristeza local, también se sintió feliz. Pero el adulto de algún pueblo de Córdoba no sintió de verdad lo que es jugar en un estadio repleto hasta esa tarde. El partido ante los Conquistadores de América se presentaba difícil, hasta que él convirtió un gol cabeceando como marcan los libros. Otra vez empezaba a cumplir un sueño, con sus nuevos amigos, y se sintió feliz.

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Como premonición de esa noche fatídica de viernes que viviría la Academia, el videograph de la tele-visación marcaba al inicio del partido como resultado parcial “Tigre 1 – Racing 0”. Tal como lo hace una pitonisa o una bruja con su bola de cristal, el cartel predijo el sentido de los próximos 90 minutos que transcurrirían en el campo de juego. Pasaron solamente 10 minutos para que la predicción comenzara a llevarse a cabo con un cabe-zazo que cayó con una parábola escurridiza para el arquero visitante. Por desgracia para la Academia, el vaticinio no había tenido en cuenta la crueldad que a veces suele presentar el acontecer de los hechos. Una salida en falso, una amague impensado y un centro al área con resbalón incluido terminaron por completar y agravar el pronóstico. En Victoria, la peor de las derrotas fue para Racing.

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Corría el año 2003, más precisamente el 12 de diciembre, y el Príncipe pasaba el último día en su cas-tillo antes de emigrar hacia el reino con forma de bota, donde supo ser Rey. Como no podía ser de otra forma, se despidió con un festejo que alegró a su pueblo momentáneamente ya que el verdugo bahiense vestido de aurinegro ahogó ese grito de felicidad. Con una derrota bajo el brazo, el Príncipe partió de sus tierras con la ilusión de repetir ese sueño que había salido del mundo de las utopías dos años atrás. Año 2014, más precisamente 26 de agosto, una vez más noche en Avellaneda y el telón está por bajarse, pero todavía faltaba lo mejor de la obra. A doce pasos, como hacía 11 años, el Príncipe tenía la oportunidad de volver hacer delirar a su gente en el castillo cilindrado. El Príncipe no falló y puso el clímax que faltaba para que el público aplaudiera y soñara con coronar finalmente a su ídolo.

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El uruguayo pero Universal Eduardo Galeano jugó tantos partidos de fútbol mientras dormía, que des-pierto escribía y escribe como si Rubén Paz (uruguayo y Universal) le prestara la zurda para usarla de tin-ta. Tal vez un día sintió que alguien debía ser justo con el oficio del árbitro e imaginó una verdad: “Desde el principio hasta el fin de cada partido, el árbitro está obligado a perseguir la pelota que va y viene entre pies ajenos. Es evidente que le encantaría jugar con ella”. Galeano no es un tipo que necesite sentirse reivindicado en sus verdades, pero si hubiese visto lo que hizo el juez en el partido más importante del barrio, seguro que lo entendería. Quiso jugar, y jugó. Jugó de la única forma que podía, llevando su silbato a la boca, y tal vez sabiendo que se ganaría todos los insultos y todas las miradas inquisidoras de miles de personas, pero no pudo resistirse: Apareció y cambió el rumbo de las cosas, tanto o más que Galeano el rumbo de la literatura de la pelota.

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El malestar puede personificarse en cualquier faceta, a veces de forma inesperada, aún más en una di-námica donde todo parece alterarse. Un choque que te abolla todo el auto y te hace gastar una fortuna en arreglos, una cola en el banco interminable que no avanza más para llegar en frente del mostrador y que te digan que te faltó firmar un permiso del que no tenías ni remota idea, un robo en plena vía pública que te deja sin billetera, sin celular y con el susto de tu vida. Aquella tarde en Avellaneda, el malestar fue el protagonista de la historia. Banderas recriminan-do al técnico por sus dichos “infortunios”, algunos silbidos para el equipo y el abucheo constante para los rivales. Sin embargo, el hombre de amarillo fue el imán de todo el repudio del público local, que en un principio parecía olvidar la tristeza de la semana anterior pero luego sufriría hasta el último minuto. El siniestro de la película, gran responsable de la furia desatada en las gradas por no ver algo que vieron todos los presentes, se retiró abucheado. Unas semanas después, el villano volvería hacer de las suyas.

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En el este

Por Pablo Garibotto, desde Barcelona, España.

Cuando entró el zapatazo de Bou en aquel par-tido épico con Quilmes supe que seríamos campeones. Aquella noche como otras tantas de madrugada, en Barcelona, me puse a ver el partido solo –sí, solo- y cuando terminó respire profundo, sin aquel nerviosis-mo taquicárdico de los 90 minutos, para terminar de beber un sorbo de Coca-Cola, que en mi ritual no faltó durante este campeonato. Sofá, mesita con pi-cadita, Smart-Tv , Coca-Cola y Futbol para todos , inquebrantable ritual. Al que se le ocurría de mis tres hijos o mujer desordenarme algo, podría desencade-nar una tragedia. Hasta la luz apagada del living en cada segundo tiempo y el Wi-fi de mi celular desco-nectado para que no moleste nadie complementaban la función. La cábala se repitió hasta el final, como debe ser. Sabiendo que un grupo de amigos se jun-taba desde la fecha 18, muy cerquita de donde vivo, esquivé la primera invitación debido a la cábala; y más adelante, cuando fui participante más activo e involucrado con hacer crecer la Peña Racing Club Barcelona , aclaré la verdad de la milanesa. La ten-tación de ir a festejar con ellos era gigante. Pero…

¿y si algo fallaba? No me lo perdonaría. ¡YO NO! Así que a seguir al pie de la letra todo. Aquella noche-madrugada que se extendió hasta casi la mañana con los festejos, repitiéndose en mi celular, pc y smart-tv, fue mágica. Única. Aunque lo disfruté solo y lo sentí muy mío, pude sentir a la distancia a mis familiares y afectos más cercanos, y a esta Peña Racinguista, en la que soy el vicepresi-dente, que hoy crece cada día más fuerte y que se había juntado a celebrar. El gol de Centu no lo grité (imagínense a los vecinos catalanes), como aquel de Loeschbor en el 2001, de cábala también. Y el final del partido fue otro de los regalos más grandes que uno puede recibir en esta vida, con esa mezcla de satisfacción, llanto, recuerdos y melancolía. El 27 de diciembre nos juntamos a celebrar ambos campeonatos con la Peña, en una pizzería del Centro de Barcelona y el 22-2-15, en Homenaje a Diego Alberto Milito, haremos un asado para inte-grarnos a la Filial Racing España. Esa es mi vida con Racing a 13.000 kilómetros. Parece lejos, pero no lo es tanto.

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Fue un día lleno de ansiedad y, por qué no, hasta de nervios. Un domingo muy atípico y distinto estaba por vivir el hincha de la Academia, en especial no-sotros en “Racing Sin Fronteras”, con una producción que habíamos preparado para sobrepasar las diez horas continuas al aire en radio. Por cierto, al fi nal fueron doce (nada despreciable), con alrededor de diez personas trabajando para poder vivir ese mo-mento histórico. Como nos caracteriza nuestro trabajo, de mantener informado al pueblo racinguista tanto den-tro como fuera de Argentina, arrancamos temprano con la cobertura de las elecciones desde Avellaneda a eso de las 12 de Argentina, (9 de Costa Rica). En-cima, en la noche previa tuve un festejo y me costó levantarme, ja, ja. A pesar de las horas y lo despacio que pasa-ba el día esperando que llegara el tan ansiado par-tido entre Racing y Godoy Cruz (yo tenía en medio la Final Nacional de CR entre el Deportivo Saprissa y el Herediano), le contábamos a los radioescuchas cómo se movía el tema de las elecciones y cómo el Sr. Víctor Blanco poco a poco se convertía en el pre-sidente electo por el socio de Racing. Dejando atrás los comicios y ya con lo que era una evidente victoria de Blanco sobre Cúneo y Podestá, nos trasladamos al imponente estadio Presidente Juan Domingo Perón, nuestro amado “Cilindro”. Mientras nuestros compa-ñeros buscaban notas con colegas, ex jugadores y políticos, mi persona -junto al gran Ponja- ya palpitá-bamos la previa del juego con números y lo que fue el torneo. Fue espectacular lo vivido ese día, muy lleno

de Racing y mucha gloria académica, consagrándose de la mano de Milito, Cocca, Saja y Videla. Nueva-mente campeón, en medio de la fi esta y lágrimas no-sotros trabajamos y celebramos el tan merecido título. Yo, un agradecido el poder vivir todo lo que se hace y se disfruta en la radio a la distancia, a seis mil kilómetros, informando sobre Racing para la gen-te, y con el plus de trabajar y estar rodeado de este grupo que es gente muy querida y, ante todo, una fa-milia con la cual a la distancia unimos los tres países, a tal punto de sentirnos cerca los que estamos fuera de Argentina. Así, nos juntamos para brindar por Ra-cing en el cierre de este 2014 que en lo personal me deja más que satisfecho y feliz, con el campeonato de Racing y un bicampeonato de Saprissa.

-¿Cómo me hice de Racing?

Dese el año de 1994 que soy hincha de la “Acadé”. Después del Mundial de ese año, arranqué a ver fútbol argentino, y Racing me entró al corazón. Su estadio, sus colores, su gente, su fi esta, su pasión me cautivaron con tan sólo siete años de edad (mu-chos lo describen como una locura sin explicación). Desde entonces, lo veo como sea. Ya pasaron 20 años desde entonces. Hoy, estoy más que feliz y orgulloso de haber creado Racing Sin fronteras junto a Pablo Margolis y Martin Casal, por allá en septiembre de 2012. Con esto, Racing me hace estar más cerca de todos y todo. Además, tuve la alegría poder estar en la cancha en junio de 2013, para vivir lo que fue el descenso del Rojo y una goleada de 3-0 de Racing sobre Unión.

En el oeste

Por Javier Lépiz, desde Costa Rica

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Vivo en el área metropolitana de Washington DC, Alexandria, Old Town. Llegué acá de adolescen-te, donde estudié, trabajé y viví. A los años volví a Buenos Aires a cursar la universidad, trabajar y estar cerca de lo propio. Hace dos años que vivo acá de nuevo. Muy feliz. Soy hincha de Racing. Mi familia entera lo es. Mi tío, que es la familia que tengo acá, es fanático también, pero por cábala no mira los partidos. En-tonces, cuando termina cada encuentro, lo llamo y le comento. Ni siquiera vio el último, contra Godoy Cruz. Quizás tenga razón. Viviendo en Buenos Aires iba seguido a la cancha e hice amigos por el solo hecho en común de ser académicos. Iba a la platea invitado pero habi-tualmente a la popular, el clima más a mi gusto. Mil anécdotas podría contar, desde el no partido jugado, ver un partido junto a Víctor Hugo, recorrer domingos, canchas, broncas, alegrías y locuras, hasta seguir per-sonalmente casi toda la campaña del 2001, desde el primer gol de Arano contra Argentinos Juniors al último cabezazo de Loeschbor contra Vélez. Este último campeonato me tomó de sorpre-sa, quizás por ser un equipo completamente nuevo, con nombres que la mayoría desconocíamos, pero con otros tipos con experiencia (Saja, Lollo y Milito); y otros sin tanta, pero con mucha entrega, tal son los casos de Videla, Cabral o Bou. En general, el equi-po de Racing 2014 fue equilibrado, compacto y ex-

plosivo en ataque. Creo muy importante a un técnico joven, ya que hoy cualquier equipo necesita un entre-nador que se comunique bien con el equipo. Y Cocca lo logró. El domingo 14 de diciembre puse la radio por internet a las 17 de Argentina. Un poco para escu-char la previa, la gente en el estadio, el micro con los jugadores allá, el clima que se iba generando. Minutos antes, salté a la televisión. Realmente, impre-sionante. De este último partido puedo comentar mu-cho, se jugó a otra cosa. Sí puedo decir que los últi-mos minutos de descuento clavé la mirada en el reloj, sin distraerme en más que algunas luces de artificio que se reflejaban desde la tribuna.Me emocioné mucho, muchísimo. Mientras llegaban mensajes y saludos de amigos o familiares, tuve un sentimiento encontrado, contradictorio, pero autenti-co. ¿Cómo puede uno sentir esto si es solo un partido de fútbol? ¿Es sólo eso? Es Racing. Ser de Racing es ser uno y muchos. Es recibir la historia, bancarla y salir adelante. Ser de Racing es saber que la vida no es un lecho de rosas, ni una amargura. Ser de Racing es ser grande y humilde, y sa-ber que aunque no ganes todos, vas a ganar. Ser de Racing es lo importante, y lo importan-te es no cambiar.

Por Mauro Cacace, desde Estados Unidos

En el norte

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Arriba, Mauro con el periodista Ramiro Pantorotto. Abajo, junto a su tío en la previa de un partido de la Selección en Nueva York.

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Trece años esperando volver a vivir lo vivido aquel 27 de diciembre 2001, en Vélez, junto a 35.000 per-sonas y en el Obelisco, para esta vez vivirlo solo en la otra punta del mundo. A principio de año decidí hacer un viaje para tener una experiencia nueva. Así, elegí vivir en el ex-terior un tiempo, aunque sabía que lo mío estaba en Argentina. Después de analizar distintas alternativas, me decidí fi nalmente por Australia. Mi posición en Buenos Aires era por demás cómoda, tenía mi trabajo, mi título universitario, de-partamento y toda la rutina semanal armada, que obviamente incluía a Racing, no sólo los domingos, sino también durante la semana, consumiendo los dis-tintos medios partidarios o bien participando en al-guna actividad o evento del club o de la Filial Zona Norte. Sin embargo, había algo que me inquietaba y hacía que esa comodidad no fuera tan cómoda. Fue así que el 25 de agosto partí para Australia, tratando de aislarme de esa rutina con la cual esta-ba conforme, pero a la vez demasiado cargada de actividades por lo que no tenía ese momento para mí. Así que partí hacia una nueva experiencia, a un país y una cultura muy distinta, otro idioma y en la otra punta del mundo. Me quise abstraer un poco de todo, de los afectos, el país y -si podía- también de Racing. Desde que me vine a Australia sabía que de-jaba muchas cosas por estos meses y, dentro de ellas, RACING. Veníamos de ser últimos y, encima, el últi-mo partido que fui a la cancha fue contra Tigre, dos días antes de partir. Perdimos 4-0, por lo que parecía “más de lo mismo”. No pensaba que me iba a perder mucho. Quizás algo en cuanto a lo político, en un año electoral. Así que era cuestión de mantenerse actua-lizado e informado que -al menos- por los puntos no iba a sufrir. Las vueltas de la vida demostraron que, al fi -

nal, mucho no sirve planifi car, si total la vida está llena de sorpresas, e hicieron que un par de semanas todo cambie. Trece años esperándolo, soñándolo todos los días. Se dio cómo y cuándo menos lo esperaba. En Avellaneda era una jornada histórica, con elecciones, ideal para votar temprano, pasar la tarde comien-do en el Tita y después ¡a la fi esta! Era imposible volver, así que acá, solo en un cuarto, viéndolo por computadora y escuchando a Ramiro Gregorio (per-dón Closs). Encima, un compañero de departamento me preguntó: “¿Vas a estar todo el día vestido de Racing?”. “No, ahora me visto de rojo”, le contesté. No entienden nada. ¡SOMOS RACING, DISTINTOS! En la previa al partido, trabajé el domingo a las 23 (acá hay 14 horas de diferencia) y, después de dar vueltas en la cama, chateé con amigos. A la 1 de la madrugada logré dormirme. No duró mucho, ya que a las 4 me levanté y ya no me dormí más. Empecé a seguir la jornada académica por WhatsApp, la radio y las redes sociales, casi a modo masoquista. Contento, muy contento, pero raro. Los amigos festejando, abrazándose. Y yo solo, en la otra punta del mundo sin nadie con quien compartir, ni que en-tienda lo que sentía en ese momento. Tantas veces uno sueña con ese momento, pero lamentablemente nadie tiene la bola de cristal y las cosas tan solo suceden cuando uno menos las espera. Sentimientos encontra-dos, pero igual la alegría es inmensa, por los amigos que tanto sufren con uno, pero sobre todo por el club que suma la estrella número 17. Ojalá que este título sirva para devolver a Racing al lugar del cual nunca debería haberse ido y de una vez por todas volva-mos a ser el grande que supimos ser, el Primer Gran-de entre los grandes Felicidades a todos los amigos racinguistas, que sólo ellos entienden esta pasión. Es-pecialmente a la Filial Zona Norte por su laburo. ¡A disfrutar y festejar! ¡Salud, campeón!

Y en el surPor Ignacio Schcolnik, desde Australia

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“Siempre que llovió paró”, dijo alguna vez un señor acurrucado a su nieto mientras veía las gotas caer a través del vidrio empañado, hamacándose en su silla mecedora. Y tal cual dijo el hombre añejo, siempre había sido así hasta por lo menos se tenía registro de los informes meteorológicos. Sin embargo, hubo un partido que pareció estar destinado por el agua en el barrio donde confluye el riachuelo más conocido de los arrabales porteños y donde la mismísima Mano de Dios se dio el lujo de hacer magia con su zurda inmortal.Entre medio de charcos y lagunas, el árbitro decidió parar el encuentro después de una hora de resba-lones. Pasaron diez días para que los rivales volvieran a verse las caras, pero los nubarrones acechaban otra vez los alrededores. El cuestionado, el receptor de todos los reproches, esa tarde noche comenzó a demostrar su condición de Goleador y acompañó al Príncipe para tomar las riendas de una remontada que significaría levantarse después de haberse sumergido en el barro. Los hombres de celeste y blanco miraron al cielo y al no observar tan siquiera una gota, entendieron que el viejo volvía a tener razón.

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Así como antes de ser eterno como el Che Ernesto Guevara era simplemente un joven con inquietudes de un mundo mejor que transformaba sus inquietudes en acciones; el Goleador era un soñador con ganas de demostrarle al mundo, y demostrarse a si mismo, que sus sueños no quedarían sólo en la almo-hada. Así como el Che, antes de serlo, viajó por América Latina con poco más que su moto, un amigo y sus ilusiones; el Goleador comenzó su aventura en Buenos Aires, llegó hasta Ecuador y volvió buscando su lugar y extrañando a su familia. Si bien el Che dedicó sus horas de deporte al Rugby, más de una vez no pudo resistirse al encanto de patear una pelota de fútbol o contenerla entre sus manos. El Goleador dedicó su infancia, su ado-lescencia y su vida a intentar hacer goles. El Che simpatizaba por Rosario Central, pero una vez se sintió experto en lepra. El goleador jugó un partido ante la Lepra de la ciudad del Che y le hizo un gol al destino. Todo lo que sigue es historia conocida: Valores, pasiones y revolución.

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En tierras de piratas, son muy pocos los que se animan a enfrentar a los bravos barbudos que navegan todos los mares y océanos posibles para sumar nuevas tierras a sus conquistas. ¿Quién sería capaz de tratar de entrometerse en su terreno? ¿Quién sería capaz de siquiera intentar robarle alguna moneda de oro de sus tantos cofres robados? Una tripulación de azul y celeste fue quién tomó el timón y se embarcó hacia la isla de aquellos hombres que ostentaban con orgullo haber robado la categoría de unos famosos millonarios en su pro-pia casa ante la vista de miles. En un comienzo, los visitantes se vieron rodeados de una muchedumbre de espadas y pistolas y debieron aguantarse la herida propinada por el atacante saltarín, que no dudó en probar nuevamente a su presa favorita. Pero en presencia de sus compatriotas, fueron los piratas quie-nes se vieron obligados a saltar del barco ante la arremetida doble del Goleador y del humilde neuquino.

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La cultura del fútbol está repleta de costumbres, manías, cábalas, cancioneros creativos y saberes. Es-tos conocimientos, lejos de quedarse estancados, se van reproduciendo por medio de las generaciones futboleras donde un abuelo o padre le transmite su sapiencia sobre la redonda a su nieto o hijo. Así, el mayor se acerca hacia el inexperto y le dice al oído con la autoridad de un sabio mientras la mirada del pequeño sigue clavada en el césped que muestra la tele: “Los goles que no hacés en un arco, los sufrís en el otro”. Las nubes y el rocío decoraron el cielo, las camisetas y banderas se juntaron en las tribunas, los pelotazos y los caños sonaron durante todo el partido. Un pelotazo cruzado del Goleador, el aquero que vuela y el palo derecho que suena. Centro desde la derecha del 10 calzado de negro, rebote en el de-fensor rival y el vértice del ángulo derecho que choca contra la pelota. Pase en profundidad al Goleador dentro del área y la redonda que estalla en el palo derecho, ahora del arco de enfrente. Todo eso había pasado y nada, ningún premio había cosechado el local. Ahora viene un centro del rival, la para de pecho el central dentro del área y están todos habilitados. Patea al arco con los ojos cerrados y el balón infla la red sin ningún problema para castigar a los que no supieron cobijarla en su hogar predilecto. El anfitrión, enojado con su huésped, vuelve a intentar pero tras un cabezazo del 10, la disgustada decide saludar al palo izquierdo con beso enfático. No sólo eso, sino que se vuelve a colar en el arco local para demostrarle al dueño de casa el castigo por amagar tantas veces y no cumplir su deseo. Así de caprichoso es el fútbol.

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Capitán hasta la llegada de Milito, ídolo y re-ferente, el Chino entró en la historia de la Academia gracias al título conseguido. Una historia de amor que estuvo a punto de terminar sin final feliz. El puesto de arquero es el más ingrato de la cancha. Resulta una cuestión de amor u odio, sobre todo en Racing. Y eso significa que el sentimiento pue-de variar incluso en un mismo partido. La obtención de la decimoséptima estrella local transformó auto-máticamente a Sebastián Saja en uno de los juga-dores más destacados de la institución de los últimos años. Desde su llegada al club en julio del 2011, el Chino rápidamente se ganó los aplausos y las ova-ciones del pueblo académico. Figura indiscutida del equipo de Diego Simeone, mantuvo su nivel en tor-neos siguientes. El apoyo total y constante de los sim-patizantes para con él, sumado a su voz de mando dentro del plantel, lo llevaron a portar la cinta de ca-pitán hasta que Diego Milito regresó a la Academia, justo en el peor momento de la relación de los hinchas con el portero. Racing venía de una temporada nefasta en todos los ámbitos posibles y Saja era uno de los apun-tados por su bajo rendimiento. Hubo cuestionamientos por parte de la prensa, banderas y mensajes en su

contra, y algunos silbidos en la cancha. Lo cierto es que cuando parecía que el lazo estaba desgastado, el Chino resurgió. Como Racing. Clave en el tramo final del campeonato, en el que solo le anotaron un gol en los últimos nueve par-tidos y protagonista determinante en la decimosexta jornada, al atajar un penal decisivo ante Quilmes. El Chino volvió a levantar la muralla y se metió, de una vez por todas, en la historia del Primer Grande. Sin goles en contra en los últimos seis partidos, está a menos de un tiempo de batir el récord de –nada más y nada menos– Mario Cejas. Con 584 minutos invicto, ya superó a Carlos Roa, Pablo Migliore y Ubaldo Fillol. El título significó un desahogo para el arque-ro, quien no quería irse del club sin haber logrado algo. Una vez consumado el campeonato, el 1 anali-zó su futuro con la camiseta albiceleste, pero le llevó tan solo unas horas decidir continuar en búsqueda de nuevos desafíos, entre los que aparecen la Copa Li-bertadores.Siempre estuvo, firme debajo de los tres palos. En las buenas y en las malas. Soportó críticas y pedidos insistentes para la Selección hasta que el 14 de di-ciembre del 2014, San Sebastián cambió tres años y medio de sacrificio por la gloria racinguista.

SAN SEBASTIÁN

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Foto. Vavel

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YONATHAN CABRALComenzó el campeonato detrás de Gastón Campi y Nicolás Sánchez, quien venía a ser titular. No le dura-ron más de tres partidos: titular frente a San Lorenzo, le arrebató el lugar al ex Godoy Cruz y nunca lo dejó. Expulsado contra Quilmes, hizo un torneo fenomenal. Se entendió perfecto con Lollo, se afirmó en el fondo y dejó en claro sus cualidades: anticipo, cabezazo y salida limpia. Gran bastión.

IVÁN PILLUDResistido, hizo un gran torneo. Tuvo un esguince frente a Estudiantes que lo alejó del primer equipo durante algunas fechas. Alternó con Gastón Díaz, pero terminó ganandose un lugar, en base a un buen rendimien-to, compromiso, temperamento y firmeza en la marca. Fue muy importante en la parte final del campeonato.

LEANDRO GRIMIFue el más flojo de los titulares, sin embargo, tuvo un nivel acorde. Fue quien más altibajos tuvo, pero siem-pre cumplió. Luego de su tonta expulsión contra Olim-po, mejoró, fue uno de los puntos más altos frente a River y Godoy Cruz. Cuando el equipo entró en una meseta, él fue el peor, abusando demasiado del pe-lotazo y del nerviosismo. Con el conjunto más seguro y firme, se vio bien cubierto por Aued y Centurión. Hay un abismo entre él y Corvalán.

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GASTÓN DÍAZFue uno de los refuerzos más discutidos y el que más sorprendió. Tuvo asistencia perfecta en el campeonato: tanto en partidos como en pases gol. Fue una pieza indispensable en el equipo, le dio equilibrio, tenencia y circulación de pelota. Le convirtió un gol a Rosario Central y sus centros fueron una interesante variante para Racing. Le puso un pase fenomenal a Centurión para el gol del título.

LUCIANO AUEDArrancó atrás de Nelson Acevedo, pero su pausa, toque corto, simple, y su bue-na maniobra con la pelota, le devolvieron el lugar. Tuvo muchísima actitud para bancarse el peor momento del semestre y los murmullos. Se metió a la gente en el bolsillo con su esfuerzo y su humildad. En el debe: la generación de juego, su punto más débil.

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UN SUEÑO HECHO REALIDADLuego de una temporada en donde Racing cose-chó solamente 33 puntos, los principales ojos se po-saron en el rendimiento defensivo que había tenido el equipo a lo largo de esos dos semestres. Así, en la pretemporada, la idea tanto de la dirigencia como del nuevo DT, Diego Cocca, fue cambiar radicalmen-te los integrantes de la zaga central. Por ello, tras la ida de Cahais al fútbol chileno y con la claridad de saber que Campi y Saveljich no iban a ser conside-rados como antes, llegaron al club Nicolás Sánchez y Luciano Lollo. Ambos, con la incógnita de saber cómo iban a rendir en un grande que quería reestructurar-se. Uno, Lollo, despejó todas las dudas posibles desde

la primera fecha. El central proveniente de Belgrano habrá so-ñado, alguna vez, en Alejo Ledesma, ser reconocido y homenajeado por su pequeño pueblo de Córdoba con apenas tres mil habitantes. Posiblemente, aquel sueño comenzó a convertirse en realidad cuando le ganó a miles de cabezas y se elevó por los cielos para anotar lo que fue el 1-0 parcial a San Lorenzo. O, quizás, se fue construyendo en cada cierre, cada despeje, cada grito hacia sus compañeros de defen-sa. Lo cierto es que Luciano se convirtió en el pilar fundamental del engranaje académico de la zaga y, con su firmeza y simpleza, fue uno de los más regula-

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UN SUEÑO HECHO REALIDADres del equipo a lo largo del campeonato, principal-mente en el sprint final. Lucho, o el Diente, como le decían en su pue-blo cuando jugaba entre la tierra y el campo a que los rivales no lo eludieran, supo que su sueño iba a convertirse en realidad cuando completó dos cruces fundamentales en el final del partido ante Godoy Cruz, el mismo que decidía la suerte de Racing. Allí, se hizo grande en las malas, como tantas veces le ha tocado pasar y, en ese momento, en donde supo que su sueño iba a hacerse realidad, seguramente se le haya pasado por la cabeza su hija recientemente nacida, Lourdes. Tras saber que su sueño sí se iba a

hacer realidad, sabía que tenía a aquella pequeña para acompañarlo, para hacerle recordar que valía la pena todo el esfuerzo de un niño que fue descu-bierto en un provincial y que luego se fue a vivir a la pensión de Belgrano para despegarse de su familia. Y su sueño se hizo realidad… En la noche del 3 de enero, cuando el verano a Córdoba ya le había llegado profundamente y el calor de esta época era más pegajoso que su marca, Luciano Lollo, el Diente, pisó su tierra como héroe que llega victorioso tras una batalla. Toda su gente, en una caravana imborrable para sus achinados ojos, fue a recibirlo como se lo merecía: como un campeón.

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ADRIÁN RICARDO CENTURIÓNSe fue a Italia hecho un jugador que sólo buscaba tirar caños, bicicletas, gambetas, y volvió transformado en uno más pensante, comprometido con la marca y el equipo. Sin perder su esencia, fue el desequilibrio que tuvo Racing a lo largo del campeonato y, a pesar de convertir el gol del torneo, debe mejorar la definición: tiene muchas ocasiones y siempre define mal. Además del tanto a Godoy Cruz, también le hizo uno a Lanús y Vélez.

MARCOS ACUÑAVino como una apuesta y terminó siendo un futbolista importante en el recambio. Tuvo partidos perfectos frente a Boca y Belgrano –le hizo dos goles-. Se desta-có frente a Newell’s y una lesión contra Rafaela le cortó el ritmo y nivel.

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GUSTAVO BOUExcesivamente criticado de forma injusta por su llegada, fue la gran revelación de Racing y del torneo. Con sus goles se ganó a la gente, los aplausos y la ovación. Con un doblete a Boca en la Bombonera y un tiro libre fulminante frente a Quilmes dejó a la Academia en carrera. Potente, inteligente, hábil y goleador, fue una de las figuras del equipo. Sus diez goles valieron el título.

GABRIEL HAUCHEEl jugador número doce del plantel. Paradójicamente, tuvo su mejor torneo y fue en el que menos jugó. Con goles importantes frente a Defensa y a Gimnasia, su esfuerzo y lucha fueron claves. Mejoró la definición y se ganó la ovación.

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A Ezequiel Videla le dicen “Monito”, aunque el apodo “León” sería más aplicable debido a su inter-minable esfuerzo y a su melena que vuela cuando se estira a recuperar una pelota. Cada equipo campeón necesita de ese vo-lante con despliegue, que haga el trabajo sucio, que transpire por cada uno de sus compañeros, que cubra huecos, que deje la vida. Mostaza Merlo es un cla-ro ejemplo de ese tipo de jugador. En 2001 estaba Adrián Bastía para cumplir ese rol; el Estudiantes de Sabella tenía a Rodrigo Braña; el Boca de Bianchi, a Raúl Cascini. Para ser campeón se necesita a un buen ar-quero, a un goleador, a un generador de juego, una zaga central firme y un jugador “diferente”. Pero tan menester es aquel futbolista que deje la piel. Videla es ese hombre. Cuando faltó, Racing careció de alma. Se vio a los compañeros desanimados, casi sin ese entusias-mo que genera el “Monito”. En cada sector de la can-cha, en cualquier momento, en cualquier minuto, se ve su melena desmechada al viento, yendo y viniendo. Limpiando la cancha con su sudor, su esfuerzo. Pero Videla no es solo correr y recuperar la pelota. Cuan-do la redonda está en sus pies, está asegurada. Con una claridad poco vista en un volante de recupera-ción, siempre el pase llega a un compañero. Muchas veces, los toques de Videla son pro-fundos, como en el comienzo del segundo gol de Bou en la Bombonera. Al pie, simple, por abajo, siempre en uno o dos tiempos. La calidad que tiene, sus cua-lidades, lo transforma en uno de los mejores medio-

campistas centrales del fútbol argentino, junto a Ma-tías Kranevitter, Fernando Gago y Lucas Romero. Debió llegar a un club tan grande como Racing para que su nivel y categoría sean reconocidas. Tuvo un ex-celente paso en el histórico Instituto dirigido por Darío Franco que le peleó palmo a palmo el ascenso a Ri-ver en la B Nacional, que perdió la Promoción contra San Lorenzo. Todas las luces de ese equipo se las llevaba Paulo Dybala, y Videla quedaba relegado, como un actor secundario, cumpliendo un rol sucio y poco reconocido. En Colón, peleó el campeonato y se fue a la B. Hizo 30 puntos y formó un tándem perfec-to con César Meli, pero tampoco Videla se llevó los elogios que le correspondían. En ese conjunto dirigido por Diego Osella, era más destacado por “los pibes que le ponían el pecho” a la situación. Era el “Colón de los juveniles”. Ezequiel Videla siempre fue reconocido por los hinchas de los clubes donde jugó. Faltaba que toda la masa futbolera hablara de la calidad de un volante central que no había tenido éxito en los luga-res a donde había jugado. En Racing consiguió todo lo que le faltaba: el título, la gloria, y el aplauso popular, masivo, ese que desconoce de camisetas y colores. Clave en el equipo de Diego Cocca, formó una gran dupla con Luciano Aued, quienes se entendieron a la perfección a lo lar-go del campeonato. Motor del campeón, símbolo del esfuerzo, fe-tiche de la hinchada, Ezequiel Videla tiene todo para consagrarse ídolo de la institución de Avellaneda. Da la sensación de que puede ir más allá de todo, por-que tiene un alma de guerrero. Un corazón de león.

CORAZÓN DE LEÓN

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FRANCISCOCERRO

Perdió mucho terreno con Videla, Aued y Acevedo. Al comienzo del campeona-to no iba ni al banco. Luego le ganó la pulseada al ex Defensa y se acomodó como pieza de recambio en el medio. Sin destacarse, cumplió.

NICOLÁS SÁNCHEZComenzó muy mal el campeonato con una expulsión en el debut y mala actuación frente a Tigre. Incluso, perdió el puesto con Ca-bral. Después fue un recambio importante y cumplió cuando se lo necesitó. Contra River fue la figura.

GERMÁN VOBORILLlegó al final del mercado de pases, calla-do y sin hacer ruido, fue una pieza impor-tante cuando le tocó entrar. Ingresó fren-te a Belgrano y Boca, y fue titular contra Gimnasia y Rosario Central. Cumplió con creces y en un interesante nivel.

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FACUNDOCASTILLÓN

Arrancó el torneo encendido con un golazo en el clásico frente a San Lorenzo. Después fue en picada y sus ingresos fueron irrele-vantes. Se esperaba mucho más de él y no se adaptó rápido al club.

NELSONACEVEDO

Fue titular en el inicio del campeonato y tuvo gran nivel en el debut y frente a San Lorenzo. Después decayó muchísimo, no hizo pie, perdió el puesto con Aued y fue improductivo en sus ingresos. Igualmente, tiene muchísimas cualidades.

NELSON IBÁÑEZIngresó unos minutos por la lesión de Saja frente a Belgrano y fue titular contra At-lético Rafaela. Su nivel en ese partido fue muy malo y tuvo responsabilidad en am-bos goles.

FACUNDO CASTRO NICOLÁS ORÓZ

Los pibes tuvieron minutos en este campeonato. El volante tuvo un gran nivel en la reanudación del encuentro frente a Boca. El delantero debutó contra Tigre e ingresó contra Newell’s. Mucho futuro.

DIEGO VILLAR WASON RENTERÍA

El ex Godoy Cruz arrancó en la consideración de Cocca, pero su bajo nivel hizo que terminara jugando en Defen-sa y Justicia. El colombiano debutó frente a Arsenal, jugó contra Olimpo y rescindió.

J. MUSSO, G. CAMPI Y J.L.GÓMEZ

El central jugó dos minutos frente a San Lo-renzo; el arquero fue al banco contra Ra-faela; mientras que el lateral estuvo entre los suplentes en las primeras dos fechas.

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DIEGO ALBERTO I DE AVELLANEDA

Existen cientos de historias épicas sobre reyes y batallas, pero solo en una de ellas podemos ser con-temporáneos y testigos: la del Rey Milito. En diciembre del 2003, Diego Alberto Milito dejaba Racing para partir rumbo a Italia. Once años después, luego de brillar en Genoa, Zaragoza e In-ter, el delantero llevó a la Academia a lo más alto del fútbol argentino. El Príncipe, líder indiscutible del plantel, escribió una nueva hoja de la gloriosa histo-ria del club. El equipo de Milito, tal como será recordado este Racing campeón, reunió un plantel lleno de gue-rreros detrás de un mismo objetivo, el cual concluyó al derrotar 1 a 0 a Godoy Cruz ante más de 50 mil personas presentes. Los soldados del goleador, fundamentales tanto como él. Pudo encaminarlos al éxito, moldear un grupo humano unido y liderar una cruzada que culminó con una nueva estrella para su reino. Así como Humberto Maschio en 1966, quien dejó Italia para regresar a Racing y ganar torneos, y Juan José Pizzuti, el último bicampeón con la casaca albiceleste, Milito volvió para convertirse en Rey.La decisión ya estaba tomada. Mientras tanto, la Academia de Reinaldo Merlo no encontraba la regu-

laridad que había demostrado a fines del 2013 y en el verano del 2014. Diego Alberto jugaba poco en sus últimos meses de vínculo con Inter. Volvió solo, con la idea de devolver la sonrisa imborrable tras trece años sin conquistas. El grito de guerra se hizo esperar. San Martín de San Juan, en San Luis, y Defensa y Justicia, en Flo-rencio Varela, fueron los primeros escenarios de esta etapa. Dos victorias y el regreso a su casa: “¡Miliiiiito, Miliiiiito!”. Ensordecedor, emocionante. Ahí estaba el referente, el capitán del barco, el guía de un sueño que culminaría con éxito el 14 de diciembre. “Lo logramos”, le dijo a cada uno de los segui-dores que se acercaron para abrazarlo. ¡Lo lograste, Diego! Renovaste la ilusión y devolviste el sentido de pertenencia e identidad a un equipo que venía de la peor temporada de los últimos años. Esta historia no pertenece a un best seller. Tampoco a un cuento ficticio de una película de Ho-llywood. Somos contemporáneos y testigos de esta le-yenda que contaremos en decenas y cientos de años. La de Diego Alberto I de Avellaneda, el jugador que se fue como Príncipe y regresó para quedar en la historia.

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“Prefiero pelear el torneo que ganar el clásico”, fue la frase que lo marcó para mal al ahora DT del campeón. Sin medir el contexto, el poco tiempo de trabajo y la expectativa al futuro, la prensa y los hinchas le salieron con los tapones de punta y hasta pidieron la cabeza del entrenador. Sin embargo, el tiempo terminó dándole la razón. Pero nosotros no nos quedamos con sólo esa declaración y decidimos hacer un repaso total con las mejores frases de las conferencias de Cocca a lo largo de su estadía en Racing, en donde se destaca su clara perseverancia por intentar encontrar la solidificación de su idea, pero que, a su vez, también admite en las fechas finales que es necesario ganar, sea como sea.

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“ME SIENTO UN PRIVILEGIADO DE DIRIGIR A

RACING”

“QUEREMOS TENER UN RACING COMPETITIVO”

“DEBEMOS TRAER JUGADORES EN TODOS LOS PUESTOS PORQUE

DEBEMOS ARMAR UN PLANTEL ENTERO”

Presentación como DT

“EN EL FUTURO,

VEREMOS UN EQUIPO CON

GANAS DE SER PROTAGONISTA,

QUE SEA GRANDE”

Presentación como DT

Presentación como DT

Presentación como DT

“PARA SER PROTAGONISTAS, SIENTO UNA SOLA MANERA DE LLEGAR A ESO: TENER LA

PELOTA, PRESIONAR Y BUSCAR AL ARCO RIVAL

Presentación como DT

“LOS JUGADORES DEBEN ADAPTARSE

A LA IDEA QUE YO PREGONO”

Presentación como DT

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“SOY CONSCIENTE DE QUE LOS CLUBES VIVEN DE LOS

JUGADORES QUE FORMAN. PERO YO PONGO A LOS QUE

ESTÁN MEJOR, YA SEAN JUVENILES O NO”

Previo a Defensa y Justicia

“QUEREMOS CUIDAR A MILITO. DESGASTARLO NO LE SIRVE A ÉL Y

MUCHO MENOS A NOSOTROS”.Previo a Defensa y Justicia

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“A BOU YO LE VI CONDICIONES. ES JOVEN, TIENE LAS

CARACTERÍSTICAS DEL 9 QUE ME GUSTAN.

TAMPOCO TENÍAMOS MUCHAS VARIANTES

PARA INCORPORAR. LO VEO RÁPIDO, FUERTE

Y PICANTE” Previo a San Lorenzo

“BRAGARNIK TIENE BUENOS JUGADORES. SI TUVIERA MALOS, SEGURAMENTE

NO HUBIÉSEMOS TRAÍDO A NINGUNO”Previo a San Lorenzo

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“ERA TAL EL ALIENTO DE LA GENTE QUE,

TENIENDO A CENTURIÓN AL LADO, NO ME ESCUCHABA”.

Previo a Tigre

“CUANDO UN EQUIPO SE SUELTA, EL

JUEGO VA A APARECER. CON SAN LORENZO COSTÓ, PERO HUBO ORDEN Y ESTUVO LA

IDEA”. Previo a Tigre

“UNA IDEA CLARA TE DA UNA CIERTA

CANTIDAD DE PUNTOS. AHORA… SI

QUEREMOS TENER MÁS, HAY QUE

ARRIESGAR MÁS”Previo a Tigre

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“PREFIERO PERDER CON INDEPENDIENTE, PERO PELEAR

EL CAMPEONATO”

“TIENE UNA TRASCENDENCIA

IMPORTANTE, PERO NO

SIGNIFICA NADA. ES LA 5° FECHA”

“DEFINIR UN DESCENSO O UN

ASCENSO SON MÁS IMPORTANTES QUE

UN CLÁSICO A ESTA ALTURA DEL TORNEO”

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“PREFIERO PERDER CON INDEPENDIENTE, PERO PELEAR

EL CAMPEONATO”

Previo a Independiente

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“LAS BANDERAS EN CONTRA MÍA ME DAN FUERZA. HAY MUCHA GENTE DE RACING QUE VE QUE EL EQUIPO VA AL FRENTE”

“ESTOY ORGULLOSO DEL PLANTEL QUE

TENGO. NO SE MERECEN LO QUE

NOS ESTÁ PASANDO. EL EQUIPO JUEGA, VA

PARA ADELANTE, ATACA. PERO HAY

COSAS EXTERNAS QUE ESTÁN INFLUYENDO”

(POR EL ÁRBITRO ANDRÉS MERLOS)

Racing 1-3 Lanús

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“LAS BANDERAS EN CONTRA MÍA ME DAN FUERZA. HAY MUCHA GENTE DE RACING QUE VE QUE EL EQUIPO VA AL FRENTE”

“ESTOY ORGULLOSO DEL PLANTEL QUE

TENGO. NO SE MERECEN LO QUE

NOS ESTÁ PASANDO. EL EQUIPO JUEGA, VA

PARA ADELANTE, ATACA. PERO HAY

COSAS EXTERNAS QUE ESTÁN INFLUYENDO”

(POR EL ÁRBITRO ANDRÉS MERLOS)

Racing 1-3 Lanús

Previo a Boca

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“TENEMOS UN

GRUPO UNIDO. SOMOS

TRABAJADORES. LO VAMOS A SACAR

ADELANTE”

“LOS EQUIPOS QUE SON CANDIDATOS SON LOS QUE NO

TRAJERON 14 JUGADORES EN LA PRETEMPORADA”

“ESTOY TRANQUILO PORQUE ESTOY CONVENCIDO DE

QUE VAMOS POR EL BUEN CAMINO”

Previo a Boca

Previo a BocaPrevio a Boca

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“HAY JUGADORES QUE TODAVÍA

NO HICIERON EL CLICK DE LO QUE SIGNIFICA JUGAR

EN RACING”Racing 0-1 Argentinos

“AUN SIENDO MEJORES QUE

LOS RIVALES, NO PODEMOS

GANAR LOS PARTIDOS”

“VEO A UN EQUIPO

GENEROSO”“ESTAMOS A MUERTE CON SAJA,

ES UNO DE LOS REFERENTES”

“SIENDO MEJORES QUE LOS RIVALES,

NO PODEMOS GANAR”

Racing 1-1 Newell’s

Racing 1-1 Newell’s

Racing 1-1 Newell’sRacing 1-1 Newell’s

“ANTE ARGENTINOS, VI ALGO QUE LE FALTÓ AL

EQUIPO Y LO TOQUÉ PARA QUE NO VUELVA A PASAR”

Racing 1-1 Newell’s

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“NO HAY NADA QUE

REPROCHAR A LOS

JUGADORES”Racing 0-2 Rafaela

“NO RECUERDO, NI COMO JUGADOR NI COMO TÉCNICO, QUE EN UN PARTIDO UN EQUIPO PEGARA

CUATRO TIROS EN LOS PALOS”Racing 0-2 Rafaela

“QUEREMOS QUE LA GENTE SE VAYA CONTENTA PORQUE EL EQUIPO GANA Y

JUEGA BIEN”

“YA LLEVAMOS UN TIEMPO

CONSIDERABLE COMO PARA QUE EL EQUIPO

SEPA QUÉ ES LO QUE QUIERE EL

CUERPO TÉCNICO”

Previo a Vélez

Previo a Vélez

“NO CREO QUE ÉSTE SEA UN PASO PARA

METERSE O QUEDARSE AFUERA DEL TORNEO,

SINO PARA CONSOLIDAR NUESTRA IDEA”

Previo a Vélez

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“ESTE EQUIPO GENERA MUCHA EXPECTATIVA”

“TUVIMOS SOLIDEZ DEFENSIVA Y CONTUNDENCIA, CARACTERÍSTICAS

DE UN EQUIPO GANADOR”

“VAMOS DESAFÍO A DESAFÍO”

Racing 2-0 Vélez

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“OJALÁ PODAMOS SACAR LOS 18 PUNTOS

QUE QUEDAN. HAY CAPACIDAD”

“ANTE OLIMPO, EL VESTUARIO ERA UN VELORIO. SENTIMOS QUE PERDIMOS UNA GRAN OPORTUNIDAD”“ESTAMOS EN UNA ETAPA DISTINTA A LA DE RIVER”

“ES MUY LINDO ATACAR, PERO, CUANDO HAY QUE DEFENDER, DEBEMOS HACERLO TODOS”

Previo a Gimnasia

Previo a Gimnasia Previo a Banfield

Previo a Gimnasia

“EL EQUIPO ESTÁ MADURANDO”Racing 1-0 Banfield

“ESTAR MÁS CERCA DE LA PUNTA NO DEBE SACARNOS DE LA LÍNEA EN QUE

VAMOS NI DEJAR DE JUGAR”Previo a Quilmes

Foto

. Vav

el

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“DESPUÉS LO HABLAMOS CON DIEGO Y QUEDÓ COMO UNA

ANÉCDOTA MÁS” (SOBRE EL ENOJO DEL CAPITÁN

POR SALIR ANTE QUILMES)

“NOS QUEDAN TODAS FINALES Y, A VECES, EN LAS FINALES

RESIGNÁS UN POCO DE JUEGO”

“EL EQUIPO SE PREPARÓ PARA ESTO”“DEBEMOS MANEJAR LA ANSIEDAD PARA QUE NO NOS SAQUE DEL PARTIDO”

“SI DEJAMOS DE JUGAR BIEN, PRODUCTO DE LA ALTURA DEL TORNEO

EN LA QUE ESTAMOS, DEBEMOS REEMPLAZARLO CON GANAS Y LUCHA”

Quilmes 0-1 Racing

Racing 1-0 River

Racing 1-0 River

Previo a Central Previo a Central

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“EL EQUIPO ME HA DEMOSTRADO

QUE LE GUSTA JUGAR DE ESTA

MANERA”

“ESTE EQUIPO TIENE UNOS HUEVOS TAN GRANDES COMO EL ESTADIO”

Previo a Godoy Cruz

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“HICIMOS HISTORIA”

“ESTE EQUIPO TIENE UNOS HUEVOS TAN GRANDES COMO EL ESTADIO”

Racing 1-0 Godoy Cruz

Racing 1-0 Godoy Cruz

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No cualquier líder de cualquier tiempo ordenó a una tropa y un mundo con solo una frase. Algún entre-nador de fútbol con valores de líder, supo sostener que los grandes líderes son aquellos que hablan poco pero son escuchados. La líder del Sindicato de Abuelas de todo el mundo, si existiese, le hubiera dado la razón porque no hay abuela que no sea escuchada aunque sus voces suenen cada vez más cansadas. El líder del Sindicato de los Buenos Maestros aplicaría esa teoría sin dudarlo un segundo. Diego Milito conoció a ese entrenador de fútbol con valores de líder. Tiene tantas batallas, tanta vida y tanta vigencia como seguramente tendría la líder del Sindicato de Abuelas de todo el mundo, y esa experiencia le permitiría ser el líder del Sindicato de los Buenos Maestros. Todos estarían de acuerdo porque el mundo entero vio y valoró cuando se paró ante propios y extraños, en medio de la alegría que siempre provoca un gol, y exclamó y gestualizó “Estamos cero a cero” para ordenar a la tropa. Propios y extraños, buenos estudiantes, aprendieron de fútbol y de líderes.

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El calendario comercial tiene la capacidad de marcar la agenda de miles de familia que modifican su semana de acuerdo a lo establecido en los 365 cuadraditos repartidos entre 12 hojas en columnas y filas. El 19 de octubre del 2014, como cada tercer domingo de octubre, fue el Día de la Madre y en cada hogar se rindió homenaje a todas aquellas mujeres que se despertaron de madrugada, cambiaron pañales, dieron baños, leyeron cuentos, lavaron la ropa, prepararon la comida, ayudaron con la tarea, brindaron consejos como sólo “una vieja” lo puede hacer. Ellos no quisieron quedar afuera y en su día de trabajo salieron vestidos con un traje enfundado con los colores que más les gustaba a Ella y hasta pusieron su nombre en el paño para que los volviera a abrazar como lo hacía hasta hace 15 años atrás. Sus muchachos no le fallaron y le hicieron el mejor regalo. Desde los cielos, una sonrisa pícara se vislumbró entre las nubes.

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Ante la inmensidad de la noche, rodeado de un viento frío que le eriza la piel, se encuentra solo en las alturas. Sin saber que sus pies se deslizan por las mayores alturas del sur, presagia en su mente qué mo-vimiento hará en los próximos segundos para no caer. Al parecer se afirma fuerte y da un paso notorio en medio del silencio que lo apretuja hasta hacerlo sentir en lo más ínfimo de su soledad. Después de haberse elevado unos cuantos metros, asoma su cabeza de costado y torna su vista hacia arriba. Ve la cima y el hombre aún no puede creer que no estuviera tan lejos. Con la predisposición de seguir escalando, el experimentado escalador, que hace unos años que no sentía esa adrenalina que sólo las alturas saben dar, se dispone a seguir con su objetivo. Sin embargo, ante una estocada de los aires fuertes del Olimpo, perdió uno de sus picos y se vio obligado a resguardarse en una cueva improvi-sada para continuar mañana con la difícil tarea. La gloria no está muy alejada.

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Los fantasmas se miraban entre ellos y sonreían aquella tarde nublada que comenzaba a transformarse en la noche del Bosque. Esos fantasmas de la desilusión y la desesperanza que rondaron por Avellaneda poco más de una década, destruyendo a su paso todo resabio de optimismo y sembrando en su lugar una especie de cultura preparada para el fracaso perpetuo que se empeñaba en florecer. Una nueva ilusión rota sería la tapa de todos los diarios al día siguiente y, lo que es peor, sería una herida más para los corazones celestes y blancos. Dos ceros conformaban el marcador, como dos ojos abiertos que espe-raban por un milagro esquivo. Ellos, los de la banda roja en el pecho, se alejaban a una distancia que se avizoraba inalcanzable. De pronto una voz. Una sola voz de los Nuestros se escuchó entre los aullidos de Lobos que cele-braban la caza de la presa que habían salido a buscar. Un empate. De nuevo una voz proveniente del cos-tado derecho, a la altura de la mitad de la cancha. Una voz que susurró por lo bajo algo así como “Gaby, entrá que vos también vas a ser parte de este cuento con final feliz.

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Hasta los más brillantes genios comenzaron a gestar sus ideas desde una hoja en blanco, ese objeto que tantas veces encarnizó el mayor de los males para muchos de los que se propusieron llevar a cabo algún tipo de producto o teoría que revolucioné no sólo el mercado sino la vida de las personas. En el camino, muchos se quedaron por la mitad del recorrido, pero éste no iba a ser el caso. El joven experimentador en la Academia se posicionó frente al taladro amenazante, más punzan-te que rígido, y configuró su propio sistema. En un comienzo, con un chispazo del Goleador, que inventó su propia jugada donde parecía no pasar nada, las primeras piezas funcionaron bien. Pero con el pasar de los minutos, el estratega sintió su frente más transpirada que lo normal en una combinación de ner-viosismo y calor como pocas veces antes había sufrido y vio como su herramienta, ante la cual se había propuesto dominar, poco a poco fue rebelándose. Sin embargo, tras una hora y media de suspenso, observó que su fórmula, aún modificada, dio resultado. Eso sí, él sabe más que nadie que la suerte no lo acompañará siempre y ya piensa en las modificaciones que le realizará a su creación.

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Jamás de los jamases, ni en los pensamientos más exa-gerados, ningún miembro de la dinastía Ming, allá por los siglos XV y XVI, se imaginó que la Gran Muralla que man-daron a construir tendría vida. Se personificaría. Aquella muralla que persiste y persistirá como patrimonio de la humanidad se hizo jugador de fútbol, y fue al arco, y ata-jó un penal en Racing.

El Chino Sebastián Saja difícilmente haya leído sobre la dinastía Ming y la Muralla, pero aplicó su esencia a la per-fección: defender a su tierra más allá de toda guerra. Se olvidó de las banderas y de las críticas como el empera-dor más noble y se paró, y atajó un penal que revivió a su tropa en un partido que también será patrimonio de la humanidad Racinguista.

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Foto

. Goa

l.

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CUESTIÓN DE BANDERALa historia habrá empezado el 27 de diciembre de 2001. No sé. En aquella época, en donde el país se caía a pedazos, en casa se hacían malabares para que podamos tener las necesidades básicas. Pero ese día, aquella tarde, poco importaba cómo estaba Ar-gentina, quién era su presidente y qué podía llegar a pasar en el futuro. Importaba, sí, pero se veía dismi-nuido en cuanto a lo que se estaba por vivir. Racing Club de Avellaneda podía ser campeón, tras 35 años de sequía, del torneo argentino. Y lo fue.Luego de ver, sufrir, rezar y festejar, mi viejo deci-dió abrazarme rápidamente tras el pitido del árbitro Gabriel Brazenas. Yo, con siete años y nulo enten-dimiento de la trascendencia del hecho, me limité a imitar lo que estaba haciendo mi padre. Siempre fui de Racing, pero ese año lo era más, ya que el 8 de febrero, 10 meses antes del glorioso título, mi vie-jo me había regalado mi primera camiseta original, la famosa Adidas con los slogans “No a la violen-cia” y “No a las drogas”. Además, él mismo se había obsequiado una idéntica. Así, con nuestras casacas, decidimos emprender el viaje hacia los festejos en Avellaneda. Antes, debíamos sumar voces a la hin-chada racinguista; es por eso que levantamos a mis amigos, que eran de Boca, para que también pudie-ran ver algo de alegría en tiempos nefastos. Ese Do-dge 1500 nunca estuvo tan feliz como aquella tarde noche, con mi viejo, mi hermano dos años menor, mis amigos y yo. Hasta el 14 de diciembre pasado, nunca había visto tanta gente de Racing en Avellaneda como esa no-

che. Los cánticos a puro amor y algarabía de “Inde-pendiente, la concha, la concha de tu madre” es de lo poco que me acuerdo. No lo único, ya que tengo bien fijo en mi memoria cuando optamos por comprar una bandera del Racing Campeón 2001. “5 pesos”, nos dijo el vendedor. Ya era mía. La insignia que me iba a acompañar luego de que pasaran los festejos ya es-taba en mis manos. Era mi recuerdo del primer cam-peonato que pude ver de Racing, a pesar de mi corta edad y –otra vez lo remarco- mi nulo entendimiento futbolístico y de la situación que se estaba viviendo. Pasados los días, la bandera tomó lugar en mi habi-tación. Como todo objeto de valor al que se le tiene aprecio, elegí colgarla para que cada uno que entra-ra a mi templo sepa lo que significaba para mí.Pasaron los años. Primero, el gol de Pipino Cuevas que sacó a La Academia de la pelea por el Clausura 2002. Luego, la Libertadores trunca, el Centenario, el torneo que se peleó con Vélez palmo a palmo, el ge-renciamiento que cambiaba de manos pero que man-tenía todo igual, la Promoción, las malas compras, los juveniles desperdiciados, la vuelta a la democracia y muchos –pero muchos- equipos irrelevantes que no condecían con la grandeza racinguista. Apenas ha-bían sobresalido Milito, Licha López, Mariano Gon-zález, la Gata Fernández, Maxi Moralez, Bergessio y algún que otro más. Mi bandera, fiel aunque un poco sucia, seguía colgada en mi pieza recordando a aquellos héroes de Mostaza. En agosto de 2014, luego de la frustrante campaña de 33 puntos, me puse a pensar, solo en mi pieza, si

Por Leandro Marinovich

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ya era momento de descolgar aquella bandera que había mantenido en el mismo lugar durante casi 13 años. La causa de mi duda no fue porque estaba su-cia, aunque –claro- lo estaba, y mucho, debido a mi otra (¿absurda?) idea de creer que las banderas no se lavan. Mis fundamentos eran simples: ¿Cómo pude haber mantenido durante tantos años un objeto que me obliga a mirar al pasado y no pensar hacia ade-lante? ¿No era momento de escribir otro capítulo a la historia, cerrar el ya logrado y pensar que lo bueno estaba por venir? Me decidí por sacarla, doblarla y guardarla en un cajón. Mi vieja, sorprendida con mi decisión, me preguntó el motivo de mi accionar. “Este año damos la vuelta”, retruqué. Llegó el 14 de diciembre y la historia conocida. Cen-tro de Gastón Díaz y gol de Centurión. Podría decirse que era mi primer campeonato como ser racional y pasional. También podría decirse que lo que había augurado se había cumplido, aunque –no niego- en el

primer tramo del torneo me había resignado al ver a un River arrollador y un Racing con altibajos. La Aca-demia fue campeón y el sueño de dar la vuelta en el Cilindro estaba haciéndose realidad, sólo quedaba la hora de los festejos. Yo, que estaba con la misma camiseta Adidas que se había regalado mi viejo ha-cía 13 años y que –producto de los kilos que llegan con los 40- no le entraba más, me sentía en el cielo más lindo de todos los cielos, mucho más arriba que la platea E en donde me ubiqué. Luego de salir de la jornada de cancha más linda que tuve en la vida, me dirigí, junto a un amigo con su familia, hacia la sede de Mitre. Allí me encontré con mi hermano y unos amigos racinguistas que no fue-ron a la cancha. Se dieron los lógicos y sentimentales abrazos de campeones y se entonaron varios cánticos aludiendo. Pasé por al lado de un tipo que vendía banderas y me dije a mí mismo: “Nunca más me com-pro una. El mejor éxito es el que está por venir”.

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GRACIASPOR

VOLVER

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Son muchas las coincidencias de este nuevo título obtenido por La Academia con respecto a anteriores y a diversos momentos de su historia. También tiene “ra-chas” similares a otras y algunas que, afortunadamente, se cortaron. En Paladar Académico te contamos cuáles son.

•El Torneo de Transición 2014 es el segundo que en-cuentra a Racing dando la vuelta en el Cilindro. El primer torneo en esta condición fue el de 1961, don-de el equipo se consagró en una victoria 3-2 ante San Lorenzo, restando aún tres fechas a disputarse. A diferencia del campeonato actual, el único clásico en que La Academia conoció la derrota fue ante River por 2-0. •Luego de 47 años, La Academia se consagró cam-peón local con una presidencia electa por los socios. •Este campeón obtuvo el récord de 7 victorias en con-dición de visitante en torneos cortos, ya que nunca había superado las 5. También contó con un 70% de efectividad como local. En el Cilindro ganó en 6 oca-siones, empardó en una y fue derrotado 2 veces. •Sebastián Saja está a 82 minutos de romper el ré-cord de Mario Agustín Cejas, quien estuvo 618 minu-tos con la vaya invicta. El Chino puede ser aún más histórico en la primera fecha del torneo ante Central. •De los 30 goles marcados, 22 fueron hechos por de-lanteros. •Con este título, La Academia ingresó por 7° vez a la Copa Libertadores. •Nuevamente, y por octava vez, River es subcampeón detrás de Racing. •El pasado 14 de diciembre no fue el único glorioso en la historia albiceleste, ya que los títulos de 1919 y 1958 se dieron la misma fecha. •Milito es el único bicampeón de los últimos 47 años. •Diego también tiene otro récord, pero este es a nivel internacional: es, después de Messi, el máximo golea-

dor argentino en actividad. 242 son los tantos que convirtió entre sus pasos por Racing, Genoa, Zarago-za, Inter y la Selección Argentina. •El portador de la 22 se encuentra a un tanto de alcanzar al máximo goleador en torneos cortos de la historia racinguista: Maximiliano “Chanchi” Estévez, quien marcó 41 goles vistiendo esta camiseta. El 6to en dicha tabla también pertenece a este plantel y se llama Gabriel Hauche. El Demonio gritó en 27 oca-siones, una más que Lisandro López. •En las últimas dos vueltas olímpicas, la marca que vistió al equipo fue Topper. •13 años tuvo que esperar La Academia para volver a gritar campeón desde el 2001 a la actualidad. Misma cantidad de años que los transcurridos entre la Supercopa Sudamericana de 1988 y el Apertura 2001. •Previo al último certamen, Diego Milito regresó al Club proveniente de la Liga Italiana (Calcio), tal como lo hizo Humberto “Bocha” Maschio en 1966, ambos para pasar a la historia grande de La Acadé.

NÚMEROS DEL

CAMPEÓN

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•Antes de festejar en el 2001, Racing había hecho la peor campaña de su historia con 26 puntos en 38 partidos disputados. Luego realizó la mejor, título me-diante, con 71 puntos en toda la temporada. Paradó-jicamente, en 2013/2014 cosechó apenas 33 puntos en los 38 encuentros y en 2014 obtuvo el campeona-to con 41 puntos sobre 19 disputas. •Tanto en 2001 como en 2014, los goles del cam-peonato llegaron de cabeza. Primero por parte de Gabriel Loeschbor y luego por Ricardo Centurión. En ambos casos, los máximos asistidores fueron los laterales derechos, Martín Vitali y Gastón Díaz. Los cuatro jugadores mencionados llegaron al Club en el mercado de pases previo al título. •Para continuar con el mercado de pases de cada torneo, recordemos que en 2001 el equipo campeón era prácticamente nuevo. 10 fueron los refuerzos que tuvo Mostaza en aquel momento: Campagnuolo, Ma-ciel, Loeschbor, Vitali, Bedoya, Viveros, Torres, Ríos, Gustavo Barros Schelotto y Maceratesi. En 2014, Diego Cocca, que venía de ascender con Defensa y

Justicia a la máxima categoría, también contó con un plantel de esas características ya que fueron 12 los futbolistas que se sumaron: Pillud, Lollo, Sánchez, Díaz, Grimi, Acevedo, Centurión, Acuña, Videla, Cas-tillón, Bou y Milito. •Tanto el Racing de Merlo como el de Cocca, se cru-zaron con River en instancias decisivas. En ambos ca-sos, la última fecha debió postergarse. En el primero se debió a la crisis económica y social en que estaba inmerso nuestro país, en el segundo fue por la par-ticipación del Millonario en la final de la Copa Sud-americana. •Rompió una mala racha: La Academia no se imponía por 4-0 frente a Estudiantes en La Plata desde el 5 de enero de 1949. •En 3 de los 4 clásicos el conjunto dirigido por Cocca logró imponerse. La única derrota sufrida con esta característica fue ante Independiente por 2-1 en la 5° fecha. •Título N° 50. Ese es el número total de consagracio-nes académicas con 36 oficiales y 14 no oficiales.

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PJ

19191817171717161616151414129765432221

JUGADOR

LOLLO, MAURICIO LUCIANODÍAZ, RICARDO GASTÓNSAJA, DIEGO SEBASTIÁNGRIMI, LEANDRO DAMIÁNVIDELA, EZEQUIEL OSCARMILITO, DIEGO ALBERTOCENTURIÓN, ADRIÁN RICARDOCABRAL, YONATHAN EMANUELAUED, LUCIANO ROMÁNACUÑA, MARCOS JAVIERBOU, GUSTAVO LEONARDOACEVEDO, NELSON FERNANDOHAUCHE, GABRIEL AGUSTÍNPILLUD, IVÁN ALEXISCASTILLÓN, FACUNDO ANDRÉSCERRO, FRANCISCO ANDRÉSSANCHEZ, NICOLÁS GABRIELVILLAR, DIEGO NICOLÁSVOBORIL, GERMÁN ARIELORÓZ, NICOLÁS ADRIÁNIBÁÑEZ, NELSON MARTÍNRENTERÍA, WASON LIBARDOCASTRO, FACUNDO ALFREDOCAMPI, GASTÓN MATÍAS

TIT.

191918171717151613111377112130211100

AL BANCO: JOSÉ LUIS GÓMEZ (2) Y JUAN MUSSO (1)

EXPULSADOS: CABRAL, CENTURIÓN, GRIMI, HAUCHE Y SÁNCHEZ. TODOS UNA VEZ.

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MJ

168715781578150114971237131914241169872118176566390932616827599198479768292

ING

000000203527717635221121

SAL

1910212606653210100010100

JC

1810171615581575844102020202000

SUP

000000112103028813211217222

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5 am del lunes 15 de diciembre de 2014. Una joven abre la puerta de su hogar junto a su novio y uno de sus amigos. “Está todo apagado, deben estar todos durmiendo”, dice y prende la luz. Cierran la puerta levemente para no despertar a na-die y avanzan hacia el comedor. Estaban cansados, habían caminado mucho para encontrar un colectivo y poder regresar a la casa de la muchacha, pero no importaba porque habían vivido el día más espera-do de sus vidas. Cuando se acercaron a la cocina a buscar algo de agua, pudieron ver cómo el hermano menor de ella, con su rostro lleno de felicidad, bajó corriendo las escaleras con una netbook en la mano al grito de “Miren esto, era una locura”. Posó la com-putadora sobre la mesa cuando bajó el padre exul-tante y abrazó uno por uno a todos. “¿Vas a cumplir con lo que dijiste?”, le preguntó ella. Él asintió, abrió

en la habitación, respetando su cábala de poner a su lado al pequeño muñequito del Chocolatín Jack. Se encontró con ocho años, allá por el 72’, tomado de su mano al volver del Cilindro, oyéndolo decirle que tenía una basurita en el ojo, aquella molestia que resultó ser el indicio del aneurisma que le quitó la vida. Carlitos buscó a su viejo en la cancha durante muchos años, pese a los intentos fallidos de la familia de su madre por hacerlo hincha de Independiente: lo asociaron, lo llevaban a la pileta, a la cancha y a

la heladera, sacó un champagne y preparó las copas para servirlo. En ese entonces, bajó la madre de la casa para sumarse a tan memorable acontecimiento digno de celebrarse. Él empezó a servir mientras to-dos lo observaban y se contaban, incrédulos, lo que sentían tras semejante momento vivido. Carlos servía el “Champagne de los campeo-nes” y mil cosas llegaron a su mente. En un segundo vio la película de su vida celeste y blanca. Vio a su viejo escuchando el partido con la famosa “Spika”

ver al Rojo lleno de gloria ganando una Libertadores tras otra, campeonatos y con una estructura totalmen-te opuesta a la de aquella Academia que daba pena en lo institucional y deportivo. Recordaba la imagen del mástil clavado en la cancha, los pastos crecidos, los camiones con papas, la clausura del Estadio, el equipo alquilado... Desde que tenía memoria nunca había visto a Racing cam-peón, ya que al momento de la hazaña mundial tenía solo tres años. Pudo disfrutar de la Supercopa de la

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Por Anabel Villar

mano del Coco Basile, pero en cuanto a torneos lo-cales veía cómo siempre faltaban cinco para el peso. Luego vinieron la quiebra y el maldito gerenciamien-to. Ya con su hija e hijo de seis y tres años, llegó al 2001 y a una de sus mayores alegrías. Su cabeza vuela como voló él en el gol de Bedoya a River. Siem-pre paraba en el último escalón y, ante la avalancha, recuerda cómo se tiró sobre esa marea humana. Cla-ro, tenía agilidad y no los kilos que ahora le sobran, pero eso ya es otra historia... Fue el gol más gritado de su vida, como el de muchos. El 27 de diciembre se encontraba en La Costa, enojado con la situación

personal y del país, solo se resignó y sostuvo que “Si Racing tiene que salir campeón estando yo acá, que salga”. Dio la vuelta con su familia y todos los hinchas que se encontraban allá, pero la felicidad volvió a ser esquiva por muchos años y en todo sentido. Hace poco menos de dos meses pasó por uno de los episodios más dolorosos de su vida, el falleci-miento de su madre. Pese al dolor había que volver a la rutina, y ello era volviendo a alentar a sus colores. La costumbre a lo largo del certamen había sido divi-dirse dentro del Cilindro para luego volver en familia a casa. Carlos iba a la puerta 14 junto a amigos de viejas épocas que también llevaban a sus herederos de sentimiento. Su hija se corría más hacia la mitad de cancha junto a su novio y algunos amigos de am-bos, mientras su hijo iba con amigos hacia el lado de

la 12. Los partidos de visitante los congregaba en su casa para luego comer unas pizzas y hablar del partido sea cual sea el resultado. Siempre el mismo ritual. El conjunto dirigido por Diego Cocca venció a Banfield y el sueño del campeonato comenzó a latir más fuerte. Entonces la charla de cada domingo y de toda la semana comenzó a tener otro sabor, ese de la inmunidad y la confianza de que se va a dar, por fin se va a dar. Quilmes era el próximo rival y, al ser visitante, todos se reunirían nuevamente en su casa. El partido era doloroso para la “Banda Académi-ca”. Uno al lado del otro sentados en sillones y sillas.

Carlos, como siempre lo hizo, enmudeció la televisión para escuchar el relato del programa partidario ra-dial que oye habitualmente. Pasaban los minutos y solo crecían los lamentos, el temor a que esa ilusión y esa alegría se escapen de entre las manos. Él tenía y transmitía un gran nerviosismo. Todos se alteraban por el partido y más aún por el delay entre la radio y la TV. Al ver el malestar general por dicha situación y pese al penal contenido por Saja, su hija le dijo “Andate a escuchar la radio arriba, aparte la otra vez viste el partido allá y ganamos”. Malhumorado por ser “echado” de la suerte de santuario en que la planta baja se convertía, subió a su habitación y ellos alzaron el volumen de la tele para escuchar, seis minutos después, el gol que se convirtió en un nuevo paso hacia el título tan anhelado.

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River arribaría el Cilindro y Carlitos se acostó a dormir una siesta para luego ir a la cancha, pero su hija lo llamó tres horas antes del partido para decirle “Pá, el shopping está lleno de autos y Avellaneda está como si faltaran diez minutos para el partido, salí ya para acá”. Rápido, cortó y emprendió su bre-ve viaje de quince minutos, Lanús-Avellaneda. Aden-tro de la cancha la divisó junto a su novio, cuando estos se acercaron le dijo “¿Vos me apurabas a mí? Yo estoy acá hace media hora”. Ella se enterneció de verlo sentadito, con su gorra y esperando la lle-gada del resto de sus amigos. Charlaron los tres un rato hasta que los jóvenes se fueron a su lugar y él se paró para saludar a los suyos. Finalizado aquel partido tan memorable como agónico, con el tanto en contra por parte de Ramiro Funes Mori, La Academia se ponía por sobre el resto de los equipos del certa-men. La casa era una fiesta y una sonrisa permanen-te, el barrio -repleto de académicos- también lo era, la vida cuando Racing está como queremos se torna cuasi perfecta. El hombre debía hablar con su médico oncólo-go para solicitar su turno y comenzar a charlar sobre

su nuevo y futuro trasplante de médula ósea, pero era tanta la euforia que prefirió no llamarlo para evitar que le diga “Te internamos en una semana”, y así perderse el segundo campeonato de Racing en su vida. Como si su enfermedad fuese un pavada... El partido ante Rosario Central los encontró nuevamente en su casa, pero Carlos siquiera pensó en ver el partido junto a los chicos y subió directamente a cumplir con la cábala. En cada uno de los tres goles bajaba corriendo, abrazaba a todos y subía tan rá-pido como podía. Todos se reían de la situación, don-de solo existía la felicidad porque su amada Acade-mia acariciaba el título y seguía al frente. Terminó el partido y no hicieron más que abrir la puerta para ir a gritar a la calle, cuando vieron que corría hacia su puerta el vecino de enfrente con la camiseta puesta, ese mismo que supo decirle “Este torneo salimos cam-peones”. También venían “Las Melli” de la otra cua-dra junto a su padre. Todos festejaban con lágrimas, saltos y cánticos, mientras otros vecinos se asomaban creyendo que ocurría algo malo, pero aquella pala-bra que ya no existía en su diccionario. Culminados los festejos callejeros, entraron y, mientras veían la

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derrota parcial de River, Carlos confesó: “En el tercer gol me tiré en la cama y tuve una sensación de alivio que nunca antes sentí”. En la semana solía decir “¿Te diste cuenta que desde que falleció la Abuela nunca perdimos? Yo creo que es ella que desde arriba está hinchando por nosotros para vernos felices”, y de re-pente se le caía alguna lágrima. Dos semanas eternas como únicas transcurrie-ron hasta el día de las elecciones, el día en que sa-bían que darían la vuelta. Su hija, negativa por de-más en muchos casos, sostenía que Racing iba a dar la vuelta y pensaba en cómo volvería del Obelisco. Algunos le decían que debía ser más cautelosa, pero ella estaba confiada y compartía el presentimiento con su papá. Ambos soñaban con el día tan esperado hasta que llegó, fueron juntos a votar, encontraron co-nocidos y volvieron a su casa para almorzar e irse a ver la coronación de su Academia, ya no existía otro pensamiento más que ese. Carlos recordó el tumor que años atrás le perforó la cadera cuando habían transcurrido dos horas desde que estaba parado esperando el co-mienzo del encuentro, pero aún faltaban otras dos y

los minutos del partido. Nunca vivió algo parecido a ese día. Lloraba cuando vio a su hija junto a su novio subiendo como podían los escalones, cuando ella lo abrazó y le dijo “Somos campeones, Pá”, y él le de-cía que sí, que “ella” los había ayudado. A los minutos vio a su hijo llegar desde el otro lado y la situación se repitió, los tres se hundieron en el abrazo que por siempre recordarán. Así, con alegría proporcional a su increduli-dad, dibujó una sonrisa en su rostro mientras seguía sirviendo las copas. En sólo unos segundos había re-cordado casi 42 años de su vida, sus alegrías y tris-tezas, los cambios, las personas que vienen y van, las que quedan al igual que la pasión por la celeste y blanca, la de Avellaneda. Levantaron las copas al grito de “Dale Campeón”, comenzaron a ver los vi-deos del partido sin poder creer que el día de sus sueños había llegado. Luego de las 7 de la mañana y de comprar todos los diarios que había hasta el mo-mento, la casa se transformó en un silencio. El silencio de quienes ya vivieron su sueño despiertos, el silencio de los que nunca dejan de soñar pero que, esta vez, podían dormir tranquilos.

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La fatalidad de estar en el pelotón de atrás hacía sentir que su sueño de ser quien traspase la cinta se hiciera cada vez más lejano, como el primero que ante cada zancada que daba estiraba aún más su di-ferencia con el resto. Sus piernas tonificadas, su abdomen plano y su frente apenas transpirada eran el símbolo de la frustración de sus rivales. La esperanza de sus contrincantes se resumía en aprovechar un mínimo tropiezo que diera en falso, pero hasta el momento no pasaba a ser más que una utopía. Durante el tramo final, un pequeño tropiezo hizo dudar al fornido competidor y al realizar el siguiente paso, su pie no se afirmó con seguridad en el suelo. Esa fue la señal para que el esforzado se-guidor, que había sido descartado por la mayoría para ganar la carrera, entendiera que con un poco más de voluntad podía alcanzar al temible atleta. Así fue como el antes quinto, cuarto, tercero y ahora escolta aprovechó otro traspié del principal candidato. Una piedra que molestaba y parecía haberse metido en la zapatilla del líder hacía muchos años hizo que dedicara su tiempo en sacársela, pero cuando levantó su vista ya tenía a su voluntarioso rival por delante. El ex líder no ve con malos ojos reservar sus energías para la siguiente carrera. Mientras tanto, el decidido corredor fija sus ojos hacia la meta, deseando que su perseverancia le posibilite alcanzar la gloria inesperada.

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Qué hubiera dicho el eterno Negro Fontanarrosa si lo viera a él. Si lo estuviera viendo en carne y hueso en alguna platea del Gigante de Arroyito, claro, porque seguramente estaba alentando a su Rosario Cen-tral desde la comodidad de algún sillón y compartiendo una bebida, acompañado del Negro Olmedo y algún otro amigo allá en el cielo. El Negro Fontanarrosa dibujó jugadores y dibujó goles, pero también jugó y también los hizo. Compartió una cancha sin césped en Las Palmas con Jorge Valdano, goleador como Milito, e hizo un gol memorable que gritó tan fuerte como el goleador de Racing esa tarde, aunque en ninguno de los dos partidos haya habido gente que se funda con ellos en la emoción de un gol. Por eso, dicen, no se enojó allá en el cielo cuando vio a su Central perdiendo por 3 a 0 y al Príncipe siendo figura. Al contrario. Segu-ramente el Negro dibujó o escribió algo con ese goleador que se le había escapado de un cuento.

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“Mi tío hizo el primer gol que gritó un país entero. Mi tío la recibió de Mas-chio, se tuvo más fe que cualquier Dios y le pegó y la clavó y se metió en la Historia en Montevideo”, habrá dicho algún Changuito, sobrino de Cárdenas. “Mi abuelo me contó antes de dormir goles de Ohaco 244 noches, porque de-cía que todos merecían ser contados”, habrá confesado algún nieto de Alberto Bernardino. “Mi papá hizo un gol una tarde de lluvia que acabó con la sequía de millones de almas, en la cancha de Vélez, y le dio el título a Racing tras 35 años”, repetirá orgulloso el hijo de Gabriel Loeschbor. Algún día quizá se encuentren todos o algunos de todos estos porta-dores de gloria y de Historia, en el Cilindro o en un bar, y en algún instante de ruidoso silencio, llegará uno no había hablado nunca antes. Algún nieto, hijo, o sobrino de tiempos más recientes. “Mi abuelo, mi padre o mi tío hizo el gol que aclaró el cielo una noche de Avellaneda. Porque entre tantos papelitos y lágrimas el cielo se volvió celeste y blanco en plena noche. Mi abuelo, mi padre o mi tío, hizo el gol que permitió que se abrazaran generaciones y generacio-nes de hinchas de Racing en la Tierra y en el Cielo, festejando un nuevo título allá por el 2014”. Y todos sabrán que es nieto, hijo o sobrino de Ricardo Adrián Centurión.

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LA OBLIGACIÓN DE SER MÁS

El éxito tiene la doble condición de ser histórico y de ser efímero. De estar para siempre en las vitrinas y en la memoria; y a su vez no estar nunca, ya que la competencia constante obliga a una nueva búsqueda, a una nueva ilusión. Pero Racing tiene otro horizonte más importante a la vista: La de demostrar que el título logrado no fue casualidad.

Entre tanta algarabía en las tribunas, entre abra-zos de los mismos jugadores festejando ser ellos quie-nes inscriban sus nombres en la historia del club, Diego Cocca lanzó un mensaje que para muchos habrá pasa-do desapercibido: “Hay que llenarse de energía porque después hay que empezar de vuelta. Hay muchos juga-dores que recién los estamos conociendo, que vienen de clubes distintos. Después de conocer el mundo Racing, después de conocer su exigencia, y seguramente des-pués de este título, vamos a jugar más tranquilos. Ojalá que mejoremos”. No es un detalle ni un simple deseo. Es un objetivo que no parte desde la estética sino de sentir el deber de mejorar como equipo para revalidar lo conseguido.Porque Diego Cocca llegó al club con una línea dis-cursiva, una idea de aplicar eso que a priori se sostie-ne en el discurso y una metodología de trabajo para conseguirlo. La exigencia, el conocimiento del club y de los jugadores, y el andar de la competencia obli-garon al entrenador a adaptar ciertos conceptos a la realidad del conjunto, a modificar los caminos busca-dos dentro del campo de juego (no así la metodología que se mantuvo invariable en cuanto a la preparación física y futbolística), pero sin olvidar lo que realmente cree: Un mejor funcionamiento colectivo a través de la

pelota como fundamento de base para ir en busca del resultado. Es ahí donde considera que el equipo debe comenzar a consolidarse y donde ve que tiene margen de mejora. El club, por su parte, se sacó de encima esa car-ga que implica la sequía de títulos y esa necesidad impe-riosa de lograrlos a cualquier precio. Ahora es tiempo de sembrar cimentándose en esa tierra fértil que, desde hace algunos años, significan las divisiones inferiores. Porque está claro que la promoción y consolidación de juveniles depende del entrenador de turno y los tiempos de maduración que éste considere, pero también debe comenzar a existir una política institucional que cree las condiciones necesarias para que los chicos deseen no sólo llegar a Primera División sino también permanecer y formarse. En éste contexto aparece la doble competencia. El torneo local y el ansiado retorno a la Copa Liberta-dores. En éste contexto Racing deberá intentar volver a ser protagonista en el plano nacional e internacional, sabiendo que cada partido y cada competencia presu-ponen el deber de ir por los tres puntos, pero también sabiendo que no sólo se debe intentar ganar, sino tam-bién intentar volver a Ser. Volver a forjar una identidad futbolística y una identidad institucional.

Por Cristhian Flores

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La Copa Libertadores, el ferviente deseo de los hinchas racinguistas para este 2015.

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