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Facultad de Ciencias de la Salud UNIVERSIDAD DE JAÉN Facultad de Ciencias de la Salud Trabajo Fin de Grado Alumno: Daniel Gutiérrez Amador Tutor: Dr. Jesús López Ortega Dpto: Enfermería Junio, 2016 PAPEL DE ENFERMERÍA EN LA PREVENCIÓN DE INFECCIONES Y BACTERIEMIAS NOSOCOMIALES

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UNIVERSIDAD DE JAÉN Facultad de Ciencias de la Salud

Trabajo Fin de Grado

Alumno: Daniel Gutiérrez Amador

Tutor: Dr. Jesús López Ortega

Dpto: Enfermería

Junio, 2016

PAPEL DE ENFERMERÍA EN LA

PREVENCIÓN DE INFECCIONES

Y BACTERIEMIAS

NOSOCOMIALES

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Facultad d

e C

iencia

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e la S

alu

d

UNIVERSIDAD DE JAÉN Facultad de Ciencias de la Salud

Trabajo Fin de Grado

PAPEL DE ENFERMERÍA EN LA

PREVENCIÓN DE INFECCIONES

Y BACTERIEMIAS

NOSOCOMIALES

Alumno: Daniel Gutiérrez Amador

Tutor: Dr. Jesús López Ortega

Dpto: Enfermería

Junio, 2016

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RESUMEN:

Las Infecciones Relacionadas con la Asistencia Sanitaria (IRAS) suponen un grave problema

de salud pública, tanto por la elevada morbimortalidad que ocasionan, como por su fuerte

repercusión sobre la calidad de la asistencia y sobre el gasto sanitario. Estas complicaciones

son clave en los pacientes críticos, ya que sobre ellos recae el 25% de todas las infecciones

nosocomiales. Objetivo: revisar e identificar el conocimiento existente sobre prevención de

IRAS, en especial las asociadas al manejo de dispositivos invasivos en el paciente crítico, así

como el impacto que ha tenido la implantación de programas y protocolos de actuación en la

reducción de la morbimortalidad asociada a la infección nosocomial. Metodología: se trata de

una revisión bibliográfica narrativa – descriptiva, realizada a través de un proceso de

selección y análisis, en diferentes bases de datos y webs, de aquellos estudios y artículos que

aportan mayor evidencia científica acerca de protocolos de actuación para la prevención de la

infección nosocomial relacionada con la asistencia sanitaria. Resultados: se identifican y

describen aquellos programas y protocolos de actuación enfermera que mayor repercusión han

demostrado en la reducción y prevención de la infección relacionada con la inserción y

manejo de dispositivos invasivos, así como el impacto en la reducción de la morbimortalidad

de estas medidas. Conclusión: la mejor manera de prevenir la infección – bacteriemia

relacionada con la asistencia sanitaria es la adherencia y respeto estricto de los principios

universales de asepsia y esterilidad. Para ello, es fundamental la formación continua y

actualización de conocimientos de todo el personal implicado.

Palabras clave: bacteriemia; infección; catéter; prevención.

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ABSTRACT:

Infections related to sanity assessment (IRAS) suppose a severe problem in public health, not

only because it causes high morbideath, but also due to the strong influence on the

assesment’s quality and sanity outlay. These complications are key in critical patients, since

the 25% of hospital infections affect them. Objective: revise and identify the existent

knowledge about IRAS prevention, especially focused on the use of invasive devices in

critical patients, and also the impact which has causes the implantation of programmes and

protocols of intervention and the reduction of morbideath associated with hospital infections.

Methodology: It is focused on narrative bibliographical revision – descriptive, made

throughout a process of selection and analysis, in different data bases and webs, from those

studies and articles which provide scientific evidences about protocols of acting for the

prevention of hospital infections related to sanity assessment. Results: In this section nursing

programs and protocols which have more influence are described. These have proved the

reduction and prevention of the infection related to the insertion and the use of invasive

devices, and the impact in the morbideath’s reduction of these measures. Conclusion: The

best way in order to prevent the infection – bacteremia related to sanity assessment is the

strict adherence to universal principles of asepsis and sterility. In order to obtain that,

continuous formation and knowledge’s updating of all implicated people is crucial.

Key words: bacteremia; infection; catheter; prevention

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ÌNDICE

1. MARCO TEÓRICO Y ANTECEDENTES

1.1. Introducción .......................................................................................................... 5

1.2. Conceptos preliminares ......................................................................................... 6

1.3. Aproximaciones epidemiológicas ......................................................................... 11

1.4. Etiología de la infección – bacteriemia ................................................................. 17

1.5. Manifestaciones clínicas – consecuencias para el paciente .................................. 20

1.6. Estrategias de prevención ...................................................................................... 22

2. JUSTIFICACIÓN .......................................................................................................... 30

3. OBJETIVOS

3.1. Objetivo general .................................................................................................... 31

3.2. Objetivos específicos ............................................................................................ 31

4. METODOLOGÍA

4.1. Diseño ................................................................................................................... 32

4.2. Estrategia de búsqueda .......................................................................................... 32

4.3. Criterios para la inclusión de los artículos ............................................................ 33

4.4. Criterios para la exclusión de los artículos ........................................................... 34

4.5. Variables de análisis de los trabajos ..................................................................... 34

5. RESULTADOS

5.1. Resultados cuantitativos ........................................................................................ 35

5.2. Resultados cualitativos .......................................................................................... 36

6. DISCUSIÓN .................................................................................................................. 43

7. CONCLUSIONES ........................................................................................................ 45

8. BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................... 46

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1. MARCO TEÓRICO Y ANTECEDENTES

1.1. Introducción

En nuestro país, tenemos la suerte de poder presumir de tener uno de los más

envidiables sistemas sanitarios del planeta, que cada día atiende a miles y miles de pacientes,

quienes reciben una atención sanitaria de calidad, altamente cualificada y muy valorada por

nuestra sociedad. De hecho, todos nos beneficiamos de una atención sanitaria

multidisciplinar, dotada de un alto grado de especialización, y que incorpora los últimos

avances tecnológicos, además de los tratamientos más avanzados e innovadores. En la

mayoría de los casos, nuestros pacientes son atendidos con éxito, obteniendo resultados

satisfactorios. Sin embargo, a pesar de la calidad de la atención prestada, ésta no está exenta

de complicaciones que, en muchos casos, se deben a errores del sistema sanitario, descuidos o

desconocimientos humanos, por lo que la mayoría de estos eventos adversos podrían

llegar a ser evitables.1

No en vano, esta situación no es exclusiva de nuestro sistema, ya que los efectos no

deseados de la asistencia sanitaria representan, en todos los sistemas sanitarios de los países

desarrollados, una causa importante de elevada morbi-mortalidad. Las consecuencias de

estos daños no se limitan únicamente a las repercusiones en salud de quienes las sufren

directamente, sino que también hay que sumar el elevado impacto económico, social y moral

de las mismas. Los ingresos hospitalarios directamente relacionados con estos eventos

adversos, la prolongación de las estancias, así como el incremento de pruebas y tratamientos

que podrían ser evitados, suponen un incremento del gasto hospitalario, con tendencia

progresiva que, según diversos estudios, podrían comprometer a medio plazo la viabilidad de

nuestro sistema sanitario. Por tanto, la seguridad del paciente debe ser una prioridad para

todos los profesionales y gestores implicados ya que por definición, “un sistema sostenible

debe minimizar los riesgos e incrementar la seguridad del paciente”.1

Concretamente, la prevención de la infección nosocomial es la primera y más

importante aproximación en cuanto a la seguridad del paciente. Las Infecciones Relacionadas

con la Asistencia Sanitaria (IRAS) suponen un grave problema de salud pública, no solo por

la morbilidad y mortalidad que ocasionan, sino también por su fuerte repercusión sobre la

calidad de la asistencia, además del gasto sanitario que suponen.1

Para el sistema sanitario USA, las 5 infecciones principales (de más a menos costosas:

infección del torrente sanguíneo asociada a vía central, neumonía asociada a ventilación

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mecánica, infección del sitio quirúrgico, infección por clostridium difficile e infección del

tracto urinario asociada al catéter) suponen un coste anual de alrededor de los 9,8 millones de

dólares. Se estima que este tipo de infecciones afecta, por término medio, a 1 de cada 20

pacientes hospitalizados en la Unión Europea, suponiendo alrededor de 4,1 millones de

pacientes anuales, de los cuales fallecen unos 37.000.2

En España, los estudios IDEAS y

ENEAS calculan un rango promedio de incidencia de Eventos Adversos (EA) que oscila entre

el 5,6% y 16,1%. Nuestro Sistema Nacional de Salud atiende anualmente unos 4.500.000

ingresos hospitalarios, de los cuales, sufriría un EA (según las estimaciones más y menos

conservadora) entre 250.000 y 720.000 pacientes hospitalizados. Un estudio realizado por el

Grupo Relacionado por el Diagnóstico aventura un coste incremental medio, por cada EA,

de entre 5.260 € y 11.905 €. 3

Los sistemas de notificación ponen en evidencia que las infecciones son

complicaciones clave tanto por las cifras como por el enorme impacto, y las desarrolladas por

pacientes críticos suponen alrededor del 25% de todas las infecciones nosocomiales.

Durante mucho tiempo, estas cifras han sido justificadas por la mayor susceptibilidad de los

pacientes críticos, sumada a la frecuente alteración por dispositivos invasivos de sus barreras

defensivas, además del ambiente con un ecosistema seleccionado y las numerosas

oportunidades de transmisión cruzada. Sin embargo, la evidencia científica ha transformado

este concepto de “inevitabilidad de las infecciones”, dando paso a la convicción de que la

mayoría pueden prevenirse, por lo que no es aceptable no poner todos los medios posibles

para lograr reducir su impacto.4

Por tanto, considerar que las infecciones adquiridas en el entorno hospitalario son

errores evitables, así como conocer su incidencia, son requisitos indispensables para su

erradicación. La prevención de éstas debe basarse en la preparación técnica y formación en

seguridad del personal sanitario, asegurando un entorno de trabajo en equipo en el que se

apliquen las intervenciones de mayor evidencia, y a la vez, de menor dificultad de

implantación y coste y, lo que es más importante, educando desde la perspectiva de que “el

riesgo puede ser 0, si la tolerancia lo es”.4

1.2. Conceptos preliminares

1.2.1. Infecciones Asociadas al Cuidado de la Salud (IACS) o Infecciones

Relacionadas con la Asistencia Sanitaria (IRAS):

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Este tipo de infección es definida por el Centro para el Control y Prevención de

Enfermedades (CDC) como “una condición local o sistémica que resulta de una reacción

adversa a la presencia de una agente infeccioso o sus toxinas y no hay evidencia que la

infección estaba presente o en periodo de incubación al momento de la admisión del paciente

al área asistencial”.5 Este tipo de infecciones pueden ser contraídas en cualquier ámbito de

atención sanitaria (centros de atención ambulatoria, centros de rehabilitación, de cuidado

crónico, hospitales…). Cuando ocurren en un hospital son denominadas como “infecciones

hospitalarias” o “infecciones nosocomiales”, y la importancia de las mismas es reconocida

por ser una fuerte causa de morbi-mortalidad potencialmente prevenible.5, 6

Encuestas

nacionales recientes, así como diversos programas europeos, han puesto de manifiesto que 1

de cada 20 pacientes hospitalizados adquiere una infección nosocomial (lo que al año supone

más de 4 millones de pacientes), causando alrededor de unas 37.000 muertes anuales en la

UE.2

1.2.2. Catéter Venoso Periférico (CVP):

Tubo delgado de plástico, hueco y flexible, cuya longitud ha de ser inferior a 3

pulgadas (7,62 cm)7, que es utilizado para su inserción en una vena periférica, normalmente

del miembro superior (lo más habitual, en la vena metacarpiana de la mano y cefálica o

basílica del antebrazo). Son usados de forma sistemática para la administración de líquidos y

fármacos intravenosos aunque también, en ocasiones, la cateterización venosa es aprovechada

para la extracción de sangre. Su inserción supone el procedimiento invasivo más

frecuentemente realizado en pacientes hospitalizados (más del 60% de los mismos). Como

dato anecdótico, se estima que en Estados Unidos se venden alrededor de los 330 millones de

CVP cada año (Hadaway 2012)8.

1.1.1. Catéter Venoso Central (CVC):

También conocido como Dispositivo de Acceso Venoso Central (DAVC), es un

instrumento de acceso vascular o tubo hueco biocompatible, fabricado en un material de

plástico suave y flexible, que es alojado en una vena grande del sistema vascular central (vena

cava superior), de manera que la punta del catéter queda situada cerca del corazón9 (en

ocasiones también puede ser alojado en el interior de la aurícula derecha). Su inserción se

puede realizar por punción o venodisección, a través de las venas subclavia, yugular o

femoral, o incluso desde una vena periférica de las extremidades superiores (en cuyo caso

estaríamos hablando de un Catéter Central Periféricamente Insertado (CCPI)). Una vez

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realizada la técnica de inserción, son necesarios estudios radiológicos que confirmen la

correcta colocación del CVC.9, 10

Está indicada su inserción en una gran proporción de

pacientes críticos, principalmente para la monitorización hemodinámica, así como en aquellos

cuyas venas periféricas son deficientes, que precisan tratamiento intravenoso a largo plazo o

medicación que produce flebitis a través de venas periféricas. También se realiza en quienes

necesitan hemodiálisis, para colocación de marcapasos endocavitarios y para la

administración de fármacos como quimioterapia o inmunosupresión, nutrición parenteral

total, líquidos o productos sanguíneos, así como para extracción de muestras de sangre para su

análisis. El uso de estos catéteres se ha incrementado en los últimos años, siendo las Unidades

de Cuidados Intensivos donde más habitualmente se utilizan (el 78% de los pacientes críticos

precisan un CVC).10, 11

Estos dispositivos se clasifican en dos grandes grupos (dependiendo de si su extremo externo

se encuentra parcialmente tunelizado bajo la piel o no):

Catéteres transitorios, temporales o no tunelizados: se insertan directamente encima

de la vena y son implantados para un uso a corto plazo (periodo no mayor a 3-4

semanas). Se pueden insertar a través de las venas yugular, subclavia y femoral,

aunque también se puede hacer desde una vena periférica de la parte superior del brazo

(los Catéteres Centrales Periféricamente Insertados también pertenecen a este grupo),

pudiendo permanecer insertados durante meses. Los catéteres no tunelizados son de

doble luz, más cortos que los tunelizados y tienen la ventaja de que son insertados en

la misma cama del paciente y pueden ser utilizados inmediatamente después del

procedimiento de inserción, aunque también se relacionan con un mayor número de

complicaciones infecciosas.10, 12

Catéteres permanentes o tunelizados: Este tipo de dispositivos han de ser implantados

mediante un procedimiento quirúrgico, y habitualmente son insertados en la vena cava

superior.10

Suelen colocarse en pacientes que precisan un acceso vascular a largo plazo

o definitivo (normalmente en pacientes afectados de IRC), por lo que se trata de un

catéter de gran diámetro y de dos luces que facilita los grandes flujos que se precisan

durante la hemodiálisis. Para su inserción se utiliza la técnica tunelizada percutánea, lo

que significa que parte del catéter se sitúa entre la vena que se canaliza y la salida

subcutánea, con un rodete de dracón (poliéster biocompatible que apenas causa

rechazos), provocando fibrosis en su parte extravascular, impidiendo así el paso de

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agentes infecciosos y actuando como anclaje. La realización de esta técnica requiere

de personal cualificado y entrenado, perteneciente a un servicio específico.12

1.1.2. Catéter vesical:

Sonda flexible que es insertada en la vejiga a través de la uretra (procedimiento

invasivo) con la finalidad de extraer orina. La sonda de Foley o de silicona es la más utilizada

para el cateterismo permanente (aunque también existen otras utilizadas en situaciones más

específicas), es decir, aquel en el que la sonda permanece insertada de forma continua en la

vejiga del paciente. En cambio, para el cateterismo evacuante, la sonda más utilizada es la de

Nélaton o de látex que, a diferencia de la de Foley, no posee balón en su extremo, y por tanto

no puede permanecer insertada en la vejiga. Esta sonda se usa para extraer orina en un

momento determinado, pudiendo utilizarse de manera puntual o de forma intermitente, cada 4

– 6 horas.5, 13

1.1.3. Flebitis o Tromboflebitis Venosa Periférica (TVP) relacionada con la infusión

intravenosa:

Se caracteriza por la existencia de dolor, edema, enrojecimiento de la piel (eritema),

aumento de la temperatura local y/o induración o trombosis palpable alrededor del punto de

inserción del catéter en la vena canulada.14, 15

Algunos investigadores (Maki 1991; Monreal

1999) definen el diagnóstico de flebitis por la coexistencia de dos o más de los siguientes

signos: sensibilidad, dolor, calor, eritema, edema y un cordón palpable.15

1.1.4. Colonización del catéter:

Crecimiento significativo de microorganismos en el extremo distal o proximal del

dispositivo, en el segmento subcutáneo o en las conexiones (esta colonización no

necesariamente implica bacteriemia ni requiere tratamiento antimicrobiano en ausencia de

signos y síntomas de infección). Se considera que el catéter está colonizado cuando en el

estudio microbiológico de algún segmento del catéter se hayan recuentos de 15 o más UFC

(Unidades Formadoras de Colonias) en recuento semicuantitativo, o más de 103 UFC en

recuento cuantitativo, en ausencia de síntomas clínicos acompañantes.14

1.1.5. Infección del sitio de inserción relacionada al catéter:

Cuando además de la confirmación del catéter colonizado (mediante el cultivo del

catéter), pero en ausencia de hemocultivos o con hemocultivos negativos16

, existen signos

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locales de infección (eritema, calor, induración, sensibilidad y/o exudado purulento en un área

de 2 cm alrededor del punto de inserción del dispositivo) en ausencia de otro foco de

infección. Esta condición no implica bacteriemia.14

1.1.6. Bacteriemia:

El concepto de “bacteriemia” es definido como la presencia de bacterias en sangre o

infección del torrente sanguíneo. La sangre es un medio estéril, por lo que la presencia de

bacterias es indicativa de infección. La respuesta inflamatoria sistémica con la que el

organismo hace frente a una infección se denomina sepsis, y a la coexistencia de ambas

(sepsis y bacteriemia), septicemia.

Las bacteriemias se pueden clasificar en primarias (o de origen desconocido), y

secundarias a otro foco de infección.14

Debido a la línea temática del presente trabajo, nos

centraremos en las segundas, en las que el foco de infección primario será el dispositivo

intravenoso o los líquidos de infusión.

1.1.7. Bacteriemia relacionada con el catéter:

Identificación de la presencia de microorganismos en el torrente sanguíneo

(bacteriemia) con al menos un hemocultivo periférico positivo, en un paciente con un

dispositivo vascular y con manifestaciones clínicas de infección (hipertermia, escalofríos y/o

hipotensión), sin otra fuente aparente de infección sanguínea.14, 17

Para el diagnóstico de la

bacteriemia relacionada al catéter, se aceptan las siguientes posibilidades (no se incluyen

dentro de esta definición la “infección relacionada al catéter” ni la “bacteriemia secundaria a

la infusión IV”):16

Bacteriemia relacionada con el catéter (diagnóstico tras retirada del mismo):

aislamiento, en un paciente con cuadro de sepsis y sin otro foco aparente de infección,

del mismo microorganismo (igual especie y antibiograma) a través de un hemocultivo

extraído de una vena periférica, así como en un cultivo (cuantitativo o

semicuantitativo) de la punta del catéter intravenoso.14, 16

Bacteriemia relacionada con el catéter (diagnóstico sin retirada de la línea

venosa): aislamiento, en un paciente con cuadro de sepsis y sin otro foco aparente de

infección, del mismo microorganismo (igual especie y antibiograma) a través de

hemocultivos cuantitativos simultáneos, en una proporción igual o superior a 5:1 en

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las muestras extraídas directamente del catéter venoso, respecto a las obtenidas por

punción intravenosa.14, 16

Bacteriemia probablemente relacionada con el catéter (en ausencia de cultivo del

catéter): esta situación clínica se conoce como bacteriemia primaria y está definida

por un cuadro clínico de sepsis, sin otro foco aparente de infección en el que,

obteniendo un hemocultivo positivo, la sintomatología desaparece a las 48 horas de la

retirada del catéter de la línea venosa.14, 16

1.1.8. Bacteriemia relacionada con la infusión:

Aislamiento del mismo microorganismo, en un paciente con cuadro de sepsis y sin

otro foco de infección aparente, a través de hemocultivos positivos extraídos

percutáneamente, coincidiendo con el microorganismo aislado en el análisis del líquido de

infusión. Esta condición es clasificada como bacteriemia secundaria.14, 16

1.1.9. Antisepsia:

Debra Adams la define como “La aplicación de soluciones antimicrobianas

(microbicidas o microbiostáticos) sobre la piel de un paciente antes de la inserción de un

catéter, con el fin de reducir el riesgo de contaminación durante la inserción”.18

Diversos

autores señalan que su eficacia puede verse influida por diversos factores, entre los que

destacan la cantidad de antiséptico empleado, el tiempo de exposición al mismo, la técnica de

fricción y desinfección previa a la inserción, la técnica de inserción y esterilidad durante su

proceso, e incluso el uso de antibióticos. La preparación mecánica de la piel se realiza con el

fin de que el antiséptico penetre entre las capas de células muertas de la piel y eliminar toda la

flora bacteriana posible, por lo que se sugiere frotar de forma generosa, con el objetivo de

favorecer la infiltración del antiséptico en esas capas donde las bacterias residen de forma

saprófita.18

1.3. Aproximaciones epidemiológicas

Las infecciones asociadas al cuidado de la salud (IACS) representan un grave

problema de salud pública y una seria amenaza para la seguridad de nuestros pacientes,

asociándose a unas tasas de mortalidad que oscilan entre el 5% y el 35%.19

Según la

Organización Panamericana de la Salud (OPS), más de 1,4 millones de pacientes

hospitalizados contraen alguna infección en todo el mundo.6 En el marco de la Unión

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Europea, diversos programas de seguimiento de estas infecciones, ponen de manifiesto que

éstas afectan, en término medio, a 1 de cada 20 pacientes hospitalizados, lo que supone 4,1

millones de pacientes al año en la UE. De éstos, se estima que fallecen unos 37.000 cada año.

Recientes encuestas nacionales de prevalencia de IRAS indican que entre un 6% y un 14% de

enfermos ingresados en nuestros hospitales sufren una infección nosocomial, aumentando

hasta un 35-40% su incidencia entre los pacientes críticos.2

Sin embargo, también existen datos para la esperanza, ya que en 2012 el EPINE

(Estudio de Prevalencia de Infecciones Nosocomiales en España) registró la prevalencia de

pacientes con infección nosocomial (adquirida durante la hospitalización) más baja de su

historia, desde que comenzaron sus registros (5,61%). Además, también se produjo un notable

cambio en cuanto a la localización de las mismas, de forma que las infecciones del sitio

quirúrgico pasaron a tomar la primera posición, seguidas de las respiratorias, urinarias,

bacteriemias y otras.2 En el siguiente gráfico podemos observar la evolución de la

localización de las infecciones nosocomiales, desde 1990 hasta el último año del que se tienen

registros, 2015.

Fig. 1.- Evolución de la localización de las infecciones nosocomiales. EPINE 1990-2015 20

Si analizamos los últimos datos registrados, los que corresponden al año 2015, en

efecto, la mayor prevalencia de infecciones adquiridas durante el presente ingreso (que no del

total de pacientes con infección), corresponden a las infecciones quirúrgicas, seguidas de las

respiratorias, urinarias y bacteriemias, aunque si analizamos los datos de anteriores años,

durante la mayoría de ellos han sido las infecciones respiratorias las más prevalentes.

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Centrándonos ya en el acceso vascular, es evidente que los catéteres venosos

periféricos son los más empleados. En España se estima que un 45% de los pacientes

ingresados tienen canalizado un catéter venoso periférico (CVP), un 5,5% tiene un catéter

venoso central (CVC) y un 4 % con catéter central de inserción periférica (CCIP).2 Sin

embargo, este orden se invierte cuando hablamos de pacientes con infección asociada al

catéter. Los portadores de CVC ocupan la primera posición con un 25,51% de prevalencia,

seguido de los portadores de CCIP (18,84%), siendo el menor porcentaje para quienes portan

un acceso venoso periférico (6,5%).21

A pesar de que la incidencia de infección local o sistémica que se asocia a los CVP

habitualmente es baja, debido a la frecuencia con las que estos se usan, causan una gran

morbilidad (la complicación más frecuente, sin duda, es la flebitis).2 El tratamiento

intravenoso a través de un CVP se asocia con una tasa de flebitis muy variable, que oscila

entre el 2,3% y el 60% (White 2001, Gupta 2007), y una tasa de bacteriemia de

aproximadamente del 0,8% (Maki 1991).15

En cambio, los CVC son los que ocasionan las complicaciones infecciosas más

graves2 (en España, la bacteriemia relacionada con la infección del catéter representa el 13%

de todas las infecciones nosocomiales, teniendo éstas una mortalidad atribuible del 27%)17,

18, en especial, los que son insertados en las unidades de cuidados intensivos (UCI), entre

otros motivos, porque éste es el servicio donde hay mayor proporción de CVC canalizados

(en Europa, el 78% del total de pacientes ingresados en una unidad de cuidados intensivos

necesita la canalización de un CVC)11

. Teniendo en cuenta dicha peculiaridad de la UCI,

recurriremos a los informes del “Estudio Nacional de Vigilancia de Infección Nosocomial

en Unidades de Cuidados Intensivos” (ENVIN – HELICS).

Según el Informe ENVIN de 2006, en España los pacientes son portadores de un CVC

1.000.000 de días al año, que supone el 80% de su estancia en UCI. Además, éstos originan

entre 5.000 y 8.000 bacteriemias anuales, que son causa de entre 400 y 600 muertes cada

año. Cada paciente con bacteriemia supone para el sistema sanitario un gasto de alrededor de

6.000 euros.2

Revisando los Informes ENVIN publicados durante los últimos años, se concluye que,

globalmente, los pacientes que han desarrollado alguna infección durante su estancia en UCI

han descendido paulatinamente, desde el 15,51% durante el 2009, 11,3% en el 2010, 10,98%

en 2011, hasta el 10,24% durante el 201214

.

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En su informe de 2013, los autores destacan haber obtenido las tasas de infección

más bajas de la historia hasta esa fecha ya que, durante el citado año, se obtuvo una

incidencia de 6,87 episodios de neumonía asociada a 1.000 días de ventilación mecánica, y

2,77 bacteriemias por 1.000 días de catéter venoso central.22

Fig. 2.- Tasas de Incidencia de Neumonía Asociada a Ventilación Mecánica y de

Bacteriemia Relacionada con el Catéter Venoso Central. Elaboración propia a partir del

Informe ENVIN – HELICS de 2013 22

Sin embargo, durante el año 2014, en su informe hace una llamada de atención a las

autoridades sanitarias, destacando el incremento de las tasas de bacteriemias primarias (las

cuales engloban las que están asociadas a catéteres, más aquellas de origen desconocido), ya

que se pasó de los ya citados 2,77 episodios por 1.000 días de CVC en el 2013, a 3,26

episodios durante el 2014. Sin embargo, las neumonías asociadas a la ventilación mecánica

sufrieron un ligero descenso con respecto al año anterior, pasando de los 6,87 episodios por

1.000 días de ventilación mecánica en el 2013, a las 6,31 infecciones en 2014.23

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Fig. 3.- Tasas de Incidencia de Bacteriemia Relacionada con el Catéter Venoso Central y

de Neumonía Asociada a Ventilación Mecánica. Elaboración propia a partir del Informe

ENVIN – HELICS de 2014 23

En su último informe publicado (el correspondiente al año 2015) los datos confirman

que únicamente el 8,7% de los pacientes ingresados en UCI han adquirido alguna infección

nosocomial. Concretamente, la tasa de bacteriemia relacionada con el CVC (incluidas las de

origen desconocido) se sitúa en torno a los 2,74 episodios por 1.000 días de CVC. La tasa de

neumonía asociada a ventilación mecánica ha alcanzado los 5,77 episodios por 1.000 días de

ventilación mecánica. Estas tasas son las más bajas de todos los informes publicados,

desde el inicio del registro. También destaca el empleo de antibióticos para el tratamiento de

la infección intra-UCI, que ha sido el de menor proporción de todos los años (18,4% de todas

las indicaciones).24

Fig. 4.- Tasas de Incidencia de Bacteriemia Relacionada con el Catéter Venoso Central y

de Neumonía Asociada a Ventilación Mecánica. Elaboración propia a partir del informe

ENVIN – HELICS de 2015 24

Los proyectos “Bacteriemia Zero” y “Neumonía Zero” implantados en las UCI

Españolas durante los años 2009 y 2011 respectivamente han sido, sin duda, los grandes

influyentes en el descenso de las tasas de BRC y NAVM que se han producido durante la

última década.

En cuanto al proyecto “Bacteriemia Zero”, su principal objetivo era reducir la media

estatal de la densidad de incidencia de BRC por debajo de los 4 episodios por cada 1.000 días

de catéter, lo cual suponía una reducción del 40% respecto a la tasa media en las UCIs

españolas de los 5 años anteriores a la implantación del proyecto.1 No cabe duda de que éste

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fue un éxito logrando, a los 18 meses de su implantación, reducir el riesgo de este grave

problema para los enfermos ingresados en UCI en más de un 50%.25

Además, a día de

hoy sigue descendiendo esta tasa, como hemos podido comprobar en párrafos anteriores,

obteniendo en el informe del último año publicado en ENVIN los mejores resultados

registrados.

En lo que se refiere al protocolo “Neumonía Zero”, datos aportados por los informes

ENVIN en los últimos años también revelan el éxito de la implantación del citado proyecto.

Desde su puesta en marcha en 2011, las cifras no han hecho más que descender, y es que en

los años anteriores a su implantación, las tasas de neumonía por 1.000 días de ventilación

mecánica se encontraban por encima de los 11 episodios, y durante el año de su implantación

(2011), estas tasas ya se redujeron al 9,41‰. Desde entonces, han seguido reduciéndose

paulatinamente, año a año, los episodios de neumonía, llegando a alcanzar los sorprendentes

5,77 episodios por 1.000 días de ventilación mecánica en el pasado año 2015.1, 22, 23, 24

A continuación, se detalla la distribución de la localización de las infecciones

adquiridas en UCI, ofrecida por el último informe ENVIN – HELICS durante el pasado año

2015.

Fig. 5.- Localización de las infecciones en UCI. ENVIN – HELICS 2015 24

Como podemos observar en la figura anterior, a pesar de que las infecciones más

graves son las neumonías y bacteriemias, las infecciones más prevalentes son las que se

relacionan con el cateterismo uretral. La tasa de incidencia para las infecciones del tracto

urinario en UCI, asociadas a la sonda uretral, ha sido de 3,61 episodios por cada 1.000 días de

sondaje durante el año 2015, siendo también una de las tasas más bajas en los últimos años.24

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Durante muchos años, las Infecciones del Tracto Urinario (ITU) han sido las

infecciones nosocomiales más prevalentes. El 80% de estas infecciones se encuentran

asociadas al uso de catéteres urinarios.1 Aproximadamente el 10% de los pacientes

hospitalizados precisa un sondaje vesical, y por tanto tendrán mucha más probabilidad de

sufrir una ITU. Se calcula que éstas son las responsables de más del 30% de todas las

Infecciones Relacionadas con la Asistencia Sanitaria, y que entre el 1-2% de los pacientes

con sondaje intermitente desarrollan una ITU. Esta cifra asciende al 10-20% en los pacientes

sometidos a cateterismo urinario a demora.5, 13

Además, el riesgo de infección aumenta entre

el 5 – 10% por día, después del segundo día de sondaje. Según el estudio de Saint, es de

esperar que aproximadamente un 26% de los pacientes con sonda vesical permanente

desarrollen bacteriuria entre dos y diez días, y que de éstos, un 24% sufra una ITU y un 4%

desarrolle bacteriemia.5

No podemos finalizar este apartado epidemiológico sin mencionar a los pacientes con

insuficiencia renal que se someten a hemodiálisis, puesto que el CVC sigue cumpliendo un

papel preponderante en el acceso vascular utilizado para tal fin: entre el 46% y el 70% de los

pacientes que se someten a hemodiálisis, lo hace a través de un catéter venoso central.26

Se

estima que la infección del acceso vascular es la causa de una gran proporción del total de

bacteriemias desarrolladas en pacientes en hemodiálisis (originan entre el 48% y el 73% de

las mismas), siendo el riesgo relativo de sufrir bacteriemia 7,6 veces más elevado en pacientes

con catéter, que en aquellos que utilizan una Fístula Arterio-Venosa (FAV).

Por lo tanto, el hecho de que gran parte de estos enfermos utilice un CVC en lugar de

FAV para hemodializarse, supone un enorme riesgo para ellos, además de ocasionar una

fuerte repercusión sobre el sistema sanitario.27

1.4. Etiología de la infección – bacteriemia

En la probabilidad de adquisición de una infección nosocomial, asociada a la asistencia

sanitaria, influye de forma más determinante, por un lado el uso de dispositivos invasivos

(como pueden ser: la inserción y mantenimiento de todo tipo de catéteres, venosos o

arteriales, el uso de sondas vesicales, utilización de respiración artificial…) que vulneran los

mecanismos de defensa normal del cuerpo, así como los procedimientos quirúrgicos, y por

otro lado el grado de adherencia del personal sanitario a las prácticas de prevención de

infecciones en el momento de la asistencia y prestación de cuidados. Aunque existen perfiles

de riesgo específicos asociados a cada dispositivo, en general, tanto el fracaso de la técnica

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aséptica durante la inserción y cuidado del dispositivo, como la prolongación en el tiempo del

uso del dispositivo en cuestión, son importantes factores para el desarrollo o no de estas

complicaciones, graves para el paciente y costosas para el sistema.19

Se puede decir que la etiología de las infecciones intrahospitalarias se encuentra

condicionada por los siguientes 3 factores: 28

- La vía de transmisión.

- El agente etiológico.

- La susceptibilidad del paciente.

El personal sanitario constituye un reservorio de microorganismos, pudiendo

contribuir a la transmisión y desarrollo de infecciones sin el correcto cumplimiento de de las

medidas de prevención y técnica aséptica. Sin embargo, además de los profesionales

sanitarios, también se debe de tener en cuenta el rol del ambiente hospitalario en la

propagación de infecciones. La evidencia científica ha demostrado que las superficies

hospitalarias contaminadas, en especial las de alto contacto, son un importante factor de

riesgo, especialmente en los pacientes críticos. Por tanto, las medidas ambientales deben

formar parte de la estrategia global de prevención de las infecciones intrahospitalarias.28

Centrándonos en los catéteres, los periféricos suelen ser de corta duración en

comparación con los CVC, que son empleados por intervalos de tiempo más grandes. Este

aspecto influye en gran medida en el desarrollo de complicaciones infecciosas, con lo que no

es de extrañar que el riesgo de infección y bacteriemias sea menor para los CVP. Sin

embargo, el mayor uso de estos últimos tiende a equiparar el número absoluto de episodios.7

Por otro lado, los CVP no están exentos de otras complicaciones como flebitis (irritación e

inflamación de la vena), infiltración (fuga de líquido a los tejidos circundantes) u oclusión

(bloqueo del catéter).8

El riesgo de flebitis será mayor cuando menor sea el trayecto y calibre de la vena

canalizada, ya que esto facilita el contacto del catéter y la perfusión con el endotelio vascular.

Tradicionalmente la flebitis ha estado asociada a un mayor riesgo de infección y bacteriemia,

cuando en realidad, la mayoría de flebitis periféricas suelen ser un fenómeno físico – químico,

y diversos estudios concluyen que el riesgo de infección es bajo. Sin embargo, si la

inflamación persiste, se puede favorecer el desarrollo de una infección al facilitar la

colonización bacteriana inicial. No obstante, muchos episodios de bacteriemia relacionada

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con el catéter venoso periférico (BRCVP) se producen sin signos locales de inflamación.7

Catney y colegas investigaron la etiología de la flebitis, encontrando como variables

predictivas: la irritación de los fármacos, el tamaño del catéter y la persona encargada de su

inserción. Además, la ecografía ha demostrado formación de trombos en dos tercios de las

venas canalizadas, circunstancia en la que el diseño del catéter puede estar relacionado.15

La fijación adecuada del dispositivo a la piel del paciente tiene un papel crucial en

que el catéter no fracase antes de que finalice el tratamiento intravenoso, hasta tal punto que

un CVP asegurado de forma inadecuada aumenta el riesgo de flebitis e incluso de bacteriemia

relacionada con el catéter (BRC), debido a que la acción de pistoneo (movimiento hacia atrás

y hacia delante en la vena) del catéter, puede facilitar la migración de microorganismos a lo

largo del catéter hasta el torrente sanguíneo.8

En lo que respecta al CVC la complicación más grave, hacia la que se proyectan todas

las líneas de prevención, es la bacteriemia asociada al mismo. Como factores de riesgo para

la adquisición de una bacteriemia relacionada con el catéter venoso central (BRCVC)

destacan: la prematuridad, hospitalización previa (de al menos 7 días) a la cateterización, la

colonización del catéter y/o del punto de inserción, la nutrición parenteral, administración de

hidrocortisona, la neutropenia y la frecuencia de acceso o manipulación del catéter. La

canalización de la vena femoral es la zona de inserción que más se asocia al desarrollo de

bacteriemia.29

Además, este riesgo se verá incrementado con la presencia de co-morbilidades

como: VIH – SIDA, diabetes mellitus, enfermedad renal crónica, tumor sólido, malignidad

hematológica o algún otro tipo de inmunosupresión. El tiempo en días de estancia en UCI, así

como los días de exposición al dispositivo, incrementan el riesgo de infección asociada al

CVC, de forma que la mayor parte de estos episodios tienen lugar después del séptimo día de

permanencia del CVC.30

Existen tres vías por las que un catéter puede contaminarse: 4, 27, 31

Vía extraluminal o exoluminal: la fuente de infección puede ser la misma flora

cutánea del paciente, de manera que ésta progresa desde el punto de inserción,

colonizando el segmento subcutáneo y el resto del catéter. Por ende, los gérmenes más

frecuentes serán los que forman la flora de la piel (estafilococos coagulasa negativos,

estafilococo aureus, estafilococo epidermis y cándida).31

La infección por esta vía está

muy relacionada con el proceso de inserción y suele aparecer tras la primera semana

de inserción del catéter. Las localizaciones femoral y yugular se infectan con más

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frecuencia que la subclavia o la del antebrazo. La colonización del catéter a través de

esta vía corresponde mayoritariamente a gram-positivos.4

Vía intraluminal o endoluminal: la infección a través de esta vía, en cambio, es

independiente de la localización del catéter y suele aparecer de forma más tardía.

Además, éstas guardan más relación con bacilos gram-negativos y hongos.4 La

colonización del catéter es propiciada por manipulación frecuente de las conexiones y

llaves de tres vías, o por contaminación de las soluciones intravenosas. La nutrición

parenteral y los hemoderivados son los que mayor riesgo de contaminación

presentan.31

Diseminación hematógena: la colonización se produce de manera secundaria a otros

focos distales de infección, que producen bacteriemia.4, 31

Durante el momento de la punción, cuando la flora saprófita de la piel entra en

contacto con la sangre a través del punto de inserción, estos microorganismos se adhieren al

catéter en su parte extraluminal, formando lo que se conoce como un biofilm17

, y su progreso

futuro dependerá de la capacidad de los microorganismos de adherirse al material enlazándose

con fibrina, fibronectina y glicopolisacáridos extracelulares para formar dicha biocapa. Ésta

mejora la supervivencia del microbio, ya que se atenúa así la respuesta inmunitaria del

organismo y el efecto de antibióticos.32

Los microorganismos más habitualmente encontrados en la colonización del catéter

son, de mayor a menor frecuencia: estafilococo coagulasa negativo, estafilococo aureus,

enterococo, bacilos gram- negativos (enterobacter, pseudomonas spp y E. Coli) y candida

spp.31

1.5. Manifestaciones clínicas – consecuencias para el paciente

La infección local relacionada con la inserción y permanencia de cualquier dispositivo

invasivo, se manifiesta por la existencia de signos como: sensibilidad o dolor, edema,

enrojecimiento de la piel (eritema), aumento de la temperatura local, induración y/o exudado

purulento. Cuando la infección evoluciona a bacteriemia, ésta suele manifestarse con una

respuesta inflamatoria sistémica, conocida como “sepsis”. 14, 15

Como ya hemos visto, a pesar del avance de la medicina, las técnicas invasivas no

están exentas de riesgos para los pacientes. Existe una amplia variedad de posibles

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complicaciones, que pueden surgir desde la inserción hasta la retirada de un catéter, lo que

nos obliga a clasificarlas, por orden de importancia, de la siguiente manera:

Complicaciones infecciosas: los agentes más frecuentes en la etiología de estas

infecciones son, el estafilococo coagulasa negativo en primer lugar, seguido del

estafilococo aureus. La presentación clínica de la infección puede ser desde una simple

infección local, la cual se tratará con antibióticos y cuidados oportunos, hasta procesos

infecciosos más agresivos que pueden causar grave daño tisular y sistémico

(bacteriemias) desembocando, en bastantes ocasiones, incluso con la muerte de quien

la sufre.9 En cuanto a la localización de los dispositivos de acceso venoso central

(DAVC), diversos estudios abogan por la utilización de la vía subclavia, por ser la que

menos complicaciones de este tipo plantea, seguida de la yugular y femoral (esta

última es la que más episodios de infección reporta)11

.

Complicaciones mecánicas: suelen presentarse durante la instalación del dispositivo.

Las más destacadas: neumotórax, hemotórax, punción arterial, trombosis venosa,

embolias gaseosas, migración de la punta del catéter hacia otra localización inoportuna

(cuello, ventrículo, etc.), extravasación por fuga, desgarros en la pared de la vena cava

superior…9, 11

Complicaciones químicas: representan la principal causa del retiro anticipado de

catéteres. Éstas están relacionadas con la oclusión ocasionada por trombos, así como

por precipitados de medicamentos.9 Es frecuente el sellado del catéter con heparina

para intentar evitar estas complicaciones de trombosis y disfunción del dispositivo. Sin

embargo, el uso de heparina no está exento de riesgos, ya que puede inducir a

hemorragias y/o trombopenia.33

Como es lógico nos centraremos, debido a la línea temática de la presente revisión, en

las repercusiones de las complicaciones de tipo infeccioso. Como ya hemos visto, la

cateterización venosa está fuertemente asociada a complicaciones infecciosas locales y

sistémicas. Entre las primeras, cuyas repercusiones no son a priori tan dramáticas,

comprenden la flebitis, infección del sitio de entrada del dispositivo y la relacionada con el

procedimiento de inserción. Entre las segundas, que son más graves, las bacteriemias

relacionadas con el catéter (BRC), que además pueden producir otras complicaciones a

distancia como endocarditis, abscesos pulmonares, óseos, cerebrales… Todas estas

complicaciones se traducen en menor seguridad para el paciente, alterándose la evolución

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normal del proceso y añadiendo morbimortalidad, incremento de la estancia y aumento del

gasto sanitario.2, 21

También es importante tener en cuenta que los cambios frecuentes de

apósitos de aseguramiento de estos dispositivos, pueden repercutir en la integridad de la piel

alrededor del punto de inserción del dispositivo, lo que podría causar daño cutáneo al lacerar

la piel (al separar la capa córnea superficial) provocando el desarrollo de reacciones

inflamatorias cutáneas, edema y dolor. Si la integridad de la piel se ve comprometida, se

pueden afectar las tasas de infección asociada al catéter (incluyendo la infección hematógena

asociada a estos dispositivos).10

En los pacientes con insuficiencia renal, el uso de catéteres centrales ha aumentado

de forma importante en relación con las FAV, a pesar de su mayor morbi-mortalidad. Las

principales complicaciones del acceso venoso central en comparación con las FAV para

hemodiálisis son: trombosis, bacteriemia – sepsis y limitación de la eficacia dialítica, lo cual

repercute en una menor calidad de vida para el paciente, así como en el aumento del gasto

sanitario.33

Es importante tener en cuenta que las infecciones en los pacientes con

enfermedad renal crónica suponen la segunda causa de muerte, solo por detrás de las

enfermedades cardiovasculares.34, 35

1.6. Estrategias de prevención

Tradicionalmente, las Infecciones Relacionadas con la Asistencia Sanitaria (IRAS)

se han considerado como eventos adversos o complicaciones inherentes al cuidado de la

salud. Sin embargo, la implementación de diferentes medidas y procesos que se relacionan

con la seguridad del paciente así como con la calidad de la atención prestada, han logrado

cambiar con el tiempo esta concepción, clasificándose actualmente como eventos prevenibles

cuyas cifras deben ser, cada vez, más cercanas a cero.30

Como hemos podido observar en el

apartado epidemiológico, la evolución de las tasas de infección nosocomial han sido positivas,

evidenciándose un notable descenso en la última década. Esta circunstancia, sin duda, guarda

una estrecha relación con las diferentes medidas y protocolos puestos en marcha durante los

últimos años, en relación a la prevención de infecciones, aplicados al cuidado de los pacientes

durante su estancia hospitalaria.

En nuestro país, para la adaptación de los diferentes protocolos y guías de

procedimiento a nuestro entorno, se suele recurrir a las recomendaciones de los CDC

(Centers of Disease Control). En 2011, los CDC publicaron una guía que nace de la revisión

de la que habían publicado anteriormente en 2002, que está destinada a aquellos facultativos

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que implantan catéteres, así como al personal responsable del control y vigilancia de las

infecciones en hospitales y servicios de consulta externa y cuidados domiciliarios.2 La Guía es

muy extensa, así que resumiremos las áreas de mayor interés:

1. Educación, formación y dotación del personal. Las actividades más relevantes dentro

de esta categoría son: 2

a. Educación del personal sanitario en los procedimientos de inserción y

mantenimiento de catéteres intravasculares y en las adecuadas medidas de

prevención y control de infección relacionada con estos dispositivos.

b. Evaluación periódica del conocimiento y cumplimiento de las medidas, en el

personal encargado de la implantación y manejo de catéteres intravasculares.

c. Designar únicamente al personal formado que demuestre competencias en cuanto

a la inserción y mantenimiento de estos catéteres.

d. Es primordial la formación continuada y actualización de conocimientos del

personal de enfermería para la mejora de la calidad asistencial y prevención de

infecciones.

2. Selección de catéteres y lugares de inserción. Diferenciaremos entre catéteres venosos

periféricos y centrales.2

Catéteres venosos periféricos y de vía media:

a. En adultos, para la inserción del catéter se escogerá un punto de una extremidad

superior. Cualquier catéter insertado en una extremidad inferior deberá ser

reubicado lo antes posible en una superior.

b. En niños, son válidas para la inserción del catéter, tanto extremidades superiores

como inferiores o el cuero cabelludo (en neonatos y lactantes).

c. El calibre del catéter será el más pequeño posible, puesto que a mayor diámetro,

mayor será el riesgo de flebitis química (como norma general, en adultos se usará

un calibre 22G).31

d. Evitar en todo momento el uso de agujas de acero para la administración

intravenosa de líquidos y fármacos, ya que en caso de extravasación pueden

provocar necrosis de los tejidos.

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e. Cuando se prevé que la duración del tratamiento IV superará los 6 días, utilizar un

catéter de vía media o PICC en lugar de un corto periférico.

f. Evaluar diariamente la zona de inserción del catéter, mediante inspección y/o

palpación, dependiendo de si el apósito es transparente u opaco. Éstos últimos no

deben retirarse si no existen signos clínicos de infección. Si los hay, destapar para

efectuar una inspección visual del sitio.

g. Retirar el catéter si el paciente presenta signos de infección, flebitis (sensibilidad,

calor, eritema y/o cordón palpable) o mal funcionamiento del catéter.

Catéteres venosos centrales:

a. Sopesar los riesgos y ventajas para la elección del sitio recomendado, teniendo en

cuenta el riesgo de complicaciones infecciosas y mecánicas.

b. Evitar el acceso venoso central a través de la vena femoral en pacientes adultos.

c. En la inserción de CVC no tunelizados, usar preferentemente la vena subclavia en

lugar de la yugular o femoral para minimizar el riesgo de infección.

d. En pacientes en hemodiálisis y con enfermedad renal avanzada, evitar la región

subclavia para evitar la estenosis de dicha vena.

e. En pacientes con insuficiencia renal crónica, utilizar una fístula o injerto en lugar

de un CVC, como acceso permanente para diálisis.

f. En un CVC, utilizar el mínimo número de puertos o luces esenciales para el

tratamiento intravenoso del paciente.

g. Retirar inmediatamente cualquier CVC que ya no sea imprescindible.

h. En aquellos casos en los que no se asegura el cumplimiento de la técnica aséptica,

como por ejemplo durante la inserción de un catéter en una urgencia médica, éste

se reemplazará tan pronto como sea posible (48 horas).

3. Higiene de manos y técnica aséptica. La higiene de manos, utilización de guantes y

asepsia de la piel son puntos fundamentales en la prevención de infecciones, enmarcados

dentro de las política de seguridad del paciente en todos los hospitales.2 El uso de guantes

nunca sustituye el lavado de manos.31

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a. Efectuar procedimientos de higiene de manos (bien lavando estas con jabón

convencional con antiséptico y agua, o bien a través de masaje de manos con

soluciones alcohólicas) antes y después de insertar, acceder, reparar y reemplazar

el dispositivo o colocar un nuevo apósito en un catéter intravascular.

b. Mantener en todo momento la técnica aséptica en la inserción y cuidado de

catéteres intravasculares.

c. En el caso de catéteres periféricos, utilizar guantes limpios en lugar de estériles si

no se toca el lugar de acceso después de la aplicación de antiséptico en la piel.

d. En la inserción de catéteres arteriales, centrales y de vía media, sí es necesaria la

utilización de guantes estériles.

e. Utilizar guantes estériles o limpios para reemplazar el apósito de cualquier catéter

vascular.

4. Precauciones de máxima barrera estéril. En la guía, diversos estudios avalan que el

seguimiento de estas precauciones disminuyen la colonización cutánea del sitio de

inserción y, por tanto, el riesgo de infección y bacteriemia:2

a. Estas precauciones de máxima barrera estéril incluyen: mascarilla, gorro, bata y

guantes estériles, así como un paño quirúrgico de cuerpo entero estéril para la

inserción de CVC, PICC o para cambiar el cable guía.

5. Preparación de la piel. Desinfección cutánea con antiséptico antes de la inserción de

cualquier tipo de catéter intravascular, y durante los cambios de apósito.2

a. La elección del antiséptico más adecuado es aún un tema muy controvertido en

los hospitales, ya que se sigue utilizando la clorhexidina al 2%, a pesar de que

diversos estudios aconsejan actualmente el empleo de clorhexidina alcohólica al

0,5%.

b. Si existiese alguna contraindicación para el uso de clorhexidina, también pueden

utilizarse alcohol al 70%, tintura de yodo o un yodóforo.

6. Apósitos en el sitio de inserción del catéter.2

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a. Aplicar una gasa o apósito estéril, transparente y semipermeable, para cubrir el

lugar de inserción del catéter. Los apósitos transparentes facilitan la inspección y

control de complicaciones.

b. Utilizar un apósito de gasa si el paciente suda o el punto de inserción presenta

hemorragia o rezuma.

c. Se debe sustituir el apósito siempre que se afloje, humedezca, o esté visiblemente

sucio.

d. Si el exceso de vello impide la correcta fijación del apósito se recortará, pero

nunca se debe rasurar.31

7. Sustitución de catéteres. Aquí surge uno de los principales cambios con respecto a guías

anteriores, ya que los diferentes estudios han demostrado que no es necesario reemplazar

sistemáticamente un catéter, ya que se obtienen similares tasas de infección que con el

cambio cuando está clínicamente indicado.2

a. No es necesario sustituir catéteres periféricos con una frecuencia superior a cada

72 – 96 horas, para reducir el riesgo de infección y/o flebitis en adultos.2 El riesgo

de desarrollar flebitis, según diversos estudios, es mayor a partir de las 96 horas

desde la inserción del mismo.31

b. En niños, sustituir catéteres periféricos únicamente cuando esté clínicamente

indicado.

c. Tampoco sustituir sistemáticamente CVC, PICC, catéteres de hemodiálisis ni

catéteres arteriales pulmonares para prevenir la infección.

8. Cambio de sistemas de infusión. También son puntos básicos para la prevención de

infecciones relacionadas con el catéter, la sustitución, asepsia y control de los puntos de

acceso.2

a. Los sistemas de administración usados continuamente, que no son utilizados para

la infusión de sangre, hemoderivados ni emulsiones lipídicas, deben sustituirse

(incluyendo los secundarios y dispositivos adicionales), con una frecuencia

superior a intervalos de 96 horas, aunque diferentes estudios indican que pueden

utilizarse con seguridad hasta durante 7 días.

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b. Los sistemas utilizados para la administración de sangre, hemoderivados o

emulsiones lipídicas, deben sustituirse a las 24 horas del inicio de la infusión.

c. Los sistemas utilizados para infusiones de propofol, deben cambiarse a las 6 – 12

horas del inicio de la infusión.

9. Sistemas de catéter intravascular sin aguja.2

a. Se debe procurar minimizar el riesgo de contaminación de las conexiones,

limpiando el puerto de acceso con alguno de los antisépticos mencionados para la

desinfección de la piel, y accediendo al puerto sólo con dispositivos estériles.

b. Al utilizar estos sistemas sin aguja, es preferible el uso de válvulas con tabique

divisorio a otro tipo de válvulas mecánicas, debido al mayor riesgo de infección

con estas últimas.

c. Los restos de sangre en llaves de tres vías, tapones etc., constituyen un excelente

caldo de cultivo para la proliferación bacteriana. Cuando se retiren los tapones de

llaves de tres vías, éstos deben sustituirse por uno nuevo.31

Por tanto, normas generales como el uso juicioso de catéteres, la correcta asepsia

durante la técnica de inserción y sus posteriores manipulaciones, así como su pronta retirada

cuando ya no son clínicamente necesarios, constituyen recomendaciones universales para

todo tipo de catéteres intravasculares. Además, estas recomendaciones deberían ser educadas

y evaluadas periódicamente al personal sanitario, para asegurar así su correcto cumplimiento

y el buen control de la calidad asistencial.7

Existen pruebas de moderada calidad (sensibilidad; especificidad) que afirman que el

uso de apósitos impregnados con medicamentos puede llegar a reducir la incidencia de BRC

en comparación con el resto de apósitos convencionales y apósitos de poliuretano estándar

(PUE). O´Grady 2011 resalta que la función de un apósito para el CVC en la prevención de la

BRC es proporcionar una barrera protectora que evite que los microorganismos migren desde

la piel hasta el sitio de inserción del catéter, impidiendo la posterior colonización de la punta

del mismo, así como evitar la contaminación directa por el contacto con las manos u otros

materiales.36

El acero inoxidable constituye la superficie más empleada en hospitales. Sin embargo,

recientemente, pruebas de laboratorio han demostrado que las propiedades naturales del

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cobre y sus aleaciones reducen significativamente la contaminación con microorganismos

tales como Staphylococus aureus, en comparación con el acero inoxidable, hasta tal punto

que el cobre ha sido el primer material sólido que ha recibido la calificación de

antimicrobiano por parte de la EPA (Agencia de Protección Ambiental) de EE.UU., donde se

observó, en recientes estudios, una reducción del 40% en las tasas de infección

intrahospitalaria, cuando se compararon estas tasas entre pacientes ingresados en salas con y

sin cobre.28

En cuanto a los pacientes que utilizan CVC para hemodiálisis, las ramas del catéter

son selladas habitualmente con solución con heparina. Sin embargo, estudios y metanálisis

recientes han puesto de manifiesto que el sellado intraluminal de las ramas con antibióticos,

disminuye la morbimortalidad infecciosa bacteriana relacionada con la bacteriemia asociada

al CVC, en comparación con pacientes en los que el sellado intraluminal se realiza sólo con

heparina. Algunos metanálisis concluyen que la gentamicina es la mejor opción para el

sellado, aunque existen dudas de aparición de resistencia bacteriana a gérmenes que

habitualmente son sensibles al antibiótico. Además de gentamicina, antibióticos como

cefotaxima de forma preferente, o la aplicación de profilaxis tópica con mupirocina, también

han demostrado su eficacia al reducir la BCVC y sus complicaciones. En todo caso, nunca

deberá obviarse los procedimientos de asepsia universal estricta en el manejo de los

catéteres, formando un binomio inseparable de la profilaxis para la reducción de la

morbimortalidad infecciosa bacteriana asociada a la bacteriemia del CVC.37

El cateterismo vesical es el principal responsable en el desarrollo de la Infección del

Tracto Urinario (ITU) en el ambiente hospitalario. Según la evidencia científica actual, las

medidas que han demostrado ser más efectivas y eficientes en cuanto a la reducción y

prevención de la ITU son: 1, 13

a. Evitar cateterismos innecesarios, ya que entre el 30 – 40 % de los sondajes urinarios

no tienen una indicación clara.

b. Retirada precoz de los sondajes cuando ya no sean necesarios, ya que el tiempo de

permanencia de la sonda es el principal factor de riesgo modificable en la adquisición

de ITU.

c. Utilizar una técnica aséptica en el procedimiento de inserción de la sonda, con el fin

de evitar la colonización del tracto urinario.

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d. Buenas prácticas en el cuidado y manejo del catéter urinario, con el fin de evitar el

ascenso de microorganismos al tracto urinario por vía intra o extraluminal.

e. Seguimiento de las ITU y evaluación periódica de las medidas implantadas para la

prevención de estas infecciones, con el fin de favorecerlas, mantenerlas y mejorarlas, a

la vez que también puede servir de motivación para su cumplimiento por parte del

personal sanitario responsable de llevar estas acciones a la práctica.

Aunque el cateterismo vesical ha de tener una indicación explicita para el tratamiento del

paciente, existen estudios que ponen de manifiesto que estos dispositivos se usan

inadecuadamente entre el 21% y el 50%, por no tener indicación clara o no estar justificado

su uso. Esta circunstancia expone al paciente durante decenas de días al riesgo innecesario de

desarrollar una infección, con las repercusiones que ello conlleva tanto para el paciente como

para el sistema sanitario.5

Por último, en lo que se refiere a la Neumonía Asociada a Ventilación Mecánica

(NAVM), la primera medida preventiva siempre será la retirada de la VM cuando ya no sea

necesaria, además de una estricta asepsia en el manejo del tubo endotraqueal (TET). Una vez

aplicadas estas dos medidas, todos los esfuerzos irán dirigidos a evitar las dos principales

vías patogénicas de la NAVM: 4

El paso de secreciones subglóticas a la vía aérea. Para evitarlo se suelen adoptar las

siguientes medidas: evitar, siempre que sea posible, la postura de decúbito supino a 0º

en el enfermo con VM (siendo lo ideal una posición semi-incorporada a 45º), el

control de la presión del neumotaponamiento (manteniéndola alrededor de los 20 cm

H2O), aspiración de las secreciones subglóticas y, también ha demostrado su efecto

preventivo, la descontaminación selectiva del tracto gastrointestinal.

La formación de biofilm en la superficie del TET. Numerosos estudios se están

realizando actualmente en relación a cómo prevenir su formación o como eliminarlo.

Entre las estrategias que se están utilizando, se encuentran el uso de TET recubiertos

de soluciones antibióticas, clorhexidina y plata principalmente. También se ha

inventado recientemente una sonda de aspiración con un balón hinchable para eliminar

el biofilm “por arrastre” una vez formado. Sin embargo, son necesarios más estudios

que ayuden a prevenir la formación de ésta película bacteriana.1, 4, 25

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2. JUSTIFICACIÓN

La motivación para la elección del presente estudio viene de mi experiencia en una

Unidad de Cuidados Intensivos de adultos durante mi periodo en prácticas clínicas, donde

aprendí a proporcionar cuidados de enfermería a pacientes portadores de catéteres venosos

centrales y de tubos endotraqueales conectados a ventilación mecánica, desde la perspectiva

de la prevención de infecciones y bacteriemias, siguiendo las instrucciones de los protocolos

“Bacteriemia Zero” y “Neumonía Zero” respectivamente.

Aunque la implantación de estos protocolos ha repercutido muy positivamente en la

reducción de las tasas de infección y bacteriemias, pienso que todavía queda mucho camino

por recorrer puesto que estoy convencido de que el riesgo puede llegar a ser cero, si la

tolerancia de todo el equipo multidisciplinar también es cero.

La importancia de la investigación en esta dirección, sobre el tema elegido, radica en

las consecuencias negativas, en ocasiones fatales, que las infecciones – bacteriemias tienen

en los pacientes que las sufren, a los que frecuentemente alarga su estancia hospitalaria,

repercutiendo negativamente sobre su salud y provocando, en ocasiones, incluso la muerte.

Además, estas complicaciones no afectan únicamente a quienes las sufren, sino que también

provocan un fuerte impacto sobre nuestro Sistema Sanitario, pudiendo poner en

compromiso su viabilidad, por el notable incremento de los costes.

También hay que tener en cuenta que estos eventos adversos están estrechamente

vinculados con las buenas/malas prácticas del personal sanitario, quienes juegan un papel

crucial en el desarrollo o no de estas complicaciones, con las implicaciones éticas y morales

que esto supone. Por tanto, es de vital importancia seguir investigando en esta línea, para

poner de manifiesto que éstas, son complicaciones totalmente evitables y fácilmente

prevenibles y, lo que es más importante, transmitir estos valores a todo el equipo

multidisciplinar responsable a través de una continua formación y actualización de

conocimientos, además de una adecuada supervisión y evaluación de la calidad de la práctica

asistencial.

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3. OBJETIVOS

3.1. Objetivo general

Revisar e identificar el conocimiento existente sobre prevención de Infecciones

Relacionadas con la Asistencia Sanitaria (IRAS).

3.2. Objetivos específicos

Describir protocolos de actuación en enfermería encaminados a la reducción y

prevención de las Infecciones Relacionadas con la Asistencia Sanitaria (IRAS).

Identificar aquellas actuaciones de enfermería que influyen sobre el riesgo de

infección y bacteriemia relacionada con el manejo de dispositivos invasivos en el

paciente críticamente enfermo.

Identificar el impacto, sobre la reducción de la morbi-mortalidad, de la implantación

de programas y medidas de prevención de Infecciones Relacionadas con la Asistencia

Sanitaria (IRAS).

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4. METODOLOGÍA

4.1. Diseño

Ante la necesidad actual de describir cual es el conocimiento existente que se tiene

acerca de las actuaciones y procedimientos encaminados a la prevención de infecciones

hospitalarias relacionadas con la asistencia sanitaria, se ha realizado un estudio de tipo

descriptivo – narrativo a través de un trabajo de revisión bibliográfica de parte de la

literatura existente. La finalidad de esta revisión será mostrar cuales son los protocolos de

actuación que se utilizan para prevenir este tipo de complicaciones, así como valorar el

impacto que ha tenido la implantación de estas medidas en la reducción de la morbimortalidad

causada por infecciones y bacteriemias, en especial, las relacionadas con catéteres venosos

centrales, así como las desarrolladas en las unidades de cuidados intensivos.

4.2. Estrategia de búsqueda

Para la realización de la presente revisión bibliográfica, se han utilizado como

instrumentos de obtención de información diferentes bases de datos y webs, de las que se han

revisado y finalmente escogido diversos estudios, artículos y revisiones que aportan

información acerca de protocolos de actuación y medidas de prevención para evitar la

infección – bacteriemia desarrollada dentro del entorno hospitalario y, en especial, las que se

originan en las unidades de cuidados intensivos relacionadas con el manejo de dispositivos

invasivos.

Palabras clave – descriptores: bacteriemia; infección; catéter; prevención; bacteremia;

infection; catheter; prevention.

La búsqueda de información en las bases de datos se ha realizado entre marzo y

principios de abril de 2016. En mayo, se realizó una nueva búsqueda en la página web del

Hospital Universitario Vall d´Hebron de Barcelona para aportar, a través de sus informes,

datos actualizados de los últimos años al apartado de epidemiología.

A continuación, se detallan las bases de datos utilizadas, así como las cadenas usadas

en la estrategia de búsqueda de cada base:

PubMed

- Estrategia de búsqueda: (Bacteremia OR infection) AND catheter AND prevention.

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Cochrane

- Estrategia de búsqueda: (Bacteriemia OR infección) AND catéter.

Cuiden

- Estrategia de búsqueda: (Bacteriemia OR infección) AND catéter AND prevención.

Webs

También se ha realizado una búsqueda dirigida a la localización concreta de datos

epidemiológicos, que ha sido utilizada en el apartado epidemiológico para aportar los datos

más recientes posibles en cuanto a las actuales tasas de infección y a la localización de las

mismas.

Para ello, se ha recurrido al informe del Estudio de Prevalencia de Infecciones

Nosocomiales en España (EPINE 1990 – 2015), para analizar cuál ha sido la evolución de la

localización de las infecciones a lo largo de estos años y, por otra parte, se ha recurrido

también al Estudio Nacional de Vigilancia de Infección Nosocomial en Servicios de Medicina

Intensiva (ENVIN – HELICS), utilizando los últimos 3 informes publicados (los

correspondientes a los años 2013, 2014 y 2015) para analizar las diferentes tasas de infección

y bacteriemias.

Todos estos informes han sido extraídos del servidor corporativo del Hospital

Universitario Vall d´Hebron de Barcelona, la página web dónde se encuentran alojados

(hws.vhebron.net).

4.3. Criterios para la inclusión de los artículos

Sólo se incluirán aquellos artículos de los cuales se tenga acceso a su texto completo.

También se incluirán únicamente aquellos realizados sobre humanos.

Idioma: Español, Inglés y Portugués.

Año de publicación: se incluirán aquellos artículos que no superen una antigüedad de

12 – 14 años.

Serán incluidos aquellos artículos que aporten evidencia científica acerca de la

prevención de infecciones y bacteriemias en el ámbito hospitalario, así como del

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manejo de pacientes críticos con catéteres vasculares, sondas vesicales y tubos

endotraqueales para evitar dichas complicaciones.

También se han incluido aquellos artículos que hacen referencia al cuidado y manejo

de catéteres en pacientes con enfermedad renal (utilizados para terapia sustitutoria

de la función renal), estudios orientados hacia la prevención de infecciones y

bacteriemias relacionadas con dichos catéteres.

4.4. Criterios para la exclusión de los artículos

Todos aquellos que no cumplan los criterios de inclusión.

Quedará excluida también la literatura gris.

Artículos que se refieran a estudios individualizados o que aborden casos clínicos.

Tampoco se incluirán artículos que realicen su estudio sobre neonatos y/o

prematuros.

De igual manera, no serán aceptados aquellos resultados que aborden la prevención de

infección y bacteriemia fuera del contexto hospitalario, como los referidos al ámbito

comunitario.

4.5. Variables de análisis de los trabajos

Una vez seleccionados aquellos artículos que finalmente han sido utilizados para la

realización de la presente revisión, se analizarán uno por uno en busca de aquellas variables

que aporten evidencia científica sobre protocolos de actuación para la prevención de la

infección hospitalaria relacionada con la asistencia sanitaria, así como sobre el cuidado y

manejo de pacientes críticos, catéteres vasculares, sondas vesicales y vías aéreas artificiales,

desde la perspectiva de la prevención de infecciones y bacteriemias a través de la calidad de

los cuidados prestados.

Una vez que han sido extraídos aquellos datos que nos interesan de cada artículo

seleccionado, se ha ido ensamblando el presente trabajo, por comparación de los distintos

resultados, valorando prioritariamente aquellos de más calidad y que aportan mayor evidencia

científica en los cuidados ofrecidos.

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5. RESULTADOS

5.1. Resultados cuantitativos

A continuación, se resumen en la siguiente tabla los resultados globales de la

estrategia de búsqueda para cada base de datos y web utilizadas en la realización de la

presente revisión:

BASES DE DATOS

/WEBS

CONSULTADAS

DOCUMENTOS

ENCONTRADOS

DOCUMENTOS

ANALIZADOS

POR TÍTULO Y

RESUMEN

DOCUMENTOS

ANALIZADOS A

TEXTO

COMPLETO

DOCUMENTOS

FINALMENTE

INCLUIDOS

PubMed

6.255 84 27 17

Biblioteca

Cochrane Plus

31 31 17 12

Cuiden Plus

111 64 19 9

hws.vhebron.

net

4

TOTAL 6.397 179 67 42

Tabla nº1.- Resultados globales de la búsqueda bibliográfica. Elaboración Propia.

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5.2. Resultados cualitativos

5.2.1. Medidas generales para evitar la transmisión horizontal

Las infecciones hospitalarias suelen tener su origen a través de fuentes exógenas, de

forma que los microorganismos provienen tanto de reservorios inanimados (superficies,

respiradores, sistemas de monitorización…) como de portadores (pacientes y personal

sanitario). Esta transmisión puede tener lugar a través de la práctica de la higiene o del

tratamiento terapéutico de los enfermos.4 Existen estrategias para prevenir la transmisión

horizontal que son comunes a todas las infecciones, las cuales se incluyen en la siguiente

figura 6:

Fig. 6.- Medidas generales para la prevención de la infección nosocomial en UCI.4

Desde el año 2005, se está desarrollando a nivel del Sistema Nacional de Salud (SNS)

y en colaboración con las CCAA la Estrategia en Seguridad del Paciente, que tiene como

uno de sus objetivos específicos la implantación de prácticas seguras. Una de las líneas

priorizadas dentro de éstas, ha sido la prevención de Infecciones Relacionadas con la

Asistencia Sanitaria (IRAS). Entre las buenas prácticas desarrolladas dentro de esta

estrategia, destacan1, 25

:

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El programa de Higiene de Manos.

El proyecto “Bacteriemia Zero”.

El proyecto “Neumonía Zero”.

5.2.2. Programa de higiene de manos.

La OMS lanzó en 2005 el primer reto mundial por la seguridad del paciente: “Clean

Care is Safer Care” (una atención limpia es una atención más segura), cuyo objetivo es lograr

el reconocimiento universal de que el control de las infecciones hospitalarias es una base

fundamental para la seguridad del paciente, así como divulgar el papel fundamental que la

higiene de manos tiene sobre la reducción y prevención de las IRAS. Esta medida viene

siendo recomendada desde el 2006 (año en el que España se adhirió oficialmente) por la

Estrategia de Seguridad del Paciente del Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud.

Finalmente, en 2008, la Agencia de Calidad del Sistema Nacional de Salud impulsó este

programa.1, 4, 25

A pesar de que este concepto existe desde el siglo XIX, en la actualidad, su

cumplimiento sigue siendo un reto. Este concepto es especialmente relevante en UCI,

donde se tienen alrededor de unas 30 oportunidades cada hora para desinfectar las manos, con

lo que el tiempo empleado para el cumplimiento estricto de esta medida, compite con el de la

asistencia. Desde la incorporación de las soluciones alcohólicas, se tiene la oportunidad de

reducir considerablemente este tiempo, acercándose así a un grado de cumplimiento más

aceptable que con el lavado de manos tradicional.4

5.2.3. Proyecto Bacteriemia Zero.

Debido a que en España las tasas de BRC seguían siendo elevadas en comparación a

las de otros países europeos y a las publicadas en estudios de vigilancia americana, se intentó

modificar esta situación trasladando a España la experiencia americana, basándose en la

estrategia llevada a cabo en Michigan por el doctor Peter Pronovost de la Universidad

Johns Hopkins en la que se desarrolló, durante un periodo de tiempo de 18 meses, un

programa en 103 UCI a través de un protocolo de intervenciones relacionadas con los CVC,

que demostró la posibilidad de reducir la B-CVC prácticamente a 0. Se observó que, a los 3

meses del inicio, esta tasa descendió de los 2,7 episodios por 1000 días de CVC, a los 0

episodios por 1000 días, y la media de infecciones pasó de los 7.7 episodios por 1000 días de

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CVC a los 1,4 episodios tras 16-18 meses del inicio del estudio. España fue el primer país en

seguir la experiencia realizada por el Dr. Provonost en Michigan, y gracias a un acuerdo entre

la Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) y

la Agencia de Calidad del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSSSI),

además de la colaboración de la OMS con la Alianza Mundial por la Seguridad del Paciente,

se puso en marcha el proyecto Bacteriemia Zero a nivel del Sistema Nacional de Salud

(SNS) para la prevención de las infecciones relacionadas con los catéteres centrales en UCI.

Tras un estudio piloto que se realizó durante el último trimestre del año 2007, que demostró la

viabilidad del proyecto con una reducción de la tasa en un 50%, Bacteriemia Zero comenzó

su fase de planificación en octubre de 2008 y se desarrolló durante los meses de enero de

2009 y junio de 2010 con la aplicación de medidas y recogida de datos. Han participado las

17 Comunidades Autónomas españolas, con la adhesión al proyecto de 192 UCI (el 65% del

total en España). 14.879 profesionales han recibido formación sobre seguridad del paciente y

prevención de BRCVC. 1, 4, 11, 14, 16, 25, 38

El objetivo principal de este proyecto era reducir la media estatal de la Densidad de

Incidencia (DI) de BRC a menos de 4 episodios por 1000 días de CVC, lo que implicaría una

reducción de alrededor del 40% respecto a la tasa media de los últimos 5 años en las UCI

españolas. Como objetivos secundarios, se propusieron: 1, 4, 11, 25, 38

I. Promover y reforzar la cultura de seguridad en las UCI del SNS a través de la

implantación de un Programa de Seguridad Integral (PSI).

II. Crear, a través de las CC.AA., una red de UCI que apliquen prácticas seguras y de

efectividad demostrada.

III. Documentar todos los episodios de bacteriemia que se produzcan (incluyendo las

secundarias a otros orígenes), así como la etiología de las mismas y las características

de los pacientes que las sufren.

El proyecto fue un éxito, ya que tras 18 meses de la implantación del mismo la tasa de DI,

medida por su mediana, se redujo de 3.07 infecciones por 1000 días de CVC a 1.12, lo que

supuso disminuir el riesgo de esta grave complicación en más de un 50%. Se han evitado,

en 18 meses, alrededor de 740 episodios de sepsis, estimándose una reducción de 66 muertes

por BRCVC, y un ahorro para el SNS de casi 28 millones de euros.25

También es motivo de

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satisfacción el mantenimiento a la baja de estas tasas 6 años después de finalizado

oficialmente el proyecto.22, 23, 24

El proyecto “Bacteriemia Zero” se encuentra estructurado en dos vertientes: 1, 4, 11, 38

i. STOP – Bacteriemia, en el que se incluyen medidas específicas y estandarizadas

relacionadas con el procedimiento de inserción y manejo de los CVC.

ii. Plan de seguridad integral, enfocado a promover la cultura de seguridad en el

trabajo diario de las UCI del SNS.

En la siguiente figura, se desglosan las actividades llevadas a cabo en cada una de

estas dos vertientes que conforman el proyecto:

Fig. 7.- Contenidos del proyecto Bacteriemia Zero.4

La STOP-Bacteriemia incluye las medidas que se adoptaron durante el estudio

realizado en Michigan, pero con dos modificaciones: la primera está dirigida a que, en el

caso de no poder utilizar un catéter central de inserción periférica, promover el uso de la

localización subclavia para la implantación de cualquier CVC. La segunda está enfocada a

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insistir en la recomendación del manejo higiénico del catéter, puesto que en nuestro medio, el

desarrollo de bacteriemia se sitúa en torno a las dos semanas tras el ingreso en UCI, con lo

que la vía endoluminal (asociada al cuidado del catéter) adquiere incluso más importancia que

la exoluminal (asociada al momento de la inserción).4, 16

Como ya hemos visto, ha quedado ampliamente demostrada la eficacia del proyecto

“Bacteriemia Zero”, reflejada en la notable reducción de las tasas de bacteriemia

relacionada con el catéter, a nivel nacional. Además de los ya citados a nivel nacional,

también podemos comprobar, a través de numerosos estudios llevados a cabo de forma

independiente, cómo la aplicación de medidas similares a las adoptadas por este proyecto,

influyen de forma muy considerable en la reducción de infecciones y bacteriemias

relacionadas con el catéter. Este impacto se puede observar en los resultados de dichos

estudios, cuando se comparan las tasas antes y después de la aplicación de las medidas

propuestas para tal fin.7, 11, 16, 30, 34, 37

5.2.4. Proyecto Neumonía Zero.

La Neumonía Asociada a Ventilación Mecánica (NAVM) constituye una de las

infecciones más graves y prevalentes de las que afectan al paciente crítico, cuyo desarrollo

está estrechamente relacionado con la presencia del tubo endotraqueal (TET). Durante su

inserción, con frecuencia se lesiona la mucosa traqueal, al tratarse de un procedimiento

agresivo para el paciente que, además, elimina los mecanismos naturales de defensa de la vía

aérea del paciente, facilitando el paso de microorganismos mediante la aspiración de las

secreciones subglóticas al interior del pulmón y la formación de biofilm en la superficie del

TET.4

La Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y Unidades Coronarias

(SEMICYUC) en colaboración con la Sociedad Española de Enfermería Intensiva y Unidades

Coronarias (SEEIUC) realizaron una revisión de la evidencia acerca de las recomendaciones

actuales en prevención de la NAVM, por encargo de la Agencia de Calidad del Ministerio de

Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSSSI). En el año 2010 se redactó el documento de

medidas recomendadas elaborado por el grupo de trabajo Neumonía Zero (NZ), y durante el

2011 se trabajó en la implementación de dichas medidas enmarcadas en la estrategia STOP

NAV, con la colaboración de todas las CC.AA.25

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El principal objetivo del proyecto era aplicar un paquete de medidas encaminadas a

la prevención de NAVM, para lograr disminuir la tasa media estatal por debajo de los 9

episodios por cada 1000 días de VM, lo que suponía una reducción del 25% con respecto a las

tasas de los años 2009 – 2010. Los objetivos secundarios eran los mismos que los citados

para el proyecto “Bacteriemia Zero” (promover y reforzar la cultura de seguridad en las UCI

del SNS a través de un PSI, así como crear una red de UCI, a través de las CC.AA., que

apliquen prácticas seguras de efectividad demostrada).1 El proyecto Neumonía Zero incluye

las siguientes medidas: 1, 4, 25

Medidas básicas de obligado cumplimiento:

Formación del personal implicado en el manejo de la vía aérea.

Estricta higiene de manos antes de la manipulación de la vía aérea.

Higiene bucal del paciente con clorhexidina 0,12 – 1,2 %.

Control de la presión del neumotaponamiento (> 20 cm H2O).

Cuando sea posible, evitar la posición de decúbito supino a 0º.

Favorecer procedimientos que permitan disminuir la duración de la intubación.

Evitar cambios programados de humidificadores, tubuladuras y TET.

Medidas optativas específicas altamente recomendables:

Aspiración continua de las secreciones del espacio subglótico.

Descontaminación selectiva del tubo digestivo (completa u orofaríngea).

En pacientes intubados con disminución del nivel de conciencia, administrar

antibióticos sistémicos.

Desde que se comenzaron a aplicar estas medidas en el 2011, las tasas de neumonía en

UCI han ido descendiendo cada año, como se puede observar en los sucesivos informes

publicados por ENVIN, hasta alcanzar los 5,77 episodios de neumonía por 1000 días de

ventilación mecánica publicados en el informe de 2015, la tasa más baja a nivel nacional,

desde que se tienen registros.22, 23, 24

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5.2.5. Infección del Tracto Urinario (ITU)

Este tipo de infección constituye, hasta el año 2011, la infección nosocomial más

prevalente (hasta el 30% de las infecciones reportadas por UCI) asociándose, en el 80% de

los casos, al uso de catéteres urinarios (después del segundo día de sondaje, el riesgo de ITU

se incrementa entre un 5-10% por día). Esta infección se relaciona con un empeoramiento en

la evolución del paciente, elevando el riesgo de sufrir otras complicaciones como pielonefritis

y bacteriemias, además de incrementar los costes de la atención sanitaria debido a los

tratamientos necesarios para resolverla, así como por el alargamiento de la estancia.1, 5, 13

Según la evidencia científica actual, las medidas que demuestran ser más efectivas

y eficientes en cuanto a la reducción y prevención de la ITU son: 1, 13

a. Evitar cateterismos innecesarios, ya que entre el 30 – 40 % de los sondajes urinarios

no tienen una indicación clara.

b. Retirada precoz de los sondajes cuando ya no sean necesarios, ya que el tiempo de

permanencia de la sonda es el principal factor de riesgo modificable en la adquisición

de ITU.

c. Utilizar una técnica aséptica en el procedimiento de inserción de la sonda, con el fin

de evitar la colonización del tracto urinario.

d. Buenas prácticas en el cuidado y manejo del catéter urinario, con el fin de evitar el

ascenso de microorganismos al tracto urinario por vía intra o extraluminal.

e. Seguimiento de las ITU y evaluación periódica de las medidas implantadas para la

prevención de estas infecciones, con el fin de favorecerlas, mantenerlas y mejorarlas, a

la vez que también puede servir de motivación para su cumplimiento por parte del

personal sanitario responsable de llevar estas acciones a la práctica.

Aunque el cateterismo vesical ha de tener una indicación explicita para el tratamiento del

paciente, existen estudios que ponen de manifiesto que estos dispositivos se usan

inadecuadamente entre el 21% y el 50%, por no tener indicación clara o no estar justificado

su uso. Esta circunstancia expone al paciente durante decenas de días al riesgo innecesario de

desarrollar una infección, con las repercusiones que ello conlleva tanto para el paciente como

para el sistema sanitario.5

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6. DISCUSIÓN

La mayoría de estudios encontrados para la realización de la presente revisión están

orientados hacia la prevención de la bacteriemia relacionada con el CVC, puesto que este

tipo de acceso vascular es el que mayor riesgo genera en la patogénesis de esta complicación.

Sin embargo, es muy importante tener en cuenta que el mayor uso de los Catéteres Venosos

Periféricos (CVP), tiende a equiparar el número absoluto de episodios de bacteriemia. Por

cada CVC utilizado se consumen de media unos 60 CVP, lo cual demuestra la importancia y

potencial peligrosidad del acceso periférico. A pesar de las numerosas ventajas disponer de un

acceso vascular, en muchas otras ocasiones puede resultar exagerado exponerse a sus no

despreciables efectos secundarios, cuando este acceso es utilizado únicamente por una falsa

sensación de seguridad, o para la administración de antitérmicos u otros fármacos cuya

eficacia es similar cuando se administran por vía oral. Estudios de prevalencia han observado

que hasta un 38% de las vías periféricas insertadas son innecesarias.7, 15

En cuanto a la localización de los catéteres venosos centrales, todos los estudios

analizados coinciden con las recomendaciones de los CDC (Centers for Disease Control and

Prevention); siempre y cuando un CVC no pueda ser insertado periféricamente, el lugar

preferente para su inserción será la vena subclavia, por presentar menores tasas de bacteriemia

que el resto de localizaciones. El acceso femoral es el que mayores tasas de este tipo genera,

por lo que habrá que evitarlo siempre que sea posible. Sin embargo, el personal responsable

de su ejecución deberá sopesar el riesgo – beneficio de cada una de las localizaciones puesto

que, además de la bacteriemia, también existen otras complicaciones que pueden acontecer en

el momento de la inserción, asociadas a cada localización.1, 4, 11, 16, 25, 30, 38, 39

En nuestro país, los antisépticos cutáneos más utilizados son el gluconato de

clorhexidina, la povidona yodada, el alcohol etílico y el agua oxigenada aunque, actualmente,

la clorhexidina es el antiséptico más recomendado en la inserción y mantenimiento de todo

tipo de catéteres debido a su baja absorción a través de la piel, su no evidenciada toxicidad,

mayor rapidez (su efecto se inicia a los 15-30 segundos de ser aplicado) y más duradero y

efectivo (impide el desarrollo de microorganismos durante aproximadamente 6 horas). Sin

embargo, en nuestros hospitales, muchos sanitarios la rechazan por su transparencia y siguen

utilizando la povidona yodada, a pesar de que ésta tarda más en ejercer su acción y es

inactivada al tocar materia inerte, con lo que las pinzas del catéter y éste en general no quedan

estériles. Se ha constatado que la utilización de clorhexidina en lugar de povidona yodada

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puede reducir el riesgo de infección relacionada con el catéter hasta en un 50%. Se

necesitan más estudios para esclarecer que tipo de clorhexidina es más eficaz (alcoholica o

acuosa) y que aspectos influyen sobre la técnica de desinfección, tales como el volumen de

antiséptico utilizado, el tiempo de fricción y exposición al mismo, así como las ventajas de la

aplicación de una desinfección secuencial con el mismo o diferente antiséptico.4, 17, 18, 27, 40

También son numerosos los estudios que analizan el comportamiento de catéteres y

apósitos impregnados con antibióticos y/o antisépticos en la prevención de la bacteriemia

relacionada con el CVC. A pesar de que bastantes estudios confirman su eficacia en la

reducción de la BCVC, no se obtienen resultados concluyentes sobre la costo-eficacia de su

utilización de forma rutinaria. La mayor parte de la literatura aboga por utilizarlos únicamente

en aquellas unidades en las que, a pesar de cumplir con las medidas básicas de prevención de

BCVC, la incidencia es superior a la estimada. Sin embargo, no existe acuerdo en cuantificar

la tasa mínima que asegura que la utilización de estos dispositivos sea costo-efectiva.

También se aconseja su uso en aquellos pacientes con limitaciones de accesos venosos, con

antecedentes personales de BCVC recurrente o alto riesgo de secuelas debido a esta

complicación.4, 8, 10, 11, 26, 32, 36, 38, 39, 41, 42

El CVC como opción de acceso vascular para hemodiálisis, ha aumentado en los

últimos años llegando a alcanzar, en algunos casos, cifras cercanas al 50%, a pesar de tener un

riesgo relativo de bacteriemia 7.6 veces más elevado y una probabilidad del 41% en cuanto

al mayor riesgo de muerte debido a la infección, que en los pacientes con FAV. En los

últimos años ha habido una avalancha de información en cuanto al cebado del catéter con

distintos antibióticos para prevenir la BRC, pero hay que tener en consideración los efectos a

largo plazo, como resistencia bacteriana u ototoxicidad, que aún son desconocidos. Sin

embargo, muchos otros estudios demuestran que solo con el cumplimiento de medidas de

precaución universal, se pueden lograr tasas dentro de la excelencia.26, 27, 33, 34, 35, 37

En lo que respecta a las limitaciones encontradas para la elaboración de la presente

revisión, destacaría el hecho de no haber abordado en profundidad el estudio de un tipo de

infección en concreto, debido fundamentalmente a, obviamente, la línea temática elegida para

la elaboración de la presente investigación, así como por el formato al que hemos de regirnos

para su elaboración, en cuanto a las limitaciones de extensión; puesto que para haber podido

profundizar en cada una de las infecciones abordadas, hubiera sido necesaria una memoria

mucho más amplia. No obstante, también pienso que este abordaje generalizado de la

infección me ha podido resultar, muy probablemente, bastante más enriquecedor.

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7. CONCLUSIONES

La mejor manera de prevenir la infección (y por ende la bacteriemia) relacionada con

el proceso de la atención sanitaria y del cuidado de la salud es, sin duda alguna, la adherencia

y respeto estricto de los principios universales de asepsia y esterilidad, por parte de todo

el equipo multidisciplinar encargado del cuidado y manejo de cualquier dispositivo invasivo

susceptible de causar infección, aplicando esta filosofía desde su inserción, hasta su retiro.

Para lograrlo, es imprescindible la actualización de conocimientos de todo el personal

sanitario implicado, a través de una formación continuada que permita unificar criterios,

aportando mayor responsabilidad y autonomía al trabajo, garantizando así la calidad de la

atención y cuidados que prestamos.

Por tanto, se hace necesario un ejercicio de reflexión sobre cómo, y por qué vías

hemos de avanzar, con el objetivo final de perfeccionar competencias y crear conciencia de

que está en manos de todo el personal responsable, evitar lo que hoy sabemos que es evitable;

de forma que, sobre todos y cada uno de los miembros que forman parte del equipo

asistencial, recae la responsabilidad de mantener y recuperar la salud, ahorrar

sufrimiento y evitar muertes.

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