paradojas y aporías
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Novela breve.TRANSCRIPT
Me dijo que no era nazi, pero no se ofendió. Prefirió venderse a administración de
empresas. Es terrible fácil, barata, la sacái en dos años y medio y te asegurái una pega. Es
práctico: pa muchas pegas o postulaciones a hueás sociales te piden tener algún título.
Imagínate: a mí me costaba ochenta lucas mensuales. Nada po, hueón. Y, loco: es... FÁCIL
A MUERTE.
Pobre hueón. El otro día unos amigos casi le pegan, a él y a su polola, que es más rica que
la conchesumare. Un minuto antes de eso discutía sobre física, del tesseracto. Su
interlocutor se retiró ebrio y él quedo haciendo gala de su sabiduría ante su polola que era
la única persona que lo atendía. Así empezó su triste regreso a casa.
Onda, ir a hacerlo al tiro. Ir al cerro y hacerlo en la cruz. Después pensé en hacer una hueá
más significativa, como quemarme frente a La Moneda.
Hoy día me dijo que la dieta se había tomado vacaciones y me pidió cuatro lucas pa una
buena causa, que sumadas a seis lucas de una chaqueta que me va a vender hacen diez
lucas.
Me la hizo.
Ayer me dio un jugo más penoso que la chucha: me dijo que yo odio a las mujeres porque
odio a mi mamá. Manso descubrimiento. Yo pensaba: ¿esta hueona cree que yo voy a
escuchar su diagnóstico y me la voy a culiar por eso? Olvídalo. ¿No veís que estudio arte
terapia? Me dijo que había pasado por todos los temas relacionados con el arte y con la
terapia. Que sabía mucho de sicoanálisis, con caleta de propiedad. Yo le dije: es que la
seudociencia... y puso la cara de la Ena Von Baer cuando le dicen senadora designada.
Todo empezó porque me vi como condenado. Condenado a vivir así, de esta manera,
incómodo, como en estado de emergencia. Me desperté a las cuatro de la mañana con frío y
sintiendo esa incomodidad, y se me vinieron a la mente las imágenes de cuando era chico y
soñaba con cosas más elevadas que tener una cama y un lugar para dormir. Me fustigué a
mí mismo por no poder adaptarme al capitalismo, por no tener plata para poder hacer otra
cosa diferente. Me sentí impotente. Me levanté, salí a caminar, volví y no se me pasaba. Me
empecé a sentir mal del cuerpo. Sentía como que iba a explotar. Me empezaron a dar unas
puntadas en la cabeza, en la nuca. Empecé a ver borroso y temblaba. No podía salir de ese
estado.
Pensaba en que estaba como condenado.