pas, hernán - construcción de autoría de esteban echeverría

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Estudios de Teoría Literaria Revista digital, Año 3, Nro. 5, 2014 Facultad de Humanidades / UNMDP, ISSN 2313-9676 Estudios de Teoría Literaria, Marzo 2014, Año 3, Nro. 5 229 Literatura y discusión. Episodios críticos en la temprana construcción de autoría en Esteban Echeverría Hernán Pas 1 Recibido: 11/02/14 Aceptado: 21/02/14 Resumen En este trabajo nos proponemos la revisión de un suceso conocido y por tanto, ya cristalizadode la historiografía y la crítica literarias argentina y/o hispanoamericana: la consagración de Esteban Echeverría como poeta romántico, y, simultáneamente, de cierta parcela de su obra poética (específicamente “La cautiva”, Rimas, 1837) como resultado de un programa poético señero, es decir producto de una proyección autoral. Para ello, recurrimos a la lectura de algunos periódicos de la época ( El Amigo del País, La Gaceta Mercantil, Diario de la Tarde, El Recopilador, entre otros) y sobre todo a la reposición de algunos textos clave publicados en ellos, que permitirán examinar los modos de construcción de autoría en el período de emergencia de las literaturas nacionales. Palabras clave Echeverría Crítica literaria Canonización Romanticismo Poesía. Abstract In this paper we aim to revise a known event thus, an already crystallized event- in Argentine and/or Latin American literary historiography and criticism: the recognition of Esteban Echeverría as a romantic poet, and, simultaneously, that of certain part of his poetry (namely “La cautiva”, Rimas, 1837) as a result of a solitary poetical program, that is, a product of an authorial projection. In order to do that, we will undertake the reading of some newspapers of the period (El Amigo del País, La Gaceta Mercantil, Diario de la Tarde, El Recopilador, among others) and especially draw attention to some key texts published in them. These will allow us to examine the ways the construction of authorship adopts in the period of emergence of national literatures. Key words Echeverría Literary criticism Canonization Romanticism Poetry. En los últimos años la figura de Esteban Echeverría ha suscitado una renovada atención por parte de la crítica. El año 2006, por ejemplo, vio la aparición del volumen colecticio Las brújulas del extraviado. Para una lectura integral de Esteban Echeverría (publicado por Beatriz Viterbo Editora, y compilado por Alejandra Laera y Martín Kohan) junto con la del último trabajo que le dedicara Félix Weinberg, Esteban Echeverría. Ideólogo de la segunda revolución (publicado por Taurus, en la colección dirigida por su hermano, Gregorio Weinberg). A su vez, en distintas zonas de la Historia crítica… dirigida por Noé Jitrik y 1 Dr. en Letras, UNLP, IdIHCS, CONICET. Contacto: [email protected]

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Hernán Pas. Construcción de la autoría de Esteban Echeverría

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  • Estudios de Teora Literaria

    Revista digital, Ao 3, Nro. 5, 2014

    Facultad de Humanidades / UNMDP, ISSN 2313-9676

    Estudios de Teora Literaria, Marzo 2014, Ao 3, Nro. 5 229

    Literatura y discusin.

    Episodios crticos en la temprana construccin de autora en Esteban Echeverra

    Hernn Pas1

    Recibido: 11/02/14

    Aceptado: 21/02/14

    Resumen

    En este trabajo nos proponemos la revisin de un suceso conocido y por tanto, ya cristalizado de la historiografa y la crtica literarias argentina y/o hispanoamericana: la consagracin de Esteban Echeverra

    como poeta romntico, y, simultneamente, de cierta parcela de su obra potica (especficamente La cautiva, Rimas, 1837) como resultado de un programa potico seero, es decir producto de una proyeccin autoral. Para ello, recurrimos a la lectura de algunos peridicos de la poca (El Amigo del Pas, La Gaceta

    Mercantil, Diario de la Tarde, El Recopilador, entre otros) y sobre todo a la reposicin de algunos textos

    clave publicados en ellos, que permitirn examinar los modos de construccin de autora en el perodo de

    emergencia de las literaturas nacionales.

    Palabras clave

    Echeverra Crtica literaria Canonizacin Romanticismo Poesa.

    Abstract

    In this paper we aim to revise a known event thus, an already crystallized event- in Argentine and/or Latin American literary historiography and criticism: the recognition of Esteban Echeverra as a romantic poet, and,

    simultaneously, that of certain part of his poetry (namely La cautiva, Rimas, 1837) as a result of a solitary poetical program, that is, a product of an authorial projection. In order to do that, we will undertake the

    reading of some newspapers of the period (El Amigo del Pas, La Gaceta Mercantil, Diario de la Tarde, El

    Recopilador, among others) and especially draw attention to some key texts published in them. These will

    allow us to examine the ways the construction of authorship adopts in the period of emergence of national

    literatures.

    Key words

    Echeverra Literary criticism Canonization Romanticism Poetry.

    En los ltimos aos la figura de Esteban Echeverra ha suscitado una renovada atencin por

    parte de la crtica. El ao 2006, por ejemplo, vio la aparicin del volumen colecticio Las

    brjulas del extraviado. Para una lectura integral de Esteban Echeverra (publicado por

    Beatriz Viterbo Editora, y compilado por Alejandra Laera y Martn Kohan) junto con la del

    ltimo trabajo que le dedicara Flix Weinberg, Esteban Echeverra. Idelogo de la segunda

    revolucin (publicado por Taurus, en la coleccin dirigida por su hermano, Gregorio

    Weinberg). A su vez, en distintas zonas de la Historia crtica dirigida por No Jitrik y

    1 Dr. en Letras, UNLP, IdIHCS, CONICET. Contacto: [email protected]

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    actualmente en publicacin puede percibirse cierto renovado entusiasmo por releer lo ya

    varias veces ledo aunque desde otra perspectiva y, definitivamente, con otro objeto.2

    A pesar de las diferencias por momentos notables, lo que forma el horizonte compartido de estas nuevas lecturas echeverrianas parece ser, como siempre, el arduo y

    perenne problema del romanticismo esttico y literario antes que la produccin concreta de

    quien fuera el autor de algunos de los pocos textos eminentes de la literatura argentina del

    siglo XIX. En definitiva, pareciera ser que la figura de Esteban Echeverra ha quedado

    prendada de un tpico efecto de construccin cannica: su imagen no puede desprenderse

    de aquella abrumadora contingencia que lo vio nacer en estrictos trminos de autora junto al ingreso ms o menos coetneo del romanticismo en estas latitudes. Desde las

    extensas notas de Juan Mara Gutirrez que sirvieron de prlogo al tomo V de las Obras

    completas hasta el reciente ensayo ya citado de Weinberg, pasando por el clsico estudio de

    Emilio Carrilla sobre el romanticismo en Hispanoamrica cuya nocin de influencia lo vuelve hoy notoriamente obsoleto, si hubo algo que la crtica echevarriana no ha dejado de distinguir de manera unnime es su condicin de precursor.

    Es un tpico manido el hecho de que el romanticismo privilegi lo original y, por

    esa va, resalt el costumbrismo o paisajismo local, tanto en la literatura como en la pintura

    o, tal vez con mayor mpetu, en la poesa. Lo es tambin, para el caso de la literatura

    argentina, observar el relativo xito de ese procesamiento recin con La cautiva, poema en el que, como sabemos, se consagra doblemente al desierto como materia prima patrimonial.

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    Ahora bien, si se compara la produccin de Esteban Echeverra anterior a La cautiva, esto es, Elvira o la novia del Plata (1832) y Los consuelos (1834) con el volumen donde apareci el mentado poema, es decir las Rimas (1837), fcilmente se comprueba que

    los ltimos poemas comparten con los primeros una esttica de corte intimista y, salvo

    pocas excepciones, ni en unos ni en otros se hace presente la inclinacin paisajstica,

    costumbrista o de tinte localista que, en cambio, descuella en La cautiva.4 No obstante ello, la crtica y la historiografa literarias no han dejado de postular a veces tcitamente, otras de modo categrico una figura seera de Echeverra en tanto escritor, especficamente como poeta. Es como si su consagracin con el poema sobre el desierto argentino volviera irrecusable su impronta ejemplar. En consecuencia, la cuestin podra

    formularse del modo siguiente: qu presupuestos o motivaciones estticas posibilitaron en

    Echeverra la concepcin de una poesa destinada a formar su cuadro con aquellos colores locales inexistentes o casi inexistentes en el resto de su produccin? Y tambin: de qu modo esas motivaciones, ideas o presupuestos se fueron tamizando hasta dar por

    2 Jorge Monteleone, por ejemplo, ha propuesto una sugestiva reinterpretacin del ingreso y difusin del

    romanticismo con ms precisin: del sujeto lrico romntico en Argentina. Lo que en verdad se produca con el regreso de Echeverra, segn Monteleone, era la entrada por primera vez en el Ro de la Plata de una

    subjetividad lrica: el sujeto lrico romntico no regresaba, sino ms bien ingresaba en su puro presente (2003: 120). 3 Recordemos lo que escribi Echeverra en la Advertencia a su poema: El Desierto es nuestro, es nuestro

    ms pinge patrimonio y debemos poner conato en sacar de su seno, no slo riqueza para nuestro

    engrandecimiento y bienestar, sino tambin poesa para nuestro deleite moral y fomento de literatura

    nacional (Obras, 1972: 451). 4 Las pocas excepciones, adems, no logran encauzar una formulacin esttica, sino que ofrecen algunas

    pinceladas coloristas, ms bien aleatorias y dispersas. Entre ellas, podran numerarse los poemas Al clavel del aire y algunos pasajes de Layda, de Los consuelos.

  • Literatura y discusin. Episodios crticos en la temprana construccin de autora en Esteban Echeverra

    Estudios de Teora Literaria, Marzo 2014, Ao 3, Nro. 5 231

    resultado ese notorio pasaje entre su produccin inicial, pongamos El tmulo de un joven (publicado en 1832 en el Diario de la Tarde de Buenos Aires) o Elvira, y La cautiva?

    Ha sido su amigo y exgeta Juan Mara Gutirrez el encargado de trazar la imagen

    pstuma de un Echeverra incomprendido, hipersensible, emocionalmente inestable. Y es a

    Gutirrez a quien debemos el mito de un poeta audaz, o mejor an moderno, que fuera

    postergado por la crtica periodstica de la poca recurdese la imagen de tartufo que utiliza Gutirrez para referirse a la labor de Pedro de Angelis en El Lucero hasta la aparicin de Los Consuelos, segn el mismo Gutirrez verdadero conato de literatura

    nacional que la prensa no poda no celebrar en sus columnas.5

    A diferencia de Elvira, el volumen Los consuelos ciertamente recibi una apreciable

    cantidad de comentarios en la prensa peridica, lo que bastara para inferir el carcter

    inaugural que se le suele atribuir desde, precisamente, esa temprana lectura de Gutirrez.

    Salvo, quizs, que tal inferencia desatiende el hecho trascendente de que ninguno de esos

    comentarios asumi un juicio crtico cuyo ncleo argumentativo residiera en la

    consideracin de una literatura nacional. Ninguno, salvo uno: el que escribi Juan

    Thompson y public el Diario de la Tarde en noviembre de 1834, el cual, no por

    casualidad, desencaden la furia y la diatriba retrica del bastardeado poeta.6

    Y es que, contrariamente a los encomios jactanciosos del resto de la prensa,

    Thompson sealaba la carencia de un rasgo original en las piezas del volumen, quiz

    incluso decepcionado por las notas que acompaaban la edicin, debido a su poca inclinacin a incorporar temas propios de la sociedad rioplatense. Y as como afirmaba que en la poca de la independencia los poetas civiles haban entonado sus cantos apelando

    a un registro potico extemporneo, el del neoclasicismo, no dudaba en observar que este

    otro registro, el que ofreca ahora Los consuelos, a la par de novedoso resultaba igualmente

    poco adecuado.

    El cuidado tono de la crtica de Thompson, junto a la decisiva intervencin posterior

    de Gutirrez que enseguida revisaremos, parecen haber aplacado el carcter verdaderamente disruptivo de sus comentarios. Puesto que an en su inflexin elogiosa

    ms bien declamatoria, si atendemos al conjunto del escrito, Thompson no dejaba de expresar ciertos reparos: En la existencia del poeta, y de nuestra joven literatura, el libro de los Consuelos har poca, aunque su gnero en globo participe de algn modo de

    influencias extraas (Diario de la Tarde, n 1041, 24/11/34: 1, col. 4. El subrayado es mo). En esa lnea, sobre el final de la resea, el joven Thompson alegaba la impertinencia

    del tono marcadamente intimista de la mayora de las composiciones: Entre nosotros las

    5 Cfr. lo que escribe Gutirrez en la Noticia acerca de la vida del autor que acompaa los juicios crticos

    compilados en el tomo V de las mencionadas Obras completas de D. Esteban Echeverra (1874).

    Recientemente, Patricio Fontana y Claudia Roman (2009) han evaluado y caracterizado como ficcin crtica la intervencin de J. M. Gutirrez en el rescate y puesta en circulacin de El matadero, texto que, como se sabe, fue recuperado por el crtico y publicado en 1871en la Revista del Ro de la Plata. Esa nocin

    de ficcin crtica puede servir aqu para describir asimismo el cmulo de operaciones pblicas y privadas realizadas por Gutirrez para encumbrar un programa literario criollo-nativista y, en corolario, el poema La cautiva como ejemplar de esa tendencia. Lo que este trabajo se propone, en consecuencia, es demostrar el grado de reversibilidad existente entre ambos sintagmas: al consagrar aquel poema, Gutirrez consagraba su

    propio programa literario, y viceversa. 6 La indignacin de Echeverra ante el comentario de Thompson lo llev a tomar la pluma y escribir su

    respuesta pblica bajo la mscara de Un verdadero amigo del autor (La Gaceta Mercantil, n 3437, 27/11/1834).

  • Hernn Pas

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    pasiones, como todo, se resienten de una juventud tierna: es obligacin entonces de aquel

    que reasume la elevada misin de escritor, si quiere desempearla con lealtad, ya que a la

    par de sacerdote tiene tambin conciencias a su cargo, animar, no afligir; cantar la

    esperanza, no la muerte (1, 4). Y conclua, en tono programtico: He aqu el camino abierto a nuestra literatura: estudiar nuestras costumbres, evocar el pasado, y embellecer el

    porvenir (1, 4). De las tres frases exhortativas, era la primera, el estudio de las costumbres, la que resultaba central por esos aos en las discusiones de la produccin letrada nacional.

    La lectura de Thompson, en definitiva, tensa la contradiccin entre lo dicho en la

    advertencia y lo realizado en el volumen. Y dice, en resumidas cuentas, que lo escrito en la

    advertencia es el camino a seguir aunque, paradjicamente, sugiere Thompson sin decirlo, el autor no haya respondido a ese designio. Cmo, entonces, el iluminado poeta ha

    infringido su propio diseo potico? Es probable que esta pregunta no haya sido un

    problema para los lectores y escritores contemporneos a Echeverra. En efecto, es posible

    suponer que la visin programtica de Thompson fuera representativa de una tendencia

    letrada grupal y que, dado que las manifestaciones crticas previas no atinaban a ponerla en

    discusin, ste se hubiera decidido a exponerla pblicamente. El siguiente pasaje de la

    respuesta que, bajo la mscara del seudnimo, ensay el propio Echeverra contra su

    contertulio es significativo al respecto: Creo Sr. articulista, que en esto de crticas es preciso irnos muy a tientas, y no lanzarnos a decir cuanto se nos pase por la imaginacin, y

    cuanto nos hayan sugerido mal digeridas lecturas, o amistosas conversaciones (La Gaceta Mercantil, n 3437, 27/11/1834: 2, col. 3. El subrayado es mo). Ninguna descripcin ms

    fenomnica de los vnculos tertulianos que la imagen de esas amistosas conversaciones sugerida por Echeverra. De modo que se podra pensar, al menos como hiptesis, que el

    supuesto carcter inaugural de Los consuelos aquellos mdicos rasgos que anticiparan, de acuerdo a una interpretacin extendida, los fundamentos literariamente impares de La cautiva no es sino el efecto de la oportuna respuesta por parte de Echeverra a un programa literario que se vena gestando previa y colectivamente y que, en principio, el

    consagrado poeta romntico no haba hecho ms que atisbar de manera formularia.

    Para ajustar esta hiptesis es necesario leer con atencin el texto crtico en el que

    Gutirrez traz por primera vez la lnea hegemnica de interpretacin que colocar a La cautiva como el poema faro de esta generacin. Me refiero al artculo que, de forma tambin annima, Gutirrez public en dos entregas 3 y 4 de octubre de 1837 en el Diario de la Tarde a raz, justamente, de la publicacin de las Rimas.

    Gutirrez se propona analizar all toda la obra publicada hasta esa fecha por el vate

    argentino. Comenzaba, por lo tanto, sosteniendo que Elvira o la novia del Plata, a pesar de

    la incomprensin suscitada en el pblico lector porteo, prometi un poeta puramente artstico, es decir, un poeta que juzga y calcula los efectos de su pieza, y que puede desenvolver tcnicamente su arte de manera autnoma. La mencin de esta promesa es importante pues en la versin retrospectiva de Gutirrez Elvira es el germen de lo que va a

    venir y Los consuelos, antes que las Rimas, su confirmacin. Esta operacin nos presenta a

    un poeta que ya desde su primera obra manifiesta un aguda competencia y al que le bastar

    tender la vista a su alrededor imagen, sta, cristalizada por Sarmiento en un famoso pasaje del Facundo para dar inicio a los portentos de la poesa nacional.

    Hay por lo menos dos momentos clave en esa operacin: el primero, la mirada

    retrospectiva que elabora Gutirrez sobre la recepcin crtica de Los consuelos. Dice, en

    octubre de 1837, Gutirrez: Buscbamos una poesa que no consistiera en palabras, y una

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    filosofa sin afectacin ni pedantismo. Hallamos todo esto en los Consuelos, y los elogios

    resonaron en las prensas y en la boca de todos. (Diario de la Tarde, n 1879, 03/10/1837: 1, col. 3). Deliberadamente, Gutirrez silencia el episodio controversial de aquella

    recepcin. Ahora bien, si tal silenciamiento slo es posible desde una mirada retrospectiva,

    ello se debe, fundamentalmente, al hecho de que esa mirada se apoya en una derivacin ya

    consumada: la construccin literaria del paisaje rioplatense en La cautiva. En consecuencia, Gutirrez poda afianzar esa vertiente sobre la cual el propio Gutirrez vena insistiendo desde aos atrs, como veremos enseguida con mayor soltura:

    contmplense la pampa y nuestro ro, estdiense sus armonas y las escenas del

    desierto palpiten animadas en los productos de la mente argentina: matcense con

    las imgenes que all abundan, para que campee la originalidad, condicin esencial

    de las obras de imaginacin si es que quieren suscitar el inters (Diario de la Tarde,

    dem).

    Es indudable que los vectores de ese programa bosquejados en la Advertencia a Los consuelos, reafirmados en la crtica ya citada de Thompson estn ahora mucho mejor definidos, y que el sentido de originalidad encuentra un reaseguro en las costumbres e imgenes del territorio, la pampa y nuestro ro.

    El segundo momento de esa operacin, la reevaluacin que ejerce Gutirrez de Los

    consuelos, completa la lnea dominante en la interpretacin crtica respecto de las

    modalidades histricas en que literatura, lectura e ideas se combinan y engendran. Esto escribi Gutirrez:

    Los Consuelos, a ms, dejaban traslucir una idea, que hoy ha echado races en el

    suelo siempre frtil de las inteligencias cultivadas. Layda, el Regreso, el Clavel del

    aire, reflejaban un tanto, o por mejor decir dejaban entrever, ya en el fondo ya en lo

    accesorio, la fisionoma peculiar de nuestra naturaleza: el poeta haba mirado en

    torno suyo, y encontrado poesa donde antes no la hallbamos (Diario de la Tarde, n

    1879, dem).

    Y an agregaba: Ms claro: la idea de una poesa nacional, tuvo su aurora en las pginas de los Consuelos, y el autor expresa all en una nota su manera de concebirla (Diario de la Tarde, n 1879, dem). A continuacin, Gutirrez citaba el pasaje de la

    Advertencia en el que se enuncia el conocido programa echeverriano sobre la poesa nacional.

    La reproduccin y coronacin de ese programa que con tanta insistencia ejerce

    Gutirrez (contmplense la pampa y nuestro ro, estdiense sus armonas y las escenas del desierto) podran hacernos sospechar que su inscripcin en la famosa advertencia de Los consuelos es, antes que nada, producto de esas amistosas conversaciones que mencionaba Echeverra en su respuesta al artculo de Thompson. Es decir, que esa famosa nota que

    acompaa el volumen Los consuelos no fuera una inspirada reflexin del vate que mir en

    torno suyo, sino, con ms probabilidad, el registro de un programa que por entonces estaba

    siendo socializado y al que Echeverra, oportunamente, acudira en beneficio de su

    autoridad como poeta.

  • Hernn Pas

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    Un olvidado poema que Gutirrez dedicara a Echeverra en una fecha tan temprana

    como julio de 1833 rescatado por el minucioso trabajo de archivo de Weinberg refuerza la imagen del carcter colectivo, relativamente socializado de ese plan romntico para las

    letras. En ese poema, inserto en la seccin Variedades del peridico y sin ttulo, Gutirrez procuraba azuzar el nimo de su afligido amigo, incitndolo, con un gesto recurrente del

    nativismo letrado, a cantar la naturaleza:

    Antes que el tiempo rpido te abata

    Al golpe de sus alas destructoras

    En el arte adivino que arrebata,

    Ocupa amigo tus tranquilas horas:

    Que el son de las cadenas de la vida

    A cantar nos convida.

    Levntate del polvo en que abatido

    Se arrastra el vulgo, y la exaltada mente

    Eleva al Hacedor omnipotente,

    Lleno de amor, y humilde, agradecido

    Canta su hermosa hechura,

    Canta la inmensa y sin igual natura.

    [] As; cntala t, mi dulce amigo,

    Canta sus obras bellas;

    Yo seguir tus huellas,

    Y solos cantaremos sin testigo

    Que el mundo corrompido,

    Reir si nuestra voz hiere su odo. (El Amigo del Pas. Diario Poltico, Literario y

    Mercantil, n 3, 10/07/1833: 3, cols. 2-3).

    Notable manifestacin pblica de lo que por entonces se pensaba deba hacer la

    literatura. El poema fue publicado en el peridico El Amigo del Pas por otro lado, la incitacin al canto funciona all como reconocimiento de pares, lo que demuestra que dicho programa a mediados de la dcada del 30 estaba siendo discutido entre los jvenes

    miembros del mundillo literario. No obstante, aquella figura seera de Echeverra que lo convierte en precursor e iluminado poeta o poeta pensador induce no slo obviar este tipo de intercambios sino incluso, increblemente, a tergiversarlos. A pesar de haber sido el

    primero que rescat el texto que acabamos de citar, es tambin el propio Flix Weinberg el

    primero en pasarlo impasiblemente por alto. En efecto, la sorpresiva deduccin de

    Weinberg de las estrofas citadas no hace sino perpetuar, con pasmosa obstinacin, la

    operacin inaugural de Gutirrez: Parece desprenderse de este texto sostiene Weinberg que Echeverra alguna vez revel a Gutirrez su proyecto de cantar el desierto y ahora ste

    le recuerda su promesa.7

    7 En 1833! El infatigable entusiasmo de Weinberg en ese libro hace que fuerce, en varias ocasiones, los datos

    duros del contexto en funcin de una interpretacin por dems preconstituida, deudora, la mayora de las

    veces, de la impronta de Gutirrez. Cabe agregar que el poema citado (del que slo se transcriben dos estrofas

    en el estudio preliminar) no se halla transcripto en el Apndice de su libro, tal como promete en nota al pie.

  • Literatura y discusin. Episodios crticos en la temprana construccin de autora en Esteban Echeverra

    Estudios de Teora Literaria, Marzo 2014, Ao 3, Nro. 5 235

    Vale la pena, para finalizar, retomar un fragmento del temprano ensayo de

    Gutirrez. Luego de exhortar a buscar la originalidad de la literatura en las escenas de la

    pampa, el futuro editor de la Amrica potica agregaba lo siguiente:

    Mas, no diremos de igual modo, en cuanto a nuestra naturaleza moral y social: es

    decir, en cuanto a nuestras pasiones y costumbres, porque stas ni medias tintas

    prestan al poeta para colorear sus cuadros. Un pueblo mercantil [] cuyas costumbres son las mismas del mundo civilizado, cuyos hbitos y trajes a cada hora, a

    cada instante llegan en las naves que tocan el puerto; no puede dar materiales a la

    poesa ni herir fuertemente la imaginacin del bardo. (Diario de la Tarde, n 1879,

    03/10/1837: 1, col. 3)

    Resuena en esas palabras algo de la consigna disciplinaria de la que habl Adolfo Prieto respecto de la lectura filtrada de los relatos de viaje extranjeros.

    8 Pero adems, esa

    consigna que aqu repensamos en trminos colectivos ejerce un doble movimiento. Por un lado, opacar las fuentes de la literatura viajera sobre la naturaleza rioplatense; y, por el otro, tomar de esas fuentes lo que serva a una versin nativo-costumbrista de la cultura

    popular. Un ao antes de publicar ese texto es decir, antes tambin de que Echeverra escribiera La cautiva, y por la misma poca en que el vate romntico ensayaba su descripcin del paisaje criollo en las Cartas a un amigo y publicaba su costumbrista

    versin del matambre argentino, Gutirrez, en una temprana pincelada del nativismo criollo, escriba lo que sigue:

    La ilustracin borra de la fisonoma de los pueblos todos los rasgos originales, porque

    su tendencia es la de reducir a los hombres a una sola familia y traerlos a un mismo

    modo de pensar, de proceder y de vivir [] Pero las modas y las pestes huyen de los campos: all la ley de la necesidad dict las formas del traje, y tal cual es y ha sido,

    permanecer mientras el hombre identificado con el caballo necesite soltura en los

    miembros y agilidad en los movimientos [] Jvenes una mina inagotable de originalidad tenis bajo las plantas: los que deseis escribir con independencia de las

    trabas que impona un gusto caduco y apocado, buscad en vosotros mismos y en la

    naturaleza que os rodea, los rasgos de nuestra fisonoma y retratadla (El Recopilador,

    Buenos Aires, n 3, 1836).

    En estas ltimas lneas est latente el programa propuesto dos aos antes en la

    crtica de Thompson. El poeta deba buscar en s mismo y, a la vez, mirar en torno suyo.

    Doble movimiento que, efectivamente, el poema de Echeverra sobre el desierto

    8 Al revisar la interpretacin que supone que la visin condenatoria del indio en La cautiva vendra a

    contradecir, categricamente, los supuestos romnticos de la armona de la naturaleza y el noble salvaje, Prieto plantea: Pero si se admite que el romanticismo del poema [] es la versin del romanticismo ajustada a la prctica de los viajeros de las primeras dcadas del siglo XIX, la contradiccin parece menos categrica,

    y en ltimo anlisis, inexistente (2003 [1996]: 152). Esa admisin, dice Prieto, resulta difcil de fundamentar en declaraciones explcitas, ya sea en el mismo poema (cuyos epgrafes no incluyen, como s lo hace el

    Facundo de Sarmiento, a ninguno de los nombres de los viajeros), o bien en los comentarios crticos que ste

    recibe. Sin embargo, contina el crtico, ello se debe a una suerte de consigna disciplinaria de los intelectuales porteos, que no vean con agrado las distorsiones que ofrecan ese tipo de relatos e incitaba,

    entonces, al ocultamiento de esas fuentes.

  • Hernn Pas

    236 Estudios de Teora Literaria, Marzo 2014, Ao 3, Nro. 5

    cumpla.9 Pero en esa vieta inaugural, el paisaje era el del gaucho y sus costumbres de

    all que en La cautiva la barbarie estuviera representada por el indio. Las costumbres de los habitantes de la pampa argentina se ofrecen al mismo tiempo como fuente y como

    prcticas destinadas a la doble domesticidad de la letra ciudadana: la pampa, desde esa

    perspectiva, es tierra promisoria para las letras nacionales. Como quera Echeverra?

    Bibliografa

    Echeverra, Esteban (1972), Obras completas, Buenos Aires, Antonio Zamora.

    Echeverra, Esteban (1874), Obras completas de D. Estban Echeverra, Escritos en prosa,

    Tomo Quinto y ltimo, Buenos Aires, Carlos Casavalle Editor.

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    Laera, Alejandra y Martn Kohan (comps.) (2006), Las brjulas del extraviado. Para una

    lectura integral de Esteban Echeverra, Rosario, Beatriz Viterbo.

    Monteleone, Jorge (2003), La hora de los tristes corazones. El sujeto imaginario en la poesa romntica argentina, en: Schvartzman (dir.). La lucha de los lenguajes, en: Jitrik, N. (dir.). Historia crtica de la literatura argentina, volumen 2, Buenos Aires,

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    Prieto, Adolfo (2003), Los viajeros ingleses y la emergencia de la literatura argentina,

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    1834, p. 1, col. 1-4.

    [Respuesta annima de Echeverra]. La Gaceta Mercantil, N 3437, Buenos Aires, 27 de

    noviembre de 1834, pp. 2-3, cols. 2-3.

    Interior. RIMAS de don Estevan Echeverra. Diario de la Tarde, N 1879, Buenos Aires, 3 de octubre de 1837, p. 1, cols. 1-3. RIMAS. LA CAUTIVA (Conclusin). Diario de la Tarde, N 1880, Buenos Aires, 4 de octubre de 1837, p. 1, cols. 1-3.

    El caballo, en la provincia de Buenos Aires, [Ensayo de Juan Mara Gutirrez]. El Recopilador, Buenos Aires, N 3, pp. 17-19 y N 22, pp. 171-173, 1836.

    9

    En la segunda entrega del ensayo de Gutirrez, dedicada a La cautiva, existe un pasaje significativo en

    relacin a ese doble movimiento. Sobre el tema de la pasin, o el sentimentalismo exacerbado, el ensayista

    afirmaba: Esta pasin (el amor) que siempre predomina en la obra de todo poeta, se halla expuesta a rayas en trivial, o a extraarse en el sentido moral, cuando no la concibe una razn filosfica y no la siente un corazn

    elevado. El amor en Mara, es una centella que a infundirle de virtud y fortaleza, se ha desprendido de los

    cielos: ella es fuerte porque ama: tiene esperanza y fe porque ama: el amor orienta su vida y guala en todas

    sus acciones por un camino que deja sealando con luz vivsima y hermosa. Mientras el poeta no vea en el

    amor una predestinacin y la aleje de los sentidos para acercarla al alma, sus personajes sern como el D. Juan

    de la tradicin, dignos del infierno, dignos slo de ser estimados por inteligencias depravadas. (Diario de la Tarde, n 1880: 1).