pasión del señor (ciclo b)...

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25 Marzo Domingo de Ramos en la Pasión del Señor (Ciclo B) – 2018 1. TEXTOS LITÚRGICOS 1.a LECTURAS EN LA PROCESIÓN DE RAMOS AÑO "B" ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 11, 1-10 Cuando se aproximaban a Jerusalén, estando ya al pie del monte de los Olivos, cerca de Betfagé y de Betania, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: "¿Qué están haciendo?", respondan: "El Señor lo necesita y lo va a devolver en seguida."» Ellos fueron y encontraron un asno atado cerca de una puerta, en la calle, y lo desataron. Algunos de los que estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen? ¿Por qué desatan ese asno?» Ellos respondieron como Jesús les había dicho y nadie los molestó. Entonces le llevaron el asno, pusieron sus mantos sobre él y Jesús se montó. Muchos extendían sus mantos sobre el camino; otros, lo cubrían con ramas que cortaban en el campo. Los que iban delante y los que seguían a Jesús, gritaban: «¡Hosana! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito sea el Reino que ya viene, el Reino de nuestro padre David! ¡Hosana en las alturas!» Palabra del Señor. O bien a elección: + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 12,12-16 En aquel tiempo:

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25

Marzo

Domingo de Ramos en la

Pasión del Señor

(Ciclo B) – 2018

1. TEXTOS LITÚRGICOS

1.a LECTURAS

EN LA PROCESIÓN DE RAMOS

AÑO "B"

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 11, 1-10

Cuando se aproximaban a Jerusalén, estando ya al pie del monte de los Olivos, cerca de Betfagé y de Betania,

Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un

asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: "¿Qué están

haciendo?", respondan: "El Señor lo necesita y lo va a devolver en seguida."»

Ellos fueron y encontraron un asno atado cerca de una puerta, en la calle, y lo desataron. Algunos de los que

estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen? ¿Por qué desatan ese asno?»

Ellos respondieron como Jesús les había dicho y nadie los molestó. Entonces le llevaron el asno, pusieron sus

mantos sobre él y Jesús se montó. Muchos extendían sus mantos sobre el camino; otros, lo cubrían con ramas

que cortaban en el campo. Los que iban delante y los que seguían a Jesús, gritaban: «¡Hosana! ¡Bendito el que

viene en nombre del Señor! ¡Bendito sea el Reino que ya viene, el Reino de nuestro padre David! ¡Hosana en

las alturas!»

Palabra del Señor.

O bien a elección:

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 12,12-16

En aquel tiempo:

La gran multitud que había venido para la fiesta, se enteró de que Jesús se dirigía a Jerusalén. Y, tomando hojas

de palmera, salieron a su encuentro y lo aclamaban diciendo:

«¡Hosana! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel!»

Al encontrar un asno, Jesús montó sobre él, conforme a lo que está escrito:

No temas, hija de Sión; ya viene tu rey, montado sobre la cría de un asna.

Al comienzo, sus discípulos no comprendieron esto. Pero cuando Jesús fue glorificado, recordaron que todo lo

que le había sucedido era lo que estaba escrito acerca de él.

Palabra del Señor.

MISA

La misa de este domingo incluye tres lecturas, cuya proclamación mucho se recomienda, a no ser que razones

pastorales aconsejen lo contrario.

Teniendo en cuenta la importancia de la lectura de la pasión del Señor, está permitido al sacerdote, en vista de

las necesidades de cada comunidad, elegir una sola de las lecturas que preceden al Evangelio, o leer únicamente

la historia de la Pasión, también en forma abreviada, si fuera necesario. Esto vale exclusivamente para las misas

celebradas con el pueblo.

No retiré mi rostro cuando me ultrajaban,

pero sé muy bien que no seré defraudado

Lectura del libro del profeta Isaías 50, 4-7

El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado con una palabra

de aliento. Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo.

El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis

mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían.

Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y

sé muy bien que no seré defraudado.

Palabra de Dios.

SALMO 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24

R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Los que me ven, se burlan de mí,

hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo:

«Confió en el Señor, que él lo libre;

que lo salve, si lo quiere tanto.» R.

Me rodea una jauría de perros,

me asalta una banda de malhechores;

taladran mis manos y mis pies.

Yo puedo contar todos mis huesos. R.

Se reparten entre sí mi ropa

y sortean mi túnica.

Pero tú, Señor, no te quedes lejos;

tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme. R.

Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos,

te alabaré en medio de la asamblea:

«Alábenlo, los que temen al Señor;

glorifíquenlo, descendientes de Jacob;

témanlo, descendientes de Israel.» R.

Se anonadó a sí mismo. Por eso, Dios lo exaltó

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 2, 6-11

Jesucristo, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar

celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a

los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte

de cruz.

Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble

toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre:

«Jesucristo es el Señor.»

Palabra de Dios

VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO Flp 2, 8-9

Cristo se humilló por nosotros

hasta aceptar por obediencia la muerte,

y muerte de cruz.

Por eso, Dios lo exaltó

y le dio el Nombre que está sobre todo nombre.

EVANGELIO

En los lugares en que pareciere oportuno, durante la lectura de la Pasión se pueden incorporar aclamaciones.

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 14, 1-15, 47

Buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte

C. Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Acimos. Los sumos sacerdotes y los escribas

buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte. Porque decían:

S. «No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo.»

Ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura

C. Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un frasco lleno

de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.

Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí:

S. «¿Para qué este derroche de perfume? Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir

el dinero entre los pobres.»

C. Y la criticaban. Pero Jesús dijo:

+ «Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo. A los pobres los tendrán siempre con

ustedes y podrán hacerles bien cuando quieran, pero a mí no me tendrán siempre. Ella hizo lo que podía; ungió

mi cuerpo anticipadamente para la sepultura. Les aseguro que allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo

el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo.»

Prometieron a Judas Iscariote darle dinero

C. Judas Iscariote, uno de los Doce, fue a ver a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, ellos se

alegraron y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba una ocasión propicia para entregarlo.

¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?

C. El primer día de la fiesta de los panes Acimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron

a Jesús:

S. «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?»

C. El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:

+ «Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al

dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: "¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual

con mis discípulos?" El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya

dispuesta; prepárennos allí lo necesario.»

C. Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la

Pascua.

Uno de vosotros me entregará, uno que come conmigo

C. Al atardecer, Jesús llegó con los Doce. Y mientras estaban comiendo, dijo:

+ «Les aseguro que uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo.»

C. Ellos se entristecieron y comenzaron a preguntarle, uno tras otro:

S. «¿Seré yo?»

C. El les respondió:

+ «Es uno de los Doce, uno que se sirve de la misma fuente que yo. El Hijo del hombre se va, como está escrito

de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!»

Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre, la sangre de la alianza

C. Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

+ «Tomen, esto es mi Cuerpo.»

C. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo:

+ «Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del

fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.»

Antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres veces

C. Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. Y Jesús les dijo:

+ «Todos ustedes se van a escandalizar, porque dice la Escritura: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas.

Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea.»

C. Pedro le dijo:

S. «Aunque todos se escandalicen, yo no me escandalizaré.»

C. Jesús le respondió:

+ «Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres

veces.»

C. Pero él insistía:

S. «Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré.»

C. Y todos decían lo mismo.

Comenzó a sentir temor y a angustiarse

C. Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos:

+ «Quédense aquí, mientras yo voy a orar.»

C. Después llevó con él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a angustiarse. Entonces les dijo:

+ «Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando.»

C. Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, de ser posible, no tuviera que pasar por esa hora.

Y decía:

+ «Abba -Padre- todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.»

C. Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos. Y Jesús dijo a Pedro:

+ «Simón, ¿duermes? ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora? Permanezcan despiertos y oren

para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.»

C. Luego se alejó nuevamente y oró, repitiendo las mismas palabras. Al regresar, los encontró otra vez

dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño, y no sabían qué responderle. Volvió por tercera vez y les dijo:

+ «Ahora pueden dormir y descansar. Esto se acabó. Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser

entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar.»

Detenedlo y llevadlo bien custodiado

C. Jesús estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con

espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado esta

señal:

S. «Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado.»

C. Apenas llegó, se le acercó y le dijo: «Maestro.» Y lo besó. Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron.

Uno de los que estaban allí sacó la espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja. Jesús les

dijo:

+ «Como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos. Todos los días estaba entre ustedes

enseñando en el Templo y no me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras.»

C. Entonces todos lo abandonaron y huyeron. Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo

sujetaron; pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo.

¿Eres el Mesías, el Hijo de Dios bendito?

C. Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y allí se reunieron todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los

escribas. Pedro lo había seguido de lejos hasta el interior del palacio del Sumo Sacerdote y estaba sentado con

los servidores, calentándose junto al fuego. Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un testimonio

contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no lo encontraban. Porque se presentaron muchos con falsas

acusaciones contra él, pero sus testimonios no concordaban. Algunos declaraban falsamente contra Jesús:

S. «Nosotros lo hemos oído decir: "Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días

volveré a construir otro que no será hecho por la mano del hombre."»

C. Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones. El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la

asamblea, interrogó a Jesús:

S. «¿No respondes nada a lo que estos atestiguan contra ti?»

C. El permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo interrogó nuevamente:

S. «¿Eres el Mesías, el Hijo del Dios bendito?»

C. Jesús respondió:

+ «Sí, yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las

nubes del cielo.»

C. Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó:

S. «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?»

C. Y todos sentenciaron que merecía la muerte. Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro,

lo golpeaban, mientras le decían:

S. «¡Profetiza!»

C. Y también los servidores le daban bofetadas.

Se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando

C. Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, llegó una de las sirvientas del Sumo Sacerdote y, al ver a Pedro

junto al fuego, lo miró fijamente y le dijo:

S. «Tú también estabas con Jesús, el Nazareno.»

C. El lo negó, diciendo:

S. «No sé nada; no entiendo de qué estás hablando.»

C. Luego salió al vestíbulo. La sirvienta, al verlo, volvió a decir a los presentes:

S. «Este es uno de ellos.»

C. Pero él lo negó nuevamente. Un poco más tarde, los que estaban allí dijeron a Pedro:

S. «Seguro que eres uno de ellos, porque tú también eres galileo.»

C. Entonces él se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando. En seguida

cantó el gallo por segunda vez. Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho: «Antes que cante el gallo

por segunda vez, tú me habrás negado tres veces.» Y se puso a llorar.

¿Queréis que os ponga en libertad al rey de los judíos?

C. En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con los ancianos, los escribas y todo el

Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Este lo interrogó:

S. «¿Tú eres el rey de los judíos?»

C. Jesús le respondió:

+ «Tú lo dices.»

C. Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él. Pilato lo interrogó nuevamente:

S. «¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!»

C. Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato. En cada Fiesta, Pilato ponía en

libertad a un preso, a elección del pueblo. Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros

revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición. La multitud subió y comenzó a pedir el

indulto acostumbrado. Pilato les dijo:

S. «¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?»

C. El sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes

incitaron a la multitud a pedir la libertad de Barrabás. Pilato continuó diciendo:

S. «¿Qué debo hacer, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?»

C. Ellos gritaron de nuevo:

S. «¡Crucifícalo!»

C. Pilato les dijo:

S. «¿Qué mal ha hecho?»

C. Pero ellos gritaban cada vez más fuerte:

S. «¡Crucifícalo!»

C. Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho

azotar, lo entregó para que fuera crucificado.

Hicieron una corona de espinas y se la colocaron

C. Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia. Lo vistieron con un

manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo:

S. «¡Salud, rey de los judíos!»

C. Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. Después de

haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron

salir para crucificarlo.

Condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota y lo crucificaron

C. Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron

a llevar la cruz de Jesús. Y condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa: «lugar del Cráneo.»

Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó. Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron

sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba a cada uno. Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron.

La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: «El rey de los judíos.» Con él crucificaron a dos

ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo

C. Los que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían:

S. «¡Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, sálvate a ti mismo y baja de la cruz!»

C. De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí:

S. «¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es el Mesías, el rey de Israel, ¡que baje ahora de la

cruz, para que veamos y creamos!»

C. También lo insultaban los que habían sido crucificados con él.

Jesús, dando un gran grito expiró

C. Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde; y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz:

+ «Eloi, Eloi, lamá sabactani.»

C. Que significa:

+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»

C. Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron:

S. «Está llamando a Elías.»

C. Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña le dio de beber, diciendo:

S. «Vamos a ver si Elías viene a bajarlo.»

C. Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró.

Aquí todos se arrodillan, y se hace una breve pausa.

C. El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Al verlo expirar así, el centurión que estaba frente a él,

exclamó:

S. «¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!»

C. Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la

madre de Santiago el menor y de José, y Salomé, que seguían a Jesús y lo habían servido cuando estaba en

Galilea; y muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.

José hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro

C. Era día de Preparación, es decir, vísperas de sábado. Por eso, al atardecer, José de Arimatea -miembro

notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios- tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para

pedirle el cuerpo de Jesús.

Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había

muerto.

Informado por el centurión, entregó el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo

envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después hizo rodar una piedra a la entrada del

sepulcro.

María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto.

Palabra del Señor.

O bien más breve:

En los lugares en que pareciere oportuno, durante la lectura de la Pasión, se pueden incorporar aclamaciones.

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 15, 1-39

¿Queréis que os ponga en libertad al rey de los judíos?

C. En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con los ancianos, los escribas y todo el

Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Este lo interrogó:

S. «¿Tú eres el rey de los judíos?»

C. Jesús le respondió:

+ «Tú lo dices.»

C. Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él. Pilato lo interrogó nuevamente:

S. «¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!»

C. Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato. En cada Fiesta, Pilato ponía en

libertad a un preso, a elección del pueblo. Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros

revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición. La multitud subió y comenzó a pedir el

indulto acostumbrado. Pilato les dijo:

S. «¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?»

C. El sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes

incitaron a la multitud a pedir la libertad de Barrabás. Pilato continuó diciendo:

S. «¿Qué debo hacer, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?»

C. Ellos gritaron de nuevo:

S. «¡Crucifícalo!»

C. Pilato les dijo:

S. «¿Qué mal ha hecho?»

C. Pero ellos gritaban cada vez más fuerte:

S. «¡Crucifícalo!»

C. Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho

azotar, lo entregó para que fuera crucificado.

Hicieron una corona de espinas y se la colocaron

C. Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia. Lo vistieron con un

manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo:

S. «¡Salud, rey de los judíos!»

C. Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. Después de

haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron

salir para crucificarlo.

Condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota y lo crucificaron

C. Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron

a llevar la cruz de Jesús. Y condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa: «lugar del Cráneo.»

Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó. Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron

sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba a cada uno. Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron.

La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: «El rey de los judíos.» Con él crucificaron a dos

ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo

C. Los que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían:

S. ¡«Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, sálvate a ti mismo y baja de la cruz!»

C. De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí:

S. «¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es el Mesías, el rey de Israel, ¡que baje ahora de la

cruz, para que veamos y creamos!»

C. También lo insultaban los que habían sido crucificados con él.

Jesús, dando un gran grito expiró

C. Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde; y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz:

+ «Eloi, Eloi, lamá sabactani.»

C. Que significa:

+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»

C. Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron:

S. «Está llamando a Elías.»

C. Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber, diciendo:

S. «Vamos a ver si Elías viene a bajarlo.»

C. Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró.

Aquí todos se arrodillan, y se hace una breve pausa.

C. El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Al verlo expirar así, el centurión que estaba frente a él,

exclamó:

S. «¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!»

Palabra del Señor.

1.b GUION PARA LA MISA

Domingo de Ramos 2018

(En el lugar de la procesión), antes de la llegada del Sacerdote

La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías llevará a cabo mediante la

Pascua de su muerte y de su resurrección. El Señor quiere conquistar nuestras almas con su humildad, dando

testimonio de la Verdad; quiere liberarnos a través de la Cruz, dándonos muestras de su Amor infinito.

Primera Lectura: Is 50,4-7

El Profeta Isaías describe al siervo doliente de Yahvé como un discípulo fiel que cumple el encargo del Padre.

Segunda Lectura: Fil 2,6-11

Cristo se anonadó a sí mismo y por eso Dios lo exaltó.

Relato de la Pasión: (monición optativa – preguntar al Sacerdote) Mc 14,1-15,47

Dios hecho hombre, es la víctima propiciatoria por nuestros pecados. Muriendo en la Cruz, restituye la gloria

del Padre y nos proporciona la salud eterna.

Preces:

Hermanos, en este día en que celebramos la entrada de Cristo en Jerusalén para consumar su Misterio

Pascual, oremos al Padre por nuestras necesidades y las del mundo entero.

A cada intención respondemos cantando:

* Por la Iglesia, que hoy ha contemplado en la fe la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, para que también

permanezca unida a Él en el sufrimiento y merezca tener parte en su gloria. Oremos.

* Por las naciones azotadas por el flagelo de la guerra, para que glorifiquen al Enviado de Dios y reciban de Él

el don de la paz. Oremos.

* Por los que trabajan al servicio del Evangelio para que perseverando en la paciencia y en la caridad de Cristo,

promuevan los auténticos valores humanos en favor de la vida y la familia. Oremos.

* Por todos los que sufren en el cuerpo o en el alma, para que la victoria de Cristo sea para ellos consuelo y

esperanza de vida nueva, y que nosotros seamos caritativos y misericordiosos con los pobres y los postergados.

Oremos.

* Por los niños por nacer, para que Dios los proteja en el seno de su madre y no se apruebe en Argentina el

proyecto de ley de despenalización del aborto que comenzará a tratarse el 20 de marzo. Oremos.

* Por todos los jóvenes, para que al descubrir el amor que se revela en Cristo, pongan su esperanza en el Dios

vivo. Oremos.

Dios todopoderoso, que por amor al mundo entregaste a tu Hijo único, escucha la súplica de tu pueblo

y acrecienta nuestros deseos de servirte. Por Jesucristo nuestro Señor.

Ofertorio: El Hijo de Dios, por su sacrificio redentor, nos rescató del pecado para que fuésemos ofrenda agradable al

Padre. Unámonos a Él presentando:

* Incienso, que junto a nuestras oraciones se eleven ante el trono de Dios, intercediendo por todos los hombres.

* Pan y vino que por acción del Espíritu Santo serán Cuerpo entregado y Sangre derramada de Cristo el

Cordero Pascual.

Comunión:

Acerquémonos a comulgar el Cuerpo de Cristo con la misma disposición con que sus discípulos lo recibieron en

Jerusalén: “¡Bendito el que viene en Nombre del Señor!”

Salida: Después de haber celebrado el misterio de Cristo, rey crucificado, salgamos al mundo decididos a vivir esta

Semana Santa con gran intensidad espiritual.

(Gentileza del Monasterio “Santa Teresa de los Andes” (SSVM) _ San Rafael _ Argentina)

1.c Orientaciones para preparar las homilías de Semana Santa

Reunimos aquí las indicaciones litúrgicas para la celebración de la Liturgia de la Palabra en las Misas de

la Semana Santa. Están tomadas de los libros litúrgicos aprobados canónicamente por la Iglesia. Con esta

mirada de conjunto podemos ya hacer un plan y un primer bosquejo de todos nuestros sermones de Semana

Santa.

Domingo de Ramos

“En el Domingo de Ramos de la Pasión del Señor, para la procesión se han escogido los textos que se

refieren a la solemne entrada del Señor en Jerusalén, tomados de los tres Evangelios sinópticos; en la Misa se

lee el relato de la pasión del Señor”. (Leccionario, Prenotanda, nº 97)

“La misa de este domingo incluye tres lecturas, cuya proclamación mucho se recomienda, a no ser que

razones pastorales aconsejen lo contrario.

“Teniendo en cuenta la importancia de la lectura de la Pasión del Señor, está permitido al sacerdote, en

vista de las necesidades de cada comunidad, elegir una sola de las lecturas que preceden al Evangelio, o leer

únicamente la historia de la Pasión, también en forma abreviada, si fuera necesario. Esto vale exclusivamente

para las misas celebradas con el pueblo.” (Leccionario, Tomo I, p. 445; anotación en rojo antes de las lecturas

de la Misa del Domingo de Ramos)

“En los lugares en que pareciere oportuno, durante la lectura de la Pasión se pueden incorporar

aclamaciones” (Leccionario, Tomo I, p. 451; anotación en rojo antes de la lectura de la Pasión)

Recordamos que el sacerdote celebrante, en las Misas del Domingo de Ramos que se hagan con

procesión o con entrada solemne, debe predicar tres veces. La primera es una monición antes de la bendición de

los ramos, monición que puede leer también del Misal (Misal Romano, Domingo de Ramos en la Pasión del

Señor, nº 5, p. 219). La segunda es después de la lectura del Evangelio antes de iniciar la procesión. El Misal,

respecto a esta predicación dice textualmente: “Después del Evangelio, si se cree oportuno, puede hacerse una

breve homilía.” (Misal Romano, Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, nº 8, p. 223). La tercera

predicación es ya dentro de la Misa, después de la lectura de la Pasión (según San Marcos, en este Ciclo B).

Dice el Misal textualmente: “Después de la proclamación de la Pasión, si se cree oportuno, hágase una breve

homilía. Puede hacerse también un momento de silencio” (Misal Romano, Domingo de Ramos en la Pasión del

Señor, nº 22, p. 228).

En algunas regiones el Domingo de Ramos es una de las misas más concurridas del año y, por lo tanto,

la utilidad espiritual de la homilía es muy grande. En estos casos aconsejamos no omitirla.

En cuanto al tema de la homilía es preciosa esta indicación del Ceremonial de los Obispos: “Con el

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, la Iglesia entra en el misterio de su Señor crucificado, sepultado y

resucitado, el cual, entrando en Jerusalén, dio un anuncio profético de su poder.

“Los cristianos llevan ramos en sus manos como signo de que Cristo muriendo en la cruz, triunfó como

Rey. Habiendo enseñado el Apóstol: ‘Si sufrimos con Él, también con Él seremos glorificados’ (Rm 8,17), el

nexo entre ambos aspectos del misterio pascual, ha de resplandecer en la celebración y en la catequesis de este

día” (Ceremonial de los Obispos, nº 263).

De acuerdo a esto podemos decir que el Domingo de Ramos comprende, a la vez, el presagio del triunfo

real de Cristo y el anuncio de la Pasión. Por lo tanto, en la homilía debe quedar en evidencia la relación entre

estos dos aspectos del misterio pascual.

Ferias de Semana Santa

“Los primeros días de la Semana Santa, las lecturas consideran el misterio de la pasión” (Leccionario,

Prenotanda, nº 98)

Misa crismal

“En la Misa crismal, las lecturas ponen de relieve la función mesiánica de Cristo y su continuación en la

Iglesia, por medio de los sacramentos”. (Leccionario, Prenotanda, nº 98)

Respecto a la predicación en la Misa crismal, dice el Misal textualmente: “Después de la proclamación

del Evangelio, el obispo pronuncia la homilía inspirándose en los textos de la Liturgia de la Palabra, hablando al

pueblo y a sus presbíteros acerca de la unción sacerdotal, exhortando a los presbíteros a conservar la fidelidad a

su ministerio e invitándolos a renovar públicamente sus promesas sacerdotales” (Misal Romano, Jueves Santo,

nº 8, p. 233)

Sagrado Triduo pascual

Jueves Santo o Jueves de la Cena del Señor

“El jueves santo, en la Misa vespertina, el recuerdo del banquete que precedió al éxodo ilumina de un

modo especial el ejemplo de Cristo al lavar los pies de los discípulos y las palabras de Pablo sobre la institución

de la Pascua cristiana de la Eucaristía” (Leccionario, Prenotanda, nº 99).

“Después de proclamar el Evangelio, el sacerdote pronuncia la homilía, en la cual se exponen los

grandes misterios que se recuerdan en esta Misa, es decir, la institución de la sagrada Eucaristía y del Orden

sacerdotal, y también el mandato del Señor sobre la caridad fraterna” (Misal Romano, Jueves de la Cena del

Señor, nº 9, p. 240). Esta breve indicación del Misal Romano es de gran valor, ya que nos indica con claridad

cuál debe ser el contenido de nuestra homilía para Misa de la Cena del Señor.

Viernes Santo

“La acción litúrgica del viernes santo llega a su momento culminante en el relato según san Juan de la

pasión de aquel que, como el Siervo del Señor, anunciado en el libro de Isaías, se ha convertido realmente en el

único sacerdote al ofrecerse a sí mismo al Padre”. (Leccionario, Prenotanda, nº 99)

“Concluida la lectura de la Pasión (según San Juan), hágase una breve homilía, y terminada ésta, los

fieles pueden ser invitados a hacer un tiempo de oración en silencio” (Misal Romano, Viernes Santo de la

Pasión del Señor, nº 10, p. 245).

Viernes Santo: Memoria de los Dolores de la Santísima Virgen María junto a la Cruz

El Misal Romano (Viernes Santo de la Pasión del Señor, nº 20 bis) contempla dos posibilidades para la

memoria de los dolores y la soledad de la Virgen María: el “piadoso ejercicio tradicional” del Sermón de la

Soledad o la inclusión de “la memoria del dolor de María en la misma acción litúrgica con la que se celebra la

Pasión del Señor”. El Misal considera “más conveniente” esta última porque “de esta manera aparecerá con más

evidencia que la Virgen María está unida indisolublemente a la obra de la salvación realizada por su Hijo”.

Sin embargo resalta el Misal que en algunos lugares puede “considerarse oportuno conservar” aquel

piadoso ejercicio tradicional del Sermón de la Soledad. El Misal lo describe de esta manera: “Según una antigua

tradición, en la tarde del Viernes Santo se realizaba en nuestras iglesias un piadoso ejercicio en memoria de los

dolores sufridos por la Santísima Virgen María junto a la cruz de su Hijo, y de su estado de profunda soledad

después de la muerte de Jesús.” Debe tenerse el cuidado de realizarlo de tal manera que no reste importancia a

la Celebración litúrgica de la Pasión del Señor.

Mi experiencia de nueve años de párroco en la periferia de la gran ciudad de Santiago de Chile me lleva

a decir que es perfectamente posible realizar este piadoso ejercicio sin que reste importancia a la Celebración de

la Pasión del Señor. Nosotros hacíamos la Celebración de la Pasión del Señor a las 15 hs., aproximadamente.

Luego hacíamos el Via Crucis por las calles de la población, que duraba varias horas. Y el Via Crucis terminaba

en el templo con el Sermón de la Soledad, hecho a modo de Liturgia de la Palabra. De ese modo, el Sermón de

la Soledad no restaba importancia a la Celebración litúrgica de la Pasión del Señor. Las ideas fundamentales de

dicho sermón están expresadas en el Misal Romano, citado recién. Era de mucho provecho para los fieles.

Vigilia Pascual en la Noche Santa

“En la vigilia pascual de la noche santa, se proponen siete lecturas del Antiguo Testamento, que

recuerdan las maravillas de Dios en la historia de la salvación, y dos del Nuevo, a saber, el anuncio de la

resurrección según los tres evangelios sinópticos, y la lectura apostólica sobre el bautismo cristiano como

sacramento de la resurrección de Cristo” (Leccionario, Prenotanda, nº 99).

“En esta Vigilia, ‘Madre de todas las vigilias’, se proponen nueve lecturas: siete del Antiguo Testamento

y dos del Nuevo Testamento (Epístola y Evangelio). En la medida de lo posible, y respetando la índole de la

Vigilia, debe proclamarse todas las lecturas.

“Si graves circunstancias pastorales lo exigen, puede reducirse el número de las lecturas del Antiguo

Testamento; con todo, téngase siempre presente que la lectura de la Palabra de Dios es una parte fundamental

de esta Vigilia pascual. Por eso, deben leerse por lo menos tres lecturas del Antiguo Testamento, que

provengan de la Ley y los Profetas y se canten los respectivos salmos responsoriales. Nunca debe omitirse la

lectura tomada del capítulo 14 del Éxodo con sus respectivo cántico” (Misal Romano, Vigilia Pascual en la

Noche Santa, nº 20 – 21, p. 275)

El Leccionario se expresa con términos semejantes.

Respecto a la homilía para esta celebración dice el Misal Romano: “Después del Evangelio tiene lugar la

homilía que, aunque breve, no debe omitirse” (Misal Romano, Vigilia Pascual en la Noche Santa, nº 36, p. 279)

Misa del día de Pascua

“Para la Misa del día de Pascua se propone la lectura del Evangelio de san Juan sobre el hallazgo del sepulcro

vacío. También pueden leerse, si se prefiere, los textos de los evangelios propuestos para la noche santa, o,

cuando hay Misa vespertina, la narración de Lucas sobre la aparición a los discípulos que iban a Emaús. La

primera lectura se toma de los Hechos de los Apóstoles, que se leen durante el tiempo pascual en vez de la

lectura del Antiguo Testamento. La lectura del Apóstol se refiere al misterio de Pascua vivido en la Iglesia”

(Leccionario, Prenotanda, nº 99).

Directorio Homilético

Domingo de Ramos y de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo

CEC 557-560: la entrada de Jesús en Jerusalén

CEC 602-618: la Pasión de Cristo

CEC 2816: el señorío de Cristo proviene de su Muerte y Resurrección

CEC 654, 1067-1068, 1085, 1362: el Misterio Pascual y la Liturgia

La subida de Jesús a Jerusalén

557 "Como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén" (Lc 9,

51; cf. Jn 13, 1). Por esta decisión, manifestaba que subía a Jerusalén dispuesto a morir. En tres ocasiones

había repetido el anuncio de su Pasión y de su Resurrección (cf. Mc 8, 31-33; 9, 31-32; 10, 32-34). Al

dirigirse a Jerusalén dice: "No cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén" (Lc 13, 33).

558 Jesús recuerda el martirio de los profetas que habían sido muertos en Jerusalén (cf. Mt 23, 37a). Sin

embargo, persiste en llamar a Jerusalén a reunirse en torno a él: "¡Cuántas veces he querido reunir a tus

hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas y no habéis querido!" (Mt 23, 37b). Cuando está a

la vista de Jerusalén, llora sobre ella y expresa una vez más el deseo de su corazón:" ¡Si también tú

conocieras en este día el mensaje de paz! pero ahora está oculto a tus ojos" (Lc 19, 41-42).

La entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén

559 ¿Cómo va a acoger Jerusalén a su Mesías? Jesús rehuyó siempre las tentativas populares de hacerle rey

(cf. Jn 6, 15), pero elige el momento y prepara los detalles de su entrada mesiánica en la ciudad de

"David, su Padre" (Lc 1,32; cf. Mt 21, 1-11). Es aclamado como hijo de David, el que trae la salvación

("Hosanna" quiere decir "¡sálvanos!", "Danos la salvación!"). Pues bien, el "Rey de la Gloria" (Sal 24, 7-

10) entra en su ciudad "montado en un asno" (Za 9, 9): no conquista a la hija de Sión, figura de su Iglesia,

ni por la astucia ni por la violencia, sino por la humildad que da testimonio de la Verdad (cf. Jn 18, 37).

Por eso los súbditos de su Reino, aquel día fueron los niños (cf. Mt 21, 15-16; Sal 8, 3) y los "pobres de

Dios", que le aclamaban como los ángeles lo anunciaron a los pastores (cf. Lc 19, 38; 2, 14). Su

aclamación "Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Sal 118, 26), ha sido recogida por la Iglesia en

el "Sanctus" de la liturgia eucarística para introducir al memorial de la Pascua del Señor.

560 La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías llevará a cabo

mediante la Pascua de su Muerte y de su Resurrección. Con su celebración, el domingo de Ramos, la

liturgia de la Iglesia abre la Semana Santa.

2816 En el Nuevo Testamento, la palabra "basileia" se puede traducir por realeza (nombre abstracto), reino

(nombre concreto) o reinado (de reinar, nombre de acción). El Reino de Dios está ante nosotros. Se

aproxima en el Verbo encarnado, se anuncia a través de todo el Evangelio, llega en la muerte y la

Resurrección de Cristo. El Reino de Dios adviene en la Ultima Cena y por la Eucaristía está entre

nosotros. El Reino de Dios llegará en la gloria cuando Jesucristo lo devuelva a su Padre:

"Dios le hizo pecado por nosotros"

602 En consecuencia, S. Pedro pudo formular así la fe apostólica en el designio divino de salvación: "Habéis

sido rescatados de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o plata, sino

con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo, predestinado antes de la

creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos a causa de vosotros" (1 P 1, 18-20). Los

pecados de los hombres, consecuencia del pecado original, están sancionados con la muerte (cf. Rm 5, 12;

1 Co 15, 56). Al enviar a su propio Hijo en la condición de esclavo (cf. Flp 2, 7), la de una humanidad

caída y destinada a la muerte a causa del pecado (cf. Rm 8, 3), Dios "a quien no conoció pecado, le hizo

pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él" (2 Co 5, 21).

603 Jesús no conoció la reprobación como si él mismo hubiese pecado (cf. Jn 8, 46). Pero, en el amor redentor

que le unía siempre al Padre (cf. Jn 8, 29), nos asumió desde el alejamiento con relación a Dios por

nuestro pecado hasta el punto de poder decir en nuestro nombre en la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué

me has abandonado?" (Mc 15, 34; Sal 22,2). Al haberle hecho así solidario con nosotros, pecadores, "Dios

no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros" (Rm 8, 32) para que fuéramos

"reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo" (Rm 5, 10).

Dios tiene la iniciativa del amor redentor universal

604 Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios manifiesta que su designio sobre nosotros es un designio

de amor benevolente que precede a todo mérito por nuestra parte: "En esto consiste el amor: no en que

nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por

nuestros pecados" (1 Jn 4, 10; cf. 4, 19). "La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros

todavía pecadores, murió por nosotros" (Rm 5, 8).

605 Jesús ha recordado al final de la parábola de la oveja perdida que este amor es sin excepción: "De la

misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno de estos pequeños" (Mt 18,

14). Afirma "dar su vida en rescate por muchos" (Mt 20, 28); este último término no es restrictivo: opone

el conjunto de la humanidad a la única persona del Redentor que se entrega para salvarla (cf. Rm 5, 18-

19). La Iglesia, siguiendo a los Apóstoles (cf. 2 Co 5, 15; 1 Jn 2, 2), enseña que Cristo ha muerto por

todos los hombres sin excepción: "no hay, ni hubo ni habrá hombre alguno por quien no haya padecido

Cristo" (Cc Quiercy en el año 853: DS 624).

III CRISTO SE OFRECIO A SU PADRE POR NUESTROS PECADOS

Toda la vida de Cristo es ofrenda al Padre

606 El Hijo de Dios "bajado del cielo no para hacer su voluntad sino la del Padre que le ha enviado" (Jn 6,

38), "al entrar en este mundo, dice: ... He aquí que vengo ... para hacer, oh Dios, tu voluntad ... En virtud

de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de

Jesucristo" (Hb 10, 5-10). Desde el primer instante de su Encarnación el Hijo acepta el designio divino de

salvación en su misión redentora: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo

su obra" (Jn 4, 34). El sacrificio de Jesús "por los pecados del mundo entero" (1 Jn 2, 2), es la expresión

de su comunión de amor con el Padre: "El Padre me ama porque doy mi vida" (Jn 10, 17). "El mundo ha

de saber que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado" (Jn 14, 31).

607 Este deseo de aceptar el designio de amor redentor de su Padre anima toda la vida de Jesús (cf. Lc 12,50;

22, 15; Mt 16, 21-23) porque su Pasión redentora es la razón de ser de su Encarnación: "¡Padre líbrame de

esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto!" (Jn 12, 27). "El cáliz que me ha dado el Padre ¿no lo

voy a beber?" (Jn 18, 11). Y todavía en la cruz antes de que "todo esté cumplido" (Jn 19, 30), dice:

"Tengo sed" (Jn 19, 28).

"El cordero que quita el pecado del mundo"

608 Juan Bautista, después de haber aceptado bautizarle en compañía de los pecadores (cf. Lc 3, 21; Mt 3, 14-

15), vio y señaló a Jesús como el "Cordero de Dios que quita los pecados del mundo" (Jn 1, 29; cf. Jn 1,

36). Manifestó así que Jesús es a la vez el Siervo doliente que se deja llevar en silencio al matadero (Is 53,

7; cf. Jr 11, 19) y carga con el pecado de las multitudes (cf. Is 53, 12) y el cordero pascual símbolo de la

Redención de Israel cuando celebró la primera Pascua (Ex 12, 3-14;cf. Jn 19, 36; 1 Co 5, 7). Toda la vida

de Cristo expresa su misión: "Servir y dar su vida en rescate por muchos" (Mc 10, 45).

Jesús acepta libremente el amor redentor del Padre

609 Jesús, al aceptar en su corazón humano el amor del Padre hacia los hombres, "los amó hasta el extremo"

(Jn 13, 1) porque "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos" (Jn 15, 13). Tanto en el

sufrimiento como en la muerte, su humanidad se hizo el instrumento libre y perfecto de su amor divino

que quiere la salvación de los hombres (cf. Hb 2, 10. 17-18; 4, 15; 5, 7-9). En efecto, aceptó libremente su

pasión y su muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar: "Nadie me quita la

vida; yo la doy voluntariamente" (Jn 10, 18). De aquí la soberana libertad del Hijo de Dios cuando él

mismo se encamina hacia la muerte (cf. Jn 18, 4-6; Mt 26, 53).

Jesús anticipó en la cena la ofrenda libre de su vida

610 Jesús expresó de forma suprema la ofrenda libre de sí mismo en la cena tomada con los Doce Apóstoles

(cf Mt 26, 20), en "la noche en que fue entregado"(1 Co 11, 23). En la víspera de su Pasión, estando

todavía libre, Jesús hizo de esta última Cena con sus apóstoles el memorial de su ofrenda voluntaria al

Padre (cf. 1 Co 5, 7), por la salvación de los hombres: "Este es mi Cuerpo que va a ser entregado por

vosotros" (Lc 22, 19). "Esta es mi sangre de la Alianza que va a ser derramada por muchos para remisión

de los pecados" (Mt 26, 28).

611 La Eucaristía que instituyó en este momento será el "memorial" (1 Co 11, 25) de su sacrificio. Jesús

incluye a los apóstoles en su propia ofrenda y les manda perpetuarla (cf. Lc 22, 19). Así Jesús instituye a

sus apóstoles sacerdotes de la Nueva Alianza: "Por ellos me consagro a mí mismo para que ellos sean

también consagrados en la verdad" (Jn 17, 19; cf. Cc Trento: DS 1752, 1764).

La agonía de Getsemaní

612 El cáliz de la Nueva Alianza que Jesús anticipó en la Cena al ofrecerse a sí mismo (cf. Lc 22, 20), lo

acepta a continuación de manos del Padre en su agonía de Getsemaní (cf. Mt 26, 42) haciéndose

"obediente hasta la muerte" (Flp 2, 8; cf. Hb 5, 7-8). Jesús ora: "Padre mío, si es posible, que pase de mí

este cáliz .." (Mt 26, 39). Expresa así el horror que representa la muerte para su naturaleza humana. Esta,

en efecto, como la nuestra, está destinada a la vida eterna; además, a diferencia de la nuestra, está

perfectamente exenta de pecado (cf. Hb 4, 15) que es la causa de la muerte (cf. Rm 5, 12); pero sobre todo

está asumida por la persona divina del "Príncipe de la Vida" (Hch 3, 15), de "el que vive" (Ap 1, 18; cf. Jn

1, 4; 5, 26). Al aceptar en su voluntad humana que se haga la voluntad del Padre (cf. Mt 26, 42), acepta su

muerte como redentora para "llevar nuestras faltas en su cuerpo sobre el madero" (1 P 2, 24).

La muerte de Cristo es el sacrificio único y definitivo

613 La muerte de Cristo es a la vez el sacrificio pascual que lleva a cabo la redención definitiva de los

hombres (cf. 1 Co 5, 7; Jn 8, 34-36) por medio del "cordero que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29; cf.

1 P 1, 19) y el sacrificio de la Nueva Alianza (cf. 1 Co 11, 25) que devuelve al hombre a la comunión con

Dios (cf. Ex 24, 8) reconciliándole con El por "la sangre derramada por muchos para remisión de los

pecados" (Mt 26, 28;cf. Lv 16, 15-16).

614 Este sacrificio de Cristo es único, da plenitud y sobrepasa a todos los sacrificios (cf. Hb 10, 10). Ante todo

es un don del mismo Dios Padre: es el Padre quien entrega al Hijo para reconciliarnos con él (cf. Jn 4, 10).

Al mismo tiempo es ofrenda del Hijo de Dios hecho hombre que, libremente y por amor (cf. Jn 15, 13),

ofrece su vida (cf. Jn 10, 17-18) a su Padre por medio del Espíritu Santo (cf. Hb 9, 14), para reparar

nuestra desobediencia.

Jesús reemplaza nuestra desobediencia por su obediencia

615 "Como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la

obediencia de uno solo todos serán constituidos justos" (Rm 5, 19). Por su obediencia hasta la muerte,

Jesús llevó a cabo la sustitución del Siervo doliente que "se dio a sí mismo en expiación", "cuando llevó el

pecado de muchos", a quienes "justificará y cuyas culpas soportará" (Is 53, 10-12). Jesús repara por

nuestras faltas y satisface al Padre por nuestros pecados (cf. Cc de Trento: DS 1529).

En la cruz, Jesús consuma su sacrificio

616 El "amor hasta el extremo"(Jn 13, 1) es el que confiere su valor de redención y de reparación, de

expiación y de satisfacción al sacrificio de Cristo. Nos ha conocido y amado a todos en la ofrenda de su

vida (cf. Ga 2, 20; Ef 5, 2. 25). "El amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos,

todos por tanto murieron" (2 Co 5, 14). Ningún hombre aunque fuese el más santo estaba en condiciones

de tomar sobre sí los pecados de todos los hombres y ofrecerse en sacrificio por todos. La existencia en

Cristo de la persona divina del Hijo, que al mismo tiempo sobrepasa y abraza a todas las personas

humanas, y que le constituye Cabeza de toda la humanidad, hace posible su sacrificio redentor por todos.

617 "Sua sanctissima passione in ligno crucis nobis justif icationem meruit" ("Por su sacratísima pasión en el

madero de la cruz nos mereció la justificación")enseña el Concilio de Trento (DS 1529) subrayando el

carácter único del sacrificio de Cristo como "causa de salvación eterna" (Hb 5, 9). Y la Iglesia venera la

Cruz cantando: "O crux, ave, spes unica" ("Salve, oh cruz, única esperanza", himno "Vexilla Regis").

Nuestra participación en el sacrificio de Cristo

618 La Cruz es el único sacrificio de Cristo "único mediador entre Dios y los hombres" (1 Tm 2, 5). Pero,

porque en su Persona divina encarnada, "se ha unido en cierto modo con todo hombre" (GS 22, 2), él

"ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios sólo conocida, se asocien a este misterio

pascual" (GS 22, 5). El llama a sus discípulos a "tomar su cruz y a seguirle" (Mt 16, 24) porque él "sufrió

por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas" (1 P 2, 21). El quiere en efecto asociar a

su sacrificio redentor a aquéllos mismos que son sus primeros beneficiarios(cf. Mc 10, 39; Jn 21, 18-19;

Col 1, 24). Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más íntimamente que nadie al misterio

de su sufrimiento redentor (cf. Lc 2, 35):

Fuera de la Cruz no hay otra escala por donde subir al cielo

(Sta. Rosa de Lima, vida)

2. EXÉGESIS

P. José María Solé Roma, C. M. F

Sobre la Primera Lectura (Is 50,4-7)

Se nos da en este domingo el tercer canto del Poema del Siervo de Yahvé:

- En este canto o profecía se pone de relieve cuán atento está el 'Siervo' - Mesías a la 'Palabra' = Voluntad de

Dios: cómo es discípulo que a toda hora está presto a oír la palabra de su maestro. Jesús se aplica a Sí mismo el

sentido de esta profecía Mesiánica y nos lo explica cuando dice: 'Yo de Mí mismo nada puedo hacer; según

oigo transmito' (Jn 5, 30). 'Mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me envió' (Jn 7, 16). 'No puede el Hijo

hacer cosa alguna de Sí mismo, sino sólo lo que ve que hace el Padre. Pues el Padre ama al Hijo, y le manifiesta

cuanto El hace' (Jn 5, 19). Y la encomienda y mensaje que recibe el 'Siervo' es mensaje de Salvación (v 4). Y

eso mismo se aplica a Sí Jesús: 'El que escucha mis palabras tiene Vida Eterna; llega la hora y es ahora, en que

los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y cuantos la oigan recobrarán la vida' (Jn 5, 25). Nos trae Cristo gozo,

vida, salvación.

-Esta misión del 'Siervo' = Mesías va a ser muy difícil. Pero el 'Siervo' acepta con plena y heroica docilidad y

disponibilidad la voluntad de Dios: 'Yo no le he resistido, ni me he echado atrás (v 5). Jesús podrá decirnos

aplicándose esta profecía: 'Por esto me ama el Padre, porque Yo entrego mi vida; voluntariamente la entrego.

Este es el mandato que he recibido de mi Padre' (Jn 10, 17). Y al iniciar la Pasión se ofrece a ella con plena

generosidad: 'Debe conocer el mundo que Yo amo al Padre: y que procedo conforme al mandato del Padre;

levantaos; vámonos de aquí' (Jn 14, 31). Ahora que a la luz del N. T. sabemos que el 'Siervo' es el 'Hijo', nos

maravilla aún más esta plena obediencia; obediencia plenamente filial.

- En el cumplimiento de su misión el 'Siervo' va a correr la suerte de todos los Profetas de Dios. Es recibido con

hostilidad. La actitud del 'Siervo' frente a las persecuciones es de una humildad y abnegación que sorprenden:

'He presentado mis espaldas a los que me golpeaban y mis mejillas a los que mesaban mi barba. No he hurtado

mi faz a los ultrajes y a los salivazos' (6). ¡Cuán diferente este acento del de un Jeremías; p. ej.: 'Que sean

confundidos mis perseguidores y que no sea yo confundido. Haz venir sobre ellos el día de la desventura y

destrúyelos con doble destrucción' (Jer 17, 18). El 'Siervo' = Mesías (lo veremos en la historia de la Pasión de

Jesús) es el 'Cordero que, llevado al matadero, no abre su boca' (Is 53, 7). Que en la Cruz ora al Padre: 'Padre,

perdónalos, pues no saben lo que hacen' (Lc 23, 24).

Sobre la Segunda Lectura (Flp 2,6-11)

Es una exposición lírica y doctrinal del Misterio Redentor:

- Antítesis luminosa entre los dos estados de Cristo: El 'glorioso', que le correspondía en su calidad de Hijo de

Dios (y 6). Al tomar la naturaleza humana renuncia a todo derecho. Y escoge el estado de humillación

(kénosis), y despojo (tapéinosis) y obediencia: en condición humana, sin privilegio alguno, con todas sus

miserias y limitaciones (excepto la del pecado: cfr. Heb 4, 15); anonadado; 'Siervo' obediente; sujeto a la misma

muerte: muerte de cruz (vv 7-8).

- En el trasfondo de este cuadro se adivina la contraposición entre el Adán viejo y el Adán Nuevo. Adán quiso

usurpar los derechos divinos; ser como Dios. Y, desobediente, se rebeló. Cristo, el Nuevo Adán, renuncia a sus

derechos divinos; se hace en todo como nosotros los hombres. Se somete en total obediencia al Padre. Con esto

Cristo repara la obra nefasta de Adán. Nos salva.

- Con su obediencia, el Siervo, Adán Nuevo, gana para todos nosotros el perdón de nuestras desobediencias; y

merece para sí mismo, para su humana naturaleza, la suprema exaltación a la diestra del Padre. Son muy claras

en todo este pasaje paulino las alusiones al 'Siervo de Yahvé' de Isaías: 'Siervo' humillado hasta la más abyecta

pasión y muerte (Is 53, 1-9). 'Siervo' galardonado: con su 'expiación' justifica y salva a la muchedumbre de los

pecadores (Is 53, 12). Y restituido a la vida, es saciado de gozo y de gloria (Is 53, 11). San Pablo sabe mejor

cuál es la Gloria de Cristo Resucitado: El 'Señorío' universal (v. 10) a la diestra del Padre. Y como raíz y razón

de este 'Señorío' y Gloria el 'Nombre', e. d., la Divina Filiación: 'Desde la Resurrección ha sido constituido Hijo

de Dios Glorioso, según el Espíritu de Santidad' (Rom 1, 3). Gloria, laus et honor tibi sit, Rex Christe

Redemptor!

Sobre el Evangelio (Mc 14.15)

San Marcos, en el relato de la Pasión, pone de relieve el cumplimiento de las Escrituras. Especialmente las

referentes al 'Siervo de Yahvé' de Isaías. Por tanto, la Pasión es sometimiento a la voluntad del Padre, acto

supremo de obediencia de Cristo.

- Igualmente se pone de relieve, en la profecía del 'Siervo', el sentido 'vicario' de la muerte de Cristo: Muere en

sustitución de nosotros pecadores, El, que es inocente (Is 53, 4. 9); y el valor 'expiatorio': Por sus llagas todos

hemos sido curados; por su muerte todos hemos sido vivificados (Is 53, 5-11).

- Es la doctrina del Misterio Redentor escrita con sangre por los Evangelistas y expresada teológicamente por

San Pablo: 'Cristo fue entregado para expiación de nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación =

Salvación' (Rom 4, 25).

(Solé Roma, J. M., Ministros de la Palabra, ciclo "B", Herder, Barcelona, 1979)

3. COMENTARIO TEOLÓGICO

Directorio Homilético

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

77. «El domingo de Ramos en la Pasión del Señor: para la procesión, se han escogido los textos que se

refieren a la entrada solemne del Señor en Jerusalén, tomados de los tres Evangelios sinópticos; en la Misa, se

lee el relato de la pasión del Señor» (Ordenación de las Lecturas de la Misa, nº 97). Dos antiguas tradiciones

conforman esta Celebración Litúrgica, única en su género: el uso de una procesión en Jerusalén y la lectura de

la Pasión en Roma. La exuberancia que rodea la entrada real de Cristo, pronto da paso a uno de los cantos del

Siervo doliente y a la solemne proclamación de la Pasión del Señor. Y esta liturgia tiene lugar en domingo, día

desde los comienzos asociado a la Resurrección de Cristo. ¿Cómo puede el celebrante unir los múltiples

elementos teológicos y emotivos de este día, sobre todo por el hecho de que las consideraciones pastorales

aconsejan una homilía bastante breve? La clave se encuentra en la segunda lectura, el hermosísimo himno de la

carta de san Pablo a los Filipenses, que resume de manera admirable todo el Misterio Pascual. El homileta

podría destacar brevemente que, en el momento en el que la Iglesia entre en la Semana Santa,

experimentaremos ese Misterio, de manera que podamos hablarle a nuestros corazones. Diversos usos y

tradiciones locales conducen a los fieles a considerar los acontecimientos de los últimos días de Jesús, pero el

gran deseo de la Iglesia en esta Semana no es, únicamente, el de remover nuestras emociones, sino el de hacer

más profunda nuestra fe. En las celebraciones litúrgicas de la Semana que se inicia no nos limitamos a la mera

conmemoración de lo que Jesús realizó; estamos inmersos en el mismo Misterio Pascual, para morir y resucitar

con Cristo.

(CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Directorio Homilético, nº

77)

4. SANTOS PADRES

San Agustín

Bendito el Señor, Rey de Israel

Jn 12, 12-16

2. Estas son las palabras del Evangelio cuya lectura acabáis de escuchar: Al día siguiente, una gran

multitud de los que habían venido a la fiesta, habiendo sabido que Jesús había llegado a Jerusalén, cogieron

ramos de palmas y salieron a su encuentro, gritando: Hosanna, bendito sea el que viene en el nombre del Señor,

el Rey de Israel. Los ramos de las palmas son alabanzas y signos de victoria, porque muriendo había de vencer

el Señor a la muerte, y con el trofeo de la cruz había de triunfar del demonio, príncipe de la muerte. Según

algunos peritos en la lengua hebrea hosanna significa, más que un objeto, un afecto, un ruego; como son en la

lengua latina las llamadas interjecciones; así, para expresar dolor, decimos ¡ay!; para expresar alegría, ¡vaya!;

cuando algo nos causa admiración, exclamamos: ¡Oh cosa grande!; entonces el ¡oh! no tiene otro significado

que el de indicar el afecto del que se admira. Y es de creer que así sea, porque ni al griego ni al latín ha podido

ser traducida, como aquella otra: Quien dijere a su hermano raca; pues también esto parece una interjección, que

indica un afecto de indignación.

3. Bendito sea, pues, el que viene en el nombre del Señor, Rey de Israel, hay que tomarlo de modo que

en el nombre del Señor se entienda en el nombre de Dios Padre, aunque también pudiera entenderse en su

nombre, porque El mismo es Señor, según en otro lugar está escrito: El Señor llovió del Señor; pero mejor

dirigen nuestro entendimiento las palabras de Aquel que dice: Yo vine en nombre de mi Padre, y no me habéis

recibido; otro vendrá en su nombre propio, y a éste lo recibiréis. Maestro de humildad es Cristo, que se humilló,

haciéndose obediente hasta la muerte, y hasta la muerte de cruz. No pierde la divinidad cuando nos enseña la

humildad; por aquélla es igual al Padre, por ésta es semejante a nosotros; por lo que tiene de igual con el Padre,

nos creó, para que existiéramos; por lo que tiene de semejante con nosotros, nos redimió, para que no

pereciésemos.

4. Aquella multitud le tributaba estos cánticos de alabanza: Hosanna, bendito sea el que viene en el

nombre del Señor, Rey de Israel. ¿Qué tormento tan atroz sufriría la envidia de los príncipes de los judíos

oyendo a tan grande multitud aclamar a Cristo por su Rey? Pero ¿qué era para el Señor ser aclamado por Rey de

Israel? ¿Qué era para el Rey de los siglos ser hecho rey de los hombres? Cristo no era Rey de Israel para

imponer tributos ni para tener ejércitos armados y guerrear visiblemente contra sus enemigos; era Rey de Israel

para gobernar las almas, para dar consejos de vida eterna, para conducir al reino de los cielos a quienes estaban

llenos de fe, de esperanza y de amor. Que el Hijo de Dios, igual al Padre, el Verbo, por el cual fueron hechas

todas las cosas, quisiera ser Rey de Israel, fue una condescendencia suya y no una promoción; una señal de

misericordia, no un aumento de poder. Porque aquel que en la tierra era llamado Rey de los judíos, era en el

cielo Rey de los ángeles.

5. Y halló Jesús un jumentillo y montó en él. Sucintamente se narra aquí lo que otros evangelistas

cuentan con todo detalle. Corrobora este hecho con un testimonio profético, para patentizar que los malignos

judíos no comprendían a aquel en quien se cumplía cuanto ellos leían. Halló, pues, un jumentillo Jesús y montó

en él, según está escrito: No temas, hija de Sión; mira que viene tu Rey sentado sobre un asnillo. También entre

aquel pueblo estaba la hija de Sión. Sión es la misma Jerusalén. Entre aquel pueblo, digo, perverso y ciego, se

hallaba, sin embargo, la hija de Sión, a la cual podía decirse: No temas, mira que tu Rey viene sentado en un

asnillo. Esta hija de Sión a quien se dirigen estas divinas palabras, estaba entre aquellas ovejas que oían la voz

del pastor; estaba entre aquella muchedumbre que con tanta devoción cantaba alabanzas al Señor, que venía, y

que tan compacta le seguía. A ella le fue dicho: No temas; reconoce bien al que loas, y no temas cuando le veas

padecer, porque su sangre es vertida para borrar tu pecado y devolverte la vida. El asnillo, en el que nadie se

había sentado, como dicen los otros evangelistas, representa al pueblo de los gentiles, que no conocía aún la ley

del Señor. Y el asna (pues ambos habían sido llevados al Señor) representaba a su grey, procedente del pueblo

de Israel, no la enteramente indómita, sino la que conoció el pesebre del Señor.

6. Estas cosas no las entendieron sus discípulos por entonces; las comprendieron cuando Jesús fue

glorificado, esto es, cuando manifestó la virtud de su resurrección; entonces recordaron que estas cosas estaban

escritas de Él y que ellos las cumplieron; es decir, no hicieron más cosas que las que de Él estaban escritas.

Porque, recorriendo los testimonios de la Escritura que tuvieron su cumplimiento antes de la pasión o después

de la pasión del Señor, hallaron que, según los profetas, había de sentarse en un asnillo.

SAN AGUSTÍN, Tratados sobre el Evangelio de San Juan (t. XIV), Tratado 51, 2-6, BAC Madrid 19652, 208-

211

5. APLICACIÓN

P. José A. Marcone, IVE

Jesús, Rey crucificado (Jn 12,12-16; Mc 11,1-10)

Introducción

El Misal Romano dice refiriéndose a la Misa de hoy: “Después de la proclamación de la Pasión, si se

cree oportuno, hágase una breve homilía. Puede hacerse también un momento de silencio”1. Juzgamos oportuno

hacer una homilía y, por lo tanto, debe ser breve. Trataremos de que, realmente, sea breve. Después de escuchar

la homilía, los fieles juzgarán si fue realmente oportuno hacerla o si más oportuno hubiera sido, quizá, hacer un

momento de silencio.

1. Jesús rey

La Iglesia ha elegido los evangelios dominicales de los últimos domingos de Cuaresma para el Ciclo B

teniendo como tema-guía la glorificación de Jesús a través de su muerte y resurrección. Esa glorificación de

Jesús se realiza por su elevación y su exaltación en la cruz. En el domingo IV de Cuaresma leíamos: “Como

Moisés levantó la serpiente en el desierto, así debe ser exaltado el Hijo del hombre” (Jn 3,14). Y en el domingo

V leíamos: “Cuando yo sea exaltado en lo alto atraeré a todos hacia mí” (Jn 12,32).

Este último texto de Jn 12,32 Jesús lo dice en Jerusalén durante la Semana Santa, después de su entrada

triunfal a esa ciudad; entrada triunfal que hoy, Domingo de Ramos, precisamente, celebramos. La exaltación en

la cruz que Jesús anticipa en Jn 3,14 y Jn 12,32 (y también en Jn 8,28) se realiza ahora, en la entrada triunfal en

Jerusalén, de una manera simbólica.

El sentido fundamental de esta entrada triunfal a Jerusalén es manifestar que Cristo es Rey y ejerce,

efectivamente, su poder como Rey. Pero, al mismo tiempo, anuncia que ese Rey es un rey crucificado2. Se

cumplen hoy, de manera anticipada, aquellas palabras que San Pedro dirá al pueblo judío el mismo día de

Pentecostés: “Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a

quien vosotros habéis crucificado” (Hech 2,36).

Con esta entrada triunfal a Jerusalén se cumple la profecía del profeta Zacarías acerca del Mesías: “Salta

de júbilo, hija de Sion; alégrate, hija de Jerusalén, porque tu rey viene a ti: justo y victorioso, humilde y

montado en un asno, joven cría de una asna. Hará que desaparezcan los carros de guerra de Efraín y los caballos

de Jerusalén, y desaparecerá el arco de guerra. Él anunciará la paz a las naciones y dominará de mar a mar y

desde el río hasta los confines de la tierra” (Zac 9,9-10). “Jesús no entra en la ciudad como un peregrino; ni

siquiera como un maestro o como un taumaturgo, sino como el Rey prometido del fin de los tiempos”3.

La entrada a Jerusalén, que es una escena de entronización de un rey, está íntimamente ligada a la pasión

y cruz del Rey. En efecto, dice De La Potterie: “En San Juan llaman la atención sobre todo las escenas regias de

la narración de la pasión. Ya en el momento de la entrada de Jesús en Jerusalén el pueblo grita: ‘¡Hosanna! 1 MISAL ROMANO, Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, nº 22.

2 Por eso, el Ceremonial de los Obispos, indicando el tema de la celebración de hoy dice: “Con el Domingo de Ramos en la Pasión del

Señor, la Iglesia entra en el misterio de su Señor crucificado, sepultado y resucitado, el cual, entrando en Jerusalén, dio un anuncio profético de su poder. Los cristianos llevan ramos en sus manos como signo de que Cristo muriendo en la cruz, triunfó como Rey. Habiendo enseñado el Apóstol: ‘Si sufrimos con Él, también con Él seremos glorificados’ (Rm 8,17), el nexo entre ambos aspectos del misterio pascual, ha de resplandecer en la celebración y en la catequesis de este día” (CEREMONIAL DE LOS OBISPOS, nº 263). 3 STOCK, K., Gesú, la buona notizia, Edizioni ADP, Roma, 1990, p. 113; traducción nuestra.

¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el rey de Israel!” (Jn 12,13). Ahora bien, dado que en algunos

versículos más adelante (Jn 12,32) se habla de la elevación sobre la cruz, numerosos comentadores piensan que

Juan considera la cruz de Jesús como un trono real. Jesús reina ya desde la cruz, y por esto atrae hacia sí a todos

los hombres y forma, en torno a sí mismo sobre la cruz, el nuevo pueblo de Dios”4.

2. Jesús, rey crucificado

San Juan se preocupa por resaltar que Jesús es rey, pero es un rey crucificado. En efecto, en medio de los

sufrimientos de la pasión, San Juan pone en labios de Jesús una solemne declaración de que Él es rey: “Pilato le

dijo: ‘¿Entonces tú eres rey?’ Jesús respondió: ‘Sí, yo soy rey. Yo para esto nací y para esto he venido al

mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz’” (Jn 18,37).

Además, “Juan menciona la escena de la coronación de espinas (Jn 19,2-3), pero ella no presenta el

aspecto del escarnecimiento, de la humillación y del sufrimiento que tiene en los sinópticos; es, más bien, el

acto por el cual Jesús es investido y coronado, y por ese acto Jesús se convierte en rey en su pasión, una nueva

paradoja típica del cuarto evangelio”5.

Hay otras tres escenas impresionantes de realeza referidas a Jesús. En primer lugar, la escena conocida

como el Ecce Homo, cuando Pilato presenta al pueblo judío a Jesús triturado por los azotes y los demás

sufrimientos. San Juan se preocupa por señalar un detalle aparentemente mínimo: Jesús sale con la corona de

espinas en su cabeza y, sobre sus espaldas, con el manto púrpura propio de los reyes: “Jesús salió fuera,

llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Pilato les dijo: ‘¡Aquí tenéis al hombre!’” (Jn 19,5). El

Ecce Homo hace referencia al “Hijo del hombre” del profeta Daniel, que tenía características divinas y que iba a

reinar por sobre todos los pueblos (Dan 7,13-27).

En segundo lugar, la segunda presentación que Pilato hace de Jesús al pueblo judío: “Era el día de la

Preparación de la Pascua, hacia la hora sexta. Dice Pilato a los judíos: ‘Aquí tenéis a vuestro Rey’. Ellos

gritaron: ‘¡Fuera, fuera! ¡Crucifícale!’ Les dice Pilato: ‘¿A vuestro Rey voy a crucificar?’ Replicaron los sumos

sacerdotes: ‘No tenemos más rey que el César’. Entonces se lo entregó para que fuera crucificado” (Jn 19,14-

16).

En tercer lugar, la inscripción que Pilato ordenó poner sobre la cruz: “Pilato redactó también una

inscripción y la puso sobre la cruz. Lo escrito era: ‘Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos’. Esta inscripción la

leyeron muchos judíos, porque el lugar donde había sido crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad; y estaba

escrita en hebreo, latín y griego” (Jn 19,19-20). Esa inscripción revestía un carácter jurídico, pues debía constar

cuál era la causa por la cual el condenado sufría el patíbulo. Por lo tanto, si bien lo escrito por Pilato era también

una evidente ironía dirigida a los jefes de los judíos, también tenía un timbre jurídico y legal. La reacción de los

sumos sacerdotes tiene, en el entramado del relato, la función de resaltar el título de la cruz: “Los sumos

sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: ‘No escribas: ‘El Rey de los judíos’, sino: ‘Este ha dicho: Yo soy Rey

de los judíos’’. Pilato respondió: ‘Lo que he escrito, escrito está” (Jn 19,21-22). De esta manera, al modo de la

típica ironía juánica, San Juan pone la afirmación que Jesús es rey no sólo en boca del juez romano, sino

también en boca de los jefes judíos, e, incluso, en boca del mismo Jesús. Y todo esto con Jesús crucificado.

Conclusión

En la Santa Misa que estamos celebrando se verifica exactamente lo que celebramos hoy: la entrada

triunfal de Cristo como rey crucificado. En efecto, Jesús, en la Eucaristía, viene a nosotros realmente, pero

escondido en los accidentes del pan. Así como Jesús entró en Jerusalén subido sobre un asno, que se caracteriza

4 DE LA POTTERIE, I., La passione di Gesù secondo il vangelo di Giovanni, Edizioni Paoline, Milano, 1991

2, p. 25; traducción nuestra.

5 DE LA POTTERIE, I., Ibidem; traducción nuestra.

por la bondad, humildad y modestia, así también en la Santa Misa viene a nosotros escondido en la bondad,

humildad y modestia del pan.

Jesús entra a Jerusalén para ser crucificado. En la Santa Misa se actualiza de una manera verdadera, real

y sustancial el mismo sacrificio de Cristo en la cruz.

Por esta razón, el mejor modo de vivir esta Semana Santa que comienza hoy, es participar de las

ceremonias principales: la Misa Crismal, acompañando a los sacerdotes de nuestra comunidad. La Misa de la

Cena del Señor, el Jueves Santo a la noche, donde se recuerda la institución de la Eucaristía. La Celebración de

la Pasión del Señor, el día Viernes Santo, donde también se puede comulgar el Cuerpo de Cristo. Y, finalmente,

la solemne Vigilia Pascual del sábado por la noche, donde nos alegramos por su resurrección.

Papa Francisco

Se humilló a sí mismo

En el centro de esta celebración, que se presenta tan festiva, está la palabra que hemos escuchado en el

himno de la Carta a los Filipenses: «Se humilló a sí mismo» (2,8). La humillación de Jesús.

Esta palabra nos desvela el estilo de Dios y, en consecuencia, aquel que debe ser el del cristiano: la humildad.

Un estilo que nunca dejará de sorprendernos y ponernos en crisis: nunca nos acostumbraremos a un Dios

humilde.

Humillarse es ante todo el estilo de Dios: Dios se humilla para caminar con su pueblo, para soportar sus

infidelidades. Esto se aprecia bien leyendo la historia del Éxodo: ¡Qué humillación para el Señor oír todas

aquellas murmuraciones, aquellas quejas! Estaban dirigidas contra Moisés, pero, en el fondo, iban contra él,

contra su Padre, que los había sacado de la esclavitud y los guiaba en el camino por el desierto hasta la tierra de

la libertad.

En esta semana, la Semana Santa, que nos conduce a la Pascua, seguiremos este camino de la

humillación de Jesús. Y sólo así será «santa» también para nosotros.

Veremos el desprecio de los jefes del pueblo y sus engaños para acabar con él. Asistiremos a la traición

de Judas, uno de los Doce, que lo venderá por treinta monedas. Veremos al Señor apresado y tratado como un

malhechor; abandonado por sus discípulos; llevado ante el Sanedrín, condenado a muerte, azotado y ultrajado.

Escucharemos cómo Pedro, la «roca» de los discípulos, lo negará tres veces. Oiremos los gritos de la

muchedumbre, soliviantada por los jefes, pidiendo que Barrabás quede libre y que a él lo crucifiquen. Veremos

cómo los soldados se burlarán de él, vestido con un manto color púrpura y coronado de espinas. Y después, a lo

largo de la vía dolorosa y a los pies de la cruz, sentiremos los insultos de la gente y de los jefes, que se ríen de

su condición de Rey e Hijo de Dios.

Esta es la vía de Dios, el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay otro. Y no hay humildad

sin humillación.

Al recorrer hasta el final este camino, el Hijo de Dios tomó la «condición de siervo» (Flp 2,7). En efecto,

la humildad quiere decir también servicio, significa dejar espacio a Dios negándose a uno mismo,

«despojándose», como dice la Escritura (v. 7). Este «despojarse» es la humillación más grande.

Hay otra vía, contraria al camino de Cristo: la mundanidad. La mundanidad nos ofrece el camino de la

vanidad, del orgullo, del éxito... Es la otra vía. El maligno se la propuso también a Jesús durante cuarenta días

en el desierto. Pero Jesús la rechazó sin dudarlo. Y, con él, solamente con su gracia y con su ayuda, también

nosotros podemos vencer esta tentación de la vanidad, de la mundanidad, no sólo en las grandes ocasiones, sino

también en las circunstancias ordinarias de la vida.

En esto, nos ayuda y nos conforta el ejemplo de muchos hombres y mujeres que, en silencio y sin

hacerse ver, renuncian cada día a sí mismos para servir a los demás: un familiar enfermo, un anciano solo, una

persona con discapacidad, una persona sin techo...

Pensemos también en la humillación de los que, por mantenerse fieles al Evangelio, son discriminados y

sufren las consecuencias en su propia carne. Y pensemos en nuestros hermanos y hermanas perseguidos por ser

cristianos, los mártires de hoy —que son muchos—: no reniegan de Jesús y soportan con dignidad insultos y

ultrajes. Lo siguen por su camino. Podemos hablar, verdaderamente, de “una nube de testigos”: los mártires de

hoy (cf. Hb 12,1).

Durante esta semana, emprendamos también nosotros con decisión este camino de la humildad, movidos

por el amor a nuestro Señor y Salvador. El amor nos guiará y nos dará fuerza. Y, donde está él, estaremos

también nosotros (cf. Jn 12,26).

(PAPA FRANCISCO, Celebración del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, Plaza de San Pedro,

XXX Jornada Mundial de la Juventud, Domingo 29 de marzo de 2015)

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Función de cada sección del Boletín

Homilética se compone de 7 Secciones principales:

Textos Litúrgicos: aquí encontrará Las Lecturas del Domingo y los salmos, así como el Guion para la

celebración de la Santa Misa.

Directorio Homilético: es un resumen que busca dar los elementos que ayudarían a realizar un enfoque

adecuado del el evangelio y las lecturas del domingo para poder brindar una predicación más uniforme,

conforme al DIRECTORIO HOMILÉTICO promulgado por la Congregación para el Culto Divino y la

Disciplina de los Sacramentos de la Santa Sede en el 2014.

Exégesis: presenta un análisis exegético del evangelio del domingo, tomado de especialistas, licenciados,

doctores en exégesis, así como en ocasiones de Papas o sacerdotes que se destacan por su análisis

exegético del texto.

Santos Padres: esta sección busca proporcionar la interpretación de los Santos Padres de la Iglesia, así

como los sermones u escritos referentes al texto del domingo propio del boletín de aquellos santos

doctores de la Iglesia.

Aplicación: costa de sermones del domingo ya preparados para la predica, los cuales pueden facilitar la

ilación o alguna idea para que los sacerdotes puedan aplicar en la predicación.

Ejemplos Predicables: es un recurso que permite al predicador introducir alguna reflexión u ejemplo

que le permite desarrollar algún aspecto del tema propio de las lecturas del domingo analizado.

¿Qué es el IVE, el porqué de este servicio de Homilética?

El Instituto del Verbo Encarnado fue fundado el 25 de Marzo de 1984, en San Rafael, Mendoza,

Argentina. El 8 de Mayo de 2004 fue aprobado como instituto de vida religiosa de derecho Diocesano en

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como carisma la prolongación de la Encarnación del Verbo en todas las manifestaciones del

hombre, y como fin específico la evangelización de la cultura; para mejor hacerlo proporciona a los

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en las sagradas escrituras y en la perenne tradición y magisterio de la única Iglesia fundada por

Jesucristo, la Iglesia Católica Apostólica Romana.

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