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Probablemente, no somos consciente ni la Hermandad del Niño, ni lo muleños en general, de la importancia socio-cultural que tiene la peregrinación nocturna que cientos de ciudadanos de la Vega Media del Segura, Valle de Ricote y pueblos de la Comarca del Río Mula hacen año tras año en la noche-madrugada del 20-21 de septiembre al encuentro del Niño con motivo de la celebración del día de su aparición a Pedro Botía en la Huerta del Balate. Esta peregrinación nocturna, vieja en el tiempo, es un acontecimiento único, singular en la Región de Murcia y de las pocas que se hacen en España. Pero como ocurre con la mayor parte de las tradiciones populares, no hay constancia documental de cuando y por que se inició esta devoción al Niño de Mula, pero si sabemos que a finales del S. XIX ya se hacía esta peregrinación. ¿Pero cuándo y por qué de esta devoción al Niño de Mula? La devoción al Niño Jesús de Mula tiene su origen en 1648 cuando una mortal epidemia de peste asolaba el Reino de Murcia durante la primavera y verano de este año. Según cuenta la leyenda: andaba apacentando sus ovejas en el pago de Albalat el jovenzuelo Pedro Botía cuando se le apareció el Niño de Belén vestido de Nazareno y una Cruz en la mano, Jesús le preguntó por que estaba triste y afligido, Pedro le contó que sus padres y hermanos habían muerto de la epidemia y se encontraba solo y desamparado, Jesús le alargó la Cruz y le dijo que le siguiera y desapareció. El muchacho que contaba con 15 años no contó nada de esto a nadie y cinco años después ingresa en el convento franciscano de Orihuela con el nombre de Pedro de Jesús. De aquí pasó al convento de san Ginés de la Jara, desde donde partiría en un viaje que hace a Italia. Estando en Asís se le manifestaría de nuevo El Niño Jesús que le pide que regrese a España a fundar un convento de franciscanas en la villa de Mula. A su regreso a España las circunstancias le llevan a la Corte Real donde permanecería algunos años haciendo buenas amistades que le sirvieron para recaudar apoyos para la fundación del convento de monjas junto con los donativos de los muleños y la heredad de los Artero. En 1676 regresa a Mula el vidente con la Imagen del Niño que le regalara el duque de Alba y se interesa por las gestiones del nuevo monasterio. Por fin, al año siguiente, consigue definitivamente la fundación del Real Monasterio de la Encarnación de Mula en el lugar que ocupaba la antigua ermita de la Virgen de Los Olmos, siendo elegidas madres fundadoras del monasterio de Trujillo. Tras varios años de avatares el convento fue construido definitivamente en 1685 ingresando las monjas hasta hoy día. A finales de este mismo siglo, Pedro Botia conseguiría culminar su obra al ver levantada una ermita en honor del Divino Niño en el mismo lugar de la aparición 50 años después. En 1717 moría a la edad de 83 años.

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Page 1: Peregrinos de la Noche - WordPress.com...en la Huerta del Balate. Esta peregrinación nocturna, vieja en el tiempo, es un acontecimiento único, singular en la Región de Murcia y

Probablemente, no somos consciente ni la Hermandad del Niño, ni lo muleños en general, de la importancia socio-cultural que tiene la peregrinación nocturna que cientos de ciudadanos de la Vega Media del Segura, Valle de Ricote y pueblos de la Comarca del Río Mula hacen año tras año en la noche-madrugada del 20-21 de septiembre al encuentro del Niño con motivo de la celebración del día de su aparición a Pedro Botía en la Huerta del Balate.

Esta peregrinación nocturna, vieja en el tiempo, es un acontecimiento único, singular en la Región de Murcia y de las pocas que se hacen en España. Pero como ocurre con la mayor parte de las tradiciones populares, no hay constancia documental de cuando y por que se inició esta devoción al Niño de Mula, pero si sabemos que a finales del S. XIX ya se hacía esta peregrinación. ¿Pero cuándo y por qué de esta devoción al Niño de Mula? La devoción al Niño Jesús de Mula tiene su origen en 1648 cuando una mortal epidemia de peste asolaba el Reino de Murcia durante la primavera y verano de este año. Según cuenta la leyenda: andaba apacentando sus ovejas en el pago de Albalat el jovenzuelo Pedro Botía cuando se le apareció el Niño de Belén vestido de Nazareno y una Cruz en la mano, Jesús le preguntó por que estaba triste y

afligido, Pedro le contó que sus padres y hermanos habían muerto de la epidemia y se encontraba solo y desamparado, Jesús le alargó la Cruz y le dijo que le siguiera y desapareció. El muchacho que contaba con 15 años no contó nada de esto a nadie y cinco años después ingresa en el convento franciscano de Orihuela con el nombre de Pedro de Jesús. De aquí pasó al convento de san Ginés de la Jara, desde donde partiría en un viaje que hace a Italia. Estando en Asís se le manifestaría de nuevo El Niño Jesús que le pide que regrese a España a fundar un convento de franciscanas en la villa de Mula. A su regreso a España las circunstancias le llevan a la Corte Real donde permanecería algunos años haciendo buenas amistades que le sirvieron para recaudar apoyos para la fundación del convento de monjas junto con los donativos de los muleños y la heredad de los Artero. En 1676 regresa a Mula el vidente con la Imagen del Niño que le regalara el duque de Alba y se interesa por las gestiones del nuevo monasterio. Por fin, al año siguiente, consigue definitivamente la fundación del Real Monasterio de la

Encarnación de Mula en el lugar que ocupaba la antigua ermita de la Virgen de Los Olmos, siendo elegidas madres fundadoras del monasterio de Trujillo. Tras varios años de avatares el convento fue construido definitivamente en 1685 ingresando las monjas hasta hoy día. A finales de este mismo siglo, Pedro Botia conseguiría culminar su obra al ver levantada una ermita en honor del Divino Niño en el mismo lugar de la aparición 50 años después. En 1717 moría a la edad de

83 años.

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Todos estos acontecimientos y la presencia del vidente en Mula fueron el escaparate ideal para la divulgación de la Aparición del Niño Jesús en el pago del Balate al pastorcillo. Pronto empezó a relacionarse esta Aparición con el final de la peste, de hecho en un cuadro pintado en esta época, se representa a Jesús y Pedro Botía en un monte

sembrado de cruces. Si tenemos en cuenta la época religiosa que vivía España, es fácil imaginar que el pueblo de Mula y alrededores creyera en este milagro, a partir de aquí, el peregrinar a la Ermita de Niño sería un acto de fe para muchos creyentes. ¿Pero por qué vecinos de otros pueblos y de noche? Esta es una pregunta de difícil respuesta, pero no es extraño que una manifestación de Jesús tenga creyentes en muchos puntos de la Región, y más, si esta se relaciona con la desaparición de la peste de 1648. En cuanto a que sea de noche puede tener su origen en la fundación de la cofradía y la posterior "Bajada del Niño", cosa que aprovecharían los vecinos de estos pueblos, una vez terminada la jornada laboral y el sol veraniego a buen recaudo, para echarse al comino al encuentro del Niño Jesús de Mula. A LOS PEREGRINOS DE LA NOCHE Cae la noche y el sol se pierde en el horizonte, los Peregrinos se ponen en camino desde los distintos pueblos de la vega media del Segura y Valle de Ricote, van al encuentro del Niño Jesús de Mula. Forman pequeños grupos de familias y amigos, jóvenes y mayores, mujeres y niños, hay alegría, hay ilusión, hay fe en llegar. Mochila a la espalda, caminan y caminan de conversación en conversación, entre albaricoqueros y naranjos, donde el canto de los grillos y el soplar del viento rompe el silencio de la noche veraniega que da sus últimos coletazos ante la llegada del otoño. Pasan los minutos, las horas, los kilómetros quedan atrás, los caminos de distintos lugares se van uniendo y los Peregrinos, linterna en mano, van formando un riachuelo de "luciérnagas" en la oscuridad de la noche. Pasa el tiempo y los pies,… los pies están cansados, las vejigas hacen acto de presencia y el ánimo va decayendo, ¡y para colmo! la linterna ya no alumbra. Pero la fe de los Peregrinos es inquebrantable, inmensa; levantan la mirada hasta el cielo estrellado, ¡Niño Bendito, dame fuerzas para continuar! ¡Un resplandor!, en la distancia, el brillar de las luces de la ciudad levanta el ánimo de los Peregrinos de la Noche. La una, las dos de la madrugada ya queda menos, pero el recorrido se va empinando; desde un altozano del camino se divisan las primeras luces, es el caserío de Yéchar, de La Puebla. En la lejanía, el castillo iluminado como si de la estrella de oriente se tratara, les guía al encuentro del Divino Niño Jesús del Balate. ¡Por fin! Mula: luces de colores, ruido, música, verbena, gente trajeada; los Peregrinos pasan junto al Real de la Feria, pero no se detienen, siguen su camino por las calles empinadas del pueblo al encuentro de Jesús de Belén. Aposentado sobre lo que un día fuera muralla de la villa, espero curioso, expectante la llegada de los Peregrinos. Son las tres, las cuatro de la madrugada, van llegando los Peregrinos, de Archena, de Lorquí, de Villanueva, de Ojós, de Campos,

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de... Con seis o siete horas de duro caminar, los últimos metros, ¡y además cuesta arriba!, se hacen interminables. El dolor, la fatiga, el sufrimiento se refleja en sus rostros; los mayores, apoyados en los más jóvenes, hacen un último esfuerzo para alcanzar el hermoso templo parroquial de Santo Domingo. Un sentimiento de emoción y admiración embarga mi cuerpo cuando aparecen los primeros Peregrinos. Con paso cansado pero firme, cruzan el umbral del templo y se dirigen por el centro de la iglesia, hasta el altar mayor, ¡ahí está el Niño! La faz de sus rostros cambia por completo, si antes reflejaba dolor, ahora alivio; si antes reflejaba fatiga, ahora sosiego, si antes reflejaba sufrimiento ahora alegría. Sus ojos brillan emocionados, algunos dejan caer unas lágrimas rostro abajo, ha merecido la pena tanto padecimiento. Se sientan, con satisfacción, con orgullo de haberlo conseguido contemplan al Niño del Balate, hablan con Él, unos para darle las gracias prometidas, otros para pedirle ayuda y otros por devoción. Después de un descanso merecido, se levantan, se acercan a la mesa petitoria, dejan sus donativos, todos quieren la Imagen del Hijo de María, son generosos, muy generosos con el Niño de Mula. Satisfechos consigo mismo, con el alma purificada, los Peregrinos descansan unos en los bancos de la iglesia, otros salen fuera y se tumban en el frío cemento de la placeta, la dureza del camino comienza a dejar huella en sus cuerpos a medida que estos se van enfriando, pero en sus caras veo paz interior. Contemplo la calle, la iglesia, están llenas de Peregrinos venidos de Ceutí, de Las Torres, de Ulea, de Albudeite, de Ricote, de... de muchos pueblos más. Son las seis de la madrugada del 21 de septiembre, comienza la misa en honor de los Peregrinos… ¡Viva el Niño Jesús de Mula! ¡Viva! ¡Vivan los Peregrinos de la Noche! ¡Viva!. Juan Gutiérrez García