periÓdico bisemanal de la tarde
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PERIÓDICO BISEMANAL DE LA TARDES E P U B L IC A LO S M IÉR C O LES Y S Á B A D O S.
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PAGO ADELANTADO.
PAGO ADELANTADO. AD MAJOREM DEI GLORIAM.
ño I. KEDACC10N Y ADMINISTRACION ASCAO, 3-— BILBAO. S á b a d o 1 8 de F e b r ero d e 1 8 8 8 . Toda la correspondencia debe ir dirigida al
Director.-No se devuelven originales. N úm . 1 4t
ADVERTENCIA.i R ed a cc ió n y Ad-
listrae ión d e E l s k a r o se h an tras- ado á la c a lle de ao, n ú m ero 3 , p rin - al, im p ren ta d e J. zalde.
lección religiosa.mingo I de Cuaresma, S. Gabino, pbro.
los Beatos Alvaro de Córdoba y Conra- ¡ndulgencía plenaria como en l.° de ■ ■ Indulgencia plenaria para los socios de lente Paul. Exige confesión y comunión sa oida en común y asistencia á la Jun- al.
in Juan.--A las seis y á las ocho comu- generales.cuatro de la tarde el ejercicio mensual en con plática.
m Nicolás.— A las seis y á las ocho cois generales.ie de oraciones el ejercicio de los Siete >s y el mensual al Patriarca San losé; irá el R. P. Manzanedo, S. J. i Antonio.—A las tres de la tarde el del Via-Crucis, á continuación sermón
i Vicente.—Todos los domingos de Cua- ilas tres y media de la tarde, via-cru- mon.mes, S. León y san Eleuterio, obs,
lártes, S. Félix y San Maximiano, obs.—
iércoles, La Cátedra de San Pedro en pa, y san Pascasio ob.—Témpora.
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El Eoskaro.ilbao 18 de Febrero de 1888.
Síla tempestad, viene la calma.el licencioso Carnaval, como
|asa en esta vida caduca y mise-
iron las lúbricas locuras de lassin pudor, sin dignidad y sin mza.
el espíritu de obras merito- Ihito de placeres sensuales y el Ecanso y estropeado por tantas [ateces y frivolidades en sus solos y aun en sus ocupaciones, los Uihan entregado á las bacanales líe el mundo, el demonio y la [días atrás les brindara, tienen
jifrir hastio, pena y remordimien- leno otra cosa dejan en pos de Berroche y la inmoralidad.[del martes de Carnestolendas y las precedentes con todas sus or- [pecados, viene el miércoles de Icón sus gemidos, lamentacio- [uegos y penitencias.■frente del mundo con todas sus ls y devaneos, está la Iglesia Capón sus enseñanzas saludables las, con sus obras santas, con listerios consoladores, con sus ■as salvadoras.lenio del mal, incitador constante las las concupiscencias, se cier- Impre sigiloso sobre nuestras ca- lypor tanto, debemos estar siem- [eparados para luchar contra los Igos visibles é invisibles de núes- limas y dispuestos en todo tiempo lazar con la cruz sus insidias y [artes.[líos hombres, política y social- I viven en perpetuo Carnaval, no [echándose del tiempo de salud ■pieza en la Santa Cuaresma.I tales, se disrazan de católi- I viven como hereges; se cubren ■carátula de cristianos, para ser las, y obrar contra Cristo, cual Isescribas, fariseos y publícanos «torpezas nefandas,sus codicias Isualidades, pidiendo con ellas lilamente á voz en grito la muer
te del Justo. Olvidan los tales cpie tras la tempestad viene la calma, y luego del Viernes Santo, llega el Sábado de Gloria, con sus himnos de alegría para los buenos; con sus rabias y desesperaciones para los que con sus pecados volvieron á crucificar á Jesús. Olvidan también que más tarde vendrá el dia de la cuenta rigurosa.
No satisfechos estos hombres extraviados con las aberraciones y locuras de todos tiempos, y en particular de los licenciosos Carnavales, merced á una tolerancia impía y á una lenidad sectaria, producto de la masonería, insultan el sentimiento religioso de nuestra Euskaria, aun en la Santa Cuaresma, y se entregan á espansiones carnales, á fiestas pecaminosas, á espectáculos inmorales permitidos por las autoridades, que á todo trance deba prohibirlos y desterrarlos.
Pero por gran dicha no todo es pecado. Hay Vírgenes del Señor, religiosos y sacerdotes que oran y trabajan y hacen penitencia para desagraviar á Dios ofendido.
Y vosotras castísimas esposas de Jesús, que encerradas en los claustros solitarios, oráis noche y dia, pidiendo misericordia y perdón para el hombre prevaricador, y esperimentais en vuestros cuerpos inocentes los rigores de la penitencia por nuestras liviandades y además sufrís el insulto, la persecución y el escarnio del mundo, redoblad vuestras oraciones y penitencias para que el omnipotente se apiade de nosotros.
Vosotras, almas felices, que en los colegiéis, casas de refugio y de caridad y en los hospitales, sacrificando vuestra salud, libertad y vida, en holocausto á Dios, enseñáis, servís, amparais yj recogéis las lágrimas y dolores de los que lloran y sufren, acrecentad vuestros méritos y virtudes, á fin de que el mal se ahogue con la abundancia del bien.
Religiosos observantes, y sacerdotes todos con vuestras vigilias incesantes; vuestras fatigas, sufragios, y, especialmente,' con el incruento Sacrificio, desagraviad al Altísimo para que aparte de encima do nuestras cabezas el vaso de la ira divina, con que nos debe afligir por tanta abominación.
A la tempestad de las pasiones fuera de su centro, desbordadas, y licenciosas, debe seguir la calma del espíritu, para que recogido silenciosamente, conózcalo malo que ha hecho y lo repare satisfactoriamente. Pero, en los tiempos de civilización pagana, de progreso materialista, de cultura sensua- lizada, no se piensa en eso, que es.... una antigualla. Vivamos y gocemos, gritan los epícuros del Liberalismo, que mañana moriremos. Y en el naturalismo el [racionalismo y el materialismo encuentran abundante pasto para sus apetitos brutales olvidándose que, así como tras el derroche viene la cuenta; así debe venir tras la tempestad, la calma.
Los maliciosos dejarán escapar una leve sonrisa al ver el contraste de las locuras del mundo con las virtudes enseñadas y practicadas en la Iglesia Santa por sus ministros, religiosos de ambos sexos y fieles devotos.
No faltará tampoco, quien encuentre nuestras exhortaciones á la virtud y á la penitencia, asunto impropio de un periódico, pero tengan entendido quienes así discurrieren, que no hablamos como maestros y que al ver los escesos de la lascivia esparcidos en las columnas de mil publicaciones, no puede ser censurable en E l E u s k a r o , que la Cuaresma es tiempo de penitencia.
Hay casas de perdición aplaudidas y nutridas por el mundo ¿y porqué no ha de ser pertinente recordar que hay otras cosas de oración que detienen la
cólera divina, como un para-rayos neutraliza la electricidad?
Hay fiestas paganas donde se pierde la salud de las almas y de los cuerpos y que encuentran eco en los periódicos sectarios ¿porqué no será muy propio de un periódico católico traer á la memoria que esas fiestas solo dejan en pos de si amargo remordimiento?
Por la misma razón no podemos tampoco dejar de inculcar á las autoridades locales que miren muy mucho, especialmente en el santo tiempo cuaresmal, para que no se organicen bailes.
Todo el año suenan el tamboril y otros instrumentos y bien está que 'descansen en los domingos de cuaresma.
Asunto es este importantísimo y los Alcaldes y Ayuntamientos tienen estricta obligación moral de respetar y hacer respetar nuestras tradiciones cristianas y costumbres purísimas.
Grande será la responsabilidad de aquellas autoridades que tengan complacencias mal entendidas en este punto y de ellas podría decirse, salvas todas las conveniencias, que están marcadas con el sello de la bestia apocalíptica.
Quien puede evitar grandes pecados y escándalos, y no los evita, incurre en gravísima responsabilidad moral, y en este casóse hallan las autoridades respecto de los bailes y análogos espectáculos públicos.
Basten las locuras pasadas, suceda la calma á la tempestad, y autoridades y particulares observemos la ley santa de Dios.
Este es el camino más seguro para la regeneración de los pueblos y áun para la prosperidad material.
N o b leza sec ta r ia .Nuestros lectores saben cuánta calumnia se ha
esparcido con motivo del supuesto secuestro de la monja de Vigo y que «El Norte» ha sido uno de tantos periódicos empeñados en maltratar las instituciones religiosas con cuentos fantásticos. Aquella impía y diabólica frase del cínico Voltaire, calumnia que algo queda es ejercitada por todos los enemigos del catolicismo y singularmente por la prensa sectaria que arrastrada por su odio implacable á todo lo que lleva el sello de la R eligión del Crucificado quisiera destruir toda noción de moralidad y borrar de la sociedad pre sente hasta el último rastro de pudor que, por la misesicordia de Dios, conserva todavía.
E l más refinado y grosero materialismo reina en las costumbres de esta generación trabajada por el liberalismo con todas sus decantadas conquistas, y es el progreso de los tiempos modernos un escollo donde naufragan las más preciadas virtudes nutridas á la. sombra de la Cruz, símbolo sagrado de la Redención del hombre y árbol que, regado y santificado con la sangre preciosa del Justo, trajo al mundo la verdadera iibertad.
Pero esta verdad evidentjsimade suyo y confirmada por la historia, que se halla escrita con caracteres indelebles en la prolongación de los tiempos,vienen atestiguándola X IX siglos que no han hecho mella en la obra divina del Salvador, cumpliéndose admirablemente aquella promesa que ía hiciera al depositar en las manos del pescador de Galilea las llaves del reino de los Cielos; esta religión divina que será hoy, como ha sido ayer, el único remedio á los gravísimos males que por sus extravíos y pecados sufre la humanidad, quisieran borrarla del corazón y de la mente de los hombres que aún confiesan á Cristo y se envanecen con el nombre de cristianos, esos regeneradores modernos, esos escritores y periodistas que no reconocen el órden sobrenatural ni más soberano que la diosa razón.
Sin aquellas limitaciones que todavía les imponen las conveniencias sociales, esta raza de escritores y publicaciones que hoy se entretienen en inventar ó en recoger lo que otros inventan en daño de nuestra religión santa, proclamarían descarada y resueltamente la más desenfrenada licencia y harían la apoteosis de todos los vicios, y llevarían á las generaciones futuras á un estado de perversión y de envilecimiento impropio del ser racional.
Pero ya que esto no les sea posible porque la dignidad humana no ha descendido tanto y de
algo nos han de servir las oraciones incesantes de esas comunidades religiosas tan calumniadas y aborrecidas por los enemigos del catolicismo, ya que el propio instinto de conservación les detiene en su satánicos propósitos, ya que no le sea posible mostrarse en toda su crudeza y deformidad de espíritu,entretiénense en forjar cuentos y novelas, en amontonar calumnias sobre cosas é instituciones religiosas á ver si por tan indignos procedimientos consiguen infundir horror á todo aquello que solo es digno de respeto y veneración.
Hechos recientes nos sugieren estas conside- ciones.
Gran arma dejó en manos de sus adeptos y admiradores aquel cínico apóstata y funestísimo heresiaria francés.
La calumnia es esgrimida sin ningún escrúpulo antes bien con fruición verdaderamente sectaria, por todos los escritores impíos, y es que están bien penetrados de su maléfico poder así como de sus desastrosas consecuencias, pues por mucho que se haga para fijar bien los términos de la verdad y depurar los conceptos calumniosos que se propalan, es de tal naturaleza su influencia, sobre todo en las muchedumbres ignaras, que siempre deja algún residuo de man cha.
¡Ah! por algo se dijo: calumnia que algo queda, doctrina diabólica que viene á ser la consigna de la prensa liberal,tanto más perniciosa cuanto es grande el número de nécios: siultorum infinitas est ñame rus según enseña el Espíritu Santo.
Existe un fenómeno sin embargo muy digno de tenerse en cuenta. Cuando la calumnia recae sobre hechos y personas que pueden hacer pasar un mal rato á los calumniadores, la prensa sectaria rectifica cuidadosamente la especie calumniosa y se centuplica su ituparcial solicitud en desmentirla cuando el agraviado puede ejercitar un género de acción enérgico y contundente. Ejemplos mil podríamos presentar de estos rasgos que revelan la nobleza sectaria.
Empero cuando se trata de comunidades ó de personas revestidas de carácter religioso, toda la imparcialidad de la prensa impenitente truécase en casi invencible tenacidad para sostener la especie calumniosa inventada con siniestros fines, desconociendo sacratísimos derechos y hollando todo género de consideraciones.
Asi han sido siempre los detractores del catolicismo; valientes con el débil, cobardes con el fuerte.
Que un periódico sale por ahí diciendo cualquier atrocidad en menoscabo de la religión ó en desprestigio de sus ministros, y ya vereis con qué satisfacción la repiten las mil trompas de la fama que en forma de periódicos tienen esparcidos por el mundo las sectas aborrecibles para hacer la guerra á Dios.
Que de un modo ó de otro pero siempre con evidentísimas pruebas se desmienten las especies calumniosas y la verdad clama por la reivindicación de sus derechos vejados y escarnecidos tan inconsideradamente, y ya vereis cómo esos mismos hombres que tanta prisa se dieron para propagar la calumnia, se callan como muertos ante la más solemne refutación. Y es que siguen, con un tesón digno de mejor causa,aquella regla de conducta formulada para uso de los enemigos de nuestra sacrosanta religión en las frases áque antes nos hemos referido.
Tan formidable es el poder de la calumnia y tan grande su malicia, que un santo decía a cierto calumniador, para que pudiera comprender la magnitud de tan abominable pecado: vierte al suelo el agua de esa pila, y recógela después; verás cómo no la recoges toda. Lo mis mo sucede cen la calumnia y la difamación. Por mucho que se haga para destruir sus efectos, estos son de tal magnitud que nunca se consigue reparar todo el daño causado.
Pero no por esto estamos relevados de restituir, en cuanto nos sea posible, la buena fama arrebatada al prójimo.
Así nos lo enseña también la doctrina cristiana. que sin duda no han aprendido ó se les ha olvidado á los redactores de «El Norte,» el cual guarda profundo silencio en lo relativo á la monja de Vigo.
L e hemos invitado dos veces al diario zorri- llista á que inserte en sus columnas la contun dente refutación del Obispo de Tuy, ya que en ellas publicó la relación calumniosa que Ía motiva; pero «El Norte» vive en la calle del sordo y hasta la lecha no se ha dado por aludido.
¿Es correcto este proceder?«El Norte» está obligado á decir la verdad á
sus lectores y el no hacerlo así será todo lo libe ral y republicano que se quiera, pero no lo que reclaman á grito herido los fueros de la verdad y de la justicia villanamente escarnecidos.
En suma, tal proceder solo será digno de 1; nobleza sectaria
D eu d a de la guerra .
JUSTICIA DE SU APROBACION.VI.
Y a demostramos en el ultimo artículo cuán v ina y superficial es la objeción que se formula c jntra el reconocimirnto de la Deuda de la guerra, basada en el supuesto de que faltaba la causa lid ia del contrato á los empréstitos realizados en dicha época.
Solo la ofuscación de partido puede aducir tal argumento en esta pátria donde más de medio siglo llevamos de vencimientos y hechos de fuerza que no solo han derribado gobiernos sino también dinastías.
En el organismo político de la España liberal, sin que nosotros tratemos ahora de apreciar su legitimidad, la rebelión ha estado en carácter.
Vencedora, se llamaba gobiecno y vencida entraba en la cárcel ó era desterrada al extranjero h t"ta ocasión más propicia. Los rebeldes de un dia eran autoridades de otro dia, Héroes si vencían, criminales si eran venciJos. Esta es la historia moderna, y lo dijo en frases áticas en el Congreso el general Prim, caudillo el más conspicuo de la revolución de Setiembre. Y cuando esto ha sucedido allende el Ebro, se dice que los préstamos de la guerra son inmorales y les falta lo que en derecho se conoce con el nombre de causa lícita, porque iban encaminados á mantener la rebelión contra el gobierno central.
Sentado el hecho, todavía la conclusión seria tan injusta como violenta; pero no se habla con exactitud, ni se respeta la historia, ni se discurre con imparcialidad cuando se supone que los Ayuntamientos populares constituidos durante 3a lucha armada, eran á modo de empresas dedicadas á gestionar recursos de todo género para fomentar y estender la guerra.
Lejos de abrigar las corporaciones municipales y vecinos tales propósitos, obedecían en todo Jo concerniente á préstamos y gastos, áuna fuerza superior, que no les era dado vencer; y sin soñar en rebeliones contra el Gobierno de Madrid, veíanse apremiados y colocados eu durísima prueba para atender al suministro de raciones.
La inmoralidad, la rebelión, si hay empeño ó ceguera bastante para piodigar estas palabras, estaría en la guerra misma, en esa fuerza incon trastable, que durante años, dominó en el país vascongado.
Tero presupuesta su existencia, asentado su dominio en algunos años en el pueblo euskaro, fácilmente se comprende que la prestación de raciones y los consignientes gastos de parte de los Ayuntamientos, no eran, no podían ser asunto de inmoralidad, sino efecto de una necesidad suprema é inevitable. Aqui, en esta Objeción, se confunde además por malicia ó grosero sofisma el efecto con la causa.
Los préstamos hechos á los Ayuntamientos populares eran para atender á las necesidades de ia guerra, es decir, á las exigencias de la fuerza armada, pero no se hacían voluntariamente, por iniciativa propia, por impulso espontáneo, con el deliberado intento de promover la guerra.
Los préstamos eran consectiencía de la guerra, pero no causa que la diera origen, vida y sostén; eran efecto de aquellas calamitosas circunstancias, fruto natural de .una lucha de hermanos, imposición irresistible de una fuerza extraña y superior, pero no un medio voluntariamente escogido, no un recurso deliberadamente aplicado para derrocar los poderes centrales.
No es lícito tergiversar los hechos, no es justo hacer de la víctima, causa de la catástrofe, nunca será conforme á la razón, á la verdad y á la lógica, castigar como un crimen lo que fué yugo ferreo de una crisis profunda, de una lucha tita tánica trabada en medio de mil horrores y efusión de sangre entre españoles, y por ende, hijos de una misma pátria. ¿Qué más hubieran querido los pueblos y los Ayuntamientos, sino verse libres de aquellos continuos pedidos de raciones y bagajes? ¿Qué mashubieran deseado, sino vivir en situación normal y pacífica, sin aquellas gabelas extraordinarias que arrebataban á veces al labrador el pan necesario para alimentar á sus hijo"? Y si esto es indudable, si no «abe negar hechos tan notorios, deque hemos sido testigos todos, ¿cómo hay frescura suficiente para suponer que los empréstitos contraidos por n s Ayuntamientos no tenían otro fin que el de estender y alimentar la guerra, con siniestro y deliberado propósito? ¿Por qué se atribuye á un acto libérrimo de las corporaciones municipales, lo que fué exigencia ineludible y resultado natural de aquel estado de cosas?
Falta, pues, en su base, la objeción jurídica que se opone al reconocimiento de la deuda de la guerra, porque aun cuando supusiéramos que en nuestra pátria no se han conocido pronunciamientos ni rebeliones, ántes de la guerra carlista, y aun cuando se admitiera que sólo el hecho de la rebelión aleja la causa lícita de los contratos y préstamos realizados durante su permanencia, jesuíta que los empréstitos de los Ayuntamientos populares no eran estímulo, apoyo y fomento de rebelión alguna, sino una tristísima consecuencia de la guerra que se cernió sobre el pnis, porque las fuerzas del Gobierno no supieron ó no pudieron e\itarla Y véase cómo con un burdo sofisma sé quiere atribuir ácrimen délos pueblos lo que fué impotencia ó falta de voluntad de los poderes centrales.
Hora es de que cesen ya tales argumentos, si es que merecen este nombre, hora es de que no se tergiversen los hechos en menoscabo de la justicia, hora es de que no resuenen más las pasiones de secta y partido sólo conducentes para la ruina de muchas familias y para cruel desengaño de acreedores honradísimos que con noble iniunción y verdadero patriotismo anticiparon dinero y especies en momentos de aflicción
amarga y acerba prueba para los pueblos de éste ilustre solar.
Y fuera de todas estas consideraciones impar cialísimas basadas en hechos indestructibles, en cuanto lo que sucedió, no es posible que no haya sucedido; fuera de los argumentos derivados del exámen comparativo de otros mil hechos de fuerza tan frecuentes en la historia de la Es paña liberal, existe todavía en el mismo terreno jurídico, otro argumento solidísimo decisive, contra la supuesta ausencia de la causa lícita en los préstamos hechos á los Ayuntamientos, du rante la guerra civil.
La causa lícita es indudablemente uno de los requisitos esenciales en todo contrato para honra de las legislaciones de to los los pueblos civilizados. La moral se ha estimado justamente, hasta las imnovaciones funestas de una filosofía insensata, como el cimiento inconmovible del derecho.
Ante las enseñanzas de la Iglesia y de la sana filosofía no hay, no se concibe derecho alguno que esté en abierta oposición con la moral.
El derecho separado de la moral, no es más que un hecho brutal, un acto de fuerza que en tanto obliga en cuanto no sea superado por otra fuerza mayor.
Bien está, pues, que en todo préstamo, según los principios fundamentales de la contratación se exija la causa lícita. Pero no hay que confun dir las cosas, ni buscar la causa lícita fuera de los elementos constitutivos del propio contrato.
Para que la causa lícita se eche de ménos en un contrato cualquiera, la inmoraldad ha de con currir en su celebración.
Por eso las mismas leyes declaran nulos varios contratos, ya porqne pudieran contribuir á la perdición de la incauta juventud, ya porque entrañan un principio de inmoralidad, ya porque tienden ¿ burlar el precepto legal; ya, en fin, por otros motivos que aqui no hay necesidad de exponer detalladamente. Pero en todos esos casos la mácula existe en la celebración misma del contrato, en su misma esencia, en sus elementos constitutivos, en algo innoble que preside á su formación.
Falta la causa lícita, uno de los requisitos esenciales y la convención no surte efectos. Asi, quien da dinero á un menor de edad, prodigo de su hacienda, para continuar su vida lasciva y licenciosa, no para ninguna necesidad honesta, no tiene ante la ley derecho de reclamar su préstamo, porque se ha atentado contra la moral y si se admitieran tales contratos muchos jóvenes acabarían con su fortuna antes de los veinticinco años.
Pero si se hace el préstamo á ese mismo jóven cuando ha llegado á ser su iju ris y se halla en el pleno goce de los derechos civiles, áun cuando fuese disoluto en sus costumbres, el mutuo produciría todos sus efectos legales.
¿Y por qué? Porque la moralidad necesaria en un contrato, la causa lícita de una convención absolutamente nada tiene que ver con el uso moral ó inmoral, honesto ó deshonesto, que el mutuatario pueda hacer del dinero que ha llegado á ser suyo desde el momento en que se le entregó á título de préstamo.
El mutuante ni siquiera tiene porqué averiguar en el terreno legal, el fin para que se le pide el dinero. Y a se emplee ese dinero en servicio de Dios ó en obsequio de >atanás, ya se gaste en el fomento de las virtudes cristianas ó en el fango de la corrupción y los más feos vicios, el mutuatar.o estará ob igado á restituir igual cantidad, y los réditos, si se hubieren estipulado. Porque esa aplicación inmoral del dinero recibido es una circunstancia completamente extraña á los elementos constitutivos del contrato y en nada afecta á la causa licita.
Apliqúese ahora esta doctrina á los préstamos de la guerra. Aún suponiendo que fuese inmoral (y mucho decir es) la lucha armada, los mutuantes no tenían para que fijarse en el destino de sus anticipos.
Ellos prestaban á los Ayuntamientos, estos á su vez obedecían á una fuerza mayor y el uso que pudiera hacerse de la cantidad dada en mutuo era completamente extraño á La licitud del contrato.
No habia inmoralidad, sino dura necesidad en la convención misma, y esta consideración será siempre otro argumento incontrastable en pró del reconocimiento de los gastos de guerra
[Se continuará).
El Ayuntamiento de Durante.En el último número tuvimos el propósito de
ocuparnos en la ya famosa cuestión del Ayuntamiento de Durango, pero no pudimos realizarlo por la abundancia de original.
Se habla de la destitución de dicho Ayuntamiento y bien merece que dediquemos algunos renglones á este asunto.
Por de pronto se vé con harta claridad que aquí, como en otras muchas cosas, asoma la oreja sectaria. En suma,se prescinde de la ley y no hay reparo en hollar la justicia y se encuentra plausible toda arbitrariedad con solo invocar la pasión loca é insana de partido. «El Porvenir Vascongado» en su número del 8 del corriente tocó este punto, y no hay mas que leer su artículo para comprender que aquí lo de menos es averiguar si el Ayuntamiento se ajusta ó nó ex- trictamente á la ley, y si por ende está ó nó colocado en firme terreno. Con decir que esa Corporación es muy carlista, con acusarla, venga ó nó á cuento, de oscurantista, con exponer que es menester arraigar en el pais el espíritu liberal, y otras zarandajas por el estilo, ya no hay que averiguar nada más. Ese Ayuntamiento debe ser destituido. Tal es el sentido del artículo citado del periódico de Castelar.
Interponiéndose los tradicionaJisfas, ya todo parece lícito para vencer su contumacia y extinguir, si posible fuera, hasta su ráza. Hay una
ley municipal que ampara al Ayuntamiento, ¿pero qué importa? Esa corporación ha sido elegida por el vecindario en virtud de su derecho sancionado por las leyes, ¿mas quién se detiene en estas menudencias? ¿Cómo arraigar las falsas libertades en este pais, si el liberalismo respetase sus propias leyes? Así, con toda esta frescura se discurre y basta invocar el espíritu liberal y otras frases huecas para entrar de lleno en el camino de las arbitrariedades. ¿Es esto sério? ¿es permitido extraviar por estos medios á la opinión y preparar el terreno con burdas especies para que luego aparezca la arbitrariedad cubierta con el antifaz de la ley y como una medida justa y salvadora?
Lo recto, lo noble, lo imparcial si se escribe para ilustrar al público, según suele decirla pren sa sectaria, es informarse antes de los antecedentes, presentar la cuestión en sus verdaderos términos y resolverla con severa lógica y razón fria, dejando á un lado declamaciones políticas que no solo no conducen á la justicia, sino que estorban para hallarla.
Según nuestras noticias, datan de muchos meses atras las disensiones entre el Sr. Alcalde y Ayuntamiento de ia villa de Durango, y la cuestión actual trae su origen de la sesión de 22 de Abril último. Parece ser que en esta sesión, el concejal D. Casimiro de Astola, ex diputado provincial y abogado que ejerce su profesión con nota, propuso que, con motivo de las próximas elecciones, el Ayuntamiento acordara el número de cubiertos, coste de cada uno y personas á quien se habia de encargar su servicio, convocándosele al efecto á sesión extraordinaria.
E l Sr. Alcalde D. Federico Arcitio, que también es letrado de reputación, contestó á su compañero de profesión, Sr. Astola, que dicho gisío estaba previsto en el presupueso, y que por tanto, como ejecutor de los acuerdos de la municipalidad y ordenador de pagos, á él competía, y no á la corporación, entender en este asunto. Rectificaron concejal y Alcalde, y éste último levantó la sesión sin acceder á lo pretendido por ei primero.
Hasta aquí no hay, pues, otra cosa, sino dos abogados acostumbrados á reñir en el foro, sosteniendo su criterio respectivo en la casa consistorial como gestores de la villa.
Pasaron las elecciones de Mayo, se comió y se bebió, según lo exigen las prácticas de la civilización moderna, muy conformes en esto á otras prácticas de todos los tiempos, pues es an ligua la costumbre de comer y beber; el Alcalde encargó el servicio de las mesas electorales á quien tuvo por conveniente, y bien se alcanza que no seria carlista el agraciado. Y llegó la época de pagar; los que sirvieron las comidas de tres colegios electorales presentaron sus cuentas y en sesión ordinaria se enteró de ellas á la corporación municipal.
En su vista el Sr. Astola pidió'la palabra y volvió á su argumento, manifestando que no sabia cómo el Ayuntamiento podía aprobar dichas cuentas después de lo ocurrido en la sesión del 22 de Abril, y de no haber acudido el Alcalde á convocar sesión extraordinaria.
E l Presidente Sr. Areitio contestó que desde hace años venia el Ayuntamiento costeando esta clase de comidas, con el mismo número de cubiertos y valor de cada uno, esplicó por qué no habia convocado á sesión extraordinaria, afirmó que en los años de 1883 y 1885 no adoptó tampo co el Ayuntamiento acuerdo alguno respecto del asunto, objeto de la mocion del Sr. Astola, espidiéndose no obstante los libramientos correspon- pondientes para satisfacer el importe de las comidas suministradas á los individuos de las mesas electorales; y por último dijo, que en el presupuesto para el ejercicio económico de 1886 á 1887, se consignaron 500 pese'as con destino á elecciones, en cuyo concepto han sido satisfechos siempre estos gastos.
Hubo recurso de alzada,instruyóse espediente, el Gobernador Civil se declaró incompetente y pasado el asunto á la Diputación, cada parte alegó y probó lo que estimó conveniente.
E l Sr. Areitio presentó una certificación para justificar los extremos que le interesaban, y de la opuesta parte se trajo otra certificación para hacer ver que el Ayuntamento,en la última sesión ordinaria de cada mes, acuerda la distribución de fondos con sujeción al presupuesto.
E l negociado informó en contra del Alcalde, pero la Comisión provincial, salvo un miembro que hizo suyo el informe del negociado, resolvió en sentido contrario ordenando el pago de dichos gastos.
Tales son nuestros informes. No queremos lastimar al Alcalde de Durango, ni faltar al respeto debido á la Comisión provincial; ¿pero de parte de quien es'á la ley? No hay más que leerla.
E l art. 156 de la ley municipal concede al Alcalde la ordenación de pagos, pero el inmediato artículo anterior de la misma ley dispone que «la distribución i inversión de los fondos »se acordará mensualmente por el Ayuntamient o con sujeción á los presupuestos.» Luego ningún pago se puede hacer sin la previa distribución del Ayuntamiento,que debe preceder á la ordenación de pagos del Alcalde.
El Sr. Alcalde invoca la costumbre en contrario, más esta costumbre, como contraria á la ley,no puede prevalecer en sentir del negociado y de toda persona imparcial.
Ahora bien: ¿merece ser destituido un Ayuntamiento que invoca la escrupulosa observancia de la ley? ¿y debiera la Comisión provincial proponer la destitución de una corporación municipal, que en su favor tiene el precepto legal? Parece que no; y vea ahora « El Porvenir Vascongado» cuán intempestivamente se han traído á este asunto las pasiones políticas.
Hemos de hacer sin embargo una observación imparcialísirpa.
A nosotros nos gusta mucho el tesón, la cons tancia y firmeza en la defensa de derechos sa"
grados, pe:o sin que esto implique una censúa ¿qué adelanta el Ayuntamiento de Durango c« hacer de una cuestión pequeña, cuestión de vida ó muerte para la corporación? Dado que la Col misión provincial ha ordenado el pago de esos gastos, y existen antecentes análogos ¿no siria] más prudente conformarse y ejecutar la resolu-j cion superior en lugar de empeñarse en estériles gestiones? Si la entidad del asunto lo inerecierd nosotros seríamos los primeros en alentar y aplauj dir á la Corporación Municipal de Durango, perol sería una lástima que por una cuestión en si inj significante, se diese pretesto para el nombra miento de un Ayuntamiento sectario de Real orden.
Mediten los dignos concejales de la citada villa, puesto que aman la prosperidad de sus al] ministrados,
Escrito lo que precede, hemos llegado ásaíx que el Ayuntamiento de Durango ha sido suspei dido, y el hecho se nos ha esplicado del mod siguiente:
La Comisión provincial,por mayoría de vota dió la razón al Sr. Alcalde y mandó pagar k gastos electorales, motivo de disidencia.
Ya tenemos dicho que, en nuestra estimador el artículo 155 de la ley municipal amparaba I Ayuntamiento, pues no puede pagarse ninga gasto del municipio, sin su prévio acuerdo raa sual sobre la distribución é inversión de losfoí dos, p,jro dado el acuerdo de la Comisión pri vincial en sentido contt ario, entendemos que Ayuntamiento de Durango no debia haberse « locado en una actitud de resistencia á la superií ridad.
El Sr. Astola y su compañero de Ayuntamid to, el ilustrado abogado D. Ildefonso de Uriaj también ex-diputado provincia!, saben períedj mente que los acuerdos de la Comisión prorij cial son ejecutivos sin perjuicio de los recula legales qúe se juzgue conveniente utilizar; yj como se nos dice, se han opuesto á ejecutaij acuerdo de dicha superioridad, su conducta i merece aplauso deste este punto de vista.
No es esto aprobar el acuerdo de la Comisa provincial al proponer la suspensión de didj Ayuntamiento, porque en primei lugar, yate» mos dicho que la ley, en nuestro sentir, está 1 favor del Ayuntamiento de Durango; y ensi gundo lugar, porque, salvos los debidos respe!* entendemos que la Comisión provincial, respi tando la existencia legal de la corporación muii cipal y por tanto sin solicitar su suspensión! destitución, tenia otros medios adecuados pal mantener el prestigio de la autoriad, si lajuzgl ba lastimada. j
Lo cierto es que, quien paga los vidriosrotoÉ es la villa de Durango, á la que, se la ha prai do de un Ayuntamiento libérrimamente elegidla que las pasiones políticas han penetrado unía más en la gestión de los municipios. Y todoal por unos cuatrocientos reales de gastos electa les; todo esto por la pavorosa y casi inter adl nal contienda de sí para el pago de dicha cal dad debe ó no preceder el acuerdo del Ayira! miento. |
¡Cuánta energia derrochada y más digna! emplearse en cosas mayores! F
Gran torpeza ha sido en el Ayuntamiento! Durango, sabiendo que por su filiación carlafl tenia enemigos en ciertas regiones, dar pretei! que nunca razón legal, para su suspensión, r
Por amor á ese pueblo que le otorgó su cal fianza, por mil motivos morales, intelectualc! materiales, superiores todos ellos á las sugestil nes del amor propio, debían haber acatado! orden de la Comisión provincial y acordarI pago de los gastos expresados, sin perjuicio I insistir en el terreno legal, si lo estimaban pro! dente. 1
El Ayuntamiento de Durango, sabia quel acechaba ocasión propicia para moverle del asiento, porque, ademas de lo dicho, se mezcla! según nuestros informes, la cuestión de médicl y no ha pecado de prudente ni de previsor! aferrarse en un incidente relativamente bal! para comprometer la existencia de toda la ( ! poracion municipal. Fuera de esto, que es o ! de sentir, el liberalismo nos dá un ejemplo 1 ! de que no pára en barras para conseguir susl nes, que, en suma, son de perdición para el p ! blo católico. F
Anexiones y segregaciones.Siguen á la órden del dia las alteraciones
los términos municipales de este Señorío. Al la proyectada anexión de las anteiglesias Munguia y Dério á la villa de Munguia, ahora segregación de Las Arenas del municipio Guecho de que constituye parte integrante, pj formar un pueblo independiente. Y el señor U aecho figura en ambos proyectos; en el prima como autor para suprimir dos repúblicas de i caya, que tienen diez veces más población j Las Arenas; en el segundo como firmante m constituir un nuevo municipio con unas cual casas.
Es de admirar la lógica del Sr. Landecho.l densidad de la población no es obstáculo en fl <aso para suprimir dos municipios; y unas pol docenas de vecinos pueden formar pueblo sel rudo en el segundo caso. Una ley municipal I se formulara con tal criterio y una división ten* rial consiguiente en toda la nación española,! conduciría á hacer de las provincias un si pueblo, ó de cada barrio de tres ó cnatro c J un término municipal. Es decir, los dos e J mos, ó pueblos muy grandes ó pueblos mujl queños. L
Infiérese de aqui que en lo concerniente l l anexiones y segregaciones á la usanza mode! no se sigue ningún criterio recto y justo, ■ lo que aconseja el caciquism > ú otras raza! pompletamente independientes de la conveni! cia pública. j
corteses la invitación. Digimos también, que prévía igual invitación, asistió el Ayuntamiento de Begoña; pero «La Union Vasco Navarra» se lamenta de nuestra omisión respec to á la asistencia de los diputados provinciales, señores Jáuregui y Uriarte.
Comprenderá «La Union» que ningún interés ni 1a. más remota intención hemos podido tener para haber omitido la asistencia de los citados señores diputados á la función dicha de desagravios, y tenga por subsanada la omisiou.
que no deben tomarlo á desden nuestros queridos amigos los consabidos c-x-suscritores.
Ayer fue curado en el Hospital civil un muchacho que se presentó con una herida leve.
Por su p„dre fué conducido al mismo benéfico asilo un niño de 2 años que en su casa sufrió una grave; se le hizo la primera cura.
Sección marítima.
lin cuando Las Arenas creciera tanto como ao, podria sin ningún entorpecimiento poli ni administrativo continuar perteneciendo al blodc Guecho; pero con más razón cuando iohay que andar para dar á dicho lu. ar las ¡s y la importancia de un municipio. Ni tampoco alagar algunas disidencias de este ¡o con el Ayuntamiunto de Guecho, porque sticia señala otro camino para arreglar tales lencias sin alterar la autigua constitución de ¡públicas del Señorío.este paso nuestros representantes en el Con- ipondrán á Vizcaya de manera que no sea ¡conocer su sabia organización que tiene si- de existencia. Y si los vascongados quieren 10desaparezcan los últimos restos de la an- iconstitucion euskara, como han desapareas seculares libertades, aprendan á abomití liberalismo, causa única de nuestras des- s, y recordando que el Liberalismo es peca- todas sus gradaciones, no den jamás sus líos que desde Madrid saben atentar con- i historia y el modo de ser de pueblo tan redido.
Lo d el C ircu lo .íes la primera vez que un señor Jota, ex- íel Círculo Católico Vascongado, y redactor 1 Norte» se ocupa en las columnas de este ico en lo concerniente á cosas íntimas de Círculo, desfigurándolas á su sabor y con idencia marcadísima, á molestar y zaherir mas que viven tranquilamente en sus casas. Norte» ningún interés puede tener en lo trra ó deje de ocurrir en El Círculo católi- ono cabe duda que hay algunos muy ca- ymuy tradicionalistas según se llaman á oras, y que sin embargo no tienen escrú- parahacer decir en «El Norte», cosas que (reverían á sustentarlas digna y noblemen Uro papel ni en ninguna discusión pública, iabido, y todavía hay en El Cíenlo Catóos cuantos disidentes, que conspiran sor te y que han tratado de formar sociedad odíente empleando todas las armas veda- ir salir con su intento.(disidentes buscando por donde causar io, no han tenido ningún reparo en ca-1 i la sociedad, diciendo de ella que no áonalista, y suponiendo gefaturas é in- 6 personalísimas, precisamente de quien jado vive de El Círculo, y nunca ha so- [gefaturas de ningún género, bles declaraciones del supuesto gefe, iquiere partidarios, y sobre todo la evi- nisnn de las cosas que protestan contra Iteraciones, no han sido obstáculo para pen su curso la calumnia. Y lo más gra- 5que esos disidentes para formar un ¡nuevo verdaderamente tradicionalista, CiL níunos eu^kal eriiacos,pero no de | peros meses anteriores á la constitución silo Católico, cosa muy disculpable, sino ¡05 os desleales á la causa tradiciona- que ha» continuado en la Euskalerria, javencerse de que por ella no podían fi
ehan reunido los díscolos con los após- tun dia, y han tratado de alquilar un [dado otros pasos, aunque es lo más seque la empresa va á morir en proyecto, jscosas, la Junta de gobierno del Círculo, agotado todos los medios de prudencia, ¿ado permitir que sigan sin correctivo ¡{(calumniosas y las intrigas y trabajos de iainvitado á los socios, mediante circular l,íi una velada para protestar en ella de ion entusiasta ¡á las doctrinas salvado- ja cau>a tradicionalista, y manifestar que eídolos ni admite otras gefaturas que las ¡dis y acatadas por todos los amantes de F dicional.lactitud dignísima de la Junta directiva ha acertado á esa pequeña liga de desconten- jesleales de ayer; y de aqui el escrito de xtep donde una vez más se repite la callantas veces confundida y triturada de director de E l E u sk a r o , siendo socio de skalerria» comió chorizos y calamares un ules de ceniza. Que en los comienzos de la ilerria,» formó efectivamente el que hoy ctor de E l E u sk a r o parte de dicha socie- ¡derto, pero también lo es que convencido exor, ingresó en «El Círculo Católico» Mtí como se fundó éste, y que antes y ¡sde aquella ofuscación, sigue impertérri- l sus convicciones, demostradas pública- conruda franqueza. El otro extremo es aa calumnia y el Director de E l E u sk a r o iva el derecho de perseguir al calumiador forma que lo estime conveniente, íes todo lo que ocurre, según nuestros in- s,en lo concerniente al «Círculo Católico» gado, y nada más hemos de decir por
Cabos su e lto s .Centro de Valencia» nos llamó primero nados-, más tarde nos supuso mestizos y mente confiesa que abominamos de toda ilc liberalismo y aun dice galantemente que finos bien, pero añade que combatimos á legados, ¡diga el centro rectificándose, y irá por darnos entusiasta parabién y nos justicia.
1 motivo de la reseña de las fiestas del ¡lo de Begoña en desagravio de Jesús Sa- entado digimos en el último número que toridades civil y militar de la provincia huido invitadas, aun jue no pudieron asistir á íicto religioso, si bien agradecían en frases
Al dar cuenta á nuestros lectores de la improvisa supresión del excelente periódico tradicionalista, «La Lealtad» de Valencia, que tantos malos ratos dió á la gente mestiza, demostrando que el aceite de laé lámparas del santuario no podía servir, según los cánones sagrados, para sostener algunos periódicos de la secta católico-liberal, como el delegado Sr. Reyero fundaba dicha supresión en motivos reservados in pectore, no pudimos menos de lamentarnos de esta reso lucion. Pero el tiempo aclara muchas cosas y parece ser que se presentaba un grave conflicto de otra parte y que para zanjarlo, de común inteligencia, se procedió á suprimir «La Lealad» y fundar inmediatamente «El Tradicional. »
Para nosotros es asunto de extriela conciencia servir á la verdad y dejar en toda su integridad la buena reputación del prógimo, y rnotuproprio queremos kacer esta manifestación, en la que nos compl acemos muchísimo, en obsequio del Sr. Reyero.
B U Q U ES E N T R A D O S E L 18.Vapor ing. Britanny, de Newport con corbon.
Id. id. Góndola, de Burdeos en lastre.Id. id. Georgia, de Lisboa en id.Id. esp. Ttiana, de Pasages con general.Id. id. Carpió, de Santander con id.Id. ing. Lady Aliñe, de id. en lastre.Id. id. Neut Water, de Saint Nazaire en id.
PLEA M A R ES*i .a á las 7‘6 m.— 2.a á las 7*25 t.
O BSER V A C IO N ES.Estado de la mar, bella.—Piés de agua en
la barra, 22 i[2 .— Viento fuera de barra, N .— Horizonte achubascado.
O BSE R V A C IO N E S A T M O SFER IC A S.
L a temperatura de hoy d la sombra según el óptico Sr. B U E S A y (7.a es la siguiente'.A las 8 de la mañana 40 sobre o
» 12 » » 50 sobre o» 4 » » 40 sobre o
La máxima ha sido de 50 sobre oL a mínima de 20 sobre oEl barómetro marca 757 mm. tiempo variable.
Nuestros telegramas.M A D RID 18 — 2,15 t.
L o s D ipu tad os de la m ay o ría , i r r i tados con tra R om ero Robledo, ab an don arán tam bién el sa lón de se s io n es cuando hable n u evam en te el e x m in istro co n servad o r.
E l Corresponsal.
Madrid 1 8 —2,15 t.
E l p ro yecto de H acien d a sob re r e b a ja de co n trib u cion es solo com pren de á la s P ro v in c ia s V a sc o n g a d as en la p arte re la tiv a á la s céd u las p erson ales.
El Corresponsal.
Madrid »8 —3,15 t.
E l rec a rg o de la s céd u las p e rso n ale s se re b a ja rá en la s P ro v in c ia s V asco n g ad as del cupo de consum os, inm uebles, cu ltivo y gan ad ería .
E l Corresponsal.
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Cl ónica local y provincial.
tDespués de una larga enfermedad y una vida
llena de méritos insignes y acendradas vittudes, ha rendido por fin su tributo á la muerte el octogenario Prelado de Tarazona, el inmortal Iltmo. Sr. Marrodan, debelador acérrimo del derecho nuevo y de todas las doctrinas disolventes de la filosofía moderna.
Descanse en paz el Prelado ínclito, honra de la pátria española y azote del monstruo del libef ralismo en todas sus fases y evoluciones.
La calumnia se cebó á mansalva en el Ilustre Prelado, la revolución impía le aborrecía de muerte y la secta católico-liberal, enemigo el más formidable de la España tradicional había insultado sus años, sus venerables canas, su talento soberano, su saber profundo y lógica acerada llamándole viejo chocho.
¿Cómo un servidor tan exclarecido de la santa Causa y una columna de la Iglesia en estos tiempos calamitosos de componendas y tergiversaciones y de sensualismo degradante habia de verse libre de la difamación y calumnia un Prelado tan benemérito y lleno de virtudes cristianas en grado heróico? ¿Quiéu ha servido á Dios con pleno desinterés, con sacrificios no interrumpidos, con abnegación sin límites sin ser torpemente enlo dado por lia asquerosa haba de inmundas injurias y difamaciones abominables de enemigos ya francos ya velados? .
Piadosamente pensando, estará gozando de Dios en la gloria, pero esto no quita para que sea profundo nuestro sentimiento y para suplicar á nuestros lectores que nieguen á Dios por alma tan privilegiada.
R. I. P.
Por efecto del fuerte temporal reinante se halla interrumpida la circulación de trenes.
Sirva esto de explicación á los lectores de E l E u sk a r o que echen de menos en este número, la acostumbrada carta de nuestro ilustrado corresponsal madrileño.
En la sección Religiosa hemos omitido por descuido, el anuncio de los cultos que se celebrarán en el Carmelo de Begona todos los D omingos de Cuaresma haciéndose el ejercicio de la tarde con Vísperas cantadas á las dos y media, á continuación el Santo Rosario, Sermón, Miserere y Bendic on con el Santo Crucifijo.
Debemos advertir á nuestros queridos ex-sus- critores de cierto papel que hoy nos han escrito, que no podemos acceder por ahora á su pretensión porque gustamos siempre pisar en terreno firme y no queremos hablar en público sin adquirir antes segura convicion de los datos que se nos suministran.
Si alguno de dichos ex-suscritores del papel referido tuviera la amabilidad de darnos en nuestra redacción explicaciones más amplias, habríamos de complacerles, salvas siempre las conveniencias sociales, pues en E l E u sk a r o no se quiere lastimar á nadie 4 sabiendas. Y sifvan estos renglones de explicación á nuestro silencio
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L A RELIGION CATO LICAVINDICADA
DE LáS IIPOSTDRAS RACIONALISTASp o n
E L P A D R E J O S É M E N D I VE.D E L A C O M P A Ñ IA D E J E S U S
precedida de un prólogo por
I). JUAN MANUEL ORTI Y LARA Catedrático de metafísica déla Universidad de Madrid
Segunda Edición corregida y aumentada por el autorCon licencia de la autoridad eclesiástica
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