periÓdico polÍtico y literario

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AÑO SSIII '^^^^R^ 7,389. Luiies 4 de Setiembre de 1871. HEBÍ.CCION, CÁLLC »E LAS TORRES, Külí. ti. Librerías de Cuesta, calle Carrsias, y da López, calle tiel Cárm&ii. SISTRANJERO. £n Parí», para suscriciones y anuncies, C. A. Saavcdra, rué Taiboul, 55. Para suscriciones también. librería de lí. Denné Schmitz, , me Fayart, 2, y librería de Medina, pasaje Jeufroy. Mndres , para anuncios y suscriciwnes, C. A. Saavedra, 1, Ceci! Street Sirand. Para ««scrieiones, librería de Hachette, U, King William, Streot Strand, Chidley Cortázar, 66, Bernar Street, ftrferd Su-eel, Panzet, 83, London Wall, 93, y Maitrice U, Taristok Street Corentgarden. XnjTBMMAXL. Habana, «D la Propaganda Literaria, «alie tí*la Habana. EB Manila, «asa áe los Sres. Rarairaz y Girandar. PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO. PRECSiS BE SüSGRieíON. Diez y seis "reales al mes o.n Madrid. ESTKANJEBO. París y demás naciones de Europa, 23 frs. tres meses Ldndres, una libra esterlina el trimestre. Un mes lofr» ANTILLAS. Dirigiendo libranza, 90 rs. trimestre, franco de porte, y bechas en casa de los comisionados, 100 imcpnsTAs y AMEBICA ESPAJEÓLA. Ciento veint» reales trimestre, franco de porte POBTUGAL. 70 rs. el trimestre, franco de porte. PBOYINCIAS. Dirigiendo libranzas, 50.' rs. trimestre y 60 haciendo •• la suscrition pef los comisionados. ; Los anuncios de Madrid se admiten á uno, dos y tres reales Unea de cuarenu letras, en la&oficinas de LA ÉPOCA, calle de las Torres, núm. H , y los de proyiacias enviando libranzas al administrador. €(»Hai>icados i 4 reales l&ica. CAUTAS DE ASJtoDÉo; SUHARfe. Una' fiesta campesae.—Donde se recuerdan las «Dodas de ! . Gamacho».—C.umMa y baile al aire libre.—«En agosto i • {fio eu rostro.»—ii'uegos de artilicio y bengalas.—Banque- i te democrático.—Sigue el baile.—El coiílíon.—Un corazón j . y iin carácter. TnoüyíLLE 29 de agosto de 1871. En Francia y en algunos puntos de España se ha esten- dido ya la escclenle costumbre inglesa de avisar una hora «¿tes, y por medio.de tres toques de sonora campana, las del alniuerzo y la comida á los que habitan en el campo. El primer toque, generalmente i las diez de la mañana, despierta A los perezosos y les avisa que deben comenzar i prepararse; á la» diez y media eí segn«do les anuncia que solo faltan treinta minutos; y el tercero i. ías once es lá señal de 5«e el desayuno está en la mesa. Después de nn dia tan fatigoso y agitado como el que he descrito en mi epístola anterior, no estrañarín los lectores guMurmieseplsueñoíltíJ justo y no del diablo cuando la «nipana del shat^au de B... vino á despertarme sobre- Sfltádo. , , Me eché dp la cama i. toda prisa, y antes de que se ojera el tercer repique estoba en el salón princ;,oal, punto ordinario üe reunión. . Pero habia olvidado que era domingo^y qud la misa de- bía preceder al banquete matutino.—Así aquel ¡dia Jf cam- pana llamaba ante todo al cumplimiento del precepto cris- jMano. ,, í: La capilla del castillo es una peq'ieña iglesia, con su cií- pula elevada y graciosa; con sus capillas laterales adornadas de retablos y de cuadros; con su Coro, semejante á los de los «emplos españoles, desde donde en ciertas fiestas solemnes se «antan los salmos sagrados. Llena est:iba á pesar de su estension cuando penetré en ell»; porque liabian llegado nuevos huespedes al amanecer, y porque colonos, arrendadores y criados asistiau al Santo Sa- crificio coa especial devoción y recogimiento. Como único estranjero, me dejaron el puesto de honor en la tribuna, entre el marquds y la marquesi. Concluida la misa, el sneerdote diilgid desde el altar uiia «sera plática á sus oyentes, inculcíndoles la observancia de los preceptos religiosjs y »ul respeto ií sus superiores.»^ Esto parecía dedicado á ios numerosos dependientes do.los diieñys del «astillo, qiie ocupaban la parta baja de la C4- * » » ' Concluido el oficio divino, al que siguid inmediatamente •1:almuerzo, salimos a¡ jardín á examinar los preparativos hechos parala tiesta. ~, En el centro se habia formado uu vasto salón de baile, cqn guirnaldas de flores naturaleí, con bancos de rausg?, *Oti multitud de graciosos adornos, esUtuas y gallardetes. .GlpDos venucianos, vasos de colores, coiosal(« candela- bro» debían iluminarle profusamente por la noche, así como las Calles y alamedas inmediatas. En el iado izquierdo, cerca de la verja que da salida hl «ampo, notábanse aprestos formidables para la comida de «os colonos, arrendadores y criados. Anchas y largas mesas de pino, sobre las cuales se velan '-°j^í*"|''y^?. ^^9 **4^"í»s,y Piínes de ocho i diez fibras cada Uno,' estaWu dispuestas á soportar Ijs manjares que & su üempj debían cubrirlas.—Platos de porcelana ordinaria, puntúigudos cuchillos, limpias servületas indicaban el sitio •le cada uno. üu oefieiUa á ciento eran los comensales que debían lomar parte en ,el festín monstruoso y consumir las Jigantescas provisiones destinadas á ellos. Eu ei lado opuesto, es decir, á la derecha, se veía una preci'jsa tíeud i de campanil, debajo de k cual habia una mesa para sesenta cubiertos. Riquísima vajilla, manteles elegantes y finos, bronces de gran precio, cristalería de tíoliemía, jarrones llenos de flores, fruteros y compoteras de plata, h¿ aquí lo que se ostentaba encima de ella. Enfí-ente, una pequeña tribuna con atriles indicaba que 4 los convidados al banquete se les obseíjuiaria además con una buena orquesta. En lin, en la parte mis baja del jirdin, árboles di! pólvo- ra, con ruedas, soles y otros aparatos, revelaban que por U noche se disparariau vistosos fuegos artificiales. * * * A cada instante llegaban sucesivamente los convidados, i>¡en al banquete aristocrático, bien al popular ó plebeyo. ^ Los unos vestían traje de rigorosa etiqueta; los oíros el pintoresco atavío de los paisanos normandos. Y todos estos, arrendatarios, colonos, criados antiguos de « familia de B..., traían su ofrenda » los seiiores; quién un I •^«antal «blanco como la nieve;» quién dos quesos; quién 70LLETIN DE LA EPOOA. 20 «N ODIO ÍE» FáMIUA. «•TELA SSCtlTA BN rKAI^CRI POft^ai. VIZCONDE POWSOIT DU TBBBAIL. I Se seillii al pi*í de un árbol y se abandonó á sus pensaraieut:'»s- La pobre y cAudida niña escuch:iba dií- traida el iuur."^ullü plañidero de la brisa que contaba sus secretas peitas á las hojas de los árboles ; apenas oia el monótono canto del grillo... Lo que por coirpleto preocupaba á Elisa , el ruido J ue aguardaba para estremecerse , era el de los pasos e Alberto : el único punto que, en medio de la oscu- fidad de fó noche, absorbia su atención y sus miradas, era un sendero angosto, tortuoso y blaiiqueciuo que, atravesando el valie, iba á parar i la Fauconnierc. Por allí era por donde debia llegar Alberto, y sin embargo, Elisa aguardó mucho tiempo... Pero recordó todas las lindas frases que le habia dicho en su última entrevista, y Elisa halló tanto pla- cer en aquellos dulces recuerdos que aguardó con pa- ciencia. Por lili creyó oir un ruido leve y prestó atento oido. >quel ruido creció al acercarse ; luego Elisa vio «n puiito ?iegi'o que se niovia 4 lo lejos en el rastro blanco del sei.'dero. Aquel punta se acercó y f^é crecíeíüdo cada vez is... Entonces se levantó Elisa, se adelantó á su vez ha- cia aqael punto negro, y muy luego dijo «n voi baja; -ÍES V., Alberto? —Sí, yo soy, contestó el joven. Los dos amantes se estrecharon cariñosamente las manos', y Elisa tendió su rente ul joven, quien estam- po eu ei'a un casto beso. —Querida Elisa, murmuró Alberto con su voz dul- ce y triste, hoy he hecho á V. aguaroar. pero no ha sido por culpa mia, se lo juro. ¡mas. una cesta de frutas esquisitís; qméñfíifíih,' fiUgVós i'íescCB» de aquella misma mañana. La marquesa recibía los presentes con ¿fiísion y gratituil; y los campesinos se disputaban el honor de tocar con los labios el delicado cutis de sus manos blancas y delicadas. ¡Cuadro tierno y consolador en estos tiempos el de aque- llos sencillos habitantes de las aldeas, que no solo conservan Í3rofundo respeto á sus amos, sino que les tributan siheero cariño! A mis ojos, lo mas interesante de lafiestaque tan detalla- damente voy refiriendo, fué semcyante espectáculo^ de liospj- tolidad gpnerosa de parte de los unos, y de veneraciou y afecto dtt la dei los otros. ; . ., • • A las cuatro de la tarde fuimos convocados todos á pre- senciar la comida de aquellas buenas gentes, que al ver lle- gar á los marqueses prorumpieion en vítores y aclamacio- nes.-/Vivon lo» paclrei i$ lo* pobrét!—era el grito mas unánime y elocuente. La marquesa, con su afable y dulce sonrisa de siempri;; el marqués^ con su graye y pláí^iíjo semblante, se sentaron en los dos ceijtrós, enfrenlejel uno ^l otrp: á los lados, en pié, armados de celosales cuchillos, estaban sus numerosos comensales. . . La mesa ofrecía un aspecto verdaderamente singular, y recordaba el famoso episodio de las bodas de Camachoí en medio se veía una vaca entera—6 un buey, como dicen én Francia,—perfectamente asado, rodeado de tiernos marráni- Uos, de dos corderos, de varios cabritos, y de otros manjares en grande cantidad, ,. Inmensos fruteros, llenos de peras, albaricoques y uvas, completaban aquel ianqueie mónitruo,, .ilígno de HoJU?- gábalo. ^ A una seña de la marquesa, los convidados se precipita- roasobre.U vaca coi? sus cortantes cuchillos, y la hicieron pedazos, mientras .otro» dividiafl los panes y l.os reparti»B;í ¡Oí ieüera»,T-segun ello» las llamaban. ; Los criíMlüs principales del castillo circulaban en tornB, llenando los vasos devino con la misma rapidez con que se vacioban.—Detalle característico; no se veía ni una sola bo- tella de agua. Hombres y mujeres, jóvenes y viejos, todos bebían el rojo gorgoña que se.le»,scryía con píofusion. Cuando la comida hubo adquirido cierto carácter de ani- mación, los marqueses abandonaron la presidencia, y vinie- ron á unirse á los espectadores. ¡Qué semblantes tan alegres, tan satisfechos, tan orga- llosos!—¡Comer en el castillo siendo casi servidos por tós amos! ¿Qué honra mayor se les podía dispensar á aquellos honrados y fieles servidores, que de padres á hijos hablan pertenecido í la ilustre casa de B...? k las aclamaciones de antes sucedieron los brindis, repe- tidos, estrepitosos, delirantes, mientras desaparecían cómo por ensalmo las inmensas provisiones que cubrían las mesas y lo» aparadores. No recuerdo haber visto comer nunca con igual apetito, í mejor dicho, con igual voracidad. El primer toque . pira nuestra comida, nos arrancó de aquel curioso espectáculo.—Las señoras corrieron á poner- se los trajes de baile; los hombres, menos precipitadamente, fuimos también neui endomr el frac negro y la corbata banca. A las seis, cuando sond por última vez la campana, tbdo el mundo ocupaba su sillo. Veo que me estiendo demasiado en mi narración, y que será preciso omitir muctws detallos. Así no diré que la comida fué tan espléndida y delicada en un viejo castillo situado en el fondo de la Normandía, como pudiera serlo en el palacio mas suntuoso de París; tampoco espresaré que el vatel ó coeinero de los marqueses recibió una ovación entusiasta de los convidados, y que fué menesttr encender luces para dar fin á aquel banquete p#«- tagruélico. Pero no es posible omitir cierta circunstancia notable: la marquesa colocó á su lado á un antiguo administrador suyo que cuenta 104 años. Eu Normandía, los centenarios son objeto de religioso culto, porque se cree que cuando Dios prolonga tanto la vida d« un hombre, es porque recompensa asi sus virtudes y merecimientos. Al levantarnos de la mesa,—á las ocho de la noche,—es decir, dos horas después de habernos sentado,—el salón del castillo estaba lleno ya de c^,nvídados al baile. La marquesa de B... habia lanzado sus invitaciones no solo á toda Normandía, sino á París mismo: asi el último iren de la capital trajo infinitas personas; y de Hontleur, de Etretat, del Hivre, (ie Vdlers, de Trouville, de Cabourg, llegaban iunuraerables familias á caila nsjinento. .riví^iligeaeiea inj^esas, breaeks, carretelas, faetones; cestos, conducían á la juventud brillante y animada que debia ser el mayor atractivo del sarao. Las señoritas, cual sí se hubiesen puesto de acuerdo, ves- tían aéreos trajes de muselina 6 de tarlatana blanca, con an- chos ciúturóncs azules ó color de rosa: en sus lindas cabe- zas no habían colocado mas que las hermosas flores que con tanta abundancia produce Normandía. Las señoras casadas, proscribieBdo también de su toca- do las joyas, ostentaban gran sencaiez ca sus <tíí7eííe.9, cosa natural en una fiesta campestre. ' -...,. * * - A las nueve comenzó el baile en el jardín, aun cuando la brisa suave de la tarde se habia convertido casi en hu- racán. Los farolillos, venecianos se incendiaban, lanzando una okridad siniestra; losflamerosy las bugías se consumían rápidamente sin dar luz; las madre» y las tías se envolvían ei? lius abrigos de invierno; y encargaban á las hijas y á la» sobíiiías' qué hicieran lo mismo; en fi n, muchas personas -se refugiaban eu el castillo, huyendo del frío que se dejatía sentir. , Fué menester mandar disparar antes de hora los fuegos artificíales, con grave daño de su efecto; fué menester hacer iluminar á toda prisa el salón principal del ehateau; íüé en fin indispensable cambiar las condiciones de la orquesta, que al aire libre podia ser mas ruidosa que entre las cuatro pare- áe» de una estancia cerrada. Los que no se quejaban del viento, del frío ni del calor, er^n, los campesinos, que después de su comida habían co- raenzauo á bailar, alumbrados por grandes antorchas resi- nosas, que tenían en las manos numerosos criados. A la luz rojiza que estas despedían era el mas fantástico de todos los cuadros contemplar á aquella gente joven, robusta y ígil, algo animada por. las,, libaciones, ejecutar alteruativa.- mente ¡wurrrfe* y contradanzas. Confieso i y. mi pecado, amigo director: mas me divertía vecdaníaíjá los rudos campesinos,normandos, que 4 las ele- gantes damas y i los atildados pollos xjue se entregaban á las delicias de la polka y del wals. . ; • >, . Pollos he dicho, y la verdad es que no llegarían i una do- cena los que merecian el nombre do talos: la mayoría de los bailarines eran hombres casados de 40 para arriba; solterd- hes nO más tiernos y viudos consolados. Porque es de sabor que solo en Espafia es donde ló» hombres bailan únicamente en lo» primeros añoj de su ju- ventud: ea k)» demás países lo hacen, mientras sus piernas conservan la fuerza y el vigor necesarios. Aun recuerdo haber visto walsar al desterrado de Chis- lehurst, cuando hacía tiempo que habia cumplido el medio siglo. Así no me chocó lo qae observtj en el castillo de B.. , y ló coDsigtio eomo uif dato-earíos'ó para mis lectores. - " : . » » Me veo obligado á abreviar, porque esta ca^ta se hace in- terminable. ' ' A las doce ebniénzó'el cotillón con toda clase de capH- chos y juguetes traídos París. Dirigíalo el marqués de Bois-Chemin, acompañado de la hija única de los marqueses de B..., que abandonara aquel dia por primera vez las tocas de viuda, y que aparecía ra- diante de belleza y de juventud. A la una se sirvió una cena espléndida, y de dos á tres fué la segunda parte del cotillón. Cuando á la mañana siguiente me despertó la campana que anunciaba el almuerzo, dudaba yo si habia soñado todo lo ocurrido el día anterior. Necesítase una imaginación grande y una fortuna todavía mayor, para poder celebrar una üesta tan suntuosa y tan magnífica. Esto mismo decía yo á la marquesa al ocupar mi puesto al lado suyo. —.No lo crea V., me contestó sonriéndoso. Solo se nece- sita un poco de buena voluntad.—Mucho de lo que gastamos no nos cuesta el dinero; es el producto de nuestros campos, de nuestras granjas, de nuestros bosques. Además, son li- mosnas indirectas que hacemos á los pobres, á cuyo poder va í parar lo que invertimos en la ostentación y en el lujo. —¡Ay amigo mió!—añadió con un suspiro.—¡Felices nosotros los que podemos hacer algún bien! ¡Felices aque- llos á quienes Dios ha concedido alguna riqueza, no para consagrarla i sus propios goces, sino para invertirla, de un modo d de otro, en aliviar la condición del que trabaja, la miseria del que padece! ¿De qué modo mejor podría terminar mi carta que con palabras tan nobles, las cuales describen gráficamente un corazón y un carácter? ASBODEO. CAUTAS DE PBANCIA. PAHÍS 1.'dc'Setiembre de 1871. Señor director: La conducta que ha observado Mr. Tliiers en la proposición Rivet. trae á la memoria de los hombres |X)- líticos do Francia la vida publica del jefe del poder ejecutivo, sobre la cual se han hecho ooraeiitaiios por todas partes, en los salones y los círculos. Estos comoíitarias no le han sido favorables, y en la pren- sa Mr. VeuiUot ha escrito una biografía de Mr. Thiers, en el estilo agrio y violento que acostumbra el director de L'U>i- VERS.Los revolucionarios nOstm do este -modo do pensar, porque tienen una lógica acomodaticia y sin escrúpulos en tratándose de subir al poler. Cuando ignoraban lo quesería Mr. Thiersen el gobierno.Qambettase habia arrinoonadoíen Síin Sebastian, los,periódicos radicales y la estrema izquierda de la Címara se mostraban hostiles y preocupados del.por- venir; pero después que le han tomado pulso y saben los puntos que calza, Gambetta vive entre nosotros y los de- magogos se muestran tan contentos y Satisfechos con m,oq- sieur Tliiers, como el famoso maestro de escuela tifi la come- dia de este nombre, ' •• , Los que han visto Le maitre d'eeole en el teatro Des Va- rietés, saben las tribulaciones cómicas de este maestra dees-» cuela de una aldea al saber la llegada del insfioctor de ins- truc<;lon públioa delegado para visitarla. Los espectadores se torcían de risa con los cómicos Levasseur y Hyacinthe que representaban los primeros papeles. Cuando se cree per^- dido el maestro porque sus discípulog ignor^intes no hacen cosa derecha y responden m¡l disparates, vé el cielo abierto observando que el inspector es sordo como una tapia. Así al despedirse dice «1 maestro de escuela con efusión á so ins-» pecior; Ruego á Dios y sus santos que cuando se le antoje al gO<- biorno mandar algún inspectorpara visitar mi escuela, sea us- ted y no otro. Esto mismo dicen los revolucionarios de mon- sieur Thiers desde que sirve de instrumento á susfinesy faci- lita sus aspiraciones. Mr. Vacherot' ha tenido el atrevimiento de escribir á un periódico de las provincias, que en su opinión la Asamblea nacional puede sor Asárhblea Constituyente para establecer la república, pero no para restaurar la monarquía. Nunca la restricción mental de lo^ jesuítas habia alcanza- do tanto, y el confesor que cita Voltaire defendiendo al secre- tario de Le Pcre Lachaisse distinguiendo el pecado de eoulpe de otros pecados, no arguye con mas cinismo que el filósofo Vacherot. Todos los argumentos son buenos para defender la repú- blica, desde lafilosofíade Vacherot hasta la ley del embudo, y se ponen en práctica con una fXirseverancia infatigable. ' Mr. Vítet y los hombres de Estado que componen la ma- yoría, cinociendo el juego de los revolucionarios, no se ton dejado sorprenijer, á pesar de las debilidades yflaquezasíde Mr. Thiers,. quien quedaba absuelto, porque así lo exigen )as circunstancias. No se puede ya negar que al jefe del poder ejecutivo le falta algo que nadie salit explicar para ser el hombre de go- bierno que se necesita en los momentos difícíhs en que no» encontramos. Pero con sus Imperfecciones mismas, es el sólo hombre Mr. Thiers en Francia que goza de prestigio y que puede aliviar la situación. La mayoría ha manifestado en esta ocasión mucha cordu- ra y una intídigencia superior. Tiene la mayoría, sin*mba.r- go, en la estrema izquierda por enemigos hombres capaces de todo y que no la dejarán vivir tranquilamente. Así vemos que la campaña de disolución continúa, y que se cubren la» listas de firmas con peticiones de los pueblos pidiendo la dj- solijcion de la Asamblea naciopal, Después de la batalla Cfue las dos Izquierdas han perdido con la proposición Vitet-por una mayoría inmensa, ahora tratan de dar un escándalo y crear un conflicto presentando la dimisión de diputado^ en masa, siguiendo el ejemplo que les ha dado el general Faidherbe. Su objeto es acabar con la mayoría, juzgando-quc Mr. Thiers y Simón les han do dar unas elecciones favorables á sus Intentos, como las de julio de este año. La mayoría, que sabe esto y que ha sufrido,con resignación y por patriotismo la presión de ^r, Thiers, so prepara resiíelíamenté al combato. Si el gobierno continúa prevaricando, no será difícil que lance el Qms ego, y dueña y soberana como es la mayoría de la Asamblea, pondrá á la razón lo mismo á los comunistas y revolucionarios del gobierno, como á los de la Asamblea y la administración. Entonces será ocasión de hablar Je disolución y de otras cosas mus. El mal humor del periódico gambettista LE SIECI,R de- muestra hasta qué grado ha triunfado en la Asamblea el par- tido conservador, votando el proyecto de Mr. Vitet ¡por480 votos contra 03!!! Por su parte Mr. Thiers y los que le rodoin han recibido una lección severa, aunque merecida, y ¡Dios quiera que sir- va de provecho! si bien no se aprende "ni se eumienda nadie á los 75 años. Sr. D. Roque deUrrutia, en la edad está el misterio. Puedo asegurarse también que si Mr. Thiers y los suyos vuelven otra vez á las andadas, cueste lo que cueste, se lim- piará la casa para no asfixiarnos con tantíiabominable contra- dicción y tan acaloradas discusiones. LOS periódicos franceses han principiado á íinitar el géne- ro de literatura política adoptado en Inglaterra por la con- quista hipt'tica do la Alemania titulada la batalla de üor- king, de que dimos cuenta á nuestros lectores en anteriores correspondencias. Ha roto el fuego el periódico LE FÍSARO, haciendo ver lo que será Francia el anJ de 187... cuando hayan hecho la revolución Faidherbe y tiambeita. El autor no nos parece q'ie ha sido muy feliz en esta ocasión; pero pone de manifiesto las aspiraciones d(i los generales franceses en la persona de Faidliorbe y las del ilustre demagogo Gambetta en la clase revolucionaria civil, Los Ingenios españoTestienen ocasión de lucirse pintando loque será la España en 187... si continúan mandándolos mal llamados progresistas. El proyecto de ley modificado por Mr. Vitrt después do la declaración de amor que ha ingerido en él Mr. Dufaure, aumentado con la responsabilidad.del presidente de la repú- blica y mermado del carácter que se tomaba de constituyente la Asamblea, es en la esencia lo mismo queauuijcití mi carta del 25 del mes último. Después de la longanimidad que ha manifestado la ma- yoría en todas ocasiones con Mr. Thiers, nos parecía pueril la adición de Mr. Dufaure; pero los horaDi-és de cierta e.lud son como los niños, que se enfadan y echan á llorar cuando no se ocupan de ellos á todo momento. Vamos, finalmente, i en- trar en algunos días de calma que buena falla no* \vxct. Mi carta anterior ponía de manifiesto la ¿«casa garantía qué ofrece en la suscrioion al cmpróstito el primer pa<»o de 2 por 100, á menos que antes de abrirse snscricion lío de- -olare el gobierno que decomisará la garantía én caso de que no «e paguen puntualmente los plaza* al vencimiento, Hemos leído mas tarde detenidamente las condiciones del e'mpréstito, y notamos oón sorpresa que el precio de 31 por loo está fyad) lo mismo para los suscritores en Madrid, como para los suscritores en l'arís, cuando se sabe que exis- te una diferencia considerable en eJ cambio. El cambio corriente.entre París y Madrid suele ser de cinco francos ?0 4 cinco francos 25. La pieza de 19 rs.' ó cinco francos, se calcula que se estima y corresponde «1 cambio de cinco francos 26 el peso fuerte. La onza de oro española, que erdinariamente vale de 82 á 84 francos, vient á, representar el capibiu da cinco fran- cos.tS,.' Tomando este 'tipo de cinco francos 25, el suscritor de Madrid no pagará el peso fuerte de la suscricion, sino á ein- .eo francos,2í como décimos, mientras .que el suscritor de París pagará á razón de. cinco francos 40 ;el mismo poso fuerte. La" diferencia en fatór del suscritor de Madrid es nada monos que de tres p*r ciento, y ninguno que sepa contar po- drá hacerte suscricion en el estranjero. Esta disposición del gobierno, va á causar una grande pertupbacipn en los cambios con perjuicio del comercio, y ha de lastimar otros intereses. fcónqtié caha podrán recibir lo» comisionados de la «uscricion en el estranjero á los suscritores queso p'resentcn, cuando sepan que en Madrid y Barcelona el Tesoro da el mift- mo papel 3 por lOQ mas barato. Aquí, hay un,error deplo- rable, ó no es exarita la cifra que din los periódicos, üsteiles sal)rán espUcarnos e,Ue eni^rrta. Los fondos eápañoles suben. La casa de Rotsctiíld es favorable al empréstito , y corre la noticia deque la casa de Baring de Londres toma á=^u car- go la parte quo el público no suscriba. Se habla seriamente de la dimisión de Julio Simón. Esta noticia dóihoide feotí IS llegada de tro¡las á Lyon , para ase- giirar el orden en caso necesario. El duque de Broglle desea también dejar la emjiajada de Londres, y en este caso lo reemplazará Mr. D.rouyn de Lhuis. ' .,, ' A'yer'tué onterítudo el^Célübrenovelista'popular lír. Paül de Soclí, tócü^ j í lá édíí'dé' setenta y ocho años. Cuenta un periódico qne" de lodos los romancista» frañheses, las obra^.deeste autor figuraban en la biblioteca del Papa Gre- gorio XVl, Sin eii\bargo, pocos rpmancUtas sa han atrevido i escilbi'r, después de Rabelitis, en el tono crudo del autor del Cocu. Su hijo Henri tiene él cetro está dinastía de escritores que son tan populares en Francia, y que, según ellos dicen, escriben en el estUo dy la Biblia. El entierro, ha sido civil, pues eldifuató era do la escuela de Saint-BejUVe. Eí emperador Napoleón se lia presentado por primera voz en las calles de Londres, en donde ha sida muy bien recibi- do da los ioglfises, y aclamado segua la costumbre inglesa. Napoloen con su guerra de Crimea y el tratado de comorcio, ha mostrado ser el mejor amigo que ha tenido en los tiem- pos modernos la Gran-Bretaña, y nada tiene de estraño esta acogida de su parte. - Los diputados de la izquierda, después del fiasco que ha lieclio,la,ft?opí4ieioa ai#et apoyada por ellos, anfienazabaa como decimos mas atrás eon dir su dimisión en raas?„ pero Según las noticias que recibíaos á última hora, i:) han pen- sado mfjor y todo se pasará en calma. Jules Favre y Ferry han votado ccVi Gambetta en la in-o- posicion Vitot, couirariamente, 1 su ad-laiere Simón, «jue lu votado con la mayoría,. Mucho se ha S.ablado estos dias atrás sobro los preparati- vos revolucionarios para festejar la revoluiiion de setiembre el dia 4 de este mes. , A invitación del gobierno, algunos pueblos so abstendrán, pero en Burdeos el comité de la propag ¡nJa republic.ma ha, decidido que el día 4 de setiembre será una fiesta nacional. Que los republicanos están invitados á poner banderas en las cusas de dia y i iluminar de noche. Finalmente, en la sala del gran teatro se celebrará una conferencia sobre la vida ds Washington. Mr. Le,jn Say ha desbautizado la calle del 4 ds setiembre, dándole el nombre de calle de la Opera. En ocho meses esta callo ha cambiado cuatro veces dj nombre. Primero sa llamaba calle del 2 do diciembre, luego del 4 de setiemlirí!, desimos calle de la Ciim- mune y ahora toma el nombre, comí decimos, de calle de la Opera. Tenemos un tiempo de cilor sofícaníe y bochornoso que no permite hacer nada de provecho. Hoy se creo que terminará el proceso de los jefes de la Conimune en Versalles. Ya es hora. EI.GBUELO. Los periódicos de provincia», y espocialmonte •iquellos que se publican en las poblacionoj marítimas, vienen estos (lias muy preocupados con la cuestión do sanidad. Todos re- producen la» disposiciones ajoctadas por el gobierno. |>ero nlgunos creen que nosesbservan exueUmenle, y Uamaa la atención do aquel para que redoble su celo. m —¡Ah! dijo Elisa con tono cariñosa recouren- cion, veamos la disculpa de V., caballero. —Mi hermana está enferma, respondió Alberto. —i De veras 1 esclatnó Elisa con acento compa- sivo. . , ,, —Ha sido herida en la cacería por un jabalí. —¡üiüs mió! murmuró la joven temblorosa y recor- dando que, durante el dia, habia visto á sus tíos res- tregarse las manos con satisfacción hablando de un ja- balí con su cria; quizás su herida seni peligrosa... —No, respondió Alberto, es un rasguño, pero, sin embargo, le ha producido calentura al anochecer, y guio en este momento me separo de ella. Pero estuvo espueslu á morir... Y Alberto refirió á Elisa lo que había sucedido y cómo se habia librado Dragona de tan terrible peligro, merced al auxilio de Gastón. Elisa le escuchaba con júbilo; comí rendía instinti vamente que aquel mérito que habia contraído (iaston para granjearse el afecto de la familia de Lancy, de seguro le sería á ella muy favorable, y que podría muy bien suceder que el inveterado rencor que mediaba entre los Lancy y los Vieu\-Loup concluyese por des- vanecerse á impulsos de aquel dublé amor. Sin embargo , recordó el encargo terminante de Gastón, y como las mujeres, por muy candidas que puedan ser, siempre saben disimular perfectamente sus impresiones, hizo á Alberto mil preguntas acerca de su primo, y quiso saber cuál era su género de vida en el castillo de la Fauconniere. Alberto le respondía con distracción, y á medida que hablaba aumentaba su tristeza, mientras qae Elisa continuaba charlando como una loquüla, y aun algu- nas veces se roía con toda su alma. —Ülisa, dijo por fin, venga V. á sentarse allí, al pií de hueslro árbol favorito; es preciso que hablemos larga íuente. —¡Ah! largamente no, dijo Elisa, porque he esta- do aguardando i V. mas du una hora, y me reñirán raucfiü si vuelvo tarde. .-^.Seré breve, respondió Alberto, pero tongo que hablar á V. sértiménte, querida Elisa. Quizás nuestro porveniventero dependa de esta entrevista. Elisa le siguió sorjirendida hacia el árbol, al pié del cual se sentaron, sin presentir que la bala del ba- rón de Vieux-Loup podia ir á buscarlos allí. —¡Dios mió! esclaraó Elisa, qué triste y qué solem- ne está V. esta noche!... Alberto, ¿qué le ha sucedido á usted? —Nada, Elisa, pero he reflexionado mucho. -¡Ah! "^He reflexionado mucho, repitió Alberto, desde nuestra última entrevista, y procurad considerar con caima nuestra situación. —Yo también, dijo la joven. —¡Elisa querida! ya sabe V. cuánto la amo... , —ÍY yo, no le amo á V., por ventura, Alberto? —Lo sé, Elisa, y por eso mismo... Alberto se detuvo. —¡Dios mió! esclamó Elisa con impaciencia, ¿qué tiene V.? —Ya sabe V. el odio que existe cutre nuestras dos familias. —¡Ay de raí! repuso la niña suspirando. —Y cuan grande es el abismo que nos separa. —Le salvaremos con nuestro amor. —¡Niña querida! replicó Alberto moviendo la ca- beza, no lo espere V. —¿Y por qué, caballero? preguntó la joven con energía. Recordaba las vagas promesas de Gastón y tenía en él. —¿Por qué, Elisa? Porque los tios de V. y mi pa dreson inflexibles. —¡Quién sabe! —¡Niña!... —Iremos á echarnos á sus pies. —Nos rechazarán. —Suplicaremos. -^¡Trabajo perdido! —¡.\h! no sabe V., Alberto, cuánto me quieren mis tios. —Lo sé; pero, supongamos por uu momeito que su. cariño sea bastante poderoso para dominar ásu odio, V que consientan en nuestra unión... —Entonces, esclamó Elisa gozosa, todo irá perfec- tamente. . . . —No, Elisa, se equivoca V. de nuevo... Si los tíos de V. se dejan convencer, no por eso sería mi padre menos inexorable. —¿Según eso, su padre no le quiere? —Prcliere á mi hermana. —Eso es muy natural, pero, sin embargo, querrá á usted. —Asilo, creo. —Y su madre quiere á V. con adoración. —Mi madre es una 'nujer santa y nuble que no sabe mas que resignarse y orar. Obedece siempre á mi padre. —Pues bien, yo doblegaré al señor marqués... Iré á echarme á sus plantas, me mo.straré muy elocuente y dulce, muy persuasiva, muy humilde; le'pediré per- ion por todos los agravios que le huyan inferido mis antepasados... Una mujer que pide perdón es capaz de ablandar á una peña... —¡Olvida V., Elisa, que nn tiode V. mató al mió! —¡Es verdad! murnmró Elisa b;ijando la cabeza y recordando de improviso que quizás Gastón no habria previsto aquel obstáculo insuperable. —Por eso, repuso Alberto, cuanto rais pienso en nuestro amor, mas comprendo cuan insensato es, y que nuestra unión es imposible. Elisa suspiró y estrechó con vehemencia las manos de Alberto. —Sin embargo, prosiguió el joven conmovido, ¡te amo, querida Elisa! Te amo con pasión, con delirio, y mi amor me matará si ha de verse frustrado. —¡Gállese V.! esclaraó la niña tapándole la boca con su linda y blanca mano; ¡no diga V. esas palabras feas, Alberto mió! —¡Escúchame, repuso el joven, escúchame sin in- terrumpirme, Elisa!... —Ya escucho. —¿Crees que dos seres que se aman, para ser feli- ces necesiten vivir en la comarca en que han nacido? Elisa enlazó con sus brazos á Alberto y respondió; j.N'o! Cualquier rincón del mundo no será nunca bastante grande para encerrar nuestro amor. —Pues bien , entonces huyamos , abandonemos el Morvan, tú' la Chatrii;,;neraie, yo la Fauconniere... [Marchemos! ¡Vamos ha>.ta donde" haya un camino para andar, un rayo de s >\ para alumbrar nuestro camino, la sombra de un árbol para cobijarnos de los ardiente» rayos del Mediodía! ¡lrein,js á doudo quieras, al_.Norte ó al Sur, á Alemania ó á It.ilia, rae importa poco! Soy joven y té amo, seré fuerle, trabajaré para tí, tu sonrisa bendecirá mis esfuerzos; en un sitio cualquiera de la 'tierra, con tal que sea lejos de áqii, encontraremos do seguro un anciano sacerdote que practique el Evange lio y qae sepa que Dios manda perdonar. La ivienVe- nius nuestra historia, el odio impío de nuestros p.adres, nucoiro anur... y nos unirá , Elisa ; comprenderá quo en nosotros, qne debiéramos odiarnos , os noble y bueno amarnos y anoyariios uno en otro... —¡Dios mió! dijo Elisa interrumpiéndole con vive- za, ¿me propone V. un rapto, .\lberto? —Sí, Elisa , parque es el único recurso razonable que le queda á este amor quo nuestras dos razas re- prueban. —¿Sabe V., Alberto, que eso sería un crimen? —¡Un crimen, Elisa! ¿Porqué? —Forque desobedecerianios á nuestras dos fa- milias. —Pero ya sabe V., Elisa, que el desobedecerlas es el único medio para vencer su obstinación. —Quizás... —¡Oh! no intente V. hacermejcomp.irtir nna espe- ranza qne V. misma no siento. No , ya lo sabe V., la sangre de mi tio estará siempre bastante fresca para imp>^dir que mi padre... - P u e s bien, respondió Elisa, ¡recurriremos á ini.s tios, darán pasos conciliatorios, si es preciso! ¡l'asus mutiles ¡Dios mió! murmuró la joven con alterado acen- to; ¡lo quo V, me propone es espantoso! —No, y luego nos amaremos tanto, Elisa adorada, que Djos nos-perdonará. Elisa suspiró y calló, —Escuche Y., prosip!nió Alberto , tengo,ilgun di- nero<, próximamente cuatro mil francos. Suv mayor de edad y puedo disponer de ellos. Están colocaílos en Ncvers, en casa de un banquero , y me es lícito reco- gerlos el dia que quiera. (Se conttBuará.) \l

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Page 1: PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO

AÑO SSIII '^^^^R^ 7,389. Luiies 4 de Setiembre de 1871.

HEBÍ.CCION, CÁLLC » E LAS TORRES, Külí. t i .

Librerías de Cuesta, calle d« Carrsias, y da López, calle tiel Cárm&ii.

SISTRANJERO. £n Parí», para suscriciones y anuncies, C. A. Saavcdra,

rué Taiboul, 55. Para suscriciones también. librería de lí. Denné Schmitz, , me Fayart, 2, y librería de Medina, pasaje Jeufroy. Mndres , para anuncios y suscriciwnes, C. A. Saavedra, 1,

Ceci! Street Sirand. Para ««scrieiones, librería de Hachette, U, King William,

Streot Strand, Chidley Cortázar, 66, Bernar Street, ftrferd Su-eel, Panzet, 83, London Wall, 93, y Maitrice U,

Taristok Street Corentgarden.

XnjTBMMAXL. Habana, «D la Propaganda Literaria, «alie tí*la Habana.

EB Manila, «asa áe los Sres. Rarairaz y Girandar.

PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO.

PRECSiS BE SüSGRieíON.

Diez y seis "reales al mes o.n Madrid. E S T K A N J E B O .

París y demás naciones de Europa, 23 frs. tres meses Ldndres, una libra esterlina el trimestre. Un mes lofr»

A N T I L L A S . Dirigiendo libranza, 90 rs. trimestre, franco de porte,

y bechas en casa de los comisionados, 100 imcpnsTAs y AMEBICA ESPAJEÓLA.

Ciento veint» reales trimestre, franco de porte POBTUGAL.

70 rs. el trimestre, franco de porte. P B O Y I N C I A S .

Dirigiendo libranzas, 50.' rs. trimestre y 60 haciendo •• la suscrition pef los comisionados.

; Los anuncios de Madrid se admiten á uno, dos y tres reales Unea de cuarenu letras, en la&oficinas de LA ÉPOCA,

calle de las Torres, núm. H, y los de proyiacias enviando libranzas al administrador.

€(»Hai>icados i 4 reales l&ica.

CAUTAS D E ASJtoDÉo;

SUHARfe.

Una' fiesta campesae.—Donde se recuerdan las «Dodas de ! . Gamacho».—C.umMa y baile al aire libre.—«En agosto i • {fio eu rostro.»—ii'uegos de artilicio y bengalas.—Banque- i

te democrático.—Sigue el baile.—El coiílíon.—Un corazón j . y iin carácter.

TnoüyíLLE 29 de agosto de 1871. En Francia y en algunos puntos de España se ha esten-

dido ya la escclenle costumbre inglesa de avisar una hora «¿tes, y por medio.de tres toques de sonora campana, las del alniuerzo y la comida á los que habitan en el campo.

El primer toque, generalmente i las diez de la mañana, despierta A los perezosos y les avisa que deben comenzar i prepararse; á la» diez y media eí segn«do les anuncia que solo faltan treinta minutos; y el tercero i. ías once es lá señal de 5«e el desayuno está en la mesa.

Después de nn dia tan fatigoso y agitado como el que he descrito en mi epístola anterior, no estrañarín los lectores guMurmieseplsueñoíltíJ justo y no del diablo cuando la «nipana del shat^au de B... vino á despertarme sobre-Sfltádo. , , • • Me eché dp la cama i. toda prisa, y antes de que se ojera el tercer repique estoba en el salón princ;,oal, punto ordinario üe reunión.

. Pero habia olvidado que era domingo^y qud la misa de-bía preceder al banquete matutino.—Así aquel ¡dia Jf cam-pana llamaba ante todo al cumplimiento del precepto cris-jMano. ,,

í: La capilla del castillo es una peq'ieña iglesia, con su cií-pula elevada y graciosa; con sus capillas laterales adornadas de retablos y de cuadros; con su Coro, semejante á los de los «emplos españoles, desde donde en ciertas fiestas solemnes se «antan los salmos sagrados.

Llena est:iba á pesar de su estension cuando penetré en ell»; porque liabian llegado nuevos huespedes al amanecer, y porque colonos, arrendadores y criados asistiau al Santo Sa-crificio coa especial devoción y recogimiento.

Como único estranjero, me dejaron el puesto de honor en la tribuna, entre el marquds y la marquesi.

Concluida la misa, el sneerdote diilgid desde el altar uiia «sera plática á sus oyentes, inculcíndoles la observancia de los preceptos religiosjs y »ul respeto ií sus superiores.»^ Esto parecía dedicado á ios numerosos dependientes do.los diieñys del «astillo, qiie ocupaban la parta baja de la C4-

* » » • ' Concluido el oficio divino, al que siguid inmediatamente •1:almuerzo, salimos a¡ jardín á examinar los preparativos hechos parala tiesta. ~, En el centro se habia formado uu vasto salón de baile, cqn guirnaldas de flores naturaleí, con bancos de rausg?, *Oti multitud de graciosos adornos, esUtuas y gallardetes.

.GlpDos venucianos, vasos de colores, coiosal(« candela-bro» debían iluminarle profusamente por la noche, así como las Calles y alamedas inmediatas.

En el iado izquierdo, cerca de la verja que da salida hl «ampo, notábanse aprestos formidables para la comida de «os colonos, arrendadores y criados.

Anchas y largas mesas de pino, sobre las cuales se velan '-°j^í*"|''y^?. ^ 9 **4^"í»s,y Piínes de ocho i diez fibras cada Uno,' estaWu dispuestas á soportar Ijs manjares que & su üempj debían cubrirlas.—Platos de porcelana ordinaria, puntúigudos cuchillos, limpias servületas indicaban el sitio •le cada uno. üu oefieiUa á ciento eran los comensales que debían lomar parte en ,el festín monstruoso y consumir las Jigantescas provisiones destinadas á ellos.

Eu ei lado opuesto, es decir, á la derecha, se veía una preci'jsa tíeud i de campanil, debajo de k cual habia una mesa para sesenta cubiertos.

Riquísima vajilla, manteles elegantes y finos, bronces de gran precio, cristalería de tíoliemía, jarrones llenos de flores, fruteros y compoteras de plata, h¿ aquí lo que se ostentaba encima de ella.

Enfí-ente, una pequeña tribuna con atriles indicaba que 4 los convidados al banquete se les obseíjuiaria además con una buena orquesta.

En lin, en la parte mis baja del jirdin, árboles di! pólvo-ra, con ruedas, soles y otros aparatos, revelaban que por U noche se disparariau vistosos fuegos artificiales.

* * * A cada instante llegaban sucesivamente los convidados,

i>¡en al banquete aristocrático, bien al popular ó plebeyo. ^ Los unos vestían traje de rigorosa etiqueta; los oíros el

pintoresco atavío de los paisanos normandos. Y todos estos, arrendatarios, colonos, criados antiguos de

« familia de B..., traían su ofrenda » los seiiores; quién un I •^«antal «blanco como la nieve;» quién dos quesos; quién

7 0 L L E T I N D E L A EPOOA. 20

«N ODIO ÍE» FáMIUA. «•TELA SSCtlTA BN rKAI CRI

P O f t ^ a i . VIZCONDE POWSOIT DU T B B B A I L .

I

Se seillii al pi*í de un árbol y se abandonó á sus pensaraieut:'»s- La pobre y cAudida niña escuch:iba dií-traida el iuur."^ullü plañidero de la brisa que contaba sus secretas peitas á las hojas de los árboles ; apenas oia el monótono canto del grillo...

Lo que por coirpleto preocupaba á Elisa , el ruido

Jue aguardaba para estremecerse , era el de los pasos e Alberto : el único punto que, en medio de la oscu-

fidad de fó noche, absorbia su atención y sus miradas, era un sendero angosto, tortuoso y blaiiqueciuo que, atravesando el valie, iba á parar i la Fauconnierc.

Por allí era por donde debia llegar Alberto, y sin embargo, Elisa aguardó mucho tiempo...

Pero recordó todas las lindas frases que le habia dicho en su última entrevista, y Elisa halló tanto pla-cer en aquellos dulces recuerdos que aguardó con pa-ciencia.

Por lili creyó oir un ruido leve y prestó atento oido. >quel ruido creció al acercarse ; luego Elisa vio

«n puiito ?iegi'o que se niovia 4 lo lejos en el rastro blanco del sei.'dero.

Aquel punta se acercó y f^é crecíeíüdo cada vez is... Entonces se levantó Elisa, se adelantó á su vez ha-

cia aqael punto negro, y muy luego dijo «n voi baja;

- Í E S V., Alberto? —Sí, yo soy, contestó el joven. Los dos amantes se estrecharon cariñosamente las

manos', y Elisa tendió su rente ul joven, quien estam-po eu ei'a un casto beso.

—Querida Elisa, murmuró Alberto con su voz dul-ce y triste, hoy he hecho á V. aguaroar. pero no ha sido por culpa mia, se lo juro.

¡mas.

una cesta de frutas esquisitís; qméñfíifíih,' fiUgVós i'íescCB» de aquella misma mañana.

La marquesa recibía los presentes con ¿fiísion y gratituil; y los campesinos se disputaban el honor de tocar con los labios el delicado cutis de sus manos blancas y delicadas.

¡Cuadro tierno y consolador en estos tiempos el de aque-llos sencillos habitantes de las aldeas, que no solo conservan Í3rofundo respeto á sus amos, sino que les tributan siheero cariño!

A mis ojos, lo mas interesante de la fiesta que tan detalla-damente voy refiriendo, fué semcyante espectáculo^ de liospj-tolidad gpnerosa de parte de los unos, y de veneraciou y afecto dtt la dei los otros. ; . . , • •

A las cuatro de la tarde fuimos convocados todos á pre-senciar la comida de aquellas buenas gentes, que al ver lle-gar á los marqueses prorumpieion en vítores y aclamacio-nes.-/Vivon lo» paclrei i$ lo* pobrét!—era el grito mas unánime y elocuente.

La marquesa, con su afable y dulce sonrisa de siempri;; el marqués^ con su graye y pláí iíjo semblante, se sentaron en los dos ceijtrós, enfrenlejel uno ^l otrp: á los lados, en pié, armados de celosales cuchillos, estaban sus numerosos comensales. . .

La mesa ofrecía un aspecto verdaderamente singular, y recordaba el famoso episodio de las bodas de Camachoí en medio se veía una vaca entera—6 un buey, como dicen én Francia,—perfectamente asado, rodeado de tiernos marráni-Uos, de dos corderos, de varios cabritos, y de otros manjares en grande cantidad, , .

Inmensos fruteros, llenos de peras, albaricoques y uvas, completaban aquel ianqueie mónitruo,, .ilígno de HoJU?-gábalo. ^

A una seña de la marquesa, los convidados se precipita-roasobre.U vaca coi? sus cortantes cuchillos, y la hicieron pedazos, mientras .otro» dividiafl los panes y l.os reparti»B;í ¡Oí ieüera»,T-segun ello» las llamaban. ;

Los criíMlüs principales del castillo circulaban en tornB, llenando los vasos devino con la misma rapidez con que se vacioban.—Detalle característico; no se veía ni una sola bo-tella de agua. Hombres y mujeres, jóvenes y viejos, todos bebían el rojo gorgoña que se.le»,scryía con píofusion.

Cuando la comida hubo adquirido cierto carácter de ani-mación, los marqueses abandonaron la presidencia, y vinie-ron á unirse á los espectadores.

¡Qué semblantes tan alegres, tan satisfechos, tan orga-llosos!—¡Comer en el castillo siendo casi servidos por tós amos! ¿Qué honra mayor se les podía dispensar á aquellos honrados y fieles servidores, que de padres á hijos hablan pertenecido í la ilustre casa de B...?

k las aclamaciones de antes sucedieron los brindis, repe-tidos, estrepitosos, delirantes, mientras desaparecían cómo por ensalmo las inmensas provisiones que cubrían las mesas y lo» aparadores.

No recuerdo haber visto comer nunca con igual apetito, í mejor dicho, con igual voracidad.

El primer toque . pira nuestra comida, nos arrancó de aquel curioso espectáculo.—Las señoras corrieron á poner-se los trajes de baile; los hombres, menos precipitadamente, fuimos también neui endomr el frac negro y la corbata banca.

A las seis, cuando sond por última vez la campana, tbdo el mundo ocupaba su sillo.

Veo que me estiendo demasiado en mi narración, y que será preciso omitir muctws detallos.

Así no diré que la comida fué tan espléndida y delicada en un viejo castillo situado en el fondo de la Normandía, como pudiera serlo en el palacio mas suntuoso de París; tampoco espresaré que el vatel ó coeinero de los marqueses recibió una ovación entusiasta de los convidados, y que fué menesttr encender luces para dar fin á aquel banquete p#«-tagruélico.

Pero no es posible omitir cierta circunstancia notable: la marquesa colocó á su lado á un antiguo administrador suyo que cuenta 104 años.

Eu Normandía, los centenarios son objeto de religioso culto, porque se cree que cuando Dios prolonga tanto la vida d« un hombre, es porque recompensa asi sus virtudes y merecimientos.

Al levantarnos de la mesa,—á las ocho de la noche,—es decir, dos horas después de habernos sentado,—el salón del castillo estaba lleno ya de c ,nvídados al baile.

La marquesa de B... habia lanzado sus invitaciones no solo á toda Normandía, sino á París mismo: asi el último iren de la capital trajo infinitas personas; y de Hontleur, de Etretat, del Hivre, (ie Vdlers, de Trouville, de Cabourg, llegaban iunuraerables familias á caila nsjinento.

.riví^iligeaeiea inj^esas, breaeks, carretelas, faetones; cestos, conducían á la juventud brillante y animada que debia ser el mayor atractivo del sarao.

Las señoritas, cual sí se hubiesen puesto de acuerdo, ves-tían aéreos trajes de muselina 6 de tarlatana blanca, con an-chos ciúturóncs azules ó color de rosa: en sus lindas cabe-zas no habían colocado mas que las hermosas flores que con tanta abundancia produce Normandía.

Las señoras casadas, proscribieBdo también de su toca-do las joyas, ostentaban gran sencaiez ca sus <tíí7eííe.9, cosa natural en una fiesta campestre.

' • „ - . . . , . * * -

A las nueve comenzó el baile en el jardín, aun cuando la brisa suave de la tarde se habia convertido casi en hu-racán. •

Los farolillos, venecianos se incendiaban, lanzando una okridad siniestra; los flameros y las bugías se consumían rápidamente sin dar luz; las madre» y las tías se envolvían ei? lius abrigos de invierno; y encargaban á las hijas y á la» sobíiiías' qué hicieran lo mismo; en fi n, muchas personas -se refugiaban eu el castillo, huyendo del frío que se dejatía sentir.

, Fué menester mandar disparar antes de hora los fuegos artificíales, con grave daño de su efecto; fué menester hacer iluminar á toda prisa el salón principal del ehateau; íüé en fin indispensable cambiar las condiciones de la orquesta, que al aire libre podia ser mas ruidosa que entre las cuatro pare-áe» de una estancia cerrada.

• • Los que no se quejaban del viento, del frío ni del calor,

er^n, los campesinos, que después de su comida habían co-raenzauo á bailar, alumbrados por grandes antorchas resi-nosas, que tenían en las manos numerosos criados. A la luz rojiza que estas despedían era el mas fantástico de todos los cuadros contemplar á aquella gente joven, robusta y ígil, algo animada por. las,, libaciones, ejecutar alteruativa.-mente ¡wurrrfe* y contradanzas.

Confieso i y. mi pecado, amigo director: mas me divertía vecdaníaíjá los rudos campesinos,normandos, que 4 las ele-gantes damas y i los atildados pollos xjue se entregaban á las delicias de la polka y del wals. . ; • >, .

Pollos he dicho, y la verdad es que no llegarían i una do-cena los que merecian el nombre do talos: la mayoría de los bailarines eran hombres casados de 40 para arriba; solterd-hes nO más tiernos y viudos consolados.

Porque es de sabor que solo en Espafia es donde ló» hombres bailan únicamente en lo» primeros añoj de su ju-ventud: ea k)» demás países lo hacen, mientras sus piernas conservan la fuerza y el vigor necesarios.

Aun recuerdo haber visto walsar al desterrado de Chis-lehurst, cuando hacía tiempo que habia cumplido el medio siglo.

Así no me chocó lo qae observtj en el castillo de B.. , y ló coDsigtio eomo uif dato-earíos'ó para mis lectores.

- " : . • • • • •

» » Me veo obligado á abreviar, porque esta ca^ta se hace in-

terminable. ' ' A las doce ebniénzó'el cotillón con toda clase de capH-

chos y juguetes traídos dé París. Dirigíalo el marqués de Bois-Chemin, acompañado de la

hija única de los marqueses de B..., que abandonara aquel dia por primera vez las tocas de viuda, y que aparecía ra-diante de belleza y de juventud.

A la una se sirvió una cena espléndida, y de dos á tres fué la segunda parte del cotillón.

Cuando á la mañana siguiente me despertó la campana que anunciaba el almuerzo, dudaba yo si habia soñado todo lo ocurrido el día anterior.

Necesítase una imaginación grande y una fortuna todavía mayor, para poder celebrar una üesta tan suntuosa y tan magnífica.

Esto mismo decía yo á la marquesa al ocupar mi puesto al lado suyo.

—.No lo crea V., me contestó sonriéndoso. Solo se nece-sita un poco de buena voluntad.—Mucho de lo que gastamos no nos cuesta el dinero; es el producto de nuestros campos, de nuestras granjas, de nuestros bosques. Además, son li-mosnas indirectas que hacemos á los pobres, á cuyo poder va í parar lo que invertimos en la ostentación y en el lujo.

—¡Ay amigo mió!—añadió con un suspiro.—¡Felices nosotros los que podemos hacer algún bien! ¡Felices aque-llos á quienes Dios ha concedido alguna riqueza, no para consagrarla i sus propios goces, sino para invertirla, de un modo d de otro, en aliviar la condición del que trabaja, la miseria del que padece!

¿De qué modo mejor podría terminar mi carta que con palabras tan nobles, las cuales describen gráficamente un corazón y un carácter? ASBODEO.

CAUTAS DE PBANCIA.

PAHÍS 1.'dc'Setiembre de 1871. Señor director: La conducta que ha observado Mr. Tliiers

en la proposición Rivet. trae á la memoria de los hombres |X)-líticos do Francia la vida publica del jefe del poder ejecutivo, sobre la cual se han hecho ooraeiitaiios por todas partes, en los salones y los círculos.

Estos comoíitarias no le han sido favorables, y en la pren-sa Mr. VeuiUot ha escrito una biografía de Mr. Thiers, en el estilo agrio y violento que acostumbra el director de L'U>i-VERS.Los revolucionarios nOstm do este -modo do pensar, porque tienen una lógica acomodaticia y sin escrúpulos en tratándose de subir al poler. Cuando ignoraban lo quesería Mr. Thiersen el gobierno.Qambettase habia arrinoonadoíen Síin Sebastian, los,periódicos radicales y la estrema izquierda de la Címara se mostraban hostiles y preocupados del.por-venir; pero después que le han tomado eí pulso y saben los puntos que calza, Gambetta vive entre nosotros y los de-magogos se muestran tan contentos y Satisfechos con m,oq-sieur Tliiers, como el famoso maestro de escuela tifi la come-dia de este nombre, ' •• ,

Los que han visto Le maitre d'eeole en el teatro Des Va-rietés, saben las tribulaciones cómicas de este maestra dees-» cuela de una aldea al saber la llegada del insfioctor de ins-truc<;lon públioa delegado para visitarla. Los espectadores se torcían de risa con los cómicos Levasseur y Hyacinthe que representaban los primeros papeles. Cuando se cree per -dido el maestro porque sus discípulog ignor^intes no hacen cosa derecha y responden m¡l disparates, vé el cielo abierto observando que el inspector es sordo como una tapia. Así al despedirse dice «1 maestro de escuela con efusión á so ins-» pecior;

Ruego á Dios y sus santos que cuando se le antoje al gO<-biorno mandar algún inspectorpara visitar mi escuela, sea us-ted y no otro. Esto mismo dicen los revolucionarios de mon-sieur Thiers desde que sirve de instrumento á sus fines y faci-lita sus aspiraciones.

Mr. Vacherot' ha tenido el atrevimiento de escribir á un periódico de las provincias, que en su opinión la Asamblea nacional puede sor Asárhblea Constituyente para establecer la república, pero no para restaurar la monarquía.

Nunca la restricción mental de lo^ jesuítas habia alcanza-do tanto, y el confesor que cita Voltaire defendiendo al secre-tario de Le Pcre Lachaisse distinguiendo el pecado de eoulpe de otros pecados, no arguye con mas cinismo que el filósofo Vacherot.

Todos los argumentos son buenos para defender la repú-blica, desde la filosofía de Vacherot hasta la ley del embudo, y se ponen en práctica con una fXirseverancia infatigable. '

Mr. Vítet y los hombres de Estado que componen la ma-yoría, cinociendo el juego de los revolucionarios, no se ton dejado sorprenijer, á pesar de las debilidades y flaquezas íde Mr. Thiers,. quien quedaba absuelto, porque así lo exigen )as circunstancias.

No se puede ya negar que al jefe del poder ejecutivo le falta algo que nadie salit explicar para ser el hombre de go-bierno que se necesita en los momentos difícíhs en que no» encontramos. Pero con sus Imperfecciones mismas, es el sólo hombre Mr. Thiers en Francia que goza de prestigio y que puede aliviar la situación.

La mayoría ha manifestado en esta ocasión mucha cordu-ra y una intídigencia superior. Tiene la mayoría, sin*mba.r-go, en la estrema izquierda por enemigos hombres capaces de todo y que no la dejarán vivir tranquilamente. Así vemos que la campaña de disolución continúa, y que se cubren la» listas de firmas con peticiones de los pueblos pidiendo la dj-solijcion de la Asamblea naciopal,

Después de la batalla Cfue las dos Izquierdas han perdido con la proposición Vitet-por una mayoría inmensa, ahora tratan de dar un escándalo y crear un conflicto presentando la dimisión de diputado^ en masa, siguiendo el ejemplo que les ha dado el general Faidherbe. Su objeto es acabar con la mayoría, juzgando-quc Mr. Thiers y Simón les han do dar unas elecciones favorables á sus Intentos, como las de julio de este año. La mayoría, que sabe esto y que ha sufrido,con resignación y por patriotismo la presión de ^r, Thiers, so prepara resiíelíamenté al combato.

Si el gobierno continúa prevaricando, no será difícil que lance el Qms ego, y dueña y soberana como es la mayoría de la Asamblea, pondrá á la razón lo mismo á los comunistas y revolucionarios del gobierno, como á los de la Asamblea y la administración.

Entonces será ocasión de hablar Je disolución y de otras cosas mus.

El mal humor del periódico gambettista LE SIECI,R de-muestra hasta qué grado ha triunfado en la Asamblea el par-tido conservador, votando el proyecto de Mr. Vitet ¡por480 votos contra 03!!!

Por su parte Mr. Thiers y los que le rodoin han recibido una lección severa, aunque merecida, y ¡Dios quiera que sir-va de provecho! si bien no se aprende "ni se eumienda nadie á los 75 años.

Sr. D. Roque deUrrutia, en la edad está el misterio.

Puedo asegurarse también que si Mr. Thiers y los suyos vuelven otra vez á las andadas, cueste lo que cueste, se lim-piará la casa para no asfixiarnos con tantíiabominable contra-dicción y tan acaloradas discusiones.

LOS periódicos franceses han principiado á íinitar el géne-ro de literatura política adoptado en Inglaterra por la con-quista hipt'tica do la Alemania titulada la batalla de üor-king, de que dimos cuenta á nuestros lectores en anteriores correspondencias. Ha roto el fuego el periódico LE FÍSARO, haciendo ver lo que será Francia el anJ de 187... cuando hayan hecho la revolución Faidherbe y tiambeita. El autor no nos parece q'ie ha sido muy feliz en esta ocasión; pero pone de manifiesto las aspiraciones d(i los generales franceses en la persona de Faidliorbe y las del ilustre demagogo Gambetta en la clase revolucionaria civil,

Los Ingenios españoTestienen ocasión de lucirse pintando loque será la España en 187... si continúan mandándolos mal llamados progresistas.

El proyecto de ley modificado por Mr. Vitrt después do la declaración de amor que ha ingerido en él Mr. Dufaure, aumentado con la responsabilidad.del presidente de la repú-blica y mermado del carácter que se tomaba de constituyente la Asamblea, es en la esencia lo mismo queauuijcití mi carta del 25 del mes último.

Después de la longanimidad que ha manifestado la ma-yoría en todas ocasiones con Mr. Thiers, nos parecía pueril la adición de Mr. Dufaure; pero los horaDi-és de cierta e.lud son como los niños, que se enfadan y echan á llorar cuando no se ocupan de ellos á todo momento. Vamos, finalmente, i en-trar en algunos días de calma que buena falla no* \vxct.

Mi carta anterior ponía de manifiesto la ¿«casa garantía qué ofrece en la suscrioion al cmpróstito el primer pa<»o de 2 por 100, á menos que antes de abrirse 1» snscricion lío de--olare el gobierno que decomisará la garantía én caso de que no «e paguen puntualmente los plaza* al vencimiento,

Hemos leído mas tarde detenidamente las condiciones del e'mpréstito, y notamos oón sorpresa que el precio de 31 por loo está fyad) lo mismo para los suscritores en Madrid, como para los suscritores en l'arís, cuando se sabe que exis-te una diferencia considerable en eJ cambio.

El cambio corriente.entre París y Madrid suele ser de cinco francos ?0 4 cinco francos 25.

La pieza de 19 rs.' ó cinco francos, se calcula que se estima y corresponde «1 cambio de cinco francos 26 el peso fuerte.

La onza de oro española, que erdinariamente vale de 82 á 84 francos, vient á, representar el capibiu da cinco fran-cos.tS,. '

Tomando este 'tipo de cinco francos 25, el suscritor de Madrid no pagará el peso fuerte de la suscricion, sino á ein-.eo francos,2í como décimos, mientras .que el suscritor de París pagará á razón de. cinco francos 40 ;el mismo poso fuerte.

La" diferencia en fatór del suscritor de Madrid es nada monos que de tres p*r ciento, y ninguno que sepa contar po-drá hacerte suscricion en el estranjero.

Esta disposición del gobierno, va á causar una grande pertupbacipn en los cambios con perjuicio del comercio, y ha de lastimar otros intereses.

Nó sé fcón qtié caha podrán recibir lo» comisionados de la «uscricion en el estranjero á los suscritores queso p'resentcn, cuando sepan que en Madrid y Barcelona el Tesoro da el mift-mo papel 3 por lOQ mas barato. Aquí, ,ó hay un,error deplo-rable, ó no es exarita la cifra que din los periódicos, üsteiles sal)rán espUcarnos e,Ue eni^rrta. Los fondos eápañoles suben. La casa de Rotsctiíld es favorable al empréstito , y corre la noticia deque la casa de Baring de Londres toma á= u car-go la parte quo el público no suscriba.

Se habla seriamente de la dimisión de Julio Simón. Esta noticia dóihoide feotí IS llegada de tro¡las á Lyon , para ase-giirar el orden en caso necesario. El duque de Broglle desea también dejar la emjiajada de Londres, y en este caso lo reemplazará Mr. D.rouyn de Lhuis. ' .,,

' A'yer'tué onterítudo el^Célübrenovelista'popular l í r . Paül de Soclí, tócü^ j í lá édíí'dé' setenta y ocho años. Cuenta un periódico qne" de lodos los romancista» frañheses, las obra^.deeste autor figuraban en la biblioteca del Papa Gre-gorio XVl, Sin eii\bargo, pocos rpmancUtas sa han atrevido i escilbi'r, después de Rabelitis, en el tono crudo del autor del Cocu.

Su hijo Henri tiene él cetro dé está dinastía de escritores que son tan populares en Francia, y que, según ellos dicen, escriben en el estUo dy la Biblia. El entierro, ha sido civil, pues eldifuató era do la escuela de Saint-BejUVe.

Eí emperador Napoleón se lia presentado por primera voz en las calles de Londres, en donde ha sida muy bien recibi-do da los ioglfises, y aclamado segua la costumbre inglesa. Napoloen con su guerra de Crimea y el tratado de comorcio, ha mostrado ser el mejor amigo que ha tenido en los tiem-pos modernos la Gran-Bretaña, y nada tiene de estraño esta acogida de su parte. -

Los diputados de la izquierda, después del fiasco que ha lieclio,la,ft?opí4ieioa ai#et apoyada por ellos, anfienazabaa como decimos mas atrás eon dir su dimisión en raas?„ pero Según las noticias que recibíaos á última hora, i:) han pen-sado mfjor y todo se pasará en calma.

Jules Favre y Ferry han votado ccVi Gambetta en la in-o-posicion Vitot, couirariamente, 1 su ad-laiere Simón, «jue lu votado con la mayoría,.

Mucho se ha S.ablado estos dias atrás sobro los preparati-vos revolucionarios para festejar la revoluiiion de setiembre el dia 4 de este mes. ,

A invitación del gobierno, algunos pueblos so abstendrán, pero en Burdeos el comité de la propag ¡nJa republic.ma ha, decidido que el día 4 de setiembre será una fiesta nacional. Que los republicanos están invitados á poner banderas en las cusas de dia y i iluminar de noche.

Finalmente, en la sala del gran teatro se celebrará una conferencia sobre la vida ds Washington. Mr. Le,jn Say ha desbautizado la calle del 4 ds setiembre, dándole el nombre de calle de la Opera. En ocho meses esta callo ha cambiado cuatro veces dj nombre. Primero sa llamaba calle del 2 do diciembre, luego del 4 de setiemlirí!, desimos calle de la Ciim-mune y ahora toma el nombre, comí decimos, de calle de la Opera.

Tenemos un tiempo de cilor sofícaníe y bochornoso que no permite hacer nada de provecho.

Hoy se creo que terminará el proceso de los jefes de la Conimune en Versalles. Ya es hora.

EI.GBUELO.

Los periódicos de provincia», y espocialmonte •iquellos que se publican en las poblacionoj marítimas, vienen estos (lias muy preocupados con la cuestión do sanidad. Todos re-producen la» disposiciones ajoctadas por el gobierno. |>ero nlgunos creen que nosesbservan exueUmenle, y Uamaa la atención do aquel para que redoble su celo.

m —¡Ah! dijo Elisa con tono d« cariñosa recouren-

cion, veamos la disculpa de V., caballero. —Mi hermana está enferma, respondió Alberto. —i De veras 1 esclatnó Elisa con acento compa-

sivo. . , ,, —Ha sido herida en la cacería por un jabalí. —¡üiüs mió! murmuró la joven temblorosa y recor-

dando que, durante el dia, habia visto á sus tíos res-tregarse las manos con satisfacción hablando de un ja-balí con su cria; quizás su herida seni peligrosa...

—No, respondió Alberto, es un rasguño, pero, sin embargo, le ha producido calentura al anochecer, y guio en este momento me separo de ella. Pero estuvo espueslu á morir...

Y Alberto refirió á Elisa lo que había sucedido y cómo se habia librado Dragona de tan terrible peligro, merced al auxilio de Gastón.

Elisa le escuchaba con júbilo; comí rendía instinti vamente que aquel mérito que habia contraído (iaston para granjearse el afecto de la familia de Lancy, de seguro le sería á ella muy favorable, y que podría muy bien suceder que el inveterado rencor que mediaba entre los Lancy y los Vieu\-Loup concluyese por des-vanecerse á impulsos de aquel dublé amor.

Sin embargo , recordó el encargo terminante de Gastón, y como las mujeres, por muy candidas que puedan ser, siempre saben disimular perfectamente sus impresiones, hizo á Alberto mil preguntas acerca de su primo, y quiso saber cuál era su género de vida en el castillo de la Fauconniere.

Alberto le respondía con distracción, y á medida que hablaba aumentaba su tristeza, mientras qae Elisa continuaba charlando como una loquüla, y aun algu-nas veces se roía con toda su alma.

—Ülisa, dijo por fin, venga V. á sentarse allí, al pií de hueslro árbol favorito; es preciso que hablemos larga íuente.

—¡Ah! largamente no, dijo Elisa, porque he esta-do aguardando i V. mas du una hora, y me reñirán raucfiü si vuelvo tarde.

.-^.Seré breve, respondió Alberto, pero tongo que hablar á V. sértiménte, querida Elisa. Quizás nuestro porveniventero dependa de esta entrevista.

Elisa le siguió sorjirendida hacia el árbol, al pié

del cual se sentaron, sin presentir que la bala del ba-rón de Vieux-Loup podia ir á buscarlos allí.

—¡Dios mió! esclaraó Elisa, qué triste y qué solem-ne está V. esta noche!... Alberto, ¿qué le ha sucedido á usted?

—Nada, Elisa, pero he reflexionado mucho. - ¡ A h !

"^He reflexionado mucho, repitió Alberto, desde nuestra última entrevista, y procurad considerar con caima nuestra situación.

—Yo también, dijo la joven. —¡Elisa querida! ya sabe V. cuánto la amo...

, — Í Y yo, no le amo á V., por ventura, Alberto? —Lo sé, Elisa, y por eso mismo... Alberto se detuvo. —¡Dios mió! esclamó Elisa con impaciencia, ¿qué

tiene V.? —Ya sabe V. el odio que existe cutre nuestras dos

familias. —¡Ay de raí! repuso la niña suspirando. —Y cuan grande es el abismo que nos separa. —Le salvaremos con nuestro amor. —¡Niña querida! replicó Alberto moviendo la ca-

beza, no lo espere V. —¿Y por qué, caballero? preguntó la joven con

energía. Recordaba las vagas promesas de Gastón y tenía fé

en él. —¿Por qué, Elisa? Porque los tios de V. y mi pa

dreson inflexibles. —¡Quién sabe! —¡Niña!... —Iremos á echarnos á sus pies. —Nos rechazarán. —Suplicaremos. -^¡Trabajo perdido! —¡.\h! no sabe V., Alberto, cuánto me quieren

mis tios. —Lo sé; pero, supongamos por uu momeito que

su. cariño sea bastante poderoso para dominar á s u odio, V que consientan en nuestra unión...

—Entonces, esclamó Elisa gozosa, todo irá perfec-tamente. . . .

—No, Elisa, se equivoca V. de nuevo... Si los tíos

de V. se dejan convencer, no por eso sería mi padre menos inexorable.

—¿Según eso, su padre no le quiere? —Prcliere á mi hermana. —Eso es muy natural, pero, sin embargo, querrá

á usted. —Asilo, creo. —Y su madre quiere á V. con adoración. —Mi madre es una 'nujer santa y nuble que no sabe

mas que resignarse y orar. Obedece siempre á mi padre.

—Pues bien, yo doblegaré al señor marqués... Iré á echarme á sus plantas, me mo.straré muy elocuente y dulce, muy persuasiva, muy humilde; le'pediré per-ion por todos los agravios que le huyan inferido mis antepasados... Una mujer que pide perdón es capaz de ablandar á una peña...

—¡Olvida V., Elisa, que nn tiode V. mató al mió! —¡Es verdad! murnmró Elisa b;ijando la cabeza y

recordando de improviso que quizás Gastón no habria previsto aquel obstáculo insuperable.

—Por eso, repuso Alberto, cuanto rais pienso en nuestro amor, mas comprendo cuan insensato es, y que nuestra unión es imposible.

Elisa suspiró y estrechó con vehemencia las manos de Alberto.

—Sin embargo, prosiguió el joven conmovido, ¡te amo, querida Elisa! Te amo con pasión, con delirio, y mi amor me matará si ha de verse frustrado.

—¡Gállese V.! esclaraó la niña tapándole la boca con su linda y blanca mano; ¡no diga V. esas palabras feas, Alberto mió!

—¡Escúchame, repuso el joven, escúchame sin in-terrumpirme, Elisa!...

—Ya escucho. —¿Crees que dos seres que se aman, para ser feli-

ces necesiten vivir en la comarca en que han nacido? Elisa enlazó con sus brazos á Alberto y respondió; — j.N'o! Cualquier rincón del mundo no será nunca

bastante grande para encerrar nuestro amor. —Pues bien , entonces huyamos , abandonemos el

Morvan, tú' la Chatrii;,;neraie, yo la Fauconniere... [Marchemos! ¡Vamos ha>.ta donde" haya un camino para andar, un rayo de s >\ para alumbrar nuestro camino,

la sombra de un árbol para cobijarnos de los ardiente» rayos del Mediodía! ¡lrein,js á doudo quieras, al_.Norte ó al Sur, á Alemania ó á It.ilia, rae importa poco! Soy joven y té amo, seré fuerle, trabajaré para tí, tu sonrisa bendecirá mis esfuerzos; en un sitio cualquiera de la

'tierra, con tal que sea lejos de áqii , encontraremos do seguro un anciano sacerdote que practique el Evange lio y qae sepa que Dios manda perdonar. La ivienVe-nius nuestra historia, el odio impío de nuestros p.adres, nucoiro anur . . . y nos unirá , Elisa ; comprenderá quo en nosotros, qne debiéramos odiarnos , os noble y bueno amarnos y anoyariios uno en otro...

—¡Dios mió! dijo Elisa interrumpiéndole con vive-za, ¿me propone V. un rapto, .\lberto?

—Sí, Elisa , parque es el único recurso razonable que le queda á este amor quo nuestras dos razas re-prueban.

—¿Sabe V., Alberto, que eso sería un crimen? • —¡Un crimen, Elisa! ¿Porqué?

—Forque desobedecerianios á nuestras dos fa-milias.

—Pero ya sabe V., Elisa, que el desobedecerlas es el único medio para vencer su obstinación.

—Quizás... —¡Oh! no intente V. hacermejcomp.irtir nna espe-

ranza qne V. misma no siento. No , ya lo sabe V., la sangre de mi tio estará siempre bastante fresca para imp>^dir que mi padre...

- P u e s bien, respondió Elisa, ¡recurriremos á ini.s tios, darán pasos conciliatorios, si es preciso!

— ¡l'asus mutiles ¡Dios mió! murmuró la joven con alterado acen-

to; ¡lo quo V, me propone es espantoso! —No, y luego nos amaremos tanto, Elisa adorada,

que Djos nos-perdonará. Elisa suspiró y calló, —Escuche Y., prosip!nió Alberto , tengo,ilgun di-

nero<, próximamente cuatro mil francos. Suv mayor de edad y puedo disponer de ellos. Están colocaílos en Ncvers, en casa de un banquero , y me es lícito reco-gerlos el dia que quiera.

(Se conttBuará.)

\ l

Page 2: PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO

LA ÉPOCA. Lunes 4 de Setiembre #>1811. m/t

PAM% Í»€ítíñ^CA.

la ntic

MABRIC 4 DE SETIEMBRE DE l87 l .

Tanto insisten algunos periódicos de la situación en tomar prftesto del viaje del rey para'Táazai'acusa-ciones contra el anterior reinado, que nos vemos en

necesidad de rectificar los hetjhos. La primera maravilla realizada con tal ocasión

por el actual ministerio, consiste en üria circular diri-gida por el Sr, Ruiz Zorrilla á los gobernadores de las provincias diciéndoles que el rey verá con düguslo que se hagan gastos por las Diputaciones y los Ayun-tamientos. La novedad, aunque otra cosa aparenten creer, ó en realidad crean los diarios sitiíacionéfos, no es grande, porque no sería difícil encontrar en la colección legislativa otras reales órdenes parecidas espedidas por motivos análogos y que produjeron siempre el mismo resultado que si no se hubiesen es-péaidí). Kékso él efecto que ¿el gobierno ha busca-do ahofa es otro: como gracias á la revolución de setiembre y á la política radical, van á hacer en Ya-lencia y én otros puntos importantes los honores de la recepción á la monarquía corporaciones republicanas, y cómo alguna de ellas deliraba para decidirse entre el debido respeto ó el hostil retraimiento, el ministerio creyó STndtída un proceder hábil la espedicion de la susodicha circular, porque de esa manera, si los fes-tejos no son suntuosos, podrá la prensa amiga atri-buir la modestia del recibimiento á las espresas órde-nes de la superioridad.

Actualmente, existe un motivo que jamás existió, á lo menos con proporciones tan grandes, para que los gastos se disminuyan ó se supriman. Cuando la ma-yor parte de las Diputaciones provinciales, apremia-das por sus respéótivos acreedores, apremian á los Ayuntamientos; cuando en unas localidades se sus-pende la limpieza de las calles, en otras se deben seis ü ocho ó mas mensualidades á los contratistas, á los agéAtés (fé arden público y á los maestros de instruc-ción primaria, y en todas la bancarrota está iniciada 6 amenazando, y los servicios suspendidos, y cada dia es mayor el temor de que las poblaciones mas impor-tantes, sin ejiceptitóf" Madrid, se queden sin alumbra-do; cuando los presos de las cárceles se desayunan muchos dias después de anochecer, y en las inclusa fie mueren de hambre los niños y las nodrizas; cuaado la miseria dé las tesorerías provinciales y municipales es tal como se vio jamás desde la época remota ae la primitiva constitución de la administración municipal; cuando el viaje regio va á realizarse en medio de los millares dé cesantes, que acaban de perder Sus ante-riores colocaciones por las economías realizadas, de viudas y huérfanos que no cobran, de trabajadores condenados á forzosa ociosidad por el malestar de to-das las industrias, y por la suspensión de las obms públicas, la ocasión no puede ser menos á propósito para gastar el dinero en arcos de cartón y en fa'rolitos de papel.

Sin embargo, los gobernadores no pueden igno-rar que hay un gran material acumulado desde ante-riores ocasiones análogas; y decimos 9,nálogas, no porque hayan sido viajes regios, ó cosas pareci-das, todM aquellas á que nos féfet-iMóá, sind por-que tanto los movimientos revolucionarlos como las fiestas monát-quicás sé parecen en lo relativo á la exhibición de colgaduras, de banderas, flámulas, gallardetes y demás aplicaciones de lá percalina de todos colores, y mas especialmente dé la encarnada y la amarilla, y al consumo dé aceite en iluminaciones,

/ tacando de los sótanos los postes y los bastidores j ^ que sirvieron para manifestaciones anteriores de en-' tusiasmo monárquico ó de entusiasmo revolucionario,

y que no hayan sido utilizados porque su üiaderaó su leña haya encontrado un destino mas ó menos natural; haciendo una fácil sustitución en los escudos de armas nacionales, para poner una cruz que tape ti és flores de lis, y para volver á convertir en corona real la que ya lo habia sido y los revolucionarios de setiembre íonvirtieron en mural, si no sé prefiere seguir el ejem-plo del ministerio de Fomento, que timbra todavía sus reales órdenes con el blasón de la república ó de la interinidad; confiando en que el recuerdo de losata-(¡ues y amenazas dirigidos en Madrid por los periódi-fo , sitiiacioneros, cuando entró -el rey por primera voz, A los ciudadanos pacíficos que no adornaron sus jia'icones con colgaduras ó iluminaciones no será per-(iiih) ('• inspirará á la mayoría de los vecinos un espon-ianeo entusiasmo; formando con los empleados pi'ibli-cos y con las tropas el núcleo del personal qvie un su'cso estraordinario, y sobre tod», una fiesta pública lio dpja jamás de poner en movimiento, los gobernado-líii, y los amigos de la situación que en cada puélilo auxilien sus esfuerzos, pueden tener la seguridad de saiir de esta pequeña campaña con lucimiento, que ¡ ¡as exageraciones y las hipérboles del telégrafo y de 1( is ¡afganos oficiales ú oficiosos de la situación procu-ra'áiT ayiidir. Sobre todo, al disgusto con que de real orden se les amenaza para (!l caso de realizar gastos, nos parece que no tendi-án lo. promovedores de los frstejos gran miedo; y q'ie muchos do ellos esperarán, por <'l contrario, que ha do arreciar la espesa lluvia de coiidecoracioncs con qnfi RC cslán eanoblecieiido lo.s dem'cratasó demo'íi-a!izando las instituciones nobi-liarias.

Dicho lo anterior para aplicar justo correctivo k las tenaces cuanto injustas declamaciones de algunos periódicos conírael reinado anterior, que no tiene la culpa de que el actual ministerio organice solemnida-des ni viajes, ni de que los Ayuntamientos sean republi-canos, digamos dos palabras de la parte importante del asunto. Lo de menos es lo de los arcos, los banderines y|lo3 faroles; lo que interesa es lo relativo á las ma-nifestacionas públicas que se hagan en favor de la monarquía y del monarca. Y en este punto son do varia índole las consideracicnos que deben hacerse.

De los partidos monárquicos jamás pudo presu-mirse uaa demostración irrespetuosa para el rey. Si hay algún partido que, llamándose defensor de la ins-titución monárquica, sea capaz de hostilizar la perso-na del jefe del Estado, ese partido no eslá hoy en la oposición. De los que en ella están, ninguno ha tenido jaTi'iás talos prop()SÍío3 ni cometido tales faltas. Los (•artistas mismos, que desde hace cuarenta años no s;i«Uan las armas de las manos, y que se han lanzado mil veces á toda clase de aventuras, aun á las mas temerarias, nunca intentaron una hostilidad directa c intra la persona de los monarcas que, á cosía de SI sangre, abundantemente derramada, se esforzaban pjr destronar.

La verdadera importancia del éxito político de las recepciones populares hechas en su viaje al rey, est pues, en la intervención y en la actitud del partido re-publicano. Para muchos monárquicos, cualesquiera que hayan sido y soan sus opiniones en las cuestiones dinásticas, el rey representa principalmente la nega-ción de las tendencias republicanas, y en este concep-to se sentirán mas ó menos dispuestos á aclamarlo. Pero en cuanto á los republicanos, el suceso que con-sideramos muy satisfacloi-io, do que muestren defe-rencia y respeto al jefe hereditario del Estado, está un tanto modificado con la estraña confianza que les ins-pira una situación monárquica. No es tanto un pro-greso en la dulzura de las costumbres políticas y en la tolerancia mutua de los partidos lo que desarma á los republicanos, como una sincera benevolencia hacia un ^ t a ' o d e cosas quo creen muy favorable para sus ideas y para sus planes. O ellos se engañan mucho, ó los están engañando los hombres que hoy gobiernan, ó á ios monárquicos corresponde tener tanto recalo,

tanta desconfianza y tanto disgusto como tranquilidad, complacencia y alegría sientan justamente los repu-blicanos.

El DiAiiio DE CÁDIZ, rebatiendo las razones en que se apovaba el ilustrado marino quQ nos ha favorecido repetidas veces con sus correspondencias y observa-ciones sobre las economías que se podían realizar en el ministerio de Marina, ha pretendido probar que no era prudente desarmar la escuadra del Mediterráneo. Com-petente, como lo es, el citado colega en los asuntos de marina, no puede ignorar que no es en esa escuadra donde aprenden nuestros jóvenes otlciajes y guardias, marinas, lo cual solo se consigue navegando por todos' les mares y adquiriendo práctipa del mar. Las nacio-nes cuyos buques navegan poco, sostienen escuelas que recorren todo el globo; y conociendo la utilidad de esta enseñanza, España misma la puso en práctica no há mucho tieni))o en el viaje que hizo la corbeta TVi'»»-iai con beneplácito de todos.

Aunque sea cierto que no serán^ suficientes á salvar la situación desgraciada del Tesoro las econo-mías que resulten del desarme de la escuadra; como no la salvarán tampoco las que se hacen en otros mi-nisterios, al monos contribuirán á desahogarla un tan-to, que es el fin á que se aspira. Pero de cualquier modo que sea, el mantenimiento de la escuadra uo es necesario; en ella se invierten 13 millones, arriesgando buques costosísimos adquiridos en el esiranjero, y no estando la nación en estado de soportar gastos inútiles, los buques que la componen deben ser desarmados y conservados convenientemente. Por lo demás, lo que propone el DIAUIO BB CÁDIZ de que se manden á cruzar las aguas de los Azores, es casi descabellado, pues ni esas naves se han construido para cruceros ni para dar estériles paseos. Por ser España esencialmente na-ción marítima por la estension de sus costas y el núme-ro de sus colonias, deseamos que para todo evento cuente con buenos buques y bien instruidos oficiales; mas el camino que se sigue es el menos á propósito para conseguirlo.

Si para obtener buenos oficiales es necesario gas-tar, nunca se justificará el derroche sin fruto ni motivó. La escuela flotante, hoy por hoy, es un puro lujo; el profesorado particular es suficiente para enseñar lo que deben saber los guardias marinas. Lo conveniente es que tengan muchos dias de mar én escuela como lá trinidai.

No es^ério el creer insignificante una economía de IS millones; justamente con esa cantidad se trasfor-ma el material de guarda-costas en buques nuevos y útiles.

Lo que EL DIARIO aconseja, se»uro estamos no se-reaMzará; así como lo han engañaáo en las economías de Marina. Los buques que se dice se desarman lo es-tán ya, escepto tres de ellos, y hoy le es imposible al gobierno armarlos por falta dé recursos. Esta es la ver-dad, y lo de los 13 millones de economía es un camelo al país.

Los periódicos democráticos se muestran grande-mente enojados con EL HüftALD de Nueva-York, que otras veces ha merecido sus simpatías, y la causa eS haber reproducido el diario norte-americano un des-pacho telegráfico de Madrid, según el cual, el gobier-no español, cediendo á los deseos del Gabinete fran-cés; na consentido la estradicion de los comunistas refugiados en España, añadiendo que uno de los últimos ha sido arrestado y puesto »á disposición de las autoridades francesas; y censurando con este mo-tivo la conducta de nuestro gobierno, que compara con el de Inglaterra.

LA GoNSTiTceiofi y EL IMPARCIAL á dúo, reprendeü

tjrandémente á EL HERALD de Nueva-York, y defienden a política española en aquella cuestión tal como la

formuló el Sr. Martes, siendo ministro de Estado, al contestar en ÍÍI Parlamento á una preguhta que le di-rigió la minória republicáha. En éste piín'tó no les fal-ta razón á los diarios jáemocráticos, pero, taijibien és cierto que el iblerliaciónalista lír. Lafar^aeJ recla-mado por las autoridades francesas, fué pr^pso'sin ¿ue se cumplieran para sú detención los requisitos estable cidos en las leyes y pactos internacionales, y que si se le puso pronto en libertad, fué quizás debido á la ac titud de la prensa de Madrid, y en primer lugar á la de LA ÉPOCA, que dando al hecho la importancia que realmente tenía, quisieron deducir sus consecuencias, é interpelaron al. gobierno sobre su política respecto de La Internacional.

Entonces fué cuando el gobierno coniorenció que el paso que acababa de dar podría ser decisivo, y cuando puso en libertad á Mr. Lafargue después de haber estado sosteniendo la justicia de .su resolución durante algunos dius por medio de la ÜACETA. lis de-cir, que cuando menos hubo vacilación en el gobierno español, y que el corresponsal de EL UEÍIALD no carecía completamente de motivo para las censuras que ha formulado.

4Í^

La rectificación que hoy hace EL biMaciAL del co-mentario que LA IÍPOCA puiílicó sobre un articulo de LA IGUALDAD, no nos hubiera esirañado si fuera el periódi-co republicano quien la hiciese, y nos ocup.iromos en ella con nuicho gusto si el último la prohija; pero én boca de EL I.MPARCIAL nos parece un tanto pueril, pues-to que aun admitiendo que LA IGUALDAD no haya habla-do en sentido afirmativo, no era dable desconocer el espíritu que la animaba al sentar los cuatro puntos que EL IMPAUCIAL copia, y también porque e.se párrafo que el diario de la plaza de Matute esplota hoy contra nos-otros es de lo mas mave que suele escribir contra la si-tuación el órgano republicano.

Comprendemos el disgusto que á EL IMPARCIAL cau-sa ver que LA ÉPOCA, aun cuando rara vez suele hacer-lo, juzga que no la está prohibido el reproducir párra-fos ó artículos de la prensa republicana, pero asegura-mos á nuestro colegí que no tenemos intención de abdicar este derecho, con tanto mayor motivo, cuanto que todos los dias y á cada momento estamos viendo á los periódicos de la situación unirse con los federales para desacreditare! pasado. Bien claro está que EL IM-PARCIAL no puede ser muy escrupuloso en la elección de medios para guiar á LA ÉPOCA por el camino que U agradaría que siguiésemos, y que por lo mismo puede estar seguro de que no se^^uiromos, cuando saca partido hasta de la distribución de unas papeletas lito-grafiadas no se sabe por quién, cuyo testo reproduce en su número do ayer; el colega nos pregunta, nuestra opinión acerca de este hecho, presentándole como muy importante. Lo será sin duda para el que se gastó su dinero en litografiar dichas papeletas y quizás para EL IMPARCIAL; nosotros no tenemos para quo ocuparnos en el asunto.

De Albacete se nos remite la siguiente narración acerca del tránsito por aquella capital del rey Amadeo de Saboya. No se halla á la verdad muy conforme con el testo oficial publicado por la GACETA y por los pe-riódicos de la situación; pero bueno es que todas las versiones sean conocidas pqra que el público pueda por sí formar un juicio imparcial. Dice nuestro comu-nicante:

«A las cinco y media de ayer tarde, como se habia preve-nido, el replqufi general de campanas anunciaba solemne-mente la llegada del soberano Amadeo I á la modesta ciu-dad de Albacete.

El presidente interino de la Audiencia, el gobernador ci-vil, una comisión de la Diputación y el brigadier segundo cabo de la capitanía general de Valencia, hablan recibido í S. M. en el límite de esta provincia, y desde la estación de Villarrobledo lo aflompañaban.

Al apearse del f gio wagón el elevado viajero, un toque (le atención liizo la primera señal de entusiasmo, y los estre-liitosos acordes de la njúsica que batia marcha en la estación, dieron el alerta á los ojos áa los pocos curiosos que transita-ban por la calle de Salamanca.

La comitiva, precedida de cuatro batidores do !a Guardia civil y dos vigilantes de drden público, que gorra en mano capitaneaban á lo (5 20 muchachos descamisados, y á quie-nes se cncomend(5 la manifestación del entusiasmo, so puso en marclia desde la estación, pudiendo verificarlo con sobra-do desahogo, toda vez quo no pasaría mucho de ciento el número do' personas que ocupaban las aceras y calles de la jarrera.

•íi^Los balcones cerrados muchos, pero sin colgar uno solo de los correspondientes á segundos pisos, apenas conlenian esa hermosa mitad del público que siempre realza los espec-táculos y fiestas populares; y entre todos ellos se vislumbra-ban únicamente repletos los tres pritneros del gobieruo do

provin'Ma, y los tres que pertenecen á la casa del contador de fondos provinciales, tuyo señor dejó escapar con todo el vi-gor de su pulmón, las frases de «viva QI rey de. los españo-les,» á cuya salida el 6£»6 dirigido por los agentes munici-pales, tuVtí á bien sorprenderse y enmudecer, como quien no reconjce por jefe & un contador provincial.

Llegada íü: regia compañía al Palacio de.k Justicia, tuvo lá Audiencia la honra de recibirla, acompañándole desde la piíerta de entrada hasta el salón de Tribunal pleno, que se habia destinado á la recepción. • Allí, por orden di ceremonia, fuero».presentadas al su-

premo jefe del Estad j todas las autoridades y corporaciones, á quienes el joven rey, aunque en poco fácil lenguaje toda-vía, preguntd el tiempo que hacía desempeñaban los cargos.

Seguidamente el soberano creyó corresponder á la ansie-dad do los curiosos, y se dejd ver en clbaicoa principa del qdilicio, entre el ministro de I? Guerra. y;cl;g?becnador de.la provincia. Pero, desgraciadamente para el escaso'público que le aguardaba, S. M. no se dejó ver con todos los atractivos del rey democrálico. Sus ademanes fríos é indiferentes; su mirada investigadora, poro espresiva de la poco agradable sensación que le producia tan escasa concurrencia; su ceño, en tin, hicieron al pueblo permanecer mudo y estático du-rante el destile del batallón de cazadores de Santander, que tóbutaba vivas isu moderno capitán geaaPafpOTáaiciaUva de sus jefes, y sin qguí estos, vjvas iaasyftvseciyidados por uno solo do los que presenciaban el cspectáculjj militar. .

Creia el pueblo, sin duda, que el rey dé los españoles, el monarca demócrata que en la plaza de Oriente estrecha las manos do cuantos se le acercan y saludan, tenía el deber de dirigirle la palabra en el idioma del país á los OCHO MESES do llevar sobre sus hombros oI_manto real.

Trascurrido este suprerño instante, la comitiva pasó d llenar su misión progresista.

La mesa, modesta y sencillamente servida, ocupd una' hora (tel tiempo que S. M. concedió á Albacete para honrarle' con su visita.

Los comensales, entre los que figuran las personas que; al rey acompañan, los magistrados de lá sala de vacaiciones, un teniente alcalde, el gobernador, con «as el diputado por la provincia D.. José María Valera, á quien de »e¿uro «adié que lea el DIARIO DE SESIONES conoce, y algún otro personaje de la situación, los comensales, digo, c9mieron en silencio, como quien mucho come y poco sal)e hablar.

Durante la comida', la raiisica de Galicia, la charanga de Santapder y la, banda del municipio, rogalacan los oi<íc dle los concurrentes, y concluida tan importante escena, pasá-ronse á las habitaciones contiguas, donde tomaron café, y las que abandonaron á las diez y media de la noche.

A las seis y cuarto de esta mañana, y i. pesar dísl. ruido de las cornetas, inusitado en esta población, y del bullicio de las músicas, los habitantes d? Albacete no se ocupaban de acudirá la parroquia en qtte D. Aníiadeo de Saboyk debia oir misa.

El batallón de cazadores le aguardaba Qn la carrera:,al-gunas mujeres y niñas curiosas y madrugadoras le veían por última vez á las siete, y el público eñlerO sé '&'p"ercib'rá más tarde de que el real huésped habia desaparecido, sin dirigir al vecindario ni una mirada de alegría, ni una palabra en el idioma de Cervantes, cuya patria pisaba.

Inútil es advertir qué ha ha,bido detalles fsuriosísiraos. La iluminación fué pobre. El decorado de las habitaciohes ocu-padas por ü. Amadeo, estaba recular: el sálo^ de recepción ostentaba la mitad del pa vi mérito cubierto de percalina blanca, con brillo, imitando el mar, y la otra mitad alfombra de invierno.

EQ el cuarto del rey, la luz que pasaba por visillos ver-des, permitía ver una sillerfa cwmisi, una cama de datnasco azul con mosquitera de tarlatana y un portier grrwe/Ia y amarillo. Pero hay quien dice que .esta combinación de co-lores, encerraba la alegoría de los elementos peyolucionarios. Sin embargo, mejor informados nosotros, podamos asegurar que este orco iris era una alusión á la consecuencia política del ministro de la Guerra.

Albacete 3 de setiembre de 1871.» Para que no se «rea qi* la persona que nos escri-

be la carta que acabamos de reproducir se ha dejado llevar por impresiones hostiles á la situación, damos á seguida los siguientes párrafos del artículo qué EL pEBATB, periódico de Albacete , dedica ál misnió aáuntó:

«Quisiéramos que nos dijeran los situaclohefós dte ñüei-tra capital en dónde se hallan aquellos 30,000 Saboyanos que ofrecieron sus vidas y haciendas, por conducto de Laliga, Torifegrosá y compañía, al elegido de los 191.. . ._ , . .

Ayer tarde, anoche y, esta mañaM, iQituxiníO,? e!Ífú.mí~ otros. ¿Y qué? ¿En qué se cdüocia? En'nactá, si Se eS íeÍ)Vúa el movimiento de tropa.

La ehtrada no pudo ser mas friii Tre*4 cot*«o,i»iTts de presupuesto que e dieroft, hijjicron en la rpultitijd /jL ijnismo efecto que la salida de tono de un cornetín en una afinada orquesta.

Ya B Aníadeo en su alojamiento; un desesperad» Vira do 18,000 rs. que salió de una ventana de la Audtocia, logró encontrar algún eco en la multitud de ehiquillo» que se hallaba al frente del edificio, pero nada mas.

Por la noche hubo serenata en la calle dé Salamanca, á laque acudió la misniaó menos gente que acostumbra á asistir al paseo de la Estación cuando v* la música. JDii.ipo-do, que antes da las once que esta concluyó, quedo la calle sin un alma, á pesar de hacer una noche de luna hermosísi-ma; y tanto, que estamos seguros que nadie, á no ést.ir en-terado, diría que en una casa de aquellas se alojaba el rey de los españoles como dijo el viva. • ¿Y esla mañana? Solo diremos que la mayor parte del pueblo no se ha apercibido de la hora i qué se marchó, sin embargo de quo antes estuvo en misa.

Pues respecto á colgaduras é iluminaciones , ¿qué hemos de decir? Que á posar do haberse invitado ó preyenido (que esto no lo entendimos bien) por un pregón de dos horas al vecindario que vistiese é iliiminase IOS baleónos con motivo del fausto sucoso que se k' entraba por las puertas, solo los empleados, por motivos <(iie son fáciios de suponer , s bre todo en una población doftdo todos nos conocemos, accedie-ron á la invitación del Ayuntamiento. Y no se crea que exa-geramos. i\i una sola luz, ni una sola colgadura Sé habrá visto que no proceda del presúpaosto. EL laPÁnr.tAi. puedo después contar b que la parezca; pero esta es la verdad lisa y llana.»

liemos recibido una cai-ta que D. Antonio Pirala dirige á nuestro colegí EL Eco DÉ ESPAÑA, y de que nos cavia copia, contestuido i la pregunta que aquel periódico hixo, y nosotros reprodujimos, sobre si era cierto que hoy funciona como cronista del viaje del rey un literato que durante muchos años esluvo co-brando una pensión co.isiderable de la reina Isabel para que escribiese un libro en loor de los monarcas españoles.

Prescindiendo de lo que el Sr. Pítala dice para record.'ir que su candidato al trono fué el duque de la Victoria, y respecto-de otras cosas que no hacen al caso, rcproducimas los Jres siguientes párrafos de su carta, que son ios que tratan de la cuestión susci-tada:

«Llegada la obra á su término, y después de lenerlabon-ra do leer en la regia cáaiiira la introducción, y coii uñ é.tito que pudo lisonjearme, no sé si porque rendía el debido culto i h verdad, uo debitiiio ocultar ft la vez que las inmarcesi-bles y singulares glorias de los Alfonsos, las sublevaciones populares por la piadosa y escesiva generosidad de algunos, qua las tierras y el botin que conquistaban á los moros á costa de la sangre de sus vasallos, lo invertían todo en fun-dar y dotar monasterios, prdiriendo estas piadosas fundacio-nes á aliviar la triste y precaria situación de los pueblos (lo cual parecía una censura de iguales hechos, aunque protesto lealmente que no era tal miintencion, sino rendir el debido culto á la verdad histórica); <i lo que es mas probable por ra-zón de economías, es lo cierto que se mandó suspender la obra, cuando tocaba á su término. Yo ofrecí terminarla sin interés con tal que empozara la impresión, pues me dolía ver esteriüzado mi trabajo, con el que, repito, creia poder con-tribuir á hacer mas ainada del pueblo la monarquía. Todo fué infructuoso. ¿Soy culpable do la no publicación dj la Historia de los Alfonsos?.

«Otro cargo parece envolver el suelto, y daré contes-tación cumplida, porque no me duelen prendas.

»Al encargarme de escribir la anterior obra, no éonlraia ningún compromiso político, ni abdicaba de mis ideas de siempre, pues aunque progresista sin exageración, lejos de ocultarlo, mas de una vez debí á doña Isabel II palabras li-sonjeras por mi consecuencia, y muchas veces se dignaba hablarme del duque de la Victoria, sabedora de la amistad con que este señor me ha honrado y honra. Claro es que profesando ideas progresistas, siquier sean las del progresis-mo histórico, y deseando para mi patria un gobierno como el inolvidable por lo ilustrado, lo digno, lo justo y lo patriótico del de la regencia de 1840, que presidió Espartero, y dirigía Cortina, habia de respetar los hechos consumados, aun cuan-do no hubiera contribuido i. ellos: por eso acepté algunos puestos á que me llevaron mis convecinos, sí bien ño solicité ninguno lucrativo.»

En lo relativo á sus ideas y conducta política, na-da tenemos que decir al Sr. Pirala; pero en lo (jue se refiere á la que hubiera podido y debido ser Ihstorin de los Alfonsos, es tal la injusticia que comete contra la augusta persona que lo protegió, que no podemos me-nos de rectificar los hechos, estando, como estamos, muy bien enterados de ellos,

Al nacer el príncipe de Ástiírias en novieiubre de ISin, el Sr. Pirala obtuvo de la munificencia de la rei-na una pensión de 2Í,000 rs. anualeá para que pudie-

ra dedicarse á escribir la Historia de los once Alfonsos. Disfrutó esta pensión hasta agosto ó setiembre de 18G0, ó lo que es lo mismo, cerca de nueve años, sin que en cambio de los diez mil duros que por este concepto le entregaron, las ,oiicinas de la real casa lograsen ver una sola cuartilla de la obra, ni tuviesen la mas pe-queña noticia de sus adelantos.

Cuando ya habia pasado un número de años mas que suficiente para que la administración general de la real casa y patrimonio se creyese autorizada para tener y manifestar estrañeza por su falta de noticias acerca de los trabajos del Sr. Pirala, hizo este la opor-tuna observación de que su historia, ya terminada, respecto de los once Alfonsos de Castilla y de León, debería también hacerse ostensiva á los de Aragón, no menos grandes, no menos ilustres, no menos dignos de su conmemoración, no menos progenitores de nuestros reyes que los leoneses y castellanos. S. M. la reina y la administración general de su casa encontra-ron justísima la idea, y prosiguió el pago de los 8,000 reales en cada cuatrimestre.

Pas,ó.algún tieiupojmas, y.gumenta^a la curiosidad de la administración general, que deseaba Ver del señor pirala algo inas que la firma puesta coiVtoda puntuali-dad en la correspondiente nómina. El Sr. Pirala, que! sabia muy bien qué la bondad genero.>a déla reina era mas pertinaz que la curiosidad de la administración, subió un dia á la real cámara para leer un prólogo ó introducción que S. M. oyó con su benevolencia cons-.tajite, y que el Sr. Pirala no entregó á la oficina do la real casa.

: Por último, en el verano de 1806, por medida ge-neral de buen orden y de economías, que la adminis-tración generalpropüso y ejecutó, sin q'íie S. M. toma-se en ello iniciativa alguna ni hiciese otra cosa mas que ceder á la imperiosa necesidad de reducir gastos que hablan llegado á ser imposibles de satisfacer por su te-i sorería, se'puso término y fin á la pensión de 24',000 reales del Sr. Pirala, al misma tiempo que á otras pa-recidas, cobradas hasta entonces por sugetos que ano-; ;ra„ si cobran en, otí^s upminas,, por lo ipeuos uo escri ben comunicados quejándose ni dándose aires de ser', los acreedores, coijuo el Sr. Pirala.

Pero si dejó de pagarse aquel auxilio, qtie el se-ñor Pirala declara insuiiciente para su obra, no se le •prohibió continuar esta. Con lo que ya teñía hecho Vi con los 10,000 duros recibidos, bien 'pudiera el señor' Pirala hacer algo en favor de la historia nacional. A la impresión «no ffl-a fácil querprocediese la xeal casa, no: habiendo llegado ayer ni, una sola cuartilla; pero ,d^ iSus deseos de hacerla es una. demostración irrefutable la constancia con que di\r£inte nueve años estuvo satis-faciendo el gasto preparatorio.

En vista de todo, el lector juzgará si pasa de casta ño oscuro la acusación del Sr. Pirala contra quien le Ipíí-otegió, y si érá "posible que la dejásetaos sin correc-tivo, ú pesar de nuestra conocida repugnancia á cues-tiones personales.

Y es de notar que no contento todavía el Sr. Pirala coh'lo que dice, asegura en su carta que siempre ha tenido y tendrá respeto á la desgracia, y que esto le impide ser-todo lo explícito <[ue pudiera. Nos parace que ya por respeto á ¿ desgracia sería, nimio^^crúpií-lo ¡que callase nada. Sea, pues, todo lo esplícito que quiera, que acaso lo que añada ha de tener tan cum-plida contestación como lo que primeramente ha ma-nifestado.

- • • • ' " — i - á * L _ — i — Un diario de la noche formula las tres pregun-

tas siguientes, acompañadas de su respectiva res-puesta:

«¿Por qué no hay aun ministro de Estado? ¿Por qu< guarda tanto silenció el gobierno respecto á su candidato para la. presidencia de las Cortes? ¿Por qué se ha anulado por ün ministerio progresista puro la medida tomada por un mi-nisterio progresista puro también', í lo que se cree, en cuan-to á las atribuciones económicas de los gobernadores?

A las dos primeras pregunta* hemos cpntesUKtó.ya varias veces, tiasla ^producido l'rascs casi téstualís' de nóiríti-es inuy importantes a'tíifgbs del gobierno:' jOrque este lib da gran significación á la'céesiídn <ie personas y no itose^rísa para resolverlas. A¡ la- tercera contestan Igs ma», íntimos amigos do la situación: porque la esperiencia ha demostrado que conviene devolver ílos gobernadores algunas fácüUade» qué antes tenían.»

Por poca importancia que se dé á las óuestiohés de personas, nos parece que no deja de tenerla la provi-sión de una cartera y de la presidencia de una Cá-mara popular, sobre todo cuando el Gabinete lle-va próximamente dos meses de existencia sin haber atendido á lo primero, y cuando solo faltan tres sema-nas para la apertura déla Cámara.

• « Según los diarios de la mañana, en la conferencia

celebrada ayer por el alcalde primero de Madrid con el señor ministro de Hacienda, qucJi resuelta provisio-nqlmsnte, como ahora eá uso, lá Cuestión dé los recur-sos qué por el molnento exige el estado aflictivo é in verosímil de la corporación municipal. Dícese »1 mis-mo tiempo haber quedado ya acordadas entre el Ayuntamiento y varios capitalistas dft Madrid las bases de un empréstito municipal, entregando aquellos á la corpoi'acion diez millones de reales y recibier.do, en cambio e;i garantía cédulas hipotecarias con 5 por 100 de iijterés anual sobre los solares del Pósito.

iSl letrado Sí*. Fdrnaiidez de lá Hoz es, según pare-c(í, el eiicargado de formular las bases del contrato.

«La suma que recibe con este motivo la municipalidad, dice tiho de nuestros colegas, basta, sin duda, para satisfacer sus atrasos al personal y atender á algunos servicios de ca-rácter prefercnt:; pero está muy lejos de llegar í la indispon-sable para cubrir otros de apremiante necesidad, cuyo pago no podrá realizar el municipio hasia que so planteen'las re-formas que cómprente su nuívo presupuesto de ingresos, es-pecialmente el derecho de consumos.»

En efecto, leemos en otro colega que el presupues-to de ingresos del .\yuutamieuto e.-;ti ya terminado. Lo que falta es que coniieace á haber ingresos, pues has-ta ahora va pasatulu el tiempo en esfuerzos poco fruc-tuosos para resolver la crisis y los servicios municipa-les están desatendidos de una manera tal, que no hay ejemplo de una situación análoga y que prueba hasta dónde llega la paciencia inagotable del pueblo madri-leño.

El nombramiento del Sr. D. Desiderio de la Esco-sura, abogado del colegio de Zaragoza, para el cargo de gobernador civil de Oviedo nd ha sido por lo visto del gusto de la fracción cimbria, si hemos dé juzgar por el siguiente párrafo que hoy le dedica EL IMPAR-CIAL:

«Si es cierto lo que dicen algunas cartas y periódicos, en Oviedo se ha recibido maí el nombramiento del Sr. D. Desi-derio Escosura para gobernador de aquella provincia. No so alega nada contra las condiciones personales de aquel, sino que se supone rodeado de afecciones políticas algo hostiles i la situación, y de las cuales temen los asturianos que no pueda desligarse completamente.

Ignoramos el fundamento de estas noticias.» Mucho nos tememos, en vista de esto, que el señor

D. Desiderio de la Escosura no caliente su silla en Oviedo.

Por el ministerio de la {iobernacion, Dirección ge-neral de beneficencia, sanidad y establecimientos pe-nales , se previene que, suprimida la sección de me-morias, patronatos y obras pías, dependienlt del go-bierno de la provi,ncia de Madrid, á carago de D. Fran-cisco Mendoza y Moran; y habiéndose incautado intj-rinamente de ella D. Benigno de Qairós y Contreras, inspector general de patronatos, se verifiquen ante la indicada inspección general todos los pagos ó gestio-nes que tuvieran que hacer en aquella sección los es-tablecimientos patronos, administradores y aun las personas particulares ; en la inteligencia tíe que no será válido todo lo que de otra forma .so practique.

• 1 ^ El diligente corresponsal que en Madrid tiene

DiAiiio Di! ZARAGOZA traza el siguiente programa de lucha política en lasCórtes al abrirse en 1." de octubre la legislatura de 1871-72:

«Las dos primeras cuestiones que habrá que resolver se-rán la elección de presidente y de un vice-presidente del Con-

I greso, vacantes por haber ido" Olózaga i París, y por haber I sido nombrado ministro de Gracia y Justicia el Sr. Montero

RÍOS. Para presidente de las Cortes, el Sr. Sagasla cuenta con

la casi seguridad de la elección, por mas que se estiren lo cimbrios para alcanzarla. Pero triunfante Sagasta, ¿no tríunl's con él la conciliación entro los elementoslrevolueionar¡os?¿¡Sa se aprobará indirectamente con esta elección, lo que tan ma

parecía en los dias í l , 22 y 23 de julio, cuando estuvo forma-do el ministerio Serrano-Sagasta?

La batalla será reñida en la elefccion de v¡6e-prcsidente, quo ha de reemplazar á Montero Ríos.

Pasadas estas dos elecciones, se pregunta: ¿cantará el AC-* likil ministerio con verdadera mayo;ía?" Esla os la eucstioá.

Desde luego 90 dijuitados de todas las fracciones, proce-dentes dé ht unión liberal, hostilizarán diariamente y con sa-ña al ministerio; 14 diputados moderados-borbónieos su marán sus votos con aquellos; y los 52 diputados carlista» no darán fuerza seguramente á los proyectos radicales. De manera, que ciento cincuenta y seis diputados de diTeráki fracciones so hallarán dispuestos á combatir en votacionej Je'ímportanciá al ministerio, y estas votaciones se btisctiráft con gran cuidado.

El ministerio contará con 128 progresistas, con 26 rim~ brios, y en los momentos de apuro en cuestiones demasiado radicales con 38 republicanos; total, ciento setenta y des.

Rebájese ahora los que se retraen, porque .;isí Jps cqn-• viene, y los que estiín ¡lusentes, y se verá que las fuerzas es-tarán casi equilibradas en las votaciones.

E3 las discusiones, el ministerio, no cuenta dentro del Gabiaete con grandes oradores de empuje p'ará ré'SiSlIrí Móti-tero Ríos podrá liacer algo, pero nada mas que algo, porque no me hago ilusiones, pues le conozco bieft por tratarle des-de que fué catedrático en la Universidad central. Su consti-tución física es pobre, de pecho poco desarrollado, teniendo lesionado uno de los dos pulmones, le imposibilita para mantenerse firme en largas discusiones»

Termina esta carta deduciendo que el ministerio tendrá qua recibir ayuda de oradores de la mayoría, en vez de dirigir él los debatos,y entonarlos' de suerte que, comO en ocasione» saldrá triunfante en las votaciones por el auxilio de los re-publicanos federales, es dudoso que pueda conservar el pres-tigio necesario i los ojos de D. Amadeo.»

- ^ '• . , ,

O JORNAL DA NOITÍ, periódico que se publica en Lis-boa, da las siguientes noticias sobre la llegada 3 ^ principo, heredero de Víctor Manuel, á la capital átk reino vecino: I «Hoy (sábado 2), á las nueve de la noche; llegé 4 Lisboa en un tren espreso el príncipe Humberto, herfrr dero de la corona de Italia, ,, ^ ,,...,

«Tiieron á esperar á SS. AA. á Badajoz el .señ(¿ marqués deOldoini, representante de aquéHticórté, y el Sr. Folgue, ayudante de S. M. el rey ti. Ltiis. " ;

)>En la estación de Lisboa esperaban á S. A. isl r é | D. Luis -y el señor conde de Campanha, este en repl-é^ sentacion del rey D. Fernando, todo el ministerio pot^ tugues y el cuarto militar y servidumbre de lá real éasa. y algunas otras personas, entre lasquese eúhta-ban los individuos de la legación italiai\a, ^1 mjnistRS ycónsul de España, los oficiales de la fragata Prinítftf Humberto y vanos subditos italianos.

«El príncipe, con S. M. el rey t), L'iiis, párUéi-on <fo •seguida para Cintra.»

La estanpia del príncipe Humberto éñ Portugal Ú% será de muchos dias; pues, según dice EL IMPARCIAL ét su número de h.oy, se reunirá en Barcelona con el rey Amadeo, su hermíjno.

= . , . » •

Hace notar un periódico muy oportunaíSftcnt ^ ! # aéuérdoS cóntrádrctorios que hace tres año§..yi§ii(6Í adoptándose por el gobierno en materia de consuinos y d éatiibiO iTidical de opiniones que se advierte én al-gunas de nuestras eminencias revoluciottáriáá, qufe hóV soistienen el impuesto indirecto, después de Mbe™ combatido con todas sus fuerzas. Cuando ftié rtiíftisttt d,e la Gobernación el Sr. Rivero, anatematizó y prohi-bió en sus circulares, no obedecidas por muchoá 4pRtamileuto4, el establecimiento de los .derechos ds puertas, sin que esto le impidiera al poco tiemfiQ ^<i^ granar reservadamente á los gobernadores,para que hi-cieran la vista gorda allí donde aquellos derechos éstur viesen ya planteados. El actual sübsécrétá'rio de Sqiiw ministerio, á quien se atribuye lá paternidad de la ^y de 23 de febrero de 1870, sostuvo en lasCórtes que ésti no escluye los derechos de puertas, interpretándola por lo tarito.jde muy distinta manera que el gobierno. La ley citada, por último, prohibía á los Ayuatamient(í« restablecer los consumos con preferencia ,al repartí,? miento vecinal que previamente debía intentarse; pero en la ley dé 27 de julio próximo pasado, art. S.' adir cional, se dispone todo lo contrarió, es decii*, que los Ayuntamientos pueden apelar ú los consumos con pre-ferencia al repartimiento. Ante un desconcierto de esta naturaleza, no debe estrañarse que las corporacionei populares procedan sin regla ni criterio fijo, resaltan-do del conjunto de sus acuerdos un verdadero mo-saico.

El Ayuntamiento popular de Madrid hace' saber, que en cumpliiUieñ*o del árt. 5.* del decreto d§ § (te mayo último, quedan expuestas ál público pól* quince dias, á contar desde 1.' del corriente mes, las listáá electorales que resultan del empadronamiento general de vecindario, efectuado en junio del presenta año; para que dunmtc este período puedan hacerse las r«-clamaciones de inclusión ó esclusion de las mismas, conforme á lo prevenido en el art. 6.' del citado de-creto, en la secretaria del municipio, donde se hallará de manifiesto el original de las mencionadas listas.

Hé aquí el estado de situación del Banco de Esj)a- ;; ña en 31 de julio próiiihó pasado, según los ñúíoi bfl-

' cíales que publica la GACETA de hoy. Figuran en el activo, la cuenta de Caja por 294 ifti-

llones 05-4,511 rs.; la cartera de Madrid, por6t)2 mi-llones 922,902, y la cuenta del Tesoro pjblico por in-tereses y en. amortización de billetes hipotecarios, 38.030,885. El importe total del activo asciende i. 1,014.777,500.

Las partidas principales que aparecen en el pasivo,. aparte del capital del Banco y fondos de reserva quíi importan 220 millones de reales, son las siguientes; billetes emitidos en Madrid, 218.532,100 rs.; depósi-tos en efectivo en la misma piaxa, VIO.176,053; cuen-tas corrientes en ídem, 303.7(59,138; obligaciones de bienes nacionales cobrados con destino al p.igo de ¡ít-tereses y amortización de billetes hipotecarios, 65 mi-llones 76,533.

Por último, la cuenta de ganancias y pérdidas afro-ja un saldo de 5.973,36«2; de los que corresponden 1.733,837 á utilidades reahzadas, y 4.219,504 á bene-ficios por realizar. , ' ;

• " . La prensa de la isla de Cuba publica la adjudica-

ción ó reparto que acaba de hacer el Banco español de la Habana de las 2,000 acciones que ha emitido para aumentar su capital en un millón de pesos. En el men-cionado documento encontramos algunos datos qua conviene repiroducir, llamando hacia ellos la áteftcion de nacionales y esíranjeros. Mil sesenta y ocho perso-nas se susí:ribieron.á la nueva emisión, que se ha he-cho con un '23 p )i' 100 de premio, pidiendo entre ellas un total de 13,030 acciones, ó sea seis veces y media mas de las que podian emitirse. Si el Banco hubiesa estado en actitud de servir todos estos pedidos, habrían entrado en sus Caja: pesos 6.323,000 por el valor no-minal, y adcmís 1.631,230 poí fel premio de 88 potí 100, que darían un total de 8.130,230 peses.

La caída de la Conlmunc y las prisiones que # -guicron ú la toma de París han desorganizado bastante los cuadros de La Internacional en Francia. De Lótt-dres parten estos dias las, órdenes para lajreo^ani-: zacion.

A propósito de este asunto, leemos en un periódiéo francés la desagradable noticia de que el Comité cen-tral de La Internacional se ha aliado al comité central del fenianismo, lo cual da á aquella sociedad grandi influencia en América, y que España y el Canadá son los países señalados para las próximas empresas áéíÁ Internacional "V del ííniani^mo.

Leemos en LA COSRESPONBENCIA: «El Sr. D. Práxedes Mateo Sagasta, á í(uien ha probado

perfectamente su espedicion veraniega, se hallará én Logro-ño el dia 4 del corriente con obj(!to de asistir i las fiestas que se han de celebrar en aquella capital.»

— *> Leemos en LA GoNsmociorc «.\yer celebraron una larga conferencia con el ¿eñor síi-

nistro de Hacienda los principales banqueros de Madrid aíer-ca del empréstito que trata de llevar i efecto ¿1 Ayunt -* miento popular de esta villa, consiguiendo el Sr. Riíiz Qo-» mez del patriotismo de aquellos que el interés del diiforo quede reducido á un 5 por 100 únicamente, cuyo empráslHo se realizará en breve, merced i ías gestiones practicadas por el ministro con los capitalistas espnesados.»

Page 3: PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO

LA ÉPOCA. Lísnes 4 d-Q tiembrs de 1871.

Ha llamado liii tanto la atención eii éste período de escasez de noticias políticas y de sucesos el intencio-nado arlículo qne'tihtcs dé áñbché pnbiicó EL BESÁTÉ con objeto de píüLar que entre Ips Sres. iliiiz Zorrilla y Sagasta, á quienes LA ÍÍEBU y iíL IMPAUCIAL presen-tan como íntiíaaraente uñidos, existe una distancia in-salvable, efecto todavía mas qiie de causas políticas, de móviles personales. Personal es también, y no de doctrina, el articultt de ELÍOEÍATB, pero aunque nos

Earece un tanto apasionado el estudio psicológico qiíe ace del Sr. Iluiz Zorrilla, el retrato tiene mérito, y no

hallamQS iíjoti;^o suficieilte; pflrá p'flva'r á tiüéátMs íeb-tgres del sabroso rato q'iie éspérimcritarán contem-plándoie. bice así EL DEBATE:

' «Ei Sr. Raii Zorrilla padece una enfermedad moral iíi-ca:-able que le dom¡i»a y arrsstm í pesar suy». Dos senti-mientos morbosos devoíifii'-iu alma: ano confuso, moícla iaformí! de la vanidad y de la ambición; otro claro, concre-to, de lím'tes conociddü.'Árcfne'es Wistc patrimonio de toílas las medianías. :

Hace muclio tiempo qiie entre el Sr. Rui* Zorrüla y el Sr. Sagasla s« lia lerantailo nna barrera infranqueable; el Sp. Ruiz Z'jrrilb—llamemos las «osas por sfl verdadero nonibr^—el Sr. Ruix Zorrilla siente en su coraíon el agudo y iBorlificante acicate de la enridia. La vanidad laslimada, la ambición impaciente, la envidia.azuzadora esplican todos ios movimientos oblicuos que en su brere, pero aprovt;cha^ da existencia política ha realizadd el actual presidente del Consejo de Ministros.' •

Si en vida del ilustrff general Prim sé retird íí las solií-dades del Escorial, creando Ü áíplel distinguido heinbrc de Estado mozquinas diliculladcs, es ¡wrque le- lastimaba la justificada preferencia conque el milograüatóarqués dolos Castillejos miraba al Sr. Sagasta.

Si agitó entonces, y m^s^tard^en lí Vilínde Uadrid, la cuestión pavorosa de los puntos lugrts, con los cuales tran-sige y vivo hoy en íntima fraternidad,'• es porque bu'ícaba el medio de herir la ramaflue lehicía seiftbra cortando el áivbol quejasostcnia, , • . . , . . . . •

Si después de la elección de rey aduld á los fronterizos hasta'el eslrenio dfc inspirar celos á los progresistas depura raza; si.hijto qije le íscnbieraB^gatoés discinsosiy traba-jc¡ con el concurso de loí conservadores para obtener él tola el gran cordón de la Anuncíala; si en aquella ocasión fué el apá^lol mas entusiasta y dpci4íd0, nb sote de k eoBCiliaOion diilo^ elementos revoluwpario*, sino de la fusión bajo el nombre de uii nuevo partido, es porque entreveía la poisibUi lidad (la levantar bandera contra bandera «»fr«»te del gene-ral Prim, empeñada en no j|>artarse del Sr. Sagasla.

Si cuando un crimen odioso.y.ituaca bailante execrado privd de la vida al marqués de los Castillejos cambió súbita-mente de sistema hasta el jnijito.d(i,.jes.istJrs(? teBaz>neBte 4 formar parte de uh ministerio üé conciliación, es poKjaéla Catástrofe inesperada abrió i su ambición y á su envidia mas dilatados horizontes. - ^

Si después, limitándose ji s í m i c o , se encerró ea Tabla-da para ser allí el núcleo de *pdos los descontentos; si re--produjo la segunda edición Corregida r ^ n e a M ^ de su retirada al Escorial, es ..par<}jtó de este ijiodo preparaba sti nueva evolución, preseñuiíidóse cojlt|ff ¿1 Mrtir resignado dé la política conciliadora que simbolizaba el Sr. Sagabta.

Si en los solemnes momentos,.«te la .laboriosa crisis últi-ma tomó una parte tan activa, Q|pñ&n«ánd4 ilL I ^ s<3cuestra-' dorcs morales de los jardines de) B^pn-Rel^,«» porque en aquellas circunstancias se sobrepuSQ i SK, habíliial astqicia el temor de que el Sr. Sagasta sifviera de ^baáf fitina gran situación y acrecentara tu pr(^tígÍQ.

Si hoy tiende la mano i lof re^ttiihcanos, y elSfcambio de una benevolencia fantástica rn/baí. h» AyuíSdmí^tos ^teii&~ \ rales destituidos, es porque w r^ittihcanaá od^n (ie^^¡0- \ te al antiguo ex-miniítro dCita Gobernaciop, y para el síñor Kuiz Zorrilla los enemigos Ce sus enemigos son tus am%o*.

Los que por una láíga f dolorosa esperieneia conocemos las debilidades del coáazdiit. II|maBO y podemos apreciar por síntomas seguros el ^tadá:pa[tat<^icg de ciertas int0|igen-cias, no es fácil que nds engiúleníoa jen nuestros juicios. El Sr. Ruiz Zorrilla es tá^^j í l f t l PSde^ , como hemos dicho, la dolencia de las medianfáS i (fuíeñés el Viéfltíi áü tes rtvó-Ji iiciQws, en épocas perturbadas, eleva á ;«Uuras en donde ÍS fácil perder la cabeza. Quiere seí ,y quiere ser scJo ; y l í por cpmpromisqí íngluilibles no pu«de resistir iá# frente, fésfÜtirí de soslayo. Preeisb es £onf(;sar que par» esto» com-bates cii lá sombra no carece de aptitud el Maquiavclo de Tablada.

Y finalmente, si á pesar do estar de' acuerdo en mucfeos puntos concretos con el Sr. Sajásta él actual presidenta del Consejo d<3 Ministros, ha de trabajar mañosamente—lr%baj^ ja-^paraque el antiguo ditector de Lf ÍBÍiiíVtio se siente en 61 sitial del Congreso, eS potquélps iniereses de .«ú partidio Sobre hi» conveniencias ponticas, sobre todo genero de con-|ideraciones, se alza en §1 alma djl Sr. Rmi ZnmU\ csq, 5ínw.'ríi*aito bastardo , qtre eS; na síío y sera Ja cl4vc de su conducta desdé los primeros (fias de la revolución do se-«ertibré.»

se vengan á España, ofreciéndoles un duro diario si entran á iormar parte de unos batallones movilizados, que pruvcctau '• creSr con ellos; * también sabeiri.os qye, af terminar laguer^ ! ra, so los ofrccenín terrenos y medios pai-a cultiv'ar muchos de los que li()y están eriales.

Repetimos que nos parece bien el provecto de crear los batallones movilizados, portjue esoS 4,00b soldados íiau pa-sado ya la aclimatación y no tienen.que temer los electos de Iji acción palúdica, qiie tantas enfermedades próducí'; y mij-oho mejor nos parece todavía que se les fjiciliten medios dé quedarse fin el país para desarrollar lá producción, tanto mas necesaria hoy, cuanto qué hay pítlehas leguas én el país doijde la tea lo ha calcinado iodo, y donde siquiera se halla un bohío j!n que beber un vaso de agüá.

El seiíor ministro de Ultramar puede ayudar mucho al planteamiento de' estas ideas. Siendo ¿apilan general de la ¡sla elSr. Caballero de Rodas, envió un espediente instruido por ifliiíiativíderséjiür conde de Mompoi y dejaruco para ficílirtír ll cofiíiiizacíori y cultivo de grande^ maSaS de terre-nos. ) lamamos al sefior ministro que vea con detenimiento ese espedilñ^, y' rftereeerá bien del país si ijpr su parte pone los medios de haeer posible la colonizaciort de. que se trita:i ' '

ÜÍCese q"4e la ciiestion pendiente sobre variación en Ja hora parala salida de los correos quedará ter-minada tan luego conao vuelva á Madrid el director general de comunicaciones. •" De esperar es, en vista de esto, que el §r. Bala-guer.apresure su regreso, pues como director genera] de comunicaciones es seguro que no tiene, ¡ni tendrá asunto jnas urgente ni de iliayor interés para el públi-co ,fl[ue este, cuya resolución est.i pendiente del tér-mino de un viaje, no sabemos si de recreo.

<» —— Según un diario de la noche, tienen por casi seguro

losminÍ3terÍLiles que ej rey visitarú en Logroño al du-que déla Yic|ória, cuando regresé de Cataluila. Tam-bién sé dice que ha inanifestado deseos de visitar á Pamplona.

Se asegura que muy en breve publicará la GACETA un decreto espedido por el mimst«rio de Ultramar, aprobando la mstruccion y tarifas para llevar á efecto la contribución industí'íal y dé Qaine<"fcio establecida, en lá isla di Puerto-Rico por decreto de 30 de abril de 1869. . ,

- ; : ; ; • • . - . : ; - » , ' ; • ' , _ \ - , -' LA CoRRESPOiXDsríciA publicaba anoche ía siguiente

noticia, popo agradable ciert^mei^te par.a las corpora-ciones jQunicipales de ííi provincia de Éadrfá";

«El gobernador de Madrid, accediendo á lo propuesto ppr la comisión provincial, ha acordado enviar comisionados de apremio ó iqdbs los A»Tinlamientos , incluso al de esta capi-tal, con objeto de qué satisfagan todas las cantidades que adeCfífen á la corporación provincial.»

La idea de poner un comi.>ionado ^e afpremio al la-do del Ayuntamiento de Madrid, es }iq|i de las mas peregrinas que á un mortal podían oqurrírselé: cuán-do el Ayuntamiento carece de recursoi para satisfacer, sus créclitos al contratista de limpieza , ¿h^bia de te-nerlos para pagar dietas á un comisionado de apre-jnios ? Pero el proverbio dice bien : «Dond» no hay fiariña, t0fees.mohina.')

ífifáavía coiítinúa ha blindóse del .proyectado mo-tinaíénto carlisra, pero las noticias qlie óimos acerca tte éste asunto son vagas y con frdcii#í5Tá góíffrá-áictoriaá. . ^. . .•, . . ,

LA GoRrasFOK»ÍNciA inserta anocfi» láslJgaíétttís: (LOS carlistas siguen agitándose por iiifi|éqiteii puntos,

pefp la gente de aecion parece qu« se eicu^ntrá nitoy te-merosa. , - _.,:

—Algunos jefe» carlistas, según diee4 loi amigos de la. actual situación, han acogido cap el n¿yo| desagradé la annnistfa ooncedida parálocm clasí de dclSos 'poUti(a)s y^ha-cen vivísimas gestiones para qué no sé sKojii 9 é>í» tei&ía los que figuran como soldados de fila «n él rilismo partido.»

La tesorería central de hacienda pública satisfará en el dia.3eicup.iu de bunos del Tesoro...del poBicrüSeflieslRe. de Í87i, cuya íkiiiura esté señalada con el número 26.7,1a de boiios aiíiMtizados.en el sorteo do 27 du dieienibte..último nú-mwü 387; y los intereses de billetes dql Tesoro del segundo tfinicslrcde 1871, cuyas facturarse hallen señaladas con los nümcios 7ül al 830, así como los de billetes amortizadcs en 31 de julio último, facturas niím.'iros ¡JÓ á,62. . ,

La tesorería de la dguja pública satisfará,en el raisma dia Ips irjleresijg del semestre vciiciduea 30 de junio último, cor-respondiente á inscripciones del 3 por 100 a!n*>lidado, CUT yas carpetas estén señaladas con los números 10,413,. 10,7,41 al 10,7í)l, 10,733 a,l Í0,7o0,, 10,738 al 10,7as y 10,708 al 10,772.

• ' » • — — :

: , L?s escuüdras inglesiis del <janal dg la M.mclisi y del UD-. (lilerránco ha» recibido órdep de dirigirse,á Lisboa á gran velocidad .y ,s.in hacer cscatae:! ninguna parte. Esta noticia liajiroilupiJo alguua sensación en Londres.

Así lüdiceEt (jAti.ois. . . ;

LA ESVERANZA dosmieate ia noticia de la llegada á Madrid del Sr, Lirio.

en

Dice un periódico de Valencia: «Anteanoche se fijó un pusc[uin contra el jefe déla nación, la calle del Reloj Viejo, pero tan pronto como pudo aper-

cibirse el alcalde del barrio, procedió á arrancarlo.» — ' • — — — • " " '——•

Se ha concedido la gran cruz de Isabel la Católica i don Fernando Fernandeí de Rodas, aivditJir do guerra de la capi-tanía general de la Habana, como recompensa á los iui)Ortan-les servicios que viene prestando en aquella Antiila.

_- • • En la sesión que anteayer celebró la Junta superior de

ventas de bienes nacionales se adjudicaron 066 íiness, que sa-lieron á remate por el tipo de poseías 2.t51,201'8i y se su-bastaron en 3.2i0,399'24 oblentéodose üha diferencia de pe-setas l.Q89,i07'40.

viücia Anteaye^ ingres^i;pu en la caja dp quintos de esta pro-iia 57' tiioiíA s'orléáábs pkrá el' reSmpIázo del año ácmSJ.

— — ^ 1 1 . —

Ayer llegaron á la Granja los Srás. Sarita Cruz, presidente del Senado, y Montejo Robled/j, secretario del mismo

Las noticias que hoy hallamos en la prensa acerca de la emisión de üOO millones de reales (no de. pttetat, como afirma EL IMPABCIAL) siguen siendo favorables. Parece que« ayer se han recibido teldgramas de París, Londres, Amsterdan, Barcelona y otros puntos, que {aresentan como seguro el éxito á» la operación.

En Madrid sé asegura que se han hecho en ios úl-timos diasdepósitos por unos ÍO millones de reales, en Lisboa e lSr . D.,Jos^ Alffl^£t, se ha suscrito por ocho millonfes de reales, y én Barcelona la suscricion, según se dice, ascendía ayer á 11)0 millones. En el propio dia, y para tratar dk e^e asunto, colebraipn una reunión con el señor miniátro dé Hacienda varios de los principales banqueros de Madrid, entre ellos los Sres. Rivas, Garriquiri, UripiiJoy^OrZueta,

Todo esto confirma las noticias de que ya LA EPQCA se habia hecho eco acerca ^el aspecto satisfactorio que presentaba la emisión de los 6fl0 millones de r»oíw, BO de petetat, como cjn repetición escribe hoy EL IM-« t e a t .

^Piiesto ques nuestro apr«eiable eolega E i hftkKctkt nos censura por suponer, á su juicio gratuitaraonte, tendencias nada favorables á i% tlinastía al .periódico republicano LA ISBALDAD, Iq recomendamos^ la .lectura de los siguientes párrafos qué hoy.aparecén én el órga-no federal: •|''-«Be t»l manera ta feS bt subido <1 entusiasmo á la cabeza 4 los progresistas de Valencia; con motivó dé lá-visita de su 'cy. que parecen todos escapados de un hospital de locos.

Han blanqueado las paredes de la Gaié-Lónja, haciendo Ptrder, con esta ocurrencia verdaderamente projjresista, su carácter de severa anligiiedad á aquel gótico edificio.

Están ensayando á una «omparáa de éigarferas para que presenten llores al hijo de Víctor Manuel.

A trueque de quedarse, sin alimants»} levantan i cada paso arcos de verde hojarasca, y alguno ha ¡legado á proponer que se mande á D. Amadeo la iarro;a de la procesión del '^rpus para qutí haga con ella su entrada,triunfal: en íiu, ÍUanto de ridículo se puede ver en una ópiera bufa , se ha Ocurrido ¡I los socios de la Tertulia progresista de Valencia.

iCuánto noa reiríamss de esas ridiculeces si no supiéra-mos que los arcos, lo» gallardetes y las comparsas se cos-tean con el dinero del pueb'o, con ese di.nero ganado á fuer-za de penalidades y trabajos por el pobre contribuyente, que quizá no tendrá pan para sus hijos el día en que aquellos que están encargados de administrar sus iniereses gastan sumas considerables en percalina para tenderla al pasQ de un hombre nacido lejos de nosotros, y que creerá , al ver la gente de que se lialla rodeado, que se ha perdido ya aquel npblB y altivo carácter español que tantos hérots produjo, que llevó á cabo tan portentosas hazañas! .

Pero afortunadamente, si .esto cr«e, prontj saldrá de su error, que no son todos los españ. les progresistas.

Ya ha sido provechoso á alguien el viaje de D. Amadeo: i lo» bandidos de la provincia de Valencia, que, como no lic-len «hora quien los persiga, porque toda la Guardia civil ha |B1Q.concentrada en la capital para recibir al,príncipe italia-no, han quedado 4ueños de los pueblos, donde cometen im-{"Júeineute sus criminales feolióríaü, , Los infelices despojados de su fortuna por los bandidos

pJnservanln un recuerdo eterno del viaje de ü. Amadeo y de lá prudencia y sabiduría do las autoridades, que destinan las ftié ztig encargadas de velar por la seguridad de los ciudada-l**» 4 dumentar la escolla del rey eslranjero.»

•a. .M,-: _ i ^ i • .

. _S»n Oportunas las siguientes ob.->epvaoion9í qiia ha-ce .jiTieitro nuevo colega EL AUGOS:

«Ei gobierno ha reclutado algunos milles de homlires para Fcfofíar el vahenle ejército quo opera en la isla de Cuba. Cómo aumonto de fuerza, estos batalloftes no se necesitan *i\U porque la iniúrreoeion va ya tan de capa eaida, que no hariaíi falta si no fuera porque van á cubrir las baias cansa-tías por el vómito, la. fiebre larvada, ct cólera y la» balas, y lasque ha de originar el licénciamiento de 4,003 hombres, <lBe., habiendo cumplido durante el liempo qae llevamos da guerra, justo es ya que descansen. En la Península, en el ícttt en qué ¡C* soldados c<Hicluyen el tiempo de servicio, se JQ| ji(í(-[jCj al puso qae en Cuba hay soldado que cumplió Viace'dos áaos', y i\g^^ pr, cí>rnuaña, luchando can el cli-raa,7 batiéndose c¿í}io saben IJatiríe l* ? ^o^ados eiptjr Wlc^,-""- Tfencmoí entendido, y no podemos menos de aprobarlo,

p e muchos de los contribuyentes de Cuba abvigai ol pensa-» IBioüto (íe influir en el ánimo de estos UiJeáciados para que no

En la noche del íuhes último tuvo l'ug^r ái ,lm iaJono» de la Pipylacion foral de Vitoria una fiesta l^ei^Kia, .-á cpté 4síS4iér9il por invitación especial del señoé msirqttís de Br-qúifó, diputado gonerjt del señorío , toao Id mas notable

arfiwEt.ftiw-' s dN poema

iniajosamoats (ffiítaiitjl jt en

qué sé halla én aqtféHa población veram inentc con lo ni'as escogido de su sociedad ord to de la fiesta fué la lectura Üe algunos «ai IIeriian-&rtéi, (Jue acaBa de éitírllií} ol c¿ro eabSllérfa I>. iaá:i lnsifHi:nio y Arribas, pofela conocido eñ todos lo.í cfréulos JitoráriOí dé la particular en los de M-ddrid y Sevilla. , ,. ,

Aunque de la mera léctHcá de tres de su , cnñto'ítíó' se puede' foimar cabal concepto de \k acción y fleSÜí'réílo toftí de la obra llevada á cabo por el Sr. JustiniánQ, él liuttjem^ y selecto auditorio premió con nutridos aplausos y entusiastas interrupaionos Isí sqnoridaJ do los magnííipo» Tersoj,,.y 4^!^ ' lias estrofas en que, djíspues, ^e.iina introducción tan levan-tada como noble, présenla el poeta á Iqs principales persona-jes que luin de figurar en ,su obra con b^ilhiñljj colorido y épic'o relieve. El nuevo pijema del Sr. /üstiniano es digno de la pluma, ya laureada pjr nuestra Academia española, que escribió el poema Hoger de.Flor.

La conearroneia ss^kl ^tisláapiada, eamo debe suponer-se: entre las pfcísoflas qtfe turiorotr la fortuna de oir ¡(jstres primeros cantos de//t'n»a«-C»rí¿}, se contaban los señores deaB,'d'.>etofaly Qlrgs individuos del cabildo eclesiástico de -lá catedral de Vil9i'iai el segundo oabo di; la capitanía geuo-í ral, D. Rafael Saravia, con los brigadiQres jefes del estado mayor, ingenieros y aniilcría, varios coroneles y oficiales graduados de iiifanierí» y caballería de lo4cuerpos que guar-ijopen armella plgza y prQviricii4; ej gobeirnaílor civil coi} jefes (íe Fomento y Hacienda, los catedráticos del Instituto de segunda e»señanza y los prolesorís de la Universidad libre; las autoridades popJli'.res de la localidad, el diputado á Cor-le* Sr. Orti/de Zarate, y enfrív, oires. muijhüs individuos, los señores duque de San Fánando, marquiji de Perale?, Gó-mez deja S 'rna, Ciírdnnas,. Anial/r de los Rios, Urréjola, éert, Námola, Síaraza (D. SÍiíeo) y algUua.í m.is cjuc no cí fácil recordeiiio».

CQnt;nuandü la aérie de los despachos teíagrdfie. s rekUi-vcs al viaje djl rey Amadeo á las provinciís de Levante, da-remos cuenta brevemente de su salida de AUwcelj á l.is S¡Ü-~' te y cuarenta y cinco minutos de fíí'iKáñana d.-l dia 3, y de su lU'gida í Valencia á las seis y siete miiíutosds la tarde del mismo dia.

Todos estos d»spachos dicen lo mismo. Las autoridades y corporaciones, los gjbernaJores civiles

y militar s, las comisiones de la üiputaciop provincial, etc., ecétera, salen á recibir al rey y á despedii-le. Las tropas cu-bren la carrera "y las calles se hallan adornadas con arcos y ior^s. ,(

Si hemos de juzgar por estoidespachos, el recibimiento ha sido notable en.particular en Játiva y en Valencia. En este último punto le acompañaron á la mésalos njinistris y las au-toridades civiles y militares, y al trasmitirse el último despa-cho coiniínzaba una serenata en medio de una gran concur-rencia.

El vi :je so habia verílioado sin novedad y el rey Amadeo seguia MI buen estado do salud, lo que celebramos.

TiiJns los telegramas refiTontes al viaje del rey que tras-miten al gobierno las autoridades son comunicad )S ininadia-tamente á la Granja para conocimiento de la reina y por en-cargo espreso de esta señora.

La oiCKTA resume en los siguientes términos las noti-cias de los ielégramasá que njs ruferimos:

«S. M. el rey salió ayer, á las siete de la mañana, de Al-bacete, después de haber oído'misa en la iglesia parroquial. Las demostraciones de entusiasino con que fué recibido se repitieron en la despedida.

En la estación de la Encina esperaban las autoridades de Alicante, quo acompañaron á la regia comitiva hasta el líiiiiie de la provincia. En tjdas las estaciones del tránsito fué S. M. recibido y aclamado con grancntus¡asmo,(iue llegó á su col-mo en Wiiva. Los Ayuntamientos y mucliís.mos habitantes de pueblos, distantes algunas leguas, acuden presurosos á salu-d.ir y ofrecer sus respetos á S. M.

Él rey fué recibido en Jáiiva por el Ayuntamiento en cor-poración y por el clero de la colegiata. A ruegos del primero visitó la casa de beneficencia, el hospital y la iglesia mayor. Las calles profusamente adornadas con colgaduras, arcos y flores. El pueblo obsequia á su sobcrauj con salvas, cohetes y repiqué de campanas, y sobre todo con las o.spjntáneas aclauuteioncs de un inmenso ganlf'J que obstruye ol tnUisito é impide matcvialmente ol paso. Estas caluro.sas demostracio-nes so repitieron lí la despedida, hasta el punto de impedir la marcha del carruaje en que iba S. M.

En la estación de Fuente la Higuera esperaban el gober-nador, la Audiencia y Diputación provincial do Vaiencia y el Ayuntainiento de Ontenienle. Varios labradores OJil su truje característico presentaron al rey algunos frutos del país, ro-gándole que se dignase aceptarlos como señal de su respetuo-so cariño.

S. M. el rey llegó i Valencia á las tVe? y modia de la tarde. En la estación era esperado por las autoridades y pjr el Ayuntamiento en cuerpo, y fuera pOr el pueblo que líena-ba todas las calles del trayecto hasta la catedral y casa del conde de Corvcllon, en ciqé se ha hospedado S. M. í^YílQPCs rppeticjoSi ei^íusiastas aclamaciones, paloneas, mú-sicas y arcos de triunfo son prueba del afecto que Valencia desea esprísar á nuestro soberano.»-

El sábado llegó á, Madrid, procedente de la capital de Castilla la Vieja, donde, como dijimas,, se detuvo algunos dias, el ex-miuistro de Ultramar y diputado, D. Adelái'di* Ló-pez dé Ayala.

^0, Parece que en esta semana se eomenzartl

deTomento el arreglo de la üu-eccion general pública.

inisterio "uccion

CARTAS D B PRAÍirCIA.

PARIS 2 de setiembre. Cqjlítíníoíttn» ett. , ^ , Tenemos república provisional y presidente definitivo. Aceptemos los hechos consumados, y sin hawr estériles

recriminaciones retrospectivas, procureojos preciar la situa-ción política creada por el importante voto de antíjayer,

Sería pueril el pretender qué la aprobación de la propo-sición Rivet, modificada por las enmiendas en ella introduci-das por la comisión, haya creado un estado dé ci^M ^aMe, fuerte y bien definido; pero solo la pasión, ciega por n5tur»)-r tiza, podría sostener que la situación no ha mejorado, mer-ced ala votación del jueves.

El equívoco no ha desaparecido por completo; pero ha. dejado de ser absoluto é irritaiUe.

ÍY saben mis lectores á quién se debe este esclarécímfen-to y mejoría relativa?

Pues no es á ningún miembro de la mayoría, síúó á mon-|iéur Ganíbetta, que en un arranque de fogosa impaciencia y áa ambición mal domeñada, quemó sas aavés y desíínéM, ¿a cnanto dft él dependía, los cam|)ü» políticas. , Su discurso del miércoles constituye todo el tuétano del

debate que ha precedido á la próroga de poderes *le míSisiéur Thters, y en él y en sus consecuencias naturales es dotidé se haffa la sustancia, significación y alcance de la reforma gu-«t+nativa y semi-constítuyente opekda há tres día» en Vér-sáífe's. . ,. .^ 41 4pcif j t r . Gambetta que i i fracción quo capitanea uo á^síp^ m am la república de (as manos intompet^tii de. la mayoría conservadora, al amenazar á esta de una manera «wabiertaeoB la insurrección sj cijf«etia to imm^A.^M-^ tlift^síí éassfilüyonté', y al vot4r imtra í£ thacm. íptét, há creácfg^^ttó^"» de anmodo iiJes|erado„la nueva sítusíciM, ja fia caracterizado, y fia dado cielto valCfr y precio á la anó-mala proposición del centro izquierdo. ^ , ; , „ . . „ ' - .

J a signiflcacíoi} que el voto detesta moción há adí[uir¡do (le resultas de la arenga del arrel|a;ado tribuno, es diame-traÍBiente. opuesta á la que buscaban ^ § aflores,, ,

f;stos soñaban con fundar la repúblTca por sorpresa. Lo que se ha fundado en realicted es la agrupación de to-

das .las fracciones conservadoras de la CámarE) y del país, sin distinción de matices, ep tomo del PQder concedido 4 Mp. Tiiiars bajo la denominación tfc presídeatc dé una repú-blica platónica.

Este resultado es de índole a|io.cuada para causar una legítima satisfacción entré los honibrcs de órdea de tod'as opiniones y países.

Si Mr. Thicrs permanece fiel á los deberes <|ue este voto, emitido después del disCufso pronunsiadp por el jote de los ríidicales, loiinpon?, merecerá bien del país y de la Europa, y uno y otra olvidarán sus pasado» desaciertos para no acor-üíié sTñO de sus actuales y fülUrós servicios.

Es muy importante al esplicar de éste modo racional y categórico la filosofía del último voto de lít Asamblea, el ha-cjop «onsfcir una vez nías varias ostwmos propios para fijar el juicio sobre la acogida que esta solución de la crisis parla-mentaria ha merccide en el interior y el estenor.

Los votos en pro de la m:jción de prórjga han sido 491; los votos en contra di, y no 93 como cquivócadantiQnto se dijo, dando lugar á prediccioneí siniestras de gentes supers-ticiosas V superficiales que creen en agüeros en pleno si-glo XiX.'

Los diarios quQ aprueban la votación y se felicitan de ella y do su signiiieaciou, son todos los periódicos conservadores, ¿i bien cada uno haco sus reservas y esprosa su satisfacción con arro-3;lQ á suii especiales ideas. Los que combaten el re-sultado del voto, amsnazan con el fantasnta A¡\ la ira popular y parafnissan en una palabra la oración coaminatoria de Gimbetta, son csclui-ivamcnte los radicales y comunistas iÍL SiKCi.E, hk VEaiTE, El. AvE.Nin NATIONAL, etc.

La Golsa, es tkcir, la riqueza m ovillaría aplaude como ella acostumbra,hacerlo por medio de un aka considerable de los fond s públicos.

Las poienciasestranjoras felicitan unánimjnunte á mon-sieur Thiers y á su gobierno por la votación del jueve?, dis-linguiéiidose'enlrc estas enhorabuenas la de U Prusia, quo contiene esta frase mas ó m'ín:)S literalmente rep.-odurida: «El gobierno aloman consid.íia que la consigraciuu délos po-dares de Mr. Thiers avan/.a mas la cuestión de evacuación y buena int.íligencia éntrelos dos países que el pago de un plazo de la íudcmniíacion. >

Es, pues, evi lento que la voUicion de que me ocupo tiene la importancia v ha merecido la buena acogida que indico, y no cabe duda tampoco, recordando li muy diversa actiiu.l que U opinión pública habia mostrado hasta la víspera, du que estos ícntimientos se deben principalmente al carácter defensivo en sentido del orden quo dio al voto el grito de guerra lanzado por cfox-dictador de Burdeos.

El equívuc;, pues, no ha desaparecido por completo; per-manece en las instituciones provisionales, existe en esa pa-labra república que no espresa en esta ocasión sino iiíJíríiii-dai, y ala que una parte de lo» v-tantes quisieran y fingen dar un valor delinitiv^; pi-ro ha desaparecido en cuanto se refie-re á la actitud de los partidos respecto al poder ejecutivo creado por la Asamblea y recíprocamente.

Persevere Mr. Thiers en la líaca de conducta que esta si-tuación le traza. No haga política constituyente; poro ampa-re á todo tranco la causa del órJen y de las clases conser-vadoras, rompa todo lazo y reehoee toda concesión á los irre-conciliables enemigos de la sociedad, y entóneos tendrá derecho á contar y contará con el apoyo de los hombres de lodos los partidos.

Ju/.gaJa así (/rosso modo la nueva situación, es ya hora de venir á los hechos que van rodeando su aurora, "y entre ellos pertenece de derecho el primer puesto al mensaje con que el presidente de la república ha inaugurado sus nuevas atribuciones y que ignoro sí el telégrafo les habrá comunica-do íntegro. . , , ,

lié aquí este docnuicnto acompañado de la impresión que en la Asamblea produjo su lectu.-a:

..,«.Señor presidente de la Asamblea.—Mi primor mensaje no debe ni puede tonersino un objete, e¡ da rogaros que seáis mi intérprete cerca de la Asamblea iiaeional para darla las gra-Gia\ por el honor que me ha dispensado confiriéndome la pri-mera m;igi:-.lratura de la república y dándome sobre todo un nuevo testimonio de su alta confianza.

Si basta para merecer esta confianza con consagrarse en absoluto á los intereses públicos, me atrevo á decir quo soy dij no de ella, y doy gracias á todas las l'racciones de la Asamblea nacional por haber olvidado los disontimientoii que pueden dividirlas sobre algunos puntos para comunicar al poder una fuerza mayor, y l'acilitar así mayores medios de hacer el bion. (.\probacion.)

La .\saniblea puede contar con que, unido profundamente á ella, uoido por la intención y la duración, trataré de curar las llagas de nuestro desgraciado país, y de hacerle, lo antes

posible, libre, bien ordenado, pacífico dentro y fuera, libnr-todü de lU invasión cstranjera, y además honrado y ainaijo, si es posible, de las naciones de ambos mundes. (.Vueva apro-bación.)

Tal scrí el fin eoBslante de mis esfuerzos, y sí la Asam-blea y yo conseguimos realizarle ó acercarnos á él al menos, podremos, al fin de nueílros trabajos, presentarnos sin temor al país y trasmitirle intacto el precioso depositó que nos con-fió. (.Muy bien, muy bien.)

M terminar el mensaje, os doy gracias, señor presidente, por la ayuda que siempre he liallado en vos, y os ruego agradezcáis la espresiun de mi alta y afectuosa conside-ración.

Él presidente de la república francesa, A. THIERS.» Esta lectura terminó entre nutridos aplausos. Todo ná ha sido sin embargo colar de rosa, como dejo

indicado en el desenlace'de la crisis última. EUELGAULOIS hallará V. ert la sección de reoista del dia

iin resumen de las amenazas de la prensa radical; peio también líallaráV. la noticiíf deque Mr. 'l'hierS, muy C;iía^3»i.dó COn el resultado, del vtilo, se espresó así con las,lágrimas en los qjos al recibii-las felicitaciones de-los diputados: «¡Hics mal ^n desconfiar de las buenas intenciones de la derecha respec-to á mí, y puesto que la Asamblea rae da tales.pruebas.de su confianza, ya verá por su paite que no soy el tirano que ella supone.» , ..Otros diarios anuncian que Mr. Thiers, como regalo dé

joyoiuc avbnement, piensa esfarzarse en hacer.qtie.la Asam-blea y el gobierno regresen á París;.-pero esta noticia mtj parece debe ser acogida con mucha reserva, pues tal decisión no depende del j)re8idenle de kt república, siao de la Asam-blea, que. no creo dispuesta á hacer &>BOesi»fies á París.

En lo que piensa la Cámara, antes que todo, qs en con-cederse á sí propia upas vacaciones que tiene bien mor(M;idas, y á.,las que-solo es ya obstáculo la discusión de .los presu-puestos y de los nuevos impuestos, que urgen sobremanera. Las vacaciones serán de tres meses.

Ayer, después do la fulicitacion dipjumátiea, partió para Hungría el príncipe de Mettérnich en uso de liceucía, dejan-do al conde Hoyos encargado interinamente de la legación..

Gran banquete íntimo anteanoche en casa de Mr. Thiers para celebrar la, votación. Entre los invitados se hallaba Mr,.^ward, fliinistro; que fué dedos Estados-Unidos duran-te la guerra separatista, y opulento capitalista.

Mr. y Mad. Ratazi, que Mr. Thiers ha puesto á la mo-da á pesar de la, reputación un tanto escéntrica de e ta da-ma, asistían á. la comida. El primero ostentaba el collar de la Anunzíata, y su esposa la banda do-María Luisa.

Los rumores de entrevista entre Mr. Thiers y el príncipe Gorlschakoff RO se confirman. Con este nfoUvo tengo enten-dido que un embajador muy conqcido en Madrid tijyo dias atrás upa conversación con Mr. de Lagueronniere en la tri-buna del cuerpo diplomálieo.

El enibájadórj intérprete inas ó menos fieI,délB^in¡onde varios gobiernos cuyos intereses invocaba, dijo: «que la Fran-cia hacía bienten no soñar por ahora con alianzas, pues era nfl Juego peligroso. La do la Rusia, añadió, traerla í/iso/ac/O la enemistad de Inglaterra.» „ . . , -

También habló el citado diplpmáticp dé los proyectos de fusión borbónica, "y con este motivo espresó una opinión qae importa consignar: «Sí pp^ resultado de tales planes la fusión se efectuara y subiese al trono francés un principa que la re-presentase, dijo el embajador, la Italia y la España se cree-rían en el caso de inclinarse- á las potencias hostiles á la Francia.»

Y como se le preguntase el por qué, añadió: «Porque la fusión susodicha representa, para España, la

protección de la F'raocía al carlismo, y para Italia, ayudar para restablecer el poder temporal, y ambos estremos son suficientes para justificar el alejamiento de las dos Penínsu-las d« lalación franc(^a.»

ÍO creo que el que:así se esp- esó no esplayó todo su pen-tóíníento, y que respecto á España aun omitió otra oventuali-áa(jli9as<l|»agradable;para la situación actual que la de la protección posible del carlismo.

Las nfeticias d» hoy de Inglaterra hablan de temores de que {.a Ii|terna^GÍnal dtere el orden, y EL STANUARO preten-cre que esta socied'ad conspira á lo D. Quijote, por impedir el advtóiifti«nto al trono del príncipe de tíalés.

Empiezan los diarios de esta á hablar, con referencia á LA

fPOCA,, del iiicidoate ocurrido entre el prefecto de los Bajos ií-ineos y nuestro cónsul en Bayona. El prefecto lleva hasta

ahora la peor parte en estos relatos. * Ayer,se volvió i abrir el teatro de Varietés coa.hos bri-

jiajitei, de Üffenbach. Con este motivo, hubo una especie de demostración, paóítiQa quo consistió ei| la presencia en la áila de tSodas las notabilidades del mundo elegante-imperial, que hoy se hallan en París. iOu la polüique vat-elle s« ni-ehtr? ' ! ,

Se ha hablado de comisión pro forma del Gabinete. Esta Mea existid; pero sé abandonó §oraü ridicula.

Ha regresado al frente del ejé<«cíto de ocupación el gene-HÍl^nfetAW, y anteanoche estuvo en Versalles de gran uni-forme. , -- termioa ttn poc9 i^recipiladamente i. causa del |n-q|(^

tUl.YerSalles, en el que debo recaer hoy sentencia, y fo fc|[Ó «eñ' «tna bnetin noticia de que me felicito de ssr^aco., - ^

El empréstito espapol—aun no emitido—ha hecho ayer t J l i par-IfiO dft-prima en Londres y hay fundadas espe-rana!á»de que Será culierto con esceso en el esfranjero.

Sí tal sucede, á pe&ar de los errores cometidos' en la re-dacción del d3cretQ que lija sus condiciones, preciso será convenir en quo España es perpétu étuamente el país de los vice-versas.

A las dos y media de ta tarde recibimos hoy el cor-reo estranjero, retrasado por el temporal.

LA FitANca dice que ha habido ya dos conferencias entre Mr. d e A m i r a v M r . de Remusat, ministro de Negocios estranjeros.'liis cuales bandado por resulta-do allanar casi todaS las dificultades que so opoiiiaii al convenio de evaeuacjíoii.

El citado periódico cree poder anunciar que para el t 3 de setiembí-e f o habrá tropas prusianas en los departamentos del Sena, del Sena y OÍ33 y del Sena y Mariíe, habiendo principiado ya los movimientos pre-paratorios,

• " El emperador, la emperatriz y el príncipe imperial,

acompai'iados de las duquesas de Moutoro y Gallisleo, tuvieron una entusiasta recepción al visitar el (J^rm Oriental anclado en la desembocadura del Táraesis. El emperador pásarit el mes de octubre en Torquay, la Niza de Inglaterra. Lá emperatriz viajirA por España y Portugal con el título do condesa de Pierrefonds.

Tenemos motivos para creer inmiuente el arreglo satisfactorio de todas laS cuestiones que apartaron á la reina Isabel de sú esposo. Lá antigua soberana de España ha tomado para viajar el titulo de condesa de Toledo. La duquesa de i«outpen.sier deba llegar pron-to á París, para asistir en Dreux á las exequias de la duqiosa de Orleaus.

. 1 o»

Noticias que se,nos comunican de Bayona asegu-ran que serán muy pocos los carlistas qué no se aco-jan ;i la amnistía,'El "2 tuvo el cónsul español la casa !lena de emigrados, Inbieiido despachado h mas de cien personas. Eirtré estas tas hay de todas gerarquias; pero uo han llegado nuestras costumbres políticas ít un i,í'ado tal de suavidad, ;¡,ÍÍ! püdamos ver aprove-chán'dose de ocasiones como la présente á los jefes de os partidos. Verdad es también, cjue e:i Francia e.xis-

le la rep.iblica, v que esta, en medio da sus gr.indes desventajas é inconveniealcs, ofrece la compensación de uua perfecta igualdad para los hombres políticos, por .ser como el estado natural do toda sociedad que ha rolo bruscamente con la tradición y que repudia el pasado.

Los diarios de Paris agitan la cuestión de si nion-sieur Thiers, nombrado presidente de la repúl)lica francesa, deber.i ó no hacer dimisión de su cargo de diputado, . a opinión mas gcnei'al, es que no debien-do entrar ya Mr. Thiers en la Asamblea sino accideiJ-talmcnle ni tomar parte en ninguna votación, debe di-mitir su mandato de diputado, que ha venido á ser supérílüo t'í ii;coinpalible en cierto modo con sus nue-vas fuHcioucs, por mas que Mr. Vitet en su dictamen haya hecho re.saltar precisamentí! el carácter particu-lar qae da al jefe del poder su título de diputado.

las impresiones del Sr. Berangcr con bi que ha nota-dff'pcir sí propio el geheral Cói'diiva, si son ciertos los telegramas que hemos visto. Kl miiiisti-o de Marina, dice en el suyo, que al visitar con el rey los cslablcci-piifyitps de beneficeacia esta mjiñana á las siete «si pueblo acndió en' masa i las cafíes del tfánsito, victo-reando calprosaraejjle á S- M. y rodeando de tal raodd su carriiaje que casi era.conduci4o por la,multitud.» El.general Córdova A su vez, con referencia al mismo acto haee notar que, aunque era mucha la animación, la población, esencialmente trabajadora, se dedicaba á sus quehaceres.«

Fuera de esta contradicción enqueincurren testigos tan caracteriüdos, Ids telegramas qiie hemos leido'no dan otras noticias que las que se hablan anunciado en el programa de los festejos proyectad os. Después de la visita á los establecimientos benéficos en que se dicd que dejó algunas limosnas, á las once de la maña-na parece que recibió ¡J las municipalidades de algu ] nos pueblos, y á las doce á las comisiones militare.-;.' A itno ,y á |)tro acto debió, concurrir fel ministro de la Guerra, y el de Marina á la visita de por la ma-ñana.

, Hemos oído con estrafiezáí suma, que nada meuus que al G(»psejo de ,Miaistros ha sido llevada la cuestión de íni ccmcesion de catear ías á cated.ráticos de la Uni-versidad de Madrid; pues la Dirección general do Ins-trucción piiiblica, no conformándose con el informe emitido por el Consejo de Estado, pretende devolver á aquel alto cuerpo el espediente para nueva consulta.

Si así fuese, no podría decirse que el Sr. Feri>er del Rio inauguraba su administración dando pruebas de la rectitud 6 imparcialidad qiie convienen en quien figura al frente del profesorado español.

La Bolsa ha estado hoy mas floja, aunque siempre animada, descendiendo el consolidado interior desde 28,60 á que se cotizó en el bolsín J Un de mes, hasta 28,33. Al contado habia pápela ^8,25 en bastante abundancia. Airibtíyese éste descenso á que muchos particulares que tenían títulos de la deuda interior para renta, los están ven, tiendo con el objeío de interesarse en el empréstito, realizando así una conversión veji-tajosa. ,

O.I

Las, noticias s ^ e .el ^ p r é s t l i ^ eontinijan siendo satisfactorias. La respetable casa ae Fould ha dirigido á su representante en España instrucciones muy favo-Mbícs parftel bueíéxi to de ia operación. En Inglatei--Mjas si^cricicmes representan ya uua, suma bastante fuerte y no cesári los pediciis.

, ' " • "I,..-, . í

Par«ce que nuestro representante en Lisboa, se 'or Fernandez ele los Rios, en vista de que los refugiadis carlistas en el vecino reino no muestran disposición de acogerse á la amnistía ni se alejan de la frontera, ba solicitado del gobierno portugués alguna medida que facilite la internación ú obligue il los retugiados á pre-cisar su situación legal.

-^ " » A última hora recibimos de la Agen,tia Fabra los si-

guietiles despachos. «PARÍS? (llegado el 4 por la tarde).—El DURIOOFICUI,

dice que todos los ministros han presentado su dimisión; pero que el Sr. Thiers les ha rogado q ie conserven sus car-teras. . ,,

El_Sr, bufaure ha sido nombrado vice-presidente del Consejo de Ministros.

El Sr, de Larcy ba retimd^su 4iraisi»n á consecuencia de una carta del Sr. Thiers, diciiSadole: «f.Vo he aceptado como definitiva.vueslra dimisión. Vuestro asiento, q.uedia marcado en un gobierjBO que há querido siempre reunir en su seno la representación de todas las opiniones moderadas y que nunca ha cesado de defender los grande.i principios sociales, pant k)s cuales hemos combatido juntos tanto tiempo.»

El ^neral Ladmii-ault ha suspendido el periódico LA V E -BiTí, con motivo de unos artículos escitando á la guena civil.

PABÍS 3.—El consejo de guerra pronunció su sentencia anoche i las ocho y media.

Han sido condenados á muért« Perré y Luilier. A cadena perpetua, Uvain y Trinquet. A la deportación en un recinto fortificado, Assi y Billioray. A la deportación simple, jourde y Fíastoul. A seis meses de prisión y 500 francos de multa, Coudiet. A íres mesi^ dé |iri8io«i, CÍement.

Man sido ábsueltós Camps y Parent.» ' f i • - ' ^ - " • ' • ' ' ' '

Hay crisis ministerial en Italia. Gran nilmeru ue periódicos designan al señor Ratazzi como jefe fu-turo del Gabinete, si el ministerio actual sucumbe á sus divisiones. Hatuzzi es partidario de la alianzafran-cesa, al paso que la mayor parte de los ministros ac-tuales se inclinan ft aceptar las iiidicacionos hechas de Gástela á la Italia por Mr. de Bisniark.

, • Esta noche publicará, según se nos dice, LAGORBESJ^

POXDENCIA los partes telej;ráticos dirigidos á la rein' María Victoria y al presidente del Consejo de Minis-tros, por los ministros de listado y de xMarina que han. acompañado á Valencia al rey Amadeo.

N o sabcitiog cómo poner en armonía en esos iiaíU's

0OLSA.—COmAClON OFICIAI. COMPARADA C0!( LÁ DEL • U ANTERIOR.

FONDOS PÜBLÍGOá.

Renta perpetua del 3 por ICO.

Id. fin del próximo Renta perpetua esleríor lleuda del personal Sisas del AvuntamientoMadrid. Obligaciones municipales.. . . Id. E. Erlanger y compañía.. . Billetes iiipólecarios Bonos del Tesoro Billetes id. V. julio de 1871.. . Id. octubre de t8H Id. enero de Í872 Id. de los dos vencimientos.. .

CARRETERAS Y SOCIEDADES.

Abril 1880 de 4,000 Id. de 2,000 Junio 1851 de 2,000 Agosto 1852 de id

Ferro-carriles de 2,000 Id. nuevas de 2,000 Id. de 20,000 Id. nuevas de 20,000.. . . . . Banco de España Crédito Comercial La Peninsular. . Billetes del Banco de Castilla..

- CAMBIOS.

Londres, á 90 dias fecha. . . . París, á 8 dias vista

ÚLTIMOS

DCC Z. 28 ítO 00-00 00 00 32-70 00 00 00 OO 00 00 00 00 00 00 77 00 00 00 97 10 9o 00 Óí> 00

00 00 00 00 00 00 61-00 00 00 00-00 00-00 51-70 50 95 00 00 00 00

líi5 00 00 00 00 00 00 00

50 30 5 28

PRECIOS.

DEL 4 .

28 30 28 iO 00-00 32 73 00 00 00-00 00 00 00 00 99 00 77 50 00 00 97 20 93-tO 00 00

00-00 00 00 00-00 00-00 00-00 00-00 00 00 52 iO 51 00 51-50 50 00

10» 23 00 00 00 00 00-00

50-30 b-29

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NOTICIAS GENERALES. E n las p r imeras horas do la m a ñ a n a de a y e r

se perpetró un robo consistente en 3,000 ra., varias alhajas, algunas de bastante vnlor, y dos docenas de pañuelos do se-da, en el piso bajo de la casa nám. 7, calle do Amaniel, para lo cual los ladrones aprovecliaron la ocasión de hallarse au^ sentcs los dueños de la misma.

Anoclie se suspendió p o r sa^Tinda vez, á c o n -secuencia de la co{Ñosa lluvia y lormenla quo desoargc5 en Madrid, precisamente á la hora de entrada al concierto quf, bajo la dirección del maestro Sr. Bottasini, debia electaaise en los jardines del B;ien Retiro. g g i í a la Caja dei a h o r r o s de eBta<»pi ta l h a n i a -gresado ay^r 109,802 n. donr/ Uados por 384 imponentes, de los cuales 84 fueron nuevos, v S2 devolvieron 63,902 i so\i-citu4 de 59 interesados, habiéndose hacho 3J pagos por saldo.

E n l a m a ñ a n a de aye r se ha l l aban d i s p u t a n d o en la calle do Santiago dos hombres, acalorándose en ti'rnii-minos que vinieron á las manos, sacando el uno un estoque y el otro una navaja; y al interponerse una mujer que llevaban su hijo en los brazos fué este herido con el estoque.

El niño fué curado en la Casa de socorro de! primer di?-trito, y los contendientes detenidos á disposición del juzgüda del distrito.

Un Bugoto, de oficio pajero, que hab i t aba en la calle de Lavapiés, núni. 5, salió ayer de su casa á dititracrse, según manifestó, volviendo sóbrelas diez de ia ni L-'c :' la misma, donde entró sin decir palabra y arrojíndise en i-'is brazos de su madre, en cuya compañía estaba, espiró instan-tííncamente.

Registrado miíiU'iiosamenlc se lo halló una profunda y grave lierida en ol iiecho, que fué. sin duda la que lo pro-dujo la muerte, ignorándose dónde y por quién le fué iní'e-rida.

Los agentes de orden público dieron aviso al juzgado da guardia, qnc dio principio á la instrucción déla causa.

Anoche fué conduc ido po r los agentes de la autoridad á la Casa de sooo*ro de la calle del Fticar, un indi-viduo á quien liaHapon aquellos en la ronda de Stígovia, con las ropas n>unobadas de sanare y una herida en un musió, la

, cual manifestó lo habia sido causada por un hombre dosco-nocido.

Según parece, sus conleslaciones iüfnndierrn algunas scs-pecbas, por lo que después de hecha ta primera cura quedti detenido á disposición del juzgado de guaudia.

Page 4: PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO

LA ÉPOCA. Lunes 4 de Setiembre de 1871.

Se ha repartido eJLtpm? 4? de Ita^^miliiaiQrisr tiana, luteiesauíe bibliotBCa de uovelas morales quo con ciucieiili; (ixitu está dando á luz el reputado editor Sr. Pet&t Dubrull.

£1 estado sanitario de esta capital, según Sx> SIGLO MÉDICO, es d siguicale:

«Siguoa reinando las mismas enfermedades, habiéndose notado mayor número de diarreas y de cólicos biliosos. Fue-ra de las enfermedades ordinarias y las propias de la esta-ción, no se advierte enfermedad alguna que merexca mencio-narse. La salud pública en Madrid es, hoy por hoy, tan com-pleta como se puede apetecer.»

BOI7 LXTI3 GONZAXiSZ BRAJ30.

D. Luis Gon/aleí Brabo nació en Cádiz el año de 18H. Fueron sus padres 1). Manuel, antiguo empleado en Hacien-da, qi e llejjó A tU'sgmiMíñar el curgo de subsecretario del> mi mo runiu, y doaa María Antonia Lopuz de Arjona. Estu-dió lilosofía, liumaitidadiis y matem;Uicas »n Madrid, y cursó juriípiuJi'ticia en la,Universidad de Alcalá de Henares, reci-\>i6ndose de abogado á incorporándose al colegio de esta <"órip. Poro tiein o ejerñó la abogaciA, en cuya profesión hu~ hiera pnd dn distinguirse, porqie no se le pueden negar grandes mndii:iMespara la oratoria forense; pero su carác-ter fogoso y su amiiicion, le impulsaron con atracción inven-cible lluvia las tempestades de la vida política.

Dióse á conocer en Et GIIRIOAT, periódico que se publi-caba por los años tíS? y 3S, que tuvi) gran popularidad, y que se hiso notar por la violencia, la pasión y el fueg« con que se redactaba. l>"irmaba el joven pf riodisia sus artículos bajo el pseudónimo africano do Ibrakim Clarete, nombre muy adecttMdo al estilo caloroso, ferot, ardiente, eaii salvaje con que los escribía. Uabia en EL GUIMGAT de González lirabo algo que recorda'ia involuntariamente EL AMIGO »KL PIEBLO d:> ilarat. Tal ém la virulencia, el frenesí, el encono que re-iiosaban en sus articules!. •• • •

EL GriiiíGAT se ensañó contra el partido moderado, cuyt mnrcha y cuyo sistema de gobierno reproM enírgieamente. Atribuyóse él liberalismo exagerado que demostró el señor González Brabo en aquella época, al,recuerdo de las perse--cueiones que había sufrido su familia después de la caida del régimen constiiueional en 1823.

En 1840 era González Bi-abo capitán de Ta compañía dé cazadores del 8.* batallón de la Milicia Nacional de MA id, tomandr una parte muy activa en ei célebre pronuuciaai^6tó de setiembre. En 184l"fué elegido diputado A Cortes ' por 'la provincia de Jaén. Debatióse en aquella legislatura una cues-tión importante; la cuestión regencia. Tacante por la renun-

cia que de ella había hecho doña,María Cristina de Borbon. Formáronse las dos fraccijnos de tfinitarius y unitarios, y González Biabo figuró éntrelos primerJS, pronuuciaudo un discurso, fácil y enérgico como todo* lo» suyos, contra la regencia única, contra la regencia de Espartero, que era «1-candidatuque ofrecía mas probabilidades de triunfo. En eSta ocasión no desmintió sus antecedentes, puesto que la fracción mas liberal de aquellas Cortes apoyaba ti regencia trina.

Guando en 7 de octubre de 1841 estalló la insurrección de los generales León y Concha, González Brabo se presentó á combatirla como diputado y como niiliciano. Presj el gcns-ral León y sometido á un consi-jo de guerra, encargóse de escribir su defensa, que pronuució el general Róncali.

Hizo además cuimto pudo para alcanzar su perdón; y viendo la inutilidad de sus gestiones, y que su muerte esta-ba irrevocablemente decidida, se limitó á acompañarle en la capilla hasta que fué sacad» í. sufrir la «entencia ds muerte.

Electo dij^ado en la legislatura de 1843, formó parte de la oposición que desde las urnas electorales se organlió con-tra el ministerio Rodil. Estaba en aquella época hondamente dividido el partido progresista en'dos parcialidades, que se hacían una guerra sangrienta: en progresistas puros y en es-partnristas ó ayaeuchos, como generalmente se les llamaba. Gon/.aler Brabo se alistó bajj l;i bandera de lo* primóos, y fué uno de los que mas contribuyeron al alzamiento que pro-dujo la caída del regente. A riesgo de ser cugidoen las mis-mas puertas de Madrid, acompañó al general Serrana á Bar-celona, donde el último resuuiió en sí lodos los ministerio», llamándose ministro universal, cuyos decretos fueron tn su mayor parte redactados por González Brabo, hasta que el go-bierno provisional se trasladó á Madrid.

En la batalla, mi:j;r diclio, en el simulacro de Ardoz, combatió Como soldado bajo las órdenes d; Narvaez, sien-do de los primeros que se abalanzaron á los cañones ene-migos.

Constituido el ministerio Olózaga, le apoyó, defendiendo en el Congreso algunas de sus medidas, y no quiso aceptar la embajada de Ñapóles que se le ofrecía. Aquí empiézala

^ r t c mas importante de la vida polfrici de González Brabo. altamente se vio al tribuno, al demagogo, al progresista, convertido en hombre de orden, en pjifticj grave, en mo-derado, ¿'¡ómo se esplica esto cambio repentino? Algunos lo derivan de una ambición impaciente; otros lo atribuyen á desdenes del santonismo progresista. Sea'como quiera, con el mismo ardor con que antes deteudió las ¡deas progresis-ta», sostuvo después los principios moderados;- •

Después de la éaida del ministerio Olózaga, fuá iKim-bradoí» l.'fle diciembre de 1843,'presidente del Consej» de Ministros, ministro de' Estado y notario mayOr de reino».

En calidad de tal, á una edad en que casi todos los hombres públicos empiezan su carrera, leyó en el Congreso la céle-bre acta-contro el ministro exonerado. Ya la ejalicion estaba rota en su esencia, aunque ostensiblemente »e arrastraba con trat»ajo al iuipulsj de los partidti». G jnzalez Brabo quiso re-animarla, y ejn talobjato fjrinó áu ministerio coalicionista; pero no pudo conseguirlo, porque cada pirtido se replegó i sus antiguas banderas. Hubo en aquellas Cortes sesione» borrascosas: ia mayoría era escasa y la minoría osada, y Gon-zalo» Brabo las suspendió, estableciend» franca y resueita-menteuua dictadura ministerial.

Audacia se necesitaba para arrostrar así las iras de un partido, cuyo poder era aun formidable. Creyóse fícil derro-car un.gobierno dirigido por un hombre que aun no liubía cumplido treinta y tres años. Dióse el grito de rebtlion en alguna» proTÍncia», y contestó al reto poniendo i toda la na-ción en estado de sitio. La Milicia Nacional era un obstáculo á su plan de gobierno, y la desarmó con solo un decreto. Tuvo noticias, ciertas ó falsas, de que aljiínos diputados es-taban en relación con los sublevados, y sin consideración á su clase nía la antigua amistad que con la mayor parte de ( los le unia, los encerró en calapuíos público». Si fué rigo^ roso el ataque, no fué menos vigorosa la resistiincia. En tan encarnizada ludia, jugó el todo por el todj, y pus j su cibe-zjasjbreun tajo, como él musmi decía. N) fué aquella la iSnica vez que el Sr. G mzaloi Brabo h,i jugado su vida, ües-liiintiendo todos los vaticinios y en contra dis toda» las pro-babilidades, dominó la formidable tempestad qu», af pare-cer, debia aniquilarlo. Gobernó como quiso, sin trabas, sin oortapisíis, sin vacilación, sin miedo, én plena dictadura. '• Venció las insurrecciones, doblegó lodo g ínero de rosis-

lencias. Su ministerio duró cinco meses, hasta el 30 de afbril, en que la dimisión le fué adinilida, por no haber quc-rtdo aprobar la corona el programi de su futura conJuotí política. • Poco después de haber presentado su dimisión, fué nom-

brado ministro plenipotenaario en Lisboa, cuyo cargo des-empeñaba ui en 1847. Ha sido diputado en casi todas las legislatura- junas veces ha sido electo por cuíitru ó seis provincias ' I T;.4. En 1834 se presentó eaJÁfamosa reunión celebrada C-. ijatro de Oriente, donde »e dio 1 conocer el joven orado ; aócrata Sr, Castelar. Pidió (a palabra el se-ñor Gonzal .> .bo, y empazó su discurso con una salutación á la jóren il' i ;.aeia'. No pudo concluir: sus ant'.'codontes.le hacían sosp' ':)so; y ahogaron su voz los murmullos. No obstante su a,)opularidad de entonces, fué electo diputado para las Couoiituyente».

D<!»p.ues de la caída del mlnisterib O'DoñnelI en' 18SS, M formó un ministerio moderado bajo la prtsidencia del gena-ral NarVaez. Fué nombrado entonce» González Brabo minis-

tro ptenip5tc<iíctarlO deEsjíaffa'ccrca'Jé' lá córíé^dé LlsEóa, cuyo cargo desempeñó hasta éf advériiiñieuto 'del general ODjnnell. En el dilatado período del ministerio O'Donnell-i'osada Herrera hizo alarde el Sr. González Brabo de cierto liberalismo, qñe sorpi-endíó lo misn>o á sus amigos que il sus adversarios. ü:!fendW 6(1 ÉL Co.vrEiiPO'RVJiKr'h libertad di impronta, y sostuVci tfn jkí'ürscusiones de la Bolsa ti libre-cambio. ' • •' ' ' '' [ '*';'•' . ,'

Pudo creei-se qué sií habia'féatliaiío lyia trásformaci»n tn sus ideas, que aceptaba la» ¡deas progresivas del siglo, qu'p se había, en fin, líberahzado. Nombrado mim'stro de la Go-l)ernacion en el rtiiriisterio que en .181o formó el duque de Valencia, no d :smintió en los prímiros ñiesos síis hecho* y afirmaciones anteriore's. Tiivo árii'piia libertad la prensa pe-riódica;, pero arrastrado después por los acontecimientos é irritad j por la oposición ardiente que, le hicieran li » diario» liberales, volvió á sus antiguó»liábitoii j k prensa sufrió continúas recogidas y fépelidas denuncias.

En lis discusii)nes'c[ue hubo én el Ijongptso y en el Se-nado, á consecuencia de los sucesis del 10 de abril, él fuiS el campeón del ministerio y el defensor incansable desús aictüs.

Depongamos toda prev'ncion política, y hagámosle justi-cia. Mostróse en aquella ocasión á la altura de nuestros pri-

I ijieros oradores parlamentarios. Injusla era la causa que sistemaba; pero supo defcnderia con vigor y elocu*ncia. Blanco uno y otro día de los rudos alaquo» de la oposición vicalvitrista, devolvió apostrofe por apostrofe, hizo frente á los redoblados ataques de sus aivorsarios, sin vatilar un inomento, sin que su energía decayera un solo instante. Solo contfa lodos, cOñtrá todos se volvió con viril entereza.

Llamado al poder en tiempos borrascosos y en circuns-tancias de supremo peligro pira el partido moderad i, so ha mostrado siempre impávido, sereno, activo, vigoroso. El se-ñor G iiiíalez Brabo e» in:ioojsible al miedj: su» actos ds 1844, de 1?63 y de 1868 lo justifican.

M dorado por cpnveniencia, violento como hombre; de gobierno, es afable y sencillo en su vida particular, y tal voz, QU el fondo de su c»ncieiic¡a, es tan revolucionario como *1 primero..Hay en él algo d; la ñ'.reii di Danton, aun cuando tleüende los intereses conservadores. En otro país y en cir-cunstancias diversas, h ibiera sido un tribuno, un campeón decidido d:! los derechos papulares; sus pasiones ó su am-bición le haa lleva4'J«l campo oonlrari'X Conio hombre po» lítico, el Sr. Gin/ialez Brabo inspira dosconfi mza; como pe-rioJista, se, lee cqn,g(i tp;:Coino orador, admir.a p/ j- su elo-cuuncia, fácil, por s.u insólita qñergía y por la vehemencia de sus apostrofes.

Hombre de otra generación minos pacíScí que la nues-tra; soldado algúiíiis Técesf,pé'ríádi8ta dé luchas ardiente* y

personales; orador de club, revolucionario por temperamen-to, en aquellos tiempos en que la rcvoluc on no era tanto la idea como la acción; ha escrito sobre las rodillas, ha ha-blado de improviso, ha aprendidoftias en «1 libro del imindo . que en los libros impresos, y »1 ruido del combate no le ha dejado siquiera espacio para eonsaigrSrse i la meditación, • v iaucho,menoaip»i»,cstudiar:e»earte supepíor quese llama pojítjca, y esa larga y s¡,lbiaJ»Becieneáa déla humanidad que . se llama historia. , . . . ; . , ,-. >:

Hasta este período de la vida política del Sr. Gonzslez Brabo llega la bíogralía trazada hace cuatro años en la Gale-rín Universal por el escritor republicano D. Pedro Pru-n e d a . > > . . ; . . . - . • . •

Desde aquella fecha tocó i .«onialcz Byabo volver í la tscena política representando un papel de verdadera impor-. tancja y que le dará un carácter escepcional en la historia de la España eontemporÍDca. *

González Bcabo fuií el presidente del último Consejo dni Ministros de la cx-reina Isabel, y cierl.iniente que es para asombrarse, ante los misterios ¿ d a vida, y lo» secretos de la Providencia, el ver que el hombre de 1841 Iwya sido el mis-mo que en iMÍ<, con su actitud, con sus esfiiersos, con su pasión, con su valor, con su misma Tírilijdad, abriera la» puertas del estranjcró á la desgraciada señora cuya msyoría contribuyó i anticipar, así como el tin del rein»d« de UabelH. _ i - .

Nuestros lectore» saben que hí poco se dijo, sin que el Sr. Gonyalez Brabo lo rectificara ó desmintiera, que había ingresado en el partido carlista. Motivos hay, para «upahep exacto el hecho; pero el trabajo de.admilirl* como tal y de deducir las, consecuencias á quy se presta, es ya por dehgracia de ma» interés histórico que político.

ESPECTÁCULOS PARA MAÑANA.

.CIRCO .D£ MM)mih—Frm$qmto,r^m*mt. BUEN RETlka.Tr-L«.í «"«lft.'a d» San Pablo.—Ki teatro

en ií^1C).~Tamb*rlisk, Mario y Lahrn.—La flor de la Má' ravüla. • .

- CfKGO.D&PRlCi,'-TLo« bngantes dt la Calabria. FIGURAS DE CEflA.—Sigue abierta la exptsíei*n «JO li

Carrera de Saaierónim*» •úmcr» SI.-; • . : » ! . ' ¡4% i - . - . i ' ^ . u - ! 'I.. . j i í i i ; . i : ; i ' . •;;, . , , • , . . <

Mañana Sao Lorenzo fostioiano, Santa Obduliaiy la Tras-lación de San Julián. Sigue-«1 jubileo «n la parroquia do Santa María. '. - - -i •-.•'• ;';•-•.--.

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A«e XII .

IGANTE ILUSTRADA, p s a i o n i c u KSrc<jt&i. P A K A sadoKAO v M»i»oisiVAt>.

Las nadas mas recientes representada» per les «gariaes ilnuisades mejores «ne se c Bocen, !a «plicacioue» mas deuüadas que se pueden desesr, la ajoraüxadara lectura de su* aovela, y arilcvl» aa^en que esta pubticacien aoienga rival ai ano ea ei estrsnjere

., . . m^ M) ftSP4ftTHi *»s aiil » tres nil íibs|ja« de iardados, labores, y adornas do «naala» «lases iaveata el

buen jfusl..—i* grande* pstréaes yar» cones d« vestidas de laisafto iiiaraf.—Tarias tanicerfas as .e¡er«s punto «erl)n.--Alí;uo.!»piep de aíiisiea.-l«» « ñas 'fsur--nes ea aegre y 18 sobre acero, uaiinalaa.-l.í»» ca uanas de lectura, t«n«ta sran féli», iapres»» sobre papel vit-^la, qaa

l.atienea cuantas asplicacieoBí pneiJea de. esrse pnra las lafe«rfe« T adoraos, cempreadeadé ade-m*i laara 10 leatt d« ktfveiKi. pi«ci*slsi»«.t),. ¡««trin-Uv»!! y »,»r»i«ii. *

•"«•*-el«»»« d e saiReeleloN e « « « p o f t a . Pria.ra '<'"9* *• lBJv«an « fi.i:afin<-» ilu«.:aadi.s, tapieartas «a .'«lares y «1 patraaet tandfis

aataral.—I» ala, lí» rt; vM% »,,»», s»; ires í«M«<i, il;,na »*«, l«. Segiiiida ediciaii, d* l í ijen iaea exda Ua y tt patreaea lama»» aalnral.—ü» aíe liO m nrí»

aiese», II; Ira.'i H'«as(lt; ak M»», It. - « • . « • r s . , seis Ter,-era ediai.a, MU Ig.iiine,-. ¡iu-»ia»i!es y i*a I t pairases taaia&a aatsral.—¥a ata 110 "rs seis

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