pias, miguel angel - monumento a perpetuidad

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descripcion de los monumentos del cementerio viejo de paysandu, declarado patrimonio historico de uruguay, unicos en su tipo por su calidad arquitectonica

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Page 1: Pias, Miguel Angel - Monumento a Perpetuidad
Page 2: Pias, Miguel Angel - Monumento a Perpetuidad

EL MONUMENTO

A PERPETUIDAD

SU CONTENIDO ARTISTICO

E HISTORICO MAS NOTORIO

RECOPllAClON y REDACCION ENCOMENDADA al PROF.

MIGUEL ANGEL PlAS

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P R O L O G O

EL ESPlRlTU ES FUENTE MISTERIOSA DE ENERGIAS CREA- DORAS, Y A TRAVES DE LA CREACION ARTlSTlCA SE VA TENDIENDO UN PUENTE DE SILENCIOSA RELACION QUE PER- DURA DE GENERACION EN GENERACION. MAS ALLA DEL TIEMPO, COMO TANGIBLE REALIDAD.

ESTE MONUMENTO A PERPETUIDAD QUE ENTRE PAUSAS Y SILENCIOS ENCIERRA UNA RIQUEZA ESPIRITUAL QUE SE PRESIENTE Y NOS ENVUELVE DESDE SU PROPIO UMBRAL Y ACOMPANA AL CAMINANTE POR SUS LARGOS SENDEROS. GUARDA UN TESORO DE ARTlSTlCAS IMAGENES QUE ESCUL- PIDAS, YA EN EL MARMOL O EN LA PIEDRA, NOS HABLAN DE UN PASADO CARGADO DE GLORIAS, SENTIMIENTOS Y ESPIRITUALIDAD.

LA I.M.P. ATENTA SIEMPRE AL RESCATE DE TODAS LAS MANIFESTACIONES QUE HACEN AL "SER SANDUCERO", QUE LEJOS DE PERDERSE EN EL TIEMPO SE ACRECIENTA DIA A DIA EN EFECTIVAS REALIZACIONES, HA CREIDO DE GRAN VALOR ARTISTICO-DIDACTICO RECOPILAR A TRAVES DE ESTA OBRA QUE HOY PONE EN SUS MANOS, TODOS AQUELLOS DATOS Y REFERENCIAS QUE SEGURAMENTE HABRAN DE CONTRIBUIR A UN MAYOR CONOCIMIENTO Y COMPRENSION DE TODOS AQUELLOS HECHOS QUE HACEN AL PAYSANDU DE AYER, Y QUE HOY TAN LEJOS EN EL TIEMPO, SIGUEN ESTANDO PRESENTES A TRAVES DE EXPRESIONES NACIDAS DEL ESPlRlTU CREADOR Y DE LAS MANOS DE QUIENES CON SUS OBRAS PERMITEN QUE EN EL PRESENTE SIGAMOS RE- VERENCIANDO Y ADMIRANDO UN PASADO QUE NOS ALIEN- TA Y COMPROMETE EN FORMA PERMANENTE. A CONSTRUIR UN FUTURO QUE SEA ORGULLO DE TODOS LOS SANDUCE- ROS.

Arq. WALTER M. BELVlSl I N T E N D E N T E

Cdor. RICARDO MOLlNELLl SECRETARIO GENERAL

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UN OASIS DE PAZ

Aquí el tiempo se ha detenido. Pero el recuerdo late.

Paysandú los venera perpetuamente. Un monumento construído de tumbas: semillas del tiempo. A los que lucharon y dieron su sangre. A quienes dieron sus ansias de todos los días. Porque hay héroes de todos los días. Hay filántropos, científicos y docen- tes. Amas de casa y jóvenes enamorados. Hacendados y hombres comunes, de todas las horas. Los que forjaron. con algo de su vi- da. el Paysandú de hoy. No están todos. Pero hay muchos.

Allí bajo un pórtico griego y un inmenso timbó de nervudos brazos indios. Donde la paloma reza su paz al atardecer, y el gorrión corretea por el tobogán del rayo de sol.

Enfrente, en la plaza, la niñez hamaca su risa en la inocencia feliz. Pero aquí, el mármol pone su escarcha y el bronce grita su dura luz. Y la piedra se hermana con el barro para proteger las urnas del recuerdo.

Aquí guarda Paysandú sus semillas de tiempo. Es un monu- mento al amor.

En este museo de amor y de silencio hay magníficas escultu- ras, mausoleos de arte y veneración que no existen en ninguna parte del país. Se destacan, entre ellos, las obras de Giovanni del Vecchio, artista italiano que sembró en Paysandú una selecta sementera artística. Son suyos los monumentos a los Revolucio- narios del 86 en Quebracho; a los Servidores de la Patria; a Don Manuel Stirling; a Luis Galán y Rocha; a don Manuel Adolfo Olae- chea. Hay también hermosas obras en mármol del artista Eugenio Perezutti, y del escultor Morelli, sobre todo el monumento a Don Vicente Mongrell, y contribuciones artísticas del escultor Francis- co Palermo.

Es imposible describir las obras de este verdadero vivero de arte. Hay que verlas. Pero hay que sentirlas. Porque cada una tie- ne su historia propia, su leyenda, que viene de lejos y corre por boca de muchos, y del cuidador, que explica cada detalle y asom- bra al turista que visita el Monumento.

Aquí explicaremos algunos detalles de los más sobresalien- tes. Pero queremos homenajear a todos, también a los ignorados que no.tiene un mausoleo sino una modesta tumba. y más aún a los que yacen en un osario común.

La Intendencia Municipal, que perpetúa su recuerdo haciendo

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del lugar un bien cuidado y guardado solar sagrado, me ha enco- mendado esta reseña artístico-histórica del Monumento. Porque lo que importa es la belleza que se perpetúa en este homenaje. Belleza que es como la lámpara votiva del espíritu sanducero.

~ á s allá del bronce, del mármol y de las palabras-. . . más allá, está el silencio reverente de los que no olvidan.

Porque aquí se ha detenido el tiempo.

Pero el corazón de Paysandú sigue latiendo.

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LA ANTIGUA CAPILLA

En los cementerios se acostumbraba a levantar una capilla. Con motivos religiosos y prácticos, porque allí muchas veces, se celebraban velatorios y funerales antes de la inhumación.

La Capilla del Monumento a Perpetuidad se levantó al inicio de la calle principal. Porque al Monumento se entra lógicamente por el Pórtico, pero se inicia su recorrido desde la Capilla. vinien- do desde el este.

Es una capilla pequeña sin muchas pretensiones artísticas. Hay en ella algunos elementos góticos, dos finos vitrales, pero la gran mayoría de los elementos arquitectónicos nos habla de un estilo románico. Anchas paredes, el techo en bóveda, el altar bajo un arco y flanqueado por dos columnas. Las pinturas del techo con los símbolos del Espíritu Santo y la Cruz.

Su pórtico griego en sus líneas presenta la sencillez de las capillitas que pueblan nuestra campaña en muchos lugares. En su frente luce el año de su construcción -1858- y el de su refor- ma -1908.

De aquí se deduce que fue construída en la época del Jefe de Policía Don Basilio Pinilla, el que puso las bases arquitectóni- cas y urbanísticas del Paysandú moderno. No olvidemos que el 5 de enero de 1858. el coronel Pinilla fue designado como Jefe Político y al mismo tiempo comandante de la Guardia Nacional urbana.

Finalmente de la Capilla hay que destacar la imagen del Cris- to Crucificado que preside todo el Cementerio, que en principio se llamaba "Cementerio Viejo". Una obra escultórica religiosa con ciertas reminiscencias del famoso Cristo de Velázquez, por la expresión de su auténtico sufrimiento y por la eterna mirada de sus ojos.

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EL OSARIO COMUN

NO podemos pasar adelante sin unas pocas palabras sobre este lugar. A poco que pasemos distraídos lo dejaremos de lado. Pero él está allí: la gran tumba común, donde yacen muchos "hé- roes sin redención y sin historia", según palabras del poeta Zo- rrilla.

Allí fueron arrojados muchos de los defensores cuyos cuer- pos no fueron reclamados, o de quienes no se conocían parientes.

No olvidemos que también los restos del héroe Leandro Gó- mez fueron arrojados allí luego de su fusilamiento. Llevados en una carretilla, el desprecio de sus ejecutores llegó hasta este punto: arrojarlos allí para que sus rastros se perdieran. Pero allí estuvo la ciencia y la amistad del Dr. Mongrell quien al día si- guiente lo identificó, obtuvo permiso para llevárselo y luego en su casa le practicó su técnica de embalsamiento para conservarlo y luego logró pasarlo a Arroyo de la. China donde lo esperaba el Cura Ereñú, amigo de ambos.

Al pasar junto a él pensamos que es un surco sagrado en la tierra heroica de la Heroica. Allí están en tierra común las semi- llas del trigo heroico emblanquecido por el tiempo. Esperan fru- tificar en fa eternidad.

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PEDRO RIBERO

Un medallón de mármol blanco que ostenta grabada en alto relieve la figura dei defensor de Paysandú, Pedro Jacinto Ribero señala su tumba, a la mano izquierda, saliendo de la capilla. El lugar donde descansa, tiene a su vez la forma de una capilla mo- desta, que se distingue de las demás vecinas suyas, por el me- dallón de Carrara que ostenta la firma del escultor José Livi. Re- cordamos que este escultor dejó obras importantes en nuestro medio y sobre todo en Montevideo, ya que es autor del Monu- mento a la Libertad, en la plaza que lleva dicho nombre.

Pedro Ribero es uno de los héroes más distinguidos y popu- lares que defendió a Paysandú durante los treinta y tres días del Sitio. porque murió justamente el 2 de enero como si no quisiera ver su hogar destrozado y su pago deshecho.

Nacido el 10 de setiembre de 1829, su primera niñez la pasó en la casa paterna. en el cruce de las calles hoy Leandro Gómez y Treinta y Tres Orientales. A los diez años su padre, fuerte co- merciante de plaza lo envió a estudiar a Montevideo. Iniciada la Guerra Grande fue transferido a Buenos Aires donde estudió en el Colegio Republicano Federal.

Vuelto a Paysandú en 1845 se dedicó al ramo de su padre y participó directamente en la vida política lugareña.

Electo Alcalde en 1856, luego integró la Junta Económico Administrativa. Alternaba la actividad política con la atención del comercio paterno y también la estancia que poseía la familia.

Alférez de Guardias Nacionales, desde el último quinquenio de la Guerra Grande. En 1858 obtuvo el grado de Teniente y el 20 de mayo de 1864, ya en plena revolución de Flores, obtuvo el grado de Capitán, haciéndose cargo de la Infantería urbana.

Entonces. la gloria le había destinado un episodio del que fue protagonista y que lo proyectó a la fama como ejemplo de bizarría: "El Episodio del Ciudad de Salto".

Eligió 16 compañeros y vestidos como simples paisanos se dirigieron al puerto de Salto donde estaba fondeado el único barco de guerra que tenía el país: el Ciudad de Salto. Su Capi- tán muy timorato, no se animaba a salir, estrictamente vigilado por las naves brasileñas. Ribero y los suyos toman el mando y la conducción del barco y comienzan el viaje hacia Paysandú, con "un viva a nuestra independencia, al Super Gobierno de la Repú- blica y al pabellón nacional". Fondearon en la desembocadura del Daymán para viajar de noche y evitar las cañoneras brasileñas. En la noche del 7 de setiembre prosiguieron el viaje rumbo a su

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ciudad sanducera. Sin embargo en la boca del arroyo Chapicuy avistaron las cañoneras Belmante y Araguay. Ambas cañoneras escoltaron a la pequeña nave para dejarla a boca de cañón de [a nave capitana Jaquitinhona, frente al "Saladero Quemado" de Nuevo Paysandú. La nave brasileña abrió fuego con poderosos ca- iienes y la oriental disponía sólo de una pieza por lado. Realizó fuego de fusileria, contra una nave de guerra! Así lo conienta sii lieroicg Capitán:

"lrnposible me era sostener un combate a fuego porque no podia jugar s ipo tina sola pieza, y en fuegcjs directos, así es que determiné virar de bordo y seguir mi camino hasta este puerto donde fondid".

Enseguida, a la vista de las cañoneras. y d e todo el pueblo cend~!cero crn Learidro Gómez a la cabeza, desembarcó la tripu- lación, artillería y bagajes, la ernbic0 en uq cañadón [frente a la calle hoy L. Górnez) y prendió fuego a la nave. Así logró impedir la captura por 135 brasileños, de !a gallarda nave oriental. E i otro- ra airoso barco quedó reducido a informe montón de hierro y Ri- bero y los suyos escribieron uno de los inas bellos episodios de nuestra marina.

El Gobierne de la República, en mérito a esta hazaia le con- firió el grada de Teniente Coronel y por otro documento. lo nan-i- br6 Jefe Político en sustitución de Pinilla qce había fallecido re- cientemente.

Comenzsdo el Sitio, se le confió la coinandancia del Baluarte de la Ley, el arreglo del Hospital de Sangre tlioy Inspeccibr; de Ezc:elas] y el 4 de diciembre fue no~braclo comandaiire del Can- tórr de ta Jefatura, cuya grisrnició.i se componía de 45 hombre-,.

Interesante rememorcr a!s~inas znécdotas, muy breven~~ i~ tz . para apreciar por ellas la vatentia proveibisl de este Jefe durante la defensa.

Comandznte de la linea defensiva del Sus, con base en la Je- fatura. el día S ordenó a su gente para la pelea, el ciia 6 recoi-riO toda la línea que le estaba encomendada. Cuando el enemigo trajo el ataque por la propia Jefatura, pasó a la azotea donde perrna- i?eciO dando órdenes, trrando con un rifle a veces, otras con tina pieza de caRón. En lo mSs recio de la pelea se paseaba par la azo:ea tomando t ra~quitamente su mate que hacia cebar con un so!dado,

Las fuerzas de Flores se habían posesionado, por los fondos. de las casas que daban frente a la Jefatura, a ambos lados de la calle Montevideo, y no había modo de desalojarlos sino llevando un ataque simwltaneo a sus posiciones. Para hacerlo se nombró

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a dos jefes que atacaran slrnult6nearnente: al Mayor Belisarlo ES- tornba por la del este y el propio Jefe de Pollcia, Pedro Ribera, enfrente a la Jefatura.

Las fuerzas que dirigía Ribero, al llegar a la vereda, se con- tuvieron un tanto, antes cia entrar con resoluclbn aE zaguan. En. tonces su jefe, avanzo por el azguán incitarido a la tropa para que la siguiese: pero no llevaba en aquel momento ninguna orina en lo mano. Fue asaltado Rlbero por un Individuo que scechaba de- tras de la pared, quien le clirigiú una estocada. Ribero dio un salto atr,is y el ton16 la muñeca desarmándolo, y esta proeza incitri a sus soldados que, conibatiendo cuerpo a cuerpo. recuperaron am- bos sitlos.

En el etaque del 31 de diciembre, atcndia a todas partes, sleiiipre sereno y valiente. Despejado sin esconderse detrés de ningún parapeto tenienrlo a l eneinigo coi1 cnlr~nes a tiaeln!n varns tlt! distancia.

El ,lo cie enero, s Igs 22 horas, participb rte 13 seuniiin con los principales jefes en la Comandaacia, para decidir el futuro de las acciones bélicas.

El heroico comandante de l a Jefatura fornió r n e l banda de LUCPQ Píriz, representando la tendencia de sostenerse hasta el fin.

Y asi le sucedi6: al dia siguicnto le fue encomendado por Leandro G ~ m e s , sustituir a l coronel Azaiiibuya, muerto c i ~ la no- clic, en el coniando de fa linca del Oeste, con hase en el Banco ile Mriuri. Nada focif ~ r 3 el pasaje a t íaves de la riinnzona por los foiidos di! la Jefaiura. Los imperizles se hribirin posesionado de las azoteas y tirobair a todo To que se movicsc. NI bfen rcci- bío la orden. pas6 por un boquete tiricia la esquina de "El Aiicla Dcirada", para pasar por sus fondos hacia Iri callc $ 8 de Julio, Su tiermaiio Rafael que le precedia vio cuando cay6 mucrto instan- Irlnearnente, por tina descarga que le Ii icieron desde l a azotea cic crifrente. (Todos estos datos los tonio ahreviades de "~ccue rdos dc Paysandú", del propio herinano suyo Orlando Ril~cro).

Inhumado el disi 3 dc cncro de 1865, postcriorl i ientc fue m- Iccnclo cn iina sencilla tumba. junto a su csposo, qiie es la que rfercrihí al principio. Constr~iídn por el graii arqultccia del Templo Y del Teatro, entre otras cosas, Fraiicisco Poncini y con el me- dalldn de m6rrnol. obra del italiano 3os6 Livi.

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DON TOMAS PAREDES

A mano derecha, iniciada la calle principal, la tumba de Don Tomás Paredes, Cecilia Borjes de Paredes e hijos. No tanto por su importancia escultórico-arquitectónica sino por el significado histórico del patriota Paredes.

La tumba de "los Paredes", como digo es muy sobria. Ape- nas se destaca sobre ella una columna inconclusa donde luce el nombre de quienes allí yacen. Pero, en su origen, era un verda- dero n-ionumento funerario de gran estilo. Fue destruído por un tornado en la noche del 13 de julio de 1887.

Monseñor Luis Lasagna fue el primer Obispo salesiano que vino a Paysandú, y dicho sea de paso, murió muy joven en ur: ac- cidente ferroviario en Brasil. Había nacido en 1850 y su muerte acaeció en 1895. Lo cito porque en una visita al Colegio Ntra. Sra. del Rosario de Paysandú, recorrió la ciudad y por supuesto el "Cementerio Viejo", hoy Monumento a Perpetuidad. Pues, dejó una descripción del monumento funerario de "los señores Pare- des", que aún no había sido destruído por el tornado.

Dice: entre los más bellos monumentos debe citarse "el de los señores Paredes, todo de mármol finísimo de Carrara, el cual presenta un pabellón sostenido por cuatro pilastritas elegantes y acoge a su sombra una urna magnífica, siendo rodeado en su base por cuatro damas simbólicas y coronadas en cumbre por el signo de la redención cristiana". ("El Bien Público 7-Xl-1883, según A. Schulkin).

DON TOMAS PAREDES, que allí yace, fue prócer de la Inde- pendencia. Nacido en la villa de San Salvador, su vinculación con Paysandú data del año 1804.

El jurisconsulto español Juan de Almagro había adquirido la estancia de Paso Vera, cuyos límites naturales eran el Arroyo Ne- gro, el Sacra y el río Uruguay. En el año citado don Tomás Pare- des acedió al cargo de capataz de la gran estancia y se radicó definitivamente en su casco.

Promotor de diversas gestiones de carácter independencista, fue uno de los más importantes asistentes a la Reunión de Casa Blanca celebrada "en su casa" el 11 de febrero de 181 1. Era cla- ra la intención de los confabulados de engrosar las filas artiguis- tas, pero la reunión fue malograda por el capit6n de navío Juan Angel Michelena, llegado de Arroyo de la China. Los patriotas se dispersaron, pero la llama artiguista no se pudo apagar. Como lo prueba Asencio, sucedido a los pocos días de Casa Blanca, luego Las Piedras y toda la "admirable alarma" que despertó el Prócer.

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Paredes. según algunos historiadores, fue apresado tardía- mente, en marzo, y liberado más tarde, a raíz del armisticio fir- ,nado entre patriotas y realistas en octubre de 1811.

Fue luego alcalde de Paysandú y la representó el 8 de di- ciembre de 1813, en el Congreso de la Capilla de Maciel.

Se mantuvo separado del Protector y no se conoce su ac- tuación entre 1814-19.

Se radicó luego en un campo de su propiedad sobre el Que- guay y desde allí, sin intervenir directamente en las guerras de la Independencia, prestó señalados servicios a la causa oriental. Especialmente por intermedio de su hijo Mariano, colaborador de Rivera en la batalla de Rincón.

Alcalde interino de Paysandú en 1828, se volvió a radicar en la casa paterna, sin dejar del todo su estancia del Queguay. Su casa estaba situada por calle Florida y Montecaseros. Lugar que luego fue comandancia militar en el sitio de 1864-65.

Allí había fallecido el patriota Don Tomás Paredes el 14 de diciembre de 1842.

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JOSEFA LAVALLEJA DE IGLESIAS

Un austero túmulo funerario donde descansan los restos de la hermana del héroe Juan Antonio Lavalleja, doña Josefa Lava- lleja de Iglesias.

Una placa marmórea, grabada en los talleres de Buenos Ai- res, es lo más distinguido, artísticamente, de dicha tumba. Una cruz de hierro en lo alto del túmulo, y un barandal que lo rodea, donde lucen redondas balas de cañones. Y nada más, sencilla la recordación de esta dama que también fue muy sencilla en vida, como lo consignan las crónicas de su tiempo.

Don José Felipe Iglesias era comerciante de importancia en nuestro medio. Como lo expresan las crónicas, "era un pulpero rico y expendedor de ramos generales". Ltiego encaró la evolu- ción de negocios familiares así como la hacienda en la zona del Queguay y el saladero. Se casó como decimos con doña Josefa Lavalleja y juntos se dieron a la tarea de criar y educar a sus hijos, Felipe y Manuel. Su casa y local del coi:iercio estaba frente a la Plaza Libertad, después Constitucíón.

?or esa misma razón y por ser la familia muy representativa de Paysandú, la casa de familia y el coinercio fueron asaltados y destruídos el 26 de diciembre de 1846, fecha del segundo asalto a Paysandú. En esta hei-oica defensa los hombres de la casa de- bieron enrolarse en el ejército defensor. Mientras tanto la dueña de cosa, doña Josefa, recorría la casa cerrando puertas y tratan- do en vano de apagar las llamas incendiarias. Cuando el incendio se hizo incontenible la dama salió hacia el campo, a dos cuadras de su casa, y buscó refugio en una tahona.

Los males y peripecias de aquellos días tremendos y la en- fermedad cardíaca, enfermedad que afectó a toda la familia La- valleja, acortaron notablemente su vida. Falleció pocos años des- pués, el 15 de enero de 1850, a la edad de 58 años.

Su esposo, y sus dos hijos, continuaron trabajando en poli- tica y en su comercio de ramos generales. Este fue reedificado en un predio contiguo a la Botica Legar, calles 18 de Julio y Plata. Como un dato ilustrativo digamos que en dicho comercio trabajó como dependiente un joven que se llamaba Juan Lindolfo Cues- tas, el sanducero que llegaría a ser Presidente de la República.

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LUIS GALAN Y ROCHA

En- e l centro del Monumento a Perpetuidad, el Monumento al donante del predio donde luego se iría erigiendo, escultura a es- cultura, tumba a tumba, lo que hoy es este singular lugar: un Monumento rvalizado con Monumentos.

Curiosamente la columna funeraria que se levanta sobre la tumba luce la dedicatoria a don "Luis Galán y Rocha y flia", y la fecha, 1897. Pero la figura central en la cúspide de la columna es la de su madre doña Luisa González. Es un monumento a su madre, pues, así quiso perpetuar el filantropo sanducero la me- moria de la ilustre dama autora de sus días. La madre cuya tum- ba primitiva se había perdido, al remover la tierra y piedras sobre el viejo cementerio. Su hijo Luis, después de consultas y estu- dios, seiialó ese lugar, allí estaba la antigcia t~imba y sobre ella el escultor italiano comenzó a levantar la ~ b r a de arte funeraria.

Una grzn base con escalinata, todo en granito gris, luego en el plinto de la gran columna el material utilizado es el márinol. Y precisamente en su centro un gran medalión en mirmol de Carrara que recuerda precisamente el r0sti.o de su madre. Alto- rrelieves también en mármol, cintas que reúnen flores y espuma de mar, completan los adornos que subei-i por ainbos lados de la columna. (He encontizdo en varios n-ionurnei-itos esta espuina de mar: algas y esponjas que tienen relación con el mar. No ol- videmos que es símbolo de la vida, porque la vida comenzó en é!].

Y culminzncio todo el monuniento, repetiinos un grupo escul- tórico de magnífico pcrte. En mármol de Carrara también, la ma- dre sostiene en s ~ s brazcs al hijo más peq~ieño, precisamente Luis el después filátropo, los otrcs dos juegan a sus pies inater- nales. Un grupo ller?o de gracia que imporie nxditación y alegría al inisino tierripo una serena alegría que irradia siempre la ma- dre rodeada del dulce gozo de sus hijos. Aunc;:ie haya partido va, porque precisamente para recordarla siempre se crean obras co- mo este nlonun?ento.

Naci6 en Paysandú, con Luis Galán y Rocha el 6 de noviem- bre de 1832. t-!uCrfai?o al i:acer porque su inadi-e niuri0 u1 darlo a luz. Sus hermanos ii-iayores se llamaban Lisardo y Ladislao, 10s otros que figuran en el monumento. Durante toda la vida recor- daría don Luis el día de su nacimiento doloroso para él por la

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desaparición de su madre y en cada onomástico entornaba las puertas de su hogar y meditaba a solas. Quedó bajo los cuidados de SU tía materna y luego de muerto su padre, en 1836, don Juan Rocha, su tío político, ejerció los derechos tutelares. La familia poseía una estancia en la zona del Oueguay y además considera- ble fortuna.

En plena Guerra Grande, su familia tutelar se instaló en Bue- nos Aires. Gran parte de la fortuna estaba guardaba en Brasil, pero no así las haciendas que sufrieron desmanes. En el plano del sitio de 1846, la casa de Justa G. de Rocha figura en el extremo S.E. de la plaza. Pero hemos dicho que Luis recibió la educación en Buenos Aires.

Regresó al Uruguay en 1851 e inmediatamente procuró la re- estructura de los bienes que habían quedado abandonados largos años. Retornó a su antigua casa de la calle Real, frente a la Pla- za. Comenzó al mismo tiempo a construir su casa propia en el cruce de las hoy 18 de Julio y Montevideo, la "Casa de Galán y Rocha", como fue luego conocida hasta su demolición en 1951.

Era conocida porque acaparaba la atención de los viajeros y transeúntes por la variada flora tropical que don Luis cultivaba en ella: helechos, begonias, orquídeas, y hacia el fondo, bananos. ananáes y plantas de tabaco.

Especialmente en 1860, año fundamental para Paysandú por la creación de varios edificios importantes que subsisten hoy, ini- ció la aclimatación de caña de azúcar, algodoneros y tabacos que veinte años después expondría y serían premiados en la Primera Exposición Agropecuaria de Paysandú. También las presentó en la Exposición Universal de París del año 1889, especialmente algo- dones, y allí obtuvo diploma y medalla de bronce. En Buenos Ai- res, Nueva York y Montevideo. también premiaron sus productos. Esta pasión por la jardinería y agricultura no lo abandonó nunca y en sus últimos años se le veía recorriéndolos con su compañe- ro el bastón.

Se casó y de su matrimonio nació una niña de precaria salud, que murió tempranamente. A los pocos meses de esto, ambos es- posos de acuerdo, anularon el matrimonio. Como para cicatrizar esta etapa viva y doliente de su vida, permaneció por muchos años en Buenos Aires.

En 1865 intervino directamente en la política siendo nombra- do Secretario de la Junta Econ6mico-Administrativa, y un año des- pués electo Presidente.

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Electo suplente del Alcalde Ordinario en 1869 adquirió bien fama de Defensor de pobres y menores. Propulsor de la

beneficencia, ayudaba a pobres y ancianos generosamente. Tam- bién contribuyó a cuanta obra de bien se realiazba en Paysandú, prueba de ello es su generosa contribución para las obras del Templo, hoy Basílica.

Pero su obra fundamental en este aspecto es la donación y construcción del Asilo, luego Hospital de Paysandú. Ultimó los trámites legales para la donación de un campo de 2.700 cuadras junto a su predio que hoy ocupa el Monumento a Perpetuidad. Es- to sucedió en 1888 bajo el Ministro de Gobierno Dr. Julio Herre- ra y Obes. Como estaba resuelto a erigirlo él mismo, pocos años después se iniciaron las obras bajo su dirección y patrocinio. Pe- ro ya estaba enfermo de muerte. Y efectivamente falleció el 25 de noviembre de 1890. Los muros del Asilo por él donado apenas levantaban un metro de altura. Pero su generosidad quedó bien patente en la donación de esta obra comenzada en los últimos años de su vida.

Y respecto al hoy Monumento a Perpetuidad, contribuyó a las obras y al embellecimiento del Cementerio Viejo. En esta obra, como hemos dicho, puso mucho dinero y todo su corazón. Por las razones ya apuntadas, que son las guerras civiles y el consiguien- te traslado de la necrópolis donde estaban enterrados los restos de su madre, propició la minuciosa búsqueda para la que incluso contrató técnicos y expertos. Luego resolvió erigir la tumba fa- miliar en el centro mismo del camposanto donde todo le indicaba que estaba su madre, y que. cuando él mismo falleciera, descan- sara allí junto a ella.

Quiso que ese lugar tuviera un digno y artístico trazado y así encargó los planos y la realización del hoy Monumento a Per- petuidad al agrimensor José M. Guerin, en 1887.

El Monumento a Perpetuidad y el Hospital-Asilo Galán y Ro- cha, inaugurado por fin el 25 de mayo de 1915, son a su vez un monumento a un preclaro donante, el filántropo sanducero Don Luis Galán y Rocha.

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FELIPE ARGENTO

Siempre por la calle central del Monumento y viniendo al oeste, a la izquierda, podemos observar el sepulcro de "Felipe Argentó y Flia." (1865). Atrae por su belleza sencilla. Sobre la tumba, la escultura de una mujer, de larga veste, sobre ésta otra ropa primorosamente puntillada y un manto sobre la cabeza. En actitud de orar, los ojos cerrados, como dormida para siempre en esa paz que respira todo el conjunto realizado en blanco mármol de Carrara. Los símbolos que lucen entrelazados son el "ancla", símbolo de la fe, la "cruz" cristiana y las flores, todos ellos gra- bados artísticamente en mármol.

Una imagen escultórica que hace que uno se detenga ante ella, porque a pesar de su sencillez, tiene algo y trasmite algo.

FELIPE ANICETO BARTOLOME ARGENTO, como realmente se llamaba este héroe del Sitio de Paysandú, que murió defendién- dola.

Previamente aclaro que es hijo del comandante Felipe Argen- tó, defensor de la Villa de Paysandú durante la Guerra Grande. en el sitio del año 1846. Entonces Felipe A. Argentó era un niño, na- cido el 17 de abril de 1837, por lo tanto cuando su padre fue el comandante de la defensa, él tenía nueve años. Queda hecha. pues, la aclaración de que se trata de Felipe Argentó hijo, que murió en la Defensa de Paysandú, 1864-65. Y hablemos brevemen- te de su vida.

Hijo primogénito de lgnacia Ortiz Laguna y de Felipe Argen- tó, los primeros años transcurrieron dentro de una incierta situa- ción política. Ello determinó que la familia Argentó se trasladara a la casa de campo que tenía junto a un saladero sobre la mar- gen derecha del San Francisco, casi a su desembocadura. Este lu- gar llamado "Saladero de San Francisco, o de Argentó", cuyos ves- tigios y casco de estancia que viene de la época misionera, se conservan aún hoy.

En esas circunstancias los tomó la Guerra Grande, cuyo epi- sodio central, para Paysandú, fue la defensa a cargo de su padre, y posterior saqueo.

Concurrió luego al colegio regenteado por el preceptor es- pañol Don Ventura Val.

Cuando su padre debió trasladarse a Entre Ríos por razones de negocios con el general Urquiza, el jovencito Felipe Argentó quedó a cargo de la hacienda y saladero del San Francisco, como administrador.

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Cargo que abandonó en 1862 para llegarse a la ciudad y de- dicarse al negocio de ramos generales. Su negocio adquirió mu- cha relevancia hasta que tuvo que abandonarlo ya en el umbral del Sitio.

El l o de enero de ese año de 1862, había contraído nupcias y esa fue la razón por la que instaló su casa propia en la ciudad.

En 1864 entró de lleno en el clima de la defensa, con el grado de Mayor de la Guardia Nacional. A partir de allí dio cons- tantes muestras de su valentía, y los cronistas de la Defensa, Masanti y Ribero, quienes multiplican elogios por la hidalguía del joven oficial sanducero.

De las páginas de Hermógenes Masanti y Orlando Ribero, to- mamos parte del relato de la muerte de este héroe:

El Mayor Belisario Estomba tenía un pequeño cañoncito en la ventana de la sacristía del Templo. Desde allí dirigía sus tiros hacia Bella Vista, desde donde le contestaban con una lluvia de cañonazos de grueso y destructivo calibre. Calle por medio, pa- sando Florida, en la vereda de enfrente estaba la trinchera y una pared de ladrillos donde se protegían Felipe Argentó y su tropa.

Como, después de cada descarga desde Bella Vista, contes- taba Estomba con su cañoncito, "oíamos desde nuestra posición - d i c e Ribero- la voz de Argentó, que decía: "Comandante Es- tomba, déjese de hacernos despedazar con su cañoncito, que no les hace daño alguno; en cambio nos crucifican a nosotros que estamos aquí abajo".

Y fue una profecía del valiente Argentó. A eso de las nueve y cuarto de la mañana una bala de cañón derribó a Argentó Ile- vándole las dos piernas.

"Este valiente joven Guardia Nacional -dice Masanti- re- volcándose en el suelo, dio vivas a la Patria, al Gobierno y a la guarnición. Al punto lo colocan en un catre para conducirlo al hospital de sangre, mientras que él les dice: "Compañeros, pe- leen hasta morir. Les recomiendo a mi familia". Y a unos metros de allí expiró sin lanzar un ¡ay! Muchos actos de valor se han visto, pero como el de Argentó, muy pocos" (Del "Diario del Ca- pitán Hermógenes Masanti").

El l? de enero, en pleno sitio, fue inhumado el cadáver de este valiente y joven defensor, con honores militares debido a su rango militar.

Bajo esta hermosa imagen de la paz, en el Monumento a Perpetuidad, yacen sus restos.

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EL MAUSOLEO DE MANUEL STlRLlNG

€ 1 más espectacular e imponente, artisticamente uno de los perfectos, ei que tiene una romántica historia y hasta leyen-

das que cobre él se tejieron. Ubicado en l a calle central del Mo- numento a Perpetuidad, construido en mármol de Carrara por el profesor italiano Juan del Vecchio. Se distingue por muchas ra- zones pero especialmente por belleza artística.

Don Manuel Stirl ing fue el penultimo vástago del conocido y apreciado matrimonio constituido por Alejandro Stirl ing y Catali- na Erskine.

Manuel estudió en Montevidea donde recibiii la más esme- rada instrucción. Luego de / a Paz del 51 que terminó la Guerra Grande y muerto su padre, le correspondió la administración y propiedad de l a estancia "Rincón de L e n c i n a ' h n nuestro depar- tamento y parte del actual de Río Negro, que entonces integraba el área sanducera. Fue Juez seccional de Paysandú y estanciero progresista. También político de importancia ya que como perte- neciente a l Partido Colorado, mantuvo amistad con Venancio Flo- res en el curso de l a Revo!ucion de 1863.

Incansable lector, a pesar de sus intensas tareas agropecua- rias. Estudio y se especializo en la cría de razas ovinas y caninas, también a la clasificación de maderas y minerales.

En la Exposición-Feria de 1880 y en la Continental de Buenos Aires de 1882. fue premiado precisamente por esas especialida- des. Turfman del mejor estilo en lo que fue también un adelanta- do, como fundador de! hipodromo local en 1893.

Falleció en 1894 sin dejar descendencia.

DETALLES DEL MONUMENTO

Su señora doña Nicolasa Argois de Stirling, dedicó sus vein- t icinco años de viudez, a realizar obras de beneficencia en la so- ciedad sanducera.

Resuelta a perpetuar la memoria de su esposo, contrató a l famoso escultor italiano Del Vecchio para que concibiera y reali- zara la obra del Mausoleo.

Largas horas de charlas entre el artista y la dama lograron que aquel conociera, especialmente por dentro, al extinto Dan Ma- nuel y pudiera plasmar en toda la obra esas figuras que hablan

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y dan vida a la historia y a las leyendas que sobre su personali- dad se crearon.

Monumento dentro del mas puro estilo gótico florido, cuya fama se ha extendido aún por el viejo mundo, de manera que no es extraño ver a extranjeros y aún europeos, contemplar y consi- derar el Monumento a Perpetuidad y esta obra de Del Veccio en especial.

Esta obra insumid más de cincuenta toneladas de puro mar- mol de Carrara. Llegó en bodegas de un barco italiano a Monteví- deo. Desde este puerto, trasladado a otra nave, subiO el río Uru- guay y fue desembarcado en nuestro puerto. La señora de Stirling contrato un numeroso convoy de carretas para que trasportaran las piezas desde el puerto al emplazamiento definitivo.

En cuanto a l costo tratado era alrededor de 50.000 pesos en moneda de la época. Pero cuando el artista dio por terminada l a obra, la seiora de Stirling le entregó 10.000 mas, para que l a So- ciedad no sufriese perdidas por imprevistos, que los hubo.

LA OBRA Y SU SIGNIFICADO

Hemos dicho que es de estilo gótico florido y agregamos que tílrnulos funerarios de ese estilo existen en el famoso cementerio de Génova. pera se entiende que por lo menos en e l Uruguay no existe otra obra, de ese estilo, que se le asemeje.

Lo primera que llama la atención al contemplarlo en su tota- lidad es e l porque del contraste del color blanco del mármol de todo el monumento, con el color rosado de las ocho columnas de estilo corintio. Con ellas la señora se hizo el gusto perpetuando el recuerdo de la famosa tropilla de yeguaritos "rosillos" que eran l a gloria de su esposo.

Se puede pensar ya qué cantidad de simbolos contiene el Mausoleo. Y así es en efecto, sirnboFos religiosos los m6s y al- gunos de otro genera, como el ya expresado.

Toda la obra nace con la presencia de un dngel y culrnfna con la presencia de otro ángel. El ángel de la justicia el del pie, el dngel de la resurrecci6n el que estA en la altura. El primer án- gel en actitud reflexiva y acusadora a la vaz. Espada caballeresca a la cintura, las alas recogidas, la mano apoyando serenamente la frente y el ajo de Dios en su centro. Al mismo tlernpo este sim- bolo puede ser el de la masonería a la que podia pertenecer el

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arquitecto y escultor y que viene por lo menos de sus pares de la Edad Media.

La obra es digna de observarse de todos los puntos, como una elevada torre gótica. pero el pórtico está orientado hacia el norte. Enfrente al ángel vigilante, las dos figuras humanas de los niños: sus ahijados como dice la leyenda: "A nuestros queridos padrinos". Uno arrodillado, la otra de pie ofrecen flores y la ma- yorcita señala al matrimonio ubicado más arriba, en el alto cen- tro del monumento. Allí, Don Manuel sentado en silla patriarcal y su esposa, la matrona Doña Nicolasa, de pie, señala con su ma- no a los niños al pie del monumento. Este gesto, de la mano que señala y del ramo de flores que se ofrece, sirve de enlace a los dos grupos escultóricos. ¿Qué dice la señora a su esposo? Por alguna razón los señala mientras su mirada se posa sobre su ma- rido como reconviniéndole algo.. . Esta unión, esta comunicación entre ambos grupos esculturales es la que ha dado lugar a múl- tiples interpretaciones, y de allí salió también la leyenda de "Lau- racha" que tiene raíces verídicas.

Digamos que ésta es una novela de Otto Miguel Cione que se desarrolla, en buena parte de su acción, en nuestra ciudad y sus alrededores. La estancia de la que se hace mención tendría su casco en un lugar muy conocido, un centro deportivo de hoy. Y que su autor, Cione, visitó en vida ese lugar, muchas veces y es- tuvo relacionado con los posibles protagonistas de su obra. Hay además una primera edición de la obra que dicen fue quitada de circulación rápidamente por familiares de los protagonistas que, en vida aún, no querían verse reflejados en sus páginas. La obra fue llevada al cine por artistas argentinos en tres oportunidades. También esta es la razón, además de motivos artísticos, del por- qué tantos argentinos llegan a ver el Monumento, ya que la obra tiene relación con el Paysandú de aquel tiempo, el que refleja principalmente el mausoleo.

Dejando de lado el terreno de las especulaciones y leyendas, el mausoleo concluye con las características de todo monumento gótico: antorchas encendidas, las virtudes cardinales grabadas en sus esquinas y por sobre todo, el ángel de la resurreción. Por so- bre el templete, por sobre las esculturas del matrimonio, casi en el aire, el ángel que con su trompeta llamará a la resurrección y al juicio final. Significando que, finalmente, quien conoce el cora- z6n del hombre, es solamente Dios.

Sin duda, un bellísimo monumento que tiene muchas razones para atraer a turistas y visitantes y que es orgullo del Monumen- to a Perpetuidad sanducero, único monumento conformado por monumentos.

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FAMILIA DE MIGUEL HORTA Otro monumento funerario que se destaca por la serena be-

lleza de la escultura femenina. que representa a su esposa. y que contiene una triste y romátncia historia.

La escultura en mármol de Carrara es obra de otro artista italiano, Saccoman. y representa a la mujer serenamente recosta- da y como abandonada al sueño. Los pliegues de su veste, el de- talle de sus pies desnudos, sus ojos entornados. Una mano que ha asido las amapolas y entre ellas. e l áspid venenoso que se desliza artero para morderla en el antebrazo desnudo. Hasta el detalle de la mordedura de los dos colmillos ha sido contempla- do por el artista. Y toda la imagen expresa esa triste serenidad de entrega que el autor plasmó en ella y que señala más que todo una actitud espiritual de la bella mujer que fue sorprendida por la muerte en un gesto tan bello de recoger flores. Y detrás, la Cruz, que contrasta con el color, porque el artista eligió el bronce para esculpirla.

La Cruz desnuda con la sola inscripción de la auténtica I.N.R.I. (Jesús Nazareno Rey de los Judíos). La cabeza de la dama, como ensoñando, se recuesta sobre la Cruz, su único amparo y último refugio.

En total, el conjunto dama, flores, áspid y. Cruz, conforman una simbología bíblica que el autor italiano supo interpretar mag- níficamente en esta obra de belleza extremada. ¿QUIEN ERA LA DAMA?

Don Miguel Horta era u11 español, que llegó a estos lares en plena Guerra Grande. A pesar de esta situación se las arregló pa- ra incrementar su comercio mayorista. A los pocos años se aso- ció con otro fuerte comerciante del lugar, de apellido Dufrechou, conformando la razón social Dufrechou y Cía.

Entonces, como socio industrial y capitalista, Don Miguel continuó incrementando su negocio y adquirió así una experiencia y un respeto que los proyectó no sólo en Paysandú sino en sus filiales de Salto y Tacuarembó. Era famoso el convoy de carretas propiedad de la casa, que hacía un tráfico permanente con la ca- pital de la República.

Se casó en primeras nupcias el 30 de octubre de 1850 con una hermosa joven natural de París, Josefina Magnan. Esa es la dama que representa la escultura funeraria. El aciago suceso es verdadero ya que, a los pocos meses de casados, osef fina fue a recoger flores, como acostumbraba y fue mordida por una víboras lo que la llevó a la muerte casi inmediata.

A los seis años don Miguel contrajo segundas nupcias con la educadora Carolina Flory. Pero el recuerdo de SU primera esposa qued6 plasmado en arte en esa notable escultura, admirada Por todos los que concurren al Monumento a perpetuidad.

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MONUMENTO AL DR. OLAECHEA

Entrando por el pórtico griego del Monumento, y a su mano derecha, se puede observar un monumento funerario que atrae también por su belleza un tanto exótica. La lápida reza la siguien- te inscripción: "En memoria de los sentimientos filantrópicos que siempre demostró el Dr. Manuel Adolfo Olaechea". "Falleció el 16 de noviembre de 1898".

El monumento en sí consiste en una elevada columna de már- mol que sostiene sobre su capitel la urna que contiene los restos del médico. Dicho capitel está entretejido en hojas de palma y recuerda un estilo egipcio funerario. Sobre el mismo capitel, la figura alegórica de la lechuza. Hunde sus garras sobre una masa de algas marinas. Símbolo que se repite en otros monumentos del mismo lugar y que interpreto que significan "la vida" ya que la vida viene del mar. La lechuza que desde Palas Atenea del mun- do griego, simboliza la inteligencia, aquí es notoria por sus re- dondos ojos en los que el artista logró plasmar una aguda mirada que parece seguir a quienes la miran. En medio del plinto de la columna el altorrelieve del médico filántropo. Hacia abajo los sím- bolos de la farmacopea y luego la base de la columna notable- mente trabajada y taraceada en hojas y otros temas artísticos y geométricos. Al pie del monumento, pero integrado plenamente a él la imagen alada del Tiempo. Un anciano que luce enormes alas, apenas cubierto con un leve velo, posa su mentón barbado sobre la guadaña. El basamento de la obra semeja peñas, siempre en el fino mármol de Carrara y pertenece otra vez al artista italiano Del Vecchio. Es un monumento que impresiona por los elementos que reunió en él el artista y muy especialmente por ese anciano que mira con serena mirada, contrarrestando con la dura de la lechu- za del capitel.

El Tiempo está logrado con mucha belleza y trasmite al visi- tante esa idea de lo transitorio y de eternidad de su estatuaria simbólica. Bien vendrían a su pie los versos del poeta Julio He- rrera y Reissig: "El Viejo Patriarca / que todo lo abarca / se mece la barba de príncipe asirio. / Su enorme cabeza parece un gran lirio. / Parece un gran lirio / la enorme cabeza del viejo Pa- triarca. . . ".

BREVE RESERA

El Dr. Olaechea procedía de una familia peruana que por su acomodada situación económica le permitió realizar sus estudios en los mejores medios. Estudiante aventajado en la Facultad de Medicina de Lima, allí culminó sus estudios con distinción. Ejer-

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ció profesionalmente en la ciudad y en el campo. A veces realiza- ba sus visitas a caballo y de una rodada quedó un tanto cojo.

Posteriormente por razonas políticas eligió radicarse en Mon- tevideo. Allí se le concedió la reválida y ejerció en el Cuerpo Sa- nitario de la Aduana.

Por discrepancias políticas en las que intervino en su contra el presidente general Máximo Santos, Olaechea vino a radicarse a Paysandú.

Aquí realizó un intenso trabajo de laboratorio, especialmente en el estudio del cáncer. Editó en colaboración con el Dr. Martín hlajó una obra "La seroterapia en la cura del cáncer".

Gozó de unánime aprecio de la sociedad sanducera donde ejerció su medicina y su filantropía. De él dice el doctor Joaquín Silván Fernández: "Hombre de ingénita bondad, en ninguna carre- ra mejor que en la medicina había encontrado campo propio para dar satisfacción a sus sentimientos humanitarios. Filántropo y de- sinteresado en grado heroico, fue sin duda, después del inolvida- ble doctor Mongreli, el predilecto de los pobres, los humildes y los desamparados".

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PANTEON DE LA FAMILIA APOTHELOZ Entre los monumentos de blanco mármol de Giovanni Del

Vecchio y aún el de Vicente Mongrell, del escultor Morelli. se destaca nítidamente éste de la familia Apotheloz. En primer lu- gar por ser de concepción artística distinta a los nombrados ya que el elemento que en él se destaca es precisamente el bron- ce. Además por el juego de contrastes de color y de líneas en- tre esos nítidos elementos escultóricos que son el bronce y el mármol.

Aquí la figura central es el ángel de bronce. Con sus enor- mes alas abiertas y con el pie izquierdo hacia adelante. En sus manos el Libro de los Libros, La Biblia. Es un ángel caminante. Un poco alas y un poco tierra, por donde camina. Por eso lee la Biblia, mientras anda. Tal vez el versículo que nos advierte que la vida pasa "Sicut naves sicut nubes, sicut umbras". "Como las naves, como las nubes, como las sombras". Porque es la actitud y el mensaje que sugiere este magnífico bronce: caminamos por la tierra, de paso, pero nuestra mente y nuestro destino, son las alas, la eternidad.

Corrobora todo este mensaje bíblico la enorme cruz que se destaca como fondo. Como si el ángel caminara por este mundo a la sombra de la Cruz. Escultóricamente, ahora entra en juego el contraste del mármol de la cruz con el bronce del ángel. La cruz es más luminosa, finamente labrada, el ángel caminante en su oscura y etérea veste de bronce, es más humano. A pesar de las alas que, otra vez, señalan la dualidad espiritu-cuerpo, del hombre sobre la tierra.

Y luego el túmulo en sí, donde contrasta otra vez el material y sus tonos. Las tres grandes guardas de bronce aplicadas sobre el mármol. Guardas de bronce finamente taraceadas con distintos motivos. Flores la de más arriba, dibujos geométricos la del cen- tro, y otra vez florones y aureolas la más cercana. Al pie, sobre una gran plancha de mármol, descansa la urna funeraria, donde se multiplica ese doble juego de ambos materiales. Un manto de bronce, sábanas sepulcrales, donde se ha depositado un fino ra- mo floral. Y aquí entra en juego otro material arquitectónico, que se venía insinuando desde arriba y ahora luce plenamente en planchas y escalinatas: el granito rosado. Y las guías y coro- nas de bronce que descienden como en cascada, una desde el pie del ángel, la otra en el último escalón de granito.

Uno de los monumentos más hermoscis, con esa mezcla de modernidad y clasicismo que le otorgan solemnidad y plasticidad inconmensurables.

La familia Apotheloz es una familia sanducera que realizó muchas obras de bien en nuestro medio y colaboró siempre en beneficio del pueblo. Por ello Paysandú guarda en este Monumen- to, su recuerdo agradecido y artístico.

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MONUMENTO AL CAPITAN EUSEBIO FRANCIA Un magnífico monumento funerario, tambiéri obra del Profe-

sor Juan Del Vecchio y realizado en puro mármol de Carrara. L"- ce la siguiente inscripción: "Los restos mortales del guerrero de la Independencia Oriental y Argentina: Capitán Eugenio Francia".

En cuanto a la técnica escultórica es la misma desarrollada en su vecino el Mausoleo de Manuel Stirling. En el centro, en la ca- pilla elevada, el guerrero Francia, de pie, en traje civil, detallada- mente labrado por el artista italiano. También labrada la capilla en puro estilo gótico culminando en forma de templete con cuatro agujas, prolongación de las columnas laterales. Todo el monumen- to remata en elevada torre del mismo estilo, en cuya cúspide campea el ángel. El ángel de la resurrección que llamará con su trompeta a todos los que descansan allí y cualquier rincón del mundo.

Rodea el monumento una balaustrada, toda de mármol, fina- mente labrada en columnas y brandales. Al pie del monumento una notable imagen de la señora que reza. Ataviada con larga veste, la cabeza cubierta, las manos juntas en actitud de orar, de sus manos y sobre su pecho descienden las cuentas del rosario. Donde se manifiesta toda la maestría del artista es en el rostro de esta mujer. Rostro sufriente y apaciguado por la plegaria. El realismo de la estatua está determinado por las arrugas que en- noblecen el rostro y por una lágrima que desciende de sus pár- pados. Toda la actitud de la señora es orante y piadosa y lograda con un patetismo notable por sobre el que flota como un mur- mullo de oración cristiana. A su pie luce la palabra "pax", como para acentuar la resignación de la mujer cristiana ante el descan- so eterno de su esposo.

Hacia los cuatro puntos cardinales sobre pedestaies, hay cua- tro imágenes que están de acuerdo con la maestría del profesor artista. Simbolizan: la Fe, con su Cruz; la Esperanza, con su An- cla; la Caridad de madre que amamanta al niño y la Templanza, en su casta serenidad.

Realmente otro monumento digno de contemplarse y que en- riquece más artísticamente s i se puede decir, este maravilloso Monumento hecho de Monumentos. QUIEN ERA DON EUSEBIO FRANCIA

Hijo del hacendado brasileño don José Francia, que compró tierras en los aledaños de nuestra ciudad. sobre el arroyo San Francisco con fondos hacia e l Queguay. El matrimonio José Fran- cia y Martina Lares tuvo once hijos que vivieron en familia en la costa del San Francisco desde. 1820.

Toda la familia prestó ponderables sacrificios a la causa de la Independencia, pero sólo intervino en las filas de la patria el que llegaría a ocupar un alto rango militar. Eugenio Francia- Ade- más fue militar en ambas márgenes del Plata, como 10 dice la jnS-

cripción en su monumento.

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LOS HERMANOS FRANCIA

Tenemos que destacar aquí un monumento que existe sobre la calle central del Monumento a Perpetuidad y que está empa- rentado con el de Eusebio Francia que acabamos de reseñar. Lee- mos en su inscripción:

"Víctimas de las luchas civiles. Teléfor, Juan y Fructuoso Francia. Pío, Policarpo y Saturnino. Recuerdo de tus hermanos: Eusebio, José M. y Rafaela".

Como vemos aquí hay diez hermanos Francia reunidos en el descanso eterno y en el recuerdo. Y notamos también que entre los hermanos. vivos que oirecen el monumento en recuerdo, está el nombre de Eusebio, cuyo mausoleo es el que hemos explicado.

De todos los hermanos Francia, Policarpo fue el más distin- guido en lo que atañe a su actuación en Paysandú. Electo Alcalde, prestó servicios en la defensa del año 1837, donde fue incendiada su vivienda con graves pérdidas.

Con motivo de la invasión blanco-federal a mediados de 1839, los hermanos Francia fueron dispuestos en la zona Norte, despla- zándose a fines del mismo año rumbo a Tacuarembó. Habían to- mado las armas a favor del general Manud Oribe.

Sorprendidos por las huestes de Fortunato Mieres lograr011 eludirio tras hábiles escaramuzas, pero Policarpo quedó a reta- guardia, lo que significaba una muerte segura. Entonces sus he¡.- manos volvieron grupas para defender al hermano, desafiando al enemigo numéricamente superior. Por ese tremendo drama de la guerra civil cayeron víctimas de su intrepidez reunidos en la lucha y en la muerte.

Quedan allí sus restos y sus nombres, que repetimos para el recuerdo: Rafael Pío, Policarpo, Teléfor, Saturnino, Juan y Fruc- tuoso Francia.

Como dice el poeta, refiriéndose a los hermanos Valiente, pero aplicable a estos también porque si bien eran Francia de apellido la valentía los reunió siempre y para siempre: "Rodaron hacia la gloria / juntos como boleadoras".

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A LOS SERVIDORES DE LA PATRIA

Monumento que la Junta Económico Administrativa dedicó en el año 1897. Y que el pueblo ha dado en llamar "Al soldado des- conocido". Un nombre que le viene muy bien. Porque el sentido de la obra es ese justamente: a quienes sirvieron a la patria anó- nimamente, sin distinción de filosofías ni de colores o divisas. Y ese también es el "servidor de la Patria", quien lucha por ella en cualquier punto que le toque actuar y para ello no le importa des- tacar su nombre, sino que se cubre con el glorioso y anónimo nombre de "servidor".

Y así está concebido y logrado el monumento. Un soldado so- lo. En actitud de firme, decidido y la vista al frente. Pero solo y elevado sobre un pedestal, también de mármol Carrara, como el material de la estatua. Insisto en la soledad en la que se yergue el soldado. En otros monumentos que le rodean hay también so- ledad y paz, pero estas calidades están representadas o en gru- pos de seres humanos, o singularmente pero conformando un dúo con la cruz. Aquí no, ir0 hay ni siquiera cruz para que no se pueda identificar alguna postura filosófica. Y además, los soldados mo- rían en el campo de combate sin más cruz que el cruce de un camino por sobre el lomo de un arroyo cercano.

Los detalles de la escultura del soldado son magníficos pero cargados de un realismo que atrae por esa sencillez. El quepis que arroja tenue sombra sobre los ojos que miran a la lejanía. La espada, cuya empuñadura está finamente trabajada con ese estilo característico del maestro Del Veccio. El fusil, a la bandolera. La otra mano cae militarmente junto a las esposas que sobresalen del cinturón. La chaqueta militar labrada en botones y alamares, pero conservando siempre esa sencillez que pueda caracterizar a cualquier soldado. El correaje ancho; por sobre ella, una cartu- chera atrás y la otra a un lado y hasta el detalle de las arrugas de las botas sobre el pantalón.

Detrás del Monumento hay una placa de bronce que señala: "El Departamento de Río 'Negro a los caídos de 1904". Indudable- mente es posterior a la creación del Monumento y señala un he- cho determinado en las guerras civiles.

En la parte delantera del soporte de mármol campea el Es- cudo Nacional, el primero, con un sonriente joven sol y con ¡m- plementos tales como Banderas y cañones. Y finalmente la amplia balaustrada de columnas de mármol que es como un abrazo final del pueblo sanducero, representado por la Junta Económico Ad- ministrativa, y todos los que lucharon por los ideales orientales, representados por el "Soldado desconocido".

Aquí también se aúnan el arte y el contenido histbrico, por eso lo distinguimos.

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A LOS CAIDOS DEL QUEBRACHO Así reza ia inscripción en bronce en. el Monumento levantado

en su recuerdo en lugar preponderante del Monumento a Perpe- tuidad. "A los caídos del Quebracho, 31 de marzo de 1886". Como monumento artístico es una pirámide en granito elevada sobre una escalinata marmórea. Y lo que en ella se distingue es, ade- más de la aludida inscripción y una corona de palmas y laureles, el enorme león, tamaño natural, que luce desafiante en su base. Una escultura en bronce que presenta al animal con las fauces abiertas. la melena enmarañada y en su pata delantera izquierda sostiene un escudo. El escudo del sol entrante sobre las aguas. el mismo escudo que ostenta la cúspide del monumento y que es claro símbolo del ideal que ostentaron los luchadores de am- bos bandos, caídos en aquella acción. Porque éste es uno de los monumentos que más llega, que más golpea emocionalmente a los sanduceros. Y entiendo que la razón radica en que es el hecho más reciente que se conmemora en 'aquel lugar y que, además, recuerda a todos los caídos, sin distinción de colores ni princi- pios. Si bien en este lugar la muerte los ha igualado a todos, en este Monumento en particular, se señala con acierto que allí se conmemora a todos los que lucharon por sus principios y caye- ron defendiendo su idealidad. RESEÑA DE LOS ACONTECIMIENTOS

Todo comenzó con el gobierno de Santos, combatido desde su iniciación en 1882. El desembarco del coronel Máximo Pérez al frente de 100 hombres, en Agraciada, terminó en desastre.

En 1883, y al año siguiente, la tentativa de Salvañach y Visi- llac conmovió también a Entre Ríos, pero fue bloqueada al in- tentar un desembarco en nuestro departamento. En 1885, también hay una tentativa en nuestro Departamento, sofocada por el coro- nel Salvador Tajes.

Pero todos estos movimientos no hacían sino indicar que el ambiente estaba cargado de electricidad y a punto de estallar.

Y estalló en 1886, la chispa fue el llamado "Documento Or- gánico de la Revolución": "En la ciudad de Buenos Aires, reuni- dos al llamado de los señores Generales Enrique Castro y José Miguel Arredondo.. . el movimiento revolucionario que el pueblo oriental prepara como único medio posible y eficaz para poner fin al régimen de usurpación.. . encarnado en la dominación per- sonal de Don Máximo Santos. . . ". POR LA ORILLA VECINA

El 16 de febrero zarparon del puerto de Buenos Aires 153 hombres a bordo del vapor "Litoral". Y comienza la verdadera odi- sea. El viaje por el Paraná, río arriba, es calificado en la "Crónica de Viaje" como "infame".

Desde aquí en adelante las dificultades se irán acumulando increíblemente. Pero los revolucionarios no cederían hasta poner pie en tierra oriental. Y esa tierra quedaba muy distante todavía.

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El vapor vara cerca del puerto de Rosario; no se le permite bajar a tierra. Durante el día, el sol abrasador y du ra~ te la noche los mosquitos, martirizan a los expedicionarios. Pero más que to- do, la incertidumbre.

El día 21 son trasladados al vapor "Gran Chaco", ya son 272 expedicionarios. Mayor comodidad, mayores esperanzas, pero la vida sigue siendo muy dura. Recién dos días después se les per- mite desembarcar. Son visitados por el General Arredondo que trae 1.200 fusiles. Pero hay mucho descontento y las energías se han ido limando. Y aún está muy lejos la tierra oriental. Se les une luego otra parte de la expedición que había subido por el río Paraná.

El 3 de marzo recién emprenden la marcha por tierra, por el norte de la Provincia de Entre Ríos. Realizan todo el viaje a pie y entre pi-ivaciones que ponen a prueba el ánimo de los volunta- rios. Tomamos de la "Crónica de un expedicionario" frases como éstas: "Hace treinta y ocho horas que no comemos". "Hoy no hay carne. ". Pero la marcha continúa al sol y a la lluvia. "O pasá- bamos o toda América se nos reiría en la cara", dice D. Eugenio Garzón, tabién expedicionario y cronista. Continúan uniéndose tro- pas dispersas que van engrosando el número y aportando ánimo a los expedicionarios. El día 17 de marzo están por fin, a la vista del río Uruguay.

El día 24 se pasa revista a los expedicionarios y suman 1.700 hombres. Era la concentración en Naranjito, cerca de Concordia. Y en los días 27 y 28 fueron transportados en trenes hasta el puerto de Concordia. En la noche el río Uruguay copiaba ya los fogones ansiosos frente al puerto de Salto.

EL CRUCE DEL RIO URUGUAY

Con las primeras luces del alba del 28 de marzo, comenza- ron a bajar por el río todo tipo de embarcaciones embanderadas y aclamadas por los concordienses.

Había un contraste notable entre las reacciones de ambas orillas, según dice "el cronista": " . . . desde aquí, un pueblo nos aclama.. . allá vemos moverse y correr a los guardias. Y sin ern- bargo, allá hay que ir, porque allá es la patria". A las cuatro de la tarde enfrentaron el arroyo Guaviyú. Y hay que desembarcar rápidamente porque por el sur asoma el humo de la cañonera uruguaya "Suárez".

En el puerto del Saladero Guaviyú embicaron las chatas Y embarcaciones que conducían a los expedicionarios. En el mo- mento llegó la otra cañonera gubernista "General Santos", que empujó con nutrido fuego a los expedicionarios que bajaron como pudieron. También en el puerto del Saladero había un grupo ar- mado al mando del mayor De los Santos. Allí sucedió el primer combate. En el Saladero de Guaviyú corrió la primera sangre oriental.

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EL DESASTRE DEL OUEBRACHO Pero el Ejército del Norte al mando de Tajes, no se había

dormido. Al mismo tiempo que 10s revolucionarios bajaban por el río, el ejército gubernista salía de Arapey por tren y en poco tiempo estaba en Salto. Un total de 3.000 hombres que luego pa- saron el Daymán y se internaron en Paysandú en busca de los expedicionarios.

La Cuchilla de San José, internándose como una serpiente entre los cerros y palmeras de Quebracho, iba a servir de cami- no para ambos ejércitos. También de lugar para la batalla y para sepultura de muchos.

Los revolucionarios habían efectuado una serie de marchas y contramarchas por las laderas de dicha cuchilla. Estancia del "Saladero", encuentro de "Agesta", "Paso de Ruiz Díaz", señalan algunos de los lugares donde grupos enemigos se encontraron en guerrillas, antes del gran combate.

Este se realizó el 31 de marzo. Finalmente ambos ejércitos venían en marcha paralela, sin advertirlo, hacia lo que hoy es Quebracho. El ejército gubernista por sobre la cuchilla, donde ya existía el camino abierto y bien cimentado.

El ejército revolucionario, hacia la izquierda, a pocos cente- nares de metros por entre las palmeras. Al final del palmar, había una casa de azotea con cerco de piedra. Los revolucio- narios se parapetaron allí; pero creían que quienes los seguían por la cuchilla, no era el ejército sino su vanguardia. Arredondo no pensaba presentar batalla sino "tirotearlo todo el día y luego irse por la noche". Pensaban seguir su marcha hacia Paysandú. Pero. . . quien lo atacó era el Ejército del Norte, entero.

Dicen los cronistas de la época que esa lucha en la punta del palmar fue el capítulo más triste de aquella revolución. En este palmar cayó muerto el Dr. Teófilo Gil, mientras comía una fruta de butiá. Queda allí una cruz que señala el lugar, entre el sueño de las palmeras. El Dr. Gil, fue allí un símbolo.

Los revolucionarios fueron rodeados por el ejército de Tajes. Y lo más triste, después del desastre, los cadáveres se encon- traban apilados entre las palmeras.

Allí murió la "Revolución del Quebracho". Allí murieron mu- chas vidas orientales, sin colores y sin distintivos. Las palmeras de Quebracho abanican al viento su recuerdo eterno.

Paysandú guarda en su Monumento a Perpetuidad. la memo- ria de quienes allí cayeton. Monumento en mármol Y granito, obra de Del Vecchio, hojas de palma tronchadas, un sol nacioente, o hacia el ocaso, en el escudo, y un león que ruge todavía.

"Busqué el ángel de esperanza para la Patria -escr ibe Zo- rrilla de San Martín- y creí verlo simbolizado en un arcángel ar- mado que cruzaba ante mis ojos y mostraba en el campo de ba- talla el sitio indispensable de las reivindicaciones heroicas".

Ese sitio. era el campo de palmeras en nuestro departamento.

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LOS HUMILDES TUMULOS

Como se puede apreciar nuestra reseña no abarca todos los monumentos y tumbas del Monumento a Perpetuidad. Nos hemos propuesto sólo reseñar aquellos que por su arte y por su conte- nido histórico son notorios, y son la mayoría. Han quedado así sin referencia monumentos tales como el de la Familia Sebastián Etcheveste. sin negarle nada en el logro artístico, ya que es un verdadero Mausoleo, pero su contenido histórico es menos inte- resante que sus notables vecinos.

Y también no han entrado dentro de la reseña aquellos que pueden contener los restos de personajes históricos, pero, por el otro lado, no son artísticamente representados.

Son estos los más antiguos y primitivos, generalmente las tumbas de ambos lados de la Capilla y de ambos lados de la pa- red del antiguo Cementerio. La mayoría son de construcción más primitiva. Como los de José Sierra de 1861 y de Francisco Souza de 1858 y del otro lado, los de Domitila G. de Almagro, 1863 y de Don Rafael Fernández que murió el día de la caída de Paysan- dú, 2 de enero de 1865. Sus nombres están recordados en alguna placa de mármol en la parte alta del frente de cada túmulo. Re- pito que no porque no sean importantes. Cada vida ha sido im- portante a su tiempo, a lo menos para sus deudos. Y el recuerdo no es menos grande porque no tenga abundancia de esculturas en mármol. Repetimos, estos humildes túmulos fueron los más importantes en la época en que se inhumaba directamente en tie- rra. Pero el motivo artístico no ha sido tenido en cuenta en ellos. Son los dignos y humildes túmulos. A la mayoría el musgo ha ido cubriendo trazando el viejo abecedario de los años. Están me- jor así, cerrados por una puerta de cal y hierro, muchos anóni- mos, todos grises y uniformes.

Son un verdadero símbolo de la vida humana. La muerte los toca a todos con su dedo de frialdad. Por unos años alguien les encendió una vela y alegró su color con la visita de unas flores. Pero el tiempo pasó y hasta' sus huellas se borraron y sus nom- bres quedaron fríamente descarnados. Son los héroes familiares que reposan allí en túmulos humildes. Semillas del pasado que fueron cimiento y fe del pueblo sanducero. De cuando Paysandú recién salía de su crisálida de aldea. Como subraya el poeta: "En el monte solitario / un cementerio de aldea / parece un campo sembrado / con granos de calaveras".

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LOS HEROES QUE NO PODlAN FALTAR

A la mano derecha, bajo el gran pórtico de estilo griego de la entrada al Monumento hay una pequeña placa que regaló el Pueblo Argentino a dicho Monumento conmemorativo sanducero.

Recuerda los nombres del "Capitán Justo Germán Bermúdez y el Cabo Ramón Anador". Y setiala la placa de bronce: "PRIME- ROS ORIENTALES CAIDOS POR LA LIBERTAD, EN SAN LORENZO. 3/2/1813".

Un homenaje que no podía faltar. Humilde por el material, que no tiene la sonoridad brillante de otros grandes monumentos del lugar. Pero grandioso por el significado. Como fueron ellos, los héroes que allí se conmemora: humildes porque sólo dispo- nían de su pobreza y sencillez, pero grandes porque se jugaron la vida por el sublime ideal de libertad.

Esa pequeña placa de bronce hermana a dos pueblos en el recuerdo reverente. Como lo estuvieron unidos en la lucha y aún en la sangre derramada para lograr un ineludible ideal común: ser libres.

El Capitán Bermúdez y el Cabc Ramón Anador; dos orientales que regaron con su sangre generosa la tierra hermana argentina. En los albores de ambas patrias, cuando había que jugarse con coraje y amor a la tierra y a los hermanos que defendían. Con amor, con el verdadero amor. Que rubricaron con su sangre, si- guiendo con ello la sentencia evangélica: "Nadie ama tanto a su semejante, como quien por él da la vida".

Y estos soldados orientales, la cumplieron al pie de la letra. En San Lorenzo el 3 de febrero de 1813.

Así de sencillo y así de grande. Su recuerdo está escrito allí, bajo la clásica mirada del pórtico griego y cerca de la serenidad de tantos otros que allí yacen porque algo hicieron por engran- decer el terruño.

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EL ANGEL DE LA GUARDA Y EL PORTICO GRIEGO

Para entrar al Monumento hay que levantar los ojos. Quizá, en un tiempo que allí se conmemora, se entrara a aquel lugar con la cabeza gacha y los hombros rendidos por el pesar. Era un gesto de reverencia y dolor.

Pero ahora, hay que levantar los ojos para entrar. Allá arri- ba, en la cima del vértice griego del frontón, el Angel de la Guar- da con las alas abiertas en cruz y la tranquila expresión de paz eterna. Hay que levantar los ojos en una plegaria por los que allí guarda la tierra y el mármol. Porque la escalinata se sube con la frente levantada. Y nuestra historia sagrada fortalece el espíritu y eleva los sentimientos. Un atrio sencillo y artístico, como obra de arte que sale de la propia sangre y conmemora las raíces he- roicas de un pueblo.

Rodeado todo el Monumento de un abrazo de hierro, la ar- tística reja que simboliza la mano y la mente de tantos artesa- nos que cimentaron el trabajo y el prestigio de Paysandú. Esas rejas artísticas pertenecen también al Monumento a Perpetuidad, no sólo porque allí están, sino porque señalan bellamente con su lengua de hierro, que el hombre sanducero también construyó el futuro con golpes de martillo y con el aliento de la fragua su- dorosa.

Así aquel Monumento a Perpetuidad guarda un pedazo de la historia de nuestro pueblo. Y al mismo tiempo es símbolo de Tra- bajo sin pausa, Paz de los que trabajaron y ahora son semilla del tiempo, y Progreso constantemente contagiado a través de las ge- neraciones. A su alrededor el pueblo sanducero sigue su camino activo y construye día a día la felicidad por la que trabajaron también quienes allí descansan.

Por todo esto, al Monumento a Perpetuidad se entra con la frente levantada y se sale con la honda seguridad de que: en vano no murieron estos muertos.

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I N D I C E

7 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Prólogo Y

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . UnOasisdepaz 5

La Capilla: obra de Pinilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

El Osario Común . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8

Pedro Ribero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Don Tomás Paredes y Flia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12

Josefa Lavalleja de Iglesias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14

Luis Galán y Rocha y su madre ........................... 15

Felipe Argentó . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

Familia Stirling ......................................... 20

Familia de Miguel Horta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

Monumento al Dr . Olaechea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24

Panteón de la Familia Apotheloz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

Monumento al Capitán Eusebio Francia ................... 28

A los servidores de la Patria ............................. 29

A los caídos del Quebracho 30 ............................. Los humildes túmulos ................................... 33

Los heroes que no podían faltar .......................... 34

Angel de la Guarda y el Wrtico Griego ................. 35