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R E e u E R D o S

Biblioteca Popular de e u. I t u r a

Pi8Tre d' E s p a g n a t

DE LA ]V U E V A

VIAJES VOLUMEN

Colombiana

GRANADA

III

•Publicación del Mini!Jteriu

de Educacwn da Colombia

Impre.o en la Edj'orúd A B e - 1942

, . " Pierre d'Espagnat

RECUERDOS

DE LA NUEVA GRA"NAI}~\~>.iI'

BIBLIOTECA POPULAR DE CULTURA COLOMBIANA

PIERRE D'ESPAGNAT

PIERRE D'ESPAGNAT, notable escritor e in-geniero de mérito, llegó a Bogotá en julio de;

, 1897. La atracción del trópico ecuatorial lohabía inducido a visitar a Colombia, en donde per-maneció hasta mayo de 1898, tiempo durante elcual viajó extensamente por todos los lugares delpaís y recopiló vasta documentación para su obraSOUVENIRS DE LA NOUVELLE GRENADE, el más belloy romántico libro que se haya escrito sobre nues-tra p,atria, según lo conceptuó acertadamente miamigo del alma el malogrado diplomático e his-t01-iador Julio Mancini, prematuramente arranca-do a la vida lo mismo que S']J, compatriota el ilustreviajero y escritor fr,ancés.

En buena hora otro erudito historiador 11 escri-tor, el eminente Ministro de Educación Nacionaldon Germán Arciniegas, rinde póstumo tributo aPierre d'Espagnat, al hacer traducir y reimprimirestas páginas sobre Colombia, impregnadas de im-parcialidad, llenas de interesantes observacionesh1:stóricas y descriptivas de sus glorio"s 11 de sus1naravillas naturales, que fueron escrit,as en fran-cés en el estilo del inmortal poeta José María deHeredia, miembro de la Academia Francesa, y aquien el autor dedicó su obra como t1'ibuto de pro-funda gratitud y respetuosa admú'ación de discí-pulo, en los siguientes términos: "Al poeta incom-parable de "Trofeos", al descendiente de los con-quistadores que escribieron con la espada el gestoheroico del Nuevo Mundo."

El estilo de d'Espagnat, como el de su ilustremaestro, es una feliz y armoniosa mezcla del girofrancés con el gusto castellano, que fue el idiom,ade don Pedro de H eredia, fundador de Cartagena

VIII PIERRE D'ESPAGNAT

de Indias, de José Francisco de Heredia, Regentede las Audiencias de México y Caracas, y de otroJosé María de Heredia, trovador cubano, fervien-te patriota y cantor sublime de la Catarata del Niárgara.

Pierre d'Espagnat era el prototipo del caballerofrancés. Figura arrogante, helénica nariz, bocasensual cubierta por desafiador bigote de mosque-tero, y ojos azules en que alternaban los aceradosrelámpagos de su energía con las suaves miradasacariciantes como el terciopelo y que son signo debondad. Sus andanzas por diferentes latitudes ·lehabían impreso el oaracterístico aire de bohemiode las novelas románticas, que se acentuaba por eluso de un ancho sombrero de Síndico de Rem-brandt, una corbata negra Lavalliere, como la queostentan los artistas intelectuales en el barrio la-tino de París y que se empeña en conservar entrenosotros muy gallardamente el espiritual y anec-dótico Julio Vives Guerra, y un ademán desenvueJ-to y retador.

En 1898 Pierre d'Espagnat publicó su primerlibro, "Jours de Guinée", en cuyas páginas describesus a1,enturas maravillosas en la tierra africanadurante tres años a partir del 24 de septiembre de1895, día en que abandonó su confortable residen-cia de la Avenue Wagram, de París, y la cambiópor la inhospitalaria Africa occidental. A lo lar-go del libro recuerda la fúnebre majestad de losríos, las azarosas etapas en las selvas milenarias.la sombra de las palmeras de coco inclinadas porla brisa del mar, el ruido de los frenéticos aullidosdurante las danzas negras, los días de sed y las no-ches de fiebre

Tuve la oportunidad de mantener un asiduo con-tacto con Pierre d'Espagnat y de colaborar modes-tamernte en sus investigaciones sobre la formaciónde nuestra nacionalidad. Le conservo una gratitudimperecedera por haber mencionado mi insignifi-cante per/wna. De ello procede la admiración que

RECUERDOS DE LA NUEVA GRANADA IX

siempre me despertó y el efusivo entusiasmo conque veo la reimpresión de su obra que va a llevar-se a cabo.

Sus SOUVENIRS DE LA NOUVELLE GRENADE fue-ron publicados' por primera vez en 1900 en la co-nocida "Revue des Deux Mondes". Ellib1'o apare-ció en 1901 con un éxito resonante que hizo cono-cer a Colombia con más amplit-ud que cualquieraotra de las obras y escritos inspirados por nuestropU'Í8a gran número de viajeros. Pero antes, en1899, había editado una recopilaeión de sus poe-BiJaS,nutridas en el espíritu herediano, bajo el tí-tulo de "La Divine Aventure", en donde consagróbellas estrofas a la "Terre Colornbiene".

De i901 a 1902, entre dos viajes de exploracióna la Costa de Marfil, se trasladó a Macedonia parabuscar los elementos de su cuarta y última publi-cación: "Avant le Massacre". En ella describe ma-ravillosamente la gloriosa epopeya en que perecie-ron a millares los compañeros del sabio filólogo yprofesor ChriSto Mato{, quien con la mano levan-tada hacia la cumbre eterna del Monte Olimpo gri-taba: "¡,Viva la Revolueión!" "¡,Viva Macedoniaindependiente!". Y en los momentos en que la sol-dadesca turba se lanzaba a la matanza de sus com-patriotas y copartidarios, el sabio gritaba que elque sucumbe por la liber-tad no perece nunca.

El viertes 1Q de agosto de 1902, día de su ono-mástico, Saint Pierre és Liens, la fiebre amarillarompió en pocas horas la vida de Pierre d'Es-pagnat en Gran-Bassam, a la edad divina de los 33años, como el Nazareno, como José Aswnción Silva.Por tercera vez había l:doa desafiar el mortíferoclima africano con la bella indolencia de los quetienen fe en su obra. La muerte lo sorprendió enmomentos en que coronaba con éxito una serie deestudios y de trabajos técnicos para darle valor auna de las colonias francesas más desheredadas deestos tiempos. Ya no podía alejarse de las selvas ydel ardiente deswrto, y porque amaba "[.abrousse"

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quiso sucumbir bajo el embrujo implacable del vas-to y desconocido continente negro. Amaba a Fran-cia y solía decir que sus viajes frecuentes por tie-rras lejanas sólo tenían por objeto disfrutar el pla-cer de regresar a la patria, pero no pudo morirbajo su cielo.

Pierre d'Espagnat dejó además de lo que se pu-blicó durante su vida una grar/) obra industrial,ejemplo para los que desesperan del espíritu deiniciativa de la raza gala, y 1tnavasta obra litera,.ria que honrar"Íaa muchos escritores de los que al-canzan el término normal de la vida humana, porel esfuerzo 11 la consagración que representa. Per-manecen inéditas "Les Deux Masques", novela, y"Scenes et Paysages des Deux'Mondes", en el cualhabía recogido largas e interesantes anotacionesde sus viajes por los más diversos países del mun-do.

Con la muerte de Pierre d'Espagnat Colombiaperdió un sincero y desinteresado admirador,Francia Uinintrépido explorador y las letras unirversales un escritor de gran rnérito. .

En las páginas de SUS SOUVENIRS DE LA NOUVE-LLE GRENADE, en medio de la abundancia descrip-tiva de panoramas, hace un cálido elogio de la mu-jer colombiana, llegando su adrniración hasta com-parar a algunas de eUas con la Virgen de Murillo.A pesar de sus largas peregrinaciones era un fer-viente católico, romántico y soñador. Su arraigadafe se demuestra en una de sus últimas cartas quecon..'1ervopiadosamente y de la cual traduzco al piede la letra estas frases de despedida en que se pre-veía, quizás, su próximo y gran viaje al más allá:" ... Dios en su infinita bondad reúne en mejoresmundos a quienes la tierra ha rehusado unir oseparado ... ".

Tena, 15 de marzo de 1942.C.R.M.

Al incomparable poeta de "Trofeos",al descendiente de los Conquistadoreique escribieron con la espadala gesta heroica del Nuevo Mundo,a José María de Heredia,miembro de la Academia Francesa,dedico, en señal de agradecimientoy de una respetuosa admiración de discípulO,estos bosquejos de la América española.

P. E.

SINO HUBIERA algo de temeridad en quererplagiar a Montaigne me darían ganas de de-cir: he aquí un libro de fe, el libro de un cre-yente. Talvez esa palabra libro parezca, sin

duda, demasiado solemne, aplicada a unas impre-siones de viaje muy o demasiado personales, porotra parte mudables y contradictorias, como todaslas impresiones. Algunos acaso estimen, y tal vezcon razón, que hubiera sido preferible que en vezde un estéril vagabundeo literario por Colombia,les hubiera aportado documentación más positivasobre aspectos sociales, escalas de cambios," po-seedores de minas de oro, estadísticas agrícolas,etc. Sobre esas materias existen numerosas pu-blicaciones oficiales con las que me considero in-capaz de competir, o que no me atrevo a analizar.Además, prefiero confesarlo en seguida, no escri-ho más que para algunos amigos dilectos e ínti-mos. Rara mis hermanos espirituales he tratadode consignar estos recuerdos de pereza, estas di-vagaciones de un bohemio perdido en los ásperosy empinados senderos de los Andes.

Ellos, estoy seguro, reconocerán en sus páginaslas impresiones ya olvidadas o mal definidas de supropio pensamiento; para aquellos que sintieronen ocasiones -medio avergonzados por no poderimpedirlo- un sobresalto de fervor generoso, toda.su juventud agolpada de repente al corazón antela arrogancia de una réplica castellana, ante de-terminado episodio soberbio exhumado de entreel polvo de las crónicas; para aquellos, me atre-vería casi a decir, que venidos a destiempo almundo, se sentirían mejor bajo la armadura deun compañero de Balboa y utilizarían con gustopara abrir las páginas apetecidas, a guisa de ple-

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gadera, una daga del siglo XVI. Como yo, sin du-da, al saborear el raro deleite que proporcionanlas sensaciones deliciosamente trasnochadas, seentregarán con alma ingenua a los efluvios de latierra magdalénica, tan acariciadores, tan múlti-ples, leyenda de una raza heroica, misticismo mo-derno y pasión de amor. ¿ Cómo se podría repro-ducir, aunque sólo fuese mínimamente, en formaimprecisa, por aproximación, un escalofrío? Ten-go delante de mí ese libro tan cautivador, tan do-loroso, que tiene por título MARIA ...

j MARIA! . .. Todo lo que siempre amarán, todolo que podrán añorar en medio de sus entusias-mos o de sus angustias los hombres nacidos en lasorillas del Cauca o del Magdalena, todas las nos-talgias que harán subir a sus ojos en el destierrolas brumas del Támesis o las fiestas del BarrioLatino, el recuerdo de los atardeceres de la tierranatal, el recuerdo de escenas alegres o tristes alas que estuvira mezclada su infancia, el recuerdode la dulce fisonomía que quedó allá invencible-mente pensativa, todo eso lo encontrarán en laspáginas avasalladoras de esa novela de amor es-crita en una lengua tan sencilla talvez, tan tiernay tan dramática desde luego, como la de MananLescaut.

Es a ellas a las que dedico, yo también, el re-cuerdo agradecido de las primeras iniciaciones.Cuando, a caballo, recorría los horizontes grandio-sos y escalonados de las cordilleras, con el libritoapoyado en la perilla de la silla, cuando no teníamás que levantar la vista de sus renglones melo-diosos para, fijándola en los paisajes que repro-ducían, penetrar poco a poco a través de las des-cripciones de Isaacs, en el encanto íntimo de suNueva Granada, para sorprender en ella lo mejorque hay bajo el cielo de todos los mundos, el almade sus mujeres y de sus flores.

Sí, María. .. Cuántas veces, el domingo, pie atierra, con las bridas al brazo, recostado en el {m~

RECUERDOS DE LA NUEVA GRANADA 3

gulo de un muro con la ruana sobre los hombros ycalzadas la's espuelas, la he contemplado volviendode misa,con una rama de hortensias en la cintura,con la mantilla negra que recarga la sombra desus largas pestañas y reflejando sobre su cara pá-lida y angélica esa expresión de sometimiento' auna felicidad que nunca se da sin lágrimas, a unaspenas que nunca se sienten cuando no se cree enDios y no se abrigan esperanzas.

Era, por lo menos, la misma gracia ingenua, lamisma seducción religiosa y turbadora la que yoseguía desde lejos, resucitada, paseando su me-lancólico y dulce destino por el estrecho horizon-te de su aldea perdida como una mancha rosadaen el inmenso y paradisíaco Valle del Cauca. A mivez contemplaba las cimas próximas en las que ha-bían descansado las miradas de María. Me devol-vían aquéllas disuelto, suspendido en el aire, el ecode las melodías y de las palpitaciones de su co-r~zón, la espiritualidad conmovedora de sus sue-ños de muchacha, su concepto de la vida silencio-sa, contemplativa y ardiente, ese estremecimien-to de un átomo que trata de amalgamarse para ini-ciar la elevación conjunta hacia florescencias de-

. finitivas ...Mejor aún, y entregado por completo a la incli-

nación innata que con secreta delicia me identifi-ca con las razas, con los ambientes intelectualespor donde paso, revivía las emociones de un hijode esta tierra, enamorado de semejante prometi-da, en el cuadro incomparable en que les había si-do dada la casualidad divina de conocerse y depalidecer al primer encuentro. De ese desdichadoEfraín me hice una especie de compañero imagi-nario y exquisito; juntos recorríamos de nuevotodo el ciclo de panoramas y de venturas que supluma fijó en una música de palabras que llama-ré encantada, en notaciones casi inmateriales, enlíneas, en sonidos eolios, en armonías sin palabras,juntos nos sentábamos unas veces en alguno de

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esos rincones de sombra sedante y arrulladora ba-jo el gran sol intertropical; otras, ante la calma in-descriptible de las noches de luna sobre los valles;o bien, tácitamente nos comunicábamos nuestrassensaciones placenteras durante el viaje, al abrir-se, desmesurada a nuestros pies, alguna de esasdepresiones que desconciertan la imaginación, lo-co cabrilleo de crestas cortadas por los fondos trá-gicos y esfumados de las nubes. Colaboración ideal,en una palabra, para percibir todo lo que pasa, to-da lo que susurra, todo lo que ama y todo lo quemuere en el fondo de esas soledades americanas,para tratar de expresar, según la frase feliz y des-criptiva de Justo Sierra, "toda la poesía ignoradadel Nuevo Mundo, la voz de los grandes bosquesvírgenes, las salvajes armonías del Dagua bordea-do de selvas profundas llenas de rumores y de pe-numbras, el lamento cadencioso de las pequeñascascada~ al esparcir las perlas de sus gotas rodan-do desde las ásperas cimas de la sierra, el maulli-do del jaguar herido y el canto amortiguado delpájaro de la montaña, los sones melancólicos del·bambuco y el chillido de los loros que cruzan elazul cristalino del cielo como un chal de casimirazotado por el viento" ...

Cualquiera que sea el nombre con que se lasdesigne, fue profundamente asimilado a esas in-fluencias sentimentales y naturales, fue despoján-dome, de acuerdo con la norma que me impusesiempre fuera de Francia, de todo lo que recorda-ra al hombre del bulevar, como yo escribí, a mivez. Por lo demás, aun a falta de espontaneidad,la influencia del medio se advierte allí excesivahasta en los más eclécticos; al cabo de unos me-ses el lógico más severo, el discípulo más estrictode la razón pura, capitula sin discusión. ¿ Para quénegarse? ¿ La primera sonrisa de una mujer nole demuestra a uno lo estéril de toda controversia,lo inútil de toda resistencia? Y, por otra parte,también se experimentan, favorecidos por la cal.

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ma de la existencia, por los graves contornos delos horizontes, deseos inconscientes de retiro mo-ral imposibles de sentirse en nuestra febril Euro-pa, necesidades insondables en tantas almas y aciertas horas de sumergirse de nuevo en las fuen-tes olvidadas de donde emanan la verdadera paz yla inocencia, de rehacerse un corazón a semejan-za del de los niños que juntan las manos para de-letrear: "Padre Nuéstro" ...

Ya que -nada me impedirá decirlo-- me fuedado conocer allí mejor que en parte alguna denuestro continente positivista, la dulzura antiguay la radiante confianza de esa palabra Credo que,poco a poco, de año en año. se va borrando cadavez más de la tierra. Hasta la percibí en ocasio-nes con profundidad tan nueva, con perspectivassociales y particulares tan insospechadas, que losmás sinceros de entre nosotros me parece ahoraque no conservan de ella más que una noción obli-terada, me parece que han perdido gradualmentesu verdadera luz. Concebí de repente todo lo que,hace diez y ocho siglos, en lo profundo de las ca-tacumbas romanas debía esa palabra llevar en sí,en su acepción primitiva, de libertad verdadera,de tierna igualdad y de fraternidad infinita. Y,después de tantos otros, me he preguntado yotambién si la humanidad, en nombre de un progre-so equivocado, habría trabajado por su felicidadal arrancar de cuajo, en vez de cuidar con esmero,lo que los modernos doctores denominan la. Ilusión8uprema: preferencia o ilusión muy tentadora, entodo caso muy poderosa, ya que si es verídica,adormece los dolores, anuncia compensaciones in-finitas, y si es falaz, nunca ha sido desmentida ...

¿Quién sabe?, exclamaré repitiendo en su len-gua materna la fórmula, dos veces justificadaaquí, que el viejo Raimundo de Sebonde no tuvoque inventar, pues que la aprendió al nacer de lasmujeres de su país. Y, además, ese ¿ quién sabe?talvez tenga algo de acariciador y de suave pa...

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ra los muy queridos creyentes a que antes me re-fería; la incertidumbre que revela será consola-dora, su susurro les parecerá amigo. .. De lo de-más, de algunos otros, aguardo con confianza -yserenidad- el epíteto hoy en día agradablementeinevitable de clerical.

P. E.