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Población y medio ambiente. Una propuesta analítica para México desde el modelo de la quíntuple hélice.
En la actualidad, es notorio el cambio de percepción de los gobiernos hacia
cuestiones ambientales, producto del agotamiento de los recursos naturales y la
contaminación que provoca la creación de riqueza a partir de la producción y
acumulación de bienes tangibles. Dada esta panorámica, la relación entre
población y medio ambiente representa un aspecto fundamental que debe
abordarse enfáticamente en los análisis económicos, ambientales y demográficos.
El enfoque quíntuple representa una perspectiva que focaliza sobre una situación
ganar-ganar entre medio ambiente e innovación mediante la generación de
sinergias por medio de la interacción entre cinco subsistemas. El primero,
representado por la academia y las universidades que configuran el capital
humano. El segundo, personificado por las empresas e industrias que materializan
el aspecto económico. El tercero, conformado por el medio ambiente y los
recursos naturales etiquetado como capital natural. El cuarto, plasmado por la
sociedad a través de la cultura y los medios de información que establecen el
sistema capital social; y el quinto subsistema se halla en la figura del Estado y sus
instituciones a partir del cual emanan leyes y lineamientos que inhiben o fomentan
la interacción entre el resto de los subsistemas.
De manera específica, el objetivo de este trabajo radica en relacionar los aspectos
implicados en el esquema quíntuple hélice con la importancia de la población,
entendida ésta más allá del agregado de personas e inclusiva de elementos como
el crecimiento demográfico, la composición por edad y sexo, los patrones
migratorios y la distribución espacial. Los hallazgos otorgan una perspectiva
novedosa respecto a la vinculación entre la población y factores ambientales,
sociales y económicos.
1. Desarrollo sustentable y desarrollo sostenible: definición y aspectos importantes
En la actualidad, la corriente de pensamiento neoclásica constituye el punto de
vista hegemónico sobre la explicación del comportamiento de los sistemas de
producción-consumo. Bajo esta perspectiva, la industrialización y el crecimiento de
los países se basan en la satisfacción de las necesidades humanas a través de la
acumulación de factores de producción tangibles, principalmente capital y trabajo,
excluyendo la trascendencia del impacto ambiental resultante de las actividades
humanas.
Si bien, la vértiente neoclásica continua siendo preponderante, a partir de los años
setenta del siglo XX se manifiesta la urgencia de modificar el paradigma
económico dominante, en particular, se alude la exigencia de incorporar nuevas
posibilidades de organización productiva enfocadas a incentivar la economía
agregando elementos vinculados a amortiguar y cuantificar el impacto ecológico
derivado del crecimiento económico y demográfico. Así, emergen en los años
setenta y ochenta, las nociones relativas a la sustentabilidad y la sostenibilidad.
La definición sustentabilidad encuentra su precedente inmediato en el informe Los
límites del crecimiento, publicado en 1972 por el Club de Roma4. Este refiere a las
4 Además de otorgar relevancia al aspecto ecológico en cuestiones económicas, la trascendencia de este informe radica en que dio origen a movimientos como la economía política y el ambientalismo.
tranformaciones gestadas en el planeta consecuencia del actuar humano.
Fundamentalmente, crítica la importancia otorgada al crecimiento económico
basado en la explotación irracional de los recursos naturales, situación que debe
modificarse a través de la política pública y la conciencia social respecto al
desarrollo. Tal panorámica recibe la denominación ecodesarrollo5 que puntualiza
que la sustentabilidad y el crecimiento económico deben emanar de la acción
colectiva conciliadora entre el incremento de la producción y la explotación
amigable del medio ambiente (Moreno, 2007).
El Informe Brundtland (1987), también conocido como Nuestro Futuro Común,
elaborado por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, amplia el
panorama precedente al incorporar explícitamente el término desarrollo
sustentable (sustainable development) en el marco de los análisis económicos y
sociales.
Este informe crítica enfaticamente la forma en que se visualiza el crecimiento
económico dada la incopatibilidad entre las formas de producción/consumo y la
utilización racional de los ecosistemas. Otra de las aportaciones del Informe radica
en la visión sistémica otorgada a la sustentabilidad al afirmar que para lograrlo es
necesario un contexto político que asegure la participación ciudadana en la toma
de decisiones; un entorno económico que genere excedentes y conocimientos
sobre bases autosustentables y autosuficientes; un panorama social que provea
propuestas para el desarrollo armónico; un sistema de producción que respete la
preservación de los ecosistemas; y una base tecnológica capaz de innovar
continuamente.
Igualmente, el Informe ofrece una primera aproximación a la definición de
sustentabilidad precisado como aquel que satisface las necesidades humanas del
presente sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras.
5 El término ecodesarrollo fue acuñado por Ignacy Sachs (consultor de Naciones Unidas para temas de medioambiente y desarrollo) quien propuso analizar la sustentabilidad vista como econdesarrollo al ser consecunecia de la conciliación de diversos entornos sociales y económicos (Moreno, 2007).
Respecto al término sostenible, es factible rastrear sus orígenes en la Declaración
de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo (1992) y la Declaración de la Carta de
la Tierra (1997). En éstos se aborda de forma explícita la incidencia de las
actividades humanas sobre el medio ambiente.
Concretamente, esta última Declaración compromete a los gobiernos de 179
países a adoptar el Programa Agenda 21, con el fin de atacar la problemática
medioambiental y los desafíos que plantea el siglo XXI. A diferencia de los
documentos señalados anteriormente, la Declaración adiciona los retos inherentes
a la explosión demográfica y focaliza sobre el deterioro de los recursos naturales
debido a la combinación del crecimiento de la población mundial y la producción
para el consumo; factores que presionan sobre la capacidad del planeta para
sustentar la vida. Así, se desvanece la idea de un crecimiento económico ilimitado
abogando por uno con límites inmerso en un mundo globalizado que plantea
restricciones en términos de recursos medioambientales, y proponiendo a su vez,
planteamientos y soluciones globales dada la interconexión entre países y sus
problemas (Russell, 2007).
En esta Declaración se asume el término inglés sustainable development para
referir al desarrollo que incorpora aspectos económicos, sociales y ambientales;
emergiendo con ello, el debate relativo a la posibilidad de emplear las nociones
sustentable y sostenible como sinónimos o en su caso, aluden a situaciones
distintas.
Al respecto, es posible dilucidar dos puntos de vista. El primero, puntualiza que la
confusión entre sustentabilidad y sostenibilidad se debe a cuestiones de
traducción del inglés a lengua castellana. De esta forma, la palabra sustainable de
la lengua anglosajona (en la cual se publican la mayoría de los documentos
oficiales de la Organización de las Naciones Unidas) posee diversas alternativas
de traducción como sostenible, sustentable y perdurable; sin que ello signifique
divergencias notables entre sostenible y sustentable. El segundo, señala que en
efecto, existen diferencias entre ambos términos. El desarrollo sustentable es un
proceso para la preservación, conservación y protección de los recursos naturales
en beneficio de la especie humana, sin reflexionar sobre la actuación de los
sistemas sociales, políticos y culturales; mientras, el desarrollo sostenido demanda
un crecimiento económico prevaleciente durante un largo periodo de tiempo que
posibilite a las generaciones actuales y futuras alcanzar bienestar, además
considera las necesidades ambientales, sociales, políticas y culturales (Fernández
y Gutiérrez, 2013).
Para Rodríguez y Govea (2006), la divergencia entre sustentable y sostenible
debe ser expresamente clarificada dado que no sólo está referida a una diferencia
semántica sino que reviste implicaciones sociales, demográficas, culturales,
valorativas, económicas y políticas. Igualmente, concuerdan en que el desarrollo
sostenido es un concepto inclusivo que va más allá de aspectos ambientales. En
este sentido, plantean que la sostenibilidad debe considerar cinco aspectos. El
primero, criterios de adecuación y pertinencia respecto al uso de los recursos. El
segundo, desarrollo de alternativas que conduzcan a la especie humana a ser
menos depredadora. El tercero, empleo industrial de tecnología limpia, menos
contaminante y más comprometida con el bienestar de la población. El cuarto, la
consolidación de una cultura política orientada hacia el compromiso y la
responsabilidad social y, el quinto, refiere a la revalorización de las actitudes y
conductas basadas en valores éticos.
Adicionalmente, Rodríguez y Govea (2006) otorgan al Estado y sus instituciones
una posición fundamental, ya que son los agentes encargados de crear
instrumentos legales y de participación dirigidos a limitar el uso inadecuado de los
recursos y a posibilitar la participación activa de la ciudadanía en la defensa de
aquellos bienes sociales, culturales, económicos y naturales comunes que
constituyen su acervo sociohistorico y cultural. Dados estos elementos, proponen
un esbozo respecto a la dinámica de la sostenibilidad del desarrollo, el cual
involucra la participación de la sociedad en su conjunto para atender problemas
relativos al medioambiente, la pobreza y el desarrollo económico (figura 1).
Fuente: Rodríguez y Govea, 2006:50.
Sostenibilidad Hombre –Sociedad –Ambiente
Desarrollo sostenible
Valores Éticos
Desarrollo social Económico político
Estado Agenda Pública
Compromiso, Democracia,
Transparencia, Legalidad
Pobreza, salud,
educación
Sociedad- comunidad Mercado Querer hacer: Gerencia
Poder hacer: Responsabilidad social Medio Ambiente Natural
Valores Éticos
Figura 1 La dinámica de la sostenibilidad del desarrollo
En el marco de la explicación respecto a la urgencia de una ecología política, Leff
(2003) acepta que es posible diferenciar entre desarrollo sostenible y sustentable;
sin embargo, puntualiza la irrelevancia de este debate dado que oculta la crisis
ambiental y ecológica resultante de la actividad económica. Apunta que el modelo
capitalista representa un esquema degradador del ambiente, inserto en una
sociedad depredadora, utilitarista y egoísta que busca su bienestar sin importar el
de sus semejantes.
La revisión antepuesta faculta deducir que independientemente de la discusión
entre sustentable y sostenible, el punto de convergencia radica en observar el
papel de la población en términos de su actividad social y económica cuyo impacto
negativo afecta en el corto plazo, la conservación de los recursos naturales. Por
ello, es preciso visualizar la interacción entre diferentes ámbitos con fines de
desarrollo socioeconómico y empleo racional del medio ambiente.
2. Población y medio ambiente en el marco del modelo quinta hélice
Las nociones desarrollo sustentable y sostenible aluden la trascedencia de
interactuar coletivamente con la finalidad de crecer amigablemente con los
ecosistemas. De manera general, tales definiciones factibilizan identificar tres
contextos de actuación vinculados a la sustentabilidad: económico, social y
ambiental. Así como, dos sujetos centrales: población y territorio (Diaz, 2011).
El primer contexto, económico, subraya la importancia de compatibilizar la
maximización de las ganancias empresariales con el bienestar de la población y el
empleo eficiente de los recursos naturales. La vinculación entre el sector
empresarial, poblacional y ambiental se halla determinada por el territorio, visto
como el lugar donde interactua la colectividad para llevar a cabo las actividades
humanas.
El segundo, contexto social, involucra la población y su interacción 6 para el
aprendizaje y construcción colectiva de propuestas encaminadas al uso óptimo de
los recursos humanos, naturales y materiales.
La tercera, dimensión ambiental, comprende a la naturaleza, esencialmente el
fomento de la conciencia ecológica entre los sujetos encauzado a atenuar el
impacto de las perturbaciones ambientales sobre la vida en el planeta.
El modelo quintuple hélice constituye un importate acercamiento a la
esquematización de los contextos precedentes. El origen de éste se halla en el
planteamiento triple hélice propuesto a finales de la década del noventa del siglo
XX, por Henry Etzkowitz y Leydesdorff.
El punto de vista triple hélice resalta la actuación conjunta entre tres ámbitos:
universitario (sector educativo), empresarial (sector industrial) y gubernamental (el
Estado y sus instituciones). La universidad y los entornos científicos constituyen la
primera aspa; las empresas agrupadas en industrias representan la segunda; y la
tercera hélice, integrada por los gobiernos y sus instituciones (Etzkowitz y
Leydesdorff, 2000). Esta propuesta enfatiza sobre la innovación y su
materialización en el crecimiento y el bienestar de la población, empero, omite
describir la incidencia de la actividad innovadora sobre el medio ambiente.
Las vértientes cuadrúple y quintúple hélice, propuestas por Carayannis y Campbell
(2009 y 2012), amplian el panorama antepuesto. Específicamente, el cuádruple
hélice adiciona una cuarta aspa referida al marco social. En ésta se otorga un
papel fundamental al conocimiento y se hace hincapié en la participación
ciudadana o los usuarios del conocimiento en la formación de un ecosistema de
innovación, fundamental para configurar una sociedad del conocimiento. Al igual
que la perspectiva triple hélice, carece de una descripción formal respecto al factor
medioambiental.
6 La interacción se entiende como una situación que se produce cuando varios agentes (personas, empresas, grupos) se relacionan dinámicamente a través de sus acciones. Implica unión de comportamientos; atendiendo objetivos particulares pero teniendo en cuenta recursos y habilidades disponibles (Molina y García, 2010).
Carayannis y Campbell (2009 y 2012) y Carayannis et al., (2012) proponen
incorporar las dimensiones contenidas en los modelos triple y cuarta hélice pero
además, adicionar un aspa correspondiente al medioambiente debido a que éste
es esencial para el progreso de la civilización y debe ser entendido como
sustancial en el crecimiento económico, el bienestar de la población, la producción
de conocimiento y la conciencia social respecto al manejo de los recursos
naturales.
Una particularidad del contexto quintúple hélice versa en describir una situación
ganar-ganar entre ecología, sociedad e innovación mediante la generación de
sinergias por medio de la interacción entre cinco subsistemas (Carayannis et al.,
2012): académico o científico, industrial, medioambiental, social y gubernamental
(figura 2).
Figura 2
Modelo Quintúple Hélice
Fuente: Elaboración propia en base a Carayannis et al., 2012
A través de la interacción, cada uno de los cinco subistemas provee a sus
contrapartes un grupo de complementariedades físicas y cognitivas. El entorno
científico proporciona capital humano indispensable para la investigación y
difusión de conocimiento. El marco económico aporta infraestructura enfocada a la
innovación (capacidad emprendedora, maquinaria, tecnología, recursos
financieros). El contexto medioambiental es decisivo en el desarrollo sustentable y
refiere al uso de recursos naturales (tierra, mares, minerales, plantas, animales).
El subsistema social apunta la incidencia de factores poblacionales,
esciencialmente, crecimiento demográfico; y el escenario gubernamental asume
un papel crucial ya que de éste emanan normas y reglamentos capaces de
cohesionar o truncar la consolidación del sistema quinta hélice.
En concordancia con Carayannis et al. (2012), la quíntuple hélice es una
perspectiva inter y transdisciplinaria debido a la complejidad inherente a cada uno
de los subsistemas, ello implica un entendimiento holístico del comportamiento
social, económico y ambiental; principalmente, requiere conectar saberes
provenientes de las ciencias naturales (consecuencia del estudio del medio
ambiente) y las ciencias sociales (por el análisis de la población y la economía).
De la misma manera, es un modelo que promueve el desarrollo sustentable
mediante el intercambio de conocimiento entre los actores de cada uno de los
cinco subsistemas (Carayanni et al., 2012)
Así, el entorno quintúple hélice constituye un esquema explicativo para dilucidar la
transición de las sociedades hacia contextos más avanzados de conocimiento
sobre el medioambiente. A medida que los inviduos interactuando colectivamente,
avanzan de tercera a quinta hélice se gesta una transición de economía del
conocimiento (triple hélice) a sociedad del conocimiento (cuádruple hélice) y
posteriormente, a una trasformación socio-ecológica (quíntuple hélice).
Un aspecto notable de la sustentailidad y los enfoques en hélice radica en el papel
desempeñado por la población debido a que el comportamiento de ésta incide
sobre la conciencia social respecto a las formas de producción-consumo y el
manejo correcto de los recursos naturales.
3. PoblaciónyMedioAmbiente
La relación entre población y medio ambiente ha sido analizada desde hace siglos
y bajo diferentes perspectivas (Muñoz y Pascual, 2002). Su origen se encuentra
en el planteamiento malthusiano, el cual sostiene que: 1) Las necesidades de
consumo de la población serán mayores que la capacidad de encontrar y producir
sus fuentes; si se presenta un déficit energético podría limitar o comprometer la
generación de satisfactores que requiere ésta; 2) El mismo incremento poblacional
y económico precisa una mayor cantidad de recursos naturales incorporados a los
procesos productivos (no sólo los energéticos) que tienden a degradarse o a
agotarse paulatinamente, comprometiendo la satisfacción de necesidades de
generaciones futuras. Lo anterior se traduce en la hipótesis que la población crece
de manera geométrica; mientras que los recursos lo hacen de manera aritmética.
Planteamiento que con la Revolución Industrial se desecha.
No obstante, existe evidencia que el crecimiento de la población deriva en la
degradación y en algunos casos incluso en el agotamiento de los recursos
naturales, reduciendo la disponibilidad y calidad de éstos para las generaciones
futuras. Bajo este contexto, el incremento de la productividad sustentada en el
desarrollo tecnológico es una realidad tangible, que podría verse limitada por la
menor disponibilidad de recursos naturales susceptibles de incorporarse a los
procesos productivos de forma excesiva. De ahí que el llamado desarrollo
sostenible podría verse comprometido por el uso indiscriminado de los recursos
naturales. De ahí que este documento pretende destacar el impacto que ha tenido
el crecimiento de la población al medio ambiente desde la perspectiva analítica de
quinta hélice.
En América Latina y el Caribe (ALC) el crecimiento de la población se ha
presentado de manera acelerada. Asimismo, es la región en desarrollo que
registra la más rápida urbanización en el mundo. El porcentaje de población
urbana pasó del 41% en 1950 al 80% en 2010. Simultáneamente, la región
muestra una importante concentración de la actividad económica en sus urbes. En
la actualidad, entre un 60% y un 70% del Producto Interno Bruto (PIB) regional se
produce en los centros urbanos. A pesar de esta generación de riqueza, dos de
cada tres personas que viven en las urbes latinoamericanas lo hacen en
condiciones de pobreza. Estos hechos, unidos a la creciente importancia del
impacto de las ciudades sobre el ambiente y a la alta vulnerabilidad de las urbes
latinoamericanas al cambio climático, a los desastres naturales y a las limitaciones
financieras, obligan a reflexionar sobre el concepto de sostenibilidad en el
desarrollo urbano de ALC (Sostenibilidad Urbana en América Latina y el Caribe
BID 2011,1)”.
En el caso de México, el crecimiento de la población fue en décadas pasadas
acelerado y recientemente se ha estabilizado. En términos absolutos, la población
mexicana pasó de 8.6 millones a 122.2 en el 2016 y se espera llegue a 150.8
millones en 2015. Lo que significa que casi de duplicará en seis décadas (gráfica
1).
Gráfica 1. Población en México de 1990 al 2015
Fuente: Elaboración propia con base a CONAPO (2002).
Del total de la población en México, en el año 2010 había 87.3 millones de
personas viviendo en alguna zona urbana (gráfica 2), y cada vez más la población
tiene más presencia en las ciudades, esto como consecuencia de la transición
urbana que se experimenta en toda América Latina y el Caribe. El proceso de
urbanización es cada vez más tirante, si bien éste ha permitido la convivencia de
ambos medios, físico y construido, también ha afectado al medio ambiente de
forma importante por la metropolización y densificación que son una constante y
se presenta, a veces, de manera desordenada. De ahí que la urbanización y
densificación de las ciudades sean un desafío porque contribuyen con 75% de las
emisiones de gases de efecto invernadero, asociadas al transporte y consumo
energético, abastecimiento de agua, sostenibilidad de los procesos productivos y
desarrollo de infraestructura resistente.
Con el proceso de urbanización, metropolización y densificación, el medio
ambiente se ha visto afectado. Por un lado destaca la falta de agua, el aumento de
la contaminación, consumo excesivo de productos, generación de basura, etc. Al
respecto, según datos de CONAGUA e INEGI se evidencia un aumento en la
sobreexplotación de acuíferos (cuadro 1), que en un periodo de tres décadas y
media ha incrementado poco más de tres veces el número de terrenos explotados.
Cuadro 1. Número de acuíferos sobreexplotados, 2010
Respecto a la contaminación, los datos muestran que como muchos otros países
en México ha aumentado el emisión de bióxido de carbono, en una década (2000-
2010).
Bibliografía
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