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POEMA DEL CUENTO “PULGARCITO”
EL HECHO LITERARIO INFANTIL GARCÍA CONTRERAS, ROCÍO INFANTE NARANJO, Mª ROCÍO MARTÍN DÍAZ, Mª ISABEL SUÁREZ GARCÍA, JENNIFER 3º GRADO EDUCACIÓN INFANTIL GRUPO 3. SUBGRUPO 6.
POEMA DEL CUENTO “PULGARCITO” 2012/2013
PULGARCITO
En un bosque lejano
a las afueras de una aldea,
vivía un Ogro
con sus siete pequeñajas.
La esposa cuidaba de ellos
mientras el Ogro con hacha en mano
cuidaba del bosque encantado.
Un gran ruido se escuchó,
y toda la aldea tembló.
Cuando Pulgarcito y su familia
hacia el bosque salió.
¡Qué bosque tan oscuro
para quedarnos a nuestra suerte!
Pulgarcito y sus hermanos
lloraban a mares desesperadamente.
Tras la desesperación
a un árbol subió,
y a lo lejos…
el humo de una chimenea cercana observó.
POEMA DEL CUENTO “PULGARCITO” 2012/2013
Hacia la casa marchaban
cuando una tormenta les asustó,
pero llegando a ésta,
una cena calentita les sorprendió.
El Ogro encantado
a los hermanos acompañó,
de vuelta a su casa
por el bosque los guió.
Al llegar a la casa,
el Ogro triste se quedó,
y al ver la pobreza
sus botas mágicas regaló.
Y ya todo terminó
con un camino que les unió.
Llegando la felicidad
a este poema que finalizó.
FIGURAS RETÓRICAS DEL POEMA DE PULGARCITO:
• Hipérbole: consiste en exagerar un aspecto de la realidad. Por ejemplo: “…y toda la
aldea tembló.”, “…lloraban a mares desesperadamente.”
• Exclamación: consiste en desahogar una emoción intensa, por ejemplo: “¡Qué bosque
tan oscuro para quedarnos a nuestra suerte!”.
POEMA DEL CUENTO “PULGARCITO” 2012/2013
• Hipérbaton: Consiste en alterar el orden lógico de los términos que constituyen una
frase. Podemos verlo en el poema en los siguientes ejemplos: “…una cena calentita les
sorprendió.” (Les sorprendió una cena calentita), “el humo de una chimenea cercana
observó” (Observó el humo de una chimenea cercana).
POEMA DEL CUENTO “PULGARCITO”
EL HECHO LITERARIO INFANTIL GARCÍA CONTRERAS, ROCÍO INFANTE NARANJO, Mª ROCÍO MARTÍN DÍAZ, Mª ISABEL SUÁREZ GARCÍA, JENNIFER 3º GRADO EDUCACIÓN INFANTIL GRUPO 3. SUBGRUPO 6.
POEMA DEL CUENTO “PULGARCITO” 2012/2013
PULGARCITO
En un bosque lejano
a las afueras de una aldea,
vivía un Ogro
con sus siete pequeñajas.
La esposa cuidaba de ellos
mientras el Ogro con hacha en mano
cuidaba del bosque encantado.
Un gran ruido se escuchó,
y toda la aldea tembló.
Cuando Pulgarcito y su familia
hacia el bosque salió.
¡Qué bosque tan oscuro
para quedarnos a nuestra suerte!
Pulgarcito y sus hermanos
lloraban a mares desesperadamente.
Tras la desesperación
a un árbol subió,
y a lo lejos…
el humo de una chimenea cercana observó.
POEMA DEL CUENTO “PULGARCITO” 2012/2013
Hacia la casa marchaban
cuando una tormenta les asustó,
pero llegando a ésta,
una cena calentita les sorprendió.
El Ogro encantado
a los hermanos acompañó,
de vuelta a su casa
por el bosque los guió.
Al llegar a la casa,
el Ogro triste se quedó,
y al ver la pobreza
sus botas mágicas regaló.
Y ya todo terminó
con un camino que les unió.
Llegando la felicidad
a este poema que finalizó.
FIGURAS RETÓRICAS DEL POEMA DE PULGARCITO:
• Hipérbole: consiste en exagerar un aspecto de la realidad. Por ejemplo: “…y toda la
aldea tembló.”, “…lloraban a mares desesperadamente.”
• Exclamación: consiste en desahogar una emoción intensa, por ejemplo: “¡Qué bosque
tan oscuro para quedarnos a nuestra suerte!”.
POEMA DEL CUENTO “PULGARCITO” 2012/2013
• Hipérbaton: Consiste en alterar el orden lógico de los términos que constituyen una
frase. Podemos verlo en el poema en los siguientes ejemplos: “…una cena calentita les
sorprendió.” (Les sorprendió una cena calentita), “el humo de una chimenea cercana
observó” (Observó el humo de una chimenea cercana).
Cuento Lucas, el ratoncito valiente.
López Fernández Blanca Rocío. Machuca Salvador Cristina.
del Valle Pinto Daniel. Zamora Abril Rocío.
15/03/2013
“Lucas, el ratoncito valiente”.
No hace mucho tiempo, pero poco tampoco, en una pequeña ciudad, tan pequeña
que apenas podía leerse su nombre en el mapa, había una pequeña tienda de animales
que había pasado de generación en generación: del tatatarabuelo al
tatarabuelo … del tatarabuelo al bisabuelo… del bisabuelo al
abuelo… del abuelo al padre… y del padre a la hija, que era la actual
dueña. Y esa niña se llamaba Julia. Era simpática, risueña y muy
buena con los demás.
En su pequeñita tienda de animales nos podríamos encontrar
con casi todos los animales que hemos soñado alguna vez. Había
loros de muchos colores, jilgueros que cantaban bellísimas melodías, conejitos de
grandes orejas, gatos suaves como el algodón y perros con muchas manchas de todos
colores. ¡Ah, se me olvidaba! Y también tenía un ratoncito, muy pequeñito, tan
pequeñito, que se me había olvidado hasta de mencionarlo.
Este ratoncito se llamaba Lucas, y todos los animales
que había en la tienda se reían de él. Así, todos le decían:
- Yo tengo muchos colores bonitos, y se repetir todo lo
que me dicen, en cambio, ¿tú qué puedes hacer ratoncito? – Le
decía el loro.
- Pues yo soy suave como el algodón y muy limpio, un animal de compañía, en
cambio, ¿tú qué puedes hacer ratoncito? – Le decía el gato.
- Mis orejitas soy muy grandes para oír cualquier ruido aunque sea pequeño,
también soy suave y a los humanos les gusta peinarme, además de que se saltar
muy alto, en cambio, ¿tú qué puedes hacer ratoncito? – Le decía el conejo.
- Animal de compañía y fiel, el mejor amigo del hombre, defiendo las casas y a
las personas, en cambio, ¿tú qué puedes hacer ratoncito? – Le decía el perro.
- Soy el pájaro que más lindo canta, y a los humanos eso les gusta, además de mis
bonitos colores, les hago compañía y pongo melodía a sus vidas, en cambio, ¿tú
qué puedes hacer ratoncito? – Le decía el jilguero.
El ratoncito Lucas no sabía qué responder, puesto que en realidad no sabía qué era lo
que podio o no hacer , puesto que siempre estaba en esa jaula, y nunca nadie lo compró.
Un día normalmente normal, de los que parecía que no podía ocurrir nada anormal,
puesto que el sol había salido normal, todos los animales estaban en sus jaulas
normales, y la gente entraba y salía de la tienda normal… Pasó algo que cambió la vida
y el futuro de nuestro pequeño ratoncito Lucas.
Julia, la dueña de la tienda, la cerró con llaves una vez que finalizó la jornada, como
todos los días. Pero hubo algo diferente ese día, se dejó en el enchufe del mostrador
enchufada una lámpara, y junto al mostrador había una gran pecera con peces de
muchísimos colores. Chapoteando mientras jugaban, una gota de agua cayó en el
enchufe, lo que provocó una pequeña llama que se convirtió en un gran fuego…
- ¡Oh, no! ¿Cómo saldremos de aquí? – Gritó el ratoncito Lucas.
Y entonces vio que al lado de la puerta había un pequeño agujerito donde sólo él podía
caber…
- ¡Tengo que avisar a Julia y ayudar a mis compañeros!
Con sus deditos abrió su jaula y saltó al suelo. Pero sus compañeros no sabía qué era lo
que pretendía, así que le gritaron…
¡Tengo que
hacer algo!
- ¡No nos dejes ahora, Lucas!
Corrió, corrió, corrió, corrió… hasta llegar a casa de Julia. La avisó y llamaron
corriendo a los bomberos. Volvieron a la tienda, Julia abrió y pudieron salir todos los
animalitos. Todos corrieron hacia Lucas y lo abrazaron. Le dieron las gracias por
haberlos salvado, y desde entonces lo llamaron “Lucas, el ratoncito valiente”. Y ya no
volvieron a reírse de él, porque como bien sabéis…
“No importa el color, el tamaño ni la forma,
lo que importa es ser buena persona”.
Poesía:
Sople el viento donde sople,
llueva, truene o haga bueno,
pase como pase el tiempo
allí se hallará un ratoncito.
Lucas lo llamó su madre
valiente lo apodó su suerte
y su corazón sin miedo
“Lucas, el ratoncito valiente”
1
DOS ALMAS COMPLEMENTARIAS
Dos niños muy iguales
pero a la vez muy singulares
se escaparon de su casa
para dar una sorpresa.
Todo fue un error
Desde el momento en que comenzó.
Dos niños muy iguales
pero a la vez muy singulares,
uno le echó valor
mientras que el otro
miedo sufrió.
Al juntar sus virtudes
al gran mago encontraron,
aunque con muchas inquietudes
el problema solucionaron.
Contentos a casa llegaron
y el regalo a su madre entregaron.
2
Al analizar las figuras retóricas tenemos que destacar que existen las siguientes
dentro de nuestra poesía:
- Anáfora.
- Antítesis.
- Hipérbaton.
La primera de ellas se encuentra al inicio de la primera y segunda estrofas
donde decimos, “dos niños muy iguales pero a la vez muy singulares”. Aquí existe la
figura retórica de anáfora puesto que repetimos las mismas palabras en varias
ocasiones.
Otra de las figuras retóricas que vemos representada en nuestra poesía sería la
antítesis puesto que expresamos ideas de significación opuestas o contrarias. Esto
aparece, al igual que en el caso anterior, en la primera y segunda estrofa cuando
decimos que los niños son “iguales y singulares” y “uno le echó valor y otro miedo
sufrió”.
Por último destacamos la figura retórica del hipérbaton. Esta figura consiste en
alterar el orden lógico de los términos que constituye una frase. Esto lo encontramos
en la tercera estrofa justo en los dos últimos versos donde decimos, “contentos a casa
llegaron y el regalo a su madre entregaron”.
GRUPO 3:
Navas Piñeiro, Joaquín
Prieto Valle, Inmaculada
Villar Cano, Ana
1
Grupo 3: Navas Piñeiro, Joaquín
Prieto Valle, Inmaculada
Villar Cano, Ana
LAS AVENTURAS DE TIMOTEO Y VENTURA
En un día como cualquier otro, Ventura y Timoteo, dos hermanos gemelos de
personalidad muy distinta: uno muy aventurero y otro muy precavido; estaban en casa
pensando qué le podrían regalar a su mamá en el día de su cumpleaños. Quedaba muy
poco tiempo y aún no se les había ocurrido nada, entonces dijo Timoteo:
¿Por qué no le hacemos un dibujo y una flor de papeles de colores? Seguro que
le gustará más si lo hacemos nosotros mismos.
¿Otra vez lo mismo? Ya le regalamos eso el año pasado -dijo Ventura-. Lo que
deberíamos hacer es ir al centro comercial y comprarle algo bonito con el dinero
que tenemos en la hucha.
Pero, ¿cómo vamos a ir solos al centro comercial, si mamá no nos deja salir
solos a la calle? ¡Es una locura! -apuntó Timoteo.
¡Pues muy fácil! Cuando mamá y papá estén durmiendo la siesta aprovechamos
para salir sin hacer ruido y volveremos antes de que se despierten. No
tardaremos nada, cuando vamos con mamá tardamos muy poco. Y además yo
me acuerdo qué autobús cogíamos -replicó Ventura.
Está bien… Todo sea por darle una sorpresa a mamá, aunque no estoy muy
convencido… -cedió por fin Timoteo.
Ese mismo día, sus papás, llegada la tarde, se fueron a dormir la siesta como de
costumbre. Los niños aprovecharon ese momento para salir sigilosamente y dirigirse
hacia la parada del autobús. Una vez allí se montaron en el primer autobús que pasó y se
sentaron esperando llegar a su destino.
Al cabo de un rato empezaron a darse cuenta de que
no reconocían el lugar por el que estaban pasando y
comenzaron a preocuparse. ¿Se habrían perdido? Entonces
dijo Timoteo:
Ventura, ¿estás seguro de que este es el autobús? No
me suena nada ese sitio... Me parece que nos hemos perdido.
Sí, sí, estoy completamente seguro, siempre cogemos
el autobús para ir al centro comercial en esa parada.
Seguramente habrá ido por otro camino -respondió Ventura.
2
Lo que ellos no sabían era que por aquella parada pasaban diferentes autobuses
que se dirigían a lugares distintos de la ciudad, y ellos se habían subido a uno que no les
llevaba al centro comercial. Pronto se darían cuenta…
Llegaron a la última parada del autobús y el conductor dijo por megafonía que
todo el mundo debía bajarse allí. Entonces los niños se dieron cuenta de verdad de que
estaban totalmente perdidos, se sintieron asustados y no sabían qué hacer. Quizá no
había sido buena idea ser tan valientes.
Ventura ya no parecía estar tan convencido de su idea, así que Timoteo tuvo que
hacerse responsable al ver a su hermano tan asustado, por lo que propuso:
¡Se me acaba de ocurrir una idea! Mamá siempre nos dice que si alguna vez nos
perdemos preguntemos a algún adulto para que nos ayude.
En ese mismo momento pasaba por allí un hombre mayor de pelo y barba blanca,
que se apoyaba en un bastón para poder andar. Timoteo se
acercó a él y le preguntó:
Disculpe señor, mi hermano y yo nos hemos perdido,
¿podría ayudarnos?
Estás de suerte, conozco un secreto que nadie más conoce
para ir directamente al lugar que quieras. Solo tenéis que
encontrar a la gran maga Sofía que ni duerme de noche
ni duerme de día. Para ello tendréis que ir a la librería
del final de la calle y allí os ayudarán a encontrarla.
Timoteo y Ventura se dirigieron hacia allí y pronto encontraron el lugar. Después
de todo no había sido tan difícil encontrar a esa maga tan especial. Pero no iba a ser tan
fácil como ellos se habían imaginado.
3
Cuando entraron en la tienda Timoteo se dirigió al dueño y le dijo:
Buenas tardes, ¿está aquí la maga Sofía que ni duerme de noche ni duerme de día?
Mmmm, bueno, he oído hablar de ella, pero aquí no está –dijo el librero con un
cierto aire de misterio.
Vaya… -dijo Timoteo desilusionado- ¿y usted no podría ayudarnos a encontrarla?
Bueno, tengo un libro que quizá os pueda servir de ayuda – dijo el librero-. Lo que
ocurre es que es un libro muy especial. Tan especial que solo pueden leerlo
personas tan especiales como él.
Díganos dónde está, yo soy muy especial, seguro que podré leerlo –dijo con
entusiasmo Ventura.
Está bien, os dejaré intentarlo, pero ya os he advertido. Lo traeré enseguida –
contestó el librero.
El dueño de la librería se fue un momento y volvió con un enorme libro en sus
brazos, lleno de polvo y con un símbolo muy raro en la portada. Se lo entregó a los
niños y siguió con sus quehaceres. Ventura lo abrió enseguida, pero se quedó muy
sorprendido y dijo:
Pero si el libro está en blanco… aquí no pone nada ni de la maga Sofía ni de
ninguna otra cosa… ¿Qué vamos a hacer ahora?
Pero Timoteo no contestó. Él sí podía ver lo que había escrito en el libro y todos
los dibujos que allí aparecían. Pasó unas páginas y de repente vio un dibujo en el que
aparecían ellos mismos, ¿cómo podía ser?. Lo observó detenidamente y leyó lo que a
continuación estaba escrito. No era ni más ni menos que su propia historia y allí se
describía lo que debían hacer a continuación para encontrar a la maga Sofía, así que le
dijo a su hermano:
No te preocupes, ¡en el libro está la solución!. Debemos ir a un cine que está muy
cerca de aquí y allí nos ayudarán. Sígueme yo sé cómo ir hasta allí.
4
Ventura estaba muy confundido y muy asustado, no comprendía nada de lo que le
decía su hermano. De todas formas lo mejor sería hacerle caso, al menos parecía que
sabía lo que hacía.
Tal y como Timoteo había dicho cerca de allí había un cine y pronto llegaron a él.
Ventura estaba cada vez más sorprendido. Ambos se dirigieron a la taquilla y Timoteo
le preguntó a una chica que allí se encontraba:
Perdone, ¿podría ayudarnos a encontrar a la maga Sofía que ni duerme de noche
ni duerme de día?
¡Claro que sí!, os lo diré, pero esto debe ser un secreto entre vosotros y yo, si no
Sofía podría perder toda su magia… -dijo la taquillera.
Está bien, no se lo diremos a nadie –dijo tímidamente Timoteo.
La taquillera les entregó una entrada de cine, pero no parecía como las que otras
veces habían comprado cuando habían ido a ver una película, esta era de muchos
colores y de ninguno a la vez. Ella les explicó a qué sitio debían dirigirse, y les dijo que
aquella entrada les serviría para que les dejarán pasar a ese lugar. No debían perderla
porque si lo hacían no les dejarían entrar nunca, y nadie podía recibir más de una
entrada como esa durante cinco años.
Muy impacientes por llegar a casa siguieron las instrucciones de la taquillera del
cine. Se estaba haciendo tarde y no querían que sus padres los descubrieran, así que se
dieron toda la prisa que pudieron en llegar al lugar indicado, pero tardaron un poco más
de lo esperado. ¿No se complicarían ahora las cosas?
5
En la puerta de aquel lugar había un hombre vestido de negro y con gafas de sol
que parecía una estatua. No se movía, no miraba a nadie ni parecía darse cuenta de que
había dos niños a su lado mostrándoles una entrada.
Perdone señor, venimos buscando a la maga Sofía, ¿podemos pasar? –dijo
Timoteo.
¡Pues claro que no! ¿Tú crees que aquí puede entrar cualquiera? La maga Sofía es
muy importante y no todo el mundo puede estar en su presencia –dijo el portero.
Pero… hemos andado mucho… y tenemos esta entrada… Nos habían dicho que
con ella podríamos pasar –se lamentó Timoteo.
¿Entrada?¿Qué entrada? –dijo el portero mirando hacia abajo- ¡Ah, claro que sí!
Sois tan pequeños que ni siquiera os había visto. Con esta entrada por supuesto
que podéis pasar, pero debéis ser muy respetuosos con la maga, es una persona
muy importante.
¡Claro que sí!, no se preocupe –contestó aliviado Timoteo.
Nada más entrar se encontraron con un pasillo muy largo y muy oscuro. Por un
momento tuvieron miedo y casi se dieron la vuelta para salir de allí, pero no podían
hacer eso, tenían que conseguir volver a casa. Así que se agarraron de la mano y
lentamente atravesaron aquel oscuro pasadizo.
Cuando llegaron al final se asomaron por la rendija de unas cortinas que
separaban el oscuro pasillo de una gran habitación iluminada, pero no vieron a nadie
allí. De repente se escuchó una voz que decía:
¡Os estaba esperando! Pasad, pasad, no tengáis miedo –dijo alegremente aquella
voz.
Así hicieron los hermanos. Una vez dentro enseguida vieron a la gran maga Sofía
que ni duerme de noche ni duerme de día. Era alta y vestía una túnica larga muy bonita.
Tenía una gran sonrisa en la cara, lo que hizo que los niños tuvieran menos miedo,
decidiéndose así Timoteo a dirigirse a ella:
Hola gran maga Sofía, venimos a pedirle su ayuda…
No hace falta que digáis nada, Sofía lo sabe todo –dijo la maga Sofía
interrumpiéndole.
¿Ah sí? –dijeron los dos niños al unísono.
Claro que sí. Llevo toda la tarde esperándoos, pero habéis tardado un poco más de
lo que yo había previsto. Sé que os habéis escapado de casa, os habéis perdido y
ahora queréis volver, pero no puedo concederos lo que pedís a menos que me
demostréis que nunca más volveréis a escaparos de casa –sentenció la maga
Sofía.
¡Se lo prometemos! –se apresuró a decir Ventura-. Mi hermano no ha tenido la
culpa, fui yo el que tuve la idea de escaparnos de casa… Pero le prometo que
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nunca más lo volveré a hacer. He pasado mucho miedo y he aprendido la
lección.
Está bien –dijo la maga Sofía-, veo que lo dices de corazón, y sé todo lo que
habéis sufrido, así os concederé vuestro deseo. Acompañadme.
Les condujo a través de pasillos y puertas hasta llegar a un lugar en el que había
una enorme cortina dorada. Tras descorrerla descubrió un artilugio que emitía miles de
luces de colores. ¿Qué sería aquello? Pero antes de que les diera tiempo a preguntar,
dijo la maga:
Esto es un teletransportador. Os llevará de vuelta a casa.
Para ello debéis colocaros en el centro y pensar en el
lugar al que queréis que os lleve muy fuertemente, y
pronunciar las siguientes palabras: “un, dos, tres, ¡ya!,
llévame de vuelta en un plis plas”.
Así hicieron Timoteo y Ventura, y en un abrir y cerrar de ojos estaban en la puerta
de su casa. Abrieron muy despacio y comprobaron que no se escuchaba ruido, así que se
dirigieron al dormitorio de sus padres donde comprobaron que aún seguían durmiendo.
Después de todo quizá no habían pasado tanto tiempo fuera de casa…
Celebrando la suerte que habían tenido subieron a su dormitorio y allí decidieron
preparar el regalo para su madre, tal y como Timoteo había sugerido antes de haber
decidido ir al centro comercial.
Hicieron una preciosa tarjeta de felicitación, que a su madre le encantó porque la
habían hecho ellos mismos, y Ventura tuvo que reconocer que se había equivocado. Al
final comprendió que el dinero no lo compra todo, que lo que más importa es el cariño
que le habían puesto al regalo de su madre, y que nunca más debía irse solo de casa, esa
vez habían tenido suerte pero quizá otra vez no la tendrían tanto.
LEONARDO FEROZ UN LEÓN CON SECRETO
Hace un tiempo…en la sabana africana había un león llamado Leonardo el Feroz. Tenía los ojos muy muy grandes y los colmillos tremendamente blancos y
brillantes. Además, siempre iba con su gran melena al viento para que los demás animales del lugar vieran su enorme poder.
Leonardo era el rey de la sabana, comía salvajemente y asustaba al resto de animales que se querían acercar a él, Todos temía n a Leonardo Feroz. Esto se lo enseñó su
padre Sircán, el anterior rey de la sabana. Pero Leonardo no era todo lo feroz que parecía, tenía un secreto...
Cuando Leonardo era pequeño juagando en la sabana se encontró una caja extraña, no sabía si abrirla o no, pero la curiosidad le empujó a hacerlo. Cuando abrió la
caja empezó a sonar una música clásica muy bella y, en ese momento, Leonardo comenzó a bailar felizmente.
A partir de entonces, supo que su gran ilusión era ser bailarín de Ballet Clásico pero tenía un inconveniente, su padre querí a que fuese el futuro rey de la sabana y
no estaba bien visto para los leones que el rey fuera bailarín de Ballet por lo que Leonardo para seguir los pasos de su padre tuvo que ocultar su gran pasión …
Pasaron los años… y Leonardo se convirtió en el feroz rey de la sabana, para no defraudar a su padre mantuvo oculta su afición por el baile así que por las noches
cuando todos dormían se ponía su traje y sus zapatillas de baile, se recogía su gran melena, abría la caja de música y comenzaba a bailar a la luz de la luna…
Una noche, cuando Leonardo bailaba entres los árboles, un pequeño
intruso observada al león.
- Leonardo lo haces muy bien- le dijo Nocturno, un búho muy curioso que le gustaba merodear por la noche. - Gracias. Pero no se lo cuentes a nadie o se reirán de mí- contestó muy avergonzado Leonardo. - Pero ¿por qué deberían hacer algo así?... Seguro que a muchos animales de este lugar les encantará conocer tu otro yo. - Pero mi padre se enfadará conmigo y avergonzaré a mi familia. - En la vida no hay que avergonzarse Leonardo, cada uno es como es, debes mostrar tu pasión por el baile y seguro que todos te seguirán queriendo. - Pero no es normal que los leones bailen Ballet- aseguró Leonardo.
- ¡Claro que sí! Si a ti te gusta… por qué no hacerlo ¿No ensayan las cebras su obra de teatro, los suricatos cantan a coro y los cocodrilos practican con la guitarra?
- ¡Qué dices, estás loco! Yo nunca los he visto haciendo tal cosa- respondió Leonardo asombrado. - Eso es porque lo hacen todos de noche ya que te temen como rey de la sabana. Con esto, Leonardo se dio cuenta que los animales se escondían de él, al igual que él lo hacía con su padre. Por lo que le dijo a Nocturno: - ¡Está bien! Reúne a todos los animales mañana por la mañana.
A la mañana siguiente… todos los animales esperaban inquietos la llegada del Rey. Entonces comenzó a sonar la música de la cajita y Leonardo apareció con su traje
de baile, sus zapatillas y su moño para demostrarles a todos su habilidad. Tal fue la sorpresa, que los animales de la sabana se quedaron boquiabiertos y al ver la otra cara del
Rey, le aplaudieron todos con entusiasmo.
En seguida cada uno comenzó a mostrar su talento. El cocodrilo cogió su guitarra, las cebras interpretaron su obra, los suri catos contaban a coro …y entre todos los
animales de la sabana montaron una gran fiesta .
A partir de entonces, nada fue como antes. Ya nadie tenía miedo a mostrarse tal y como era pues Leonardo se convirtió en el rey que todos esperaban. Además, su
familia aceptó su gran pasión por el Ballet al ver que todos los animales de la sabana lo admiraban por ello y Leonardo reinó prósperamente como todos esperaban desde hace
mucho tiempo…
¡Fu, fi, fa, este cuento ha acabado ya!
El león Leonardo el Feroz
Una vez en la sabana,
bajo la luz de la mañana;
Un pequeño y fiero león,
una caja mágica encontró.
Tras una lluvia de temor;
el león Leonardo a ella se enfrentó.
¡Qué melódica es su música!
¡Qué bonita es su voz!
Su caja, su mayor secreto;
el baile, su pasión.
Al ser el rey de la sabana,
su pasión ocultó...
Cuando el sol amarillo salía,
el león Leonardo se imponía.
Pero cuando la noche oscura caía,
él se divertía.
Bailaba y bailaba,
y el búho observaba.
Hasta que un día …
Aplaudido fue por la sabana,
y su pasión…
¡YA NUNCA MÁS FUE OCULTADA!.
A continuación mostraremos las figuras retóricas que aparecen en nuestro poema de “Leonardo el Feroz”:
Aliteración: por ejemplo: El León Leonardo.
Metáfora: Tras una lluvia de temor.
Personificación: ya que atribuimos cualidades humanas al león Leonardo.
Epíteto: El sol Amarillo y la noche oscura.
Clímax: puesto que existe un orden cronológico en la descripción del contenido del cuento de Leonardo.
Símbolo: la caja en este poema simboliza la pasión que tiene Leonardo por la música y el baile.
Elipsis: ya que omitimos algunos elementos de las frases para que creen mayor énfasis en el lector.
Polisíndeton: se ve claramente como jugamos con la conjunción “y”.
Símil o comparación: entre las dos personalidades de Leonardo Feroz.
Retrato: de la personalidad de Leonardo, el protagonista de esta historia.
Paralelismo: debido a la semejanza existente entre las distintas partes del poema.
3ºGrado Ed. Infantil G3 GP6, realizado por:
Pérez Guerrero, Clara.
Peña Muras, Nerea.
Rodríguez García, Mª del Rosario.
Romero Pérez, Mª Ángeles.
Poesía grupal
Puche Jiménez, Mª del Carmen
Salinas Rial, Andrea
Salvatierra Corpas, Raquel
Torres Torres, Gema
3º Educación Infantil
Grupo 3
Poesía del cuento inventado “Taponcita” en base al cuento original, “Pulgarcito”:
Taponcita era una niña muy pequeñita, Paralelismo (se repite estructura)
Tanto como una uñita Hipérbole (exageración)
Taponcita era una niña muy valiente, Paralelismo (se repite estructura)
Tanto que se fue con el circo de occidente
para salvar a su familia del pobre presente. Hipérbaton (alteración del orden)
En el circo había tigres y leones
y jirafas y gatos y elefantes con gafas Polisíndeton
¡Cuánto peligro para una niña tan pequeña!
¡Ay Taponcita, Taponcita Onomatopeya
que salvaste a tu familia tú solita! Anáfora
Puche Jiménez, Mª del Carmen
Salinas Rial, Andrea
Salvatierra Corpas, Raquel
Torres Torres, Gema
3º Educación Infantil Grupo 3
Es verdad y no te miento, tal y como me lo contaron te lo cuento que una vez
nació una niña muy pequeñita, tanto que la llamaron Taponcita. Taponcita era una niña
tan muy pobre que vivía con sus pobres padres y sus cuatro hermanos tan pobres como
la pobre niña.
¿Pero sabéis qué? A pesar de su tamaño, Taponcita era la mayor de sus
hermanos, ella los quería mucho y los cuidaba más todavía porque sabía que eran muy
especiales. Azucena era una niña muy buena de ojos tan verdes como la hierba en
primavera.
A Marisol le encantaba el sol y jugar con sus hermanos en verano. Ventisco era
un niño muy listo, tenía gafas y si su hermana se las quitaba en otoño le tiraba del
moño. Copito era el hermano más chiquitito y como en invierno hacía fresquito a todos
lados con su bufanda iba para ponerse calentito.
Eran tan felices como pobres y por eso Taponcita, cansada de no cansarse,
decidió que como era la mayor debía ayudar a su familia. Sus padres siempre le decían
que ella era demasiado pequeña para trabajar pero se acercó una vez más a su madre y
le dijo:
- Mamá, ya soy mayor para ayudar, por favor ¡dime que me dejarás marchar!
Pero su madre le respondió:
- Taponcita, Taponcita que pesadita estás, tú eres pequeñita y no puedes trabajar.
- Pero ¿por qué no puedo trabajar? – le preguntó Taponcita muy triste.
- ¡Porque eres tan pequeña que la gente te pisará!
- ¡Una persona nunca es demasiado pequeña para ayudar! – le respondió
Taponcita más triste todavía.
Taponcita no lo entendía, a ella le gustaba su estatura y sabía que algún día tarde
o temprano, más temprano que tarde, llegaría el momento de encontrar su oportunidad.
Y así fue como una mañana llegó a sus oídos que el circo pasaba por el bosque y fue a
pedir trabajo.
En la puerta se encontró con Leonor, la domadora de leones que tras escuchar la
proposición de la pequeña se echó a reír mientras le decía:
- Taponcita, Taponcita que pesadita estás, tú eres pequeñita y no puedes trabajar.
- Pero ¿por qué no puedo trabajar?
- ¡Porque eres tan pequeña que los animales te pisarán!
Taponcita tragó saliva un poco asustada y dijo:
- ¡Una persona nunca es demasiado pequeña para ayudar!
Al verla tan decidida, Leonor decidió darle la oportunidad y Taponcita se puso
tan tan tan contenta que se puso a saltar.
Y la verdad es que nuestra amiga lo hizo bastante bien aunque se encontró con
ciertos peligros. Taponcita era tan pequeña, tan pequeña, tan pequeña que casi ni se veía
así que el elefante Rocinante estaba a punto de pisarla cada día. El león Tragón a
menudo perdía sus gafas y por eso muchas veces a la hora de comer, a Taponcita quería
morder ¡ñam, ñam! Y el gato Pancho siempre la confundía con un ratón por lo que
Taponcita tenía que salir pitando.
Hasta que un cierto día nuestra amiga conoció a un amigo muy especial.
- ¡Hola señor caracol! ¿Cómo puedes vivir en el circo sin que te pisen? – le
preguntó Taponcita muy sorprendida.
- Porque soy un caracol mágico y puedo correr más rápido que sopla el viento.
- ¿Entonces me ayudarás a partir de ahora a escapar cuando me vayan a pisar?
- Claro, seguro que lo pasaremos bien juntos.
Taponcita estaba muy contenta de haber conocido a alguien de su tamaño.
Pronto el caracol veloz, que así era como se llamaba este extraño y mágico caracol, se
convirtió en su mejor amigo. Cuando el peligro se acercaba, el caracol veloz corría
creando un fuerte viento y de allí la alejaba.
Pero un día, su nuevo amigo se puso malito y tuvo que ir al médico dejándola
sola en el circo. Y ¿qué paso? El gato Pancho que siempre la perseguía se la encontró
bañándose en una taza y se lanzó sobre ella, ¡menos mal que Taponcita se dio cuenta a
tiempo y pudo escapar!
- ¡Miiiiiiiiiiiiiau! - gritó el gato Pancho mientras corría tras ella.
Taponcita corrió y corrió y corrió, pero por mucho que corrió, no pudo escapar
así que el gato Pancho la atrapó, pero justo cuando fue a metérsela en la boca, ella gritó:
- ¡Noooo, suéltame! Soy Taponcita ¡no soy un ratón! ¿no me ves?
El jaleo que se formó hizo que Leonor los escuchase y se diera cuenta de lo que
estaba pasando.
-¡Suéltala ahora mismo gato glotón, como te comas a Taponcita no vas a probar bocado
en una semanita!
- ¡Oh, lo siento! No te había visto Taponcita, como eres tan chiquitita...- dijo el gato aún
queriendo comérsela pero sin ganas de pasar hambre toda la semana.
- Uf… - resopló Taponcita - ¡Por qué poquito!
Lo que ellos no sabían es que esto ocurrió en el momento en que subieron el
telón del circo, causando la risa de los espectadores, que pensaron que formaba parte del
espectáculo.
Pasaron los días hasta que por fin llegaron a la gran ciudad todos sanos y salvos.
Había llegado el gran día, el circo recaudaría mucho dinero pues el nuevo número de la
persecución de Taponcita resultó ser de lo más original y tuvo mucho éxito ¡tanto que
hasta la reina fue a verlo!
Sin embargo, justo cuando iba a empezar la función ocurrió una gran catástrofe
pues a Leonor, como estaba tan nerviosa, empezaron a sudarle las manos y se le
escurrieron las llaves del circo con la mala suerte de que fueron a caer en una
alcantarilla.
¡No podrían abrir! Todos se pusieron muy nerviosos porque iban a perder todo el
dinero, todo su camino habría sido en vano y tendrían que cerrar el circo. Pero entonces
Taponcita, que sabía que era la única lo suficientemente pequeñita como para caber por
las rendijas de la alcantarilla, ofreció su ayuda.
- ¡No! ¡Ni hablar! ¡Taponcita es muy peligroso! – le dijo Leonor.
- ¡Leonor tiene razón! – dijo el elefante Rocinante.
- No Taponcita, eres demasiado pequeñita y ¡además está muy oscuro allá abajo!
– dijo el león Tragón, que en el fondo era muy miedica.
- Sé que puedo hacerlo amigos ¡una persona nunca es demasiado pequeña para
ayudar!
Y justo cuando dijo esto, la valiente niña se metió rápidamente por la alcantarilla
sin dar tiempo a ninguno de sus amigos a reaccionar. Fue llegar al suelo y ver como un
pequeño ratoncito blanco como la nieve salía corriendo con las llaves entre sus
pequeñas manitas.
- ¡Eh, detente! ¡Ratoncito, detente! - le gritó, pero el ratoncito blanco siguió su
camino sin hacer caso a los gritos de Taponcita.
¡Oh no! ¿Y ahora que podría hacer? A Taponcita se le ocurrió la idea de que el
único que podía ayudarla a alcanzarlo sería su amigo el caracol veloz y entonces gritó
bien fuerte: “¡Caaaaaaaaaaaaraaaaaaaacoooooooool veeeeeeeeelooooooooooooz!” El
eco hizo que su amigo la escuchara y apareciera a su lado en un pis pas.
- ¿Me llamabas? - dijo el caracol veloz muy sonriente.
- ¡Sí! El ratoncito blanco se llevó las llaves del circo, ¡no debemos perder tiempo!
– le contestó Taponcita muy contenta de ver a su amigo pero a la vez muy
nerviosa.
- En ese caso, móntate encima de mí ¡no tardaremos en alcanzarlo!
Y fue dicho y hecho, alcanzaron al ratoncito, blanco como la nieve de la
montaña y recuperaron las llaves en menos que canta un gallo.
Y así fue como Taponcita y su gran amigo el caracol veloz volvieron con sus
amigos trayendo de vuelta las llaves y logrando salvar al circo. La función pudo
comenzar sin problemas y gracias a todo el dinero que recaudaron, Taponcita pudo
volver con su familia y adoptar al caracol veloz.
- ¡Ay, mi pequeña Taponcita! - le había dicho su madre en cuanto la vio aparecer
– ¡Qué susto nos habías dado! ¿Pero qué es eso que traes? ¿De dónde vienes?
¡Ay, mi pequeña Taponcita, no vuelvas a hacernos esto nunca más!
- ¡Del circo mamá! – le respondió la niña muy contenta de volver a casa – ¡Tengo
tantas cosas que contarte! Ya nunca más volveremos a pasar hambre, ¡te lo dije
mamá! ¡una persona nunca es demasiado pequeña para ayudar!
Desde ese día vivieron muy felices, y aunque no comieron perdices, nunca más
volvieron a pasar hambre gracias a la valentía que mostró esta pequeña gran niña.
Y colorín colorado,
este cuento se ha acabado
y Taponcita y sus amigos
esperan que os haya gustado.