poesia en la escuela #1 baja

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Escriben:Los chicos Juan Gelman Diana Bellessi Mercedes Roff ngela Pradelli Alberto Muoz Javier Cfreces Alejandra Correa Eduardo Mileo Javier Galarza Leonardo Martnez Claudia Prado Mara del Carmen Colombo Lucio Madariaga Graciela Zanini Alejandro Mndez Alejo Gonzlez Prandi Mercedes Araujo Marcelo Carnero Soledad Castresana Silvia Camerotto Natalia Litvinova Mara Julia Magistratti Florencia Walfisch Ana Laferranderie Carlos J. Aldazbal Silvia Castro Marisa Negri Victoria Scholnik Jos Mara Pallaoro Sergio De Matteo Valeria Cervero Gabriela Franco Catalina Boccardo Romina Freschi Gisela Galimi Joaqun Valenzuela Paula Aramburu Paulina Aliaga Miguel Martnez Nan Ana Cecilia Adjiman Ins Abeledo

s e p t i e m b r e d e 2 011

ISSSN xxxx-xxxx

ilustracin: Ana Adjiman

Editorial pag.

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Alejandra Correa y Marisa Negri Javier Galarza del II Festival de Poesa en la Escuela 12 al 20 de septiembre 2011 Marisa Negri Lautaro lvarez Germn Hoffman Florencia Laura Bolan Daniela Longhi Fernando Alegre Clara Lopez Beltrn Baklan Suyatoslav Alan Zapana Julieta Quevedo Florencia Ceballos Melisa Blanco Josefina Chen Leonardo Chamorro Luca Bustamante Sol Peralta Mara Julia Magistratti Mara del Carmen Colombo Paula I. Aramburu Paulina Aliaga Marcelo Carnero Mercedes Roff Eduardo Mileo Diana Bellessi Leonardo Martinez Gisela Galimi Claudia Prado Graciela Zanini Miguel Martinez Nan Alberto Muoz Alejandro Mndez Valeria Cervero Natalia Litvinova Romina Freschi Javier Cfreces Ines Abeledo Alejo Gonzlez Prandi Ana Lafferranderie Marisa Negri Soledad Castresana Florencia Walfisch Gabriela Franco Lucio L. Madariaga Silvia Camerotto Catalina Boccardo Joaqun Valenzuela Victoria Schcolnik Ayeln Esquivel Sandra Herrera Micaela Vera Rojas Fabiana Navarro Ayeln Romero Brenda Cuevas Jaqueline Romero Bianca Salguero Rogelia Gutirrez Rojas ngela Paca Olaeta Nstor Morales Blaca Zarraga Miguel Montero Nicols Tibone Carolina Ferreira Vladimir Nino Talia Rocha Matas Basconcello Michael Sevillano Damian Cabrera Guillermo Levin Daniel Quinteros Julieta Zuiga Omar Morodaz Wilber Iriarte Milton Ortiz Pablo Sosa Liz Corzo Jonathan Garcete Oliver Vidal ngela Pradelli Susana Thnon x Mercedes Araujo Themis Speroni x Jos Mara Pallaoro Juan Carlos Moiss x Silvia Castro la ta Dorita x Ana Adjiman Bustriazo Ortiz x Sergio De Matteo Francisco Gandolfo x Javier Cfreces Vicente Huidobro x Carlos Aldazbal a a a a Guillermina Weil Javier Galarza Alejandra Correa Claudia Prado

Programacin pag. 10 Poesa en la Escuela pag. 14 Liceo 1DE2 pag. 16 pag. 24 y para qu poetas? pag. 18 pag. 26

Sumario

pag. 34 pag. 42 pag. 50 pag. 59 ESB 186 pag. 32 pag. 40 pag. 48 pag. 56 Lecturas pag. 68

Poetas x Poetas pag. 73

Entrevistas pag. 82

Homenaje pag. 90 pag. 93Poesa en la Escuela

a Francisco Madariaga de la Palabra a otros Lenguajes

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Poesa en la Escuelaes una publicacin de Javier Galarza, Marisa Negri y Alejandra Correa Bartolom Mitre 3864 C1201AAV C.A.B.A. Argentina mari sa ne gr i@gm a il .c o m ISSN xxxx-xxxx

ilustracin: Pablo Ramirez Arnol

Revista del II Festival de Poesa en la Escuela Septiembre 2011

w w w.poesiaenlaescuela.blog spot .com

Staff

direccin: Javier Galarza

coordinacin de talleres: Ana Adjiman grupo editorial: Florencia Ceballos, Lautaro lvarez, German Hoffman, Florencia Bolan, Pablo Capdepn, Isabella Piazza, Belen Ros y Julieta Quinteros coordinacin general: Marisa Negri Alejandra Correa ilustracin institucional: Pablo Ramrez Arnol

prensa: Natalia Litvinova

diseo: Pablo Runa

fotos de tapa y contratapa de Marisa Negri: Las susurradoras Giuliana Bolettieri y Bernarda Idica en el Primer Festival de Poesa en la Escuela Los retratos fueron suministrados por los escritores Poesa en la Escuela

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AgradecimientosA los chicos. A los poetas, artistas y msicos participantes del festival. A las comunidades educativas del Liceo Nro 1 DE 2 y la ESB 186 de La Matanza por su compromiso con este proyecto desde el primer da. A Carlos Skliar, Javier Cfreces y Alberto Muoz. Gracias: CoNaBiP, CCEBA, Audiovideoteca de la Ciudad de Buenos Aires, Ediciones en Danza, Biblioteca Santa Genoveva, Alfredo Bernrdez, Margarita Soldavini, Noem Fiumara, Maria Liotta, Mariana Firpo, Liliana Paradiso, Ana Biancalana, Mariana Burca, Gabryel Montsegur, Sebastin Miquel, Damin Masotta, Javier Lodeiro y El pibe efervescente.

ilustracin: Pablo Ramirez Arnol

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Poesa en la Escuela

Por qu un Festival de poesa en la escuelaAlgunos de ustedes, chicos o jvenes de las escuelas que abarca este Segundo Festival de Poesa, se preguntarn: Por qu un grupo de personas de diversas edades y procedencias han decidido entrar a la escuela a leerles poesa o a hablarles de ella; a proponerles actividades con collages, msica, talleres donde puedan escribir ustedes sus primeras poesas? Por qu esta necesidad nuestra de acercarnos, de acercarles las palabras que cada uno de nosotros escribi en su soledad y su silencio?

Editorial

Algunas claves para responder a esta pregunta estn en las pginas de esta revista del Segundo Festival de Poesa en la Escuela: muchos de nosotros empezamos a escribir poesa en la infancia o en la adolescencia. Leerles a ustedes es tambin leernos a nosotros mismos, a aquel nio o joven que fuimos, como en un abrazo. Pero hay otras ideas que nos animan. Queremos hablarles de la palabra y su poder creador y de su rebelda. Porque la palabra define el mundo que habitamos y, as como lo define para cerrarlo, tambin lo puede cambiar si lo pensamos y lo nombramos de una manera diferente: si le encontramos nuevas palabras a lo que parece dicho de una vez y para siempre. Quienes escribimos no sabemos bien para quin lo hacemos. Tenemos vagas ideas. Primero, nos preparamos para no ser ledos por nadie; luego para que nos lean los amigos y familiares; despus para leer poesa ante un grupo de desconocidos (los primeros desconocidos son generalmente otros poetas). Pero, un da cualquiera, puede suceder esta maravilla de ser llamados a leer frente a desconocidos que son jvenes o nios. Y entonces, el que escribe poesa sabe que es ah donde la palabra que ha escrito tiene todas las posibilidades de este mundo de echar alas y llevar la palabra hacia otro territorio que est aqu noms, pero que tambin est lejos, en un futuro remoto. Cada una de las personas que participamos de este Festival escribimos poesa con diferentes registros y voces. A algunos nos parece bello algo que a otro no le parece tanto. Eso mismo les va a pasar a ustedes cuando nos escuchen. Es decir, algunas poesas los conmovern, otras los dejarn completa-

Poesa en la Escuela

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mente indiferentes. Pero seguramente en la diversidad, van a encontrar una poesa o un poeta que les sembrar una incomodidad, una piedra preciosa, una idea nueva. Cudenlos. Cuiden la incomodidad, la piedra preciosa, la idea nueva: en ellos tambin hay un ave que volar hacia otro territorio, incluso aun desconocido por ustedes. Van a notar que en estos das de Festival, todas estas personas que venimos a leerles estamos felices de hacerlo. Queremos contagiarles nuestra pasin. Decirles que la poesa no es solamente eso que aprendieron en el manual o el libro de textos, generalmente escritas hace mucho tiempo por hombres y mujeres a la altura de los prceres. La poesa es para todos nosotros, una materia viva que respira en la misma ciudad que ustedes respiran, que trabaja y crece y se enoja y se re como cualquiera que est vivo aqu y ahora. Estaremos satisfechos si logramos transmitirles algo de todo esto. Si logramos que ustedes comprendan que la poesa est a mano para todos, en la belleza que hay en la vida, aun con todo el desaliento, el dolor y la tristeza que a veces es la vida. Finalmente, queremos decirles que ustedes son una inspiracin. Y esa es la verdadera respuesta a la pregunta de por qu venimos a leerles.

Alejandra Correa y Marisa Negri

La poesa es la intemperie sin fin.

Juan Laurentino Ortiz8Poesa en la Escuela

Del orden de lo imposibleUn filsofo que se llamaba Kierkegaard escribi alguna vez que el hombre ms inmenso fue quien esper lo imposible. Pero yo no s si a los poetas nos importa demasiado la diferencia entre lo posible y lo imposible. Quisimos llegar a los chicos, pero para eso tuvimos que volver a ser nios. Entonces emprendimos este camino, porque no sirve quejarse. No importa que sea difcil. Tenemos que intentar cambiar cada cosa que no nos gusta de este mundo. Porque somos gente que cree en los poderes de la palabra. Y a veces un deseo o un sueo, nos demuestran que an no somos conscientes de hasta dnde podemos llegar. Y ms an si contamos con un equipo de gente como el que trabaj en esta revista. Y la poesa es otra forma de estar. Otra forma de pararse. Otra forma de habitar. De ver. Entonces, trabajar junto a los chicos, fue una manera de reencontrarnos. Aqu, ellos escriben los poemas y los poetas ms grandes cuentan como se relacionaron por primera vez con la poesa. Y homenajean a sus maestros. No hay jerarquas. Trabajamos a la par. Y cada poeta mayor que nos hizo llegar su columna, lo hizo con humildad, casi con pudor, dialogando con ese nio que nunca dej de ser. Publicamos a los chicos: todo este trabajo es por ellos. Porque queremos un mundo ms bello. Quizs porque no tuvimos a nadie que nos dijera a sus edades que este camino era posible. Ahora siento que viajamos distancias siderales para llegar hasta aqu. Pero llegamos. Aqu, en el punto mismo donde lo posible y lo imposible dejan de importar.

Javier Galarza

Poesa en la Escuela

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Lunes 12 LICEO 1 Jos Figueroa Alcorta Av. Santa Fe 2778 CABA - Escuela Media

12 al 20 de septiembre 2011

8.00 a 9.30 Taller Ins Abeledo sobre textos de Liliana Ancalao 9.30 a 11.00 Mesa de lectura Javier Galarza lee a Paul Celan Angela Pradelli lee a Jorge Garca Sabal Miguel Martnez Nan lee a Jorge Spndola Presentacin: de la Revista del Festival a cargo del taller de escritura del Liceo 1, coordinada por Javier Galarza Micrfono abierto 11.00 Poesa y Msica: Georgina Hassan y Gabriela Borrelli Azara cantan a 7 poetas argentinas 13.00 a 14.30 Taller Pablo Runa sobre textos de Javier Villafae 14.30 a 16 Mesa de lectura Romina Freschi lee a Marosa Di Giorgio Julieta Lerman lee a Charles Baudelaire Samuel Bossini lee a Gonzalo Rojas Mara del Carmen Colombo lee a Lenidas Lamborghini 16hs: Luis Pedro Hardoy canta a Juan Carlos Bustriazo Ortiz Martes 13 EP 97 Juana Manso Avelino Daz 500 Villa Celina, La Matanza Escuela Primaria 8.00 a 9.30 Taller Gabriel Acua Rodrguez sobre textos de Jaime Sabines 9.30 a 11.00 Mesa de lectura Jos Mara Pallaoro lee a Roberto Themis Speroni Natalia Molina lee a Roberta Iannamico Clara Vasco lee a Jos Watanabe Marcelo Carnero lee a Leopoldo Mara Panero Victoria Schcolnik lee a Sharon Olds

Programacin10

Poesa en la Escuela

Colegio Mariano Moreno Av. Rivadavia 3577, CABA Escuela Media 13.00 a 14.30 hs. Taller Nina Franco sobre textos de Alejandra Correa 14.30 a 16.00 Homenaje al poeta Francisco Madariaga (ex- alumno del colegio) Mesa de lectura: Mercedes Araujo lee a Susana Thnon Lucio Madariaga lee a Edgar Bayley Silvia Camerotto lee a Alfonsina Storni Catalina Boccardo lee a Juan L. Ortiz 16.00 hs. Poesa y Msica Gabriela Borrelli Azara y Paula Gasparini cantan a Jorge Lenidas Escudero Mircoles 14 LICEO 1 Jos Figueroa Alcorta Av. Santa Fe 2778 CABA Escuela Media 8.00 a 9.30 Taller Marta Bryckman sobre textos de Federico Garca Lorca 9.30 a 11.00 Mesa de lectura Martn Armada lee a Cesare Pavese Soledad Castresana lee a Alberto Laiseca Eduardo Mileo lee a Francisco Madariaga Alejo Gonzlez Prandi lee a Jacobo Regen Escuela de Esttica De Morn Nivel Primario con orientacin artstica 13.00 a 14.30 Taller Gisela Galimi sobre textos de Marosa di Giorgio 14.30 a 16.00 Mesa de lectura David Wapner (videoconferencia desde Israel) Mercedes Roff (videoconferencia desde Estados Unidos) Valeria Tentoni lee a Liliana Daz Mindurry Valeria Cervero lee a Mara Teresa Andruetto Paulina Aliaga lee a Manuel Bandeira

Poesa en la Escuela

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Jueves 15 ESB 186 Avelino Daz 500, Villa Celina, La Matanza Escuela Media

12 al 20 de septiembre 2011

8.00 a 9.30 Taller Claudia Prado y Maricel Santin 9.30 a 11.00 Mesa de lectura Claudia Prado lee a Wislawa Szymborska Maricel Santin lee a Idea Vilario Natalia Litvinova lee a Anna Ajmtova Juan Linares lee a Fernando Pessoa Escuela Portal del Sol Tapiales Escuela de Educacin Especial 13.00 a 14.30 Taller Ana Adjiman sobre textos de Mercedes Roff 14.30 a 16.00 Mesa de lectura Alejandro Mndez lee a Silvina Ocampo Silvia Castro lee a Juan Carlos Moiss Mara Julia Magistratti lee a Mara Granata Ana Lafferranderie lee a Hctor Viel Temperley Viernes 16 Escuela Tcnica n 1 Ro Paran Min Delta de San Fernando 10.30 a 12.30 Mesa de lectura Alejandra Correa lee a Gustavo Roldn Paula Aramburu lee a Silvina Ocampo Joaqun Valenzuela lee a Arnaldo Calveyra Escuela Secundaria n 24 Ro Paran Min y Cha Delta de San Fernando 13.30 a 15.30 Mesa de lectura Alberto Muoz lee a Charles Baudelaire Diana Bellessi lee a Gabriela Mistral Javier Cfreces lee a Francisco Gandolfo Marisa Negri lee a Luis Rogelio Nogueras

Programacin12

Poesa en la Escuela

Lunes 19 Liceo 1 Jos Figueroa Alcorta Av. Santa Fe 2778 CABA Escuela Media 8.00 a 9.30 Taller Marisa Negri sobre textos de Olga Orozco 9.30 a 11.00 Mesa de lectura Leonardo Martnez lee a Nstor Groppa Graciela Zanini lee a Amelia Biagioni Clara Muschietti lee a Federico Garca Lorca Gabriela Franco lee a Oliverio Girondo 13.00 a 14.30 Taller Daniel Freidemberg sobre textos de poesa argentina 14.30 a 16.00 Mesa de lectura Josefina Saffiotti lee a Juana Bignozzi Sergio de Matteo lee a Horacio Castillo Florencia Walfisch lee a Miguel Angel Bustos Carlos Juarez Aldazbal lee a Gonzalo Rojas Martes 20 Librera Fedro Carlos Calvo 578, San Telmo, CABA 19.00 Presentacin Revista del II Festival de Poesa en la Escuela Grupo Kamishabai: Margarita Roncarolo & ca. Mesa de lectura Alumnos del Liceo n 1, la ESB 186 y Mercedes Roff

Poesa en la Escuela

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Juego y creacin potica en la escuelaEscribir poesa en la escuela siempre comienza con un juego. Acrsticos con las letras del nombre, frases con una letra inicial o juegos de diccionario suelen ser el primer escaln que nos asoma a esa otra manera de vivenciar el lenguaje que, para los programas de estudio, suele quedar recluido al ltimo captulo de los manuales de enseanza. Estamos jugando y todo vale. En esta etapa inicial tomamos versos prestados, completamos estructuras, hacemos largas listas de campos semnticos en el pizarrn. Es la fase de las combinatorias y los resultados tienen a veces mucho de disparate. Libros que a los docentes les sean tiles en esta etapa pueden ser El libro de las preguntas de Pablo Neruda, o las Gregueras de Ramn Gmez de la Serna o, tambin, los aires aforsticos de Baldomero Fernndez Moreno. Vamos de la lectura a la escritura tergiversando el sentido que originalmente tenan los poemas. Escritura subversiva en donde hay permiso para apropiarse de versos ya escritos y de estructuras ya pensadas por otros poetas. El rol del docente es el de lazarillo: tomar de la mano e invitar a cruzar un puente. Hay all un gesto de amor y confianza que nunca puede ser desde la angustia de la hoja en blanco, una consigna nunca es tema libre o tema: la vaca. La propuesta siempre tiene que tener un valor de desafo, veamos un ejemplo. Es la hora de taller y llego al curso con la caja que rene los libros de poesa de la biblioteca entre las manos. Whitman, Lorca, Storni, Orozco, Molina, Madariaga en feliz convivencia. Si el taller, como en este caso, no posee otro lugar fsico que no sea el aula, al menos intento variar la disposicin de los muebles, colocamos el cartel de no molestar en la puerta y todos saben que all ha comenzado otro tiempo. Los libros pasan de mano en mano hasta que cada uno se queda con el que se sinti llamado, ya sea por el ttulo, por la ilustracin de tapa o por la textura del papel. Cuento hasta tres y abriendo el libro al azar copian un verso.

Poesa en la Escu La14

Poesa en la Escuela

Ms tarde vendr el momento de la correccin. Por supuesto sta no es ortogrfica, no ahora. Es personalizada y es un intento de interrogar al incipiente poema para que de lo mejor de s. Qu est diciendo? Es eso lo que vos quers decir? Qu podemos agregar o quitar all? Y ahora s, entra en accin nuestra caja de herramientas. Una vez que sabemos lo que estamos diciendo, cmo lo decimos de la mejor manera? Metforas, imgenes sensoriales, sinestesias y otros recursos expresivos son propuestos para nutrir el texto. Habitualmente estos conceptos ya fueron desarrollados en otros momentos del ao y hay carteles con ejemplos y definiciones pegados en la pared del aula que funcionan como ayuda-memoria. Cuando todos tienen su primer borrador volvemos a la rueda para leer en voz alta. Es un momento de potente belleza. Hay un lector y otros que escuchan. Hay comentarios y observaciones. Los textos estn en proceso y la palabra del docente siempre debe, en este punto, comenzar con destacar cualquier virtud que por mnima que sea encuentre en la produccin escrita. Con la repeticin de este tipo de juegos, los noveles escritores van tomando confianza. Los poemas por lo general son publicados en nuestro blog y reciben la visita de otros chicos de otras escuelas que pasan por las mismas experiencias. La escritura potica vincula, define, da identidad. Y un buen da, aquel alumno que siempre acataba nuestras sugerencias se rebela y elige una opcin distinta a la que le proponemos. Es un instante mgico: asistimos al nacimiento de un poeta.

Marisa Negri

Poesa en la Escuela

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ilustracin: Pablo Ramirez Arnol

Pasan el libro al compaero de al lado. Repetimos la operacin cuatro veces. Luego cada uno elige a un compaero y le entrega esa hoja de versos prestados. Ya tenemos una consigna: quien recibe la hoja debe interpretar el sentido de ese conjunto inconexo de palabras, unir en busca del sentido propio.

Liceo 1DE2

Desde marzo de 2011 funciona el Taller de Lectura y Escritura que form parte del equipo de redaccin de esta revista. Mediante el uso de redes sociales interactuaron con otras escuelas participantes y con los escritores. Los chicos leyeron a los poetas que participan del festival, realizaron entrevistas, ilustraron y escribieron poemas. Los poetas tienen entre 12 y 17 aos.

Ojos amarillos

Falling nightLos colores se agitan tantas cosas se dicen de m Duermo en tu cuarto o en el mo Dicen que si no lo veo no es El otoo se acerca, Se hace de noche Y las hojas nunca caen

nac con ojos amarillos el tiempo no existe el clima nunca cambiar el momento no es momento cuando miro su tribal desencadenada imagen sutil acontece sobre mis ojos y se acaba sobre tu voz adentro sale el sol y sobre un espejo salta el cielo

Florencia Laura Bolan 3 2

Lautaro lvarez 2 3 Los frutos y el perroA partir de la lectura de Esteparia de Natalia Litvinova:

Mi perro lo nico que haca era ladrar y temblar frente al televisor. El diariero todas las maanas traa el peridico a la puerta y el perro lo recoga de la nieve y lo entraba en la casa. Regresaba de su paseo con una pluma en el rostro y nadie saba por qu. En verano traa un hueso y una golosina de frambuesa. Le fascinaban los frutos maravillosos Mi madre y el perro recogan las manzanas del parque.

Muecas y falsedadesMe ro pero es slo una mueca Y en este mar de falsedades todava no me romp Qu hermosa soledad fundamos apretando los puos Aunque nos hundan diez veces nos levantamos Todava sin saber dnde esconder los cuerpos del amor

Germn Hoffman 4 216

Daniela Longhi 3 3Poesa en la Escuela

La ciudada partir de la lectura de Poeta en Nueva York de Federico Garca Lorca

El coraznresistir en la madrugada la otra mitad que deja los cielos hechos aicos que divide los corazones y lleva mi amor a los cielos el amor est en los fosos donde luchan las sierpes donde laten los corazones donde est el cielo

La ciudad es poesa aunque no sea evidente arraigadas en el cemento palabras presentes. Una parada de colectivo atestigua el nacimiento de amores juveniles se convierte en faro alumbrando sendas increbles. Una nuez de subterrneo tres silabas, puras y hermosas se abre frente a un solitario y le llena su mente de cosas. Cantantes callejeros, graffiti poetas, malabares y estnciles paredes de papiro cambiadas por manos hbiles. Bagaje cultural pequeas revoluciones cambios que no cambian bajo millares de soles. El cemento es semilla la palabra es la fruta slo nos queda donar el agua nuestras almas, desandando la ruta.

Baklan Suyatoslav egresado 2010 Caligrama

Fernando Alegre egresado 2010

Acrstico Como yo no hay, La nica soy, Angel me dicen Rebelde tambin, pero Astuta ser. Clara Lpez Beltrn 2 2Poesa en la Escuela

Alan Zapana 2 217

Inicios

y para qu poetas?18

Mi primer poema escrito lo encontr mi abuela hace poco, lo escrib cuando tena 7 u 8 aos. Llenaba desesperadamente papeles y los dejaba en todos lados. Mi abuela atesor algunos, se deca algo as: teje y teje mi abuelita y tambin haba otro dedicado a la primavera. Pero la poesa comenz antes. Cuando en la infancia vea todos los das la va lctea sobre mi cabeza, tirada entre los pastos, entre el roco; cuando vi llover sapos en mi pueblo, cuando masticaba hinojos robados a los conejos, cuando sala despus de una tormenta a correr por los charcos, cuando la vea a mi madre escribir de corrido algo que me pareca muy complejo, un mecanismo extrao; o miraba a mi abuelo pintar sus cuadros, a mi abuela ponerle sobrenombres extraos a las personas Nmesis, Otelo, Adonis, Palas Atenea y provocar la risa de los amigos. La poesa comienza siempre antes que la escritura. Se produce igual al amor, es un aleteo adentro, una piel de gallina sin fro, un llamado desde el vientre y de ah en ms una necesidad tan imperiosa como natural, simple de tan compleja, un alerta en el cuerpo que pide ser expresada. Yo vea a los crotos llegar con los trenes de carga en la siesta. Pona mi odo en la tierra y escuchaba muchos ruidos extraos, como el ruido de las races. Coma frutas trepada a las ramas de los rboles. Me lastimaba y sangraba. Y tena una frazada que aun conservo y donde lea los smbolos raros del mundo. Luego lleg la escritura y la lectura. Y pude entonces ser duea de ese mecanismo extrao de los grandes que me permita soltar en un papel aquello que senta. Desde entonces llevo mis anotaciones, cuadernos completos que escriba a diario donde anotaba todos los sucesos. Una rara sensacin de futuro hizo que toda mi infancia yo quiera dejar para las generaciones futuras as deca, cosas enterradas en todos lados: patas de muecas, objetos de mi casa, cartas, recortes de revistas, de todo, y por supuesto, poemas. Luego, llegaron los diarios de Buenos Aires. Me acuerdo especialmente de los poemas de Olga Orozco que cada tanto Poesa en la Escuela

publicaban los domingos en las pginas literarias. Los lea en voz alta y, por supuesto, no entenda nada pero sonaban tan hondos que yo sabia que ah haba algo muy importante para m. As fui armando una carpeta llena de frases y poemas que aun conservo. Era tan grande el espacio de libertad que me daba la poesa, que cuando yo jugaba a la mam casi siempre me llamaba OLGA.

Mara Julia Magistrattifoto: Sebastin Miquel

Poesa en la Escuela

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ilustracin: Damin Masotta

Del registro oralEl contacto ms temprano, y entraable, que tuve con la poesa provino del registro oral, de las canciones de los poetas populares, unos espaoles en lengua gallega, y otros, autores argentinos de tango, que mi mam me cantaba. Me refiero, por un lado, a las cntigas de cuna (durme meu menina durme / durme se queres durmir), a las graciosas cadencias de las coplas (vexo Cangas, vexo Vigo, / tamn vexo Redondela, / vexo a Ponte de Sampaio, / camio da nosa terra) y a los punzantes acentos, irnicos, burlones, del cancionero popular de Galicia (vaite lavar, porcona / vaite lavar / se non che chega o ro / tirate o mar). Cancin que calma pero al mismo tiempo hiere, decir que suea pero tambin despierta, ese canto evocaba en aquellos das de mi infancia, los intensos contrastes de un paisaje lejano ternura de vergel, aspereza de la piedra, el que habitaron sus antepasados, campesinos pobres de Pontevedra retomando, sobre todo, los tonos de lamento y desafo de esa provincia humillada de Espaa, segn palabras de mi abuela materna; y que alguna vez descubr, tambin por obra de mam, en la voz de otra mujer y poeta, Rosala de Castro (Castellanos, castellanos, / tratad bien a los gallegos / cuando van, van como rosas, / cuando vuelven, como negros). Por el lado de los argentinos, estaban el sentimentalismo romntico de Le Pera sus ojos se cerraron / y el mundo sigue andando y el amargo reflexionar de Discepoln, sobre todo esos versos donde parecen repicar los acordes de Garcilaso: Fiera venganza la del tiempo / que le hace ver deshecho lo que uno am. Fue mucho despus que llegaron los libros, pero creo a esta altura que aquel vaivn rtmico de la cancin materna sign oscura y contradictoriamente la orientacin de mi escritura hacia el paisaje de la ciudad de Buenos Aires, el habla de su gente, la lengua coloquial, y sobre todo la cancin popular, en un amasijo que incorpora los sones del gauchesco y del tango, del rock y de la cumbia, fusionados con la lengua literaria.

Mara del Carmen Colombo

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Poesa en la Escuela

Un juego, una danzaComo un juego, una danza. Primero un paso, despus otro. El cuerpo se ve tocado por un sonido que lo impulsa, y su movimiento dibuja una imagen en el espacio. As la poesa: un movimiento acompasado cuyo sentido se desliza transformando palabras, cosas, recuerdos, ausencias. Una palabra, luego otra. Y cada verso se despliega en el espacio en blanco de la hoja, siguiendo un ritmo interno que resuena como un canto sagrado. Un juego, una danza: mi cuerpo sola jugar y bailar a solas. Y en esa soledad, la lectura de cuentos y poemas me revelaba un mundo tan desconocido como cautivante. Y yo me dejaba llevar, me sumerga en ese espacio incierto con la seguridad del buzo que sabe qu tesoros encontrar una vez que llegue al fondo del mar. A los tres aos, mi padre me compraba la revista Recreo: en su tapa, el planeta Tierra sobre un fondo rojo carmn, y en su interior, dibujos de animalitos, bichos, flores, rboles, vocales y consonantes. Llegaba al jardn maternal de la mano de mi padre sostenindome con firmeza, y la revista dentro de mi bolsa de tela a cuadritos. En cuanto aprend a escribir, la urgencia de contar historias de princesas confinadas al encierro de su castillo, laberinto o fortaleza. Prefera la escritura a las muecas; la lectura, a dormir la siesta. El tiempo y la vida me ensearon que la poesa poda suturar algunas prdidas, nombrar el dolor por lo que ya no hay, y dar distintas formas a la ausencia. A veces, una voz surge como un acto mgico que se produce en m, pero ms all de m: un instante en el que eso que me habita percibe la huella que deja una imagen, el retorno de un recuerdo o de un sueo donde la vida se condensa o por el contrario, se abre a mltiples sentidos. As la poesa: un juego, una danza cuya coreografa desconozco pero cuya secuencia intuyo, la luz del faro que a lo lejos gua a los navegantes extraviados en la oscuridad del ocano, la fuerza de la marea que golpe tras golpe, arrima a la costa una balsa a la deriva.

Paula I. AramburuJunio, 2011

Poesa en la Escuela

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Hacer el infinitoNacer en el desierto es estrellarse cada da contra el vaco. Estar parado en una lnea de arena recta, sin osar interrumpir con palabras al viento, que habla desde el principio del tiempo. La invasin de la luz en todos los rincones y el descubrimiento de la intensidad. La sed frente al mar, la necesidad de beber su belleza, sumergirse en el paisaje y ser uno con la tierra. Y ser eterno. Atravesar la costa para siempre y pasar entre los barcos y mirar la estela que dejamos atrs. La poesa vino el da en que me di cuenta de que el vaco era el infinito posible. De que la sed enorme frente al mar y esa presin en la garganta ante lo inmenso, era la msica bailando adentro: era la sed de existir. Eran los sueos que queran rutas, y horizonte, y viento en la cara, y barcos, y mundos nuevos. Y amores. Mirar el mar desde la costa una tarde a punto de estallar el cielo, entre barcos encallados, y olor a mar, algas y septiembre entero en una ciudad pesquera en el sur. Subirse a un auto un da a avanzar kilmetros de rutas desconocidas y sentir de repente las manos de un calor desconocido, y la ligereza del cuerpo que no tiene lmite, y que no tiene tiempo alrededor. Slo vive, entero. Eso es la poesa. El descubrimiento de una forma de existir que sabe hacer el infinito. La poesa fue la libertad para m. La forma de montar el mar que estalla adentro con el descubrimiento de la intensidad, del rumor que anida en la garganta y quiere gritar de felicidad, o de dolor, y quiere encender el universo de belleza. Un da sent la belleza. Y ya no pude parar de buscarla.

Paulina Aliaga

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Poesa en la Escuela

El primer contactoCreo que el primer contacto que tengo con alguna forma de escritura es a travs del tango, ya que nac y me cri en La Boca, en un conventillo, y viv hasta los 15 aos ah, y donde tuve una situacin... Ahora recordndola, la siento un poco fantstica. Me pas que estaba viendo un documental... No s cmo llegu a ver un documental sobre la muerte de Gardel en Canal 7... Yo tena 5 aos y se me hizo no s, me imagin una especie de superhroe y me agarr un ataque de amor con este personaje, y entonces le ped a mi mam que me comprara un cassette de Gardel. Y mi mam me compr un cassette de Gardel! Entonces empec a escuchar su msica Cuando cumpl 6 aos me regal el cassette. Y fue algo muy fuerte, adems de novedoso, por el tema del vocabulario. Porque, en realidad, no era el Gardel que despus se volvi el sex symbol de los aos 30, que tiene que ver con la parte ms conocida de Gardel y sus xitos como El da que me quieras o Rubias de New York. Eran grabaciones del primer Gardel. Entr a escuchar a Gardel por esos tangos que son bastante anteriores a la poca, a que l se pusiera a componer con Le Pera. Son tangos raros, y el lenguaje es muy cerrado, con palabras en otros idiomas, mucho lunfardo, y tangos oscuros, para nada livianos, no? El imaginario que construa, era terrible. Me parece que el primer contacto fue se y potenciado por la situacin de que en el conventillo todava vivan las ltimas camadas de los hijos de los inmigrantes que haban venido a Buenos Aires a principios del siglo XX. Y entonces, siempre pienso que en relacin a eso, es como si hubiese adquirido un lenguaje que tena que ver con lo fragmentario de las lenguas que se iban como comprimiendo; haba un armenio, haba una italiana, que me criaron prcticamente, y espaoles, rusos, gitanos... Haba una serie de personas... hablaban a retazos, deformando todo lo que decan... Siento que la situacin empieza ah, en esa mezcla de lenguajes. El conventillo era como una olla... una olla donde todo se mezcl y eso fue mi primer contacto con la poesa.

Marcelo Carnero

Poesa en la Escuela

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casi confieso que el tiempo no existe pero recorre estos lugares como el polvo del planeta encendido donde lo que arde quema y en la lluvia de tu voz calma

intertexto con el poema de Oliverio Girondo

Gracias, patria Bandera Escarapela Argentina Gracias, mam Florencia Ceballos 2 3 Pap Hermanos Gracias a los maestros De lo ms pequeo al cielo A la escuela De lo ms pequeo al cielo Al lpiz Mi mano levanta en vano la piedra Al cielo del anciano y ya sin vida rbol. Al pasto Su pjaro de la guarda intilmente lo pro- A la comida tege. A ti El viento de invierno lo tira al suelo. Muchas gracias al universo Una nube sobrevuela su desgracia. A los planetas Una desgracia que no existe, A las estrellas A la luna a la luz que el cielo inventa. Gracias a lo que tengo Florencia Bolan 3 3 A lo que perd Las alegras Las tristezas Yo soy argentino Los recuerdos entre la Bersuit y Lenidas Lamborghini El hoy Yo soy argentino!... Muchas gracias a todo eso me hace caer, porque Muchas gracias por todo el asesino me asesina... Josefina en medio del temporal Agradecida. fantaseo con el mar. Nuestra bandera flameaba llena de poder los inocentes son los culpables eso me hace caer, porque es mucho para m. Lavando sus copas, exigiendo ms que sobras, pero tengo que inventar y es mucho para m

Josefina Chen 2 2

viajeradormida como el invierno ests viajando lejos aunque nos hallan desterrado a las palabras somos el soporte de lo inestable donde el corazn se transforma al comps de los huesos

Melisa Blanco 5 224

Julieta Quevedo 2 1Poesa en la Escuela

Liceo 1DE2

Llamarada

Gratitud

Acrstico Lara Estacion (h)Orrendo Nada ms que su Audi Roto De zona Oeste Leonardo Chamorro 2 2

Cae la tarde y ya no te encuentro te pierdo en m

Luca Bustamante 3 3 Caligrama

Sol Peralta 2 2 homenaje a Vicente Huidobro

Poesa en la Escuela

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El espacio sagradoEn el vestbulo haba una mesita de hierro negro y sobre ella una lmpara. Las sillas eran igualmente ligeras, cada cual con su almohadn de colores. En la pared, la mirada ausente de un soldadito msico: el flautista de Monet en su traje militar, tan tmido como amenazante. Hacia un lado de la casa, los tos comentaban las noticias. Hacia el otro, padres y hermano hacan planes para el fin de semana. Pero el vestbulo haba quedado solo y vivo, con su lmpara encendida, su apaciguado silencio. Entonces acerqu la silla de almohadn amarillo a la mesita de hierro, fui a buscar una hoja y un lpiz todava no haba aprendido a escribir con tinta y all sentada, con los piecitos colgando a varios centmetros del suelo, empec a garabatear unas lneas, de cuatro en cuatro, con una rima que no llegaba a ser pesada. Las lneas hablaban de una paloma blanca que me llevaba a la escuela. Nada muy imaginativo, por cierto. Nada muy audaz en la forma ni en el contenido. Casi, se habra dicho, la leccin letra por letra, que todo padre, madre o maestra habra querido transmitirle a una nena de esa edad. La audacia, sin embargo, estaba all, no el texto mismo sino en el gesto, en la eleccin. En el gesto de sentarse a escribirlo. En la eleccin de esa soledad sonora, de ese silencio, de esa lmpara que por s sola delimitara, de all en adelante, un tmenos, un espacio sagrado: el espacio de la escritura, el espacio de la consagracin al poema.

Mercedes RoffNueva York, 6 de julio de 2011

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Poesa en la Escuela

Una noche de msica de alasEs difcil remontar la memoria hacia un punto que, como la especie que convoca, muy probablemente sea mtico. Puedo recrear una atmsfera: mi madre mesndose los rulos mientras escuchaba el radioteatro de la tarde; la hora de la siesta, con su silencio poblado de pjaros; el aroma de las especias en la cocina. Pero este ambiente, que me lleva a ideas poticas, a la experiencia de asociacin directa entre la emocin y la belleza, no es propiamente la experiencia de la poesa. Cundo fue, entonces, mi primera vez? Creo que sent vibrar la poesa a los catorce aos, cuando escuch por vez primera el Nocturno de Jos Asuncin Silva. Voy en este preciso instante a la biblioteca y abro el libro para rememorar esa msica maravillosa, esa devocin por la hermana muerta que yo cre por la amada. Me estremezco todava y me emociona como nada leerlo en voz alta, o debera quiz decir cantarlo. Esa experiencia marc mi gusto por la poesa y fue una de las huellas que acu de algn modo mi esttica. Esas sombras que se buscan y se juntan vagan por mis sueos, bajo la luna plida, junto al canto de las ranas. Y son ellas, enlazadas, las que apuran su regreso, ya no con su difusa nostalgia adolescente, sino como emocin que espera ser nombrada.

Eduardo Mileo

Poesa en la Escuela

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El sonido y el silencioDe nia, creo que mi oreja era fina. Le prestaba atencin al canto de los congos, esos pajaritos, al silbato del tren all lo lejos, a la brisa susurrando entre las caas y los pastos al sur de Santa Fe. Me cri en el campo, el campo pobre de los arrendatarios que protegi el gobierno de Pern. Los sonidos hacan sentido en el silencio de la llanura, como lo hacan las coplas en los galpones a la hora de sembrar papas o de levantar la cosecha de maz. Estas primeras coplas, dichas y cantadas por la voz de la ausencia de los peones golondrinas, para el cielo, o para m, y aquellos sonidos naturales o mecnicos a la hora de la siesta o en el delicado anochecer, fueron mi escuela elemental. Una escuela de la oreja, la atencin primera que sella el mundo del aprendiz de poeta. Quizs por eso, cuando supe que muchos pueblos originarios de Amrica le ensean a sus nios a sentarse en silencio, me emocion tanto. Fue as hasta los siete, o los ocho aos, an cuando por entonces ya lea aquellos maravillosos libros de Salgari que publicaba Robin Hood, o la larga serie de Bomba, el chico de la selva, y as, el predio de caas de bamb con el que mi abuelo sostena las chauchas y los tomates, se transformaba en las selvas de Indonesia o del Matto Grosso, donde la imaginacin sustitua casi todo en la casa familiar. Pero el verso, el verso vena de las coplas tradas por los paisanos del noroeste y el noreste que trabajaban como peones estacionales junto con mi familia para levantar las cosechas; las cantaban por las noches o en los das de lluvia donde no se poda trabajar. Mi abuelo Nazareno, que hablaba italiano y cocoliche, y que era analfabeto, me deleitaba tambin, con adivinanzas y refranes en verso. Hasta esa vez que en la escuela, sera en segundo grado, v escrita un aria de la pera Aurora: Alta en el cielo, un guila guerrera / audaz se eleva en vuelo triunfal / azul un ala del color del cielo / azul un ala del color del mar Vi escritos esos versos, y simultneamente los o cantar, y me dio una cosa en el pecho, Hctor Cipriano Quesada me daba versos escritos por primera vez Asalt entonces la diminuta biblioteca de la escuela rural, descubr el Martn Fierro, y una traduccin de la Divina Comedia Slo el verso me importa desde entonces, y escribirlo, cuando sale, es la dicha

foto: photomonteleone

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Poesa en la Escuela

interminable. Pero la oreja siempre prim, como mi sobrino Manuel, de diez aos, que susurra de memoria largusimos rap, siempre teste los versos en voz alta, siempre el sonido se volva sentido y poda regresar a los campos y a los galpones de mi infancia, donde para m naci la poesa, grafa y desnuda con su belleza sin fin.

Diana Bellessi

ilustracin: Pablo Ramirez Arnol

Poesa en la Escuela

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ilustracin: Natalia Litvinova

Slo un instanteMi relacin con la poesa, empez una maana, al alba, en el corral. Tena tres aos. La Venancia, una criada jovencita, me sac de la cama muy temprano para que la acompaara en su tarea de ordee. Los mayores haban determinado que yo deba tomar un jarro de leche al pie de la vaca. Creo que fue slo un instante. El monte cargado de roco, la luz naciente detrs de la montaa, el olor materno de los pastos mojados y el gusto de la leche tibia y dulzona, grabaron en la memoria del nio un surco de tiempo detenido. Y en ese surco estaba la semilla. Ahora lo s. Despus el vendaval barri con todo. Pero dej a salvo el surco de tiempo detenido y la semilla, en la infancia que perdura. foto: Sebastin Miquel

Leonardo MartnezPoesa en la Escuela

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Mi padre me leg la palabraEscribo poesa desde los cinco aos, desde antes de saber escribir. Por eso es difcil bucear en mi memoria para encontrar dnde apareci por primera vez. Busco y encuentro dos imgenes distintas pero contemporneas: mi biblioteca y mi padre. La primera, un libro de tapa azul de una enciclopedia para nios que divida las coplas prolijamente por tema. La segunda, y sin duda la que marc mi amor por este arte: la mano de mi padre escribiendo esos textos que yo le dictaba. Sobre la coleccin de libros no recuerdo su nombre. S que trataba varios temas: manualidades, juegos, deportes. Solo le y rele el de poemas. Los recuerdos con mi padre son mucho ms ntidos. Hice una poesa, deca yo, que no saba de distinciones entre el gnero completo y mis nfimos intentos en esa edad de muecas. Mi padre entonces escriba lo que yo le dictaba en pequeos papelitos que arrancaba en de su agenda. Y yo, pequea Electra, era feliz de hacer feliz al escritor frustrado que habita en l. Las manos de mi hermanita son de seda natural verde, rojas y amarillas, son como dos campitos sembrados de perejil dict en mi primera vez con las palabras. Y l me hizo caso. Otros hubieran redo y dejado morir el momento. Algunos incluso hubieran censurado en sinsentido que solo los nios y los poetas comprenden. Pero l arranc una hojita, anot y me enseo que eso se llamaba poesa. Y me leg la palabra.

Gisela GalimiPoesa en la Escuela

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En la ESB 186 de Villa Celina funciona desde 2006 el Proyecto de arte Labrys. Inserto en la regin ms castigada del conurbano bonaerense, este programa intenta reafirmar espacios de identidad y desarrollo de la creatividad. En ese marco los chicos participan de talleres anuales (mural, plstica, cermica, teatro, literatura). El taller de poesa gestiona el blog La huella del dragn (www.esb186.blogspot.com) del que les ofrecemos una pequea antologa.

ESB 186

Cuento de InviernoEn el hogar luminoso de Julia hay una chimenea enorme Carbn encendido que alumbra sus cuentos Su tejido Es invierno Y las ramas golpean la ventana Ella espera lejana que algo pase

Antes, en la infanciaBalbucea el silencio? son las sombras? El hogar cambiante del fuego humo salvaje chispas abrazando las ramas lejos en la infancia los relatos de fantasmas una pequea llama encandila a lo lejos

Ayeln Esquivel Cenizasintertexto con poemas de Olga Orozco

Micaela Vera Rojas

Pista de baileArde para llorar sobre los muros sobre la casa sobre el humo rojo apariciones entre las luces? La msica sube Baila El humo rojo Las grietas Las paredes La casa en que te vas

An conservo tu sello de elegida la negra sal que me diste por quin cantas en los atardeceres? Ahora llegas al fondo de este sol llegas junto a m Tal vez no me quieras o te espante con mis celos Soy solo una boca que simula el olvido

Sandra Herrera32

Fabiana NavarroPoesa en la Escuela

EtapaQu caminos podr tomar? Intensa Se cierra una etapa y alguien teje con delicados colores el futuro Se teje para hacer maravillas El silencio todo lo hace mejor qu caminos tomar?

12 de abrilSucede que ests Y los otros buscan tu mirada las poesas que me dabas lo profundo del amor Extrao tu risa tu sombra jugaba conmigo ahora no ests crcel de huesos donde mi cuerpo se desintegra

Jaqueline Romero Ayeln Romero

Djame en el aireintertexto con Desde el Aire de Irup Tarrag Ros

Aunque se borren todos tus recuerdos y no tu ternura Djame en el aire para descansar ilustracin: Pablo Capdepn Tal vez seas todo para m Y cubras todo con tu amor pero quizs no vuelva La leve luz de tu huella Djame en el aire para descansar Djame en el paraso de tu nombre

Brenda CuevasPoesa en la Escuela

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Ruta 3Hasta los 5 aos, viv en Sierra Grande, un pueblo atravesado por la ruta 3, como tantos otros en la Patagonia. Mi casa era un hotel sobre la ruta. Por las ventanas, se vean las rotondas de yuyos y tierra seca que eran la entrada al pueblo y los carrilles por los que casi todos seguan su camino hacia el norte o hacia el sur. Los camiones y los autos no dejaban nunca de pasar. Resplandecientes a la luz del medioda; hermosos en el atardecer, cuando tambin cada piedrita y cada pasto, da su sombra larga. Me acuerdo de uno de mis primos mirando la noche por un ventanal: luces altas, luces bajas, las lamparitas de colores que alegran algunas cabinas. En qu pensara mi primo? Cmo sera el lugar al que iban esos conductores? Igual a una pintura de Hopper, esa imagen melanclica est para siempre en mi memoria. Haba huspedes que se quedaban en el hotel durante meses, pero llegaba el momento en que suban a un vehculo y seguan. Tambin nosotros viajbamos. Sierra Grande era un pueblo chico y para muchas cosas haba que ir a otro lado. As, hasta que nos mudamos. El motivo de este texto es contar cul fue mi primer contacto con la poesa. Yo pienso que no fueron los libros de poemas, porque en mi familia se lea mucho, pero ms bien diarios o revistas y pocas veces novelas. A m me compraban unos cuentos con dibujos increbles: grillos en cajitas de fsforos; las montaas que los habitantes de un pueblo deciden pintar de colores para ser ms felices; la familia con una sola silla que para comer se sientan uno en la falda del otro. Sin embargo, la primera imagen que asocio con la poesa no est tampoco en esos libros, sino justo ah enfrente de los ojos. Es ese espacio que mis primos y yo mirbamos por las ventanas, expectantes de lo que traa, dejando ir lo que se llevaba. La ruta por la que tambin nosotros iramos cambiando de lugar. Ahora mis primos saben todo sobre vehculos: autos de simple y doble traccin, camionetas, motocicletas, choperas y enduro. Saben de aviones incluso. Yo apenas s manejar.

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Poesa en la Escuela

Pero si hago un trayecto mirando por la ventanilla no importa tanto si estoy yendo de Madryn a Trelew o de Ezeiza a Liniers, puede ser que escriba un poema.

Claudia Prado El aprendizajeMi primer encuentro consciente con la poesa, tiene que ver con mi madre. Ella, para dormirme por las noches, me contaba historias relacionadas con la mitologa. Entonces dorma acompaada por Ulyses y sus travesas, o con Aquiles ya que La Ilada fue de mis primeras picas, O mejor aun con Sigfrido y las Walkyrjas. Tambin me lea poemas de clsicos espaoles y, maravilla de maravillas... El Santos Vega..!!! Yo comenc a esbozar mis palotes poticos bajo esa luz, a eso de los cuatro o cinco aos, ya que al ingresar al colegio escriba y lea de corrido. Mis primeros versos datan entonces de sos aos y an contino, fascinada, entregada y feliz, el aprendizaje.

Graciela Zanini

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ilustracin: Javier Lodeiro

Los compaeros de rutaA Carmen de Patagones, llegu cuando tena siete aos, luego del largo exilio de mis padres en EEUU (pas en el que me toc nacer) y en Mxico, donde viv durante seis aos una infancia maravillosa, rodeado de artistas, intelectuales y militantes, en su mayora tambin exiliados. Algunos de ellos los reencontr por estas tierras, por ejemplo a David Vias, a Jorge Boccanera y a Lenidas Lamborghini. De Patagones recuerdo las lecturas junto a la salamandra, acompaaba a mi vieja mientras teja enormes tapices, con lanas de mil colores, obras que compona con fotos de inmigrantes y novias, cartas de amor manuscritas y fragmentos de poemas. Yo recitaba Rafael Alberti, Machado o Girondo, y escuchbamos el cuarteto Cedrn o Paco Ibez. Me vesta con corbatas, pelucas, trajes, armaba escenarios y retablos con lo que hubiese a mano y actuaba con textos de Guilln, Borges, poetas lunfa, etc. Recuerdo una maestra de la primaria que nos enseaba a cantar tango y al Colorado Juan Carlos Roca (un cordobs que tambin estuvo en Mxico) por sus talleres literarios, sus canciones, sus tangos, su casa (siempre tena la borra de vino en los labios, y tomaba un caf muy cargado) sus ancdotas de peleas en el exilio con Orgambide, y Tejada Gomez. Muy peleador el colorado, y a la vez muy generoso, un ser imprescindible en mi camino, como tambin lo fueron, y lo son, Raul Artola, poetazo, un gran tipo, que siempre me alent, me ley, me ayud, y se ocup junto con mi vieja, de enviar mis obras a concurso (gracias a ellos gan un segundo premio en el certamen Piedra movediza de Tandil) y Liliana Campazzo, mi entraable maestra de la secundaria (una poeta extraordinaria). Yo por ese entonces ya me quera ir muy lejos, me quera piantar de la comarca, viajar, ser como Claudio Carlovich, por ejemplo, que vena de Baha Blanca con su gran camin y me traa de regalo libros de Gelman y Bukowski, casettes de Sumo y Roger Waters, y frascos de arenques. Lili me persuada para que me quede y termine la secundaria, se preocupaba por m desde luego no le hice caso y me fui.

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Poesa en la Escuela

Part a Neuqun, a los 18,donde estudi teatro con mi maestra del alma Alicia Villaverde, quien siempre me cobij en momentos difciles, me brind su biblioteca, y su techo, y me ense a laburar en el escenario con esos poemas, que luego sub a recitar durante aos en los colectivos urbanos de todas las ciudades, y que hoy puedo compartir con los jvenes de las escuelas. Ya instalado en Neuqun conoc a los amigos patagnicos Jorge Spndola (a quien voy a homenajear en este festival), Ral Mansilla, Cristian Aliaga, Macky Corvaln, Julio Leite, Debrik Ankudovich, Bruno Di Benedetto, etc. Me hice muy amigo de la gran escritora Irma Cua, nuestra amistad y mi posibilidad de aprender ms de ella, se vio frustrada por la muerte. Era una poeta enorme, slo comparable a Olga Orozco o Alejandra Pizarnik, y a la vez relegada, olvidada, sumida en la pobreza y en la falta de reconocimiento de los funcionarios de la cultura local, muy maltratada por su familia tambin. Por estos das en Buenos Aires, tengo la fortuna de participar en el taller literario de la poeta Mara Del Carmen Colombo, tuvo el enorme gesto de becarme, y lo estoy disfrutando mucho. Todos, absolutamente todos ellos, son Maestros y compaeros de ruta, inolvidables e imprescindibles que siempre habitan en mi corazn.

Miguel Martnez Nanilustracin: Pablo Ramirez Arnol Poesa en la Escuela

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Mi contacto con la poesa fue por insuficienciaMi contacto con la poesa fue por insuficiencia. Tena serias dificultades para moverme en un mundo que resultaba amenazante, la escuela era una amenaza, los parientes eran una amenaza, slo el juego, los animales y la teatralidad que emprenda la humedad de mi casa en las paredes me daban alivio. Escriba palabras y las juntaba como buscando una chispa, una risotada, una mgica y sencilla revelacin: uva con mosca, con rey: la uva de la mosca tiene su rey. Ese ejercicio atenazado, bien de das de lluvia o de los tristes domingos me haca feliz. Unir palabras, una detrs de la otra, como en una carrera tambin fue en su momento un lagar compartido con amigos; nos prestbamos palabras o las comprbamos: seis palabras fciles por una difcil. El juego fue imponiendo reglas (que ya no recuerdo) y daba como resultado final oraciones absurdas o erticas o llenas de colorido eficaz para mitigar la tristeza. No eran poesas, no saba en el entonces qu era la poesa (an hoy) es ms, quizs nada de eso fue comienzo sino solo un proceder maravilloso que conservo cuando llueve o cuando no tengo nada que hacer.

Alberto Muoz

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Poesa en la Escuela

ilustracin: Pablo Ramirez Arnol

Un paisaje lricoNo s si exactamente tuve un mentor en mis inicios poticos. Por lo menos, no en sentido estricto. En el mentor hay una presencia activa, una persona que se ocupa de la educacin de otra, que aconseja, que gua. Digo esto porque nunca pens que fuera posible retomar la voz de alguien; ni tuve a mano alguien que quisiera ocupar ese lugar. Vengo de una familia sin biblioteca, sin parientes ni conocidos escritores o grandes lectores. Estudi francs cuando era adolescente, y en una de mis tantas visitas a la biblioteca de la Alianza Francesa, me top con el libro Ejercicios de admiracin y otros textos de Emile Cioran. Unos de sus captulos, titulado: Saint-John Perse o el vrtigo de la plenitud estaba dedicado a la obra del poeta francs, y all se hablaba de la paradoja de un lirismo continuamente triunfal en el que cada palabra se interesa por la cosa que traduce para revelarla, para elevarla a un orden al que no pareca destinada. A partir de all me puse a leer todos los libros de Perse que cayeron en mis manos, incluido el inolvidable Anbasis, el libro que fascinaba a Eliot, al punto de haberlo traducido al ingls en dos oportunidades. Perse me proporcionaba un paisaje lrico que me permita sospechar un augurio para mi propia escritura. Su aliento pico sostenido hizo rpida alianza con las ansias de aventura de mi primera juventud. All haba deslumbramiento, palabras nuevas para cosas viejas, otros mundos sostenidos en imgenes bordadas en la ms exquisita lengua literaria. Mi caballo detenido bajo el rbol que arrulla, silbo un silbo ms puro... Y paz a aquellos, si han de morir, que no vieron este da. Pero de mi hermano el poeta se han tenido noticias. Ha escrito de nuevo una cosa dulcsima. Y algunos tuvieron de ello conocimiento...

Alejandro Mndez

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Quise bordar una tela un tejido suave en mi corazn Labios de fuego signo de amargo resplandor Pero regres al atardecer atraves las tormentas de la infancia Una aguja de cielo lgrimas quise bordar una tela atrapar tu nombre en mi corazn

Bianca Salguero

Mirando en un sueo la tristezaLlueven todas las tristezas y yo mirando un sueo Volver junto a vos soledad Vendrs a verme otra vez en mi red ilustracin: Pablo Capdepn Poesa en la Escuela Todas mis alegras se quedan en vos La eternidad era demasiado para nosotros

Rogelia Gutirrez Rojas

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Un bordado

Da de inviernoFro invernal Este da es a la vez sombro Incandescente. Paciencia y ansiedad Contemplo cenizas del verano la soledad es un fantasma atormentado un movimiento luminoso enciende la lluvia

Crecimientoa partir de un poema de Claudia Prado

Los pjaros viajan a gran velocidad la hija al volante la madre teje barcos si algo queda es la sorpresa la hija que sabe manejar la madre se lo cuenta a s misma y enlaza los puntos del tejido cmo van cambiando las cosas los pjaros viajan a gran velocidad

ngela Paca Olaeta

Blanca Zarraga Corazn desconocidoSi al despertar en tu cama piensas en mis caricias en mis palabras es evidente que no fue un juego Recordando tu mentira llorando descontrolado llueven sentimientos derramados por amor hay un borde del abismo en mi corazn destrozado y en el fondo del abismo imploro que vuelvas a mi lado

La vida de un pescadorEl pescador navega en medio de la nada flota su canoa frgil en el centro del agua los colores sueltos en el ro y l lanza las redes lejos de su alcance sus ojos espan a las sirenas el reflejo del sol se oculta en el horizonte

Nstor MoralesPoesa en la Escuela

Miguel Montero41

Los cantares popularesLa poesa estuvo presente en mi vida desde muy chica en los versos y las canciones que comparta conmigo mi padre. Lo primero que recuerdo ahora son los Cantares populares de Federico Garca Lorca, y aunque presenta la tristeza, cmo me gustaba escuchar cuando mi pap me cantaba Anda jaleo: No salgas, paloma, al campo, / mira que soy cazador, / y si te tiro y te mato / para mi ser el dolor, / para mi ser el quebranto. En esos primeros aos, la poesa estuvo siempre unida a la msica. Y la poesa espaola, durante mucho tiempo presente en mi casa, en ese entonces me llegaba a travs de la voz de Joan Manuel Serrat. Cuando tena 4, sonaban una y otra vez los discos en los que l musicaliz los poemas de Antonio Machado y Miguel Hernndez, y me fascinaba escuchar, por ejemplo, La saeta o Lleg con tres heridas. Luego, con el tiempo, descubr otros ritmos, melodas y voces. Y que la poesa tambin es imagen.

Valeria Cervero

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Poesa en la Escuela

No puedo olvidar todo lo que no recuerdoNo recuerdo el da en qu nac. No recuerdo si era 10 de septiembre de 1986. Solo retuve el color de mis ojos al despedir el primer verano. Muy pronto tuve que aprender que las palabras no salan de la garganta y que mi mano se alzara para grabar en negro mi vida. Vida ma, no entrabas en esas pocas palabras sobre una hoja blanca, sino en el gesto. Un da despert con 7 aos en todo el cuerpo y fui a la cocina, clido hogar de mi madre, y vi que sus manos tambin se alzaban y avivaban en el aire aromas dulces. Recuerdo que mis manos no se parecan a las suyas, eran ms blancas y queran quebrarse. La libreta de recetas de mi madre exhalaba harina sobre la mesa, la tinta de algunas palabras se esparca bajo las gotas de miel. Yo no saba transformar las cosas en otras cosas como ella, as que tom un lpiz y describ. Mir por la ventana: caa la nieve, los rboles ligeros y grises tuvieron que renunciar a su primera piel, los pjaros se escondieron detrs de las ramas ms fuertes, sus ojos zigzagueaban entre el sueo y la vigilia. Recuerdo que haba algo de poesa en la nieve. No. Haba algo de poesa en su cada. No. Era caer como la nieve en la poesa. No recuerdo.

Natalia Litvinova

ilustracin: Javier Lodeiro

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La liblula vaga de una vaga ilusinNegros y fieros, encienden a las trtolas tranquilas, los dos ojos de Eros1 Mi nona fue una inmigrante italiana que lleg al pas casada por poder con un hombre, mi nono, al que haba visto un par de veces en su pas natal. Vino en barco en el 35, tena 18 aos y haba hecho en Italia y en italiano tercer grado de primaria. Cuando yo vine al mundo ya era una seora de unos sesenta aos y pareca diez aos ms. Hablaba un castellano cocoliche, con marcado acento, apenas lea y tena una letra infantil y enorme, que me avergonzaba y me admiraba a la vez. En los aos que vivimos en su casa, y despus, durante el tiempo en que ella vivi en casa de mis padres, cuid de m, sin que yo pudiera valorarlo demasiado entonces. Recuerdo sin embargo, con esa misma mezcla de vergenza y admiracin, su mano fuerte al cruzar la calle y esto s viene al caso cmo ella recitaba para m, casi impecablemente a pesar de ser prcticamente analfabeta y de no haber abandonado el italiano varias estrofas de la Sonatina de Rubn Daro. Yo era, por supuesto, la princesa. En mi casa haba y es la edicin que hoy muestro con orgullo al contar esto mismo una edicin de Prosas Profanas de Rubn Daro, del ao 25. Hoy no puedo recordar y todos los protagonistas de esta historia ya no pueden responderme si haba sido de mi abuela paterna, la anttesis de mi nona: descendiente de espaoles, pero criolla, maestra, budista, divorciada; o haba sido de mi madre, comprado en una mesa de saldos antes de que cerraran la Facultad. Lo que s recuerdo con gracia era el goce inconfensable que me produca el libro: apoteticamente cursi, no poda casi abrirlo. Mi concepcin infantil de la poesa alimentada por muchas gruesas maestras de buena voluntad pero con lamentables coreografas de la expresin me impeda leer el libro, y al mismo tiempo, lo atesoraba. Durante muchos aos, lo escond. Me lo apropi sin embargo, lo puse entre mis cosas y, evidentemente, lo dej para el futuro. Muchsimos aos despus, ya en la universidad y decidida a abordar la poesa de una buena vez los dos escritores a quienes haba mostrado mis escritos haban dado el mismo veredicto: Romina, lo que vos hacs es poesa encontr leyendo a Pizarnik un texto perdido con el ttulo Sobre un

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poema de Rubn Daro, y all vino todo a mi memoria. Fui a buscar el libro ah donde lo haba escondido. Ya no me separo de l. Y por supuesto, empec a releer a Daro entonces. Me sorprendi su pensamiento y su plasticidad, expuestos en sus textos poticos, y en sus maravillosas crnicas, y adopt por puro amor, su optimismo. Si hay algo que me maravilla de la poesa es la libertad, y de los poetas y de poetas como Rubn Daro es la capacidad cierta de transformacin de s mismos y de otros a travs de la libertad que les da la poesa. Atrs de ese recuerdo de infancia, siguieron Perlongher, Di Giorgio, Agustini, Echavarren y muchos otros. Poetas que despiertan en m esa sensacin inconfundible aunque inasible, mezcla de pudor y alegra, cosita hubiera podido decir de nia, diamante terrible1 dira Daro, rapto certero, abduccin, sonrojo, contradiccin ridcula y exacta, vilo entre lo inconfesable y lo innegable, punto rojo insoportable de tan ntimo y tan monumental, seal increble por su rotunda claridad y adorable, de pasin.

Romina Freschijunio 20111- Tanto el ttulo, como la frase en bastardilla del ltimo prrafo, pertenecen al poema de Daro, Alaba los ojos negros de Julia, de Prosas Profanas. Entre muchos otros motivos, este poema justifica la eleccin del nombre Julia para nombrar a uno de los seres de mi familia electiva, mi perra Julia, de ojos y alma increbles.

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Inventar mundos y recrearlosMi primer encuentro verdadero con la poesa se produjo cuando tena 16 aos. Un domingo al medioda, en casa de mi abuela, cay en mis manos el libro Los exorcismos que acababa de publicar mi primo, Jonio Gonzlez. Ese conjunto de poemas, cortitos y extraos, me impuls a investigar el otro significado que contena la palabra poesa. Hasta entonces, para m, poesa eran los interminables versos que me hacan estudiar de memoria en la escuela primaria para recitar en los actos patriticos y religiosos. Era el declamador oficial del colegio Sagrado Corazn. En aquel tiempo yo tena muy buena memoria y los curas se aprovecharon de ella. Me tomaron como un prodigio y me hacan memorizar poemas de treinta o cuarenta estrofas que me aprenda en pocos das. En su mayora eran gauchescos, pero tambin recitaba a poetas catlicos que hablaban de Dios y de la Virgen. Un chico me acompaaba con la guitarra, otro con un tonete y otro con un bombo, y nos llevaban de escuela en escuela para hacer nuestro nmero vivo. Termin el colegio detestando todo aquello que se escriba finito y alargado. Los curas me agotaron la memoria y no volv a recuperarla Volviendo al comienzo de la historia, cuando le el libro Los exorcismos sent que se me abra la cabeza y comprend que poesa tambin era otra cosa. Que no era solamente insoportables exclamaciones rimadas. Descubr que los poemas podan inventar mundos y recrearlos. Que podan sorprendernos y enriquecernos desde la palabra y las imgenes que evocan. En fin, que podan iluminarnos la vida. Mi primo Jonio, tres aos mayor que yo, me sugiri algunos nombres de poetas que le gustaban y desde entonces jams abandon el gnero y al ao siguiente, en 1974, publiqu mi primer libro de poemas, Caminos sin tiempo. Lo imprim yo mismo con un mimegrafo de una escuela de La Boca y sal a venderlo por las plazas. Comenc a leer como un animal a los surrealistas franceses, en especial a Paul Eluard que me maravill. A los beatniks norteamericanos, en especial a Gregory Corso. A los espaoles, en especial a Antonio Machado y Miguel Hernndez. Entre los argentinos, ya desde jovencito me fanatic por quien sigo considerando uno de los ms monumentales poetas de todos los tiempos, Oliverio Girondo. En sus textos, desde 20 poemas para ser ledos

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Poesa en la Escuela

en un tranva, hasta En la masmdula, encontr toda la gracia, el humor y la inventiva que se puede generar desde la expresin ms abarcadora del mundo, la poesa.

Javier Cfreces

ilustracin: Pablo Ramirez Arnol

Los instantes, lo efmero, los objetos, las fotoinstalacionesMi encuentro con la poesa fue siendo nia, tenia 8 aos y me asombraba por los pequeos instantes de la naturaleza: Una gota que cae en el agua, una piedra en el lago, las nubes que van y vienen, la montaa y la inmensidad del cielo, todas forma para imaginar. Luego conoc la poesa de Mario Benedetti, hay una poesa que me gusta mucho Tiempo sin Tiempo (inventario) son imgenes para pintar Desde entonces siempre estuvieron presentes en mi obra las palabras y la poesa. Ya ms grande un da empec a escribir. Tenia 21, aos estaba muy triste y escribir me ayud mucho. Ahora no slo escribo cuando estoy triste sino cuando algo me hace feliz.

Ins AbeledoPoesa en la Escuela

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El muro escrito su tatuaje de sombras y dibujos grises. Un cielo azul y blanco una bandera ilumina mi rostro. Luego desciende nada como el sol que cae las mariposas, sus alas hmedas contra la noche estrellada

Sobre mis ojos los vidrios son luminosos todo el esplndido jardn recorta las gotas de roco la luz entra de a poco invade Una mujer abre las puertas que no ocultan las mentiras las grandes luces del ocaso El fin de la tarde cielo despierto y resplandeciente que miramos juntos

Nicols Tibone

Vladimir Nino

Ciegos a toda esperanzaNoche ciega un suave silencio sobre el amanecer a veces olvidamos esos das y un espacio vaco habita tus manos me sigue sin rumbo pero pasan tus ojos a travs del cielo iluminan la tierra las puertas abiertas de cada esperanza

No la volv a verDnde buscar esa flor que me alej de los aromas de mis das? Quin ha visto una as? Nadie me responde Y debo seguir buscando se acerca la noche No est esa voz que siempre tuve sin aliento sola encuentro solo huesos

Carolina Ferreira

Talia Rocha48Poesa en la Escuela

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La noche, el da y la sombra

Ocaso

Lo que puede pasar en la vidaArdor en la piel Ardor en mi corazn Noche de amor El corazn es parte del cuerpo Lo que siento por vos Vuela veloz en mis latidos cmo encontrar el amor? dnde hay que buscar? quin quiere morir en el amor Si no lo amarn? Niebla de vos El corazn es una parte del cuerpo Que tiembla

FognUn crculo rojo en la noche se apaga en los muros lenguas de fuego incendio una mano de viento aviva la llama en la fogata entre brasas y carbones balbucean los alimentos

Damian Cabrera

Matas Basconcello

VisitaLa llama de humor salvaje Ilumina relatos entre amigos Entre cenizas algn carbn encendido entre fotos viejas una postal gnea: el golpe en la puerta y tu abrigo rojo que resplandeca en la casa ilustracin: Pablo Capdepn

Michael SevillanoPoesa en la Escuela

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Presencia de la msicaMis padres eligieron darme el nombre de Alejo, por Carpentier; Jacobo, por Regen; y Manuel, por Castilla. As ando, con un cubano y dos salteos dando vueltas por la vida. En la casa donde me cri haba una biblioteca grande. En mis primeros contactos con los libros, la poesa me resultaba extraa. Pero algo me llamaba la atencin: la msica de las palabras. Poda no entender ni un solo verso, pero me fascinaba el encanto que permaneca en mis odos. Siempre busco la msica cuando escribo o leo. Hay msica en todos lados. En la calle, en el campo, en un taller, en los dilogos de las personas. Y la poesa tambin es msica porque sin el silencio sera imposible. El silencio es otro de los recuerdos de mi infancia. Y en ese mundo, la poesa me llen de presencia. Cuando era chico, un poeta, amigo de mis padres, cada tanto apareca por casa. A cualquier hora, sin aviso. Se quedaba con nosotros una o dos semanas. El hecho de que no avisara su llegada ni su partida, me descolocaba por completo. Pura incertidumbre. Ese hombre era diferente. Me gustaba su libertad, aunque no la comprenda. Pero en l habitaba la msica, la misma msica que escucho en los poemas de Regen y de Castilla.

Alejo Gonzlez Prandi

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Poesa en la Escuela

Una escena de infanciaUna escena de infancia me viene a la cabeza cuando pienso la primera vez que sent algo vinculado a lo potico. Tendra unos nueve o diez aos y estaba mirando por la ventana de mi habitacin, en un tercer piso. Tuve una sensacin de perplejidad: cierta distancia emocionada en relacin a eso que vea. Como si lo estuviera viendo con otros ojos desde otra dimensin. Gente pasando por la calle, caminando lento como ocurre en los barrios. Algn perro, un auto con su sonido. El sol sobre las copas de los rboles. La vida transcurriendo frente a m. Y ese transcurrir de lo vital se manifest por primera vez como un hecho potico. Lo que vea se integraba a un todo, una nica cosa que repercuta en m con una intensidad desconocida. Algo parecido haba sentido al escuchar algunas canciones, una emocin que atravesaba el cuerpo y lo dejaba quieto y asombrado de su propio sentir. Pero esta vez me gener una urgencia por ponerlo en palabras. Fui a un cuaderno azul con botes de colores en las tapas y ah escrib algo sobre la belleza de estar viva. Fue el primer texto de mi cuaderno de infancia donde qued el primer atisbo de esta forma nica, de esta luz sin tiempo que nos pega en la cara cuando hay poesa.

Ana Lafferranderie

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Ver la poesaMi primer poema hablaba del mar. La maestra pregunt como al pasar si alguien me haba ayudado en casa y recuerdo haber pasado buen rato con los puos apretados debajo del banco. Escriba y recitaba en las fiestas familiares. Torturaba a mis primos disfrazndolos de pastores o reyes, hacindoles memorizar pequeos parlamentos. Luego fue la lucecita de una radio Spica en las noches escuchando a Tom Luppo recitar en el Submarino Amarillo. Una tarde sobre la calle Corrientes compr mis dos primeros libros de poesa. Hotel pjaro de Enrique Molina y Antologa potica de Olga Orozco, fue una revelacin. Como advertencia en la puerta de acceso a mi cuarto poda leerse: Corrompidos por un resplandor de ros y de grandes sorpresas hemos perdido para siempre la paciencia de las familias. Fuimos demasiado lejos. Libres y sin esperanza como despus del veneno y del amor nuestra fuerza es ahora una garra de sol los labios ms infieles y apenas nos reconocemos por esas extraas costumbres de tatuarnos el alma con la corriente. Esos versos de Molina fueron casa y talismn. Compr 22 de esos libritos del Centro Editor para repartir entre los amigos. Con la poesa de Orozco comenz un dilogo para toda la vida. Pero la experiencia que ms me acerca a la poesa no est vinculada a los libros sino a mi padre. bamos en su camioneta roja hacia el sur atravesando una zona de sierras y atardeca. De pronto l apag el motor de la F100 que sigui la pendiente suave hasta detenerse. En la radio sonaba Mozart. Vi la silueta de mi padre cruzando el sol, danzando recortada sobre los violetas del cielo. El me ense que la poesa es detenerse a mirar.

Marisa Negri

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Poesa en la Escuela

Y para qu poetas en tiempos de indigencia? Pues ellos son como los sagrados sacerdotes del dios del vino que peregrinaban de tierra en tierra en la noche sagrada.

Friedrich Hlderlin

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ilustracin: Damin Masotta

La palomaMe preguntan sobre mi primer contacto con la poesa y recuerdo el primer poema que escrib, lo que debe ser falso necesariamente, porque para tener alguna idea (por errada que fuera) de lo que era un poema debera haber tenido con la poesa algn contacto anterior. Intento entonces ir un poco ms atrs de mis siete aos. Aprend a leer a los cuatro de la mano de una ta abuela maestra que me enseaba con la revista Gente. Es poco probable que esa experiencia de lectura me haya acercado a la poesa. Recuerdo las canciones-poemas de Mara Elena Walsh; es posible que algo hayan dejado en m, pero no estoy segura. Me niego a pensar que los versos de contenido patritico alusivo a la fecha, que yo misma peda recitar en cada acto de la escuela, hayan sido iniciticos. La paloma es un ave de hermosas canciones, era el mentiroso verso inaugural de aquel primer poema, titulado La paloma, que escrib a los siete aos cuando viva en el campo y asista a una escuela rural en la provincia de La Pampa. Y tal vez, ah mismo est la respuesta. Tal vez, la paloma la de campo, los perros, los caballos y los bichos hayan sido ese primer contacto con la poesa. Y tuve que escribir porque no pude ni volar, ni ladrar, ni correr, ni esconderme debajo de la corteza de los rboles.

Soledad Castresana

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Poesa en la Escuela

El nombre del autorEscrib poemas desde muy chiquita, casi sin darme cuenta, como parte de mis juegos. Cuando fui un poco ms grande, recuerdo que mi pap me prestaba su mquina de escribir. Me dejaba subir a un cuartito de trabajo que tena en su casa y los pasaba en limpio ah, en soledad, rodeada de sus libros, sus papeles y sus fotos. Para m, eso era como acceder al paraso. A mis trece aos, un verano en Crdoba, revolviendo una mesa de saldos, me top con un libro gordo, precioso, de tapa clarita. Desconoca por completo el nombre del autor pero deca Obra Potica y eso me atrajo. Lo abr y le, uno, dos, cinco versos. La conmocin, el arrebato fue instantneo. Como un rayo que me dejaba muda, petrificada. Lo compr, conmovida, fascinada. Cuando volv a casa de mi abuela, llena de emocin, se lo mostr a mi mam. Su cara se puso seria, como asustada. Estbamos al final de la dictadura militar, yo tena bastante conciencia de lo que pasaba, hasta donde poda tener a esa edad. Pero ni por asomo pens en eso. Qu? pregunt, con temor a que ese arrebato fuese una farsa, un espejismo o un dao Es malo? Entonces, cambi la expresin, sonri y me dijo: No, mi amor, al contrario. Nada ms que ese libro, mejor, no lo lleves a la escuela. As fue mi encuentro con Juan Gelman, mi primer e indeleble amor potico.

Florencia Walfisch

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Arde la lea y resplandece el silencio El abrigo rojo de mi madre Las sombras de la noche Una brasa salvaje se apaga contra el muro

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Noche de otoo

Guillermo Levin

Eres tan realEn la gruta, la oscuridad que un sol iluminar entre mis ojos apareces por la maana apareces por la noche y eres tan real que la luz brilla sobre el verde y no sabes que te llevo a mis paisajes a mis versos y la luz brilla sobre el verde

El dolorUna gota de lluvia Dos besos al aire La tengo en el alma Aguacero de besos Detrs de los vidrios Una gota de aire Dos besos de lluvia Lo tengo en el alma La distancia Afina nuestro pulso Una palabra caliente Arde dentro de m

Daniel Quinteros56

Julieta ZuigaPoesa en la Escuela

ilustracin: Pablo Capdepn

Cruzars el puente de mi vidaCruzars el puente en este largo da vers un ngel Que siempre estar En nuestras vidas En tu frente el poema un beso suave aterciopelado Desde mi canto una chica sirve t Y cruza el puente de mi vida

Fueguitosombras encendidas en la noche mutable desde la casa contemplamos el otoo un sol tmido irradia su calor sobre los muros movimiento luminoso suave silencio rama negra humo negro fuego rojo

Milton Ortiz

Omar Morodaz

Lo que no se veEl sol en el ocaso Fantasmas cenicientos Regresan con la luz Sombras mutantes recortadas en el cielo Una chimenea encendida puede ser una pantalla un ventana el libro donde se escriben los sueos

Nadar en tu amorRespiro nuestras transparencias mi recuerdo como un nio corre en la sangre entre ramas secas cmo soportar la verdad? Nadar hasta el fondo del mar sobre aguas espejadas Cierro los ojos Y regresas celeste y fra como una sirena entre mis pensamientos

Wilber IriartePoesa en la Escuela

Pablo Sosa57

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Secretoa partir de un poema de Luis Rogelio Nogueras

ilustracin: Pablo Capdepn

Una vela alumbra el movimiento de la noche Una sombra Ilumina el resplandor de la casa (brasa encendida tu boca sobre mi corazn)

Liz Corzo Una historiaa partir de una cancin de Luis Alberto Spinetta

VisinHogar cambiante de la noche estoy solo contemplo desde el cielo el sol en el ocaso lejos una llama roja arde entre voces amigas

Escribo en papel de arroz Una cancin Tormentas de terror En el cielo Lluvia de dios Un pequeo gorrin Herido Tan solitario Entre las personas Sin una familia Para convivir Como un retazo de viento

Oliver Vidal58

Jonathan GarcetePoesa en la Escuela

Cada tomo de su cuerpoHaba poesa en la casa. En las bibliotecas y en la memoria. Estampas en las paredes en las que se lean sonetos de Francisco Luis Bernrdez o poemas de Amado Nervo. Antologas poticas, en las que descubr a Walt Whitman traducido por Len Felipe: Me celebro y me canto a m mismo / y lo que yo diga ahora de m, lo digo de ti, / porque lo que yo tengo lo tienes t / y cada tomo de mi cuerpo es tuyo tambin. Y tambin un Winco, en el que sonaban discos con letras poderosas, como Artaud de Luis Alberto Spinetta. Vertientes diversas: mis padres, que me regalaban un libro de Rubn Daro, del que memoriz Lo fatal; mis hermanos mayores, que me acercaban a Oliverio Girondo, al Puro no. Se recitaban poemas y se veneraba la poesa. Pero hubo otro encuentro, que fue con las palabras. Aquellas que se presentaban como un mantra o una piedra, una msica que no estaba afuera, sino que iba por dentro como el murmullo de la sangre. Percibir su materia, como se percibe el estado del tiempo: salir a la calle y observar que el otoo es ocre, y que la palabra ocre es una hoja quebrndose bajo los pies, una cavidad, una cueva, una caracola para llevar al odo y escuchar el rumor de las hojas movidas por el viento. De la devocin a la apropiacin, de la palabra potica a la palabra, de la poesa al poema para todos. Como un pan. Como un modo de estar en el mundo. Cada tomo de su cuerpo es tuyo tambin.

Gabriela Franco

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ilustracin: Damin Masotta

Apuntes sobre mi experiencia con la poesaLa poesa es un atentado celeste, sacudi el gran poeta chileno Vicente Huidobro. Y cuando sta se manifiesta desde el vientre materno y atraviesa la infancia, es plvora, que estalla, y marca a fuego la vida de una persona. A veces pienso que hubiese sido mejor no haberme criado entre poetas, que la poesa llegara a m como un descubrimiento nico, azaroso, no tanto como una imposicin objetiva, o mejor an, una pulsin ms o menos objetiva. Cuando uno comprende la lgica interna y externa, de qu se trata, porque ha mamado eso desde nio, ocurren, por lo menos en mi experiencia personal, dos cosas: atrae tanto como repele. Hay etapas de un enorme desapego hacia todo lo que tenga que ver con la poesa, tanto en su lectura, como en su escritura. Es all donde las inquietudes, las necesidades de expresin buscan otros rumbos, por ejemplo, la tan envidiada msica. Otras, en que resurge lo vivido y busca su salida, como un volcn virulento y calmo, al mismo tiempo, a travs de las palabras. Lo nico que me interesa realmente es el acto de escritura; esa especie de ensoacin que te envuelve y te llena de una mezcla de sensaciones contradictorias. La felicidad de escribir desde el dolor, es un experiencia muy extraa. O las locas ganas de comerse la tierra con las manos, cuando algo maravilloso ha ocurrido. Creo firmemente que la poesa tiene que caminar a la par de la vida, y urgir-surgir desde las islas de lo ms autntico de uno y del mundo que nos rodea. No creo en los artificios ni en la especulacin, demasiado mediada por el pensamiento, o all donde no hay concordancia entre poesa y vida. Entiendo este oficio como algo casi sagrado -a riesgo de parecer anticuado- pero sagrado en relacin en que all se pone en juego lo mejor de la propia mirada, est uno desnudo ante lo inmenso, ante la vida.

Lucio L. Madariaga

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El tesoro de la juventudA los seis aos, a una semana de haber comenzado el colegio primario, tuve que estudiar de memoria un poema de William Henry Davies, Leisure. Empezaba as: What is this life if full of care / we have no time to stand and stare. An lo recuerdo ntegro, como recuerdo muchos otros de Yeats, de Blake, de Elizabeth Barret. La currcula del colegio ingls al que asist, inclua una materia que se llamaba Poetry. El proceso era un poco mgico. Una vez por semana debamos recitar con perfecta diccin. Sola subirme a la mesa del comedor de mi casa para practicar. Me pasaba horas y horas repitiendo esos versos, de los que entenda poco y nada, hasta que salan perfectos. Si lo hacamos bien nos daban un premio: una estrella de cartulina que pinchaban en la solapa de nuestro blazer con un alfiler. Quien ms estrellas juntaba, a fin de mes, reciba una estrella mucho ms grande, con el nombre de uno impreso, que era colocada en una pizarra en el hall del colegio. Como si fuera un cuadro de honor. Al margen de los premios, me gustaba como sonaban los poemas. La rima, la cadencia, el amigable sonido del ingls, idioma que amaba porque no tena que escribir con acentos, la mayor tortura a la que jams fui sometida. Tambin leamos a Shakespeare y era maravilloso. Usbamos unas versiones adaptadas para nios. Las historias eran atrapantes, pero adems, la fuerza de esa escritura de la que tampoco entenda nada me conmova. Mucho ms tarde supe de las aliteraciones y el verso blanco y los tipos. Entonces, ninguna de esas cosas importaba. En casa no haba libros. Mis padres no eran grandes lectores, por lo tanto, aprovechaba los libros de lectura del colegio. Recuerdo uno, especialmente, Calesita. Tena las tapas azul claro o turquesa y haba dos o tres poemas, uno de ellos, si mal no recuerdo, era de Francisco Luis Bernrdez. Claro que cuando tom la Primera Comunin fue una gloria. Me regalaron muchos libros, entre ellos, el Tut Maramb de Mara Elena Walsh. Los gast a todos. Esperaba que se hiciera de noche y una vez acostada me pona a leer hasta que desde abajo mis padres gritaban que apagara la luz, que ya era tarde. Por supuesto, los libros se terminaron muy rpido. Entonces

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recurr a la coleccin El tesoro de la juventud, que descansaba cmodamente en un estante del living de mi casa. All le los clsicos, los poetas del Siglo de oro espaol, todas las fbulas de Esopo. Aos ms tarde, al reencontrarme en casa de mi madre con aquellos libros, descubr que la mayora de los poemas estaban marcados con palotes separando las slabas y una especie de estudio de la rima improvisado. Honestamente, no lo recordaba. No tengo memoria de haberlo hecho. Pero mi letra est all, redonda e inestable. Si bien para esa poca sola escribir composiciones de dudoso origen segn mis maestros, quienes crean que las copiaba, y compona canciones con mi guitarra cuyas letras eran de la misma dudosa calidad el momento culmine fue durante los primeros meses del secundario. La falta de libros segua siendo un problema. Los peda prestados o lea en la biblioteca de mi ta Ilda, una directora de escuela que tena todos los poetas espaoles y a Lugones. No exista internet ni nada que me permitiera acceder a una lectura constante de poesa o nada ms, a una lectura. Incluso, incursion con el Sopena, un diccionario enciclopdico de tres tomos que lea apasionadamente. Las palabras eran un universo incomprensible y maravilloso. Todo sigui as, hasta que un da me mandaron a la mapoteca a buscar un planisferio. Cuando entr, sobre la mesa vi un libro que alguien habra dejado all olvidado. Era de Alfonsina Storni: Poesas de Alfonsina Storni, de Editorial Universitaria. Y lo rob. An lo conservo, viejo y amarillento, con casi todas sus hojas despegadas y endurecidas por el paso del tiempo. Gracias a Alfonsina, ese mundo que se haba abierto tempranamente se convirti en un estado que nunca abandon. Y as fue como escrib mis primeros poemas de amor desencantado. De qu otra cosa se puede escribir a los catorce aos?

Silvia Camerotto

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Humpty DumptyLa poesa apareci en mi vida en algn momento que no recuerdo. S s de memoria un primer poema, escrito alrededor de mis doce aos, por causa de un amor no correspondido. Aunque tambin recuerdo que a los nueve escriba unos textos cortos, poticos, o al menos los senta de ese modo. Era prosa en la cual intentaba poner lindas ideas, y hermoseaba con adjetivos que pensaba detenidamente (siempre he amado los adjetivos). Escriba por el mero placer de hacerlo, no era algo que me pidieran en la escuela, era otra cosa un juego, un espacio con habitantes que poda elegir, y palabras, muchas palabras. Me gustaban los conejos, entonces hablaba de ellos, y as con otros temas. Libertad, de eso se trataba. La que vuelvo a sentir hoy cuando me expreso en la poesa, la misma. Hubo algo muy genuino all y hace tiempo, porque perdura, casi toco mi niez cuando en mi mente aparecen ideas, se desarrollan, saltan como aquellos seres conejiles. Cuando escrib highlands, intercal los versos del acertijo ingls: humpty dumpty1, originado en el siglo XIX, y trasmitido por generaciones. Habla de un huevito que cae desde un muro y se rompe sobre el piso. Por qu estn all, en ese poema? A mis seis aos, mi profesora de ingls me lo haba enseado y adems tuve que recitarlo en un acto escolar. Sobre ella hablo, y sobre esos versos que logr memorizar con esfuerzo. Su ritmo, como otras poesas que fui conociendo, me introdujo en este camino de palabras que cantan, repiquetean o se deslizan por la lengua hasta sentirse cmo msica bella. Hasta cobrar vida.

Catalina Boccardo1- Humpty Dumpty sat on a wall. Humpty Dumpty had a great fall. All the kings horses and all the kings men

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Tocar, ver la poesaMi primer contacto con la poesa lo tuve a los 7 u 8 aos. Digo contacto hablando de tocar, ver la poesa escrita a mano, con tinta negra aguachenta, en cuadernos amarillos, o impresa, casi grabada en revistas lejanas ya para aquellos tiempos: eran las poesas de mi bisabuela, Betina, que haba sido poetiza, como se deca de entrecasa. Resulta que aquella seora de los retratos, tan elegante, de sombrero con tul y tapado de cuello alto haba escrito como veinte cuadernos y libretas (y esto sera a principios del siglo!) no solo con poemas, sino tambin con cuentos, novelas y obras que hasta haban sabido montar en un teatro de mi ciudad. Un hijo suyo, adems, haba escrito algn que otro tango. Mi abuela y mi ta abuela tenan reunidos en un volumen hecho a mano recortes con los poemas de su madre aparecidos en los diarios del pueblo y alrededores. Todo esto va a ser tuyo, me decan, cuando nosotras no estemos. Todava me s un poema que recitaba de memoria en cuanta reunin familiar haba. Con el tiempo todo ese material termin en mis manos. Claro que en esa poca yo no pensaba mucho en la poesa, yo quera ser payaso, director de circo, contador de historias ambulante, fabricante de tteres (cosas que consegu) y entonces, ahora, creo que a veces todos esos oficios se juntan, se condensan y, tambin a veces, me hacen escribir poesa.

Joaqun Valenzuela

No me pidan explicaciones a mi, que no puedo explicar nada, mas que balbucir el fuego que me quema.

Federico Garca LorcaPoesa en la Escuela

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La fuerza de lo pequeoMi acercamiento a la poesa fue incitado por la filosofa mbito en el que me conduca con mucha organicidad. Descubr que haba una relacin muy precisa entre pensamiento y poesa: la exploracin sobre las estrechas categoras gramaticales permita que ciertas estructuras de pensamiento accedieran a la comprensin. Mis primeras pasiones por la poesa aparecieron cuando empec a vivenciar una suerte de entendimiento inmediato y sinttico sobre cuestiones que en el mbito de la filosofa llevaban clases y clases, palabras y ms palabras. Era como si la poesa trabajara directamente sobre esas neuronas dormidas que, por alguna necesidad muy salvaje, yo necesitaba que despertaran del milenario letargo al que nos someti la gramtica de las lenguas indoeuropeas. Pienso que acab por volcarme enteramente del lado de la poesa cuando descubr que haba un modo del habla que combata contra las abstracciones y la obsesin por identificar de nuestro uso ms familiar de la lengua. Esto fue fundacional para m. De todos modos, en un principio mi escritura estaba en un plano muy conceptual, todava eran ideas. En este plano, las sensaciones o pensamientos que aparecen se adaptan a una forma conocida para poder expresarse. Al no haber conocimiento y experiencia lingstica, no hay posibilidad de crear, slo hay expresin: la escritura, en esta instancia, tiene nicamente una funcin catrtica. No hay acontecimiento potico. No hay combate contra lo pre-configurado de la lengua. Recin cuando encontr a mi maestra, Claudia Masin, empec a descifrar que el lenguaje estaba hecho de una materia especfica, y que escribir poesa tena que ver con conocer esta materia, indagar en su resistencia. Como deca el artista plstico Victor Grippo: El plomo es la materia. Mi locura en la vida es crear un plomo sutil. La operacin potica es un proceso alqumico que permite liberar la materia, volverla inhumana: en vez de ejercer dominacin para lograr una utilidad, como deca Octavio Paz es dejar que las palabras se conviertan en otra cosa, que quiere decir la misma cosa, la cosa misma, aquello que real y primitivamente son. La poesa logr cultivar una fe en m: la creencia en que trabajar sobre el lenguaje, aunque con la velocidad de la ero-

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sin, puede ofrecer nuevas formas de conectar con lo real; o mejor dicho, puede comunicarnos con algo que est en la realidad y que es de muy difcil acceso, pero que podra brindarnos una comprensin ms justa acerca del mundo. La poesa es la fuerza de lo pequeo: acta con la profundidad de lo imperceptible. Mi poesa empez a enriquecerse cuando advert que escribir era ir fomentando este tipo de conocimiento sobre el lenguaje: que no es un saber clasificable, acumulativo, no hay una serie de frmulas aplicables a todas las situaciones. Su modo, ms bien, es el de una prctica, es como si empezaran a generarse conexiones desconocidas entre las funciones inteligentes, sensibles, perceptivas, lingsticas. Es un estudio sobre la inmensidad de la lengua.

Victoria Schcolnik

ilustracin: Pablo Ramirez Arnol

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68ilustracin: Pablo Ramirez Arnol

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Pronunciacin de un mundo (fr