polo narrativa mestiza 2002

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    Los intelectuales

    y la narrativamestiza en elEcuador

    RafaelPolo

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    Los intelectuales

    y la narrativa mestiza en el Ecuador

    Magster23VOLUMEN

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    UNIVERSIDAD ANDINA SIMN BOLVAR, SEDE ECUADOR

    Toledo N22-80 Telfonos: (593-2) 255 6405, 250 8150 Fax: (593-2) 250 8156Apartado postal: 17-12-569 Quito, EcuadorE-mail: [email protected] http: //www.uasb.edu.ec

    EDICIONES ABYA-YALAAv. 12 de Octubre 1430 y Wilson Telfonos: (593-2) 256 2633, 250 6247

    Fax: (593-2) 250 6255 Apartado postal: 17-12-719 Quito, EcuadorE-mail: [email protected]

    CORPORACIN EDITORA NACIONALRoca E9-59 y Tamayo Telfonos: (593-2) 255 4358, 255 4558Fax: (593-2) 256 6340 Apartado postal: 17-12-886 Quito, Ecuador

    E-mail: [email protected]

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    Rafael Polo Bonilla

    Los intelectuales

    y la narrativa mestiza en el Ecuador

    Quito, 2002

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    Los intelectuales y la narrativa mestiza en el EcuadorRafael Polo Bonilla

    Primera edicin:

    Universidad Andina Simn Bolvar, Sede EcuadorEdiciones Abya-YalaCorporacin Editora Nacional

    Quito, marzo 2002

    Coordinacin editorial:Quinche Ortiz Crespo

    Diseo grfico y armado:Jorge Ortega Jimnez

    Cubierta:Ral Ypez

    Impresin:Impresiones Digitales Abya-Yala,Isabel La Catlica 381, Quito

    ISBN: Universidad Andina Simn Bolvar, Sede Ecuador9978-19-001-5 (serie)

    9978-19-038-4 (nmero 23)

    ISBN: Ediciones Abya-Yala9978-04-700-X (serie)

    ISBN: Corporacin Editora Nacional

    9978-84-250-0 (serie)9978-84-299-3 (nmero 23)

    Derechos de autor:Inscripcin: 016411

    Depsito legal: 002079

    Ttulo original: Los intelectuales y la narrativa de la nacin mestiza en el Ecuadoren la dcada de 1950

    Tesis para la obtencin del ttulo de Magster en Letras

    Programa de Maestra en Letras, 1997Autor: Rafael Polo BonillaTutor: Fernando Balseca

    Cdigo bibliogrfico del Centro de Informacin: T-0046

    Magster23VOLUMEN

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    Contenido

    Prlogo / 7

    Reconocimientos /13

    Introduccin / 15

    Captulo INoticia sobre el perodo: de la Gloriosa revolucin de mayo al fin de la

    estabilidad democrtica / 19

    La gloriosa revolucin de mayo / 22

    La estabilidad democrtica / 27Re-configuracin del campo intelectual / 30

    Captulo IILa ecuatorianidad,preocupacin del campo intelectual / 37

    Captulo IIILa Casa de la Cultura Ecuatoriana o el Tercer ciclo de ecuatoriani-

    dad / 53

    Captulo IVEl intelectual nacional, sus tareas y su autoidentificacin / 63

    Captulo VEmergencia del tzantzismo, ruptura y activismo poltico / 75

    A modo de conclusin / 89

    AnexosI. Encuesta sobre la misin de la cultura / 93II. Editorial / 96

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    Bibliografa / 99

    Universidad Andina Simn Bolvar / 103

    Ttulos de la Serie Magster / 104

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    Prlogo

    La discusin en Amrica Latina acerca del papel que desempearonlos intelectuales y los escritores en la configuracin de procesos nacionalestiene una larga tradicin: autorizados por una posicin crtica, stos han sidovistos como figuras que se han colocado en el deber de decir algo que vayams all de la ficcin.

    Aunque esta percepcin sobre los intelectuales est modificndoselos recientes estudios sobre la cultura y la literatura cuestionan la legitimi-dad de esta representacin asumida, no se puede negar el importante gradode intervencin sobre la vida social que intelectuales y escritores han tenidoen nuestro continente.

    La actitud crtica de intelectuales y escritores, al querer producir un

    plus de ficcin, tambin ha sido visible en el Ecuador: desde la fundacin dela Repblica los escritores no ofrecieron nicamente ficciones imaginativassobre las realidades locales y nacionales sino que contribuyeron con ideasprecisas para pensar los rumbos culturales, sociales y polticos que, segnellos, el pas deba tomar. Los escritores participaron activamente en la redac-cin de constituciones, leyes, cdigos, manuales de educacin cvica, con loque queran ejercer una intervencin que pasara del campo de lo imaginarioal de lo real. Todava hace falta evaluar este empeo y los alcances logradosen ese esfuerzo.

    En la historia de la cultura ecuatoriana los intelectuales se han pro-puesto ser la voz de aquellos proyectos considerados trascendentes para la na-cin ecuatoriana en permanente construccin. Inventando lo que crean querequera ser simbolizado por la nacin, los y las intelectuales se han movidodeterminados por contradicciones culturales de diversa ndole.

    Para hablarnos de un perodo crucial que define muchos rasgos de lanacin ecuatoriana hasta nuestro presente, Rafael Polo se sita en el enclavede una serie de intervenciones de los intelectuales en el Ecuador durante cer-ca de veinte aos, de 1944 hasta 1962, en el marco de la llamada revolucin

    de mayo y el aparecimiento del grupo tzntzico como alternativa revolucio-naria en la cultura. Este trabajo, a base de una ordenada documentacin y ta-lentosa reflexin, pone el acento en el proceso por el cual se crea el relato de

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    la nacionalidad mestiza ecuatoriana y las implicaciones y el peso que ste tie -ne hasta nuestros das.

    Fernando BalsecaQuito, marzo de 2002

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    A Andy,Mujer que tensa

    est la cuerda del mundo(JOAQUNPASOS)

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    Con respecto al consenso de la identidad grupal o nacional, latarea del intelectual consiste en mostrar cmo el grupo no es

    una entidad natural o de origen divino, sino una realidad cons-truida, manufacturada, e incluso en algunos casos un objeto in -ventado, con una historia de luchas y conquistas tras l que aveces es importante explicar.

    EDWARD W. SAID

    La cuestin poltica, en suma, no es el error, la ilusin, la con-ciencia alienada o la ideologa; es la verdad misma.

    MICHEL FOUCAULT

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    Reconocimientos

    El pequeo trabajo, que se presenta a continuacin, ha sido posible porla constante ayuda y la inmensa comprensin, por el entusiasmo y la pacien-cia de mi compaera de ruta, Andrea vila Jcome. Para ella todos mis reco-nocimientos y esfuerzos. Sin su apoyo y sus comentarios no hubiese sido po-sible el trabajo y el estudio.

    A Ivn Carvajal por su apoyo constante durante el transcurso de los es-tudios, por sus recomendaciones y crticas permanentes. A Eduardo KingmanGarcs por su generosidad y respaldo continuos, brindados en momentos di-fciles, por la confianza depositada y por las largas jornadas de risas y de em-peos. A Armando Muyulema y Beatriz Miranda con quienes compart sue-os y desesperanzas, fanatismos y odios viscerales.

    A los miembros de la Universidad Andina Simn Bolvar, Sede Ecua-dor, por su ayuda y colaboracin en la redaccin de este trabajo, especialmen-te a Cecilia Durn por su complicidad, generosidad y la facilidad dada en elprstamo de los libros de consulta.

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    Introduccin

    Como un hecho curioso y sintomtico se debe considerar que sevuelva a hablar de ecuatorianidad a finales de la dcada de los noventa.1 EldiarioEl Comercio, de difusin nacional, abord domingo a domingo, en laspginas centrales de la primera seccin, el problema de la ecuatorianidad yseal, a su parecer, los signos distintivos de los ecuatorianos: el complejo deinferioridad; la habilidad artesanal; un pueblo pacfico y rebelde, capaz de de-rrocar a tiranos con grandes movilizaciones sociales; o, en otras ocasiones, sesealaron los animales con los cuales se identificaran los ecuatorianos: laavestruz, el cangrejo o la tortuga. Es significativo que una empresa periods-tica aborde el problema de lo nacional si consideramos su importancia enla construccin del nuevo espacio pblico; sin embargo, un cuestionamiento

    se plantea: qu sentido adquiere hablar de ecuatorianidadcon la emergenciadel discurso de la plurinacionalidad y pluriculturalidad?El trabajo monogrfico que se presenta es una aproximacin a una for-

    ma particular de institucin del relato de la nacionalidad mestiza en elEcuador, que se lleva a cabo durante los aos cincuenta y sesenta, perodo quese inicia con la fundacin de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en agosto de1944, hasta la emergencia cultural y poltica del grupo tzntzico, en 1962-5,y de la participacin activa del grupo letrado en su elaboracin. Durante es-te perodo se afirma el mestizaje como identidad estatal, al interior del discur-

    so sobre la ecuatorianidad, y son los intelectuales los que se encargan de suinterpretacin y de la definicin de lo que se comprende como la identidad na-cional.

    El perodo sealado posee su importancia no solo porque afirma elmestizaje como categora identitaria del Estado, sino porque fue la nocincentral con la cual se reconstruy un orden simblico resquebrajado, por laguerra con el Per en 1941 y la prdida territorial, para legitimar el ejercicio

    1. Nos referimos a los meses de noviembre de 1997 a enero de 1998. Es importante indicar laimportancia histrica y crtica de realizar una genealoga de la ecuatorianidad que nos per-mita explicitar los mecanismos institucionales y discursivos, como las prcticas polticas, dela construccin del poder poltico.

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    del poder estatal. Nociones como ecuatorianidad, tropicalismo y cultu-ra nacional, indican los distintos modos con las cuales se construyeron o sesealaron los atributos de la nacin ecuatoriana.

    El trabajo se propone aportar al debate y a la crtica de la nacin mes-tiza y de la participacin de los intelectuales en la elaboracin de su narrati-va, la que, finalmente, termina por homogeneizar y encubrir la diversidad na-cional y cultural del pas. Adems, la elaboracin de narrativa mestiza signi-fic una manera particular de comprender la prctica intelectual: los intelec-tuales debieron encargarse de desarrollar el espritu patritico del pueblo,segn el dictamen de Benjamn Carrin. De este modo, podemos afirmar queel intelectual se convirti en el constructor de las legitimaciones simblicas

    del Estado nacional en construccin.El trabajo, adems, se ha propuesto interrogar la relacin entre el inte-lectual y la legitimacin de un orden social. La relacin estrecha entre la cons-truccin del orden simblico y la prctica intelectual no se realiza arbitraria-mente, se encuentra sujeta a coacciones institucionales y discursivas, estruc-turales en suma, como son: la problemtica prevaleciente, la autonoma alcan-zada por el campo intelectual, la posicin del intelectual en el campo cultural,etc. Entre las principales funciones de legitimacin que llevan a cabo los in-telectuales, en el perodo de estudio, encontramos las siguientes: naturaliza-

    cin de un orden social, la elaboracin de una tica del ciudadano con el es-tablecimiento de vocaciones naturales, la elaboracin de una teleologa his-trica con la idea de una patria de Cultura y Libertad, como resultado de unsupuesto destino natural, entre otras.

    La relacin existente entre el intelectual y la nacin en nuestro pas seencuentra, an, por escribirse. Ms all de las representaciones que los pro-pios intelectuales se hacen de su quehacer es importante la realizacin de unagenealoga crtica. Sabemos que los intelectuales en Amrica Latina se hanencargado de interpretar y delimitar los espacios simblicos de la nacin; en

    otras palabras, ellos participaron directamente en la construccin del ordensimblico requerido por los estados nacionales, y han participado en la gene-racin de formas de legitimidad social necesaria para el ejercicio del poderpoltico.

    En la realizacin del trabajo he tropezado con dificultades, como sonla ausencia de trabajos historiogrficos sobre el perodo y la imposibilidad deacceder al archivo de la secretara de la Casa de la Cultura Ecuatoriana que,debido a su remodelacin interna, se encontraron guardados en cartones enuna bodega. Para resolver estas dificultades he hecho uso de material se-cundario existente.

    Hoy no se trata para el ejercicio crtico de volver a escribir las histo-rias nacionales, para decirnos qu somos o cmo somos. No nos es necesario

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    la elaboracin de una nueva teleologa. Este fue un problema que se planteen la necesidad de construir legitimaciones simblicas alrededor del intersnacional del Estado. Para nosotros es importante, urgente, realizar una ar-queologa del saber de la historia nacional, de las maneras como se constru-y su objeto, de los dispositivos tericos e institucionales con los cualesse puso en marcha, y de los sujetos de saber que se encargan de su proble-matizacin.

    El trabajo que se presenta forma parte de la labor sealada: problema-tizar los modos de problematizacin de la nacionalidad ecuatoriana y suspretensiones totalizadoras, para descubrir en ella maneras de legitimacinsimblicas al orden social.

    En los momentos actuales en que se regresa a la ecuatorianidad,y de los rasgos distintivos de los ecuatorianos, es vital la tarea crtica de des-montar los modos como se construy la narrativa de la nacin en el pasado.No se trata de volver a pensar la identidad o de armar una teleologa histri-ca, sino de mostrar que lo que creemos que somos responde a procesos com -plejos de elaboracin de referentes culturales y de mecanismos instituciona-les y culturales de sujetivacin, es decir, de redes sociales donde los suje-tos se construyen y se inventan. El regreso del discurso sobre la ecuatoriani-dad pone en evidencia la respuesta estatal ante la nueva posibilidad histrica

    de una nueva nacin que no se sostenga en exclusiones y rdenes de silenciosociales, como sucedi con el mestizaje, el que sirvi para diluir la realidadindgena en una identidad homogeneizadora, unvoca y monolinge.

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    CAPTULO I

    Noticia sobre el perodo:de la Gloriosa revolucin de mayoal fin de la estabilidad democrtica

    En este captulo se realizar una descripcin de los principales aconte-cimientos polticos y sociales que se produjeron en el perodo, objeto del es-tudio, y de sus efectos al interior del campo intelectual.1

    El Ecuador en el siglo XX configur conflictivamente su campo cultu-ral e intelectual, en cuyo interior se interpret los contenidos de la cultura na-cional, sus seas distintivas y su devenir. Podemos identificar, por lo menos,tres momentos claramente diferenciados:

    a) El que se inicia en los aos veinte y llega a su final a inicios de la d-cada de 1940, conocido con el nombre de la generacin del treinta,donde predomin la literatura del realismo social y el indigenismo. Eneste momento el escritor-intelectual se encuentra movilizado en la

    construccin de una cultura nacional-popular, elaborando un ordensimblico nacional en el que estn presentes las voces de los exclui-dos: el cholo, el montubio, el negro, el indio, el mestizo; su inclusinsignific el reconocimiento de la vitalidad de la cultura popular en laconfiguracin de un proyecto nacional, distinto al modelo oligrqui-co-aristocrtico que mantena hegemona; por lo tanto, fue un momen-to importante en la construccin de la nacin alrededor de la idea demestizaje. Adems, con este movimiento cultural se definieron lascoordenadas de la modernidad cultural en el Ecuador.

    b) El que se inicia con la creacin de la Casa de la Cultura Ecuatoriana,en agosto de 1944, y con el agotamiento de la literatura del realismosocial, hasta la emergencia cultural y poltica del grupo tzntzico a ini-cios de la dcada de 1960. Durante este perodo los intelectuales se en-cargarn de la reconstruccin del espacio simblico de la nacin, res-quebrajado como resultado de la guerra perdida con el Per en 1941.

    c) El que se inicia con la emergencia cultural y poltica de los tznzicosy del grupo de jvenes intelectuales que se agrupan alrededor de las re-

    1. Tomamos el concepto de campo intelectual como lo formula Pierre Bourdieu en Campo in-telectual y proyecto creador, en Jean Poullon, compilador, Problemas del estructuralismo,sptima edicin, Mxico, Siglo XXI, 1978.

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    vistas culturales,La bufanda del sol eIndoamrica, en Quito. Este mo-vimiento se caracteriza por su actitud iconoclasta y contestataria, ypropone la ruptura del espacio cultural anterior y del discurso de lateora de la pequea nacin. Para este movimiento el intelectual de-be encontrarse movilizado en la construccin de una autntica cultu-ra nacional (la anterior era elitista, falsa, aristocrtica) que solo se al-canzar con la lucha revolucionaria. Este trabajo se centra en la des-cripcin y explicacin del segundo momento del campo intelectual.Con la fundacin de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, el 9 de agosto

    de 1944, se inaugura en el campo intelectual ecuatoriano un escenario norma-tivo-institucional, para la prctica intelectual2 y artstica, de carcter nacional.

    Hasta ese ao en el pas no haba existido una institucin cultural desde el Es-tado que se encargara de elaborar una poltica cultural de carcter nacional.3

    El objetivo central de la emergencia institucional de la Casa de la CulturaEcuatoriana constituy la bsqueda de la integracin de las distintas regionesdel territorio nacional alrededor de una idea de nacin, o de patria como sedeca en esos das, con la generacin de relaciones simblicas de pertenenciae identificacin a una comunidad imaginada.

    La prctica intelectual anterior, la de la generacin del treinta, se ca-racteriz por la publicacin de revistas de alcance local o regional. Los prin-

    cipales escenarios fueron las principales ciudades del pas como Quito, Gua-yaquil y Cuenca. A pesar de desarrollar una reflexin de proyeccin hacia lonacional, faltaron las condiciones institucionales necesarias para la consecu-cin de ese objetivo.

    Se ha discutido mucho sobre el origen de la Casa de la Cultura en elEcuador. Hay quienes consideran su institucin como un efecto de la revo-lucin de mayo; otros, en cambio, como la concrecin institucional de unproyecto letrado de los grupos dominantes, auspiciado por el grupo Amrica.A pesar de este debate an requiere mayor explicitacin, en la fundacin de la

    CCE concurren, sin ninguna duda, las fuerzas polticas y el movimiento inte-lectual democrtico que gest la gloriosa revolucin de mayo en 1944. Consu fundacin se produce una re-configuracin del campo cultural e intelectual

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    2. Por prctica intelectual entendemos el campo constituido para la produccin y circulacin delsaber social. Interesa conocer las maneras de hacer y las operaciones con las cuales se garan-tiza el reconocimiento y la legitimacin de las representaciones del mundo social como lasnicas vlidas para dar cuenta de l. Adems, reconocemos que estas prcticas estn in sertasal interior de relaciones de poder, y que funcionan como prcticas de poder especficas. Al

    respecto se puede revisar: Michel de Certeau, La risa de Michel Foucault, enHistoria ypsicoanlisis, Mxico, Universidad Iberoamericana, 1995.

    3. Los mecanismos estatales que se encargaban de difundir y crear los lazos de identidad na-cional eran dos: la escuela y los partidos polticos.

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    preexistente, pero este evento no fue resultado de una vanguardia intelectualo artstica sino la respuesta a una razn de Estado. Con la institucin de laCCE se sentaron las bases y las condiciones institucionales para la generacinde una intelectualidad estatal.

    La Casa de la Cultu ra Ecuatoriana desarroll una poltica cultural ur-gente: la reconstruccin simblica de la nacin ecuatoriana, que se hall sin-tetizada en la frmula de uno de los considerandos del decreto presidencial,que oficializa la fundacin de la Casa: robustecer el alma nacional y escla-recer la vocacin y el destino de la patria.4 Adems, expresa con fuerza lavitalidad poltica y cultural del movimiento democrtico de la revolucin demayo del 44. Fernando Tinajero al respecto manifiesta [que] la fundacin

    de la Casa de la Cultura, era arrancada del cielo artificial en la que se habarecluido la mentalidad feudal, y se la inscriba en el orden de los hechos his-tricos.5 La teora que orient la prctica y poltica cultural de la Casa seelabor en el perodo inmediatamente previo a su institucionalizacin, cuyoprotagonista central constituye Benjamn Carrin y sus Cartas al Ecuador,6

    escritas en los das posteriores a la derrota y la consiguiente prdida territorialen la guerra con el Per de 1941 y la firma del Protocolo de Ro de Janeiro enfebrero de 1942.

    Es necesario advertir, para una comprensin ms adecuada de la im-

    portancia cultural que signific la creacin de la Casa de la Cultura Ecuato-riana, que los acontecimientos histricos marcan de modo duradero, en gra-dos diferentes, los trayectos sociales y culturales del mundo social y la visinque se hacen los agentes sociales como de las nociones con las cuales se lospiensa. Los acontecimientos histricos alteran las problemticas con los cua-les, o a travs, una sociedad se piensa, y adems las posiciones de los intelec-tuales al interior del campo intelectual. El campo cultural acta como un fil-

    Los intelectuales y la narrativa mestiza en el Ecuador 21

    4. En el decreto presidencial de creacin de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, No. 707, firma-do por el presidente interino Jos Mara Velasco Ibarra en la noche del 9 de agosto de 1944,se lee entre los considerandos: Que la cultura nacional, necesita amplio apoyo del poder p-blico para su desenvolvimiento y expansin. Que para robustecer el alma nacional y esclare-cer la vocacin y destino de la patria, es indispensable la difusin amplia de valores sustan-tivos del pensamiento ecuatoriano en la Literatura, las Ciencias y las Artes, as del pasado co-mo del presente [p. 3]. En el artculo primero se dice: [que se crea la] Casa de la CulturaEcuatoriana con el carcter de instituto director y orientador de las actividades cientficas na-cionales y, con la misin de prestar apoyo efectivo, espiritual y material, a la obra de la cul-tura del pas [p. 4]. Casa de la Cultura Ecuatoriana, organizacin y funcionamiento, Se-cretara General, 1945, pp. 3-8. [Subrayado mo].

    5. Fernando Tinajero, Sobre leyes, espadas y poetas, en La bufanda del sol (Quito), 3-4(1972): 97.

    6. Benjamn Carrin, Cartas al Ecuador, Quito, Corporacin Editora Nacional / Banco Centraldel Ecuador, 1988.

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    tro, tanto desde afuera hacia adentro, es decir de los hechos polticos a laspreocupaciones intelectuales, como de adentro hacia afuera, en la definicinde polticas culturales y la orientacin de su prctica institucional y poltica.

    La funcin social del intelectual, su intervencin en el mundo social,no es inmediata ni un asunto solo de conciencia social, se encuentra mediadapor el lugar que ocupa en el campo cultural y por la toma de posicin respec-to a la problemtica, las preocupaciones, perplejidades y asombros, que pre-valece en el interior del campo. El intelectual es un agente cultural mediadopor la estructura del campo,7 o sea, solo puede participar como intelectua-les desde los espacios que el campo intelectual y las instituciones culturaleslo hacen posible.

    Los cambios que se experimentaron en el espacio social ecuatoriano,en la subjetividad y sensibilidad sociales y en la relacin prctica con el pasa-do por parte de los agentes sociales y culturales que se producen durante elproceso revolucionario de la revolucin de mayo fueron registrados enla literatura, en el cuento y en la poesa, pero, sobre todo en la labor culturalque emprendi la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Como sucede con todos losacontecimientos histricos, ste fue apropiado y significado por los distintosagentes y grupos sociales, an en los casos en que su referencia explcita seasolamente una carencia.8

    LA GLORIOSA REVOLUCIN DE MAYO

    Tres hechos son determinantes para la nueva re-configuracin del cam-po intelectual durante el perodo indicado: la fundacin de la Casa de la Cul-tura Ecuatoriana, como hecho institucional; el agotamiento de la literatura delrealismo social, como hecho esttico-cultural; y la revolucin de mayo, co-

    mo hecho poltico.Los acontecimientos histrico-sociales, especialmente los polticos,

    son apropiados y significados a travs de la reflexin en el campo intelectual,donde se realiza una labor de traduccin del acontecimiento en problem-tica. Esta labor se lleva a cabo en el interior del campo intelectual y cultural

    22 Rafael Polo Bonilla

    7. toda influencia y toda restriccin ejercidas por una instancia exterior al campo intelectuales siempre refractada por la estructura del campo intelectual: as por ejemplo, la relacin queun intelectual mantiene con su clase social de origen o de pertenencia est mediatizada por

    la posicin que ocupa en el campo intelectual. Pierre Bourdieu, op. cit., p. 182.8. La ausencia de trabajos crticos, historiogrficos sobre el perodo es alarmante. La bibliogra -

    fa existente est ms cerca de la biografa, de la autobiografa o del discurso apologtico alas instituciones oficiales.

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    y se visualiza en la mutacin o en una nueva consideracin de la problemti-cas prevalecientes, es decir, los acontecimientos histrico-sociales no existenal margen de su interpretacin discursiva ni por fuera de ella. Los aconteci-mientos se comunican o adquiere un sentido determinado con el lenguaje y enel lenguaje. Por esta labor los acontecimientos histricos son significados yapropiados como memoria, identidad, sensibilidad, fracturas, continuidadesen el presente por los agentes culturales y las instituciones sociales.

    Se ha escrito poco sobre la fundacin de la CCE al igual que es esca-so el material historiogrfico que se puede encontrar sobre la revolucin demayo y del perodo llamado de estabilidad poltica. En muchos casos lainterpretacin es general y escueta, a pesar de la importancia, en el proceso

    poltico de configuracin del aparato institucional del Estado, y en la emer-gencia de un modelo societal, de nacin y nacionalidad ecuatoriana.9

    La revolucin de mayo fue un gran impulso de modernizacin delmundo social en su conjunto, de modo especial del aparato jurdico-polticodel Estado. Como determinantes de las jornadas insurreccionales que se pro-dujeron en los das 28 y 29 de mayo, con las que se derroc al gobierno deCarlos Alberto Arroyo del Ro, en Guayaquil, Quito, Riobamba y otras ciuda-des, podemos mencionar las siguientes:

    a) La crisis de legalidad y legitimidad del gobierno liberal de Carlos Al-

    berto Arroyo del Ro, quien ocup la presidencia con un fraude electo-ral, garantizado en la imposicin artificiosa de la Constitucin liberalde 1906, hecho que se llev a cabo en la dcada de 1930 durante la cri-sis del rgimen poltico.10 El gobierno de Arroyo del Ro se caracteri-z por el uso de la violencia, la represin a los sectores subalternos yla persecucin de escritores e intelectuales:

    Subi al poder mediante un fraude electoral realizado en contra de laCoalicin democrtica organizacin electoral formada por disidentes de lospartidos conservador y liberal aglutinados en torno a la figura popular de Ve-lasco Ibarra, quien recibi an los votos de la izquierda. Este origen del go-bierno de los liberales radicales oblig a que el poder poltico se asentase en larepresin11

    Los intelectuales y la narrativa mestiza en el Ecuador 23

    9. Es escasa la bibliografa que podemos encontrar sobre la revolucin de mayo. Carlos de laTorre Espinosa, La seduccin velasquista, Quito, Ediciones Libri Mundi-Enrique Grosse-Luemen / FLACSO, Sede Ecuador, 1993; Silvia Vega Ugalde, La gloriosa, de la revolu-cin de mayo a la contrarrevolucin velasquista, Quito, El Conejo, 1988; Adrin Carrasco,La revolucin de mayo, revistaIDIS(Cuenca), 7 (julio, 1979); y, Francisco Jaramillo (di-

    rector), Informe de investigacin sobre el Sistema Poltico Ecuatoriano (1940-1990), Qui-to, CONUEP / Universidad Central del Ecuador, Facultad de Economa, mimeo, 1996.

    10. Francisco Jaramillo, op. cit., pp. 139-145.11. Adrin Carrasco, op. cit., p. 25.

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    con la finalidad de derrocar al gobierno de Arroyo del Ro y emprender la re-construccin nacional, quienes se agruparon alrededor de Alianza Democrti-ca Ecuatoriana (ADE), en julio de 1943, en la que se acord lanzar la candi-datura de Jos Mara Velasco Ibarra para las elecciones que deban realizarseen junio de 1944. En los das previos a las elecciones, el 28 y 29 de mayo, seproduce en el pas una insurreccin popular que derroca al gobierno y se ins-taura un gobierno interino con la Presidencia de Velasco Ibarra. Se convoc aelecciones inmediatas para la Asamblea Constituyente, que se rene el 10 deagosto para redactar una nueva Constitucin.

    La necesidad de restituir la nacionalidad ecuatoriana que se hallabadesfalleciente e insalvable, tanto para los conservadores como liberales y so-

    cialistas, era un hecho insoslayable. Como tarea poltica inmediata estas fuer-zas se propusieron la restauracin de la democracia, sin la cual no ser posi-ble, se deca, la tarea de la reconstruccin nacional. Para la derecha esta tareasignific volver a los cauces del orden moral16 del cual se haba desviado lanacin; para la izquierda, en cambio, la solucin a la crisis y la tarea de re-construccin democrtica pasaba por la eliminacin de las estructuras feuda-les y el desarrollo de la industria nacional.17 A pesar de las diferentes estra-tegias, tanto la derecha como la izquierda coincidan en que la nica posibili-dad para el establecimiento de la democracia, el retorno a la democracia, se

    encontraba en el sufragio directo,18 como precondicin para rescatar al pasde su ruina.19

    La idea de la salvacin, permanentemente evocada, pone en evidenciala atmsfera poltica y cultural que se viva en el mundo social ecuatoriano.Estos hechos fueron objeto de reflexin en las distintas posiciones del campointelectual y, con especial claridad y urgencia, en las Cartas al Ecuador escri-tas por Benjamn Carrin. l concret un modelo sociocultural de rescate yconstruccin de la patria20 a travs de la cultura.

    Los intelectuales y la narrativa mestiza en el Ecuador 25

    16. En una intervencin radial Camilo Ponce Enrquez manifest que el origen del problema delEcuador se encontraba en el desvo del orden moral [] causado por la anarqua religiosa[que] prepar el camino a la anarqua social y poltica y a la relajacin de las costumbres pri-vadas y pblicas .dem, p. 88.

    17. Ibd., p. 92.18. Se enfatiza que el escenario electoral es el lugar donde se enfrenta el pueblo contra la oligar -

    qua.19. Ibd., p. 101.20. Los intelectuales mantienen una actividad creativa y simblica importante en momentos de

    grandes peligros para sus pueblos y naciones. En pocas oscuras los miembros de una de-terminada nacionalidad confan a menudo en que un intelectual represente, hable claro y dtestimonio de los sufrimientos de sus connacionales. Los intelectuales prominentes [] seencuentran siempre en relacin simblica con su tiempo: en la conciencia pblica ellos re-presentan logros, fama y reputacin, aspectos todos que pueden movilizarse a favor de una

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    Con el triunfo de la revolucin de mayo las posibilidades de moder-nizar el mundo social se abrieron: se impulsaron programas para el desarrollodel mercado interno y el fomento industrial, exigencia reclamada por sectoresde la burguesa serrana; se garantiz autonoma necesaria para que el BancoCentral, creado recientemente, llevar a cabo el control y gestin de la pol-tica monetaria, cambiaria y crediticia;21 se encamin a construir un Estadointerventor y planificador de la economa; se consolid la organizacin sindi-cal y campesina con el reconocimiento legal de la CTE y la FEI, e inclusivese modificaron los sindicatos controlados, hasta antes de la revolucin demayo, por la derecha como en el caso de la CEDOC.22 En este contexto mo-dernizador se funda la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

    El gran impulso de modernizacin de la vida social se trunca, casi demodo inmediato, con el golpe de Estado llevado a cabo por Velasco Ibarra,respaldado por los conservadores, liberales y el ejrcito, el 30 de marzo de1946:

    El clima de inestabilidad poltica, la aceptacin a regaadientes de laConstitucin de 1945, los conflictos entre el Ejecutivo y la Asamblea Consti-tuyente de 1945 [considerada la ms democrtica de la historia del pas] encar-cela o exilia a la oposicin de izquierda aduciendo como pretexto una conspi-

    racin en su contra.23

    As se pone fin a la revolucin de mayo que llevaron adelante lasfuerzas democrticas agrupadas en ADE.24

    La inestabilidad poltica se prolonga hasta las elecciones presidencia-les de 1948. La dictadura de Velasco Ibarra ser derrocada por el golpe mili-tar que lleva a cabo su ministro de defensa, el coronel Carlos Mancheno, enagosto de 1947, que dura 17 das. El golpe es desconocido por las fuerzas po -lticas y sociales del pas, e inmediatamente se instaura un gobierno de uni-

    dad nacional y se nombra presidente interino al banquero guayaquileo Car-los Julio Arosemena Tola, que se encarga de convocar a elecciones para juliode 1948, en los que triunfa el liberal independiente Galo Plaza Lasso.

    26 Rafael Polo Bonilla

    contienda actual o de una comunidad empeada en la lucha [pp. 56-57]. Edward W. Said,Representaciones del intelectual, Barcelona, Paids Ibrica, 1996.

    21. Francisco Jaramillo, op. cit., p. 173.22. Ibd., p. 186.23. Ibd., p. 218.

    24. Se ha insistido de modo reiterado en la incapacidad de la izquierda Partido Comunista y So-cialista para sostener la revolucin. Con respecto a las estrategias polticas que se pusieronen accin puede revisarse el Informe del Proyecto de Investigacin sobre el Sistema Polti -co Ecuatoriano, pp. 205-215.

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    Durante el proceso de la revolucin de mayo, su derrota y derechi-zacin, se define el nuevo rol del Estado y de las fuerzas polticas que le legi-timan. Como se manifiesta en la investigacin sobre el sistema poltico ecua-toriano:

    [Derrotada la revolucin de mayo se define el rumbo] estratgico delEstado y el sistema poltico ecuatoriano sobre la base del contenido socialideolgico y poltico del viejo rgimen, sobre la forma de un Estado de tipocapitalista de carcter oligrquico y desptico dejando as irresueltos la formade participacin institucional democrtica, que fueron reconocidos en la Cons-titucin de 1945.25

    A pesar de la importancia histrica, la revolucin de mayo permane-ce des conocida en los estudios polticos y culturales. No solo que fue un granimpulso modernizador sino que, adems, posibilit las condiciones para unanueva configuracin simblica de la nacin, con la fundacin de la Casa de laCultura, durante el lapso que va desde los ltimos aos de los cuarenta, todoel cincuenta, hasta la emergencia iconoclasta del grupo tzntzico en los pri-meros aos de los sesenta. Existe un largo silencio sobre esos aos en la his -toriografa poltica y cultural. No se tiene una historia de la Casa de la Cultu-ra, de su labor, de los sujetos de saber nacional que constituy y, menosan, del resurgimiento nacionalista que propuso.

    LA ESTABILIDAD DEMOCRTICA

    Durante el perodo 1948-1960 en el Ecuador se suceden tres gobiernosconstitucionales: Galo Plaza Lasso (1948-52), Jos Mara Velasco Ibarra

    (1952-56), Camilo Ponce Enrquez (1956-60). En estos aos toma cuerpo lanueva forma del rgimen poltico de carcter oligrquico que surgi en el vi-raje de la revolucin de mayo; dice, Agustn Cueva al respecto: resultacierto que la administracin placista introdujo en el pas un nuevo modelo [yestilo] de dominacin burguesa en el Ecuador.26

    Durante estos aos la clase media, una vez perdido su impulso insu-rreccional que la caracteriz durante la Revolucin Juliana y en la dcadadel treinta, se consolida y pasa a disfrutar de las bondades de la democra-

    Los intelectuales y la narrativa mestiza en el Ecuador 27

    25. Francisco Jaramillo, op. cit., p. 270.26. Agustn Cueva, El proceso de dominacin poltica en el Ecuador, edicin corregida y au-

    mentada, Quito, Planeta Letraviva, 1988, p. 66.

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    cia representativa. Se vive un crecimiento de las ciudades; en el caso de Qui-to se implement la elaboracin de un plan modernizador del manejo de laciudad por parte del Municipio, que se llev a cabo con la llegada de dos j-venes arquitectos uruguayos Guillermo Jones Odriozala, quien en 1942 llevadelante los estudios del Plan Regulador del desarrollo urbano, pero se veobligado a abandonar la ciudad por enfermedad y contina su labor GilbertoGatto Sobral, quien organiza la Escuela de Arquitectura y Urbanismo, adscri-ta a la Facultad de Ciencias Fsicas y Matemticas, que inicia su funciona-miento en 1946.27 Una atencin al Plan Regulador, por mnima que sea, en-contrar delineadas las coordenadas espaciales de la actual ciudad; la bsque-da de racionalizacin de la ocupacin del espacio urbano en Quito fue acom-

    paado con una especializacin espacial de los sectores sociales.Varios estudiosos han sealado que un hecho central posibilit la esta-bilidad democrtica: el eje de la acumulacin capitalista de la economa se lo-caliz en la produccin bananera que lleva al pas, en 1953, a ser el mximoexportador de la fruta a nivel mundial. Las condiciones que hacen posibleconcurren tres factores: la quiebra de la produccin bananera en Centroam-rica por la presencia del mal de Panam; la creciente demanda exterior dela fruta (EUA, Europa y Amrica del Sur); y la poltica econmica desarrollis-ta del gobierno de Galo Plaza Lasso.

    En la economa ecuatoriana, luego de la derrota del impulso moderni-zador y de la industria, se re-afirma el modelo econmico agroexportador:[] el ncleo de las actividades vinculadas a la agroexportacin especial-mente bananera se constitua en el eje de crecimiento y organizacin28 dela economa, en cuya base se encuentran los pequeos y medianos producto-res y en la cima pocos exportadores que monopolizan su comercializacin.29

    Este hecho signific el robustecimiento del rgimen poltico oligrquico.30

    Durante el perodo la hegemona poltica y econmica se estructura en el com-

    28 Rafael Polo Bonilla

    27. Carlos Veloz Von R., El arte ecuatoriano en la dcada de los cincuenta y sesenta, en ElEcuador de la posguerra, tomo II, Quito, Banco Central del Ecuador, 1992, p. 613.

    28. Ren Bez T., Visin de la economa ecuatoriana 1948-1970, enEl Ecuador de la posgue-rra, tomo I, Quito, Banco Central del Ecuador, 1992, p. 47.

    29. La produccin bananera, conjuntamente con el cacao y el caf, constituy entre el 80 y 90%de la exportacin durante el perodo.

    30. Nelson Argones define a los regmenes oligrquicos de la siguiente manera: [] la deno-minacin de oligarqua se fundamenta en que los grupos agroexportadores jams tuvieron unproyecto nacional de ampliacin del mercado interno, ni de desarrollo y diversificacin delas inversiones que posibilitan tal ampliacin. En consecuencia no podan tener una concep-

    cin democrtica social del Estado ni de las relaciones de ste con la sociedad civil. Menosan podan interesarles la formacin de partidos representativos de una mediacin entre lossectores que se constituyen subalternos y el Estado, al que controlaban de forma determinan-te. Citado por Francisco Jaramillo, op. cit., p. 276.

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    promiso de los sectores agroexportador y bancario de Guayaquil con los sec-tores terratenientes serranos, que supeditan a sus intereses a los sectores liga-dos a un proyecto de desarrollo del mercado interno y de la produccin indus-trial. El compromiso se expresa en la poltica econmica orientada al creci-miento econmico hacia afuera, hecho que somete el crecimiento de la eco-noma nacional a las demandas de los centros capitalistas del mundo moder-no. Si consideramos solo este aspecto en la reduccin que implica, la moder-nizacin econmica del mundo social fue desigual, irregular y en distintosmomentos de la que solo se benefician las clases dirigentes.

    La estabilidad del perodo no solo se debe a la produccin bananera,interpretacin reduccionista de la complejidad de los procesos de la vida so-

    cial al tratar solo de explicarla desde la economa; se debe tambin a la reso-lucin de la crisis de hegemona que caracteriz los aos treinta, a la consoli-dacin de los movimientos polticos populistas31 y al debilitamiento de lospartidos de izquierda.32

    A pesar de lo sealado, este perodo no se caracteriz por alcanzar unatranquilidad social. Hubo grandes manifestaciones de descontento que fueronviolentamente reprimidas: se desencadenaron luchas sindicales por el alza delos salarios; huelgas generales contra los gobiernos de Galo Plaza y CamiloPonce, con saldo de varios muertos; durante el gobierno de Velasco Ibarra se

    clausuraron peridicos y radios en Guayaquil; las violencias estudiantiles fue-ron reprimidas con violencia; en 1959, durante el gobierno de Camilo Ponce,se produce una protesta popular masiva en Guayaquil en contra la caresta dela vida y el totalitarismo del gobierno, que fue reprimida con violencia y conun saldo decenas de muertos.

    El perodo de estabilidad democrtica se derrumba a inicios de ladcada de 1960. En las elecciones presidenciales de 1960 triunfa abrumado-ramente Velasco Ibarra, pero ser depuesto de su cargo en noviembre de 1961,luego de un levantamiento popular contra la devaluacin monetaria. El Con-

    greso encarga el poder al vicepresidente, Carlos Julio Arosemena Monroy,quien lleva adelante una poltica de corte progresista que no satisface a las cla-

    Los intelectuales y la narrativa mestiza en el Ecuador 29

    31. El CFP (Concentracin de Fuerzas Populares) surgi en Guayaquil en 1949, se consolida elmovimiento velasquista.

    32. Por ejemplo, el Partido Socialista Ecuatoriano particip en el gabinete del gobierno de GaloPlaza Lasso. Su secretario general, Luis Maldonado Estrada, justific la participacin por ser[] un hecho inevitable y altamente conveniente para la defensa de las instituciones repu-blicanas del pas [p. 548]. Patricio Icaza, Lucha sindical y popular en un perodo de tran-sicin (1948-1970), en El Ecuador de la posguerra, tomo II, Quito, Banco Central delEcuador, 1992. Esto fractur al Partido Socialista. Lo que se puso de manifiesto en un con-greso extraordinario convocado para julio de 1952. Con la existencia de dos tendencias en suinterior, la ruptura definitiva se produjo en 1963 cuando surgi el PSRE.

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    ses dominantes, ni al gobierno de Estados Unidos, y es depuesto, en julio de1963, por la Junta Militar de gobierno, que inmediatamente declara fuera dela ley al comunismo y persigue a escritores e intelectuales.33

    Para situar nuestro trabajo hemos realizado, de modo breve y descrip-tivo, este recorrido histrico por el principal acontecimiento poltico-social, larevolucin de mayo, y el perodo de estabilidad democrtica hasta la dic-tadura de la Junta Militar de gobierno en julio de 1963. No se ha tratado dereconstruir el contexto social y poltico para dar cuenta de la actividad inte-lectual como si fuese una escenografa histrica. Los acontecimientos polti-cos existen de modo refractado en las preocupaciones del campo intelectual,lo que hace posible esto es el hecho de que presenten homologas estructura-

    les los distintos campos que componen el espacio social; es decir, entre elcampo poltico y el campo intelectual se establecen homologas estructuralesque son equivalentes, lo que no quiere decir idnticas, pero que responden atemporalidades distintas. La articulacin de los campos es asimtrica, por po-seer cada uno de ellos distintas lgicas de desarrollo y de demarcacin de loslmites que la conforman. En cada campo, tanto en el poltico como en el in-telectual, podemos encontrar sus dominantes y sus dominados, sus conser-vadores y su vanguardia, sus luchas sucesivas y sus mecanismos de reproduc-cin, en todo caso cada uno de esos fenmenos reviste en su seno unaforma

    completamente especfica. La homologa puede ser descrita como unpareci-do en la diferencia.34

    Por lo expuesto, consideramos que las actividades intelectuales que sedesarrollan en este perodo, finales de la dcada de 1940 y durante todo el de-cenio de 1950, no deben ser aisladas del momento histrico concreto en quese llevaron a cabo. Sin embargo, insistimos en la especificidad que estos pro-cesos asumen al interior del campo intelectual.

    RE-CONFIGURACINDEL CAMPO INTELECTUAL

    Las autonomas de los campos sociales, como escenarios de relacio-

    nes de poder y de prcticas sociales, es un componente caracterstico de la

    modernidad, adems, de un signo. El campo de produccin cultural genera

    sus propios mecanismos de regulacin, reconocimiento y legitimidad de las

    30 Rafael Polo Bonilla

    33. Para una explicacin y anlisis detallado de estos hechos, consultar el trabajo de FranciscoJaramillo, op. cit.

    34. Pierre Bourdieu, Cosas dichas, Barcelona, Gedisa, 1996, p. 143. [Subrayado mo].

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    obras culturales, como de sus sujetos y de sus instituciones. La nocin de

    campo social nos permite comprender la idea de que ninguna obra cultural

    existe por s misma, sino que se encuentra al interior de redes de relaciones

    de interdependencia. Reconstruir la historia del campo de produccin cultu-

    ral y de su relacin con el relato de la nacionalidad es parte del proyecto

    de este trabajo.

    En nuestro pas la autonoma del campo de produccin cultural e inte-lectual es frgil, pero se viene gestando y construyendo sus propias reglas delegitimacin y reconocimiento a partir de los aos veinte. Los intelectuales,en Amrica Latina, participan en el quehacer poltico y en el quehacer intelec-tual; es decir, se han movilizado en un doble registro social, el poltico y el

    cultural, al participar activamente en la invencin de las naciones, sin em-bargo, esta labor no ha sido lo suficientemente estudiada.La reconstruccin histrica del campo intelectual permite observar los

    diversos enfrentamientos que se dan en su interior, distintas estrategias des -plegadas y puestas en juego para adquirir legitimidad, y la relacin que semantienen alrededor de las problemticas, las posiciones estructuradas de losagentes culturales al interior y las tomas de posicin desarrolladas para alcan-zar la monopolizacin de la legitimidad cultural; por lo tanto, observar todosaquellos mecanismos y las tcnicas de poder que se despliegan y con los cua-

    les se realiza el reconocimiento de un texto o de un agente cultural.La cultura y la prctica intelectual que se inician en los das posterio-res a la revolucin de mayo se diferencian del perodo anterior al constituirun espacio autnomo, especialmente de institucionalizacin, de autoexpresiny autorregulacin de las prcticas simblicas con la creacin de la Casa de laCultura Ecuatoriana; esto implica una capacidad de sancin interna a las obrasculturales y la disminucin de sanciones provenientes de otros campos, espe-cialmente el poltico.

    La creacin de la Casa de la Cultura se inscribe en el perodo que n-

    gel Rama, en su texto La ciudad letrada,35 denomina como populista. Lasprcticas poltica e intelectual se encuentran profundamente penetradas unasobre la otra, adems, ambas desarrollan un discurso de profundo contenidonacionalista.

    La instauracin de un instituto cultural de Estado, director y orienta-dor, de las prcticas intelectuales, como la Casa de la Cultura, produjo comoefecto la modificacin de las reglas de la actividad intelectual preexistente, alcentralizar en torno a una poltica cultural nacional el trabajo cultural de los

    Los intelectuales y la narrativa mestiza en el Ecuador 31

    35. ngel Rama,La ciudad letrada, Hannover, Ediciones del Norte, 1984.

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    intelectuales. Con esta intervencin del Estado se modifican las estructurasdel campo y tambin las costumbres y las creencias de los receptores.36

    La poltica cultural naciente, en un sentido general, fue formulada enuno de los considerandos del decreto presidencial, en la que se menciona quela Casa de la Cultura tiene como tarea robustecerel alma nacional y escla-recerla vocacin y el destino de la patria [subrayado mo]. Se establece deeste modo un imperativo para la prctica intelectual del perodo. La tarea quese exigi: reconstruir [refundar] el cuerpo de la nacin ecuatoriana y, por lotanto, generar una identidad y relaciones simblicas de pertenencia necesariasa las nuevas condiciones polticas y sociales.

    Con la instauracin de la Casa de la Cultura se propone, al mismo

    tiempo, un modelo de nacin a edificarse y se da una tarea especfica para losintelectuales, en momentos de intensa institucionalizacin de las prcticasculturales: rehacer el orden simblico nacional. Su presencia cultural ms sig-nificativa e importancia responde a las tareas normatizadoras de las prcticasintelectuales. Refundar la patria fue un modo distinto de instituir un resur-gimiento nacionalista que acte como compensacin al concepto de nacinque se vino a los suelos en el momento de la guerra frente al Per en 1941 ydurante el gobierno de Arroyo del Ro.

    Durante este perodo no existi un movimiento cultural propiamente

    dicho, pero podemos advertir un resurgimiento nacionalista formulado en lateora de la pequea nacin de Benjamn Carrin. Fernando Tinajero, alrespecto, afirma que:

    [con] la creacin de una gran patria de cultura y libertad, no solo que nose da ni un solo paso hacia adelante, sino que se retrocede al siglo romnticoy restaura los ideales que tuvieron en Montalvo y Mera sus ms notables por-tavoces: Montalvo fue, en efecto, el campen de la prdica de la libertad bur-guesa en nuestro siglo XIX, y Mera el que lleva la palma de la defensa del pos-

    tulado de una cultura nacional.37

    Volver a los cauces de la nacin liberal del siglo XIX? En el captulosiguiente discutiremos con ms detalle este punto, pero es importante subra-yar la existencia de una voluntad poltica de ser nacin, encubierta en el tr-mino de patria.

    Cuando se estableci la Casa de la Cultura se permiti el encuentro dedos sectores antagnicos del campo intelectual

    32 Rafael Polo Bonilla

    36. En las ciudades, como Quito o Guayaquil, durante ese perodo no alcanzan el medio millnde habitantes. La mayor parte de la poblacin es rural y existe un 60% de analfabetismo.

    37. Fernando Tinajero, La fortuna de una idea desdichada, en Aproximaciones y distancias,Quito, Planeta, 1986, p. 144.

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    [] y se dio cabida en la Casa [] a los intelectuales de la burguesa y alos que actuaban co mo portavoces del campesinado y el proletariado en em-brin: por encima de las diferencias de clase, dos formas opuestas de cultura

    encontraban as la posibilidad de entenderse bajo el lema de lo nacional yabdicaban parcialmente sus respectivos proyectos histricos en nombre delilusorio objetivo de compensar con una gran cultura la pequeez material y elfracaso internacional.38

    No solo fue la gloriosa el encuentro del fraile con el comunista,como manifest en una frase clebre Velasco Ibarra, sino que, de modo an-logo, se dio en la Casa de la Cultura el encuentro entre el arquelogo JacintoJijn y Caamao (conservador), Benjamn Carrin y Juan Isaac Lovato (so-

    cialistas), Juan Cueva Jaramillo, Po Jaramillo Alvarado, etc. La misma tareapoltica se impuso en la institucin: salvar a la patria de su deshonra, evitar sudestruccin.

    Con la Casa de la Cultura se inicia un proceso de institucionalizacindel movimiento cultural de la etapa previa.39 En esos mismos aos la lite-ratura del treinta entr a su fin con la publicacin deEl xodo de Yangana en1949, del escritor ngel F. Rojas, novela con la que se sita el cierre de un ci-clo de creacin esttico-literaria, especialmente de la novela y el cuento. Elrealismo social fue una manera no aristocrtica de mirarnos, de identificarnos

    como somos y cuantos somos, es decir, fue un movimiento cultural que hizoposible la emergencia antes impensable de una cultura nacional-popular;40

    la generacin del treinta; signific, con su nombre equvoco,41 como pue-blo y como grupo letrado, el ingreso a la modernidad cultural.

    Con la fundacin de la Casa de la Cultura Ecuatoriana el realismo so-cial o, como dice Agustn Cueva, la poca de los malos pensamientos, quefueron los fundadores de la cultura realista y de nuestra modernidad toda, en-traba en suzona de penumbra: era, sin duda, la hora del ngelus.42 La zo-

    na de penumbra se encuentra identificada con la institucionalizacin de laprctica intelectual. Sin embargo, las coordenadas situadas en los estudios cr-

    Los intelectuales y la narrativa mestiza en el Ecuador 33

    38. Fernando Tinajero,De la evasin al desencanto, Quito, El Conejo, 1987, p. 65. [Subrayadomo].

    39. Agustn Cueva, Literatura y sociedad en el Ecuador: 1920-1960 (en una perspectiva latinoa-mericana), enLiteratura y conciencia histrica en Amrica Latina, Quito, Planeta 1993, p.139.

    40. Fernando Tinajero,De la evasin al desencanto, op. cit., p. 54.41. Decimos nombre equvoco porque para su nominacin se toma en cuenta el ao de nacimien-

    to de los autores y no se consideran las caractersticas del campo intelectual y cultural don-de emergen.

    42. Agustn Cueva, Literatura y sociedad en el Ecuador: 1920-1960 (en una perspectiva latinoa-mericana), op. cit., p. 140. [Subrayado mo].

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    ticos, que han puesto ms nfasis en los textos y en los autores que en las prc-ticas intelectuales y los escenarios donde se desarrollan, para nosotros indicanla clausura, momentnea como todos los procesos en la historia, de una ma-nera de entender la actividad intelectual y de autoidentificarse los intelectua-les. El intelectual ya no est mediado, para su participacin en la esfera pbli-ca, por los partidos como en los aos treinta sino por una institucin estatal.

    La zona de penumbra identificada por estos autores Agustn Cue-va, Alejandro Moreano, Fernando Tinajero, entre otros fue asociado al ago-tamiento de la novela, como forma narrativa de produccin de sentido social.Pero algunos autores de esa generacin del treinta escriben textos posterio-res, pero ya en otro momento, en otra historia. Es importante advertir los quie-

    bres, las rearticulaciones de las prcticas intelectuales en cada uno de los mo-mentos del campo intelectual; adems, hay que considerar las maneras comose habilitan y se legitiman las obras en cada uno de esos momentos. El realis-mo social dej de ser insurreccional, los subalternos se expresaban en lasvoces de los personajes de los relatos del realismo social, para convertirse,con la intervencin de la Casa de la Cultura, en patrimonio comn. Pierdesu potencial transgresivo y se legitima como la imagen de nuestro ser. Suinstitucionalizacin form parte de la estabilizacin de una imagen de lo na-cional? Forma parte de la consolidacin de un orden simblico que renun-

    ci a la crtica para subsistir?Sin duda, son aos sin grandes novelas ni grandes cuentos. En la dca-da de 1950 se produjo un descenso en la produccin literaria ecuatoriana,43

    posiblemente porque la fuerza creativa se encontraba dirigida fundamental-mente a la reconstruccin de un orden simblico nacional. En estos aosnuestra cultura presenta un espantoso raquitismo;44 como dice Cueva, conreferencia explcita a la narrativa: La dcada de los cincuenta [fue] pauprri-ma en su produccin literaria,45 o fue una supervivencia agnica de la van-guardia del treinta, cuya temtica fue disolvindose en escritores menores y

    34 Rafael Polo Bonilla

    43. En la dcada del cincuenta se manifest al respecto: [] el horizonte novelstico ecuatoria-no ha devenido en una cosa estrecha, y no precisamente porque se hayan agotado los temasesenciales, de los que la patria es una fuente fecunda; sino porque ha faltado en nuestros es-critores ms espritu de trabajo y, quizs, vocacin autntica, esa exigencia permanente queimpulsa a la superacin diaria, el deseo de perfeccionamiento y la lucha constante que ven-ce todos los problemas. Nuestros novelistas ya no escriben o lo hacen sin ningn entusias-mo. Edmundo Ribadeneira, La novela ecuatoriana en receso, enLetras del Ecuador (Qui-

    to), 73-74 (noviembre-diciembre, 1951), ao VI, 15. Solo sealo una percepcin de entre lospropios novelistas de la dcada de 1950.

    44. Fernando Tinajero, ibd., p. 68.45. Agustn Cueva, ibd., p. 138.

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    adventicios que [la] llevaron a la parodia y al pastiche.46 En la creacin cul-tural se expres el reflujo social y el momento conservador que se vivi enesos aos en el terreno de la poltica.

    En la narrativa el panorama fue gris, desolado. En cambio, fue el mo-mento de la lrica, como dice Tinajero. Se produjeron grandes obras poticascomo las de Csar Dvila Andrade, Hugo Salazar Tamariz y Jorge EnriqueAdoum.47 La poesa, y por medio de ella el poeta, es un modo radical de pre-guntar sobre el ser histrico, sobre nuestra substancia, sobre la posicin queocupamos en el mundo contemporneo. La palabra potica singulariza nues-tro destino peculiar en la universalidad, no se diluye en ella, pero tampoco sedesentiende. Sus preguntas son flechazos clavados en el corazn del presen-

    te.48

    En esos aos no solo era la patria empeada en resurgir; era el futuroque no se vislumbraba con facilidad, la ausencia de un porvenir advertido. Po-demos decir que estos poetas, especialmente Csar Dvila Andrade, fueron lavoz rebelde, de los mrgenes, contestataria de una idea de nacin que se cons-trua sin aprehender las nuevas realidades que en el mundo social emergan,ni de las sensibilidades y subjetividades sociales que les acompaan. No nosproponemos realizar un trabajo cuyo centro sea el pensamiento potico, lospoetas y el imaginario de nacin que construyen. Pero nos parece importantedejar sealado su produccin significante como un modo radical de preguntar

    sobre nuestro ser y el lugar que ocupamos en el mundo.En estos aos no tuvimos un movimiento cultural vanguardista, cues-

    tionador al orden, insurreccional. No fue un movimiento impugnador el quese agrup alrededor de la Casa de la Cultura, sino la cuidadosa labor de afian-zamiento de un orden, la reconstruccin de un orden resquebrajado, no por losefectos de una revolucin social, tantas veces prometida, sino como efecto deun gobierno desptico y de la prdida territorial e imposicin del Tratado deRo de Janeiro, a lo que se suma el viraje del proceso democrtico de la re-volucin de mayo. Era un tiempo, sin duda, reaccionario.

    Los intelectuales y la narrativa mestiza en el Ecuador 35

    46. Alejandro Moreano, El escritor, la sociedad y el poder, enLa literatura ecuatoriana en losltimos treinta aos (1950-1980), Quito, El Conejo / Hoy, 1983, p. 110.

    47. Jorge Enrique Adoum publicEcuador amargo (1949),Los cuadernos de la Tierra (1952-61). Csar Dvila Andrade: Oda al Arquitecto (1946),Espacio. me has vencido (1947), Ca-tedral salvaje (1951),Boletn y elega de las mitas (1956),Arco de instantes (1959). HugoSalazar Tamariz: Transparencia en el trbol (1948),Mi parcela de magia (1949),El habitan-te amenazado (1955), Poemas desnudos (1958), Sinfona de los antepasados (1960),Apun-tes del forastero (1963).

    48. La tradicin potica en el Ecuador es una de las tradiciones culturales ms consolidadas. Pue-de consultarse sobre este punto un artculo de Ivn Carvajal, Acerca de la modernidad y lapoesa ecuatoriana, en Kipus: revista andina de letras (Quito), 3, Universidad Andina Si-mn Bolvar / Corporacin Editora Nacional (1995): 29-47.

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    La literatura (novela y cuento) no dej de producir sentidos sociales.El empeo se centr en la construccin simblica, en la re-imaginacin de loque era antes la nacin. Era necesario volver a tener un cuerpo capaz de es-conder las deformidades que nos produjeron otros y que tampoco quisimos ci-catrizar; quisimos la herida abierta, la llaga abierta para tener autoconmisera-cin de nuestra mutilacin. La nacin que se edific no se construy desde lavitalidad del mundo social, desde los sectores subalternos, desde los exclui-dos, desde los indios. No, se construy una nacin, la patria, desde la exal-tacin indulgente de nuestro pasado.

    Cuando emergen los tzntzicos en los primeros aos de la dcada delsesenta (1962-65) lo hacen con la vitalidad y la fuerza iconoclasta, cuestionan

    la idea de patria en la bsqueda la autntica cultura nacional, como de-can ellos, para sacudir el marasmo. En su crtica al concepto anterior de na-cin, este movimiento cultural impugnador y contestatario propuso una nue-va manera de entender la funcin del intelectual y de sus tareas, y ofreci unapropuesta de cultura nacional opuesta a la elaborada por la Casa de la Cultu-ra, especialmente la de Benjamn Carrin y su teora de la pequea nacin.Fue un cuestionamiento radical al espacio normativo-institucional de la prc-tica intelectual, pero, sin embargo, trunco.

    La emergencia histrica del tzantzismo modific las relaciones de po-

    der al interior del campo intelectual y posibilit la configuracin de uno nue-vo, al instaurar otro espacio y un nuevo referente ideolgico, una relacindistinta entre el intelectual, el Estado y la sociedad, que suprima y supere esaesterilizacin de toda la posibilidad creativa del espacio cultural anterior.49

    Sobre la nueva configuracin del campo intelectual, de sus problemticas, dela funcin del intelectual y de las mediaciones que se establecieron con la po-ltica, volveremos en el ltimo captulo de este trabajo.

    36 Rafael Polo Bonilla

    49. Alejandro Moreano, ibd., p. 115. [Subrayado mo].

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    CAPTULO II

    La ecuatorianidad,preocupacin del campo intelectual

    Por parte de sus protagonistas la gloriosa fue valorada como un mo-mento decisivo de la historia nacional, donde se encontr en juego la nacio-nalidad ecuatoriana. Rehacer la nacionalidad ecuatoriana se impuso, enton-ces, como uno de los imperativos sociales y culturales ms urgentes, necesa-rios para proyectarse en el futuro, como pueblo, como nacin. Reconstruir lanarrativa de la nacin, parte central de orden simblico y del capital cultu-ral del Estado nacin, form parte de la restauracin del orden social resque-brajado. Para explicar este proceso (y los mecanismos institucionales y cul-turales con los cuales se llev a efecto) vamos a describir la reestructuracinde las problemticas del campo intelectual y de los principales discursos quese pusieron en juego.

    Antes de establecerse la Casa de la Cultura Ecuatoriana, el 9 de agos-to de 1944, como la institucin cultural rectora encargada de robustecer elalma nacional y esclarecer la vocacin y el destino de la patria,1 como se ma-nifiesta en uno de los considerandos del decreto de fundacin, el cuerposimblico de la nacin ecuatoriana fue ya objeto de una prctica reflexiva enla que se propuso la articulacin de las voces subalternas (alrededor delmestizo, el cholo, el montubio, el indio), en las novelas y los cuentos de la li-teratura del realismo social. Esta preocupacin emerge en los campos polti-co y cultural, con un resurgimiento nacionalista inmediatamente despus, con

    carcter de afirmacin urgente, de la prdida territorial en la guerra de 1941con el Per y durante el perodo de hegemona de la Casa de la Cultura. Al-gunos conceptos que articulan la reflexin y la construccin del nuevo rela-to de la nacin y que actan como coordenadas centrales del nuevo orde-namiento simblico son: ecuatorianidad, cultura nacional, nacin o patria2 y

    1. Ver nota 2, p. 20.2. En el informe de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, con motivo de cumplir sus trece aos de

    labores, Benjamn Carrin considera intercambiables los conceptos de nacin y patria: Hay

    que comenzar por ponerse de acuerdo en lo que pensamos cuando decimos patria. Nada quese refiera a Estado, a personalidad jurdica internacional, a unidad configurada dentro delconcierto poltico del mundo. Al decir patria, nacin, estamos expresando un concepto vita-lista de nacimiento, de vida [] pero no transitorio sino, dentro de la relativa eternidad hu-

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    mestizaje, conceptos con los que se elabora el discurso sobre la nacionalidado la identidad nacional ecuatoriana en esos aos. Esta tarea fundacional, de in-vencin de un cuerpo simblico, la lleva a cabo el grupo letrado con susprcticas interpretativas, semiticas, con la re-elaboracin de la historia ecua-toriana. La necesidad de la reconstruccin del orden simblico es clave paralegitimar el ejercicio del poder pero, sobre todo, es una necesidad que emanadel cuerpo social de armarse de referentes culturales para significar su expe-riencia individual y social.

    Los intelectuales se encuentra situados histrica y socialmente al par-ticipar de un universo de problemas, de referencias a acontecimientos polti-co-sociales y culturales; o sea, participan de un conglomerado de inquietudes,

    de perplejidades, de temas obligados, que se constituyen en interior del cam-po intelectual en objetos de reflexin o de imaginacin esttica o potica. Launidad de una poca hay que situarla a nivel de la[s] problemtica[s] queestructuran los problemas y los objetos de reflexin reconocidos como legti-mos y que se imponen a los intelectuales como una labor ineludible:

    la razn que un pensador pertenezca a su poca, de que este situado y fe -chado [] son, ante todo, las problemticas y las temticas obligadas en y porlas cuales piensa [] La temtica y la manera propias de un creador partici-pan siempre del tpico y la retrica, como un conjunto comn de temas y deformas, que definen la tradicin cultural de una sociedad y de una poca.3

    Las producciones culturales como libros (de novela, cuento o poesa),ensayos, obras pictricas as como los discursos oficiales de las institucionesculturales, interiorizan las problemticas como una tarea por hacer, con lacual adquieren cierta legitimidad, es decir, estructuran la prctica intelectualcomo un espacio de relaciones objetivas determinado por las tomas de posi-cin que se realice con respecto a ellas. Las problemticas actan como el es-

    cenario posible de pensamientos,4

    coordenadas bsicas desde las cuales sepiensa, y de prcticas institucionales y sociales, o sea, vuelve contemporneaal conjunto de obras y prcticas.

    38 Rafael Polo Bonilla

    mana, permanente, estable. No como programa poltico variable o invariable, no como am-bicin imperial, por modesta que sea. Con vida y anhelo de vida. Con razn de vivir, y porqu vivir, y de querer vivir [pp. 13-14]. Trece aos de cultura nacional. Informe de laboresdel Presidente de la Institucin, agosto 1944-agosto 1957, Quito, Casa de la Cultura Ecua-toriana, 1957. [Subrayado mo].

    3. Pierre Bourdieu, Campo intelectual y proyecto creador, op. cit., p. 177. [Subrayado del au-tor].

    4. Manuel Cruz,Del pensar y sus objetos, sobre la filosofa y la filosofa contempornea, Ma-drid, Tecnos, 1988, p. 40.

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    Si bien las problemticas permiten la reconstruccin de la toma de po-sicin que los agentes sociales (los intelectuales, los artistas) y las institucio-nes (centros culturales, universidades, etc.) llevan a cabo al interior del cam-po cultural e intelectual, stas no se encuentran aisladas de los conflictos, deun estado de la relacin de fuerza objetiva, del mundo social. Se instituyen enun doble movimiento: por una parte, la historia singular del campo desde suemergencia hasta alcanzar una autonoma ms o menos relativa respecto aotros campos, con una herencia acumulada de problemas, de tradicionestericas e intelectuales; y, por otra parte, por la refractacin de los problemasexteriores al campo, especialmente los polticos que se traducen en objetos deconocimiento y reflexin. La pertenencia al campo intelectual por parte de los

    agentes o instituciones culturales solo se hace posible con el conocimiento yel reconocimiento de las problemticas prevalecientes como legtimas.En el proceso de configuracin del campo intelectual, entre los proble-

    mas que lo han caracterizado respecto a lo nacional, el que ms ha inquie-tado es el que trata de identificar, describir y analizar los rasgos distintivos olas peculiaridades de la identidad y cultura nacional ecuatoriana, esto es, lanacin se ha configurado como un objeto de pensamiento central, como ta-rea de construccin prctica y de invencin narrativa. No hay una toma de po-sicin con respecto a la nacin que no sea en un mismo movimiento un he-

    cho poltico, una apuesta poltica por determinados intereses de clase, y de le-gitimacin de un ejercicio de poder efectivo, dominacin simblica y de laelaboracin de un relato de su historia.

    Los intelectuales de esta manera se ubican en un doble registro social:el poltico y el cultural, historia contada de modo lateral con respecto a suprctica social oscurecida por una gran cantidad de mitos, pretensiones, repre-sentaciones equvocas y reduccionismos lacerantes. La relacin de los intelec-tuales, de su participacin, y la nacin ser tratada en el captulo cuarto; porahora es importante anotar que la invencin de la nacin ha sido una ta-

    rea que los intelectuales ecuatorianos han llevado a cabo, la cual se realizadesde un lugar social, institucional y al interior de tradiciones tericas e inte-lectuales, con un conjunto de procedimientos y que obedece a una estrategiade integrar espacios sociales y de instituir un orden simblico legtimo y legi-timante; en otras palabras, la preocupacin de la nacin responde a una es-trategia de construccin del mundo circundante en la configuracin del Esta-do nacional ecuatoriano. Al respecto Jussi Pakkasvirta manifiesta que la ideade nacin es el producto de la imaginacin subjetiva y de las estructuras so-ciales, una comunidad poltica y culturalmente imaginada.5

    Los intelectuales y la narrativa mestiza en el Ecuador 39

    5. Jussi Pakkasvirta, Un continente, una nacin?, intelectuales latinoamericanos, comunidadpoltica y revistas culturales en Costa Rica y en el Per (1919-1930), Soumalaisentiedeaka-

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    ***

    Si bien es cierto que la problemtica central en el campo intelectual, yen la prctica poltica, desde el liberalismo poltico del siglo XIX, ha consti-tuido la construccin de la nacin ecuatoriana, en el perodo de 1944-1962se comprendi su significacin en el campo intelectual alrededor de la defini-cin de la ecuatorianidad. La lucha por alcanzar la definicin legtima de lanacin y con ella de la posibilidad de hacer y deshacer las representacionessimblicas sobre el espacio social y la jerarquizacin de los agentes socialesque la conforman se desarroll entre las distintas posiciones intelectuales in-mediatamente despus de conocerse la prdida de la guerra. En este enfrenta-

    miento encontramos dos posiciones diferenciadas que, enfrentadas por insti-tuir su punto de vista como legtimo, co-participan de algunos elementos cen-trales con los cuales construyen su definicin (como un discurso teleolgicode origen, una perspectiva racial, y en la sistemtica negacin del otro,6 es-pecialmente del indio, adems que ambas elaboran relatos nacionales): lahispanista, que toma como referencia para su elaboracin las tradiciones yculturas hispnicas y su impronta en nuestra cultura; y, aquella que define a lanacin como mestiza, considerndola como una sntesis asimtrica de loselementos indgenas y blanco-espaoles.

    Durante los aos inmediatos al proceso restaurador, entre 1941 y 1944,se combate por el orden simblico nacional y se enfrentan las distintas po-siciones en el interior del campo intelectual por alcanzar el monopolio de lalegitimidad en la definicin de la nacionalidad ecuatoriana; es decir, se en-tabla una lucha por el ejercicio de la violencia simblica y por la imposicinde las representaciones del mundo social, lo nacional, como legtimas, ver-

    40 Rafael Polo Bonilla

    temian Toimituksia, Annales Academiae Scientiarum fennicae, Sarja-ser, HUMANIORA, ni-de-tom, 290, Saarijrvi, 1997, p. 17. [Subrayado del autor].

    6. La negacin del otro se lleva a cabo en un triple movimiento: primero, el conquistador, elcriollo y por ltimo, el blanco mestizo se diferencia del otro respecto de s mismo; segun-do, esta diferenciacin, atraviesa el conjunto de prcticas y de representaciones sociales, seacompaa con la desvalorizacin, exclusin y desconocimiento del otro, y por ltimo, se losita jerrquicamente en el pasado primitivo, en la ignorancia y en la incapacidad de ejer-cer su soberana. Con respecto a su sistemtica exclusin, la representacin usual que preva-leci a fines del siglo XIX y durante gran parte del siglo XX con respecto al indio fue el con-siderarlos [] como entes ingenuos, criaturas simples que no alcanzan a devenir adultas[] dejados por cuenta propia son seres desprovistos de voluntad e incapaces de expresar-

    se, menos an de asumir su propia defensa [p. 198]. Andrs Guerrero, Una imagen ventr-locua: el discurso liberal de la desgraciada raza indgena a fines del siglo XIX, enImge-nes e Imagineros, representaciones de los indgenas ecuatorianos, siglos XIX y XX, Quito,FLACSO, Sede Ecuador, 1994.

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    daderas; en suma se lucha por imponer una visin del mundo.7 Hablar con au-toridad y legitimidad sobre la nacionalidad ecuatoriana es a la vez una ga-ranta para viabilizar un proyecto poltico cultural de construccin de la na-cionalidad. Los principales protagonistas de este enfrentamiento, que eviden-cia las posiciones en el interior del campo intelectual, son: por una parte, Ca-milo Ponce Enrquez y Jacinto Jijn y Caamao (como los representantes mssobresalientes de la interpretacin hispnica), y Benjamn Carrin (como elprincipal exponente del liberalismo democrtico que propone la construc-cin de una nacin mestiza). A continuacin realizaremos breves descrip-ciones de lo que ellos entienden como nacin, de los signos distintivos conla cual la identifican y los conceptos centrales que la definen, con el objetivo

    de establecer semejanzas y diferencias de sus tomas de posicin en torno a ladefinicin de la ecuatorianidad.8

    La interpretacin hispnica constituy en sus inicios una respuesta yuna oposicin a la corriente indigenista de los aos treinta. A pesar de que al-gunos autores admitieron a la cultura como mestiza, ellos manifestaron que laverdadera fuerza de la nacionalidad, su esencia cultural es provista por lacultura hispnica que es claramente superior a las culturas indgenas en la me-dida en que estas ltimas ignoran los valores eternos de la condicin huma-na; adems, afirmaron que los valores cristiano-espaoles eran la sustancia es-

    piritual de la nacin.9 El nico proyecto civilizatorio por ellos reconocidosera el cristiano-catlico occidental.

    Camilo Ponce Enrquez, representante en el escenario poltico de estacorriente, en su discurso pronunciado en Quito, en la Universidad Central el18 de diciembre de 1941, en honor al Arzobispo de Quito, Carlos Mara dela Torre, reitera que la religin catlica y la patria son conceptos inseparablesy desde los cuales se edifica la nacionalidad ecuatoriana, o ecuatorianidad.

    Volvamos los ojos hacia atrs para encontrar la historia propia, corregir

    el presente y preparar el futuro, y, para ser de veras grande, empecemos por notraicionar la potencia de una raza que supo, cual ninguna, mantener en altola Cruz y la espada como smbolos de amor y de justicia y que, al producir en

    Los intelectuales y la narrativa mestiza en el Ecuador 41

    7. Las luchas sobre la identidad tnica o regional, es decir, respecto a propiedades [] vincu-ladas en su origen al lugar de origen y sus seas correlativas, como el acento, constituyen uncaso particular de las luchas de clases, luchas por el monopolio respecto al poder de hacerver y hacer creer, hacer conocer y hacer reconocer una visin del mundo [p. 88]. PierreBourdieu, Qu significa hablar?, Madrid, Akal, 1985. [Subrayado del autor].

    8. No se puede olvidar que una problemtica instala visibilidades e imposibilidades de visin,indica lo interno y su exterioridad, es decir, construye fronteras de aquello que va a entender-se como propio y como ajeno.

    9. Jorge Larran,Modernidad, razn e identidad en Amrica Latina, Santiago de Chile, Edito-rial Andrs Bello, 1996, p. 160.

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    nosotros los resultados de su benfico influjo, hizo nacer nuestra nacionalidadecuatoriana al amparo de esa sagrada triloga de Dios, Patria y Libertad quefue el grito de lucha de nuestros mayores, amplia garanta de supervivencia y

    de xito de nuestra vida pblica, ahora enferma de anemia justamente porquelas generaciones recientes olvidaron los conceptos y las prcticas que hacen dela actuacin humana un fin divino.10

    Para robustecer la ecuatorianidad, argumenta Camilo Ponce, se hacenecesario volver al pasado hispnico, retornar a las fuentes, es decir, vol-ver los ojos a la madre patria; acto acompaado con la ficcionalizacin delorigen como el lugar fundante de nuestro espacio histrico, nico punto departida desde el cual se hace posible explicar con certidumbre la sustan-

    cia espiritual de la nacionalidad ecuatoriana. El relato levantado se encuen-tra encaminado a dar hechos para afirmar la herencia hispnica como una he-rencia de civilizacin que implcitamente lleva consigo, recuperar sus valoresms altos como el espritu cristiano y la obediencia a la patria. Debemos sen-tirnos orgullosos de su influjo, el estar iluminados por la luz de la civiliza-cin porque no es

    pequeo blasn pertenecer y afirmar que se pertenece a un Imperio Cat-lico, universal y religioso, poltico y espiritual que llev la Cruz a los rincones

    an no visitados por el lito (sic) de la caridad cristiana ni por los resultadosdel perfeccionamiento de la cultura. Los escritores del Siglo de Oro, los hroesde la epopeya, las grandes eminencias sociales de Espaa; su arte, su cienciay, sobre todo, su espritu son nuestros, sufecunda y anticipadapoltica social,uno de los monumentos ms cabales que el genio del hombre de gobierno ha-ya aportado a la solucin a las cuestiones sociales desde hace cuatro siglos, co-sa comprensible solamente por lapermanencia de los conceptos de justicia ypor la recta aplicacin de los postulados cristianos.11

    Para Ponce Enrquez el rescate de la nacionalidad ecuatoriana soloes posible con la prctica de justicia a los que conduce necesariamente la apli-cacin de los postulados cristianos. La nacin solo saldr de su crisis si re-torna al cauce de la buena moral, con la restitucin en el cumplimiento de losdeberes morales, familiares, pblicos y privados12 por parte del ciudadano,en vez de utilizar su tiempo en la incitacin a la pequeez, del odio, de lo ne-gativo13 en contra de la dignidad, de la ecuatorianidad. La nacin ecuato-

    42 Rafael Polo Bonilla

    10. Camilo Ponce Enrquez, La ecuatorianidad,El Oriente Dominicano: revista mensual ilus-trada (Quito), 106 (enero, 1942), ao XV, p. 6.

    11. Ibd., p. 5. [Subrayado mo].12. Ibd.13. Ibd.

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    mente afirma, De todos modos no fue Atahualpa el fundador de la naciona-lidad ecuatoriana.18

    La nacionalidad ecuatoriana nace con la fundacin de la villa de SanFrancisco de Quito, desde la cual se principia la obra de la constitucin de-finitiva de la nacionalidad [porque desde ella] parten las comisiones coloniza-doras en todas direcciones, a los Pastos y Quillacingas, a los Quijos, hacia elmar del Sur, por Guayaquil y Manab.19 Desde Quito, argumenta Jijn yCaamao, se expande la civilizacin, es el centro que ilumina expandindose,y considera que una de sus grandes conquistas fue el descubrimiento delgran Ro Amazonas.

    Pero qu clase de nacionalidad es la que entonces se funda?, se pregun-ta Jijn y Caamao Es netamente hispnica, como mucho que cuente con elelemento indgena, como mano de obra y materia prima de sus realizaciones[] [el arte de los antiguos pueblos] no ejerce influjo en el Reino de Quito.20

    La independencia y la lucha por la libertad no han sido protagonizadaspor indgenas: Jams una aspiracin de raigambre aborigen ha influido enla marcha de los acontecimientos;21 la historia la han realizado los criollosque no han renegado de la herencia civilizatoria de Espaa. Si en la historia

    han existido mestizos que han sido influyentes en la vida cultural y poltica,esto se explica porque su mente, su espritu, fue hispano22 y seala a Espe-jo y Montalvo como muestras representativas de lo mencionado. Las peculia-ridades de la ecuatorianidad, sealadas por Jijn y Caamao, son su espritureligioso, la lucha por la libertad,23 la hacienda y ser un pueblo artesanal yagrcola.24

    El nico modo como el Ecuador pueda retomar su destino histrico, ar-gumenta Jijn y Caamao, es restituyendo sus valores morales:

    44 Rafael Polo Bonilla

    bridor, llega afundar unReino, se crea, en embrin, una nacionalidad.Ibd., p. 12. [Subra-yado mo].

    18. Ibd., p. 15.19. Ibd., p. 16.20. Ibd., p. 17. [Subrayado mo].21. Ibd., p. 17. [Subrayado mo].22. Ibd., p. 18.23. Otra de las caractersticas de la nacionalidad es la energa y el valor conque defienden sus

    derechos [como muestran la insurreccin de] las Alcabalas y los Estancos; la guerra de inde-pendencia, las revoluciones de 1859 y la de la Restauracin y la reaccin nacional contra elAlfarismo de 1911.Ibd., p. 28.

    24. Ibd., pp. 22-28.

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    No est llamado el Ecuador al destino de las grandes potencias, pero s auna holgada existencia autnoma. [] Necesitamos una educacin que afian-zando la unidad espiritual de la nacin, eleve los sentimientos e inclinaciones

    de la nacionalidad, de acuerdo con las tendencias, hacia lo noble, lo heroicoy generosos, que robustezca la fe en nuestro destino de pueblo que ha de valerpor sus valores morales, o ha de ser juguete de sus vecinos ms poderosos.25

    Para la corriente hispnica la nica fuerza cultural que reconocen es laproveniente de la colonizacin espaola. Acaso no legitima con esos relatosla dominacin poltica de los grupos terratenientes y agroexportadores? Ade-ms, afirman los mecanismos de exclusin no solo para los indgenas, sinoque desvalorizan a los grupos mestizos. La perspectiva hispnica del relato

    de la nacin afirma constantemente la importancia de la herencia occidental,como fundamento y como punto de partida de la ecuatorianidad. Este discur-so que se afirma en el romanticismo de fines del siglo XIX no va a ser desti-tuido en las discursividades de la nacin en el decurso del siglo XX.

    Entre la historiografa existente que versa sobre la nacionalidad ecua-toriana la figura de Benjamn Carrin26 ocupa un lugar central. Se le conside-ra como el maestro, el suscitador, el padre de la cultura nacional. Lapreocupacin permanente que encontramos en su obra versa sobre el desti-no de la patria; preocupacin que le permite elaborar un relato sobre la na-cin mestiza. La obra ms importante escrita, en estos aos de intenso en-frentamiento por alcanzar el monopolio de la legitimidad cultural, son susCartas al Ecuador, que public peridicamente en el diario capitalinoEl Da,de 1941 a 1943, y que fueron recopiladas ms tarde en forma de libro y pu-blicado en 1943.

    En este libro Benjamn Carrin elabora su concepto de ecuatorianidaden el marco de un resurgimiento, de un renacer tico de los valores de la pa-tria, con la denuncia del engao y la arbitrariedad por parte de quienes gobier-

    nan el pas y su falta de espritu patritico. Las cartas son un testimonio, diceel autor de simples reflexiones de leal patriotismo ansioso de afirmacin yconstruccin.27

    El signo distintivo de la ecuatorianidad para Benjamn Carrin, se si-ta en primer trmino con el tropicalismo, idea vitalista a la cual considera elsigno nacional irrecusable, autntico.

    Los intelectuales y la narrativa mestiza en el Ecuador 45

    25. Ibd., p. 32. [Subrayado mo].26. Compartimos la inquietud de Michael Handelsman cuando seala la escasa bibliografa exis-

    tente sobre Benjamn Carrin, a la que agregamos que la existente se encuentra entre la apo-loga directa al maestro o la detractacin de su labor.

    27. Benjamn Carrin, Cartas al Ecuador, op. cit., p. 56.

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    Tropicalismo [es la] expresin y fijacin de realidades vitales. Tropicalis-mo es ecuatorianidad[]Tropicales, eso somos [] Es nuestra realidad f-sica. Nuestra realidad biolgica. Nuestra realidad econmica. Nuestra realidad

    integral.28

    Pero los das que se viven a fines de 1941 eran das de desaliento, dederrota moral, de desconfianza en los referentes simblicos nacionales exis-tentes. Las representaciones simblicas que sirvieron como referente cultural,identificadas por Erika Silva como el mito del seoro sobre el suelo,29 en-tran en crisis, sobre todo cuando la urgencia de la realidad durante la guerracon el Per puso a prueba sus certidumbres, sus certezas y se evidencian sudebilidad, su falta de reconocimiento social; as, la legitimidad cultural de laque gozaban qued en ruinas, y ya no eran capaz de movilizar a la poblacin.La prdida de legitimidad de lo que se haba entendido como nacin en esosmomentos fue al mismo tiempo la prdida de las referencias bsicas desde lascuales se la delimitaba su espacio social; la identificacin y pertenencia a eseespacio simblico parecen diluirse.

    Afirmarnos como patria, argumenta Carrin, solo se hace posiblecon el rescate de la sustancia, de la esencialidad de lo ecuatoriano que seencuentra olvidada, abandonada, sin formar parte del lenguaje de la tribu, de

    la cotidianidad. Carecemos de memoria histrica:Todo lo ignoramos, porque todo se nos ha ocultado. Cuando, adems de to-

    dos los mitos, de todos los idola fora de estas seudodemocracias, se cre en-tre nosotros el mito fatdico del secretismo, se excluy definitivamente al pue-blo del gobierno y la direccin nacional. Se mat la democracia, cuya esenciaes el libre examen, la discusin libre dentro de la inmensa gora nacional detodo lo que le interesa al pueblo: problemas, posibilidades, proyectos, alegrasy dolores. Se mat la democracia porque se consigui desinteresar al pas desus problemas esenciales.30

    En el acto de rehacer la historia nacional, en el rescate de esas esenciasolvidadas, es donde se produce el quiebre, el desplazamiento y se abre la po-sibilidad de realizar una sistematizacin explcita del nuevo mundo simbli-co: la nacin mestiza.

    46 Rafael Polo Bonilla

    28. Ibd., p. 68. [Subrayado del autor]. A esta idea del tropicalismo parece oponerse Jijn y Caa-mao en su conferencia cuando manifiesta: El trpico es un estorbo para el arraigamiento

    de la cultura occidental, p. 10.29. Erika Silva,Los mitos de la ecuatorianidad, Quito, Abya-Yala, 1992, p. 19.30. Benjamn Carrin citado por Michael Handelsman, En torno al verdadero Benjamn Ca-

    rrin, Quito, El Conejo, 1989, pp. 95-96. [Subrayado mo].

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    Entre los principales atributos de la nacionalidad ecuatoriana, seala-dos