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Por el Rev. Luigi Villa Th. D. Editrice Civiltà - Brescia MARTIN LUTERO MARTIN LUTERO homicida y suicida homicida y suicida

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Por el Rev. Luigi Villa Th. D.

Editrice Civiltà - Brescia

MARTIN LUTEROMARTIN LUTEROhomicida y suicidahomicida y suicida

OPERAIE DI MARIA IMMACOLATA- Editrice Civiltà - BresciaVia G. Galilei, 121 - 25123 Brescia Tel. e Fax: 030 37.00.00.3

www.chiesaviva.com - e-mail: [email protected]

«Yo no admito que mi doctrina pueda ser juzgada por alguno,

ni siquiera por los Ángeles..Quien no recibe mi doctrina

no puede alcanzar la salvación».

(Martín Lutero, Weim., X, P. II, 107, 8-11)

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¡E ntonces se podría decirque Lutero está en el in-fierno! He aquí los moti-

vos principales: él fue un “homici-da”, y es por esto que Lutero debiórefugiarse en un convento, comoveremos más adelante; y murió“suicida”, ¡después de otra nochede orgía!Pero primero tratemos, brevemen-te, acerca de su vida.Lutero nació en Eisleben, Sajonia,el 10 de noviembre de 1483. Era hi-jo de un minero. La familia se tras-ladó a Mansfeld, la ciudad de losmineros, seis meses después de sunacimiento. Aquí, Martín transcu-rrió sus primeros 14 años frecuen-tando las escuelas privadas loca-les.. Luego frecuentará, durante unaño, la escuela capitular de los ca-

nónicos, en Magdeburgo y, al añosiguiente, la escuela de San Gior-gio, en Eisenach. A la edad de 18años entró a la universidad de Er-furt para estudiar filosofía y dere-cho. Era el año 1501. En 1505 era ya“Magister Artium”, es decir Doc-tor en Filosofía. En el mismo año,en mayo, iniciaba el estudio delDerecho, ¡pero sólo por alrededorde seis semanas!Ahora pasemos a su otra “entradaen religión”, el 2 de julio de 1505,que tuvo lugar «no tanto por habersido atraído, sino por haber sidoarrastrado »! (“non tam tractusquam raptus”); y esto no por untrauma debido a una violentísimatormenta cerca de Stotternheim, enel cual habría faltado poco paraque pereciera1, sino porque…

Martín LuteroMartín Luterohomicida y suicidahomicida y suicida

1 Lutero mismo lo hizo creer cuando dijoque su entrada en el convento «fue invo-luntaria, por el temor de una muerte sú-bita» (Cfr. Wa W 8, 573, 31). Hay que des-tacar, sin embargo, que Lutero hablo de”temor de la muerte” aun cuando se refe-

ría a una grave herida de espada que se ha-bría hecho mientras estaba en camino, conun compañero suyo, en las cercanías de Er-furt. ¡Habría ciertamente muerto si un mé-dico no hubiese curado la herida a tiempo!

Por el Rev. Luigi Villa Th. D.

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Sigamos, aquí, los pasos del juristaDietrich Emme que, en 1983, pu-blicó un libro titulado: “MartinLuther, Seine Jugend und Stu-dienzeit 1483-1505. Eine doku-mentarische Darstelleng” (= Mar-tín Lutero: La juventud y los añosde estudio desde 1483 al 1505.Bonn 1983, Dm 69)2.

11°°MARTÍN LUTERO

“HOMICIDA”

Y bien, en su libro, el dr. DietrichEmme afirma que Lutero entró enel convento sólo para no caer bajograves sanciones jurídicas, en lasque habría incurrido luego de ha-ber matado, en un duelo, a un co-lega de estudios.El Autor del libro arriba indicadodescribe así el “hecho” que noso-tros, aquí, sintetizamos: Lutero - es-cribe - no se hirió por sí solo, sinoporque se había batido en duelocon ese compañero.. Entonces, Lu-tero era “Bachiller” de la facultadde Filosofía. Tras este duelo, sinembargo, debía abandonar la céle-bre “Burse Porta-Coeli” de Effurt(del colegio “Amplonianum”) e ir arefugiarse en la poco estimada“Burse” de San Giorgio. Hay que saber que los estudiantes

ya graduados - a partir del “Bachi-llerato” - tenían derecho de portarla espada, pero no podían haceruso de ella, so pena de un gravecastigo. Todos los universitarios,por ello, debían jurar someterse aesta orden.. No obstante, los litigiosentre ellos, aún a mano armada,eran muy frecuentes. Incluso lasdisputas de los exámenes, con fre-cuencia, eran continuados con la

2 Los dos historiadores más competentes,en Alemania, acerca de la vida de Lutero yde los tiempos de la Reforma, es decir elDr.. Theobald Beer y el Prof. Remigius

Baumer, han corroborado tanto el material,como los documentos nuevos del Dr.. Die-trich Emme, recomendando también supublicación.

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espada. Por esto, los examinandos,antes del examen, ¡debían jurar novengarse por las “notas” recibi-das! Pero en los libros de los Deca-natos de las Universidades medioe-vales figuran muchos decesos deuniversitarios luego de los exáme-nes, ¡justamente por el uso de lasarmas!

En seguida que Lutero hubo dadosu examen de “Magister” de la fa-cultad filosófica, ocurrió una muer-te misteriosa: la de un cierto Jérô-me Buntz, que había dado tambiénél, con resultado positivo, el exa-men de “Magister”, junto con Lu-tero y otros 15 candidatos. Y bien,

él ¡murió justamente tras el exa-men y la promoción a “Magister”!El Autor arriba citado escribe queLutero y Buntz se encontraron enduelo, ¡y que Lutero hirió mortal-mente a su compañero! (¿Necesi-dad de defensa?.. ¿Acción pasio-nal?..).Hay que tener presente que Luteroya se había batido en otro duelocerca de Erfurt, del cual había sali-do malherido; pero, con este se-gundo duelo, en el cual mató a sucompañero de estudios, JérômeBuntz, la situación se precipitó. Lu-tero, para escapar a la condena amuerte, fue a su protector y amigoJohannes Braun, vicario colegialen Eisenach, para pedirle consejo.Fue en junio de 1505. Braun lo ins-tó a entrar en una Orden religiosa,¡para evitar un proceso judicial!Y así Lutero, el 17 de julio de 1505,ingresó en el convento de los “Ere-mitas Agustinos”, entonces cubier-to por el “derecho de asilo”!3Aquí, quisiera recordar al famoso“Ludovico” de manzoniana me-moria, que ingresó también él enun convento – luego de haber he-cho un agujero en el vientre a ese

3 Con el nombre de “Asilo”, desde tiem-pos remotos, se designaba a un lugar alcual le es conexo el privilegio de poner acubierto de toda persecución a quienquie-ra se hubiese refugiado allí; ordinariamenteun lugar sacro, considerado, entonces, bajola particular potestad, tutela y venganza dela divinidad. Se llama, “Derecho de Asilo”la inmunidad misma de la cual gozan esos

lugares o edificios y, por tanto, la inmuni-dad así participada a la persona que allí serefugia. De ellos se seguía que un lugar sa-cro era sustraído a la jurisdicción del Esta-do y caía bajo la jurisdicción eclesiástica(can. 1160). Esta institución jurídica es an-tiquísima (Cfr. “Enciclopedia del Cristia-nismo”, Casa Editrice Tariff-Roma).

«Yo he sido un gran bribón y un homicida».

(Martín Lutero, WA WW 29,50,18)

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“señorito”! – de donde, sin embar-go, arrepentido y renovado en elespíritu, salió con el nombre de“Fray Cristóforo” de santa memo-ria!Lutero, en cambio, se hará tam-bién él, sí, “fraile”, pero, aunquereo confeso de su delito, permane-ció siempre un fraile inquieto yturbado! Lo dirá él mismo en unade sus prédicas del año 1529: «Egofui, ego monachus, der mit Ernstfromm wollt sein. Sed je tiefferich hin ein gangen bin, yhe eingrosser bub et homicida fui» (= Yofui, de monje, uno que quería serseriamente piadoso. En cambio,me hundí aún más: fui un granmalvado y homicida - WA W29,50,18).

Y en otra distendida conversaciónde Lutero, transcripta por VeitDietrich, se lee: «Singulari Deiconsilio factum sum monachus, neme coperent. Alioqui, essem faci-llime captus. Sic autem non pote-rant, quiaes nahm sich der ganzeorden mein an» (= Por un singularconsejo de Dios me he hechomonje a fin de que no me arresta-ran. De otro modo, habría sido fá-cilmente arrestado! Pero así no pu-dieron, porque toda la Orden seocupaba de mí – WA Tr 1,134,32).La edición (de las obras de Lutero)de Weimar, se abre con su primerTratado, redactado por él mismo,que comienza así: «Tractatulusdoctoris Martini Lutherii, Ordina-ri Universitatis Wittembergensis.

Martín Lutero.

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De his qui ad ecclesias confugiunttam indicibus secularibus quarEcclesiae Rectoribus et Monaste-riorum Prelatis perutilis» (= Unbreve Tratado del dr. Martín Lute-ro, ordinario de la universidad deWittenberg, sobre aquellos quehuyen en las iglesias; muy útil

tanto para los jueces seculares, co-mo para los rectores eclesiásticos yprelados de los monasterios).Este tratadillo anónimo, vio la luzen 1517, mientras la edición de1520 apareció con el nombre de Lu-tero. Ahora, todo hace pensar que

ese Breve Tratado fuera impreso,por primera vez, en el mismo añoque Lutero expuso sus 95 tesis,con el objetivo de una justifica-ción personal. De hecho, en el mis-mo se hace mención de que, segúnla ley de Moisés, quien mata a unhombre sin que hubiera sido suenemigo, por error y sin premedi-tación, no es reo de muerte!4

22°°MARTÍN LUTERO “SUICIDA”

Ya hemos dicho que Lutero, a pe-sar de haberse hecho “fraile”, notuvo jamás paz interior, sino queatravesó continuos períodos decrisis, de luchas morales y de an-gustias de espíritu espantosas.También esto puede hacer pensarque su entrada en religión haya si-do el fruto de una “vocación” muydiscutible, y más bien resultadodel temor a un seguro proceso yuna segura condena, incluso amuerte, y no ciertamente, entonces,de una llamada divina, ni una ne-cesidad interior de soledad y deoración!Una crisis, que se hizo siempre másacentuada con el andar de los años,hasta llevarlo… ¡al suicidio!El psicoanalista M. Roland Dal-biez, en su estudio sobre “La an-gustia de Lutero”, le atribuye

«Estos idiotas de as-nos (católicos) no co-nocen más que lastentaciones de la car-ne. (...). En realidad,para estas tentacionesel remedio es fácil:hay todavía mujeres yjovencitas...».

(Martín Lutero)

4 Cfr. WA W 1,3; 4 Mosè XXXV, 5 - Moisés XIX, 4 - Josué XX.

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«…una neurosis de angustia gra-vísima, tan grave que uno puedepreguntarse si no ha sido debida aun estado-límite en la frontera en-tre la neurosis, por una parte, y el“raptus suicida”, por otra, un au-tomatismo teleológico anti-suici-da». Es un texto de un psicoanalista, enla línea del pensamiento de Freud,que querría insinuar una “no-liber-tad” de un Lutero enfermo de losnervios..Ahora, esto podría tal vez explicarpor qué Lutero, para huir a la vozde su conciencia y sofocar en él lacontinua angustia, haya tomado latesis - ¡falsamente atribuida a SanAgustín! – acerca de la “justifica-

ción” mediante la sola Fe, sin lasobras, gracias al sacrificio de Cristoque ha llevado sobre Sí los peca-dos de los hombres..Leamos, aquí, el texto de Lutero(un poco retorcido):

«Tienes que mirar a Cristo cuandoveas que tus pecados se te pegan;tí, entonces, estarás como al reparofrente a los pecados, a la muerte yal infierno. Tú debes decir, enton-ces: mis pecados no son míos, por-que ellos no están en mí, sino enotro, esto es, en Cristo, por lo queno pueden dañarme. Se requiereun esfuerzo extremo, en efecto, pa-ra poder aferrar estas cosas a travésde la Fe y creerlas hasta el punto dedecir: yo he pecado y yo no he pe-cado, a fin de que sea vencida laconciencia, esta dominadora poten-tísima que a menudo ha arrojado alos hombres a la desesperación, alcuchillo o a la cuerda»5… «Es cono-cido el ejemplo de un hombre que,

Martín Lutero.

«Si la esposa descuida su deber

(sexual), la autoridad temporal

la debe obligar, o aún

condenarla a muerte».

(Martín Lutero)

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atormentado en su conciencia de-cía: ¡yo no he pecado! En realidad,la conciencia no puede estar tran-quila sino cuando los pecados sonalejados de su mirada. Es necesa-rio, entonces, que ellos sean aleja-dos de tu mirada, de modo tal quetú mires no lo que has hecho, notu vida, no tu conciencia, sino aCristo…»6.

Está claro que un tal texto no tienenada de automático, por el contra-rio es un razonamiento muy sofisti-cado; ¡es un rechazo de la verdad!

Yo he pecado - dice Lutero - peroyo no quiero reconocerlo. Ahora,esto es un zambullirse en la menti-ra, es querer auto-sugestionarse; ¡escomo un admirarse en cada peca-do y en cada error, silenciando laconciencia como Caín frente a supecado!

5 «Est autem maximus labor posse haec itafide apprhendere et credere ut dicas: pecca-vi et non peccavi, ut sic vincatur conscien-cia, potentissima domina quae saepe ad

desperationem, ad glaudium et ad laqueumhomines adigit».6 Cfr. “In Esaiam prophetam scholia”, c.53.

Caterina von Bora, ex monja cisterciense y esposa de Lutero.

«La razón por la quebebo cada vez más,por la que hablo ca-da vez más licencio-samente, por la quebanqueteo cada vezmás frecuentemente,es la de burlar al dia-blo que quiere mo-lestarme».

(Martín Lutero)

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Por supuesto, ¡ni siquiera Lutero setranquilizó con la invención de esa“justificación” mediante la solaFe! Ni él mismo ha adherido a ellaplenamente, porque sabía muy

bien que se había “fabricado” supropio sistema religioso y moral,y por ello bien sabía que era todouna mentira, como la del niño quedice a la madre, poniéndose colora-do: «¡No fui yo!».No obstante, este odio suyo contrala conciencia no puede ser cierta-mente de origen divino y tampocohumano, ¡sino sólo fruto de unatentación demoníaca! Satanás, enefecto, sabe bien que empujando

a un alma contra la razón y la con-ciencia, ¡entra él como maestro!«¡Un pecado reconocido, es un pe-cado perdonado!» , susurraba. Yaún: «¡Para todo pecado hay mise-ricordia!».Negando, sin embargo, ser culpa-ble, uno se envuelve en un orgulloabsurdo, porque el pecado, que éldice “no cometí”, no le es perdo-nado, sino que lo persigue hastavolverse una idea fija e incluso una

fuente de neurosis, ¡por lo cual nole quedará más que el suicidio pa-ra callar la conciencia y … a Dios!¡Es como una fuga hacia adelante!Ahora, ¡éste fue el camino interiorde Lutero! Acerca de su crisis deangustia tenemos también el testi-monio de Melanchton7, el cual es-cribió: «Con frecuencia, cuando él

«Quien no se oponecon todo su corazón

al papado ¡no puede alcanzar

la eterna felicidad!».

(Martín Lutero)

Martín Lutero.

7 Felipe Schwarzerde, llamado Melanch-ton (1497-1560) fue amigo y colaborador

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«Antes de mí, no se ha sabido nada. Estoy cierto deque ni San Agustín, ni San Ambrosio, que también enestas materias son grandísimos, me han estado a lapar. Soy excelente en Dios sobre toda medida, no ce-do un dedo a los Ángeles del Cielo, ni a Pedro ni aPablo, ni a cientos de emperadores, ni a miles de Pa-pas, ni al mundo entero. Este es mi lema: ¡No cedo a nadie!».

(Martín Lutero)

Martín Lutero, con sus 95 tesis, ¡intentó abatir el Triregno papal!

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(Lutero) pensaba con atención enla cólera de Dios o en los clamoro-sos ejemplos de castigos divinos,era como golpeado de un terror talque casi perdía el conocimiento.(“Subito tanti terrores concutie-bant, ut paebe exanimaretur”). Yomismo, tomando parte, un día, enuna discusión doctrinal, lo he vistocomo golpeado por la consterna-ción e ir a tenderse sobre un lechoen una habitación contigua, alter-nando una invocación de un versí-culo que repetía con frecuencia:“¡Dios ha como encerrado a loshombres en el pecado para usar demisericordia con todos!”» (“Con-clusit omnes sub peccatum ut om-nium misereatur”!). Lutero, entonces, ¡se esforzaba enarrojar sobre Dios la responsabili-

dad de los pecados! Pero los hom-bres no están obligados al pecadoporque tienen la libertad de recha-zar las tentaciones, ¡ni están prisio-neros de un “self-arbitre”, como loha afirmado Lutero!También Cochlacus nos cuentaacerca de una crisis que sufrió Lu-tero cuando era monje.. Asistiendo,en el coro, a la lectura del Evange-lio de San Marcos, donde se hablade ese hombre “poseído” por eldiablo, Lutero cayó a tierra gritan-do: «¡No soy yo! ¡no soy yo!…». En un fragmento del “Propos deTable” es reportada una conversa-ción entre Lutero y el pastor deGûben, M. Léonardt, ocurrida enel año 1551: «Nos dijo que, cuandoestaba prisionero, el diablo l ha-bía malvadamente atormentado y

«La Misa no es un Sacrificio, o la acción del sacrifi-cador. Debemos considerarla un sacramento o untestamento. Llamémosle bendición, eucaristía, mesadel Señor, memorial del Señor. Que se le de cualquierotro nombre, siempre y cuando no se la manche conel nombre de “Sacrificio”».

(Martín Lutero)

de Lutero en la obra de la Reforma protes-tante, como teórico y promotor de la Re-forma; pero fue un espíritu oscilante entre

el luteranismo, zwinglismo y calvinismo, eltípico “conciliarista”. Fue el autor, luego,de la “Confessio Augustana”.

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que había reído de todo corazóncuando él (Lutero) tomó en su ma-no un cuchillo, diciéndole: “¡Veadelante! ¡suicídate!”». (…) Y nosdijo que él (Lutero) a menudo ha-bía tenido que arrojar lejos de síel cuchillo… y que un día debióhacer lo mismo cuando él, viendopor tierra un hilo, lo había recogi-do, junto a muchos otros hilos, co-mo para hacer una cuerda con laque habría podido ahorcarse!..Después nos dijo que el diablo lohabía empujado hasta el puntoque no era ya capaz de recitar el“Pater noster” ni leer los Salmos,

que él tan bien conocía!.. y que eldr.. Lutero le había dicho: «Esto meha ocurrido muy a menudo, tantocomo para ponerme en la mano uncuchillo… y que pensamientosmalvados me venían a la mente detal modo, de manera de no poderya rezar... ¡y el diablo incluso meha expulsado fuera de la habita-ción!».Más que una tentación, entonces,podemos decir que ¡en Lutero ha-bía, ya, una mórbida compulsiónal suicidio! Quiero también destacar, ahora, lapredilección que Lutero, en Witten-

Lutero, un día, respon-diendo a su madre quele había preguntado sidebía también ellacambiar de religión,dijo: «¡No, permanececatólica, porque yo noquiero ni engañar nitraicionar a mi ma-dre!».

(Este significativo “documento” se conserva

en la Biblioteca del Conven-to dominico de Santa Maria

della Minerva en Roma).

La madre de Martín Lutero.

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berg, tenía hacia su joven estudian-te llamado Jérôme Weller. Era unjoven también él inclinado a la me-lancolía, a la tristeza; y Lutero ledaba estos consejos: «Cada vez queel demonio te atormente con estospensamientos de tristeza, busca enseguida la compañía de tus pares,o ponte a beber o a jugar, y hablade cosas licenciosas, ¡y busca di-vertirte! Debemos cometer inclusoalgún pecado, por odio y despre-cio hacia el demonio, ¡para no dar-le la ocasión de crearnos escrúpu-los por nada!..». Y continuaba: «…¿y qué otra razón crees tú que yotenga para beber siempre menosagua, para tener siempre menosmoderación en el hablar, y amarsiempre más las buenas comidas?Con esto, también yo quiero bur-larme del diablo y atormentarlo,¡él, que quiere atormentarme yburlarse de mí! Oh! ¡si pudiera en-contrar algún buen pecado paraburlarme del diablo y para hacerlecomprender que no reconozconingún pecado y que mi concien-cia no me reprochará ninguno!..¡Es necesario apartar absoluta-mente de nuestros ojos y de nues-tro espíritu todo el decálogo!..».Es de notar que Lutero, entonces,¡era profesor de Sagrada Escritura!Y bien, como tal, en un comenta-rio, de 1535, sobre la Epístola a losGálatas de San Pablo, preguntán-dose cómo ha sido derogada la leymosaica, Lutero así lo explicaba:«Ella es, totalmente, sin reservas,¡un texto que ya no puede ni acusarni atormentar a los fieles! Hay allíuna doctrina de la mayor impor-

tancia que es necesario predicardesde los techos, porque da sereni-dad a nuestras conciencias, espe-cialmente en las horas en las que elespanto nos oprime. Lo he dichocon frecuencia y lo repito todavía,porque no se dice nunca suficien-

temente que el cristiano, que abra-za los beneficios de Cristo con laFe, está absolutamente por encimade toda ley, y está libre de todaobligación con respecto a la ley …Cuando Tomás (léase: Santo Tomásde Aquino) y los otros teólogos dela Iglesia hablan de la ley de Moi-sés, dicen que son las leyes judicia-les y ceremoniales de los Judíos lasque han sido abrogadas, pero nolas leyes morales (es decir las delDecálogo); ¡pero ellos no saben loque dicen!..».¡Pobre Lutero!... ¡estaba ya en laapostasía total!Poco antes de su muerte, una no-che, Lutero estaba sentado en un

«... yo encontré a mi señor

colgando de su lecho,literalmente

estrangulado!».

(De la “deposición” del do-méstico de Lutero, Kudtfeld,publicada en Aversa en 1606por el científico Sédulius)

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banco, solitario, en su jardín deWittemberger. Lo encontró su pa-reja, la ex religiosa Caterina Bora.Lutero estaba inmerso en un oscu-ro silencio, mirando el cielo. De im-proviso, gritó: «¡O hermoso cielo!yo no te veré jamás». Caterina, ate-rrorizada, se acercó a él. «Y si vol-vemos atrás?», le dijo. «¡No - res-pondió Lutero - inútil soñarlo!».«¿Y por qué?» murmuró la mujer.¡El carruaje está ya demasiado em-pantanado!»8.Y para huir de la vista de ese cieloque lo excitaba y le procuraba re-mordimiento, Lutero se levantó yfue a encerrarse en su casa. La gra-cia de Dios, también aquella vez,¡había pasado en vano!¡Y desde entonces, en él, hubo unalocura obsesiva que no lo abando-naba, y una desesperación que leroía el corazón!«¡Yo no puedo ya rezar sin malde-cir!» decía. «En lugar de decir: san-tificado sea Tu nombre, yo digo:

Maldito! sea condenado el nom-bre del papista! En lugar de decir:venga Tu Reino! yo digo: Maldito!que sea condenado y aniquiladoel papismo! En lugar de decir: há-gase Tu Voluntad, yo digo: Maldi-to! que sean condenados los pla-nes de los papistas!… ¡He aquí miplegaria!».La vida del apóstata Lutero, enton-ces, ¡se había vuelto ya un verda-dero infierno para él! Y él temía lamuerte, aun invocándola de conti-nuo: «¡El mundo está ya satisfe-cho de mí y yo estoy satisfecho deél! - decía - pero pronto me divor-ciaré… ¡Ah, si hubiera aquí unturco para matarme!…».En su “Propos de Table” había es-crito: «El demonio empuja a loshombres primero a la desobedien-cia y a la traición, como Judas; lue-go los empuja a la desesperación,¡de manera que acaban perdiéndo-se o estrangulándose»!Y continuaba diciendo que el de-monio «tiene una voz tan terriblecomo para empujar a algunoshombres, después de un coloquionocturno con él, y hacerlos encon-trar, al día siguiente, muertos! ¡Yesto me sucederá también a mí!».Es una alucinante reflexión queprueba cómo Lutero tenía claro sufin delante de sí. Y esto demuestratambién que no siempre el suicidarealiza un gesto de locura, sino que¡puede realizar un gesto lúcido deposesión diabólica!

8 Cfr. “Storia di Lutero”, Audin, 1846, T. III, p. 180.

«Es ya aprobar el error

el no resistirle; es ya sofocar la verdad

el no defenderla!».

(Papa Félix III)

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33°°EL “SUICIDIO” DE LUTERO

Existen varios “testimonios”, pro-testantes y católicos, sobre este últi-mo gesto desesperado de Lutero.Bástenos, aquí, recordar el princi-pal; el de su servidor personal,Ambrogio Kuntzell (o Kudtfeld) elcual, desolado en su alma poraquel terrible castigo de Dios sobresu señor, ¡acabó por confesar todaslas particularidades!He aquí su testimonio:«Martín Lutero, la noche antes desu muerte, se dejó vencer por suhabitual intemperancia y en talexceso que fuimos obligados a lle-varlo, completamente alcoholiza-do, y colocarlo en su lecho. Luego,nos retiramos a nuestra cámara,¡sin presentir nada desagradable!A la mañana siguiente, volvimosjunto a nuestro señor para ayudar-lo a vestirse, come de costumbre.Entonces – ¡oh, qué dolor! – ¡vi-mos a nuestro señor Martín col-gando del lecho y estranguladomiserablemente! Tenía la bocatorcida, la parte derecha del rostronegra, el cuello rojo y deforme. Frente a este horrendo espectácu-lo, ¡fuimos presos de un gran te-mor! Corrimos, sin retardo, alos príncipes, sus convidados dela víspera, a anunciarles el execra-ble fin d Lutero! Ellos, llenos deterror como nosotros, nos compro-metieron en seguida, con mil pro-mesas y los más solemnes jura-mentos, a observar, respecto deaquel suceso, un silencio eterno, yque nada trascendiera. Luego, nos

ordenaron quitar del cabezal elhorrible cadáver de Lutero, poner-lo sobre su lecho y divulgar, des-pués, entre el pueblo, que el “ma-estro Lutero” ¡había abandonadode improviso esta vida»!

Ésta es la historia acerca de lamuerte-suicida de Lutero, hechapor su doméstico Kudtfeld; una“historia” que fue publicada, enAversa, en 1606, por el científicoSédulius.El doctor de Coster – ¡llamado deinmediato! – fue quien constatóque la boca de Lutero estaba torci-da, que la parte derecha de su ros-tro estaba negra y que el cuello es-taba rojo y deforme, como si hu-biese sido justamente estrangula-do. Este diagnóstico se pudo verifi-car en una incisión que Lucas Fort-nagel hizo en seguida al día si-guiente de la muerte de Lutero, yque fue publicata por Jacques Ma-ritain en su obra: “Tres reformado-res”, en la página 49 (de la ediciónfrancesa)9.

«Papa, vivo, era yo PESTE,

muerto, seré tu MUERTE».

(Martín Lutero)

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Lutero, entonces, no murió demuerte natural, como se ha escritofalsamente en todos los libros dehistoria del protestantismo, sinoque murió “suicida”10 en su mis-mo lecho, después de una esplendi-dísima cena en la cual, como decostumbre, ¡había bebido desmesu-radamente y se había saciado decomida fuera de todo límite!

Sobre su lecho, un día, había escri-to: «Papa, vivo yo era tu PESTE;muerto seré tu MUERTE»! (“Pes-tis eram vivus, moriens ero morstua”).Es horripilante, pero ¡también parameditar!Un historiador contemporáneo na-rra que una tropa de demonios, ba-jo apariencia de cuervos, volaronen torno a su cuerpo graznando te-rriblemente, y que lo acompaña-ron, luego, ¡hasta la tumba!Y existe también este otro episodiohistórico:«En Graz (Austria), un Padre fran-

ciscano, en una prédica, afirmabaque Lutero estaba condenado… Una noche, con el pretexto deasistir a una enferma, un hombrefue a buscarlo… En lugar de en-contrarse ante una enferma, el Pa-dre franciscano se encontró enpresencia de 5 hombres que, mos-trándole un arma de fuego, le di-jeron que si no daba la prueba deque Lutero estaba en el infierno,no saldría vivo de la habitación. ElReligioso, verdadero hombre deDios, expuso el SS. Sacramento quellevaba consigo y se puso en adora-ción; luego, recitó la plegaria deexorcismo… Imprevistamente, fuegolpeada la puerta. «¡Entrad!» –dijeron los hombres – pero nadieentró! Pocos instantes después, sinembargo, la puerta se abrió y Lu-tero, incandescente como un car-bón ardiente, entró en la cámara.¡Estaba en medio de otros dos de-monios! Los cinco hombres se die-ron a la fuga…» (Cfr. B.C. 63, p. 4,1982).

9 En esta obra, Maritain ofrece tambiénuna lista impresionante de amigos, decompañeros y primeros discípulos de Lu-tero que se suicidaron. ¡Una verdaderaepidemia!10 También el Oratoriano Th. Bozio, en su“De Signis Ecclesiae” del 1592, escribeque aprendió de un doméstico de Luteroque su señor fue encontrado ahorcado delas columnas de su lecho. También el dr..G. Claudin, en la “Cronaca Medica”(1900, p. 99) ha publicado el texto de esa“deposición” del doméstico, de la cual he

aquí lo esencial: «Por la gloria de Cristo,yo revelaré a plena luz lo que vi y anun-cié a los príncipes de Elsleben: MartínLutero se dejó llevar por sus inclinacio-nes, de tal modo que debimos llevarlo enestado de completa ebriedad y ponerloen el lecho… A la mañana siguiente, yen-do a mi señor para ayudarlo a vestirse,lo encontré, ¡oh dolor! A él, mi señor,ahorcado en su lecho, literalmente es-trangulado. Fui a avisar a los príncipesque me hicieron jurar no hablar a nadieacerca de este suceso».

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Llegados a este punto, podemosplantearnos la pregunta: ¿pero en-tonces, Lutero está en el infier-no? ¡Y se podría decir que sí! El ar-co de su vida, en efecto, entre esehomicidio juvenil y ese suicidio alfinal de su vida, está completamen-te marcado por una existencia de“herético insensato” (Pío VI - 9marzo 1783), de blasfemo endure-cido, de bebedor impenitente, deglotón formidable (fue definido,por esto, el “¡doctor plenus”!), deperjuro y sacrílego (pasó tambiéna las sacrílegas bodas con una“monja”, Caterina Bora, que élmismo sacó del monasterio para li-berarla de los hábitos monacales!),de apóstata (su llamada “reforma”¡fue una subversión, “ab imis”, dela Fe, de la Moral, de la constitu-ción divina de la Iglesia!), de conti-nuos pecados de impureza (sí, has-ta ser llamado por sus coterráneos:“Saxonicus porcus”!), de fácil gro-sería y trivialidad (cfr. “Discursosconviviales”… ¡todo una peste!),de violento en sus pasiones, dehombre anormal con síndrome pa-tológico, de desenfrenado egocen-trismo, de megalomanía, de agre-sividad verbal incontrolada, deuna sexualidad hasta el paroxis-mo, de atizador en la guerra de loscampesinos (a los que abandonabapara ponerse del lado de los seño-res; escribió incluso que «era tiem-po ya de masacrar a los campesi-nos como perros sarnosos» – cfr.Erl. III, 306), de monoideismo, deenemigo mortal del Papa, de se-

pulturero de la Misa («Yo declaroque los prostíbulos, los homicidios,los robos, los asesinatos y los adul-terios son menos malvados que esaabominación que es la misa papis-

ta!»), de pertenencia a la masone-ría (estaba afiliado a la secta de losRosacruces11 y… etc., etc. Pero en-tonces, después de todo lo dicho,¿quién tendría todavía el coraje dedefinir a Lutero como “nuestro co-

«¡Yo no puedo ya rezar sin maldecir!»...

«¡Maldito! sea condenado

el nombre del papista!».«¡Maldito!

que sea condenado y aniquilado el papismo!

«¡Maldito! que sean condenados

los planes de los papistas!..

¡He aquí mi plegaria!».

(Martín Lutero)

11 Cfr. Ennio Innocenti, “Inimica Vis”,Roma 1990, p. 10.

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Lutero (primero a la izquierda), Bugenhagen, Erasmo, Jonas, Creuziger, Melanchton. A la derecha de Lutero, con el birrete, Spalatino.

«Antes de mí, no hubo ninguno que haya sabido quées el Evangelio, Cristo, el Bautismo, la Penitencia,qué es un Sacramento, la Fe, el Espíritu, las buenasobras, los 10 Mandamientos, el Pater Noster, la ora-ción, el sufrimiento, el matrimonio, la consolación, laautoridad civil, los padres, los hijos, el señor, el sier-vo, la mujer, la sierva, el diablo, el Ángel, el mundo,la vida, la muerte, el pecado, el derecho, la remisiónde los pecados; quién es Dios, qué es un obispo, unpárroco, la Iglesia, la Cruz.. (...).Pero, ahora, gracias a Dios, hombres y mujeres, jó-venes y viejos, saben su catecismo, es decir el“Deutsch Catechismus”, a saber “el gran Catecismo”escrito por mí, Martinus Luther».

(Martín Lutero)

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mún maestro”, como lo definió enuna vana expresión un Cardenal?¿Y cómo se podría explicar aquelloque el cardenal Willebrands, Se-cretario para la Unidad de los Cris-tianos, afirmó, en 1970, en ocasiónde la Asamblea plenaria de la “Li-ga Mundial Luterana”, en Evianne(Ginevra), que, «en el curso de lossiglos, la persona de Martín Lute-ro no ha sido apreciada rectamen-te y su teología no ha sido siemprerealizada en su justo modo»? ¿Yaquél otro que escribió en la Revis-ta “Documentation Catholique”de julio de 1983, bajo la foto de Lu-

tero: «Lutero, testigo de Cristo»?.. Y, peor aún, ¿cómo se puede acep-tar aquello que escribió Juan PabloII, en el cincuencentésimo aniver-sario del nacimiento de Lutero, enuna carta dirigida al mismo Car-denal Willebrands y firmada, de-safortunadamente, por el Papamismo, en la cual se reconoce a Lu-tero una “profunda religiosi-dad”?.. Pero ¿no es el propio Lute-ro quien se burlaba de la oraciónmental y el recogimiento interior?¿Y no es él quien, con su “esto pec-cator et pecca fortiter”, hace recor-dar el “haz lo que quieras”, que esel mandamiento primero de la nue-va ley dictada por el diablo Alwassa Aleister Crowley?12

Más recientemente, el cardenal ale-mán Walter Kasper, presidente del“Pontificio Consejo para la uni-dad de los cristianos”, explica:«De Lutero tenemos mucho queaprender, comenzando por la im-portancia atribuida a la palabra deDios. Desde hace tiempo en laIglesia católica se está afirmandouna visión más positiva, una con-cepción mejor articulada sobreLutero como figura que ha antici-pado aspectos que la Iglesia ha re-descubierto con el tiempo e ins-cripto en su propio recorrido».También el Cardenal Ratzinger in-vitaba a reflexionar “muy seria-mente” acerca del fraile agustino ya “salvar lo que hay de grande ensu teología”, mientras como PapaBenedicto XVI, en una reflexiónsobre la figura y la teoría de suconnacional Lutero, dijo: «No erra-ba cuando sostenía que uno se sal-

12 Cfr. John Symonds in “La Grande Bes-tia”, p. 96 ss.

Martín Lutero.

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«A la mañana siguiente, volvimos junto a nuestro se-ñor para ayudarlo a vestirse, como de costumbre.Entonces – ¡oh, qué dolor! – vimos a nuestro señorMartín colgando del lecho y estrangulado miserable-mente! Tenía la boca torcida, la parte derecha delrostro negra, el cuello rojo y deforme. Frente a estehorrendo espectáculo, ¡todos fuimos presos de ungran temor!».

(de la deposición de Ambrogio Kuntzell, siervo personal de Martín Lutero)

Lutero muerto. Diseño de Furttenagel.

va sólo por la fe», y aún: «¡Luterotenía muchas ideas católicas»! ¿Pero no es ésta la realidad de to-dos los heréticos: tener “muchasideas católicas”, pero no “todas”?Lutero en el infierno, por lo tanto,¡no puede ser sino una lógica con-secuencia de toda esa vida suyaerrada y fuertemente pecaminosa!Aún si, desafortunadamente, hoy,por un ecumenismo distorsionado,de matriz masónica, a Lutero, yapuesto fuera de la Iglesia por cin-co siglos de historia y por el Con-cilio - “¡de fide”! - de Trento, ¡se loestá haciendo entrar de nuevo porla puerta, alabado incluso con pú-blico elogio!Pero para nosotros, para la Histo-ria, Lutero permanece siendo siem-pre un homicida y un suicida; per-manece siempre el herético insen-sato, el “porcus Saxoniae”, el fraile

“pagano”, el degenerado clandes-tino en la nave de Pedro, el fraileque, como Judas, acabó, tambiénél, “in locum suum”… (¡en el in-fierno!).

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ELEL ESCUDO DE LUTEROESCUDO DE LUTERO

El símbolo con el cual se adornaban los Rosa-Cruces era el escudo Rosacru-ciano de Martín Lutero (una rosa roja en cuyo centro había superpuesta una cruz),con el cual compartían el odio fanático hacia la Misa Católica. Ninguna mara-villa, por tanto, el conocer que Lutero pertenecía también a la secta masónica delos Rosa-Cruces, cuyos círculos pululaban en la Alemania de su tiempo.He aquí el extracto de un discurso, dado en el Consejo Supremo de la Alta Ma-sonería Hebraica de los B’nai B’rith, en una reunión de 1936, en París: «Noso-tros somos los padres de todas las revoluciones (...) ¡Podemos jactarnos de serlos creadores de la Reforma! Calvino era uno de nuestros hijos; era de origenhebreo y animado por las finanzas hebraicas a redactar su proyecto de Re-forma. Martín Lutero cedió a la influencia de sus amigos hebreos y, graciasaún a la autoridad hebraica y a las finanzas hebraicas, su complot contra laIglesia fue un éxito...».

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EL CABALLERO ROSA-CRUZEL CABALLERO ROSA-CRUZ

La esencia del pensamiento rosacruciano está condensado en la aserción: «El hom-bre es Dios, hijo de Dios y no hay otro Dios que el hombre». No es sino retomarantiguas herejías gnósticas de los primeros siglos, reelaboradas sucesivamente porlos talmudistas y los cabalistas. La fuerza de la secta de los Rosa-Cruces está en es-te punto: ¡camuflar esta esencia pagana con una apariencia cristiana!En las Constituciones de Anderson de 1723, que siguieron al nacimiento de la mo-derna Masonería en la cual las 4 Logias operativas de Londres aceptaron la pro-puesta de permitir a los Rosa-Cruces resguardar su búsqueda alquimista y susideas gnósticas y racionalistas, detrás de la fachada respetable de la Fraternidad,se lee: «La idea de la Masonería es la de reunir todas las religiones y crear unareligión universal: religión en la cual todos los hombres estén de acuerdo»,mientras la esencia del depósito doctrinal es: «El deber del Caballero Rosa-Cruzes el de combatir el gnosticismo bastardo incluido en el catolicismo, que hacede la fe un enceguecimiento, de la esperanza, un pedestal, y, de la caridad, unegoísmo...». La tarea del Caballero Rosa-Cruz es el de «¡Eliminar el Sacrificio deCristo en la Cruz de la faz de la tierra»!.. Esto es, usando la palabra de Lutero:«... derrumbar esa abominación que es la Misa de los Papas y, con ella, tam-bién el Papado»!

«Cuando la Misa haya sido subvertida, yo es-toy convencido de que habremos subvertidocon ella al papismo. (...). Declaro que todos losprostíbulos, los homicidios, los robos, losasesinatos y los adulterios ¡son menos malva-dos que esa abominación que es la Misa delos papas!».

(Martín Lutero)

Emblema heráldico del 18° gradoEl “Caballero Rosa-Cruz”de la Masonería del Rito Escocés Antiguo y Aceptado

¡Un monje en el infierno!– Martín Lutero –

¡Un monje en el infierno!– Martín Lutero –