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RESUMEN Examinar las múltiples formas en que se relaciona la migración y el cambio social es una tarea de enormes proporciones. En primer lugar, se precisa definir qué es un cambio social y, de forma secundaria, delimitar el campo de análisis para estudiar ciertos tipos de migra- ción y no otros. Ante esta iniciativa, los riesgos más grandes a los que nos enfrentamos son, primeramente, perderse en las generalidades de tipo «el cambio social es ubicuo» y, en segundo lugar, intentar cubrir el máximo de terreno posible hasta perder de vista las priori- dades del análisis y las conexiones causales principales, en lugar de las secundarias. Trato de evitar estos riesgos mediante, primero, la discusión del concepto de cambio social; luego, la identificación de los tipos de migraciones que deben ser estudiados y, en tercer lugar, el estu- dio de los factores más importantes que unen uno al otro. Finalizo el trabajo con cuatro con- sideraciones teóricas y metodológicas sugeridas por el análisis, que más tarde podrían servir como referencia para futuros trabajos dentro de esta área. Palabras clave: migración, cambio social, estructura social, cultura. ABSTRACT Examining the multiple ways in which migration relates to social change is a daunting task. It requires, first of all, defining what social change is and, secondarily, delimiting the scope of analysis to certain types of migration and not others. The greatest dangers that I envision in this enterprise are, first, getting lost in generalities of the «social change is ubiquitous» kind and, second, attempting to cover so much terrain as to lose sight of ana- lytic priorities and of major, as opposed to secondary, causal linkages. I seek to avoid Migración y cambio social: algunas reflexiones conceptuales Migration and social change: some conceptual reflections ALEJANDRO PORTES Princeton University (Estados Unidos) [email protected]

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  • RESUMEN

    Examinar las mltiples formas en que se relaciona la migracin y el cambio social es unatarea de enormes proporciones. En primer lugar, se precisa definir qu es un cambio socialy, de forma secundaria, delimitar el campo de anlisis para estudiar ciertos tipos de migra-cin y no otros. Ante esta iniciativa, los riesgos ms grandes a los que nos enfrentamos son,primeramente, perderse en las generalidades de tipo el cambio social es ubicuo y, ensegundo lugar, intentar cubrir el mximo de terreno posible hasta perder de vista las priori-dades del anlisis y las conexiones causales principales, en lugar de las secundarias. Trato deevitar estos riesgos mediante, primero, la discusin del concepto de cambio social; luego, laidentificacin de los tipos de migraciones que deben ser estudiados y, en tercer lugar, el estu-dio de los factores ms importantes que unen uno al otro. Finalizo el trabajo con cuatro con-sideraciones tericas y metodolgicas sugeridas por el anlisis, que ms tarde podran servircomo referencia para futuros trabajos dentro de esta rea.

    Palabras clave: migracin, cambio social, estructura social, cultura.

    ABSTRACT

    Examining the multiple ways in which migration relates to social change is a dauntingtask. It requires, first of all, defining what social change is and, secondarily, delimiting thescope of analysis to certain types of migration and not others. The greatest dangers that I envision in this enterprise are, first, getting lost in generalities of the social change isubiquitous kind and, second, attempting to cover so much terrain as to lose sight of ana-lytic priorities and of major, as opposed to secondary, causal linkages. I seek to avoid

    Migracin y cambio social: algunas reflexionesconceptuales

    Migration and social change: some conceptual reflections

    ALEJANDRO PORTESPrinceton University (Estados Unidos)

    [email protected]

    RES n 12 (2009) pp. 9-37. ISSN: 1578-2824

  • these dangers by discussing first the concept of social change, second identifying the typesof migration to be considered, and third examining the major factors that link one toanother. I conclude the paper with four theoretical and methodological considerationssuggested by the analysis that may guide future work in this field.

    Keywords: migration, social change, social structure, culture.

    RES n 12 (2009) pp. 9-37. ISSN: 1578-2824

  • CONCEPTO DE CAMBIO SOCIAL1

    Desde tiempos inmemoriales, pensadores y escritores de temticas sociales se han divididoequitativamente entre aquellos que se centraban en la estabilidad y el orden, y los que danuna mayor importancia a la transformacin2. Entre los griegos, Parmnides y los eleticos serechazaba la posibilidad de movimiento y se enfatizaba la permanencia y la unidad de losseres; mientras que la famosa metfora del ro de Herclito ilustraba el ser como un eternodevenir (Maritain, 1960 y 1963).

    Los pensadores escolsticos medievales concibieron de forma unnime el orden socialterrestre como reflejo de los parasos inmutables y, por lo tanto, de una nueva jerarqua natu-ral en la que todos nacimos con un lugar y una vocacin definidas, en la que cualquier tras-torno creado por el hombre en relacin con patrones y normas de conducta legitimados porel paso del tiempo, se juzgaba como una violacin del diseo divino. La nica sociedad posi-ble era la que ya exista (Maritain 1963; Balmes 1961; Phelan 1969). Fue necesariamente alos pensadores de la Ilustracin a quienes les toc dejar a un lado la correspondencia exactaentre la sociedad celestial y la terrenal (un logro intelectual de gran importancia en aquellostiempos) para empezar a contemplar la posible existencia de otras formas de organizacin dela vida en comn. La Revolucin Francesa, que podra decirse es el acontecimiento clave de la poca moderna, mostr cmo poda llevarse a cabo poniendo estas ideas en prctica, almismo tiempo que se deshizo de los derechos divinos tirndolos al basurero de la historia[Ortega y Gasset, 1985; Dobb (1947) 1963].

    La Revolucin Francesa cambi el curso del pensamiento social occidental, llevndolodel estancamiento al cambio. La disciplina de la Sociologa, producto de la Ilustracin, seencarg de analizar el proceso por el cual las sociedades europeas haban pasado del pensa-miento teolgico y filosfico al pensamiento cientfico (Comte), de la solidaridad mecnicaa la solidaridad orgnica (Durkheim), del Gemeinshaft al Gesellshaft y de la tradicin a lamodernidad (Simmel; Spencer). La Filosofa, y ms tarde la Economa poltica, sufrieronuna reorientacin paralela pero con la diferencia de que, adems de describir las etapas de laevolucin social, como la mayora de los socilogos estaban haciendo, pensaron en sacar ala luz el mecanismo principal que explicaba el cambio histrico (Maritain, 1960, Ortega yGasset, 1958; Mandel, 1978).

    Los filsofos encontraron la clave en el concepto de dialctica, donde la Idea reinanteluchaba contra una emergente Anti-Tesis dando finalmente paso este enfrentamiento a unanueva sntesis que, por su parte, se converta en hegemnica provocando ad infinitum unanueva tesis opuesta. Marx, formado como filsofo, adopt esta idea hegeliana clave pero,ms tarde, dio la vuelta a las propuestas de su maestro al decir que no se trataba de ideas sinode fuerzas materiales de produccin que se chocaban constantemente, dando lugar a formasde organizacin econmica y social nuevas, anteriormente inconcebibles [Marx (1848) 1964;

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    1 Este artculo se basa en el discurso inaugural de la conferencia Theorizing Key Migration Debates en laUniversidad de Oxford, 1 de julio de 2008. Mis agradecimientos para Eric Vickstrom, por su ayuda con la investi-gacin bibliotecaria para este ensayo, y a Stephen Castles y Ral Delgado-Wise por sus observaciones. Tambin ledoy las gracias a Andrs Tornos por inspirarme ideas que he buscado y he incorporado al trabajo. Sin embargo, laresponsabilidad de los contenidos es exclusivamente ma.

    2 Traducido por Raquel Pilar Barrajn Garca y Mara del Cueto Duclaud.

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  • Dahrendorf, 1959]. El materialismo dialctico se convirti en el planteamiento terico basede una escuela de pensamiento de Sociologa y Economa poltica, influyente hasta ahora[Dobb (1947) 1963; Bourdieu, 1990; Merton, 1968].

    Con la sabidura que da la retrospectiva, podemos ver que el concepto de dialctica, idealo material, no es tanto un mecanismo causal maestro como una suposicin meta-terica lle-vada a un nivel de abstraccin tan alto como para hacerla infalsificable. Por supuesto que esposible la construccin de narrativas dialcticas a posteriori, pero en una sociedad contem-pornea es difcil especificar cules son la tesis y la antitesis, o cuando la sntesis, que no hasalido todava a la luz, irrumpir para hacerse visible. Por esta razn, las dialcticas hegelia-na y marxista son, a fin de cuentas, nociones sensibilizadotas, perspectivas generales cuyovalor reside en subrayar ciertos aspectos de la realidad como dignos de tenerse en cuenta,pero sin identificar secuencias o mecanismos causales concretos [Weber (1904) 1949;Stinchcombe, 1968].

    No ser hasta la llegada de la Sntesis Parsoniana en el siglo XX cuando la Sociologapueda restablecer algo de equilibrio entre las teoras de estabilidad y cambio social y, en esteproceso, volver a algunos de los temas del pensamiento escolstico medieval olvidadosdesde haca mucho tiempo. Las variables patrones de Parsons repetan el consabido esque-ma del siglo XIX sobre las etapas de la evolucin social pero, en esta ocasin, dividindolasen cinco subconjuntos, que irn desde la adscripcin-adquisicin hasta el particularismo-universalismo (Parsons, 1951). Sin embargo, la mayor parte de su trabajo fue crear unaestructura conceptual isomorfa con la sociedad misma y donde el mantenimiento de patro-nes y equilibrio eran primordiales. En este sistema, el cambio social qued relegado a unsegundo plano, donde las transformaciones desde dentro slo ocurran de forma aumentati-va y los shocks externos al sistema se enfrentaban de forma decisiva, para restablecer el equi-librio (Parsons, 1951; Parsons y Smelser, 1956; Coser, 1956; Dahrendorf, 1959).

    Con la excepcin del postmodernismo y otras corrientes nihilistas, mucho de la teora socialcontempornea consista en un debate continuo entre los defensores del postmarxismo y losdefensores del postparsonianismo o, lo que es lo mismo, de la lucha histrica que enfrenta, enpocas ms recientes, a los representantes de las ideas de estabilidad con los que defienden elcambio (Collins, 1988; Bourdieu, 1990; Kincaid, 1996). Dejando estos debates a un lado,podemos preguntarnos qu nos han legado estas tradiciones ancestrales en cuanto a herramien-tas tiles para el anlisis de los acontecimientos contemporneos. En otras palabras, quhemos aprendido? En lneas generales, podemos resumir estas lecciones en cinco puntos:

    1. La estabilidad y el cambio coexisten. Si bien es verdad que el cambio es ubicuo,ste no podra acontecer si, en primer lugar, no hubiera nada tangible, es decir, nin-guna estructura establecida que cambiar.

    2. Los orgenes del cambio son mltiples y no estn limitados a las dialcticas internasdel sistema social.

    3. Los efectos del cambio social son tambin diversos. Se pueden organizar en una jerar-qua de microprocesos que afectan a los individuos y a su entorno ms inmediato;mesoprocesos que afectan a comunidades y regiones enteras; y macroprocesosque afectan a sociedades enteras e incluso al sistema global.

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  • 4. El cambio en cada uno de estos niveles tiene que ser priorizado de forma parecida enprocesos que ocurren en la superficie y que slo producen modificaciones mnimasen el orden social, y aquellos procesos que producen cambios en el ncleo del siste-ma, conocidos normalmente como revolucionarios.

    5. En el nivel visible de la vida social, la estabilidad se ve reflejada en las institucionesy organizaciones sociales existentes que estn en su base. Los procesos de estabiliza-cin del cambio social ms importantes consisten precisamente en la institucionali-zacin de lo que de ello resulte.

    Estos cinco puntos generales requieren de una explicacin adicional.

    ESTRUCTURA CULTURAL Y SOCIAL: UN MANUAL CONCEPTUAL

    Tomo aqu prestado de trabajos publicados anteriormente la definicin de instituciones y suposicin en relacin con otros elementos de la vida social (Portes, 2006; Portes y Smith,2008). Lo hago para aclarar los diferentes niveles cualitativos en los que puede ocurrir elcambio social as como el alcance y las implicaciones de estas diferencias. Desde sus clsi-cos comienzos, la Sociologa moderna desarroll una distincin fundamental entre cultura yestructura social, consolidada a mediados del siglo XX. La distincin es analtica, ya queslo los seres humanos tienen existencia real, pero es fundamental entender tanto los moti-vos de sus acciones como sus consecuencias. La cultura es el dominio de los valores, de losmarcos cognitivos y del conocimiento acumulado. La estructura social es el dominio de los inte-reses individuales y colectivos, respaldado por diferentes cantidades de poder. Esta distin-cin simblica proporciona las bases para analizar, en los mltiples contextos sociales, ladiferencia entre lo que debera ser o se espera que sea y lo que en realidad es (Merton,1963 y 1968a).

    Los diversos elementos que componen la cultura y la estructura social pueden ser orde-nados en una jerarqua de influencias causales que van desde los factores profundos, nor-malmente ocultos bajo la vida social cotidiana pero fundamentales para la organizacin desta y los fenmenos superficiales, ms mutables y evidentes. La lengua y los valores sonelementos profundos de la cultura, lo primero como instrumento fundamental de la comuni-cacin humana, y lo segundo como la fuerza motivadora que est detrs de las accionesorientadas segn principios, que se llevan a cabo tanto individual como colectivamente[Durkheim (1897) 1965; Weber (1904) 1949]. Los valores pertenecen a la cultura profundaporque rara vez se hace alusin a ellos en el transcurso de la vida diaria. Esto ocurre, en sumayor parte, como situacin normal y los valores saltan a primera plana solamente en cir-cunstancias especiales. Aun as se encuentran en la base, se infieren de los aspectos del com-portamiento diario, que son lo opuesto al inters personal incontrolado.

    Los valores no son normas y esta distincin es importante, ya que los valores represen-tan principios morales, mientras que las normas son directrices concretas de accin[Newcomb et al., 1965; MacIver y Page (1949) 1961]. Los valores son la base de las nor-mas, que son las que prescriben qu hacer y qu evitar en la conducta individual del da

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  • a da. Estas normas pueden ser formales y codificadas en constituciones o estatutos y leyes,o pueden ser implcitas y verse impuestas de manera informal. Por lo menos desde Durkheim[(1901) 1982], el concepto de normas ha sido utilizado para hacer referencia a este ele-mento represivo de la cultura. En la prctica, la importancia de los valores encarnados en lasnormas se ve reflejada en el grado de las sanciones que stas conllevan. De esta manera, alos culpables de asesinato les espera la cadena perpetua o la pena de muerte, mientras queaquellos que intentan colarse en una fila pueden ser objeto de insultos y quejas [Cooley, 1902y 1912; Simmel (1908) 1964; Goffman, 1959].

    Las normas no son autnomas sino que estn organizadas en paquetes conocidos comoroles. Los roles se definen, en general, como la suma total de las pautas de conducta que obli-gan a las personas que ocupan una determinada posicin social (Linton, 1945; Newcomb,1950: captulo 3). Las personas bien socializadas pasan de un rol a otro sin esfuerzo, y amenudo de forma inconsciente, como parte de su rutina diaria. Los planes normativos queconstituyen un rol son, por lo general, lo suficientemente flexibles para que cada individuolo represente a su forma; de este modo, el rol de mdico o de madre puede ser repre-sentado de muchas formas distintas por diferentes individuos y seguir cumpliendo la normaprescrita.

    Una gran cantidad de literatura, tanto de Sociologa como de Psicologa social, ha anali-zado los roles como los componentes bsicos de la vida social y como uno de los conceptosesenciales que unen el mundo simblico de la cultura con las estructuras sociales reales. Lasmismas publicaciones han descrito tales dinmicas como el conjunto de roles desempea-do por determinados actores sociales as como el conflicto de rol o la ambigedad de rolcreados cuando la norma prescrita de los rol sets de un actor social entran en contradiccin(Cottrell, 1933; Linton, 1945; Merton, 1957; Goffman, 1959, 1961; Goode, 1960). Junto conlas expectativas normativas, los roles tambin engloban un repertorio de habilidades necesa-rias para que se desempeen correctamente. El lenguaje es el componente fundamental deeste repertorio puesto que, sin l, ninguna otra de las habilidades podra llevarse a cabo. Sinembargo, estos kits de herramientas culturales tambin contienen muchos otros elementos,desde conocimientos cientficos y profesionales hasta comportamientos, formas de expre-sin, modales, y un saber hacer general adecuado a cada ocasin social. En la literaturasociolgica moderna se hace alusin a estos elementos como conceptos de capital cultural orepertorios de habilidades (Bourdieu, 1979 y 1984; Swidler, 1986; Zelizer, 2005).

    De forma paralela a los elementos que componen la cultura, estn aquellos de la estruc-tura social. stos no estn constituidos por valores morales, ni las generalidades que surgende ellos respecto a lo que hay que hacer y lo que se debe evitar, sino que estn constituidospor la habilidad especfica y diferenciada de los actores sociales para obligar a otros a hacerlo que ellos quieren. ste es el terreno del poder que, como el de los valores, se encuentra enel nivel profundo de la vida social ejerciendo influencia sobre una gran variedad de conse-cuencias, aunque de diferentes formas. La definicin clsica hecha por Weber del podercomo la habilidad de un actor para imponer su voluntad a pesar de las trabas, todava resul-ta adecuada puesto que destaca la naturaleza obligatoria y coercitiva de este elemento bsi-co de la estructura social. No depende del consentimiento voluntario de los subordinados, ypara que algunos de los actores y grupos lo tengan, otros deben ser excluidos del acceso

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  • a los medios que otorgan poder [Weber (1922) 1947; Veblen (1899); Mills, 1959]. Mientrasque los valores motivan o constrien, el poder habilita. Lgicamente, las elites que contro-lan estos medios que otorgan poder tratan de estabilizar y perpetuar su posicin moldeandolos valores para que el conjunto de la poblacin est convencida de la justicia del ordenexistente. El poder as legitimado se convierte en autoridad por la que los subordinadosaceptan su posicin sin resistirse [Weber (1922) 1947; Bendix, 1962, captulos 9 y 10].

    En la definicin clsica de Marx, el poder depende del control de los medios de produc-cin, pero esta definicin parece ser demasiado restrictiva en un mundo moderno postindus-trial [Marx (1939) 1970 y (1967) 1967, parte VII]. El poder lo confiere tambin el control delos medios de produccin y apropiacin de conocimientos, as como el control de los mediosde difusin de informacin y el control ms tradicional de los medios para ejercer violencia[Weber (1922) 1947; Wright, 1980 y 1985; Poulantzas, 1975]. En la tradicin marxista, laclase hegemnica es la que ha conseguido legitimar su control sobre los medios brutos depoder, convirtindose de este modo en la autoridad [Gramsci (1927-1933) 1971; Poulantzas,1975].

    As como los valores estn plasmados en las leyes, los diferenciales de poder dan lugara clases sociales (grandes conjuntos que dependiendo de si poseen o no recursos, tendrndiferentes oportunidades de vida y capacidad para influir sobre el transcurso de los aconte-cimientos). Para que sean operativas, las clases no necesitan ser subjetivamente percibidaspor sus ocupantes, puesto que subyacen a la evidencia de que dentro de la sociedad, la genteest clasificada de acuerdo con lo que puede o no puede hacer, o bien por las posibilidadesque tienen a la hora de lograr sus objetivos cuando se encuentran con resistencias (Wright,1985; Wright y Perrone, 1976; Polantzas, 1975). La pertenencia a una clase est comnmen-te asociada a la riqueza o a la ausencia de sta, pero tambin est asociada a otros mediosque otorgan poder como la pericia o las relaciones adecuadas con los dems (Hout et al.,1993; Bourdieu, 1984 y 1990; Portes, 2000a). Como Bourdieu (1985) resalt, las clasesdominantes poseen, por lo general, un conjunto de recursos que incluyen no slo la riquezasino tambin los vnculos a la gente influyente (capital social), el conocimiento y el estilopara ocupar posiciones de alto estatus social (capital cultural).

    Este carcter profundo del poder rara vez llega a la superficie de la sociedad puesto que,como se ha visto anteriormente, sus poseedores aspiran a legitimarlo en el sistema de valo-res para as obtener el consentimiento de los gobernados. Por la misma razn, la pertenenciaa una clase no es del todo transparente y es un hecho, verificado repetidas veces por investi-gaciones empricas, que los individuos con medios y oportunidades de vida muy diferentesse identifican, a menudo, como miembros de una misma clase (Hout et al., 1993; Gruskyy Sorensen, 1998). El poder legitimado (la autoridad) da lugar a una jerarqua de estatussociales que, de hecho, es como la mayora de los actores perciben la estructura de podersubyacente y como se clasifican ellos mismos. Por su parte, la jerarqua de estatus socialesse relaciona normalmente con el desempeo de roles ocupacionales definidos por grupos denormas y repertorios de habilidades distintivos [MacIver y Page (1949) 1961; Newcombet al., 1965: 336-341; Linton, 1945].

    Estos elementos de la cultura y de la estructura social, situados en diferentes niveles deimportancia causal y visibilidad, tienen lugar de forma simultnea y aparecen, a primera

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  • vista, como una masa indiferenciada. Sin embargo, para poder entender correctamente elfenmeno social, incluyendo el cambio social, se necesitar una separacin analtica. Notodo son restricciones en el comportamiento, como sostienen los populares anlisisneoinstitucionalistas (North, 1990; Greif, 2006); algunos elementos limitan, otros motivan yotros ms posibilitan. El esquema conceptual que hemos esbozado hasta ahora est resumi-do en la Figura 1. Como sugieren las citas que acompaan al texto, este esquema no es nuevoni improvisado, sino que forma parte de un legado intelectual que data de los socilogos cl-sicos y que hoy en da es frecuentemente olvidado.

    FIGURA 1LOS ELEMENTOS DE LA VIDA SOCIAL

    Como se muestra en la Figura 1, generalmente los estatus sociales unidos a roles no sedan de forma aislada, sino como parte de organizaciones sociales. De forma rutinaria, losactores sociales se mueven dentro de organizaciones econmicas y de otro tipo, que encar-nan las manifestaciones ms evidentes de las estructuras de poder subyacentes (Powell,1990; DiMaggio, 1990; Granovetter, 2001). Las instituciones representan el plano simbli-co para las organizaciones; son el conjunto de normas, escritas o informales, que regulan lasrelaciones entre quienes ocupan un rol dentro de las organizaciones sociales como la fami-lia, los colegios y las otras reas principales de la vida social: la poltica, la economa, la reli-gin, las comunicaciones y la informacin, el ocio [MacIver y Page (1949) 1961; Merton,1968c; North, 1990; Hollingsworth, 2002].

    Esta definicin de instituciones se acerca ms al uso cotidiano del trmino, como cuan-do hablamos de los planos institucionales. Sin embargo, su validez no depende de estacoincidencia sino de su utilidad analtica. La distincin entre organizaciones e institucionesexiste para destacar un importante mecanismo del cambio social diario, que de lo contrarioquedara oculto. Sin duda, como Douglass North (1990) dice, las instituciones importan,pero tambin estn sujetas a lo que Granovetter (1985, 1992) denomin el problema de lainsercin social; concretamente que los intercambios humanos que las instituciones buscancontrolar y guiar afectan, a su vez, a las mismas instituciones. Es por esto que los objetivos

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    INFLUENCIA CAUSAL

    Profunda

    Intermedia

    Visible (individuos)

    Visible (colectiva)

    Valores

    Normas Repertorios dehabilidades(Capital cultural)

    Roles

    Instituciones

    Poder

    Estructura de clases

    Jerarquas de estatus

    Organizaciones

    CULTURA ESTRUCTURA SOCIAL

  • formales y las jerarquas institucionales prescritas se separan de la forma en la que las orga-nizaciones funcionan en realidad (Dalton, 1959; Morrill, 1991; Powell, 1990). Sin esta sepa-racin analtica y sin la interpretacin de que las instituciones y las organizaciones vienendesde los niveles de vida social ms profundos, todo se convierte en una masa indiferencia-da donde el reconocer que las instituciones importan no conduce ms all de afirmacionesdescriptivas y, en el peor de los casos, a tautologas.

    El debate de este apartado y el diagrama que lo acompaa, sirven para desarrollar loscinco puntos bsicos citados anteriormente. En primer lugar, la jerarqua causal entre los di-ferentes componentes de la cultura y de la estructura social implica que aquellos factores queafecten a niveles ms profundos, tendrn consecuencias ms significativas a la hora de pro-ducir el cambio que aquellos que afecten a los elementos superficiales. Una revolucin exi-tosa que d la vuelta a la jerarqua de poder de un pas o una profeca carismtica que trans-forme su sistema de valores, tendrn implicaciones de mayor alcance que un decreto por elcual se constituya un nuevo ministerio gubernamental, una nueva prohibicin de fumaren lugares pblicos o un plan de estudios modificado en los colegios pblicos. En segundolugar, las instituciones cristalizan los procesos de cambio anteriores a niveles ms profundosde la sociedad porque ellas representan las encarnaciones de los existentes arreglos de poder,clases sociales, valores y repertorios de habilidades.

    En tercer lugar, como planos simblicos de las organizaciones sociales, las institucio-nes estn en tensin permanente con la realidad, de modo que si los que desempean un rolse rigen por reglas institucionalizadas, sus acciones e interacciones afectan tambin a esasreglas y de forma habitual modifican su carcter. Esta dialctica entre las instituciones y lasorganizaciones que ellas gobiernan el problema del encaje social ocurre en la super-ficie de la vida social y tiende a producir cambios continuos y acumulativos. A este nivel, elcambio social es, en efecto, ubicuo. Sin embargo, centrarse exclusivamente en estos cambiosy otros que ocurren en la superficie, hace olvidar la estabilidad continua de los elementosbsicos de la cultura y de la estructura social, bastante alejados de ese nivel y mucho msresistentes al cambio.

    CONCEPTO DE MIGRACIN

    Una vez hecho este trabajo conceptual preparatorio, podemos pasar a la relacin entre migra-cin y cambio social. Desde luego la migracin es cambio y, a su vez, puede conducir atransformaciones ms profundas tanto en sociedades emisoras como receptoras. Aqu limitoel alcance del anlisis a la migracin cuando se cruzan las fronteras de un pas a otro, a pesarde que algunos de los puntos expuestos a continuacin pueden aplicarse tambin a desplaza-mientos domsticos de larga distancia. Como forma de cambio, la migracin internacionalha sido analizada como una consecuencia de un conjunto de causas diversas, tanto en los pa-ses de origen como en los receptores. Ya existen una serie de resmenes de la literatura publi-cada sobre este tema (Massey et al., 1998; Portes y Rumbaut, 1996; Sassen, 1988), por lotanto resultara redundante repasarlos aqu en detalle. Es suficiente con hacer una lista de lasescuelas ms importantes que han avanzado hiptesis sobre este tema:

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  • El enfoque neoclsico, basado en un clculo individualista de los beneficios y los cos-tes de los posibles futuros migrantes (Borjas, 2001; Thomas, 1973).

    El enfoque de la nueva economa, basado en el concepto de la privacin relativa yen el especial hincapi que hace en las estrategias familiares para superar las imperfec-ciones del mercado capitalista en las regiones emisoras (Stara, 1991; Massey, 1990).

    La perspectiva del sistema mundial, fundado en los conceptos de penetracin estruc-tural y desequilibrio de las reas perifricas que crean las condiciones para losdesplazamientos en masa hacia el exterior (Portes y Walton, 1981; Sassen, 1988;Alba, 1978).

    El enfoque de las redes sociales, basado en los conceptos de dependencia de trayec-to y los costes decrecientes de la migracin. Estos conceptos son menos utilizadospara explicar los orgenes de las migraciones que para explicar su continuacin a tra-vs del tiempo (Tilly, 1990; Anderson, 1974; Castles, 2004).

    Como una causa del cambio, la migracin ha sido analizada desde una perspectiva cul-tural que enfatiza su potencial para la transformacin normativa y desde una perspectivaestructural que subraya su importancia demogrfica y econmica. Hay diferentes niveles enlos estudios sobre el cambio y se centran en el micronivel de los individuos y las familias, elmesonivel de las comunidades y las regiones, y el macronivel de los Estados nacin y la eco-noma global (Massey et al., 1998; Portes, 1999). As como el punto de vista del anlisisvara, tambin lo hace la profundidad de los procesos de cambio atribuidos a la migracin.Puede ser que los efectos slo toquen la superficie de la sociedad, afectando a algunas orga-nizaciones econmicas, expectativas de rol o normas. Por otro lado, pueden adentrarse pro-fundamente en la cultura, transformando el sistema de valores, o en la estructura social,transformando la distribucin de poder. Tales transformaciones profundas son exactamentelo que temen y de lo que siempre se han quejado los que estn en contra de la inmigracinen los pases receptores (Grant, 1916; Brimelow, 1995; Huntington, 2004).

    El poder que tiene la migracin para provocar el cambio en las regiones o pases emiso-res o receptores, depende de tres factores principales: (a) el volumen involucrado; (b) la dura-cin del desplazamiento; (c) su composicin de clase social. En lo que se refiere al primero,es evidente que los pequeos desplazamientos tienen poco poder para provocar cambio, raravez va ms all de las vidas de aquellos que estn implicados y de sus parientes directos; enel otro extremo estn los movimientos telricos en los que todo un pueblo va de un lugara otro del mundo en busca de un futuro mejor, movimientos que pueden tener consecuenciasdramticas tanto en las regiones emisoras como en las receptoras. En diversos momentos dela historia de la humanidad, estos desplazamientos han redibujado el mapa social y demo-grfico mundial. Los movimientos prehistricos que poblaron las Amricas a travs delPacfico, las invasiones de los brbaros que acabaron con el Imperio romano y redisearonel mapa europeo, el poblamiento de Canad, Australia y otras colonias por los ingleses, lainmigracin irlandesa a Norteamrica y a otros lugares, causada por la hambruna, a media-dos del siglo XIX y el xodo de los judos a Palestina a mediados del siglo XX, proporcio-nan algunos de los ejemplos ms dispares de estos deplazamientos [Braudel (1949) 1973;Perenne, 1970; Goldscheider, 1986].

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  • Actualmente, en Estados Unidos y Europa, los temores que expresan quienes se opo-nen a la inmigracin normalmente dibujan un movimiento telrico similar que surge delos pases ms pobres de los tres continentes y que arrollara a los sistemas sociales y ala cultura de los pases desarrollados (Lamm e Imhoff, 1985; Brimelow, 1995). Estosmiedos pueden contradecirse fcilmente con las cifras, puesto que hay poco ms de 200millones de migrantes en un planeta de seis mil millones de habitantes, de los cuales slouna minora se dirige a pases desarrollados (Naciones Unidas, 2002); as como por lacapacidad de las sociedades receptoras de impedir cambios drsticos, un punto al que vol-ver ms adelante.

    En lo que se refiere al segundo punto, los flujos circulares de corta duracin tienden a pro-ducir un cambio menos duradero que los desplazamientos permanentes. Bajo determinadascondiciones, los movimientos cclicos pueden reforzar las estructuras sociales existentes msque cambiarlas. Por ejemplo, esto puede ocurrir cuando las ganancias de los trabajadores quehan migrado ayudan al desarrollo de las estructuras productivas rurales de sus pases, afianzan-do de este modo su viabilidad a largo plazo (Stara, 1984). De forma similar, la migracin demano de obra temporal a Europa Occidental en los sesenta y los setenta ayud significativa-mente a la expansin econmica de la regin, sin dejar una gran huella en las culturas o estruc-turas sociales europeas hasta que el final obligado del programa hizo que los trabajadores tem-porales pasasen a ser migrantes permanentes (Castles y Kosack, 1973; Hollifield, 2004).

    La emigracin permanente puede alterar significativamente la estructura demogrfica delos pases emisores, como cuando se despueblan regiones enteras. Los migrantes permanen-tes tambin pueden ejercer una mayor influencia en las regiones emisoras al debilitar los sis-temas de produccin locales y al cambiar la cultura hacia la consideracin de la migracincomo el nico camino normativo para una movilidad social ascendente (Lungo, 1999;Delgado-Wise, 2007). Una poblacin inmigrante permanente y asentada de cualquier tama-o tendr tambin un impacto ms grande en la cultura y en la estructura social de las socie-dades receptoras, como sucedi con la transformacin de inmigracin circular a permanen-te de turcos, marroques y argelinos a Europa Occidental y con el fin de la migracin demano de obra cclica a travs de la frontera entre Estados Unidos y Mxico (preparando elcamino para una poblacin permanente no autorizada en Estados Unidos) (Castles y Kosack,1973; Massey et al., 2002).

    Finalmente, el tercer factor la composicin de los flujos migratorios afecta deforma inesperada al potencial de cambio de la migracin. Uno puede alegar que los movi-mientos compuestos por personas con un capital humano mayor tendran un impacto msgrande en las sociedades receptoras debido a la mayor capacidad de dichos migrantes paraexpresarse y proteger sus rasgos culturales. De hecho, tiende a pasar lo contrario, porquelos migrantes cultos tienen mayor flexibilidad y capacidad para adaptarse a las culturasreceptoras, al ser frecuente que hablen con fluidez el idioma. Una mayor cantidad de capi-tal humano se traduce en mejores oportunidades en el mercado laboral y una entrada msfcil en la corriente general econmica de las sociedades receptoras (Hirschman y Wong,1986; Portes y Rumbaut, 2006: captulo 2).

    Esto es, en parte, una de las razones por la cual la migracin de profesionales se ve raravez como un problema en las sociedades receptoras. Por el contrario, los flujos compuestos

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  • por trabajadores con pocos estudios pueden tener un impacto ms duradero debido al desco-nocimiento inicial de la lengua y cultura de los pases receptores y a la tendencia, especial-mente entre los migrantes de origen rural, de adherirse fuertemente a sus costumbres. Losflujos numerosos de trabajadores migrantes muchas veces dan lugar a concentraciones cul-turo-lingsticas visibles, normalmente en las zonas pobres de las sociedades receptoras.Ms tarde, estos guetos se convierten en objetivos claros para los nativistas que los descri-ben como muestras tangibles de la inferioridad cultural o incluso biolgica de los migrantes(Borjas, 2001; Brimelow, 1995).

    Por ltimo, los flujos compuestos por diferentes clases sociales que incluyen migran-tes con capital humano tanto alto como bajo son ms dados a crear enclaves tnicos insti-tucionalmente completos en los pases receptores. Esto es debido a que los inmigrantes cua-lificados son capaces de montar empresas utilizando a la masa de sus semejantes tnicoscomo mercado y como fuerza de trabajo (Wilson y Portes, 1980); por su parte, los inmigran-tes menos formados encuentran en estas empresas tnicas una fuente alternativa de empleoe incluso un mecanismo de capacitacin para aprender por ellos mismos los entresijos dela gestin de pequeos negocios (Zhou y Bankston, 1998; Bailey y Waldinger, 1991).

    Los enclaves institucionalmente completos son la manifestacin ms visible del cambioejercido por la migracin en las sociedades receptoras. Sin embargo, la duracin de tales for-maciones vara significativamente. En Estados Unidos no suelen durar ms de dos o tres gene-raciones porque el xito de los empresarios inmigrantes impulsa a sus descendientes a mejo-res posiciones en la corriente dominante de la economa de los pases receptores (Zhou, 1992;Portes y Shaffer, 2007). Segn algunos informes, en Alemania y en otros pases europeos losenclaves de inmigrantes parecen durar ms (Esser, 2004).

    El enclave arquetpico fue el que se cre en Nueva York por el xodo judo de la Rusiazarista. A principios del siglo XX, casi dos millones de judos rusos emigraron a Amricadesde la Zona de Asentamiento donde haban sido confinados por el rgimen zarista y dondefueron objeto de persecuciones continuas. A diferencia de los italianos y otros trabajadoresmigrantes de esta poca, los judos rusos pertenecan a diferentes clases. Entre ellos abunda-ban los artesanos y los comerciantes que utilizaron sus recursos para crear negocios propios,empezando como humildes vendedores ambulantes y subiendo escalafones de forma gradualen la jerarqua capitalista. A mediados de los aos treinta, se haba desarrollado al sureste deManhattan un enclave judo institucionalmente completo, donde proliferaron las institucio-nes religiosas y culturales, prosper la prensa tnica tanto en ingls como en yiddish, y dondeel comercio de confeccin textil se convirti en el gran oficio de los judos (Rischin, 1962;Howe, 1976).

    Unos cuantos aos despus, los hijos de estos ahora prsperos migrantes estaban literal-mente aduendose de las universidades de la Costa Este convirtiendo a la City Universityde Nueva York en el principal centro de sus aspiraciones educativas y profesionales. Por losaos sesenta, el enclave judo era ya parte del pasado, pero los judos de la tercera genera-cin ya estaban por aquel entonces instalados en los niveles profesionales y comerciales msaltos de la ciudad y tenan una educacin y unos ingresos significativamente mayores que losde otros grupos tnicos, incluyendo a los anglo-estadounidenses (Dinnerstein, 1977; Sowell,1981: captulo 4).

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  • Un ejemplo ms actual es el del xodo cubano a Miami. Al igual que el judo, estainmigracin estaba constituida por diferentes clases sociales y estaba liderada por perso-nas pertenecientes a la antigua clase alta y media cubana que hua del rgimen revolucio-nario castrista. Posteriormente, estratos ms bajos de la sociedad cubana siguieron lospasos de las elites, agrupndose todos al sur de Florida. En pocos aos, un enclave tnicoempez a formarse y a mediados de los noventa ya se haba consolidado en un conjuntocultural, religioso y poltico, respaldado por ms de 72.000 empresas propiedad de cuba-nos. Sobre el ao 2000, los ingresos de los exiliados cubanos que haban llegado entre losaos sesenta y setenta eran similares a los de los blancos nativos, y los ingresos de loscubanos dueos de negocios eran los mayores de la regin. Los exiliados tambin tenanlas mayores tasas de trabajo autnomo en comparacin con las del resto de los grupos tni-cos de la regin. Los cubanos de segunda generacin, aun teniendo tambin un promedioalto de ingresos, tenan tasas mucho ms bajas de autoempleo, lo que era un indicio de que,al igual que la segunda generacin de judos, estaban abandonando el enclave para buscarmovilidad en las profesiones de la sociedad dominante (Portes y Stepick, 1993; Stepick etal., 2003; Portes y Shaffer, 2007).

    El ritmo de ascenso cultural y poltico de los cubanos fue incluso ms rpido que el delos judos de Lower Manhattan. Hoy en da, el espaol se ha unido al ingls como idiomapara los negocios y para la vida diaria en Miami. Los alcaldes de todas las grandes ciuda-des, incluyendo Miami y el condado de Miami-Dade, son cubanos, as como lo son los trescongresistas federales de la zona. La delegacin de Miami en la asamblea legislativa delestado de Florida es casi en su totalidad cubana y est formada tanto por antiguos exiliadoscomo por sus hijos.

    CAMBIO INDUCIDO POR LA MIGRACIN

    a. Sociedades receptoras

    La inmigracin ha transformado Estados Unidos es una frase frecuente en las publicacio-nes actuales sobre la inmigracin. Como recurso retrico, no hay nada malo en estas decla-raciones, pero ya es hora de considerar seriamente cun precisas son. Desde un punto devista ms acadmico, Alba y Nee (2003) hablan de las formas en las que la inmigracinremodel la corriente dominante estadounidense. Es esto as realmente? En otras pala-bras, ha transformado la migracin elementos centrales de las sociedades receptoras? Sihacemos referencia a la jerarqua de elementos de la Figura 1, es evidente que el cambiosocial revolucionario requiere la remodelacin del sistema de valores y la transformacinde la estructura de clases de la sociedad. Son capaces de conseguir esto los cambios indu-cidos por la migracin?

    Casi nunca. Es verdad, como muchos autores han afirmado, que una inmigracin masivapuede transformar la apariencia y los olores de las ciudades, la composicin tnica de lasmasas en el transporte pblico o, como Kasinitz et al. lo expresaron en un reciente estudiode la ciudad de Nueva York:

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  • Que la ciudad no tenga una mayora tnica clara quiere decir que para nuestros encuesta-dos de la segunda generacin no es nada del otro mundo el tener padres inmigrantes. Pocasveces se sienten excluidos o exticos. La mayora de sus amigos estn en la misma situaciny, al fin y al cabo, todo el mundo viene de alguna otra parte (Kasinitz et al., 2008: 22).

    Pero stos son cambios a nivel de calle. Los pilares fundamentales de la sociedad neo-yorquina no se han visto alterados. Esto incluye el complejo legal/judicial, el sistema educa-tivo, el predominio del ingls, los valores bsicos que guan la interaccin social y, sobretodo, la distribucin de poder y la estructura de clases. Como se ve en la Figura 2, la migra-cin masiva empuja desde abajo afectando a algunas organizaciones como las industriasque necesitan mucha mano de obra y los colegios pblicos y forzando a algunos ajustes ins-titucionales en este punto. Sin embargo, el potencial de transformacin de la migracin estlimitado, en todos los niveles, por la existencia de una red de instituciones que son reflejo deprofundas ordenaciones culturales y de poder. Estas ordenaciones dirigen a los migrantes alos lugares adecuados en el sistema de clases sociales y los educan, a ellos y a sus descen-dientes, en la lengua y los comportamientos culturales de la sociedad receptora. En esto con-siste el proceso de asimilacin.

    FIGURA 2MIGRACIN Y CAMBIO EN LAS SOCIEDADES RECEPTORAS

    Llegados a este punto, es necesario distinguir entre la importancia estructural y el poten-cial de cambio de los flujos migratorios. Como mencionamos anteriormente, pueden serimportantes precisamente porque refuerzan las estructuras polticas y econmicas dominan-tes sin dejar huella en el orden institucional existente. La migracin de profesionales y tc-nicos puede adquirir una importancia estructural haciendo avanzar el desarrollo de las

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    INFLUENCIA CAUSAL

    Profunda

    Intermedia

    Visible (individuos)

    Visible (colectiva)

    El choque asimilativo

    Valores

    Normas Repertorios dehabilidades(Capital cultural)

    Roles

    Instituciones

    Poder

    Estructura de clases

    Sistemas de estatus

    Organizaciones

    Inmigracin

    CULTURA ESTRUCTURA SOCIAL

  • industrias de alta tecnologa; de la misma manera, los sectores que necesitan mucha manode obra pueden llegar a ser estructuralmente dependientes de los flujos de trabajadoresmanuales (Saxenian, 2006; Roberts et al., 1999; Cornelius, 1998). Estos movimientos ayu-dan a consolidar, y no a modificar, aspectos fundamentales de las estructuras culturales y depoder de las sociedades receptoras. Como vimos anteriormente, debido a su propio carctertemporal y precario, los movimientos cclicos tienen el potencial de cambio ms bajo (Piore,1979). Los asentamientos permanentes tienen mayor alcance, pero incluso en estos casos supotencial para provocar transformaciones profundas en los pases receptores es limitado.A menos que la inmigracin se convierta en un movimientos telrico que arrolle lasestructuras de poder existentes, su capacidad de provocar un cambio social profundo es limi-tado. Para evitar que la inmigracin afecte a las sociedades receptoras de la misma maneraque las invasiones brbaras afectaron a Roma, existe una red institucional que defiende laprimaca de los valores y estructuras normativas y, por encima de todo, se encuentra elEstado. Los Estados modernos son lo suficientemente poderosos para asegurarse de queel cambio provocado por las migraciones no se les vaya de las manos y, por supuesto, que nohaya un enfrentamiento entre ste y los pilares culturales y estructurales de base de los pa-ses receptores.

    El choque asimilativo representado en la Figura 2 tiene claramente varias consecuen-cias importantes, pero stas no son de tipo revolucionario. Dejando de lado, por el momen-to, los movimientos cclicos, es un hecho que incluso quienes se asientan de forma perma-nente son incapaces y, en su mayora, no estn dispuestos a enfrentarse al poder del pasreceptor. En lugar de esto, buscan diversas formas de acomodacin que dependen del tercerfactor mencionado anteriormente, es decir, de la composicin de clases de cada flujo. Losmigrantes que poseen un alto capital humano tienden a aculturarse rpidamente y buscan for-mar parte de la clase media, apoyndose en sus habilidades profesionales y sus recursos cul-turales; los trabajadores manuales se concentran en reas pobres y marginales, dando lugarall a toda una serie de organizaciones religiosas, culturales y deportivas para su bienestar y autodefensa; los flujos migratorios con diversidad de clases sociales normalmente se con-vierten en enclaves institucionalmente completos en los que los migrantes se abren su pro-pio camino hacia la movilidad econmica ascendente.

    Frecuentemente la presencia de estas subsociedades extranjeras capta la atencin de nati-vistas y otros observadores, lo cual lleva a la afirmacin de que la migracin est remode-lando la sociedad. En realidad, nada de esto sucede. Las migraciones pueden transformar elaspecto y la composicin tnica de las clases obreras sin transformar el orden social debase. En Estados Unidos, las comunidades de migrantes de clase trabajadora prcticamentedesaparecen con la movilidad profesional y residencial de la segunda generacin, comosucedi con tantas de las Pequeas Italias y Pequeas Polonias que antes se encon-traban esparcidas por las ciudades del este y de la regin norte-centro de Estados Unidos(Alba, 1985; Dinnerstein, 1977; Thomas y Znaniecki 1927: 1511-1549). Tambin ocurre queel racismo, as como otras fuerzas estructurales, pueden llegar a mantener a la segunda ge-neracin encerrada en las mismas zonas marginales habitadas por sus padres, zonas que mstarde degeneran en ghettos urbanos, lugares de subordinacin y desventaja permanente(Wacquant y Wilson, 1989; Mills, 1967; Vigil, 2002). El problema que representan estas

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  • reas para los diseadores de polticas posteriores es precisamente cmo hacer que se unana, y no que rediseen, la sociedad dominante (Wilson, 1987; Barrera, 1980; Bean yStevens, 2003).

    Como se vio anteriormente, los enclaves tnicos en ocasiones son caminos para la movi-lidad. Estos enclaves tienden a desaparecer a lo largo de dos o tres generaciones, a menosque contine la migracin de las sociedades emisoras. Aunque es cierto que los judos-esta-dounidenses en su da y los cubanos-estadounidenses hoy, han alcanzado las posiciones msaltas en la estructura de clases de sus respectivas ciudades, esto lo lograron precisamente porajustarse al conjunto de valores norteamericano y a su sistema legal, no por desafiarlos.Aunque para las elites locales desplazadas del poder en una ciudad como Miami, las olassucesivas de exiliados cubanos puedan haber parecido telricas, el hecho es que el ascen-so de los recin llegados se llev a cabo siguiendo las reglas institucionales ya existentes(Portes y Stepick, 1993). Hoy en da, es posible que el jefe de una gran compaa annimaneoyorquina se apellide Lowenstein en lugar de Johnston, y que el alcalde del condado deMiami-Dale sea un lvarez en vez de un King, pero el orden normativo que rige en la com-paa, en el condado y en la sociedad ms amplia de la cual ambos forman parte, prctica-mente no ha cambiado, y sigue siendo claramente norteamericano.

    El choque de asimilacin que vemos en la Figura 2 presenta otra consecuencia socialimportante, esto es, la activacin de sentimientos nacionalistas y patriticos dentro de lassociedades receptoras. Provocados, en parte, por el miedo a que el flujo de extranjeros ter-mine por ser abrumador, estos ataques de los cuales el Desafo Hispano de Huntingtones el ejemplo ms reciente tienen varias consecuencias. Desde un punto de vista positivo,reavivan el sentimiento patritico y, paradjicamente, hacen de la presencia de migrantes unaoportunidad para reafirmar los valores y las tradiciones nacionales. Desde el lado negativo,estigmatizan seriamente a los migrantes y empujan hacia las capas ms bajas del sistema deestatus y de la estructura de clases de la sociedad a los grupos menos capaces de defenderse(Fernndez-Kelly y Konczal, 2005). Estas condiciones se convierten en el preludio de unaprofeca que se autocumple, en la cual el racismo bloquea el acceso a los canales para lamovilidad, creando as las bases para la movilidad descendiente en la segunda generacin yla perpetuacin de la pobreza, las desventajas y la desviacin social (Portes y Zhou, 1993;Wacquant y Wilson, 1989).

    Que los descendientes de inmigrantes se encuentren en los niveles altos o bajos del sis-tema social de clases, no altera su estructura fundamental; son simplemente nuevos nombresy caras que ocupan los diferentes estratos de este sistema. La diversidad que las migracio-nes en masa traen consigo consiste precisamente en que cada vez hay ms gente nueva y tni-camente distinta ocupando roles en organizaciones ya existentes. Algunas normas institucio-nales pueden haber cambiado para hacer lugar a esta poblacin como, por ejemplo, el quelos servicios a disposicin del pblico estn en varios idiomas. Sin embargo, las institucio-nes pblicas y privadas que deciden hacer esto, as como el sistema de clases subyacente semantienen intactos. Aparte de crear diversidad en las calles y de construir subsociedadesmarginales algunas de las cuales conducen a la movilidad ascendente, mientras que otraslo hacen hacia la pobreza permanente el potencial de cambio de la migracin es limita-do. No cabe duda de que algunos hbitos alimenticios y costumbres terminan por filtrarse

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  • dentro de la cultura dominante, pero la base del sistema de valores y la estructura de poderque opera por medio de la red institucional existente se cerciorar de que cualquier tipo defusin (melting) que llegue a producirse sea decididamente asimtrica.

    b. Sociedades emisoras

    La misma distincin entre la importancia estructural y el potencial de cambio de los flujosmigratorios es aplicable a los pases y regiones emisores. Dicho de otra forma, en muchoscasos, estos flujos pueden llegar a reforzar o estabilizar el orden socio-poltico existente, enlugar de transformarlo. Esto ocurre, por ejemplo, cuando la emigracin proporciona una vl-vula de escape econmica, mitigando as la presin del descontento popular sobre las elitesy permitindoles mantener sus privilegios (Robinson, 1996; Ariza y Portes, 2007). Existe unefecto similar asociado a los flujos de remesas, que pueden llegar a alcanzar un tamao sufi-ciente como para resolver los problemas crnicos de la balanza de pagos e, incluso, utilizar-se como un colateral para asegurar prstamos exteriores (Guarnido, 2003). En estos casos,queda claro que la migracin adquiere una importancia estructural para el pas emisor,pero su efecto principal es el de consolidar las estructuras de clase ya existentes, en lugar de transformarlas de modo significativo. sta es la razn por la cual muchos acadmicos deestos pases se han unido en contra de la emigracin masiva, puesto que ven en ella no sloun indicador del subdesarrollo, sino una de las causas de su perpetuacin (Delgado-Wise y Cypher, 2007).

    La distincin entre emigracin circular y emigracin permanente es tambin relevanteaqu. Los flujos circulares tienen una menor posibilidad de dejar una marca en la estructuracultural y social de las regiones emisoras debido a que se espera que los trabajadores migran-tes vuelvan despus de haber pasado un periodo corto en el extranjero. La forma en que Stark(1991) y Massey et al. (2002) describen este escenario es que las remesas y los ahorros delos migrantes contribuyen a superar la inexistencia o imperfeccin del crdito local y losmercados de futuros, fortaleciendo as la economa de las regiones emisoras y facilitando suexpansin. El potencial de cambio de este tipo de flujos depende en gran medida del rgi-men poltico dominante. Las elites tradicionales pueden fomentar la migracin circular comoun modo de aliviar las desigualdades y la pobreza nacionales, ayudando de esta forma a con-solidar el statu quo. Regmenes ms progresistas pueden intentar encauzar las remesas einversiones siguiendo vas que lleven a un desarrollo local ms rpido (Gonzlez-Gutirrez,2005; Portes, 2007). En ambos casos, el potencial de cambio de los flujos circulares se velimitado por su carcter temporal que lleva a que su impacto se sienta ms bien a nivel de laslocalidades y regiones emisoras y no en la sociedad entera.

    Las transformaciones de mayor alcance se asocian generalmente a la aparicin y conso-lidacin de grandes comunidades de expatriados. Las consecuencias resultantes de las emi-graciones masivas permanentes y semipermanentes no siempre son positivas. Mientras queen algunos casos pueden provocar innovaciones significativas e inyectar de nuevo dinamis-mo a las economas locales, en otros simplemente agravan los problemas y desequilibriosque afectan de forma crnica a las sociedades ms pobres. Para ilustrar esto, podemos citartres de estas consecuencias.

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  • En primer lugar, la emigracin permanente puede terminar por despoblar regiones ente-ras. La dependencia de trayecto (path dependence) de la migracin generalmente reducelos costos y riesgos del viaje a medida que se acumula la experiencia y las comunidades demigrantes se consolidan en el extranjero (Tilly, 1990; Massey, 1987). Si este proceso conti-na, puede terminar, a largo plazo, por eliminar el mismo fundamento demogrfico para eldesarrollo, ya que cada vez menos adultos capacitados se quedan atrs. Como seal recien-temente Arias (2008), la emigracin continuada desde el campo mexicano ha transformadograndes reas en lugares semivacos en los que las autoridades ya no ven ningn potencialpara el desarrollo, sino slo espacios en los que se pueden implementar programas de asis-tencia social. Informes empricos similares llegan de otros pases de emigracin, como sonMarruecos y Turqua (Lacroix, 2005).

    En segundo lugar, cuando no se trata de un vaco demogrfico, la cultura de las regio-nes emisoras e incluso del pas entero puede llegar a transnacionalizarse completamente.Esto significa que el sistema de valores y el patrn de expectativas normativas se ven cadavez ms afectados por importaciones, en especial aquellas de las comunidades de expa-triados. En sus estudios sobre las migraciones brasilea y dominicana a Estados Unidos,Levitt seala cmo han sido culturalmente transformadas las ciudades y regiones emisoraspor los bienes de consumo, los valores y los marcos cognitivos difundidos desde EstadosUnidos. De esta forma, los brasileos y dominicanos se transnacionalizan sin siquierahaber salido de sus pases.

    En Miraflores, los aldeanos muchas veces visten camisetas que llevan el nombre deempresas de Massachusets, aunque no sepan lo que significan estas palabras o logos. Sirvencon orgullo caf con Cremora y jugo hecho a base de Tang a los visitantes... y casi todos,incluyendo los miembros mayores de la comunidad, pueden hablar sobre La Mozart o LaCentre: el parque de la calle Mozart o la calle Centre Street, dos puntos centrales para lacomunidad dominicana inmigrante de Jamaica Plain (Levitt, 2001: 2-3).

    Estas transferencias culturales provocadoras de cambio afectan no slo a ciudades, sinoa pases enteros. En El Salvador, al que podra considerarse el pas ms afectado por este pro-ceso, los investigadores sealan que los telediarios a menudo dedican ms tiempo a loshechos que ocurren en Los ngeles que a los que se producen en la capital del propio pas(Lungo y Kandel, 1999). Levitt (2001) denomina a estas transferencias remesas sociales.Aunque como ya mencionamos antes, las consecuencias pueden ser positivas, como porejemplo la transmisin de informacin sanitaria y de nuevas destrezas tcnicas, en otroscasos el resultado es ms dudoso. ste es, en particular, el caso en las ocasiones en que lasexpectativas de movilidad entre los jvenes empiezan a estar enfocadas hacia la emigracin,descuidando la educacin y la bsqueda de oportunidades laborales en su propia sociedad.Los acadmicos de muchos pases emisores informan de que, cada vez ms, los jvenescuentan el tiempo durante la adolescencia, mientras esperan su oportunidad de trasladar-se y vivir en el extranjero (Arias, 2008; Lungo y Kandel, 1999; Lpez Castro, 2007). Es claroque una generacin que siente tanto desafecto no es buen presagio para el futuro desarrollode un pas.

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  • En tercer lugar se encuentra un nuevo efecto inesperado ligado a la migracin perma-nente y que ha merecido la atencin creciente de los acadmicos y diseadores de polticas.Los migrantes pobres que se establecen de forma permanente en el extranjero normalmentellevan a sus familias consigo, incluyendo a nios pequeos. En los Estados Unidos, estasfamilias se asientan en reas marginales en las que los nios se ven enfrentados a una seriede obstculos para una adaptacin exitosa: escuelas que parecen prisiones, racismo y discri-minacin por profesores y tutores nativos, violencia callejera y la omnipresencia del narcotr-fico. Dichos obstculos pueden llevar, en muchas ocasiones, al abandono escolar prematuro,a unirse a bandas, a enfrentamientos callejeros violentos, y a arresto y encarcelamiento tem-pranos. Estos resultados negativos del proceso de adaptacin estn bien documentados en laliteratura de investigacin y se denominan colectivamente asimilacin descendente (Portesy Zhou, 1993; Portes et al., 2005; Rumbaut, 2005).

    Los jvenes que sufren este proceso pueden perderse no slo para sus pases de origen, sinotambin para sus familias y para s mismos. Como vemos en la Figura 3, el proceso no terminaaqu. Al conjunto de nios extranjeros que crecieron en las sociedades receptoras se les conocecomo la generacin 1.5 (Rumbaut, 2004). Los miembros de esta generacin en EstadosUnidos que han sido condenados de un delito grave pueden ser deportados. sta ha sido la suer-te de muchos miembros de bandas y otros jvenes que actan de forma contraria a la ley. Unavez de vuelta en el pas de sus padres, estos hijos de las calles norteamericanas (Allegro, 2006)se ven normalmente obligados a valerse por s mismos. No sorprende que busquen reproducir y poner en prctica los mismos patrones que aprendieron durante su experiencia en bandas.Envueltos en el prestigio de lo estadounidense, tienden a impresionar a los jvenes desafectadosdel barrio y les cuesta poco trabajo reclutarlos. El resultado es la aparicin y proliferacin de lacultura de bandas donde antes no exista (Lungo y Kandel, 1999; Boerman, 2007).

    Las llamadas maras o pandillas juveniles se han extendido como el fuego en pases deCentroamrica y partes de Mxico, aterrorizando a los ciudadanos y convirtindose en el pro-blema principal para la seguridad pblica en muchas ciudades. Debido a la repentina preocupa-cin por este problema, hay dos hechos que tienden a ser olvidados. En primer lugar, las racesde este fenmeno se encuentran en el contexto social al que se enfrentan los jvenes migrantesen la sociedad estadounidense, que lleva a la asimilacin descendente. Este concepto propor-ciona el eje terico principal entre lo que les sucede en el extranjero a las familias que migran y las repercusiones en sus pases de origen. En segundo lugar, los miembros de una banda depor-tados son remesas sociales. El entusiasmo despertado por el aumento de las remesas moneta-rias de la primera generacin de migrantes llev a los funcionarios y economistas en los pasesemisores a pasar por alto lo que estaba ocurriendo al margen. Hoy en da, el coste de las depor-taciones incluso compite con los supuestos beneficios de las transferencias econmicas:

    Los centroamericanos se encuentran entre los grupos nacionales con las tasas ms altasde expulsiones forzadas tanto de criminales como de no criminales. Mientras que el proble-ma de la deportacin prcticamente termina para Estados Unidos una vez que los deportadosson enviados a casa, el impacto para los pases receptores representa un continuo desafo,mientras las nuevas democracias luchan con la creciente violencia provocada por las bandas,aporte de los jvenes expatriados hechos en Estados Unidos (Allegro, 20006).

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    RES n 12 (2009) pp. 9-37. ISSN: 1578-2824

  • La mara Salvatrucha, supuestamente la ms poderosa de estas pandillas transnaciona-les, fue creada en Los ngeles por inmigrantes jvenes salvadoreos que buscaban repelerel racismo blanco y defenderse de los ataques de otras bandas ms antiguas de negros omexico-estadounidenses. La transformacin que han provocado en las sociedades emisorases una forma de cambio inducido por la migracin, aunque no del tipo normalmente men-cionado en la literatura terica. Las consecuencias no han sido ni positivas, ni despreciables:las bandas literalmente se han apoderado de los barrios urbanos, han desafiado las fuerzas deseguridad pblica en guerras abiertas, y han creado una nueva e inesperada crisis en pasesque, de por s, ya estn luchando con los muchos problemas que acompaan al subdesarro-llo (Boerman, 2007; Grascia, 2004).

    FIGURA 3ASIMILACIN DESCENDENTE EN LA SEGUNDA GENERACIN Y SUS CONSECUENCIAS

    SOBRE LAS SOCIEDADES DE ORIGEN

    Alejandro Portes28

    RES n 12 (2009) pp. 9-37. ISSN: 1578-2824

    La pobreza y las guerras civiles llevan a los campesinos y trabajadorescentroamericanos a emigrar.

    Las autoridades estadounidenses deniegan rutinariamente las solicitudes de asilo de esta poblacin, cuyos miembros se convierten entonces

    en inmigrantes ilegales.

    Condenados a una vida de pobreza, los migrantes se asientan en zonas urbanasmarginales en donde sus hijos se enfrentan diariamente a la violencia

    y a los ataques por las bandas.

    Los jvenes migrantes se defienden creando sus propias bandas yposteriormente involucrndose en actividades delictivas. Muchos son

    encarcelados y aquellos nacidos en el extranjero son deportados.

    Al no recibir asistencia de los gobiernos de los pases emisores para reasentarse, los deportados se dedican a las mismas actividades delictivas

    que aprendieron en los Estados Unidos y, a la vez, reclutan a jvenes desarraigados.

    Las bandas se multiplican, lo cual genera una crisis de la seguridad pblica en Amrica Central.

    Las bandas crean lazos con organizaciones matrices en ciudadesestadounidenses y se exportan a otras reas de concentracin de migrantes.

    Surgen redes delictivas juveniles transnacionales.

  • Para equilibrar el panorama, las comunidades de expatriados, bajo ciertas condiciones,tambin pueden tener efectos positivos sobre las sociedades receptoras. Uno de los ejemplosms significativos son las transferencias tecnolgicas y el know-how que los migrantes pro-fesionales llevan a sus pases de origen. Tambin son remesas, pero de otro tipo. Consistenen actividades empresariales y filantrpicas por parte de inmigrantes de alto capital humanoque vuelven a casa una vez consolidada su posicin en el extranjero, ya sea para fundar nue-vas empresas o para dar apoyo a instituciones cientfico-tecnolgicas. Saxenian (2006) hallevado a cabo un estudio exhaustivo sobre lo que ella llama los nuevos argonautas, inge-nieros migrantes chinos, hindes e israeles de Silicon Valley, que han revolucionado laindustria de alta tecnologa de sus propios pases. Al mismo tiempo han creado grandes polosde desarrollo en ciudades como Bangalore en la India, Hsinchu y Shanghai en China y TelAviv en Israel. El rpido desarrollo tecnolgico de la India y de ciertas regiones de China enlos ltimos aos se debe, en gran medida, a las actividades transnacionales de sus expatria-dos conocedores de alta tecnologa, sumados a un ambiente institucional receptivo en suspases de origen (Saxenian, 2006). Es evidente, por tanto, que estas transferencias puedenllegar a tener un gran impacto sobre el desarrollo econmico a nivel nacional.

    El segundo efecto potencialmente positivo de las grandes comunidades de expatriadosconsiste en su capacidad de votar en las elecciones nacionales sin la presin clientelista ycoactiva ejercida por las elites polticas ante un electorado nacional cautivo. Una vez queobtienen el derecho a votar desde el extranjero, los expatriados pueden funcionar como unapoderosa fuerza moralizadora y como una palanca poltica potencialmente decisiva. Estudiosrecientes sobre la votacin de migrantes en elecciones nacionales muestran que este poten-cial todava est lejos de verse realizado (Itzigsohn y Villacrs, 2008; Smith, 2008). Auncuando legalmente tienen el derecho a hacerlo, los migrantes se ven enfrentados a tantos obs-tculos a la hora de votar que nicamente una minora comprometida lo realiza. Smith(2008) y otros sugieren que esto puede deberse, al menos en parte, a la accin de las elitespolticas afianzadas de sus pases que tienen miedo del impacto del voto expatriado sobre susintereses. Aunque hasta el momento no se haya puesto en prctica, el potencial que un granelectorado formado por migrantes puede tener sobre las polticas de un pas sigue estandopresente (Itzigsohn y Villacrs, 2008; Baubock, 2003). Una vez conquistado el derecho alvoto, que las organizaciones de migrantes se preparen para asegurarse que esto se cumplaparece slo cuestin de tiempo.

    El cambio provocado por la migracin, ya sea positivo o negativo, tiende a tener unmayor alcance en las sociedades y regiones emisoras que en las receptoras. Esto se debe, enbuena parte, a la distribucin asimtrica en el sistema global del poder econmico, el sabertecnolgico y la influencia cultural, lo que favorece a las regiones y pases centrales(Arrighi, 1994; Hopkins y Wallerstein, 1977). Por extensin, grandes comunidades de expa-triados establecidas en sociedades avanzadas adquieren por ello una ventaja econmica, tec-nolgica y cultural sobre quienes se quedaron atrs. Esta ventaja, unida a la relativa debili-dad institucional y organizativa de los pases perifricos, permite que la influencia de lascomunidades de migrantes alcance una mayor profundidad sobre las estructuras cultura-les y sociales de sus propias sociedades, provocando as cambios ms all del nivel superfi-cial. Lgicamente, cuanto ms grandes y mejor equipadas en recursos estn las comunidades

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  • de migrantes en relacin con sus pases de origen, ms profundos sern los cambios que pro-voquen. Es por esto que pequeos pases con una poblacin emigrante numerosa, como ElSalvador y la Repblica Dominicana, han sido completamente transnacionalizados, mien-tras pases ms grandes como Mxico, a pesar de una emigracin constante, hasta ahora slohan experimentado cambios sociales profundos sobre todo a nivel regional. La Figura 4 resu-me el debate precedente por medio de una tipologa de las migraciones y sus efectos en lospases emisores y receptores.

    FIGURA 4TIPOS DE MIGRACIONES Y SU POTENCIAL DE CAMBIO

    CONCLUSIN

    El objetivo de este ensayo era el de aclarar el concepto de cambio social tal como ha evo-lucionado dentro de la teora sociolgica; extraer de su evolucin lecciones bsicas; yrelacionarlo a la migracin, como consecuencia y como causa. Para concluir, vale la penasubrayar el punto conceptual principal que ha guiado mi anlisis del potencial de cambiode la migracin tanto para los pases emisores, como para los receptores. sta es lanocin de que la sociedad no es simplemente un terreno de juego plano formado por la simple suma de individuos. Todo lo contrario. Es compleja y jerrquica, tanto en suselementos constitutivos como en su receptividad o resistencia ante las fuerzas que provo-can el cambio.

    Alejandro Portes30

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    FLUJO MIGRATORIO

    A CORTO PLAZO (CCLICO)

    Remesas e inversionescontribuyen a estabilizar laseconomas locales. El potencialde desarrollo depende del tipo dergimen poltico.

    Sociedad emisora Despoblacin de las regionesemisoras.

    Transnacionalizacin de lacultura.

    Las remesas econmicas alivianla pobreza, pero apoyan laestructura de clases existente.

    Transformaciones polticasposibles a travs de la votacinen grupo de los migrantes en laselecciones nacionales.

    Adaptaciones institucionaleseconmicas y polticas menores.

    La razn principal es satisfacerlas necesidades del mercado detrabajo, contribuyendo as alcrecimiento econmico.

    Aparicin de asentamientos declase trabajadora y enclavestnicos.

    Creciente diversidad tnica en laclase trabajadora y, en algunoscasos, en las elites locales.

    Algunas transformacionesinstitucionales y normativas paradar cabida a la diversidad.

    Sociedad receptora

    A LARGO PLAZO (PERMANENTE)

  • El punto de vista del terreno de juego plano lleva a un anlisis demogrfico de losefectos de la migracin, segn el cual cuanto mayor sea el nmero de personas que llegano se van, mayor ser la magnitud del cambio. ste es el tipo de anlisis que ha llevado a laconclusin de que la migracin est remodelando la sociedad estadounidense, debido ala cantidad y diversidad de la poblacin fornea. Como hemos visto, esta conclusin eserrnea, puesto que se centra en el plano visible de la vida social, obviando factores cultu-rales y estructurales ms fundamentales. A nivel superficial, la idea de que la migracin estcambiando la sociedad es evidente en las nuevas vistas, los nuevos sonidos y olores que traeconsigo una poblacin creciente de extranjeros. Un anlisis sociolgico bien fundado noacepta esta conclusin: a pesar de su volumen, los flujos migratorios pueden dejar intactos,e incluso reforzar, los elementos constitutivos fundamentales de las sociedades receptoras.Para poder afirmar que la migracin realmente est transformndolos, uno necesitarademostrar que su potencial de cambio alcanza a dichos elementos. Esto nicamente sucedebajo circunstancias excepcionales.

    Una segunda consideracin apunta al componente comn de evaluacin en los anlisisdel cambio social. Debido quiz a la aversin por las estructuras de poder afianzadas y a lasimpata con la difcil situacin de los oprimidos, muchos cientficos sociales tienden a verel cambio como algo positivo, especialmente cuando ste es de tipo revolucionario. El poten-cial de la migracin de provocar cambio es, por extensin, considerado tambin como algopositivo. En realidad, el cambio no siempre es mejor que la estabilidad y, como muestran losejemplos antes mencionados, los movimientos de poblacin pueden tener tanto consecuen-cias positivas como negativas.

    Una tercera consideracin metodolgica est relacionada con la necesidad de examinar,bajo una mirada transnacional, la relacin que existe entre la migracin y el cambio, debido a la cada vez mayor presencia del sistema global. Las poblaciones migrantes no siempre afecta-ron a las sociedades receptoras una vez que estaban ah asentadas, ni transformaron las regio-nes de origen cuando se fueron. Al contrario, el potencial de cambio de la migracin muchasveces se gesta en acontecimientos que ocurrieron all y no aqu. Esto se ve claramente enel impacto de las remesas sociales en los lugares de origen. Como vemos en la Figura 3, lagrave situacin de la seguridad pblica en Amrica Central tuvo su origen en las calles de Losngeles, entre jvenes que se haban ido con sus familias aos antes. De la misma forma, eldesplazamiento del poder poltico de las elites angloamericanas a las cubano-americanas en el sur de Florida en los aos ochenta y noventa no se debi a hechos ocurridos en Miami, sinoa las convulsiones revolucionarias que ocurrieron dos dcadas antes en la isla.

    Una ltima cuestin se refiere al marco de referencia temporal adecuado para el anlisisde la migracin y sus consecuencias. Un enfoque a corto plazo, centrado en el proceso mien-tras est ocurriendo, proporcionar muchos detalles, pero pasar por alto sus efectos msduraderos. Si volvemos a los ejemplos citados anteriormente, la aparicin de las maras comouna consecuencia de la migracin desde El Salvador y otras regiones centroamericanas sedesarroll durante tres dcadas; la toma del poder poltico por los exiliados cubanos de clasemedia en Miami tom aproximadamente la misma cantidad de tiempo.

    Por otra parte, el ver las cosas desde una mirada histrica de largo plazo puede tambinobviar importantes consecuencias provocadas por el cambio, puesto que es posible que ya

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  • hayan sido asimiladas en la cultura y las estructuras de clase de la sociedad. La perspectivaasimilacionista de los estudios sobre migracin en Estados Unidos normalmente toma estaperspectiva a largo plazo del proceso, por lo que parece que ste ha sido gradual y sin sobre-saltos. Es evidente que, a largo plazo, los inmigrantes se asimilan, se van o se mueren, y suhuella es debidamente absorbida por las instituciones de la sociedad receptora. Desde estaptica, la asimilacin parece inevitable; pero esta conclusin olvida las muchas excepciones,contradicciones y fracasos que ocurrieron a lo largo del camino. Como dice Gans (1992), elproceso de incorporacin de los flujos de inmigrantes es forzosamente accidentado.

    Es por esta razn que un marco temporal intermedio, que abarque entre dos o tres gene-raciones, sera el ms adecuado. No es tan inmediato como para que los rboles no dejen verel bosque; ni lo suficientemente alejado como para no ver los rboles que fueron cayendomientras el bosque se iba reconstruyendo. sta es la razn por la cual an es demasiado tem-prano para poder juzgar los efectos de muchos flujos contemporneos, incluyendo los queahora estn llegando a los nuevos pases de inmigracin de Europa Occidental. Las conse-cuencias duraderas de este tipo de movimientos, mientras evolucionan en un sistema globalcada vez ms transnacionalizado, no pueden ser precisados con certeza ahora. Como cient-ficos sociales, debemos tener paciencia y esperar a ver cmo se desarrollan. Pueden repetirlas lecciones del pasado, como aquellas bien trazadas por las migraciones de europeos aAmrica, o trazar nuevos caminos, con consecuencias hasta ahora inesperadas para los luga-res que dejan detrs y aquellos en los que han decidido hacer sus vidas.

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