postdata n° 14. reseñas

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    LA IDENTIDAD EN DEMOCRACIA

    Amy Gutmann, Katz editores, Madrid,

    2008, 308 pginas.

    Cul es el rol que desempean los gru-pos organizados polticamente sobre labase de la identidad en las sociedades de-mocrticas? Esta es una de las preguntasfundamentales que, segn Amy Gutmann,la ciencia poltica ha pasado por alto. Alutilizar el trmino grupo de inters

    como inclusivo de todos los actores pol-ticos no gubernamentales, los politlogosespecialmente de tradicin america-na han ignorado reiteradamente el pa-pel que cumple la identidad grupal al defi-nir y guiar a muchos grupos de relevanciapoltica que actan en democracia. En es-pecial, el rol de aquellos grupos identitariosorganizados que operan fuera del mbito

    de los rganos oficiales de gobierno.En efecto, la autora se propone en este

    libro responder a dicho interrogante, eva-luando el lugar que ocupan los grupos deidentidad en democracia, a la luz del res-peto a tres principios fundamentales posi-bles de la justicia democrtica: la igual-dad civil, la igualdad de libertades y laigualdad de oportunidades bsicas. Para

    ello busca evitar una definicin polmicade grupo de identidad que recaiga nueva-mente en los dos extremos de anlisis ses-

    gado que expresan sus defensores y de-tractores, quienes se limitan simplementea santificar o demonizar el fenmeno de lapoltica identitaria. Desde una perspecti-

    va ms abarcadora, la autora consideraque los grupos basados en la identidadpueden tanto defender la justicia demo-

    crtica como obstaculizarla. Por eso pro-pone una clasificacin que abarque am-bas posibilidades para, as, distinguir lo

    bueno, lo malo y lo feo de la polticaidentitaria. Los grupos identitarios sondefinidos como asociaciones polticamen-

    te significativas que convocan a sus inte-grantes a causa de una identificacin mu-tua, es decir, a partir de uno o varios delos marcadores sociales posibles: el gne-ro, la raza, la clase, la etnia, la nacionali-dad, la religin, la discapacidad, la orien-

    tacin sexual, la edad, la ideologa, etc.Existen para la autora cuatro tipos degrupos identitarios: culturales (personasidentificadas por una cultura en comn),

    voluntarios (personas organizadas en basea una identidad optativa), adscriptivos(personas organizadas en base a una iden-

    tidad no optativa) y religiosos (personasidentificadas por una religin en comn).

    Los cuatro captulos del libro estn dedi-cados a un anlisis por separado de cadauno de ellos, en tanto representan diferen-

    tes modos de propiciar u obstaculizar lajusticia democrtica. Los grupos cultura-les velan por la defensa de los principiosdemocrticos cuando consideran que nohay una cultura que abarque completa-mente la identidad de sus miembros. No

    lo hacen cuando sostienen que la sobera-na ejercida sobre sus miembros debe serms absoluta cuanto ms abarcadora esuna cultura. Los grupos voluntarios soncompatibles con la justicia democrticacuando canalizan el ejercicio de la liber-

    tad individual de asociacin. No lo soncuando, al utilizar su derecho legtimo deexclusin, impiden a quienes son exclui-dos del grupo expresar su identidad en

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    igual libertad de condiciones. Los gruposadscriptivos defienden la democraciacuando el motivo de orgullo no es la iden-

    tidad adscriptiva en s misma, sino la ma-nifestacin de esa identidad como perso-nas dignas y respetadas que han superadolos obstculos sociales impuestos por ras-

    gos no optativos. No lo hacen cuandocrean nuevas divisiones entre losdesfavorecidos y trasmiten la peligrosaimpresin de que las personas slo se de-ben agrupar sobre la base de su identidad

    comn y no en su carcter de seres huma-nos. Por ltimo, los grupos religiosos soncoherentes con las igualdades democrti-cas cuando protegen la conciencia indivi-dual y consideran a todas las personascomo sujetos ticos. No lo son cuandoconsideran que la propia conciencia in-

    terna es infalible y discriminan, a partir deella, a aquellos que disienten con sus creen-

    cias religiosas.En su crtica a la teora de la eleccin

    racional, Amy Gutmann rechaza la idea deque las personas se identifiquen de acuer-do con lo que mejor satisfaga sus intereses,en otras palabras, que el inters de los indi-

    viduos determine su propia identidad. Porel contrario, sostiene que hay una interac-cin dinmica entre ambos en la que, inclu-

    sive, muchas veces la identificacin mutuapuede definir el sentido que las personas

    tienen de sus propios intereses polticos.Esta proximidad causal entre identidad einters, sin embargo, no debe conducirnossegn la autora a la presuncin errnea deque el mbito de estudio de la identidad

    grupal deba quedar por ello subordinado

    al de los grupos de inters. A los efectos dedelimitar su objeto de estudio, sostiene queun grupo organizado polticamente es un

    grupo de identidad, cuando la conforma-cin de su identidad es previa a su interso, por el contrario, un grupo de inters,cuando la constitucin de su inters comnes previo a su identidad.

    Ahora bien, no siempre un observa-dor est en condiciones de determinarqu fue previo en una determinada orga-nizacin poltica. Al igual que en la clsi-

    ca pregunta sin respuesta, el huevo o lagallina?, intentar establecer una distin-cin conceptual a partir de la interroga-cin acerca de qu surgi primero, el in-

    ters o la identidad, no parecera ser unrecurso del todo confiable para dotar declaridad suficiente al concepto de grupode identidad en tanto categora de anli-sis. Se podra argir que un mismo grupo

    que acta en democracia puede ser ob-servado desde estas dos perspectivascomplementarias, segn la convenienciadel investigador. Pero esta es una solu-cin posible al dilema que la autora ape-nas deja entrever.

    A modo de conclusin, el presentelibro es til para comprender cmo los

    grupos organizados polticamente sobre

    la base de la identidad mutua puedenconstituir un medio importante para pro-piciar la defensa de la justicia democrti-ca. Esto es, siempre y cuando las perso-nas se asocien polticamente con los de-ms para perseguir causas justas, gracias

    y no a pesar de su identificacin con ungrupo en particular.

    Enzo Benes

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    ELECCIONES Y POLTICA ENAMRICA LATINA

    Manuel Alcntara Sez y Ftima GarcaDiez (editores), Centro de EstudiosPolticos y Constitucionales y FundacinCarolina, Madrid, 2008, 385 pginas.

    Elecciones y poltica en Amrica Latina

    consta de 15 captulos incluida una pre-sentacin realizada por los coordinado-res del mismo que aborda el carrusel elec-

    toral latinoamericano llevado a cabo en-tre noviembre de 2005 y diciembre de2006. La simultaneidad de estos proce-sos electorales sin lugar a dudas implicaun efecto contagio producto de la influen-cia ejercida por algunos pases o lderesregionales; a pesar de ello este estudio noslo aborda este proceso de manera ge-neral, sino que en cada uno de los captu-

    los se analizan las particularidades de cadacaso. Los autores realizan en cada captu-lo un anlisis de la campaa electoral y desus respectivos resultados, de los princi-pales desafos a los que se enfrenta el go-bierno y el escenario futuro. Estos aspec-

    tos son analizados teniendo en cuenta unaserie de factores comunes en la regin. Enprimer lugar debe destacarse la institu-cionalizacin del proceso electoral, esdecir, el cumplimiento del calendario cons-

    titucional que estableca las elecciones. Asu vez debe mencionarse como elementocomn de los pases latinoamericanos elpresidencialismo, y junto a l, dos aspec-

    tos estrechamente vinculados: por un ladola posibilidad de la reeleccin, cada vezms presente, y por otro, la existencia decandidaturas presidenciales dentro del

    marco partidista, dejando de lado, mo-mentneamente, los candidatosoutsidersque afloraron anteriormente. Por ltimo,

    hay dos ejes que estuvieron presentes enestos procesos: por un lado la perviven-cia del binomio izquierda-derecha, y porotro la incorporacin a la poltica lati-noamericana de los factores tnicos y re-

    gionales en poltica.Dando inicio a este volumen Francis-

    co Panizza destaca la marea rosa de go-biernos de izquierda y centro izquierda

    que est en el poder. Si bien no en todaslas elecciones han triunfado candidatosde izquierda, la continuidad democrti-ca ha favorecido su crecimiento y en al-

    gunos la experiencia en mbitossubnacionales le han permitido triunfar anivel nacional o imponerse como alter-nativa poltica viable.

    A continuacin, Booth y Aubone in-

    vestigan cules son los factores que influ-yen en el aumento o disminucin de losniveles de participacin electoral en Hon-duras. Para ello cuestionan la tesis deLipset que postula que en los pases po-bres no habra democracia y que seraninactivos y autoritarios. A travs de losdatos presentados demuestran que si esta

    tesis fuese correcta ni Honduras ni Nica-

    ragua seran democracias formales dadolos niveles inferiores de participacin elec-

    toral que obtienen.El caso boliviano es estudiado por

    Lazarte, quien afirma que los resultadosde las elecciones han abierto una nuevapoca: por primera vez la candidatura

    ganadora recibe un amplio apoyo del elec-torado con un 54 por ciento de los votos.A su vez, destaca dos consecuencias fun-

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    damentales: por un lado el recambio de laelite gobernante y por otro el surgimientode un nuevo sistema de partidos reempla-

    zando al anterior en marcha desde 1985.Leticia Ruiz Rodrguez aborda las elec-ciones simultneas presidenciales y legis-lativas en Chile, en las que se produce el

    triunfo de Michele Bachelet, lo cual reva-lida a la Concertacin por cuarto perodoconsecutivo en el gobierno y a su vez lo-

    gra por primera vez en Chile que unamujer sea presidenta. Luego de un profun-

    do anlisis, la autora destaca dos de losprincipales desafos que afronta el gobier-no de Bachelet: en primer lugar laredefinicin de un modelo que combine elcrecimiento econmico con una agendasocial para evitar que la brecha de la des-igualdad siga creciendo, y en segundo lu-

    gar reemplazar el actual sistema electoralvigente por uno ms inclusivo.

    El quinto captulo elaborado por Ro-jas Bolaos manifiesta que la adhesin ciu-dadana a los partidos que conformaban elsistema bipartidista costarricense se fuedebilitando en los ltimos 10 aos, por lo

    tanto, las amplias mayoras parlamenta-rias de que disponan los partidos des-aparecieron y comenzaron a emerger

    gobiernos legtimos pero dbiles poltica-

    mente. De esta manera, el autor destacala existencia de una continuidad aparente,porque en el fondo hay un proceso dereacomodo de fuerzas que an no se sabecomo cristalizar.

    Las elecciones en el ao 2006 en Person analizadas por Tuesta quien destacaque la campaa electoral a nivel presiden-cial gir en torno a los 3 candidatos conmayores posibilidades: Lourdes Flores,

    Alan Garca y Ollanta Humala, que repre-sentaban el 80 por ciento de la intencinde voto. El resultado dio como ganador a

    Alan Garca, recuperando de esta manerael poder tras 16 aos. Con respecto a laselecciones parlamentarias, afirma que elresultado fue que ningn partido polticologr la mayora absoluta, en parte gra-cias al nuevo umbral de representacinque slo permiti que ingresaran al Con-

    greso 7 de los 24 listas que disputaron elvoto.

    Simn Pachano analiza el proceso elec-toral ecuatoriano buscando las causas delos resultados de las pasadas eleccionespresidenciales y legislativas a fines de2006. Destaca los cambios ocurridos enel sistema de partidos, especialmente elreemplazo de los partidos tradicionales yla renovacin del sistema por medio de lacohabitacin de estos ltimos con las or-

    ganizaciones surgidas en aos recientes.Estas elecciones se caracterizaron ade-ms por un elemento fundamental, que fuela decisin del candidato ganador de nopresentar lista de diputados. Otro aspec-

    to novedoso de estas elecciones est vin-culado a la distribucin de los votos debi-do a que el movimiento triunfador fue unfenmeno de alcance nacional sin el ses-

    go regional que siempre tuvieron los re-sultados presidenciales y legislativos an-

    teriores.Meja Acosta y Machado Puertas abor-

    dan los casos de Bolivia, Ecuador y Peren perspectiva comparada. Los autoresparten de la premisa de que la inestabili-dad poltica en la regin andina respondea factores estructurales que trasciendenla coyuntura electoral. Estos factores in-

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    cluyen una crnica debilidad de las insti-tuciones democrticas, una intensa frag-mentacin (tnica y regional) del tejido

    social y el insuficiente crecimiento del apa-rato econmico productivo. Sin embargoreconocen que ningn factor por s mismoes suficiente para provocar una situacinde crisis, sino la combinacin e interaccinentre ellos.

    El escenario poltico colombiano esobjeto de anlisis de Carlos Guzmn,quien afirma que tras las elecciones legis-

    lativas se evidencia una profunda crisis delsistema de partidos polticos con el ago-tamiento de los actores tradicionales y conla interrogante acerca de si los nuevos ac-

    tores que emergen sern sus protagonis-tas permanentes o tan slo fugaces mani-festantes. A modo de conclusin el autormenciona una serie de consecuencias de-rivadas de los resultados electorales: en

    primer lugar el fortalecimiento del respal-do a Uribe por parte del electorado; ensegundo lugar la derrota de la oposicin,cuestin que adquiri los rasgos de undesastre en el caso del Partido Liberal; ypor ltimo la dispersin del uribismo en

    varios grupos, lo que deja al presidenteUribe como su rbitro y director nico.

    A continuacin Peschard profundiza

    sobre las elecciones del 2 de julio de 2006en Mxico. stas se produjeron en el mar-co de la normalidad democrtica con au-

    toridades electorales respaldadas por al-tos niveles de confianza ciudadana y conun sistema de partidos con 3 principalesfuerzas polticas. Ms all del tema elec-

    toral, estaba la preocupacin de que losresultados volvieran a conformar un go-bierno dividido, sin mayora en el Con-

    greso, lo que en el gobierno de Fox habamostrado ser un obstculo difcil de re-montar. El rasgo distintivo de estos resul-

    tados fue el estrecho margen de victoriaentre el primero y el segundo (medio pun-to porcentual) lo que dio lugar a un largolitigio postelectoral y a la polarizacin dela sociedad.

    Las elecciones presidenciales de 2006en Brasil que dieron nuevamente como

    ganador a Lula da Silva son analizadas porWladimir Gramacho quien destaca que

    en este segundo perodo Lula se enfrentaa un escenario renovado, caracterizadopor algunos aspectos como la fragmenta-cin del sistema de partidos y el federalis-mo como proveedor de numerosos veto

    players a cambios importantes en las insti-tuciones. Adems identifica ciertos aspec-tos, al igual que otros autores, que identi-fican a los poderes legislativos del presi-

    dente y a las prerrogativas de los lderesde los partidos en el legislativo como lasbases de la gobernabilidad brasilea quele da buenas condiciones al gobierno a lahora de imponer su agenda.

    Salvador Mart indaga sobre las elec-ciones presidenciales de 2006 en Nicara-

    gua, las que se caracterizaron por una in-tensa presencia de la administracin nor-

    teamericana en el proceso electoral y porla reaparicin en la agenda internacionalde este pequeo pas a raz del regresodel sandinismo al poder. El autor mencio-na el principal reto que deber enfrentarel FSLN en la presidencia, que es dirigir lapoltica en un contexto de gobierno divi-dido y lograr un cuidadoso manejo de susrelaciones internacionales no slo con laadministracin norteamericana sino tam-

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    bin con Hugo Chvez, quien prest apo-yo a Ortega en su campaa.

    Venezuela una vez ms el 3 de diciem-

    bre de 2006 concurre a las urnas, some-tiendo a Hugo Chvez por cuarta vez alescrutinio popular (incluyendo el referen-do revocatorio de 2004). De esta mane-ra logra consolidar el proyecto polticodel gobierno. Sin duda esta legitimidadse ve favorecida por un mercado petro-lero internacional beneficioso. Comoconsecuencia de este proceso se destaca

    el hecho de que la oposicin no logresuperar sus dificultades a pesar de quelos diversos sectores de la oposicin lo-

    graron unificarse para presentar un can-didato nico.

    Por ltimo, Daniel Zovatto cierra estevolumen con un balance general de lo suce-dido en la regin. El autor realiza un repasopor los resultados electorales destacando

    los aspectos relevantes. As menciona unaserie de tendencias, entre ellas las profun-das fracturas regionales en materia electo-ral en las que las reas ms postergadasexpresan su rechazo al modelo econmi-co y poltico vigente. Otro aspecto presen-

    te en estos procesos es el tema delfinanciamiento de la poltica y su relacincon la corrupcin que en mayor o menor

    medida afecta a la mayora de los pases.

    Finalmente destaca dos tendencias que hanestado presentes en este intenso calenda-rio electoral: por un lado, las encuestas de

    opinin pblica, las cuales evidenciaronserias dificultades en los sondeos para ade-lantar tendencias y resultados, y por otroel tema de las campaas electorales y sucreciente americanizacin.

    El volumen no slo aporta una seriede evidencias vinculadas a la institucio-nalizacin de las elecciones como prin-cipal satisfaccin a nivel regional, que

    pone de manifiesto la voluntad de la ciu-dadana de acudir a las urnas; tambinrefleja una preocupacin latente en cadauno de los autores que es la necesidad deavanzar de manera apremiante en el for-

    talecimiento y perfeccionamiento de lainstitucionalidad poltica, porque a pe-sar del cumplimiento del calendario elec-

    toral, desde 1993, 14 de los presidentes

    electos no han podido terminar su man-dato constitucional. Entre los principa-les aportes de este libro, que es fruto deun esfuerzo colectivo de cada uno de losautores y de la cuidadosa edicin, es lapreocupacin por el fortalecimiento ins-

    titucional y el de sus actores, centrndo-se en la elite poltica como una de lasprincipales responsables de llevar a cabo

    el cambio poltico.

    Cecilia G. Rodrguez

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    LA NUEVA IZQUIERDA.TRIUNFOS Y DERROTAS DE LOSGOBIERNOS DE ARGENTINA,

    BRASIL, BOLIVIA, VENEZUELA,CHILE, URUGUAY Y ECUADOR

    Jos Natanson, Debate, Buenos Aires,2008, 288 pginas.

    La cuestin de la izquierda ha sidolargamente debatida por polticos, intelec-

    tuales y analistas. Tiene sentido seguir ha-

    blando de la izquierda como de una enti-dad nica y enfrentada a una supuesta de-recha? Creo que s, y la respuesta est enun pequeo librito de Norberto Bobbio, el

    gran politlogo italiano que en 1995 zanjmilagrosamente el debate acerca de la uti-lidad o no de la clsica distincin () laclave reside en la posicin frente a la des-igualdad. De acuerdo con este punto de

    vista, mientras que la izquierda identifica aaquellas corrientes polticas que ponen a ladesigualdad en el centro de su accin y quedesarrollan diferentes estrategias para re-ducirla, la derecha la considera inherentea la condicin humana, un hecho naturalque no slo tiene sentido combatir sino queincluso puede ser positivo, sobre todo si esresultado del esfuerzo individual, pues fun-

    ciona como un motor del progreso (269).Esta cita hacia el final del libro refleja ladifcil apuesta de Natanson, decidido a des-entraar en qu han contribuido los go-biernos de izquierda en Amrica Latinadurante el ltimo lustro. La nueva izquierdarepresenta una pieza de actualidad paraconocer la situacin de algunos pases de

    Amrica Latina. La consolidacin de la pre-sencia de gobiernos de izquierda en Ar-

    gentina, Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador,Uruguay y Venezuela motiva al autor a bus-car las lneas de polticas comunes y diver-

    gentes en estos pases. En una atractivaamalgama de resea periodstica con apor-tes de teora e ilustrativos datos de coyun-tura, el periodista y politlogo, jefe de re-daccin de la revista latinoamericana deciencias sociales Nueva Sociedad, nos trae,con casi trescientas pginas, una pieza fun-damental de divulgacin para conocer losescenarios de la regin y poder realizar

    aportes a un debate ms robusto y necesa-rio para una perspectiva desde el sur.Por qu Venezuela eligi a un militar

    de pasado golpista y discurso anti-statu quo,Argentina a un matrimonio poltico que pro-pona recuperar los valores del viejoperonismo, Ecuador a un economista jo-

    ven que criticaba al FMI, Brasil a un ex obre-ro metalrgico que no termin el quinto

    grado, Uruguay a un onclogo prestigiosoque prometa un cambio sin sorpresas,Chile a un sobrio acadmico socialista ydespus a una mujer divorciada y tortura-da por la dictadura, y Bolivia a un indgenacocalero que busca recuperar el tiempoperdido tras cinco siglos de explotacincolonial y neocolonial? (26). Buscando elrecorrido de cada uno de los actuales man-

    datarios, el autor muestra cmo las expe-riencias en Brasil, Uruguay y Chile son re-sultado de graduales construcciones parti-darias, a diferencia de Argentina, Bolivia,Ecuador y Venezuela.

    Lula construye una paciente carreracomo lder sindical en el cordn industrialde San Pablo, cuando es presidente del sin-dicato de metalrgicos en 1975. Por eseentonces emerga el nuevo sindicalismo

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    brasilero, ms combativo, independientedel Estado, abierto y democrtico, que fuela base de un nuevo partido poltico, el Par-

    tido de los Trabajadores, fundado en fe-brero de 1980. La paciente carrera de Lulapor la presidencia le hace entender la ne-cesidad de ofrecer desde el PT una opcinmoderada, enviando la Carta al Pueblobrasilero donde firma su compromiso deno cambiar el rumbo econmico,sacudindose su fama de dirigente comba-

    tivo por sugerencia de su asesor de ima-

    gen, Duda Mendona. Gana en octubre de2002 con el 62% de los votos.Uruguay tiene una historia de movi-

    mientos amortiguados. En 1971, todas lasfamilias de la izquierda, desde los partidosComunista y Socialista hasta la Democra-cia Cristiana, fundan el Frente Amplio bajoel liderazgo de Seregni. Hacia los noventaresurge una izquierda que de nueva tiene

    poco a juzgar por el promedio etario delos dirigentes del partido. Ah estarTabar. Mdico en lugar de abogado, di-rigente de ftbol en vez de sindicalista,mucho ms joven que el promedio de losmilitantes de izquierda, era un hombre re-lativamente desideologizado, que habapasado casi toda su vida alejado de la pol-

    tica y que justamente por eso apareca

    como una figura fresca y renovadora (63).Por otro lado, Argentina, Bolivia y Ecua-

    dor experimentan procesos mucho msconvulsionados. En 2002, Argentina vio si-multneamente derrumbados sus sistemaseconmico y poltico. A diferencia de Ve-nezuela, donde el modelo neoliberal vuelapor los aires, no se produce una transfor-macin radical del orden institucional ni unreemplazo masivo de elites sino un

    sacudn que se proces constitucionalmen-te y llev al poder al matrimonio Kirchner.Este matrimonio haba vivido con alegra

    el revival peronista de la primaveracamporista, haban tenido contactos conlos militantes universitarios peronistas quearticulaban con las organizaciones arma-das. Estos aos resultaran claves para laformacin poltica de los Kirchner y deja-ran en ellos una huella que perdura hastahoy, detectable no slo en el desprecio alos militares y en la voluntad de hurgar

    en el pasado para investigar los crmenesde la dictadura, sino en algunos ticsgeneracionales menos tangibles, pero defi-nen a fuego su estilo poltico: unasobreestimacin de lo que es posible ha-cer en base a la mera voluntad poltica yuna visin de la realidad en lgica perma-nente de amigo-enemigo (36).

    Ecuador es el reino de los outsiders.

    Cuando el presidente Lucio Gutirrez, mi-litar de origen popular que haba seducidoal movimiento indgena, es reemplazadopor su vice Alfredo Palacio en 2005, desig-na un gabinete de tecncratas y acadmi-cos entre los que sobresale su joven minis-

    tro de economa Rafael Correa. Intelectualde los crculos de los economistasheterodoxos, intenta una reorientacin eco-

    nmica, suspende las negociaciones del li-bre comercio con Estados Unidos, eliminael fondo especial destinado al pago de losintereses de la deuda para asuntos socialesms urgentes, y propone la rescisin delcontrato con la norteamericana OccidentalPetroleum.

    En Bolivia transcurre una revolucinsimblica. Los booms de la coca hacenemerger progresivamente el carcter com-

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    bativo del movimiento indgena y loscocaleros ganan peso dentro del movimien-

    to campesino. En 1992 forman un partido

    poltico, el Movimiento al Socialismo. EvoMorales es diputado nacional y a partir deseptiembre de 2003 lidera el movimientoindgena que despliega bloqueos intermi-

    tentes. En medio de la inestabilidadinstitucional el presidente de la Corte Su-prema llama a elecciones en 2005, cuando

    gana Morales. Indgena antes queindigenista, sin hablar bien el aymara ni

    habiendo militado en el katarismo, conquis-ta un vasto electorado urbano, mestizos,aymaras y quechuas que miran televisin,usan celular y trabajan en el comercio.

    Venezuela es el caso ms emblemticodel surgimiento de la izquierda en la re-

    gin. Despus de la masiva protesta socialconocida como el Caracazo en 1989, den-

    tro del ejrcito Hugo Chvez funda una

    organizacin clandestina, semilla del Mo-vimiento Revolucionario Bolivariano conliderazgo conspirador. En 1992 este gru-po fracasa en el intento por golpear al go-bierno de Prez. El presidente es acusadode corrupcin mientras Chvez llama a

    triunfar en las presidenciales de 1998 y aconvocar a una asamblea constituyentepara refundar Venezuela. Chvez percibe

    que la polarizacin social puede convertir-se en poltica y que los ingresos del petr-leo no alcanzan para cerrar las brechassociales, y los sectores desprotegidos es-

    tn listos para apoyar a un candidatoantisistema que obtiene el 56% de los vo-

    tos.As se inicia el proceso de retorno de la

    izquierda latinoamericana. Este libro fcti-co describe lo sucedido en la mayora de

    los pases de Amrica Latina luego de losconvulsionados finales de la era neoliberal,cuando en menos de una dcada, diez

    presidentes sudamericanos tuvieron quedejar el gobierno antes de tiempo,jaqueados por manifestaciones populareso tras duras represiones que ocasionaronmuchsimos muertos (83). Si bien las ex-periencias de cada pas no son similares,Natanson encuentra respuestas equivalen-

    tes luego de las experiencias frustradas delneoliberalismo: los problemas para desa-

    rrollar polticas econmicas determinan-tes y las poco zanjadas discusiones sobrelos males y bienes del populismo como for-ma autctona de gobierno. Los rasgos co-munes se centran en un retorno a progra-mas econmicos ms heterodoxos, con unrol protagnico del Estado, con mayorpreocupacin por bajar los niveles depobreza y desigualdad. Asimismo, hay

    coincidentemente una voluntad discursivapor parte de casi todos los mandatarios deavanzar en mayores niveles de integracinregional. Sin embargo, no todo conduce ala armona regional. El libro documenta lasintenciones de Brasil por generar su pro-pio lugar como potencia en el mundo, y noslo como un actor regional. Venezuela ysu petrodiplomacia compiten con Brasil.

    En el medio, los pases ms pequeos bus-can sus propios caminos coqueteando conEstados Unidos en un contexto favorablepor el precio internacional de las materiasprimas y la supuesta reversin en los tr-minos del intercambio.

    Lo fctico y las corrientes tericas lati-noamericanas la nica verdaderamentelatinoamericana es la teora de la depen-dencia se van combinando con entrevis-

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    tas directas a los protagonistas de la histo-ria de la ltima dcada. Para aquellos inte-resados en la actualidad de Amrica Lati-

    na, este es un libro til, de fcil lectura, queconstituye una prctica referencia biblio-grfica que cualquier periodista, politlogoy especialista en relaciones internacionalesdebe tener a su alcance.

    Carola Lustig

    DEL OTRO LADO DEL RO.AMBIENTALISMO Y POLTICAENTRE ARGENTINOS

    Y URUGUAYOS

    Vicente Palermo y Carlos Reboratti(compiladores), Edhasa, Buenos Aires,2007, 254 pginas.

    La controversia por la instalacin delas papeleras de Fray Bentos y sus deriva-ciones tomaron estado pblico en una es-

    cala que fue (y va) desde lo local a lo inter-nacional. Se puede leer en los peridicos yver en la televisin, suscit presentacionesjudiciales en el plano regional y lleg a re-querir la intervencin de la Corte Interna-cional de Justicia de La Haya y la media-cin del Rey de Espaa. El tema lleg inclu-sive a ser mencionado en la ceremonia deasuncin de la presidente argentina Cristi-

    na Fernndez en presencia del primer man-datario uruguayo.

    Cmo se entiende este fenmeno y susefectos? Los compiladores de esta inteli-

    gente obra proponen una manera de ha-cerlo: sumergirse entero en las corrientesde causas, actores y acciones que transfor-maron la cuestin de un entredicho local aun desborde de miradas y posiciones que

    permanece actualmente estancada de so-luciones. Convocando a estudiosos de dis-

    tintas disciplinas sociales y asegurandoun anlisis desde tierras argentinas, brasi-leas y uruguayas Palermo y Reborattilogran un cauce para abordar la complejasituacin en torno a las papeleras.

    Luca Aboud y Anabella Museri logranacabadamente introducir al lector en eldevenir de la compleja situacin en el cap-

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    tulo inicial En cada libre. Del diferendo alconflicto, proporcionando una suerte demapa sobre la totalidad de la compilacin.

    Las autoras se retrotraen a los aos 80 conel Plan Nacional de Forestacin uruguayoy marcan asimismo su posterior resultadoen la iniciativa de instalar una pastera enFray Bentos hacia el ao 2002, que oca-sion cierta movilizacin conjunta entreuruguayos y argentinos y la creacin delpolo de Vecinos Autoconvocados deGualeguaych. Estos ltimos seran ante-

    cedentes del diferendo que se creara ha-cia febrero de 2005 bajo el gobierno deTabar Vazquez, con la autorizacin parainstalar una segunda pastera a cargo de laempresa finlandesa Botnia. Se conformaraas como actor social la Asamblea Ciuda-dana Ambiental de Gualeguaych (ACAG),analizada por las autoras en su organiza-cin interna, consignas, lgicas y ciclos de

    protesta. Esta movilizacin dara por tie-rra con la postura inicial de la cancilleraargentina (de seguimiento de la instalacinde la papelera pero no de rechazo) obli-

    gndola a tomar una posicin poltico-reactiva frente al mvil econmico quedetentaba Uruguay en esta iniciativa. Des-de un punto de vista histrico-explicativo,el captulo ilustra de modo atrapante cmo

    se conforman paulatinamente el escenarioy sus actores, guionados en una escaladade intensidad que lleva de una instanciaencapsulada-tecnocrticaa una etapaparticipativa-politizada de suma ceropara ambos pases.

    La semilla de la discordia ser analiza-da por Raquel Alvarado en Poltica fores-

    tal, plantas de celulosa y debate ambiental.Uruguay tras un nuevo modelo de desarro-

    llo, bajo cuyo ttulo se analiza con undetallismo excepcional la razn de ser dela instalacin de papeleras en el Uruguay y

    la firmeza de su gobierno en la defensa deeste proyecto, que encuentra asidero ha-cia 1987 en la ley conocida como LeyForestal. Es que esta ltima medida lleva-ra a las actuales 750.000 hectreas deplantaciones destinadas para este fin y ce-rrara la polmica nacional uruguaya que

    va mucho ms all de la coyuntura de pues-tos de trabajo e ingresos nacionales: se tra-

    ta de cambiar el perfil econmico de Uru-guay de un pas de servicios a un pasproductivo.

    A esta frase Franois Graa le agregaotros factores: resulta tambin un conflictode motivaciones, percepciones, discursos

    y convicciones por parte de los variadosactores involucrados en l, todo lo cual es

    tratado en Botnia, actores sociales y

    governanza. El autor toma como eje te-rico de su anlisis la diferencia entre go-bierno y governanza, defiendo esta ltimacomo horizontalidad en la gestin delpoder para la resolucin de problemascomplejos con participacin de todos losactores involucrados (93). As, se desplie-

    gan los accionares y mviles de cada unode los polos que intervienen en el conflicto

    por las papeleras, expuestos como si el lec-tor mantuviera una entrevista con cada unode los cuatro niveles principales que gravi-

    tan en torno a Botnia: la empresa, el sindi-calismo, el movimiento ambiental y los ase-sores y tcnicos que diagnostican a favor yen contra de la instalacin de las papeleras.

    El cuarto captulo completa el segun-do, desde que explica la motivacin queimpuso la rigidez e intransigencia desde la

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    vera argentina: el ambientalismo. CarlosReboratti, se adentra entonces en lasimplicancias globales, regionales y nacio-

    nales del fenmeno en Ambientalismo yconflicto ambiental en el Ro Uruguay. Suaporte es vital e interesantemente logrado,pues se ocupa de trazar la historia delambientalismo mientras desbroza el con-cepto y sus usos en los sucesivos contextos

    temporales y espaciales donde surgi ysurge. En esta lnea, distingue en Argentina

    tres variedades visibles: 1) el desarrollado

    en el mbito estatal, 2) aquel no estatal peroformalmente institucionalizado y 3) elambientalismo espontneo. Con este mar-co, Reboratti profundiza sobre la ACAG,(re)construyendo junto al lector su surgi-miento, la institucionalizacin que fue lo-

    grando, los rasgos particulares de su orga-nizacin y funcionamiento interno y las l-neas de accin y visibilidad que emplea.

    Pero la mirada de Reboratti resulta distin-tiva al amalgamar la escalada de intensi-dad (de diferendo a conflicto)con la vetaambiental como eje pivotante, llegando al

    trmino de conflicto ambiental comodefinitorio de la situacin acaecida en FrayBentos.

    El ambientalismo argentino se cristali-z en Entre Ros, la provincia de todos los

    verdes, y su reclamo encontr un eco ciertoen la poltica local. Es por ello que JuanLucca y Cintia Pinillos tratan en esta sec-cin los Avatares de la poltica entrerrianaa propsito del conflicto de las papeleras.En un trabajo muy rico, logran graficar lasituacin poltica de la provincia desde larestauracin democrtica de 1983 al esta-llido del conflicto, corriendo los velos so-bre los patrones de cooperacin, consen-

    so, desacuerdo y ruptura de los actorespolticos locales. As, los espacios de po-der cubiertos por el PJ, la UCR y las

    dilemticas terceras fuerzas son compa-rados en impecables grficos de inciden-cias electorales bajo un recorte temporalde veinte aos (1983-2003). Como si lalabor realizada no bastara, los autores ar-

    ticulan estas fuerzas con las de nivel nacio-nal, atendiendo en este conflicto la relacincon el gobierno de Nstor Kirchner. Lareflexin de este apartado es contundente:

    el conflicto de las papeleras () nomodific los clivajes histricos que articu-laron el conflicto poltico en la provinciadesde el retorno de la democracia (165).De all se entiende la fuerte presencia del

    gobernador como mediador entre la ACAGy el gobierno nacional.

    Pero la fuerza provincial presenta msterrenos de accin que la poltica local, y

    ello lo demuestran acabadamente MiriamGomes Saraiva y Marcelo de AlmeidaMedeiros en La crisis de las papeleras y losactores subnacionales en el Mercosur. Allconvergen los niveles globales, regionales ylocales que erigieron a las provincias/regio-nes/departamentos /estados como actoressubnacionales que se mueven con cierta au-

    tonoma en el escenario internacional. Los

    autores de este sexto captulo efectan undelicado tratamiento de la normativa queposibilita la paradiplomacia de parte deestos actores, potenciando las situacioneslocales a escala extra-nacional, y posibili-

    tando que actualmente el Gobierno de En-tre Ros y la Municipalidad de Gualeguaychse erijan como caja de resonancia del movi-miento ambiental de la zona en el plano in-

    ternacional.

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    El sptimo captulo, Papeleras: sacan-do las castaas del fuego, navega otrascorrientes a una profundidad donde no lle-

    ga la luz que baa la superficie de las aguas.Es que Vicente Palermo desmenuza dedi-cada e inteligentemente el conflicto ambien-

    tal para revelar los factores polticos y cul-turales que guan la accin de los sujetos ylas instituciones involucradas en la polmi-ca desde cada una de las orillas. El autordetecta en primer lugar que el diferendoobtuvo cauce de conflicto debido a la

    ausencia de redes de contencininstitucionales que pudieran manejar lasprimeras reacciones que hicieron a la es-calada de la situacin. La ACAG se consti-

    tuye sin ataduras polticas, adoptando untinte confrontativo de suma cero y exigien-do el acatamiento de sus demandas sin con-cesiones, en lo que Palermo considera unfundamentalismo ambiental llevado ade-

    lante por neopiqueteros vecinalistas. Lasobreactuacin de cada una de las cpulas

    gubernamentales ribereas abon la des-confianza entre s, convirtindose ello ennicho para el ambientalismo y su accionarautnomo e intransigente. De este modo,el inmenso poder de la dudaayud en laconstruccin de una suerte de causa na-cional ambientalista, donde Palermo ad-

    vierte la presencia de la matriz poltico-cultural que tiempo atrs diera lugar a lacausa Malvinas. Este nuevo escenario,donde se reeditan bajo tinte ambientalistalos sentimientos nacionalistas de la culturaargentina, pudo ser desactivado a tiempopor el Gobierno nacional, que dispuso ydisfrut de significativos grados de liber-

    tad para actuar oportuna y positivamenteen pos de prevenir el actual estado del con-flicto. Pero en la ausencia de ese accionar,

    pareciera que la reaccin ambientalistaargentina hubiera hecho un flaco favor alos orientales: provocando por efec-

    to espejo una causa nacional del otrolado del ro que amalgam posiciones in-

    ternas del Uruguay en defensa de la instala-cin de las plantas de celulosa de la empre-sa Botnia. Ante estas aguas de intransigen-cia, Palermo vislumbra que la posibilidad

    de reversin de la espiral negativa en tornoa las papeleras de Fray Bentos radicahoy por hoy en mayor medida en lo quepodamos hacer los argentinos: de noso-

    tros dependen los primeros pasos hacia uncrculo virtuoso (233).

    As, Del otro lado del ro desarma y re-construye el conflicto de las papeleraspara que sea asequible a una compren-

    sin seria, procediendo con una rigurosi-dad analtica especfica en cada uno desus componentes y enriqueciendo de estemodo la propuesta sin minarla como uni-dad. Al abundante trabajo de campo ybibliografa que la sustentan (donde cons-

    ta la colaboracin de Mara Lavega); y alaporte ilustrativo que constituyen los ma-pas situacionales compuestos por Yuri

    Resnichenko, se suma la mirada seria, ori-ginal y cuestionadora de los autores encada uno de sus captulos, conformandouna lectura obligada que reclama una re-flexin sobre nosotros mismos e invita aalzar la vista hacia la otra orilla, para es-capar a toda isla de interpretacin sim-plista y auto-referenciada.

    Juan Cruz Vazquez

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    DEMOCRACIA S. A. LADEMOCRACIA DIRIGIDA Y ELFANTASMA DEL TOTALITARISMO

    INVERTIDO

    Sheldon S. Wolin, Katz editores,Madrid, 2008, 404 pginas.

    Cul es la relacin entre democracia ytotalitarismo? De qu forma las democra-cias liberales contemporneas pueden de-

    venir en nuevas formas de autoritarismos?

    Es posible pensar que el modelo demo-crtico por antonomasia, los Estados Uni-dos, se halle bajo un proceso de transfor-macin poltica que lo convierta en una for-ma invertida del totalitarismo? Estas sonalgunas de las preguntas que atraviesan elnuevo trabajo de Sheldon Wolin, uno delos ms destacados tericos polticos nor-

    teamericanos, sobre el futuro de la demo-

    cracia.El profesor emrito de Princeton, con

    sus 86 aos, decide encarar una crticaaudaz al sistema poltico democrtico es-

    tadounidense intentando comprendercules son los profundos anclajesantidemocrticos de su sistema poltico.Segn la tesis central del libro, la democra-cia de Estados Unidos se est transforman-

    do imperceptiblemente en una nueva for-ma poltica del totalitarismo. A estanovedosa forma de poder el autor la deno-mina totalitarismo invertido. Para Wolin,claramente, la era del ex-presidente norte-americano George W. Bush inicia un pro-ceso poltico caracterizado por ladesmovilizacin poltica de sus ciudada-nos, la soberana de los consumidores yla democracia de los accionistas.

    De esta manera el politlogo norteame-ricano intenta describir de forma minucio-sa los rasgos dominantes de un sistema que

    si bien no se puede comparar con los esta-dos totalitarios del siglo XX: la Alemaniade Hitler, el fascismo italiano y la UninSovitica, deviene progresivamente en unademocracia dominada por un poder eco-nmico que es un poder total. A diferen-cia de los conocidos sistemas autoritariosdel siglo pasado, el totalitarismo invertidoimplica la armonizacin entre el Estado y

    el sistema econmico. As, las corporacio-nes, los variados grupos de inters y depresin no organizados y los poderes fi-nancieros, entre tantos actores de la eco-noma de mercado, estaran consolidandouna lgica poltica distinta a la aparentedemocracia participativa. Pero por quinvertido? El argumento de Wolin es el si-

    guiente: esta novedosa forma del totalita-

    rismo no nace ni de una revolucin ni deuna ruptura sino de un proceso dirigidocuyo objetivo es la desmovilizacin de lasmasas desde arriba hasta alcanzar una ciu-dadana aptica y sin ningn inters polti-co, es decir, devolverlas a un estado deminora de edad como lo haba advertidoTocqueville al sealar los peligros de lademocracia americana.

    En este sentido, la retrica del gobier-no de Bush esconde quiz la inversin msimportante: los tres principales regmenes

    totalitarios se dedicaron a crear y exaltarla movilizacin poltica por medio de ple-biscitos, espectculos, discursos y propa-

    ganda partidaria. Sin embargo, en el totali-tarismo invertido se cultiva una sociedaden la que los ciudadanos, lejos de verseimpulsados a una manifestacin y adhesin

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    poltica permanente, padecen un letargopoltico que se cristaliza en la concurrenciaa las urnas.

    Para Wolin los ciudadanos estadouni-denses han sido vctimas de un proceso deretroceso de los servicios sociales que sir-

    vi para establecer un clima de futilidadpoltica y econmica. Un totalitarismo in-

    vertido necesita una ciudadana sin sentidocrtico ni responsabilidad. As, ante elcompromiso cada vez menor de los ciuda-danos comunes, la democracia se va tor-

    nando peligrosamente vaca, no slo abiertaa los llamados antipolticos al patriotismociego, el miedo y la demagogia, sino tam-bin cmoda con una cultura donde lamentira y la tergiversacin se han conver-

    tido en prcticas normales (364).Otra de las diferencias que establece el

    autor entre los totalitarismos clsicos y eltotalitarismo invertido es que, durante los

    aos de su dominacin qued muy claroque el capitalismo se encontraba subordi-nado al poder estatal y el poder del parti-do. En cambio, el gobierno de Bush se en-orgullece abiertamente de sus conexionescon los poderes econmicos y nombr amuchos representantes del corporativis-mo americano como funcionarios polticosde su administracin y dentro del propio

    Partido Republicano.Por otra parte, la Democracia S.A. in-

    tenta estudiar lo que Wolin llamaSuperpoder: la proyeccin del poderhacia afuera. Es decir, una novedosa estra-

    tegia de poltica exterior que actuara demanera indeterminada e impaciente con lacapacidad de imponer su voluntad en cual-quier momento y se caracteriza por el do-minio militar. De esta manera, el totalita-

    rismo invertido explota la autoridad y losrecursos del Estado, obtiene su dinmicamediante la combinacin con otras formas

    de poder, como las religiosas evanglicas ymuy particularmente alentando unarelacin simblica entre el gobierno tradi-cional y el sistema de gobierno privadorepresentado por las modernas corpora-ciones empresariales.

    En la extraa alianza entre el arcasmoreligioso y la modernizacin econmicaque ha formado Superpoder encontramos

    fuerzas reaccionarias, regresivas y progre-sivas de cambio radical que muestran loslmites de la prctica democrtica. As hoyla sociedad americana se encuentra frentea una disyuntiva entre dos formas de polti-ca: la del Superpoder y la democracia. Ladiferencia entre ambas lgicas de poderqued inscripta en la invasin de EstadosUnidos a Irak. As, el planeamiento defi-

    ciente de la guerra, los intentos desdicha-dos de administrar el pas luego de la cadade Saddam, el sacrificio de vidas estado-unidenses () el dao incalculable infligidoal pas y a sus habitantes (362) implicaronun fracaso profundo que permite cuestio-nar la salud del sistema poltico en su tota-lidad.

    En cuanto a su estructura, el libro est

    organizado en 13 captulos a lo largo delos cuales se desarrolla de manera precisala tesis del totalitarismo invertido. A dife-rencia de otros textos del autor, el ltimoapartado juega el rol de la conclusin final.

    All, Wolin nos ofrece un diagnstico queparece confirmarse a la luz de los aconte-cimientos de los ltimos aos y de la crisisde un sistema financiero y econmico queescap de todo control. Los Estados Uni-

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    dos se han convertido, en el mejor de loscasos, es una democracia dirigida en laque el pueblo deja de ser soberano para

    pasar a ser manipulado por un poder cor-porativo que no responde a los controlesdel Estado. En definitiva, la arriesgada tesisde Wolin sobre la democracia norteameri-cana debe ser entendida como un recorda-

    torio: la democracia puede sobrevivir yflorecer dependiendo, en primera instan-cia, de que el pueblo opere un cambio ensu propia naturaleza, se desprenda de su

    pasividad poltica y adquiera, en cambio,algunas caractersticas de un demos(400).

    Sin embargo, la democracia a gran es-cala implica necesariamente un binomio:pueblo/representantes. Por ello, la segun-da instancia que podramos agregar parapensar una nueva poltica democrtica est

    vinculada con la elite de funcionarios pbli-

    cos y su (ir)racionalidad. El anlisis del au-tor muestra que las lites de fines del siglo

    XX construyeron una poltica y una culturadirigida a detener el desarrollo de la racio-nalidad popular y solucionar el problema

    de la admisin del demos a la vida polti-ca. El objetivo era un electorado hbridoy consumidor, que compartiera las carac-tersticas de la audiencia del cine o la tele-visin. De esta manera, la racionalidad p-blica que los padres fundadores habandeseado para su tierra fue desplazada poruna credulidad cuasi religiosa que tambin

    tiende a afectar la racionalidad de las elites.

    En consecuencia, Wolin plantea un necesa-rio emprendimiento quiz an ms utpi-co que el primero: estimular y construiruna contra-lite poltica que rena el in-

    ters por la bsqueda de soluciones a laalarmante brecha social, que impulse laproteccin del medio ambiente y que, fun-damentalmente, combine el conocimiento

    y la habilidad con la responsabilidad pbli-

    ca de defender los valores e ideales demo-crticos.

    Pamela V. Morales

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    JUICIO POLTICO AL PRESIDENTEY NUEVA INESTABILIDADPOLTICA EN AMRICA LATINA

    Anbal Prez-Lin, Fondo de CulturaEconmica, Buenos Aires, 2009,383 pginas.

    La estabilizacin de regmenes demo-crticos en Latinoamrica durante las lti-mas dos dcadas dio lugar a un amplioemprendimiento acadmico en que dife-

    rentes estudiosos analizaron diferentesfacetas que hacen a su funcionamiento.Como parte de ese emprendimiento,Juicio

    poltico al presidente constituye uninvalorable aporte sobre un aspecto cen-

    tral, dada su relevancia terica y poltica:la inestabilidad poltica que suele afectar alos pases de la regin.

    Una extensa literatura se coloca como

    teln de fondo de esta contribucin. JuanLinz abri en 1984 esa lnea de trabajo alelaborar el ya clsico argumento de quelas caractersticas institucionales de los sis-

    temas presidenciales influan de maneraperversa sobre el comportamiento polti-co, de manera tal de poner en peligro lademocracia. As pues, el secreto de la ines-

    tabilidad de las democracias presidencia-

    les en Latinoamrica resida, precisamen-te, en el presidencialismo. La sugerenciade Linz era la adopcin de gobiernos par-lamentarios que promovieran democraciasestables.

    La contribucin pionera de Linz diolugar a una serie de aportes que, aunquecompartan algunos de los elementos cen-

    trales de su argumento, matizaban su al-cance. As, el problema no era el

    presidencialismo en s mismo sino sucombinacin con multipartidismo(Mainwaring), presidentes con fuertes po-

    deres institucionales (Shugart y Carey) osistemas electorales que dificultaban laobtencin de mayoras legislativas por par-

    te del presidente (Jones). La sugerencia deesos autores era disear instituciones pre-sidenciales que dieran viabilidad a la de-mocracia.

    Un aporte mucho ms reciente ha pues- to en duda la relacin causal entre

    presidencialismo e inestabilidad. Jos An- tonio Cheibub ha presentado evidenciaemprica que parece apoyar el argumentode que la inestabilidad poltica no reflejaralas caractersticas de las instituciones adop-

    tadas por las nuevas democracias(presidencialismo vs. parlamentarismo),sino las del rgimen autoritario previo (au-

    toritarismo militar vs. autoritarismo civil).

    El debate acadmico sobre los moti-vos de la inestabilidad de las democraciaspresidenciales fue acompaado por una

    tendencia novedosa: la expansin global sinprecedentes de regmenes democrticoscapaces de mantenerse a lo largo del tiem-po. Ello, sin embargo, no signific la com-pleta desaparicin de la inestabilidad pol-

    tica en Latinoamrica, sino la forma en que

    se expresa. El nuevo patrn de inestabili-dad poltica se caracteriza por el surgimien-

    to de crisis polticas que conducen a la re-mocin o renuncia de presidentes, sin queello implique la ruptura democrtica. Esteconstituye el foco principal del excelenteestudio de Prez-Lin; de all su relevan-cia emprica.

    La relevancia terica de este estudioradica no slo en el conocimiento que ge-

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    nera sobre el funcionamiento de las nuevasdemocracias en la regin, y especialmentesobre las caractersticas y causas de su nue-

    vo patrn de inestabilidad poltica, sinotambin en el desafo que presenta a dossupuestos consolidados entre los estudio-sos del presidencialismo latinoamericano.Por un lado, la idea de que esos regmenescarecen de la capacidad de procesar con-flictos entre el ejecutivo y el legislativo sinrecurrir a la intervencin militar; por el otrolado, la idea de que los presidentes son

    demasiado fuertes y que los legisladorescarecen de la capacidad de actuar comoagentes de accountability democrtica.

    Juicio poltico al presidente es sin du-das un estudio de primera lnea que mere-ce una cuidadosa lectura por todos aque-llos interesados en el funcionamiento de lasnuevas democracias latinoamericanas, ascomo por quienes tengan inters en el an-

    lisis institucional o la comunicacin polti-ca. Pero tambin es una obra ineludiblepara quienes busquen una contribucin ri-

    gurosa y sistemtica en el campo de la po-ltica comparada. A lo largo de ms de 300pginas de texto principal, con una prosaprolija, clara y sucinta, Prez-Lin presen-

    ta las caractersticas y causas del nuevopatrn de inestabilidad poltica en la re-

    gin. Haciendo gala de un inusual eclecti-cismo metodolgico, el relato histrico ydescriptivo se combina con el uso de tcni-cas estadsticas, tanto cuantitativas comocualitativas; mientras que el desarrollo ver-bal de argumentos es complementado enalgunas secciones con formalizaciones ymodelaciones que le aportan mayor rigor.La decisin de utilizar uno u otro recursometodolgico es cuidadosamente justifica-

    da, poniendo en claro sus implicaciones ylimitaciones. Todo ello no slo aporta ma-

    yor rigor a la obra sino que facilita tanto la

    comprensin del texto como sureplicabilidad.Aunque el foco del estudio es la nueva

    inestabilidad poltica, la mayor parte dellibro analiza una de sus modalidades: losprocesos de juicio poltico o impeachment(captulos 2, 3, 4, 5, y 6). La base empricadel anlisis est constituida por los casosde juicio poltico a presidentes latinoame-

    ricanos entre 1992 y 2004. Ello incluye losprocesos que terminaron con la destitu-cin de cuatro presidentes (FernandoCollor de Melo en Brasil, 1992; Carlos

    Andrs Perez en Venezuela, 1993; AbdalBucaram en Ecuador, 1997 y Ral CubasGrau en Paraguay, 1999), as como trescasos de juicio poltico fallido (ErnestoSamper en Colombia, 1996, y Luis

    Gonzlez Macchi en Paraguay, 2002 y2003).

    A partir de un breve pero completoanlisis de los eventos histricos que ca-racterizaron esos siete juicios polticos, ascomo de las principales interpretacionesexistentes para cada uno de esos casos, elcaptulo 2 infiere, por va inductiva, cuatroelementos comunes que echan luz sobre

    sus motivos, dinmica y resultados. Esoselementos claves son: la falta de voluntad ocapacidad de los militares para interveniren poltica, el papel desempeando por losmedios masivos de comunicacin en la crea-cin de escndalos polticos que deterio-ran la imagen presidencial, la capacidad delpresidente para construir una coalicin le-

    gislativa que lo blinde frente a la posibili-dad de un juicio poltico y la extensin de la

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    protesta popular. Cada uno de ellos es mi-nuciosamente analizado en los siguientescuatro captulos.

    En el captulo 3 Prez-Lin registra elproceso de desmilitarizacin de la polti-ca, derivando dos implicaciones fundamen-

    tales respecto del nuevo patrn de inesta-bilidad. Por un lado, las soluciones civiles yconstitucionales desplazaron de maneracasi completa a las rupturas militares o c-

    vico-militares que caracterizaban el viejopatrn de inestabilidad. Por el otro lado,

    las soluciones constitucionales conviertena la cada presidencial en el resultado tpi-co en la medida que las constituciones lati-noamericanas suelen contemplar mecanis-mos para remover al presidente (mediantejuicio poltico o declaracin de incapaci-dad) mientras que rara vez prevn la diso-lucin del parlamento.

    El captulo 4 analiza el papel de los

    medios en la generacin de escndalosmediticos que erosionan la imagen presi-dencial. All se pone especial nfasis en lamanera en que ciertas transformacionespolticas, econmicas, tecnolgicas y pro-fesionales han llevado a adoptar un papelclave en el desarrollo de crisis polticas,especialmente mediante la publicacin dehechos de corrupcin en que se ven en-

    vueltos altos funcionarios, e incluso el pre-sidente. Sin embargo, ello no explica lasconsecuencias que puedan tener esos es-cndalos, lo que es analizado en captulo 5.Haciendo uso de breves reseas histricas

    y estadsticas cuantitativas Prez-Lian pre-senta algunas conclusiones de especial re-levancia. Por un lado, el autor sostiene queexiste una retroalimentacin entre escn-dalos e imagen presidencial: los escnda-

    los afectan la imagen presidencial cuandose acumulan a lo largo del tiempo, pero lafrecuencia e impacto de los escndalos cre-

    cen a medida que se erosiona la imagenpresidencial. Por el otro lado, el estudiomuestra, en lo que constituye una de susconclusiones ms importantes, que ni losescndalos ni la cada en la imagen del go-bierno llevan por s solas a la remocinpresidencial: a ello deben sumarse lasmovilizaciones populares. Sin embargo, nocualquier protesta social es capaz de ame-

    nazar la estabilidad del presidente. Paraque la protesta tenga un impacto letal esnecesario que se exprese en la moviliza-cin de una amplia coalicin callejera desectores medios y bajos, con el objetivocomn de destituir al presidente.

    La cada presidencial por juicio polti-co implica un proceso mediante el cual loslegisladores remueven al presidente, o au-

    torizan su remocin. Para ello, el captulo6 trata de establecer los determinantes dela decisin legislativa de enjuiciar o prote-

    ger al presidente. Segn Prez-Lin, elloes funcin de una combinacin de las re-

    glas constitucionales para remover al pre-sidente y la configuracin partidaria delcongreso, que facilita o dificulta la cons-

    truccin de un escudo legislativo por

    parte del presidente. El requisito constitu-cional determina la cantidad de votos ne-cesarios para bloquear las tentativas dejuicio poltico. En ese sentido, el captulopresenta un interesante anlisis compara-do de los diferentes mecanismos previstosen las constituciones latinoamericanas y enEstados Unidos para remover presidentes.Por su parte, la configuracin partidariainfluye en el apoyo legislativo efectivamen-

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    te recibido, que depende del tamao delcontingente legislativo del partido del pre-sidente, de los problemas de disciplina par-

    tidaria que pueden disminuir el apoyo queel presidente obtenga de su propio parti-do, y de la poltica de formacin de coali-ciones que puede extender el apoyo a otrospartidos.

    Aunque la disposicin de los legislado-res a defender al gobierno se ve afectadapor los escndalos de corrupcin y el ca-lendario electoral, el captulo 6 muestra,

    en lo que constituye otra de las conclusio-nes cruciales del libro, que el factor msimportante es la estrategia seguida por lospresidentes para relacionarse con el con-

    greso. Aquellos presidentes que desde elinicio de sus mandatos siguieron una estra-

    tegia negociadora, fueron capaces de cons-truir una base de apoyo que los blind an-tes los intentos de llevar a cabo juicios po-

    lticos (Samper y Gonzlez Macchi). Por elcontrario, los presidentes que alienaron alcongreso, sea confrontando con ellos(Bucaram, Cubas) o siguiendo estrategiasde aislamiento (Collor, Prez), se encon-

    traron en una posicin ms riesgosa en elmomento de enfrentar los intentos de jui-cio poltico y fueron finalmente incapacesde mantenerse en el gobierno.

    El anlisis hasta aqu desarrollado pre-senta dos limitaciones. Por un lado, el jui-cio poltico es slo un camino particularpara remover presidentes, ya que algunosfueron removidos de su cargo sin que me-diase juicio poltico. Ello obliga a pregun-

    tarse hasta qu punto las conclusiones ob-tenidas a partir del anlisis de los juiciospolticos son vlidas para todos los casosde inestabilidad presidencial. Por otro lado,

    aun cuando el foco se ampliara a todos lospresidentes que renunciaron anticipada-mente, con o sin juicio poltico, el diseo de

    investigacin adolecera de un sesgo en laseleccin de casos que impedira inferirconclusiones confiables. Al elegir slo ca-sos en que los presidentes enfrentaron jui-cios polticos o renunciaron de manera an-

    ticipada (seleccin sobre la variable de-pendiente) se estara sobreestimando elefecto causal de las variables explicativas.Ello se debe a que no se controla la posibi-

    lidad de que dichas variables hubiesen es-tado tambin presentes en los casos en quelos presidentes completaron sus mandatossin enfrentar situaciones conflictivas de im-portancia. Conciente de esas limitacionesPrez-Lin extiende su anlisis, en el cap-

    tulo 7, a todo el universo de presidenteslatinoamericanos entre 1990 y 2004. Utili-zando estadsticas cualitativas y cuantitati-

    vas confirma los hallazgos obtenidos en loscaptulos previos: si bien los escndalos decorrupcin y la dinmica legislativa son ele-mentos cruciales para analizar los juiciospolticos, la principal fuerza detrs del co-lapso de los presidentes, con o sin juiciopoltico, son las movilizaciones popularesmulticlasistas.

    El libro cierra, en el captulo 8, con el

    anlisis de diferentes interpretaciones so-bre las implicaciones tericas y normati-

    vas del nuevo patrn de inestabilidad pol-tica, adoptando una posicin cauta frente aquienes identifican al nuevo fenmeno conla parlamentarizacin del presidencialismo,el surgimiento de accountability social, o laexpresin del poder popular. En todo caso,sugiere Prez-Lin, la nueva inestabilidadexpresa una accountability espasmdica,

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    POSTDataDataDataDataData14,ms apta para castigar que para preveniracciones inadecuadas por parte del gobier-no; para evitar la ruptura de la democracia

    que para poner cierre al ciclo perverso dedominio presidencial y cada del gobierno.As pues, Prez-Lin ofrece un estu-

    dio riguroso, sistemtico y balanceado queconstituye una contribucin crucial a lacomprensin de los casos empricos anali-zados, a la explicacin del nuevo patrn deinestabilidad poltica y al desarrollo de lapoltica comparada.

    Javier Zelaznik