presencia de rodó en la revolución mexicana

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La presencia de José Enrique Rodó en las vísperas de la Revolución mexicana LEONARDO MARTÍNEZ CARRIZALES Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco RESUMEN: Este artículo tiene como propósito plantear el influjo de la figura inte- lectual de la personalidad pública y la obra de José Enrique Rodó en el microcli- ma intelectual de la Escuela Nacional Preparatoria, durante el primer decenio del siglo XX. Este influjo se operó gracias a la iniciativa de Porfirio Parra, director de este establecimiento educativo. Los términos de la admiración que Parra profesó por Rodó, y los ecos del ensayista uruguayo en los discursos del educador mexi- cano son un indicador de la asimilación de las Humanidades en los universos conceptuales y simbólicos de la educación universitaria del porfiriato. La impor- tancia que el ámbito educativo tiene en la formación de la institución literaria del siglo XX vuelve necesaria la consideración de este influjo temprano del arielismo en las minorías universitarias de los primeros años de la centuria, comunidad que sería la base del círculo intelectual y literario organizado alrededor de figuras como Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña. ABSTRACT: This article proposes considering the influence of the intellectual figu- re, public personality and work of José Enrique Rodó in the intellectual micro- climate of the Escuela Nacional Preparatoria, during the first decade of the 20th century. This influence was operating thanks to the initiative of Porfirio Parra, director of this educational institution. The terms of admiration which Parra professed for Rodó, and the echoes of the Uruguayan essayist in the discourses of the Mexican educator, are an indication of the assimilation of the Humanities in the conceptual and symbolic universes of the Porfiriato university education. The importance that the educational world has in the formation of the 20th century literary institution makes it necessary to consider this early influence of Arielism in university minorities during the first years of the century, a com- munity which would be the basis of the intellectual and literary circle organized around figures like Alfonso Reyes and Pedro Henríquez Ureña. PALABRAS CLAVE: Ateneo de la Juventud, Escuela Nacional Preparatoria, José En- rique Rodó, Porfirio Parra, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, porfiriato. KEYWORDS: Ateneo de la Juventud (Atheneum of Youth), Escuela Nacional Pre- paratoria (National Preparatory School), José Enrique Rodó, Porfirio Parra, Al- fonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Porfiriato. 51 Literatura Mexicana XXI.2, 2010 I. PROPÓSITO Y MATERIA Habitualmente, la cultura literaria correspondiente al periodo histórico

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Artículo sobre el modernista uruguayo

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  • La presencia de Jos Enrique Roden las vsperas de la Revolucin mexicana

    Leonardo Martnez CarrizaLesUniversidad Autnoma Metropolitana-Azcapotzalco

    resuMen: Este artculo tiene como propsito plantear el influjo de la figura inte-lectual de la personalidad pblica y la obra de Jos Enrique Rod en el microcli-ma intelectual de la Escuela Nacional Preparatoria, durante el primer decenio del siglo xx. Este influjo se oper gracias a la iniciativa de Porfirio Parra, director de este establecimiento educativo. Los trminos de la admiracin que Parra profes por Rod, y los ecos del ensayista uruguayo en los discursos del educador mexi-cano son un indicador de la asimilacin de las Humanidades en los universos conceptuales y simblicos de la educacin universitaria del porfiriato. La impor-tancia que el mbito educativo tiene en la formacin de la institucin literaria del siglo xx vuelve necesaria la consideracin de este influjo temprano del arielismo en las minoras universitarias de los primeros aos de la centuria, comunidad que sera la base del crculo intelectual y literario organizado alrededor de figuras como Alfonso Reyes y Pedro Henrquez Urea.

    AbstraCt: This article proposes considering the influence of the intellectual figu-re, public personality and work of Jos Enrique Rod in the intellectual micro-climate of the Escuela Nacional Preparatoria, during the first decade of the 20th century. This influence was operating thanks to the initiative of Porfirio Parra, director of this educational institution. The terms of admiration which Parra professed for Rod, and the echoes of the Uruguayan essayist in the discourses of the Mexican educator, are an indication of the assimilation of the Humanities in the conceptual and symbolic universes of the Porfiriato university education. The importance that the educational world has in the formation of the 20th century literary institution makes it necessary to consider this early influence of Arielism in university minorities during the first years of the century, a com-munity which would be the basis of the intellectual and literary circle organized around figures like Alfonso Reyes and Pedro Henrquez Urea.

    PaLabras CLave: Ateneo de la Juventud, Escuela Nacional Preparatoria, Jos En-rique Rod, Porfirio Parra, Alfonso Reyes, Pedro Henrquez Urea, porfiriato.Keywords: Ateneo de la Juventud (Atheneum of Youth), Escuela Nacional Pre-paratoria (National Preparatory School), Jos Enrique Rod, Porfirio Parra, Al-fonso Reyes, Pedro Henrquez Urea, Porfiriato.

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    i. ProPsito y Materia

    Habitualmente, la cultura literaria correspondiente al periodo histrico

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    constituido por la cada del gobierno de Porfirio Daz y el inicio de la Revolucin mexicana se asocia al grupo de hombres de letras conoci-do como Ateneo de la Juventud. Algunos integrantes de este crculo intelectual (Alfonso Reyes, Pedro Henrquez Urea, Jos Vasconcelos) redactaron ensayos y conferencias en cuyas pginas se desarrolla esta perspectiva, testimonio prestigioso que ha sido tomado como sustento documental de diversos investigadores que han adoptado la tesis revo-lucionaria del Ateneo.

    En la integracin de este expediente crtico se han desarrollado varias lneas argumentativas entre las cuales conviene destacar la relacionada con el pretendido desmantelamiento del positivismo por parte de los atenestas gracias a la lectura que stos hicieran de orientaciones inte-lectuales propias de las Humanidades, la filosofa idealista e intuitiva, la metafsica. En este contexto, la obra del ensayista uruguayo Jos Enrique Rod fue reclamada por los jvenes escritores del Ateneo de la Juventud con el propsito, entre otros, de acreditar su propio perfil pblico en el debate cultural e ideolgico que caracteriz a las postrimeras del porfi-riato (Henrquez Urea 1984: 57-68). Con ello, los propios atenestas construyeron una narrativa histrica que soslaya con cierta deliberacin el aparato cultural del que se haban beneficiado y que, en mi opinin, determinara las directrices de su trayectoria ulterior como hombres de letras en el Mxico del siglo xx. En este aparato se destaca el microclima intelectual propio de la Escuela Nacional Preparatoria (Quirarte 1995; Daz y de Ovando 1972).

    En las aulas del antiguo Colegio de San Ildefonso se haban sucitado, casi desde la fundacin del establecimiento de enseanza secundaria de la repblica liberal, debates intelectuales que propiciaron la transfor-macin del positivismo como disciplina del conocimiento. Cuando los educadores del Ateneo de la Juventud se hicieron cargo de la Preparato-ria con el fin de convertirla en el eje de la reforma de la enseanza p-blica que dara paso a la Universidad Nacional en 1910, el positivismo se haba convertido ya en una estructura del conocimiento muy flexible que daba cabida a las Humanidades.

    Aqu se inscribe la incorporacin simblica de Jos Enrique Rod en los intereses educativos, ideolgicos y polticos de la Escuela Nacional Preparatoria; una incorporacin patrocinada por el propio Porfirio Pa-rra, otrora seguidor de Gabino Barreda, director del plantel y maestro de los adolescentes atenestas. Una incorporacin que, en suma, caracteriza

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    una atmsfera intelectual que, en modo alguno, podra entenderse slo como consecuencia del inters de unas cuantas personalidades notables, y s, en cambio, como un proceso colectivo de largo aliento que vena rectificando los discursos positivistas desde posiciones que, de acuerdo con el periodo, haban adoptado los principios del derecho natural, el idealismo romntico, el krausismo y el humanismo.

    La cultura literaria de los albores de la Revolucin mexicana se asien-ta en esta slida estructura cultural que no slo implica a la literatura y a los escritores tal y como ahora los concebimos, sino tambin la en-seanza y la ciencia. Confo en que este artculo pueda convencer a sus lectores de la pertinencia de enfocar el estudio de la cultura literaria de los primeros lustros del siglo xx en Mxico, y especficamente de las per-sonalidades del Ateneo de la Juventud, con base en una perspectiva que relacione la ciencia, el aparato de la enseanza pblica y la literatura; perspectiva ms apropiada para el entendimiento cabal de la gestin y la expresin de las minoras letradas que se implican en cuanto se discute en seguida.

    ii. una eduCaCin Para La vida MisMa

    Contamos con un testimonio de Alfonso Reyes acerca de la autoridad intelectual y pedaggica de Porfirio Parra que se encuentra en su muy citado ensayo Pasado inmediato, texto que suele ser consultado como una crnica retrospectiva de la cultura literaria que imperaba en las vsperas de la Revolucin mexicana. Como es de esperarse, la Escuela Nacional Preparatoria ocupa un lugar destacado en esas pginas. All, la presencia de Parra se conforma de acuerdo con el inters de caracterizar la educacin secundaria del rgimen menguante de Porfirio Daz como un viejo y agotado depsito de reliquias provenientes de un positivismo rgido, rutinario, caduco y, por supuesto, en trance de ser desmantelado por el grupo de Alfonso Reyes. sta es la aparicin de Porfirio Parra en el balance que Reyes hizo de una institucin que resbalaba por su ms fcil declive: la herencia de Barreda seca por los das del Centenario en los mecanismos del mtodo (Reyes 1960: 189).

    Porfirio Parra, discpulo directo de Barreda, memoria respetable en mu-chos sentidos, ya no era ms que un repetidor de su tratado de Lgica,

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    donde por desgracia se demuestra que, con excepcin de los positivistas, todos los filsofos llevan en la frente el estigma oscuro del sofisma, y por nada quera enterarse de las novedades, ni dejarse convencer siquiera por la hamiltoniana cualificacin del predicado, atisbo de la futura logstica (Reyes 1960: 160. El subrayado es mo).

    Poco ms adelante en su Pasado inmediato, cuando se ocupa de la Es-cuela Nacional de Altos Estudios, Reyes trae a cuento el testimonio de Pedro Henrquez Urea gracias a una cita un tanto desencaminada en el argumento del escritor regiomontano para decirnos que Porfirio Pa-rra muri aislado entre la bulliciosa actividad de la nueva generacin enemiga del Positivismo (Reyes 1960: 211). Por cierto, esta imagen fnebre no se condice con la documentacin que ha llegado a nosotros de unos funerales dispensados con todos los fastos del Estado reciente-mente revolucionario a quien haba sido, luego de Justo Sierra, uno de los constructores ms destacados del aparato educativo del porfiriato en el siglo xx.

    Sin embargo, hay cuando menos otro testimonio de Alfonso Reyes sobre Porfirio Parra que no obedece a los propsitos reivindicadores de la llamada Generacin del Centenario. Se trata de un recuerdo cor-dial vinculado a los testimonios autobiogrficos que nuestro hombre de letras redact hacia los ltimos aos de su vida, cuando ya se haban destilado los empeos por abrirse paso a codazos entre la gente de letras en pos del reconocimiento y la consagracin. En tales pginas, la figura de Porfirio Parra es por completo diferente a la que ya hemos aludido y se presenta como un tesoro de los afectos que se cuenta luego de casi medio siglo.

    Alfonso Reyes haba tenido en la Escuela Nacional Preparatoria un sonado xito de oratoria puramente ornamental y epidctica hacia 1907. Al da siguiente de su triunfo, el orador de 18 aos fue requerido por su maestro de Lgica, Porfirio Parra, director de la Escuela, como ya lo anunciamos. A solas, con paternal delicadeza, aquel viejo lo felicit. As es como Reyes reconstruy las palabras de su profesor:

    Las palabras que dirigi a usted anoche, despus de su alocucin, el seor ministro de Instruccin Pblica, don Justo Sierra, fueron la expre-sin del sentir comn. Quedamos prendados de su discurso y todos lo hemos aplaudido de corazn. Pero algo me inquieta en usted. No s si la

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    msica de sus prrafos, el ademn o la entonacin nos hicieron recordar a algunos el caso de Jess Urueta, talento muy salpicado de locura. Don Justo y yo hemos resuelto que, valindome de la relativa autoridad del maestro y usando el derecho que me da el cario hacia usted, le d a tiempo un consejo. Alfonso: cudese de las sirenas, de las sirenas que us-ted evocaba anoche en frases brillantes. Ponga rienda a su natural andar. Hay en usted un noble entusiasmo, casi frutal, para la vida. Que no lo cieguen sus arrebatos. Domestique a tiempo su fuego, selo y aprov-chelo, pero no permita que lo consuma (Reyes 1990: 594-595).

    En estas palabras se encuentra no slo la caracterizacin moral del locutor, sino tambin una evocacin del ambiente intelectual que, se-gn veremos, primaba en esa Escuela de ciudadanos y de hombres cabales para servir a la repblica. Tan es as, que, en su memoria, Reyes acepta emocionadamente, agradecidamente, el consejo del paternal maestro:

    Yo navegaba mis primeras pasiones, las ms intensas y definitivas de todo mi existir. Sent el picorcillo de las lgrimas. Me ech en los brazos de mi maestro y me alej precipitadamente sin poder contestarle nada. No quiero perder esta memoria. Han pasado cuarenta y siete aos antes de que me atreva a contarlo (Reyes 1990: 595).

    En este testimonio, la figura del viejo profesor de Lgica y director de la Escuela Nacional Preparatoria se construye con base en los valores de una autoridad educativa que tambin hace las veces de un conductor de almas. Pedagogo y mistagogo por derecho de un Estado que ha confiado a Porfirio Parra y a los de su clase la tarea de preparar a sus ciudadanos dirigentes. Parra es as un profesor que se ocupa no slo de hacer madurar la inteligencia de sus alumnos, sino tambin de rectificar su salud psicolgica y de orientar su integridad moral. Un educador de la razn y de los sentimientos que poco o nada se condice con el seco discpulo de Gabino Barreda, mdico cirujano y lgico por mtodo que impone a la juventud la diseccin de la realidad segn la inexorable escala comtiana de la ciencia positiva.

    Este retrato no slo se debe a la emocin cordial del anciano Reyes que vuelve su mirada hacia las figuras tutelares de su adolescencia y de su primera juventud. En los trazos de esta imagen tambin se advierten las directrices de la estructura cultural que dio coherencia y solidez a ese almcigo de minoras polticas y culturales, grupo muy reducido y se-

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    lecto, que fue la Escuela Nacional Preparatoria: la pedagoga, la moral, la psicologa y la lgica en cuanto esta ciencia trata del conocimiento de los valores; es decir, las disciplinas de un conocimiento especializa-do que organizaba los principios de la educacin integral del ciudadano. Estos principios se hicieron explcitos por parte de Justo Sierra con mo-tivo de la reforma de la Escuela Nacional Preparatoria de 1907, captu-lo principal del nuevo diseo del aparato educativo del Estado que se orientaba a la fundacin de la Universidad Nacional en 1910.

    De acuerdo con esta perspectiva, la Escuela Nacional Preparatoria haba sido reorganizada conforme a sus bases tradicionales (Sierra 1991: 376): la jerarqua cientfica adoptada por Augusto Comte, de acuerdo con la cual se haba aligerado el repertorio de asignaturas, se haba descargado un peso excesivamente terico y se haba uniformado la enseanza, todo ello con el afn de articular una preparacin a la vida misma (Sierra 1991: 375). En palabras de Sierra, esta prepara-cin consiste precisamente en educar sistemticamente las facultades de los alumnos para que puedan seleccionar, para que puedan elegir con acierto las armas con que han de luchar en la vida. En esta preparacin a la vida misma tena cabida la dimensin cvica y moral de este predio educativo del Estado mexicano. As lo expuso Sierra en 1905:

    La Escuela Preparatoria debe ser una escuela de educacin, porque en ella queremos hacer hombres, y, con estos hombres, ciudadanos, hacer de esta escuela un plantel, no slo de educacin intelectual, sino moral, sobre todo moral []. La Escuela Preparatoria trata de desenvolver esp-ritus y de rectificar caracteres (Sierra 1991: 365).

    En consecuencia, esta clase de orientaciones tambin se hizo presente en las alocuciones verbales y en los textos de quien fuera encargado de conducir la reforma de la Escuela Nacional Preparatoria y de integrar este recinto en el aparato educativo que se proyectaba consumar con ocasin del Centenario de 1810: Porfirio Parra, el profesor paternal que llam en ayuda de sus intereses a Jos Enrique Rod, antes del preten-dido desmantelamiento del positivismo por parte de los integrantes del Ateneo de la Juventud, segn veremos en el siguiente apartado. Gracias a los vnculos intelectuales de Parra con el arielismo es posible trazar una lnea de continuidad en materia de cultura letrada que va del liberalis-mo militante al orden cultural de la Revolucin mexicana.

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    iii. Porfirio Parra, editor de Ariel

    El orden cultural de la Revolucin mexicana que se constituira como consecuencia de los hechos polticos y militares acaecidos en nuestro pas luego de 1910 tiene como sustrato simblico la compleja y diferen-ciada cultura literaria del porfiriato. Me refiero a un maduro sistema de instituciones, discursos, prcticas, universos conceptuales, liderazgos y disciplinas del conocimiento que el propio rgimen de gobierno del pre-sidente Porfirio Daz haba consolidado sobre la base del aparato cultu-ral y educativo diseado por el liberalismo triunfante a partir de 1867. Gracias a la ndole del patrocinio y del perfil socialmente construido de los responsables de estas empresas de cultura letrada que se puede adver-tir en el origen y el desarrollo histrico sealados, este sistema tuvo un carcter pblico, y aun estatal. El horizonte espacial y temporal de este sistema de cultura letrada es el determinado por las diferentes instancias del Estado republicano y liberal. En ese panorama se destaca la Escuela Nacional Preparatoria, eje del aparato educativo del Estado mexicano desde su fundacin en 1867.

    La importancia de este establecimiento educativo de ndole estatal y pblica no slo radica en la formacin de los cuadros dirigentes nece-sarios para el funcionamiento de un gobierno que se desarroll ininte-rrumpidamente a lo largo de la segunda mitad del siglo xix de acuerdo con pautas de modernizacin y racionalizacin administrativas, sino tambin y sobre todo en el triunfo poltico e ideolgico que signi-fica el control del Estado liberal sobre la educacin de los ciudadanos. Ese triunfo se asienta simblicamente en el eje del plan de estudios de la educacin secundaria, constituido en obediencia de la serie positiva y racional de los conocimientos cientficos planteada por Augusto Comte e interpretada en Mxico por Gabino Barreda. Cualesquiera que hayan sido las transformaciones del liberalismo mexicano luego de la muerte de Benito Jurez, y cualesquiera que hayan sido los desafos a los cuales fue sometida esta institucin de enseanza durante el porfiriato, la cul-tura letrada de Mxico no abandonar una fuerte inclinacin pblica y estatal. Esta inclinacin se advierte hacia el siglo xx, por ejemplo, gracias a la estrecha vinculacin entre escritura, conocimiento y ense-anza; vinculacin que es una directriz de la mentalidad que sostiene la pertinencia de la fundacin de la Universidad Nacional en 1910, y que preside las actividades del Ateneo de la Juventud.

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    En los trminos de la cultura literaria de Mxico, la Escuela Nacional Preparatoria fue, desde su fundacin, varias veces escenario y siempre materia de disputas intelectuales que, alrededor del positivismo, poco a poco fueron depurando un eje de tensiones que articul una zona signi-ficativa de la historia de las ideas abrigadas por las minoras culturales de Mxico en el siglo xix. En un extremo de ese eje se encuentran quienes concedan primaca a la persona en cualquier predio de la vida social, ya literario, ya econmico, ya jurdico, ya poltico; y en el otro, quienes consideraban al organismo social como la base de todo entendimiento de la realidad y, consecuentemente, fuente de legitimidad de toda ges-tin de gobierno. Estas polmicas tienen una slida base jurdica y su matriz ya se advierte en las discusiones parlamentarias que dan lugar a la Constitucin de 1857, para luego recorrer todo el siglo xix dividiendo a la clase letrada, por una parte, entre liberales puros o doctrinales, y, por otra, liberales conservadores, positivistas o cientficos.

    A propsito de la Escuela Nacional Preparatoria, este eje de tensiones intelectuales se manifestar en torno a problemas cada vez ms especiali-zados tales como la naturaleza del conocimiento, la ndole del sujeto que conoce y las del objeto conocido, o susceptible de ser conocido racional-mente, problemas todos ellos organizados por la Lgica, aun en sus deri-vaciones psicolgicas y ticas. Recurdense a este respecto las discusiones sostenidas hacia 1880 entre liberales doctrinales y liberales conservadores a propsito del libro de texto que deba imperar en las clases de Lgica impartidas en la Preparatoria (Snchez Cuervo 2004). Estas discusio-nes, alimentadas por las reformas constitucionales debatidas en 1878, dejan reflejos en obras como Los ceros de Vicente Riva Palacio, adems de innumerables alusiones en textos de Guillermo Prieto, Ignacio Manuel Altamirano, Jos Mara Vigil y Justo Sierra, entre otros.

    En el curso de estas polmicas formalizadas gracias a las normas y los hbitos sociales de disciplinas cada vez ms especializadas y, si cabe decirlo, tcnicas, los extremos antagnicos se transformaron tanto en la identidad pblica de quienes polemizaban entre s como en la naturale-za de sus enunciados. Los polemistas se convirtieron, al paso de los aos, en figuras profesionales de carcter docente, dependientes de un aparato educativo slido, complejo y permanente; los enunciados disminuyeron la tensin retrica propia de su funcin pblica y, en cambio, adoptaron la formalizacin de la trama terica de sistemas conceptuales maduros y en pleno funcionamiento (Ramos 1989: 51-62). Tal es el caso de Porfirio

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    Parra, autor de un tratado de Lgica de larga vigencia escolar, y que nos ofrece la medida de la especializacin a la cual haban llegado hacia los albores del siglo xx los debates referidos.

    En vsperas de la Revolucin mexicana, el positivismo de la Escue-la Nacional Preparatoria permaneca como una marca de la identidad poltica del recinto, aunque haba perdido vigor doctrinal y se haba transformado gracias al influjo de disciplinas cientficas que haban co-brado autonoma y haban seguido su propio camino conceptual en las aulas de la Escuela y en las de los colegios profesionales. Adems, una visin ms compleja del individuo y sus atributos sustanciales haba conseguido incorporarse en diferentes niveles de la enseanza pblica y, con ello, haba alterado la perspectiva mecnica y materialista de la sociedad segn el positivismo de la primera hora en Mxico (Zea 1968).

    El positivismo de Gabino Barreda permaneca como doctrina identi-taria de una enseanza preparatoria cada vez ms prctica, simplificada, descargada de especulaciones tericas y materias especializadas que se reorganizaran en las escuelas profesionales ya plenamente integradas entre s bajo la idea de la Universidad Nacional. La Preparatoria no abandonara sus bases tradicionales constituidas alrededor de la jerar-qua cientfica adoptada por Augusto Comte, ni siquiera a propsito de la reforma de sus estatutos o de su plan de estudios. Tal es el estado de la cuestin disciplinaria y conceptual del aparato educativo mexicano ha-cia 1907, ao de la reforma de la Escuela Nacional Preparatoria instru-mentada para darle poder y vigencia a este recinto en el nuevo horizonte de la educacin pblica que se proyectaba inaugurar plenamente el ao del Centenario (Sierra 1991: 376).

    Porfirio Parra fue el educador encargado de gobernar la institucin a partir del primer ao de los cursos que ya se impartieron de acuerdo con el plan de estudios reformado. Al hacerse cargo del clebre instituto de enseanza secundaria de la repblica liberal, cargo para el que fue nombrado el 19 de diciembre de 1906, luego de las renuncias conse-cutivas de Jos Terrs y Manuel Flores, Parra tuvo que separarse de la secretara del Consejo Superior de Educacin que haba ocupado desde el 1 de julio de 1902.1 Desde el comienzo de su gestin se advierte el

    1 Archivo Histrico de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Personal. Expediente personal de Porfirio Parra, nm. 1220, fs. 30-35, 54-64.

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    propsito de difundir las lneas fundamentales de la Escuela Nacional Preparatoria, segn el diseo del sistema educativo del Estado mexicano que caminaba entonces a la consagracin de su plenitud. As es que este mdico con una larga trayectoria docente y una gran familiaridad con el planteamiento y la administracin de los intereses educativos del Esta-do porfiriano no slo asumi la mxima responsabilidad al frente de la Escuela, sino que tambin lo hizo con respecto del rgano oficial de este establecimiento educativo y aprovech este instrumento periodstico como un vehculo de propaganda intelectual. Gracias a este caso notable en la prensa institucional del porfiriato, habitualmente soslayada por la historia del periodismo, contamos con un documento muy estimable para el estudio de la historia intelectual del periodo y, por tanto, la com-prensin del orden de la cultura propio de la Revolucin mexicana.2

    2 El Boletn de la Escuela Nacional Preparatoria puede reducirse, para la ex-plicacin del modo en el cual se textualiza en sus pginas el campo discursivo que le es propio, en tres lneas: 1.- Defensa y legitimacin de la Preparatoria en el mbito pblico; 2.- Difusin de las tareas llevadas a cabo por parte de la institucin, principalmente las acciones correspondientes a la enseanza formal y la divulgacin de conocimientos, el encomio de los hombres notables rela-cionados con las tareas de la escuela, y noticia de los ritos acadmicos sobre los cuales descansaba una identidad pblica que, precisamente, quera acreditarse a toda costa en un escenario en el cual nunca haban escaseado opositores y mal-querientes. En virtud de estos puntos tenemos un discurso corporativo cuyos enunciados, al ser incorporados y avalados por la poltica editorial del Boletn, prueban la idea de que quienes eran responsables de este rgano y de la insti-tucin por ste representado se construyen a s mismos como un cuerpo aparte en el aparato del Estado, una corporacin en trance de acreditar sus privilegios, esto es, las licencias pblicas de su accin, el reconocimiento del mbito pbli-co que la corporacin reclama como exclusivo de sus tareas. Y 3.- Formulacin de los universos de conceptos y de las tradiciones intelectuales que distinguen a los miembros de la institucin. Entre estas tradiciones y estos universos se destaca la Lgica, disciplina que haba cobrado un nivel muy alto de formaliza-cin luego de haber servido como escenario de las disputas entre los partidarios del espiritualismo y los del positivismo. La lgica, disciplina en la cual se haba distinguido hasta el grado de la especializacin profesional Porfirio Parra, es la plataforma conceptual que hizo posible, entre quienes prestaban sus servicios y se educaban en el aparato educativo del Estado, el auge de las humanidades que caracteriza a las postrimeras del rgimen de Porfirio Daz. La formulacin de estos discursos constituye la sustancia del perfil social y simblico del hombre de letras/educador que habita en el recinto de la Escuela Nacional Preparatoria.

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    La direccin del Boletn de la Escuela Nacional Preparatoria no hizo sino confirmar la influencia de Porfirio Parra en el clima cultural e ideo-lgico del periodo, especialmente en lo que concierne a las orientacio-nes doctrinales de la enseanza secundaria del Estado, estratgica para el rgimen desde el triunfo de la repblica. A este respecto, pinsese en la defensa del positivismo que Parra llev a cabo como eje del plan de estudios de la Escuela Nacional Preparatoria, y tambin recurdense las formulaciones que a este propsito plante y desarroll en el terreno especializado de la Lgica, en el cual lleg a ser una autoridad indiscu-tible. En cualquier caso, Parra era un ejemplo insuperable del estado disciplinario que el positivismo haba alcanzado en la poca, aliviado de sus obligaciones polticas, estimulado por un mbito universitario cada vez ms slido, maduro y estable, y fortalecido por una constante discu-sin terica. Con base en esta autoridad y en esta trayectoria intelectual, Porfirio Parra sum el prestigio del ensayista uruguayo Jos Enrique Rod a favor de su causa mediante la presencia de ste en las aulas de la institucin cuya marcha rega y en las pginas de su Boletn. El arielismo no tuvo que aguardar para su incorporacin en la atmsfera intelectual de Mxico la autoproclamada cruzada reformadora del Ateneo de la Juventud (Henrquez Urea 1960: 610-617); por el contrario, las orien-taciones idealistas de la obra de Rod se instalaron con naturalidad en las aulas de la Preparatoria gracias a la diferenciacin especializada de los universos conceptuales que se haban operado all luego de varios lus-tros, y que haba abierto un espacio a la consideracin compleja de las facultades del individuo y sus atributos.

    Hacia 1907, los principios fundamentales de la Escuela Nacional Preparatoria haban llegado a concentrarse en torno a dos focos: por un lado la enseanza de la ciencia y, por otro, el estmulo de la moral, la esttica y el sentido cvico en el individuo. La Escuela era entonces, por voluntad y convencimiento intelectual de sus dirigentes, recinto del en-tendimiento y del hombre pleno que, convertido en ciudadano, servira naturalmente a los intereses colectivos de la repblica.

    Desde las primeras semanas de 1907, Porfirio Parra se ocup de difundir mediante todo tipo de folletos publicados bajo el sello de la Escuela Nacional Preparatoria y salidos de las prensas de la Tipografa Econmica las actividades desarrolladas en esta institucin conforme a los principios rectores de su accin educativa. As se publicaron con-ferencias pronunciadas por estudiantes, profesores y autoridades de la

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    Escuela, discursos y polmicas a cargo del director, planes de estudio y, por supuesto, el Boletn de la Escuela Nacional Preparatoria, rgano perio-dstico del establecimiento dirigido por el propio Porfirio Parra desde su primera entrega correspondiente a septiembre de 1908 hasta diciembre de 1910 (su etapa ms constante e influyente), como un instrumento ms de las responsabilidades pblicas del funcionario al frente de la ense-anza secundaria financiada por el Estado. A este respecto, Parra expuso sus propsitos publicitarios en la nota editorial que encabeza al Boletn:

    La importancia de este gran plantel exiga de una manera imperiosa que un rgano de publicidad le pusiese en comunicacin con la poblacin toda de la Repblica, dando a conocer a la nacin los programas que re-sumen la enseanza de sus ctedras, los reglamentos y prescripciones que norman su vida interior, los trabajos de sus alumnos y de sus profesores, y en una palabra, todos los latidos del gigantesco organismo cientfico que, para bien de las generaciones futuras, fue fundado por el patriotis-mo de Benito Jurez, por la ilustracin de Martnez de Castro y por la alta sabidura de Gabino Barreda. [] nuestro propsito no es otro que promover, por cuantos medios estn a nuestro alcance, el gran fin de este plantel: hacer de la inquieta y bulliciosa juventud que lo puebla un gru-po de hombres que sean tiles a la familia, a la patria y a la humanidad (Parra 1908: 3, 5).

    El Boletn de la Escuela Nacional Preparatoria nos obliga a conside-rar un rgimen de la comunicacin social de carcter peridico ms o menos soslayado con respecto de los patrones de estudio de la pren-sa dominantes entre nosotros. Me refiero a la prensa institucional, al instrumento periodstico de una institucin pblica que no puede ser traducido plenamente a los trminos del espacio pblico, la democracia informativa, la crtica y la deliberacin polticas. A diferencia de estos trminos, el Boletn de la Escuela Nacional Preparatoria es el rgano de una institucin educativa que reproduce el conjunto de los valores, las ideas y las prcticas que hacen posible su funcionamiento gracias a los esquemas y los cdigos de la prensa peridica. Una prensa cuya circula-cin es restringida el campo educativo del porfiriato y cuya veloci-dad es relativamente lenta; tiempo retardado y espacio limitado que son claves de una comunidad socioprofesional muy estable, diferenciada y especializada. Esta comunidad controla la produccin del Boletn y ago-ta su circulacin y su apropiacin.

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    Un rgano periodstico de carcter institucional como el Boletn de la Escuela Nacional Preparatoria es la proyeccin en la dimensin social de las formas simblicas de una comunidad regulada por sus propias con-venciones y claves de autoridad y autorizacin. Entre estas convenciones de ndole escolar se destacan el calendario anual de tareas docentes, la aplicacin de exmenes, la distribucin de premios, la discusin de los contenidos de las asignaturas, la celebracin de ritos de sociabilidad, la observancia de medidas disciplinarias, etctera. Estamos ante una comunidad continuamente acotada y controlada mediante los proce-dimientos que ella misma ha sancionado no slo como recursos de vi-gilancia y castigo, sino tambin como instrumentos de reconocimiento, prestigio y autoridad. La Escuela Nacional Preparatoria era el recinto de la juventud dorada de la repblica, la clase dirigente en cierne de la sociedad, la minora selecta3

    Los discursos a los cuales aluden estos eptetos suponen una visin del mundo y, por lo tanto, una determinada organizacin de la socie-dad, y en esa condicin integran el Boletn de la Escuela Nacional Prepa-ratoria en varios niveles. Entre stos, se destacan los correspondientes a la construccin de imgenes de autoridad, distincin y prestigio. Im-

    3 El Boletn de la Escuela Nacional Preparatoria es el eje de una estructura cultural de la sociedad mexicana de principios del siglo xx en la cual se destaca la clase letrada que se haba consolidado gracias al modelo de desarrollo econmico y social del rgi-men de Porfirio Daz; especficamente gracias a las instituciones educativas y culturales imperantes en el periodo. Hablamos de una clase letrada que hacia las postrimeras del porfiriato era altamente especializada, diferenciada, definida, apartada de la funcin poltica y, por ello mismo, poseedora de discursos disciplinarios muy refinados slo per-tinentes en el campo especfico de la enseanza. Se trata de un grupo sociocultural que podramos denominar como hombre de letras en el sentido en que lo hace el crtico Julio Ramos: un sujeto histrico que gracias a la especificidad, racionalidad y modernidad de sus tradiciones intelectuales ofrece al Estado no slo su concurso como servidor pblico sino tambin modelos segn los cuales consolidar la solidez terica de las tareas pbli-cas, especialmente las relativas a la enseanza de los ciudadanos. Entre estos modelos se destacan los correspondientes a la integridad racional de la cultura letrada, como la fi-lologa, la historia literaria, la lgica y la filosofa. En la estructura cultural articulada en torno del Boletn tambin son notorios los sujetos que sirven como referentes tanto por la gestin que ellos mismos desarrollaron en tanto administradores de asuntos pblicos, tribunos, oradores, escritores, educadores, etctera, como por haberse constituido en ejes de redes de inters o de meras afinidades electivas con base en los repertorios de ideas que imperan en la poca y el desarrollo especfico de estas ideas. A este respecto cabe destacar la posicin de Justo Sierra como patriarca de la comunidad.

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    genes articuladas con base en las figuras del estudiante y el profesor so-lidarios en el espacio del ms poderoso recinto educativo del porfiriato (el estudiante Reyes y el profesor Parra contenidos en la escena inicial de este artculo). Una de estas imgenes, clebres si las haba en el periodo, se debe a la pluma de Jos Enrique Rod: el profesor anciano que, en un aula llena de libros, y ante la estatuilla propiciatoria de Ariel, rene a sus alumnos luego de haber concluido su curso para pronunciar ante stos una peroracin dirigida a estimular la accin pblica dictada por el Ideal a la que estaban obligados como jvenes hombres de letras. He aqu la entrada en materia de Ariel, proyeccin simblica del espacio escolar que sirve de identidad y distincin a quienes en la Amrica es-paola formaban parte de microclimas semejantes a la Escuela Nacional Preparatoria (Molloy 1996: 133-145).

    Hay evidencias documentales en el propio Boletn de la Escuela Nacio-nal Preparatoria de que la presencia de Rod en sus pginas se debe a la voluntad expresa del director Porfirio Parra. La autoridad que ste reco-noca en aqul fue proyectada a la comunidad estudiantil del recinto y a su Boletn con el objeto de alimentar y sustentar en la prestigiosa obra del ensayista uruguayo uno de los principios rectores del programa educativo preparatoriano, precisamente aqul que vena a dar respuesta al desafo histrico que al positivismo haban planteado los aspectos del individuo irreductibles a la organizacin social. Me refiero, en principio, al recono-cimiento de la complejidad integral de la persona y, en consecuencia, a su dimensin moral y esttica. De acuerdo con la lectura de Porfirio Parra, la obra de Rod, reconocida, asimilada y aplaudida por la direccin de la Escuela Nacional Preparatoria, daba expresin a las preocupaciones de or-den moral y esttico que sta abrigaba a propsito de sus alumnos. Tal es la estrategia que se advierte con relativa transparencia en la misiva que Parra envi a Rod el 29 de septiembre de 1908 y que aqul hizo pblica en la entrega correspondiente a enero/febrero de 1909 de su rgano de publici-dad. Copio en seguida un prrafo de la carta, elocuente a este propsito:

    Tampoco se propone la Escuela Nacional Preparatoria desenvolver slo el intelecto, trocando a los jvenes en mquinas de discurrir; quiere, so-bre todo, desenvolver las facultades morales de los educandos y la parte esttica de la inteligencia, a fin de que los espritus juveniles cultiven un ideal amplio, generoso y apoyado adems en cimientos reales.

    Deseando con anhelo realizar hasta donde sea posible a mis modestas facultades el grandioso plan que sirve de base a la Escuela que tengo la

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    alta honra de dirigir, hojeo sin cesar folletos y libros a fin de encontrar en sus pginas rayos de aquella luz que peda Goethe moribundo, que puedan servirme para desempear mi ardua labor.

    En esta infatigable pesquisa de altas ideas y profundos sentimientos, tuve un da venturoso la suerte de leer el folleto de Ud. intitulado Ariel, y cuadr tanto a mis propsitos que juzgu que en sus brillantes pginas se reflejaba con vivos matices el ideal que dio vida a esta Escuela (Parra / Rod 1909: 129-130).

    El concurso de Jos Enrique Rod quera convertirse en un desmen-tido eficaz de las afirmaciones proferidas por quienes seguan alegando hacia 1907 que la enseanza impartida en la Escuela Nacional Prepara-toria era insuficiente y sectaria en virtud de su orientacin positivista. En consecuencia, la obra de Rod sancionada por el Boletn de la Escuela Nacional Preparatoria cumpla con una funcin propagandstica.

    Sin embargo, es conveniente proceder con calma a este respecto. Ariel y Motivos de Proteo, obras que dan pie a la presencia del escritor uruguayo en nuestro Boletn, tambin son un indicio de una matriz conceptual que hacia el periodo que nos ocupa ha logrado incorporarse y formalizarse en el discurso pedaggico del Estado; esta matriz orga-niz bajo su campo disciplinas que no eran ajenas en modo alguno a la enseanza secundaria. Tal es el caso de algunos conocimientos bien afincados en la historia de la Escuela Nacional Preparatoria relativos a la gramtica, la filologa y la lexicografa que se reconocen en la ctedra de profesores como Rafael ngel de la Pea.4 Otro tanto ocurre con asig-naturas como Lengua Nacional y Lectura Comentada de Producciones Literarias Selectas que se imparta tres veces por semana durante los cinco aos de la instruccin regulada por el plan de estudios de 1907.5 El conocimiento de las Humanidades de corte clsico no era en modo alguno desconocido en el entorno preparatoriano, tal y como lo prueba el documentadsimo discurso El helenismo en las buenas letras, de Francisco de P. Herrasti (1909: 3-32), pronunciado a manera de con-ferencia en el Saln de Actos de la Preparatoria, con motivo de una ceremonia presidida por el secretario de Instruccin Pblica y Bellas

    4 Consltese a este respecto el testimonio erudito de Francisco Labastida, Discurso pronunciado por el Sr. Presb. D. Francisco Labastida (1907: 7-23).

    5 Plan de Estudios de la Escuela N. Preparatoria, Mxico, Tipografa Econmica, 1907 (artculo primero).

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    Artes, Justo Sierra. Esta conferencia ocup todas las pginas de un solo nmero del Boletn de la Escuela Nacional Preparatoria con la necesaria anuencia de su director.

    Algunos lugares privilegiados de los libros de Jos Enrique Rod ya referidos tuvieron que haber estimulado la atencin de Porfirio Parra para invocarlos en beneficio de su proclamado inters en el orden moral y esttico de sus estudiantes. As nos es dado plantearlo a propsito de la discusin de Rod en Ariel sobre la integridad compleja de la perso-na, de ninguna manera reductible al inters utilitario y al rendimiento econmico de la organizacin social. Algo similar puede haber ocurrido con respecto de la tesis desarrollada en Motivos de Proteo acerca de la tarea constante que implica el conocimiento de s mismo. No menor inters debi comportar para Porfirio Parra el alegato que se desarrolla en Ariel sobre el sentimiento de la belleza como va que induce en la persona la inclinacin a la virtud y a la verdad; por ello, piensa Rod por intermedio del maestro Prspero, es conveniente que los estudiantes que salen al mundo luego de haber completado su paso por las aulas se preocupen por disponer en el mayor nmero de los seres humanos las condiciones necesarias para el aprecio de la belleza. No otra cosa piensa Porfirio Parra acerca de las potencias pedaggicas de la belleza y la vir-tud, aunque con arreglo a una slida funcin cvica del individuo que resulta un tanto ajena a Rod. Al margen de esta divergencia cuya importancia merece explicacin aparte, hay en las pginas de Rod una caracterizacin del escenario en el cual ocurren las relaciones do-centes entre los seres humanos que debi impresionar vivamente la sen-sibilidad de Porfirio Parra. Me refiero a un escenario como el descrito en los apartados primero y segundo de Ariel, relativo a un maestro de inclinaciones paternales, dulce, clido y cordial, rodeado de jvenes ante quienes practica un gnero de oratoria sagrada, porque tal se le antoja el hablar a la juventud sobre nobles y elevados motivos; maestro que rene en torno suyo a los estudiantes a quienes ha preparado para la vida con el propsito de pronunciar un consejo que avive en todos las virtu-des humanas de la calificacin intelectual que acaban de obtener. Este escenario construido simblicamente en el texto de Rod se corresponde punto por punto con el elaborado por Porfirio Parra en sus discursos pronunciados regularmente con motivo de la apertura de los cursos del recinto que diriga y de sus informes de actividades. Parra adopta el pa-pel prestigioso de Prspero/Rod y, paternalmente (padre vicario por

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    obra del Estado), comparece ante sus estudiantes con el propsito de orientar sus conocimientos mediante los nobles y elevados motivos que constituyen un gnero de oratoria sagrada: la del predicador docente.

    El testimonio de Alfonso Reyes sobre Porfirio Parra que ha sido el motivo que da inicio a este artculo es un ejemplo de la solidaridad que impera en el coloquio educativo y moral del profesor y el alumno; colo-quio que tan estimado fue como motivo de los discursos reguladores de la identidad de la Escuela Nacional Preparatoria. Este motivo simboliza una situacin real de las relaciones sociales ocurridas entre los sujetos a quienes corresponda comportarse de acuerdo con los principios educativos del Estado: una preparacin para la vida; una preparacin integral del ciuda-dano que habra de llevarse a cabo en la Escuela Nacional Preparatoria, vestbulo de la sociedad. A este respecto, el Boletn difunda la noticia de los ritos anuales de la comunidad en los cuales se refrendaban los votos de la pedagoga civil que hemos referido. Entre estos ritos se destacan las aperturas de cursos. En el nmero doce de nuestra publicacin, corres-pondiente a junio de 1910, se reprodujo el Discurso de bienvenida a los alumnos de la Escuela Nacional Preparatoria en la solemne inauguracin de los cursos el ao de 1910, pronunciado por el director Porfirio Pa-rra. Conviene citar el planteamiento enunciativo de esa pieza oratoria:

    A vosotros me dirijo, oh jvenes!, que henchidos de bro juvenil, y mos-trando inquietante, bulliciosa y casi febricitante movilidad, os precipitis hoy por los espaciosos mbitos de esta Escuela [].

    Funcin de la edad provecta es dirigir palabras de aliento y bro a la edad juvenil que, en plena y briosa mocedad, se precipita inexperta por los vastos campos de la vida. Los que hemos cruzado el meridiano de la existencia, y gravitamos por trayectoria inevitable, hacia el melanclico trasmontar, en que la persona humana desaparece del horizonte visible, tenemos el imperioso deber, ponindoos en contacto con vuestras almas, de hablaros de la vida y de sus senderos, de sus escollos y puertos, de sus panoramas, ya sombros, ya sonrientes, de ilustraros, en fin, sobre lo acer-bo y lo dulce del fruto del existir que ya hemos gustado, y que incitante, maduro y no tocado, se ofrece a vuestros ojos, despertando vuestro apetito.

    Ejercitando ese ministerio de la edad, y recordando que la confianza del gobierno me ha colocado al frente de este Establecimiento de ense-anza, creo de mi deber, hoy que vens aqu dispuestos a escuchar du-rante un ao la sapiente voz de vuestros maestros, dirigiros, a la par que una salutacin, tierna como el paternal afecto, advertencias tiles e importantes admoniciones (Parra 1910: 237-238).

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    Como se advierte, el maestro/padre se propone hablar de cuantos instrumentos dispone la Escuela para transformar al joven en adulto, hombre y ciudadano, y capacitarlo para el desempeo de las graves funciones de la edad madura. Y, de modo parecido a como haba he-cho con Alfonso Reyes, segn el testimonio de ste, Porfirio Parra no se limitara a proclamar el primero de esos instrumentos de forja de ciudadanos, la ciencia, sino que destacara los incentivos que la institu-cin ofrece a vuestros afectos. El maestro/padre ensear, adems de pensar, a amar, pues el recinto al cual se aproximan los jvenes no slo es el jardn de las Hesprides que contiene los frutos de oro de la cien-cia, sino que tambin lo esmaltan las flores de las bellas letras, los destellos del ideal, los perfumes del afecto, los ilimitados campos de la accin. Esta Escuela quiere hacer de vosotros hombres libres, cuyo espritu, curado de toda preocupacin ominosa desenvuelva todas sus energas naturales, y se lance a la conquista del bien, despus de haber hecho coincidir, y de haber identificado la aspiracin individual con la aspiracin comn (240). Tal haba sido la orientacin ideolgica de Justo Sierra; tal la que haba normado la gestin de Porfirio Parra al frente de la Escuela Nacional Preparatoria desde fines de 1906.

    Por lo anterior, cabe detallar el empeo que Porfirio Parra desarroll con el fin de conducir a las pginas del Boletn de la Escuela Nacional Prepara-toria la figura prestigiosa de Jos Enrique Rod. Este empeo se concentra en dos pruebas documentales publicadas por nuestro Boletn. La primera de ellas consiste en dos cartas intercambiadas entre Parra y Rod como consecuencia del envo que el primero hizo al segundo el 29 de septiem-bre de 1908 de la edicin modesta del folleto Ariel que el director de la Preparatoria dispuso tirar violando acaso los sagrados derechos de la propiedad literaria; as, el mexicano ofreci al uruguayo una humilde muestra de la admiracin y simpata que Ud., con sus brillantes y opor-tunas concepciones, ha sabido despertar en la intelectualidad mexicana. Con motivo de este testimonio epistolar de admiracin y simpata, Parra inform a Rod y a todos los lectores de la misiva que no conocan el hecho que haba dispuesto que el eminente poeta D. Luis G. Urbina, profesor de Literatura en este Plantel, diese lectura solemne en el Saln de Actos y en presencia de los alumnos al hermoso folleto de Ud. a que me refiero. En efecto, como consta en el informe del subdirector J. Mansilla Ro a propsito de la marcha del Establecimiento durante el ao 1908, publicado en el Boletn, el poeta modernista Luis G. Urbina ley en el

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    Saln de Actos y en presencia de los alumnos, durante cuatro sesiones, el hermoso folleto Ariel del eminente escritor uruguayo Jos Enrique Rod.

    Atenta y cuidadosa esa Direccin de su merecido cargo, de todo lo que significa el desenvolvimiento de las facultades morales de los educandos, comision al C. Profesor Luis G. Urbina para que leyese en el Saln de Actos y en presencia de los alumnos, el hermoso folleto Ariel del eminen-te escritor uruguayo Jos Enrique Rod, habiendo tenido lugar los das 7 y 13 de agosto, 9 y 21 de octubre [de 1908] (Mansilla 1909: 203-204).

    Jos Enrique Rod respondi a Parra dos meses ms tarde. En esa respuesta de 30 de noviembre de 1908, el ensayista no slo reconoci el derecho plensimo ejercido por la Preparatoria al reimprimir mi obra para difundirla entre la juventud, sino que tambin agradeci la nueva edicin, puesto que contribuye eficazmente a la realizacin del propsito que me movi a escribir el libro.

    La segunda prueba de la autoridad que Porfirio Parra reconoca en el escritor uruguayo Jos Enrique Rod, y que se propuso proyectar sobre la comunidad de la Escuela Nacional Preparatoria mediante las facultades de que gozaba como director, radica en la reproduccin que el Boletn hizo de los cuarenta primeros apartados de Motivos de Proteo distribuidos en siete entregas que se extendieron desde el nmero corres-pondiente a diciembre de 1909/enero de 1910, y slo se interrumpieron en el de diciembre de 1910, ltimo de la vida regular de esta publicacin institucional que, bajo el cobijo del canto del cisne del rgimen de Porfirio Daz, buscaba acreditar el inters del recinto del cual era expresin en la orientacin moral y esttica de sus estudiantes, un reclamo que haba recibido de acuerdo con diferentes formulaciones por un lapso de poco ms de cuarenta aos.

    IV. aPndiCe

    Conviene reproducir las misivas que intercambiaron Jos Enrique Rod y Porfirio Parra, y que ste hizo pblicas en el Boletn de la Escuela Nacio-nal Preparatoria. En este brevsimo intercambio epistolar, Parra insiste en la orientacin moral y esttica del modelo educativo del recinto que dirige; orientacin cuya prueba es la incorporacin del Ariel de Rod en las experiencias educativas de la Escuela Nacional Preparatoria. Hasta

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    donde tengo noticia, estas cartas no han sido integradas en ningn epis-tolario relativo a nuestros autores ni han sido publicadas una vez ms luego de los aos finales del rgimen de Porfirio Daz.6

    [1]

    29 de septiembre de 1908Sr. D. Jos Enrique RodMontevideo, Uruguay

    Eminente y admirado escritor:

    Tengo la honra de ser Director de la Escuela Nacional Preparatoria de Mxico, plantel de enseanza secundaria, de la mayor importancia, pues en l por la prime-ra vez, no slo en Amrica sino en el mundo entero, se ha roto abiertamente con las tradiciones docentes que nos leg el pasado y se ha intentado, de una manera franca y resuelta, dar a la juventud una educacin emancipada de toda preocupa-cin teolgica o metafsica y basada nicamente en las ciencias, manantial inago-table de verdad, modelo incomparable de mtodo, y solemne y continuado acto de culto que el hombre tributa a la Naturaleza investigando sus inmutables leyes.

    Aunque la educacin que se imparte en la Escuela Nacional Preparatoria se funda en la ciencia, slo mira a sta como motivo de ejercicio intelectual que desenvuelve por maravilloso modo las facultades discursivas del hombre.

    Tampoco se propone la Escuela Nacional Preparatoria desenvolver slo el intelecto, trocando a los jvenes en mquinas de discurrir; quiere, sobre todo, desenvolver las facultades morales de los educandos y la parte esttica de la in-teligencia, a fin de que los espritus juveniles cultiven un ideal amplio, generoso y apoyado adems en cimientos reales.

    Deseando con anhelo realizar hasta donde sea posible a mis modestas facul-tades el grandioso plan que sirve de base a la Escuela que tengo la alta honra de dirigir, hojeo sin cesar folletos y libros a fin de encontrar en sus pginas rayos de aquella luz que peda Goethe moribundo, que puedan servirme para desempear mi ardua labor.

    6 Tal es el caso del epistolario general de Jos Enrique Rod que, con sumo cuidado y con los materiales que en su tiempo le eran asequibles, edit Emir Rodrguez Monegal en Jos Enrique Rod, Obras completas, Madrid, Aguilar, 1957. En el apartado relativo a la Correspondencia se encuentran las cartas que Rod intercambi con personalida-des como Max Henrquez Urea, Pedro Henrquez Urea y Alfonso Reyes, todas stas relacionadas con nuestra materia de estudio.

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    En esta infatigable pesquisa de altas ideas y profundos sentimientos, tuve un da venturoso la suerte de leer el folleto de Ud. intitulado Ariel, y cuadr tanto a mis propsitos que juzgu que en sus brillantes pginas se reflejaba con vivos matices el ideal que dio vida a esta Escuela.

    Dispuse, pues, que el eminente poeta D. Luis G. Urbina, profesor de Lite-ratura en este Plantel, diese lectura solemne en el Saln de Actos y en presencia de los alumnos al hermoso folleto de Ud. a que me refiero.

    Tambin me permit, violando acaso los sagrados derechos de la propiedad literaria, hacer de su folleto una edicin modesta, de la cual remito a Ud. un ejemplar, ofrecindoselo como humilde muestra de la admiracin y simpata que Ud., con sus brillantes y oportunas concepciones, ha sabido despertar en la intelectualidad mexicana.

    Concluyo suscribindome de Ud., apasionado y entusiasta admirador.

    P. Parra.7

    [2]

    Ateneo, Montevideo, 30 de noviembre de 1908Sr. Director de la Escuela Nacional Preparatoria, don P. Parra

    Muy distinguido seor mo:

    He tenido la honra de recibir su atenta nota del 29 de septiembre, y junto con ella, los ejemplares que Ud. me enva de la edicin de Ariel hecha por la Escuela Nacional Preparatoria que Ud. dignamente dirige.

    Es para m motivo de honda satisfaccin que las ideas y los sentimientos que infund en las pginas de aquel libro mo, concuerden con el espritu que anima a esa noble y afamada institucin hasta el punto de que ella le haya con-siderado merecedor de tan alta prueba de estima como la que le ha dispensado. Conservar el recuerdo de esto como el de una de las mejores recompensas a que hubiera podido aspirar.

    Dediqu Ariel a la juventud de Amrica y a la juventud de Amrica perte-nece. No slo, pues, ha usado esa Escuela Nacional de un derecho plensimo al reimprimir mi obra para difundirla entre la juventud, sino que con ello obliga

    7 Porfirio Parra/Jos Enrique Rod, Boletn de la Escuela Nacional Preparatoria, t. I, nms. 5-6, enero/febrero de 1909, pp. 129-130. El Boletn public, al calce de esta carta, la siguiente nota: La edicin que la Preparatoria hizo del folleto Ariel no fue para venderlo, mancillando as con un propsito de explotacin el sublime ideal que destella en sus pginas, sino para repartirlo gratuitamente entre alumnos, profesores, directores y otras personas que descuellan en la intelectualidad mexicana (p. 130).

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    mi agradecimiento, aun dejando aparte la distincin con que me honra, pues-to que contribuye eficazmente a la realizacin del propsito que me movi a escribir el libro.

    Lo mismo esas pginas mas que todas las que puedan salir de mi pluma, son y sern propiedad de la juventud que trabaje y combata por la civilizacin, por la cultura, por la elevacin moral e intelectual de nuestra Amrica.

    Siempre me han inspirado vivo y afectuoso inters los progresos y el engran-decimiento de Mxico, destinado a tan envidiable porvenir dentro de la unidad de nuestra gran patria hispano-americana. Las manifestaciones de benevolencia que recibo de ah me satisfacen, pues, doblemente. Y aquel inters que todo lo de Mxico me inspira, ser an mayor cuando se trate de una institucin como la que Ud. tiene dignamente a su cargo. Seguira con la ms perseverante aten-cin el desenvolvimiento y la influencia de la Escuela Nacional Preparatoria, si Ud. llevase su amabilidad hasta proporcionarme en adelante las memorias y publicaciones de cualquier especie, en que pueda enterarme de ello.

    Reiterando a Ud. mis ms expresivos agradecimientos, me es grato saludarle con mi mayor consideracin.

    Jos Enrique RodC. de Ud.: Cerrito, 102 A (130-131).

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