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POLITICA DE %REMUNERACIONES EN EL GOBIERNO DEL PR.ESlDENTE FREl - ~ ~ T M I o COMPLETO DEL DISCURSO PRONUHCSADQ POR EL ~INISTRO DEL fRABAJU SEAOR WSLLIAM THAYER A. EN CQNCEPCIDN, n DIA 2s DE MAR- ZO BE 1965.

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POLITICA DE %REMUNERACIONES

EN EL GOBIERNO DEL

PR.ESlDENTE FREl

-

~ ~ T M I o COMPLETO DEL DISCURSO

PRONUHCSADQ POR EL ~ IN ISTRO DEL

fRABAJU SEAOR WSLLIAM THAYER A.

EN CQNCEPCIDN, n DIA 2s DE MAR-

ZO BE 1965.

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POLlTlCA DE R E M U N E R A C I O N E S

EN' EL GOBIERNO DEL

PRESIDENTE FREl

1 TEXTO COMPLETO DEL DISCURSO

PRONUNCIADO POR EL MINISTRO DEL

TRABAJO SENOR WlLLlAM THAYER A.

EN CONCEPCION, EL DIA 28 DE MAR-

ZO DE 1965.

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Pág .

l . olidas si dad y Unidad Nacionales ................................. 5

1% . Las grandes Tareas Revolucionarias y el Problema

Social .......................................................................... 6

....................................... 1118 . Política de Remuneraciones 10

......................................... PV . La Alternativa del Rechazo 26

V . Llamado del Presidente FREI ................................. ..... . 27

VB . Confianza fundada en el Porvenir de Chile ................ 29

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POLITICA DE REMUNERACIONES EN EL GOBIERNO DEL PRESIDENTE FREl

1.- SOLIDARIDAD Y UNIDAD NACIONALES-

La elección presidencial de Septiembre señaló una defini- sión trascendental en la vi*, no solo de nuestro país, sino de todo el continente. Nunca la opinión mundial siguió con tanto interés sus alternativas y se explayó tan amplia y signi- ficativamente sobre sus resultados.

Las elecciones parlamentarias de Narzo sellaron no sólo los labios, sino el destino político de muchos que se empeña- ban en dar vuelta las espaldas a la historia y confirmaron, de manera impresiopante, que Chile está siendo conmovido hasta su cimiento por un proceso revolucionario mundial y que ha escogido el camino, los hombres y el sistema para darle cauce y remanso en nuestra tierra.

Este Gobierno ha aceptado con humildad y decisión el mandato del Pueblo para derrotar la miseria; con el desarro- llo económico y el egoísmo, con la solidaridad y el desarro- llo social.

Cada hombre, cada hujer, cada joven, cada niño, tiene un papel que jugar y debe cumplirlo con honor. Esta no es tarea de un hombre, ni de un Particio, ni de un Gobie~no, sino de un pueblo entero.

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Por eso hemos querido, desde esta esforzada y sufrida ca- pital de uno de los centros industriales y mineros más prorni- nentes del país, dirigir un llamado más a todos los chilenos y, particularmente, a los trabajadores, a los empr,esarios, a sus familias, para incorporarse a las grandes tareas revoliiciona- rias con renovada fe y patriótico sentido del deber.

n.-LAS GRANDES TAREAS REVOLUCIONAP~IAS Y m PROBLEMA SOCIAL.-

A.-Reiteradas y amplias exposiciones de Su mcelencia y de varios Ministros de Estado se han referido a las grandes tareas revolucionarias que habrán de llevarse a cabo en cum- plimiento del Plan de Gobierno. El lento crecimiento de nues- tra economía, la inflación secular, la distorsión de nuestra es- tructura productiva, la desigual distribución del ingreso, el alto nivel de endeudamiento externo y el crónico déficit fiscal, son, tal vez, los síntomas principales de una economía enfer- ma de injusticia y subdesarrollo.

B.-Pero en el campo social, el mal corre a parejas. So- mos una democracia política desarrollada que puede mencio- narse, legítimamente, como un ejemplo ante el mundo, pero una débil y vacilante democracia social.

Una evolucionada conciencia política nos ha permitido señalar defectos estructurales en nuestro ordenamiento cons- %jtllcion&l que exigen una reforma. Pero, cualesquiera sean las correcciones que deban introducirse en la organización o fun- cionamiento de nuestros poderes constitucionales, por lo menos se presentan amparados por una legítima representatividad democrática. El contingente electoral que determina quien de- be ejercer la Presidencia de la República o quienes han de constituir el Senado o la Cámara de Diputados, es cercano a los tres millones que, en un país de jóvenes y niños como Chi- le, representa, no en forma perfecta, pero sí, ampliamente sa- tisfactoria, la voluntad nacional. De igual manera, la expe- riencia y organización de 10s Partidos Políticos ha permitido reflejar significativamente las variaciones de la opinión públi- ca: con desplazamientos en las preferencias populares que re- flejan las líneas maestras del sentir ciudadano.

En cambio, es pobre, pobrísimo, el cuadro de nuestra re-

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presentatividad económico-social, salvo en la línea empresarial, donde unas cuantas organizaciones representan en forma bas- tante efectiva e indiscutida el pensamiento patronal en la Industria, la Construcción, la Minería, el Comercio Mayorista y la Agricultura.

Nuestro sindicalismo está estancado bajo el 10% de la po- blación activa; mutualidades y cooperativas no constituyen cuerpos realmente influyentes salvo en contadas excepciones y no se advierte en el país esa fuerza asociativa que en las de- mocracias establecidas permiten el diálogo entre el Gobierno y el Pueblo a través de Ib entidades más representativas.

C.-Naturalmente que esta crisis de representatividad en el campo social obedece a causas seculares y profundas. Dos siglos de desarrollo y afianzamiento de estructuras propias de un régimen capitalista e individualista han ,deshumanizado la función del Trabajo y lo han marginado, en mayor o menor medida, según las épocas, lugares y circunstancias, de la par- ticipación activa y principal que debe corresponderle en una democracia real. La falta de una adecuada organización gre- mial constituye un verdadero cuello de botella en todo el pro- ceso de cambios estructurales que se ha denominado "Revo- lución en Libertad". Es imposible asignar al Trabajo la jerar- quía moral y funcional que le pertenece, si las organizaciones representativas de los trabajadores no existen, son débiles, han perdido su contacto con las bases o carecen de preparación v prestigio para desenvolverse en un alto nivel.

Tan honda es esta crisis que muchos organismos sindica- les parecen haber perdido hasta el sentido mismo de lo que es su irrenunciable derecho de asociarse. Así, cuando el Gobier- no lec da a conocer un Proyecto de Ley modificatorio del Có- digo del Trabajo que reconoce el más amplio derecho de orga- ganización sindical a los trabajadores del campo y la ciudad del sector público y del sector privado, se suscitan preguntas e inquietudes porque el Proyecto no señala cómo debe ser la organización sindical y porque la Ley no establece el sindicato iínico, exclusivo y obligatorio en cada empresa. '

D.-Se ve claro, a través de estas observaciones, que se ha herido de muerte el espíritu mismo de la organización sindical al pretender identificarla con el cuadro estructural de una eco- nomía que asegure la representación del Trabajo en la empre-

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sa, la industria, la minería, la agricultura, el crédito, los ser- vicios, la educación y demás grandes profesiones o funciones de la vida económica y social.

Es evidente que la empresa capitalista no reconoce al Tra- bajo como elemento integrante de su estructura y, entonces, los trabajadores buscan organizarse en sindicatos de empresa, que son organismos realmente ajenos a ella, las más de las ve- ces opuestos a ella y que alientan el espíritu de revancha por agrupar a quienes han sido ilegítimamente excluidos de ser parte efectiva, operante y principal de la Institución en la que arriesgan algo más noble y más valioso que un capital: su vida misma comcr trabajadores; su vida durante ocho o diez horas al día; durante diez, veinte o treinta años; su vida, a veces, desde la adolescencia hasta la ancianidad, si una enfermedad o un accidente no la troncha a mitad de camino.

E.-Este Gobierno ha declarado y reitera, por mi Inter- medic, no sólo su amparo, sino su más empeñado estímulo a la empresa privada, la que considera base insustituíble para el desarrollo económico y social dentro de la filosofía que ins- pira la Revolución en Libertad. Junto a las grandes empresas del Estado, sea que éste las haya creado, sea que las adquiera o nacionalice en razón de su soberano derecho a tutelar el bien común, deber1 existir y prosperar, libres y seguras, encuadra- das en los planes de desarrollo e inspiradas en responsables principios de justicia y solidaridad, las empresas privadas.

1Pei.o este Gobierno tiene comprometida no sólo la fe de sil palabra, sino su mas íntima convicción social, en la Reforma de la Empresa, creando para la empresa privada un nuevo Es- tatuto que deberá sustituir el anacrónico y titubeante, conte- nido en el Título IiI, del Libro 1, de nuestro Código del Trabajo. Sus bases, necesariamente, contemplaran la incorporación del Trabajo como elemento constitutivo de la empresa, a través de algún organismo único y obligatorio, llamado Consejo o Co- mité de Trabajadores, elegido libremente por la asamblea del personal; y el afianzamiento de una autoridad sólida, eficaz, responsable e.imparcial en la empresa, para asegurar el logro de sus fines en orden al plan de desarrollo; calidad, cantidad, precio y oportunidad de los productos o servicios, y crimpli- miento estricto de las obligaciones para con el Estado, los in- versionista~ y los trabajadores.

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El Gobierno es consciente tanto de la urgencia de esta re- forma, como de la cautela con que habrá de irse poniendo en vigencia para evitar tropiezos en la actividad productiva. Por otra parte, dentro de las líneas generales mencionadas, podrán constuírse muy diversas formas de empresas privadas, siempre que respondan al imperativo esencial de considerar el Traba- jo como factor integrante del proceso productivo y hacer de los trabajadores e inversionistas, cooperadores responsables de la legítima autoridad en la empresa, sin perjuicio de conservar la propiedad natural o jurídica de sus aportes a el-a.

F.-Aún cuando el Proyecto que establece un nuevo Es- tatuto de la Empresa -que actualmente redacta una comi- sión especial- sólo será enviado al Parlamento en la prRxi- ma legislatura, y será Ley después de un amplio y sereno de- bate en la opinión pública, nos ha parecido conveniente esbo- zar algunas líneas del pensamiento que lo inspira, cuyo detalle analizaremos en otra oportunidad. Debemos, sí, reafirmar que la estructura social y política de nuestra democracia no puede soportar más tiempo una legislación absolutamente superada por la historia y la moderna ciencia de administración de em- presas, incluyendo las conclusiones de los más representati- vos y serios congresos y seminarios celebrados en Chile y en el extranjero, tanto por entidades empresariales, como por or- ganismos sindicales técnicos o universitarios.

G.-Abiertos los cauces de la legislación para el libre ejer- cicio del derecho de asociarse en sindicatos, federaciones, con- federaciones o centrales; asegurada la representación única y obligatoria -por derecho propio- del Trabajo en la empresa de la que es parte, quedan por perfeccionar todos los cua- dros de la organización de la vida económica y socia! que no pueden constituirse democrática y eficazmente si no hav or- ganismos libres g representativos y si al Trabajo no le es re- conocida su participación activa y cooperadora en la produc- .ción y el desarrollo.

Organismos tales como las Juntas de Conciliación, Cajas de Compensación, Institutos de Previsión o Seguridad, Centros de Capacitación o Formación Profesional, Comisiones Mixtas de Sueldos o Salarios, Consejos Nacionales de Trabajo, Segu- ridad Social, Seguridad Industrial, etc.; Corporación de Fo-

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mento de la Producción; Corporación de la Vivienda; grandes Empresa del Estado, etc., cambian de base, significación y eficacia si el Trabajo puede llegar a ellas a tra& de la postu- lación de sus dirigentes más representativos. En un cuadro de ese orden, nuestra democracia deja de ser formal para ser real y el capitalismo cede el paso al humanismo social.

\H.-Completan el cuadro de esta reforma de las estruc- turas sociales, que muy somera y parcialmente estamos con- siderando, el desarrollo y multiplicación de las organizaciones de base local o geográfica (comités o juntas de vecinos; agru- paciones de pobladores; centros de madres, de padres o ajo- derados, de jóvenes u otras asociaciones de tipo comunitario) y los cambios en la distribución del ingreso o renta nacional, que entraremos especialmente a considerar por ser la base de la política de. remuneraciones.

A.-Los grandes enemigos del salario.

Una sana política de remuneraciones necesita conocer y enfrentar, ante todo, a los grandes enemigos del salario, los grandes obstáculos o impedimentos para que el trabajador perciba una remuneración digna y suficiente. Quisiéramos mencionar algunos que estimamos de particular relevancia:

1) El atraso y la depresión de la agricultura.- La in- terdependencia de todos los sectores en la vida económica re- sulta particularmente visible'en las consecuencias que la po- breza de nuestros campos produce en los niveles de remune- raciones para los trabajadores industriales o mineros. Desde luego, una gran parte de la población del país se encuentra prácticamente al margen del consumo de una serie de ar- tículos de producción fabril. restringiendo el mercado y su- biendo, por lo mismo, los costos, con aguda comprensión de los salarios. Por otra parte, los desniveles de vida y oportu- nidades incrementan los movimientos migratorios del cam- po ha'cia las grandes ciudades, con aumento masivo de la oferta de trabajo barato, aparte de los mil problemas econó- micos, sociales y morales que crean los desplazados del cam-

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po en las poblaciones marginales que rodean los grandes cen- tros urbanos.

Es evidente que, siempre, el proceso de industrialización reduce el nílmero de trabajadores ocupados directamente en la agricultura, pero cuando el obrero campesino encuentra en su propia tierra condiciones satisfactorias de vida q tra- bajo, la tensión se atenua. porque disminuye el desnivel eco- nómico y social entre el campo y la ciudad. El problema es. entonces, de pleno empleo! pero no de una constante presión hacia la baja en los salarios industriales, como consecuencia del ínfimo nivel de las remuneraciones campesinas.

2) El lento crecimiento de la producción.- Si conside- ramos las tasas de crecimiento del producto geográfico bru- to y lo relacionamos con el aumento de nuestra población, para tener las cifras del crecimiento per capita, llegamos al siguiente cuadro :

Periodo Tasa de crecimiento Total% Per capita%

1940-1944 1.9 C) 1945-1949 4 2 2,3 1950-1954 4.7 2.5

1955-1959 2,8 0,3 1960-1964 4,9 2,4

1944-1963 i

3.7 1,5

Recientemente, comentando estas cifras: el bIinistro de Hacienda manifestaba que, considerando los recursos natu- rales y sus posibilidades economicas y raciales, la situación de Chile no parece favorecida en la comparación internacjo- nal. Ese 3,776 de crecimiento global, se compara desvents- josamente con el 4,8C/a de América Latina; el 6,7% de Bra- sil; el 6,3% de Italia o el 5,7% de los Estados Unidos, país que ya ha alcanzado un estraordinario nivel de desarrollo.

Zas consecuencias que este lento crecimiento tiene sobre los salarios son fáciles de prever, pues, el país no alcanza a dar ocupación a los nuevos contingentes de jóvenes que, de año en año, incluso prematuramente, se incorporan al tra- bajo. Doscientas mil personas nuevas, por año, debe alimen- tar el pais y no menos de sesenta mil ocupaciones anuales

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deben crearse. Si éstas no se establecen, tenemos nuevas pre- siones de oferta de trabajo sobrante que, necesariamente, conspiran contra el nivel de remuneraciones y generan ce- santía visible o disfrazada.

3) La falta de oportunidades para la capacitación pro- fesional.- Tanto los empresarios como los trabajadores tie- nen una viva experiencia acerca de los requ,erimientos del trabajo profesional o calificado Por limitados que sean nues- tros recursos nacionales y escaso nuestro nivel de desarro- llo, el trabajador especializado o altamente caliiicsdo en- cuentra ocupación estable y comparativamente bien remu- nerada. Por desgracia, las oportunidades de capacitación pro- fesional no son satisfactorias y una enorme proporción de nuestra fuerza de trabajo carece no sólo de calificación pro- fesional, sino de la posibilidad de adquirirla. De ahí que, to- dos los esfuerzos que se conjuguen hacia la solución de este problema redundarán en ei mejoramiento del nivel de las remuneraciones, por una vía no sólo compatible con el ata- que a la inflación, sino necesaria para tener éxito en ello.

4) La inflación.- Sobre este terrible enemigo del sa- lario nos detendremos más adelante. Señalemos, por ahora, sólo estos datos impresionantes: entre los años 1930 y 1964 la tasa media de inflación anual fue de 21,1%, que figura entre las más elevadas del globo. En el decenio 1930 a 1939, diaho promedio fue de 5,4% anual de alza; entre 1940 y 1949, 17,7% anual; entre 1950 y 1959, 38% anual, y entre 1960 y 1964724,7%.

Este hecho que todos conocemos y sufrimos, llamándolo comúnmente "alza del costo de la vida", produce un efecto en la pérdida del poder de compra de los salarios que debe necesariamente tenerse presente en cualquier política de re- muneraciones, lo mismo que en la determinación de los rea- justes que se obtienen a través de las negociaciones y con- flictos del trabajo.

5) La desorganización sindical.- Una experiencia. de siglos, ampliamente confirmada en nuestro país, revela que las remuneraciones y, en general, las condiciones de traba- jo, siguen la línea de fuerza o debilidad de la organización sindical. Donde el sindicalismo es fuerte, serio y responss-

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bie, tiende a haber respeto de la ley y mejores condiciones económicas y sociales para los trabajadores. Donde el sindi- calismo no existe o es débil, estas condiciones son inferiores.

Estamos firmemente convencidos que no es la empresa privada. la, causa histórica de tactas injusticias sociales que han sufrido los trabajadores, sino la falta de adecuada y fuerte organización sindical para equilibrar las tensiones en la vida económica y hacer justicia al Trabajo en su participa- ción en el ingreso nacional. Esa misma experiencia histórica que señala la tendencia a la explotación, donde no hay orga- nización sindical, de ninguna manera con'firma que la explo- tación cesa cuando el Estado asume, sin contrapeso, el con- trol totalitario de la economía nacional. A la inversa, muchas veces ha sido el Estado ,el más grande explotador y la escla- vitud -ese régimen de ignominia que aún no se destierra totalmente de la faz del, Planeta- fructificó; precisamente, como hna herramienta al servicio del .Estado que aún, en pleno siglo XX, le ha permitido, por ejemlpo, a los gober- nantes, disponer de trabajo abundante y gratuito en la in- humanidad de 10s campos de concentración.

El peligro está, sin embargo, en que el sindicalismo lle- gue a pensar que su sola presencia, o su sola presión, bastan para conseguir mejorar indefinidamente las condiciones de vida y trabajo. No es así, y los chilenos sabemos dramática- mente que no es así. Si no hay desarrollo económico, los dis- tintos grupos de presión entran a disputarse las migajas de una producción estancada o de un país en decadencia, es- fumándose la6 ilusiones de mejoramiento en la inflación des- controlada o en otras alternativas igualmente desastrozas, en la. que siempre pierden más los más .débiles, sin que nadie alcance un progreso estable y seguro. En la era moderna ya es claro e incontrovertible: el .sindicalismo debe ser una herramienta para el desarrollo y no una fuerza que se opon- ga a él.

B-Carácter e importancia.

La política de remuneraciones es, quizás, el elemento principal que el Gobierno debe poner en juego para regular la participación del trabajo en la renta nacional.

Ciertam-ente que Chile no es u11 pais que pueda enorgu-

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llecerse de exhibir una sana distribución de la renta nacio- nal y , por ende, una sana participación en ella de los dife- rentes sectores sociales. Así, por ejemplo, en datos de 1963, que son los últimos de que hemos podido disponer, los ohre- ros, que representan el 48% de las personas, perciben el 19% del ingreso; los empleados, que representan el 19% de las personas, perciben el 19% del ingreso; los empresarios, in- cluyendo trabajadores independientes, son el 33% de las per- sonas y perciben el 62% del ingreso.

Siempre estas clasificaciones tripartitas tienen el incon- veniente de la ambi-valencia del término "~mpresario", que normalmente se usa referido a los jefes o directores de em- presa y, en estsis estadísticas, comprende muchos otros gru- pos que totalizan un tercio, más o menos, de la población activa. Sin embargo, los antecedentes proporcionados reve- lan un primer síntoma negativo del problema y una eviden- te postergación del trabajo manual. Mayor luz arrojan los siguientes datas: el 77% de los obreros gana un sueldo vital o menos; el 94%, dos sueldos vitales o menos prácticamente el 100%. tres sueldos vitales o menos, esto es, no alcanzan a figurar en la estadística, los casos de excepción que se ga- nan más de tres sueldos vitales, talvez como consecuencia de los topes imponibles establecidos por la Ley 10.353, mo- dificad~ por la Ley 15.386. l

Para los empleados, la escala es diferente: el 20% gana el sueldo vital; el 65%, dos sueldos vitales o menos, lo cual revela que la gran mayoría se engloba entre uno o dos suel- dos vitales; el 80%, tres sueldos vitales o menos. La estadís- tica no registra empleados sobre seis sueldos vitales.

En el sector "empresarios" - c u y a acepción ya hemos dado- la escala es la siguiente:

Hasta un vital : 3% " dos vitales : 48% " tres vitales : 65% " cuatro vitales : 75% " cinco vitales : 80% " seis vitales : 85% " siete vitales : 90% " ocho vitales : 92% ' nueve vitales : 94%

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" diez vitales : 95% " doce vitales : 97% " diaciseis vitales : 98% " veinticuatro vitales : 99% " veintiocho vitales : 100%

Finalmente, tenemos esta otra escala comparativa: El 87% de las personas, percibe el 4976, del ingreso na-

cional ; El 13% de las personas, percibe el 51% del ingreso na-

cional. También podemos señalar que : El 96% de las personas, recibe el 70% del ingreso na-

cional, y el 4% de las personas, recibe el 30% del ingreso na- cional.

Estas cifras se señalan sin afán y sólo para revelar una distribución inequitativa de la renta, consecuencia del sub- desarrollo económico y social. Su rectificación exije una ac- ción conjunta, coordinada en toda la estructura económico- social y educacional, y no, exclusivamente, una mejor con- ciencia de la justicia social. Nuestra lenta tasa de crecimien- tc, la inflación acelerada, la falta de formación técnica o profesional en una gran proporción de nuestros trabajado- res, la debilidad de las estructuras sociales y la distorsión de las estructuras productivas, son algunos de los muchos fari- tores que generan una mala distribución de la renta y que, por lo mismo, hacen de la política de remuneraciones un elemento necesariamente integrado en el plan nacional de desarrollo económico y social.

C.-Bases principales. Una política de remuneraciones, esta es, un esfuerzo

organizado para regular con justicia la participación del Trabajo en la renta nacional, no puede olvidar ciertas bases que condicionan su eficacia a acierto en nuestra realidad:

1)' Economía en Desarrollo.- Somos un país de econo- mia en desarrollo, con abundantes recursos potenciales pero que sólo ha conseguido desarrollar en pequeña proporción su riqueza humana y material. La existencia simultánea de grandes extensiones agrícolas inexplotadas y que serían ap- tas para el riego y cultivo; inmensos yacimientos mineros

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que esperan la acción del capital y la técnica para entregar su fabuloso tesoro; una raza chilena homogénea, inteligen- te, esforzada y emprendedora, pero que sólo participa en muy escasa proporción de los beneficios de la educación: un 16% de nuestra población es analfabeta, sin considerar los anal- fabetos potenciales que derivan del abandono de la escuela antes del tercer año primario; de cada cien niños que ingre- san a1 primer año de la escuela primaria, sólo treinta llegan al sexto año de primaria; sólo cinco al sexto de secundaria; sólo dos ingresan a la Universidad, y de este 2%, a su vez. sólo un 3,6% proviene de familias obreras y la mitad de este porcentaje, de estudiantes hijos de obreros llega a los ulti- mas años universitarios. Si grandes son nuestras riquezas agrícolas y mineras inexplotadas; si un camino enorme que- da por recorrer en el proceso de nuestro desarrollo indu.3- trial, son abismantes las cifras que revelan la pérdida de ge- neraciones de niños y jóvenes chilenos, particularmente en los sectores populares, que han carecido de una o~ortunidad para educarse y aportar al país su ingenio y su técnica.

Lo primero, por consiguiente, es formarse una concien- cia clara e inamovible de que nuestro desarrollo económico social no es tarea para un grupo de expertos o de pensadores, *ni siquiera tarea de un Gobierno, ya lo hemos dicho: es tarea de todo un pueblo y confiamos que tras ella el pueblo de Ohile se ponga en marcha y la cumpla.

2) Inflación "secular".- En un régimen de inflación no puede interesar principalmente al trabajador, la capaci- dad de compra que se le otorga con un reajuste, el día que éste entra a regir, sino el poder adquisitivo que derivará de la relación entre la capacidad de adquirir cosas o servicios que tienen al comienzo de un período de reajustes y la que tiene al final del mismo. Así, por ejemplo, si un trabajador ganaba E" 80.- mensuales al 31 de Diciembre y le reajus- tan su remuneración a Ev 100.- mensuales a contar del lo de Enero, no puede ser sólo esta cifra la que le interese, sino durante cuánto tiempo va a poder comprar la misma cantidad de cosas que esa nueva remuneración le permite en Enero.

Cuando no hay inflación, cuando la moneda es estable, los trabajadores luchan por alcanzar determinados niveles

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de remuneraciones, y ese nivel que se obtiene en el convenio colectivo, se mantiene durante el convenio colectivo. En cam- bio, en economías de inflación, el nivel que se obtiene en el convenio coletcivo, se pierde, más o menos aceleradamente, durante el convenio. Comparar, por eso, el poder adquisitivo de un trabajador al 1~ de Enero de 1964 con el que tenga al l o de Enero de 1965, es un antecedente de muy poca signifi- cación. Puede que la estadística señale que un trabajador ga- naba lo mismo en ambas fechas, pero lo importante es saber cuánto pudo adquirir entre ambas fechas, durante el año 1964 en que se aplicó un reajuste y hasta el momento en que entró a regir el nuevo reajuste, en Enero de 1965.

Debemos concluir expresando que en economías de in- flación, el poder adquisitivo de los salarios sólo puede apre- ciarse comparando períodos -y no fechas La fecha en que se alcanza un nivel de remuneración es útil cuando la mone- da es estable durante tcdo el período en que regirá ese nivel. E n cambio, cuando la moneda se desvaloriza, el poder ad-, quisitivo real de los salarios se determina considerando el promedio del poder de compra a lo largo de todo el año o del período por el $que se hayan fijado los reajustes. Así, si un obrero ganaba 100 al lo de Enero de 1964 y, durante ese año hubo una inflación de 38,4%, no es cierto decir que su nivel de remuneraciones en 1964 fue 100, pues sólo fue algo más de 80, considerando el ritmo y monto de la desvaloriza- ción. Si al 1 9 de Enero de 1965 su remuneración se reajusta en 38,4% para volver a l mismo poder adquisitivo 100 (100 al lo de Enero de 1964, igual 138,4 al 1"e Enero 19651, tendrá un mayor poder adquisitivo en 1965 si la inflación es menor que 38,4, por ejempio, 25%; en cambio tendrá un me- nor poder adquisitivo que en el año anterior, si la inflación es mayor que 38,4%, por ejemplo, 60%.

Veamos ahora otro caso: el trabajador desea, al lo de Enero de 1965, no un reajuste de 38,4 sino un reajuste de 50%, con lo que evidentemente tendrá un mayor poder ad- quisitivo en esa fecha que en igual fecha del año anterior. Pero, si se produce una inflación acelerada de. por ejemplo, 80% en el año, este reljuste de 50% con inflación de 80% le significa para todo el año 1965 un menor poder adquisiti- vo que el que tuvo todo el ano 1954. El cuidado y la vercia-

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dera ciencia con que todos, Gobierno, trabajadores, empre- sarios, consumidores, debemos mirar los reajustes en econo- mías enfermas de inflación, reside, precisamente, en asegu- rar que lo que se obtiene por reajustes sea más que lo que se pierda por inflación dentro del período en que los reajus- tes van a regir, o dicho de otra manera, que la inflación en un período dado sea menor que los reajustes vigentes en el mismo periodo. Este Gobierno está, así, empeñado en que los trabajadores obtengan reajustes que les den en el año 1965 más poder adquisitivo que en el año 1964 y que este poder adquisitivo aumente de año en año. El Gobierno no quiere ser cómplice del verdadero fraude que importaría dar al l p de Enero de 1965 un reajuste mayor que el correspondiente para recuperar el nivel del 1 9 de Enero de 1964, si los tra- bajadores van a perder poder de compra como consecuencia de una aceleración del ritmo de la inflación.

3) Influencia de los reajustes en el alza de los precíos- -Los reajustes de sueldos y remuneraciones no son la causa de nuestra inflación, pero evidentemente influyen en ella. Lo mismo pasa con las enfermedades: hay microbios o virus que las causan pero, una vez enferma la persona, hay que adop- tar un gran número de precauciones y seguir un tratamien- to para obtener su recuperación total. Cualquier descuido, cualquier desarreglo -que no son la causa de la enferme- dad- pueden influir sobre el enfermo y conducirlo a la tumba.

En un régimen de libertad como el que el pueblo ha preferido y ratificado para Chile, donde subsisten el juego de las opiniones y partidos políticos, la libertad de prensa, de reunión, de sindicación; la iniciativa privada; la libertad de comercio, etc. . . ., por muy eficaces que sean los contro- les, por grande que sea el patriotismo y acendradas las vir- tudes cívicas, hay hechos económicos porfiados que deben reconocerse y enfrentarse. Uno de ellos es uue si se otorgan reajustes mssivos de remuneraciones del orden de un 30 o un 40%, porque ese es el ritmo de la inflación en que nos he- mos estado moviendo, ese mayor poder de compra presiona enormemente sobre los precios. No es cuestión propiamente de que los reajustes seaxi inferiores, iguales o superiores al alza del costo de la vida; lo decisivo es que ron enormemen-

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te superiores al aumento de la producción, al incremento de los bienes físicos y servicios que se compran con ellos.

Si no tenemos inflación, o si la inflación es de 1 o 2% anual, no sólo no importa, sino que puede ser conveniente que los reajustes sean muy superiores a la inflación: 4, 5. 6, o 7%, por ejemplo, siempre en relación con la tasa del cre- cimiento económico, siempre en alguna proporción con el aumento de bienes y servicios. Estos reajustes implican un mejoramiento real en el poder de compra de los asalariados, porque este mayor poder de compra tiene como respaldo, ma- yor disponibilidad de bienes y servicios.

Pero cuando perdemos toda relación entre los reajus- tes de remuneraciones y el aumento de la producción, se pro- duce el mismo fenómeno que si a una sastrería, donde hay la misma existencia de ropas o vestidos, acude más público, con mayor cantidad de dinero, a disputarse las vestimentas que necesitan y que no alcanzan para todos. Es inevitable que el sastre tenderá a subir los precios y preferirá venderle no a los que más lo necesiten -lo que es imposible de con- trolar- sino a quien le pague más y en menor plazo. Por eso, al medir los efectos de los reajustes masivos sobre los precios, el Gobierno debe ser necesariamente cauteloso y es- pera tener la comprensión y colaboración de todos los chi- lenos. No es su interés, sino el de todo el pueblo consumidor, el que está comprometido en la detención del ritmo del alza de los precios, en la conservación del poder adquisitivo de los salarios, en la mantención del valor de la moneda, en sumsi, en la derrota de !a inflación.

4) Desigiialdad en l n lucha.- De las muchas injusti- ciaf que agudiza la inflación, cabe destacar la desikmaldad .con que la población enfrenta y sufre sus efectos. Así, los que tienen deudas no reajustables a bancos, instituciones o particulares, ganan con la inflación Ellos han comprado co- sas que no se desvalorizan con la inflación y las pagan con moneda de menor valor. Este defecto provocó, durante lar- ,gas años, el verdadero escándalo de los préstamos hipoteca- rios a largo plaza no reajustables que otorgaban las institu- ciones de previsión a un reducido número de sus imponen- tes, los que devolvían una muy pequeña parte del valor de 30 comprado, traspasándose de esta manera, los fondos de

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la gran masa de los imponentes a uu pequeño grupo privi- legiado.

Las personas que tienen bienes patrimoniales -terrenos, casas, acciones, automóviles, etc.- no sufren en esos bienes, los efectos de la inflación. No son,las cosas, sino la moneda la qne se desvaloriza con la inflación. En cambio, los que sólo viven de un sueldo o un salario sufren netamente el im- pacto de la inflación, pues, los niveles de remuneraciones que se les otorgan pierden poder adquisitivo más o menos aceleradamente, hasta que un nuevo reajuste les permite re- cuperar el nivel, inicial perdido; pero, si la inflación conti- núa, vuelve a repetirse el proceso de pérdida de poder adqui- sitivo inicial, según ya lo hemos explícado.

Pero, aún hay otras y graves redistribuciones de rentas en perjuicio de los más débiles, como consecuencia de la in- flación, como, por ejemplo, la que opera dentro de la propia clase asalariada, favoreciendo a los sectores sindicalmente más fuertes en detrimento de los grupos no organizados o de escaso poder de negociación. Ha sido frecuente, en perío- do de inflación desatada que los grupos sindicales más po- derosos o que prestan servicios en empresas monopólicas, ob- tengan reajustes superiores y, a veces, muy superiores al al- za del costo de la vida del período anterior. Estos reajustes se cargan a los precios y los pagan todos los consumidores; pero las alzas de precios las sufren con mayor dureza aque- llos trabajadores que no pueden conseguir reajustes tan ele- vados, por impedirlo su escaso poder sindical o la debilidad de la empresa en que trabajan. Esta consideración es una de las vigas maestras de la política de remuneraciones del Gobierpo actual para el año 1965 En %efecto, como ya vere- mos, se aumentarán los salarios de los trabajadores agríco- la: en proporción superior al 100% del alza del costo de la vida del período anterior, cosa que nunca había conseguido este sector obrero, debido a la baja productividad de nues- tra agricultura y a la ausencia de un poder de negociación de sus asalariados. No obstante, para que este aumento muy superior al 100% del alza del costo de la vida, en la realidad represente un mejoramiento para este grupo tradicional- mente postergado, se requiere que este nivel de remunera- ciones que tendrán a contar del lo de Mayo, no se esfume

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por una inflación desorbitada en los meses siguientes. Para ellc, deben conjugarse un gran número de medidas, que com- prenden la limitación en las alzas de los precios, el control del crédito, el aumento de la producción, el equilibrio presu- puestario, la normalización de nuestro comercio exterior y, entre otras muchas, la aceptación por los trabajadores no agrícolas, de sus reajustes al nivel del 100% del alza del cos- to de la vida. La negativa a cooperar en este esfuerzo nacio- nal por sanear la vida económica y derratar la inflación con el desarrollo económico y social. sólo cocducirá a revivir la triste experiencia de una inflación incontrolada, donde siem- pre los más fuertes encuentran manera para defenderse y los más débiles sufren la angustia y la privación. Como este Gobierno asumió el mando con el compromiso irrenunciable de servir, principalmente, a los más pobres y a los más dé- biles, se encuentra igualmente ligado al compromiso irre- nunciable de derrotar 1% inflación con el desarrollo y tienen fe y esperanza en que lo ha de lograr, porque una férrea vo- luntad nacional lo respalda en esta tarea. Ahí están Sep- tiembre y Marzo para atestiguarlo.

De lo expuesto fiuyen los objetivos que persigue la polí- tica de remuneraciones delineada por el Gobierno:

1) Aumentar el poder de compra real de todos los trabajadores durante el período de vigencia de los nuevos reajustes. Cada año, los trabajadores deberán incrementar su poder de consumo respecto del año anterior. Estimamos que este aumento real de poder de compra en 1965 será, en promedio, 10% superior al de 1964, esto como consecuencia de una mayor estabilidad en el poder adquisitivo de los sa- larios.

2) Aumentar, especialmente, el poder de compra o consumo de los obreros agrícolas, estableciéndose, a contar del ln de Mayo de este año, la nivelación del salario míni- mo agrícola con el salario mínimo industrial, lo que impor- t a rejustes que alcanzaran en promedio, al 79,5%, incluyen- do la asignación familiar.

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3) Aumentar la participación del Trabajo en la Ren- t a Nacional, como consecuencia del aumento real del poder de compra y de la disminución real, en promedio, de las uti- lidades del sector empresario urbano, que cor, las limita- ciones en las alzas de precio debe soportar el esfuerzo prin- cipal en la batalla inicial contra la inflación.

4) Excluir paulatinamente, mientras se extingue la inflación, los reajustes en razón del alza del costo de la vida como elemento aislado de negociación colectiva, procurando se sigan pautas generales, ya que la inflación no es proble- ma de cada empresa o cada sector económico, sino un pro- blema naci,onal que afecta al valor de nuestra moneda.

5) Eliminar, en un lapso prudente y en etapas com- patibles con el plan general de desarrollo, las discriminacio- nes irraci~onales en cuanto a remuneraciones mínimas o vi- rtales. Por definición, la remuneración vital es el derecho de un ser humano trabajador. No hay distinto derecho a la vida para el obrero, el empleado o el empresario. Este prin- cipio se extiende, con las variaciones naturales, al campo de la Seguridad Social y significará modificaciones trascen- dentales en el régimen de asignaciones familiares y de jubi- laciones, pensiones o montepíos, tema que abordaremos en otra oportunidad.

6) Estímulo y desarrollo del trabajo calificado o profe- sional, cuya mayor remuneración, respaldada por una ma- yor productividad, no es inflacionaria, pues equilibra la ex- pansión de los medios de pago con la mayor creación de dquezas.

7) Desarrollo del convenio colectivo, más que de la ley, como vehículo preferente para determinar las remune- ciones. Al respecto, el Proyecto de Ley sobre negociacio nes colectivas contempla, de manera explícita, la cláusula de extensión de los efectos de los convenios colectivos celebra- dos por las organizaciones sindicales más representativas, a todo el sector económico en que los grupos operan, para evi- tar la competencia desleal generada por el pago de remu- neraciones ínfimas o injustas y el debilitamiento de los or- ganismos sindicales por la acción de individuos o sectores

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que conspiran contra la eficacia de la principal herramien- t a sindical, que es el convenio.

8) Finalmente, derrotada la inflación, regular las re- muneraciones sobre la base de garantizar que la participa- ción en el producto sea proporcionada a la contribución al producto, lo mismo al nivel de la empresa que al de la in- dustria o de cualquier otro de los grandes sectores econó- micos de la vida nacional, corrigiendo los resuitados estric- tos de esta norma, mediante los dos principales mecanismos de redistribución de rentas que son la Tributación y la Se- guridad Social.

E.-Medios de acción.

1) Como norma general, se otorgarán reajustes igua- les al 100% del alza del costo de la vida. Conforme a este criterio está redactada la Ley de Reajuste de ~Remuneracio- nes y en torno a esta línea espera el Gobierno que se cele- bren los convenios colectivos y se solucionen los conflictos. Ya hemos explicado la excepción en favor de los obreros agrícolas. Nos corresponde mencionar la disposición que en el Proyecto de Ley de Reajustes incluyó el Supremo Gobier- no, que extiende, con valor nacional para los obreros de la construcción, el tarifado a que se llegó por acuerdo de una Comisión Tripartita en que participaron representantes em- presarios y asalariados, bajo la presidencia del Director del Trabajo.

2) Respecto de los trabajadores que no se rigen por convenios colectivos, actas de avenimiento o fallos arbitra- les y que, habitualmente, sufren el rigor de diversas y agu- adas infracciones legales, el Gobierno será implacable oon- tra todo intento de burla o atropello de las normas que se han mencionado, habiendo ya impartido instrucciones -que en esta oportunidad reitero a los Servicios del Trabajo y or- ganismos de Seguridad Social, a fin de exigir su más estric- to cumplimiento. De manera especial, quiero prevenir que la Ley de Reajustes contempla sanciones particularmente severas que se aplicarán, incluso, en los casos de despidos arbitrarios, seguidos b e recontratación, hechos con el propó- sito de burlar los reajustes que la Ley contempla.

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3) E h la celebración de los convenios colectivos, el Gobierno desea especialmente alentar todas las formas que impliquen estímulo al ahorro o a la inversión, como aportes para planes de vivienda, becas de estudio o capacitación pro- fesional, construcción de escuelas u obras de desarrollo de la comunidad, etc. . . . En esta materia, las empresas en ge- neral, no tienen más límite que su propia capacidad finan- ciera, sin que los costos adicionales que estos objetivos im- porten, se consideren como una infracción en cuanto 51 li- mite de reajustes de remuneraciones. Naturalmente que es- tas diferencias en los costos deberán ser absorbidas por la propia empresa y no pueden invocarse como antecedente pa- ra exigir alzas de precios.

Tampoco existe impedimento para que en los convenios colectivos se establezcan tablas diferenciales de reajustes que mejoren especialmente los salarios más bajos y limiten el reajuste en los más altos, siempre que, en promedio, los rea- justes de remuneraciones y beneficios económicos accesorios sigan la línea o nivel del 100% del alza del costo de la vida.

4) De ninguna manera se aceptará en la fijación de precios otro aumento de costo por reajuste de remuneracio- nes que el que corresponda al 100% del alza del costo de la vida en el respectivo período. Todo costo adicional será de cargo exclusivo de la mpresa.

- 5 ) En los casos de empresas que exhiben grandes uti- lidades, el Gobierno considerará atentamente si ellas pro- vienen de precios injustificadamente altos que podrían re- bajarse en beneficio de todos los consumidores, o de sala- rios especialmente bajos, que harían más aconsejable el otor- gamiento de beneficios adicionales que no rompan la línea general en cuanto a reajustes -uno, dos o tres puntos sobre el 100% del alza del costo de la vida-, o que se concedan en inversiones sociales de aprovechamiento o propiedad de los trabajadores, para suplir la falta de capacidad de ahorro que deriva del bajo saiario Las legítimas utilidades provenien- tes de la mayor productividad o rendimiento, han de favo- recer equitativamente a los distintos factores de la emnre- sa, aunque preferentemente en formas de ahorro o capitali- zación, aparte de ia debida tributación, elemento éste que el

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Estado considera primordial y que en algunas empresas, co- mo por ejemplo, las del cobre de la Gran Ninería, constitu- yen una base fundamental para la economía nacional.

t

6) En todo caso, los criterios anteriores han de apli- carse con lealtad y firmeza, pero con prudencia e inteligente flexibilidad, atendiendo a las circunstancias totales que ro-

. dean una negociación o un conflicto, como ser: situación económica y financiera de i a empresa; carácter agrícola o industrial, privado o público de la misma; importancia de sus productos o servicios para el consumo popular o para la economía nacional; niveles relativos de sus remuneraciones máximas, promedias o mínimas, en relación con empresas similares; incidencia de los salarios en el costo de produc- ción; nivel de precios de los productos y servicios e inciden- cia de ellos en el alza del costo de la vida; rentabilidad de la inversión; conveniencia de estimular oportunamente, o anticipadamente, un convenio o acuerdo que evite los ries- gos de una paralización de faenas especialmente perjudicial o prolongada, etc.. . . Sin embargo, aun en los casos en que concurran circunstancias que aconsejen la mayor amplitud en cuanto al mejoramiento de remuneraciones (grandes uti- lidades, escasa tributación, mínima incidencia en los costos, bajo nivel de salarios), debe atenderse al efecto que el au- mento de los medios de pago produce sobre los precios, apar- te de la influencia ejemplarizadora que todo reajuste supe- rior a1 100% ocasiona en otros grupos de presión, cuyo caso no es similar. Por eso, debe insistirse en las soluciones a base de mejoramientos que importen ahorro o inversión de los trabajadores y no simples reajustes sobre el alza del costo de la vida.

F.-Espíritu.

1) Participación; no imposición-El Gobierno tiene una filosofía que lo inspira. Esta es la amistad, el diálogo, la comprensión; no la imposición violenta y soberbia. El Pre- sidente Frei llama a todos los ciudadanos a participar en es- ta tarea común para asegurar la mayor permanencia en el poder adquisitivo de los salarios, la estabilidad de !a moneda y la derrota de la inflación. Es a ésta a quien debemos do- blar la mano, no a los ciudadanos, a las dueñas de casa, a

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los consumidores, a los trabajadores o al pueblo en general, cuya inmensa mayoría eligió al Gobierno y le da su respaldo. Nuestros enemigos son, únicamente, la miseria, el subdesa- rrollo y el egoísmo de los más fuertes. A ellos sí que debe- mos aplastar con las armas de la comprensión y la solida- ridad.

2) Primacía de la justicia y la necesidad; no de la fuerza ni lar presión.-Cuando los recursos son limitados y la aspiración de los grupos excede lo disponible, hay que fi- jar prioridades: hay que satisfacer primero a unos y des- pués a otros; primero ciertas necesidades y después otras. Este Gobierno no se inspirará, para fijar las prioridades, en el argumento de la presión, sino en el de la justicia. No al más fuerte; al más amenazante; al más fiero; sino al más necesitado; al que tiene más razón, al que le asiste más jus- ticia. Esto explica que hayamos iniciado esta batalla, procu- rando para 1965, el aumento del ingreso o poder adquisitivo de los asalariados, que son un grupo débil, en cerca de un lo%, con una disminución correlativa probable de los gru- pos urbanos no asalariados; y que, dentro de la clase traba- jadora, nos hayamos ocupado preferentemente de los obre- ros agrícolas, que son los más indefensos en la escala social. Ellos no nos han amenzzado, ni n,os han presionado, pues carecen de grupos de presión. Pero han depositado una es- peranza en que se les haría justicia primero, porque son los últimos. El Gobierno no ha podido moralmente traicionar esa justicia y ese clamor.

1 V . T - A ALTEiRNAl'IVA . DEL m C H A Z 0

Alguien podría preguntarnos: ¿Y si el pueblo no quiere vuestro plan; si el pueblo rechaza vuestras proposiciones; si el pueblo repudia al Presidente Frei y a su Gobierno?

Respondemos con claridad: el pueblo quiere nuestro plan; el pueblo ha aceptado libremente lo que le propusimos; el pueblo respalda al Presidente Frei y no sólo espera, sino que exige que cumpla su programa sin vacilaciones. Ya lo dijimos: ahí están Septiembre y Marzo para evidenciarlo.

Pero puede haber algunos rebeldes contra el pueblo; puede haber grupos o sectores -que la revolución en liber-

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tad no pretende exterminar ni aplastar, ni siquiera silen- ciar -que digan ;NO!; que digan: ;no queremos el Plan del señor Frei!; que digan: queremos seguir como antes; quere- mos vender a los precios especulativos que se nos antoje; o queremos exigir los reajustes que se nos venga en ganas; queremos aprovechar nuestra astucia, o nuestra fuerza, o la insensata debilidad del Gobierno, para favorecer nuestra pe- queña parcela; nuestro grupo; para sacar nuestra ventaja aún con desprecio de los demás.

Yo les digo esta tarde, responsablemente, en nombre del Gobierno : ; Cuidado ! No se equivoquen. Este Gobierno es de- inocrático; es libertario; es paciente y es justo; pero no es ciego, ni torpe, ni débil. Los que discrepen con nosotros; los que'discrepen con el pensamiento y el propósito de la inmen- sa mayoría del país, no tienen amenazada ni su vida, ni su libertad como en atras partes; pueden expresar privada o públicamente su pensamiento; pueden dar su voto en con- tra de los planes y del programa de gobierno en sus directo- rios, en sus Juntas de Accionistas, en sus sindicatos o en sus Partidos. Mientras sigan las reglas del juego democrático, no deben tener otro temor que el del fracaso o la derrota, por- que están desafiando a una mayoría limpia y poderosa, que respalda a un Gobierno patriota, popular y generoso, dirigi- do por un estadista ejemplar como es el Presidente Frei.

Pero si se apartan de las reglas del juego democrático; si pretenden organizar la resistencia -no la aposición polí- tica- contra el Gobierno y sus planes, serán indefectible- mente aplastados con el peso de la ley -nunca fuera de ella- y con el peso incontrastable de la inmensa mayoría de los trabajadores, las mujeres, la juventud y los pobres de Chile.

Y.-LLAMADO DEL PRESIDENTE FEEI

Yo los quiero invitar, pues, con toda lealtad y con la más amistosa y cordial solicitud, a meditar en el mejor ca- mino a seguir. .

Todos los esfuerzos anteriores estarían condenados al fracaso, sin una respuesta generosa de las fuerzas produc- toras; empresarios y trabajadores. Si no conseguimos dar un

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impulso poderoso a la producción de bienes físicos, particu- larmente, alimenticios y bienes durables de consumo popu- lar, la presión que ejerce en los precios el reajuste masivo de remuneraciones en cifras que fluctuarán entre 40% y 20% en el año, será inconteiiible. Con mayor razón, el resultado seria desastroso si los reajustes pretendieran empinarse en el año a cifras superiores al 40%, como algunos han propi- ciado.

En cambio, si los trabajadores -en homenaje a Chile y a sus compañeros, los obreros agrícolas- aceptan situar- se en cifras de arreglo que sigan el porcentaje de alza del costo de la vida y, por esta vez, resuelven sin huelga la re- novación de sus convenios, daremos la primera estocada a fondo a la inflación. Si los empresarios se esmeran. por limi- tar al mínimo las alzas de sus precios y aceptan la política gubernamental de no subirlos en más de un 19% --como promedio- en el sector no agrícola -y en no más de un 28%, también, como promedio- en el sector agrícola, ha- bremos dado el segundo paso decisivo.

Si ambos grupos se entienden en una línea de deferen- cia y justicia, cumpliendo fielmente las leyes y los conve- nios; respetando el derecho al trabajo y a la sindicalización, sin que se despida a nadie sin causa o motivo justificado; y procurando de consuno la mayor producción, el más alto rendimiento y una equitativa participación en los resulta- dos o utilidades de la empresa, habremos ganado una bata- iia decisiva.

El Gobierno solicita de la manera más encarecida y cordial, a empresarios y trabajadores, concertar por una vez, como hemos dicho, sin huelga, la renovación de los conve- nios dentro de las líneas ya expuestas, en la certeza absolu- t a que ello redundará en el bienestar general y particular-. mente, en el de los más necesitados de los hijos de esta tierra.

Hay una larga experiencia en estas pugnas, a veces es- tériles, a veces fructíferas; a veces innecesarias y otras ine- vitables.

El Presidente Frei les formula el más patriótico llama- do al entendimiento masivo. Nadie puede jugar con cartas marcadas. El Gobierno ha sido terminante y claro en decir

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cuáles son sus metas: el desarrollo económico y social y la redistribución de la renta en favor ¿e los más pobres. Dé- mosle esta oportunidad, que, desde luego, para los trabaja- dores no se fundamenta en pedirles un sacrificio, sino una participación en la tarea. Se les pide que no intenten lo que no van a conseguir y lo que nunca han conseguido: venta- jas efectivas sobre la base de acelerar la inflación.

Se les pide que acepten, lo que tantas veces aspiraron a con$seguir en períodos de inflación: reajustes equivalentes al 103% del alza del ccs:o dc la vida, para poder darles en proporción mayor a los miíls aébiles, a los agrícolas, permi- tiendo a todos un mayor poder de compra en 1955, que en 1964 y, sucesivamente, de año en año, mayor poder adqui- sitivo que en los años anteriores.

El Ministerio del Trabajo y Previsión, por su parte, y todo el Gobierno, deberán respaldar el cumplimiento leal de este acuerdo y que no sean burladas la buena fe que las par- tes pongan en su celebración.

El Presidente, el país y la historia recogergn y agrade- cerán este gesto, en que, no tengo duda alguna, los empre- sarios y trabajadores de Chile han de comprometerse.

VP.r<ONFIANZA FUNDADA EN EL P4PRVENIR

DE CHILE

Es impresionante, amigos mios, considerar cómo día a día crece el prestigio de Chile en el mundo entero. Sin falsa mod,estia, te9emos los chilenos el legítimo derecho ai decir que América Latina marcha más segura y confizda hacja la integración, desde que el Presidente de Cliile, Eduardo Frei, pusiera en manos de cuatro prandes economistas 1atiiio:me- ricanos, la carta que hoy-meditan y comentan los estadistas de todo el continente.

Nosotros, los hombres de Gobierno, hemos recibido con profunda humildad y patriótica preocupación, la gigantes- ca demostración de respaldo del 7 de Marzo, porque la juz- gamos, por sobre todo, no tin juicio de nuestros ectos -aún escasos-, sino una aceptación de la tare21 uue nos. hemos impuestos y una confianza en que seremos capaces de cum- plirla.

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Si, chilenos amigos míos; sí, compañeros trabajadores, hombres y mujeres; juventud laboriosa de Concepción y Tal- ca'huano; de Coronei y Lota; Penco y Tomé; y de todb Chile, que escucháis 2 través de los micrófonos; nqs creemos capaces de cumpl!rla, no sólo porque sabemos estar inter- pre1;ando el sentir limpio expresado en comicios de ejemplar pureza, sino porque nos usiste la convicción de que todos, o ad menos, la inmensa mayoría, estáis ansiosos de partici- par en esta gloriosa jornada, de este momento histórico, que no es para que lo viva un hombre, ni un Partido, ni un Go- bierno, sino un pueblo enterc, como ya expresamos. Perdo- nadme que termine confesando, desde el fondo del corazón, un profundo sentimiento. Sinceramente creo que pocas ve- ces ha podido juntarse a un gobernante más capaz, un equi- po más hon~o$éneo y fraterno y un respaldo popular más limpic. Sin embargo, nada de ellos seria suficiente para in- tentar con éxito una Revolución en Libertad si no nos hu- biera correspondido una oportunidad histórica como la actual. Loa mismos hombres; los mismos equipos; el mismo respal- do, de poco habrían valido en un momento histórico ena- morado del pasado o apegado a las delicias de un presente burgués.

Pero vivimos un instante en que los hombres mirsmos al futuro y por eso, la esperanza es una virtud predominan- te y las grandes multitudes la entregan a quien consideran que tiene visión del porvenir.

Un concilio histórico ha removido en sus bases la litur- gia milenaria de la Iglesia y, bajo la inspiración de u.n hom- bre santo, los obispos católicos del mundo han dicho a sus hermanos protestantes: "Nos separamos no sin culpa nues- tra. Ha sonado la hora de la unidad": en los Est~iidos Uni- dos, un Presidente Mártir afirmaba que el progreso y uni- dad de América Latina eran condición para el entendimien- to continental; en Ginebra, los pueblos en vías de desarrollo, a despecho de resquemores políticos gritaban de consuno su angustia y su esperanza, frente a los colosos de Oriente y Occidente, y nosotros, todos los días, leemos los diarios, casi con un sentimiento de frustración, porque parecieran faltar cuatro o cinco años para conquistar la luna, y, tal vez, cerca de diez para pisar en Marte o en Venus.

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;Quénes son los pigmeos que pretenden encontrar di- mensiones para esta época, a las pequeñas cuestiones de fronteras, entre pueblos- o sectores, mientras el planeta se nos hace estrecho para recoger las ansias de infinito que no sacian jamás el corazón del hombre?

¿Quiénes son los que pretenden confiar el futuro de Chi- le al aplastamiento de un grupo, por otro - s e a n sectores políticos o económicos- y cierran los ojos al imperativo de una solidaridad que día a día exige borrar las fronteras, para marcar, en cambio, en la frente de los hombres, el sello de su'fraternidad, como hijos que son d'e una misma naturaleza humana redimida. por un Mensaje de Amor?

Esta tarde, y desde esta ciudad, testigo de tanto dolor y testimonio de tanto progreso y esfuerzo; de tanta lucha y solidaridad conjugadas, deseo renovar, en nombre del Go- biern,o -cuya, representación inmerecidamente invisto-, la expresión de nuestro deseo de servir con indefectible lesil- tad el mandato que el Pueblo nos ha impuesto, y el más cordial y encarecido llamado a todos los chilenos, y muy es- pecialmente a los trabajadores y empresarios, a que nos pres- ten la patriótica cooperación que el pa6s requiere, para hacer más fructífero nuestro desarrollo económico y más fraterno nuestro desarrollo social.

Santiago, 26 de Marzo de 1965.

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M O N A C O