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Índice CUENTOS...................................................... 2 Caperucita Roja................................................3 La Bella Durmiente.............................................6 Pulgarcito.....................................................9 Historia de uno que hizo un viaje para saber lo que era miedo. 13 Rapunzel......................................................19 FABULAS..................................................... 23 El águila, la liebre y el escarabajo...........................1 - La zorra a la que se le llenó su vientre.....................2 La zorra y el leñador..........................................3 El león y los tres bueyes......................................4 El cuervo y la culebra.........................................5 RECETAS...................................................... 6 Receta de picana cochabambina..................................7 Receta de pectu de habas.......................................8 Receta de puchero de carnaval..................................9 Receta de silpancho cochabambino..............................10 Receta de chicharron de cerdo.................................11 ADIVINANZAS................................................. 12 ACRÓNIMOS................................................... 14

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ndice CUENTOS2Caperucita Roja3La Bella Durmiente6Pulgarcito9Historia de uno que hizo un viaje para saber lo que era miedo13Rapunzel19FABULAS23El guila, la liebre y el escarabajo.1- La zorra a la que se le llen su vientre.2La zorra y el leador.3El len y los tres bueyes..4El cuervo y la culebra.5RECETAS6Receta de picana cochabambina7Receta de pectu de habas8Receta de puchero de carnaval9Receta de silpancho cochabambino10Receta de chicharron de cerdo11ADIVINANZAS12ACRNIMOS14

CUENTOS

Caperucita RojaHaba una vez una adorable nia que era querida por todo aqul que la conociera, pero sobre todo por su abuelita, y no quedaba nada que no lehubiera dado a la nia. Una vez le regal unapequea caperuza o gorrito de un color rojo, que le quedaba tan bien que ella nunca quera usarotracosa, as que la empezaron a llamar Caperucita Roja. Un da su madre le dijo: "Ven, Caperucita Roja, aqu tengo un pastel y una botella de vino, llvaselas en esta canasta a tu abuelita que esta enfermita y dbil y esto le ayudar. Vete ahoratemprano, antes de que caliente el da, y en el camino, camina tranquila y con cuidado, no te apartes de la ruta, no vayas a caerte y se quiebre la botella y no quede nada para tu abuelita. Y cuando entres a su dormitorio no olvides decirle, "Buenos das," ah, y no andes curioseando por todo el aposento."

"No te preocupes, har bien todo," dijoCaperucita Roja, y tom las cosas y se despidi cariosamente. La abuelita viva en el bosque, como a un kilmetro de su casa. Y no ms haba entradoCaperucita Roja en el bosque, siempre dentro del sendero, cuando se encontr con un lobo.Caperucita Rojano saba que esa criatura pudiera hacer algn dao, y no tuvo ningn temor hacia l. "Buenos das,Caperucita Roja," dijo el lobo. "Buenos das, amable lobo." - "Adnde vas tantemprano,Caperucita Roja?" - "A casa de mi abuelita." - "Y qu llevas en esa canasta?" - "Pastel y vino. Ayer fue da de hornear, as que mi pobre abuelita enferma va a tener algo bueno para fortalecerse." - "Y adonde vive tu abuelita,Caperucita Roja?" - "Como a medio kilmetro ms adentro en el bosque. Su casa est bajo tres grandes robles, al lado de unos avellanos. Seguramente ya los habrs visto," contest inocentementeCaperucita Roja. El lobo se dijo en silencio a s mismo: "Qu criatura tan tierna! qu buen bocadito - y ser ms sabroso que esa viejita. As que debo actuar con delicadeza para obtener a ambas fcilmente." Entonces acompa aCaperucita Rojaun pequeo tramo del camino y luego le dijo: "MiraCaperucita Roja, que lindas flores se ven por all, por qu no vas y recoges algunas? Y yo creo tambin que no te has dado cuenta de lo dulce que cantan los pajaritos. Es que vas tan apurada en el camino como si fueras para la escuela, mientras que todo el bosque est lleno de maravillas."

Caperucita Rojalevant sus ojos, y cuando vio los rayos del sol danzando aqu y all entre los rboles, y vio lasbellasflores y el canto de los pjaros, pens: "Supongo que podra llevarle unas de estas flores frescas a mi abuelita y que le encantarn. Adems, an es muytempranoy no habr problema si me atraso un poquito, siempre llegar a buena hora." Y as, ella se sali del camino y se fue a cortar flores. Y cuando cortaba una, veaotrams bonita, yotrayotra, y sin darse cuenta se fue adentrando en el bosque. Mientras tanto el lobo aprovechel tiempoy corri directo a la casa de la abuelita y toc a la puerta. "Quin es?" pregunt la abuelita. "Caperucita Roja," contest el lobo. "Traigo pastel y vino. breme, por favor." - "Mueve la cerradura y abre t," grit la abuelita, "estoy muy dbil y no me puedo levantar." El lobo movi la cerradura, abri la puerta, y sin decir una palabra ms, se fue directo a la cama de la abuelita y de un bocado se la trag. Y enseguida se puso ropa de ella, se coloc un gorro, se meti en la cama y cerr las cortinas.

Mientras tanto,Caperucita Rojase haba quedado colectando flores, y cuando vio que tena tantas que ya no poda llevar ms, se acord de su abuelita y se puso en camino hacia ella. Cuando lleg, se sorprendi al encontrar la puerta abierta, y al entrar a la casa, sinti tan extrao presentimiento que se dijo para s misma: "Oh Dios! que incmoda me siento hoy, y otras veces que me ha gustado tanto estar con abuelita." Entonces grit: "Buenos das!," pero no hubo respuesta, as que fue al dormitorio y abri las cortinas. All pareca estar la abuelita con su gorro cubrindole toda la cara, y con una apariencia muy extraa. "!Oh, abuelita!" dijo, "qu orejas tan grandes que tienes." - "Es para orte mejor, mi nia," fue la respuesta. "Pero abuelita, qu ojos tan grandes que tienes." - "Son para verte mejor, querida." - "Pero abuelita, qu brazos tan grandes que tienes." - "Para abrazarte mejor." - "Y qu boca tan grande que tienes." - "Para comerte mejor." Y no haba terminado de decir lo anterior, cuando de un salto sali de la cama y se trag tambin aCaperucita Roja.Entonces el lobo decidi hacer una siesta y se volvi a tirar en la cama, y una vez dormido empez a roncar fuertemente. Un cazador que por casualidad pasaba en ese momento por all, escuch los fuertes ronquidos y pens, Cmo ronca esa viejita! Voy a ver si necesita alguna ayuda. Entonces ingres al dormitorio, y cuando se acerc a la cama vio al lobo tirado all. "As que te encuentro aqu, viejo pecador!" dijo l."Haca tiempo que te buscaba!" Y ya se dispona a disparar su arma contra l, cuando pens que el lobo podra haber devorado a la viejita y que an podra ser salvada, por lo que decidi no disparar. En su lugar tom unas tijeras y empez a cortar el vientre del lobo durmiente. En cuanto haba hecho dos cortes, vio brillar una gorrita roja, entonces hizo dos cortes ms y lapequeaCaperucita Rojasali rapidsimo, gritando: "Qu asustada que estuve, qu oscuro que est ah dentro del lobo!," y enseguida sali tambin la abuelita, vivita, pero que casi no poda respirar. Rpidamente,Caperucita Rojatrajo muchas piedras con las que llenaron el vientre del lobo. Y cuando el lobo despert, quizo correr e irse lejos, pero las piedras estaban tan pesadas que no soport el esfuerzo y cay muerto.

Las tres personas se sintieron felices. El cazador le quit la piel al lobo y se la llev a su casa. La abuelita comi el pastel y bebi el vino que le trajoCaperucita Rojay se reanim. PeroCaperucita Rojasolamente pens: "Mientras viva, nunca me retirar del sendero para internarme en el bosque, cosa que mi madre me haba ya prohibido hacer."

Tambin se dice queotravez queCaperucita Rojallevaba pasteles a la abuelita, otro lobo le habl, y trat de hacer que se saliera del sendero. Sin embargoCaperucita Rojaya estaba a la defensiva, y sigui directo en su camino. Al llegar, le cont a su abuelita que se haba encontrado con otro lobo y que la haba saludado con "buenos das," pero con una mirada tan sospechosa,que sinohubierasido porque ella estaba en la va pblica, de seguro que se lahubieratragado. "Bueno," dijo la abuelita, "cerraremos bien la puerta, de modo que no pueda ingresar." Luego, al cabo de un rato, lleg el lobo y toc a la puerta y grit: "Abre abuelita que soyCaperucita Rojay te traigo unos pasteles!" Pero ellas callaron y no abrieron la puerta, as que aquel hocicn se puso a dar vueltas alrededor de la casa y de ltimo salt sobre el techo y se sent a esperar queCaperucita Rojaregresara a su casa alatardecerpara entonces saltar sobre ella y devorarla en la oscuridad. Pero la abuelita conoca muy bien sus malas intenciones. Alfrentede la casa haba una granolla, as que le dijo a la nia: "MiraCaperucita Roja, ayer hice algunas ricas salsas, por lo que trae con agua la cubeta en las que las cocin, a laollaque est afuera." Y llenaron la granollaa su mximo, agregando deliciosos condimentos. Y empezaron aquellos deliciosos aromas a llegar a la nariz del lobo, y empez a aspirar y a caminar hacia aquel exquisito olor. Y camin hasta llegar a la orilla del techo y estir tanto su cabeza que resbal y cay de bruces exactamente al centro de laolla hirviente, ahogndose y cocinndose inmediatamente. YCaperucita Rojaretorn segura a su casa y en adelante siempre se cuid de no caer en las trampas de los que buscan hacer dao.

* * * FIN * * *

La Bella DurmienteHace muchosaosvivan un rey y una reina quienes cada da decan: "Ah, si al menos tuviramos un hijo!" Pero el hijo no llegaba. Sin embargo, una vez que la reina tomaba un bao, una rana salt del agua a la tierra, y le dijo: "Tu deseo ser realizado y antes deun ao, tendrs una hija."

Lo que dijo la rana se hizo realidad, y la reina tuvo una nia tan preciosa que el rey no poda ocultar su gran dicha, y orden una fiesta. l no solamente invit a sus familiares, amigos y conocidos, sino tambin a un grupo de hadas, para que ellas fueran amables y generosas con la nia. Eran trece estas hadas en su reino, pero solamente tena doce platos de oro para servir en la cena, as que tuvo que prescindir de una de ellas.

La fiestase llev a cabo con el mximo esplendor, y cuando lleg a su fin, las hadas fueron obsequiando a la nia con los mejores y ms portentosos regalos que pudieron: una le regal la Virtud, otra la Belleza, la siguiente Riquezas, y as todas las dems, con todo lo que alguien pudiera desear en el mundo.

Cuando la dcimoprimera de ellas haba dado sus obsequios, entr de pronto la dcimotercera. Ella quera vengarse por no haber sidoinvitada, y sin ningn aviso, y sin mirar a nadie, grit con voz bien fuerte: "La hija del rey, cuando cumpla sus quinceaos, se punzar con un huso de hilar, y caer muerta inmediatamente!" Y sin ms decir, dio media vuelta y abandon el saln.

Todos quedaron atnitos, pero la duodcima, que an no haba anunciado su obsequio, se puso al frente, y aunque no podaevitarla malvada sentencia, s poda disminuirla, y dijo: "Ella no morir, pero entrar en unprofundosueo por cienaos!"

El rey trataba por todos los medios deevitaraquella desdicha para la joven. Dio rdenes para que toda mquina hilandera o huso en el reino fuera destrudo. Mientras tanto, los regalos de las otras doce hadas, se cumplan plenamente en aquella joven. As ella era hermosa, modesta, de buenanaturalezay sabia, y cuanta persona la conoca, la llegaba a querer profundamente.

Sucedi que en el mismo da en que cumpla sus quinceaos, el rey y la reina no se encontraban en casa, y la doncella estaba sola en palacio. As que ella fue recorriendo todo sitio que pudo, miraba las habitaciones y los dormitorios como ella quiso, y al final lleg a una vieja torre. Ella subi por las angostasescalerasde caracol hasta llegar a una pequea puerta. Una vieja llave estaba en la cerradura, y cuando la gir, la puerta sbitamente se abri. En el cuarto estaba una anciana sentada frente a un huso, muy ocupada hilando su lino.

"Buen da,seora," dijo la hija del rey, "Qu haces con eso?" - "Estoy hilando," dijo la anciana, y movi su cabeza.

"Qu es esa cosa que da vueltas sonando tan lindo?" dijo la joven. Y ella tom el huso y quiso hilar tambin. Pero nada ms haba tocado el huso, cuando el mgico decreto se cumpli, y ell se punz el dedo con l.

En cuanto sinti el pinchazo, cay sobre una cama que estaba all, y entr en un profundosueo. Y ese sueo se hizo extensivo para todoel territoriodel palacio. El rey y la reina quienes estaban justo llegando a casa, y haban entrado al gran saln, quedaron dormidos, y toda la corte con ellos. Los caballos tambin se durmieron en el establo, los perros en el csped, las palomas en los aleros del techo, las moscas en las paredes, incluso el fuego del hogar que bien flameaba, qued sin calor, la carne que se estaba asando par de asarse, y el cocinero que en ese momento iba a jalarle el pelo al joven ayudante por haber olvidado algo, lo dej y qued dormido. El viento se detuvo, y en los rboles cercanos al castillo, ni una hoja se mova.

Pero alrededor del castillo comenz a crecer una red de espinos, que cada ao se hacan ms y ms grandes, tanto que lo rodearon y cubrieron totalmente, de modo que nada de l se vea, ni siquiera una bandera que estaba sobre el techo. Pero la historia de labelladurmiente "Preciosa Rosa," que as la haban llamado, se corri por toda la regin, de modo que de tiempo en tiempo hijos de reyes llegaban y trataban de atravesar elmurode espinos queriendo alcanzar el castillo. Pero era imposible, pues los espinos se unan tan fuertemente como si tuvieran manos, y los jvenes eran atrapados por ellos, y sin poderse liberar, obtenan una miserable muerte.

Y pasados cienaos, otro prncipe lleg tambin al lugar, y oy a un anciano hablando sobre la cortina de espinos, y que se deca que detrs de los espinos se esconda una bellsima princesa, llamada Preciosa Rosa, quien ha estado dormida por cienaos, y que tambin el rey, la reina y toda la corte se durmieron por igual. Y adems haba odo de su abuelo, que muchos hijos de reyes haban venido y tratado de atravesar elmurode espinos, pero quedaban pegados en ellos y tenan una muerte sin piedad. Entonces el joven prncipe dijo:

-"No tengo miedo, ir y ver a labellaPreciosa Rosa."El buen anciano trat de disuadirlo lo ms que pudo, pero el joven no hizo caso a sus advertencias.

Pero en esa fecha los cienaosya se haban cumplido, y el da en que Preciosa Rosa deba despertar haba llegado. Cuando el prncipe se acerc a donde estaba elmurode espinas, no haba otra cosa ms que bellsimas flores, que se apartaban unas de otras de comn acuerdo, y dejaban pasar al prncipe sin herirlo, y luego se juntaban de nuevo detrs de l como formando una cerca.

En el establo del castillo l vio a los caballos y en los cspedes a los perros de caza con pintas yaciendo dormidos, en los aleros del techo estaban las palomas con sus cabezas bajo sus alas. Y cuando entr al palacio, las moscas estaban dormidas sobre las paredes, el cocinero en la cocina an tena extendida su mano para regaar al ayudante, y la criada estaba sentada con la gallina negra que tena lista para desplumar.

l sigui avanzando, y en el gran saln vi a toda la corte yaciendo dormida, y por el trono estaban el rey y la reina.

Entonces avanz an ms, y todo estaba tan silencioso que un respiro poda oirse, y por fin lleg hasta la torre y abri la puerta del pequeo cuarto donde Preciosa Rosa estaba dormida. Ah yaca, tan hermosa que l no poda mirar para otro lado, entonces se detuvo y la bes. Pero tan pronto la bes, Preciosa Rosa abri sus ojos y despert, y lo mir muy dulcemente.

Entonces ambos bajaron juntos, y el rey y la reina despertaron, y toda la corte, y se miraban unos a otros con gran asombro. Y los caballos en el establo se levantaron y se sacudieron. Los perros cazadores saltaron y menearon sus colas, las palomas en los aleros del techo sacaron sus cabezas de debajo de las alas, miraron alrededor y volaron al cielo abierto. Las moscas de la pared revolotearon de nuevo. El fuego del hogar alz sus llamas y cocin la carne, y el cocinero le jal los pelos al ayudante de tal manera que hasta grit, y la criada desplum la gallina dejndola lista para el cocido.

Das despus se celebr la boda del prncipe y Preciosa Rosa con todo esplendor, y vivieron muy felices hasta el fin de sus vidas.

* * * FIN * *

Pulgarcitorase un pobre campesino que estaba una noche junto al hogar atizando el fuego, mientras su mujer hilaba, sentada a su lado.

Dijoel hombre: - Qu triste es no tener hijos! Qu silencio en esta casa, mientras en las otras todo es ruido y alegra! - S -respondi la mujer, suspirando-. Aunque fuese uno solo, y aunque fuese pequeo como el pulgar, me dara por satisfecha. Lo querramos ms que nuestra vida.Sucedi que la mujer se sinti descompuesta, y al cabo de siete meses trajo al mundo un nio que, si bien perfectamente conformado en todos sus miembros, no era ms largo que un dedo pulgar.

Y dijeron los padres: - Es tal como lo habamos deseado, y lo querremos con toda el alma. En consideracin a su tamao, le pusieron por nombre Pulgarcito. Lo alimentaban tan bien como podan, pero el nio no creca, sino que segua tan pequeo como al principio. De todos modos, su mirada era avispada y vivaracha, y pronto mostr ser listo como el que ms, y muy capaz de salirse con la suya encualquiercosa que emprendiera.Un da en que el leador se dispona a ir al bosque a buscar lea, dijo para s, hablandoa mediavoz: "Si tuviese a alguien para llevarmeel carro!." - Padre! -exclam Pulgarcito-, yo te llevarel carro. Puedes estartranquilo; a la hora debida estar en el bosque. Se pusoel hombrea rer, diciendo: - Cmo te las arreglars? No ves que eres demasiado pequeo para manejar las riendas? - No importa, padre. Slo con que madre enganche, yo me instalar en la oreja del caballo y lo conducir adonde t quieras. "Bueno -pensel hombre-, no se perder nada con probarlo."

Cuando son la hora convenida, la madre enganch el caballo y puso a Pulgarcito en su oreja; y as iba el pequeo dando rdenes al animal: "Arre! Soo! Tras!." Todo march a pedir de boca, como si el pequeo hubiese sido un carretero consumado, yel carrotomel caminodel bosque. Pero he aqu que cuando, al doblar la esquina, el rapazuelo grit: "Arre, arre!," acertaban a pasar dos forasteros.

- Toma! -exclam uno-, qu es esto? Ah va uncarro, el carretero le grita al caballo y, sin embargo, no se le ve por ninguna parte. - Aqu hay algn misterio! -asinti el otro-. Sigamosel carroy veamos adnde va. Peroel carroentr en el bosque, dirigindose en lnea recta al sitio en que el padre estaba cortando lea.

Al verlo Pulgarcito, grit: - Padre, aqu estoy, conel carro, bjame a tierra!El hombresujet el caballo con la mano izquierda, mientras con la derecha sacaba de la oreja del rocn a su hijito, el cual se sent sobre una brizna de hierba. Al ver los dos forasteros a Pulgarcito quedaron mudos de asombro, hasta que, al fin, llevando uno aparte al otro, le dijo: - Oye, esta menudencia podra hacer nuestra fortuna si lo exhibisemos deciudad enciudad. Comprmoslo. -Y, dirigindose al leador, dijeron: - Vendenos este hombrecillo, lo pasar bien con nosotros. - No -respondi el padre-, es la luz de mis ojos, y no lo dara por todo el oro del mundo.

Pero Pulgarcito, que haba odo la proposicin, agarrndose a un pliegue de los calzones de su padre, se encaram hasta su hombro y le murmur al odo: - Padre, dejame que vaya; ya volver. Entonces el leador lo cedi a los hombres por una bonita pieza de oro. - Dnde quieres sentarte? -le preguntaron. - Ponme en el ala de vuestro sombrero; podr pasearme por ella y contemplar el paisaje: ya tendr cuidado de no caerme. Hicieron ellos lo que les peda, y, una vez Pulgarcito se hubo despedido de su padre, los forasteros partieron con l y anduvieron hasta el anochecer. Entonces dijo el pequeo: - Dejame bajar, lo necesito. - Bah!, no te muevas -le replicel hombreen cuyo sombrero viajaba el enanillo-. No voy a enfadarme; tambin los pajaritos sueltan algo de vez en cuando. - No, no -protest Pulgarcito-, yo soy un chico bien educado; bajame, deprisa!El hombrese quit el sombrero y deposit al pequeuelo en un campo que se extenda al borde del camino. Peg l unos brincos entre unos terruos y, de pronto, escabullse en una gazapera que haba estado buscando. - Buenas noches, seores, pueden seguir sin m! -les grit desde surefugio, en tono de burla. Acudieron ellos al agujero y estuvieron hurgando en l con palos, pero en vano; Pulgarcito se meta cada vez ms adentro; y como la noche no tard en cerrar, hubieron de reemprender su camino enfurruados y con las bolsas vacas. Cuando Pulgarcito estuvo seguro de que se haban marchado, sali de su escondrijo. "Eso de andar por el campo a oscuras es peligroso -djo-; al menor descuido te rompes la crisma." Por fortuna dio con una valva de caracol vaca: "Bendito sea Dios! -exclam-. Aqu puedo pasar la noche seguro." Y se meti en ella. Al poco rato, a punto ya de dormirse, oy que pasaban dos hombres y que uno de ellos deca. - Cmo nos las compondremos para hacernos con el dinero y la plata del cura? - Yo puedo decrtelo -grit Pulgacito. - Qu es esto? -pregunt, asustado, uno de los ladrones-. He odo hablar a alguien. Sa pararon los dos a escuchar, y Pulgarcito prosigui: -Llevenme con ustedes, yo los ayudar. - Dnde ests? - Busca por el suelo, fijate de dnde viene la voz -respondi. Al fin lo descubrieron los ladrones y la levantaron en el aire: - Infeliz microbio! T pretendes ayudarnos? - Mira -respondi l-. Me meter entre los barrotes de la reja, en el cuarto del cura, y les pasar todo lo que quieran llevar. - Est bien -dijeron los ladrones-. Veremos cmo te portas. Al llegar a la casa del cura, Pulgarcito se desliz en el interior del cuarto, y, ya dentro, grit con todas sus fuerzas: - Quieren llevarse todo lo que hay aqu? Los rateros, asustados, dijeron: - Habla bajito, no vayas a despertar a alguien!

Ms Pulgarcito, como si no les hubiese odo, repiti a grito pelado: - Qu quieren? Van a llevarse todo lo que hay? Oyle la cocinera, que dorma en una habitacin contigua, e, incorporndose en la cama, se puso a escuchar. Los ladrones, asustados, haban echado a correr; pero al cabo de un trecho recobraron nimos, y pensando que aquel diablillo slo quera gastarles una broma, retrocedieron y le dijeron: - Vamos, no juegues y psanos algo.Entonces Pulgarcito se puso a gritar por tercera vez con toda la fuerza de sus pulmones: - Se los dar todo enseguida; slo tienen que alargar las manos! La criada, que segua al acecho, oy con toda claridad sus palabras y, saltando de la cama, precipitse a la puerta, ante lo cual los ladrones echaron a correr como alma que lleva el diablo.

La criada, al no ver nada sospechoso, sali a encender una vela, y Pulgarcito se aprovech de su momentnea ausencia para irse al pajar sin ser visto por nadie. La domstica, despus de explorar todos los rincones, volvi a la cama convencida de que haba estado soando despierta.

Pulgarcito trep por los tallitos de heno y acab por encontrar un lugar a propsito paradormir. Deseaba descansar hasta que amaneciese, y encaminarse luego a la casa de sus padres.

Pero an le quedaban por pasar muchas otras aventuras. Nunca se acaban las penas y tribulaciones en este bajo mundo! Al rayar el alba, la criada salt de la cama para ir a alimentar al ganado. Entr primero en el pajar y tom un brazado de hierba, precisamente aquella en que el pobre Pulgarcito estaba durmiendo.

Y es el caso que su sueo era tanprofundo, que no se dio cuenta de nada ni se despert hasta hallarse ya en la boca de la vaca, que lo haba arrebatado junto con la hierba. - Vlgame Dios! -exclam-. Cmo habr ido a parar a este molino? Pero pronto comprendi dnde se haba metido. Era cosa de prestaratencinpara no meterse entre los dientes y quedar reducido a papilla. Luego hubo de deslizarse con la hierba hasta el estmago. - En este cuartito se han olvidado de las ventanas -dijo-. Aqu el sol no entra, ni encienden una lucecita siquiera. El aposento no le gustaba, y lo peor era que, como cada vez entraba ms heno por la puerta, el espacio se reduca continuamente. Al fin, asustado de veras, pse puso a gritar con todas sus fuerzas: - Basta de forraje, basta de forraje! La criada, que estaba ordeando la vaca, al or hablar sin ver a nadie y observando que era la misma voz de la noche pasada, se espant tanto que cay de su taburete y verti toda la leche.

Corri hacia el seor cura y le dijo, alborotada: - Santo Dios, seor prroco, la vaca ha hablado! - Ests loca? -respondi el cura; pero, con todo, baj al establo a ver qu ocurra. Apenas puesto el pie en l, Pulgarcito volvi a gritar: - Basta de forraje, basta de forraje! Se pasm el cura a su vez, pensando que algn mal espritu se haba introducido en la vaca, y dio orden de que la mataran. As lo hicieron; pero el estmago, en el que se hallaba encerrado Pulgarcito, fue arrojado al estercolero.

All trat el pequen de abrirse paso hacia el exterior, y, aunque le cost mucho, por fin pudo llegar a la entrada. Ya iba a asomar la cabeza cuando le sobrevino una nueva desgracia, en forma de un lobo hambriento que se trag el estmago de un bocado. Pulgarcito no se desanim. "Tal vez pueda entenderme con el lobo," pens, y, desde su panza, le dijo: - Amigo lobo, s de un lugar donde podrs comer a gusto. - Dnde est? -pregunt el lobo. - En tal y tal casa. Tendrs que entrar por la alcantarilla y encontrars bollos, tocino y embutidos para darte un hartazgo -. Y le dio las seas de la casa de sus padres. El lobo no se lo hizo repetir; se escurri por la alcantarilla, y, entrando en la despensa, se hinch hasta el hartarse. Ya harto, quiso marcharse; pero se haba llenado de tal modo, que no poda salir por el mismo camino. Con esto haba contado Pulgarcito, el cual, dentro del vientre del lobo, se puso a gritar y alborotar con todo el vigor de sus pulmones. - Cllate! -le deca el lobo-. Vas a despertar a la gente de la casa. - Y qu! -replic el pequeuelo-. T bien te has llenado, ahora me toca a m divertirme -y reanud el gritero. Despertaron, por fin, su padre y su madre y corrieron a la despensa, mirando al interior por una rendija. Al ver que dentro haba un lobo, volvieron a buscar, el hombre, un hacha, y la mujer, una hoz. - Qudate t detrs -dijo el hombre al entrar en el cuarto-. Yo le pegar un hachazo, y si no lo mato, entonces le abres t la barriga con la hoz. Oy Pulgarcito la voz de su padre y grit: - Padre mo, estoy aqu, en la panza del lobo. Y exclam entonces el hombre, gozoso: - Alabado sea Dios, ha aparecido nuestro hijo! -y mand a su mujer que dejase la hoz, para no herir a Pulgarcito. Levantando el brazo, asest un golpe tal en la cabeza de la fiera, que sta se desplom, muerta en el acto. Subieron entonces a buscar cuchillo y tijeras, y, abriendo la barriga del animal, sacaron de ella a su hijito. - Ay! -exclam el padre-, cunta angustia nos has hecho pasar! - S, padre, he corrido mucho mundo; a Dios gracias vuelvo a respirar el aire puro.

- Y dnde estuviste? - Ay, padre! Estuve en una gazapera, en el estmago de una vaca y en la panza de un lobo. Pero desde hoy me quedar con ustedes. - Y no volveremos a venderte por todos los tesoros del mundo -dijeron los padres, acariciando y besando a su querido Pulgarcito. Le dieron de comer y de beber y le encargaron vestidos nuevos, pues los que llevaba se haban estropeado durante sus correras.

* * * FIN * * *

Historia de uno que hizo un viaje para saber lo que era miedoUn labrador tena dos hijos, el mayor de los cuales era muy listo y entendido, y saba muy bien a qu atenerse en todo, pero el menor era tonto y no entenda ni aprenda nada, y cuando le vean las gentes decan: "Trabajo tiene su padre con l." Cuando haba algo que hacer, tena siempre que mandrselo al mayor, pero si su padre le mandaba algo siendo de noche, o le enviaba al oscurecer cerca del cementerio, o siendo ya oscuro al camino o cualquierotro lugar sombro, le contestaba siempre: "Oh!, no, padre, yo no voy all: tengo miedo! Pues era muy miedoso." Si por la noche referan algn cuento alrededor de la lumbre, enparticularsi era de espectros y fantasmas, decan todos los que le oan: "Qu miedo!" Pero el menor, que estaba en un rincn escuchndolos no poda comprender lo que queran decir: "Siempre dicen miedo, miedo!, yo no s lo que es miedo: ese debe ser algn oficio del que no entiendo una palabra."

Mas un da le dijo su padre: "Oye t, el que est en el rincn: ya eres hombre y tienes fuerzas bastantes para aprender algo con que ganarte la vida. Bien ves cunto trabaja tu hermano, pero t no haces ms que perderel tiempo." - "Ay padre!" le contest, "yo aprendera algo de buena gana, y sobre todo quisiera aprender lo que es miedo, pues de lo contrario no quiero saber nada." Su hermano mayor se ech a rer al orle, y dijo para s: Dios mo, qu tonto es mi hermano! nunca llegar a ganarse elsustento. Su padre suspir y le contest: "Ya sabrs lo que es miedo: mas no por eso te ganars la vida."

Poco despus fue el sacristn de visita, y le refiri el padre lo que pasaba, dicindole cmo su hijo menor se daba tan mala maa para todo y que no saba ni aprenda nada. "Podris creer que cuando le he preguntado si quera aprender algo para ganarse su vida, me contest que solo quera saber lo que es miedo?" - "Si no es ms que eso," le respondi el sacristn, "yo se lo ensear: envidmele ami casa, y no tardar en saberlo." El padre se alegr mucho, pues pens entre s: Ahora quedar un poco menos orgulloso. El sacristn se le llev a su casa para enviarle a tocar las campanas. A los dos das le desperta medianoche, le mand levantarse, subir al campanario y tocar las campanas. Ahora sabrs lo que es miedo, dijo para s. Sali tras l, y cuando el joven estaba en lo alto del campanario, e iba a coger la cuerda de la campana, se puso en medio de la escalera, frente a la puerta, envuelto en una sbana blanca. "Quin est ah?" pregunt el joven. Pero la fantasma no contest ni se movi. "Responde, o te hago volver por donde has venido, t no tienes nada que hacer aqu a estas horas de la noche." Pero el sacristn continu inmvil, para que el joven creyese que era un espectro. El joven le pregunt por segunda: "Quin eres? habla, si eres un hombre honrado, o si no te hago rodar por la escalera abajo." El sacristn crey que no hara lo que deca y estuvo sin respirar como si fuese de piedra. Entonces le pregunt el joven por tercera vez, y como estaba ya incomodado, dio un salto y ech a rodar al espectro por la escalera abajo de modo que rod diez escalones y fue a parar a un rincn. En seguida toc las campanas, y se fue a su casa, se acost sin decir una palabra y se durmi. La mujer del sacristn esper un largo rato a su marido; pero no volva. Llena entonces de recelo, llam al joven y le pregunt: "No sabes dnde se ha quedado mi marido? ha subido a la torre detrs de ti." - "No," contest el joven, "pero all haba uno en la escalera frente a la puerta, y como no ha querido decirme palabra ni marcharse, he credo que iba a burlarse de m y le he tirado por la escalera abajo. Id all y veris si es l, pues lo sentira." La mujer fue corriendo; y hall a su marido que estaba en un rincn y se quejaba porque tena una pierna rota.

Se le llev en seguida a su casa y fue corriendo a la del padre del joven. "Vuestro hijo," exclam, "me ha causado una desgracia muy grande, ha tirado a mi marido por las escaleras y le ha roto una pierna; ese es el pago que nos ha dado el bribn." Su padre se asust, fue corriendo y llam al joven. "Qu mal pensamiento te ha dado para hacer esa picarda?" - "Padre," le contest, "escuchadme, pues estoy inocente. Era de noche y estaba all como unalma delotro mundo. Ignoraba quin era, y le he mandado tres veces hablar o marcharse." - "Ay!" replic su padre, "solo me ocasionas disgustos: vete de mi presencia, no quiero volverte a ver ms." - "Bien, padre con mucho gusto, pero esperad a que sea de da, yo ir y sabr lo que es miedo, as aprender un oficio con que poderme mantener." - "Aprende lo que quieras," le dijo su padre, "todo me es indiferente. Ah tienes cincodurospara que no te falte por ahora que comer, mrchate y no digas a nadie de dnde eres, ni quin es tu padre, para que no tenga que avergonzarme de ti." - "Bien, padre, har lo que queris, no tengis cuidado por m."

Como era ya de da se qued el joven con sus cincodurosen el bolsillo, y ech a andar porel caminoreal, diciendo constantemente: "Quin me ensea lo que es miedo? Quin me ensea lo que es miedo?" Entonces encontr un hombre que oy las palabras que deca el joven para s, y cuando se hubieron alejado un poco hacia un sitio que se vea una horca, le dijo: "Mira, all hay siete pobres a los que por sus muchos pecados han echado de la tierra y no quieren recibir en el cielo; por eso ves que estn aprendiendo a volar; ponte debajo de ellos, espera a que sea de noche, y sabrs lo que es miedo." - "Si no es ms que eso," dijo el joven, "lo har con facilidad; pero no dejes de ensearme lo que es miedo y te dar mis cincoduros; vuelve a verme por la maana temprano." Entonces fue el joven a donde estaba la horca, se puso debajo y esper a que fuera de noche, y como tena fro encendi lumbre; peroa medianoche era el aire tan fro que no le serva de nada la lumbre; y como al aire haca moverse a los cadveres y chocar entre s, crey que teniendo fro l que estaba al ladodel fuego, mucho ms deban tener los que estaban ms lejos, por lo que procuraban reunirse para calentarse, y como era muy compasivo, cogi la escalera, subi y los descolg uno tras otro hasta que baj a todos siete. En seguida puso ms lea en el fuego, sopl y los coloc alrededor para que se pudiesen calentar. Pero como no se movan y la lumbre no haca ningnefectoen sus cuerpos, les dijo: "Mirad lo que hacis, porque si no vuelvo a colgaros." Perolos muertosno le oan, callaban y continuaban sin hacer movimiento alguno. Incomodado, les dijo entonces: "Ya que no queris hacerme caso, despus que me he propuesto ayudaros, no quiero que os calentis ms." Y los volvi a colgar uno tras otro. Entonces se ech al ladodel fuegoy se durmi, y a la maana siguiente cuando vino el hombre, quera que le diese los cincoduros; pues le dijo: "Ahora ya sabrs lo que es miedo?" - "No," respondi, "por qu lo he de saber? Los que estn ah arriba tienen la boca bien cerrada, y son tan tontos, que no quieren ni aun calentarse." Entonces vio el hombre que no estaba el dinero para l y se march diciendo: "Con este no me ha ido muy bien."

El joven continu su camino y comenz otra vez a decir: "Quin me ensear lo que es miedo? quin me ensear lo que es miedo?" Oyndolo un carretero que iba tras l, le pregunt: "Quin eres?" - "No lo s," le contest el joven. "De dnde eres?" continu preguntndole el carretero. "No lo s." - "Quin es tu padre?" - "No puedo decirlo." - "En qu vas pensando?" - "Ah!" respondi el joven, "quisiera encontrar quien me ensease lo que es miedo, pero nadie quiere ensermelo." - "No digas tonteras," replic el carretero, "ven conmigo, ven conmigo, y ver si puedo conseguirlo." El joven continu caminando con el carretero y por la noche llegaron a una posada, donde determinaron quedarse. Pero apenas lleg a la puerta, comenz a decir en alta voz: "Quin me ensea lo que es miedo? quin me ensea lo que es miedo?" El posadero al orle se ech a rer diciendo: "Si quieres saberlo; aqu te se presentar una buena ocasin." - "Calla," le dijo la posadera, "muchos temerarios han perdido ya la vida, y sera lstima que esos hermosos ojos no volvieran a ver la luz ms." Pero el joven la contest: "Aunque me sucediera otra cosa peor, quisiera saberlo, pues ese es el motivo de mi viaje." No dej descansar a nadie en la posada hasta que le dijeron que no lejos de all haba un castillo arruinado, donde podra saber lo que era miedo con solo pasar en l tres noches. El rey haba ofrecido por mujer a su hija, que era la doncella ms hermosa que haba visto el sol, al que quisiese hacer la prueba. En el castillo haba grandes tesoros, ocultos que estaban guardados por los malos espritus, los cuales se descubran entonces, y eran suficientes para hacer rico a un pobre. A la maana siguiente se present el joven al rey, dicindole que si se lo permita pasara tres noches en el castillo arruinado. El rey le mir y como le agradase, le dijo: "Puedes llevar contigo tres cosas, con tal que no tengan vida, para quedarte en el castillo." El joven le contest: "Pues bien, concededme llevar lea para hacer lumbre, un torno y un tajo con su cuchilla."

El rey le dio todo lo que haba pedido. En cuanto fue de noche entr el joven en el castillo, encendi en una sala un hermoso fuego, puso al lado el tajo con el cuchillo, y se sent en el torno. "Ah! si me ensearan lo que es miedo!" dijo, "pero aqu tampoco lo aprender." Hacia media noche se puso a atizar el fuego y cuando estaba soplando oy de repente decir en un rincn: "Miau!, miau! fro tenemos!" - "Locos," exclam, "por qu gritis? si tenis fro, venid, sentaos a la lumbre, y calentaos." Y apenas hubo dicho esto, vio dos hermosos gatos negros, que se pusieron a su lado y le miraban con sus ojos de fuego; al poco rato, en cuanto se hubieron calentado, dijeron: "Camarada, quieres jugar con nosotros a las cartas?" - "Por qu no?" les contest, "pero enseadme primero las patas." - "Entonces extendieron sus manos." - "Ah!" les dijo, "qu uas tan largas tenis!, aguardad a que os las corte primero." Entonces los cogi por los pies, los puso en el tajo y los asegur bien por las patas. "Ya os he visto las uas," les dijo, "ahora no tengo ganas de jugar." Los mat y los tir al agua. Pero a poco de haberlos tirado, iba a sentarse a la lumbre, cuando salieron de todos los rincones y rendijas una multitud de gatos y perros negros con cadenas de fuego; eran tantos en nmero que no se podan contar; gritaban horriblemente, rodeaban la lumbre, tiraban de l y le queran araar. Los mir un rato con la mayor tranquilidad, y as que se incomod cogi su cuchillo, exclamando: "Marchaos, canalla." Y se dirigi hacia ellos. Una parte escap y a la otra la mat y la ech al estanque. En cuanto concluy su tarea se puso a soplar la lumbre y volvi a calentarse. Y apenas estuvo sentado, comenzaron a cerrrsele los ojos y tuvo ganas de dormir. Mir a su alrededor, y vio en un rincn una hermosa cama. "Me viene muy bien," dijo. Y se ech en ella. Pero cuando iban a cerrrsele los ojos, comenz a andar la cama por s misma y a dar vueltas alrededor del cuarto. "Tanto mejor," dijo, "tanto mejor." Y la cama continu corriendo por los suelos y escaleras como si tiraran de ella seis caballos. Mas de repente cay, quedndose l debajo y sintiendo un peso como si tuviera una montaa encima.

Pero levant las colchas y almohadas y se puso en pie diciendo: "No tengo ganas de andar." Se sent junto al fuego y se durmi hasta el otro da. El rey vino a la maana siguiente, y como le vio cado en el suelo crey que los espectros haban dado fin con l y que estaba muerto. Entonces dijo: "Qu lstima de hombre! tan buen mozo!" El joven al orle, se levant y le contest: "An no hay por qu tenerme lstima." El rey, admirado, le pregunt cmo le haba ido. "Muy bien," le respondi, "ya ha pasado una noche, las otras dos vendrn y pasarn tambin." Cuando volvi a la casa le mir asombrado el posadero: "Tema," dijo, "no volverte a ver vivo; sabes ya lo que es miedo?" - "No," contest, "todo es intil, si no hay alguien que quiera ensermelo."

A la segunda noche fue de nuevo al castillo, se sent a la lumbre, y comenz su vieja cancin: "Quin me ensea lo que es miedo?" A la media noche comenzaron a orse ruidos y golpes, primero dbiles, despus ms fuertes, y por ltimo cay por la chimenea con mucho ruido la mitad de un hombre, quedndose delante de l. "Hola," exclam, "todava falta el otro medio, esto es muy poco." Entonces comenz el ruido de nuevo: pareca que tronaba, y se vena el castillo abajo y cay la otra mitad. "Espera," le dijo, "encender un poco el fuego." Apenas hubo concluido y mir a su alrededor, vio que se haban unido las dos partes, y que un hombre muy horrible se haba sentado en su puesto. "Nosotros no hemos apostado," dijo el joven, "el banco es mo." El hombre no le quiso dejar sentar, pero el joven le levant con todas sus fuerzas y se puso de nuevo en su lugar. Entonces cayeron otros hombres uno despus de otro, que cogieron nueve huesos y dos calaveras y se pusieron a jugar a los bolos. El joven, alegrndose, les dijo: "Puedo ser de la partida?" - "S, si tienes dinero." - "Y bastante," les contest, "pero vuestras bolas no son bien redondas." Entonces cogi una calavera, la puso en el torno y la redonde. "As estn mejor," les dijo, "ahora vamos." Jug con ellos y perdi algn dinero; mas en cuanto dieron las doce todo desapareci de sus ojos. Se ech y durmi con la mayor tranquilidad. A la maana siguiente fue el rey a informarse. "Cmo lo has pasado?" le pregunt. "He jugado y perdido un par de pesetas," le contest. "No has tenido miedo?" - "Por el contrario, me he divertido mucho. Ojal supiera lo que es miedo!"

A la tercera noche se sent de nuevo en su banco y dijo incomodado: "Cundo sabr lo que es miedo?" En cuanto comenz a hacerse tarde se le presentaron seis hombres muy altos que traan una caja de muerto. "Ay!" les dijo, "este es de seguro mi primo, que ha muerto hace un par de das." Hizo seal con la mano y dijo: "Ven, primito, ven." Pusieron el atad en el suelo, se acerc a l y levant la tapa; haba un cadver dentro. Le tent la cara, pero estaba fra como el hielo. "Espera," dijo, "te calentar un poco." Fue al fuego, calent su mano, y se la puso en el rostro, pero el muerto permaneci fro. Entonces le cogi en brazos, le llev a la lumbre y le puso encima de s y le frot los brazos para que la sangre se le pusiese de nuevo en movimiento. Como no consegua nada, se le ocurri de pronto: "Si me meto con l en la cama, se calentar." Se llev al muerto a la cama, le tap y se ech a un lado. Al poco tiempo estaba el muerto caliente y comenz a moverse. Entonces, dijo el joven: "Mira, hermanito, ya te he calentado." Pero el muerto se levant diciendo: "Ahora quiero estrangularte." - "Hola!" le contest, "son esas las gracias que me das? Pronto volvers a tu caja!" Le cogi, le meti dentro de ella y cerr; entonces volvieron los seis hombres y se le llevaron de all. "No me asustarn, dijo; aqu no aprendo yo a ganarme la vida."

Entonces entr un hombre que era ms alto que los otros y tena un aspecto horrible, pero era viejo y tena una larga barba blanca. "Ah, malvado, pronto sabrs lo que es miedo, pues vas a morir!" - "No tan pronto," contest el joven. "Yo te quiero matar," dijo el hechicero. "Poco a poco, eso no se hace tan fcilmente, yo soy tan fuerte como t y mucho ms todava." - "Eso lo veremos," dijo el anciano, "ven, probaremos." Entonces le condujo a un corredor muy oscuro, junto a una fragua, cogi un hacha y dio en un yunque, que meti de un golpe en la tierra. "Eso lo hago yo mucho mejor," dijo el joven. Y se dirigi a otro yunque; el anciano se puso a su lado para verle, y su barba tocaba en la bigornia. Entonces cogi el joven el hacha, abri el yunque de un golpe y clav dentro la barba del anciano. "Ya eres mo," le dijo, "ahora morirs t." Entonces cogi una barra de hierro y comenz a pegar con ella al anciano hasta que comenz a quejarse y le ofreci, si le dejaba libre, darle grandes riquezas. El joven solt el hacha y le dej en libertad. El anciano le condujo de nuevo al castillo y le ense tres cofres llenos de oro, que haba en una cueva. "Una parte es de los pobre, la otra del rey y la tercera tuya." Entonces dieron las doce y desapareci el espritu, quedando el joven en la oscuridad. "Yo me las arreglar," dijo. Empez a andar a tientas, encontr el camino del cuarto y durmi all junto a la lumbre. A la maana siguiente volvi el rey y le dijo: "Ahora ya sabrs lo que es miedo." - "No," le contest, "no lo s; aqu ha estado mi primo muerto y un hombre barbudo que me ha enseado mucho dinero, pero no ha podido ensearme lo que es miedo." Entonces le dijo el rey: "T has desencantado el castillo y te casars con mi hija." - "Todo eso est bien," le contest, "pero sin embargo, an no s lo que es miedo."

Entonces sacaron todo el oro de all y celebraron las bodas, pero el joven rey, aunque amaba mucho a su esposa y estaba muy contento, no dejaba de decir: "Quin me ensear lo que es miedo? quin me ensear?" Esto disgust al fin a su esposa y dijo a sus doncellas: "Voy a procurar ensearle lo que es miedo." Fue al arroyo que corra por el jardn y mand traer un cubo entero lleno de peces. Por la noche cuando dorma el joven rey, levant su esposa la ropa y puso el cubo lleno de agua encima de l, de manera que los peces al saltar, dejaban caer algunas gotas de agua. Entonces despert diciendo: "Ah! quin me asusta? quin me asusta, querida esposa? Ahora s ya lo que es miedo."

* * * FIN * * *

RapunzelHaba una vez unhombrey una mujer que vivan solos y desconsolados por no tener hijos,hasta que, por fin,la mujerconcibi la esperanza de que Dios Nuestro Seor se dispona a satisfacer su anhelo. La casa en que vivan tena en la pared trasera una ventanita que daba a un magnficojardn, en el que crecan esplndidas flores y plantas; pero estaba rodeado de un alto muro y nadie osaba entrar en l, ya queperteneca a unabrujamuy poderosa y temida de todoel mundo. Un da se asomla mujera aquellaventanaa contemplar eljardn, y vio un bancal plantado de hermossimas verdezuelas, tan frescas y verdes, que despertaron en ella un violento antojo de comerlas. El antojo fue en aumento cada da que pasaba, y comola mujerlo crea irrealizable, iba perdiendo la color y se desmirrindo, a ojos vistas. Vindola tan desmejorada, le pregunt asustado su marido: "Qu te ocurre, mujer?" - "Ay!" exclam ella, "me morir si no puedo comer las verdezuelas deljardnque hay detrs de nuestra casa." Elhombre, que quera mucho a su esposa, pens: "Antes que dejarla morir conseguir las verdezuelas, cueste lo que cueste." Y, al anochecer, salt el muro deljardnde labruja, arranc precipitadamente un puado de verdezuelas y las llev a su mujer. sta se prepar enseguida una ensalada y se la comi muy a gusto; y tanto le y tanto le gustaron, que, al da siguiente, su afn era tres veces ms intenso. Si quera gozar de paz, el marido deba saltar nuevamente aljardn. Y as lo hizo, al anochecer. Pero apenas haba puesto los pies en el suelo, tuvo un terrible sobresalto, pues vio surgir ante s labruja. "Cmo te atreves," le dijo sta con mirada iracunda, "a entrar cual un ladrn en mijardn y robarme las verdezuelas? Lo pagars muy caro." - "Ay!" respondi elhombre, "tened compasin de m. Si lo he hecho, ha sido por una gran necesidad: mi esposa viodesde la ventanavuestras verdezuelas y sinti un antojo tan grande de comerlas, que si no las tuviera se morira." La hechicera se dej ablandar y le dijo: "Si es como dices, te dejar coger cuantas verdezuelas quieras, con una sola condicin: tienes que darme el hijo que os nazca. Estar bien y lo cuidar como una madre." Tan apurado estaba el hombre, que se avino a todo y, cuando naci el hijo, que era una nia, se present labrujay, despus de ponerle el nombre de Verdezuela; se la llev.

Verdezuela era la nia ms hermosa que viera el sol. Cuando cumpli los doce aos, la hechicera la encerr en una torre que se alzaba en medio de un bosque y no tena puertas ni escaleras; nicamente en lo alto haba una diminutaventana. Cuando labrujaquera entrar, se colocaba al pie y gritaba:

"Verdezuela, Verdezuela, Sultame tu cabellera!"

Verdezuela tena un cabello magnfico y largusimo, fino como hebras de oro. Cuando oa la voz de la hechicera se soltaba las trenzas, las envolva en torno a un gancho de laventanay las dejaba colgantes: y como tenan veinte varas de longitud, labrujatrepaba por ellas.

Al cabo de algunos aos, sucedi que el hijo del Rey, encontrndose en el bosque, acert a pasar junto a la torre y oy un canto tan melodioso, que hubo de detenerse a escucharlo. Era Verdezuela, que entretena su soledad lanzando al aire su dulcsima voz. El prncipe quiso subir hasta ella y busc la puertade la torre, pero, no encontrando ninguna, se volvi a palacio. No obstante, aquel canto lo haba arrobado de tal modo, que todos los das iba al bosque a escucharlo. Hallndose una vez oculto detrs de un rbol, vio que se acercaba la hechicera, y la oy que gritaba, dirigindose a o alto:

"Verdezuela, Verdezuela,Sultame tu cabellera!"

Verdezuela solt sus trenzas, y labrujase encaram a lo altode la torre. "Si sta es la escalera para subir hasta all," se dijo el prncipe, "tambin yo probar fortuna." Y al da siguiente, cuando ya comenzaba a oscurecer, se encamino al piede la torrey dijo:"Verdezuela, Verdezuela,Sultame tu cabellera!"Enseguida descendi la trenza, y el prncipe subi.

En el primer momento, Verdezuela se asust Verdezuela se asust mucho al ver un hombre, pues jams sus ojos haban visto ninguno. Pero el prncipe le dirigi la palabra con gran afabilidad y le explic que su canto haba impresionado de tal manera su corazn, que ya no haba gozado de un momento de paz hasta hallar la manera de subir a verla. Al escucharlo perdi Verdezuela el miedo, y cuando l le pregunt si lo quera por esposo, viendo la muchacha que era joven y apuesto, pens, "Me querr ms que la vieja," y le respondi, poniendo la mano en la suya: "S; mucho deseo irme contigo; pero no s cmo bajar de aqu. Cada vez que vengas, trete una madeja de seda; con ellas trenzar una escalera y, cuando est terminada, bajar y t me llevars en tu caballo." Convinieron en que hasta entonces el prncipe acudira todas las noches,ya quede da iba la vieja. La hechicera nada sospechaba,hasta queun da Verdezuela le pregunt: "Decidme, ta Gothel, cmo es que me cuesta mucho ms subiros a vos que al prncipe, que est arriba en un santiamn?" - "Ah, malvada!" exclam labruja, "qu es lo que oigo? Pens que te haba aislado de todoel mundo, y, sin embargo, me has engaado." Y, furiosa, cogi las hermosas trenzas de Verdezuela, les dio unas vueltas alrededor de su mano izquierda y, empujando unas tijeras con la derecha, zis, zas, en un abrir y cerrar de ojos cerrar de ojos se las cort, y tir al suelo la esplndida cabellera. Y fue tan despiadada, que condujo a la pobre Verdezuela a un lugar desierto, condenndola a una vida de desolacin y miseria.

El mismo da en que se haba llevado a la muchacha, labrujaat las trenzas cortadas al gancho de laventana, y cuando se present el prncipe y dijo:"Verdezuela, Verdezuela,Sultame tu cabellera!"

labrujalas solt, y por ellas subi el hijo del Rey. Pero en vez de encontrar a su adorada Verdezuela se hallo cara a cara con la hechicera, que lo miraba con ojos malignos y perversos: "Aj!" exclam en tono de burla, "queras llevarte a la nia bonita; pero el pajarillo ya no est en el nido ni volver a cantar. El gato lo ha cazado, y tambin a ti te sacar los ojos. Verdezuela est perdida para ti; jams volvers a verla." El prncipe, fuera de s de dolor y desesperacin, se arroj desde lo altode la torre. Salv la vida, pero los espinos sobre los que fue a caer se le clavaron en los ojos, y el infeliz hubo de vagar errante por el bosque, ciego, alimentndose de races y bayas y llorando sin cesar la prdida de su amada mujercita. Y as anduvo sin rumbo por espacio de varios aos, msero y triste,hasta que, al fin, lleg al desierto en que viva Verdezuela con los dos hijitos los dos hijitos gemelos, un nio y una nia, a los que haba dado a luz. Oy el prncipe una voz que le pareci conocida y, al acercarse, lo reconoci Verdezuela y se le ech al cuello llorando. Dos de sus lgrimas le humedecieron los ojos, y en el mismo momento se le aclararon, volviendo a ver como antes. la llevo a su reino, donde fue recibido con gran alegra, y vivieron muchos aos contentos y felices.

* * * FIN * * *

FABULAS

15

El guila, la liebre y el escarabajo.Estaba una liebre siendo perseguida por un guila, y vindose perdida pidi ayuda a un escarabajo, suplicndole que le ayudara. Le pidi el escarabajo al guila que perdonara a su amiga. Pero el guila, despreciando la insignificancia del escarabajo, devor a la liebre en su presencia. Desde entonces, buscando vengarse, el escarabajo observaba los lugares donde el guila pona sus huevos, y hacindolos rodar, los tiraba a tierra. Vindose el guila echada del lugar a donde quiera que fuera, recurri a Zeus pidindole un lugar seguro para depositar sus huevos. Le ofreci Zeus colocarlos en su regazo, pero el escarabajo, viendo la tctica escapatoria, hizo una bolita de estircol, vol y la dej caer sobre el regazo de Zeus. Se levant entonces Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tir por tierra los huevos sin darse cuenta. Por eso desde entonces, las guilas no ponen huevos en la poca en que salen a volar los escarabajos.

Nunca desprecies lo que parece insignificante, pues no hay ser tan dbil que no pueda alcanzarte.

- La zorra a la que se le llen su vientre.Una zorra hambrienta encontr en el tronco de una encina unos pedazos de carne y de pan que unos pastores haban dejado escondidos en una cavidad. Y entrando en dicha cavidad, se los comi todos. Pero tanto comi y se le agrand tanto el vientre que no pudo salir. Empez a gemir y a lamentarse del problema en que haba cado. Por casualidad pas por all otra zorra, y oyendo sus quejidos se le acerc y le pregunt que le ocurra. Cuando se enter de lo acaecido, le dijo: -Pues qudate tranquila hermana hasta que vuelvas a tener la forma en que estabas, entonces de seguro podrs salir fcilmente sin problema!Con paciencia se resuelven muchas dificultades

La zorra y el leador.Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando lleg al sitio de un leador y le suplic que la escondiera. El hombre le aconsej que ingresara a su cabaa. Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leador si haba visto a la zorra. El leador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente sealaba la cabaa donde se haba escondido. Los cazadores no comprendieron las seas de la mano y se confiaron nicamente en lo dicho con la palabra. La zorra al verlos marcharse, sali silenciosa, sin decirle nada al leador. Le reproch el leador por qu a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondi: --Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismoNo niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.

El len y los tres bueyes..Pastaban juntos siempre tres bueyes. Un len quera devorarlos, pero el estar juntos los tres bueyes le impeda hacerlo, pues el luchar contra los tres a la vez lo pona en desventaja. Entonces con astucia recurri a enojarlos entre s con prfidas patraas, separndolos a unos de los otros. Y as, al no estar ya unidos, los devor tranquilamente, uno a uno. Si permites que deshagan tu unidad con los tuyos, ms fcil ser que te daen.

El cuervo y la culebra.Andaba un cuervo escaso de comida y vio en el prado a una culebra dormida al sol; cay veloz sobre ella y la rapt. Mas la culebra, despertando de su sueo, se volvi y la mordi. El cuervo vindose morir dijo: -- Desdichado de m, que encontr un tesoro pero a costa de mi vida! Antes de querer poseer algn bien, primero hay que valorar si su costo vale la pena.

RECETAS

Receta de picana cochabambinaIngredientes1 pollo de dos kilos 1 kg de pecho de vaca1 pierna de cordero1/2 libra de tunta remojada1/2 libra de papa4 choclos4 zanahorias partidas2 nabos partidos2 ramos de perejil y de apio3 hojas de laurel2 cucharadas de aj colorado molido4 cebollas pequeas1 taza de vino blanco1 taza de cerveza1/4 cucharilla de pimienta negra entera1 locoto4 aceitunas7 pasas de uvas por persona1/4 cucharilla de organoSal al gusto

Preparacin

1. Primero se debe hacer cocer la carne de vaca en una olla con agua y sal. Cuando est blanda, se aade el cordero y el pollo, previamente lavados. Luego se agregan el aj pasado por la brasa, la zanahoria, el nabo y la cebolla.2. Se debe condimentar con la pimienta entera, ajo, laurel, perejil,apio, pimentn colorado y sal al gusto. Luego se agrega la papa pelada y hay que esperar que termine de cocer.3. Mientras las carnes y verduras sazonadas hierven en la olla, en otra se deben colocar los cuatro choclos y dejarlos cocer con un poco de ans, sal y azcar si los desea dulces.4. Las tuntas, despus de estar remojadas y peladas, deben ser cortadas un poco por la mitad para ser rellenadas con una tajadade queso para cada tunta. stas deben cocer en vapor de agua.5. Una vez que las carnes estn cocidas, se deben aadir en la olla el vino y la cerveza para darle gusto. Tambin se debe espolvorear el organo y luego dejar la olla en el fuego para que d un hervor (10 min.).6. En un plato hondo se servirn las presas adornadas con las verduras, papas y el caldo. Las tuntas y los choclos se sirven en una fuente separada.

Receta de pectu de habasIngredientes2 Kilos de habas200gr Charque 2 Cebollas1 Tomate2 Cucharadas de aji2 Tazas de caldo2 Cucharadas de perejil1 Cucharilla de oregano1/2 Cucharilla de comino1 Cucharilla de pimientaSal a gusto

Preparacin

1. Frie la cebolla, dejala dorar y luego aadele el comino, el oregano, la pimienta y la sal. Finalmente agrega el aji.2. Aade el tomate pelado y picado, el perejil y dos tazas de caldo, y deja cocinar durante 15 minutos.3. Haz cocer en agua las habas por veinte minutos hasta que esten suaves antes que acaben su coccion el charque para que suavice, luego escurre todo y martaja el charque en el batan y cortalo en pedazos pequeos.4. Mezcla todo y deja cocer unos 10 minutos antes de servir, acompaado con papas blancas.

Receta de puchero de carnaval Ingredientes6 Trozos de carne de res, pechoCarne de cordero a gusto2 Cebollas2 Zanahorias1 Locoto1 Diente de ajo1 Repollo mediano1 Libra de chuo6 Papas1/2 Taza de cebolla verde5 Duraznos5 Peramotas2 Granos de pimienta dulceSal a gusto1 Cebolla1 Tomate1 Zanahoria1/4 Taza de caldo4 Cucharadas de aji amarillo1 Cuchara de perejil1/2 Cucharilla de organo1/2 Cucharilla de azcarSal a gusto

Preparacin

1. Pon en una olla con agua tibia las carnes y antes que den el primer hervor espuma, aade la cebolla, la zanahoria, el locoto, el tomate y todos los condimentos. Deja cocer por dos horas.2. Agrega al caldo el repollo, el chuo remojado y partido, la papa pelada entera, deja cocer por diez minutos mas sin dejar que la papa se deshaga, y al final aade la cebolla verde y sal a gusto.3. Aparte, cocina los duraznos y las peras.4. Corta el cordero en trozos y fre en aceite.5. Dora en aceite caliente la cebolla, el tomate y la zanahoria finamente picados, agrega el perejil y los condimentos, al final el aji y deja hervir por 5 minutos.6. En platos soperos sirve el caldo del puchero y en el centro de la mesa coloca una fuente con las partes solidas, para que cada quien se sirva a gusto.

Receta de silpancho cochabambino Ingredientes1/2 kilo de carne blanda sin grasa ni nervios10 huevos estrellados3 kilos de papa5 tazas de pan molido1 cuchara de sal molida1 cucharilla de pimienta molida5 tazas de arroz graneado cocido1 1/2 taza de aceite para frer silpanchos y papas

Preparacin

1. Corte contra el hilo los pedazos de carne. Condimntelos con sal y pimienta.2. En un batn o mortero, estire la carne cubierta con pan molido,golpendola hasta que quede grande y casi transparente.3. En una olla haga cocer las papas peladas con agua y sal, hasta que estn blandas pero no desechas; escurra y parta cada papa en 4 rodajas ms o menos.4. Caliente la mitad del aceite en una sartn grande y retueste las papas ligeramente, escrralas en una fuente cubierta con servilletas de papel.5. En el mismo aceite en que dor las papas, fra los trozos de carne una por una.

Receta de chicharron de cerdo Ingredientes

2 Kg. costilla de cerdo grande y carnosa1 Lb. mote cocido3/4 Lb. maz con cascara no cocida1 Lb. chuo entero remojado y pelado5 colas de cebolla4 vainas de aj colorado o2 cucharas de aj colorado molidoSalAceite2 cucharillas de pimienta entera2 cucharillas de comino entero4 dientes de ajo1 tomate sin cascara5 locotos despepitados3 ramitas de quirquia1 pizca de sal

Preparacin

1. La noche anterior, lavar el maz, remojar en bastante agua tibia. Al da siguiente, hacer cocer en su misma agua sin sal, hasta que se encuentre suave. El mote con cascara al terminar su cocimiento, no se revienta mucho.2. En batn moler al mismo tiempo, la pimienta, comino y ajo. Apane, las vainas del aj colorado lavarlas, despepitarlas y moler en un batn o licuadora, hasta obtener una salsa espesa.3. Cortar la costilla por la mitad, luego a lo ancho en pedazos de dos en dos y lavar. Sazonar cada presa slo con la mitad de los condimentos y sal Dejar reposar durante15 minutos y hacer cocer en olla a presin en agua hirviendo, aumentar sal si fuera necesario. Habitualmente la carne de cerdo absorbe mucha sal.4. Una vez cocido el cuero, retirar a un recipiente, adobar cada presa con la otra mitad de los condimentos, el aj colorado y en un perol grande sin aceite, frer con su misma grasa, hasta que se encuentren bien tostadas. Si las costillas no contienen mucha grasa, agregar un poco de aceite y una vez caliente retostar, removiendo de vez en cuando de ambos lados hasta que se encuentren doradas o tapar el perol y sacudir un poco de rato en rato.5. En agua tibia hacer cocer los chuos con colas de cebolla, sal al gusto, previamente bien lavados varias veces. Retirar una vez se encuentren suaves.6. Acompaar las presas con el chuo, mote cocido y la llajua.7. Llajua:En un batn o licuadora, moler los locotos despepitados, el tomate sin cascara y la quinquia previamente lavados, luego mezclar con la sal

ADIVINANZAS

La letra A: La amapolaCon mi cara roja, mi ojo negro y mi vestido verdea todo el campo alegro.El pezEl relojLas estrellasEn el mar no me mojo,en las brasas no me quemo,en el aire no me caigoy me tienes en los labiosQuin es algoy nada a la vez?Pobrecito, pobrecito,todo el da sin parary no sale de su sitio.Un platito de avellanasque de da se recogeny de noche se desparrama

ACRNIMOS

Recordare tu amistadO entender tu derdenDirs que no te merezcoReinaras de tu orgulloIgnora otra vez Ganaste otra vezO are paz por tu vida buena

Espejito espejitoSabes que soy muy bonitoCmo una rosa de jardnOlores como un jazmnBonito precioso y lucidoAlgn da mi pelo y cuello Rebelas tu deseo

Eres caudal y lder Valiente y caminanteOtra vez presidente

Mientras t trabajasOtros te roban Rellenaste tu furia y odioAnte los enemigos del pasLe dijiste a tu puebloEmpieza la luchaSalvando la patria amada

Jams subas demasiadoO en dentro tu pasado Siempre recuerda tu niezEjercitando tu adultez