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1 IEHC 2006 XIV International Economic History Congress Helsinki, Finland, 21 to 25 August 2006 SESSION 65 Proto-industrialization: Small Productive Units in Latin America and Peripheral Societies During the XIX-XX Centuries - A Comparative Economic History Reappraisal “Pre- industry, proto- industry and industrial system in Mexico in the XIX century. The factory system in agrarian landscapes since Borbonic Reforms to 1880” Humberto Morales Moreno Centro de Investigación de Historia Económica y Social Facultad de Filosofía y Letras Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Comité Mexicano de Conservación del Patrimonio Industrial, A. C. México (Spanish Draft) Introducción. En una época donde el predominio de la economía parece volver por sus fueros en la globalización de las sociedades, la comprensión de la historia económica del "capitalismo periférico" de América Latina debe insertar en su estrategia científica el estudio serial, aprovechando la experiencia de las escuelas de enfoque microeconómico, impulsando el análisis de la contabilidad general de las empresas, y comparar en la escala regional, los procesos de formación de empresas llamadas "punta", sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XIX, periodo crucial en muchos países de la región en cuanto a crecimiento y desarrollo económicos. Sin embargo, la comparación exige agrupar a las naciones por

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IEHC 2006

XIV International Economic History Congress

Helsinki, Finland, 21 to 25 August 2006

SESSION 65

Proto-industrialization: Small Productive Units in Latin America and Peripheral Societies

During the XIX-XX Centuries - A Comparative Economic History Reappraisal

“Pre- industry, proto- industry and industrial system in Mexico in the XIXcentury. The factory system in agrarian landscapes since

Borbonic Reforms to 1880”

Humberto Morales Moreno Centro de Investigación de

Historia Económica y SocialFacultad de Filosofía y Letras

Benemérita Universidad Autónoma de PueblaComité Mexicano de Conservación

del Patrimonio Industrial, A. C.México

(Spanish Draft)

Introducción.

En una época donde el predominio de la economía parece volver por sus fueros en la

globalización de las sociedades, la comprensión de la historia económica del "capitalismo

periférico" de América Latina debe insertar en su estrategia científica el estudio serial,

aprovechando la experiencia de las escuelas de enfoque microeconómico, impulsando el

análisis de la contabilidad general de las empresas, y comparar en la escala regional, los

procesos de formación de empresas llamadas "punta", sobre todo a partir de la segunda

mitad del siglo XIX, periodo crucial en muchos países de la región en cuanto a crecimiento

y desarrollo económicos. Sin embargo, la comparación exige agrupar a las naciones por

2

regiones comunes de expansión y temprana industrialización, distinguiendo las que

conformaron un antecedente tecnológico y de infraestructura desde el periodo virreinal, de

las que se desarrollaron tardíamente por sector y ramas industriales.i

Los estudios de Manuel Miñoii nos permiten ubicar un espacio “protoindustrial” en la

América hispano-lusitana desde el periodo virreinal, que abarcó grandes territorios de lo

que hoy son las Repúblicas de México, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, Brasil y

Argentina. Algunos de estos territorios conocieron las primeras grandes empresas minero-

mercantiles de finales del "Antiguo Régimen" y, por tanto, las primeras sociedades

anónimas, cuya razón de continuidad y "modelo" para otras experiencias industriales, se

grabaron en la memoria de los nuevos "patrones-comerciantes", de la primera y segunda

mitad del siglo XIX.

Históricamente, el primer ciclo de formación de empresas modernas y de la urbanización en

el espacio del nuevo país llamado México, surge en el ambiente cultural agrario de los

Reales de Minas y de las Haciendas. La industria del antiguo régimen virreinal, el famoso

sector de obrajes de fuerte corte “urbano”, no sobrevivió ante la proliferación de las

manufacturas rurales al término del pacto colonial, y asistimos, con el proyecto industrial

de Antuñano, en la Puebla de 1835, al primer esfuerzo moderno de incorporar el ámbito de

la hacienda al nuevo de la fábrica. Hacienda y Fábrica, y no su ruptura, formarán el primer

intento de “take-off” en el sector manufacturero a escala regional en México.iii

I

Entre 1835-1880 la expansión del sector manufacturero textil era notable, y con mucho, era

el sector más dinámico de la industria mexicana en la época. Con las evidencias de

investigaciones arqueológicas en las fábricas de “El Tunal” en Durango, “La Fama” en

Monterrey, “Atemajac y El Salto” en Jalisco, “Bellavista” en Nayarit, “La Magdalena y San

Angel” en el D.F., “La Constancia” en Puebla, “La Aurora” de Yucatán y otras en proceso

de rescate en Chiapas, Chihuahua y Aguascalientesiv, no nos queda ya duda de que el

3

modelo Hacienda-Fábrica funcionó a lo largo y ancho del territorio nacional con las

siguientes características entre 1835-1880:

a) El espacio agrario diseminado en torno a centros mineros o de abasto mercantil

de grandes polos urbanos fue una fuente inagotable de manufacturas tipo

“hilanderas” y “telares sueltos”, a lo largo del periodo virreinal, que prepararon

la base económica de la futura fábrica del siglo XIX.

b) El obraje no fue el embrión de la fábrica pero si fue un factor de aglutinación de

capital humano y de inversión que se diversificó ante su crisis, en el hinterland

agrario regional.

c) Los centros mineros desarrollaron eslabonamientos iniciales en el siglo XIX en

la creación de “Ferrerías” y Haciendas de Beneficio con tecnologías que

evolucionaron a lo largo del siglo XIX. No lograron articular un proceso

industrializador pero si desarrollaron las primeras empresas por acciones desde

la primera mitad del siglo XIX.

d) Las Haciendas trigueras y azucareras fueron la frontera histórica de las

comunidades y los pueblos, donde la manufactura a domicilio estaba muy

desarrollada. La disputa por la tierra y por el agua, así como por el régimen

tecnológico basado en el control de la fuerza motriz hidráulica (ruedas para

Molinos), permitieron la extensión de un sistema de fábrica con costos unitarios

relativamente bajos, al aprovechar mano de obra, tecnología, caminos y

mercados de consumo populares relativamente cerca.

e) El sistema fabril mexicano no se explica sin el dinamismo de las haciendas, el

aprovechamiento de las aguas de ríos y manantiales, acceso a mano de obra de

gañanes y peones de alquiler que tenían ya una cierta tradición manufacturera

doméstica. No se explica sin los mecanismos de inversión de sociedades

familiares de Hacendados y Comerciantes con tradición.

f) No hay todavía un cálculo económico de la rentabilidad de las fábricas

mexicanas de esta ola industrial hasta 1880. La mayoría eran pequeñas, pero si

las estudiamos en el contexto agrario de los negocios de la hacienda, quizá

4

descubriremos que muchas de ellas trabajaron bajo un sistema de

compensaciones de ganancias y pérdidas, en donde muchas de ellas no eran

rentables, pero otros negocios de la hacienda si lo eran. Muchos empresarios

veían a la fábrica como una extensión de su prestigio, honor y virtud y no como

la fuente principal de sus ingresos.

Entre 1880-1910 el ciclo manufacturero mexicano experimentó cambios importantes. La

irrupción de las sociedades anónimas fue notable, así como la apertura a capitales

extranjeros. Con la excepción de Monterrey cuyas fábricas textiles se habían formado por

acciones desde 1842, el resto de las fábricas mexicanas eran negocios en Comandita o

familiares. En otros estudios he insistido sobre la inversión del modelo Hacienda-Fábrica

por el de la Fábrica-Hacienda a partir de las políticas porfiristas de fomento industrial. No

voy a repetir aquí esas referenciasv, pero me permitiré adelantar los siguientes rasgos

distintivos de esta inversión del “modelo” en esta etapa 1880-1910:

a) Las grandes compañías por acciones aprovecharon el sistema fabril “Hacienda-

Fábrica” para subordinar los negocios de la Hacienda y su entorno agrario a los de

grandes empresas manufactureras. Un ejemplo ilustrativo de esta subordinación fue

el aprovechamiento de las tierras de haciendas para cultivos agrícolas de

subsistencia para obreros en paro laboral. Hay muchos otros ejemplos, pero éste fue

representativo en buena parte del país.

b) Las empresas manufactureras pretendían ganar los precios de oligopolio del

mercado nacional abaratando costos de la localización industrial con una clara

política de contubernio con la administración federal, basada en exenciones,

subvenciones y concesiones de orden fiscal y crediticio.

c) Recurrieron más a un uso extensivo de la mano de obra que a una verdadera

modernización tecnológica. Mala integración de la planta industrial, mercados

estrechos y pésima planeación de estrategias de inversión.

d) Conclusión: la ola modernizadora del Porfiriato no rompió los antiguos lazos del

viejo sistema industrial mexicano del siglo XIX. Se desarrolló sobre las bases

5

tradicionales de localización y eslabonamientos, quizá con la excepción del tendido

de vías férreas, que fue la gran novedad de la expansión de finales del siglo. La

Fábrica subordinó a la Hacienda pero los sistemas de trabajo industrial y las

prácticas de control social se anclaron en el viejo sistema. Desde la perspectiva del

régimen tecnológico, es falsa la idea de que en el siglo XIX y hasta 1910, México

experimentó una transición de la energía hidráulica al vapor y luego a la

electricidad. La fuerza motriz hidráulica fue la dominante y el vapor y la

electricidad no comenzaron a sustituir el régimen tecnológico de la fuerza motriz

sino con posterioridad a la etapa revolucionaria de 1910.

El ejemplo de la región de Puebla se extendió, como un modelo inicial de implantación del

sistema de fábrica, al resto del país, entre otras razones porque entre 1835 y 1910 conformó

el siguiente esquema de localización industrial:vi

a) La ubicación geográfica de la ciudad. Situada en la ruta principal entre el

puerto de Veracruz y la Capital de la Nueva España. Ciudad comercial y polo de atracción

demográfica.vii

b) Al privilegiarse el uso del espacio industrial cerca de los grandes

mercados potenciales de consumidores, se tomó en cuenta el auge del algodón veracruzano

que permitía a Puebla cercanía con dicho mercado y el beneficio de los "primeros precios".

El fundador de la industria textil poblana es un criollo avecindado en Veracruz que

controlaba el mercado del algodón despepitado y que decide fundar un negocio textil

llamado "La Constancia Mexicana".viii

6

c) La tradición de hilanderos y tejedores. Sobre esto la historiografía es

abundante. ix

d) El desarrollo de una tendencia común a los propietarios de la Ciudad de

Puebla para expandir sus negocios agrícolas establecidos en el Hinterland en actividades

comerciales y fabriles en tanto que apéndices o prolongamiento de sus giros tradicionales. x

e) Los bajos salarios de la región. La abundante población de origen rural y

la legislación de la primera mitad del siglo XIX sobre el trabajo de "vagos" y reos en

fábricas ponían a la disposición de los manufactureros poblanos, fuerza de trabajo

escasamente capacitada y potencialmente libre que vendría a sustituir paulatinamente a los

fuertes gremios artesanales. De acuerdo con Grosso, xi hacia 1877 el trabajo femenino e

infantil fue bastante reducido en la ciudad de Puebla. (0.7% mujeres. La media nacional

fue del 17%) Esto sugiere la presencia de trabajo adulto a bajo precio. Según Keremitisisxii

en la década de 1880 el promedio del salario mínimo para las fábricas de Puebla era de 25

cvs. diarios. De los más bajos del país.xiii

f) La base energética de Puebla contó con fuentes de energía hidráulica

gracias a los ríos que cruzan la ciudad. El "Atoyac" dominó el surgimiento del corredor

fabril de la misma. Sin embargo, como bien lo muestra Guy Thomson, la fuerza motriz

animal (trabajo de mulas) siguió siendo decisiva para los telares mecánicos que no podían

adaptarse a afluentes del río San Francisco y que dibujaron el paisaje manufacturero de los

talleres de tejido de los llamados "Altos de San Francisco".xiv

7

La accidentada geografía regional favorecía esta estrategia pues no fue difícil elaborar

obras hidráulicas para el aprovechamiento de caídas que permitiesen flujos regulares de

agua para la producción constante de energía.

Mientras que en Inglaterra el proceso de Revolución Industrial se acompañó de una

constante renovación tecnológica en el uso de las fuentes de energía (agua-carbón-vapor)

la región poblana se adaptaba a una geografía económica que determinaba el uso más

tradicional de la energía sustentada principalmente en la explotación de las caídas de agua.

Fuera del ámbito de la Ciudad de Puebla, la expansión fabril se extendió hacia el margen

occidental del "Atoyac". En dirección del sur del Estado la ruta se delimitó por el río

"Tehuacán". A partir de la segunda mitad del XIX tenemos ya fábricas localizadas en

Atlixco, Cholula, Huejotzingo, San Martín Texmelucan, Totimehuacan y Tehuacán. A

principios del siglo XX las instalaciones fabriles se siguieron asentando en la Ciudad de

Puebla con las mismas prácticas de localización ya descritas a pesar de que la competencia

desatada por el uso de la electricidad se hizo evidente sobre todo a partir de 1905.xv

En Inglaterra, entre 1780-1830, la industria manufacturera había logrado

desplazarse del espacio agrario de su primera localización industrial gracias a que los

“coton mills” se habían independizado del régimen hidráulico de las paletas de transmisión,

por la energía del vapor que traslada a la industria a las principales ciudades, donde se

concentraba el consumo masivo de bienes industriales. Entre el ferrocarril y las máquinas

de vapor que generan el movimiento de máquinas y herramientas del sector textil, se

8

consolidó la primera revolución industrial que independizó a la manufactura tradicional del

espacio agrario típico de la economía de “antiguo régimen” y proyectó a la industria como

el polo dominante de la economía en su conjunto. Este no será el caso de las regiones

manufactureras mexicanas y latinoamericanas, en donde el régimen hidráulico será

dominante a lo largo de todo el siglo XIX e incluso, a pesar de la llegada tardía del vapor y

de la electricidad, que modificaron muy poco las estrategias de localización industrial en el

espacio económico regional entre 1835-1940.

II

Hemos hablado hasta aquí de las características históricas del proceso de industrialización

en el altiplano mexicano entre 1780-1880. Pero las fronteras entre “campo y ciudad” o

industria rural y urbana nunca fueron claras en la etapa virreinal y, en los comienzos de la

mecanización del siglo XIX, el desplazamiento de los talleres fabriles hacia la periferia

agraria, siguiendo la ruta de la energía hidráulica, fue más que evidente en las diferentes

regiones mexicanas.

Si tomamos como ejemplo el corredor fabril poblano de finales del siglo XVIII y hasta

1870, tenemos que en la periferia agraria dominada por el valle de Atlixco, en dirección

suroeste hacia los volcanes, el paisaje proto-industrial está claramente dominado por la

agricultura comercial, por lo menos desde las Reformas Borbónicas de 1786.

9

Cultivos principales en las subdelegaciones de la Intendencia de Puebla: 1787-1792

Subdelegaciones: Cultivos Principales:

Atlixco, Chiautla y Huejotzingo

Amozoc, Huauchinango, Huayacocotla,

Tecali, Tehuacán, Tepeaca, Tochimilco y

Totimehuacán

Izúcar de Matamoros

Chietla y Zacatlán

Igualapa, Tehuacán y Tlapa

Chiautla y Tehuacán

Trigo

Frijol y Maíz

Caña de Azúcar

Frutas

Grana Cochinilla

Salinasxvi

Al parecer los repartos de tierras desde el siglo XVI fueron más o menos equitativos. La

antigua frontera del maíz indígena sobrevivió durante toda la época colonial y en buena

medida fue el detonante de la ganadería porcina, que en la ciudad de Puebla creó

organizaciones como la Mesta. Hacia finales del XVIII la ganadería había impulsado la

industria del curtido de pieles, hasta que el agotamiento en la matanza provocó una crisis

que dejó prácticamente a la subdelegación de Matamoros, como la única importante en esta

industria.

La industria textil poblana destacó desde muy temprano. Son famosas las historias de la

industria de la seda, la lana y del algodón a través del sistema de obrajes, tejiéndose en la

capital: terciopelos, damascos y mantos que llegaban hasta el Perú. Las prohibiciones ya

estudiadas por otros autores del siglo XVIIxvii, dieron al traste con la industria pañera de la

Intendencia y también con la industria de la loza, consignando el Intendente de Flon 40 en

1793 y 12 en 1804.xviii Puebla contó también con una industria del Vidrio, Jabón,

Sombreros y artesanías de Tecali. (ónix)

En el informe al Virrey Revillagigedo de 1794, de Flon registró la siguiente actividad económica “industrial”

de la Intendencia:xix

10

Subdelegaciones y actividad económica industrial en la Intendencia de Puebla en 1794

Subdelegación: Rama Industrial N° Establecimientos

11

Alcaldía Mayor de Puebla

Tehuacán

Acatlán

Atlixco

Chiautla

Chietla

Cholula

Ihualapa

Izúcar de Matamoros

Tecali

Huejotzingo

San Juan de los LLanos

Tlapa

Tepeaca

Teziutlán

Tochimilco

Paños de Lana

Vidrio

Lozas

Jergas Algodón

Sombreros

Jabón

Telares sueltos

Molinos

Trapiches de CañaMolinos

Trapiches de Caña

Molinos

Trapiches de CañaMolinos

Ingenio Azucarero

Molinos

Trapiches de Caña

Ingenios Azucareros

Molino

Molinos

Telares sueltos

Molinos

Molinos

Molinos

Trapiches de PanelaMolinos

2

3

30

9

13

40

1177

14

2

3

6

4

11

1

1

5

5

4

1

3

45

2

1

3

5

1

1

12

Estamos hablando de manufactura colonial con cierto grado de mecanización. Podrían

incluirse ciertos oficios artesanales como la orfebrería, en particular la batihojería poblana

de gran prestigio, y la herrería de forja de balconería típica de Amozoc.

En cuanto a la estructura del comercio en el siglo XVIII, Puebla seguía abasteciendo de

trigos a Oaxaca, Veracruz y el puerto de la Habana, jabones para la Capital y provincias,

productos de tierra caliente de Olinalá y de cercanías de Jalapa (tabacos y vainillas), ropa

de la tierra de la Mixteca y tejidos de algodón.

Mientras que la ciudad de Puebla desarrolla una industria textil en el contexto de un

“paisaje urbano” con crisis de mercados, epidemias y hambrunas, donde la necesidad y la

pobreza obligaron a los grandes comerciantes poblanos a invertir en la manufactura para

contener el flujo migratorio intrarregional hacia la ciudad (empleo del trabajo doméstico y

a domicilio) y de esta forma también asegurarse un mercado de productos manufacturados,

la "proto-industria" colonial en paisajes agrarios, como el del valle de Atlixco, nos guarda

todavía muchos secretos y sorpresas, pues creemos que no es posible comprender la súbita

expansión de un corredor fabril de fines del siglo XIX en franca competencia con Puebla,

sin analizar a profundidad la enorme continuidad, a pesar de la brusquedad de los cambios

políticos del siglo XIX, de las formas de intercambio mercantil del último período

colonial.xx

La ocupación hacia mediados del siglo XVI de las mejores tierras del Valle de Atlixco por

los agricultores españoles provocó la necesidad de establecer un equilibrio económico y

político entre hacendados y rancheros ya prósperos al comenzar el siglo XVII. De acuerdo

con la composición de tierras de 1643, la distribución de tierras y aguas en el Valle

facilitó el crecimiento de una agricultura intensiva. Los agricultores establecidos en la parte

central del Valle firmaron una representación advirtiendo que dichas tierras tenían una

ocupación máxima gracias a su gran fertilidad y a la ausencia casi absoluta de tierras

baldías.xxi Entre 1640 y 1727 algunas haciendas trigueras registraban ya en sus inventarios

una buena infraestructura de áperos agrícolas, ganado menor y mayor, animales de granja,

13

trabajadores permanentes que, aunque en número reducido al interior de las haciendas,

constituyeron el pilar de la organización del trabajo agrícola que hizo famoso al valle como

el primer granero de Nueva España en producción de trigos a lo largo de los siglos XVI y

XVII. Las agro-industrias de Atlixco reportan sus orígenes en los informes de hacendados,

como el de la hacienda "Santo-Domingo" donde se menciona la existencia de molinos para

la producción de harinas por lo menos desde 1640. Alrededor de la producción de trigo y de

los molinos se desarrollaron una serie de actividades artesanales y comerciales, sobre todo a

finales del XVII y a lo largo del XVIII. El establecimiento de los "obrajes" de las harinas

para Atlixco, que dataron desde 1617, desató la proliferación de talleres artesanales que

crecieron estimulados por el mercado paralelo que la harina de exportación generó entre los

comerciantes-aviadores, hacendados, arrieros transportistas y las comunidades de indios,

abastecedoras temporales de familias de trabajadores. A pesar de la crisis de mercados de

Puebla para finales del XVIII, la importancia de las harinas de Atlixco llegó a ser tal que

para mediados del siglo XIX el consejo municipal de la Villa pidió que el famoso "camino

del sur" se financiara con los fondos que reportaba la producción de harinas de Atlixco. Y

se anotaba en el artículo 1 del decreto del cuatro de Enero de 1832: "El gobierno cuidará de

que la parte del camino del sur que corresponde a la municipalidad de Atlixco, se mantenga

siempre compuesta del fondo municipal que reportaba la harina en dicho valle, desde antes de

la independencia". (86)xxii En síntesis, la estructura productiva del Valle ofrecía el siguiente

panorama a lo largo de los siglos XVII y XVIII:

1. Auge de las Haciendas azucareras en las fronteras con la antigua cabecera de Partido, la

villa de Matamoros, hacia el sur. El caso importante de desarrollo agro-industrial lo es sin

duda la hacienda de "Matlala".

2. Expansión de las haciendas trigueras y de los molinos en las tierras centrales dominadas

por los agricultores españoles aprovechando las corrientes fluviales tanto del río San

Baltazar, que nace en las faldas del volcán Popocatépetl, como del Nexapa, afluente del río

Atoyac proveniente del valle poblano-tlaxcalteca. En relación con la Villa de Atlixco la

14

expansión triguera fue de Centro a Noroeste tocando las poblaciones históricas de antigua

frontera indígena calpaneca-huejotzinca de Tochimilco y Tianguismanalco.

3. Surgimiento del monopolio del tabaco en la cabecera de Partido.

4. Reales órdenes para la procreación del gusano de seda a través del cultivo de las

"moreras" intentando rehabilitar el fallido intento de la corporación de tejedores de seda de

Puebla por levantar una manufactura terriblemente golpeada por las prohibiciones del

comercio intercolonial a finales del siglo XVI.

5. Auge del cultivo del lino y del cáñamo por real orden con el objeto de satisfacer la

fabricación de lonas para los navíos de la flota comercial imperial.xxiii

La riqueza del valle había incrementado, para los albores del XVII, su dependencia

comercial con Puebla, monopolizadora principal del comercio local de granos y de

materias primas por conducto de una red todavía poco estudiada de comerciantes

intermediarios. En la región central de Puebla los hacendados solían vivir en el área

urbana de la ciudad capital. En Atlixco, dadas las características de la distribución

espacial de las mercedes de tierras y encomiendas, a medida que la prosperidad de la

región se hacía más evidente, sobre todo en las tierras con régimen de irrigación, los

propietarios tendieron a acercarse y terminaron en buen número por establecerse no sólo

en el cuadro "urbano" de Atlixco sino en el paisaje agrario de las mismas haciendas y

ranchos.

Por otro lado, en pleno siglo de crisis para Puebla, las actividades de españoles en el valle

de Atlixco se incrementaron notablemente. En 1768 se inauguró en Atlixco la Real

Fábrica del Monopolio de la Pólvora, aprovechando los suelos salitrosos y sulfurosos de

la zona volcánica. Entre 1784-1841, como ya mencionamos más arriba, la construcción

del empedrado del "camino del sur" atrajo la atención especial de los cabildos atlixquense

y poblano. Se intentó consolidar el viejo sueño de unir Puebla y Atlixco de manera

15

expedita para aprovechar de mejor forma el mercado del pacífico hasta Acapulco, donde

el Galeón de Manila desembarcaba mercancías que llegaban a Puebla utilizando la

intermediación geográfica de Matamoros-Atlixco como tierras intermedias del eje

neovolcánico. De manera conjunta con las explotaciones agrícolas de las haciendas, la

expansión del ganado lanar creció también en forma considerable. Aunque todavía mal

estudiada, es indudable que la ganadería entró en crisis cuando las prohibiciones de paños

poblanos para el mercado intracolonial y de exportación ultramarina y la fuerte

competencia de los obrajes laneros de Querétaro y Acámbaro, hicieron poco menos que

rentable el desarrollo de las manufacturas de lana fuera del pequeño consumo local de

haciendas y pueblos de la región. El informe de 1792xxiv registra cinco molinos de harina

de trigo en el valle. Es evidente que el mercado extrarregional fue mucho más grande en

comparación con la capacidad instalada, lo que explica que muchas haciendas se

encargaran de la molienda de sus trigos o, en su caso, que estos fueran enviados a Puebla

para ser molidos en la ciudad, cuya capacidad era claramente superior.xxv Es importante

también tomar en cuenta que los molinos de trigo del valle formaban parte de

instalaciones agrícolas mayores. Poco importaba que se ubicaran a las afueras de la villa

cerca de las corrientes fluviales, los propietarios contaban con tierras adyacentes o éstas se

integraban a la vida económica de la Hacienda. En este panorama, surgieron los obrajes y

talleres del lino, el cáñamo, la seda y el algodón. Estas manufacturas se extendieron con

las reales órdenes de 1727 y se favorecieron con la paulatina liberación del comercio

intracolonial, en los tiempos de Carlos III.xxvi A partir de 1772 se libera la producción de

telas de algodón pintadas. (Los orígenes de un cierto tipo de taller o pequeña fábrica de

"indianillas"). Ya en estos años detectamos la presencia de maestros artesanos de origen

español provenientes de Puebla que vendrían a impulsar la manufactura del hilado y tejido

de algodón en el entorno agro-industrial de las Haciendas.xxvii

A pesar de que el reformismo borbónico estimuló las actividades económicas que podrían

ayudar a fortalecer la economía metropolitana, oponiéndose claramente al fomento de la

competencia de los tejidos y pintados novohispanos, era tal la fuerza del mercado regional

y extrarregional, que reales órdenes de 1773 liberaron la venta de manufacturas de lana,

16

lino y cáñamo fabricados en la región. Los obrajes de la lana atravesaron por una etapa

muy difícil desde el siglo XVII en Puebla. En el XVIII la expansión de los textiles de

algodón, que no oponían competencia a los "telares de castilla" (producción de paños

finos de lana) contó con mayor suerte a tal grado que el Virrey Revillagigedo se permitió

sugerir en una de sus instrucciones reservadas que prefería desarrollar el cultivo de las

materias primas y la instalación de fábricas de tejidos rústicos de algodón con objeto de

que la Corona pudiera estar en mejor medida de competir en los mercados de Francia y

Flandes con textiles a menor precio. xxviii En 1782, todas las colonias tenían permiso para

comerciar en trigos y harinas "donde les conveniese, con toda libertad y franquicia de los

derechos de extracción". En este marco, la competencia terminó con el privilegiado

monopolio de los trigos y harinas del Hinterland de Puebla, acelerándose una crisis

profunda a finales de la centuria.

En el último tercio del siglo XVIII el Partido de Atlixco contaba ya con 56 haciendas y 26

ranchos esparcidos en un territorio que registraba 24 pueblos y la villa de Atlixco, como

cabecera principal. Al parecer, según el registro de la época, había 55 propietarios entre

indios, testamentarías y hacendados/comerciantes. El Partido comprendía la Villa de

Atlixco con su periferia agrícola, un gran pueblo de indios llamado Acapetlahuacan, cuatro

conventos con tierras y uno de monjas clarisas. Siendo esencialmente una villa de

españoles, su principal mercado era el de la ciudad de Puebla y con gran dificultad, dadas

las malas condiciones de la distancia entre los dos lugares. Además la propia cercanía

“ofendía” el desarrollo de su propio espacio económico pues ya el visitador Ignacio

Maneyro decía,

“El comercio de esta villa no corresponde al mérito de su población, (...) las tiendas

que hay, que no son pocas, sólo están surtidas de lo necesario para graduarse por puramente

mestizas con algunos géneros de lencería y ropa común: en esta parte le ofende la

inmediación de Puebla, de donde se proveen sin utilidad de su patrio suelo, pues hasta los

zapatos y hechuras de otros oficios, no los consideran de provecho las familias de

17

distinción, si no son de aquella ciudad, (...) el único ramo de industria que sostiene a los

vecinos de Atlixco es la agricultura”.xxix

Los cinco curatos adicionales al de la villa administraban la vida espiritual de 34 pueblos de

indios. De las 56 Haciendas censadas por Maneyro, 34 formaban parte del espacio agrario

de la Villa de Atlixco. El espacio administrativo regional contaba a la vez con el

tenientazgo de Calpan y el pueblo indígena de Huaquechula, el cual gozaba de

consideraciones especiales por la conquista, en la que colaboró ampliamente del lado de las

huestes cortesianas.

En este contexto agrario, los indios controlaban en propiedad 16 pueblos sujetos de

Huaquechula, 5 pueblos de Calpan y 4 compartidos con “gente de razón”, además de buena

parte de las tierras de Acapetlahuacan, en la jurisdicción de la Villa principal. Los indios

controlaban en propiedad también 4 Haciendas de Huaquechula y 5 ranchos, dos en

Huaquechula y 3 en Calpan. Las órdenes religiosas controlaban 15 unidades productivas y

41 hacendados controlaban 58 unidades productivas agrícolas. De entre estos, sólo 13

poseían entre 4 y 2 unidades y el resto, una sola y uno que otro cajón de comercio en la

Villa de Atlixco. Sólo dos de ellos tenían Rancho y Molino de trigo junto con una o dos

propiedades más y dos un Rancho con Molino solamente. Esto refleja a primera vista, que

los propietarios de unidades agrícolas no llegaron a concentrar más de tres propiedades en

promedio.

El manejo tipo latifundio de la tierra en el valle no pareció ser la norma en un territorio que

concentraba una agricultura intensiva en numerosas propiedades en distintas manos y con

fuerte presencia de las comunidades de los pueblos de indios.xxx Las crisis mercantiles de

finales del XVIII debieron provocar fuertes migraciones en el valle, pero hasta donde

sabemos, el carácter "hipotecado" de la villa de Atlixco no es tan evidente si observamos

que el crecimiento de la población en el valle comienza a notarse a lo largo del siglo XIX.

Sigue siendo un tanto misteriosa la historia demográfica de los pueblos de indios así como

su supervivencia a lo largo del siglo XIX en el contexto de epidemias, crisis políticas y

18

económicas importantes. En el valle, las migraciones hacia México y Puebla no impidieron

el crecimiento natural de los pueblos en la medida que la recuperación de los negocios de

las haciendas, molinos y ranchos reclamaba mayor cantidad de brazos para las faenas

propias del ciclo agrícola.

El comportamiento económico de la élite local entre 1792-1850 fue esencialmente

especulativo, rentista, se trataba de una élite ligada al sector primario y escasamente

vinculada con el desarrollo de la industria como actividad separada de las actividades

agrícolas. Ya el propio Ignacio Maneyro advertía en su informe de febrero de 1792 que

“(…)aunque es cierto que sus fincas son supremas en la correspondencia de su cultivo

(como después se demostraría) se hallan las mas tan agobiadas de gravámenes, que no salen

sus dueños de tristes mercenarios de sus fatigas, teniendo más razón para arrepentirse de su

prodigalidad, que para quexarse de su desgracia.” (Maneyro, 1792 p.2)

Pero no todos los miembros de la élite agraria estaban realmente hipotecados. Veamos

rápidamente el control de la propiedad y la influencia social de los más importantes de una

muestra de los 41 hacendados y comerciantes propietarios a finales del siglo XVIII:

Hacendados y Comerciantes prominentes del Valle de Atlixco entre 1780-1792

N° Propietario Propiedad Tipo Lugar N°

Propiedades

1 Lic. Don José

Antonio Garfias

Meléndez y Sucs.

Acatzingo

Cantarranas

San Juan

San Miguel

Rancho

Rancho

Hacienda

Hacienda

Atlixco

Huaquechula

Huaquechula

Huaquechula

(Suegro Don

Manuel de Ávila)

Tizayuca

Xalpatlaco

Chilhuacan

Rancho

Hacienda

Hacienda

Atlixco

Atlixco

Atlixco

7

19

2 Don Bernardino

Rodríguez de

Magaña (Niño de

Córdoba)

San Esteban

San

Jerónimo

Mayorazgo

de San Félix

Nexatengo

San Lorenzo

Rancho

Hacienda

Hacienda

Hacienda

Atlixco

Atlixco

Atlixco

Huaquechula

4

3 Don Juan Manuel

Varela

(Suegro Don

Sebastián Joaquín

de Valdetaro)

Tejaluca

Coyula

Tenextepec

Hacienda

Hacienda

Hacienda

Atlixco

Huaquechula

Huaquechula

3

4 Don José González

Priorio

(Suegro Don

Bernardo Ramírez

de Arellano y

Tamariz)

San Diego la

Blanca

Mayorazgo

de La

Concepción

y Chautla

La Soledad

Hacienda

Rancho y

Molino

Rancho

Atlixco

Atlixco

Huaquechula

3

5 Don Manuel

Caballero

Buenavista

Tecolotitlán

Hacienda

Hacienda

Atlixco

Atlixco 2

6 Don Manuel

Martínez

Cabrera

San Diego

Metepec

Hacienda

Hacienda

Atlixco

San Andrés

Calpan

2

7 Marqués de Santa San Miguel Hacienda Atlixco

20

Martha Matadero Rancho y

Molino Atlixco

2

8 Don Mariano

Jiménez

Tepepan

Coatzingo

Rancho

Rancho

Huaquechula

Huaquechula

2

9 Doña Antonia

Márquez Vda Don

Lorenzo Cayetano

Valverde

Zapotitlán (o

Zapotlán)

La Trapera

Hacienda

Hacienda

Huaquechula

Huaquechula

2

10 Don José Pinto

Del Águila

Ixtlatlala y

Baños

San Nicolás

Hacienda

con Rancho

Hacienda

con Rancho

Huaquechula

Huaquechula

2

11 Lic. Don Cristóbal

González

San

Bartolomé

San José

Hacienda

Hacienda

San Andrés

Calpan

San Andrés

Calpan

2

12 Don Joaquín

Hidalgo

La

Candelaria

Rancho y

Molino

Atlixco 1

13 Don Juan

Nepomuceno

Sánchez Vizcaíno

El Cristo Rancho y

Molino

Atlixco 1

Estos 13 propietarios tenían la mayor influencia económica de todo el valle circunscrito al

actual territorio del distrito de Atlixco, el de Huaquechula y Calpan. Muy pocos

concentraban más de una propiedad y sobre todo ubicada en Atlixco, en menor medida

Huaquechula y Calpan, que eran las fronteras indígenas del asentamiento español del “val

de Cristo”. De los 41 propietarios censados por Ignacio Maneyro y cotejados en buena

parte, con las transacciones consultadas en el archivo de notarías de Puebla, 28 tenían una

sola propiedad agrícola, de los cuales sólo dos contemplaban en su Rancho la instalación de

21

un Molino de Harinas, por esta razón los agregamos a la lista de los 13 más prominentes de

la región.

Mención aparte merece el único caso de una propiedad agraria que no aparece censada

dentro del Hinterland agrario de la Villa de Atlixco ni del tenientazgo de Calpan y el

Pueblo de Huaquechula. La Hacienda de San Mateo formaba parte de la “mancha urbana”

de la Villa circundando la antigua calle de La Carnicería, muy cerca de la Plaza Mayor. Al

formar parte del cuadro urbano de Atlixco, San Mateo adquirió una importancia capital en

el abasto inmediato de granos para la ciudad y aunque el censo de 1792 no consigna todavía

el molino de trigo, es ya conocido que en el interior de la finca se construyó el molino de

harinas de trigo más importante del valle en una sola unidad agrícola. El dueño de San

Mateo, aparentemente soltero, fue Don Juan Varela, (no confundir con Don Juan Manuel

Varela) quien administraba la finca en compañía de una hermana casada, además de un

criado y mayordomo, todo ellos, españoles, con excepción de la mujer del mayordomo que

aparece ya registrada como mestiza. No aparece en la estadística al ser todavía un

propietario modesto para la época.

Dado que la testamentaría de Don José Antonio Garfias Meléndez aparece a finales del

siglo XVIII como la de mayor importancia por la suma de los bienes agrícolas que poseía, a

Don Bernardino Rodríguez de Magaña lo ubicamos como al segundo propietario individual

de gran importancia en la villa. El propio Maneyro, al hacer mención de las características

de la Parroquia de Españoles de la Plaza Mayor de la Villa nos muestra el carácter

filantrópico de Don José Antonio Garfias:

“(..)tiene a su cuidado el aseo de la Iglesia, y es responsable de sus alajas, que las tiene muy

ricas en Vasos sagrados, y Ornamentos, y una sumptuosa Lampara, (…) de plata, que la

piedad, y christianos sentimientos del Licenciado Don José Garfias Presbítero avencidado

en esta Villa, y Abogado de la Real Audiencia con otros costosos adornos, dignos de su

Vizarría, ha cedido en obsequio, y gratitud de la Religión, que abrazó en su pila baptismal.”

(Maneyro, 1792, p.2)

22

En lo que respecta a la propiedad “urbana” la estructura de los propietarios es la siguiente:

Propietarios urbanos del partido de Atlixco en 1792

N° Propietario Propiedad Dirección Origen

1 Don AntonioTroncoso © Comerciante Plaza Mayor 1 Galicia y España

2 Don José Ramírez© Comerciante Plaza Mayor 8 España

3 Don Juan Márquez© Comerciante Plaza Mayor 32

y 33 España

4 José María Márquez(hijo) Comerciante Plaza Mayor 32

y 33 Criollo

5 Don Miguel Durán© Comerciante Plaza Mayor 36

y 37 España

6 Don José Carvajal© Comerciante Plaza Mayor 48 México y España

7 Ignacio AntonioDelgado © Comerciante Empedrada 84

y 85 España

8 Don JoaquínFigueroa Comerciante Santa Clara 18 Puebla y España

9 José Gutiérrez © Comerciante Santa Clara 26 Yzúcar y España

10 Don ManuelGonzález

Comerciante conalmacén

CallejónCerrado 9 España

11 Don FranciscoAgustín Alvarez ©

Comerciante contienda

Calle de losDonceles 43 Asturias y España

12 Juan NepomucenoFlores

Comerciante contienda

Calle de SanFrancisco 5 España

13 Don DomingoPérez Trespalacios

Comerciante contienda

Empedrada 71,72 y 73 España

14 Don Joaquín Durán Comerciante conTienda Plaza Mayor 7 España

15 Don MiguelQuintero ©

Comerciante yPropietario

Los Gallos 26 y27 Andalucía/España

16 Juan Sales ©

Comerciante ySargento deDragones de

Puebla

Plaza Mayor 14 Francia

17 Don Antonio delVado y Cossío

Comerciante delConsulado de

MéxicoMerced 4 Castilla y españa

18 Don Juan Varela Labrador yPropietario

Hacienda deSan Mateo 14 España

23

19 Don MarianoCaballero ©

Labrador yPropietario

SolaresGrandes 9 España

20 Don Juan Sobreyray Bolaños

Labrador yPropietario

Empedrada 81y 82 Galicia y España

21 Don Juan ManuelVarela ©

Labrador,Propietario y

Regidor Perpetuo

San Agustín 9 y10 España

22 Don José Rodríguezy San Miguel

Noble conMayorazgo

CallejónCerrado 1 España

23 Ramón Nuñez Propietario deTenería Las Tablas 26 España

24 José HermenegildoCerezo Tendero Plaza Mayor 7 España

25 Ignacio Rivillar Tendero Plaza Mayor 11y 12 España

26 Andrés Jiménez Tendero Plaza Mayor 13 España

27 José Manuel Cortez Tendero Calle de SanFrancisco 9 España

28 José María Gallardo© Tendero Empedrada 55 España

29 Miguel Suárez © Tendero Empedrada 62 España

30 Leonardo Delgado Tendero Empedrada 84y 85 España

En este grupo de 30 propietarios “urbanos” debemos distinguir a la amplia gama de

comerciantes que sin duda dominan el universo de las operaciones mercantiles en el cuadro

urbano de la Villa de Atlixco. De 17 comerciantes en sentido estricto, 9 parecen ser

vendedores probablemente al menudeo en el primer cuadro de la Ciudad. Pero no parecían

ser nada modestos, pues todos tienen criados: 5 mestizos, 2 pardos y una india. Don Miguel

Durán tenía dos ayudantes. Don José Ramírez tenía un cajero a su servicio y la familia

nuclear más numerosa era la de Ignacio Antonio Delgado (nueve miembros) quien tenía a

un hijo como estudiante y a otro como Tendero. Finalmente José Gutiérrez tenía a un

panadero con familia. De los 5 comerciantes con Almacén o Tienda, observamos que

habitan en las calles aledañas al primer cuadro, excepto Don Joaquín Durán y Juan Sales (el

francés). El almacenero vive solo y de los 4 comerciantes con tienda Don Francisco

Agustín Álvarez destaca por tener ama de llaves y un cajero a su servicio. Don Domingo

24

Pérez tiene criada mestiza y un hermano diácono y Don Joaquín Durán es un viudo con un

Tendero a su servicio. Los restantes son comerciantes con alguna propiedad adicional o

miliciano. Destaca notablemente el andaluz Don Miguel Quintero con una familia nuclear

de 9 miembros y 4 criados mestizos a su servicio. El francés Juan Sales estaba casado,

mantenía a un nieto y tenía dos criados mestizos.

12 de este grupo de comerciantes ostentan el título de Don y todos, excepto el francés y el

criollo José María Márquez, hijo del comerciante Don Juan Márquez, son originarios de

España. Dos Gallegos, Dos Andaluces y Un Castellano, entre quienes precisaron sus

lugares de origen. El Comerciante del Consulado está en calidad de soltero con una

ayudante morena.

En cuanto a la Tenería y a los Tenderos, que no necesariamente reflejan ser propietarios

(excepto el dueño de Tenería) pero si encargados de un negocio de compraventa de

artículos de consumo local, perecedero o duradero, los hemos incluido aquí como parte de

la élite propietaria urbana porque de los 7 registrados, sólo 2 dependían de un Comerciante

establecido y los 5 restantes operaban de manera autónoma. Ignacio Rivillar era joven y

soltero, vivía con dos hermanas pero tenía una criada morisca. De los 4 restantes tres tenían

familia con una media de 4 miembros (nuclear) y Andrés Jiménez era soltero pero con un

ayudante pardo.

De todo este universo de comerciantes nos quedan 5 labradores con propiedad o posición

social y administrativa en el ámbito urbano de la Villa de Atlixco. De estos cinco

propietarios agrícolas sólo dos formaban parte de la gran élite local: Don Juan Manuel

Varela quien además tenía cargo público y propiedad urbana, además de sus haciendas de

la periferia, y Don Mariano Caballero, quien era hermano de Manuel Caballero,

prominentes terratenientes locales. El primero tenía una familia de 10 miembros y una

criada viuda pero de origen español. Uno de sus hijos era subdiácono. Don Mariano

Caballero era el amo y señor de los llamados “solares grandes” con una familia de 7

miembros y una cuadrilla de indios a su servicio. Era también propietario de la Hacienda de

25

“La Alfonsina”. Don Juan Varela, el propietario de la Hacienda de San Mateo, única en el

cuadro urbano de la Villa, era un modesto labrador establecido con su hermana y su esposo,

que fungía como el administrador de la Hacienda con un criado español y un mayordomo

casado con una mestiza y aparentemente sin hijos. De los dos labradores restantes, uno era

soltero con un criado pardo y el otro un heredero de Mayorazgo viudo con un hijo y un

hermano clérigo, con una viuda bajo su atención y una cuadrilla de indios a su servicio. En

contraste con los comerciantes y labradores, que en su mayoría son casados y ostentan el

título de Don, los Tenderos son en su mayoría solteros y ninguno ostenta ese título. Esto

nos hace suponer que, aún siendo españoles, su posición social era baja en comparación con

el estatus del comerciante y, sobre todo, del agricultor propietario. Muy probablemente

resultaron ser empleados o despachadores de tiendas bajo control de estos últimos, aunque

la fuente sólo identifica a dos ligados a comerciantes. Las 26 familias urbanas a las que

correspondía esta élite tenían en promedio 5 miembros. 152 personas que correspondían al

6.5% del total censado para la Villa y su jurisdicción urbana. El hecho de que sólo dos

miembros de esta élite tengan relación con los 13 hacendados y comerciantes más

poderosos de la región, refleja que el grueso de los negocios mercantiles estaba

estrechamente vinculado a la explotación de Haciendas y Molinos en el hinterland agrario

de la Villa de Atlixco.

La estrecha relación entre propiedad agraria y funciones públicas o eclesiásticas era la

norma dentro del privilegiado grupo de la élite provincial. Don Juan Nepomuceno Sánchez

Vizcaíno, propietario del Rancho y Molino de El Cristo, en la jurisdicción de la villa, tenía

un hermano, José, dueño de la Hacienda de Portezuelo, Alférez de la Compañía de

Dragones de Atlixco y otro, Pedro, quien fungía como escribano real en la notaría de

Atlixco entre 1772-1781. Si observamos con mayor detalle las actividades económicas de

los miembros más destacados de la élite regional agrupados por redes familiares de

influencia tenemos que entre 1773-1792, de los 13 prominentes del Valle los siguientes

labradores, comerciantes y propietarios tuvieron transacciones significativas que reflejan

estas redes de poder político y económico:

26

Actividades económicas y cargos públicos de destacados pudientes del Valle de Atlixco

1773-1792

Agricultor/Propieta

rio/

Comerciante

Cargo

Público

Red

Familiar

Préstamos

Otorgados/recibi

dos

Poderes Propiedade

s no

urbanas

Lic. Don José de

Garfias y Sucesores

Presbítero y

Abogado de

la Real

Audiencia

Suegro Don

Manuel de

Avila,

arrendatario

del Rancho

de

Acatzingo

(1784).

Hijo de

Don Juan

José de

Garfias

Muñoz y

Doña Juana

Josefa

Meléndez

Sierra

Vargas

2 5 7

Don Juan Manuel

Varela

Regidor

Perpétuo de

número del

Ayuntamient

o de Atlixco

Heredero de

su suegro

Don

Sebastián

Joaquín de

Valdetaro.

1 7 3

27

Regidor

perpetuo de

Atlixco

(1783).

Don José González

Priorio

Alcalde

Ordinario de

Atlixco y de

la Santa

Hermandad

Suegro:

Don

Bernardo

Ramírez de

Arellano y

Tamaríz,

administrad

or del

Mayorazgo

de la

Hacienda

de la

Concepción

y Chautla.

Herencia de

su Padre

Don

Bernardo

Tamaríz de

Arellano

1 3 3

Don José

Bernardino

Rodríguez de

Magaña

Abogado de

la Real

Audiencia

Heredero

del

Mayorazgo

de su padre

Don Juan

1 1 4

28

Teodoro

Rodríguez

de San

Miguel

Magaña

Don Manuel

Caballero

Labrador Hermano de

Francisco

Caballero.

Regidor de

número de

Atlixco. Su

hermano

Mariano

Caballero,

dueño de la

Hacienda la

Alfonsina.

Tío del

Bachiller

Pablo

Caballero

Téllez y

Malpica.

Presbítero

del

Obispado

de Puebla.

1 2

Don Mariano

Jiménez Caballero

Labrador Albacea

Testamenta

1 2

29

Ríos Mata ria del

Presbítero

Pablo

Caballero,

sobrino de

Don

Manuel

Caballero

Don Juan

Nepomuceno

Sánchez Vizcaíno

Alcalde

ordinario y de

la Santa

Hermandad

Hermanos

Pedro,

Notario,

Manuel y

José

propietarios

de El

Portezuelo.

Herederos

del Capitán

Don Pedro

Simón

Sánchez

Vizcaíno y

Doña

Estefanía

Josefa

Danslagan

y Heredia

1 1

Don José Pinto del

Águila

Labrador

propietario

1 2

30

del

Mayorazgo

de la

Hacienda de

San Nicolás

Tolentino

Como se observa, los propietarios agrícolas más importantes del Valle estaban íntimamente

ligados a la administración pública local. Don José Antonio Garfias adquirió la propiedad

del Rancho de Acatzingo que le rentó a su suegro en 1784 por un remate en almoneda

pública que le ofreció su amigo, el Alcalde Mayor de Atlixco en 1775, Don Manuel

Gutiérrez de Yepes. En los poderes, aparece de apoderado de deudores terceros, y es

interesante mencionar que en ese año de 1784, por problemas de liquidez solicitó fiadores

para un préstamo especial que solicitó al Obispo de Puebla, Don Victoriano López

González, por 10 mil pesos oro. Para asegurar esta fuente de crédito eclesiástico para sus

empresas agrícolas, Don José Antonio Garfias negoció la transacción con el Alcalde Mayor

de Atlixco en 1784, Don Rafael Sánchez Carvajal, teniendo como fiadores a Don Francisco

Álvarez Matías, que era regidor del Ayuntamiento y a Don José Jiménez Vilchis que fungía

como escribano suplente y de Cabildo de Don Juan Sánchez Vizcaíno. En su testamento de

1790, declaró no tener descendencia y dispuso heredar sus bienes a colaterales y sobre todo

a la Iglesia en la región. Don Juan Manuel Varela era al mismo tiempo propietario de la

Hacienda de Tejaluca y Ranchos del Aguacate y Tepepan, como arrendatario de las

haciendas de Zapotitlán (o Zapotlán) y Ranchos de Tejaluca, Tenextepec,Coyula y Santa

Lucía. En 1781 tuvo problemas de liquidez e hipotecó una de sus haciendas en 12 mil pesos

y vendió una casa en el primer cuadro de Atlixco en 1786, producto de una herencia de su

suegro el polémico Regidor Don Sebastián Joaquín de Valdetaro, quien fue demandado en

esos años por un importante grupo de comerciantes del valle por la mala administración de

las rentas de la alcabala, de las que era administrador. Don Juan Manuel Varela era

propietario de varias casas tanto en Atlixco como en Puebla. La red de relaciones

personales incluía poderes a abogados de la Real Audiencia y de la Corte residentes en la

31

Ciudad de México. Se destacó como afianzador y al igual que Don José Antonio Garfias,

participaba en la compra por remate, de propiedades a precios ventajosos por

intermediación con el Alcalde Mayor. Al parecer, también fue fiador solidario de Don José

Antonio Garfias en el préstamo otorgado por el Obispo de Puebla, y en 1783 lo nombró

incluso su apoderado. Don José González Priorio era propietario de la Hacienda de San

Diego y La Blanca y de una casa principal en Atlixco pero administraba el Mayorazgo de

su suegro Don Bernardo Ramírez que incluía una serie de casas en el Portal de las Flores de

la ciudad de Puebla. Hacia 1792 adquirió el Rancho de la Soledad en Huaquechula. Los

años de 1783-1785 parecieron ser críticos para este tipo de labradores, pues también en

1783 Don José González tuvo problemas de liquidez y recurrió al préstamo con el Obispo

de Puebla por 2 mil pesos oro, bajo un mecanismo de transacción similar al que recurrió

Don José Antonio Garfias. Don José Bernardino Rodríguez de Magaña sigue un patrón

similar. Fue abogado de la Real Audiencia como muchos otros propietarios regionales, de

allí sus redes profesionales en la Ciudad de México. Heredero de un Mayorazgo, solía

arrendarlas y al mismo tiempo tenía como su prestamista principal a Don José Antonio

Garfias. Don Mariano Jiménez Caballero tuvo al parecer una actuación más modesta,

ligado a la familia de los hermanos Manuel, Mariano y Francisco Caballero, vinculados al

poder municipal y a la Iglesia.xxxi Don José Pinto del Águila tuvo una actuación también

modesta aparentemente, pero no deja de ser importante que como propietario agrícola,

poseía un Mayorazgo en Huaquechula.

Como ejemplo de continuidad de esta característica oligárquica de control de la economía y

de la política en el ámbito regional, tenemos el caso de la familia de Don Lorenzo Lozano

de Alarcón y sus hermanos, con negocios que se inician desde mediados del siglo XVIII,

vinculados a la familia de la futura esposa de Estevan de Antuñano. En el análisis de 57

documentos notariales los negocios del Capitán Lorenzo Lozano de Alarcón y sus

hermanos José María y Joaquín se distribuyeron así:

32

Empresario Operaciones

registradas

Comerci

o

Concesione

s

Créditos e

Hipotecas

Industri

a

Inmueble

s

Haciendas

y Ranchos

Lorenzo y José

María Lozano

de Alarcónxxxii

57

(1815-1849)

3 0 22 0 4 19

Además de estas actividades, tanto Lorenzo como José María fueron varias veces

funcionarios públicos del cabildo atlixquense. En 1819, Don Lorenzo fue regidor

provincial. En 1822 aparece ya como Alcalde Primero, subdelegado del Partido y Escribano

suplente. En 1825 es consejero superior del Gobierno del nuevo estado de Puebla. Su

hermano Joaquín era sacerdote y heredero en varias propiedades. José María fue regidor en

1832. En síntesis, su fortuna durante la primera mitad del siglo XIX representa muy bien

los negocios de la élite agraria. Participación en el poder político y prestamistas en

operaciones de crédito y financiamiento a la producción o rentas en el sector primario. El

segundo rubro de gran participación es el de la adquisición o arrendamiento de Haciendas y

Ranchos, observando que algunas de estas propiedades fueron a la vez subarrendadas o

revendidas a terceros.

La Villa de Atlixco contaba en 1792 con la siguiente estructura espacial y administrativa en

su jurisdicción

Villa de Atlixco y su jurisdicción en 1792

Villas Conventos Hospitales Molinos Haciendas Ranchos

Villa de

Atlixco

San Agustín Buenavista San José

Tizayuca

Del Carmen San Agustín Santo Tomás

De la San Félix San Antonio

33

Merced Xonacayucan

Santa Clara Santo

Domingo

San Esteban

San Juan de

Dios

San Juan de

Dios

San Juan

Portezuelo

San

Cayetano

Acatzingo

Santa Lucía Cuetzalan

San

Jerónimo

Chapulapa

Santa Ana

Chilhuacan

Del Bosque

San José

Acatocha

De los

Terrones

Molino

del Rancho

del Matadero

San

Sebastián

Xalpatlaco

Matadero

Molino del

Rancho de la

Candelaria

Las Animas

Tecolotitlán

Candelaria

San

Francisco

Cabrera

San Félix

Las Tablas

San Juan

Tejaluca

San Félix

Nexatengo

La Visitación

34

Xahuentla

La

Concepción

San Diego

Santo Cristo

La Alfonsina

Molino de la

Hacienda de

San Mateo

San Mateo

T.= 1 Villa, 5 conventos, 1 Hospital, 3 Molinos de Trigo, 21 Haciendas y 11 Ranchos.

Pueblos y Parroquias de su Jurisdicción en 1792

Acapetlahuacan

Barrio de Indios

Una Parroquia de españoles Una Parroquia de Indios

Solares Grandes y Chicos

Un barrio de indios y dos tipos de solares con población española e indígena. La Parroquia

de la Plaza Mayor para españoles y la de Acapetlahuacan para los indios.

En cuanto al mobiliario urbano y número de establecimientos mercantiles o fabriles es

importante aclarar que de un total de 533 unidades domésticas censadas en la Villa de

Atlixco (2344 habitantes) no se incluyen ni las familias de morenos, pardos, moriscos e

indios, ni sus establecimientos mercantiles o de trabajo propios. En el anexo se muestra un

cuadro con las características del mobiliario urbano y de los establecimientos mercantiles y

fabriles registrados en el censo de 1792.

Si consideramos como establecimientos a los espacios físicos inutilizados, vivienda de

indios y castas que se instalaron en la Villa y el mobiliario de viviendas de la élite local y

casas de gobierno, iglesias, hospitales y garitas, tenemos un total de 211 espacios de

35

actividad política, cultural, económica y social no directamente asociados al ámbito de las

unidades domésticas de los residentes españoles, criollos y mestizos de la Villa.

De las siete casas ligadas al comercio se sostenían funcionando la Alhóndiga, una casa de

Comercio, una Tienda y el Mesón, estando cerrados el Almacén y las dos casas de Truco

registradas. Es evidente que el gran comercio de la Villa no se efectuaba en

establecimientos urbanos, sino a través de intermediarios y monopolistas ligados al circuito

mercantil de la periferia agraria regional y del mercado de la Ciudad de Puebla. Más

adelante volveremos sobre esta hipótesis. Compitiendo en establecimientos tenemos las 7

casas de gobierno, administración y el registro de la Iglesia de San Diego, que en realidad

habría que sumarla a la de españoles y a la de naturales. No tomamos en cuenta aquí a los

conventos que ya hemos mencionado líneas arriba. De las Casas Reales, la casa del Cura de

la parroquia de españoles, el Hospital de San Juan de Dios, La Garita de la salida a

Matamoros y el Oficio Público, destaca la casa del Cabildo Indígena en la calle de San

Francisco.

En cuanto a los oficios y fábricas destaca notablemente la pobreza de estos. Sólo se registra

una Herrería, un Obrador de Sastre y un parador de Arrieros. La Sedería de la Plaza Mayor

puede considerarse la única fábrica y comercio de sedas que le quedaba al Valle de Atlixco

después de los intentos por expandir esta industria en el paisaje agrario desde el siglo XVI,

como ya lo mencionamos en otros apartados.

Llama la atención el peso notable de inmuebles arruinados, abandonados, tapiados y

espacios “vacíos” en buena parte de la mancha urbana de la Villa. 83 registros de inmuebles

se encontraban en estas condiciones, el 39% del total de los registrados como

establecimientos. Es claro que el número real es mayor ya que el padrón registra

numeración y calles donde las viviendas eran más numerosas que lo que se registraba como

dato unitario. Igual sucede con las 93 unidades de vivienda y negocios de indios y castas,

ya que llama la atención que muy pocos entre ellos se encuentran asociados a unidades

domésticas de peninsulares de la élite. Se trata en su gran mayoría de tributarios que

36

desempeñaban actividades al servicio de la Villa pero que desgraciadamente la fuente no

consigna por no estar registrados en el padrón del visitador Maneyro. Sólo el nombre de

Ignacio Barragán se consigna como cabeza de una familia de pardos que vive en la misma

unidad doméstica del Sastre Agustín García y sus hermanos. Posiblemente se trata de un

ayudante casado con española, criolla o mestiza y por ello se registró su nombre. No

sabemos cuanta población de indios y castas vivía en la Villa de Atlixco pero si había 93

unidades domésticas registradas, y si suponemos que la media por unidad doméstica solía

ser en la Villa de 4 miembros, entonces tenemos al menos un posible universo de 372

personas, mayoritariamente indígenas, luego pardos, mulatos y moriscos en ese orden

integrados al “mundo urbano” de la capital del Valle. La presencia de un Cabildo Indígena

en la Villa refleja que la presencia de los indios en el contexto urbano era muy

importantexxxiii, y su condición de tributarios nos hace suponer que muchas faenas agrícolas

y de servicios se llevaban a cabo en la periferia agraria de la ciudad, sea en los “solares

grandes y chicos”, en las inmediaciones del cerro de San Miguel, en la Hacienda de San

Mateo, y en talleres y comercios no registrados como tales por el empadronador por estar

estos comprendidos dentro del ámbito de la unidad doméstica, censada solamente como

unidad familiar. Estos “indios urbanos” no se desplazaban a trabajar en las haciendas y

pueblos del hinterland, trabajaban en actividades artesanalaes, fabriles, mercantiles, de

servicios y agrícolas dentro del contexto urbano de la Villa.

Finalmente, en lo relativo al mobiliario de viviendas de los vecinos acomodados que podían

disponer de cocheras, ventanas y zaguanes de importantes dimensiones, destacan cuatro

casos de viviendas que dependían en realidad de propietarios empadronados en otras.

Desgraciadamente la fuente no permite saber quienes eran los propietarios ni tampoco

quienes controlaban la propiedad de las casas arruinadas, tapiadas y vacías que ya hemos

mencionado.

III

Con todo lo anterior, resulta evidente que el “camino a la fábrica” en paisajes “urbanos” era

prácticamente imposible en una sociedad mayoritariamente agrícola y con redes

37

mercantiles ligadas estrechamente a la producción rural y/o artesanal. La base energética

hidráulica y la capacidad de las haciendas trigueras del valle de Atlixco para afrontar

inversiones mayores, determinó en buena medida esta ruta que “urbaniza” a las futuras

ciudades y pueblos de las periferias agrícolas, a lo largo del siglo XIX con la instalación de

fábricas modernas. Generalmente se concibe en forma errónea la idea de que la empresa

mexicana o latinoamericana se inserta en un paisaje cultural típicamente europeo

(revolución agrícola, revolución demográfica y migración campo-ciudad). Las empresas

mexicanas siguieron básicamente dos modelos de localización en el siglo XIX: el de los

Reales de Minas (que eran empresas mineras y cuyos restos deben ser rescatados como

empresas de "antiguo régimen") y el de las Haciendas Cerealeras y Azucareras en segundo

término. No hay una teoría de la empresa en los países periféricos, de allí que sea confuso

distinguir qué caracterizó a una empresa del antiguo régimen virreinal (incluso

prehispánico) y cuándo y cómo surgen las modernas empresas. Para México, hacer historia

de empresas significa hacer historia de las minas y de las haciendas como empresas, y

cómo el sector manufacturero intentó copiar su ejemplo para convertirse en industria de

"punta" en el siglo XIX.xxxiv

Resulta un tanto paradójico que la totalidad de la élite empresarial de la región agrícola del

Valle de Atlixco entre 1815-1880 no tuvo una vinculación directa con negocios fabriles a

pesar de antecedentes virreinales ya citados aquí y de la rápida proliferación de fábricas

después de 1852, bajo control de industriales “arrendatarios” avecindados en la Ciudad de

Puebla. El antecedente importante de la implantación del sistema fabril en Atlixco lo

tenemos justo a mediados del siglo XIX, cuando en la memoria del Gobernador de Puebla

Juan Mújica y Osorioxxxv de 1849, se hace mención que éste, interesado en el negocio textil

por influencia de amigos empresarios poblanos como Joaquín de Haro y Tamariz,

proporcionó la hilaza, y José María Rodiles, el apoderado de los negocios de José María

Alarcón, hacendado de tradición en Atlixco, los telares para habilitar y formar un taller de

tejidos en Atlixco. No sabemos si dicho taller funcionó y hasta cuando, pero en la memoria

se hace mención —en el anexo estadístico— de la existencia de una fábrica de hilados de

algodón en Atlixco llamada "Providencia de Atlixco", cuyo propietario fue Manuel

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Carranza. Dicha fábrica registraba 1,320 husos, siendo en realidad pequeña en comparación

con la mayoría de las fábricas de Puebla. Registraba una producción de 98 mil 800 libras de

hilaza al año. Probablemente esta fábrica abastecía de hilos a los talleres que, como el que

instalaron Múgica y Rodiles, se destinaban a la producción de tejidos. No sabemos a la

fecha cómo surgió esta Fábrica pero debió desaparecer o transformarse muy rápido, pues no

vuelve a aparecer en ninguna estadística local y nacional. Mújica y Osorio fue un

gobernante que apoyó mucho al desarrollo de Atlixco. Durante su administración,

Tochimilco se incorporó definitivamente a la jurisdicción de Atlixco, y se funda dentro del

Departamento, con sede en la Ciudad de Atlixco, la octava prefectura de Puebla separada

administrativamente de Matamoros. Impulsó el camino de Puebla a Matamoros vía Atlixco

como parte de un proyecto ambicioso que tenía como finalidad la de desarrollar la

comunicación interoceánica de Puebla. El interés en un negocio textil por parte de Mújica

y Osorio en la región de Atlixco no era una simple afición, pues su experiencia como

empresario venía de tiempo atrás. Para el año de la memoria, Mújica era dueño de la fábrica

del "Carmen" en Puebla con 2,080 husos y una producción de hilaza al año de 90,545

piezas. Para 1857 Mújica contaba con una fábrica de Velas y Esterina en Puebla, que debió

ser muy próspera ya que en la relación de las distinciones y premios que registra la

Memoria de Fomento de aquel año sus productos alcanzaron un premio de tercera clase.

Mújica fue un firme partidario de las políticas correccionales para abastecer de trabajadores

a las manufacturas regionales. Consideraba que los correctivos de la vida laboral en el

campo podían ser aplicados a las fábricas textiles. En Matamoros el prefecto de la época

daba nota de que la cárcel se había convertido en un taller para oficios varios que incluía

obviamente el de tejidos. Como empresario, Mújica fue partidario de las ideas de Alamán y

de Antuñano y manifestó en sus escritos profunda preocupación por el duro golpe que la

invasión norteamericana había dado a la industria textil local, con precios al alza del

algodón.

Volviendo con el desarrollo inicial de la industria fabril en Atlixco, observamos que en la

estadística de las fábricas de hilados y tejidos de algodón a nivel nacional de 1857,xxxvi

aparece una información que puede arrojar luz sobre la presumible existencia de fábricas en

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Atlixco anteriores a "La Concepción". Se menciona como de Atlixco a la fábrica de "El

Patriotismo" de Velasco y Cía. "La Providencia" aparece como una fábrica de Puebla en

manos de un tal Francisco Caballero de Carranza, probablemente emparentado con Manuel

Carranza que aparece como propietario de "La Providencia" de Atlixco, en la estadística de

Mújica y Osorio. Seguramente estos cambios en la nomenclatura territorial se deban a que

en estos años el reacomodo de las "fronteras locales" heredadas del virreinato experimenta

una serie de desincorporaciones de tierras que pertenecían a Atlixco y que pasaron al

ámbito regional de Puebla capital pues, por ejemplo, "El Patriotismo" se encontraba en las

afueras, en las márgenes del rio Atoyac, justo en uno de los caminos antiguos a Atlixco. Es

probable que la Fábrica "La Providencia" que se ubica en Cholula para las estadísticas de

1890,xxxvii sea la misma que originalmente se encontró bajo jurisdicción de Atlixco y luego

de Puebla.

Notas:

i Es útil aquí el análisis de Marichal (1997) sobre el tránsito de las grandes empresas del antiguo régimen coloniallatinoamericano y las que se conformaron después de 1870, aunque el concepto de “grandes empresas” tiene elinconveniente de dejar de lado el análisis de las empresas que originaron la vía mexicana y latinoamericana de laindustrialización, empresas que, al igual que en Inglaterra y Francia, comenzaron siendo pequeñas y de inversionesconstantes, ligadas sobre todo al sector textil.ii Cfr. Miño Grijalva, Manuel. Obrajes y Tejedores de Nueva España,1700-1810, El Colegio de México, 1998. Tambiéndel mismo autor "Proto-industria colonial ?" Historia Mexicana. México, 38:4, 1989. "Capital comercial y trabajo textil.Tendencias generales de la proto-industria colonial latinoamericana." Revista latinoamericana de historia económica ysocial, 9, 1987, 59-79. Para el balance historiográfico sobre el uso del concepto en las sociedades desarrolladas véase:Cailly, Claude, "Contribution à la définition d'un mode de production proto-industriel." Histoire et mesure, VIII - 1/21993, 19-40.iii Mariano Torres ha trabajado con archivos de empresas textiles de esta primera “ola” industrializadora. V. Su libro: ElOrígen de la Industrialización de Puebla, Claves Latinoamericanas, México, 1995. Mauricio Yen, Javier Rojas Sandoval,Bernardo García, Federico de la Torre, María Eugenia Romero entre otros, han detectado impulsos industrializadores enregiones mexicanas muy disímbolas entre sí poco tiempo después de la fundación de “La Constancia Mexicana” enPuebla, de Antuñano, en 1835.iv Véase: Humberto Morales Moreno y Sergio Niccolai (eds), La Cultura Industrial Mexicana, CCMCPI., A. C. BUAP,Puebla, México, 2003. También del CMCPI., A. C. Memoria del 2º encuentro nacional de arqueología industrial,Conaculta, Univ. Autónoma de Aguascalientes, Ags. México, 2002.v Por ejemplo mis trabajos sobre la CIASA en el contexto de las grandes compañías por acciones del porfiriato querepresentaban el 2% del capital total de un padrón de 170 grandes empresas. México había logrado 100 años después de laprimera Revolución Industrial inglesa consolidar firmas textiles capaces de satisfacer el mercado nacional de telas dealgodón a pesar de la difícil competencia del exterior. Cfr. D'Olwer, L.N. (1965) op. cit. y Ceceña, J.L, México en laOrbita Imperial, El Caballito, México, 1970. También mi ensayo ya ciktado líneas arriba “Economic Elites and...” ob. cit.apéndice con gráficos de impuestos y ventas para CIVSA, CIDOSA y CIASA.vi V. Aguirre, Carmen.Personificaciones del capital. CIHS-ICUAP. México. (1987)Carabarin, A. "El trabajo y lostrabajadores del obraje en la Ciudad de Puebla." 1700-1710. En: Cuadernos de la Casa Presno. UAP. (1984) Morales M.,Humberto. Localización industrial y tecnología en el Porfiriato. 1899-1925. Tesis Lic. Humanidades U.A.M.-IZT.México. (1987)V. Contreras, Carlos. "La ciudad de Puebla en el siglo XIX". En: Puebla de la colonia a la revolución.UAP. México, (1987)

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vii V. Moreno Toscano, Alejandra. "Economía regional y urbanización: tres ejemplos de relaciones entre ciudades yregiones en Nueva España a finales del siglo XVIII" En: Urbanización y proceso social en América. I.E.P., Lima, Perú.1972. Singer, Paul. "Campo y ciudad en el contexto histórico latinoamericano". En: Economía Política de laUrbanización. México, Siglo XXI. 1981. pp. 109-136.viii V. Quintana, José Miguel. Estevan de Antuñano, fundador de la industria textil en Puebla. México, 2 vols. 1957.ix V. por ejemplo Grosso, Juan Carlos. Estructura productiva y fuerza de trabajo fabril en el municipio de Puebla. U.A.P.México. (1984) Miño Grijalva, Manuel. Obrajes y tejedores de Nueva España. Tesis Doc. Historia. El Colegio deMéxico. México. (1982) Othón de Mendizabal, Miguel. Las artes textiles indígenas y la industria textil mexicana. Obrascompletas. Tomo V México, 1947.x V.Aguirre, Carmen, ob., cit. Gamboa O., Leticia. Los empresarios de ayer. CIHMO. ICUAP. México. (1985) yThomson, Guy. Puebla de los Angeles. Industry and Society in a Mexican City. 1700-1850. Westview Press. Boulder.(1989)xi V.Grosso, Juan Carlos. "Notas sobre la formación de la fuerza de trabajo fabril en el municipio de Puebla. 1835-1905."En: Boletín del CIHMO. Año I núm. 2 Feb. 1981. ICUAP-UAP. pp.9-29.xii V.Keremitsis, Dawn.La industria textil mexicana del siglo XIX. México. SEP-Setentas. 1973.xiii V. Leal, Juan Felipe. Del estado liberal a los inicios de la dictadura porfirista. México, IISUNAM Siglo XXI. 1980. (Col. Hist. de la clase obrera No. 2) Para una comparación de salarios a nivel nacional.xivV.Thomson, Guy. op.,cit. primera parte.xvV. Keremitsis.op., cit.xvi V. Enrique Juan Palacios, Puebla, su territorio y sus habitantes, México, Fomento, 1917. Puebla a través de lossiglos,México, García Valseca, 1962 y Áurea Commons, Las Intendencias de la Nueva España, UNAM, 1993. p. 127.xvii V. Alberto Carabarín Gracia, Los obrajes de paños de Puebla en el siglo XVII, Puebla, CIHS-UAP, 1982. ÁureaCommons (1993) p. 128 Germán Lizt Arzubide, Puebla, síntesis histórico geográfica del Estado, México, SEP, 1946 p.29 Miguel A. Quintana, “Papel histórico de Puebla en el progreso industrial de la Nueva España y de México,” Boletín dela Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, México, t. 62, n° 2, 1946.xviii V. La famosa y muy citada Descripción de la Intendencia de Puebla, Intendente de Flon, 1804. Archivo General de laNación, Ramo Civil, t 2092, exp. 2 fjs. 51-100.xix V. Intendente De Flon, Informe, 1794, Archivo General de la Nación, Ramo de Historia, t. 74, fjs. 411-414.xx V. Miño Grijalva, M. (1991) (1982) y los artículos: "Proto-industria colonial ?" En: Historia Mexicana. Vol. XXXVIII,núm. 4 (Abril)-junio)pp. 793-818. México. (1989) "Capital comercial y trabajo textil. Tendencias generales de la proto-industria colonial latinoamericana." en: Revista latinoamericana de historia económica y social. Núm. 9, 1er semestre. pp.59-79. (1987) Para el balance historiográfico sobre el uso del concepto en las sociedades desarrolladas véase: Cailly,Claude. "Contribution à la définition d'un mode de production proto-industriel." En: Histoire et mesure. VIII -1/2 pp. 19-40. (1993)xxi V. Torres, Mariano.Establecimiento y alcances de una empresa agroindustrial en el Valle de Atlixco. 1867-1910. TesisMaestría en Historia. UAM-IZT. México, (1985) Paredes, Carlos. Agricultura y Sociedad en Atlixco. CIESAS-INAH,México, (1982)xxii V. informes sección Gobierno. Archivo Municipal de Atlixco. (A.M.A.) 1836-1839. Gobierno. A.M.A. 1841. Se hacemención del problema del financiamiento desde 1832.xxiii V. Mertens, H. (1989) Torres, M. (1985) Herrera F., Lourdes. La Hacienda de Santa Teresa. Tesis Lic. en Historia.(vía junker en Atlixco) UAP. México. (1987)xxiv V. Ignacio Maneyro. Informe. (1792) Por ahora la mejor explotación de la información se debe a Grajales P., Agustín."Los inmigrantes de Atlixco en 1792" En:Simposium Internacional de Investigación Atlixco en su entorno. INAH-Puebla.pp. 105-112. (1988)xxv V. Tamayo, Jorge. El molino de Huexotitla. C.E.H.B.P. sobretiro. Puebla. (1955) Siliceo, Manuel. Memoria delMinisterio de Fomento. (1857)xxvi A.M.A. 1774. Los lienzos de lino pintados se desarrollaron entre 1727-1770xxvii A.M.A. Gobierno. años 1746-1774xxviii La referencia a esta instrucción se encuentra en: Cervantes, E.A. Sinópsis histórica del Distrito de Atlixco. Imp.Artes y Oficios. Puebla (1922) V. también Díaz Solís, Espiridión. Atlixco. Datos históricos, geográficos y estadísticos.Puebla, (1938) y Cervantes, E.A. Documentos para la historia de Puebla. SMGE. México, (1925)xxix Maneyro, Ignacio. Padrón General de españoles, castizos y mestizos de la Villa de Atlixco, 1792. Archivo General dela Nación. Ramo Padrones. Pág. 5.xxx Ignacio Maneyro (1792) De Flon, Manuel: " La Intendencia de Puebla. 1804" En: Florescano, E. (ed.) Descripcioneseconómicas de Nueva España. Siglo XVIII. SEP-INAH. Provincias del Centro-Sur. (1976)xxxi Véase Achivo General de Notarías de Puebla. Notaría de Atlixco. Don Pedro Sánchez Vizcaíno 1773-1780 y JoséJiménez Vilchis 1781-1792. Libro Primero. 112 escrituras seleccionadas en el periodo. 50 personas realizaron

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transacciones de donde entresacamos en una base de datos relacional los pudientes más importantes con base en elinforme de Ignacio Maneyro de 1792.xxxii AGN-Atlixco, 1815-1850. Información gentilmente proporcionada por el Ingeniero Ramón Lozano, descendiente dela familia.xxxiii Cabe destaca que el cacique indígena vivía en el número 6 de la Plaza Mayor, es decir, a un lado del Cabildo deIndios.xxxiv Cfr. Los trabajos de Mario Trujillo, Mariano Torres y Rocío Ruíz de la Barrera publicados en: Marichal, Carlos,Historia de las Grandes Empresas en México, 1850-1930. FCE, México, 1997. Son los únicos que pretenden mostrar estepuente entre el “ancien régime” colonial y el siglo XIX.xxxv V. Mújica y Osorio, Juan. Memoria. (1849)xxxvi V. Siliceo, Manuel. Memoria de Fomento. (1857)xxxvii V. Cuadro de fábricas de la Rep. Mexicana. En: Directorio estadístico de la Rep. Mexicana. Imp. La Europea.México. (1889)