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PROYECTO FINAL CES 2010
EL BALONCESTO DE LOS ENTRENADORES DE MINIBASKET. ¿NIÑOS O PEQUEÑOS JUGADORES? ALVARO DE PABLO DIEGO FEBRERO DE 2010
LOS ENTRENADORES DE MINIBASKET. ¿NIÑOS O PEQUEÑOS JUGADORES?
2 PROYECTO FINAL CES 2010 ALVARO DE PABLO DIEGO
El baloncesto de los
entrenadores de Minibasket. ¿niños o pequeños
jugadores?
Justificación del Proyecto
Cuando dos o más personas interesadas en nuestro deporte se sientan para debatir,
intercambiar opiniones o simplemente hablar distendidamente de baloncesto, pocas
veces lo hacen de minibasket. Probablemente, en la conversación se tratarán temas
de actualidad sobre nuestro baloncesto profesional, tanto masculino como femenino, o
puede que se hable de la cantera que tantos frutos reporta al país, bien sea a nivel de
clubes o a nivel de selecciones inferiores. Sin embargo, en contadas ocasiones
(cuando se acercan los Campeonatos de España de la FEB, por ejemplo) dos o más
entrenadores de cierto nivel disertan sobre temas relacionados con el baloncesto de
los más pequeños. Estas “lagunas de opinión” en el minibasket son consecuencia
directa del aumento del nivel de los entrenadores a medida que acumulan años de
experiencia sobre en los banquillos.
Todo empieza en una cancha de minibasket para un entrenador, exceptuando casos
muy concretos (ex jugadores de élite o entrenadores muy específicos de categorías
más altas). A medida que el nivel del entrenador en cuestión aumenta, su ambición y
sus objetivos crecen, su baloncesto evoluciona y necesita ascender en la pirámide de
categorías para ver colmadas sus expectativas. En ese momento, el entrenador deja
aparcadas sus obligaciones con el minibasket se centra en obtener experiencias de
otras categorías para él todavía desconocidas. Si bien es cierto que el entrenamiento
en minibasket es el que menos tiempo consume, aunque no tenga que ser así ( en
casi todo el territorio nacional, dos o tres veces por semana y un partido matinal en fin
de semana), la gran mayoría de los entrenadores no profesionales, al tener otras
obligaciones, bien sean laborales, académicas o de otra índole, no pueden
compaginar el entrenamiento de más de un equipo, y en el caso de que sí lo hagan, el
porcentaje de implicación que supone el trabajo con dos equipos a la vez
(programaciones, planificaciones, entrenamientos, partidos, relaciones con jugadores y
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padres, compatibilidad de horarios…) impide al entrenador ofrecer todo lo que tiene a
sus jugadores, haciendo el trabajo muy mejorable.
La reflexión que planteo es la siguiente: Si el trabajo en categorías inferiores (lo que
incluye al minibasket) no es bueno, nuestros jugadores/as llegarán a la parte de arriba
de nuestra “pirámide de baloncesto” (categorías cadetes, juveniles, junior y senior) con
un déficit enorme de conceptos técnico-tácticos y físicos individuales y colectivos que
les impedirán, y por extensión impedirán al conjunto avanzar correctamente en su
aprendizaje, y por lo tanto obtener resultados netamente inferiores a los que podrían
haber conseguido. Es comprensible que, como se menciona anteriormente, por
diferentes causas los entrenadores con mayor formación olviden las categorías “mini”
a medida que evolucionan. Sin embargo, creo firmemente que se debe exigir un
esfuerzo a todos los estamentos que componen nuestro deporte, no solo a los que
forman el baloncesto de élite, sino también a aquellos entrenadores que solemos
pasar nuestros días formando jugadores mucho más cercanos a la edad adulta
(infantiles, cadetes o juveniles) que a la edad temprana. Es incomprensible que los
niños y niñas que componen el minibasket español, el futuro a largo plazo de nuestro
baloncesto, estén siendo formados por los entrenadores con menos experiencia de
toda la pirámide deportiva anteriormente mencionada.
Podremos pensar, en un ejercicio de falsa modestia, que no podemos criticar el trabajo
que se hace con los “minis” teniendo excelentes programas desarrollados por la FEB o
por algunas Federaciones Autonómicas (el ejemplo más claro quizá lo encontremos en
el Programa de Detección y Selección de Talentos de la Federación), donde el
seguimiento de los jugadores y jugadoras que conforman el “mundo mini” es
exhaustivo y de una calidad probablemente incomparable en toda Europa. Sin
embargo, mi crítica, siempre constructiva, nos adentra incluso en un ámbito más
profundo del baloncesto de formación. Es ese marco en el que entrenadores noveles
comienzan a entrenar en su colegio o club de toda la vida, con toda la ilusión del
mundo por aprender, con suficiente tiempo para escuchar a otros entrenadores más
experimentados, y no tengan la extraña sensación, como en el caso de algunos
entrenadores, de que los veteranos desdeñamos su trabajo debido a su inexperiencia.
Es, por denominarlo de alguna manera, nuestro “baloncesto de a pie”. Es en ese
ámbito en el que nosotros, los entrenadores que hemos ido cubriendo etapas hasta
llegar a tener nuestro título de Entrenador Superior, somos mucho más importantes de
lo que creemos. Somos las personas más indicadas para tutelar y aconsejar a esos
jóvenes entrenadores para que un día puedan superar nuestros logros deportivos.
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Porque el día que lo hagan, sus éxitos serán los de todos nosotros, y por extensión,
sus jugadores habrán sido, en cierta manera, los jugadores de todos.
Como se puede observar, mi justificación en ningún momento menciona la dicotomía
entre niños o pequeños jugadores. Sin embargo, creo que la justificación de la
elección de este proyecto viene dada por el escaso debate propuesto sobre el
baloncesto de los más pequeños, el minibasket. Todo lo que sea hablar de él, bien sea
de este tema o de otros relacionados, será beneficioso para el futuro a medio y largo
plazo de nuestro baloncesto.
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ÍNDICE PAGINADO
Portada
Justificación del Proyecto 2
Contenidos de la investigación 6
Consideraciones finales personales 24
Bibliografía utilizada 25
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Contenidos de la Investigación
PRIMERA PARTE
El baloncesto como actividad lúdica no competitiva
1) Breve Introducción
Desde hace 7 años, cuando con 16 primaveras me ofrecieron entrenar durante tres
días a la semana a un equipo alevín femenino del Club al que pertenecía como
jugador, no he dejado ni un solo año de entrenar algún equipo de Minibasket, ya fuera
masculino, femenino o mixto. He asistido, además de todos los Cursos de Entrenador
obligatorios organizados por la FEB y por la FBCYL, a varios clinics donde se hablaba
exclusivamente del baloncesto para los más pequeños. En todos estos años, al hablar
de Minibasket siempre aparecía la misma pregunta.
¿Deben los niños1 realzar un Minibasket competitivo?
Esta pregunta me la han hecho estudiantes, entrenadores, dirigente y padres. Mi
respuesta, como es lógico, ha ido variando a través de los años. Cuando comencé
como monitor de Minibasket, a los dieciséis años, la respuesta era “sí, debe ser
competitivo”. Unos años después, a medida que iba adquiriendo experiencias y me iba
formando como preparador, mi respuesta iba cambiando hasta tornarse la contraria a
la que ofrecía cuando era más oven, y por extensión más inexperto. Después de
pensar bastante en el tema y de responder a esta pregunta cientos de veces, me
queda una reflexión:
A las personas adultas nos resulta tremendamente complicado entender que el niño
realiza deporte porque necesita crecer sano física y mentalmente. No necesita que le
traslademos nuestras frustraciones, nuestra necesidad de agrandar nuestra
autoestima, nuestra “autoobligación” de querer promocionarnos o de escalar
posiciones en la escala deportiva.
El niño necesita, sobre todas las cosas, crecer sano, disfrutar del deporte que practica,
en definitiva, ser feliz. Depende de nosotros, los adultos, entrenadores, padres y
demás entorno, saber ayudarlo a crecer.
1 Durante todo el texto, al referirse a niños lo hace en sentido plural de la palabra, sin especificar
género. Hablamos, por lo tanto, de niños y niñas en general.
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El niño necesita jugar, simplemente jugar, y a través de ese juego aprender. Aprender
el lenguaje de su cuerpo, aprender a ser compañero, a compartir, a ganar y a perder.
Dentro de estos límites, la competencia, que no la competitividad exacerbada, no es
mala. Competir adecuando las circunstancias a las necesidades y posibilidades del
niño no es malo.
A edades tempranas el niño no está preparado emocionalmente para recibir las
presiones de los adultos. Su autoestima va de la mano de la opinión que sobre él
vertimos los adultos, su entorno, los personajes que influimos sobre él. El ganar o
perder forma parte de su vida, pero no debe determinarla a tal grado que lo
condicione.-
Han pasado los años, mi experiencia ha aumentado y he cambiado la pregunta:
¿Deberíamos los adultos hacer Minibasket competitivo?
La respuesta es “no”. Somos los adultos los que no sabemos, en muchos casos, poner
los límites necesarios a esa competencia, haciendo que esta sea excesiva,
innecesaria y, en muchos casos, frustrante para el niño.
Dejemos pues, a los niños, crecer y disfrutar de nuestro deporte.
2) Mi filosofía del Minibasket
Cuando hablamos de minibasket, no hablamos exactamente de baloncesto, sino que
estamos haciendo alusión a un juego que ha sido creado para que los niños, sin
importarnos en absoluto su talento o capacidad, se diviertan aprendiendo los
fundamentos básicos de nuestro deporte. La intención es que sea masivo y no
selectivo, ya que de esta manera solo jugarían los de mayor aptitud. Los adultos
(entrenadores, dirigentes y padres) tendríamos que poner nuestro mayor esfuerzo en
tratar de que la mayor cantidad de chicos practiquen este juego, fomentándolo en
colegios y clubes deportivos. Tenemos que comprender que en el “Mundo Mini” ganar
no es el objetivo principal, sino que ganar es una consecuencia del progreso individual
y colectivo de nuestros chicos que se da a partir del aprendizaje de hábitos deportivos
y sociales durante un periodo determinado de tiempo.
Considero que el Minibasket es un medio para desarrollar no solo habilidades
deportivas, sino también valores que permitan la formación y educación del niño a
través del deporte.
Los entrenadores debemos trabajar con visión de futuro, educarlos en todos los
aspectos en los que nuestra intervención se considere necesaria, teniendo bien
presente que la finalidad no es formar “campeones de nada”, sino progresar de forma
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individual y colectiva en función de las propias posibilidades de cada uno de los niños,
adquiriendo buenos hábitos de conducta que se mantendrán durante toda la vida.
El Minibasket es el comienzo de un proceso de aprendizaje, por lo tanto debemos
enseñar a crear, compartir, divertirse y jugar.
Crear, dando libertades al niño para que él solo encuentre los caminos que crea más
convenientes, sin recibir ayuda de los compañeros. Compartir todos los elementos que
se utilizan, pero sobre todas las cosas el más importante, la pelota. Divertirse y jugar.
Ese es el método para lograr lo más importante que queremos, que el niño se
comprometa con la actividad, que disfrute de lo que hace. De esta forma nos
aseguraremos, o al menos pondremos los elementos necesarios, para que el niño que
juega al baloncesto llegue hasta el final del camino.
3) Las “Reglas de Oro del Minibasket”
Analizándolo con algo más de concreción, podemos exponer nuestra filosofía del
Minibasket en tres grandes puntos. Estas son, o al menos deben ser, nuestras “Reglas
de Oro del Minibasket”. Dichas reglas, correctamente llevadas a cabo en la práctica,
dirigirán al niño hacia una correcta educación deportiva y un disfrute personal del
deporte que practica.
Primero Educación, después Baloncesto.
Durante los años que llevo visitando las diferentes canchas de Minibasket de mi
ciudad, he visto actitudes y comportamientos indignos de un colectivo al que se nos
califica como “educadores”. Desde faltas de respeto a rivales, árbitros o padres,
pasando por desplantes hacia nuestros propios jugadores, ridiculizándoles en
momentos puntuales de partidos o entrenamientos. Es duro decirlo, pero tenemos una
responsabilidad para con nuestros niños mucho más grande que la de enseñarles a
jugar al baloncesto. Es la responsabilidad de educarles. Somos un ejemplo,
comportémonos como tal. Desgraciadamente, aquellos valores en los que algunos
creemos (compañerismo, amistad, respeto hacia todos y cada uno de los estamentos
del deporte, saber perder, saber ganar, disfrutar por encima de todas las cosas)
muchas veces no se ven reflejadas en los campos de Minibasket. Lógicamente, no
podemos culpar a los propios niños de sus comportamientos. A fin de cuentas, han
aprendido de nosotros, los adultos. Si de verdad debemos ser un ejemplo para los
niños que tenemos a nuestro cargo, debemos realizar un esfuerzo de responsabilidad
y tener la educación como pieza base de nuestro entrenamiento.
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El Minibasket no busca ganar como objetivo principal.
Siempre he escuchado una frase que viene muy bien en este caso. "Es bueno tener
un final al cual apuntar en el viaje pero, al final, lo que importa es el viaje"
Cuando nos toca trabajar con niños en Minibasket, tenemos que tener absolutamente
claro que el objetivo no es ganar. Lógicamente, ganar es muy bonito y placentero pero,
en realidad, lo más importante es dejar experiencias de vida que contribuyan a la
formación de la personalidad del niño. La única forma de lograr nuestro objetivo es con
el ejemplo.
El Minibasket antepone el bienestar de los jugadores al resultado final.
Probablemente esta regla pueda reiterar ciertas cuestiones relacionadas con la regla
anterior. Sin embargo, creo necesario detenerse en lo fundamental que es para todos
nosotros, entrenadores, padres y dirigentes, el bienestar del niño. No solo el bienestar
físico o el psicológico, sino por encima de todos el bienestar moral.
Para explicar este punto, necesito recurrir a un ejemplo conocido por todos. En un
partido con nuestro equipo de Minibasket, donde las reglas te obligan a proporcionar
un número mínimo de minutos a todos tus jugadores/as, se llega al comienzo del
último cuarto. El partido se está disputando entre dos equipos muy parejos, y
lógicamente el resultado está siendo muy igualado hasta ese momento. En nuestro
equipo, de un total de 30 minutos disputados, los jugadores de mayor nivel han jugado
un 75 por ciento del partido, mientras que los niños con más carencias técnicas y
físicas solamente han disfrutado del 25 por ciento restante. Al comienzo del último
cuarto, consideramos injusto que este segundo grupo de jugadores haya jugado
menos que el resto, pero nuestra experiencia como entrenador nos dice que, en el
caso de que saquemos a la pista al primer grupo, tendremos muchas posibilidades de
ganar el partido, y que sin embargo, si sacamos al grupo menos capacitado de
jugadores, las posibilidades de conseguir la victoria son mínimas.
El entrenador que escoge la opción de mantener en la pista al grupo más capacitado
no está buscando la victoria del colectivo, sino su victoria personal. No entiende que,
para el grupo menos capacitado, la victoria es poder volver a disfrutar del partido
dentro del campo.
En el otro lado de la balanza se encuentra el entrenador que escoger repartir los
minutos de manera aproximadamente equitativa. Aquel que sabe que está sacrificando
la victoria en el marcador por la victoria de todas sus jugadoras. Esa es de verdad
nuestra victoria verdadera, y no la de tener más puntos que el equipo contrario cuando
el árbitro señala el final del partido.
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El Minibasket es propiedad de los niños.
Una de las frases que más me identifican con este deporte es “El baloncesto es de los
jugadores”. Nunca me han gustado aquellos entrenadores o árbitros que quieren ser el
centro de atención de un partido, acaparando protagonismos que no les pertenecen en
ningún caso y olvidando que los actores principales de esta película llamada
baloncesto son los jugadores. Todos los demás, árbitros, entrenadores, dirigentes y
aficionados somos los actores secundarios. Si esto debe ser así en el baloncesto de
adultos, en el caso del Minibasket es aún más importante.
El Minibasket es de ellos, los niños que lo practican. No debemos quitarles su
protagonismo, no tenemos ningún derecho a manchar el deporte que ellos practican
con nuestras conductas adultas, con discusiones con otros entrenadores, con árbitros
o con padres. Dejémosles que se diviertan todo lo que puedan, mientras nosotros
realizamos nuestro trabajo de “actores secundarios” lo mejor que podamos.
SEGUNDA PARTE
Competitividad Vs. Minibasket
1) Competitividad en el Minibasket
En la actualidad existe un numero muy grande de dudas en el caso de exponer o no a
los niños a los efectos de la competición. Existen posturas claramente definidas al
respecto. Se encuentran por un lado aquellos que sostienen que es ampliamente
nociva la competición a edades tempranas, y por otra parte, hay quienes consideran
que es la única forma posible de que el deportista se acostumbre a la presión de la
competición y le pueda resultar satisfactorio. Personalmente considero que existe una
confusión, en principio conceptual, acerca de que es la competición, como se puede
buscar la competitividad en los niños, y esencialmente, como cada uno de los
procesos que los niños atraviesan se ven claramente influenciados por los
reforzadores externos, que terminan configurando lo positivo o no del proceso.
Personalmente considero que resulta más beneficioso utilizar un enfoque de la
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Evaluación Social que realiza Martens acerca de la competición, el cual considera que
la competición es algo más que un suceso único, sino que implica un proceso que
abarca varios estadios o fases:
1 – Situación Competitiva Objetiva.
2 – Situación Competitiva Subjetiva.
3 – Respuesta.
4 – Consecuencias.
La situación competitiva objetiva es el desafío de la prueba propiamente dicho, lo cual
incluye un patrón de comparación ya sea con otras personas, con registros personales
anteriores o con un nivel ideal de rendimiento. Por su parte, la fase de competitiva
subjetiva es clave y consiste en el modo en que la persona percibe, acepta y valora la
situación competitiva objetiva. Factores tales como capacidad percibida, la motivación,
la importancia de la situación competitiva o el rival pueden influir claramente en la
evaluación subjetiva del entorno competitivo. El desarrollo de una correcta capacidad
de evaluación de la situación competitiva objetiva determinará un estilo de deportista
con motivación para el logro, o competitivo.
Una vez que la persona ha evaluado la situación decide si participar en ella o no,
iniciando la tercer fase del proceso de competición que es la respuesta. La misma se
da en niveles conductuales, fisiológicos y psicológicos.
Despues de la respuesta comienza la fase final, es decir, la comparación de la
respuesta del deportista con el patrón de comparaciones. En función de esto, las
consecuencias normalmente suelen ser positivas o negativas, las cuales suelen
asociarse con éxito o fracaso. No obstante es más importante la percepción que el
deportista tiene de sus resultados que las consecuencias objetivas., es decir, si el
deportista considera que ha elevado su nivel de ejecución, aunque no haya ganado,
posiblemente las consecuencias continúen siendo positivas y actúen como incentivo o
motivadoras para próximas situaciones competitivas.
Pero también hay que tener en cuenta otro aspecto en esta fase final, especialmente
en el deporte infantil, y es la valoración de los terceros cercanos al deportista. El
entrenador, los padres, los amigos o familiares pueden transformar una valoración
positiva del deportista en una catástrofe emocional.
Suele encontrarse en ocasiones que parte del entorno del deportista vivencia cada
derrota de su niño como un fracaso catastrófico. Indudablemente esta sensación
desencadena emociones negativas en el deportista y lo único que propicia es la
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evitación de la situación competitiva. A este punto nos referiremos posteriormente al
hablar de los factores externos al Minibasket.
En función del modelo de Evaluación Social aquí presentado, existen dos fases en
función de las cuales debemos trabajar ayudando a los niños y son las fases 2 y 4.
Una correcta evaluación de la situación competitiva objetiva y consecuencias
adecuadas perfilarán sin duda un estado competitivo en los niños deportistas.
La evaluación de la situación competitiva depende en gran manera de la capacidad
percibida que tenga el niño acerca de sí mismo. Si el niño considera que puede
dominar o no el partido que disputa es lo que lo llevará a participar, o en caso contrario
tenderá a evitar la competición. Ineludiblemente deben existir programaciones
cognitivas, a nivel mental de forma tal que posibilite que cada niño encuentre en la
competicion una posibilidad de aprendizaje mas que una amenaza contra su
capacidad deportiva.
Existen mayoritariamente dos estilos formativos en la progresión deportiva del niño.
Uno es orientado a la ejecución mientras que el otro es orientado al resultado. Resulta
necesario remarcar que es imprescindible que la mejor orientación motivacional
siempre es aquella orientada hacia la ejecución. Es decir, volvemos al punto anterior
cuando hablábamos de las reglas de oro de nuestro Minibasket. Ganar no puede ser el
objetivo. El fin del viaje no debe ser el objetivo, sino que los niños deben disfrutar del
trayecto, sin importarles el resultado final.
La ejecucion se caracteriza por la orientación de la persona hacia el esfuerzo por
conseguir sus metas, con persistencia a pesar de los fracasos y con la sensación de
orgullo por las ejecuciones realizadas. Este estado motivacional de logro en el ámbito
deportivo es lo que se conoce, como todo el mundo sabe, como competitividad.
La competitividad configura deportistas que tienden a buscar desafíos, que se
esfuerzan por conseguir sus objetivos y que persisten en su actividad a pesar de
derrotas o lesiones. Obtienen placer por la actividad que realizan.
¿Cómo se configura la competitividad? ¿Qué debemos hacer?
Esencialmente lo primero que debe realizarse es definir los roles que cada uno debe
asumir. El entrenador es el encargado de formar al deportista, los padres son los
encargados de acompañar a su hijo deportista, no de acompañar a su hijo ganador o
de abandonar a su hijo perdedor. Todas las consecuencias que obtenga el deportista
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por su actuación servirán como energía para continuar, o por el contrario para evitar
las próximas competiciones.
A partir de aquí, debemos tratar el tema de las recompensas, los premios y los
castigos. Ya sea por parte del entrenador o por parte del entorno, es esencial premiar
el esfuerzo por competir, por mejorarse y olvidarse de castigar por resultados
adversos. Habitualmente suele suceder que el viaje de ida es placentero y el viaje de
vuelta de la competición resulta un verdadero calvario, y eso no debe ser asi de
ninguna manera.
Desde ahí se puede trabajar para formar la competitividad de los deportistas minis,
premiando sus ejecuciones independientemente del resultado, trabajando en función
de sus ejecuciones mucho más que en función de los resultados obtenidos, porque de
lo contrario podemos llegar a encontrarnos con varios deportistas adolescentes
totalmente frustrados y alejados de la práctica activa del baloncesto, dado que al ser
desarrollados precoces, a edades tempranas obtenían muchos resultados y eran
constantemente premiados. El riesgo es cuando se equiparan las capacidades físicas
y desaparecen los premios, y en consecuencia desaparece el placer por la práctica de
la actividad. Técnicamente este proceso suele conocerse como “agotamiento
emocional”, y es el producto de castigos por la falta de resultados.
En función de lo expuesto queda planteada la pregunta: ¿la competición es buena o es
mala? Personalmente considero que la competición es un proceso social, que no es
buena ni es mala en sí, sino que depende de los reforzadores que se le apliquen, de la
orientación que le otorguen los agentes del contexto deportivo (entrenadores,
directivos, padres…). Mucha gente ha obtenido gran placer por competir de la misma
forma que otras han obtenido frustración.
Considero que la práctica deportiva, al igual que la educación, es un proceso social en
sí, y que la idea central para mantener y consolidar estos procesos no debe ser
únicamente obtener resultados deportivos, sino asegurarse que la educación inicial
cuente cada vez con más participantes.
Es este el desafío que nos queda planteado a todos aquellos que formamos parte del
entorno deportivo, no sólo lograr formar campeones sino conseguir que la base de la
pirámide deportiva resulte cada vez más grande.
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2) Los agentes externos. Modelos correctos de comportamiento.
El entrenador como educador deportivo
La influencia que tiene el entrenador en el ámbito en que se desarrollan las
competencias de formación es cada vez mayor. La competencia muchas veces se
desorbita, las causas son numerosas y de distinta índole. El entrenador debe accionar
para que la competencia se desarrolle dentro del ámbito estrictamente deportivo, su
labor adquiere especial importancia cuando está educando, formando jugadores
jóvenes. Considero que hay que ser por encima de todo educadores, transmitir ciertos
principios básicos que hacen a la sana competencia, como lo son el autocontrol, el
espíritu de dar lo máximo de sí para superarse constantemente y el respeto por los
componentes del equipo, por las decisiones de árbitros y entrenadores.
Dar lo mejor de sí en cada momento
Hay que enseñar a los jugadores a aprender que el mejor rendimiento se obtiene
como consecuencia de una dedicación constante y realizada con nuestro máximo
esfuerzo, que difícilmente pueda desarrollar sus cualidades técnicas si no desarrolla
sus cualidades físicas. La tarea del entrenador es la de hacer entender la importancia
de estos conceptos para que los jugadores adquieran el compromiso de su realización
y la de orientarlos en la preparación, motivarlos escogiendo situaciones didácticas que
sean amenas. Hay que tener respeto por las diferencias de adquisición de niveles
deportivos, no todos progresan igual ni llegan al mismo nivel, lo interesante es lograr
que cada uno de lo mejor que tiene para conseguirlo. Este es un aspecto muy
interesante en la educación, el lograr que los niños realicen cosas por sí mismos para
obtener progresos en su juego y no porque el entrenador les exige, es decir, que
adquieran el compromiso con el progreso continuo. En esto el entrenador debe dar el
ejemplo. No alcanza con decir lo que hay que hacer, él mismo debe estar
perfeccionándose permanentemente incorporando conocimientos que contribuyan a
desarrollar a los jugadores.
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El autocontrol
Este sí que es un tema muy difícil, sobre todo si, como en este caso, trabajamos con
niños. Creo que el autocontrol es una cualidad de las personas que supera el ámbito
estrictamente deportivo, pero es innegable que la competencia deportiva puede ayudar
positiva o negativamente en este aspecto para desarrollar esta cualidad personal en
los niños (y tambien en los entrenadores) La labor del entrenador es importante para
crear un clima sereno y agradable de entrenamiento, que no esté cargado de
agresividad y presión. El entrenador debe encauzar positivamente el sentimiento de
desazón y el entusiasmo de sus niños para que no se produzcan insultos, burlas en
los entrenamientos y más aún en los partidos, donde además se agrega el contexto de
padres y público, quienes son especialistas en "ver" los errores de terceros, de los
árbitros, del entrenador o de los compañeros de su hijo emitiendo críticas que
contribuyen a crear un clima muchas veces agresivo y de hostilidad. El entrenador
debe ser coherente en sus acciones, entre lo que quiere lograr con sus jugadores y su
comportamiento, es decir, debe ejercer el autocontrol consigo mismo, tiene que estar
siempre disponible para sus jugadores para que puedan acudir a él, y ser enérgico en
la aplicación de medidas correctivas con aquellos jugadores que se salgan de los
parámetros establecidos. Cuando hablo de medidas correctivas no hago referencia a
castigos, sino a acciones que tiendan a lograr el entendimiento de lo perjudicial que es
actuar impulsivamente por las consecuencias negativas que trae para el grupo o para
la concreción de los objetivos.
Respeto por los compañeros y por las decisiones de árbitros y entrenador
Todos deben entender que cuando un compañero se equivoca no lo está haciendo a
propósito, hay que enseñar a que colaboren entren ellos, que reconozcan los errores y
estén listos para alentar más que a criticar, que reconozcan y traten de modificar sus
comportamientos. Si existe un clima de confianza es mucho más factible que los
errores se comprendan más rápidamente y más fácilmente, tanto los propios como los
ajenos, y esto hace que se pueda aprender del error y reconocer las limitaciones
personales y grupales.
El aceptar las decisiones arbitrales es una de las cosas que más cuesta, a todos,
entrenadores y jugadores. Es cierto que algunas veces el reclamo suele rectificar
alguna decisión, pero en el 90 % de los casos que he observado el insulto, el
improperio afecta el estado de ánimo del árbitro y todos sabemos lo que puede pasar
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en esta situación. Tratamos de hacer entender cuanto podemos modificar el actuar del
arbitro y cuanto podemos modificar nuestras acciones y hacerles ver hacia donde hay
que canalizar las energías.
El respeto por las decisiones del entrenador está basado en el conocimiento que
tengan del juego. Los jugadores evalúan casi todo por la cantidad de tiempo que
juegan y no por la calidad del juego que desarrollan cuando están dentro de la cancha.
Hay que enseñar las cosas importantes que pueden hacer y lo importante que es
hacer las cosas bien, aunque cuando hablamos del “Mundo Mini”, incluso de divisiones
de cantera, tratamos de que jueguen todos. También es importante transmitir que
quienes más se han preocupado por incrementar sus condiciones técnicas y físicas
tendrán más posibilidades de desarrollar un mejor juego, es decir, quien mas se
esfuerza en los entrenamientos, mas va a jugar. El entrenador se preocupa por el
todo, por lo que es mejor para el conjunto, para el grupo y para el proceso que está
comandando. Eso es más importante que los intereses individuales de los jugadores.
Educar es mucho más que enseñar técnicas deportivas y entrenarlas, que transmitir
conceptos de juego. Ser un buen educador es lograr un equilibrio para contribuir con
nuestros conocimientos al crecimiento como jugador y como persona de quienes
tenemos a nuestro cargo, aceptando sus virtudes y sus defectos, y no olvidando nunca
que cada persona es diferente.
Direccion de equipos en Minibasket
Cuando ponen a nuestra disposición un grupo de niños, nos están dando dos grandes
responsabilidades: Formarlos y dirigirlos. Formarlos como personas y jugadores,
sabiendo la gran influencia, tanto positiva como negativa que los entrenadores de
equipos en formación podemos ejercer sobre nuestros equipos. Dirigirlos siguiendo
dos principios: Ser respetado y ser creíble. Y si a esto añadimos que durante la
convivencia común vamos consiguiendo que cada vez les guste más el baloncesto,
podremos estar satisfechos con el trabajo que estamos realizando como Directores de
Equipo. Dentro de la Dirección de Equipo vamos a distinguir dos apartados:
Direccion de grupo
Antes de empezar a trabajar con el grupo de niños que nos han asignado, tenemos la
obligación de conocer perfectamente en donde estamos. Es decir, como es el sitio
donde estamos entrenando. No es lo mismo un colegio con tradición que un colegio
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que está empezando. Tampoco es lo mismo un club que una A.P.A. Tengo que saber
que es lo que quieren de mí y del grupo de jugadores que voy a entrenar. Ver si nos
marcan unas directrices o si, por el contrario, podemos hacer lo que queramos. El
conocimiento del medio en el que nos movemos será básico para poder desarrollar
mucho mejor nuestro trabajo. A continuación veremos los pasos que hay que ir dando
para que el grupo llegue a funcionar a la perfección.
A) Determinacion de los objetivos comunes
Estos objetivos serán distintos dependiendo en donde estemos entrenando. Habrá
sitios donde el principal objetivo sea que los niños vayan a pasar el rato y se diviertan
jugando al baloncesto y otros donde los objetivos estarán más programados a irán
evolucionando según vayan pasando los jugadores de categoría. En un club o colegio
donde haya una experiencia y una tradición, los objetivos nos los marcará el Director
Técnico, pieza básica para el buen funcionamiento de una entidad deportiva y será él
quien controle nuestro trabajo con los niños, siempre sin olvidar que están allí para
divertirse. A la hora de determinar los objetivos, éstos deben de ser comunes para
todos. No estamos en edades de individualizar y marcar distintos objetivos a los
integrantes del equipo. Esto objetivos debe ser no muy difíciles de alcanzar y
deberemos tener muy claro cual tiene que ser el principal objetivo de cada día de
entrenamiento:
B) Mejorar todos los días un poco, pero divirtiendonos.
Los demás objetivos deben de ser secundarios. Ya habrá tiempo de marcarles el llegar
a metas altas en cuanto a conseguir ganar partidos y campeonatos. El partido debe
servirnos en esta primera etapa de formación como un premio que nosotros les damos
a nuestros jugadores por haber entrenado durante la semana.
C) Actitud y comportamiento del entrenador en entrenamiento y competiciones.
El entrenador es en estas primeras etapas de la vida deportiva de un jugador más un
profesor que un entrenador, ya que debe de enseñar a los niños a iniciarse en el
baloncesto: reglas básicas (pasos, tres segundos, dobles, faltas, etc,), como es el
campo de juego, jugar en equipo, etc.
Para conseguir esto hay que ser muy didáctico, directo y claro hay que explicarles con
la mayor sencillez posible el porqué se pueden hacer unas cosas y otras no. Esto es
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muy peligroso debido a que enseñar a un niño a jugar al baloncesto es muy difícil y a
veces los niños se aburren y dejan de asistir.
Para un niño es muy fácil jugar al fútbol, dar una patada, seguir al balón y meter gol,
es algo innato en ellos. Pero, sin embargo, es muy difícil botar el balón, llegar al aro,
etc... Por eso, y vuelvo a repetir, hay que tener mucho cuidado en el proceso de
enseñanza y asimilación de los primeros conceptos de baloncesto. Los
entrenamientos deben de ser muy dinámicos y alegres, donde el niño se ve que va
mejorando.
En cuanto a las competiciones debemos de entrenarles en que el partido es para
divertirse, que a los contrarios hay que respetarlos, que la figura del árbitro les tiene
que merecer todo los respetos, y que el ganar o perder, en estas primeras etapas, no
es lo más importante, sino el que salgan del partido con la impresión de si han
mejorado o no. No hay que dar ninguna importancia a la clasificación de mi equipo.
Por el contrario, a lo que si se debe prestar mucha importancia es si mis jugadores
progresan, si les gusta el baloncesto y que entre ellos reine un buen ambiente.
D) Establecimiento de las normas básicas de comportamiento en entrenamiento
y competiciones.
En cuanto a al entrenamiento, los jugadores desde muy pequeños deben de conocer y
tener muy claras una serie de normas de obligado cumplimiento:
Seriedad. En el sentido de que si se apuntan a un equipo se están obligando a asistir a
todos los entrenamientos y partidos.
Puntualidad. El entrenamiento comienza a una hora y a esa hora tienen que estar
preparados para empezar a entrenar.
Uniformidad. Todos con ropa de entrenamiento (Evitar que los jugadores entrenen con
zapatos, camisas, etc.).
Respeto. Para con el entrenador y para con ellos mismos. Cuando el entrenador
habla, todo el mundo atiende. Todos los jugadores son iguales. En estas edades
suelen hacer "grupitos" marcados por estar en una misma clase, por amigos que salen
juntos, etc.... El entrenador deberá unir a su grupo.
En el tema de las Competiciones las normas básicas serán las mismas que las vistas
anteriormente en el Entrenamiento, aunque enfocadas hacia el partido. Seriedad,
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puntualidad, uniformidad (ropa de juego igual para todo el equipo) y respeto (para con
los contrarios y el árbitro). Serán las cuatro normas que deberemos de inculcar dentro
de los equipos que estamos dirigiendo. Si lo conseguimos, estaremos sentando las
bases de un grupo que en el futuro será sólido y competitivo.
E) Determinación de las relaciones del entrenador con los padres
Este punto es de vital importancia de cara a que nuestro trabajo se vea recompensado
tanto en el presente como en el futuro. Si los padres y el entrenador caminamos en la
misma dirección todo será perfecto. Si por el contrario, los mensajes que reciben los
niños par parte de sus padres son distintos que los que trasmite el entrenador, las
cosas no funcionarán.
El entrenador pondrá las normas que los padres deberán cumplir.
El único que habla de cosas técnicas será el entrenador. Los padres animarán al
equipo.
Respeto total a los árbitros, equipos contrarios y padres de los equipos contrarios,
evitando provocar y caer en provocaciones.
Los mensajes que mande el entrenador al equipo serán repetidos por los padres a sus
hijos.
Aceptar la forma de trabajar del entrenador con sus hijos. Si surge algún problema,
solucionarlo lo antes posible para evitar que vaya creciendo.
A los hijos les gusta que sus padres vayan a verles jugar. Deberán de hacer lo posible
por ir a ver los partidos.
Inculcar y promover la afición a su hijo por el baloncesto sin llegar a límites pasionales
y nunca anteponiéndolos a los estudios.
El Entrenador tiene que conseguir la cohesión del grupo y para ellos es muy
importante la colaboración de los padres. En estas primeras etapas de formación la
figura de los padres es necesaria de cara a que su hijo quiera seguir haciendo
baloncesto y por ello tienen que ser capaces de aguantar los "pequeños" sacrificios
que esto requiere (madrugar los fines de semana, no poder ir a pasar el día fuera,
aguantar el frío). Si la "química" del grupo funciona, todos lo llevarán mucho mejor.
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20 PROYECTO FINAL CES 2010 ALVARO DE PABLO DIEGO
F) Temas transversales de la enseñanza del baloncesto
A la vez que los niños van aprendiendo a jugar al baloncesto y van mejorando en los
diferentes apartados del juego, hay otra serie de temas que deben ir estrechamente
relacionados con la enseñanza de este deporte. Nos estamos refiriéndonos a una
serie de valores que los entrenadores debemos de ir inculcándolos al mismo tiempo
que les hablamos de cómo se bota, pasa o tira.
Superación. No tienen que ser acomodaticios. Cada día hay que superarse, ir
marcándoles metas cada vez un poquito más altas. Si se vuelven conservadores
dejarán de progresar.
Tolerancia. Hay que ser orgulloso y duros pero tienen que ser tolerantes con las
cosas y a las personas. El éxito de un grupo radica en la capacidad para tolerarse que
tenga ese grupo. Si la capacidad es alta, la relación será buena y el rendimiento será
positivo.
Esfuerzo. Hay que hacerles ver que el progresar, el mejorar, el conseguir resultado
cada vez mejores, no podrá ser posible si no va acompañado de una gran dosis de
esfuerzo. La competencia es cada vez mas alta y en igualdad de aptitudes llegará más
lejos el que más esfuerzo ponga en conseguirlo.
Sacrificio. El jugar al baloncesto, les irá, según los jugadores se vayan haciendo
mayores, exigiendo un mayor sacrificio: estudiar a horas intempestivas, no salir con los
amigos siempre que quieran, etc. Un sacrificio dentro del mismo entrenamiento, ya
que puede llegar un momento en el que se vean estancados y pierdan la ilusión.
Normalmente esto pasará en los equipos que de pequeños hayan conseguido muy
buen resultado en la competición.
Ilusión. Sin ella no se puede hacer ningún deporte. La ilusión nos relaciona con el
sacrificio, si se pierde la ilusión no existe sacrificio, con lo cual el jugador dejará de
hacer baloncesto. Hay que mantener siempre la ilusión en los jugadores, haciéndoles
ver que siempre se puede mejorar y que siempre habrá algún objetivo para el que
seguir trabajando.
Se podrían añadir algún tema más como el respeto o la disciplina, pero estos ya los
hemos comentado en páginas anteriores.
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Sirva como conclusión a la "Dirección de Grupo" que lo más importante es conseguir
por parte del Entrenador, una buena dinámica de grupo y para ello es necesario que
se conjuguen los distintos apartados que hemos desarrollado.
Dirección de partido
A) Limitaciones reglamentarias en la dirección de partido.
El Reglamento del Baloncesto es sólo uno, lo que pasa es que en función de cada
categoría y de cada Federación Autonómica hay una serie de Reglas que pueden
diferir bastante de una categoría a otra y de una Federación a otra. Es, por lo tanto,
obligatorio para el Entrenador el conocer a la perfección las Reglas de Juego de la
competición en la que estamos jugando. Hay aspectos estratégicos que están
prohibidos en unas categorías (2 contra 1, defensa en zona, defensas presionantes en
todo el campo, etc.). El entrenador debe saber lo que puede hacer su equipo y estar
muy atento por si el equipo contrario no cumple las Reglas de Juego de la
competición. Tiene que conseguir que su equipo conozca las Reglas del Juego y él
será el encargado de decirles como hay que jugar cada partido.
B) Elección de los tiempos muertos
Hay que utilizarlos cuando el equipo pierda el control del juego y cuando empiecen a
dejar de funcionar como equipo. En los tiempos muertos debemos recordarles que es
lo que tiene que hacer, que los jugadores recuperen la calma y el estilo de juego
propio. Todo ello, dicho de una manera clara, utilizando frases cortas, no monólogos
largos con mil mensajes. Hay que ser, en definitiva, breve, conciso y claro.
También podemos utilizar los tiempos muertos para cortar una buena racha del equipo
contrario y para levantarles el ánimo si vemos que nuestro equipo se empieza a dar
por vencido. El tiempo muerto, en definitiva, debe ser utilizado más como un
recordatorio cuando veamos que no jugamos como entrenamos, que como un arma
estratégica.
C) ¿Como repartimos los minutos?
Una vez afrontamos el partido, tenemos que ver como vamos a distribuir a los 12
jugadores en los 4 periodos. El criterio más común es el de tener equipos
compensados en los dos primeros periodos y jugar con los que en esos momentos
creamos que más se lo merecen en el 3º y 4º periodo. En este "merecimiento" no debe
imperar solo la calidad como jugador, sino que hay otros valores a tener en cuenta: ver
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como han entrenado durante la semana, si no han faltado a entrenar, si van bien con
las notas, etc.... Es decir, no atenernos sólo a criterios deportivos, sino ayudarnos con
otra serie de criterios a la hora de que un jugador juegue más o menos minutos.
D) Refuerzos positivos y correcciones a los jugadores que están en el campo.
El mejor momento para decirlo algo a algún jugador es cuando vemos que está
receptivo. Si el jugador no está receptivo lo mejor es no provocar una situación que al
final va a ser tensa y dura y no vamos a sacar nada de positivo en ella.
Durante los entrenamientos, sólo parar a todo el equipo si lo que vamos a decir es a
nivel general. Si tenemos que reforzar positivamente a un jugador lo haré para que se
entere todo el grupo. De esta manera, el estímulo surtirá más efecto. Si le tenemos
que llamar la atención o le tenemos que hacer una corrección, lo sacaremos del grupo
y se lo diremos personalmente al jugador. No tenemos que poner a los jugadores en
ridículo delante de los demás y si alguna vez queremos que todo el grupo se entere de
la actitud negativa de un jugador lo haré en el momento en el que le pueda ser útil, que
le sirva para corregirle y motivarle, no para hundirle y dejarle en ridículo.
En los partidos, salvo muy contadas ocasiones, siempre seremos positivos con
nuestro equipo y les ayudaremos en todo momento. Si no nos ayudamos ni apoyamos
los del propio equipo, nadie nos va a ayudar desde fuera. Ya habrá tiempo durante la
semana de decirles a los jugadores los que hicieron mal.
La actitud de los padres en nuestro Minibasket
Creo que todos vamos a coincidir en la importancia que tiene para un niño el modo en
que sus padres se comportan, sea el pequeño deportista, o no lo sea. Desde el simple
hecho de preguntarle cómo le fue en la entrenamiento, hasta las críticas
permanentes durante un partido, estas características de comportamiento de los
padres impactan en la experiencia deportiva de un niño (y de un adolescente en
sentido muy similar) en modos que pueden ser muy favorables para su desarrollo, o
muy desfavorables. Nunca las conductas de los adultos tienen un efecto neutro para
los niños. Por supuesto, si ser padre es una tarea difícil, ser padre de un niño
deportista es todavía más arduo, debido a las características puntuales de todo el
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entorno que rodea al proceso de aprendizaje y competición de los chicos. ¿Cómo
tienen que ser los padres de un niño deportista?
* Hay padres que se convierten en segundos entrenadores de sus hijos.
* Hay padres que critican permanentemente la actuación deportiva de sus hijos.
* Hay padres que le transfieren sus propios miedos a los chicos subrayando los
riesgos que trae la práctica deportiva, sobre todo cuando hay contactos físicos en la
disciplina
* Hay padres que toman con total indiferencia el hecho de que su hijo practique un
deporte. Afortunadamente, también vemos que hay padres que están cerca de sus
hijos (ni encima, ni lejos) apoyando sus experiencias desde el placer que les
otorgue la práctica del deporte.
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CONSIDERACIONES FINALES
PERSONALES
Mis consideraciones finales con respecto a este Proyecto Final son claras. En el
transcurso de estas paginas, he explicado con argumentos a favor y en contra por que
creo que el Minibasket debe ser una actividad casi puramente lúdica, en la que el
trabajo debe estar orientado al proceso y no al resultado. El Minibasket es, como su
propio nombre indica, el baloncesto de los mas pequeños. Los niños, tanto en el
deporte como en los demás aspectos de su vida personal, son personas a las que
todavía no han invadido las preocupaciones que tenemos todos los adultos, de índole
personal, económica, academica o laboral. Por ello, el Minibasket debe ser un reflejo
de lo que buscamos para nuestros pequeños; un lugar donde poder divertirse,
relacionarse con otras personas de su misma edad y aprender ciertos valores que van
a ser muy importantes en sus posteriores etapas de la vida. Esos valores de los que
hablamos, a saber, amistad, colaboración, trabajo en equipo, respeto a la autoridad,
respeto a los demás participantes del deporte, deportividad, son el legado mas
importante que podemos ofrecer a nuestros mas pequeños. Para que, en un futuro no
muy lejano, esos niños y niñas que disfrutan del Minibasket puedan representar a
nuestra sociedad con esos valores que todo el mundo elogia. Porque, al fin y al cabo,
de los niños que practican Minibasket en las canchas de baloncesto, un infimo
porcentaje de ellos podrá dedicarse profesionalmente al baloncesto en su vida. Sin
embargo, todos ellos, sin excepción, serán personas adultas, y deberán poseer, por el
bien de todos, esos valores que intentamos inculcar en el baloncesto de los mas
pequeños, el Minibasket.
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Bibliografia Utilizada
VASALO, C. “Competitividad en deportes infantiles”.
SAINZ DE AJA, C. “Direccion de equipo en categorías inferiores”.
DIAZ VELEZ, J. “El entrenador como educador deportivo”.
DIAZ VELEZ, J. y BOJANICH, R. “Filosofia del Minibasquetbol”
BERNHARDT, C. “Padres de niños deportistas”
DIAZ VELEZ, J. y BOJANICH, R. “Reflexiones sobre Minibasquetbol”
CRUDELI.C. “ Un aporte para el cambio en Minibasket”